24-07-2016

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contenido 02 — 23 DE ENERO

Consejo Editorial

Luis Salgar

Jorge Rodríguez Gómez Felipe Saldivia Gustavo Borges Revilla

03 — altagracia Elías El Hage

Directora

04 — antímano Freddy Hurtado

Mercedes Chacín

Editor Jefe

05 — Candelaria Jimi Morales

Carlos Cova

DirecTORa de Arte

06 — Caricuao Milagros Salinas

Edarlys Rodríguez

COORDINADOR DE FOTOGRAFÍA

07 — catedral Guillermo Durand

Jesús Castillo

Asesor Editorial

08 — coche Sergio Cipriani

Reinaldo González

Coordinadora 2.0

Yanira Albornoz

09 — el junquito José Javier Meneses

Web y redeS

Kay Yam Hung Bárbara Baralt

10 — el paraíso Carlos Trejo Tovar

Redacción

11 — el recreo Antonio Manrique

Nathali Gómez Moscoso Gustavo Mérida Ander de Tejada Marlon Zambrano

12 — el valle Irma Godoy

Diseño

13 — caracas cenital 14 — mapa

Lisbeth Montell Óscar Hernández

Ilustrador

“centro HISTÓRICO de caracas”

Fotógrafo

17 — la pastora José Javier Sánchez

CORRECTOR

18 — la vega Gabriel de Jesús Ramírez

LOGÍSTICA

19 — macarao Andrés Eloy Crespo

Alfredo Rajoy Michael Mata

Rodolfo Castillo

Idania Bracamonte Daniela Fernández Edi Cordero

20 — san agustín Reinaldo Mijares

Colaboran en esta edición

Jessica Dos Santos, Malú Rengifo, Enrique Hernández, Carlos Hernández, Jimweruska Centeno, Franklin Alviárez. Archivo Ciudad CCS. Ilustración de portada: Óscar Hernández.

Impresión

Comercialización y Ventas: 0212-8080323/0426-5112114 Distribución: 0212-8085843 Depósito Legal: pp201202dc4166 Una publicación de la

@epaleccs

Hugo Ramos

@epaleccs

La vocería. Las voces. Los voceros. Las voceras. No es fácil ser la voz de alguien —digamos que es imposible— pero se puede ser la voz de una o de uno. Caracas tiene millones de voces. Ojalá nos escucháramos más. Nos comunicáramos más. Hablar de Caracas o sobre Caracas pudiera resultar una farsa, un fraude, una estafa, si no se asume con vivencias, con realidades, con amor. Pero si Caracas se asume como una voz propia, como un sentir, y se escriben o se comunican historias, el resultado es interesante y conmovedor. Esta edición conmueve por la diversidad de voces e interesa por la misma razón. Son las voces las que importan, son las historias las que importan. Veintidós voces que cuentan, que narran. La Caracas que somos y la que queremos ser. Los protagonistas hoy son los cronistas de Caracas. Son veintidós formas de escribir, de pensar, de vivir y de sentir. Mujeres y hombres que nos transmiten su forma de ver a Caracas. Hay crónicas amorosas, nostálgicas, históricas, literarias y periodísticas. Pedimos que en 3.000 caracteres (con espacios, que hacen unas 500 palabras) habitantes o exhabitantes de las parroquias caraqueñas del Municipio Bolivariano Libertador, escritores o no, periodistas o no, cronistas o no, escribieran lo que quisieran. Y el resultado, ya lo dijimos, es interesante y conmovedor. Interesante porque nos adentra en un cosmos, como escribió una cronista, que presenta a una ciudad viva llena de matices, llena de gente, llena de amores y de pasiones. En esta Caracas no hay espacio para el dolor porque así es como la queremos, porque así es como la soñamos. Es nuestra Caracas posible, como ese otro mundo en el que queremos vivir.

22 — san josé Iván Mejía Reyes 23 — san juan

Complejo Editorial Alfredo Maneiro Editorial Metropolis, C.A. www.epaleccs.info epale.ciudadccs@gmail.com

21 — san bernardino Martín J. Padrón

veintidós Mercedes Chacín

24 — san pedro Teresa Ovalles 25 — santa rosalía Ignacio “Totoño” Ponce 26 — santa teresa Sergio Requena 27 — sucre Pedro Delgado 28 — homenaje Nancy Yaneth Torres

FE DE ERRATA En la edición Nro. 187 del día 17-07-16, las fotografías que acompañan el texto dedicado al músico Domingo en Llamas (página 12) pertenecen a otro trabajo y fueron erróneamente asignadas. Ofrecemos excusas a nuestras lectoras y lectores. Revista Gratuita Circula los domingos con el Diario Ciudad CCS búscala de lunes a viernes en nuestra sede: esq. san jacinto, edif. gradillas “c”, piso 1, al lado de la taquilla única de servicios municipales y en la librería-Bar el techo de la ballena, edif. Gradillas “A”, planta Baja, Bulevar del Eterno Retorno


02 PARROQUIA 23 DE ENERO

emblemática y querida POR luis salgar @luissalgar / FOTOGRAFÍAs ENRIQUE HERNÁNDEZ

Llegué al 23 de Enero, urbanización La Libertad, en febrero de 1967, cuando a la casa donde vivíamos, en el barrio La Silsa, se la llevó el aguacero del mes de noviembre del año anterior. La parroquia recibió a los integrantes de mi familia, y a otras más, con los brazos abiertos.

sin razón alguna nos llevaban presos y nos golpeaban. Una vez bajé con mi guitarra. No sabía tocar pero quería aprender, aunque nunca lo logré. Me senté en un banco en la entrada de la urbanización con un vecino que sí sabía. Estábamos en esos menesteres cuando vino un guardia, me llevó al Bloque 7 y, sin más, sacó la peinilla y me iba a golpear, cuando mi vecino vino con la guitarra al hombro y le preguntó por qué lo hacía:

El evento más resaltante que viví en El 23 fue el terremoto de julio del 1967, cuando Caracas cumplía 400 años. El movimiento telúrico nos puso a correr a todos. Fueron días de angustia. Dormíamos en la planta baja de los edificios, sentíamos temor de subir a los apartamentos, más aún nosotros, que vivíamos en el último piso (piso 4). Era la época de los grupos musicales foráneos, como Los Beatles y otros que llenaron con su música nuestro país. Éramos jóvenes y nos contagiamos con su estilo, nos dejamos crecer el pelo, otros se hacían su afro. Tratábamos de imitar hasta su forma de vestir.

—Porque estaba tirando piedras. —No, señor, estábamos sentados tocando guitarra. El guardia dijo: “Vete”. Una vez, cuando venía del trabajo, los muchachos de La Libertad jugaban con una escalera, dos la sujetaban y los otros se subían en ella haciendo payasadas. Ni corto ni perezoso, me subí. Cuando estaba en los últimos peldaños, fallé uno y me vine abajo. Mis manos pudie—¿Por qué se lo llevan? ron amortiguar un poco el golpe; sin embargo, —Porque tiene el cabello largo. quedé aturdido y se me salió uno de los moca—¡Que excusa más boba! —delante de los sines que cargaba puestos. Los muchachos se policías. reían de lo lindo y me preguntaban:

Había dos policías que vigilaban la zona, se les conocía como policías de punto o “de rolito”. A uno le decíamos Cisco Kid. Un día fui a la bodega del finado Ventura a hacerle un mandado a mi mamá y los policías me detuvieron, me quitaron la cédula y llamaron una patrulla para llevarme preso a la jefatura del Bloque 45. Mi mamá me dio dos bolívares y dijo: “Vaya y aféitese”. Alguien le avisó a mi mamá. Ella bajó corriendo del apartamento, se identificó como funcio- Esos quizá fueron motivos por los que jóvenaria del Ministerio de Justicia, los policías le nes como los de entonces sintiéramos cierto odio por los policías y la Guardia Nacional: dieron mi cédula y mi mamá preguntó: Edición Número Ciento ochenta y ocho. Año 04. ÉPALE CCS

Caracas, 24 de julio de 2016.

—¿Estás bien? Yo solo atinaba a decir: “el zapato, el zapato”. El 23 de Enero siempre ha sido una de las parroquias más queridas de Caracas.


PARROQUIA ALTAGRACIA

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Demoliendo el muro POR elías el hage • eelhagek@yahoo.com/ FOTOGRAFÍAs michael mata

Para un caraqueño de la parroquia Altagracia es casi un insulto cuando otro caraqueño pregunta: “¿Eres de Altagracia de Orituco?”. Y no es por presumir, pero quienes nacimos en esta parroquia sentimos el regocijo de estar geográficamente vinculados a un lugar privilegiado y tranquilo en pleno centro de Caracas. Rodeada de edificios patrimoniales, Altagracia siempre estuvo a la vanguardia de las construcciones. Aunque la tranquilidad destaca en este silencioso oasis urbano, en cada fachada retumban las consignas de aquellos maestros que protestaban frente al Ministerio de Educación por mejoras laborales y armonizan con el réquiem del Viernes Santo. Por ser vecinos del Presidente, fuimos testigos de El Caracazo, de golpes de Estado y de manifestaciones. Además, Altagracia logró albergar a un número importante de personas aquel 13 de abril, cuando los alrededores de Miraflores no daban para más.

acceso. Solo aquellos que teníamos un balcón con vista al sitio podíamos verlos. Con el paso de los años, esta laguna comenzó a secarse y los patos desaparecieron. El espacio pasó a ser asiento de vegetación, basura y escombros. Además, por más de dos décadas un águila arpía anidaba durante los úlEn el corazón de la parroquia, un espacio de timos meses del año y solo algunos éramos 14.000 metros cuadrados ubicado frente a la testigos de ese espectáculo natural. fachada lateral de la iglesia Altagracia, el quinto templo católico más antiguo del país, exis- Nadie a ciencia cierta sabía qué le deparaba, tía el Hospital Central de Emergencias de la para la ciudad, a aquel espacio considerado esquina de Salas. No conozco las razones por una joya urbana. A finales de la década de las que fue removida esa edificación, pero ese los 90 aparecieron maquinarias de consespacio fue convirtiéndose en un terreno iner- trucción. Varios sótanos de profundidad me donde una laguna comenzó a formarse por confirmaban que no se trataba de cualquier las nacientes de aguas subterráneas y el agua de construcción, hasta que al fin llegaron a la lluvia. Aprovechando este fenómeno, un veci- superficie y fue ahí donde, por primera vez no soltó unos patos que vivieron durante años en décadas, aquel muro de bloques lleno de ignorados por la mayoría, amparados por un grafitis, que servía para limitar la visibilidad muro perimetral que limitaba la visibilidad y el y el acceso, fue destruido. Para los que na-

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cimos en Altagracia fue la experiencia más parecida a la demolición del Muro de Berlín. Por fin, una manzana que dábamos por abandonada ya pertenecía al entorno donde habitábamos. Así, lo que fuera un pantano comenzaba a convertirse en un espacio público para el disfrute de la ciudad. La plaza Juan Pedro López —debe su nombre al artista de la época colonial— fue inaugurada el 29 de noviembre de 1998 por el presidente Rafael Caldera, quien decidió culminar esta obra aceleradamente pues, según cuentan, era un proyecto de su primer gobierno y quiso terminarlo en su segundo período. Para la gente de Altagracia esta plaza todavía nos parece nueva, aun cuando está por cumplir 20 años. Sin embargo, rápidamente nos acostumbrarnos a su agradable y conveniente presencia.

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04 PARROQUIA ANTÍMANO

En las praderas del guaire POR Freddy Hurtado / FOTOGRAFÍAs nathalie sayago

Antímano fue conocido bajo el nombre de Cortijo de Arrayago, un pueblo cercano a Caracas encomendado al español Juan Arrayago de la Rivera para el cultivo de trigo, aunque con el tiempo también se cultivó caña de azúcar, café, aguacate y duraznos, para lo cual se trajo a indígenas guaiqueríes desde la isla de Margarita. Para la historiografía oficial, Antímano nació el 8 de mayo de 1621, pues ese día la corona española notificó a sus encomenderos que debían conformar ahí un nuevo poblado. De hecho, el primer denominado “Centro Doctrinario para Indios y Esclavos” se crea en 1668 en la actual parroquia Antímano y contaba con 521 casas y 513 pobladores. Como parroquia eclesiástica debemos acotar que el 12 de septiembre de 1807 los indígenas, los vecinos y los blancos del lugar solicitaron a las autoridades que hicieran de Antímano una parroquia independiente de La Vega, pues la población ya era numerosa y las crecientes del río Guaire impedían, a veces, la visita del cura de La Vega.

zona en el primer lugar en la obtención de frutos menores y el tercero en plantaciones de caña y café.

Además, este sector poseía una belleza geográfica innata, razón por la cual Antonio Guzmán Blanco, durante su período presidencial (1899-1908), construyó una Con el paso del tiempo las familias adine- casa que usaba como sitio de descanso y radas construyeron sus hogares en el lugar. que en la actualidad se conserva. Las mejores casas estaban en los alrededores de la Gruta de Lourdes, ubicada en el Muchas otras personalidades también tuhoy conocido barrio Altos de la Iglesia. vieron sus casas de campo en Antímano, Justamente, a finales del siglo XIX existían entre ellos los ex presidentes Raimundo cuatro grandes haciendas, lo que ubicó a la Andueza Palacios, Juan Pablo Rojas Paúl, Edición Número Ciento ochenta y ocho. Año 04. ÉPALE CCS

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Joaquín Crespo, entre otros que muchos desconocen. Por ejemplo, el conocido arquitecto de la época Luis Malaussena tuvo su casa en esta parroquia, donde actualmente funciona la escuela Andrés Bello: una bonita casona de estilo colonial con grandes patios, fuentes, caballerizas y lindas cerámicas. Hasta que llegó la industria y en los 40 se estableció en Antímano la primera planta de la cervecería Polar, seguida por la Pepsi Cola, hasta la instalación de Procter & Gamble.


PARROQUIA CANDELARIA

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la sabana de anauco POR jimi morales • jimlaboral@hotmail.com / FOTOGRAFÍAs enrique hernández

En Candelaria se celebran 82 manifestaciones tradicionales populares venezolanas, entre ellas la Virgen de la Candelaria (el 2 de febrero), La Bendición de las Candelas y Los Vasallos de la Candelaria, El Nazareno de Candelaria, la quema de Judas de Mirador y Sarría, Velorio de Cruz de Mayo en la esquina La Cruz, La Parranda de San Pedro de Sarría.

En sus orígenes, que datan de 1693, se ubicó en un paraje denominado Sabana de Anauco, que estaba en las afueras de Caracas, entre los ríos Catuche y Anauco, yendo por el Camino Real de Caracas hacia Petare. En 1708 se termina la construcción de la iglesia y el padre Gabriel Matías de Ibarra, vicario capitular de Caracas, la bendijo como la Santísima Cruz y de Nuestra Señora de la Candelaria, en honor a la Virgen. El 25 de agosto de 1750, por la Real Cédula de Fernando VI, se erige como parroquia.

Entre los patrimonios culturales figuran César Rengifo (el teatrero), Arturo Uslar Pietri (el escritor), Olga Anato (la bodeguera), Luis Alberto Rodríguez (el artesano del reciclaje) y Medarda León Uzcátegui, mejor conocida como la Maestra Chucha. Isidoro Cabrera, el último cochero de Caracas, nació entre las esquinas de Teñidero y Chimborazo.

Para 1796 se construye el puente Anauco, que permitió el paso por la Calle Real de la Candelaria hacia el Este. Candelaria es una de las parroquias más antiguas de Caracas. Con la Independencia la Calle Real de la Candelaria recibió el nombre de calle Los Bravos, porque por allí pasó el Libertador el 14 de enero de 1827, en su última estadía en Caracas, vía a la recepción que le dio el Marqués del Toro en la Quinta Anauco. Cuenta su historia con próceres luchadores de la Independencia como el capitán Juan Francisco de León, quien alza su voz de lucha contra el Imperio español para combatir los abusos y el monopolio de la Real Compañía Guipuzcoana, y Joaquina Sánchez de España, quien fue condenada a ocho años de prisión en la Casa de Misericordia, lo que es hoy Parque Carabobo. Este alzamiento, liderado por Gual y España, fue en 1797.

Francisco Narváez materializó por primera vez su estatuaria en La Candelaria, donde inició una serie de intervenciones artísticas-urbanas: la fuente Indígena en Parque Carabobo (1934); dos esculturas en madera de caoba, La Fruta y El Café, Para 1875 la Plaza de la Democracia, como para el Liceo Andrés Bello (1939); el mose conocía la plaza Candelaria, poseía una numento ecuestre de Rafael Urdaneta estatua pedestre de José Gregorio Mona- (1953); y los relieves de la Galería de Arte Nacional y el Museo de Ciencias, ambos gas, quien abolió la esclavitud en 1854. ejecutados entre 1937 y 1939. En la iglesia de La Candelaria se encuentran los restos del Dr. José Gregorio Un importante patrimonio arquitectóniHernández (El Santo de los Pobres), que co de Candelaria es el Cine Rex, art déco fueron trasladados desde el Cementerio construido en 1936. Ubicado de Teñidero a General del Sur el 23 de octubre de 1975. Chimborazo, contaba con 1.900 butacas.

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06 PARROQUIA CARICUAO

¿Sabes dónde queda? POR milagros salinas / FOTOGRAFÍAs ENRIQUE HERNÁNDEZ

La primera vez que fui a mi parroquia adoptiva, dormí varias veces en el camino. En este momento debo decirles que nací en La Pastora y nunca imaginé que llegar a esta parroquia sería la aventura en la que se ha convertido mi vida, así como la de muchos que llegamos a ella tan solo por momentos y la convertimos en el amor, en el compartir y en un para siempre. En agosto de 1987 percibí que estos espacios, fundados en abril de 1975, donde no hace falta el aire acondicionado, iban a ser mi casa. Amo mi parroquia. En ella convergen todo tipo de personas y, además, ostenta el reconocimiento de Parroquia Ecológica: en ella el verde nace donde quiera. Adicionalmente, Caricuao está llena de músicos y deportistas famosos, en nuestras fronteras y más allá de ellas. Es conocida también como la “República Independiente de Caricuao”. La belleza de Caricuao no solo está en sus personas, que en su gran mayoría forman un tejido social donde se comparte el orgullo de pisar este suelo, sino también en lo aguerrido de sus pobladores, como el cacique Caricuao, por quien lleva ese nombre, quien les da la bienvenida a quienes nos visitan a través de la Línea 2 del Metro o por la única entrada y salida hacia la autopista; única entrada que, hasta ahora, ha permitido mantener a raya a quienes vienen a nuestra localidad con malas intenciones. Los que nos visitan pueden disfrutar del skate park y el parkour, así como de sus parques Leonar-

do Ruiz Pineda, Vicente Emilio Sojo, Universal de la Paz y —el más conocido, por el cual Caricuao se llena sábados y domingos de niños— Zoológico Caricuao (aunque a muchos no nos gusta el tema de las jaulas). Hay comercios de comida rápida, donde podemos encontrar desde un tímido perro caliente normal hasta una hamburguesa con

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todo tipo de carnes que alcanza para ocho personas. Quizá lo que más se disfruta es su extenso bulevar, que va desde la entrada en la Guardia Nacional hasta la Unidad de Desarrollo 3 (seguro no sabían que UD era Unidad de Desarrollo). Cuando hablamos de UD, quizás la más pintoresca sea la UD-4, que en algún momento debió ser conocida como urbanización José Antonio Páez y esta es la razón de los nombres de sus complejos habitacionales: Bravos de Apure, Canagua, Mucurita, Curpa, Payara, Mata de la Miel, Carabobo, Vuelvan Caras, Queseras del Medio, Guasdualito y El Yagual. En este momento especial, donde se fomenta la siembra urbana, Caricuao debería volver a ser lo que era: una hacienda y estar sembrada por doquier. Tenemos dentro de Caracas el mayor espacio verde per cápita de toda la ciudad. Si bien entiendo el progreso, creo que, en el caso muy particular de este parque ecológico donde vivimos, Dios debe bendecir a nuestros gobernantes para que le den a Caricuao un trato especial, su justo valor para la vida futura de la ciudad, donde no todo puede ser una jaula de concreto. Caricuao es un espacio de paz y reunión, donde siempre hay música en cada esquina. Caricuao, en esencia, es paz, unión, respeto y tolerancia, salsa, rock y reggae, donde nos reconocemos como hermanos que formamos parte de algo en un nivel superior y donde cuidamos de nosotros mismos y de nuestra parroquia que, en resumidas cuentas, es puro amor y bendiciones.


PARROQUIA CATEDRAL

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Una historia de Leyenda POR guillermo durand • cronicaracas@gmail.com/ FOTOGRAFÍAs Michael Mata

Inicialmente la iglesia que hizo erigir el fundador de la ciudad, Diego de Losada, llevó el nombre de Santiago, tratando de cumplir con la promesa que el conquistador había empeñado al apóstol Santiago, patrón de las Españas, si intercedía para librarlo del miedo en las luchas que hubo de sostener con los temibles e irreductibles indios que dominaban el valle de los Caracas. A partir de 1637 los caraqueños exhibieron con orgullo el timbre de poseer una iglesia catedral como sinónimo de prestigio, y con tales intenciones le asignaron esa distinción a su primera iglesia parroquial.

que después se convertiría en el Panteón Nacional. En la parroquia Catedral existen también afamados espantos y aparecidos, como lo son el enano de la Catedral; el narciso de la esquina de El Conde; el fuego fatuo de El Tirano Aguirre por los lados del cerro El Calvario; los espectros del estudiante universitario Eutimio Ribas, ultimado por esbirros de la policía gomecista en la universidad, así como la del propio y temido Eustaquio Gómez, que murió baleado en la planta alta del Palacio Municipal durante los sucesos de febrero 1936, cuando reclamaba su sucesión en el poder.

Ha de suponerse que los principales hechos y sucesos históricos de la ciudad se concretaron en los ámbitos de una parroquia que fue reducida a unas 32 manzanas desde 1751, puesto que ese mismo año fueron erigidas, simultáneamente, las parroquias de Altagracia, San Pablo y Candelaria. Allí se fraguó parte de nuestra historia como, por ejemplo, el surgimiento de leyendas como la de Alonso Andrea de Ledesma cuando confrontó al pirata Amias Preston, quien saqueó e incendió la ciudad en 1595; la aparición del pintoresco loco llamado Saturnino, que predijo el primer terremoto de Caracas de 1642; la incursión libertaria que lideró Juan Francisco de León en contra del monopolio de la Compañía Guipuzcoana, tomando la ciudad en 1749; la edición del primer libro de Historia sobre la ciudad, escrito por su regidor don Joseph de Oviedo y Baños bajo el título Historia de la Conquista y Pobla-

miento de la Provincia de Caracas; los paseos matutinos del Maestro Ejecutor de la Real Justicia, es decir, el verdugo de la ciudad que escoba en mano aseaba la Plaza Mayor cuando no tenía que ajusticiar algún reo de Estado; la iniciativa del humilde albañil Domingo de Sacramento Infantes de levantar la ermita de la Santísima Trinidad a fines del siglo XVIII,

Hoy la parroquia Catedral en nada ha cambiado con respecto a la ciudad moderna, puesto que es esencialmente una entidad para el comercio. Sin embargo, la parroquia concentra entre sus ámbitos fronterizos el mayor número de vestigios o monumentos de su pasado lejano. En sus primigenias 25 manzanas comenzó la tradición de convertirse en la “ciudad de las esquinas”, como la denominó su cronista Guillermo Meneses por la ancestral costumbre de colocarles nombres para identificarlas, es decir, una suerte de catastro popular que se impuso sobre los oficiales para guiar los pasos por estas calles otrora estrechas, neblinosas y oscuras de Santiago de León de Caracas. La parroquia de Catedral es la ciudad toda, como también lo es la Plaza Bolívar el corazón de Caracas, como solía afirmar cariñosamente el recordado Carlos Eduardo Misle.

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08 PARROQUIA COCHE

una comunidad para la paz POR sergio cipriani • serjocizor@gmail.com / FOTOGRAFÍA Michael Mata

El Proyecto Coche, organización de junta de vecinos, referencia válida que representaba a todos, lo conformamos Carmen Graterol, Maya Delgado, Isabel Bonilla, Ángel Pinto, Juan José Rivero, Omar Berti, Iván García, el secretario general Jofre Iztúriz y yo como presidente. Empezó a funcionar en la comunidad Festival 67 hasta que se constituyó la Junta Parroquial.

vertida en zona militar, y La Rinconada para construir El Hipódromo. El pueblo de El Valle fue decretado parroquia por el mariscal Juan Crisóstomo Falcón el 8 de marzo de 1864.

Coche fue decretado parroquia el 16 de agosto de 1992, aunque sus promotores habían escogido el 16 de julio como Día de Coche. Cochis, en lengua de los indios tomusa, quiere decir venado. Estos animales proliferaban en la zona. De allí derivó el nombre de Coche. Maya, árbol frutal parecido al jobo, verde y amarillo al madurar, se chupa como el mamón. Había en abundancia en los cerros, pero los tumbaron para construir viviendas. La hacienda Coche, propiedad del señor Carlos Madriz, fue escenario importante para la Historia de Venezuela. El 24 de abril de 1863 Antonio Guzmán Blanco, en nombre del general Falcón, de Pedro José Rojas y de José Antonio Páez, firmó el Tratado de Paz que puso fin a la Guerra Federal. Fue considerada una de las mejores plantaciones de caña de cas agrícolas Coche, Santo Domingo y Sosa. azúcar del país y fue allí donde Páez abdicó a Las tenían hipotecadas al Banco Caracas y las traspasaron al general José María García. favor de Falcón. El dueño de las haciendas Tazón y La RincoEn los años 30 del siglo XX los señores Pedro nada, Manuel Vicente Lander Gallegos, tuvo y Carlos Mancera habían comprado las fin- que vender Tazón a la nación para ser conEdición Número Ciento ochenta y ocho. Año 04. ÉPALE CCS

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La urbanización Coronel Carlos Delgado Chalbaud fue construida en los terrenos de la antigua e histórica hacienda Coche por el Banco Obrero, bajo la dirección del arquitecto Carlos Raúl Villanueva, con fecha 15 de junio de 1949, construcción de unidad vecinal más importante que hasta el momento se había acometido: 1.525 viviendas en su primera etapa (la cual se inaugura el 24 de noviembre de 1950), distribuidas así: 250 casas obreras, 307 casas intermedias, 552 casas para clase media y 416 departamentos. Para la segunda etapa serán construidas 500 viviendas que, sumadas, harán un total de 2.025, con capacidad para 12.000 personas aproximadamente. La inversión total fue de Bs. 52.375.342,64 y fue realizada en 18 meses. Las Residencias Hipódromo fueron habitadas por los damnificados del terremoto de 1967. La urbanización La Floresta fue inaugurada el 29 de julio de 1967. Está el Conjunto AF; cada edificio tiene 80 apartamentos y nombres de árboles. Uno de los fundadores, José Gregorio Pino, vivió en el edificio La Ceiba. En 1963 se construyen las Residencias Venezuela, con nombres de los estados del país. Coche tiene todas las instalaciones que conforman una comunidad perfecta.


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PARROQUIA EL JUNQUITO

todo empezó en la laguna POR josé javier meneses • jomenob@gmail.com / FOTOGRAFÍAs enrique hernández

sobre todo estudiantes y sus familiares, junto a la laguna y frente a la casa del señor Emilio Castillo, quien tuvo la idea de sacar un gran caldero y freír trozos de carne de cochino para venderlos en platos de peltre. Le comenzó a ir bien y pronto tuvo competencia, hasta el punto que hoy en día esa manera de preparar esta carne se conoce con el nombre de cochino frito tipo Junquito.

En el lugar donde está la Plaza Bolívar del pueblo se hallaba una laguna. Esta laguna era el abrevadero de las recuas de arrieros que desde principios del siglo XX transportaban vegetales desde la hacienda El Tibrón hasta los mercados, llamados rancherías, de Mantecón en Catia, de Párate Bueno en Antímano y de Palo Grande, que estaba en un sitio aledaño a la hoy avenida San Martín. Hubo otras haciendas en nuestra región, como Sabaneta y Sagüina, pero El Tibrón fue la más importante. Mientras las bestias tomaban agua, los arrieros ajustaban los amarres. Por esta razón la laguna también era conocida como un apretadero. Estaba llena en sus entornos de una planta pequeña, de tallo verde intenso, recto y puntiagudo y en apariencia muy rígido. Alguien comentó que esa mata se llamaba junco, pero como las mulas y burritos la comían y la dejaban muy corta la gente comenzó a llamarla junquito, y el sitio comenzó a ser llamado Laguna de Junquitos. Ese nombre le quedó a una región declarada parroquia el 8 de junio de 1987. El nombre científico de esta mata es Juncus effusus y es posible hallarla aquí en parajes húmedos.

familia procedente de Barlovento, o de alguna región más oriental, residenciarse en un sitio tan frío que el agua amanecía cuajada en los aleros de las casas y, a veces, para sacarla de los pipotes había que romper la esA mediados de los años 30 llegó don Emilio carcha de la superficie. Castillo con su familia. Era un negro alto y serio que fabricó su casa cerca de la laguna. En 1938 se fundó la Escuela de Policías. Así Era un verdadero alarde de valor para una que comenzaron a pasar muchas personas,

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Hay muchos personajes relacionados con El Junquito; por ejemplo, el general Isaías Medina Angarita. En 1942, siendo Presidente de Venezuela, mandó a construir su casa de campo en el Kilómetro 22. Era un hombre amable que gustaba de salir a caminar por los alrededores con una cobija sobre los hombros, que obsequiaba a familias humildes. También regalaba algo sumamente difícil de conseguir en aquellos años en estas tierras: pescado fresco. En una ocasión, pasaba frente a su casa un hombre con varios caballos y el General le propuso que se los alquilara. El jinete, que se llamaba Jesús “Chuchú” Meneses, se extrañó mucho de que alguien quisiera alquilar caballos, pero accedió y así el General pudo pasear a sus hijos. “Chuchú” Meneses no sabía cuánto cobrar, entonces el General le dio 5 reales (2 bolívares con 50 céntimos), que era un dineral. Desde entonces, el General y otras familias volverían para alquilar caballos.

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10 PARROQUIA EL PARAÍSO

fue allí cuando empecé a correr POR carlos trejo tovar • carlostrejo1@gmail.com / FOTOGRAFÍAs jesús castillo

“Shhh… cárgalo y llévatelo... yo voy mañana para allá”. Así fue mi partida de la vieja casa rumbo a la que sería mi nueva residencia por casi 25 años. Al día siguiente me desperté en el edificio Tropical, piso 8, apartamento 30, Urb. Las Fuentes, El Paraíso. Sí, me imagino que despertarse en El Paraíso siempre debe ser bueno o, por lo menos, eso es lo que dicen. Y allí estaba. No entendía muy bien lo que pasaba, así que pregunté por mamá, que esa sí era verdad que todo lo sabía. Mi hermana, no muy atenta, me respondió: “Viene ahora”. Decidí dar un pequeño recorrido por el “apto” hasta llegar al balcón. Nunca una vista me ha impresionado más ni influenciado más mi vida: nos habíamos mudado justo al frente del Estadio Nacional Brígido Iriarte. Estuve toda la mañana sentado en el balcón mirando el estadio. Para cuando llegó mamá estaba nuevamente dormido, pero esta vez acostado en el balcón. Mi infancia y adolescencia transcurrió en El Paraíso, una parroquia que lo ofrecía todo para los que allí habitábamos. El zoológico El Pinar, con un león que por las madrugadas decembrinas se oía en casi toda la parroquia, paseo obligado de los fines de semana. La iglesia Nuestra Señora de Coromoto, con su multitud de colores justo frente a Crema Paraíso, la original, que en época de Semana Santa era el sitio preferido para reunirse a comer un helado o un perro caliente. El cine Pinar, justo frente al zoológico, tenía la particularidad de poseer balcón, lo cual, para la época, era realmente atractivo porque podías sentarte allá arriba y arruinarle la película a los que se encontraban en el patio. Estu-

dié primaria en el Grupo Escolar República del Ecuador (en la avenida San Martín, cruce con la avenida Santander), la escuela más grande que había conocido: tenía dos patios, auditorio y cuatro canchas de usos múltiples. De allí fui zonificado para ir al Liceo Aplicación, ubicado para ese entonces en la avenida Páez, justo frente al Instituto Pedagógico de Caracas. Recuerdo que estaba en primer año y se formó un zaperoco a la hora de la salida. En esa época la Policía Metropolitana no se estaba con rodeos. Pusieron un piquete de un lado de la avenida y otro del lado opuesto, es decir, no había por donde salir y nos iban apretando poco a poco. Así que tocó correr hacia el Pedagógico y subir por el barrio Las Brisas, ubicado justo detrás, hasta llegar a la Cota 905. En el trayecto los vecinos del barrio nos iban cambiando las camisas del liceo por sus camisas para que no nos “jodieran” al llegar a la Cota… finales de los 70.

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Recuerdo que a mí me dieron una camisa de rayas como las de Gualberto. Siempre estuve obsesionado con el estadio y fue en la época del liceo cuando pude acceder a él, por las remodelaciones antes de los Juegos Panamericanos (1983). Recuerdo que en el liceo había un grupo de chamos que nos tenían apilateados, así que decidimos ir al estadio a aprender a boxear para defendernos. Allí estaba el gimnasio de “Cochocho” Rengifo, entrenador de “Pantoño” Oronó. Hablamos con él e inmediatamente nos dijo: “Denle dos vueltas al estadio para que calienten y vengan para que peleen con estos muchachos, que también están empezando”. Jajaja, a mí me tocó un carajo que, seguro, me iba a dar mi primer KO antes de aprender a boxear. Así que miré mis opciones y decidí cambiar de deporte automáticamente. Fue allí cuando empecé a correr…


PARROQUIA EL RECREO

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nació en el pueblo sabana grande POR antonio manrique • acrm1937@gmail.com / FOTOGRAFÍAs jesús castillo

Nace El Recreo como parroquia con el nombre de La Inmaculada Concepción y San José del Recreo y es al presbítero José Bolet Peraza a quien se le debe la iniciativa. Por sus predios transitó el tren que se desplazaba por la llamada calle La Línea, la cual, a finales de los años 50, dio paso a la avenida Libertador, que va desde sus inicios, donde está situada la edificación de la telefónica Cantv, hasta Chacaíto. Debemos acotar que esta avenida, que hace honor a la memoria del Padre de la Patria, estaba proyectada para llegar hasta Petare, lugar donde se enlazaría con otras vías hacia los Valles del Tuy; pero como el proyecto venía de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, fue acortada por el primer presidente de la llamada etapa del Pacto de Punto Fijo, Rómulo Betancourt. En el Colegio de Ingenieros, que se encuentra precisamente en los predios de El Recreo, se pudo ver la maqueta que así lo determinaba.

Desde los tiempos de las 24 manzanas habían transcurrido más de 300 años, exactamente 303, si partimos de la fundación por Diego de Losada el 25 de julio de 1567. Siguiendo la secuencia de lo que para ese tiempo era la ciudad de Santiago de León de Caracas, diremos que se limitaba a un cuadrado que unía los ángulos de las esquinas de Cuartel Viejo, Abanico, Doctor Díaz y La Gorda; cuadrado que, a su vez, estaba dividido por cuatro calles que se orientaban de Norte a Sur, partiendo de Altagracia, Mijares, Jesuitas y Maturín; mientras que de Este a Oeste teníamos otras cuatro calles que ubicamos en las esquinas de La Pelota, La Marrón, Doctor Paúl y El Chorro. En la medida que Caracas fue estabilizándose como ciudad, urbanística y poblacionalmente, comenzaron a surgir las ordenanzas y, de hecho, las parroquias, enmarcadas con nombres al igual que las esquinas. Así tenemos que vino a ser la parroquia Candelaria la primera en estabilizarse con su identidad, poblada por los primeros isleños canarios, una vez pasada la conquista y comenzada la colonización, pues los peninsulares no se aventuraban mucho hacia estos predios. El 25 de agosto de 1750 queda establecida. Es en la primera etapa del mandato de Guzmán Blanco cuando se funda la parroquia El Recreo, nombre que sustituye al municipio Aranda, y que pasa a ser hasta el sol de hoy una de las 22 parroquias de Santiago de León

de Caracas y de las 32 que engranan la Caracas Metropolitana. Vio su luz en 1873 con el nombre de municipio Aranda, como ya mencionamos, establecida el 4 de noviembre de ese año. Tiene como asiento lo que actualmente se conoce como Sabana Grande, que no era más que un pueblo algo alejado de la parte céntrica de Caracas y que con el tiempo “ha explotado”. Actualmente constituye uno de los espacios con mayor movimiento dentro de la Gran Caracas.

En las tres décadas finales del siglo antepasado, el mismo de las guerras independentista y federal y el crecimiento del caudillismo, Caracas, como si despertara de un letargo prolongado de haciendas y fundos, comienza a proyectarse hacia el Este a través de Sabana Grande, base importante de la parroquia El Recreo, que nace formalmente el 13 de octubre de 1950. En esa proyección surge la avenida Solano en honor a Francisco Solano López, mandatario paraguayo que en 1865 enfrentó la guerra de la Triple Alianza.

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12 PARROQUIA EL VALLE

de besos y tesoros POR irma godoy • godoyrma@gmail.com / FOTOGRAFÍAs michael mata

Diego de Losada, temeroso de una emboscada, se dirige por el abra de Caricuao y llega a estas tierras un Día de Pascua de Resurrección, en los primeros de abril de 1667, para fundar Valle de La Pascua. El pueblo de El Valle fue decretado parroquia foránea en 1864 por Juan Crisóstomo Falcón. En ese momento los límites eran: desde El Rincón de El Valle, en Prado de María, Santa Mónica y Los Chaguaramos hasta Tazón y La Rinconada. Separaciones: El Rincón de El Valle se anexa a Santa Rosalía el 12 de octubre de 1875. Coche asciende a parroquia el 16 de agosto de 1992 y San Pedro el 13 de octubre de 1994. Cuando los diablitos de Valle de La Pascua bailan “La Llora” al obispo de Caracas, Antonio González Acuña, este responde: “¡Pues vamos a llorar al Valle!”. En la Calle 4 de Los Jardines de El Valle funciona la Escuela Padre Mendoza. El Presbítero Antonio Luis Mendoza se graduó de abogado en la Universidad Central de Venezuela antes de ser sacerdote. Encaró la tiranía y protestó por la inmoralidad reinante de Juan Vicente Gómez, desde el púlpito de la iglesia La Encarnación de El Valle. El domingo 17 de mayo de 1913, después de la misa, fue apresado. El dictador alardeaba de tener 72 hijos en 33 mujeres diferentes. No solo se mata con fusil sino también con la lengua: “A ese cura me lo meten preso para que se pudra en La Rotunda”.

casa con chivos, conejos, ¡gallinas en cantidad! y árboles frutales, donde actualmente está la Alcabala I de Fuerte Tiuna. Las familias Yelamo, Soto, González y su tío Diego tuvieron que desocupar para la construcción del Círculo Militar. Después de la caída de Pérez Jiménez se formaron los barrios en los altos de El Valle. En los años 60 empieza la renovación urbana, la demolición de El Valle Viejo y la construcción de viviendas multifamiliares.

rida, señora que las ayudaba a planchar en la calle Maitín, les dijo: “¡Qué bueno¡ ¡Están sacando oro de tu casa!”. Cuando fueron, les dijeron que no les tocaba nada porque habían vendido la casa.

Su papá le contó que los padrinos de bautizo de él fueron Faustino Longaray y Manuela Aragana de Longaray. Todavía guarda la tarjeta con un mediecito de plata. Compraron las haciendas de caña y construyeron casas Cecilia de Oropeza, que vivía en la calle Ba- de dos plantas que fueron demolidas para ruta, número 28, escuchaba en las noches ca- hacer apartamentos. denas y pasos de chancletas de palo. A su tía le salía un muerto que la siseaba “ssss, ssss...”. Hay un sector de los Altos de El Valle que lo Ya la tenía cansada. Le dijo que para espan- llaman La Vuelta del Beso. El nombre románEl Laguito fue lo que quedó de la inmensa la- tarlo había que decir groserías. Cuando esta- tico se debe a que hay una curva muy cerrada guna donde se bañaban Olga Margarita Gon- ban tumbando su casa, un tractor del Metro donde los yips chocan y los vecinos repiten: zález Soto y su familia, quienes vivían en una de El Valle sacó una botija con oro. Ligia Flo- “¡Se besaron dos carros en la curva!” Edición Número Ciento ochenta y ocho. Año 04. ÉPALE CCS

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Perspectiva Norte.

Perspectiva Sur. fotos michael mata

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PARROQUIA LA PASTORA

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ADN de cultura y luchas POR José Javier Sánchez • leeresentender@gmail.com / FOTOGRAFÍAs enrique hernández

Preserva el ícono de la Caracas de techos rojos: casas coloniales con patio central y corredores. Aunque afectada por la llegada del petróleo, le tocó crecer, también, como barriada en la segunda mitad del siglo XX. Entrada a Caracas y delta donde se bifurcan los ríos Catuche y Tajamar. Nace en las faldas de El Ávila, por donde baja Pacheco para abrigar a la ciudad con su memoria. Por Puerta de Caracas entraba el comercio a la ciudad. En la época de Independencia, José Félix Ribas fue degollado y su cabeza expuesta como escarmiento.

bién albergó una sala de cine. Los cineclubes Manicomio y Waraira Repano proyectaron filmes en los sectores deprimidos. En Carnaval caravanas disfrutan en la plaza de la Dimensión Latina, Tabaco y Cheo Valenzuela. Citas obligadas: Club de los Carteros, Casa Sindical, bar Las Flores, bar El Polvorín, entre otros.

En los años 70 y 80 se resistió a su desaparición cuando quisieron demolerla e imponer un desarrollo urbanístico. El Comité de Lucha contra los Desalojos y la Junta Pro Defensa organizaron a las comunidades para la defensa del patrimonio. La consigna “Si no hay vivienda, no hay Cota Mil” hizo desistir al gobierno de turno. En Amadores se cegó la vida de José Gregorio Hernández. Las misas de aguinaldos convocan a parroquianos a la plaza a patinar y compartir. En Semana Santa el Cristo es trasladado a la ca- barriadas en las canchas Tajamar, Diego de lle. El velorio de Cruz de Mayo se hace sentir y Losada e Hijos de Dios. San Juan en junio baila culo ’e puya. Cuna de músicos y artistas plásticos. El conJacinto Convit legó su genio al dar con la cura servatorio Nuestra Señora de Guadalupe y, de la lepra. La Sra. Sabina curó por años el mal en Urapal, el Museo Arturo Michelena son de ojo con hierbas y hoy la farmacia La Pasto- espacios de formación y de actividades culra ofrece tratamiento eficaz contra el asma. Los turales. En Natividad la Casa Patrimonial deportes tienen el puño de “Morocho” Hernán- muestra el trabajo de pintores como Sabina dez, la escuela de fútbol de la Universidad Ca- Flores. El cine Plaza abrió sus puertas entre tólica Santa Rosa y el baloncesto nutrido de las 1941 y 1979. La iglesia San Judas Tadeo tam-

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Desde los liceos Lino Gallardo y Agustín Aveledo se luchó por la defensa del pasaje estudiantil: pequeños héroes de educación media hicieron sentir su voz. Héctor Seijas retrata en El Spleen de Caracas pasajes históricos, personajes punibles y brinda una lectura no oficial. Kathe Castrillo le da el primer Stefania Mosca y el grupo Letras Urbanas impulsa propuestas editoriales. En Sabana del Blanco funciona Radio Norte y en Manicomio La Casa Cultural Simón Rodríguez. Catia Tv transmitió, en sus inicios, desde el Hospital de Lídice. Un galpón fue transformado en Casa de Cultura Robert Serra, espacio para el debate y la promoción cultural. Resistir el paso del tiempo con dignidad y sentido histórico, asumir los cambios sin perder la identidad han sido parte de la crónica que La Pastora reescribe desde el Mercado, el puente Carlos III, el puente El Guanábano, Torrero, El Fortín, La Toma y la quebrada de Catuche, dignos de una cuartilla. Su historia de lucha, resistencia y su espíritu inagotable la hacen irreductible, y brindan a nuestra ciudad la eterna posibilidad de reinventarse.

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18 PARROQUIA LA VEGA

el día que ya no fuimos invisibles POR gabriel de jesús ramírez • gabrieldejesusramirez@gmail.com / FOTOGRAFÍAs jesús castillo

Durante mi niñez siempre me pareció incomprensible e injusto que el Metrobús, aquel autobús tan bonito y distinto al resto, no pasara por mi casa; llegaba hasta la entrada del barrio, la redoma de La India, y seguía con dirección a Montalbán. Ahí, en esa popular redoma de Caracas, me bajaba de ese carruaje hermoso para hacer trasbordo a la tristemente célebre camionetica. Entraba a otro mundo, caótico y a veces hostil, pero que, a su vez, mostraba una cara cándida y alegre, rara combinación. Luego en mi adolescencia lo entendí todo. Entendí el porqué de esa frontera, de ese límite entre viajar en Metrobús hasta una rayita. Las vías de acceso y los medios de transporte fueron planificados y concebidos sin pensar en las periferias, en las clases bajas, en las mayorías invisibles. Había Metrobús para Montalbán pero no había para La Vega, que la superaba por mucho en densidad poblacional. Así como faltaba el Metrobús en La Vega, faltan los semáforos y los cajeros automáticos. Me parecía inconcebible que en un barrio tan grande y transitado no hubiese un solo semáforo. A la fecha de este escrito sigue sin haberlo. Bueno, pasaron los años y crecí con esa espinita de la falta de Metrobús en mi barrio. Teniendo una estación de Metro tan cerca (La Paz), sentía que el Estado, en su rol de protector y procurador del vivir bien, tenía esa deuda con todos nosotros, los vegueños. No me hablen de que Montalbán es La Vega, porque más allá de la circunstancia político-territorial, no somos el mismo

espacio. Para la mayoría de los habitantes de Montalbán, pertenecer a la parroquia La Vega es una raya. A mí no me pueden venir con cuentos porque, quizá, parte de ese amor profundo que siento por mi barrio pasa por haber estudiado primaria y secundaria en un colegio privado en Montalbán y, por ende, haber conocido ese monstruo desde cerca. Que me perdonen mis amigos de esa zona, mis buenos, pocos y eternos amigos que difícilmente leerán esto. Para los de La Vega, ser de La Vega es bello, es motivo de mucho orgullo, es sabernos nacidos en una parroquia combativa, cuna del San Juan más viejo de la ciudad, espacio de lucha del padre belga Francisco Wuytack, lugar predilecto del eterno Carlos “Tabaco”

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Quintana, barrio pionero de las Mesas Técnicas de Agua. Ya no uso Metro ni Metrobús ni camionetica. Desde hace cinco años ando en el otro vehículo de los pobres: la moto. Un día, subiendo por la calle San José, mejor conocida como “Perro Seco”, rumbo al bulevar de La Vega, un gran monstruo color vinotinto estaba en medio del tráfico, no podía ser una equivocación, mis ojos no me estaban engañando: ¡era el Metrobús que había llegado a La Vega! Fue una victoria popular, fue Chávez, fue nuestra paciencia, nuestra sabiduría. Ese pequeño gesto es saber que ya no somos tan invisibles. Ahora vamos por los semáforos.


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PARROQUIA MACARAO

un claroscuro en las afueras POR andrés eloy crespo / andreseloycrespocabeza@gamail/ fOTOGRAFÍAs Jesús castillo

Macarao, un lugar con casas que se quedaron congeladas en el tiempo colonial, habitantes que demuestran la calidez y generosidad que muchas veces se pierde en el ajetreo de la ciudad y el clima agradable que hace que más de uno se levante con una taza de café y un buen abrigo para salir a realizar su faena diaria; esto, sin contar el clima de confraternidad que se respira en la Plaza Bolívar de Macarao, un es-

pacio donde las personas mayores se disponen a rememorar su vida y disfrutar de una buena partida de dominó con amigos o alimentar a las aves que, ocasionalmente, detienen su vuelo en esta plaza rodeada de casas que evocan los tiempos primigenios de nuestra ciudad. Un recorrido más profundo nos daría paisajes tan interesantes como desconocidos. En lo alto de Kennedy tenemos un sector conocido como El Plan de Pérez Jiménez: un enorme engramado que fue pensado para construir un aeropuerto que nunca vio la luz, pero que cada habitante lo recuerda como lo que pudo ser y, por la premura de la salida del dictador, no fue. Si avanzamos por las montañas, llegamos a Los Pozos de Macarao, fuentes de agua que se pierden en los bosques escarpados que limitan entre El Junquito y la parroquia y que hay que ser muy avispado para encontrarlas y no quedar hechizado por la tranquilidad que en aquellos parajes se respira. Macarao nunca deja de sorprender a propios y extraños pero, si nos aventuramos a ir mas allá de la primera impresión, podríamos caer en la tentación de enamorarnos de parajes escondidos, pueblos perdidos en el tiempo y paisajes hermosos que con la suficiente promoción y dedicación serían lugares dignos de turismo. Así es Macarao, una suerte de claroscuro donde luces y sombras se abrazan y entrecruzan como dos enamorados, con lazos tan enredados que sería difícil definir quién resplandece más que el otro.

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Definir a Macarao como un lugar tranquilo o convulso, únicamente, es pecar por omisión, y como buen cristiano no pienso cometer ese pecado. Eso no quita que su lejanía de la ciudad y su vista hacia Caricuao, El Junquito o, incluso, nuestro cerro madre, el Waraira Repano, lo hagan un paisaje agradable al levantarse para tomar el primer fresco de la mañana. Al cruzar el puente de guerra, que separa la parroquia del resto de la ciudad, el paisaje es ajetreado: personas corriendo de un lado al otro, entre tiendas y pequeños bulevares; bajando de carros particulares o transporte masivo en la estación del Metro Las Adjuntas, ya sea para ir a su rutina diaria o regresar después de un duro día de trabajo, siendo recibidas por múltiples comerciantes informales que ofrecen chucherías, dulces y comidas a precios razonables, además de ser acompañado de jocosas frases para llamar compradores, tales como “el dinero no se come” o “el camino es largo y las uñas cortas”, entre otras dignas de la idiosincrasia del caraqueño. De aquí bajamos al pueblo de Macarao, no sin antes cruzar los nuevos urbanismos de la GMVV, que han dado un nuevo frescor a la entrada del pueblo por la calidez de su gente y la ornamentación que rodea estos titánicos edificios, centinelas inmóviles de este lugar escondido que se protege del pasar del tiempo y la voracidad de la urbe. Cruzando estos monolitos habitables llegamos al pueblo de


20 PARROQUIA SAN AGUSTÍN

plazoleta de colores POR reinaldo mijares / FOTOGRAFÍAs enrique hernández

Era un soleado sábado compartiendo entre elevar “picúas” con mi primo Carlito y corretear con la pandillita de carajitos que vivíamos en la 2da calle del cerro de La Ceiba, uno de los barrios de San Agustín del Sur, comunidad conformada en la década de los años 20 al fragor de las luchas de cientos de inmigrantes que soñaron con una mejor vida para sus hijos e hijas, gente venida del oriente del país, de los Andes y, sobre todo, de Barlovento, para trabajar construyendo la urbanización El Conde y San Agustín del Norte, y al término de dichas jornadas construir, del lado sur del río Guaire, sus casas y, así, nuestro barrio. Vivíamos en una casa de vecindad compartida con otras muchas familias. Ese sábado de junio del año 1975 mis padres, Reinaldo Miguel y Carmen Luisa, venidos muy jóvenes desde Barlovento, habían conseguido mudarse de aquella casa. Ese sábado de cervecita compartida y salsa a todo volumen mi familia, tíos incluidos, recogían y juntaban los corotos para mudarnos a un apartamento en el edificio Vulcano, ubicado en la entrada de Marín. Ya en Marín conocimos un espacio que ha marcado para bien la vida de muchos en nuestro barrio: una calle interna entre la avenida Leonardo Ruiz Pineda y las tres calles que dan subida al barrio y que todos llamamos La Plazoleta. Tomado a mediados de los 70 por un grupo de jóvenes que antes habían conformado experiencias musicales muy diversas como Los Súper Cremas, Los Gaitétricos y el grupo Pan, entre otras. Ahora, liderados por Jesús “Chu” Quintero, se organizaban alrededor de la música afro para ofrecer opciones de vida, alejadas de la

violencia, a cientos de niños, niñas y jóvenes del sector. Allí, en La Plazoleta, comenzamos a disfrutar de la “música organizativa” del barrio. Tocaban para organizarse y se organizaban para sembrar las tradiciones en nuestro imaginario. Allí, ya juntado con mis compinchitos de vida, Oswaldo y Félix, vimos por primera vez a Carlos Orta y Coreoarte bailando esa extraña danza que luego nos enamoró. Este grupo de jóvenes, en la necesidad de profundizar la experiencia musical y organizativa del barrio, crearon en el año 1977 el Grupo Folclórico y Experimental Madera y, con ello, los conciertos callejeros en La Plazoleta de El Afinque de Marín, nombre que surge cuando uno de nuestros grandes cultores, Jesús “El Pure” Blanco, explicaba “sobre cómo afinca el barrio” para ejemplificar la disciplina, constancia e ímpetu que debía tener quien quisiera ser buen músico y formarse también como buena persona. De ahí el nombre del documental de Jacobo Penzo El Afinque de Marín.

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Esta plazoleta fue testigo, el 15 de agosto de 1980, del dolor de todo un pueblo ante la tragedia del Grupo Madera. Se levantó un mural como homenaje a los compañeros de cantos y labores que ahora se está rehaciendo, junto a la realización de muchos otros, desde mayo de 2016, en el marco de una nueva experiencia organizativa llamada “Marín, Guaguancó de Colores”, ejercida por el Gabinete Cultural de San Agustín, con el apoyo de diversos colectivos muralistas y el Gobierno Bolivariano de Caracas. Esta experiencia de revitalización de espacios culturales cuenta lo que somos y con qué historias venimos. Nos sigue recordando el orgullo de ser del barrio, reafirmando que en los logros y conquistas obtenidas, pero también en los traspiés y derrotas que hemos sufrido, están las sales y sabores que seguirán impulsando las luchas de este barrio por seguir “afincando” su sonoro y colorido porvenir.


PARROQUIA SAN BERNARDINO

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la primavera violeta POR martín j. padrón • mpadronr@gmail.com / FOTOGRAFÍAs michael mata

El primer recuerdo está vinculado al asombro de contemplar una ciudad moderna en construcción. En esa imagen me encuentro al borde de un inmenso hueco, asomado al mismísimo centro de la Tierra, solo sostenido por los brazos de mi madre. Años más tarde descubriría que aquel inmenso hueco era un estacionamiento subterráneo, debajo de la plaza Candelaria, donde transcurrió mi infancia. A la pequeña pandilla juvenil de la plaza Candelaria nos encantaba los paseos a la cercana urbanización San Bernardino; disfrutábamos de un paisaje semirrural donde aparecían casas entre parcelas todavía vacías y podíamos acceder a quebradas llenas de bambúes y mangos, desde donde retornábamos a nuestros hogares con un preciado tesoro frutal. Al hacerme arquitecto, quizá por la herencia de tintas y papeles de la tipografía de mi padre, me vinculé a la actividad editorial de difusión profesional. En ese medio conozco a Heriberto González Méndez, cofundador de la Sociedad Venezolana de Arquitectos, quien me concede una entrevista para el Boletín del Colegio de Arquitectos. Heriberto me hace entonces una desconocida, y aún no valorada, revelación: a él le tocó realizar el primer diseño de la urbanización San Bernardino. Me devela Heriberto González Méndez que al llegar a Venezuela, después de estudiar arquitectura en Europa a inicios de la década de los años 30, le gustaba acompañar a su hermano, el pintor Pedro Ángel González, a la hacienda San Bernardino. Gracias a la amistad que granjearon con la familia Vollmer, la convence de la necesidad del desarrollo urbano de su

hacienda. Así, realiza el esbozo del particular trazado que hoy caracteriza a la parroquia. Ese singular diseño orgánico respondía a la accidentada topografía del sector, cruzado por quebradas, y la necesidad de mantener la presencia de tres casas de hacienda conservadas desde la colonia: la Quinta Anauco, hoy Museo de Arte Colonial; la casona El Palmar, frente a la hoy heladería Crema Paraíso; y la Casona Anauco Arriba, la estancia colonial más antigua de la ciudad.

venidos en inversores inmobiliarios, le entregaron a Rotival sus ideas para desarrollar sus haciendas y el urbanista francés incorpora en sus planes para Caracas aquel plano elaborado por Heriberto. Finalmente, el trazado definitivo de San Bernardino y el diseño de sus plazas y alamedas es encargado en 1938 al ingeniero Gustavo Marturet, responsable de incluir su variada arborización, sumando las flores de la reina que inundan las calles de color violeta cada primavera.

En los años que Heriberto realiza aquel orgánico trazado tuvo que partir de Venezuela por razones vinculadas a su activismo antigomecista. Al regresar al país, a mediados de los años 40, se percata de que sus trazos de la urbanización San Bernardino aparecen incluidos en el Plan Monumental de Caracas, mejor conocido como Plan Rotival, dado a conocer en 1939. Al parecer, los Vollmer, al igual que otros terratenientes caraqueños de-

Hoy San Bernardino conserva ese magnífico diálogo con la naturaleza que expresa su trazado originario. Quizá solo merece que la cuidemos y, por ello, espera por una acción permanente de mantenimiento y seguridad por parte de la Alcaldía de Caracas. Los parroquianos reclaman atención al espacio público, a sus bulevares, alamedas, plazas y redomas tan magistralmente concebidas en aquel plano de Heriberto González Méndez.

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22 PARROQUIA SAN JOSÉ

en las faldas del Ávila POR Iván Mejía Reyes / FOTOGRAFÍAs Enrique Hernández

No nací en Caracas. Nací en la ciudad de Maracay, capital del estado Aragua, pero solo viví un año allí. Por razones laborales mi madre decidió volver a Caracas, ciudad donde nació ella, su hermana, mi abuela y casi toda mi familia materna.

res del beisbol norteamericano. De hecho, uno de los anhelos de “Chico” fue morir en su parroquia, deseo que se cumplió el 26 de mayo de 2005, cuando se apagó su luz. En las canchas de baloncesto de la plaza se curtió deportivamente el astro venezolano Carl Allen Herrera, quien nació en Trinidad y Tobago pero creció en Venezuela hasta convertirse en el primer criollo en jugar en el baloncesto de la NBA.

A mis 3 años de edad nos mudamos a un edificio alto y blanco de la avenida Panteón, ubicado en la parroquia San José. Les hablo del año 1996, cuando aún “gobernaba” (aunque se quedaba dormido en las cadenas presidenciales) Rafael Caldera. De hecho, en la parroquia San José se encontraba una de las casas del partido socialcristiano Copei, una de las agrupaciones políticas más importantes de la historia venezolana y a la que perteneció Caldera hasta las elecciones presidenciales de 1994, cuando decidió romper relaciones con ellos y fundar su famoso “chiripero” al crear el partido que menos tiempo ha tenido que pasar para llegar a la presidencia: Convergencia. San José está delimitada de forma extraña. Sin embargo, uno se puede ubicar por puntos importantes. El hospital José María Vargas queda en la parroquia San José, la Biblioteca Nacional tiene una pequeña parte en la parroquia San José (la mayoría del edificio está ubicada en Altagracia). Si vienes subiendo por la avenida Panteón, hacia la Biblioteca Nacional, y cruzas a la derecha, vas para San José; pero si cruzas a la izquierda vas para Altagracia. Edición Número Ciento ochenta y ocho. Año 04. ÉPALE CCS

Además del deporte, en la parroquia nacieron figuras artísticas como Morella Muñoz, cantante mezzosoprano venezolana y destacada intérprete de la música criolla, con una potente voz que movía las fibras de quienes la escuchaban.

San José fue fundada en 1889 y lo primero que tuvo fue, como solía pasar, una iglesia: la iglesia parroquial San José, acompañada de una pequeña plaza que lleva el mismo nombre. Por esa plaza pasaron grandes figuras venezolanas de distinta índole. Alfonso “Chico” Carrasquel nació en la parroquia en 1928 y es recordado por haber sido el tercer venezolano en jugar en las Ligas MayoCaracas, 24 de julio de 2016.

En la parroquia San José he visto pasar el tiempo y he crecido. He visto a El Ávila incendiarse una y otra vez. Con dolor he visto cómo roban, o hasta asesinan, a una que otra persona cerca de mi casa. En la parroquia San José crecí, tomé chicha de la calle, comí perros calientes con mi abuela, me desayuné con empanadas en casi todas sus esquinas, salí a correr, me mojé con la lluvia, me ahogué del calor y, sobre todo, me sentí parte de la ciudad de Caracas, esa quimera gigante que pareciera tragarse a todo aquel que no pueda sobreponerse a malas jornadas. San José me aceptó y yo la acepté, hoy soy más de San José que de Maracay.


PARROQUIA SAN JUAN

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Naiden le quita lo bailao POR Hugo Ramos / FOTOGRAFÍAs Enrique Hernández

A su muerte, tumbaron la estatua y colocaron una de Andrés Bello. Finalmente, alzaron un palomar y retomó su nombre de pila: plaza Capuchinos. La parroquia cuenta con dos plazas más: la Italia, Francesa o de Centavos, que posee una capilla llamada Nuestra Señora de Lourdes, réplica en pequeña escala de Notre Dame de París; y la plaza San Martín.

Conocí San Juan por los cuentos de mi mamá Eugenia. Ella relataba cómo eran los carnavales de antes, aquellos “de novela’’ (frase de la época). Había reinas muy populares y bonitas, se desfilaba en carrozas, había templetes con comida y bebidas, conjuntos de música y orquestas con cantantes como Celia Cruz. La gente bailaba y se divertía sanamente. A las muchachas, los patiquines (“pavos” de la época) le lanzaban, junto a los caramelos y papelillos, perfume. Emocionadas, decían: “Pero ya yo no estoy pa’ eso’’.

La parroquia tiene monumentos antiguos que aún se pueden disfrutar, como el paseo de La Independencia, el Arco de la Federación y El Calvario (hoy parque Ezequiel Zamora).

Por casualidades de la vida, en las que no creo, todo tiene un fin: me compré un apartamento en San Juan situado, estratégicamente, a una cuadra de la avenida y de la estación del Metro. Vivo enfrente de la hoy antigua sede de la Universidad de las Artes (Unearte). San Juan es una de las parroquias más antiguas de Caracas. Se comunicaba gracias a una carretera de tierra y un ferrocarril cuya estación terminal quedaba en el sector de Palo Grande, con Antímano y Macarao como estaciones aledañas, llegando hasta Los Teques, San Mateo y La Victoria. Esa era la entrada a la capital por el sur. Por ahí, además, entraron los restos mortales del prócer Atanasio Girardot, recibidos por Simón Bolívar y José Félix Ribas en lo que era el punto de encuentro del lugar, hoy plaza Capuchinos, que también fue lugar de encuentro y reconciliación entre Bolívar y Páez antes de su entrada triunfal a Caracas.

Luego de ser reconocida como parroquia, la parte posterior de la plaza le fue cedida a los monjes capuchinos para construir un hospital y un convento. La plaza en cuestión tomó el nombre de aquellos monjes. Luego fue llamada plaza El León y le colocaron una fuente con el escudo de armas de la ciudad. Después del triunfo de Guzmán Blanco fue llamada 19 de Abril. Tras el triunfo de Zamora la llamaron Ezequiel Zamora. Derribaron la fuente y erigieron una estatua del prócer.

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Las esquinas de San Juan son infinitas y populares. Las que finalizan en el Guaire, límite de la parroquia por el sur, todas se llaman Río. Yo vivo de San Pedro a Río, la antigua Radio Caracas quedaba de Bárcenas a Río, la Inspectoría de Tránsito queda de Piedras a Río; entre las esquinas de Cruz de la Vega a Río existió el Palacio de los Deportes, coso de boxeo en donde se lucieron Kid Pambelé, “Morocho” Hernández y otros; incluso estrellas de la lucha libre como El Dragón Chino y Cruz Diablo. Por último, lo más hermoso que me ha sucedido en San Juan es haber encontrado a la mujer con la que llevo felizmente casado muchos años. Por eso repito el refrán: “A San Juan naiden le quita lo bailao”.

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24 PARROQUIA SAN PEDRO

un cosmos POR teresa ovalles / tovalles220@gmail.com/FOTOGRAFÍAs jesús castillo

Vivo en la parroquia San Pedro desde que tenía 22 años y ya llevo como 35, es decir, buena parte de mi vida ha transcurrido aquí. Ella contiene historias grandes y pequeñas. Son relatos que van de lo más sencillo a lo más complicado. El hogar es un microcosmos y la calle donde compro verduras y bastimento es el macrocosmos de mi existencia. El que más me gusta es el microcosmos, que es mi hogar, desde donde se suscitan las más increíbles y pasionales historias. El mundo macro es mi parroquia. Aquí fundamos el periódico El Canto de la Guacamaya. Posteriormente, Mario Ramírez y Silvana Saputelli impulsaron la creación de la emisora con el esfuerzo de unos cuantos vecinos y la ayuda de quien fuera la jefa de Gobierno del Distrito Capital, Jacqueline Faria. La radio también se llama El Canto de la Guacamaya. No dejo de oírla en las mañanas cuando voy al trabajo, pues se trata del esfuerzo de una emisora alternativa y me encanta la música que transmiten. Lo sencillo lo conforma mi contacto directo con las guacamayas y los loros. A ellos les he dado de comer con mis propias manos, en mi propia ventana.

Son mil y un cuentos de macro y microcosmos, que van desde el edificio Coronet, en Los Chaguaramos —donde me fui a vivir con

mi primer consorte, Pedro Chacín—, hasta el San Bartolomeo, donde viví con el último —o el más reciente— de mis maridos, quien, por cierto, casi me mata. Pero esa es otra historia, que pasa al plano de las historias pasionales de San Pedro. Y así, en el macrocosmos, voy a caminar a El Laguito, monto bicicleta prestada por la Alcaldía de Caracas y, con ella, voy desde Los Símbolos a Las Tres Gracias. Por cierto, una vez hasta una pálida sufrí por irme a montar bicicleta sin desayunar. Pero me dije que no, no podía caer desmayada allí, cuando estaban los medios reseñando la jornada ciclista que el alcalde Jorge Rodríguez acababa de inaugurar. No. Me restablecí rápidamente, eso sí, pegada a un árbol de la plaza Los Símbolos y volví a casa como si nada hubiera pasado. Llegué feliz porque desde que era

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He deambulado con mi locura por las calles La Colina y Minerva de Las Acacias, muy cerquita de la gloriosa UCV. También mi cordura ha deambulado, sobre todo, cuando voy al taichí los sábados, por la plaza de El Grillo en la Facultad de Ciencias de la UCV. Desde allí me conecto con un universo introspectivo en una danza corporal de mente y cuerpo.

una niña no montaba bicicleta. En el hogar, el microcosmos que adoro, se dan las historias más bonitas. Sucedía que los viernes transcurrían las mejores fiestas de las noches de San Pedro. Las hacía con mi marido, el que casi me mata. Me vestía para cuando él llegara de trabajar, casi a la medianoche. Apagaba las luces, prendía las velas y enfriaba un tinto. Una fiesta de dos. Allí inventábamos historias. Que si nos acabábamos de conocer. Que si yo era una diosa de ríos y de mares. Que si él era un ser de otra galaxia, como dice la canción de Silvio. Que si éramos unos desconocidos que terminaron amándose en un hotel de noches extraviadas… Un sinfín de relatos nos inventábamos los viernes. Hasta que la fiesta terminó y todo acabó. Y el gran escenario era, y es, San Pedro.


PARROQUIA SANTA ROSALÍA

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los años dorados de “totoño” POR Ignacio “totoño” ponce / FOTOGRAFÍAs Enrique hernández

Mi papá abrió esta tapicería hace más de sesenta, casi setenta años, y empezó a traerme desde chiquito. Por eso, aunque nací en La Pastora, mis recuerdos son casi todos de por esta zona, por todo lo que es San Agustín del Norte y toda la parroquia Santa Rosalía. San Agustín ha cambiado mucho. Esto antes era una zona de gente adinerada, todo esto eran casas grandes, bonitas, vivían familias pudientes y toditos trajeron sus muebles para acá: esta era la tapicería de toda esa gente, muebles caros de todo tipo. Después fue que todas esas familias se fueron arrimando más hacia los lados del Este y esto fue quedando abandonado. Vendieron las casas unos, otros se murieron y los que las heredaron las convirtieron en negocios, depósitos, pensiones, cosas así. El cine El Dorado era un sitio al que venía gente importante, después montaron ahí otra cosa y ahorita es una imprenta. Pero antes, en ese cine se pasaban muchas películas de Pedro Infante y Capulina, yo las vi. Y se presentó en persona María Félix. Vino para acá porque esto era la zona de los ricos de Caracas. Por eso traían a toda esa gente famosa. Ahí vi un bojote de películas. Desde que yo estaba niño he venido para acá con mi papá. Este negocio es mayor que yo y ahorita tengo 60 años. Yo crecí viendo todo lo que pasaba por acá y escuchando los cuentos de cómo venían a reprimir a la gente en

tiempos de la resistencia, antes de que cayera Pérez Jiménez. En uno de estos negocios, frente a la tapicería, cayó muerta una señora por ahí por el 56. Había toque de queda y un niñito salió a jugar al balcón. Cuando la mamá lo vio salió corriendo a cargarlo para meterlo y ahí le dispararon desde un puente de la avenida Fuerzas Armadas. A la gente la estaban acribillando por cualquier cosa, hasta por asomarse en un balcón. Fue la Seguridad Nacional. Más hacia allá, hacia el Este, quedaba el estadio de los Leones del Caracas, realmente se llamaba Cervecería Caracas. Por eso, en parte, es que por esta zona vivieron unos

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cuantos famosos peloteros de la época: Darío Celis, “Patón” Carrasquel y “El Mono” Zuloaga fueron vecinos de San Agustín del Norte. Creo que fueron Carrasquel y “El Mono” los que estuvieron en el Mundial de Beisbol en el que le ganaron a Cuba, por allá por el año 41. Resulta que luego llegaron aquí y no se hablaban. Estaban peleados, no se hablaban, pero sí se querían, ellos eran así. Una vez en aquella esquina atracaron al “Mono” Zuloaga, eso fue bien feo, y “Patón” Carrasquel, que no le hablaba pero sí le tenía cariño, salió corriendo y gritando como un loco para ver qué le había pasado.

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26 PARROQUIA SANTA TERESA

de la oscuridad a la concordia POR sergio requena / FOTOGRAFÍAs JESÚS CASTILLO

Me llamo Sergio Requena y me paso los días trabajando en el centro de copiado Redhispana, que queda bajando de la esquina de Hospital a la esquina Cárcel. En todo el frente me queda la plaza La Concordia, que antes fue una cárcel. Aquí sacamos las copias al mejor precio de la zona, vendemos los útiles escolares sin sobreprecio, todo legal, pero aun así hay gente que llega con su mal humor, hablando mal del gobierno. A veces me guindo con ellos, pero al final igual vuelven porque es que aquí donde pueden comprar los útiles sin que los estafen. ¿En dónde?: donde Sergio El Chavista. La antigua cárcel se llamaba La Rotunda. La construyeron a mediados de 1800. El nombre viene dado porque el edificio era redondo, lo que se llama modelo panóptico, que era un tipo de cárcel donde las celdas formaban un círculo y en el centro había un vigilante que podía estar pendiente de todos los presos a la vez. Pero Gómez, durante su dictadura, la utilizó no como cárcel nada más sino como espacio de tortura. Cuando Gómez muere, al año siguiente López Contreras manda a demoler esa cárcel como símbolo, también, de la demolición de toda la violencia y la crueldad del régimen gomecista. Por eso es que la plaza que se construye en el lugar donde estaba La Rotunda se llama así: La Concordia, como para tratar de que olvidáramos una de las épocas más oscuras de la historia de Venezuela. Cabe destacar que los torturados de Gómez no estaban presos por ladrones, ni por violaEdición Número Ciento ochenta y ocho. Año 04. ÉPALE CCS

para hacer las torres y el estacionamiento. También aquí hubo una masacre en la época de Betancourt. Lo que medio quedó de la plaza se convirtió, entonces, con la Cuarta República, en albergue de indigentes, niños de la calle y de cualquier malandrín que se aprovechaba del descuido de quien se lanzara la aventura de atravesar la plaza. Este lugar era intransitable, tanto la plaza como sus alrededores. Estando vivo Chávez intervinieron la plaza y comenzaron a realizar, de vez en cuando, actividades culturales con la gente de la parroquia. Aunque el aspecto superficial de la plaza seguía descuidado, el ambiente cambió. A los pocos años la alcaldía cerró la parte norte de la plaza por un largo tiempo. Había escombros y el tránsito se vio muy afectado. Pero cuando por fin destaparon y descubrieron la plaza nueva, toda la comunidad quedó encantada: enseguida se comenzaron a ver niños jugando pelota, chamos con sus patinetas, parejitas de novios sentados en la fuente, las madres enseñando a sus niños a manejar bicicleta… Cualquiera que venga y vea la plaza ahorita no se imagina que ese dores, ni por criminales, sino porque le re- lugar de encuentro, recreación y amor es sultaban incómodos al gobierno, por cons- el mismo donde se condenó a tanta gente piración o por, simplemente, tener ideas de a torturas y muerte. izquierda. A esos era a quienes se torturaba. Eso sí, todos los arreglos se hicieron en la La plaza empezó siendo bien bonita, pero mitad de la plaza. Todavía estamos espeno duró mucho porque en el primer go- rando que se haga lo mismo con el lado sur. bierno de Carlos Andrés Pérez la tumbaron Esa sería la verdadera concordia. Caracas, 24 de julio de 2016.


PARROQUIA SUCRE

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“Ojo, casa de familia” POR pedro delgado • @trinender / FOTOGRAFÍAs michael mata

también donde vivían familias que, ante la necesidad que le confería su estatus, instalaban los cartelitos ya mencionados. En las proximidades de este vecindario estuvo la Cárcel Modelo y el Cuartel Urdaneta, también demolidos por los trabajos del Metro. Desde allí salían soldados, guardias y carceleros atraídos por las carnes de diferentes colores, edades y nacionalidades; procurando sus favores abonaban la suma de unos 5, 10 o 15 bolívares de los de entonces.

Este singular anuncio se distinguía en algunas casas que por encontrarse cerca de algún prostíbulo tendían a ser confundidas y necesitaban diferenciarse de aquellas del comercio de mujeres de la llamada “mala vida”. Recordamos que por Catia hubo lugares tradicionales para estos encuentros, llamados “casas de citas”. Por la calle Bolívar, Laguna de Catia, vimos estos cartelitos, a veces con el añadido de “cuidado, perro bravo”, dispuesto a espantar a algún sujeto que al procurar una cama de amor se equivocase de puerta, bien sea por traer premura lasciva o por tener unos cuantos tragos en la cabeza. Es que estas casas del erotismo profesional se arraigaron no solo en Catia (en los sitios de Laguna de Catia y barrio de Ciudad Tablitas), sino también en el centro de Caracas, en el muy conocido El Silencio, que “tenía acaso, como una especie de tradición que podría venir de aquellas negras, mulatas, zambas desordenadas para las cuales se pedía expulsión desde los primeros años del siglo XVII, cuando se iniciaba la vida en la ciudad”. Tal lo apunta Guillermo Meneses en su Libro de Caracas. Cuenta la crónica que por El Silencio hubo un sitio llamado el callejón de Las Chayotas, famoso por albergar prostitutas europeas, generalizadas como “las francesas”. Estuvieron por allí desde que gobernaba Juan Vicente Gómez hasta el mandato de López Contreras, quien clausuró estos establecimientos por considerarlos indeseables.

Con respecto a Catia, evocamos muchos sitios ya desaparecidos como: La Cueva del Humo, El Torbes, El Caricari, Villa Lourdes, La Madama, El Tíbiri Tábara, Bella Vista, El 20-1, El 17, Río Chico, etcétera. También apunta la crónica que muchas de las llamadas “francesas” fueron aventadas a Catia desde El Silencio por las circunstancias ya expresadas. El antes nombrado rancherío de Ciudad Tablitas fue demolido para dar paso a las instalaciones de los talleres del Metro de Caracas en los años 80 del siglo XX. Se caracterizó por ser morada de trabajadoras del sexo, chulos y rufianes; pero

Los recuerdos igual nos llevan hasta la Laguna de Catia, donde proliferaban muchos sitios de los ya mencionados. Uno de ellos, muy frecuentado por los parroquianos, quedaba frente al antiguo cine Esmeralda (que servía de preámbulo erótico con las películas de sexo que exhibía), al lado de donde hoy está una funeraria. Era una casa de dos pisos dividida en varios cuartos para el alquiler de la carne. En uno de ellos, en la parte de arriba, vivía la encargada del lugar, quien tenía fama de amable y bondadosa para con sus empleados y clientes. La señora Basilisa, llamada así, no escatimaba recursos ni hacía reparos a la hora de la solidaridad, cuando en momentos de apremio alguien acudía a sus favores. Resulta que el mal de la tiroides la agravó tanto que a la hora de su muerte su voluminoso cuerpo hubo que sacarlo por un boquete hecho en el piso de su cuarto. El enorme ataúd fue llevado en un camión de barandas en medio de la conmoción causada a una legión de borrachitos, chulos, trabajadoras del sexo y demás agremiados que la acompañaron al camposanto.

Caracas, 24 de julio de 2016.

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28 homenaje

Caracas, armar caracoles por dentro(*) POR Nancy Yaneth Torres / ILUSTRACIÓN FRANKLIN ALVIáREZ

Armar caracoles por dentro en momentos mágicos, sentir el color del tiempo rotando en las aceras, buscar el calor de los contornos en el reflejo de la niebla, sentir lágrimas corriendo por entre edificios entre sueños. Esto es el despertar de cada día, esta es la rutina que me hace pensar en que hoy seré diferente y parecido al hoy. Armar caracoles por dentro en esta ciudad alma olor a humo, de ceniza e inmortales héroes y por un siempre sentir que somos algo más que carne y hueso en esta ciudad llamada Caracas. (*) Texto ganador del concurso “Caracas en 100 palabras”

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