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Edición número Doscientos noventa y siete. Año 07. Caracas, 5 de octubre de 2018 EDICIÓN ESPECIAL

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¡YO HABLO A CARACAS!

to


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contenido

Consejo Editorial

Erika Farías Roberto Malaver Gustavo Borges Revilla Mercedes Chacín Gustavo Mérida

CORRECTOR Rodolfo Castillo

LOGÍSTICA

Idania Bracamonte Daniela Fernández Edi Cordero

Director

Carlos Cova

DirecTORA de Arte

Edarlys Rodríguez

Diseño

02. latir del español de caracas Rodolfo Porras

Colaboran en esta edición

Rodolfo Porras, Jessica Dos Santos y César Vázquez. Archivo Ciudad CCS. Composición de portada: Michael Mata.

03. el habla caraqueña, un código para entendidos

Tatun Gois

COORDINADOR DE FOTOGRAFÍA

Jesús Castillo

Coordinadora 2.0

Yanira Albornoz (†)

Web y redeS

Impresión

www.epaleccs.info epale.ciudadccs@gmail.com @epaleccs

Enyeli González

Redacción

Jessica Dos Santos

Imprenta Municipal de Caracas.

@epaleccs

Marlon Zambrano Malú Rengifo María Eugenia Acero Colomine

Comercialización y Ventas: 0212-8080323/0426-5112114 Distribución: 0212-8085843

FotOGRAFÍA

Depósito Legal: pp201202dc4166

Épale CCS

05. ¿Entonces, Andrés Bello, en qué idioma hablamos? María Eugenia Acero Colomine

Michael Mata Enrique Hernández

07. el desnalgue de la lengua caraqueña Malú Rengifo

Una publicación de la Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar”, 2014, 2015 y 2017. Premio Municipal de Periodismo “Guillermo García Ponce”, 2014. Premio de Periodismo Aníbal Nazoa, 2018.

09. ¡qué lo qué! César Vázquez

Edición Especial 6º Aniversario Discurrir sobre el habla de los caraqueños —su particu lar forma de expresarse— atención, sobre todo a quien llamó siempre la es pertenecen por derecho de nacimiento a ese confín llado en torno a la Plaza Bo impreciso desarrolívar o, en su defecto, apre ndieron a vivir a gusto entre tratarse, quizá, de una cues sus linderos. Esto por tión solo para entendidos. Muchos de esos tratantes español de España se mira han advertido que el con suspicacia en el españo l de América, acaso como jo deformado en el espejo quien observa su reflede un parque de atraccione s. Esa diferencia, acentuad el idioma se desperdiga en a en la medida en que tiempo y espacio, tiende a ser motivo de orgullo para entre los cuales los natura los latinoamericanos, les de cada región, urbe o pueblo establecen su parti cular distintivo. Es la razón por la que en es ta Edición Especial por el 6º Aniversario de Épale CC interpretación que cinco ca S se haya apostado a la raqueños, de hecho o dere cho, hacen acerca del atrib tiene y determina en su lab uto que mejor los conor de comunicadores, pero que también constituye, pa y para ustedes, que leen, un ra ellos, que escriben, acervo patrimonial. Cinco ensayos de interpretación realidad que se vive en las de una calles de una ciudad que, de sde esta publicación, nos em siempre un poco más. Que peñamos en abarcar la disfruten. Carlos Cova


buchipluma

atapuzar

VENEZOLANISMOS EN LA REAL

ACADEMIA ESPAÑOLA

latir del español de caracas

El idioma es un instrumento de desarrollo y un arma de lucha. José Stalin La primera situación dilemática que se despeña en este artículo me viene de la disyuntiva de si llamar a nuestro idioma “español” o “castellano”. A mí, particularmente, me parece que “español” es más adecuado, en tanto que “castellano” era más bien una lengua que se hablaba en Castilla, y que ya no se habla ni allí ni en la Península Ibérica ni, mucho menos, en América.

A pesar de la catástrofe que significó para esta tierra la invasión, el genocidio, el bárbaro saqueo de vidas, tierras, culturas, riquezas, espíritus, religiones, el idioma español nos quedó, a los herederos de esa terrible épica, como un legado hermoso, un legado que se utiliza, por ejemplo, para que usted lea estas líneas y yo las haya escrito. En España el castellano también se fue desleyendo en el idioma español. En ambos lados del Atlántico cada uso de la misma lengua cogió un camino, con similitudes y diferencias con respecto al otro. La estructura y un enormísimo número de palabras siguieron siendo las mismas, lo que permitió la conformación de un idioma sólido, capaz de sobrevivir a las diferencias y mantener una unidad, ser diverso y uno a la vez. Mucha más gente implicada que en el “misterio de la Santísima Trinidad”, sin que sea un asunto misterioso pero sí una maravilla. En América el español fue adquiriendo características diferenciadoras e identitarias en cada una de las regiones en las que fue impuesto. Así, tenemos un español de

Composición fotográfica Michael Mata

Así como Colón (que, dicho sea de paso, no tuvo la culpa de que su apellido haya degenerado en la palabra que nombra esa abyección que es la colonia y el colonialismo), digo, partió de Puerto de Palos, así el castellano salió en los mismos barcos inseguro, balbuceado, aprendido por obligación, convertido en arma al lado del arcabuz, la cruz y la Biblia. Pero al llegar a Guanahani, bautizada como “San Salvador”, ya dejaba de ser la lengua de una provincia pequeña para convertirse en un idioma poderoso que expresaba a España entera y, más adelante, a buena parte de América subyugando —eso sí— a más de 2.000 lenguas que fueron desapareciendo en el terrible genocidio que se perpetró en eso que, eufemística y cínicamente, se llamó la “conquista”.

POR Rodolfo Porras

América; pero también un español de Argentina, un español de México, un español de Perú, de Bolivia, etcétera. Y, por supuesto, un español de Venezuela; y en nuestro amado país contamos con un español de Mérida, un español de Barinas, un español del Zulia —también con su respectivo etcétera— y, el que nos concierne para este artículo, un español de Caracas, que podemos seguir desgranando con cada parroquia, cada sector hasta llegar a eso que la lingüística denomina “idiolecto”, que es el español que habla el individuo.

El hablante como vasija del idioma

Así como existe un “metro”, que es una vara de platino e iridio de 100 centímetros que está guardada bajo condiciones especiales para que no varíe su longitud, así como existe una marca en el meridiano de Greenwich, tenemos que la lengua española no está resguardada en ningún lado. ¿Dónde podría guardarse el idioma español? Solo en cada hablante cuando verbaliza su idioma. Por esta razón es tonto pensar que la Academia de la Lengua da permisos para su uso o determina si una palabra existe o no. La Real Academia de la Lengua registra el uso, nos informa qué es lo que estamos haciendo alrededor del mundo con nuestro legado; no

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decide, no impone, solo es un testigo que, por escrito y con metodologías lexicográficas, va dando cuenta de una dinámica que siempre le lleva años de ventaja. El caraqueño tiene el derecho libérrimo a expresarse como lo hace, bien en esa forma dialectal de cierta clase media ignorantona, pero que no se pela ni una “ese” final, sus “erres” están claramente pronunciadas, cada palabra está plegada a la formalidad y casi siempre todo esto engastado en una voz bastante bien timbrada en la que se notan años, o siglos, de educación en manos de monjas, curas y letrados muy pendientes de eso. Es una forma dialectal que se parece muchísimo a la que usa la clase poderosa, cuyo señorío viene, muchas veces, del saqueo y los asesinatos perpetrados en el proceso de colonización, así como de saqueos y perpetraciones más cercanas. La diferencia, tal vez, estriba en que esta clase genera las ideas y las posiciones respondiendo a sus intereses, privilegios e ideología, que se volverán lugares comunes y expresiones vacías en su séquito de repetidores y aspirantes a alcanzar sus modelos de vida. Algo así como que esta cierta clase media no solo imita su forma de pensar, sino que también usa la misma forma de hablar. Este grupo lingüístico pareciera creer que el idioma es estático, que debe permanecer inalterado,

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como debe permanecer inalterado el orden social que heredamos, justamente, de la colonia y que aderezó el capitalismo con nuevas formas de intercambio y de explotación humana. Este grupo es quien mejor expresa esas ansias locas de pertenecer, exclusivamente, por uso y abuso, a lo que culturalmente denominamos “Occidente”. Luego podemos, por contraste y por derecho, tratar de caracterizar a una inmensa mayoría de hablantes que han cambiado durante siglos muchas de las “eses” finales por haches aspiradas, y las que no han sido cambiadas es porque han sido elididas por completo. Así como casi todos los finales de palabras quedan transformados en un sonido indescifrable o de difícil caracterización, que han mutado, por decir algo, la palabra “para” en “pa”, también ha incorporado un buen número de “groserías” y “disfemismos” a su repertorio lexical cotidiano. Este enorme grupo —claramente mayoritario— tiene idéntico derecho a hacer este uso, como lo tiene el descrito en el párrafo anterior. Son dos expresiones de la misma lengua. La forma de hablar de este gran segmento expresa la caraqueñidad con más contundencia, en tanto que está llena de giros, nuevos significados, palabras, oraciones que le son propias con respecto al sistema general de la lengua española y, por ende, tiende a ser quien mejor lo alimenta y lo dinamiza. Estos hablantes parecieran entender, con claridad, que aunque la presencia de lo occidental es intrínseco en su dinámica cultural, también lo es lo no occidental, lo caribe, lo africano y lo venezolano como expresión del mestizaje. También asumen la particularidad del habla caraqueña con relación al habla de los otros estamentos geográficos. Caracas sigue siendo el epicentro de la vida comercial, política, social y cultural de Venezuela, a pesar de los esfuerzos de visibilización y dinamización del resto del país que se han llevado a cabo las dos últimas décadas. Se suman diariamente nuevos hablantes provenientes de otras regiones u otros países. Presenta mayor influencia por tiempo de exposición en los medios de comunicación. El hablante caraqueño tiene una frecuencia más alta de aportes lexicales que el resto del país, enriquece y dinamiza los procesos lingüísticos de manera permanente. La estructura gramatical del español de Caracas ha sufrido variaciones poco significativas en siglos. Los cambios son casi siempre en el ámbito lexical y semántico. La salud del sistema general del español es sólida y, por ende, soporta esta dinámica, lo cual incide directamente en su dialecto. El idioma tiene características de ser vivo: nació, creció, se desarrolló, se multiplicó por el mundo y tendrá que morir en algún momento que no parece ser cercano. El español de Caracas es reflejo claro de todo este proceso. Las preguntas podrían ser ¿hay algo qué cuidar? ¿Qué? Y, sobre todo, ¿para qué? www.epaleccs.info


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budare

El idioma español llegó a Venezuela con la colonización emprendida desde los primeros años del siglo XVI. La mayoría de los colonizadores eran originarios de Andalucía, Extremadura y las islas Canarias. El habla de estas regiones españolas, diferente entre sí, son la base de nuestro castellano actual. Sin embargo, aún persisten palabras indígenas. Y también se incorporaron algunas del habla inglesa: “ok” (para indicar que se está de acuerdo con algo). Además, también es un hecho ya estudiado que el español americano produce más diminutivos que el español peninsular. “El español americano suele extender los diminutivos a adverbios e interjecciones que no los llevan en el europeo: ahorita, apenitas, detrasito, entre otras”, expresa el manual titulado La nueva gramática de la lengua española. Asimismo, el español venezolano se permeó de un sinfín de “modalidades regionales”, acordes a la identidad cultural de cada zona del país. Por lo general, la capital es dueña de la modalidad de habla más prestigiosa. En este sentido, el habla caraqueña se ubica entre las más estudiadas. Al respecto, el escritor y ensayista Pedro Díaz Seijas explicaba: “Una ciudad cosmopolita como Caracas ofrece un tejido casi impenetrable en el campo del habla. Hay, por lo menos, tres fuentes que han hecho crecer el cauce de las influencias integradoras de los modos de expresión oral del caraqueño: la contribución de la inmigración interna desde diferentes zonas del país, la de los medios de comunicación en general y la de inmigración externa (entre las que se destaca la influencia del inglés, del italiano y del portugués; sin olvidar la fuerte

caletrero

caliche

Rosenblat exponía en su libro Buenas y malas palabras en el castellano de Venezuela (1956-1960) que cualquier extranjero que viniera a Caracas se sorprendería, y hasta se sentiría desconcertado, por nuestra forma de hablar, así fuera hispanoparlante.

el habla caraqueña: un código para entendidos

Quizás se asustaría, por ejemplo, si alguien lo invitara a “caerse a palos”. Pues, en efecto, la lengua de los caraqueños (muy marcada por las clases sociales) está llena de ocurrencias, muchos préstamos (la ciudad es un sitio de paso de gentes de múltiples procedencias) y un sinfín de historias.

La lengua de los caraqueños (muy marcada por las clases sociales) está llena de ocurrencias, muchos préstamos y un sinfín de historias: “A cada instante, como un mar inquieto, desbarata cualquier amarra que la quiera detener”

También más de un caraqueño lo ha notado. Por eso, el escritor y ensayista Aquiles Nazoa, en su obra titulada ¿Verdad que los caraqueños parece que hablan en sueño?, plasmó (enmarcado en su humor característico) la manera de hablar del caraqueño de mediados del siglo pasado:

POR Jessica Dos Santos Jardim • @Jessidossantos

influencia del francés, que tuvo su auge en el siglo XIX)”.

con alguna vigencia en las zonas campesinas”, agrega Seijas.

Además, “la lengua, a cada instante, como un mar inquieto, desbarata cualquier amarra que la quiera detener (…) El lenguaje caraqueño está salpicado por términos insospechados, como los del lunfardo de procedencia argentina (jerga originada y desarrollada en la ciudad de Buenos Aires), los de los bajos fondos urbanos y los arcaísmos (términos usados en el pasado)

En este sentido, el famoso filólogo Ángel Rosenblat, quien nació en Polonia y vivió en Argentina, Alemania y España, llegó a Caracas en 1946 para fundar la Cátedra de Filología de la Universidad Central de Venezuela para, desde entonces, dedicarse a investigar “el español de América en su modalidad venezolana”, y especialmente caraqueña.

“¡Qué formas tan pintorescas son nuestras formas de hablar! Para decirnos dos cosas que en cualquier otro lugar se dicen directamente con dos palabras no más, aquí estamos media hora tratando de concretar, y el pavoroso enredijo que nos formamos es tal, que el que nos está escuchando no entiende ni la mitad, ni nosotros entendemos lo que él nos quiere explicar. Y si quieren una muestra de nuestros modos de hablar,

¡Qué

Corotos

bolas!

Según Ángel Rose nb etimológica de es lat (Estudios sobre el habla de Vene ta palabra tienen sus orígenes en Ve zuela. Buenas y malas palabras), de París un lienzo la versión nezuela: “Se dice de Jean Baptiste qu Camille Corot, el machaconamente famoso paisajista. e Guzmán Blanco trajo , al servicio: ‘¡Cui El general solía re dado con el Corot!’ del general, y la ex comen . La pr dos cuadros de Co esión se extendió a objetos más di s criadas empezaron a burlarse de dar, versos. Una varia l ‘coroto’ rot al general José nt presidencial arra stró por las calles Tadeo Monagas: cuando el pueblo e de la anécdota atribuye saqu los de los observador es, al ver la suerte dos Corot, particularmente apreci eó la residencia ad infortunada de lo s cuadros exclam os por el presidente. Uno ó: ‘¡Adiós corotos! ’”

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canilla

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presos eran nte Gómez los ra evitar su ce Vi an Ju de , y pa adura Durante la dict ar trabajos de construcción las de acero. De iz al bo s re a de os an o con gr obligad caban grilletes ”, pues el tamañ escape les colo esiones como “¡qué bolas! ; “jala bolas”, ya expr de la pena allí surgieron o dependiendo ar, preferían cargar las nd ta en m au a y peso ib erer trabaj nes, por no qu caba hacerlo en que había quie chale bolas”, cuando les to las bolas”, una “é a bolas de otros; ta arriba; y “me duelen hast es cu cerros muy o. te el cansanci frase estelar an

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chingo

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chucuto

Echar

acomoden las orejas, que allí van:

un

polvo

Entre el siglo XIX y comienzos del siglo XX se popularizó el uso del rapé (tabaco en polvo que se aspira por la nariz). En ocasiones, los hombres se lo ofrecían a las damas: “¿Quiere echar un polvo?”. Acto seguido, se ausentaban de la reunión social, pues era de mala educación hacerlo en público. Pero, en algunas ocasiones, la invitación era la excusa perfecta para tener un encuentro sexual furtivo.

—Yo, chico, hablé con el hombre y él me dijo que si tal que si qué sé yo qué cosa, que si yo no sé qué más, que si esto, que si lo otro, que si lo de más allá, que si patatín, que si patatán… ¡Bueno, puej, me volvió loco con ese tronco’e macán! Pero yo le eché coraje y le dije: —Para guan, si usted me viene con curvas que si tal que si cual y que si yo no sé qué y que yo no sé qué más, conmigo estás bueno, puej, ¡porque conmigo qué va! Si él me dice en un principio: ‘Mira, Pedro, ven acá, yo vengo a tal y tal cosa, pero tal y tal y tal’, pues entonces qué carrizo, ¿pero así? ¡No oh, qué va! Y así como habla ese tipo que acabamos de escuchar, así hablamos casi todos en la Caracas actual: un montón de frases mochas, alguno que otro refrán, cien mil mentadas de madre y el resto, ni hablar, ni hablar!”.

se de una situación desagradable. Fue difícil que entendiera que era muy diferente decir ‘te voy a echar vaina’ a ‘te voy a echar una vaina’, pues en el primer caso se trata de bromear mientras que en el segundo es una amenaza. Pero también fue trabajoso hacerlo comprender que para nosotros ‘poco’ es mucho. Por ejemplo: ‘En la cola había un poco de carros’; mientras que ‘pocotón’ es muchísimo: ‘Había un pocotón de gente saliendo del metro”, relataba Eloy.

Además, en la ciudad siempre aparece alguna palabra o frase nueva que muchas veces solo entendemos los que vivimos acá. Así como los larenses tienen su inconfundible Con el paso del tiempo la “cosa” no ha cam- “na guará” y los zulianos su incomparable biado tanto. Al respecto, la investigadora “qué molleja”, los caraqueños tenemos más venezolana María Elena D’Alessandro Be- de una palabra que nos caracteriza. llo, en su Diccionario coloquial de Caracas, expone: “Durante meses me convertí en En este sentido, las profesoras Kristel un ‘radar del habla’ en mi propia ciudad. Y Guirado y María Inojosa —de la Faculme di cuenta que trabajé con palabras que tad de Humanidades y Educación de la raramente se encuentran escritas, pero se UCV— trabajaron los marcadores conoyen por todos lados. Un buen ejemplo es versacionales en el habla de Caracas ‘cambimbiar’. La usa todo el mundo pero —con expresiones como “caramba”, “caranunca supe cuál era su grafía correcta: si es jo”, “cónchale”, “mierda”, “no joda”— y encontraron que “coye” es el más utilizado, le con v o con b”. sigue “coño” y “cónchale”. De hecho, el profesor Eloy Yagüe, entre los salones de la Escuela de Comunicación “El ‘coye’ no está estigmatizado, no suena a Social de la UCV, solía relatar la historia cosa vieja. Se puede emplear en cualquiera de Peter, un joven neoyorquino estudiante de las clases sociales (…) Es un comodín de español que vino a practicar a la capital muy especial (…) De ‘coye’ no hay refevenezolana, y se la pasó anotando en una rencia en diccionarios, pero es el marcador libretica lo que significaban las palabras más caraqueño y venezolano que hay. Se caraqueñas que no aparecen en los diccio- recurre a él para manifestar asombro, connarios oficiales del idioma, y menos en el cesión, titubeo y súplica, entre otros usos. La utilización del ‘o sea’ también es muy de la Academia de la Lengua. criolla”, explicó Guirado. “Me di cuenta de la dificultad de explicarle, por ejemplo, el uso de la palabra ‘vaina’ y Entonces, ¿cuál es tu palabra y/o expresión todas sus variantes: ‘una vaina’: una cosa; más caraqueña? ‘echar vaina’: bromear; ‘ni de vaina’: ni por casualidad; ‘de vainita’: por un pelo; ‘qué vaina’: expresión que se usa para lamentarEdición Número Doscientos noventa y siete. Año 07. ÉPALE CCS

Caracas, 5 de octubre de 2018.

Echarse los

palos

Al abolirse la esclavitud los hacendados se negaron a pagarles a sus antiguos sirvientes con monedas de plata. Como alternativa, hacían tablillas con el sello de la hacienda para que pudieran ser canjeadas en las pulperías y bodegas por víveres. Sin embargo, muchos preferían comprar licor, por lo que pedían “un palito de ron”, “un palo de miche”, etc. Al tener que contar en qué habían despilfarrado las tablillas o palitos decían: “Es que… me eché los palos”.

chévere El famoso “chévere”: algunos investigadores señalan que esta palabra proviene del africano “ché egberi”. Sin embargo, según el antropólogo cubano Fernando Ortiz, la palabra deriva del árabe “sebede”, que significa “vestirse con elegancia”.

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chupamedias

Es curioso que las obras lingüísticas que más aportes concretos han hecho a la consolidación del castellano en el mundo provengan, precisamente, de una ciudad donde la sociedad se ha tomado la licencia histórica, desde los tiempos de María Castaño, para hacer y deshacer del idioma a gusto y conveniencia de sus grupos sociales. Así, tenemos en la biblioteca de los saberes léxicos del español libros fundamentales como la Gramática de Andrés Bello y los cinco tomos del estudio que Alexis Márquez Rodríguez desarrolló sobre el correcto uso de registro gramatical y lexical del castellano a partir de su famosa columna “Con la lengua”, que publicara por varias décadas en el diario El Nacional y, luego, en los tabloides Tal Cual y Últimas Noticias. Aun así, estos acercamientos hacia la sistematización del correcto expresarse son en realidad un saludo a la bandera si nos trasladamos al día a día en la ciudad. Esta característica no es nueva ni es una consecuencia de las dinámicas globalizadas de los millenials 2.0. Sin embargo, cabría afirmar que a partir del siglo XX la personalidad del español caraqueño ha venido tomando, con mayor fuerza y velocidad, una voz propia y cada vez más distintiva. Podemos afirmar que son numerosos los factores que han influido en el crecimiento y desarrollo del dialecto de la capital: tenemos así que la masiva migración de fuerza laboral desde las regiones hasta la capital, la llegada de migrantes extranjeros a Venezuela, los eventos políticos de la historia patria, la publicidad y los medios, así como

culipandear

descoñetado

Entonces, Andrés Bello, ¿En qué idioma hablamos?

las anécdotas del día a día, fueron creando el habla caraqueña. Sin embargo, pudiera afirmarse, con mucha certeza, que el principal factor generador de vocablos y frases caraqueñas es el humor.

La resistencia caribe del caraqueño no solo se manifiesta en la creatividad titánica que tiene para resolver los entuertos más enrevesados del día a día. El don de la palabra pudiera erigirse en el principal atributo de su personalidad, y la condición guerrera de su gente suele mostrar los dientes en son de joda, nada en serio POR maría eugenia acero colomine • @andesenfrungen

Teniendo en cuenta que la sorna no solo es una constante sino el deber ser en la dinámica social de Caracas, no es de extrañar que sea precisamente a partir del famoso “chalequeo” (o señalamiento humorístico, rayando en la burla) que hayan florecido muchas de las palabras y sintagmas que nos distinguen no solo del maracucho, el andino y el oriental, sino del español de otros países de la región. Francisco de Miranda nos inmortalizó con la célebre frase “bochinche y más bochinche”, refiriéndose con frustración al desnalgue que ya se veía venir en la Caracas colonial. Tomemos, por ejemplo, esquinas célebres del municipio Libertador. La esquina de Ánimas tomó este lúgubre nombre por ser un espacio donde las beatas se dedicaban a rezarles a sus difuntos, e incluso a hacer procesiones a altas horas de la noche. Nomás imaginar a un tumulto de doñas llorar y rezar de madrugada en la Caracas de neblina y faroles, difícil no ha de haber sido imaginarse un espanto. La esquina de Angelitos lleva este celestial nombre no por ser un espacio para querubines. Según la leyenda, José Antonio Páez tenía una moza casada por esos

Chaburro /

Maburro

Majunche

A manera de discurso segreg acionista de clase y raza (es pecialmente animal), la def de la acera opositora hacia ensa y ofensa los seguidores de la tenden cia chavista consiste en tild inteligentes o con escasa for arlos de poco mación. De ahí que, para la oposición, todo el que se pre chavista tiene un coeficient cie e intelectual muy inferior a “la gente decente”, como aut de ser María Corina Machado a su odenominara grupo social. Este epíteto pro siguió tras la muerte del Co pasando los seguidores de mandante, Nicolás Maduro a heredar la supuesta tara genética que seguidores del lado rojo de sufren los la fuerza.

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curruña

Caracas, 5 de octubre de 2018.

rse a los a por el Coman para referi Expresión también acuñad cia más den ecialmente a los de ten adeptos a la oposición, esp ante. extremista y menos dialog

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jipato

espichar

predios, y cuando iba a visitarla se hacía acompañar por un cortejo de escoltas que le cantaban la zona en caso de que llegara el infortunado cornudo de vuelta a casa: sus “angelitos”. Cuando el auto era un lujo inalcanzable salió de principios del siglo XX la famosa expresión “bájate de la mula”, para referirse al momento en que se debe pagar por un servicio. En aquellos tiempos la mula hacía de taxi o de transporte público caritativo, y el aventón costaba lo suyo. Se gozaba “un lochero” o “un puyero”, cuando la locha y la puya (las monedas de Bs. 0,125 y 0,05, respectivamente) estaban vigentes y valían mucho. Todos los extranjeros desde principios de siglo XX fueron rebautizados como “musiús”, tomando el préstamo del francés “monsieur”. Los hermanos Nazoa, así como el humorista Otrova Gomas, fueron muy prolíficos en retratar los caraqueñismos en sus obras, y Caracas siempre era Caracas en clave de risa. Aníbal Nazoa hizo de la creatividad verbal un seriado radial legendario, y posterior libro, titulado La palabra hoy, donde explicaba, medio en broma medio en serio, las definiciones de los vocablos inventados o prestados por los caraqueños. Del seriado La palabra de hoy veamos, por ejemplo, la crónica de Aníbal Nazoa sobre la palabra “energúmeno”. “ENERGÚMENO. ¿Quieren oír una palabra bien impresionante, de esas que nos ponen los pelos de punta? Pues aquí tienen la de hoy: energúmeno. El significado de este vocablo es mucho más espeluznante que cualquiera de los que les damos habitualmente, porque un energúmeno es, según consta en el diccionario, ni más ni menos que ‘una persona poseída del demonio’ (…). En verdad, la clase de vida que se lleva hoy día, lo extremadamente difícil que ha venido a ser la simple convivencia entre los integrantes de la comunidad, hace que cualquier ciudadano normal, pacífico y bien educado, de pronto se convierta en un energúmeno capaz de agredir hasta a su propia familia. Recordando la famosa obra de H. G. Wells, El hombre y la bestia, podemos decir que por nuestras calles circulan diariamente millones de doctores Jekill, cada uno con su míster Hyde, vale decir, su energúmeno por dentro y a punto de saltar”.

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Guarimba Gracias a la guerra de cuarta generación este vocablo, para la mayoría de las páginas de medios 2.0, refiere a las manifestaciones civiles de la oposición venezolana, pero nada de esto es cierto. El verdadero significado de la palabra “guarimba” es indígena y significa “refugio” o “escondite”, especialmente en los juegos infantiles. No es de extrañar que los medios de derecha digan ahora que este vocablo tiene orígenes alemanes que refieren a “protección”. Embuste.

Escuálido A principios de 2002, cuando la Coordinadora Democrática y los precursores de la casi extinta MUD orquestaron marchas y contramarchas para intimidar y expulsar al presidente Hugo Chávez de la presidencia, este, al ver la mustia magnitud de las convocatorias, se refirió a estas manifestaciones como “escuálidas” (a manera de metáfora por la palidez, en cantidad y calidad, de las concentraciones). La expresión de inmediato pasó a identificar a los afectos a la oposición y sus demás acciones y devenires. Esta expresión, 16 años después, sigue vigente.

Por más

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Caracas, 5 de octubre de 2018.

Avanzando en el tiempo, los referentes sociales y especialmente anecdóticos han constituido el caldo de cultivo para la creación de frases, y la gramática muy poco tiene qué ver. Dentro de los códigos comunicativos jocosos la picardía y el doble sentido juegan un papel preponderante, y no hay misericordia de Dios que perdone al incauto a quien se le escape un “chinazo” en “horario infantil” (antes de la media noche). Así, es preferible no preguntar por qué le dicen a una que “se le quemó el arroz” (lleva los pantalones demasiado ajustados y se le marca el trasero) o que “tiene la bodega abierta” (lleva el cierre del pantalón abajo). El arte del cortejo para el caraqueño es asunto de cacería, así que quien ataca a una damisela “le está cayendo”. Y si les cae a todas, será famoso por ser un “baygón” o un “palo de agua”. Por otra parte, si usted se atreve a pedir en una panadería un “negro grande y fuerte”, no se extrañe de que el resto de la cola y el dependiente se rían en su cara cuando usted, inocentemente, solo pide un café sin leche. Le echan más leña al fuego de nuestra habla las alusiones animales, el beisbol; los códigos carcelarios, del hampa, de las drogas y del barrio en general. El periodista Fausto Masó solía decir que la jerga caraqueña proviene de los códigos malandros convertidos en habla general. Tenemos, entonces, una fauna en la selva de concreto, donde un “becerro” y un “chigüire” son “sendos gallos” (es decir, unos tontos). Si escucha el grito de “¡agua!” no tiene qué ver con que reactivaron el servicio, sino que hay que estar alertas porque viene la policía. Y si en una fiesta te dicen “ruédala”, se referirán a que compartas el trago, el cigarrillo o el sucedáneo que estés consumiendo en ese momento. La identidad verbal caraqueña no pretende pasar por alto las normas convencionales de la Real Academia. Más bien hace uso de las mismas para trascenderlas y así generar una complicidad social que castiga los abusos e ingenuidades con la risa. Es esa camaradería la que se refleja en modismos insólitos, con relatos dignos de recopilarse. Teniendo en cuenta esta interpretación, estamos seguros de que Andrés Bello no se estará revolcando en su tumba con nuestra lírica intensa, sino que capaz y gozaría un puyero sistematizando los frutos de nuestra jerga. www.epaleccs.info


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ladillar

Se ha puesto de moda, entre algunas mujeres que apostamos por nuestra autonomía y nuestro derecho a la libertad, asegurar que nuestros cuerpos, nuestras personalidades, todo el compendio gigantesco de características que nos conforman son nuestros. “Yo soy mía”, digo si quiero hacerle saber a un novio que no me puede prohibir hacer tal o cual cosa, que no se me puede imponer nada. Pero tanto nadar solo ha servido para morir en la orilla de una zapatería caraqueña, en la voz aguaíta, desganada, que pronuncia un “a la orden, mi amor”, “qué buscabas, mi vida”, y una empieza a cuestionarse el amor y sus múltiples formas, y una quiere decir “pues yo no soy tu vida, yo soy mía y de nadie más”; pero se cohíbe, sabe que la batalla se perdió y que es el momento de pedir por esa boquita porque esa muchacha o muchacho que está ahí, recostadx a la vidriera con las manitos cruzadas en la espalda se ha apoderado de ti por el resto de la eternidad, y ya sabemos que la eternidad a veces solo dura un instante, sobre todo cuando eres una persona poco proclive a los procesos de conquista o “solamente estabas viendo”, eufemismo bastante utilizado para “no he cobrado la quincena”.

La amplitud lexical

Ni “el tostón” ni “la cuca” son comida en Caracas. En el caso de los filetes de plátano frito, o se mencionan por su plural, “los tostones”, o se mencionan por su diminutivo, “un paquete de tostoncitos”. El uso en singular de la palabra (“me provoca un tostón”) referiría directamente al

lambucio

mallugar

sas”, “latas” o “jamones”; para un despelote, “cogeculo”; y, por cierto, para el culo, la “maleta”.

El desnalgue de la lengua caraqueña

Marico el que lo lea

Decir que se reduce solamente a su uso dentro de los límites de la ciudad capital es una exageración, pero de que nos caracteriza, lo hace. El habla caraqueña es sabrosa, confianzúa, expresiva, creativa, florida, dinámica y pícara como su gente. A continuación algunos aspectos que la hacen tan sabrosa POR Malú Rengifo • @malurengifo

piripicho, y a usted le saldría un chalequeo caraqueño de los buenos. Lo mismo ocurre con la cuca. No hay caraqueño, ninguno, que llame cuca a una catalina o galleta de harina de trigo endulzada con papelón. Cuando una persona en Caracas quiere comerse una cuca, bueno, usted ya sabe. Otros ejemplos de palabras muy nuestras podrían ser: para algo muy mediocre, “balurdo”; para la totona, “papo” o

“cuchara”; para la paloma, “pipe”; para el vecino o camarada, “convive”; para algo chévere, “bandera”, “cartelúo”; para la novia o el novio, el “empate”; para la mujer operada para verse más despampanante, “tuneada”; para lo que está muy fácil, “pancita” o “manguangua”; para los tragos, “los palos”; para una persona pendeja y malintencionada, “becerro”; para decir que se está muy atareado se dice “estar abollado”; para la boca, “bemba”; para algo muy exagerado, “burrero”; para el adulterio, “cacho”; para los besos, “tu-

—El próximo fin bajan los primos: un hervido, dos cajitas , una salsa y terminamos de echar la platabanda. (Hombre moreno, 42 años. Barrio 10

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manganzón

de Marzo, La Guaira)

Caracas, 5 de octubre de 2018.

El vocativo por excelencia, la palabra más sabrosa para llamar la atención del oyente o para dirigirse a él. Unas décadas atrás llamar marico a un compañero era una clara invitación a una coñiza. Con el tiempo, el exceso de uso o la muy caraqueña ligereza de tono que le brinda matices familiares hasta a la palabra más vulgar; desde Palo Verde hasta Propatria, desde Caricuao hasta El Hatillo, el uso de la mariconería por cariño se fue ampliando, relajando de tal forma que, para la fecha presente, entre la gente más joven e incluso muchos adultos contemporáneos, en Caracas es marica hasta la abuela. Ojo, se hace necesaria una aclaratoria: si usted no nació caraqueño o si usted nació antes de 1980 deberá poner especial atención en la interpretación de la palabra marico/marica cada vez que algún conciudadano se la estampe en la frente. Dato importante para el uso de esta palabra es saber diferenciar la cuota de cariño que se le imprima. No es lo mismo que le digan marico a usted, así, como una bala, que le sustituyan su nombre por marico (“marico, llámame pa que hagamos la vaina”, “sí, marica, la reunión estuvo burda de buena”), a escuchar que le prohíban o cuestionen la maricura (“no seas marico tú”, “¿tú como que eres medio marica?”). En estos últimos casos deberá ponerse alerta: contrario a lo que pueda usted imaginar, en el segundo caso no se le estará cuestionando su tendencia sexual, sino que se le estará alertando sobre una posible invitación a la coñiza si sigue con la mariquera.

—Chamo, ¿De dó nde sale tanta gente y de dónde sacan rial para comer barquillas? (Ho mbre 35 años, Sabana Gra

nde, cola en la heladería La

Poma)

Edición Número Doscientos noventa y siete. Año 07. ÉPALE CCS


paltó

palangrista

pabilo

La “s” metamórfica

¿Quiere usted desconcertar a un caraqueño? Pues le voy a dar un dato: dígale la siguiente frase pronunciando claramente sílaba por sílaba y haciendo énfasis en la correctísima pronunciación de la letra “s” (haciendo pasar un soplidito de aire entre la punta de la lengua y la parte del paladar que queda justo detrás de los dientes) todas las veces que aparezca. Prepárese, pues, allá voy: “Vamos a escoger los ajos especialmente bonitos”. Será difícil que le salga a la primera, practíquelo en voz alta, vamos, no le dé pena que le escuche su vecino de banquito: “Vamos a escoger los ajos especialmente bonitos, pues”. Escucharse a sí mismo es suficiente para sentir la incomodidad en el cuerpo, la rareza. No es necesario que dilapide de esa forma su imagen ante los demás para convencerse de que aquí en Caracas las cosas son como son, las sílabas, como los malos maridos, se divorcian y se mudan a la casa de la vecina, y la letra “s” se pronuncia “j” cuando el espíritu indica que tiene que ser así. Si no me cree hagamos el ejercicio nuevamente, esta vez leyendo

08

pereto

y pronunciando la frase tal como la he de escribir a continuación: “Vamojaej-coger losajos ejpecialmente bonitoj-pues”.

La importancia de lo pequeño

Se dice que los mejores perfumes vienen en frascos pequeños. En Caracas ocurre algo semejante con las palabras: los diminutivos, lejos de significar un empequeñecimiento de los significados, le aportan al significante un carácter de urgencia, proximidad o intensidad insólitos. Casi, casi es como si habláramos al revés: decir “ahora” es decir dentro de un rato, pero decir “ahorita” nos remite a una celeridad de competencia; decir “afuera” es decir más allá, pero decir “afuerita” quiere decir “en el bordecito de la puerta”. Lo que está “cerca” está a unas cuadras, pero lo que está “cerquita” está en esta misma cuadra, si no, ahí al lado. “Ahí mismo” indica que estás en el lugar correcto, pero “ahí mismito” quiere decir que si te mueves un pelín hacia la izquierda, te perdis-

te. A propósito de esta particular, precisa y caraqueña unidad de medida debemos aclarar: “un pelo” es sinónimo de poco, pero “un pelín” es algo así como una unidad de medida de escala subatómica. que algo está “caliente” no necesariamente da señales de que esto sea bueno Sirve el diminutivo para certificar la o malo, pero cuando está “calientico” un paternidad de manera positiva. En Ca- caraqueño entrecierra los ojos y sonríe racas decir “ese muchacho es igual a su imaginando un regazo mullido y tibio. papá” puede denotar que se le parece Hacerlo rápido es hacerlo con celeridad, en ciertos rasgos del carácter, no nece- pero hacerlo rapidito es más sabroso. sariamente positivos o negativos; pero decir “ese muchacho es igualito a su papá” quiere decir que el carajito es de él. Otros usos del diminutivo agregan cierta cuota de placer a las situaciones. Decir

a os en plen t o f e s o d omán (jajajá), n —La loca t o if A l e calle con anza. p a l o d n a d n Bernardino)

—Los ricos cada día más ricos y no trabajan. Así la vida es un jamón.

íso. Sa

os. Crema Para (Muchacha, 26 añ

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Caracas, 5 de octubre de 2018.

(Vendedor de café, 65 años. Terminal de La Bandera, 4:40 am)

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pichaque

piche

piquiña

pitiyanqui

“El lenguaje es, como saben, el murmullo de todo lo que se pronuncia y es, al mismo tiempo, ese sistema transparente que hace que, cuando hablamos, se nos comprenda; en pocas palabras, el lenguaje es, a la vez, todo el hecho de las hablas acumuladas en la historia y, además, el sistema mismo de la lengua”.

vos de la imaginación y la creatividad en clave de jerga callejera.

¡Qué lo qué!

Michel Foucault En la plasticidad del lenguaje popular, me refiero a la cancha que tiene el lenguaje para modelarse de forma descomunal, al imponer sus propios límites y transmigrar a través de diferentes formas y significados se suprimen —se relajan y se despeinan— ciertas tensiones: la del sujeto y el objeto del conocimiento que, sin aplicar mucha lógica, se refiere a la del sujeto y el objeto del enunciado. A esta correlación básica e interdependiente que se arroja sobre las cosas, que cuenta los pasos del baile —uno hacia delante, dos hacia atrás— del sujeto al aprehender al objeto y del objeto a ser aprehendido por el sujeto, queda diluido, aturdido o incauto el sentido común: fetichizar o cosificar al sujeto, su voluntad, su deseo o su capricho nos acerca a la extensión infinita de los universos discursi-

Entre el rigor epistémico y el rap incrustado como un diamante en el texto, el universo discursivo de la calle nos trae algunas palabras que entran y salen de la cárcel para conseguir reinsertarse en nuestro vocabulario POR César Vázquez • @ @CesarVzquez3

que la o d n e y e r c ío se fue —El hijo m or allá era papita. vaina p tia) os. Av. Sucre, Ca (Hombre moreno,

“Vamos a enseñarte como se habla con [glamur en Venezuela sí se habla con glamur si tu eres caribeño entonces habla con [glamur como yo como tú con glamur enséñale a tu madre a que hable con [glamur si tú eres criollito mejor habla con [glamur”. Se trata de una forma desparasitada que abre las palabras como latas para servirlas sobre el plato y canibalizar, predando o depredando, sus significados. Sin convencionalismos necesarios o consensos lingüísticos universales se requiere, ante todo, afrontar el vértigo del vacío dejando atrás el miedo al relativismo de las palabras, mientras observamos cómo cae lo que sale de la lata.

—Esto está hirviendo, parece una sopa. (Muchacha, 23 años. Vagón, estación Los Dos Caminos, Metro de Caracas).

60 añ

—Curdo’e bolas y a patica pal cerro. —Eso te cae ma después de l ñana a una, con segurid ad. (Chamo, 30 años. Banco de Ve

(Obrero, 46 años. Redoma La India, La Vega)

—Una Katy

y un cigarro detallad o. —90, papi.

(Muc Cola de las ca hacho, 28 años. mionetas para San Antonio)

nezuela, bulevar de Sabana Grande)

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Yo les voy a enseñar como se habla en este [pueblo van a creer que tenemos voltiao el cerebro cuando alguien tarda mucho uno dice se da [postín y si tiene mal olor en las axilas es violín si pagas algo de contado pagas chinchín y si van a matá alguien dices le daré balín el que tiene mala suerte le dicen que está salao y el que se enamora mucho le dicen que esta [empepao.

El giro lingüístico —esa casa que pretendió al “ser” de las cosas en toda su dimensión, a través de la comprensión más que del entendimiento— se desvanece frente a la aparición del cuerpo real: el cuerpo de la cana, privado de libertad, explotado, sexualizado y racializado. Si hubiera que buscar el centro del planeta buscaríamos un taladro muy eficiente, pero si quisiéramos conocer el centro del mundo, parafraseando a Foucault, nos bastaría con conocer la prisión donde las convenciones se deslenguan a sí mismas: el lenguaje popular, muchas veces, pasa por la cárcel, entra y

sampablera

safrisco

ruletear

repele

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sale con la visita, se desfragmenta en el intercambio de fluidos, detrás de la cortina, en el cuarto del encuentro conyugal, hasta agarrar la pátina que le da el trajín de la calle, donde se naturaliza a través de la transgresión y la legitimación de la violencia. Si sientes mucha rabia eso se llama arrechera y si una mujer gusta de otra es cachapera aquí cuando tienes una novia se llama jeva y a la flojera le llamamos la caligüeva la pulpa de fruta con el alcohol es la guarapa y la película porno son carne con papa cuando matan a alguien dicen le dieron [chuleta y cuando se es indiscreto dicen que eres boleta. Que este tiempo de lectura —oyendo de fondo el rap de Pande Sousa— sea una apología a lo indecible, en ese “rumor” que le suma opacidad a la transparencia del lenguaje; es recrear ese espacio que se encierra dentro del círculo de la “o” y te lanza pal barrio a buscar el código, desdeñando el entendimiento y la operación lingüística con la que la palabra “causa”, por ejemplo, deja de ser el sujeto del saludo o del reconocimiento de quien comparte una razón, un ideal, una prueba penal

—Muévelo manita... que esto no es pasarela. (Hombre Joven de cabello teñido. Transferencia Línea 3, Metro de Caracas)

—Me salió una chambita y rev olucioné unas lucas pa los útiles. per o todavía me faltan los zapatos. (Hombre bla nco, 42 años. Casco His tór

ico de Petare)

gusta e l , í s a s ta ho e —Ese bic pero no aguan ear chalequ halequeo c Paseo Los (Trotadores.

Próceres)

—Relájate y péinate, que no es para (Mujer, 32 años. tanto. Estacionam

Centro Comercial

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ient Unicentro El Maro del qués

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samplegorio

taguara

o criminalística, y pasa de ser sujeto a marcador de discurso. “Si no te preocupa nada dices que no hay rollo un cafecito clarito le dicen guayoyo la resaca después de tomar es el ratón y si un beso es muy largo le dicen lata o jamón si eres un hombre muy lucío eres un pantallero si eres un mentiroso dicen eres un cobero si eres amanerado dicen que eres medio pato y a los roqueros se le dice comegatos” Hablar de cuándo entra o sale “el murmullo” de las palabras, los neologismos y sus actualizaciones a la calle es una arbitrariedad. “Beta”, por ejemplo, delimita algo pero no lo define. Con esta palabra que postula la relatividad “en banda”, de la polisemia, una molécula de intuición con la que se explora la aplicación de un teléfono puede ser vital para evitar una simple “caída”: “Le dijeron que había un beta, pensó que había una fiesta y era un allanamiento”. Existen tantas definiciones de “beta” como de la palabra cultura. El “beta” no acepta razona-

tarajallo

tequeteque

una espinilla es un timbre la casa es el rancho la cerveza es la birra “Si un muchachito se porta bien dicen que es un un golpe es un coñazo [pan el autobús estudiantil es el recoje loco a los vigilantes se les dice guachimán ¿tas viendo que sí tenemos volteado el coco? a las axilas le decimos el sobaco y a los policías le decimos pacos En este estadio del lenguaje popular la irracioel despecho es el guayabo nalidad es imperativa y entra en juego bajo la la siesta es un camarón complicidad del interlocutor, en él no hay galos zapatos son los pisos rantías más que afecciones; se entrelazan códiel envidioso es mochador gos que incluyen la solidaridad y la identidad el chismoso es un pajúo de una clase, una forma de vivir y de hacer en lo la vagina es la totona cotidiano lenguaje. una pistola es una bicha y el pene es la paloma Para algunos estudiosos y académicos es la deel dinero es el billuyo bacle reducida a lugares comunes que repruequien tiene mucho es un chivo ba el mínimo examen de la transparencia del 2 mil bolos son 2 lucas lenguaje. Sin embargo, la riqueza del lenguaje si no hay problema no hay güiro popular no puede ser medida ni certificada en si vas a pelear con alguien le dices abre cancha esos términos; la forma de encriptar el menla chancleta son las cholas saje, enmascararlo ante cualquier sospecha, lo la pantorrilla batata dota de un recurso lingüístico inagotable, que si come rápido en la calle es una bala fría se consigue a través de los poderes creadores e tus padres son los pures, los hijos son las crías imaginarios del pueblo. miento alguno ni boleteos, la única bandera que levanta es la de la indeterminación.

—Epa ¿y la

—La Bar biki hora de ú se fue del paí s, be estar cruzan a esta do la fronter a. (Comensal y perr

meter ía r e u q e l —MiLord, Yo o... per arrugó. a s e c in r p a l (Artesano, 34

ero. Calle de

l Hambre, Pla

años. Bellas Artes)

—¿Tú eres marico? Rescata ahí que yo después te salvo. (Hombre habla por teléfono. Estación de gasolina, Las Mercedes)

Barbikiú ?

—Aquí e único e s bonito. lo s qu pa tirar e hay locos pa arrib a. (Mujer, 60 a ños . Plaza Bolíva

r)

za Venezuela

)

—Habla claro si vas pendiente. después no quiero peo. (Mujer morena, 34 años. Barrio El Atlántico)

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¿Tú sabes quién fue Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno Crispín María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz? Seguramente no tienes ni idea. No te preocupes. Yo tampoco lo sabía. Pero si te pregunto por Pablo Picasso lo más seguro es que, al menos, hayas escuchado alguna vez ese nombre y hasta es probable que sepas que fue un pintor muy famoso. Un pintor que tenía ¡14 nombres! Pero no fue por eso que Picasso se hizo famoso. Se hizo célebre porque con su manera de pintar logró lo que muy

pocos artistas han alcanzado: ¡poder pintar como lo hacen los niños! Sus cuadros podrían parecer medio locos porque le colocaba a las personas los ojos en la frente, la nariz donde van las orejas y las cabezas... ¡las cabezas que dibujada Picasso podían ser cuadradas o en forma de triángulo! A él le gustaban mucho las figuras geométricas, sobre todo los cubos, por eso a esa manera tan rara de pintar la llamaron “cubismo”. Yo te cuento todo esto porque acabo de visitar la exposición “Camarada Picasso”, que está en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Armando Reverón, en Parque Central; y vi la obra

de teatro Un niño llamado Picasso, que presenta el colectivo Comunicalle. Allí vi y aprendí todo esto que te estoy contando. Si tú también quieres conocer a ese niño dile a tu papá, a tu mamá o a tu maestra que te lleven al museo los viernes a las 10 de la mañana, que es cuando presentan la obra. Y si quieres ver las 149 pinturas de Picasso que están expuestas puedes ir cualquier día de la semana a partir de las 9 de la mañana. ¡Pablito espera por ti!

Coordinación y textos: Armando Carías. Ilustración y diseño: Balbi Cañas Edición Número Doscientos noventa y siete. Año 07. ÉPALE CCS

Caracas, 5 de octubre de 2018.

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