“La espacialidad de la periferia: Constitución Espacial de la Vivienda Popular espontánea” Beca del Ministerio de Cultura Fomento a la Creación y la Investigación en Artes, Ciencias Sociales y Comunicaciones
Investigadores: Arq. FABIO H. AVENDAÑO TRIVIÑO Arq. HERNANDO CARVAJALINO BAYONA
RECONOCIMIENTOS El presente estudio fue posible gracias al apoyo y a la conjugación de esfuerzos de diferentes entidades y personas. Por ello es necesario hacer un reconocimiento en señal de agradecimiento a quienes directa o indirectamente posibilitaron el desarrollo y feliz término de este trabajo. Al Ministerio de Cultura, porque gracias a la beca otorgada, fue posible ampliar, evaluar y sistematizar materiales que desde hacia varios años se estaba trabajando. A Barrio Taller, por haber puesto a nuestra disposición sus archivos, espacios de trabajo y personal de apoyo, además de posibilitar esta publicación en la Serie Ciudad y Hábitat. A los pobladores de los barrios visitados, por habernos abierto las puertas de sus creaciones habitacionales y permitirnos violar su intimidad con nuestra mirada escrutadora. A la Universidad Piloto de Colombia, Facultad de Arquitectura, especialmente al Programa de Prácticas Profesionales, coordinado por la arquitecta Beatriz Helena Ruiz, por habernos asistido en los trabajos de campo y archivo documental, a través de los alumnos de octavo semestre: Javier Rivera, Fabiola Quiroga, Paola Quiñónez (II – 1999), Diego Palacio, Priscila Areiza (I – 2000), Néstor Carrascal, Nohora Milena Ardila, Elizabeth Barahona (II – 2000). A la psicóloga Edilsa Rojas y al arquitecto Juan Gómez, por la coordinación de los trabajos de campo. A Gloria García, por la elaboración de los dibujos CAD, y a Marcela Mesa por haber hecho parte de las fotografías de contexto. FABIO H. AVENDAÑO TRIVIÑO HERNANDO CARVAJALINO BAYONA Bogotá, D.C. Octubre de 2000
1. ESTUDIAR LA ESPACIALIDAD ESPONTÁNEA «...cuanto más vamos hacia un mundo alejado de los intelectuales, más fácil es comprobar la eficacia de un sistema de soluciones directas de los problemas elementales, existenciales, y desde luego, no dentro de una universidad, donde los condicionamientos impuestos por la «cultura» dominante son, sin duda, más explícitos, implicando casi por igual a profesores y a estudiantes en un espacio alejado respecto al mundo de la base» G. Caniggia, G.L. Maffei
1.1 LA VIVIENDA POPULAR ESPONTANEA Nuestra ciudad, en gran parte, es configurada de manera espontánea por sus pobladores. La vivienda, célula básica del hacer ciudad, es construida en un alto porcentaje por sus propios habitantes -constructores espontáneos-. Estos, al mismo tiempo que van dando abrigo a su vivir, van modelando las heteróclitas características identificatorias de extensos sectores de ciudad, generalmente de periferia. Dentro de cada célula contenedora de vida, individual o familiar, cada habitante, constructor improvisado, encuentra la forma de conformar y articular el espacio interior que pueda albergar a todas y cada una de las diferentes actividades propias de su diario vivir. La articulación espacial, su utilización y apropiación son los elementos que aporta cada constructor espontáneo a la definición de un tipo de hábitat conocido como vivienda popular urbana. El tema de la vivienda popular urbana es tratado desde diferentes disciplinas. Dentro de los estudios de la arquitectura, ha sido un tema marginal. En estos estudios disciplinares, el énfasis se hace en tratar de introducir soluciones a los problemas urbanos, basados exclusivamente en los cánones que la disciplina pone a disposición. Lo que hacen los pobladores, guiados por un empirismo cultural, es desestimado por chocar contra los preceptos que imparte la academia para intervenir de manera erudita en la concreción del espacio habitable desde los campos del diseño y la construcción. Así el material documental especializado, que permita comprender “otras” formas de consolidar un hábitat urbano, un hábitat en el cual, muy lejos de los profesionales (arquitectos, urbanistas, ingenieros) espontáneamente se abriga una vida asediada por la precariedad, es exiguo. La mayor parte de estudios que tocan esta temática urbana se orientan hacia el relato anecdótico o se centran en cifras estadísticas, o plantean proyectos tecnocráticos con los cuales políticas administrativas pretenden dar solución numérica al déficit habitacional o controlar, mejorar o erradicar los asentamientos subnormales existentes. La premura
por intentar solucionar de manera generalizante lo aparentemente inmediato, -la ciudad que crece sin guía ni control-, sólo a través de cifras y planes descontextualizados, no da cabida al estudio profundo de lo esencial: la comprensión de las diversas formas de sobrevivencia urbana y su reflejo en la construcción de ciudad. El pensar la ciudad como un todo homogéneo, soslayando la fragmentación idiosincrática que la conforma, conduce a estigmatizaciones, exclusiones, imposiciones y finalmente a desentendimientos, lo que margina y deja a la deriva una gran parte de construcción de la ciudad que no encaja dentro de lo que se considera normal u homogéneo. La falta de material documental, consultable, que ayude a la comprensión de las diversas formas de refugiar la vida dentro de la ciudad, genera un vacío dentro de ésta área de estudio urbano. Por ello cada nueva intervención, dentro de este campo, parte de cero, se inicia con investigaciones parciales que proporcionan en corto tiempo sólo los datos que sirvan de apoyo al trabajo particular, sin pretender llegar a un conocimiento del fenómeno a intervenir. Así, el proceso de recolección de información de campo se repite una y otra vez, los datos y resultados de cada trabajo son utilizados únicamente en proyectos puntuales. Después, los miles de expedientes, estudios de diagnóstico y prospección, trabajos de campo, planes y proyectos, permanecerán en los anaqueles de cada entidad que ha trabajado el tema. Ante un panorama de inexistencia de material de fundamentación que posibilite un acercamiento a la comprensión en esencia de la vivienda popular espontánea, el cual permitiría en parte sustentar y orientar, dentro de términos más cercanos a la realidad de los contextos de periferia, los planes y proyectos que pretenden intervenirlos, surge entonces como imperiosa necesidad el iniciar estudios que toquen esta temática desde su interior. Para ello se requiere que se examine la vivienda popular espontánea como es, eludiendo toda tendencia calificadora hacia el cómo debe ser. Este énfasis es necesario en una etapa exploratoria en la que, por lo extenso y complejo de la temática, se debe iniciar por reunir suficiente material organizado y sistematizado que permita consolidar una información fidedigna que facilite posteriormente el análisis, la medición, la comparación e interpretación, de esta manera peculiar de refugiar la vida dentro de entornos urbanos de periferia. Comprendiendo la dimensión de la tarea que está frente a los estudios de la arquitectura y el urbanismo, sin excluir lo que se puede aportar desde otras disciplinas, hemos decidido iniciar el recorrido del camino que se abre desafiante, conscientes de que se debe avanzar paso a paso y por etapas. En este sentido, se ha planteado un estudio enfocado a recopilar y organizar material de campo de la vivienda popular espontánea, avanzando en un primer acercamiento hacia la identificación y descripción de las características que presenta la espacialidad definida por las manos de los pobladores de periferia1 . En nuestra práctica profesional relacionada con la vivienda popular espontánea urbana, a nivel investigativo (Centro de Investigaciones de la Universidad La Gran Colombia y estudios particulares) y a nivel de asesores de procesos habitacionales populares (vinculación con Barrio Taller), hemos acumulado una rica variedad de material teórico (ensayos) y de campo (levantamientos) que puede ser de gran de utilidad para el acercamiento al conocimiento y comprensión de las características de este tipo de hábitat urbano. Este material al ser ampliado, analizado, sistematizado y divulgado, se puede convertir en un apoyo documental para los temas y actividades relacionadas con el estudio, administración, construcción y mejoramiento de la vivienda popular urbana y, por ende, de la consolidación de gran parte de la ciudad.
1.2 TRABAJAR E INVESTIGAR EN LA PERIFERIA 1.2.1. ANTECEDENTES En la práctica profesional, inmersos en el ayudar a solucionar el déficit habitacional o asesorar procesos de mejoramiento urbano, constantemente nos comprometemos con proyectos que de una u otra forma se introducen dentro de una realidad desconocida. Al desconocer una peculiar realidad la menospreciamos y pretendemos intervenirla basados únicamente en los preceptos asimilados a través de una formación académica, preceptos que se convierten en recetas estandarizadas para configurar el espacio y modelar la forma, reducir los costos y aumentar las ganancias. Partimos de generalizaciones y estratificamos a los pobladores urbanos según su nivel de ingreso y capacidad de consumo, para asignarles «soluciones» formuladas desde distantes oficinas, con tipologías importadas de otros contextos de ciudad, o con estudios rápidos y superficiales, con los que pretendemos asir una globalidad inaprehensible, homogenizar lo diferente, o unificar la multiplicidad. Estos intentos de intervención soslayan, por compleja, la realidad que caracteriza a los sectores de precariedad y periferia, aniquilando con ello lo que ha de ser un referente ineludible para el arquitecto: comprender la forma en que la gente dentro de «otros» contextos sobrelleva su cotidianidad y la manera peculiar como esa gente alberga su vivir y soñar. Acompañando la práctica profesional, relacionada con la asesoría a procesos habitacionales populares por cerca de quince años, con la reflexión teórica, nos convencimos que lo que dentro de estos sectores se desarrolla se encuentra muy distante de aquello que se aprende en la academia o de lo que se construye en la práctica profesional tradicional. En los sectores de periferia urbana, o de exclusión económica, la precariedad y la necesidad de abrigo, obligan al habitante urbano a albergar su vida acudiendo a prácticas recursivas, en las cuales se conjugan escasos ingresos económicos e ínfimos conocimientos técnicos con una ineludible necesidad de techo. Este proceso arroja como resultado la materialización de otra lógica del habitar, la cual se encuentra distante de los modelos estandarizados y las tipologías reinantes en la ciudad construida con mayor solvencia económica y técnica. Esta otra lógica combina todo un saber cultural basado en fragmentos de diferentes orígenes: unos provenientes de la ya casi extinta tradición campesina, otros serán los hallazgos de los precursores de barriada que se van popularizando y finalmente estará lo que, en el momento de erigir cada habitáculo, la “inspiración” (léase cultura) le provee a cada constructor improvisado. Su finalidad inicial es dar cobijo a sus necesidades básicas, después será encontrar un apoyo económico mediante la explotación del espacio que ha construido. Observando el interior de la vivienda autoconstruida, a través de nuestra práctica profesional y de estudios de caso, sólo habíamos detectado lo más evidente dentro de estos contextos, rasgos heterogéneos que caracterizan a cada vivienda y a los barrios en general. Esta heterogeneidad se interpreta como fruto de las diferentes formas como el habitante desafía la precariedad, de lo temporal y cambiante que es la idea que acompaña al autoconstructor, y de la motivación y posibilidades, económicas y técnicas, que asisten a cada hacedor. Por ello el interior de la vivienda está matizado con la
peculiaridad con que cada constructor resuelve la consolidación de espacios para permanecer y circular, con la manera como cada espacio adquiere una identidad propia según su forma, posición y uso; con la forma como son apropiados, iluminados o decorados, y con la forma como el todo es aderezado con la idiosincrasia del ingrediente humano que los habita. Pero, dentro de esta gran heterogeneidad reinante, sólo a nivel de sospecha, vislumbramos la posibilidad de detectar lo constante, lo que a partir de un mismo contexto debería alimentar a lo aleatorio. Esta era una inquietud que debería ser desarrollada en profundidad.
1.2.2. LA INVESTIGACION En medio de sospechas que invitan a preguntar y preguntas que obligan a investigar, se organiza el trabajo. El objetivo central se convirtió, por una parte, en profundizar en la temática de la vivienda popular espontánea con la rigurosidad de un estudio y tratar de identificar lo constante dentro de lo diverso, por la otra, a partir de la identificación de constantes tratar de sistematizar una larga experiencia práctica dentro de los contextos de periferia para dar a conocer a un amplio público su idiosincrasia espacial. Adelantar una reflexión sobre la vivienda popular espontánea desde la óptica de lo espacial e identificar, sistematizar y divulgar, desde el campo de la arquitectura, las características estructurantes que presenta la espacialidad de la vivienda popular espontánea, se puede alcanzar cumpliendo objetivos particulares, tales como: Reunir mediante ensayos el entendimiento interpretativo que se ha alcanzado, después de varios años de contacto con este tema, sobre lo que representa en nuestras ciudades la vivienda popular espontánea. Entablar una indagación teórica en torno a lo que puede ser la identificación de similitudes dentro de un contexto de lo diverso. Recopilar, archivar y sistematizar un muestreo de diferentes soluciones que dan los constructores espontáneos a la articulación espacial de la vivienda como material de apoyo para la identificación de las peculiaridades de la espacialidad. Clasificar estas soluciones a partir de los elementos de uso más constante dentro de lo diferente para definir grupos tipológicos característicos que permitan una organización y generalización de lo detectado. Conceptualizar a partir de los tipos encontrados, definiendo para ello sus elementos constitutivos, la peculiaridad de su articulación espacial y sus variantes más relevantes. Sintetizar, de manera ordenada y sistematizada, las características de la espacialidad de la vivienda popular espontánea, identificadas a partir de los levantamientos realizados, como aporte de fundamentación a los estudios y planes que toquen la temática de la vivienda popular urbana.
1.3 INVESTIGAR LA ESPACIALIDAD ESPONTANEA 1.3.1 DESCRIPCION
En afinidad con lo antes expuesto, la investigación se desarrolla desde el campo de la arquitectura y se ubica dentro del área de los estudios de la vivienda popular espontánea urbana. El tema de estudio lo constituye la identificación y comprensión de las peculiaridades formo-espaciales que los constructores espontáneos han definido a lo largo del proceso de consolidación de su hábitat urbano. El trabajo, partiendo de una conceptualización reflexiva, se ha orientado hacia un estudio analítico, tipológico y descriptivo de la espacialidad de la vivienda popular, basándose en la identificación de lo que es común dentro de la diversa gama de soluciones que los pobladores adoptan para concretar su espacio habitacional. La intención del estudio ha sido entonces mostrar, de manera ordenada e interpretativa, el panorama que caracteriza a la espacialidad interior de la vivienda popular espontánea urbana, como reflejo de «otras» formas de concepción y concreción de un hábitat. En trabajos anteriores2 se había detectado que, a pesar de la amplia diversidad que presentan las posibilidades de organización espacial de la vivienda popular espontánea, sus hacedores recurren de manera más o menos constante a la definición de ciertos espacios (unidades básicas), posiciones, interrelaciones, formas y usos (apropiación), para estructurar interiormente su casa. Estas unidades, por su constante presencia en diferentes sectores de ciudad, son la base para la conformación de grupos tipológicos, los cuales pueden agrupar lo común a partir de lo diverso. La agrupación, debidamente ordenada, sistematizada y editada, puede sustentar el desarrollo de un modelo teórico interpretativo que de cuenta de las características más relevantes que presenta la consolidación interior de la vivienda popular espontánea urbana. Para cumplir con este cometido el estudio se organizó a partir de tres niveles de acercamiento: a) trabajo de campo; b) clasificación tipológica; c) interpretación teórica. Estos tres niveles se reflejan en cuatro capítulos del informe de investigación: “Estudiar la espacialidad espontánea” (prolegómenos de investigación), “La vivienda popular espontánea”, “Estudio tipológico”, “Unidades espaciales constitutivas”, y se cierra con el material gráfico (anexos) que sirvió de apoyo al trabajo. El estudio se inició con un trabajo de campo, mediante el cual se registró, por medio de levantamientos y fotografías, el estado que presenta la vivienda espontánea. El área de estudio se limitó a doce barrios de Bogotá, pertenecientes a las localidades de Bosa, Kennedy, Suba, y Ciudad Bolívar. Mediante un proceso paralelo a la recopilación de información de campo, se desarrolló una etapa de documentación y fundamentación teórica, la cual permitió definir los conceptos, enfoques y procedimientos que orientarían el estudio. Esta etapa queda contenida en dos capítulos trabajados a manera de ensayos, en uno se trata conceptualmente la temática de estudio: la vivienda popular espontánea, el otro es argumentativo y permite precisar los parámetros del análisis y de la definición tipológica. En una siguiente etapa, la información de campo se tradujo a una representación gráfica, con base en la cual se diferenciaron las unidades constitutivas de cada vivienda. Luego se procedió al estudio grafoanalítico, el que permitió la identificación de grupos tipológicos según la organización espacial. Como indicios para la conformación de los grupos se seleccionaron unidades espacio-funcionales, constantes en casi todas las
viviendas de este género, separadas en dos grandes familias espaciales a) espacios de permanencia (alcobas, espacio múltiple, social, servicios); b) espacios de circulación (zaguán, pasillo-corredor, escalera, incluyendo el patio). Se anexó un tercer indicio organizativo: c) frontera de contención y acceso (fachada-puertas). Este análisis de la constitución de la vivienda facilitó la extracción de las características más relevantes de cada unidad espacial; igualmente fue la base para la definición de tipologías. La agrupación de diversidades espaciales a partir de parámetros espacio-funcionales, más o menos constantes, nos permitió acceder a la identificación de una organización compositiva de la vivienda. Este proceso arroja como conclusión una definición tipológica basada en la relación más reiterativa entre las unidades pasivas y activas de la vivienda: “circular-permanecer”. Dentro de estas tipologías se seleccionaron las tendencias de zonificación funcional que tienen mayor presencia dentro de las localidades estudiadas (32,63% y 26,84%), estos esquemas son la base para la descripción de las características predominantes de las unidades espacio-funcionales definidas anteriormente. La parte final, contenida en el capítulo de descripción de los componentes espaciales independientes, sintetiza, a partir de la descripción de las peculiaridades de cada unidad, las características más relevantes que presenta la espacialidad de la vivienda espontánea. Se definen áreas, interrelaciones, ubicación, propiedades, apoyadas en los levantamientos que mejor las ejemplarizan y en el porcentaje que representan dentro del material analizado.
1.3.2 METODOLOGIA 1.3.2.1.
CARACTERÍSTICAS
El trabajo tiene como fuente de documentación básica la información de campo que se recopiló mediante doscientos dieciseis levantamientos arquitectónicos de viviendas consolidadas, ubicadas en lotes de 6x12 y con alturas de uno, dos y hasta tres pisos, éstos se complementaron con cerca de quinientos fotografías. Como información secundaria se acudió a una revisión bibliográfica, con base en la cual se pudo desarrollar la fundamentación conceptual y la orientación procedimental del análisis del material de campo. El carácter del trabajo ha sido esencialmente clasificatorio y descriptivo, apoyado en un amplio análisis gráfico y un desarrollo conceptual de fundamentación. Para ello se optó por: a) Recopilación de material de campo, doscientos dieciseis en letra levantamientos en cuatro localidades de Bogotá; b) Conceptualización y fundamentación teórica de la investigación a partir de trabajo bibliográfico; c) Identificación, clasificación y caracterización tipológica de los levantamientos realizados con base en un proceso grafoanalítico; d) Descripción y generalización de las características espaciales detectadas. Se buscó que el trabajo de documentación, análisis y registro de la información quedara consignado en medios magnéticos (archivos CAD), para permitir una consulta y utilización eficientes. Esto posibilitará que el material base del estudio pueda ser fácilmente consultado e igualmente ampliado en la medida que se acceda a una mayor información de campo en trabajos posteriores.
1.3.2.2.
LEVANTAMIENTOS
Los levantamientos se hicieron en cuatro localidades de Bogotá. Como parámetros de selección se definió, por una parte, respecto a los barrios, que los sectores en donde se haría el sondeo no presentaran un período de formación y desarrollo mayor a veinte años, por otra parte, respecto a las viviendas, que fueran autoconstruidas, se encontraran en gran parte consolidadas, se ubicaran en lotes de 6x12, y que los predios presentaran características topográficas planas. Estos parámetros son importantes para poder establecer relación y comparación de las soluciones. Para realizar los levantamientos se diseñaron fichas, que permitían registrar información referente a: a) Identificación del contexto y de la edificación: dirección, barrio localidad, propietario, habitantes por vivienda, número de pisos, año de la construcción; b) Características arquitectónicas bidimensionales (plantas) y tridimensionales (alzados y cortes), esta información gráfica se complementaba con apuntes referentes a las etapas de la construcción, materiales utilizados, sistema constructivo, peculiaridades definitorias de los espacios: mobiliario, decoración, detalles de iluminación, colores predominantes, etc.; c) Registro fotográfico de interiores y de fachadas. La distribución de levantamientos según la localidad y los barrios visitados es la que se presenta en la tabla (página siguiente). Los códigos asignados a los levantamientos corresponden a la secuencia de visitas adelantadas en las cuatro localidades. Este código al mismo tiempo es el identificador que se utiliza para referenciar cada ejemplo dentro de los textos o análisis.
1.3.2.3.
CONTEXTO
Las localidades seleccionadas Bosa, Kennedy, Ciudad Bolívar y Suba (ver cuadros de barrios), corresponden a una parte muy representativa de las zonas urbanas, en donde por condiciones de exclusión económica, sus habitantes deben acudir a dar solución al problema de la vivienda básicamente de manera espontánea. Según los datos proyectados para el año 2000, presentados en el informe del Sistema de Información Estadística Distrital de 1996, la población localizada en las cuatro localidades, Bosa, Kennedy, Ciudad Bolívar y Suba, sería de 1´958.327 habitantes, los que representan un 31,72% de la población total de Distrito Capital, 6´173.094 habitantes, según proyección del mismo documento.
1.4 ENFOQUE CONCEPTUAL 1.4.1. VIVIENDA ESPONTÁNEA En el desarrollo teórico del trabajo se emplean conceptos, que por no tener un significado único, requieren de aclaración en cuanto al sentido bajo el cual se utilizan. Uno de ellos se relaciona con el amplio y polémico tratamiento que se le da al concepto de «vivienda espontánea», principalmente a la palabra que la califica como «espontánea”. Dentro de este trabajo la “vivienda espontánea” es examinada como aquel tipo de vivienda precariamente autoconstruida por sus moradores como única posibilidad para
“proveerse” de un albergue urbano. Hace referencia a la imprevisión que caracteriza al trabajo del autoconstructor, a la falta de planeamiento, al tortuoso camino que sigue el habitante de la periferia urbana, quien, privado de posibilidades económicas propias, desamparado por el Estado, y ante la necesidad de cubrirse de la intemperie, tiene que recurrir a la artesanal opción de «auto-solventar» un cobijo. Hace entonces alusión a lo imprevisto, a lo empírico, a las decisiones que se van tomando y transformando sobre la marcha, a las adiciones y sustracciones impulsivas y circunstanciales, a un hacer obligado que sólo puede contar con un saber popular. En general se relaciona con la arquitectura hecha sin arquitectos, hecha sin una teorización que premeditadamente soporte y oriente la organización formal y espacial. A la falta de intelectualización de la idea que resolverá la configuración y materialización de la vivienda. Lo espontáneo, en el autoconstruir, también se puede asemejar al trabajo del artesano 3 , a aquel trabajo sobre el cual su autor no puede dar razones de la fundamentación técnica, espacial y formal bajo la cual organiza y construye, sólo sabe cómo hacerlo. El saber que asiste al autoconstructor se fundamenta en una «conciencia espontánea» (tesis de Caniggia y Maffei)4 , conciencia forjada por la cultura a la cual pertenece quien actúa; la casa entonces se hace como se hace una casa dentro de este tiempo y lugar y en ella se tratará de vivir como se puede vivir por aquí. Lo espontáneo no implica un proceso ingenuo o una alternativa de libre elección, es la única salida que encuentran los moradores urbanos, quienes marginados de las condiciones económicas que les proporcionaría otro tipo de vida, deben autoconstruir el refugio para sobrevivir dentro de la ciudad, o por lo menos en su periferia. Lo espontáneo, frente a este camino obligado está en que sólo se cuenta con lo que ya se sabe, no se puede hacer el curso para autoconstruir, o esperar a depurar creativamente un diseño a desarrollar, se debe actuar con el saber que se ha asimilado del medio en el que se vive, acudir al esfuerzo propio, e ir solucionando lo técnico y espacial al mismo tiempo que se van sentando los ladrillos o extendiendo el paroi alrededor de la desabrigada progenie. Así entonces, lo espontáneo, para calificar al tipo de vivienda en estudio, sólo se comprende cuando se compara con los procesos adelantados para construir las otras viviendas, aquellas diseñadas, planeadas y ejecutadas con base en un saber especializado, y que se ponen a disposición, por encargo o venta, a quien las pueda adquirir.
1.4.2. CALIDAD ESPACIAL Por otra parte, como en el trabajo que se adelantó sólo se examina la vivienda desde el punto de vista de identificación tipológica y descripción de características espaciales, se deben hacer ciertas aclaraciones a una posible valoración que implicaría acercarnos a esta temática desde la arquitectura. Generalmente un acercamiento a una temática desde un plano académico determina evaluar el objeto de estudio a partir de los parámetros que son aceptados como bases de lo disciplinar, en nuestro caso se debería incluir una valoración de la calidad que presenta el espacio de la vivienda estudiada. Al no abordar esta valoración aclaramos nuestra posición frente a lo que significa una apreciación calificativa del objeto de estudio.
El trabajo adelantado se orienta por una posición que asumimos los autores frente a lo analizado: nuestro objeto de estudio lo examinamos no como una mercancía sino como una realidad de vida. Realidad ineludible para quienes se encuentran al margen de todas las soluciones que ofrece el mercado de consumo tradicional o la economía de mercado y tienen que rebuscar la manera de auto proveer un habitáculo para resguardar su vida. Para los habitantes de la periferia el autoconstruir su vivienda es, por una parte, la única alternativa viable que les permite cuidar lo único que poseen, su vida y la de su prole, por la otra, el irrealizable sueño de una casa que se debe perseguir día a día, convirtiéndose en el incentivo que anima un difícil vivir. Así la obra que se va consolidando con el pasar de los años puede, ante nuestros fisgones ojos de extraños, presentar deficiencias si se evaluara desde parámetros tradicionales. El confort, por ejemplo, es exiguo, nos encontramos con recintos reducidos, muebles improvisados, ambientes poco aireados y deficientemente iluminados, privacidad no resguardada. La rudimentaria factura de lo autoconstruido, por mano de obra inexperta, utilización inadecuada de materiales y sistemas constructivos, obras inacabadas, no se puede acomodar dentro de lo estéticamente aceptado. La ausencia de lo totalizante y terminado, que produce la sensación de estar siempre en obra, de todo ser provisional, no concuerda con la idea de la obra “finita” que ofrece el mercado de la vivienda. Ante nosotros, ante nuestros ojos y ante lo que nuestros demás sentidos pueden juzgar se encuentra no un producto sino la expresión de una forma de vida, la cual se alberga dentro del recinto que un poblador urbano se puede “auto procurar”. Los aciertos y desaciertos que percibimos no son deficiencias, detectadas a partir de nuestros parámetros de medición, son materializaciones de la precariedad con que se vive una vida distante de la nuestra, distante de nuestra lógica moldeada por la academia y muy seguramente distante de nuestros muy tradicionales lugares de habitación. Por lo anterior, la posición que asumimos frente a lo observado ha de ser similar a la del antropólogo que trata de no interferir ni valorar el ritmo de vida de un grupo humano, sino que se esfuerza por comprender cómo es vivida la vida dentro de un particular contexto. Por otra parte, no poseemos la legitimación de una única verdad paradigmática que nos suministre los parámetros para juzgar la forma como otros se ven obligados a inventar maneras de amparar su sobrevivencia. No nos proponemos entonces exorcizar las desviaciones de una lógica de academia, o delatar el no acatamiento de los tradicionales estándares higienistas promulgados por los sentimientos conmovidos con el padecimiento obrero. Se trata por el contrario de presentar los hechos entendiéndolos como expresiones de diferentes maneras de sobrevivir, despojándolos de todo vicio de exotismo o de santificación de lo popular, para sólo examinarlos como la innegable realidad que participa en la construcción de nuestras ciudades en proporciones significativas: “La idea de que nada sabemos mientras no sepamos que no conocemos nada de manera definitiva supone el respeto por las realidades inventadas por otros hombres” 5 CITAS CAPÍTULO 1 1 Bajo este enfoque se presentó la propuesta de investigación atendiendo la convocatoria del Ministerio de Cultura para concursar por una Beca Nacional en 1998, dentro de la línea temática de “Hábitat Popular”. La propuesta fue seleccionada y, de manera formal, se inició el trabajo en julio de 1999, aunque la temática se estaba estudiando desde hacia ya varios años.
2 * Fabio H. Avendaño T. “Lectura interpretativa de contextos urbanos de periferia”. En la Serie Documentos Ciudad y Hábitat, No 4, 1997. * Hernando Carvajalino B. "PMV a mejorar lo construido, en la Serie Ciudad y Hábitat, No 1, 1995 “La casa: aproximaciones a su concepción desde lo espontáneo, en la Serie Ciudad y Hábitat, No 3, 1996" y Espacio, casa y periferia Universidad La Gran Colombia, 1999. 3. J. Christopher Jones, concluye que: «el artesano que reproduce y modifica la forma, no conoce las razones por las que lo hace, únicamente conoce la manera de hacerlo». Métodos de diseño. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1978, p. 16. 4 Gianfranco Caniggia y Gian Luigi Maffei, consideran que «En la edificación, conciencia espontánea es comprensión inmediata y sintética de lo que conviene para formar un producto de la edificación: si pensamos en cómo se ha producido, y se produce todavía, la llamada edificación espontánea, de base, aquella que hace el usuario directamente y para sí mismo, sin la mediación de otros y sin la constitución previa de instrumentos de representación anteriores al propio objeto edificado, es fácil apreciar una estrecha y mutua dependencia de dos factores, en búsqueda de un producto útil: que éste sea tan sólido como se requiere, y al mismo tiempo «legible», en el sentido de proporcionar a quien lo examina la evidencia de que es útil y sólido». Tipología de la edificación. Celeste Ediciones, Madrid, 1995, p.24
2. LA VIVIENDA POPULAR ESPONTÁNEA “Entre la realidad y el deseo, entre el cuerpo y el sueño. La casa es una construcción implantada sobre el intervalo entre lo posible y lo anhelado. La casa es el fin y el viaje. Un edificio incierto entre la teoría del reducto y de la nave” Vicente Verdú
2.1 LA VIVIENDA Una reflexión introductoria al trabajo nos lleva a discurrir de manera sintética sobre lo característico de un tipo de vivienda muy sui géneris. Aquella vivienda que grupos de pobladores urbanos construyen alejados de preceptos e intervenciones profesionales y normativas, a la que se le llama popular, espontánea, informal, marginal, etc. Esta vivienda tiene una amplia presencia dentro del área urbana de muchas de nuestras ciudades y es testimonio fidedigno de una manera precaria de habitar y construir la ciudad. La vivienda tradicionalmente considerada como caparazón cuticular que construye el hombre para proteger su vida, por ser protectora y posibilitadora de la existencia humana, es y será el primer anhelo que se gesta cuando se inicia la vida familiar, el anhelo de hogar. La vivienda es “...un refugio y un área de apropiación necesaria para el desarrollo de las actividades que aseguran la continuidad de la vida. [...] la vivienda constituye un medio considerado indispensable para el simple hecho de existir y que, en consecuencia, es necesario proporcionarse”1 La vivienda adquiere un valor proporcional al esfuerzo físico y económico que sea necesario invertir para alcanzarla (bien necesario o bien de lujo)2 . Dentro de las clases sociales de escasos recursos (en algunos estudios generalizada como clase obrera), quienes con gran dificultad y esfuerzo pueden tener su vivienda, ésta les representa un bien necesario, un refugio indispensable que debe procurarse el hombre para guarecer su vida y restablecer su fuerza de trabajo. Para este sector de población, procurarse una vivienda se condiciona a tener posibilidades económicas para adquirir el bien terminado o autoconstruir su refugio. Tanto una como otra posibilidad depende de unos ingresos económicos suficientes, por una parte para alimentar la vida, y, por la otra, para procurarle refugio. Así, se interrelacionan el tener vivienda con el tener un trabajo que proporcione un salario suficiente que permita un poco más que subsistir. Para una amplia capa de la población, llamada genéricamente sector popular, la habitación y el trabajo se convierten en la razón de un existir y un ideal a perseguir. La ciudad, gran contenedora de la diversidad y oferente de múltiples posibilidades, se instaura para ellos como el quimérico espacio para cultivar lo fundamental de su existir: la habitación y el trabajo. “La gente llegó a Ciudad Bolívar a asegurarse una vivienda, algo “donde meter la cabeza”. Los unos porque sencillamente no la tenían. Los otros, porque
carecían de dinero para pagar arrendamiento, en piezas de los barrios paupérrimos. Los terceros, porque la de acá sería una base en la cual afianzarse y penetrar en la ciudad concebida por ellos como el único lugar donde realmente se es, se vive y se imagina un futuro propio y para los hijos”3 Al llegar a la ciudad, el anhelo e ilusión pasan del campo del deseo al de la imposibilidad. Las oportunidades que ofrece la ciudad están gobernadas por las leyes económicas de mercado. La concreción del espacio dentro del cual poder resguardar la vida, dependerá del acceso al mercado laboral (formal o informal) y del salario que pueda solventar el subsistir y el refugiar ese subsistir. Sin acceso al mercado laboral se niegan las otras posibilidades de existencia. Con acceso al mercado laboral pero con ingresos insuficientes, se puede subsistir cada día, pero se elimina la posibilidad de ahorro y en consecuencia el adquirir un bien fabricado, como puede ser la vivienda. Para recuperar la fuerza laboral que asegure la subsistencia se puede optar por arrendar un reducido espacio dentro de un inquilinato, pero, aspirar a tener el espacio propio que resguarde la vida familiar distante del “otro”, implica alcanzar un nivel superior al de la subsistencia. Para adquirir o procurarse el espacio privado y refugiar la vida se requiere entonces de una solvente conjugación de factores, fundamentalmente económicos: trabajo, ingresos, gastos, ahorro e iniciativa. De cómo se combinen estos factores dependerá el acceso al mercado de la vivienda, o al de la tierra (lotes), y a la lenta autoconstrucción por desarrollo progresivo. Para un amplio grupo de pobladores urbanos, quienes mantienen, aunque en un nivel muy bajo e inestable, unos ingresos que les permiten solventar un poco más que su subsistencia y, sin embargo, están excluidos del mercado formal de la vivienda, la manera de proporcionarse un refugio urbano es a través de la autoconstrucción. Este grupo con grandes proezas logra acceder a la posesión de un pedazo de suelo urbano “lote”, generalmente dentro de las enormes franjas de periferia. Unas veces por vías legales se compra un lote, otras por vías no muy legales se aprovecha la oferta (diversas formas de pago, trueque, empeños, etc.) que hace un “urbanizador pirata” 4 , y otras muchas veces por vías ilegales se invade un terreno privado. “Llegaron de noche y construyeron de noche. Durmieron en cama franca, sin puertas y alumbrados por velas que el viento apagaba. ...Las niñas amontonaron la piedra para cimientos. Los niños recogieron las tapas de cerveza para clavar las puntillas en el paroi. ...Hombres, mujeres y niños; soldados y carpinteros, choferes y coperas, echaron pica en los barrancos.” 5
Después viene el proceso de solventar el material con el cual iniciar la construcción del refugio (desde rebuscar material de sobrantes o demoliciones, hasta comprar material barato, de baja o regular calidad). Así, en un predio considerado urbano se iniciará el levantamiento de un rudimentario e improvisado albergue, toma de posesión del terreno y acto fundacional de la vivienda, lo que encierra un gran valor para su hacedor pues simboliza la esperanza que por fin se comienza a construir, y promete el acceso a un mayor status: el de tener “mi casa”. “...en todas partes, el hombre desprovisto de un “mi casa” es considerado víctima de anomalía, aun cuando la casa varíe de manera diferenciada desde la maciza residencia de piedra a la frágil tienda del nómada”6 .
Tener una vivienda en propiedad, por compra o autoconstrucción, se convierte no sólo en anhelo sino en obsesión que se puede perseguir toda una vida, “la obsesión por una seguridad basada en la consecución del “techo propio””7 ; para la gran mayoría será una obsesión que se quedará sin refugio. John P. Dean, identifica, aunque en otros contextos, ciertos vestigios de fantasmas que avivan el deseo de tener una propiedad: 1) la ética protestante de la clase media, y 2) la economía clásica 8 . Estos fantasmas muy seguramente han penetrado y permanecen actuantes dentro de nuestro contexto. Naturalmente estos no son los únicos motivos para procurarse una vivienda en propiedad, sino parte de la convicción que fortalece el esfuerzo de perseguirla de manera individual. Autoconstruir, es una forma de alcanzar el techo en propiedad, es la alternativa basada exclusivamente en el esfuerzo de una familia, el cual posibilita refugiar la vida dentro de una ciudad dominada por las leyes de la oferta y la demanda (mercado) y despreocupada por ofrecer alternativas viables para las capas de población excluidas por la dictadura del mercado. La vivienda autoconstruida, directamente, con la participación del núcleo familiar, o indirectamente, con la colaboración de un conocedor de estos quehaceres (maestro de obra), consolida heterogéneos impulsos que van resultando de dar respuesta a necesidades, aspiraciones, posibilidades y tiempos. Poco a poco se va concretando la vivienda que guarecerá la recuperación de la fuerza de trabajo y resguardará los sueños de querer ser. “Arévalo adquirió el lote con promesa de venta, por aproximadamente cincuenta mil pesos, en cuotas de diez y siete mil pesos, y ladrillo a ladrillo armó una pieza para la madre, y rebuscó paroi para él. Es un cuartucho con retazos de malla en las puertas y en las ventanas. Todo indica que linda con la felicidad”9
La autoconstrucción implica un proceso lento, por etapas, a lo largo del cual y en la medida en que las posibilidades económicas, de mano de obra y conocimientos técnicos lo permitan se irá edificando el soñado refugio. Las etapas irán cobijando desde lo más apremiante, la protección del sueño y preparación de alimentos, hasta una complementación que brinde un mejor estar, espacios de socialización, de comercio o espacios para renta. Durante un largo proceso de consolidación, se irán definiendo y redefiniendo espacios, formas, secuencias, usos; todo aderezado con los valores que irradia el contexto dentro del cual se vive y construye. El proceso de autoconstrucción, en el que interviene la fuerza de la familia apoyada o no por un artesano o maestro de obra, se le identifica con lo espontáneo, por presentar las característica de lo imprevisto, de lo empírico, de lo colectivo; de aquello que se va formando y decidiendo sobre la marcha. Como se había aclarado en el primer capítulo, esta espontaneidad no es un proceso ingenuo o de libre escogencia, es obligada, pues es el único camino que puede recorrer este grupo de población para proveerse un refugio urbano. Identificar este carácter de lo espontáneo es posible sólo cuando se compara con los procesos planificados, predeterminados, de concepción totalizante que desarrollan los profesionales (arquitectos). Esta aclaración nos permite diferenciar las viviendas autoconstruidas, o de desarrollo espontáneo, de las viviendas planificadas y construidas por profesionales. En las primeras predomina el saber popular y un poco del azar, fruto de la creación impulsiva e imprevista del autoconstructor; no poseen una teorización especializada que premeditadamente soporte y oriente la organización formal, espacial y técnica. En las segundas prevalecen las ideas predeterminadas, se manejan diferentes
niveles de planeación y se introducen interpretaciones sustentadas en un saber de formación académica.
2.2 LA VIVIENDA ESPONTANEA La vivienda popular espontánea, en este estudio, no se toma como reliquia, panacea o altar del esfuerzo, ingenio o creatividad popular, se le enfoca como lo que es: una realidad de vida. Se examina, entonces, como una realidad innegable, como la “solución” que ha encontrado un amplio sector de población, superior al tugurio, para procurarse un refugio urbano distante de las soluciones que ofrece el mercado formal o de los desarrollos que asesoran urbanistas y arquitectos. Esta alternativa hoy en día configura un alto porcentaje del entorno urbano de Bogotá 10 , variando el porcentaje en otras ciudades grandes e intermedias. Este no es un caso único de nuestro país, menos aún un fenómeno reciente, la población que habita en tugurios y en viviendas autoconstruidas, son predominantes en las grandes ciudades y presentan una tendencia al crecimiento dentro del mundo en desarrollo11 . Sobre los asentamientos espontáneos actuales, se tiene referencia, en nuestro país, casi desde principios del presente siglo (aunque pueden tener sus lejanas raíces en la Colonia con la segregación espacial de los indígenas). En países pioneros de la industrialización éstos fueron la alternativa que encontraron los grandes ejércitos de mano de obra que se trasladaron del campo a la ciudad para integrarse a la revolucionaria forma de producción. En Colombia este fenómeno, aunque anterior, se hace muy notable hacia la década de los cincuenta, o un poco antes, con la gran migración campo ciudad como consecuencia de varios factores, principalmente la violencia12 . Hoy, la violencia, pauperización y desatención del campo y pequeños pueblos continúan siendo los factores más influyentes que desplazan al campesino hacia la ciudad y a habitantes de pueblos y ciudades intermedias hacia las más grandes13 . En la ciudad el inmigrante desposeído y desintegrado del sistema económico que le proporcionaría las posibilidades para subsistir, no encuentra otra alternativa que alojarse, legalmente (barrios autorizados) o ilegalmente (barrios piratas o invasiones) en los cinturones de miseria de la gran ciudad, y, en ellos, autoconstruir el caparazón que paulatinamente le irá protegiendo su sobrevivencia y la de su prole. “Lo primero que busca el desplazado es solucionar su problema de vivienda y en este campo la situación es compleja para propios y extraños que compiten por un espacio en medio de la pobreza y el desarraigo”14 “Las localidades de Ciudad Bolívar, Usme, Bosa, Kennedy y San Cristóbal reúnen el mayor número de desplazados en Bogotá. Los criterios de escogencia de las zonas de asentamiento responden a lazos familiares, zonas de vivienda de paisanos o amigos y en última instancia a posibilidades de acceso a vivienda (especialmente inquilinatos o zonas ilegales urbanas o suburbanas)”15
De tal manera el interés por la vivienda espontánea radica en la necesidad de comprender, desde la arquitectura, cómo en la realidad se está construyendo la ciudad. Cómo pobladores de escasos recursos están solucionando su problema de vivienda urbana. Cómo construyen y alojan sus vidas los grupos humanos excluidos de la solvencia que a pocos proporciona el sistema económico imperante. Cómo asimilan los
valores que comparte la colectividad a la cual pertenecen. Y, cómo se difunden las soluciones que consolida la tradición y la apremiante necesidad.
2.3 DESARROLLO PROGRESIVO La vivienda en estudio no se desarrolla mediante un proceso organizado y ágil que permita alcanzar la totalidad de forma inmediata. Por el contrario, la construcción de este tipo de vivienda es un proceso lento que acompaña el diario vivir de sus moradoreshacedores. Por esto no se tienen programas definidos en su totalidad, ni plazos para finalizar. Los constructores espontáneos van decidiendo respecto a lo que será la vivienda a partir de dar atención al carácter prioritario de las necesidades que deben suplir y de las posibilidades económicas que les permitan avanzar en la construcción. La vivienda entonces no presentará un programa total y previo al inicio de la obra, sólo lo existencialmente inquietante de unas necesidades apremiantes que se tienen que refugiar con cada posibilidad de avance. Así, la edificación se irá consolidando lentamente y será la resultante de una serie de esfuerzos económicos y sociales del núcleo familiar. La vivienda crecerá paso a paso, por etapas, en un desarrollo llamado “progresivo”, posiblemente en alusión a la idea moderna de progreso, a ese ideal de alcanzar un “mejor estar” con cada avance. “...cada vivienda jamás expresa sino una adecuación relativa a las necesidades del momento, corte de cuentas que el tiempo nunca le ha rendido a sus ocupantes como no sea de manera imperfecta. Mezclando, al correr del tiempo, formas dispersas en el pasado con otras nacidas de las necesidades del momento y con algunas más que confirman el futuro, y más tarde concediéndoles otras atribuciones, cada tipo de vivienda parece constituir más bien un sistema de signos que remite tanto a la imagen de “la casa” que una sociedad se proporciona a sí misma, como a las contingencias acumuladas en el transcurso de su historia”16
Con el crecimiento mediante el “desarrollo progresivo”, el autoconstructor va fabricando el refugio inicialmente para resguardar lo fundamental o primario, posteriormente para albergar lo complementario o secundario, hasta consolidar una peculiar solución habitacional que resguardará a un hogar17 . En cada etapa se irán reflejando las nuevas inquietudes y necesidades que vayan naciendo del seno familiar o de sus expectativas de sobrevivencia. Generalmente la primera preocupación es la de solucionar las bases de la edificación en proyecto. La cimentación representa la solidez que comienza a alcanzar el sueño que se edificará: “lo más importante para la estabilidad de una casa son sus bases, y lo mismo sucede con los países y sus gentes”, dice un poblador al referirse a su vivienda y a la vida18 . Luego el refugio que se irá levantando será para proteger el sueño y acondicionar la preparación de alimentos, posteriormente se mejorará lo existente o se independizarán ambientes, se construirá un recinto para la actividad social, se delimitará un espacio que posibilite obtener una renta, se fundirá la placa de cubierta o entrepiso, se crecerá en altura y en número de soluciones de vivienda. Así la construcción constante de la vivienda se convertirá en un sueño irrealizable en su totalidad, porque no existe la idea de finalización, pero presentará un acercamiento lento hacia lo soñado con cada nuevo ladrillo que se pegue.
Con una consolidación del refugio básico, nacerá el siguiente sueño, la idea de lograr un “nuevo lote”, el que le arrebatarán al aire, aquel que se irá superponiendo a lo ya construido: “la placa de concreto”. La placa de entrepiso o losa, al igual que la cimentación, significa seguridad y signo visible de haber alcanzado un mejor status. Cimiento y placa serán componentes fundamentales en el imaginario del poblador, con el primero se afirman sobre la tierra y con el segundo se aproximan al cielo, rememorando aquella relación fundamental planteada por Heidegger, según la cual “habitar no significa solamente estar sobre la tierra, sino también, estar bajo el cielo”. Con la placa de entrepiso surgen otras posibilidades para el desarrollo de un programa complementario o totalmente nuevo para la vivienda. Generalmente la aspiración con la placa es tener nuevos espacios que complementen la vivienda construida en el primer piso o comenzar la construcción de unidades que se puedan arrendar, pequeños apartamentos o una vivienda independiente por piso. La placa significa un nuevo lote que se le gana al techo. Según lo detectado como más constante el poblador no posee desde un principio una determinación clara de lo que llegará a ser su vivienda, así el proceso se guiará sólo por el tratar de encontrar la manera de solucionar los problemas de habitación que se le van presentando, combinándolo con las posibilidades económicas y técnicas que disponga en cada momento19 . Las edificaciones de dos o tres pisos que se construyen dentro de los barrios populares, guardan en su interior, una serie de componentes espaciales que combinan conceptos de rentabilidad y de habitabilidad, que van surgiendo por las múltiples circunstancias que se presentan dentro del largo proceso de construcción. Así, el paso de una vía vehicular importante por el frente de la vivienda será motivo para acondicionar locales comerciales en el primer piso, la llegada de un familiar desplazado de alguna zona del país o el matrimonio de uno de los hijos puede generar subdivisiones espaciales para conformar apartamentos; las penurias económicas obligan a arrendar piezas, “apartamenticos”, o locales. La idea de habitar como tal estará presente durante el proceso de consolidación de la vivienda, cada familia se esfuerza por solucionar la necesidad de un techo y acceder a un territorio en la ciudad. Consolidar un espacio, que brinde seguridad y bienestar, será parte de los objetivos que persigue el poblador urbano; por ello construirá, según su propia lógica e inquietudes, una edificación que lo proteja del mundo exterior y la resguardará con placas de concreto, puertas metálicas, rejas y todo aquello que signifique protección. “...[La casa] es el espacio de la tranquilidad y de la paz, en el cual el hombre deja de estar continuamente frente a una posible amenaza, un espacio al cual el hombre puede retirarse para tranquilizarse. Dar esta paz al hombre es la tarea suprema de la casa. Es así como el espacio del amparo se separa del espacio de la amenaza” 20
Ante la imposibilidad de tener programas arquitectónicos previos, sólo resultados modificados varias veces durante el largo camino de edificar la casa, se pueden hacer generalizaciones, abstrayendo lo más coincidente o reiterativo, para definir las posibles etapas que sigue la consolidación de la vivienda autoconstruida. A partir de agrupar las diferentes formas como se van albergando dentro de un proceso más o menos repetitivo las exigencias del habitar de una familia que se lo “auto proporciona”, identificamos un programa representativamente constante. Una primera etapa corresponde al llamado
rancho, posicionamiento del lote y primer refugio. Luego en la medida que la vivienda se va consolidando (cambiando materiales provisionales por estables) y va creciendo se pueden identificar etapas que corresponden a procesos de: complementación básica, crecimiento de bienestar, adecuación de renta, independización bi o multifamiliar.
2.3.1 EL RANCHO Es la etapa fundacional. El programa es mínimo como son mínimos los recursos con que cuenta la familia para realizarlo. Se comienza por albergar lo fundamental, el sueño. Para ello se construye un “espacio múltiple”, especie de tinglado o cobertizo fabricado con material provisional: madera rolliza, tablas, láminas de zinc, paroi (tela asfáltica) o polietileno. Su función es múltiple, desde albergar el sueño hasta comer, recibir visitas o hacer pequeños trabajos. En su interior se ubican los muebles básicos para el descanso, mesas y sillas para soporte de actividades varias y algunos embalajes adaptados como cómodas. Ante la exigua presencia de ventanas, predomina la penumbra y el aire pesado. Este espacio primigenio, generalmente se ubica en el fondo del lote aislado del perímetro, para facilitar el ir levantando muros perimetrales sin alterar el cobertizohabitación. “Fue sin duda la necesidad de descanso lo que movió al hombre a procurarse un refugio. Si bien las comidas pueden ser tomadas en cualquier parte, y la propia función reproductiva no exige forzosamente de muros y de un techo, el sueño, en cambio, deja al hombre sin defensa durante un periodo de tiempo que representa entre un cuarto y un tercio de su existencia, y sólo puede desarrollarse en un lugar protegido” 21
El primer gran espacio, fundamentalmente para proteger el sueño es complementado con un módulo de servicios, esta adición espacio-funcional está destinada a la preparación de alimentos, al aseo personal y a la limpieza de ropas. El nuevo módulo de servicios tiene una protección menor que el destinado a la alcoba, generalmente un techo sostenido por madera rolliza y polietileno, paroi o guadua (especie de bambú) haciendo las veces de mamparas, es todo lo que lo conforma y define. El espacio múltiple desplegado a lo ancho del lote y el espacio de servicios adosado a él configuran una planta en L, o en U, si se separan los servicios, lo que posibilita en algunas ocasiones la prolongación de la cubierta, sobre el espacio que le falta o parte de lo que le falta al módulo de servicios para igualar al espacio múltiple, y obtener una especie de soportal interior que sirve de espacio de transición. En este espacio sólo cubierto, poco a poco se le van asignando funciones que se sacan del espacio múltiple o que lo complementarán: lo social, el trabajo, el depósito, el comedor etc. Esta primera etapa puede ser resguardada con cercas, postes de madera y alambres de púas, con lo que se demarca el perímetro de la propiedad; también se puede presentar el hecho de levantar una fachada improvisada con material de desecho, para así darle cierta seguridad y privacidad al habitar, especialmente durante las desprotegidas horas destinadas al sueño o en las jornadas en que el propietario no se encuentra en casa. Cuando este primer núcleo es construido de manera estable con cimientos, ladrillo o bloque y teja de asbesto-cemento o zinc, puede aparecer sobre el frente del lote. Si esto sucede la vivienda inmediatamente define una fachada, con puerta de acceso, ventanas y algunas aplicaciones de color. La parte interior del lote puede, en parte, permanecer vacía, esperando un desarrollo futuro.
Cuando el primer núcleo de habitación ha sido construido con materiales provisionales, el desarrollo generalmente se orienta hacia la consolidación con materiales estables, concretándose una primera etapa o núcleo básico del habitar.
2.3.2 COMPLEMENTACION BASICA Lo que se podría definir como una segunda etapa, en cuanto aumenta la ocupación del lote, es la complementación del núcleo básico. En este caso se puede independizar el espacio múltiple, configurando dos alcobas de fondo, o construir un espacio para una nueva alcoba. Esta etapa tiende a suplir la necesidad que se presenta como muy urgente, alojar al núcleo familiar cada vez con mayor comodidad, en cuanto a número y privacidad de los espacios. Con el crecimiento en el número de espacios se van definiendo las pautas de configuración de la planta de la vivienda. Cada nueva intervención disminuye las posibilidades de articular espacios futuros. Con la paulatina ocupación del terreno se va consolidando la vivienda. Si no se prevé, a grosso modo, el siguiente crecimiento, es posible que se tengan que derribar muros, eliminar o subdividir espacios, cambiar el vano de puertas, tapar o agrandar ventanas, reforzar estructura, etc. Así cada nueva acción va definiendo qué posibilidades quedan: si se va a dejar un espacio para patio en la zona media, si se separará un lugar para una futura escalera, si se accederá desde la calle hacia el interior por un espacio especializado del tipo zaguán o si se dejará un sólo espacio intrafachada con intención comercial (local para la tienda o alcoba para arrendar); estas serán decisiones que se tomarán en el momento que surja la inquietud o necesidad, no antes.
2.3.3 CRECIMIENTO DE BIENESTAR Se detecta, aunque no en gran número de casos, el deseo de la familia de complementar la casa con los espacios que dentro de la cultura dominante se consideran estándar para una vivienda. De esta forma pueden aparecer espacios destinados a la integración social y/o a comedor. Estos espacios generalmente se construyen intrafachada, próximos al acceso. Ellos reflejan el nivel económico que ha alcanzado la familia, sus preferencias y orgullos, son poco utilizados durante las actividades cotidianas. Allí se aloja todo lo que se debe mostrar: vajillas, muebles, decoración, electrodomésticos, fotografías familiares, etc. Los espacios de bienestar cuando se construyen prestan el servicio de recibir y atender al visitante, con el pasar del tiempo y en la medida que crece y se subdivide la familia estos se convertirán en espacios para alojar a los hijos que han crecido o a nuevos núcleos familiares, generalmente hijos o parientes casados. Con la aparición de los espacios de intrafachada se define la manera de acceder a la intimidad de la vivienda. Así, si se construye un espacio social a lo ancho del lote, el acceso hacia el interior se realizará atravesando este espacio. Si se independiza el acceso del gran espacio de intrafachada, aparecerá entonces, el zaguán, que llevará desde la calle hasta el espacio central de la vivienda (patio o corredor), alrededor del cual estarán localizados los servicios y las alcobas. Si se piensa en continuar con un segundo piso que sea independiente se deben ampliar las posibilidades de acceso a la vivienda. La independización de pisos o partes de cada piso son las que determinan las horadaciones de fachada para ubicar puertas. Por esto aparecen puertas sencillas de fachada, sobre un
zaguán o zaguanes, puertas dobles tipo garaje, para los grandes espacios de intrafachada, y la combinación de unas con otras según las necesidades de independencia que se pretendan resolver.
2.3.4 ADECUACION DE RENTA Esta etapa se debe separar en cuanto a su aparición durante el desarrollo de la vivienda, no es constante ni fundamental dentro del proceso. Aparece generalmente como alternativa a la que acude la familia ante apremiantes necesidades económicas. Por ello puede aparecer incluso antes de ocupar el lote por los propietarios, arrendando el núcleo básico, tomando posesión del territorio de manera indirecta. También se puede encontrar después de construir el núcleo básico y provisional, ya que al construir un espacio adicional al núcleo básico se puede arrendar (alcoba o local) y obtener recursos complementarios (en algunos casos únicos), para subsistir o para continuar con el desarrollo de la vivienda22 . También puede aparecer este espacio una vez se ha consolidado la vivienda, cuando se comienzan a separar los hijos, cuando se pierde el trabajo, etc. Los espacios de renta son muy variados, podemos diferenciar dos grandes grupos: los de alquiler para habitación, y los acondicionados para desarrollar una actividad económica. Dentro del primer grupo se tiene una gama muy diversa que puede ir desde la mínima alcoba que se arrienda compartiendo los servicios y el acceso con la casa en general, hasta los apartamentos totalmente independientes. En niveles intermedios se van encontrando todo tipo de posibilidades: alcoba con baño y comparte cocina y acceso, alcobas hacia la calle, independientes, pero comparten en parte los servicios (cocina y ropas), apartamentos por piso (segundo y tercero) que pueden o no compartir acceso con el primer piso. Los espacios del segundo grupo, destinados a alojar una actividad económica, pueden estar administrados directamente por los propietarios de la casa o ser arrendados para la explotación por inquilinos. Dentro de las modalidades de actividad económica se identifican las actividades típicas de estos sectores: tienda, panadería, cafetería, mini supermercado, talleres (diferentes modalidades), restaurantes, misceláneas, guarderías (diferentes tipos), alquiler y proyección de videos y máquinas electrónicas, venta de muebles, o simplemente un garaje. Dependiendo de la actividad económica de la familia propietaria, la casa puede ser no sólo habitación23 , sino a un mismo tiempo soporte para una actividad de sustento económico. Generalmente estas actividades de sustento no requieren adaptaciones espaciales especiales, lo que permite que se desarrollen dentro de los recintos de la casa, durante parte del día, de forma paralela al habitar. Dentro de esta modalidad de vivienda-sustento (producción, distribución, servicios), encontramos la vivienda que durante algunas horas del día se convierte en un hogar comunitario, guardería, centro de práctica de medicina tradicional (curanderos, “sobanderos”), centro de capacitación (clases de corte y confección, tejido, bordado), lavandería casera. También la vivienda se puede convertir en un centro de producción, igualmente sólo durante unas horas: modistería, tejido, artesanías, o comidas para vender en la calle, etc., ocupando algunos rincones de la casa o espacios poco frecuentados (generalmente los sociales o patios con marquesina).
La rentabilidad que se puede lograr al interior de la vivienda puede llegar a desplazar lo propiamente habitacional o causar un detrimento en los niveles de habitabilidad. Esto se presenta generalmente al concentrar en espacios reducidos (alcobas de renta o apartamenticos) a diferentes núcleos familiares, considerando que la subdivisión para las alcobas no se puede acompañar con servicios independientes y con niveles satisfactorios de aireación e iluminación de interiores24 .
2.3.5 INDEPENDIZACION BI O MULTIFAMILIAR Con el desarrollo de la vivienda en altura se posibilita complementar el primer piso con espacios más especializados (alcobas independientes para hijos, sala, estar de televisión), o que la destinación unifamiliar pueda dar paso a lo bi o multifamiliar. Entonces, cada nueva placa de entrepiso definirá un nuevo lote con las posibilidades para desarrollar una complementación a lo ya construido o una nueva posibilidad de vivienda o viviendas (apartamentos) para arrendar. La articulación espacial que se desarrolla en cada piso está muy relacionada con la realizada en el primer piso. La ubicación de la escalera permite tener apartamentos independientes, disminuir circulaciones de piso y/o continuar con un desarrollo hacia un tercer piso. El crecimiento en altura disminuye en gran parte las primeras intenciones de iluminación y ventilación directas que se habían definido en la primera planta. Generalmente el patio de primer piso se convierte, cuando se conserva, en una especie de conducto muy reducido de iluminación. Buscando ganar espacio en el segundo piso, el vacío del patio se llega a cubrir con bloque de vidrio (vitroblock) lo que elimina la ventilación del primer piso. Como alternativa a la solución de patios de ropas, se va dejando la placa de entrepiso o terraza, que temporalmente (pueden ser varios años) se conserva sin construir. Allí se comparten lavaderos y zonas de secado de ropas, y en ciertas ocasiones se construyen improvisados depósitos o cuartos de chécheres. En la medida en que crece la vivienda, las zonas de ropas se desplazan a la parte libre de la placa que va cubriendo y protegiendo al último desarrollo. El crecimiento vertical de la vivienda no es indefinido. Las condiciones económicas, el largo tiempo de espera y trabajo, el esfuerzo físico invertido, la capacidad de la estructura, entre otros factores, detienen este desarrollo en promedio en dos o tres pisos de habitación y terraza de servicios (existiendo naturalmente sus excepciones de más pisos). Siendo muy constante encontrar sólo un primer piso con una terraza que espera mejores tiempos. La placa de entrepiso se podría contemplar como una etapa dentro del desarrollo de la construcción, ya que desde los inicios del asentamiento se convierte en una obsesión. La cubierta con diversos materiales es temporal, el sueño del autoconstructor es “fundir” su placa. La placa no es sólo la posibilidad del nuevo lote que se estaría ganando, sino que desempeña un papel más simbólico, es seguridad, status, verdadera protección 25 . El concreto armado es una señal de progreso, de avance, de mostrar cierta capacidad económica y aspiraciones. La placa es el inicio de un nuevo sueño, una vez se ha completado, total o parcialmente, el desarrollo del primer piso. Con la placa viene la construcción de la escalera, dos grandes inversiones que llenan de orgullo, que se conmemoran, que se festejan. Fundir una placa es todo un acontecimiento social, para
los propietarios y sus colaboradores, posiblemente ninguna otra etapa de la casa tiene tanta repercusión y se le dedica tanto esfuerzo. Así, con la construcción de la placa de entrepiso surgen nuevas necesidades, siendo una de ellas la de buscarle un sitio a la escalera, por lo menos para aprovechar la terraza que va a aparecer. Con la placa y escalera, se incitan nuevas ideas para aprovechar el segundo piso, se comienza a pensar en complementar la vivienda del primer piso o construir un nuevo apartamento que se podría arrendar. La concreción de estas nuevas posibilidades dependerá, en gran parte, de las previsiones que se hayan hecho cuando se construía el primer piso: cimientos, estructura, instalaciones, etc. Si no se tuvo en cuenta la posibilidad del desarrollo del segundo piso desde un principio, la inversión debe ser grande para el autoconstructor, pues debe reforzar estructura, posibilitar instalaciones, reacondicionar acceso a escalera, etc. Estos requerimientos muchas veces detienen la construcción, conservando la terraza como patio para ropas y en algunos casos como bodega o cuarto de chécheres.
2.4 ARTICULACION ESPACIAL La vivienda es desarrollada entonces, dando respuesta a las necesidades apremiantes de sus propietarios y hacedores. Paso a paso se van definiendo espacios, circulaciones, iluminaciones, actividades, protecciones y apariencias, que tratarán de cobijar el espíritu desprotegido de quien construye y habita a la vez. “Una buena casa es algo integrado por numerosas partes económicas y significativamente encajadas. No nos habla sólo de los materiales con que está hecha, sino también de los ritmos, espíritus y sueños intangibles de las vidas de las personas. Su emplazamiento es sólo una diminuta pieza del mundo real, pero ese lugar debe parecer todo un mundo. En sus partes acoge importantes actividades humanas y expresa en suma una actitud u otra hacia la vida”26
Hacer la casa es modelar lentamente sueños y anhelos. Con intenciones muy centradas casi en lo inmediato se trazan los ejes para cimientos, lentamente se inician excavaciones, luego se funden cimientos, se levantan muros se apoyan estructuras y finalmente se cubre el primer espacio. El espacio, es neutro en un principio, con la presencia de la forma de vivir de sus moradores adquiere una idiosincrasia y definición funcional que lo distinguirá de los que vayan apareciendo posteriormente. La polifuncionalidad de este primer espacio está dada por la conformación geométrica de un paralelepípedo que permite que dentro de él se desarrollen todas las actividades que coincidan o se puedan adaptar a las características estructurantes del recinto (piso, muros, cubierta, dimensiones). Así encontraremos que dentro del espacio fundacional se puede cobijar a un mismo tiempo el dormir, algunas veces el cocinar, descansar, comer, y hasta trabajar. La otra actividad necesaria para esta primera etapa del habitar, el aseo, por las instalaciones técnicas básicas (acometida de agua potable y evacuación de aguas servidas), requiere de un espacio independiente. Por las características de los lotes analizados, 6x12, las posibilidades de subdivisión, emplazamiento, diversidad espacial, como las de recorridos, son muy limitadas. A pesar que el autoconstructor no trabaja, corrientemente, con una idea totalizante y preconcebida, la sola definición de un espacio dentro de una parte del lote, le comienza a condicionar las siguientes posibilidades distributivas. El condicionamiento de lo hecho
sobre lo futuro obliga a que cuando se define el primer espacio se tenga que pensar cómo se podrá continuar la vivienda. Al marcar sobre el terreno el espacio que se desea construir, también se marca, como resultado de una sustracción, el espacio sobrante con sus potencialidades para continuar la construcción. Con un espacio definido sobre el terreno se debe pensar en su acondicionamiento. Localizar la puerta para dar privacidad y permitir el acceso, ubicar la ventana de tamaño suficiente para iluminar y ventilar, solucionar cómo llegar hasta él y cómo desde él a los demás espacios de la vivienda, esto significa concatenarlo con el pasillo-corredor y a su vez con el zaguán. Estos pensamientos definen determinantes o pautas que comienzan a disminuir el campo de posibilidades para desarrollos posteriores. Estas determinantes fundamentales van a caracterizar la vivienda que se autoconstruye: circular en el interior de la casa -por espacio independiente o a través de otros espacios-, acceder a los espacios -desde un espacio común o intercomunicando espacios privados-, iluminar naturalmente, -conservando un patio central o dejando en penumbra los espacios y conservando únicamente las posibilidades de iluminación de la fachada-; prever el sitio para una escalera, -con acceso desde la calle independiente o compartido con el primer piso-. Las decisiones van siendo modificadas en la medida en que pasan los años. En la primera etapa del desarrollo progresivo, generalmente se deja más de la mitad del lote vacío, lo que no apremia para definir concretamente las circulaciones, escalera, patio, accesos, etc. En la medida en que surgen nuevas necesidades y es necesario construir se va replegando el vacío, las decisiones se tomarán con base en lo que se considere en el momento más conveniente: dejar o no el patio, hacer o no un zaguán, prever o no la escalera, etc. Dentro del panorama descrito se pueden identificar como elementos de articulación espacial (de junta) los destinados a circular: zaguán, pasillo-corredor, escalera, y los destinados a iluminar-ventilar: patio. El primer grupo permite el adecuado funcionamiento de otros espacios de permanecer (alcobas, servicios, social, renta, o apartamentos independientes), los del segundo grupo posibilitan el mejorar las condiciones de salubridad de los espacios interiores. El valor que ellos representan se mide en función de los espacios a que sirven: iluminar y ventilar, acceder o intercomunicar. Estos espacios articuladores servirán de indicios para identificar, más adelante, las formas de distribuir la vivienda dentro de los contextos de estudio.
2.5 AMBIENTE INTERIOR En el interior de la vivienda se percibe el deseo de querer ser. La precariedad es ocultada por todo aquello que dentro de la sociedad sea indicio de un modo de vida superior: lujo y “vanidad de la casa”. Después de resguardar el descanso de la vida familiar, el morador inicia un proceso paulatino de embellecimiento de su obra. Las paredes, generalmente, desnudas de pintura reciben poco a poco los cuadros de veneración y protección sagrada, afiches de la farándula, las modelos seductoras, los paisajes que transportan la mente hasta los inalcanzables lugares paradisiacos, los calendarios comerciales y hasta los recibos de servicios, que están por pagar, entran a ambientar a cada espacio.
Posteriormente comenzará la invasión de los materiales de acabados: pañetes, enchapes y finalmente el color para muros y pisos. Paralelamente vendrá la adquisición o cambio del mobiliario: de alcobas, de cocina, de comedor, de lo social, etc. El amueblamiento se va complementando con los electrodomésticos, aparatos de sonido, de televisión y demás bienes de consumo que los recursos permitan. La ambientación de los espacios estará relacionada con el grado de privacidad que se le asigne a cada uno. En la medida en que estén abiertos al invitado se intentará mostrar mayor comodidad, en la medida en que se restrinjan a los residentes de la casa se dejarán desprovistos de ostentación y su ambientación tratará de reflejar los intereses y gustos de quien los habita. “Hacer ostentación de lujo es así un comportamiento racional: es mostrarse como se desearía ser, y dar su réplica en el juego de las relaciones colectivas. ... Ver su casa decrecer en lujo y en apariencia es ver su propia existencia –y por tanto ese ser colectivo que mora en nosotros- reducirse análogamente” “...La “vanidad de la casa” que intenta hacer de ella un objeto de admiración para el prójimo, la desvía al mismo tiempo de su función de abrigo familiar, de caparazón cerrado y bien protegido, para ofrecerla a las miradas ajenas; así parece contradecir su función primigenia que es la de preservar una intimidad, al permitir el acceso del extraño...”27
La vivienda, en su interior como en su exterior, refleja lo que es, una realidad de vida, de una vida que se sobrevive con precariedad. El adosar fragmentos, desde el paroi hasta el concreto y desde ilusiones hasta posibilidades, persiguiendo el final siempre pospuesto por las dificultades del día a día, es la característica de este tipo de vivienda. Y este tipo de vivienda es la única salida que han encontrado numerosos moradores urbanos para cobijar familiarmente sus sueños.
2.6 IMAGEN APARIENCIA La imagen de la vivienda, en cuanto a lo que se desea proyectar, está condensada básicamente en la fachada. La fachada refleja los anhelos, gustos, aceptaciones, aspiraciones de su poseedor. Dentro del contexto en estudio, la fachada generalmente no se presenta como una obra totalmente acabada. La fachada es imagen de un proceso, es la posibilidad que se construye con el pasar del tiempo, es el sueño viviente que recuerda el esfuerzo que hace falta para alcanzar lo soñado, lo que está por venir, lo nuevo, el progreso de su creador. Es la materialización de lo provisional, de aquello que no marca límite a la imaginación, de aquello que deja el vacío no como ausencia, sino como posibilidad. Posibilidad de superación, posibilidad de crecer en pisos, de mejorar la imagen con nuevos materiales, colores, formas, puertas, portones, ventanas, posibilidad de mostrar la importancia que debe distinguir frente a lo común. Por esto no encontramos un panorama acabado dentro de estos barrios, la fachada se va haciendo, es su papel, mostrar que se está en construcción, que se tienen aspiraciones, que aún se sueña, que se espera algo mejor de la vida.
La fachada acabada pertenece a la edificación que ofrece el mercado formal, dirigida a lo anónimo, se presenta sin personalidad, sin apropiación, porque es una construcción que se debe terminar para poderla vender. Quien la adquiere no requiere identificarse con ella, en cuanto a que no es su obra, sólo le representa un bien que le permite alcanzar cierto bienestar. Para los otros sectores, lo acabado anquilosa, detiene la imaginación, paraliza los esfuerzos, como decía Borges, “la certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma”, es por esto que la certidumbre de que todo está hecho no es propio de estos contextos, la sobreviviencia, nunca está asegurada, cada día se lucha por amparar la vida y dejar soñar a los sueños ya que el realizarlos siempre se tiene que aplazar. La vida se convierte en una construcción sólo de esperanzas, el futuro es incierto y el presente se reduce a la salvaguardia de lo inmediato, lo que en palabras de Lypovetsky, significaría que: “Cuando el futuro se presenta amenazador e incierto, queda la retirada sobre el presente, al que no cesamos de proteger, arreglar y reciclar en una juventud infinita”28 . La apariencia de la fachada se debe a los materiales que la recubren o a lo escueto del desnudo material constructivo que por años se muestra. Pañetes, en algunos casos, cubren el material de construcción, colores lo vivifican, puertas y ventanas con caprichosas rejas de multicolor acabado aderezan el conjunto. Aunque lo dominante son las fachadas desnudas en espera de un acabado siempre pospuesto, la fachada que puede llegar al color, por su peculiar y llamativa gracia, es con lo que más se identifica a estos sectores. La composición no tiene mayor dinámica, sólo aparecen las horadaciones que deben suplir una necesidad interior, acceso o iluminación, dentro del vano se instala el elemento de protección, ventana o puerta. La distribución del color, cuando lo hay, tampoco sigue un patrón dominante. Generalmente se opta por el contraste bicolor, un color cromático de fondo (los acromáticos son muy poco utilizados) totalmente dominante es contrastado con un color saturado o de tonalidad opuesta. El color de contraste se utiliza para encuadrar mediante franjas los vanos de puertas y ventanas, algunas veces un poco más amplio se presenta para definir un zócalo que protegerá seguramente de salpicaduras, y nuevamente como franja para marcar el espesor de la placa de entrepiso y el remate superior de la construcción. En otras ocasiones se utiliza el color de contraste para demarcar figuras geométricas (rombos, círculos, etc.). Cuando la fachada queda desnuda mostrando su material de construcción, el tiempo ayuda a opacar los sueños de concluir, y así material y tiempo configuran la imagen dominante de estos barrios en eterna construcción. También, la tradición que se renueva encuentra expresión en la fachada inconclusa. El barrio en su totalidad materializa lo que se está renovando, lo que se está construyendo, lo que nunca se concluye, lo que colma una inmediatez sin compromiso con lo definitivo. No hay una identidad colectiva, en cuanto a algo constante y unificador. Por el contrario dentro de estos contextos lo común es lo diverso, el desarrollo de lo inconcluso configura una serie de pausas individuales, de manifestaciones del esfuerzo individual que pretende solventar un problema individual. Día tras día puertas y ventanas se abren y se cierran, pañetes y colores se aplican y se ocultan, tejas desaparecen y placas aparecen, abiertas terrazas se cubren para elevarse un poco más. La obra se mantiene viva y es lo que caracteriza al tipo de vivienda que a partir del inalcanzable sueño se construye ladrillo a ladrillo. La fachada es entonces antes que realidad, ilusión, antes que conclusión posibilidad, antes que colectividad individualidad.
Así, entonces, ante un esquivo final la vivienda popular espontánea se somete a un interminable proceso. Este proceso se nutre con el esfuerzo de quien no puede acceder a adquirir el techo terminado y está condenado por ello a autoconstruirlo. Lo interminable del desarrollo progresivo de la vivienda estará determinado por los siempre insuficientes recursos económicos y técnicos, los que obligan al hacedor a posponer la culminación del sueño de “tener su casa” para aquel esperado, aunque distante, día en que la situación mejore. Por cuanto, el hacer espontáneo se nutre de un saber popular, las soluciones a las que llegan, a pesar de lo tortuoso del camino que siguen, no son excentricidades materializadas, sólo son intenciones inconclusas que sueñan con materializar la imagen que culturalmente se tiene de una casa. Una casa que pueda contener una forma de vivir, de un vivir que precariamente se alberga dentro de este peculiar tiempo y espacio. Esa imagen cultural de la casa puede ser el marco común que acerque a las particularidades, el substrato que permita buscar la esencia similar dentro de la conformación diferente. CITAS CAPÍTULO 2 1 Jacques Pezeu-Massabuau, La vivienda como espacio social. Fondo de Cultura Económica, México, 1988, p.18 2 Estos conceptos son desarrollados por Humberto Molina en la obra: Colombia: Vivienda y subdesarrollo urbano, C.P.U., FINISPRO, Bogotá, 1979, “La naturaleza de la vivienda”. “Bien necesario [es] una mercancía que, directamente, entra en la producción de todas las mercancías. [...] La vivienda entra en la producción de las demás mercancías a título de bien de subsistencia consumido por la fuerza de trabajo la cual, a su vez, entra en la producción de todas las mercancías”. Molina hace referencia al significado de la vivienda para la clase obrera. Para las otras clases, “propietarias de medios de producción, perceptoras de plusvalía, la vivienda es un bien de consumo final de carácter suntuario “bien de lujo”. p. 10 3 Gabriel Cabrera, Ciudad Bolívar: Oasis de miseria. Ediciones Aurora, Bogotá, 1985, p. 24 4 Urbanizador pirata, hace referencia al “mercader” de la tierra que parcela buscando una alta rentabilidad particular, actuando generalmente por fuera de las normas urbanas y de los procedimientos legales para urbanizar y comercializar terrenos. 5 Gabriel Cabrera. Op. cit., p.30 6 Pezeu-Massabuau, Op. cit. p. 12. 7 Urbano Campo. “La urbanización en Colombia”. Ediciones Alcaraván, Bogotá, 1977, p. 95. 8 John P. Dean. “Los fantasmas de la propiedad privada”, en: Sociología de la vivienda. Ediciones 3, Buenos Aires, 1963, p.109. Dean aclara que “para muchas familias de ingreso modesto, la vivienda propia representa actualmente un paso adelante hacia la respetabilidad de la clase media; sin embargo, las aspiraciones de la clase media en nuestra sociedad están a menudo convalidadas por la ética protestante: lograr un status y un nivel de vida más elevados son responsabilidades individuales; son el resultado de un arduo trabajo, del ahorro, la inventiva y la abnegación; se considera que la propiedad es el fruto del esfuerzo individual y que su acumulación refleja la integridad moral y firmes hábitos de trabajo”. p. 110. 9 Gabriel Cabrera, Op. cit. p. 28. 10 El “Estudio prospectivo de Vivienda”, desarrollado por la Misión Bogotá Siglo XXI, Bogotá, 1993, precisa que en el crecimiento urbano de Bogotá , período 1987-1991, la urbanización informal participa del 47,72%, ocupando anualmente 127 hectáreas. p. 83 11 Oscar Olea, en el artículo de “Catástrofes y monstruosidades urbanas”, referencia que: “En todas las ciudades con más de cinco millones de habitantes del mundo en desarrollo, más del
50% de la población habita en tugurios, proporción que en ciertas ciudades alcanza hasta el 80% con tendencia a crecer en los próximos doce años...”. También precisa que Ciudad de México con dieciocho millones de habitantes cuenta con doce millones y medio de marginados (70%). En Grandes Metrópolis de América Latina, Fondo de Cultura Económica, Sào Paulo, 1993, pp. 53, 54. 12 Urbano Campo, Op. cit., considera que durante el período de 1951-1964 un total de 130 ciudades y poblaciones de todos los tamaños y categorías duplican su población..” p. 27. Los fenómenos que impulsaron la urbanización del país, desde los años cuarenta, son: “luchas por la tierra, desarrollo impetuoso del cultivo del café, expulsión violenta de los pequeños productores, éxodo rural hacia la ciudad protectora, inversiones de las ganancias del campo en la industrialización”. p. 65. 13 “Durante 1996 se calcula que arribaron a Bogotá aproximadamente 9700 hogares desplazados por violencia que integran un núcleo humano de 50 mil personas. Es decir, unas 27 familias por día, lo que indica un promedio ligeramente superior a un hogar cada hora. En los primeros seis meses de 1997 se produjo el desplazamiento de alrededor de 6200 familias integradas por 30 mil personas aproximadamente, [...] el promedio se sitúa en 34 hogares por día, es decir 1,4 familias cada hora”. Arquidiócesis de Bogotá CODHES, “Desplazados por violencia y conflicto social en Bogotá”. Editorial Kimpres Ltda, Santa Fe de Bogotá, 1997, p. 39. 14 Ibid. p. 55. 15 Ibid. p. 46. 16 J. Pezeu-Massabuau. Op. cit. p. 96 17 Al respecto, Gilberto Arango, concluye que “de hecho la experiencia ha demostrado elocuentemente, como los pobres de América Latina, aplicando la estrategia del desarrollo progresivo, han podido a pesar de todas las dificultades institucionales, económicas y políticas de falta de acceso a oportunidades, etc., proveerse de una vivienda que, si bien comienza como un cobijo de emergencia, al cabo del tiempo evoluciona a una solución habitacional compleja, imaginativa y orgánicamente coherente como un proyecto de vida, una estrategia de superviviencia que es en definitiva el camino a través del cual han podido acceder a las ventajas de la modernidad”. En Los cambios en la vivienda, Discursos y percepciones. Universidad Nacional de Colombia, Medellín, 1997, p.78 18 Alcaldía Mayor de Santa Fe de Bogotá. Bogotá, historia común. Impresol Ediciones Ltda, Santa Fe de Bogotá, 1997, p. 82-83 19 Jan Bazant, relaciona la no claridad en la concepción de la vivienda con la incertidumbre económica del núcleo familiar: “la mayoría de las familias cuando iniciaron su proceso no tenían idea de cómo iban a desarrollarse económicamente. De este modo, los cuartos iniciales resuelven sus necesidades de aquel momento, al igual que cada ampliación satisface temporalmente las necesidades de espacio de la familia, pero difícilmente las familias preveen el crecimiento total de su vivienda, precisamente porque carecen de su desarrollo socio económico a mediano y largo plazo». En “Auto construcción de vivienda popular”. Trillas, Ciudad de México, 1988, p. 127 20 Otto Friedrich Bollnow. El hombre y su casa. En la revista Camacol, No 56, Bogotá, p.8384 21 J.Pezeu-Massabuau. Op. cit. p. 57 22 Nora Elena Mesa, registra como posibilidades de explotación económica en la vivienda: venta por ventana, tienda en la vivienda, comercio o taller independiente. Además del alquiler de cuartos o el alquiler de una vivienda completa adicional a la que ocupa el grupo familiar. En torno al hábitat; Reflexiones. Escritos No 6, CEHAP, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, 1991, p. 275 23 J.Pezeu-Massabuau, considera que “todo acto cumplido en la casa es, en efecto, una manifestación de su modo de vivir, cualquiera que sea la porción de espacio que se decida asignarle. La vivienda siempre es lugar de significaciones diversas: abrigar, realizar las acciones
y movimientos de la existencia material y familiar, producir ..., cada una de las cuales supone la elaboración in situ de un modo de vida que las integra estrechamente”. Op. cit. p. 85. 24 En un sondeo realizado por Barrio Taller, en marzo del 2000, se pudo constatar que un 71% de los consultados, inquilinos que habitan en barrios periféricos de la ciudad, ocupaban espacios con áreas inferiores a 30 m2, de estos un 45% compartían servicios (cocina, baño, patio) y un 27% disponían sólo de una habitación por familia. 25 La importancia y significado de la placa lo resumen Fernando Viviescas et al., cuando escriben que: “la tendencia general es a construir utilizando la losa como elemento de seguridad frente a los demás y seguridad económica, por ser una posible renta o aligeramiento de “cargas”, al poder con ella distribuir el “aire” entre sus hijos, hecho de bastante ocurrencia en el barrio. Las losas representan una esperanza para el futuro. Mientras tanto cumplen múltiples funciones, desde sitios de reunión para grandes y chicos, espacio para sembrar o extendedero de ropas, hasta lugar de paso dentro de la travesía; circulación que no interfiere al vecino afectado. Es una forma peculiar de vincular este elemento estructural de la arquitectura al espacio colectivo y conformar así un nuevo tejido de relaciones”. En La calidad espacial urbana en los barrios para sectores de bajos ingresos en Medellín. CEHAP, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, 1986. 26 Charles Moore, Gerald Allen, Donlyn Lyndon. La casa forma y diseño. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1981, p. 49. 28 Gilles Lipovetsky. La era del vacío. Anagrama, Barcelona, 1996, p.51.
3. ESTUDIO TIPOLOGICO “Los códigos fundamentales de una cultura –los que rigen su lenguaje, sus esquemas perceptivos, sus cambios, sus técnicas, sus valores, la jerarquía de sus prácticas- fijan de antemano para cada hombre los órdenes empíricos con los cuales tendrá algo que ver y dentro de los que se reconocerá” Michel Foucault
3.1. CONCRECION DEL ESPACIO En un primer examen de los doscientos dieciseis levantamientos de las viviendas en estudio (ver anexos) se puede apreciar que, en muchos de ellos, existen coincidencias en cuanto a los diferentes recursos espaciales utilizados para subdividir el interior de cada casa y dar albergue a las funciones propias del habitar. Al encontrar una forma peculiar de concebir y construir la vivienda popular espontánea, surge un primer interrogante, ¿por qué se hace de la forma que se hace?, y otro colateral, ¿si es espontáneo el concebir y el hacer, por qué se pueden identificar ciertas constantes de organización y realización en diferentes barrios?. En charlas con moradores y autoconstructores se puede entrever que no existen respuestas directas a los interrogantes formulados. Se advierte que los constructores espontáneos aceptan inconscientemente cierta convención arraigada que les define en sentido general cómo debe ser una vivienda. Comparten entonces un saber popular que les permite dar solución a las diversas exigencias espacio – funcionales de su morada, sin salirse de los principios que tradicionalmente definen a la vivienda dentro de estos contextos. Formas de acceder, de organizar los espacios sobre fachada, los servicios, los patios, la circulación interior, las áreas privadas o dormitorios, los espacios sociales, los apartamentos de renta, la ubicación de escaleras para independizar o integrar los diferentes niveles de la vivienda, son esquemas que, aunque con apariencia diferente, en esencia proceden de una misma fuente de saber. Se observa entonces una vivienda, concebida y construida por un individuo de manera muy peculiar, que adopta diversas soluciones espaciales pero que en el fondo emplea constantes que se comparten dentro de un mismo contexto. Cada morador - constructor es poseedor sólo de una parte de un saber global, así que la respuesta a los primeros interrogantes se tiene que ir conformando no como la gran revelación que puede aportar un individuo, sino a partir de ir uniendo fragmentos del saber común, expresado como dominio individual. El saber individual, en palabras de Ch. Jones, es: “...una pieza del conocimiento popular que reside colectivamente en el pueblo, aunque nunca totalmente en un individuo”.1 El saber que posee el constructor espontáneo pertenece más a la esfera del dominio colectivo que al de un desarrollo individual, en otras palabras, ese saber hace parte de una cultura del edificar. Lo anterior obliga a mirar la configuración de la vivienda popular espontánea en su relación con la cultura. Esto es, verla como expresión de la forma de vida de un grupo humano organizado. Este enfoque es coincidente con la orientación cultural que dos estudiosos de las tipologías edificatorias, Gianfranco Caniggia y Gian Luigi Maffei2 , le
dan al estudio de la producción de la edificación espontánea. Caniggia y Maffei examinan las creaciones “espontáneas” del hombre no como simples caprichos de su creatividad, o como aisladas y precarias respuestas a necesidades apremiantes, o como la imitación deficiente de modelos establecidos por grupos profesionales de elite; sino, como la manifestación de todo aquel saber que se asienta en la conciencia humana fruto de la tradición forjada dentro de un contexto determinado y dentro de una época específica, el cual se expande como substrato base para emprender y orientar un actuar. Desde este punto de vista la vivienda popular espontánea que se examina en este estudio es una valiosa manifestación de cultura, la cual es materializada por un autoconstructor mediante el acto de procurarse un refugio urbano de manera espontánea. “En el arte de la arquitectura, la casa es, desde luego, lo que mejor caracteriza las costumbres, los gustos y los usos de un pueblo; su orden, como su distribución, no se modifica más que a lo largo de mucho tiempo”3
El acto de dar respuesta material a una necesidad de cobijo sintetiza de manera pragmática todo lo que se ha ido decantado en el saber de un hacedor espontáneo, quien en el momento de actuar sólo acude a lo que, consciente o inconscientemente, ha aprehendido de su medio, a todo aquello que a través del tiempo de su permanencia dentro de un determinado contexto, compartiendo valores, saberes, tradiciones, comportamientos, técnicas, lo convierten en un ser cultural apto para vivir dentro de ese tiempo y lugar. Ese saber que hace al hombre apto para sobrevivir en un medio específico, es la misma herencia social de la que hablaba Gordon Childe4 , la cual ha sido enriquecida por el hombre desde el prehistórico momento en que comienza a suplir sus carencias biológicas con artificios que le permitieron y permiten adaptarse al medio en el que le ha correspondido vivir. Según lo antes expuesto, la concepción y realización de la vivienda popular espontánea se puede examinar como la exteriorización de una conciencia espontánea, la cual materializan los autoconstructores durante el proceso de planear y ejecutar la construcción. Caniggia y Maffei, definen la conciencia espontánea como la “aptitud de un sujeto para adaptarse, en su actuación, a la esencia cultural heredada, sin necesidad ni obligatoriedad de mediaciones o de decisiones”, más adelante agregan que con la conciencia espontánea se relaciona “... la aptitud de la que tiende a valerse cualquier ser humano en el momento en que se dispone a realizar cualquier acción que no requiera por su parte “pensar en ella”, en el momento en que ésta “se deja hacer” sin tener que decidirse si actúa de un modo u otro. Los actos existenciales más comunes, como comer y dormir, no parecen fruto de decisiones complejas... Existe en él una cierta forma, consolidada, diríamos, de comer o dormir, en él, y a la vez en la conciencia común, tal como para hacer posible, por ejemplo, el funcionamiento de un cierto menú generalizado en restaurantes y hoteles, y de otro no menos generalizado tipo de cama.”5 De esta forma se ha ratificado, a través de la indagación y conversación con los hacedores de viviendas (maestros de obra y autoconstructores), que ellos explícitamente no siguen modelos preestablecidos, sólo poseen un tradicional saber que, según el grado de su especialización, les permite resolver, con mayor o menor dificultad, la organización y construcción del espacio de las viviendas: -la casa la hacemos como se hace una casa por aquí-, contestan ellos a nuestro interrogante sobre el origen de su saber práctico. Esta respuesta es coincidente con las conclusiones de Caniggia y Maffei, quienes anotan que: “cuando uno hace su casa con sus propias manos no sigue los
dictámenes de las distintas escuelas o corrientes arquitectónicas, no elige fabricársela de vigas de acero o troncos de árbol: la hace como se hace una casa en ese determinado momento, en su área cultural, actuando así en plena conciencia espontánea”6 Procurarse una vivienda, es entonces una manifestación de cultura, una manifestación de lo que se ha cultivado, preservado y heredado, y, es en este sentido en el que se puede buscar la respuesta al por qué se organiza y construye el espacio de la vivienda de una u otra manera. El zaguán, el espacio múltiple, el patio, la doble alcoba de fondo, la decoración de fachada, etc., son respuestas formo-espaciales, funcionales y estéticas que reflejan el arraigo de una nueva tradición que por casi cincuenta años se ha ido consolidando en la periferia de algunas ciudades, tradición que se enriquece día a día con todas las innovaciones que pueden venir del hacer profesional, de los modelos de vida promulgados por modas, mercado de consumo, mass media, o por las diferentes tradiciones que se desprenden de la vida campesina de donde emigraron algún día los hoy pobladores urbanos de periferia. Innovaciones, tradiciones, aportes, todos ellos se entrecruzan, dentro de un tiempo y espacio específicos, sin dejar huella de autorías, de individualidades, sino que rápidamente se integran al gran saber colectivo y se manifiestan de manera práctica en las diversas maneras de dar solución a la espacialidad de la periferia. Lentamente van enriqueciendo el saber tradicional, el cual permite identificar la manera como es una casa y la forma como se puede construir.
3.2. ESTUDIO ESPACIAL, HACIA LO TIPOLOGICO «... la realidad supuestamente hallada es una realidad inventada y su inventor no tiene conciencia del acto de su invención, sino que cree que esa realidad es algo independiente de él y que puede ser descubierta; por lo tanto, a partir de esa invención, percibe el mundo y actúa en él» Paul Watzlawick
En este trabajo, la relación entre la producción de la vivienda popular espontánea y la cultura no se examina con profundidad, se deja en un nivel de inquietud que amerita profundización para explicar la forma en que la cultura condiciona el saber de sus poseedores y hacedores. La casa, dice Aldo Rossi, “... representa el modo concreto del vivir de un pueblo, la manifestación puntual de una cultura, [y] se modifica muy lentamente”.7 La vivienda popular espontánea, definida a partir de un muestreo con levantamientos de campo, se toma como la respuesta cultural que materializa un autoconstructor para procurarse un abrigo urbano. Tratar de estudiar estas manifestaciones de cultura de forma individual puede conducir a una fragmentación que impediría la generalización de lo que en esencia es característico para ellas, lo que es manifestación de una forma de producción cultural. Si se parte del enfoque que los hacedores de viviendas comparten una herencia social y que cada realización es manifestación, en parte, de una gran herencia, se pueden entonces buscar las nociones predominantes compartidas dentro de un contexto, que al descifrarlas pueden ayudar a entender las características de la vivienda popular espontánea como producto de una cultura específica. “...el actuante, guiado por la conciencia espontánea, tiene la posibilidad de hacer un objeto “sin pensar en él”, condicionado sólo por el sustrato inconsciente de la cultura heredada, transmitida y evolucionada a la del momento temporal correspondiente a su
actuación; ese objeto estará determinado por las anteriores experiencias realizadas en su entorno cultural, traducidas en un sistema de conocimientos integrados, asumidos globalmente, para satisfacer la necesidad especial a la que ese objeto debe responder” 8
Por lo anterior, el estudio se orienta hacia la identificación de la esencia de cultura manifiesta en cada realización, para detectar lo común dentro de lo diverso. El análisis de lo particular, en este caso, ha de servir básicamente para identificar, no lo sui géneris, sino lo constante, las generalidades que permitan interpretar el substrato que alimenta la cultura edificatoria espontánea. El interés se centra entonces en agrupar, bajo ciertas etiquetas, rasgos comunes que permitan catalogar la diversidad de lo estudiado en “tipos” representativos que ayuden a comprender, desde lo común, lo heterogéneo de la realidad examinada.
3.2.1. LO TIPOLOGICO “...lo que se ve de golpe, lo que, por medio del apólogo, se nos muestra como encanto exótico de otro pensamiento, es el límite del nuestro: la imposibilidad de pensar esto” Michel Foucault
Cuando se piensa en clasificar por principios de similitud lo que en apariencia es diferente, nos acercamos al pensamiento de Foucault9 , quien propone la identificación de un “lugar común” para aproximar los extremos o acercar a las cosas sin relación. En ese lugar común lo importante no es que las cosas sean vecinas, sino que exista un sitio que permita que esas cosas sean vecinas. Foucault plantea que al clasificar “...no se trata de ligar las consecuencias, sino de relacionar y aislar, de analizar, de ajustar y de empalmar contenidos concretos; nada hay más vacilante, nada más empírico (cuando menos en apariencia) que la instauración de un orden de las cosas; nada exige una mirada más alerta, un lenguaje más fiel y mejor modulado; nada exige con mayor insistencia que no nos dejemos llevar por la proliferación de cualidades y de formas”10 Así entonces la clasificación nos ha de permitir “relacionar y aislar, ajustar y empalmar contenidos concretos”, sin dejarnos llevar por “la proliferación de cualidades y de formas”. Esto implica que se han de separar las partes de un todo, examinarlas en su individualidad, relacionar sus condiciones de dependencia dentro de la conformación del todo, para después volver a integrarlas dentro de un agrupamiento según indicios o patrones comunes, tratando de detectar lo que en esencia es determinante (que constituiría el “lugar común”, lo que autorizaría su vecindad), sin reparar en sus múltiples presentaciones formales. Esta esencia determinante, “lugar común”, que posibilita el unificar lo que se presenta como distante, hace parte de una idea interpretativa, de un instrumento teórico que nos debe posibilitar organizar un material de estudio para hacer descripciones genéricas de características de grupos, evitando con ello la particularización de inconexas individualidades. La conformación de un grupo clasificatorio no se enruta hacia el descubrir una verdad única, que se puede encontrar oculta dentro de la realidad estudiada, o un modelo que se puede repetir indiscriminadamente; sólo se orienta hacia proponer una ordenación posible, según un principio interpretativo predefinido, para facilitar una descripción generalizante.
El enfoque de identificación de grupos clasificatorios a partir de un principio coincidente, se aproxima al concepto de “tipo”, entendido, como una esencia nuclear, “idea”, que puede compartir un grupo de manifestaciones edificatorias (familia tipológica), a pesar de las variaciones formales que pueda adoptar cada una en su realización. Esta identificación del concepto “tipo” como esencia, como idea compartida, se desprende de la ya clásica reflexión que hizo un tratadista de la arquitectura de la época de la ilustración, Quatremère de Quincy, sobre este tema y del desarrollo que le dan Rosssi y Aymonino a esa reflexión. El tratadista define el “tipo” como “un objeto a partir del cual pueden ser concebidas por cada persona obras totalmente diferentes entre sí”. Compara los principios identificatorios del “tipo” con “un núcleo alrededor del cual se hubiesen conglomerado y coordinado sucesivamente todos los elementos desarrollados y variaciones formales de las que era susceptible aquel objeto inicial”11 . Aldo Rossi, partiendo de Quatremère de Quincy, concluye que el “tipo” hace referencia a una “constante”, a una “operación lógica”, a “una estructura que se revela y es conocible en el hecho mismo. [...] Es, pues, también un elemento cultural y como tal puede ser buscado en los diversos hechos arquitectónicos. [...] Ningún tipo se identifica con una forma, si bien todas las formas arquitectónicas son remisibles a tipos”12 Así, el concepto de “tipo”, al que hacemos referencia, será el que plantea la existencia de cierta esencia de la edificación, que, como constante implícita y determinante, puede adquirir diferentes manifestaciones dentro de un determinado grupo. Como el tipo es más una idea que una realización espacio-funcional repetible, su identificación corresponderá más a un análisis interpretativo que a un procedimiento demostrativo. Este tratamiento muy instrumental y hermenéutico del concepto “tipo”, es cercano al enfoque estructuralista que, según Manuel Martín Hernández, se define como “...un “constructo” mental deducido de una serie de objetos a los que pretende describir desde su estructura común; es decir, se trata de una construcción que es propia de aquel que está analizando”13 . El análisis de los ejemplos particulares (levantamientos) sigue entonces una secuencia deductiva cartesiana, mediante la cual se separa el todo construido -casa- en sus partes constitutivas -espacios-, se estudia cada parte en cuanto a su forma, ubicación y función, después se reintegra nuevamente el todo para examinar el comportamiento de las características parciales en la articulación formal, espacial y funcional del conjunto. Finalmente se identifican las analogías, en cuanto a esencia, a constantes, que puede presentar la articulación de los componentes de diferentes conjuntos, lo que permite establecer “grupos - tipos”, grupos que comparten similitudes, identificables sólo a partir de los parámetros interpretativos que orientaron el análisis parcial. Estas características coincidentes son la base para desarrollar una generalización sobre las características de la espacialidad, en apariencia diferentes, que presenta la vivienda estudiada. Se busca entonces “ordenar lo distinto, buscar lo similar en lo aparentemente distinto... entender la tipología, más que como clasificación, como hermenéutica”14 . El proceso de estudio deductivo desemboca necesariamente en una definición tipológica, ya que tiende a seleccionar los caracteres (esencia) que son constantes dentro de diversos grupos, a partir de algunos criterios predefinidos. Los caracteres comunes identificados y agrupados en familias concentran lo característico y generalizante de las realizaciones analizadas. Esta labor, dicen Caniggia y Maffei, “es idéntica a la que hace el botánico cuando clasifica gradualmente las plantas según analogías de aspectos y
cualidades...”15 Por ello, estas tipologías, han de servir de fundamento sintetizado para organizar y describir lo que en esencia es constante dentro de grupos en apariencia diversos. La actividad clasificatoria parte entonces de los resultados formo-espaciales condensados en los levantamientos de campo. Con ellos se inicia la labor de segmentar – individualizar partes; agrupar - interrelacionar componentes; clasificar - sintetizar características; describir – generalizar lo constante y común. Proceso que permitirá detectar la esencia que comparten las diversas manifestaciones que se alimentan de una herencia social común. Esencia que identificará la espacialidad de la vivienda popular espontánea. Esta espacialidad, estudiada desde la arquitectura, enfatiza el examen de las características de la subdivisión interior de la vivienda originadas por una relación pragmática entre espacio y función, por ello no se atiende los aspectos psicológicos, sociológicos o poéticos de la espacialidad, que pueden ser temáticas para otras investigaciones.
3.3. LAS PARTES Y EL TODO, ANALISIS ESPACIAL “Un “sistema de los elementos” –una definición de los segmentos sobre los cuales podrán aparecer las semejanzas y las diferencias, los tipos de variación que podrán afectar tales segmentos, en fin, el umbral por encima del cual habrá diferencia y por debajo del cual habrá similitud- es indispensable para el establecimiento del orden más sencillo” Michel Foucault
Los doscientos dieciseis levantamientos realizados en diferentes barrios de Santa Fe de Bogotá (ver tabla), se examinan según el proceso mencionado en el aparte anterior, el cual va desde un nivel de análisis de las partes que conforman cada vivienda –unidades espaciales- y se orienta a dilucidar la manera de conformación del todo –articulación de unidades-, identificando en cada nivel lo constante y característico de la espacialidad estudiada. La espacialidad, en este caso, hace referencia a las características que presenta la subdivisión interna de la vivienda espontánea, también llamadas “modalidades espaciales”16 Esto es, examinamos los ambientes definidos por la conjunción “espacio –uso - función”, manifiesta en materializaciones necesarias para contener lo propio del habitar. Así, soslayamos la disertación epistemológica sobre espacio y espacialidad en arquitectura y optamos por un enfoque más pragmático, mediante el cual identificamos la manifestación material en recintos interrelacionados que conforman el interior de la vivienda. El análisis espacial se inicia entonces con la segmentación de la totalidad en unidades espaciales constitutivas. En cada vivienda se aprecia que en su interior se conforman diferentes espacios que albergan las variadas funciones propias del habitar. Cada espacio que resguarda una determinada función se puede identificar como una unidad constitutiva de la espacialidad (unidad espacio-funcional). Para identificar lo común de esas unidades dentro de las diversas soluciones que las aglutinan se debe determinar un parámetro que sirva de indicio seleccionador (lugar común) y de base para la comparación de las características esenciales que puede presentar cada unidad. Mediante un primer acercamiento gráfico (ver tabla) se pudo determinar que el parámetro para segmentar las unidades espaciales de los diferentes levantamientos debe
estar basado en funcionalidad y configuración. Así se pueden agrupar unidades espaciales que, en los diversos conjuntos, cumplan con funciones similares y presenten configuraciones análogas. Posteriormente se articulan las unidades constitutivas para examinar su rol en la conformación del todo o conjunto-habitación, para ello el patrón determinante seleccionado fue el compositivo, o manera como se disponen las partes para componer el todo. Una vez articulada la totalidad se pueden diferenciar los grupos de casos que, a pesar de variaciones formales, compartan, en esencia, características de constitución y composición espacial; cada grupo corresponderá entonces a una “familia tipológica”. Se reducen así las múltiples manifestaciones de materialización de la vivienda a grupos que conservan una constante del “tipo” (idea) que las genera, lo que facilita la interpretación de lo constante y común para esta clase de edificación. Con base en estos tipos espaciales, se adelanta la descripción de las peculiaridades de la espacialidad, identificadas en las unidades y en su articulación, lo que de manera predominante caracterizará a la vivienda en estudio. Según el proceso y parámetros antes expuestos, en los levantamientos de las viviendas estudiadas, se comenzó por la identificación de unidades espaciales de utilización constante. Las unidades identificadas, según los parámetros de estudio, se someten a un análisis espacial en dos niveles básicos: uno constitutivo y otro compositivo. El nivel constitutivo, de segmentación, se centra en el examen de las unidades espaciales identificadas según su configuración, ubicación y función dentro de la edificación, para a través de él detectar lo característico de cada componente de la espacialidad de la vivienda. En el nivel compositivo, de articulación, se cruzan las diferentes características de las unidades espaciales constitutivas con la manera como se integran para conformar el todo, tanto en sentido bidimensional como tridimensional; en este nivel se identifican los patrones reguladores (compositivos) utilizados como base para la organización espacial de la vivienda. Del entrecruzamiento de la información obtenida en los dos niveles de análisis se accede a un tercer nivel de síntesis, mediante el cual se generalizan las características de la espacialidad de la vivienda popular espontánea, concentradas en las familias tipológicas identificadas.
3.4. ANALISIS CONSTITUTIVO Un examen de los levantamientos obtenidos en los barrios visitados, permite identificar una serie de unidades constitutivas que básicamente dan respuesta a las funciones primarias y tradicionales que se realizan en la vivienda. Estas unidades, por estar presentes en casi todos los casos estudiados, las tomamos como base para el análisis tipológico. Para tener éxito en la identificación de analogías dentro de lo diferente se partió del conocido principio de Woltereck, utilizado en biología para taxonomizar, según el cual: “cuanto menor es la unidad sistemática (especie, género, familia, etc.), tanto mayor es la similitud de los animales o las plantas que a ella pertenecen”17 . Complementado con la recomendación que al respecto hacen Caniggia y Maffei: “si vemos que dos casas o más tienen rasgos análogos, las reagrupamos bajo una etiqueta, bajo un término específico, y decimos que tales casas pertenecen a un mismo “tipo de edificación”18 Si reunimos los elementos que reconocemos, a pesar de apariencias diferentes, como semejantes en un grupo de edificaciones, obtendremos la esencia de un “tipo de edificación”.
Buscamos entonces las unidades espaciales mínimas que, como recurso para alojar una función básica del habitar, puedan estar presentes en la mayor parte de las viviendas. En la definición de las funciones básicas que alberga la vivienda se parte de las reflexiones que hace Jacques Pezeu-Massabuau, en su estudio sobre la vivienda como espacio social. Peezeu-Massabuau, diferencia dos grandes grupos de necesidades que suple la vivienda: las materiales y las culturales. Entre ellas es la necesidad de proteger el descanso la que obliga al hombre a procurarse el refugio vivienda. Las comidas, el aseo, la procreación, son necesidades que no requieren precisamente de una protección muy definida. Mientras el sueño, que deja al hombre sin defensa debe resguardarse. Pero, cuando el hombre toma la vivienda como la protección que se opone al espacio exterior, requiere dar albergue a las otras necesidades complementarias al descanso: preparar y consumir alimentos, aseo (corporal y de ropas), evacuar heces, acondicionamiento térmico y aireación. A estas necesidades, y atendiendo a una vida de grupo (núcleo familiar), aparecen otras necesidades para proyectar el grupo sobre la colectividad: cumplir ritos de sociabilidad e insertar formas de actividad económica (producción, distribución, consumo).19 Se puede entonces considerar que, de manera tradicional, la vivienda debe dar abrigo a determinadas necesidades fisiológicas y culturales de un núcleo familiar específico. Preparar alimentos, dormir, asearse, son necesidades fundamentales a las que se les da albergue en la vivienda. Compartir la actividad comer, cumplir ritos de sociabilidad (recibir visitas), son necesidades culturales que se han incluido dentro del programa de la vivienda. Finalmente condiciones de sobrevivencia han obligado a que actividades de carácter económico se hayan llevado hasta el interior de la morada: locales comerciales, talleres, apartamentos de renta, etc. Dentro de un sentido general las necesidades que resguarda una vivienda, dentro de un contexto específico, son más o menos comunes, las variaciones se pueden dar en la organización y materialización de los recintos que las alojarán. Los diferentes tipos de necesidades que se albergan en la vivienda requieren de espacios configurados especialmente para alojarlas. Unos espacios estarán destinados a que en ellos se pueda estar, permanecer: –espacios de permanencia- (también llamados de uso) y son las que en términos generales definen el programa funcional de la vivienda. Estos espacios que albergan actividades específicas tienen la conexión necesaria para permitir desplazamientos, interrelaciones, sin interferir con la condición espacio-funcional de permanencia, por ello se unen a través de otros espacios de condición contraria. Estos otros espacios permiten ir de un lugar a otro en sentido horizontal o vertical y son los espacios destinados a circular: -espacios de circulación-. Las unidades espaciales identificadas, más o menos constantes dentro de la vivienda estudiada, pertenecen entonces a dos grupos espaciales básicos: a) espacios de permanencia (de carácter pasivo), los utilizados para dormir –alcobas-, los utilizados para preparar alimentos y el aseo –servicios-; los espacios destinados para posibilitar diferentes actividades económicas -espacio múltiple-; y el espacio para la integración social –social-; b) espacios de circulación (activos), entre los cuales se pueden distinguir los que comunican el exterior con el interior –zaguán-, los que permiten la comunicación interior en sentido horizontal -pasillo-corredor-, los que posibilitan la circulación interior en sentido vertical –escalera-; finalmente se puede incluir dentro de este grupo un espacio que en parte permite la circulación, –patio-. Las viviendas comparten otro indicio organizativo, más o menos constante, el cual permite agrupar las características básicas que delimitan el espacio interior habitado con
el espacio exterior urbano. Este principio organizativo se etiqueta bajo el rango de frontera de contención y acceso, la cual generaliza las peculiaridades que delimitan y comunican el interior y el exterior: –fachada-acceso-. Con base en los tres grupos espaciales se estudian, de manera gráfica, las unidades espaciales constitutivas de la vivienda. En este estudio se analizan las diferentes unidades espaciales según los parámetros de funcionalidad, configuración y ubicación (ver tabla resumen). Por funcionalidad se entiende la designación de uso que se le da al espacio. La cual está caracterizada por la actividad predominante dentro de la unidad analizada. La aclaración es necesaria por la posibilidad polifuncional que tienen los espacios, especialmente dentro de este tipo de vivienda. Las actividades se pueden mezclar aprovechando las condiciones hexaédricas neutras que puede presentar un espacio (conjunto de piso, muros y techo). Generalmente en el espacio se restringen los múltiples usos a causa del tipo de mobiliario o acondicionamiento técnico que se requiera para desarrollar cada uso20 . De ahí que, en este análisis, según el mobiliario predominante dentro del espacio se le identifique su designación funcional, “el uso de una habitación viene dado por los muebles, por su equipamiento” (Friedman). La configuración es el rasgo formo-espacial que presenta la unidad dentro de la organización del todo. En este caso se describe la dimensión predominante, desde lo totalmente cuadrado hasta la elongación pronunciada del rectángulo; o el eje de desarrollo que presenta, desde la tendencia a lo recto o quebrado, hasta las direcciones mixtas: en L, U, T, etc. La ubicación hace referencia a la posición que ocupa la unidad espacial, dentro de los límites de un plano de referencia bidimensional o lote: anterior, media, posterior, lateral, central, etc. Mediante un proceso grafoanalítico se detectaron algunas características identificatorias de las diferentes unidades espaciales. Estas se presentan según los grupos definidos anteriormente: a) espacios de permanencia, b) espacios de circulación, c) frontera de contención y acceso.
3.4.1. ESPACIOS DE PERMANENCIA “La casa, en cuanto sitio de “permanencia”, corresponde a la maison o mansión, que denota la mansio, el sitio de aquietamiento y remanso para el hombre... Y el lugar de permanencia, como sitio acostumbrado en que uno se “demora”, queda de manifiesto en la morada o vivienda, estimada en la habitualidad propia de nuestras costumbres (mores)” José Ricardo Morales
Los espacios de permanencia considerados como los recintos dentro de los cuales se desarrollan actividades fijas, de estar, son ubicados dentro de la vivienda siguiendo ciertos esquemas para proteger la privacidad que requieren ciertas actividades como dormir, aseo, o para facilitar el acceso del visitante al lugar de la integración social, o al de la actividad económica.
3.4.1.1. ALCOBAS
Son los habitáculos destinados básicamente a proteger el sueño. Dentro del tipo de vivienda en estudio corresponden al primer espacio conformado para ser habitado en los tiempos fundacionales del refugio. Las alcobas no tienen una ubicación única, presentan, según el análisis gráfico, una tendencia hacia lo íntimo, hacia el interior, siendo esta una constante en los primeros pisos. En los segundos pisos la privacidad la da la altura, así que pueden aparecer indiferentemente sobre fachada o en la zona posterior, aisladas de los espacios de frecuentación constante. Dentro de esa tendencia hacia la privacidad, dos alcobas, se pueden encontrar al fondo del lote, como espacios pareados transversalmente, o como espacios pareados longitudinalmente. Si dos alcobas se separan, estas se pueden alinear longitudinal o diagonalmente, finalmente si se anexa una tercera, el esquema de ubicación sigue una configuración en L. Cuando se encuentran espacios para alcobas sobre fachada en primeros pisos, estos generalmente se destinan a una actividad económica como lo es la “alcoba de renta”.
3.4.1.2. SERVICIOS El aseo y la preparación de alimentos son dos actividades a las cuales, predominantemente, se les asignan espacios en la zona media del lote. Como soporte a los espacios de alcobas o primigenios, se ubican cerca de ellas, colindando con el espacio de acondicionamiento ambiental, patio. Se ubican en una franja equidistante a las dos zonas extremas de la vivienda: la zona privada o de alcobas, al fondo, y la zona de interrelación social, de intrafachada (renta, comercio, social). Sólo en muy pocos casos de excepción aparecen en puntos límite de fondo o intrafachada. Esta localización es más o menos constante para los segundos pisos, en los cuales la relación de conexiones técnicas obligan a mantener una relación muy directa con el núcleo de servicios del primer piso.
3.4.1.3. ESPACIO MÚLTIPLE Generalmente es el gran espacio de intrafachada. Es un espacio con tendencia a la polifuncionalidad, puede pertenecer a una actividad de ejercicio familiar que genere algún tipo de renta: local, espacio para servicios, o puede darse en arriendo para que la actividad económica pueda ser desarrollada por un extraño a la vivienda. Su ubicación puede ocupar todo lo ancho del lote sobre la fachada, eliminado el acceso a través de un espacio propio y prestando la función de espacio de permanecer y espacio para acceder. También puede no alcanzar la totalidad del ancho del lote compartiendo su posición con el espacio de circulación zaguán. En algunos casos sigue una conformación longitudinal penetrando hacia el fondo de la vivienda.
3.4.1.4. SOCIAL Es un espacio de no muy frecuente aparición dentro de la vivienda. Cuando aparece se ubica hacia la fachada tratando de facilitar el acceso del visitante. Es un espacio en gran parte destinado a recibir a los allegados. En algunos casos se encontró destinado a comedor. Con una configuración, predominantemente longitudinal, se adentra en la vivienda desde la fachada.
3.4.2. ESPACIOS DE CIRCULACION
“No hay establecimiento sin frecuentación, pero, frente a los establecimientos humanos que procuran el reposo, deben considerarse aquellos en que subsiste la actividad propia de los desplazamientos” José Ricardo Morales
Los espacios que permiten los desplazamientos para acceder a los diferentes espacios de permanecer presentan configuraciones variadas, según el nivel o tipo de interrelación espacial que posibilitan, encontrándose desde las configuraciones para interrelaciones muy internas como los “pasillos-corredores”, pasando por las intermedias que intercomunican verticalmente, como las “escaleras”, hasta aquellas configuraciones que permiten el paso del exterior a la intimidad del interior, como el “zaguán”. Pertenece a este grupo un espacio que, aunque tiene una designación funcional de acondicionamiento ambiental, también permite los desplazamientos interiores, este es el “patio”.
3.4.2.1. ZAGUAN Es un espacio de circulación, con una configuración predominantemente longitudinal y delimitado lateralmente hace el papel de filtro, permite la comunicación interiorexterior, distanciándola. Su posición colindante con intrafachada posibilita el acceso independiente al interior de la vivienda, principalmente a espacios para circulación interna: escaleras, patios o corredores. Como recurso de articulación espacial, que separa el circular del permanecer, tiene una presencia más o menos constante dentro de este tipo de vivienda. Reminiscencia colonial, o con cierto aire grecolatino, es un elemento a través del cual se puede llegar al interior sin penetrar por los espacios de estar, que se extienden a casi toda la longitud de la fachada, o a través del cual se separan accesos a pisos independientes (apartamentos de primero y segundo pisos).
3.4.2.2. PASILLO – CORREDOR Espacio de circulación interna no delimitado físicamente. Cumple el papel de galería y generalmente bordea un patio. También puede presentarse como el espacio de conexión entre espacios internos, especialmente entre alcobas y servicios. Su configuración es variada: recto, quebrado, en L, en U, en T, etc. Desde el punto de vista funcional es un espacio transicional interior, al cual se llega después de realizar un desplazamiento de acceso a través del zaguán o de un espacio de permanecer de intrafachada. En los segundos pisos hace la transición entre llegada de escalera y acceso a los espacios de permanecer.
3.4.2.3. PATIO Aunque es básicamente un espacio para acondicionar higiénicamente (airear, asolear, iluminar) el interior de la vivienda, también es utilizado para circular. En la parte media de la vivienda cumple el papel de elemento organizador de la distribución espacial interna. Su forma y ubicación determinan la posición de los espacios con él colindantes.
3.4.2.4. ESCALERA Es un elemento de circulación que permite la comunicación vertical. Su posición y desarrollo en tramos diagonales, determina las condiciones de independencia o dependencia que pueden tener los diferentes niveles de la edificación. Generalmente se
ubica cerca de la puerta de acceso, separada de ella por el zaguán o por parte de él. También, aunque en menor medida, se puede ubicar en el interior de la vivienda, cerca del patio o del pasillo-corredor. Al llegar al segundo piso ayuda a determinar la estructuración de los espacios de permanecer y el de circular (pasillo corredor).
3.4.3. FRONTERA DE CONTENCION Y ACCESO “Mediación entre dos esferas: el dentro y el afuera de mi concha. Y no para que se amalgamen, sino para permitir la penetración de una esfera en la otra y cooperar en la ruptura al menos momentánea de la barrera que separa las dos esferas.” Nana Modo, citada por Ekambi. “La puerta es, pues, frontera o corte, que representa a la vez acceso y obstáculo. Como “ac-ceso” es abertura y hoja que “cede” y “no resiste”, que nos permite acercarnos hacia el interior o el exterior” José Ricardo Morales
Examinando la barrera límite entre el interior y el exterior, como lo es la fachada, límite más cultural que funcional, nos presenta indicios de subdivisión espacial interior y advierte sobre el nivel de interrelación exterior-interior que permea al habitáculo por medio de las puertas de acceso21 . Este indicio de caracterización espacial, en la práctica, está representado por el trilito –jambas, dintel-, y corresponde a una frontera perceptual, el “liminaris” (umbral) que separa un interior de un exterior. La fachada es el elemento separador de lo privado y lo público. Es la barrera que marca desde el exterior el inicio de la vida familiar y desde el interior la proximidad del espacio de todos. Esconder, proteger, limitar, filtrar, aparentar, simbolizar, son asociaciones que despierta esta frontera y, como plano perimetral de la calle, participa en la configuración del espacio urbano. El gran plano vertical está horadado por las ventanas y por las posibilidades de acceso que requiere la vivienda o los espacios de intrafachada. En cuanto al acceso se destacan dos tipos de entradas: una simple, que corresponde a la “puerta de acceso” y generalmente comunica con un zaguán, otra compuesta o doble, que corresponde al “portón de garaje” o “cortina enrollable”, que frecuentemente se abre sobre un Espacio Múltiple. La aparición de una u otra posibilidad en el plano fachada, se convierten en indicios de las posibilidades de desarrollo espacial interno.
3.5. ANALISIS COMPOSITIVO La vivienda en su totalidad se conforma articulando las diferentes unidades espaciales, descritas en el aparte 3.4., de tal forma que en conjunto pueda albergar las exigencias particulares de protección, abrigo e ingresos económicos que tenga la familia propietaria. Identificar una tendencia de agrupamiento o composición de las diferentes unidades espaciales es posible a partir de enfatizar la actividad que en cierto sentido ayuda a transmitir un determinado orden a los espacios interiores, esta actividad es el circular o desplazamiento para alcanzar cada uno de los espacios. El circular, que en todos los casos no configura espacialidad concreta, es una determinante ineludible que se debe tener en cuenta en el momento de repartir los espacios con materialidad
delimitada para acoger al estar, pues es el que permite transitar, entrar, salir, recorrer y dar privacidad a algunos sectores de la vivienda. “Circulación y espacio-uso representan, fundamentalmente, los componentes dinámico y estático más relevantes de todos los edificios. El espacio-uso, foco primario de la toma de decisión en la arquitectura, hace referencia a la función; la circulación es el medio por el que se engrana el diseño. La articulación de los imperativos de movimiento y de estabilidad forma la esencia de un edificio”. 22
En la vivienda en estudio se pueden detectar ejes de recorrido que se articulan en cambios de dirección y que permiten el paso desde el exterior hasta el interior y desde unos espacios hasta otros. Este enfoque sería una versión muy superficial de la conocida Teoría de los Grafos de Euler, utilizada, según lo define Broadbent, para “describir cualquier asunto o problema que implique conexiones de algún tipo”23 . En arquitectura han sido utilizados para analizar la forma de circular entre habitaciones, edificios, sectores de ciudad, etc. Nuestra versión simplificada identifica una ruta que se puede seguir desde el acceso a la vivienda hasta el ingreso a cada uno de los espacios interiores, tanto en el sentido horizontal como vertical. Esta ruta estará conformada por el punto de acceso, la escalera (para una conexión vertical), el zaguán o espacio de intrafachada atravesado con la circulación (en la conexión horizontal), hasta llegar al pasillo – corredor o borde de patio, desde donde se puede ingresar a los espacios del fondo de la vivienda. Esta secuencia la llamamos patrón de organización o composición y permite, en esencia, establecer tendencias que conforman grupos o familias tipológicas (ver cuadro resumen del análisis gráfico de identificación tipológica). Las familias tipológicas pueden comenzar a variar en la medida en que el patrón circular pueda ser complementado con la ubicación de un patio. El patio ayuda a organizar la distribución de los espacios de estar. En este sentido fusionamos el circular como patrón dominante con el patio como patrón de complementación organizativa. La presencia de la circulación es ineludible en la distribución del interior de la vivienda, mientras que la presencia del patio si se puede eludir. La gama de posibilidades de encuentro entre circulaciones y posiciones de patio, o incluso su ausencia, nos determinan patrones (esencia o estructura analógica) con base en los cuales se definen las tendencias tipológicas.
3.5.1. FAMILIAS TIPOLOGICAS En sentido bidimensional la integración de las unidades espaciales se agrupa tomando como patrón de organización el definido por la circulación dentro de la vivienda. La secuencia: acceso, desplazamiento, distribución, determina en gran medida la organización que se le puede dar a los espacios de permanencia. Integrando el elemento patio a la secuencia anterior se complementan los indicios de organización espacial a partir de elementos de no permanencia. El patio generalmente ubicado en la parte media del lote, puede variar en su configuración y posición, se puede elongar o contraer, pero también desplazar hacia el interior, o hacia la zona de perímetro posterior, y hacia uno u otro costado del lote, igualmente se puede duplicar, o anchar hasta convertirse en un aislamiento posterior, o incluso desaparecer como tal. Según estos dos patrones básicos de análisis –circulación, patio- se identificaron dos tendencias tipológicas predominantes: tipo A .(21,75%), tipo B (51,38%). (ver cuadro resumen de tipologías).
Una primera familia tipológica (A), a la que corresponden 47 casos, se organiza con las distribuciones que se articulan a partir de la secuencia: acceso, zaguán de desplazamiento, corredor central, patio. Esta tipología puede presentar variaciones dependiendo de la ubicación del zaguán y del patio. Así se define la organización a partir de zaguán quebrado con un patio posterior (A.1), zaguán quebrado con doble patio (A.2) y zaguán quebrado sin patio (A.3). Otra familia tipológica (B), le corresponden 111 casos, se basa en la secuencia: acceso, circulación a través de espacio de permanencia, corredor central, patio. En este caso la secuencia estructurante aparece a partir de un corredor en la parte media del lote al que se ha llegado a través de un espacio de estar ubicado en la zona de intrafachada, Igual que la tipología anterior presentará variaciones según la posición del patio. Las variaciones aumentan. El corredor central con patio lateral central (B.1), corredor con remate sobre patio posterior lateral (B.2), corredor separado de patio posterior (B.3), corredor posterior con remate sobre patio posterior (B.4), corredor que conecta doble patio (B.5), corredor que remata sobre patio de aislamiento posterior (B.6), corredor central sin patio (B.7), hasta llegar a una versión ya muy distante de los parámetros de definición, que es una organización de espacios de estar indiferenciada, en la que la circulación interior se desarrolla a través de esos espacios de permanencia (B8). Por fuera de las familias tipológicas se identificaron excepciones que se alejan de las secuencias señaladas (26,8%). Las tipologías que se relacionan en los cuadros son las que tienen mayor representatividad estadística dentro de los levantamientos trabajados. La identificación y selección de coincidencias estructurantes del espacio tienen el respaldo de un número de casos que cada cual puede agrupar.
3.5.2. TENDENCIAS DE ZONIFICACION FUNCIONAL Las familias tipológicas permiten agrupar la organización de los componentes “dinámicos y estáticos” de la edificación (circulación y espacios de estar) y con ello organizar una clasificación de estructuras compositivas. Ahora examinando los espacios de permanecer se pueden, como en el caso anterior de definición de tipologías, identificar ciertas coincidencias en cuanto a la posición en que se ubican dentro del lote zonas que alojan funciones específicas. Estas coincidencias por no ser estructurantes sino el resultado posible de la estructuración antes detectada, se les denominan tendencias de zonificación funcional. Estas tendencias, producto de una amplia abstracción interpretativa, nos permiten distinguir las posibilidades de independización o agrupación de espacios para albergar funciones epecíficas del habitar a partir de un esquema estructurante tipológico. Tanto las tipologías basadas en lo estructurante, como las tendencias de zonificación basadas en posiciones coincidentes, se convierten en el apoyo guía para extractar las generalidades que pueden caracterizar a la espacialidad de esta manera conformada. Dentro de las tendencias de zonificación funcional (T.Z.F.) trabajadas de manera gráfica, se extractaron aquellas que tienen una mayor representatividad dentro del grupo de análisis. Así tenemos dos tendencias básicas que agrupan a un 60% de los casos, la tendencia A representa al 32,63% y la tendencia B al 26,84%. La tendencia de zonificación funcional A, es una aplicación de la tipología B, presenta como característica una solución en donde la organización espacial gira alrededor de un patio central lateral. La zonificación se forma al ubicar al fondo los espacios de alcobas
(o doble alcoba de fondo), en la zona media, tangencial a la circulación de pasillocorredor y al patio, los servicios (baño y cocina) y en la zona de intrafachada aparece el gran espacio múltiple. La tendencia de zonificación funcional B, aplicación de la tipología B.2., se distribuye a partir de una circulación central, la cual define una distribución en U. En intrafachada se ubica el especio múltiple, sobre los dos flancos de la U en la parte media, en un costado las alcobas, en el otro los servicios, dejando en la parte posterior lateral el patio. Otras tendencias presentan variaciones básicamente en la dimensión de los espacios, en unos pocos casos conservando las tendencias de zonificación básicas pueden aumentar a tres las alcobas. Las tendencias de zonificación funcional, que pertenecen a las familias tipológicas, por ser representativas de lo más común, se utilizan como versión gráfica generalizante que permitirán orientar la descripción de las características espaciales detectadas en la vivienda estudiada. La descripción parte de la identificación de un programa espaciofuncional representativo, con base en él se describen las características de las diferentes unidades espaciales que lo conforman. Descripción que contempla el área predominante de cada espacio, sus relaciones con otros, la ubicación dentro de la vivienda y unas características identificatorias. En esta parte del estudio se unen los análisis parciales, hasta ahora desarrollados, con los aspectos perceptuales y vivenciales registrados en los trabajos de campo, lo que permite sintetizar las características predominantes de la espacialidad de la vivienda popular espontánea. Este contenido se desarrolla en el capítulo siguiente.
CITAS CAPÍTULO 3 1 Esta conclusión la presenta Christopher Jones, cuando cita un trabajo de George Sturt, sobre la evolución artesanal, en el libro “Métodos de diseño”. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1978, p.17 2 Gian Franco Caniggia, Gian Luigi Maffei. Tipología de la edificación. Estructura del espacio antrópico. Celeste Ediciones, Madrid, 1995. 3 Viollet le Duc. Citado por Aldo Rossi, en «La arquitectura de la ciudad». Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 6ª edición, 1982, P. 126 4 Gordon Childe. Los orígenes de la civilización. 5 Caniggia y Maffei. Op. Cit. p. 24 6 Ibid. p. 24. La negrilla es nuestra 7 Aldo Rossi. Op. Cit., p.126 8 Caniggia y Maffei. Op. Cit., p.28 9 Michel Foucalt. Las palabras y las cosas. Foucault parte de un escrito de Borges, “El idioma analítico de John Wilkins”, en el cual se encuentra una impensable clasificación que hace una supuesta enciclopedia china de los animales del emperador, lo que trastoca nuestra tradicional forma de entender el orden. Este texto se convierte en la excusa para reflexionar sobre el principio de clasificar. pp 1-10 10 . Ibid. p. 5
11 Quattremère de Quincy. Voz Architecture, en la Encyclopédie méthodique, 3 vols. Citado por Carlo Aymonino, en: “El significado de las ciudades”. Blume Ediciones, Madrid, 2ª edición, 1983, pp 104-105 12 Aldo Rossi. Op. cit. P.79 13 Manuel Martín Hernández. La invención de la arquitectura. Celeste Ediciones, Madrid, 1997, p. 146 14 Ibid. p.160 15 Caniggia y Maffei. Op. Cit., p. 30 16 José Ricardo Morales, considera que “En vez de referirnos con vaguedad al “espacio”, en arquitectura hemos de recurrir a modalidades espaciales que corresponden a localizaciones, áreas o ámbitos surgidos, según el uso y la finalidad..” Arquitectónica. Biblioteca Nueva, Madrid, 1999, p. 129. 17 Citado por José Ricardo Morales, en Arquitectónica. p. 48 18 Caniggia y Maffei. Op. cit. p. 29 19 Jacques Pezeu-Massabuau. La vivienda como espacio social. Fondo de Cultura Económica, México, 1988, pp. 57-84 20 Yona Friedman, dice que: “...la utilización de estas habitaciones [las del apartamento] es intercambiable; es posible transformar el comedor en alcoba (por ejemplo cambiando los muebles). Es decir, el uso de una habitación viene definido por los muebles, por su equipamiento”. Cit. por Ekambi-Schmidt, en: «La percepción del hábitat». Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1974, p. 48 21 J.Pezeu-Massabuau, citando a P. Boudon, dice que la puerta de acceso es lo que define realmente a la vivienda como “un “lugar”, puesto que una construcción sin acceso jamás podrá ser otra cosa que un no-espacio, una nulidad, e incapaz de definir nada más allá de una periferia” p.52. 22 Roger H. Clark, Michael Pause. Arquitectura: temas de composición. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1997, p. 5 23 Geoffrey Broadbent. Diseño arquitectónico. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1977, p. 222
4. UNIDADES ESPACIALES CONSTITUTIVAS «Las cosas acerca de las cuales hablamos sólo existen en el lenguaje y éste, además, es esencialmente comunicativo, ya que se propone presentarle a los demás los distintos objetos que él mismo creó o figuró» Dardo Scavino
4.1. CARACTERIZAR Y DESCRIBIR “Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré, sucesivo, porque el lenguaje lo es” Jorge Luis Borges
Dentro del estudio, después de recorrer el camino de análisis y síntesis mediante la identificación de tipologías y tendencias de zonificación funcional, es necesario describir lo detectado como característico. Lo característico se puede considerar como aquellas particularidades definitorias de los distintos componentes de la espacialidad que los singularizan dentro del conjunto de lo construido. Estas particularidades detectadas en variadas conformaciones espaciales pertenecientes a diferentes soluciones habitacionales, se revelan como una constante, que en esencia es definitoria de cada componente de la vivienda estudiada. La descripción, al estar enfocada desde el campo de la arquitectura, tiene una gran tendencia hacia el lenguaje técnico-geométrico: identificación de configuraciones, determinación de vectores, cálculo de áreas, detección de posibilidades de desplazamiento interespacial (independiente o condicionado). Lo geométrico encuentra complementación con lo perceptual y lo experiencial, asimilado a través de la indagación de campo y de la práctica profesional dentro de esta área. Por cuanto nos basamos en los levantamientos trabajados y en su tabulación, la caracterización de la espacialidad estará sustentada con cifras de lo representativo y con la selección de casos, citados dentro de paréntesis, que pueden ejemplificar lo que se describe como constante o común. El orden de la caracterización de la espacialidad se inicia desde el afuera de la vivienda, identificando en la fachada las posibilidades de acceder. Luego se ingresa y se inicia el recorrido a través de las posibilidades de unión entre lo externo y lo interno, o a través de los recursos de circulación que permiten un desplazamiento vertical. Dentro del recorrido se examina el espacio multifuncional, que en intrafachada acompaña al acceso. Posteriormente vendrán los espacios internos de la vivienda, los servicios, el patio, el corredor de distribución intermedia, las alcobas, para concluir con el elemento constructivo que por su importancia dentro del proceso de consolidación de la vivienda se le debe examinar como etapa dentro de su desarrollo: es el elemento que cobija la construcción, la placa o terraza.
4.2. LA CASA “La noción de la casa ideal que él concibe, por el hecho de no estar tejida sino de sus propios deseos, es simple y exactamente la imagen tipo de “la casa”, tal como ha sido elaborada al correr de los tiempos por la colectividad a la cual él pertenece” J. Pezeu-Massabuau
La vivienda en estudio presenta características conformativas, espaciales y funcionales muy particulares. Ella es el reflejo de la manera espontánea, sin preparación ni especialización de saberes, de construir un habitáculo capaz de contener la vida de un grupo familiar que ha quedado excluido de otras opciones dentro del mercado de la vivienda. Iniciar un recorrido por esta respuesta habitacional, implica despojarnos de nuestra mirada inquisidora de profesionales y dejarnos permear por lo que los sentidos en primera instancia nos reportan sobre lo que se esta observando y recorriendo. Al caminar por una de las calles de un barrio, de los comúnmente llamados populares, inicialmente fijamos nuestra atención sobre los planos que marcan la frontera entre lo público y lo privado. Encontramos entonces una amalgama de formas, colores, texturas, alturas, que se asoman desde lo privado para convertirse en presencia y testimonio de lo que hacedores anónimos han sido capaces de consolidar como único camino para poder alojar sus vidas. En estos barrios, el plano límite, que convierte a la calle en un conducto de circulación delimitado lateralmente por planos de propiedad privada, se genera cuando estrechas fachadas, generalmente de seis metros de ancho por varios pisos en altura, se siguen unas a otras en un “continuus” horizontal, o cuadra, que no deja espacios sin abarcar. Al examinar cada fragmento en detalle, se aprecian planos de fachada que en altura presentan un marcado corte, casi constante a lo largo de la cuadra, el cual segmenta el desarrollo en altura del plano, para a través de un voladizo avanzar sobre el andén, conformando con su proyección hacia el exterior una especie de soportal corrido. Este corte, marcado entonces por el voladizo hacia la calle, determina la franja de primer piso, a partir de él la altura de cada sección de fachada se eleva para conformar el rectángulo, apaisado u oblongo, que hacia el exterior define el volumen de cada casa. Estas alturas sin ritmo, ni uniformidad alguna van desde las que permanecen por muchos años en un primer piso hasta las que han logrado ascender a los cuatro y en algunos casos cinco pisos. Las fachadas nos hablan de diferentes niveles de desarrollo, desde aquellas que se han quedado en el mudo y desnudo material de construcción, bloque, ladrillo y concreto, hasta las otras, las que pudieron revestirse con pañetes, colores, formas, y fueron ataviadas con una vistosa carpintería metálica, protegida por sinuosas y multicolores rejas. Sin importar el nivel de desarrollo de la vivienda, si se advierte que, en casi todos los casos, se deja como cubierta una placa de concreto. La placa de concreto desde la última altura alcanzada, hace alarde sobre la fachada de antepechos o barandas, decoradas si el conjunto así lo está o en proceso si los recursos así lo definieron. Mirando incómodamente, desde la calle hacia el adentro de la placa, terraza, se ve la ropa que se está secando, materiales de construcción esperando el día en que puedan ser utilizados, y personas que desde allí observan o ejecutan diversas labores cotidianas, especialmente el aseo de la ropa.
Ahora detallando un poco más el primer piso, lo constante es encontrar que en casi todos las fachadas se abren dos puertas. Una, es sencilla de aproximadamente un metro de ancho, la otra, es de dos o tres secciones y se asemeja a un gran portón de garaje. Las puertas tienen una franja inferior en lámina y una parte superior en vidrio grabado protegido por rejas. Entre puertas se abren ventanas, una o dos a lo máximo. En la franja de fachada que se inicia en el segundo piso, a partir del voladizo, y ascendiendo, sobreponiendo un rectángulo por cada piso, se mantienen como constante dos ventanas que se abren de manera no muy simétrica. Para ingresar a la vivienda tenemos como mínimo dos opciones, a través de la puerta sencilla o a través de la puerta doble. La puerta sencilla comunica generalmente con el zaguán, el cual nos permite ingresar de manera independiente al interior de la vivienda, o desde él alcanzar la escalera que conduce al segundo piso. La puerta doble, nos ofrece varias alternativas. Una puede ser cuando la puerta permite el ingreso a un espacio comercial, tipo tienda o similar, la puerta de gran tamaño se convierte en la frontera que durante el día se abre para posibilitar acceder al servicio que se ofrece. Otra será, cuando la puerta, se abre de vez en cuando, para permitir el ingreso a un espacio de la vivienda, tipo sala o comedor, y dejar pasar a las visitas. Existen otras variantes, una de ellas, cuando este espacio de intra fachada se arrienda a un inquilino, entonces, de la doble puerta se utiliza sólo una sección para ingresar de manera independiente a esta subdivisión rentable de la vivienda. Otra posibilidad es cuando no existe el espacio zaguán, y se tiene que llegar al interior de la vivienda a través del espacio de intra fachada, local, social, renta o gran alcoba; este pasar a través de, viola la privacidad del recinto de estar, pero en muchas ocasiones se convierte en alternativa de acceso hacia el interior (063, 124). Continuando el recorrido hacia el adentro de la casa, bien sea siguiendo el zaguán o a través del espacio múltiple de intra fachada, después de haber librado la transición exterior interior, llegamos a una zona de circulación intermedia, el pasillo – corredor. Esta circulación generalmente bordea un patio central lateral, y permite el desplazamiento hacia las otras zonas de la casa: en la parte media cerca del patio, la zona de servicios (baño, cocina), en la parte posterior y más íntima, la zona de alcobas. Desde la circulación intermedia se observa, en un sentido, hacia el exterior, el oscuro zaguán y cómo desde él una escalera se eleva hasta el segundo piso, en el otro sentido hacia el interior, encontramos el patio. El patio es una especie de reducto polifuncional, estuvo, antes de aparecer la placa, destinado básicamente a alojar el lavadero, después adquiere diferentes usos, generalmente se decora con plantas ornamentales sembradas en recipientes de productos consumidos. Este espacio, una vez ha aparecido la placa de entrepiso, se cubre en gran parte. Para dejar pasar algo de iluminación se dejan bloques translúcidos de vidrio (tipo claraboya). Si la placa no lo cubre totalmente, el vacío que queda es circundado por volúmenes que se levantan a diferentes alturas, opacándole o negándole la luz y el aire que estaba destinado a capturar. A nivel de primer piso, bajo la difusa luz que deja pasar la claraboya, se conserva cierta área vacía, reminiscencia del patio primigenio. Cerca de él, en un recinto en penumbra producida por la deficiente iluminación que puede llegar desde el patio, se aloja la cocina, la cual en algunas casos se conecta directamente con el local. Este espacio, no muy grande, contiene lo básico para cumplir su función, el platero, la alacena, una pequeña mesa, y la cocineta, la cual al funcionar con gas o gasolina, le transmite un peculiar olor al espacio. No distante se encuentra el cuarto más reducido de la casa, el baño, el que, al igual que la cocina, presenta una iluminación y ventilación deficientes, por venir también del patio; en este espacio se han instalado los aparatos sanitario y desde un rincón cuelga la “poma” que
anuncia la presencia de la ducha, la cual sin protección de poceta ni cortina, humedece todo el baño cada que se utiliza. Finalmente, y en la parte más interna de la casa, se encuentran las alcobas. Separadas totalmente con accesos independientes, o adjuntas, interrelacionadas y con un solo acceso “doble alcoba de fondo”, alojan básicamente el sueño (090). Pero también, si la casa no ha logrado la especialización espacial suficiente, pueden alojar otras funciones, no relacionadas con el sueño. La alcoba, en las horas del día se puede convertir en comedor, en el sitio para recibir visitas de allegados, en el lugar de trabajo (especialmente de los estudiantes), en las horas de la noche se comparte la televisión y en muchos casos el sueño del núcleo familiar junto, cuando no se dispone de más espacio. Al devolvernos hacia el zaguán, podemos a través de éste, o en otros casos directamente desde el patio, alcanzar la escalera que nos llevará a los pisos superiores (020). Al ir subiendo se va notando que generalmente por cada piso se organiza una nueva vivienda. Si es así, entonces la distribución de los pisos es muy similar a lo que encontramos en el primero. La diferencia está en que las alcobas se pueden ubicar sobre fachada, porque la altura les da la privacidad que requieren. Si los pisos superiores complementan al primer piso, lo que no es muy constante, entonces vamos a encontrar espacios más especializados para alojar actividades complementarias de la vida familiar, alcobas independientes para cada miembro, sitio para guardar y planchar la ropa, un salón para televisión, o el taller para los trabajos de modistería, tejido, elaboración de trabajos a máquina, etc. Continuando el ascenso a través de la escalera, podremos finalmente llegar a la placa, o cubierta protectora de la casa, también utilizada como terraza. Allí confirmamos lo que podíamos entrever desde la calle, encontramos el lavadero, el enmarañado sistemas de cuerdas para colgar a secar la ropa, en los rincones el material en depósito, y la antena de televisión sobre uno de los muros de lindero. Desde la terraza podemos observar los alrededores, y a simple vista se nota la ausencia o disminución de patios, la continuidad de placas que coronan los diversos pisos que se alzan, no dan cabida a los patios interiores. La terraza se convierte en ese observatorio de la vida de la calle, desde allí se puede igualmente ver la extensión que conforman los diversos barrios que yuxtapuestos se pierden en un horizonte que apretujado asciende sobre las lejanas montañas. Ahora salimos de la casa y podemos acudir a la memoria, para recordar que las viviendas se desarrollan en diversas y distantes en el tiempo etapas. Por eso el panorama del barrio siempre se ve en proceso y el final parece serle esquivo. Respecto a la construcción de la casa, según lo que se puede ver en las diversas etapas que conviven en el barrio, se advierte que los hacedores emplean un sistema constructivo que se confunde entre el sistema de pórticos y el de confinamiento de muros, sin llegar a ser ni lo uno ni lo otro. Muy en el fondo del piso funden zapatas, de ellas se desprenden columnas en concreto reforzado, entre los pedestales de las columnas hacen un ciclópeo pobre, de arena-cemento (murriado), para sobre él fundir una viga de amarre, soporte para los diferentes muros. Esta primera etapa representa el orgullo de haber podido hacer unas bases sólidas, lo que les representa una casa igualmente sólida. Luego tenemos los muros, construidos con bloque cerámico, y en los vértices de una retícula cercana a los tres por tres suben las columnas en concreto. Las columnas se continúan, acompañadas por los muros, hasta el último piso, pero cuando llegan al nivel de la placa de entrepiso no se amarran con vigas, para conformar el pórtico, sino que se dejan como parte del sostén de la placa maciza, perdiéndose, tanto el sistema de pórticos
como el de confinamiento. La placa armada en dos sentidos, se apoya de manera mixta sobre los muros de bloque y las columnas, ésta representa el otro orgullo alcanzado con esfuerzo, el de darle la protección superior a la casa, y haber ganado un nuevo lote. Luego está la escalera, la cual se acomoda para que se desarrolle en los cortos espacios que se dejan para ella, sin importar mucho el esfuerzo que puede implicar subirla se tiende la rampa que debe permitir llegar hasta el temporal último piso. Los acabados tanto internos como externos, no se encuentran en todos los casos. Estos se dan en la medida en que se van superando necesidades inmediatas de alojamiento. Son entonces una etapa complementaria. Los acabados en el interior, comienzan a aparecer, generalmente, en el baño, cuando se recubren las paredes de la ducha con enchapes. Otros espacios de habitación se revisten con pañetes y pinturas. Los pisos se rematan con tabletas de cemento o cerámicas. La fachada es una obra casi final, la cual no siempre se puede alcanzar. Las características que hacen particulares a cada espacio constitutivo de la vivienda, se pueden identificar al hacer una recorrido más detenido y detallado, haciendo el mismo recorrido anterior.
4.3. LAS PUERTAS: ABERTURAS SOBRE LA FACHADA. “Empero, el acceso a la casa constituye la apertura esencial, y algunas veces la única: en efecto, la puerta de entrada es lo que la define absolutamente como un “lugar”, puesto que una construcción sin acceso jamás podrá ser otra cosa que un no – espacio, una nulidad, e incapaz de definir mas allá de una periferia” Jacques Pezeu - Massabuau1.
Iniciando un recorrido que pretende penetrar y recorrer la generalización en abstracto de lo más característico identificado en la vivienda estudiada, podemos acercarnos al habitáculo contenedor de lo más constante y comenzaremos por acceder. Al tratar de entrar a la vivienda, nos encontramos, como se ha venido mencionando, que, en la mayoría de los casos, no se accede por una sola puerta. Frente a nosotros se nos presentan dos o hasta tres horadaciones, en el plano de fachada, que se llenan con puertas, las cuales llegan a ocupar todo el frente en el primer piso. Estas horadaciones y sus respectivas puertas insinúan que se puede acceder no sólo a una casa. Así aparecerá entonces el gran portón de la tienda, la puerta sencilla para la escalera que conduce al segundo piso y la puerta sencilla que, a través de un zaguán, nos puede comunicar con la vivienda del fondo del lote. Estas son algunas de las tantas variables encontradas, puertas, que en últimas, plantean la existencia no de una vivienda, sino de varias, o por lo menos, de diferentes posibilidades de habitar y sobrevivir, que buscan independencia desde la calle. Puertas que se abren a la calle como claros indicios de una densificación de la vivienda, densificación que se levanta en altura hasta alcanzar los tres o cuatro pisos.2 Puertas por las cuales accederán propietarios e inquilinos, a veces de forma independiente, intentando encontrar la privacidad que no les permitiría la puerta única, no obstante, el conjunto de puertas aquí descrito no siempre garantiza la independencia que insinúan. Lo encontrado nos lleva a revisar algunos conceptos tradicionales que tenemos respecto a la vivienda. Por ejemplo la imagen de la vivienda con una entrada, la vivienda
asociada con una única familia que la habita, o la vivienda en la que después de acceder por una única puerta se encuentra la escalera central interior que comunica pisos habitados por una misma familia3. Aquí encontramos lo “polifamiliar” y lo multifuncional alojado dentro de una misma edificación. Accedemos entonces a un conjunto de posibilidades tanto habitacionales como comerciales, que se integran en un muy variado programa funcional de la vivienda. Las puertas y los muros de fachada formarán parte de ese límite entre lo público y lo privado, entre el binomio calle - andén y el variado interior de la vivienda, convirtiéndose en el umbral que se tendrá que penetrar para sentir la seguridad4, para “sentirse en casa”. Gilberto Arango plantea que: “la fachada es ante todo ‘la cara de la casa’, como ésta, posee la cualidad de permitir mirar a la calle, de entrar de la calle o de salir a ella, en una relación directa, de contigüidad, solo se requiere “pasar el umbral” que separa el mundo de la familia, del afuera donde se encuentran los otros”.5 En ese sentido, la puerta es abertura y seguridad, ella se abre para permitir el paso o se cierra para impedirlo, al respecto un poblador hablaba del “don de la seguridad”, haciendo referencia a que “uno cierra aquí y queda totalmente independiente. Se pueden meter los ladrones y hacer lo que quieran, pero para llegar adonde uno está durmiendo tienen que tumbar tres puertas”.6 Lo funcional y lo decorativo se fusionan en la fachada de la vivienda. Muros para aislar, a los que texturas y colores los convierten en telones urbanos, vanos que intentan integrar, pero que prefieren sólo iluminar un interior de manera difusa, a través de ventanas con vidrios grabados, protegidos con juguetonas rejas; puertas metálicas para controlar el acceso, que se convierten en rica expresión de ornamentación, todo complementado con colores que discuten o armonizan, es el mejor catálogo que se puede presentar de la decoración o “engalle” de la vivienda. Creaciones ornamentales sobrepuestas a puertas y ventanas, dan cuenta de un ingenio popular anónimo que juega con la lámina, la varilla, la soldadura y el color para superar lo que por función debe ser sólo seguridad. En los primeros pisos, las puertas van desplazando a las ventanas, gana protagonismo el acceder sobre el iluminar, en este sentido, aparece la “doble puerta” para cumplir su papel protagónico, para anunciar que posiblemente se tiene un garaje que se esconde tras de ella. Esta puerta de cerca de tres metros de ancho, componente fundamental de estas viviendas, es una abertura hacia el espacio de renta con énfasis comercial (045, 164), antes que la posibilidad de ingresar al garaje que generalmente no existe. La doble puerta es el signo de la presencia en la vivienda de uno de los tantos medios de sobreviviencia a que ha tenido que recurrir la familia para financiar su vivir, desde la modesta tienda de la cuadra, que fía antes que vender, hasta la muy variada miscelánea que trata de evitar a los vecinos largos recorridos en busca de un poco más que lo cotidiano. La puerta doble, utilizada ocasionalmente como acceso a un espacio similar al del garaje (005, 119), es más reiterado su uso para acceder a una zona social (080, 112, 203), que “algún día” pretende convertirse en el local comercial que sacará de apuros a la familia. En vez de instalar una puerta y ventana hacia la calle, se prefiere, en muchos casos, la doble puerta, pues permite por lo menos soñar con la posibilidad del ingreso complementario que puede traer si en ese espacio de intrafachada se abre un “localito”. Estas dobles puertas o “portón de garaje” metálicos, son el indicio identificatorio de aquel espacio múltiple de intrafachada con área superior a los doce metros cuadrados. La doble puerta también puede ser aprovechada para ganar cierta iluminación a través
de los cristales que se le puedan dejar. Estas son muy similares a lo que se puede observar en algunos pueblos de provincia, en los que parte superior de la puerta tiene una gran superficie abierta, –en el caso de los barrios es de vidrio martilladodebidamente reforzada con rejas metálicas, que permiten iluminar el espacio interior de la casa, garantizando al mismo tiempo la seguridad de la misma. Dentro de esta perspectiva, podemos encontrar, muy próximo a las fachadas, en los primeros pisos, diferentes posibilidades para iniciar un recorrido interior. Zaguanes, que como túneles, brindan la posibilidad de comunicar con la parte intermedia y posterior del lote; escaleras, que al igual que rampas, permiten acceder al segundo piso; espacios múltiples, que por su gran presencia sobre la fachada, posibilitan el establecer el negocio de la cuadra (tienda, taller, miscelánea, etc.). Esta caracterización espacial sobre fachada es reiterativa y se combina, en algunas ocasiones, con espacios de sala comedor o espacios múltiples que se rentan como “apartamentos” y que comparten la zona de servicios con la casa. Podemos penetrar, entonces, a la vivienda a través de circulaciones longitudinales profundas que nos llevan a la parte intermedia en donde se dispone un pasillo corredor, o un patio central, o tomar la escalera que sube al segundo piso; o podemos acceder a un espacio o estancia dispuesta sobre fachada, habitualmente utilizado como local comercial, zona social o espacio múltiple, el cual se tiene que atravesar para poder acceder a la parte intermedia de la casa. En los casos de viviendas esquineras, se aprovechan los dos costados que se ubican sobre la vía pública para hacer aberturas sobre los muros, tanto a manera de puertas, como de grandes ventanales, ampliando las perspectivas comerciales de los locales de primer piso. A diferencia de otros contextos, la escalera no se ubica sobre la fachada como puede suceder en otras ciudades, ésta se esconde, forma parte del espacio interior de la vivienda, y para subir al segundo o tercer piso, necesariamente hay que ingresar al interior del primero a través de la puerta. Al hacer un balance por localidades, respecto a la aparición de dos puertas sobre fachada, se pudo detectar que su uso se refleja en los siguientes porcentajes: -Bosa el 71.74 %, -Kennedy el 70 %, -Ciudad Bolívar el 75 %, -Suba el 69.4 %. La doble puerta de entrada es utilizada en promedio en el 61 % de los casos estudiados. La “puerta única” (075, 101, 152) apenas se encontró en un 20.54 % y las tres o cuatro puertas que ocupan toda la fachada (044, 137, 203) se encontraron ocasionalmente, principalmente en lotes esquineros, en los que se pueden aprovechar los dos paramentos que dan sobre vías públicas, posibilitando en alto grado el uso comercial en estas viviendas. En los pisos superiores de la edificación, las aberturas que se proponen en los muros de fachada corresponden a ventanas, generalmente dos, a través de las cuales se iluminan los espacios interiores. Sobre fachada se dejan las alcobas y espacios sociales, excepcionalmente, espacios múltiples, muy pocos con algún énfasis comercial. En algunos casos muy excepcionales, de lotes medianeros, se encontraron baños o cocinas dispuestos sobre fachada, estos espacios se ubican tradicionalmente al interior de la vivienda (005B, 046B, 113B). El perfil urbano que se va conformando, gracias a la sumatoria de planos y volúmenes, de aberturas y rejas metálicas, como respuesta individual que nace en cada núcleo familiar, es la base para la conformación de cuadras y cuadras que integran un barrio, el cual al igual que las viviendas que contiene, crece y se consolida progresivamente. En estos barrios en donde cada centímetro trata de ser individualizado, la vivienda individual sigue esa intención, por ello sólo horada la fachada para permitir la entrada pero nunca llega a configurar un acceso que insinúe la transición entre lo público y lo privado. Puede ser por esto que no se encuentran retrocesos o antejardines, sino que se
ocupa y se construye hasta el límite exterior del terreno, hasta el paramento que da sobre el futuro andén, conformando un monótono perfil urbano completamente continuo y lineal en el primer piso. En el segundo piso se le ganan centímetros a lo público gracias a los voladizos que, a una altura promedio de dos metros y medio y de sesenta centímetros sobre los andenes, formarán una segunda franja longitudinal. De vez en cuando se pueden encontrar algunos balcones en segundos y terceros pisos, que además de conectar visualmente los pisos superiores de la vivienda con la calle, suelen ser utilizados como espacio útil para el cuidado de plantas ornamentales que enriquecen la fachada; en estos casos, los balcones y las terrazas de las viviendas son espacios que proponen aberturas hacia lo público y retrocesos sobre fachada, favoreciendo el volumen de la edificación. Pero, por el clima de nuestra ciudad se siente que estas intenciones son trasplantadas de otros contextos, especialmente cálidos, por ello son poco frecuentados con actividades familiares y se relegan sólo a una función decorativa, en casos extremos se convierten en el abandonado lugar para los chécheres o en el sitio para tender ropa.
4.4. ACCEDIENDO A LA CASA POR EL ZAGUAN “Grato es vivir en la amistad oscura De un zaguán, de una parra y de un aljibe” Jorge Luis Borges
Una de las maneras más particulares de acceder a las viviendas de los barrios estudiados es a través del zaguán, habitualmente una de las puertas mencionadas anteriormente está conectada con este espacio que se presenta como transición entre el espacio público y la vida interior de la casa. Este espacio circulatorio longitudinal, delimitado lateralmente, permite recorridos entre el acceso (puerta de entrada) y el interior de la vivienda, posibilitando el traslado hacia patios, escaleras o pasillos. Es un recurso espacial de uso reiterado dentro de estas construcciones (Tipología A), en ellas se conserva como espacio circulatorio independiente cuya utilización fundamental es el desplazamiento comunicacional exterior – interior. Del uso del zaguán como tal, tenemos referencias cercanas que provienen de la vivienda colonial7 y de la vivienda republicana de principios del siglo XX. Gilberto Arango plantea que: “el sentido del zaguán era, entonces, producir un efecto de transición entre el exterior y el interior, mas que reforzar el sentido de la seguridad, y así funcionó mientras las condiciones de seguridad de la ciudad lo permitieron (cosa que ocurrió seguramente hasta los acontecimientos del 9 de abril del 48)...”8. Queda por precisar en estudios posteriores, la conexión entre el pasado histórico de estas viviendas y el uso que se le da a este espacio en la vivienda popular espontánea actual9, lo cual no es tarea del presente trabajo. El zaguán, en el caso de la vivienda popular, como espacio intermedio de transición entre lo público y lo privado, para el poblador tiene diversas justificaciones. Se puede justificar, por ejemplo, porque al existir como paso independiente, se evita el acceso a la casa a través de la zona social; siendo esto muy importante ya que se puede resguardar lo más preciado de la casa, el vistoso mobiliario destinado a recibir únicamente a las
visitas especiales, el equipo de sonido, las fotos enmarcadas con recuerdos familiares o las porcelanas. En algunos casos, y también en relación con el aspecto antes mencionado, se encontraron accesos a la misma vivienda, tanto por el zaguán, como por la zona social, dependiendo su uso de la jerarquía que la familia le asignaba a la visita. La visita ocasional, con algún carácter especial accede directamente y es atendida en la zona social, mientras a las personas de más confianza, a las visitas más allegadas se les permite el paso hasta el interior de la vivienda, a través del zaguán, para ser atendidas en la cocina o en alguna de las alcobas. También se puede justificar la existencia del zaguán, como medio para aislar o independizar la vida privada de los diversos núcleos familiares que habitan en un mismo piso de la edificación, en las diversas subdivisiones de renta (apartamentos, alcobas). No se puede olvidar que el inquilino es protagonista principal en la rentabilidad de la vivienda, y a veces se le brinda una cierta privacidad al permitirle ingresar a través de un espacio independiente. Se requiere del zaguán en los casos en que se deja un espacio comercial sobre fachada10, a lo ancho del lote, obligando sobre uno de los costados a generar una circulación longitudinal por la cual se pueda acceder a la parte intermedia de la edificación. El zaguán, en estos casos, independiza el acceso a la vivienda que se desarrolla en los dos tercios posteriores del lote. En los casos en que éste no se presenta, la circulación de acceso cruza el espacio múltiple desde la fachada (Tipología B) (035, 208). En términos prácticos, el zaguán es utilizado desde la fase inicial del desarrollo progresivo de la vivienda como una especie de «corredor de materiales de construcción», evitando que se interrumpa la vida cotidiana refugiada en las etapas más consolidadas de la misma vivienda, sobre el frente del lote. Así, es el zaguán uno de los espacios más particulares de la vivienda popular, pues, a nivel de ciudad, lo encontramos casi exclusivamente en este tipo de respuesta habitacional, hecha por los mismos pobladores, sin que se contemple en los diseños trabajados desde la arquitectura. El zaguán, establece entonces conexión entre el andén y el espacio interior de la vivienda, permitiendo un acceso alterno o la aproximación a una escalera que comunica al segundo piso, garantizando la independencia de las futuras viviendas (085, 093). Tiene una longitud que puede oscilar entre los tres y los seis metros, por ochenta o noventa centímetros de ancho, y está conformado habitualmente por el muro lateral que aísla de la casa vecina, y el otro muro, correspondiente a un espacio interior de la vivienda, ubicado sobre fachada, usado como zona social o espacio de carácter múltiple, con énfasis comercial; este espacio en forma de túnel, generalmente no encuentra un remate especial, sólo permite el desplazamiento de transición.
4.4.1. LOS ZAGUANES Y SU UBICACIÓN En los levantamientos analizados se encontraron dos tipos de zaguán: de tramo longitudinal y de tramo en L. El zaguán de tramo longitudinal, sobre uno de los costados del lote, (086, 090) o muy excepcionalmente, por el centro del lote de 6 x 12 (103, 178), es una circulación recta que comunica la puerta de entrada con la parte intermedia de la vivienda. De este caso,
encontramos cuatro variedades: a) Con remate sobre un espacio central de la vivienda, generalmente el patio. b) Con acceso tanto al primer piso como a una escalera que sirve de remate al zaguán y que comunica con el segundo piso. c) Con remate en la parte intermedia del lote, con una escalera que se desarrolla sobre el patio central de la vivienda. d) La misma situación anterior, pero la escalera se desarrolla en sentido contrario, teniendo que acceder a través del patio central para tomar la escalera que se devuelve hacia el frente del lote. El zaguán de tramo en L, corresponde a un zaguán longitudinal de aproximadamente cuatro metros de largo, el cual se desarrolla de forma paralela a la escalera que lleva al segundo piso, conformando una L en proximidades a la puerta de acceso (036, 117). Ubicado sobre uno de los costados del lote, garantiza también la independencia para entrar a cada uno de los pisos, permitiendo en el otro costado, el funcionamiento de un espacio múltiple sobre fachada.
4.4.2. EL ZAGUAN, RELACIONES ESPACIALES La relación principal del zaguán es la establecida entre el exterior, andén o calle, y el interior de la vivienda. En este sentido, es única su ubicación en relación directa sobre la fachada de la vivienda, comunicándose con una de las puertas que habitualmente se disponen sobre la calle. En el interior de la vivienda se establece una relación bastante reiterada con la escalera que asciende hacia el segundo piso (020, 032, 091), la cual se ubica como desarrollo paralelo al zaguán – tramo en L – (027, 031), o como remate visual y de circulación – tramos longitudinales -. Así mismo, en algunas ocasiones es posible encontrarlo teniendo como remate el patio central (025, 086), o chocando con el muro de un espacio cualquiera (029, 096). Está usualmente conectado con el eje interior de circulación de la vivienda, en la parte central con los pasillos - corredores que distribuyen a los diferentes espacios de la casa alcobas, servicios, etc, (006, 020, 024). Así mismo, se encuentra conectado con circulaciones verticales continuas, cuando se presenta la continuidad de zaguán escalera como eje longitudinal horizontal – vertical, hasta los terceros pisos (032, 117), se percibe una sumatoria casi interminable de escalones, apreciación óptica de la perspectiva. En algunos muy pocos casos, sobre el trayecto de circulación determinado por el zaguán se abren puertas para acceder directamente a espacios interiores, sin tener que entrar al fondo de la vivienda (081, 103). Ocasionalmente se colocan sobre el zaguán algunas ventanas de espacios interiores, las cuales no brindan iluminación alguna (047, 109), ya que el zaguán es un espacio en penumbra, recibe algo de luz exterior tan sólo cuando se abre la puerta de acceso. No obstante, en los casos en los que se plantea paralelamente zaguán y escalera, con un ancho de casi dos metros, surge la posibilidad de puerta - ventana para brindar una mayor iluminación al interior de estos espacios (036, 195). En casos excepcionales, se encontraron a diferencia del caso anterior, disposiciones de zaguán con remates en el patio central, garantizando a la vivienda mejores niveles de iluminación y una relación más agradable interior – exterior, mediante conexiones visuales entre la vida del patio y la de la calle.
4.4.3. PRESENCIA DE ZAGUANES POR LOCALIDADES A partir de los levantamientos de viviendas analizadas en su conjunto, se pudo establecer que el 36.59% acceden a su interior a través de un zaguán. Destacándose que este porcentaje asciende, en el caso de Ciudad Bolívar, a un 54.54%, localidad donde más de la mitad de las viviendas cuentan con un zaguán; mientras que en Suba, su presencia apenas se detecta en un 19.44%. Las localidades de Bosa y Kennedy, tienen promedios de uso de un 37.8% y un 36% respectivamente. Barrios como El Jardín de Bosa y Alto de la Cruz en Ciudad Bolívar, presentaron un uso reiterado del zaguán, por encima de los demás barrios, con un promedio del 66% de los casos analizados. Del conjunto de casos que utilizan el zaguán, un 70.47% corresponden a zaguanes de tramo longitudinal hacia un costado del lote, un 26.76% corresponden a tramo longitudinal en L con desarrollo paralelo que comunica hacia el segundo piso, también ubicado sobre un costado del terreno; apenas se encontró un 2.81% de los casos estudiados que tenían un zaguán longitudinal ubicado como acceso central a la vivienda.
4.5. LA ESCALERA: ACCESO A LAS “OTRAS” VIVIENDAS “Así es como todo está desparramado en mi; las habitaciones, las escaleras, que descendían con lentitud ceremoniosa, otras escaleras, jaulas estrechas subiendo en espiral, en cuya oscuridad se avanzaba como la sangre en las venas”. Rainer María Rilke.
Es la escalera la circulación vertical que permitirá conectar la vía pública o los primeros pisos con los “nuevos lotes”, que se van ganando gracias a las “placas” de concreto. Las escaleras progresivamente se irán sobreponiendo unas a otras, como un zigzagueante desdoblar de planos, hasta consolidar una edificación en altura, en la que este elemento de circulación vertical jugará un papel fundamental en la organización de los distintos subnúcleos habitacionales al interior de cada piso. A través de la escalera y de la placa de concreto, se consolida, además, la idea de acceder a futuras posibilidades de rentabilidad de la vivienda (apartamentos); en un primer desarrollo permite subir a la terraza, utilizada como patio que se estará elevando en la medida en que crece en altura la vivienda. Cada piso se construye, al decir de los pobladores: “paso a paso y peso a peso”, por cuanto, les exige la paciencia de la progresividad y el condicionamiento a la situación de sobrevivencia económica. Cada piso implica ir solucionando su sección de circulación vertical, su tramo de escalera. La ubicación de la escalera en este tipo de viviendas es una decisión trascendental para el propietario, pues de ella depende la posibilidad de dar privacidad a los distintos núcleos habitacionales que cohabitan en la edificación, o generar puntos de tensión y cruce de circulaciones. Así mismo, puede o no estar incluida al interior de algún espacio de estar, en un primer caso, cuando ocupa un espacio independiente, se asume como circulación propiamente dicha, dispone de un espacio claramente independiente y se relaciona con otro espacio de circulación como es el zaguán. En el otro caso, cuando se ubica en el interior de un espacio de estar, modifica al espacio que la contiene haciéndole perder parte de su privacidad, esto pasa, por ejemplo, cuando se implanta dentro de un espacio múltiple o de renta, o en zonas sociales que a veces se ubican sobre fachada, o en la parte intermedia del lote, ocupando el espacio que inicialmente se destinaba a un área significativa, como era la del patio.
La disyuntiva se plantea entonces entre escalera independiente relacionada con el exterior y escalera en la parte intermedia de la vivienda, sin lograr mayor independencia. No obstante, es importante aclarar que en todos los casos analizados la escalera se ubica al interior de la edificación, posiblemente por cuestión tanto de seguridad, como de las condiciones climáticas de la ciudad, las cuales no favorecen su ubicación en un desprotegido exterior. En el desarrollo progresivo de la vivienda, la escalera va de la mano con la placa de concreto, incluso, son fundidas de forma paralela, en el sitio. Por ella se asciende a la nueva propiedad conquistada al techo, con ella se gana otro lote de 6 x 12, sin importar que se disminuya el área libre que le corresponde al patio y que se tenga que volar sobre la fachada; la nueva propiedad que se ha tomado del aire aísla del contacto con el suelo, con la calle11. La escalera es el peldaño al “nuevo lote”, la placa de concreto como espacio de terraza, genera para el poblador la posibilidad futura de una vivienda adicional. Escalera y placa (terraza), es el sueño que domina al desarrollo progresivo, es el ideal que se persigue porque valorará el gran patrimonio de toda una vida: La sólida casa. Sin embargo, al ubicar el propietario la escalera en el mapa mental que tiene de su futura vivienda, básicamente se piensa en que sirva para subir a la terraza, en algunos casos se determina independizar el acceso al segundo y tercer piso. Así, al revisar el conjunto de viviendas visitadas se pueden encontrar escaleras que le brindan cierta posibilidad de independencia a la edificación (007, 027), pero también existen otros casos en los que la escalera se ubica en diferentes sitios de la casa, sin garantizar un mínimo de independencia. En estos últimos casos se percibe cierta tendencia a involucrar la circulación con la vida de los espacios privados de los diversos núcleos familiares que pueden compartir la vida interior de la edificación12 (005, 064, 094).
4.5.1. LA ESCALERA Y SU UBICACION A partir de los levantamientos de las viviendas relacionados en este estudio, se pudo encontrar que desde los primeros pisos de la edificación se propone una escalera independiente en el 71.5 % de los casos, restando un 28.5 % de viviendas que la ubican en su interior, negando la independencia hacia los pisos superiores de la edificación. Esta reiterada tendencia, muestra la idea inicial del poblador de arrendar determinados pisos de la edificación, garantizando independencia en la accesibilidad a los mismos. La escalera ubicada en el centro de la vivienda, que permite que un mismo núcleo familiar disponga de varios pisos, no se presenta dentro de los casos estudiados, posiblemente porque impide el lograr la rentabilidad que puede brindar el arriendo de los diferentes pisos (apartamentos). Llama la atención que, mientras en las localidades de Bosa, Kennedy y Suba, se guardan proporciones estadísticas semejantes a las señaladas en el párrafo anterior, en Ciudad Bolívar la relación es más equilibrada, apenas un 57.5 % de los casos cuentan con escalera independiente, mientras que un 45.4% la integran al espacio interior de la vivienda. La escalera se puede encontrar en relación directa con la calle, inmediata a una puerta de acceso (011, 031, 089), otras veces se ubica en la parte intermedia de la vivienda, semi - independiente y conectada por un zaguán (032, 091, 106), y en otros casos se incorpora definitivamente al interior de la edificación, sin privacidad alguna (026, 092, 094).
Los tipos de escaleras encontrados al interior de las viviendas son: -de un tramo longitudinal, -un tramo longitudinal con entrada o salida lateral, -dos tramos en L y -dos tramos en U. La escalera de un tramo longitudinal (031, 089) se utiliza en aquellos casos en los que se desarrolla de forma continua sin cambiar de sentido, asciende de un piso a otro en un solo tramo. En el espacio inferior, el que queda entre el plano diagonal de la escalera y el piso de base, generalmente se ubican baños (de piso o de emergencia), también puede ser utilizado como depósito en el caso de locales comerciales. La escalera de un tramo longitudinal con entrada y/o salida lateral, (059, 134, 150) es empleada en aquellos casos en los que la disposición anterior de un tramo totalmente longitudinal, requiere, por espacio, un giro de 90° en cualquiera de los dos extremos de la escalera, entregando a cada piso de forma lateral, es especialmente utilizada a partir de los segundos pisos. El espacio inferior, entre escalera y piso, también encuentra utilización en este tipo de solución. La escalera de dos tramos en L (030, 025) como su nombre lo indica, comprende un tramo inicial hasta la mitad de la escalera, girando de ahí en adelante a 90°, con otro tramo que conforma la L. La escalera de dos tramos en U (116, 111), se desarrolla como “punto fijo”, en dos secciones, las cuales comparten un punto de descanso (078B, 090B, 111B). Esta es una posibilidad de circulación vertical que garantiza independencia a cada uno de los pisos de la edificación. Su uso es muy excepcional. La ubicación de la escalera en los casos de lotes esquineros, permite mayores posibilidades de independización de los accesos a los diferentes pisos, ésta puede ser transversal en la parte intermedia del lote (013, 043, 111), en U en la parte central (010), transversal hacia el fondo (015, 042) o longitudinalmente sobre uno de los dos costados del lote (107), también, en un rincón diagonal a la esquina (100). En algunos levantamientos se detectaron escaleras longitudinales continuas, éstas siguen una trayectoria de encadenamiento de tramos hasta llegar al último piso (044, 117). Este tipo, poco frecuente, si bien garantiza accesos independientes a cada piso, espacialmente se convierte en una fila interminable de escalones que ascendiendo atraviesan longitudinalmente el terreno hasta el punto de culminación. Otra variante en la ubicación de la escalera es cuando se inicia de adentro hacia fuera, sentido contrario al de la circulación exterior – interior, obligando un recorrido hasta el interior para regresar ascendiendo al piso superior (005, 026, 076), si su desarrollo es transversal la edificación queda prácticamente dividida en dos (096, 099).
4.5.2. LA ESCALERA Y LOS OTROS ESPACIOS La relación escalera y espacio público, es bastante reiterada, este caso se presenta cuando la escalera se ubica disponiendo de la posibilidad de acceso de manera independiente desde la fachada. Esta relación se puede alcanzar o bien de manera directa, a través de una puerta independiente por la que se ingresa desde el andén, o de manera indirecta, cuando se llega a la escalera desde el zaguán. Así mismo, se presenta una relación escalera - zaguán, cuando estos dos recursos de circulación se desarrollan de forma paralela como accesos independientes al primero y al segundo piso, respectivamente.
Existe un vínculo bastante reiterado entre patio y escalera, cuando ésta se ubica en la parte intermedia del lote (038, 075, 119). Esta alternativa, aunque si bien posibilita una debida independencia de circulaciones, reduce ostensiblemente el área libre del patio, limitando las condiciones mínimas de ventilación e iluminación del interior de la vivienda. El remate superior final de la escalera, en la gran mayoría de los casos, es la terraza, bien sea a nivel del segundo o del tercer piso. La terraza se propone como espacio individual o colectivo, utilizado para ropas, como zona de esparcimiento, o de depósito.
4.6. EL ESPACIO MULTIPLE: POSIBILIDAD DE FUNCIONES «La neutralidad de un contenedor hexaédrico puede permitir el alojamiento de cuanta actividad se adapte al vacío delimitado por sus planos conformantes». Handt
Por espacio múltiple, nos referimos a aquellos espacios ubicados en primer piso, generalmente, sobre fachada en cuyo interior, desde su concreción, imaginariamente, se van alternando múltiples usos futuros, algunos de los cuales pueden tender a lo comercial (tienda, miscelánea, etc.), o a ser espacios de renta (“apartamenticos” o piezas de arriendo) o a ser ocupados con actividades complementarias de la vivienda (depósitos, alcobas temporales, talleres, etc.). Este espacio múltiple, posteriormente, podrá ser lo uno o lo otro, combinando incluso, lo uno y lo otro, es decir, se convierte en un espacio ambiguo, polifuncional, no tiene un uso específico, dependiendo de las circunstancias que rodeen a la familia se le encontrará la utilización temporal. Presiones económicas pueden llevar a buscar un uso rentable, el crecimiento intempestivo de la familia puede obligar a que se convierta en alcoba, cierta posibilidad económica lo puede convertir en el sitio de la televisión y de guardar los muebles para recibir visitas.
4.6.1. ENFASIS COMERCIAL Cuando el espacio múltiple, tiene un énfasis claramente comercial, éste se ubica en los primeros pisos de la edificación, estableciendo una relación directa con la vía pública, con el futuro comprador, con el vecino del barrio, se organiza entonces para que pueda funcionar como tienda, miscelánea o taller. A través de este espacio, se concreta a corto plazo la posibilidad de rentar una parte de la edificación, la cual puede utilizar directamente el propietario, especialmente en las primeras fases de la construcción, o algún inquilino, cuando se consoliden los pisos superiores. Ubicado sobre la fachada, es un espacio completamente abierto a la calle, caracterizándose como uno de los espacios más particulares y reiterados en este tipo de viviendas, en los que se concreta la idea planteada inicialmente, en torno a la combinación de habitabilidad y rentabilidad13. Estos espacios son más protagónicos cuando el lote es esquinero, y está próximo a las vías más transitadas del barrio, especialmente por las que pasa el transporte público. La inestabilidad económica, la posibilidad de aumentar los ingresos mensuales a través de un arriendo o de la tienda que puede ser atendida por uno de los miembros del núcleo familiar, son algunas de las razones que obligan a que estos espacios lleguen a formar parte constitutiva de la vivienda. La miscelánea, la tienda, el sitio de venta de alimentos preparados en la cocina
de la casa, sigue vigente, no obstante, el auge de los grandes supermercados y la creciente presencia de los múltiples vendedores ambulantes que invaden los barrios cada día.14 A través del espacio múltiple, se concreta la idea de la “casa - taller” o de la “casa tienda”, definiendo, en estos primeros pisos, la alternativa rentable casi inmediata dentro del proceso de desarrollo progresivo de la vivienda, destinando áreas significativas de construcción para determinadas actividades comerciales. “Ahora me gustaría poder hacerle un local aquí abajo y construirle arriba la vivienda, así como las casas de campo de Antioquia [...], con un local amplio para vender las melcochas y la gaseosita, y bueno, buscar el medio de atrapar a la gente y buscarse lo de la comida” evocaba un poblador como parte de sus deseos futuros en torno a su vivienda15. El deseo del “localito” como posibilidad de enfrentar una emergencia económica, forma parte integral de la idea de vivienda que se va consolidando progresivamente. La tienda de barrio sigue siendo, entonces, la alternativa comercial más próxima a la cultura popular, es la que se identifica con la cotidianidad del poblador y con la vida de la «cuadra», por cercanía espacial y por la relación cultural que ofrece. Allí se encuentran los productos alimenticios más cerca de la casa y desde tempranas horas (6:00 a.m. en adelante), también es el sitio más próximo en donde se podrá comprar al menudeo (desde una pastilla de chocolate), también ofrece la posibilidad de otorgar crédito al vecino, “fiar”, incluso, se puede obtener dinero prestado sin intereses adicionales, para solucionar el transporte del día; allí se dejan razones, se guardan llaves, se pegan anuncios, se presta el teléfono o se dan orientaciones al desorientado forastero. La pequeña tienda, aunque poco surtida, es lo personal, el foco de atracción cultural del barrio, lo contrario a lo impersonal, aunque bien surtido, que ofrece el supermercado16. La tienda es un hito cultural y espacial dentro de la cuadra, no sólo responde a la alternativa de comprar, sino que también posibilita la interacción, el encuentro, el sitio hasta donde llega y de donde parte el chisme, es el lugar del acercamiento social. Las áreas que ocupa este espacio múltiple comercial pueden oscilar entre los 12 m2 y los 72 m2, estas últimas cuando es ocupado todo un primer piso de la edificación, como bodega, taller o panadería, (019, 046, 114). La disposición espacial de estos espacios sobre fachada, cuando la ocupación del primer piso es parcial, se dan de diferentes maneras: transversal anterior, transversal compartido, longitudinal anterior. Transversal anterior: Cuando el espacio múltiple ocupa toda la fachada del primer piso, desarrollándose de forma transversal al lote (030, 056, 202). Transversal compartido: Se ocupa todo el frente del lote, compartiendo la fachada con la escalera que asciende al segundo piso o con el zaguán, circulaciones que se ubican sobre uno de los costados; al espacio múltiple se accede a través de una segunda puerta independiente (022, 057, 136). Longitudinal anterior: Sobre la fachada se disponen dos espacios, uno de los cuales es el espacio múltiple, el cual se desarrolla de forma longitudinal (026, 064, 143).
4.6.2. ENFASIS HABITACIONAL El espacio múltiple no siempre está predestinado a ser ocupado con funciones netamente comerciales, aunque sí presenta una marcada tendencia a que a través de él se
pueda obtener alguna renta extra para la familia. Por ser un contenedor neutro, en cuanto a que no dispone de acondicionamiento técnico especializado y que su configuración cuadrada o rectangular es amplia, las actividades que dentro de él se pueden adaptar son variadas. Existen, entonces, casos en los que este amplio hexaedro puede dar abrigo a funciones propias del habitar. Se pueden ir alternando, con el pasar del tiempo, actividades tales como alcobas, o espacios sociales, como la sala o el comedor (089, 104, 061B), incluso, en algunos casos se incluyen espacios de cocina o de trabajo (092, 097) en su interior. La conjunción de variadas funciones dentro de un mismo espacio, es muy común durante la etapa en la que la vivienda es provisional (rancho), o en las fases iniciales, cuando la vivienda estable no ha alcanzado una diversificación espacial suficiente; durante estas etapas, especialmente, se puede usar como dormitorio común, para todo el núcleo familiar.17 Cuando su uso como gran espacio con múltiples funciones se hace más o menos constante, los ocupantes comienzan a definir cierta territorialidad, integran varias actividades y demarcan dominios, todo esto por medio de muebles, cortinas, biombos, etc. Cuando la vivienda se consolida, la tendencia de ocupar el gran espacio con varias actividades no desaparece del todo. El espacio de uso múltiple, en muchos casos, se conserva, para dentro de él integrar y entrecruzar varias actividades que han quedado sin subdivisión interior especializada. Cuando la vivienda ha alcanzado una especialización espacial adecuada para contener las funciones básicas de la familia propietaria, entonces, el espacio múltiple se destina para la renta. En estos casos se encuentra que este gran espacio puede ser alquilado como un pequeño «apartamentico», como popularmente se les llama, el cual presenta áreas que oscilan entre los 9 y los 20 m2. En ellos se deben albergar, generalmente, los núcleos familiares jóvenes, o personas solas que no han podido solucionar su independencia en el habitar. El “apartamentico” corresponde básicamente al espacio múltiple, que en algunos casos se llega a subdividir para poder diferenciar dos habitaciones, se complementa con la posibilidad de uso del área de servicios, que se debe compartir con otros inquilinos o con los propietarios de la casa (081, 098, 136). Es posible encontrar entonces, en un mismo piso, dos núcleos familiares, inquilinos y propietarios o sólo inquilinos, que comparten la zona de servicios en la parte central, y que en los extremos, anterior y posterior de la vivienda, tienen una o dos habitaciones de uso múltiple. Cuando se deja el gran espacio sin subdividir, especialmente sobre fachada, el área puede oscilar entre los 12 y los 30 M2 (085, 104, 108), en este caso el espacio puede disfrutar, por su proximidad con la calle, de un acceso independiente. Si se ubica en el fondo de la edificación, se privilegia la privacidad, porque no va a ser cruzado por circulaciones (043, 044B, 087B), pero para llegar a él se deben atravesar otros dominios. Cuando se subdivide el gran espacio y se ubica en el fondo, la subdivisión no es total, se deja la posibilidad de intercomunicación por medio de un vano central, conformando de esta manera la doble «alcoba de fondo». Cada subdivisión de la doble alcoba de fondo puede disponer de cerca de 9 M2 (064C, 081), a este binomio espacial se accede a través de una sola entrada, a pesar de compartir un único acceso la división permite diferenciar dos ambientes o dos actividades, dormir y social, por ejemplo. En estos casos se puede encontrar una alta saturación en el uso del espacio, ya que, para desarrollar las diversas actividades dentro de él se requiere emplazar los diversos muebles que las posibilitan: camas, neveras, mesas y muebles de sala – tipo sofás -, cocinetas, etc.
El espacio de uso múltiple, dentro de este tipo de vivienda, es una respuesta espontánea que mantiene cierto vínculo de reminiscencia con los inquilinatos, contenedores urbanos de renta en los cuales se hacinan los recién llegados a la ciudad, y de los que posiblemente ha emigrado el nuevo autoconstructor. Aquí en su nueva obra, posiblemente, busca reproducir el esquema de la rentabilidad que ofrece el inquilinato, así, dentro de un contexto en el cual la vivienda nunca es suficiente, a cada rincón, por reducido que sea, se le puede encontrar inquilino. El gran espacio que se debe adaptar para desarrollar diversas actividades tiene que ser acondicionado de manera recursiva por sus moradores. Para ello se utilizan muebles, cortinas, biombos, con lo que se subdivide virtualmente el espacio interior, permitiendo por una parte la demarcación de ciertos dominios, y, por la otra, una total flexibilidad para rehacer o cambiar la situación cuando la necesidad así lo exija. El uso de este espacio sigue la secuencia de la manera en que se van supliendo las necesidades básicas del habitar, primero se dará alojamiento al dormir, por medio de camas y camarotes sin mayor demarcación de zonas, si no se dispone de cocina independiente, aquí también se organizará, posteriormente cuando se pueda, vendrá lo social, para ello se comenzará a subdividir y a emplazar los muebles especializados. A pesar de los diferentes recursos que se utilizan para acondicionar el espacio, este contenedor siempre será reducido para lo diverso, y dentro de él la privacidad e intimidad serán sacrificadas, al igual que la aireación e iluminación.
4.6.3. EL ESPACIO MÚLTIPLE Y LOS OTROS ESPACIOS El espacio múltiple, a pesar de tener un carácter funcional diferente al de los demás espacios que integran la edificación, establece una serie de relaciones con el resto de la vivienda y con el espacio público. Así, por ejemplo, se puede identificar una relación con la vía pública, por cuanto es un espacio de comercio abierto al transeúnte, al poblador del barrio. En ese sentido, la doble puerta sobre fachada, es un componente importante, pues, ésta permite una abertura muy amplia entre el interior, el local, y el exterior, el andén o la calle, lo cual ya se había mencionado. También se establece una relación contigua con el zaguán sobre uno de los costados de la vivienda, incluso, con la escalera que a veces se desarrolla de forma paralela. Zaguán – Espacio Múltiple, integran una formula de subdivisión interna de intrafachada, con utilización muy reiterativa, por cuanto con su presencia directa sobre fachada, se posibilita la independencia de accesos tanto al local comercial, como a los núcleos familiares del interior de la edificación (008, 039, 081). El espacio múltiple puede combinar el carácter de espacio de estar, local y similares, con el de circulación. Se emplea como espacio de circulación cuando no se tiene otra posibilidad para acceder al interior de la vivienda, generalmente cuando no existe el espacio zaguán (045, 048). En estos casos se circula atravesando el gran espacio para alcanzar el interior de la edificación. También se combina con el circular cuando la escalera que comunica con los pisos superiores se ubica en su interior sin ninguna posibilidad de independencia (115). Ocasionalmente el espacio múltiple se puede relacionar directamente con la cocina. Esta relación se genera cuando la cocina al ubicarse en la parte media del lote linda con el espacio múltiple. La relación se efectúa como posibilidad de control visual sobre el local, cuando es la mujer la que atiende paralelamente el espacio comercial y los oficios
propios del hogar, lo que también facilita que los alimentos que se preparan destinados a la venta en el local se puedan trasladar de manera directa. Acompañando al gran espacio múltiple de intrafachada a veces se encuentra un complemento habitacional hacia el fondo del lote. En estos casos el local comercial ocupa la parte de fachada y en el interior se organiza un apartamento, comúnmente conformado por dos alcobas, baño, cocina y un pequeño patio (057, 098), el que se puede destinar al alquiler, así se utilizará todo el primer piso con la renta, posibilitándose que un mismo inquilino pueda tomar el local con su apartamento interior. Ahora, así como el espacio múltiple no siempre implica una destinación para la renta, igualmente no toda posibilidad de renta requiere de una espacio destinado para ello. Se encuentran algunos ejemplos en los que si bien se comercializan algunos productos desde el interior de la vivienda, a esta actividad no se le destina un espacio definido. Es el caso de la venta de helados, trabajos de modistería, reparación de electrodomésticos, los que sólo requieren de un rincón de la casa para su producción y a través de un simple aviso, ubicado en una de las ventanas que dan sobre la calle, se le puede comunicar al público sobre la existencia del producto o servicio, la atención se hace de manera muy informal desde la puerta de la casa.
4.7. EL PATIO: ESPACIO POCO DESEADO El patio es el declive Por el cual se derrama el cielo en la casa... Jorge Luis Borges
El patio, dentro de términos óptimos, es el vacío circunscrito por construcción, el espacio que ante ausencia de materia, en planta y en altura, permite que la luz y el aire penetren al interior de la vivienda, iluminándola y ventilándola. A través del patio, miran las ventanas, en él crecen las discretas plantas ornamentales, evocando la nostálgica casa de campo o de provincia, allí cuelga la ropa que se deja secar por el sol. No obstante, pareciera que en este tipo de viviendas, el patio se convierte en un espacio no muy deseado por los autoconstructores, para ellos, es más un desperdicio de área posible para construir, que el conducto que puede proporcionar un mejor estar interior. Si se deja, se pierde una muy necesaria alcoba, en cada piso de la construcción. Entonces, el patio se termina convirtiendo en un “mal negocio”, por cuanto, limita el aprovechamiento total del área para ser construida, reduce metros cuadrados de construcción, al fin y al cabo, el proceso de desarrollo progresivo no deja de ser, el ir acumulando metros cuadrados de construcción, con la consecuente disminución del área libre en cada piso de la edificación. En el autoconstruir, la idea de edificar choca con la de dejar espacio libre. En este aspecto, las perspectivas de mejorar las condiciones de habitabilidad de la vivienda, ceden ante la intención de construir cada día un poco más. En este encuentro de fuerzas en pugna, entre lo construido y lo no construido, quedan varias inquietudes a plantearse en estudios posteriores: ¿hasta donde conceptos de complementar la casa con subdivisiones espaciales continuas, limitan la valoración de una calidad espacial necesaria para el habitar?, o ¿hasta donde la idea de crecer para arrendar o ampliar la posibilidad de alojamiento del núcleo familiar, tenga que eliminar
las condiciones básicas de aireación, ventilación y privacidad de lo construido, vistos desde los parámetros que trabaja la arquitectura?. El arquitecto holandés Aldo Van Eyck, había notado esta ya peculiar circunstancia, en diferentes países latinoamericanos: “Estuve mucho tiempo en la barriada discutiendo con la gente cómo solucionar el problema; decidimos que no íbamos a hacer un patio; eso era una decisión bastante extraña para un europeo, pero de una realidad práctica, porque observamos que las viviendas de barriadas van siendo ampliadas habitación por habitación hasta no dejar ningún espacio libre; después de unos años los espacios abiertos han sido construidos y las casas no tienen sino una ventana”18. En el caso de Bogotá, la situación no es muy distinta, para los pobladores el patio parece no tener la trascendencia que lo haga imprescindible, a nivel de espacio vacío que sea necesario conservar. Dentro de los términos del pragmatismo que acompaña al autoconstructor, la necesidad del patio no es la de ser el conducto que desde las alturas permite el ingreso del sol, del aire y hasta de la lluvia, se le ve más como el sitio destinado al lavado de ropas, desde esta óptica, puede quedar satisfactoriamente justificada la solución de trasladarlo a la terraza, sin reparar en las condiciones que se generan en el interior. No obstante, reiteramos que el autoconstruir el refugio propio, se orienta por otra lógica, distante de la planeada y argumentada desde la academia, de ahí que sea complejo, visto desde la superficie, cuestionar o valorar el tipo de solución que se construye sin dejar el higiénico patio. Cabe recordar, en este sentido, las muy acordes palabras de Pezeu – Massabuau: “...el deseo de apertura del espacio privado se subordina a la realización de un ambiente ecológico dado. Por el contrario, veremos que en muchas civilizaciones no es la luz, sino la oscuridad lo que se busca: además de cierta frescura, a esta última se le atribuía una intimidad mas profunda, y la penumbra así lograda se valorizaba con consideraciones religiosas o estéticas”19. No estaríamos muy seguros en adscribirnos de manera inmediata a esta afirmación, especialmente cuando el tema de lo cultural presente en la vivienda en estudio, está por ser investigado, pero se podría comenzar a pensar en otra “comodidad” que puede ofrecer el espacio oscuro con aire enrarecido?. En algunos casos hemos encontrado respuestas que justifican la solución práctica de buscar la oscuridad, especialmente cuando se detectan espacios con cortinas negras y los vidrios pintados de negro, estas esto se presenta, por ejemplo, cuando uno de los habitantes de la vivienda trabaja de noche y debe dormir durante el día, incómodo tendrá que ser para él si el sol penetrase hasta su alcoba. 20
4.7.1. EL PATIO Y SU UBICACION Antes de describir su ubicación dentro de la vivienda, debemos aproximarnos a las “ideas de patio” encontradas en los levantamientos, pues el patio como tal, como espacio completamente abierto al cielo, no es el que necesariamente vamos a encontrar. Lo que encontrado, no muy parecido al pleno concepto de patio, nos habla de una lucha del autoconstructor contra el espacio vacío interior, lucha por ocupar cada centímetro cuadrado de su lote con construcción. Por ello el patio, como espacio vacío, tiende a desaparecer, si se presenta como “ducto”, su tratamiento es muy similar al que se le puede dar a otro de los espacios internos de habitación, se elimina la abertura hacia el cielo, se niega la libertad para que el aire penetre y por consiguiente se obstaculiza hasta casi anular el ingreso de la luz del sol. Así encontramos casos que evidencian su inexistencia hasta, los que nos muestran una débil y reducida presencia. En los casos en
que no existe, es porque la placa de concreto le ha invadido su abertura superior, la placa de concreto cubre todo el primer piso (004, 013, 019). Cuando se conserva una ligera reminiscencia de él, es cuando en la placa de concreto se dejan baldosas traslúcidas “vitroblock – insoluz” que ligeramente dejan pasar algo de luz eliminando la penetración del aire. Si la placa de concreto se detuvo antes de cubrirlo, entonces a nivel del segundo o tercer piso, se cubre la abertura conservada con tejas plásticas o marquesina. Cuando mejor le va, a este espacio, es cuando se conserva la abertura superior y sólo se le protege con un enrejado conformado por los hierros que se prolongan de la placa y sirven para darle seguridad a la casa. Así el patio como elemento de aireación, iluminación y solaz, ha sido desplazado por el abrigo y protección excesiva. La tranquilidad de que ni la lluvia, ni los ladrones penetrarán al interior de la casa, es evidente pero la limitación de las condiciones normales de ventilación e iluminación natural, también lo son. Esto último aumenta si se tiene en cuenta, que, en la planeación de una casa, no se contempla la localización de los vestigios de patios (ductos e iluminaciones cenitales traslúcidas), de las casa vecinas, como posibilidad de integración y ampliación del poco espacio abierto que podrían en conjunto reunir. Hablaremos entonces, de aquí en adelante, del patio, antes que de una realidad plena, de una abstracción simplificada; así nos referiremos al patio como a aquella abertura superior que de diferentes dimensiones en algunos casos se conserva. Cuando aún se deja en la placa de concreto, la abertura, en los mejores casos, puede oscilar entre los 3.0 M2 (113) y los 7.0 M2 (155). Con un mínimo de área libre superior, ya se logra cierta iluminación al interior de la edificación, en estos casos el espacio más o menos libre que queda en el primer piso, patio, presenta una mayor tendencia de uso hacia el lavado y secado de ropas (ubicación de lavadero), pero también es posible, encontrar el desarrollo de otras funciones, por ejemplo, un comedor temporal próximo a la escalera que acompaña al patio (008, 031, 096), o un sitio de taller casero improvisado, o un depósito (en estos casos el vacío superior se cubre con teja plástica o marquesina). De acuerdo a lo anterior, se detectaron dos tendencias en cuanto a la ubicación del patio: una central en la parte intermedia de la vivienda, y otra posterior, al fondo de la misma. Estas posibilidades de ubicación del patio, nos definieron indicios identificadores, base de la organización de las dos tendencias de zonificación funcional (A y B) expuestas en el tercer capítulo (ver cuadros). El patio central, ofrece mayores ventajas de iluminación y ventilación a los espacios que se organizan en torno a él y pueden disfrutar de una relación directa a través de ventanas o puertas. Cuando un espacio implantado secuencial al patio central es subdividido, caso de la doble alcoba de fondo, la subdivisión distante del patio queda sin iluminar y ventilar. Por otra parte, la ubicación centralizada, permite integrar el espacio del vacío a la vida familiar, así, no solo ilumina y ventila, sino que también, permite desahogar visualmente recorridos o circulaciones que rematan en él, o que se relacionan tangencialmente dándole mayor vida al espacio interior de la vivienda, por ser el espacio que primero se ve al ingresar, bien sea por el zaguán o por el espacio múltiple (037, 060, 162). La ubicación del patio en el fondo del lote, lo desfavorece, en cuanto a que se asimila con la idea de que es el lugar de la casa relegado, el que se debe esconder, el sitio descuidado, allí se desarrollan actividades que no siempre se quieren mostrar como el lavado y secado de ropa, el depositar lo que ya no se usa (desde la descompuesta bicicleta hasta variados recipientes que esperan algún día contener una mata), sin omitir que este sitio generalmente no recibe ningún acabado de piso, permanece la tierra con
las irregularidades causadas por el material de construcción abandonado y la acción de la lluvia. En este sentido, este tipo de patio, no tiene un papel protagónico en la vida interna de la casa, de allí que se le denomine de manera muy despectiva, como el “patio de atrás”. Esta ubicación permite iluminar una o dos alcobas contiguas al patio, o una alcoba y la cocina, limitando las posibilidades de iluminación en la parte intermedia de la vivienda, razón por la cual, obliga a generar otro foco de iluminación intermedia para beneficiar el resto de espacios interiores, alternativa que muy ocasionalmente se presenta (039, 066). Partiendo de las dos zonas de ubicación, central y posterior, el patio, según lo detectado en los levantamientos, puede adquirir una situación específica dentro de cada zona, lateral, compartido, transversal, céntrico, etc. Central lateral, hace referencia a cuando el patio se localiza en la parte intermedia de la vivienda, sobre uno de los costados del terreno. Con esta ubicación central, el patio gana protagonismo espacial en los casos en que se deja un área libre significativa, por cuanto los espacios giran alrededor de él, mejorando los niveles de iluminación y ventilación al interior de la vivienda (025, 030, 051). Central compartido, la localización es similar a la anterior, pero se comparte esta ubicación con la escalera que asciende hacia el segundo piso, la cual le disminuye significativamente el área de patio, limitando las posibilidades de iluminación y ventilación de los espacios colindantes (037, 083, 178). Posterior lateral, el patio se ubica al fondo del lote, ocupando la mitad de su ancho puede tener un desarrollo longitudinal desde el fondo (066, 140, 189), las posibilidades de ventilación e iluminación sólo las ofrece a los espacios que se ubican a cada uno de sus dos lados perimetrales internos, los externos se convierten en linderos del lote. Posterior transversal, la posición también es en la parte del fondo del lote, pero en este caso el desarrollo del patio es totalmente transversal, ocupando todo el ancho del terreno, conformando un aislamiento completo (003, 047, 058). Posterior centrado, Ocupando la parte posterior del lote, el patio se centra y es rodeado en conformación de U por diversos espacios que se benefician de él (102, 184). Doble separado, Ocasionalmente se encuentran viviendas que utilizan dos patios, para ello combinan, generalmente, las alternativas de patio central y posterior, favoreciendo la iluminación y ventilación de todos los espacios de la casa (039, 066).
4.7.1. EL PATIO Y LOS OTROS ESPACIOS El patio lo encontramos relacionado con la escalera de una manera muy reiterada. Una relación se establece cuando la escalera se ubica alrededor del patio, girando en torno al espacio vacío, garantiza niveles de iluminación para la circulación vertical, pero disminuye el área del patio (037, 081, 090); otra relación se da cuando la escalera se desarrolla de manera tangencial, tocando sólo uno de los costados del patio (083, 088, 106). Así mismo, es reiterada la relación de los patios con la zona de servicios, especialmente con los módulos de cocina y baño, gracias al vínculo de actividades generadas a partir del lavado de ropas, cuando se desarrolla en el patio. Esta relación puede darse hacia el fondo del lote (110, 116) o en la parte intermedia (088, 98, 99).
La relación del patio central con la doble alcoba del fondo, es bastante reiterada, por cuanto el desarrollo de un espacio transversal de fondo, alcoba, debe colindar con el espacio vacío del patio intermedio, relación muy común en los levantamientos analizados (035, 059, 119). La relación patio – zaguán, especialmente como remate visual, se encontró en algunas viviendas, esta relación favorece la iluminación del zaguán, espacio habitualmente oscuro cuando desemboca en espacios cerrados (060, 086, 099).
4.8. PASILLO – CORREDOR, TRANSICIÓN INTERIOR “Entre las diversas células o porciones especializadas de espacio de una vivienda, pueden establecerse dos tipos de circulación: ya sea directamente de célula a célula, o bien a través de un pasillo de distribución que garantiza la autonomía de cada célula”. J. Pezeu- Massabuau
En el interior de la mayor parte de las viviendas, los desplazamientos entre los diferentes espacios consolidados se dan a través de espacios de circulación interior. Esta diferenciación en cuanto al uso de espacios, posibilita el conservar habitáculos destinados al estar, con algún grado de independencia y privacidad, a los que se puede llegar sin interrumpir la privacidad de los otros. Esta función especifica de circulación interior está a signada al pasillo, también llamado corredor. El pasillo – corredor es una especie de galería que rodeando, generalmente a un espacio abierto, permite la transición entre el exterior y el interior. Es un espacio circulatorio no definido lateralmente, que recibe la circulación de acceso proveniente del zaguán (tipología A) o del espacio múltiple de intrafachada (tipología B), y permite que a través de él se orienten los recorridos hacia espacios más internos de la vivienda: servicios, alcobas. Dependiendo de su relación con el espacio de iluminación, este tramo circulatorio puede aparecer iluminado y amplio o ser un paso oscuro y reducido. Su configuración es variada, dependiendo de la forma de articulación de los diversos espacios constitutivos de la vivienda. Como aparece a partir de un aislamiento que dejan los espacios construidos, para que a través de él se pueda acceder a todos y cada uno de ellos, entonces el pasillo debe seguir la configuración que le determinen los otros espacios, recto, o quebrado en forma de L, U o T.
4.8.1. EL PASILLO – CORREDOR Y SU UBICACIÓN Por ser un espacio transicional entre la circulación de acceso y el ingreso a los recintos privados de la vivienda, su ubicación tiende a presentarse en la parte media del lote (006, 022, 026). En algunos casos, especialmente cuando la organización espacial así lo define, el pasillo se puede adentrar hasta el fondo del lote, para permitir el acceso a un espacio que se ubique en una esquina del fondo (020, 023, 024, 136). Dentro de la ubicación central, se destacan algunos casos en los que el pasillo gira en torno del patio, configurando una circulación en U, para permitir el paso protegido desde la finalización del zaguán, hasta una alcoba de fondo sin tener que cruzar el espacio del patio (059, 088, 145, 214). Los demás desarrollos se organizan en forma recta (095, 120), en L (030, 092), o en T (033, 062).
4.8.2. EL PASILLO – CORREDOR Y LOS OTROS ESPACIOS Generalmente se relaciona de manera directa con el patio, ya que es bordeando su perímetro que se debe girar para interconectar la entrada desde el zaguán con el acceso a las alcobas del fondo (017, 086, 088, 093). También encontramos la interrelación con cada uno de los espacios a los cuales les permite continuar un recorrido o acceder: zaguán o espacio múltiple en primera instancia, y alcobas, cocina, baño, como finalización de recorrido. En los casos en los que la escalera no se desprende desde el zaguán sino desde el patio o de una parte media del lote, será a través del pasillo – corredor, que se pueda alcanzar, estableciendo una relación de transición (090, 116, 143).
4.9. LOS SERVICIOS: EL AGUA Y EL FUEGO EN EL INTERIOR “La vivienda no se convirtió en el lugar de preparación y consumo de los alimentos en tanto el agua y el fuego no quedaron establecidos en ella de manera permanente” J. Pezeu-Massabuau
La preparación de alimentos y el aseo personal, son dos actividades a las cuales se les asignan espacios específicos en la parte media o posterior de la vivienda. Esta localización generalmente posibilita que núcleos familiares ubicados al fondo y en la parte anterior puedan compartir los mismos servicios. Tanto las alcobas, como la zona de servicios, son espacios que no pueden faltar en cualquier solución habitacional, se pueden eliminar los patios y las zonas sociales, pero los dormitorios, el baños y la cocinas, son imprescindibles. Esta triada espacial, tiene presencia en la vivienda casi desde el primer asentamiento de posesionamiento del territorio, desde el primer rancho. La zona de servicios aparece entonces como soporte a los espacios de alcobas, inicialmente, después a los demás espacios habitacionales. Se ubica esta zona cerca del espacio de acondicionamiento ambiental, el patio, con el que se complementan, puesto que allí se desarrollarán actividades paralelas a la cocina, tales como el lavado y secado de ropas. Así, se localizan, entonces, baños y cocinas, en una franja equidistante a las dos zonas extremas de la vivienda: la zona privada o de alcobas, al fondo, y la zona de interrelación social, de intrafachada (renta, comercio, social, etc), en la que también se ubicarán posteriormente, alcobas en los pisos superiores. Otra localización, de esta zona, se puede presentar en una de las esquinas del fondo, especialmente cuando se ubica allí el patio, en torno al cual se desarrollan los servicios. De manera muy excepcional, puede aparecer en intrafachada (005B, 139B, 142B), ubicación que se evita, por considerárseles espacios “de intimidad y desorden”, que preferiblemente no deben formar parte de la cara externa que ofrece la fachada, de allí que se opte por esconderlos en la parte intermedia o al fondo de la vivienda. La localización, en la parte media o al fondo, en los primeros pisos, es mas o menos constante. Los segundos y terceros pisos, los cuales deben conservar una relación de conexiones técnicas, muchas veces mantienen una mediana coincidencia en ubicación con el núcleo de servicios de primer piso, aunque esta consideración no es normativa, por ello se pueden encontrar casos en los que la localización en los pisos superiores está desplazada con respecto a la del primer piso. En las soluciones espaciales analizadas, también llama la atención, la ubicación de dos núcleos de servicios en un mismo piso (026B, 038B, 113B), los cuales están acompañados por tres o cuatro habitaciones o dormitorios, en cada uno de los extremos
de la vivienda, solución que evidencia la alternativa de renta, por medio de los “apartamenticos”, en estos casos se pueden independizar ofreciendo a los inquilinos un área de dominio de aproximadamente treinta metros cuadrados. “Nuestra cocina es una cocina en la que se trabaja, si, pero también en la que se vive ...”, plantea Ekambi – Schmidt, expresión que puede caracterizar lo que en las viviendas se encuentra, la cocina no solo se emplea para la preparación de los alimentos, sino que también es el espacio propicio para recibir la visita ocasional o para comer en familia; es el tradicional espacio de dominio de la mujer, en el que pasa buena parte de su tiempo diario. Allí trabaja a diario para toda su familia, evocando, aquello que plantea Alexander, como la “suposición subyacente de que cocinar es un castigo y comer un placer”, pero también, allí se desenvuelve en su relación con los vecinos o familiares, recordando la vieja cocina de campo, a la que se refiere el mismo autor, aduciendo que “en ella el trabajo de la cocina y la actividad familiar se integraban totalmente en una sola y gran habitación. La actividad familiar se centraba en una gran mesa central: allí comían, charlaban, jugaban a las cartas...”. Esta evocación de tinte nostálgico, aún se conserva como identificación del hogar o centro de reunión cotidiana, es por ello un centro de interés de la casa, lo que se refleja en el área que se le asigna, en promedios entre los 3.80 m2 y los 5.40 m2. Para el caso de los baños, el área asignada es reducida, en promedio entre los 2.50 m2 y los 3.40 m2. Tanto los baños, como las cocinas, en la mayoría de los levantamientos analizados, carecen de ventilación e iluminación directas y suficientes, problema que se multiplica cuando aparecen varios baños y cocinas en un mismo piso.
4.9.1. LOS SERVICIOS Y SU UBICACIÓN La mayor tendencia en cuanto a localización de baños y cocinas, estará representada entonces, por aquellos casos en los que ambos espacios se disponen pareados en la parte media (038, 066, 116) o en la parte posterior de la vivienda (021B, 039B, 102). No obstante, es posible encontrarlos también, de forma aislada o separada, en diversos sitios de la vivienda, con mayor énfasis en la parte posterior (064, 156, 180), o en la parte media ( 010B, 016B, 056). Para precisar esta localización, describimos las diferentes variables encontradas: Pareados longitudinalmente. En estos casos, la cocina y el baño se ubican a continuación el uno del otro, tanto en la parte media de la vivienda, recostados a uno de los muros laterales y estableciendo una relación directa con un patio central (038, 073, 093), como también en la parte posterior, contiguos, en la mayoría de los casos, a un patio ubicado al fondo de la misma (039, 075, 102). Pareados transversalmente. Corresponde a la misma disposición anterior, pero ubicados en sentido transversal (086B, 147, 198). Separados longitudinalmente. El baño y la cocina se pueden ubicar sobre un mismo costado de la vivienda pero pierden su contigüidad, son separados por un espacio intermedio, generalmente el patio (045B, 128B, 156). Separados transversalmente. El baño y la cocina se ubican frente a frente en la parte intermedia o posterior de la vivienda, quedando aislados por una circulación central, que funciona como corredor interior (017, 056, 131C).
Separados diagonalmente. Cada uno de los espacios se ubica en un costado de la vivienda, desplazando el eje de relación, y estableciendo una posición en diagonal (004B, 057, 087).
4.9.2. LOS SERVICIOS Y LOS OTROS ESPACIOS El área de servicios, por ser apoyo fundamental para el bienestar de los otros espacios, mantiene una relación con ellos, que generalmente se da a través de una zona de circulación interior. Desde la primera etapa de la vivienda, con la que se comienza el desarrollo progresivo de la misma, tanto el baño, como la cocina, acompañan los espacios iniciales de habitación, bien sean dormitorios o espacios múltiples, estableciéndose la relación servicios-alcobas. Relación que se conserva posteriormente, de forma especial, cuando su ubicación es intermedia y el área de alcobas, se dispone tanto en la parte posterior de la casa, como sobre la fachada (004B, 027, 067B). Cuando se ubica como área contigua al espacio múltiple con énfasis comercial sobre fachada, se establece una relación de apoyo entre servicios-espacio múltiple. Esta relación favorece, por una parte, la preparación de alimentos y la atención de la tienda o la miscelánea, de forma paralela, incluso posibilita el preparar alimentos para la venta al público, por la otra, en algunas ocasiones se asiste al espacio de tienda con el servicio de baño (038, 052, 095). La relación servicios-zona social, se presenta en los casos en los que se encontró un uso definido de sala y/o comedor, especialmente sobre fachada o en la parte intermedia de la vivienda, zona que requiere del apoyo de ésta área (100, 111B, 113). Es evidente que la relación pocas veces se presenta de manera directa, en la mayor parte de los casos se da a través de los corredores intermedios (006, 112, 152). La relación servicios-patio, es una relación muy constante, como se puede apreciar en las tendencias de zonificación funcional A y B. Esta relación esta condicionada por varios factores, el uso preliminar de los lavaderos como lavamanos y la necesaria relación que se da entre cocinas, baños y lavaderos, la exigencia técnica de conexión integrada, y la de extractar olores y vapores, estos obligan a acercar la zona de servicios al patio. Otra relación, aunque más de posición y acomodación, que de uso, es la que se puede establecer con la escalera. Esta se refiere al aprovechamiento que, en algunos casos, se hace del espacio que queda debajo de la escalera, una vez se ha separado con dirección al piso superior. Este nicho de techo muy inclinado, se utiliza para introducir incómodamente un pequeño baño de emergencia (076, 090, 115).
4.10. LAS ALCOBAS: HABITÁCULOS DISPERSOS En el dormitorio vacío La noche cerrará los espejos. Jorge Luis Borges
Las alcobas generalmente nacen como un gran espacio múltiple, este aparece en los primeros días, cuando se comienza a materializar el primer refugio, en el que
precariamente se deben abrigar las diversas necesidades que conlleva el alojar la vida. Poco a poco y en la medida en que el primer recinto comienza a crecer y se van separando y especializando las nuevas subdivisiones interiores, las alcobas irán adquiriendo su especialización respectiva. Dentro de la planta de la vivienda las alcobas no tienen una ubicación única. Cuando se desarrolla la vivienda en altura, su emplazamiento adquiere cierta tendencia a no conformar grupo, se tiende más a lo disperso. Esta no agrupación se puede leer, en algunos casos en la planta, y con mayor reiteración en alzado, la ubicación de alcobas en diferentes pisos no tiene un zonificación de bloque. Sin embargo la localización de las alcobas si tiene una tendencia hacia lo intimo, por ello se ubican hacia el fondo del lote en los primeros pisos, en los pisos superiores, la privacidad la empieza a brindar la altura, así que pueden aparecer indiferentemente sobre fachada o en la zona posterior, pero si aisladas de los espacios de frecuentación constante. Dentro de esa tendencia a la privacidad, dos alcobas se pueden encontrar al fondo del lote, como espacios pareados transversalmente, o como espacios pareados longitudinalmente. Si dos alcobas se separan, se pueden alinear longitudinal o diagonalmente, finalmente si se anexa una tercera, el esquema de ubicación sigue una configuración en L. Cuando se encuentran alcobas sobre fachada, en los primeros pisos, estas generalmente se destinan a la “alcoba de renta”, la cual comparte, en la zona intermedia, con otros núcleos familiares la zona de servicios. Con el crecimiento o complementación de la vivienda, se aumentan las alcobas para dar mayor independencia a los integrantes del núcleo familiar. El aumento de espacios para alcobas, dentro de un área de lote restringida, no permite mayor posibilidad de emplazamiento. Por ello si no se definió con antelación el espacio que se construiría posteriormente, cuando éste aparezca, puede debilitar o anular las condiciones de las que disfrutaban los ya existentes: iluminación, ventilación o independencia de acceso. Al adicionar un espacio a otro se puede tapar la ventana antes contemplada, o se debe conectar para acceder a uno a través del otro. Al respecto Gilma Mosquera observa que: “en el proceso de adición de habitaciones no es raro que la construcción de las nuevas, deje oscuras y sin ventilación las que se localizan en la zona central del lote; por ejemplo, en viviendas de un solo piso la anexión de una tercera o cuarta alcoba molesta a otra alcoba, a la cocina o el baño”21. La alcoba adicional o “cuarto de más”, muchas veces se destina para posibilitar la opción de arriendo, como se adiciona o se conforma subdividiendo lo existente, casi al final, generalmente afecta el área libre del patio, la iluminación de los servicios o de las otras alcobas. De esto es consciente el autoconstructor, y por ello se pueden detectar sus fallidos intentos de remediar lo que por imprevisión se obstruyó, intenta iluminar a través de ventanas que dan sobre otros espacios deficientemente iluminados (188, 213), o sobre un espacio iluminado, pero que, por no ser un espacio abierto, no es suficiente para que el nuevo pueda disfrutar de esa condición (209, 212). A diferencia de las edificaciones que pueden contener una sola vivienda, en las que las alcobas se disponen en los segundos pisos, mientras lo zona social y servicios se ubican en el primero, o en los casos basados en esquemas de distribución tipo apartamento, en los que existe una clara zonificación de servicios, área social y alcobas, en las viviendas de conformación espontánea, cada piso, prácticamente, contiene una vivienda. La placa de concreto hace las veces de nuevo solar, el cual aisla lo anterior (lo de abajo) y soporta el nuevo núcleo habitacional (lo de arriba), en el que se desarrolla
un programa funcional completo, muchas veces sin guardar relación total con lo construido en el piso anterior. En relación con el número de alcobas por cada piso de vivienda, fue posible encontrar soluciones que incluyen una alcoba (007, 084, 117), dos alcobas (023, 051, 080), estos dos últimos casos con uso comercial compartido, específicamente en los primeros pisos; tres alcobas (079, 086) y hasta cuatro alcobas (091B, 033), en los pisos superiores. De la cantidad de alcobas depende el área de las mismas, las cuales oscilan entre los 6.0 m2 y los 14.0 M2 (005), con lados mínimos de dos metros en algunos casos, pero teniendo como promedio 2.75 metros equivalentes a una subdivisión media del lote en forma transversal. Si bien, en la mayoría de los casos, se tiene un equilibrio en las áreas de cada una de las alcobas, también se pueden detectar casos que presentan una marcada desproporción en cuanto a las áreas de las alcobas (124). En cuanto a la localización dentro de la organización habitacional, a manera de síntesis destacamos a continuación lo más reiterado que se detectó en los levantamientos analizados: Pareadas transversalmente al fondo. Bajo esta denominación se incluye el tipo de alcoba ubicada en la parte posterior del lote, la que hemos llamado anteriormente “doble alcoba del fondo”, uno de los recursos espaciales más utilizados en este tipo de viviendas (008, 051, 090). Pareadas transversalmente al frente. Su utilización es más reiterada en los pisos superiores de la edificación, cuando se disponen sobre fachada dos alcobas hacia el frente de la vivienda (037B, 063B, 099B). Pareadas longitudinalmente. Dos o tres alcobas yuxtapuestas en sentido longitudinal del terreno (044C, 080, 131). Pareadas en L. A dos alcobas yuxtapuestas en un sentido se les adiciona una tercera cambiando la dirección, para conformar una L (036, 100B, 108B). Separadas longitudinalmente. Si bien se ubican las alcobas en el mismo sentido, longitudinal, están separadas por cocinas y/o baños, que se disponen en la parte intermedia del terreno (042B, 092, 115B). Separadas diagonalmente. Las alcobas se ubican desplazando su alineamiento y se separan en sentido diagonal, para unirse a los perímetros laterales del lote, entre ellas pueden aparecer otros espacios, especialmente la zona de servicios (087, 109B, 118). Separadas en L. Esta ubicación hace referencia a la triangulación que se forma al fondo del lote; en este caso una de las alcobas queda sin iluminar, a pesar que las tres alcobas se disponen al rededor de un patio central (099, 152, 208). Encontramos también casos en los que en un mismo piso, se conjugan dos de las ubicaciones antes mencionadas, por ejemplo, cuando aparece la doble alcoba del fondo (pareadas transversalmente al fondo), y otras dos alcobas más, sobre fachada, en segundos o terceros pisos (033B, 037B, 085B), este caso sugiere la presencia de dos núcleos familiares que comparten un mismo piso; el caso 026B es evidente, por cuanto plantea además, áreas de servicios independientes. Casos extremos en los que un piso es ocupado casi en su totalidad por alcobas, que incluso pueden ser hasta cinco, con zona de servicios compartida (113B, 212). En los lotes esquineros, encontramos una zonificación de alcobas, yuxtapuestas longitudinalmente aprovechando la iluminación que proporciona la fachada más larga (100, 107B, 108B), no obstante, esta linealidad, es
también posible encontrarla en lotes medianeros, con graves problemas de iluminación y ventilación (044, 079, 192). La “doble alcoba del fondo”, es uno de los esquemas de organización espacial con mayor presencia dentro de estas viviendas, con áreas que oscilan entre los 18.0 M2 (030, 091) y los 27.0 M2 (018), se ubica en la parte posterior del terreno de forma transversal. Este esquema corresponde a la tendencia de zonificación funcional A, con un 32,63% del total de levantamientos estudiados, o longitudinalmente, relacionados con la tendencia B, con un 26,84% de levantamientos. De la doble alcoba del fondo, se puede destacar: -la posibilidad de acceso común o independiente que le definen sus moradores, -la oscuridad que habitualmente presenta una de las dos alcobas, -la posibilidad de adaptarse como espacio único y múltiple cuando se renta a inquilinos. Cuando es una solución que se repite en cada uno de los pisos, se establece una relación directa con el patio y se garantiza la debida privacidad en la parte posterior de la vivienda, aunque conserva graves problemas de iluminación y ventilación.
4.10.1. LAS ALCOBAS Y LOS OTROS ESPACIOS Las alcobas se interrelacionan con otros espacios de la vivienda. Inicialmente se interrelacionan entre sí, entre alcobas. Por cuanto, la alcoba y la zona de servicios son los espacios mínimos necesarios para rentar al inquilino, existe, entonces, una clara tendencia a relacionar entre sí dos o más alcobas, encontrándose en muchos casos, comunicaciones internas entre ellas (004, 016, 025). Sin embargo, esto no conlleva a una tipicidad en cuanto a ubicación o zonificación de estos espacios, pues si bien, se establecen estas relaciones, ellas se pueden dar en diversos sitios del piso, anterior, media o posterior, y bajo condiciones muy particulares. Una o dos de las alcobas presentes en un mismo piso, tienen relación con el patio. Esta relación alcoba-patio, se presenta cuando el patio se ubica en la parte central o en la parte posterior del terreno, la alcoba o alcobas pueden disfrutar de algún grado de iluminación y ventilación, como también de intimidad, especialmente, al estar ubicadas en la parte posterior. Esta relación es evidente en las tendencias de zonificación funcional A y B. Cuando las alcobas se ubican en los pisos superiores de la edificación sobre la fachada, establecen una relación directa con el espacio público, hacia donde se orientan las ventanas, las cuales además de garantizar la debida iluminación, permiten mantener el control nocturno desde el segundo y tercer piso (051B, 063B, 085B). Esta relación, alcoba-espacio público, también es posible encontrarla en el primer piso (005, 047, 052). Alcobas-zona de servicios. Habitualmente se ubican las alcobas próximas al baño y a la cocina, teniendo en cuenta que esta zona de servicios se localiza casi siempre en la parte intermedia del terreno, equidistante a la zona anterior y posterior de la vivienda (040, 092, 115) . La relación alcobas-zona social, aunque no es muy constante también se puede detectar. Esta se puede presentar de manera directa o indirecta, especialmente en los pisos superiores. Directa es la relación cuando las puertas de las alcobas se abren sobre la zona social (037B, 111B, 029B), en este caso la zona social cumple también el papel de espacio de transición circulatoria. La relación puede ser indirecta cuando una zona social claramente definida se ubica cerca del área de alcobas (040B, 106B, 115). Así mismo, cuando la sala o comedor se ubican en la parte central de la vivienda y las
alcobas se disponen tanto en la parte anterior, como en la posterior del terreno, la zona social cumple el papel de zona de enlace o integración, en torno a ella giran las alcobas (027B, 051B, 111C). Una de las relaciones más constante es la que se establece entre alcobas y circulaciones internas. Este tipo de relación se presenta cuando espacios específicos de circulación llegan hasta las alcobas, zaguanes (025, 027, 103), o pasillos -corredores en la parte intermedia de la vivienda (009,061, 120), sobre ellos se ubican puertas y, en algunos casos, ventanas. En cuanto al amueblamiento que se puede distinguir dentro de los espacios de alcobas, se encuentra lo básico camas, mesas de noche, armarios, tocadores, y lo complementario, el televisor y la mesa de trabajo; prácticamente no se utilizan sistemas de muebles empotrados en la pared, tipo nicho o closet. Las paredes, algunas todavía en bloque a la vista y otras debidamente estucadas y pintadas, son adornadas con afiches o cuadros debidamente enmarcados, referidos especialmente a recuerdos familiares. Así mismo, es reiterada la presencia de imágenes religiosas, a las cuales se le improvisan altares que alumbran y cuidan a diario. Otro detalle que a veces pertenece a este ambiente de habitación es el testimonio del fetiche que augura la buena suerte, la mata de sábila, la herradura, que penden del dintel o por detrás de la puerta.
4.11. LA ZONA SOCIAL, SOCIABILIDAD CON POCO ESPACIO “La casa es el lugar de los encuentros en estado puro; en ella la gente se reúne para “verse” y disfrutar de la presencia del prójimo sin otro deseo conscientemente expresado” J. Pezeu-Massabuau “...todo rincón de una casa, todo rincón de un cuarto, todo rincón reducido donde nos gusta acurrucarnos, sobre nosotros mismos, es para la imaginación una soledad, es decir, el germen de un cuarto, el germen de una casa”. Gastón Bachelard.
La sociabilidad que se puede desarrollar dentro de la vivienda en estudio, sigue unos parámetros muy diferentes a lo que tradicionalmente se maneja dentro de otros tipos de vivienda. Ante situaciones de precariedad y falta de espacio, no es posible llegar a construir espacios con una designación exclusiva para este tipo de actividades: recibir visitas y comer, aunque se pueden presentar en algunos casos. Lo más común es manejar una forma de sociabilidad, visitas, reuniones, comidas, de una manera descomplicada y no convencional, generalmente se deben improvisar las condiciones para recibir al visitante o se acude a la calidad polifuncional que brindan los espacios con que se cuenta. Así, entonces, al revisar los levantamientos, podríamos asegurar que la sala o el comedor como espacios independientes, o integrados en un solo espacio a manera de sala - comedor, no son espacios necesariamente prioritarios en estas viviendas, o por lo menos en las primeras etapas de la vivienda, pueden no estar, sin que su ausencia implique haber consolidado una vivienda incompleta22. Podemos encontrar casos en los que se nota la total ausencia de espacios y muebles, destinados específicamente a la función de la sala o comedor (003, 025, 067) También se encuentran casos en los que las actividades relacionadas con estos espacios se pueden improvisar en una de las alcobas o en la cocina, para ello no necesariamente se requieren los muebles
convencionales, ya que con lo que se cuenta es suficiente, así se puede atender a una visita en el espacio que queda entre las camas, aprovechándolas como asiento, o en el calor que brindan las cocinas (004, 029, 085). En estos contextos y en las limitadas condiciones espaciales ya mencionadas, la “sociabilidad” tiende a darse en cualquier rincón de la casa, a través de la charla pasajera sobre el zaguán, en la tienda que se ubica sobre la fachada de la edificación, en la terraza mientras se atiende el lavado y tendido de ropas, en la cocina en tanto se prepara el tinto o las comidas cotidianas, en fin, no se tiene claramente un espacio especializado para tal fin, la ausencia parcial de espacios sociales y la espontaneidad que se maneja en la relación con los vecinos o visitantes, permiten estas diversas variables al interior de la vivienda. Pero, las generalidades antes descritas no son totalmente dominantes, también se encuentra la vivienda con un programa habitacional completo, esto es, cuando dentro del programa funcional se asigna una espacio específico a lo social, sala y/o comedor (007, 108, 132). En este aparte son las soluciones que más nos interesan. Aquellas viviendas en donde efectivamente encontramos espacios destinados a sala y/o comedor, de forma independiente o integrada, se representan un 44.56 % de las viviendas analizadas, con un énfasis mayor en cuanto a su uso, en las localidades de Suba (58.02 %) y Kennedy (45.45 %), y una presencia menor en las localidades de Bosa (34.78 %) y Ciudad Bolívar (38.02 %). Así mismo, se pudo observar que la presencia de estas zonas sociales son tan reiteradas tanto en los primeros pisos (44.56 %), como en los segundos pisos (44.71%), presupuesto que no teníamos inicialmente, pues pensábamos que la utilización de áreas comerciales en los primeros pisos, eliminaban a los espacios sociales o los desplazaban hacia los pisos superiores. Es evidente también, que este espacio tiene una mayor presencia en la vivienda ocupada por sus propietarios, que en la de los inquilinos, en la de estos últimos, la preeminencia es hacia los dormitorios o alcobas, que se complementan con el acceso a una zona de servicios, habitualmente compartida con otros inquilinos, haciéndose notable la ausencia de espacios sociales en la mayoría de las soluciones de renta.
4.11.1. LO SOCIAL Y SU UBICACION Sobre la extensión de fachada. En estos casos la zona social ocupa un amplio espacio a lo largo de los seis metros de la fachada (030, 040B, 112), al convertirse en el único espacio de intrafachada, establece una relación directa con el espacio público, pero también elimina la posibilidad de acceso a través de un espacio de circulación especializado, teniéndose que atravesar su ancho para llegar al interior. Sobre media fachada. Ubicación similar a la anterior, pero ocupando sólo una parte de la fachada, por cuanto, se comparte esta localización con un espacio de circulación, tipo zaguán, que independiza el acceso al segundo piso (034, 136); o comparte con otro espacio de la vivienda: alcoba, espacio comercial o garaje (039B, 114B, 136B). En la parte intermedia del lote. Esta ubicación se presenta especialmente en los pisos superiores, como remate de la circulación vertical (027B, 029B, 033B). En estos casos, la zona social se organiza sobre uno de los costados del terreno, compartiendo su posición con la zona de servicios y dejando para las alcobas la parte anterior y posterior de la vivienda. En algunas excepciones esta ubicación se puede detectar en los primeros pisos (039, 075, 091).
Hacia el fondo de la vivienda. Ubicación no muy frecuente. Se presenta cuando el espacio que se arrienda a los inquilinos, “el apartamentico”, ocupa parcialmente uno de los pisos, generalmente a partir de la fachada, lo que determina que el lugar que se puede ocupar con la sala o comedor deba ser el del fondo (045, 081, 087).
4.11.2. LO SOCIAL Y LOS OTROS ESPACIOS Según la ubicación que se le defina a la zona social se determinan sus posibles relaciones con los otros espacios. Así, cuando se dispone la sala y/o el comedor sobre la fachada, se establece una relación directa social –espacio público, la cual posibilita el acceso a través de este espacio; la relación puede ser indirecta cuando se ubica sobre fachada, pero, en los pisos superiores (030, 094B, 109B). Con el zaguán. Esta relación se puede presentar cuando se comparte la fachada del primer piso con la circulación longitudinal de acceso hacia la parte intermedia de la vivienda. Si el zaguán es usado como acceso, se le respeta la condición de zona de estar, a lo social, y aunque se pueda acceder a él directamente desde la calle, también se puede tener un acceso interno desde el zaguán (024, 034, 093). Con la escalera. Existen casos en los cuales la escalera se implanta dentro de la zona social, lo que establece una relación de interdependencia, ya que lo social se constituye en un espacio receptor, de necesario paso para alcanzar la circulación vertical (051, 115B, 120B). Con las alcobas. Relación muy constante cuando la zona social se ubica en la parte intermedia de la vivienda, actuando como centro de la misma, alrededor de la cual se disponen las alcobas, en cada extremo (029B, 033B, 11C). Con la zona de servicios. Teniendo en cuenta la tendencia de la zona de servicios a ser ubicada en la parte intermedia, ésta mantendrá una relación tanto con la zona social, como con los demás espacios de la vivienda (037B, 051B, 061C). Cuando la disposición de la zona social se presenta sobre la parte intermedia de la vivienda, ésta presentará los problemas propios de este lugar de encajonamiento, iluminación deficiente y cruces de circulación. Esta ubicación, le hace cumplir funciones de espacio tanto centrípeto como centrífugo, a él se debe llegar, especialmente en segundos pisos, después de salir de la escalera, y desde él se accede a los demás espacios de la vivienda (048, 065, 075). Por el contrario, cuando se ubica sobre el frente de la vivienda, las zonas sociales ganan notablemente, tanto en privacidad como en iluminación, ésta última proporcionada por los ventanales que se pueden abrir sobre fachada. Cuando los espacios sociales se ubican en la parte intermedia de la vivienda, presentan áreas que oscilan entre los 12 y los 20 M2; en los casos en los que se ocupa todo el frente del lote se encontraron áreas entre los 18 y los 25 M2; disminuyendo a los 9 M2 si su ubicación está desplazada hacia el fondo del lote.
4.12. LA TERRAZA, EL REMATE SUPERIOR DE LA CASA. “La casa conquista su parte de cielo.
Tiene todo el cielo por terraza”. Gastón Bachelard.
Aunque la terraza o azotea, comúnmente llamada placa, losa o plancha, en sí no es un espacio constitutivo de la vivienda, por su importancia dentro del proceso autoconstructivo, por el esfuerzo tanto económico como humano que implica, como por la utilidad que se le encuentra, si se convierte en un elemento que se debe tener en cuenta al describir las características de la vivienda en estudio. “Si se tiene la terraza para qué el patio...”, esta es una de las expresiones más comunes en los barrios, con ella se justifica la ausencia de patios en los primeros pisos de la edificación. La terraza o azotea, es entonces, por una parte el elemento protector que a manera de sólido techo cobija la casa, por otra parte, es la superficie libre que se genera por la otra cara, la que tiene como límite el cielo. Al sobreponerse al último piso, a manera de cubierta hermética, garantiza seguridad a la vivienda, proporciona un gran patio y con ella se alcanza un cierto status dentro del sector, el que da la casa que pudo llegar a tener placa de concreto. Inicialmente ubicada sobre el primer piso, la terraza a la vuelta de unos años, ascenderá al tercero y hasta el cuarto piso. Desde la última altura que ha alcanzado la vivienda, sagaz y atento observa el guardián de la casa, desde allí los perros vigilan a visitantes y transeúntes. A la terraza llega el sol directo, allí se posee un espacio abierto, sobre ella se soluciona el lavado, tendido y secado de ropas; pero también es la terraza el límite del crecimiento de la edificación. A través de la terraza se relacionan los inquilinos y propietarios con el espacio público, se establece conexión con la calle, con el horizonte lejano, la terraza aproxima al cielo, en ella remata el conjunto de escaleras que vienen desde el primer piso. Desde algunas terrazas se puede dominar el territorio del barrio en el que se habita, incluso el de los barrios vecinos, desde otras la mirada se estrella contra los muros de las casas vecinas que han logrado mayor altura. En tal sentido, la terraza o la placa de concreto, reemplazó la vieja teja de barro, pero también reemplazó la teja de asbesto, con ella se remata y protege la fortificación que se ha estado construyendo, ella es el remate inexpugnable, que hace que el morador se sienta seguro dentro de la casa. La terraza se asemeja, en función, a los recursos que se adosan a la construcción para resguardarla: las rejas ornamentadas sobre las ventanas, el sólido portón de acceso y del local, las columnas que la sostienen, así ni la lluvia, ni ladrones, ni temblores, podrán penetrarla o averiarla fácilmente. En tal sentido, la placa de concreto maciza (porque se desprecia lo aligerado o prefabricado por no transmitir seguridad), es lo que culturalmente ha sido asimilado por los pobladores como paradigma de fortificación, así se difunde la idea que la placa es lo que brinda mayor seguridad estructural y una mejor protección frente a la intemperie23. Pero, es también la terraza, un osado testimonio del proceso de ensayo y del error. Sin cálculos de estructura, sin reparar en sistemas portantes, sólo confiando en la nobleza del concreto reforzado y en esa seguridad que da el anónimo saber popular, se funde la placa que con gran peso ha de coronar la construcción. La fundición de la placa, “echar la plancha”, es todo un acontecimiento, por una parte marca el acceso al nuevo espacio posibilitador de nuevos desarrollos24, por la otra permite unir a vecinos y allegados para compartir el gran esfuerzo físico que su ejecución representa25. Así el día de fundición, que comienza muy de madrugada para poder terminar hacia el medio día con la celebración de finalización, es una combinación de desgaste físico y celebración compartida. El convite, la pola, el grupo
de amigos o familiares trabajando, especialmente, el día domingo, forma parte del ineludible ritual que se repite con cada nueva placa que se funde en cada barrio. Si no se utilizara la placa, sino que se colocara teja como cubierta, por un lado no se tendría la posibilidad de acceder a un nuevo lote de aproximadamente sesenta y seis metros cuadrados, el cual genera el nuevo sueño de crecer en altura con apartamentos o más espacios para mayor comodidad. Por otra parte la teja es insegura, pues dentro de una ciudad en la que el sustento para el diario vivir es una lucha y se tiene que conseguir, incluso sin reparar en que se tenga que arrebatar al que aunque escaso lo ha conseguido, cada parte de la casa debe estar resguardada como un fortín. Así entonces, dentro de un lento desarrollo progresivo, que sigue la consolidación de la vivienda, paso a paso, los autoconstructores se alejarán más del suelo, de la calle, alcanzarán más altura, accederán a un mayor status. Con la placa - terraza, la vivienda adquiere relevancia, pues desde la terraza se puede observar “por encima” a los vecinos. No en vano, los bordes externos de cada placa de concreto sobre fachada, se destacan con colores distintos a los de los muros, señalando el nivel alcanzado, y valorando el significado que éstas representan para sus hacedores. Quienes habitan la edificación coronada con placa de concreto le asignan diferentes funciones a su realización. Desde el reemplazo del extinto patio del piso inferior, pasando por el lugar para el ocio, hasta convertirla en depósito para algunos de los materiales que alimentarán el desarrollo de su obra. El lavado y secado de ropas es una de las actividades que se traslada a la placa. La función que estaba destinada para ser realizada en el patio, que con el crecimiento en altura va desapareciendo, es llevada a la terraza. Por medio de esta actividad se propicia el encuentro de los habitantes de los diferentes pisos de la vivienda, propietarios e inquilinos. Con esta actividad la terraza es adornada con los colores de la ropa que se deja a que el libre viento la seque. En algunas ocasiones, la terraza se convierte en espacio de ocio y esparcimiento. Bajo determinados pretextos se usa para hacer el asado y compartir con los allegados la “pola”- cerveza- del fin de semana. Cuando el espacio de los pisos inferiores se va reduciendo se acude a la terraza para guardar lo que es sobrante o provisión. Allí se traslada desde la madera que sirvió de encofrado a la placa, hasta los bloques cerámicos, hierro y algunas tejas que deben esperar la siguiente etapa dentro del desarrollo de la construcción. También se localizará allí el cuarto de los chécheres, de lo que ya no se utiliza o de lo que se puede reciclar. La terraza se protege del vacío que da sobre la calle. Para ello se utiliza el antepecho, medio muro, o la baranda, sin llegar a descuidar la apariencia que pueda complementar la fachada de la edificación. Este pretil, que remata la fachada, puede ser construido con transparentes celosías de cemento, o en ladrillo prensado que se dispone para determinar figuras geométricas, o se opta por la baranda metálica que reúne lo más florido de la expresión ornamental vigente dentro del barrio, o el muro en bloque que revestido con pañete y color complementa la imagen de externa de la casa, o simplemente se deja el muro desnudo y mudo que aplaza el adquirir una personalidad estética para cuando lleguen mejores tiempos. En el interior de la terraza, enhiestas se asoman las antenas de la televisión, entre ellas la ropa se seca al viento y al sol, y entre unas y otras, juguetones, aunque no dóciles, se pasean los guardianes de la casa. Lo uno y lo otro, de cada casa, sumado con lo uno y lo otro, de las demás casas, conforman el paisaje urbano del barrio popular.
Las múltiples terrazas que se alzan a diferentes alturas, configurarán a lo largo de las cuadras un perfil urbano escalonado, perfil cambiante, como cambiante es la altura que puede alcanzar cada vivienda. Cada fragmento construido (lote), proyecta sobre la calle, a través de su altura y fachada, su peculiar distribución interior y su alternante desarrollo. Cada fragmento de cuadra trata de diferenciarse de su vecino, por altura, por aberturas, por ornamentación, por acabados, o por el color que emplee. Cada fragmento seguirá su propio camino, el cual reflejará las posibilidades que dispone su hacedor, permanecerá en la escueta piel de ladrillo en obra negra, aparecerá la placa, llegará la época del pañete y del color, se abrirán y cerrarán puertas y ventanas, se aplicarán diversas texturas y configurarán dibujos geométricos, se asegurarán los vanos con ornamentales, pero muy seguras, rejas, pero difícilmente se logra dar fin a un sueño. Este proceso que no es sincrónico en la cuadra, ni menos en el barrio, siempre nos mostrará el contraste de lo que se inicia, con lo que está en proceso, de lo abandonado por los volátiles recursos, con lo que se finaliza haciendo derroche de formas y colores, de lo que se quedó en un primer piso, con lo que se elevó hasta alcanzar un cuarto nivel. Cada etapa, cada proceso, cada estadio es un paso en la materialización de aquel sueño de habitar en lo propio, en lo que se concibe y construye como protección y patrimonio, sueño de quienes no tienen otra alternativa para acceder a un refugio urbano. “...la casa se inserta en la cultura del grupo por cuanto constituye la reproducción, más o menos modificada, de un tipo o de un modelo cuya finalidad esencial se expresa en su forma, en su disposición, en su decoración y en su utilización...” 26
CITAS CAPITULO 4 1 Jacques Pezeu – Massabuau. Op. cit. p.52. 2 Al respecto, Nora Elena Mesa en un estudio sobre vivienda popular en Medellín, ya había precisado lo siguiente: “La densificación producida por la subdividisión de lotes y la adición de alojamientos está produciendo una desmejora de las condiciones de habitabilidad de las viviendas y del asentamiento, situación que creemos, es parte de la dinámica de incorporación de trabajo al asentamiento, como una salida a las diversas situaciones socioeconómicas de las familias” (p. 245). Escritos 6, En torno al hábitat: Reflexiones. Inés Helena Marín (compiladora), Universidad Nacional de Colombia, Seccional Medellín, 1991. 3 Jan Bazant S., plantea el problema de la siguiente manera: “Si uno de los rasgos predominantes del comportamiento social y económico de las familias marginadas es el de establecer entre sí extensas y estrechas relaciones, es incongruente pensar en dotarlos de viviendas unifamiliares aisladas, como se hizo en los programas de autoconstrucción estudiados. Los resultados de la investigación mostraron que las familias marginadas transforman su vivienda no para servir a sus necesidades unifamiliares, sino para atender a las varias familias; de hecho la vivienda de los marginados es polifamiliar”. Op. cit., p.194 4 Gilberto Arango et al. “La casa está sobre el suelo, la separa de la calle un muro que si bien tiene el propósito de preservar el interior privado del exterior público, separación siempre vulnerable pues en ella se abren siempre vanos, puertas y ventanas, que a pesar de todos los artificios que a través del tiempo las diferentes culturas han ingeniado para brindar seguridad (rejas, candados, trampas), siempre serán una invitación a penetrarlos” En Los cambios en la vivienda. Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 1997. p.62. 5 Ibid. p.62
6 Testimonio de un poblador tomado del artículo La vivienda propia: De la incertidumbre a la objetivación. Ricardo Vergara et al, Serie Ciudad y Hábitat, número 3, (Documentos Barrio Taller), Santa Fe de Bogotá, D.C. 1996. 7 Refiriéndose a la vivienda colonial, José Salazar anota: “La arquitectura paramentada define la calle y diferencia lo público y lo privado. El zaguán actúa como un filtro entre la calle y el espacio libre de la casa – patio. Desde aquí se inicia en un recorrido hacia el interior de la manzana por una rica sucesión de espacios (otros patios) hasta llegar al “solar” donde están el huerto y los animales. Se establece una graduación entre lo urbano (la calle) y lo natural, el centro de manzana a través de la casa – patio”. En La manzana, entre la arquitectura y la ciudad, revista Texto y contexto, número 3, Universidad de Los Andes, Bogotá, 1984, p.61. 8 Gilberto Arango. La poética. De la casa de patio a la casa moderna. Universidad Nacional de Colombia. Seccional Medellín, 1997, p.30 9 Silvia Arango precisa que: “Sobre esta arquitectura “espontánea” es interesante anotar dos aspectos: El primero es la inercia distributiva de sus plantas y concepción estética de fachadas, donde, con leves cambios de tipo local, se continuaron los patrones generales del período republicano. Los patios interiores, la alineación de alcobas, la fachada simétrica y la utilización de motivos decorativos serán por muchos años característicos de la vivienda popular urbana, evidenciando los desfases y las contradicciones socio culturales de la sociedad colombiana” . En Historia de la arquitectura en Colombia, Centro Editorial y Facultad de Artes. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1989, p.227 10 “A mi no me gusta la entrada por corredores largos porque me parece muy oscuro, pero era la única manera de sacar al lado un buen local para arrendar”, anotaba un poblador, refiriéndose al zaguán. En el artículo de Ricardo Vergara et al: La vivienda propia, de la incertidumbre a la objetivación. Serie Ciudad y Hábitat, Documentos Barrio Taller, número 3, Santa Fe de Bogotá, D.C., 1996. 11 Gilberto Arango, et al. “ La escalera es entonces el puente obligado entre el suelo y la serie de pisos superpuestos, la que le da unidad a los diferentes fragmentos de espacio, que han sido sustraídos “del aire” para que el hombre logre dar otro paso (esta vez definitivo) en su vieja aspiración de aislarse del contacto con el suelo, con la naturaleza”. Op. cit., p.63. 12 A este nivel, se han encontrado anécdotas de algunas familias, que prefieren ubicar las escaleras en la parte interior de la vivienda, incluso, en la parte posterior de la misma, argumentando la necesidad de “verle la cara” cotidianamente a los inquilinos, y de esa manera, ejercer una presión sobre el pago de la renta mensual. 13 Manuel Manrique Castro señala que: “ la indiferenciación entre vivienda y taller, por ejemplo, habla de una forma de vida proletaria en que la reproducción de la fuerza de trabajo exige el uso de la vivienda como medio para producir y/o intercambiar mercancías, mercancías con la que se obtiene un dinero que a su vez permite adquirir bienes de consumo” En Problema urbano y trabajo social, Editorial Humanitas y Centro Latinoamericano de Trabajo Social, Lima, 1980, p. 20. 14 Según cifras de la Federación Nacional de Comerciantes, Fenalco, en 1994 había 130.000 tiendas en zonas urbanas del país, y hoy suman más de 171.000, alcanzando el 30,6% de las ventas totales del comercio. El Tiempo, 20 de agosto de 2000. 15 Testimonio publicado en el artículo ¨Vida cotidiana y construcción paulatina de la vivienda¨, de Ricardo Vergara et al y publicado en la Serie Ciudad y Hábitat, Documentos Barrio Taller, número 3, La casa: Conceptos de espacio y de vida. Santa Fe de Bogotá, D.C., 1996. 16 Christopher Alexander anota al respecto que “cuando las tiendas son demasiado grandes o están controladas por empresarios ausentes, se hacen plásticas, blandas y abstractas [...] cuanto mayores son, menos personales resultan sus servicios y más difícil es la supervivencia de las tiendas pequeñas”, perdiéndose aquel carácter de tienda de barrio. Un lenguaje de patrones, Colección arquitectura / perspectiva. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1980, p. 391.
17 Jan Bazant., refiriéndose al uso múltiple del espacio, anota lo siguiente: “Las familias empiezan construyendo un solo cuarto en el cual desarrollan todas sus actividades. En un principio es para una cocina o para la estancia – comedor; posteriormente, las ampliaciones se realizan para aumentar el número de recamaras”, relacionando el desarrollo progresivo inicial de la vivienda, con el consecuente uso múltiple de los primeros espacios construidos por el poblador. Op. cit., p. 71. 18 Cuadernos PROA, número 14, La casa, la vivienda. Santa Fe de Bogotá, D.C. 1992. 19 Jacques Pezeu-Massabuau, Op. cit., p.51 20 Caso mencionado en el documento “Espacio, casa y periferia”, Edilsa Rojas et al. Universidad La Gran Colombia, Santa Fe de Bogotá, D.C. 1999. 21 Procesos de autoconstrucción en Cali. Investigaciones 10, CEHAP, Universidad Nacional de Colombia, Seccional Medellín, 1984. 22 Christopher Alexander, plantea que: “la gente tiende a pensar que el cuarto de estar, sea de un edificio o de una casa, es un lugar único. Dentro de este marco de referencia, hay un cuarto de estar que acapara todos los cuidados y atenciones. Pero se olvida que la actividad humana se produce de modo natural en toda la casa, con diversidad de grados en lo relativo a la intensidad y la intimidad...”. Op. cit., p.598. 23 En un estudio adelantado por Gilma Mosquera en la ciudad de Cali, detecta una situación semejante a la bogotana: “ La losa de concreto se utiliza como techo mientras se construye el siguiente piso, etapa que puede demorar varios años. Por ello y por razones culturales no se aceptan las losas prefabricadas, pues no garantizan una impermeabilidad suficiente”. Investigaciones 10, Procesos de autoconstrucción en Cali. CEHAP, Universidad Nacional de Colombia, Seccional Medellín, 1984. 24 Al respecto, Jan Bazant anota que “Por la escasez del suelo urbano, deben ofrecerse mas alternativas habitacionales a los nuevos pobladores urbanos que por lo regular no tienen otra opción que invadir terrenos en la periferia de la ciudad. Es recomendable estimular fiscalmente a las familias marginadas que habitan estas colonias, para que renten la parte superior de su lote a estos nuevos pobladores” Op. cit. p. 205. 25 En Pobladores urbanos, ciudades y espacios, se anota que: “Hay [...] un imaginario urbano o, mejor, un conocimiento colectivo que se sigue para el diseño de la casa, para su construcción, utilizando redes de familiares, amigos y vecinos, recurriendo a la minga o mano de obra urbana prestada para las planchas. Ese conocimiento que también sirve para utilizar la casa como alcancía, arrendando piezas o apartamentos mientras se culmina, y después, renta complementaria o de jubilación ...” . Julián Arturo (compilador), Tercer Mundo Editores, ICAN y Colcultura, Santa Fe de Bogotá, D.C. 1994, p.24. 26 J. Pezeu-Massabuau. Op. cit., p.19
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