FRANCISCO HINOJOSA LADRÓN DE BICICLETAS
CARLOS VELÁZQUEZ CARTA ABIERTA A AMLO
ALEJANDRO GARCÍA ABREU
CIGARRILLOS CON LOBO ANTUNES
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[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]
JOSÉ ALVARADO EN SU TINTA
ORTEGA COLUNGA EN HOY
MIGUEL ÁNGEL MORALES
Arte digital > A partir de un retrato en el Archivo de la Biblioteca José Alvarado, Facultad de Filosofía y Letras, UANL > Staff > La Razón
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Existe consenso respecto al escritor y periodista José Alvarado (1911-1974): acercarse a sus textos es hallar a un prosista extraordinario, distinguido por la sutileza, la calidez, la generosidad, la sorpresa, la inteligencia, siempre del lado de las causas populares. El suyo es un estilo consumado por la capacidad para fijar o reflejar como ninguno el espíritu del tiempo. La editorial Cal y arena ha tenido el acierto de publicar una formidable antología del autor —seleccionada y prologada por Margarito Cuéllar— que comienza a llegar a librerías. Este adelanto es una invitación que puede resultar irresistible para sus nuevos y antiguos lectores.
LETRAS, ESCALER AS, REBELIONES JOSÉ ALVARADO
J
LOS SETENTA AÑOS DE BORGES
orge Luis Borges ha cumplido setenta años, pero casi todos sus libros conservan una vigorosa, enérgica juventud, la de un idioma elaborado para ceñir el tiempo y la fantasía, la inteligencia y las adivinaciones. Borges, se dice a menudo, es el más importante de todos los escritores contemporáneos en lengua española. Pero es algo más, mucho más. Ya José Emilio Pacheco lo acaba de afirmar certeramente: En los últimos treinta años, Borges ha hecho por la prosa lo que hacia el novecientos Darío hizo por el verso. Ambos son los renovadores, los fundadores, que cambiaron desde América el lenguaje español y establecieron niveles de excelencia y ambición artística ante los cuales podemos medir el logro o el fracaso de lo que se escribe en nuestros países. Borges ha traído al castellano las emociones de otras hablas. No en vano es un conocedor extraordinario de las literaturas inglesa, alemana y francesa. Pero también ha poblado la sangre del idioma con señas, nostalgias, ambiciones y perspectivas americanas y con las cifras del nuevo conocimiento. De ello resulta un español rejuvenecido y limpio, curado de ripios y vetustas retóricas, inteligente en suma. Mas para el desarrollo de su obra, Borges no parte del núcleo del lenguaje sino llega a éste desde fuera, procedente de muchos desaparecidos orbes cuya existencia nadie verá nunca, mitos lejanos, imaginarias bibliotecas, electrones y
galaxias, células e hipótesis. No conduce a la expresión por los temas de su prosa sino, por lo contrario, hace penetrar éstos [sic] en el centro del orden verbal y lo revoluciona. Sin los temas de Borges no se hubiera renovado el lenguaje. Y no son temas exclusivamente literarios. Una electricidad metafísica pasa por toda la obra de Borges donde, entre arqueologías y aventuras, laberintos y poemas y teoremas, se advierte la preocupación por el tiempo y la conciencia, el sentido de lo existente y la presencia del hombre en el universo. El caos ofrece sus signos y lo irracional dialoga con la razón. La obra de Borges puede ser, al mismo tiempo, una enciclopedia de la imaginación y una antología de la inteligencia. Argentino puro, porteño, hijo legítimo de su Buenos Aires, es americano de pleno derecho y un ciudadano de la cultura contemporánea, hombre de su época y su planeta. Habitante alegre del siglo XX, no ignora angustias ni rechaza emociones. Sin Borges no se podrían entender muchas manifestaciones de la actual sensibilidad americana y de su obra parten varios de los testimonios más importantes. Borges aparece, a veces, como un solitario en medio de una ciudad colosal, inventada por él, perdido entre sus calles y su gente, parado en una plaza o preso entre muros de libros o músicas vespertinas adonde acuden tangos. No lo es. En cada página suya se abre el diálogo y se establece una comunicación. Por los libros de Borges, si lo advertimos bien, pasa la historia de estos años. Cuando Borges era joven, hacia los años inmediatamente previos a 1930, Don Segundo Sombra, la novela de Ricardo
Fotos > Archivo de la Biblioteca José Alvarado, Facultad de Filosofía y Letras, UANL.
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Güiraldes, otro argentino, estaba sobre las mesas de todos los lectores hispanoamericanos, junto a las otras dos, La vorágine, del colombiano José Eustasio Rivera y Doña Bárbara, del venezolano Rómulo Gallegos. Alfonso Reyes aún no había escrito El deslinde. Sería interesante ahora un ensayo sobre el desarrollo de la expresión americana entre Güiraldes, Rivera y Gallegos, y Reyes y Borges, para partir luego de este último a Julio Cortázar y Gabriel García Márquez. Ahí terminaría la visión de la soledad de Borges. Y hay otro método: el estudio de las señas entre Reyes y Borges y entre Borges y Reyes a lo largo de sus libros en los últimos años. Podría situarse, de este modo, la compañía del aparente solitario de la calle Florida. Borges, ciertamente, no es hombre de multitud; pero no es tampoco un ermitaño. No escribe para un público extenso, lector de fáciles ficciones, mas no acude al cónclave esotérico y ha preferido representar la América Latina, en el mundo, lejos del trópico y del color local. Ello lo sitúa en nivel idéntico al de Alfonso Reyes. Cumple Borges setenta años y queda en su calendario el registro de la sensibilidad americana. Ha hecho un idioma, ha inventado mundos y contribuye a dignificar la realidad. En este sentido no es sólo un narrador y un intérprete, sino también un protagonista. Tal vez un investigador con entusiasmo ensaye algún día un paralelo casi imposible entre el idioma de Borges y el de Pablo Neruda, residentes en la misma edad de la tierra americana. Aquí baste señalarlo.
ESCALERAS Hay escaleras hermosas. Una, por ejemplo, es del Colegio de Minería. Pero otras son horribles, como ésas por donde llegan a sórdidas alcobas los desesperados. Existen, verbigracia, en Los Ángeles, por Main Street, hoteles sombríos cuyas escaleras interiores parecen llevar a cuevas siniestras donde la soledad, bajo lámpara opaca y amarilla, ciñe las almas de los huéspedes. Una puerta abajo, con vidrios sucios y luego peldaños, grises, con huellas de pasos sin esperanza y cigarros apagados. La gente —un negro, un chino, un mexicano, una mujer morena o una rubia apagada— asciende casi con odio, casi con dolor, casi ausente de lo humano, casi como un bulto de rencores, casi... En Ámsterdam las escaleras también son tristes. Pero no tanto. Escaleras de hoteles de marinos, olorosos a brea y a ginebra, a tabaco plebeyo y amores descompuestos. En París huelen a jabón barato y a madera húmeda. En México, a trapo mojado y a pasión desvanecida. Pobres escaleras. Y, sin embargo, los novelistas no se fijan en ellas; ni dedican una línea a su madera fatigada. Pero los personajes de las novelas y de la vida han de subirlas. También los mismos novelistas.
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Manuscrito de José Alvarado.
Graham Greene se refiere a una escalera donde un peldaño cruje. Pero nada más. Algunos autores de novelas policiales las aluden con tenue sombra de misterio, mas las olvidan luego. A pesar de todo, las escaleras suelen ser personajes importantes. Una novela, según se sabe, hubiera enriquecido la substancia si el autor hubiera tenido mayor cuidado con las escaleras. Casi todas las escaleras tristes son de madera: gimen bajo el paso de los seres. Casi todas las bellas, en cambio, son de piedra y alcanzan un prestigio romántico. Lo mismo hay, por cierto, melancólicas y sucias escaleras de piedra. En Roma, en viejas casas de México, en Montparnasse, en Cuernavaca, en Valparaíso y en Helsinki. Pero la literatura prefiere escaleras románticas, bajo la luz de la tarde o la caricia de la luna. Y no deja de ser un defecto.
LA REBELIÓN DE LAS SEÑORAS Y bien: a las grandes revoluciones de este siglo, como la científica y tecnológica de inesperadas consecuencias, y la de los pueblos coloniales de África y Asia, con efectos no imaginados, debe añadirse ahora la rebelión de las señoras, cuyas causas pueden ubicarse lo mismo en la edad de las cavernas o en la época, menos distante, de las tabernas, sin predicción posible de su límite. Hubo en la antigüedad, como es sabido, manifestaciones políticas de esposas como, para poner un solo ejemplo, aquélla, incitada por Lisístrata, contra maridos de afán guerrero: la dama en cuestión propuso a
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sus compañeras de abandono huelga de ternura y arrumacos hacia todo esposo olvidadizo del lecho conyugal por buscar gloria en batallas. Como es fácil suponer, triunfó y sólo la injusticia de una historia hecha por varones admiradores de generales y caudillos la olvida como, quizá, la primera partidaria eficiente de la paz. Todavía se recuerdan hazañas más próximas de señoras en los Estados Unidos, adversas a la ausencia del cónyuge no por ir a la conquista de la fama en campo bélico, sino por asistencia a expendios de pócimas buenas, según es fama, para olvidar desengaños, ahogo de penas amorosas, jurídicas o metafísicas o, simplemente, hallar un poco de transitoria alegría. Dichas matronas, previstas de enérgica iracundia, fundaron el Salvation Army y dieron en presentarse en tabernas, armadas de hachas, para destruir barras, copas, botellas y aun platos de botana, ante la inerme y temerosa concurrencia de esposos puestos rápidamente en fuga. Rencorosos decires ponen a estas señoras salvadoras asomo de bigotes sobre los labios. No se ha comprobado. Pero en la actualidad los hechos y los actos se suceden a ritmo contemporáneo. Ya no son las sufragistas de antaño, vestidas con traje sastre y emisoras de ronca voz en demanda del voto femenino, ya concedido desde hace años en casi todo el mundo, sino señoras o señoritas de bastante buen ver, apariencia plástica deslumbradora y hot-pants o minifalda —ya un poco pasada de moda, pero de sugestivos colores—. Ojos a veces de mujer fatal, a veces de venadita asustada, mas corazón dispuesto a romper no sólo un plato, sino toda la vajilla y, si al caso viene, fábrica, almacén o palacio de gobierno. En todos los países occidentales hay movimientos de liberación femenina. Ya tienen el voto y muchas son votadas; no faltan lideresas ilustres y ya son varias secretarias de Estado, primeras ministras o presidentas. Isabelita Perón es, verbigracia, presidenta de Argentina. Mas hoy tienen, como se dice, toda una ideología. Susan Sontag es una muestra en los Estados Unidos. Doña Modesta Bañuelos, de mexicano origen, si ponemos el caso contrario, además de ser la tortillera más rica del planeta, ha sido tesorera en el gobierno de Nixon, y por cierto, nadie la ha inmiscuido en lo de Watergate. Pero la actual rebelión de las señoras difiere mucho de la de Lisístrata y la del Salvation Army. Ahora sus embravecidas olas se confunden con las de la inconformidad juvenil en todo el globo y las nuevas perspectivas hacia la sexualidad. Violencia y sexo
“TAL “ VEZ UN INVESTIGADOR CON ENTUSIASMO ENSAYE ALGÚN DÍA UN PARALELO CASI IMPOSIBLE ENTRE EL IDIOMA DE BORGES Y EL DE PABLO NERUDA, RESIDENTES EN LA MISMA EDAD DE LA TIERRA AMERICANA. AQUÍ BASTE SEÑALARLO .
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se alzará como un esqueleto solitario con las ventanas sin vidrio y el monumento a la Revolución será visto como una inútil joroba. La opulencia y la miseria, la belleza, la fealdad y la cursilería habrán hallado su tumba y el Ángel a la Independencia, pie a tierra, doblará sus alas. El Caballito será un cadáver de bronce y los ahuehuetes de Chapultepec llorarán su pena al lado de un castillo deshabitado y ya sin paisaje a la vista, ni transparencia alguna al frente. Fea imagen. Pero, ¿y los habitantes? Algunos, los poderosos, huirán a acabar de echar a perder a Cuernavaca; otros vayan tal vez a llenar de automóviles Querétaro, producir en Puebla una explosión demográfica, hacer a Toluca todavía más horrible o convertir en capital a Tlanepantla. Quizá Ciudad Nezahualcóyotl quintuplique su población y Cuautitlán se convierta en un refugio. Mas otros, los indigentes, levantarán bardas y jacales sobre la sepultura de la antigua Tenochtitlan o vivirán en túneles y en cuevas. Algún anciano nostálgico y ocioso leerá las crónicas actuales como quien lee hoy las de Cervantes de Salazar o las Cartas de Relación de Hernán Cortés; pero una tribu de menesterosos, descendientes ya no de los ilustres nahoas, sino de los confiados chilangos habrá echado todo al olvido para desesperación de arqueólogos porfiados, partidarios de hacer excavaciones para descubrir el Sanborns de la Casa de los Azulejos o, al menos, El Palacio de Hierro, el hotel Regis donde antaño se reunían generales o alguna de las fondas de Balsa donde hoy se congregan jefes de relaciones públicas; una botella de coñac de la era de los veintes, una de whisky de la de los cincuentas, una de ginebra de la de los sesentas. Y en ese olvido infinito, ciego y sordo, de la tribu de los menesterosos, herederos de la Ciudad de los Palacios, yacerán todas las palabras relativas al desarrollo y la prosperidad creciente y no habrá paleografía alguna buena para revivirles el significado. Y entonces un poeta, un Octavio Paz del futuro residente acaso en Cuajimalpa, hará una elegía desesperada y terrible.
“ANTES “ DEL AÑO DOS MIL LA CIUDAD DE MÉXICO SE HABRÁ HUNDIDO DIECIOCHO METROS Y NADA, O MUY POCO, QUEDARÁ EN SU SITIO. LA IMAGINACIÓN COMENZÓ A DIBUJAR UN FUTURO YA NO TAN LEJANO . son algo así como los atizadores del nuevo fuego rebelde femenino o, si se prefiere una metáfora algo romántica, los abanicos para elevar la lumbre hasta la llama. Ingenuos o distraídos, suponen: ahora quieren vernos lavar los platos y hasta nuestras camisas y sus portabustos. Eso es lo de menos; alguna especialista en antropología social no tiene estorbo en sus labios, bellos, es verdad, para abogar por el derecho femenino al llamado segundo frente. Y todo se complica con la autosuficiencia económica de las señoritas de hogaño: ya no necesitan esperar novio para sacarlas de una ratonera o librarlas de padre incomprensivo y regañón o madre colmada de prejuicios. En fin... El tema es, aparte de sugestivo, complicado. Y no se trata sólo de hacer berrinches inútiles o chistes agrios, ambos muestra de impotente machismo sino de ver las cosas de este tiempo con el debido equilibrio y la necesaria ecuanimidad, difíciles por otra parte, en medio de tanto humo, tantas mentiras y tanto ruido contemporáneos.
LLEGÓ DE PRONTO... Llegó de pronto una época en que todos los lectores se pusieron a escribir. Y el mundo se llenó de novelas, de tratados, de ensayos, de poemas y de notas. Los escritores, justamente indignados, escribieron aún más. Entonces fue cuando las cosas llegaron a su más graciosa perfección porque ya nadie tuvo necesidad de leer.
EL FUTURO DE LA CIUDAD El arquitecto Félix Candela alarmó a la gente. Antes del año dos mil, dijo, la Ciudad de México se habrá hundido dieciocho metros y nada, o muy poco, quedará en su sitio. La imaginación, despierta inesperadamente, comenzó a dibujar un futuro ya no tan lejano, pero demasiado triste y algunos viejos enamorados de la urbe se dieron a la melancolía. Quedarán sepultados los antiguos edificios de tezontle —huellas barrocas de la Colonia; enterradas las construcciones de cemento y vidrio, fruto del desarrollo; bajo el polvo o entre el agua los orgullosos condominios y las pocas casas sobrevivientes de la época de don Porfirio. La Zona Rosa será un yermo, Peralvillo un pantano. Del Palacio de Bellas Artes permanecerá sólo, muerta, su cúpula, y las dos torres de Catedral, como dos viudas gemelas, presidirán el abandono, mientras la Latinoamericana
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No es justo, sin embargo, darse por entero al desconsuelo. Otro arquitecto, don Manuel González Flores, predice, no un hundimiento de dieciocho metros sino sólo de cuatro y medio para fines de siglo. Es un bálsamo pues entonces la ciudad no morirá del todo, sino, nada más, bajará de estatura y para mucha gente habrá la oportunidad de guardar anhelos, sueños, amores y desdichas en los sótanos. Peor es nada. Serán entonces los capitalinos una especie de topos y acaso inventen la cultura del subsuelo. Otros arquitectos son todavía más generosos y condenan a la capital únicamente un metro de entierro y algunos técnicos la salvan definitivamente, inclusive con todos los adefesios presentes y futuros. Esto último no deja de tener una perspectiva política, pues, ¿cuál sería el destino de la República si se hunde el PRI? De todos modos, y para entrar en el reino ilusorio de lo subjuntivo, hubiera sido mejor, en lugar de un monstruo de siete millones de habitantes víctimas de los automóviles, tres bellos burgos de dos, al nivel de las dimensiones humanas y donde los seres pudieran disfrutar la vida en vez de oler gasolina y respirar humo. Pero ello sólo corresponde ya a la región de las ilusiones imposibles. Por lo pronto nos ofrece un remedio el nuevo sicoanálisis y nos proporcionan un desahogo los críticos de la sociedad industrial. Quizá fuera bueno irse a vivir a Ciudad Lerdo o encontrar un refugio frente al mar. Dichosos quienes puedan hacerlo.
PASÓ AÑOS... Pasó años elaborando una teoría. Temeroso de que la realidad contradictoria y exuberante estorbara los caminos de la lógica, se encerró todo ese tiempo en la tranquila, inviolada soledad de su gabinete. Y cuando hubo concluido su trabajo y la teoría era perfecta, irreprochable, congruente, salió a la calle a luchar por ella; pero descubrió que ya había triunfado antes, mientras él la meditaba en el intelectual recogimiento, pesando cuidadosamente los conceptos. Desesperado, no tuvo más remedio que dedicarse a objetarla para tener una misión en la vida y, claro, se hizo partidario de la tradición.
UNIVERSIDAD DE AYER Y HOY
José Alvarado (1911-1974).
Hay quien suele escribir palabras románticas sobre la universidad de ayer, con alusiones sentimentales a la Plaza de Santo Domingo, las calles de San Ildefonso y de Justo Sierra y el Jardín de Loreto, los patios barrocos de la preparatoria y de la vieja Escuela de Medicina provocan recuerdos gratos y queda la nostalgia por los cafés de chinos de Alfonso y de Felipe. A lo largo de Donceles y de Venezuela, en los segundos y terceros pisos, quedaban las casas de huéspedes para
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Postal para su esposa e hija, 1953.
estudiantes. También por El Carmen y por Guatemala. Allí se pagaban, hace treinta años, cincuenta pesos por un cuarto, las tres comidas y lavado de ropa. Los estudiantes se desvelaban sobre las páginas del Planiol o del Testut; pero tenían tiempo para asistir al Cine Goya, enamorar a las meseras y pasear con novias de mejillas pálidas y pestañas delgadas. Se leía a Spengler y al hoy olvidado señor Keyserling. Se comentaban las lecciones de don Antonio Caso y don Fernando Ocaranza y los discursos de Alejandro Gómez Arias y de Salvador Azuela. Todavía había humo de pólvora en el aire y no parecía haberse secado la sangre de Serrano y de Obregón. Eran, a pesar de todo, días dorados, con las canciones de Guty Cárdenas o los lamentos de las pianolas en medio de la noche. Era aquella una universidad ingenua y luminosa donde muchos de los futuros sabios tenían una sola corbata y un solo traje, negro. Algunos usaban bastón y calaban, en verano, sombrero de carrete. Los días presentes Pero hay también quien escribe palabras modernas sobre la universidad de hoy, con referencias a los prados del Pedregal, los muros de cemento, vidrio y las torres polícromas donde se investigan las humanidades y las ciencias. Los jóvenes ya no usan bastón ni, mucho menos, sombrero de carrete. Andan con la frente al aire y poseen habilidades deportivas. También para muchos son dorados estos días, aunque las novias ya no tengan las mejillas pálidas ni delgadas pestañas y aunque las canciones de Guty Cárdenas se hayan perdido en el viento. Las jóvenes estudiantes de letras tienen pantorrillas atléticas y usan peinados existencialistas y es mayor el número de los estudiantes de matemáticas. Los muchachos discuten sobre los hechos del mundo y examinan la conducta de los hombres de México. Muchas de las viejas palabras son huecas para ellos, pero renuevan las emociones políticas de siempre. Para unos, la de hoy es otra universidad, completamente distinta a la de ayer. Para otros es la misma, con nuevos elementos y mucho mayor número de alumnos. El hecho es que la universidad está viva y sus miles de jóvenes sienten los problemas de
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México. Todo esto viene a cuento porque el rector Chávez acaba de hacer una limpia entre la burocracia universitaria. Algunos malos funcionarios fueron cesados en sus puestos. Y se ha procedido con estricta elegancia al no exponer los nombres de castigados al menosprecio o a la burla. Es una buena medida que, sin duda, ofrecerá pronto resultados fecundos. Por todos los sitios de la universidad debe correr aire puro.
LUTO POR LOS MUCHACHOS MUERTOS Iba a escribir acerca del acuerdo de las Academias de la Lengua Española sobre el uso de la x en la palabra México; por razones, según se dijo, de orden lingüístico, histórico y sentimental. Es un tema alegre y da ocasión para jugar un poco a costa de algún académico mexicano, con la mente fruncida y llena de telarañas, empeñado en escribir el nombre de nuestro país con j, al estilo de los tradicionalistas españoles y en justificar dicho empleo, sólo por mantener un modo grato a los más rancios conservadores, esos todavía partidarios de la Inquisición, de Iturbide y de Maximiliano y quienes sufren de cólicos cuando ven la efigie de Juárez o pasan por el Hemiciclo. Iba a escribir sobre eso, con buen humor y el deseo de hacer unas cuantas travesuras con el estilo y buscar en el vocabulario algunas palabras parpadeantes. Pero a última hora sentí vergüenza ante los lectores, pues hoy, jueves 3 de octubre, a los cuarenta y un años, por cierto, de la muerte del general Serrano en Huitzilac, la tinta de los periódicos parece oler a sangre. Se alude a 24 civiles muertos anoche, durante un mitin estudiantil, en Nonoalco, más de 500 heridos y centenares de presos. ¿Qué pasa en México? ¿Se han desatado funestos males olvidados? ¿Vuelve nuestra historia a teñirse de rojo y llenarse de sombras ominosas? Abel Quezada, en su cartón de Excélsior, ofrece hoy sólo un cuadro negro y arriba una patética interrogación: ¿Por qué? La expresiva, dramática tiniebla de Quezada, parece ser una mezcla de confusión y de luto. Y eso, luto y confusión, es lo que flota hoy por la ciudad y, sin duda, por todos los
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ámbitos del país. A nadie impresiona, como hubiera ocurrido en otras circunstancias, el derrocamiento del presidente Belaúnde en el Perú por un grupo de militares. Todos somos presas del dolor y el desconcierto y a estas horas no se sabe todavía cuál será la suerte de los Juegos Olímpicos ni es posible advertir cómo será la situación nacional dentro de una semana, cuando este artículo aparezca en las páginas de Siempre! En otros años, y en esta misma fecha, al señalar el aniversario de la matanza de Huitzilac, los comentaristas indicaban, satisfechos, la fortuna de que esos días de violencia, venganza y barbarie hubieran pasado para México y cada vez que se ha glosado un tumulto sangriento en alguna de las ciudades de la América Latina, se insistía en mostrar nuestra vida pacífica como un ejemplo en el continente y un beneficio derivado de largos y penosos sacrificios anteriores. Ahora todo ha cambiado y ya no sirven para nada las viejas palabras y las imágenes antiguas. En la Plaza de las Tres Culturas, orgullo de la nueva ciudad y muestra soberbia de nuestra historia, se ha derramado la sangre. Y es sangre de muchachos y de muchachas, de hombres y mujeres del pueblo, ¿por qué? La pregunta de Abel Quezada sigue sin respuesta, pues para encontrarla habría que esconder el dolor, apaciguar la ira, poner en claro el desconcierto. Y ello no es fácil en estas horas aciagas, cuando tantos cuerpos jóvenes yacen sobre planchas heladas y tantas madres con los ojos húmedos y en silencio de condena se disponen a encender velas humildes. Sólo queda, impotente, la protesta. Había belleza y luz en las almas de esos muchachos muertos. Querían hacer de México la morada de la justicia y la verdad. Soñaron una hermosa república libre de la miseria y el engaño. Pretendieron la libertad, el pan y el alfabeto para los seres oprimidos y olvidados y fueron enemigos de los ojos tristes en los niños, la frustración en los adolescentes y el desencanto de los viejos. Acaso en algunos de ellos había la semilla de un sabio, de un maestro, de un artista, un ingeniero, un médico. Ahora sólo son fisiologías interrumpidas dentro de pieles ultrajadas. Su caída nos hiere a todos y deja una horrible cicatriz en la vida mexicana. No son, ciertamente, páginas de gloria las escritas esa noche, pero no podrán ser olvidadas nunca por quienes, jóvenes hoy, harán mañana la crónica de estos días nefastos. Entonces, tal vez, será realidad el sueño de los muchachos muertos, de esa bella muchacha, estudiante de primer año de medicina y edecán de la olimpiada, caída ante las balas, con los ojos inmóviles y el silencio en sus labios que hablaban cuatro idiomas. Algún día una lámpara votiva se levantará en la Plaza de las Tres Culturas en memoria de todos ellos. Otros jóvenes la conservarán encendida. Ayer parecía fácil escribir acerca de la x y la j. Hoy resulta imposible, pues quedó enlutada la x de México.
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En la primera mitad del siglo XX, un joven fotógrafo y reportero llega a la Ciudad de México desde el norte del país con la intención de consolidar su oficio. En ese tiempo los medios impresos gozan todavía de una influencia que hoy se antoja inconcebible, así que el recién llegado, Vicente Ortega Colunga (1917-1985), coincide con un periodo de apogeo del periodismo mexicano, particularmente en los semanarios donde él se formó: Hoy (fundado en 1937), Mañana (1943) y Siempre! (1953). De esa época y los personajes que captó su cámara se ocupan estas páginas.
VICENTE ORTEGA COLUNGA EN LA REVISTA HOY MIGUEL ÁNGEL MORALES
H
acia 1937 la prestigiada Fotografía El Bello Arte, de la céntrica calle Victoria, en Saltillo, era atendida por la viuda Carmen Sosa —hija de fotógrafos duranguenses y ella misma fotógrafa— y su hijo Alfonso Sánchez, según señala el historiador Ariel Gutiérrez Cabello en Escribidores de luz: Fotógrafos en Saltillo. 1846 a 1920 (Instituto Municipal de Cultura de Saltillo, 2015). Vicente Ortega Colunga (1917-1985) trabajaba en calidad de aprendiz con Alfonso, quien lo conoció como garrotero en una cantina. El veinteañero debió empezar a conocer entonces los secretos del revelado y la ampliación en el cuarto oscuro. Fuera del estudio acompañaba a Alfonso Sánchez a los eventos nocturnos de Saltillo, para ayudarlo en la iluminación. Por esos años el fotógrafo pedía a los retratados posar unos minutos, para que el asistente lanzara el lumínico frasco de magnesio y luego él accionara la cámara. Pronto llegaría el flash eléctrico integrado. Las enseñanzas de doña Carmen Sosa y de su hijo fueron decisivas para el joven, quien una vez aprendido el oficio pensó en independizarse. Como era difícil montar un estudio fotográfico optó por realizar fotografías de eventos sociales, las cuales no se conservan. Al buscar nuevo horizontes, Ortega Colunga decidió probar fortuna en Monterrey, ciudad industrial a una hora de Saltillo. “Algunas de sus fotos habían salido del estudio a las secciones de sociales de periódicos como El Porvenir o El Norte y, por medio de un corresponsal, a la revista Hoy”, evocó su hijo Roberto Diego. Más tarde decidió viajar a la Ciudad de México, sin desligarse completamente de Monterrey. Alexg (con g) Contreras, autor de una página sobre fotografía antigua en Jalisco, me enlaza a la página de la Fototeca del Tecnológico de Monterrey, donde están hospedadas once fotografías del saltillense, fechadas en 1945 y de julio de 1947. Corresponden a las instalaciones del plantel, alumnado y ceremonias de
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La sección fotográfica creada por Ortega Colunga el 9 de enero de 1953.
los directivos. Su nerviosa firma aparece estampada en el ángulo inferior izquierdo: “Ortega Colunga”, con las g y l más grandes que las restantes. En 1941 decidió quedarse en la capital a probar fortuna. Se instaló en el Hotel Meave, en el número 8 de la callejuela del mismo nombre, casi esquina con Eje Central y cerca del rumbo prostibulario de las Vizcaínas. Era reconocido como hotel de rato, al grado de que en 1937 apareció una foto de su marquesina en el semanario Vea, para ilustrar las “posadas del amor” o “albergues del pecado” en “...Y después del cabaret”, firmado por L. Larrari Rivas (Carlos Rivas Larrauri, el poeta del arrabal). Roberto Diego escribió que su padre recordaba a los inquilinos “como una insomne cofradía de beisbolistas y bongoseros que entrenan o que ensayan a cualquier hora del día”. Desde hace más o menos diez años el Hotel Meave fue transformado en centro comercial. También empezó a colaborar “como fotógrafo en la revista Arena, del doctor Alfonso Gaona”. La publicación —me comenta Pedro Barrios,
gran coleccionista de historietas y otros papeles— comenzó a circular el lunes 10 de noviembre de 1941. Comenta que tenía el kilométrico subtítulo de “Lo que se ve se dice. Semanario rotográfico de Toros-Cine-Radio-Deportes-Teatro”. El ejemplar en sepia de 16 páginas costaba 15 centavos. Gaona, paisano de Ortega Colunga y optometrista metido a empresario taurino que promovía la construcción de la Plaza México, tenía sus oficinas en Vallarta número 1 y era el director-gerente. Hoy, revista de 38 x 28 centímetros y también impresa en rotograbado, tenía su domicilio en ese mismo edificio, casi en contraesquina del Monumento de la Revolución en la colonia Tabacalera. A sus 24 años, Ortega Colunga debió conocer en el trajín cotidiano a sus vecinos que competían con Todo, Revista de revistas, Así, México al día y otras publicaciones ilustradas. Gaona quizá lo relacionó con Vicente Miranda, dueño desde 1938 de El Patio, centro nocturno en el número 9 de la calle de Atenas, al costado norte de la Secretaría de Gobernación y a unos metros del Reloj Chino, en la avenida Bucareli. Recuerda Roberto Diego que su padre convenció a Miranda de que “le comprara una cámara Speed Graphic, que le pagaría con su trabajo”.
EL PERIODISTA TABASQUEÑO Regino Hernández Llergo estaba al frente de la revista Hoy, fundada por él mismo en 1937 (su primo José Pagés Llergo tomó el relevo en enero de 1948, antes de fundar su influyente semanario Siempre! en 1953). Para entonces, el caricaturista Antonio Arias
“EL “ FOTÓGRAFO PEDÍA A LOS RETRATADOS POSAR UNOS MINUTOS, PARA QUE EL ASISTENTE LANZARA EL FRASCO DE MAGNESIO Y LUEGO ÉL ACCIONARA LA CÁMARA. PRONTO LLEGARÍA EL FLASH INTEGRADO .
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Bernal desbanca en las portadas al reconocido fotógrafo Enrique Díaz. Aún aparece la columna “La semana pasada”, con el veneno de Salvador Novo. Jorge Piñó Sandoval tiene a su cargo “Este México!”, de comentarios políticos. El poeta Xavier Villaurrutia deja de ser crítico de cine. Lo sustituye José María Sánchez García, quien ofrece 12 stills con sus respectivos comentarios. Carlos Bravo y Fernández (el famoso Carl Hillos) escribe sobre chismes del cine nacional. Armando Rivas Torres propone su panorama del “Radio”. Rulford se dedica a las notas “Deportivas” y Rasa Seldi, al “Consultorio espiritual”. Dos fotógrafos fundadores de Hoy colaboran todavía en 1942, aunque sin la intensidad de los primeros años: el empresario fotográfico Enrique Díaz e Ismael Casasola, miembro de la dinastía. También participan Juan Guzmán (el alemán-españolmexicano Hans Gutmann), los enviados a Oaxaca Manuel Álvarez Bravo y Doris Heyn (en otro reportaje la bautizan como Hay; en realidad, Heydn, su segunda esposa), el magistral colombiano Leo Matiz, el venezolano Ricardo Razetti, Jesús Grovas (sin duda stills de su distribuidora), Enrique Delgado, Manuel García, Luis Zendejas (los tres del grupo periodístico de Díaz) y, desde luego, Vicente Ortega Colunga, quien llegó en el momento oportuno a la revista indicada. Un miércoles de febrero de 1942 Arias Bernal se casa con Sofía Correa, cronista de sociales de Hoy, y el concurrido convivio tuvo lugar en El Patio. El sábado 21 de ese mes un redactor se burlaba de su soltería (se rumoraba que era gay de closet, escribió Rius) y celebraba su fin bohemio en “Consumatum est!”. Las fotografías —cada una con su crédito correspondiente— son del afamado Enrique Díaz y de “Ortega Colunga”.
DESPUÉS DE ESTE INICIO brillante se ausenta hasta mediados de mayo de 1942, cuando son hundidos el barcotanque Potrero del Llano y el Faja de Oro. El presidente Manuel Ávila Camacho declara la guerra a Alemania, Italia y Japón. En la portada del sábado 30 de ese mes, titulada “La quinta columna”, Arias Bernal caricaturiza a Adolfo Hitler como un simio que sostiene el globo terráqueo con su larga cola. En este mismo ejemplar, Ortega Colunga publica imágenes de un convivio en El Patio, con un elegante Mario Moreno (opuesto a su personaje cómico Cantinflas), el productor Jacques Gelman y Esperanza Iris, la reina de la opereta, con su invitado: el compositor vienés Oscar Strauss. Para el 6 de junio presenta a Salvador Flores Olmedo, sobreviviente del Potrero, y al pintor guatemalteco Alfredo Suárez Gálvez, quien exhibe cinco carteles antihitlerianos en la Galería Decoración de la calle de Venustiano Carranza 30. El sábado 27 le acreditan la imagen que captó en el bar de la residencia de Hernán Dorner, a la cual asistieron el cónsul y el agregado militar de Argentina, el cónsul de Uruguay, el productor Jesús Grovas y esposa, José Pagés Llergo
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“ORTEGA “ COLUNGA PUBLICA IMÁGENES DE UN CONVIVIO EN EL PATIO, CON UN ELEGANTE MARIO MORENO (OPUESTO A SU PERSONAJE CÓMICO CANTINFLAS), EL PRODUCTOR JACQUES GELMAN Y ESPERANZA IRIS, LA REINA DE LA OPERETA . (no sale en la foto), el Trío Los Calaveras, el Che Falgas, Néstor Mesta Chaires y otros. El sábado 4 de julio es evidente que se ha integrado a los fotógrafos de Hoy. Comparte crédito con Enrique Delgado y Luis Zendejas en las fotos de El Patio para conmemorar los 25 años como periodista de Regino Hernández Llergo. Al convivio concurren Agustín Lara (quien platica con los primos Llergo), la esposa de Nemesio García Naranjo, Félix F. Palavicini —fundador del periódico El Universal y la revista Todo—, la galerista María Asúnsolo (amante de Siqueiros), Arias Bernal, la actriz y rumbera Margarita Mora y su esposo Issac Díaz Araiza, exdirector de la censurada Vea, entre otros. Seguramente fue idea de Ortega captar en forma chusca al pequeño Regino bailando una conga con la obesa señora Palavicini. Ya como reportero gráfico de planta tiene los medios necesarios para alquilar una habitación en una casa de huéspedes ubicada en el número 20 de la céntrica y ahora peatonal avenida Madero. En sus días de esplendor había sido residencia de Sebastián Lerdo de Tejada, presidente de 1872 a 1876. Estaba situada frente al Palacio de Iturbide, entre Bolívar y Gante, y hoy es un centro comercial que luce escaleras eléctricas. Escribió Roberto Diego que su padre “con 150 pesos logra cubrir desayuno, almuerzo, comida, cena, aseo del cuarto y ropa limpia”. Para el 18 de julio de ese mismo 1942, da a conocer diez imágenes del 7 de ese mes en El Patio. Esa noche la Cruz Roja organizó una cena con el fin de recaudar fondos para ayudar
Collage de Miguel Ángel Morales.
a niños chinos inválidos. A la “suntuosa fiesta” asistieron las más distinguidas personalidades: el ministro chino Ching Tien Ku, Ezequiel Padilla —secretario de Relaciones Exteriores—, el exRey Carol de Rumania y su amante madame Lupescu, Dolores del Río, Mario Moreno Cantinflas y los integrantes del Ballet Theatre: Alicia Markova e Irina Boranova, entre otros. Dolores del Río pidió 500 pesos por un beso suyo y niños chinos vendieron a Karol varios boletos para participar en la rifa de cuadros que donaron “famosos pintores”. El primero de agosto, seis fotos inauguran su efímera sección “Vida de media noche”, que a la semana siguiente aparece como “medianoche”, donde da a conocer el bar La Jungla, decorado con pinturas de Arias Bernal. El 22 de ese mes firma “Una noche de vodevil”, uno de los mejores reportajes del ambiente artístico de esos años. A toda la plana se despliega la imagen de una contorsionista. En la siguiente aparecen tres enanos cargando jocosamente a un hombre. Abajo hay un ventrílocuo con dos muñecos y tres fotos de un malabarista que carga con sus piernas un tambor, arriba del cual está una joven, lista para dar marometas. En las páginas siguientes se ve a dos patinadoras norteamericanas. Enfrente una modelo, luciendo sostén negro, está recostada sobre el piano de Lara. Abajo está con Chelo Flores, en traje de noche y a prudente distancia del músico-poeta. A toda la plana presenta a La Panchita y en las páginas siguientes se incluye un homenaje escénico a la Virgen de Guadalupe. Aparecen Diana Dubois y Donato, el cómico cansado. En agosto viaja a los Altos de Jalisco enviado por la revista. El 5 de septiembre aparece su reportaje “Hoy en San Juan de los Lagos. Fiesta de la Virgen”, donde retrata un grupo de cinco mil devotos. El martes 8 los noticieros radiales y periódicos difunden los cuatro asesinatos del joven Gregorio Goyo Cárdenas. El caso es tan sonado que un anónimo director filma la versión porno, con subtítulos en español e inglés, del estudiante de la Facultad de Ciencias Químicas teniendo sexo con tres prostitutas. Hoy no menciona los crímenes de Tacuba. Cosa rara en Regino Hernández Llergo, el futuro editor de Alarma! (1963-1986), una de las más morbosas y sangrientas publicaciones, y de la fotonovela Casos de Alarma! (1971-1974).
DEL 12 DE AGOSTO a fines de diciembre de 1942 Vicente Ortega Colunga desaparece de las páginas sepia. ¿Qué
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sucedió? ¿Cómo sobrevivió esos tres meses? ¿Volvería a Arena? ¿Trabajaría en Así? Pronto, Colunga (Renato Leduc lo llama Colungón) vuelve con nuevos ímpetus a la revista. De enero a junio de 1943 lanza al estrellato su Graflex Speed Graphic, similar a la que utilizaba Arthur Fellig Weegee durante sus andanzas neoyorquinas para registrar la fauna nocturna. El 9 de enero debuta con su sección “Frente a mi cámara” firmada “Por Ortega Colunga, Reportero Gráfico” y redacta sus propios textos. Su cámara registra la carpa circense instalada en Clasa durante la filmación de El circo (Miguel M. Delgado, año de producción: 1942). Aparece Mario Moreno con incipientes bigotitos cantinflescos taqueando al filo de la media noche. También los hermanos Soler. Fernando, en el rodaje de ¡Qué hombre tan simpático! (Fernando Soler, 1943) y Domingo Soler, en El padre Morelos (Miguel Contreras Torres, 1942). El 16 de enero publica “Dolores del Río, la mujer y la estrella”, donde la actriz narra haber firmado el contrato para encabezar Flor Silvestre (Emilio Indio Fernández, 1943). En una foto aparece el gerente de Films Mundiales, Agustín J. Fink (a quien Salvador Novo atribuye virtudes descomunales en La estatua de sal), Diego Rivera y el Indio Fernández. En otros sets aparecen close-ups de Miguel Contreras Torres, María Antonieta Pons, Ernesto Cortázar (guionista) y Roberto Gavaldón. Para el sábado 6 de febrero de 1943 le publican 17 fotografías, de las páginas 68 a 73, tomadas en El Patio, donde la noche del viernes 29 de enero se celebra la III Cena Anual de la Unión de Periodistas de Cine, durante la entrega de los premios a lo mejor de 1942. “Fui allá, al elegante feudo de don Vicente Miranda, con mi cámara: ¡Mejor animación, en ningún lado!”, escribió el ya entonces exitoso reportero gráfico. Una foto en picada informa de la nutrida concurrencia. En otras están Mario Moreno con la copa a la mejor actuación cómica, cedida por Maximino Ávila Camacho —secretario de Comunicaciones y Obras Públicas y poderoso hermano del presidente—, y la espigada Susana Guízar, quien recibió de manos del poeta Xavier Villaurrutia un trofeo por su actuación “dramática” en la película Alejandra (José Benavides, 1941). La hermosa actriz aparece a página completa. Ortega Colunga ya se da el lujo de escribir: “Creo, modestia aparte, que he logrado una buena fotografía”. Finaliza con fotos de Emilio Tuero en la cinta Resurección (Gilberto Martínez Solares, 1943). Una plática nocturna con Rodolfo Gaona le da la idea de retratar a los matadores Lorenzo Garza y Silverio Pérez, a quienes publica el 13 de febrero. A Garza lo capta de traje y corbata haciendo suertes en una azotea, seguramente la del edificio de Hoy. Son más alegres las fotografías que le dedica a Silverio, a quien presenta con una muleta en el Toreo. En las de su casa, sale riéndose con su gracioso baile por peteneras.
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“UNA “ PLÁTICA NOCTURNA CON RODOLFO GAONA LE DA LA IDEA DE RETRATAR A LOS MATADORES LORENZO GARZA Y SILVERIO PÉREZ, A QUIENES PUBLICA EL 13 DE FEBRERO. A GARZA LO CAPTA DE TRAJE Y CORBATA HACIENDO SUERTES EN UNA AZOTEA . EL 27 DE FEBRERO hay tres fotografías
del elenco de Flor Silvestre y ocho del sexto aniversario de la revista. Entre éstas sobresalen las de Regino Hernández Llergo abrazando a Dolores del Río, a Fernando Soler y al periodista Fernández Bustamante. Donde está con el cine-fotógrafo Gabriel Figueroa, se da el lujo de botanear al director: “Don Regino ‘robó cámara’ que dio gusto. A veces pensé que no tardarían en proponerle un contrato para el cine”. En otras fotografías están María Félix (futura estrella de la historieta concebida por Ortega Colunga: La vida deslumbrante de María Félix), David Silva, Mapy Cortés con los redactores de la revista, entre ellos el Che Burstein, Luis Alcalde y Carl Hillos. El 13 de marzo presenta a sus lectores al mago británico David T. Bamberg, conocido como Fu Manchú, quien debuta en el cine mexicano con Los mil y un fantasmas. Posa en bata con el pequeño Narciso Busquets, Emilio Tuero, René Cardona, Fernando Soler y Cuca la Telefonista (famosa por su frase radial “Ay, qué flojera”). Incluso aparece en una selfie recibiendo un trofeo de la Asociación de Periodistas Cinematográficos. Ortega Colunga escribe: No hay truco. Aunque ustedes no lo crean, aquí me tienen posando para mi propia cámara. ¿Difícil? Nada de eso. Me bastó con sincronizar mi cámara automática para poder captar el momento en que el productor de La virgen morena, don Alberto Santander, me hace entrega del trofeo...
del volcán Paricutín. A la semana siguiente, Ortega Colunga acompaña a los integrantes de Artistas ProAliados, quienes eligen al general Maximino Ávila Camacho presidente honorario de su organización. Entre los asistentes se cuentan María Luisa Zea, la Duquesa Olga y Eduardo Montemayor. Retrata a Howard Randall, propietario de RCA Víctor, quien festejó en Clasa a los técnicos de Walt Disney. El fotógrafo registra que “la cosa se puso mejor cuando engullíamos sandwiches y paladeábamos vino”. En la fiesta a José U. Calderón, en los estudios Azteca, apunta que hubo pulque, “chile, tortillas, mariachis, mujeres hermosas y una alegría desbordante”, más una becerrada donde estuvo Fidel Velázquez, el líder obrero que sustituyó al cardenista Vicente Lombardo Toledano, y su incondicional Enrique Solís.
EL 24 DE ABRIL aparecen quince fo-
tografías dedicadas a Dolores del Río por su onomástico. Inician con la serenata que Films Mundiales llevó a la estrella en su domicilio de Ámsterdam número 62. Después asiste al Casino Militar donde encabeza un banquete para mil conscriptos clase 1924. Casi al término de la filmación de El Norteño, rebautizada como Jesusita en Chihuahua y realizada en los Estudios Azteca, retrata de lejos a Pedro Infante, quien al fallecer trágicamente sería protagonista de otras dos historietas editadas por Ortega Colunga: La vida y amores de Pedro Infante (1957) y Los amores íntimos de Pedro Infante (1964). En Hoy del primero de mayo hay fotos del estreno de Flor Silvestre en el Palacio Chino, la entrega de premios en el Hipódromo de las Américas y de locaciones en Tuxpan, Veracruz, donde Alejandro Galindo filma Konga roja (1943), con María
A FINES de ese mes realiza otro viaje pagado por Hoy: va a Mazatlán para hacerle una entrevista al actor José Luis Jiménez, protagonista de La virgen morena (la penúltima cinta de Gabriel Soria, 1942), quien está recluido en su casa de Playa Sur. Al retratarlo en los acantilados escribe: “Esta fotografía, que modestia aparte es muy buena, la ofrezco a José Luis como una cuelga. Se la tomé el 19 de marzo... en El Vigía”. En otra indica: “[pueden] verlo ustedes, como yo lo vi, estudiando la vida del Dulce Santo amigo de los animales”. El 10 de abril Hoy comienza a dar seguiAnton Dolin y Alicia Markova, entre otros, integrantes miento a la erupción del Ballet Theatre. "Vida de medianoche", Hoy, 18 de julio de 1942.
Foto > Ortega Colunga
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Antonieta Pons. Para el día 15 retrata a María Félix sentada pulsando una guitarra, a Jorge Negrete en el estreno de El Jorobado (Jaime Salvador, 1943) en el Palacio Chino y también la rigurosa cena en el Ciro’s. Le dedica diez gráficas a David Silva con motivo de la premiere de su cinta Resurrección (Gilberto Martínez Solares, 1943) en el cinema Palacio y repite cena en el centro nocturno del Hotel Reforma, adornado con desnudos de Diego Rivera. En 22 de mayo describe cómo es que “¡Cantinflas llega dos veces! Broma a quienes fueron a recibirlo”, tras una gira por Centro y Sudamérica. Apunta: “No fue precisamente una vacilada. Lo que ocurrió en sus dos llegadas sólo mi cámara lo captó”. El 22 aparece “Lupe Vélez en México”: la estrella de Hollywood vino a firmar el contrato para encabezar la cinta Naná (Celestino Gorostiza, 1943). A la semana siguiente asegura que “La madre de Miguelito Valdés es mexicana”, capta la “recepción de Cantinflas a los diplomáticos sudamericanos”, de nuevo en el Ciro’s, y refiere el banquete al término de El hombre de la máscara de hierro (Marco Aurelio Galindo, 1943). El 5 de junio abre con diez retratos de las estrellas cinematográficas de una década, de Andrea Palma a Susana Guízar, estudios proporcionados por las compañías fílmicas. Ortega Colunga pudo captar el rostro de la cubana Carmen Montejo, protagonista de la película No matarás (Chano Urueta, 1943) y a otras personas en las “Celebraciones en El Patio”. El sábado 12 su sección se divide en tres partes. En “Mario Gil” dedica cinco gráficas al maestro de ceremonias de El Patio, crooner, actor y a quien retrata bailando con Irina Zorova. Siete días después consigna el triunfo del trío Los Calaveras en el Ciro’s y, desde luego, en El Patio. En este número de fines de junio la sección de Ortega Colunga se divide en cuatro partes y ocupa nueve páginas. Las primeras dos corresponden al rodaje de San Francisco de Asís (Tito Gout, 1943). Seguramente pidió a alguien del set que lo retratara con el actor disfrazado más de Cristóbal Colón que del pecador y disoluto junior italiano. Aparece sonriente apuntando en una libreta. No faltó a la “suntuosa fiesta” privada en El Patio. La segunda se titula, en son de broma, “Silverio Pérez cogido al descubierto en la inauguración de la casa de Regalos Gaona”, en la calle 16 de Septiembre número 3. En la tercera parte capta a Diego Rivera y su esposa Frida Kahlo cuando asisten a la proyección privada de La luna y seis
Colección > Agustín Sánchez González
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felicidad al haber contribuido con mi modesto trabajo al engrandecimiento de nuestra cinematografía’”. La vanidad y el humor involuntario también invadían a los retratados por su Gaflex. La página 5, del ejemplar del 10 de julio de 1943, trae una noticia que no esperaban los lectores: “Hernández Llergo se va de Hoy”. Ortega Colunga dedica su última colaboración de “Frente a mi cámara” a “Cómo visten las estrellas que actúan en Ave sin nido o Anita de Montemar” (con diseños europeos de Isabel Limantour); también a la enorme popularidad de Jorge Negrete, al presentarse en el Estudio Azul y Plata de la XEW, en un concierto patrocinado por la Lotería Nacional. En “Tormenta en la cumbre”, sube a las faldas del Iztaccíhuatl para ahí captar a Pituka de Foronda y escenas del rodaje de la película que dirige Julián Soler.
V ICENTE O RTEGA C OLUNGA sigue La revista Hoy, en la etapa dirigida por José Pagés Llergo. Portada de Antonio Arias Bernal, 1948.
peniques (Albert Lewin, 1942). La “nueva cinta de Artistas Unidos, en donde introduce la innovación de narrar las películas”, que describe la vida de un cojo pintor londinense en los barrios bohemios de París y termina su vida en Haití (el hijo de Gauguin protestó por esta versión). Otra foto da cuenta de la inauguración de Le Rendez Vous, en Reforma e Ignacio Ramírez, bajos de la Casa Latinoamericana. Una más del segundo nacimiento de la “Pareja Ideal”, ganadora del certamen convocado por Hoy. En la cuarta y última parte, “Figuras del Follies”, regenteado ahora por el empresario Manolo Ferrandiz, retrata al actor Rafael Banquells, a la cantante francesa Gabrielle, al cómico Donato y a los Kíkaros, pareja de bufos excéntricos.
HASTA EL CUELLO de adeudos, sin
publicidad suficiente y tras intentos infructuosos de hablar con el presidente Manuel Ávila Camacho, el viernes 2 de julio Regino Hernández Llego se ve obligado a vender sus acciones al licenciado Rafael Nebrija, quien lo ratifica como director. Al día siguiente circula normalmente Hoy. En “Frente a mi cámara” hay fotografías de Fernando y Mapy Cortés, Consuelo Guerrero de Luna, la rubia Lina Montes, Julio Villarreal y Carlos Amador, quien hizo un control remoto para la XEW. “Posteriormente —escribe el renombrado fotógrafo—, cuando cenábamos en Ciro’s, [Julio Villarreal] me dijo: ‘Siento una gran
“VICENTE “ ORTEGA COLUNGA SIGUE MESES DESPUÉS A REGINO HERNÁNDEZ LLERGO EN MAÑANA, Y PARTICIPA EN 1953 EN LA FUNDACIÓN DE SIEMPRE! CREA LA EDITORIAL PUBLICACIONES ORTEGA COLUNGA, CON OFICINAS EN EZEQUIEL MONTES .
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meses después a Regino Hernández Llergo en Mañana, y participa en 1953 en la fundación de Siempre! Crea la editorial Publicaciones Ortega Colunga, con oficinas en Ezequiel Montes, muy cerca de Hoy y Arena, para difundir las vidas (imaginarias) de María Félix en 1956 y de Pedro Infante en 1957; injerta sus rostros fotográficos en historietas, recurso que explotó en los cuarenta el afamado Pepín (1936-1958). Años después continuaba como editor: Pedro Barrios me señala que el número uno de la historieta Monstruos fue publicado el 4 de julio de 1963, mismo año en que Ortega Colunga lanzó a la circulación Manicomio e Islas Marías. Por esos meses editó el periódico Pueblo “con el dinero que había ganado de las historietas”, me dice Roberto Diego. A finales de 1964 publicó Los amores íntimos de Pedro Infante. Instalado en el cuarto piso de Bucareli 18, cerca de El Patio, nombra a su hermano Tomás como director de Latin Señoritas: Text in english y español (Dallas, 1966), revista erótica prohibida en septiembre de 1967 por las autoridades diazordacistas ante el supuesto reclamo de padres de familia ofendidos. Ya como editor erótico da a conocer Yo Su Revista, Su Revista Yo y Su Otro Yo (1975-1985): los cambios de título le permitieron burlar exitosamente la censura.
COMO ES POSIBLE DEDUCIR, la etapa
fotográfica de Vicente Ortega Colunga en Hoy anticipa sus futuras rutas editoriales, referencias obligadas que marcaron toda una época. Con su actividad en el semanario de Regino Hernández Llergo se convirtió, sin lugar a dudas, en un importante fotoreportero de la noche dorada de los primeros años del sexenio de Ávila Camacho. Documentó gráficamente lo que no pudieron hacer reporteros y fotógrafos de esa publicación, quienes intentaron asomarse al mundo nocturno. Ignorada hasta hoy por investigadores e historiadores, la fotografía de Ortega Colunga merece una justa revaloración.
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L A N OTA NEGRA Por
FRANCISCO HINOJOSA @panchohinojosah
LADRÓN DE B I C I C L E TA S LA CANCIÓN # 6 Por
ROGELIO GARZA @rogeliogarzap
DEEP PURPLE: EL SONIDO INDELEBLE
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DATADA EN LA POSGUERRA ITALIANA, esta película de Vittorio de Sica es sin duda una de las grandes películas filmadas en el siglo XX y quizás una de las más tristes. Narra la historia de un personaje que logra obtener trabajo, en épocas de un gran desempleo, pegando carteles en las calles. Para hacerlo necesita de una bicicleta y para conseguirla su esposa empeña la sábanas de la casa para obtener las siete mil quinientas libras (unos papelotes del tamaño de una página) que le permitan recuperar la que tenía. En su primer día se la roban. Lo que sigue es una larga historia en pos de recobrar el poco patrimonio que tenían y que les prometía tener ingresos. No digo más porque nunca me ha gustado que me cuenten películas y soy malo para hacerlo. Para quien le interese, la película se puede encontrar subtitulada en YouTube. Háganlo con un kleenex en la mano. Cuento esto porque hace unos días me robaron la mía. Estaba en desuso, estacionada desde hace más de cuatro años en el garage que compartimos los habitantes del edificio en el que vivo. Al ver la puerta abierta, un joven de 26 años de edad se metió, camuflado con esas grandes bolsas que usan los empleados de Uber Eats. Para su mala suerte un vecino lo sorprendió cuando trataba de cortar la cadena que la tenía atada a una reja. Las reacciones que se tienen ante una situación así son impredecibles para cada quien, siempre con algún temor de que el sujeto pudiera estar armado o se lanzara a los golpes o que simplemente huyera. Pidió ayuda de inmediato a los vecinos y entre todos lo detuvieron hasta que llegaron varias patrullas, como si se tratara de un capo peligroso. Detuvieron al tipo y le pidieron a mi vecino que acudiera al ministerio público a denunciar el delito. Él se negó (yo habría hecho lo mismo) pero los agentes del orden explicaron que para proceder con la detención tendrían al menos que consignar la evidencia del delito. Terminaron de cortar la cadena y se llevaron al indiciado y la bicicleta. Yo me enteré de todo esto hasta la mañana siguiente. Y creímos prudente, mi vecino y yo, acudir a la delegación (perdón: a la alcaldía) a conocer la situación, recuperar la bicicleta y saber si le imputaríamos los cargos que el sujeto merecía. Ambos convenimos que lo mejor sería otorgarle el perdón, con la esperanza de que eso le sirviera como ejemplo, aunque sin tener la menor idea de que el ladrón
EN UNA IMPRENTA offset donde trabajaba los veranos, allá por los remotos ochenta, el sonido de las máquinas se fundía perfectamente con el ritmo de “Highway Star” y “Smoke on the Water”, salidas de la radiograbadora que el personal del taller sintonizaba en Radio Universal. Entre el olor a tinta, papel y solventes, el Dip Porpol fue mi pasaporte sabatino al Tianguis del Chopo. Por azar, coincidencia o destino, es el grupo que más veces he escuchado en vivo y gracias a una irresistible invitación fui por la octava para despedirlos en su gira final, que pasó por León, Guadalajara y Ciudad Tráfico en noviembre medio. El grupo sueco metalero In Flames subió la temperatura mientras se llenaba la espantosa Arena Ciudad de México, azotada por las hienas de la reventa, precios exorbitantes y una acústica lamentable. Que los ingenieros tras las consolas hagan milagros es otra rola. Y de pronto, el vértigo de volar en un coche fuera de este mundo cuando empezó a sonar “Highway Star”. Las mangueras de aire jalando el papel a través de los engranes y las placas metálicas de la imprenta. Era la formación conocida como la # 2 del Morado Profundo: Paice, Glover y Gillan, con Morse en vez del gran Blackmore y Don Airey, un tecladista estupendo, pero sin el toque barroco del fallecido Jon Lord, a quien apreciamos en el Auditorio Nacional interpretar su obra Concerto for Group and Orchestra con la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de México. Tocaron espléndidamente, son los inventores del rock potente y cósmico, aunque la voz de Gillan, el único cantante que ha sido Jesucristo Superestrella y vocal del Diablo en Black Sabbath, se escuche fatigada. Le hicieron honor a su Récord Guiness del grupo más ruidoso en 1975 y
Fuente > filmaffinity
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HACE UNOS DÍAS ME ROBARON LA MÍA. ESTABA EN DESUSO, ESTACIONADA DESDE HACE MÁS DE CUATRO AÑOS EN EL GARAGE . nunca tuvo una oportunidad de tener una educación formal o de un trabajo que le brindara oportunidades. También dudamos acerca de que éste era su modus vivendi y operandi que, una vez fuera de los separos, lo convidara a seguir ejerciendo su condición de rata. Acudimos al ministerio público, más con una convicción cívica, que por recuperar la bicicleta. Por mí, la hubiera dado por perdida sin que me afectara en lo más mínimo. Pero... ¿qué sucedería con el chavo? ¿Lo mandarían por cuánto tiempo al reclusorio? ¿Por un hurto menor? Otro pero: ¿habría que ir, como agraviado y como testigo, a la policía? Y quienes han estado en ésas saben lo que les espera de la burocracia jurídica: casi tres horas para recuperar una bici casi inservible y otorgarle un perdón al ladronzuelo, que por cierto vieron con malos ojos los del MP. ¿Perdonarlo? Para eso está la policía y para eso están las cárceles. A nadie le recomiendo la experiencia: varios jóvenes con las esposas puestas, siempre custodiados por un policía, algunos indigentes, muchos familiares preguntando por el proceso de sus hijos, una orden para llevar a una víctima con el médico legista. Y por supuesto, había que firmar hojas y hojas de la querella, o como se llame, y esperar los tiempos protocolarios. Me hubiera gustado pensar que este chico ladrón de bicicletas quiso consumar su hurto para seguir a AMLO en su recorrido, este pasado primero de diciembre, hacia el Palacio Legislativo con tal de saludarlo. Desafortunadamento lo dudo mucho.
DE PRONTO, EL VÉRTIGO DE VOLAR EN UN COCHE FUERA DE ESTE MUNDO CUANDO EMPEZÓ A SONAR HIGHWAY STAR . repasaron su discografía con “Pictures of Home”, “Blood Sucker”, “Demon´s Eye”, “Lazy”, “Perfect Strangers”, “Space Truckin’” y “Smoke on the Water”, ese riff de guitarra que ha trascendido para convertirse en método del heavy, el hard y el stoner. Tocaron casi todo Machine Head, sin embargo, la despedida ameritaba pura clásica y no cinco rolas nuevas introspectivas que nadie se supo pero nos pusieron a reflexionar. Fue la zona zen en mitad del concierto, un remanso que cortó ritmo, aunado al solo de teclados para el respiro de alivio del grupo. Volvieron con brío y aun así, flotó la sensación de que nos quedaban a deber dos tres temas de la era Cenozoica. Pero quién es uno para exigir después de tanta música tan intensa durante décadas. Quedé enamorado cuando, después de “Hush”, una canción lisérgica con el flashback incluido, terminaron con el beso eléctrico de “Black Night”. En el pantonario sinestésico del rock, donde se encuentran Pink Floyd, Black Sabbath, White Zombie, Blue Oyster Cult, Red Hot Chili Peppers y Green Day, entre otros, el sonido del Deep Purple permanecerá indeleble.
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El Cultural
Sé que no eres Santa Clos, pero sólo tú puedes obrar este milagro con el advenimiento de la República Amorosa. Sé también que conoces La Laguna, en tu campaña pasaste por aquí. Estarás enterado que Morena ganó para presidente en todo Coahuila, excepto en Saltillo. A propósito de la cuna de los Moreira, tengo una petición que hacerte. La creación del Estado de La Laguna. Desde hace décadas el torreonense y el saltillense han tenido una relación ríspida por varios motivos. El principal: Torreón tiene un equipo de primera división de futbol. Nada más antilagunero que ser fanático de un equipo nuevoleonés. En Saltillo prefieren ser fans de Tigres, que de Santos. Otro aspecto que provoca la rivalidad entre Saltillo y Torreón es la diferencia entre ciudades. Saltillo es una iglesia dentro de un pueblo. Amén de una panadería gigante. Es la única ciudad del vasto norte que no parece norteña. Está más cerca de Puebla que de McAllen. Por el contrario, Torreón es una ciudad postindustrial. Con todos los problemas que ello implica. Una urbe muy contaminada, con una calidad de vida deficiente, con problemas de escasez de agua. Sin embargo, los saltillenses nos envidian como si fuéramos Portugal. Saltillenses y torreonenses llevan décadas ladrándose. Nos han llamado los argentinos de Coahuila. Les concedo razón. El lagunero es fantoche, echador y presumido. Pero los saltillenses no se quedan atrás. Su municipio es el último reducto del priismo, vaya, si hasta el Edomex votó por ti. Desde hace décadas el lagunero es un ser que ha vivido en el limbo identitario. El de Torreón no se siente coahuilense, y los de Gómez Palacio y Lerdo no se sienten duranguenses. El lagunero es lagunero y tan tan. Somos tan distintos en todo. En la gastronomía, por ejemplo. Aquí rifa el pan francés, la gordita, el burrito, el lonche de adobada. En Saltillo lo único que tienen pa presumir es el pan de pulque. El problema radica en que una parte importante del ingreso de los estados de Coahuila y Durango lo aporta La Laguna. Cada vez que ponemos el tema sobre la mesa se nos acusa de separatistas. De argentinos hemos pasado a catalanes. Como estarás enterado, en 2011 se destapó que la deuda del Estado de Coahuila sumaba 30 mil millones de pesos. Cifra que aumentó a 35 mil 700. Y que hasta octubre de 2018 se había cubierto el 46 % de la cifra pero en puros intereses. Es decir que esa bronca es un barril sin fondo. Los habitantes del estado nos acostamos una noche sin deberla ni temerla y al día siguiente despertamos
EL ALACRÁN se mantiene pendiente de las sacudidas del leviatán gubernamental y las designaciones de funcionarios del nuevo gobierno. Hasta el fondo de su grieta en el muro llegan los ecos de algunos nombramientos en la Secretaría de Cultura: Lucina Jiménez (INBA), María Novaro (IMCINE), Mardonio Carballo (Culturas Populares), Natalia Toledo (subsecretaria de Diversidad), Edgar San Juan (subsecretario de Desarrollo), Mario Bellatin (FONCA), más la ratificación de Diego Prieto (INAH) y el literal arribo de Paco Ignacio Taibo II (FCE). Habrá fusiones (FCE, Educal y Dirección de Publicaciones) e incluso la mudanza de oficinas a la de pronto cosmopolita Tlaxcala. Más allá del ocurrente cambio de consignas (“de la cultura del poder al poder de la cultura”) y del gesto simbólico de abrir la mansión de Los Pinos, el venenoso insiste: ¿cuál es el proyecto para la utilización de los 12 mil millones de pesos de presupuesto (en promedio) de la Secretaría de Cultura para el próximo año? El venenoso espera el inminente desglose de recursos. En tanto, el 3 de diciembre se cumplieron cuatro años del fallecimiento, a los 81 años, de Vicente Leñero (1933-2014). Escritor, dramaturgo, periodista y guionista de irrefutables logros artísticos. Ganador de arieles y de la medalla Salvador Toscano por su labor como guionista en más de una docena de cintas. Dramaturgo serio, motor en la evolución del teatro documental mexicano y autor de obras polémicas, críticas, exitosas. Novelista varias veces premiado y reconocido desde los años sesenta por su cabal realismo y su experimentación con el psicologismo, el monólogo interior, el doble, los varios puntos de vista y demás estrategias narrativas. Incluso su autobiografía precoz de 1966 fue un juego narrativo, cuestionamiento al sentido de la creación literaria, parodia de los recursos experimentales vigentes,
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OTRO ASPECTO QUE PROVOCA LA RIVALIDAD ENTRE SALTILLO Y TORREÓN ES LA DIFERENCIA ENTRE
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EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO Por
CARLOS VELÁZQUEZ
@charfornication
CIUDADES . embarcadísimos. Y qué hizo nuestro gobernante en turno, Rubén Moreira. Quemar papeles, no iniciar un juicio contra su hermano, el Profe Moreira, y pedir más y más lana. Pero lo que más cala es que mientras Torreón aporta a la capital del Estado, Saltillo nos tiene durmiendo en la orillita de la cama. Durante la administración de Humberto Moreira, parte del Estado se remodeló, incluido Saltillo. Y a Torreón el recurso jamás llegó, por la disputa que tenía el gober con el alcalde en turno, José Ángel, panista. Con nuestro dinero hacen y deshacen y el presupuesto para Torreón es injusto. Y en materia cultural no se quedan atrás. Los mejores espectáculos se los reservan para la capital y a los laguneros nos tratan con condescendencia. En resumen: en todos los rubros ocurre lo mismo. Sólo existe una manera de poner fin a esta disputa. Escindir a Torreón, Gómez Palacio y Lerdo de Durango y de Coahuila. Por eso te imploro Andrés Manuel que lleves a cabo la creación del Estado de La Laguna. Una iniciativa que encaja a la perfección en tu proyecto de descentralización de las instituciones. Libéranos de esa carga. En tu visita a Torreón te habrás percatado del estado del pavimento. El vicio por rebautizar esta ciudad no termina. Su nuevo mote es Ciudad Bache. Gómez y Lerdo están en las mismas condiciones. Si de verdad fuéramos argentinos o catalanes no seríamos la ciudad número uno del estado en robo de vehículos. Pero el objetivo de esta carta no es para elaborarte una lista de quejas. Es para pedirte por favor que nos otorgues la independencia. Esta mañana, mientras llevaba a mi hija a la escuela escuché en las noticias que el avión presidencial ya estaba en San Bernardo, California. Ayer vi fotos de paseantes en Los Pinos. Si todo eso se puede, seguro que el Estado de La Laguna también. Es el único regalo de reyes que voy a pedir.
C A R TA A B I E R TA A AMLO EL SINO DEL ESCORPIÓN
Fuente > protestantedigital
QUERIDO ANDRÉS MANUEL:
Fuente > revdecoahuila.blogspot
SÁBADO 08.12.2018
Por
ALEJANDRO DE LA GARZA @Aladelagarza EL 3 DE DICIEMBRE SE CUMPLIERON CUATRO AÑOS DEL FALLECIMIENTO, A LOS 81 AÑOS, DE VICENTE LEÑERO (1933-2014). ESCRITOR, DRAMATURGO, PERIODISTA Y GUIONISTA . sátira amargosa del medio literario y la crítica, y testimonio del multiempleo exigido por el oficio de escritor: guionista de televisión, teleteatros y series de radio; corrector, reportero, columnista, entrevistador, publicista y más distracciones del esfuerzo artístico de la novela, para el cual “sólo resta alguna madrugada, un medio sábado libre”. Periodista de elevados registros, crítico, disidente, dominador de todos los géneros. El escorpión rememora al maestro y al hombre de fe. Para cerrar su sino, el arácnido se une a la celebración del poeta Mario Santiago Papasquiaro (1953-1998), “infrarrealista de primera hora”, quien la tarde del martes 12 de diciembre será recordado por sus amigos con lecturas y música de Los Guadaloops en la librería Rosario Castellanos. Larga vida a los profetas salvajes.
C U LT U R A , LEÑERO Y UN INFRAHOMENAJE
07/12/18 18:34
SÁBADO 08.12.2018
E N T R E V I S TA Y T R A D U C C I Ó N Por
ALEJANDRO GARCÍA ABREU
CIG A RRILLOS CO N
ANTÓNIO LOBO ANTUNES
E
n Conocimiento del infierno, el escritor portugués nacido en Lisboa en 1942 escribe: Me instalaría en la terraza del pequeño café desierto, a fumar en silencio, con la idea de una cerveza al alcance de los dedos y la cabeza llena de antiguos recuerdos alegres y tristes, mientras los últimos pájaros de la noche rozan el vértice negro de los árboles rumbo al pinar, en que las tinieblas, asustadas, se concentran.
Lobo Antunes impregna su universo literario del aroma a tabaco y de recuerdos. En Fado alejandrino, un sargento entrado en años fuma y asoma aburrido a la puerta; en Yo he de amar una piedra se expresan ciertas reminiscencias: “inviernos, enfados, recuerdos, Cândida, que me perdonaba todo y me dejaba fumar”; Buenas tardes a las cosas de aquí abajo —título de origen vilamatiano— evoca “la sillita de lona a la que mi abuelo iba a fumar”; Auto de los condenados, las “innúmeras colillas de cigarrillo y nuestras cabezas juntas en el respaldo de la cama”; y En el culo del mundo se lee: “aún hoy, ¿sabe?, salgo del cine encendiendo el cigarrillo a la manera de Humphrey Bogart”. Comisión de las lágrimas incluye una imagen espectral en que “los difuntos seguían fumando”; en Las naves se deja “en testamento a los marineros un óleo de Vieira da Silva y las obras completas de Pierre Loti” y se ponen “a fumar puros”; en No es medianoche quien quiere aparecen “películas mexicanas con el sonido que fallaba, el hombre de la máquina venía a fumar a la calle con la boquilla entre los dientes”; en Sobre los ríos que van, entre imágenes de enfermedad y muerte, se distinguen “una cerilla, un cigarro y un vacío ardiendo”; en Libro de crónicas señala: “Soy un hombre que piensa en otra cosa, que intenta abrir la cerradura de la puerta con el cigarrillo y que fuma un manojo de llaves por día: si enfermo de cáncer de pulmón será un fontanero quien me opere”; Acerca de los pájaros expone una ansiedad: “Estoy fumando demasiado, enciendo el tercer cigarrillo del viaje”; en Exhortación a los cocodrilos, “el cigarrillo de la viuda se desplazaba del cenicero a la boca”; y en Manual de inquisidores alguien fuma cigarrillos “como alma en pena”. Encuentro a António Lobo Antunes durante la FIL Guadalajara 2018 fumando un cigarrillo tras otro, en un espacio pequeño, a las afueras del hotel donde se hospeda. Yo también fumo compulsivamente. Me acerco al escritor y comienza una afable conversación sobre humo y tabaco. Fumamos, cada uno, cinco cigarrillos en menos de una hora, como si fuera un rito. Buenas tardes. ¿Puedo sentarme? (Se trata de una banca de madera, para dos personas, en la minúscula área para fumadores. Al verme con un cigarrillo sostenido en los labios, el escritor me indica el lugar a su lado). Adelante. Nos dejan pocos espacios a los fumadores. Los fumadores estamos condenados al ostracismo. Por supuesto. Fumar significa estar condenado al destierro por una bocanada de humo. Por eso, cuando viajo, me gustan los lugares abiertos. ¿Usted a qué se dedica?
“MI “ MADRE FUMABA CHESTERFIELD. LOS ENCENDÍA DESPUÉS DE LA COMIDA. MI PADRE GOLPEABA SU PIPA EN UN CENICERO DE PLATA”.
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Soy ensayista, editor, periodista y lector de su obra. Recuerdo que en Fado alejandrino incluyó letreros que indican “se prohíbe fumar”. Sí. Están en ese libro. No era permitido fumar abiertamente. Se debía solicitar la autorización para fumar, a modo de disciplina. A lo largo de su obra se fuma sin descanso. Es correcto. En El culo del mundo me refiero a un “cigarrillo eterno” y en No es medianoche quien quiere evoco un “cigarrillo interminable”. (Sonríe). En el libro Entrevistas com António Lobo Antunes, 1979-2007. Confissões do Trapeiro, editado por Ana Paula Arnaut, usted reconoce y confiesa: “Cuando se
Foto > Nabil Quintero Milián
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El Cultural
está escribiendo no se deja de fumar”. ¿Cómo vincula la escritura con el acto de fumar? Son indisociables. También digo que es terrible, es un amanecer horroroso al día siguiente. Fumo aunque he padecido tres tipos de cáncer: en los intestinos, en el pulmón derecho y después en el pulmón izquierdo. Tuve tres y sobreviví. Corrí con mucha suerte. Las enfermedades están curadas. Según los oncólogos, va a haber cada vez más cáncer en el mundo. Pero los resultados médicos son cada vez mejores. No me asustan las consecuencias. Comencé a fumar a los 11 o 12 años con cigarrillos que robaba a mi madre. Me da placer. Si fumo cuando escribo la ansiedad disminuye. Escucho el eco de mi tos. Me acuerdo de una frase de Oscar Wilde: “Puedo resistirlo todo, excepto la tentación”. ¿Qué piensa de la muerte voluntaria? Trabajé mucho con suicidas en el hospital. El suicidio es siempre el del otro, para entrar en la eternidad. Mi bisabuelo, que se quitó la vida, mató al cáncer que tenía. Así lo pensaba él. En Memoria de elefante, después de que el psiquiatra enciende un cigarrillo, se lee: “el humo entró en sus pulmones con la avidez del aire por un globo vacío e inundó su cuerpo con una especie de entusiasmo sereno”. Esa evocación certera se relaciona con la visión de nubes azules de humo de cigarrillo. Mi madre fumaba Chesterfield. Los encendía después de la comida. Mi padre golpeaba su pipa en un cenicero de plata. Un sentimiento de serenidad se apoderaba de mí. Era muy reconfortante. Manual de inquisidores contiene la imagen del padre que, sumido tras el periódico, “con el sombrero navegando sobre las noticias en medio de un aura de humo, me desterraba a la muerte”. El humo de cigarrillos, puros y pipas, que implica siempre la futilidad, habita mis libros. También escribí que el tiempo es peor que la muerte porque a veces parece que el tiempo se detiene y la muerte siempre existirá de nuevo. Y es imposible correr más rápido que la muerte. En Yo he de amar una piedra plasma un anhelo: “correr más deprisa que la muerte no dejándola que me coja, la muerte distanciándose sin aliento, se golpeará en una piedra, caerá”. Y en La muerte de Carlos Gardel aparece Sesimbra, donde “desaparecían la fortaleza, las traineras, la playa, el castillo, los bosques de pino en el camino de Lisboa, volutas de humo pasaban junto al malecón disolviendo el pueblo”. Siempre hay muerte, desaparición y salas inundadas de humo de cigarrillos. Evoco el silencio de la muerte, los corredores a oscuras de la muerte, el horror y el miedo del sufrimiento, de la amargura, de la disolución y la desolación. Evoco volutas lentas y otras veloces, cigarrillos y puros que no se consumen del todo o que se acaban súbitamente. Nubes crasas de humo, humo que desaparece como desaparecen y desaparecerán siempre las voces. Hasta se ven, en Fado alejandrino, los barcos tosiendo su humo en dirección a la desembocadura.
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