Cuentos del Savio "con B Larga"

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HERNAN A. CALVO

CUENTOS DEL SAVIO “CON B LARGA” PARTE 1

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EL DIA EN QUE EL SOL SALIO DE NOCHE Para ustedes, creo, será un relato jocoso, lo sé. Para mí en aquel momento fue muy traumático y voy a contar toda la verdad, como si estuviera siendo juzgado por un alto tribunal. Ya me había cambiado, al terminar primer año, del “Colegio Comercial de Temperley” al “Instituto Lomas”, por creerlo menos exigente. Tenía catorce años, estaba en segundo año, había terminado el primer trimestre, era un vago de aquellos, con notas pésimas en casi todas las materias. Mi cabeza estaba resolviendo otros problemas, en ese momento, más importantes para mi vida. En Lengua tenía seis de promedio, bastante bien (de casualidad), se aprobaba con siete, no estaba tan lejos. Uno a esa edad ya se da cuenta que es un 3


hombre, pero no tiene a quién demostrárselo, lo único que le queda es el baño, recién ahí se siente más tranquilo. Ni bien comenzado el segundo trimestre, la profesora de Lengua, súper elegante, lindo cuerpo, de unos treinta y pico de años (siempre venía con distintos trajecitos, con la pollera al cuerpo a unos quince centímetros arriba de la rodilla), se sentó sobre el escritorio y nos comenzó a desarrollar un tema, mientras en un descuido abrió las piernas. Hice lo que haría cualquier chico de catorce o quince años, comencé a mirarla… De repente, me dijo delante de mis compañeros y compañeras: - Sr. Calvo: ¿Cómo quiere que me ponga para que me vea mejor? (tremenda vergüenza) igual le contesté: - Póngase un poco… hacia la derecha. Se puso roja y gritando me dijo que era un mal educado, que me pondría diez amonestaciones; a lo que le contesté que no

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tenía ningún problema, pero que le diríamos al rector, el por qué de las amonestaciones. Seguía roja como un tomate y me dijo: Sabe usted es muy inteligente y tiene razón, no vamos a ir a hablar con el rector y no le voy a poner la sanción, pero a partir de hoy usted no entra más a mi clase hasta fin de año. Se va a quedar atrás de la puerta de entrada y yo constantemente lo voy a ir observando. - Así fue como pasó! Fueron transcurriendo las clases y yo seguía afuera, ella LA PROFESORA MARIN, me miraba por la ventanita de la puerta cada diez minutos más o menos. De mí parte pensaba que ya se le pasaría y que me haría entrar al aula y hasta tenía pensado pedirle perdón, pero también decirle que comprenda la situación que me hizo pasar frente a todos mis compañeros y compañeras. - Llegamos a fin de año y me mantuvo siempre afuera de la división! 5


Segundo trimestre me puso un hermoso uno (1) y el tercer trimestre otro uno (1) igual, o sea seis más uno, más otro uno, da la suma de ocho, “examen directo a marzo, sin escalas”. Por lo buen alumno, se imaginarán, que era me llevé diez materias, dos a diciembre, las que aprobé y ocho a marzo directo. Doy la primera, Matemática, mal, dos (2), todas las demás las aprobé, hasta que por las cosas del destino, me quedó en último término Lengua. Primero una redacción, los que aprobaban, análisis de oraciones y poesías, seis u ocho, que las sabía. En el aula, un calor tremendo y dábamos en un mismo momento segundo y tercer año, éramos como cincuenta y pico. Iba banco por banco dando a cada uno el tema de la redacción: “Carta a una prima”… “Relato de mis vacaciones”… Hasta que llegó a mi asiento y primero me dijo: - Estuve pensando en usted todas las 6


vacaciones! A lo que le contesté con una sonrisa: - No se hubiera molestado. - Mire cómo será que hasta pensé cuál sería el tema de la redacción que usted tendrá que escribir, anote: “EL DIA EN QUE EL SOL SALIO DE NOCHE”. De mi parte seguía con mi mente fuera del colegio, perseguido con mis asuntos por resolver, a los que les daba mucho más importancia que a la escuela, la que consideraba secundaria o diría terciaria en orden de importancia. Qué mal que estaba en ese momento. Cómo no aproveché para, por escrito, pedirle perdón y que tome en cuenta mi edad y explicarle mi parecer respecto a la situación de estar dando clases sentada sobre el escritorio. Escribí una idiotez, de un eclipse, que no creo se dé esa posibilidad en la realidad. Salió un profesor entregando los permisos de examen, reprobó como a cuarenta. Le pregunté por el mío, a lo que me contestó: Sí no le traje el permiso pase 7


adentro que aprobó el escrito, se lo pregunté por segunda vez y me hizo pasar. Entré como aquel marido que viene de una parranda a las seis de la mañana. Cuando me estaba por sentar, la profesora que parecía abocada en el control de exámenes y planillas, me llamó y con mi permiso en la mano me dijo: - Lo felicito por el esfuerzo que hizo al estudiar tanto, y aprobar tantas materias, lástima que lo tenga que desaprobar... ¿Qué le parece? Le contesté: Usted es la profesora, póngame la nota que corresponda. La profesora miraba el permiso, me miraba a mi y me dijo por fin: ¿Qué le parece que le ponga? Sí le parece que desaprobé póngame un dos, quedó en duda hasta que tomó la birome y me puso el dos, descontado que esa nota hizo que repita el año. Le di la mano, le agradecí, tomé el permiso, crecí en ese instante diez años y me fui. ¡Qué insensata, qué pedido! 8


De “EL DIA EN QUE EL SOL SALIO DE NOCHE”, aún no podía escribir porque no habíamos llegado al 21 de Diciembre del 2012, cuando los Mayas profetizaron que realmente ocurrirá dicho fenómeno y lo más grande sería que todavía este vivo, entre los pocos que queden para empezar una nueva civilización. - Perdón Profesora Marín, no nos daban los tiempos ni a usted ni a mí! Pasó el tiempo señorita Marin, ya tengo 61 años, Dígame: - ¿Qué daría ahora por qué le miren las piernas?…

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AMIGO DEL ALMA Carlos, el contenido de tu carta es inesperado y extremadamente cruel. Soy o fui tu único amigo y tú lo sabes bien. Conoces mi vida tanto o más que yo, nunca durante nuestra amistad te tapé o te escondí lo más mínimo de mí persona. Mi derecho sobre ti, con tantos años juntos creí lo tenía ganado, tal cual yo contigo me he entregado. Lo que me dejaste escrito me llena de un inmenso dolor. La tomo, la leo, me pregunto: - Es una carta póstuma de un amigo al que quiero o quise entrañablemente? No puedes ser tan cortante, qué motivo hubo, necesito saber que aún vives, que aún estás. Incluso, aceptar con un fuerte dolor si decidiste que sea otro tu camino. Tu escrito es tan ambiguo que al leerlo lo único que puedo hacer es leerlo, leerlo y largarme desconsoladamente a llorar. ¿Un cáncer tan violento, por qué no 10


compartirlo con tu amigo del alma? ¿Un cambio de tu vida tan radical, en el cuál yo, ni para un mail o una carta encajo? Es cierto, tomé unas semanas de vacaciones, creo justas después de un año de tanto trajín. Ahora vuelvo y de inmediato voy a tu encuentro a contarte mis días pasados. Cuando llego a tu casa me tropiezo con esta esquela en la que te despides… y en ella no hay nada claro, solo divagaciones. Me llenas de incógnitas, de angustia… y me expresas secamente que para mí no hay posibilidad de ningún mañana o algún después… Carlos, eres mi otro yo. Me estoy volviendo loco. ¿Pero estás o no estás?...

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TONITO, CLARA Y… Capítulo I Voy a intentar, si la memoria me acompaña, recordar una historia muy particular debido a que pasaron tantos años. Creo que fue en el año 1922 o 1923, en esos tiempos de mierda, cuando aún nos trataban como esclavos. Además estoy tan viejo que es muy poco lo que recuerdo, excepto las iniciales de mi nombre y apellido JCL. Tampoco ni noticias de lo que hice hoy a la mañana, de hecho como inexistente y borrado totalmente de mi mente todo el día de ayer. Por algún motivo, me pican cosas de aquellos tiempos de joven pervertido, engañando a la una con las otras; y guardo por completo este relato en mi mente, como una daga que cada día se profundiza y me hiere aún más. Espero que esta historia o espina que tengo muy adentro, les llegue tal como se produjo 12


paso a paso y que la memoria de Tonito y Clara, tanto como la mezcolanza de su prima y tantas más que pasaron bajo el puente de mi existencia, me acompañen hasta el final de mis días. Por último, antes de comenzar con el relato, les hago saber que nunca me gustó que me llamen negro y mucho menos “negro de mierda”… Pero ahora vamos al tema, se trata de la historia de un muchachito joven, casi un chico, con cuerpo esbelto, músculos delgados bien marcados, su piel bien morena, de aproximadamente un metro ochenta de estatura, sus ojos vivaces bien negros, haciendo juego con su renegrida cabellera y sus ensortijados rulos bien tupidos. Antonio, Tonito, o el negrito, como quieran llamarlo, es lo mismo. Vivió desde que nació, en el mismo pueblo. En uno de los tantos del interior de la provincia de Buenos Aires, llamado Viejo Bueno. Tonito, era hijo de Clara (claro se entiende, hijo de Clara), la criada de una familia de 13


las más aristócratas del pueblo. El jefe de familia era el doctor Harold Sheffield, médico, cuya especialidad era la cardiología. Había logrado gran renombre al cabo de muchos años de constantes estudios sobre los avances de su especialidad, por su entrega y profesionalismo, una bien merecida fama, en una vasta zona, de las ciudades del interior de la provincia. Por su prestigio era director de la única clínica del pueblo, de la cuál, por supuesto era uno de los socios fundadores, con gran porcentaje de las acciones de la misma. - Sigamos con lo nuestro, lo de Antonio, Tonito o... Pensándolo mejor, con lo del padre de Tonito… Lo del padre de Tonito, cómo decirlo… ¡Cómo buscar explicación, cómo encontrar palabras!... Mejor comenzamos con su madre, Clara que se desvivía y adoraba a su hijo, siempre le contaba la misma historia. Sucedió aquel caluroso sábado de carnaval 14


del año 1923, siempre le juró y le perjuró a su hijo, lo sucedido aquella noche. Que ella llego a dicha situación, por falta total de experiencia en la vida social y más aún, en los asuntos amorosos. Sin buscarlo, después de haber pasado muchos meses, con gran odio y angustia ella le decía: - Observa lo qué es la vida! ¡Sí!.Después de esos largos nueve meses, llegó un regalo, que posteriormente pasó a ser mi único motivo por el cuál vivir, mi gran amor, mi gran alegría, la de todos los días. Después que pasó, lo que pasó... La situación que le contaba siempre a Toni, fue sencillamente ésta: En principio, ella de ninguna forma tenía intenciones de ir al club, pero tampoco encontraba ya más excusas para negarse a tan reiteradas invitaciones. Todo motivado por la pesada insistencia de su prima Juana y una amiga, que tras arduos argumentos la convencieron a concurrir a los carnavales. Finalmente terminó aceptando. 15


La cuestión era asistir, a lo que todo el gentío ansiaba soñando con impaciencia todo el año. Se esperaban con fuerte agitación y se transformaban en el centro de las expectativas y miradas de todo el mundo, en el único club del pueblo, el Cruz azul. Ella le contaba a su hijo que nunca acostumbraba a salir, y cuando lo hacía, era para dar únicamente, unas vueltas a la plaza central del pueblo, ni bien salía de misa los domingos, y de nuevo a la casa de sus patrones. Clara nunca había ido, pero escuchaba lo que todos comentaban, sobre las fiestas de carnaval. La música, las murgas, los cantantes, artistas, disfraces, las caretas, los bailes, la felicidad de la gente, las bebidas, (a las cuáles muchos no estaban acostumbrados) que les hacían perder la timidez, el pudor y animaban mucho a todos los que concurrían. Terminados los carnavales, desde el mismo lunes siguiente, todo el pueblo, ya tenía conversación para el resto del año. 16


Lógicamente, a partir de ahí se preparaban para el deseado carnaval del año próximo. Aquella noche no faltó nadie del pueblo, hasta fueron sus propios patrones. La situación dentro de la cancha era muy entretenida, nadie conocía a nadie, por la poca luz, los disfraces y las caretas. Muchos escondidos detrás de éstas, se tomaban atribuciones, que ni locos se hubieran tomado, mostrando su verdadera identidad. Ya eran como las dos y media de la mañana y seguía una temperatura de treinta y ocho grados, ese año, un calor como nunca. Capítulo II La gente en pleno carnaval combatía esta temperatura con bebidas, jugos y mezcla de frutas y alcohol. ¡El famoso clericó! Al perecer inofensivo, pero a los pocos minutos de ingerido ya hacía sentir su influencia a los novatos en bebidas alcohólicas. Al comenzar a beber, mostraban alegría, transcurridos unos 17


minutos, a los principiantes, se les producían mareos o vómitos. Avanzaba la noche, no disminuía el calor, ya muchos se propasaban, tirando papel picado, serpentinas y bombitas de agua que caían del cielo como lluvia, aliviándoles el calor a los que las recibían. Hombres y mujeres, tomados de las manos giraban al compás de la música, alrededor del campo de juego. Cuando la música paraba, para comenzar otro tema, varios salían de la ronda y otros entraban a la diversión. Ella contaba que se vió desprendida de la rueda, sin darse cuenta agarrada con fuerza por la mano de un hombre. Este era moreno, se notaba, por la frente, arriba del antifaz, lo mismo que sus manos y su pelo azabache, que se dejaba ver bajo el gorro. Estaba vestido de mosquetero, nunca lo había visto, y no contaba con la más mínima pista para poder reconocerlo. Aparte, ella era de salir muy poco de la casa, no conocía casi a nadie de la gente del pueblo, menos a los de los pueblos 18


vecinos. Comentaba que la abrazó fuertemente al comenzar un nuevo tema. Expresaba que ya estaba “entonada” por la bebida que le hicieron tomar, el motivo era sencillo, nunca había bebido antes. Poco a poco, ésta, le fue subiendo a la cabeza, se sonrió, sentía a un hombre, el primero en su vida. Al comenzar el baile, levantó la vista para preguntarle su nombre y sin decir palabra, él le dió un fuerte beso en sus labios. Ella, sintió una sensación de rechazo por su atrevimiento e intentó soltarse para pegarle una bofetada y retirarse. Mientras, nuestro desconocido ya le estaba dando otro beso más suave y más largo. Comentaba que le pincharon un poco sus bigotes, aún así le fue tomando el gusto, y comenzó a sentir un fuerte ardor interno. Él la abrazaba con un ímpetu que la hacía levantar por los aires, era una mezcla entre rudo y delicado a la vez. De su parte, se dejó llevar por los calores que sentía en el cuerpo. Él la acariciaba suavemente, primero su rostro, su cabello, 19


su cuello y luego con desfachatez, sus senos, lo hacía suavemente, con sus dedos la erizaban y se sentía sin poder de respuesta, con gran excitación en todo su ser. Fue una experiencia apasionante, hermosa, desconocida, que nunca había sentido. De repente, cuando terminó un tema, la tomó de la mano, y la condujo, sin emitir una palabra, en busca de la salida del campo de juego, donde estaba toda la gente picada (borracha) y divirtiéndose. Fueron saliendo, ella sumida en el sueño de una niña, abrazados. La llevó caminando por un callejón oscuro, hacia el fondo de la cancha de fútbol. Ahí había una gran arboleda de álamos y unas mesas rotas y viejas. Nuestro “pirata” y se comportaba como tal, estando solos, en esa oscuridad comenzó a abrazarla, besarla y acariciarla, sin ningún recato... A lo lejos se escuchaba el griterío y las luces, entre abrazos y besos le dijo: -Te pido, no me reproches por todo lo que hagamos. 20


Luego sin oposición suya, debido a que se sentía como transportada en este nuevo juego amoroso, sin ella notarlo, comenzó a quitarle la blusa y desabrocharle el corpiño. Ella seguía como viviendo una fantasía. Sin brusquedades, al final la hizo suya, entre las mesas. Se quedaron sentados abrazados y besándose. Ella seguía sin tener noción de nada, seguía como en un ensueño. Tomaron un poco de bebida, que él había traído y lo hicieron nuevamente, esta segunda vez se entregó enteramente y disfrutó mucho más. Más tranquila, le preguntó quién era y su nombre, él le contestó que ya se enteraría, que como primicia, le daba sus iniciales, JCL. Sin más, caminando lentamente entre besos, la llevó nuevamente al campo de juego. Sin entrar al lugar, le dijo que tenía unos asuntos que arreglar, que en un rato volvería, que la iría a buscar y que recién allí conocería su nombre y su rostro. Al quedar sola, seguía aturdida, igual buscó corriendo a su prima para referirle lo 21


sucedido. Ni bien la encontró le contó: - Me tomó de la mano bailamos, al intentar hablarle me cerró la boca con tremendo beso, procuré soltarme para abofetearlo y siguió con los abrazos y besos, mareada por la bebida no tuve poder de respuesta. Aún lo recuerdo perfecto, alto, corpulento, moreno, lo notaba en sus manos y su frente arriba del antifaz. Me llevó al fondo y entre las mesas rotas me hizo de él. El único dato que me reveló suyo fueron sus iniciales JCL. - ¡Qué sinvergüenza, cómo llegaron a tanto y vos tan recatada cómo se lo permitiste! - ¡Fue una locura! se dijo- Creo que fue debido al mareo producido por la bebida y a su fuerte personalidad, la que no me dejó reaccionar. Que ni bien venga le pediría explicaciones. La prima, al escuchar su relato no podía creer, conociéndola como la conocía que hubiese llegado a tanto. Le preguntó: ¿Clara, claro grandote, morocho y JCL? … Como consuelo le dijo que esperaba que lo 22


sucedido no traiga futuros acontecimientos desagradables. Lo esperó toda la noche en la entrada y como le contó a su hijo, él nunca mas apareció. Salieron del club a las cuatro de la mañana. Recién ahí se sintió violada. Capítulo III Durante todo el camino hasta la casa fue llorando, y no pudo dormir por los llantos y el odio por el resto de la noche. Le expresó: -“Toni después de unos meses de todo lo que pasó, el que apareció fuiste tú, el único hombre que tuve después de él”. Con el paso del tiempo, con cada hombre que se le acercaba ella sentía hostilidad, aversión, odio, pensando que cualquiera podía ser el padre de su hijo. A los cuatro meses de los carnavales, cuando ya no podía ocultarlo más, les confesó a los patrones lo de aquella noche. Estos se enojaron muchísimo y estuvieron a punto de dejarla en la calle por semejante falta y tan grave. Pero no fue así debido a 23


su buen comportamiento y a la ayuda de la señora Sara, la madre del médico, quién le rogó al matrimonio que recapaciten, diciéndoles que era una pobre chica decente, que había sido emborrachada y engañada por un mujeriego. Que comprendan su inexperiencia amorosa, debido a que ella nunca había tomado bebida alcohólica antes y tampoco había conocido a ningún hombre. -Fue un gran disgusto pero justo a los nueve meses- le dijo: “Naciste tú” y pudo ver nuevamente su pelo, sus ojos y todo el odio que fue juntando en esos largos nueve meses. Le expresó: - “Hijo, la vida es así”. Se dió todo lo contrario, el odio que fue alimentando por el violador se transformó en el instante en que dió a luz. Desde ahí le dió todo el amor que le tuvo a partir de su llegada a su vida. Por eso hizo siempre lo que pudo, dentro de sus posibilidades para que nunca le falte nada. Le expresó cierto día: - “Ahora ya eres un hombrecito, llegaste a los catorce años, terminaste la escuela primaria, fuiste el hijo 24


adorado que siempre quise tener, nunca pasé un mal rato por ti”. Él la había ayudado siempre, desde chiquito, en las cosas de la casa y ahora que ya era más grande, lo felicitó, por el empeño que ponía en mantener hermoso el jardín de la casona, además por el cariño con que cuidaba los animales de la casa. Tampoco dejaba de observar, como siempre estaba dispuesto a acompañar a los patrones a hacer sus compras al mercado. Aparte le habló de su pasión por el fútbol, que la hacía muy feliz. Que veía muy bien que haga deporte, que le contaron que ponía mucha garra, además, le dijeron que era muy habilidoso jugando al fútbol. Finalmente le comentó lo que escuchó días atrás. Le dijo que había venido de visita a la casa el doctor Castro, amigo del patrón y se notaba que era un gran amante del fútbol. Que le escuchó decirle al patrón que había visto al chico de la casa jugar en un potrero. Que quedó impresionado con su juego por la velocidad y sus gambetas. 25


Le propuso al doctor, contando con su aprobación, que lo acompañe a hablar con los directivos del Cruz Azul, para que el muchachito juegue en la divisiones inferiores. La cuestión era cortar la tradición de muchísimos años, es decir que aunque no pertenezca a ninguna familia importante del pueblo, igual tenga por sus condiciones, un lugar en el equipo. Si se llega a dar, le pidió por todos los santos, que nunca haga quedar mal al doctor ni a la familia. Y esto que le pidió, era un pacto de honor. Diciéndole: - “De mi parte te perdonaría todo, como lo hace toda madre con sus hijos, pero para ellos, la cosa es entre caballeros, espero que estés a la altura de las circunstancias”. Al final teniendo catorce años, con el consentimiento del doctor y de su madre lo hicieron ingresar en las divisiones inferiores del club. Éste, era el centro de todas las miradas, reuniones sociales, políticas, fiestas, bailes 26


y deportes. Todo el pueblo vivía y rondaba alrededor del afamado Cruz azul. Así, como les contaba, entró en la sexta división de delantero, se jugaba el campeonato todos los domingos, a media mañana, contra otros cuadros de la liga. Al poco tiempo, para verlo jugar, cada día se acercaba más gente, hasta que por su empuje y destreza, ya a los quince estaba en la cuarta división, por pedido de muchos hinchas. Metía goles todos los partidos, al menos dos a tres por partido, el técnico decía, que tenía una habilidad tremenda. Al verlo jugar decía que le recordaba a los grandes jugadores, velocidad mental, viveza en la entrega, siempre bien parado en la cancha, juego fuerte pero con nobleza, una sangre de aquellas, a su edad… rarísimo. Parecía un jugador con muchos años de experiencia, hacía gambetas geniales pero únicamente cuando era necesario. Su juego era rapidísimo, cuando picaba con la pelota por la punta, por derecha o por izquierda, dos o tres compañeros siempre 27


corrían al centro del área, donde seguro recibían de Tonito un pase milimétrico, que terminaba en la red. Era un gran chico, súper correcto, se hacía querer por todos sus compañeros y también por los rivales, la tribuna lo idolatraba y eso que aún estaba en las divisiones inferiores. Pasó el tiempo y justo un domingo, llegó el ansiado día. Cumplía dieciocho años, recién ahí estaba habilitado para jugar en primera. Capítulo IV Tenían un gran plantel, y justo ese año estaban terceros en la tabla de posiciones del campeonato, a un punto del segundo y a dos del primero. Toda la hinchada se relamía pensando en las goleadas que vendrían, con lo que ellos decían, las genialidades del negrito. Cada día dibujaba mejores jugadas en las divisiones inferiores que deslumbraban a todos, a locales y visitantes. Todo lo ejecutaba con gran categoría y respeto por los jugadores rivales. 28


Éste fue al fin su domingo, coincidía del mismo modo con otro domingo, justo de carnavales. El técnico lo puso como todos los partidos, a partir de sus dieciocho años, alternando en tercera, en el banco de suplentes de primera. Él se decía para sus adentros: -¡Toni, ni por las nubes, pensarás en jugar ni un minuto con los monstruos de tus compañeros! Pero el destino pensó distinto y como si estuviera todo preparado. - ¿Pero no, o tal vez?... Quiso la providencia que Velásquez, uno de los mejores delanteros del equipo, en plena carrera, con pelota dominada hacia el arco rival, pisó un pequeño pozo de la cancha, se trastabilló y cayó con todo el peso del cuerpo sobre el pie izquierdo. Se le produjo de inmediato, en el tobillo una enorme hinchazón, además un dolor tremendo. Terminaron sacándolo en una camilla e inmediatamente le pusieron una venda con hielo para bajar la hinchazón. Imposible en esas condiciones, su vuelta a la cancha. 29


Al técnico se le produjo una disyuntiva; tenía en el banco un buen medio campista, con experiencia, pero sin llegada al arco rival. Si lo ponía, como mucho irían a empatar y se alejarían los punteros, y el posible campeonato se les escaparía de las manos. - La gente pedía a gritos: - ¡¡¡ Tonito, Tonito, Tonito!!!... Se acercó el técnico al medio campista, habló un minuto con él. En ese instante, se produjo un silencio total y pensaba toda la tribuna que sería el designado para ingresar. De repente la gente comenzó a gritar. - ¡Pongan al negrito, pongan al negrito que ganamos! Al final el técnico dejó de hablar con el medio campista y lo miró. Tony tenía la camiseta número quince. Le dijo: -Negritoy sonrió- hoy es tu día, no nos defraudes. Entiende que nuestro club y que nuestra camiseta, pesan mucho y le pidió que juegue entregando hasta el alma. - Hacé todo lo que sabes con tranquilidad, demostrando lo que vales y dió órdenes al 30


banderillero para el cambio. Entró con un total estado de excitación, se ubicó de delantero por la derecha, por orden del profesor. Habían pasado dos minutos de su entrada, cuando le entregan una pelota. Eludió a un rival que le tiró una patada, cuando ésta intentaba llegar a destino, él ya estaba a dos metros de distancia. Siguió corriendo y tiró rápidamente un centro perfecto, un compañero cabeceó y salió por pocos centímetros, por arriba del travesaño. Los aplausos llegaban de la tribuna, pero él no los escuchaba, estaba como en una quimera. A los cuatro o cinco minutos, se repite un pase hacia su punta, en profundidad, tocó a la carrera la pelota, justo cuando un defensor la iba a despejar, lo que produjo que éste quedara totalmente descolocado. Como la jugada era muy rápida, siguió en veloz carrera con la pelota dominada y le salió fuera del área el último hombre rival. Se le vino a la carrera un grandote, el número dos, y en plena carrera como venía, le tocó la pelota por la izquierda y él siguió 31


corriendo por la derecha, quedando el grandote totalmente descolocado. Así se hizo nuevamente del balón, en dirección al arco. El arquero rival al verse solo, salió corriendo desesperado inmediatamente a taparlo al borde del área. El técnico dijo: -Toni, como si tuviera cien años en primera división, pica la pelota sobre el cuerpo del arquero. Éste lo único que atinó es a darse vuelta y ver que la pelota entraba justo en el centro del arco. Tonito, miró y miró como entraba en el arco la pelota, mientras, por qué no decirlo, se puso a llorar como un chico, y corrió hacia el medio de la cancha gritando: ¡ goool, goool!!!... Justo, llegaba entre llantos de alegría al anillo central, cayó con el pecho apoyado contra el césped. Sus compañeros, al principio, pensaron que era un festejo y se tiraron cuatro o cinco encima de él, hasta que uno se dió cuenta que Toni no estaba bien. Ahí le dijo: - ¿Qué te pasa Tonito? 32


¡Respira, respira, negrito! ¡Qué golazo, qué golazo! - Desde ahora serás nuestra bandera, nuestro ídolo para siempre. Se abrieron todos los jugadores, vino corriendo el médico, intentó en vano un reestablecimiento, hasta que dijo con lágrimas en sus ojos: -Ya no hay nada que hacer. Mientras, sin saber de donde aparecieron, como por encantamiento, un montón de globos blancos y negros, que subían despacio hacia el cielo, cubrieron toda la cancha. Se hizo una rueda de jugadores de los dos bandos alrededor suyo, comenzaron sus llantos, como los de muchos de los hinchas de las tribunas. Cuando le avisaron a su madre, después de recibir el tremendo golpe, con sollozos en sus ojos, expresó: -“Hace veinte años, inesperadamente me lo regalaron un día de carnaval y hoy justo, otro día de carnaval me lo llevan. Con un gran dolor lo bendijo… Seguro en este momento, tendrá que ir a darle amor y 33


alegría a otros seres”. De mi parte –dijo la madre- seguirá vivo, y yo con él, con su imagen, con su recuerdo, todos los días, a cada instante, mientras dure el resto de mi vida. Ahora esta acá entre todos ustedes, no sé cuál es el motivo. Tampoco ésta es su tribuna, pero seguro habrá acá, perdidos entre tanto gentío, unos cuantos hinchas del Cruz Azul, para los que seguirá jugando y mostrando su calidad como persona y su genio como jugador. Respecto a mí; si, soy JCL. Tonito era mi imagen. Ya estoy más viejo y muy orgulloso de mi hijo, el cuál nunca me conoció personalmente, lo que no quiere decir que yo me haya despreocupado de él. Día a día lo seguí desde sus primeros pasos y luego mucho más desde su pasión por el fútbol y por supuesto me dolió tremendamente su partida. Toda mi vida fui un mujeriego y lujurioso empedernido que traté con muchas mujerzuelas como Juana, la prima de Clara, con la cuál antes de aquella noche de 34


carnaval ya veníamos enroscándonos hacía años y luego de aquella noche seguimos con nuestro amorío. En realidad fue ella la que no me permitió acercarme a la vida de ambos. Me asedió con la promesa de denunciarme y temí perder mi trabajo. Tuve miedo, lo reconozco, Juana es muy mal parida. Me canse de equivocarme y no creo sea éste el momento apropiado para contarles todas mis andadas, ya habrá ocasión de largar el ovillo. Me creí muy vivo pero me perdí a Clara. ¡Qué mujer! Lo que no tolero es lo que andan diciendo de mí, aclaro ¡Ningún negro de mierda!…

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EL PULPO Y EL TIBURON Invité a Laura, una compañera de trabajo, a una confitería a tomar algo, debido a que ya habíamos terminado nuestro horario laboral. Pero teníamos que quedarnos a una reunión de urgencia con el gerente. Este venía en viaje hacia la empresa, pero no llegaría hasta dentro de dos horas. La confitería era una buena idea, nos venía bien, así nos despejábamos un poco del ajetreo de todo el día en la oficina. Eran las seis y diez de la tarde, teníamos que esperar dos horas, fue cuando nos sentamos en el boliche, en la única mesa vacía. Estaba contra la pared, la que estaba junto a un espejo grande (dónde uno podía ver bien

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de cerca, como le pasaron los años), por suerte nos ubicamos bien cómodos. Llamé al mozo y tal cuál convinimos con ella, le pedí dos cafés cargados con leche y medialunas de manteca. Mientras esperábamos el pedido le dije: Laura te diste cuenta que somos compañeros desde hace más de veinte años y es la primera vez que nos encontramos juntos en un lugar distinto a la oficina, tenemos que festejarlo… Se sonrió y me contestó que el culpable era yo, por no haberla invitado nunca antes a ningún lado, que siempre hubiera estado dispuesta a una invitación mía. Me reí y le pregunté: - ¿Qué tal si hago el papel de psicólogo en una sesión que tendrá que durar dos horas, hasta la reunión con el gerente y mientras me haces conocer tu vida, de la cuál nunca supe nada de nada? Me contestó: - Mejor cuéntame sobre la tuya, seguro va a ser más movidita, con tu esposa y su trabajo de profesora, las historias que tendrá de sus alumnos y tus hijos, pasando las etapas y experiencias del 37


estudio y del crecimiento. Me imagino las cenas en tu casa, con toda la familia reunida contando cada uno situaciones, historias o anécdotas todos los días, ustedes sí, tienen vida de verdad... Por favor señorita, le sugerí: - No se pierda tratando de evadir o tocar otros temas, la sesión ya ha comenzado; la escucho. Me contestó: - Carlos, te conozco hace tantos años, eres un buen tipo y también excelente compañero de trabajo, como tampoco me cabe duda lo serás como marido y padre de familia. Te hago saber con honestidad, que cuando llegamos a la confitería y comenzaste a hablarme, creí que ibas a hacerme una propuesta amorosa. - Qué pensamiento loco el mío… cuando iniciaste la conversación, al principio quedé como fría y te pido perdón, pero estoy tan desacostumbrada a estar con algún espécimen del sexo opuesto, que para mí una simple mirada de un hombre es una película de amor de por lo menos tres horas.

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Por favor señorita no mezcle una cosa con otra, está en sesión, comience de una vez, que se nos va el tiempo. Le repito, el tema es darme a conocer toda su vida... Por fin comenzó: - Tenía tres años y me seguía haciendo pis en la cama, ya más de una vez, cuando mamá se levantaba con los cables pelados, me daba un chirlo en la cola, la miraba y se me escapaban algunas lágrimas, ella con su mirada dura de siempre, me decía: - ¡Mocosa sucia y malcriada! Al poco tiempo superé lo del pis en la cama, no hubo más chirlos. A los seis años entré a la escuela primaria. Desde que nací había vivido encerrada en casa sola, sin hermanos ni amiguitos del barrio, solo con algunas muñecas y otros juegos. Las únicas salidas de ese tiempo eran a lo de mi abuela, que vivía con mi tía, la hermana mayor de mi madre. El primer día de clases, lo recuerdo, ni bien me dejó mamá en la puerta de la escuela, mi

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maestra me tomó de la mano. Seguro me vió con pánico. Ingresamos al colegio, una multitud de gritos, peleas y llantos en las galerías, en el salón un poco más tranquilo, pero no mucho. Al poco tiempo se empezaron a formar grupos y yo fui quedando relegada al de las tontitas, en realidad éramos tan tontas que ni estábamos juntas. Eramos como hongos dispersos por el grado. En realidad sería cierto porque las dejadas de lado nunca nos juntábamos con otra en nuestra misma situación para no contagiarnos de la peste en la cuál estábamos inmersas. Pasó toda la primaria y no cambió en nada la relación con los compañeros y compañeras, constantemente seguíamos aisladas, las tontitas de siempre. Era muy estudiosa y en el último año hasta fui escolta de la bandera; para mamá, como si nada, papá en aquel momento, contento. Por fin la secundaria, pensé que cambiaría mi situación, pero no, mi cuerpo cambió, mi primer período, el descubrimiento de un 40


cuerpo nuevo, pero no tomó la forma que le interesaba a los hombres (era más bien delgaducha). Para colmo la ropa que usaba era bien a la antigua, que por supuesto elegía mi madre diciéndome que una chica decente debía usar ese tipo de vestimenta. Nunca le discutí nada, ni yo, ni tampoco papá que siempre complacía lo que ella hacía o decía; más de una vez pensé que le tenía miedo. Las demás compañeras mostrando las piernas y todas escotadas, yo me veía como una monjita. Muchas se reían de mí. Hasta llegué a creer que los compañeros me tomaban como otro macho más, contaban o decían lo que harían con tal o cuál amiga o compañera nuestra o con alguna de otra división, con total descaro adelante mío. La verdad es que me sentía totalmente disminuida y hasta diría, me creía un ser asexuado, que tampoco compartía nada con mis compañeras. Eran peor que los varones y contaban con lujo de detalles las cosas que hacían con los 41


muchachos, la mayoría como diversión o directamente para quitarse la calentura. ¡De terror! Cuando estábamos por terminar quinto año me ilusioné pensando en el viaje de egresados a Bariloche. En mi fuero interno pensé que me soltaría tomando bebidas (es lo que se hace en esos viajes) o al menos lo intentaría. Cuando llegó el momento de concretar dicho viaje, no se propusieron ni profesores, ni preceptores, ni familiares de nadie que nos acompañe y que se hagan cargo del contingente. La decisión fue ir solos, pase lo que pase… Mi madre, lógicamente, pensaba distinto, intenté convencerla pero su negativa fue terminante y fue un ¡NO, TREMENDO!!!.. Desde ya, apoyado por el silencio de mi padre. Tres idiotas, dos testigos de Jehová y yo, no fuimos, nuestros padres nos prohibieron el viaje, los demás dale que va, fueron todos. Igual nos acercamos a despedirlos, como también a recibirlos a su regreso. 42


Cuando se calmó lo del viaje, seguí como atontada hasta que terminamos la secundaria, mientras todos los demás, hasta que finalizó el año, contaban anécdotas que pasaron en Bariloche. Me consideraba la abanderada, sí, pero de la mujer marmota. Terminada la secundaria comencé a estudiar Psicología, que creí era mí vocación. En la facultad, cada uno hacía la suya, mucho individualismo, terminadas las cátedras algunos seguían en otras materias y muchos se retiraban a sus trabajos u otros compromisos. Mucha gente grande, con trabajos importantes, concurrían a la facultad a la que tomaban como un hobbie o una válvula de escape, otros casados con hijos, la venían llevando de a poco, pensando en un futuro mejor. Recién en segundo año, conocí mi primer amor. Luis, que se acercó ofreciéndome unos apuntes, luego me pidió otros, comenzaron 43


las invitaciones a tomar café, hasta que me declaró su amor, recuerdo que me puse roja como un tomate, sonreí y me dió un beso en los labios, lo que hizo que entre en un sueño tierno, que creía que nunca iba a tener en mi existencia. Aceleró mucho las cosas e intentó que tengamos relaciones sexuales, yo por nada del mundo le permití llegar a tanto. Sentía mucho amor por él, pero no estaba preparada para eso y él no quiso esperar y sin más cortó nuestra relación. Me sentí deprimida y cada vez que iba a clases lo veía. Lo llegué a odiar. El ya no se interesó más en mí. Al poco tiempo ya tenía un nuevo amorío con otra compañera, se notaba bien ligerita. Luego pasé mucho tiempo con bajones y sufriendo, hasta que conocí a un hombre de verdad. Fue Gustavo, bastante mayor que yo, pero sin compromisos, su vida era su trabajo y en segundo lugar los estudios. Un tipo simple, buen compañero, ya hacía tres años que nos veíamos en distintas

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materias, hasta que nos fuimos haciendo amigos. Primero un café, luego unas caminatas, unos almuerzos y nunca ninguna proposición de nada. Hasta que llegó el día que decidí invitarlo a cenar a casa. Cuando se lo propuse a mi madre, por poco me mata y eso que yo, en ese tiempo ya tenía veintitrés años, ella buscó mil excusas para negarse. La primera semana buscó un pretexto y no pudo ser, la segunda tampoco, recién la cuarta y como si tuviera algo atravesado en la garganta, por fin aceptó que lo invite. Ni bien lo vió estuvo a punto de no dejarlo entrar, argumentando que era un viejo para mí, Gustavo tenía en ese momento treinta y cinco años, era doce años mayor que yo. En el mundo actual no creía que ese sea un problema, no era tanta la diferencia de edad. Ni bien comenzamos a cenar, le buscó pelea toda la noche y puso una cara de culo que no podía disimular. 45


Mi padre, en cambio, trató de establecer una buena relación, conversaba sobre temas varios, fútbol, posibilidades de vacacionar y otros temas triviales, mientras mi madre con gestos y miradas a papá, que notábamos todos, lo quería matar. Cortó la noche rápido diciendo que al otro día madrugábamos, yo no supe qué hacer. Gustavo, al despedirse, me pidió que no me haga problema, que eran situaciones normales y más cuando se era única hija. Seguimos saliendo, pero por supuesto nunca más lo invité a casa, después de la noche que nos hizo pasar mi vieja. Una tarde de lluvia estábamos tomando un café, me miró a los ojos y me propuso hacer el amor, en ese momento. Me sorprendió por lo insólito de la propuesta, me quedé mirándolo. No contesté ni que sí, ni que no... Pagó el café y me tomó del brazo y me llevó sin palabras a un hotel alojamiento y con mucha delicadeza de su parte hicimos el amor, la pasé de maravillas, se me

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cumplió en aquel momento el sueño de lo que esperaba fuera mi entrega a un hombre. Llegué a casa un poco más tarde de lo habitual y como si lo hubiera olido, empezó a los gritos: - Seguro que ya estarás revolcándote con ese viejo baboso. La miré y le contesté: - ¡Y si lo hiciera, qué!... - Ya soy mayor de edad, tengo derecho a hacer lo que me plazca con mi cuerpo. Se acercó y me pegó tremenda bofetada, la miré con rabia y me fui a mi cuarto llorando y esa noche no cené. Me quedé en mi pieza hasta el otro día, mientras escuchaba a la distancia otra discusión más entre ella y mi padre. Esa noche pensé muchas cosas. La primera, tengo que hacerme respetar y valerme por mi misma, no quiero depender más de ese ser helado, que es mi mal parida madre. La segunda, al menos por unos años tengo que reducir las horas de cursos y de estudios en la facultad, para darme posibilidad en ese tiempo de ganarme mi

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sustento, quiero desde ahora depender económicamente de mi misma. La tercera, decirle a Gustavo que definamos ahora mismo lo nuestro, y la única forma sería viviendo juntos y me propuse mentalmente que si no aceptaba me separaría definitivamente de él. Al otro día, ni bien lo vi, le conté lo sucedido con mi madre y le pedí abiertamente que vivamos juntos. Le pareció descabellado y como evasiva dijo que casi no nos conocíamos y que debería sumarle el desprecio de mi familia hacia su persona. Le contesté que me importaba un rábano, mientras estuviéramos juntos. Cortándome, me propuso que lo deje pensar mucho, que no se veía preparado para encarar una pareja estable o una familia. Ante tal contestación le declaré la ruptura de nuestra pareja y lo dejé solo y me fui, diciéndole: - “Cobarde”. Al irme caminando, me extrañó mi tranquilidad, me sentí aliviada. Esta conversación, pensé, produjo sacarme un 48


idiota de encima y me reía de mi misma, diciendo: - ¿Con quién querías formar pareja? No sentías nada hacia él, ni tampoco te servía para nada. Nuevamente sola y en pie de guerra contra mi madre. Conseguí, por suerte, un trabajo de secretaria de un médico, todo iba bien y ya hacía un año y medio que trabajábamos juntos. En ese período, seguía en la facultad y aprobé tres materias, hasta que me harté y decidí no estudiar más, ya no me llenaba el estudio. No era lo mío. Al poco tiempo, Federico el médico, me comenta que había decidido ir a radicarse a Córdoba, que era donde estaba su familia y amistades, que tenía un mes más para buscarme otro trabajo. Presenté curriculum en varias empresas y me tomaron en la nuestra y a los tres años entraste tú también, siendo jovencito y ya desde aquel momento me caíste muy bien y fuimos lo que somos hasta hoy, buenos compañeros.

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Desde que entré en nuestra empresa se normalizó mi vida laboral y mi libertad económica, la que siguió desbordada fue mi vida amorosa. Pasaron muchos, como Javier, Alejandro, Octavio, Guillermo y sigue la lista. Algunos me sirvieron para pasar un buen momento, otros con engaño tras engaño hasta cansarme y cortar la relación, con otros comenzaban bien las cosas, pero cuando íbamos profundizando y conociéndonos, cortábamos por tener ideales de vida muy diferentes. Otros, al tiempo me enteraba que eran casados y… Mientras, me fueron pasando los años, tanto a mí como a mis padres, con los cuáles seguía conviviendo. Cuando mi padre llegó a los sesenta años, a los pocos días de su cumpleaños, lo echaron sin motivos de su trabajo, esto causó que caiga en una depresión tremenda de la cuál nunca pudo salir y cada día estaba peor de salud. Se vino abajo en todos los aspectos. Decidimos internarlo en una clínica, le hicieron todos los estudios, nos dieron 50


varios diagnósticos como posibles tumores, problemas de coronarias y esófago... Pasaron los días y cada vez peor y un nuevo diagnóstico posible y los estudios se hacían interminables. Hasta que un enfermero, Gerardo, del cuál me había hecho compinche, me dice, estando sola en ese momento con mi padre, que no tenía salida, que nos preparemos para lo peor. Dos días después, eso peor se dió, falleció en paz. Mi madre no realizó velorio ni nada, de inmediato lo hizo incinerar y nos volvimos a casa con una urna con sus restos. - Adiós papá, te liberaste de mamá... Mi amistad con Gerardo el enfermero siguió. Cada tanto, nos encontrábamos a tomar un café y nos contábamos nuestras cosas. Al tiempo de la muerte de papá, me confesó que a mi padre lo habían ayudado a morir en la clínica, porque ya no tenía salida y siempre lo hacían con todos los pacientes terminales, para evitarles el sufrimiento a ellos y a sus familiares… 51


Le pregunté que sistema empleaban para ayudarlos y me comentó que lo hacían con un polvito blanco muy fino, que en general lo incorporaban en el suero, el cuál actuaba hasta que cumplía su cometido y la gente se iba a mejor vida en paz, como se fue tu padre. De inmediato me surgió una idea macabra, pero al fin, un acto de justicia y le pedí que me regale un frasquito con una cantidad de polvito blanco. Me preguntó: - ¿Para qué lo quieres? Al instante le contesté: - Es para mamá… A los pocos días me entregó la botellita y comencé de a poco a incorporárselo en todos los condimentos que ella utilizaba. En tres meses, tras su propio suicidio, la hice cremar y desde ese momento tengo las dos urnas en una repisa en el living de casa. Muchas veces me pregunté, después de su muerte, qué rara es la gente, cada día se ponía más y más condimento en las comidas, mientras yo me cansaba de decirle que no le ponga tanto, que era muy fuerte.

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Para contradecirme, se ponía más y más. ¡Qué gente loca!… Desde ese momento vivo sola y ahora que estoy más viejita, ya me cansé de perder el tiempo buscando noviecitos, que lo único que hacen es ilusionarte y hacerte perder el tiempo. - Esta es mi historia doctor, no tengo dudas que aunque un poco dura, usted esperaba que le cuente toda mi verdad. - ¡Ahí fue!… Además, ya pasaron como dos horas y tenemos que ir a la reunión con el gerente. Vamos, se nos hace tarde, doctor. Quedé como paralizado. Cuando reaccioné expresé: - Al final tu vieja era un gran pulpo que les cagó la vida a ti y a tu viejo. - ¡En realidad yo pensaba que tenía como compañera a una mosquita muerta y me he enterando, después de tantos años, que tenías en tu familia a un pulpo gigante que acaparaba todo, pero a éste le salió un tiburón que se lo comió de un bocado! Del cuál soy compañero.

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Mientras nos dirigíamos hacia la oficina pensaba que la sesión la comencé como un juego, para pasar el rato. ¡Con todo lo que me contó, desde ahora sinceramente a mi compañerita ya le pasé a tener mucho, pero mucho respeto y por qué no miedo!… EN LA BARRA DEL BAR - ¡Ahora estoy en la barra de este bar, siendo las diez, las once o las doce de la noche, o qué sé yo! - ¡Acá pierdo la noción de mi vida, del tiempo, la noción de todo! Me basta con tener buena provisión de cigarrillos y si es posible un buen vino, al menos uno bueno para los primeros tragos. - ¡Los demás no importan! Todos los posteriores cuando uno esta atrapado, ya dan lo mismo… Pasar en este antro lleno de alcohol y humo,- ¡toda, la puta noche! Tengo un anotador y una birome que traigo hace varias noches con intención de escribir

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algo, todo sigue igual, nunca se me ocurre nada. Pienso y pienso, mientras estoy buscando pero no encuentro ningún tema ni en mis recuerdos, ni en este hastío de mesas y sillas con parejas desencontradas, seres solitarios, mujeres de la vida y algún que otro transeúnte que pasó y entró a este boliche equivocado. Analizándolo falta algo que le de sentido a mi vida y a este posible relato. - Qué poder escribir,¡puta madre! ¿Qué me falta? - ¡No sé, tal vez vivir más, adquirir más experiencias! - ¿Pero cómo se logra durmiendo todo el día? Viviendo de noche aunque muchos piensen lo contrario, no se aprende nada, lo que se ve es siempre aburrido y repetitivo. Si se mira detrás de las ventanas hacia la calle, cada tanto pasa algún policía haciendo un rondín, o se puede ver pasar corriendo un par de rateros y a lo lejos escucharse el sonido de un tiro al aire, en plena noche. 55


Adentro, hombres y mujeres emborrachándose para apagar las angustias que ellos mismos generaron, viven en un círculo vicioso entre prostitutas, juego, cigarros y alcohol. Algunos intentando apagar con bebidas un amor no correspondido o un engaño con o sin motivo. Otros seres solitarios que perdieron el rumbo de la vida, que son los que menos toman, se viven enjuiciando, por todo lo que no hicieron por falta de coraje. Tendría que cambiar de ambiente o simplemente retirarme de este bar, donde se junta toda la carroña o los lamentos de la sociedad. Pasar a ser quién debí ser en el momento que debía ser. Recuperar el tiempo perdido y encarar con dignidad estos últimos años que me queden de vida. - Qué poco valor tengo!. Por fin siento que hay un motivo por qué escribir, ahora que la veo en la barra, sola, bien vestida, parece indiferente, buscando 56


un lugar, un espacio donde poder acurrucarse por amor en los brazos de algún hombre de este lugar. Pide una cerveza. La veo de cerca y es una dama hermosa. Ahora sí, siento inspiración, por fin tengo algo para escribir y más, si no la hubiera perdido por el humo asfixiante de los fumadores de al lado, tapándome toda la barra. Si por lo menos hubiera visto hacia donde iba. ¿Con quién y en qué mesa está? Ahora me quedé nuevamente solo, me sirvo otra copa de vino y a partir de este momento espero no aburrirme escribiendo, todo lo que necesito expresar. Que te vi, que me llegaste muy profundo… A partir de ahora, te voy a dar una fantástica imagen soñada por mí, en estas hojas de papel. No importándome sí mi sueño supera o no la realidad. Comienzo imaginando, que esta noche serás en mí la pasión que viviré en el relato y el

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amor que era mío, que un día perdí por ser poco hombre. Por dejarme llevar por habladurías de la gente. - ¡Qué idiotez, cómo me deje llevar!. Te perdí mi gran amor y a nuestro hijo al cuál nunca vi crecer. Levanto la vista y te veo nuevamente. -¡Sí, te veo de nuevo acercándote a la barra a pedir otro trago! También vi, que tu mesa tiene una sola silla ocupada, que es la tuya y sé que si yo fuera más valiente iría a hablarte, a conocerte y por qué no, a tratar de enamorarte. Las horas pasan rápido y como siempre, a los clientes habitúes a estas tabernas los veo retirarse tambaleantes y cansados, luego de haberse alegrado, bebido mucho, de haber perdido el tiempo, el dinero, la salud y en algún caso hasta la familia. Me sorprende mucho, esta noche tomé bastante y aunque te veo en mí mente, me sorprende que no te acerques más a la barra y que pidas algún trago más.

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Miro hacia el salón y tampoco veo tu abrigo, ni tu mesa y tampoco tu silla. ¿Cómo es que te vi antes de esta última copa? O es que fue una fantasía de mi mente borracha por la bebida y por la necesidad de un amor. Creo que debería sentirme feliz ahora que sueño entre la necesidad, el vino y mi mente, que me pidas que te sirva una última copa, con esos ojitos vivaces que me encantan, que en tu borrachera te sientas conmigo y… ¡No tengas necesidad de hablar de nada!... - ¡Sabes que sólo bebo para estar solo y te agradezco que respetes mi soledad! Que me hables sólo para pedirme que te invite un trago más y por ahí si necesitas en tu borrachera puedes hacer un brindis con cualquier desconocido que pase a tu lado. Saben, soy el dueño del salón y no me importa que digan que fue solamente una imagen que vive en mi mente, lo que yo quería contar.

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Ahora que pude escribir unas líneas con tu recuerdo, el cuál nunca pude borrar… Es una pena ya se hizo la hora, son las seis de la mañana, por fin es tiempo de cerrar el lugar. Mañana, después de unas cuantas copas de vino, espero verte nuevamente en tu mesa y que vengas a pedirme algo para tomar. - ¡Eres mi reina, por eso no me puedo despegar de esta pocilga a la cuál por tu recuerdo, no puedo abandonar!...

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Más allá de la Muerte Debí haberme dado cuenta, eran las ocho y media pasadas, incluso ya había caído la noche, el portón de rejas de la calle abierto. No le dí importancia y al entrar a casa, la puerta de entrada al living estaba abierta de par en par. Llamé y luego grité a mi mujer, no recibí respuesta. Lo del equipo de música no me extrañó, como siempre a todo volumen. Me dirigí a la cocina la llamé y tampoco. Fui al baño y la puerta a medio abrir, miré adentro y nadie. De inmediato fui a mi dormitorio al escuchar ruidos. Ingresé y todo revuelto, una polvareda tremenda y tres tipos trabajando con una acanaladora de muros destrozándome la pared para sacar la caja fuerte allí empotrada. Mentalmente pensé: Tenemos ochocientos pesos ahí y nada más… 61


Quedé petrificado, ellos hasta ese momento no habían notado mi presencia, seguían con su trabajo. De repente lo reconocí y le dije en voz alta: ¡Qué hacen Jorge! Con una frialdad tremenda uno de sus compañeros sacó de adentro de sus ropas un arma, me apuntó al pecho e hizo tres disparos. Lo último que recuerdo es haber bajado la vista y ver como me salía abundante sangre, automáticamente se me puso todo negro, no sentí ni dolor ni nada y descontado me habré derrumbado como un tronco. No sé como explicarlo, pero algo en mí aún vivía, ese algo hizo darme cuenta que pasaba a otro plano y sentí un desdoblamiento. – Sí, había muerto, pero estaba ahí. Como en una reacción mecánica me paré, mi cuerpo, lo notaba, no tenía peso, me corrí hacia el costado un paso, miré hacia abajo y vi mi cuerpo rígido y teñido todo mi pecho de sangre. Al levantar la vista, ya con la caja fuerte entre sus manos, vi salir apurados a sus dos 62


compañeros y a Jorge el plomero, que hacía tres o cuatro días atrás había hecho arreglos de plomería en toda la casa. Quedé solo en absoluta calma. Cuando se fue yendo el polvo, comencé a ver a otros seres transparentes de distintas tonalidades como, no sé por qué motivo, me había transformado también yo. Salían de todos lados, incluso cruzaban paredes como si nada, se sonreirán y me daban la bienvenida. Mientras mi cuerpo seguía tirado todo ensangrentado, ya demacrado, duro como el mármol. Al llegar a casa mi mujer y los chicos, al ser espectadores de semejante barbarie, comenzaron con gritos y llantos desesperados, traté de abrazarlos, de consolarlos haciéndoles saber que estaba todo bien, que estaba con ellos, que no me había ido ni me pensaba ir. Luego llegó la policía, los médicos forenses y la gente de la funeraria. Realizaron todos los estudios sobe mi cuerpo, los médicos me extirparon una bala 63


y posteriormente los de la funeraria limpiaron y metieron mi cuerpo dentro del ataúd. Finalmente mi mujer decidió para no sacarme de casa, hacer el velorio en el living comedor, para lo cual saco todos los muebles para crear lugar para los familiares y amigos. Muchos de mis nuevos compañeros me felicitaron por la cantidad de amigos y parientes que realmente sentían profundamente mi alejamiento del mundo de los vivos. Terminó todo y la vida hogareña fue de a poco volviendo a la normalidad, me daba mucha pena sentir el dolor que aún seguía en toda mi familia por mi desaparición y no podía, aunque estaba ahí hacer nada para consolarlos. Mis compañeros me indicaban que lo tome con calma que todo dolor poco a poco se va curando como todas las heridas. Pasaba el tiempo, los años e iba observando crecer a mis hijos, mi mujer joven aún formó pareja con un compañero de trabajo 64


también viudo, pero sin hijos. Buena gente y ella se lo merecía y a mis hijos les venía bien para su formación una figura masculina. De mi parte conocí mucha gente traslúcida, todos tenían tintes de diversos tonos y colores. Se debía a la espiritualidad o grado de evolución de cada uno. Así y todo era muy poco el contacto que tenía con mis compañeros, eran miles que llegaban y partían, en general nunca eran los mismos, a lo sumo una sonrisa, un sí o un no, un saludo y no mucho más. En realidad estábamos cada uno con cada uno. De repente a la pasada se notaba alguno agradable o divertido pero como aparecía, en segundos se esfumaba. De mi parte, siempre deambulaba por los ambientes, pasando por entremedio de las paredes de mi casa de la cual nunca quise alejarme. Ya a muchos les había hecho la pregunta: ¿Esta permanencia en este estado hasta cuando dura? Solo como respuesta recibía una sonrisa... 65


De repente apareció un viejito del cual emanaba una luz dorada, se veía a simple vista distinto a los demás. Le pregunté por mi situación y mi destino y me respondió: Vine por ti, te quedan veinte horas en esta estancia, que es el momento que estaba signado desde arriba que morirías de un ataque al corazón. - Tómalo con la misma calma que tomaste tu muerte, la que no debió haber sido. Finalmente me dió esto a conocer: - En tu próxima etapa del camino, irás a un lugar de más luz…

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ROSA BLANCA DE VERDE Parte I Nuestra viejita, su nombre: -Rosa Blanca de Verde, de la cuál seguro nadie podría precisar sus años. Muy bajita de estatura, con una vitalidad tremenda, esa que da una vida de trabajo duro, en medio del campo. Oriunda de uno de los pueblitos junto al mar, de Centroamérica. Nos contaba al grupito que estábamos cerca de ella, que con su esposo se casaron muy jóvenes; ella a los catorce y él a los dieciocho, que en esos tiempos se usaba así. Sería por el corto tiempo, que les quedaba para el final de sus vidas. Vivían en un pequeño predio, con su marido. Tenían una casita muy humilde que habían construido con sus propias manos.

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La lograron, con los elementos que producía y les entregaba la naturaleza que habitaban. Su marido era como un toro, con una fuerza y una voluntad tremenda para todo. No había nada que en su ambiente no pudiera realizar. Si era necesario se prodigaba con gran esfuerzo, pero él, por su tenacidad, al final lo lograba. A los pocos años de casados, ya tenían tres hijos. De repente, como ocurre normalmente en aquellos parajes tan alejados, de muerte súbita, ¡él falleció! ¡Quien sabe que enfermedad tendría!... Una pena siendo tan joven, se fue en la plenitud de la vida, dejando tantas cosas por vivir y por hacer. De todo esto que nos contaba se le habían curado todas las heridas y solo guardaba un hermoso recuerdo. Por supuesto, ya habían pasado muchos años del acontecimiento, los primeros como es lógico, mucho sufrimiento.

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El recuerdo del marido muerto, el dolor, mucho sacrificio, y la responsabilidad, en el medio de la nada, de la crianza de sus tres hijos. Pero por suerte, los hijos nacieron sanos y fuertes como el padre. Los crió sin sobresaltos, cuando éstos llegaron a la mayoría de edad, sin perspectivas ni futuro en el campo, se fueron yendo y la dejaron sola, marchando de a uno, los tres a la ciudad en busca de mejores trabajos. Todos con la misma promesa, de un pronto regreso, ni bien logren cierta prosperidad económica. Parte II Todos los años, cuando llegaban las fiestas, con gran ilusión los esperaba. Preparaba grandes comidas, que por supuesto, terminaba comiendo ella sola. Cumpliendo siempre la misma ceremonia, preparaba la mesa para todos, con platos, cubiertos, copas y todos los adornos. 69


Distribuía en el medio de la mesa, las fuentes de comida que preparaba. Por último lo esencial, ponía como centro de mesa un gran reloj antiguo que había recibido como legado, a la muerte de su abuelo Jorge de origen europeo, quién tuvo a su hijo Carlos con una nativa del lugar. Pasados los años, su hijo mestizo, con otra nativa, dieron a luz a Rosa Blanca, nuestra viejita. Pero, ¡Volvamos a lo nuestro! Justo cuando las campanillas daban las diez de la noche se sentaba en la cabecera. Contemplaba todo con calma. ¡Minuto a minuto! ¡Hasta que daban las doce campanadas de las doce de la noche¡ Luego se tomaba otro tiempo, rezando otros quince minutos, recién ahí con una bendición al altísimo, con alguna lágrima en sus ojos comenzaba de a poco a cenar. Terminada la cena quedaban los restos para sus compañeros, los animales que criaba, que en realidad eran su única compañía. Pasaron varios años en absoluta soledad, ella se mantenía como podía, con su huerta, sus animales. Estos eran algunas ovejitas y 70


sus gallinas. Vendía o trocaba en el caserío algunos corderos, pollos y huevos, con lo cual a cambio recibía o compraba en la única, si se puede llamar proveeduría, harina, sal, azúcar, aceite, especias y algún vestido. La pobreza en la zona era lastimosa y con una gran mortandad infantil, los chicos y viejos todos desnutridos. La mayoría de la gente, toda en harapos. La muerte les llegaba a lo sumo a los treinta y pico de años por falta de buena nutrición, educación, sanidad y medicamentos. Nuestra viejita tendría muchísimos años, aunque siempre representaba cerca de sesenta y pico. Nos dijo que se llamaba “Rosa Blanca de Verde”. Pasaban sin cesar los años y se conservaba perfecta, realizando todos los trabajos rudos del campo. Parte III

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Una mañana como tantas, se levantó temprano, desayunó, y salió hacia el galpón de las herramientas. La idea era tomar un pico y unas palas para hacer un pozo profundo donde poder enterrar todos los desperdicios y la basura que ya hacía un tiempo se le había acumulando. Reflexionó, miró hacia todos lados, luego se alejó lo suficiente de su casa, a unos doscientos metros aproximadamente. El motivo de la distancia era no tener que pasar por el malestar de los olores desagradables de esta basura descompuesta. Tomaba dicha actitud, por si algún perro o animal salvaje, buscando algo que comer, en la hediondez del sector, con sus hocicos, sus patas y sus uñas la destapase y quedasen dichos olores en la superficie. Por lo tanto, al estar alejado el pozo a una buena distancia, no llegarían si se diera esta posibilidad, dichos olores a su casa. Eligió el lugar. Le pareció apropiado comenzarlo entre medio de dos grandes rocas.

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Comenzó o trató con la pala, pero como la superficie estaba muy dura, por una gran cantidad de pequeñas rocas a medio enterrar, dejó la pala y empezó con el pico, hasta que fue descubriendo y sacando las pequeñas rocas que le impedían profundizar hacia abajo. El pozo que ideó era de un diámetro de aproximadamente un metro, despejadas las piedras, tomó la pala, y comenzó a cavar. Cuando había llegado aproximadamente a ochenta centímetros de profundidad, el terreno comenzó nuevamente a ponerse impenetrable, y era imposible avanzar con la pala. Golpeaba contra algo muy duro. Se enojó, pensando: -¡Otra roca grande y tan profunda! - ¡Lo que le costaría sacar semejante roca, que cubría por lo visto todo el diámetro del pozo! Se dijo mentalmente: -Tendré que desechar este pozo, comenzar otro en un lugar con menos piedras y por qué no, poner toda la basura que entre ahí, y hacer otro más chico, en un lugar más apropiado.

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Pero, mientras en la cabeza le rondaban esas ideas, pegó mecánicamente un picazo y vió saltar unas chispas, ni de piedra, ni roca, sino ¡De metal! Parte IV Al notarlo, se acostó en el suelo y estirando su brazo y metiendo parte del cuerpo dentro del hueco iba descubriendo y retirando con sus manos la tierra, hasta que tuvo la certeza que se trataba de algo metálico. Siguió luego pero con mucho más esmero. Se trataba de la tapa de un cofre de cobre al parecer muy antiguo. Como el brillo del metal lo tenía a su vista se entusiasmó y sacando fuerzas a pesar de su edad, fue agrandando el pozo hasta que tomó forma rectangular, justo por la dimensiones, como la de un cajón de muerto antiquísimo. En un costado tenía un cerrojo todo podrido por el correr de los años, lo que sería antiguamente un pasador, todo roto. Corrió el cerrojo, sin saber con que se iría a encontrar. 74


Levantó la tapa, quitó un paño y… quedó deslumbrada. Eran monedas de oro, estaban impecables, en un estado de conservación perfecta. Todas idénticas, tenían unos cuatro centímetros de diámetro, por medio centímetro de espesor, y todas grabadas con un sol gemelo, en cada cara. El cajón tendría dos metros de largo por uno de ancho y medio metro de profundidad. Sumergía sus manos hasta el fondo y seguía sacando y sacando monedas iguales. Se sentía como una chiquita aturdida, jugando y jugando, sentada dentro del cofre, con las monedas de oro. No lo podía creer, parecía un sueño o un cuento, pero miraba y las tomaba y estaban allí. ¡Esa tremenda cantidad de monedas de oro! Miraba el sol estampado en cada cara, esto hacía que las notara aún más brillantes. Poco a poco se fue tranquilizando y se hizo la pregunta (la que nos haríamos todos), ¿Cuántos kilos habrá? 75


Primero se dijo: - Deben ser como cien kilos, mientras las miraba, y seguía jugando con las monedas entre sus manos. Luego, hizo la relación con un cajón de muerto, especuló y se dijo que nunca había visto “un cajón tan grande y tan profundo". Los de muerto eran redondeados, mucho más finos, definitivamente no eran tan grandes, ni tan profundos. Tomaba en cuenta el peso de las monedas, agarraba una, la sopesaba entre sus palmas y se decía:- En realidad son pesadas… Al final de cuentas llegó a la conclusión que podrían ser unos seiscientos u ochocientos kilos de oro puro, aproximadamente. Parte V Cuando tomó conciencia realmente se preguntó: - ¿Qué hago con todo esto? ¿De dónde salió esta maravilla? Pensó que podría ser un botín de piratas, que muchos años atrás, anduvieron por esos mares, que no vinieron nunca más en la 76


búsqueda de su tesoro, seguro por haber intervenido y haber muerto en alguna batalla en el mar. Se decía: - "Los tripulantes, como el barco, deben estar bajo el mar". De inmediato, pensó en su esposo muerto. – ¡Tantos años! - Sus hijos, las fiestas, desde hacia años y años en soledad…Ninguno de sus hijos se acordó nunca más de ella. - ¿Cómo podía ser?- Ninguna carta en tantos años…Al menos para enterarse como andaba. Además mínimamente mandarle sus direcciones, con éstas, ella poder responderles. Siempre quiso, desde el minuto en que se fueron, saber como les iba en la vida y por intermedio de las cartas que le llegaran, poderse enterar si por ejemplo, ya era abuela, si tenían buenos trabajos, si estaban vivos. - ¡Bueno! Pensó luego denunciar el hallazgo a las autoridades.

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Pero recapacitó y dijo: - ¡No, no! Ya tenía demasiados años vividos, para llegar a una estupidez tan grande. Sin lugar a dudas los gobernantes, políticos y grandes señores se robarían todo, y las riquezas irían a parar siempre a las mismas manos, para seguir acrecentando la riqueza y el poder que ya tenían. Pensó en ella, soñó con vestidos de gala, viajes interminables, en lujosos cruceros, recorriendo todo el mundo. - ¿Por qué no? Ella también tenia derecho a finas joyas, para realzar su pequeña figura, concurrir a fiestas y banquetes lujosos, compartiendo momentos con gente fina y elegante. Reflexionaba: - Cuando uno tiene mucho, pero mucho dinero, es bien visto por todo el mundo… Tener mucho dinero, para disfrutar y tener una vejez segura, comprar propiedades en las mejores capitales del mundo, comprar grandes extensiones de campo, que la sirvan mayordomos, peones y mucamos. Se dijo: - ¡No, muy poco para tanto! 78


- ¡Habrá algo más importante, qué me llene más, qué me haga más feliz! Cerró los ojos, tomó conciencia pura y le vino a su mente esta pregunta: - ¿Por qué motivo Dios le había mandado todo esto?. ¡Su cabeza, le hizo un clic!… Parte VI Ahí, en ese momento, se ubicó mentalmente en su realidad, en su caserío y comenzó a irritarse por el hambre de los chicos, la mortandad infantil, la falta de salud, el final de los pobres viejitos. La pobreza de sus padres, la falta de educación y salud desde los chicos a los viejos, la falta de trabajo digno en su terruño. Comenzó a soñar con crear fábricas en su pueblito, para dar trabajo a la gente del lugar, hacer una plaza llena de juegos para diversión de los chicos y encuentro de los grandes.

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Una pequeña galería, con negocios que cubran a chicos y grandes de todas sus necesidades. Fundamental, se dijo: -Un cine para alegría de los chicos y encuentro de los grandes, ¡Qué hermoso! Un lugar donde poder soñar con las películas, los dibujos animados, y estar un poco en contacto con el mundo, aunque sea por el espacio de tiempo que dure en la ficción. Esencial: Un centro social, o club, donde la gente pueda ir a reunirse, discutir y tratar sus problemas, sus logros y necesidades. Un restaurante con meseros, vestidos de mozo, que a uno lo vengan a servir, con buenos platos, bebidas y postres. - ¡Ah!. - Una confitería, donde después del trabajo diario, uno tenga derecho a ir a tomar un café o alguna bebida y helados para los chicos!.¡Qué hermoso sería crear una iglesia para que todos puedan ir a conversar con Dios!

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Acá en el pueblito, incluso sin necesidad de cura, seguro si la logramos “Dios vendría a visitarnos”. Si nos quedamos en nuestra tierra, no tendríamos necesidad de ir a mendigar un plato de comida a ninguna otra ciudad o país extranjero. No dejaríamos a nuestros viejos y a nuestra tierra en un abandono total. Sería un proyecto hermoso… - Pero…Tampoco. Parte VII El Señor nos hizo nacer aquí para pasar esta posibilidad de vida. Que derecho tiene nadie, para modificarla. Nos dió esta tierra para amarla y respetarla. Para aprender a extraerle todas sus riquezas, sin modificar el medio ambiente. Nos regaló la pureza del aire, la limpieza de los ríos. Una naturaleza llena de yuyos y plantas útiles para nuestras necesidades. Medicinas que extraemos y con la mezcla de éstas, logramos restablecer nuestra salud.

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Los frutos para nuestra alimentación. Como también cubrimos nuestras necesidades con nuestros animales y sus derivados. La pesca, de nuestros ríos. Las tupidas arboledas, de las cuáles extraemos madera, sus ramas, con éstas y la ayuda de los pajonales de nuestras lagunas, utilizando barro construimos nuestras casas, igual que nuestros compañeros, los pájaros que nos alegran la vida. Por si esto fuera poco, obtenemos leña para nuestro fuego, que nos cocina nuestros alimentos y nos calienta nuestras viviendas en los momentos del frío. Animales salvajes que conviven con nosotros y cubren en su justa medida nuestras necesidades. La pastura, que es la riqueza natural para nuestros animales domésticos, de éstos la leche, los huevos, su carne. La bendita agua de nuestros ríos para apagar nuestra sed, la de nuestros animales y riego para nuestros cultivos. ¡La paz en la que vivimos¡ 82


- ¡La soledad, en medio de esta tremenda soledad!!!... ¡Nos da un tiempo inmenso para mirarnos por dentro y apreciar todo lo que tenemos!. Para muchos parecerá que es muy poco, o casi nada, para nosotros que lo tenemos, lo atesoramos, sabemos bien lo que vale, y es mucho.

Parte VIII A todos los humanos siempre se nos da lo mismo, que recién nos damos cuenta todo lo que tenemos, cuando por alguna adversidad lo perdemos. Acá, Dios, está en toda esta naturaleza. Está en esta poca y pobre, pero buena gente, que aún vive en estos campos abandonados por la civilización, regalándonos la vida, el sol y las lluvias, el clima, y las noches tan pobladas de estrellas que pareciera que están a punto de caérsenos encima. 83


Se preguntó sin lugar a dudas:- ¿Qué más necesitamos teniendo todo lo que tenemos para ser felices?. - ¡Ahora estas monedas!. Estas monedas… se preguntó si fue una suerte o un castigo, el haberlas encontrado. Pensar lo que se puede lograr con una sola de ellas. ¡El milagro de curar muchos enfermos, enseñar a muchos chicos, dar de comer a muchos hambrientos!. Pero también se dijo: - Por una de ellas lo que se puede llegar a perder. El daño que podría ocasionar, si se decidía a desenterrarlas. Utilizó como sistema guardarlas en pequeñas cantidades, dentro de unas bolsas de plástico y éstas tapadas por unas lonas viejas, las puso repartidas, haciendo pequeños pozos debajo de las lajas del jardín de su casa. Parte IX ¡Cometer la tremenda locura de comenzarlas a utilizar!. 84


- ¡No, ni loca!. Con lo que nos cuentan de las grandes ciudades, los caminantes o vendedores ambulantes que cada tanto pasan por estos lugares abandonados… Allá en las torres de cemento, en el reguero de luces y las cintas de pavimento, reina la locura, la hipocresía, la desigualdad. La vida es vértigo, muertes, robos y todas las atrocidades que les pasan a los seres humanos que viven y dan su vida únicamente por “tener, tener y tener y cuánto más tienen, más quieren”. Gastan su vida lastimosamente exclusivamente para acaparar bienes, muchas veces innecesarios, viviendo en forma extremadamente egoísta, matándose o pisoteándose como ganado, para tomar el espacio, o lo del otro. Mientras iba caminando hacia la casa, por la avanzada edad y la conmoción en la que se encontraba, sobresaltada, se dijo:-¡Qué dolor tremendo, siento en el pecho! Se le nublaba la vista, perdía toda la fuerza de sus piernas, sentía que se desplomaba... 85


Siguió preguntándose, y pensó:-¿Qué hago con estas benditas monedas? Por último expresó: -¿Y qué hace todo el pueblo llorando alrededor de mi cuerpo en mi dormitorio? Se daba una situación extraña, se veía flotando, arriba en el aire, con el peso de una pluma, allá abajo era imposible, pero no se podía mover. Intentó contarles lo de las monedas de oro, pero no la escuchaban, parecía que no le hacían caso. Les gritó y aún así tampoco. No les causaba alegría, todo lo contrario, los veía a todos tristes, y algunos llorando. Por fin para lograr atención de todos los presentes comenzó a tirar al aire todas las monedas de oro, las que aún moraban en su ilusión y las imaginaba alrededor suyo. Siguió tirando y tirando monedas de oro, para que las tomen todos los presentes, al final, quedó todo el piso del dormitorio lleno de monedas de oro. Le daba risa, ella acostada con los ojos cerrados y rígidos, en ese ataúd rodeado de

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miles de monedas de oro, igual nadie las tomaba. -¡Ah!. - ¡Y le parecía ver entre todo el gentío, a sus hijos, que al parecer por fin se habían acordado de su madre!. Sintió mucha alegría volver a verlos entre toda la gente del lugar. También se preguntó si no sería solamente una ilusión suya… -Sí, son ellos – se dijo - Es una pena que la vida de la ciudad los haya maltratado tanto, porque los veía muy achacados y viejos... Lástima se lamentaba… Llegaron tarde a su fiesta de despedida…

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COINCIDENCIAS Todo comienza con un viaje que realicé a un pueblito cuyo nombre es Hinojo (sí, lo que comemos en ensaladas o comida para conejos). Queda en la ruta 226, a unos veinte kilómetros hacia el oeste de Azul, Pcia de Buenos Aires, estamos hablando de trescientos veinte a trecientos cuarenta kilómetros de Capital Federal. El motivo del viaje era cobrar un cheque de dos mil quinientos pesos (para algunos casi nada, para mí, comida para un mes). Este cheque me vino rebotado del Banco Francés. 88


Como siempre en la Argentina, estaba tratando de sacar nuevamente la cabeza de abajo del agua y justo cuando uno cree que se esta estabilizando, otro barquinazo. Nuestro país es siempre igual y me cayó ese cheque (sin fondos) que me vino para atrás. Le fui siguiendo el rastro y lo tomé siendo la cuarta mano, me fueron pasando por suerte todos los datos de la gente por la cual había circulado. Hasta que llegué a Jorge Monteagudo, vendedor de artículos plásticos. Me confirmó que lo recibió de un tal Leandro López al que le vendía artículos plásticos hace años, que era de un pueblito cerca de Azul. Me pasó el teléfono de López para que éste me de los motivos que lo llevaron a no cubrir el dinero del cheque emitido. Me dirigí a un locutorio con el teléfono (0222…, larga distancia) de Leandro López y en mis manos temblando, el cheque con su número, el monto y demás datos y los sellos del banco rechazándolo por falta de fondos. 89


Sonó tres veces el aparato, me atendieron y pregunté por el Sr. Leandro, al instante me pasaron con él, me presenté, le comenté la situación del cheque. Me pidió mil disculpas y me pasó a explicar que tuvo un accidente casi fatal, que estaba con vida por la ayuda de Dios y de los médicos. Que se dirigía hacia su casa por la ruta de noche tarde, que venía como a cien kilómetros por hora, de repente salió en plena oscuridad un camión de la entrada a un campo y lo arrolló como venía de frente. Que destrozó todo su coche, que se incendió el vehículo y toda la mercadería y que él estaba vivo por esas cosas del destino. Que estuvo en coma cuatro días y le practicaron varias operaciones, huesos rotos, que aún seguía enyesado. Que no paraba de darle gracias a Dios el permanecer aún con vida. Le contesté que comprendía su desgracia, pero le consulté cuándo resolveríamos lo del cheque.

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Me contestó que de inmediato, que me pagaría todo el importe, pero que no tenía forma de hacérmelo llegar y me pidió como servicio para liquidar la situación de inmediato, que por favor me haga un viajecito hasta su pueblo, que traiga el cheque que me lo pagaría y también se haría cargo de mis gastos de viaje. Quedamos que por la mañana del miércoles tomaría el micro y me acercaría hasta su domicilio. Llegué a Hinojo a las tres de la tarde, me pareció inoportuno visitarlo a esa hora, preferí hacer dos horas de tiempo. La tarde normal, ni frío ni calor, traía un bolsito de mano y nada más, en éste tenía una toallita, un jaboncito, el celular y un libro que venía leyendo en el viaje y por su puesto el cheque dentro del libro. Decidí caminar un poco para despejarme. Cuando aún no había hecho una cuadra me encontré con dos compañeros del colegio secundario. Los reconocí al toque (estaban iguales). No lo podía creer, les pregunté que hacían por allí y me contestaron que ya 91


hacía años se habían mudado por cuestiones de trabajo. Me preguntaron por Temperley, que hacía muchos años que no andaban de visita por el barrio, les contesté: - Igual que siempre, parece una ciudad detenida en el tiempo… Recordamos cosas de la escuela secundaria, nos reímos de algunas anécdotas y luego me despidieron porque llegaban tarde al trabajo. Los dejé y seguí caminando, no había hecho media cuadra cuando una señora me preguntó: - ¿Ricardo, eres tú? La miré y recordé mi adolescencia, le expresé que no lo podía creer. -Eres Irma, la hermana de Juancito?. Sí, me contestó. - Qué alegría verte!. Estás igual, no cambiaste para nada, me dió un beso. Pensar que si hubieran dado un poco más los tiempos, tal vez hubiera sido tu noviecita, en aquella época me gustabas pero eras muy pichón. Al fin me casé con Guillermo, el hijo del mecánico de Triunvirato y Garay y al poco tiempo nos vinimos a este pueblito. Mi 92


marido puso un taller mecánico. Nos afincamos acá hace quince años, donde estamos muy cómodos, tenemos tres hijos. Le contesté igual que yo. Me consultó como andaba todo por allá, le contesté: - Como cuando se fueron, todo igual, no va a cambiar nunca. Nos despedimos, seguí caminando y parecía algo planeado, proyectado o deliberado pero me encontré con varios conocidos y amigos que por diferentes motivos estaban viviendo, o por un tiempo estaban en el pueblo por algún motivo. Para mal de males me encontré con varios acreedores, éstos eran proveedores a los que yo les había emitido cheques en el año dos mil y dos mil uno, todos sin fondos, eran una montaña de acreedores y otra montañota la que yo me comí de mis deudores. De aquello nunca cobré nada y por lo tanto tampoco pagué un peso por imposibilidad económica. A todos les declaraba lo mismo, que ante semejante inflación, se produjo una 93


reacción en cadena por la cual nadie cumplía con nadie. Algunos me difamaron o me cuestionaron, pero como habían pasado tantos años, el tono de la discusión era apaciguada. En parte reconocieron que yo también había caído en la redada, que nos fundimos todos, que yo me comí muchos clavos también. Les prometí que ni bien termine de rearmarme hablaríamos y me pondría al día con el dinero adeudado. Ya se habían hecho como las cinco y media, me pareció un horario apropiado para visitar a López y rogué no tener problemas para cobrar mi dinero. Llegué a su domicilio, toqué timbre, me anuncié ante una señorita, ésta me hizo pasar y en el living se encontraba Leandro todo enyesado. Le dí como pude la mano, me contó nuevamente lo de su accidente. Yo asentía con la cabeza y al final me requirió el cheque e hizo traer el dinero, me lo entregó y me consultó cuánto era el costo del micro y otros gastos del viaje. Tomé en 94


cuenta su estado y no me pareció oportuno, no tenía cara, ante semejante caballerazo, para cobrárselo. Le agradecí mucho el pago diciéndole que el transporte corría por mi cuenta. Nuevamente le dí la mano, le deseé un pronto restablecimiento y lo despedí. Salí de su casa contento porque había recibido el pago, tal lo convenido. Ya no faltaba tanto para el horario del viaje de regreso en micro. Hermosa la plaza del pueblo, llena de árboles y juegos para los chicos, enfrente de un lado la iglesia y en la calle opuesta la municipalidad, dos construcciones viejas, pero con muy buenos edificios, ambas con dos destacados relojes. Me pareció mentalmente que quedaba muy poco tiempo, pero miré el reloj de la iglesia y aún me quedaban como quince minutos. Me detuve a mirar a unos chicos hamacándose y a otros jugando al fútbol. Entretenido, me pasó el tiempo volando y a paso rápido me dirigí a la terminal, cuando

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llegué pregunté cuánto faltaba para el micro hacia Capital. Me notificaron: -Ya salió hace diez minutos! Era más tarde de lo que suponía, puta madre. Mentalmente lo sabía, pero al tener la tranquilidad del dinero y la paz del pueblito me dejé llevar. Un bajón tremendo cuando me dijeron que tanto el reloj de la iglesia como el de municipalidad estaban diez minutos atrasados porque nunca nadie se decidió a repararlos. Aparte en el pueblo no eran tan importantes unos minutos. Cosas de población chica... Pregunté cuándo salía el próximo ómnibus y me dijeron que recién en cinco horas. Averigüé por otro medio de transporte, me confirmaron que no había ningún otro. Intenté tomarlo con calma y resolví quedarme en el bar de la terminal. Pedí unas tartas o facturas y un café con leche. Me contestó el cantinero que lo único que podía ofrecerme era café de filtro y nada más. 96


Me quejé y le pedí aunque sea un pan, me contestó que no tenía nada de nada aparte del café. Bueno, le dije: - Tráigame uno. Mientras lo tomé pensé en lo que había sido mi día en Hinojo. Me decía, qué cantidad de conocidos y amigos, como también varios acreedores. ¡Qué casualidad, por qué tantas coincidencias! Por suerte había cobrado el cheque, ahora la pérdida del autobús, qué mala suerte y yo acá en la nada… Estuve sentado en una mesa cerca de una hora, seguía pensando el por qué de tantas coincidencias y de aburrido le pedí otro café, mientras se hacía la noche. Para pasar el tiempo busqué en el bolsito el libro, no estaba, claro inmediatamente me acordé que lo saqué en la casa de López, donde tenía el cheque y al ocuparnos del dinero quedó en la mesa del comedor. Sumado a lo del micro, lo del libro, pero quedaba como a quince cuadras para ir a reclamarlo y ya era casi de noche, lo dí por

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perdido, tampoco el libro era muy llevadero. Salí buscando alguna fonda o boliche para cenar. - Pregunté y busqué y nada! Era un pueblo muerto, todo cerrado y lo único iluminado y poco, era la plaza, lo demás todo oscuro, hasta daba un poco de miedo por los perros en las calles ladrando y ni un alma. Decidí volver al bar de la terminal. Le pedí, al cara de pocos amigos, otro café, lo tomé y al rato me dió ganas de ir de cuerpo. Pensé para mis adentros, qué desastre debe ser el baño. Fue toda una sorpresa, parecía un baño cinco estrellas, de un boliche a todo lujo, aparte súper iluminado. Ingresé y detrás del inodoro, doblado por la mitad, entre éste y la pared encontré un anuario (revista grande sobre temas culturales, científicos, deportes, literarios, propagandas, de todo) sin la tapa y la primera y segunda página media rota. Me alegré: -Por fin una!

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Ahora tendría motivo para distraerme durante todas las horas que tenía que esperar hasta el micro. Comencé a hojearlo y me divertí viendo propagandas viejas de Coca Cola, Colgate, Pinturas Pajarito, cigarrillos Camel, vino Arizu, Gillette, Spur Cola, Canada Dry. Mentalmente expresé: - ¡Cómo pasó el tiempo y cómo cambiaron las cosas!. Seguí leyendo sobre temas históricos, adelantos científicos que ya hacía tiempo habían sido superados, formaciones de equipos de fútbol que ni conocí y de repente llegué a una sección, tipo historias de vida, entre varios personajes uno decía así: - M. J Ricardo. Pensé: La inicial de mi apellido y mi nombre. - ¿Quién habrá sido este tipo? - Me llamó la atención! Me puse a leer y mientras fui avanzando en la lectura, sin lugar a dudas o se trataba de mi vida o era una gran coincidencia, el mismo día y mes de mi nacimiento, claro no mencionaba el año. 99


Seguí leyendo y el mismo nombre de mi padre y el de mi madre. Igual, me dije, no podía ser con propagandas y artículos tan antiguos, sería una casualidad… Aparecían los nombres de mis dos hermanos, parientes, mi colegio y para rematarla, las inyectoras de plástico (el trabajo de toda mi vida). Incluso hacia mención a situaciones o hechos muy íntimos que nunca conté a nadie en toda mi vida. Me dije: - ¡Carajo! - ¡Qué pasa! No será que en vez de estar leyendo, estoy haciendo un recuerda memorias de mi vida, que estoy desvariando por ese café lleno de borra… -No, no! Esto es papel y está escrito cada cosa que voy leyendo, es real. Me introduje nuevamente en la lectura y llegué a la parte que relataba, con lujo de detalles, el accidente producido por un

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choque que desencadenó la muerte de mis padres. Lo malo es que quedaba solamente una hoja para terminar la historia. Recapacité: - Qué diablos esta pasando, tengo cuarenta y siete años, no fumo, no tomo, me cuido en las comidas, pareciera que no es suficiente. Cerré el anuario y entré en pánico, quedé paralizado no sé cuánto tiempo, loco, con un miedo tremendo, claro me dije: - Si leo esa última hoja seguro leeré mi muerte. Al reaccionar, comencé a arrancar todas las hojas por la locura en la que de repente, me encontraba. En un chispazo de racionalidad especulé: Van a quedar todas las hojas desparramadas volando por todo el pueblo y está lleno de gente que me conoce, van a leerlas y reírse de mi vida. -No, no, ni loco!. Me propuse quemar todo esto… Pero no tenía fósforos, al dueño del boliche no le pediría nada.

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Decidí esconder en el baño las hojas que corté y lo que quedaba del anuario y salí a la calle para conseguir fósforos para quemar todo. Hice una cuadra y me encontré con un mendigo con dos perritos, tirado contra una pared y como abrigo tenía únicamente unas frazadas viejas. Lo saludé y le pedí unos fósforos, me miró un rato y luego me pasó tres de los de madera (tipo patito), le pedí un pedazo de la caja para poder rasparlos. No me quería dar nada de nada, saqué veinte pesos y se los dí, recién ahí rompió unos tres centímetros de caja y me los entregó en la mano, deseándome suerte. ¡Cómo si lo supiera la puta madre!. Entré al bar nuevamente, pedí otro café, lo tomé de un sorbo y poniendo aspecto de descompuesto fui nuevamente al baño, estaba sacado. Me hice del libraco nuevamente y con desesperación quemé hoja por hoja, cuando terminé limpié los pequeños restos que quedaron de papel quemado y todo el piso. 102


Después de toda esta operación, me sentí un poco más tranquilo, fui al lavatorio y lavé bien el pañuelo, lo escurrí y salí nuevamente al salón. Me senté en una mesa y el dueño me preguntó si me sentía bien pués le llamaba la atención que fuera tantas veces al baño. Le contesté que estaba con retorcijones de estómago, que ya me sentía mejor. Me invitó otro café, se lo agradecí pero me negué, porque había tomado muchos durante la noche. Me avisó: Esté atento, que en cuarenta minutos viene su micro, le expresé que estaba muy pendiente. Me intenté tranquilizar por el día que había tenido, toda la gente conocida, amigos y acreedores y por ese bendito anuario con el relato de mi vida y la hoja que faltaba para concluir la historia, o mi existencia. - Qué coincidencia, será cosa de mandinga! Me pregunté por qué no tuve valentía para terminar de leerlo todo… Luego me devané la cabeza pero ya lo había quemado.

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De repente, me objeté: - Claro idiota, hoy es tu último día de vida y termina en este pueblito, seguro cuando salga el ómnibus a la ruta descontado vuelca o choca y morimos todos! -No, no! Como buscando conversación lo indagué al dueño. - ¿Cuánto falta? Miró su reloj y me dijo: - Quince minutos. Ahí me dió pie para que le consulte cuál era la estación de tren más cercana y a cuántos kilómetros quedaba de Hinojo. Me contestó: - Tiene que seguir hacia el este por la Ruta 226, pasa a unos ocho Kilómetros por Nieves, otro pueblito, cerca de ahí se une con una rotonda y tiene que seguir por Ruta 3 hasta Azul y allí tiene su primer estación de trenes, son como veinte kilómetros. Le agradecí. No tenía más tiempo, por suerte se me ocurrió una idea inmediata: Ni borracho voy a dejar mi vida en este pueblito de mala muerte.

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Le comenté que iba afuera a tomar un poco de aire. A los dos minutos estaba caminando por la ruta, en plena noche, hacia Azul, para cambiar mi destino. -Sí! Pasaron tres horas y pico y ya en la estación, saqué boleto hacia Capital Federal, con la fortuna que el tren salía en diez minutos. Lo tomé y salió siendo aún de noche, la formación era de únicamente dos vagones, caminé tres o cuatro veces los dos vagones. Eramos tres pasajeros, me senté y sonriendo para mis adentros me dije: - “Le gané la partida a mi destino”… Al minuto, ya cansado quedé dormido como un tronco. En la primera plana de todos los periódicos de esa mañana, resaltaban con fotos y comentarios un feroz choque de frente, entre un tren que había salido de Azul hacia capital y una locomotora que, en plena noche, por error en las señales, entraba a 105


gran velocidad por la misma vía hacia Azul, ¡Con el saldo de los tres pasajeros que viajaban muertos entre los hierros retorcidos!…

MIS DOS VIDAS PARALELAS Voy a contarles todo lo que recuerdo de mis dos vidas paralelas. La primera, normal como la de cualquiera de ustedes, la segunda es el tema fundamental de este relato que daré a conocer a todo el mundo y espero que mi esposa no se entere y si lo hace me disculpe porque no tuve valor de confiárselo en su momento. Nunca hubiera pensando que la relación llegaría tan lejos. 106


Cuento esto porque ya no soporto más tanto peso en mí conciencia. Les diría que aún tengo mis dudas, pero creo que ya concluyó todo para siempre. - Creo que sí?… También que largué el tratamiento psicológico al cuál acudí buscando ayuda. Me estaba volviendo loco de culpa, por fin tuve la osadía de enfrentar al toro y tomarlo por las astas y desde hace una semana, creo que se normalizó mi vida, o qué sé yo, las cosas son tan cambiantes… Les cuento, me había casado con Marta, después de un noviazgo de cuatro años, en los cuáles juntando dinero de nuestros trabajos, y con un préstamo del Banco Hipotecario, nos compramos un departamento de tres ambientes en Lomas de Zamora, a dos cuadras del ferrocarril. Esto nos favorecía mucho, porque en minutos estábamos en la estación, ahí tomábamos el tren para ir a capital federal, teníamos que tolerar los apretujones durante veinte minutos, así y todo uno se acostumbra, como lo hace a todo. En poco 107


tiempo uno lo comienza a tomar como algo natural, la misma gente, su misma ropa, la misma fragancia, sus rostros, sus expresiones. Ahí comienza la punta del ovillo, miro hacia un costado y veo a una hermosa chica, que creí me estaba observando, expresando una tenue sonrisa. ¡Yo, como sí nada! Al otro día la veo nuevamente y pienso: Qué hermosa mujer! Así sucedía todos los días mientras viajábamos con mi esposa. - Nunca la cosa pasó de ahí, sólo miradas!. Luego el viaje en subte, diez minutos y nuestra meta, el micro centro, donde trabajábamos. Marta era vendedora en un comercio en la calle Lavalle al 1100 y yo en las oficinas de una importadora de rulemanes, en Tucumán al 1500, por suerte estábamos cerca uno del otro y teníamos prácticamente los mismos horarios de trabajo. Yo salía siempre un poco antes e iba a encontrarme con ella, la esperaba alrededor

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de quince minutos y luego nos volvíamos a Lomas. El trabajo en capital era muy desgastante debido al bullicio, el tránsito, los atolladeros en los medios de transporte. Por suerte los dos teníamos un buen sueldo, lo que hacía que vivamos con confort en nuestro departamento, era un segundo piso con vista a la Avenida Meeks, muy buena ubicación, lo único que teníamos que tolerar eran los ruidos que producían los vehículos, lo demás todo perfecto, por otro lado el departamento era nuevo, todo un lujo. Hasta ahí seguíamos embobados, como el enamoramiento de noviecitos que recién inician una relación, nunca una discusión, coincidíamos en todo. Una tarde, al encontrarnos a la salida del trabajo, cuando ya llevábamos dos años y pico de casados, al verla ella me recibe con una sonrisa, y me da un beso en los labios y me dice: - Lee el contenido de este sobre!. Lo abrí, el texto era de tres líneas, lo leí y no entendí nada. Se lo expresé y me 109


respondió con una sonrisa que era un estudio de embarazo, que le había dado positivo, que me tenía que preparar para ser papito de un hijito. Sentí una sensación rara de angustia en mí, era el primer golpe de responsabilidad real que me presentaba la vida. Marta me preguntó: - Qué te pasa?... ¡Te veo desencajado! En segundos volví en mí, la abracé, la besé, la felicité y la invité a una confitería a pedir alguna bebida y brindar festejando la venida de nuestro hijo. Ahí discutimos el nombre si nace varón, quedamos que se llamaría Tomás y si fuera nena, María Luz. Esa noche, justo el día que me enteré que iba a ser padre, fue cuando comenzó a desatarse todo. Cerca de las doce de la noche le dí un beso en la frente y despedí a mi mujer diciéndole que me iba a dormir que me sentía cansado. Me saludó mientras siguió ordenando algunas cosas del departamento. En minutos estaba totalmente dormido y en algún momento entré en un sueño en el cuál 110


me veía solo (sin mi mujer) viajando en el tren de todos los días hacia capital, ese día, un apretujamiento como nunca. Quedamos los dos enfrentados, era aquella chica que comenté que casi todos los días veía en el mismo vagón del tren, tal como si estuviésemos bailando música lenta. Al principio intentaba mirar para otro lado, igual que ella, hasta que en un salto del tren nos chocamos un poco, los dos sonreímos, nos pedimos perdón en el mismo momento, ahí le pregunté: - Creo que te conozco de algún lado, me contestó que ella también tenía mi imagen en su mente. Se presentó y me dió su nombre, Elba, cuando llegamos a Constitución la invité a tomar un café y le conté mi situación, que mi esposa estaba esperando un hijo. Ella contestó que no le importaba, que por el momento me despedía que cuando pueda nos veríamos nuevamente y me dió un beso en la mejilla. Sonó el despertador, me despejé pero guardaba la imagen completa del sueño.

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Estuve a punto de comentarle el sueño a mi mujer, cosa que al final no hice pensando que de alguna forma se pondría celosa. ¿Para qué crearle una situación así? Fue pasando el tiempo y ya los sueños con Elba eran diarios y cada vez más intensos, lo que hizo que Marta cada tanto me pregunte: -Te sentís bien porque veo que te despiertas sobresaltado? Yo le contestaba que para nada, habrá sido una pesadilla, que no le de importancia. Seguíamos viajando, mi mujer cada día con más panza, ya faltaba poco para el parto. De mi parte seguía con los sueños y la relación con Elba, hasta diría, ya era parte de mi vida y el trato con ella era mucho mayor que el que tenía con mi propia esposa. Les comento que en el viaje seguía todos los días viéndola y sentía que confundía los sentimientos. A los dos meses comencé a ver un psicólogo por lo que estaba viviendo en sueños con este nuevo amorío que creía no

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había buscado para nada, pero me estaba volviendo loco. A mi mujer le decía que lo visitaba porque tenía algunas dificultades para poder recibir a nuestro hijo que ya faltaba poco para que naciera. Hasta un día, cuando ya estaba por dar a luz, le dije estando nervioso “Elba”. Inmediatamente me dijo:- Cómo me llamaste? Perdón es el nombre de una compañera de trabajo y la cosa quedó como si nada. Llegó el momento del parto y nació un varoncito de 3 kilos 300 gramos, hermoso, todo salió mejor de lo esperado, no tuvo problemas en el embarazo ni en el alumbramiento. Su nombre, según lo acordado, fue Tomás, nuestro hijo. Pero los sueños continuaron, en las noches mi mujer seguía siendo Elba, desistí de seguir visitando al psicólogo porque no obtuve resultados. Marta, más de una mañana me decía que notaba que dormía sobresaltado, yo le 113


contestaba que serían pesadillas que tal vez tendría, pero que no recordaba nada al despertarme, cambiaba de tema y todo bien. Lo que no estaba nada bien era mi situación con Elba y me propuse esa misma mañana abordarla y aclarar la situación que venía atravesando hace meses. Era el momento ideal, mi mujer estaba con licencia por el nacimiento de nuestro hijo Tomasito. Me subí en el mismo vagón como todos los días y estaba allí, siempre un gentío tremendo, me acerqué hasta que se repitió la situación del primer sueño, quedamos enfrentados nuevamente. Tomé coraje hasta que la miré y le pregunté el nombre y me contestó con total naturalidad “Elba”, y me dijo; - Tengo tu imagen en mi mente. Me sonreí y la invité a tomar un café ni bien llegamos a Constitución. Le dije que necesitaba conversar con ella unas palabras. Aceptó la invitación con una sonrisa. Como siempre hermosa!.

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Le comenté que me estaba enloqueciendo por ella, que soñaba que todas las noches la pasábamos juntos como dos enamorados para toda la vida. Que sin ninguna palabra ya sabía todo sobre ella, ejemplo que se llamaba Elba y que trabajaba en tal lugar y que le encantaban tales cosas y todo lo demás. Ella con tremenda tranquilidad me dijo: Eres el hombre que elegí para toda mí vida y sé lo de tu mujer, que seguro ya habrá tenido un hijo varón. Estuve en tus sueños y nos cansamos de disfrutar nuestro amor y nadie tiene derecho romper por nada nuestra felicidad, ni tu esposa… Tengo todo el tiempo del mundo y te voy, quieras o no, a esperar ya sea para disfrutarnos personalmente en un futuro cercano o para seguir amándonos entre sueños. Me dió un beso y me despidió diciéndome: - Perdona mí amor por hoy, ya que se me hace tarde para entrar al trabajo, nos vemos mañana… 115


SOMOS UN SUEÑO COLECTIVO Muchas veces me he preguntado qué hubiera sido de mi vida, si en vez de tomar tal actitud, hubiera realizado otra acción distinta, o si hubiera tomado otro camino, tal vez hubiera hecho cualquier otra cosa, o simplemente nada. Me devano los sesos y la única respuesta que encuentro es que yo sería otro yo, o muchos posibles otros yo, así de fácil como lo digo. Y estoy donde estoy, y soy este ser debido a que tomé este vector de los posibles millones de vectores de las posibilidades de infinitas vidas. 116


Qué hubiera ocurrido si la compañía de prendas en la que trabajaba no me hubiera postergado ese viaje en avión hasta la semana siguiente, por el retraso en la confección de las muestras que debía llevar a nuestros clientes de Brasil. Ese vuelo, el seiscientos sesenta y siete de esa empresa de aviación, que salió a las diecisiete quince, con veintisiete tripulantes, no llegó a destino, sólo salvaron su vida cuatro pasajeros, el resto falleció. La pregunta que me hago es si yo hubiera viajado en dicho avión tendría que haber estado dentro de los que salvaron su vida, porque aún estoy vivo, al menos así me veo. Pasaríamos entonces a ser cinco los que quedamos con vida o tal vez yo hubiera suplantado a alguno de los cuatro. - Y qué pasa con ese supuesto cuarto. ¿Por qué sigue vivo? También me surge el cuestionamiento del por qué de la muerte de los que fallecieron en el accidente. ¿Estaba predestinado que yo me salve y que 117


las personas de dicho vuelo fueran tales y que debía pasar lo que pasó? Y tal vez, como casi seguro fue lo que ocurrió, si se hubiera hecho bien a conciencia el control de los motores del avión y todo su instrumental, sin ninguna duda hubiera llegado a destino, es mi duda. ¿Entonces, ahora estarían todos vivos? - Y por qué están muertos, al menos en este vector que estamos atravesando nosotros?. Muchas preguntas, pocas respuestas... Si en aquel momento en que fui engañado por mi mujer con un amigo, al verlos, preso de la ira, hubiera apretado el gatillo del arma, ahora, sin lugar a dudas, estaría prófugo escapando de la justicia o tal vez ya me habrían enjuiciado y hasta podría estar preso o muerto por la pena capital. Pero no lo hice y estoy acá para contarlo. - Pero siempre la pregunta es quién soy, el que no apretó el gatillo o el que lo apretó? Porque en mi mente, por calentura, lo apreté mil veces. Todo es muy raro, en realidad no sé si lo que vivimos en este momento es real, una 118


ilusión o simplemente un sueño propio o colectivo. Les comento que expresé supuestos, que nunca trabajé en dicha empresa, ni planifiqué ningún viaje en avión a Brasil ni a otro destino. Tampoco apreté, ni estuve a punto de apretar ningún gatillo de ningún arma contra nadie, mi mujer me es muy fiel. Sí, en mi mente creé dicha ficción y no sé si en otro vector posible, en este momento, estoy poniendo en ejecución lo que expresé u otra infinidad de posibilidades de distintos hechos. Todo esto que hasta ahora comenté se refiere a esta existencia, me refiero a nuestra existencia actual. Pero ahí no termina la cosa. Lógicamente tenemos que tomar en cuenta también nuestro pasado genético, que es el bagaje anterior a nuestra existencia, que traemos sellado a esta nueva vida dentro de los mortales, mucho de lo cuál lo tomamos de nuestros ancestros. Lo notamos al escuchar sus vidas o ver fotos de nuestros 119


antepasados, que volvemos a copiar en gran medida o muchos aspectos del molde. Por otro lado, ya a esta altura de mi vida tuve muchas experiencias místicas y lo que les puedo asegurar es que entrando en altos estados de meditación me vi en distintas vidas. Sí, en distintos momentos históricos, pero era la misma persona y era mi misma imagen, con distintas vestimentas de acuerdo a las épocas en las que me tocó vivir, pero sin dudas era yo. Hasta podría seguir si quieren imaginando opciones y decir que somos únicamente un sueño de un ser superior, que esta haciendo un gran experimento o tal vez un simple juego, al cuál no podemos ver debido a su colosal inmensidad, somos sus mini partículas. Por qué no, parte de un gran ordenador cumpliendo una función dentro de las miles de millones de funciones de un integrado o un procesador. Podría seguir con mil conjeturas, lo que sí es cierto, es que todos, como seres humanos, tenemos un tiempo para gastar en 120


el carretel de la vida, que se va perdiendo o ganando de acuerdo a lo que hagamos con cada segundo del tiempo que tenemos asignado en esta encarnación. Somos luz, somos fuego celestial, somos energía sagrada, que cuando ésta encuentre la paz, volverá a su fuente y en un nuevo ciclo renacerá, se repetirá incontables veces, hasta la eternidad, hasta ser una chispa más del Gran Maestro Universal. ARBOL, REGALO DE VIDA Detiene su automóvil, es un muchacho joven y comienza a caminar hacia mí. El día está ventoso, se levanta una arenisca típica de estos últimos días del otoño. Este es un tiempo inclemente que lo perjudica tanto a él como a mí. Su vestimenta, súper abrigada para combatir tanto la baja temperatura como el viento. Adivino su intención, seguro la misma que todos los que paran su vehículo cerca de mí, 121


en este páramo trágico donde me encuentro. - Y no tengo posibilidad de nada! Cuando aún está como a treinta pasos míos le grito:-¡Qué te hice de mal para que me maltrates con ese ácido! - Tal vez me mates! No me escucha y sigue avanzando. Le grito nuevamente: -Hermano no lo hagas, ya estoy muy viejo y muy enfermo, ni qué hablarte de la tristeza y la soledad en la que me encuentro, ya con muy pocas expectativas de vida! Sigue avanzando, cada vez más cerca de mí, le grito y le grito, pero no hay caso. Tiene buen aspecto; “pero claro, es un humano”. Imposible la comunicación. Recuerdo que hace setenta y pico u ochenta años, yo era joven y compartía la vida, por no decir la gloria de un paraíso con miles y miles de amigos, que nos acompañábamos y nos protegíamos. Ahí no terminaba la dicha, además dábamos cobijo a especies desconocidas que traía el viento, alguna pisada de un animal o un 122


hombre que al pasar caminando, nos la dejaba de regalo. Llegaba un amigo desconocido, que se ubicaba de a poco, hasta nacer a la vida, crecer y deslumbrarnos. Había lugar para todos, teníamos una extensión considerable de terreno con lo que se podría llamar una vegetación salvaje poblada por árboles, arbustos y pastizales. Además dentro nuestro moraban muchos animales e insectos que cumplían su ciclo por nuestro intermedio y ellos nos hacían cumplir el nuestro. Cuando hablé de paraíso, lo dije seriamente, estoy seguro que lo era. De repente, hace ya muchos años, aparecieron hombres con máquinas, mataron a muchos de nosotros realizando lo que ellos decían era su trabajo. Nuestra subsistencia esencial venía del terreno alto, donde corría un pequeño riacho. Entre los trabajos, con otras máquinas lo 123


entubaron utilizando hierro, arena, piedra y mucho cemento y lo mandaron a comarcas lejanas. !Para nosotros nunca más una gota de agua de él¡ En la tremenda huella quedaron enterrados o muertos miles y miles de nuestros compañeros. Luego fueron rellenando con tosca que trajeron de otros lugares y levantaron el terreno un mínimo de sesenta centímetros. Pasaban y pasaban máquinas compactadoras, cuando se aseguraron de lo firme y abovedado del camino, conocimos lo que llaman los humanos, el adelanto. - Ese adelanto fue el asfalto! Ni bien inaugurada la carretera, comenzaron a pasar infinidad de coches, día y noche. En poco tiempo fueron exterminando las liebres, perdices y todo animal que camine o corra, luego mataron o cazaron a los pájaros. No pararon ahí, vinieron expertos y fueron 124


eligiendo los mejores ejemplares, los sacaron del pie y siguieron talando hasta que sólo quedaron los pequeños arbustos y pastizales. Luego vinieron con unas máquinas con púas tremendas colocadas cada veinte centímetros, que se enterraban un metro bajo tierra, y en su avance cubrían doce metros, de lo que el hombre llama insensatamente de trabajo… ¡no de destrucción! Arrebataron de la tierra toda posibilidad de vegetación de cualquier tipo. Luego, hicieron montones y los quemaron. - Todo muy simple! Con el tiempo, nos fueron abandonando las lluvias y murió con los años lo poco que quedaba en pie. - Solamente quedó y se sigue extendiendo, un terrible desierto! En aquel momento, quedé con vida de casualidad, porque se dieron tres situaciones, la primera, por ser muy chico, la segunda no me arrancaron las púas de la máquina por estar muy cerca del 125


alambrado del campo y la tercera porque seguro alguien debía quedar para contarlo. Ya parado frente a mí, se desabrocha la bragueta, me orina, me quema y se desprende de su rostro un gran alivio. - Quedo solo yo, en este desolador desierto, me voy muriendo de a poco, mientras mi amigo, va camino al coche!...

RECLUTON Creo que no voy a contar nada nuevo. Igual lo hago por terapia, bronca, o ¡qué sé yo! Me echaron del empleo o para expresarlo mejor, nos fundimos como empresa y nos quedamos sin trabajo. - Ya no daba para más... ¡La puta madre! 126


Hoy, justo hace tres meses que cerramos, fue el primero de julio del 2010. Tengo cincuenta y seis años, para viejo soy joven, y para joven soy viejo. - Es doloroso pero es así! Voy a ir contando de a poco mi vida; como si estuviera en el consultorio de un psiquiatra. Me refiero al que te hace un seguimiento intenso, hasta que estés bien seguro a dos metros. – “Pero bajo tierra”. – Sí. Pero tengo que seguir un orden! Debo contar lo importante de mi vida. Primero hice la colimba o el servicio militar. Los milicos, a esa altura, ya me habían amansado, más diría, ya me habían matrizado. Sí antes de entrar al bestiario tenía unos papitos que me daban todos los gustos, ellos me enseñaron que la cosa no era así. Que como soldadito, tenía que transformarme en un hombre, para defender a la patria…

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A las cinco de la mañana, con pitidos y gritos tremendos: - “El escuadrón, al pie de la cama formeeen!” Parecía un sueño de terror, pero estábamos ahí. Para despertarnos y despejarnos, todos los días: - ¡Carrera Marc para acá! - ¡Corra para allá! - ¡Cuerpo a tierra! - ¿Qué pasa? ¿Están dormidos los soldaditos?. Acá no hay ninguna mamita, que le traiga la lechita a la cama a nadie. - Hacer las camas... Ordenar los cofres... Afeitarse y asearse... - ¡Preparar los jarros para el mate cocido!... - ¡Tienen cinco minutos para todo! - ¡Todo el mundo carrera Marc! Así era como nos ordenaban. Debíamos estar todos formados en cinco minutos para pasar revista, el que llegaba tarde a formación, fin de semana sin salida. - Y eran cinco minutos de verdad! - Con los paso vivo - los cuerpo a tierra, - reclutón!, tagarna! - venga para acá - vaya para allá! Salto rana comenzar! ¡Saltar charcos de agua largos, larguísimos! 128


Imposible, casi todos nos enterrábamos en el barro, o caíamos en pleno charco, quedando uno y el uniforme todo mojado y para colmo, manchado de barro, en pleno invierno. Pasar todo el día hecho sopa, por suerte como éramos jóvenes y en pleno movimiento, en general se soportaba. Hasta que por fin llegaba la noche, cuando estaban todos dormidos, había que levantarse a lavar todas las prendas embarradas. Luego ponerlas y controlarlas cerca de la estufa para amanecer con ropa limpia y seca. - Desde luego, quedarse de guardia controlando las prendas, porque estaba lleno de compañeritos que, ante cualquier distracción, hurtaban o tomaban lo del otro! Y hablando de noches, todas las noches, en un cuartito contiguo al galpón donde dormíamos, quedaba siempre de guardia un suboficial distinto a cargo. - Cuando quedaba el Sargento González!

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¡Ahí sí!... - Nos formaba a todos al pie de la cama, y nos decía: - “Cuando el SARGENTO GONZALEZ se queda en el destacamento, el sargento no puede dormir, por lo tanto los soldaditos TAMPOCO DUERMEN” - Y el mal parido lo cumplía! Nos acostábamos cerca de las 21,30 horas y a las 23,30, aparecía vociferando:- El escuadrón, al pie de la cama, formen! Setecientos idiotas en calzoncillos y camisetas, con un frío de la gran puta, al pie de la cama, estábamos como zombis formados. Nos hacía deshacer las camas, doblar sábanas y frazadas, por último enrollar, contra el respaldar el colchón y poner arriba sábanas, frazadas y almohada. Terminada la operación, decía: - “Todo el escuadrón hacia la derecha carrera Marc” Corríamos todos y nos estampábamos, los primeros contra las chapas que hacían de pared y los demás, todos encimados unos a otros.

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Cuando estábamos bien apiñados, "A la izquierda carrera Marc", y lo repetía varias veces, nos hacíamos mierda entre nosotros por los golpes y apretujones. Se entretenía media hora, luego nos mandaba a descanso. Nos dormíamos, y dos horas después... ¡Lo mismo! ¡La puta madre! Así toda la noche. - Qué variedad de cardos, esos de las espinitas! Parecía que plantaban todas las variedades, a propósito para nosotros. Algunos medían más de dos metros, con espinas bien desarrolladas. - “Regimiento cuerpo a tierra y avanzar “ Y había que avanzar sin joda, entre medio de los cardos, y para completar, alguna ortiga, mientras los suboficiales, como perros de presa, detrás nuestro, apurándonos. Más de uno se comía un tacazo en la espalda por lento, para ellos (que estaban al pedo), tenía que ser todo rapidito de parte nuestra.

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Nos decían: - “El soldadito tiene que ser una PELOTITA DE NERVIOS y no un PELOTUDITO NERVIOSO” Los cardos quedaban todos aplanados, nosotros convencidos que los habíamos domado. ¡Pero no! Al otro día nuevamente de pie y con más espinas que nunca. ¡Era de locos!, pero era así, un soldado cualquiera hacía una cagada, y la pagaba todo el escuadrón. El soldado indiscutiblemente era un boludo, y venía para todo el mundo, lo que ellos llamaban “Una tomada general”. El boludo seguía boludo, y bailábamos cuatro horas, como mínimo, más de setecientos soldaditos (reboludos), que no teníamos nada que ver con la cosa. Casi siempre se cortaba cuando algún debilucho o gordito, no soportaba tanto baile e iba a parar al hospital. - “Ordene, mi Cabo”... – “Si, mí Cabo”... - “Corra para allá. “Venga para acá”...

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- “Déme su nombre soldadito”! - Más fuerte que no lo escucho! - Parece una señorita!. Uno esta parado a un metro de distancia del cabo, y tiene que vociferarle en plena geta. ¡SOLDADO RIQUELME MI CABO!… A más de uno, con cara de lento, como joda, cuando estábamos en descanso, y pasaban los suboficiales, le decían: ¡Soldado venga para acá! - Y lo mandaban a treparse a los árboles a buscar cachirlas, como no las encontraban lo bailaban un rato y a descanso. Recuerdo que mandaron a un compañero y al rato vino corriendo, se presentó ante el cabo formalmente y le dijo que traía unas cuántas, que eran jodidas, que picaban mucho. Cuando abrió las manos dijo: - Se me deben haber escapado en la carrera, al venir a entregárselas, mi cabo. - Si necesita más súbase a aquel paraíso del fondo, que esta lleno de cachirlas, si las necesita, son todas para usted! O cuando teníamos un fin de semana libre, nos llevaban en formación, hasta la guardia 133


del destacamento: - “Alinearse y numerarse!” - “Apoyar los bolsos en el piso”. Nos nombraban uno por uno, haciéndonos hacer a los nombrados una nueva fila. ¡Un bajón tremendo, una ceremonia interminable! Al final, el sargento a cargo, nos decía: Agarrar los bártulos! Era cómico ver como muchos provincianos rompían filas y salían corriendo por el campo buscando bártulos. Siempre me dije que deberían ser parientes de las cachirlas. Desde alguna óptica, lo que vivíamos en ese encierro, era una opereta. ¡Lástima, mi sargento, no tener condiciones para la actuación! - ¡Perdone, mi cabo!… Sí mí Sargento! - No mi Sargento! Siempre buscando algún pretexto, para zafar, le decíamos que no podíamos, porque habíamos recibido alguna orden especial, dada por un oficial. Alguna vez pasaba, pero pocas, si daba que el sargento, de pasada, le preguntaba al oficial sobre la veracidad de la orden. 134


- ¡Ahí sí! La cosa se ponía jodida: - “Usted no es patriota, usted como persona es una mierda”. Y baile tremendo, flexiones, salto rana interminables, cuerpo a tierra, levantarse cuerpo a tierra y terminada la tomada, dos fines de semana sin salida. ¡La cárcel de Alcatraz se quedaba corta! - Era una jaula muy pequeña, donde estaba uno solo metido sin posibilidad de escape! - ¡Sí, mí Sargento! - ¡Sí, mí Cabo! - ¡Sí, mi Teniente! - ¡Sí, mí! - ¡¡Sí, mis pelotas!!... Un año y tres meses. - ¡La puta madre! La última baja, al final uno le va tomando el gusto, porque de sarcástico, uno que ya las pasó todas, como soldado viejo, las que haga, se las perdonan. Ahora se ríe, y va viendo como empieza el baile de los nuevos reclutas que ingresaron. Algunos soldados viejos se ponían unas jinetas y esperaban en algún lugar medio alejado, a los nuevos reclutas. Y como venganza, los hacían repetir lo que todos habíamos pasado, a algún soldadito a abrazar un árbol, gritando: - Soy un boludo, y al resto les pegaban un baile tremendo. 135


Por fin, último día: - Soldado tal, tal y tal, hoy es un día importante para ustedes. - ¡Han cumplido con valor para con la patria! - Desde este momento vuelven con sus familias, hechos unos hombres y en todo caso, preparados para la defensa de la patria. Nos firmaban y sellaban las libretas y, libres… - ¡Otra vez libres! Cuando uno esta yendo a la casa de sus padres, para darles la buena nueva, en el camino se cruza con un policía, se para firme, lo saluda, el policía lo mira se ríe, y sigue caminando. Ahí es cuando nos damos cuenta, más que nunca, que salimos con miedo... Pero va pasando el tiempo y uno se va normalizando, en realidad ya nada es igual, en gran medida nos disciplinaron. Hay que pensar qué hacer con la vida, tomarse las cosas en serio, el recuerdo de los compañeros, los jefes, nos dejaron un

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poco marcado y es cierto que uno sale mucho más maduro. Ya no ve a las mujeres, como un entretenimiento de jóvenes, las ve como posibles compañeras para su futuro. Se encuentra con los amigos, ya no es el mismo, no se divierte como antes, cree que lo que hacen son boludeces de pendejos. - ¡Poco a poco se va apartando de ellos! Uno se dice:- Fueron una etapa de mí vida, una vida que ya no me acompaña. ¿Un trabajo? - Sí genial!. Las cosas cuando tienen que venir, vienen. Así fue como un tío de Lomas de Zamora, me propuso trabajar con un viejo conocido suyo en una imprenta. La idea me pareció buena, hicimos una cita y a los tres días, entré en la imprenta del gallego Don Manuel, a mis veintiún años. Con unas ganas tremendas de comerme el mundo. En un breve período aprendí mucho del oficio.

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Con el tiempo y el aprendizaje, me fui comprometiendo y enamorando día a día de nuestro trabajo. Seguiría, es interesante, pero mejor lo dejo para cuando les cuente, como sigue el último tramo de mi vida. -¿De que hablas?. - Boludo!… Treinta y cinco años reconociendo tipos de letra, tamaños, armado de bandejas, confeccionando tarjetas, volantes, talonarios de facturas, páginas, algún que otro pequeño libro. El olor a la tinta convivía con nosotros, nuestras manos siempre sucias. ¡Las crisis que nos comimos! Las hambrunas que pasamos. ¡Cómo nos estafaron con los cheques voladores! Llegamos al final, no daba para más, estamos obsoletos, es de locos pretender vivir de una imprenta tipográfica. - Qué pelotudez tipográfica! - Ya era vetusta hace treinta años, cuando yo recién había entrado!. ¡Cómo nos quedamos con el gallego!

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¡La flauta, nos pasó por encima la vida, la civilización y la tecnología! Un nuevo trabajo. ¡A mi edad! - ¿De qué mierda?. - De remisero, qué otra cosa podés pretender, a tu edad, viejo idiota…

RELOJERIA DEL TIEMPO Ahora miro mi nuevo reloj, me informa que son justo las cuatro cuarenta, seguro si 139


sigue todo normal llegaremos a destino dentro de dos horas o dos horas y media. Ya tanto viaje se me hace pesado, estoy cansado y se me cierran los ojos, aún falta bastante para llegar… Esperamos este partido varios meses. Claro en su cancha nos metieron seis goles y nosotros uno y de casualidad, Juan Carlos tiró el centro y un defensor de ellos intentando sacarla afuera, se la clavó en el ángulo a su propio arquero. Dardo nos dice a todos nosotros, hoy los hacemos de goma a “Los Mosquitos” - Qué nombre horripilante, nosotros, en cambio nos pusimos “Estudiantes de San Blas”. Eso es un nombre! Nos llama el referí y nos pide juego limpio. Da el pitido inicial y comenzamos sacando nosotros, Esteban le hace el pase a Alejandro, al que se le vinieron dos encima, la tira para atrás a Roque que como viene le pega un pelotazo mandándola al área rival, corren Coco y Dardo pero el balón queda en las manos del arquero contrario.

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Se la toca al marcador de punta y desde ese momento nos están tomando el pelo diez minutos, plantaron todo el equipo detrás de la línea media y nosotros corriendo como idiotas sin tocarla. Corre y corre el tiempo y con nosotros como jugadores no pasa nada. Tito a los veinte minutos le pegó tremenda patada al cinco que ya en estos últimos diez minutos le hizo dos caños a Jorge, al que no teníamos que haber puesto, (mira lo que está haciendo, es de madera). Me quejo ante el referí pero igual le pone la amarilla a Tito. Se la sigo discutiendo al juez, como ofendido, pero bien puesta la patadita, para que por lo menos nos respeten en nuestra cancha. Sigue el partido, ya van como treinta minutos y no llegamos con ninguna pelota ni al área grande de los rivales, somos todos unos maletas o estamos dormidos. Seguimos metiendo fuerza, lo único, pero los de nuestra hinchada se nos están riendo en la cara. La verdad es que nos están dando un toque y un baile tremendo.

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Por fin pita el Juez, terminó el primer tiempo, nos vamos puteando entre todos nosotros. - No la viste perro!. - Y vos qué me decís que no la tocaste ni una vez en todo el primer tiempo! - Cállate vos que parecías uno más de la tribuna! Llegamos al segundo tiempo cero a cero. Con el sonido del pitido saca un contrario, Tony se la roba al diez y corre como loco solo hacia el arco rival y seguro como recién estamos iniciando el segundo tiempo todos los defensores contrarios no lo esperaron (se quedan parados), entra solo al área grande, le sale el arquero y lo levanta por el aire. Penal, penal… Con el ruido del barquinazo me sobresalto y me despierto y me doy cuenta que estaba completamente dormido. Yo, con la cabeza apoyada sobre un pulóver que usaba como almohada, contra el vidrio del micro en el que estoy viajando. Mientras está cargando combustible, miro nuevamente el reloj y pasaron únicamente diez minutos. Me pregunto: -Cómo puede ser que en diez 142


minutos de reloj fuimos llegando de a poco todos los del equipo, nos cambiamos en el vestuario, jugamos cuarenta y cinco minutos del primer tiempo y todas las puteadas de los quince minutos hasta el segundo tiempo y el minuto de la jugada de Tony y el penal, el penal… Entonces no tengo dudas que el tiempo es relativo o una ficción. Tendría que coincidir con el del reloj y en realidad por mis cálculos hay una diferencia de por lo menos una hora, producida solamente en diez minutos. Ni qué hablar de otros sueños, en una o dos horas, me soñé toda una vacación de quince días, con el viaje de ida, toda la estadía, paso a paso y el viaje de regreso. No sé como tratara la ciencia al tiempo, pero percibo que en mi mente es distinto sin ninguna duda, como lo será en la de todos ustedes. Puedo ponerme a escribir a veces durante unos minutos, otras veces cuando estoy inspirado, horas y horas y aunque mi mujer me llame a almorzar o a cenar, me disculpo 143


y sigo con la escritura. Y cuánto es lo que sigo, no lo sé, unos minutos, unas horas, no duermo pero por fin al amanecer la obra queda terminada. - Qué pasó con el tiempo?. - Realmente me siento transportado y vivo un tiempo sin tiempo o una vida sin tiempo?. Todo ese tiempo se hace neutro, indefinido o tal vez al menos para mí no existe. Lo que sí existe es el logro, mi obra, es lo que queda en el colador de la vida. Mientras juego y me entretengo como un chico, vuelo libremente por el tiempo como si fuera su dueño, y claro que lo soy. Estando sentado en mi mesa de trabajo siento que es otra cosa, eso de manejar tiempos y personajes o detalles y por qué no inventar un poco para que el cuento o el relato tenga un poco más de magia. -Tendría que estar loco si transportado en ese estado me puede importar un rábano unos minutos o unas horas más, si estoy creando!… Según mi simple opinión, es necesario que todo humano tome todo en su vida, en su 144


trabajo con mucho amor, al plantar una planta, pintar un cuadro, levantar una pared, tallar una madera, enseñar, escribir… Tal vez todo esto pueda ser tomado por los demás como un capricho, quizás lo sea, más nunca renunciemos a hacer todo lo que nos haga ser dichosos… Ya se me ha hecho muy tarde. Hoy todo ha terminado bien, o al menos así lo siento. Ahora me encuentro acostado en mi cama fumando el último cigarrillo. Miro el techo y pienso en todo lo que pasé el día de hoy, partiendo del sueño de despertarme viviendo el partido contra “Los mosquitos” y el penal, el penal… Por qué esa violenta parada del micro, tal vez si hubiera durado un poco más el tiempo, que es otro tiempo, (me refiero al del sueño) hubiéramos metido el gol de penal. Es un hecho que cambiaba el partido y no nos comíamos, como nos comimos (para peor en nuestra cancha) nuevamente otra goleada de cuatro a cero.

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Esta noche espero tener la suerte de soñar. Si no es así, mañana vivir y tratar de extraer de adentro mío (Dios quiera) algo que observe o me imagine del mundo que me circunda. Todo para poder escribir y largar un conejito a la vida y así tantos como pueda. Algunos de estos conejitos, (mis cuentos), los que tengan fuerza de verdad perdurarán en el tiempo, justamente el tiempo, y los demás lógicamente morirán. Esto es algo que me propuse hacer día a día. Qué hermoso es crear siempre algo distinto para que el tiempo no me tome de juguete o marioneta suya. Hace muchos años ya me di cuenta que no es necesario el dinero para todo lo que nos llene de verdad, para esos pequeños instantes que la vida nos regala para que seamos felices. Ah… jamás es tarde para tu sueño, dale cuerda al reloj…

EL AMOR PERDIDO, AMOR VIVO 146


¡Ya es la séptima vez que suena el despertador!. - Puta madre!... No, no quiero levantarme, siempre el mismo sueño recurrente. Pareciera que el diablo me estuviera haciendo una mala jugada. Siempre lo mismo, la sueño todas las noches, desde que nos vimos por primera vez… Sus ojos, su sonrisa, su expresión, siguen grabadas en mi mente y la sueño dormido y despierto, como si la estuviera viviendo en este tiempo presente. Ya van casi cuatro años y no la puedo olvidar, es más, diría que desde que no estamos juntos, la quiero más y estoy más cerca de ella. - Si, está en mí ilusión, en mi amor, por qué negarlo! Por su puesto, la tengo en mi dolor y en mi bronca. Me torturan los sueños, ver con nitidez, las prendas de mi reina, la elegancia con la que

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se vestía y su delicadeza, hasta en el maquillaje. ¡Era mi princesa! Recuerdo que discutí y hasta me peleé con mis amigos de Temperley, por sólo escuchar algún chiste sobre ella. - Era inmaculada, era perfecta! Las caminatas que realizábamos en los primeros tiempos, en los parques, recorriendo las sendas haciendo círculos, disfrutando el aroma de los árboles. Ambos, inundados de pasión, dándonos a conocer nuestro nuevo y sincero amor. Estábamos embobados, nos veíamos totalmente diferentes a todas las demás parejas, lo nuestro era similar a lo de Romeo y Julieta. Así fue creciendo nuestro amor y nuestro noviazgo. Como se decía, “Habíamos nacido el uno para el otro” Por nuestro trabajo ya habíamos logrado una buena posición económica, teníamos todo lo que una pareja pueda necesitar, en el mundo actual. 148


Nuestra primera vez fue algo consensuado entre ambos, logramos un éxtasis entre sexo, caricias y besos que no terminó desde que se hizo la noche hasta que despuntó el día. Recién ahí, nos dormimos abrazados hasta las cinco de la tarde, lo hicimos nuevamente entre abrazos suaves y miradas de un amor sublime. Conversamos alegremente todo tipo de temas, nos sentíamos como transportados. Recuerdo que fue ese día. !Le pedí que fuera mí mujer para toda la vida! Que nos casáramos lo antes posible, que ya era un sufrimiento para ambos no poder estar conviviendo siempre juntos. Pusimos la fecha de casamiento, nuestros padres la consintieron. Nos compramos una casona antigua a unas siete cuadras de la estación de Lomas de Zamora, la cuál con el tiempo arreglaríamos. Se hicieron los arreglos para la fiesta, vestidos, trajes, alquiler de salón, invitados, catering, etc, etc. 149


Primero la ceremonia religiosa, luego una fiesta hermosa, no faltó nada de nada, ambos resplandecíamos de excitación. Los invitados, la música, primero el vals solos y luego con los cambios de pareja, las bebidas, los distintos bailes, las rondas, entre medio de copas, globos, maracas y serpentinas. La luna de miel en Bariloche, aún me veo mentalmente, jugando entre los dos, tirándonos bolas de nieve. Las caminatas, los chocolates bien calientes para pasar un clima tan frío, las excursiones… Nos comparábamos con otras parejas que estaban pasando también su luna de miel, nos reíamos y lo nuestro seguía siendo único. Durante varios años, todo, hasta el nacimiento de nuestro hijo, fue perfecto. - Es una pena, nada dura cien años, ni la fidelidad, ni el amor, tampoco la estupidez! Hoy me desperté con el mismo vacío de siempre, metido entre estas sábanas. ¡Me resisto a iniciar este nuevo día! 150


Miro el desorden de la ropa de la cama, intento poner en orden las cosas y otra vez trato de borrar lo que soñé, hasta hace pocos minutos y siempre lo mismo, no puedo olvidar nada. Me ducho, me visto, tomo un café. Por último echo una mirada, y veo en su dormitorio, a mi hijo durmiendo. Salgo para el trabajo, pienso y me digo a mi mismo: Se puede luchar contra todo en este mundo, menos contra una cosa, tratar de sacar de la mente a la mujer de la cuál uno esta enamorado. No puedo hacer nada, la tengo en mi mente cuando voy, cuando estoy y vengo del trabajo, igual me ocurre en la calle, en los medios de transporte, incluso hasta cuando voy al baño. Las imágenes que vivimos siguen caminando libres y sin control por mí mente, llevando y trayendo respuestas que necesito para tratar de vivir en paz. Sabía que al enredarme y tener relaciones con Mariela, su mejor amiga, me estaba jugando una carta sin retorno. 151


Claro, en su momento me pareció fácil, casi todos mis amigos y compañeros de trabajo lo hacían. Me creía muy hombre, no podía quedar ante sus insinuaciones constantes, como un idiota. Dió o buscó la circunstancia de venir de visita, cuando sabía que ella no estaba y caí como un tonto. Conocía mis gustos, era muy sensual, fuimos a buscar un vaso de agua al Spencer que estaba en el pasillo, muy poco espacio para los dos, se me abalanzó con su cuerpo, me provocó, le tomé la mano, con la otra me abrazó y buscó mis labios. Todo lo demás fue muy fácil, recién luego de todo lo que hicimos, fui consciente. - Sentí una angustia tremenda dentro de mí! Era mi primera puñalada. Para ella, todo sencillo. Se vistió, mientras me dijo:- “Yo con mi amiga comparto todo, ahora si somos discretos, hasta el marido”… Se sonrió, me tiró un besito al aire y se fue. - Como si nada! 152


Me fue difícil sobrevivir a este desenlace, que no busqué. Traté todos los días, a partir de aquel momento, de contarle la verdad, en realidad fui un cobarde, me faltó coraje. Mariela, en cambio, sin ningún escrúpulo, (no los tenía, la mal parida), un día con una frialdad tremenda, le dijo a mi mujer que se sentía muy contenta con su amistad, que era tan grande que se daba el gusto de compartir hasta su marido. Mi mujer, pensó que era un chiste suyo, pero Mariela para dar crédito a lo que expresaba, le comentó con lujo de detalles, como se había dado toda la situación y el momento, que me consideraba un hombre muy apetecible. Clara, cortó de inmediato con su amistad. Cuando llegué del trabajo encontré una esquela, dónde me deseaba suerte en la vida: - Que le de amor y educación a nuestro hijo, que ella no era de hacer escenas, ni discusiones!

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- Que nos teníamos que hacer cargo de nuestros actos!. - Que se rompió la copa y que ya no tenía arreglo y se iba a vivir con sus padres, que estaban solos en su casona. - Pensaba enfocar su dolor, su mente y sus cinco sentidos en el trabajo! Quiero que la rutina aplastante se apodere de mí, para olvidarla, pero no puedo. Cada instante la amo más, su alma sigue viva en las acciones que ahora son recuerdos y la deseo, la odio, la extraño y trato de responderme el por qué de su partida, sin una palabra. Pienso en ese día que para mí fue una mierda. Se llenó de vacío mi futuro y sufro en este presente. Medito también en lo que fue su soledad y seguro esa extraña tristeza, que le dió su libertad. Me quedé. - Por qué me quedé?... - ¡Qué gran idiota, no me lo perdono! Debería, luego de un tiempo prudencial, haber tratado de acercarme a ella, pedirle 154


perdón y explicarle que fue solo un momento, en el que no fui conciente, por el que me dejé llevar. Que aún conservo intacto el amor, que nunca debió separarnos. - Pero no, no!. Mi hijo estuvo con ella este último domingo y al venir me comentó: - Mamá, por fin, me hizo conocer su nueva pareja y los vi muy enamorados!... Expresándome: - Por fin mamá, podrá ser nuevamente feliz!. Derrumbó de un golpazo mí última esperanza. ¿Por qué no fui? ¿ Por qué no vino?. Cuatro años sin tratar de rescatar un amor, es mucho el tiempo perdido!. Me tengo que hacer cargo, por cobarde lo tengo merecido. Suena el teléfono de casa, son las veinte en punto y ese sonido parece que quiere derrumbar la casa; me asusta y me apuro, pero primero llega mí hijo al aparato. - Sí - Quién es? - pregunta nervioso!. 155


- Hola Mati (le contesta, la voz de una chiquilina). - Te acuerdas de mí? - No - dice, no reconozco tu voz, (como si no supiera de quien se tratara). - Mati, soy yo, Adriana nos conocimos en la fiesta de Silvio. - Ah, sí! Dice, ahora más repuesto: - Cómo estás Adri? - Bien, recuerdas que quedamos en salir este sábado? - Claro, cómo no me voy a acordar! Se expresa ahora, ya con la seguridad de un hombre. - Bueno, te tengo que colgar, ahí viene mi viejo, entonces nos vemos el sábado, te paso a buscar por tu casa! - Ok, espérame lista a las ocho! - Okey, se puntual, chau! Sigue pasando el tiempo, se hacen las veinte y diez, y veinte y treinta, no suena, sigue el silencio en toda la casa. Todo esta quieto y tranquilo excepto ese llamado para mi hijo. 156


Todo, la puta madre, como cuando llegué del trabajo. Reflexiono y en realidad me siento vacío, nada, una mierda… - Tampoco llamó la mujer o la loca ésta, que presuntamente terminaría con mi soledad y mi tristeza! Que, pensándolo, además en poco tiempo, como van las cosas, también perderé lo único que me queda, que es mi hijo. Nuevamente pienso una y otra vez en nuestra vida y no puedo cortar con su recuerdo. ¡Carajo, carajo! Sé que siempre será igual, porque la vida, mis pensamientos y recuerdos son siempre los mismos. Recién ahora, me miro al espejo y veo cuán destruido estoy. Por qué no contarlo, seco unas lágrimas que me caen, me peino y salgo, cerrando con un portazo, la puerta de calle. Me espera caminar, mirar a la gente, sentarme en un bar, tomar un café y fantasear con el amor que perdí.

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Luego volver a casa, como todos los días, acostarme. - y… - Soñar con ella, llorar y recordar cuando nos conocimos y mágicamente nos enamoramos para toda la vida, a simple vista, cuando nos vimos por primera vez!

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LA SABIDURIA DEL TIEMPO Para que perder el valioso tiempo, justamente el tiempo, ese invalorable tesoro, en realidad es lo único que tenemos. Sí es así, vayamos directo al ataque, el protocolo, es para los que ya lo tienen todo ganado, o para los que quieren dilatar el tiempo porque no tienen suficiente fuerza para avanzar. Recuerdo que desde mi primera infancia, por lo que recibía dentro y fuera de mi familia, me fui transformando en un ser muy cruel conmigo mismo y con los demás. Personalmente me lastimaba mental y moralmente y me acomplejaba por intrascendencias de chico y para desquitarme, agredía a los demás, buscando irónicamente como un ave de rapiña todos sus defectos, fueran grandes o pequeños, y sobre éstos los atacaba. Conseguido mi propósito, los disminuía directa o sarcásticamente, de ahí en adelante estaba convencido que dominaba la situación, creyéndome estúpidamente 159


haber ganado una batalla. !Qué equivocado estaba¡… Lamentablemente nunca tuve un maestro que me enseñe, lo que en el fondo de mi alma buscaba. Era, lo que buscas vos, lo que buscamos todos, la verdad, la verdad del camino. Pasaron los años, tantos errores y cada tanto algún acierto. - ¿Pero para qué tantos golpes? Ahora me pregunto, por qué tanto sufrimiento, tanto dolor, siendo todo tan claro, tan simple. Si nos pusiéramos a observar dentro de nosotros mismos en profundidad con los ojos del corazón, veríamos que la vida no tiene principio ni fin, por lo tanto nos daríamos cuenta que es eterna. Lo que hacemos es cambiar cada tantos años, el envase con el cuál venimos a la vida, pero lo real, lo único que vale es nuestra Alma, que nunca muere. Vive siempre, hagamos lo que hagamos con nuestra vida. Luego con nuestra esencia, que es el motor del Alma, nos transporta 160


por el extraordinario y eterno infinito. Y si el tiempo es lo que tenemos y lo que cuenta en esta vida, como en tantas otras que ya estuvimos y tantas más que estaremos transitando, observen que fácil la ecuación. Primero debemos darnos cuenta que nosotros no manejamos nada, el que digita el tiempo que tenemos asignado en esta encarnación, es el mismísimo Señor. Por lo tanto nuestra existencia, comienza cuando Dios lo decide y termina de la misma forma, con la misma calma. Como podrán comprobar no podemos cambiar nada lo dispuesto por los cielos, por más que nos esforcemos, por tal es buena idea hacer un pacto de respeto y no agresión justamente con el tiempo. Y por nuestra parte en ese espacio, asumir todas las enseñanzas y lecciones que él nos da mansamente y no hacernos los distraídos, intentando permanecer detenidos o engañarlo. Los que lo intentan están equivocados, al tiempo no se lo engaña, Dios nos regaló la 161


vida, para vivirla en el tiempo del hoy, del ahora, del espacio de este segundo, que vale un reino o una muerte. Por lo tanto yo no soy lo que creo ser, ni tampoco es aquél, ni eres tú, ni es nadie, valemos y somos únicamente ilusiones con una misión, nada más. El único que cuenta es el bien amado, el bendito Señor. El Todopoderoso sí, es el dueño de todo, lo es desde la idea a la materialización, esta en todo lo que existe o se idealice, lo es desde toda la eternidad. Es desde antes del principio de los tiempos y perdurará hasta el fin último de todos los tiempos, y cuando ese final llegue, Él igual perdurara después del fin de todos los tiempos, porque esta encerrado en El Creador mismo. Además nadie es más ni nadie es menos, porque milímetro a milímetro, así lo tiene todo previsto. Todo lo dispuso desde antes del principio de la nada, porque así tenía que ser, estructurando y conservando un orden universal, para que continuemos un camino 162


evolutivo, del cuál venimos y al cuál vamos, lógicamente todo se da de acuerdo al nivel de evolución de cada uno, en una senda con muchas posibilidades. Todo esto es una verdad eterna, es una realidad que todos llevamos marcada a fuego dentro nuestro, no tiene pretensiones, ni sustento teórico, ni inclinación hacia ninguna religión, aunque seguro todas nacieron de él y luego por mezquinos intereses personales se separaron, no tomando en cuenta que es único. Luego al tomar dicha actitud, la de intentar separar la verdadera e indestructible unidad, sembraron odios y guerras durante toda la historia de la humanidad, intentando apoderarse de lo indivisible, del gran espíritu, de lo etéreo, de lo supremo, del todo. Tenemos una historia con muchos miles de años e igual caemos siempre en el mismo error, y no nos damos cuenta que lo que queremos atesorar para nosotros, para nuestra creencia o religión, es igual o muy similar a lo que todas desean. 163


Despejemos nuestra mente, nuestro corazón. Dios esta dentro de todos los seres humanos del planeta tierra y de todos los demás seres del grandioso cosmos, me refiero a los que profesen cualquier religión o ninguna, entiendan todos somos sus hijos, nos ama a todos por igual. Como simples humanos, humildemente tendríamos que brindarle un mínimo reconocimiento a nuestro Padre, que es todo amor, toda dulzura, toda entrega, toda bondad, todo perdón hacia nosotros. Mientras nosotros sus hijos estamos cada vez más distantes de sus enseñanzas. El materialismo nos aleja, todos vamos como corderos hacia el matadero de esta sociedad que nos esta destruyendo. Cada vez quedan menos ejemplos de seres limpios, puros, de seres espirituales, que son el único ejemplo para todos los demás. Si practicamos la espiritualidad tendremos menos económicamente, pero con humildad y humanidad tendremos todo. Lo tenemos que llevar a cabo con limpieza de corazón, con honestidad, siempre 164


renovados, siguiendo el camino que nos trazó. Cumplamos nuestra obligación, que es brindarnos y servir a los demás, eliminando todo posible egoísmo. Si es así veremos que al final del día, el señor nos regalará el elixir de los que no necesitan nada, sino solamente a Él. Igual, al final del camino, el Señor, nosotros, y el tiempo nos encontraremos. Será una fiesta de esplendor y por qué no, un gran juego de ilusión y se repetirá sí el tiempo realmente existe y nosotros también, tantas veces hasta la eternidad. Mientras el Señor, que es extremadamente grandioso, nos conceda en base a nuestros merecimientos y por todo lo que hayamos aportado a nuestra evolución, que estemos un poco más cerca de Él, hasta transformarnos por carga de energía sagrada, en parte suya, que aunque muchos no lo sepan ya lo somos, me refiero a esa tremenda y descomunal energía que esta dentro nuestro. Para que se entienda mejor, todo lo que existe bajo la faz de la tierra y en todo el 165


descomunal cosmos, es una grandiosa unidad, que está compuesta o manifestada en un ser humano, una célula, un tejido, un árbol, un pájaro, una mariposa, una roca, un insecto, un pez, una gota de rocío, el agua del río, todo… Dios. Por lo tanto cuando matamos un animal, cuando cortamos un árbol, cuando incendiamos un bosque, cuando contaminamos un río, cuando utilizamos sustancias que perjudican nuestros cultivos y a la atmósfera estamos destruyendo la creación. De ahí nuestra ignorancia. Nuestro Padre nos observa, seguro se preguntará cuándo evolucionaremos, cuándo nos daremos cuenta del mal que nos estamos haciendo, somos parte de la naturaleza, estamos en un camino de un largo aprendizaje. El nos obsequió esta posibilidad de vida para que tengamos sensibilidad y compartamos la grandiosidad del regalo que nos brindó, que es disfrutar y respetar la naturaleza. Sí fuéramos concientes de las 166


consecuencias de la destrucción producida por nosotros mismos y de todo el mal que involucra no lo haríamos más. Todos debiéramos darnos cuenta que representamos esa grandiosa unidad, por lo tanto somos esa unidad, y con el tiempo seremos eternos seres de luz, y como ofrenda estaremos acompañando eternamente a nuestro Bendito Padre.

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EL VIEJO DE LOS PAPELITOS Parte I Parece rebuscado, un invento o una mentira. - ¡Pués no es así! Cuando les cuente no lo van a poder creer y se van a asombrar. Para ser más explícito, les comento que es un hecho real que nos contó un viejito que está siempre tirado, rodeado de perros, en la estación de trenes de Burzaco. Siempre se lo ve con ropa sucia y pidiendo algo para comer o alguna moneda para comprar cigarrillos. Un grupo de amigos que salimos a divertirnos, de aburridos que estábamos esperando el tren, que por algún desperfecto no venía nunca, decidimos acercamos a él para preguntarle de dónde era y que hacía ahí tirado… Un amigo del grupo, Jorge, de repente lo miró y le pareció que le salían lágrimas de sus ojos y nos hizo notar dicha situación. De inmediato nos acercamos a él y le preguntamos si necesitaba algo, nos 168


respondió que no. Igual nos agradeció mucho nuestra preocupación por su persona. Que lo que él necesitaba o quería y extrañaba era a alguien imposible de recuperar. Con sollozos en sus ojos nos comentó que había perdido lo más grande que puede tener un ser humano:- A su único amigo. De curiosos, le preguntamos quién era su amigo y nos explicó entre llantos que era el que todos apodaban “El VIEJO DE LOS PAPELITOS”. Que no podía, por más que intentaba olvidarlo. Nos dijo que el suceso había sido bastante reciente, desde hacía unos dos meses en las noches no podía dormir recordándolo, con sueños terribles. Nos comenzó a hablar de su trágica muerte y a dar su descripción. Siempre lo recordaba con la misma ropa, tenía puesta una camiseta, dos camisas, dos trajes, uno encima del otro, un sobretodo y un sombrero, que no disimulaba ni su enmarañada barba, ni su pelo desgreñado

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largo y sucio igual que toda su persona y por su puesto su ropa. Así fue como nuestro viejito pasó a contarnos la historia de su amigo, el personaje del relato y su historia, la que el pueblo nunca olvidará. Parte II Nos hizo conocer que Jorge, su amigo del alma, vivía en la calle y siempre tenía entre sus brazos pilas de diarios viejos. Los pedía en los comercios de la zona, luego se alejaba una o dos cuadras y en cualquier vereda del barrio, siempre buscaba un lugar solitario, se sentaba en el piso con su espalda contra la pared. Ahí comenzaba su tarea, los iba rompiendo poco a poco, fabricando pequeños trocitos tipo papel picado, cuando llegaba a una buena cantidad, los tiraba hacia arriba y llenaba la vereda de papelitos. Luego miraba hacia abajo y delineaba una pequeña sonrisa, de tristeza. Cada dos o tres cuadras

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se podían ver las montañas de papel picado. Significaba que Papelito estaba vivo. Nos contó que hubo un tiempo en que tuvo una familia hermosa, la mejor familia del mundo, con tres hijos, un varón de ocho y dos nenas, una de cinco y la más chiquita de tres años. Eran la luz de sus ojos, junto a una mujer maravillosa, que le toleraba sin decir una palabra la vida que les había tocado en suerte. Su vida tenía horarios desorganizados. Trabajaba en el Ferrocarril Roca, era maquinista de trenes de larga distancia. Lo que hacía que ella se quede todo el año, casi siempre sola, de seis a siete días, semana de por medio y cada tanto todas las semanas seguidas, cuando por enfermedad reemplazaba a algún compañero. Los motivos de los retrasos eran siempre los mismos, si se producían problemas de carga en las estaciones o roturas en las locomotoras. Mientras, ella se quedaba a cargo de toda la familia, sin decir una palabra, hasta que él regresaba de su trabajo. 171


Cuando llegaba lo recibían con gran alegría… tanto ella como sus tres hijitos. Aunque hubiera habido problemas de cualquier índole en la casa, ella los solucionaba y le mostraba a Miguel que todo estaba en calma. A él, nunca le trasmitía ningún problema. El amaba a su familia y amaba a su trabajo. No tenía dudas que había nacido para dicho servicio… sentía al manejar la locomotora, como si se comiera los kilómetros y necesitaba esa comida. Miraba con los ojos perdidos los durmientes y las cintas de vías, lo mismo que las estaciones que pasaba de largo o en las que paraba. No se cansaba nunca, atribuía a que la locomotora, la 3218, todos los vagones, las vías, los durmientes y las estaciones en las que se detenía a cargar o descargar mercaderías eran de su propiedad. Se sentía feliz, se sentía útil y necesario. Con un buen termo y un mate bien amargo, que le duraba horas, se decía que Dios le había regalado dos posibilidades de vida: 172


La de su hermosa familia y la de todos los días de trabajo en su locomotora, recorriendo miles y miles de kilómetros, atravesando de ida y vuelta el país!. Parte III El mate y la foto de toda su familia constantemente estaba delante de su vista, observándola elaboraba proyectos para la ampliación de su casa, en el fondo una pileta, el estudio de sus hijos, sus vacaciones merecidas, después de un duro año de trabajo… Los recuerdos del noviazgo con su amada mujer, sus amigos de toda la vida, estaban también presentes en su mente. Vivía en Burzaco, a unos treinta kilómetros de la capital, hacía poco había cumplido treinta y ocho años, su esposa treinta y cuatro. Ya llevaba tres días en la casa disfrutando de sus hijos y su mujer. Aprovechando este franco siempre algún amigo venía a saludarlo al enterarse que estaba en casa. 173


Compraban un poco de carne, algunos chorizos, un vino, una bolsa de carbón, y ¡A prenderlo, para hacer un rico asado!. Cuando estaban terminando de almorzar, lo llamaron de la Jefatura Central de Constitución, de la cuál dependía laboralmente. Le informaron que por enfermedad de un compañero, tenía que presentarse en cuatro horas a su puesto de trabajo porque debía salir desde Constitución a Bariloche, con ocho paradas, mil seiscientos y pico de kilómetros, de ida y otros tantos a los dos días de regreso. Retornaría a los seis o siete días y tendría como compensación cinco o seis días de franco hasta realizar el próximo viaje. Era el 28 de Julio. Se despidió de su esposa y de los chicos. Éstos como siempre por su ausencia, lo saludaron con algunos sollozos en sus ojos. Fue caminando tranquilo, con su bolso hasta la estación de Burzaco, el motivo era tomar el tren, que lo condujera hasta Constitución. 174


Por suerte al ratito vino uno, serían tres menos cuarto de la tarde… Se saludó con el guarda e intercambiaron algunas palabras, se conocían hacía muchos años, después de tantos viajes. Llegó a Constitución a las tres y veinte, se presentó en la jefatura, donde recibió de parte de sus superiores las órdenes para el viaje. - El tren debía salir a las dieciocho y quince. Se dirigió al andén 14, de donde saldría su 3218 del alma, que ya estaba allí… Parte IV Se subió, controló que esté todo en orden, se preparó unos amargos y mientras tomaba los mates, miraba como llegaban los trenes eléctricos de los andenes 2 al 8, llenos de gente. Bajaban como hormigas y se dirigían hacia la salida. Mientras observaba los vagones que en dos minutos quedaban vacíos, pero de inmediato se volvían a llenar para salir 175


hacia el destino contrario, fue pasando el tiempo y comenzaron a llegar sus compañeros de trabajo, los que lo acompañarían en su largo viaje. Lo saludaron, fueron tomando cada uno sus posiciones y él desde la locomotora miraba, como con valijas y bolsos llegaban los viajeros hasta que se llenara su tren. Observaba desde su espejo retrovisor, cómo los familiares y amigos despedían con pañuelos y brazos en alto a los viajeros. Se hicieron las dieciocho y quince en punto, y tras los banderazos y el pito del guarda para la salida, tampoco faltó el ensordecedor pitido de la locomotora, lentamente comenzó a salir, desplazando su tremenda mole. Abajo, en el andén, quedaban los parientes despidiendo a los viajeros. Por el espejo cada vez se vieron más chicos, hasta que desaparecieron. Pasadas las dos primeras estaciones el tren poco a poco comenzó a tomar velocidad. A la altura de Banfield ya iba a más de ochenta… quedaba pasar los edificios de Lomas y Abrogué, donde ya iba, como a 176


cien kilómetros de velocidad. En menos de dos a tres minutos estaría en su pueblo. - En plena estación de Burzaco… Parte V ¡De improviso se dió todo junto! Por error del guardabarrera, la barrera quedo abierta… Desgraciadamente éste, no se fijó en los indicadores de los trenes de larga distancia. La planilla correspondiente le había quedado debajo de las de los trenes eléctricos locales. Y como en todo infortunio, fue justo cuando él estaba controlando los indicadores de su locomotora. Al levantar la vista, Jorge y ver lo que sucedía cerró los ojos con horror. Había chocado a un coche, que arrastraba violentamente, a ciento diez kilómetros por hora. De inmediato puso los frenos. Se decía mentalmente que le parecía el coche de su cuñado. No podía ser. 177


¡Pensaba que se estaba volviendo loco! Le resultaba todo familiar, cuando paró por completo la máquina, estaba a seiscientos metros de la barrera, el vehículo, hecho pedazos. Todo el personal ferroviario se bajó corriendo, ante tal catástrofe. Él, cerraba y abría los ojos y creía ver la cabeza de su mujer, enganchada en una alambrada del fondo de una casa y a los chicos totalmente mutilados, que se parecían a sus hijos. De repente, ante tanta tragedia (ya se escuchaban las sirenas de los bomberos) vió casi haciéndose la noche la chapa patente del coche… ¡Entró en estado de shock, del cuál nunca más pudo salir!. Parte VI Intervino la policía, había quedado demente, como en trance y mudo. Nunca respondió ningún requerimiento, aunque él no era culpable de nada. Le comentaron la situación real, que desgraciadamente se

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produjo. Solo miraba con los ojos hinchados y llenos de lágrimas. Lo trasladaron a un psiquiátrico, donde lo sedaron con todo tipo de calmantes, pero no lograron que nunca saliera del estado de shock. Pasaron los años y como era pacífico, sin cambios de conducta, ni tampoco ninguna agresión contra ningún internado o profesional, en tantos años de internación, los médicos consideraron prudente dejarlo salir a la calle, con un certificado de acreditación. Nunca más quiso tener ningún contacto con ningún pariente, tampoco fue a su casa, y se quedó viviendo en la calle como un perro sarnoso. Pedía diarios viejos, que se encargaba de romper en pedazos bien chiquitos, terminada la operación miraba hacia el cielo, los tiraba hacia arriba y dejaba una montaña. Luego caminaba unas cuadras nuevamente, se sentaba y otra montaña de papelitos. Cuando se hacía la noche dormía debajo de los andenes de la estación, o de 179


unos camiones, de acuerdo al día. Así como les cuento estuvo muchos años. Un día no pudo más con su carga, se fue caminando hasta el puente de Turdera, (a unos ocho kilómetros de la zona donde se movía) se quedo mirando las vías con grandes llantos en sus grandiosos ojazos entre azules y grises. Allí pasaban los trenes eléctricos para un lado y para el otro, miró hacia los cielos. Abrió muy grandes sus tristes ojos, los cerró y se encomendó al Creador. Sin más, se tiró debajo de la locomotora de un tren eléctrico que venía a alta velocidad, para darle término a su tremendo dolor, para poder por fin reunirse definitivamente con toda su familia y decirles que a partir del accidente nunca más tuvo un segundo de lucidez, ni de alegría, ni de vida. Que pagó su castigo en la calle, como el peor de los mendigos, que no soportaba más… Que ahora finalmente había juntado el valor que tanto necesitaba. Al tomar esta decisión volvería a reunirse con toda su familia de la 180


cuál nunca debió separarse y les pediría perdón a cada instante mientras dure el espacio de la eternidad… Hernán A. Calvo

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INDICE:

1. – EL DIA EN QUE EL SOL SALIO DE NOCHE 2. –AMIGO DEL ALMA 3. – TONITO, CLARA Y… 4. – EL PULPO Y EL TIBURON 5. – EN LA BARRA DEL BAR 6. –MAS ALLA DE LA MUERTE 7. –ROSA BLANCA DE VERDE 8. – COINCIDENCIAS 9. – MIS DOS VIDAS PARALELAS 10.– SOMOS UN SUEÑO COLECTIVO 11.– ARBOL, REGALO DE VIDA 12.– RECLUTON 13.– RELOJERIA DEL TIEMPO 14.– EL AMOR PERDIDO, EL AMOR VIVO 15.– LA SABIDURIA DEL TIEMPO 16. – EL VIEJO DE LOS PAPELITOS

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