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el héroe del sax.
from PLAYA DE MALLORCA
by Ciento Uno ®
(bajo), y Victor Lewis (batería), completaron ese agasajo nocturno digno del mejor de los gourmets musicales. Cada sonido proveniente de aquel saxofón que brillaba como el traje de un torero, resultó una bala contra el tiempo inconsecuente, una bala contra el cruel silencio de la incertidumbre, un tiro de gracia al padre Cronos que devora cada segundo con el hambre de una bestia delirante.
Stan Getz nació en Filadelfia, en 1927, debutó a los 15 años de edad. A lo largo de su amplia trayectoria musical, alternó con otros grandes como Oscar Peterson, Horace Silver, Charlie Parker, Jim McNeelly y Kenny Barron, entre otros. En los años 50’s vio la luz su álbum titulado: “West Coast Jazz”, que lo colocó en el firmamento de los interpretes de un jazz melódico y artesanal, sin los excesos armónicos del Hard Bop.
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Su adicción a las drogas le llevó a abandonar los Estados Unidos, en busca de una fuga geográfica. A finales de los 50’s, arribó a Copenhague (Dinamarca), no fue con las manos vacías, sino con aquel preciado saxofón con el que sedujo a las antiguas almas vikingas.
Stan Getz retornó a los Estados Unidos en 1961, encontrándose con la frialdad de un público que ya no lo reconocía. Pero en 1962, su trayectoria emergió para retomar un segundo aire de la mano del álbum “Jazz Samba”, alternando con el guitarrista Charlie Byrd. Su grandilocuente interpretación de “Desafinado”, canción de Tom Jobim, le llevó a ganar el Grammy.
AlD o FU lCANELLi
En 1987, el saxofonistas estadounidense Stan Getz, apareció en Copenhague (Alemania), desde el café Montmartre, brindó una actuación memorable.
Se trataba del veterano del jazz, el mismo que había logrado sobrevivir a las adicciones, y que había ideado una manera genial de reinventarse pasando del estilo Cool o West Coast, al bossa nova que le llevó a conquistar el éxito mundial.
Pero ahí estaba aquel ave de todas las tempestades, mirando al público como lo haría un genio que viaja desde los aires, derrochando imperceptibles partículas subatómicas desde aquél saxofón, aquél saxofón que transformó las notas en misteriosos arcanos que resguardan uno de los más grandes secretos del arte.
Aquella misma noche, su interpretación de Stella By Starlight, un standar interpretado y reinterpretado, se convirtió en icónico.
El arte consistió en meter un montón de notas en un breve compás, hablarle al corazón en un idioma sin palabras, hablarle desde el sonido tan plácido; como un atardecer pletorico desde la Rivera Francesa, con todo y el sol crepuscular agonizando al ritmo del jazz.
La tercia compuesta por Kenny Barron (piano), Rufus Reid
La bossa nova conquistó el alma de Stan Getz, quien supo incrustar sus notas preciosas, al ritmo seductor e hilarante de aquel estilo importado desde el cálido Brasil. La canción “The Girl of Ipanema” (Antonio Carlos Jobim), se convirtió en un éxito mundial, y significo la verdadera gran entrada de Stan Getz al mercado discográfico.
Sus colaboraciones con Joao Gilberto y Astrud Gilberto, se convirtieron en un clásico, y su álbum “Getz/Gilberto”, consiguieron un éxito atronador. El resurgimiento de Stan Getz, de la mano de la bossa nova, es uno de los grandes acontecimientos de la música pop del siglo XX.
A finales de los 60’s Stan Getz continuó experimentando nuevas sensaciones musicales, e ingresó al nuevo mundo del jazz, que admitió la fusión con el rock y nuevas posibilidades armónicas.
El toque personal de San Getz, se renovó en sus colaboraciones con Chick Corea y Stanley Clarke por ejemplo, músicos de la nueva ola que incorporaron posibilidades cada vez más arriesgadas.
A pesar de un cáncer de hígado, Stan Getz continuó en los escenarios hasta 1990, fecha en que ofreció su último concierto.
Hoy es posible retomar a Stan Getz gracias a la magia de las grabaciones. A los amantes de la música, no les está permitido ignorar aquel saxofón poético, que compartió frases musicales que solo el corazón podría traducir.