Juan José Cadena D. - Undécimo Humanidades Trabajo final segundo periodo -Ensayo sobre Don Quijote de la Mancha 3 de marzo de 2014 La locura de Don Quijote de la Mancha: cordura en su más puro estado La locura es un término que atrae a todos los seres humanos. Siempre saltan a la mente preguntas como: ¿Qué determina quién es cuerdo y quién está loco?, ¿Por qué hay personas que ven la realidad de una manera diferente a la que la vemos todos?, o ¿Qué termina siendo, en sí, una persona loca?; pero son preguntas que se terminan respondiendo de manera muy escueta por falta de conocimiento del tema, o, en el mejor de los casos, de forma demasiado fría al tratarse desde un punto de vista médico (hablando, por supuesto, de la psicología y la psiquiatría). En la novela Don Quijote de la Mancha, encontramos una clara representación de esa realidad humana, pues es evidente que, al hablarse de la locura del ingenioso hidalgo, la mayoría de los lectores no llegan a profundizar lo suficiente para entender el mensaje que quiso dar Miguel de Cervantes Saavedra en la obra; razón por la cual, se ha menospreciado la importancia del tema, haciendo que Don Quijote de la Mancha se vea, en muchas ocasiones, como la simple historia de las aventuras de un esquizofrénico y su amigo (Sancho Panza) que está completamente cuerdo. Siendo la obra cervantina la novela por excelencia de la lengua española, resulta un tanto incoherente pensar que tan solo se reduzca a una simple seguidilla de aventuras de un loco y un cuerdo, de modo que hay que explorar más a fondo ese par de personajes para entender la humanidad que manejan. El Quijote termina siendo el reflejo de lo que todos los seres humanos sueñan ser, pues es evidente que no es un personaje excepcional, sino tan solo un hombre que sale a la aventura y a luchar por sus ideales sin importarle lo que opinen los demás; y su locura radica en algo tan sencillo como eso, el salirse de lo que todos consideran normal. Sin embargo, es importante abrir el marco de las posibilidades y entender que es probable que Alonso Quijano nunca haya estado loco en el sentido clínico de la palabra, sino que haya utilizado esa “locura” como una simple excusa para ser él mismo. Por tal motivo, este ensayo pretende argumentar que la locura de Don Quijote de la Mancha no fue más que una excusa que el personaje utilizó para liberarse de todos los paradigmas sociales y salir al mundo a luchar por sus ideales, encontrando, de esta manera, un sentido a su vida. Para hacer evidente esta afirmación, se hablará, en primer lugar, del perfecto sistema de Don Quijote encontrado en los libros de caballería; y, en segundo lugar, del sentido de una vida en gran medida desperdiciada, siendo Don Quijote un hombre en busca de las aventuras, los ideales, y la eternidad. José Saramago escribió uno de los tantos prólogos que se le han hecho a Don Quijote de la Mancha, y, en él, planteó que hay cuatro puertas hacia el conocimiento: la curiosidad, la imaginación, la lectura, y la libertad. Estas cuatro puertas son cruzadas por Alonso Quijano, pues “La curiosidad lo impulsó a leer, la lectura le hizo imaginar, y ahora, libre de ataduras de la costumbre y de la rutina, ya puede recorrer los caminos del mundo”1. Lo que nos lleva a pensar que Saramago entendía que la “locura” del Quijote se daba gracias a que era libre para salir a conocer y cambiar al mundo. Por otra parte, encontramos que las adaptaciones cinematográficas y televisivas hechas a Don Quijote de la Mancha (o, por lo menos, las hechas hasta el momento) siempre se quedan cortas en cuanto a contenido, pues no logran captar la esencia del Quijote y terminan yéndose a una interpretación literal de la novela; siempre terminan basándose más en la estética cinematográfica que en lograr una adaptación del Quijote a unas condiciones socioculturales diferentes y la aparición del Quijote como algo más que un simple loco. La única 1 SARAMAGO, José. “Prólogo de Don Quijote de la Mancha”. Editorial Alfaguara, Serie roja. 2005, Santillana ediciones generales. Bogotá, Colombia. P. 18
adaptación que ha intentado darle un poco de vida a una reinterpretación del Quijote tuvo lugar en la Unión Soviética, donde se instaló un Quijote en unas coordenadas socioculturales completamente diferentes con cierto éxito, aunque se terminó fallando en aspectos narrativos y estéticos. Al respecto de la dificultad de ver al Quijote en el séptimo arte, se ha escrito que: “Problema gravísimo es, sobre todo si lo miramos con mentalidad hollywoodiana, la personalidad del protagonista y su apariencia física, así como la ausencia de una heroína atractiva. Don Quijote no es joven ni guapo sino un viejo loco que vive en un mundo de fantasía, va haciendo continuamente el ridículo y sólo recibe palos; además, está enamorado de una mujer que no existe. ¿Cómo solucionar todo esto? Muy fácil: dignificarlo, hacerlo entrañable, convencernos de qué es él quien tiene la razón y no los que le atacan y ridiculizan; la acepción más drástica es el Quijote trágico dostoyevskiano, un idealista víctima del "realismo" de los mezquinos.” 2 Asimismo, es importante clarificar que, aunque ya se ha dicho que la locura es un término un poco difuso para la mayoría de las personas, para éste texto se entenderá la locura desde la perspectiva que da Eduardo Caballero en su libro Breviario del <<Quijote>>, donde menciona con relación al Quijote “Todos le tienen por loco por la razón de que no sabe ver las cosas como son, sino como deberían ser según su pensamiento”3; de modo que la locura no es más que imponer tu subjetividad en el mundo. Lo primero que se necesita para cualquier tipo de comportamiento es instalar un sistema que permita convencerse a sí mismo y a los demás de que todo lo que se hace tiene sentido, de modo que no se caiga en incoherencia. Don Quijote no quería ser tomado como un loco cualquiera, quería, por el contrario, cambiar el mundo en pro de sus ideales de justicia; pero si no encontraba un sistema que le sirviera como excusa para salir a andar los caminos de la Mancha, jamás se hubiera atrevido a salir. Los libros de caballería terminaron dándole a Alonso Quijano todos los elementos necesarios para comenzar una aventura, pues contienen cada uno de los elementos necesarios para construir ese “sistema” social y psicológico. El mundo caballeresco encaja en nuestro mundo porque es, de cierta manera, parte del mismo; todas las historias que Alonso Quijano lee tienen lugar en el mismo país en el que habita, las condiciones sociales habían cambiado con el pasar de los años, pero seguía, y aún sigue siendo evidente que los caballeros rondaban esos sitios. Igualmente, el mundo de los caballeros andantes termina siendo un mundo perfecto a los ojos de aquel hidalgo de la Mancha, pues es un mundo en el que reina la justicia del más fuerte y donde él puede llegar a significar algo, puede llegar a ser alguien. Es por eso que Alonso Quijano deja de ser él mismo, de cierta manera, para transformarse en el más fiel seguidor de los libros de caballería, entendiendo a la perfección que entregándose por completo al sistema caballeresco se conocería a sí mismo, a Don Quijote de la Mancha. Además, Don Quijote encontró un sistema perfecto en los libros de caballería, pues el sistema caballeresco es tan amplio y tan cerrado, que no hay forma de vulnerarlo o quebrantarlo con la realidad: todo se puede traducir a términos caballerescos, desde las victorias hasta las derrotas. La perfección del sistema caballeresco se hace evidente cuando Don Quijote embiste los molinos de viento, pues, al ser “derrotado”, argumenta que un encantador ha cambiado la 2 DE ESPAÑA, Rafael. “Don Quijote en el cine: ¿un sueño imposible?”. REVISTA TEATRONº25 OTOÑO2012. España. P. 2 3 CABALLERO Calderón, Eduardo. Breviario del <<Quijote>>. Editorial Panamericana. 1997. Santafé de Bogotá, Colombia. Capítulo IV. P. 70
realidad para perjudicarlo, de modo que ese desatino tiene una explicación “lógica” en el texto que ha adoptado el Quijote. “Calla, amigo Sancho –respondió don Quijote -; que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento.”4 De igual manera, cuando Alonso Quijano se transforma en Don Quijote de la Mancha, toda su realidad se ve transformada, pues ese acto ilocusionario es más que un simple rebautizo, es un renacimiento. Como señala Estanislao Zuleta en so obra El Quijote, un nuevo sentido de la aventura, “en Don Quijote todo entusiasmo nuevo conduce a un juramento y todo juramento es un nacimiento con un nuevo nombre” 5. Por eso el rocín debe ser bautizado Rocinante y Aldonza Lorenzo debe ser nombrada Dulcinea del Toboso; Don Quijote está traduciendo la realidad a un texto que encuentra perfecto, al texto de la caballería. De esta manera se encuentra la locura del Quijote, entendiendo que él decidió traducir la realidad a un texto que él considera perfecto, a un texto que, a su forma de ver, debería ser el predominante. Ahora bien, teniendo un sistema inquebrantable, y habiendo entendido que todo se puede traducir a ese sistema si se quiere, Alonso Quijano decide sumergirse en él para ser libre en todos los sentidos. Ya Saramago había entendido que Don Quijote termina siendo sinónimo de libertad, pero ahora hay que entender que esa libertad es más que una puerta para acceder al conocimiento, es la materia prima del personaje que acaba de nacer, o, mejor dicho, de renacer. Don Quijote tiene la libertad que no tuvo Alonso Quijano, pues se ha liberado de todos los paradigmas sociales y ahora puede salir a cambiar el mundo con los libros de caballería bajo el brazo como un escudo contra toda crítica y toda burla. Y es que Alonso Quijano no hizo nada por su vida hasta el día en que decidió ponerse la viaja armadura, cambiarse el nombre, y salir a repartir justicia por los senderos de la Mancha. Alonso Quijano no era más que un hidalgo que pasaba el día a día con simpleza, tranquilidad, y, muy seguramente, un gran aburrimiento. De lo poco que se llega a saber de la vida de Alonso Quijano antes de de su transformación en Don Quijote de la Mancha, podemos inferir que era una persona bastante introvertida y tímida, pues ni siquiera fue capaz de hablarle a la dama que despertaba sus pasiones, Aldonza Lorenzo. Esto se hace indiscutible cuando el Quijote, quien se disponía a pagar penitencia en Sierra Morena, va a enviarle una carta a su ya rebautizada señora, Dulcinea del Toboso, y le menciona a Sancho que “Dulcinea no sabe escribir ni leer, y en toda su vida ha visto letra mía ni carta mía, porque mis amores y los suyos han sido siempre platónicos, sin extenderse a más que un honesto mirar” 6. ¿Qué reacción se puede esperar de una persona que ni siquiera ha tenido que luchar un poco para ganar el pan por su herencia, sufre de timidez, y se encuentra ya comenzando su sexta decena de años, al leer aventuras que pasaron a la historia como el Amadis de Gaula?, si se trata por un momento de ponerse en los zapatos de Alonso Quijano, se entenderá un poco mejor sus razones para “enloquecer” y salir a luchar por la justicia. Leer las novelas caballerescas 4 DE CERVANTES Saavedra, Miguel. Don Quijote de la Mancha. Editorial Alfaguara, Serie roja. 2005, Santillana ediciones generales. Bogotá, Colombia. Capítulo VIII de la primera parte. P. 56 5 ZULETA, Estanislao. El Quijote, un nuevo sentido de la aventura. Hombre nuevo editores. Cuarta edición. Julio de 2008. Medellín, Colombia. Capítulo VII P. 156 6 DE CERVANTES Saavedra, Miguel. Op.Cit., Capítulo XXV de la primera parte. Pp. 113-114
tuvo que haber creado una especie de sinsabor a Alonso, pues él veía que su vida pasaba sin más mientras estos caballeros eran inmortales por sus hazañas, por la magia de las letras. Además, el mismo Don Quijote de la Mancha hace referencia a la eternidad de las letras, pues cuando, en la segunda parte de la novela, el bachiller Sansón Carrasco está criticando la primera parte de la misma, dice que “ No hay libro tan malo, que no tenga algo bueno” 7, lo que nos indica que llegar a la literatura equivale a llegar a la eternidad. Entonces, si entendemos que leer te lleva a imaginar, como Saramago proyectó, entenderemos que Alonso, de manera inevitable, se visualizó a sí mismo siendo esos personajes, quedando en la historia. Como dijo el mismo Don Quijote a su amigo y escudero Sancho Panza tras haber perdido la batalla en Barcelona, “cada uno es artífice de su propia ventura” 8, de modo que, viendo que reloj de arena de su vida se acababa y no había hecho nada por llegar a ser importante, se vio obligado a imitar a esos héroes, a buscar una nueva significación de la vida desde la lucha por causas justas; no había tiempo que perder pensando en qué hacer para cambiar el mundo, llegar a la literatura, y, en ese orden de ideas, a la eternidad; así que tomó el sistema caballeresco preestablecido y salió tan pronto como pudo a perseguir esa gloria, a buscar su felicidad y, a encontrar un sentido para su existencia. Al respecto de la psicología del Quijote se ha escrito que: “A fin de entender la confusión de la ficción con la realidad se ha de tomar en cuenta la imitación, por lo demás, un precepto de la estética de la época, con base en la Poética de Aristóteles. En el caso de don Quijote se trataba de la imitación de héroes de caballerías, pero podría ser también una imitación estética de la naturaleza, metafísica de las ideas o retórica del saber decir antiguo (Gomá Lanzón, 2003, pp. 152-3). La de don Quijote es, por más señas, una imitación de la vida tomando como modelos personajes ficticios (que él creía reales).” 9 Ahora bien, hay unas cuantas consideraciones que se deben tener a la hora entender la locura del Quijote. La primera de estas consideraciones es de carácter médico (psicopatológico, con mayor exactitud), pues cabe la posibilidad de que el Quijote haya tenido algún desorden psicológico que haya sido impulsado por tanta lectura y tan poco sueño. El personaje del Quijote encaja a la perfección en la descripción de un esquizotípico, pues tiene lenguaje extraño, apariencia excéntrica, pensamientos mágicos, experiencias perceptivas inusuales, etc. 10 ; lo que nos indica que es posible que esa locura haya sido ciento por ciento auténtica. Asimismo, hay que entender, ya en términos literarios, que Don Quijote de la Mancha es una novela llena de pequeñas novelas (novelas picarescas, pastoriles, de caballería, etc.), de modo que la locura del Quijote no puede interpretarse como una sola verdad, sino como un conglomerado de pequeñas partes que se contraponen y, en diversas ocasiones, pueden llegar a contradecirse. Como expresó Zuleta, en El Quijote, un nuevo sentido de la aventura, “No hay un texto que se pueda definir como criterio de
7 DE CERVANTES Saavedra, Miguel. El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Editorial Panamericana. 1997. Bogotá, Colombia. Capítulo III de la segunda parte. P.444 8DE CERVANTES Saavedra, Miguel. Op.Cit., Capítulo LXVI de la segunda parte. P. 347 9 PÉREZ-ÁLVARES, Martino. “Psicología del Quijote”. Universidad de Oviedo, España. Revista Psicothema 2005. Vol. 17, nº 2, pp. 303-310. P.3 10 Información tomada de BELLOCH, Amparo; RAMOS, Francisco; SANDÍN, Bonifacio. Manual de psicopatología. Editorial McGraw-Hill. 1995. Madrid, España. P. 576
verdad, frente al cual los otros sean más o menos delirantes en la medida en que se alejen más o menos de él”11. De modo que nunca se tendrá la verdad absoluta sobre la locura del Quijote. En síntesis, resulta un tanto complicado entender en profundidad la locura del Quijote, pero si se entiende como la superposición de la subjetividad sobre la realidad, será evidente que Don Quijote es loco en gran medida, pero loco porque así lo decidió. Alonso Quijano se convirtió en Don Quijote de la Mancha porque tradujo todo, incluso a sí mismo, al texto que le permitía la libertad, el texto de la caballería andante; un texto que terminó dándole la oportunidad de salir a encontrar la gloria y un sentido para su existencia que había pasado sin más hasta el momento. Es posible que el Quijote haya tenido un desorden psicológico, y se sabe de antemano que nunca se comprenderá del todo su locura por la complejidad del texto cervantino, pero esto no impide que esta locura se muestre como una clara representación de la humanidad entera, en la medida en que todos quieren llegar a ser libres. De ahí mismo nace la cuestión sobre quién es cuerdo y quién está loco, o, dicho con mayor claridad, quiénes estarían dispuestos a enloquecer para alcanzar la libertad y salir a luchar por lo que en verdad consideran correcto. En ese orden de ideas, todos los humanos deberían preguntarse, a manera personal, qué tanto del Quijote hay en cada uno y qué tanto del Quijote debería haber en cada uno. ¿Acaso el Quijote tan solo se representa a sí mismo, o es una reflejo de todos los humanos? Bibliografía
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BELLOCH, Amparo; RAMOS, Francisco; SANDÍN, Bonifacio. Manual de psicopatología. Editorial McGraw-Hill. 1995. Madrid, España. CABALLERO Calderón, Eduardo. Breviario del <<Quijote>>. Editorial Panamericana. 1997. Santafé de Bogotá, Colombia. DE CERVANTES Saavedra, Miguel. Don Quijote de la Mancha. Editorial Alfaguara, Serie roja. 2005, Santillana ediciones generales. Bogotá, Colombia. DE CERVANTES Saavedra, Miguel. El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Editorial Panamericana. 1997. Bogotá, Colombia. DE ESPAÑA, Rafael. “Don Quijote en el cine: ¿un sueño imposible?”. REVISTA TEATRONº25 OTOÑO2012. España. Documento en PDF. PÉREZ-ÁLVARES, Martino. “Psicología del Quijote”. Universidad de Oviedo, España. Revista Psicothema 2005. Vol. 17, nº 2, pp. 303-310.Documento en PDF. SARAMAGO, José. “Prólogo de Don Quijote de la Mancha”. Editorial Alfaguara, Serie roja. 2005, Santillana ediciones generales. Bogotá, Colombia. SOLER, Miguel. “La lúcida locura de Don Quijote: una máscara para la crítica social”. Universidad de Cádiz, España. 2008. Documento en PDF. TEJADA Medina, María del Rosario. “Aproximación al lenguaje cinematógráfico de Don Quijote de La Mancha. Tranco III”. 2004. España. Documento en PDF. ZULETA, Estanislao. El Quijote, un nuevo sentido de la aventura. Hombre nuevo editores. Cuarta edición. Julio de 2008. Medellín, Colombia.
11 ZULETA, Estanislao. Op.Cit., Capítulo VII. P. 169