7 minute read

V\u00CDCTIMAS EDJANGA DIVENDU JONES NDJOLI

VÍCTIMAS

Edjanga Divendu Jones Ndjoli

Hablaré para que me escuches y luego…desapareceré para que existas

Cuesta asumir la intrahistoria de un cuerpo demolido y hecho añicos. Pedazos de carne, piel lisa estirada hastadesgarrarse, morados en la tez, mirada perdida hervida en la sangre…

Cuesta escuchar lo que dice alguien que ha sido arroyado por una fuerza superior a sí mismo. Descarnado,fusilado en la mente por esa memoria que le azota en la que empezó a dejar de ser él o ella misma. Pero lo quemás cuesta asumir es que uno mismo ha sido objeto de tal barbaridad.

¿He sido una víctima?

Podría repetirme esta pregunta un millón de veces, y tal vez lanzar un sí porque en algún momento sentí un agravio por ser hombre, por ser mujer, por negro, asiático, blanco, piel linaza. Y asumiría el catálogo victimario con relajación sabiendo que hay una historia que me ampara: la de las injusticias, la de los muertos en campos de concentración, la de los estudiantes en Tiananmen...

Y podría decir que soy víctima con el pecho hinchado al ser depositario del rigor y verdad que nadie me puedequitar. MI POTESTAD Y DERECHO. ¿Pero somos nosotros los que decidimos definirnos como víctimas?

Puede parecer una pregunta poco importante, pero lo cierto es que la historia de los que han sufrido atropellos durante siglos no es fácil de escuchar y siempre señala con el dedo a unos frente a otros. Los hijos de los hijos crecen rehuyendo la vergüenza o la idea de que no tuvieron nada que ver: ellos no fueron los culpables de los crímenes “justificados” o no. Tal que así, que al final debe ser una institución a temporal por encima de la finitud de la existencia de nuestras vidas que pueda dirimir justicia en pro del equilibrio entre “hombres y mujeres” iguales.

Pero en realidad el Estado, sus leyes y las instituciones que nos amparan solo nos cuentan parte de la historiaentre dos de sus grupos protagonistas: los vencedores y los vencidos. El Estado solo reconoce como víctimas aaquellos que han sido depositarios simbólicamente de ser los damnificados de una guerra o disputa.

60Fragmentos

Foto por Edjanga Divendu Jones Ndjoli

1 de marzo de 2019 61

Foto por Pieter Hugo

La guerra solo confiere el estatus de víctima aquellos que han Estado al lado del bando ganador desde el inicio oen perjuicio de ello, los ganadores se apropian de las víctimas para introducirlas en su discurso “ganador” comoprueba o herramienta moral dentro de su argumentario.

Hay muchas más víctimas de las que oficialmente se dicen, hay millones de fosas comunes llenas de huesoscalcificados que se unen como esquejes de árboles formando un solo cuerpo.

Las víctimas solo pueden ser reconocidas en un discurso ganador, donde se ratifican los valores “del conquistador”.El relato se deforma y todos creemos ser partícipes de este “triunfo”.

Sin embargo, un ejemplo, después de 500 años de esclavitud, colonización, y ahora neo-colonización ¿Quésomos los africanos, los negro-africanos?

62Fragmentos

Es evidente que somos perdedores. Y es tan evidente que somos los perdedores porque no tenemos en la memoria registrado el momento de una guerra que se inició contra nosotros, contra nuestra existencia. Algunos ni siquiera asumen que hubo tal guerra, y que hubo y hay unos bandos que nosotros no creamos porque ni siquiera nos identificábamos con ellos. Ser negro o ser blanco.

Podría mirar a un blanco con odio, como queriendo abalanzarme sobre su yugular y sacarle la sangre como unvampiro. Si alguien me preguntara diría, “él se lo buscó…”, pero lo víctima nunca sería yo, claro que no.

Tengo miles de llagas, de esas que en cada latigazo hacían saltar las chispas de piel rojiza sobre el suelo, no las ves, pero las siento como pequeños gusanos de seda sobre mi espalda, y no las verás. Puede que nunca hayamos estado en el bando ganador, pero vendría bien recordar que nosotros no creamos ningún bando, no creamos ninguna guerra.

1 de marzo de 2019 63

Pero sí que hemos participado en guerras, en favor o en contra de, en Cuba, Estados Unidos, en Francia en laGuerra Mundial, en Haití, Congo, Angola, Sudáfrica…

¿Siempre hemos estado en el bando perdedor?

Sinceramente eso no me preocupa tanto…

“1º regla para ser una víctima debes ser reconocido como un ser humano” Volviendo a las víctimas, creo que el tema de las víctimas tiene un doble sentido, como si fuera una figura ambivalente en el discurso político actual. Creo el Estado al apropiarse de la figura de la víctima y asimilarla en su discurso ganador de vencedores y vencidos los dota de un poder que tiene a su vez un sentido ambiguo, como devolver el golpe o agravio con la fuerza del poder del Estado para sentirse superior. Y aun siendo con las herramientas que preconiza todo Estado democrático, ¿qué clase de convivencia podría sustentarse en el olvido de unos sobre otros o con la acción del Estado de derecho con todo su poder como un mazo?

El dolor es el gran ausente de este proceso, queda relegado a una prueba de un papel de un sumario, recopiladoen números y datos. Pero al final, ¿quién escucha a quién? ¿quién asume el dolor de las víctimas? Tal vez nisiquiera ellas mismas, pero menos nosotros, individualmente, que estamos lejos o cerca.

Hay una gran diferencia entre decir que algo ha pasado y asumir que ha pasado. El empoderamiento político delas víctimas tiene un punto que les dota no solo de una forma moral, sino como instrumento o razón coercitiva,de reclamación de recursos dentro del Estado y “poder”.

En realidad, de esta forma “el débil” se convierte en fuerte. Lo creo porque creo que los Estados no están concebidos de un razonamiento plural de posiciones de forma natural, capaz de ser trascendente y generoso con todas las partes. Es más, estamos en un estado de competencia constante por los recursos que existen y presentarnos como “víctimas” es una parte más del argumentario:

Yo, como mujer, en mí residen los años de la opresión, donde no podías trabajar o educarte. A expensas de unaestructura patriarcal que me diera “el permiso” sin potestad de nada, los cuerpos violados, prostituidos…

Yo como hombre siempre he sido parte del discurso ganador así que no puedo quejarme de nada. Aun siendo partede este sistema, que ha explotado la vida que ha hecho de los hombres personas útiles de su sistema de explotaciónperverso, reduciendo en gran parte nuestra actitud a un instinto depredador.

Al final todos somos víctimas del sistema porque el sistema no nos escucha. El sistema alimenta nuestra sed de compensación, entre vencedores y vencidos. Solo buscamos obtener el rédito de sentirnos reconocidos, a través de recompensas y gestos. Y en realidad, lo que importa, que es el dolor de cada uno, ese tenebroso relato, nunca llegamos a escucharlo.

64Fragmentos

Es el dolor el gran ausento en este proceso de la composición política de una legitimidad institucional de unavíctima, y sí está presente la ratificación de las estructuras de poder y sus señas.

Así que hay tantas víctimas que lo son, como tantas que no lo son y cualquiera podría enfundarse el traje dedefensor de las víctimas en busca de recursos, rédito público o lo que sea: feminismo, racismo, homofobia...

Escucharnos y aceptar el dolor del otro es la gran tarea pendiente es el verdadero ejercicio que queda aparcado, tutelados por este Estado redentor que quiere a “todos por igual” seamos ganadores o perdedores. En realidad, solo queremos ganar, todos queremos ganar frente a otros; disputas personales o familiares; de trabajo; los blancos sobre los negros; los negros sobre los blancos; las mujeres sobre los hombres; los hombres sobre las mujeres; israelís sobre palestinos, asiáticos…

En realidad, nadie quiere ser una víctima, porque a las víctimas de verdad nadie las escucha y su dolor esindisoluble e insoportable. Su relato no nos conmueve, nos genera miedo, pavor, pero, sobre todo, nos espeta laresponsabilidad de tener que hacer algo y eso no nos gusta, para nada.

“Yo no puedo asumir lo que me ha pasado, y si lo asumiera, si tuviera el valor, debería reconocer que no hay una fuerza superior que me escuche, que me ampare. Esperas que las cosas sean de otra forma, pero no. ¿Qué me pidan perdón? solo puedo quedarme con esa idea y asumir que todo pasó y asumir que la vida continua, aun lisiado, continua y no hay más…”

Foto por Pieter Hugo

65

This article is from: