4 minute read

EL PROBLEMÁTICO NUDO DE LAS REDES SOCIALES

Juan Francisco Valerio Quintero

Advertisement

Consejero Ciudadano del Consejo Estatal de Bioética

¡El mágico dinero! Sobre los huesos se levanta, sobre los huesos de los hombres se levanta… Porque el dinero es infinito y crea desiertos infinitos

- Octavio Paz, Libertad bajo palabra

El Romanticismo fue un movimiento literario alemán que atrajo rápidamente a filósofos como Schiller, Heine y Nietzsche, o músicos como Wagner. Al examinar la operación y consecuencias de las redes sociales, resulta útil su contraste con algunas similitudes y diferencias que mantienen respecto del Romanticismo, que se caracterizó por una radical oposición a la comercialización del arte, del cual decían que debe tener valor por sí mismo.

En su penetrante estudio sobre este movimiento, Rudiger Safranski (2007, 15), emplea como epígrafe un fragmento del poema la “Varita mágica”, de Eichendorff: “Y el mundo comienza a cantar / si das con la palabra mágica”. Tratemos, pues, de dar con “la palabra mágica” que haga “cantar” a las redes sociales intentando que nos muestren su verdadero rostro.

Ante la profusión de lectura y escritura que experimentaba Europa, Schiller, calificó el siglo XVIII como “el siglo manchado de tinta” (Safranski, p. 47). Esta compulsión a la lectura, dice, “se convierte casi en una epidemia dentro de los círculos de la burguesía y de la pequeña burguesía”, a punto tal que muchos vieron en esta “furia” una amenaza a los valores prevalecientes. Señalaban la dificultad de “controlar lo que sucede en la persona que lee”, advirtiendo que en ella se ocultan “excitaciones y fantasías”. Una joven que devora apasionadamente una novela en un sofá, “¿no se entrega secretamente a excesos?”.

Safranski sostiene que entre 1750 y 1800 “se duplica el número de los que saben leer”. Pero, además, “Desaparece la autoridad de los grandes libros importantes -la Biblia, los devocionarios, los almanaques…”. El libro estableció una nueva sociabilidad en la cual se modificaron las fronteras entre el que sabe y el que no, el que dicta y el que obedece, propiciando una ruptura en las relaciones sociales tradicionales.

CONTINÚA... EL PROBLEMÁTICO NUDO DE LAS REDES SOCIALES

Juan Francisco Valerio Quintero

Consejero ciudadano del Consejo Estatal de Bioética

La historia da cuenta de que la información juega un papel central en la sociedad, en el proceso de trabajo y en la lucha por mantener o combatir el poder. La informática confirma lo anterior más allá de toda duda. El documental de Netflix, El dilema de las redes sociales, muestra la experiencia autocrítica y las dudas de ejecutivos y expertos desarrolladores de las plataformas integrantes de las redes sociales sobre sus propias creaciones.

Cuando uno de los desarrolladores de estas plataformas dice: “creí que era una fuerza para el bien”, quiere decir que algo anda mal. Cuando leemos (unotv.com, 07/04/21) que un joven se suicida al perder una partida de videojuegos, o cuando tomamos conciencia del ciberacoso, de las extorsiones desde teléfonos móviles o de la pornografía infantil comprobamos que, efectivamente, muchas cosas andan mal. A lo anterior se agrega el “jaqueo”, la suplantación de identidad, el robo de información y la adicción al like.

Otro de los entrevistados nos dice que las redes sociales son “herramientas que han creado cosas maravillosas, pero hemos sido ingenuos”. Nuestra ingenuidad reside en aceptarlas sin advertir su naturaleza ni sus consecuencias reales y potenciales. Dicho en sus términos, necesitamos información sobre los medios que transmiten la información. En este punto, el valor del documental adquiere su plena dimensión, puesto que son los creadores de las redes sociales quienes contrastan los propósitos de su propio trabajo con los resultados obtenidos y los efectos sociales y humanos que producen.

Las redes sociales toman como producto a quienes las utilizan. “Su negocio es nuestro tiempo en la pantalla”. Dicho por los propios desarrolladores, la red mundial, el WWW, permite que cerca de tres mil millones de personas piensen lo que cincuenta personas quieren. Pero, al ocuparnos de temas que otros quieren, alejan nuestro pensamiento de los temas y problemas que son verdaderamente trascendentes para nosotros.

La red mundial permite -ese es su negocio- que esos miles de millones de usuarios depositen su vida en la Internet, aporten su información, sus gustos y preferencias, pero, además, que esos gustos y preferencias sean moldeables por el interés de los anunciantes. Todo lo que se hace en la red se observa, se mide y se guarda. Y se utiliza en contra nuestra al crearnos necesidad de lo superfluo. La red nos conoce mejor que nosotros mismos, nos convierte en seres previsibles gracias a la tecnología de la persuasión. Y esto modela nuestra vida; hace de nosotros víctimas inocentes e indefensas, como ya se dijo, del capitalismo de vigilancia.

This article is from: