路1995路 EL REAL ZARAGOZA DE AYER, HOY Y SIEMPRE
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PARQUE DE LOS PRINCIPES Ortiz Remacha Hasta ahora no existía en el mercado un medio de comunicación dedicado íntegramente al Real Zaragoza, cuya afición ha sufrido extraordinariamente durante los últimos años. El club estuvo a punto de la desaparición por la gestión de Agapito Iglesias y el recuerdo de los grandes momentos históricos del equipo se convirtió en el único asidero de los seguidores zaragocistas, que contemplaban con impotencia el descenso de categoría, la imposibilidad del retorno a la Primera División y la cercana liquidación de la entidad. Afortunadamente el futuro del Real Zaragoza se salvó gracias a la entrada de un grupo de empresarios aragoneses, a través de la Fundación Zaragoza 2032, que asumieron las responsabilidades de pago a corto plazo a futbolistas, empleados y Hacienda. Las nuevas expectativas abiertas, pero también la vista atrás permanente como terapia, y la inminente efemérides del vigésimo aniversario de la conquista de la Recopa de Europa, enmarcan esta iniciativa. El objetivo es cubrir el hueco que existe en el zaragocismo con una publicación digital accesible a todo el mundo y gratuita para que sea compartida por todos los aficionados blanquillos allí donde estén. No se trata de una revista de actualidad informativa sino el refugio en la lectura, en las imágenes, en los mejores momentos del Real Zaragoza. Contar la historia desde diferentes puntos de vista, narrar experiencias personales, volver a experimentar emociones de momentos inolvidables del club. Uniendo, eso sí, el pasado con el futuro a través de los signos de mejoría que ofrece la institución después del reciente cambio de propiedad. Es decir, construir un puente entre el recuerdo y la esperanza a través de la ilusión. Con un diseño muy actual pero con un guiño al periodismo del siglo pasado que también en su aspecto visual, combine lo pretérito con el porvenir. He puesto mi máximo empeño en disfrutar con esta iniciativa, en formar parte incluso de esta reconstrucción biográfica de los momentos clave del Real Zaragoza. Con la máxima participación posible y con el deseo de emocionar a quienes compartan con nosotros esta aventura. No en vano, yo también estuve en París transmitiendo junto a Paco Ortiz la final y tuve el honor de describir todos y cada uno de los momentos de esa cita con la historia.
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La crónica del partido
París se rindió a Nayim
El Real Zaragoza se proclamó campeón de la Recopa de Europa ante el Arsenal en la prórroga
Foto: Calvo Pedrós
Ortiz Remacha
Ardió París con el gol de Nayim y las gradas del Parque de los Príncipes, teñidas de blanco y azul, corearon el nombre del Real Zaragoza. Fue una fiesta inesperada, cuando se esperaban los lanzamientos desde el punto de penalty después de un encuentro trepidante. Con alternativas en el juego y en el marcador, con momentos épicos y de preocupación, una auténtica final irrepetible. El equipo de Víctor Fernández salió superado por la presión ambiental en los primeros minutos de partido, sin realizar su juego de pase, posesión y profundidad que le había llevado a la final. El fútbol inglés era directo, concebido desde el desplazamiento largo de balón y con un derroche físico contundente. Pero las ocasiones más claras fueron para los blanquillos, como
ALINEACIÓN REAL ZARAGOZA 1 Cedrún 2 Belsué 3 Solana 4 Cáceres 5 Nayim 6 Aguado 7 Pardeza 8 Aragón 9 Esnáider 10 Higuera 11 Poyet Sustituciones
14 Sanjuán por Higuera (68’) 15 Geli por Sanjuán (114’)
ALINEACIÓN ARSENAL 1 Seaman 2 Dixón 3 Winterburn 4 Schwarz 5 Linigham 6 Adams 7 Keown 8 Wrigth 9 Hartson 10 Merson 11 Parlour Sustituciones
13 Hillier por Keown (45’) 12 Morrow por Winterburn (47’)
el tanto anulado por fuera de juego de Miguel Pardeza o el disparo cruzado de Esnáider que arañó uno de los palos Seaman. Los “gunners” solamente gozaron de una oportunidad, el cabezazo de Wrigth detenido por Andoni Cedrún. Algo tuvo que pasar en el vestuario al descanso porque el Real Zaragoza tomó el mando sobre el terreno de juego y jugadores importantes como Santi Aragón, Nayim o Esnáider aparecieron aportando su calidad en el terreno
Goles 67’ Esnáider 1-0 75’ Hartson 1-1 119’ Nayim 2-1 Tarjetas 6’ Higuera 66’ Belsué 85’ Aragón 105’ Nayim 2’ Hartson 32’ Merson Árbitro Pietro Ceccarini (Italia) Asistencia 42.242 espectadores
de juego. Después de un recital de veinte minutos formidables llegó el tanto de volea del delantero argentino que dejó inmóvil a Seaman. Pero el conjunto aragonés bajó los brazos y permitió que el Arsenal reaccionase, empatase el partido con gol de Hartson en una jugada desgraciada y enmudeciese el sector zaragocista de El Parque de los Príncipes. Se llegó a la prórroga con el cansancio en los músculos y el cerebro porque el Real Zaragoza estaba agotado y sin ideas. Aún así,
Xavi Aguado tuvo la oportunidad de desnivelar el marcador con un remate de cabeza que despejó Seaman lo suficiente para que se estrellase en el poste. Entonces llegó la jugada mágica, inmortal, la que significó el mayor éxito futbolístico de la historia del Real Zaragoza. El disparo desde el costado derecho de Nayim, que vio al portero adelantado y que se la jugó con la clarividencia que otorga el talento La afición aragonesa no se lo creía mientras observaba la parábola que realizaba el balón, el intento imposible de Seaman y la evidencia del gol. De esa mágica manera terminó un partido memorable. La profecía de Andoni Cedrún se cumplió un año después, tras prometer en la plaza del Pilar con la Copa del Rey en sus manos, que iban a conseguir la Recopa de Europa.
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18601995PARQUEDELOSPRÍNCIPES
ANTERIOR1860 ANTERIOR
ZONA DE PASEO
1860
Durante los siglos XVIII y XIX existía a las afueras de París una extensión de terreno natural conocida como “La Ruta de los príncipes” por la cual solían pasear y montar a caballo los nobles parisinos.
18601897 1860 189
PARQUE URBANIZADO
En esta época Napoleón III manda parcelar y urbanizar el terreno y se convierte en un parque como tal, adoptando el nombre final de “Parque de los príncipes”.
VELODROMO
18971932 1897 1932
RUGBY
FUTBOL
En una zona del parque se establece un velódromo con un aforo de 7000 espectadores que se amplió hasta los 15000 unos años más tarde. Se convierte en una zona de referencia llegando a albergar pruebas del Tour de France. Además de velódromo ejerce de estadio de rugby desde su construcción, siendo sede de partidos internacionales. El 26 de diciembre de 1897 delante de 500 espectadores se juega el primer partido de futbol en el estadio.
19321970 1932 1970
ANTIGUO ESTADIO
Se renueva y amplia el campo en 1932, ampliando su aforo a 45000 localidades, mejorando sus instalaciones y remodelando el exterior. El primer partido de futbol con el que se inauguró el nuevo escenario fue un amistoso entre los Red Star y el Athletic de Bilbao que perdió por 4-2, casualmente el mismo año en el que se constituyó el nuevo Real Zaragoza. El ciclismo, el futbol y el rugby no fueron solamente los protagonistas de este estadio, pues además se disputó el título de campeón del mundo de peso medio de boxeo en 1933. El último partido de futbol del antiguo estadio de los príncipes se disputó el 14 de junio de 1970.
POSTERIOR1972
REMODELACIÓN
POSTERIOR FINALES 1972 FINALESDISPUTADAS DISPUTADAS
Fue remodelado en 1972 y se convirtió en el primer estadio de Europa en disponer de todo el graderío cubierto, teniendo una capacidad final de 50000 espectadores. Para la copa del mundo de 1998 fue remodelado su exterior. Albergó 8 partidos del mundial, incluida la final de consolación. Anteriormente se disputó la final de la eurocopa de naciones de 1984 donde Francia ganó 2-0 a España. Desde 1975 se disputaron 5 finales de la copa de europa, de la recopa de europa y de la copa de la UEFA. El 10 de mayo de 1995, el Real Zaragoza ganó al Arsenal por 2-1 ante 42242 espectadores.
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París nunca será lo mismo Rafael Ruíz Han pasado 20 años. No pudo haber un final tan épico para una gesta tan añorada, ni un escenario más espléndido para que el Real Zaragoza escribiera uno de los capítulos más brillantes de su historia. París encierra en sus entrañas un deslumbrante poso histórico y una belleza sobrecogedora, pero en los corazones zaragocistas, ninguno de sus acontecimientos pasados, presentes y futuros podrán tener una significación comparable a la de ese balón que voló descarado y certero en busca de un éxito que parecía imposible. Fue mi primera vez en París, tras una noche que se hizo muy larga, hacinado en aquel insufrible tren que nos recogió en Hendaya. Difícilmente podía imaginar, mientras paseaba por el centro de París, que el final de aquella historia que se inició en el corazón de la vieja Transilvania iba a ser tan emocionante y feliz. Ese breve paseo por la “Ciudad de la Luz” sirvió para palpar la enorme ilusión que todos los zaragocistas sentíamos ataviados con nuestros colores, una marea blanquiazul que llenó de color los bucólicos bulevares parisinos. El desarrollo del partido fue tenso, palpitante, con un Real Zaragoza que demostró la solvencia que le acreditaba como uno de las mejores escuadras de aquella liga española de mediados de los 90, un equipo con personalidad y estilo propio. La merecida victoria se hizo de rogar, llegaba de forma explosiva, ante la perpleja mirada que Seaman dirigía hacia esa pelota envenenada que reposaba traicionera en las redes de su meta. El delirio se instaló en la grada, ya no habría incertidumbre y tensión hacia una siempre incierta tanda de penaltis, sólo euforia, apoteosis maña. Casi lo recuerdo
como un sueño, ver el vuelo del balón y su aterrizaje triunfal en la red, sentir los gritos, los abrazos a mi alrededor, instantes que nunca olvidaré. Minutos después de concluir la celebración, ya camino de la estación, pude contemplar la hermosura de la “Torre Eiffel” iluminada, su visión fue el colofón a una noche inolvidable. Pensé que aquella torre y aquella elegante ciudad me esperarían en el futuro, que llegaría a conocerla más en profundidad y que algún día me perdería en sus rincones y respiraría su ambiente. Cuando años después cumplí ese deseo y regresé, sentí la añoranza de lo vivido aquel 10 de mayo de 1995, y comprendí que ya nada sería igual. París, aunque mágica y llena de vida cultural y artística, ya no se sentía engalanada de blanquiazul, Esnáider ya no volvería a marcar aquel golazo que terminó eclipsado por el milagro final, Pardeza ya no se abrazaría a Víctor, ni levantaría con rabia esa Recopa, Alfonso Solans ya no se pasearía con su camiseta zaragocista y con su sombrero de paja por el césped, tampoco Sergi ejercería de forofo con su megáfono, las lágrimas ya no brotarían de los ojos de Poyet, y el “Negro” Cáceres no volvería a trepar al larguero de aquella portería embrujada. Por mucho que pudiera contemplar de nuevo la estampa de la famosa torre iluminada en el “Trocadero”, nunca sería como la primera vez, ya no volvería a sentir la emoción de haber vivido instantes previos algo único e irrepetible, algo que siempre permanecerá en nuestra memoria, el mítico y eterno gol que con tanta sorpresa y emoción narraron las diferentes emisoras de radio, el increíble gol de Mohammed Alí Amar “Nayim”. Y es que París nunca será lo mismo.
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20 años después Mario Ornat En la noche de París constatamos que, como siempre habíamos sospechado, ser del Zaragoza constituye un privilegio al alcance de unos pocos. Que nuestra singularidad de equipo campeón permanecía viva 30 años después de que los Magníficos establecieran un canon de grandeza competitiva y estética. Otra vez el Zaragoza era monarca en Europa y nos permitía a todos sentirnos reyes. También supimos, a la vista de la inimaginable conclusión de aquel partido contra el Arsenal, que todo era posible… incluso ganar de un modo rotundamente increíble: con un pelotazo que atravesó la portería después de cruzar el cielo. Tal vez porque toda aquella escena pareció hecha con el material con el que se construyen los sueños, nos atrevimos a imaginar que París invitaba al Zaragoza a ser, por fin, todo lo grande que siempre habíamos querido. No de forma ocasional, sino de manera permanente. Pero no. La historia iba a ser otra. La estela de aquella victoria, del maravilloso grupo de jugadores que la hicieron posible, dio paso a una regeneración no siempre halagüeña. En unos pocos años el equipo de la Recopa era pasado y el futuro introdujo ocasionales explosiones (el cuarto puesto que pudo ser título en 2000, la Copa de 2001 en Sevilla), enmarcadas en una creciente incertidumbre. En esos años, Alfonso Soláns hijo heredó la propiedad, la presidencia y… la sospecha frustrada de una afición que a menudo lo acusó de gestionar el club con una estrechez de miras que le recortaba las alas. Con la perspectiva de hoy, aquella política contenida nos parece el Paraíso; pero la verdad es que llevó al descenso de 2002, el primero
desde 1977. Ni siquiera la Copa de 2004 ni la final de 2006 frenaron el arranque de la caída. Cuando Alfonso Soláns hijo vendió la propiedad, Agapito Iglesias intentó por la vía artificial que el club se convirtiera en lo que no había sido por la vía de la grandeza deportiva. Y el sistema se colapsó: dos descensos (2008 y 2013), una decadencia deportiva sin precedentes desde los 50 y una escandalosa ruina económica que puso al club al borde de la desaparición. De aquel interminable desastre de ocho años aún no nos hemos recuperado. La Recopa de París cumple 20 años. Y lo hace con el Zaragoza instalado dos años en Segunda y peleando por un ascenso que asegure su viabilidad económica. 20 años que el tango redujo a nada…. Pero suficientes para que el destino del Zaragoza haya variado del anhelo de gloria a la aspiración mínima de la supervivencia. 20 años que definen el espacio temporal de una generación sin experiencia directa de la estatura histórica de este club. Ahora se hace más necesario que nunca recordar, a quienes no lo han visto y a nosotros mismos, al propio equipo y al club, que el imperativo del Zaragoza es otro. Y que su recuperación precisa del apoyo indesmayable de todos, el buen trabajo de quienes dirigen y el más alto sentido de la responsabilidad de quienes juegan. Ese es el camino que ahora recorremos, de regreso a nuestro lugar. No importa lo lejos que estemos ni lo larga que se haga la travesía: París nos enseñó que todo es posible; y de sobra sabemos que el Zaragoza siempre, siempre, pero siempre vuelve.
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En recuerdo de ANTONIO CALVO PEDRóS Ortiz Remacha Antonio fue uno de los fotógrafos zaragozanos más emblemáticos de la segunda mitad del siglo XX. Su afición por captar las imágenes de lo que sucedía a su alrededor le llevó, desde muy joven, a formarse con los mejores profesionales de su tiempo. Sobrino del fotógrafo José Gómez, su vocación llegó al trabajar con 14 años en casa Chóliz para posteriormente vincularse con Jalón Ángel y desarrollar, ya de manera independiente, su vocación como periodista fotográfico. Colaboró con las publicaciones deportivas de la época, “Oriéntese”, “Amanecer, “Zaragoza Deportiva”, “El Noticiero”, “Aragón Exprés”… sin dejar de realizar reportajes fotográficos, de bodas, comunicaciones y demás acontecimientos. Y aunque las instantáneas conseguidas tuvieran un amplio recorrido en la actualidad, desde el retrato de grandes hombres que regresaban a España una vez instaurada la democracia en nuestro país a los accidentes, atentados y demás señales de la actualidad, el fútbol fue su pasión. Y más concretamente el Real Zaragoza, del que fue su fotógrafo oficial durante tres décadas. Capturó los mejores momentos de los “Magníficos”, los “Zaraguayos” y la transición desde entonces hasta el regreso del club a las competiciones continentales, para cerrar su largo ciclo de testimonio zaragocista con la Recopa de Europa, su mayor felicidad y éxito profesional porque estar en París, en la plaza del pilar al día siguiente, le convirtió en testimonio y en protagonista de esa gran noticia. Todos estos años volcado con el Real Zaragoza le hicieron imprescindible en el entorno blanquillo y muy popular en el ámbito periodístico.
Destacaría de Antonio Calvo Pedrós su bondad, su entrega a los demás y su formidable generosidad. Poco tiempo antes de abandonarnos tuve la oportunidad de mantener una larga conversación con él donde hablamos de mi padre, con quien mantuvo una gran amistad. Recordamos mis primeros pasos en la profesión periodística, cuando seguía a los equipos de regional en Zaragoza y siempre le veía detrás de una portería, a pie de campo, acompañando a los clubes más humildes retratando la realidad de cada fin de semana en campos de tierra, de piedras, inclinados, anegados y helados en los meses de frío invierno. Antonio me regaló un montón de fotografías, la mayoría inéditas, con imágenes de Ramón J. Sender, del secuestro de Quini, de la manifestación reivindicativa en las calles de Zaragoza en 1978 por Aragón, de partidos regionales, de la Zaragoza de aquellos tiempos y de treinta años del Real Zaragoza. Incluida la Recopa, por supuesto. Por aquél entonces le comenté mi intención de escribir una historia del zaragocismo y de ofrecerle la consistencia de sus fotografías, algo que le entusiasmó. Me imaginaba que sería en soporte papel y no a través de la magia virtual. Antonio estaría satisfecho de la iniciativa, del proyecto, de la realidad de contarles a miles de personas detalles de un club desde la perspectiva más amplia posible. Por eso me ha parecido imprescindible, como homenaje y para que siga en nuestro recuerdo, ofrecer su impronta en 1995 y que figure como colaborador imprescindible en esta revista digital que espero llegue a miles de zaragocistas de todas las edades.
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Director
Colaboraciones
Fotografías
Francisco Ortiz Remacha
Pedro Hernández
Antonio Calvo Pedrós,
José Carlos Franco
colecciones particulares
Dirección Artística
Álex García
de Andoni Cedrún, Nayim,
Zesis
Olga Torres
Rafael Ruiz, Corporación
C/Rodrigo Díaz de Vivar, nº6, local. Zaragoza
Fernando Ramos
Aragonesa de Radio y
Víctor Lorente
TV, Cadena Cope, Ortiz
Contenidos
Daniel Traver
Remacha.
FOR Comunicación
Juan Pelegrín
Rafael Pintor (AS), PS-
C/Monte Perdido, 3, 35
Rafael Ruiz
GMAG.NET y yonolatengo
Mario Ornat
(Creative Commons).
José Antonio Ciria
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Zaragoza
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