“Petronila no vivía en la casa de los Miranda pero dentrava y salía en la casa y oyo decir que dicha Petronila era esclava”
ESCLAVITUD, LIBERTADES Y RESISTENCIAS. HACIA UNA PROPUESTA INTEGRATIVA A LAS CONDICIONES DE LA NEGRITUD EN CHILE. S. XVIII. WILLIAM SAN MARTÍN AEDO∗
El estudio de la esclavitud y de las dimensiones sociales del negro en el contexto colonial chileno ha sido restringido si lo comparamos con el desarrollo que ha tenido la problemática para el resto de Hispanoamérica y para la América portuguesa, sólo revitalizado de alguna manera en los últimos años por aproximaciones que han centrado su mirada en cuerpos documentales reducidos, y en temáticas concernientes a realidades parciales de la globalidad del fenómeno.1 No obstante aquellas limitaciones, nos interesa dar cuenta de aquel cuerpo bibliográfico, de su desarrollo y de los principales lineamientos que aquí se han constituido para el estudio de la esclavitud y del contingente negro en Chile. A partir de un primer grupo de estudios generales que han intentado dar una mirada global al fenómeno, los cuales a nuestro ver han delineado los puntos de entrada al problema y con esto las perspectivas de análisis allí surgidas, se han desarrollado una serie de estudios a menor escala orientados a dar respuesta a lo anteriormente dicho y a plantear nuevas interrogantes respecto al fenómeno. No obstante esta significativa evolución, creemos importante poner en la discusión cómo en el desarrollo historiográfico del problema de la esclavitud negra y de las dimensiones sociales y culturales del negro o ‘afromestizo’ en Chile, se ha trabajado desde dos perspectivas generales.2 Por una parte una entrada al fenómeno desde la esclavitud como ‘institución’, desde los ‘grupos dominantes’, desde un ‘sistema’ colonial, y desde los discursos de la oficialidad. Lo que en una segunda etapa dio paso a una serie de estudios más específicos desde el problema y los cuerpos documentales trabajados, orientados a dar respuesta a aquel lineamiento anterior, creando una perspectiva de análisis que ha priorizado los espacios de ‘resistencia’ y ‘autonomía’ desarrollados por los actores aquí involucrados no sólo en contraposición a la esclavitud como ‘sistema’ y a aquellos ‘grupos dominantes’ (o en ∗
Licenciado en Historia. Integrante del Laboratorio de Historia Colonial de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y del Programa de Magíster en Historia de la misma Universidad. 1 Una revisión general y exhaustiva del tratamiento del problema en la historiografía para el caso chileno, ha sido trabajado por Celia Cussen (2006) en El paso de los negros por la historia de Chile, Cuadernos de Historia. 25. Departamento de Ciencias Históricas Universidad de Chile. La autora esclarecedoramente señala: “En un principio se cuestionaba la relevancia de la esclavitud en Chile, planteando que muchos de los esclavos que figuraban en los censos y otros documentos de la época estaban más bien de paso en el reino de Chile o se ubicaban en territorios que no conformaban parte de la nación actual. A poco andar, una diversidad de fuentes no dejó ninguna duda acerca de la presencia continua de negros y mestizos con sangre africana, desde la Conquista misma hasta fines de la época Colonial. Desde entonces, la discusión se ha centrado en la interpretación de estas cifras en el contexto de la población total, un debate cuyo desarrollo ha chocado a veces con la renuencia a contemplar, siquiera, la perduración de un elemento africano en la matriz biológica o cultural de Chile.” P. 4647. 2 El concepto “afromestizo” ha sido trabajado con anterioridad para el caso chileno por Marta Carreras, aunque desde una dimensión primariamente socioracial, refriéndose en los análisis sólo desde la realidad del mestizaje biológico, vaciando al sujeto de estudio de su contenido cultural, de ningún modo puro, pero sí –como veremos– con importantes espacios de lo que Boccara a conceptualizado como “etnogénesis”, a fin de reconstruir un armazón cultural afromestizo en la sociedad de la época. Es de este modo como además de un contenido socioracial, cargamos el concepto de una importante dimensión cultural. Carreras, M. (2003) Negros y mulatos: Agentes en el proceso de liberación. La participación del elemento negro en Chile (1750-1823), Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia, Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile. Sobre el concepto de ‘etnogénesis’ ver Boccara, G. (2000). Antropología diacrónica. Dinámicas culturales, procesos históricos, & poder político. Lógica Mestiza en América, Chile, Instituto de Estudios Indígenas, Universidad de la Frontera.
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su caso, a la propia utilización de las instituciones en beneficio de un proceso de autoliberación), sino también con esto, instituyendo la dimensión social –las formas de interacción social– del negro en el contexto chileno en directa y única relación con aquel sistema esclavista y con los grupos y discursos de poder (sus amos). Es a partir de este problema que creemos necesario abrir la discusión para desarrollar nuevas líneas de trabajo al fenómeno, en la medida que el amplio cuerpo documental producido en los siglos coloniales relativo a negros, mulatos, pardos y zambos (esclavos y libres), dan cuenta de un modo complejo de una serie de instancias intermedias que, particularmente en el siglo XVIII –hacia donde intentaremos dirigir los análisis aquí propuestos–, ponen de manifiesto la maleabilidad de la esclavitud como institución, y con esto, el cuestionamiento a la rigidez de una jerarquía social y de las hegemonías culturales, tradicionalmente propuesto por los discursos de época y en gran parte reproducido por la historiografía posterior. Proponemos una perspectiva de entrada al fenómeno que priorice las dimensiones sociales del problema –en términos generales, en las formas de sociabilidad o en las formas de interacción social desarrolladas por estos sujetos y grupos–, lo que desde la óptica aquí propuesta nos permite ir más allá de una noción de la esclavitud como ‘sistema’ y de cristalizar la vida de estos sujetos sólo como esclavos ‘dominados’ y ‘resistentes’, y por tanto, visualizar de un modo más complejo e integrado, la incorporación dinámica y multifacética del negro a una sociedad colonial chilena, en el último siglo colonial ya profundamente mestiza y pluriétnica desde su constitución social y cultural. El afromestizo en Chile. Historiografía y perspectivas de análisis. Los primeros trabajos generales como el de Gonzalo Vial, El africano en el Reino de Chile. Ensayo histórico-jurídico editado en 1957 y el de Feliú Cruz, La abolición de la esclavitud en Chile (1º edición de 1942), han entregado los lineamientos por los cuales ha transitado la literatura especializada posterior. Esto a nuestro ver, en la medida que los puntos de entrada al problema del negro en la sociedad colonial chilena, han transitado entre la esclavitud como ‘institución’ (jurídicamente amparada y socialmente legitimada por los grupos dominantes), y las ‘sumisiones’ o ‘escapes’ a ella que ha vivido y construido el ‘contingente negro’ en el contexto en estudio. Trabajos anteriores al de Feliú Cruz y Vial, y que por lo demás se insertan en la misma línea de análisis, podemos encontrarlos en el artículo de Domingo Amunátegui Solar La trata de negros en Chile, publicado en 1922. En el si bien se da cuenta tempranamente de la compleja integración de estos sujetos en las dinámicas sociales coloniales, ubicándose en un contexto económico diversificado, y por tanto, fragmentando las realidades vividas por los negros en el contexto chileno en una diversidad de formas muy distintas; afirmando el autor que los “hombres de este color” estuvieron presentes “desde los primeros días; y en los siglos XVI, XVII y XVIII, y en los principios del XIX, prestaron eficaces servicios como obreros, en los campos, en las minas y en las industrias fabriles, y como empleados domésticos, en las habitaciones urbanas y rurales”.3 No obstante la temprana constatación del proceso multiforme de integración del negro en la estructura económica chilena, lo que prima –y será reproducido en otros estudios– es una entrada al fenómeno desde una dimensión económica que pone a estos sujetos sólo en una categoría mercantil, de ahí se desprende el importante desarrollo del tema desde una perspectiva de la circulación, el comercio y el trafico. Es de este modo que incorporamos el trabajo anterior, y el más antiguo estudio monográfico del que tenemos referencia (publicado en 1913), de Omer Emeth, El libro de 3
Amunátegui (1922). La trata de negros en Chile. Revista Chilena de Historia y Geografía. 44. p. 25.
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cuentas de un Negrero en 16214, quien aborda la presencia negra en Chile desde una perspectiva centrada en el “negrero” como agente comercial, poniendo ya en la discusión, desde la aproximación a algunos casos de estudio, el dinamismo de la trata, dando paso a lo que luego será desarrollado de un modo más sistemático y global por Rolando Mellafe5. Con esto queremos enfatizar, una primera aproximación encarnada en Amunátegui, Emeth y más tardíamente en el importante trabajo de Mellafe, que instituye al problema de la presencia negra en Chile desde una perspectiva que prioriza una dimensión económica y mercantil del fenómeno. Ahora bien, es en este desarrollo de la literatura especializada que va tomando forma una aproximación que mira desde la institucionalidad de un sistema, y por tanto sólo desde los discursos dominantes. Feliú Cruz en 1942 cristaliza, reproduciendo una visión decimonónica, a la esclavitud como una institución (un sistema orgánico) de dominación ‘premoderna’, así afirma ensalzando la temprana abolición de la esclavitud en Chile: “Un hecho histórico de la evolución social chilena, que honra al país, enaltece a los individuos que lo concibieron y llevaron acabo, y que colocó el nombre de la República, cuando todavía apenas nacía a la vida independiente, en el lugar de la segunda nación del orbe que abolió la esclavitud”6. Feliú, intenta dar cuenta de un proceso de modernización ilustrado en las ideas y en la política, inserto en “el siglo de la libertad”, “de la dignificación del individuo” y del “racionalismo”7, que recarga la dimensión social de la esclavitud negra desde la fuerza de la jerarquía social y el poder de mantenimiento de esta a partir de los sistemas de control y dominación producidos, afirmando: “El carácter jerárquico y aristocrático de la organización social de la antigua Capitanía General, la preservó de los inconvenientes que en otros países produjo la extinción de este sistema inicuo de opresión”8. Es en este sentido como creemos que el estudio de Gonzalo Vial, termina por integrar una aproximación que pone el acento en el “número”, el “valor” y los “trabajos”, y por tanto, una entrada desde la dimensión principalmente económica y jurídica del “africano en el Reino de Chile”, y de la esclavitud como “institución” orgánica de dominación.9 Creemos que el ensalzamiento de la ‘libertad’ como ideario moral, político y social que subyace a este acercamiento al problema de las condiciones de la negritud en Chile (particularmente reflejado en Vial y Feliú), reproduciendo principalmente un discurso decimonónico que intenta resaltar los ideales racionalista y modernos en la formación social y estatal, termina por constituir una imagen de la presencia negra en Chile cargada de instancias de injusticia, “monstruosidad” y degradación. De este modo es que Vial termina concluyendo: “No eran cínicos o perversos. Simplemente, no veían la monstruosidad esencial de la esclavitud”10. Es entonces, ante esta primera aproximación, que se desarrolla en la literatura especializada un enfoque que busca poner de manifiesto los espacios de libertad, entregados y principalmente autogestionados, que en aquella ‘institución’ emergen. Cargando a este conjunto de ‘libertades’ con que se analizan las dinámicas sociales de estos sujetos, de un sentido de ‘resistencia’; como ‘estrategias’ que socavan el sistema, y como parte de un proceso general de modernización en el ideario colectivo (una “mutación ideológica” incluso 4
Emeth. (1913) El libro de cuentas de un Negrero en 1621. Revista Chilena de Historia y Geografía. 10. Mellafe, R. (1959). La introducción de la esclavitud en Chile. Tráfico y Ruta., Santiago. Universidad de Chile. 6 Feliú, G. (1973). La abolición de la esclavitud en Chile, Santiago. Ed. Universitaria. 1973. P. 15. 7 Feliú, G. (1973). P. 16 8 Feliú, G. (1973). P. 18 9 Vial, G. (1957). El africano en el Reino de Chile. Ensayo histórico-jurídico. Santiago. Universidad Católica de Chile. Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. p. 9. 10 Vial, G. (1957). p. 12. 5
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vivida y protagonizada por los esclavos) que termina por presionar desde adentro al sistema esclavista. 11 Esta línea puede encontrarse en estudios entorno a ‘juicios por libertad’, ‘redhibitoria’ y ‘venta’, y otras “estrategias” utilizadas por estos sujetos para valerse de los códigos e instituciones coloniales a fin de resignificarlos y utilizarlos en su beneficio, y de este modo ‘intentar cambiar su situación’ o ir al menos “erosionando paulatinamente el sistema que los oprimía”12. Lo que establece –y simplifica a nuestro ver– como adelantábamos en líneas iniciales, el problema en dos amplias esferas. Una, la institución de la esclavitud, como un conjunto articulado de formas de opresión y dominación real y simbólica, y por otro lado; una serie de prácticas de resistencia o instancias de fuga al ‘sistema’ desarrolladas e ideadas de modo ‘estratégico’ por quienes se ven oprimidos13. Lo que nos reduce las dinámicas sociales de estos sujetos y grupos monopólicamente a prácticas de sumisión y/o resistencia en relación a grupos ‘dominantes’, simplificando a nuestro ver la complejidad de las interacciones sociales y de las dinámicas de poder reales y simbólicas allí confluyentes14. Ahora bien, con esto no queremos negar las amplias dimensiones que abren estos estudios respecto a las posibilidades de acción de los esclavos negros en el contexto chileno, ya lo adelantábamos con la mirada en la esclavitud domestica y las relaciones interétnicas puestas de manifiesto en el trabajo de Carreras. De hecho estos entregan importantes aportes no sólo porque demuestran la utilización por parte de los esclavos de un entramado judicial o institucional supuestamente creado para el servicio de los grupos dominantes, sino también por las relaciones sociales, espacios de trabajo, y ‘libertades’ vividas por estos sujetos, encarnando de una manera importante fragmentos significativos para la reconstrucción de la historia de la esclavitud en Chile y de las condiciones sociales de los negros esclavos en el contexto colonial. No obstante, y justamente por las nuevas luces que estos trabajos entregan, creemos que el problema no puede reducirse a dinámicas duales de un ‘sistema esclavista’ y de ‘resistencias’ esclavas. 11
El trabajo de Marta Carreras nos parece un claro exponente contemporáneo de esta línea de investigación. Carreras, (2003). La autora si bien se involucra en el estudio de la ‘esclavitud doméstica’ y de las sociabilidades allí producidas, dando luces importantes del carácter ‘multirracial’ e interétnico de éstas, concluyendo incluso “que la sociabilidad de los criados (los esclavos) no sólo está en relación con su condición de esclavitud”. No obstante, la lectura de estas sociabilidades ampliadas se vincula no a un cuestionamiento de la ‘institución’ de la esclavitud (ese es el concepto utilizado), sino a su reforzamiento en la medida que para Carreras el hecho que la ‘sociabilidad no sólo está relación con su condición de esclavitud’, se vincula a que “los espacios sociales de éste entran (también) en relación con procesos de emancipación” (p. 9). Donde el fenómeno que subyace es una suerte de “mutación ideológica” que generaliza un “afán de libertad” (p. 5). Reorganizando las dinámicas nuevamente en dos amplios procesos, el de la esclavitud como institución, y el de la libertad como ‘resistencia’ de sus víctimas. 12 González, C. (2006). Los usos del honor por esclavos y esclavas: del cuerpo injuriado al cuerpo liberado (Chile, 1750-1823). Nuevo Mundo Mundos Nuevos. 6. 13 Marta Carreras de hecho categoriza aquellas formas al punto de plantear “cinco vías canalizadoras de la emancipación negra” (Carreras, (2003). p. 13). 14 Otros estudios que se insertan en esta misma línea de trabajo son los siguientes: Coltters, C. (2001). La construcción del yo en las demandas judiciales de las esclavas negras en Chile colonial. Notas Históricas y Geográficas. Valparaíso. Depto de Filosofía y Ciencias Sociales, U de Playa Ancha.; Grubessich, A. (1992) Esclavitud en Chile durante el siglo XVIII: el matrimonio como forma de integración social, Revista de Historia. Año 2 Vol. 2, Concepción, Departamento de Ciencias Históricas y Sociales, Universidad de Concepción.; Soto, C. (1995), Cuando los documentos hablan…La esclavitud femenina en Chile y la legislación siglos XVI-XVII, Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile.; Soto, R. (1988). La Mujer Negra en el Reino de Chile siglos XVII-XVIII. Tesis para optar al grado de Magíster en Historia, Universidad de Santiago, Dept. de Historia.; de la misma autora: (1999). Matrimonio y sexualidad de las mujeres negros en la colonia. Monografías Nomadías. 1.; Ponce, M. (2004). Vida de los esclavos en Chile, 1750-1800. Estudios coloniales III. Santiago, Universidad Andrés Bello.
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Carolina González, quien ha sido una de las principales historiadoras que ha trabajado demandas por libertad de mujeres esclavas en el Chile colonial, siguiendo los aportes de Carlos Aguirre, ha afirmado que los esclavos “fueron capaces de ir erosionando paulatinamente el sistema que los oprimía tras diversos procedimientos de adaptación a éste y cuya máxima expresión fue familiarizarse con, y utilizar para su beneficio, el entramado judicial colonial”15. Pues bien, sin desmentir ni anular tal realidad histórica, sí proponemos una complejización del fenómeno, ya que los sujetos aquí en estudio no sólo establecieron dinámicas sociales o simbólicas en relación exclusiva a los ‘dominadores’ o a la ‘esclavitud’ – aun más, siendo cuestionables incluso la existencia unitaria y articulada de ‘un grupo de dominadores’ o de ‘un sistema de dominación’ como una esfera de control orgánica y efectiva–. Y con esto, cuestionando incluso la imagen construida del ‘negro’ como un conjunto o grupo relativamente homogéneo de sujetos marginados y dominados. Como adelantamos y lo afirmaba Amunátegui, las condiciones de la negritud en Chile no da cabida a presentar la figura de la esclavitud y del negro sin relativizar considerando la diversidad de realidades en que el afromestizo se insertó en la sociedad colonial. Si la entrada a las dimensiones sociales de la esclavitud y de los afromestizos –negros, mulatos y pardos– en el contexto del siglo XVIII chileno, supera categorías de análisis como las antes descritas –sin anularlas sino sólo complejizándolas–, a partir de una entrada al problema que priorice las dinámicas sociales de los sujetos desde una perspectiva global y ampliada, aquella división dual de la realidad histórica de los esclavos se ve cuestionada. Si bien las instancias de dominación y rebeldía existieron, estas no son pues las únicas16. Es de este modo, como a fin de entregar nuevas luces al problema de la esclavitud en la sociedad colonial chilena, nos aproximamos al estudio de algunas de las dinámicas sociales, formas de interacción social que emergen de la sociedad afromestiza –negros, mulatos y pardos– que confluye en el Chile, y particularmente en el Santiago del siglo XVIII. Como se ve, con esto no pretendemos entregar un estudio global y acabado, lo que más bien nos interesa es plantear preguntas y entregar algunos antecedentes que contribuyan a 15
González, C. (2006). p. 2. El texto de Carlos Aguirre, referido por González, es el ya clásico (1993). Agentes de su propia libertad. Los esclavos de Lima y la desintegración de la esclavitud 1821-1854, Perú, PUCP. En el cual vemos los lineamientos principales que luego sigue Marta Carreras para su estudio del caso chileno (Carreras, (2003)). Otros trabajos de Carolina González y que siguen la misma línea son: (2003). Criminal contra el negro Antonio por el homicidio que ejecutó contra su amo que fue Maestre de Campo Don Alonso de Lecaros, 1767-68. La pena de muerte en Chile colonial. Santiago, RIL.; y (2006). Subordinaciones y resistencias de la servidumbre esclava: el caso del Negro Antonio (Santiago de Chile, 1767-68), Cuadernos de Historia. 25. En este último, y por extensión en su línea de trabajo, González intenta dar cuenta desde la aproximación dual que adelantábamos, de “algunas de las tensiones entre amo y esclavo, producto de las ‘clásicas’ dinámicas de poder entre dominadores y dominados y, de otra parte, acercarse a la compleja realidad de las relaciones –materiales y simbólicas– de poder entre los subordinados” (p. 119). 16 No son ajenos aquí, los actos de bandidaje, el porte de armas, las transgresiones cívico – religiosas desde el andar desnudos, hasta el renegar la existencia de Dios en un juicio inquisitorial, hechicerías y actividades delictivas en general. Nuestra intención no es negar estas dimensiones, sino poner de manifiesto que éstas corresponde sólo a ana dimensión del fenómeno. Rosales, por ejemplo, nos cuenta de un Mulato, llamado Alemán, “el qual avia estado veinte años entre los indios, y avia hecho fuga del estado de Arauco, e idose a los enemigos, y capitaneandolos hecho muchas entradas, y daños en los christianos de aquel estado.” Lo que no sólo nos plantea el problema de la ‘resistencia’ sino también nos revela la dimensión de las relaciones interétnicas desarrolladas entre negros e indios, insertas en las complejidades posibles de la sociedad colonial. (Diego de Rosales, Historia General del Reino de Chile. Biblioteca Nacional. Sala Medina, Manuscritos. Tomo ii. F. 1268. Información recogida en el marco del proyecto "Circulación y usos de la imagen religiosa en el sur del Virreinato del Perú (siglos XVI-XVII)" dirigido por el profesor Jaime Valenzuela (Fondecyt Nº 1051031). Así también, la inquisición presenta un caso donde “tres testigos acusaron a Diego de Ampuero, negro, de haber dicho, teniéndole colgado azotándole, «lleve el diablo a Dios, no creo en Dios, reniego de Dios».” (Medina, J. Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Chile. . I Parte. Capítulo XI. Varios procesos. Recuperado en Julio de 2005, de http://www.cervantesvirtual.com).
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replantear aproximaciones al problema de la esclavitud y que delineen ciertas perspectivas de análisis que complejicen el estatus y la dimensión social del negro en la sociedad colonial chilena, desde las dinámicas sociales desarrolladas, pero también desde las interculturales subyacentes.
De las dominaciones y las resistencias, hacia un replanteamiento para una historia social de la esclavitud. Como ha afirmado Jean Paúl Zúñiga, la concentración laboral en zonas de economía de plantación es una de las principales instancias que permitieron la constitución de grupo –en un sentido sociológico– de estos sujetos, y con esto la posibilidad de una permanencia que ha permitido hoy poseer una importancia no menor en la constitución social y cultural de esas sociedades17. La inexistencia de una estructura económica en Chile que posibilitara aquella constitución sociocultural en las mismas dimensiones con que se desarrolló en otras regiones de América, trajo consigo un proceso de “atomización”, un escenario de “extrema dispersión” y la imposibilidad de presentar el ‘contingente negro’ en Chile como un “conglomerado homogéneo”.18
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Si bien existieron en Chile importantes espacios de agrupación, particularmente desde una constitución devocional y religiosa, en cofradías y festividades, al punto de significar importantes canales de reproducción cultural afromestiza, éstas no obstante no cubren las dimensiones que tubo el fenómeno en otras regiones americanas. Es el caso por ejemplo de la “Procession del dia de la Cofradia de Morenos y Pascua de los Sanctos Reyes Magos” donde, según cuenta Rosales, se dispuso “eligiessen los morenos cada año por votos un Rey de su mesma nacion, cuya Corona dura solo este dia, […] a la qual vienen algunos vestidos a la española muy galanes y lucidos: otros a usanza de su tierra con arco y flechas” quienes “llegan a hazer Reuerencia à su Rey atropados, corriendo a gran prissa, hincanle la rodilla y luego lebantan una voceria, que pone espanto: de esta manera corren todos despues a hazer su adoracion y reconocimiento al verdadero Rey del Cielo, que va en el pesebre, y prosiguen alegrando la procession con varios generos de vailes de danzas, en que hazen ventaja a los Indios, porque son mas alegres y regocijados”17. Si bien “la usanza de su tierra” claramente significa una resignificación colonial de ‘lo africano’ de modo genérico y poco preciso, lo importante es destacar el canal de reproducción cultural, a partir de un requerimiento de diferenciación étnica (“algunos vestidos a la española muy galanes y lucidos: otros a usanza de su tierra ”), y el reconocimiento simbólico de un ‘otro’ más que una asimilación o aculturación directa (en términos sociales y culturales) en la coronación de uno de “su mesma nacion”. Diego de Rosales. Libro IV de la Conquista Espiritual del Reino de Chile. Capítulo. XXXV. Vida de el feruoso Pe. Alonso de Oualle de la Compa. De Jesús. Biblioteca Nacional. Sala Medina, Manuscritos, volumen 307. f. 263. (Información recogida en el marco del proyecto "Circulación y usos de la imagen religiosa en el sur del Virreinato del Perú (siglos XVI-XVII)" dirigido por el profesor Jaime Valenzuela (Fondecyt Nº 1051031). Sobre cofradías de ‘morenos’ y su constitución pluriétnica ver: Falch, J. (1998). La Cofradía de N. S. de la Candelaria de los Mulatos en el convento de San Agustín de Santiago de Chile. Anuario de Historia de la Iglesia en Chile. 16.; y del mismo autor un artículo complementario, (1995). Cofradía de Nuestra señora de la Candelaria de los Mulatos en el convento de San Agustín de Santiago de Chile. Anuario de Historia de la Iglesia en Chile. Vol. 13. Una introducción al fenómeno de plurietnicidad en las interacciones sociales de sujetos y grupos afromestizos, los fenómenos de ‘permeabilidad cultural’ que allí es posible entrever y que explican la emergencia de construcciones culturales afromestizas en un contexto, como Chile, donde estos grupos no significaron necesariamente una preponderancia en términos numéricos, es posible encontrarlo en nuestro estudio anterior (2006). Presencias africanas en Chile. Circulaciones, relaciones pluriétnicas y emergencias culturales afromestizas. Siglos XVII-XVIII, Seminario Simon Collier 2006. Santiago. Textos Instituto de Historia. Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile. 18 Zúñiga, J. (2007) Huellas de una ausencia. Auge y evolución de la población africana en Chile: apuntes para una encuesta. Ponencia presentada en el Coloquio Internacional: Huellas de África en América: perspectivas para Chile. Organizado por el Seminario Permanente “Negros y castas en América” del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile y la Facultad de Filosofía y Humanidades de la misma Universidad.
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Tal situación, por una parte nos sitúa en el estudio no sólo de las condiciones sociales de la negritud, sino como el propio Zúñiga ha señalado en los mecanismos mismos de una desaparición19. El estudio de estas dimensiones nos ubica por tanto, en las dinámicas mismas por las cuales el negro se integró en la amplia sociedad colonial chilena, en los procesos de mestizaje socioracial y cultural y en la heterogeneidad de formas que tomó –más allá de la esclavitud en un sentido rígido del concepto– las condiciones de la negritud en Chile. Pues bien, es este mismo proceso de atomización, que como ya adelantábamos terminó presentando al negro en una gran diversidad de escenarios y no sólo en un escalón estanco de la jerarquía social, es el que a su vez no sólo explica la “rápida adquisición de herramientas sociales y simbólicas”20, sino principalmente, significa la instancia que “abrió la posibilidad a las castas para la movilidad social”21. Como ha puesto de manifiesto Emma de Ramón para el siglo XVI y XVII, la construcción de clientelas y de relaciones económicas estrechas de Negros, Mulatos y Pardos, principalmente esclavos, con grupos de poder y otros estratos sociales, nos da cuenta de esta inserción pluriforme que hemos en estas líneas destacado, pero además de la dimensión móvil y ambigua de su estatus en la sociedad colonial. La autora analizando el caso de artesanos, mercaderes y prestamistas esclavos y libres afirma que si bien los casos de desarrollo profesional y económico de negros son muy ocasionales, las características en las que se dio su actividad nos obliga a relativizar el juicio respecto a las condiciones de desmedro general. De manera tal que ciertas condiciones especiales propiciaron que negros, mulatos y pardos pudieran acceder al nivel social y de desarrollo económico que detentaban el resto de los maestros artífices en la ciudad. Haciéndonos cuestionar, la hipótesis del fraccionamiento de la sociedad colonial en dos grupos antagónicos de dominados y dominadores.22 Es interesante como lo demuestra De Ramón, que estas dinámicas no sólo pueden ser planteadas exclusivamente en relación al último siglo colonial –desde donde emergen nuestras aproximaciones y análisis al problema por el trabajo que hemos desarrollado y que dan origen a estos planteamientos–, o a una evolución sólo posterior del fenómeno, sino más bien a una característica estructural. Pues en la medida que una de las explicaciones principales está puesta en el sistema económico diversificado del contexto colonial chileno, principalmente en su medio urbano, nos abre las posibilidades a advertir este mismo fenómeno en los siglos anteriores. Ya en 1565 “Alonso, negro” se asentaba con: “Hernando Díaz Puebla para le servir en recogelle los ganados de los diezmos por los términos de esta cibdad y en todo lo demás que le mandare, por tiempo y espacio de un año, por precio e cuantía de doscientos pesos en oro y la resta en vacas, yeguas e puercos y en el demás ganado que le pareciere”, “y para ello el dicho Hernando Díaz Puebla le ha de dar caballo e silla e indios, los que hubiere menester para e recogimiento del dicho ganado”. 23.
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Zuñiga, J. (2007). Cussen, C. (2007). Secuelas de la esclavitud en postestamentos de los pardos libres de Santiago. Ponencia presentada en el Coloquio Internacional: Huellas de África en América: perspectivas para Chile. Organizado por el Seminario Permanente “Negros y castas en América” del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile y la Facultad de Filosofía y Humanidades de la misma Universidad. 21 Zuñiga, J. (2007). 22 De Ramón, E. (2006). Artífices Negros, Mulatos y Pardos en Santiago de Chile: Siglos XVI y XVII. Cuadernos de Historia. 25. P. 81-82. 23 Asiento de trabajo de Alonso, negro horro, con Hernando Díaz Puebla para recoger los ganados de los diezmos. 30 de Abril de 1565. Archivo Histórico Nacional (AHN). Fondo Escribanos de Santiago (AES). T..2, f. 139. En Jara, Á., Pinto, S. (1983). Fuentes para la historia del trabajo en el Reino de Chile. Legislación.1546-1810. Tomo II. Santiago, Editorial Andrés Bello. 20
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Los asientos de trabajo implican un espacio de relaciones pluriétnicas de tremenda complejidad para nuestro sujeto de estudio; significan un amplio dinamismo de circulaciones espaciales (así también temporales, pues los asientos se constituyen bajo cortos períodos de tiempo, en la mayoría de los casos por un año), por tanto, representan esferas de interacción dinámicas con variados actores sociales y en distintas esferas espaciales y socioculturales. Si bien el caso de Alonso corresponde al de un negro libre en el siglo XVI, éste no difiere sustancialmente del tipo de actividades realizadas en los asientos de trabajo por los esclavos en general y en el resto de los siglos coloniales; junto a ‘poderes’ y ‘libertades’ económico –sociales (“doscientos pesos en oro y la resta en vacas, yeguas e puercos y en el demás ganado que le pareciere”), los espacios de sociabilidad construido con otros grupos sociales (“indios”, y con Hernando Díaz, seguramente hispanocriollo), y las dinámicas circulatorias que esta actividad en particular implica, nos expresan la complejidad de los espacios de interacción de los afromestizos24. Los asientos de trabajos, como parte de los escenarios diversos en que el negro se integró, no sólo constituyen un sistema por el cual los esclavos se vinculan a otros sujetos a los cuales sirven, tales esferas también significan en algunos de los casos, una expresión del ‘valor’ del oficio y del reconocimiento social por parte de otros actores hacia un negro esclavo en particular. En 1651 un indio llamado Juan, “de edad de diez y seis años poco más o menos”, natural de Rancagua, quien dijo “ser de los padres de la Compañía de Jesús” y “que de su voluntad se asentaba con Manuel, negro esclavo de doña Beatriz Venegas, para servirle y estar con el dicho negro por tiempo de un año, para aprender el oficio de zapatero”25 . En este caso, estando ya ubicado en el siglo XVII, las formas de interacción social y las redes desarrolladas implican procesos de circulación a micro-escalas (Rancagua-Santiago) y la construcción de espacios de convivencia interétnico, donde el esclavo, por el valor del oficio, constituye un foco atractor para otros actores sociales; un ‘nodo’ circulatorio, por el cual interactúan más que individuos, movilidades sociales y relaciones interculturales de gran dinamismo y complejidad, que como vemos, relativiza y cuestiona un estatus rígido de las condiciones sociales de la esclavitud y la negritud en el contexto chileno. Como vemos, la maleabilidad del estatus de la esclavitud en términos sociales y discursivos, nos plantea nuevas preguntas y cuestionamientos al desarrollo de una historia social de la esclavitud, en la medida que las realidades en las fuentes expuestas no sólo constituyen construcciones discursivas sino que nos hablan de una sociedad compleja y de ‘situaciones sociales’ tremendamente dinámicas y ambiguas, desde el sentido histórico que les es posible otorgar26. De este modo en 1775 encontramos a Juan Pailaman, “Cacique Governador de Malben”, “pidiendo a mis sobrinas que me las tiene por esclavas Doña Mariana Merino 24
Consideremos que Alonso, para realizar su trabajo, tendría bajo su mando un grupo de indios. Si bien éstos deben corresponder a un grupo poco numeroso, es interesante destacar cómo un sujeto negro utiliza y apropia las dinámicas de poder, las relaciones comerciales, los vínculos y jerarquías sociales coloniales más allá de su supuesta marginación social absoluta. 25 Asiento de un indio para aprender el oficio de zapatero con un negro esclavo. 6 de Marzo de 1651. A.H.N., A.E.S., t. 298, f.206. En Jara, Á., Pinto, S. (1983). 26 Nos parece interesante la perspectiva de análisis a las construcciones discursivas desarrolladas en la sociedad colonial propuestas por Patricia Palma (2006) en su trabajo aún inédito. (Construcciones discursivas en torno al honor. Incumplimientos de esponsales. Chile 1790-1806. Investigación realizada en el marco del Seminario Elites coloniales: Estrategias y escenarios en la construcción de linajes y grupos de poder, Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile). En él se pone de manifiesto la manipulabilidad de las realidades coloniales enunciadas en los documentos, y por tanto también del estatus mismo de éstas. La realidad discurseada en los documentos, justamente por su maleabilidad, son cargados de verdad por los actores, al punto que la aproximación para el investigador a las realidades enunciadas, sólo debe ser desde categorías de verosimilitud, de posibilidades culturales, mas que desde verdades sociales. (Agradecemos a la autora el acceso al manuscrito).
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[mandando] al lengua que me las mandare entregar”. El caso no sólo habla de las relaciones interétnicas en Concepción, un espacio fronterizo e interétnico por antonomasia, sino también de los lazos familiares y sociales construidos en una sociedad heterogénea, y principalmente cómo la realidad en el juicio construida aquella dimensión maleable del estatus de la esclavitud. El juicio gira entorno a comprobar que la compra de Doña Mariana es efectiva y legal (Merino intenta demostrar que las compró legalmente en la Plaza de Puren, y que se las ofreció en venta al marido de Pascuala, Sebastián Aravena, un indio con el que se casó hace 15 años, y este no cumplió la paga), y por otra parte, que Pascuala, mulata, y sus hijas, son sobrinas libres del cacique Pailamán27. La maleabilidad no sólo discursiva de la esclavitud, sino la flexibilidad con que se presenta en una dimensión social es aquí crucial. La movilidad de estatus verosímil en este contexto cultural, más allá si realmente éstas mujeres fueron compradas legalmente o no, o si acaso no eran esclavas antes del propio Pailamán, lo que nos interesa destacar es una situación de ambivalencia que rodea al estatus de la esclavitud, no presentándolo de manera rígida y estable, sino de un modo pluriforme y dinámico. Del mismo modo, Petronila Baldovinos, “criolla de esta ciudad [de Santiago], hija de Sebastiana Balderrama mulata”, en 1748 desarrolla un Juicio por su libertad y la de sus hijos (Agustín e Isabel), contra los herederos del Presbítero Agustín de Miranda (sus hermanos) 28. El juicio dura siete años y en él se da cuenta de la variabilidad de situaciones que un afromestizo puede vivir en el contexto aquí estudiado, transitando en términos jurídicos de la libertad a la esclavitud, pero desde una dimensión social, una infinidad de situaciones intermedias a la categoría de dominadores y dominados. Pues bien, el juicio se argumenta en función de la libertad legal o no de Petronila. Como afirman Rosa y Magdalena Miranda (los herederos de Agustín), “nunca la pudimos sugetar a servidumbre, ni el dicho Dn Augustín, bibiendo la dicha mulata, como que fuese libre sinque en todo ese tiempo hubiese pagado Jornal alguno, aunque compre [de todo] de dichos jornales estava fuera de la servidumbre … Por cuyo motivo le ponemos demanda ... porlos jornales atrasados de el tiempo que fue esclava”29. Información que es ratificada por la totalidad de los testigos. Nicolasa Valdovinos, por ejemplo, negra ladina y libre de 48 años, afirma que Petronila “vivia como persona libre de consentimiento del dicho amo que no la opcupaba en ejercicio alguno [y que ] antes de parir hijo alguno le dio al dicho don Agustín sinquenta pesos fuera de cien pesos mas [y que por tanto] cuenta de libertad antes de que hubiera parido30. Vivía entonces Petronila “de consetimiento del susodicho [Agustín, su amo] como persona libre, y sin que la embarasase en servicio alguno”, habiéndole preguntado alguna vez uno de los testigos a Agustín "si era esclavo el hijo mayor de dicha Petronila hubiese respondido [este] que era libre"31. Y “aunque le asistía al susodicho pero no como lo tienen de obligación las esclavas porque asistía poco en servicio del dicho su amo, y que esto save el declarante que era con Voluntad del dicho Don Agustín, quien le permitía estubiese como libre”32. Más aún, se presenta en lo dicho por los testigos y en las preguntas a ellos formuladas, la posibilidad que Agustín “solía, ir a la casa donde estaba dicha Petronila adarle algunos reales para que comiese”, relativizando completamente las condiciones de la esclavitud y las 27
Archivo Histórico Nacional (AHN), Fondo Real Audiencia (ARA), Paravicino (José), con el defensor general de indios sobre reducir a servidumbre a Pascuala, mulata y a sus hijos. 1755-1777. Vol. 1725. pza. 1. 79 fojas. 28 AHN, ARA. Baldovinos (Petronila). Esclava. Juicio seguido con los herederos de Miranda (Agustín de ), sobre su libertad y la de sus hijos. 1748-1755. Vol. 848. pza. 1. 88 fojas. 29 AHN, ARA. Baldovinos (Petronila). 1748-1755. F.4. 30 AHN, ARA. Baldovinos (Petronila). 1748-1755. F. 13-13v. 31 AHN, ARA. Baldovinos (Petronila). 1748-1755. F. 13 v. 32 AHN, ARA. Baldovinos (Petronila). 1748-1755. F. 16
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formas de interacción social entre las castas, la servidumbre, y los ‘grupos dominantes’ y la sociedad hispano criolla en general. Es ilustrativa de esto la siguiente declaración: “Petronila anda siempre como persona libre alquilando cabras y que aunque oyo decir que era su esclava jamas la vio en su ejercicio”33. En el mismo tono Isabel de la Barra, afirma aquella maleabilidad del estatus de la esclavitud que hemos desarrollado a lo largo de estas líneas: “Petronila no vivía en la casa de los Miranda pero … dentrava y salia en la casa y .. oyo decir que dicha Petronila era esclava”. Es interesante que Petronila en términos legales “obtuvo carta de libertad en en maio de 1746. a cambio de veinte y sinco pesos en ropa y sien pesos mas”, es decir, dos años antes de empezado el juicio. Desde una dimensión social, o de las posibilidades de lo social en el contexto en estudio, no existe una rigidez en el estatus del esclavo y de marginalidad absoluta de las castas frente al resto del universo social, los testigos y las relaciones con los amos demuestran que las formas de interacción social son mucho más complejas, ambiguas y dinámicas que una estructura de dominadores y dominados. Las posibilidades de interacción y de desarrollo a partir de espacios que han tradicionalmente planteados como libertades o resistencias, se ven cuestionadas si la óptica se integra al resto del universo social y a las dinámicas generales, más que a la esclavitud como sistema de opresión preestablecido. Con esto y los antecedentes que aquí hemos intentado entregar, creemos necesario una serie de replanteamientos a los problemas, no sólo de lo negro y el esclavo, sino también a los proceso de formación social y cultural de las sociedades en estudio, más allá de las jerarquías rígidas defendidas discusivamente por sus contemporáneos y reproducidas por la historiografía posterior.
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AHN, ARA. Baldovinos (Petronila). 1748-1755. F. 55
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