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El Presidente no tiene quién le escriba

En este país que se cae a pedazos todavía tenemos tiempo para fanatizarse por equipos de fútbol mediocres y costear los excesos de políticos pusilánimes. Los humanos mexicanos llevamos una curiosa relación con la congruencia, deje usted amable lector de que estemos preocupados por encontrar la verdad, ya ni siquiera las mentiras parecen creíbles. La ausencia de credibilidad de los personajes que son referentes, han convertido eso que antes llamábamos “opinión pública” en un mazacote de alegaciones inclasificables.

Las redes sociales nos permiten saber cuál es el tema más popular, pero no cuántas personas están replicando la misma estupidez, porque seamos honestos, la mayoría de las opiniones son derivaciones de una idea facciosa que se repite hasta el hartazgo por gregarios. Al igual que en el patio de la escuela los inteligentes se juntan para discutir las ideas y los idiotas de vez en cuando los molestan, pero después vuelven a su habitual evasión de la realidad. Así que viva la feria nacional potosina, el atlético San Luis y los corridos tumbaos, el peso pluma y demás.

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El presidente de la república se quejó recientemente se sufrir violencia política de género, -a veces ya no se sabe si está hablando en serio o gastando bromas al respetable- al parecer no hay nadie que lo actualice de donde surgieron esos “terminajos” y para qué sirven, debo reconocer que yo antes era igual de machista que el jefe del ejecutivo y al igual que él, tampoco me gustaba que me lo dijeran. Llámele ignorancia o tozudez pero es difícil desprenderse de nuestra herencia cultural, el maldito costumbrismo del que nos sentimos orgullosos. “Los hombres no lloran”, -así decían mi padre y mi abuelo y el padre de mi abuelo- la verdad es que la violencia verbal -ahora que lo pensamos- si era sistemática y atroz.

“La letra con sangre entra” -se decía con descaro- los azotes con una vara en los glúteos nos hacen imaginar de dónde pudieron haber sacado la idea de correctivos físicos los mafiosos de ahora. Uno debería hacer una estudio sobre la población carcelaria del país sobre si los libros de texto gratuito fueron determinantes en la vida de un delincuente consumado o si algo podría haber cambiado si la filosofía socialista se hubiera impuesto antes. Las peores injusticias se han cometido en el nombre de Dios y en defensa de la libertad. Andrés Manuel López Orador se presenta como un humanista, y sin mayor definición -y a falta de mayor abundamiento- uno debe suponer que es la filosofía del amor al prójimo.

“Las redes sociales explotan”, así dicen los titulares de los medios de información que se nutren de las bobadas que surgen continuamente en este mar de “excrementosidad”. El nivel cultural de los mexicanos queda expuesto simplemente por el lenguaje que se utiliza en las diversas redes sociales, pero eso sí, todos tienen una opinión sobre los nuevos libros de texto gratuitos -aunque muy pocos los hayan leído aún. Algunos estados se ampararon a solicitud de sus gobernadores y gobernadoras para impedir la distribución en sus estados de los malignos libros comunistas, traen el germen de la traición a nuestros valores republicanos y democráticos.

Caray que nunca estuvimos tan cerca de romper el pacto federal como ahora. Incluso el presidente convocó a conferencias urgentes vespertinas para estar atentos a la crisis política que acechaba a su gobierno del más nuevo ataque conservador. Para variar, el responsable de la más reciente edición de libros de texto es un personaje que se llama Marx Arriaga, -hágame usted el favor- nació en Leningrado, Estado de México, y es doctor en filología hispánica por la universidad Complutense de Madrid. El director de materiales educativos de la Secretaría de Educación Pública sin duda tiene mucha labia para defender el esfuerzo titánico de modificar 18 libros que la mayoría estarán al final del año en el bote de basura, con algunos rayones y sin haber sido leídos.

No es tan grave -como alegan los detractores- que se menciona en uno de los textos corregidos la fecha de cuando se cometió el latrocinio contra el pueblo de México a manos del espurio Felipe Calderón en la elección del 2006. Seguramente fue idea de algún burócrata de medio pelo que quiere un aumento de salario y afianzarse en el gobierno de la (cuarta transformación) “cuatroté”, no sabía que iba a provocar la ira de los grupos conservadores, neoliberales, falangistas y fascistas. Ellos también quisieran volver al poder para reescribir los libros y destacar el arribo de Agustín de Iturbide a la presidencia imperial y cuando Félix Zuolaga se alzó en armas con la bendición de Dios, o la conmemoración del triste día de la muerte de Carlos Abascal Carranza.

Aunque no estaría de menos un poco de conservadurismo para frenar la creciente amenaza del feminismo radical, quizás, hasta suspender momentáneamente su derecho al voto hasta que no valoren lo afortunadas que son ahora. Mira que Pancho Villa debe estarse revolcando en su tumba nomas de ver la forma tan altanera con que la Xochitl Galvez se dirige para con el presidente López Obrador, habráse visto. Es curioso que don Andrés Manuel sea muy enfático cuando se trata de recordarle a un periodista pernicioso quién es el jefe de las fuerzas armadas, y al otro día se duela de los ataques de algunas representantes femeninas del conservadurismo. Todo iba bien hasta que mencionó que él también podría decirse violentado por su condición de hombre -o como dicen las feministas: onvre.

Alguien debería explicarle al presidente -alguien de confianza- que esas ondas extranjeras de respetar los derechos humanos, las acciones afirmativas y hasta el lenguaje incluyente son derivados de una serie de congresos, simposios, conferencias magistrales, foros y tratados internacionales que pretenden insertar a México en un contexto mundial de naciones avanzadas. O sea, aceptamos todas esas nuevos arquetipos de pensamiento por mero interés, por vulgar conveniencia, -por pinches cáeme bien y nalgas prontas- andamos quedando con las naciones poderosas que nos explotan, vienen por nuestra mano de obra barata, nos ponen a producir drogas sintéticas y altamente adictivas para satisfacer la demanda de sus jóvenes inadaptados e insatisfechos. Todo por formar parte del exclusivo grupo de los países más desarrollados del mundo, tuvimos que reducir la edad penal, aceptar el control convencional, despenalizar el aborto, aprobar el matrimonio igualitario, proteger a las mascotas con un marco legal específico y además, aprendernos una retahíla de eufemismos para no ofender a nadie con nuestra ignorancia. BBLB.

El estado se reserva la violencia verbal y física, -y ahora, hasta cibernética-. Los ámbitos de desarrollo humano son la casa, la escuela, el trabajo y los espacios de participación democrática. En cada uno de esos ambientes el estado debe garantizar que la discusión y hasta la controversia se dé en condiciones de igual- dad, independientemente del género, raza o equipo de fútbol favorito. Todos tenemos derecho a ser escuchados y respetados independientemente de nuestra opinión, claro que si se pretende vivir en sociedad haya algunas reglas, como por ejemplo queda excluido el discurso de odio e incitar a la violencia contra determinado grupo social, tribu urbana o club de fanáticos. Y no necesariamente se circunscribe a la obligatoriedad de respetar al otro si pertenece algún ente público, también aplica para los hombres ricos y poderoso que no pagan impuestos, -o por lo menos los regatean- y que se excitan ofendiendo a una mujer obesa por el simple hecho de ser una representante popular del presidente de México en el Senado. El presidente no puede decirse violentado en su condición de hombre poderoso y parlante falaz por la misma razón que un blanco caucásico en EEUU no puede exigir que un par de afroamericanos dejen de criticarlo en el desempeño de alguna responsabilidad pública. Es difícil que les devolvamos a las mujeres mexicanas los siglos de esclavitud y vulneración que padecieron y aún siguen sufriendo. No se trata de una guerra de sexos, pero el presidente debe entender que alienta con sus dichos contra la funesta Xochitl a muchos abusivos que aún no se resignan a ver a las mujeres de pie exigiendo el mismo respeto. Al menos no he sabido que por ahí ande una mujer en motocicleta clavando un picahielo en las nalgas a cuánto masculino se encuentre descuidado por la acera. Ser presidente es una gran responsabilidad, quizás la parte más difícil es ser congruente e imparcial. No pienso votar -ni votaría- por Xochitl Galvez o el partido Acción Nacional, pero digo, la señora tiene derecho de existir y decir lo que le plazca, y competir en igualdad de circunstancias para ganarse el corazón del pueblo sin sufrir el acoso del estado como cuando gobernaba el PRI. Al señor presidente solo le diría: los imperios se caen por las contradicciones.

@gandhiantipatro

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