Edición número Doscientos cincuenta y cuatro. Año 06. Caracas, 19 de noviembre de 2017 REVISTA GRATUITA
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EL SONIDO DE LA PALABRA
Según el color
derechos
Consejo Editorial
Por Mercedes Chacín
Jorge Rodríguez Gómez Felipe Saldivia Gustavo Borges Revilla
Se reclama democracia con derecho. Se reclama participación con conocimiento de causa. Se reclama protagonismo porque ya nos acostumbramos a eso. Todos tenemos los mismos derechos. Nadie reclama privilegios. Por eso cuando reclamamos democracia, participación y protagonismo no se puede hacer desde un altar sino desde la igualdad. Blandir la espada del protagonismo y la participación creyendo que hay un solo galán o una sola primera actriz es, al menos, raro. Y en ese camino se blanden también otras armas menos chavistas. Todos tenemos derecho a tomar partido: no convirtamos eso en una afrenta, en un barullo, en una contienda entre hermanos y hermanas. Dicen que es infantilismo de izquierda. A mí se me parece igualito. De la quinta. Sigamos.
Directora
Mercedes Chacín
Editor Jefe
Carlos Cova
COORDINADOR Editorial
Gustavo Mérida
DirecTOR de Arte (E)
Arturo Gonnella
COORDINADOR DE FOTOGRAFÍA
contenido
Yanira Albornoz
Coordinadora 2.0 (†)
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Web y redeS
Argenis Rodríguez
— soberanias sexuales
Redacción
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— EL MENJURJE Mancheta y demás
— boleros que curan el alma
Jesús Castillo
— perfil
Enyeli González Ramón Pérez
Nathali Gómez Moscoso Ander De Tejada Marlon Zambrano Malú Rengifo
DiseñO
Tatun Gois Yeibert Vivas
FotOGRAFÍA
Michael Mata Enrique Hernández CORRECTOR Rodolfo Castillo
LOGÍSTICA
Idania Bracamonte Daniela Fernández Edi Cordero
Colaboran en esta edición
Impresión
Complejo Editorial Alfredo Maneiro Imprenta Nacional. @epaleccs
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— Ciudad Leer el mundo en Caracas
— Mitos Libros prohibidos
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— Miradas Defensores de la palabra
José Roberto Duque, Humberto Márquez, Indira Carpio, Ana Cecilia Loyo, Jessica Mena, Rausseo 2, Henry Rojas y Neptalí Segovia. Archivo Ciudad CCS. Fotografía de portada: Michael Mata.
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Comercialización y Ventas: 0212-8080323/0426-5112114 Distribución: 0212-8085843 Depósito Legal: pp201202dc4166 Una publicación de la
Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar”, 2014, 2015 y 2017. Premio Municipal de Periodismo “Guillermo García Ponce”, 2014.
20 — Gastronomía Una tribu, una sala, un beso
24 — Mitos Un robador de libros
27 — crucicultura Crucigrama
— Mitos Los hijos de la pulpa
21 — entrevista Roberto Malaver
26 — crítica y media Trama cotidiana / Tras el discurso
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— verso a verso Poesía o nada / Décima cotidiana
Revista Gratuita Circula los domingos con el Diario Ciudad CCS búscala de lunes a viernes en nuestra sede: esq. san jacinto, edif. gradillas “c”, piso 1, al lado de la taquilla única de servicios municipales
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PERFIL
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Argenis Rodríguez escritor maldito escritor
Atacó con furia a tirios y troyanos, a adecos y comunistas, a empresarios y desempleados, con una pasión que solo un suicida es capaz de desplegar. Escribía por hambre, por soledad y porque se sentía el mejor escritor venezolano. Descansa en guerra POR josé roberto duque •@jrobertoduque / ILUSTRACIóN JESSICA MENA
Hay unos cuantos libros venezolanos que se vendieron en su momento como pan caliente (sí, aquí alguna vez se vendió mucho, mucho pan caliente) sin ser obras literarias, o quizá precisamente por no calificar, según el canon académico, como obras literarias. Muchos de ellos se propagaron entre los años 60 y 70 del siglo pasado gracias a una especie de boom de la industria editorial, en el cénit de casas como Vadell Hermanos, Fuentes Editores, Selevén y todo lo que producían, abiertamente o por debajo de cuerda, las maquinarias del Bloque DeArmas y la Cadena Capriles. En esa categoría de exitazos de ventas pueden contarse títulos como Soy un delincuente, Cuando las mariposas aprenden a volar y Retén de Catia (las tres firmadas con seudónimos pero escritas por un mismo maestro del testimonio, Gustavo Santander Laya), Si te acercas te mato, de Barrabás; inclasificables como La llama morada y dos o tres títulos más de alcance internacional escritos por Conny Méndez; las piezas de Otrova Gomas, los muchos testimonios de mártires de la dictadura perezjimenista y un par de joyas de polemistas y buscadores de bronca profesionales. Entre estos, el clásico de los clásicos es autoría de Argenis Rodríguez: la tercera parte de sus memorias, titulada Escrito con odio.
Antitodo Las dos primeras ediciones de Escrito con odio se vendieron en cuestión de dos meses, y es fama que esa hazaña se debió al interés de una mano peluda adeca en que se propagara con furia. Esa mano peluda se llamaba Rafael Poleo, quien imprimió y publicitó tantos ejemplares como se lo permitió su camastrón de escupir pasquines. El sabroso verbo de Argenis, en combinación con su total falta de es-
crúpulos y de miramientos para echarle mierda a los excomandantes guerrilleros, a más de un adeco, a los intelectuales de café que hacían la revolución en los bares de Sabana Grande e incluso a sí mismo, convirtieron a esta pieza en el libro que la Venezuela de las vacas gordas leía muerta de la risa sin distingo de clase social. En efecto, el librito deslumbraba a los burgueses a quienes les gustaba ver pateados a los comunistas (ah, porque en ese tiempo la gente creía que Teodoro Petkoff, Pompeyo Márquez, Américo Martín y todo ese combo de patiquines disfrazados de guerrilleros eran comunistas) y era degustado también por el obrero, el empleado público, el lumpenproletariado que no retenía el análisis de fondo pero sí la anécdota relampagueante y el verbo destrozador. Argenis recomendaba a la juventud hacerse la paja tres veces al día, para evitar así la tentación de invertir toda esa energía en ponerse a atracar bancos en beneficio de unos comandantes de mentira, y dos párrafos más abajo narraba la forma en que intentó suicidarse las primeras veces, exiliado y destruido en las calles de Madrid. Porque su exilio no fue dorado; su vagancia por Europa estuvo signada por el hambre, la miseria y el refugiarse en la escritura, que se supone es lo que deben hacer los escritores o aspirantes a escritores con verdadera vocación. Vivir para escribir, no de la escritura. Implacable con sus afectos y consigo mismo, contó cómo golpeaba a una de sus mujeres y cómo fue que a otra la botó “por jedionda”, y más abajito echaba el cuento de cómo aprovechó que una directora del Conac lo mandara para el exterior sin que él se la hubiera raspado como ella quería. Le debía favores a los adecos, pero contra los adecos cargó con una virulencia de espanto en otras dos piezas para la historia del insulto, como La amante del presidente y La fiesta del embajador. Los “comunistas” (encerrados en sus apartacos burgueses o en los bares donde milita-
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ban en la borrachera) lo acusaron de anticomunista, y los adecos lo acusaron de comunista. En los años 90 Poleo volvió a buscarlo, esta vez para que escribiera alguito en contra de Jorge Olavarría, y Argenis se lo descargó bello, acusándolo de vainas improbables dictadas por el que pagaba los whiskies, el viejo zorro dueño de El Nuevo País.
Decía ser el mejor escritor de Venezuela, quizá igualado por Salvador Garmendia. Extrañamente, cuando tenía esos delirios no caía mal sino que se ponía más gracioso y hasta simpático —
Es lógico que nunca tuviera paz, pero sus ratos de angustiosa depresión no lo postraban sino que lo ponían más frenético ante la máquina. Lo entrevisté en 1999, a sus 63 años; estaba a pocos meses de cumplir su palabra de irse de este mundo por mano propia, como su admirado Ramos Sucre. Decía que un hombre de verdad debía decidir cuándo quitarse la vida. Mientras llegaba ese momento, las cuentas que tenía en el equipaje al momento de aquella conversa eran estas: 40 libros publicados entre novelas, noveletas y testimonios; 20 novelas inéditas y un diario que comenzó a escribir a los 14 años, y que para entonces tenía cerca de 10.000 páginas; “Es más largo que el diario de Miranda”, se ufanaba. Decía ser el mejor escritor de Venezuela, quizá igualado por Salvador Garmendia. Extrañamente, cuando tenía esos delirios no caía mal —Mariano Picón Salas. sino que se ponía más gracioso y hasta simpático. Así trascurrió —Mucha palabrería. A Mariano le sobraba ramaje y le faltaba culuna parte de aquella conversa, a las puertas de El Nacional: tura. —¿Usted hace literatura o periodismo, o simplemente nos cae a —Úslar Pietri. chismes? —Yo escribo. Y no hay un escritor en este país que lo haga como —A Úslar le falta todo. Un hombre que trata de usted a todo el mundo, que es inaccesible, que no te deja llegar a él, no puede yo. conocer el alma de la gente. —Usted acostumbra a ponerse por encima de varios escritores venezolanos emblemáticos. Se los voy a nombrar uno por uno, y —Adriano González León. usted me dice por qué son inferiores a usted. —Él es clase media baja; esa es la gente más vulgar y llena de prejuicios. Y un escritor con prejuicios no funciona. —De acuerdo. —Rómulo Gallegos.
—Rafael Arraiz Lucca.
—Cantaclaro empieza bien, pero Gallegos creía en la virginidad. Dígame Santos Luzardo: él es un santo, lo dice su nombre. No le hace nada a Marisela, que estaba bien buena; no le hace nada a Doña Bárbara, que se le ofrecía. Así no se puede.
—No lo he leído, pero yo desconfío de la gente que anda bien vestida y con corbata. Para ser escritor es preciso haber conocido la vida desde muy abajo y desde muy arriba, y el único que ha cumplido con ese requisito he sido yo.
Violento desde la escritura y desde su cuerpo físico, se colgó de un mecate en mayo del año 2000, casi 20 años después de cumplirse —Me gusta Rufino porque era recio, macho, escribía violento, una fecha tope que se había propuesto públicamente: siendo muy joven escribió que no llegaría vivo a los 45 años de edad. pero era racista. —Rufino Blanco Fombona.
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SOBERANÍAS SEXUALES
Lecturas en el baño POR Malú Rengifo @malurengifo ILUSTRACIÓN L. “RAZOR” BALZA
“Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía”. John Fitzgerald Kennedy 14 años, nerdcita del salón, muchachita lectora empedernida, encuentra un libro hurgando las cosas de la madre. Las páginas describen los juegos de la carne. Está sola en la casa, se adentra en la lectura. Hasta ese momento su más cercano encuentro con el sexo ha sido una pantalla de colores ondeantes, ese canal de televisión por suscripción que siempre está bloqueado, pero que a veces deja ver un mete-saca en close-up y unas tetas bailantes de colores, como alucinaciones de drogadicto en celo. Sentada en la cama, “no puede ser que la mamá de uno lea esas cosas”, piensa y lee. Sobre todo lee. Prólogo de palabras que le causan pudor incluso estando a solas: placer, penetración, vulva, lubricación, pero no cierra el libro, se le abren otras cosas: las piernas, las ideas... Capítulo 1: La masturbación. Qué sonido terrible, no podría pronunciarlo, le suena a carne cruda lanzada contra el suelo. Está sola en la casa y ya sus amigas conocieron el sexo hace bastante rato, ella tiene que ver si es verdad que es tan bueno, aunque sea sola. Ya no recuerda cómo lo decía el libro exactamente, pero el texto indicaba, paso a paso, todo lo necesario para una correcta masturbación femenina. Una vez digerido el capítulo entero en una primera lectura exploratoria, tomó la decisión de llevar a la práctica el manual, el problema era en dónde, reirá con el recuerdo para siempre: “¡Sentada en la poceta!”, decidió. “La mujer debe juntar los dedos índice y medio y comenzar a acariciar muy suavemente el área de su pubis, los labios, poco a poco, cambiando de ritmo y buscando las zonas donde sienta placer, en especial cierta zona en la parte superior de la vulva, un órgano a veces difícil de encontrar cuyo nombre es clítoris”. Leyendo todavía, lo encontró. Y navegó, a bordo de su poceta, remando con sus dedos entre aguas nunca antes conocidas. Y todas las palabras con todos sus sonidos fluyeron a raudales desde el libro a sus ojos y entre sus labios se volvieron susurro incontenible que escapaba. Aquel lugar extraño, la poceta, en donde había leído de aventuras y viajes, la llevó por océanos de donde no iba a volver siendo la misma niña. Caracas, 19 de noviembre de 2017.
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el menjurJe
Más que una Feria Vecinos Uno, dos, tres, un sorbo de café y los ojos hacia la línea del horizonte que se enciende. ¿Cuándo amanece? Cuando queda atrás el último murmullo del silencio o ¿cuándo las luces una a una empiezan a prenderse? Uno, dos, tres... las ventanas de los grandes edificios se iluminan. Al principio pocas, como luceros del alba. ¿Pondrán al fuego la cafetera? ¿Alistarán los uniformes escolares? ¿Harán el amor? ¿Darán un beso de buen día a los niños? ¿Mandarán el primer mensaje con buenos deseos? ¿Suspirarán por los amores no correspondidos?
La agresión de la que es víctima Venezuela se nota en algo más que un kilo de harina de maíz. Cuando recorrimos la Filven, “Leer lo que somos”, vimos un país en resistencia. Vimos un país entusiasta, vimos iniciativas loables en medio de las carencias. Por ejemplo: la gente de la Alcaldía de Caracas, a través de Fundarte, presenta un colección de poetas bilingüe. Por ejemplo: la Editorial El Perro y La Rana agregó otro libraco a la prolífica obra literaria de Luis Britto García: Maraña. Vladimir Acosta (Las entrañas del monstruo), Indira Carpio (Mujerícolas), Ernesto Villegas Poljak (Buenos días, Presidente), Freddy Ñáñez (Viraje); Luis García Montero, Carlos Brito (Cuando raya el esplendor) y Daysi Barreto (María Lionza, una divinidad sin fronteras) son algunos de los autores y autoras
que presentaron sus libros en la edición ferial. “Leer lo que somos” es, entonces, mucho más que una feria internacional de libro. Es una forma de decir presente en un mundo convulso y violento. Una forma de decir presente con libros, con alimento para el espíritu.
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Cuatro, cinco, seis... llega la mañana, rauda como una promesa de amor recién inaugurada. Tenemos la vida por delante, como si naciéramos una y otra vez. Salgo a la calle a estrenar el día. Los compañeros de las primeras luces, ¿compartirán la misma ilusión con la que salgo a buscarte? Cuatro, cinco, seis...
La guerra de insultos entre chavistas por la candidatura de la Alcaldía de Caracas
Caracas, 22 de octubre de 2017.
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Leer lo que somos «
lA pUSIMOS... Pág. 5: en “La pusimos” faltó el punto y final. Págs. 12-13: puntos en sumario y leyenda y Moises así, sin tilde. Pág. 27: en el “Crucigrama” la solución al anterior no está.
La Feria Internacional de Libro de Venezuela
cine MARACAIBO En cartelera Es una coproducción argentinovenezolana. Se llama Maracaibo pero su realizador y coguionista, el bonaerense Miguel Ángel Rocca, nunca ha ido a esa ciudad ni a ninguna otra de nuestro país. Cuenta Maximiliano González, el otro guionista, que el largometraje se llama Maracaibo porque es una palabra que tiene “una exquisita sonoridad”, clave para los apretados “nudos discursivos planteados en la trama basada en las relaciones familiares, especialmente el vínculo entre padre, madre e hijos”.
El Amparo Ver una película “extraída de la vida misma”, de la cual se sabe bien el cuento y que quede la sensación de que se ajusta a “la verdad de los hechos” es emocionante. Si, además, esa película es venezolana y te gustan las actuaciones, la fotografía y el guión, es más emocionante aún. Y es emocionante porque ir al cine es un ritual colectivo y disfrutar de un largometraje es un gusto, una nota. Eso nos pasó con la película El Amparo, que vimos en su última semana en cartelera. Caracas, 19 de noviembre de 2017.
La historia es muy triste: 14 pescadores son asesinados por el Ejército venezolano en un caño del río Arauca, municipio Páez del estado Apure, en octubre de 1988, para posteriormente ser acusados de guerrilleros muertos en enfrentamiento. Eran 16 y dos de ellos sobreviven a la masacre para contar la verdad. Es la primera película dirigida por el venezolano Rober Calzadilla, escrita por Karin Valecillos y producida por Marianela Illas y Rubén Sierra. Búsquenla y véanla. Es buena.
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BOLEROS QUE CURAN EL ALMA
“delirio” (i) POR Humberto Márquez ILUSTRACIÓN Jessica mena
Es el bolero más jazzeado de la música cubana. La dulzura de su letra permite que las mejores versiones, a mi juicio, sean precisamente la de los hermanos Palmieri, la orquesta de Charlie, o más que orquesta ese memorable “vente tú” de The Cesta All Stars en 1963, por esa inigualable manera de José “Chombo” Silva (“Toca la cachimba Chombo”, diría Alvarito Montero) de tejer en el saxo; ese solo inmenso sobre las blancas y las negras de Charlie y el legendario bajo de Bobby Rodríguez, antes acompañado por la voz del crooner Willie Torres, en inglés, y luego la voz española del grande Cheo Feliciano, a sus 28 añitos apenas. Y por si fuera poco el “Delirio” de Eddie Palmieri y su orquesta, cantando Ismael Quintana en el álbum Champagne del año 1969 y surcado por el trombón de Barry Rogers. No en vano, el “filin” venía a ser la manera de interpretación del bolero influenciada por el jazz. Era el bolero preferido de Cheo Feliciano, dicho por él mismo en aquel memorable concierto en el Tropicana de Cuba, estando presente su compositor Portillo de la Luz, a quien dio gracias inmensas por haberla parido. Si pudiera expresarte / cómo es de inmenso / en el fondo de mi corazón / mi amor por ti. / Este amor delirante / que abrasa mi alma / es pasión que atormenta mi corazón. / Siempre tú estás conmigo / en mi tristeza, / estás en mi alegría / y en mi sufrir. / Porque en ti se encierra / toda mi vida, / si no estoy contigo, mi bien, / no soy feliz. / Es mi amor delirio / de estar contigo / y yo soy dichoso, mi bien, / porque me quieres también. Esa noche la hizo a dúo con Tania, una cantante cubana con un vozarrón de cuatro pares de cojones... de ovarios, será, jejé. “Me costó cuatro años de espera. Tenía el boceto como una nebulosa; era algo así como un borrador. El asunto estaba por un lado y la música por otro. Sentía que la semblanza musical no se acoplaba en mi mente con el espíritu que planteaba el texto, hasta que llegó el momento en que se concretó”. Así se lo dijo a Miladies Barreto en 2007. Como en todas las listas, no caben las de Nat King Cole, quien tocó “Delirio” en forma instrumental con arreglo de Chico O’Farril, la de la inmensa Elena Burke y menos la del propio César. ¿Cuál versión colocará Épale CCS?... Jódanse pues, jajajá. Edición Número Doscientos cincuenta y cuatro. Año 06. ÉPALE CCS
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CIUDAD
Leer el mundo en caracas La capital, entre todo lo demás, ofrece bibliotecas de todos los tamaños en donde uno se puede entregar al placer —o al dolor— de la lectura POR ander de tejada • @epaleccs / FOTOGRAFÍAs Camille briceño
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Biblioteca Nacional de Venezuela
La Biblioteca Nacional de Venezuela fue fundada el 13 de julio de 1833 por el general José Antonio Páez. Se ubica en el Foro Libertador, al lado del Panteón Nacional, y cuenta con más de 3.000.000 de títulos y más de 7.000.000 Estudiando en el Cendibi de piezas, según datos del año 2005. El Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas permite la reproducción, a pequeña escala, de la experiencia mayor, de la madre de la Panteón. El proyecto contabiliza unas 783 bibliotecas a nivel nacional. Vemos de frente a una de las salas principales, de nombre Catálogo Automatizado. “Una guía’’, pensamos y seguimos caminando, cruzamos la puerta y vemos círculos de computadores esperando uso. Veo una de las máquinas mientras Camille toma fotos. Lo hago como si no viera una cosa que conozco desde la infancia. Es como si fuera un sujeto recién salido de una experiencia criogénica de cuatro décadas y me encontrara con un teléfono inteligente. Muevo el mouse, la pantalla se prende, la cosa me pide La pulcritud de los pasillos ucevistas usuario y clave pero no quiero ponerlo, solo quiero tipear el nombre de William Faulkner pero aquello no me deja. Trato de no desesperarme, desisto, suspiro hacia el techo, Camille toma fotos, una señora se acerca:
No importa quién se quede con la foto, hay que tomársela de todos modos.
—¿Qué desea? Evalúo mis opciones de respuesta: leer / irme a la casa / reírme / dormir en la frialdad de sus salas / buenas, nosotros somos del diario Ciudad... Escojo la que corresponde al momento. La mujer sonríe. Son ellos quienes se encargan de hacer la búsqueda que uno pide. Ya no me provoca preguntar por Faulkner. Pregunto entonces por una base de datos, la antítesis de un novelista, quizás un instrumento, eso sí. Hay un estruendo cuando me mandan a otra sala, con toda la cordialidad del mundo. Hay que echarle bolas: el estruendo de una biblioteca es el mutismo de la calle. Son liceístas, llegados a la bibliote- El personal lector de la Biblioteca Nacional Edición Número Doscientos cincuenta y cuatro. Año 06. ÉPALE CCS
ca para hacer sus investigaciones escolares, quienes posan frente al lente de Camille una y dos veces. Hasta tres, incluso.
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Hay ocho salas además de la que acabábamos de visitar. Está Orientación y Referencia, Cendibi (Centro de Documentación e Información Bibliotecológica), Colección Bibliográfica General, Colección Hemerográfica, Colección de Publicaciones Oficiales, Colección Documental Antigua, Colección de Sonido y Cine, Colección de Obras Planas y la sala de Libros Raros y Manuscritos. Estamos en la última, pero están haciendo cambios en la sala. Otra mujer nos pasa hacia el depósito y nos mete en la biblioteca personal de Pedro Manuel Arcaya: una sala completa, con miles de libros, me hace preguntar en qué tiempo puede leerse alguien tantos textos.
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me convencía que leer por internet no era tan malo. En la Biblioteca Central hay tres salas principales. En la computadora escribo el nombre de Argenis Rodríguez. Escucho persianas de madera subiendo. Escucho abanicos que se precipitan al suelo. Son las fotos. Es Camille con su cámara. Estamos en el primer piso de la biblioteca, en donde se ubica la sala de Ciencias Sociales. Pasamos por la planta baja, en donde está la sala de Ciencias Puras y Tecnología y llegamos al sótano, en donde está la de Humanidades. Caminamos por aquella pureza, entre los techos y las paredes blancas, entre el espacio más limpio de la universidad. Vemos gente estudiando, gente contemplando el abismo, gente durmiendo, gente que parece estar simplemente pasando el rato y, obviamente, gente asomada desde las terrazas viendo de frente a la “Tierra de Nadie” que hoy, más que nunca, no tiene dueño.
Biblioteca Los Palos Grandes, ubicada en la plaza del mismo nombre
La biblioteca fue donada por sus hijos tras la muerte del intelectual. Hay de todo, cabe destacar, en español, inglés y francés. Así me topo con un nombre que no sé pronunciar y le pregunto a Camille, dado su nombre, si sabe. Me dice un significado, entiendo y sigo. Me encuentro con las obras completas de Darwin en inglés y con unos ensayos en francés sobre la Revolución. La Francesa, cabe destacar. La encargada que nos acompaña nos dice que no toquemos nada. O que, si lo hacemos, procuremos no tocarnos la boca o los ojos. Yo, con esos mismos ojos, veo la muerte cercana. Me preocupo y siento que cuando respiro se me vienen los hongos y me llegan al cerebro. Pero no hay de que preocuparse. La mujer toca los libros con tranquilidad. Buen lugar para leer.
Biblioteca Central de la UCV
Voy con Camille. Conocemos el sitio y estamos bien ubicados. Subimos las escaleras por un impulso indentendible y terminamos en los pisos más altos cuando no había un
El Este lector No solo las bibliotecas emblemáticas del Oeste valen la pena. El Este también ofrece espacios agradables para la lectura, como la Biblioteca Los Palos Grandes o la Paul Harris, en La California Norte. rumbo trazado. Propongo una foto: alguien buscando en la computadora con el catálogo y los datos. Recuerdo que, hace más o menos cinco años, me enteré de la existencia del libro Salsa y control, del compañero de páginas José Roberto Duque. Mi proceso de búsqueda fue largo y tendido. En cada esquina preguntaba por el libro más misterioso del mundo: “Sobre el barrio —me decían—, con un lenguaje trabajadísimo —también— y editado por Monte Ávila Editores en el año 95”. “¡Veeerga!”, pensaba, mientras terminaba la tarea de acoplarme al primer semestre de la carrera, mientras Caracas, 19 de noviembre de 2017.
Al final, en mi proceso de descubrimiento universitario, terminé leyendo Salsa y control por internet. Sin embargo, antes había hecho lo mismo que hice con Argenis. Me salió la cota y me puse a revisar aquellas estanterías inmensas con el ojo de un detective hasta dar con la publicación, la original, que todavía tengo ganas de encontrarme en un sitio en donde la pueda canjear por algunos billetes. Monte Ávila Editores, 1995, un sujeto como todos los demás que poblamos esta ciudad descansando en la portada, el primer cuento arrasador, mis ganas de cerrar el libro, de no proseguir de esa manera tan impersonal, como si fuera un acto amoroso sin el respaldo asegurador del amor, sin la certeza de un saludo a la mañana siguiente o de la posesión, aunque errada, de la identidad del otro. Cerré el libro. No lo pude leer. No lo pude robar. Terminé poseyéndolo en su edición de El Perro y la Rana, de 2014. Muy bonita, sí, pero no tan bella, tan mítica, tan misteriosa. Buen lugar para leer.
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MITOS
libros que atentaron contra el orden POR Malú Rengifo @Malú Rengifo ILUSTRACIÓN HEnry rojas
En un principio fueron los católicos inquisidores quienes empezaron a prohibir libros, temerosos del conocimiento que pudiera atentar contra sus principales mecanismos de dominación: la ignorancia y el miedo. Los españoles trascendieron fronteras en su persecución contra el saber, y hasta el mismísimo Francisco de Miranda fue señalado por la inquisición española por el delito de poseer libros prohibidos; estas acusaciones lo acompañaron hasta su muerte. Pero no solo los católicos han incurrido en la práctica de prohibir la lectura de ciertos documentos: tanto el Corán y la Torá, como la misma Biblia, han sido prohibidos en diversas naciones a lo largo del mundo y de los tiempos. En Venezuela, Los versos satánicos, de Salman Rushdie, estuvo tan prohibido como en Sri Lanka, Bangladesh, Kenia, Sudán y muchos otros países, acusado de contener ideas blasfemas e insultar al islam, y se dice que durante un tiempo fue posible que en nuestro país encarcelaran hasta por 15 meses a quienes fueran descubiertos leyéndolo. El origen de las especies, de Charles Darwin, fue uno de ellos. A la Iglesia no le convenía demasiado que se ofreciera una alternativa científica al mito de la creación. El manuscrito Voynich, un libro indescifrable que nadie vivo ha podido leer y, probablemente, nadie pueda leer jamás, fue prohibido por la Iglesia, digamos que “por si acaso”, pues quizá podría contener fórmulas de venenos o sustancias peligrosas. De estas acusaciones no existe indicio alguno. Múltiples regímenes extremistas y dictaduras militares adoptaron el recurso oscurantista de perseguir a quienes leyeran o distribuyeran ciertos libros que atentaran contra sus principales mecanismos de dominación: el miedo y la ignorancia, la ignorancia y el miedo (¡qué coincidencia!), sin importar quién mandara primero, el orden de los lectores no permitía el usufructo de aquellos textos. Edición Número Doscientos cincuenta y cuatro. Año 06. ÉPALE CCS
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Los nazis prohibieron, por ejemplo, el libro Sin novedad en el frente, de Heinrich Maria Remarque, por ir en contra de sus ideas supremacistas. Tiempo más tarde Alemania devolvería la estocada vetando la publicación y venta del libro Mi lucha, de Adolf Hitler, por promover el racismo y la intolerancia. Toda la obra de Kafka fue prohibida durante los períodos nazi y soviético. Un mundo feliz, de Aldous Huxley, fue publicado en 1932, y prohibido inmediatamente en Irlanda y en Australia por contener pasajes explícitamente sexuales. Casi un siglo después, en el año 2010, este mismo libro ocupó el tercer lugar entre los libros que los Estados Unidos de América más intentó prohibir en aquel año. En Sudáfrica estuvo prohibida durante un tiempo la novela política antiapartheid La hija de Burger, de Nadime Gordimer, por, según las partes acusadoras, poseer ideas comunistas y atentar contra las autoridades y el orden del país. El comunismo, como era de esperarse, es una de las razones favoritas para la prohibición de una publicación. Un libro para niños con bellos dibujitos, llamado Tres con Tango, fue prohibido en el año 2009 en varias ciudades de los Estados Unidos por poseer ideas defensoras de la adopción por parte de parejas del mismo sexo. La dictadura militar en Argentina prohibió sin mayor excusa la lectura de El principito, de Antoine de Saint-Exupéry, y fueron muchísimos los libros infantiles que se prohibieron en ese país por aquella época por cosas como relatar una huelga de animales, en el caso de Un elefante ocupa mucho espacio, de Elsa Bornemann; o en el caso de El pueblo que no quería ser gris, del autor Augusto Bianco, por relatar la historia de un pueblo en el que la gente no quería pintar todas las casas del mismo color. Ah, ¡y el colmo de los colmos!: Fahrenheit 451, la distopía sobre la prohibición de libros escrita por Ray Bradbury, fue vetado en los estados gringos de Florida, Texas y California, bajo la excusa de “contener lenguaje obsceno”. ¿Sí tú?, ¡ándale!
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MIRADAS
Caracas es un fluir de lenguas desbordadas por entre milicianos espontáneos, organizados, individuales o colectivos, que fluyen con las mareas de la ciudad, desde la incertidumbre de la cola del pan a la certeza del guayoyo de las esquinas, leyendo un libro, y compartiéndolo.
jamás se agota, recreándose continuamente; por lo tanto, compite con ventaja con cualquier producto manufacturado”. La estirpe de los custodios del diálogo universal asentado a los pies del Waraira, los descendientes de Paramaconi, las tribus dispersas entre las estrías del Guaire quieren que la palabra reine espontánea, libre, dislocada y absoluta entre las calles, comunicando, comunicable, comunicante.
No creen en los estigmas que intentan remarcar las diferencias: la ciudad somos todos, por ello se acercan temerosos, pero decididos, a un piquete de la Guardia Nacional Bolivariana para leerle “Lluvia”, de Juan Gelman, a lo que los uniformados responden con la distensión de la marcialidad y el aplauso rabioso en una tarde lluviosa guarecidos bajo alguna de las Torres de El Silencio. “Hoy llueve mucho, mucho, y pareciera que están lavando el mundo”, le cantaron los muchachos de Criticarte a los funcionarios de la ley y el orden con un pie en el abismo.
“Verga, esa vaina es larga”, es lo que se atreve a exclamar, entre risas, un mototaxista abordado al azar para susurrarle un poema al oído con una bobina de papel. Todos disfrutan del trueque fortuito del verbo antiguo y del nuevo, del represado en los libros y el que surge espontáneamente del roce en la calle. Es la defensa más encarnizada e ingrata de la ciudad: la que trata de conservarla en su pluralidad y en su ausencia. Pagan muchas veces —estos ejércitos— con el desalojo de los espacios privados y privativos, de los despachos oficiales o de los reductos liberados que dejan correr las aguas del encuentro entre quienes se saben —o no— portadores del fuego inicial. La razón parece escucharse entre murmullos: es que son incómodos, es que no aceptan líneas, es que son libertinos, viciosos, locos, poetas.
“La gente anda carente de lo inmaterial, aunque uno crea que no”, se asombra José Félix Meléndez, con la voz de uno de esos románticos rapsodas que cantan las buenas nuevas por las calles junto a su gente, el Proyecto Colectivo al Final del Bulevar (PCFB). La urbe cambiante, sodomizada por el capital que seduce a sus moradores con radiantes marcas comerciales, promesas corporativas y ofertas electorales, manchando las paredes derruidas de la ciudad con la violencia del discurso vacío y sus efectos inorgánicos. “Se trata de hacer un tejido orgánico, entre todos, para rescatar la palabra como un bien común”, refrenda Consuelo Laya, otra activista radicada en el éter, que igual lee poemas, canta, baila y sueña con una ciudad que derrote la cultura del espectáculo con un grito de guerra singular: “No a la tarima”.
Los defensores de la palabra No son una logia hermética de ascetas inalcanzables ni una banda de antipáticos burócratas. Por el contrario, trapichean la cotidianidad de la urbe entre el tráfico y el verbo necesario para transformar y liberar. Van, como García Lorca, con medio pan y un libro
Lo que quieren los defensores del libro, los ejércitos de la lengua regalada, los moradores del verbo sin sueldo ni oficina es que la palabra sea ese insumo gratuito, abundante, inagotable y demoledor capaz de unir en la identidad en la memoria y en la civilidad amorosa a su gente. Ivonne Bordelois resuelve bellamente un enigma: “Contrariamente a los bienes de consumo, el lenguaje Edición Número Doscientos cincuenta y cuatro. Año 06. ÉPALE CCS
Promover el libro y la lectura
POR Marlon zambrano • @marlonzambrano / fotografías Michael Mata
Caracas, 19 de noviembre de 2017.
Caracas, 19 de noviembre de 2017.
Marialcira Matute está en una cruzada personal desde hace más de 15 años junto a su esposo Isidoro, a través de un formato multimedios: “La librería mediática”, que se ha posicionado en el imaginario como un espacio televisivo y radial que ha sabido dialogar con el poder político y con los cultores del libro, tratando de crear una sinergia que no siempre es mágica. “Más que una cruzada, es una gozadera... lo hago desde la óptica de un lector. Y por eso tuteo a cada invitado, porque todos somos lectores por igual. Aun cuando no lo sepan, todos los seres humanos son lectores potenciales. Porque cuando aprenden a leer y escribir, privilegio solo posible para los seres humanos, ya tienen a punto las herramientas básicas para acercarse a eso tan loco y tan extraño Edición Número Doscientos cincuenta y cuatro. Año 06. ÉPALE CCS
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En el Metro, leer para los demás ya no asombra
Los susurros, los susurros, los susurros
que es saber descifrar la palabra escrita por terminada. De allí que la lectura decodifique no solo lo que nos ha convidado a uno, o por otros”. seguirla. La lectura va mucho más allá: nos Yurimia Boscán, poeta, milita en los me- invita a profundizar sobre otros aspectos. dios y en los colectivos a través de la pro- Leer es aprender. Con ella podemos viajar, yección de los autores venezolanos menos imaginar, introducirnos en el mundo del conocidos, no por menos importantes sino, creador y hasta nos remite a crear nuestro quizás, por menos apadrinados. “Para mí, propio mundo”. promocionar los libros y la lectura es enseñar a pescar, en el sentido del viejo refrán. Karina Ugas es funcionaria del Gabinete Es uno de los pilares de la nueva sociedad, Cultural de Caracas, pero ese no es su acento. Su acento es su pasión desbocada por los donde todos deberíamos ser lectores”. libros y la lectura, y si a uno le pagan por Ingrid Chicote es una invitada especial: hacer lo que le apasiona, no se puede pedir poeta y cronista desde Villa de Cura, nos más: “La promoción de lectura transversaasegura que “promocionar un libro es liza mi vida. A través de la promoción de recomendar. También es comprender el lectura formo, concientizo, invito a todos a momento histórico y la cultura de quien leer y entender todo lo que nos rodea”. lo escribe y, sobre todo, de las implicaciones personales, sociales, políticas, eco- ¿Se lee en Caracas? nómicas que suceden en el contexto en Caracas: “Loca, arbitraria, llena de ruidos, el cual el mismo ha sido escrito por un injusta a veces, agresiva, injuriosa, desabriautor determinado, en una geografía de- da y horrenda. Pero es nuestra ciudad. Sea Edición Número Doscientos cincuenta y cuatro. Año 06. ÉPALE CCS
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LOS PROMOTORES DEL LIBRO Y LA LECTURA, SIN EMBARGO, NO ESPERAN QUE LA GENTE LEA: SIMPLEMENTE VAN A SU ENCUENTRO Y LE LEEN CON LAS HERRAMIENTAS MÁS ELEMENTALES Y URBANAS, COSECHADAS EN EL AJETREO CITADINO —
17 las herramientas más elementales y urbanas, cosechadas en el ajetreo citadino, en la superficie y en el subterráneo. Abajo van Pedro, Ana Gloria, Jeaneth, Florbella repartiendo versos en un extremo del vagón, mientras en el otro los despachadores ambulantes ofrecen tostones y bolibombas y la indigencia reclama su ayuda. Arriba andan Prostíbulo Poético, Oficio Puro, Amanecí de Bala, Criticarte, 12 Metros de Cultura y tantos más acelerando el paso en los días de la guarimba, cuando ganaron antes que nadie la guerra al odio mediante la promoción de la palabra salvadora y agregando la múDefender la palabra, en la sociedad consumista, es un acto de rebeldía sica, la imagen, la piel. “Lo de nosotros no es el producto (el libro, el disco) sino el vínculo, la conexión, formar para transformar”, cual fuere la dimensión de la catástrofe, no mayoría entrar en una librería o una feria expresa Luis Francisco Morales, de PCFB. podemos abandonarla”, escribió Adriano del libro porque se nos volvió un evento cotidiano. Hay quienes dicen que para qué se “En Venezuela la lectura ha dejado de ser González León en el siglo pasado. distribuyeron millones de libros impresos y elitesca, como lo fue en otras épocas. PorCabrujas, como Aquiles Nazoa, se quejaba digitales en estas últimas dos décadas y aun que para la mayoría de los venezolanos los de la paulatina y devastadora desaparición ahora, en tiempo de la guerra económica, libros están al alcance en bibliotecas, en lide la ciudad bajo la política de la demoli- donde ha mermado la impresión de libros brerías subsidiadas por el Estado, en libreción. Las vidrieras de baratijas sustituyeron e impedido el ingreso de libros al país. Pero rías privadas, en casa”, dice Marialcira. las fachadas memoriosas, así como estas aun hoy, en menores cantidades que antes reemplazaron los caminos de las dantas y de la guerra económica, se siguen impri- “Promovemos lectura justamente en los esel follaje del pájaro Taramayna. La transfor- miendo en papel y divulgando digitalmente pacios convencionales y no convencionales. mación de la ciudad física transita junto al libros y más libros. Y es que para crear lec- Leemos e invitamos a leer, a compartir esa intento, hasta ahora vencedor, de “aniquilar tores el libro debe ser parte de la geografía lectura que nos hace reflexionar, que nos ayuda a entender que estamos en medio la conciencia lingüística en un tiempo dise- de nuestra cotidianidad”. de una guerra implacable, y si no alimenñado para la esclavitud laboral, informática y consumista”. Los defensores de la palabra Yurimia media: “Se lee... no sé si mucho o tamos el espíritu leyendo y compartiendo proponen buscar saldos cualitativos, no poco. Pero en Venezuela, se lee. Tampoco literatura no sobreviviremos. Susurramos cuantitativos, tras el encuentro. Así, las es- podría decir si lo que se lee es literatura, poemas, cuentos cortos, pensamientos, frases, siempre orientados a la liberación del quinas se tornaron de nuevo en epicentro pero de que se lee se lee...”. pensamiento. A veces nos ven raro, otras del placer, y Gradillas ha devenido con el tiempo en vórtice de la movida caraqueña Ingrid va más allá: “Creo que en nuestro nos agradecen el regalo, otras nos invitan a para el encuentro consciente con el libro, la país se lee. Vamos en transporte público y otros sitios, otros ríen y quieren más, y así vemos a personas con sus periódicos, o li- vamos”, matiza Karina. lectura y, por qué no, el cocuy. bros... van leyendo en sus celulares, miran Rey D’ Linares es editor, poeta, trashumante el paisaje, los rostros, los mensajes en las “Pero no hay seguimiento, sistematización y no tiene dudas en advertir que no se lee en paredes. Cada quien está ligado al hecho de las experiencias editoriales; sigue haCaracas. “Se lee muy poco. He hecho varios lector: las recetas de cocina, las instruc- biendo amiguismo y falta de coordinación sondeos en colegios, y hasta en el Metro, y ciones para los electrodomésticos y otros entre entes que tienen objetivos comunes. los adolescentes no leen, son muy pocos, y enseres; vemos a los estudiantes de las uni- El Perro y la Rana debería asumir la edición estos viene de familias lectoras. En el Metro versidades interesados en los temas de su o coedición de los premios nacionales, rede Caracas he realizado un levantamiento preferencia... En Venezuela se lee. El asunto gionales y municipales de literatura, en tode lo que se lee y quien lee y es asombroso es ¿qué leemos? ¿Cómo leemos? ¿Para qué dos sus géneros”, suelta Yurimia. lo hacemos?”. el resultado”. “A veces me pregunto ¿por qué no han pensado en políticas más serias que beneficien al Marialcira marca distancia: “En Caracas y Para que sea de todos en toda Venezuela es muy claro que se lee Los promotores del libro y la lectura, sin sector? ¿Por qué no escuchan al resto del país? mucho más que hace 20 años. Ya no nos es embargo, no esperan que la gente lea: sim- ¡Ah! Es que no estamos en Caracas”, se resienajeno el objeto libro. Ya no nos es ajeno a la plemente van a su encuentro y le leen con te, y con razón, Ingrid desde Villa de Cura. Caracas, 19 de noviembre de 2017.
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MITOS
hijos de LA pulpa POR Ander de tejadA @epaleccs ILUSTRACIones rausseo 2
La literatura pulp, o el pulp fiction, no se trató de un género literario, a pesar de las características que, evidentemente, cohesionaban las publicaciones. El nombre lo lleva debido al material en donde se imprimía esta ficción: una pulpa restante de la madera trabajada. Esta se transformaba en un papel amarillento y de mala calidad que, a su vez, se convertía en una revista de relatos o en una novela. Las portadas, fáciles de identificar, se construían de imágenes con características similares en donde solían figurar mujeres en peligro, hombres posicionados desde la altura o seres inclasificables como la amenaza de aquellos. Las publicaciones surgieron en la década de los 20, suplantando a los llamados penny dreadful y a los dime novel (novelas de a céntimos), y su auge terminó en la década de los 50 debido a la subida de precios de la producción de papel y a la popularización de las novelas radiofónicas, los shows televisivos y las tiras cómicas. Sus temáticas variaron con los años. Primero hubo una muy buena acogida debido a la inclusión de westerns, cosa que para los estadounidenses constituía parte importante de su cultura. Es después, con la consolidación de esta producción, cuando se comienzan a tratar otros temas, no tan anclados en la ideología estadounidense pero igual de suculentos para el público. Esto, sin embargo, no parte de la nada: la escogencia o el posicionamiento de los temas venía influenciado, a su vez, por aquellos presentados en el siglo XIX en una literatura más compleja: la ciencia ficción de Julio Verne, de R. L. Stevenson, el horror de H. P. Lovecraft o Edgar Allan Poe, como también la temática policial inglesa. Siendo una adaptación del mercado al nuevo pueblo alfabetizado, hecho para el consumo de la clase trabajadora, respondía, en cierto modo, a sus demandas y a los reflejos de cómo funEdición Número Doscientos cincuenta y cuatro. Año 06. ÉPALE CCS
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cionaban culturalmente para entonces. La literarura pulp era la literatura del machismo de entonces, de la figura del hombre rudo, fuerte, a veces heroico; al mismo tiempo era la literatura de lo desconocido, de lo sórdido, de lo impensable; era la literatura para satisfacer algo que se gestaba en las mentes del proletariado. No se pedían problemas existenciales, no se estancaba de forma alguna en personajes con complejidad psicológica. El pulp respondía pragmáticamente: satisfacía el morbo, explotaba la curiosidad del pueblo. El tratamiento estilístico era básico. Se utilizaba un lenguaje sencillo y los argumentos no eran muy enrevesados. Consistían en la resolución de un conflicto de estructura simple aunque construido con elementos y situaciones sensacionalistas. Lo que predominaba, lo verdaderamente importante en el proceso de escritura era la acción. El conflicto simbólico sobre el que descansa la actividad humana no se enfocaba con profundidad sino que el esfuerzo se decantaba, más bien, en la creación de imágenes potentes que sacudieran a los lectores. Todo por el mínimo contacto, en aquellas épocas de rigidez y de conservadurismo, con lo más oscuro del ser humano. A pesar de que haya quienes, hoy día, reivindican el tratamiento, no suele figurar el pulp como algo prestigioso dentro de la institución literaria. Pero como lo hermoso surge del trabajo, y en todos lados se trabaja, este tipo de ficción tuvo sus momentos de grandeza. Ahí se foguearon algunos grandes. En ese establo de sementales, en ese criadero de sujetos rudos, interesados por lo misterioso de la vida, por lo intocable, por lo que, políticamente, podía ser lo peor, se entrenaron algunos de los mejores de la historia. Entre ellos, Raymond Chandler, Dashiel Hammet, Philip K. Dick y Charles Bukowski. En cierto modo, hijos de la pulpa, aunque padres del libro. Caracas, 19 de noviembre de 2017.
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GASTRONOMÍA o ir e sg bl de e la rie u e u p p s A Im Se
PICHONES DE SIBARITA
Una tribu, una sala, un beso
Calidad Ambiente Atención
POR gustavo mérida. @gusmerida1 FOTOGRAFÍAs michael mata
Había una vez, hace cinco meses apenas (en medio de unas guarimbas que se nos están olvidando), una señora que se llama Indira quiso tener algo propio, pero con sentimiento. Tenía rato en eso. Cuando alguien quiere tener algo, lo que sea, y le pone un pero, pero este pero tiene que ver con el sentimiento, con lo espiritual, con la resistencia que tenemos en esta especie de sátira (Carlos Cova dixit) que somos todos, y todas, pues esa vaina hay que contarla.
AVENI DA MÉ XICO
Y gozar una bola mientras se hace. Bárbara Uzcátegui es su hija, una socióloga que aprendió barismo muy bien (“no es el barista el importante: es el caficultor”) y que se sienta en la mesa (chiste malo: en realidad se sentó en la silla) mientras el sol que entra a través de esas paredes inmensas de la Galería de Arte Nacional le llena el cachete izquierdo de esa luz perfecta de cerca de las 4 de la tarde. Los labios le brillaban. Nos contó que no había Waraira (una limonada en agua de albahaca, Bs. 8.500) porque no había llegado el limón. Los limones, para ser exactos. Sugirió entonces una Sifrina (limonada sonrojada de patilla, Bs. 8.000) y habló del proyecto. “Buena idea la de dejar los libros sobre la mesa”. Eso es parte del proyecto, pero no lo dijo Bárbara sino Fania Rodrigues, una periodista brasileña que nos explicó muy bien cómo se pronuncia la “r” en su idioma. Y seguimos hablando de su país, porque ella, como cualquier ser humano que tenga sentimiento por la tierra en la que nació y creció, no habla mal de ese pedazo de planeta. Pero aquí, en este país, viven Claudio Nazoa y Laureano Márquez, por ejemplo. “En Brasil
LICEO ANDRÉS BELLO
AVE NID AS UR 17
US TRIB
Horarios
Martes a sábado de 10 am a 5 pm (y algunos domingos)
GALERÍA DE ARTE NACIONAL
esta de Tribu, con una especie de crema de limón. No sé cuál es más sabrosa.
Preguntas superfluas, risas de tarde, silencios sabrosos llenos de dulzura de tortas Precios de zanahorias pasadas y presentes. En la Café pequeño Bs. 4.000; no pongo más Galería de Arte Nacional (GAN) estar “de precios porque me da un poco (muy poco, repente, frente al mismo lienzo que tuvo en realidad) de miedo el artista en frente” es algo que se puede FORMAS DE PAGO: sentir un día como hoy; irónicamente, los ✓ Efectivo ✓ Débito domingos es el día que menos gente va. ✓ Crédito Cesta Ticket En la GAN, los miércoles, viejitos que nos leen, de 9 am a 12 m hay teatro para la ter✓ Tarjeta de Transferencia cera edad. No todo es cola para comprar alimentación pan. Los martes y jueves, de 5 a 6 pm, hay taller de yoga. Y si quien lee ha pensado en la torta de zanahoria es cubierta con cho- responder a esta pregunta: “¿Eres artista?”, la colate”. Aquí, la cubierta puede ser de una gente de Tribu te invita a que les envíes tu mezcla secreta con queso crema y limón o propuesta a tribucafecultural@gmail.com.
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ENTREVISTA
Roberto Malaver: joven y divertido En una biblioteca donde sobran la risa y la belleza, pasa sus más preciados momentos un hombre que se ha dedicado a contar su tiempo entre la ironía y el humor POR malú Rengifo • @malurengifo ⁄ Fotografías jesus castillo
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Un tipo encantador, de risa fácil y salidas astutas a cualquier emboscada preguntona, el Roberto Malaver ese. Lo digo así, “el Roberto Malaver ese”, dejando colar entre las letras un poquito de reconcomio porque es que no hubo forma de que me respondiera algunas cosas, que ni siquiera pretendo mencionar para no mancillar mi bastante erosionado orgullo de mujer preguntona. Cónchale, vale, no puede ser que una le trate de entrar de mil maneras y el señor frente a mí me ataje todas las curvas con una sonrisota imperturbable. Nos recibió en su casa, un espacio notablemente hermoso que da cuenta de una vida exquisita, de cultura, conocimiento y arte, coronado, además, por una mata de aguacates cargadita que, junto a los tres gatos y el perrito, es uno de los seres vivos más amados dentro de la casa de los Malaver-Cusati. Aquello fue una invasión epalera sensacional: entramos por la puerta del Centro de Estudios Roberto Malaver, cuatro paredes repletas de libros, con una neverita para vinos, una pequeña colección de obras de arte, un nebulizador para su asma, otra colección de figuritas de Pinocho (“¡Es que a mí me encantan los mentirosos!”, dijo) y, bueno, la cosa fue más o menos por este orden: —Háblame de tu biblioteca, ¿qué tienes por aquí? —Bueno, mi biblioteca contiene las cosas
que me gustan: humor, comunicación, periodismo y novelas negras, o novelas policiales. También admiro mucho la obra de tres mujeres: Oriana Falacci, Joan Didion y Leila Guerriero.
—¿Y lo has leído todo? —¡Claro!, y lo que no he leído lo tengo
como libro de consulta. Aquí hay libros que no son para leerlos de una sola sentada, pero sé dónde están y de qué se tratan, y cuando necesito saber acerca de algo los busco y consigo lo que necesito.
—¿Los tienes ordenados por —Me imagino que te regalan temas? muchos libros. ¿Los lees to—¡Sí, claro! —se reía. Con cada respuesta dos? soltaba unas cuántas carcajadas que hacían —Leo muchos, pero no los leo todos. Esto,
más ameno aquel rato—, o casi, a lo mejor se ha desordenado un poco, pero igual sé dónde está cada cosa. Aquí están los libros que más me gustan, los que son importantes para mí.
porque a mí me pone muy triste no terminar un libro. Si comienzo un libro lo termino de leer aunque no me guste, porque dejarlo sin terminar me da una sensación así como de haber raspado una materia, por eso pienso que una biblioteca debe tener A medio metro de su flanco derecho se en- solamente las cosas que le gusten a uno. contraba la colección completa de Olafo, El Amargado, una pila de revistas de Milo Ma- —Háblame de los intelectuanara y una colección de la revista El sádico les... ilustrado. —Te confieso que todavía no he logrado saber exactamente qué es lo que es un intelectual. En todo caso podría decir que es —¿Te gusta mucho el humor? —Por supuesto. Augusto Hernández decía un tipo que piensa su tiempo, que escribe que para hacer humor había que ser muy su tiempo, propone cambios, aporta ideas... inteligente. Aquí estoy rodeado de libros de la gente más inteligente de la que tengo co- —¿Te consideras nocimiento. Aníbal Nazoa, por ejemplo, ese un intelectual? sí que era un tipo inteligentísimo y original. —¡Nooo! Un intelectual tiene que pensar, ¡y a El mejor libro de humor que conozco es mí me cuesta muuucho pensar! A mí me enObras incompletas. Él escribió todo lo que canta ir a la batalla de las ideas, que mis amigos era posible escribir sobre el humor, lo de- me inviten a un intercambio de ideas, porque más es pura copia porque, eso sí, dudo mu- voy y me llevo un montón de ideas de ellos y a cho de la originalidad, creo que parte de la ellos no les queda nada, ¡jajá! identidad del venezolano radica en copiarse de otros. —Muchos vemos en ti a un gran intelectual que nos incentiva al pensamiento… —¿Qué más tienes en esta biblioteca?, otras cosas que —No me propongo incentivar a nadie a te gusten mucho nada, soy muy malo para dar consejos. Lo —Tengo todos los libros de Alfredo Bryce que sí creo es en la pasión, el entusiasmo, la Echenique, que me encantan. Mira —ex- formación y en la ironía, me encanta ironitiende un brazo y saca dos libracos gordos zar; pero no soy un intelectual, básicamente de la biblioteca, la sonrisa sigue presente y porque soy un tipo muy cobarde, un inteno se acaba—, estos son dos ejemplares de lectual tiene que ser un tipo muy valiente. Palinuro de México, de Fernando del Paso, ¡hasta tengo uno firmado por el autor!, este —Bueno, ¿y cómo ves a la libro es increíble, graciosísimo, tiene unas universidad? salidas increíbles. Este está todo rayado —A la universidad la veo pasando por un porque Rafaela —Cusati, su encantadora momento de ignorancia; allá, con mucha y también graciosísima esposa— encontró gente, se está perdiendo el conocimiento. algunos pasajes que le gustaron mucho y El país está en movimiento y la universidad los marcó. está estancada, eso me preocupa: donde se
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Roberto asegura que le encantaría poder vivir todo el tiempo metido en su biblioteca
cho más del fracaso que del éxito; por eso, en todo caso, quiero ser el éxito de mis fracasos, no me propongo conquistar victorias. Eso sí, pienso que uno debe ser excelente en lo que sea que haga. Por eso trato de diferenciarme, aunque no me tome muchas cosas en serio. Mucha gente se las da de serio para engañar a —¿Qué debe caracterizar los demás, para parecer serio y respetable. Un a la juventud? —La creación. Luis Britto García, por ejemplo, humorista no debe respetar nada, por eso soy es un tipo sumamente joven, todo el tiempo está un tipo muy superficial. creando, generando ideas nuevas. —¿De qué te sientes orgullo—¿Cuál ha sido para ti tu más so en este momento? grande éxito? —A mí me gusta mucho un trabajo que estoy —No me planteo nada serio ni en términos haciendo junto a Carola Chávez, El especuladel éxito. Creo fundamentalmente en el fra- dor precoz. Con eso sí siento que estamos hacaso, los fracasados tienen más cosas que ciendo algo, generando algo que vale la pena. “Este libro lo compré en la Filven por 5 mil contar que la gente exitosa, se aprende mubolos” supone que deben generarse las ideas no se han creado ideas para mejorar el país. La universidad está llena de muchachos que en realidad son unos viejos, no tienen eso que caracteriza a la juventud.
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Robarse un libro, ¿es robar? POR marlon zambrano @marlonzambrano ILUSTRACIÓN JESSICA MENA
No conforme con escucharles llamarnos entre dientes “sudacas de mierda”, teníamos que soportar ver bibliotecas municipales devastadas por la orfandad de la cultura universal, represada en estanterías repletas de libros sin estrenar, asientos vacíos y funcionarios bostezando hasta el hartazgo. Era un espectáculo desolador entrar a aquellos paraísos terrenales sin un Adán y, por lo menos, un par de Evas para chancear con aquella cadencia del Caribe que a mí, en lo particular, nunca me sirvió demasiado sino para parecer que bailaba como un experto en un bar llamado La Negra Tomasa, a dos cuadras de la Puerta del Sol, donde danzaba al compás de la curda de los cubatas robados y al amparo de la penumbra, lo que me dio ocasión de engañar a una gallega con algunos pasos de salsa que hasta se quiso casar conmigo y llevarme a vivir a Barajas, a las afueras de Madrid.
Sí, es verdad, podía leer en las bibliotecas o en librerías como la Fnac, donde te dejan arrancar el plástico de los tomos vírgenes y pasar a leer dentro de un salón acristalado, pero no se sentía igual. Era, para decirlo en términos de Petróleo Crudo, Barrabás o del mismísimo “malandro” Ismael, un acto de justicia. Era quitarles a los ricos para darles a los pobres, y el pobre era yo. Parece que ya lo respondía José Martí: “Robar un libro no es robar”.
La técnica, sin ánimo de hacer apología entre nuestros lectores, quienes —han de tenerlo claro— no se deben pisar la manguera, era una sola y extraordinariamente sencilla: poner cara de güevón. Circulaba entre los pasillos solitarios, seleccionaba la víctima, tomaba al azar cinco ejemplares con títulos aleatorios y los colocaba todos sobre la mesa en posición de lectura, mientras vigilaba detenidamente los movimientos de la encargada (siempre era una encargada, y siempre estaba semidormida) hasta que, tras el primer descuido, metía la obra codiciada en un Mi misión estaba clara: sacar la maestría con una beca que nun- bolsillo interno de la chaqueta térmica que, más que protegerme del ca llegaba y devolverme con mis macundales a lo mío, habiendo frío, fue aliada fiel en mi carrera criminal. hecho la conquista al revés. Así, una y otra vez dando los buenos días con ademanes de monje franNo sufrí ni una pisca de arrepentimiento por mis crímenes seria- ciscano en penitencia de ayuno y reflexión, completé el círculo místico les, mucho menos después de recorrer con un hermano salvado- de lo que Borges (Jorge Luis, no Julio) llamó la biblioteca de Babel, que reño las catedrales de Sevilla donde, me señalaba, se torció todo no es más que la biblioteca infinita multiplicada por el azar o por Dios el oro del Potosí, la plata de Zacatecas, las esmeraldas de Muzo entre mis manos. y las perlas de Cubagua para labrar esas hermosas y decadentes efigies de Cristo clavado en su cruz, la Magdalena llorando a sus Flaubert, Tabucchi, García Márquez, Hemingway, Joyce, Pessoa, Zupies y toda una corte de costosísimas ofrendas erigidas con la rita, Lorca, Proust y tantos otros demiurgos reposan entres mis bienes riqueza americana. más caros, de los que me costó una bola trasladar de un aeropuerto a otro, regresando conmigo a mi locura tropical donde todo está que emMientras repasaba Comunicación en Tiempos de Crisis, en un pieza, con un sobrepeso como de 20 kilos que cancelé con lo que ahocuartucho de metro y medio sin calefacción, robaba callos de la rré de la beca y que, tras cada matrimonio y su consecuente divorcio, cocina de mi casera, salía a picar tapas para ahorrarme la cena y, han seguido mis pasos arrastrados por esa manía enfermiza de creer no conforme con mi incipiente carrera de depredador, me metí a que solo los libros y la lectura me salvarán, en este mundo tan asediado ladrón de libros. por los choros. Caracas, 19 de noviembre de 2017.
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crítica y media
trama cotidiana
El libro y la obra dramática Voy por la cuarta palabra de este artículo y puedo hacerme de la imagen de su publicación en Épale CCS, al lado de otra columna. Ese es su destino natural. Cuando se escribe un poema, un cuento, una noticia el escritor está pensando, seguramente, en una revista, un periódico, una hoja suelta, una página en internet o, tal vez, proyecta el texto para que conforme, al lado de otros, un libro. Quien escribe una novela o un sesudo tratado sobre cualquier cosa entiende que el destinatario natural de ese escrito es un lector tras un grueso libro. No pasa igual con quien escribe teatro. Está enfocado en unos muy pocos lectores: los actores, los directores y las otras personas que conforman la parafernalia del oficio teatral. El libro no es el destino natural de una pieza dramática, es el escenario. El público final del texto teatral es el espectador, alguien que va a escuchar y ver lo que cuenta el dramaturgo, lo que cuenta el director y lo cuentan los actores: una historia cuyo referente inmediato es un texto desarrollado con técnicas, estructuras y formas para ser contado de esa manera. El libro, para el escrito teatral, es un accidente, una estrategia de difusión, un tanteo para que algún director o grupo teatral se anime a montarla. Resulta paradójico que una pieza presentada ante el público cumpla un periplo
natural y deseado; sin embargo, el establecer una relación perecedera, efímera con el espectador no le otorga al material escrito un espacio en la Historia. El texto y la puesta cobran, más bien, un espacio en la cotidianidad, en la mención casual o en la conversación a fondo, detrás de unas cervezas, un café o cualquier otro brebaje que ayude a rememorar y valorar lo que se acaba de presenciar. La escena apunta a la memoria, el libro apunta a sumarse a la Historia. Memoria e Historia son dos formas de recuerdo. Ambas imprecisas, sesgadas por la visión de quien escribe o recuerda. Pero el libro, como la expresión más acabada del lenguaje escrito, por su condición de permanecer, tiene mucho más prestigio y credibilidad que el lenguaje oral, siempre dinámico y perecedero. Por ello todos recordamos a los dramaturgos y olvidamos a los directores y los actores. Hasta los muy legos en materia teatral dicen, de vez en cuando, la primera línea del monólogo del Tercer Acto de Hamlet, pero nadie podría mencionar a alguno de los actores que, en la época isabelina, pronunció el monólogo completo, independientemente de la maestría con que lo haya hecho ante un público ahíto de drama, sangre, chistes gruesos y frases profundas. Por Rodolfo Porras
Tras el discurso Maridaje de textos. Sin duda, todo texto fílmico que se sustente en una obra literaria deja mucho en el tintero. Existen adaptaciones más pertinentes que otras, más fidedignas, más apegadas al universo narrativo que el libro denota, y connota. Adaptaciones poco felices existen a granel, pero solo traigamos a colación una, por universal, por cercana: El amor en los tiempos del cólera es un filme anodino basado en la monumental obra de Gabriel García Márquez; jamás un dicho popular, aquel que lleva inherente la inconmensurable sabiduría del pueblo llano, fue más pertinente: mucho camisón pa Petra. Por otra parte, Stanley Kubrick se negó a adaptar para el cine la novela del escritor alemán Patrick Süskind El perfume, alegando que el fascinante universo de los olores, que muy bien narra el libro, era inviable en imágenes; sin embargo, el filme que sobre esta obra dirige Tom Tykwer es respetable, del cual queda, para la memoria de mi retina, la excelsa escena de la orgía en la plaza al pie del cadalso. Existen una obra y filme venezolanos cuya amalgama llegó a buen puerto. Los platos del diablo, del escritor Eduardo Liendo, tuvo su réplica cinematográfica en 1993 de la mano —del ojo— de Thaelman Urgelles. El filme logra capturar el espíritu atormentado de Ricardo Azolar, un escritor ávido de gloria cuya ambición era muy superior a su talento, y ante el auténtico genio —Daniel Valencia (Julio Sosa Pietri), intelectual con ínfulas de dandi y poseedor de un irresistible encanto— se desata en él un rosario de crímenes: asesinato, plagio, envidia, suplantación de personalidad, todo esto apegado a una narración más lineal que la del libro y en modo thriller. Responsable directo de este acierto es la capacidad interpretativa de Gustavo Rodríguez en la piel de Azolar. Mas no así la del personaje Valencia, cuyas almibaradas sentencias literarias lucen forzadas, obviamente producto de una capacidad histriónica limitada. Además, la autogeneración textual que se observa mientras se procede al plagio se logra de manera eficaz en el filme: todo el proceso criminal, que Ricardo escribe entre rejas, da pie a un libro inédito: Los platos del diablo Rodolfo Castillo @magodemontreuil
Edición Número Doscientos cincuenta y cuatro. Año 06. ÉPALE CCS
Caracas, 19 de noviembre de 2017.
POR Neptalí Segovia
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SOLUCIÓN LA EDICIÓN 253
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1. Unidad monetaria de Irán. 2. Beso de aprecio y afecto. 3. Manojo de flores, hierbas, etc. 4. Dominio de internet de Irán. 5. Mezcla de hidrocarburos gaseosos que se emplea como combustible. 6. Apócope de uno. 7. Época, tiempo, vida (pl.). 8. El candidato de la patria (inv.). 9. Caja transparente dentro de la cual se pone luz. 10. Arte y técnica de manejar el florete, el sable o la espada para competir. 13. Sexta voz de la escala musical. 15. Religión de Mahoma. 18. Abreviatura de sudeste. 19. Tener fe en los dogmas de una religión, profesar. 23. Símbolos del oxígeno, del praseodimio y del galio. 25. Rubén..., esgrimista venezolano. 27. Lugar del combate o la lucha. 29. Palanca de brazos desiguales para pesar (inv.). 30. Pudor o recato en la apariencia de una persona. 32. Arma blanca con empuñadura (inv.). 34. Genio del aire, en La Tempestad de Shakespeare. 36. Símbolo químico de la plata. 41. Regalo, premio o propina (inv.). 42. Cada una de aquellas propiedades que la ley considera inmuebles. 44. Símbolo químico del platino (inv.). 45. Percibir sonidos. 48. Director técnico (inv.). 49. Seis en números romanos.
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1. Delcy..., la presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela. 9. Virtud teologal. 11. Dominio de internet de Islandia. 12. Disco agujereado para ajustar la juntura de dos piezas (pl.). 14. Hembra del mico (inv.). 16. Piedra machacada con que se cubre el piso de un camino (inv.). 17. Sinónimo de portugués (pl.).
19. Símbolos del carbono, deuterio y área. 20. Oro, en francés. 21. Antigua letra del alfabeto castellano. 22. Varón ilustre por sus hazañas (inv.). 24. Cincuenta y uno en numeración romana. 25. Alaba, encomia, enaltece. 26. Oficio y arte de pescar. 28. Hembra que ha parido. 31. Símbolos del radio y del área.
33. Apócope de mamá. 35. Figura de nota entre la blanca y la corchea (mús.). 37. Dominio de internet de Alemania (inv.). 38. Terminación de infinitivo. 39. En este lugar, aquí. 40. Obtener una persona una cosa disputada por otras en un concurso, competición, etc.
Caracas, 19 de noviembre de 2017.
43. Velocidad a la que ocurre o sucede una cosa. 46. Especie de roedor de carne muy apreciada. 47. Del deporte o relativo a él (f.). 50. Adverbio de afirmación. 51. Sufijo de un alcohol. 52. Héctor..., el recién electo gobernador del estado Miranda.
Edición Número Doscientos cincuenta y cuatro. Año 06. ÉPALE CCS
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verso a VERSO
Poesía o Nada
Luis Me vinieron a buscar las Fuerzas Conjuntas (de Uruguay). Hay comida en la heladera.
POR INDIRA CARPIO @indira_carpio
PINA (frag.)
La madre de Pedro Estrada se llamó María Albornoz. Tenía en los ojos la mar serena de Vargas y un cuervo revoloteando desde que lo parió. Al decir del poeta libanés Issa Makhlouf, “El vientre, siempre hermoso, es, en la mayoría de los casos, una fábrica que Indira Carpio Olivo produce bestias”.
Me pidieron retazos de Mujerícolas, 50 biografías de mujeres que presentara en la Feria Internacional del Libro de Venezuela 2017 y que aprovecho para compartir en esta edición del “Poesía o nada”, ofreciendo las disculpas necesarias por la autorreferencia.
EME (frag.)
A Margarita la arrojaron a uno de los afluentes del Cauca. Su tallo fue desmembrado, porque “en algún lado debían esconderlo”. El caudal atravesaba la peor de las sequías, así que las redondas y todavía vírgenes tetas de este cogollito de Marta apuntaban al cielo, negando la muerte, atorada junto a un ramal, a las orillas del Yuruari. Marta se vino a mi pueblo entonces, con dos dedos menos y el amor amputado en cualquiera de sus memorias. ¿Cómo podía seguir respirando?, se preguntaban quienes conocían su silencio. Marta quedaba mirando un punto en el horizonte durante mucho rato, dicen que un yekuana le sonreía, hasta que llegaba
mi inocencia a interrumpir el letargo: “Péiname, Marta”. En la ausencia de su mano corría mi cabello, y el hilo de agua que no pudo arrancar el torso de Margarita, de sus ojos, para siempre.
CÓNDOR (frag.)
Graziella cocinaba cuando llegaron para apresarla. Se secó las manos en el delantal, mientras ellos caminaban por el jardín. Tapó la tupperware. Se despojó de la bata. Los miró acercarse por la ventana. Se hizo de un lápiz. Esperaba este momento. Había ocurrido con tantos, y ellos no serían la excepción. Su marido era un militante comunista, enemigo de número de la dictadura. Era 9 de julio de 1976:
Los candidatos
décima cotidiana POR ANA CECILIA LOYO @ escriban_su_red
Busca en la web el audio de la décima
Edición Número Doscientos cincuenta y cuatro . Año 06. ÉPALE CCS
Como dicen porái pues y sin complejo ninguno “la mujer que quiere a uno también puede queré a tres” y es que cabe hasta los pies ese verso aquí en Caracas vayan cogiendo butacas que la pelea es ganando aquí nadie va sobrando ni las ideas son flacas.
Caracas, 19 de noviembre de 2017.
CLARICE (frag.)
Por la tarde tomaba notas. En las mañanas escribía. Metódica. Soy una persona muy ocupada: cuido del mundo. Lúcidamente apenas hablo de las miles de cosas y personas de quienes cuido. Pero no se trata de un empleo, pues dinero no gano con eso. Quedo apenas sabiendo cómo es el mundo. ¿Quién puede vivir de lo que escribe, sin un Nobel, sin la autoayuda, la publicidad, la élite, y otros monstruos? ¿Quién puede escribir sobre escribir, enunciar palabra sobre palabra, lanzarlas como la piedra que rebota en la momentánea tranquilidad del agua empozada? Venderse es tomar un frasco de aspirinas sin agua.