13-03-2016

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contenido Consejo Editorial

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Mercedes Chacín

Lilian Tintori

Mancheta y demás

Editor Jefe

Edarlys Rodríguez

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COORDINADOR DE FOTOGRAFÍA

Mucho caobo pa’ huelé

— música A la hora del espeluque

Asesor Editorial

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El vuelo más corto del mundo

Inventar la ley pero no la trampa

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Voces en el Cuartel de la Montaña

El que habla con las plantas

Ilustrador

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Fotógrafo

Sobre Caracas urbana

Clamor diverso

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Jorge Rodríguez Gómez Felipe Saldivia Gustavo Borges Revilla

Directora

— (anti)perfil

Carlos Cova

DirecTORa de Arte

— ciudad

Jesús Castillo

Reinaldo González

Coordinadora web

Yanira Albornoz

— mitos

MANEJADORA DE REDES

Bárbara Baralt

Redacción

Kay Yam Hung Nathali Gómez Moscoso Gustavo Mérida Ander De Tejada Marlon Zambrano

— minicrónicas

DiseñadorEs

Lisbeth Montell Óscar Hernández Alfredo Rajoy

— desde la raíz

Michael Mata

CORRECTOR

Rodolfo Castillo

LOGÍSTICA

— pichones de sibarita

Idania Bracamonte Daniela Fernández Edi Cordero

Colaboran en esta edición

Clodovaldo Hernández, Jessica Dos Santos, Rummie Quintero, Dulce Medina, Rodolfo Porras, Mauricio Sánchez, Indira Carpio, Jessica Mena, Enrique Hernández, Jimweruska Centeno, Franklin Alviárez, L. “Razor” Balza y Andrés Palacios. Archivo Ciudad CCS. Fotografía de portada: Enrique Hernández.

Impresión

Complejo Editorial Alfredo Maneiro Editorial Metrópolis, C.A. epale.ciudadccs@gmail.com

Comercialización y Ventas: 0212-8080323/0426-5112114 Distribución: 0212-8085843 Depósito Legal: pp201202dc4166 Una publicación de la

@epaleccs

@epaleccs

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— EL MENJURJE

— mIradas

— entrevista

— sexodiversidad

— crítica y media

Cine y teatro

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Historias de la calle Lincoln (XXVIII)

— poesía o nada

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— novela

— cruciverbo’s

Crucicentrifugado

— el rumor de las bolas

Revista Gratuita Circula los domingos con el Diario Ciudad CCS búscala de lunes a viernes en nuestra sede: esq. san jacinto, edif. gradillas “c”, piso 1, al lado de la taquilla única de servicios municipales y en la librería-Bar el techo de la ballena, edif. Gradillas “A”, planta Baja, Bulevar del Eterno Retorno

Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar”, 2014 y 2015. Premio Municipal de Periodismo “Guillermo García Ponce”, 2014.


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(ANTI) PERFIL


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Lilian Tintori toda una monstrua

La esposa de Leopoldo López experimentó una sustancial metamorfosis desde los tiempos de kitesurfista y presentadora de televisión a su actual rol de imitadora de Yulia Timoshenko, la líder guarimbera ucraniana. Criatura diseñada por el aparato publicitario y mercadotécnico de la derecha, se ha vuelto capaz de hacer y decir cualquier cosa, incluso algunas terribles monstruosidades POR Clodovaldo Hernández • clodoher@yahoo.com / ILUSTRACIóN ALFREDO RAJOY

De entrada, digamos que no es nada monstruoso que Lilian Tintori sea “capaz de cualquier cosa” por defender a su marido, independientemente de que los adversarios políticos hayan apodado a Leopoldo López “el Monstruo de Ramo Verde”. Es algo natural, muy comprensible, que la esposa defienda al esposo e, incluso, que crea en su inocencia. Aclarado ese punto previo, veamos hasta dónde llega eso de “ser capaz de cualquier cosa”. Bueno, también de entrada, afirmemos que la señora ha mentido pertinazmente; ha hecho teatro dentro y fuera del país; ha manipulado los sentimientos de la gente hasta el cansancio; y ha dicho oscuras barbaridades acerca de las víctimas del odio guarimbero, todo ello en el empeño de que su cónyuge quede en libertad. ¿Usted haría lo mismo por su pareja? Es una pregunta pertinente para contestarla en domingo, que es el día de darse golpes de pecho. Lo cierto del caso es que Lilian Tintori, gústele a quien le guste, se ha convertido en una figura de la política venezolana, con gran proyección internacional, al punto de que, siendo una mujer de muy buen ver, alguien podría también apodarla “la Monstrua”. Es una criatura fabricada por artes de la publicidad y la canalla mediática. La analista política Maryclen Stelling dice que “ella era un muchacha dedicada a los deportes, creo que al yoga, a correr maratones… y no lo digo como forma de descalificarla, sino porque así era… pero, gracias al gobierno, tiene una dimensión internacional tremenda. El lobby mundial que ha hecho ella, en compañía de otros de sus familiares, es exitosísimo. Han sido recibidos por presidentes, reyes, mandatarios, asambleas, congresos, etcétera, etcétera. Así que si López sale a la calle, lo hará con una aspirante a

primera dama que, además, se expresa bien y por su físico es una persona agradable… Eso debe preocupar mucho a alguien como (Henrique) Capriles, quien pasaría a un segundo plano, pero no hay duda de que son un héroe y una heroína en los que el gobierno tiene su cuota de responsabilidad”. Si se le pasa revista a su breve trayectoria pública, puede observarse cómo fue esa metamorfosis. De una chama very nice del este caraqueño a una imitadora de Yulia Timoshenko, la líder de la guarimbera Revolución Naranja de Ucrania. Veamos el cambio con más detalle. Tintori era una sifrinita linda que se distinguía por practicar un deporte muy asociado a esas características: el kitesurf, ese que consiste en deslizarse y hacer piruetas varias sobre las olas, valiéndose de un ala parecida a la de los parapentes o ícaros (Adícora, en Falcón, y El Yaque, en Margarita, son los paraísos nacionales del kitesurf, valga el dato turístico). No era una practicante eventual e, incluso, llegó a ser campeona en 2003 y promotora de la creación de una federación de la especialidad. También se fajaba en otras actividades deportivas como nadar y correr. En su performance atlética aparecen participaciones en los maratones de Caracas, Nueva York, París y Beijing. Con su físico playero y su entrenamiento intensivo, no es de extrañar que terminara en la televisión. Participó en un programa de estilo reality show de Venevisión denominado Robinson, la gran aventura, en el que los competidores debían sobrevivir a situaciones extremas. Ella resultó ser la ganadora y eso le permitió iniciar una carrera como modelo, presentadora en varias plantas de tele-

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visión y locutora en las emisoras La Mega, Hot 94 y Ateneo 100.7. Curiosamente, no tuvo participación como actriz de telenovelas, lo que demuestra que los expertos en casting estaban un poco dormidos, ya que la chica hubiese sido un exitazo, si se consideran las dotes histriónicas que últimamente ha mostrado. Aparte de su actividad deportiva y de su incursión en la farándula, llevaba una vida más bien normal. Graduada en la Universidad Católica Andrés Bello en la especialidad de Educación Preescolar, hizo luego un postgrado en Comunicación Política en la Universidad Central de Venezuela. Participaba en iniciativas loables, como las que adelanta una fundación que atiende a los niños sordo-ciegos y en otra que atiende a las víctimas de la violencia de género.

El verdadero cambio en la vida pública de Tintori se produjo a finales de 2013 y comienzos de 2014, cuando López ordenó al ala pirómana de la oposición entrar en modo de violencia “hasta que salgan quienes hoy están gobernando”. El ala pirómana le obedeció y se inició la locura colectiva. El líder de la revuelta fue detenido mediante una operación que contó con el consentimiento de sus familiares, incluida la mujer —aunque luego lo ha negado—, pues su muerte había sido planificada por factores de la misma oposición, como detonante de una desestabilización total. Y allí comenzó la nueva fase de Tintori, una en la que, como ya se ha dicho, ha hecho “cualquier cosa” para sacar a su esposo de prisión y, a la vez, para derrocar al gobierno constitucional.

En esta nueva fase, la mediática internacional la cataloga como una “activista de derechos humanos” que peregrina por el mundo clamando por apoyo para su reo, al que toda la derecha mundial llama “preso político”. Para ello, administra muy bien su cara de niña de colegio de monjas y se lanza discursos acerca de la libertad y la justicia. Ese rol es como sal arrojada a las heridas de los familiares de las víctimas de la escalada de violencia de 2014, es La alta sociedad comentó el enlace con las reservas típicas de una élite. decir, de la fallida operación de derrocamiento del gobierno de No se llegó a los extremos de los melodramas en los que el galán de Nicolás Maduro, encabezada por el marido de Tintori. la familia se casa con la muchacha de servicio y, en consecuencia, lo desheredan, pero resultaba obvio que a esta dama —pese a ser catirita “Tu esposo está vivo y el mío no. Tu esposo incitó la violencia y y tal— le faltaba linaje. No es de los “amos del valle”, sino la hija de un por eso el mío está muerto”, le dijo, cara a cara, la teniente Yendry señor argentino y una señora venezolana. “A doña Antonieta todavía Velásquez, viuda del capitán de la Guardia Nacional Bolivariana se le nota cuando la mira”, dice Marifer Popof, personaje conocedor Ramzor Bracho, asesinado por un francotirador cuando intentade los intríngulis del jet set, y que a veces adopta la personalidad de la ba auxiliar a un compañero, en medio de una guarimba en una humorista Carola Chávez. Se refiere Popof a la madre de López, Anto- zona de clase media alta de Valencia. nieta Mendoza de López, una auténtica dama de alta cuna. Las Víctimas de la Guarimba y el Golpe Continuado han sido La clase media, en tanto, deliró con el acontecimiento porque tuvo la piedra en el zapato de esta heroína del escualidismo extremo. algo de la boda de la Barbie con Ken, es decir, que estaba en la Recientemente le arruinaron el numerito que quiso montar en carga genética cultural de mucha gente de El Cafetal, de Terrazas la Asamblea Nacional, a propósito de la presentación de la Ley del Ávila, del propio Chacao y hasta de algunos desenfocados de de Amnistía y Reconciliación Nacional. Molesta por eso, Tintori se atrevió a decir que a los familiares de las personas muertas La Pastora y Caricuao. “les pagan por llorar”. También ha tenido los bríos de acusar, de En los primeros seis años de matrimonio, su actividad fue de buena manera absolutamente irresponsable, al director de la cárcel de esposa y consistió principalmente en traer al mundo a Manuela Rafae- Ramo Verde y al personal de custodia de vejaciones y maltratos la y a Leopoldo Santiago, los dos hijos que hasta ahora tiene la pareja. que —luego se ha demostrado— fueron fruto de la imaginación También fue un factor importante para que López se diferenciase de retorcida de la pareja. Con esas actitudes probó que no solo es caotros dirigentes de la derecha venezolana que le habían dado a sus or- paz de hacer cualquier cosa, sino también de decirla, incluyendo las más terribles monstruosidades. ganizaciones políticas la fama de ser clubes de solteros. En esas andaba cuando conoció, en una noche discotequera, a quien iba luego a ser su esposo, el alcalde de Chacao, Leopoldo López. Se casaron en 2007, en una ceremonia en la que ambos vistieron de blanco y que fue la hablilla de la alta sociedad y de la clase media al mismo tiempo, aunque por razones distintas.

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el menjurJe

El cimarronaje latinoamericano a través de la danza, la capoeira, el teatro, la música en vivo y el audiovisual, contará su historia a través del montaje Andares, de la Fundación Coreoarte, que se estará presentando desde el próximo viernes en el Teatro Bolívar del centro de la ciudad, en funciones de viernes y sábado a las 6:00 pm y domingos a las 4:00 pm.

El pueblo con su memoria activa, acompañando el recuerdo de Chávez en las calles

lo dijo correa “Hay una restauración conservadora articulada nacional e internacionalmente en medios de comunicación, en redes. Miren el caso contra el gobierno de Ecuador, contra el gobierno venezolano, argentino, brasileño. Miren lo que le están haciendo a Cristina (Fernández), Dilma (Rousseff) y por ahí las intenciones son privatizar Petrobras. Hay que estar muy atentos...”.

Chávez siempre El martes cierran los actos conmemorativos de los 3 años de la siembra de Chávez. Reinará la canción recia del llano venezolano, pero habrá juegos cooperativos, pinturas y lecturas. Quien lo desee, podrá llevar al Cuartel de la Montaña fotos, notas, documentos, audios, videos y objetos autografiados, para que sean digitalizados y permanezcan en la memoria de los tiempos.

«

una historia cimarrón

Huele a Caracas «

Que el Eje del Buen Vivir, reabierto en septiembre del año pasado, permanezca cerrado sin explicación desde enero de 2016

La obra de teatro infantil La pluma mágica llega a su última función hoy a las 4 de la tarde en la Sala 1 de la Fundación Celarg, en Altamira. La obra rinde tributo al género musical narrando la historia de un espantapájaros que se arma de valor para rescatar a una muchacha y tres huérfanos de las garras de un villano muy malvado, al compás de música tan variada que incluye charleston, swing, rock and roll, salsa y joropo.

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CIUDAD

MUCHO CAOBO PA’ HUELÉ En el parque Los Caobos abundan los olores. El primero: el verde, olor a siembra, a esperanza. De ruta peatonal a ciclovía, de espacio de tolerancia a vivero urbano, se disfruta de todas las maneras POR Marlon zambrano • @marlonzambrano FOTOGRAFÍAs enrique hernández

Una pesadilla cinematográfica: el perro sale del fondo de una hojarasca polvorienta y en la medida en que se acerca, se va transformando en una fiera gigante de ocho patas y tres cabezas, que te lanza ladridos salivosos a centímetros del rostro mientras, paralizado, tratas de hacer un gesto huidizo que nunca se concreta. La bestia asesina es del tamaño de un mamut y tiene el rostro cuarteado, alas de ángel caído y la aspereza de un efebo. Te despiertas. Estás en Los Caobos. Te das cuenta: apenas un Pincher con voz de pito que se le escapó al dueño y nos lanza chillidos nerviosos al fotógrafo, que se lleva la peor parte, y a mí, que me escudo a sus espaldas. El dueño sale del fondo también, con sus licras de trotar, y se lleva a la “fiera” entre regaños complacientes.

taura Justina, La otra mejilla, Teresa de la Parra, el Elefante de la suerte con su elegancia dorada. Chasquidos de hojas que caen en cámara lenta, los motores roñosos que rebotan desde la avenida Francisco Fajardo, rumores de fantasmas. Pero ni quejidos de cola, ni un buhonero anunciando su mercadería siquiera, agua que brota de las fuentes y regresa en clavado angular, la rendición de la tarde.

Ni se oyen ruidos, ni maltrata el sol del mediodía, ni te estorba la gente. Apenas el roce de un tamiz de hojas secas infinito, que tapiza dos largas avenidas del parque, una ciclovía, la mirada hosca de Ícaro, La Cen-

¿Pero cuánta memoria puedo tener yo de estos lugares? Los de la medianía. En cambio, Pedro Brito recuerda la altura de los cedros y los apamates, el olor del eucalipto, el aguijón de los jabillos: desde hace 40 años, su público sereno. Camina desde Ruperto Lugo cada día desde hace casi medio siglo, se detiene cerca de un espejo de agua, respira el aire de Los Caobos y le exige al gaznate un Do sostenido o un falsete a lo Pedro Infante. Fue cantante, amigo de Sadel y de Porfi Jiménez (nos cuenta), pero al mundo del guateque no le vio mucho futuro, ni a la noche, ni a las mujeres. Mucho pleito, mucho desorden, decidió olvidarse de eso. 71 años y como un toro. “Una vez fui a una casa porque me gustó una mu-

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Si hubiera sido un niño, esa imagen habría marcado para siempre mi existencia en el plano subconsciente.

chacha, pero terminé enamorado de la tía... aquel problemón. Y al final descubrí que a la que le gustaba yo era a la mamá. Noooo, mi hermano, las mujeres bellas son peligrosas”. Amén, le digo. ¿A qué huele el parque? Se me ocurre preguntarle. “A Caracas”, me responde como el remate improbable de algún mal poema.

Olor a monte

No me imagino a qué olía en 1920, cuando vio la luz en medio del trazado de la vieja ciudad colonial de apenas 130 mil habitantes que se expandía hacia el este, arrasando las haciendas de café, como “La Industrial”


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en 2011 la alcaldía de caracas asumió la recuperación del parque incluyendo caminerías, módulos, instalaciones deportivas y espacios de entretenimiento infantil —

de don José Mosquera, donde se esbozó el recorrido original gracias a sus caminerías naturales empedradas de inmensos caobos, con el nombre de Parque Sucre. Quizás olía a verde profundo y nubloso mezclado con el hollín metálico del Ferrocarril Central, que partía desde Quebrada Honda, pasaba por Petare y llegaba hasta Santa Teresa y Santa Lucía en viajes infinitos a la provincia.

cias, la Casa del Artista, el bulevar Amador Bendayán, el Teatro Teresa Carreño, la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte) y el Eje del Buen Vivir (hoy, otra vez en desuso), huele a yerba, por ende, huele a tolerancia, a diversidad. A mí me ha olido así incluso de día.

Olor a lluvia

En las noches, me cuentan algunos amigos asiduos del tinglado bohemio que componen el Museo de Bellas Artes, el de Cien-

Cuando uno va de sábado con los hijos, huele a lluvia. Es como un bálsamo de la memoria que nos vuelve niños y nos empapa de recuerdos. Cada vez que Gabo y Casi me acompañan a remontar la cuesta de la semana ese día de fiesta universal que es el sábado en familia, se desata una pes-

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Hoy huele a muchas cosas, dependiendo del día y de la hora.


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te de abrazos encantados, cacería de sapos, carreras en tropel y sin sentido, regates de futbolito, salpicón de helados, piconazos de pelotica de goma, traspiés polvorientos, humus terroso, hasta que nos detenemos por horas a escudriñar los misterios del Ícaro del escultor Felipe Herrera y a desentrañar su leyenda: “Un hombre no es pájaro y debe soportar la ruindad de estar unido a la Tierra como un ángel al Cielo”. “Oigan, vale, ese es el diablo”, les grito, y se cagan de verdad, y me abrazan mientras les explico la historia del Ángel Caído y mi sospecha de que ese es un monumento al mismísimo demonio, con lo cual me aseguro quitarles el sueño y encenderles la imaginación al menos durante tres días, pese al estrépito del DS y el maldito PSP.

de las 20 hectáreas del parque, dos serán utilizadas para la siembra de rubros Cítricos y hortalizas, en un plan nacional urgente que arrancó el 28 de febrero y se extenderá por 100 días —

Es una hermandad de comeflores que comparte, hace trueques, ofrece alternativas, cocina sabroso y sin aditivos, siembra sin pesticidas, hacen la revolución agrícola, contrahegemónica y contracultural. Están contra la minería, contra el maltrato animal, contra la deforestación. Chamos de greñas largas y apiñadas, de pantalones anchos, tres números por encima de su talla, chamas empoderadas dando teta al aire libre, sin complejos, en armonía con la biosfera.

Agroecológica, que ya va por su 16ª edición y que según Mónica Pérez, una de sus organizadoras, consiste en una red de “prosumidores” (producen y consumen) que busca romper la cadena especulativa de los intermediarios que encarecen los costos de los alimentos y empobrecen cada vez más a los campesinos y campesinas. “Además, esta feria tiene como objetivo la distribución de alimentos libres de agrotóxicos, como parte de la campaña por una Venezuela libre de transgénicos, reconociendo toda la arremetida transnacional imperial que viene desarrollándose desde el mercado agroalimentario, por lo que este espacio también sirve para formar, fomentar la producción de alimentos en la ciudad y en el campo, y estimular la comprensión de la importancia de la venta directa de estos alimentos y las consecuencias que trae el contacto con los agrotóxicos que nos venden desde los paquetes tecnológicos del agronegocio”.

El primer sábado de cada mes huele a ajoporro, a cilantro, a cebollín, a pimentón, a precios justos. Huele a esperanza. Huele a Leonor Fuguet, mi querida cantautora ambientalista que huele a lirios chinos y a limón criollo. Quizás ella no lo sabe porque aún no se lo he dicho, pero se lo digo por aquí. Forman parte de la Feria Conuquera

Mi hermano Silvino Castrillo huele a conserva de cidra, a mandarina de Araira. Pertenece al colectivo Territorio Caribe y va más allá: “Nosotros producimos la materia orgánica, nuestro propio abono, nuestro propio humus, nuestros insumos de producción y podemos garantizar cien por ciento que el alimento que estás consu-

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Olor a Fuguet


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miendo es orgánico y natural. Además las personas se llevan el conocimiento de cómo producir, darle tratamiento a la semilla, modos de siembra, todo lo necesario para que puedas producir en tus espacios y volverte autosuficiente, enmarcado en los 100 días de la emergencia económica”. El primer sábado de cada mes huele a precios justos

Olor a café

Enrique está cercado por las ofertas. También es conuquero, también busca precios justos. El golpe agudo de las poderosas conchas que envuelven la semilla del caobo, que caen como bombardeo desde la corona arbolada; el canto arrullador de Fuguet con pinta de arrumaco, dos perros pequeños, un cartel sobre una reja “… somos chavistas, no estafamos, no bachaqueamos”, unos escolares del recién inaugurado Simoncito Los Caobos que pronto invadirán con imaginación la fuente que chorrea, la fuente Venezuela del catalán Ernesto Maragall con sus cinco estatuas gigantes, símbolo de las regiones geográficas del país: El Waraira, Los Andes, Los Llanos, El Orinoco y El Caribe. Un plan: de las 20 hectáreas que tiene el parque Los Caobos, dos serán utilizadas para la siembra de rubros cítricos y hortalizas, en un extenso y urgente operativo que arrancó el domingo 28 de febrero pasado y tardará 100 días para dar frutos, los buenos frutos de la tierra, como en El Junquito, en el parque Ezequiel Zamora, en los espacios comunes de los urbanismos de la Gran Misión Vivienda Venezuela, como anunció el alcalde Jorge Rodríguez.

La colección escultórica del parque es patrimonio de la ciudad

En Los Caobos desde hace rato se cosecha café y, recién, los chamos del Instituto Municipal para la Juventud sembraron naranjas. Solo esperamos las lluvias, la multiplicación de los frutos de la tierra y que estallen los olores. La producción de café en Los Caobos es centenaria Caracas, 13 de marzo de 2016.

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MÚSICA

A la hora del espeluque En el país viven 6 millones de colombianos. Con ellos sus olores, sus sabores, su música, sus bailes. Esa transferencia cultural encuentra en Petare el vértice que casi todo lo amalgama: la champeta, otra música del diablo POR marlon zambrano • @marlonzambrano / FOTOGRAFÍAs enrique hernández

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“Vete para donde los dominicanos” me dijo Alicia, una cachaca maciza que vende quemaítos de Mr Black, Sayayín, Kevin Florez, Sergio Liñán, Charles King y Eddy Jey al final del mercado de La Cuchilla, cerca de la estación del Metro. “Ahí se bebe, se baila, se jode, se conoce mujeres… y lo que salga”. Inútil sugestión si pensaba orientarme en mi búsqueda de “champeteros” para conocer sus prácticas rituales. Con “lo que salga” me abrió la caja de Pandora donde abundan las más encandiladas elucubraciones, sobre todo en ese paraíso bizarro que es Petare: buscando a los dominicanos (en Petare casi toda búsqueda es escabrosa), conseguí café, gatarina, albúmina humana, enalapril, caraotas y, con un poco de esfuerzo, hubiera hallado el unicornio azul de Silvio Rodríguez, un dragón sin fuego amarrado de una pata, una ponchera con sirenas en exhibición y el eslabón perdido de la evolución humana. Al champetero yo lo había predefinido con todos los estigmas al uso: es una tribu de la periferia, cercana al delito, lasciva y degradante. Me dijo una amiga, persignándose luego de entonar tres avemarías: “Son muy vulgares, sus canciones incitan a la violencia de pandillas y hacen apología a la mediocridad, por eso es que estamos como estamos y cada vez más muchachitos regados por ahí; cerveza, vicios, mujeres”. Confieso que se me hizo agua la boca. Me acordé de una escena de la película La lambada, el baile prohibido, que me transfirió a una escena de Rebelde sin causa con James Dean, La Revue des Revues de Josephine Baker y así hasta lo más hondo del pecado, que es cuando Eva bachaquea con manzanas y Adán se las compra al triple del precio justo de Dios. Daniel Jazz, al otro extremo de la ciudad (las alturas de Santa Cruz del Este, en Baruta), me las cantó en un tono de dancehall: “María moñito se le partió / La cama que el chagua le dio / La trajo pa’ que la arreglara / Porque soy el que la clava… serrucho, serrucho, esta noche doy serrucho”. De bolas que no es una línea de Del amor y otros demonios, pero sus orígenes tienen el mismo paisaje: la ciudad virreinal

EL ESPELUQUE es el momento en que los bailarines se descontrolan con la parte más rápida de la canción. Las parejas bailan separadas, EXHIBIENDO SU FREE STYLE —

amurallada, asediada por los piratas del Caribe, principalmente Sir Francis Drake, que fracasó en todos sus intentos por invadir Cartagena de Indias en la costa colombiana, convertida en el puerto negrero más importante de la Colonia. En sus orígenes está su encanto: la champeta constituye un acto de resistencia cultural, un capítulo del cimarronaje, la sedición corporal de las identidades y del contacto sexual. Alexander von Humboldt es más exacto: “Los esclavos ofrecidos a la venta eran jóvenes de quince a veinte años. Todas las mañanas se les distribuía aceite de coco para que se frotasen el cuerpo y dieran a su piel un negro lustroso. A cada momento se presentaban compradores que, por el estado de la dentadura, juzgaban la edad y la salud de los esclavos, abriéndoles la boca con fuerza como se hace en los mercados con los caballos”. Caracas, 13 de marzo de 2016.

Jazz, ciertamente de los Jazz del departamento de Bolívar en la costa Caribe, aclara lo que quizás pocos saben: “Turumo es como una sucursal de Cartagena en Venezuela” y deja por sentada la transferencia cultural, simbólica, anecdótica y vivencial de dos pueblos que siempre fueron lo mismo, hoy ligados por un catalizador: la champeta, música de origen africano convertida en danza urbana que se baila con furia sensual, entretiene a muchos y escandaliza a otros por su sexualidad explícita, su desenfado. Tanto en la urbe turística y blanca de Cartagena como en la ciudad formal y clase media de Caracas, la champeta es un escándalo arrabalero y una lucha contrahegemónica frente a la ciudad amurallada. Es mentira que alguien se preñe bailando, que se sepa, aunque el tongoneo libidinoso de las caderas tiene más de episodio genital que de divertimento. De la champeta africana a la criolla, de la urbana a la electrónica, desde los discos que produce el picó (la miniteca) Rey de Rocha o El Imperio, hasta los piques entre bailarines y el jamaqueo en pareja, la champeta, como género musical y hecho cultural, puede gustar como generar rechazo. En Caracas es un fenómeno del underground que por 30 años ha movilizado a los intérpretes de moda y a miles de seguidores al Brígido Iriarte, al estadio de Caucagüita y al Naciones Unidas. Además, fragua rumbas en los más intrincados vericuetos del Petare insondable casi todos los fines de semana, que muchas veces terminan con alguna víctima mortal de arma, de sexo o de amor. Es, además, un privilegio del arte y un ejercicio democrático. Y uno se pregunta, con razón: qué tendrá que ver el episodio de la historia colonial con el desnalgue de unos carajitos de cachucha y licras, al compás de un sonido machacante con cadencia marginal y maleva en los barrios caraqueños: pues la memoria ancestral, dice uno. Edición Número Ciento sesenta y nueve. Año 04. ÉPALE CCS


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MITOS

El vuelo más corto de la historia POR Ander de tejada @epaleccs ILUSTRACIÓN JESSICA MENA

El Cessna 310, matrícula YV-1019-P, albergando a sus cinco tripulantes, ubica su cuerpo hacia el final de la inmensa pista de cemento. Las entrañas le comienzan a rugir mientras, adentro, los cinco conversan lo que conversa la gente que comienza a remojar los dedos en los charcos de la política: vaya a usted a saber qué. El ruido ya lo abarca todo, las voces se dejan de oír por los atronadores no-sé-cuántos caballos de fuerza comenzando la relinchada hacia el final del concreto, y la velocidad sube, las aspas se desdibujan y se convierten en una pantalla borrosa: 50 por hora, ciento y pico, se pierde poco a poco el contacto con el suelo, los caballos de fuerza se vuelven Pegasos y el avión que guardaba dentro del tórax a Renny Otolina se enrumba en dirección al este. A él no sé si vale la pena presentarlo debido al casi absoluto conocimiento que el pueblo venezolano tiene de su identidad. Nos salvamos nosotros, los jóvenes, a quienes nunca nos especificaron sus quehaceres sino que, simplemente, nos acostumbraron a escuchar su nombre. Entonces sí, Renny, asentíamos, pero sin saber qué hacía, qué decía o qué pensaba. Él fue, entonces, y esto es solo para aquellos como yo, un presentador de televisión, considerado el número uno en Venezuela, que fungía todos los domingos a las 9 de la noche en las casa de las familias televidentes. Fue un crítico de la televisión venezolana, buscando algo así como la creación de una nueva forma de hacerla, y del gobierno de Carlos Andrés Pérez. En el año 1977 forma el Movimiento de Integridad NacioEdición Número Ciento sesenta y nueve. Año 04. ÉPALE CCS

nal (MIN) con miras a la obtención de la silla presidencial en las elecciones de 1978. Ese año, en la tarde del 16 de marzo, Renny es convencido de asistir a un evento de campaña en la isla de Margarita. En el Hotel Concorde, en la isla, lo esperan grupos para demostrarle el apoyo. Ese año, en la tarde del 16 de marzo, el clima está revoltoso y los colores rojizos, tomando en cuenta la hora, no son más que una pared oscura y gris. Son César Oropeza, Ciro Medina, Luis Duque, Carlos Olavarría y él, Renny, cruzando el concreto, oyendo a lo lejos las turbinas y los pitidos de los retrocesos. El Cessna 310 matrícula YV-1019-P se eleva y comienza a surcar el cielo. La información oficial dice que el único monstruo capaz de ser tan oportuno para siniestrar un avión en donde viaja un candidato presidencial es el clima. Pero lo cierto es que las alas de los no-sé-cuántos caballos de fuerza no recorren ni 20 kilómetros antes de deshacer toda la cuenta de sus niveles vitales a cero, mientras la pantalla borrosa comienza a trazarse de nuevo: una, dos, tres aspas. Generalmente, tras hechos como esos, a uno le toca bajar la cabeza y pensar en el futuro: quizás en 30 o 40 años se sepa. Así nos hemos quedado últimamente. ¿Habrá sido un sujeto, la naturaleza, Dios mismo? Ya van 38 años, Renny, así que quizá falten nada más dos para que se sepa.

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MIRADAS

El que inventó la ley no hizo la trampa Centenares de historias repletas de irregularidades se escuchan todos los días en las largas colas que se forman para adquirir productos en Caracas. Entonces, ¿Qué ha pasado con los mecanismos de control implementados por el Estado? POR Jessica Dos Santos Jardim • @jessidossantos / fotografías michael mata

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“… La cola está larguísima, tengo el número 10 pero ya han pasado como 50, este se coleó, el de allá tiene toda la pinta de bachaquero, la semana pasada se acabó todo justo cuando venía mi turno, estoy en esta vaina desde la 5 de la mañana y nada…”. Yo vivo a tan solo unos pasos de un conocido Farmatodo en el oeste de la ciudad. Sin embargo, trabajo en uno de los órganos vitales de la clase media caraqueña (Las Mercedes), repleto de sedes (mucho más grandes y “caché”) de esta misma cadena “farmacéutica”, así como uno que otro Locatel, Excelsior Gama, etcétera. Esto parecía, al menos al principio (año 2013) y dentro de todo el caos imperante, una buena noticia. Hasta que repentinamente empecé a visualizar desde mi ventana decenas de personas, incluyendo un par de niños, pernoctar todas las noches a las afueras de este Farmatodo “para ver qué hay” en los camiones que llegan diariamente (alrededor de las 9 de la noche) repletos de productos que a tempranas horas del día ya no existen. Semanas después y desde las 4:30 am, un panorama similar se fue imponiendo en los alrededores de la Río de Janeiro, rumbo a mi oficina, rodeada de motos de corte popular utilizadas por estos compradores para trasladarse al otro lado de la ciudad, un lado que no habitan, al que no pertenecen.

El lejano oeste

En Caracas padecemos una especie de desabastecimiento o acaparamiento diferenciado, es decir, los productos se consiguen dependiendo del sector donde usted los busque y por alguna extraña razón (para mí nada casual) en los establecimientos ubicados en las zonas privilegiadas llega todo eso que en las zonas populares nunca se asoma. Edición Número Ciento sesenta y nueve. Año 04. ÉPALE CCS

¿Quiénes y con qué intención surten los establecimientos del este de la ciudad y olvidan los sectores populares? Estos niveles de desigualdad complican aún más a las clases menos favorecidas y ocasionan una suerte de migración (a veces hasta de ciudad a ciudad) en busca de los productos. Pero así de pronto también empezamos a visualizar día tras día los mismos rostros y surge la rabia mezclada con angustia por no poder determinar quién está en la cola porque necesita llevar comida a su casa y quién lo hace para convertir la crisis en negocio, perjudicando a su propia clase (bachaqueros).

¿Falló la biometría?

En efecto, las personas que se someten a estas colas responsabilizan a estos rostros repetidos (bachaqueros) y a los dueños de los establecimientos de generar el caos. Pero, ¿cómo es esto posible, si en estos locales se mantiene el control de compra semanal por usuario según el terminal del número de cé- los 5 a los 9 o 10 mil bolívares en tan solo un par de horas diarias y alegan que también dula y con sistema biométrico incluido? “trabajan por encargo” en la búsqueda de Un sistema que verifica, se supone que de los productos. forma infalible, nuestra identidad, a través de las huellas dactilares, y que fue una de las Los bachaqueros son una de las muchas perprincipales medidas tomadas por el Estado versiones que ha traído consigo la distorsión para ponerles obstáculos a estos revende- que reina en el país. Al bachaquero lo vemos, dores que, de igual forma, siguen ofrecien- día a día, en las colas, perjudicándonos, y eso do de forma ilegal y sin contemplación los nos hace olvidar por momentos quiénes son productos a más de seis veces su precio ofi- los verdaderos y poderosos enemigos a comcial, ante la mirada cómplice o indolente de batir (así como los raspacupos que conoces las autoridades que ignoran con fuerza el te hacen olvidar que la tajada más grande se artículo 62 de la Ley Orgánica de Precios la llevaron otros peces dentro de la gran inJustos que reza: “Serán sancionados con fraestructura fugadora de dólares). hasta tres años de prisión, y multas de hasta 10 mil unidades tributarias”. El “made in” En un rápido recorrido por la avenida Baralt, el centro, la avenida Sucre, Catia y la redoma de Petare, estos personajes nos indicaron que obtienen ganancias que van de Caracas, 13 de marzo de 2016.

de la trampa

Estos personajes poseen una serie de trampas, que además son viables gracias a la reinante complicidad interna. A continuación, detallaremos las más aplicadas:


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Rostros ajenos a la esfera vecinal, ¿de dónde provienen?

Al BACHAQUERO LO VEMOS, DÍA A DÍA, EN LAS COLAS, PERJUDICÁNDONOS, Y ESO NOS HACE OLVIDAR POR MOMENTOS QUIÉNES SON LOS VERDADEROS Y PODEROSOS ENEMIGOS A COMBATIR —

Lo que escasea en los comercios del oeste, abunda en los del este

Caracas, 13 de marzo de 2016.

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16 —Las cédulas: algunos bachaqueros vulneran el sistema usurpando identidades y para eso los mandamases de las mafias distribuyen entre sus “bachacos” cédulas diariamente de modo que puedan comprar no solo todos los días sino varias veces por día. Por esta razón, cuando algunas personas van a comprar descubren que ya otro lo hizo por ellas. De hecho, tan solo el primer día de la denominada “Operación Gorgojo” se incautaron 76 cédulas de identidad laminadas en los abastos Bicentenario. Incluso, el presidente de la Asociación de Supermercados del Zulia, Andrés de Cándido, contó: “He visto personas que llegan a los establecimientos con 10 y hasta 20 documentos. Hasta residentes de la Gran Caracas aparecen comprando en Zulia”.

Bachaqueo al aire libre

—Otros papelitos: a esto se suman partidas de nacimiento e informes médicos falsos, con firma y sello húmedo incluidos. Ambos detallitos deberían llevarnos a investigar también a funcionarios del Saime y demás Registros Civiles.

¿Quién controla la venta pública de productos regulados?

—Las huellas: otros pasan por el captahuellas con su dedo índice (la primera opción que te pide el cajero), pero luego se meten en otra caja y se untan distintas sustancias en el índice para que cuando pasen por el aparato tengan problemas y puedan colocar el pulgar. Es decir, compran dos veces con la misma cédula, pero una vez con el índice y la segunda vez con el pulgar, lo cual finaliza con el registro de distintas huellas con una misma cédula de identidad. —Desconexión: algunos cajeros desconectan el sistema, ingresan el número de cédula y obvian la huella o viceversa. —Factor mixto: no todas las cadenas de tiendas tienen captahuellas, pero la gran mayoría sí utiliza la venta por semana (terminal de cédula). Entonces, una persona puede comprar en estos sitios con la cédula de otro ciudadano y comprar el mismo día o en la misma semana en un supermercado con su cédula y su huella. Por ejemplo, desde inicio de año en el mercado de Quinta Crespo solo venden productos de la canasta básica los días jueves por orden de llegada (con números, sin cédula, sin captahuellas): tres kilos de harina de maíz precocida por 100 bolívares y afuera los bachaqueros cada uno en 400.

Control biométrico o terminal de cédula

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17 —Tiempo: los trabajadores de estas cadenas señalan que “el sistema demora aproximadamente unas tres horas en reconocer la compra”, peligroso en zonas con varios establecimientos cercanos. —Luz: además se han presentado varios errores por la falta de estabilidad eléctrica que existe en algunas zonas del país con o sin fenómeno de El Niño. —Data: por último, pero para nada menos importante, debemos detallar que la data de muchos de estos establecimientos es interna, pero no está enlazada ni con el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) ni con el Consejo Nacional Electoral (CNE), los únicos que pudieran evitar la usurpación de identidad. Además, tampoco se han aplicado medidas serias ni bloqueos con aquellos usuarios que se exceden abismalmente en el número de compras de productos regulados pese a que varios estados poseen estudios del patrón de consumo de las familias por municipios y por parroquias.

Nuestro papel

En un par de oportunidades el presidente Nicolás Maduro ha anunciado arremetidas contra los bachaqueros. El diputado Diosdado Cabello también ha convocado a la gente a señalarlos y denunciarlos. Mientras, algunas autoridades regionales, como el alcalde de Puerto Cabello, Rafael Lacava, se dieron al trabajo de citar a los bachaqueros por teléfono (pues los bachaqueros también se exponen abiertamente en distintas páginas web y redes sociales), pedirles mercancía y esperarlos con un par de funcionarios listos para llevárselos presos. Por ahí también hemos visto fotos de algunos capturados limpiando las calles con letreros identificativos en sus espaldas. Pero, ¿y nosotros?, ¿qué hemos hecho nosotros? En especial quienes nos reconocemos protagonistas colectivos de una historia en construcción. Una historia repleta de sobresaltos, capítulos hilarantes, tristes o hasta violentos, con un propósito definido: la consolidación del poder comunal bajo distintas formas de organización. En las comunidades todo el mundo se conoce y cada quien sabe en qué anda cada cual. ¿Entonces?

La organización comunal tiene mucho que decir al respecto

Justo en estos días se debate la transformación de los abastos Bicentenario y la Misión Alimentación. En ese sentido, el propio Gobierno propuso que la distribución de los alimentos sea directa en las comunidades y mercados a cielo abierto controlados por el pueblo organizado. Allí puede radi-

car la pequeña diferencia entre “necesitamos que la Guardia Nacional controle a los bachaqueros” y la posibilidad de hacerlo nosotros. Sin embargo, algunos alegan que estas estructuras también están plagadas de miserias y, está bien, eso es muy probable. Entonces, el trabajo es doble.

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AUTOR: La Conjura Feminista FACEBOOK: unamujercualquiera420


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minicrónicas

Voces en el Cuartel de la Montaña Cuerdas amarillas, que simulan las gotas de una tormenta, mojan a los niños que aún no domestican su pasión por emparamarse bajo un aguacero, aunque sea seco. Trozos de papeles blancos, como nubarrones, están suspendidos en las cuerdas. Cada quien llega, se sienta a una mesa, toma un lapicero, le escribe algo a Chávez y con un imperdible engancha su mensaje con destino en las cabuyas.

de la Montaña. “En el sueño estaba con mis amiguitos del salón”, continúa diciéndole la pequeña, cuya voz se funde con el sonido del oleaje sin mar de las banderas golpeadas por el viento. Aunque es la primera vez que vienen a visitar a Chávez, la niña ya caminó estos pasillos lustrosos, ya vio la llama de cabellos de oro, que nunca se apaga, y ya se dejó abrazar por la montaña que nos custodia. Se puede estar sin estar.

FOTO nathali gómez

Entre las líneas amarillas que caen perpendi** culares sobre las cabezas de niños, una de las notas es movida por el viento. —Tengo hambre, dice un muchacho de unos veinte años. “Tu fuite quien me cambio. Chavez corazón de mi patria”. —Yo traje mi comidita, le responde una abuela que está sentada en el piso descansando. Yo, que describo todo esto, leo y le creo. —Yo no pude hacerla. Vengo de Portugue** sa. Salí de clases, después me fui a trabajar. Cuando terminé, pensé: no me puedo ir así, “Soñé que había estado aquí”, le dice una tengo que ver a mi Comandante, y me vine niña a su mamá, mientras esperan su turno así mismo. Voy a ver qué me como por ahí. para comenzar el recorrido por el Cuartel Tengo hambre.

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Caracas, 13 de marzo de 2016.

** Una mujer mayor se sienta, se rasca la cabeza, agarra un bolígrafo, suspira y busca con la mirada a alguien imaginario. Exhala ruidosamente y deja escapar un hilo de voz tan fino que se pierde rápidamente por el patio del Cuartel. Vuelve a tomar el lapicero, lo acerca a un trozo de papel, intenta escribir y no le sale nada. En medio de su angustia, el susurro previo se hace palabra. —Ay, no sé qué escribir. ¿Qué pongo? Una muchacha que está a su lado le dice: “Escriba lo que quiera, señora. Es para Chávez”. La mujer vuelve a tomar el bolígrafo, escribe un par de palabras y se queda paralizada. La escena se repite otras veces más hasta que llega un chamo de unos doce años y le dice: —Escriba lo que le salga del alma, señora. Por NATHALI GÓMEZ moscoso


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ENTREVISTA

El hombre que habla con las plantas Le dicen “El botánico”. Cada día se le puede ver hablando de las propiedades de las plantas en el centro histórico de Caracas. Esparce sus conocimientos como semillas en la tierra para liberar a muchos de la esclavitud de los fármacos POR Nathali Gómez Moscoso • @laespergesia / Fotografías mICHAEL MATA

Caracas, 13 de marzo de 2016.

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Rubén Darío, cuando habla, abanica sus brazos como si fuesen hojas de una palmera una tarde con brisa. Es mediodía, los rayos del sol caen sobre lo que queda de su sombrero, hecho con conchas de plátano. Más de 20 personas, sentadas a lo largo de una de las bancas de la Plaza Bolívar, lo escuchan. Cierra los ojos, como buscando su raíz, y habla de las propiedades de sus hermanas, las plantas. Este juglar yerbero cuenta que nació en San José de Guaribe, estado Guárico, en 1946, y que es “botánico natural, médico sin estudios, por los dones y la gracia de Dios”. Una señora se para, le da un récipe y espera a que le indique el tratamiento. Él reflexiona unos segundos, luego suelta, como si fuera un trabalenguas, lo que debe consumir para tratar su enfermedad. Casi todos los días está, de 9:30 a 12:00 del mediodía, en frente de la Catedral, en la Plaza Bolívar. A su alrededor la gente habla de remedios caseros, de propiedades de las plantas y de enfermedades. Rubén Darío esparce su conocimiento como el viento a las hojas secas. “Mi vocación viene por herencia. Mi abuelo era un hombre que sabía todo lo del campo: era cazador, domador de bestias, conocía los secretos de la naturaleza; él me iba enseñando los nombres de cada planta, cómo se tomaba y se maceraba. Todo sin letras, así aprendí los remedios caseros de nuestros antepasados”. En el nombre de Rubén Darío, que se apellida Campos, ya estaba escrito lo que haría por el resto de su vida. Llevar la sabiduría de la tierra, del campo, a los hombres. “Tuve la osadía de seguir el ejemplo de mi abuelito, que duró hasta los 135 años; nunca fue médico, pero curaba a la gente con su naturaleza, por su amor, sin cobrar”. Recuerda que cuando tenía 12 años, su abuelo lo llevaba a “montear” al conuco. “Él Edición Número Ciento sesenta y nueve. Año 04. ÉPALE CCS

“También debería tener en la casa el jengibre. Es fácil de sembrar, es como una yuquita, usted lo mete en la tierra y enseguida se da. Esta planta tiene estimulantes, es buena para la gripe, la tos seca, la neumonía, el asma, las amígdalas infectadas, la gingivitis, los gases, el metabolismo” —

hablaba con las plantas, con los animales, me explicaba sus virtudes para que yo las conociera”. Dice que nunca le reveló qué era lo que decía, solo le pedía que viera su ejemplo para que “cuando estuviera viejo” pudiera hacer lo mismo y ponerlo en práctica.

a trabajar como vendedor de periódicos; después estudiaba en la tarde, y saqué hasta sexto grado”. Nueve años luego de su llegada a la capital, desfiló en Los Próceres. “Me fui al cuartel porque era obligatorio, serví entre el año 67 y 68, estuve en la Infantería de Marina. Salí de cabo primero en el 69, cuando Caldera”. Rubén Darío, tal como lo haría el poeta nicaragüense, habla de sus amores. Sin embargo, no lo hace desde la exaltación del sentimiento sino desde la lucidez de sus casi setenta años. “No tenía experiencia, lo que hice fue perder la juventud”. Después todo ese tiempo en Caracas volvió a su tierra. “Como soy del monte, volví al monte, allá me sentía más relajado”. Viajó por varios estados del país y puso en práctica los conocimientos milenarios de su abuelo.

Hierbas para su casa

Rubén Darío, conocedor de los secretos de las plantas, dice que es fácil sembrarlas en la casa, incluso en la ciudad. “Se pueden hacer policultivos, huertas de plantas frutales, ornamentales y medicinales. Lo puede tener en su casa como un médico natural con remedios indispensables para cualquier tratamiento preventivo”.

En el huerto familiar considera que no debe faltar el mapurite, que se consigue de manera silvestre en cualquier parte. “Es un anticoagulante, anticancerígeno, regula el sistema celular, es antioxidante, ataca las infecciones...”. Su verbo, como metralleta, dispara muchas más propiedades de esta —¿Qué es hablar con las hierba. La memoria de este hombre desafía plantas? —Él tomaba la planta en la mano, hacía a la de cualquier joven. conjuros, invocaba al poder de Dios y de la naturaleza. Luego la llevaba, la cocinaba, la La sábila está en su lista de imprescindibles. “Tiene 99 aplicaciones medicinales”. tomaba, se bañaba, la maceraba. Otra es el limón, “le falta una micra para Cuenta que se quedó huérfano desde muy ser veneno, tiene 120 virtudes medicinales, pequeño y que fue su abuela quien lo crió. sabiéndolo usar, no hay problema”. “Un tío me trajo a Caracas en 1960, a los 14 años. Me puse a estudiar por mi cuen- “También debería tener en la casa el jengita porque no sabía leer ni escribir. Empecé bre. Es fácil de sembrar, es como una yuquiCaracas, 13 de marzo de 2016.


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ta, usted lo mete en la tierra y enseguida se da. Esta planta tiene estimulantes, es buena para la gripe, la tos seca, la neumonía, el asma, las amígdalas infectadas, la gingivitis, los gases, el metabolismo. Tómelo con confianza que es un tremendo equilibrador”. Por último habla de la moringa, dice que sus semillas son blancas y que también puede plantarla usted mismo. “Es oxigenadora, equilibradora, especial para las personas de la tercera edad, es muy recomendable para la osteoporosis, la obesidad...”. “Estamos en una época de crisis, muchas personas vienen a buscar alternativas a los fármacos. Ellos vuelven porque se los pido para ver la eficiencia y los resultados positivos en un tiempo determinado. Al aplicar alternativas naturales, se alejan de la esclavitud de los químicos”.

La memoria prodigiosa

Cuando habla de una hierba, cierra los ojos, se concentra unos segundos y suelta todo lo que conoce de ella, como si estuviera en trance. En ese momento imagina que está solo en su campo, estudiando las virtudes de las plantas. “Veo la raíz, la hoja, el tallo, la comparo con otras”. “No tengo estudio, no leo libros, es sabiduría e inteligencia natural. No fumo ni tomo; me relajo en la noche, hago yoga para desintoxicarme física y moralmente, pongo a Dios en mi mente, me autoanalizo, me limpio de los chacras negativos. ¿Qué le parece?”. Cuando termina la consulta a cielo abierto, recoge un cartón donde están anotadas las principales hierbas que recomienda y sus propiedades. Le espera una jornada de limpieza que le asegura el almuerzo, porque aún no ha sido pensionado por el Seguro Social, a pesar de su edad. Luego descansa en su pensión de 300 bolívares por noche. Él es así, sencillo como un árbol. Sabiduría ancestral, alejada de “la esclavitud de los químicos” Caracas, 13 de marzo de 2016.

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Desde la Raíz

Se alquila… Por Dulce Medina @ccsdesdelaraiz

El derecho a la vivienda está establecido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Sin embargo, garantizar a la población el acceso a viviendas dignas ha sido una deuda histórica de los gobiernos en el marco del sistema capitalista. En muchas ciudades, ha sido el propio pueblo mediante la ocupación de espacios urbanos y la autoconstrucción el que ha resuelto, no precisamente en las mejores condiciones, la necesidad de vivienda. Otro mecanismo al que accede la población para conseguir una vivienda ha sido el de arrendar. Por esta vía, las familias pueden ocupar viviendas con mejores condiciones en cuanto a servicios se refiere, pero implica a su vez que parte importante de sus ingresos económicos se dirige a pagar el alquiler de un espacio que, en cualquier momento, por voluntad del propietario, pueden perder.

En Caracas existen propietarios; no dueños de uno o dos apartamentos, sino dueños de edificios enteros. Y no de un edificio o dos, sino dueños de varias decenas de edificios. Es decir, en Caracas cientos de familias pueden vivir alquiladas en apartamentos de un propietario determinado. Es bajo este esquema que, por años, miles de personas fueron desalojadas a la fuerza sin ningún tipo de protección a sus derechos, quedando despojadas de una vivienda digna. Esta realidad aún se vive en muchas ciudades del mundo, donde se impone el sistema neoliberal, y los gobiernos protegen intereses económicos y no los derechos del pueblo. Dentro del proceso revolucionario que vive nuestro país, para el año 2002 un grupo importante de familias se organizó ante la arbitrariedad de los injustos desalojos de los que eran víctimas. Nació de esa organización el Movimiento de Inquilinos. Igualmente en otros frentes de lucha, también por el acceso a la ciudad, fueron surgiendo nuevos movimientos populares, con proyectos importantes para la transformación de las relaciones sociales en la ciudad como parte de la construcción del socialismo. Estas organizaciones, hoy agrupadas en el Movimiento de Pobladores, han dado frutos importantes, incluso en el marco jurídico. Gracias a estas luchas hoy en nuestra Caracas el derecho a la ciudad y la vida NO se alquilan al neoliberalismo.

1999 Reconocimiento del Derecho a Vivienda Digna en la nueva Constitución. 2002 Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social. Incorpora prestaciones por Vivienda y Hábitat. 2005 Ley del Régimen Prestacional de Vivienda y Hábitat 2005 Ley Especial de Protección al Deudor Hipotecario de Vivienda 2006 Ley Especial de Regularización Integral de la Tenencia de la Tierra de los Asentamientos Urbanos Populares. 2008 Ley de Tierras Urbanas 2009 Programa de Transformación Integral de Barrios 2010

foto Milangela Galea

Misión Barrio Nuevo Tricolor 2011 Gran Misión Vivienda Venezuela

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Caracas, 13 de marzo de 2016.

Conquistas en Revolución

El suelo urbano y, con él, la actividad inmobiliaria y de construcción se convirtieron en el principal motor económico de las ciudades, en manos de una minoría que mercantilizó el derecho a la ciudad. Es cuando decimos que el acceso a espacios para la recreación, educación y vivienda está al alcance solo de quien pueda pagar, dejando de ser un derecho fundamental.


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SOBERANÍAS SEXUALES

POR UN 8 DE MARZO REBELDE Y FEMINISTA POR Dubraska Hernández Gutiérrez @DubraskaesLibre ILUSTRACIÓN jessica mena

De partida reconozco la importancia que tuvo para las feministas que nos precedieron la idea original de conmemorar este día, y de lo central que es para nosotras cimentar una genealogía de nuestras luchas para alzar la memoria de nuestros caminos y logros, de lo que ha costado tener lo que tenemos y de lo que queda por alcanzar. Sin embargo, cada 8 de marzo ocurre un secuestro por parte de los Estados y empresas privadas que compraron la idea y la convirtieron en lo que es hoy: una puesta en escena de los principales estereotipos sexistas, misóginos y profundamente capitalistas. ¡Basta de los 8 de marzo celebrados con mariachis, flores y bombones! No hay nada que celebrar, pero sí hay mucho por denunciar y transformar. Se lucha para erradicar la violencia como relación social, se lucha por extirpar las distintas opresiones e injusticia, esas que se producen y reproducen en el Estado, en el capitalismo, en el colonialismo, en el racismo, en el sexismo y en todas las expresiones de un patriarcado vigente. El 8 de marzo puede ser la excusa para negarnos a la humillación en lo cotidiano, para librarnos de su control sobre nuestro cuerpo y nuestra sexualidad. Para reivindicar el aborto como un derecho humano y el amor entre las mujeres como una estrategia de lucha política. ¡Las feministas queremos cambiar el mundo! Sin pedir permiso al patriarcado, ni quedarnos en sus márgenes, alzamos nuestra voz y le decimos NO a su régimen de terror. Refundamos las estrategias, nos salimos de los márgenes de lo políticamente correcto, dinamitamos el patriarcado para subvertirlo. Cada 8 de marzo es un compromiso de lucha por la vida digna y plena para las mujeres todos los días del año, todos los días de sus vidas. ¡Cuando el patriarcado es ley, la rebeldía se justifica! ¡Cuando la muerte y el miedo se imponen, el feminismo se necesita! El 8 de marzo es el ¡Día de la Rebeldía Feminista! Caracas, 13 de marzo de 2016.

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GASTRONOMÍA

PICHONES DE SIBARITA

da nino y la pasión de patrizia POR gustavo mérida @gusmerida1 FOTOGRAFÍAs enrique hernández

o ir e e sg bl ed la rie u e p p su A Im Se Calidad Precio Ambiente Atención

Empezar por el postre se justifica cuando el postre, o mejor dicho, cuando la creadora del postre, Patrizia Soffiaturo, se empeña en llamarle de un modo equívoco y este postre es una cosa que va más allá del bien y del mal. Hablamos de la inigualable torta de yogur. Resulta que no sabe a yogur, pero tiene. Fue imposible que me dijera la receta, pero el resultado tiene aquella cualidad que espero haya sentido alguna vez en su vida: uno agarra la cucharita, separa un trozo, lo muerde, siente algo similar a un orgasmo, traga, agarra la cucharita otra vez, repite los pasos y así hasta que se termina. No hay manera de parar. Es una mezcla perfecta de secretos que, en honor a la verdad, debería llamarse “Da Patrizia”. Pero ella insiste, terca y sonriente, en su fijación con el secreto del yogur.

Chela, Elide, Luigi, Doménico, la reina del yogur, Zulay y Elvia. Faltó Gerardo, el parquero

Estamos en la calle Los Abogados, en Los Chaguaramos. Es muy cerca del puente San Pedro. Una quinta impecable, blanca, en la que uno se siente bien desde la entrada. Fundado en 1948, en abril, el papá de Patrizia, el señor Doménico, le compró al señor Nino (en Italia, diminutivo de Virgilio) el restaurant luego de trabajar con él algunos años, por allá por 1975. ¿Y la mamá? Ah, la señora Elisabetta di Costantino partió hace dos años. Patrizia y Luigi, su hermano (pelean cada dos minutos, duran diez segundos molestos y se vuelven a amar) la recordaron con cariño. “Mi mamá no dejaba a nadie sin comer”, dice Luigi. “Y bajaba y formaba unos líos cuando no lo estábamos haciendo bien”, agrega Patrizia.

de minestrone. No, no, no y no. Esto no parece real. Olviden el postre (nunca lo hagan), olviden los problemas, saboreen la pasión. En esos granos hay cariño, sin duda. “A veces viene gente del interior, que estudió en la (Universidad) Central, traen a sus hijos, se sientan, prueban el minestrone y cierran los ojos”, dice Luigi. “Por aquí pasaron todos los ministros que estudiaron en la Universidad. Al principio teníamos un cuaderno y cuando les depositaban, nos pagaban”, rememora la reina de la torta de yogur. “Todo esto estaba lleno de residencias estudiantiles”. Probar el minestrone es recordar la infancia: sabe a abuela, a cariño, al escondite, a la ere. También probé un poco de La tristeza natural por el recuerdo de un sopa de rabo, cortesía de la casa: sencilla ser querido se esfuma en el plato humeante y hecha sin flojera. Edición Número Ciento sesenta y nueve. Año 04. ÉPALE CCS

Caracas, 13 de marzo de 2016.

El mediodía pasó de prisa. A las 12 y 57 pm se presenta el bullicio perfecto, el que contagia (sin griterías, sin aspavientos) y que nos alojó en el lugar exacto para entender de qué va el negocio de la restauración: un grupo de gente, unido por esa satisfacción extraña que da atender a los demás como quiere uno ser atendido y al mismo tiempo ser tu propio jefe y al mismo tiempo entender que los demás, en ese momento, solo quieren que tú les des comidas y bebidas para seguir la jornada. Todo eso en un buen ambiente, limpio, seguro, rápido; con comida sabrosa, de raciones justas y bien presentadas. Da Nino tiene su propia vajilla y los baños limpios, con jabón y papel. “Chávez comía en aquella mesa”. Volteo de prisa. “Y venía mucho”. Una mesa solitaria


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en la esquina. “Cuando era capitán”, continúa Patrizia. Ella sale, mientras esperamos que se desocupe una mesa que tenía una luz especial, como de escena de película de amor en el desenlace. El jefe es el señor Doménico. “Más nadie hace la torta de yogur”, dice, orgulloso de su hija. La señora Elvia, quien nos atendió, tiene 30 años trabajando con los Soffiaturo. Es de Ecuador: “Formé mi familia, mi hogar aquí; es difícil regresarse”. Ella llegó hace 39 años y vive en San Agustín del Norte. “¿Con qué lo quieres?”, le pregunta Elvia a una comensal, refiriéndose a un asado: “Hay arroz, tajadas, papas al horno, vegetales, acelgas, remolachas”. Trabajan de lunes a viernes de 12 del mediodía a 3 de la tarde y no aceptan cheques ni tarjetas de crédito ni cesta tickets. Por 2.500 bolívares se come un menú que incluye primer y segundo platos, sin bebidas ni postre. Solo el primer plato, 1.100 y 1.600 si es solo el segundo. Después del minestrone y un poco de la sopa de rabo, me atreví con unos polppetones que en realidad era un polpetón y no puedo pelar esa rima entre mi minestrone y el polpetón, depende cómo usted lo lea. “A mí me llevó a diciembre”, me dice Enrique, el fotógrafo, “por las alcaparras y las aceitunas”. Un polppetone es un pastel de carne. Pensando que había ganado su confianza, me levanté de la mesa, me acerqué a Patrizia y a Luigi y les enseñé el grabador. “Díganme qué lleva el polppetone, por favor”. Se miraron, me miraron, rieron y siguieron trabajando. Se rieron a carcajadas por la pretensión de una receta secreta. El picante es perfecto y lo hace el señor Doménico. También tienen que probarlo. Caracas, 13 de marzo de 2016.

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crítica y media

La Trama Cotidiana

Cinenrollos

LUCRECIA

Apuntes sobre el Oscar. No suelo ver

Al entrar, todo promete una puesta no convencional. La actriz inmóvil, acostada sobre un piso de tierra, a veces mueve los labios, musitando algo para sí. Dos gradas enfrentadas, extendidas a lo largo del espacio, albergan al público y delimitan el espacio escénico. Se produce un apagón que pretende ser total, pero una tenue luz azul sobre sus rostros delata la presencia de unos idiotas, incapaces de apagar el celular, y da al traste con el efecto. La actriz comienza un periplo con una enorme rigurosidad actoral. Desasosiego, ignorancia, violencia, ternura, arrogancia, miedo, odio, desprecio, incertidumbre, certezas, determinismos históricos, ilusiones destrozadas, sensualidad, soberbia, cortedad, asesinatos, locura, certidumbres, sensatez, muerte, atrocidad, pánico, sosiego, son elementos que junto a otros que se intuyen en la pieza o se soslayan en este escrito, componen la compleja circunstancia emocional e ideológica de Lucrecia. Inspirado en un terrible hecho acaecido en 1813 en Ocumare del Tuy, Gilberto Pinto, entrañable hombre de teatro, escribió este monólogo. El texto tiene la virtud de no ser un relator de precisiones históricas; más bien se enfoca en una concepción del mundo que valora los acontecimientos. En el marco de la Independencia y con un levantamiento popular inclemente, una adolescente, mantuana, que se cree dueña,

por derecho natural, de todos los privilegios en su sociedad, sabe y siente que los invade un orden que no respeta su abolengo. Así la deleznable violencia real, física, ejercida contra ella, se transforma en una simbolización de ese sentimiento, que cualquier miembro de la clase favorecida puede tener cualquier día de cualquier siglo, cuando considera que sus privilegios están siendo vulnerados. La puesta en escena, de Alexander Malinowski, se percibe enfocada en dos aspectos: crear una atmósfera desolada, íntima, sin esperanza. Y colocar a la actriz en una dinámica física y emocional extrema. Incluso Kevin López, que hace de cadáver, es puesto en una situación nada fácil, recibe un trato duro por parte de la actriz, al cual responde con disciplina. Su control respiratorio es notable. Valentina Garrido da cuenta de un inmenso talento y una enorme rigurosidad actoral. Sin embargo, pareciera que su trabajo descansa en el esfuerzo extremo, en dar cuenta de las exigencias de la puesta y no en la relación íntima con el personaje. Algunos fragmentos del texto son demasiado expositivos y el final no es consecuencia de los acontecimientos. Es un buen espectáculo que sorprende gratamente pero que conmueve poco. Por Rodolfo Porras

la ceremonia de entrega de los Premios de la Academia. Los encuentro aburridos, anacrónicos y la mayoría de las veces exageradamente progringos. Sin embargo, sí estoy pendiente de los premios que se otorgan a los filmes. En muchas ocasiones me pregunto, al igual que muchos de nosotros, cómo ha sido posible que tal o cual película haya ganado o por qué no lo hizo; otras veces lo hago a manera de divertimento, como si de una quiniela se tratase aunque, por supuesto, apostando a la que considero que por su calidad debía ganar. En esta ocasión, estuve más pendiente de otros detalles. Hubo una polémica previa al día de la ceremonia, en la que muchos actores condenaron la poca o nula presencia afrodescendiente en la lista de nominados. Ciertamente, en casi 90 años de existencia de estos premios, solamente 13 de ellos, entre actores y actrices, han ganado premios a la interpretación y premios honoríficos. Yo no me escandalizaría por esta situación, sabiendo que Estados Unidos es un país profundamente racista, incluso en la historia reciente. Los latinos hemos tenido más suerte, pues se han obtenido laureles importantes, siendo el mexicano Emmanuel Lubezki uno de los más exitosos, al lograr tres Oscars como director de fotografía, proeza difícil de igualar. Aun así, los latinos somos continuamente discriminados en la industria. Extrañamente se verá a uno de nuestra “raza” en papeles protagónicos, salvo honrosas excepciones. Siempre seremos “Ramón el que limpia la piscina”, o “Carlos el narcotraficante” ante los ojos yanquis y del mundo. Además, nos mezclan con los españoles en esta categoría y muchas veces ellos hacen el papel de latinos, caso de Penélope Cruz en el papel de sirvienta mexicana (Spanglish, 2004) o de Antonio Banderas como uno de los chilenos que queda atrapado en la mina, en la reciente Los 33. Pero no todo es malo. Si de chilenos hablamos, ahora han conquistado por primera vez en la historia un premio, por el corto Historia de un oso. A veces, nos queda la sensación de que la libertad de expresión de allá arriba es real. La política del palo y la zanahoria funciona a la perfección y nosotros seguiremos teniendo esa eterna relación de amor-odio con quienes nos pretenden colonizar. Mauricio Sánchez Díaz diaz.mauricio@gmail.com

Edición Número Ciento sesenta y nueve. Año 04. ÉPALE CCS

Caracas, 13 de marzo de 2016.


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NOVELA

Historias de la calle Lincoln (XXVIII) DE CARLOS NOGUERA / ilustraciones FRANKLIN ALVIáREZ

Caracas, 13 de marzo de 2016.

Edición Número Ciento sesenta y nueve. Año 04. ÉPALE CCS


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capítulo 20 LA DULCE LOCURA (IX)

(O: instrucciones para lavar un caballo) Nos había ocurrido una estimulación extraña cuando estábamos sentados en el restorán. Yo la sentí claramente mientras Graciela se agitaba entre las mesas, Mónica la sintió antes, al regresar del baño de damas: una sensación de comezón en todo el cuerpo, como si miles de insectos estuvieran escurriéndose justo debajo de la epidermis. Quise acordarme de la montaña, y reposar, pero de repente los insectos se convirtieron en abejas luminosas y comenzaron a darme vueltas y zumbarme alrededor de la cabeza; y una vaina rarísima: empecé a escuchar que el ruido del mar no era del mar que venía, sino de los punticos y me entraron unas ganas arrechísimas de cambiarme los pies por otros, la cabeza por otra, el pecho por otro, los brazos por otros, como si me estuviera olvidando de quién era. No pude acordarme más de los que estaban a mi lado, ni siquiera de Mónica, y me vino una increíble flotación, una recóndita ola de bienestar que eternizaba mi percepción: allí estaba Graciela bailando, frenética en medio de la pista improvisada, embriagada con aquellos sonidos que procedían de todos los sitios simultáneamente, arropada y saturada con aquel carnaval de colores que la rodeaba y la perseguía en cada movimiento, libre para siempre como un bosque de sedas lanzado desde un castillo, danzando ya casi sin música, con aquel increíble mar detrás y el sol agrietándolo, bajo, al fondo, y las rocas irreales, como de utilería, limitando el pozo de aceite. Una evidencia que no requería explicación, el cuerpo de Graciela contorsionándose, sin pretérito alguno, sin proyección a futuro alguno, eliminados el nacimiento y la muerte, solo restaba esa realidad inmediata, violenta y necesaria para la cual yo estaba viviendo, o tal vez era alguien dentro de mí quien lo miraba y lo relataba en voz baja, desde mi fondo, Edición Número Ciento sesenta y nueve. Año 04. ÉPALE CCS

porque yo era desde siempre un guerrero de Alejandro y alguna súbdita de la corte bailaba para nosotros y detrás rompía una ola contra las rocas y su espuma se elevaba y me llevaba viajando en un rayo de luz hacia las playas de Kenya, reclinado contra un árbol caído contemplaba entonces la danza de las adolescentes alrededor del fuego, sus cuerpos cubiertos de plumas multicolores y la noche apretada y densa alrededor de nosotros, alrededor de mí, reposando con mi lanza al lado; y luego el mesonero, con su corte al rape, hablando desde una mesa vecina, y yo alelado mirando su cráneo, y mientras lavo el caballo veo a Gengis Kan alzando a medias la abertura de su carpa, perdiéndose luego en la semipenumbra de divanes y cojines, entre sus hijos para planificar la batalla, y de pronto, ya quebrando toda la atmósfera, disolviendo el sueño, es Guaica quien se monta en el mostrador y arenga enardecido a las multitudes, y todos los colores se diluyen, y vuelve el tiempo, la duración, el espacio recobra su volumen y yo vuelvo a estar sentado a la mesa y Adriana y Elizabeth a mi lado, y Graciela bailando esta vez con un pasado, una vida, unos personajes y unas circunstancias reales que la rodean y la explican, y Henrique a la barra, soportando la sonrisa del mesonero, y Patricia retocándose el maquillaje, mirándose en el espejito de la polvera, y Guaica payaseando y Mónica a mi lado, silenciosa, sorbiendo la cerveza, y yo dentro de mi piel, Ernesto el inamovible, venezolano, loco, mortal de este domicilio para más señas. Guaica se empeñó en llevar el volante y no hubo más remedio.Graciela no tenía otra voluntad que la de él y a Mónica y a mí nos pareció demasiado trivial tener miedo. Acabábamos de habitar miles de cuerpos, de agotar miles de existencias simultáneas y sucesivas, ¿qué lugar, entonces, ocupaba la muerte?, eramos cada uno y todos los hombres, la vida no podía encarnar un sueño agotable. Caracas, 13 de marzo de 2016.

—¿Sabes, loco?— le dije a Guaica. Visité Persia con Alejandro, languidecí en una playa de Kenya, me preparé para el combate en una llanura de Mongolia. —Te felicito, amiguito, estás ganando en horas de vuelo. Yo, en cambio, todo el tiempo en un planeador mostrando el equipaje. Hablo demasiado, ya ni siquiera necesito de nada, cuando no consigo me basto, me autocurdeo, soy causa y consecuencia. A veces creo que voy a terminar en el Razzore (¿existe todavía?) o haciéndole la competencia a Henrique. Payaso o locutor —dijo Guaica, casi triste, sosteniendo el volante con un dedo, haciendo oscilar el antebrazo como si estuviera dirigiendo una orquesta y no manejando. —Tal vez sea tu vínculo —dijo Mónica, acostada sobre el asiento, boca arriba, la cabeza reposando sobre mis piernas. —¿Cuál, la máscara? —La palabra. —Es como una gran cloaca hacia afuera: en el fondo prefiero el ritmo de ustedes, callados, viajando hacia adentro. La flora interna funciona con un proceso inverso a la externa: mientras más oscura y cerrada, más fértil. Ernesto y tú tienen un prado de girasoles. —Ah no, ¿y yo?— chilló una ardillita desde el pecho de Graciela. —Tú eres la más feliz, nena. Espectadora con boleto de primera fila. —¿Crees tú, loco?— dije, repasando las circunvoluciones de las orejas de Mónica. —¿Qué? —El prado de girasoles. —Completamente, loquito.


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—Creo que exageras, Guaicaipuro— dijo la del globito —alzó las cejas, conferenciando cabeza de Mónica, desde mis piernas— tú para un público de bachillerato— me fui volviendo más extrovertido y extrovertido. por lo menos actúas. Por supuesto, para mí —y para ustedes y —¡Y eso qué! ¿Sabes? Cuando yo tenía para cualquier carajo que me conozca bien como veinte años, aunque ustedes no lo de verdad verdad— el cotorrear es, simplecrean, concebí un lugar donde la biografía mente, la ocasión que me permite inflar un de un hombre no era el recuento frío y de- globo falso que me eleva y me eleva por entallado de sus actos, sino la enumeración y cima de este lago de mierda que me cubre y explicación de sus fantasías. El pasado no que es tan difícil de ver, desde afuera. estaba constituido por hechos, sino por sueños. De eso hace dieciséis años, y dije, aun- Me extrañó aquel mea culpa súbito a desque ustedes no lo crean, porque en aquella hora, no por el contenido, en eso Guaica época yo era un tipo tan observador como había acertado, yo sabía muy bien para qué Ernesto, tan callado como tú, Mónica, más le servía la cotorra, sino por el acto mismo. introvertido incluso que Rafael, con eso No nos tenía acostumbrados a eso. Busqué les digo todo. Después con cada vueltecita los ojos de Mónica por complicidad, juntos Caracas, 13 de marzo de 2016.

miramos la silueta de Guaica, recortada su cabeza contra la ventanilla nos pareció envejecido, demasiado sazonado con amargo de angostura. —Te gusta mucho la palabrita —dije—, ¿te has dado cuenta? —¿Cuál?—“Mierda” —dije—. Te la he contado como diez veces esta mañana. —Y si cuentas la madrugada, triplicas el número. Mientras más curdo estoy, más se me sale la clase, ¿no? Sabes lo que significa. —Depresión —dijo una cabeza desde mis piernas. Edición Número Ciento sesenta y nueve. Año 04. ÉPALE CCS


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—Eso mismo. Les voy a confesar una vaina: —Eres demasiado mujer para ese carajito— en Roma, la última vez que estuve, me zum- respondió Guaica. bé desde un tercer piso. —¿Qué querías que hiciera?— dijo Móni—¡Cómo pudiste caer en esa güebonada!— ca—. Yo nunca lo animé. Se enamoró solo. lo regañé, casi; repasando imaginariamente —Lo dejaste hecho leña. el cuerpo de Guaica que caía en el vacío. —Fue lo que pensé después, con la pierna derecha enyesada y el par de muletas, en un café de Via Venetto. ¿Qué quieres? Cuando uno lo va a hacer no piensa en más nada, para mí fue como si zumbara un saco de papas. —Ahora entiendo lo de Rafael.

—No creí que lo fuera a tomar así. De una separación a un suicidio hay un trecho largo. —Ojalá. Pero si le vuelven las ganas de volar... —No será por mí, de cualquier forma tú sabes que yo me voy pronto, así que tarde o temprano hubiera tenido que acostumbrarse.

—Yo le digo a Mónica que ese tipito no la olvida. Es el amor adolescente, ahí no hay —Si no hubiera sido por ti, estaríamos aho- tu tía. ¿Y tú cómo lo sabías, loco? rita en el cementerio del este, colocándole —Vainas. una azucena. —¿Qué?

—¡Coño, sí! Pobre carajito. Un cuarto de —¿Te lo dijo él?— preguntó Mónica. hora haciendo equilibrio en el vacío y nadie —Qué carajo me lo iba a decir. Yo ni hablar le paraba ni esto. lo dejé. Lo que hice fue regañarlo, le conté —Yo ni cuenta me di— dije, tratando de lo de Roma. hacer penitencia, sin ver a Mónica—; cuando vi el gentío apelotonado fue que —Es distinto, loco— le dije, convencido de la intransferibilidad de la experiencia huvine a caer. mana y de la solemne pendejada que era —¡Y cargaba una pea como si fuera la pri- dar un consejo a un suicida despechado, mera vez que se rascara! ¡Si supieras que a al menos en las condiciones en que estaba mí el carajito me parece inteligente, pero de- Rafael en la madrugada. Se lo dije a Guaica. masiado bolsa! Le faltan por lo menos diez años de escoñetamiento intenso para que —Tal vez —respondió—. Pero tú tampoco pueda participar en el grupo sin sufrimien- eres imparcial: Mónica se vino contigo. to. Cuando lo agarré por detrás y lo bajé y lo tumbé hasta el suelo, le vi una cara de —No tiene nada que ver —dijo Mónica, inagradecimiento que me dio lástima. Estaba corporándose a medias para morderme la tan cagado que lo único que se le ocurrió fue barbilla—. Ocurrió. vomitar. ¡Y en manos de quién fue a caer!— dijo Guaica, virando la cabeza, alzándola por —Bueno —dijo Guaica bostezando: encima del espaldar del asiento delantero bueeeenoooo...—. Es el primer coñacito de para ver a Mónica, todavía tendida atrás, so- la serie, ya era tiempo de que comenzara. bre mis piernas. El sol había levantado hasta hacerse intolerable a la pupila, me sentí sudado, empantana—¿Por qué me ves?— fue lo que dijo. Edición Número Ciento sesenta y nueve. Año 04. ÉPALE CCS

Caracas, 13 de marzo de 2016.

do y despreciable, pero el olor del salitre me revivía; solo los ojos estaban como sueltos, jugando libres en el fondo de las cuencas. Me miré en el retrovisor. Dije que verga, que tenía los ojos como un dos de oro, que me dieran unos lentes, una cabeza nueva, Patricia es la que tiene, carga el neceser lleno de anteojos, allá vamos, dijo Guaica, porque el carro de Henrique nos había adelantado y ya casi lo perdíamos y Guaica que pisa la chancleta y el Mustang que agarra la sobremarcha y Gracielita que palmea alegre ella, como una ardillita ella, en el asiento delantero, y Guaica que grita jaaayooo silver y la diligencia que pronto divisa a Henrique y compañía, y ya es que le gritamos y cuadramos el carro paralelo y Gracielita saca la cabeza, su deliciosa cabellera flotando sobre la avenida, unos lentes, que si no tienen anteojos, y que señala a Patricia y dice, a Patricia, que Patricia tiene y desde el asiento trasero es Elizabeth quien menea la cadera, jodiendo, señalándose el pecho con el índice, que si era ella, no, no es contigo, y Patricia que entiende por fin la vaina de las señas y le pasa a Henrique una funda azul, y Henrique que toma el volante con la derecha y se pasa la funda para la izquierda y extiende el brazo hasta alcanzar el de Graciela, que desde nuestra diligencia es la que se estira como una silla plegable y saca medio cuerpo, y los carros que por momentos parecen chocar, pero a pesar de todo Guaica es buen chofer, el gran carajo, pienso, mirando el espectáculo desde atrás, y Graciela que de pronto se va, ¡coño!, y tengo que inclinarme también para sostenerla por las caderas y la maniobra no resulta y es Adrianita quien se ofrece desde el asiento trasero para realizar la entrega, y aquí que tenemos entonces el hermoso rostro de Adrianita, extrañamente cómica contra el viento, sonriendo, y el brazo izquierdo de Adrianita que alcanza la manita de Graciela y aquí viene la funda y todo por mí, pienso, caminata espacial, le grito a Adriana y tomo la funda y saco los lentes y me los acoplo para hacer juego, porque solo yo quedaba con los ojos desnudos y aquí me tienen al fin, protegidas mis frágiles pupilas por este par de hermosos cristales azules, listo para modelar.


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—Prepárense para el clímax— dijo Guaica.

—Te quedan bellos— me dice Mónica, desde abajo.

Una nueva colina; al fondo, encerrada en un pequeño bosque, se alzaba una enorme casa de dos plantas.

—Para ver, loco —dice Guaica, volteándose—. Sooooñados.

—No es la casa de los enanitos de Blanca Nieves— dije.

—Azules como la esperanza— le digo. —¿Cómo que te prestó los de la cuña?

Guaica aceleró, traduciendo la voluntad colectiva.

—¿Cuál cuña?

—¿Viene Henrique?— pregunté.

—La cuña que hizo con Henrique, la última. Sale con un par de bichos que le tapan la mitad de la cara, lánguida, mirando hacia la playa— dijo Guaica.

—De bola. Nos viene pisando. Una larga hondonada en forma de hamaca nos separaba de la casa.

—Te vienen a punto— dijo Mónica, que se había incorporado y se refrescaba el rostro, abriendo la ventanilla—. Precisamente ahora —señalando una legión de cúmulos que avanzaban lentos desde el este, como enormes montañas de nieve sucia.

—¡Medio chuzo!— dijo Guaica— ¿Es parte de la herencia amiguita? Graciela puso a reír a un conejito.

—Ay, qué rico, va a llover— dijo Graciela, estirando los brazos hacia afuera.

—¡Bueno!— dije aliviado—. Al menos la trayectoria estuvo máxima.

—Tu danza de la lluvia —dijo Guaica—. Ninguna atmósfera podía soportar ese movimiento, pequeña.

—Cuatro vidas y un índice —dijo Guaica, levantando el dedo índice, con el cual había llevado el volante todo el tiempo.

—Bueno, los usaremos al revés —dijo Mónica—, protegeremos a los imbéciles de nuestras miradas—. Y se sacó los lentes, grandes con cristales color lila.

—Aquí vive Manuel—. Graciela abrió la puerta y corrió hacia una pequeña casa. Cinco minutos más tarde, Manuel y una mujer, que debía ser su hija, respondían al chao de Graciela, que corría, vaporosa dentro de su maxibata multicolor entre las margaritas, las palmeras y las berberías. De alguna manera había convencido a la hija: entre los brazos le estallaba un enorme ramo de hortensias, agitado contra el cielo, ya casi gris del todo. Ahora el carro de Henrique se nos unía, y Adriana y Patricia lucieron hermosas con todas aquellas flores entre los labios.

—Vamos llegando —dijo Gracielita—. Métete a la derecha. El Ford escaló una pequeña colina y descendió por una pendiente suave. —Con cuidado, minino —gritó Graciela—, por aquí. —Supongo que trajiste la llave. —Antes de llegar hay una casita cerca, es de Manuel, el que la cuida.

Próxima semana: Capítulo 21 Caracas, 13 de marzo de 2016.

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Ramón David Sánchez Palomares

POR INDIRA CARPIO @indira_carpio

A DONDE VAS

Por Indira Carpio Olivo (Venezuela)

Nació el 7 de mayo de 1935 en Escuque, estado Trujillo. Vivió en la palabra. Murió el 4 de marzo de 2016 en Mérida, picao’ e’ culebra.

A Ramón Palomares No hay mosquitero a donde vas es el susurro de las moscas que nos mantiene vivos. De allí, los pájaros migran al norte a la médula del hielo. A donde vas se desgreña el alma y todas las calles son de piedra. De donde vienes, el viento pronuncia el nombre de los que se van: ¡Que se fuñan, los hijo e’ puya! Que los muerda el diablo, que es decir la serpiente con escamas de ají. El almendrón de la casa me manchaba los dientes a ti te manchó el pecho y las manos y el papel y fue una bestia, una hermosa bestia de quinientos años que coronó tu cabeza. Hoy te lo llevas a donde vas a recuperar el frescor. No hay sudor, tampoco reventadero de sol, hay sí una marcha constante, el repique de semana santa que corre como el arroyo seco nada más que detrás de tus oídos. Un hilo de polvo que te baña los pies, bajo el halo de un sol de agua. Una sabe que todo va mal cuando se mueren los poetas y una no le hace la maletica y es la tabla sobre la que se acuesta un peladero e’ chivo para tender el cuerpo de la palabra un cristo e’ lata cuyos huesos no alcanzan para una plegaria ni apretujados. Venimos tú y yo de un pueblo que ya no es

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PERSONAJE

Ramón David Sánchez Palomares es el sueño de un bosque andino. De su boca el viento que mece las ramas y el abrigo que arropa el pescuezo, que se hace amigo, íntimo. La geografía de sus manos llueve en la tierra seca. Nació y murió cuando no hubo luna. Y pasó su vida aullándole de dolor. El pueblo se pregunta cómo puede morir Palomares, y seguir viviendo Vargas Llosa.

HOMENAJE Ramón Palomares, sobreviviente del tiempo Por Freddy Ñáñez (Venezuela)

“[Ahora, en este instante justo al saber que el más grande de nuestros escritores se hizo eterno—, puedo decir: yo sé qué es un poema y qué es, por tanto, un poeta. Es la forma en que Ramón Palomares encarnó la vida, su modo exacto de usar las palabras, los ríos, la niebla, la autoridad amorosa con la que hablaba al sol, a los gallos, y lo que estos imaginaban ser cuando oían su nombre pasar dentro de esa melodía o cuando se taimaba todo en la hoja. Y, al saber eso, comprendo que esa parte del mundo que no se terminó de hacer: el ahí donde todo es potencia, es el lugar de los poetas. En ese más allá se han pasado haciendo la vida un deleite, una afirmación y una ofrenda. Si lo hubiese sabido 25 años atrás cuando leí dentro del maravilloso poema “El patiecito”, aquella conversación agónica entre el creador y la creatura. El apesadumbrado interrogatorio del primero, y el inquebrantable argumento del interpelado hijo, tan firme, no habría cambiado el tamaño de mi destino. La existencia comienza como una decisión.

al que la muerte mastica y ni el calor se puede abanar. Vengo de sentarme a donde vas bajo la sombra de tus ojos una ventana hecha de topias que alguna vez ardieron. Voy a Escuque cuando llueva a enseñarles a mis hijas que el verde no

Caracas, 13 de marzo de 2016.

Nadie nace vivo: la vida es un proyecto, una elección, y es vida mientras sea voluntad. Como en el poema, toda cosa y toda carencia es un potencial inagotable. Yo tenía 14 años y hasta esa lectura vivía a expensas de la duda. Luego, quise ser poeta. Ahora, hoy, en este momento, como todos los poetas de mi país, releo, digo: quiero ser Ramón Palomares.]

es simplemente uno a descorrer la neblina para encontrar tu cara bienvenida en la copa del monte, detrás de las espigas de trigo, debajo del canto del borococo. He visto una montaña llorar.


Instrucciones Comenzando por el cuadro central se sigue el sentido del laberinto, tomando como inicio de la siguiente palabra la última sílaba de la anterior

POR ANDRÉS PALACIOS

cruciverbonay@hotmail.com

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1 Indígena que fue cacique de los Taramainas y aliado de Guaicaipuro 2 Un estado de Centro América 3 Desorden, barullo 4 Comercio de mala clase 5 … Urdaneta, prócer venezolano 6 … Escobar, actriz venezolana 7 Cierto género musical del Caribe 8 Entablados movibles 9 Majadero, hombre necio y porfiado 10 Aflicción, inquietud 11 Antiguo imperio portugués en América del Sur 12 Sonido agudo que hace el aire 13 Toma de medicina que se da al enfermo cada vez 14 Norma de conducta 15 … dialéctico, el defendido por Marx y Engels 16 Ave rapaz nocturna

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17 Limitar en un punto determinado 18 Obra dramática y musical con canto y declamación 19 Molestia, fastidio 20 Ciudad del centro norte de nuestro país 21 Neuralgia del nervio ciático 22 Galleta hecha de harina y papelón 23 Relativo a la nariz 24 … Garmendia, escritor venezolano 25 Revés, espalda 26 Dícese del mamífero provisto de un solo dedo 27 Dádiva voluntaria 28 Remolino impetuoso de las aguas 29 Negación, no confesión 30 Receptáculo para líquidos 31 Talón del pie humano 32 Poner algo atravesado al sesgo

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SOLUCIÓN DEL ANTERIOR

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POR NATHALI GÓMEZ

Imaginario

@laespergesia Ilustración: L. "Razor" Balza

Minimanual para hacerse el pendejo Si ya es marzo y usted está cansado de andar con una peleadera por todas partes, este minimanual lleva su nombre. Estas recomendaciones le pueden servir para hacerse el pendejo por el tiempo que considere conveniente. Cuando crea que ya es insostenible, y que todos le andan viendo la cara de pendejo, yo habré escrito otro minimanual para neutralizar este. Hay que ser flexible. 1. La clave, querido lector, es la negación. Usted siempre dirá que no escuchó, que no estaba ahí, que no recibió ni el mensaje, ni el correo ni el guasap, y así. 2. Si quiere hacerse el pendejo, debe poner la cara de ídem. Métale al histrionismo. O pela los ojos como diciendo: “¿Yo?”, o pone cara de Bambi con gripe.

Si necesitas reguetón, dale

3. Ponga en práctica el escapismo. Si ve un conato de discusión, huya. ¡Van por usted! 4. Si no quiere evadir tanto la realidad y aún lee noticias, eso ya es suficiente para saber que le ven la cara de pendejo. 5. Cuando vaya al mercado, le digan algún precio escandaloso y usted lo pague, bienvenido, ya le vieron la cara otra vez.

TUIT DE

6. Llegue tarde a todo. Así podrá decir: “No, es que eso pasó antes de que llegara”. 7. Cuando alguien le reclame algo, ríase para ganar tiempo. Eso siempre resulta. 8. Diga siempre frases muy generales; mientras más específico sea, más oportunidades de meter la pata. 9. No culpe a los demás, pero tampoco asuma su responsabilidad. Eso siempre funciona en los ambientes laborales.

Edición Número Ciento sesenta y nueve. Año 04. ÉPALE CCS

Caracas, 13 de marzo de 2016.

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Por que la Torre El Chorro está tan abandonada

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pregunta de la semana

10. No haga contacto visual cuando alguien esté dando una instrucción. Vea el teléfono, algún periódico viejo o haga dibujitos en un cuaderno.




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