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El cadáver exquisito beberá vino nuevo

Quizás los lectores conozcan la historia de la frase que encabeza este escrito.

Hacia 1925 o 1926 los surrealistas inventaron un juego en el que creaban textos o dibujos, de manera colectiva, ayudados por el azar.

El primer jugador escribía un sustantivo, después el segundo añadía un adjetivo, el tercero un verbo y así continuaban…

La primera frase registrada que se ge - neró con esa metodología fue justamente la que da título a este escrito: El cadáver exquisito beberá vino nuevo. A partir de entonces este tipo de juegos se conoce como Cadáver exquisito.

Hace unos días viendo, con terror, acercarse la fecha de entrega del texto al editor y con las musas de vacaciones, hube de invitar al cadáver exquisito en mi auxilio; recordé que en mi librero tengo el Petit dictionnaire Amoureux du VIN1

Este diccionario está escrito por el periodista y crítico literario francés Bernard Pivot. Pivot es una personalidad del mundo de la cultura francesa y goza de cierta popularidad por haber sido conductor de varios programas culturales donde entrevistaba a autores literarios. En particular, recuerdo su programa Apostrophes, que no me perdía yo durante mis estudios de posgrado.

En su introducción al libro, Pivot dice: “No tengo más legitimidad para escribir este diccionario amoroso que mi amor al vino y mi infancia, la más libre, transcurrida entre los viñedos”2

Con el libro entre las manos fui a sentarme a un sillón, en busca de alguna entrada del diccionario que me sugiriera un tema. A mi alrededor conversaban dos amigos y se me ocurrió que junto con ellos podríamos jugar al cadáver exquisito.

Les propuse agrupar las entradas del diccionario en 10 bloques y después al azar recuperar cinco entradas del diccionario. Propuse cinco porque es el número de palabras en la famosa frase de los surrealistas (sin considerar los artículos).

Así lo hicimos y obtuvimos las siguientes entradas:

Montesquieu, Elogios del vino, la cava, Jean Charles Pivot y El Islam y el vino.

Los cinco artículos del diccionario me resultaron muy ilustrativos, como seguramente lo son todos los que componen esa obra. Comparto a continuación algunas de mis impresiones sobre las entradas mencionadas.

Montesquieu

La historia ha recogido el nombre de Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu y la Brède, señor de Raymond, Goulard, Bisqueytan y otros sitios vitivinícolas, de manera sucinta, como Montesquieu.

Nosotros lo conocemos, más probablemente, por sus escritos: El espíritu de las leyes y Las cartas persas; sin embargo, fue además de un gran filósofo, un viticultor notable.

Nos platica Bernard Pivot que Montesquieu heredó en 1716 el Castillo de la Brède y que nunca dejó de hacerlo producir y de mejorarlo. Cita a uno de sus biógrafos, Jean Lacouture [2], que explica esta conducta del autor de El espíritu de las leyes, haciendo hincapié en que, hasta la edad de 10 años, la infancia de Montesquieu transcurrió entre bodegas y viñedos. Nos cuenta que, excepto por motivos excepcionales, Montesquieu no faltaba a las vendimias.

Su biógrafo lo describe como un hábil comerciante que sabe valerse de sus relaciones mundanas, de su posición de escritor y de jurista en París y en Burdeos, para acelerar el negocio y justificar el precio de sus vinos; en particular del Bordeaux, en pleno crecimiento.

Se queja un poco Pivot de la poca literatura que Montesquieu dedicó al vino. A diferencia de Lamartine, quien, por cierto, también tiene una entrada en este pequeño diccionario.

Elogios del vino

En esta entrada de su diccionario, el autor hace una antología de algunas frases elogiosas del vino. De la selección de Pivot, realicé otra para compartirla en esta parte del texto3:

• Hay que esforzarse para ser joven como un Beaujolais y envejecer como un Bourgogne.

Robert Savatier [3]. Le libre de la déraison souriante.

• El vino es semejante al hombre: uno no sabe nunca hasta qué punto se le puede estimar y despreciar; amar y

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