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ADOLFOTÓGRAFO
EN MOVIMIENTO
Adolfo Patiño EL NACIMIENTO ARTÍSTICO DE ADOLFOTÓGRAFO
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Elisa Lozano
Adolfo Patiño —notable e irreverente artista plástico conocido como Peyote, Adolfotógrafo o Adolfrido— hubiera cumplido 63 años el 7 de diciembre y, para celebrar su intensa vida, traemos a las páginas de esta sección una serie de imágenes que dan cuenta de sus primeros pasos por la fotografía. Se trata de un camino que Patiño inició en la adolescencia y transitó acompañado de su hermano menor, el querido Armando Cristeto, quien en una amena charla compartió las correrías de ambos por foros, museos y cines y, generosamente, permitió la reproducción de sus materiales.
A pregunta expresa sobre cómo y cuándo nace en Adolfo el gusto por la fotografía y el cine, Armando Cristeto comenta:
Adolfo Patiño tenía apenas 16 años cuando, equipado con una cámara Kodak Retinette, comenzó a registrar las actividades del Club Procinemex. En la imagen aparecen durante una visita a los Estudios Churubusco, su hermano, el adolescente Armando Cristeto Patiño, Germán Valdés Tin-Tán, los hermanos Gurza y miembros del citado club.
Adolfo empezó a tomar fotos desde que tenía 13 años cuando, a raíz de un trabajo escolar, mi padre le regaló una cámara pequeña y desde muy pequeños mis padres nos llevaban al cine, nos la pasábamos ahí y ya de adolescentes, más. Éramos muy afectos a ver las películas mexicanas, nos las sabíamos todas. Y fue por esa pasión que en 1971 entramos al Club Procinemex, en el cualquiera podía inscribirse. Se pagaban cinco o diez pesos y las actividades eran ir a los foros de los Estudios Churubusco, ver las filmaciones, convivir con los actores en eventos y comidas, y ver las películas en funciones privadas desde su primer corte, ya que los productores veían ahí las reacciones del público. Venían muchos chicos de provincia con la esperanza de triunfar como actores o cantantes, pensando que esa era una buena plataforma para conocer a gente del medio.
Adolfo solía llevar su cámara —una Kodak Retinett de 35 mm— a esas visitas, así que los miembros del Club le pedían que les tomara fotos al lado de sus artistas favoritos, como Jorge Rivero, Anel, Rogelio Guerra, Julio Aldama, Hilda Aguirre, Germán Valdés Tin Tán, Agustín Martínez Solares, Rosalba Brambila, Irma Serrano, Rosy Mendoza, Sasha Montenegro —que estaba empezando su carrera en México— los hermanos Almada, el cinefotógrafo Alex Phillips Jr., etcétera.
Cada vez le solicitaban más fotos, entonces comenzó a venderlas por 5 o 10 pesos. Adolfo tenía 16 años, yo 13 y era su flamante ayudante, le cargaba la maleta con la cámara y el flash y en una libretita anotaba los pedidos. Él ya estaba en el cch y yo en la Escuela Nacional Preparatoria número 2, la pasábamos bomba, y al tiempo que veíamos mucho cine, compulsivamente —costumbre que conservo a la fecha— sábados y domingos recorríamos todos los museos de la ciudad, nos movíamos en metro y, como éramos chicos bien portados, mis padres nos dejaban ir a todos lados. Éramos asiduos asistentes de la Muestra Internacional de Cine, en el cine Roble y cuando se inauguró la Cineteca Nacional [1974] junto a los Estudios Churubusco, nuestras visitas a los foros se hicieron más frecuentes; además, ya conocíamos a la gente de ahí, a los técnicos, actores y extras.
Adolfo Patiño retrató a Verónica Castro en 1971, cuando ésta protagonizaba con el cantante José José el melodrama Un sueño de amor, del director Rubén Galindo.
Como paréntesis te cuento que una de ellas era Doña Pinoles, quien promovía a su niño Pinolito, actor infantil de películas como Fe, esperanza y caridad (Jorge Fons, Alberto Bojórquez, Luis Alcoriza, 1974); años después ambos serían los protagonistas de Quebranto, el estupendo documental realizado por Roberto Fiesco.
Conocimos también a la actriz Patricia Aspíllaga, y como ella necesitaba fotografías de promoción “contrató” a Adolfo para que le hiciera
Adolfo Patiño captó a Santo “El enmascarado de plata”, súper héroe de la lucha libre y de las pantallas de cine, durante un descanso del rodaje de la cinta Santo contra los asesinos de otros mundos, también dirigida por Rubén Galindo en 1971.
La composición, la pose, la expresión de bailarina y actriz Athenea Baker, da cuenta de la pronta evolución de Adolfo Patiño como fotógrafo.
una serie de retratos a color y en blanco y negro. A ella le gustaron tanto que le pagó 700 pesos (aún tengo guardada la fotocopia del cheque), puede decirse que ese fue el primer trabajo profesional de mi hermano. A partir de entonces se hicieron buenos amigos por lo que Adolfo retrató a Paty en otras ocasiones, tanto en su casa como en los sets.
Sin duda, el contacto con gente del medio cinematográfico —actores, cinefotógrafos y fotógrafos de fijas— fue esencial en la formación de Adolfo Patiño quien, con una clara vocación, nutrida de buenas dosis de literatura, poesía, televisión y cine, entre 1972 y 1974 conforma junto a su hermano grupos culturales estudiantiles, y autonombrándose Adolfotógrafo, irrumpe en la escena pública en 1976, al constituir junto al propio Armando Cristeto, Miguel Fematt, Rogelio Villareal, Agustín Martínez y Xavier Quirarte, el grupo de “Fotógrafos independientes”, que trazó nuevas rutas para la fotografía mexicana al realizar exposiciones ambulantes en plena calle, “amarramos lazos de ropa de un árbol, pusimos las fotografías en cartulinas rígidas con pinzas de ropa de madera [e hicimos] nuestra primera instalación”, diría Patiño.1 De esta forma el grupo “buscaba llegar a nuevos públicos, sensibilizar al ciudadano a la lectura de las imágenes fotográficas y contrarrestar la falta de interés de las instancias oficiales y las galerías por el médium”.2
Artista inquieto, experimentador nato, en una búsqueda constante de nuevos lenguajes, Adolfotógrafo llega al cine de manera natural. En 1978 escribe, dirige y fotografía (en formato súper 8 mm) la película experimental Ying Yang, con Juan José Gurrola en el rol central, de la cual hablaremos en el próximo número. n
1 Adolfo Patiño en Dulce María de Alvarado Chaparro,
Perfomance en México, 28 testimonios 19952000, México, 17
Instituto de Estudios Críticos, Conaculta, Fonca, p. 265. 2 “Fotógrafos independientes”, en Olivier Debroise, et al.,
La era de la discrepancia. Arte y cultura visual en México. 19681997, México, unam, 2006, p. 210. Adolfo Patiño retrató por vez primera a la actriz peruana Patricia Aspíllaga en 1971 y a partir de entonces se hicieron buenos amigos. Al año siguiente el novel fotógrafo la registrará durante la filmación de Vals sin fin, película dirigida por Rubén Broido.
“Star System mexicano”, imagen de Adolfo Patiño en la que Claudia Islas aparece rodeada de admiradores en una gala cinematográfica.