Edición número Doscientos setenta y nueve. Año 06. Caracas, 1 de junio de 2018 REVISTA GRATUITA
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PASE ADELANTE...
¡ VI VE CARACAS! PARROQUI A ANTÍ MANO Muni ci pi oLi ber t ador
FOTO JESÚSCASTI LLO Revi st a
contenido
Consejo Editorial
Erika Farías Roberto Malaver Gustavo Borges Revilla Mercedes Chacín Gustavo Mérida
02. pEFIL
Director
Lila Morillo, inevitable
Carlos Cova
DirecTORA de Arte (E)
Tatun Gois
COORDINADOR DE FOTOGRAFÍA
05. el MENJURJE
Jesús Castillo
06. CRÓNICA nostálgica I
Coordinadora 2.0
Yanira Albornoz (†)
Sensaciones de pueblerina
Web y redeS
Enyeli González
09. ... MONTE Y CULEBRA
Redacción
Los irreales
Marlon Zambrano Malú Rengifo César Vázquez
10. CRÓNICA nostálgica II
FotOGRAFÍA
Michael Mata Enrique Hernández
Cuando desperté la televisión aún estaba allí
CORRECTOR Rodolfo Castillo
16. crónica nostálgica III
LOGÍSTICA
Destroyer Party vs Apocalipsis Sound
Idania Bracamonte Daniela Fernández Edi Cordero
Colaboran en esta edición
José Roberto Duque, Humberto Márquez, Indira Carpio, Ana Cecilia Loyo, Nathali Gómez Moscoso, Jessica Mena. Archivo Ciudad CCS. Fotografía de portada: Jesús Castillo.
Impresión
Complejo Editorial Alfredo Maneiro Imprenta Nacional.
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Épale CCS
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19. BOLEROS QUE CURAN EL ALMA 20. CRÓNICA nostálgica IV Pósteres en sepia
24. CRÓNICA nostálgica V Alivios en la carretera
26. VERSO A VERSO
Poesía o nada / Décima cotidiana
Depósito Legal: pp201202dc4166
28. El RUMOR DE LAS BOLAS Una publicación de la
Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar”, 2014, 2015 y 2017. Premio Municipal de Periodismo “Guillermo García Ponce”, 2014.
Revista Gratuita Circula con la edición especial de Ciudad CCS ¡bien resuelto! búscala de lunes a viernes en nuestra nueva sede: esq. gradillas, edif. gradillas “a”, piso 1, y en la librería historia (pregunte por jonás o luis castellanos), pasaje humboldt.
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PERFIL
lILA MORILLO INEVITABLE
En Venezuela, y parece que en varios países de América Latina, acostumbramos llamar “artista” a cualquier persona que aparezca en televisión haciendo lo que sea. Lo demás se lo decimos aquí abajo POR JOSÉ ROBERTO DUQUE • @JROBERTODUQUE / ILUSTRACIóN JESSICA MENA
Hay peculiaridades de la personalidad que pueden encumbrar a una gente y hundir a otra. Por ejemplo: esa actitud fronteriza entre la sinceridad y el desparpajo; esa tendencia a decir, no lo que se piensa, sino, muy por el contrario, a decir cosas tiernas o brutales sin pensar lo que se dice o delante de quién se dice. Que una persona hable por televisión como le salga del forro suele agradecerse, porque la televisión ha sido desde su creación el reino de la falsedad, la doblez, la pose y la seriedad forzosa; he ahí el detalle que convirtió en cadáver político y en figura humorística a María Bolívar. Habló, la escucharon y se acabaron sus aspiraciones. De ella dependerá seguir siendo el comodín político para la risotada y el chalequeo. Pues resulta que no solo en los rasgos, en el habla y en el origen se parecen María Bolívar y Lila Morillo; la diva tiene cinco décadas diciendo cosas más insólitas o graves que la excandidata. La diferencia fundamental entre ambas es que la primera se cree líder y la segunda se cree estrella, y por esa razón la primera es inviable (porque su fantasía pretende invadir asuntos de la realidad del país, como su conducción) y la segunda es adorable: la humanidad tolera, acepta y hasta celebra que haya figuras públicas que digan y hagan estupideces, siempre que eso no afecte el funcionamiento de la sociedad. Lila es una fantasía autoconstruida y sustentada en la mediática nacional. En 2012 lanzó un globo de ensayo: anunció que iba a lanzarse como candidata a la alcaldía de Maracaibo, y por supuesto que arrancó más bostezos que carcajadas. Ser conocido y popular no te hace bueno para la política; ella lo sabe: se ha ganado unos millones limitándose a hacer lo que sabe y eso no le ha destruido la vida a nadie. Ni siquiera a José Luis Rodríguez, “El Puma”. Por cierto que fue esa juntura con el cantante uno de los grandes golpes publicitarios de su carrera, cuando ya tenía una década de darse a conocer en Venezuela y en otros países. En los años 50 la televisión venezolana había comenzado su misión adoctrinadora, o evangelizadora, difundiendo lo más fácil de imponerle a una masa, que son los estereotipos, fases superiores de los prejuicios. Así, se inauguró y fue construyendo ese medio a base de héroes blancos, viwww.epaleccs.info
llanos negros, bobos grises y buenos y malos músicos; y en ese mezclote, que pretendía ser una muestra de lo venezolano moderno (esa construcción en pleno proceso de urbanización), tuvo cabida una muchacha exótica, morenita, risueña y de actitud populachera, cara redonda, pelo liso, chinita como la virgen que adoran en su pueblo. Cualquiera diría que hubo algo turbio en eso de lanzar al estrellato a una adolescente de 15 años, nomás porque era medio ingenuota y, de paso, estaba buenísima, pero, ya va: la muchacha era de verdad afinada al cantar. Y, además, llegó a las pantallas de televisión de la mano de Mario Suárez, un cantante y cazatalentos a quien la música de arpa, cuatro y maracas le debe mucho de su impulso inicial como industria. A menos que tú seas de los que creen que en el mundo venezolano del espectáculo pueda existir eso de la trata y la operación colchón. Y, además, era DON Mario Suárez, por favor. “Don” quiere decir “de origen noble”; será en esa cloaca de Hollywood donde dejan descollar a carajos como Morgan Freeman. Como sonreír es tan importante para la publicidad y la propaganda, la joven Lila hizo el resto con su don natural para ese trabajo de los músculos de la cara. ¿No les ha pasado que ahora mismo, en la segunda década del XXI, ustedes adoran a esas muchachas anónimas del Facebook quienes, cada vez que suben un selfie en actitud sonreída, acumulan 400 y 500 “me gusta” sin necesidad de agregar más nada? Bueno, imagínense ¿cómo funcionaba eso en la época de nuestros padres y abuelos, embelesados por el fenómeno de la televisión y embelesados por la voz y por la sonrisa de aquella niña inquietante y cantarina? “Esa pava tiene ‘pep’ con Pepsodent”, decía el eslogan de una exitosísima marca de dentífrico de los años 70, incrustado en un comercial muy enigmático (la gente se preguntaba por qué esas muchachas necesitaban ponerse esos trajes de baño tan lascivos para cepillarse los dientes). El “pep” de Lila, sumado a ve tú a saber qué otros atributos, la llevó entonces al cine, con lo cual los venezolanos, empezando por ella misma, se acostumbraron a llamarla también “actriz”. Antes de los 25 años ya había conseguido mucho de lo que cualquier artista
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(anoten ahí, la palabra “artista”) aspiraba o tan siquiera soñaba: un chancesito en el cine mexicano para aparecer al lado de Javier Solís y Libertad Lamarque, éxitos en la radio, papeles en telenovelas. Por esos años ya había decidido explotar otras facetas de su físico y otras actitudes; la adolescente fue despojándose de trapos y de ingenuidades y, de pronto, tuvimos a una precursora de las “bombas” que vendían revistas y periódicos y espacios televisivos a punta de sensualidad. Paralelo a su éxito y popularidad se levantaba, también, un poco modestamente pero de manera sostenida, al sujeto a quien llamaron después El Puma. A mediados de los años 60 se casaron y pasaron a ser la pareja más estalqueada de la farándula venezolana: el cantante más romántico y varonil y la jeva de las jevas juntos, haciendo o tratando de hacer una familia. El joven se dio a conocer cantando boleros con la orquesta de Billo Frómeta y eso hacía que su sola presencia, o el anuncio de su presencia, bajara pantaletas por doquier, a pesar de las murmuraciones (o a causa de ellas) según las cuales todo ese éxito se lo debía José Luis a su mujer.
Lila le ponía picante a la situación, soltando de vez en cuando comentarios ácidos en contra de su pareja, quien se limitaba a cuidarse el copete, seguir grabando y actuando en telenovelas —
esa herramienta, el hombre en su semblanza la llamó estúpida de cinco o seis formas distintas y sus lectores (incluyendo a Lila) creyeron que, en efecto, el escriba la consideraba una artista fuera de lo común, y de paso se propagó entre los intelectuales la costumbre de decir: “Queremos tanto a Lila”, tal vez con la esperanza de parecerse a Cabrujas y a Cortázar al mismo tiempo. Mentira: a Lila ya no la La prensa amarillista invirtió tiempo y espacio en difundir intrigas adora nadie, pero como la caraja logró coronarse como ícono curreales o falsas, con la esperanza de que un día ocurriera un divorcio si de la Venezuela farandulera muchos juguetean con ella con aires y se produjera algún escándalo de esos que vendían ejemplares de patrióticos, como si de verdad ella representara a los venezolanos. periódicos. Lila le ponía picante a la situación, soltando de vez en cuando comentarios ácidos en contra de su pareja, quien se limitaba Con ese respiro ha llegado a nuestros días, con más renombre que a cuidarse el copete, seguir grabando y actuando en telenovelas. El fama y más Sábado Sensacional que trayectoria cinematográfica y matrimonio duró 20 años y no hubo ni cataclismo ni golpe de Esta- musical. Cada vez que empieza a momificarse su memoria a la doña do, porque cuando se produjo la separación ya ambos eran material se le ocurre algo que la mantiene más o menos activa. Por ejempara la nostalgia, y bueno. Ya en los 80 lo raro no era divorciarse sino plo: echarse unas fotos en bikini cuando cumplió 75 años de edad. Y atrás el chorro de periodistas y comentaristas asegurando que es permanecer unido en matrimonio. la mujer mejor conservada del planeta. Mito es mito y siempre hay Contra el mito de su pretendida calidad vocal y de su condición de quien lo alimente. hito fundamental de la música venezolana conspira el hecho de que las mayorías apenas recuerden dos o tres “canciones” popularizadas ¿Tiene futuro el “caso” Lila Morillo? Lo tiene: por ahí apareció su por ella: “El moñongo” y “El cocotero”. No hace falta analizar más nieta, hija de su hija Liliana, echándose unos selfies de espanto, y es nada para llegar a la obvia conclusión: el valor de esas piezas no es fácil verificar que la muchacha es una continuación de su abuela, así lírico ni musical sino humorístico, lo cual no tiene por qué ser un se proponga negarlo. Y esa misma Liliana, que ya anda por los 50 años de edad, echando unas pestes y fabricando un escándalo declainsulto. rativo que recuerdan los despropósitos de su mamá cuando era adoEn los años 80 comienza en Venezuela la debacle de muchos pro- lescente. A propósito del transplante de pulmón que le hicieron a su ductos comerciales y políticos, y por supuesto que el ángel de Lila papá, José Luis Rodríguez, Liliana ha dicho que tiene cómo probar se vino abajo, lenta pero imperceptiblemente. Creo recordar que fue que le mandó 1.200 mensajes e intentó hacerle más de 500 llamadas José Ignacio Cabrujas quien le hizo el favor de obligar a los lectores al teléfono de su actual esposa y su hija, y como no le respondieron de las páginas culturales a fijarse en ella desde otra perspectiva. Hay entonces ya “José Luis pasó para mí al otro mundo, hace rato”. un texto suyo en el que ensalza la belleza y el candor de la diva, y declaró que estaba enamorado de ella. Como con la palabra se puede Digna continuadora de las actitudes de su mamá: desparpajada, apahacer prácticamente cualquier cosa y Cabrujas era un maestro con ratosa, incongruente y fabricante de escándalos artificiales. Edición Número Doscientos setenta y nueve. Año 06. ÉPALE CCS
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el menjurJe
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LOS cuatro DE LIVERPOOL
Chévere cambur « Ponerse nostálgico y despecharse a rabiar
El domingo a las 11 de la mañana la Orquesta Sinfónica de Venezuela hará un guiño al pasado al recordar a los infaltables The Beatles en el Aula Magna de la UCV. El concierto “Aquellos cuatro” es una obra musical, en conjunto con el Coro Concertino de Caracas, que recorrerá los dorados años 60. Con arreglos tipo suite de las piezas más reconocidas de la agrupación inglesa, que revolucionó el mundo de la música moderna. Si usted quiere llorar de nostalgia, no lo pele.
A TODA NOSTALGIA “A todo volumen” es el nombre del encuentro memorioso que dirige Elaiza Gil, y que se presenta en el Centro Cultural Chacao, para recordar las vivencias de un grupo de panas que disfrutaron exultantes la década de los 80 y deciden en esta época reencontrarse para recordar sus andanzas juveniles. Se trata de una revista-concierto que se pasea por la nostalgia, con la música de Karina, Melissa, Frank Quintero, Montaner, Kiara, Aditus, Hombres G e Ilan Chester como telón de fondo. Se presenta desde el 1° de junio y es una oportunidad dorada para alborotar los recuerdos.
evio por siempre Mucho antes que llegaran las pistolas, ¡bam! bam! Mucho antes que con ellas tengas consuelo Ya en América existían las ciudades y los campos Ya en América vivían las mujeres y los niños y en las tardes que aún se mecen al compás de los Dioses
Pensar que todo tiempo pasado fue mejor
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de la selva, la selva del tiempo, mucho antes la selva del tiempo...
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El polvo me mordió el cuello y desató una nube de nostalgia. Viejas cartas de amor aparecieron en la búsqueda desesperada de un documento legal que necesito con urgencia. Con el tiempo las palabras que nos fueron destinadas se olvidan y cuando por azar los papeles vuelven se convierten en una caricia que nos recuerda que antes también estuvimos vivos y que alguna vez también fuimos amados. Colecciono recuerdos y con ellos he andado en las autopistas y en los aeropuertos. Algunos se han ido quedando en el fondo de maletas en los que conviven junto a cartas de referencias, títulos y constancias de trabajo. Todo eso que he sido y ya no tiene nombre duerme en la sombra. Como caracoles llevamos con nosotros lo que fuimos, pero tal vez lo que más pesa son los sueños incumplidos, los amores que no fueron, los amigos que perdimos, los paisajes que sabemos que no volveremos a ver y, sobre todo, los abrazos que debimos dar y que por alguna razón se quedaron en un gesto, inconclusos. De la búsqueda sin resultado me quedé con este sabor de la nostalgia y las manos sucias del tamo que van juntando los fragmentos de memoria que han vuelto a encenderme.
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Colgada de un barranco está Altagracia
La calle Ilustres Próceres
Sensaciones de pueblerina
¿Qué hace a una persona amar su terruño? ¿Debe quererlo porque sí o puede renunciar a ese lazo telúrico? A veces solo se puede ser de la tierra que nos habla
POR mERCEDES CHACÍN
“Nostalgia” es una linda palabra. Ah malaya quien pudiera llamarse así. Otilio Galíndez escribió “Pueblos tristes”. Joan Manuel Serrat, “Pueblo blanco”. Dos canciones, dos autores, dos países, dos pueblos. La nostalgia llegó a la reunión de pauta de Épale CCS y surgieron varios temas: suplementos, canciones, sitios de Caracas... ¡sitios de Caracas! A veces la nostalgia llega de forma caprichosa. Galíndez, Serrat. Un pueblo triste, un pueblo blanco. Mi pueblo es felicidad. Mi pueblo es sinónimo de nostalgia. Es mi nostalgia... pueblerina. Altagracia de Orituco no me vio nacer, aunque yo sienta que sí. Nací en una parroquia caraqueña, San Pedro, de la cual no tengo ningún recuerdo infantil. El Hospital Clínico Universitario fue mi partero. Y mamá, que ya había parido cuatro, decidió viajar siete horas hasta Caracas a buscar su título
La nostalgia, valga el recurso facilón, corre a borbotones en mi cabeza. Cual río inofensivo —
de “normalista” con una barriga de casi ocho meses. Así fue como mi gentilicio mutó. No siento nostalgia de Caracas, aunque mamá me parió en el hospital que queda en la parroquia donde está la Universidad
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en la que años después estudié una carrera. ¿Cómo se puede sentir nostalgia de las residencias estudiantiles? Qué va. Nostalgia, lo que se dice nostalgia, pues no. Llegué a Caracas con 16 años, en 1981. Tengo algunos recuerdos felices de Caracas, de mi segunda juventud. ¿Será que la nostalgia la producen las hormonas de adolescente?
los ríos jugué con piedras que sobrevuelan los ríos, aguanté la respiración hasta salvar la vida, pescaba corronchos debajo de las piedras, conseguí sembradíos de berro, vi morir iguanas por sacarles los huevos y me daba maletazos en los pozos que casi nunca eran hondos. Recuerdo mi risa cuando el maletazo era de otro.
En Altagracia de Orituco y sus cercanías fui feliz. La nostalgia, valga el recurso facilón, corre a borbotones en mi cabeza. Cual río inofensivo. Los ríos eran una fija los sábados. Primero en el camión de mi abuelo Simón. Luego en los carros que compró papá. De agencia, porque “mujer viuda y carro viejo caen en manos de pendejos”, decía siempre. Es un chiste de risa fácil, cual borbotones inofensivos, pues. Memo, Los Dos Puentes, Orocollal, Guatopito, Agua Blanca, El Aliviadero. En
Colgado de un barranco / duerme mi pueblo blanco / bajo un cielo que a fuerza / de no ver nunca el mar / se olvidó de llorar. No hubo tiempo de llorar. Había que jugar con muñecas de papel. Había que volar papagayos, recoger monte para los conejos y los morrocoyes. Había que jugar pisé. Había que ir al parque de la Vereda 1 del Banco Obrero y a la heladería Atenas a sentir los cosquilleos propios de la sexualidad elegida (o sentida). Había que jugar volibol para viajar fuera del
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El album de barajitas Amor es... lo más cursi de llenar
Nostalgia entreverada
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1980 pueblo, que ya lo veía chiquito desde que qué dicen campanas de la capilla / en sus notas que tristes parecen quejas. El mango yo era chiquita. es, tal vez, la mata más moneada y más saQué piensa la muchacha que pila y pila,/ brosa. Le siguen la de tamarindo y guayaba. qué siente el hombre torvo junto a la vieja/ Sin olvidar a la sofisticada granada. Salir a Caracas, 1 de junio de 2018.
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Jugar "Pisé" era una fiesta
Y las muñecas de papel un fiestón
Y bailar salsa un éxtasis
las tres seguidas, las que están amuñuñadas, las que aparecen y se van. Cuando la Luna alumbra las demás luces se esconden. E ilumina corazones felices.
Amor es...
buscar frutas detrás de la casa siempre fue una aventura fructífera, redundancia facilona que da cuenta de algunos orígenes de palabras inadvertidos.
lecturas reveladoras, con el café con leche con pan dulce y con las fiestas en la Casa Canaria al ritmo de Memo y la Dimensión Latina.
Y las muchachas hacen bolillos / buscando, ocultas, tras los visillos / a ese hombre joven / que noche a noche forjaron en su mente / fuerte pa ser su señor y tierno para el amor. La sexualidad llegó dentro de escaparates, llegó con los besos torpes de un niño en una acera en penumbras, con los de un adolescente que nunca se atrevió a más, con el desamor tempranero de lo que nunca fue, con la admiración que luego se convirtió en ganas, con las preguntas sin respuestas y las
Y esa luna que amanece / alumbrando pueblos tristes / qué de historias, qué de penas, / qué de lágrimas me dice. Y la nostalgia, como ya se dijo, es felicidad. La nostalgia es extrañar con dulzura, con un sonrisa casi completa, que nunca llega a carcajada; con una sensación de que hace falta sentirla más, que se quede, que no se vaya. En mi pueblo cuando se iba la luz no había sobresaltos, los niños y las niñas salíamos a contar estrellas y a buscar las más luminosas,
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Cuando la nostalgia llegó a Épale CCS fue desde y por Caracas, desde y por la cultura; digamos, cosmopolita; digamos, citadina. La Altagracia de mi nostalgia no contaba con más de cincuenta mil habitantes. La Altagracia de mi nostalgia tenía cuatro salas de cine. Una se llamaba Bolívar y otra Libertador, donde proyectaban pornografía. En la Altagracia de mi nostalgia había misas de aguinaldo y nos divertía dar una vuelta al pueblo en un carro, con una cerveza en la mano. En la Altagracia de mi nostalgia las rumbas de los vecinos eran con la música de Billo y las tardes se llenaban de las canciones llaneras que, escuchadas de solar en solar, de patio en patio, eran una fuente inagotable de poesía. En la Altagracia de mi nostalgia el poder popular organizaba torneos de básquetbol y volibol donde brillaron héroes que levantaban suspiros que se quedaban colgando en cestas de tres puntos y remates clavados imposibles de interceptar. En la Altagracia de mi nostalgia hay felicidad reposada, felicidad con olor a mango y a saliva nerviosa. En la Altagracia de mi nostalgia no hay lugar para la tristeza, porque allá llené varias veces el álbum de Amor es..., que es la cosa más cursi y feliz que he coleccionado. Y el amor es… las más grande e indescifrable de las nostalgias. www.epaleccs.info
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... MONTE Y CULEBRA
Los irreales POR JOSÉ ROBERTO DUQUE @JROBERTODUQUE
Yo sí: en mi adolescencia me masturbaba en el santísimo nombre del culo de Tatiana Capote y, más muchacho aún, me enamoré de la sonrisa y la actitud serena de Caridad Canelón. Esas tipas estaban buenas, hermano, y además venían recubiertas de cierto halo de propiedades mágicas: eran figuras de televisión. Así como a mí me fascinaban esos seres irreales a mis hermanas mayores les fascinaban otros: a ellas las vi suspirar por Nino Bravo, más de un Elvis Presley y docenas de Sandros, Rafaeles y hasta un Trino Mora (pagaría por verlas suspirando por ESO en este momento). Por supuesto que el fenómeno no era exclusivo de mi familia sino que tenía alcance nacional, y seguramente mundial.
Hugo Márquez: cabeza rapada, grandes bigotes, acento uruguayo como su nacionalidad. Así que los actores tienen una vida, y puede ser esta clase de vida. Carlos Mata tal vez nunca se pegó en la vida real a Tatiana, pero había que tenerle envidia a ese coñoemadre, a quien le pagaban por zamparle esos tremendos lengüetazos y manoseos a la diva, de lunes a viernes a las 9 de la noche por su erre ce te ve. En el año 2002, cuando la burguesía en pleno decidió acabar con el gobierno de Hugo Chávez, las figuras mediáticas fueron utilizadas (no: se prestaron decidida y conscientemente) para difundir mensajes que llamaban a derrocar “al rrrégimen”. Volvió a ocurrir en 2007, cuando el Gobierno decidió despojar a las empresas 1BC de la señal abierta que utilizaba para difundir mensajes de guerra y desprecio al pueblo pobre y a su presidente. El lanzacohetes RCTV empleó sus últimos meses de transmisión en tratar de convencernos de que atacar a Marcel Granier era atacarlos a ellos, los ídolos de nuestra infancia, los personajes que nos formaron sentimentalmente en masa a los venezolanos.
Sucede que esos personajes de vez en cuando se aparecían en el mundo real y la cosa podía convertirse en motín, porque apenas se dejaban ver en una calle, playa o centro comercial la gente se arremolinaba para verlos o hablarles y era más o menos normal que las chicas se fueran en sangre y comenzaran a gritar, histéricas, nomás porque Guillermo Dávila se dignó tocarlas, besarlas o saludarlas. Otras simplemente se desmayaban, pasando o sin pasar por la etapa del orgasmo y la locura. Mucha gente cedió al violento y muy eficaz chantaje emocional. Yo vi a Caridad Canelón (quien de paso lleva mi apellido materno) y a TaTatiana Capote real y su real culo en realidad existieron; una amiga tiana Capote llamar a la gente a alzarse contra el Gobierno, casi entre mía estudió con ella en bachillerato. Nunca la vi en persona, pero en lágrimas, con la misma actitud que me enamoraron o me erotizaron los años 80, cuando me mudé a Caracas, se me empezaron a apa- en los años 70 y 80. Aquello era una pelea monumental y decisiva enrecer figuras de ese mundo irreal en la calle. Un día, a mediados de tre nuestros afectos remotos y nuestra conciencia de la Historia: era el los años 90, andaba por la actual sede de Uneartes (antes Ateneo de país irreal enfrentado al país real para exterminarlo, para aplastarlo y Caracas) y se me acercó un hombre en evidente situación de indi- volver al reino del dandi que dejaba a su mujer sifrina para cogerse a gencia, ofreciéndome leerme el tarot a cambio de algo de plata. Era la cachifa con suerte y buen culo. Por supuesto, y evidentemente, que alguien demasiado conocido como para no sobresaltarme: era aquel ganó Chávez y ganó la Historia. Este país ya no se hace la paja ni se actor de teatro, cine y televisión (película Sicario, y otras) de nombre enamora de ilusiones.
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1951
1959
1963
1964
1964
1964
10
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Yo quiero a Lucy (1951-1957)
Bonanza (1959-1973)
Mi marciano favorito (1963-1966)
Agente Fantasma (1964-1966)
CUANDO DESPERTÉ LA TELEVISIÓN AÚN ESTABA ALLí
Los locos Addams (1964-1966)
La familia Monster (1964-1966)
Un recuento de las series que marcaron nuestra infancia y forjaron lo que de mejor, y quizá también de peor, fue quedando de nosotros
POR CARLOS COVA
Superagente 86 (1965-1970) No puedo recordar la primera vez que vi televisión. Hablo de un tiempo en que, disuelta su novedosa efervescencia, el aparato de TV se encuentra ya instalado en casa, arrogándose la atención de cuantos habitan en ella. Cuenta incluso el artilugio con su propia habitación, y su encendido se reserva para el momento culminante del día, cuando los residentes comparecemos ante él con disciplina ritual. Su influjo sobre nosotros, los niños, supera al que ejercen mis padres, imbuidos ellos también por la portentosa señal. A esos primeros contactos debo una imagen primigenia: con 4 años de edad golpeo y hago un escándalo sobre mi silla de comer. Martirizo a mi madre y a mis hermanos con el bullicio. Todo es una farsa para una hipo-
Phantar, líder de la tropa, reunía las cualidades del héroe más exótico que podía cabernos en la cabeza —
igual que la del personaje principal de Sigue soñando (1990), mi “educación sentimental” estará apuntalada por lo que veré los siguientes diez años a través de la televisión enlatada. Serán las series de ficción las que se impondrán en ese imaginario, por encima de las fantasías animadas, o “comiquitas”, tenidas por mí como entretenimiento más anárquico.
El mundo que se muestra a través de esa ventana catódica durante el período señalado pasará del blanco y negro al color sin solución de continuidad, gracias a emisiones dislocadas del eje temporal, sostenidas por tética cámara de televisión que nos graba su éxito más allá de lo posible. Hablará en durante la emisión en directo de un progra- tono dramático y con desatado humor. Nos ma que narra mi vida. Desde entonces, y al proveerá de códigos culturales ajenos que
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replicaremos en nuestra cotidianidad y, luego, haremos nuestros.
Televisión en serie
Así que, en el origen, seré con mis hermanos un soldado ninja embistiendo “banderasnegra” gracias a Agente Fantasma (1964), cuyas formas de combate parecían copiar las de nuestros juegos domésticos. Phantar (Fanta para nosotros, como el popular refresco de la época), líder de la tropa, reunía las cualidades del héroe más exótico que podía cabernos en la cabeza hasta la aparición de Kwai Chan Caine (Kung Fu, 1972). A este último lo tanteaba a través de los ojos de mi padre, quien seguía la serie con inédito embeleso. La relación amor-odio que teníamos con mi progenitor se sosegaba a través de esta expewww.epaleccs.info
1965 riencia compartida, lo que permitía a veces una comunicación imposible por otra vía. Mirábamos, por ejemplo, Buscando novia a papá (1969), siempre en ausencia de mi madre, con una complicidad de género que Caracas, 1 de junio de 2018.
afloraba ya entre nosotros. Con mi padre nos haremos asiduos de tres series ambientadas en el “salvaje oeste” norteamericano. Las tramas de Bonanza (1956), Valle de pasiones (1965) y El gran chaparral (1967) desarrolla-
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1971
1973
1972
1974
1974
12
El Gran Chaparral (1967-1971)
13
Columbo (1971-1978)
Kung Fu (1972-1975)
ban sagas familiares que tenían poco de western y mucho de melodrama, anticipándose al género televisivo que estallará en la década siguiente: la telenovela.
Pero no todo era drama y aflicción en esos tiempos. De hecho, lo que yo había proyectado en aquella precoz actuación en la cocina de mi casa aspiraba a ser parte de una comedia de situaciones, como tantas que se emitían entonces y a las que debían ser aficionados mis padres. Reproducía por reflejo gags tomados quizá de Yo quiero a Lucy (1951), Los Beverly ricos (1961) o La isla de Gilligan (1964), vistos desde la cuna en algunas de sus infinitas reposiciones.
La pequeña casa de la pradera (1974-1983)
Starsky & Hutch (1975-1979)
Muy cerca de este último, el drama de la familia Ingalls nos contagiará de melancolía desde La pequeña casa de la pradera (1974). Emitida por Venezolana de Televisión en horario dominical, su atractivo se cebaba en la frescura que las tres hermanas conferían a la historia. Melissa Sue Anderson es el nombre de la hermana mayor en la vida real. Perdido de amor le seguiré la pista hasta otra serie que se convertirá en mi favorita de todos los tiempos, La edad del jean (1977), en la cual su protagonista me calcaba en el atolondramiento preadolescente y en el enamoramiento no correspondido por la Anderson. Cuando en la cuarta temporada los productores del show de los Ingalls le hagan perder la vista a Melissa Sue, quién sabe si a causa de tanta arrogancia, la serie dejará de interesarme.
La comedia enlatada
Kojak (1973-1978)
La edad del jean (1977)
S.W.A.T. (1975-1976)
1975
Por esa época se cruzarán en el espacio catódico dos series “negras”, de trama y concepto similar, que fundarán dos maneras de hacer humor en pantalla y que, en cierto modo, escindirán la historia de la comedia televisiva. Las legiones de fanáticos que desde entonces han sido se dividirán entre quienes gustarán de la ocurrencia barroca de Los locos Addams (1964) y quienes preferiremos el humor diáfano y fácil de La familia Monster (1964). Una dicotomía que, curiosamente, se irradiará a la línea de programa-
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Caracas, 1 de junio de 2018.
Días felices (1974-1983)
Por esa época se cruzarán en el espacio catódico dos series “negras” que fundarán dos maneras de hacer humor en pantalla —
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ción de los canales que las emiten y cuyas señales se constituirán las más importantes del país por un largo tiempo. A la vieja Radio Caracas Televisión la asociaremos con el garbo afectado de un Homero Addams (John Astin), en cambio la imagen de Venevisión adoptará la solvente naturalidad de un Herman Munster (Fred Gwynne). Del canal de Quinta Crespo destacaré aquellas series que, pese a esa impronta artificiosa, seguiré con más curiosidad que deleite: Mi marciano favorito (1963), Mi muñequita viviente (1964),
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Mi bella genio (1965) y La novicia voladora esta percepción. Desde el mismo canal de La Colina surgirá Tres son multitud (1977) (1967). para ayudarnos a perder la inocencia. Su Ninguna de estas últimas alcanzará el ni- aparición en pantalla debía haber sorteado vel del Superagente 86 (1965), transmitida la pereza de los censores dada su incontenipor Venevisión, una filigrana hilarante del ble lubricidad. En casa recuerdo haber visto comediógrafo Mel Brooks dibujada en cla- dudar a mis liberales padres, unos segunve de parodia, el recurso más manido del dos al menos, a la hora de los respectivos género pero también el que con más fre- permisos. Para definirla bastará referir que cuencia tiende a fracasar. Paródicos fueron el ardid más perturbador de la serie tenía casi todos los programas de comicidad en que ver con los tres jóvenes y sensuales provivo transmitidos durante ese período, al- tagonistas y la palabra “trío”. En el título no gunos de factura nacional, que reiterarían dejarían pasar la insinuación. Caracas, 1 de junio de 2018.
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Tres son multitud (1977-1984)
Policías y ladrones
Nos ayudaba a crecer rápido esa televisión, sin duda. Ya antes de la adolescencia seremos expertos también en temas policiales, un nicho distintivo de la programación de todos los tiempos que en los 70 tendrá particular auge, como lo muestra este haz de detectives, privados o públicos, que nos harán comprender el valor de la mente deductiva antes de tener que aplicarla en la vida real: Mannix (1967), McCloud (1970), Columbo (1971), Cannon (1971), McMillan y esposa (1971), Banacek (1972), Kojak (1973), Baretta (1975) y Starsky & Hutch (1975). Estos últimos serán mis favoritos, aventajando a sus colegas no solo en su apostura sino también en su incorrección política. Había no poca malicia en el descubrimiento de que la ley había que hacerla cumplir a como diera lugar, así fuera trasgrediéndola levemente en el camino. En esto irá uno, o dos, pasos más allá la pareja conformada por Bodie y Doyle en Los profesionales (1977), serie en la que la incesante acción venía salpicada con chispas de humor inglés. En casa gustábamos encarnar a uno u otro tándem, rotándonos, con algo de fastidio, las caracterizaciones entre los tres hijos varones. Con S.W.A.T. (1975) no habrá ese problema, dadas las cinco plazas a interpretar que el escuadrón ofrecía. Este grupo de élite era además el non plus ultra porque, como rezaba el eslogan publicitario, “cuando la gente está en problemas
Ocho son suficientes (1977-1981)
La Isla de la Fantasía (1977-1984)
El bote del amor (1977-1986)
llama a la policía, y cuando la policía está en problemas llama a S.W.A.T.”. Desde el presente, me sorprenderá verificar la importancia que un par de series deleznables como El hombre nuclear (1973) y La mujer biónica (1976) alcanzarán en la cultura popular, recordando veladas dominicales organizadas por mis padres con sus amigos para mirar las “hazañas” de Steve Austin en prime time, los seis millones de dólares peor invertidos por el gobierno norteamericano en su historia.
Habrá que anotar, también, la impronta que un par de ejercicios evasivos reclama dentro de nuestra memoria. El bote del amor (1977) y La Isla de la Fantasía (1977) tendrán como gancho la presentación en cada episodio de una batería renovada de tramas y personajes (algunos encarnados por figuras casi olvidadas de las pantallas grande y chica), que supondrá un homenaje que la televisión norteamericana se debía a sí misma.
No hubo antes ni después terapia más motivadora que la que el seguimiento de esa serie produjo en mis hábitos de estudio —
Finalmente, Alma máter (1978) hizo que me convirtiera en un mejor estudiante. No hubo antes ni después terapia más motivadora que la que el seguimiento de esa serie produjo en mis hábitos de estudio. Fui el discípulo más aplicado del salón, al menos por ese entonces, para parecerme al personaje protagónico (James Hart). Copié su aparente insaciabilidad de conocimientos. Viví obsesionado con la idea de ingresar a la universidad. Cambié el estilo de mi letra y leí muchas veces, casi hasta memorizarlo, un capítulo de la Enciclopedia Quillet que se explayaba en un sistema de aprendizaje autodidacta.
Los años maravillosos
No dejan de ser aquellos días felices, sin embargo, como los que reivindica la serie del mismo nombre (Días felices, 1974). Su tono nostálgico acabará por contagiárseme sin haber vivido yo, o quizá por la misma razón, los años maravillosos del rock and roll. Vendría después la afectada corrección de un par de series: Familia (1976) y Ocho son suficientes (1977). Su interés, para mí, se debía a que ambas retrataban con aparente objetividad a la clase media norteamericana, a esas alturas convertida en una caricatura por el propio medio televisivo. Quedaba en el aire la percepción de un cierto patetismo que, una década después, justificará el estallido de dos sátiras acerbas pero innovadoras y revolucionarias: Matrimonio con hijos (1986) y Los Simpson (1989).
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Alma máter (1978-1986)
Ahora mismo, no estoy seguro de no deberle bastante de este recuento nostálgico a la necesidad de revivir el entusiasmo por aquellos años en que la televisión fue la gran tutora de mi vida. www.epaleccs.info
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Eternas rivales en las guerras de minitecas
ZC, control totaaaaaal
DESTROYER PARTY vs. APOCALIPSIS SOUND
El sonido inconfundible de una generación era cuando la rumba pesaba más de 1000 kilos. Hoy, un Ipod de pocos gramos hace todo ese trabajo de cuando éramos jóvenes, bobos y felices y las minitecas eran templos de culto urbano
POR MARLON ZAMBRANO
que bombardeaban beats arbitrarios con a brincar frenéticamente en compases de try Club, con un denominador común: que oliera a espíritu joven. saltimbanquis. toda la fuerza del registro de los bajos. En 1987 dos eventos extraordinarios conmovieron a los temporadistas que plagaban las sucias playas abarrotadas de Caño Copey, en Río Chico: una ballena orca encalló en las arenas corrompidas, frente al asombro de quienes jamás se habrían imaginado presenciar un espectáculo tan extravagante a una hora en carro desde Caracas; y el fin de semana sangriento que confrontó en una batalla final de minitecas a la Destroyer Party, de La Dolorita, con la Apocalipsis Sound de Guarenas, pendientes de una culebra desde la vez que se confrontaron en una cancha de Sarría. Un tipo, se desconoce las circunstancias, salió apuñaleado de aquel encuentro y una muchacha recibió un tiro en el abdomen en pleno tongoneo del tacatataca, que bombeó adrenalina toda la no-
CARLITOS “LLORÓN”, DISC JOCKEY DE GUARENAS, NO PARECÍA UN GÁNSTER NI PROVENIR DEL GUETO, PERO ANDABA ESCOLTADO COMO POR SIETE MUCHACHITOS DE CARA RABIOSA QUE RENEGABAN DE LA CORDURA —
RD 350, viejas Chevrolet pick up sin cabina, Fairlanes rancheras, Mavericks de última generación, escabrosos Malibús dos puertas o los novedosos Sierra año 86 que resultaban un escándalo postmoderno.
Carlitos “llorón”, disc jockey de Guarenas, no parecía un gánster ni provenir del gueto, pero andaba escoltado como por 7 muchachitos de cara rabiosa que renegaban de la cordura y por cada rumba se agenciaban palos, manoplas y punzones para evitar las alteraciones públicas, o que algún desaprensivo se acercara demasiado a la araña luminosa que apenas parpadeaba con dos de sus siete faros originales. Menos aún, che en un club que cobraba 4 bolívares que las parejas aproximaran peligrosamenla entrada y que se desbordó de turistas te el bailoteo del Walk Like an Egyptian de foráneos que llegaban en moto Yamaha las Bangles a alguno de los dos sub-woofers
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Aquellas faenas se repetían cada fin de semana porque Carlitos, hoy flamante mototaxista sin Ipod, pretendía emular la epopeya de sus arcanos mayores: la Sandy Lane, Bettelgeuse, New York People, Explosion People, Infierno, ZC, Maui, Excalibur, Caribean, Traffic, The Rainbow, Soultrain, The Lawyers y otras pocas que dejaron una huella indeleble en una juventud fácilmente impresionable por los nombres en inglés y las liturgias del placer que indefectiblemente desembocaban en la rumba electrónica.
The bestial show
“Mil novecientos ochenta y siete, siete, ete, ete, te, te, te…” repetía el jingle que voceaba un emulador deprimente de los locutores Enrique Hoffman o Waldemaro Martínez, con la dicción del Chunior de la Radio Rochela pero que ponía a todos esos chamos www.epaleccs.info
“¿Quién los entiende? ¿Por qué les apasiona ensordecerse? ¿Por qué todo fragor que no los ahogue en el volumen les parece el frotar de murmullos que se extingue entre los labios sin que el de junto se entere? Al profesar las doctrinas del acabose sonoro, critican implícita y explícitamente a padres y abuelos, sometidos a los que se les daba, el ronroneo de los violines, el falso bullicio del mariachi, la levedad de las bandas de guerra, el recato de los cohetes. ¿Qué nomás eso aguantaba su oído? ¿Por qué se dejaron someter por la voz baja?”, reflexionaba desde las antípodas roncas del DF mexicano el Desde entonces y a lo largo de esa década gran Carlos Monsiváis. todo bautizo, quinceaños, fiesta pro fondos y verbena menesterosa o de alto standing, El rito más elevado tenía lugar en las cateera amenizada por los decibeles más en- drales del género como el Poliedro de Carasordecedores desde las fiestas patronales de cas o el Parque Naciones Unidas, donde se Santa Elena de Uairén, hasta el coctel fas- celebraron durante esos años bobos (según hion de una mansión de La Lagunita Coun- Edmundo Chirinos) estruendosas presenEra casi una religión para los jóvenes pobladores de las urbes más permeadas por la radio y las modas, desde que en 1978 Radio Capital AM 710 organizó una fiesta prograduación del Colegio San Agustín con la primera guerra de minitecas que registre la historia patria, la cual rápidamente devino en poderosa industria de millones de bolívares de entonces, mientras florecían sus versiones pobres auspiciadas por la relativa facilidad de adquirir el equipo básico de planta, platos, deck y cornetas con dólares a 4,30.
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La magia del sonido electrónico se apoderaba de todos
taciones que convocaban a 10 y 20 mil muchachos a la vez, hipnotizados por esa novedad sonora que se hizo pionera en estas tierras y luego fue producto de exportación a través de sucedáneos como la changa tuki, nacida en el underground petareño y muy admirada en Nueva York; o la fiesta rave que terminó siendo la eclosión desastrosa del desenfreno amenizado con “éxtasis” y mucha agüita mineral. Esos niños se acomodaban en los intersticios del ruido, en una época donde los medios y las mediaciones abrieron sus mezquinos pasadizos al protagonismo casi impúber: “El negocio creció vertiginosamente y los dueños de minitecas, que habían tomado todo al principio como un hobbie, ya eran empresarios con tan solo 20 años. Cada miniteca tenía un promedio aproximado de entre 20-25 presentaciones en un mes (cada una por un precio aproximado de Bs. 5.000 por 6 horas), cada una tenía sus propios camiones y trailers identificados, sus propios showman y no solamente se dedicaban a mezclar new wave, sino que incluyeron en sus presentaciones salsa, merengue, pasodoble y rock. Los dueños de las minitecas gozaban de total autonomía económica y se permitían el lujo
de viajar cada mes al exterior a fin de traer Su gloria, en esa liturgia de arrabal que lo equipos y música”, cuenta Carlos Viña. elevó a ídolo de pueblo, DJ de los suburbios y maestro de ceremonia enclenque, hizo eclosión dos años después, en el 89, cuando The end Existe una historia oficial y una oficiosa en intervino en una ofensiva tragicómica en la casi todos los asuntos. Se escribe con letras concha acústica de Higuerote donde llevó mayúsculas que la era de las guerras de su escasa parafernalia llamada Apocalipsis minitecas culminó abruptamente en 1985 Sound, que sonó hasta que se achicharró el tras una presentación patrocinada por la sistema de cables tras un bajón de luz que emisora Caracas 750 AM, con el showman fue definitivo para que se dejara de eso y se Tony Scott lanzándose en rapel desde el te- dedicara al fascinante mundo de las carrericho del Poliedro vestido con un traje de la tas por puesto. fuerza aérea y cierre a trompadas por las pandillas de Santa Mónica y la Herman- Sus hermanos mayores, recuerda con cierdad Gallega, terminando con varios heri- to arrebato de furia que le inflama la mirada, siguieron cosechando las glorias de dos graves. su épica burguesa: el fundador de Sandy Sin embargo, muchos años después Carli- Lane, Carlos Bóveda, se convirtió en un tos “llorón” se aferraba con fe ciega a sus reconocido odontólogo; Jhonny Cabrera, cestas de discos de vinil rayados de tanto el de Betelgeuse y posteriormente Sandy pinchazo. Mezclaba los memorables títu- Lane y otras más, terminó siendo presilos del sello Magic Record: Magic Mezclas dente de una afamada empresa producI, Magic Mezclas II, Guerra de Minitecas, tora de espectáculos; Tony Scott se hizo Invasión de Minitecas, Discotequeando y famoso locutor y gerente radial; Massimo Megaton Mix con los emblemáticos Club Coletta, dueño y fundador de “New York New York New York, Bettelgeuse Mix I de New York”, terminó dedicado al mundo de Caracas 750 y Sandy Lane de Sonográfi- la construcción. ca, antes de que se diluyeran en una tinta negra y pastosa que dio paso al antipático Él cobra el banderazo en Bs 150 mil. Si le hablas de las minitecas, te cobra lo mismo. disco compacto o CD.
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BOLEROS QUE CURAN EL ALMA
“La última noche” POR Humberto Márquez ILUSTRACIÓN Jessica mena
¿De cuántas últimas noches nos acordamos?... La última noche que pasé contigo / quisiera olvidarla pero no he podido. / La última noche que pasé contigo / hoy quiero olvidarla por mi bien. La última noche que pasé contigo, / la llevo guardada como fiel testigo, / de aquellos momentos en que fuiste mía. / Hoy quiero olvidarlo por mi bien, / porque te fuiste aquella noche, / porque te fuiste sin regresar, / y me dejaste aquella noche, / con el recuerdo de tu traición. Fue estrenada por Pedro Vargas en 1947 y es una saga de los amores perdidos. La hemos usado en boleroterapia como receta de despedida cuando llega el momento de la otra canción: Nosotros que nos queremos tanto, debemos separarnos, no me preguntes más. Ayayayay. “La última noche” se le atribuye a Bobby Collazo quien, de hecho, la registró como suya. Sin embargo, en texto de Carlos Molano Gómez, donde, a su vez, cita una entrevista que le hiciera la Cadena Caracol de Colombia, fechada el 18 de noviembre de 2005, a Orlando Fierro, echa el cuento como es: “Yo escribí la letra. La música, en 1946, se la puso el pianista Bobby Collazo, pero todo el mundo piensa que él es el único autor. En verdad me dijo que iba a inscribirla a nombre de los dos, como era justo, pero no lo hizo así y la registró completa como de su autoría. Lo que no me molestó nunca, porque éramos muy amigos y yo lo quería mucho”. La historia de la canción es muy cándida, originada en los amores adolescentes de Orlando Fierro, según contada, a sus 85 años, a Caracol. Orlando vivía en El Vedado cuando dio el primer beso de amor, precisamente a su novia Manuela, en el cine Renacimiento, donde trabajaba como acomodador: “Para redactar esa letra me inspiré en una joven habanera llamada Manuela. La conocí cuando yo realizaba el primer trabajo de mi vida, como portero del cine Renacimiento, situado en 15 y 14, en El Vedado, hace muchos años demolido. Podría decir, valga la redundancia, que ella fue como un renacer para mí. Tenía 18 años y era muy linda. Siempre iba a ese cine y desde que nos vimos nos enamoramos y nos hicimos novios”. Vicentico Valdés, Bienvenido Granda, Los Panchos, Pedro Vargas, José Feliciano, Olga Guillot, Xiomara Alfaro, Celia Cruz, Celio González, Fernando Albuerne, María Luisa Chorens, Rolando Laserie, Esther Borja, Elena Burke son, entre otros, intérpretes de esta emblemática canción.
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Cine Continental
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Cine Metropolitano
Cine Granada
Cine Capitol
PÓSTERES EN SEPIA
Cine Ayacucho
Teatro Principal
Toda primavera pasada es irrecuperable. Pero, cuando hago reminiscencias, mis añoranzas se tejen en torno a una sala oscura, donde un haz de luz baña una pantalla
POR RODOLFO CASTILLO
Viendo la luz del mundo por primera vez en lugar de a comienzos de 1967, en la tradicional paacudir a la misa rroquia La Pastora, mis más entrañables redominical el acto cuerdos pertenecen a las dos décadas subsiritual tuvo como guientes: los 70 y los 80. En aquel “pueblo”, circunscrito dentro de una urbe que redefiescenario otro nía su identidad dentro de la vorágine del templo: el cine boom petrolero de los 70, sucedió de todo — en unos tiempos que transcurrían sosegados, como quien arrastra sus pasos quedamente; y entre trillones de acontecimientos, lejanos, cercanos, hubo uno que quedó tatuado de forma imperecedera en los meandros de mi memoria: en lugar de acudir a la misa dominical el acto ritual tuvo como de la plaza La Pastora. A saber: cine Plaza y cine Granada. Todos los domingos a las 3 escenario otro templo: el cine. de la tarde (función de matiné) y por Bs. 1 Tuve la dicha de presenciar los estertores de (léase: un bolívar) se podía apreciar el más los cines de barrio; por supuesto, también variado cine de corte infantil, desde el lede ser testigo de la desgracia de su desapari- gendario Capulina hasta las enajenantes ción. En los 70 La Pastora contaba con dos historias de Disney. En ocasiones se exhisalas de cine, ambas en las inmediaciones bía cualquiera otra película de ficción que Edición Número Doscientos setenta y nueve. Año 06. ÉPALE CCS
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llenara los estándares del cine censura “A”. Pero más allá de deleite y la fascinación que ejerce el cine sobre un niño, era su carácter ritual lo que en realidad subyugaba: de forma sacramental mi hermano y yo a las 2:30 de la tarde del domingo nos encontrábamos bañados y peinados y estirando la mano para recibir el bolívar de la entrada. De los mayores escuché otras historias, como la de que a un amigo de otro hermano le partieron la cabeza con una metra lanzada desde el balcón; u otra en la que parejas se refugiaban en el baño una vez terminada la función para dar rienda suelta a sus necesidades hormonales y para ver la siguiente función gratis, triple goce; además de tener las primeras referencias de un incipiente cine venezolano, del que todos hablaban porque se sentían identificados. Ya hacia finales de la séptima década del siglo XX los cines de barrio fueron bajando www.epaleccs.info
sus santamarías, por mala obra y desgracia de las compañías de distribución y exhibición: las prácticas económicas neoliberales comenzaban a mostrar sus primeros destellos, los cines en los centros comerciales y las salas multiplex asomaban en el horizonte del entretenimiento caraqueño. A mis 12 años ya había quedado picado de vampiro y el abrasivo vicio de asistir a una sala de cine debía ser saciado. La desaparición forzosa del Granada y del Plaza no sería impedimento para seguir “drogándome”. Con aires de moderada independencia me lancé hacia las salas del casco central, cambio que trasgredió lo meramente espacial, también los horarios y la oferta cinematográfica se metamorfosearían. De nuevo la suerte jugaría en mi favor: asistir a los míticos templos del Centro, como el Metropolitano, el Ayacucho, el Principal o el Continental, contribuiría a perfilar mi identidad cinematográfica y mi caraqueñidad. www.epaleccs.info
Cine Rivoli
En ese espacio siempre vital, el Centro, la oferta era variopinta. Visitar el Ayacucho se volvió una constante, ya que el mismo exhibía, casi de forma permanente, el cine hongkonés de artes marciales, películas Caracas, 1 de junio de 2018.
con los títulos más inverosímiles que he visto jamás; embelesados, mis amigos y yo salíamos de las funciones echando patá y coñazos y emitiendo felinos sonidos. Versiones quinceañeras y caraqueñizadas de
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Macu, la mujer del policía (Solveig Hoogesteijn)
Cangrejo (Román Chalbaud)
Bruce Lee. Con el tiempo ellos se aburrieron, no les cabía en la cabeza que durante la tarde de un domingo no hubiera otra cosa que hacer que ir al cine; a mí me resultaba indescifrable lo contrario: por qué desperdiciar las últimas horas de descanso previas a la semana laboral haciendo otra cosa que no sea ver una película, cualquiera, buena o mala. Por otra parte, la razón de frecuentar muy poco el Teatro Principal obedeció a su oferta: filmes de la época dorada del cine mexicano. Si bien el recinto tenía su público cautivo, yo me eximía de asistir, no porque desdeñara el cine azteca sino porque lo consideraba como una suerte de enlatado televisivo que se proyectaba sobre una pantalla, y por el que tenía que pagar para ver algo que veía gratis todos los sábados en Venevisión en el espacio Gran cine de siempre. Los 5 bolívares de la entrada (3 si era en el balcón) los reservaba para un filme que me llamara la atención. Está de más decir que el Capitol, el Rívoli y el Urdaneta, por tratarse de cine pornográfico, me estaban vedados por la edad; sin embargo, veía en aquellos aposentos la posibilidad de un rito iniciático, toda vez que dentro de mi mundo la cultura del Betamax y del VHS era prohibitiva. Con el correr de los años, dentro de esa pléyade de céntricas salas, catalogué al Rialto y al Metropolitano como exhibidores de “cine de autor”, también me obstiné de las poco creíbles batallas del Ayacucho.
Jean Carlo Simancas
de taquilla sin precedentes: Cangrejo (1982) de Román Chalbaud y Homicidio culposo (1984) de César Bolívar. En cuanto al primero es una adaptación del libro 4 crímenes, 4 poderes de Fermín Marmol León, en el cual se narra los aún vivos sucesos del secuestro y asesinato del niño Vegas Pérez, caso que conmovió a la opinión pública y que daba muestra de una sociedad corrompida dentro de la marisma de una Venezuela saudita. Hubo un punto de aquella década, que no Otro prodigio que se dio en ese par de lus- Homicidio culposo, por su parte, fundamensé precisar, en el que ocurrió un milagro: el tros fue la consolidación de la producción tado en un audaz guion, de la mano de José cine continuado desde la 11 de la mañana. nacional. El cine venezolano tendría éxitos Ignacio Cabrujas y el propio Bolívar, aborGracias a este extraño ardid mercadotécnico no fueron pocas las veces en las que me eché auténticos maratones fílmicos, pudiendo ver hasta tres películas en una tarde en distintas salas, a las que entraba en horarios indefinidos: una especie de Rayuela cinematográfica. Sin saberlo, en mí estaba operando el concepto de la edición fílmica. El cine, por antonomasia, está ahíto de milagros.
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Daniel Alvarado y María Luisa Mosquera
A todas luces, un culturicidio dentro del cual estaba contemplado la pérdida de la memoria arquitectónica —
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Más adelante se entrenaría Macu, la mujer del policía (1987) de Solveig Hoogesteijn, obra ficcional sobre el caso del Monstruo de Mamera (Argenis Ledezma), también de rotundo éxito de taquilla. Curiosamente, sobre este mismo caso del policía asesino de tres adolescentes el cineasta Luis Correa rodó un filme documental titulado Ledezma, el caso Mamera; por señalar en él a los cómplices del distinguido Ledezma un tribunal prohibió su exhibición y encarceló a su director, siendo así el único caso en la historia del cine venezolano en el que un realizador es encarcelado por dirigir un filme. Un dato que recrudece más aún la sentina que era la administración de justicia, fue que el juez que sentenció a Correa ni siquiera vio el filme. Además de milagros, en torno al cine también se teje la podredumbre.
da la muerte accidental en escena del actor Marco Antonio Ettedgui, acaecida apenas tres años antes. En ambos casos se observa el compromiso político y social de nuestros realizadores y de un público que está ávido de verse reflejado, que se identifica con su cine. Cabe destacar que, en su momento, Homicidio culposo fue la cinta más vista en la historia del cine criollo, superando con creces a cualquier representante del cine estadounidense. El augurio era esperanzador: el cine venezolano podía, más allá del financiamiento oficial, dar rédito. Caracas, 1 de junio de 2018.
Con el tiempo también esos céntricos templos, que durante décadas fueron centros de entretenimiento de generaciones de caraqueños, fueron desapareciendo. La cultura del multiplex se acentuó y, nuevamente, los zares de la distribución y la exhibición hicieron lo suyo: en contubernio con los grandes centros de poder impulsaron la creación de numerosas, pero pequeñas salas, en detrimento de los grandes palacios de centro histórico. A todas luces, un culturicidio dentro del cual estaba contemplado la pérdida de la memoria arquitectónica. Una muestra de este aquelarre fue la desaparición del hermoso Teatro Metropolitano.
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El inolvidable local caraqueño por dentro. foto Alberto Veloz
A la 1, 2, 3 y rodaron las cédulas... sí, es la entrada principal del drostor de Chacaíto
ALIVIOS EN CARRETERA
cuando se cuentan, en todos los huesos, diez lustros, cierta bruma —que desde las ocho décadas debe dar risa— hace que veamos la esperanza en los viejos. Y en las viejas
POR GUSTAVO MÉRIDA
Soy una rata. Inmunda, hedionda, de cola larga. No era así antes. Antes estaba El Drostor. No Le Drugstore, el de Chacaíto; El Drostor de todas partes, el de Los Chaguaramos o Santa Mónica o La California. La California siempre fue una vaina sifrina... hasta que llegó este gobierno.
En Le Drugstore te brindaban un postre, con velita y cumpleaños feliz de los mesoneros, si naciste un día como ese, en EL que estabas allí —
Época de Rajatablas, los 70 se salpicaron de El Drostor de Chacaíto, que de eso es que se trata esta vaina. Era una era de derroche: hay que echarle bolas para tragarse toda esa comida y beberse toda esa cerveza antes que se calentara: esos combos de tobitos con hielo que sigue vendiendo Polar tienen mucho más sentido, si hablamos del sentido de las estadísticas de accidentes de tránsito por consumo de alcohol versus los números por fallecidos por causa del consumo del cannabis, pero ese tampoco es el asunto.
Soy la misma rata. Todo cambió cuando llegó este gobierno, este que tenemos en 2018, este que tenemos ahorita mientras usted lee la revista sin grapas, mientras las hojas se En 1989, hace apenas 29 años, muchachos Ocupémonos de las nostalgias. le van volando, mientras caen otras hojas, pobres y veinteañeros le entraron a plomo En Le Drugstore te brindaban un postre, con a otros tantos. mientras tratamos de mantener la calma. velita y cumpleaños feliz de los mesoneros, si naciste un día como ese, en el que estaPero no hay nostalgia por el Caracazo. Antes no era así. Edición Número Doscientos setenta y nueve. Año 06. ÉPALE CCS
Caracas, 1 de junio de 2018.
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El puente de Bello Monte conocido como "las nalgas de Rómulo". Data de de 1963 año en que fue refaccionada la autopista donde se ubica
bas allí. Un joven entró, se sentó en uno de esos asientos que son como cajones y que funcionan para todo público: familias, enamorados, socios, amigos, despedidas para siempre y soledades mal administradas por falta de eso que, como sea que se llame, termina siendo una excusa. Y le cantaron su cumpleaños feliz y se comió su torta completa, en silencio.
LAS NALGAS DE RÓMULO
Cómo somos, cómo éramos. Los que se acuerdan de Rómulo son otros, probablemente uno (más uno que una) de nuestros lectores. Ustedes están viejos, perdonen que se los diga... y no están haciendo mucho tampoco. Se la pasan ahí sentados en la plaza y no hacen nada más allá de leer. Ay, sí. Debe ser que ninguno de ustedes se www.epaleccs.info
1963 va a morir, ni ninguno de nosotros, los que pués, ¿quién coño va a leer lo que nadie va escribimos para ustedes. Si ustedes se mue- a escribir? ren primero (cronológicamente hablando, por supuesto) y nosotros nos morimos des- Digresión: visita a la redacción Caracas, 1 de junio de 2018.
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¡Uff... muchacho! aquellos perros y birras por metro. Celebremos el recuerdo
Casi 20 chamos de la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas y ninguno tenía más de 17 años. Chamos y chamas. Ninguno había ojeado Ciudad CCS y todas tenían Instagram. Apuesto que ninguno de los que lee, sentado en la plaza Bolívar y mayor de 60 tiene teléfono inteligente. Tal vez uno. O dos.
y, apenas hace 100 años, una epidemia de gripe azotaba a Caracas. La ciudad estaba en cuarentena y esa historia no nos la han contado.
ser hermoso oír a un nieto, o nieta, tratando bien a su abuela y se supone que ustedes son los que deben enseñar eso pero resulta que ahora es así. Antes, cuando a ustedes que no eran viejos les echaban agua a presión para disolver las protestas, antes no era así.
La abuela
El Centro Comercial Chacaíto está en el cine de esa década. Descubrir tu ciudad, reencontrarla... la nostalgia de aquella ignora, otra vez, los orificios en las paredes de los proyectiles 7,62 milímetros. Son esas vainas vacías las que dibujaron la generación olvidadiza que está a punto de cometer la cagada. Con la ayuda de ustedes, claro; asuman su pedazo de la torta. Cuando el presidente Pérez, en su primer quinquenio, decretó la obligatoriedad del uso de papel y jabón en los baños de carretera y en los expendios de alimentos y bebidas, se sintió un alivio. Y el gocho pa’l 88 y en 1989 terminaba febrero. Luego los 90, la década desconocida hasta 1992, 1994, 1998. Henos aquí, los sobrevivientes, ustedes y nosotros, dos décadas después. Va más allá de nosotros, abuelos como la abuela de Gradillas, que se sentó con ayuda del bastón y mi brazo a explicarme por qué hace la cola en esa esquina, se esconde el periódico y la vuelve a hacer para retirar otro en Las Monjas: “Es para otra abuelita que no puede caminar”, y da ternura. Pero cuando se esconden tres y cuatro y cinco y seis y ofenden a los pregoneros (no esa abuela, claro: otra), descubres que hay bachaqueros de Ciudad CCS.
Pero vuelvo a ser una rata. En 1989 los que Tiene 83 años y su nostalgia es distinta. Es saquearon y los que no saquearon se cono- una que camina con bastón; la espalda está cieron mejor. Nos conocimos. encorvada y es negra, tan negra como Aristóbulo Istúriz. Menos negra que Érika FaAntes no era así. rías. Ella se sienta en las gradillas de Gradillas, desde donde se ve todo. Desde ahí ves Los carajitos no saben de saqueo, de aquel cómo la jefa de Gobierno pasa, de parrillesaqueo. Nosotros sí. ¿Cómo se lo contamos? ra, hasta La Torre. ¿Y si caminara, o entra A través de ustedes, los viejos, los abuelos, por Veroes? las abuelas. Les ponemos contenido en este papel prensa a los carajitos de verdad, no a La Plaza Bolívar de la época de Le Drugsestos de 17 que no van a leer papel prensa a tore era distinta. Otras palomas. Otros viemenos que quieran mucho al abuelo y este jos, el mismo pedestal. Tiene 144 años allí. les pida que le lean en voz alta porque debe Faltaba poco para terminar el siglo XIX Y viene otra nostalgia. Edición Número Doscientos setenta y nueve. Año 06. ÉPALE CCS
Caracas, 1 de junio de 2018.
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verso a VERSO
extiendo las manos el aire es húmedo aquel hombre ve lo que señalo yo apenas escucho una rata merodea el lugar camina al ras de la pared el hombre no entiende yo tampoco lo llamo se pregunta ¿a mí? Sí, sí se acerca con cuidado en cuclillas sospecha que será una confesión encierro la voz en las manos la suelto en su oído corre espantado.
Poesía o Nada POR INDIRA CARPIO @indira_carpio
Paola Muñoz es licenciada en Educación, mención Lengua y Literatura, por la Universidad Católica Cecilio Acosta. Nació en Maracaibo el 16 de julio de 1986. Según su carta astral, tiene el Sol en Cáncer y la Luna en Escorpio. Fue coorganizadora de la Bienal Lydda Franco Farías, junto con la red de escritores, en el año 2014. Es una poeta de la intimidad y hoy el “Poesía o nada” cierra la puerta. Adentro, la palabra.
REGALO
A Fabián Navarrete Tengo palabra abierta resquicio privación de la luz línea rota pretensiones del cuerpo caída libre marca de agua una cornada al costado herradura y polvo guirnalda de sal semilla de fruta húmeda y bronceada ciruela expuesta
a sol de niebla anochecida para coronarte con mi olor a fauna y mis fábulas a trote de palmo a palmo incandescentes trémulas al grito a la empinadura mueca y espasmo latido en el pulso blanco furtivo de la lengua que pronuncia tu nombre de cascarita amarilla
S/T El filo destella en la mujer mutilada las navajas se cruzan sobre la cabeza de la pasiva agresiva La culpa la pagó el cabello ¿cuál culpa? la de dejar la raíz En el suelo las hebras hacen muecas de oes negras, abiertas y profundas ¿vienes o no al hundimiento?, pregunta y mientras algo que curte el pecho cae de pronto en las manos atravesado de espinas.
LA CERCA tres metros por encima la cabeza no cabe por los barrotes no puedo asomarme no puedo ver
Evio, canción sin edad
décima cotidiana POR ANA CECILIA LOYO @decimacotidiana
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Yo no quiero ni escribir cuando a un cantor le arrebatan su vida, su canto y lo atan a los diarios que al salir terminan por definir lo que no sé si es verdad. Evio es canción sin edad la selva del tiempo infinito yo por ti tomo un vinito y rompo el conjuro’e maldad.
Caracas, 1 de junio de 2018.
Edición Número Doscientos setenta y nueve. Año 06. ÉPALE CCS
POR NATHALI GÓMEZ @laespergesia Ilustración: L. "Razor" Balza
Imaginario
MINIMANUAL para ser un nostálgico
YO SÉ QUIéN TE ALIÑA, CARAOTA
El minimanual de está semana huele a naftalina. A usted siempre lo verán revolviendo cajas, desempolvando recuerdos y con la mente en otra parte. “Todo tiempo pasado fue mejor”, es la consigna que defiende a capa y espada. 1. Se imagina viviendo en otras épocas, de esas que son sepia o blanco y negro. 2. El presente es un trámite. 3. Frecuentemente se escapa y se imagina sonriendo en una foto, a lo Jack Torrance. 4. La música que le gusta ahora es la misma desde hace muchos años. 5. Le hubiera gustado vivir otras historias, muy atrás en la Historia. 6. La infancia y la primera juventud son el mejor lugar. 7. Siempre está en la búsqueda de algo que no está. 8. Le gustaría que el futuro corriera hacia atrás.
TUIT DE
9. Los ácaros y el moho son sus compañeros.
Edición Número Doscientos setenta y nueve. Año 06. ÉPALE CCS
Caracas, 1 de junio de 2018.
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hENRi FALCÓN YA PRESENTÓ LAS PRUEBAS DEL “FRAUDE”
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pregunta de la semana
10. Que la tristeza lo acompañe.
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