Comentarios a "Temas que nos acercan y nos alejan en la Historia del Perú y Chile"

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CoveNr,A,Rros Heraclio Bonilla A propuesta de un grupo de estudiantes de Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima que a la vez integran el colectivo que edita la revista Perú Contemporáneo es que ha sido escrito este breve comentario a la conferencia pronunciada por el profesor Sergio Villalobos de la Universidad de Chile, ante el V Encuentro de Historiadores PeruanoChilenos entre el 29 y 30 de Octubre de 1998. En realidad la conferencia ütulada "Temas que nos acercan y nos alejan en la historia del Peru y Chile", por la naturaleza de su presentación es poco susceptible de ser comentada con profundidad, con excepción tal vez de algunas consideraciones muy generales que por otra parte fueron ya formuladas por Félix Denegri el mismo día de la conferencia. Sólo la consideración que tengo al pedido de los estudiantes y mi plena identificación con su proyecto editorial, explican que ponga de lado mis reücencias y formule una reflexión sobre el apartado final con la cual el profesor Villalobos cerró su conferencia. El texto completo de Ia conferenci4 como todo lector no podrá dejar de constatarlo, esta orientado a disipar los malentendidos y los prejuicios que genera la versión popular de la historia de Chile, sobre todo entre un público no suficientemente informado. Con ese propósito, el conferencista eligió tres temas paradigmáücos: la experiencia colonial de Chile, la Confederación Peruano-Boliviana y, por cierto, la famosa guerra del 79. Se trata, en efecto, de tres coyunturas en las que el papel que Chile jugó fue uno de los vectores importantes en el modelamiento de la memoria colectiva del Peru. El autor consider4 con mucha razón, que se trata de procesos en los cuales los prejuicios reemplazan a las evidencias, porque en los tres casos las invesügaciones, desde Chile, son todavia insuficientes. Esta laguna es muy visible en el caso de la guerra del Pacífico, el enfrentamiento militar que opuso entre 1879 y 1884 a Bolivia Chile y Peru, donde no existen para los dos primeros investigaciones de la envergadura de las realizadas por Bonilla Favre, Manrique y Mallon para el Peru. En 1996 en el marco de las XV Jomadas de HistoriaArgenüna realizadas en Tandil los historiadores chilenos Luis OrtegayJorge Pinto plantearon algunas dimensiones importantes sobre las repercusiones del conflicto para Chile, pero se trata sólo del inicio de un impor[ante proceso en el conocimiento que debiera conünuarcomo lo invoca con con toda justeza Villalobos en su conferencia.

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Penú CoNrevponÁNeo El apartado final del conferencista y al cual aludi hace un momento se refiere a la necesidad de una historia comparada. [¿ llamada "balcanización' de la América l¿üna que se produjo araiz de la disolución del "pacto colonial" produjo también una fragmentación similar en el conocimiento de la

historia de la América l¿tina. Los Departamentos de Historia de las

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Universidades Públicas y Privadas del conünente estan dedicadas hasta el cansancio a la enseñanza exclusiva de la historia del respectivo pais que las alberg4 sin que esta situación Ia alteren en lo mas mínimo las breves excursiones históricas por la regón, ni la profunda debilidad de sus bibliotecas y centros de documentación. Nacimos y desaparecemos del tenitorio de la Historia dedicados de manera ejemplar a la mirada autocomplaciente de nuestros propios ombligos. [,os dedos de una mano, en efeclo, sobran para contarlos libros sobre la historia de laAmérica t aüna como conjunto, escritos desde la región. No se trata" por cierto, de proclamar otra vez las ventajas de una historia practicada desde una perspectiva comparad4 sino de constatar el simple hecho de que incluso la especificidad de una experiencia nacional es mejor captada cuando se la confronta en el espejo de otras realidades. El profesor Villalobos constata que los actores de Chile, en el marco de las tres coyunturas que analiza fueron alayez semejantes y diferentes a los del Peru énfasis que es explicable por la naturaleza del evento y por la audiencia que escuchaba su conferencia Pero lo que importa también, es desocultar las raaones que sustentaron una y otra opción y para lo cual la invesügación sobre el proceso de configuración histórica de ambos países es imprescindible. Chile y Peru en efecto tuüeron una historia muy diferente a lo largo del siglo XD( En términos de la historia política Chile contó con un Estado que desde la administración de Portales, fue un Estado mucho más sólido y nacional que el del Peru. En términos de territorio, el de Chile antes de la guerra era prácticamente el diminuto valle central, situación que contrasta con la enorme y desarticulada geografia pemana En términos de población,la de Chile fue mucho más homogénea que la del Peru, donde la dimensión étnica heredada desde la colonia y mucho mas compleja con el anibo de los cien mil coolies chinos durante la época del guanq representa un agudo contraste con el pais del sur. En términos de su desempeño económico la diferencia es igualmente evidente, Chile hizo de su agricultura de exportación el motor de un crecimiento casi inintem;mpido, sifuación completamente opuesta a la del Peru cuya economía se cont¡ae durante las dos décadas siguientes a I82I, mientras que la "prosperidad falaz" de la época del guano, fue justamente falaz porque no pudo inducir cambios importantes en los otros sectores de la economía peruana. Su clase dirigente, la de Chile, esfuvo fragmentada entre "pipiolos" y "pelucones" lo que no


CoveNrRnros

impidió que se ejercierauna autoridad efectivamente nacional cuando uno de sus miembros ejerció el mando políüco, en oposición a la atomización de la peruan4 cuyos miembros mas prominentes no vacilaron en abandonar el país ante los primeros signos de la denota; en proclamar que eran preferibles los "chilenos a Piérola" antes de San Juan y Miraflores; en implorar, con el

alcalde Rufino Torrico ala cabeza la pronta ocupación de Lima por parte del ejército invasor, paraterminarexi$endo una paz con Chile sin condiciones, ante la indignación y estupor de un GonzálezPrada. Estas son algunas de las dimensiones más sig¡nificaüvas de la experiencia contrastada entre Penl y Chile, y que deben ser tomadas en cuenta en la explicación del porque tanto 1836 con la Confederación, como 1879 con la guerr4 significaron cosas disüntas en ambos contextos. Pero reconocerlas, implica pensar, invesügar y escribir la Historia de una manera muy diferente.

*** Waldemar Espinoza Soriano

[-r Cor.¡peDERACróN hnú-BouvrANA Y

I.\

GUERRA DEL PncípIco

l,a ponencia de Sergio Villalobos -Temas que nos acercan y nos alejan en la historia del Peru y Chile', constituye un ensayo sobre el que quisiera adicionar unos breves comentarios, concorde a lo que entendemos muchos peruanos.

hticio de los de*ntcndimientas Infelizmente Ia mutua simpaüa y colaboración entre peruanos y chilenos

durante las guerras de emancipación iba a deteriorarse muy pronto, en seguida de consumada la Independenci4 y no solamente con Chile sino también con Bolivia y Ia Gran Colombia. áQué falta de comprensión hubo para que se incubase esa desintegración con Chile? Fueron, es evidente, factores económicos. Claro que todavía no eran naciones plenas, pero es innegable que tanto en Chile como en el Peru había gente criolla que actuaba aqui como peruano y allá como chileno. Cabalmente, los comerciantes criollos chilenos avanzaron tanto que muy pronto se fueron independizando de la preponderancia de los criollos peruanos. Realidad que ya se veia madurar

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PeRú Cor.{revponÁNeo desde cuando apareció la ruta del libre comercio de Buenos Aires - cabo de Homos -Valparaiso - Arica - El Callao - Guayaquil - panam4 que sustituyo al antiguo periplo de Portobelo - Panamá - Callao - Valparaíso. Eso llevó a la independencia del tráfico chileno, demarcación que hasta llegó a tener su propio Tribunal del Consulado en Sanüago, separado del consulado de Lima

Dicha independencia comercial quedó sellada luego de las batailas de

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Chacabuco, Maipú, Junin y Ayacucho, dando origen a una obvia emulación entre el callao y valparaíso que iba a conducir a una deplorable separación. Los criollos de Lima y callao versus Santiago - Valparaiso, contribuyeron desde un principjo a la disturbación americanista de manera iftemediable. l¿ clase social que gobemaba y sus instrumentos, los caudillos militares que se sucedían en el poder, no meditaban en ningún momento en conshuir el Estado-Nación en el Peru. Realmente ni sabian lo que era eso. Mas bien coadyuvaban a desquiciar al país. Apenas podría ser una de las excepciones en aquel "siglo a la deriva" el general Andrés de Santa Cru4 quien gestó la üsión genial de reunir mediante una confederación al peru y Bolivia, cuyos habitantes son partícipes de una sola cultur4 raza y lengua [¿ confederación tenía metas poliücas y económicas sobre bases suficientemente consistentes. Pero lo cierto es que Peru y Chile, cada uno por su lado buscaba la hegemonia comercial en el Pacifico. En una "guerrafnt detal naturaleza cada Estado capitalizaba para sí lo que le convenla mejor mediante liberación de impuestos, almacenes francos, puertos libres; o el caso extremo de Santa Cruz que decretó cobrar fuertes impuestos a cualquier barco mercante que antes hubiese desembarcado en algún puerto de un país vecino, o en ohas palabras: valparalso. Es comprensible de que chile, en tales circunstancias hubiese tenido que arrnarse y preparar una invasión y guerra a muerte contra el Peru. l¿ derrota de este pais le representaría su salvación económica. y para ello se aprovechó magníficamente de la coyuntura política intema de Lima sostenida por el caudillismo militar peruano. Resulta que en Santiago y aun en Valparaiso residia un número nada desdeñable de criollos peruanos en calidad de exiliados (Gamarra Casülla [,a Fuente, Pardo, etc.) que no hacian sino pensar y maniobrar en la forma de fuaer abajo a Santa Cruz, al que consideraban extranjero y lo marginaban por ser de origen indígena no soportandolo como presidente del peru. El gobiemo de Chile presidido por Diego José Mctor Portales, los uülizó para dar visos de alguna legalidad a la invasión preparada. De manera que se forjó en Sanüago y Valparaíso una expedición de miles de soldados, ent¡e los cuales campeaban, como lo confirmaVillalobos, losvagosy delincuentes chilenos reco$dos ala fuerza para conformar los escuadrones de ataque y combate. Portales y sus ¿rsesores lo que anhelaban era demoler el poder


CoveNr¡Rros económico del Peru, hasta convertir al Callao en un puerto de segunda o tercera categoría en el ámbito del comercio sudamericano. [,os deportados pemanos iban a servirles de guías y excelentes colaboracionistas, pues eran buenos conocedores del tenitorio y de sus pobladores. Portales logró, pues, sus propuestasy propósitos con el apoyo y asociación de generales y civiles pemanos. l,os cuales, enceguecidos por sus prejuicios étnicos y desmedidos apeütos de poder políüco participaron en la invasión, ataque y desmoronamiento de la Confederación en la definiüva batalla de Ancash, en Yungay (1838), donde los chilenos aplicaron por primera vez la tacüca del "repaso" (tiro de gracia a los heridos y moribundos). El general Argusün Gamarra en el Congreso que convocó en Huancayo declaró héroes a los chilenos atacantes, otorgándoles premios y altos grados militares. iParece

iricreíble! Con tal comporbamiento se consumaron tres cosas: le la superioridad militar de Chile en mar y Iterra.2e El triunfo de los caudillos de la naciente casta militar en el Peru, que prosiguieron peleándose entre ellos para sentarse en el sillón del palacio de gobiemo; y 3c el eclipse del primer intento de

unión de dos pueblos con grandes afinidades históricas, culturales, étnicas y lingüisticas: Peru y Bolivia. Fue un episodio en el que tuvieron la culpa tanto las elites de Chile como la aristocracia criolla del Peru, que desde entonces ya demostraba su inepütud como clase dirigente, pero sí muy prepotente como.grupo de poder y dominación intema: una clase incapaz de mirar en términos andinos e hispanoamericanos, prefiriendo el ambiente de aldea y regionalismo. Santa Cruz fracasó tan igual que la soñada Confederación de los Andes que tanto ilusionó a Bolívar.

Portales, hombre de decisiones irrevocables, dejó plasmado su pensamiento anüperuano en una carta que por sí sola habla de lo que planeaba contra el Peni. L¿ dirigió a Blanco Encalada el l0 de setiembre de 1836:

1/a usted, en realidad, a conseguir con el triunfo de sus armas, la segunda independencia de Chile... [,a posición de Chile frente a la Confederación Peru-BolMana es insostenible. No puede sertolerada ni por el pueblo ni por el Gobiemo, porque ello equivaldría a un suicidio. No podemos mirar sin inquietud y la mayor alarma la existencia de dos pueblos confederados y que, a la larg4 por la comunidad de origen, lengu4 hábitos, reli$ón ideas y costumbres, formarán, como es natural, un solo núcleo. Unidos estos dos Estados, aunque no sea mas que momentáneamente, serán siempre mas que Chile en todo orden de cuestiones y circunstancias. En el supuesto de que prevaleciera la confederación y su actual organizador,y ella

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Penú CoNreMPoR/ñEo

fuera dirigida por un hombre menos capaz que Santa Cruz, la existencia de Chile se vería compromeüda..."

"[¿ Confeder¿ción debe desaparecer por siempre jamas del escenario de América Por su extensión geográfica; por su mayor población blanca; por las riquezas conjuntas del PeÚ y Bolivi4 apenas explotada ahora; por el dominio que la nueva organizaciÓn tratará de eiercer en el pacífico, arrebatandonoslo; por el mayor número también de gente ilustrada de la raza blanca, muy vinculada a las familias de influjo en España que se encuentran en Lima; por la mayor inteligencia de sus hombres priblicos, si bien de menor carácter que los chilenos; por todas estas razones, la ConfederaciÓn ahogaría a Chile antes de

muy poco". "La conquista de Chile por Santa Cruz no se hará por las arrnas en caso de ser Chile vencido en la campaña que Ud. mandará. Todavía le conservara su independencia políüca. Pero intrigara en los partidos, avivando los odios de los parciales de O'Higgins y Freire, echándolos unos contra otros; indisponiéndonos a nosotros con nuestro partido,

haciéndonos víctimas de miles de odiosas intrigas' Cuando la descomposición social haya llegado a su gmdo más culminante, Santa Cruz se hará sentir. Seremos entonces suyos. las cosas caminan a ese lado. [,os chilenos que residen en Uma estan siendo víctimas de los de Santa Cruz. Pocos caudillos en América pueden compararsele a éste en la virtud suprema de la intrig4 en el arte de desavenir los

ir al propósito que persigue..." "Las fuerzas navales deben operar. antes que las militares, dando golpes decisivos. Debemos dominar por siempre en el Pacífico: ésta debe ser su máxima ahora ojalá fuera la de Chile para siempre."

ánimos, en la manera de insinuarse sin hacerse senür para

La ansumación de las desavenencias l,o acaecido araiz delaniquilamiento de la confederación no fue objeto de análisis en el Peru del siglo )([( Su liquidación mas bien sirvió de orgullo a los generales y criollos de la elite peruan4 quienes prosiguieron con sus

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.,inacabables" golpes de Estado. No querían o no sabian planificar ni administrar el pais, salvo Ramón Casülla en algunos pocos aspectos. Ni por asomo les venía a sus mentes la elaboración de un Proyecto Nacional integra| en consonancia a la realidad multiétnica pluricultural y plurilingüísüca del Peru. La República que gobemaban y dominaban era pam la minoría criolla


Cc-¡vrNlrulos (descendiente de los españoles)desinformada de lo que era el país. Llegaron

al extremo de creer que residían en un Estado modemo hecho y derecho, rico y con un ejercito eficiente, todopoderoso, al punto de poder "defende( al que ellos llamaban el hermano débil, es decir, a Bolivia cuya provincia salitrera de Antofagasta se llenaba de inmigrantes chilenos en pos de esos yacimientos, y cuyo gobiemo inümidaba con ocupar y apoderarse, y para lo cual venía preparándose con habilidad, sigilo y constancia Es que Chile seguía carente de una bonanza económic4 pese a que su agriculturay minería la mantenían bastante adelantad4 al lado de magníficas líneas férreas. Mientras que Bolivia y el Peru poseían en Antofagasta y Tarapac4 respectivamente, abundantes reservas de salitre, guano en sus islas y minas de plata en sus cordilleras. Pero Antofagasta estaba virtualmente olvidada por Bolivia; y con Tarapacá sucedia lo mismo por parte del Peru. Chile, ademas, trabajaba con proyectos de largo plazo bien calculados. Tenían una clara idea de lo que debia ser su futuro. Valparaiso había

adquirido una importancia económica visible como puerto con casas comerciales y Bancos extranjeros: un puefto de distribución de comercio. Chile, con un gobiemo civil estable, verdaderamente estaba pujante en comparación al Peru y Bolivi4 y con ansias--se decía en Lima-de ampliar su espacio hacia el norte. El Peru sufría una crisis por no haber sabido manejar con eficiencia las rentas del guano. Consecuentemente, ante el "posible riesgo" para ambos países, Peru y Bolivia pactaron un Tratado Secreto (1874) que, desde un comienzo, fue conocido a voces denüo y fuera de los Estados firmantes. El Peru también quiso incluiren él a laArgentin4 pero este país se autoexcluyó. DichoTratado tenía caracter defensivo; pero la clase gobemante de Chile lo interpretó como peligroso para su soberanía Pensó que Peru y Bolivia le estaban tendiendo una celada El Peru no quería ir a la guerr4 por lo que gesüonó un arbitraje. Sin embargo todo estaba destinado al fracaso. Se desató la contienda y vinieron

los hechos cruentos con todos los horrores de los conflictos de este tipo. [,a saña con que fue devastado el Peru ha quedado graficada en las frases que Pakicio Lynch dijo cuando asaltó el pueblo de Casm4 el l0 de

seüembre de 1880. Primero hizo volar el valioso ingenio de Paloseco, enseguida incendiar los extensos cañaverales y levantartodo cuanto podían hallar de útil para transportarlo y embarcarlo en sus buques: la integ¡idad valuada en una suma por encima de los 200,000 soles, más un cupo de otros 100,000 soles que le impuso al dueño. El jefe invasor, ante la protesta del adminisbador de Palosecq respondió sin ambages tener órdenes expresas

de Sanüago de Chile para destruir al Peru en tal manera de que no pudiera

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Penú CoNrnvponÁNeo reconstruirse ni en 100 años. Como se advierte, ya no era una guerr4 sino vandalismo. Al fin y al cabo Bolivia perdió su litoral, su salida al mary sus salitres. En tanto que el Peru devenía en el más damnificado, ya que le obligaron a desprenderse de Tarapacá y Tacna, aparte de dejarlo saqueado, arrasado y

constreñido a pagar al vencedor una indemnizaciín de guerra leonina. que explica por qué concluyó quebrado económicamente. Desde luego que para esto fueron los grupos de poder peruano los grandes responsables por no haber sabido planificar y administrar al país como buenos conductores de pueblos. Es imposible atribuir todo el peso únicamente al gobiemo de Chile. Y esto merece otro r¿pido comentario.

Reflariones finales [,a desvertebración de la sociedad peruana era total. Lo insinúa el propio

Villalobos cuando, por ejemplo, los centenares de peones chinos que laboraban en las haciendas en el centro y norte de la costa peruana en

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condiciones de semiesclavitud, resolvieron prestar su apoyo a los invasores, ayudándoles a perseguir y masacrar a los peruanos. Era el resultado del resenümiento que habían incubado contra sus explotadores y opresores terratenientes criollos de los valles desde Chincha a Trujillo. Como en el Peru no existía una sola nación, sino varias y desarticuladas, derivadas de las "raza{ que habitaron y habitan el territorio, también esto influyó para la derrota. Una diversidad en la cual los criollos se creían los preferidos y superiores, con un manifiesto desaire a los indígenas, cholos mestizos, afroperuanos y otros, al extremo de que en ningún momento, ni siquiera en plena gueffay desastre, eran capaces de una auténticay sincera unión. Cada cual se conducía por su lado, hasta los caudillos militares, primordialmente en seguida de la caida de Arica. Hay pruebas documentales para demostrarlo. leAsí, como lo recuerdaVillalobos, el apresuramiento con que el alcalde de Lima don Ramón Torrico, se hizo presente en el campamento chileno del genérd Baquedano posteriormente de la batalla de Miraflores, para pedirle con urgencia la inmediata ocupación de la capital porque estaba siendo saqueada por el populacho y los propios soldados peruanos en reürada, incluyendo los suburbios y otras partes. 2c O esa otra escena estremecedom que refiere Patricio Lynch en sus Memorias al contar la conversación suscitada en un hospital con un diplomáüco europeo. Allí estaban los heridos peruanos y chilenos en salas


Co¡r¿eNr,rnlos

diferentes. A los peruanos postrados en cama, en presencia del citado diplomáüco, Lynch les interrogó que porquién habían peleado en Chonillos y Miraflores. Recibieron como respuesta que uno de ellos lo había hecho por el general lglesias, mientras que otro expresó que por Piérola, un tercero por Cáceres, y asi por el esülo. Al pasar al pabellón de los heridos chilenos ante la misma pregunta contestaron unánimemente: "ipor mi patria: Chile!" Lynch enfaüzó entonces al Cónsul francés: Ahí esta la explicación de por qué Chile ha triunfado y de por qué el Peru ha perdido. Aquí combaten por sutanito, fuIanito y menganito, en contraste a Chile, donde se batalla por Ia nación. Era patente y palrnario, en el Peru a la gente se le había enseñado a luchar y correr detras de personas y no de ideales. Er¿ el fruto del caudillismo militar, de las sempitemas rivalidades cMles por el poder, del clientelaje político, etc. Es la elucidación cruda y descamada que aclara el porque del colapso del Peru en el si$o XDC 3e Bn la sierra central se libr¿ron luchas tremendq;, pero más que senümiento nacional frente al invasor chileno, bullia el odio de clases y razas: del indígen4 del cholo y del mestizo contra el poderoso criollo (blanco) que siempre los esquilmaba y t.iranizaba. En un pais cuya población estaba educada y tratada bajo estos postulados, resulto inútil la heroicidad de Gr¿u, Bolognesi y Cáceres.

Carlos Contreras

Penú, Cnrr¡ Y r".os FANTAsMAs DEL PASADO No lo vivi, pero me lo contaron, y no dudo qub la escena debió ser formidable. Don Sergio Villalobos, buque insignia de la historiografia chilena y dueño de una elocuencia hoy poco corriente, vertía sus argumentos acerca de las relaciones históricas entre el Peru y Chile, abordando temas tan espinosos como las gueras de la Confederación con Bolivia y la de 1879;y al lado, en la misma mes4 don Félix Denegri, insigne también, historiador peruano, replicábale a cada instante: "ieso no fue asi!", "ino es verdad!"... (don Félix moriría un mes más tarde, en Quito, en el marco de oho congreso de historia). Esto ocurrió en una de las sesiones del úlümo encuentro entre historiadores de Peru y Chile, en octubre de 1998.

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Penú CoNrevpoRÁNeo Para su reseña acerca de "la historia que nos une y nos separa';Villalobos decidió tomar el toro por las astas al partir de la imagen sobre'el otro (país)" plasmada en los textos escolares de cada nación; es decir, en los mananüales donde se forma la imagen estándar de la población acerca del "pasailo nacional". Desde ahí construye su agenda: l. Si Chile fue durante el periodo colonial una "colonia'peruana o si tenía una importante dosis de autonomía2. Si quienes consiguieron la independencia del Peru fueron los propios pemanos, el ejército de San Martín o los hombres de Chile, 3. Si con la guera que Chile declaró a la Confederación, Peru y Bolivia perdieron una oportunidad histórica de logar una unidad que reforzara sus posibilidades de desarrollo económico y social, y 4. Si es verdad que Chile, o Peú tramaron largamente la guerra del Pacífico de 1879, así como la clase de conducta de sus hombres durante la misma. Las conclusiones de Villalobos sobre esos temas me parecen en general justas: l. Chile, si bien para algunas cosas dependia del virrey de Lima durante los siglos XVI al )VIII, fue fundamentalmente un espacio independiente, singular y con sus propias peculiaridades geográficas, políticas y humanas. 2. [,a independencia del Peru contó con un innegable concurso de tropas chilenas (aunque no veo por qué para demostrar ello necesite acusar de "prepotencia" al general San Martín). 3. t a Confederación de Peru y Bolivia era frágil y muy probablemente se hubiera demlmbado sol4 aunque Chile no hubiese intervenido.4.Ni Chile ni Peru urdieron con años de anücipación un plan para provocar la guerra del 79, ni sus hombres en ese conflicto se compoñaron mejor o peor. Pero hecha la declaración general de conformidad, me gustaría introducir precisiones a algunos de los temas examinados por don Sergio, y terminar con una observación críüca mas general.

hpcisiónuno

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Yo acepto que Chile tuvo un papel destacadísimo en la independencia del Peru y acepto también que ello es reconocido justamente en los textos escolares en uso aquí; pero de oha parte me parece que ese hecho no üene, no debemos darle, connotaciones de lo que hoy seria "ayuda internacional", como si estuviéramos ante un EE.W. yendo a liberar a Kuwait Chile y Peru eran provincias de un vasto imperio español y ni siquiera tenian muy claro donde terminaba una y empezaba la otra Es como si mañana mas tarde se independizar4 por ejemplq el sur peruano y üempo despues sus historiadores nacionales agitaran frente a los demas que ellos colaboraron con las luchas


CoveNr¡nros del ahora pais vecino del nofte. Y uno tendría que decir; ipues, claro, si eran parte de un mismo país, como no iban a lucharjuntos! ique de extraordinario üene ello!También hombres del virreinato peruano (y prefiero esta expresión a "peruanos', por razones que añadiré después) estuvieron presentes en las luchas emancipadoras en l¿ Paz, y guayaquileños (hoy ecuatorianos) o neogranadinos en las de Lima. Y en Ayacucho estuvieron "españoles americanos" de muchas nacionet tanto en el lado patiota como en el realistaSi fuera verdad que, puestos a repartir méritos en la hora de nuestra independenci4 cayésemos en la cuenta que los de Chile y los de la Gran Colombia pesaron más que, por ejemplo, los del Rio de la Plata, abría que

preguntarse qué los movió hacia ese interés. áEl hecho principista de emancipar a un conünente? áEl deseo de asegurar la independencia del país

nativo, alejando del todo a Bspaña de América del sur? LUn precoz imperialismo nacido en los espacios antaño periféricos de esta parte del conünente?

Me preocupa que los textos escolares chilenos incidan en esa idea que "Chile independizó al Peru". Porque tergiversa la realidad y porque podrla

considerarse como una justificación para

lo que fueron posteriores

intervenciones de Chile en la trayectoria peruana (y no me molesta tanto la intervención, hasta cierto punto inevitabloen el caos políüco que fue el si$o XD( cuanto esa forma de jusüficarla). No es el caso, desde luego, de Sergio Villalobos, ni él insinúa nada de eso, pero tal vez sí podrla darse este

razonamiento en el escolar chileno. El Penl fue un país renuente a independizarse de España y la emancipación en gran medida nos fue efectivamente impuesta; porel contexto intemacional, la coyuntura español4 la presión británica y la de las naciones vecinas, entre ellas principalmente Chile, pero más tarde también la Gr¿n Colombia. Pero creo que ese hecho no nos hace a los peruanos ni mejores ni peores que el resto, ni nos quita ni nos da derechos históricos sobre nada"

hecisión dos Y en cierta forma es la prolongación de este mismo argumento el que yo haúa para mi segunda precisión, acerca de la liquidación de la Confeder¿ción

de Peru y Boliüa No había peruanos, chilenos y bolivianog propiamente dichos, en la década de 1830. Habitaban esos paises soldados, caudillos e ideólogos, ya conservadores, ya liberales, ya monárquicos, ya republicanos, ya centralistas, ya federalistas, que se enfrentaban unos conha otros y no tenian muy clara su filiación nacional. Ya pactaban con otros caudillos de la

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Pe,nú CoNrevponÁNeo

nación vecina alguna alianza, o ya la deshacían; si la suerte en los combates los desfavorecí4 corrían con sus tropas a buscar alguna región de refugio, sin darse cuent4 quizás, que estaban cruzando una linea de frontera Jamas pensaron, y creo que con toda razón, que en un futuro distante estas luchas pudieran ser evaluadas como guen'as "intemacionales". Al respecto es interesante leer los fiabajos de Paul Gootenberg quien bautizó la guerra de la Confederación Peru-Bolivian4 como "la guerra de secesión de los Andes", ya que basicamente se trató de una guerra civil, entre el norte y el sur peruano. Contando el norte, contrario a la confederación, con ayuda chilen4 y el sur, partidario de la mism4 con ayuda boliviana.

heckióntrs

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Por úlümq nada tengo que reprochar a don Ser$o en cuanto a su balance respecto a la guerra de 1879, salvo que no asiente suficientemente la mano en el asunto del salitre y en ese sentido, resulta hasta demasiado amable con el Peru. Nadie queria ir a la guerr4 por supuesto, ni Chile, ni Peru ni Bolivia; pero todos querian tener el saliüe, y si ellos solos, mejor. Entonces la guerra era pÉcticamente inevitable. Porque los tesoros fiscales de las t¡es naciones envueltas padecían en la década de 1870 del mismo idéntico mat carecían de ingresos suficientes pam emprender, o conünuar, las grandes inversiones públicas en ferrocarriles, irrigaciones, telégrafos, educación y seguridad intema y extern4 que los avances técnicos mundiales habían puesto a disposición de las naciones (que pudieran pagarlos, claro). l,a crisis mundial de 1873, con la consiguiente caida de los precios de las exportaciones de los tres países (guano, plata, cobre y trigo) no hizo sino agravar las cosas. Y he aqui que la mano del diablo (para no decir la de Dios) habia puesto, justo en el tenitorio limítrofe entre los tres países (y encima mal definido limitrofemente), tesoros enorrnes de salitre, un sucedáneo del guano pam mejorarla productividad de la agricultura Era una situaciÓn tan explosiva como la que resultaria delanzar una jugosa piema de pollo en medio de hes hambrientos mendigos. Puestos a elegir enüe poner en marcha enérgicas y profundas reformas fiscales, siempre impopulares, que permiüeran levantar mayores tributos, o tratar de montar un monopolio mundial de los fertilizanteg no sorprende que los tres Estados hayan optado por lo segundo, que parecía más fácil,y de efectos seguros e inmediatos. Hoy, claro, podriamos decir que en tal "escenario", como le gusta decir a economistas y sociÓlogos, la guerra era inevitabl e; pero ello no era percibido asi, por lo menos no necesariamer,te, en Peru, Chile y Bolivia. Habían vivido varias décadas en


CoveNr'¡nros paz desde 1839 y probablemente juzgaban que sus relaciones estaban mal que bien consolidadas.

Ofueración genenl Vayamos ahora a la observación mas general. Creo que Villalobos proyecta hacía atras el hecho que hoy Chile y Peru son dos países disüntos, y asi tenemos que nos habla de "chilenos" y de "peruanos" para épocas coloniales, incluso tempranas, y concibe a Chile y Peru como dos Estados naciones

firmes y consolidados para periodos muy cercanos al logro de su independencia Por supuesto que en la época colonial exisüan "peruanos" y "chilenos", pero sólo en el preciso senüdo de referirse a hombres que habitaban los territorios llamados Chile y Peru respectivamente (por lo menos el virreinato peruano recibía también otras denominaciones: como Nueva Casülla virreinato de Uma, etc.). Creo que los sentimientos e idenüdades nacionales no se desarrollaron en nuestras poblaciones hasta una época muy posterior a la independencia y en buena parte al calor de las suspicacias y guerras que nos enfrentaron. Recordemos la frase de Charles Tilly, que no son las naciones las que hacen las gueffas, sino las guerras las que hacen a las naciones. Así las cosas, preguntarse si "Chile" er¿ autónomo respecto del ?eru", o si fueron "chilenos" quienes vinieron y lucharon por la independencia del Peru, resulta un punto abusivo y anacrónico. Ya que Chile y Peru significaban cosas muy disüntas en el siglo XVIII de lo que significan hoy. Dos o tres si$os atras esas palabras aludian a "países", en un sentido mas geográfico que políüco. Y sus habitantes, hondamente divididos en cada lugar por diferencias raciales y culturales, qué iban a adivinar que largo üempo después formarían naciones independientes y rivales que sostendrían gueffa tras guerra. Cierto es que de alguna forma resulta inevitable para los historiadores proceder como lo hace Villalobos: haciendo un juicio del pasado desde el presente. Es en el presente que vivimos y donde se nutren nuestras ideas y maneras de ver las cosas. No hay método histórico que pueda borrar el hecho que Serglo Villalobos, o quien esto escribe, son respectivamente un chileno y un peruano que escriben en el borde final del siglo )O( y desde sus propias experiencias sociales. Encontrar el punto fértil de la combinación entre el enfoque del pasado desde sus propios términos y categorías, y el que parte desde nuestras categorías y conceptos actualeq es probablemente el desafio del historiador.

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PEnú Cor.¡renponÁNEo Despedida Este üpo de reuniones donde se acerca a los historiadores de países vecinos que en el pasado solieron librar cruentas gueffas, se ha popularizado

recientemente. Así tenemos los Encuentros de historiadores mexicanos y estadounidenses, franceses con alemanes, chilenos y bolManos, peruanos y ecuatorianos, etc. El problema de estas reuniones, asi diseñadas, es que parecieran predeterminar la agenda a discutir: de una parte, la o las guerras libradas, de otra: la nalración de algunos episodios o la presentación de algunos personajes "simpáücos", en el senüdo que más bien unieron que enfrentaron a las naciones. Claro que estos temas merecen estudio, pero me temo que a veces resultan forzados o sirven para esquivar otros problemas comunes a la historia de las naciones, que nos permitirian profundizar en su respectivo conocimiento. Si ya el marco de la historia nacional resulta en

ocasiones un envase inadecuado para estudiar cieftos fenómenos, la interrelación entre dos historias nacionales predeterminadas puede significar al cuadrado esos problemas. Coincido por eso cálidamente con Villalobos, cuando en la parte final de su exposición, nos invita a establecer otra agenda temátic4 basada en lo que el llama nuestros gandes procesos comunes de la historia económica y social; y también políüca y cultural, yo añadiria, ya que aquella no se agota en las guerras, ni ésta en biografías de célebres pensadores.

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