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búsqueda de la aceptación

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Prefacio

Prefacio

Comenzando el camino

Objetivo: Comprender la primera tarea del duelo: aceptar la muerte de nuestro ser querido.

Invitaci N A Orar

CANTO: “En la casa de mi Padre,” Carlos Rosas, OCP. Para descargar este canto, visiten www.ocp. org/renew-music

ANIMADOR: Invite a una persona a leer Juan 20, 11-18 y a otra persona a leer la selección adaptada de Santa Teresa de Ávila.

LECTOR: Lectura del Santo Evangelio según San Juan

María se quedó afuera, junto al sepulcro, llorando. Y llorando como estaba, se agachó para mirar dentro, y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús; uno a la cabecera y otro a los pies. Los ángeles le preguntaron: “Mujer, ¿por qué lloras?” Ella les dijo: “Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto”. Apenas dijo esto, volvió la cara y vio allí a Jesús, pero no sabía que era él. Jesús le preguntó: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”.

Ella, pensando que era el que cuidaba el huerto, le dijo: “Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, para que yo vaya a buscarlo”. Jesús entonces le dijo: “¡María!” Ella se volvió y le dijo en hebreo: “¡Rabuni!” (que quiere decir: Maestro). Jesús le dijo: “No me retengas, porque todavía no he ido a reunirme con mi Padre. Pero ve y di a mis hermanos que voy a reunirme con el que es mi Padre y Padre de ustedes, mi Dios y Dios de ustedes”. Entonces María Magdalena fue y contó a los discípulos que había visto al Señor, y también les contó lo que él le había dicho. Palabra del Señor.

TODOS: Gloria a Ti, Señor Jesús.

Lectura

No dejes que nada te turbe; No dejes que nada te espante; Todo se pasa, Dios nunca cambia.

La paciencia todo lo alcanza; Quien a Dios tiene, nada le falta.

Sólo Dios basta. Teresa of Ávila

Oren juntos lo siguiente: Señor, estamos en un camino que no estamos preparados para recorrer. Guíanos mientras tropezamos en nuestro camino. Ayúdanos a saber que estás con nosotros aunque no podamos sentir tu presencia. Muéstranos una luz para que la oscuridad no nos espante. Sé nuestro compañero en este camino de dolor. Amén.

Primera Reflexi N

Cuando muere un ser querido, comenzamos un camino desconocido, sin mapa, sin itinerario y sin nadie a quien llamar para encontrar la mejor ruta y la más corta. Probablemente habrá muchos desvíos y retrasos, y andaremos sin rumbo fijo por este camino. Tan pronto como comenzamos, empezamos a sentirnos perdidos.

Pedimos a Dios que nos lleve a aguas seguras, que nos guíe por el camino. Aunque esté oscuro, no temeremos, porque la Escritura nos recuerda: “me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre” (Salmo 23, 3). El camino nos lleva a una encrucijada dolorosa: alguien a quien amamos ha muerto y no volverá. Esta realidad es dolorosa. Esta persona que trajo alegría a nuestro mundo, nos dio amor, seguridad, compañía y, tal vez, incluso la vida misma, ha dejado este mundo y se ha ido a un lugar que es un misterio para nosotros. En este mundo, nunca más podremos hablar, ver, oler o tocar a esta persona. Estamos sumergidos en una caverna silenciosa. En la quietud, el mundo cae como la arena en un reloj de arena; pequeñas partículas que caen a través del espacio y el tiempo, los colores se mezclan entre sí hasta que hay una oscuridad total. Ningún camino parece familiar.

A veces, el mundo se ve diferente y aterrador, porque alguien a quien amamos se ha ido. Buscamos respuestas y nos hallamos ante la nada. Intentamos dar marcha atrás, pero el pasado se ha ido. Intentamos mirar hacia adelante, pero el futuro parece vacío. Si nuestro ser querido fue un niño, quizás incluso un niño que aún no ha nacido, podemos sentir que no tenemos futuro. El tiempo se ha detenido y nos cuestionamos si alguna vez podremos volver a movernos.

Leemos en el Evangelio de Juan que María Magdalena fue afligida al sepulcro de Jesús, y su angustia se intensificó cuando encontró el sepulcro vacío. Cuando se dio cuenta de que la persona que había tomado por un jardinero era Jesús, se llenó de alegría, pensando que tenía a Jesús de vuelta para quedarse. Sin embargo, Jesús le dijo que no se aferrara a él. En otras palabras, la vida no puede volver a ser como antes, y María necesitaba dejar atrás el pasado para que Jesús pudiera ascender a su Padre. Su relación con él se vería alterada, pero no terminaría.

Así es también para nosotros. Nuestra visión del mundo ha cambiado. Hay un gran agujero en nuestra vista. Lleva mucho tiempo aceptar la realidad de esta pérdida. Cuando alguien muere, incluso si la muerte era esperada, existe la sensación de que esto realmente no está sucediendo. Esta sensación puede verse magnificada si no podemos visitar a nuestro ser querido en el tiempo previo a su muerte, ya sea por la distancia, nuestra propia incapacidad para viajar o una condición social como la pandemia del coronavirus que prohíbe el contacto con los infectados. Muchos de nosotros clamamos a nuestro ser querido, podemos sentir su presencia e incluso iremos a buscarle.

Invitaci N A Compartir

• Si lo deseas, comparte el nombre de la persona por la que estás de luto, tu relación con esa persona y cómo murió.

• ¿De qué manera te tocó la oración o la reflexión?

• ¿Cómo definirías “el duelo”?

• ¿Qué es lo que más te sorprende de tus sentimientos en este momento?

Segunda Reflexi N

Durante dos años, Carla vio como su joven esposo, Roberto, luchaba contra el cáncer de colon. Ella fue testigo del deterioro de su cuerpo hasta que éste no fue más que un caparazón de la persona que alguna vez fue. En el hospital, el último día de su vida, oraron juntos para que Dios aliviara su sufrimiento y lo llevara a casa. Cuando llegó el momento de la muerte, Carla se sintió aliviada de que Roberto ya no sufriera más, y la consoló su creencia de que él estaba con Dios. Cuando Carla regresó a su casa esa noche, se sorprendió por su reacción. Carla se dio cuenta de que el “Roberto enfermo” había muerto, pero realmente esperaba que el “Roberto sano” la estuviera esperando en casa. Carla estaba lista para aceptar que el “Roberto enfermo” se iría, pero su corazón quería que el “Roberto sano” se quedara.

Muchas veces nuestra mente acepta la realidad de la pérdida mucho más fácilmente que nuestro corazón. Nuestra experiencia puede ser agravada por la incapacidad de estar con nuestro ser querido durante la enfermedad final, o incluso en el momento de la muerte. El corazón quiere volver atrás, pero nuestra mente nos dice que es imposible. Veremos recordatorios de nuestros seres queridos en todas partes. La ausencia de una persona se siente profundamente. Nos sentimos paralizados, confundidos e incluso desorientados. Parece como si estuviéramos viendo una película del camino de otra persona. Estamos conmocionados por la muerte de la persona que amamos. Titubeamos entre la realidad y la irrealidad. Realmente tenemos la esperanza de que él o ella regrese. Nos frustramos a cada paso, y la realidad comienza a inundarnos, y es dolorosa.

Estamos cansados, y esto es solo el comienzo del camino. No sabemos qué más está por venir. Estamos abrumados por la tristeza. “Estoy cansado de llorar. Noche tras noche lloro tanto que inundo de lágrimas mi almohada” (Salmo 6, 6).

Hay que ser bondadosos con nosotros mismos. Este es un camino doloroso. Mientras tenemos pensamientos y sentimientos dolorosos, tengamos en cuenta que hay que consolarnos. No hay que juzgarnos ni establecer un tiempo fijo para la sanación. La verdadera aceptación llega cuando dejamos de anhelar lo que no es y aceptamos la realidad de lo que es, por doloroso que sea en este momento.

Invitaci N A Compartir

• Comparte un buen recuerdo de tu ser querido.

• ¿Cuáles son algunos signos de que has aceptado o no la muerte de tu ser querido?

• ¿Oras a Dios para que te ayude a aceptar la muerte de tu ser querido? Si es así, ¿cómo rezas?

• ¿Tienes un compañero que te acompañe en tu camino de duelo? Si es así, comparte lo que eso significa para ti. Si no tienes a nadie, quizás los miembros de esta pequeña comunidad te pueden ayudar.

Invitaci N A Actuar

Determinen una acción específica (individual o grupal) que se derive de su tiempo de compartir. Esta debe ser su consideración principal. Al elegir una acción individual, cada quien determina lo que hará y lo comparte con el grupo. Al elegir una acción de grupo, determinen quiénes asumirán la responsabilidad de los diferentes aspectos de la acción. Las siguientes son sugerencias, pero la acción que elijan debe ajustarse a sus sentimientos y necesidades en este momento.

Algunas Sugerencias

• Encuentra a alguien con quien puedas compartir tus sentimientos. Si es posible, elije a alguien que haya conocido bien a tu ser querido y pueda compartir características que permanecerán contigo, como expresiones que tu ser querido siempre usaba; su forma de vestir, sus equipos deportivos favoritos e incluso sus manías. No excluyas las cosas que te irritaban y las que te hacían reír.

• Diario: Escribe o dibuja tus pensamientos. Esto no es una crónica, sino un monólogo interior que no tiene que tener sentido para nadie más. Recuerda que el papel y las computadoras no dan consejos ni nos dicen cómo sentirnos. Trata de comprometerte a escribir todos los días durante un mes.

• Pídele a nuestra Santísima Madre y a Santa María Magdalena, quienes experimentaron el gran dolor por la muerte de Jesús, que te ayuden a superar tu dolor.

• No estés solo en tu dolor. Busca y únete a un grupo de apoyo en tu área, ya sea en tu parroquia, hospitales locales, hospicios o funerarias. Si un determinado grupo no parece adecuado para ti, consulta las otras opciones en tu área.

Ten entendido que cada persona experimenta el duelo de una manera distinta. No te preocupes si las experiencias de otros no son similares a las tuyas. Todo duelo es válido.

Invitaci N A Orar

ANIMADOR: Invite a cada persona a leer una de las siguientes líneas. Todos responden: Nos acordamos de ellos.

Cuando sale el sol y cuando se mete, Nos acordamos de ellos

En el soplo del viento y en el frío del invierno, Nos acordamos de ellos

En los brotes de apertura y en el renacimiento de la primavera, Nos acordamos de ellos

En el azul del cielo y en el calor del verano,

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