En el primer despacho de Ajoblanco, calle Aribau, 15, Maria Dols (secretaria), Pepe Ribas (fundador), José Solé (poeta universitario y fundador), Ana Milá (abogado), Ana Castellar (secretaria de Carlos Barral, fundadora y madre abadesa del primer Ajoblanco), Francisco Marsal (fabricante textil y mecenas del primer Ajoblanco), Luisa Ortinez (miembro del colectivo Video Nou) y Toni Puig (fundador). Diciembre 1973. Autor Pep RIGOL
Una mañana de enero del 73, cuando las utopías californianas y parisinas se estaban comercializando y el franquismo entrabe en decadencia, una pandilla de jóvenes con inquietudes y sin tiempo para el lamento convocó una exposición poética en la facultad de Derecho. Una semana después, alrededor de quinientos poemas cubrían los muros del vestíbulo de esa facultad barcelonesa entre huelgas, carreras y manifestaciones. Al final del verano, la joven mujer de un torero sin suerte nos cocinó en su pequeño restaurante el plato típico de su pueblo: ajoblanco. Y en el brindis por el reencuentro del grupo Nabucco en esa “Noche del Ajoblanco”, planteé una decisión irreversible. Iba crear una nueva revista libre y legal fuera de los ambientes universitarios. Pensaba distribuirla por todos los quioscos de España. La publicación, que en ningún caso podía ser elitista, debía ayudamos a crecer y a formarnos hasta llegar a vivir tal como pensábamos. Un año más tarde descubrimos que éramos miles los que estábamos hartos de permanecer callados y temerosos. Necesitábamos romper con la represión franquista y con los dogmas de nuestros hermanos mayores acerca de cómo luchar, cómo crecer y qué leer.
Mientras se reunía el primer consejo de redacción, Quim Monzó, que era miembro y en aquel entonces periodista y grafista, hizo este dibujo con los miembros del consejo: Ana Castellar, Albert Abril, Claudi Montaña, Pep Rigol, Pepe Ribas, Toni Puig, Quim Monzó y Tom, dibujante del Papus. Invierno 1974.
Primera reunión de lectores, amantes del cine. Montaron en esa reunión el colectivo cinepragna que montó los primeros festivales de cine en Súper 8. Diciembre 1974. Autor Pep RIGOL
En el kiosco informativo de Canet Rock pintábamos la cara de los asistentes y fue un punto de contacto con gente de toda España. En la foto, el rey de los freaks, Hormaza Ben Zohar. Y Toni Puig. Julio 1975. Autor Pep RIGOL
Kiosco en el primer Canet Rock. Julio 1975. Autor Pep RIGOL
Luis Vigil y Gay Mercader en redacción 1976. Autor Pep RIGOL
Luis Racionero y Pepe Ribas en la redacción. Noviembre 1976. Autor Pep Domènech
Pepe Ribas en su despacho. Diciembre 1976. Autor Pep Domènech
Los tres miembros que compusieron el primer colectivo Ajoblanco: Pepe Ribas, Toni Puig, Fernando Mir. Enero 1977. Autor Pep Domènech
Mesa Redonda La muerte de la Contracultura. Luis Racionero, José María Carandell, Lluís Boada y Santi Soler. Enero 1977. Autor Pep Domènech
Karmele Marchante y Toni Puig. Enero 1977 Autor Pep Domènech
Gran parte de esa nueva generación a la que pertenecíamos detestaba cualquier autoritarismo y buscaba un universo propio y solidario en el que fuera posible la fraternidad, el juego, la creatividad y el vivir tal como pensábamos. Aún corrían en la sociedad grandes dosis de altruismo. Las actitudes de la contracultura norteamericana, las publicaciones underground europeas, la nueva literatura, el rock y las ganas de abrir un circuito alternativo generaron un proceso abierto y plural desde el nacimiento de la revista Ajoblanco. Mediante los encuentros callejeros, el diálogo hasta la madrugada, las convivencias comunales y la correspondencia con jóvenes de distintos lugares de España, conseguimos articular en poco menos de dos años un nuevo universo alternativo que aglutinó los sueños y las inquietudes de una generación con mitos pero sin maestros. En España. las circunstancias nos forzaron a ser autodidactas. Nos formamos gracias a un cúmulo de encuentros, lecturas desordenadas, viajes y azar.
Karmele Marchante y Fernando Mir trabajando en redacción. Febrero 1977. Autor Pep Domènech
Fernando Mir preparando el extra Energías Libres, primer especial de Ecología que se edito en España, con los dos diseñadores, Carles Guillem y Evelio Gómez. Enero 1977. Autor Pep Domènech
Colectivo sexajo en redacción. Trabajaban por las noches, cuando los redactores no estaban. El coordinador fue Pepe Ribas. Marzo 77. Autor Pep Domènech
Colectivo sexajo. Varios lectores respondieron a un llamamiento de la revista y montaron un colectivo que estudio en la redacción más de 2.000 respuestas acerca de la vida sexual de los jóvenes y sus problemáticas. Con este material se hizo un dossier en el número 23, junio 77. Fue uno de los números más emblemáticos de la primera época. Marzo 77. Autor Pep Domènech
Venta de revistas en las Ramblas. Mayo 77. Autor Pep Domènech
Cena de celebración de todos los miembros de Ajoblanco con el colectivo ecológico Tara, que realizó el extra Energías Libres. Abril 1977. Autor Pep Domènech
El primer Ajoblanco fue un proyecto colectivo en el que participaron miles de lectores que también llenaban las páginas de la revista. El proceso cubrió hasta 1980 y atravesó varias etapas. El mundo underground, las sustancias psicodélicas, la liberación de la sexualidad. el mundo de los freaks, el arte conceptual, el arte pobre, Pasolini, los mensajes libertarios de la nación de Woodstock, el teatro en la calle, la cultura de foro y el situacionismo nos ocuparon los dos primeros años de la revista.
El número de las Fallas, el 10 (marzo 76), provocó un gran escándalo y la suspensión de la revista por el Consejo de Ministros durante 4 meses. Al año siguiente, en marzo del 77, más de diez fallas estuvieron dedicadas a Ajoblanco. En la foto, la falla con Luis Racionero, Fernando Mir y Javier Valenzuela, uno de los autores valencianos de los textos). Autor Pep Domènech
Detalle de una falla. Marzo 77. Autor Pep Domènech
En el verano del 1976 redescubrimos a Durruti tras la suspensión de la revista por cuatro meses tras un consejo de ministros. El fenomenal escándalo lo causó el dossier fallas. Fue en Menorca durante aquel verano sin revista cuando once personas del equipo compartimos una pequeña casa entre huertos. Alejados de una rutina que te comía el tiempo, descubrimos el mensaje cultural y social del anarquismo español anterior a la guerra civil. Nos entusiasmamos con sus logros y por ello nos olvida-
mos de la contracultura norteamericana y nos sumergimos en la relectura de estos hechos y mensajes. Sin olvidar nuestra apuesta por una revolución cultural potenciamos los dossieres sobre ecología, energías libres, antipsiquiatría, educación antiautoritaria, naturismo, libertad sindical, presos, las comunas como alternativa a la familia, el cooperativismo y los ateneos libertarios.
Ocaña y sequito hacia el carnaval de Ramblas y de Vilanova y la Geltrú. Autor Pep Domènech
La reivindicación del carnaval fue uno de las muchas propuestas de Ajoblanco. Ocaña se prepara con gente de Ajoblanco para el carnaval de 1977. Autor Pep Domènech
Ocaña y Ferando Mir en el carnaval de Villanueva y la Geltrú. Autor Pep Domènech
Las Jornadas Libertarias fueron coorganizadas por Sindicato del Espectáculo de CNT, la Asamblea de Trabajadores del Espectáculo del Saló Diana y por Ajoblanco. Participaron más de medio millón de personas en el Parque Güell de Barcelona. Julio 1977. Autor MANEL ESCLUSA
Tras las Jornadas Libertarias de julio del 77 y alcanzar los cien mil ejemplares de venta, llegaron los pactos de la Moncloa, el terrorismo de Estado, la Euro represión y la nueva Constitución. Fue entonces cuando nos desmarcamos de la actitud de los nuevos partidos políticos, tanto de derechas como de izquierdas, y denunciamos en textos claros y aún vigentes las carencias democráticas que conllevaban la concentración de todo el poder en los partidos de forma jerárquica e impositiva. Sin duda, una parte de la historia de este país permanece encerrada en aquellas páginas, que concluyeron en junio de 1980, en parte por agotamiento, en parte porque ya habíamos elaborado el proyecto de la sociedad en la que podíamos creer. Nuestra ciudad también había cambiado. Hoy, en 2014, cuando se alumbra un nuevo proceso constituyente, sería bueno atender parte de aquellas propuestas colectivas por ser alternativas posibles para un mejor funcionamiento de esa democracia que muchos aspiramos, además de favorecer la convivencia y la pluralidad.
El segundo Ajoblanco fue fruto de un encuentro casual entre viejos y nuevos miembros del equipo en tiempos de Thatcher, Reagan y de Felipe González. En octubre de 1987 Ajoblanco repite con la pretensión de democratizar la cultura y aportar textos e imágenes estimulantes para ayudar a tejer una sociedad civil lo más abierta y creativa posible. Quisimos despertar el interés por otros credos y otras culturas. Si en el primer Ajoblanco fuimos agitadores, en el segundo nos profesionalizamos para generar la mejor revista cultural en castellano. Para ello, estudiamos las publicaciones de tendencias que se publicaban en Europa. Viajamos y trabajamos junto a ellos.
Pepe Ribas, Fernando Mir y Jordi Esteva, fundadores del segundo Ajoblanco, en redacción con el diseñador Manel López.
En diseñador Vicens Autonell y el redactor Oscar Fontrodona maquetando un número en 1991.
Sergio Vila Sanjuan y Vicky Sensat e n la redacción de la calle Aragón. 1992
Sergio Vila-Sanjuan.
Jordi Esteva, art director y redactor jefe con Vicens Autonell y Oscar Fontrodona. 1991.
Marcelo Isarrualde (Fotografo) en sala de Maquetaci贸n.
José Luis Sampedro y Pepe Ribas, en redacción durante una entrevista. 1994
Pepe Ribas, director y fundador, en 1987. Fotografiado por Marta Sentís.
Desatascamos la relación creativa, humana y cultural con Latinoamérica, escuchando a sus creadores en su propio territorio, y nos hicimos un poco porteños, mexicanos o cubanos. Recorrimos África, Europa del Este y Japón. Bloqueamos durante más de un mes, mediante el Fax de la Libertad, el comercio internacional de China en 1988, tras los sucesos de Tiananmen. El vacío de valores, las carencias democráticas, el contexto que exige la creación cultural en todos los terrenos y una actitud muy crítica frente a los poderes que asfixian el progreso social y político fueron también armas de una revista que nunca quiso acomodarse. La vida, el ocio, la multiculturalidad y el urbanismo en las ciudades contemporáneas ocuparon parte de nuestras inquietudes. Y lo hicimos desde la independencia y la vocación. En verdad, ejercimos un periodismo de anticipación y también nos convertimos en una escuela de nuevos periodistas y de nuevos gestores culturales puesto que por la publicación, que siempre buscaba renovarse, pasaron más de mil colaboradores.
Comida de equipo Ajoblanco Barcelona con Rolando Graña y Sandra Ikelda, corresponsales en Buenos Aires.
Ricard Robles, Elisaberth Cabrero y Jordi Esteva. 1997.
Jordi Esteva, director de arte y Elisabeth Cabrero, secretaria de redacción.
Álvaro Colomer en la redacción. 1995.
Pepe Ribas, con Maria Ripoll (secretaria de redacción y Fernando Gamero (publicidad) en la fiesta del veinte aniversario, en 1994.
Por desgracia, llegó un momento, en el que el mercado global dirigido por los grandes grupos económicos y mediáticos coparon todas las redes de distribución. Las revistas independientes de gran tirada con influencia y vocación social fueron derribadas. El periodismo independiente escrito empezó a ser uno de los ejercicios más difíciles de practicar. El segundo en diciembre de 1999. Aunque en 2004 Ajoblanco editó un par de números y un especial, hasta ese momento permanece esperando picar de nuevo. Quizá esta exposición facilite el nacimiento de una nueva etapa.
Vista general del brainstorming de 3 días de todo el equipo Ajoblanco en verano de 1996.
Carlos Trías, Antonio Baños y Marc Salinas en el brainstorming de 3 días de todo el equipo en verano de 1996.