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Directorio Director Jonatán Frías
Publicidad y Edición José Domingo Martínez
Redacción Juan Carlos Guzmán Viridiana Torres
Coordinación de Diseño Carlos Gómez
Diseño Editorial Adrián Pérez Ilse Flores Adriana Patiño
CorrecCión Adareli Fernández Lilian Lango
Revista bimestral publicada por Ediciones Ariel. El material editorial que aparece en esta publicación es usado con autorización de los autores y/o editores correspondientes. Se autoriza la reproducción de los artículos, siempre que se cite la fuente y no con fines comerciales. Las opiniones aquí vertidas son responsabilidad de los autores y la publicidad y promociones anunciadas en esta revista son responsabilidad exclusiva de los patrocinadores.
Contenido 6 10 12 16 18 22 24 28 32 34 36 40 42 45 48 50
La verdad existe En qué está centrada su vida Pero yo siempre he creído lo que creo
La verdad inconmovible Para mí la religión de antaño Si va a evangelizar, debe saber defender lo que usted cree Sé realista Cosmovisión
¿Por qué son tan importantes los “lentes” que utilizamos para ver la vida?
Los cristianos no deberían juzgar Jesús se encuentra con los relativistas ¿Qué no tendremos sin el nuevo nacimiento? La asombrosa palabra de Dios ¿Acaso una religión no es tan buena como la otra? Para leer ¿Por qué es importante orar? Verdades recobradas
Lo que sucede cuando la razón no forma parte de la vida de fe.
¿Convicciones o meras creencias?
C
Editorial
uentan que a mediados del siglo XIX el gran trapecista Blondín anunció su propósito de cruzar las cataratas del Niágara caminando sobre un cable. Caminar sobre la cuerda floja es un reto para cualquiera, pero éste era mayúsculo ya que implicaba recorrer casi 700 metros sobre el cable y a una altura de 60 metros donde soplan fuertes vientos. En aquellos días sin televisión o internet, la noticia ocupó los primeros lugares en los diarios y el día del acto, había cientos de personas reunidas a ambos lados del río. Blondín cruzó el río con su pértiga y al terminar preguntó si alguno lo creía capaz de volver a cruzar, pero en esta ocasión con una carretilla llena de ladrillos. La multitud aplaudió emocionada y todos aseguraban que el trapecista podría lograrlo. Por segunda ocasión se balanceó sobre el cable y poco a poco volvió a cruzar el precipicio. Nuevamente en la orilla, preguntó por segunda ocasión. —¿Cuántos creen que puedo volver a cruzar con la carretilla?—. Boldín se veía tan fuerte y entero que todos gritaron un sí rotundo. Así que el gran trapecista hizo una pregunta final. —¿Quién está dispuesto a subirse a la carretilla?— … Ni una sola mano se alzó. Esta historia muestra de manera muy gráfica la diferencia entre una creencia y una auténtica convicción. Los apóstoles, los cristianos arrojados al Coliseo, y una larga lista de misioneros y cristianos comunes en los países comunistas han mostrado la fuerza de su fe al enfrentar, con entereza y paz, tanto a fieros enemigos como a la muerte misma. ¿Se podría decir lo mismo de nosotros? ¿Estarías dispuesto a perder tu empleo por testificar de tu fe, o recibir una infracción aunque la falta haya sido cometida de manera involuntaria y sea mucho más fácil “arreglarse” con el policía? Damos gracias a Dios porque hay muchos cristianos en nuestro país que han demostrado sus convicciones con hechos y han tomado las decisiones correctas. Algunos son personajes muy conocidos, pero la mayoría son cristianos comunes que “solo” han impactado a sus hijos, vecinos y gente cercana. Por otro lado, nuestras observaciones nos han llevado a constatar que muchos cristianos compran música pirata o caen en prácticas corruptas, solo porque “todo mundo lo hace”. Sobre todo hemos detectado entre las generaciones más jóvenes un galopante crecimiento de un pensamiento relativista. Varios creen que la Biblia es un gran libro y que Dios existe, pero no creen que exista una verdad objetiva, ni que Dios se involucre demasiado con lo que sucede fuera de la iglesia. Así que en este número lanzamos una alerta y una invitación para que cada uno revisemos a profundidad lo que decimos creer y nos aseguremos de tener una fe firmemente anclada en una relación viva con Jesucristo y templada por una reflexión seria de por qué creemos lo que creemos. Desde ya agradecemos tus comentarios y sugerencias. jfrias@dismara.com
8 padres
LA VERDAD C
reo que una de las razones primordiales por las cuales esta generación está batiendo records de deshonestidad, falta de respeto, promiscuidad sexual, violencia, suicidio y demás patologías es que ha perdido su apuntalamiento moral; se ha erosionado su fe fundamental en la moralidad y en la verdad. No parecen poder distinguir entre lo que es bueno o es malo. Hubo un tiempo en que los niños se criaban en un entorno que les comunicaba normas absolutas para el comportamiento: ciertas cosas estaban bien y ciertas cosas estaban mal. Los padres, maestros, ministros, obreros juveniles y los demás adultos colaboraban en un esfuerzo común por comunicar que se debía hacer lo que es bueno y no hacer lo que es malo. En una época, nuestra sociedad, en general, explicaba el universo, la humanidad y el propósito de la vida según la tradición judeocristiana: la creencia de que existe la verdad y que todos pueden conocerla y comprenderla. Un entendimiento claro de lo que es bueno y lo que es malo le daba a la sociedad una norma moral con la cual medir el crimen y el castigo, la ética comercial, los valores comunitarios, el carácter y la conducta social. Se convirtió en la lente por medio de la cual la sociedad veía la ley, la ciencia, el arte y la política; la cultura en general. Se proporcionaba así un modelo coherente que fomentaba el desarrollo sano de la familia y de comunidades unidas, y alentaba la responsabilidad y el comportamiento moral. Pero eso ha cambiado drásticamente. Nuestros hijos se están criando en una sociedad que en general ha rechazado las ideas de la verdad y la moralidad; una sociedad que ha perdido la habilidad de discernir entre lo que es bueno o es malo. La verdad se ha convertido en cuestión de gusto; la moralidad ha sido reemplazada por la preferencia individual. Nuestros jóvenes se están educando en escuelas que dicen ofrecer una educación “libre de valores, moralmente neutra”. Los maestros y los libros de texto dicen: “No podemos decirles lo que es bueno y lo que es malo. Ustedes deben decidirlo por su propia cuenta. Sólo podemos darles a conocer todas las opciones.” William J. Bennett (ex secretario de Educación de los EE.UU. de A.) cita un artículo del New York Times de 1985 en su libro The De-Valuing of America (La desvaloración de América): El artículo habla de una sesión de consejo para quince estudiantes de los últimos dos años de la escuela secundaria. Durante el transcurso de esa sesión
EXISTE
ES BUENO O ES MALO JOSH MCDOWELL/ BOB HOSTETLER Editorial Mundo Hispano LMH11081
un estudiante llegó a la conclusión de que una compañera había sido tonta por devolver mil dólares que encontró en una cartera en la escuela. Según el artículo, cuando los jóvenes pidieron la opinión del consejero, “dijo que creía que la muchacha había hecho lo correcto, pero, por supuesto, él no quería imponerles sus valores. “Si asumo una posición con respecto a lo que es bueno y lo que es malo, entonces no soy su consejero”, explicó. No es difícil darse cuenta de que tales mensajes no son valores neutrales; enseñan el relativismo: la creencia de que lo que es cierto para usted tal vez no sea cierto para mí. Si un consejero les dice a los adolescentes que lo que es bueno y lo que es malo es una decisión totalmente de ellos, ese consejero está comunicando una filosofía que niega la existencia de normas fundamentales de verdad y moralidad. Muchas escuelas secundarias y universidades de la actualidad no sólo refuerzan y promueven esa forma de pensar; ¡Han pasado de ser instituciones que ayudan en la búsqueda del conocimiento a ser instituciones que niegan la posibilidad de conocer algo objetivamente! En un ambiente así no es de sorprender que el 70% de la generación de hoy (tanto los jóvenes de nuestras iglesias como aquellos que no lo son) declaran que la verdad absoluta no existe, que toda verdad es relativa. La mayoría dice que todas las cosas en la vida son negociables y que “no se puede saber nada a ciencia cierta salvo lo que se experimenta en la vida propia”. En otras palabras, no creen que se pueda definir nada como bueno o malo en forma definitiva. Tanto padres como jóvenes me han expresado este punto de vista repetidamente; se refieren a cierto comportamiento y dicen: “A mí me parece mal, pero cada uno tiene que decidir por sí mismo si está mal para él; no puedo obligar a nadie a creer lo mismo que yo”. Por supuesto que hay mucho que decir a favor del respeto a las opiniones ajenas. Pero nuestra sociedad ha enfatizado tanto la decisión personal y la tolerancia que prácticamente una generación entera de jóvenes ha rechazado la existencia de normas absolutas de lo que es bueno o malo. Y este modo de pensar ha surtido un gran efecto en sus hijos y en los míos.
Tyndale NTV
12 general
E
l lunes, Alicia compró un loro. No hablaba, así que al día siguiente regresó a la tienda de mascotas. “Necesitas una escalera”, le dijeron. Ella compró una escalera, pero pasó otro día y el loro no decía ni una palabra.“¿Qué tal un columpio?”, le sugirió el dependiente. Al día siguiente, un espejo. Al otro día, un árbol plástico en miniatura, etc. El domingo por la mañana, Alicia estaba parada afuera de la tienda de mascotas cuando abrió. Tenía la jaula del loro en su mano y lágrimas en sus ojos. Su loro estaba muerto. “¿Dijo alguna palabra?”, le preguntó el propietario de la tienda. “Sí”, dijo Alicia entre sollozos. “Justo antes de morir, me preguntó: ¿No venden algún alimento en esa tienda de mascotas?” Muchas buenas causas y actividades pueden ocupar el tiempo y la atención de un cristiano. Aun así, del mismo modo que ninguna cantidad de amenidades en la jaula del loro pueden compensar la falta de alimento del ave, nada es capaz de sustituir el evangelio en una vida cristiana. Es importante preguntar con sinceridad qué estamos construyendo alrededor de nuestra vida hoy. De modo que piense en esto por un momento. ¿Qué es lo principal en su vida? ¿Qué lo apasiona más? ¿De qué le encanta hablar? ¿Qué lo define a usted?
¿Es su carrera? ¿Una relación que tiene? ¿Su afiliación política? ¿Está fascinado con los últimos artilugios electrónicos? O es probable que lo principal sea algo que está sin duda centrado en otros. Tal vez sea su ministerio, su familia. Todas son cosas buenas, pero no es la única cosa que Dios dice que debe ser la más importante: el asunto de primera importancia. “Quiero recordarles el evangelio que les prediqué”, escribió Pablo. “Porque ante todo les transmití a ustedes lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados” (1 Co 15:1,3). Primera importancia. La Biblia nos dice que, mientras hay muchos llamados diferentes y muchas posibles esferas de servicio en el reino de Dios, una verdad trascendente debe definir nuestra vida. Cristo murió por nuestros pecados. Si hay algo en la vida que nos debe apasionar es el evangelio. Y no significa apasionarnos solo por predicárselo a otros. Significa apasionarnos al pensar en él, al hablar extensamente de él, al regocijarnos
LA VIDA CRUZCÉNTRICA C.J. MAHANEY Editorial UNILIT UNI2058
en él. Solo una cosa debe ser de primera importancia para nosotros. Y solo el evangelio debe ser esta. Nuestra cultura está saturada por completo de anuncios. Cada día nos atacan suplicando nuestra atención. Y cada llamado dice de alguna manera que se ofrece algo nuevo o superior. O ambas cosas. No hay nada malo con ser nuevo o superior. Nuestro problema es que llegamos a ver esos dos adjetivos como sinónimos; como si alguna cosa nueva fuera siempre superior, o si algo superior debe ser nuevo. Es triste, pero una obsesión con lo nuevo y superior es común dentro y fuera de la iglesia. La lista es interminable y siempre cambiante. La dieta y la salud. Sanidad y milagros. Dones del Espíritu Santo. Matrimonio piadoso. Creacionismo. Música de adoración. Evangelización. Misiones. El regreso del Señor. Una forma específica de liturgia. Las cosas nuevas siempre avanzarán. Algunas serán buenas; otras serán superiores. Sin embargo, según Dios, solo una cosa siempre será la mejor.
Él envió a su Hijo al mundo para vivir una vida perfecta e ir a la cruz a fin de cargar su ira por los pecadores como usted y yo. Esto es “lo principal”, la misma esencia de la vida centrada en la cruz. Fue lo principal de Pablo. Ninguna otra cosa, ni siquiera las cosas que son bíblicas y honorables, tienen igual o mayor importancia. Sin embargo, cada día enfrentamos la tentación de apartarnos del evangelio. Existen tres tendencias principales que son capaces de alejar nuestros corazones: 1.Legalismo: basar nuestra relación con Dios sobre nuestro rendimiento. 2.Condenación: estar más concentrado en nuestro pecado que en la gracia de Dios. 3.Subjetivismo: basar nuestro concepto de Dios en nuestros cambios de sentimientos y emociones. ¿Qué es lo de primera importancia para usted? Sea lo que sea, es probable que estuviera pensando en esto mientras leía. Si es otra cosa que no es el evangelio, ¿está dispuesto a arrepentirse y a reordenar su vida? Permítame instarle a que haga todo lo que sea necesario para hacer del evangelio su pasión. Pídale a Dios que cambie su corazón de modo que, como Pablo dijo en Gá 6:14, pueda decir: “Jamás se me ocurra jactarme de otra cosa sino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo”.
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No hay un área de nuestra vida
que necesite una evaluación más
cuidadosa y crítica que al área de la fe. La
mayoría de nosotros creció con cierta clase de espiritualidad heredada, ya sea cristiana, musulmana, hindú, budista o aun una fe no espiritual como el ateísmo. Yo creo que este camino tradicional de fe es el enfoque más común que emplea la gente al “elegir” su fe— aunque en realidad no es una elección en absoluto, porque se recibe pasivamente. Por lo general se adopta como una religión que se pasa de una generación a otra y que nunca ha sido examinada críticamente.
Debemos tener cuidado de no convertir nuestra tradiciones—o nuestro trasfondo familiar, herencia o lina je étnico—en una excusa para perpetuar ciegamente algo que puede ser o no de beneficio, de ayuda o aun verdad.
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De una u otra forma, fuiste iniciado, bautizado, confirmado o comisionado dentro de un conjunto particular de creencias o prácticas religiosas (aun si son las creencias y prácticas del ateísmo, que algunos practican muy religiosamente). Hoy puedes usar el estandarte de cualquier grupo que esas prácticas representan, pero, si te presionan, no puedes dar una razón valedera de por qué crees que estás en la fe correcta. Para ti, es sólo una tradición—lo cual puede ser la razón por la cual a menudo te sientes indiferente y desganado en cuanto a tus creencias. No es exacto llamarlas tus propias creencias. Bueno, pero eso no hace necesariamente que la fe en la cual creciste sea buena o sea mala. Pero si la recibiste porque te la pasaron de otra generación, entonces es algo completamente aleatorio. Si piensas en esto, estás confiando en la esperanza de que en algún tiempo en tu historia familiar, alguien—tu madre o tu padre, un abuelo, o un antepasado anterior—examinó cuidadosamente toda la gama de preguntas acerca de Dios, la espiritualidad y lo que es antes de llegar a una conclusión en cuanto a la fe. Pero ese es un riesgo grandísimo, porque, seamos sinceros: Estas son las mismas personas que estaban trabajando sesenta u ochenta horas por semana para apenas poder vivir, mudándose de un lugar a otro tratando de encontrar una mejor forma de vida, aprendiendo culturas nuevas y tal vez aun un nuevo idioma, y es posible que (yendo a nuestra lista anterior) estuvieran tratando de vencer sus propios prejuicios innatos, luchando con varias adicciones, peleando con otros miembros de las familia o grupos sociales, etcétera. ¿Cuánto tiempo y esfuerzo crees que realmente invirtieron en la seria reflexión sobre las realidades espirituales? La respuesta es que probablemente no le dieron a esta importante área la atención que merece. Y sin embargo, con demasiada rapidez, estamos dispuestos a aceptar lo que nos pasaron como una verdad absoluta e indisputable. Compara esa realidad con las famosas palabras de Sócrates cuando nos advirtió que “no vale la pena vivir una vida no examinada.” Debemos tener cuidado de no convertir nuestras tradiciones -o nuestro trasfondo familiar,
ELIGIENDO TU FE MARK MITTELBERG Editorial Tyndale TYN2063
herencia o linaje étnico- en una excusa para perpetuar ciegamente algo que puede ser o no de beneficio, de ayuda o aun verdad. La filosofía de “eso es sencillamente lo que tienes que hacer” simplemente no basta cuando se trata de elegir tu fe. Al filósofo Paul Copan, experto en este tipo de asuntos, le preguntaron si no estábamos culturalmente acondicionados para simplemente aceptar y vivir con las creencias con las que crecimos, sin importar lo que son. Le formularon la pregunta de la siguiente manera: —¿No es verdad que si usted nació en Arabia Saudí, es probable que sea musulmán, o que si hubiera nacido en la India, sea probablemente hindú? -De acuerdo a las estadísticas, eso podría ser cierto—respondió Copan—. Y si un pluralista hubiera crecido en la Francia medieval o en la Somalia moderna, es probable que no fuera pluralista. Así que el argumento geográfico no tiene mucho peso. Además, yo podría hacer la afirmación de que si usted hubiera vivido en la Alemania nazi, las probabilidades son que hubiera formado parte de las Juventudes Hitlerianas. O si hubiera vivido en la Rusia de Stalin, es probable que hubiera sido comunista. ¿Pero quiere decir eso que el nazismo o el comunismo es tan buen sistema político como la democracia? No… sólo porque ha habido una diversidad de sistemas políticos a través de la historia, no impide que concluyamos que un sistema político es superior a sus rivales. Presuntamente, existen buenas razones para preferir un sistema político sobre otro. Hay buenas razones para rechazar un sistema como el nazismo o el comunismo a favor de las democracias. Así que, ¿por qué no puede ser lo mismo con respecto a los sistemas de creencias? El punto es: ¿Existen buenas razones para creer en un punto de vista religioso y no en otro?
Invita a todos los pastores y líderes interesados en conocer más acerca del modelo Neotestamentario para la Iglesia al:
Retiro Ministerial 2013 Fecha:
12 al 15 de febrero de 2013
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magine usted un auditorio lleno de personas que asisten a la iglesia. Les hace esta pregunta: ¿Qué define la fe cristiana? Seguramente usted espera obtener miles de respuestas; pero lo que no espera es que las respuestas estén muy lejos de lo que en realidad defina el verdadero cristianismo. Un estudio reciente entre cristianos reveló que 81 por ciento dijeron que la esencia de la fe cristiana era “tratar con más esfuerzo de seguir las reglas descritas de la Biblia”. Aun los pastores luchan con este tema. Asombrosamente 75 por ciento de los líderes cristianos no pudieron definir claramente el corazón del cristianismo y el proceso de la madurez espiritual. Las encuestas así como nuestra propia experiencia, nos dicen que hay mucha confusión entre los cristianos acerca de lo que es realmente la esencia del cristianismo. ¿Es el cristianismo una serie de enseñanzas bíblicas que debemos seguir? ¿Es una relación con Dios? ¿Es un punto de vista filosófico? ¿Es una serie de creencias que debemos adoptar? Sencillamente, ¿Qué es la fe cristiana, la cual incluye una cosmovisión bíblica? Hay dos aspectos en la definición del sentido de la vida. El primero responde al interrogante fundamental: “¿Quién soy?”. La otra pregunta de la vida es “¿Para qué existo?” encontramos sentido e identidad cuando entendemos quiénes somos en Cristo. Está en nuestra relación con Dios, y no en la fama, la fortuna o el poder.
Abrazando la cosmovisión bíblica La fe cristiana es más que una serie de enseñanzas o leyes que gobiernan nuestras acciones. En su libro titulado The Faith (La Fe) el autor y orador Chuck Colson dijo que la fe cristiana es una “vista completa del mundo y el lugar que ocupa la humanidad en él. El cristianismo es una cosmovisión que influye cada área de la vida, y sus doctrinas fundamentales definen su contenido. Sin embargo, esta fe que forma nuestra cosmovisión bíblica no se puede comprender solo como una idea, una cosmovisión filosófica, o un construir. Es acerca de una relación, una relación que se perdió al principio de la historia humana y una relación restablecida por la intervención de Dios. Al experimentar esta relación Dioshumanidad ya restablecida, uno ve toda la vida a través de un lente nuevo que clarifica y define cada cosa que sabemos y experimentamos. Esto no quiere decir que al adoptar una cosmovisión bíblica se define la esencia del cristianismo. Una mejor manera de decirlo es que el estar en una relación adecuada con Dios define nuestra cosmovisión. Cuando tenemos una relación adecuada con Él comprendemos como relacionarnos unos con otros. Comprendemos su misión entera en el mundo. Comprendemos acerca de la ética y la moral. En otras palabras al adherirnos a una serie de enseñanzas y reglas no forman por sí mismas nuestro concepto del cristianismo y nuestra cosmovisión bíblica. Nuestra cosmovisión debe ser formada por nuestra relación con Dios tal como es definida por Cristo, por su Palabra y llenos del poder del Espíritu Santo. El profeta Oseas le dijo al pueblo de Israel: “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos” (Os 6:6). Moisés le dijo al pueblo de Dios: “Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es” (Éx 34:14). Sí, Dios desea que conozcamos su verdad, su
LA VERDAD INCONMOVIBLE JOSH Y SEAN MCDOWELL Editorial Patmos EPA2629
voluntad, y sus mandamientos, pero como Moisés dice, todas estas cosas comprenden una sola idea: Dios es apasionado acerca de su relación con nosotros. Él nos ama entrañablemente. Con todo su corazón desea estar en una relación amorosa y cercana con nosotros. Aunque estos versículos vienen del Antiguo Testamento, el propósito relacional de Dios no cambió cuando vino Cristo. De hecho la verdadera razón por la que Cristo vino fue para restaurar y afianzar nuestra relación con Dios. Ese es el corazón del cristianismo. Es acerca de quiénes somos y cómo nos relacionamos con Dios, lo que creemos acerca de Él, cómo obtener una relación con Él y cómo el vivir en una relación con Él define todas nuestras relaciones. Esta es la manera como Dios nos diseñó desde el principio, para tener una relación con Él. Por lo tanto es crucial que conozcamos cómo Dios quiere que nos relacionemos con Él. Cuando entramos en esta relación con Dios, empezamos a conocer nuestra cosmovisión bíblica. Empezamos a conocernos verdaderamente (quiénes somos, por qué estamos aquí y a dónde vamos), cómo hemos de relacionarnos con otros, y cómo hemos de obrar recíprocamente con el mundo natural que Dios nos dio. Para ponerle una definición breve a la fe cristiana que forma nuestra cosmovisión, podríamos decir que es una manera de conocer, ser y vivir en una relación correcta con Dios, con nosotros mismos, con otros, y con el mundo que nos rodea. Es “la manera” de Cristo que debemos volver a captar; y cuando vivimos de esta “manera” nuestro gozo es completo.
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S
i alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión de tal es vana, la religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. (Stg 1:26-27).
Con frecuencia, preferimos lo viejo antes que lo nuevo. Los zapatos viejos son más cómodos que los nuevos. Las cosas nuevas son extrañas y causan confusión. Algunos de los países de Europa Oriental que han logrado recientemente su libertad y su democracia encuentran que sus nuevos gobiernos son difíciles de entender. De presentárseles la opción entre la democracia y el comunismo, algunos seguro que preferirían el comunismo simplemente porque les es familiar. Nos gusta la forma antigua de hacer las cosas, de decir las cosas y añoramos los “tiempos pasados”. Anhelamos los días de la Guerra Fría cuando sabíamos quienes eran nuestros enemigos más que esta nueva realidad del terrorismo que no podemos ver ni sabemos de dónde procede. Un antiguo cántico cristiano dice: “Para mí, la religión de antaño es suficiente”. Pienso que si Santiago estuviera escribiendo hoy nos hablaría de la “religión de antaño”. Aparentemente, le bastó al autor del himno al igual que a las generaciones pasadas. Pero ¿de qué se trata la religión de antaño? ¿De ceremonias? ¿De leyes? ¿De mantener la rutina? ¿Qué es lo que realmente es “la religión de antaño”?
UNA FE VERDADERA DANIEL OWENS Casa Creación CRE0404
La Biblia al Día lo expresa de esta forma: “Quien se cree muy santo y no cuida sus palabras, se engaña a sí mismo y de nada le sirve tanta religiosidad. Creer en Dios el Padre es agradarlo y hacer el bien, ayudar a las viudas y a los huérfanos cuando sufren, y no dejarse vencer por la maldad del mundo” (Stg 1:26-27). En este pasaje Santiago pregunta: “¿Qué es la religión?” “¿De qué en realidad se trata esta relación con Dios?”. Karl Marx dijo: “La religión no hace al hombre. El hombre hace a la religión”. A Santiago le preocupa que lo ritual se haya hecho tan importante para la iglesia que ha descuidado lo básico. La iglesia no logra llegar a los corazones por enfatizar tanto los aspectos formales de la adoración. El físico francés, Blaise Pascal, afirmó: “Los hombres nunca hacen el mal tan completa y gozosamente como cuando es por convicción religiosa”. De esta realidad, tenemos evidencia en la historia así como en la era moderna. Cuando la gente hace algo en nombre de la religión, piensa que no puede tener nada de malo. A fin de cuentas, ¿qué es la verdadera religión? ¿De qué se trata la verdadera relación con Dios? ¿Cómo saber si nuestra fe es auténtica?
Por nuestras palabras En el versículo 26, parafraseamos lo siguiente: “Quien se cree muy santo y no cuida sus palabras, se engaña a sí mismo y de nada le sirve tanta religiosidad”. Si decidimos ser seguidores de Cristo y que en verdad vive en nuestros corazones, ¿cómo es que podemos usar nuestra lengua para crear todo tipo de daño y dolor y para buscar pleitos? Santiago descubrió que lo que los creyentes de su tiempo habían aprendido no concordaba con la forma en que vivían.
En este versículo Santiago se refiere a aquellos que no controlan sus palabras. No nos especifica lo que está sucediendo, pero sabe que lo que procede de la boca de esos individuos pone en evidencia lo que está en sus corazones. Podemos engañar a la gente comportándonos debidamente, vistiéndonos elegantes, asistiendo a la iglesia y cantando, pero es lo que sale de nuestra boca, las palabras que decimos cuando pensamos que nadie nos escucha, lo que pone en evidencia nuestra verdadera naturaleza. Las palabras son como una ventana de acceso al alma. Santiago nos dice que si no podemos controlar nuestra lengua, nuestra religión no sirve para nada. Esta verdad se aplica a las palabras habladas o escritas. Un correo electrónico poco amable o una carta llena de odio demuestra la condición del corazón tanto como una palabra airada o un comentario cruel. El habla es una de las más grandes debilidades de los creyentes de hoy. Las palabras comunican nuestros sentimientos, revelan quiénes somos y proceden de nuestro corazón. A menudo causan mucho daño. Quizás no situemos a los pecados del habla en la misma categoría que la inmoralidad o cualquier otro de los pecados graves, pero Santiago es muy claro en esto. Si decimos ser cristianos mas nuestras palabras no lo evidencian, nuestra religión es una pérdida de tiempo.
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SI VA A EVANGELIZAR,
DEBE SABER
DEFENDER LO QUE USTED
CREE U
n folleto para una conferencia sobre evangelismo atrajo mi atención, sobre todo el primer tema: “Cómo responder a las objeciones”.
Un vecino dice:
“No creo en la Biblia”.
Un compañero de trabajo dice:
“No pienso que Cristo fuera quien dijo que era”. Su hermana dice:
“Los cristianos son hipócritas” Objeciones intimidatorias, ¿no es verdad? ¿Podemos evangelizar si no podemos responder a esas objeciones?
Me dije: “Un momento. Esta es una conferencia acerca del evangelismo. Quieren entusiasmar a las personas en cuanto a hablar del evangelio, pero comienzan con: “Cómo responder a las objeciones”. Las personas pensarán que tienen que responder a cada objeción que presente un inconverso. Este folleto asusta a los creyentes antes que comience. Pensé en cuán a menudo vuelo. A muchos les asusta montarse en un avión. ¿Cuántos se montarían en un avión si se les recordara todo lo que pudiera salir mal?
Pienso que sé por qué responder a las objeciones era el primer tema. La idea que a menudo se transmite es: “Si va a evangelizar, debe saber defender lo que usted cree”. Incluso he oído a personas decir: “Si no puede, mejor no evangelice”.
21 COSAS QUE DIOS JAMÁS DIJO R. LARRY MOYER Editorial Portavoz EPO1489
Ese pensamiento es una idea falsa, y un versículo en particular se emplea para apoyar esa idea falsa. Primera Pedro 3:15 dice: “Sino santificad a
Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”. La frase “estad siempre preparados para presentar defensa… ante todo el que os demande razón” lleva a algunos a pensar que, a fin de evangelizar, deben poder defender lo que creen.
Sin embargo, ¿cuál es el contexto de la afirmación de Pedro? Pedro estaba escribiendo acerca de honrar a Dios sin que importe lo que la vida le haga a uno. Una excelente oportunidad es cuando se sufre por hacer lo bueno. Pedro comenzó: “¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien?”
(v. 13). Por lo general las personas no hacen mal a quienes hacen el bien. Hacen mal a quienes hacen el mal. Sin embargo, Pedro añade: “Mas
también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis”.
Si usted sufre por hacer lo bueno, no se sienta intimidado ni molesto.
Los cristianos de la iglesia primitiva estaban oyendo rumores de persecución en regiones del Imperio Romano. A los creyentes se les echaba a los leones y se les quemaba en la hoguera. Esas eran las muertes menos violentas y más rápidas. Nerón, jefe del Imperio Romano, empapaba a los cristianos de brea, les prendía fuego y los usaba como antorchas para iluminar sus jardines. Les cosía pieles de animales salvajes al cuerpo y les echaba sus perros de caza para que los devoraran. A otros se les torturaba, se cubrían de plomo derretido. Se les fijaban láminas de latón al rojo vivo a las partes más delicadas del cuerpo. Se les arrancaban los ojos. Se les quemaban las manos
y los píes mientras se derramaba sobre ellos agua fría para prolongar la agonía. Su sufrimiento era espantoso, pero Pedro dijo: “No os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis”. Los israelitas no podían confiar en Dios en la sombra de la invasión, de modo que Dios exhortó a los profetas a que no tuvieran miedo, sino que confiaran en Dios. Pedro también exhortó a sus lectores a que pusieran al Señor en el centro de su corazón para que quedaran fuera todos los temores. ¿Cuál sería el resultado? Pedro continuó: “Y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”. Cuando usted sufre por hacer lo bueno
y se niega a ser intimidado, la gente quiere saber por qué. La frase “presentar defensa” es la traducción de una palabra griega empleada como término jurídico en un juzgado. Se refiere a la respuesta inteligente dada por un abogado cuando habla a nombre de su cliente. Esa respuesta debe ir acompañada de mansedumbre y temor, que indica humildad hacia los hombres y reverencia hacia Dios. Es obvio el problema de cómo se ha empleado ese versículo para desalentar la evangelización. En ninguna parte de 1 Pedro 3:15 hay indicio de que debamos poder defender lo que creemos a fin de evangelizar. En lugar de eso, es una idea inspiradora que nos ayuda a responder debidamente cuando sufrimos por hacer lo bueno. Con inteligencia y humildad, dé a quienes se le oponen una razón de la esperanza que hay en usted. Primera de Pedro 3:15 insinúa que el sufrimiento por hacer lo bueno da la oportunidad de hablar en nombre del Salvador. Sin embargo, de ninguna manera dice que debamos defender lo que creemos a fin de evangelizar.
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Sé realista El concepto esencial que impulsa tu cosmovisión es lo que piensas acerca de la naturaleza de la realidad. No todos ven la realidad de la misma manera. Algunos ni siquiera creen en la realidad.
U
no. ¿Te le paras delante porque estás seguro de que es solo una ilusión?
—¿Miran hacia los dos lados antes de cruzar la calle? —S-s-sí…—respondió uno con cautela, preguntándose qué tenía que ver con la naturaleza de la realidad.
En otras palabras, la gente vive con ciertas reglas, ciertas presuposiciones, ya sea que se den cuenta o no. Así nos hizo Dios. Es fácil especular acerca de la realidad y las ilusiones cuando no hay intereses personales involucrados en la respuesta. Sin embargo, en el corazón, no creemos en realidad lo que afirmamos, aun si no somos conscientes del todo.
—Bueno —contes té —,ese autobús que viene es real o
Es parte de lo que llamo el “Principio Monster”. Tal vez
na vez, tomé un café con un grupo de personas que creían que el mundo era en verdad solo una gran ilusión (mientras tomaban de tazas bien reales, sentados en sillas bien reales en una mesa bien real). Les pregunte:
hayas visto la reposición de los capítulos de este programa televisivo de los años de 1960, acerca de una familia de adorables monstruos: Herman, el papá al estilo Frankenstein; Lily, la mamá vampírica; Eddie, el hijo como el hombre lobo y el abuelo, otro vampiro. Solo Marilyn, la sobrina adolescente, era “normal”. Sin embargo, ¡un momento! ¿Qué es normal? Aunque el programa La familia Monster intentaba ser cómico, con énfasis en la palabra intentaba, dar vuelta los conceptos de bueno y malo, feo y hermoso,
¿Saben los peces que están mojados? TOM NEVEN Editorial Unilit UNI6802
el programa no tenía en cuenta lo más importante. Debes tener ya un concepto de lo que es bueno para reconocer lo que es malo. Debes tener ya algún tipo de comprensión de la belleza para distinguirla de la fealdad. Así estamos estructurados. Piensa en lo que dijo el apóstol Pablo: “Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio” (Filipenses 4:8). El apóstol supone que ya tenemos un concepto de “verdadero”, de “respetable”, etc. Así como existe una realidad física, también hay realidades morales y espirituales, aunque algunas personas no las reconozcan o decidan negarlas, al menos hasta que los hiere una violación de estas realidades, algo así como el equivalente espiritual o moral del autobús que se aproxima. Así es la naturaleza de las cosas como las creó Dios; y es inevitable que la violación de cualquiera de estas realidades sea prueba otra. Si juegas en el techo de tu casa, obviando la regla de la prudencia, pronto obedecerás a la ley de la gravedad.
Comencemos estableciendo algunas reglas básicas: Regla No. 1: Dios es. Tan sencillo como eso. Dios existe o no existe. Es la realidad fundamental. Regla No. 2: Dios es el Dios de la verdad. Toda verdad es la verdad de Dios. Regla No. 3: Como nos crearon a imagen de Dios, tenemos la capacidad de reconocer la verdad, aunque esa capacidad esté manchada por el pecado. Regla No. 4: La capacidad de una persona para reconocer la verdad disminuye cuanto más cerca está esa verdad a su corazón, a la naturaleza misma de ser una persona. Regla No. 5: El cristianismo es peligroso para el sistema del mundo. El “mundo” lo reconoce, aun si solo es de manera inconsciente. Es por eso que puedes hablar acerca de Dios, de Buda, de Krishna o de Alá todo lo que quieras y a nadie le molesta, pero una vez que mencionas
el nombre de Jesucristo, la reacción es violenta. Jesús dijo que el mundo aborrecería a los cristianos porque lo aborrece a Él. (Juan 15:18-21). Las personas aborrecen a Jesús porque su mismo nombre los convence de su pecado, aunque no lleguen a expresarlo así. Dicho esto, aquí tenemos algunas ideas para rechazar:
No. 1: No hay absolutos No. 2: Todo es relativo; la verdad depende de la situación.
La visión global Para desarrollar una cosmovisión cristiana, necesitamos ser capaces de dar un paso atrás, a fin de intentar ver todo el cuadro. Debemos lograr ver la realidad como una especie de estructura, una estructura de verdad que sostiene todo lo demás. También necesitamos darnos cuenta de que nuestra cultura a veces hace que sea difícil ver esa estructura. Es lamentable que demasiados cristianos coloquen diferentes partes de sus vidas en pequeñas cajas. Esta parte de mi vida es la fe; esta parte es el trabajo; esta parte es el entretenimiento. Entonces si Dios es el Dios de toda verdad, todo está conectado.
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30
Cosmovisión Cosmovisión
general
Si aun así dudas de lo fácil que es caer en prejuicios y errores de óptica, responde rápidamente la siguiente pregunta: ¿Cuántos círculos hay en la imagen que aparece abajo? Si eres de los que dicen ¿Cuál círculo? Vuelve a observar.
¿Por qué son tan importantes los “lentes” que utilizamos para ver la vida?
Sthepen Covey contaba la siguiente anécdota. Dos acorazados asignados a la escuadra de entrenamiento habían estado de maniobras en el mar con tempestad durante varios días. Yo servía en el buque insignia y estaba de guardia en el puente cuando caía la noche. La visibilidad era pobre; había niebla, de modo que el capitán permanecía sobre el puente supervisando todas las actividades. Poco después de que oscureciera, el vigía que estaba en el extremo del puente informó: “Luz a estribor” ”¿Rumbo directo o se desvía hacia popa?, gritó el capitán. El vigía respondió “Directo capitán”, lo que significaba que nuestro propio curso nos estaba conduciendo a una colisión con aquel buque. El capitán llamó al encargado de emitir señales. “Envía este mensaje: Estamos a punto de chocar; aconsejamos cambiar 20 grados su rumbo”. Llegó otra señal de respuesta: “Aconsejamos que ustedes cambien 20 grados su rumbo”. El capitán dijo:” Contéstele: Soy capitán; cambie su rumbo 20 grados”. “Soy marinero de segunda clase -nos respondieron-. Mejor cambie su rumbo 20 grados. El capitán ya estaba hecho una furia. Espetó:” Conteste: Soy un acorazado. Cambie su rumbo 20 grados”. La linterna del interlocutor envió su último mensaje: “Yo soy un faro”. Cambiamos nuestro rumbo.
Podría compartir otras docenas de anécdotas e ilusiones ópticas, pero creo que estas dos son suficientes para que tomemos conciencia de que algunas ideas que asumimos con tanta convicción como verdad absoluta, solo porque son tan “obvias y evidentes” no necesariamente concuerdan con la realidad. Así que cristiana, quitarnos los lentes
cuando hablamos de cosmovisión hablamos del acto voluntario de nuestros propios lentes y ponernos de Dios. Adquirir una cosmovisión
La cosmovisión que tengamos, o los lentes que utilicemos para ver la vida,
cristiana es adquirir la capacidad de ver la vida como Dios la ve; por más que nuestros sentidos y razón nos griten lo contrario. Un ejemplo bíblico pudiera ayudar para aclarar este punto. Cuando Pedro se enteró de que Jesús debía ir a la cruz, filtró dicha información a través de su óptica humana y no pudo evitar exclamar. ¡De ninguna forma esto te acontezca! Era “lógico” que Jesús debía evitar la cruz y pelear para salvar su vida y la de sus seguidores. Pero como ahora sabemos, el Mesías tenía unos lentes muy distintos los cuales le permitieron no solo aceptar la cruz sino ver muchísimo más allá. Como declara Hebreos 12 “por el gozo puesto delante de él, menospreció la cruz…” La cosmovisión que tengamos, o los lentes que utilicemos para ver la vida, dictarán en mucho los sentimientos y luego las acciones que tomemos cada día. Como lo dijera Darrow Miller: “las ideas tienen consecuencias”. Basta con pensar en Eva y su charla con la serpiente para estar de acuerdo con esta afirmación. Creo que Eva no se tomó el tiempo suficiente para pensar quién era Dios en realidad, (… o tal vez Adán se ocupó demasiado en el trabajo y no dedicó suficiente tiempo para hablar del asunto con su mujer). El punto es que esa débil cosmovisión la llevó a aceptar cándidamente la astuta sugerencia de Satanás. “¿Con que Dios os ha dicho?”. Es un hecho. Las ideas tienen consecuencias.
dictarán en mucho los sentimientos y luego las acciones que tomemos cada día
Si efectivamente es tan importante tener una sana cosmovisión, ¿cómo se adquiere? Me gusta mucho el pasaje de Jn 5.39 en la versión NTV porque creo que encierra dos verdades muy importantes. Dice: “Ustedes estudian las Escrituras a
fondo porque piensan que ellas les dan vida eterna. ¡Pero las Escrituras me señalan a mí!”.
Es evidente que Dios desea que estudiemos detenidamente las escrituras. El salmo 119; el elogio de Pablo acerca de la diligencia de los de Berea; el claro mandato de Mateo 22 para amar a Dios con todo el corazón, alma y mente, y muchos otros pasajes, nos hablan de un Dios que desea ser encontrado a través de un estudio serio de Su Palabra. Regresando al pasaje de Juan, me parece que muestra el meollo de esta búsqueda. No estudiamos para ganar “puntos para el cielo” o la salvación. La estudiamos para encontrarnos con el Salvador. Si al estudiar la Biblia lo hacemos con un corazón humilde que busca encontrarse con su Creador, Señor y Salvador, lo encontraremos. La promesa de Jeremías 29 es segura e impresionante: “cuando oren, los
escucharé. Si me buscan de todo corazón, podrán encontrarme”. Al establecer una relación con el
Creador encarnado, adquiriremos poco a poco su perspectiva del pasado, presente y futuro, y nos maravillaremos ante Su gloria y los planes que Él tiene para cada uno y para su creación en general. Adquirir nuevos “lentes” puede ser costoso y tardado, pero vale muchísimo más de lo que cuesta.
34 general
El mito sobre juzgar
L
a idea de que Jesús les prohibió a sus seguidores juzgar es un mito. Se trata de otra de las leyendas urbanas espirituales ampliamente creídas por la gente, indefendible ante las palabras de las Escrituras. Jesús no nos pide que emitamos juicio o que no llamemos al pecado por su nombre. Como veremos, él lo hacía constantemente. Y él espera lo mismo de nosotros.
Los cristianos
NO
Jesús no dijo “No juzguen”, punto aparte. O signo de admiración. Dijo un “No juzguen” seguido por una aclaración acerca del tipo de juicios que sí debemos emitir, cuándo hacerlo, y cómo. El pasaje de Mateo 7, leído dentro de su contexto, no constituye una prohibición a juzgar. Se trata de una fuerte advertencia en contra de juzgar de un modo inadecuado. De hecho, inmediatamente después de decir “No juzguen”, Jesús continúa diciendo que no demos lo sagrado a los perros ni les echemos perlas a los “cerdos”. Lo mismo sucede con los versículos siguientes de ese capítulo, en los que Jesús nos implora que inspeccionemos con cuidado el fruto espiritual de cualquiera que declare hablar de parte de Dios, y que rechacemos a aquellos cuyo fruto es malo y escuchemos a los que llevan buenos frutos. Entonces, ¿Por qué tantos de nosotros pensamos que Jesús no quiere que juzguemos? Existen un par de razones. Una, como ya lo hemos visto, es no haber sabido leer el resto del pasaje e interpretar las palabras de Jesús dentro del contexto. La otra, nuestra tendencia natural a interpretar las palabras antiguas a través del filtro de la cultura moderna de nuestros días, en especial a la luz de un rasgo muy apreciado al que llamamos tolerancia. Hoy en día, la tolerancia se define mayormente como permitir que otros crean y vivan de maneras con las que nosotros no estamos de acuerdo, apoyando su derecho a hacerlo, y rehusándonos a juzgar sus puntos de vista y sus acciones como buenas o malas. Y para aquellos que saben que Jesús dijo “No juzguen”, eso hace que den el caso por
cerrado. Lo que hace que la cuestión de emitir juicios sobre los demás pase de ser políticamente incorrecta a absolutamente errónea.
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Pero tenemos un problema: eso no fue precisamente lo que Jesús dijo. Él no solo les mandó a sus seguidores que juzgaran, sino que les dio instrucciones acerca de cómo juzgar de una manera apropiada. Y, por su parte, emitió bastantes juicios.
deberían
JUZGAR Redefinir lo que es tolerancia Con esto no queremos decir que el énfasis en la tolerancia sea algo malo, pero, lamentablemente, la palabra tolerancia ya no significa lo que solía significar. En una época implicaba concederles a los demás la libertad de equivocarse. No excluía la crítica ni la censura; procuraba ofrecer la propia evaluación en un espíritu de gracia y humildad. Eso dista mucho de la definición actual de tolerancia, que afirma que todos están en lo correcto, sin importar lo que crean o lo que hagan. Sin embargo, si seguimos a la multitud en esto y compramos la idea de que nunca debemos juzgar a otros, acabaremos yendo tras una huella que no solo difiere de la que marcan los dichos de Jesús, sino que también desafía la lógica, oscurece la verdad, y propaga el pecado.
Por qué es preciso juzgar Pensemos en esto: si se nos prohibiera emitir juicios morales y espirituales, no contaríamos con una forma objetiva de distinguir entre la
verdad y el error. Pero Jesús nos enseñó a juzgar precisamente porque algunas creencias son verdaderas y otras falsas, porque ciertas acciones son correctas y otras incorrectas. Hace no mucho tiempo escuché a un experto en política referirse a la historia de Jesús y la mujer tomada en adulterio. En un intento por defender la conducta cuestionable de su candidato favorito, señaló que cuando los líderes religiosos trajeron la mujer a Jesús, él los detuvo en lo que intentaban hacer, enfatizando que la persona que no tuviera pecado debía ser la que arrojara la primera piedra. Y que después de que sus acusadores se fueron, le dijo a la mujer: “Tampoco yo te condeno”. “Yo me identifico con la tradición de Jesús”, declaró el experto, “No juzgo a la gente”. Sin embargo, hay un problema con eso. Jesús si juzgaba a la gente. A la mujer en cuestión no solo le dijo: “Tampoco yo te condeno”. Prosiguió diciendo: “Ahora vete, y no vuelvas a pecar”. Eso era un juicio. Él no ignoró su adulterio. No le hizo un guiño. Llamo a las cosas como eran: pecado. No hay duda de que la confrontó con gracia. Pero también con la verdad y le advirtió que realizara algunos cambios importantes, y pronto. Si nos rehusamos a catalogar como pecado las conductas a las que Jesús llama pecado, estaríamos en desacuerdo con Jesús, y no lo seguiríamos. El curso de acción apropiado no es dejar de juzgar a otros, sino hacerlo adecuadamente, en línea con los patrones y principios a través de los que Jesús nos enseñó a juzgar.
36 general
Pensar no es sólo un entretenimiento en el escenario
de la vida
donde nada es real. Es verdaderamente útil para conocer al Dios que está realmente allí. Es útil para saber lo que Dios ha revelado sobre sí mismo, sobre este mundo y sobre cómo debemos vivir en él. Dios lo diseñó para que sea eficaz para conocer la gloria de Cristo en el evangelio, lo cual significa que el pensamiento es esencial para llegar a la fe en Cristo y recibir el perdón por nuestros pecados y el regalo de la vida eterna. Pero siempre ha habido personas que usan la mente de otra manera. Algunos dicen que no hay realidad objetiva y cognoscible fuera de nosotros mismos. Dicen que nuestro pensamiento no produce un conocimiento fidedigno de Dios o de cualquier otra cosa fuera de nosotros. En cambio nuestras observaciones y nuestro pensamiento meramente dan lugar a expresiones de preferencias y perspectivas personales o comunitarias. A esta manera de ver el mundo se le llama relativismo. En esta concepción, la verdad (si la palabra se utiliza en absoluto) no se refiere a afirmaciones universalmente verdaderas sobre Dios, el hombre y la vida. ¿Cuál es la forma relativa de pensar a la que comúnmente llamamos relativismo? Estamos en presencia del relativismo si una persona dice una de estas cuatro cosas: •No existe una norma objetiva y externa para evaluar la verdad o falsedad de una afirmación. •Quizás haya una norma externa, pero no podemos saber si existe. •Hay una norma objetiva; sabemos que está allí, pero nadie puede comprender lo que significa, por lo tanto no puede funcionar como una norma de validez universal. •Podría haber una norma externa y objetiva, pero no me importa cuál es. No me someteré a ella. No basaré mis convicciones en ella. Crearé mis propias normas. El relativismo entra en juego cuando alguien dice: “No existe una norma cognoscible, objetiva y externa para el bien y el mal que sea válida para todo el mundo. Esta es la esencia del relativismo: ninguna norma de lo verdadero y lo falso, correcto e incorrecto, bueno y malo o bello y feo puede invalidar a cualquier otra norma. Ninguna norma es válida para todo el mundo En resumen, pues, la esencia del relativismo es la convicción de que las afirmaciones de verdad— como “las relaciones sexuales entre dos hombres son malas”—no se basan en normas de evaluación que son válidas para todos. Que sepamos, dicen, no existen tales normas. Conceptos como verdadero y falso, correcto e incorrecto, bueno
Conceptos como verdadero y falso, correcto e incorrecto, bueno y malo, bello y feo son útiles para expresar preferencias personales o valores acordados en comunidad, pero no pretenden estar basados en una norma de validez universal.
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y malo, bello y feo son útiles para expresar preferencias personales o valores acordados en comunidad, pero no pretenden estar basados en una norma de validez universal.
Jesús se encuentra con los relativistas Comencemos nuestra evaluación del relativismo con una interacción entre Jesús y algunos relativistas clásicos y prácticos, no los relativistas conscientes de sí mismos y con todas las letras, simplemente los relativistas de hecho, que son el tipo más común, predominantes en todas las épocas, no solo en esta. Será útil ver a Jesús encontrarse con los relativistas. Considere el pasaje de Mt. 21:23-27: Observe cuidadosamente cómo los principales sacerdotes y los ancianos tratan la verdad. Jesús les pide que adopten una postura sólida sobre una afirmación de verdad: el bautismo de Juan proviene del cielo o del hombre. Declaren lo que creen que es la verdad. Ellos reflexionan: “Si decimos que el bautismo de Juan provenía del cielo, entonces seremos avergonzados porque Jesús va a demostrar que somos hipócritas. Preguntará por qué no hemos creído en el mensaje de Juan. Señalará que decimos que creemos que su bautismo proviene del cielo, pero no vivimos de acuerdo con eso. “Pero si decimos que el bautismo de Juan era meramente humano, la multitud podrá lastimarnos porque todos creen que Juan era un profeta. Por lo tanto, puesto que no queremos ser humillados ni queremos ser lastimados por la turba, no digamos que alguna de estas opciones es verdadera. Simplemente diremos que no sabemos la respuesta.” La respuesta de Jesús es explosivamente relevante para saber cómo tratar tal duplicidad. Respondió: “Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas.” En otras palabras: “Esta conversación ha terminado. No tengo conversaciones serias con personas como ustedes.”. El relativismo no es un sistema filosófico coherente. Está plagado de contradicciones lógicas y experienciales. Decir que es verdadera una afirmación que anula la verdad es algo contradictorio. Pero si usted no sostiene que su defensa del relativismo es verdadera, ¿por qué espera que yo lo escuche? Eso es lo que vemos en los principales sacerdotes y los ancianos. No les importa la verdad. Les importa su pellejo. La raíz más profunda del relativismo es la autoexaltación. Una de las maneras en que podemos hacer algunos progresos para protegernos y para proteger a las generaciones futuras de abrazar el relativismo es señalar cuán malos y destructivos son sus efectos.
38 general
L
a respuesta de Jesús fue simple, radical y devastadora: “…De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn 3:3). Sin el nuevo nacimiento, no veremos el reino de Dios. Es decir, no iremos al cielo. Pereceremos eternamente. ¿Qué no vamos a tener sin el nuevo nacimiento? No tendremos nada bueno. Solo tendremos sufrimiento para siempre. Tenemos que ver la conexión entre el nuevo nacimiento y lo que Dios ha hecho para salvarnos a través de la muerte y resurrección de Jesús. Por lo tanto, voy a dar cinco respuestas que se relacionan entre sí con la pregunta, primero de una manera negativa, y luego, finalmente, de una forma positiva. ¿Qué no tendremos sin el nuevo nacimiento? Primero, de manera negativa:
1
. Sin el nuevo nacimiento, no tendremos una
fe salvadora, sólo incredulidad (Jn 1:11-13; Ef 2:8-9; Fil 1:29).
2
. Sin el nuevo nacimiento, no tendremos
justificación, sólo condenación (Ro 8:1; 2 Co 5:21; Gá 2:17; Fil 3:9).
3 4
. Sin el nuevo nacimiento no seremos hijos de Dios, sino hijos del diablo (1 Jn 3:9-10). .Sin el nuevo nacimiento, no produciremos
el fruto del amor por el Espíritu Santo, sino el fruto de la muerte (Ro 6:20-21, 1 Co 1:2; 2 Co 5:17).
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. Sin el nuevo nacimiento, no tendremos gozo eterno en comunión con Dios, sino tristeza eterna con el diablo y sus ángeles (Mt 25:41; Ap 2:11; 20:15).
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Para conocernos a nosotros mismos y conocer la grandeza de Cristo y de nuestra salvación, necesitamos saber cómo se relaciona el nuevo nacimiento con estos cinco destinos. Concluyo aquí diciéndolo de nuevo, pero esta vez de una manera positiva y en palabras de la Escrituras. Observe, sobre todo, como cada una está edificada sobre las anteriores. Cuando Dios nos hace nacer de nuevo, se despierta la fe salvadora, y somos unidos con Cristo. 1 Jn 5:1: “ Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios…”. No dice que va a nacer de Dios, sino que ha nacido de Dios. Nuestra primera fe es el destello de la vida a través del nuevo nacimiento.
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Cuando el nuevo nacimiento despierta la fe y nos une a Cristo, somos justificados, es decir, considerados justos, mediante esa fe. Ro 5:1: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. El nuevo nacimiento despierta la fe, y la fe mira a Cristo para encontrar justicia. Dios nos acredita la justicia sobre la base de Cristo solamente mediante la fe.
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Cuando el nuevo nacimiento despierta la fe y nos une a Cristo, todos los obstáculos judiciales para que Dios nos acepte se eliminan a través de la justificación. Él nos adopta en su familia y nos conforma a la imagen de su Hijo. Jn 1:12-13: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. Nacemos de nuevo de Dios, no por voluntad humana.
Creemos en Cristo y lo recibimos, y Dios nos hace sus herederos legales e hijos espirituales. Cuando el nuevo nacimiento despierta la fe y somos unidos a Cristo, y toda la condenación queda reemplazada con la justificación, el Espíritu de adopción se muda en nuestra vida y produce el fruto del amor. Gá 5:6 “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor”. 1 Jn 3:14: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos…”. Donde hay nuevo nacimiento, hay amor.
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Por último, cuando el nuevo nacimiento despierta la fe y nos une a Cristo, que es nuestra justicia, y desata el poder santificador del Espíritu Santo, estamos en el camino angosto que lleva al cielo. Y el pináculo del gozo del cielo será eterna comunión con Dios. “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Jn 17:3). El pináculo del gozo de nuestra nueva vida es el mismo Dios. Eso es lo que nos vamos a perder si no nacemos de nuevo. La razón de nacer de nuevo no es solamente que estamos muertos sin ello, sino que nos perderemos todo lo bueno, para siempre. Por eso Jesús dijo: “…Os es necesario nacer de nuevo” (Jn 3:3,7).
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42 general
La Biblia, la Palabra de Dios, no es un libro ordinario. Es el libro más asombroso que ha sido o será escrito. Compuesta por hombres que fueron inspirados por el Espíritu Santo de Dios, las Escrituras expresan su plan fundamental para los seres humanos en la Tierra y en el plano de la vida eterna.
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ios mismo les habla a todas las personas a través de la Biblia, directa y personalmente. Las palabras contenidas en la Palabra nos dan sabiduría y poder para vencer a las fortalezas de las tinieblas; para que cada uno podamos tener una vida victoriosa en Cristo Jesús. Los creyentes consideramos que la Palabra de Dios es nuestra autoridad. Basamos nuestra cosmovisión llena de fe en ella. Basamos nuestra estimación de su autoridad, en parte sobre la experiencia de primera mano, así como en la experiencia indirecta. Pero –esencialmente al probar su propia autoridad– acudimos a las palabras de la Biblia misma para encontrar pruebas de la confiabilidad de su fuente, su propósito y sus beneficios.
La Palabra de Dios es inspirada por Dios mismo. Se originó en el cielo. Dios “sopló” a través de su Espíritu y los hombres fueron inspirados para escribir, convirtiéndose así en canales a través de los cuales su Palabra pudiera ser transmitida al resto de la raza humana. La Palabra escrita dice lo anterior con respecto a su propio origen:
“Toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. (2 Ti 3:16-17). “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. (2 P 1:20-21). “Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos”. (Sal 119:89). En el cielo, en la persona de Dios, la Palabra de Dios comienza, se establece y afirma. Cuando Dios “sopló” (a menudo aludiendo al viento de la esencia de su Espíritu o pneuma en griego) sobre la gente que permanecía receptiva, la Palabra entró en su mente y en su corazón. De esta manera, al ser inspirados o al recibir este mover en ellos, comenzaron a hablar acerca de ella.
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El propósito De manera que, después de cientos de años, terminamos con 66 libros individuales que, coleccionados en un solo volumen, constituyen lo que conocemos como la Biblia. ¿Cuál es el propósito de un volumen tan inusual? Su Palabra nos dice: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. (Mt 4:4 Jesús citando Dt 8:3). La Escritura nos enseña a distinguir lo bueno de lo malo, corrigiéndonos cuando es necesario; y su importancia para nuestro bienestar se encuentra a la par que nuestra necesidad de alimento físico. No debemos dejarla, ni siquiera teniendo una razón. La Palabra es tan importante para nuestro crecimiento espiritual básico, como lo es la leche materna para un bebé (ver 1 P 2:2). Siendo el fundamento de la salud y el crecimiento, fortalece al creyente desde el comienzo. Al crecer, nuestro ser espiritual añora la Palabra, tal como nuestro cuerpo añora la comida sólida. Cuando Jesús dijo: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”, la palabra “sale” es un verbo en tiempo presente continuo. En otras palabras, Dios sigue alimentándonos con su Palabra continuamente. Así como nuestro cuerpo físico muere si lo privamos de comida, nuestro espíritu se marchita si no continuamos ingiriendo la Palabra viva de Dios.
Gracias a que he viajado y ministrado por el mundo, he conocido a personas de todas las culturas que aman y valoran la Palabra de Dios, pero que no tienen una experiencia viva con el Espíritu Santo. He conocido a otros que asienten a la Biblia, pero que son, en su mayoría, adictos a las manifestaciones del Espíritu Santo. Los creyentes más maduros que conozco, combinan un amor por la Palabra con su amor por el Señor de la Palabra. El evangelista británico Leonard Ravenhill dijo una vez: “Con solamente la Palabra de Dios, usted se secará. Con solamente el Espíritu Santo, estallará. Con el Espíritu y la Palabra, usted crecerá”.
44 general
¿Acaso una religión no es tan buena como la otra? C
omo lo sabe cualquiera en el mundo actual, la tolerancia es importante. Si yo digo que el azul es el mejor color y tú dices que es el rojo, tenemos diferentes puntos de vista. Y como la preferencia de colores es algo personal y objetivo en lo fundamental, ninguno de nosotros tiene en realidad la razón ni está equivocado. Entonces acordamos discordar; toleramos las opiniones de los demás. Sin embargo, ¿qué pasa cuando lidiamos con la verdad objetiva, como uno más uno igual a dos? La afirmación “uno más uno igual a dos” no puede tener la misma validez como la afirmación “uno más uno igual a tres”. Las dos afirmaciones no pueden ser ciertas. ¿Significa que soy intolerante con la persona que cree que uno más uno suman tres? Dios creó el universo ex nihilo, de la nada, e inventó las estructuras atómicas y subatómicas, las arañas, Noam Chomsky y Charo, entre otras cosas. Todo lo que existe, lo inventó Él. Así de fácil, no hay otro Dios, y seguimos con Él, sin importar a qué religión digamos pertenecer… o nos neguemos a pertenecer. Entonces, por un lado, sí. Y por el otro, no, todas las religiones no adoran al mismo Dios. Porque aunque sólo hay un Dios, algunas religiones tienen una visión distorsionada de quién es Él, lo cual confunde las cosas. Adoran a una versión de Dios que no es con exactitud el Dios de la Biblia. Todo lo que estoy diciendo es que Dios es el que es y no podemos ir por allí creyendo lo que nos plazca creer de Él. Los hechos son
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lo que está en el corazón de un individuo es mucho más importante para Dios. los hechos, y estamos atados a ellos. Además, ciertas religiones tienen algunos de los hechos acerca de Dios un poco confusos, por lo que su teología es un poco descentrada… si es que hablamos del Dios de la Biblia. Al mismo tiempo, alguien podría ser miembro de una religión que tenga una idea no bíblica de quién es Dios, pero en su corazón, esa persona en particular le podría orar a Dios como Él es en realidad. La persona quizá intente por completo adorar al Dios verdadero, pero tiene algunos detalles equivocados. Alguien podría pertenecer a una religión con una teología descentrada, pero en sí esa persona podría pasar por alto esa teología y, por lo tanto, no estaría contaminada con ella. En su corazón, la persona podría orarle a Dios como es Dios en realidad. Dios ve nuestros corazones más de lo que ve las afirmaciones de fe de la gente con la que nos asociamos. No se trata de que las afirmaciones teológicas no sean importantes. Son de suma importancia. Aun así, lo que está en el corazón de un individuo es mucho más importante para Dios. Podríamos adorar a Dios en el mismo edificio que la gente que tiene algunas ideas muy equivocadas de Dios. No obstante, si en nuestros corazones le oramos a Dios, al Dios verdadero, hasta el punto que se nos ha revelado en ese momento, Él escucha nuestras oraciones. Puede escuchar lo que queremos decir porque se abre camino en la estática de una manera buena y asombrosa. Sabe lo que en realidad queremos decir, muy dentro de nuestros corazones, incluso mejor que nosotros mismos. Los cristianos no tenemos el monopolio de la gracia ni mucho menos. Dios tiene el monopolio de la gracia. Aunque a pesar del comportamiento descortés que a menudo muestran los cristianos, la teología cristiana es la única teología que pone la gracia de Dios al centro de todo.
Mediante el acontecimiento central de la fe cristiana: la muerte de Jesús en la cruz. La idea es que la muerte de Jesús es lo único que hace posible nuestra entrada al cielo. El pagó el precio de nuestros pecados. Su gracia hacia nosotros, demostrada en ese acto, es lo que nos permite estar cerca de Dios, tener una relación con Él e ir al cielo. Se basa en lo que Jesús hizo por nosotros, por amor a nosotros, no por cualquier cosa que hagamos. De modo que se trata de su gracia, no de nuestro desempeño moral. Por supuesto, los seres humanos somos tan propensos al orgullo que es paradójico que algunas veces los cristianos se sientan orgullosos por la idea de que la gracia está al centro del cristianismo, como si dijeran: “¡Tenemos la mejor religión!” No obstante, si puedes ver más allá del problema del orgullo religioso, verás que la gracia es extraordinaria y muchísimo más maravillosa. Y está disponible para todos, de seguro que no es sólo para los cristianos. Lo que la hace disponible es Jesús y su muerte voluntaria en la cruz. Sin embargo, debido a que la gracia es el corazón de la teología cristiana; los cristianos a veces actúan como si la hubieran inventado, pero no es así, la hizo Dios.
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Josh McDowell Editorial Unilit El poder de la esposa que ora: La oración que te renueva
El nuevo libro de la autora de éxitos de librería Stormie Omartian es un devocionario que se acerca a tu corazón. Siguiendo las ideas y las oraciones de “El poder de la esposa que ora” (más de tres millones y medio de ejemplares vendidos), estos cuarenta y nueve devocionales, oraciones y apoyo de las Escrituras le ofrecen a la esposa que ora nuevas maneras de orar por su esposo, por sí misma y por su matrimonio. Con este excelente devocionario, descubrirás que las bendiciones para tu hogar y tu familia pueden ser tuyas a medida que elevas en oración tu matrimonio.
El poder de la esposa que ora:
La vida en la presencia de Dios
El poder de una esposa creyente que ora no debe subestimarse. Cuando te entregas a ti misma y a tu esposo al Señor, beneficias tu vida con todo el amor, la misericordia y la provisión que Dios quiere derramar en ti. Las bendiciones que nunca imaginaste para tu hogar y tu familia pueden ser tuyas si elevas tu matrimonio en oración. Dios permita que estos devocionales y estas oraciones animen tu corazón y te ayuden para que tu relación con tu esposo sea todo para lo que Él la diseñó.
Cary Palmón Editorial Unilit
En “Habla Claro con tus Hijos Sobre el Sexo”, Josh y Dottie McDowell parten de su amor desde hace décadas y de su preocupación por los jóvenes. Basados en la campaña: «El verdadero amor espera» y utilizando la investigación actual de los recursos de «La verdad desnuda» de Josh, los McDowell proporcionan una guía compacta y fácil de usar que ayudará a los padres en el proceso, a veces difícil, de guiar a sus hijos en una sana comprensión del regalo de Dios del sexo.
Stormie Omartian Editorial Unilit
Para Leer
Habla claro con tus hijos sobre el sexo
Conflictos del corazón Dándose cuenta de que la radio es un importante medio de comunicación, Cary Palmón desarrolló «Conflictos del corazón». Éste consiste en un programa radial diario transmitido en estaciones de radio seculares y cristianas en todas partes de América Latina y los Estados Unidos. En su nuevo libro, Cary hizo una selección de las más impactantes cartas que ha recibido. Cada carta obtiene una respuesta desde una perspectiva bíblica, enseñando la Palabra de Dios con relación a los conmovedores temas de hoy en día.
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L
a historia del hijo pródigo se suele usar para hablar de los “apartados”. Usamos esta palabra para referirnos a aquellos que no vienen más a la iglesia, que se alejaron de Dios, o que están fríos espiritualmente (cosa que solemos juzgar por la cantidad de reuniones a las que asisten). Pero no hace falta dejar de asistir al templo para estar fríos. Sólo con dejar de orar empezamos a ser hijos que no hablan con papá Dios. Cierta vez Martín Lutero dijo: “Tengo tanto para hacer hoy, que me voy a pasar las primeras tres horas del día en oración”. Y fue una decisión muy inteligente. Empezar el día conversando con Dios es muy importante. Y digo conversando porque no sólo se trata de hablarle, sino también de escucharlo. Además, ¡si vivimos conscientes de su presencia no podemos levantarnos en la mañana y no saludarlo! La oración crea esperanza y poder. Hablar con Dios nos calienta el corazón, y es por eso que cuando pasamos mucho tiempo sin hablar con Él se enfría la relación. Es igual que si dejaras de hablar con tu papá o tu mamá terrenales. No podrías saber qué hacen, qué piensan, ni
qué sienten, y pronto dejarías de entenderlos. Hoy todos saben que para que las relaciones interpersonales funcionen debe haber una buena comunicación. Lo mismo sucede con Dios. La oración no es un monólogo que rebota contra el techo. Dios escucha atentamente cada oración, y, a su tiempo, responde. Él es el Padre y nosotros sus hijos. ¿Por qué, entonces, andar por ahí sin contar con la riqueza del consejo del Padre, y seguros de su protección? ¿Cómo está tu vida de oración? ¿Qué vas a hacer para mejorarla? Lo que yo te recomiendo es orar desde la mañana. Entregar el día en sus manos, agradecerle por todas sus bendiciones, y presentar delante de su trono algún pedido que tengamos. Luego puedes orar, aunque sea muy brevemente, en distintas oportunidades a lo largo del día, y otra vez antes de irte a dormir. ¡No dejes de hacerlo! Él nunca está tan ocupado como para no escucharte, y realmente anhela tener estos momentos a solas contigo. ¡Sí! Nuestro Padre disfruta de estos momentos que apartamos para conversar con Él, aunque finalmente nosotros somos los más beneficiados. Mira esta promesa:
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Aquí entran en juego otros atributos (otras características) que conocemos de Dios: Él es perfecto (es decir que nunca se equivoca) y omnisciente (es decir que lo sabe todo). Ah, y además, ¡es omnipotente (es decir que lo puede todo)!
“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” (Fil 4:6-7)
¿Será que siempre me conviene hacer la voluntad de Dios? La respuesta a esta pregunta es una cuestión de lógica: Por un lado, creemos que Dios es un padre bueno, que nos ama y siempre desea lo mejor para nosotros. Pero alguien podría argumentar que nuestros padres terrenales también son buenos, nos aman y desean lo mejor para nosotros, y sin embargo a veces pueden equivocarse al darnos un consejo, o no saber exactamente qué es mejor para nosotros. Incluso otras veces puede que sepan qué es lo mejor para nosotros, pero no nos lo puedan dar o no puedan ayudarnos a conseguirlo, debido a sus limitaciones humanas.
Ahora, si le sumamos a toooodo esto el hecho de que Dios es un padre bueno, entonces podemos contestar con total seguridad que sí. La lógica nos confirma que siempre nos conviene hacer la voluntad de Dios porque Él no sólo quiere darnos lo mejor, sino que sabe exactamente qué es lo mejor, y además puede hacer lo necesario para que tengamos lo mejor. “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes—afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.” (Jer 29.11) Y cabe aclarar que esto es válido ya sea que entendamos o no la voluntad de Dios en determinado momento. Puede ser que a veces la entendamos y a veces no, porque nosotros sólo vemos a corto plazo y Dios ve las cosas con otra perspectiva, a largo plazo. Él ve el cuadro terminado. Así que no es cuestión de “sentir” o de “entender” para que resulte bueno hacer la voluntad de Dios. Recuerda esto para que tus pensamientos, emociones, o sensaciones no te desvíen: Siempre nos conviene hacer la voluntad de Dios porque siempre será buena para nosotros. “…Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” (Ro 12.2b)
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Verdades recobradas E
l propósito principal de esta nueva versión de Biblia de estudio consiste en traer a sus lectores una presentación concisa de las verdades cruciales que Dios ha recobrado durante los pasados cinco siglos. La enseñanza de los apóstoles fue completada y escrita al final del primer siglo, cuando Juan terminó de escribir Apocalipsis y sus epístolas. Así se completó la revelación divina y, como dice en Judas versículo 3, la fe fue “trasmitida a los santos una vez para siempre”. Así como fue profetizado en los capítulos dos y tres del libro de Apocalipsis por el Señor Jesús, con el tiempo la iglesia se degradó y apostató de la Palabra de Dios. Durante siglos, la revelación pura de Dios que los apóstoles habían dejado a la iglesia fue leudada, corrompida y tergiversada. Durante más de 1000 años, incluyendo todo el período de Oscurantismo, la revelación divina contenida en las verdades preciosas de la Biblia, fue completamente alejada de la gente común. Para entonces, podemos decir que todas las verdades divinas en su pureza se habían perdido casi por completo. Por supuesto, ¡Dios no puede ser derrotado! Por amor del cumplimiento de Mateo 16:18, la más grande profecía en la Biblia en cuanto a la edificación de la iglesia, las verdades divinas fueron recobradas y traídas de regreso al pueblo de Dios. Solamente de esta manera el Señor podría recobrar y edificar la iglesia de una manera apropiada. La primera verdad que Dios tuvo que recobrar fue la justificación por la fe. Para el tiempo en que Dios levantó a Martín Lutero, a principios de siglo XVI, la más fundamental de todas las verdades en la Biblia respecto a la salvación, se había perdido. – Es decir, que el pecador se justifica por la fe en Cristo y en Su obra redentora en la cruz. A riesgo de su vida Martín Lutero se
levantó para que esta verdad tan fundamental pudiera ser recobrada de una vez y para siempre. Pero, esto era sólo el comienzo. Todas las verdades tenían que ser recobradas una por una y traídas al pueblo de Dios para que así la iglesia pudiera ser edificada según la revelación divina y alcanzar la meta de Dios. Algunas de las verdades que han sido recobradas después de la justificación por la fe son las siguientes: a. Las profundas experiencias y verdades con respecto a la misteriosa vida interior que mora en los creyentes fueron recobradas por los místicos durante los siglos diecisiete y dieciocho; Madame Guyon, Francois Fenelon, el hermano Lawrence y William Law, fueron algunos de quienes Dios usó para esto. Más tarde, estas verdades misteriosas respecto a la vida interior fueron llevadas a los creyentes de una forma mucho más entendible mediante los ministerios de Andrew Murray, Jesse Pen Lewis, y T. Austin Sparks durante los siglos XIX y XX. b. La verdad y la práctica bíblica del bautismo de los creyentes, en contraste con el bautismo de los infantes, fueron recobradas a un gran costo de vidas mediante los anabaptistas durante el siglo XVI. c. Muchísimas verdades de gran importancia fueron recobradas mediante los hermanos Británicos durante el siglo XIX, concernientes a los tipos, las profecías, las dispensaciones, el Dios Triuno, la persona de Cristo y la unidad del Cuerpo de Cristo. Algunos de los maestros sobresalientes de estas verdades fueron: John Nelson Darby, C.H. Mackintosh, William Kelly, y F.W. Grant. d. Después de recobrar las verdades generales relativas al Cuerpo de Cristo, los detalles más finos en cuanto a la recompensa de los vencedores y el arrebatamiento de los santos, fueron
recobrados por los hermanos Robert Govett y D.M. Panton durante los siglos XIX y XX. e. Finalmente, como consumación de toda esta obra gradual de Dios, dos grandes verdades con relación a la economía de Dios, como Su forma orgánica de obrar, y la Nueva Jerusalén, como la consumación de toda Su obra, fueron llevadas a su máximo desarrollo mediante los hermanos Watchman Nee y Witness Lee durante el siglo XX. En conclusión, podemos decir que estas verdades recobradas durante los pasados cinco siglos, mediante muchos grandes maestros, forman la base de la Santa Biblia, Versión Recobro. Así como aparece en la Explicación Breve al principio de la misma: “A través de los siglos, el entendimiento que los santos han tenido de la revelación divina siempre se ha basado en la luz que ellos recibieron, y dicho entendimiento ha tenido un progreso paulatino y constante. La consumación de este entendimiento constituye la base de esta traducción y de sus respectivas anotaciones. Por consiguiente, esta traducción y las notas de pie de página pueden considerarse la “cristalización” del entendimiento de la revelación divina que los santos de todas partes han recibido en los últimos dos mil años”.
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56 jóvenes
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ace algunos meses estaba paseando por la sección de libros religiosos de una librería. Al estar allí de pie, revisando los títulos, dos jóvenes y una señorita pasaron por la misma sección. Era obvio que los tres muchachos de veintitantos años no estaban buscando libros. Estaban pasando el tiempo juntos, hablando de la vida y bromeando como los amigos suelen hacerlo. Yo no estaba particularmente metido en su conversación, ni estaba consciente de lo que estaban hablando hasta que uno de ellos dijo: —¿Ya vieron esto? ¡Es una Biblia con estuche de metal! — eso me llamó la atención. La señorita dijo: —¿Qué? ¿De qué estás hablando? —Sí, miren. Es una Biblia en un estuche de metal. —¿Qué? Y ¿Para qué sirve? —Como rayos voy a saber. Quizá se supone que sea indestructible. Veamos si lo es. Luego escuché que la Biblia pegó con el piso. ¬—¡Creo que no!—se rieron, mientras metían de vuelta el maltrecho libro en el librero. Y los vi dirigirse hacia otra parte de la tienda.
Los adultos jóvenes disfrutan desafiando las reglas. Son extremadamente—podríamos decir que de manera innata—escépticos. Los jóvenes de hoy han sido el blanco de más publicidad, medios y mercadotecnia que ninguna generación anterior. Y su mentalidad es al mismo tiempo increíblemente conocedora e inusualmente harta. Los jóvenes no quieren ser definidos por un estilo de vida “normal”. Se muestran a favor de una travesía personal y única. Las relaciones son la fuerza impulsora. Ser leales a sus amigos es uno de sus valores más altos. Aunque estiman la imparcialidad y la diversidad, son irreverentes y francos. Encontrar maneras de expresarse a sí mismos y su furia es una búsqueda sin fin. Mostrarse escépticos de los líderes, los productos y las instituciones es parte de su codificación generacional. No confían en las cosas que parecen demasiado perfectas, aceptando que la vida viene con su ración de desorden, así como experiencias y personas descabelladas. Los jóvenes se involucran en una búsqueda casi constante de experiencias nuevas y nuevas fuentes de motivación. Quieren probar las cosas ellos mismos, desdeñando a los expertos autoproclamados y las presentaciones estilo monologo o conferencia. Si algo no les funciona, o si no se les permite participar en el proceso, rápidamente se pasan a otra cosa que llame su
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atención. Prefieren lo casual y cómodo a lo rígido y rebuscado. Los de afuera dirigen su escepticismo hacia todo lo cristiano: la fe misma, la gente que la profesa, la Biblia y Jesucristo. Francamente, sus sentimientos hacia todo esto se encuentran entrelazados. No obstante, no asuma que cada uno de estos cuatro elementos es considerado en la misma luz, ya que los jóvenes de afuera de la fe tienden a estar más frustrados con las expresiones actuales de cristianismo, seguida por su molestia contra los cristianos. Sus impresiones sobre la Biblia son mezcladas: la mayoría considera que tiene buenos valores, pero solamente tres de cada diez creen que es confiable en todos los principios que enseña. Y Jesús produce un conjunto interesante de reacciones. Jesús recibe los sentimientos más favorables de parte de los de afuera, pero incluso la claridad de su imagen se ha erosionado entre los jóvenes. La razón principal por la que los de afuera sienten hostilidad hacia los cristianos, y especialmente contra los cristianos conservadores, no es por alguna perspectiva teológica específica. Los cristianos normalmente no operan en modo agresivo, pero sucede con bastante frecuencia que los demás han aprendido a tener cuidado con nosotros. Cuando los de afuera declaran que somos casi cristianos, es un reflejo de este conjunto de percepciones (predominantemente negativas). Cuando ven que los cristianos no actúan como Jesús, rápidamente concluyen que el grupo merece la etiqueta de casi cristiano. Como un archivo digital corrupto o una mala fotocopia, dicen que el cristianismo ya no se encuentra en forma pura, así que lo rechazan.
¿Cuál es el propósito de enfocarnos en estos factores complejos que moldean las percepciones de los de afuera? Han tenido experiencias, frustraciones y heridas sumamente personales, así como conversaciones o confrontaciones devastadoras, probablemente conozca a personas que han pasado por algo parecido. Incluso usted mismo podría haber tenido una de esas experiencias, en la que la gente fue tan poco cristiana, que usted dudó de Jesús. Lo importante que hay que recordar es que estas experiencias han afectado profundamente a los de afuera. Y las cicatrices muchas veces les evitan ver quien es Jesús realmente. Jesús estaba preocupado por la reputación de su Padre en los cielos. ¿Y usted? ¿Su vida les muestra a los demás como es realmente Dios?