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Autorregulación, co-regulación y regulación socialmente compartida

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Conclusiones

Conclusiones

una vez que los niños y niñas se han apropiado de ellas, les permiten reconocer e interpretar su entorno (Aguirre, 2000).

En este punto, cabe enfatizar, que la familia es la unidad primaria responsable de criar a los niños/as; sin embargo, dentro de las diferentes familias puede existir variaciones en la práctica de crianza dependiendo de la constitución psicológica de los padres (incluyendo su propia personalidad), las experiencias que tuvieron y las condiciones en las que viven. Por otro lado, independientemente de estas variaciones, existen prácticas de crianza eficientes en las que se espera que: 1) Promuevan el bienestar psicosocial, como: Seguridad emocional, apoyo de la socialización, y brindar afecto; 2) Promuevan el desarrollo mental, como: Privilegiar la interacción, estimular el aprendizaje y promover el juego y 3) Faciliten la interacción del niño o niña con otros fuera de casa, como: Participar en la comunidad, en los eventos escolares y visitar centros recreativos acorde a su edad. Las prácticas de crianza que los padres realizan se transmiten y crean un clima emocional positivo o negativo que determinará el desarrollo de los hijos e hijas, así como el vínculo que se dará entre ambos (Torío, et al., 2008). Las prácticas de crianza positivas crean un contexto para la empatía, expresión de emociones, comunicación clara y abierta, con límites claros y disciplina, enfocadas en la resolución de conflictos y donde los hijos e hijas se sienten apoyados. Estas prácticas se relacionan con niños/as seguros, autónomos, con madurez emocional y habilidades de comunicación e interacción (Castillo, 2016; Cuervo, 2010 como se citó en Barcelata & Gutiérrez, 2018).

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Por el contrario, las prácticas de crianza negativas con un estilo irritable, explosivo y asociado a emociones negativas, pueden fomentar el comportamiento inadecuado de los niños/as (Morales, 2019). Los problemas de conducta más frecuentes asociados a estas prácticas de crianza son los berrinches, la discusión con adultos, la oposición, la desobediencia, la irritabilidad, el enojo, el resentimiento hacia las figuras de autoridad, la agresión, la inatención y la hiperactividad (Morales & Vázquez, 2014). Es importante recalcar que el clima emocional familiar no solo conlleva prácticas de crianza, sino que también se asocia de manera directa con la co-regulación, la autorregulación y, por ende, con la regulación socialmente compartida; pues las emociones que se generan en cada miembro de la familia retroalimentan y se ven retroalimentadas por la interacción con el resto de los integrantes. Autor re gul a ción , co-re gul a ción y regu la ci ón soci alm en te c omp art id a

En el marco de los estudios sobre el aprendizaje autorregulado se propone establecer la diferenciación entre la autorregulación, la co-regulación y la regulación socialmente compartida (Hadwin & Oshige, 2011). Cada uno de estos constructos trata sobre procesos de regulación (monitoreo, evaluación y regulación), así como mecanismos regulatorios (motivación, cognición o comportamiento) (Hadwin et al., 2017). La autorregulación es el proceso individual, donde se realiza la planificación, monitoreo y regulación deliberada de los procesos cognitivos, conductuales y emocionales hacia la finalización de una tarea. Se produce en tareas independientes, cooperativas o colaborativas y conduce a cambios en el conocimiento, las creencias y las estrategias que los individuos llevan a cabo en contextos de nuevas tareas, así como cambios en las estructuras y condiciones del entorno (Hadwin et al., 2017; Hadwin & Oshige, 2011). El objetivo final de la autorregulación es la independencia o adaptación personal, pues es la capacidad de los individuos para modificar su conducta en virtud de sus propias metas o de las demandas cognitivas, emocionales y sociales planteadas en situaciones específicas (Ato et al., 2004). El desarrollo de la autorregulación progresa desde la co-regulación donde el proceso es asistido por otros hasta la autorregulación donde se usan las herramientas adquiridas en la interacción social (Martínez & Pichardo, 2018). La co-regulación es la coordinación temporal de la regulación entre uno mismo y otros, es decir que es un proceso de transición en la adquisición de un aprendizaje autorregulado por parte del niño/a, en el que se apropia gradualmente de las estrategias regulatorias mediante interacciones con personas significativas que tengan mayor capacidad. Estas interacciones emergentes median temporalmente el trabajo regulatorio mediante estrategias de monitoreo, evaluación, establecimiento de metas y motivación (Hadwin et al., 2017). El aprendizaje co-regulado se caracteriza por a) interacciones emergentes, b) apoyo transitorio y calibrado al servicio de la autorregulación, c) las propiedades de la mediación como guía o influencia en el aprendizaje autorregulado a través de medios sociales o claves y, d) promover o potenciar la apropiación de habilidades y procesos de autorregulación (Hadwin & Oshige, 2011). En el contexto socioemocional, la co-regulación es un proceso primordial para el desarrollo de la autorregulación. La co-regulación permite que el niño/a obtenga retroalimentación sobre sus emociones y comportamientos, identificando si sus reacciones son apropiadas en un contexto dado (Martínez & Pichardo, 2018). Mediante estas experiencias proporcionadas en la vida cotidiana, el niño/a desarrolla el conocimiento y las habilidades necesarias para moldear su forma de pensar y actuar, de manera que pueda adaptarse con éxito a su entorno social (Nagaoka et al., 2015). La co-regulación se negocia y construye conjuntamente, debido a que mediante la interacción y la experiencia surge el desarrollo de la autorregulación, de este modo cada uno de los participantes aporta diferentes tipos de desafíos y de experiencia en la regulación emergente (Hadwin et al., 2017). 181

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