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ISSSTELEÓN hace 24 años por Armando Hugo Ortiz G.
¡Pobres profesores!
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El run run era cierto, no en balde esa incómoda sensación del individuo con tumor maligno del que ya saben médicos, parientes y amigos, todos menos él mismo, la víctima. Así se sintieron los profesores durante varios meses.
El primer foco amarillo prendió con una nota de prensa del 22 de octubre de 1992, perdida en las páginas interiores del periódico El Norte: el director del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores de Nuevo León (ISSSTELEÓN), Arturo Kirsch Kleiman, fue removido de su puesto. Uno de los tantos cambios que cíclicamente se hacen en el aparato gubernamental, salvo un agregado de “fuentes extraoficiales”: probable desvío de fondos.
Al día siguiente, 23 de octubre, el gobernador Sócrates Rizzo García anunció que el ISSS- TELEÓN, organismo responsable, entre otras cosas, del sistema de pensiones, jubilaciones y servicios médicos de los profesores, estaba en quiebra. Sanear su déficit, “superior a la deuda pública estatal”, requería una revisión a fondo de todo el esquema.
El Instituto suspende pagos a sus acreedores. El 5 de noviembre se declara la situación insostenible.
Entre la verborrea tecno-burócrata-propagandística, el mensaje está claro: el mejor sistema de jubilaciones del magisterio nacional debía morir.
Con este objetivo el gobernador, a unos meses de su toma de protesta, había puesto en marcha el aparato autoritario. Al iniciar el año 1992 se anunciaban manejos irregulares del ex secretario general de la Sección 50 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Juan Pablo Reyes y su equipo de finanzas, en las partidas que ISSSTELEÓN subrogaba al sindicato para prestaciones médicas. Juan Pablo era diputado local, posición que en el corporativismo del PRI correspondía al magisterio estatal.
El 14 de mayo, en víspera del Día del Maestro, Juan Pablo Reyes, una vez que solicitó licencia como legislador, fue detenido con lujo de exhibicionismo, acusado de desviar fondos del servicio médico. “Qué buen regalo nos diste”, dijo Elba Esther Gordillo, secretaria nacional del SNTE a Rizzo, durante la ceremonia realizada en “Los Pinos” al día siguiente, 15 de mayo de 1992. (Revista Proceso, 25/10/93).
Con el encarcelamiento de Juan Pablo Reyes había doble ganancia: se denostaba la imagen del profesor con su exlíder acusado de ratón, y se prevenía la muy lejana probabilidad de que como legislador, en un insólito arranque de vergüenza, convirtiera su escaño congresal en trinchera de sus colegas mentores.
¡Pobrecitos profes! Era la condolencia de moda en octubre del 92. De un momento a otro el señor gobernador remitiría la iniciativa de ley y adiós a la jubilación dinámica.
Para el común de la gente era inevitable; sin embargo, desconocían la variable que alteraba la ecuación autoritaria. Para sus ideólogos e instrumentadotes, tal ignorancia resultó cara. La variable fue la tradición revoltosa del magisterio, forjada en las turbulencias estudiantiles de los años 60 y 70.
La Sección 50 agrupa a maestros del sistema estatal de educación, se nutre fundamentalmente con egresados de la Escuela Normal “Ing. Miguel F. Martínez”, fundada desde el siglo XIX, en menor escala también con los titulados en las Normales “Pablo Livas”, de Sabinas Hidalgo, y “Serafín Peña”, de Montemorelos, municipios al norte y sur de Nuevo León.
Al iniciar la década de los 60, la Normal Básica, como la mayoría de los centros de educación superior, resintió el efecto perturbador de la Revolución Cubana recién triunfante, encabezada por los míticos Fidel Castro, “Ché Guevara”, Camilo Cienfuegos, y sus huestes barbadas.
La “Miguel F. Martínez” vivía los últimos años de la gestión del profesor Oziel Hinojosa, implacable director que se consideraba heredero en línea directa de los patriarcas de la educación en el Estado: Serafín Peña, Pablo Livas y Miguel F. Martínez. Se enfrentó a ingenuas protestas estudiantiles, como el rechazo de los varones a usar corbata.
En el ascenso de Eduardo Livas al gobierno del Estado, en 1961, asume la dirección de la Normal “Miguel F. Martínez” el profesor Abel Garza Livas, primo del gobernador, mucho más flexible que Hinojosa. En 1963 encabeza la mesa directiva estudiantil Salvador Reynaldo Zúñiga Coronado, quien organizó paros parciales de clases contra catedráticos acusados de prepotentes, entre ellos Rogelio Villarreal.
La primera huelga escolar en esa institución se dio al año siguiente, alegando que la dirección de la escuela incumplía el reglamento. Luego de varias semanas de iniciativa se obtuvieron algunas concesiones.
En lo subsiguiente fue tradición que en cada ciclo escolar la Normal Básica tuviera suspensiones de clases más o menos prolongadas, originalmente por exigencias estudiantiles. Las acciones se radicalizaron al iniciar la década de los 70. De las protestas infantiles de entrar al aula sin corbata se llegó a la quema de camiones urbanos en el patio de la Normal.
La experiencia de las luchas estudiantiles de varias comaladas normalistas iba permeando a la organización sindical –entonces Sección 49 del SNTE– vía los jóvenes profesores. Se cuestionaba el charrismo sindical en asambleas y a través de publicaciones diversas. En esto influían gentes maduras como José Sánchez Partida y Everardo Leal Marroquín, de la vieja guardia del profesor Humberto Ramos Lozano. A Jesús Caballero Guillén, un poco más joven, se le atribuían ligas con el Movimiento de Liberación Nacional.
Alrededor de ellos también se aglutinaron normalistas egresados en la época de Oziel Hinojosa, como Abel Garza, Cástulo Hernández y Manuel Flores. Ya en el plano sindical, los jóvenes tomaron protagonismo en las protestas de 1965 contra el entonces secretario de la Sección, Valdemar Cantú, por firmar un convenio considerado leonino.
Esta efervescencia no era fruto del veneno de los “agitadores comunistas vendepatrias”, como vituperó la prensa. El magisterio afrontaba un problema: el gobierno estatal no podía dar plazas a todos los egresados de las Normales oficiales. Esta insuficiencia hizo crisis en 1965, cuando sólo se pudo absorber un poco más de la mitad de la horneada en ese ciclo. Al año siguiente se agravó el problema con los nuevos titulados y se formó el Frente de Maestros sin Trabajo (FMT), encabezado, entre otros, por Roberto Ramírez y Eduardo Soto Perales. El FMT realizaba marchas de protesta desde la sede de la Dirección de Educación: Venustiano Carranza y M. M. de Llano, hasta el palacio de gobierno.
La participación político-sindical de los noveles profesores se iba vertebrando. La Escuela Normal Superior del Estado, sita en Venustiano Carranza y Aramberri, se convirtió en el punto de reunión de los “disidentes”. La Superior era el posgrado de la Básica, requisito para tener empleo en las escuelas secundarias. Su estancia incluía enseñanza extracurricular en movilizaciones estudiantiles.
El autobús oficial de la escuela, bautizado “El Ché Guevara”, recorría el Estado de Nuevo León con brigadas estudiantiles en campañas combativas.
A pesar de lo agitado de esa época, la comunidad magisterial de Nuevo León no se involucró con el movimiento de la capital y la tragedia del 2 de octubre. A nivel individual sí se establecieron contactos, por lo que en la cacería de brujas a nivel nacional, Roberto Ramírez Pérez estuvo prisionero en Lecumberri. Sin cargo alguno fue liberado semanas después.
El círculo de la Normal Superior tuvo sus primeros frutos tangibles cuando el Frente Democrático Magisterial, agrupación formada en el Aula Magna del plantel, obtuvo mayoría abrumadora de delegados para el Congreso Seccional en el año de 1970, siendo secretario general de la Sección 50 Gonzalo Campos Cuevas. Las posiciones oficialistas fueron barridas y se nominó una delegación de “independientes” al Congreso Nacional en Nuevo Laredo: Edelmiro Maldonado, Zenaido Martínez Mendoza, José Sánchez Partida, Arturo Delgado Moya, Cástulo Hernández Gálvez, Amel Garza Martínez, Sergio Antonio Escamilla Tristán y Pedro Ramírez Arreola.
Este respaldo de las mayorías, que supuso asumir el poder de la sección sindical, se esfumó en menos de un año, por un lado a causa de las manipulaciones de los líderes oficiales y por otro las pugnas entre los “democráticos” y los MRM (Movimiento Revolucionario del Magisterio, organización del Partido Comunista). §
* Inicio del libro del autor: De Rojo y Negro ISSSTE- LEÓN 93. Movilizaciones del magisterio nuevoleonés. Grafógrafos Editores, Monterrey, México, 1995.