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Café
LA PRODUCCIÓN GLOBAL DE CAFÉ Y EL CAMBIO CLIMÁTICO
POR MARÍA EUGENIA BARRAGÁN ARCE
Los fenómenos de sequías prolongadas, temperaturas elevadas o fuertes lluvias que afecten directamente el desarrollo de la planta provocando condiciones poco óptimas para su crecimiento y favoreciendo el desarrollo de plagas y enfermedades debidos al cambio climático, imponen difíciles retos para el sector cafetalero.
En este contexto, es necesario analizar la producción de café a partir de la variabilidad climática, para determinar cómo las economías pueden verse afectadas por este fenómeno y a su vez qué políticas, medidas o estrategias se pueden adoptar. El comercio mundial de café es importante para los países exportadores y para los importadores, puesto que generó ingresos de exportación de alrededor de USD 17,9 miles de millones tan solo en el año 2013 para los países productores y se consumen todos los años alrededor de 600 miles de millones de tazas de café en todo el mundo. El cambio climático a nivel local, nacional e internacional ha causado preocupación entre los científicos y la sociedad civil, debido a que las variables climáticas como la temperatura, precipitación, nivel del mar, entre otros, medidas del cambio de clima, están siendo severamente afectadas y estas a su vez generan impacto sobre los diversos sectores productivos como el agrario, los que se ven afectados en sus rendimientos y en la presencia más severa en algunos casos de la incidencia de plagas y enfer
medades, como lo ha establecido la Organización Internacional de Café, OIC.
Los impactos climáticos son definidos como las consecuencias del cambio o variabilidad climáticas en los sistemas naturales, transformados y/o humanos; por lo tanto, las fases fenológicas de especies silvestres o domesticadas pueden ser afectadas por estos impactos. El calentamiento del sistema climático es inequívoco, como lo evidencian un número significativo de cambios observados y sus respuestas que están siendo investigados tanto para los sistemas naturales como para los manejados. Estas evidencias abarcan impactos en los ciclos estacionales y de vida de las especies, lo que incluye desde la retención o caída de las hojas hasta cambios en la floración y la maduración de frutos, entre otros.
En 1990 se registraron a nivel mundial cambios en la temperatura global de 0.2° C por década. Entre 1974 y 1998, para ejemplificar la gravedad del tema, este incremento fue de 0.34° C en la región de los Andes Centrales; es decir, un 70% más que el promedio mundial. Asociada al retroceso y a la desaparición de los glaciares, la alteración de los caudales afectaría el acceso a fuentes de agua para consumo humano, lo que implicaría graves consecuencias para esa área del mundo. Se dañarían muchos sistemas de energía hidroeléctrica. Los sistemas agrícolas de subsistencia ya se ven afectados por los patrones anómalos de lluvia y la subida de las temperaturas. Los ecosistemas de montaña (páramos, humedales de altitud, bosques nublados) se encuentran entre los ecosistemas más sensibles a los cambios climáticos. Aunque no existen pruebas científicas comprobadas, hay datos recientes quesugieren que la alteración de los ciclos hidrológicos de los ecosistemas de al-
titud podrían estar relacionados con la alta incidencia de incendios forestales ocurridos en la última década. Dicha alteración de los ciclos hidrológicos causaría desequilibrios que pueden repercutir incluso en la región amazónica. “El Niño” y “La Niña” son fenómenos climatológicos que representan una amenaza y estudios sugieren que aumentarán en intensidad y probablemente en frecuencia por efecto del cambio climático. En los últimos siete años, las emergencias por inundaciones, sequías, deslizamientos y heladas, entre otros, se han duplicado mostrando la vulnerabilidad de muchas regiones del mundo respecto a la adaptación y la necesidad de respuesta a dichos fenómenos.
INICIO, DESARROLLO, MADUREZ Y DEBILITAMIENTO DE EL NIÑO
La fase inicial de este fenómento climatológico corresponde al desplazamiento de aguas cálidas desde el sureste de Asia y Polinesia ecuatorial hacia el centro del océano Pacífico, debido a la disminución en la intensidad de los vientos alisios que soplan desde el Oriente hacia el Occidente; en la fase de desarrollo las aguas cálidas se desplazan desde Asia hacia Suramérica; en la fase de madurez ocurre el máximo calentamiento frente a las costas de Perú, Ecuador y Colombia y, por último, en la fase de debilitamiento se va retornando a la normalidad, en la cual los vientos alisios empiezan a recuperar su intensidad y la temperatura de las aguas superficiales comienzan a disminuir. Estas condiciones originan lluvias intensas en Ecuador y Perú, y sequías en algunas regiones del continente asiático, en África y Australia. Hoy se puede afirmar que “El Niño” y “La Niña” existen hace miles y quizás millones de años, pues estos fenómenos, que afectan a la atmósfera y a los océanos, son el resultado, entre otros muchos factores, de la rotación de la tierra, de la redistribución de la energía recibida desde el sol y de la disposición de los continentes en relación con los mares, que data desde hace unos 50 millones de años. Sin desconocer que causas antropogénicas cómo el aumento de los gases de invernadero, el dióxido de carbono, el metano y el óxido nítrico han acelerado los procesos e intensificado las frecuencias e intensidades de los eventos.
El aumento de las temperaturas puede dañar o dejar inviables algunas zonas de producción, por lo cual, será necesario identificar cultivos alternativos