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AL ENCUENTRO DE LA PAREJA ENTRE EL AISLAMIENTO Y LA PANDEMIA

AL ENCUENTRO DE LA PAREJA ENTRE EL AISLAMIENTO Y LA PANDEMIA

Alejandro Jiménez De Ávila

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Cuando llegó a nuestros oídos la noticia del SARS-CoV-2 en el año 2019 nunca imaginamos cuan trascendental iba a ser ésta para nuestras vidas, nuestros espacios, mucho menos para nuestras parejas; la pandemia generalizó efectos mayoritariamente negativos a nivel social, personal y en todos los niveles, surgiendo con ellos una mezcla de sentimientos, emociones, afectos envueltos para regalo entre manifestaciones tales como incertidumbre, confusión, ansiedad; y de los más recientes, los duelos por aquellas pérdidas que hemos tenido no sólo a nivel de nuestra libertad, nuestra salud, trabajo, sueños, proyectos, espacios de convivencia mutua, seres queridos, todo lo que el COVID nos ha arrebatado. No ha sido fácil cambiar la rutina de un momento a otro, los nuevos rituales de convivencia, al igual que aquellos que debemos hacer ante todo lo que llegue y entre a nuestra casa, toque nuestras manos pero sobre todo nuestro corazón.

Vemos como con el aislamiento social aumenta la incertidumbre, lo que nos impide poder imaginar el futuro, y como respuesta surgen otras situaciones traumáticas que nos llevan a que aumenten la angustia, la depresión, el vacío emocional, la falta de empatía, aún no sabemos qué otros efectos emocionales y en la salud mental se presentarán ante la falta de certeza en la conclusión de esta pandemia. Así mismo, en este momento no sabemos si ya nos contagiamos y no nos dimos cuenta, si nos dimos cuenta y no hubo

La elección de un compañero está íntimamente ligada a lo que cada uno de nosotros lleva dentro en su cajón o mapa interno. - Lauro Estrada Inda

afectaciones tan graves, o nos dimos cuenta por el contagio a nuestros seres queridos y no sabemos qué curso llevará la enfermedad en estos casos.

Uno de los espacios de convivencia que más se ha visto afectado es el hogar, un espacio que comúnmente era visto y utilizado en pocos momentos, en algunos casos hemos pasado de vernos sólo un momento por la mañana o noche, ya que salíamos a nuestras actividades a lo largo del día, para ahora tener una presencia permanente, donde todo ello puede resultar agotador por momentos, llevándonos al tedio, al aburrimiento de la misma convivencia. La casa era un espacio sólo utilizado para dormir y ahora en este, tenemos guardería, aulas, plaza cívica, canchas, oficina, consultorios (en los casos en los que se han podido llevar tratamientos por video llamada), gimnasio, hemos abierto nuestra vida privada a los demás por la vía virtual impuesto mayoritariamente por las responsabilidades y en otras por la necesidad y deseo de fortalecer vínculos afectivos.

Sin embargo ¿qué pasa con la vida de las parejas? ¿Qué hay de aquellos espacios que teníamos para nuestra individualidad que se han acabado por esta convivencia cotidiana en casa? ¿Cómo enfrentar tanta energía contenida en aquellas pláticas gratificantes con otros, cuando nos veíamos siempre y a toda hora? Hoy siempre estamos los mismos. ¿Qué hay de los pequeños espacios de convivencia que disfrutábamos y que ahora se han convertido en un peso sobre nuestra relación? ¿Qué hay de aquellas relaciones de pareja que apenas iniciaban y la pandemia las separó y de aquellos que estaban por separarse y la pandemia los detuvo? ¿Qué hay de las tareas repartidas, que se han vuelto compartidas y en algunos casos sostenidas solamente por uno de los dos miembros de la pareja, comúnmente la mujer?

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Alejandro Jiménez De Ávila

La pareja cuenta con una gama importante de formas y modalidades de expresión, costumbres, hábitos, reglas, que van desde la unión y desunión, pero que siempre están cubiertos bajo el manto de la época en la que se vive. Tendríamos que reconocer que el amor no es sinónimo de pareja, que hay muchas relaciones de pareja que se sostienen sobre otros componentes, por ello vemos que los estilos de convivencia y el ejercicio de la sexualidad, han evolucionado de forma tan acelerada que en muchas ocasiones, y sobre todo ahora, en los jóvenes en los últimos años son vividas desde el uso de la tecnología. Debemos enfatizar que ahora la tecnología es la que ha absorbido a la relación de pareja, no olvide que ésta (la pareja) es el único tipo de relación humana que para subsistir requiere del máximo de respeto y solidaridad y más aún cuando (en los casos que así sean) los hijos forman parte del vínculo de la pareja, donde hay que poner tiempo para nosotros, para los hijos y para la pareja.

Es difícil pensar en parejas que no presenten algún tipo de conflicto, eso existe sólo en el ideal de algunos, por ello es importante rehacer nuevos espacios de convivencia, en los cuales podamos validar nuestras emociones, sentimientos y afectos. Los niños no son ajenos y perciben cuando hay alguna desavenencia o conflicto entre sus padres, por ello es y siempre será mejor hablar las cosas en pareja y en familia, haciéndolo acorde a su edad; el compartirlo con ellos no nos resta autoridad y esto no sólo permitirá quitar fantasías y culpas en ellos, sino que además serviremos como modelo para que aprendan a decir lo que sienten y como se sienten cuando papá y mamá pelean. La pareja está perdiendo su espacio interno, sin sus familias, sin sus amigos, sin los compañeros de trabajo lo que aumenta reacciones negativas en ocasiones irascibles, con un alto monto de violencia ¿y por qué no reconocerla? es mejor ser honestos con nosotros y nuestra pareja y buscar controlarnos en algún espacio personal como el baño, el patio, el balcón o la azotea, donde podamos metabolizar esa emoción negativa antes de verterla en la pareja o en los hijos. Sin embargo, en aquellos casos donde la falta de control de impulsos aunado al consumo de sustancias esto es prácticamente imposible, es mejor hacer uso de los dispositivos institucionales.

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Hay que ser conscientes que hay parejas que se construyeron desde el inicio de su formación a partir del miedo a hablar con el otro. La relación de pareja está edificada en el temor a derrumbarse y se hace hasta lo imposible para que no se destruya, se medita tanto lo que se tiene que hablar llegando hasta la semana o más, se duda si eso no cambiara la relación, son como espacios sostenidos en un cristal muy frágil que se puede quebrar en cualquier momento; para ello es mejor buscar que la relación no pierda ese componente de amistad que la conquistó, donde se pueda tener la capacidad de hablar de aquello que no nos agrada y poder decir cuando no queremos compartir un momento, un espacio, una serie de televisión o película, o cuando necesitamos que el otro se haga cargo de la casa, de los hijos, de ciertas tareas para que este espacio revitalice al que pide su espacio y esto pueda fortalecer la relación en la confianza. Ser asertivos con lo que se dice y no llenar de paja la conversación, es mejor directamente y sin temores que tropezosamente y con rencores, es decir, construir o reconstruirse a partir de la confianza y el respeto; si es necesario poner reglas hay que hacerlo pero sin que sea un reglamento interno, sino las necesarias para que la convivencia y relación no se pierdan. De por sí ya vivimos en un mundo con tantas exigencias, con las prohibiciones propias de la pandemia como para exigir más al interior del hogar.

Hay parejas que estaban en proceso de formación, otras en el de separación previo a la pandemia y esto generó un periodo de pausa en la relación, lo que ha llevado en algunos casos a problemas emocionales, por un lado, tales como la depresión, ansiedad o adicciones, y por el otro, a confundir el ser un apoyo con hacernos cargo de nuestra pareja. Estas condiciones generadas por la separación nos deben permitir continuar en contacto con el otro, a través de un mensaje, una llamada, una video llamada que no nos lleve a ser invasivos y sobre todo a no respetar el espacio. Encontramos casos de aquellos que pasaron de iniciar el noviazgo a vivir juntos para reducir los riesgos de convivencia con otros y la posibilidad del contagio, y algunos más decidieron justo la separación

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porque convivían con alguna persona con factores de riesgo, en ambos casos es importante con distancia y sin ella, continuar buscando espacios de convergencia que nos lleven a vivir un amor romántico y a desarrollar la ternura, que a veces pareciera que está divorciada de la relación de pareja o que al convivir más somos más rígidos y ya no nos permitimos ser tiernos. Válido es escribir una carta, mandar un mensaje de texto o voz, dedicarle una canción, compartir una película o serie, y mientras se está disfrutando, mandarse audios o mensajes de sus impresiones o compartirlas al finalizar el capítulo, pero que se haga juntos, no cada quien en horario diferentes, es decir, apostarle a fortalecer de diferentes maneras el vínculo.

La vida sexual para algunos terminó al no tener ese contacto físico y ahora recurren a vivirla de manera virtual (que nunca se comparará a vivirla en pareja) apostando a la fantasía y la ternura, pero se debe seguir cuidando la intimidad y respeto entre ambos y no compartiendo sus encuentros con otros (salvo en los casos en que la pareja así lo decida, pero no de forma unitaria). Vemos como, sobre todo en el caso de los jóvenes, una práctica muy común es que sus citas se dan de manera virtual, salas de chat o grupos de Facebook, que en algunas ocasiones sirven como un espacio para la descarga pronta y fugaz, pero que después les lleva al “ghosting” (hacerse el fantasma e irse así) de esta era digital que no sólo afecta a quienes lo practican sino que pueden llevar a fortalecer sus inseguridades en el otro. De igual manera aquellas parejas que estaban por separarse pueden tener encuentros sexuales que no necesariamente lleven a la culpa, al castigo, sino a entender que son seres humanos y la soledad puede llevar a compartir nuestra vida sexual y aunque ahora el vínculo no es el mismo, hubo uno que al principio permitió estar juntos, esto no quiere decir que se vayan a reconciliar o que en algunos casos no haya infidelidades, y en caso que las haya habían estado presentes anterior a la pandemia y no son efecto de este problema de salud, sino de la estructura y construcción de la pareja, es decir la separación emocional ya estaba y sólo faltaba culminar la separación física. En algunos casos pueden regresar en los sueños o pensamientos las parejas anteriores, y no necesariamente se busca regresar con ellas, en algunas ocasiones sólo es una forma de volver a algún lugar o momento donde nos sentimos felices, contenidos, abrazados a aquellas personas que nos fueron significativas en su momento y que no se debe ver como una amenaza a la relación o al vínculo.

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Este proceso pandémico debe generar cambios en la relación de pareja, conocerse más, encontrarse y reencontrarse, construir nuevos espacios de convivencia y de ausencia sin sufrimiento, a dejar de pelear, sobretodo porque no sabemos cuánto tiempo de vida le quede a la pareja o a los miembros de ésta, a aprender a enfrentar los problemas sobre todo cuando sucedan y no esperar a que “pase esto” para que se resuelvan, siendo resolutivos, confiados, tiernos, amorosos, comprender que somos modelo y ejemplo ante los hijos y que esta pandemia nos tiene de por si estresados como para aumentarle más estrés a nuestros convivientes.

ALEJANDRO JIMÉNEZ DE ÁVILA.

Licenciado en Psicología Clínica por la UAZ. Maestro en Intervención Psicoterapéutica con énfasis en niños y adolescentes por el IFIP. Doctorante en Psicoanálisis con énfasis en pareja y familia. Miembro del Colegio de Psicólogos por la Salud Mental de Zacatecas A.C. Adscrito a la Subdirección de Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud de Zacatecas.

REFERENCIAS

(1) Velasco Alva, F. (2016) ¿Es posible el amor en el siglo XXI?, México, Editorial Trillas. Primera edición, mayo 2016.

Estrada Inda, L. (1997) Para Entender el Amor Relaciones humanas, México, Editorial Grijalbo Mondadori, junio 1997.

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