UNIVERSIDAD YACAMBU VICERRECTORADO ACADEMICO FACULTAD DE HUMANIDADES CABUDARE, SEPTIEMBRE DE 2017
LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN MORAL Y ÉTICA PARA LA FORMACIÓN DE PROFESIONALES VENEZOLANOS
Docente: Maria Guarecuco Alumna: Sofía Narváez Materia: Deontología Expediente: HPS-152-00247V v-20350051@micorreo.uny.edu.ve
La moral y la ética siempre han sido principios que distinguen fehacientemente a un profesional del resto de los ciudadanos, porque es este el que lleva la marca de distinción, profesionalismo y calidad de la academia de donde egresa. Muchos son aquellos que profesan que son estos los principales valores que debe guardar un representante de cualquier profesión, pues al final es lo que determina la calidad de su trabajo. Es importante cultivar estos valores, pues nuestro país enfrenta, como cualquier otro, némesis constantes que atentan contra el profesionalismo, como lo es, la mediocridad y el analfabetismo moral. Se deben siempre cultivar no solo la ética y la moral, sino también las buenas costumbres, ya que son licenciados, doctores, y profesionales de gremios multifacéticos los que construyen un país productivo, pero por sobre todas las cosas, llevan la estampa de su casa de estudio a donde quiera que vayan. La moral y la ética son valores que recuerda la Universidad, pero son nacidas en el seno del hogar. Un hogar sin valores, no es un hogar, es solo una casa, y eso es algo que no se puede permitir, como forjadores del futuro de un país que desborda talento y actitud resiliente. Un país lleno de graduandos que, a través de las dificultades, salen cada día a buscar el mejoramiento de la nación con las herramientas que la academia les ha dado, y solo estas serán útiles, cuando sean sometidas a la moral y la ética de su trabajo. Es tan generoso aquel que, sin importar su posición, su estado o condición, genera un servicio acorde, adecuado y correcto, que pareciera multiplicarse su calidad profesional y humana al brindar su talento y labor, porque aquel que construye con rectitud, siempre edifica en base sólida. Se debe procurar entonces, reforzar aquella tan marcada línea entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, y cosechar con educación y la premisa de la rectitud el trabajo de aquellos quienes se plantean ser la gente que haga funcionar un país en pro a su vocación. Ninguna labor puede ser fructífera cuando no se tiene don de gente; cuando no se aplican los códigos de ética, o las leyes del ejercicio profesional, e invito de manera pertinente, a que veamos estos nobles valores con otros ojos más allá que los de obligación; sino con los de la ecuanimidad de un profesional preparado para afrontar las dificultades del contexto actual que vive nuestro país.
La responsabilidad actual de todos y cada uno de los profesionales en el mundo, es amar sus profesiones lo suficiente como para no hacer de ellas un trabajo más. Un profesional capacitado tiene conciencia de sus deberes con el estado, de sus responsabilidades, y de la pesada carga que sobre sus hombros recae al realizar un juicio entre lo inadecuado e inadecuado siempre por encima del beneficio propio, en pro al beneficio social, así como también sabe cuáles son sus límites entre dilemas éticos, y debe saber cuándo abordar y cuando retirarse de una situación que no aportará un beneficio moral.
Todo gremio es caracterizado por seguir un conjunto de normas, dentro de ellas,