Discurso de Apertura de la II Cumbre Académica CELAC y Unión Europea Estimadas amigas y amigos, en nombre de la Presidencia Pro Témpore de la CELAC y del Presidente de la República del Ecuador, para mí realmente es un honor estar aquí con ustedes, en esta II Cumbre Académica América Latina y el Caribe-Unión Europea. Créanme que siento que es un espacio idóneo para discutir lo que está pasando en el mundo y tratar temas fundamentales entre las dos regiones, además de aclarar las diferencias que existen y las trayectorias que tenemos que trabajar conjuntamente si realmente queremos que se dé un matrimonio entre ambas regiones. No me cabe la menor duda de que esto puede surgir desde el punto de vista académico; inclusive con sugerencias que van más allá de las propuestas que provienen de los Estados, porque es fundamental la participación de la academia en este diálogo. En ese sentido, quiero empezar refiriéndome al tema de educación superior, en el que es fundamental el intercambio de estudiantes y la movilidad, para potenciar el proceso de acreditación a nivel universitario, trabajar por un proyecto de investigación conjunta, regional y también bilateral de diferentes países; creo que esto es ya de por sí un paso muy importante. También quisiera plantear un tema que es necesario abordar, porque si no creo que un esfuerzo como la cumbre sería un saludo a la bandera: podemos reconocer que existen brechas muy grandes entre América Latina-Caribe y Europa. En efecto, cuando se aludía anteriormente al tema de la crisis, yo creo que una de las crisis fundamentales que vive el mundo es la crisis cognitiva, una crisis de cómo se gestiona el conocimiento. Y en este sentido voy a tratar algunos puntos brevemente, que serán analizados a lo largo de estos días en las mesas específicas que se desarrollarán. Uno de los puntos fundamentales de la crisis, desde mi punto de vista, es cómo se ha gestionado el conocimiento, que ha provocado lo que se denomina en economía “la tragedia de los anti-comunes”, que es cuando la híper mercantilización y el híper patentamiento del conocimiento llevan a una subutilización social del bien “conocimiento”. Si no trabajamos en nuevas formas de gestión del conocimiento presiento que la crisis no se va a superar: la crisis de sostenibilidad ambiental, la crisis de democracia, la crisis de acumulación, la crisis redistributiva, creo yo que estas crisis están causadas en buena medida por cómo se está gestionando el conocimiento. Mucho más en la transición del capitalismo industrial al capitalismo cognitivo que está viviendo el mundo. Esto es importante señalarlo porque nosotros estamos abogando, al menos desde Ecuador, por volver a recuperar el sentido público del conocimiento, el sentido abierto del conocimiento; y queremos que esta sea una discusión para toda la región. Es fundamental para América Latina y el Caribe reconocer que vivimos un segundo dependentismo, como lo suelo llamar: luego del primer
dependentismo manufacturero, ahora estamos atravesando un segundo dependentismo de la mente-factura, que tiene que ver justamente con el conocimiento, con la tecnología. Y si nosotros no tratamos esta cuestión en estos espacios, realmente creo que no podremos caminar juntos. Porque la diferencia está en que solamente Europa genera el conocimiento, genera la tecnología, y nosotros lo que hacemos es importar el conocimiento, importar esa tecnología. Si no se aborda esta discusión en la región no podemos decir que vamos a una segunda independencia, como suelen decir los presidentes en la región; si es que realmente América Latina y el Caribe, la CELAC, UNASUR, no producen conocimiento, no producen tecnología, entonces difícilmente podremos dar un salto cualitativo. En ese sentido, el primer paso para avanzar, no solo desde el punto de vista de la academia o desde la ciencia que realmente valoran el conocimiento per se, es proponer el conocimiento como un medio de democratización de la sociedad: un medio por el cual la información debe circular libremente. Siento que este es un tema que es necesario abordar para incidir en los tomadores de decisiones, como un principio para entender qué tipo de conocimiento producimos y así poder considerar si ese conocimiento es democratizante, es decir si es abierto y común. Y aquí se presenta un segundo punto muy importante que tiene que ver con la cooperación. Más allá de las relaciones dentro y entre las universidades, hay que impulsar desde los Estados para que se creen programas conjuntos de investigación, programas de titulación conjunta que incentiven la movilidad de profesores y estudiantes. Es necesario superar todavía muchas barreras porque sobre todo para los países de renta media de la CELAC la cooperación se está recortando, o de cierta manera se está trasladando para esconder la deuda por cooperación a través del Latin America Investment Facility (LAIF), un programa en el cual, si tomamos el ejemplo de Ecuador, se indica que habrá cooperación interna de ciencia y tecnología, pero del total de fondos solo el 20% es cooperación, mientras que el 80% restante es deuda externa para el país. En los países de América Latina y el Caribe, tanto en los países de renta media como en los países de renta baja, para dar el salto cualitativo necesitamos cooperación en ciencia, tecnología e innovación; y qué mejor que venga de los “grandes”, que en este caso son los países europeos, porque son los que más generan conocimiento, más tecnología. Este es un tema complicado de tratar a nivel de Estado, y no creo que pueda surgir de otro espacio de reflexión que no sea desde la academia, desde los científicos e investigadores que problematicen las relaciones asimétricas que se dan entre las regiones. Todo esto involucra un asunto fundamental del que generalmente nos hacemos de la vista gorda, y digo esto porque también pasa al interior de UNASUR, al interior de la CELAC: me refiero a un asunto trascendental de economía política mundial como es el tema de propiedad intelectual. Si nosotros no buscamos otros mecanismos de normativa con respecto a la propiedad
intelectual difícilmente podremos avanzar en procesos de integración a través del conocimiento. En este marco, nosotros creemos la propiedad intelectual también tiene que ser enfocada con una visión diferente sobre lo que implica la gestión del conocimiento actual, una nueva visión donde el centro sea el talento humano y no el capital. ¿A qué nos referimos con esto? Prácticamente en las normativas, al menos a nivel regional o en las normativas interregionales, tratados de libre comercio, los ADPIC, los tratados bilaterales de inversión, etc.; cuando los intereses para la gestión del conocimiento están en quien comercializa o financia ese conocimiento, y no se pone el centro en quien genera esa innovación, no se da importancia al creador; ni tampoco se busca la democratización de ese conocimiento porque lo que se intenta es precisamente, a través del híper patentamiento y la híper mercantilización, la consolidación de los monopolios, en este caso transnacionales. En este sentido, es necesario abordar las normativas del patentamiento de la propiedad intelectual entre ambas regiones; y aquí hay un conflicto, una vez más, que tenemos que discutir, porque si no lo hacemos no vamos hacia procesos de integración reales como lo que buscamos. Esta meta que queremos, al menos desde un punto de vista académico, es un espacio donde fluya el conocimiento y donde fluya la ciencia, la tecnología, la investigación, porque creemos en esto como principio. Otro tema fundamental que es necesario tratar en esta división geopolítica mundial, es cómo se maneja la biodiversidad y cómo se manejan los saberes ancestrales como parte del proceso, justamente, de articulación de nuevas formas de gestión cognitiva. Aquí suele decir el Presidente Rafael Correa, cuando habla de la división internacional del trabajo, que no es mera casualidad que el conocimiento, siendo un bien ilimitado, se construya institucionalmente como un bien escaso, a través de la normativa de propiedad intelectual. No obstante, dado que en América Latina y el Caribe, en la CELAC, en nuestros países de la región existe biodiversidad, realmente la biodiversidad sí se ha considerado como un bien público común para todos; es una paradoja que deja en claro la existencia de relaciones asimétricas de poder. En ese caso es una paradoja que enfrenta a Europa y América Latina y el Caribe. Entonces tenemos que tratar estos temas, tenemos que tratar los temas de cómo queremos gestionar el conocimiento de una manera diferente, y cómo queremos tratar también la biodiversidad. Más aún cuando este tema es uno de los temas centrales para la cumbre en París con respecto al tema del cambio climático. Un aspecto primordial que podría también discutirse para evitar a veces estas paradojas, por decir lo menos, es la cuestión de la movilidad humana. ¿A qué me refiero con esto? Desde el punto de vista de América Latina y el Caribe es fundamental que cambiemos lo que pasa a nivel mundial, que se manifiesta con un “sí” a la movilidad humana cuando estamos hablando de una migración
calificada, gente que son científicos, titulados, estudiantes; y un “no” a la movilidad humana cuando se trata de personas que no tienen formación académica. La movilidad humana no puede tener estos sesgos. En consecuencia, es necesario transparentar y lograr un acuerdo para mantener un pronunciamiento de la academia a favor de la libre movilidad; para que realmente los científicos, los investigadores, no tengan problemas al movilizarse, y de la misma manera nuestros compatriotas que busquen formación encuentren superadas las barreras y tengan toda la facilidad para movilizarse. Creo que va a ser difícil buscar una verdadera integración, a través del talento humano que es la que buscamos, si la movilidad humana no es considerada un derecho universal. En este sentido nosotros creemos que es necesario establecer una comisión que se encargue de buscar un tratado multipartes entre ambas regiones. Inclusive yo creo que deberíamos plantearnos un tratado mundial sobre nuevas formas de gestión del conocimiento, nuevas formas de ciencia tecnología e innovación; y empezar con un tratado birregional que busque construir otro tipo de gestión del conocimiento, otro tipo de propiedad intelectual, otra forma de relacionamiento mucho más horizontal. Pienso que estos son temas de economía política del conocimiento que la academia no puede eludir. Porque siempre que se habla de ciencia, tecnología e innovación, nadie se opone y se pueden llegar a acuerdos que supuestamente existen desde el principio; pero cuando llegamos a los cuellos de botella, que tienen que ver con el gobierno de propiedad intelectual, nadie quiere hablar. Si nosotros queremos dar un trato cualitativo y confiamos en que se puede dar la integración entre América Latina y el Caribe y Europa a través de la investigación científica, a través de la movilidad del talento humano, a través de los procesos de innovación, tenemos que abordar el tema de propiedad intelectual, y creo yo que deberíamos caminar hacia sistemas cognitivos mucho más abiertos y recuperar el sentido público del bien “conocimiento”. En ese sentido es para mí un honor estar aquí con ustedes. Creo realmente que este foro nos dará debates importantes en el campo de la educación superior, ciencia y tecnología; y auguro todos los éxitos a nombre de la CELAC y a nombre del Ecuador. Muchas gracias a todos.