el encuentro el encuentro el encuentro
TS3 un viaje insondable
en amor habiĂŠndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, segĂşn el puro afecto de su voluntad
efesios 1:5 efesios 1:5
Introducción Bienvenidos queridos tripulantes, estamos a punto de vivir nuevas aventuras y experiencias como Conexión Total, las situaciones a nivel mundial deben despertarnos, estar alerta a las misiones que nos han sido encomendadas y ser entendidos en los tiempos es crucial. TS3 nace del corazón de Dios, el cual ha recorrido miles de kilómetros y años luz, para salvarnos y hablar a nuestra vida. El sacrificio de su Hijo por amor a nosotros ha cambiado el escenario espiritual, ahora tenemos acceso directo al Padre por medio de Jesucristo su Hijo, es momento de vivir como hijos de Dios y cumplir el propósito para el cual hemos sido creados, nacimos para este tiempo y el tiempo es Ahora…
En Efesios 1:5 dice “En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” Sujétate fuertemente en este viaje donde nos encontraremos con la verdad, preparemos nuestros corazones para este encuentro que sobrepasa todas nuestras expectativas, pero no debemos temer debido a que no estaremos solos, nuestro Señor Jesús nos mostrará el camino hacia el Padre y muchos de nosotros volveremos en sí y nuestros ojos serán abiertos para poder disfrutar de la vida a la cual hemos sido predestinados y experimentar plenamente del mejor de los abrazos. El abrazo del Padre.
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indice 1. PREPARANDO El ENCUENTRO
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2. LA NECESIDAD DE UN PADRE 3. EL ABRAZO DEL PADRE
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4. BIBLIOGRAFÍA
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Tema 1
PREPARANDO EL ENCUENTRO
El Gran Viaje “La distancia promedio aproximada de las rodillas al suelo, es de 50 centímetros”. En el año 2050 una nueva tecnología había revolucionado el viaje interestelar. Por medio de la nanotecnología y los computadores cuánticos, se había llegado a dominar la técnica de crear “agujeros de gusano”, caminos en el infinito que permitían, con el tipo de nave adecuado, cursar distancias abismales para llegar, en segundos, de una galaxia a otra. Carlos Stevens, ingeniero cuántico de la Nasa trabajaba en la base de operaciones de la galaxia de Andrómeda, a 2.537 millones años luz de nuestro planeta. Esta distancia implicaba que, una nave hipotética que pudiera viajar a la velocidad de la luz, 300 mil kilómetros por segundo, se demoraría 2.537 millones de años para llegar de Andrómeda a la tierra. Sin embargo, con la nueva tecnología de los “agujeros de gusano”, el viaje demoraba exactamente 35 segundos en la nave adecuada. Esto permitía que los viajes de la tierra a Andrómeda fueran algo bastante común, casi rutinario, aunque implicaban un equipamiento extraordinariamente delicado y costoso. Ese día, Carlos recibió una visita inesperada. A través del agujero de gusano la nave apareció en un horario que se salía del protocolo. Un joven astrónomo se bajó, muy agitado. “Señor”, le dijo; “en la estación identificamos un asteroide que se dirige a la tierra”. Sobresaltado, Carlos preguntó cuál era la masa del meteorito. “La masa es lo de menos”, respondió el joven. “El problema es dónde va a caer. Se dirige exactamente a las coordenadas de la base en la que trabaja su hijo, en Alaska. Y ya llamamos al teléfono de la base, pero no contesta”. “¿En cuánto tiempo caerá?” “Por su tamaño relativamente pequeño, no lo identificamos antes. Calculamos que caerá en unos 30 minutos”. Carlos comprendió de inmediato la situación. Era algo sencillo, y tenía tiempo de sobra. Pero nadie en la base, sino él, contaba con el número de teléfono celular de su hijo, y no podía llamarlo desde Andrómeda. Simplemente debía viajar 35 segundos a la tierra, y llamarlo desde allá para advertirle del peligro. Se subió a la nave, y pulsó los controles correspondientes. Pero nada pasó. Corrió a buscar al técnico de la base, quien tras revisar la nave informó: “No es grave, pero la reparación demorará unas dos horas como mínimo”.
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“Todo pareció venirse abajo. Carlos, respirando entrecortadamente y de cuclillas, sentía que el universo colapsaba sobre él. Quedaban 8 minutos. Si no hacía esa llamada, su hijo moriría. El joven astrónomo le dio una luz de esperanza: “Existe una manera, pero es una locura… Hipotéticamente, si una persona entra al agujero de gusano, puede llegar a la tierra en el mismo tiempo que la nave, 35 segundos. Pero para la persona que intente el viaje, significarán 1000 años dentro del agujero de gusano. En esos mil años, teóricamente, la persona no envejecerá, ni sentirá hambre, ni frío, ni cansancio. Pero serán mil años que deberá correr para llegar a su destino”. La imaginación de Carlos explotó: “Mil años… imposible. Aún sin hambre, frío ni cansancio, la mente humana no podría aguantarlo. Es imposible”. Pero luego, como un suspiro, llegó otro pensamiento: “Si no lo hago, mi hijo morirá”. Se abalanzó al agujero de gusano, y comenzó a correr, y correr, y correr. Nuestra mente limitada no puede entender lo que experimentó las primeras horas, los primeros días, los primeros meses. Aunque no había hambre, ni frío, ni cansancio, el temor, el temor de no lograrlo y el vacío que acechaba por todas partes lo llevaron al delirio. Sin embargo, a través de las décadas, un pensamiento prevaleció: “Debo… salvar… a mi hijo”. Y corrió. Corrió los cien, trescientos, quinientos, setecientos, novecientos noventa y nueve años, y luego los trescientos sesenta y cuatro días, y luego las 23 horas, y luego los 59 minutos, y por último, los sesenta segundos sabiendo que en el tiempo cronológico fuera de ese agujero de gusano, solo habrían pasado 35 segundos, y que alcanzaría a llamar a su hijo. Salió de agujero de gusano, y aunque físicamente no había envejecido más que 35 segundos, nadie podría comprender su mente: Una resolución perfecta, un sentido de sacrificio implacable. Tomó el celular y marcó. Su hijo trabajaba en el computador. Su celular, a 50 centímetros de su mano, comenzó a sonar. “No ahora”, pensó… tengo que terminar esto. Dejó que el celular sonara. Pero volvió a sonar. “¿Quién puede ser?”. Observó la pantalla del celular. “Papá… por qué ahora…”. Lo que había en la pantalla del computador era como un imán, un torbellino, un lazo invisible, tan difícil de dejar. Aunque eran solo 50 centímetros lo que separaba su mano, afanada en el teclado, del celular, parecía un esfuerzo inconmensurable. Lo dejó sonar. Pero volvió a sonar.
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“Solo dos minutos más”, el hijo pensó, una vez, y luego otra más, mientras el celular volvía, y volvía a sonar. Al fin, haciendo ese esfuerzo, alargó su brazo 50 centímetros, y contestó. “Sal ahora”. La voz profunda e implacable de su papá lo sorprendió. “¿Por qué?” “Solo sal ahora”, respondió la voz, igual pero distinta, de su padre. “Pero papá…” “Sal ahora, y aléjate lo más posible de la base”. “¿Pero por qué?” “AHORAAAAAAA”, explotó la voz implorante de su papá.. Mientras el hijos se alejaba, levantó la vista. Un relámpago de luz atravesó el cielo en un suspiro, y la explosión que ocasionó le dio sentido a la urgencia de su padre. “La distancia promedio aproximada de las rodillas al suelo, es de 50 centímetros. Introducción No es extraño que sintamos que buscar a Dios implica un gran sacrificio. Dejar lo que estamos haciendo, nuestra rutina o nuestros pasatiempos, para darle un tiempo al Creador del Universo, para hablarle, pedirle, para alabarle o escucharle, parece algo enorme, puede parecer una distancia difícil de superar. Y sí, claramente existen barreras invisibles que superar, como nuestro temor, nuestra desconfianza, y la resistencia espiritual. Pero cuando hablamos del encuentro con Dios, necesitamos tener claro el concepto de proporciones: Él tuvo que bajar del Cielo, hacerse hombre, y morir por nosotros; nosotros solo debemos inclinar nuestro corazón. Desarrollo Jesús, siendo Dios, como explica Filipenses 2:5-8, dejó su trono de gloria en el cielo; tomó forma de hombre y compartió por treinta años con nosotros como hijo de un carpintero, sabiendo que era Dios. Conociendo que nuestro corazón es engañoso y perverso, y entendiendo que sería rechazado y juzgado por nosotros, nos enseñó, amó e hizo milagros para demostrar que Él, y solo Él podía salvarnos. Soportó las burlas, los azotes, y el suplicio de la crucificción. Pero todo, desde el inicio, lo hizo
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con una resolución implacable, nacida del amor y del entendimiento de que, si no lo hacía, la humanidad entera moriría en su pecado. Él, y nadie más podía hacerlo. Fue la resolución de Dios Padre lo que hizo que Jesús, Dios Hijo, viniera. El Padre inició, y estuvo en Su voluntad que Jesús hiciera Su obra en la tierra (Juan 5:36; Mateo 26:39). Y Jesús completó la obra. La Biblia nos enseña que debemos vivir con los ojos puestos en Jesús, “el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2). Dios comenzó y también llevó a fin, inició y completó. Aunque nosotros muchas veces dejamos las cosas a medio hacer, Dios no dejó la obra más importante inconclusa, la que se necesitaba para nuestra salvación. Pero para ello debió hacer un sacrificio épico: bajar del Cielo, morir por nuestros pecados, bajar al infierno (Efesios 4:9), y volver al Cielo. Y aún, Jesús prometió que al final de los tiempos, volvería por nosotros para llevarnos a la eternidad con Él. En realidad, Dios Padre podría tener sólidas razones, desde nuestro punto de vista, para no salvarnos: por un lado, está la vida de Jesús, Su propio Hijo, sin pecado; por otro, nosotros, la humanidad que desde el principio y hasta ahora le desobedece, le niega, incluso le ignora y le insulta. Pero Dios no piensa como nosotros (Isaías 55:89). Aunque nosotros muchas veces dejamos de dar oportunidades a las personas que nos han fallado, Dios no se da por vencido con nosotros. Encontramos esta verdad una y otra vez en la Biblia: Dios es lento para enojarse, y grande en misericordia (Jeremías 31:3; Salmo 86:15; Salmo 103:8; Salmo 145:8). Él es quien nos santifica (Éxodo 31:12-13), Él es el que nos aleja del pecado (Salmos 103:10-12), pero sobre todo, Él es el que viene a nuestro encuentro. Y viene a nuestro encuentro por varias razones: Él viene porque sabe que sin Él, la vida en la tierra se pierde en la oscuridad sin un propósito ni una dirección moral; Él viene también porque una vida sin propósito ni dirección se encamina a la destrucción (Marcos 10:45). Pero hay algo más, algo que tal vez te cueste creer, pero que es fundamental que entendamos: Dios disfruta de nuestra presencia. Él quiere pasar tiempo con nosotros (Sofonías 3:17). Conclusión La distancia entre nosotros y Dios es, figuradamente, la distancia entre nuestras rodillas y el suelo: 50 centímetros. Pero el arrodillarse es solo un acto físico. Se requiere la fe de creer que Dios nos ama, y que nos escuchará, y la disposición de escucharlo a Él (Hebreos 11:6). De entender que somos hijos y que tenemos línea directa con el Padre por medio de nuestra confianza en Jesús. Pero una vez que entendemos esto, es un mínimo esfuerzo el que Dios nos pide. Él ya hizo el gran viaje, el gran sacrificio por nosotros. Los que disponen su corazón para escuchar a Dios reciben riquezas de sabiduría y poder para publicar las promesas de Dios en este mundo quebrantado.
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Dios ya hizo el viaje, y nos invita a acercarnos a Él según la promesa de Hebreos 4:16: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”.
Taller En tus propias palabras, explica qué es lo que Dios hizo para poder relacionarse contigo Qué experimentas al saber que Dios se la jugó por ti? Identifica qué cosas te impiden acercarte a Dios. ¿Qué puedes hacer al respecto?
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Tema 2
LA NECESIDAD DE UN PADRE
Introducción Anteriormente mencionamos que somos hijos y que tenemos línea directa con el Padre por medio de nuestra confianza en Jesús, la pregunta es: ¿En qué momento dejamos de sentir la necesidad de Dios como Padre? o ¿Cuándo dejamos de tener conexión con Dios Padre? En Génesis 3:1-6 podemos darnos cuenta que la desobediencia del hombre en el huerto del Edén interrumpió nuestra relación con Dios por causa de la serpiente. Este hecho trajo consigo la separación del hombre con Dios por medio del pecado de desobediencia que Satanás provocó en el huerto del Edén. Esta separación también afectó el lazo paternal que teníamos con Dios, pero esto no es el fin de la historia. Dios ya había puesto en marcha un plan de redención que tenía como propósito traernos de vuelta a sus brazos, borrando así todo pecado y restaurando el vínculo con nuestro Padre. Desarrollo El mayor engaño El mayor engaño que Satanás ha querido traer al corazón de los hijos de Dios, es justamente poner en duda Su paternidad. A lo largo de la historia vemos como el mismo diablo ha debilitado la imagen paterna en muchos hogares, ya que él es muy consciente de que el padre terrenal es el encargado de enseñarnos la paternidad y prepararnos para relacionarnos con Dios Padre. Pero recordemos que el velo ya fue rasgado, y tenemos acceso directo a Dios Padre por la sangre de Cristo (Hebreos 10:19-22). Dios es nuestro Padre, él moldea nuestras vidas, forma nuestro carácter, nos acaricia y nos vuelve al propósito original, ser sus hijos (Isaías 64:8). La verdad revelada, somos hijos por medio de la adopción La verdad es que no tenemos que permanecer separados de Dios, ya que cuando el Padre envió a su hijo Jesús a morir en la cruz, quitó toda maldición que había en nuestra contra, abriendo así el camino a una reconciliación con el Padre Celestial, con el fin de poder clamar “Abba Padre” y disfrutar de nuestros privilegios como hijos amados (Gálatas 4:4-7; Romanos 8:14-17). Cuando entendemos la obra redentora de Cristo en la cruz y le recibimos como Señor y Salvador, somos adoptados como hijos del Padre Celestial (2 Corintios 5:18). Ahora podemos volver a tener una relación íntima con el Padre, podemos volver a nuestra fuente de identidad y propósito. Dios Padre, como en el principio de la creación, nos acoge como a sus hijos e hijas (Juan 1:12; Efesios 1:5). De esta manera volvemos al diseño original, ese vínculo que se había roto en el huerto del Edén es restaurado, el pecado es perdonado y el precio por nuestra vida pagado a precio de sangre, para volver a ser parte de la familia que Dios pensó desde el principio (1 Pedro 1:18-19; Efesios 3:14-15).
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Jesús el camino al Padre ¿Sabías que a Dios Padre solo le conocemos real y plenamente en Jesucristo su Hijo? Aunque el padre terrenal es el encargado de enseñarnos la paternidad y prepararnos para relacionarnos con Dios Padre, Jesús es el único que realmente puede revelar y llevarnos al encuentro con el Padre. Padre es una palabra que viene del griego “pater”, de una raíz que significa: nutridor, protector, sustentador. Cuando hablamos de padre debe venir a nuestra mente la idea de uno que nutre, protege y sustenta. Jesús llama a su Padre “Abba”, “Papito” que es un vocablo arameo que significa que podemos acercarnos al Padre Celestial con toda libertad y confianza. Esta palabra refleja familiaridad, expresa una relación cercana e íntima; esta es la invitación que Dios Padre nos hace en Cristo. Cuando Jesús habitó entre nosotros, reflejó la naturaleza del Padre en toda Su plenitud, cumpliendo la promesa de restaurar el corazón de los padres hacia los hijos y el de los hijos hacia los padres (Malaquías 4:6; Lucas 1:17). En aquel tiempo como en nuestros días existían millones de hijos huérfanos, solos, sin identidad, sin dirección y sin propósito en la vida. Jesús comenzó a manifestar esa paternidad sanando, consolando, liberando, trayendo paz y gozo a todos los que lo recibían, dando a conocer el corazón del Padre amoroso a través de estas acciones, de esto nos habla Juan 1:18. “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” Sin embargo, luego de haber realizado todas las obras que reflejaban la paternidad del Padre Celestial, Felipe, uno de los discípulos de Jesús, le pide que le muestre al Padre. De una forma muy sincera, Jesús le dice que a pesar de tenerlo a él frente a sus ojos, ellos no tenían aún la revelación del Padre (Juan 14:7-9) . ¿Nos identificamos con Felipe? ¿Aún cuando hemos puesto nuestra confianza en Jesús, y le hemos recibido como Señor y Salvador, seguimos sin poder vivir como hijos, y sin poder ver a Dios como Padre? El Espíritu de Adopción Ser adoptado legalmente como hijo de Dios (Juan 1:12), no significa necesariamente que nos sintamos hijos, es necesario que el Espíritu de Adopción entre en nuestros corazones. Jesús nos hizo una promesa: “....No os dejaré huérfanos...” (Juan 14:16-18; 16:7), prometió estar con nosotros hasta el fin, y lo cumplió, envió a nuestros corazones al Espíritu Santo, y es él quien nos revela la paternidad de Dios, a fin de poder llamarle Abba, ¡Papito! (Gálatas 4:6; Romanos 8:16).
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La revelación de la paternidad no se puede comprender sino hasta que el Espíritu Santo la revela. 1. La revelación de que Él es nuestro Padre. 2. La revelación de que nos ama. 3. La revelación de que somos sus hijos. Bifurcación en el camino Entonces, ¿Qué nos impide ir al encuentro con nuestro Padre Celestial? Lamentablemente hay una tendencia a proyectar la imagen de nuestro padre terrenal en la paternidad de Dios; las experiencias pasadas nos dificultan una relación con Dios como Padre. Por eso necesitamos renunciar a estos conceptos distorsionados que tenemos de Dios Padre y abrazar los conceptos correctos. Para esto es necesario que podamos cortar las cadenas y renunciar a esas ideas. La forma de poder hacerlo es perdonando a nuestros padres terrenales y reconocer la necesidad de nuestro Padre Celestial abrazando el amor incondicional de Él por nosotros. Dios nos llama a recordar lo siguiente: (Marcos 7:8-13; Efesios 6:2-3) 1. No honrar a nuestros padres es invalidar la Palabra de Dios. 2. Manifestar odio, resentimiento y conductas vergonzosas a nuestros padres, trae maldición y muerte. 3. Honrar, amar y obedecer a nuestros padres tiene una promesa de Dios. “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.” Efesios 6:2-3 Tomando el camino correcto La realidad es que no tenemos padres perfectos, y nosotros tampoco somos hijos perfectos. Por ello debemos ver a Dios Padre desde la perspectiva correcta, debemos poner nuestra mira en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe (Hebreos 12:2); solo en Cristo y con el poder del Espíritu Santo en nuestras vidas, encontraremos el camino de regreso a nuestro Padre Celestial. Jesús es quien nos lleva al encuentro con el Padre (Juan 14:6-7). Entonces, ¿cómo es Dios Padre? 1. Es bueno (Salmo 106:1) 2. Siempre está allí para nosotros (Hebreos 4:16) 3. Jamás tendremos que ganarnos su amor (Romanos 5:8) 4. Nos sustenta (Filipenses 4:19) 5. Nada nos separará de su amor (Romanos 8:38-39) 6. Tiene un futuro para nosotros (Jeremías 29:11)
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7.Nos ama lo suficiente como para corregirnos (Proverbios 3:11-12) 8. Conoce nuestras necesidades (Mateo 6:8) 9. Sabe quienes somos (Salmos 139:13-16) 10. Es amor (1 Juan 4:8-10) 11. Es fiel (2 Timoteo 2:13) ¿Estamos dispuestos a renunciar a las mentiras y conceptos distorsionados, y abrazar los conceptos correctos de Papito Dios? Conclusión En Juan 10:10 Jesús declara que el ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir. Es importante recordar que, desde la caída del hombre en el huerto del Edén, el diablo ha querido separarnos de Dios. Hoy en día vemos su obra en la destrucción del hogar, en como la relación entre los padres y los hijos es de rebeldía, discusiones y peleas. Satanás ha querido hurtar nuestra herencia al engañar a los hijos haciéndoles dudar de la paternidad de Dios, también al destruir a la familia, los hijos pierden todo rastro de paternidad lo que tristemente lleva a la muerte al aniquilar toda idea de eternidad con Dios. Hoy vemos como tantas personas, ya sea adultos o jóvenes, al no desarrollar ni vivir la paternidad de Dios son despojados del amor perfecto y no pueden recibir el abrazo de Papito Dios. Más Jesús también dijo, "yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:10b). La vida abundante es aprender a vivir como un hijo del Padre. ¿Cuál será nuestra decisión? Ir al encuentro con el Padre y experimentar su abrazo, ese abrazo que nuestro corazón anhela desde la eternidad.
Taller Mira en un espejo tu rostro, observa detenidamente. Mientras lo haces recuerda que cuando ponemos nuestra mirada en Jesús podemos ver reflejado a Dios Padre. ¿Por qué decimos que Jesús es el único camino al Padre? ¿Qué cualidades de Dios Padre reflejadas en la persona de Jesús has conocido en tu vida? Cuéntanos alguna experiencia con ellas. Haz una lista de aquellas cualidades de Dios Padre que aún no has conocido. ¿Cuáles de ellas te gustaría experimentar en tu vida? ¿Por qué? ¿Qué decisiones debes tomar para hacerlo? Con esta lista y en oración, pídele al Espíritu Santo que traiga revelación de ellas a tu vida, y que las puedas experimentar en plenitud.
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Tema 3
el abrazo del padre
Introducción ¿Qué es un abrazo? ¿En qué situaciones abrazamos? ¿Qué comunicamos con un abrazo? Un abrazo es una expresión en general de cariño que significa apretar con los brazos. Es muy común que dos seres que se quieren se abracen en símbolo de protección y amor, rodeando con sus brazos cada uno el cuerpo del otro. Lo hacen los amigos, padres, hermanos y resto de familiares al reencontrarse; y en especial los enamorados. El beso casi siempre acompaña al abrazo como otra expresión cariñosa. Ambas requieren contacto físico. Sabemos que existen personas que son más de piel, que necesitan de los abrazos y de las caricias para sentirse queridas, mientras otras personas se sienten queridas de otra manera, a través de otros gestos y que no les es fácil abrazar, acariciar o tomar de la mano. Sin juicios y sin comparaciones, somos todos y todas distintos y cada uno tiene su propio lenguaje del amor a través del cual se siente querido y amado, como dice el libro los 5 lenguajes del amor: Palabras de afirmación, Tiempo de calidad, Recibiendo regalos, Actos de servicio, Toque físico. ¿Crees que necesitas un abrazo? ¿Cómo sería ese abrazo ideal? El 21 de enero se celebra el Día internacional del abrazo. Existe, además, la abrazo terapia y un movimiento llamado abrazo gratis. ¿Lo sabías? ¿Por qué crees que la gente busca un abrazo? Al comienzo de este año cuando comenzamos con el distanciamiento social, se volvió poco a poco raro el saludar; en algunas situaciones un poco incómodo no ir a saludar de beso y abrazar a tus compañeros, a tu papá, a tus seres queridos, pero era tan solo una incomodidad que se volvía fácil de llevar. Era incómodo porque no estamos acostumbrados, pero después de estas largas semanas, abrazar y saludar de beso al otro se ha convertido en una necesidad. Quizás ahora valoramos más estas expresiones de cariño. La soledad y el aburrimiento se han vuelto sentimientos muy comunes entre nosotros los jóvenes. Las estadísticas dicen que en nuestro país ha aumentado un 53% el uso de redes sociales en cuarentena, posicionándonos como el país que más las usa en latinoamerica.
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¿Qué existe antes de un abrazo? Pensemos un momento en esta pregunta... Desarrollo: ¿Sabías que Dios es muy bueno para abrazar? En Su palabra nos dice que Él nos cubre con sus plumas para que ahí encontremos protección y refugio (Salmos 91:4). Imagínate esas enormes “alas” llenas de plumas suaves, con un rico aroma rodeándote con mucha delicadeza. ¿Acaso no es maravilloso pensar que Dios nos abraza, para hacernos sentir protegidos, regaloneados y seguros? ¿Has buscado un abrazo alguna vez en tu vida? ¿De alguien en específico? Nuestros padres terrenales no son perfectos, es por esto que debemos perdonarlos y honrarlos. Es Dios y solo Dios el único que tiene el abrazo que necesitamos… Algunos tipos de Abrazo en la Biblia: Abrazo de Bienvenida Génesis 29:13 “Así que oyó Labán las nuevas de Jacob, hijo de su hermana, corrió a recibirlo, y lo abrazó, lo besó, y lo trajo a su casa; y él contó a Labán todas estas cosas.”
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Abrazo de perdón y reconciliación: que permite soltar aquello que cargamos y no nos hace bien…. Génesis 33:4 “Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron.” Abrazo de Misericordia Romanos 10:21 (LBLA) “Pero en cuanto a Israel, dice: TODO EL DÍA HE EXTENDIDO MIS MANOS A UN PUEBLO DESOBEDIENTE Y REBELDE.” Abrazo incondicional Juan 6:37 “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, yo no le echo fuera”. El Abrazo del Padre Lucas 15:20 (NVI) “Así que emprendió el viaje y se fue a su padre. »Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó.” En la parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-24) se describe como el padre corre a abrazar a su hijo, sin interrogarlo, sin cuestionarlo ni mucho menos reprenderlo, simplemente corre a su encuentro y lo abraza. Nos podemos imaginar lo que ese abrazo propició en el corazón del hijo; seguramente sanó sus heridas emocionales, le quitó la culpa y lo hizo libre para disfrutar de su regreso a casa. ¿Qué pasó antes de ese abrazo? Revisemos los versículos anteriores. Tuvo Hambre: fue consciente de su necesidad (v.16): “Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.” Volvió en sí: pudo ver el panorama completo y pudo ver el trabajo como algo que no era malo (v.17): “Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!” Tomó la decisión de ir a su Padre (v.18-19): “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.”
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Se dejó Abrazar (v.20): “Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.” Abrió su corazón al Padre (v.21): “Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.” Se dejó vestir por el Padre (v.22): “Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.” Se regocijó con el Padre (v.23-24): “Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.” Conclusión El abrazo del Padre es un abrazo que entrega amor incondicional, un abrazo compasivo que entiende nuestro corazón. Dios nuestro Padre corre hacia a nosotros. Sí, nuevamente es Él quien corre a abrazarnos y nos besa. La máxima expresión del amor es este abrazo…. El abrazo del Padre… Del Padre perfecto que anhela que nosotros vivamos como hijos… que sin merecerlo nos recibe nuevamente y en el momento del reencuentro no nos cuestiona, no nos confronta, solo corre y nos rodea fuertemente con sus brazos y nos besa una y otra vez… simplemente porque nos ama…. Nos expresa el amor justo como necesitamos ser amados, ¿por qué? Porque nos conoce, porque ha invertido tiempo en nosotros… nuevamente, porque Él es amor y nos ama. Él nos viste nuevamente y se goza con todos[1] por vernos nuevamente con Él... sabe que tendremos más conversaciones, en las que nos enseñará y nos confrontará y nos verémos confrontados o confrontadas, pero frente a Él no nos da miedo ni vergüenza reconocer nuestros errores, porque Él ha demostrado amarnos de verdad, y ahora que somos conscientes, nuestra alma se goza juntamente con Él. Y tú, ¿aún no vuelves a casa?
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Taller ¿Qué versículo te llamó la atención? Lee nuevamente Lucas 15:16-24.¿Qué reacción esperabas del padre hacia el hijo? . Según el versículo 20, ¿has identificado a Dios corriendo a tu encuentro? ¿En qué situaciones? ¿Por qué crees que lo hace? ¿Qué decisiones te han llevado a alejarte del Padre? Lee los versículos del 17-19 ¿Has experimentado un vacío o alguna necesidad lejos del Padre? Cuéntanos… ¿Quieres experimentar ese abrazo que da vida y sana? ¡Puedes hoy tomar la decisión de ir al Padre nuevamente para vivir como su hijo o hija!
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Bibliografía Biblia ReinaValera, 1960 Tedes Pater, hacia la libertad de nuestros recuerdos, Cenlimi De esclavo a hijo, Cenlimi 2010 De esclavo a hijo, Jose V. Dugand Los cinco lenguajes del amor, G Chapman
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