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La formación de investigadores en Psicología
Capítulo XIII. Planteamiento del problema de investigación en estudiantes del doctorado en psicología en modalidad a distancia.
Las últimas décadas se han caracterizadas por cambios vertiginosos producidos en prácticamente todas las áreas del quehacer humano. La globalización, aunada a la alta tecnologización, consideradas macro fenómenos sociales y culturales, han traído consigo grandes transformaciones en el acontecer humano que nos impulsan a replantear los modelos que lo fundamentan (Ortiz y Méndez, 2015). Por supuesto, dichos cambios están teniendo especial relevancia en el campo educativo universitario, formador del capital humano en esta creciente sociedad del conocimiento (De Rivas, Cárdenas y Maldonado, 2012; Pastor, 2005). Como afirma Quintana (2008), el papel de la investigación, la innovación y la generación de tecnología es considerado en la actualidad la base central del crecimiento y de la dinámica económica de las sociedades modernas. Sin embargo, según reporta el CONACYT, en 2016 “México contaba solamente con 0.7 investigadores por cada mil habitantes de la PEA, es decir, México no cuenta ni siquiera con 1 investigador por cada 1000 personas que realizan alguna actividad económica” (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 2020, p.10). A diferencia de países como Singapur, Japón y Francia en los que cuentan con al menos 10 científicos por cada mil personas de la PEA. En 2019, el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) contaba solo con 30,548 miembros, entre candidatos y niveles I a III (SEMARNAT, 2020). En las universidades se han venido concentrando la mayor parte de la generación de la investigación, así como de la formación de futuros investigadores, desde la licenciatura hasta el nivel de estudios doctorales. Dichos estudios se cursan ya sea en modalidad presencial, a distancia o mixta. El presente trabajo se centra en la formación de investigadores a nivel doctoral en psicología y en modalidad a distancia. La fo rm a ción d e i nv esti ga do re s en P sic ol ogí a
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Si bien la tarea de formar investigadores resulta compleja (Carrasco, Baldivieso y Di Lorenzo, 2016), el caso de la psicología trae consigo dificultades adicionales en varios sentidos. Por una parte, como expresa Ribes (2004), por la diversidad de objetos de estudio, la llamada Psicología resulta ser actualmente una disciplina multiparadigmática, y añade: “Las distintas psicologías difieren en su concepción de qué es lo psicológico, en cómo se estudia, para qué y para quién se aplica ese conocimiento, aunque todas ellas se reconozcan en un mismo nombre…” (p.11). Por otra parte, encontramos la común falta de delimitación entre la psicología como disciplina científica y como profesión. Se le denomina por igual al psicólogo que, centrado en el modo de conocimiento científico, trabaja con los fenómenos psicológicos produciendo conocimiento abstracto respecto a éstos; a diferencia del profesionista que, centrado en el modo de conocimiento tecnológico que como interdisciplina aborda problemas sociales en los intervienen aspectos psicológicos (Ribes, 2019), se encarga de producir un saber práctico, derivado de conocimiento básico, estableciendo lineamientos para implementar acciones en contextos afines, o sea que propone reglas concretas, pero generales, respecto al modo y medios a través de los cuales se va a transformar el fenómeno o situación social (Melgoza, 1990). De esta manera, en el doctorado encontramos proyectos de investigación desde los diferentes “enfoques” teóricos, así como centrados en investigación de ciencia básica o mayormente en investigación tecnológica. Como Ribes (2016) expresa, el concepto “investigación” refiere el proceso de búsqueda de respuestas a las preguntas que la teoría plantea, a sus derivaciones o sus aplicaciones. Es decir, si bien todos los proyectos se dirigen a producir conocimiento, unos se centran en descubrir regularidades en fenómenos generales a fin de producir principios, relaciones, clasificaciones, etc., de dichos fenómenos; mientras que otros proyectos se dirigen a innovar procedimientos y artefactos aplicables a problemas sociales, a fin de identificar variables implicadas en éstos, proponer procedimientos de medición, de prevención o de tratamiento de los mismos. A partir de esta diversidad paradigmática, la cual conlleva posturas ontológicas y epistemológicas también diversas, así como la ubicación en el modo científico o en el tecnológico, nos encontramos en el cuestionamiento acerca del camino a seguir en la conducción de los proyectos de investigación de los estudiantes del doctorado. Al respecto, Ribes (2016, p.88) expresa: Las psicologías descritas por cada paradigma son distintas porque estudian un objeto de conocimiento diferente, plantean preguntas diversas y, en consecuencia, buscan respuestas distintas. Los medios para responder a esas preguntas —categorías, método, tipo de datos, criterios de evidencia, representaciones conceptuales y otros más— son específicos a cada una de ellas, como una psicología distinta. Esto implica que cada postura teórica requiere de la ejecución de maneras correspondientes de producción de conocimiento. En este sentido, Padilla (2008) realizó un estudio para evaluar si la dominancia de cierto tipo de categorías teóricas promovía o facilitaba el ejercicio de competencias específicas, encontrando que la formación teórica estandariza y uniforma la manera y características de la investigación que realiza. A lo que Ribes (2016) concluye que, cada perspectiva teórica conlleva a su propio proceder investigativo.