MARIANA H
CUESTIONARIO K-PUNK
ROGELIO GARZA
LOS TIGRES DE CASH
GUILLERMO DE LA MORA ENTREVISTA A LEILA SLIMANI
El Cultural N Ú M . 2 3 1
S Á B A D O
2 1 . 1 2 . 1 9
[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]
2019 ANIVERSARIOS Y RECUENTOS
Arte digital > A partir del dibujo de A. P. Gallien, en Calendario de Ramón López Velarde, SEP, México, 1971; foto del Palacio de Bellas Artes, en es.wikipedia.org; escena de El automóvil gris, en sectorcine.com > Mónica Pérez > La Razón
POESÍA EN BELLAS ARTES • EDUARDO CASAR ZOZOBRA, DE LÓPEZ VELARDE • JOSÉ HOMERO EL AUTOMÓVIL GRIS, UN REGRESO • PRAXEDIS RAZO
EC_231.indd 3
EN EL ÚLTIMO TRAGO NOS VAMOS • ALMA DELIA MURILLO UN AÑO MENOS • CARLOS VELÁZQUEZ
19/12/19 21:09
02
El Cultural SÁBADO 21.12.2019
Entre las efemérides del año que se acerca a su fin, El Cultural aborda tres momentos que iluminan la herencia y la magnitud de sus diversas expresiones. En este caso se extienden de la poesía al cine. Comenzamos con el 85 aniversario del Palacio de Bellas Artes —inaugurado en 1934—, y un repaso de los poetas que ahí se han presentado a leer su obra y encontrarse con el público. Son varias las sesiones memorables que evocan estas páginas, festejos de la literatura que la respuesta del público ha sabido apreciar a lo largo del tiempo.
LA POESÍA EN BELLAS ARTES EDUARDO CASAR @Eduardodichoso
L
a poesía es el cisne negro de los géneros literarios. Relumbra su prestigio pero deslumbra tanto que nadie se le acerca; apantalla, pero son pocos los que se interesan por leerla a yemas y tactos lentos, en el difícil braille que anulan los espejos. Es como una belleza tan apabullante que nadie intenta platicar con ella; a ver: hazle plática a Sofía Loren cuando te la encuentres en el cumpleaños de tu primo Paco.
EL ESPACIO LITERARIO Es que la poesía es el resultado de una alta condensación. En términos de química lingüística, la poesía es a la prosa lo que el tequila es a la cerveza: podemos tomar una caguama de cerveza pero no una de tequila. Podemos leer durante doce horas Crimen y castigo pero no doce horas poemas de Octavio Paz, porque aunque lo traguemos no lo digerimos y nos intoxicamos y perdemos la paz y nos morimos.
En un evento vivo de lectura en voz alta, la actitud corporal de los que están oyendo es muy diferente si escuchan un cuento y entonces miran atentamente al lector, o un poema, donde bajan la mirada y más bien la dirigen hacia adentro: al interior, como dicen los reporteros. Porque la poesía subraya las dimensiones materiales del lenguaje, las pone en el primer plano del malecón del mundo perceptivo: primero, la sonoridad del lenguaje que nos toca con su martillo el yunque del oído, repercutiéndonos; y en segundo lugar pero al mismo tiempo, la visualidad del lenguaje (por así decirlo) en la que la imagen verbal que se incubó en nosotros por la fertilidad del enunciado, nace ajustándose desde adentro hacia afuera de la imaginación, y nos va friccionando y nos irrita o nos lubrica geometrías conceptuales que en la memoria suenan como definitivas. En la narrativa se registran acciones con cuerpos que las llevan a cabo, con enseres y equipo, entre escenarios que se transfiguran y crean una rara especie que se llama espacio literario.
Fuente > Parentalia Ediciones
DIRECTORIO
El Cultural [ S u p l e m e n t o d e La Razón ]
Twitter:
@ElCulturalRazon
Roberto Diego Ortega Director @sanquintin_plus
Julia Santibáñez CONSEJO EDITORIAL
Editora @JSantibanez00
Facebook:
@ElCulturalLaRazon
Carmen Boullosa • Ana Clavel • Guillermo Fadanelli • Francisco Hinojosa • Fernando Iwasaki • Delia Juárez G. Mónica Lavín • Eduardo Antonio Parra • Bruno H. Piché • Alberto Ruy Sánchez • Carlos Velázquez Director General Editorial › Adrian Castillo Coordinador de diseño › Carlos Mora Contáctenos: Conmutador: 5260-6001. Publicidad: 5250-0078. Suscripciones: 5250-0109. Para llamadas del interior: 01-800-8366-868. Diario La Razón de México. Nueva época, Año de publicación 11
EC_231.indd 4
19/12/19 21:09
El Cultural
03
Fuente > youtube.com
SÁBADO 21.12.2019
Jaime Sabines en Bellas Artes, 30 de marzo, 1996.
AUTE Y YO
“LA POESÍA NO ES DE GRANDES AUDITORIOS, PORQUE EXIGE UNA ATENCIÓN INHABITUAL. CUANDO EL PÚBLICO OYE POEMAS BAJA LA VISTA, COMO SI MIRARA HACIA DENTRO DE SÍ MISMO, PARA ENCONTRAR LOS ECOS . En cambio, en la poesía lo que sucede no sucede: aparece, se alza como el géiser de una nota aguda y perece. Decía un poeta brasileño que las mujeres bellas no surgen: aparecen; y no se van: se alejan. La narrativa nos da conciencia de la duración; la poesía, del instante. Lo que percibimos en la narrativa podemos contarlo luego a los demás, hacerles incluso una sinopsis muy entusiasmada; lo que percibimos en el poema sólo podemos comunicarlo si lo repetimos literalmente, con todas sus palabras y en el orden en el que fueron puestas. La poesía viste mucho. Y también desviste, aunque quien es desnudado no puede argumentar por qué se está como deshojando, igual que el que baila no sabe cada uno de los motivos neurotransmisores que lo llevan a moverse como se está moviendo.
NO ES SÓLO UN PALACIO Cada quien es totalmente del palacio que ha elegido, procurado y cultivado. Yo elegí el de Bellas Artes. Admiro a su arquitecto, Adamo Boari, cuya sala —en la que estamos—, por su longitud de vagón de tren es como la vena cava que sostiene el sistema circulatorio del resto del edificio. Mi primer libro se presentó en su vestíbulo, en 1981, al lado izquierdo de la taquilla, en una mesita en la que estábamos Armando Pereira y yo. Enfrente había unas sillas en las que se sentaron unas diez personas, cinco de las cuales eran amigos nuestros. Seis, porque estaba mi mecenas, Ariel Contreras, quien pagó la edición. El libro se llama todavía Noción de travesía, y apareció bajo el sello de Ediciones Mester, cuyo dueño era Orso Arreola. Fue la primera presentación de libro a la que asistí, y me sentaba, como me siento, orgulloso y agradecido.
EC_231.indd 5
Otra gran ocasión para la poesía fue cuando vino Luis Eduardo Aute y tuve la encomienda de entrevistarlo y conminarlo a que leyera algunos textos. Como la Sala Principal era excesiva, el asunto ocurrió en la entrada de dicha sala. El público se colocó vestibularmente en todo el entorno en el que alguna vez estuvo mi mesita de las diez personas. La presencia de Aute ilustra muy bien un hecho: la mayor parte de la gente consume su necesaria ración de poesía por medio de las canciones, así como satisface su necesidad narrativa por medio de la narrativa cinematográfica, para decirlo gráficamente. La poesía no es de grandes auditorios, porque exige una atención inhabitual. Cuando el público oye poemas baja la vista, como si mirara hacia dentro de sí mismo, para encontrar los ecos, para dejar pasar la presa y tratar de atrapar su sombra. Cuando escucha una narración ve atentamente a quien la está narrando y su presencia no le estorba sino que lo enriquece, porque entran en juego los otros lenguajes de la gestualidad. Aunque el clima puede cambiar las cosas: en 1968, con toda la semiósfera cargada de movilizaciones, el poeta ruso Yevtushenko llenó la Arena México, cuyo aforo es de alrededor de 17 mil personas.
Pero sobre todo Bellas Artes es una institución. Y no sólo una edificación: Bellas Artes no es solamente el palacio.
SABINES Y SU LECTURA En cuestiones de poesía es inevitable mencionar el recital de Jaime Sabines, únicamente comparable con la presentación de Juan Gabriel. Donde se manifiesta la tensión entre lo culto y lo popular. —Estos son aplausos —dijo Sabines—, lo lastiman a uno... Y entonces la gente, por lastimarlo, le aplaudió más. Hay aquí dos variables factores: la poesía de Sabines puede escucharse y se comprende: si no totalmente, sí quedan versos, aunque se desvanezcan poco a poco. Contunde, focaliza frases poéticas memorables. Y el otro factor tiene que ver con la vitalidad del espectáculo y la escena. Sabines leía muy bien: muy bien para que sus poemas alcanzaran a los otros. Porque el estilo Sabines de leer es a nuestra poesía moderna lo que el estilo Manuel Bernal fue a la poesía modernista. Hubo también otro gran evento con Sabines y fue la celebración de sus sesenta años. Participaron numerosos poetas, algunos ahora ya septuagenarios. Fue en esta Sala Manuel M. Ponce que, por cierto, tiene una especie de ring de entrenamiento de la poesía allá en los camerinos: es un cuarto de espejos que ya lo quisiera cualquier poeta de paso. Es que ilustra muy bien esa idea de Gorostiza según la cual la poesía es una especulación, pero en sentido de un juego de espejos donde las palabras, puestas unas frente a las otras, hacen ver pasadizos secretos y puentes levadizos que no se ven sin ese acomodamiento de ángulos, sin ese pulimento de superficies. Con esa idea puede explicarse la inspiración.
LEER POESÍA
Consulta el video de Jaime Sabines en Bellas Artes: https://youtu.be/ yZs8JVNS5gY
La poesía no llena grandes auditorios. Habría que anunciarla como algo secreto, algo así como decir que hay que entrar por el sótano, y además pedir que vengan arreglados como para una boda. Debo enfatizar que a mí no me gusta la poesía intervenida, la poesía teatralizada por efectos ópticos o musicales. Prefiero al estilo Sabines: el poeta leyendo su poema, sin llorar, como hombre. Creo que a veces la poesía se interviene solamente porque hay escenario y se siente el imperativo de aprovecharlo ad ovo. Leamos poesía en voz alta, leámosla en silencio todos reunidos; comentémosla, inventemos nuevos formatos. Seguramente la Dirección de Literatura intentará nuevos modos de llenar de contenido poético el recipiente de este palacio.
19/12/19 21:09
04
El Cultural SÁBADO 21.12.2019
Uno de los poetas mayores del siglo XX mexicano —y para algunos de sus lectores, el más grande de todos— es recordado en 2019 al cumplirse un siglo, precisamente en estas semanas de diciembre, de la publicación de un volumen fundamental en su obra. Al revisitar sus páginas se hace evidente que la lectura de Ramón López Velarde permanece como un manantial de posibilidades y nuevas capas de sentido, a fin de comprender la evolución de un trayecto poético trascendente para las letras hispanoamericanas.
Cien años de Zozobra
LÓPEZ VELARDE: DEL DILUVIO AL RENACIMIENTO JOSÉ HOMERO @josehomero
C
C LAUDIUS C LAUDIANUS
omo una modista de antaño, armada a un tiempo con utensilios de metal y un acopio de hilos y tejidos, la crítica ha buscado constreñir el vasto talle de la obra de Ramón López Velarde mediante el corsé de las oposiciones; lazos y varillas cuyo ajuste ha terminado moldeando la silueta pero asimismo impidiendo la adecuada circulación de la sangre viva de esta poesía. Ciertamente sobresalen de entre el tejido poético cabos suficientes para efectuar esa trama. Si muchas interpretaciones se urden mediante nudos con dos puntas, ello responde al sistema retórico del autor zacatecano. Aunque reparamos en las “fórmulas duales” —término de José Luis Martínez—, apenas hemos clasificado los órdenes de su manifestación. En términos generales, la poesía de López Velarde se construye mediante la antítesis, es decir, la contraposición de significados, ideas o elementos dentro de una misma cláusula u oración. Así, en el campo textual florecen frases con pareados que articulan tiempos distintos: a oler abiertas rosas del presente y herméticos botones del futuro. (“Tenías un rebozo de seda”).1
O bien, contraste entre posiciones vinculadas a valores contrarios, como en la siguiente estrofa donde el elemento “vuelo” se contrapone a “lodo”, metonimias asociadas con lo “alto” y lo “bajo”, términos que connotan una oposición moral: Siempre que inicio un vuelo por encima de todo, un demonio sarcástico maúlla y me devuelve al lodo. (“Un lacónico grito”). Incluso en su prosa este aparece con notable frecuencia:
EC_231.indd 6
Porque la ciudad era espléndidamente solar y porque las señoritas de rango que poblaban sus calles vestían de tiniebla... (“Semana mayor”). Aunque esta contrariedad se adscribe a la figura de la antítesis, lo cierto es que recubre diversas manifestaciones retóricas. Entre ellas figura el paralelismo, es decir, la disposición simétrica de vocablos y expresiones de oposición: “el pozo del silencio y el enjambre del ruido” (“Hormigas”), “mi ángel guardián y mi demonio estrafalario” (“Ánima adoratriz”). No analizo la antítesis como eje de articulación en la poesía de López Velarde. Únicamente asiento su presencia para indicar que esas lecturas dualistas las provoca en gran medida el corpus del poeta; “sistema de imágenes duales” le llama Alfonso García Morales.2 Sin embargo, si queremos comprender este territorio, es necesario remontar nuestra postura y vislumbrar más allá del litoral y de sus orillas enfrentadas, para lograr una perspectiva que en vez de la simple descripción de tópicos, más bien perfile un nuevo lugar.
UN PROMONTORIO Acaso por esta concomitancia dualista, el discurso analítico se convierte en baile de figuras, con lo que el crítico deviene un epígono estilístico del autor al seguir sus pasos mediante parejas —como Xavier Villaurrutia, quien formula “el León y la Virgen” (“Ramón López Velarde”) para ceñir el conflicto del mundo interior de Velarde, o Bernardo Ortiz de Montellano, quien describe la tensión como “sensibilidad erótica y católica” (“Ramón López Velarde”). Asumiendo que los libros auténticos del poeta serían los que publicó en vida, se ha efectuado una lectura anquilosante de La sangre devota (1916) y Zozobra (1919) a través de la comparación entre ambos, como si en ellos —y no en otro volumen de poemas, El son del corazón, o incluso en sus prosas— residiera su alma.
Fuente > imer.mx
Por las mismas hachas, o teas, los instrumentos de la agricultura, sin los cuales dificultosamente se pudiera coger el trigo, por quien es personificada Proserpina.
Ramón López Velarde (1888-1921).
Pocos de sus intérpretes, los más mesurados y lúcidos, se aventuran a encontrar una razón allende el elogio o la diatriba tras esa elección por una poesía difícil, dijéramos ahora, inusitada para los modelos de los cenáculos literarios del entorno, que con asombrosa contemporaneidad Velarde caracterizó como “sistema crítico” (“La corona y el cetro de Lugones”).3 En la configuración de ese campo de combate retórico que refleja el voluble —y en Ramón, voluptuoso— paisaje y pasaje de la poesía mexicana de la época, en tránsito ya de una poética modernista a una moderna, es consustancial el título elegido: zozobra. Como en una de esas lecturas escolares que aprendemos en nuestro primer Seminario de crítica en la Facultad de Letras, no pocos abordajes a Zozobra parten de la disquisición semántica. Alí Chumacero, en un juicio que revela más sobre su propio credo poético, considera el título como enunciación de la angustia de la soledad: En tinieblas vivía el hombre, de manera que la “zozobra” prefigurada y presentida en su primer libro, proviene en su conciencia de la angustia de estar solo; más claramente de la amargura de vivir sin mujer, incompleto, preso dentro de su desolación.4
19/12/19 21:09
El Cultural SÁBADO 21.12.2019
Luis Noyola, uno de los primeros estudiosos, indica que:
“EL POEMA ES COMPLEJO. LA REALIDAD EXTERIOR RESUENA EN SU INTERIOR; LA SENSACIÓN ARMONIZA CON EL SENTIMIENTO. O SE ENFATIZA. EL FRÍO METEÓRICO SE INTENSIFICA CON EL QUE LE RECUERDA A LA AMADA .
la propiedad del título dice bastante bien la condición anfibia de una poesía, que —nueva Jano— se sostiene en ese clima moral en el que se produce la colisión de dos edades, épocas intermedias, que según Taine, “son de una parte madurez y de la otra decadencia y se mezclan por una insinuación recíproca, y cada una de ellas prohija las creaciones de la otra al lado de las suyas”. Tal fue la época cuyas contradicciones internas, como las víboras del caduceo, se entrelazaron en la obra de Ramón López Velarde.5
moribundos / colmada de dramáticos adioses”),7 que determina la muerte del cuerpo físico y la consagración del alma inmortal (“venerable tu esencia / y quebradizo el vaso de tu cuerpo”), con lo que el proceso de sublimación emprendido en el primer volumen se completa totalmente. Tras dicho comienzo dialógico hay un cambio de focalización; la atención (tensión) lírica se desplaza en favor de un tono narrativo que reverbera alegórico:
Incluso Xavier Villaurrutia no escapa a la tentación: la obra de López Velarde es la más atrevida tentativa, entre otras cosas, “de expresar los más vivos tormentos y las recónditas zozobras del espíritu ante los llamados del erotismo, de la religiosidad y de la muerte”. (“Ramón López Velarde”). Tras largos años de vasta producción crítica es posible señalar el aura de que se ha revestido la palabra. Escribe Alfonso García Morales:
Yo estoy en la ribera y te miro [embarcarte: huyes por el río sordo, y en mi alma [destilas el clima de esas tardes de ventisca [y de polvo en las que doblan solas las esquilas. El poema exige un análisis puntual —que no concluiré en este espacio—, en tanto encauza el sentido en que debe leerse la obra. Considero que a diferencia de la mayoría de los poetas de su época, López Velarde, al disponer sus poemas dentro de la unidad libro, les confiere una vía de sentido. Nada más ejemplar que este poema: además de marcar la muerte de la mujer amada y el inicio de una religión personal —un hecho que ya asentaba La sangre devota, cuya lectura debe partir de la transformación de un amor individual en un mito mariano—, abre una nueva historia: la del poeta que al sufrir agobio existencial se hunde en la tristeza. Elijo una palabra tan cargada de dramatismo, hunde, para acoplarme al ritmo marítimo del título. Además de indicar la muerte de Fuensanta y presentar al poeta en una fase depresiva, “Hoy como nunca” vincula el estado anímico con el clima, al asociar su tristeza —que por la implicación lacrimosa es húmeda— y una lluvia simbólica que deviene diluvio.
Zozobra se publicó a finales de 1919 en la editorial México Moderno. La palabra “zozobra” se refiere a los irresolubles conflictos entre el espíritu y la carne, la formación tradicional y la inquietud contemporánea, el ayer y el hoy, la infancia y la madurez, la seguridad y la libertad. Sintetiza las ecuaciones vitales con las que tantas veces el poeta, y tras él la crítica, intentaron descubrir y definir su personalidad contradictoria: sus conocidas fórmulas duales (“la dualidad funesta”, “la moral de la simetría”, “la devoción católica y la brasa de Eros”, “la lucha de la Arabia feliz con Galilea”, “el León y la Virgen”, “el vigor sensual y la atrofia cristiana”, el clamor “pagano y nazareno”) y sus figuras de oscilación y suspensión (el péndulo, la balanza, la cuerda floja, el reloj y sobre todo el corazón).6
EC_231.indd 7
Fuente > poesi.as
DILUVIO Y RENACIMIENTO Para este examen mediante contraste de los dos títulos publicados bajo la supervisión de López Velarde, La sangre devota y Zozobra, resulta fundamental la composición del segundo, cuyo poema inaugural “Hoy como nunca” proclama un viraje. Si de acuerdo con una hipótesis irrefutable de la crítica, el primer volumen propone la transformación de una figura amada en objeto de devoción: —Fuensanta, hipóstasis mariana de culto lírica—, no sorprende que la siguiente obra comience con un poema que mientras declara la muerte de la mujer real que inspiró la devoción del poeta, con claves para los entendidos, pinta una variación climática que resulta significativa. El poeta se dirige a la amada en trance agónico (“y toda tú una epístola de rasgos
05
Esta asociación, así como identificar a la mujer perdida con un clima frígido y húmedo, tampoco es inédita. Uno de los mejores poemas de La sangre devota, “En las tinieblas húmedas”, ya tejía dicha relación. En una narración cinemática, el poeta evoca a su amada en una noche lluviosa. El elemento metaléptico que vincula ámbitos y tiempos distintos es la sensación táctil del frío que comparten lluvia y mujer: “helada virtud de un seno blando, / algo en que se confunden el cordial refrigerio / y el glacial desamparo de un lecho de doncella”.8 El poema es simbólicamente complejo. La realidad exterior resuena en su interior; la sensación armoniza con el sentimiento. O se enfatiza. El frío meteórico se intensifica con el que le recuerda a la amada; este frío es tanto un cordial refrigerio (alimento para el corazón), como el desamparo de un lecho de virgen. Cruel imagen: ya para entonces Fuensanta es una solterona, una frescura invade su corazón igual que un bálsamo, pero también la conciencia de que es una mujer sin nupcias, a quien espera una soledad atroz. La afinidad con la lluvia se asienta no sólo mediante la sensación táctil sino también por la forma. La trama de la lluvia se vincula con la del lino, connotación de las nupcias irrealizables: he aquí que en la húmeda tiniebla de la lluvia, trasciendes a candor [como un lino recién lavado, y hueles, como él, [a cosa casta; he aquí que entre las sombras [regando estás la esencia del pañolín de lágrimas de alguna [buena novia. Con reminiscencia homérica, el poeta perfila el ideal femenino mediante atributos textiles: sea que se envuelva en un chal (como las muchachas provincianas que a la hora del Ángelus caminan por la calle “enredados al busto los chales blanquecinos” en “Del pueblo natal” ), o que dicha prenda se convierta en una metonimia, un atributo más de esa configuración con que se instaura Fuensanta como emblema de la bondad: Hazme llorar, hermana, y la piedad cristiana de tu manto inconsútil enjúgueme los llantos con que llore el tiempo amargo de mi vida inútil. (“Hermana, hazme llorar”).9
CLIMA ESPIRITUAL, INQUIETUDES CARNALES Manuscrito de "Elogio a Fuensanta".
La tercera estrofa del poema “En las tinieblas húmedas” resuelve el misterio
19/12/19 21:09
06
El Cultural SÁBADO 21.12.2019
del singular desarrollo textual. Es un poema simultaneísta: el poeta consigue la invocación de la amada, a quien sabe sola, solterona, desolada, insomne en la noche pensando acaso en él. Merced a esa coincidencia, propiciada por la experiencia poética (el poeta escribe versos que “son como pétalos nocturnos, que te llevan / un mensaje de un singular calosfrío”), la amada y la lluvia devienen escarcha (“traslúcido meteoro”), y esa experiencia resulta epifánica pues sucede “fuera del tiempo”, tanto que el reloj se descompone. Este insólito rasgo propio de la escritura cinemática revelaría, junto con los cambios de perspectiva y de planos de varios de sus poemas, un aprendizaje de la retórica del cine. Metonimia del tiempo inmóvil. Comunión que enlaza a los amantes más allá del tiempo. Esa “cámara destartalada” donde resuena la descripción del cuarto que da en “Noches de hotel” presagia la atmósfera de encierro e intemporalidad de “El sueño de los guantes negros”. Más allá de las connotaciones alegóricas y de la configuración que enfatizan las resonancias agrícolas de la poesía de López Velarde, deberíamos considerar que el desplazamiento de foco al que he aludido representa un viraje más personal y menos atento a la sublimación. Al trasladar la mirada lírica —la focalización— de la amada agónica hacia su propia figura, el poeta anuncia, por una parte, la conversión de la amada en figura ya para siempre mítica y su definitiva consagración como símbolo. Además apunta que este libro, a diferencia del anterior, versará sobre el sujeto amante, quien se convierte en el héroe de su propio drama lírico. No sorprende por ello que la asociación textual, que he señalado ya vinculada a la presencia femenina (es conveniente recordar asimismo “el ala de mosca” del poema “La última odalisca”), ocurra aquí con la figura masculina del poeta: “Mi espíritu es un paño de ánimas... / un paño de ánimas goteado de cera, / hollado y roto por la grey astrosa”. No podemos proponer una lectura de Zozobra sin atender al segundo poema, “Transmútase mi alma”. De hecho, es necesario leer ambos en secuencia, como las hojas de un díptico. El primero establece un clima lluvioso, de frialdad meteórica, que instaura alusiones bíblicas —se anuncia el diluvio— y cancela la esperanza del renacimiento. El segundo, en tanto, configura un ámbito de regeneración y renacimiento natural que mucho tiene de la visión cíclica, tan en consonancia con la época —piénsese en La rama dorada de James George Frazer, que determinaría la concepción de T. S. Eliot y James Joyce—, asociada a los cultos genésicos de las sociedades construidas en torno al mito; una afinidad ya presente en otros poemas. Es indudable que para López Velarde la amada emblematiza siempre una dimensión simbólica y que el amor se acompaña de manifestaciones naturales que son la representación del paisaje interior. Si en el primer poema se describe el diluvio que acompaña las exequias de la
EC_231.indd 8
“MIENTRAS UNA MUJER TRANSFIGURABA AL POETA EN UN CLIMA ESPIRITUAL, LA SIGUIENTE SIEMBRA INQUIETUDES CARNALES... ÉL COMPRENDE ESA TRANSFORMACIÓN . amada —y su viaje por el reino de Hades, lo que reforzaría una lectura en clave mistérica—, en este segundo se anuncia la nueva cosecha, como si fuera evangelio pagano de las buenas nuevas. Es igualmente significativo que en este caso la mujer —que como los estudios biográficos han asentado es Margarita Quijano, la Dama de la Capital— se vincule directamente con características agrarias que la acercan, más que al mito mariano, al de Perséfone. En todo caso es una criatura con atributos solares: luz, sol, fuego. Para corroborar la transformación simbólica y de tono en Zozobra, si bien ambas mujeres, Fuensanta y la Dama de la Capital comparten asociaciones primaverales —La sangre devota comienza con un poema que relaciona directamente a Fuensanta con la primavera: “En el reinado de la primavera”—, en el caso de la segunda, esa asociación se vincula más con el renacimiento, con la fiesta de Corpus. Mientras una transfiguraba al poeta en un clima espiritual, la siguiente siembra inquietudes carnales. Y por supuesto que él comprende esa transformación que del amor espiritual lo lleva a la nostalgia de la carne: Yo desdoblé mi facultad de amor en liviana aspereza y suave suspirar de monaguillo; pero tú me revelas el apetito indivisible, y cruzas con tu antorcha inefable incendiando mi pingüe sementera.10 No sorprende por ello que otro de los poemas susceptibles de proclamarse sin duda inspirados por Margarita Quijano sea “Día 13”, cuyo gemelo literario es la prosa “La dama en el campo” (Don de febrero). En ambos textos se asienta la rotunda contundencia del deseo y de la carnalidad, pero asimismo la configuración solar. Es altamente revelador que esa dama que inspira a la concupiscencia vaya vestida de negro, como si guardara luto. Sin embargo, su aparición se da en un paisaje totalmente amarillo: “el febrero amarillo de la cosecha”. Por su parte, uno de sus tempranos estudiosos, Pedro de Alba, expresa estas cualidades: “un culto casi místico con el vigilante sentido pagano”.11 Lo cierto
es que tanto en “Día 13” como en “Transmútase mi alma”, la mujer se convierte en portadora de luz, calor y fuego a pesar del ropaje luctuoso. Si una incendiaba las pingües sementeras —es decir las semillas en espera de germinación, como en La tierra baldía—, ésta es un bólido que ilumina un cielo negro: Superstición, consérvame [el radioso vértigo del minuto perdurable en que su traje negro devoraba la luz desprevenida del cenit, y en que su falda lúgubre era [un bólido por un cielo de hollín sobrecogido...12 Las cualidades identifican a esa dama en el campo con la figura mítica de Perséfone o Proserpina, de acuerdo con el relato del mito por Claudius Claudianus, cuyas líneas presiden este ensayo. Llamo la atención hacia el hecho de que para propiciar una adecuada cosecha y fertilizar las sementeras, las costumbres ancestrales arrasaban la tierra, la quemaban. Otra costumbre era encender el fuego en los inicios de la cuaresma, lo cual ofrecería una nueva pista para una lectura con base en el mito. ¿Estamos ante Ceres o ante una deidad solar que arrebata a los dioses solares sus atributos? Cada aniversario, cada fecha en que podemos acercarnos a López Velarde es un pretexto excelente para emprender una nueva lectura sobre una poesía que a pesar de asedios y aportes y contribuciones de una suma de voluntades e ingenios, continúa encerrando misterios. Sirvan estas líneas para celebrar el centenario de uno de los grandes libros de la poesía mexicana del siglo XX. Notas
Con excepción de las citas de Zozobra, que se indican puntualmente, todas las referencias de Ramón López Velarde corresponden al tomo Obras, 2a. edición, compilación de José Luis Martínez, FCE, México, 1990. 2 “Deseo y represión, mujer y necrofilia en Ramón López Velarde”, en Escribir el cuerpo: 19 asedios desde la literatura hispanoamericana, Carmen Mora Valcárcel y Alfonso García Morales (coordinadores), Universidad de Sevilla, Sevilla, 2003. 3 López Velarde, Obras, p. 478. 4 “Ramón López Velarde: el hombre solo”, en El Hijo Pródigo (edición en facsímil), XII, abriljunio de 1946 y XIII, julio-septiembre de 1946, FCE, México, 1981, p. 191. 5 Luis Noyola Vázquez, Fuentes de Fuensanta. Tensión y oscilación de López Velarde, FCE, México, 1988, pp. 55-56. 6 “Poeta/ nacional/ moderno/ católico: notas sobre la recepción crítica de Ramón López Velarde”, en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, www.cervantesvirtual.com. 7 Todas las citas de versos de Zozobra corresponden a la edición especial realizada para conmemorar el centenario del segundo libro del poeta nacido en Zacatecas, editada por Las Brujas de Oviedo / Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, Santiago de Querétaro, México, 2019. 8 Ramón López Velarde, Obra poética, edición crítica José Luis Martínez, Universidad de Costa Rica, Madrid, 1998, p. 72. 9 Ibid., p. 88. 10 López Velarde, Zozobra, op. cit., p. 10. 11 ____________, Obra poética, op. cit., p. 237. 12 ____________, Zozobra, op. cit., p. 10. 1
19/12/19 21:09
El Cultural SÁBADO 21.12.2019
07
El cine mudo mexicano alcanzó su clímax en 1919 con El automóvil gris, una realización de Enrique Rosas. Durante varias horas presenta los robos cometidos en la vida real por una banda de ladrones, que con argucias entraban a las mansiones capitalinas para despojar a sus habitantes. La cinta registra su modus operandi, las investigaciones, la aprehensión de los maleantes. Este ensayo estudia varios ángulos de esa superproducción de principios del siglo XX, hoy restaurada, en el marco de los cien años de su estreno.
Cien años de El automóvil gris
EL PRIMER PELDAÑO DEL CINE MEXICANO
H
asta hace algunos meses, luego de cuatro arduos años, el mundo pudo ver lo que hasta entonces solamente se podía conocer en las historias del cine mexicano de José María Sánchez García, Aurelio de los Reyes, Jorge Ayala Blanco, Emilio García Riera y Federico Dávalos Orozco. Se trata de la pieza que ensambla, de muchas maneras, el periodo cinematográfico de la Revolución Mexicana con la primera era industrial de nuestro cine: en suma, El automóvil gris veía la luz, pasados sus primeros cien años de existencia. Esta película nació con un éxito calculado en 1919, vivió con un prestigio amasado durante noventa años y volvió a estrenarse en 2019 con todas las expectativas cumplidas. El cine mexicano, en clave de concepto histórico, es un ser monumental disperso, una antigua civilización que vive en pocas bocas, en menos análisis, en contadas salas de cine y casi en ningún cineclub. Además, este filme representa el eslabón perdido entre una era de cine verdad y la nueva era que, después de la guerra revolucionaria, quería salir a flote como una alternativa económica, política y social, que todo eso también es cultura.
LA BANDA TRAS LA BANDA La junta constitucional que reconocía a Venustiano Carranza como presidente, asentó —el 5 de febrero de 1917— una nueva normativa social en un documento que recuperaba el pasado juarista y anticolonialista. Para los sobrevivientes de una guerra civil que, por lo menos, llevaba un sexenio floreciendo en México, con esto se podría considerar que llegaba otra capitulación de la Revolución Mexicana, quizá con más ímpetu y más regulada que otros grandes momentos conclusivos de aquellos años. Al cine mexicano, surgido con mucha fuerza en las postrimerías del siglo XIX, se le había atravesado la guerra y
EC_231.indd 9
Fuente > razon.com.mx
PRAXEDIS RAZO
en ella había alcanzado notas altísimas detrás de las cámaras de los hermanos Alva, Jesús H. Abitia, Salvador Toscano, entre otros realizadores del cine de la inmediatez, de las batallas de la semana pasada. Con la promulgación de la Constitución del 17, el cine siguió el propósito de emular el apabullante modelo industrial de Hollywood. En ese clima, tres influyentes amigos se reunían para fundar una de las primeras casas productoras de películas en nuestro país y el continente, Azteca Films, que emprendió filmaciones con cierto aire artístico ese mismo año de 1917, de las que hoy quedan unos segundos en pantalla, resguardados por la Filmoteca de la UNAM. Dos años después se harían muy famosos por producir bajo su firma El automóvil gris. Aquellos amigos eran Mimí Derba, productora, cantante y actriz que venía del teatro que sobrellevó la Revolución, muy conocida por sus llamativos
“ESTE FILME REPRESENTA EL ESLABÓN PERDIDO ENTRE UNA ERA DE CINE VERDAD Y LA NUEVA ERA QUE QUERÍA SALIR A FLOTE COMO UNA ALTERNATIVA POLÍTICA Y SOCIAL, QUE ESO TAMBIÉN ES CULTURA .
escándalos; Enrique Rosas, todo un realizador cinematográfico poblano que se aferró ferozmente al séptimo arte durante la guerra y en el exilio, también un nombre con cierto peso por haber documentado en cine el incendio del Teatro Guerrero de Puebla, en 1909, y haber recogido con su cámara la parte más destacada entre todas las que filmaron la Decena Trágica en 1913; más el hombre que arriesgaba su capital, ganado con las mil batallas que libró en esos mismos años, y mostraba cuán buena inversión podía llegar a ser el cine: el general Pablo González, hombre tan cercano al presidente en turno que llegó a barajarse como un posible sucesor.
LA SOSPECHA Para finales de 1918 una nota roja excepcional ocupaba las portadas de todos los periódicos. Dos años después de que fueron fusilados cuatro de los nunca cuantificados ladrones del “automóvil gris”, aparecieron muertos, con diferencia de pocos días y a escasos metros de distancia dentro de Lecumberri —la penitenciaría modelo—, otros dos integrantes de la banda, que para entonces se encontraban cumpliendo condenas diversas. El Universal, en ese tema inquisidor, indagó en busca de explicaciones satisfactorias. Valiéndose de entrevistas a viudas de la Banda, seguimientos a jueces que procesaron a sus integrantes, infiltrados en la cárcel que incidieron en las sospechosas muertes mencionadas, el diario creó una tensión entre lectores ávidos de una historia donde se filtraba una trama política incesante: entre las mil y un irregularidades del caso, el general Pablo González era señalado como sospechoso. Las elecciones se acercaban y Azteca Films ya preparaba un guión que lo eximiría de toda responsabilidad. Los hechos delincuenciales que cometió la Banda del automóvil gris, en suma, eran una consecuencia del conflicto revolucionario. Hacia 1915, sus
19/12/19 21:09
08
El Cultural SÁBADO 21.12.2019
había entonces: Casino, Teatro Colón, Parisina, San Juan de Letrán, San Hipólito, Venecia, Trianón Palace, Royal, Granat, Salón Rojo, Olimpia, Alarcón, Santa María la Ribera, Las Flores, Garibaldi, Progreso, Vicente Guerrero y finalmente, la del Alcázar.1 Enrique Rosas pasaba así a la historia como nuestro primer hombre orquesta del cine. Produjo la película de la que había escrito el argumento, apoyado por el periodista de nota roja Miguel Necoechea y el poeta José Manuel Ramos, redactor de la revista cinematográfica Mefistófeles. Dirigió, fotografió, montó y distribuyó El automóvil gris con tal premura que se considera que ese proyecto acabó por llevarlo a la tumba. Muerto ocho meses después del éxito rotundo de su obra final, Rosas tenía otra película en cartelera —para la cual cubrió también todos los papeles detrás de cámaras— desde un semestre antes. Si el serial policiaco pasaba por un largometraje construido bajo y para el amparo de Pablo González, como se ha dado a entender, Emiliano Zapata en vida y muerte era un panfleto acerca de la campaña militar más exitosa de la época en el cine. La producción y realización (hechas con pedazos de vistas de la Revolución tomadas por el propio Enrique Rosas, en donde el caudillo del sur aparecía) y la exhibición de Emiliano Zapata…, una quincena después de asesinado el personaje, todo ello ocurrido a mitad de la producción de El automóvil gris, evidencia no solamente el apoyo que el cineasta daba a la continuidad del carrancismo, sino también el interés por parte del tapado González por llamar la atención de los espectadores. El 10 de abril de 1919, Zapata fue ejecutado en Chinameca, por Jesús M. Guajardo, hombre bajo las órdenes de Pablo González. Rosas fue el único cineasta con acceso total a los funerales del general de Anenecuilco. En octubre, tras la muerte de Zapata que conllevaría la pacificación del sur, en pleno montaje del serial mexicano más famoso de todos los tiempos que él mismo producía (aunque su nombre jamás se relacionaría documentalmente con una ni con otra película), González anuncia su retiro del ejército. Desde entonces planea su candidatura, que no llegaría sino hasta el 17 de noviembre y que él acabaría aceptando en pleno estreno de El automóvil gris, el 11 de diciembre, en una de las salas donde se presentó la película.
integrantes habían asolado a la Ciudad de México mediante robos a mansiones millonarias: geniales puestas en escena, modus operandi en que los ladrones llegaban travestidos de policía militar, a comprobar que todo estaba en orden dentro de casas particulares, para asaltarlas. Técnicamente, la actuación de la Banda es un episodio rijoso más de la guerra intestina en México. Cubre exactamente el periodo que va desde el asentamiento de la Primera Jefatura convencionista, la ocupación “electa” de los zapatistas en 1915 en la Ciudad de México, a la consolidación fallida del proyecto pacificador de un Estado constitucional hacia 1922, tras el gobierno carrancista.
LA PELÍCULA Y SUS LINDES En enero de 1919, la Oficina de Marcas y Patentes de México acreditaba a Enrique Rosas como propietario del título El automóvil gris y Sánchez García, en su “Historia del cine mexicano” publicada en la revista Cinema Reporter de 1951 a 1954, comenta que en esos mismos días se comienza a planear el argumento: El rodaje se inició a fines de marzo de 1919, en los estudios que fueron de la Azteca Films, ubicados en la esquina de Juárez y Banderas, ultimándose los trabajos en los laboratorios del señor Rosas [...] Todo el proceso, desde que se rodó la primera escena, hasta dejar la cinta completamente terminada, duró... ocho meses y medio. En la realización de este film se tuvo especial cuidado en desarrollar la acción en los mismos sitios que fueron teatro de las hazañas criminales [...] Con la rapidez con la que Rosas estuvo habituado a filmar, editar y estrenar cortometrajes durante la Revolución, así trabajó un serial de doce episodios, treinta y seis capítulos muy solventes en un lenguaje nervioso, completamente empapado del estilo y el ritmo que Griffith desarrolló en sus dos más famosas películas hasta esos años, El nacimiento de una nación (1915) e Intolerancia (1915), que recién en 1918 se estrenaban en las salas mexicanas con mucho éxito. El estreno de El automóvil gris también sería una novedad para el público cinéfilo, pues los asistentes verían una película en tres jornadas de casi dos horas cada una, el fin de semana del 11 al 13 de diciembre. Se presentó en 18 salas, es decir, casi todos los cines que Fuente > moreliafilmfest.com
REVISIONES
Escena de la cinta.
EC_231.indd 10
Federico Dávalos concluye que el éxito de la película se debe, sin duda, “a la resonancia de los acontecimientos referidos pero, sobre todo, son sus virtudes cinematográficas las que le brindan la vigencia hasta nuestros días”. Estas palabras provienen de un ensayo escrito hacia 2010, a pesar de que la única manera de abordar hasta entonces la obra era el DVD sonorizado, hecho hacia 1933, y alguna que otra secuencia por ahí resguardada en espera de que alguien la revisara para alguna investigación particular.
Aurelio de los Reyes, en Cine y sociedad en México (1981), anota que la importancia de esta película radica en ser “la última manifestación del primer cine mexicano, del cine verdad, como se entendía entonces [...] y porque es muestra de lo que el cine mexicano sería en el futuro al soslayar hechos políticos o presentarlos conforme a los intereses del grupo en el gobierno”. Cuánto pesa la verdad en nuestra tradición cinematográfica, es cierto. Tanto pesa que el mismo filme inicia con un intertítulo largo que comienza rezando: “Esta película no es una ficción. Calcada sobre hechos reales, es transcripción de la verdad, entresacada de los incongruentes detalles de un misterio”. Una advertencia del tesón con el que se forjaba desde su inicio la historia del cine mexicano. Durante poco menos de una década, el cine manufacturado en nuestro país, para consumo interno y en calidad de exportación, se entendió exclusiva y elusivamente desde lo documental. No por nada, fragmentos de los doce episodios de El automóvil gris sobrevivieron hasta los años sesenta, a decir de Ayala Blanco (“Las derrapadas del automóvil gris”, en La condición del cine mexicano, recién reeditado por la UNAM), exhibiéndose en cines de barriada y de provincia, llenando salas de curiosos y borrachos aledaños que seguían gozando con los emocionantes veinte kilómetros por hora del Fiat en el que se transportaba la Banda y la efervescencia de la acción.
UNA CONCLUSIÓN Saber que hoy, en su centenario, tenemos la posibilidad de acercarnos con toda minuciosidad a esta obra que casi completa las cuatro horas de duración y pensarla como una pieza fresca, es un privilegio y una responsabilidad. Resulta imposible ignorar que estamos frente a un “elogio desmesurado al aparato represivo, una hábil calumnia revanchista a nivel político”, según Ayala Blanco. O bien a “un negocio descomunal (que pasó en 23 salas de cine una misma noche), una vista de la ciudad en ruinas”, según De los Reyes. El automóvil gris —hay que irla pensando así— es el fin de un cine documentativo y el inicio de una tradición ficcionalizante. Es la ofrenda que propiciará engendros geniales que ya empiezan a firmar, orgullosos, sus películas, como Miguel Contreras Torres, Guillermo el Indio Calles, Manuel R. Ojeda y la quintaesencia de los años veinte mexicanos, Gabriel García Moreno. Es ante todo un primer peldaño en la historia de la industrialización fílmica y, de una manera u otra, conviene celebrarlo. Nota
De acuerdo con el cronista José María Sánchez García fueron “28 cines que constituían el circuito ‘Olimpia’, propiedad de Don Jacobo Granat y del que formaba parte el ‘Salón Rojo’, en aquellos días el más favorecido de nuestro público”. Así lo establece en "Dos películas rivales: El automóvil gris y La banda del automóvil, Historia del cine mexicano (1896-1929), edición facsimilar de las crónicas de José María Sánchez García, UNAM, México, 2012, p. 107.
1
19/12/19 21:09
El Cultural SÁBADO 21.12.2019
09
Las preguntas planteadas en el número 222 de El Cultural por Carlos Velázquez, quien cada semana publica en estas páginas la columna “El corrido del eterno retorno”, revelan ángulos insospechados de la personalidad lectora, con los sesgos y las apetencias librescas de los autores convocados a contestarlas. Las respuestas apuntan, además, hacia los caminos que los llevaron a leer y más tarde a escribir, actividades que resultan los dos polos de un mismo oficio: el de las palabras.
CUESTIONARIO K-PUNK DEL LIBRO · 4 MARIANA H @soymarianah
1.
¿Cuántos libros puedes contar en tu biblioteca? Son como cincuenta por estante, pero como varían las dimensiones diría que son alrededor de seiscientos. Tengo apilados varios libros en la escalera, que son con los que estoy trabajando para entrevistas o presentaciones y como sesenta en mi coche. Es asqueroso. Lo bueno es que nunca nadie me roba en el valet parking. 2. ¿Cuál es el título del último libro que compraste? Gato encerrado, de Pepe Gordon. Es un libro hermosísimo que aborda los temas que maneja Pepe en torno a la divulgación de la ciencia y está diseñado de una manera muy impresionante que redefine el concepto del pop up, con pequeñas piezas tridimensionales de arte en cartón. Trae hasta unos lentes de tercera dimensión para poder ver una de las figuras.
3. ¿Cuál es el último libro que leíste? Como acabamos de estar en la FIL, leí varios de los que tuve el honor de presentar al mismo tiempo y de manera muy desorganizada. Uno de ellos es Cured, de Lol Tolhurst, quien fue el fundador de The Cure junto con Robert Smith. Cuenta cómo crearon una banda, hoy en día legendaria, desde cero y sin las herramientas y licencias que te dan las grandes ciudades como Londres, París o Berlín. Él mismo dice: “Nacimos en el pueblo más aburrido del mundo: Crawley”. Relata también, desde la literatura y no desde el anecdotario o el melodrama, su infierno por las adicciones, mismas que le costaron su salida de The Cure, justo antes de que apareciera el disco Disintegration. También leí Olinka, de Antonio Ortuño, un relato acerca de un hombre que cae en el chantaje de su suegro y para evitar el escándalo de un fraude con alcances desproporcionados, voluntariamente va a prisión con la idea de que será sólo por un año. Quince años después obtiene su libertad para encontrarse con una ciudad que no existía, tecnología que no maneja y con el proyecto arquitectónico que lo llevó a prisión, en absoluto abandono. Es un hombre libre, desencajado y solo.
EC_231.indd 11
Profesores, tiranos y otros pinches chamacos, de Francisco Hinojosa, es una afortunada y necesaria compilación de cuentos de uno de nuestros grandes escritores y humoristas. Hinojosa siempre tendrá un vínculo estrecho con los niños por obras como La peor señora del mundo, Buscalacranes y Léperos contra mocosos —entre otras—, pero este libro vuelve el reflector a sus descabellados, violentos y divertidísimos (de una Hinojosa manera) cuentos para adultos. 4. Menciona cinco libros que significan mucho para ti. Henny-Penny, de James Ponter. Es el cuento de una gallina a la que le cae una bellota en la cabeza y ella cree que se está cayendo el cielo y entra en pánico. Me encantaba. Mi abuela y mi mamá me leían ese cuento. Recuerdo también Madeline y Peter Pan. Por eso no me extraña que ahora yo sea una señora paranoica que siempre termina en hospitales y que no quiere crecer. No es broma. Franny y Zooey, de J. D. Salinger. En realidad, toda la obra de ese autor me fascina, no le tengo miedo al lugar común de El guardián entre el centeno, cuyo personaje principal, Holden Caulfield, sigue teniendo ecos en mí desde la primera vez que lo leí (y no era adolescente) y con cada relectura. Cuando escucho a una mierda de persona decir “yo soy muy sensible”, siempre me acuerdo de Holden diciendo “Sensitive. That killed me. That guy Morrow was about as sensitive as a goddam toilet seat” (“Sensible. Eso me mató. Ese tipo Morrow era tan sensible como un maldito asiento de excusado”). Pero escojo Franny y Zooey por el desamparo de Franny en un momento de crisis que su familia no entiende y que su mamá trata de solucionar regalándole una mandarina. La dinámica de la familia Glass y la forma de darle voz y jerarquía a cada miembro de la familia me parece perfecta. Rayuela, de Julio Cortázar. Otro lugar común que no me da vergüenza. No me enamoré de Oliveira ni de La Maga, ni de París ni de Buenos Aires, pero sí del
humor. Me hicieron reír escenas como la de Traveler y Talita pelando y resbalándose con un pato (¿o pollo?) que iban a cocinar, que Oliveira se sorprenda por lo fuerte que silba o que “ocho por ocho es la locura o un perro”. La voz a ti debida, de Pedro Salinas. Recuerdo una noche en que escuchaba a Jordi Soler en Rock 101, leyendo poesía. Y hubo un poema que me dejó helada. Me quedé escuchando a Jordi con su voz nasal hasta el final del texto. Hizo una breve pausa y dijo: Pedro Salinas. Al día siguiente fui a buscar ese poema o a Pedro Salinas en las librerías de Coyoacán. Todavía existía El Parnaso (y no existía internet). Encontré varios libros de él, pero no ese poema. Cuando estudié con el poeta Eduardo Casar, él nos enseñó a Lizalde, Francisco Hernández, Tomás Segovia, y en una clase nos leyó ese mismo poema que había oído en radio. Poco después encontré el libro La voz a ti debida. Chronicles, de Bob Dylan. Porque para mí, Dylan es el más grande de todos. Cuando salió Chronicles demostró su capacidad narrativa, su inteligencia para contar historias desde los detalles que hacen de cada momento algo trascendente. El lenguaje de la canción es distinto al de la crónica o novela. Él conoce bien la naturaleza de cada uno y quedó demostrado en este libro. Es la historia de un tipo flaco y desgarbado que mandó a la mierda Minnesota y sus implicaciones para convertirse en un referente de la historia universal. Con poco dinero y muchos huevos. 5. Nomina a cinco personas para responder este cuestionario. Ricardo Liniers, mi sobrino Emiliano de tres años, Fernanda Melchor, Gabriela Warkentin... y Mauricio Clark. MARIANA H (Ciudad de México, 1974) conduce el programa Caldo de cultivo en Excélsior TV. Colaboró en la antología de cuentos Tríos (2017) y es autora de Neurosis, sustancias y literatura. 21 conversaciones con escritoras y escritores más o menos jóvenes (2018).
19/12/19 21:09
10
El Cultural SÁBADO 21.12.2019
Fuente > Internet
CRÓNICAS PLUTONIANAS Por
ALMA DELIA MURILLO @AlmaDeliaMC
E N E L Ú LT I M O TRAGO N O S VA M O S
E
l cierre de año es un ritual que todos necesitamos. Un alto en el camino. Un ocultarse del Sol. La Saturnalia. Rendirse. Decir gracias.
Hay gente que dispara sus recuerdos a través de la canción que escuchó durante un periodo o en función del corte de pelo con el que aparece en las fotografías. Yo, no puedo evitarlo, olfateo mis memorias asociadas a los libros que leo. Y como ya llegó diciembre, reviso mi lista de los libros leídos este 2019. El ritual de la lista de libros lo practico desde que tenía 14 años. Mi primer recuento lo hice en una libreta forrada con un papel rosa estampado con parras, uvas y jarras de vino desbordantes. Genio y figura. Los libros, no me canso de decirlo, me salvaron la vida. Crecí en medio de una pobreza fiera, en barrios grasientos, peligrosos y homicidas; rodeada de un entorno que había que evadir para no morir de un ataque de pánico ante la conciencia de lo que atestiguaba de cotidiano: persecuciones, balazos, violaciones, hambre. Libros. Benditos sean los libros. Entre sus páginas estaba mi habitación propia de paredes impecables, mi silencio, mi calma. En medio de aquel caos, los libros contenían un orden precioso, eran el infinito pero también un principio y un fin narrados a ritmo de líneas sistemáticas de palabras. Desde siempre aprecié las buenas ediciones, supe distinguir entre la tipografía amable o rijosa, reconocer la armónica o difícil disposición de los párrafos. Por eso leo. Y por eso escribo. Porque los libros reorganizan el mundo. El mío, al menos. El año 2019 trajo regalos pero también se aseguró de dejar heridas. Mi recuento personal tiene amores que crecen, proyectos creativos que llegaron a buen puerto, los abrazos de amigos y hermanos, la dulzura de mi madre. Pero también trajo pérdidas, muertes, rupturas. Leí poco más de cincuenta libros este año y elegí hablar de los seis que me acompañaron durante épocas decisivas y que se quedaron en mi memoria justamente por eso, por estar emocionalmente asociados al recuerdo de vivencias que permanecen más allá de la experiencia cognitiva o la valoración literaria. Mi personalísimo criterio es ese, como el de quien dice esta canción me recuerda a.
“ELEGÍ HABLAR DE LOS SEIS LIBROS QUE ME ACOMPAÑARON DURANTE ÉPOCAS DECISIVAS Y QUE SE QUEDARON EN MI MEMORIA POR ESTAR EMOCIONALMENTE ASOCIADOS AL RECUERDO .
EC_231.indd 12
De los primeros meses del año me quedo con Pájaros en la boca de Samanta Schweblin (Almadía, 2018). Los cuentos de la autora argentina reforzaron mi decisión de escribir un libro de cuentos que pronto verá la luz. Recuerdo la sensación de inseguridad que acompaña todo proceso creativo, ¿será una mierda? ¿Debería concentrarme en la nueva novela en lugar de escribir estos cuentos? Pero entonces una amiga, Rebeca, me recomendó leer Pájaros en la boca y pasé de las dudas a las certezas. Sí, yo quería divertirme, darme permiso de todo en esos relatos. Los de Samanta Schweblin son magistrales. No se los pierdan. Para el segundo trimestre del año recupero la mañana que me trepé a un avión, no sé cuánto duró el vuelo,
no recordaba adónde iba hasta ahora que miré dentro del libro y vi el pase de abordar: “Mérida”. Sé que en ese avión comencé a leer Que nadie duerma de Juan José Millás (Alfaguara, 2018) y experimenté el gozo de la abstracción en esa novela increíble, me convertí en Lucía conduciendo ese taxi por Madrid pero convencida de estar en Pekín. Qué personaje tan bien contado y armado, qué historia tan lúdica, llevada hasta sus últimas consecuencias. Y de aquel gozo pasé a no sé cuántos títulos pero un día llegó uno que me dejó con frío, insomnio, rabia y ganas de llorar durante varias noches: La fosa de agua de Lydiette Carrion (Debate, 2018). En este ejercicio extraordinario pero brutal y descorazonador, la autora revisa los casos de diez mujeres —seis de ellas todavía niñas— desparecidas, mutiladas, halladas en bolsas negras en basureros o flotando en el Gran Canal o el Río de los Remedios. Es insoportable de leer, no se eluden los detalles escalofriantes porque hacerlo sería restarle dignidad a la verdad y gravedad a los hechos. Saber que son apenas diez casos de miles me dejó en tal estado de shock que hice lo único que pude hacer: concebir una venganza literaria. Pensando en esos casos escribí un relato que pronto verá la luz. No alcanza para hacer justicia. Pero es todo lo que tengo. Luego leí Soldados de Salamina de Javier Cercas (Penguin Random House, 2015) y confirmé que ese libro es un milagro de la literatura. La primera mitad la leí, la segunda mitad la lloré palabra por palabra. Y es que la primera parte está narrada con base en los hechos históricos, la vida de Rafael Sánchez Mazas y cómo escapó a un fusilamiento masivo durante la guerra civil española; la segunda parte es la respuesta literaria de Cercas para llenar un vacío, la creación del personaje Mirelles y la magnífica respuesta venida de la ficción a una interrogante histórica es perfecta, única, conmovedora. Durante noviembre tuve la fortuna de conocer Lisboa. Por las noches leía el Libro del desasosiego del portugués Fernando Pessoa (Seix Barral, 1984) y por las mañanas, bajaba a trotar a la orilla del Atlántico en la Baixa y con mis audífonos puestos escuchaba el mismo Libro del desasosiego pero en formato de audio. Dioses. La cantidad de veces que tuve que parar porque se me iba el aliento con las perlas literarias y filosóficas de Pessoa. “El corazón, si pudiera pensar, se detendría”, dice Bernardo Soares (uno de los heterónimos del escritor). El mío quería detenerse, lo juro. Pensaba en la fortuna de vivir, de tener piernas, de escuchar a Pessoa y tanta belleza junta me lastimaba, me parecía insoportable pensar en una vida cuya curva viniera de bajada después de todo aquello. Lean a Pessoa bajo su propio riesgo. Cierro mi año con El libro de los guardianes de Ramón Córdoba (Ediciones B, 2019) que leí el último mes de este año que se termina. Es un libro de pasaje ritual, un viaje al niño que Ramón fue —tanto el personaje como el hombre. Es la novela póstuma de mi querido amigo; una historia para iniciar lectores y para formar almas. Con esa me quedo. Y con el último trago nos vamos.
19/12/19 21:09
El Cultural
EL CORRIDO norteño se le arrimó a la prima country hace unos meses, cuando Los Tigres del Norte se refinaron “Folsom Prison Blues” en español. La música del campo de aquí y de allá cruzaron sus caminos y sus historias trágicas. Se presentaron en la famosa cárcel de California donde Johnny Cash fue a tocar en 1968 y de paso realizaron el documental dirigido por Tom Donahue para Netflix, sobre la vida de los prisioneros. En Cash, su autobiografía, Johnny dedica varios pasajes a la canción desde que la escribió en 1953, mientras estaba en el ejército. Al considerar cuál era la peor razón de una persona para matar a otra, su mano disparó: I shot a man in Reno just to watch him die (Maté a un hombre en Reno sólo para verlo morir). En 1955 recibía carretadas de cartas desde los presidios que doce años después visitó para tocar y grabar los discos de San Quentin, Tennessee y Österâker en Suecia. Cuando grababa At Folsom Prison, los hermanos Hernández integraban en Sinaloa el grupo que un tira fronterizo bautizó como Los Tigres del Norte, tal vez el conjunto más popular de corrido norteño en México y Estados Unidos. Yolanda Montero Rivas apunta en Historia de la música popular mexicana: el corrido es "un género épico-lírico y narrativo" que se canta en México desde 1810 para contar los sucesos entre poblaciones. Su culminación como género popular fue durante su tercer periodo, el de la Revolución. En el sur se cantaba la bola sureña; en el norte, el corrido.
EC_231.indd 13
11
EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO Por MI PATRIA NO ES MI BIBLIOTECA, PIENSO... LA SEÑORITA ME OBLIGA
CARLOS VELÁZQUEZ
@charfornication
A SACARLE TRES KILOS A LA MALETA . eterno retorno de la 4T de manera indefinida. Antes volví a casa a recuperarme. A renovar fuerzas. Sin embargo, en este momento me sienta fatal. Es donde peor como, me da colitis, me duele todo. No puedes estar enojado todo el tiempo, me dijo mi psiquiatra. Así que no me quedará otra que volver a la piscina y matarme leyendo. Sé que cuando vaya con mi bendición a ver la nueva de Star Wars, mi regreso estará justificado a plenitud. Algo estoy haciendo mal. O bien. Porque mucha gente está molesta conmigo. Por decir lo que pienso. Y he pensado cerrar el hocico. Pero entonces sería hipócrita. ¿No que mucho pinche Mark Fisher? Lo peor de todo es la gente que me dice muy bien, de manera clandestina, pero en público voltean hacia otro lado. No me preocupa. No quiero dar o recibir palmaditas en la espalda. No me metí a la escritura para eso. Lo que de verdad me inquieta es que a mis cuarenta y un años apenas y tengo calcetines, ah pero me acabo de comprar una bocina para mi cuarto. Prueba de que la música me sigue importando más que cualquier otra cosa. Lo que resulta paradójico, porque la música es una de las cosas que menos me importa ahora. La música del presente, quiero decir. Subo al avión y lo único en lo que puedo pensar es en las tres chamarras que me ha perdido Eduardo Rabasa. Dos de cuero y una verde. Que es la que más lamento. Una Levi’s que me encantaba. Me sudan las manos y me siento ansioso. Pero también me saboreo el pavo que nos cenaremos el 24 de diciembre, mi luna de miel con el perreo y en hincarle el diente al botín que conseguí en la FIL. La azafata me pide que mantenga recto mi asiento. Me coloco mis audífonos y comienza a sonar una rola de Los Cadetes de Linares: “Ya va llegando diciembre y sus posadas, se va acercando ya también la navidad”. Un año menos, pienso. Y despegamos.
Fuente > zetatijuana.com
LA MALETA pesaba 28 kilos. El chofer del Uber me ayudó a elevarla hacia la cajuela. Con esta partida le ponía punto final a tres meses de viajes y a otro año en el que no morí, para decepción de mis detractores. Dejaba Coyoacanistán, mi segundo hogar, y apenas tomamos el viaducto comenzó a sonar “Crazy” de Aerosmith en la radio. Todo mi 2019 desfiló ante mis ojos como todo Baltimore desfila ante la mirada de McNulty en el penúltimo capítulo de The Wire. ¿O es el último capítulo? No lo recuerdo con exactitud. Desde hace años uno de mis proyectos es darle otra vuelta a la serie. Pero la maldita vida se interpone. Sé que volver al Norte me provocará un bajón. Me gustaría quedarme al cumpleaños del doctor Lao y a la posada de Sexto Hipster, pero extraño a mi hija y las gorditas de prensado. Las únicas personas con las que soporto estar encerrado en un mismo espacio veinticuatro horas son mi hija y Eduardo Rabasa. Es la razón por la cual mi existencia se ha repartido últimamente entre el sur de Ciudad Godínez y La Laguna. Cuando estoy en México extraño a mi bendición y cuando estoy en Torreón extraño al Joven Werther de Coyoacán. A mis cuarenta y un años continúo siendo el mismo: un hombre dividido. Este regreso es distinto. Después de cinco años de separación por fin me he divorciado. Este 2019 conocí a Jeff Tweedy, murió Celso Piña, publiqué otro libro de cuentos, por fin salió la última película de Woody Allen, Un día lluvioso en Nueva York y me obsesioné con Mark Fisher como hace siglos no me ocurría con un autor. La sensación de no pertenencia se me ha agudizado y aunque este año estuve a punto de quedarme en Madrid de manera involuntaria, un día de estos voy a amanecer en Tijuana y no me moveré nunca más de ahí. Mi patria no es mi biblioteca, pienso cuando la señorita del mostrador de Aeroméxico me obliga a sacarle tres kilos de excedente a la maleta. Uno de los libros que aparecen es la nueva novela de Pedro Juan Gutiérrez, Estoico y frugal. Acabado el check in, me siento y la comienzo a leer. Soy un fan de Perro Guan, pero el libro me queda a deber. Y me pregunto si me pasará lo mismo. Si a su edad seré una versión descafeinada de mí mismo, o si renunciaré antes de que eso me ocurra. O si la muerte me salvará de tal destino. No lo sé con certeza, pero casi podría asegurar que este es quizá el año que más he viajado en mi vida. Dos semitraumáticas experiencias me hicieron caer en cuenta de que jamás viviré en Estados Unidos. Estaré atrapado en el
Fuente > elcomercio.pe
SÁBADO 21.12.2019
HACE UNOS MESES, LOS TIGRES DEL NORTE SE REFINARON 'FOLSOM
2019: UN AÑO MENOS LA CANCIÓN #6 Por
ROGELIO GARZA
@rogeliogarzap
PRISON BLUES' EN ESPAÑOL . Los Tigres del Norte reclamaron la jefatura del periodo postrevolucionario, el del narcocorrido. Quién mejor que ellos para traducir la canción carcelaria con la compositora bilingüe Ana Cristina Cash y asesorados por el hijo de June, John Carter Cash. Las visitas y los conciertos en la cárcel son parte del documental de Tom Donahue, Los Tigres del Norte at Folsom Prison, con la producción musical de Gustavo Santaolalla. Una idea que Zach Horowitz, presidente de Universal Music, le propuso a Jorge Hernández para celebrar los cincuenta años del disco de Cash y también del de Los Tigres, un pretexto para mostrar a rejas abiertas la situación carcelaria. Inicia con datos y testimonios duros: en la nueva generación de prisioneros, 43 por ciento son latinos. Las historias van desde el que lo niega todo, la mujer que reincidió y el que empieza: estoy aquí porque maté a un hombre en un robo. Después de muerto, El Hombre de Negro le sigue cantando a los prisioneros que están ahí porque son víctimas de los tiempos.
LOS TIGRE S DE CASH
19/12/19 21:09
SÁBADO 21.12.2019
Informamos a los lectores de El Cultural que este suplemento no aparecerá el próximo 28 de diciembre. Regresamos el sábado 4 de enero de 2020. Felices fiestas y hasta entonces.
E N T R E V I S TA Por
GUILLERMO DE LA MORA
LEILA SLIMANI: I N V E N TA R S E A UNO MISMO
“NO TENGO GRAN INTERÉS POR MIS ORÍGENES, PIENSO QUE POR ELLO ME VOLVÍ ESCRITORA, YA QUE ESCRIBIR ES INTENTAR SABER QUIÉN ES UNO MISMO ”.
EC_231.indd 14
E
s una escritora y periodista franco-marroquí, autora de En el jardín del ogro (2014), Canción dulce (2016) y Sexo y mentiras. La vida sexual en Marruecos (2017), el cual obtuvo el premio Goncourt en 2016. Slimani nació en Rabat, Marruecos, en 1981. Su padre fue ministro del rey Hassan II y su madre, una médica de origen alsaciano. Llegó a los dieciocho años a París. Tenía la intención de convertirse en psiquiatra, pero terminó por estudiar ciencias políticas y comercio. Trabajó como periodista en el periódico Jeune Afrique y en la actualidad es “representante para la francofonía”, designada por el actual presidente francés Emmanuel Macron. Todos somos perseguidos por nuestros orígenes, lengua materna, familia, país. No los elegimos: se nos imponen, con una impronta extraordinaria. ¿Puedes hablarnos de tus orígenes? Puedo decirte que a pesar de tener dos pasaportes —uno francés y otro marroquí—, no me siento ni francesa ni marroquí. No tengo gran interés por mis orígenes, pienso incluso que por ello me volví escritora, ya que escribir es una forma de construirse una identidad, intentar saber quién es uno mismo. Y en el fondo saber si yo soy musulmana, francesa o marroquí nunca fue muy importante para mí. Siempre he juzgado que son criterios muy limitados y que no me definen. Cuando alguien habla en nombre de una comunidad con frases como: “Siendo francesa o marroquí debes hacer esto o lo otro”, me resulta insoportable. Al contrario, pienso que la aventura de la vida es la de inventarse a sí mismo. En esta cuestión soy muy existencialista, cercana a Simone de Beauvoir o Sartre: uno es lo que uno hace. No estamos definidos por el nacimiento ni por los orígenes, sino por nuestros actos. ¿Cuáles fueron tus primeras lecturas y cómo llegaste a ellas? ¿Había una biblioteca familiar al alcance? Yo crecí en Marruecos, en un lugar donde no había museos, muy pocas bibliotecas y sólo un poco de cine. Pasaban películas occidentales, pero las escenas de besos o sexo eran censuradas, así que algunas eran muy cortas. Se podía sobreentender lo que había pasado, pues de pronto los personajes se hablaban con mucha familiaridad o se acercaban mucho, pero como las escenas clave de la película eran sexuales y no las mostraban, la historia se hacía un poco ridícula. Por esa razón no me interesaba mucho en el cine, al menos no de esa forma. Lo más sencillo para acceder a la cultura era a través del libro. En Rabat había libreros de viejo que vendían barato, en puestos caóticos donde era imposible ver de manera clara los libros que tenían. Mis padres eran grandes lectores; mi abuela también y nos contaba historias. Para ser honesta, mis recuerdos de mayor felicidad e intensidad se asocian con la lectura. Con los libros he viajado a tierras lejanas, he vivido de manera profunda en los universos que descubría. Además, yo tenía la impresión de vivir en la periferia del mundo, un pueblo de un país pequeño que no le interesaba a nadie. Al leer a Jack London, Pearl S. Buck y otros autores viajaba a China, Rusia, Estados Unidos. Me pareció fascinante el hecho de encontrar personas que habían nacido incluso siglos antes que yo, con quienes aparentemente no compartía nada, pero que eran capaces de contar cosas de las cuales yo comprendía todo. Y había una suerte de permanencia, universalidad de las emociones alrededor del mundo: pese a las diferencias de cultura, nivel social, lengua, religión, todos buscamos enamorarnos, experimentamos el deseo, el temor a la muerte. Todos tenemos estos pequeños sentimientos que nos hacen pertenecer a una misma familia. Si nos transportamos mentalmente a tu biblioteca personal, ¿qué libros encontramos? Muchos tomos de Albert Camus, Marguerite Duras, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez. La literatura rusa es muy importante para mí, evidentemente Tolstói y todo lo
Fuente > moroccoworldnews.com
12
El Cultural
que se ha escrito sobre él, aunque mi autor preferido en el mundo es Antón Chéjov. Y la literatura francesa clásica, en especial la de Émile Zola —incluso nombré a mi hijo Émile en su honor, pues tengo una gran pasión por él y he leído toda su obra. Si pudieras entrevistar a un escritor, vivo o muerto, ¿quién te gustaría que fuera? Es una pregunta difícil, hay demasiados. Pero creo que sería Anton Chéjov, pues creo que además de gran escritor fue una buena persona. Tenía una verdadera compasión por los seres humanos y una visión del mundo llena de ternura y de dulzura. Para algo un poco más intenso, sería con Faulkner o Tolstói. Me parece que con Faulkner discutiría mucho: hay muchas cosas en las cuales tenemos opiniones contrarias, pero creo que es uno de los mejores escritores que hayan existido jamás. ¿Qué tipo de trabajos no literarios has tenido? ¿De qué forma te han llevado a entender el mundo? He ejercido varias profesiones. He sido actriz, pero lo odié porque que soy muy mala. También detesto la idea de tener que depender de alguien más y que me den órdenes; de esperar una llamada o ser tomada en cuenta en un casting. Cuando se es escritor nadie ejerce autoridad sobre ti; al mismo tiempo, tú ejerces una autoridad total con tus personajes: si les dices que mueran, mueren. A veces pueden rebelarse, pero en general son bastante dóciles, lo cual me agrada mucho. Después trabajé como periodista, sobre todo en África, lo cual me llevó a escribir mucho. Aprendí mucho, sobre todo a observar. Bajas de un avión y tienes tres días para escribir un artículo sobre algo de lo que no tienes mucha información; así que tienes que observar hasta los más pequeños detalles, la manera de las personas al actuar, cómo toman un taxi, de qué modo visten y comen. Eso te ayuda para escribir una novela. También te enseña a ser paciente, a callar por momentos y no reaccionar de manera precipitada. Adoré la vida de reportera, pero debido a mi carácter solitario ahora prefiero trabajar sola en casa. Has escrito un par de libros donde el erotismo o la sexualidad se encuentran en el centro de la obra —En el jardín del ogro y Sexo y mentiras. La vida sexual en Marruecos—, así como el doble discurso que impera en esos temas. ¿Puedes abundar al respecto? He escrito mucho sobre la sexualidad en mi novela y en el libro que mencionas, porque creo que en ella se manifiestan asuntos fundamentales para nuestra sociedad. Allí afloran las desigualdades sociales, la dominación de unos sobre otros y demás aspectos del poder. Es también un espacio de vulnerabilidad: somos vistos a través de nuestro cuerpo y rehenes del mismo. Se nos puede aprisionar porque poseemos un cuerpo, que es una fuente de sufrimiento y de placer. En el caso de Marruecos, la conciencia del cuerpo en un país donde priva una gran represión sobre la sexualidad es crucial para la emancipación ciudadana.
19/12/19 21:09