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Lengua de Señas Mexicana y sistema braille Unirnos para comunicarnos

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Lengua de Señas Mexicana y sistema braille

Unirnos para comunicarnos

Stephania Cano Villegas Mónica Contreras Hernández María Dolores Garcés García

Escuela Normal de Educación Física “Gral. Ignacio M. Beteta” Toluca, Estado de México

La vida social en su devenir constante permite la participación y convivencia de una diversidad de individuos con características únicas e invaluables; al mismo tiempo, estas interacciones se dificultan, nos convocan, nos debaten y nos llevan a problematizar lo establecido. En este sentido, la comunicación es un detonante que a veces nos separa, pero, en el otro, se trata de reconocer en esas diferencias (formas, pensamientos, emociones, vivencias y experiencias), la posibilidad de construir una sociedad repleta de oportunidades de crecimiento personal, familiar y profesional.

Con ello, para poder comunicarnos necesitamos aprender sobre sistemas alternativos que, más que códigos, son formas de conocer, de aprender y de vivir. Así, el diálogo con los otros nos lleva a entendernos, no desde la falsedad de creer que al repetir un ideograma (Serafín y González, 2011) o un código braille (Robles, 1997) ya sabemos cómo piensa, es y se comunica el otro, sino desde un complejo entramado de reconocimiento de la alteridad, que involucra más que una repetición. Un diálogo efectivo es un conocimiento del otro, es la internalización de las palabras con más que códigos. El presente artículo abordará el caso particular de los métodos especializados y alternativos que permiten comunicar, interactuar y desenvolverse en el día a día junto a las personas con discapacidad visual y auditiva. Dichas herramientas son una fuente de inclusión porque acceden a la sensibilización, comprensión y empatía.

En otras palabras, nos ayudan a convivir con el otro desde su situación, y normalidad; nos interpela a cuestionar lo establecido, lo conocido y nuestra zona de confort, en la cual es muy fácil moverse desde la comodidad que implica señalar lo desconocido, tal vez por el miedo a encontrarnos con lo otro.

Claro está que el aprendizaje de estos sistemas nos conduce a la interacción, a lo diferente y por lo tanto se convierte en algo interesante en nuestra vida, ya que lo tomamos personal, se imprime un sello y se acepta la emoción como marca indeleble.

Lo cierto es que el primer contacto con el aprendizaje de la lengua o del código nos paraliza, nos convulsiona, por no decir que nos exorciza, evidencia nuestro miedo que se enmascara en el desconocimiento y el prejuicio; sin embargo, superado esto nos dirige hacia otra dirección, en la cual el aprendizaje nos espera, la comunicación se da, el conocimiento nos convoca, pues se trata de aprender de lo otro.

Ahora reconocemos que ser diferente es importante, inclusive esencial en la vida del ser humano. Cuando el hombre se siente diferente al otro, se genera una sensación de arrogancia y poderío, cualidades altamente deseadas por generaciones. Paradójicamente se vive en una constante ambivalencia: se clama por la unidad y se le teme.

De esta manera, conectar mediante una seña o una signografía braille es el primer paso del descubrimiento del otro y del autodescubrimiento. Primero se desnuda a un extraño, a un ser ajeno de nuestra visión tradicional del mundo y se revelan uno a uno los aspectos de su vida, incluso los más ínfimos e íntimos.

Es apertura en terrenos inexplorados por nosotros, mientras que para ellos es el reconocimiento de su naturalidad. Este contacto conecta y convoca, reta y nos muestra a su vez; vemos reflejados los miedos, temores y prejuicios en la piel, en el cuerpo y en nuestra vida; nos encaramos con el engendro gigantesco de la exclusión proveniente de la ignorancia y se logra eliminar gradualmente.

Este sencillo paso permite la comunicación efectiva entre todos y un sinfín de nuevas experiencias; nos acerca a la inclusión al mejorar la interacción con el otro y se fortalece de forma conjunta el desarrollo personal, académico y profesional de ambos. Es un beneficio mutuo que asegura el desarrollo de su lengua, así como su expresión lingüística en su contexto social y académico.

El juego de la exclusióninclusión nos enseña a jugar con los turnos en comunidades de personas con discapacidad sensorial ya sea auditiva o visual.

El contacto nos lleva a revisar quién es el excluido, quién incluye y cómo no siempre se tiene la exclusividad en el rol.

Justo en este rubro entra la educación, un medio indispensable para el desarrollo del ser humano en todas sus esferas. Dichas herramientas de comunicación son medios para alcanzar los fines educativos vinculados a la inclusión y, utópicamente, crearía el sustento de una sociedad de todos y para todos.

Por ello, con el objeto de trabajar en ser inclusivos, se debería agregar el aprendizaje de la Lengua de Señas Mexicana y sistema braille en los planes de estudio del nivel superior relacionados con la educación. De esta forma se tendría una formación profesional con mayor contenido en aprendizajes y un fortalecimiento importante en las competencias profesionales, con la finalidad de mejorar la educación y cumplir el plan de estudios desde el nivel básico.

Cuando se deja de considerar este tipo de enseñanzas exclusivas para las personas con discapacidad visual o auditiva, se inicia la creación de una sociedad diferente en la que se accede a otras formas de aprendizaje y pueden modificarse los esquemas cognitivos preexistentes.

Se diversifica y se reta al alumno, al docente y, en general, a la sociedad, para vincularse con un libro de texto en relieve en el cual el proceso de lectura se siente y se vive al contacto de cada letra. El fomento a la lectura tendría una perspectiva y una profundidad diferentes. pues apoyaría a la población en general para tener un aprendizaje situado y hasta cierto punto de relación, un aprendizaje en comunidad donde nos permitimos aprender de nuestros iguales en su diferencia.

La Lengua de Señas y la comunicación a través del código braille tienen que mantener una relación con el plan de estudios desde la educación básica, para desarrollar cada competencia no solamente para los alumnos sino también para los docentes y personal educativo, incluidos el padre de familia y tutores.

Debe considerarse que, para lograr un aprendizaje, el alumno debe estar acompañado. Por ello, es importante mencionar que es básico capacitar a los padres de familia, pues son el primer contacto de los alumnos en situación de discapacidad sensorial. Más allá de ser cuidadores o proveedores, se convierten en la primera red de apoyo y, en algunos casos, la única.

En la escuela las redes de apoyo se crean con los docentes e incluso trasciende a la misma sociedad al ser parte y compartir el contexto. En este sentido, es necesario familiarizarse con la Lengua de Señas y con el código braille de forma natural, para lograr la inclusión de personas con discapacidad y mejorar la edu

cación en el país.Cada uno de los puntos involucra una gran reflexión para trabajar valores en la vida cotidiana. Por ello, también se debe formar a intérpretes de Lengua de Señas desde una dimensión ética (Burad, 2018); de esta manera se puede motivar a los alumnos y a la comunidad educativa desde una educación libre y moral.

Se debe analizar también la profesionalización docente para perfeccionar la comunicación en La lengua de Señas y ejecutar la interrelación en lo teórico y lo práctico. Esto beneficiaría a la población objetivo de la inclusión educativa, pues actualmente no logran el desarrollo óptimo de sus potencialidades y se encuentran en condiciones de aprendizaje diferentes en comparación con el resto.

El campo de acción para el aprendizaje tendría que darse desde el hogar, pero no siempre se logra el objetivo; por ello, en la escuela también debería enseñarse la lengua de Señas para que involucre a toda la comunidad educativa. De este modo se beneficiaría a las personas con discapacidad y la educación del país.

La Lengua de Señas Mexicana y el sistema braille nos permiten acercar a los otros. Al incluir estos sistemas se pueden crear escuelas inclusivas que utilizan códigos no para un grupo sino para una comunidad en la que la discapacidad nos enriquezca y aprendamos juntos.

Referencias

Burad, V.(2008), Ética y procedimiento profesional para intérpretes de lengua de señas, Mendoza:

Universidad Nacional de Cuyo, disponible en <https://cutt/ly/4f5lZuu>. Serafín de Fleischmann, M. E. y González

Pérez, R. (2011). Manos con voz. Diccionario de lengua de Señas Mexicana. México: Consejo

Nacional para Prevenir la Discriminación, disponible en: <https:cutt.ly/8f5xsA7>. Robles Ignacio (1997), Matemática Braille. Guía para estudiantes, maestros y padres, México:

Trillas.

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