01-10-2017

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CARACAS, MI AMOR

MERCEDES CHACÍN

CONSEJO EDITORIAL

Jorge Rodríguez Gómez Felipe Saldivia Gustavo Borges Revilla

DIRECTORA

Mercedes Chacín

EDITOR JEFE

Carlos Cova

COORDINADOR EDITORIAL

Gustavo Mérida

DIRECTOR DE ARTE (E)

Arturo Gonnella

COORDINADOR DE FOTOGRAFÍA

Jesús Castillo

COORDINADORA 2.0

Yanira Albornoz (†)

WEB Y REDES

Enyeli González Ramón Pérez

REDACCIÓN

Nathali Gómez Moscoso Ander De Tejada Marlon Zambrano Malú Rengifo

Las cartas y las postales son formas de comunicación que mutaron. A correos electrónicos, a fotos de Instagram, a mensajes de Whatsapp, a memes, a videos que puedes ver casi en tiempo real desde tu mano. Antes había que tomar un bolígrafo, buscar un papel, perfumado, tal vez, si él o la destinataria lo “merecía”; luego un sobre, luego una estampilla y, finalmente, llegaba aquella misiva, aquella epistolar comunicación a algún lugar, en días o meses. Había carteros que inspiraban a guionistas, había desencuentros que provocaba muertes en la realidad o en la ficción. Hemos cambiado. Cuando tienes al alcance de tu mano, literalmente, un aparato dizque inteligente, dizque para comunicarte, las cartas y las postales son antiguallas para el romanticismo y para contar “como era antes el mundo”. El amor, el romance, la amistad, por fortuna, permanecen. Y en nombre del amor quisimos en este 5to aniversario de la revista Épale CCS trasegar ese camino epistolar, sin excesos, pero con la intención de que hombres y mujeres que vivimos en esta ciudad usáramos ese género para “hablarle” claro a esta mujer que es Caracas. Y también elegir un lugar desde donde decir, también, a alguien amado, real o imaginario, con una imagen acompañada de palabras, de un mensaje, de una historia, una confesión, una declaración de amor... En esta edición contamos con la colaboración de Jorge Rodríguez, el alcalde de Caracas. El Alcalde eligió contarnos como fue que “Saigón” dejó de existir para convertirse en una querencia, en un amor, en una certeza, en una plaza para vivir. Nuestro equipo de fotógrafos, nuestros redactores, nuestro editor, nuestro corrector, nuestro coordinador editorial y nuestros más asiduos y cercanos colaboradores le escriben a Caracas la amante, la madre, la atormentada, la amiga, la novia... y lo escribimos para ustedes queridas lectoras, queridos lectores. Desde nuestros 5 años, esperamos que les guste. Sigamos.

DISEÑO

Tatun Gois Yeibert Vivas

CONTENIDO

FOTOGRAFÍA

Enrique Hernández Michael Mata

JORGE RODRÍGUEZ RETIRO DE PORTADA

CORRECTOR Rodolfo Castillo

02. CARLOS COVA

LOGÍSTICA

Idania Bracamonte Daniela Fernández Edi Cordero

04. MALÚ RENGIFO

COLABORAN EN ESTA EDICIÓN

06. FREDDY FERNÁNDEZ

16. JOSÉ ROBERTO DUQUE 18. ANDER DE TEJADA 20. JESSICA DOS SANTOS JARDIM

Clodovaldo Hernández, José Roberto Duque, Rodolfo Porras, Freddy Fernández y Jessica Dos Santos Jardim. Archivo Ciudad CCS. Fotografía de portada: Jesús Castillo

08. RODOLFO PORRAS

22. CLODOVALDO HERNÁNDEZ

IMPRESIÓN

10. GUSTAVO MÉRIDA

24. RODOLFO CASTILLO

12. NATHALÍ GÓMEZ

26. MARLON ZAMBRANO

Complejo Editorial Alfredo Maneiro Imprenta Nacional. www.epaleccs.info @epaleccs

epale.ciudadccs@gmail.com @epaleccs

Épale CCS

Comercialización y Ventas: 0212-8080323/0426-5112114 Distribución: 0212-8085843 Depósito Legal: pp201202dc4166

14. MERCEDES CHACÍN REVISTA GRATUITA CIRCULA LOS DOMINGOS CON EL DIARIO CIUDAD CCS BÚSCALA DE LUNES A VIERNES EN NUESTRA SEDE: ESQ. SAN JACINTO, EDIF. GRADILLAS “C”, PISO 1, AL LADO DE LA TAQUILLA ÚNICA DE SERVICIOS MUNICIPALES

Una publicación de la

PREMIO NACIONAL DE PERIODISMO “SIMÓN BOLÍVAR”, 2014, 2015 Y 2017. PREMIO MUNICIPAL DE PERIODISMO “GUILLERMO GARCÍA PONCE”, 2014.


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QUERIDA CARACAS

Carlos Cova / Carta Caracas mía: Ahora que puedo, quiero dejar anotados un par de recuerdos que me ayudarán a comprender por qué me siento tan suyo y a usted la siento tan mía. Y anoto aquella ocasión en que perdí el transporte que trasladaría a todo el sexto grado de primaria al Museo de Ciencias. Fue acaso la primera vez en que debí sufrir a causa de mi impuntualidad. Entonces, sin apenas conocerla a usted, supe que llegaría por mi cuenta para alcanzar a tiempo a mis compañeros. Corrí entonces desde la calle Cervantes de Colinas de Bello Monte por las riberas del Guaire, bordeando luego la autopista Francisco Fajardo por una acera hecha para suicidas. Ya en predios del Teresa Carreño el cansancio me hizo resbalar por el lateral de un montoncito de tierra. Con el codo sangrante, resoplando y empapado en sudor, alcancé a entrar a la sala del Museo cuando mi grupo finalizaba su visita. Y anoto también esa otra serie de ocasiones en que me perdí casi a propósito entre sus calles. Trabajando para mi padre como mensajero elegí guardarme siempre el dinero del taxi, comodidad que el viejo me procuraba como ligera precaución para el adolescente que entonces yo era. A eso deberé entonces las caminatas interminables por sus avenidas en busca de direcciones imposibles, en cumplimiento de misiones que apenas me importaban. Debió habérseme metido en la cabeza desde temprano que las ciudades son entes orgánicos que alojan a sus naturales con una especie de tierna condescendencia. A la falta de miedo le llaman temeridad, pero eso no explica la forma en que me acostumbré a transitarla, a recorrerla, a husmear, incluso, en aquello que pudiera considerarse su intimidad: territorios baldíos, jardines secretos, ventanas y balcones abiertos, fábricas abandonadas... Siempre suyo. Carlos Cova

Edición Número Doscientos cuarenta y siete. Año 06. ÉPALE CCS

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MICHAEL

Caracas, 1 de octubre de 2017.

MATA

Edición Número Doscientos cuarenta y siete. Año 06. ÉPALE CCS

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º Aniversario

QUERIDA CARACAS


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QUERIDA CARACAS

Malú Rengifo / Carta Querida Caracas: Tu cuerpo es una jaula. Dentro de ti hay algo que mira, piensa, teme, escucha y se extraña: eso somos nosotros. Tú pones el cuerpo y nosotros el alma de este animal potente y desgarrado que llamamos ciudad. A ti te echamos la culpa de las colas, del caos, de los robos, y pasamos por alto la constante batalla entre el alma y el cuerpo en la que vives. Si eres violenta, amable, sucia, bella, caótica, pujante, o lo que sea, no es solo por tu cuerpo sino, más bien, por tu alma, por nosotros. Los violentos, los amables, los sucios, los bellos, los caóticos somos quienes te ponemos en esta horrible lucha. Los mismos que sembramos, te pisamos la grama. Por eso, mi ciudad, yo te disculpo. Estoy enamorada de ti. Malú P.D.: tuve que parafrasear a Kundera, yo no soy así de inteligente.

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Caracas, 1 de octubre de 2017.


QUERIDA CARACAS

AEL M

ATA

º Aniversario

MICH

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Caracas, 1 de octubre de 2017.

Edición Número Doscientos cuarenta y siete. Año 06. ÉPALE CCS


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QUERIDA CARACAS

Freddy Fernández / Carta Caracas, nadie te conoce Te escribo desde el frío. Aquí, donde el mundo parece que no importa, extraño esa certidumbre que me exiges, esa sensación que me impones, ese saber que en ti todo lo que me rodea pasa rápido y dice algo importante que, si no lo escucho, podría marcar la diferencia. Son ya 30 años de intentar no quedarme en tus calles. De soñar con la casa tranquila. De imaginar sus corredores, sus habitaciones y su patio. Antes de terminar el diseño, y aún más lejos de concebir el plan para lograrlo, siempre encuentras la manera de expulsarme. Es esta ya la tercera vez que, con razón y por responsabilidades que no me he impuesto, termino cruzando el mar para tener que vivir obligado en otra parte. He pasado años residenciado en otros lugares, pero viviendo a tu hora y por tus calles. Aquí los autobuses y los trenes, como las estaciones, son puntuales, pero todas las miradas se dirigen hacia nadie. Extraño de ti esa forma de mirarnos todos a los ojos para saber cuáles intenciones muestran. Aquí puedo programar y ordenar todo, llevar un cronograma exacto del tedio sin equivocarme ni por un segundo. Quizá solo en un mes pueda establecer todas las rutas de esta geografía, que se entrega abiertamente y no tolera misterio. Pero tú no. Me pregunto, ¿habrá otro lugar en el mundo que se permita tener una secuencia de esquinas que te predispongan tanto al miedo como pasar de “Alcabala” a “Peligro”, solo para alcanzar una mayor amenaza en “Pele el ojo”? Tú, Caracas, eres cruda, multiforme, cambiante, de violenta belleza. Tan distinta a ti misma en todas tus partes. A ti todos vamos dispuestos a tomarte por el cuello, a domarte, a convertirte en una pieza de nuestro dominio, pero nunca te entregas. Solo accedemos a un pedazo mínimo de ti para cada uno de nosotros. Me río abiertamente de quien asegura haberte tenido toda y conocerte profundamente. Me conmueven los que llegan nuevos sin saber que vienen a destrozar su sueño. Lo que quería decirte, en verdad, es que hago todo para regresar a ti pronto, que me cuesta estar lejos. No quería decirlo sin que supieras lo mucho que te reclamo. Freddy Fernández

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º Aniversario

MICHAEL MATA

QUERIDA CARACAS

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QUERIDA CARACAS

Rodolfo Porras / Carta Hola, Caracas Tengo rato queriendo escribirte, pero los tiempos no me dan. Ahora que puedo sentarme, debo decirte que lo hago con cierta prisa. Tengo varias diligencias que hacer y, como bien sabes, o corres o ni te encaramas. Dicen que la prisa es plebeya, debe ser verdad porque siempre ando apurado. ¿Y tú? Tan plebeya como la que más. Te pusieron aquel nombre medio rimbombante, “Santiago de León de Caracas”, ¡’na guará! Pero ni caso le hiciste: Caracas a secas. ¿Tú te imaginas lo bien que se debería sentir nuestra clase media ignorantona diciendo “voy a Santiago de León…”? ¡Muchacho! Se pusieran un abrigo aunque los matara el calor. Pero no... no dejaste: Caracas a secas. Para peor cosa un vocablo indígena... ¡Coño! Hasta razón tienen. ¡Qué falta de glamour! Pero no es por eso que quería escribirte. Es que en estos días te estaba mirando, como siempre, atareada, con aquella bulla, el humero, los sustos de la gente... ¡qué lío, hermana! Eso me generó un sentimiento paternal, como si fueses una hija en problemas. Entonces caí en cuenta de lo extraño de ese sentimiento... tú, por tu condición, no solo eres mi madre sino mi abuela, mi tatarabuela, mi ancestro. Me has acobijado, he aprendido a vivir lo de la calle, lo del espíritu, lo del aula, todo en tu seno. ¿Cómo es eso que ahora te siento mi hija? Tanto pensarlo, me di cuenta que uno a los hijos los ve crecer, cambiar, enredarse, los ve frágiles y después fuertes... igualito te pasa a ti. Tú no eres como esas urbes que tienen mil años y las calles están idénticas. Por eso, quien habita esas ciudades siente que el que se mueve y cambia es el individuo. ¡Mira tú! ¡Qué maravilla! Tú vives creciendo, cambiando como una niña, una adolescente. Desde antes de las invasiones ya andabas tú a tu manera. Los mismos que te pusieron ese nombre tan castizo son los que quisieran que no te modificaras... pero tú no sigues modelos. Así que vamos a tener que apañarnos para que la memoria no esté en las paredes y las calles sino en el alma de nuestra madre, hermana, abuela, hija Caracas. De un plebeyo a una plebeya, con amor.

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QUERIDA CARACAS

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º Aniversario

RODOLFO PORRAS

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QUERIDA CARACAS

Gustavo Mérida / Carta Caracas (obvio), 26 de septiembre de 2017 Muchacha: Como dice PTT Lizardo: “500 años son pan y una sonrisa en la Historia”. Si hubiese sabido que te escribiría, la relación con tus calles, cuando estuve en tus calles, la habría vivido con más conciencia para que los recuerdos, cuando los necesito, como ahorita, no se esparzan como —va mi primer lugar común— cenizas al viento. En las madrugadas cuando, con el mismo PTT, bajábamos de San Antonio y él cantaba sus canciones llenas de curvas (“yo también te he visto reír y te he visto llorar”) y me quedaba ahí, cerca de Conejo Blanco, la sensación era la misma que en Tazón o en La Urbina: “Llegué”. Estaba en mi zona. Ahora, treinta y pico de años después siento lo mismo, pero te confieso que estoy pensando en abandonarte. Quiero un conuco. Tienes que reciclarnos. A todos. Sé que tienes ese poder, porque esa montaña es mágica. Si te sacudes, no lo hagas tan fuerte para que nadie muera: ya tuvimos bastante con la insensatez de las guarimbas de mierda y, bueno, a Ocariz le dieron un premio por “buen” alcalde. Si es verdad que tienes poderes —aquí va el segundo: errar es de humanos— perdona tanta necedad nuestra, tanto río contaminado, tanto escupitajo en el Metro, tanto urbanista de gasolina. Según mis planes, me voy en unos diez años: eso da tiempo para que mi hijo, el de 13 años, quien me prestó su letra —quería que me entendieras— aprenda a quererte bien. Yo sigo aprendiendo. Te extrañaré.

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Caracas, 1 de octubre de 2017.


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A SALTES HENRIE TT

QUERIDA CARACAS

ril

º Aniversario

El Cuchit

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QUERIDA CARACAS

Nathali Gómez / Carta Querida Caracas Cuando te recorro lo hago con los pies de esa que fui, muchos años atrás, antes de nacer. Me quedo parada, en medio de la acera, tratando de imaginar a dónde llega ese zaguán infinito que se cuela por la rendija de una puerta de madera ruinosa. Allí sigue la casa centenaria que insiste en mantenerse en pie, a pesar de sus muros de polvorosa. Mira de frente a los edificios. Sabe que destrozarán su corazón, para transplantarle un inabarcable cuerpo de concreto que vulnerará su alma cálida de fogón. Atrás quedaron los patios de losa, las matas de mango, los techos de caña amarga y las paredes de adobe. Aunque los cientos de ventanales de las torres la miran con ese aire de triunfo soberbio del progreso, saben que ellos también están viejos y que desaparecerán. Las casas de mi cuadra fueron cediendo, una a una, como si sobre ellas hubiera caído la peste. Ahora, desde su rincón, donde algunas aún siguen en pie, miran con cierto desconcierto esta nueva Caracas que eres tú.

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Caracas, 1 de octubre de 2017.


º Aniversario

Plaza Candelaria

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MICHAEL MATA

QUERIDA CARACAS

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QUERIDA CARACAS

QUERIDA CARACAS

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Mercedes Chacín / Carta Querida Caracas:

º Aniversario

“Te conozco, te conozco desde siempre, desde lejos, te conozco…” dice una canción de Silvio. Siempre quise hacerlo y heme aquí, 638 meses después de aquel 31 de agosto de 1964. Sé que tienes muchos hijos y no puedes recordarte de las historias de cada uno. Tranquila. No pasa nada. Te lo recuerdo sin melodrama querida ciudad: mi mamá biológica, es decir Victoria, mi verdadera mamá, estaba estudiando para “normalista”. Para maestra, tú sabes. 1964. Y ese año era su graduación. Mamá estudiaba en vacaciones. Y así fue. Salió preñada el año anterior, llegó agosto: “Me gradúo este año así sea pariendo”. Y parió. A mí y a su título de maestra normalista. Le echó bolas mi mamá (digo bolas porque mi mama tiene 83 años y no hubiese dicho hace 53, ni ahorita tampoco, que le echó ovarios). Vivíamos en San José de Guaribe, y en 1968 la familia Chacín Díaz se instaló en Altagracia de Orituco, pueblo al que considero y trato como “mi terruño”. Te lo aclaro de una vez: nací aquí pero cuando me preguntan de dónde soy (algo siempre me delata, un gesto, tono, alguna vaina) digo: “De Altagracia de Orituco”. Casi 16 años años después de que mi mamá se graduó de normalista llegué a Caracas con un bastimento de sueños y emociones. Eso quiere decir, mi amor, que tengo ya 38 años durmiendo contigo. A ver si me explico. Me la he pasado contigo queriendo estar con otra. Lo cierto, querida mía, es que las quiero a las dos. Mucho. Aquí en Caracas he logrado algunas metas, sueños, anhelos. Me gradué, me enamoré, me desenamoré. Aquí nació mi hija. Aquí he llegado a estar muy cerca de ti. Viéndote. Tratando de entenderte. Y de entender a mis iguales, tus hijos, tus hijas. Y, como buena madre, tienes hijos buenos, malos y peores. Ya llegaste a 450, querida. Nos falta mucho por aprender. Es una relación complicada. Sé que tengo que hacer mi mejor esfuerzo por cuidarte (sé que todas y todos somos unas ratas contigo) porque no quiero abandonarte nunca. ¡Un abrazo!

HENR

IET TA

SALTES

Mercedes Chacín

Edición Número Doscientos cuarenta y siete. Año 06. ÉPALE CCS

Caracas, 1 de octubre de 2017.

Caracas, 1 de octubre de 2017.

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QUERIDA CARACAS

José Roberto Duque / Carta

Cartas y Postales

Queridas ciudades: Hubiera querido y pude haber escrito dos cartas, ya que tú no eres una sino dos (y probablemente más de dos) ciudades, pero acá, en la revista que te va sirviendo de diario o de retrato íntimo, funciona cierta tiranía editorial. Tú sabes, como esas normas que han querido imponerte para resguardarte del calificativo de ciudad bárbara: uno sabe que es fácil violentar esas normas pero es mejor intentar no andar botando basura en las calles, ignorando la luz roja del semáforo, asesinando, robando, violando, deseando a la mujer del prójimo y eructando en la mesa. Las normas, Caracas: esas bichas que si todos tus inquilinos respetaran no serías la Caracas oeste de la que la mayoría se espanta, sino la bichita cordial que tu imagen especular del este quisiera que fueras: la que de tanto ser mansa o católica ha terminado por ser agradable. ¿Cuántos no aman tu lado Caurimare y cuántos no detestan tu faceta Plan de Manzano? A casi nadie le gusta una hembra violenta y formapeo, y créeme que a esta hora es cuando vengo a darme cuenta de que, para escribirte, hay que hablarte como si fueras una mujer. No he leído las otras cartas que te escriben por aquí, pero me aplasto una bola con una piedra si todos tus escribas no te están tratando en femenino, como si fueras una jeva (o dos). La buena, mala o inevitable noticia para ustedes dos, Caracas oeste y Caracas este, es que su proceso de maduración va a perdurar mientras haya humanidad; los seres humanos tenemos un tiempo limitado para tener niñez, madurar, envejecer y morir, pero como el concepto “muerte” no aplica para las ciudades el viaje paralelo de ustedes dos hacia el madurar y mejorar o empeorar va a durar para siempre, si entendemos por “siempre” los siglos que les espera de permanente mutación. Sobre tu bipolaridad, hermana, dicen los marxistas que algún día ese conflicto se resolverá a favor del oeste, que el espíritu vital del proletariado está llamado a liquidar contradicciones y que llegará el día en que ya no habrá ciudades bipolares en la Tierra. Tendrás que esperar siglos o milenios a ver si ellos tienen razón; por favor cuéntaselo a mis tátara-tátara-tátara nietos, porque estas cenizas y estos recuerdos no tendrán entonces cómo verificarlo.

Edición Número Doscientos cuarenta y siete. Año 05. ÉPALE CCS

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QUERIDA CARACAS

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Bipolar s a c a r a C

º Aniversario

JESÚS CASTILLO

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QUERIDA CARACAS

Ander De Tejada / Carta Hubo una vez unos tipos que escribieron sobre la ruralidad y que nos enamoraron con la forma en que describían cada espacio de los campos, de las montañas, de los pueblos escondidos entre las temperaturas indescifrables y los árboles más raros. Fue gente que nos entusiasmó con su tensión puesta en cualquier imagen de un animal haciendo animaladas o a través de la reproducción fidedigna de los sonidos con que habla la flora. ¿Qué puede pasar conmigo? Si no he alimentado chivos sino perros desgraciados y acabados por el hambre que hay debajo de los puentes; si lo máximo que he domado no ha sido un semental erguido frente a mí sino el impulso traicionero de un policía corrupto; si no he tenido que burlar el zarpazo inesperado de un felino hambriento sino únicamente el puñal largo que nos muestran los malandros; si la mayor estampida que ha venido sobre mí no ha sido de bisontes sino de motos enfurecidas con la vida; si no he montado carrozas ni he paseado en elefantes sino que he desafiado todas las leyes concebidas por la Física para no morirme en una Encava; si no he arado la tierra, si no he visto a los espantos, si no he comido babo ni he cazado animales ni he defendido mi tierra en una guerra contra los conservadores, o contra los liberales, ¿qué más da? ¿De qué se puede escribir, Caracas? ¿De ti?

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QUERIDA CARACAS

MICHAEL MATA

º Aniversario

Plaza Los Museos

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QUERIDA CARACAS

Jessica Dos Santos / Carta A la más hembra que he conocido Tenemos más de 20 años juntas y rara vez te he escrito una carta, salvo por contadas razones de fuerza mayor. La verdad, hay muchas cosas en nuestra relación que no andan del todo bien. Sé que quisieras que compartiésemos más, que pudiese olvidar mi miedo a la noche y amanecer a la intemperie entre tus brazos, que mis gustos nos fuesen tan costosos, que recordase que hay maneras gratuitas de divertirse. En ocasiones me asfixias, no consigo entender tu ritmo vertiginoso y termino olvidando tus cualidades. Luego, te observo con detenimiento e inevitablemente me entrego a ti: amo perderme en tus ojos verde waraira, en tu cabello frondoso que llena de formas nuestro cielo; he aceptado tus gritos furiosos, cual concierto de cornetas, y los gemidos amorosos que vuelan como libres guacamayas; no podría vivir sin la temperatura que tiene tu cuerpo dependiendo de la hora del día, del mes del año; conozco de memoria los olores tan diferentes y particulares que irradias en cada esquina de tu ser, las tonalidades rosas que adquiere tu piel cuando va atardeciendo. Contradictoriamente, también adoro tu forma de llorar, tu rostro encapotado y lo fresco, joven, vigoroso que luce cuando cesan tus lágrimas, pero persiste la nostalgia por el campo. Tal vez por eso nuestras separaciones nunca han funcionado, y hemos llenado el calendario de “últimos” besos. Sé que me he ido más de una vez, que te he dejado sola, consciente de que nuestra casa y todo lo que en ella existe pertenecen solo a ti; sé que he hecho el amor con otras, que me he perdido en curvas tan peligrosas como los páramos andinos, en manos tan cálidas como la inmensa llanura, en cuerpos tan dulces como la brisa oriental; pero, ya ves, siempre vuelvo a ti, como tantos y tantos exnovios que no han conseguido olvidarte, que te buscan pese a tus maltratos, que sienten que algo de ellos se ha quedado para siempre en ti. Te preguntarás, entonces, ¿por qué no me decido a llenar nuestra casa de hijos, a consagrarme en ti? Temo que no se lleven bien, que no tengas tiempo para ellos, que le resultes muy agresiva, que no entiendan nuestro amor. Al fin y al cabo, yo soy tronco de mujer y tú, Caracas, eres la ciudad más hembra que he conocido. “Es difícil ser feliz pensando en ti, pero es imposible no hacerlo”.

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ENRIQUE HE

RNÁNDEZ

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Próceres Paseo Los

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QUERIDA CARACAS

Clodovaldo Hernández / Carta Querida Caracas: Sé que ya no le debes creer a ningún hombre cuando te dice que te quiere. Has soportado 450 años de maltratos, engaños y montaduras de cacho. Desde aquellos bárbaros que llegaron dándoselas de civilizadores, y dijeron que te fundaron (aunque ya tú existías, habitada por la gente originaria), hasta los actuales jovencitos que quieren irse demasiado, los tipos han (hemos) sido un asco contigo. Por eso entiendo que dudes cuando te digo “Te amo, chica”, a pesar de que te lo susurro con mi acento de caraqueño, aprovechando la mañanita, cuando todavía no estás sorda. Caracas, aprendí a quererte viéndote desde el patio trasero porque, en mis tiempos niños, la mía era considerada una parroquia foránea, algo así como el comienzo del famoso monte y culebra. Recuerdo que mi mamá decía “Vamos pa’ Caracas” cuando íbamos a subir a uno de aquellos autobuses rojos y cachetones de la ruta Antímano-Silencio. Eran esos unos “viajes” tan importantes, que hasta nos poníamos la ropa dominguera. Ya entonces me enamoré de ti, de tus dos torres emblemáticas, de tus distribuidores con nombres de animales de muchas patas, del misterio erótico que eran para mí tus zonas más allá de la plaza Venezuela. Muchas veces, tengo que confesártelo, he considerado dejar de amarte. Los que te pisotean a diario han querido obligarme a odiarte con tanto empeño como ellos lo hacen. Pero lo mío es, en serio, un amor a toda prueba que ha superado cortes de agua, fallas del Metro, trancas escuálidas, quebradas crecidas, gobernantes ineptos y corruptos, El Sacudón, los motorizados, los camioneteros, los vendedores de plátano con altoparlante, las fiestas de los vecinos que cantan “El Rey” a las 3 de la mañana… En fin, tienes que reconocer mi insólita fidelidad. Te amo tanto que no temo hacer el ridículo publicando esta carta. ¡Calcula tú! Clodovaldo

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Waraira Repano

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JESÚS CASTILLO

QUERIDA CARACAS

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QUERIDA CARACAS

Rodolfo Castillo/ Carta Amada ciudad (mi querido terruño): El evidente vejamen y maltrato a los que permanentemente estás expuesta te afean, te caotizan cada día más. Sin embargo, y sin que esto se trate de una apología a la devastación, algunas secuelas de ese agravio constituyen, hoy por hoy, parte de tu irresistible encanto. Nada mejor para explicar esta contradicción que un pequeño ejemplo. El deterioro de las fachadas de las pocas casas coloniales que aún conservas (en La Pastora, San José o San Juan) dejan a la intemperie tus ladrillos rojos de siglos, como una herida en carne viva de una bestia feroz. Créeme que no existe nada que excite más mis añoranzas de caraqueño que el aroma que exhalan tus ladrillos cuando la lluvia recién los ha humedecido. Ese tibio efluvio me confronta, de inmediato, con ese animal cultural siempre esquivo: la caraqueñidad. Por otra parte, esa fragancia te identifica, te define, cosa nada desdeñable en tiempos donde la personalidad es difusa. El perfume de tu sangre, tu sol decembrino, tus gélidas mañanas de enero y el verde-azul de tus montes te hacen ser y me dan plena existencia. De quien te quiere, Rodolfo Castillo

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Plaza Bolívar

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MICHAEL MATA

QUERIDA CARACAS

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QUERIDA CARACAS

Marlon Zambrano / Carta Caracas, cualquier cosa: el caos, la lluvia, el temblor, el Waraira, los motorizados, la chamba, Altamira, el Metro, Catia, mamá, el cielo, el infierno, tú. Tercera columna de izquierda a derecha, frente al mural de Amalivaca de César Rengifo en las catacumbas del Centro Simón Bolívar, 10:30 pm. Tu aliento a Ventarrón, embriagador y ardiente, y tu mano sacudiendo mi pecho con sed de venganza y dos lagrimones prendados que no se dejaron derribar por la sacudida, exigiendo la prueba más trucada del amor, que es la entrega. “Ámame”, creo que me reclamaste frente a la mirada atónita de las indias tamanaco mientras un celaje indigente nos ladeó amenazante cuando te anunciaba mi temor, a esa hora conjurada para el amor y la puñalada en la ciudad más peligrosa y alegre del mundo, según algunas estadísticas. “Cómo no vas a querer a una jeva como yo, que habiendo nacido en la Clínica Metropolitana te suplica, a ti, compromiso”. Yo ya era chavista y tú lo sufrías, y aquello, en realidad, no era más que otro episodio descarnado de la histórica lucha de clases. “Dame un beso, pero olvídame”, dije agónico en tono de telenovela de las 9 cuando ya se acercaba, reticente, un celador en forma de buque destructor a nuestro encuentro. Tus ojos sombríos brillaron como fuegos de conquista y disparaste un juramento ecuménico que, desde entonces, escucho desde distintos frentes de guerra: “Chavista de mierda”. Antes de salir disparado, tras una advertencia del tombo, me dio tiempo de anunciarte un mea culpa que, probablemente, te supo a sopa de pobre: “¿Qué vas a esperar de un carajo que nació en la Clínica Panamérica, a media cuadra de la Plaza Catia?”, y logré huir internándome en los pasillos que dan a la iglesia Santa Teresa, donde reinan las putas más feas y solidarias de todo el planeta.

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QUERIDA CARACAS

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ENRIQUE HERNÁNDEZ

Caricuao

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