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Joaquín Sabina, vive y deja vivir
El mundo se ha acelerado, y no podemos seguirle el paso. El WhatsApp contra la carta, el Instagram contra la fotografía análoga, el Facebook contra la sobremesa, la Fórmula 1 contra la mirada, los ejemplos se multiplican. Al final resultamos arrasados por un ritmo maquinal que impide que la vida se presente en su poética. Es decir que nunca logramos llegar a ser y habitar plenamente en el instante.
Pensándolo bien, las canciones de Sabina vienen de lejos. Ahí vienen, del exilio del poeta Ovidio, quien trataba temas eróticos en medio de la Roma de Augusto, un emperador conservador y cruel. Muchas otras vienen del aliento de Whitman que veía el mundo como la posibilidad del asombro, vienen de Miguel Hernández quien se resistió siempre a toda subordinación, y de la poética de Bécquer, enamorado puramente del instante, y vienen, sobre todo, de la crítica férrea de todos los sátiros del mundo.
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Son nuestras en cuanto nos decidimos a tomar el ritmo de la vida como la ocasión del juego, como una forma de vivir en una extraña plenitud en la que conviven armoniosamente las pasiones, los fracasos, las nuevas esperanzas y el paso incontenible del tiempo.
Una canción en particular nos lleva la conquista del instante poé- tico, la melodía inicia con un acordeón sutil pero firme que parece sostener al mundo entero. Luego, un viento cálido nos envuelve y ya no nos deja ir. La voz áspera del cantante español orada la vida misma y hace que brote agua viva del desierto de lo urbano. Lo primero que origina esta canción es emoción, sabemos que algo va a romper desde dentro. El tema, “Jugar por jugar”, canción de 1996 del álbum “Yo, mi, me, contigo”, es un atentado contra el conservadurismo insano de un mundo infértil, es una extraña oración oscura a favor de la libertad personal frente al absurdo de todas las represiones posibles. La letra es la flecha de fuego que ilumina el rostro libre de los irreverentes del mundo. …Se aconseja dormir a pierna suelta lejos de las tentaciones del diseño que no pase de largo por tu puerta el hombre de tus sueños. La rana esconde un prí¬ncipe encantado tu boca un agridulce de membrillo qué ganas de un cursillo acelerado de besos de tornillo Y jugar por jugar sin tener que morir o matar y vivir al revés que bailar es soñar con los pies…
Sabina se convierte en un profeta velado de la autenticidad, en donde la emergencia de las pasiones corregirá el mundo de su hipocresía monumental. Esta es la forma en la que este autor desquiciado y audaz revienta la cárcel de las convicciones y nos invita a soñar con los pies.
La canción planea sobre la realidad como una sombra inquieta y entra en los oídos de unos cuantos privilegiados que entienden el har- tazgo de vivir bajo el yugo de una realidad absorbente y condenada a la muerte por asfixia. Un día se liberan, y son niños de nuevo mientras el vientecillo de la libertad agita la vida hasta las ultimas consecuencias. “Jugar por jugar” es la carta milagrosa que algunos llevamos bajo la manga, y que tal vez no nos ayuda a ganar las partidas más importantes, solo y eso si, solo nos ayuda ganar las partidas esenciales.
Se aconseja dormir a pierna suelta Lejos de las tentaciones del diseño Que no pase de largo por tu puerta El hombre de tus sueños.
Sabina es indispensable para los soñadores del mundo, aquellos que necesitan los eclipses de mar para entender a plenitud el color de la melancolía.
Jugar por jugar – Joaquín Sabina https://www.youtube.com/ watch?v=7hRNdHV4H2s
Samuel Rodríguez Medina es profesor de Arte, Cine y Estética en el ITESM campus Monterrey. Cuenta con un posgrado en Filosofía Contemporánea por la Universidad de Granada. Su más reciente publicación literaria es el libro de cuentos “La Ausencia” editado por Arkho Ediciones en Buenos Aires Argentina.
Por: Redacción
Foto: Cortesía Conarte