Revista Fraternitas 8

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Província La Salle Brasil-Chile

ANO 5 Nº 08 SETEMBRO DE 2016

Não façais diferença: a mística configuradora da vida e da missão


Oração do Papa Francisco pelas Vocações Pai de misericórdia, que destes o vosso Filho pela nossa salvação e sempre nos sustentais com os dons do vosso Espírito, concedei-nos comunidades cristãs vivas, fervorosas e felizes, que sejam fontes de vida fraterna e suscitem nos jovens o desejo de se consagrarem a Vós e à evangelização. Sustentai-as no seu compromisso de propor uma adequada catequese vocacional e caminhos de especial consagração. Dai sabedoria para o necessário discernimento vocacional, de modo que, em tudo, resplandeça a grandeza do vosso amor misericordioso. Maria, Mãe e educadora de Jesus, interceda por nossa comunidade cristã, para que, tornada fecunda pelo Espírito Santo, seja fonte de vocações autênticas para o serviço do povo santo de Deus. Amém.


VIDA RELIGIOSA APOSTÓLICA

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Ser místicos al estilo Lasallista Por una mística que promueva relaciones más humanas y más humanizadoras Do silêncio...

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ESPECIAL Saudosa lembrança

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MATÉRIA DE CAPA La vida profundamente integrada del Hermano de La Salle

REFLEXÃO E PARTILHA

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Meditação: entre ruídos e silêncios Celebração da vida na comunidade Motor de la espiritualidad lasalliana: la oración mental Experiência no Escolasticado: Abidjan Identidade e Missão do Irmão Religioso na Igreja Leitura Orante e sua pertinência apostólica e comunitária hoje Olhar com olhos de fé

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EVENTOS Provocações a partir do III Congresso das Novas Gerações Encontro de Provinciais Novos Irmãos Profissão Religiosa - Homilia Encontro Regional de Diretores de Comunidade

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50 Encontro Regional de Diretores de Noviciado 51 Seminário Nacional de Formadores 52 AGENDE-SE Cronograma de atividades

GESTÃO Um equilíbrio dinâmico

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MEMÓRIA Reconhecimento e boas lembranças

PASTORAL VOCACIONAL Discovery Vocacional Lassalista

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SUGESTÕES CULTURAIS O saber para se edificar

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Estimado leitor:

Capa: Setor de Comunicação e Marketing

“Não façais diferença entre os deveres próprios de vosso estado e o negócio de vossa salvação e perfeição”, diz São João Batista de La Salle. Realizando um resgate dessa premissa, a Revista Fraternitas, publicação da Província La Salle Brasil-Chile, convida seus leitores a refletir sobre a integração da vida e sobre a importância de os Religiosos e Religiosas viverem a espiritualidade de forma integral e integradora, formando-se como pessoas, como cristãos e como profissionais. Dessa forma, a edição apresenta assuntos relacionados ao tema central: “Não façais diferença: mística configuradora da vida e da missão”. Esta temática permeia Fraternitas em textos, relatos e experiências vivenciadas pelos Irmãos na Província La Salle Brasil-Chile e no Instituto. A Matéria de Capa conta com reflexão do Irmão Lassalista espanhol Josean Villalabeitia, contribuindo com a análise sobre a vida profundamente integrada de Irmão de La Salle.

A seção Reflexão & Partilha aborda a celebração da vida na Comunidade Fraterna, a experiência do Escolasticado em Abidjan e o documento Identidade e Missão do Religioso Irmão na Igreja, entre outros assuntos. Fraternitas apresenta ainda duas entrevistas: uma com os Irmãos Jesús Rubio Názer e Felix Joseph, Secretários para Formação no Instituto, comentando sobre suas trajetórias e sobre suas perspectivas a partir da visita ao Brasil. A outra é com o Irmão Marista Afonso Murad, falando sobre gestão e espiritualidade. Além desses, outros temas são apresentados neste número, como: o Discovery Vocacional, o Encontro de Provinciais, sugestões culturais e muito mais. Uma boa leitura a todos! Viva Jesus em nossos corações! Para Sempre! Irmão Marcelo Cesar Salami – Diretor de Formação

Na publicação também é oferecida uma variedade de conteúdos, artigos e pensamentos sobre a Vida Consagrada e suas dinâmicas na Província. A seção inicial, Vida Religiosa Apostólica, fala sobre a mística sob a perspectiva lassalista, sobre Regra Revisada e sobre uma mística que promova relações mais humanas e mais humanizadoras.

Revista Fraternitas – Nº 08 – Ano V – Setembro de 2016 Provincial: Ir. Edgar Nicodem Diretor de Missão: Ir. José Kolling Diretor de Formação: Ir. Marcelo Cesar Salami Diretor de Gestão e Ecônomo: Ir. Olavo José Dalvit Secretário Provincial: Ir. Antônio Cantelli

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Realização: Direção de Formação e Setor de Comunicação e Marketing da Rede La Salle Edição e Reportagens: Gabriela Boni – Mtb 15441 Revisão: Ir. Marcelo Misturini Diagramação: Setor de Comunicação e Marketing *Os artigos assinados são de responsabilidade dos autores.


Ser místicos al estilo Lasallista Hermano Álvaro Rodríguez Echeverría Universidad de La Salle – Costa Rica

“Hay que seguir andando no más. No hay que tener miedo de meterse en el barro.Con un oído al Evangelio y otro al pueblo.”(Monseñor Angelelli) ¿Qué es ser místico hoy?

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arto de una experiencia. Apenas iniciando mi servicio como Vicario General del Instituto en 1993, los Hermanos de Francia me pidieron animara tres sesiones para lo que entonces llamaban “polos comunitarios” que eran asambleas de Hermanos en tres sectores del Distrito. El tema era sobre la dimensión internacional del Instituto. Al final de mi presentación con una visión muy latinoamericana hablé de mística. Mi sorpresa fue la reacción jocosa que tuvieron mis palabras. Hoy creo que nos hemos ido al otro extremo y en Brasil un país futbolero no sería raro que se hablara de la mística del deporte. Y en nuestro lenguaje corriente muchas veces decimos que hay que hacer las cosas con mística. Pero en realidad y planteándonos la pregunta: ¿Qué es ser místico hoy?, podemos recordar la conocida frase de Karl Rahner, el famoso teólogo jesuita alemán, repetida en múltiples lugares: “El cristiano del futuro o será místico, o no será cristiano”. Por consiguiente es algo que hoy tenemos que tener en cuenta, pero clarificando lo que significa. Si recordamos las experiencias místicas del pasado, estas parecerían fenómenos de un encuentro profundo con Dios, previo un camino ascético y a través de tres etapas: purgativa, iluminativa y unitiva. En síntesis Dios y yo. Así, por ejemplo, Santa Teresa de Jesús de la que estamos celebrando el V centenario decía: Y es tanto lo que se emplea el alma en el gozo de lo que el Señor la representa, que parece que se olvida de animar el cuerpo. (...) No se pierde el uso de ningún sentido ni potencia, pero todo está entero para emplearse en Dios solo. De este recogimiento viene algunas veces una quietud y paz interior muy regalada, que está el alma que le parece que no le falta nada.” Ciertamente la mística significa una experiencia personal de un encuentro profundo con Dios. El Fundador en el Método de oración mental, nos habla de una aplicación del alma a Dios. Pero no podemos olvidar, que Jesús en el Evangelio nunca separó Dios del prójimo. El encuentro con

Dios no solamente lo podemos experimentar en el silencio de nuestra oración sino también en nuestros hermanos y hermanas especialmente si son pobres. Por eso hoy hablamos de una mística de “ojos abiertos” La expresión “mística de ojos abiertos” se debe a JohannBaptist Metz, que nos dice al respecto: “La experiencia de Dios que se inspira bíblicamente no es una mística de ojos cerrados, sino una mística de ojos abiertos; no es una percepción relacionada únicamente con uno mismo, sino un percepción intensificada del sufrimiento ajeno” (JOHANNBAPTIST METZ, El clamor de la tierra: el problema práctico de la teodicea, Estella 1996, 26). Y el jesuita español Benjamín González Buelta, que ha desempeñado su misión en República Dominicana y Cuba en donde tuve el gusto de encontrarlo, en un hermoso libro, que personalmente me ha marcado mucho hace esta interpretación: El místico cristiano no sólo se encuentra con Dios y es consciente de ese encuentro sino que además coloca al Dios de Jesús el cetro de su corazón. Éste hecho personal cambia su visión de la realidad y su manera de situarse la vida. La mirada de Dios sobre la realidad empieza a ser también la suya. [...] Al mismo tiempo, en la medida en que empieza a comprometerse por el Reino al estilo de Jesús, se encontrara en la acción con la misma experiencia del Dios que alimenta su intimidad. Necesita tener los “ojos bien abiertos” para hacer la experiencia de contemplar la cotidianidad más espesa atravesada por la luz que hace transparente el barro (2Cor 4,6) (BENJAMÍN GONZÁLEZ BUELTA, “Ver o perecer”. Mística de los ojos abiertos, Santander 2006, 62-63. 30 Cfr. nota 11 14). Yo creo que esta visión responde muy bien a la pregunta:

¿Qué es ser místico hoy? ¿En qué consiste la mística de ser Hermano o Seglar lasallista? El Capítulo General del año 2007 nos invitaba a ser lasallistas con los ojos abiertos y el corazón encendido. Creo que en esto consiste nuestra mística lasallista.

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En nuestra vida espiritual estamos invitados a contemplar el misterio en el silencio de la oración

El Fundador en el Método de Oración nos dejó a través de múltiples actos una manera de encontrarnos personalmente con Dios a partir del Evangelio. Lo escribió fundamentalmente para iniciar en la oración a los novicios. Aparece claramente que lo que él llama “la simple atención” corresponde a la visión mística de la contemplación. Al relacionar siempre el contenido al Evangelio, no desvincula nuestra oración de la realidad cotidiana, sino que nos invita a llevar a la vida aquello que hemos contemplado. Sin embargo no debemos separar nunca el Método de Oración de las Meditaciones para el Tiempo de Retiro, que escribió al final de su vida con una visión más completa del camino recorrido. Ahí aparece claramente que el Dios que cada día descubrimos cara a cara en nuestra oración es el Dios que se nos revela cada día en el rostro de los niños y jóvenes que educamos y de las personas con quienes nos relacionamos. En este sentido podemos hablar de una doble mirada contemplativa. La espiritualidad lasallista es una espiri¬tualidad de encarnación, que unifica el cuerpo y el alma, lo profano y lo sagrado; la escuela y la ora¬ción; la liberación y la contemplación, la promo¬ción y la evangelización. Es una espiritualidad que parte de la realidad, como nuestro Fundador: “atento” (R.1), “impresionado” (R. 11)] pero que ilumina esa realidad con la Palabra: “por inspiración de Dios” (R. 1); “a la luz de la fe” (R. 11). No podemos separar lo transcendente de lo inmanente, todo para nosotros debe ser transparencia de Dios. Desde que el Verbo se encarnó la materia tiene algo de divino y más todavía el hombre y la mujer hechos a imagen de Dios. El misterio de la encarnación

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es una invitación a encontrar a Dios en lo cotidiano. Hoy la teología regresa al lenguaje narrativo. De hecho la fe cristiana nace de unos acontecimientos salvíficos. Sabemos que por el influjo del logos griego el discurso teológico nacido como una narración terminó siendo una formulación abstracta. Los jóvenes hoy nos invitan a recuperar un lenguaje narrativo, concreto, cercano, experiencial. Si Jesús pudo hacer teología narrativa fue porque hablaba de lo que había visto y oído en la intimidad del Padre. Este debe ser el lenguaje de nuestra oración. Se trata de una oración encarnada. Una oración, que, como la de Jesús es apertura personal, silenciosa, y profunda a Dios como Padre y al mismo tiempo es descubrimiento de su voluntad salvadora y entrega de la vida por aquellos y aquellas que el Señor nos ha confiado. Para San Juan Bautista de La Salle lo espiritual no forma un dominio aparte, diferente o superior a lo real. Para el Fundador la materia de la vida espiritual es la existencia concreta, es la vida, son los acontecimientos, son los pobres, pero reconociendo en ellos otra realidad, otra dimensión, otra profundidad, otro sentido, otra interioridad. Para el Fundador Dios se hace presente en los acontecimientos y en las personas, particularmente en los niños y jóvenes pobres, tanto que no duda en pedirnos hacer un acto de adoración, el culmen de nuestra relación con Dios, en su presencia: “Reconoced a Jesucristo bajo los pobres harapos de los niños que instruís: adoradle en ellos” (M. 96,3). Para el Fundador hay una relación directa entre nuestro amor a los pobres y nuestra pertenencia a Jesucristo: “Cuanto más los améis, en mayor medida perteneceréis a Jesucristo” (M. 173,1).


Para el Fundador la materia de la vida espiritual es la existencia concreta, son los acontecimientos, son los pobres

En nuestra vida espiritual estamos invitados a contemplar el misterio en el silencio de la oración para vivirlo y anunciarlo en el corazón del ministerio educativo. Vivirlo y anunciarlo desde una caridad sin límites como la de Jesús al encarnarse, y desde una humildad profunda que nos lleve a correr su suerte y a conformarnos con los pobres. ¿No será éste uno de los rasgos más característicos del rostro de los lasallistas hoy?

¿Qué debe ser prioritario para formar un Hermano o Seglar lasallista como místico? Creo que lo esencial ya está dicho y que lo podríamos sintetizar en dos palabras: Realismo místico - verlo todo, hacerlo todo y atribuirlo todo a Dios. Verbos que reflejan el realismo místico y profético que La Salle vivió y que debe caracterizar a todos los lasallistas, Hermanos y Seglares. Mirarlo todo, hacerlo todo e interpretarlo todo desde el ángulo del Dios presente en la historia. Este realismo místico y profético, que nos impulsa a considerarlo todo desde una visión de fe y con un amor apasionado por Dios y por los pobres, se mantiene y crece por la lectura diaria de la Escritura que anima todas las acciones diarias por la fe. Y para vivirlo más auténticamente,

La Salle nos invita a una praxis diferente: la del hombre y mujer que vive del Espíritu. Es decir, una persona que enfoca todos sus sentidos y que vigila atentamente a todos sus movimientos interiores para, en la medida de lo posible, no hacer nada por motivo humano sino por las exigencias del Reino, el plan de Dios, la gloria de Dios, que como nos ha dicho San Ireneo es que el hombre/mujer viva. No podía La Salle darnos un camino espiritual más integrador. Ni dirigirnos más decididamente en medio de la vida profesional a lo que es más importante. La Salle no pone en oposición visión mística y acción profética. No hace distinción entre la vida interior y las obligaciones apostólicas. Pero tampoco supedita una a la otra. Van unidas, que es lo que hace que se unifique al hombre/mujer verdaderamente evangélico, que vive una fe activa en la práctica de un amor apasionado. El centro es el Dios que actúa y que nos incluye en su acción como colaboradores y ministros, como discípulos embajadores y ángeles como apóstoles y mensajeros del Reino en la Iglesia y como profetas, intendentes y servidores. Por eso nos sentimos profundamente asociados al Dios de la Vida, al Dios del Reino, al Dios de la Historia, al Dios de los pobres. Esta visión responde muy bien y se adelanta a lo que nos ha pedido Aparecida: ser discípulos y misioneros.

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Por una mística que promueva relaciones más humanas y más humanizadoras Hermano Eduardo Muñoz Tillmanns Comunidade La Salle Talca – Chile

¿Cómo formarnos en esta perspectiva?

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l ser humano, desde los albores de su existencia, ha sentido la necesidad de descubrir quién es y cuál es su motivo de ser. Parece haber un “algo faltante” en su interior que urge por ser resuelto; una experiencia que le trasciende y mueve en diferentes direcciones, aguzando su sentido e inteligencia para hallarle y alcanzar la tan ansiada plenitud y paz. Sin embargo, nuestro “mundo post-moderno” ha supuesto un marco nuevo para esta búsqueda, contexto que entrega una gran cantidad de estímulos, pero que restringe en análisis de los mismos. Las modas, el relativismo, el desprecio por los viejos relatos, han dañado de manera profunda el proceso tradicional de crecimiento y madurez personal.

¿Podemos hacer algo al respecto? Objetivamente, como educadores, consagrados y, por sobre todo, personas DEBEMOS hacerlo. Lo interesante es que tal caminar es exigencia por cuanto es consustancial al ser humano. De ahí que no nos podemos desentender ni negar a realizar, por cuanto estaríamos dándole la espalda a la propia naturaleza y a la gracia actuante en ella. Formar en estas características es un asunto curioso. Por una parte supone una cantidad importante de variables que deben ser tomadas al unísono, dado que descuidar cualquiera de ellas resulta en el descalabro total, tirando por la borda lo realizado a lo largo del tiempo. Pero por otra parte, resulta que Humanizar no es otra cosa más que ser Humano, ser uno, fiel a la naturaleza, honesto con lo que se siente y piensa. Es irónico pensar que la tarea más compleja de la formación es, a la vez, la más común. Por lo mismo da para pensar el que tengamos que hacer consciente un proceso que por miles de años fue de carácter automático. Ocurre, tal vez, porque “lo humano” es algo que resulta menos común de lo esperado, o el cuestionamiento post-moderno de los “grandes discursos” ha terminado por abolir las concepciones humanistas y sus consecuentes creaciones. Sea cual fuere el motivo, lo cierto es que ha aparecido una

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nueva necesidad en el horizonte que requiere de especial cuidado, en cuanto satisfacerla pasa por brindar una experiencia de lo humano con total y absoluta honestidad. Hablamos de intencionar lo natural, de darle formato a lo espontaneo, de estructurar lo casual.

¿Es posible aquello? Para más de un cientista social, el hecho de intervenir un objeto lo transforma, volviéndole distinto al original. De ahí que al “pensar” este fenómeno le quitamos su naturalidad, fragmentándole en signos, símbolos y palabras que, por separado, se desvirtúan o tergiversan. Sin embargo una posibilidad real es vislumbrar lo que ocurre en cada uno, abrirnos a la propia intimidad y distinguir en ella las bases que nos constituyen y definen. Esta travesía, cuando es bien realizada, estrecha los vínculos intra e interpersonales, aguzando la vista para discernir qué es lo que verdaderamente nos hace personas y cómo se presentan en cada individuo. Esta nueva mirada manda dejar de lado prejuicios instalados (y que somos capaces de reconocer en virtud del proceso hacia la interioridad), reconstruyendo sentencias y creencias: Si vamos a humanizar, entonces debemos estar ciertos del valor que posee el ser humano, como también de su enorme capacidad. No por algo somos “herederos de la promesa”, pobres odres en que se contiene el vino nuevo. Saber del “tesoro escondido” no es solo una teoría a reflexionar o comentar en revistas, hemos de manifestarlo con claridad y constancia, sin que ello dependa de la persona concreta con quien estemos. No hacer diferencia entre uno y otro es, justamente, característica de los hijos de Adán que rescatan lo común para forjar lazos supra-carnales, emocionales, espirituales; nexos que sostienen a la familia, el clan, tribu, aldea, ciudad, nación, mundo y le proyectan hacia un estado de bienestar. Aspirar a “domesticar la salvaje condición humana” es tanto ambicioso como ingenuo, abrogándonos en el proceso un sentido de divinidad semejante al tenido por Eva y su pareja cuando comieron del fruto del bien y del mal en el mítico Jardín del Edén. Debemos ser precavidos: no dejarnos llevar por la vanagloria de sentirnos los “humanos” y considerar a los otros como animales a civilizar.


El humano es siempre un ser en potencia, un “ya, pero todavía no”, factor cardinal del llamado a la perfección, posibilidad de mejora para todos y cada uno de nosotros. Esta sencillez es clave para entender a la humanidad, el camino por el cual ella se construye, volviéndole certeza de felicidad presente y futura. “Forjados del pobre barro”, pero con la esperanza cierta de un futuro sobrenatural al lado de nuestro Creador. Esta “arcilla” será moldeada a lo largo del tiempo, afectada por acontecimientos de variada clase que podrían favorecer la implantación de ideas (des)humanizadoras. Una vez la masa se torne rígida, su forma será cuasi-definitiva y precisará de intervenciones de mayor intensidad para lograr cambios notorios. Teniendo presente lo anterior es que me aventuro a proponer algunas ideas con las cuales “arriesgar la existencia” en esta misión que es Humanizar, al estilo lasaliano. “Dios quiere que todos los hombres se salven”, nos repite con insistencia Juan Bautista de La Salle. Tal querer supone acciones concretas que acerquen esa meta, la hagan factible de ser abordada por las limitadas capacidades humanas. Requiere de mediadores concretos del amor de Dios. Pero también es la certeza de que todo hombre o mujer está en condiciones per se de realizarse como humano, alcanzar la felicidad terrena y la plenitud de la vida eterna. Para unos es derecho, para nosotros deber. “Este Instituto es de grandísima necesidad”, ya que él evidencia que la Misericordia del Padre actúa en lo concreto, pero lo hace en formas que no son evasoras, alienantes de la realidad, sino dentro de ella. Educar es, con toda seguridad, una de las mejores vías para humanizar; por lo tanto, nuestro

carisma es en sí, humanizador. Quienes formamos parte la Institución debemos recordar las palabras del fundador respecto al “Espíritu que nos es propio”, y asumir que FE, CELO y COMUNIDAD son atingentes a la naturaleza de todo humano. “Se llamarán Hermanos”, forjadores de un tipo de relación que permite el desarrollo integral de todos y cada uno, atendiendo las facetas que componen el rostro de la persona, sus afectos, emociones, conocimientos, habilidades, etc. Hermanos que se sostienen y se apoyan cuando es necesario, corrigen, alientan y cuestionan diariamente, del mismo modo en que Jesús lo hizo con sus discípulos. Individuos que recogen la tarea evangelizadora y la llevan a las fronteras, a donde justamente es más necesaria por cuanto la modernidad despoja a sus habitantes de la dignidad que les corresponde y les niega el camino a través del cual se descubran en toda su riqueza y profundidad. “No hagan diferencias...” dado que la propia humanización está ligada al actuar con los otros. No puedo ser verdaderamente humano si me niego a ayudar y promover este movimiento en los otros. Mi santificación (que es otro nombre para el fenómeno de la humanización), la salvación del alma, requieren de esa conexión profunda con el bienestar de los demás, hilvanando un relato unificado que dé cuenta de la vida en su totalidad. “Hagámoslo a nuestra imagen y semejanza”. En el Génesis encontramos este compromiso, en el cual Dios nos revela poseedores de una condición vinculante y mediante la cual somos invitados a una experiencia que va más allá de lo terrenal. ¿Cómo le alcanzamos? Siendo personas, garantizando que los otros puedan vivir ese proceso de

Si vamos a humanizar, debemos estar ciertos del valor que posee el ser humano

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manera fluida e individual, conscientes de que es el único real camino para alcanzar la felicidad. Es conocerse, adentrarse en los misterios del “Yo”, saberse hijo amado por Dios, reconocer los dolores de la vida, enfrentar las dificultades, saber decir “te amo”, reconocer cuando otro/a nos ama… cuando nos necesita o clama por ayuda. Humanizar es liberarnos de todo accesorio que impida ver el fondo, el núcleo del ser humano; promover el sentido crítico que facilite delimitar la importancia de los bienes materiales y no sobredimensionarles como manifestaciones de dignidad o trascendencia. Una afirmación paradojal es “Humanizar la vida religiosa” ¿Acaso no es la segunda, por definición, ejemplo de la primera? Si somos honestos al retratar la experiencia concreta del religioso, en especial, aquel que está inserto en el mundo y con una misión exigente y demandante, deberemos reconocer que no siempre somos ejemplo de humanidad consagrada, dejándonos llevar por motivaciones de diversa índole, dejando de lado los consejos evangélicos. Así también hemos de ser sinceros, llegado el instante de enjuiciar nuestro estilo de vida y discernir qué tan cerca está de cumplir con las exigencias evangélicas del amor, perdón y libertad. No es casualidad que buena parte de las congregaciones revise sus Reglas o Constituciones con el fin de recuperar las mociones originales y rescatar todo lo bueno que la naturaleza del hombre/mujer posee. Si hemos sido creados “a imagen y semejanza de Dios”, tenemos características que el pecado no puede, por muy grave que sea, destruir. La conclusión al apartado anterior puede ser dramática. Profesamos votos y, en más de una ocasión, les dejamos de lado. Somos pecadores. Sin embargo es al humano a quien Dios llama a vivir el perdón, reconocer los errores con la confianza de Pedro y no con el pesimismo de Judas. Partiendo por uno mismo y luego con el resto de quienes nos rodean, advertir las equivocaciones con paciencia y justicia. Evitar los juicios apresurados y carentes de reflexión que se afirman únicamente en el desacierto y desatienden a la persona, con su riqueza y circunstancias. (Nos) condenamos con una facilidad sorprendente, abismante. Es tan fulminante que no da tiempo para reflexionar, dando paso a la emoción que intensifica el dolor y la cerrazón ante el culpable, a quien catalogamos como si fuese un objeto cualquiera, que podemos descartar si ya no cumple con los parámetros exigidos. Sólo imaginen qué ocurre cuando somos nosotros mismo el culpable. Es entender que la consagración no nos libera de las condicionantes humanas, sino que se realiza justamente por ellas. Nos enlazan con el resto del género humano y

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nos facilitan generar esa ligazón que llamamos comunidad. Por ello, aspirar a que los individuos se despojen de su individualidad es proponerles una “muerte en vida”. Jesús predicó dejar “padre y madre” “renunciar a sí mismo”, pero desde la certeza de ir al encuentro de la verdadera familia celestial en una actitud humilde, de confianza en el Padre Creador que “hace nuevas todas las cosas”, que nos llamó por nuestro nombre a experienciar un ministerio que clama por esas especificidades de las cuales somos portadores. Humanizar es valorar las diferencias, particularidades que construyen humanidad y brindan esa multiplicidad de manifestaciones que, justamente, es su riqueza. Al ser entes limitados, finitos, hemos aprendido que no podemos solucionar todas y cada una de las dificultades o pruebas que la vida cotidiana nos propone. Necesitamos de otros u otras para poder hacerles frente y avanzar, construir y resolver. Ser humano es advertir que la multiforme gracia del Creador ha forjado las diferencias como respuesta a los problemas y no como causa de ellos. Cualquier intento por uniformar resulta una afrenta grave hacia el acto de la Creación y a la libertad recibida por Dios en aquel momento. Por ello los procesos formativos deben cautelar desde su inicio conocer, entender y respetar las particularidades de cada sujeto, a quien se le proponen ideales institucionales a los cuales adherir y desde los cuales forjar una identidad propia y liberadora, que se torna ejemplo de búsqueda y honestidad para el resto de los integrantes de la fraternidad. Ciertamente debemos considerar exigencias que ayuden a madurar, a detectar los factores que impiden la autonomía e interdependencia con los demás hermanos; pero sin confundir invitación con imposición a la uniformidad y pasividad, propias de una secta. Corresponde impulsar el pensamiento (auto) crítico, en cuanto mirada renovada de sí mismo y de la realidad en donde conscientemente el sujeto, al revisar su quehacer, integra elementos y conceptos con los cuales “sacude” los estereotipos reinantes. Provocar, remover los arquetipos o resoluciones existentes con argumentos. No dejarse atropellar por modas o dogmas, sino enfrentárseles con certezas fundadas y sentidas. Esta colisión, no obstante, no puede limitarse sólo al accidente, sino que debe avanzar hacia la formulación de nuevas propuestas; ideas que garanticen la identificación del sujeto consigo, con sus pares y con la institucionalidad; pero además entreguen miradas y formulaciones creativas para las demandas existentes. Se trata de recuperar aquella curiosidad con la cual la especie humana ha ido ganando espacios y resuelto dilemas, motor de cambio en la sociedad a lo largo del tiempo.


Humanizar es responsabilizar, “lo que hicieron por el más pequeño, a mí me lo hicieron”. La libertad, bajo el prisma del cristianismo, es aceptar las consecuencias de lo escogido, respondiendo de forma activa a aquellas. Esta “respuesta” debe considerar los valores del Evangelio, en especial el mandamiento del Amor. Respondemos porque amamos, sobrepasando los límites o marcos que una legislación o Regla nos plantea, sabiendo que el verdadero amor es la expresión concreta de Dios en el mundo, denotando una lógica que apela al interior de la persona, tocando/moviendo su corazón. Crisis como oportunidad y no como término. Estamos en una época compleja, en donde muchas creencias y verdades se han puesto en tela de juicio. Todo lo construido sobre ellas tiembla y parece estar a punto de desmoronarse. Estos episodios dejan ver la fragilidad de la erudición humana, como también la necesidad de escrutar la veracidad de aquellos postulados. Para esto es fundamental darse tiempos concretos para el diálogo persona a persona. La aparición de una multiplicidad de medios para establecer comunicación ha desvirtuado su talante. Ahora parece que todo se resume a entregar, recoger informaciones o anécdotas; dar pie a rumores o a la banalización de las emociones. Si algo no agrada, sencillamente se concluye la interrelación apagando el servicio. Cuando regalamos tiempo y escuchamos al otro, preguntamos con sinceridad por su persona y le abrimos nuestra intimidad, estamos recordando que ser humano es un proceso social, de interacción constante entre semejantes y no con máquinas o tecnologías. Cuidado con creer que las nuevas invenciones son en sí malas. Son herramientas con las cuales realizar la tarea del anuncio de la Buena Noticia, pero que no pasan de ser soporte o ayuda. En ningún caso reemplazan el encuentro “cara a cara” que traspasa, además del discurso, el sentir que le refuerza.

disfrutar el presente y proyectar el futuro. Dejar de lado la nostalgia por las “cebollas de Egipto”, que nos impide regocijarnos en el hoy y darle su justa dimensión a las complicaciones o dolores que nos afecten. Quedarnos en el ayer nos resta, también, de construir el mañana deseado; nos encierra en un círculo vicioso que se alimenta de glorias pasadas, las cuales se tienen como más importantes y trascendentes que las actuales o venideras, que por ya no estar, generan pena y dolor. Finalmente, ser humano no pasa tanto por alcanzar un ideal prefigurado. Es descubrir el camino individual por el cual cada sujeto descubre su potencial y lo pone al servicio de los otros. Cristo, referente último de lo que significa ser persona, da su vida por amor. Camina nuestra historia, padece las exigencias que también nos afectan, disfruta de los detalles que construyen la humanidad. Se entrega a la voluntad del Padre y al servicio de sus discípulos y hermanos. Como La Salle, reconozcamos los designios de Dios y volquémonos a cumplirles, a regalarnos en pos de los demás y de un ministerio que por exigente que sea, no hace más que recordarnos cuan bello es ser humano, hermano de todos e hijo de Dios.

Analizar las propias certezas, defendiéndolas con mesura y claridad ante los embates del medio. La crisis podrá ser intensa, global, pero no por ello tiene la capacidad de eliminar lo que uno como persona tiene por verdadero. Es buena por cuanto brinda ocasión para revisar y sacar la polilla que corroe, consolidar las ideas fuerza e incluir el “vino nuevo” en los odres correspondientes. Hablamos mucho de retomar las fuentes, en especial ante los vientos de cambio que azotan la vida religiosa. Atesorar el pasado como una reserva de experiencias con las cuales

Como La Salle, reconozcamos los designios de Dios

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Do silêncio... Irmão Marcos Antonio dos Santos Comunidade La Salle e Postulado – Canoas, RS

“E do silêncio tem vindo o que é mais precioso que tudo: o próprio silêncio.” (Clarice Lispector)

A

espiritualidade lassalista tem sido um guia para a vida das pessoas desde o século XVII: sopro de vida que perdura no tempo e provoca, ainda hoje, impactos em uma sociedade de descartáveis.

A espiritualidade lassalista exortou o mundo absolutista, centralizado, a viver em Comunidade. Convidou à igualdade em um mundo marcado por diferenças de todo tipo e nos convida também à igualdade em um mundo que proclama que “todos os seres humanos nascem livres e iguais em dignidade e em direitos.” Exorta-nos, hoje, em um mundo fragmentado, a estarmos vivos, plenos e conscientes do mistério da existência. Convém lembrar que espiritualidade é mais do que frequentar todos os dias uma capela. Espiritualidade é o modo pelo qual expressamos, em meio à realidade, uma fé viva. Fé que não é a aceitação passiva de tradições com séculos de existência, mas uma atitude que cresce do nosso interior. Nesse modo de compreender, podemos considerar a espiritualidade lassalista como o somatório de atitudes e ações que definem nosso espírito de fé e zelo. A espiritualidade lassalista não é uma espiritualidade de fuga, pois ela preenche o tempo com a consciência da presença de Deus.

dos cultos matinais da Câmara dos Deputados e depois têm os nomes citados em escândalos de corrupção por legislar em causa própria, enriquecerem à custa do dinheiro do povo que sofre e morre. Assim, a oração perde o sentido de vida. A oração lassalista tem várias características que a tornam uma espiritualidade mais de conscientização do que de consolação. É regular. É atenta à presença de Deus. Conduz à conversão. É meditativa. E é pessoal e comunitária. Dessas qualidades pode surgir uma nova vida, e as pessoas podem se transformar. Não pela maneira como os tornados mudam as coisas, mas talvez pela maneira como a areia transforma as ostras. E como nos lembrou Rubem Alves, ostra feliz não faz pérola (São Paulo: Planeta, 2008). Nesse modo de compreender, podemos afirmar que a espiritualidade lassalista remete à escuta de quatro realidades: o Evangelho, a Regra, um ao outro, e ao mundo em torno de nós. É possível que muitos de nós escutem com facilidade uma ou duas dessas realidades, mas somos capazes de escutar as

E já que nos referimos à capela, vale ressaltar que a oração não é uma interrupção em nossas vidas ocupadas nem um ato superior. A oração é o modo pelo qual aprendemos a ver o mundo com os olhos da fé e com sinais da esperança, sem o que, estamos na Comunidade como membros mortos (Cf. RC 2,1). É certo, porém, que a oração pode ser facilmente transformada em um substituto de uma verdadeira espiritualidade. Como nos ensinou a Irmã Joan Chittister por meio de seus livros Fogo sob as cinzas (São Paulo: Paulinas, 1998) e O sopro da vida interior (São Paulo: Paulinas, 2015), é impossível ter

uma espiritualidade sem oração, mas é certamente possível rezar sem ter nenhuma espiritualidade. Há políticos de nossa época, por exemplo, que participam todas as quartas-feiras

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Jesus de Nazaré cuidou sempre de sua comunicação com Deus no silêncio e na solidão


Fechamos os olhos ao elevar nossas preces

quatro? Lemos fielmente o Evangelho, mas como estamos na sua aplicação? Ouvimos as necessidades dos pobres, mas como estamos na proclamação do Evangelho? Procuramos diretores espirituais regularmente, mas como lidamos com as intuições das pessoas com as quais vivemos? Sabemos escutar nossos Irmãos ou sabemos apenas escutar a nós mesmos? A espiritualidade lassalista requer a combinação de tudo isso, sem confusão e separação. O silêncio que conduz à meditação e à contemplação é, por conseguinte, a pré-condição necessária para uma verdadeira espiritualidade. O silêncio está presente na espiritualidade lassalista desde as suas origens. De fato, o silêncio transforma-se na marca inconfundível de La Salle compreender a espiritualidade. Eleva-o como condição fundamental para levar boa vida interior e o considera como uma virtude muito útil e necessária para adorar e servir a Deus em espírito e verdade (Cf. C 73,3; C 128,3). Trata-o como um dos principais pontos da regularidade (Cf. C 11,7; C 12,19; C 52,6; C 87,5). Estabelece-o como critério de caridade (Cf.

C 119,8). Converte-o em critério hermenêutico das reflexões que se pode fazer sobre a presença de Deus (EMO 4,139). Considera-o como uma das doze virtudes de um bom mestre (CT 5; GE 19,1,1). Define-o como guarda de todas as virtudes e obstáculo a todos os vícios (CT 14,11,1). E apresenta-o como a primeira maneira especial de oração (DC1 405,1,11; DC2 4,4,3). Para La Salle, orar com o silêncio significa manter-se apenas na presença de Deus, em atitude de respeito e adoração, e descobrir-lhe as próprias misérias, sem pedir-lhe que nos livre delas (DC2 4,4,3). O que normalmente se entende por silêncio no contexto da espiritualidade é diferente daquilo que os dicionários costumam definir como silêncio. O Dicionário Aurélio, por exemplo, diz que silêncio é, em primeiro lugar, o “estado de quem se cala”; em segundo, “a interrupção de correspondência epistolar”; em terceiro, “ausência de ruído”; em quarto, “sossego, calma”; e em quinto, “sigilo, segredo”.

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O silêncio a que nos referimos é aquele que nos possibilita escutar a nós mesmos, a natureza, os outros e sobretudo Deus. O silêncio também é importante para o pensamento e a concentração. Quando queremos nos concentrar em algo que realmente nos interessa fechamos os olhos, para evitar o ruído procedente de outros sinais. Como caracteriza o neurocientista Ivan Izquierdo, em seu livro Silêncio, por favor! (São Leopoldo: Ed. Unisinos, 2002), nós humanos somos animais predominantemente visuais. Ao fechar os olhos, cancelamos os estímulos dessa natureza. É por isso que fechamos os olhos ao elevar nossas preces, ou quando queremos prestar atenção preferencial a alguma música ou algum texto complexo que alguém lê. O artista fecha os olhos no palco, no momento do aplauso da plateia. O atleta fecha os olhos quando beija a medalha olímpica que acaba de conquistar. Fechamos os olhos ao mundo próximo quando queremos nos concentrar em algo que naquele momento é muito importante para o resto dos sentidos. Anselm Grün no seu livro As exigências do silêncio (Petrópolis: Vozes, 2012), concebe o silêncio como caminho para o autoencontro e o associa como luta contra o pecado e o vício. Para ele, o silêncio é uma forma de a pessoa encontrar-se consigo mesma. Frequentemente as pessoas fogem do silêncio; não gostam de estar sozinhas. E quando estão sozinhas, precisam de uma ocupação qualquer. Para Grün, rádio e televisão oferecem a possibilidade de se evitar o encontro consigo mesmo. Outro ensinamento diz que quando alguém não é capaz de guardar nada para si e tem necessidade de falar a respeito de tudo, tanto do bem quanto do mal, passa a impressão de que não possui maturidade. Não conhece segredos. Não consegue viver com segredos, não consegue suportálos. Agindo assim, a pessoa não é capaz de penetrar profundamente em um mistério. Destrói o mistério, porque logo quer falar a respeito dele. Nesse contínuo falar, em última análise, manifesta-se um medo do mistério, talvez até um medo do próprio Deus e de si mesmo. Outra questão importante trazida por Grün diz respeito ao julgamento dos outros. Como observa o monge, grande parte do que falamos é a respeito dos outros. Continuamente nós nos demoramos a falar sobre os outros. Continuamente eles nos fornecem assunto para conversa. Mesmo quando queremos falar sobre os outros positivamente, nós sempre nos surpreendemos julgando, classificando, ou então comparando-nos a eles. Segundo Grün, com frequência falar sobre os outros é falar sobre si mesmo, sem que disto se tome consciência. Falamos sobre as coisas que gostaríamos de ter, ou sobre coisas que nos incomodam, que nos causam insegurança ou que nos provocam. Procuramos distanciarnos da própria realidade falando dos outros.

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De acordo com Grün, a um ouvinte atento, nosso falar revela qual é a nossa situação, em que é que estamos pensando, com que nos ocupamos, o que não conseguimos superar interiormente. Nossa linguagem trai aos outros as nossas emoções e desejos, nossos planos, nossas motivações, nossos problemas e complexos. Em nossa Regra Revisada, o silêncio aparece como uma exigência fundamental para a vida comunitária (Cf. RR 49.3) e para a oração pessoal (Cf. RR 65.1). Cada Irmão deve cuidar para respeitar os momentos de silêncio, e, atentos à convocação do Fundador que os insta a serem pessoas interiores, os Irmãos têm a responsabilidade de viver em profundidade sua vida espiritual, atentos especialmente à oração pessoal e à busca de momentos de silêncio. Jesus de Nazaré, o Mestre da oração e do silêncio, no meio de sua intensa atividade de profeta itinerante cuidou sempre de sua comunicação com Deus no silêncio e na solidão. As fontes cristãs conservaram a lembrança de um costume que causou profunda impressão: Jesus costumava retirar-se para orar. Não se contenta com rezar nos tempos prescritos para todo judeu piedoso, mas procura pessoalmente o encontro íntimo e silencioso com seu Pai. Esta experiência, repetida e sempre nova, não é uma obrigação acrescentada a seu trabalho diário. É o encontro pelo qual suspira seu coração de Filho, a fonte da qual necessita beber para alimentar seu ser (Cf. PAGOLA, José Antonio. Jesus: aproximação histórica. Petrópolis: Vozes, 2011; COMBLIN, José. A oração de Jesus. São Paulo: Paulus, 2010). Que, através do silêncio, Deus, que tudo governa com sabedoria e suavidade (MC 6), ajude-nos a escutar com mais clareza, na suave brisa da vida, o Evangelho, a Regra, um ao outro, e ao mundo em torno de nós. Que aprendamos a escutar as verdades daqueles que nos cercam. Vencer nossa consciência isolada e a autorreferencialidade (Cf. Evangelii gaudium, n. 8; Laudato si’, n. 208). Caso contrário, tornamonos nosso próprio mensageiro, ouvindo apenas o eco da nossa própria voz sem nada a escutar, aprender e crescer. Se dos poetas esperamos a verdade, como sentenciou uma vez Hannah Arendt (Diário do pensamento), concluo com as palavras do poeta Ferreira Gullar (Toda poesia. 21. ed. Rio de Janeiro: José Olympio, 2015, p. 535): Infinito silêncio / houve / (há) / um enorme silêncio / anterior ao nascimento das estrelas / antes da luz / a matéria da matéria / de onde tudo vem incessante e onde / tudo se apaga / eternamente / esse silêncio / grita sob nossa vida / e de ponta a ponta / a atravessa / estridente.


Saudosa lembrança

C

om esperança e louvor a Deus pela convivência com Irmãos tão especiais, a Província La Salle Brasil-Chile despediu-se dos Irmãos Raymundo Zandomeneghi, Alberto Giuseppe Sgarbi, Martin José Weber, Marino Angst e Ir. Esteban de Jesús, que faleceram em 17 de fevereiro, 17 de abril, 3 de julho, 9 de julho e 16 de julho de 2016, respectivamente. Ir. Raymundo, nascido em 26 de dezembro de 1923, em Caxias do Sul, RS, completara 92 anos, vividos com esperança e dedicação à comunidade. Sua vida lassalista iniciou com a entrada no Juvenato em 1937. As vocações e a Formação foram suas grandes preocupações, motivando-o a acompanhar os vocacionados com carinho e atenção. Como Formador, mostrou proximidade e soube recordar constantemente os valores e processos configuradores do sentido de ser Irmão Lassalista. Ex-aluno do Colégio La Salle Carmo, de Caxias do Sul, RS, Ir. Raymundo atuou como professor e como Diretor em diversas obras educativas, como o La Salle Dores e La Salle Medianeira. Ir. Alberto nasceu em Guaporé, RS, no dia 18 de março de 1931. Iniciou sua vida de lassalista com o ingresso no Juvenato São José de Canoas, em fevereiro de 1944. Vestiu o hábito lassalista em 27 de fevereiro de 1948. Emitiu os votos de final do Noviciado em 3 de março de 1949, e já no mesmo dia iniciou o Escolasticado de 4 anos. Fez a Profissão Perpétua em 16 de janeiro de 1956. Com muita disposição para servir, sua primeira atividade foi no La Salle Carmo de Caxias do Sul, RS, e, após, no La Salle Dores, de Porto Alegre, RS. Quando os Irmãos assumiram o Colégio Diocesano La Salle de São Carlos, SP, passou a integrar essa comunidade. Mais tarde, atuou em Botucatu, SP, como responsável pelo internato. Nos últimos anos de sua vida, esteve no La Salle Abel, em Niterói, RJ. Apesar da dificuldade de visão, ele comprava pipocas, as preparava e ficava no pátio dos alunos para distribuí-las. Ir. Martin nasceu em 11 de julho de 1919, em Venâncio Aires, RS. Fez a sua primeira profissão religiosa em 16 de agosto de 1936 e a profissão perpétua em 31 de janeiro de 1943. Enquanto Irmão das Escolas Cristãs, distinguiu-se como professor de Matemática; na Província, exerceu as funções de Procurador e de Contador. Após deixar a função de ecônomo, trabalhou na Fundação O Pão dos Pobres de Santo Antônio e em Carazinho, cidade em que ficou conhecido pela atuação no Colégio La Salle e pela criação de ovelhas no Juvenato La Salle. Um aspecto de sua simplicidade foi abertura de espírito para continuamente aprender. Mesmo em idade avançada, aprendeu a usar o computador e a operar programas de contabilidade.

Ir. Marino nasceu em Santo Cristo, RS, em 13 de julho de 1946. Fez a sua Primeira Profissão Religiosa em 11 de fevereiro de 1964 e a Profissão Perpétua em 29 de dezembro de 1974. Ele sempre foi conhecido pelo seu entusiasmo, pela capacidade de tomar iniciativas e pela criatividade. Em sua longa e significativa missão de educador lassalista, Ir. Marino foi professor, administrador e diretor. Soube transformar cada função em ministério segundo o carisma lassalista. Entre as Comunidades Educativas pelas quais passou em sua trajetória, destaca-se o Colégio La Salle Brasília, no Distrito Federal, onde exerceu o cargo de Diretor por muitos anos. Ir. Esteban (José Humberto Parra Aguillón) nasceu em 14 de fevereiro de 1926, no Chile. Fez sua Primeira Profissão Religiosa em 26 de fevereiro de 1943 e a Profissão Perpétua em 8 de fevereiro de 1951. Muitas crianças e jovens chilenos tiveram o privilégio de aprender com Ir. Esteban, que viveu o ministério apostólico da educação cristã com maestria e com qualificação profissional, encantando alunos e educadores. A Província La Salle Brasil-Chile une-se em preces pelo descanso eterno desses Irmãos.

Ir. Raymundo Zandomeneghi

Ir. Marino Angst

Ir. Martin Weber

Ir. Esteban de Jesús

Ir. Alberto Sgarbi

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La vida profundamente integrada del Hermano de La Salle Hermano Josean Villalabeitia Comunidad del Centro “La Salle-Arlep” – Madrid/España Distrito Arlep (España y Portugal)

“No hagáis diferencia entre los deberes propios de vuestro estado y el negocio de vuestra salvación y perfección. Tened por cierto que nunca obraréis mejor vuestra salvación, ni adelantaréis tanto en la perfección, como cumpliendo bien los deberes de vuestro estado, con tal que lo hagáis con el fin de obedecer a Dios .”

A

sí dejó plasmada Juan Bautista De La Salle - hasta en dos ocasiones1 , señal de que para él era importante - su visión de la unidad de vida de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Sin embargo, al poco de su muerte, fue desarrollándose en la Iglesia una concepción de la vida religiosa que se oponía frontalmente a estos planteamientos. “Teología de los dos fines” la han denominado, porque aseguraba que el fin principal de la vida religiosa era la santificación personal del religioso, aunque luego, además, como fin secundario, se añadía el compromiso de anunciar el Evangelio o practicar la caridad. La fuerza y extensión general de esta concepción hicieron que los seguidores de De La Salle fueran perdiendo de vista los consejos de su Fundador a este respecto, hasta olvidarlos casi por completo. Y en estas condiciones llegaron a las puertas mismas del Concilio Vaticano II. Y es que basta con echar un vistazo rápido al contenido de las notas enviadas por los Hermanos al 39º Capítulo General (1966-1967)2 para darse cuenta de hasta qué punto se había planteado en el Instituto una radical distinción entre dos realidades que se vivían como separadas y distintas. De un lado, las inquietudes y actividades encaminadas a progresar en la propia santificación: oración personal y comunitaria, retiro del mundo, silencio, mortificación, etc.; y por el otro, todo lo concerniente a la labor educativa y catequística. Esta dicotomía de fondo se volvía mucho más hiriente al estimar que la santificación personal era lo más importante,

condenando a un segundo plano todo lo que se relacionaba con la escuela, que, paradójicamente, ocupaba una gran parte de la jornada habitual del lasaliano. Por esta razón, no pocos Hermanos se quejaban al Capítulo de que la escuela les robaba un tiempo precioso para avanzar en su camino individualista hacia santidad. Otros, por el contrario, no entendían que, siendo la labor apostólica tan decisiva, tuvieran que retirarse a la comunidad cuando llegaba el momento de los ejercicios comunitarios, dejando muchas veces en la estacada a alumnos y adultos necesitados de su presencia y apoyo. Esta sangrante dicotomía llevaba a preguntas muy serias, como por ejemplo: ¿qué sentido tiene ser religioso si lo que uno desea es trabajar con niños y jóvenes en la escuela? ¿No es la vida religiosa un estorbo, más que una ayuda, para el educador cristiano? ¿Por qué organizar la vida comunitaria de los Hermanos de una manera cuasi monacal, cuando han de pasar gran parte de su jornada en el corazón del mundo, mano a mano con otros laicos que, sin tanto aparato, pueden ser tan cristianos y evangélicamente comprometidos como los lasalianos? El 39º Capítulo General de los Hermanos vino a dar respuesta a estas inquietudes. Y lo hizo reflexionando a partir de las antiguas intuiciones de san Juan Bautista De La Salle y sus primeros compañeros, recogidas sobre todo en sus Meditaciones para los días de retiro, que enriqueció con las propuestas del Vaticano II - por aquel entonces recién salidas del horno -, de modo especial las que cristalizaron en el artículo 8 del decreto Perfectae caritatis. Veamos cuáles fueron los planteamientos del 39º Capítulo General en relación con el problema de la dicotomía de vida de los Hermanos. Los presentaremos en cuatro afirmaciones progresivas, que se basarán, sobre todo, en textos de la Declaración sobre el Hermano en el mundo actual, seguramente el principal documento que aprobó aquella trascendental asamblea. A modo de conclusión examinaremos el significado del término “ministerio”.

1Obras completas de san Juan Bautista De La Salle, Ediciones San Pío X, Madrid 2001, CT 16,1,4, p. 175; cf. RP 3,0,3, p. 119. 2Tuve ocasión de analizarlas para mi tesis de doctorado. Han sido publicadas en JOSÉ ANTONIO VILLALABEITIA, Una consagración apostólica, una vida integrada. Tomo I, Ediciones San Pío X, Madrid

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2008, sobre todo pp. 620-689.


La vida del Hermano debe ser una síntesis viva, realizada por el amor, en fidelidad al Espíritu Santo

1.“Elegidos para” La primera constatación importante que realiza el 39º Capítulo General es que los Hermanos han sido elegidos por Dios para desarrollar una actividad muy concreta. Hablar de una “vocación a la santidad” quizás tenga sentido en el contexto general de la Iglesia, dado que los Hermanos también son bautizados y, según la doctrina del Concilio, la consagración religiosa hunde sus raíces en la consagración bautismal3 . Pero si queremos ir a lo específicamente lasaliano, la llamada de Dios se dirige al Hermano con el fin de que este se dedique a una tarea muy concreta: anunciar el Reino de Dios a los niños y jóvenes de sus escuelas. Por lo tanto, si el Hermano ha de aspirar a la santidad, será dedicándose con todo su ser a la misión que Dios mismo le ha encomendado. Este juego incesante entre Dios que elige, llama y envía, y el hombre que, asombrado, conmovido y profundamente agradecido, responde a la convocatoria divina, poniéndose, con todo lo que es y lo que tiene, a completa disposición de su Señor, se repite, con diversos matices, en los textos de la Declaración: “Si el Hermano ha sido objeto de especial llamamiento por parte de Dios, lo fue para poder entregarse de un modo más absoluto a realizar su designio de amor, trabajando en reunir a los hijos de Dios dispersos”4 . Y, por si no quedase suficientemente claro en estas líneas, a continuación se repite el mismo mensaje, aunque

en un tono mucho más teológico: “La consagración religiosa del Hermano, que le asocia más estrechamente a Cristo, le hace partícipe de modo más pleno en su misión, pues ‘el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo que se había perdido5” . Ya no se sugiere aquí el binomio llamada-respuesta, sino que se habla directamente de “consagración”, dejando caer como por descuido que esta “asocia al Hermano más estrechamente a Jesucristo”. Si la consagración religiosa nace del bautismo, comporta, sin embargo, con respecto a él algunos elementos nuevos. Uno de los más claros es, precisamente, la vocación peculiar que recibe el Hermano y la libertad total con que ha de actuar al respecto, sin la cual Dios mismo, en su omnipotencia, nada tendría que hacer, y la consagración religiosa no podría tener lugar: “La consagración religiosa implica, pues, en comparación con la del bautismo [...] la novedad de una llamada particular por parte del Señor, que invita al Hermano a seguirle de manera específica, y la novedad de la libre respuesta a esa llamada del Espíritu que la suscita y fuera de la cual no podría subsistir”6. La consagración religiosa del Hermano no es, por tanto, un asunto exclusivo de Dios, ni tampoco solo del hombre. Dios toma siempre la iniciativa de llamar y consagrar, pero solo cuando el hombre acepta, y se consagra al Dios que lo llama, se completa adecuadamente el plan divino.

3Cf. PC 5. 4Declaración sobre el Hermano en el mundo actual, 22,4; en adelante D 22,4. 5D 22,4. 6D 18, 1-2.

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La consagración es, pues, una realidad muy rica

Se entiende que la respuesta del hombre a Dios ha de ser siempre total, por entero, sin reservas; y es que con Él no se puede tratar de otra manera: “A cada Hermano le incumbe, como respuesta a la llamada incesante del Espíritu, poner a contribución todos sus recursos para corresponder a su vocación personal”7. ¡Qué cosa tan extraña sería una consagración con restricciones materiales, afectivas, temporales...! ¡Un auténtico contrasentido! La vocación lasaliana es una vocación religiosa peculiar y, para salvaguardarla adecuadamente, debe evitarse cualquier factor que pueda oscurecerla, desviarla de su orientación original, confundirla con otras, etc.: “Deberá, pues, velarse por que los Hermanos mantengan la autenticidad de su consagración a Dios y a los hombres”8. De la misma manera, de cara a la pastoral vocacional habrá que actuar con cuidado y ser siempre coherentes con las características de la consagración lasaliana: “Al discernir las vocaciones, importa mucho prestar atención al criterio apostólico; la aptitud para la vocación apostólica del Hermano exige el deseo de consagrar la vida al servicio de los jóvenes, por haber caído en la cuenta de la necesidad que estos tienen de salvación”9.

2. Una vocación apostólica Una consecuencia clara de todo lo que hemos comentado en el apartado anterior es la importancia que el apostolado

7D 15,2. 8D 18,8. 9D 18,8. 10D 22,1. 11D 17,4.

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debe tener en la existencia de todo Hermano. Porque de la vida del Hermano se pueden decir muchas cosas en relación, por ejemplo, con su vocación, oración, comunidad, entrega, etc.; pero “no basta todo lo que precede para definir a ese religioso que es el Hermano. Si existe en la Iglesia nuestro Instituto, es con el fin de laborar por la salvación de los hombres y de procurar la gloria de Dios. San Juan Bautista De La Salle fundó a un tiempo a los Hermanos como apóstoles y como religiosos: al conseguir que los maestros se percataran del alcance apostólico de su oficio, les indujo a consagrarse totalmente al Señor que los ocupaba en su viña”10. Es decir, que no puede haber Hermano si no se dedica al apostolado, si su misión fundamental en la existencia no es la extensión del Reino de Dios. Religiosos sí, pero también apóstoles; sobre todo apóstoles. Este aspecto apostólico de la vocación del Hermano se repite con insistencia a lo largo de las páginas de la Declaración. En realidad, ya el propio bautismo impulsa a todo cristiano a trabajar por el Reino: “Al igual que toda existencia cristiana, la vida religiosa del Hermano es apostólica. La vocación universal al apostolado se fundamenta en la misión que el Hijo de Dios recibió del Padre y que, por el Espíritu, comunica sin cesar a los miembros de su cuerpo”11. Partiendo de esta premisa, el objetivo fundamental de toda actividad apostólica es nítido: “El apostolado tiene por meta la comunicación de


Dios a los hombres y la conducción de los hombres a Dios”12. Lo que, merced a su vocación particular, para los Hermanos se aplica de modo particular al mundo de la niñez y de la juventud: “Por la educación los Hermanos quieren conseguir que llegue el mundo nuevo inaugurado por la Encarnación y el misterio pascual del Salvador. Intentan contribuir al crecimiento del Pueblo de Dios”13. Además de proceder de unos objetivos lúcidos, como los anteriores, las labores apostólicas reclaman unas ciertas disposiciones interiores que hay que tener muy en cuenta si se desea llevarlas a cabo en las debidas condiciones y con unas expectativas razonables de buen fruto: “[El apostolado] exige ser profundamente conscientes de la participación en la vida de Dios y de la responsabilidad que incumbe al cristiano en la consumación de su designio; e igualmente gozar de una sensibilidad realista hacia las necesidades del mundo al que todos los miembros de la Iglesia son enviados”14. Como claramente especificaba el decreto conciliar Perfectae caritatis en su artículo 8, lanzarse al apostolado en estas condiciones no supone en absoluto para los Hermanos forzar el sentido de su consagración. Al contrario, “lejos de oponerse o de perjudicar a su vida religiosa, el ejercicio del apostolado es para el Hermano una de las manifestaciones de su consagración al Señor y estímulo para vivirla dignamente”15. Esta afirmación también puede invertirse y ser leída desde el final, sin que por ello pierda nada de su valor: “Recíprocamente, la consagración y la vida religiosa del Hermano estimulan y sostienen su apostolado”16. Si consagración y misión se relacionan de forma tan íntima es porque en los Hermanos ambas se reclaman mutuamente, lo que no quiere decir en absoluto que sean realidades idénticas e intercambiables. La Declaración lo explica con claridad al final del capítulo dedicado a tratar todas estas cuestiones: “El desempeño de la misión apostólica por el Hermano recaba la totalidad de su consagración a Dios. Con todo, la consagración religiosa que el Hermano realiza en el hecho mismo de ejercer todas las actividades que se le encomiendan, no se circunscribe a ninguna de estas en particular; sino que se completa en el misterio de su relación personal con Dios; ya que es característico de la persona el trascender todas las actividades que ejerce”17. La consagración es, pues, una realidad muy rica, llena de matices, que extiende sus benditos tentáculos a todas las

facetas de la existencia del Hermano, llenándolas de luz y de sentido. Por ello, en medio del cotidiano bregar en la escuela o en la comunidad, si desea sentir cómo su esqueleto interior continúa dando vigor a todo el entramado de su vida, el Hermano debe acudir con frecuencia al origen de todos sus desvelos: “Importa, pues, que el Hermano esté siempre por encima de lo que hace, y guarde la posibilidad de caer regularmente en la cuenta de su existir ante Dios”18. Estas consideraciones tienen su lado práctico que no conviene descuidar. Por ejemplo, en la formación: “Durante todo el proceso de la formación, es de capital importancia que se despierten, descubran y eduquen las aptitudes para el apostolado. Con este fin, ha de incluirse el aspecto apostólico como elemento de formación del Hermano, ya por instrucciones adecuadas, ya por unas prácticas de apostolado sometidas a revisión comunitaria”19. O incluso en la vida espiritual: “Se procurará también, al promover la vida de oración, que, en esta, la mirada se dirija a Dios, de modo que sirva para iluminar y purificar el impulso apostólico, al mismo tiempo que este suscita y sostiene el movimiento hacia Dios”20. Y es que difícilmente podría alguien ser simplemente un apóstol sin un contacto profundo y continuado con quien le llama y le envía a trabajar en la mies de la Iglesia y del mundo, es la fuente de toda su energía y la clave de su fecundidad.

3. La trascendencia ya está aquí El documento Consagración religiosa y votos en un momento dado se hace una pregunta que puede acudir no pocas veces a la mente de muchas personas, e incluso a la de no pocos religiosos: “Los Hermanos se dedican a la tarea docente, ejercida de ordinario por seglares: ¿es conveniente mezclar con ella la consagración religiosa?”21. Expresando la misma idea de otra manera, podríamos igualmente cuestionar: ¿No sería más apropiado dar al césar - el mundo - lo que es del césar - el trabajo escolar -, y a Dios lo que es de Dios - la consagración-? ¿No convendría separar con claridad ambos dominios o esferas de influencia? O, incluso, planteando las cosas casi con crueldad: ¿Qué hace esa gente dedicada a las cosas de Dios trabajando en objetivos tan terrenales como la literatura, el cálculo o la didáctica escolar, por concretar un poco? ¿Son pertinentes todas estas preguntas? El Concilio habría respondido con rotundidad que no, porque plantear las cosas de esa manera, después de la Encarnación y Redención

12D 17,4. 13D 37,1. 14D 17,4. 15D 25,1. 16D 26,1. 17D 27,1. 18D 27,1. 19D 25,3. 20D 25,3. 21Consagración religiosa y votos, pp. 17-18.

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operadas por el Hijo de Dios, parece pecar de cortedad de miras creyentes. Y es que, en efecto, “el Reino está ya misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el Señor se consumará su perfección”22. Ante nuestros ojos, por tanto, hay más, mucho más de lo que aparentemente somos capaces de distinguir; inmanencia y trascendencia son dos polos distintos, aunque inseparables, de nuestra realidad cotidiana, repletos ambos de energía. Tras el paso del Señor Jesús por nuestra tierra, vivimos ya los tiempos definitivos; el Reino de Dios está ya presente entre nosotros, aunque todavía no lo esté en su plenitud. Afanarse en la promoción de las realidades terrestres supone, por tanto, promover el Reino de Dios; porque nuestra tierra, con todo lo que contiene, porta ya misteriosamente en sí el germen de la eternidad de Dios . Por esta razón podemos decir, por ejemplo, que la primera condición para que una persona sea cristiana de verdad es que llegue a ser una persona humana en plenitud. Aplicado todo esto a la educación cristiana, actividad que se realiza con niños y jóvenes, que son imagen de Dios y semejantes a Él, para encauzarlos y ayudarles a alcanzar su plenitud como personas humanas, y como hijos y herederos del mismo Dios que los creó, toda duda queda despejada: “El Hermano está llamado a dar testimonio de su total consagración a Dios por la esencia misma de su actividad educadora: merced a aquella, lejos de despreciar las realidades terrenas, el Hermano descubre que su valor se fundamenta en su origen divino y en su destino escatológico. El testimonio del Hermano invita así a superar de continuo lo temporal”24. No es difícil captar, a partir de este texto, el valor que tiene la consagración entera del Hermano como dedo que señala a la trascendencia, invitando a romper las limitadas barreras de nuestra inmanencia y a actuar en coherencia con nuestra fe, que nos asegura que el Reino de Dios está ya entre nosotros y que se encamina hacia su plenitud. Por este motivo, recordando las dos primitivas fórmulas lasalianas de profesión, de 1691 y 1694 respectivamente, los primeros Hermanos podían intercambiar sin dificultad la promoción de “las escuelas gratuitas” con la proclamación de la “gloria de Dios”, porque, a los ojos de la fe, ambas cuestiones no eran para ellos sino una misma realidad. Por consiguiente, el Hermano puede dedicarse por entero a sus labores escolares, a sabiendas de que, independientemente de los contenidos concretos de los que se ocupe, siempre que, con honradez y entusiasmo, acuda en apoyo de una persona para ayudarla a alcanzar su plena estatura humana en todos los órdenes -no otro es el 22GS 39. 23CF. GS 33-39. 24D 26,3. 25D 25,1. 26Consagración religiosa y votos, p. 37.

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propósito fundamental de la educación-, estará dando de lleno en el clavo de su consagración, ya que estará poniendo en práctica la misión a la que ella lo encamina. La Declaración le ofrece múltiples razones que así se lo aseguran: “Las tareas apostólicas del Hermano son religiosas por quererlas Dios y porque, dedicándose a ellas animosamente, cumple la voluntad del Señor que le envía. Son religiosas las tareas del Hermano porque este halla a Cristo en aquellos a quienes se le envía, los pobres especialmente; lo son también porque realizan el designio de Dios, contribuyendo a la promoción de las personas y a su preparación para acoger la Buena Nueva de la Salvación. Son religiosas porque tienen como fin último preparar a Dios un pueblo de adoradores en espíritu y verdad”25. Es decir que, aunque se desarrolle en el corazón más secular de la ciudad de los hombres, aunque incluso, en apariencia, las propuestas y contenidos específicamente religiosos de las materias que imparta brillen por su ausencia y Dios parezca permanentemente huido de las actividades que sugiere a sus alumnos, lo que el Hermano hace en la escuela es siempre un trabajo profundamente religioso, que desarrolla hasta el máximo su consagración. Y es que, aun en esas condiciones restrictivas tan extremas que hemos indicado más arriba, Dios continúa consagrando a su elegido, y este trabaja siempre en Su viña, construye el Reino de Dios, que es para lo que fue elegido, llamado y enviado. Por tanto, el Hermano despliega en plenitud su consagración en cualquier trabajo educativo, a pesar de que, a veces, a los ojos de los no iniciados, tan solo sea un maestro más. En definitiva, “misión y consagración se compenetran en la vida del Hermano. Su unidad hecha vida permite descubrir a Dios como presente en el Hermano sea cual fuere el campo en que ejercita su actividad: ciencias profanas y religiosas, educación humana, ejercicio de su ‘oficio’ de ‘profesor’. El servicio profético del Hermano radica en esa presencia y ese recuerdo universal del sentido de Dios; no solo del Dios autor de la creación, sino del Dios fin de la misma creación”26 . Y es que hoy ya es mañana.

4. Síntesis viva realizada por el amor Todo lo que venimos explicando llega a una conclusión nítida en este último apartado. Así se desprende de la definición que la Declaración da del Hermano: “El Capítulo General afirma que el Hermano es aquel bautizado que respondiendo a una especial llamada de Dios, se consagra del todo a Él y a


La llamada de Dios se dirige al Hermano con el fin de que este se dedique a una tarea muy concreta: anunciar el Reino de Dios a los niños y jóvenes de sus escuelas

su servicio por la profesión religiosa y se esfuerza por integrar en la unidad de su existencia, vivida en sujeción al Espíritu Santo, los elementos siguientes”27. Y a continuación28 se enumeran unos cuantos aspectos fundamentales de la vida del Hermano: la consagración bautismal, la profesión religiosa, la vida comunitaria, el trabajo apostólico, con preferencia en la escuela y dirigido a niños pobres, la atención a la Palabra de Dios, etc. Pero, por si ese “integrar en la unidad de su persona, vivida en sujeción al Espíritu Santo” no fuera suficiente, en el número siguiente la Declaración insiste: “Lo que especifica la vocación del Hermano no es cualquiera de las características anteriores consideradas aisladamente, sino la decisión de abrazarlas todas en la síntesis personal, realizada por la caridad”29 . Y, en otro momento, en lugar de destacar el protagonismo del amor en este proceso de integración, se afirmará que “esta fidelidad al Espíritu es, efectivamente, según San Juan Bautista De La Salle, el elemento que unifica la vida del Hermano”30. En definitiva, integración en la unidad, síntesis viva, que solo pueden llevarse a buen fin en la persona con el concurso del amor y la ayuda del Espíritu Santo. A nuestro juicio, este es el mensaje fundamental, la gran respuesta que

el 39º Capítulo General aporta como solución del problema que nos ocupa. A propósito de esta síntesis vital se podrían proponer diferentes comentarios. Algunos han sostenido, por ejemplo, que para describir la vocación del Hermano, “dimensiones”, o puntos de vista, o focos de interés, o iluminaciones, etc. parecen expresiones mejores que “elementos”, o partes, o piezas, o compuestos, etc. Porque los primeros dan sensación de unidad indivisible, que de ninguna manera se puede romper, aunque pueda seleccionarse un criterio concreto de interés en su mirada, o en su descripción o análisis, mientras que la segunda familia de palabras sugiere, más bien, una realidad fragmentaria, compuesta de diversas partes que pueden funcionar al unísono, pero que, de hecho, son autónomas, y hasta independientes. En este sentido, existe un texto precioso del documento Consagración religiosa y votos que habla de una peculiar “química vocacional”: del mismo modo que el agua es agua, aunque esté formada por oxígeno e hidrógeno, el Hermano es un compuesto de relación con Dios, vida comunitaria y misión apostólica, muy distinto de cada uno de sus componentes considerado por separado 31.

27D 13,1. 28Cf. D 13,2-6. 29D 14,1. 30D 14,5. 31Cf. Consagración religiosa y votos, p. 15.

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Un segundo aspecto importante que podemos considerar es la infinidad de Hermanos concretos a que puede dar lugar un planteamiento como el de la síntesis vital de esas tres dimensiones por el amor y la fidelidad al Espíritu. Deben estar las tres, pero no se dice en ninguna parte la proporción en que deben aparecer. Al contrario, la Declaración es muy consciente de estar dando origen a múltiples posibilidades: “Si el Capítulo General entiende que ha de asegurar la cohesión y peculiaridad del Instituto en la fidelidad a sus orígenes, afirma también la libertad interior de cada Hermano y la benéfica diversidad de sus carismas. Unidad no es uniformidad, sino armónica complementariedad”.32 En realidad, más que un deseo, esta variedad de Hermanos es una consecuencia práctica de la complejidad de factores que intervienen en la vida de las personas: “Prueba la experiencia que las circunstancias en que cada uno fue llamado, y sus respuestas concretas, son diferentes. En efecto: el origen socio-cultural, la maduración sicológica, el grado de experiencia humana y cristiana varían de unos individuos a otros y, en el mismo individuo, de un periodo a otro durante la vida. Estos factores variables ocasionan diferencias notables, por ejemplo en la comprensión del ministerio de la Palabra o del servicio de los pobres, en la percepción del sentido profundo de toda cultura o en la inteligencia que progresivamente se va adquiriendo de la consagración religiosa” 33. Así pues, la vida del Hermano debe ser una síntesis viva, realizada por el amor, en fidelidad al Espíritu Santo, de tres dimensiones fundamentales: la relación con Dios, la comunidad y el trabajo apostólico. Si están presentes las tres, aparecerán, como es lógico, en muy diversas proporciones, dando origen a multitud de Hermanos concretos, que estarán desarrollando personalmente las riquezas recibidas del cielo, para el servicio de la Iglesia y del mundo. Pero si falta por completo una de esas tres dimensiones no podremos decir que nos hallemos frente a un Hermano de las Escuelas Cristianas, de la misma manera que si a un trípode le quebramos una pata es inútil pretender que se sostenga en equilibrio: caerá sin remedio por los suelos.

Conclusión: la clave está en el “ministerio” El Concilio Vaticano II recordó a los Hermanos algo que muchos de ellos habían olvidado, pero que su Fundador les había explicado con suprema claridad: “La acción apostólica y benéfica pertenece a la misma naturaleza de la vida religiosa, 32D 14,4. 33D 14,2. 34PC 8. 35Obras completas... CT 16,1,4, p. 175. 36Obras completas... RP 3,0,3, p. 119. 37Cf. GS 1. 38Obras completas... MR 195,2,1, p. 583.

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como ministerio santo y obra de caridad propios, a ellos encomendados por la Iglesia y realizados en su nombre”.34 A esta última frase personalmente añadiría que ese ministerio santo y obra de caridad propios son requeridos, ante todo, por el Espíritu y actuados en nombre de Dios. Porque esa es, en efecto, la esencia de la vocación: Dios que invita a una misión (Dios que desea consagrar, pero no puede hacerlo sin el consentimiento del futuro consagrado), y el hombre que, al aceptar, se consagra; la consagración es, por tanto, obra de ambos, aunque la iniciativa parte siempre de Dios. Como se puede advertir, desde el primer momento, la vocación divina que origina la consagración de la persona, lleva ya implícita la misión, el trabajo apostólico escolar, en caso de los Hermanos. El artículo de Perfectae Caritatis citado (PC 8) habla también de “ministerio”, palabra de gran tradición en nuestro Instituto desde los tiempos del Santo Fundador, tiempos en los que no era muy habitual pensar que un laico pudiera desarrollar un ministerio en la Iglesia. Este concepto de “ministerio” como desarrollo visible en la Iglesia de una gracia particular invisible que llamamos “carisma”, es fundamental para los Hermanos. Y es que si uno trabaja en la escuela respondiendo a la vocación recibida del cielo – el Fundador decía, si lo hace “con el fin de obedecer a Dios”35 , o “con la mira puesta en la voluntad de Dios”36 –, está desarrollando en la Iglesia y en el mundo un ministerio, está poniendo en práctica el designio amoroso de Dios, está haciendo que germine el carisma recibido del Espíritu. Es decir: está cumpliendo su consagración, la está llenando por completo de sentido, porque para ello ha sido llamado por Dios. No hay entonces ninguna dicotomía en su ser: todo pertenece al mismo orden divino, incluso aunque aparentemente – no olvidemos que, desde la encarnación del Verbo, nada estrictamente humano existe que no tenga íntimamente que ver con Dios37– se esté dedicando a labores muy seculares y mundanas. A pesar de las apariencias – o, mejor, a pesar de la superficialidad de ciertas miradas –, estará entregado con todas sus fuerzas a la misión recibida del cielo; por eso deberá hacerlo siempre manteniendo una estrecha relación con el Dios que lo envió, en su nombre, sintiéndose, como decía el Señor de La Salle, “embajador y ministro de Jesucristo”38. Consagración y misión forman así, mediante el ministerio, una indivisible unidad. La primera no tiene sentido sin la segunda que la explicite. La segunda, sin la primera, es mero activismo infecundo. Ministerio es el concepto clave que une la consagración y la misión.


Cuando el profesional y el consagrado alcanzan la excelencia en su trabajo, no hay ninguna diferenciamaterial entre ellos en cuanto efectividad, dedicación, responsabilidad

La diferencia entre “ministerio” y “profesión” es esa íntima convicción de estar desarrollando una actividad porque Dios te lo ha mandado, como “embajador y ministro de Jesucristo”39, que decía De La Salle. Cuando el profesional y el consagrado alcanzan la excelencia en su trabajo, no hay ninguna diferencia material entre ellos en cuanto a exigencia, efectividad, dedicación, responsabilidad... El buen “profesional” lo realiza por razones que probablemente conoce, o tal vez no; el “ministro de Dios” se limita a poner en práctica, con alegría y entusiasmo, las gracias recibidas del cielo a tal fin. Es muy consciente de ello y se siente, en consecuencia, un consagrado agradecido y feliz. Además, como pone de manifiesto el Fundador40, en el tema de la responsabilidad, el consagrado añade a Dios en la lista de personas a las que debe rendir cuentas de su actividad. La misma palabra “ministerio” nos estaría desvelando ya muchas claves ocultas, no tan fáciles de captar a primera vista. Nos indicaría, por ejemplo, que trabajamos en algún aspecto indispensable para la misión de la Iglesia; en el caso de los Hermanos, se trataría de la formación de las nuevas generaciones y de su entrada en la Iglesia. Hablar de ministerio implicaría también que nos referimos a algo tan sumamente importante para la persona que es capaz de modelar definitivamente, y hasta de manera drástica, su manera concreta de vivir; en el caso del Hermano, le lleva a reunirse en comunidad con otros llamados como él y a encontrar a Dios en el mundo de los niños y de los jóvenes.

Un ministerio, además, conduce siempre a un compromiso estable y duradero. Decir que la clave está en el “ministerio” es, por tanto, una afirmación muy seria, que tiene consecuencias particularmente exigentes. Así lo quiere el Dios que elige, llama, envía y salva41. Y, más allá de planteamientos teóricos de una u otra índole, una convicción fundamental debe guiar permanentemente nuestras existencias lasalianas, esos extraños compuestos de la química amorosa del Padre, que combina, en la justa medida de cada cual, relación con Dios, comunidad y misión. La propuso hace tres siglos Juan Bautista De La Salle en una de sus meditaciones y es hoy más válida que nunca: “’La gloria de mi Padre consiste en que llevéis mucho fruto y que seáis mis discípulos’. Lo que dijo Jesucristo a sus santos apóstoles os lo dice también a vosotros, para daros a entender que todo el fruto que podáis producir en vuestro empleo, en relación con aquellos que os están confiados, no será ni verdadero ni eficaz sino en la medida en que Jesucristo lo bendiga y vosotros permanezcáis en Él; igual que el sarmiento, que no puede producir fruto sino en cuanto permanece unido a la cepa, de la que obtiene la savia y el vigor, y eso es lo que también origina toda la bondad del fruto”42. Y es que, en el fondo, el único factor que puede integrar hasta el final la vida del Hermano, sin dejar el más mínimo asomo de dicotomía espiritual en ella, es la savia común que corre por sus vasos de joven sarmiento, agradecido y entusiasta, a partir de la cepa infinita de Dios.

39Ibídem. 40Obras completas... cf. MR 205-206, pp. 603-607. 41Cf. Regla de 2015, 21. 42Obras completas... MR 195,3,1, pp. 583-584.

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Meditação: entre ruídos e silêncios Irmão Edgar Genuino Nicodem Provincial da Província La Salle Brasil-Chile e Presidente da Rede La Salle

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espiritualidade é um modo de ser e de existir diante de Deus e do mundo1. É um encontro com o mistério de Deus, em que as surpresas podem estar em cada esquina. No seu dia a dia, a pessoa pode expressá-la em gestos, palavras, fórmulas, celebrações, compromissos, ritos ou silêncios. A meditação, entre ruídos e silêncios, pode ser um meio importante para cultivar a espiritualidade. Segundo a Regra, a meditação é o primeiro e principal dos exercícios diários do Irmão (R 69). É por meio dela que o Irmão se une à pessoa de Jesus Cristo para viver ao longo do dia na sua presença. É uma união de espírito e de coração que atrai as benções de Deus sobre todas as suas atividades, e sobre todos aqueles que lhe são confiados. Considerando a importância atribuída à meditação pela Regra e pela tradição lassalista, não deveria haver dúvida sobre o seu lugar na formação do Irmão e na sua organização diária. Contudo, durante o retiro anual dos Irmãos em Moçambique sobre a Regra, o Ir. Amílcare Boccuccia2, orientador do retiro, dizia que estamos perdendo uma das tradições espirituais mais características do Instituto: a meditação. Será verdade? O que isso significa? Quais podem ser as consequências? O Santo Fundador convida os Irmãos a serem homens interiores. Cada Irmão é responsável para viver em profundidade sua vida espiritual, com uma atenção especial à oração pessoal e aos momentos de silêncio (R 65,1). Para isso, segundo a Regra, os Irmãos devem evitar tudo o que favorece a superficialidade e a dispersão. Em outras palavras, as mais diversas formas de ruídos. Para analisar o tema da meditação, entre ruídos e silêncios, vamos inicialmente tecer algumas considerações sobre a ambiguidade tanto dos ruídos quanto dos silêncios, para num segundo momento, estabelecer a relação entre a meditação e as suas possíveis incidências em nossa vida espiritual.

A ambiguidade dos ruídos A palavra ruído vem do latim rugitus que significa um som desarticulado ou confuso, mais ou menos forte, que resulta desagradável. É comum ouvirmos dizer “o ruído ou barulho da rua me perturba”. Ou então, “não consegui dormir por causa do barulho/ruído dos vizinhos”. Em comunicação, o ruído é todo e qualquer som não desejado que interfere no relacionamento entre as pessoas e em suas atividades. Quem sabe a situação mais alarmante seja a da contaminação acústica, quando um som chega a produzir efeitos fisiológicos ou psicológicos nocivos à saúde. A Organização Mundial da Saúde (OMS) considera um som acima de 50 decibéis nocivo à saúde. Por isso, nesses casos será necessário recorrer a algum tipo de proteção para evitar danos que podem ser irreparáveis. Geralmente os ruídos são considerados de forma negativa, como vimos no parágrafo anterior. Contudo, em sentido analógico, podemos identificar outros sentidos que se aproximam de uma valência positiva. Por exemplo, quando um aparelho emite algum tipo de ruído, pode ser um sinal de que algo não está bem. É um sinal de alerta importante para que sejam tomadas medidas. Nada mais irritante do que a sirene de um carro de bombeiros ou de uma ambulância passando. No entanto, não deixa de ser um sinal de um socorro urgente que está a caminho. Considerando a ambiguidade dos ruídos, podemos estabelecer algumas relações com o tema da meditação. Segundo o Ir. Amílcare, estamos perdendo uma das práticas mais importantes e características da nossa tradição espiritual. Não será esse um sinal alerta de que a nossa saúde espiritual precisa de uma atenção urgente se quisermos continuar fiéis ao ministério que Deus nos confiou? Ou seja, como ocupamos o tempo habitualmente dedicado à meditação? Simplesmente o eliminamos ou o substituímos pela oração vocal? É importante situar o tema dos ruídos na dinâmica da nossa cultura atual. Gianni Vattimo3, filósofo italiano, define o período que estamos vivendo como um tempo de contaminação, no qual parece que nada tem valor ou sentido. Por isso, é o tempo da fruição, quando tanto vale queimar

1Cf. Boff, Leonardo, Testigos de Dios en el corazón del mundo, Publicaciones Claretianas, Madrid, 1978, p. 249. 2O Ir. Amílcare Boccuccia é o coordenador do Secretariado para o Desenvolvimento e a Solidariedade do Instituto dos Irmãos das Escolas Cristãs. 3Vattimo, Gianni, El sentido de la existencia, postmodernidad y nihilismo, Universidad del Deusto, Bilbao, 2011.

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Sem dúvida, poderíamos continuar enumerando outras situações que são ruídos e que dificultam a nossa meditação. Contudo, em consonância com o que foi exposto anteriormente, também se podem destacar algumas dinâmicas em que os ruídos podem ser positivos ou quase proféticos em nossa meditação. Como Irmãos, não vivemos em uma redoma de vidro. Nada mais estranho do que uma meditação desconectada do mundo real da nossa vida e missão.

Reservamos em nosso dia a dia tempo suficiente para a oração pessoal?

o instante, quanto viver o imediato e, por isso mesmo, um tempo de frustração. Quais são as nossas contaminações que nos impedem ou dificultam desenvolver o nosso itinerário espiritual ou adquirir o espírito de fé e zelo? As exigências da missão são cada vez mais significativas. Uma educação de qualidade requer Irmãos preparados e com intensa dedicação à missão. Não podemos negar o crescente risco de ativismo em nosso dia a dia. Mas, por que caímos nele? Estamos suficientemente preparados? Conseguimos organizar adequadamente o nosso dia a dia? Delegamos funções? Trabalhamos em equipe? Ou ainda estamos convictos de que podemos continuar fazendo quase tudo sozinhos? Outro espaço de ruídos pode ser a nossas próprias orações pessoais ou comunitárias. A Regra considera a oração pessoal como um elemento fundamental para a profundidade espiritual do Irmão. Reservamos em nosso dia a dia tempo suficiente para a oração pessoal? Ou fica ela restrita aos eventuais momentos que sobram na oração comunitária. Quem sabe outro ruído em nossa meditação sejam as redes sociais. Estamos tão conectados que não conseguimos mais nos desconectar. É fácil ver em reuniões, grupos inteiros ou até quase a maioria conectada a outros temas importantes, mas que não têm relação com a atividade que está sendo realizada. Será que algo semelhante não está acontecendo em nossa oração pessoal ou meditação?

Cumprir rigorosamente rubricas litúrgicas não garante um encontro com Deus. É preciso caminhar em direção às periferias como afirma o Papa Francisco, ou sair do acampamento, como diz o nosso Superior Geral. O Fundador na sexta Meditação para o Tempo do Retiro afirma que “é vosso dever subir todos os dias a Deus pela oração, para aprender d’Ele tudo quanto deveis ensinar e, logo descer para ensinar, adaptando o ensinamento às capacidades dos alunos, para instrui-los sobre o que Deus comunicou”(M 198,1). Ao subir a Deus o Irmão não sobe somente com as suas boas intenções, mas leva consigo as preocupações, pedidos, agradecimentos e súplicas de seus alunos e de toda Comunidade Educativa. Não é um mero processo formal, mas repleto de conteúdos existenciais dos alunos, educadores e famílias.

A ambiguidade do silêncio O termo silêncio vem do latim silentium, do verbo “silere” que significa calar. O verbo latino silere vem de uma raiz indo-europeia “sei” que significa deixar cair ou tirar, presente também em palavras como semente. Miguel de Unamuno afirma que em determinadas situações, o silêncio é a pior das mentiras. Wittgenstein é taxativo ao dizer “do que se não podemos falar é melhor guardar silêncio”. Contudo, para Brotons o “silêncio não é a ausência de som, mas outra categoria de som que precisamos aprender a escutar e desfrutar quando possível”. E segundo um provérbio árabe “o silêncio é o muro que rodeia a sabedoria”. A ambiguidade do silêncio transparece claramente nas citações mencionadas. Vai desde uma perspectiva bastante negativa até sentidos mais positivos, indicando horizontes mais amplos. O tema do silêncio aparece tão somente duas vezes na Regra. Ambas no capítulo da vida espiritual. A primeira destaca a importância do respeito às horas de silêncio para a oração (R 49.3). A segunda, quando se fala da responsabilidade do Irmão em viver com profundidade sua vida espiritual e da importância em dar uma atenção especial à busca de momentos de silêncio (R 65.1). São apenas duas referências, mas relevantes para que os Irmãos vivam em profundidade sua vida espiritual.

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Considerando o silêncio, o teólogo Bruno Forte4 destaca dois importantes desafios. O primeiro é encontrar os caminhos do silêncio, não o silêncio da renúncia, da incomunicabilidade, da infinita solidão, mas o silêncio como espaço de escuta, de encontro, o silêncio como um dom. O segundo é redescobrir a Palavra em um tempo cansado de palavras. Eis a questão: como dizer a Palavra em uma cultura que não tem mais certezas ligadas ao Logos. A cultura atual, segundo Forte, é perpassada pela tentação de renunciar a qualquer forma de dizer, na qual tudo parece resolver-se em uma comunicação vulgar assegurada pela comunicação midiática. Vivemos no tempo da “meritocracia”, fórmula que há tempo substituiu a democracia. Não é mais o consenso, mas a persuasão que vence por meio do sistema midiático.

Um ruído na meditação seria a conexão às redes sociais

No centro da fé cristã está a Palavra silenciada Hans Urs Von Balthasar5 afirma que no centro da fé cristã está a Palavra abandonada, silenciada, o Logos crucificado. É o grito da Palavra que morre, o paradoxo da hora nona. Não é uma noite de estrelas, não é o silêncio de mil silêncios de amor, mas é o silêncio da espera e do abandono. É no abandono que a Palavra gera vida e reenvia a um Outro que é o Pai. A palavra procede do silêncio. Jesus é a palavra que procede do silêncio, é a palavra feita carne, que reenvia a um silêncio abissal, o silêncio do Pai. E se não fosse o silêncio, afirma Rahner, a palavra de Deus não passaria de uma ideologia com a pretensão de explicar o mundo com os seus conceitos e sistemas. Mas ao contrário, a palavra de Deus é uma janela aberta sobre o abismo, sobre o infinito, em que Deus é o Senhor dos arcos quebrados que nos espera. Há situações ou momentos em que o silêncio assume contornos verdadeiramente incompreensíveis e realmente assustadores. É o que podemos identificar no texto de Elie Wiesel6 sobre o holocausto. “O silêncio de Birkenau não tem nenhuma semelhança com nenhum outro silêncio: ele tem em si o grito de desespero, a oração angustiante de milhares e milhares de comunidades que o inimigo condenou a ser engolidas na obscuridade da noite infinita, uma noite sem nome. O coração dos homens congelado no coração da desumanidade. Silêncio eterno sob um céu azul. Silêncio de morte no coração da morte. No reino das sombras que é Auschwitz ninguém pode caminhar devagar, a morte inexoravelmente agarra e estraçalha a presa. Não há tempo, a morte: tudo se une em uma velocidade absolutamente louca”.

Quando falta o silêncio e a escuta, segundo as conclusões do Congresso Internacional da Vida Consagrada7, “podemos descobrir em nossas comunidades a mediocridade, a instalação, fuga no ativismo, no profissionalismo e na busca de si, um apego às devoções e estruturas do passado, uma vida comunitária onde o centro está mais nas estruturas do que nas relações interpessoais. As relações virtuais (televisão, internet) dificultam a relação com Deus e os coirmãos”. A situação descrita nas conclusões do Congresso da Vida Consagrada pode ser comparada com uma famosa canção de Paul Simon8 dos anos sessenta: “E as pessoas se curvavam e rezavam/ Para o deus neon que elas mesmas haviam criado/ E o sinal de alerta mostrou/ E as palavras que estavam formando/ E o sinal dizia:/ As palavras dos profetas/ Estão escritas nas paredes do metrô/ E nos corredores dos cortiços/ E sussurradas no som do silêncio”. É importante notar na linguagem poética de Paul Simon qual é o deus criado e adorado pelas pessoas. E por outro lado, que as palavras sussurradas pelo silêncio estão escritas nas paredes do metrô e nos corredores dos cortiços. Por isso, é fundamental descer, buscar profundidade, sair do acampamento para poder conhecer as palavras dos profetas. Caso contrário, como diz Paul Simon na estrofe anterior, o silêncio cresce como um câncer que destrói as possibilidades da comunicação.

4Forte, Bruno, La guerra e il silenzio di Dio, Morcelliana, Roma, 2003. 5Cf. Ribaric, Sergio Alejandro, O silêncio de Deus segundo Hans Urs Von Balthasar, dissertação de Mestrado apresentada na Pontifícia Universidade Católica de São Paulo, em 2003. 6http://lafavoladiorfeo.blogspot.cl/2016/01/il-silenzio-elie-wiesel.html. 7Cf. Congreso Internacional de la Vida Consagrada, Pasión por Cristo – Pasión por la humanidad, Publica-ciones Claretianas, Madrid, 2005, 327-328.. 8And the people bowed and prayed/ To the neon God they made/ And the sign flashed out its warning/ And the words that it was forming/ An the sign said: / The words of the prophets / Are written on the sub-way walls/ And tenement halls/ And whispered in the sound of silence.

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Uma renovada confiança Considerando o desafio atual da nossa vida espiritual, particularmente da meditação, nutro uma confiante esperança: 1. De que pouco a pouco a meditação volte a ser o primeiro e principal dos exercícios diários do Irmão, quando ele se une espiritualmente e de coração à pessoa de Jesus Cristo para atrair as benções de Deus sobre as suas atividades e sobre aqueles que lhe são confiados. Por isso, será importante reservar diariamente o tempo suficiente para a meditação. 2. De gradativamente recuperarmos o convite da 1ª Carta aos Tessalonicenses de “orar sem cessar”, que não se reduz a determinados exercícios ou a determinadas práticas religiosas, mas requer uma transformação interior e particularmente em uma nova atitude diante de Deus. Trata-se de uma “oração-atitude” que envolve o Irmão na sua totalidade e por toda a vida. Para essa oraçãoatitude, a meditação é fundamental. Sem a profundidade da meditação, dificilmente passaremos do formalismo da oração-exercício à oração-atitude. 3. De recuperarmos a meditação como um elemento importante para viver a mística de ser Irmão. Não deixa de ecoar ainda hoje a celebre afirmação de Karl Rahner: “o cristão do futuro ou será místico ou não existirá”. E o Irmão do presente e do futuro? É possível ser místico sem meditação? Dificilmente. É por meio da meditação que podemos renovar constantemente a nossa relação com Deus, cuja voz ressoa no mais íntimo do nosso ser e nos convoca continuamente para amá-lo e amar o próximo9.

elas. As fórmulas, os ritos serão parte de uma dinâmica de mudança criativa na medida em que ajudarão a libertar-nos das amarras que nos impedem de encontrar a Deus. 7. De considerar os ruídos como parte integrante da nossa vida, mesmo que eles possam afastar-nos temporariamente do encontro com Deus, mas também podem ser um indicativo de que algo não vai bem e que precisa ser mudado. Ou mesmo podem ser uma manifestação de Deus. Eles podem ser uma oportunidade para sair das zonas de conforto para respirar novos ares e vislumbrar novos horizontes. 8. De valorizar os momentos de silêncio, superando tendências imediatistas e mágicas. Na perspectiva cristã, a cruz faz parte da vida. Em determinados momentos, os silêncios são fundamentais para poder discernir e descobrir a vontade de Deus, como fez Jesus ao ir para o deserto. Sem os momentos de silêncio, corremos o risco da superficialidade, do ativismo, do apego às devoções e estruturas do passado, e optar pelo bem aparente. Há momentos em que calar é indispensável para não incorrer em discursos vazios e repetitivos. Os eruditos da Idade Média já falavam da “douta ignorância”. 9. De configurar ou reconfigurar o nosso itinerário espiritual em abertura e disponibilidade ao Projeto de Deus – “Senhor, que queres que eu faça”. A meditação é o tempo e o espaço privilegiado para configurar e reconfigurar o nosso itinerário espiritual para olhar o mundo com os olhos da fé e não cair nas armadilhas das ideologias que distorcem a realidade e acabam escravizando o ser humano.

4. De recuperar a meditação como forma de cultivar e intensificar a nossa experiência fundante. Ela é um meio privilegiado para adquirir, conservar e aumentar, segundo a tradição lassalista, o espírito próprio do Instituto (Espírito de Fé e Zelo). O Fundador é taxativo ao afirmar que quem não possui o “espírito de fé e zelo” deve considerar-se morto. 5. De transformar a meditação em uma das formas de amar a Deus. A meditação possibilita um encontro pessoal, íntimo e profundo com Deus. A dinâmica do amor requer proximidade, intimidade e reciprocidade. A meditação é um dos espaços para cultivar o amor a Deus e deixar-se amar por Ele. 6. De a meditação ajudar-nos a transcender as fórmulas e os ritos para chegar a uma união íntima e mais profunda com Deus. Provavelmente nunca vamos poder prescindir das fórmulas, mas nunca devemos contentar-nos com A meditação possibilita um encontro pessoal, íntimo e profundo com Deus 9Cf. Gaudium et Spes, n. 16.

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Celebração da vida na comunidade: utopia ou ação viável no cotidiano da Comunidade Religiosa? Irmão Cledes Antonio Casagrande Vice-Direção do Unilasalle Canoas, RS

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inha intenção com o presente texto consiste em propor alguns elementos teórico-conceituais para que possamos refletir acerca da questão anteriormente enunciada. Como não se trata de um artigo científico, permito-me, nele, expressar-me sem os rigores da academia, apresentando, livremente, alguns “pontos de vista” que têm orientado minha vida em comunidade nos últimos anos. No texto, parto das seguintes hipóteses: a celebração da vida na comunidade fraterna é um desafio que acompanha os cristãos nos mais de dois mil anos de existência da Igreja; nesse largo período histórico, constatamos uma progressiva tensão entre indivíduo e comunidade; a oração pessoal, a celebração comunitária e a organização da vida da comunidade consistem em elementos estruturantes da Vida Religiosa, desde o seu nascimento; é necessário questionar as práticas e os rituais da Comunidade Religiosa em busca de novos sentidos e significados. Na tradição cristã, desde a experiência da Igreja Apostólica, a celebração da vida é comunitária. Todos os momentos de celebração da vida, com seus ritos de passagem e sacramentos, são de caráter comunitário, implicando participação efetiva dos diversos sujeitos numa assembleia. O texto dos Atos dos Apóstolos, ao referir-se à dinâmica das primeiras comunidades cristãs, afirma: “Eles mostravamse assíduos ao ensinamento dos apóstolos, à comunhão fraterna, à fração do pão e às orações” (2, 42). Dessa passagem, podemos inferir que a aprendizagem da Boa Nova do Evangelho, a oração, a alimentação e os momentos de celebração constituíam um corpus de experiências vitais interligadas. Oração, trabalho e celebração estavam integrados sincronicamente à vida cotidiana dos primeiros cristãos, conformando um todo com sentido e significado. Essa experiência de integração da vida como uma experiência de totalidade, sem anacronismos ou antagonismos entre o tempo vivido e o tempo da transcendência, também caracteriza, além do modo de vida cristão, outros modos de vida e outras sociedades na antiguidade. Na experiência

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da Polis grega, o exercício da cidadania pressupunha participação efetiva na condução democrática das “coisas” da cidade, dentre as quais as celebrações e os momentos cívico-religiosos possuíam centralidade. Família, tribo, sangue, cidade e religião conformavam um horizonte de sentido não divisível, que marcavam indelevelmente a identidade do homem grego. O período da Modernidade representou uma ruptura de sentido e também uma profunda mudança no autoentendimento do ser humano. O indivíduo passa a reconhecer-se como um sujeito pensante, um ser único, dotado de razão e de direitos, independente dos outros seres humanos. A partir da Modernidade, passamos a valorizar o indivíduo, a capacidade de cada um, a autonomia, a posse individual de coisas e a livre iniciativa. Nas sociedades modernas, o indivíduo precede e tem primazia em relação à comunidade e à sociedade. Na contemporaneidade, vemos emergir um processo de ruptura dos fundamentos da subjetividade moderna. A dimensão comunitária volta a reclamar seus espaços à individualidade. Michel Maffesoli apregoa que há um movimento de volta da tribo, uma metáfora criada para dar conta de novas formas de associação entre os indivíduos na sociedade Pós-Moderna. Sem adentrar no mérito dessa metáfora, entendo que o elemento central a ser destacado é a redescoberta e a afirmação do valor da comunidade e dos grupos intencionais e a consequente contestação do individualismo. É no contexto da Modernidade que nasce a Sociedade das Escolas Cristãs – o nosso Instituto. Por certo, nas práticas e escritos de J. B. de La Salle é possível encontrar um homem com as marcas de seu tempo. Nesse sentido, nada mais sugestivo do que um “método de oração mental”. Apesar de estarem juntos, na capela, o que preponderava era a oração individual e mental de cada Irmão. Por outro lado, em J. B. de La Salle é possível encontrar elementos que o colocam à frente do próprio tempo. Um exemplo disso é o ideal da “associação” e da condução conjunta da Escola Lassaliana. No “voto de associação”, percebemos os contornos do valor do coletivo, da comunidade, do estar juntos intencionalmente em função de um projeto que transcende os desejos individuais de cada um dos sujeitos implicados. Na redação original do Guia


das Escolas, lê-se que ele foi fruto do esforço conjunto dos Irmãos-Educadores mais experimentados, após discussões e revisões conjuntas. Entendo que é pertinente, no contexto contemporâneo, questionar as práticas e os rituais tradicionais das nossas Comunidades Religiosas em busca de novos sentidos e novos significados. Ritos e práticas devem ser mantidos, se possuírem valor e significado para os sujeitos e para a comunidade. Sinto que minhas experiências comunitárias de convivência, de partilha e de celebração da vida, nos últimos anos, foram boas e me auxiliaram a estruturar uma visão mais pragmática da Vida Religiosa, redefinindo significados e sentidos. Essas experiências auxiliaram-me a entender que estar na capela ou ir à missa não significa, necessariamente, rezar ou celebrar. Ademais, sentar à mesa para o almoço não implica, necessariamente, partilhar a vida ou dispor-se a celebrar, tornando esse momento significativo. Obviamente que não estar presente na capela nos momentos comunitários de oração, não sentar-se à mesa com os demais Irmãos também demonstram ausência de celebração da vida, perda do senso de pertença e declínio do potencial de celebração das pequenas ações do cotidiano.

Com isso, entendo que é necessário, para celebrar a vida em comunidade, buscar novos sentidos e novos significados para as práticas comunitárias. Uma forma é trazer a missão e a vida cotidiana para os momentos de celebração comunitária: orações, refeições, reuniões, partilhas ou rodas de chimarrão. Outra forma complementar consiste em redescobrir o sentido e o potencial do silêncio, do exercício da introspecção e da busca por interioridade, que pode ser experimentado por meio da reflexão do Evangelho ou de momentos pessoais de recolhimento. Mais do que práticas, ritos ou formas pré-definidas, creio que a celebração da vida fraterna depende, preponderantemente, de um posicionamento pessoal e comunitário dos vários membros da comunidade, que juntos escolhem os melhores meios de juntos viverem e de juntos e associados desenvolverem a missão, sem perder a identidade própria de cada um.

Com isso, quero enfatizar que a celebração da vida na comunidade fraterna supera, em muito, os momentos programados, as ações rotineiras e prescritas nos planos. A presença ou a ausência em determinado local ou em determinados ritos torna-se algo de menor importância frente à necessidade que todos possuímos de celebrar as pequenas conquistas, os passos dados, as aprendizagens, os sucessos e os insucessos da vida. Creio que somente a partir de um movimento de colocar a vida cotidiana como conteúdo de nossas práticas de celebração, poderemos viver uma verdadeira experiência fraterna e espiritual em comunidade. Nesse sentido, entendo que é prudente “balancear” o individual e o comunitário. Com isso, percebo ser necessário recuperar, na celebração da vida fraterna, parte da experiência comunitária vivida pelos primeiros cristãos que tinham suas identidades definidas pela participação na vida da comunidade. Por outro lado, entendo que a vida comunitária não é viável sem a experiência individual. Desse modo, não podemos menosprezar o poder da subjetividade, dos anseios pessoais, do desejo de autonomia e de liberdade. Se o sujeito não conseguir afirmar a própria identidade e o próprio valor diante da comunidade, estará fadado à anomia. Do mesmo modo, a experiência individual, quando vivida à luz do fechamento em si mesmo e da ausência de vínculos comunitários, leva à solidão. Ambas as situações representam uma forma de “morte”.

Nas práticas e escritos de La Salle, é possível encontrar um homem com as marcas de seu tempo

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Motor de la espiritualidad lasalliana: la oración mental Hermano Enrique García Ahumada Comunidad La Salle Instituto - Chile

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n la cultura científico-técnica y audiovisual que nos inunda, los Hermanos, asociados y colaboradores de la congregación tendemos a actuar con criterios profesionales, administrativos, académicos, diplomáticos y similares. Al descuidar el reino de Dios, podemos caer en actos antievangélicos y llegar a la incapacidad apostólica. Para Salle la oración mental es “el primero y principal de los ejercicios diarios, y el que mejor puede atraer la bendición de Dios sobre todos los demás”. Se juega el espíritu de nuestro Instituto. Dice nuestra Regla desde su época hasta hoy: “Los que no lo tienen o lo han perdido, deben ser considerados y considerarse a sí mismos como miembros muertos, porque se hallan privados de la vida y gracia de su estado, y deben persuadirse también de que les será muy difícil conservarse en gracia de Dios”. “Para adquirir este espíritu y vivir de él… Estarán lo más atentos que puedan a la santa presencia de Dios, y cuidarán de renovarla de cuando en cuando, bien persuadidos de que no han de pensar sino el Él y en lo que les ordena, es decir, en lo concerniente a su deber y empleo”. Las cuatro columnas de la espiritualidad lasaliana son: “la oración mental, el espíritu de fe, la presencia de Dios y el recogimiento interior”.

La oración mental “La oración mental es una ocupación interior, esto es, una aplicación del alma a Dios”. “Es ocuparse en conocer a Dios y amarlo (ver Jn 17, 3, Lc 10, 27-28), es llenarse de Dios (Ef 1, 19) y unirse interiormente con Él”. No es faena intelectual, aunque incluye conocimiento de Dios. Es adherir a la revelación realizada por Dios y acogerla en la fe. Jesús sintetizó la Revelación de Dios: “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único para que todo el que crea en Él no muera sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16). Esta forma de orar es unirse con Dios por amor. La Salle concuerda con Santa Teresa de Jesús, para quien orar es “tratar de amistad, es estarse a menudo a solas con quien sabemos nos ama”. Aunque no se sienta nada especial, estarse con Dios es una forma de inteligencia emocional. El Hno. Michel Sauvage, F.S.C. decía que orar es “dejarse amar por Dios”.

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A veces esta oración no es agradable. La Salle escribe a un Hermano: “Las sequedades que experimenta en la oración y en la sagrada comunión provienen de que no es nada aplicado y que no piensa en cosas espirituales fuera del tiempo de la oración mental”. A otro que estaba en muy bajo nivel religioso le advierte: “No se piensa en Dios sino en la medida del amor que se le tiene. Parece que el suyo es muy débil. Si usted no pone remedio, se va a perder”. Es ocupación afectiva, no para buscar placer, que puede venir o no, sino el agrado de Dios con la vida. Dice en la Colección de varios trataditos: “No busquéis nada sensible en la oración, ateneos sólo a lo que enseña la fe y a lo que mueve al odio y destrucción del pecado, a la imitación de Jesucristo y al ejercicio de las virtudes que Él practicó,…deteneos más en los afectos y resoluciones que en los razonamientos y consideraciones. No toméis sólo resoluciones vagas y generales sino siempre particulares, y poned los medios apropiados para cumplirlas”. La oración mental lleva a seguir a Jesucristo con amor al imitar su modo de pensar (Mc 8, 33), de sentir (Flp 2, 5) y de actuar (Jn 13, 15). Activar estas tres áreas de la personalidad no es instantáneo, requiere un tiempo de paz activa. En la época de La Salle esta ocupación duraba cerca de una hora. Hoy a veces se abrevia tanto que no permite ningún cambio de actitudes mentales, afectivas ni conductuales. Escribe a otro Hermano: “Usted se inquieta porque la oración mental es demasiado larga, señal de que apenas la aprecia. La disipación de que se deja llevar es la causa de la dificultad que encuentra para aplicarse a la oración mental”. La oración mental lasaliana bien hecha se nota en que termina con intenciones renovadas, al menos en algún aspecto. De cada acto de buena oración debe surgir alguna decisión positiva para el día: cómo buscar el reino de Dios en lo que hoy haré, cómo agradar a Dios en el trabajo o en el trato tal vez difícil con alguna persona, cómo hacer más felices a mis cercanos, cómo combatir hoy una tendencia a la soberbia, a la pereza, a la envidia, al rencor u otro vicio. Si pasa el tiempo y no hay mejora, hay que revisar qué fallas tiene la oración.


La Salle recomienda: “Procure que le sea frecuente la santa presencia de Dios, pues ella es el principal fruto de la oración”. “Entre con frecuencia dentro de sí para vigorizar el recuerdo de la presencia de Dios. Cuanto más procure mantenerlo, mayor facilidad hallará para hacer bien sus acciones y cumplir bien sus obligaciones”. Eso es extender el reino de Dios por las obras de justicia, amor y paz. “La oración consta de tres partes. La primera es la disposición del alma para la oración, llamada propiamente recogimiento”. “Se comienza aplicándose en ella a la presencia de Dios”. “Hay nueve actos muy a propósito para hacer en la primera parte de la oración. Los tres primeros se refieren a Dios… son: primero, un acto de fe; segundo, un acto de adoración; tercero, un acto de agradecimiento”. “Los actos que hay que hacer luego en la oración se refieren a nosotros mismos. El primero es un acto de humildad; el segundo es un acto de confusión, el tercero es un acto de contrición”. La humildad en el Nuevo Testamento no consiste en bajar la autoestima sino en elevarla, al reconocer que todo lo bueno en la propia persona es don de Dios (1 Cor 4, 7). La confusión es sentirse confuso y avergonzado por ser pecador (Lc 18,13). Esta vergüenza no es un aplastante complejo de culpa surgido de un inmanejable sector inconsciente de la propia personalidad, sino el noble reconocimiento de haberle fallado a quien más nos ama, unido a la esperanza liberadora fundada en el Evangelio del Dios misericordioso salvador del pecado. La contrición es el arrepentimiento confiado en el perdón compasivo de Dios (Sal 51, 19). Estos tres actos o actitudes no apocan ni aniquilan. Transforman para cambiar el mal de que uno sea responsable por una redención otorgada por gracia de Dios creador, salvador y santificador. El asunto central de la oración es un misterio, virtud o máxima de Jesucristo

El recogimiento interior en la Primera Parte “Lo primero que debe hacerse en la oración es penetrarse interiormente de la presencia de Dios; lo cual debe hacerse siempre por un sentimiento de fe, fundado en algún pasaje de la Sagrada Escritura”. Dice sentimiento y no pensamiento de fe, y propone diferentes modos de considerar a Dios presente: 1) en todas partes (Jr 23, 24; Sal 139, 9-10); 2) en nuestra alma donde habita la Trinidad (Jn 14, 23; Rm 8, 9); 3) en medio de quienes se reúnen en su nombre (Mt 18, 20); 4) porque en Él vivimos, nos movemos y existimos (Hch 17, 27s); 5) porque nuestro cuerpo es templo suyo (1 Cor 3, 16; 2 Cor 6, 16); 6) en la iglesia por ser casa de oración (Mt 21, 13); 7) en el Santísimo Sacramento (Ap 21,3); 8) en los pobres según la parábola del juicio final recordada en varias Meditaciones.

“Otros tres actos se refieren a Nuestro Señor…Primero, acto de aplicación de los méritos de Nuestro Señor con la confianza en recibirla (Jn 16, 24). Segundo, acto de unión con Nuestro Señor en su oración al Padre que siempre lo escucha (Jn 11, 41). Tercero, acto de invocación del Espíritu de Nuestro Señor” para que ore místicamente en uno mismo (Ga 4,6).

Aplicación al asunto de la oración en la Segunda Parte El asunto central de la oración es un misterio, virtud o máxima de Jesucristo. “Por misterios de Nuestro Señor se entienden las acciones más importantes que el Hijo de Dios encarnado realizó y obró por nuestra salvación”. Son misterios porque junto a su realización visible está la acción divina invisible, que es gracia de Dios. “También se puede uno ejercitar sobre alguno de los misterios de la Santísima Virgen, como su Inmaculada Concepción, su Natividad, etc.”. Se puede imitar a María admirando en su Cántico a Dios derribador de los opresores soberbios, y en el Apocalipsis es la mujer vestida

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No hay espiritualidad lasaliana sin oración mental y su consecuencia inmediata, vivir en presencia de Dios (Dia del Distrito 2016)

de sol vencedora del Dragón amenazante para quienes son fieles a los mandamientos de Dios. “Se llama máximas a las sentencias o pasajes de la Sagrada Escritura que contienen verdades necesarias a la salvación.

el primero, a Nuestro Señor; el segundo, a Dios, y el tercero, a los Santos”. “Los tres actos que se refieren a Nuestro Señor son: 1 , Acto de fe. 2. Acto de adoración 3. Acto de agradecimiento”.

La Salle señala que algunas “son oscuras y difíciles de entender, como las siguientes: Si tu ojo te sirve de escándalo y tropiezo, sácalo y échalo lejos de ti (Mt 5, 29); Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre y a su madre, etc., no puede ser mi discípulo (Lc 14, 26) y otras parecidas, que no deben tomarse al pie de la letra”. “Se llama espíritu de una máxima a la impresión santa y al efecto saludable que debe producir, como en ésta: ¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? (Mt 16, 26). Se recomienda iluminar la oración con algún texto bíblico apropiado, o apoyarse en enseñanzas de la Iglesia, o en las Meditaciones. Es costumbre de los Hermanos después de la oración vocal matinal leer alguna de las Meditaciones del Santo Fundador apropiada para enriquecer la oración mental del día, o alguno de sus tres puntos. Esta lectura no ha de ser tan larga que reduzca demasiado el tiempo de oración espiritual, que no es para leer, sino para tomar actitudes personales ante Dios. Este método es forma excelente de lectura orante de la Palabra, distinta de la lectio divina de los monjes medievales, que es otra de las varias formas existentes señaladas por Benedicto XVI en Verbum Domini.

“Después se hacen los tres que se refieren a nosotros mismos, y son: acto de confusión, acto de contrición y acto de aplicación”. “El acto de confusión dispone a hacer bien el acto de contrición para pedir perdón de las faltas que se han cometido contra el espíritu del misterio”. “Después será muy útil hacer un acto de aplicación, tomando para ello los medios propios y particulares para conducirse según este espíritu, virtud o máxima cuando se presente la ocasión”. “Entonces se forman las resoluciones para conducirse según el espíritu del misterio, virtud o máxima”. “Éstas han de tener tres cualidades: 1 . Han de ser presentes, de modo que puedan cumplirse el mismo día en que se forman… 2 . Particulares, esto es, que debe uno proponerse algunas prácticas concretas, y prever las ocasiones en que se tratará de ponerlas por obra. 3 . Deben ser eficaces, esto es, que se ha de tener cuidado de cumplirlas en el momento en que se presente la ocasión, sin desperdiciar ninguna”.

“En la segunda parte de la oración se pueden hacer nueve actos. “Los tres primeros se refieren a Nuestro Señor; los tres siguientes, a nosotros mismos, y los tres últimos se refieren,

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“Después de hacer los tres actos que se refieren a nosotros, aún hay que hacer otros tres, de los cuales el primero es de unión a Nuestro Señor; el segundo, un acto de petición a Dios; y el tercero, un acto de invocación a los Santos a los que se profesa especial devoción”. “Se hace un acto de unión con Nuestro Señor, uniéndose interiormente a su Espíritu en este misterio y a las disposiciones interiores que en él tuvo; pidiéndole


de todos los demás, no separados ni actualizados por actos formales y verbales”. El método de oración mental lasaliano es flexible, deja iniciativa al orante, permite abreviaciones, detenerse en lo más beneficioso y motivador y saltarse lo que en el momento parece innecesario, con tal de animarse a cumplir mejor la voluntad de Dios. Propone para cada uno de los actos de la oración tres modos de creciente calidad: mediante reflexiones numerosas, o con pocas reflexiones continuadas largo tiempo, o por simple atención. Hay amplia libertad.

La proyección apostólica La oración espiritual de San Juan Bautista De La Salle no es ensimismante, impulsa a la misión. Pero recomendó: “No se entretenga en pensamientos sobre la clase durante la oración mental; cada cosa a su tiempo”. Se trata de orientar la misión a proclamar y extender el reinado de Dios. Su insistencia en actos de agradecimiento en las tres partes de la oración muestra su genio eucarístico, con gratitud que valora incluso los sufrimientos y problemas que ayudan a crecer y a unirse a Jesucristo en su Pasión redentora. La actitud eucarística o de agradecimiento es noble y tan grata que trae paz y hace feliz.

La oración espiritual de San Juan Bautista De La Salle no es ensimismante, impulsa a la misión

participar de este Espíritu y que nos conceda la gracia de practicar las virtudes que en él se advierten”. “El último acto de la segunda parte es invocación a los santos a los que se tiene particular devoción,… para que con el auxilio de sus oraciones e intercesiones, siempre agradables a Dios, cuyos amigos son, alcancemos el efecto de nuestras peticiones”.

La Tercera Parte “Consta de tres actos. El primero es la revisión de lo que se ha hecho en la oración, repasando los sentimientos que Dios nos ha comunicado en ella y que nos parezcan más prácticos y de más diversa aplicación”. “El segundo, un acto de agradecimiento por los favores que se han recibido en la oración y por los afectos que nos ha hecho concebir para nuestro progreso en la virtud”. “El tercero, un acto de ofrecimiento a Dios de nuestra oración, ofreciéndonos también nosotros mismos a Dios (cf. Rm 12, 2)”.

El método de oración mental de La Salle no es sólo para los comprometidos con especial consagración en la Comunidad de las Escuelas Cristianas, sino también para quienes sólo tenían la fundamental consagración bautismal y se formaban en sus Seminarios de Maestros para el Campo, o eran padres o madres de familia. Dice de los maestros en su Memorial sobre el hábito, que ellos requieren “unos años hasta que están enteramente formados, tanto en la piedad como en lo que atañe a su empleo”. Su método de oración mental se está extendiendo a los alumnos, ex-alumnos, maestros y otros discípulos en Centroamérica por impulso del entonces Visitador Hno. Álvaro Rodríguez, también en México y en otros lugares. Quien lo sigue, sabe siempre qué hacer en la oración, y puede sentir al final que le faltó tiempo. Es responsabilidad importante de los maestros de novicios emplear tiempo preferente para entrenar en la oración mental, si no quieren poner en riesgo el espíritu de fe. No hay espiritualidad lasaliana sin oración mental y su consecuencia inmediata, vivir en presencia de Dios. Promover la oración mental lasaliana es gran medio para asegurar el espíritu del Instituto y su fecundidad vocacional.

Después de explicar los veintiún actos de su método, La Salle señala que todo se puede abreviar. Se pueden “hacer los actos de la primera parte en forma reducida y con pocas palabras”. Otra manera es “integrar en un solo acto el sentimiento interior

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Experiência no Escolasticado: Abidjan Irmãos Cristiano José Mário, Carlos Socovinho, Francisco Luciano,Marcos Antônio Muchia Comunidade São Miguel Febres Cordeiro - Costa do Marfim - África Aqui no Escolasticado, somos 24 Irmãos, dos quais 21 escolásticos e três Formadores, vindos de seis países da África pertencentes à províncias da RELAF e da RELAL. O trabalho, a oração, o apostolado e a abertura de nossas relações aos demais Irmãos escolásticos e formadores é a razão de nossa presença e o ânimo de contitnuarmos com o nosso chamado à Vida Consagrada de Irmão de La Salle. A vida aqui é boa. Na comunidade, estamos repartidos em fraternidades de primeiro ao terceiro ano de Escolasticado e também em comissões, tais como: comissão da liturgia, trabalho, despenceiros, desporto e cultura, e a comissão de saúde e higene, a qual pertenço. Em suma, vivemos alegres e motivados pela Vida Consagrada de Irmão Lassalista.

Experiências no CELAF

Depoimento do Ir. Carlos Socovinho

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m primeiro lugar, agradeço à Congregação dos Irmãos das Escolas Cristãs, especialmente à Província La Salle Brasil-Chile, à qual pertenço, pelo tempo percorrido em minha formação no Pré-postulado, Postulado, Noviciado e, atualmente, no Escolasticado de Abidjan.

O CELAF nos concede uma formação acadêmica e com objetivo de dar a continuidade do nosso Noviciado, intitulado Instituto Superior De Ciencias Pedagogicas et Religiosas. Com isso, os estudos efetuados na universidade dos Irmãos, em Abidjan, dão o privilégio para o consagrado ter as bases necessárias, sólidas, a fim de que construa o ponto mais concreto da Vida Religiosa. Um outro ponto é que nós quatro, moçambicanos, estamos na mesma área de estudos, o que nos leva a refletir sobre como ajudar nossa comunidade.

Agradeço também ao Conselho Provincial do, então Provincial, Ir. Jardelino Menegat, que decidiu que a formação dos Irmãos Moçambicanos pudesse realizar-se na África, com o objetivo de formar Irmão Moçambicano para este continente e de efetuar as experiências de formação com algumas províncias da África, especialmente na região da RELAF. Assim se concretizou uma realidade até este presente momento de serem formados cinco Irmãos de nacionalidade moçambicana nesta região. No momento, tenho profundo sentimento de alegria de viver e de vivenciar essa realidade africana, com a finalidade de exercer nossa missão. Neste segundo ano de meu percursso vocacional, permitam-me compartilhar a felicidade da Vida Consagrada. São grandes o espírito e a ânsia de irmos ao encontro do ideal de La Salle e fazermos a diferença com aquilo que aprendemos, enquanto Irmãos do Instituto, especialmente no setor Moçambique.

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Com a juventude do CELAF


Depoimento dos Irmãos Marcos Antônio Muchia e Francisco Luciano e Cristiano José Mário O Escolasticado São Miguel encontra-se na África, no distrito do Golfo de Benin. A casa acolhe Jovens Irmãos de diferentes nacionalidades para dar continuidade à experiência vivida no Noviciado neste caminhar de fé e de esperança. Essa experiência é vivenciada por meio da vida comunitària e das aulas teológicas e pedagógicas dispensadas no CELAF Institut. O CELAF Institut dispensa cursos teológicos acentuados na pedagogia pastoral. Essas aulas têm nos permitido abrir o nosso olhar sobre a Vida Religiosa no mundo de hoje, dandonos grandes perpectivas de interagirmos eficazmente no nosso mistério educativo. A vida no Escolasticado tem sido de momentos muito dinâmicos de confraternização, de oração, de atividades comunitárias, assim como de aulas da vida de nosso Fundador. Além das atividades escolares, temos tido momentos apostólicos em que partilhamos as nossas experiências com as crianças e os jovens. No geral, a vivência no Escolasticado nos tem ajudado a ultrapassarmos as nossas barreiras culturais, dando-nos a oportunidade de vivenciarmos com amor o nosso Voto de

Celebração Dia de La Salle

Associação. Experimentamos generosamente esse Voto, associando-nos com os Irmãos de outras nacionalidades que nos dão a oportunidade de experimentarmos com fé e zelo a importância do nosso Voto de Associação. A vida no Escolasticado nos dá sinais positivos para podermos enfrentar com coragem a missão que nos espera.

Retiro com catequisandos

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Identidade e Missão do Irmão Religioso na Igreja Irmão Plácio José Bohn Direção do Colégio La Salle Peperi, de São Miguel do Oeste, SC, e Coordenação da CRB Florianópolis

Religiosos Irmãos

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or ocasião das programações conclusivas ao Ano da Vida Consagrada, dia 14 de dezembro de 2015, a Congregação para os Institutos da Vida Consagrada e as Sociedades de Vida Apostólica apresentou o documento “Identidade e missão do Irmão Religioso na Igreja”, para esta parcela de um quinto dos religiosos masculinos na Igreja1. O rascunho do documento foi produzido por Bento XVI, em 2008, com o objetivo de valorizar a riqueza e a necessidade de todas as vocações na Igreja, destacar a atualidade da vocação dos Irmãos à luz do Concílio Vaticano II, trazer luz sobre a identidade, o valor e a necessidade da vocação do religioso irmão, recordar que a vocação do religioso irmão é, em primeiro lugar, a vocação cristã, chamado do Espírito a assemelhar-se a Cristo pela glória do Pai e para contribuir à edificação do Reino. Traz uma meditação espiritual sobre a comunhão da Trindade como o modelo e inspiração para a fraternidade vivida pelos irmãos mais do que um conteúdo inovador. Diz que a vocação do religioso Irmão nem sempre “é bem compreendida e valorizada dentro da Igreja” (1). Usa a palavra Irmão/Irmãos, “pois o irmão só é irmão em meio aos irmãos, no contexto da fraternidade” (idem, rodapé). O religioso Irmão reflete o rosto de Cristo: irmão, simples, bondoso, próximo, acolhedor, generoso e servo: “E vós todos sois Irmãos” (Mt 23,8). A reflexão nasceu para apreciar a riqueza das diversas vocações e é destinada também às religiosas, aos leigos, sacerdotes religiosos e diocesanos, bispos e “a todos que desejam conhecer, apreciar e promover a vocação do religioso irmão na Igreja” (2). O conteúdo possui inúmeras imagens bíblicas e referências à Palavra de Deus e Magistério da Igreja. O marco referencial está nos documentos do Vaticano II e essencialmente na Exortação Apostólica Vita Consecrata, de São João Paulo II. É a primeira vez na história da Igreja que o Vaticano lança um documento que define claramente a identidade do religioso Irmão e apresenta a fraternidade como o cerne da identidade

do Irmão. Inicia abordando-os dentro da Igreja-Comunhão, como parte do único povo dos convocados; segue com as três dimensões, colocando a fraternidade como o coração e identidade do religioso: dom que recebemos (mistério), partilhamos (comunhão) e entregamos (missão); e conclui como “ser Irmãos hoje?” (4). Pela sua consagração, o Irmão vive o chamado a ser memória da aliança, para tornar mais visível a comunhão que todo Povo de Deus é chamado a encarnar, pois “a vocação do irmão é parte da resposta que Deus dá ao vazio de fraternidade, que hoje fere o mundo” (6). Chama os irmãos a manterem viva a consciência dos valores fundamentais do Evangelho nos batizados. A fraternidade dos religiosos é que torna presente o valor evangélico das relações fraternas e é um estímulo para toda a Igreja que é convidada a se transformar em casa e escola de comunhão. A vida consagrada masculina que no início buscava a conformação com Cristo em seu modo de viver virgem, pobre e obediente, ao longo dos séculos, correu o risco de perder o espaço em favor das funções sacerdotais. Foi preciso o Espírito suscitar fundadores como “São João de Deus e São João Batista de La Salle” (9) para ressaltar a dignidade dos serviços e ministérios relacionados às várias necessidades do ser humano. Hoje são chamados à pertença ao Povo de Deus, integração pessoal de laicidade e sacralidade, sinal da presença de Deus nas realidades seculares, vida fraterna em comunidade e a um carisma compartilhado: “Este chamado dá sentido a tudo o que vive e faz, torna-o profeta” (10).

A pérola que os Irmãos cultivam é a fraternidade A parte central do texto lembra que a pérola que os Irmãos cultivam com cuidado especial é a fraternidade, que é uma fonte de força para a missão, como o desenvolvimento da missão produz fraternidade. O nome de “irmãos” designa que são chamados a ser irmãos de Cristo e unidos a Ele, irmãos entre si pelo amor mútuo e a cooperação, irmãos de todo homem e mulher pelo testemunho de caridade e irmãos para fazer reinar na Igreja a fraternidade maior (11). Uma fraternidade em perfeita sintonia, como disse o Papa Francisco, com a Igreja em êxodo, rumo às periferias deste mundo, chamada a construir pontes, aberta aos homens contemporâneos de cada raça, cultura e credo.

1No mundo todo são em torno de 55 mil Irmãos, 415 mil padres e 705 mil Irmãs.

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do sacerdócio batismal (22), como embaixadora do amor de Deus no mundo (23), um sinal contracorrente e frágil: “precisa de renovação constante, tem que ser vivida no caminho para a santidade e no dinamismo evangélico que dá vida e recria constantemente as estruturas” (25), o que requer conversão para voltar continuamente ao essencial e à sua missão profética (26).

A comunidade expressa um sinal vivo da realidade essencial que os Irmãos anunciam

A vocação e a identidade do Irmão adquirem significado no ícone de Jesus lavando os pés dos seus discípulos: “A vida consagrada surge, na Igreja, em resposta a esse apelo do Espírito para manter fielmente a memória do amor de Cristo, que amou os seus até o extremo” (12). Por isso “o irmão não pode fugir deste mundo que Deus ama tanto...” (13), mas tornar-se solidário com os sofrimentos de seus irmãos (17), estando nas linhas de frente das formas de serviço mais exigentes da Igreja: alimentando os famintos, confortando os doentes, educando os jovens, cuidando dos pobres, assistindo os encarcerados, acolhendo os refugiados, desenvolvendo determinados trabalhos manuais, etc. Como ser testemunhas do Senhor hoje? Que tipo de presença devem assumir? A colaboração com os leigos empenhados no mundo recorda eficazmente ao religioso Irmão que este não pode ser indiferente à salvação da humanidade, nem ao progresso terreno desejado por Deus e ordenado por Cristo. E o Irmão recorda ao leigo empenhado na sociedade secular que o progresso terreno não é a meta definitiva, que a edificação da cidade terrena está fundamentada no Senhor e aqueles que Nele confiam não terão trabalhado em vão (17). Sua dimensão profética requer uma espiritualidade encarnada e unificadora, levando toda a vida à oração e que a oração continua na vida, conciliando a oração oficial da Igreja com a dimensão do serviço (19). Os Irmãos são únicos entre os religiosos, posto que eles não fazem parte da hierarquia da Igreja. Isso lhes dá mais liberdade para falar e agir, fazendo coisas hoje com um espírito de total compromisso que os sacerdotes não têm condições de fazer. A comunidade expressa um sinal vivo da realidade essencial que os Irmãos anunciam (21), manifestação privilegiada

Vida fraterna em comunidade equivale a relações harmônicas entre Irmãos, conhecimento recíproco, aceitação e amor, diálogo, estima mútua, apoio mútuo, compartilhar os talentos, esquecer-se de si mesmo, perdão, discernimento em comunidade da vontade de Deus, colaboração na missão eclesial, abertura às necessidades da Igreja e do mundo, especialmente dos mais necessitados. E nestes tempos centrados em si mesmo, os Irmãos são uma prova do valor da comunidade e que doar a própria vida a uma comunidade religiosa é parte fundamental da espiritualidade católica autêntica. O dom que o Irmão religioso recebe e partilha com seus irmãos transforma-se em dom que nos entrega à missão “como fraternidade autêntica com os mais desfavorecidos... para aliviar o sofrimento e satisfazer as necessidades das pessoas... libertar as pessoas de tudo o que oprime seu ser o seu desenvolvimento humano” (27). Usa os ícones do bom pastor e a multiplicação dos pães para dizer que a missão “não é do poder, mas do serviço, do amor e do sacrifício até dar vida” (28). E que a missão do irmão é mais do que a atividade que realiza, é trabalho de evangelização: “O trabalho de evangelização, vivenciado e animado a partir do próprio carisma, é a razão de ser do irmão e o que dá sentido à sua consagração religiosa” (idem). “As comunidades são um sinal poderoso que interroga nossa sociedade longe de Deus” (29). Por isso conclama a todos os Irmãos a dar um rosto à esperança, “tornandose presente em situações de dor e miséria, afirmando que a ternura de Deus não tem fronteiras, que a ressurreição de Jesus é a vitória, que Deus da Vida terá a última palavra sobre a dor e a morte” (idem). Os confins do mundo são a realidade dramática marcada “pelo empobrecimento, pela migração, pela fome, pela injustiça, pela indiferença e falta de sensibilidade para a dor dos outros, pela superficialidade e pela perda de valores humanos e religiosos” (30). Lembra que ali está o sentido e a coerência da nossa profissão pública, a exemplo do bom samaritano.

Ser Irmãos hoje O que implica ser Irmãos hoje? “A vida consagrada sempre foi uma história de graça na Igreja e para o mundo, pois a vida dos irmãos é uma história, uma história de salvação a seus contemporâneos e entre eles” (32). Assemelha-os aos exemplos da sarça ardente, Paulo caído na estrada de

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Damasco e a tanto ícones dos rostos de irmãos, crianças, jovens, adultos e idosos, pessoas de hoje que vivem dignamente, graças ao apoio e à presença próxima dos religiosos Irmãos (33). Ser Irmãos hoje implica estabelecer os fundamentos na formação inicial (34), alimentar a esperança com a formação permanente (35), recuperar os mestres de vida e de esperança (36), sermos profetas para o nosso tempo (37), em um novo modo de ser Igreja (38), com vinho novo em odres novos (39), sem perder o fio condutor: “permanecei no meu amor” (40). Realça a formação permanente dos irmãos mais velhos, pois não existe aposentadoria na missão evangelizadora. Estes podem apoiar a missão comum com a oração e o sacrifício, pequenos serviços, testemunhar e protagonizar a gratuidade, estar na comunidade como mestres de vida e de esperança, dispostos a acompanhar o caminho e o cansaço dos que estão envolvidos em tarefas externas da missão (36). Salienta também que cada época necessita de seus profetas: a profecia da hospitalidade na abertura e acolhida do outro; a profecia do sentido da vida; a profecia da afirmação dos valores femininos na história da humanidade; a profecia do cuidado e da defesa da vida, da integridade da criação; a profecia do sábio uso de novas tecnologias (37). Conclama para compartilhar a missão, dons e carismas fundacionais: “De sua orla se aproximam fiéis de vários estados e projetos de vida, para beber de suas águas e participar na missão da Igreja, desde a sua inspiração e vitalidade, sempre renovada por tais carismas” (38). Questiona a responsabilidade de toda a Igreja: os Institutos desenvolverem novas estruturas e planos de formação para ajudar novos vocacionados e membros atuais; a teologia da vida consagrada para desenvolver uma reflexão em profundidade sob a forma de fraternidades de serviço; os superiores descobrirem os sinais de vida e as manifestações

do carisma fundacional; os pastores e a hierarquia da Igreja favorecerem o conhecimento e a valorização do religioso Irmão nas Igrejas locais, através da promoção desta vocação na pastoral juvenil e que os/as religiosos participem, ativamente nos organismos de consulta, decisão e ação nas Igrejas locais (39). Entre outras recomendações, o documento convida os religiosos Irmãos a não caírem na tentação do ativismo, porque isso “rapidamente os esvazia das motivações evangélicas e os impede de contemplar a obra de Deus que se realiza na sua ação apostólica... substituindo a busca de Deus e de sua vontade pela busca de si mesmos” (40).

Concluindo Pode ser que os Irmãos sejam um dos segredos mais bem guardados da Igreja e o grupo mais invisível, cujo modo de vida está em perigo de desaparecer da consciência pública. A maioria dos católicos só tem um vago conhecimento de que os Irmãos religiosos existem, visto que em geral se fala só de “padres e freiras”, deixando de fora de cogitação os Irmãos. Nas congregações mistas, sacerdotes e leigos, as regras impedem estes de serem superiores, pois são leigos, muito embora a maioria dos católicos não os considerem como tais. É urgente dar espaços de participação dos Irmãos no comando local, regional e geral da Igreja. O fundamental é que todos os religiosos - Irmãos, padres e diáconos – vivam a sua vocação como parte de uma família dedicada aos votos que assumem na missão específica de suas comunidades. Todavia, os Irmãos fazem isso de uma maneira única, porque não existe sobreposição clerical nos seus compromissos. E se desparecerem, um elementochave do entendimento católico da vida religiosa se vai com eles. O texto aborda este conteúdo porque uma Igreja sem Irmãos religiosos seria uma Igreja significativamente empobrecida. Em seu cerne, a vocação de um Irmão é simplesmente a vocação cristã. Isso faz com que os Irmãos sejam vistos como “homens comuns fazendo um ministério extraordinário”. Tomara que este texto ajude a garantir que os religiosos Irmãos recebam o reconhecimento que merecem. O documento reconhece o problema, mas não o resolve. Com certeza a divulgação deste documento contribui significativamente para uma melhor compreensão da vocação e missão do Irmão religioso, para uma maior valorização por parte dos próprios irmãos e de toda a Igreja e para que os religiosos Irmãos, as religiosas e todos os consagrados e as consagradas vivam cada vez com mais fidelidade a sua vocação.

Como ser testemunhas do Senhor hoje? Que tipo de presença assumir?

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Leitura Orante e sua pertinência apostólica e comunitária hoje Irmão Clóvis Trezzi Direção Comunidade La Salle e Postulado – Sapucaia do Sul, RS

“Em tuas mãos o Evangelho pode fazer de tua vida o melhor caminho oracional, o melhor método que te conduz à experiência de Deus.” (Ir. Emílio Mazariegos)

E

xistem diversos métodos e formas para orar. Alguns são mais técnicos, outros mais voltados para a vida. E alguns são bem difíceis e racionais, outros mais simples e pessoais. Os grandes mestres da espiritualidade desenvolveram métodos de oração, como é o caso de Santo Inácio de Loyola, que possui um dos mais conhecidos. La Salle também desenvolveu um que é pouco usado, mesmo no meio lassalista. Dentre os muitos métodos de oração, alguns destacam-se por serem mais vivenciais. Tenhamos claro que, segundo Mazariegos (1997, p.13), oração é “experiência de fé e alimento da fé. A oração é essa busca incansável no fundo da alma desse TU que é Deus, com meu pobre EU, que tem fome e sede dele”. Lima (1998, p. 22) diz que a oração é “encontro gratuito de Deus com a pessoa que ora”. Nesse sentido, quanto mais voltado à vida, mais simples é fazer oração. Métodos mais rebuscados tendem a ser mais racionais, por exigirem muita preparação ou mesmo excesso de preocupação em seguir todos os passos. Não podemos deixar de lado as formas tradicionais de rezar, como a Liturgia das Horas. Ela possui uma teologia riquíssima e um ritual litúrgico que, se for bem vivenciado, leva a uma oração de qualidade. Portanto, em nome de uma necessidade de rezar de maneira mais simples, não podemos abandonar de vez os modelos mais rebuscados. Por outro lado, somos chamados a, criativamente, trazer cada vez mais a nossa vida para a oração. É só rezando a vida que poderemos fortalecer nossa relação íntima e direta com Deus. Além da pessoa, a comunidade se fortalece quando descobre que rezar é mais do que recitar fórmulas e repetir salmos. Rezar a Palavra de Deus é uma excelente forma de trazer a vida para a oração e a oração para a vida.

Deixemo-nos inspirar pelo que diz Masseroni (1999, p. 5): Na oração, encontro interpessoal com a Trindade, refletem-se a experiência e a face do discípulo, decidem-se a qualidade e o destino da vida. A relação com Deus fundamenta e qualifica todas as outras relações [...]. Aprender a rezar não é, portanto, aprender uma arte junto a outras. Significa, antes de tudo, aprender a viver. [...] O presente e o futuro, a relação com as coisas, com as pessoas e consigo mesmo, o nosso ser na comunidade e no mundo, a nossa missão, tudo jorra como água pura dessa nascente secreta e, no entanto, clara, que é a oração. Dela, nasce e cresce a face própria de todo aquele que crê: a sua vocação.

A Leitura Orante da Palavra de Deus Este é um método bastante simples de orar com a Palavra de Deus. Bastante divulgado desde os anos 1980, recebeu grande adesão em comunidades eclesiais e religiosas. É baseado no antigo método da Lectio Divina, sistematizado em 4 degraus pelo monge Guigo, no século XII. Os quatro degraus são: a leitura, a meditação, a oração e a contemplação. Desse modo, o método tem a virtude de transformar eventos do cotidiano em oração da Bíblia, a partir de uma exegese simples, mas profunda. O movimento da Leitura Orante da Palavra de Deus é do ontem para o hoje, num sentido de atualização. Parte-se de uma leitura da Bíblia para chegar à vida. A ideia principal é ter presente que Bíblia e vida são inseparáveis. Hoje, os quatro degraus apresentados por Guigo podem e precisam ser atualizados. Afinal, assim como a vida, a oração é dinâmica. A partir de anos de reflexão conjunta entre a CLAR e as conferências de religiosos da América Latina, chegou-se a um método que hoje é muito conhecido. Vale a pena relembrar que os quatro degraus da Lectio Divina foram transformados em quatro passos de oração: a) Leitura: o que o texto diz em si mesmo. No primeiro momento, a comunidade partilha sobre o texto, dedicando um tempo a retomá-lo, de forma mais direta: relendo o texto,

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c) Oração: súplica, louvor, agradecimento, perdão... Parece estranho falar em oração agora, já que todo o método é justamente um método orante. Acontece que, apesar de nos encontrarmos em atitude e estado de oração, às vezes por mais de uma hora, o contato mais profundo com Deus não acontece o tempo todo. Na Leitura Orante, cada etapa é como que uma preparação para a seguinte, que é sempre mais profunda e deve estar interligada com a anterior. A fase chamada oração é aquela em que, depois de colocar minha vida dentro da Palavra, eu me abro para Deus e professo publicamente aquilo que desejo dizer a Ele. Mais importante do que palavras e frases bem elaboradas, aqui é importante o sentimento e a sinceridade. Dizer a Deus exatamente aquilo que desejo dizer. Se as etapas anteriores eram uma partilha comunitária, de coisas ditas com e para os outros, esta etapa, apesar da profissão pública, é um diálogo íntimo com Deus. Por isso, chama-se oração.

Para rezar com a Palavra de Deus, é necessário estar “desarmado”

partilhando palavras, versículos, ideias, sem fazer ainda uma atualização do texto. É apenas uma leitura, olhando diretamente para o trecho bíblico escolhido, para seus personagens, símbolos, contexto histórico... é o mais racional dos quatro passos. b) Meditação: o que o texto diz para mim, para nós hoje? É um passo mais profundo, mais centrado na pessoa, na comunidade que reza, mas em estrita relação com o texto bíblico. O que a Bíblia diz para minha realidade, para a missão, como se relaciona com o mundo, com as notícias, com o contexto no qual vivo? O que há de semelhante e de diferente entre a situação do texto e a nossa de hoje? Quais os conflitos de ontem que existem hoje? Quais dentre eles são diferentes? O que a mensagem deste texto diz para nossa situação? Que mudança de comportamento ele sugere para mim que vivo na América Latina? E para nós, religiosos, em que ponto ele nos condena? O que ele pode fazer crescer em mim, em nós? [...] (CRB, 1990, p. 24). É a maneira de aprofundar a dimensão pessoal da Palavra, dela atingindo camadas mais profundas e deixando-se atingir por ela. Ao mesmo tempo em que é pessoal, é também comunitária, pois coloca o indivíduo que reza em relação direta com a comunidade que reza a mesma Palavra.

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d) Contemplação: saborear a Palavra. Não são mais necessárias palavras para rezar, nessa etapa. É simplesmente colocar-se diante de Deus e ali contemplar, como o alpinista faz quando chega no topo da montanha. Depois de aprofundar a relação com o texto bíblico e de expressar tudo aquilo que era importante expressar, é a hora de simplesmente parar e escutar Deus. É o momento mais privilegiado da oração, e ao qual deve-se dedicar um tempo suficientemente longo, de acordo com as necessidades de cada um. Essa etapa não pode ser negligenciada em nome da falta de tempo, pois é de fundamental importância: é a fase da escuta. Não podemos simplesmente chegar diante de Deus, falar e depois ir embora.

Rezar com a Palavra de Deus nas nossas comunidades hoje É comum que, na sociedade contemporânea, o ser humano tenha cada vez menos tempo de parar e cultivar-se, especialmente no sentido da espiritualidade. Esta crise, que na verdade é mais ampla e atinge diversos segmentos da sociedade e da vida humana, acaba trazendo algumas dificuldades para as pessoas. E afeta, inclusive, a Vida Religiosa. Se, no passado, um dos diferenciais da Vida Religiosa era justamente a vida de oração e contemplação – e isso, sem dúvida, atraía vocacionados –, nos tempos atuais nos deixamos impregnar pelo espírito do ativismo e, com exceções, encaixamos cada vez mais curtos momentos de oração nos horários que podemos ou antes do início das atividades. Esses momentos breves de oração comunitária acabam perdendo qualidade justamente pela correria do dia a dia, o espaço de meditação ou contemplação acaba sendo deixado de lado. O mais comum é que, para facilitar, rezemos comunitariamente apenas a partir de fórmulas prontas,


como é o caso da Liturgia das Horas ou outras liturgias que permitem rezar sem gastar muito tempo e sem muito esforço. As fórmulas prontas, embora tenham a sua riqueza, podem ser muito frágeis, dependendo de como se utiliza delas. Quando se tornam mera repetição de salmos e orações, sem a devida atenção e sem a profundidade que lhes é necessário dedicar, elas perdem a sua eficácia. Rezar a partir da Palavra de Deus pode levar a orações muito mais profundas. A Leitura Orante, apesar de também ser baseada em uma fórmula pronta (quatro passos) que, se não for bem conduzida pode tornar-se mecânica, é um modelo de oração que permite momentos muito vivenciais. Além de unir e reunir a comunidade em torno de uma partilha comum, torna-se uma oração realmente comunitária, na qual os membros não apenas repetem palavras em conjunto, mas partilham a oração. Quando a comunidade reúne-se para partilhar a oração, ali se reza também a vida da comunidade e a própria realidade, de maneira espontânea e profunda. Portanto, a comunidade se une mais. A carência que temos no dia a dia de momentos mais profundos de partilha pode ser suprida, rezando-se a vida a partir da Palavra de Deus. Outro dado é que a comunidade une-se e vive em torno de um ideal comum: a missão apostólica, seja ela realizada onde for. Há comunidades nas quais cada membro trabalha em um local diferente, muitas vezes distante da residência, encontrando-se apenas para a oração da manhã e, às vezes, para alguma das refeições e, quando muito, para uma reunião comunitária semanal. Ora, essa é uma realidade de nosso tempo e precisamos conviver com ela. Nesse caso, há uma dificuldade de momentos de encontro e tempos de partilha de vida. É comum que um Irmão não saiba o que o outro faz ou como o faz, ou então como sente-se em relação à própria missão. Nesses casos, a Leitura Orante permite que se faça, por meio da oração, uma profunda partilha de vida.

a oração acontecer. Os momentos de racionalização e de busca de explicações para as coisas devem ser deixados de lado ou então ser partilhados. Partilhar as dificuldades é uma forma de rezá-las e de esvaziar-se. Para rezar com a Palavra de Deus, é necessário estar “desarmado” e, portanto, direcionar todas as forças e energias para o momento de encontro com Deus. Tampouco é possível ter pressa. Há orações que podem ser feitas quando há pouco tempo e têm muito valor, como a recordação da presença de Deus, a repetição de jaculatórias, a invocação ao Espírito Santo, entre outras. A Leitura Orante não se encaixa nesse padrão. Há que dedicar um tempo suficiente para que os passos sejam executados com calma e o clima de oração se estabeleça. Comunitariamente, como já acima citado, a Leitura Orante produz efeitos positivos, tanto na qualidade da oração e da partilha quanto da vivência comunitária: cada um se abre a Deus diante do outro, e todos partilham da experiência comunitária e pessoal com Deus. “A leitura feita em comunidade faz com que a Bíblia, Tradição e Vida formem uma unidade viva” (CRB, 1990, p. 19). Produz efeitos positivos na vida da pessoa que aprende a rezar de maneira mais profunda e a contemplar Deus presente na vida e na história. Produz efeitos no apostolado e na missão, quando a pessoa consegue trazer para a oração toda a sua vida, e passa a perceber que a Palavra de Deus está presente no todo da vida, e que Deus fala através das pessoas, das atividades e de tudo aquilo que a pessoa vive. Rezar a Palavra de Deus ajuda a ver a vida em profundidade. Quando conseguimos superar as leituras fundamentalistas, moralistas, incompletas da Bíblia, conseguimos também superar algumas maneiras de ver a vida nos mesmos termos. Olhar para dentro de nós mesmos é algo difícil, mas que também se aprende rezando.

Concluindo: a eficácia da Leitura Orante da Palavra de Deus Toda oração só será eficaz se conseguirmos, através dela, chegar a Deus. Lima (1998, p. 32) diz que “os momentos mais intensivos da oração de cada qual coincidem com os da interioridade pessoal”. Ou seja, às vezes estamos durante duas horas inteiras na capela, mas só conseguimos efetivamente uma ligação com Deus durante menos tempo. Às vezes durante um ou dois minutos. O restante do tempo funciona como uma preparação para esse contato íntimo e profundo com Deus. Da mesma forma, a leitura orante será eficaz se dedicarmos a ela tempo suficiente de preparação e de oração, e se conseguirmos fazer com que ela efetivamente seja um tempo privilegiado de relação com Deus. É preciso esvaziarse interior e exteriormente de tudo aquilo que não deixa

Referências CONFERÊNCIA DOS RELIGIOSOS DO BRASIL. A leitura orante da Bíblia. São Paulo: Loyola; Rio de Janeiro: CRB, 1990. LIMA, Pe. Marcos de. Orar-rezar, atividade essencial. São Paulo: Loyola; Rio de Janeiro: CRB, 1998. MASSERONI, Enrico. Ensina-nos a rezar: um caminho para a escola do Evangelho. São Paulo: Paulinas, 1999. MAZARIEGOS, Emílio. Encontro a sós com Deus: método para chegar à oração de recolhimento interior. Petrópolis: Vozes, 1995.

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Olhar com olhos de fé Em março, ocorreu na Sede Provincial, em Porto Alegre, RS, a primeira reunião do ano da Comissão de Formação e Vida Consagrada da Província La Salle Brasil-Chile. Contou com a participação dos Irmãos Jesús Rubio Názer e Felix Joseph, Secretários para a Formação do Instituto dos Irmãos de La Salle, em Roma. Os Irmãos conheceram algumas das Casas de Formação no Brasil e concederam entrevista à Revista Fraternitas. Veja a seguir. R.F – Poderiam comentar a respeito de suas trajetórias como Irmãos, principalmente na função atual que desempenham? Ir. Jesús – Ingressei no Instituto há 34 anos. Divido meu caminho em quatro etapas. A primeira é a das Casas de Formação, uma etapa de sonhos, ideais, energias e aprendizagens. Depois, uma segunda etapa correspondeu aos meus primeiros anos em Comunidade, caracterizada por muito trabalho, êxitos, mas cada vez menos energia espiritual. E então iniciou uma terceira etapa. Com a ajuda de Irmãos e de outras pessoas, comecei a pensar nas coisas ao meu redor que eu poderia mudar. Aprendi sobre Ir. Jesús formação e sobre como acompanhar uma pessoa em seu próprio caminho. Há nove anos, o então Irmão Superior Geral me convidou a ir para Roma para trabalhar como Secretário de Formação, visitando primeiro as províncias da América Latina. Em Roma, trabalhamos as áreas de Pastoral Vocacional de Formação para a Missão Lassalista e a de formação específica dos Irmãos. Ir. Félix – Estava interessado em ser Irmão Lassalista, mas havia resistência em minha família. Argumentei com meus pais que queria estar com os Irmãos, porque os via alegres, ao lado das pessoas, e isso me atraía. Juntei-me aos Irmãos em 1982. No Postulado, me deparei com a dúvida em continuar ou não na formação, mas decidi prosseguir. O Noviciado foi em Sri Lanka, em 1991. Depois, fiz meus Primeiros Votos e voltei para a Índia, trabalhando com crianças órfãs. Então, fui chamado a trabalhar com vocações, um desafio difícil

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de aceitar no início, mas me dei conta de que seria capaz. Prossegui a preparação para atuar com formação e trabalhei como assistente de diretor de Noviciado na Índia. Acredito que esses anos anteriores foram uma preparação para minha missão e para a responsabilidade a que fui chamado. Para mim, essa experiência atual é essencial para viver a experiência de Irmão em um contexto internacional. R.F – O Instituto, acolhendo a exortação do Papa Francisco, convida os Irmãos a olhar o futuro com esperança. Quais sinais nos permitem isso? Ir. Jesús – Ver esses sinais requer olhos de fé para reconhecer, em coisas pequenas, que Deus está atuando, realizando sua obra através dos pobres. Quando abrimos os olhos e olhamos com fé, encontramos muitos adultos que compartilham conosco a missão, que estão fazendo seu próprio caminho de fé e que se sentem, de maneiras distintas, tocados pelo espírito segundo suas próprias experiências prévias. Um símbolo de esperança que existe são os jovens. Isso nos mostra que esse chamado que despertamos é importante e tem um futuro. Outro sinal é o ambiente que percebemos nas diferentes partes do mundo que visitamos. Quando estamos nesta perspectiva global, nos damos conta de que esta obra que estamos realizando é realmente uma obra de Deus. Ir. Félix – Papa Francisco nos convida a irmos adiante. Convida os Religiosos e Religiosas a superarem desafios. Como diz o Papa, precisamos buscar ar fresco para nossa esperança. Em minha experiência, vejo muitos jovens que chegam ao nosso Instituto com seus medos. Temos que guiá-los com esperança. Dessa forma, enquanto formador, também sou desafiado a ter a responsabilidade de transmitir esperança a eles, sendo humano e aberto o suficiente para entendê-los e aceitá-los como são. R.F – Quais avanços na formação do Instituto aconteceram nos últimos anos? Ir. Jesús – Eu diria que há uma dinâmica de evolução, um movimento real que abrange todos os agentes de formação. Estamos deixando de olhar a formação dos Irmãos e dos Leigos isoladamente, para vê-las de maneira conjunta. Damonos conta da sinergia que pode existir ao trabalhar de forma conjunta estes processos, como uma unidade na qual todos podemos nos sentir valorizados nas próprias vocações. No âmbito da pastoral vocacional, estamos insistindo no tema da cultura vocacional. E parece-me que a dinâmica de itinerários formativos, pouco a pouco, está acontecendo nos diferentes contextos lassalistas.


desafios da Formação, penso que é necessário encontrar Irmãos que possam acompanhar os jovens e as pessoas que compartilham conosco nossa missão. Ir. Félix – O desafio que temos como Irmãos é a lacuna entre as antigas e as novas gerações. As pessoas mais velhas têm uma concepção tradicional de Vida Religiosa; já os jovens, com todos os avanços da tecnologia e a mentalidade em que cresceram, reforçam diferenças. Contraditoriamente, há lugares em que as gerações antigas têm tido facilidade em aceitar as novas. Os jovens buscam nossa formação, mas precisam viver uma experiência de fé.

Irmãos conheceram algumas das Casas de Formação no Brasil e confraternizaram com equipes do país

Ir. Félix – Comecei meu Noviciado refletindo sobre questões como estas. Era jovem e ansiava conhecer outros países onde os Irmãos trabalhavam. Acho essencial irmos além das fronteiras, como dizia o Ir. John Johnston. Ir. Álvaro Echeverría também falava em missão compartilhada, inclusive para projetos inter-congregacionais, como o Projeto Fratelli. Vejo vocações surgindo em lugares distintos. Há locais com bons formadores, há outros com dificuldades de se encontrar um. São contradições e realidades com que nos deparamos hoje. Nota-se que a Igreja, com Francisco, tem reforçado a questão de ir além das fronteiras, como na questão dos Ir. Félix refugiados. Enquanto formadores, temos que estar atentos às realidades dos diferentes países. R.F – Quais desafios vislumbram para a formação no Instituto? Ir. Jesús – Interpretamos a voz dos capítulos como uma voz global de todo o Instituto. Um desses desafios é a vida espiritual versus a vida comunitária. Em um mundo cada vez mais individualista e secularizado, onde em algumas regiões temos poucos Irmãos e muitas necessidades educativas, há um risco de se trabalhar de maneira mais individual e de perdermos o sentido espiritual. O Voto de Associação pelo Serviço Educativo aos Pobres nos traz a lembrança de se superar o individualismo por meio de uma vida comunitária mais profunda. Sobre os

R.F – Que recomendações poderiam deixar aos Formandos da Província? Ir. Jesús – Vimos muitos aspectos positivos no Noviciado e no processo que estão vivendo. Lançamos a eles um desafio em que insiste La Salle, que é o de fortalecer seu espírito de fé. Essa é uma tarefa particular para os noviços, mas temos que mantê-la por toda a nossa vida. Para os jovens, de modo geral, penso que devem confiar em seus formadores e nas estruturas e políticas formativas. Ir. Félix – Acredito que os jovens devem estar aqui, no agora. Nessa era de avanços, temos que viver o presente com felicidade. A vida apresenta muitos desafios, mas se for capaz de prosseguir em comunidade com fé, seguindo o que fomos chamados, isso trará alegria. Também é preciso que todos pensem em suas responsabilidades e em formas de atuar positivamente, contribuindo com sua comunidade. R.F – Que orientações deixariam aos Irmãos e Colaboradores acerca da centralidade do Voto de Associação no Carisma Lassalista? Ir. Jesús – Nós, Irmãos, estamos vivendo um processo de descobrimento e de tomada de consciência cada vez maior da importância de nosso Voto de Associação para o Serviço Educativo aos Pobres. Creio que aprofundar o sentido dos votos pode nos ajudar a uma renovação muito profunda de nossa vida espiritual e comunitária. Ir. Félix – Irmãos de todas as gerações devem ir além de três aspectos: poder, posição e prestígio. Temos que superar isso para consolidar nossa associação com os Leigos. A experiência com colaboradores é essencial para nossa missão.

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Provocações a partir do

III Congresso das Novas Gerações Irmão Heider Costa Direção Aspirantado La Salle Zé Doca, MA e Centro Educacional La Salle Presidente Médici, MA

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III Congresso Nacional das Novas Gerações, realizado em Brasília entre os dias 5 e 9 de fevereiro 2016, teve como tema “#CompartilheaAlegria” e lema “Venha para fora!”. Desde a preparação para o Congresso com subsídios, informações e partilhas prévias em todos os núcleos e regionais, até a culminância em Brasília, foram muito ricos os momentos. Primeiro por ser uma partilha de experiências a partir da vivência de alguns irmãos e irmãs em cada grupo e, segundo, por estamos conectados com muitos sonhos e projetos de vida de cada Jovem Irmão/ã em suas respectivas congregações. Em particular, expresso as minhas convicções, partindo do subsídio preparado pela CRB Nacional e da palestra com a Ir. Annette Havenne.

Alguns elementos dos subsídios: 1. Realizar todo o projeto do Reino mediante o encontro com Deus. Sem a conexão íntima com o Criador não podemos avançar em direção a novas fronteiras. O desapego material, a liberdade em estar com Deus, a convicção de sairmos do conformismo e caminhar com o Homem que não teve medo de desafiar-se, deve ser o sentido para nossa busca de sentido na Vida Religiosa. 2. O papel da mulher na sociedade. O imperialismo machista, por mais que aos poucos tenha diminuído no “Brasil”, ainda traz a necessidade de melhora nesse sentido. O tocante da realidade agride a imagem e o ser da mulher nos âmbitos sociais, políticos ou religiosos. A fragmentação e o estereótipo feminino aferem o caminho para a ascensão das mulheres em nosso mundo. É necessário que retornemos ao evangelho de Jo 11,1-31, no qual Marta “professa sua fé em Jesus, responde ao seu chamado de ser geradora, dar vida, chamar à vida...”. Precisamos nos deixar envolver pela dimensão do cuidado pela Vida e disposição de olhar todos/ as com os “olhos da fé”, sem acepção de pessoas. 3. Novas Gerações e os conflitos geracionais e institucionais. O contato com o tema me levou a perceber que por mais que tenhamos dado passos significativamente necessários, ainda temos que continuar crescendo. Muitos conflitos estão ligados ao “tema da interculturalidade”, que ao menos me

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parece complicado, mas não difícil e com muitas aberturas para o diálogo. Outro fator são as disputas e as rivalidades, estas, por sua vez, causam o distanciamento de alguns coirmãos. Não sabendo que o essencial são as diversidades culturais, as generosidades, as “feiuras” e as potencialidades que cada um compartilha na instituição. Friso que essas irrelevantes situações, mas detectadas, podem ser provocadas tanto pelo individualismo como pela busca da autoafirmação. Porém três dimensões acompanham essa reflexão: o processo formativo com uma atenção especial ao acompanhamento personalizado; o respeito a quem está chegando, “não temos a opção de nos escolhermos, mas temos a opção de nos acolhermos” e, obviamente, a abertura para o processo formativo, advindos dos que administram ou coordenam o projeto institucional. 4. Nossas tensões enquanto Jovens Religiosos. Pode não ser uma preocupação do nosso Instituto, mas em outros, tanto de congregações masculinas quanto de femininas, soa muito forte a tensão de escassas vocações. Um elemento relevante, que penso ser relevante, é a mundialização. Esta possibilita a realização momentânea do jovem nas mais diversas categorias da vida. O sentido da vida é o aqui e agora. Como escreve Zygmunt Bauman em seu livro “Modernidade Líquida”, a liquidez nos relacionamentos interpessoais, pessoais... tomou conta da dedicação de tempo aos processos de conhecimentos de si mesmo. Por outro lado, a preocupação com muitas vocações pode expressar um certo temor para os que já estão. Como temos vivenciado tanto em nosso Instituto, quanto em outros, o “índice de perseverança” é fragilizado. Aceno que um dos elementos, muitas vezes, é a falta e abertura tanto do lado de diretores, quanto dos Jovens Irmãos. Não estou aqui atribuindo juízo de valores quanto aos processos planejados para as Novas Gerações, mas precisamos ter mais atenção. 5. “Cumprir os votos ou desenvolver carismas”. Soa complexo quando a relação com os votos se torna algo puramente contratual. Viver os votos é dedicar-se com todas as capacidades de crescimento ao longo da caminhada. A pobreza religiosa não será motivo de discursão quando ela nascer do coração. A obediência terá significado com a abertura do dialogo profundo com Deus. A castidade é o desprendimento encarnado no coração e na doação ao pobre, caso contrário vai continuar gerando confusão.


6. Viver em comunidade ou as relações interpessoais. A tensão se mostra principalmente nos momentos da nãopresença nas orações e a não-prestação de contas. O que poderia ser a ocasião para partilhar os sonhos, as realizações, os estudos e as tristezas... é momento em que aparecem todas coisas erradas. Essa comunhão deverá ser criada no bem querer com os coirmãos. A experiência comunitária deverá nascer da relação interpessoal. 7. Dar seguimento ao Instituto ou imaginar o futuro. É um tema, me parece, já bem trabalhado, mas que cabe fazer uma ressalva pelo termo muito utilizado, o ativismo. É recorrente na maioria das rodas de conversas das Novas Gerações. A maneira como os mais experientes desenvolviam suas atividades rotineiras não é mais possível atualmente. “Dar frutos é consequência de estarmos inseridos na videira”. A proporção que isso acontece, parece-me, que os resultados são mais qualitativos. 8. Ser fiel à oração ou dar sentido. A rotina da oração pode proporcionar um certo modismo, tanto para quem já está a mais tempo quanto aos mais novos. A dedicação em preparar e acolher a oração em nossas vidas faz com que se torne crescente a busca por uma espiritualidade mais encarnada e acentuada através do exemplo do Cristo ressuscitado. 9. Uma vida austera ou de partilha do que possuímos financeiramente: um grande desafio para as Novas Gerações e as gerações que viveram tempos de dificuldades para manter viva a obra. Podemos, enquanto Jovens Irmãos, estabelecer alguns critérios para se viver na simplicidade, mas no real, em alguns casos, não acontece. Admitimos que o controle é ainda o melhor modelo de gestão para a continuidade. Isso pelo fato de alguns terem alguns critérios do quanto é necessário para viver a missão. Creio que damos margem para sermos tachados de “gastadores”.

10. “Maturidade afetiva ou risco da relação”. Dizer que somos frágeis emocionalmente, imaturos e grandes probabilidades para o fracasso são algumas enumerações apontadas por alguns que já têm experiência de vida. Possivelmente pelo fato de termos características, alguns para assumir alguns riscos que “implicam as relações pessoais” mais fraternas. Aqui destaco a castidade como modelo de doação, de ternura para com os menos favorecidos. Ouso dizer que temos idosos “maduros” com grande dificuldade de relacionamento, assim como “Jovens” com atrofiamento mental. 11. Corresponder ou dialogar para novas descobertas. Obedecemos porque o superior manda ou escutamos através da pessoa dele a voz de Deus que nos convida a sairmos de nossa zona de conforto e buscarmos explorar novas fronteiras. Redescobrir juntos, a partir dos valores que cada um carrega em sua formação é desafiador, pois exige reciprocidade e abertura para o novo. 12. É preciso arriscar. A primazia dos mais experientes é e sempre foi fundamental em todos os tempos. Eles nos ajudam a ponderar o melhor caminho para sermos Novas Gerações com disposições coerentes com nossa opção de vida. O presente é desafiador. Os subsídios foram instigadores. Perpassaram grande parte das oficinas e trouxeram expectativas para as Novas Gerações. A caminhada construída com todos os carismas deixa claro que é possível vivermos nossa opção de vida. As dificuldades são muitas, mas as provocações para a vitalidade da Vida Religiosa são perspicazes. Por fim, a NGVRC tratou de uma relação profunda de vitalidade que foi o redescobri a esperança e a alegria de viver o Evangelho na pessoa dos Irmãos.

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Encontro de Provinciais

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e 30 de maio a 8 de junho de 2016, ocorreu o Encontro dos Provinciais, na Casa Generalícia, em Roma. Representantes das Províncias estiveram unidos para partilhar experiências das diferentes regiões de atuação lassalista. Alguns dos temas abordados ao longo do evento foram: a necessidade de ajudar um ao outro e a liderança em e por associação. Representando a Província Brasil-Chile, esteve no evento o Provincial e Presidente da Rede La Salle, Irmão Edgar Nicodem. No discurso de abertura, o Irmão Superior Geral, Robert Schieler, reforçou a importância e a responsabilidade de cada representante para a Missão Lassalista: “A liderança e a Governança do Instituto estão em nossas mãos. Cabe a nós, com os olhos da fé, liderar a resposta aos desafios contemporâneos. É nosso dever de proclamar a alegria do Evangelho, inspirar os nossos irmãos e parceiros com esperança cristã e testemunho de amor misericordioso de Deus.” Foi um período de encontro fraterno que contribuiu para fomentar as relações entre as instituições, com muitos elementos carismáticos e históricos em comum.

Encontro ocorreu em Roma

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Ir. Edgar Nicodem com Ilaria Iadeluca, Diretora de Comunicação do Instituto


Novos Irmãos Primeiros Votos e saí de minha cidade no Piauí. Para mim, é uma gratificação”, afirmou Ir. Sebastião, que também celebrou a Profissão Perpétua em sua terra natal, Esperantina, PI, em junho. O Noviço Samuel Sampaio Castro, que emitiu os Primeiros Votos, considerou: “Ser Irmão Lassalista significa chegar a mais pessoas e ajudá-las. A Formação me ajudou a me preparar e a me guiar por valores que me permitem estar em uma Comunidade Educativa e fazer algo de especial pelas pessoas, seguindo Jesus Cristo no ideal de São João Batista de La Salle”. Já em 10 de julho, também em Canoas, RS, aconteceu a Celebração Eucarística de Emissão dos Primeiros Votos da Província La Salle Brasil-Chile. Nesta ocasião, emitiram seus Primeiros Votos os Irmãos Adriano Gomes Bezerra, Alberlan Martins Coelho, André Felipe Nawroski e William Mallmann. Emissão de Primeiros Votos em Canoas, RS, em julho

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este primeiro semestre de 2016, a Província La Salle Brasil-Chile viveu momentos significativos. O Dia da Província, em 17 de janeiro, reuniu Irmãos, Formandos, familiares e colaboradores da Rede La Salle em Canoas, RS. A missa foi presidida pelo Arcebispo de Porto Alegre, RS, Dom Jaime Spengler, e concelebrada pelo Pe. Leandro Padilha.

Presidida pelo Bispo auxiliar de Porto Alegre, Dom Leomar Antônio Brustolin, a celebração contou com a presença de Irmãos Lassalistas, Leigos, amigos e familiares. O Irmão Edgar Nicodem participou do evento, voltando sua fala para dar boas-vindas aos novos Irmãos com destaque para que vivam com amor, alegria e com visão renovada do carisma que a Igreja recebeu de São João Batista de La Salle.

Em comunhão, foram celebrados a trajetória de perseverança dos Irmãos Jubilares; o Irmão Sebastião Lopes Pereira, que emitiu sua Profissão Perpétua; o Noviço Samuel Sampaio Castro, que emitiu os Primeiros Votos; e os Jovens Irmãos que renovaram sua Consagração. “Creio que este é um momento importante em que Irmãos e Leigos se encontram para celebrar o sentido de pertença, de comunhão e de Rede La Salle, porque a Rede hoje depende de Irmãos e de Colaboradores, então essa é a celebração desse compromisso “, disse o Ir. Edgar Nicodem, Provincial da Província La Salle Brasil-Chile e Presidente da Rede La Salle. O Ir. Sebastião, que atua na Pastoral Lassalista, falou sobre sua Profissão Perpétua. “Acredito que confirmar o meu ideal e a minha opção enquanto Irmão, enquanto Vocacionado e enquanto ser humano é fundamental. É uma forma de, cada vez mais, reafirmar aquilo que fiz quando emiti meus

Votos Perpétuos do Ir. Sebastião Pereira (ao centro) em Esperantina, PI

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Profissão Religiosa – Homilia A seguir, a Revista Fraternitas compartilha a Homilia do Bispo Dom Leomar Antônio Brustolin, sobre os Votos dos Irmãos na celebração de 10 de julho de 2016, em Canoas, RS.

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rezados presbíteros. Caro Irmão Provincial, prezados Irmãos Lassalistas. Estimados noviços que professarão seus primeiros votos, saúdo igualmente seus familiares e amigos que aqui se encontram. Caríssimos fiéis leigos e leigas. Todos que participamos desta celebração temos, no mínimo, dois pontos em comum: somos batizados e chamados a seguir Jesus Cristo como discípulos do Senhor. Esse chamado, como vimos na leitura do livro de Isaías, ocorre desde o seio materno. Ele nos conhece pelo nome. Sim, Ele chama a cada um de nós para participarmos do seu povo eleito, somos raça escolhida, sinal de luz e salvação para a humanidade. Essa é a vocação cristã. A eleição, contudo, não impede que alguém rejeite o chamado, pois a liberdade continua sendo o grande sinal do amor de Deus sobre toda humanidade.

Alguns, entretanto, são escolhidos no meio desse Povo Santo, para uma missão de maior proximidade. Nesse caso se encontra a vida consagrada. Quem Ele escolhe? Segundo o Evangelho de Marcos, aqueles que Ele quis. Para quê? Para permanecer com Ele, como fizera outrora ao chamar os apóstolos. A primeira tarefa de um vocacionado não é um fazer, mas um permanecer com Ele. Em primeiro lugar não está uma tarefa, mas uma relação de proximidade: Vinde e vede! Talvez aqui se encontre o grande tesouro a ser redescoberto por todos nós: no cristianismo, o primado do ser se eleva sobre o do fazer. Segundo o Evangelho desta celebração, somente depois de ficar com Ele, é que os apóstolos foram enviados. Caríssimos noviços Adriano, Alberlan, André e William, sintam sua vocação se renovar nesta celebração. O chamado iniciado no ventre da mãe foi consolidado pela graça batismal. É o que rezamos na Oração da Coleta deste dia, quando dissemos: Senhor, quisestes que nestes vossos filhos a graça do batismo desabrochasse com tal força que desejassem seguir mais de perto os passos de vosso Filho vivendo a perfeição evangélica e renovando seu vigor apostólico. Sim, vocês foram de tal forma atraídos por Cristo, que a suas vidas já não lhes pertencem, mas hoje é entregue livremente nas mãos Daquele que, maravilhosamente, olhou para cada um com amor eterno e chamou, pelo nome, para permanecer com ele. Por isso, seguindo mediações humanas, históricas e por diversas circunstâncias, vocês foram sendo formados para se tornarem servos do Senhor, a exemplo de Isaías. E como o profeta, essa graça não é apenas para vocês, mas é essencialmente para ser compartilhada. Vocês são consagrados para os outros e não apenas para o próprio bem: Quero fazer de ti uma luz para as nações, para que a minha salvação chegue até os confins da terra.

Celebração presidida por Dom Leomar, em Canoas, RS

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Para viver tal consagração, vocês escolheram seguir a pegadas de São João Batista de La Salle. Entram hoje na família do Instituto dos Irmãos das Escolas Cristãs, mais conhecido como Irmãos de La Salle ou Irmãos Lassalistas. São acolhidos nessa Congregação e por onde cada um de vocês andar, seja possível reconhecer um lassalista. Vocês não perderão a individualidade, mas não se pertencerão mais, afinal, pelo seu ser e agir deverão transparecer o carisma que o Senhor concedeu a essa família. Foi a primeira congregação religiosa masculina constituída exclusivamente de religiosos leigos e que muito contribuiu para o surgimento da “civilização escolarizada”, defendendo


o acesso à educação pela gratuidade universal e cooperando para a melhoria da escola. Essa missão se atualiza em cada obra da Congregação. Nesse sentido, recordo-lhes, mais uma vez, não é o fazer de um lassalista que edifica a Igreja, mas é o seu ser que qualifica sua ação apostólica. Se um irmão permanece em Cristo, então sua consagração se renova a cada dia e o esplendor de sua relação com Jesus perfuma com o odor de Cristo todos os ambientes por onde ele passa. Hoje, diante de Deus e desta assembleia, toda a Congregação agradece a Deus a sua vocação e reza, para que vocês sejam muito felizes ao trilhar esse caminho na Igreja. Essa consagração não é abstrata. Ela se traduz em sinais concretos e visíveis para o bem de toda a Igreja. Vocês, então, emitirão livre e conscientemente os votos de castidade, pobreza e obediência. Ninguém impõe essa consagração, nem Deus, vocês amadureceram e decidiram, a Congregação aceitou e a Igreja acolhe. Como nos recorda a Perfectae Caritatis, desde os princípios da Igreja, houve homens e mulheres, que pela prática dos conselhos evangélicos procuraram seguir Cristo com maior liberdade e imitá-lo mais de perto, consagrando a própria vida a Deus. Por isso vocês viverão a castidade por amor do reino dos céus (Mt. 19,12). Procurarão ser livres para amar como Jesus amou. Ser casto é a forma de viver a fidelidade a Jesus. Não se trata de negação do ser, pelo contrário, é consequência de quem se sente tão amado por Cristo que diariamente dirá: guardo no meu coração tua Palavra, para não te ofender. Somente quem não descobriu ou não se deixou tocar pelo amor de Cristo não compreenderá o valor da castidade que está totalmente subalterna à fidelidade a Cristo.

E vocês se consagrarão no carisma de La Salle, tornandose essencialmente educadores por excelência, por isso recorro ao que cantamos no início dessa celebração: O que ensinam os outros, um dia, como estrelas no céu brilharão. Essa paráfrase do Salmo lhes recorde que essa luz iluminará o caminho nas noites escuras e nos dias difíceis. Essa é a luz da grande obra de misericórdia: instruir, educar, conduzir. No Ano da Misericórdia, renovem o brilho da missão que permite diariamente exercer uma das mais importantes expressões do amor de Deus: libertar da escravidão do erro e do engano. Os tempos atuais podem propor problemas maiores que os do tempo de La Salle, mas certamente não são mais difíceis. O santo Fundador dos lassalistas também precisou ousar para que a sua proposta educativa vencesse as resistências de todo tipo. Invoquemos, pois, São João Batista de La Salle porque igualmente precisamos de muita luz para dissipar as sombras atuais. Enfim, como ouvimos na Carta aos Hebreus: Permaneçamos firmes na fé que professamos. Que vocês sejam fortalecidos pela graça que receberão neste altar, pois quem nada retém para si e entrega tudo ao Senhor, ganha neste mundo o cêntuplo e depois, a eternidade. Sigam o Cristo, permaneçam com Ele. Só assim não haverá medo, nem incerteza e nem cansaço. Pois nele existimos, nos movemos e somos. Amém.

Vocês também são chamados a viver a pobreza voluntária, abraçada para seguir a Cristo. Por ela participa-se da pobreza de Cristo, que sendo rico, por nosso amor se fez pobre, para que nós fôssemos ricos da sua pobreza. Maior sinal dessa liberdade diante dos bens e dos dons é a partilha de tudo o que temos e somos. Não há comunhão sem partilha, pois dela depende a promoção do bem-comum. Vocês emitirão, também, o voto de obediência, pelo qual oferecem a plena oblação da própria vontade como sacrifício de si mesmos a Deus, e então se unem mais constante à vontade divina. Em tempo de tanta autonomia, certamente é um desafio escutar e acolher a vontade de Deus na voz dos outros. Por isso, a exemplo de Jesus Cristo, que veio para fazer a vontade do Pai, sob a moção do Espírito Santo, vocês escutarão a voz de Deus pelas diversas instâncias da família religiosa a qual vocês passam a participar mais efetivamente a partir de hoje.

Emissão de Primeiros Votos

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Encontro Regional de Diretores de Comunidade Irmão José Egon Comunidade La Salle Canoas, RS

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uma iniciativa e promoção da Região Latinoamericana Lassalista e em atendimento aos incentivos à Formação Continuada, realizouse um Encontro de Diretores de Comunidade, reunindo 28 Diretores representantes das oito Províncias integrantes da RELAL. O Encontro teve lugar em Cochabamba, Bolívia, nos dias 25 a 29 de abril, nos espaços da Casa de Encuentros San José La Salle. Um fato marcante foi a constatação da prevalência de Diretores jovens, com destaque para os Distritos Norandino, CentroaméricaPanamá e Bolívia-Peru. Visando aportar ideias e práticas em apoio aos Diretores no exercício de sua missão, a proposta para esse Encontro estabeleceu como objetivos, basicamente, os seguintes: 1) Fortalecer os itinerários formativos que garantam o acompanhamento e respondam às exigências da fraternidade; 2) Compartilhar as melhores práticas da missão de Diretores de Comunidade; 3) Buscar soluções para casos complexos que o Diretor enfrenta no dia a dia; 4) Aplicar as propostas do 45º Capítulo Geral; 5) Assumir nossa identidade e missão em comunhão e diálogo com a Comunidade Eclesial. A programação desenvolveu-se por meio de cinco sessões diárias. A exposição de temas esteve a cargo do Ir. Paulo Dullius, com destaque para a Identidade e Missão do Irmão na Igreja, o Acompanhamento, a Misericórdia na Vivência Comunitária. As exposições, em geral, eram seguidas de trabalhos em grupos e plenárias. Oito sessões foram dedicadas à “Presentación de Buenas Prácticas”, proporcionando o compartilhamento de experiências e práticas em uso nas Províncias e nas Comunidades representadas, visando ao sadio e fraternal convívio comunitário.

Em ordem de prevalência, desponta como “Buena Práctica” prioritária a prescrição da Regra sobre o Projeto Comunitário, elaborado e assumido comunitariamente, na medida em que ele é o instrumento que delineia o itinerário da caminhada da Comunidade. Elenca em seu bojo uma série de outras “Buenas Prácticas”, mormente no que se refere à vida de oração pessoal e comunitária, espiritualidade, missão, formação, projetos, convivência ..., enfim, tudo o que se refere ao dia a dia dos Irmãos. Unanimidade como boa prática foram também os relatos concernentes à Reunião Comunitária semanal, bem como a valorização de outros momentos de Encontros Informais. Outra prática, o Acompanhamento, foi abordada com novo enfoque. Essa tarefa costumava ser atribuição do Diretor e, não raro, encarada como uma espécie de controle sobre os súditos. Na concepção atual, quem faz e quem recebe o Acompanhamento é a própria Comunidade e cada Irmão em particular. Todos “entramos” e influímos na vida uns dos outros. Todos somos corresponsáveis. Assim sendo, é inaceitável a atitude alienada, como “não tenho nada a ver com meu irmão”. Entre outras boas práticas foram destacadas ainda: a valorização das realizações e sucessos dos coirmãos, a celebração dos onomásticos, aniversários e festas litúrgicas da Província e do Instituto, os passeios comunitários, a inclusão, o preparo comunitário das refeições nos fins de semana, a atenção, a tomada de decisões com o aval da Comunidade, o diálogo, a tolerância ante eventuais limitações e/ou imperfeições dos coirmãos, o cultivo do otimismo e do celebrativo no nosso ser e fazer diários, etc. A Misericórdia, tão presente nas mensagens/ações de Jesus, e centro da Bula Papal do ano do “Jubileu da Misericórdia”, teve sua importância ressaltada como componente indispensável no ambiente comunitário.

A sessões relacionadas à “Presentación de Buenas Prácticas” foram as que, de modo especial, despertaram as atenções e os interesses dos Diretores. A maioria dos relatos de experiências e “boas práticas comunitárias” foi recorrente, o que lhes confere a relevância. A programação desenvolveu-se por meio de cinco sessões diárias

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Encontro Regional de Diretores de Noviciado Irmão Arno F. Lunkes Direção Comunidade La Salle e Noviciado – Porto Alegre, RS

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os dias 20 a 22 de abril, tive o privilégio de participar do Encontro Regional de Diretores de Noviciado, realizado na cidade de Cochabamba, Bolívia. Faço aqui breves comentários no intuito de remeter os leitores ao documento conclusivo do encontro, que poderão visualizar oportunamente no site da RELAL.

2. Contribuir na busca de soluções para a diversidade e a complexidade de situações que se encontram no trabalho formativo.

No início, as ricas reflexões de estudo, trazidas pelo Irmão Paulo Dullius (Acompanhamento, Opção pelo Celibato Evangélico, Identidade do Irmão e Pré-requisitos para a Formação), colocaram os participantes em sintonia com dois dos objetivos propostos para o encontro:

1. Constatações referentes aos processos formativos e aos Planos de Formação e observações gerais;

1. Fortalecer os itinerários formativos que asseguram o acompanhamento, respondem às exigências da fraternidade e aos desafios que nos colocam para além das fronteiras; 2. Unificar os conteúdos e os processos básicos para a formação dos Irmãos de La Salle. Como parte da dinâmica do encontro, cada Diretor de Noviciado apresentou um relato sobre os acertos e as dificuldades na formação e os programas de formação do Noviciado de sua província. Com essa atividade, pudemos cumprir os outros dois objetivos propostos: 1. Partilhar as boas práticas da missão de Diretores de Noviços;

A última parte do encontro foi dedicada à busca de pontos de convergência e conclusões. No aguardo da publicação oficial do documento final, destaco apenas algumas referências de seu conteúdo, na expectativa de remeter os leitores ao documento conclusivo a ser disponibilizado no site da RELAL pela Comunidade de Animação Regional (CAR):

2. Pré-requisitos na formação de um Irmão das Escolas Cristãs, referentes a quem inicia o processo e à pessoa que inicia o Noviciado; 3. Conclusões práticas para a Província e para a RELAL. No empenho pelo processo formativo dos atuais e futuros Irmãos, vale recordar dois mandamentos expressos na Regra: Os Irmãos dão a conhecer o carisma lassaliano, evidenciam a importância de sua própria vocação e o específico de cada vocação lassaliana (R 84). Ao aceitar um candidato, o Instituto compromete-se a brindarlhe os meios necessários para desenvolver seu projeto de vida e sua vocação, e ajudá-lo em seu itinerário pessoal de crescimento cristão e de incorporação progressiva ao Instituto (R 89).

Encontro aconteceu em Cochabamba, Bolívia

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Seminário Nacional de Formadores Irmão Cláudio Dierings Vice-Direção Colégio La Salle Niterói – Canoas, RS Irmão Clóvis Trezzi Direção Comunidade La Salle e Postulado III – Sapucaia do Sul, RS

No processo formativo, é necessário servir com amor e disponibilidade, para que as etapas do acompanhamento deem total atenção à pessoa, valorizando suas ideias, história e sonhos. É um tempo privilegiado para conhecer a proposta e ter ricas experiências, partindo sempre do Evangelho.

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ntre os dias 25 e 29 de maio, aconteceu, no Centro de Convenções Israel Pinheiro, em Brasília, DF, o II Seminário Nacional para Formadores e Formadoras, do qual participaram cerca de 120 formadores de todo o Brasil. Da Província La Salle Brasil-Chile estiveram os Irmãos Cláudio Dierings, Clóvis Trezzi, Joneílton Araújo e Marcelo Salami. O tema orientador foi: “O encontro que faz arder o coração” e o lema “Ele os alcançou e se pôs a caminhar com eles”. Tivemos como assessores: Ir. Anette Havenne, Pe. Shigue Nakanose e Ir. Fátima Morais. O tema transversal foi a passagem dos Discípulos de Emaús (Lc 21,13-35). Diversos momentos de oração e de reflexão foram feitos a partir dessa temática, convidando-nos a nos colocar na situação da caminhada feita pelos discípulos na companhia de Jesus. O caminho de Emaús, certamente, foi uma jornada formativa. Enquanto conversavam e discutiam, o próprio Jesus se aproximou e se pôs a caminhar com Eles (Lc 24,15). A partir da passagem de Emaús, podemos nos perguntar enquanto religiosos: 1. Quais as palavras e os gestos que aparecem no texto e que ajudam os Discípulos a reconhecerem Jesus ressuscitado? 2. O que nos faz, hoje, encontrar Jesus ressuscitado? 3. Como testemunhamos em nossa vida e em nossa comunidade a presença de Cristo ressuscitado? Percebemos como tônica que a missão desenvolvida na formação ajuda a descobrir a vocação do sujeito, a partir do estágio de sua maturidade, para que, dessa forma, possa responder e corresponder ao Deus da vida, da fé e da esperança.

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Enquanto Religiosos Consagrados, necessitamos fomentar parcerias, alianças entre congregações, CRB e regionais, buscar constantemente a formação continuada, planejar a curto, médio e longo prazos numa perspectiva de futuro, qualificar as relações fraternas, gastar as melhores energias em vista do Reino. Avaliamos positivamente esse encontro, que trouxe elementos novos para nós formadores.

Mensagem Final Aceitar-se, para converter-se Lute por seu processo de conversão! Transcenda a pessoa que você é... Se quiser, você será muito melhor... Seus sentimentos são uma porta Para valores que você ainda não cultivou! O perdão, a misericórdia, a bondade podem não ter nascido com você,Mas são propostas a você pelo mesmo Criador. Morrer para um projeto pessoal é ressuscitar para o projeto comunitário. Você pode escolher, pode fazer a diferença. Assuma seus compromissos com Deus como uma resposta de seus carismas pessoais. Mas, se tiver que fazer uma escolha, não permita que seus impulsos sejam seu único critério! Lute por seu processo de conversão, sem anular o que você é, e a beleza com que Deus o Criou! Você é filho, herdeiro, escolhido para refletir o rosto do Criador. E que Deus o abençoe e fortaleça! Amém!


Cronograma de Atividades A Revista Fraternitas divulga alguns dos próximos eventos da Província La Salle Brasil-Chile, momentos para fortalecer o sentimento de pertença a partir da convivência, reflexão, partilha e oração.

21 a 30 de setembro de 2016 – Jornadas Internacionais Lassalistas pela Paz Local: Comunidades Educativas. Responsável: Equipe Provincial de Pastoral. 24 de setembro de 2016 – Reunión de los Directores de Comunidades Religiosas de Chile Local: Casa Central. Responsable: Coordinación del sector. 7 a 9 de outubro – IV Seminário Nacional de Religiosos Irmãos Local: Curitiba/PR. Responsável: CRB Nacional. 8 de outubro de 2016 – Asamblea Signum Fidei Local: Colegio de La Salle de La Reina. Responsable: Equipo Directiva. 17 a 31 de outubro de 2016 – CIL para Formação de Equipes de Missão Local: Roma. Responsável: Coordenação do CIL. 9 a 19 de novembro de 2016 – Expedição Vocacional Local: Grande Porto Alegre/RS. Responsável: Comissão de Pastoral Vocacional. 10 a 12 de novembro de 2016 – Encontro Irmão Noé Zevallos Local: Peru. Responsável: RELAL. 12 de novembro – Asamblea MOAEL Local: Colegio de La Salle – La Reina – Chile Responsável: Coordinador de Pastoral. 2 a 22 de dezembro de 2016 – Retiro de Votos Perpétuos Local: Conocoto – Equador. Responsável: RELAL.

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Um equilíbrio dinâmico

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o longo de seus estudos e de sua trajetória como Provincial na Congregação Marista, o Ir. Afonso Murad passou a preocupar-se com os gestores católicos. Uma díade em específico tornou-se tema de suas pesquisas e originou o livro de sua autoria “Gestão e Espiritualidade” (Ed. Paulinas). “À medida que fui aprendendo conceitos da gestão, fui percebendo como nós, religiosos e religiosas, estávamos distantes de uma certa profissionalização das nossas instituições”, compartilhou Ir. Murad, Pedagogo, Filósofo e Doutor em Teologia que participa desta edição da Revista Fraternitas para falar sobre o assunto. R.F – Como o Sr. relaciona os temas gestão e espiritualidade? Ir. Murad – É cada vez mais claro que a gestão em instituições complexas – como uma escola católica, uma obra social ou mesmo uma paróquia –, é uma habilidade, uma competência que as pessoas e os grupos desenvolvem para conduzir ou para alcançar bons resultados e assim realizar a missão da instituição. Portanto, a gestão é uma Ir. Murad habilidade, um saber fazer que aprendemos e desenvolvemos. Não basta para um religioso ter o domínio de seu carisma, é necessário aprender a fazer, tem que conhecer esses mecanismos. Já a espiritualidade diz respeito a algo específico nosso. Nós nos fizemos consagrados porque fomos tocados por Jesus. Sentimos um apelo do Mestre, quisemos segui-lo mais de perto. Então, a grande questão para nós hoje é como relacioná-las, porque a gestão e a espiritualidade têm lógicas e linguagens diferentes. Quando se pensa em gestão, se pensa em resultados: o ambiente da concorrência, o domínio de instrumentos necessários para alcançar os objetivos. É algo que está muito relacionado a todo esse horizonte funcional, até diria a esse horizonte do sucesso. Já a espiritualidade, não. A espiritualidade está relacionada ao âmbito da entrega a Deus, da gratuidade, do encantamento. Então, a espiritualidade é aquilo que nos constitui como seres

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O cuidado com o meio ambiente é um aspecto a ser considerado nas instituições, diz o entrevistado

humanos em resposta aos apelos e às ofertas da graça de Deus. São linguagens diferentes. Enquanto que uma é a linguagem da eficácia, do resultado, a outra é a da entrega, da gratuidade. Por isso que é tão difícil de articulá-las. E quando um consagrado se coloca nessa dinâmica de trabalhar em instituições complexas, sofre interiormente esse conflito. É algo que vamos conquistando, é um equilíbrio dinâmico. Costumo dizer que é quase como andar de bicicleta: só conseguimos alcançar o equilíbrio em movimento. R.F – Muitas empresas já aceitam que o cultivo da espiritualidade é um elemento antropológico que não pode ser desconsiderado. Como as Instituições Confessionais (Religiosas) podem ser um diferencial em termos de espiritualidade em uma sociedade tão competitiva? É possível fazer gestão profissional à luz da fé? Ir. Murad – O tema da espiritualidade foi apropriado pelas empresas. Mas é impressionante como essa espiritualidade está esvaziada das dimensões social e ambiental. A espiritualidade é tomada como um sentimento, uma experiência religiosa que conduz à paz interior. Há um risco real de instrumentalizar a espiritualidade para obter o lucro maior. Ou, então, de se tomar os valores como mera aparência, sendo que, na prática, eles não traduzem os objetivos da empresa e da organização. Penso que a contribuição que nós, instituições religiosas, damos é que aquilo que afirmamos faz parte efetiva de nossos valores. Precisamos ter a humildade de perceber quando há uma distância muito grande entre o que nós almejamos, o nosso ideal e a nossa prática, e empreender processos de conversão institucional para aproximarmo-nos desse ideal.


R.F – Quais são os sinais mais visíveis de uma instituição espiritualizada?

de justiça, o cuidado com o meio ambiente –, teremos sinais de que a espiritualidade entrou na gestão.

Ir. Murad – Em uma escola, em uma obra social, percebemos estes sinais. Por exemplo, um sinal é quando as pessoas que constituem essa organização – os colaboradores, os voluntários, a equipe de gestão, etc. – têm um brilho nos olhos, transmitem alegria, transmitem aquele cuidado com as pessoas. Outro sinal de espiritualidade nas instituições, quando elas são católicas ou confessionais, sem dúvida é ter espaço para a celebração, para a reflexão da palavra de Deus, para a formação espiritual de seus membros e colaboradores. Um sinal também quando essa instituição leva em conta, por exemplo, as demandas de inclusão. Quer dizer, não se leva em conta apenas os critérios de eficácia. Estes, sem dúvida, são necessários, mas também é preciso levar em conta as possibilidades de oferecer a oportunidade de crescer às pessoas que, às vezes, não têm chance disso em outras instituições.

R.F - Que pistas o Sr. pode dar aos Consagrados para que integrem melhor gestão e espiritualidade?

Além das pessoas, outro valor é o cuidado com o meio ambiente. Nós cremos que Deus é o grande criador e que o espírito de Deus está presente em toda a criação. Mas precisamos expressar em que nós cremos com gestos concretos, com políticas ambientais na nossa instituição: políticas de cuidado com a água, economia de energia, diminuição de resíduos, formação da consciência ambiental dos nossos educandos. Tudo isso configura uma espiritualidade ecológica. Outro critério, sem dúvida, é a justiça nas relações, porque o mínimo que se exige de alguém que é cristão e que diz que nutre uma espiritualidade é a honestidade. Então, a honestidade nas relações é algo fundamental. Penso que se reunirmos essas características todas – a alegria, a disponibilidade, a acessibilidade, o senso

Ir. Murad – Para aqueles religiosos que exercem função de gestão, sugiro que não se esqueçam de que, em primeiro lugar, são consagrados. A gestão de instituições tem um grande risco: vai trazendo para as pessoas certa vaidade, um espírito de busca de sucesso ilimitado; devagarzinho, vaise perdendo aquele fascínio, aquele amor que nos moveu a seguir Jesus. Então, o gestor de uma instituição, qualquer que seja o cargo que ocupe, deve dar lugar à oração, ao cultivo da espiritualidade, meditar a palavra, agradecer ao Senhor pelas conquistas, colocar nas mãos Dele os projetos que estão sendo configurados, discernir as escolhas. É muito importante que mantenhamos nosso coração aquecido. Que o nosso olhar e a nossa prioridade sejam o serviço do Reino, e não simplesmente o sucesso pessoal ou da instituição. R.F – De que modo engajar e inspirar a juventude para propagar a espiritualidade nas instituições? Ir. Murad – Quando recebemos jovens profissionais, sejam Leigos ou Religiosos, em nossas instituições, é normal que alguns deles tenham certo fascínio pelo poder que o exercício da gestão comporta. Então, é importante acompanhar essas pessoas, ajudá-las a perceber as motivações profundas, avaliar as coisas boas que realizam, mas também suas limitações e seus equívocos, para que elas possam fazer um caminho na gestão que leve em conta os outros, que estimule uma gestão participativa e que, principalmente, esteja profundamente ligada ao carisma.

Para Ir. Murad, a honestidade nas relações é algo fundamental

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MEMÓRIA

Reconhecimento e boas lembranças Nesta edição, a Revista Fraternitas apresenta e vivências de Irmãos Lassalistas. Confira!

uma

Contribuição em Cuba O Ir. Hilário Arraldi tem viva na memória e em um diário sua experiência em Cuba, durante os anos de 1989 a 1990. Lá, ele fez parte do pequeno grupo de religiosos que contribuiu levando a mensagem educativa e cristã de La Salle ao país socialista em um período desafiador. Vivendo o contexto de dificuldades e de restrições do sistema cubano, Ir. Hilário levava a mensagem de Jesus Cristo às novas gerações. “Era responsável por um grupo de 200 jovens, aos quais falava sobre formação cristã nos fundos da Catedral. Também dei aulas aos Seminaristas sobre a Bíblia”. Encarregado das compras na comunidade onde residia, ele acompanhou as limitações do comércio e das crenças religiosas, e sentese feliz por ter contribuído em uma região com aquelas características. A experiência lhe rendeu um certificado de reconhecimento da Província Lassalista México-Sul.

Doutor Honoris Causa Em maio, aconteceu a sessão solene de Outorga do Título de Doutor Honoris Causa ao Ir. Edgard Hengemüle. Seguindo um protocolo oficial, os membros do Conselho Universitário iniciaram a cerimônia em um cortejo pelo Salão de Atos, representando sua aprovação por unanimidade de votos do nome de Ir. Edgard como o primeiro Doutor Honoris Causa da Instituição. O reitor do Unilasalle Canoas, Ir. Paulo Fossatti, formalizou a outorga, realizando a imposição do capelo e da borla e entregando o diploma ao Ir. Edgard, que proferiu fala inspiradora, citando momentos de sua vida e frisando ensinamentos marcantes. “Agradecer significa retribuir a graça. E ao ser agraciado por Deus pelo dom da vida, não haveria outra forma de retribuir a não ser fazer toda a minha vida um dom a Deus e ao próximo”.

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seção

nova,

que

vai

compartilhar

as

memórias

O Dom da Poesia Em abril, o Ir. Arnaldo Hillebrand foi homenageado pela Academia de Letras e Artes de Pato Branco, por promover o ensino e por despertar o gosto pela escrita em muitos jovens desse município paranaense. Na ocasião, também foi homenageada Zeide Pagnoncelli, em cujos livros de poesia o Ir. Arnaldo participou, escrevendo os textos de apresentação. A obra de Zeide, que foi aluna do Irmão Lassalista, elevou Pato Branco no cenário da poesia do Estado do Paraná. Ela é autora dos livros “Sabor de Infinito” e “Um Poema para Você” (Ed. Kelps). Embora não tenha estado presente na homenagem, Irmão Arnaldo emocionou-se ao saber do reconhecimento dos anos em que contribuiu com novos talentos da Língua Portuguesa. “O melhor leitor é aquele que transmite a mensagem que está escrita, não o que lê mais rápido”, costuma dizer o Irmão.


Discovery Vocacional Lassalista Irmão Éder Polido Coordenação de Pastoral da Província La Salle Brasil-Chile

I

novar sempre foi uma atitude humana! Uma cultura ou uma instituição que não é capaz de ser criativa ou de mudar seu jeito de pensar, de atuar e de ser pode cair no esquecimento. Uma nova forma de estar nesse mundo plural e conectado pode ser necessária para atender às necessidades com respostas criativas, assim como fez São João Batista de La Salle em sua época.

Diante dessas novas realidades, o Serviço Provincial de Pastoral e Pastoral Vocacional da Província La Salle BrasilChile vem pensando e se desafiando a pensar um novo jeito de atuar no desenvolvimento vocacional da Comunidade Educativa Lassalista. Esse novo conceito será criado a partir do Projeto Discovery Vocacional Lassalista, que em breve será apresentado e sugerido para todas as Comunidades Lassalistas. O Projeto vem ao encontro dos Capítulos Geral e Provincial, que têm como uma das prioridades a implantação da Cultura Vocacional. O Discovery Vocacional pretende ser um marco na história vocacional da Província La Salle Brasil-Chile, com o objetivo

de desenvolver um novo conceito de Pastoral Vocacional para os Estudantes, Irmãos e Formandos, Colaboradores e Famílias Lassalistas. Esse novo conceito inclui uma Pastoral Vocacional que une a tradição lassalista com as novas conexões institucionais e tecnológicas e está conectado ao conceito integral e global da dimensão vocacional em todas as interfaces humanas e institucionais. O Projeto abrangerá atividades e metodologias dentro de um itinerário de acompanhamento vocacional e lançará um novo olhar e uma nova prática para a construção de uma nova intepretação para a dimensão vocacional. A simbologia ajudará na construção de sentidos e significados que contribuirão para a adesão das ações propostas. Os símbolos do Projeto indicarão as descobertas que são necessárias para o autoconhecimento, para o conhecimento do outro, da Natureza e de Deus. O Projeto trabalhará com as descobertas vocacionais em vista da integração humana em todas as suas potencialidades. Espera-se que esse Projeto atinja todas as Comunidades Lassalistas da Província La Salle Brasil-Chile e que seja uma resposta às necessidades e realidades vocacionais que são confiadas a todos nós Irmãos, Formandos, Leigos e Familiares.

Iniciativa visa ser uma resposta às necessidades e realidades vocacionais

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O saber para se edificar Confira as dicas culturais que a Revista Fraternitas apresenta nesta edição:

Quando a Fé se torna Social (Paulus, 2016) – Antonio Spadaro explica que o desafio atual não deve ser como “usar” bem a rede, como frequentemente se crê, mas como “viver” bem nos tempos da rede. A rede não é um novo “meio” de evangelização, mas um contexto no qual a fé é chamada a se exprimir.

Homens e Deuses (Des hommes et des dieux, França, 2010, 122 min. Direção: Xavier Beauvois) – Baseado em fatos reais, o filme conta a história da Comunidade dos Monges Trapistas do Mosteiro de Nossa Senhora de Atlas, de Tibhirine, na Argélia. A partir do final da década de 1980, grupos islâmicos fundamentalistas começam a espalhar o terror pelo país, em especial contra os estrangeiros e as minorias nãomuçulmanas. A onda de violência atinge o mosteiro. O filme de Xavier Beauvois é um dos que melhor refletem os diferentes aspectos da Vida Religiosa Consagrada: a consistência da vocação pessoal; a vida de oração; as crises; as dúvidas e decisões; a comunidade como Igreja em inserção e transparência de Cristo, presente entre os pobres e sinal de diálogo e perdão para a humanidade; o discernimento comunitário. Do ponto de vista da Teologia da Vida Religiosa, o filme é cativante: um ícone da dimensão escatológica, reconciliadora e fraterna da Vida Consagrada.

Como Aprender e Ensinar Competências (Artmed, 2010) – O livro de Antoni Zabala e Laia Arnau trata de um novo enfoque no ensino e na aprendizagem de competências. Focado nas capacidades cognitivas, apresenta como trabalhar a formação para o desenvolvimento de capacidades de forma prática, demonstrando que o que se aprende pode ser utilizado de forma eficiente diante de uma situação real e determinada.

Site Gestão Educacional (www.gestaoeducacional.com.br) – O site Gestão Educacional faz parte da Humana Editorial, empresa de mídia segmentada, presente desde 1999 no mercado nacional. Suas publicações mensais, as revistas Profissão Mestre e Gestão Educacional, têm como foco os profissionais de educação das redes pública e privada. O site disponibiliza material diverso sobre o mundo da educação.

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Cuidar da Casa Comum

é a nossa missão

“Deus viu que tudo era bom.” Gn1, Gn1, 31 31

Campanha Missionária 2016 Oração do Mês Missionário 2016 Pai de misericórdia, que criaste o mundo e o confiaste aos seres humanos. Guia-nos com teu Espírito para que, como Igreja missionária de Jesus, cuidemos da Casa Comum com responsabilidade. Maria, Mãe Protetora, inspira-nos nessa missão. Amém.

Outubro é o Mês das Missões, um período de intensificação das iniciativas de animação e cooperação missionária em todo o mundo. O objetivo é sensibilizar, despertar vocações missionárias e realizar a Coleta no Dia Mundial das Missões, penúltimo domingo de outubro (este ano nos dias 22 e 23), conforme instituído pelo Papa Pio XI em 1926. Conheça mais em: www.pom.org.br.



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