Estilo y generaciones

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FRANCISCO HINOJOSA SIXTY-FOUR

CARLOS VELÁZQUEZ GENERACIÓN H

JESÚS RAMÍREZ-BERMÚDEZ

DE LA IMAGINACIÓN AL FASCISMO ILUSTRADO

El Cultural N Ú M . 1 4 2

S Á B A D O

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[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]

ESTILOS Y GENERACIONES

MILLENIALS

EN LA FIESTA DE LA POSVERDAD NACHO LOZANO

SIMON REYNOLDS

EL CRÍTICO MUSICAL MÁS GLAM WENCESLAO BRUCIAGA

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Arte digital > Staff > La Razón

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La llamada generación de los millenials —los nacidos en las dos décadas finales del siglo XX— coincide en el tiempo con los cambios culturales consolidados en el nuevo milenio, a través de las nuevas tecnologías de la información, el ciberespacio y las redes sociales. Además de estos rasgos singulares, representan un mercado enorme, codiciado por empresas y ofertas digitales. El texto que publicamos los enfoca desde su propio territorio: el autor se reconoce entre los millenials y como tal cuestiona los atributos, las tendencias y los irremediables desafíos que comparte esta generación.

Millenials

EN L A FIESTA DE L A POSV ER DA D NACHO LOZANO

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os millenials y los millones. Millones de likes, millenials de dólares; millones de vistas, millenials del click. Millenials que valen millones de dólares y millones de millenials a punto de ser cazados. Según leo en mi acta de nacimiento nací en los años millenials. Me consuela creer que dentro de mí late un baby boomer que tiene más coincidencias con mis gustos musicales tan lejanos a los de los jóvenes en cuestión. Según versiones periodísticas —y hasta las no periodísticas—, “millenial” es otra manera de llamar a los muchachones y muchachonas que pertenecen a la “Generación Y”. Se entiende que usemos la “millenial” bajo una lógica comercial por ser una palabra mucho más atractiva que la flojera de decir “Generación Y”. Nadie dice “Soy Y”. Sabemos, eso sí, que son los nacidos entre el ochenta del siglo pasado y el 2000. ¿Cuántos son y de qué tamaño es el negocio que representan? No hablaré de eso. Me interesa saber cómo se informan y cómo los joden las noticias. Quiero pensar

en los millenials como una generación de consumidores y consumidos.

INFORMACIÓN Y MERCANCÍAS Comienzo con mi segunda acusación, la que me llevó a llamarlos “consumidos”. Pienso en los jóvenes que viven en las ciudades mexicanas y quienes poseen un dispositivo inteligente con internet; hablo de quienes piden la clave del wifi en cuanto llegan a un sitio para revisar sus mensajes y notificaciones; y en los que tienen un perfil en cualquier red social; los que no preguntan a sus padres sus dudas, sino que las googlean; quienes buscan con quién acostarse gracias a la oferta que hay en Tinder; pienso en los que documentan todo lo que hacen en Instagram; los que pertenecen a decenas de grupos de Whatsapp donde lo mismo circula pornografía que memes, noticias falsas y verificadas. Sobre ellos expuse en una conferencia

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hace ya algunas semanas. Me sorprendió que los asistentes no se aburrieron, al contrario, se mostraron interesados y hasta discutieron tiempo después de lo programado. Ninguno era millenial, ¿habrá sido por eso? O tal vez porque todos tenemos un millenial cerca al que nos cuesta trabajo comprender. Con el que nos cuesta uno y la mitad del otro comunicarnos, entendernos. Por lo que investigué son (somos, maldita sea) jóvenes que buscan lo mismo mercancías que información, porque lo que les rige es la tendencia y la viralidad. En estos tiempos ya no sabes si lo que lees es una noticia, una investigación o publicidad, ya no hay fronteras entre unas y otras. Mercancías para vestir y socializar; noticias para entretener y opinar; viajes para tener algo que contar en las redes sociales. Los millenials compran y presumen en sus perfiles virtuales; exploran el mundo desde un sofá, o sentados en una banca durante la misa que les importa menos que la pantalla de su celular; intolerantes a la crítica, juegan en línea con amigos en Singapur mientras la Música de Cámara (en mayúsculas para los más viejos que ellos) suena en el concierto al que sus padres los llevaron por obligación. Esas conductas y gustos en sus perfiles públicos son información útil para las empresas que los estudian para luego ofrecerles un producto de acuerdo a su comportamiento en línea: un nuevo gadget como el que mencionaron en un post de Facebook; un boleto de avión si likearon una foto en el perfil de su amigo en la playa; un anuncio de cómo hacer crecer la barba; consejos para elegir a tal candidato a gobernador; o un videojuego que coincide con los gustos expuestos en la reciente encuesta que ellos mismos respondieron en Facebook. Son consumidores, decía, pero también consumidos por los vendedores que todo el tiempo los asedian y estudian. Son consumidos por los proveedores de servicios y contenidos como Netflix, Amazon (pongan aquí el nombre de la empresa de e-commerce que ustedes quieran) que conocen sus gustos, porque alguien les vendió ilegalmente una base de datos, o porque tuvieron acceso a sus perfiles sin el consentimiento del titular. Los millenials no se preocupan por eso, tal vez hasta lo disfrutan. Saben que cualquiera puede saber los detalles de sus vidas, de sus redes de amistad y familia, de sus intereses. Saben que hacer un test o jugar en una aplicación en línea beneficia a alguien más que buscará después ofrecerle un producto o un servicio. Es un acuerdo tácito. Sus conductas y sus búsquedas en Google generan un perfil comercial y

son el target al que habrá de surtirle información (sobre lo que sea), mercancía (que ya desean), noticias (hechos o sucesos divulgados mediáticamente) de acuerdo a sus gustos, intereses y fobias. Los millenials fácilmente se delatan. Sus conductas virtuales, al menos, representan una fuente inagotable de información sobre deleites, angustias, brindan pistas sobre su vida real y su manera de consumir. Consumen información para entretenerse, enterarse, divertirse y compartir. Sobre todo compartir. Shares les dicen ahora: información que no importa si es verificable o está verificada, videos, a veces textos, pero sobre todo editoriales divulgados por personas no necesariamente expertas en política, moda, gastronomía, drogas, videojuegos o armas, pero que descubrieron el “cómo” conectar con sus seguidores jóvenes y encauzar información a través de los canales de YouTube, transmisiones de Facebook Live o historias de Instagram. Los que entienden el “cómo” contarles algo hablan como ellos, se visten como ellos, se ríen de lo que se ríen ellos. Triunfan y se vuelven influencers. Los millenials siguen la información brindada por el influencer que sabe el “cómo”, sin importar el “qué”. Es decir: no importa si la información que volvió viral el youtuber es verdad, está verificada o es parte de las fake news que tanto preocupan a otros; lo que importa es cómo esa información entretiene, divierte, asombra y... genera likes. Es la fiesta de la posverdad, el neologismo que significa algo así como el “dominio de la mentira”.

“UN “ TUTORIAL SOBRE ‘CÓMO ECHARSE UN PEDO CON OLOR FUERTE’ TIENE MÁS VISITAS QUE EL VIDEO DE UN REPORTERO EXPLICANDO LA INVESTIGACIÓN DE LA GRAN ESTAFA QUE PUBLICÓ EL PORTAL ANIMAL POLÍTICO.”

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publicación. Por eso las fake news son tan exitosas, porque están diseñadas para mantener su atención hasta el último renglón o minuto. Y las fake news tienen éxito entre los millenials que las comparten por Whatsapp porque son interesantes, divertidas y virales. Y si algo es viral, es porque importa aunque sea falso y aunque dure apenas algunas horas. Evitan leer una investigación de veinte cuartillas. Prefieren una animación inteligente, ágil, informada y de colección como las que hace el sitio Pictoline, o tal vez un editorial como los que sintetiza un meme de Risco en Twitter, o la burla de El Deforma en su portal de noticias. Juan Pardinas publicó en 2017: La foto de un jefe de Estado ya no es una imagen reverencial sino la materia prima para el siguiente chiste de Twitter. Un meme puede tener mayor eco y repercusiones que un Informe de Gobierno. El zoólogo británico Richard Dawkins acuñó el concepto de meme como la unidad mínima de información que se puede comunicar. El meme es como una especie de célula que construye el cuerpo de las percepciones colectivas. No importa si estas lecturas están o no apegadas a la realidad, mientras se ajusten al estado de ánimo del receptor. Dos de los más exitosos maestros de la política del meme son Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador. El éxito de sus mensajes radica en su brevedad y simpleza: Make America Great Again, la mafia en el poder; Drain the swamp, frijol con gorgojo; Rocket man, este avión no lo tiene ni Obama.

RECEPCIÓN Y VIRALIDAD No quiero generalizar, porque no todos los millenials son superficiales y manipulables. Lo sé y lo compartí en aquella conferencia que Indeleble organizó en Guadalajara, Jalisco. Ahí platiqué de mi experiencia con esa generación, que es con la que me comunico en televisión, internet y radio convencional por mis menesteres como presunto periodista. Sé que los millenials consumen las noticias, sobre todo, en video. Es el formato más exitoso en los dispositivos móviles. Un meme sobre el presidente Enrique Peña Nieto tiene mejor recepción y viralidad que cien textos del articulista más sesudo de la prensa mexicana. Un tutorial sobre “Cómo echarse un pedo con olor fuerte” tiene más visitas que el video de un reportero explicando la investigación de la Gran Estafa que publicó el portal Animal Político. A los millenials les da igual una cosa que otra, si no capturan su atención en los primeros nueve segundos, es muy difícil que sigan en la

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Pardinas remata así:

NACHO LOZANO (Ciudad de México, 1984) es periodista, escritor, y conductor de noticias en radio y televisión. Es autor, junto con María Scherer, del libro El priista que todos llevamos dentro.

En la era del meme los derrames de bilis viajan más rápido que los datos y los argumentos. La combinación del enojo ciudadano y el poder tecnológico es como la energía nuclear, igual sirve para iluminar a una ciudad que para destruirla con una bomba. Es una tendencia que los periódicos incluyan en sus versiones web pornografía, videos sobre accidentes de tránsito, animales maltratados u obligados a actuar como humanos, porque eso genera clics y los clics son el argumento

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necesario para que los vendedores de publicidad hinchen las arcas de los medios de comunicación y el negocio marche lubricadito. Por eso existen los “Miércoles de mallitas”, fotografías o videos de mujeres sensuales en mallas que lucen sus cuerpos ardientes; o el “Viernes de lavadero” en los que los clics se disparan para ver a hombres semidesnudos y guapetones con el abdomen marcadito.

REDES SOCIALES Y ESCOMBROS ¿Cómo jodemos a los millenials? Cuando les ofrecemos contenidos de quinta que más que informar, generen tendencia, consumo, viralidad, sin los mínimos de calidad en su contenido.

Pienso que la relación entre los millenials y las noticias va más allá cuando les hacemos creer que ellos mismos pueden generarlas, como si fueran reporteros, a pesar de no tener la formación o la preparación para ese oficio. Proliferan perfiles en los que jóvenes creen hacer periodismo con entrevistas que lejos de revelar pueden llegar a ser campañas de publicidad a favor de ciertos grupos políticos aprovechando el alcance y la influencia de personajes como los youtubers con mensajes parciales y tendenciosos. Más vale generar una opinión a través de una creencia que de un dato verificado. Creer es lo que nos mueve en las redes, lo que influye. Aunque, cierto, no sólo los periodistas saben reportear historias. Ahí está el ejemplo de Ronan Farrow en The New Yorker (para leer aquí https://www. newyorker.com/news/news-desk/ from-aggressive-overtures-to-sexualassault-harvey-weinsteins-accuserstell-their-stories), un joven que supo documentar y verificar los abusos que sistemáticamente sufrieron decenas de mujeres a manos de Harvey Weinstein y que se volvió la piedra angular del movimiento #MeToo en Estados Unidos y que fue impulsado por perfiles jóvenes, en su mayoría millenials, en las redes sociales. Si los terremotos de septiembre pasado enfrentaron a los millenials mexicanos a una realidad que nunca imaginaron sentir bajos sus pies, los días

“LA “ RELACIÓN ENTRE LOS MILLENIALS Y LAS NOTICIAS VA MÁS ALLÁ CUANDO LES HACEMOS CREER QUE ELLOS MISMOS PUEDEN GENERARLAS, COMO SI FUERAN REPORTEROS, A PESAR DE NO TENER LA FORMACIÓN O LA PREPARACIÓN.”

posteriores los obligaron a discriminar entre la información falsa de la útil; la manipulada por alguien más, de la verificada. Dado que vieron que las ciudades se caen, y que se pueden caer sobre ellos o sus más cercanos, optaron por organizarse a partir de un matrimonio muy sólido (por lo menos durante las semanas posteriores de los terremotos de septiembre de 2017) entre virtualidad y realidad, redes sociales y los escombros en las calles. Y ahí el periodismo se reconcilió con ellos. La verificación fue un arma infalible para evitar abusos, manipulaciones y malos entendidos entre ellos o sobre ellos. Agilizó la entrega de ayuda y articuló el ímpetu de los jóvenes mexicanos. En redes sociales se informaron, sí, pero sobre todo se organizaron. Optaron por donar y no hicieron caso de Frida Sofía y el show de Televisa en el Colegio Rébsamen. Podríamos decir que durante aquellos días la prerrogativa predominante en redes sociales fue: Dime a quién sigues y te diré qué sabes. Los que a diario y durante años han hecho periodismo han sido claros al insistir en que las noticias se divulgan luego de investigar, preguntar, verificar, contextualizar, contraponer, revelar, jerarquizar e incluir datos, estadísticas, historias, nombres, apellidos, fechas y circunstancias. Destaco el verbo “verificar”, del que se inspiró #Verificado19S, el esfuerzo de medios y ciudadanos (sobre todo jóvenes) que verificaban información que rebotaba en la red horas después de los terremotos. Entonces fue cuando los millenials comprendieron que el periodismo no es sólo fama o riqueza. Que hay algo que se impone ante la tiranía del clic (esa que dice que si no eres viral no existes, si no tienes chingo de followers no importas). Ese algo es la verificación. Porque las vidas no se salvan con noticias falsas, sino que en medio de una emergencia semejante la información

El médico y profesor emérito Cristóbal Pera desarrolla una filosofía del cuerpo humano que lo aborda como un “icono cultural”. De la interacción con otros cuerpos surge, en el contexto contemporáneo, su planteamiento de los memes como una epidemia que influye en la vida humana bajo el principio de la reproducción y la imitación.

La epidemia de los memes DESDE EL PUNTO DE VISTA de su conte-

nido cultural el meme ha sido definido como “unidad de transmisión cultural” (D. Dennett) y desde la perspectiva de su mecanismo de transmisión, de un individuo a otro, como “unidad de imitación” (R. Dawkins), mientras que el Oxford English Dictionary lo define como “elemento de una cultura cualquiera digno de ser transmitido por procedimientos no genéticos, sobre todo por imitación”. La breve y heterogénea lista inicial de “memes” propuesta por Dawkins (tonadas, ideas, frases hechas, moda en el vestir y modos de construir vasijas y arcadas) se

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ha convertido en innumerable, aunque persista la controversia sobre la imprecisión de este nuevo concepto cultural —el meme— difícil de encajar con su contrapartida científica, el gen. En todo caso, es evidente que la propia idea de meme se comporta como un paradigma de un meme activísimo, especialmente en internet. La epidemia de los “memes” —afincados, no se sabe cómo, en el cerebro y en el lenguaje hablado, escrito y figurativo— ha determinado que la tesis del cuerpo humano como “construcción ideológica” haya dado paso a la teoría de su “construcción memética”.

EL LIBRO de Susan Blackmore The Meme Machine, con un prólogo del propio Dawkins, ha reavivado el interés por los memes, a pesar de los contornos difusos del concepto y, sobre todo, del desconocimiento de su modus operandi, si se compara con la precisión operativa del gen. Susan Blackmore restringe el concepto de meme a “toda información susceptible de ser copiada a través de un proceso de imitación”, y define a la imitación como “cualquier tipo de copia de ideas y de conductas de una persona a otra”. Los memes, como los virus, serían “replicadores” ya que de ellos se hacen copias.

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verificada es la mejor manera de hacer tejido social.

VERIFICAR

Fuente > soy 502.com

Por eso, y quiero cerrar así, es importante el esfuerzo de los medios de comunicación involucrados ahora, a más de seis meses de los terremotos en #Verificado2018. Sabemos que a los mexicanos nos encanta el chisme. Estamos constituidos de fe: no importa si lo que creemos sea verdad o mentira; importa porque lo creemos. El chisme es motor para infinidad de relaciones personales: destrucciones familiares, reconciliaciones amorosas, difamaciones vecinales, entretenimiento, tejido social y hasta construcción de identidad. Lo cierto —y sin chismes—, es que ante el vacío de información los mexicanos generamos explicaciones y versiones que no necesariamente están sustentadas en hechos, cifras, verdades o verificaciones. De hecho son creadas para mentir a conciencia y difundir versiones falsas para recibir un beneficio. Los periodistas, dicen, son (somos) chismosos profesionales. Aunque el proverbio aplica para casi cualquier

TRES REGLAS GOBIERNAN, en opinión

de [Malcolm] Gladwell, el desarrollo de estas epidemias (“meméticas”): a) La “ley de unos pocos” (law of the few) mantiene que en una epidemia (“memética”) es siempre un grupo muy pequeño de personas el responsable de su extensión. De este grupo de individuos unos han tejido una amplia red de conexiones sociales y gozan de una gran influencia en la comunidad (los connectors), otros son considerados como argumento de autoridad (los mavens), mientras que algunos poseen la capacidad de persuadir a otros para cambiar las cosas (los persuaders); b) El “factor de adhesividad” (stickiness factor) hace referencia a la calidad del mensaje, ya que para que una “nueva idea” —un meme— se extienda como una epidemia, debe ser adherente, es decir, memorable. Si la nueva idea o meme no queda fijada en la memoria, si el mensaje no es casi irresistible, pasará desapercibida, y c) El “poder del contexto”, fundamental en toda

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“IMPULSAR “ LA VERIFICACIÓN, EL CONTRASTE, LA PRUEBA DEL ÁCIDO. SEDUCIR A LOS MILLENIALS PARA QUE SE INTERESEN POR LO VERIFICADO Y NO POR LO FAKE ES EL RETO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LOS QUE TRABAJAMOS EN ELLOS.” oficio. Incluso para los sin oficio. Hay quienes se pasan el día entero en el Whatsapp preguntando por el chisme de la novia de éste, por el trabajo de aquel, por el chisme de su rompimiento, por saber con quién se acostó, cuánto dinero obtuvo, o por qué la despidieron del trabajo. No me explico una reunión familiar sin por lo menos unos cinco chismes comentados por todos. ¿Es verdad lo que oigo? No importa, el chisme va más allá de la verificación, es en muchos casos el tronco que mantiene relaciones personales. Existen programas de televisión basados en chismes sobre la farándula que durante décadas han tenido buenos niveles de audiencia. Nos gusta ver chismes en televisión. Los chismes entretienen y demandan un nivel de creatividad de quien los genera, edita, administra y distribuye que los vuelve interesantes, entretenidos y creíbles, al grado de crear una industria del chisme de la farándula bastante redituables y millonaria. Si no hay un chisme sobre ti, es muy probable que no consigas fama y trabajo en la industria del entretenimiento. Pero también en la política hay chismes. Las campañas electorales tienes una considerable dosis venenosa de chismes. Los millenials suelen consumirlos. Si no hay antídoto a la mano, si no se contrarrestan sus efectos, la clase política y con ella los millenials corren el riesgo de irse al carajo. El país entero se puede ir al carajo. En términos

noticiosos, a los chismes, las versiones no verificadas que buscan un fin (político, familiar, económico, moral, de intriga, de sabotaje o de lo que sea) se les conoce como fake news. Un verificador que nos diga si lo que leemos en Facebook o cualquier sitio de internet, si la declaración de este o aquel funcionario, si lo que consumimos en los medios masivos, es verdad o no sería un regalo muy útil en este año electoral. Sería capital. Ahí la importancia de #Verificado2018. Entre guerras sucias, acusaciones sin sustento y debates donde los candidatos mienten o manipulan hechos, cifras y datos, es vital tener a redactores, reporteros, articulistas y editores verificando lo que se dice en los debates, lo que se divulga en redes sociales y lo que dicen los aspirantes en los medios de comunicación. Para que las noticias no sean negocio de unos cuantos, a costa de los millenials, es importante impulsar la verificación, el contraste, la prueba del ácido. Seducir a los millenials para que se interesen por lo verificado y no por lo fake es el reto de los medios de comunicación y los que trabajamos en ellos. El “cómo” contar una noticia no implica sólo el formato, requiere verificación, creatividad y honestidad. Los millenials saben ser libres y por eso no pierdo la esperanza en que sepan elegir entre el negocio de las noticias o la libertad que dan las noticias verificadas. C

“EL “ MEME INVADIRÍA COMO UN ‘OKUPA’ EL CEREBRO HUMANO, EN EL QUE VIVIRÍA COMO SI FUERA UN VIRUS, REPLICÁNDOSE CON MAYOR O MENOR VIRULENCIA.” epidemia, ya que deben darse en el ambiente las condiciones favorables para que el virus se replique en abundancia y se extienda. Cumplidas estas reglas el meme invadiría como un “okupa” el cerebro humano, en el que viviría como si fuera un virus, replicándose con mayor o menor virulencia, hasta alterar la conducta de la persona contaminada y, a partir de la representación memética de ésta, captada por los demás, saltar de cerebro en cerebro, por medio de los “vehículos” o “vectores” que lo transmiten.

innumerables cerebros, sin el filtro de un pensamiento crítico —que debe desarrollarse mediante la educación desde la libertad— el complejo virulento alcanza el “punto de inflexión” (el tipping point de Gladwell), se adueña totalmente de innumerables cuerpos/sujetos, los aglutina en grupos y en multitudes, y todas sus representaciones meméticas se convierten en acríticas, radicales, fundamentalistas, monocordes y ruidosas e intolerantes y agresivas para los otros. C

CUANDO UNA “carga memética/ideo-

En Cristóbal Pera: Desde el cuerpo. Ensayos sobre el cuerpo humano, la salud y la mirada médica, Cal y arena, México, 2012, pp. 92-95.

lógica”, con un mensaje simple y muy adherente, se replica a sus anchas en

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El glam rock surgió en los años setenta del siglo XX y se distinguió por una exaltación de la imagen, el estilo, la moda, el glamur, el coqueteo con la androginia y la homosexualidad, y algunos registros musicales de calidad excepcional que en el curso de los años comprobaron su trascendencia para el rock. David Bowie regresa a las páginas de El Cultural, esta vez en compañía de Bryan Ferry. Dos figuras de ese movimiento, consideradas por un crítico indispensable del periodismo musical.

Entrevista con Simon Reynolds

EL CR Í T ICO M USIC A L M Á S GL A M

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e alguna manera, ningún periodista musical puede escapar a la influencia de Simon Reynolds, que hilvana melomanía, memorias y abstracciones propias del ejercicio filosófico. Es probablemente el crítico musical en activo más importante de estos tiempos atascados de likes, apps o canales de YouTube. Desde que su firma comenzó a desatar debates en las primeras publicaciones de la legendaria (y hoy extinta) revista Melody Maker, allá en 1986, Reynolds evidenció que la música pop era más que un pasatiempo radiofónico. Era cuestión de tiempo para que las revistas y los periódicos le quedaran chicos. Su pasión por las reseñas se volvió una fuente sociológica inagotable y por eso empezó su carrera bibliográfica. Algunos de sus libros son Postpunk: Romper todo y empezar de nuevo; Retromanía; Después del rock: Psicodelia, postpunk, electrónica y otras revoluciones inconclusas; y el más reciente, Como un golpe de rayo, tal vez la primera biografía autorizada de ese fascinante y sexualmente ambiguo movimiento llamado glam rock. Todos editados por Caja Negra. Es a propósito de su nuevo libro que hablamos en exclusiva con Reynolds, sobre la importancia del glam en la historia del rock, el rigor del periodismo musical y el reguetón en tiempos de linchamiento digital.

Déjame empezar con una blasfemia: del quizá forzado binomio Bowie/ Ferry, yo me quedo con Ferry desde siempre; aun cuando soy gay, la masculinidad y misoginia con la que describes a Ferry en tu libro Como un golpe de rayo terminó de confirmar mi extremo fanatismo por

“ES “ A PROPÓSITO DE SU NUEVO LIBRO QUE HABLAMOS EN EXCLUSIVA CON REYNOLDS, SOBRE LA IMPORTANCIA DEL GLAM EN LA HISTORIA DEL ROCK, EL RIGOR DEL PERIODISMO MUSICAL Y EL REGUETÓN EN TIEMPOS DE LINCHAMIENTO DIGITAL.”

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Simon Reynolds.

Ferry, incluso por encima de Bowie. ¿Estoy condenado al infierno?

No te preocupes, está bien, y es bastante normal preferir a un artista que a otro: encuentro, tanto a Bowie como a Ferry, igual de fascinantes; como fascinantes encuentro las cosas que no me gustan de ambos, que desapruebo o me resultan cuestionables: por ejemplo, sus coqueteos con el fascismo son algo que no debe tomarse a la ligera. En el caso de Ferry, estos llegaron a ser puramente decorativos, y provienen de su vena estética, que si bien lo hacen verse como imbécil para las superficies que desconocen sus verdaderos motivos ideológicos, no pasa de ser una broma de mal gusto. Pero en el caso de Bowie parecía haber una veta genuinamente autoritaria, una creencia en el superhéroe y la idea de una élite de superhombres (el homo superior). Luego hizo todas esas declaraciones en 197576 sobre la necesidad de un líder fuerte y cómo creía que sería Hitler si hubiera sido “jodidamente bueno”. Y aunque más tarde trató de culpar a la cocaína, se podían ver indicios de complacencia fascista, mucho antes de que inhalara cualquier polvo blanco por las fosas nasales. Su lectura de Nietzsche tiene algo que ver con eso, pero también está el típico desdén de un adolescente talentoso ante la masa de ovejas de la humanidad. En tu libro mencionas que el cambio de imagen de Bryan Ferry, en su álbum de covers These Foolish Things, sería

su definición final y su prisión (cosa que me encanta). En contraste, Bowie hizo del cambio constante un sello. ¿Sería también una suerte de prisión? Aparte de eso, ¿cuál dirías que es la principal diferencia entre Bowie y Ferry?

Para Bowie se convirtió en una trampa porque sabía que todos esperaban que siguiera moviéndose y mutando. Eso estaba bien cuando sus reinvenciones incorporaban personas nuevas y geniales. Pero después de cierto punto (“Let’s Dance” por ejemplo), sus cambios perpetuos comenzaron a producir resultados nefastos. Como el grupo Tin Machine, en el que era sólo otro miembro de una banda y se dejaba crecer la barba, lo cual no le sentaba bien. En cuanto a las diferencias entre Bowie y Ferry, creo que Ferry fue mucho más conservador: realmente se adaptó al papel de cantante de ojos tristes, y esa imagen basada en la elegancia clásica del showbiz hollywoodense. Había una cierta dignidad en eso: él decidió construir su concepción sónica que en lo básico se reduce al sonido caro y resbaloso de Avalon / “Boys and Girls”, con una imagen enfundada en soberbios trajes y simplemente se quedó allí. Mientras, Bowie intentaba con desesperación estar a la moda, saltando sobre varios bandwags (tendencias tan geniales que todos quieren montarse en ellas), ya fuera en Tin Machine (un intento de alinearse con el sonido de rock alternativo Pixies / Sonic Youth) o más tarde con Earthling, su bienintencionado y serio pero no del todo exitoso intento de sumergirse en el sonido jungle / drum & bass de Londres. Por lo tanto, había una cierta cualidad poco digna en esto, como el típico hombre de mediana edad que va en picada, con el cabello gris y vistiendo ropas demasiado juveniles. Luego, con Heathen y Reality, se estableció en una especie de papel de estadista veterano no muy diferente al de Ferry. Otra diferencia es que Ferry sí fue a la escuela de arte, mientras que Bowie no lo hizo. Terminó por robarse ideas de otras representaciones culturales, pero abandonó la escuela a los dieciséis años. Entonces, toda su habilidad vino de ser un autodidacta, de su lectura

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ávida pero indiscriminada. Y de varios mentores que tuvo, como Lindsay Kemp.

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Si tuvieras que escoger, ¿quién sería tu ídolo, Ferry o Bowie?

Realmente no podría. Ambos son unos genios, y al menos por un tiempo, tuvieron el buen olfato de involucrarse con otros talentos a los que les pudieron sacar influencias que de otro modo no hubieran surgido. Por supuesto, un ejemplo de lo que ambos comparten es Brian Eno, quien fue para ambos un catalizador de diferentes maneras. Pero a largo plazo, Bowie demostró tener más sentido que Ferry para buscar personas interesantes con quienes trabajar. Ferry finalmente eligió trabajar con músicos de sesión que para bien o para mal terminaron como empleados y subordinados. Para la época de Avalon, efectivamente convirtió a Andy Mackay y Phil Manzanera en hombres de sesiones musicales.

Hablando de gustos: hace poco, algunos lectores me cuestionaron por qué casi nunca escribo sobre la música que me desagrada; aún no puedo contestar y contestarme con claridad, creo que sería inútil y cargado de odio innecesario. En tu caso, ¿escribes de música, artistas, álbumes que no te gustan?

Lo hago a menudo. A decir verdad, es una de mis actividades favoritas. Hoy no sería tan cruel ni agresivo como cuando era un escritor más joven, porque habiendo escrito libros y recibido críticas sobre ellos, muchas de ellas brutales, que no logran comprender mis motivos adecuadamente, me he dado cuenta de que al menos debes intentar entender lo que el artista trata de hacer. Pero si todavía fallan en sus propios términos, entonces es importante decir eso y explicar por qué fallan. En otro sentido, un crítico puede argumentar por qué ciertos tipos de música son más urgentes o relevantes que otros. En ese caso, no importa qué tan bien hecho o de alta calidad sea un registro o interpretación: si el género o el enfoque artístico es irrelevante o pasado de moda, entonces, en cierto sentido, ¡cuanto mejor sea el registro dentro de esos términos, peor será! Como crítico, lo que rechazas son los términos en sí. Entonces, no importa si, por ejemplo, The Black Keys hacen un registro fantástico en términos de su género y de lo que están tratando de hacer. Para mí, el género en sí es históricamente obsoleto y sus objetivos están equivocados. Más que escribir reseñas negativas (o reseñas de un género completo o sobre el estado de la música actual), me gusta escribir piezas ambivalentes: por ejemplo, cuando te gustan ciertos

aspectos de un grupo o un disco, pero no te gustan los demás. O sientes que el proyecto es admirable en algunos sentidos, pero sospechoso en otros. El libro sobre el glam es bastante ambivalente. Me encantan los discos de Roxy, Bowie, Marc Bolan, Alice Cooper, etcétera, pero a menudo no los considero admirables como seres humanos y cuestiono su filosofía de vida. Sigo con Ferry. El capítulo dedicado a Roxy Music en Como un golpe de rayo sólo llega hasta Siren, y no hablas de los otros discos: Manifesto, Flesh and Blood, y el magistral, enorme, sublime —al menos para mí— Avalon (el sencillo “Avalon” me cambió la vida cuando lo escuché por primera vez, como a los nueve o diez años, con la misma intensidad que a ti Space Oddity). ¿Por qué?

Realmente me gusta Avalon. “More than This” y el sencillo principal son canciones de paisajes sonoros sublimes. Creo que la estética de todo ese álbum es como si Ferry creara su propia versión de la música ambiental, como para decirle a Brian Eno: “Yo también pude hacerlo”. Escribo sobre la carrera posterior de Roxy en la sección final del libro llamado en inglés Aftershocks, que analiza el legado y reverberaciones del glamour a finales de los años setenta, los ochenta, los noventa y en el siglo XXI. Así, Manifesto y Flesh and Blood están descritos brevemente en la página 620 de Como un golpe de rayo y Avalon, con más profundidad, en la página 630. También escribo sobre cómo Ferry logra su sueño de unirse a la aristocracia inglesa, y cómo esto es para él una especie de callejón sin salida espiritual. La música remoldeada de Roxy de finales de los años setenta produjo algunas canciones pop realmente encantadoras, como “Oh Yeah” y especialmente “Same Old Scene”, pero no creo que nadie pueda decir que son tan interesantes en términos musicales, líricos y vocales como el debut, For Your

“SI “ HAY ALGO PECULIARMENTE BRITÁNICO EN EL FENÓMENO DEL GLAM, ESO TIENE QUE VER CON LA INFLUENCIA DE LA ACTITUD CAMP Y LA TEATRALIDAD, QUE PROVIENE DE DOS EXTREMOS DIFERENTES DEL ESPECTRO DE CLASES.”

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Pleasure y Stranded. Empiezan a convertirse en un grupo que suena más directo con Country Life y Siren, aunque todavía hay algunas canciones geniales como “Just Another High” y “Love Is the Drug”. Cuando se reformaron, estaban realmente decididos a explotar Estados Unidos, porque era ahí donde se ganarían todo el dinero. Puedes escuchar eso en la música, en cómo se va convirtiendo en frecuencias más comerciales, producidas limpiamente, culminanBryan Ferry. do con Avalon, que es un triunfo sobre su propia forma anodina. Sin embargo y ya entrados en confianza, no puedo interesarme mucho en la carrera en solitario de Bryan Ferry. El glam, cómo lo entendemos hoy día, ¿sólo pudo terminar de definirse en el Reino Unido? ¿Cómo ayudó Inglaterra a definir el glam?

No creo que sea por completo un fenómeno del Reino Unido: tienes grupos y artistas estadunidenses como New York Dolls, Alice Cooper, Jobriath, Sparks, Lou Reed y otros, y ciudades receptivas a las ideas glamurosas, como Nueva York y Los Ángeles. Pero si hay algo peculiarmente británico en el fenómeno, eso tiene que ver con la influencia de la actitud camp y la teatralidad, que proviene de dos extremos diferentes del espectro de clases. Por un lado, tienes la tradición de clase alta del dandismo y la decadencia, y por otro, la tradición del salón de música de la clase trabajadora. También hay un tracción casi automática, derivada de cierta comodidad con la idea de que los hombres se vistan con ropa de mujer que puedes remontar hasta los días de Shakespeare, cuando los papeles femeninos eran interpretados por niños en el escenario. También lo ves en la tradición de la pantomima británica, donde la Dama siempre es interpretada por un hombre regordete en la calle, y hay un papel llamado “chico principal” que es interpretado por una chica flaca y de pecho plano (la más famosa, por ejemplo, Peter Pan). Y desde luego, está el entretenimiento popular, espectáculos de variedades en el teatro y la televisión británica, donde algunas de las estrellas más importantes de cuando yo era pequeño, figuras como Danny La Rue, eran hombres disfrazados de mujeres. Las películas de Carry On, esa serie de comedias vulgares, incluyeron a un par de personajes que eran muy fanáticos del camp, obviamente pretendían ser homosexuales y fueron una especie de escaparate liberado. Luego tienes un espectáculo como Monty Python, donde el elenco, aunque con una excepción, aprovechó cualquier oportunidad para vestirse con ropa de mujer. Así que todo esto es parte de la estructura de la cultura británica: camp, perversión, una aceptación no declarada hacia la personificación gay. Uno de los entretenimientos más populares de la clase obrera después

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de la Segunda Guerra Mundial fue una compañía itinerante llamada Soldiers in Skirts [“Soldados con faldas”]. Surgió de la guerra, cuando las compañías teatrales del ejército fueron enviadas a zonas de guerra, como Birmania, para entretener a las tropas, por lo que parte del entretenimiento era ver en el escenario a hombres que interpretaban papeles femeninos.

funcionó de manera diferente en la música disco: la mayoría de las cantantes disco eran divas anónimas, y las estrellas eran los DJs en esa escena. Pero definitivamente hay un vínculo ahí, y por supuesto Bowie y Bolan adoptaron con entusiasmo el sonido disco-funk de mediados de los años setenta.

Creo que personajes como Marc Bolan, Alice Cooper, Bowie y Ferry contribuyeron en buena medida a la visibilización de nosotros los homosexuales, a una integración con respeto a las diferencias. Pero al menos aquí, en México, no los ven con el mismo agradecimiento que a Madonna, Cher o Lady Gaga. ¿Cómo trata la comunidad gay al glam en Inglaterra?

Son varios los filósofos y escritores que han sido mis guías espirituales en diferentes etapas de mi carrera. Cuando era más joven, en los años ochenta, fueron Nietzsche, Roland Barthes, Michel Foucault, Julia Kristeva y gente así. En los años noventa cambié, para incluir figuras como Paul Virilio, Gilles Deleuze y Felix Guattari: pude ver muchas afinidades entre sus ideas y la música rave y techno en la que me encontraba en ese entonces. En el siglo XXI, cuando comencé a pensar en la cultura retro y la naturaleza de la temporalidad, me influyeron las obras de Walter Benjamin y Derrida, textos como Mal de archivo y Espectros de Marx, en particular su concepto de hauntología. Con este nuevo libro sobre el glam rock he buscado inspiración en lugares inusuales, a menudo trabajos eruditos que han sido olvidados en gran medida. Diría que los tres libros más influyentes en Como un golpe de rayo son The Antitheatrical Prejudice, de Jonas Barish, que es un fascinante análisis histórico sobre el miedo al teatro, la mímesis y la mutabilidad en la cultura occidental que se remonta a Platón; Stolen Lightning: The Social Theory of Magic de Daniel Lawrence O’Keefe; y The Denial of Death [La negación de la muerte] de Ernest Becker, que examina el deseo de ser un héroe, para así escapar de la insignificancia y la mortalidad, que se manifiesta psicológica y culturalmente. También encontré inspiradoras y reveladoras las obras de Oscar Wilde, y muy relevantes para el glam rock. De hecho, describo a Wilde como el primer filósofo del glam rock.

No sé cuál es el aprecio del glam rock en la comunidad gay de hoy. En el momento en que surgió, muchos hombres jóvenes, gays y bisexuales, encontraron que era liberador y afirmaron tener estrellas del pop que hablaban abiertamente sobre ser gay o bisexual. Recordemos que casi todas las estrellas del glam eran heterosexuales, y a menudo de manera desenfrenada (y bastante sexista de hecho). Pero la imagen que presentaron fue, no obstante, progresiva y liberadora. Creo que para muchos jóvenes gays que estaban emergiendo en su sexualidad (para 1972 sólo habían pasado unos pocos años desde la legalización de las actividades homosexuales en el Reino Unido), fue inspirador tener un héroe como Bowie o como Eno vistiendo atuendos ambiguos y camp. Estos jóvenes adolescentes homosexuales se convertirían en la próxima ola de glamur ya en los años ochenta: estrellas como Boy George, Holly Johnson y Paul Rutherfood de Frankie Goes to Hollywood, Marc Almond, Pete Burns, Marilyn y muchos más. Sin embargo, algunos miembros del movimiento de liberación gay en los años setenta sospechaban que Bowie explotaba la idea de la homosexualidad, en cierto sentido de forma masiva y sin vivir realmente la opresión de la minoría, pues en su entorno era un asunto resuelto y le gustaban las chicas, lo que ponía las cosas relativamente fáciles. La homosexualidad era casi como un accesorio de moda. Mi libro debería tener un capítulo sobre la música disco, porque fue un movimiento hermano del glam rock: toda esa fantasía sexual, escapismo, brillo y una especie de decadencia alegre (vivir para el momento, deleitarse en el placer, cualquier cosa tenía una connotación sexual y química en la música disco). Musicalmente eran diferentes: el glam rock se sacudía con fuerza, la disco se movía y vibraba. Y el estrellato

¿Tienes un filósofo favorito cuyas ideas te ayuden a construir tus textos musicales?

¿Cuál es la peor reseña que has leído?

De momento no puedo recordar una. Es la memoria que hace su trabajo: descarta todas las cosas mediocres o malas que pasan por el cerebro, ya sean reseñas, programas de televisión, música o películas insignificantes o lo que sea. He recibido algunas críticas sobre mis libros totalmente infundadas y mal concebidas, donde parece que el crítico ha entendido mal lo que yo trato de hacer y de dónde viene. Muy pronto te das cuenta, al ser reseñado ya sea de manera positiva o negativa, que en realidad una reseña dice más sobre el crítico que sobre lo que se critica. Un escritor siempre está, en cierto sentido,

“ALGUNOS “ MIEMBROS DEL MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN GAY EN LOS AÑOS SETENTA SOSPECHABAN QUE BOWIE EXPLOTABA LA IDEA DE LA HOMOSEXUALIDAD, EN CIERTO SENTIDO DE FORMA MASIVA Y SIN VIVIR REALMENTE LA OPRESIÓN DE LA MINORÍA.”

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David Bowie.

creando un pequeño poema, un canto a mí mismo como lo hizo Whitman, al margen del tema explícito sobre el que escribe. Eso se aplica a la mayoría de las formas de escritura, excepto tal vez el periodismo que informa sobre asuntos objetivos, de actualidad o economía. Pero cualquier tipo de escritura que involucre respuestas personales y de personalidad tendrá un elemento que es como una autobiografía sublimada o desplazada. ¿Que opinión tienes del reguetón? Al menos en México este género desata auténticas guerras entre quienes lo defienden y lo desprecian sin matices…

No soy un fanático, aunque me gustan los equivalentes al reguetón en otras culturas, como el dancehall, reggae, afrobeats o funk carioca en las favelas de Brasil. En términos generales, me gustan estas formas de música bulliciosa de la calle que tratan sobre el baile, las drogas, la delincuencia y las mujeres. Al igual que en diferentes países alrededor del mundo, también obtienes este tipo de música de fiesta en diversas ciudades de Estados Unidos: estilos locales como el bounce de Nueva Orleans, el hyphy de San Francisco, juke y footwork de Chicago, etcétera. Y tienes equivalentes en diversas áreas de la clase trabajadora o del centro de las ciudades en el Reino Unido: donk en el norte de Inglaterra, similar al rap pero a una velocidad de infarto cardiaco, 150 beats por minuto, agresivo y brutal; o el grime [mugre] en Londres. Para mí, esto es una zona de la sociedad, el lumpenproletario según Marx, también conocido como juventud del ghetto, de donde provienen muchas ideas musicales apasionantes, en particular las relacionadas con el ritmo. También hay en esta música un deseo de personas que llevan vidas difíciles y necesitan salir el fin de semana y pasar un buen rato. Así que aprecio la ferocidad y el espíritu hedonista de este tipo de música, su furia y su alborotado lanzamiento. Sin embargo, por las razones que sean, suelo encontrar que el reguetón es un poco aburrido y poco comprometido con la calle. Tal vez no he escuchado las cosas buenas. C

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Pastiche

L A DER ROTA DE L R EGU E TÓN

L

o aseveraron con tanta pasión que casi estuve a punto de creerlo. Dijeron que es el nuevo punk y que es revolucionario, incluso afirmaron que libera a las mujeres para expresar su sexualidad por medio del baile. Y, por más que leí este tipo de afirmaciones, sigo pensando que el reguetón no es la revelación musical del milenio ni el nuevo género que nos acompañará para transitar por este mundo globalizado. Tengo mis argumentos y ninguno pasa por el tamiz de la moralidad. Porque muchos han apuntado con indignación hirviente que las letras del reguetón son misóginas e inmorales, especialmente los rockeros. Y no puedo con esas tonterías. Como si no existieran letras misóginas en todos los géneros musicales del mundo. Además, pienso que no estamos en ningún curso dominical religioso. Si los reguetoneros y productores desean escribir sobre su poderío fálico me da exactamente igual. Incluso a veces me causa gracia. No me interesa convertirme en el censor moralino, eso se lo dejo a otros. Pero eso no implica que no tenga mis evidencias para criticar la letrística reguetonera. Por otro lado, llegué a leer textos feministas explicando que este ritmo es una forma de liberación femenina. Estos argumentos corren por el mismo camino de los moralistas, pero en sentido inverso. Las letras no son misóginas, en todo caso hablan de mujeres que han decidido liberarse y vivir su sexualidad intensamente. Si las mujeres desean liberar sus ataduras corporales al ritmo de Wisin y Yandel, es un problema que no me atañe. Cada quien encuentra la forma personal para sentirse libre. En otro sentido, quienes ensalzan al reguetón y lo comparan con el punk, confunden la penetración comercial con un rompimiento, no sólo musical, que se expandió sobre todas las disciplinas del arte y cuyas ondas todavía siguen resonando en la cultura occidental. No, que el reguetón se escuche en casi todo el mundo no lo convierte en un arte transgresor. Hay dos razones para esto, el discurso y la actitud de los reguetoneros no es original, está calcada de hiphop norteamericano, algo que los mismos protagonistas del género reconocen. Esto me lleva a la segunda razón: a pesar de que al principio el discurso de algunos raperos como Daddy Yankee o Tego Calderón tenía algún tipo de conciencia social, el género nace en los ochentas de mano de personajes como El General, quien jamás deseó arrancar la careta de la sociedad capitalista, sino que fue un producto más de esta.

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DANIEL HERRERA

Claro, el punk también terminó adaptándose al sistema, pero sus primeras intenciones fueron muchísimo más anárquicas que las canciones de los primeros reguetoneros. Desmontados los argumentos a favor del reguetón que de forma más repetida he leído en los últimos meses, sólo me queda el género sin filtros ni discursos extramusicales a su alrededor. No creo que sea necesario colocar al reguetón frente a otros géneros para demostrar su limitada calidad. No, debemos partir del hecho de que nació en las calles de Panamá y Puerto Rico, específicamente para ser bailado. En este sentido, su nacimiento es similar al de un montón de música popular en el mundo. La diferencia es que el reguetón que se escucha ahora no tiene ya nada de aquello que lo vio nacer. En muy poco tiempo, desde principios de los noventas hasta ahora, el género alcanzó su máximo pico y ha comenzado, lentamente, a desaparecer. Lo anterior parece aventurado, considerando que se escucha en tres cuartas parte del mundo, pero cuando afirmo que está desapareciendo me refiero a que lo que ahora se escucha conserva del reguetón original un pequeñísimo fragmento. El reguetón, ahora llamado “música urbana” con absoluta soberbia e ignorancia, se ha convertido en una mezcla de géneros según el éxito que se busque. No existe ritmo latinoamericano que no pueda mezclarse con el reguetón. Desde la cumbia hasta el mambo, desde el tango hasta la samba, la fusión se ha encaminado a mantener las grabaciones reguetoneras en las primeras listas de Spotify y similares. Esta versatilidad no es porque el reguetón sea superior, sino porque el ritmo básico del género se ha desgastado en muy poco tiempo y su venta constante requirió expandirse para abarcar todas las áreas posibles del mercado. Sucedió así porque los clichés del género y su propio autorreciclaje no permiten mayor exploración. Con tan poco tiempo de existencia, el reguetón tuvo que reciclarse hasta el desgaste total. A

eso debe agregarse que sus temas musicales, su ritmo, sus estructuras armónicas y letras son en exceso sencillos. A diferencia de otros géneros, ha encontrado que sus propias herramientas no le permiten evolucionar. Incluso lo que lo distinguía, que era el flow de los raperos, se ha desvanecido para dar lugar a melodías simples, medio cantadas, medio habladas, hechas para que nadie en el bar o en la pista de baile tenga que esforzarse demasiado en cantarlas. El mejor ejemplo de esto es su figura más mediática: Maluma. En este sentido, el discurso se ha perdido en aras de la comercialización. Lejos, pero no tanto, quedaron las formas de Tego Calderón o el primer Daddy Yankee. La identidad del género se desvaneció, pero no surgió nada nuevo en su lugar. En todo caso, un pastiche sobreproducido que descansa más sobre los detalles creados en el estudio que sobre la composición. Por supuesto, los reyes Midas siguen aquí: Daddy Yankee, Pitbull o Urba & Rome que todo lo que tocan se convierte en éxito, incluso las melodías más insulsas y desechables. Pero eso está en el ADN de esta música. El siguiente éxito debe matar al anterior porque en la pista de baile se exigen nuevas canciones cada semana. Si algo se le puede admirar a esta industria es su capacidad para producir cada día una canción intercambiable. El dinero mueve a compositores y productores en una lucha constante por alcanzar el éxito efímero. Algo que sucede en toda la industria discográfica pero que se vuelve fundamental en el reguetón. Desde esta perspectiva y atendiendo a los procesos que suelen vivir los géneros musicales populares, es probable que el reguetón comience, en poco tiempo, a desvanecerse. Tal vez en veinte años, los jóvenes que ahora se menean cada fin de semana en la pista de baile mientras cantan los repetitivos coros, puedan encontrar reconfortante un renacimiento de las canciones de este momento, pero dudo mucho que la nostalgia por ese ritmo pueda llegar más lejos. El género está condenado a buscar con desesperación el foco de atención, algo que no sucede con muchos otros estilos. Como es efímero, me parece poco probable que tenga una legión de fans que puedan sentirse transformados por las canciones de Chino y Nacho. Esta no es música que cambie al mundo: en todo caso, sólo lo distrae de la vida diaria. No puedo explicar por qué miles de jóvenes y adultos deciden cada fin de semana soportar por varias horas el mismo ritmo. Eso sí, puedo afirmar que el reguetón tal vez gana todas las batallas musicales cada fin de semana, pero creo que perderá la guerra. C

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10 LA N OTA NEGRA

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Por

FRANCISCO HINOJOSA

S I X T Y- FO U R

@panchohinojosah

M

e llegó el momento que esperó Paul McCartney en su canción When I’m SixtyFour, aunque lo que aquí cuento no tiene que ver con una pieza de amor, sino de achaques. Desde antes de los sesenta y cuatro ya mi cuerpo había empezado a cobrar las facturas de una vida disipada. No voy a hacer aquí el recuento de esos achaques, solamente consignar uno de los últimos eventos. Hace unos tres años quedé de verme con mi esposa a comer en un restaurante de la Condesa. Pasé antes a El Péndulo y compré dos libros. Una vez sentados en la mesa, al ver la bolsa le pregunté qué había comprado. Sorprendida me dijo que ese paquete lo había llevado yo: no recordaba algo que había sucedido hacía unos minutos. Ni siquiera sabía qué libros contenía. No se trataba de algo nuevo: esa pérdida de memoria inmediata tiene conmigo ya más años, aunada a un déficit de atención que cargo desde que tengo memoria: hubiera sido sin duda un niño medicado con fármacos para el TDAH. Aunque el episodio no tenía importancia (no se me había olvidado, por ejemplo, ponerme ropa antes de salir a la calle), aproveché para consultar con un amigo mío que trabaja en el Instituto Nacional de Neurología. Una prueba (resonancia magnética) demostró que hay algunas lesiones en el cerebro, producto de años de tabaquismo, alcoholismo y buena vida.

OBLIGARME A DORMIR A ESAS HORAS LLENO DE CABLES QUE ME CONECTABAN CON UNA COMPUTADORA FUE PARA MÍ UNA TORTURA.

La Canción # 6

Allí quedó la cosa, con ciertas recomendaciones de salud. Tres años después, al alcanzar los sesenta y cuatro, y con más episodios de desmemoria, decidí tomar otra opinión. Esta vez el neurólogo me mandó a hacer un electroencefalograma de una hora, cuyos resultados aún desconozco al escribir estas líneas. También me mandó a hacer una polisomnografía para comprobar un probable trastorno conductual del sueño MOR y apnea. Me recomendó hacerme el estudio en la Clínica del Sueño de la UAM Iztapalapa ya que sus costos son inferiores a los que se realizan en otras partes (20 por ciento de lo que costaría en Médica Sur). Aquí hago un paréntesis: de 1981 a 1984 me desempeñé en ese plantel universitario como jefe de publicaciones. Renuncié para irme a trabajar a Villahermosa, Tabasco, y no había vuelto a poner un pie en él. Mi jefe inmediato era Nacho Toscano y mis compañeros cotidianos, Juan Villoro, José Luis Rivas, Elvira García, Jordi Arenas y Francisco Torres, entre otros. Publiqué libros de Evodio Escalante, Jaime Moreno Villarreal, Adolfo Castañón, José Antonio Alcaraz, Jorge Ayala Blanco, además de plaquettes con autores como Gonzalo Rojas, José Kozer, Daniel Sada, Federico Campbell y otros más. En ese lapso, Arnold Belkin pintó un mural en las fachadas del Teatro del Fuego Nuevo titulado Imágenes de nuestros días.

Treinta y cuatro años más tarde regreso a un campus que no reconozco del todo, salvo por el mural de Belkin, que por cierto está en perfecto estado de conservación. El estudio, que se llevó a cabo en la Clínica de Trastornos del Sueño de la UAM, debía realizarse de las ocho treinta de la noche a las seis de la mañana. Desde hace mucho duermo poco y mal. Para hacerlo más llevadero me echo una pastilla, unas copas de vino y me meto a la cama entre las once y las doce luego de ver una película. Así que obligarme a dormir a esas horas lleno de cables que me conectaban con una computadora fue para mí una tortura. Me había llevado un libro para pasar ese tiempo entre la cita y mi reloj biológico. Pero no, la historia era otra: quien me llenó de electrodos y sensores la cabeza y parte del cuerpo me pasó a un cuarto, me apagó la luz y me dijo que durmiera, como si el verbo dormir soportara el imperativo: ¡duerme! Aunque desconozco aún los resultados, no estoy seguro de que reflejen la realidad: para mí fue una noche atípica y tormentosa. Creo no haber dormido. Sin embargo, al salir me dijeron que todo había sido registrado con éxito. ¿Éxito? Los siguientes capítulos se llamarán When I’m Sixty-Five, Six, Seven, Eight… C

Por ROGELIO GARZA @rogeliogarzap

Productores sin autotune EN LA ENTREVISTA de David Marchese para la revista Vulture, “In conversation: Quincy Jones”, al legendario productor se le fueron las cabras con artistas y personajes con quienes tuvo que ver. En una de ésas declaró que “los Beatles eran los peores músicos del mundo, los cabrones no podían tocar. Paul era el peor bajista que había oído jamás”. La furia de la Beatlemanía Universal se desató contra el don de la producción, quien de paso dijo algunas cosas interesantes sobre las carencias de la música actual. El octogenario músico y compositor podrá estar chiflado, pero alguna idea musical tiene luego de setenta y nueve nominaciones al Grammy, veintiocho ganados en medio siglo de tocar, hacer música para películas y producir a Count Basie, Ray Charles, Dizzie Gillespie, Sara Vaughan, Frank Sinatra y Michael Jackson, a quien le hizo Thriller, el disco más vendido en la historia de

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la música. Habló sobre los productores, que en ocasiones son los artífices de los sonidos y los ritmos detrás de los géneros, estilos, modas y éxitos. Recordé el libro de Geoff Emerick que estoy leyendo, El sonido de los Beatles, el ingeniero que trabajó en todos los discos del cuarteto arranca con una gran anécdota: durante la grabación de “Tomorrow Never Knows” la idea de Lennon para su voz era sonar “como el Dalai Lama cantando desde la cumbre de una montaña”. Hasta pensaron en colgarlo del techo y mecerlo como péndulo mientras cantaba. George Martin se sentó con Emerick, quien hizo magia: pasar la voz por el sistema de altavoces giratorios Leslie del órgano Hammond, algo que nunca se había hecho. Probó, conectó los cables y micrófonos necesarios, y grabaron a Lennon. Cada instrumento de cada canción de Revolver tuvo un tratamiento experimental e innovador.

La mayoría de los grandes grupos, discos y estrellas musicales han tenido a un productor detrás, porque no todos contaron en sus filas con un Brian Wilson de los Beach Boys o un Jeff Lyne de Electric Light Orchestra. ¿Qué hubiera sido de los Beatles sin George Martin y sin Emerick? ¿Y de Elvis Presley, Johnny Cash y Jerry Lee Lewis sin Sam Phillips? ¿Y de los Rolling Stones sin Andrew Oldham? ¿Y de los Ramones sin Craig Leon? ¿Y de Pink Floyd y Sex Pistols sin Chris Thomas? ¿Y de David Bowie sin Brian Eno y Tony Visconti? ¿Y de Iggy Pop sin David Bowie? ¿Y de Meat Loaf y Bonnie Tyler sin Jim Steinman? Es posible que sus historias, y la de la música pop, fueran distintas. Quincy Jones acusa a los productores actuales de ignorar lo que se ha hecho y de no experimentar. Es decir, hoy la voz de “Tomorrow Never Knows” cualquiera la haría con un autotune. C

¿QUÉ HUBIERA SIDO DE LOS BEATLES SIN GEORGE MARTIN Y SIN EMERICK?

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EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO

GENERACIÓN H

Por

CARLOS VELÁZQUEZ

@charfornication

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xisten generaciones que se reconocen, y son buenas, existen otras que se abrazan, y son mejores, y existen aquellas que no se aceptan, y esas son las imprescindibles. Es lo que se desprende de Neurosis, sustancias y literatura de Mariana H. Son veintiún charlas informales que esbozan un mapa de la literatura mexicana reciente. Esta tentativa, como todas las de su naturaleza, resultará controvertida para algunos y para otros no tanto. Su autora, H, como es conocida en los bajos fondos, en su labor de entrevistadora se juntó a comer, beber y platicar con un puñado de actores de las letras nacionales. El libro no pretende, como ella misma advierte, sugerir siquiera un canon, sin embargo este conjunto de reuniones escudriña un tema que en años recientes ha vuelto a cobrar importancia en el panorama: la existencia de una generación. La eterna cuestión de qué hace posible a una generación inunda las páginas del libro. En varias ocasiones se menciona al Crack. Pero más que una generación son un grupo. La idea de la generación literaria como tal en México llevaba varias décadas dormida. Pero la irrupción de los nacidos en los setentas ha puesto de nuevo el tema en la mesa. Es posible que esto ocurra debido al buen momento por el cual atraviesa la literatura mexicana. Esto es fácilmente comprobable por la obra de autores como Antonio Ortuño o Yuri Herrera. Y pese a que hacia el interior del panorama se viven distintas crisis de orden editorial, temático y hasta de calidad, existen siete u ocho

LOS PROTAGONISTAS DE LA LITERATURA MEXICANA RECIENTE SUFREN DE UNA ORFANDAD NECESITADA DE EXPLICARSE.

El sino del escorpión

autores jóvenes que mantienen en alto la reputación de las letras nacionales. Lo anterior no significa que la generación que precedió a la de los nacidos en los setenta no representara un high light dentro de la literatura mexicana. Lo más cercano a una generación es la llamada “literatura norteña”. Escritores que pese a que conformaron un grupo, aunque de manera involuntaria, jamás han desmentido que configuren una generación. Contrario a los nacidos en los setenta, que insisten en que no forman parte de generación alguna. Más allá de las antologías publicadas hasta el momento, por ejemplo México20 o Un nuevo modo, los nacidos en los setenta no se sienten parte de movimiento o generación alguna. Qué hace posible a una generación. Nadie logra ponerse de acuerdo. Menos con una generación como ésta. En la que los narradores se vuelven periodistas, los periodistas narradores y los poetas cronistas. Y aunque la mayoría reniega de la idea de generación, existen unos cuantos autores que sí experimentan la necesidad de formar parte de una. Pero la buena intención no alcanza para designarla. Coincidir en un mismo tiempo y espacio no es suficiente. Uno de los rasgos más visibles de la literatura mexicana reciente es su diversidad. Y amparados en esta característica los escritores pueden deslindarse fácilmente. No comparten muchas cosas entre sí, excepto lo evidente. Como por ejemplo vivir la violencia de la época. Pero esto tampoco es determinante. La violencia domina el discurso pero no germinó el oficio. En Neurosis, sustancias y literatura,

H pone a reflexionar a los entrevistados acerca de si son miembros o no. Y quizá otra de las instancias a las que les interese denominar a una generación sea al aparato editorial. Es un esfuerzo válido por posicionar a un autor. Pero los actores empiezan a sentir la obligación de comentarse entre sí. Lo cual es natural. De esta postura lo que no entienden los bien intencionados es que formar parte de una generación no significa que todos sean tus amigos y hablar bien de todos y que la competencia no exista. Que a un autor le vaya bien no le debe interesar a otro escritor por buen samaritano. Lo que debería inspirarle este hecho es a escribir mejor. Existen autores que son una generación en sí mismos, como es el caso de Guillermo Fadanelli. Él es representante único de una desolación mexicana que no se ve a sí misma ni buscó adherirse o desmentir a una generación. Una desolación que se extiende (y agudiza) hasta nuestros días. Y que demuestra que los protagonistas de la literatura mexicana reciente sufren de una orfandad necesitada de explicarse. El parricidio en la literatura tan presumido en el pasado ahora busca un asidero. No a un padre literario pero sí a una hermandad. Una hermandad dividida. Unos quieren asociarse y otros no. Veintiún escritores mexicanos menores de cuarenta años conforman la Generación H. Autores que se han dado golpes en la oscuridad buscando reconocerse en un medio en el que resulta imposible hacerlo, aunque algunos insistan en tener hermanos postizos. C

Por ALEJANDRO DE LA GARZA @Aladelagarza

LGBTTTI + elecciones + política EN EL FONDO DE SU NIDO, el alacrán revive la marcha del orgullo homosexual de 1982 —la cuarta en México—, a la cual el escorpión fotógrafo asistió con su Nikon. Sobre todo recuerda a los combativos y politizados grupos integrantes de aquel impulso libertario: el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR), el Grupo Lambda, el grupo lesbofeminista Oikabeth y los grupos homosexuales del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). En un clima de represión (tiempos del Negro Durazo) estas organizaciones salieron en definitiva del clóset el 26 de julio de 1978, al unirse a la manifestación conmemorativa de la Revolución cubana, y luego el 2 de octubre de 1978, al marchar, dignas y desafiantes, en el décimo aniversario de la matanza de Tlatelolco. Desde su emergencia, insiste el escorpión, el movimiento ha estado imbuido de agitación y acciones políticas, tanto

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en la lucha por exigir programas de salud contra el VIH como en el impulso a Patria Jiménez (primera legisladora homosexual en 1997), así como en las movilizaciones para lograr la adopción del discurso de los derechos humanos y la diversidad sexual, la formación de una red de sociedades de convivencia (2001), la ley contra la discriminación (2003), la ley de sociedades de convivencia (2007) y la posibilidad de adopción dentro del matrimonio gay (2010). El arácnido celebró por ello el surgimiento en enero pasado de la Coalición Mexicana LGBTTTI+, cuya intención inmediata es demandar a los candidatos electorales definiciones claras en torno a la agenda del movimiento. Si bien no existen cifras oficiales, estudios privados señalan, acorde con la tendencia mundial, una población LGBTTTI en México de entre el 8 y el 10 por ciento. Con respecto a la lista nominal definitiva del INE que suma 83.5 millones de electores,

puede representar alrededor de ocho millones de votos, capaces de inclinar la balanza en unos comicios muy ajustados. El alacrán observa los titubeos y ambigüedades de Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya, José Antonio Meade y Margarita Zavala sobre su compromiso con la agenda LGBTTTI+, y ni siquiera imagina la posición de los miles de alcaldes y legisladores locales sobre el asunto. “Quien se manifieste en contra de nuestros derechos y no asuma nuestra agenda, no tendrá nuestro voto”, advierten los voceros de la Coalición. Por ello el arácnido insiste: llegue quien llegue, la lucha política de la comunidad LGBTTTI se intensificará. Ningún derecho se le ha otorgado graciosamente, y con quien gane la elección será igual. En referendo o consulta, en la calle o la casa, en el espacio privado y público, la comunidad deberá movilizarse, organizarse, hacer política, agitar, luchar, marchar. Así el futuro, según el venenoso. C

LLEGUE QUIEN LLEGUE, LA LUCHA POLÍTICA DE LA COMUNIDAD LGBTTTI SE INTENSIFICARÁ.

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DE LA IMAGINACIÓN AL FASCISMO ILUSTRADO REDES NEURALES

E

n el estudio titulado Cultivating the Emotional-Social Imagination in Gifted Education, la doctora Rebecca Gotlieb relata la historia de un muchacho de 15 años de edad, habitante de una comunidad de Sierra Leona, quien ve morir a su madre durante el ataque de un grupo armado. Con herramientas tomadas de la basura, el joven construye un equipo tecnológico precario, y desarrolla actividades de radio comunitaria para avisar a la población civil acerca de otros ataques. Con el tiempo, este sistema de radio se convierte en una plataforma para el debate civil. El artículo de la doctora Gotlieb fue publicado por la Academia de Ciencias de Nueva York y lleva el subtítulo Insights from Educational Neuroscience. Cuando los jóvenes de un entorno de clase económica baja en Los Ángeles, California, escuchan la historia del muchacho de Sierra Leona, son capaces de imaginar distintas formas para contribuir a sus propias comunidades. Este tipo de imaginación social y emocional es subestimado con frecuencia en las escuelas, a nivel global. La educación convencional se enfoca en el desarrollo de un sistema neuropsicológico conocido como “red ejecutiva atencional”. Esta red neural da soporte a las capacidades individuales para atender y reaccionar al entorno inmediato. La imaginación social y emocional, por otra parte, se relaciona con un sistema neuropsicológico diferente, conocido como “red neural básica” (en inglés, default network), localizado en la cara interna de los hemisferios cerebrales, y asociado con procesos imaginativos y de pensamiento divergente, con el “vagabundeo mental”, la conciencia reflexiva, y las construcciones narrativas. La doctora Gotlieb piensa que los procesos imaginativos suelen subestimarse en los sistemas escolarizados tradicionales. Por mi parte, me atrevo a comunicar un pequeño testimonio familiar para mostrar que la imaginación puede ser devaluada o incluso prohibida. La evocación se remonta a una escena escolar, hace una década. En este recuerdo me encuentro con mi ex esposa, Tesi, en la oficina de la Dirección. Nos levantamos cuando entra la maestra Leticia, directora del Colegio CEMAC. Su sonrisa amplia se transforma en un gesto de preocupación al comunicar el tema que nos reúne: nuestro hijo de seis años no se adapta al sistema Montessori. Ignoro si diseño educativo del colegio CEMAC se basa realmente en los conceptos de la admirada María Montessori. Por el bien de la pedagogía, quiero pensar que la escuela traiciona la filosofía de su profeta. Tesi y yo hemos sido acusados de que nuestro hijo no es

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Por

JESÚS RAMÍREZBERMÚDEZ

popular, pero eso no es lo más grave: Julián ha violado el Tratado Educativo del Realismo correspondiente al primer año de primaria. En su carpeta de trabajo, los alumnos tienen que hacer un dibujo a mano para la portada. Pero el dibujo debe representar el mundo real. Nuestro hijo ha ilustrado un personaje imaginario, un héroe de su invención concebido mientras diseña complicadas tramas narrativas. Con la voz sensual de una cantante de blues, la maestra Leticia nos pide tomar asiento y nos explica que la fantasía es un obstáculo para el aprendizaje de la realidad. Por eso han prohibido dibujar seres imaginarios en la portada de la carpeta. —¿Pero puede dibujar una manzana, un plátano, un pequeño árbol bonsái? —pregunto—. ¿Puede dibujar una caja de cereal? —En ese último caso, no. La caja de cereal incluye una marca comercial, lo que haría dependiente al niño de una industria de alimentos motivada por el lucro. —Ya entiendo. En nuestra cocina hay una estatua de Don Quijote. ¿Julián podría dibujarla? —No creo que habría problema. Si un niño dibuja la cocina de su casa, puede incluir los objetos familiares que encuentra allí. —¿Por qué se permite dibujar a El Quijote, un personaje de ficción, pero se prohíbe dibujar un personaje inventado por uno mismo? —pregunta Tesi—. ¿No cree que eso estropea la creatividad? Como dice nuestro hijo: muchas cosas que ahora existen tuvieron que ser imaginadas primero, ¿no es cierto? Por ejemplo, un automóvil es real pero antes del siglo XX no lo era. Alguien tuvo que imaginarlo. —¡No me malentiendan! —el enorme rostro de la directora se ilumina nuevamente—. La escuela valora la creatividad científica y la invención tecnológica. Lo que no apoyamos es la fantasía. Es normal hasta cierta edad, pero debe restringirse porque impide el conocimiento adecuado del mundo real. Tesi y yo callamos un momento. Al final tomo la palabra. —Maestra Leticia, ¿le puedo hacer una pregunta? En alguna ocasión nos mencionó que va muy seguido al cine con sus nietos, y que han disfrutado mucho las películas de Harry Potter —dice Tesi—. ¿Por qué decidió llevar a sus nietos a una película de magia y fantasía? —Mis nietos están muy pequeños, y se entretienen bastante —dice Leticia—. Vi las películas anteriores de Harry Potter, y creo que transmiten algunos valores humanos.

ME ATREVO A COMUNICAR UN PEQUEÑO TESTIMONIO FAMILIAR PARA MOSTRAR QUE LA IMAGINACIÓN PUEDE SER DEVALUADA O INCLUSO PROHIBIDA. ”

—Esas películas han generado millones de dólares en ganancias. ¿No le parece interesante que, a partir de personajes inexistentes, se generen tantas ganancias, se dé empleo a muchas personas, y alegría a los niños? Por lo que usted dice, entiendo que una película de fantasía puede transmitir valores humanos. Esta escena en la dirección escolar dio lugar un final agridulce: el colegio CEMAC decidió que nuestro hijo no podía continuar sus estudios allí. Encontramos otra escuela, abierta a la filosofía de la imaginación. Julián tuvo un buen desempeño académico y social a partir del cambio. La maestra Leticia nunca aceptó las contradicciones de su visión pedagógica: obstruir la fantasía en sus alumnos, y a la vez consumir con sus nietos los productos de esa misma vertiente creativa. Sus alegres convicciones de prohibir la imaginación, bajo el disfraz de una pedagogía de prestigio, revelan las paradojas de nuestro sistema de consumo: la organización social requiere ensoñaciones artísticas producidas por una industria creativa. Estas ensoñaciones narran los anhelos de fraternidad de quienes crecen en los márgenes de la pirámide social. Pero el mismo sistema margina desde la infancia a los soñadores que no se adaptan a las pautas del darwinismo social. Quienes contemplamos el amplio panorama de las relaciones humanas, sabemos que hay una competencia encarnizada para ocupar un rol dominante dentro de una jerarquía social encargada de formatear y estandarizar las subjetividades. Este sistema de popularidad y normalización es apoyado por las versiones autoritarias del realismo y el culto a la personalidad extrovertida, pero no corrige el hambre de fantasía tan común en los niños y en muchos adultos. Por lo tanto, debe fabricar una industria de libros, películas, series de televisión, videojuegos, y otros dispositivos orientados a la narrativa fantástica. Aunque consuman los productos de esta industria, muchos educadores, científicos, escritores y académicos afirman que la fantasía es ociosa o nociva. La marginación y expulsión escolar de muchos niños con predilecciones imaginativas, demuestra que esta filosofía de la educación no se queda en un mero debate: tiene consecuencias reales en el desarrollo social a través de normas inflexibles y visiones rígidas de aprendizaje. A mi juicio, hablamos de formas fanáticas de fascismo ilustrado: no tengo otro nombre para esta prohibición de los procesos imaginativos disfrazada de pedagogía científica o humanista. C

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