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SEMIOTICA Y COMUNICACION SOCIAL EN IBEROAMERICA El Consejo Editorial de nuestra revista ha, querido darle continuidad a la reflexión iniciada en el número anterior, en relación a la teoría de la comunicación. En efecto, en la edición 22 que ahora, ponemos en manos de nuestros lectores, efectuamos una, evaluación crítica del desarrollo alcanzado por la semiótica aplicada a los procesos de comunicación social en América Latina y España. Ciertamente, la Semiótica ha ocupado un importante lugar en el intento por abordar, con instrumentos de análisis más precisos, procesos de comunicación que se hacen cada día más complejos y que demandan de enfoques multidisciplinarios. No obstante, como Lorenzo Vilches en uno de los ensayos centrales que articulan esta edición, la vinculación entre Comunicación y Semiótica ha estado marcada por encuentros y desencuentros, por distanciamientos y acercamientos, por fascinaciones, que -en no pocos casos- revelaban, por un hado, tendencias a la autosatisfacción teoricista y, por el otro, temores o posturas dogmáticas que atribuían a la Semiótica una cualidad, de cienciaal servicio de la dominación y el orden, establecido. Pocas veces se ha producido, con tanta claridad, polarizaciones de este tipo. Pero más allá de estas actitudes, alcolocarnos en una línea de reflexión en torno a las matrices, enfoques y consideraciones desde las cuales se ha ido estableciendo esta relación, hemos querido sumarnos a la tarea de pensar y construir una teoría de la comunicación que sólo puede articularse y alcanzar sentido científico y social reconociendo los aportes y apoyos que le pueden ser rendidos desde las otras ciencias sociales. Los ensavos,' que ahora presentamos corresponden a cuatro experiencias nacionales que por su diversidad pueden dar cuenta de los modos en que se produjo y se produce este encuentro entre Semiótica, y comunicación Social. Dichos ensayos pretenden descubrir en qué medida esta relación constituyó una epistemología de análisis. Los trabajos presentados corresponden a Armando Silva (Colombia), Adrián Gimate (México), Lorenzo Vilches (España.), Oscar Quezada (Perú). Todos ellos destacados investigadores y reconocidos profesionales. A lo anterior debe agregarse las valiosas reflexiones efectuadas por Desiderio Blanco y Raúl Bendezú (Perú) quienes intentan una globalización a modo de síntesis en base a las experiencias latinoamericanas seleccionadas y colocan algunas premisas interesantes con la pertinencia de la relación Semiótica Comunicación. Las reflexiones contenidas en, esta edición de nuestra revista pretenden ser solo un punto de partida para estudios más valiosos que ya reclama el desarrollo actual de la Comunicación Social América Latina. Saber, por ejemplo, el cómo se ha abordado la Semiótica en cada país y en qué áreas de la comunicación ha tenido mayores aplicaciones, puede repelar experiencias que podrían ser de enorme utilidad en el esfuerzo por construir una teoría de la Comunicación. La edición No. 22 se completa con otros ensayos igualmente relevantes. En la sección, ENSEÑANZA la destacada investigadora argentina Susana Velleggia expone, con el rigor a que nos tiene acostumbrados, algunas consideraciones teóricas sobre el Video en la Educación Popular (un, enfoque comunicacional En INVESTIGACION` presentamos los aportes de otros dos destacados colaboradores de FELAFACS., Robert White señala los factores sociales, y políticos en el desarrollo de la, ética de la comunicación y Rosa María Alfaro asume el tema de la participación en la comunicación popular. Finalmente, Max Tello en ENTERVISTA se encarga de abordar a un conocido productor de 1a televisión peruana y los introduce en el tema de las innovaciones tecnológicas, fuentes económicas, públicos, programación y comercialización, desarrolladas por el Canal 5 del Perú- Panamericana Televisión).


ALGO MAS QUE BUENA VECINDAD ENTRE SEMIÓTICA Y COMUNICACION DE MASAS LORENZO VILCHES 1.

CRISIS Y RENOVACION TEORICA EN AMBAS DISCIPLINAS

En los años sesenta cuando la semiótica comienza en Europa su época de divulgación Y expansión más importante, la comunicación de masas ya está inventada. La publicidad y la televisión irrumpen con gran fuerza en esos años para reinventar los mass media convirtiéndolos en una gran industria y en polos privilegiados de la estrategia comunicativa del poder. Parecía natural entonces que la semiótica terminara o comenzara por ocuparse de los medios de comunicación. Si Mc Luhan había introducido la publicidad dentro de la universidad, Barthes y Eco filtraban las connotaciones y los códigos en las páginas de los semanarios y revistas del corazón. Las relaciones entre la comunicación de masas y la semiótica han sido siempre las de una pareja mal avenida, con encuentros fugaces y distanciaimentos prolongados, con fascinaciones recíprocas e intolerantes descalificaciones globales. Tres son las etapas más importantes que se podrían distinguir en estos casi treinta años de fronteras disciplinares. En un primer momento, sociólogos y comunicólogos de origen o derivación cibernética o funcionalista atacaron fuertemente a la semiótica cuando ésta comenzó a ocuparse de algunos fenómenos de la cultura massmediática. Mientras en Italia un conservadurismo recalcitrante acusaba a U, Eco de papagallísmo cultural, en otros lares se la acusaba de excesivo verbalismo frente a métodos más seguros y directamente constatables, de dedicarse a los juegos de lenguaje mientras los sociólogo, ellos sí se ocupaban de la "realidad". Y cómo conoce un sociólogo la realidad , preguntaba ingenuamente los semióticos. Si la realidad se podía cuantificar y exhibir en estadísticas, ¿no eran los diferenciales y las campanas de Gaus también un lenguaje?, En un segundo momento, con el fin de la década prodigiosa y del fervor estructuralista, junto con el declive de Dios, de las ideologías, de los partidos comunistas, se dice también que la semiótica ya no está de moda (lo que para algunos sabios de la cultura en España quería decir -Barthes ya no está de moda-). Pero estarnos en los años del desencanto y Europa entera se prepara para entrar en las post-modernidad. Entonces la semiótica ya ha entrado en un proceso menos ambicioso y maximalista más seccional, menos idealista incluso menos ingenuamente materialista, pero apartándose de, su origen exclusivamente lingüístico y preocupándose por una gramática de la cultura, es decir, por el estudio e oblictos y procesos concretos que se dan en lo social, la etnonictodología, la filosofía del lenguaje y la pragmática de origen anglosajón terminan por completar el panorama renovado de una semiótica hasta ese momento muy dominada por la escuela semiolingüística gremiasiana. LLegamos a los ochenta, tercer tiempo, y la recíproca indiferencia y distanciamiento teórico institucional entre semióticos y comunicólogos ha comenzado a prometer tiempos mejores. Se participa en seminarios conjuntos, se escribe en las mismas revistas y hasta se investigan objetos comunes en forma interdisciplinaria. En términos generales, podemos decir que la época actual es el fruto de una respectiva toma de conciencia después de una honrosa autocrítica del pasado. La sociología, consciente de sus propias limitaciones al circunscribirse al modelo tradicional basado en la teoría de la información y en la pobreza e ineficacia de los métodos exclusivamente cuantitativos. La semiótica, dispuesta a enfrentarse con realidades sociales concretas y a no confundir epistemología con abstracción y, en cierto modo obligada (si quiere ser una ciencia y no sólo una filosofía) a medirse con objetos concretos, Si bien se puede estar de acuerdo con cuando afirma que la semiótica como la física nuclear, es indiferente a la utilización que se pudiera hacer de ella (Greimas 1,983), tampoco un semiótico atento a los comienzos sociales y culturales debería olvidar, como lo ha señalado hace ya tiempo R. Merton y Th. Kulin, que la ciencia no es neutral porque su desarrollo no es autónomo. Si la ciencia no es autónoma ni neutral, tampoco lo pueden ser sus usos y aplicaciones, sus metodologías y sus técnicas y estrategias.


2.

LA CRITICA, DE PARADIGMAS Y MODELOS

La crítica de paradigmas y, modelos. Los modelos lingüísticos tradicionales de la semiótica la otra gran semiótica no lingüística de S. Peirce, es prácticamente desconocida en España) se revelan inadecuados para afrontar con productividad el fenómeno de las comunicaciones de masa y pronto se percibe la necesidad de readecuar los instrumentos de análisis pasando previamente, por un examen crítico de los paradigmas establecidos. Pero otro tanto sucede en el campo de la sociología en donde los métodos tradicionales de análisis de los medios se ponen también en cuestión, A mi entender sólo será posible el encuentro eficaz de ambos campos cuando tanto uno como otro hayan llevado a cabo tina profunda reflexión epistemológica al mismo tiempo que se ponen en común las metodologías exitosas y comprobadas. Personalmente estoy convencido de que tanto la semiótica como la comunicación de masas están destinadas a entenderse en el futuro, y que por ello la reflexión interna ya ha comenzado hace un tiempo. Comenzando por la sociología de la comunicación se puede decir que en estos últimos años se han cuestionado con una cierta insistencia dos de los modelos más importantes de análisis de la comunicación de masas, En primer lugar, la influencia de los estudios sobre los efectos de la comunicación masiva es innegable. Pero ésta ha quedado aprisionada durante años sin que hubiera avanzado un milímetro. En tercer lugar, cuando se habla de la enunciación entendida como "la estructura no lingüística (referencial) sub-entendida por la comunicación lingüística (con lo que se puede hablar de situación comunicativa, o de contexto psico-sociológico") si bien está más cerca de una preocupación por los aspectos. sociales de la comunicación, al distinguir en forma dogmática (como Casetti 1986, refiriéndose a la estrategia entre film y espectador) entre autor y lector teórico y entre autor y lector empírico, se vuelven a encerrar los aspectos concretos de la comunicación en una pura estrategia discursiva de comunicación (Vilches 1984) Una posible vía de apertura frente a lo anterior involucra tres tipos de respuesta respectivas a las tres cuestiones planteadas: - Respecto al primer problema podemos afirmar que existen modalidades de comunicación en el interior de las comunicaciones de masas que permiten la participación del receptor empírico en el momento de la producción de los textos massmediáticos (el video interactivo, la televisión interactiva por cable, etc.), - Respecto al segundo problema, que no se puede considerar la enunciación solamente como una -instancia de mediación", como lugar de actualización de las estructuras semio-narrativas virtuales, sino como lugar de una selección de marcas y huellas (indicios según la terminología de Peirce específicas de textos y géneros posibles, es decir, de códigos y reglas físicas y sociales de producción de objetos (rutinas de producción, tecnología). - Finalmente, frente a la tercera cuestión que existe una situación comunicativa capaz de modificar la estructura de los textos de la comunicación de masas como es el caso de programas de radio o televisión que dialogan con el espectador. Esto significa que el sujeto empírico de la recepción comunicativa no es sólo un Espectador Modelo, sino que tanto el "cuerpo" como el tiempo de ese espectador lo convierten en una instancia real y efectiva bajo ciertas condiciones de producción, En general, la interactividad producida por la introducción de las nuevas tecnologías en los ámbitos de la información y la comunicación puede llegar a relativizar incluso nociones canónicas como Autor, obra, texto, etc. Piénsese en los productos actuales de la inteligencia artificial, los sistemas expertos, los bancos interactivos de imágenes. 3. UNA VEA DE SINTESIS CRITICA Y DE ENCUENTRO PRODUCTIVO Si se desea superar el histórico desencuentro entre la semiótica y la comunicación de masas no se debe intentar amalgamar en una sola disciplina algo que por su propio objeto reclama la participación de diversas ciencias y técnicas. Pero en relación con la colaboración entre los dos campos que nos ocupan, pensamos


que se deben tener en cuenta tres factores que condicionan tanto a las investigaciones semióticas como a las sociológicas. En primer lugar, la rigidez de las técnicas de análisis de uno y otro lado. En el análisis de contenido, por ejemplo, cuando se trata de controlar la frecuencia de términos o valoraciones respecto a ciertas categorías, los términos claves y las categorías de valoración se establecen ya en la fase preparatoria de la investigación. Estas técnicas, si producen investigaciones con resultados precisos, estandarizados y controlables, no aportan grandes novedades. Incluso no aportan tampoco elementos de juicio para criticar las categorías utilizadas. Pero algo semejante sucede en ciertos campos de aplicación práctica de la metodología semiótica cuando se utiliza de forma mecánica la teoría greimasiana sobre objetos publicitarios, periodísticos, literarios, pictóricos, etc. Lo que menos importa allí es el objeto concreto de análisis dado que el estudioso debe limitarse a usar aplicadamente el cuadrado lógico o la relación entre estructuras. Y como pasa en estos casos, todos los trabajos llegan a lo mismo, al reforzar un método dogmático y aplicarlo sin imaginación produciendo resultados banales. Un segundo factor de esterilidad es el atomismo de ciertos análisis. El de contenido tiende a trabajar sobre las unidades que conforman los mensajes olvidando olímpicamente la relación de esas micro-unidades con las estructuras discursivas. En el campo semiótico, ocurre lo mismo cuando se aplican métodos taxonómicos o formalizaciones micro-analíticas de dudosos resultados prácticos. Un tercer factor que dificulta el diálogo entre ambas disciplinas es la contradicción entre descripción y conceptualización. Aquí encontramos la profunda diferencia entre el método semiótico y el análisis de contenido. Para el semiótico, y aquí radica el concepto de investigación, la noción de signo, de sistema de signos, de texto y de discurso le permite trabajar con los instrumentos y técnicas expresivas y por otra parte con las estructuras conceptuales que comunican los objetos o mensajes estudiados con grandes dicotomías culturales. Para ser más explícitos, los partidos políticos deberían entender que no sirve de nada encargar estudios de control del tiempo de los políticos en la pantalla de televisión cuando no pueden controlar cómo se manipula la información implícita, o cómo se tematizan las noticias, o las reglas retórico-perceptivas que provocan el interés visual, y que a la larga producen más efectos comunicativos que la simple cantidad de tiempo de presencia. No sirve de gran cosa cuantificar cuando no se sabe controlar el modo en que televisión organiza su discurso en relación con las instituciones políticas, con los líderes de opinión, con los espectadores. El semiótico, por su parte, está obligado a desconfiar de la evidencia de la descripción objetiva de los objetos o fenómenos sociales y tiende a indagar el sistema implícito que da sentido, orden y principio de legibilidad a un fenómeno comunicativo. Los actuales estudios semióticos más productivos en el área de las comunicaciones son precisamente los que se plantean la cuestión de las estrategias de manipulación y de la desconstrucción ideológica de los sistemas sociales en clave semántica como pragmática (desde los aspectos narrativos y míticos hasta los persuasivos). Así como la lingüística ya no trabaja con frases sino con textos, la semiótica se interesa por las estructuras textuales no exclusivamente lingüísticas. Los textos (unidades de segmentación de lo social y lo cultural en el sentido de Lotman) para la semiótica pueden ser los discursos políticos, los films, la fotonovela y el videoclip. A partir del trabajo con aportes del análisis de contenido y del análisis cuantitativo y automático de estos textos el semiótico puede dar cuenta de lo social y de la forma en que el discurso del poder, por ejemplo, narrativiza las formas, transforma en propuestas estéticas decisiones ideológicas o simula la apropiación cultural a través de la multiplicación de las redes y stock de información. El semiótico debería explicar cómo y de qué manera los medios de comunicación actual tienen por función reducir el concepto de información y comunicación a la seducción autoreferencial del sistema político sin caer necesariamente en apocaliptismos genéricos. Los lenguajes cotidianos, las imágenes artificiales, los textos audiovisuales interactivos, las estrategias de mercado cultural, las modalidades de comunicación tecnológica, etc., representan también los aspectos simbólicos del nuevo empuje cultural de las sociedades avanzadas. En esta nueva revolución de tipo tecnológico, las propiedades semióticas prevalecen sobre la materialidad de los mensajes en una sociedad que ya ha sido bautizada como post-materialista. Un semiótico no puede aceptar sin más la evidencia de que un mensaje (como creen muchos comunicólogos aún) tiene por función comunicar (como tampoco un diario tiene por misión principal dar noticias) porque esto significaría reducir la comunicación de masas a un paradigma automático. Al contrario, el mensaje no se da en una situación


estructurada y predefinida de comunicación sino que es él mismo quien crea la situación comunicativa poniendo en acto diversas estrategias. Es durante el proceso comunicativo cuando se establecen las categorías de quién habla a quién, con qué autoridad y con qué presupuestos; es en el acto pragmático de la comunicación cuando se realizan las estrategias y modalidades manipulatorias del hacer saber (discurso informativo o pedagógico), hacer creer (discurso publicitario o propagandístico) o del hacer hacer (discurso político o moral). U vía de encuentro para el futuro entre la semiótica y la comunicación de masas dependerá de la medida en que ambos campos puedan definir con precisión sus teorías en relación al objeto de conocimiento que constituye el fenómeno de sus investigaciones e intereses. Pero también a la luz de las demandas sociales y culturales que ya aparecen en el horizonte del 2000. 4.

ACTUALIDAD DE LA IVESTIGACION EN ESPAÑA

Desde una óptica ahora más descriptiva se podría decir que en España la intervención de la semiótica en el campo de la comunicación ha sido desigual, inestable y muchas veces superficial. Podemos decir que se ha dado una semiótica blanda y una semiótica dura. El primer caso correspondería a los estudios y trabajos caracterizados por una doble actitud: a) de tipo "estacional", es decir, una relación dependiente de oleadas de factores ambientales como el "estar a la moda"; b) de tipo "analgésico", donde la semiótica sirve en un determinado momento como alibi teórico y científico allí donde se carece de una reflexión o tradición seria sobre el propio objeto de conocimiento (por ejemplo, el caso de la crítica literaria en las facultades de Letras o el caso de nuevas disciplinas en el marco de Ciencias de la Información (publicidad, historia de la comunicación, etc.). El caso de una semiótica "dura", en cambio, es más bien escaso en España, entendiendo por tal una tradición científica bien acuñada institucionalmente (como en Francia) e independiente de la lingüística o de los estudios de Hispanismo. Pero en términos generales se puede decir que la situación comienza a cambiar. A partir de los años ochenta algunos estudiosos de semiótica llegan a la conclusión de que, dadas una serie de circunstancias concretas y determinantes en España, el papel de los investigadores de semiótica en el campo de las comunicaciones de masas debe ser el de mediar entre la teoría "dura- y las aplicaciones empíricas. Este carácter instrumental de la semiótica al mismo tiempo que asegura una base epistemológica sólida y puesta al día, permitirá moverse dentro de los campos disciplinarios o tradiciones metodológicas distintas con cierta flexibilidad y, en un cierto sentido, dialogar con todas las escuelas. Queda por supuesto siempre la posibilidad y el riesgo del eclecticismo, pero esta toma de conciencia pragmática se ha revelado productiva también desde el punto de vista teórico. Ha permitido que la semiótica se consolide académicamente, la creación de instrumentos metodológicos para la investigación de campo e incluso dialogar en un terreno específico con la sociología, la pedagogía atenta a los fenómenos de la comunicación y la filología deseosa de abrir sus objetos de análisis a los lenguajes de los medios audiovisuales. En mi opinión, en España se pueden distinguir dos líneas importantes y originales de investigación en el campo de la comunicación: una semiótica del discurso social y una semiótica visual. 4.1 La semiótica del discurso social o sociosemiótica pretende estudiar el proceso por el cual los mass media han llegado a ser una parte integral de la sociedad y la cultura. De allí la necesidad de construir un marco teórico para la noción de discurso como una instancia productiva de los textos massmediáticos y de las acciones comunicativas. La teoría del discurso abre las puertas a las investigaciones sobre tipologías de discursos (político, periodístico, publicitario) que vinculan las formas y espacios sociales. El concepto de discurso social se origina como una retórica de las formas del discurso en algunas investigaciones sobre el discurso electoral, por ejemplo, que analiza objetos precisos como posters, panfletos, campañas de prensa en la transición española. Estos trabajos permiten afrontar en forma directa la ideología desde una aproximación formal menos atenta a los contenidos que a las formas del discurso, tendiendo un puente entre el análisis de contenido y la semiótica influenciada por el análisis estructural de la narración. Incluso allí donde el corpus no es específicamente político (como en Imbert 1982, un consultorio sentimental radiofónico, por ejemplo) el método permite relevar al interior de la noción de discurso social de la construcción de un sujeto de la acción privada (el ama de casa). Estas perspectivas permiten delinear con nitidez uno de los problemas claves de la comunicación de masas: la categoría de lo público y la categoría de lo privado dentro del discurso social. Las


referencias teóricas indirectas eficazmente asimiladas de un Habermas, Freud, Greimas, y en un sentido más concreto Baudrillard, permiten consolidar investigaciones capaces de afrontar dos problemas importantes de nuestra cultura: por una parte, el hecho de que los mass media producen la realidad (y no a la inversa como quería el ingenuo e interesado realismo ultraliberal) y que en ellos se condensa tanto la realidad empírica como el imaginario colectivo. Por otra parte, los nuevos objetos sociales que aparecen con las nuevas tecnologías y el profundo cambio socio-político que se opera en las sociedades avanzadas obligan a replantearse las estrategias de los sujetos sociales (donde las acciones son cada vez menos ideológicas y más administrativas) publicaciones en las investigaciones y el área de la semiótica del discurso social de los años 80 en España se caracteriza consecuentemente por una atención sistemática al trabajo empírico dentro de los medios (televisión, prensa, radio) al mismo tiempo que se revisan las teorías de la comunicación y se siguen con atención las sociologías críticas y las teorías más avanzadas en el campo periodístico. Existen algunos momentos que se podrían considerar como definidores y programáticos de una política de acercamiento teórico entre la semiótica y la comunicación de masas. Aparte del estudio pionero de Moragas (1976) podríamos citar algunos textos hitos: Abril Gonzalo y Lozano Jorge (1979): "Notas desde la semiocracia para una teoría alternativa de los medios". Un texto influenciado por J. L. Baudrillard y P. Fabri en donde se recogen los puntos de vista críticos hacia el paradigma de Lasweli. Perez Tomero J. M. (1981): Por una sociosemiótica de los discursos de la comunicación de masas". Un artículo en cierto modo programático en cuya propuesta principal se trata de definir y formular una semiótica de la comunicación de masas entregada a la tarea de definir la especificidad de los fenómenos estudiados al mismo tiempo que trata de construir una geografía de los posibles discursos sociales. Imbert Gerard (1986): Métodos de análisis de la prensa, una obra colectiva dirigida por este autor que recoge los textos e intervenciones de diferentes semióticos y sociólogos invitados para analizar la prensa de referencia dominante desde diferentes perspectivas. Allí se examinan algunos problemas comunes tales como la insuficiencia del análisis institucional desvinculado del análisis del discurso que no tenga en cuenta el funcionamiento simbólico de la comunicación social, la necesidad de abrir la semiótica al campo de lo social, la necesidad también de volver operativo el análisis lingüístico aplicado, el aporte de la pragmática, etc. Perez Tomero J. M. y Lorenzo Vilches (1983): Semiótica de la comunicación de masas, un número especial de la revista Analisi que publica una encuesta y un balance de los principales estudiosos de semiótica interesados en el fenómeno de las comunicaciones y una serie de artículos representativos de las diferentes tendencias teóricas del momento. Coordinado y presentado por los autores citados, esta publicación representa un hito importante en el trabajo de clarificación y definición epistemológica y metodológica de campos diversos donde las fronteras entre una disciplina o ciencia no siempre son fáciles de discernir ni son necesariamente percibidas en forma unánime por todos. Las líneas de investigación que se van perfilando van, en todo caso, más allá de declaraciones programáticas y en los últimos años van apareciendo tesis y publicaciones que demuestran la efectividad de las decisiones teórico prácticas asumidas en un cierto momento. Así, por ejemplo, en "Análisis Moda¡ de los Discursos sobre el terrorismo en la Prensa" (M. Rodirgo 1986) se pueden encontrar los grandes trazos de la investigación socio-semiótica que sintetizan a su vez los logros de una tesis doctoral sobre el tema. La investigación arranca de un análisis de contenido de las noticias sobre actos terroristas en los periódicos españoles, definiendo los conceptos de grupo terrorista y acto terrorista a través de los discursos militar, político, jurídico y patológico, las etiquetas de los discursos, las estrategias argumentativas y la teoría de la enunciación y de las modalidades. Los análisis sobre la prensa escrita han originado (en general, mejora la conceptualización en este campo más que en otros) interesantes ejemplos de interdisciplinariedad. Uno de ellos, una serie de trabajos sobre El País coordinado por J. Vida] Beneyto y G. Imbert (1986) en donde se afrontan con rigor e imaginación temas como la prensa de referencia dominante y la producción de la realidad, el análisis del espacio cultural, el estudio del género "Opinión", el análisis formal de la estructura del periódico y las estrategias de


producción de la imagen y titulares, etc. En la misma línea se podrían también inscribir los trabajos basados en análisis comparado de noticias en diferentes periódicos (M. Fontcuberta y T. Velazquez, 1984). 4.2 El campo de la semiótica visual y de la comunicación audiovisual ha sido probablemente uno de los más atractivos para analistas y aficionados, desde aquél remoto análisis barthiano sobre las Pastas Panzani. Aunque el rigor, coherencia y especificidad, así como continuidad en los trabajos han tenido desigual fortuna. Si bien el cine, los comics, la televisión, la fotografía, el diseño y la publicidad aparecen a primera vista como terrenos fecundos para la incursión de métodos estructurales y semióticos en un primer momento, en un segundo tiempo, una vez comprobada la exigencia de prescindir de metodologías lingüísticas, se ha tenido que hacer un trabajo más lento de readecuación global de las bases teóricas de la investigaci6n sobre la imagen. Tampoco se ha de desconocer el impulso que ha significado también la aparición de las nuevas tecnologías que están revolucionando los campos perceptivos y cognoscitivos de los observadores. , La confluencia de la renovación en los estudios de la semiótica de la imagen y de las teorías de la comunicación ha contribuido a la formación de metodologías y aplicaciones al campo de los audiovisuales mucho más precisas en la definición de sus objetos, mucho más acertadas en la consecución del acercamiento entre los microanálisis y los contextos socio-culturales, macro de producción y recepción, programación y acceso de los destinatarios. Se ha comenzado a trabajar en una síntesis originada a partir de la competencia estética, preguntándose por las estrategias de producción que constituyen a los textos audiovisuales y a los sistemas de interpretación y actualización de los receptores. Se ha tratado así de conjugar dialécticamente la individualidad de algunos productos (cinematográficos, televisivos, fotográficos) y la generalización de las reglas de las que forman parte. Esto ha dado pie, por lo menos metodológicamente a una original síntesis teórica entre una perspectiva pragmática que conjuga el aspecto generativo y jerárquico (relación entre micro y macro estructuras), y una perspectiva más estructuralista. Además la aproximación pragmática a los géneros audiovisuales permite incluir al observador-receptor como hipótesis interpretativa, como cooperador y elemento activo de las estrategias perceptivo-narrativas. La dimensión pragmática de la semiótica ha permitido ampliar los estudios sobre objetos hasta ahora poco explorados como el diseño, el video o el humor en la prensa escrita (J. Ruiz Collantes, 1984) e incluso ha permitido a estudiosos provenientes de la literatura aproximarse a la imagen fílmica desde presupuestos específicamente visuales como espacio de organización del discurso textual (Talens J., 1986 y J. M. Company, 1987), o afrontar el estudio de la imagen electrónica como nuevo espacio del sentido (S. Zunzunegui, 1984). Pero uno de los sectores más abandonados no sólo por la semiótica visual sino también por la comunicación de masas ha sido el de la imagen informativa, especialmente de la prensa y de la televisión. Por ello, se ha iniciado un trabajo de síntesis entre los tradicionales análisis de contenido y él análisis de las estrategias discursivas en tomo a la prensa y la televisión (Vilches, 1983, 1987, 1988). En estos trabajos se ha podido plasmar en análisis cuantitativos modalidades de análisis teórico para analizar la influencia de los periódicos a lo largo de algunos años sobre la imagen social de un acontecimiento. Al mismo tiempo, se tratan de poner en juego, analizando las estructuras de la manipulación de la información televisiva, el análisis de las teorías actuales del periodismo (agenda setting, rutinas de producción, concepto de tematización) influenciadas por la sociología del conocimiento con la teoría semiótica a través de la aplicación a diversos corpus de informativos. En estos trabajos se trata de responder también a un doble empeño: por una parte, preparar y analizar el material informativo en forma cuantitativa para extraer resultados típicamente semióticos tales como la identificación de las estrategias de comunicación en los discursos de los mass media. Por otro, construir elementos metodológicos provenientes de la sociología, la psicología experimenta¡, la retórica y la semiótica con el fin de establecer nuevas categorías de conceptualización de los mass media. El interés por los efectos simbólicos de los medios lleva también a algunos semióticos a afrontar desde el psicoanálisis la recepción fílmica así como de series televisivas (Requena J. 1985), el análisis de la entrevista televisiva, la serialidad y la repetición, etc. En el terreno de las condiciones materiales de la representación de las imágenes tales como la historia, soportes y maquinarias, efectos sobre la percepción, tecnologías de la visión, etc., se evidencia también un nuevo interés por examinarlos desde la significación semiótica (R. Gubem, 1987).


Finalmente, queda todavía un terreno de amplias posibilidades de encuentro para la comunicación de masas y la semiótica: el de las tecnologías avanzadas de la imagen. La incorporación de la tecnología de punta en el campo de los audiovisuales está provocando un interés preciso de la reflexión semiótica sobre la producción informática y la inteligencia artificial. Aquí se abre un vasto territorio de investigaciones para el futuro cuyas implicaciones para la semiótica se pueden sintetizar en los siguientes puntos: - El ordenador introduce la instantaneidad de la visión al proponer virtualmente infinitos puntos de vista sobre un objeto. - La imagen deja de ser un objeto sometido a modificaciones de posición relativa en un mundo físico y pasa a expresar cambios absolutos. - La posición del sujeto observador y receptor entra en crisis. Al contrario de como la concebía la convergencia renacimental de la perspectiva, el centro de la mirada no está ocupada por un sujeto (el ojo fijo del observador) sino por el lenguaje. La interrelación de la semiótica, la comunicación de masas y la inteligencia artificial puede desembocar en estrategias comunes en las investigaciones, capaces de afrontar los efectos culturales de la introducción de las nuevas tecnologías en el campo del conocimiento (educación, formación), de la percepción social del entorno, de la apropiación cultura] de las nuevas tecnologías, de la alternativa entre viejos y nuevos medios de comunicación (correo electrónico, video teléfono, teletexto, pantallas interactivas, etc.). Esta perspectiva exigirá la puesta en común de las investigaciones sobre los lenguajes, sobre los sistemas de la visión y la revolución de problemas (tarea principal de la inteligencia artificial) en el campo de las decisiones políticas de macro comunicación como en el de las programaciones para los nuevos medios. 5. LAS INSTITUCIONES En España existen tres facultades de Ciencias de la Información estatales (Madrid, Barcelona, Bilbao) y una privada (Pamplona). La presencia de la semiótica en estos ámbitos es desigual y en algunos casos existe sólo una vinculación personal de un profesor con su asignatura o con la investigación pero no con un departamento o unidad docente. La Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Autónoma de Barcelona tiene probablemente el mayor índice de consolidación de los estudios y trabajos de semiótica aplicada al campo de la comunicación. Con una de las bibliotecas mejor dotadas de Europa en libros y revistas especializadas, cuenta con una asignatura bajo el nombre específico de Semiótica de la Comunicación de Masas en su actual plan de estudios de Licenciatura así como una asignatura de Teoría de la Imagen basada primordialmente en metodologías semióticas. En los cursos de post-grado se imparten seminarios de socio-semiótica y semiótica visual en ocasiones con profesores invitados de otras universidades europeas y, en algún caso de Estados Unidos. Las buenas y asiduas relaciones con profesores de semiótica en el extranjero permite un cierto intercambio de ideas y la organización de seminarios sobre temas específicos. Sin embargo, la tradicional tacañería española en materia de becas y subvenciones para la investigación en ciencias sociales afecta directamente sobre un campo donde los trabajos empíricos y teóricos se deben hacer en forma individual y con el aporte de los propios interesados. Con todo, se han podido llevar a cabo investigaciones patrocinadas por organismos institucionales tales como Ayuntamientos o algún ministerio sobre temas como inseguridad ciudadana, comunicación local o imagen del tema de la droga en los medios de comunicación, imagen de empresa institucional, etc, Pero se está lejos aún de una planificación y de un apoyo sostenido decidido por las instituciones como es el caso de Italia o, sobre todo, Francia. Junto a las Facultades de Ciencias de la Información existen otras instituciones universitarias que permiten el intercambio internacional y seminarios anuales. Así, en Valencia se ha creado el Instituto de Cine y RadioTelevisión dependiente de la Universidad de esa ciudad por un grupo de profesores provenientes en su totalidad del campo de la literatura y que se ocupan principalmente del discurso cinematográfico y televisivo. Por su parte, algunos profesores de Periodismo de la Facultad de Barcelona han creado junto con la Universidad de Granada un Instituto de Semiótica y Comunicación que se ocupa de organizar cursos de verano y pretende impulsar el intercambio internacional de profesores y alumnos.


El panorama de publicaciones especializadas en semiótica es más bien magro aunque si se miran las publicaciones de comunicación también escasas, se comprende que no es allí donde se puede medir el interés social que, sin embargo, parece existir en los estudios originados por ambos campos. Entre las revistas de semiótica, Estudios Semióticos perteneciente a la Asociación de Estudios Semióticos de Barcelona que ha dedicado muchas páginas a temas de comunicación de masas. Otra revista, de origen más bien literario pero que se ocupa con asiduidad de los discursos de comunicación es Eutopías, creada por el Instituto de Cine y Radio Televisión de la U. de Valencia. Una publicación ya conocida en el panorama internacional de la comunicación es Analisi que, aunque no se especializa en temas semióticos ha dedicado también una atención preferencial a estas metodologías, como ya se indicó más atrás, y que ahora ha vuelto a publicarse después de algunos años de silencio. Un caso análogo de género de publicación es Revista de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Finalmente, Contracampo es una revista de cine pero con una gran parte de estudios críticos afrontados desde la perspectiva semiótica. Completan el terreno institucional no universitario las asociaciones nacionales o regionales y española de semiótica. La Asociación Española de Semiótica realiza cada dos años un congreso nacional que suele reunir unos doscientos participantes y donde la exposición de trabajos sobre comunicación se puede considerar importante dado que estos responden a trabajos de equipo con una cierta frecuencia, Además existen en diversas regiones asociaciones de carácter local entre las cuales las más activas son las de Barcelona, Oviedo y Valencia. Actualmente se está preparando el IV Congreso Internacional de Semiótica cuya sede será conjuntamente en Barcelona y 9n la francesa ciudad de Perpifian en 1989 y están previstas algunas mesas redondas y sesiones de trabajo sobre la recíproca colaboración entre semiótica y comunicación. Referencias bibliográficas. ABRIL.G. y LOZANO J. 1979. "Notas desde la semiocracia para una teoría alternativa de los medios" en VIDAL BENEYTO: Alternativas populares a la comunicación de masas. Madrid. C.I.S. BAUbRILLARD J. L. 1984. Estrategías fatales. Barcelona, Anagrama. BARBANO F. (editor). 1982. Nuove Técnologié: Sociologia e Informazione Quotidiana. Milano. Franco Angeli. BETTETINI G. 1986 La conversación audiovisual. Madrid. Cátedra. LAZARSFELD P. y MERTON A. K. 1948. "Mass communication. Popular Taste and Organized Social Action" en BRYSON L. (ed.). The communication of ideas. CASETTI F. 1986. Dentro lo sguardo. Milano. Bompiani. CHABROL C. 1093. "Reflexions al voltant de] pressup6sits epistemologies i teórics d'una análisi dels rnedia" en A nalisi 718. COMPANY J. M. 1987. El trazo de la letra en la imagen. Madrid. Cátedra, ECO U. 1982. Lector in fabula. Barcelona, Lumen. FONTCUBERTA M. y VELASQUEZ T. 1984. "Análisis comparado y semiótico del seguimiento de una noticia a través de dos diarios barceloneses". Actas del I Simposio de la Asociación Española de Semi6tica. Toledo. GRANDI R. 1985. "Prefazione" en GAMBARO M: Informazione, mass media e telematica. Milano. ClupClued. GREIMAS A. J. y COURTES J. 1982. Semiótica diccionario razonado de la teoría del lenguaje. Gredos. Madrid. 1983. Encuesta en Analisi 718. GUBERN R. 1987. La mirada opulenta. Barcelona Gil¡. IMBERT G. (editor). 1986 (a). Métodos de análisis de la prensa. Madrid. Melanges de la Casa de Velazquez. 1981 (b) (ed.). El país o la referencia dominante. Madrid. Mitre. LASSWELL H. 1927. Propaganda technique in the world war. London-New York. KATZ E. y LAZARSFELD P. 1955. Personal influence, Glencoe, III. MORAGAS M. 1976. Semiótica y comunicación de masas. Ediciones 62. Barcelona. GONZALES REQUENA J. 1985. "Films, discurso, texto. Hacia la derinici6n de una teoría del texto artístico" en Revista de Ciencias de la Información, No. 2.


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LA TELEVISION: DE LA IMPORTACION A LA PRODUCCION Max Tello Cuando la crítica académica a la programación televisiva es ya un lugar común que nos cuesta repetir, los empresarios comienzan a empujar el carro de la programación nacional. Se trato quizás de una premisa de valor? No, industriales y académicos son concientes de la efectividad de un buen programa local, del reconocimiento que provoca, del premio que otorga el público. Programación nacional, transmisión en cadena, opción agresiva frente a las NTC, son algunos de los temas que en esta entrevista de Max Tello toca Manuel Delgado Parker, Presidente Ejecutivo de Panamericana Televisión la mayor cadena de televisión del Perú, eje de un conglomerado de empresas de radio y, TV que los hermanos Delgado Parker dirigen desde una moderno perspectiva industrial. Entre líneas descubriremos que el énfasis en la producción local es el camino de los fuertes y un reto para la disponibilidad financiera en mercados de alta competencia y limitados recursos. Dr. Delgado, ¿cuál es la dimensión, de la red de Panamericana Televisión en términos de estaciones y, retransmisoras? Nosotros estamos operando con 12 filiales que son plantas grandes con capacidad de emitir y producir programación y comerciales propios y 103 repetidoras, sistemas de repetición que amplían a nuevos pueblos las señales de esas 12 filiales o repiten las terminales de las microondas que llevan la señal desde Lima. De tal forma que nosotros constituimos la única red comercial que transmite simultáneamente 20 horas a todo el país, nuestros compatriotas de Puno están viendo exactamente lo mismo que nuestros compatriotas de San Isidro, al mismo tiempo, simultáneamente y con la misma calidad. ¿Cual es su cobertura? Simultánea y a nivel nacional, lo que es fundamental e importante para efecto de la participación de la televisión en la información, y nosotros tenemos un promedio de cuatro horas diarias de programas informativos. ¿Desde cuándo alcanzan esta cobertura nacional? El nivel nacional lo alcanzamos hace casi veinte años con un sistema de operación en diferido con breves noticieros locales-, pero la simultaneidad la logramos a raíz de un convenio con ENTEL PERU,(Empresa Nacional de Telecomunicaciones del Perú) para usar lo que ellos llaman su back up de microondas, que no usan, y nosotros nos informamos que tenían un back up y le planteamos un alquiler anual. Hicimos un convenio con ENTEL en el que ellos pidieron que se permitiera, el acceso de otro canal y por supuesto nosotros aceptamos sin ningún inconveniente, motivando la adquisición de un bidiplex por parte nuestra para poder ingresar en un momento dado junto con otro canal, esto permite que Canal 4 también use las microondas. Ellos usan este sistema por diferentes partes y creo que lo usan en el norte. Nosotros sí lo usamos para toda la red. La simultaneidad comienza en el año 80 con este convenio con ENTEL, bastante interesante porque ENTEL usa una sección -no utilizada en la microondas, su back up, de modo tal que cuando su sistema normal falla nosotros estamos en la obligación de dejar de usar el back up para que ellos usen el sistema en donde está la televisión y sigan dando el servicio normal al público usuario de las comunicaciones. El país se está beneficiando largamente con una simultaneidad que creo es interesante y muy importante para crear un concepto de integración nacional necesaria. Si pasara revista a las innovaciones tecnológicas que ha realizado Panamericana Televisión a nivel de los procesos de transmisión en los últimos cuatro años, ¿cuales serían las más notorias?


Nosotros a partir del año 82 instalamos la red completa, -prácticamente renovamos la que teníamos y ampliamos la red completa; un plan ambicioso que nos ha llevado a una posición pionera, porque nuestra inversión ha sido muy grande y nos permite cubrir localidades cuyo alcance muchas veces no es cubierto con lo que los anunciadores pagan en las tarifas publicitarias. Pero hablando de la técnica, nosotros en Lima tenemos un desarrollo realmente importante, una planta de 60 kilowatts que alimenta el sistema de polarización circular, es justamente la antena que permite enviar una doble señal, una horizontal y otra vertical, de forma tal que estas señales tienen la capacidad de evitar las famosas sombras de la televisión o las dobles imágenes que generan los edificios o las zonas congestionadas de edificaciones muy grandes. A esta potente planta de Lima se le adicionó seis repetidoras para el área de la gran Lima, de forma tal que nosotros llegamos a Comas con repetidoras, porque Comas es un triángulo que ingresa entre dos faldas de los cerros y no permite que la señal de televisión ingrese, hacemos lo mismo en La Planicie, en la zona de Villa, en la parte baja del litoral norte de lima, Ancón, Huaral. El mayor desarrollo lo tenemos en la polarización circular, que creo que son muy pocas en Sudamérica, hay una similar en Brasil y otra en Venezuela. En términos de tecnología de producción, ¿qué otras innovaciones se han producido en los últimos años? Panamericana posee un equipamiento bastante avanzado y amplio, que nos permite, plantear un desarrollo fuerte y masivo de la producción nacional, Tenemos una implementación de 8 máquinas de una pulgada, y dos centrales que permiten la emisión de varias islas conectadas a las máquinas de una pulgada, y el trabajo acelerado en la postproducción; estamos ingresando también al standard de Super VHS, la media pulgada, que tambi1n es un standard profesional. Estamos yendo a dos standards básicos una pulgada, que es la calidad de exportación, y super VHS que es el standard comercial. Se está dejando de usar las 3/4 de pulgada-, ha quedado entre las dos calidades y precios: la de una pulgada, de alto precio, y la super VHS de bajo precio y buena calidad, que cada día está, produciendo mejor equipo. Hace dos años Panamericana tenía el proyecto de televisión por cable, ¿qué pasó con este proyecto? El proyecto se mantiene en lo que se llamaría la etapa de experimentación. El Perú tiene -una condición muy especial y complicada, está de espaldas a los satélites que llevan la información de la línea ecuatorial para el área doméstica norteamericana, que es donde están todos los satélites de entretenimiento e información. Esos satélites están dirigidos hacia el norte y para recepcionarlos tendríamos que poner pantallas muy grandes. Se están haciendo los cálculos a fin de poder evaluar con, más detalle. Por otra parte está el hecho de que la implementación del sistema de cable supondría la importación de mucho equipo y todos sabemos que en las actuales circunstancias, respecto a la moneda extranjera, hacer una industria o un servicio basado en importación no es una cosa muy recomendable. El cable es un medio que definitivamente viene al país, pero no es el momento. Puede ser quién sabe el próximo año, cuando las circunstancias cambien o mejore fundamentalmente el problema de las divisas. Es un tema de alta tecnología porque nuestro proceso se daría sobre la base de ocho señales recepcionadas del exterior y una gama de servicios a un limitado número de personas. No se trata de un medio masivo, sino de un servicio selectivo. Mucho se esta hablando respecto a la preocupación de los broadcasters frente a la recepción directa. ¿Ustedes no tienen tal preocupación? Esta es la gran preocupación a nivel mundial; pero siempre fue una preocupación porque tiene en otras épocas circunstancias parecidas, por ejemplo cuando la onda corta estaba de moda la gente escuchaba muchísimo onda corta, quién no sabía dónde estaba la sintonía de la BBC de Londres, La Voz de América o Voz de Berlín. Esto era un hecho, una realidad frente a la radio local. Sin embargo la radio local tuvo los ingredientes y los conceptos de programación propia para hacer frente a una supuesta competencia que viene de fuera con una programación universal o de tipo internacional. Siempre el operador o el editor local


tendrá su defensa sobre la base de los contenidos locales. Yo no creo que se constituya un problema competitivo, creo que nosotros como país con capacidad de producción deberíamos estar pensando en estos sistemas para que nuestro producto peruano ingrese a una dimensión internacional, esa sí debería ser nuestra gran preocupación; una preocupación al revés, del uso del sistema antes que de tener a la penetración del sistema. ¿Cuál es el principal anunciante televisivo del país, el Estado o el Sector Privado? El Sector Privado. El Estado tiene campañas que son de las empresas del Estado (de bienes y servicios) que necesitan de publicidad para vender ya que están dentro del campo competitivo. Generalmente estas empresas no son monopólicas y están obligadas a ofertar sus productos. Hay otras campañas del Estado que son de servicio público o de orientación ciudadana, pero largamente la publicidad privada es la que permite la financiación de los medios electrónicos que viven exclusivamente de la publicidad. No es el caso de los medios impresos que tienen doble financiación. Parece ser que Canal 5 está especializando su publicidad y programación en los sectores populares. ¿Hay una suerte de especialización respecto a los públicos dentro de los canales de televisión? Bueno sí. Yo diría que si uno aspira a ser un medio masivo y dentro de los medios masivos ser el primero, tiene que dirigirse al público popular; manteniendo el criterio popular de aquello que agrade a la gran mayoría del público y que no constituya una ofensa o un rechazo o un criterio de mal gusto, conservando los lineamientos ligados al buen gusto y al decoro. Repito, no hay forma de tener el primer lugar sin contar con la aceptación, en primer lugar, de la clase popular. Panamericana en este momento tiene un desarrollo de rating fuerte. A lo largo de los últimos seis meses, hemos ocupado el primer lugar en Lima con casi un 80o/o sobre el siguiente canal que es Canal 9. "24 Horas" -nuestro noticiero de la noche- alcanzó 33.3 o/o de rating en las últimas semanas, y quien le sigue tiene 19 o/o (en Lima), por supuesto que si hacemos nuestra proyección a nivel nacional nuestra posición con respecto al siguiente es prácticamente de 5 a 1 en sintonía, allí comienza a funcionar la cadena y este concepto de la transmisión simultánea y de las 100 retransmisoras operando en simultáneo, porque la única forma de sumar un rating es cuando la transmisión es de esta manera. Entonces, lógicamente, estamos sobre los tres millones de personas, producto del desarrollo de la cadena y el crecimiento progresivo del número de hogares con televisión en provincias. ¿Cuales son los criterios que tienen ustedes para seleccionar la programación? La mecánica viene manejada a través de una junta de programación, nosotros tenemos una empresa que es Producciones Panamericana que nos suministra en forma exclusiva la programación. Es una empresa de tipo complementario de Panamericana Televisión; el corazón de esta empresa es la creación de la programación. Tiene una Junta de Programación donde se hace un análisis de los niveles competitivos y de los esquemas competitivos de los demás canales. Programar en Lima es difícil porque hay siete canales de televisión, no es fácil y lógicamente requiere de una investigación bastante profunda. Esta junta de programación está amparada por una información de marketing y preanálisis de todos los programas que le ofrecen; el preanálisis incluye un pretest y una serie de esquemas de chequeo previo antes de comprar el programa; involucra también todo el aspecto vinculado a la programación nacional. Nosotros, como usted sabe, tenemos una exitosa tira cómica a las 8:00 pm. que gana audiencia todos los días. El lunes "El Jefecito", los martes "Yo Mismo Soy", el miércoles "Risas y Salsas", el jueves Papá Chuiman, el viernes LaGran Revista y el sábado "Risas y Salsas", que son seis programas cómicos que luchan contra una novela nacional, as¡ se encontraron dos nacionales y los cómicos superaron a los dramáticos por primera vez en la historia de la radio y televisión en nuestro país. La comicidad pudo más que el esquema dramático de la telenovela "Paloma". ¿Cuál es el porcentaje de programación propia de Panamericana Televisión?


Panamericana produce en este momento cerca del 48 o/o de su transmisión al aire, que son 20 horas diarias. Este porcentaje incluye programación viva y noticieros. En una época nos superó el Canal 11 sobre la base de programación en vivo de panel periodístico. Pero fue solo un momento. Más que programas vivos eran paneles periodísticos, por lo tanto no influía la participación artística sino básicamente la participación de grupos de opinión. ¿Existe algún flujo de comercialización externa para los programas cómicos como Papa Chuiman y Risas y Salsas? ¿Hay algún proyecto de exportación?. Tenemos algunos proyectos, pero en general la programación cómica de éxito en un país es difícil de comercializar en el exterior porque la comicidad está basada en situaciones de cierta actualidad local que no tienen mayor significación en el extranjero, que no es entendida fuera. Una situación cómica o una caricatura del diputado Olivera no tiene ninguna significación en Los Angeles o Puerto Rico, ellos no conocen al personaje ubicado dentro de una comicidad local. En este sentido la comicidad corre en todo campo de cosas, no solo en el de los políticos. No ocurre lo mismo con las telenovelas. Así es. El caso de las novelas es el de un género más universal, es realmente un género universal. ¿Es esto lo que explica el éxito de Carmín en Europa? Sí, tuvo éxito en Italia, estuvo en una cadena italiana y funcionó bastante bien, no se transmitió todo completo sino sólo la primera parte, era muy simpático ver a nuestros actores hablando perfectamente el italiano. ¿Qué proyectos tienen respecto a exportación de programación o ampliación de la programación nacional? Nosotros creemos que la televisión tiene su verdadera ubicación como actividad cuando ingresa al campo de la producción. La televisión que retransmite, programas que se hacen en otros sitios es un sistema de repetición de otras televisoras. La televisión propiamente dicha es aquella que dentro de nuestro criterio tiene capacidad de producir en su país un producto nacional y que su objetivo fundamental sea tener éxito local. Logrando el éxito local se puede pensar lógicamente en un proyecto de exportación, pero el objetivo fundamental es el éxito local. Está demostrado en una línea de producción de muchos años, que una buena producción nacional barre en sintonía frente a cualquier programa extranjero. Quiere decir que lo nacional tiene un premio de aceptación del público frente a cualquier programa extranjero. ¿Cómo podría sintetizar su actual política de programación? Nosotros sentimos que como país invertimos demasiado en adquisición de programas. Nosotros tendríamos que seguir la misma línea de la industria nacional y el Estado debería ser consecuente con las normas que se han establecido en la industria nacional en general aplicándolas al concepto de la televisión como industria del entretenimiento, en forma tal que nosotros en lugar de adquirir tanta producción exterior deberíamos fabricarla acá. Vamos a pasar una difícil época de transición. Debemos fabricar aquí una importante proporción de nuestra programación, no la totalidad, también tenemos que tener una puerta abierta a la producción extranjera que significa criterios de niveles competitivos a nuestra producción y además es una ventana abierta a la actualidad de la producción de todo el mundo. Pero sí deberíamos tener en forma clara y definida un buen porcentaje de producción nacional y pretender contentar a nuestro público con esa calidad. Generar fuerza de producción local y en todo caso ser exportadores y no sólo importadores de televisión, romper el esquema de una situación abusiva que es la importación frente a la producción nacional; en este


momento la producción importada está liberada versus una producción nacional que esta sujeta a un ritmo inflacionario muy fuerte. Dentro de esta circunstancia los canales obviamente buscan su salida en la importación de programas, pero deberían orientarse hacia una mayor programación nacional, lo cual se puede hacer perfectamente, incluso por aquellos canales que no tienen infraestructura o equipos, porque hay suficientes compañías de organización independiente. ¿Cómo calificaría la actual coyuntura para la industria de la televisión? La televisión no escapa de la situación general del país. La televisión es un medio de expresión como lo define nuestra Constitución; la televisión y la radio están sujetas a las circunstancias políticas. Por ejemplo; la televisión en tanto medio de expresión tiene la necesidad de tomar actitudes precisas frente al terrorismo, debe manejar su información, no debe constituirse en un caja de resonancia de los actos terroristas. Un terrorista necesita para el éxito de dos bases: una bomba y una cámara de televisión; se trata de quitarle un poco de cámara de televisión, cosa que los diarios también deberían hacer, La difícil situación económica afecta a la televisión porque afecta a la industria y al comercio de los que la televisión se financia. La televisión es afectada como el país mismo, es partícipe de la realidad del país. No es un ente aislado. Fuera de esa situación general del país, la televisión necesita una actualización de su reglamentación. Hay un artículo en la Ley 19020 que habla de un 60 o/o de producción nacional, sin embargo ese artículo no se pone en ejecución hace doce años porque no ha sido reglamentado. Como éste, hay otros artículos, vemos entonces que hay una dejadez y una falta de actualización de la Ley 19020 que si bien es una ley que fue dada durante la dictadura de Velasco, también es cierto que cuando entró el Presidente Belaúnde sacó como 25 artículos de esa ley y la puso dentro del concepto constitucional. Es entonces una ley constitucional, a la que le falta reglamentación. Yo diría que estos son los dos problemas principales: la televisión corre las circunstancias políticas y económicas del país; y la televisión y la radiodifusión en general requiere que su ley sea actualizada, que se redefinan algunos campos, básicamente el que se refiere a la promoción de la producción nacional.


¿PARTICIPACIÓN PARA QUE? UN ENFOQUE POLÍTICO DE LA PARTICIPACION EN COMUNICACIÓN POPULAR. Rosa María Alfaro Hablar de políticas comunicacionales siempre ha sido una tarea poco motivadora, especialmente cuando el enfoque se detiene a diagnosticar lo que está ocurriendo en el ámbito de los gobiernos y los sistemas sociales. Lugar común de las repeticiones interminables, que oficializan absolutizando el problema del poder,estas temáticas han formalizado el modo de acercarse a comprender la conflictividad sociocultural y política que la comunicación es capaz de articular. Intentaré problematizar esta óptica desde la experiencia concreta del poner en acción la competencia académica, en aquella cotidianeidad oscura y compleja de las prácticas sociales y los intentos por hacer participar a quienes no siempre querían hacerlo, porque aún no le encontraban sentido. Pero los conocimientos que adquirimos no dilucidaban la acción, mas bien nos amordazaban de cierta inutilidad. Enganchados en convenciones alejadas de la ambivalente realidad social nos lanzamos a otras lógicas que no sabíamos cómo comprender, menos aún conducir. Sin embargo fuimos aprendiendo entre tanteos, conflictos y errores, generando entonces nuevas reflexiones, innovadores discernimientos para afrontar la significativa vinculación entre comunicación y política, pero esta vez


abordándola desde los discontinuidades políticas.

sujetos

sociales

y

sus

1. DE NUESTRA HISTORIA Y SUS MÚLTIPLES ENREDOS Las experiencias y las formulaciones teóricas de la comunicación popular en nuestros países, se han venido comprometiendo de manera creciente con la participación de los receptores o destinatarios y de los profesionales trabajadores de los medios en las acciones y en los diseños de alternativas comunicacionales. Tanto así que cuando pensamos en ella, inmediatamente nos surgen imágenes del pueblo o de los periodistas hablando y decidiendo por sus micros, manejando consolas y cámaras de video, redactando o tomando fotografías, discutiendo las orientaciones en asambleas, vendiendo sus periódicos, es decir... pura participación. Así ésta se instaló definitivamente en la concepción del nuevo modelo comunicacional a propugnar. Sin embargo, dos intenciones casi opuestas se enfilan en este sobredimensionamiento de la participación. La que pretende democratizar la comunicación como lucha política alternativa al sistema comercial, masivo y transnacional, de por sí negativo. Y aquella otra que propone la revaloración de la palabra del oprimido, como punto de partida de los procesos educativos que liberarían su conciencia. El énfasis de la primera se sitúa en el nivel macrosocial de las propuestas políticas, donde lo transformable está en el reordenamiento de la propiedad y el modo transnacional de


producir cultura hegemónica. Allí se deben gestar los grandes virajes que permitirían la participación, para un "después", cuando se haya conquistado el poder. Mientras que la segunda se ha venido definiendo en la práctica concreta de los procesos microsociales donde lo educativo se convierte en cualidad intrínseca del quehacer comunicacional, en la que el proyecto político está aún en la penumbra, pues los sujetos sociales, entendidos como movimientos y organizaciones se desarrollan hacia una ambigua utopía que en los últimos años ha tomado el nombre de protagonismo popular. Y allí y "ahora", en los pequeños grupos y experiencias se va conquistando la nueva democracia, en un desenfrenado activismo "repleto" de compromiso con el pueblo. Dos paradigmas se esbozan así, el político y el educativo popular. Que si bien su origen viene del modo de entender la lucha social, o mejor dicho de las estrategias del cambio que nuestras sociedades requieren, se han trasladado y desarrollado específicamente hacia el campo comunicativo. Aunque sus matrices más remotas se insertan en las pugnas entre ilustrados y románticos adquieren un rostro particular en la complejidad política y cultural latinoamericana, a raíz de los nuevos y contradictorios actores sociales, quienes desquiciaron los viejos esquemas de interpretación y acción. Ese salto hacia el ámbito comunicacional, mecánicamente, ocasionó no pocos resbalones, al abandonar su relación con lo social. Porque, curiosa y contradictoriamente es allí donde ambas tendencias se unen, en esa "creencia" de que la participación a suscitar, ahora o después, debe ser


estrictamente comunicacional. Ocurre entonces que práctica política y comunicacional se disocian peligrosamente, lo mismo que la cultural masiva censurada de la realidad social, se separa de la alternativa, sea esta macrosocial o de educación popular. Al perder ambas su vinculación con la densidad socio cultural y política de la realidad, la nueva comunicación a gestar deja casi intacta y de lado aquella capacidad de convocatoria y goce popular que las comunicaciones masivas generan y que curiosamente sí se asientan y definen entre las identidades y los conflictos frustrados y postergados de los sujetos populares. Mientras las polémicas y mesas redondas insisten en la necesidad de participación de la sociedad civil y la política en la comunicación. Y los otros van construyendo experiencias "horizontales" de comunicación grupal o local, lamentablemente reñidas con el entretenimiento. Sin embargo los supuestos beneficiarios de ambas propuestas, los oprimidos y explotados, entregan todo su corazón, interés y placer a la comunicación cuestionada. Le piden lo que la política no les puede otorgar. En medio de un gran intercambio entre la vida y la comunicación van definiendo sus identidades, contestando sus grandes y pequeñas preguntas sobre el país y sobre sí mismos, satisfaciendo con sueños y finales felices, entre lágrimas y carcajadas, el gran desconcierto que nos ha tocado vivir hoy, procesando así de manera distorsionada la esperanza. ¿Qué nos ha estado ocurriendo entonces? ¿Qué sentido tiene realmente la participación? Es indispensable que nos interroguemos sobre lo que estamos pensando y aplicando ¿desde dónde estamos analizando y proyectando la participación? ¿Cuál


es su relación con la vida cotidiana y el conflicto sociocultural? ¿qué tiene ésta que ver con la nueva sociedad y qué lugar le corresponde entonces al dominado en la comunicación? ¿por qué suele suceder que a mayor racionalidad política, menor empatía con las clases populares? 1.1 Los usos comunicacionales de la participación La educación popular, desde Paulo Freire y sus seguidores aportó definiciones fundamentales a la personalidad de la comunicación popular.(2) En primer lugar se fue percibiendo que las transformaciones sociales tenían que ver directamente con los sujetos oprimidos, principales víctimas de la injusticia y la violencia social. Que a ellos les correspondía la liberación. Que la experiencia de vida y la toma de conciencia aportaban a la fundación de un nuevo saber. Mas aún, que sin su compromiso ideológico no había revolución ni reforma posible. Su participación era entonces estratégicamente fundamental, especialmente en lo que se refería a la educación de su conciencia, como paso previo a otros compromisos. De esta manera, dimos un salto teórico, práctico, necesario y de gran riqueza, aunque terriblemente arriesgado. Pues transitamos demasiado rápido de lo macro a lo micro, de lo objetivo a lo subjetivo, de la abstracción al mundo concreto, de las estructuras a los sujetos, de las vanguardias a las bases, de la acción social a la ideológica, de la acción política a la educativa y de los espacios "netamente" políticos a los de la vida integral y humana de


los sectores populares. Movimiento pendular no suficientemente procesado, ni discutido políticamente. A ello añadimos que esa propuesta iluminó nuestro quehacer en el mundo cercano de los pueblos y fundamentó o explicó nuestros desengaños partidarios ante formulaciones y métodos políticos que no empataban con la vida de la gente. Se produjo entonces un cierto "deslumbramiento", ante la nueva perspectiva, que nos sedujo sin haber profundizado mucho sobre el significado de la conversión acontecida.(3) La comunicación popular se enroló en esa misma propuesta, desligándose de la alfabetización. Desde el teatro, las filminas, las fotografías, los boletines y periódicos murales, la radio local, los folletos, era posible plantear una comunicación para grupos pequeños, donde la finalidad central era comunicativa, pero entroncada en la educación popular. La definición del comunicador era la del vehiculizador de la liberación ideológica del pueblo. El quehacer previo a la transformación global del sistema social era posible, no había que esperar la revolución. Esta quedó por lo tanto postergada, lejos de la preocupación política. La participación se percibía por lo tanto como expresión y condición de esa comunicación educativa. El quehacer activo y consciente del oprimido en su proceso de transformación ideológica y comunitaria posibilitaría que trascendiera su rol de víctima. Pero, la relación entre esta actividad liberadora que comprometía a los intelectuales con el pueblo y aquella otra, la de los grandes cambios y las luchas políticas, no se fundaba y esclarecía, ambas permanecían como dimensiones intocadas, paralelas, casi alternativas. No se lograban interconectar. De un lado la


participación educativa carecía de un sentido macrosocial y político, sin embargo enriquecía y complejizaba la actividad política y daba rostro y expresión a las mayorías silenciosas y pasivas. Humanización y esperanza aportadas por el pueblo, que aún hoy no es comprendida por la dimensión política oficial, por no estar incluida en su lucha por el poder. Mientras tanto, los años setenta dieron a luz a unos ochenta, donde proliferaron los centros de comunicación y educación popular. Lamentablemente los procesos ocurridos perturbaron "la vigencia" del modelo, salvo algunas experiencias. El salto pendular poco digerido, el activismo rutinario, la institucionalización formal, la desvinculación con el quehacer político, la fragmentación de la relación con el pueblo a partir de "los proyectos”,(4) la poca discusión y sistematización teórica, entre otros factores, fueron marchitando el espíritu creativo inicial y mostraron la gran ausencia del programa político que se pensaba gestar. La misma definición de la comunicación popular no permitía su nacimiento. Ocurrió entonces, que la concientización y la participación se fueron reduciendo a prácticas metodológicas y formales que mezclaban viejas y nuevas concepciones. El decantamiento no se produjo. Entonces cíclicamente repetimos el esquematismo racionalista, la conciencia realista objetiva, la separación entre vida cotidiana y experiencia educativa, entre el placer y el aprender y entre la acción social y la política, volviendo a instalarse en muchas de las experiencias latinoamericanas de comunicación. Así la participación se desvestía en la práctica de sentido renovador, de mito y vitalidad, de utopía política.


Otras tendencias llegan a considerar la participación en la comunicación desde definiciones más político-partidarias: la formación del poder popular, dando voz a las mayorías silenciosas. Dicha aproximación, sin embargo usó el concepto de democracia popular para diferenciarla de la burguesa. Se convirtió en condición y efecto político de la otra verdad objetiva que había que pregonar. Pero allí el sujeto estaba ignorado, no importaban sus procesos educativos, ni sus espacios subjetivos, ni las identidades culturales, ni sus necesidades comunicacionales. La participación era metáfora de la nueva sociedad igualitaria, había que relevarla y hasta forzarla para demostrar su vigencia y destacar la divergencia en oposición al sistema. Y como se debía portar la verdad, entonces se privilegiaba al dirigente político popular, cuya finalidad estaba en el esclarecimiento. Los hombres y mujeres humildes del pueblo debían también participar, pero para demostrar la trágica realidad social, constituyéndose como objeto y parte de un argumento político. Las propuestas de los profesionales de la comunicación especialmente de los periodistas de izquierda se acoplaron en el mismo sentido. Influyeron en destacar la importancia de la participación opuesta a la empresa capitalista de información, pero desde una perspectiva gremial de lucha contra los propietarios de los medios de comunicación. Presionaban por obtener ellos un rol democratizador, manifestando poco interés por la participación de lectores y consumidores, es decir del mundo "no profesional".


Los medios masivos comerciales, la radio, la prensa y la televisión no son tampoco ajenos a la participación. Más aún la utilizan con eficacia, entre aplausos, premios y congratulaciones. La participación se ha convertido en elemento motivador de audiencias, lo que garantiza mejores ganancias, movilizando inversiones en publicidad. Los mismos noticieros, para ganar "ratings" privilegian la presencia y la tragedia del actor popular, en imágenes y voces dramáticas, hasta morbosas, asociando así la democracia a la información y el espectáculo. Pero, aunque todos sabemos que ésta sólo aparece en algunos momentos del proceso comunicacional, no podemos negar que el pueblo y sus litigios hacen noticia y están hoy presentes en el espacio masivo, con mucha fuerza y vitalidad. La entrevista, el concurso, la opinión pública de encuestados, la disertación del experto o profesional las llamadas telefónicas, las cartas, las imágenes, inundan nuestra cotidianeidad a pesar que la conducción, la selección y la orientación no son pertinentes a una ideología de la participación. Constituye básicamente una demostración y un gancho para la recepción, aunque para el que ve, lee o escucha esta participación constituye un valor, que le permite saber y ser más. Se mira, se compara y puede analizar diversas propuestas. Significa reconocimiento, constatación, empatía, modo de estar presente en la vida nacional. Algunos medios van inclusive más allá. Construyen su identidad competitiva sobre la misma participación que ofrecen, dando cabida a los sentimientos, opiniones y goces populares. Este avasallante crecimiento de la participación nos plantea nuevos retos. No basta recalcar la diferencia,


significa una urgencia de convertirla en una práctica y en un contenido democratizador, querido y buscado, porque da beneficios y transforma, haciendo posible la comunicación, en una vida social y política nuevas. La participación por lo tanto admite múltiples sentidos. Su contenido liberador depende de sus intenciones y métodos como del modo cómo se incorpora a la vida subjetiva y objetiva de sus destinatarios. Las muchas experiencias motivaron aprendizajes, que se definieron entre saltos teóricos, abandonos y postergaciones políticas que nos hicieron perder perspectivas. La propia conflictividad social y política nos impedía la seguridad y la profundización. Carentes de tiempo, dinero y ánimo, en medio de tanta actividad afirmativa, no pudimos problematizar, investigar y sistematizar. Por ello al concretarla en términos comunicacionales la instrumentalizamos y achatamos, sin tomar en cuenta su vinculación con la otra democracia macro social y con la conflictividad cultural y política en que el pueblo de nuestros países está sumido. 1.2 La participación popular como fetiche En el mundo de los educadores y comunicadores populares, la participación es por lo tanto casi un ritual y una fe, significa y garantiza la liberación, no puede faltar. En ella se concentra toda una significación ideológica que la explica y la realiza. Pero consecuente con sus deficiencias conceptuales, se privilegia solamente la denuncia y el sociodrama revelador. Nuestros programas radiales se llenaron de voces


populares, lo que definía su carácter participativo y popular. Las reivindicaciones y las luchas, los testimonios y los rostros de los oprimidos en periódicos y boletines, justificaban y hasta reemplazaban su intención liberadora. Si el pueblo participaba o en otros casos si solo aparecía ya se trataba de "la comunicación popular". De las experiencias locales se transitó a las masivas con el mismo esquema. El pueblo tenía que participar. Se convirtió así en rutina y hábito, como un ejercicio matinal. Poco se escuchaba lo que decían y por qué lo hacían, menos aún se les permitía transformar esa comunicación popular. Y allí perdimos al sujeto, no supimos recibir sus perspectivas, sus lenguajes, sus modos de percibir la realidad, de esperar la liberación, de construir sus prácticas comunicacionales cotidianas. Recogíamos lo textual, pero no desde dónde se decía y con qué intencionalidad. La dinámica productiva nos insensibilizó. Ni nosotros, tampoco ellos, nos enriquecimos con la famosa participación. Un sin número de flechitas funcionales explicaban y organizaban nuestra práctica democrática alternativa, donde lo horizontal era la clave interpretativa de su sentido transformador, por fuera de la relación con el movimiento popular y sus conflictos. Lo negado era la verticalidad, sea cual, fuera y adónde apuntase. Ignorábamos o tratábamos de olvidar que la complejidad social y cultural ha hecho más borrosa la diferencia entre las clases, las culturas, lo urbano y lo rural, lo masivo y lo popular. Y que el propio pueblo es ya partícipe en la formación de una cultura de masas hegemonizada por la burguesía o los estados, no precisamente horizontal, que unas prácticas participativas no


podían cambiar tan fácilmente una relación social tan arraigada. Contradictoriamente, nuestra identidad tampoco se asumía. ¿Quiénes somos, para qué estamos? ¿cuál es nuestro lugar en la participación? ¿o es sólo para el pueblo, el "buen salvaje", la "masa atrasada," que debe avanzar? ¿nosotros no necesitamos la democracia? Fetiche entonces ¿para quién? ¿de qué lado estamos? ¿del sacerdote que exorciza? Pero el que hoy día lo podamos plantear así con toda su crudeza, es señal de redenciones mutuas que ya se inician, tejiendo la esperanza. 1.3 El conflictivo ejercicio de la palabra popular Hacer uso de La Palabra pública significa una ruptura llena de complejidad. Aquella que tiene valor social y simbólico. La que se explicita como manifestación de una voluntad de ejercerla, con sentido y continuidad. Hablamos de la capacidad para convertir lo que se aprendió en la experiencia cotidiana, en mensaje y vitalidad social que se comparte con otros, en aquellos ámbitos que no son propios, que todavía no se poseen. Más aún si esa palabra contribuye a la formación del "nosotros popular" de esa identidad colectiva que dialoga y disputa con las otras clases e institucionalidades sociales del país, construyendo las bases de una propuesta. La dificultad de aceptar ser para otros, conquistando nuevos espacios para sí, entonces se tiñe de una utopía que transita entre el modelo y el sueño de otra realidad humana y política, alejándose de la praxis "pragmatista" que calcula y obtiene beneficios. Es por lo


tanto subversiva y complicada, supone otra significatividad. Si no lo entendemos así, la perspectiva y el adónde vamos con tanta participación, se tornan vacíos, carentes de sentido. Durante mucho tiempo hemos pensado en ella de manera ingenua y formal. No podemos sin embargo negar que esa inocencia expresaba un nuevo descubrimiento de una fuerza vital, aquel que conecta el compromiso político de los comunicadores con las relaciones humanas dignas y concretas. Al revalorar la palabra popular, el saber en que está inserta, su capacidad y competencia cultural, develábamos interpelando la frialdad manipuladora y abstracta de las actividades políticas proselitistas, que buscaban desesperadamente en el pueblo nuevos militantes, midiendo influencias, capturando pequeños y grandes poderes, en medio de un gran desencuentro entre sujetos populares y partidos políticos.(5) La experiencia y el análisis nos demuestran que esta palabra está significativamente conflictuada. En primer lugar porque los discursos "hegemónicos" populares no existen como tales. La multiplicidad de opiniones e interpretaciones que se gestan al interior de los movimientos sociales, sin aceptarse ni vincularse entre los diversos sectores y organizaciones que los procesan, el divorcio entre discurso y práctica, la fragmentación en que se encuentra sumida la palabra conforme a diversas y hasta contradictorias prácticas sociales, provoca trabas en su proceso de producción y dificulta la posibilidad de una coherencia discursiva que requeriría toda presencia pública en la sociedad política oficial. Más aún en una realidad tan cambiante como la nuestra, cuando la lógica del momento, ante tanto aconte-


cimiento inesperado, supera la posibilidad de enfrentar orgánica y consistentemente una estrategia. Culturalmente la palabra del pueblo se encuentra encerrada y enredada por los modos de comprender la vida y por la propia lógica de la cotidianeidad, en relación a los acontecimientos, en un continuo diálogo y evolución. De un lado está el mundo familiar, el del trabajo, el barrio, como espacios propios, que incluyen prácticas y relaciones sociales que les son cercanas y les compete. Allí se valora la palabra, aunque jerarquizadamente. Desde el dirigente, el varón, el ama de casa y el niño, cada, uno en su espacio social de protagonismo, requieren y ejercitan la palabra, imperativamente, como parte de la misma condición humana y sus procesos de socialización . Frente a este mundo de "adentro", del "nosotros" más local y parcializado, están los otros, los "ellos" del mundo de "afuera". Allí la palabra se reprime y subvalora con los "extraños" sobreestimados, en la misma acción de empequeñecerse. Por lo tanto la experiencia cotidiana no se legitima, no vale para ser comunicada, definiéndose entonces relaciones de subalternidad con respecto a ellos, desde su devaluada palabra. La dominación vive dentro de los sujetos, no es una exterioridad. La palabra de otros se convierte entonces en una norma y en una censura porque contiene, el valor social simbólico por excelencia, definiendo las interrelaciones entre lo de "afuera" y lo de "adentro", es decir involucrando a las propias dirigencias populares y a sus bases en el uso de lo público, y de su propio mundo interno jerarquizado.


La misma dirección política interna se constituye en un orden que traba el ejercicio de la palabra de las bases o de sus dirigentes intermedios, más cerca al mundo del vecindario y la familia que del municipio, el estado, de los partidos, los patrones o capataces y los instruidos. Contradictoriamente esta perturbación no sólo es producido por las condiciones, los métodos y las prácticas constitutivas del accionar político sino por la delegación que las mismas bases le otorgan a sus dirigentes. En la figura de la representación le transfieren su palabra, se desprenden de ella, se quedan sin poder. Los líderes son elegidos porque hablan mejor, sabrán así defender y construir una eficacia para obtener "algo" del mundo exterior. Resulta ser más un arma o instrumento táctico que una propuesta política democratizadora. ¿Dónde estamos los comunicadores populares y qué estamos haciendo con esa palabra? ¿Cómo la estamos comprendiendo? Durante mucho tiempo hemos reducido o borrado su conflictividad cultural, social y política, la tomábamos sólo como voces y mensajes de los oprimidos, que hay que difundir o utilizar para denunciar. Pero que pasó interiormente con quienes participaron. ¿Se produjo autovaloración alguna en profundidad? ¿Frente a quiénes? ¿Ante nosotros quizá? ¿Qué sucedió luego en el pueblo, la asamblea, la familia, la actividad comunal? ¿Se conectaron ambas dimensiones de la comunicación? Sin embargo los pobladores, los obreros, los campesinos, las mujeres y los jóvenes sienten la tensión entre una palabra que al entregarse se humilla, pero que es propia y trasluce y dignifica la experiencia de tantos años de mucha historia y actividad. En una especie de conciencia dramática


que sabe de su conflictividad pero que también anhela poder hablar bien. Sentimientos contradictorios explicitados en tantas demandas por talleres y capacitaciones de locución y oratoria, o de comunicación en general para aprender a hablar. Como también se manifiesta en esa espontaneidad por llamar y escribir a las radios, por participar de los noticieros de televisión asegurándose la difusión de su verdad, aunque sólo sea parcial. El ejercicio de la palabra popular conlleva una profunda pugna entre realidad y utopía, entre autoritarismo y democracia, la que es imposible de recoger procesando sus desenlaces, con sólo abrir el micro o entrevistar. Aquí la comprensión instrumental de los medios no nos sirve, se trata mas bien de instalarse en el conflicto, "empujando" y apoyando las propias resoluciones del pueblo. 1.4 ¿Sujetos u organización? ¿Quiénes son los protagonistas? Añadiendo al listado de nuestras incomprensiones, nos lamentamos de haber confundido sujeto con organización, en los dos sentidos. Unos porque al vincularnos con los sujetos concretos, las personas individuales y colectivas, supusimos que allí estaba implícita la organización y no fue así. Otros porque sólo pensaron en la organización y allí subsumieron a los seres humanos, borrando las múltiples características del rostro, la vida y el habla popular cayendo en la estandarización y el estereotipo. Por debajo de esta


ambigüedad nos trabajaba la oposición individuo-colectividad, como también la de una espontaneidad vital frente a lo orgánico formal "concebido",(6) negándose mutuamente. Pero los sujetos no son sólo individuos, sino también solidaridades naturales, espontáneas y construcciones colectivas, forjadas por voluntad, las que también significan distanciamientos, tensiones y enfrentamientos. La organización está compuesta también de sujetos, donde tienen cabida las expectativas individuales las demandas de reconocimiento, los efectos, como los apetitos caudillescos, y otros no nombrados. Nos importa por lo tanto comenzar subrayando la no contradicción sino la complementareidad entre ambas dimensiones, enfatizando sobre su continuidad, interconectada por la identidad y el devenir de los procesos sociales. Sin embargo ambas dimensiones se diferencian. Cuando hablamos de sujetos aludimos a la vida corriente de los integrantes del pueblo. Aquella inserta en lo cotidiano y en los acontecimientos grandes y pequeños, la que se practica en múltiples espacios de comunicación, incluyendo los medios masivos. Allí la realidad, la lucha por sobrevivir, el goce placentero, el encuentro vital, la ayuda mutua entre amigos y vecinos, las peleas o resentimientos ante la desigualdad interna, forman parte de toda complejidad, donde está presente la experiencia vivida como huellas asentadas en la memoria, donde los hábitos, ritos y costumbres del presente se repiten y recrean, dando lugar a la resistencia, hecha de burla e indignación ante el opresor, donde también la esperanza y el sueño se imbrican influyéndose mutuamente, tocándose constantemente con la


utopía aunque fuese sólo de costado. Pero donde también se procesan los engaños, las humillaciones y vergüenzas del "ser menos", alimentando la impotencia política. Mientras que la organización supone una voluntad política común formalizada, para conseguir algo, para conducirse a sí mismos, pero sobre todo para relacionarse con los de "afuera" y captar beneficios, practicando de manera orgánica tácticas de conquista y de defensa. Allí se construye una otra identidad, pragmática y forzada concientemente, pero que va definiendo un embrión político hecho de decisiones y actividades de interlocución con otros sujetos del mismo pueblo y frente a las otras clases. Lo cual obliga a crear un orden interno donde se construyen normas propias, igualdades, acciones democráticas que van configurando nuevos modos de vivir en sociedad. Allí la asamblea es el momento cumbre deificado, especialmente la de base. El que no asiste es subvalorado. Y quien no cumple lo acordado es sometido a sanciones, a voces tan rígidas que llegan a la incomprensión y la crueldad. Interpretar de una manera u otra tal o cual decisión es motivo de discusión y posteriores enfrentamientos. Las directivas "se bajan" o destronan cuando éstas falsean o utilizan esa voluntad colectiva para beneficio propio. La igualdad da seguridad y fe. Por ello tanta discusión interna, prolongando sesiones que perturban las condiciones mínimas de una buena asistencia. Las formas de autogobierno están allí, pero poderosamente influidas por la autoridad externa, frente a la cual hay que diseñar respuestas que signifiquen beneficios. Es el espacio de definición de las tensiones políticas y del futuro de la


organización. Y en ese sentido allí se deliberan las bases de una nueva democracia. Si bien entre la vida espontánea de los sujetos y la organización representativa existen niveles primarios de continuidad. Sin embargo es bastante común percibir mas bien el desencuentro en muchas organizaciones. Opera allí el énfasis en lo formal, utilitario y coyuntural ante las instituciones externas. Se eligen y definen dirigentes para "gestionar" para relacionarse con el mundo de "afuera", allí se concentra y explica la representación. La cual origina entonces la debilidad de su función interna, como instancia de comunicación vital y de construcción de la democracia hacia "adentro", fundando una increíble paradoja. Mirada desde la democracia burguesa, por comparación, la organización es una innovación revolucionaria. Pero, analizada desde su coherencia interna, surgen sentidos aparentemente contradictorios, que no hemos sabido percibir y comprender. Por ello la asistencia a asambleas es deficiente, en términos cuantitativos y cualitativos de participación. La formalidad campea, en la manera de conducirlas y en el lenguaje "adoptado" del político. Dura larguísimas horas, ocurren peleas y se especta el fracaso de algunas dirigencias. Se ha convertido en una obligación, reñida con el sentimiento y el deseo. Hasta el miedo tiene lugar. La acusación no comprende cómo la exigencia puede fracturar la vida personal y familiar de sus miembros. Pero donde las debilidades son aún mayores, por lo menos en el Perú, es en los procesos de vinculación entre organizaciones. En los últimos años los proyectos de


centralización, tan importantes a una definición política y al proceso de unidad popular, levantan problemas serios en cuanto a su construcción democrática y mística interna, ahondándose los abismos entre dirigencia y base y esquematizando su desarrollo. La compartimentalización en que se encuentra el movimiento popular es aún muy profunda. Una práctica política forzada y desde "arriba" fomentando la articulación, pintará un escenario de cartón muy sencillo de ser destruido o incendiado. En ese sentido las organizaciones de mujeres han aportado al cuestionamiento de esta empobrecedora tendencia. Sin embargo cuando dirigentes y bases se refieren a su organización la defienden y alaban, con gran entusiasmo, la colocan en su "deber ser", argumentan sobre su importancia, destacan las conquistas conseguidas, le entregan todo su afecto, pues constituye parte de su identidad, obtenida con su esfuerzo. Esta incompatibilidad entre discurso y práctica, habla de una terca esperanza en el valor de la representación y la autonomía popular colectivizada. La que se enchufa con la vida cotidiana y la participación espontánea reprimida en el silencio, sólo cuando los conflictos superan la formalidad y ocurre el desencanto. Entonces las peleas, los insultos, las nuevas elecciones, las marchas y protestas permiten que la organización se alimente, y se recicle, o se divida y desvanezca su fuerza de continuidad y cambio. Curiosamente, sociólogos, políticos, comunicadores y educadores priorizan y subliman esa concepción orgánica y formal del colectivo, vaciándolo de conflicto, de su objetividad social y de mito político, destacando allí sólo la


figura del dirigente como la máxima expresión de esa formalización autoritaria. Se ha reforzado así la discontinuidad entre vida social y protagonismo político, entre discurso y práctica, entre personas y colectividades, entre lo objetivo y lo subjetivo, entre la afectividad y la razón, y entre lo real y el deseo de superarlo. Nuestra propuesta hoy es que ambas dimensiones no pueden desligarse, porque en esa cópula está su capacidad de transformación. 1.5 Las vinculaciones entre lo masivo y lo popular La idea de pensar y practicar en la realidad social utilizando para ello categorías opuestas e irreconciliables que batallan entre sí, perjudican nuestro modo de acercarnos al actor popular, e impiden que lo asumamos en sus procesos sociales y educativos. Pues cambiar no significa siempre pasar de un estado a otro, tachando lo anterior. Le negaríamos su sustancia histórica evolutiva. Como también estaríamos impidiendo que lo bueno, lo conquistado, lo transformado en la lucha por convivir en lo negado, se recupere y signifique avance y transformación, útil a la nueva sociedad a fundar. Y no es que estemos contra las rupturas sociales, sino que éstas deben formar parte del proceso de crecimiento de los sujetos, sin fomentar su destrucción. Aunque a nivel estructural y macrosocial estas rupturas o subversiones sean necesarias. Otra es la dimensión, de distinto nivel, del actor popular. Lamentablemente la guerra contra el sistema se ha entendido como batalla encarnizada entre personas, hasta tal punto que el campesino mata a su


hermano porque no quiere tomar las armas contra el enemigo burgués. Terrible confusión que ha pervertido el sentido humano de lo político. Nunca una revolución, ya sea pacífica o violenta deberá imponer, obligar y desquiciar al sujeto protagónico del cambio. El continuum del sujeto y sus organizaciones debe estructurar su modo de participar y transformarse, empatándose con el sistema social a innovar, aportando a él. La ruptura debe sentirse necesaria, que el pueblo vaya con ella. Ese será el único camino que garantice su participación en la conducción de los cambios sociales. Aquí está una de las claves de la relación entre actor y cambio social, entre pueblo e intelectuales, entre organizaciones y partidos, entre sujetos populares y la educación o la comunicación popular. En esa misma línea lo masivo se ha satanizado, es el maleficio capitalista que debe combatirse, casi erradicarse. El pueblo que lo consume sólo puede ser alienado, casi un enemigo o un traidor a su clase. La única alternativa que entonces surge es la de la comunicación artesanal y local, que se endiosa y sobrevalora, mientras se esperan pasivamente los grandes cambios sociales. Pero felizmente la propia práctica ha sido y es más rica que nuestros viejos discursos y sistematizaciones. Las oportunidades de ingresar a los medios masivos surgieron sin ninguna previsión, especialmente en la radio y en alguna prensa periodística, (diarios, y revistas) coincidentes con una cierta evolución de la izquierda hacia los escenarios políticos legalizados de la democracia burguesa. Entonces se valoró lo masivo, aunque asumido como la otra información que


había que aprovechar de difundir, sin encontrarle su sentido estratégico y popular. Surgieron así dos peligrosos equívocos. El primero que identifica la comunicación popular con el espacio local, excluyendo al pueblo de su responsabilidad para con la sociedad, en términos de la lucha pública y de la formación de una opinión política popular. El segundo que identifica la cultura y la comunicación popular reñida con la masiva, vírgenes del contagio comercial. Allí no estaría lo popular. Se ignoran así ingenuamente, los recorridos de la formación de la cultura, de masas en el país, que se forjaron en este siglo y ya tienen décadas de funcionamiento, comprometiendo en ellas los gustos y placeres de los pueblos y sus necesidades de representación cultural más vital y cotidiana.(7) Estamos ante el proceso de construcción de la hegemonía cultural, conseguida en complicidad con los sujetos populares, y por la captación de las demandas y modos de ser de las masas, hecha por las clases productoras. Y según cada país y sus conflictividades culturales y sociales esta amplia y homogénea cultura ha sido erosionada y conectada con las frustraciones políticas, con los procesos de postergación de lo nacional y la instalación precaria y desviada de la modernidad. Allí están hablando de ello aquellas experiencias masivas, como la radio folklórica, que surgió por presión de "abajo" hacia "arriba", donde cantantes y folkloristas se resistieron a la cultura transnacional y posibilitaron definiciones culturales populares en la conformación, aún incipiente pero existente del germen de una cultura nacional.(8) Cultura masiva desde la cual se ingresó a la vida pública usando contradictoria-


mente algunas y escasas técnicas de la modernidad, emparentadas con la edición disquera y radial casi artesanal. La comunicación masiva tuvo y sigue manteniendo vigencia popular. Pero su respuesta mediada, distorsiona y satisface desviada y parcialmente al sujeto popular. Sin embargo se le acerca y sabe tomar contacto, lo conduce recuperando sus necesidades de reconocimiento en la vida macrosocial, y en sus experiencias afectivas más individuales. Lo orienta seductora y procesalmente, como nosotros no lo sabemos hacer, no estoy planteando lo masivo como modelo. Por el contrario, sólo quiero destacar que la participación tiene que significar diálogo, cercanía e intercambio, sólo así será posible que la comunicación popular contribuya a la transformación social, haciendo del proyecto político una relación vital y organizada. La conformación de una nueva cultura, debe partir de su existencia actual, tan conflictuada, pero impregnada de riqueza. Será fundamental que se vaya edificando y recreando con la propia participación de los actores sociales prioritarios. En una nueva propuesta lo masivo popular, no puede mantenerse al margen de lo local y de las organizaciones. Se trata más bien de vincular y asumir la transformación estratégica, interconectando ambas formaciones sociales, tan potencialmente útiles al cambio social. 2. LOS NUEVOS SIGNIFICADOS DE LA PARTICIPACIÓN POPULAR EN LA COMUNICACIÓN Y EN LA VIDA SOCIAL


2.1 Construyendo una nueva práctica profesional La experiencia nos ha ayudado a madurar. Aquella que venimos practicando en los pueblos desde hace siete años, dos informalmente, cinco en una institución formada por nosotros mismos: La Asociación de Comunicadores Sociales "CALANDRIA". Todos somos comunicadores, la mayoría profesionales egresados de la Universidad de Lima, otros de origen popular formados en la experiencia y la vocación por comunicar, como las locutoras, las corresponsales, las actrices y las organizaciones con las que venimos trabajando. La inyección inicial fue fruto de una envidiable casualidad. Nos solicitaron dictar un curso para mujeres de un mercado, para que aprendieran a hablar por sus parlantes y se entusiasmaron en participar de la directiva. De los primeros tanteos que más bien fueron manotazos, surgió la empatía: el relato popular, que no hemos abandonado hasta hoy, cuando ya van cinco años del programa radial NUESTRA VIDA en el aire, se convirtió en tabla de salvación y factor de aprendizaje permanente. Las mujeres cuentan dramáticamente sus vidas, sus noticias, se ríen y reconstruyen la esperanza, aceptando lo educativo, no divorciado del placer de hablar y de escucharse en el contar. Del parlante al medio masivo, comenzamos con el programa semanal, ahora es diario y durante una hora, que ya resulta pequeña. De la comunicación de base, transitamos hacia la pública, para luego volver al mundo de la organización y la localidad, sin abandonar lo masivo, sino más bien utilizándolo en su


capacidad motivacional y orientadora, como instancia de mediación social, pero que admite la intervención directa del destinatario. Ambos niveles fueron integrándose, venciendo nuestras mutuas resistencias. Primero, porque las mujeres de los pueblos no admitían que un programa radial pudiese llegar a una comunidad y enseñar algo útil a las personas y sus organizaciones. Sólo estaba para entretener y educar desde un centro emisor, a pesar de admitir y destacar constante mente las diferencias entre NUESTRA VIDA y la programación comercial. Del lado nuestro porque más sabíamos producir que enseñar. Estar en los pueblos era todo un trajín, al que no estábamos acostumbrados, a pesar del romanticismo popular que nos embriagaba. Comenzamos formando en la institución un área distinta a la de la producción, que la llamamos "distrital". Durante casi dos años batallamos por integrarnos a la vida de dos organizaciones sumamente amplias y desarticuladas: el vaso de leche y los comedores populares, asumiendo así una perspectiva de organización territorial, frente o conforme a una estructuración política del estado, en los gobiernos locales, magnificando sin querer la capacidad política de los municipios sobre la vida popular y del país. Así estábamos en todas partes y en ninguna. Asistíamos a asambleas priorizando la organización popular, sin comprometernos a fondo con ninguna. Mientras que la respuesta a las demandas individuales y colectivas espontáneas se trabajaban más en el programa radial. Los alcaldes izquierdistas se fueron(9) y se desbarató el proyecto distrital. Las organizaciones ya sin apoyo se vieron obligadas a crecer, fundando centrales por zonas y departamentos,


cuestionando la inclusión de todo el movimiento femenino en los distritos y sus municipios, asumiendo en la práctica su independencia pero también comprendiendo la debilidad del aparato estatal y la importancia del gobierno central. Se prepararon para una interlocución mayor.(10) Las instancias de centralización se involucraron rápida y abruptamente en una lucha política directa peleando por su reconocimiento legal y defendiendo su autonomía como organización frente a un estado corporativo que les plantea subsumirse en las esferas de control de los órganos gubernamentales. Fue allí que nos dimos cuenta que esa estructura, territorial de la institución ya no tenía sentido, la que correspondía curiosamente a un ordenamiento informativo: las corresponsalías y noticias de todo lugar. Sin pretenderlo habíamos trabajado con lo que queríamos negar; la coyuntura y el espacio político oficial empataba y ocultaba los residuos del paradigma informativo. Pues como dice Jesús Martín Barbero, "más que con muros las ideas nos aprisionan con su inercia, y de ella no nos liberamos fugándonos... sino recreándolas"." Saltó entonces la careta y nos envolvió la necesidad de cambiar. Esta vez el sujeto social debía redefinir su lugar primordial en la estructura organizativa de la institución. Se creó entonces el Área de Trabajo con las Organizaciones Populares, como instancia eje, la que permitía unir lo social con lo comunicativo, por encima de la preponderancia de los medios, más bien sometiéndolos. Cuatro sub-áreas la integran según las organizaciones: Vaso de Leche, Comedores, Vecinal y Trabajadores (mercados, ambulantes y domésticas). Las otras áreas, investigación, los de-


partamentos de radio, video, medios artesanales y documentación, deberán enrolarse fundamentalmente hacia el trabajo medular con las organizaciones, entendidas como totalidad espontánea y orgánica. Sin embargo una doble actuación se aplica a todas las instancias, la de relación con el espacio masivo, donde las competencias culturales y políticas van más allá del ámbito organizativo y lo complementan. Desde mucho antes veníamos afinando nuestras propuestas educativas, en el acompañamiento, en las reuniones y los talleres de dramatización de comunicación y liderazgo y de producción de medios artesanales o masivos. Así fuimos edificando una propuesta comunicacional más integral orientada a que las organizaciones se doten de una capacidad de conducción de sus relaciones comunicacionales internas y externas, en lo orgánico en las secretarías de prensa y propaganda o equipos de comunicación; en lo ideológico en la comprensión de la importancia de la comunicación para el desarrollo político del pueblo; en lo democrático gestando independencia y participación; en lo cultural valorando su capacidad y riqueza cultural e incentivando la creatividad de bases y dirigentes, de hombres y mujeres, de adultos, jóvenes y niños. Las reflexiones que continúan son el resultado del proceso vivido, que hoy día nos acerca más a la interrelación entre comunicación y política. 2.2 Comunicadores y no sólo productores


Un planteamiento difusionista necesita productores, es decir técnicos, y dominadores del lenguaje de los medios, con creatividad y brillante eficacia, pero centrados en la confección de resultados. Entonces fabricar productos es su pertinencia fundamental. Allí comienza y acaba su responsabilidad profesional. Es el fin o la meta, como un eje más de esa maquinaria de la industria cultural, por incipiente que ésta sea, donde el receptor es sólo entendido como reacción de efectos de consumo, ante los textos presentados. La comunicación supone la existencia de un otro con quien nos relacionamos mediáticamente. Se trata de elaborar productos que sustenten, conlleven y favorezcan una vinculación real y simbólica, donde comunicadores y comunicados se involucren actuando el diálogo y la intercomunicación, con un destino valorativo y transformador. El interés se centra en los procesos comunicacionales y educativos que se gestan y no en la calidad intrínseca de lo ofertado, ya sea como contenido o como estética del productor. Pero a su vez los textos comunicativos deberían recuperar lo mejor de cada instancia, buscando y provocando la relación. Se trata de confeccionarlos para que sean usados, gozados y reflexionados, durante la emisión y más allá de ella. Entonces su pertinencia es relacional, en movimiento. No es su perfección estática, sino la que plantea la apropiación y el uso social liberador. No se pretende la confección de productos malos, sino de apostar a otra bondad o calidad, con intereses exteriores al instrumento. Más aún, estos productos deben expresar las dinámicas y los conflictos


populares, en sus lenguajes y expresividades y desde allí generar otras creaciones e influencias en los sujetos y sus movimientos sociales, entendidas como empatías integrales de cambio. Los destinatarios cobran entonces un papel fundamental. La investigación sobre temáticas pasa a un segundo lugar, indispensable, pero complementaria. Se trata de conocerlos para comprenderlos, para identificar su vida cotidiana, sus logros e identidades, sus conflictos y necesidades individuales y colectivas, el modo cómo se involucran en la vida nacional; y de allí pensar en nuestras respuestas y qué ofrecer. Desde ese momento ya la producción es parte de una relación comunicativa y no impera la lógica de una eficacia productiva, sea del tipo que fuera (derecha o izquierda). Pero también los medios pueden servir para relacionar a unos grupos con otros. El comunicador debe favorecer la cercanía, el intercambio, la formación de una identidad más amplia, respetando la pluralidad. Vehiculizador de diálogos sus propuestas deben asociarse a la comunicación que ocurre en la vida familiar entre paisanos y vecinos, donde tiene sitio preferencial el afecto y la amistad para enriquecerse con ellos, al interior del propio medio y en otros espacios. Como también posibilitar la articulación simbólica y concreta entre organizaciones. De la misma manera debe aportar a la crítica y a la gestación de alternativas en el campo de la actuación macro social. Escuchar y responder son las dinámicas que le competen al nuevo comunicador, las que se efectúan en las relaciones que posibilita la comunicación masiva como en la otra popular, donde la palabra y la relación es directa, frente a


frente, sin recurrir a los medios. Lo cual exige un descentramiento de lo técnico, para asumirlo como herramienta de trabajo, capaz de ser mediación simbólica de transformación. Pero también está la relación humana y el compromiso como alimento y diseño comunicacional. 2.3 ¿Adónde se dirige la participación? La definición del comunicador como promotor y gestor de relaciones actuantes y vivas, nos permite ahora sí pensar la conexión entre comunicación y vida social. Esa riqueza le proporciona su valor estratégico. Cuando se hace comunicación se está directamente en las dinámicas y conflictos sociales, en la construcción de las identidades culturales, en las pugnas y las sumisiones políticas con respecto a las culturas hegemónicas, en las relaciones que se establecen y las que se ignoran, en las esperanzas que se fabrican entre los sueños y los placeres "evasivos" del entretenimiento, en las propuestas alternativas que se tejen y se construyen real y simbólicamente. Pero esta compenetración con la vida social no podemos entenderla exclusivamente como los mensajes a tratar, entendidos como textos o discursos, sino como relaciones que gestamos, a través de los géneros que utilizamos, de las vinculaciones que provocamos en el nivel expresivo, de los modos de hablar, en la comprensión y consideración del que escucha, lee o ve, en la suspicacia que tengamos para entender y satisfacer sus demandas educativas, en las actividades que construimos fuera del medio, en las


valoraciones que propugnamos, en cómo moldeamos juntos, una comunicación para cada organización, en el clima que creamos, en los sentimientos que dejamos pasar, en las propuestas integrales que formulamos, donde los temas no se “especializan”, sino donde se dan cita los relatos que el pueblo le hace al pueblo para crecer, con nuestra ayuda y mediación, construyendo su propia interpretación ideológica y política. El objetivo de la participación, entonces, ¿dónde está? ¿en la comunicación o en la vida cotidiana de los sujetos y sus organizaciones? ¿en un lindo o correcto programa radial o periódico mural, donde hay mucha participación o en el modo cómo se va edificando la democracia y la mística popular en las organizaciones? Es importante evaluar el proceso de compromiso de las señoras o los jóvenes comprometidos con nuestros proyectos comunicacionales. ¿Qué sucede con ellos cuando "llegan a participar" al espacio de la comunicación, ya sea masiva o local? ¿cómo lo están comprendiendo? ¿no será que estamos construyendo un paradisíaco "aparte" comunicacional? Los procesos de producción horizontal que creamos, donde reina el respeto por la palabra popular, qué les significa? La dialogicidad que propugnamos, hasta forzamos, para borrar los abismos y las distancias sociales, realmente se producen? Lo que allí se vive, los lazos afectivos que se fundan, donde todos nos escuchamos, impregnados del espíritu de igualdad ¿qué repercusiones tienen en sus vidas y organizaciones?. Cuando vuelven a la casa y el autoritarismo del marido las agrede, cuando en la vida comunitaria los jóvenes no tienen lugar, cuando en la


organización los dirigentes y las vanguardias políticas, continúan manteniendo la verticalidad presionando en las relaciones con sus bases, cuando en los comparendos con el Estado se otorga todo el poder al gobernante. ¿Cuál es entonces la capacidad de transformación de esa felicidad participativa de la comunicación popular, tal como lo hemos venido pensando? Si bien no podemos medir los procesos de cambio social como si fuesen fórmulas químicas o matemáticas, tampoco podemos evadir la pregunta sobre ¿dónde va tanta participación? Se trata entonces de saber cuán profundas son las metamorfosis que nuestras prácticas educativas provocan en los sujetos populares, individuales y colectivos? ¿o será que estamos sobredimensionando la capacidad de la actividad educativa, en sí misma? ¿Acaso la complejidad de la vida, las orientaciones de los procesos sociales no son las verdaderamente importantes? ¿Nuestra función no estaría más bien en apoyar a esas definiciones por fuera de la comunicación? ¿Se trata entonces de evaluar la validez de la participación por la transformación que obtiene de los sujetos, quienes luego van a aplicar lo aprendido en las prácticas sociales? ¿No estaremos interrogándonos desde la misma matriz que queremos negar? ¿Acaso la comunicación debe tener un poder sobre las conciencias para revolucionarlas? ¿No estaremos nuevamente sobredimensionándola como el lugar preferencial donde la gente se educa, allí donde estamos nosotros, los comunicadores populares? ¿Qué pasa con sus vidas cotidianas, con la complejidad de la vida social, con el desorden cultural de la ciudad, con los sueños, las complicaciones...? Los procesos de producción deben estar


en relación directa con los culturales y los sociales. Como no importa tanto la cualidad "correcta" del mensaje, tampoco lo es el buen proceso educativo comunicacional, sino la compenetración entre vida social, comunicación y educación, allí la transformación se ubica a pesar que perdamos la visibilidad de su eficacia. El objetivo está entonces en el cambio de la sociedad pero por acción, voluntad y decisión de los sujetos sociales insertos en ella, donde la comunicación tiene un papel cohesionador y de potencialización pública y orgánica importante. Nos interesa por lo tanto el poder que se va construyendo, la DEMOCRACIA popular que se va gestando, la Unidad a la que se va confluyendo, donde la comunicación tiene un lugar estratégico porque compromete las relaciones sociales y la subjetividad social, y actúa como modelo y camino de comprensión de la nueva sociedad a fundar. Esta gran meta, ubicada en la convergencia entre comunicación y vida social se manifiesta en cuatro perspectivas de orientación, de direccionalidad de la participación: la de apoyar la construcción de la democracia como nuevo orden popular donde se respete la pluralidad, pero se construya participativamente el nuevo sujeto político. La definición como sujetos culturales protagónicos, desde donde se habla y se produce cultura. La palabra, como discurso en formación, donde se posibilite una opinión de conjunto, como también el diseño de alternativas. La mística como búsqueda de utopías posibles e imposibles, donde se fabrica la esperanza, dialogando con la viabilidad.


2.4 La comunicación en las organizaciones populares: logros y necesidades La vinculación entre los procesos comunicativos y los socioculturales y políticos, nos llevan necesariamente al mundo de la organización popular y lo que allí está ocurriendo, para ubicar así nuestro quehacer. Lugar fundamental, donde conviven sujeto y voluntad política colectiva, formalizada ante la sociedad. En ella se condensan reproducciones del orden social, como también aportes al cambio, embriones de un nuevo orden social. Comenzaremos por definir sus logros, para luego destacar suscintamente sus problemas y necesidades. Hablamos desde las organizaciones de mujeres mal llamadas "funcionales" y algunas vecinales. Aunque últimamente nos influyen las irregulares organizaciones de ambulantes y mercados, en esta somera descripción de un diagnóstico apurado. Las organizaciones han conquistado un lugar en la sociedad. Por resistencia y defensa o por tomar un lugar, apropiándose de lo anteriormente prohibido para el pueblo. Los sectores populares han recurrido a la organización como colectivo ordenado de igualdad y eficacia. No sólo han actuado, sino también hablado, se han hecho presentes en la escena social y política nacional. Se han transformado a sí mismos, de ser tratados como MASA, identidad y lugar asignado al pueblo por la comunicación y la política hegemónica, a constituirse como ORGANIZACION POPULAR, por voluntad propia, pero en interacción con el


entorno social, entre apoyos y agresiones. Así han obligado a cambiar los términos de la interlocución con el Estado y las otras clases. Ni masa, ni individuos, es más que ello, pues se autodefine en su existencia y su comunicabilidad, como no manejable, sino mas bien pragmáticamente protagónica, bordeando las conformaciones de una autonomía popular, de un reconocimiento y una fe en su propia capacidad para gobernarse, aunque esta conciencia esté aprisionada en problemas e indefiniciones. Y en ese sentido, la multiplicidad de organizaciones ha obligado a cuestionar el estereotipo standarizador, donde diferentes actores sociales y un sinnúmero de procesos políticos y comunicacionales plantean una complejidad, que nos obligan a diferenciar y llamar por nombres precisos a LAS ORGANIZACIONES POPULARES. Frente al concepto generalizador de "ciudadano" se superpone otro, que es el de pertenencia a una o varias organizaciones, como una "otra" definición de la identidad política, donde las prácticas de elección, de cuestionamientos, bajadas de directivas corruptas, acciones comunales, solidaridades, edifican un modo distinto de ser democrático en el país, de mayor riqueza que la otorgada por la vía electoral y oficial. Y así a la organización se le ama, se oculta sus defectos, para resaltarla como propia y vislumbrar sus posibilidades de crecimiento. Pero no todo es diferencia frente al orden burgués, sino que ambas prácticas e identidades 'se relacionan entre sí, lo cual nos lleva al mundo interno de la organización, donde los logros positivos mencionados se entremezclan con otros que de alguna manera reproducen el llamado orden establecido, generándose confusiones, rutinizando formalidades,


institucionalizando incomunicaciones que cuestionan su capacidad de erigirse como un nuevo orden social alternativo. Así tenemos verticalidades entre dirigencias y bases, que reflejan distancias y desigualdades entre unos y otros. Líderes pensados hacia afuera y no al "adentro" de la organización. La comunicación interna no preocupa, es espontánea y por lo tanto no se puede corregir, "es así". La palabra es concebida por su eficacia y no por las relaciones que provoca. Las secretarías de prensa y propaganda, heredadas de la prensa sindical, no funcionan, constituyen un cargo formal que rellenar para una sola persona, sin equipo, "un premio consuelo para aquellos dirigentes que no tienen buena correlación de fuerzas". Las pocas experiencias de revitalización de ese aparato orgánico de la comunicación, tienden a "especializarse" al estilo de una célula profesional, tan independiente, tan avocada a la confección de productos comunicacionales, que se aíslan, sin complicarse con el mundo de las relaciones entre los miembros de las organizaciones, perdiendo así su capacidad de transformación. Las pugnas, desprecios y discontinuidades culturales también tienen lugar. La procedencia campesina y la tradición andina son subvaloradas, no merecen un lugar en la dirigencia. En el mismo campo aparecen conflictos culturales vehículizados por los modelos organizativos. Porque las organizaciones de base -cooperativas, comunidades- poseen enormes dificultades para asimilar y asumir las técnicas" de conducción de las organizaciones gremiales. Organizaciones que han sido concebidas con una


lógica urbano-occidental," especialmente cuando se trata de instancias nacionales. La construcción de la unidad popular también adolece de problemas. De un lado están las centralizaciones, cuyas vinculaciones son débiles hilos que unen a bases con representaciones más federativas y amplias. ¿Cuántas veces las dirigentes intermedias que acceden a otros ámbitos, que participan en asambleas y eventos, no comunican lo decidido y aprendido a sus bases, no relatan, ni traspasan la experiencia porque en la misma definición de ser dirigente está ya implícita la ausencia de información?. El proceso de desarraigo que ocurre en los dirigentes que acceden a otras instancias dirigenciales, de gran tensión y complejidad, se va produciendo en medio de alejamientos y cambios culturales que los disocian de sus bases. Y qué decir de la fragmentación del movimiento popular, entre una y otra organización. Una carencia de comunicación que los políticos aprovechan para sustituirla con discursos unitarios abstractos y con la creación forzada de grandes y amplios frentes supuestamente orgánicos, representativos y nacionales. Los medios de comunicación que se utilizan, se asumen entre creaciones, como también repitiendo moldes no populares. La permanencia no es su signo. Se utilizan de vez en cuando, cuando la coyuntura lo exige. Se usan para que hablen los dirigentes, quienes se erigen casi como sus propietarios. Sirven más para afirmar la palabra de unos que para pensarlos en función a otros a quienes solo hay que convocar sin escuchar y compartir la palabra. La lucha por sobrevivir, avanzar y conquistar un espacio real, más que simbólico en la sociedad, ha forjado en el pueblo un espíritu


pragmático impresionante. Un espíritu táctico frente al gobernante, al poderoso y a la organización social, que le ha permitido construir una sabiduría en la respuesta. La lógica del momento oportuno para decir esto o lo otro ha venido enmarcando su palabra, que mirada desde fuera es oportunista, pero desde dentro es única opción para vivir y avanzar, en un país donde el Estado no dio nada, sino más bien ignoró y despreció a las clases populares y a las clases medias. Esa desconfianza ensombrece los sentimientos de autonomía de cierta marginalidad política estratégica. El discurso popular está aprisionado en ese pragmatismo, fomentando su fragmentación. No es una opinión de conjunto, sino que se define por parcialidades, conforme a las circunstancias. Y aunque las constantes históricas y la experiencia vivida, podrían ser evaluadas y sistematizadas, porque hay matrices implícitas de reflexión, no se interesan por asumir tal tarea. Por ello dialogar con la sociedad es siempre una necesidad urgente del momento, no una acción permanente, y armónica. Y qué decir de las diferencias entre una y otra organización, entre la base y las dirigencias... Este discurso que denuncia, pero que también propone y que requeriría de un saber organizado, no sólo es inexistente, sino que aún no se ve su necesidad, existe poca motivación para asumirla. La expresividad popular así se reprime. No hay valoración de la palabra popular. El dirigente copia al político. El hombre no deja hablar a la mujer y ésta se subestima. Los adultos no toman en cuenta las opiniones y demandas de los jóvenes. Se formaliza la palabra táctica, para poder


conseguir beneficios, la cultura popular se enraíza en la vida cotidiana, pero no es susceptible de manifestarse en la acción política, interna y externa de la organización. El entretenimiento, el goce, la subjetividad social se realiza en la comunicación comercial, pero no en la de la organización. Se entrega a otras y allí encuentra la representación cultural y hasta política, de carácter "nacional". Mientras que su propia comunicación protagonizada se queda en el mundo de la localidad. Pero no podemos negar los avances, repletos de irregularidades, donde la gestación de lo alternativo concreto está aún demasiado trabado. Sin embargo, allí en medio de tanto problema y frustración, el propio pueblo percibe su identidad orgánica, aunque en pequeño, y la defiende con orgullo. Y cuando se comprueba la traición o la inmoralidad surge una indignación tan profunda, que nos habla de lo que está hecha, de intuición en la esperanza cuya experiencia es más utopía que realidad, posibilitando su continuidad. Y en el término de los plazos largos se notan las dinámicas de cambio, combatiendo nuestros desánimos, repensando con menos compulsión las etapas históricas que requiere la constitución del sujeto político popular. Comprometidos con esa fuerza y esa intuición, debemos entender la comunicación en ese sentido, hacia un después, pero ayudando a transformar el ahora. Se trata entonces de aportar a construir la democracia interna, de favorecer las vinculaciones y respetos, de promover el saberse escuchar. Como comunicadores tendremos que aportar a la construcción de instancias orgánicas de la comunicaci6n, sean secretarías de prensa y propaganda u otras, diseñando


con ellos nuevas formas de procesar la voluntad política, vitalizando la asamblea y el encuentro comunal. El manejo de medios debe comprometer a los dirigentes y bases como instancias de acercamiento y mediación educativa. La cultura propia debe ir definiéndose en su accionar y orientación propia. Poco a poco descubriremos la importancia de la comunicación para la creación de la democracia popular, pero también para el diálogo con otras organizaciones y en el espacio público del país. La recreación constante del entusiasmo y la mística interna unida a la organicidad son las nuevas pertinencias de la comunicación popular al interior de las organizaciones, donde se van haciendo los nuevos protagonistas políticos de nuestras sociedades tan complejas y tan marcadas por la injusticia y la violencia. 2.5 LA VIGENCIA DE LO MASIVO Y LA REDEFINICION DEL RECEPTOR Reconociendo la importancia de la organización, los sujetos populares no se agotan en ella. Están las preocupaciones individuales y las familiares, están las amistades y los parentescos que a veces suelen cubrir todo el territorio nacional y las diferencias laborales y hasta culturales. Están los espacios masivos que nos competen. Lo nacional, lo popular, incluye la organicidad y el orden ' pero también el desorden y el capital cultural.14 Las pugnas sociales y las culturales, como las definiciones y complicidades se construyen en los espacios simbólicos colectivos de toda la nación y más allá de ella, frente y contra la


transnacionalidad, ante las posibles propuestas latinoamericanistas. Allí también se construye la identidad y el discurso popular. Abandonar el medio masivo para después de los grandes cambios sería entregar la construcción de las culturas y las ideologías populares a las relaciones y los capitales culturales que construye la comunicaci6n de masas. De otro lado, cómo imaginar el cambio social sólo desde la perspectiva localista, del micromundo de la organización. Los medios masivos ya están incorporados en la vida de las gentes, en las definiciones sociales y políticas, no podemos volver a las propuestas utópicas de las sociedades aisladas, de islas felices donde todo se resuelve. Ya las relaciones y las estructuras sociales son una tupida red de vinculaciones entre los mismo y los macromundos, más aún, la despolitización que plantea el entretenimiento no es tal. Los programas de humor son canales de expresión de la ira popular, al ridiculizar lo político. La música habla de las identidades culturales en formación, donde lo propio y lo ajeno se confunden entre apropiaciones y pocas creaciones. Los melodramas (las telenovelas) responden a grandes preguntas sobre las otras clases y sobre las propias, enredando lo social en una estructura y una relación sentimental de sentido. Por ello ambas comunicaciones deberían ser complementarias. Una debería motivar a la otra y viceversa; el propio pueblo abordando la gran aventura histórica de construir su propia identidad, de encontrar su utopía, de intercambiar sus esfuerzos, de acercarse a hablarse, comprenderse y exigirse. Allí en lo masivo se legitimaría su


presencia, la que daría cuenta de sus procesos sociales y culturales contribuyendo a ellos. Es un lugar donde se podrían definir competencias mayores. El pueblo no es sólo "mi organizaci6n". La responsabilidad del país tiene que ver con cada una y con todas esas organizaciones. Y también con los individuos, con el mundo personal y familiar. La subversión integral de la vida social a través y con el favor de la comunicación. En este entendimiento ya tiene sentido la participación popular en los procesos de producción. No es sólo por nuestra generosidad, sino porque de esa manera se preparan a crecer en el ámbito nacional y a fortalecer la vida de la organización popular. Gradualmente aprenderán a dominar el proceso de construir su palabra, de configurar el relato, de manejar y recrear los lenguajes, de saber dirigirse a otros y generar una opinión popular, de vincularse entre los diversos sujetos populares. Los géneros y formatos que promuevan esa participación, las expresividades, los temas y problemas, los discursos espontáneos, deberán orientarse a que el pueblo construya esa relación y esa mística que lo van transformando en protagónico, no sólo de la comunicación sino en su ubicación y actividad en la vida social y política. Y esto cuesta, no es sencillo. Quienes trabajamos en la comunicación popular debemos entenderla como una grande y fatigosa empresa que se hace con autocrítica, reflexión, creatividad y participación y a más largos plazos. En el espacio masivo, la organización se valora públicamente, se legitima como factor social en unión con otros. Pero también los sujetos populares pueden ser


dignificados por sí mismos como personas individuales y colectivas. Entonces la participación no sólo abarca los procesos de producción sino se define y toma en cuenta al destinatario individual y colectivo, desde su rol de RECEPTOR. Porque no se trata solamente de hacerlo participar, sería imposible que todos los consumidores lo hicieran, sino que la misma acción de emitir y escuchar trabaje una continuidad comunicacional, en una permanencia cotidiana, asumiendo el reto de la competencia con otras propuestas comunicacionales. Entonces importa conocer a nuestro destinatario, desde su individualidad social, en su vida cotidiana, sus demandas y deseos comunicativos, sus conflictos afectivos y familiares, sus historias y las opacidades en la que se encuentra, las necesidades sociales, la supervivencia, los modos de expresar y de contar, los niveles de encuentro y de desencuentro entre las organizaciones populares y su vida personal. Para tomar en cuenta al receptor en un sentido democrático no sólo requerimos establecer una relaci6n con él, sino definir una valoración teórica del lugar que ocupa en el proceso comunicacional. Definitivamente no es un sujeto vacío, ni un recipiente por llenar, tampoco un simple mecanismo de respuesta al estímulo o la estructura de poder del texto comunicacional, constituye una instancia sociocultural de producción de sentido de distinta naturaleza que el emisor, porque interpreta, se apropia, colectiviza y usa lo que los medios le ofrecen. Mediante la interiorización subjetiva y las dinámicas de socialización, va construyendo


sueños, opiniones, críticas y goces diversos, sólo y juntamente con "otros", considerados como "suyos". Así se orienta y ubica en la vida social, se involucra en el proceso comunicacional, iniciado por los productores de los medios. En ese sentido no conforma una autonomía, sino realiza una actividad de construcción discursiva, de carácter relativo (mediatizada). Pero tampoco es sólo receptor, es un actor individual y colectivo de una o varias parcialidades del entorno social. Su consistencia no es s6lo mediática. En la vida cotidiana, la familia, la historia vivida, las tradiciones y los sentidos comunes heredados, las relaciones comunicacionales directas, los espacios sociales de encuentro, las luchas y las conquistas sociales obtenidas, las relaciones con el poder como contratos hechos de sumisiones y negociaciones, sus organizaciones de defensa o acción, y las instituciones más cercanas, van construyendo toda una experiencia y una identidad, desde la que se ve, se lee y escucha. Actividad que no es tomada en cuenta en toda su integridad por el emisor, sino en esa su capacidad de captación mercantil y "epidérmica" de los rasgos culturales y sociales de su público. Los receptores son así interpelados por los medios, motivados, seducidos, pero en medio de una relación, entre sujetos, hecho de acuerdos y empatías que el antropólogo mexicano Jorge Gonzáles llama "frentes culturales",6 como también de desencuentros y distanciamientos conflictivos originando resistencia y desencantos. Y como sustenta María Cristina Mata en su investigación sobre las radios populares en Córdova, Argentina, "los usuarios son básicamente demandantes y es a raíz de sus demandas que entrará en el discurso


radiofónico la idea del conflicto entre las partes y que las emisoras se convertirán en mediadoras...". Lo cual significa de hecho la negación de una definición del receptor como sujeto absolutamente independiente. Está ubicado y sujeto al proceso de mediación del consumo cotidiano, rutinariamente compensador y gratificante. Pero tampoco podemos negarle su carácter de productor. Nuestra propuesta se ubica en dos niveles. En primer lugar el cambio de protagonistas de la mediación: Pueblo con pueblo. Intelectuales con sujetos populares, sociedad civil y Estado. Por lo tanto el carácter empresarial de la comunicación debe ser cambiado o sometido a esta nueva instancia de producción cultural simbólica. Y el segundo que apunta a la reestructuración del modo de ejercer y construir la mediación, donde interpelación y demanda sean transformadas en creación colectiva conjunta útil a la liberación colectiva nacional, a la humanización solidaria de nuestra sociedad y a la gestación de una nueva democracia. El receptor entonces transitaría de esa importancia relativa que hoy tiene y que nadie reconoce, porque sus prácticas de construcción de sentido están enturbiadas por los procesos de mediación dirigidos y deformados por otros intereses y donde lo que él produce no tiene relevancia significativa a la definición del capital cultural. 2.6 EL ROL DEL COMUNICADOR Y LAS MUTUAS TRANSFORMACIONES


La actitud y el proyecto educativo es un compromiso y una creencia activa en la capacidad de transformación del sujeto popular, más que en la brillantez o eficacia de nuestros métodos, aunque también son gravitantes. Se desarrolla en las acciones de acompañamiento de la vida cotidiana y de las múltiples actividades de las organizaciones, los talleres o eventos que se programen con ese fin, constituyen momentos del proceso, construido con los propios destinatarios. Por ello la importancia de ir desarrollando los propios diagnósticos comunicacionales, en vinculación con los sociales, de estar evaluando alternativas de cambio, donde se entremezclen las relaciones directas y las que son intermediadas por producciones en medios de comunicación. Es decir todo un compartir que define un proceso continuo, que va precisando la ruta de una estrategia comunicacional, colindante con lo social. Pero sólo cuando las transformaciones son mutuas, cuando los comunicadores y los sujetos populares se enriquecen con la participación es que está cobra sentido. Porque ambos nos constituimos como sujetos, las acciones de diseñar, producir, comunicar y educar van construyendo nuevas relaciones, van redefiniendo al comunicador, quien se convierte también en sujeto de aprendizajes. Porque allí se va gestando el nuevo profesional orgánico a su pueblo y porque el compromiso es también productor de nuevos saberes. El contacto con las clases populares transforma a profesionales e intelectuales. Siendo fundamental en ese nivel el interés por la investigación y la sistematización. Respetando la seriedad del análisis se requiere construir nuevos paradigmas que orientando su funcionamiento no


constituyan un aparte superpuesto, sino que surjan de la misma definición de la participación. Investigación que a su vez sea confrontada con los modos tradicionales de producir el conocimiento. Porque reforzar la organización popular es parte del quehacer de construir los nuevos hombres y la nueva sociedad, incluido el trabajo intelectual. 2.7 LAS POLITICASCOMUNICACIONALES Y SU DESENCUENTRO CON LO POPULAR Es sintomático que las políticas comunicacionales, para hoy o para después, las que se definen como oposición o como planteamiento de alternativas, casi no toman en cuenta a la comunicación popular. Los debates se concentran aún en el sistema de propiedad, en la tensión estado-empresa privada, entre sistemas estructurales de producción nacional y los modelos transnacionales, entre plataformas de nuevos contenidos a tratar y la circulación y distribución de éstos. La interacción entre ambas dimensiones es una tarea ineludible. Las organizaciones populares, los diversos actores sociales, y sus procesos de construcción y desarrollo, como también los receptores, sus vidas cotidianas, sus demandas y conflictos culturales deben incorporarse a la definición de las políticas comunicacionales. Más aún deben confrontarse con ellas, y viceversa. Requerimos por lo tanto de una reelaboración de los sentidos y los lugares que hemos venido otorgándole a lo político. Como también la comunicación popular debía favorecer la unidad y la democracia popular procesando su acercamiento al nivel macrosocial y a la forja de su


protagonismo político, con todo lo que eso significa para modificar, innovar y convertir. Al fin y, al cabo se trata de preguntarnos: ¿quiénes y para quiénes definimos un cambio comunicacional y político? ¿Dónde debe estar el eje estratégico de la elaboración de una nueva hegemonía? ¿Cuál es el lugar del oprimido en esas políticas que hoy tanto nos preocupan?. Indefectiblemente, son dos mundos que integrar, dos cúmulos de experiencias por conectarse y transformar mutuamente, donde intelectuales y pueblo no sólo se vinculen formalmente, sino, -porqué no decirlo-, sentimental y apasionadamente, para superar con emoción y acción la compartamentalización en que todos nos encontramos, especialmente en el Perú donde las relaciones sociales, las luchas y las deserciones políticas, como las definiciones culturales, se han movido tanto que no podemos continuar afirmando el mismo quehacer político "oficial" que deambula entre las elecciones y las correlaciones de fuerza. Como dice Néstor García Canclini: estos espacios clásicos deben reformularse si reconocemos el cambio (o el quiebre) de las relaciones tradicionales entre Estado, partidos, hegemonía, entre lo social y lo político. Digámoslo directamente: por el agotamiento de una historia de mediaciones y desencuentros entre la cultura cotidiana de los sectores populares y las estructuras de poder".8 Como también importa recrear la relación entre poderes locales, centrales, federaciones nacionales, es decir entre las organizaciones y las esferas políticas tan desgastadas e ineficientes en sociedades tan complejas como las nuestras. El punto central de discusión está en el reconocimiento de la complejidad e integralidad


del nuevo quehacer político. Y que en el nivel más pequeño de la vida de la familia, el barrio, la asamblea... de los sectores populares hay una experiencia positiva que recuperar, para las grandes dimensiones, como también hay muchas otras que precisan de cambio o corrección, donde debemos estar también presentes. El sentido común de los políticos tradicionales ha trabajado una oposición dicotómica entre lo micro y lo macro. Se nos exige que comunicadores y educadores populares dejemos el compromiso concreto para incorporarnos a un nivel "mayor" de superación política. Si bien reconocen la importancia de la comunicación popular, la minimizan considerándola un estado. "inferior" que debe ser trascendido. Aquí está el problema. La experiencia, la reflexión y la investigación, acompañadas, nos dicen hoy que un proyecto político innovador se funda integrando ambos niveles, no es dable que aún se les mantenga tercamente paralelos. Notas. 1.MARTIN BÁRBERO, Jesús. "De los medios a las mediaciones". Gustavo Gil¡. México, 1987. págs. 14 al 21, 2.Desde "La pedagogía del oprimido" y otras obras de Paulo Freire, muchos autores como Mario Kaplún, Daniel Prieto, Fernando Reyes Matta, Valerio Fuenzalida y muchos otros más, han sido influidos en esa perspectiva. 3.Muchos denominan a este momento como "basismo populista", el que sin embargo sigue existiendo en algunas experiencias.


4.Se trata de los proyectos financiados, que obligan a definir en exceso los objetivos, los plazos y las finalizaciones de las prácticas de comunicación popular. 5.Como lo afirma Juan Carlos Portantiero, comentando a ARICO, en "Socialismo y política en América Latina (notas para una revisión)" en %Qué significa hacer política. DESCO, 1982. Lima. 6. Interesante oposición entre "lo concebido y lo vivido", recuperado por MICHELE y ARMAND MATTELARV' en su libro "Pensar sobre los medios", para explicar las rupturas epistemológicas implícitas en las formas de entender y hacer la relación entre comunicación e interpretación social. 7. MARTIN BARBERO, Jesús. Op. cit. págs. 164 a la 189. S. ALFARO MORENO, Rosa María. "Potencial de la radiodifusión sonora para la alfabetización. Un enfoque cultural". Ministerio de Educación, Universidad de Lima, 1985. 9. Porque los alcaldes izquierdistas perdieron la mayoría de municipios en las elecciones municipales de 1986. 10. El alcalde de Lima nuevo quiso desconocer a las organizaciones surgidas durante la gestión anterior, de izquierda. De otro lado la voluntad y fuerza política del Presidente de la República, hizo notar la dependencia del gobierno municipal de su mandato. Desde ese momento se emprendió una lucha contra el alcalde, recurriendo constantemente a la intermediación efectiva de Alan García. , 11. MARTIN BARBERO, Jesús. "Euforia tecnológica y malestar en la teoría" en la revista Dia-logos, de la


comunicación", No. 20 de FELAFACS. Lima, 1988. Pág. 7. 12. ILLA, Centro de Educación y Comunicación. "Diagnóstico de la organización gremial campesina (nacional-regional-local)". Mimeo. Documento presentado al Taller de comunicación popular de CEAAL. Lima, junio de 1988. Págs. 6 y 7. 13.ILLA, Op. Cit. pág. 4 .................. 14. En el sentido que lo usa Néstor García Canclini (siguiendo a P. Bourdicu) en su obra "Las culturas populares en el capitalismo". Nueva imagen y en muchos otros artículos sobre el tema. 15. TELLEZ PERALTA, Rubén. "Los espacios : sociales de encuentro de los migrantes provincianos en la capital. Una perspectiva comunicacional. Tesis de Bachillerato. Universidad de Lima. 1988. 16. GONZALES, Jorge A. "Cultura(s)". Universidad de Colima. Universidad Autónoma Metropolitana. México, 1986. 17. MATA, María Cristina. "Radios y públicos populares". "Dia-logos, de la Comunicación". FELAFACS. No. 19. Pág. 67. 18. GARCIA CANCLINI, Néstor. %De qué estamos hablando cuando hablamos de lo popular en "Comunicación y culturas populares en Latinoamérica". FELAFACS. Gustavo Gil. México, 1987. Pág. 37.


SEMIÓTICA Y COMUNICACION. CORRELACIONES DESIDERIO BLANCO LOPEZ RAUL BENDEZU UNTIVEROS 1. PRESENTACION El presente número de DIA-LOGOS de la Comunicación ofrece al lector cuatro estudios sobre las relaciones de la Semiótica y la Comunicación Social en los países de Hispanoamérica. En ellos se puede observar una serie de coincidencias y divergencias. Los autores de los cuatro trabajos coinciden en señalar que Semiótica y Comunicación Social han sido hasta el presente ciencias mal avenidas. Se han buscado unas veces y se han rechazado otras tarifas, vislumbrándose en algunos casos horizontes de encuentro hacia el futuro. Si las Ciencias de la Comunicación han acudido en algún momento a la Semiótica ha sido como remedio a su orfandad teórica, ya que las Ciencias de la Comunicación se encuentran en la confluencia de diversas ciencias sociales sin que ninguna se erija en ciencia centralizadora e integradora. La aparición de la Semiótica hizo creer en la posibilidad de dar a la Comunicación Social un eje organizador y estructurante de su dispersión epistemiológica. Sin embargo, 0. Quezada observa muy acertadamente que la Semiótica se encuentra en pleno corazón de la Comunicación Social, ya que lo que la Comunicación produce y circula es nada menos que el objeto central de la Semiótica: la significación. En este sentido, la Semiótica se encuentra de lleno con la Comunicación y la obliga a reflexionar sobre sí misma, otorgándole el nivel epistemológico que le faltaba. Las razones que han generado estos desencuentros se hallan en la dispersión metodológica de las Ciencias de la Comunicación por una parte, y por la otra en la vocación inmanentista de la Semiótica y la aplicación mecánica de modelos por parte de los aplicadores de teorías importadas. Le ha faltado a la Semiótica atender a las estructuras textuales en un principio y posteriormente integrar los ámbitos contextuales. En la medida de su propia evolución, la Semiótica ha ido recorriendo el camino de un aprendizaje social hasta desarrollarse una verdadera sociosemiótica en su mismo sello y sin perder rigor en sus postulados teórico-metodológicos. Tanto la Semiótica como la Comunicación Social son vistas como proyecto (A. Girriate-WeIsli) que apunta a su realizaci6n. En esa medida, ambas están recorriendo caminos de aprendizaje y se están complementando con nuevos aportes y enriquecimientos. En este camino se corre el riesgo del eclecticismo (L. Vilches) pero los mutuos apoyos permitirán mediar entre la teoría "dura- y las aplicaciones empíricas. Las Facultades o Escuelas de Comunicación Social han dado desigual atención a la Semiótica en sus planes de estudio. Se pasa de una simple asignatura informativa a un post-grado íntegramente dedicado a la formación de especialistas en Semiótica de la Comunicación Visual (Nacional de Bogotá). Generalmente, las carreras de Comunicación tienden a la formación de profesionales de los medios y no de científicos sociales, razón que insiste en dejar de lado a la semiótica en el curriculum integral de la Facultad. La demanda de trabajo se impone sobre la necesidad social, y de esta forma, las Facultades de Comunicación pagan su tributo al imperio de los medios. El trabajo de 0. Quezada deja en claro la patética situación en que se encuentra la Semiótica en las Facultades de Comunicación del Perú, incluso en una universidad como la de lima, en la que la Semiótica aparece privilegiada en cierta manera por el tesón de un reducido número de investigadores. En general, la Semiótica ha quedado reducida a algunas asignaturas ubicadas a lo largo del curriculum, con una finalidad formativa pero sin mayores influencias en la configuración de la carrera del comunicador social. En otros casos (Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco) la heterogeneidad de postulados introducidos en los diferentes módulos pedagógicos dispersa la eficacia de los teóricos aplicados (A. Gimate-Welsh). La Semiótica ha ido cambiando de importancia según la evolución que han tenido las mismas Facultades de Comunicación: de una facultad humanista se ha pasado a una ideológica y de denuncia, y después a otra


estructuralista y crítica del estructuralismo para terminar en una facultad de tipo culturalista (A. Silva). La Semiótica se introducido en la Comunicación durante la segunda etapa y se consolida durante la cuarta, pasada la moda de la semiótica. Desde el momento en que la Semiótica se ocupa de la significación su presencia no puede estar ausente de las Facultades de Comunicación si es que quieren guardar una mínima coherencia con su campo de formación (10. Quezada). La carrera de comunicación social prepara al futuro constructor de significaciones, le atribuye competencias específicas y requiere aclararle el objeto de sus manipulaciones. Desde esta perspectiva, la Comunicación necesitará siempre de la Semiótica para lograr una formación profesional sólida de sus destinatarios. En esta situación, son pocas las personas que se han dedicado en nuestro continente a la investigación semiótica relacionada con el campo de la comunicación social. Los autores se esfuerzan por inventariar los trabajos que se han realizado en este campo y apenas resulta tina docena de investigadores dedicados a dicha labor. Sin embargo, hay síntomas de que la Semiótica va atrayendo a nuevos espíritus preocupados por ese importante objeto que es la significación. El segundo Congreso Latinoamericano de Semiótica, celebrado en Rosario (Argentina) a fines de 1987. dejó buena evidencia de esta tendencia. Así mismo, la formación de algunas Asociaciones Nacionales de Semiótica apuntan en el mismo sentido, la Semiótica se abrirá paso de todas formas porque su objeto de estudio así lo exige y no podrá ser relegada en los marcos de tina cultura que se esfuerza por producir cada vez nuevos sistemas de significación. En tal sentido, tampoco la Comunicación podrá desligarse fácilmente de la Semiótica. Pues como se ha dicho anteriormente, la Comunicación produce y circula significaciones (0. Quezada.). Otro síntoma de la religación que existe entre semiótica y comunicación es el espacio que en las revistas de comunicación se les asigna a las investigaciones semióticas. Es una constante de los cuatro estudios que la Semiótica ha aportado a la Comunicación Social coherencia e Integración. Desde el nombre de Ciencias de la Comunicación con el que muchas de las Facultades y Escuelas se denominan observamos la dispersión teórica. No existe una ciencia de la comunicación. Son muchas las que concurren al estudio de este fenómeno tan singular. Pero no existe ninguna como la Semiótica que logre integrar sus contenidos. Y puede hacerlo precisamente porque su objeto de estudio son los sistemas de significación con cualquier materia significante que se produzca y bajo cualquier estructura discursiva que aparezca. La Semiótica ha logrado, pues, integrar ese gran campo disperso de las ciencias de la comunicación en tomo a un centro dinamizador. Como señala 0. Quezada, las facultades preparan un destinatario para convertirlo en un destinador cuyo destinatario es el gran público receptor, el "ciudadano anónimo" de la calle o del hogar. La Semiótica ha introducido rigor teórico allí donde había dispersión científica y superficialidad metodológica. El mayor aporte del funcionalismo sociológico estuvo constituido por el análisis de contenido. Sin embargo, este análisis no lograba penetrar la superficie textual y sus resultados se Iimitaban al censo de los ternas tratados por el discurso. Algunos de los estudios que componen este número proponen todavía una conciliación entre análisis de contenido y semiótica. Sin embargo, muy poco es lo que este maridaje podría proporcionar a la ciencia social. Se trataría de un híbrido -más inoperante que el método original. El análisis semiótico no necesita partir del análisis de contenido para ser eficaz necesita plantearse con rigor desde el primer momento y seguir su modelo analítico en forma creativa y no mecánica. Los eclecticismos metodológicos nunca han dado buen resultado y no es de esperar que el nuevo eclecticismo lo produzca, La Semiótica con su propia evolución teórica y metodológica es capaz de asegurar los instrumentos de análisis que la comunicación social necesita. En la evolución de la Semiótica se incluye la atención a las condiciones de producción y de consumo de la significación y de los discursos que la producen. Entendiendo que las condiciones de producción y de consumo están marcadas en los textos que contienen la significación y que es necesario reconstruirlas a partir de tales marcas discursivas y textuales si queremos llegar a analizarlas. 2. EN TORNO A LOS CAMPOS DE ESTUDIO PRIVILEGIADOS


La preocupación general que subyace en la investigación semiótica sobre la comunicación social en los países latinoamericanos presentados, es la exploración de los universos simbólicos como componentes fundamentales de todo proceso comunicativo. Con diferentes matices en la construcción del objeto de conocimiento, pero con un plano homogéneo: desentrañar el sentido y la capacidad simbólica de los procesos de comunicación humana (A. Gimate-Welsh), o desde otro ángulo, la explicación de procesos complejos de producción de sentido, de recepción, de persuasión y de estrategias estético-ideológicas implicadas por la comunicación y que la acercan a la realidad de la comunicación (L. Vilches), o al incidir en la dimensión cultural, el redescubrimiento de la cultura como factor desde donde y para la cual se produce la teoría (A. Silva), y en un sentido más restringido que sostiene a la Comunicación como producción de sentido que no se reduce a la mera transmisión de información (0. Quezada). Diversos campos que marcan en el fondo no sólo de dispersión de la semiótica, sino la dispersión de los campos implicados respectivamente por el problema comunicativo. Es conocida la tendencia de los fenómenos comunicativos a abarcar todos los campos de la actividad humana, desde lo biológico hasta lo estrictamente simbólico. Entonces, la dispersión de la comunicación afecta directamente a la dispersión de la Semiótica. Respectivamente como lo hemos señalado, a las dimensiones de intercambio simbólico (sociología, antropología y lingüística). Sociología de los intercambios comunicativos y de las condiciones en lasque estos se definen; antropología cultural que incide en la conformación de bienes culturales manifestados a través de los procesos de comunicación; y la articulación de sentido en un uni verso semiótico-semántico específico (Lingüística y semiótica estructural de proyección científica rigurosa). Todo ello marca las tendencias y desviaciones a las citales el encuentro semiótica - comunicación social ha dado lugar. Ahora pasemos a la reseña de los campos explorados en los respectivos países que aquí se dan cita. 2.1 LA CULTURA COMO LUGAR DE ENCUENTRO: EL TRABAJO COLOMBIANO Como señala Armando Silva, el lugar en el cual parece confluir el interés de los investigadores colombianos en materia de semiótica y comunicación social es la cultura. Esta aparece trabajada según tres direcciones teóricas según tina teoría del signo y los síni,bolos, según el análisis textual y según las prácticas sociales de interpretación de la cultura, que incluye el trabajo en tomo a la construcción de sentido por los sectores populares. Estas tres direcciones de hacer teoría semótica en Colombia van a estar desplegadas con diferente intensidad de acuerdo a la actividad particular de las distintas Instituciones dedicadas a la enseñanza y difusión de conocimientos sobre comunicación, y que por cierto la asumen como parte constituyente en sus materias de enseñanza e investigación. Ya en el campo estricto de la comunicación, Armando Silva nos resume los objetos de análisis que según dichas orientaciones van a tomar atención preferencia] en Colombia: a) Interés en los medios: estudio de los medios o la cultura como signos y símbolos; estudio de las condiciones de emisión y recepción de los mensajes al recoger propuestas de la pragmática social; y el estudio de los símbolos culturales o los medios como pactos de emisión-recepción según las mediaciones. b) Interés en los usos de recepción de mensajes: con lo que se acerca el trabajo hacia el nivel pragmático y/o de funcionalización cultural de la comunicación social en las comunidades culturales. e) Interés por comprender la alternidad de los procesos de comunicación: perspectiva específicamente culturalista, que trasciende los problemas de hegemonía de la producción. 2.2 El ESTUDIO DE LAS FORMACIONES SIMBOLICO IDEOLOGICAS: El CASO MEXICANO La exposición de Adrián Gimate-WeIsh se despliega fundamentalmente en torno a la localización de los estudios y la materia semiótica en las Escuelas y Facultades de comunicación mexicana. En tal sentido,


presenta un exhaustivo panorama sobre la estructura curricular y la adecuación a las necesidades sociales de la región así como a los avances teóricos en el campo de la comunicación. Al pormenorizar esta problemática el autor concluye diciendo que tanto la Semiótica como la comunicación son un "proyecto" en México, pues en ambas no se ha llegado a precisar el objeto de estudio. Al interior de esta imprecisión en la definición del objeto de estudio a ser tratado semióticamente en México, Gimate-WeIsh propone la incorporación necesaria de los contextos discursivos, esto es, de los ambientes sociales donde se producen y consumen los textos de la comunicación social, postulando la necesidad del complemento teórico que tome a las formaciones simbólico-ideológicas como sistemas organizados y que van a instaurar el sentido a los signos. Así estos sistemas constituirán mediadores entre el hombre y su mundo circundante para producir signos. En todo esto será imprescindible definir inicialmente las condiciones de funcionamiento (autónomas o dependientes; lógicas u ontológicas) de dichas organizaciones. La función social de la producción semiótica se destaca en alto relieve a lo largo de la escritura del autor. No puede haber reflexión Semiótica que esté separada de la dimensión social que la sostiene. Definitivamente, esto es un punto fundamental en todo acercamiento contemporáneo no sólo a los sistemas semióticos, sino a los sistemas comunicativos. No olvidemos los modos en que todos los investigadores de la comunicación social postulan y exigen el trabajo de la comunicación desde y en lo social. Inscripción que puede aparecer claramente manifestada o implícita en un juego de valores constante. Si se acepta la incorporación de los contextos socio-simbólicos de los textos en tanto teoría semiótica elegida como marco de reflexión, postulando que toda teoría semiótica tiene como labor fundamental explicitar las condiciones de funcionamiento de la producción del sentido social, toda teoría deberá hacer explícitos los siguientes niveles de competencia siguiendo lo planteado por el autor: a) El conocimiento de las leyes estructurales del acto semiótico: esto es, la explicación de la forma semiótica en la que se define la producción del sentido social. b) El conocimiento general del mundo o formaciones ideológicas que corresponden a una formación social: he aquí la necesidad de explorar exhaustivamente la situación comunicativa de los mensajes comunicados, lo que nos acerca al problema de los contextos discursivos, pero más exactamente a la elaboración de un "mapa" pormenorizado de producciones Semióticas. e) El conocimiento particular de los contextos discursivos que sirven de referente el epistémico: estamos ya en la exigencia específica de una teorización sobre los contextos discursivos que serán el plano de los significados socioculturales que hacen posible la constitución de formas de conocimiento semiótico sobre el entorno viviente del sujeto, esto es, la instauración de lo vivido. Con esto el autor señala que en tales condiciones la teoría Semiótica podrá apoyar a otras disciplinas que se ocupan de la sociedad y la cultura, y específicamente de la comunicación. Lo cual presupone que antes de acercarnos al estudio semiótico de la comunicación será imprescindible perfilar las posibilidades de la teoría semiótica elegida para ser llevada al campo de la comunicación. 2.3 COMUNICACION Y SIGNIFICACION: LA INVESTIGACION PERUANA Una primera idea que plantea Oscar Quezada y que caracteriza a la investigación Semiótica en el Perú es aquella que coloca la teorización de la comunicación social bajo, la égida no de la información, sino de la significación. La claridad de la exposición de Oscar Quezada para presentar el campo de investigación peruano, así como para discutir algunos problemas de método nos acercan a una visión rigurosa y ordenadora de la comunicación desde la Semiótica. Esto se completa con el postulado que parece fundamentar el hacer semiótico en el Perú, la comunicación como encabalgamiento real de sistemas y procesos de significación, como producción de sentido que no se reduce a la sola transmisión de información.


Al entrar al punto denominado "hitos fronterizos" el autor advierte que "el mismo gesto que perfila la pertinencia de la semiótica respecto a la comunicación social es el que traza sus límites". Lógica de interdefinición que plantea la necesidad de la correlación comunicación social y semiótica en términos de sus respectivos lugares de especificidad, esto es, lo comunicado. Así, estaremos siguiendo a Oscar Quezada cuando señala que el objeto de estudio son todas las formas discursivas que se pueden dar y se dan en el flujo de la comunicación social, lo que el autor explica como 'la práctica cotidiana de contar, de narrar", puesta en escena por los medios de comunicación social. De este modo aparece con mayor claridad el lugar comunicativo al cual la semiótica deberá responder. Sin lugar a dudas notamos un esfuerzo por acercar una definición rigurosa de la problemática implicada, resultado debido a la actitud asumida por los investigadores peruanos. En este contexto el pensamiento más gravitante es el de la Escuela de París de A.J. Greimas y sus colaboradores, especialmente en la línea trazada por Desiderio Blanco para la semiótica de la comunicación peruana. El campo privilegiado por los semióticos peruanos es el análisis del discurso. El discurso como simulacro de situaciones sociales y como sistema organizado de significaciones articuladas y articuladoras del sentido social. la semiótica discursiva, más específicamente, la comunicación social en términos de discurso es el campo de maniobras metodológicas para los semióticos peruanos. Al evaluar las áreas de la comunicación social privilegiadas cuantitativamente por la investigación Semiótica en el Perú, el autor señala las siguientes: a). Manifestaciones periodísticas de la politicidad en géneros editoriales, informativos e institucionales, cómo se construye el poder político figurativa y modalmente por el discurso periodístico; cuáles son sus condiciones semióticas de comunicabilidad, será el lugar de este tipo de trabajo. b) Publicidad: fundamentalmente por su capacidad retórico-poética, pues allí es donde se podrá observar con claridad lo que el mismo Quezada, en otro lugar, indicaba como el juego del poder (en este caso socio-cultural) a través de la comunicación social. e). Cine: en su componente narrativo y en su puesta en escena. En este contexto las ideas de Ch. Metz prendieron mucho fuego, tanto corno la metodología para el análisis narrativo propuesta por A.J. Greimas. A todas éstas habría que añadir un área más que recibiría a aquellos trabajos no tan abundantes y algunos proyectos, como son el caso de la comunicación alternativa, los discursos propuestos por el medio televisivo, la radio y algunos problemas comunicativos que podrán alcanzar una definición semiótica desde el discurso (por ejemplo, la imagen de marca, la imagen de los héroes de la masividad, el género de terror o suspenso, entre otros. En todo ello subyace un interés primordial que, como advierte Oscar Quezada, está en la capacidad de la metodología semiótica para dar cuenta de las mediaciones que sufre la significaci6n en la cultura. Lo que nos conduce inevitablemente a una hipótesis que señala el autor: el esclarecimiento de la sintaxis de los poderes a través de la comunicación. Afirmación complementada con el postulado añadido por el autor y que plantea la comunicación social como una dialéctica de sometimientos contractuales y rupturas conflictuales, que los discursos de la comunicación social dejan transpenetrar. 2.4 SOCIO SEMIOTICA Y SEMIOTICA VISUAL: LA INVESTIGACION ESPAÑOLA España siempre ha constituido para Latinoamérica el lugar de referencias y la fuente de conocimiento en nuestro idioma, sobre los problemas y estudios de la comunicación y la Semiótica. Según lo presentado por Lorenzo Vilches, se puede observar que la relación semiótica - comunicación social, de gran auge, ha sufrido una serie de vaivenes que las acercan y alejan constantemente. En tal sentido, el autor puntualiza tres etapas de diferenciación histórica en la investigación española: a). La influencia funcionalista y cibernética, junto con el auge estructuralista de R. Barthes y U. Eco entre otros para los estudios de la massmediación, que aparecerá muy marcado por los enfrentamientos entre sociólogos y semióticos en tomo a las condiciones en que se ejercerá el conocimiento sobre la "realidad".


b) Sin apartarse de su fundamento lingüístico, la semiótica adquiere un sentido más adusto y menos ingenuo, preocupándose por el estudio de la gramática de la cultura. Aquí confluyen en sus aportes la etnometodología, la filosofía, el lenguaje, la pragmática anglosajona que completan el panorama marcado por la semio-lingüística greimasiana. c) La marca de la interdisciplinariedad caracteriza a la investigación en comunicación. Es la década de los ochenta la que cobija los compromisos más rigurosos tanto de los sociólogos de la comunicación como de los semióticos. Los primeros ya menos preocupados en métodos exclusivamente cuantitativos, y los segundos cada vez más dispuestos a enfrentarse con las realidades sociales concretas. En todo esto subyace una preocupación fundamental, la utilidad social del conocimiento; como dice Vilches citando a Greimas, Merton y Kuhn: la ciencia no es neutral. El acercar la investigación semiótica a la realidad social es la constante que se observa en la investigación española brillantemente expuesta por L. Vilches. Por esto es que el autor insiste en la crítica a la semiótica pura y sus aplicaciones mecánicas e insiste en el devenir de las metodologías sociológicas implicadas en el estudio de la comunicación social. De esta crítica se desprenden claramente las observaciones en tomo a la productividad de las metodologías semióticas practicadas en España, que son resultado motivado por el exagerado inmanentismo estructural. En tal sentido el autor advierte que la productividad de los estudios semióticos en el campo de la comunicación son aquellos que indagan sobre las estrategias de manipulación y de construcción ideológica de los sistemas sociales según una semiótica pragmática. A todo esto habría que añadir los acercamientos no clarificados sobre la influencia de las nuevas tecnologías informativas de comunicación y que Vilches advierte deben avanzar para poder estar en condiciones de responder a las demandas culturales del año 2,000. Es en la década de los ochenta donde se distinguen los campos de la comunicación explorados semióticamente y que Vilches discierne: a). La de una Semiótica del discurso social o sociosemiótica que tiene por objeto estudiar el proceso por el cual los mass media han llegado a ser una parte integral de la sociedad y la cultura. La noción de discurso como instancia de producción de una textualidad mass-mediática avanza con fuerza en la constitución de una teoría del discurso comprometida con las formas y espacios sociales que los sostienen. b). La de una semiótica visual, abocada al estudio de las capacidades expresivas y comunicativas de la visualidad mass-mediática, lugar muy atractivo para analistas y aficionados que tienen como fuente de inspiración el gran texto de R. Barthes sobre las Pastas Panzani, "Retórica de la Imagen". En este campo durante un primer momento el cine, los comics, la televisión, la fotografía, el diseño y la publicidad aparecen marcados por métodos estructurales y semiológicos de fuerte dependencia lingüística, cosa que empieza a cambiar de rumbo y con mayor fuerza, hacia una teoría específica de la imagen que se readecúe y se defina autónomamente. Vilches señala, además, las aplicaciones metodológicas a problemas de audiovisualidad como aquellos que toman en cuenta al receptor y a los contextos pragmáticos de dicha comunicación, así como deja proyectado el campo para un trabajo sobre las modernas tecnologías de la imagen. Vale indicar que L. Vilches se ha concentrado últimamente mucho en lo que él denomina la imagen informativa. Recogiendo elementos metodológicos de la semiótica greimasiana y de la semiótica pragmática, explora los problemas de la constitución del sentido social en la imagen para un sujeto perceptor. Aspecto que se puede extender a los campos discursivos de la información audiovisual massmediática. 3. ¿PORQUE ESTUDIAR SEMIOTICAMENTE LA COMUNICACION SOCIAL? Una constatación sale a flote al observar el panorama, aunque parcial, de la investigación semiótica en las facultades de comunicación social (1): lo social como punto condicionante de la comunicabilidad y la producción de signos y textos. Esta postulación general llama la atención en la urgencia con que se debe asumir una investigación semiótica a partir de su adecuación e inserción en una situación comunicativa gracias a la cual el sentido se produce. Tal vez si acogemos con mayor serenidad lo que señala L. Vilches como el no confundir epistemología con abstracción y con ello no caer en una filosofía, nos podremos dar cuenta de que el riesgo es grande si es que nos enfrentamos al sentido o a la significación no como realidades empíricamente observables, pero no por ello inexistentes. Existencia que le otorga la coherencia que la sociedad impronta sobre el sentido.


Es conocida la adecuación, en tanto punto axial, con la que cada disciplina define su nivel epistemológico. Frente a su objeto de conocimiento se establecerán los procedimientos, específicos en cada caso, con los cuales se va a acercar el descubrimiento. Y justamente por ello es preciso evitar perderse .en la abstracción lógico formal de toda epistemología y dejarse abstraer por ella sin lograr utilizarla para estar en condiciones de captar los lugares donde se compone el objeto de conocimiento, que en nuestro caso son los lugares donde se articula la significación que los procesos de comunicación social manifiestan. Entonces pues, no se trata de negar la necesaria formalización lógica que requiere todo conocimiento que quiera ascender al rango de conocimiento científico. Abstracción en sentido de] razonamiento lógico, mas no en su sentido de separación, de reducción a lo mínimo (abstraer: sacar una parte, desprender), donde resulte siendo que lo excluido sea lo más importante del objeto de conocimiento. Lo cual deviene en asumir con mayor rigurosidad y precisión el objeto de conocimiento. De otro lado, este mismo problema, propio a cada teoría semiótica, dada su alta capacidad de formalización de todo proceso de significación, ha sido durante mucho tiempo el “bull" preferido por muchos investigadores preocupados por la apremiante y urgente realidad de los "hechos concretos" a la cual se ve enfrentada Latinoamérica en conjunto. Argumento que permitía lanzar serias acusaciones delatoras a un antisemiotismo cuyo discurso era crítico respecto a lo que ellos consideraban como el mal peor: salir de lo social con retrucanos escriturales. Es cierto que se caía en un exacerbado formalismo, así como en un "aplicacionismo" a ultranza que no medía consecuencias y mucho menos se cuestionaba sobre su operatividad científica. Mal, por demás, proveniente de una fiebre estructuralista por verlo todo en términos de estructura formal. Se avanzó sin plantear necesidades y sin preocuparse por la gran capacidad metodológica que ofrecía la semiótica para acercarse al modo en que los medios masivos de comunicación articulan el sentido manejado por una comunidad social. Aparece así el prejuicio sobre la semiótica. Prejuicio (claramente esbozado por Oscar Quezada), fundado en la aparente inoperatividad semiótica para explicar los textos (con su componente social implicado), así como la aparente elitización del saber semiótico y al cual sólo una "comunidad burguesa de sabios" podía acceder. Adjetivos como saber esotérico, lenguaje cabalístico, paranoia formal inundaban escrituras que veían a un grupo de sabios arremolinados en inmensos castillos de cristal y que miraban a lo social con un aire de indiferencia, pues en última instancia era la teoría lo que interesaba. Tremendo error, y peor aún, falsa imagen irradiada por una disciplina en plena maduración metodológica y epistemológica a la cual no se supo atender en su capacidad explicativa y descubridora del juego de las apariencias que nos tienden los medios masivos de comunicación social. Los retos fueron grandes, y no sólo provenientes de los comunicadores sino, -y mucho- de los científicos sociales cuya demanda era metodológica. Ello condujo a que ciertas teorías semióticas resistieran a esos avatares y quedaran en pie, otras de menor consistencia metodológica caerían en la pura historia. Actualmente el campo, a nivel epistemológico, se encuentra en un arreglo de cuentas, en una especie de repliegue que comienza a dar frutos y proceso del cual -al menos parcialmente somos testigos a través de la escritura de nuestros colegas y amigos que comparten este lugar. Por los informes del trabajo en Colombia, México, Perú y España, podemos percibir estos movimientos casi geológicos que avanzan en el propio beneficio de las dos disciplinas. Semótica y comunicación social se apoyan mutuamente no sólo en el descubrimiento y claridad de sus objetos de estudio, sino que apuntan hacia una definición epistemológicamente válida con la cual se rindan frutos para el reconocimiento de nuestras respectivas realidades culturales * Lejos ya queda entonces el llamado de R. Barthes en las "Mitologías" a estudiar la modernidad a través de los mecanismos de la comunicación social, así como la invocación de U. Eco para leer la cultura moderna en clave comunicativa y semiótica. En este concierto la relación inaugurada por Paolo Fabri entre sociología y semiótica parece ser la que está empezando, a través de fructíferas investigaciones sociosemióticas, a constituirla especificidad metodológica que debe ser profundizada. Asimismo, la lúcida intuición de A.J. Greimas para llamar la atención de los comunicólogos hacia el campo de la cultura: cultura de élite vs. cultura de masas, a las cuales habría que agregar las culturas populares y su funcionalidad Semiótica en las sociedades latinoamericanas. He ahí otro campo fundamental que se abre al porvenir y que debe ser intensamente explorado.


Parece ser, y esto fue una de las observaciones más claras del II Congreso Latinoamericano de Semiótica celebrado en Rosario - Argentina el año pasado, que el trabajo de colaboración interdisciplinaria entre la Semiótica y otras ciencias sociales garantizará resultados convenientes y convincentes. Por lo observado, la antropología y la sociología interrelacionadas semióticamente son por ahora las más cercanas. Planteados así los ámbitos de conocimiento y la problemática académica, queda a las escuelas de comunicación la labor de evaluar el rendimiento social de una investigación semiótica en comunicación, dentro de los marcos de operatividad teórico-metodológica. Sin duda un lugar importante habrá de tener la semiótica pues en última instancia, es con el sentido social con lo que los comunicadores se las tienen que ver, ya sea en su trabajo como productores y consumidores de procesos, ya sea como investigadores de dichos procesos. Ámbito y fuente de trabajo que compromete al desarrollo intelectual y cognoscitivo de nuestra comunidad latinoamericana. (1) Debemos entender esto así, pues, en la situación actual, las facultades de comunicación son las que se asumen como el refugio académico de este tipo de trabajo, No tenemos conocimiento de las aplicaciones o usos tecnológicos de una investigación semiótica seria en el campo de la comunicación social latinoamericana.


LA SEMIOTICA Y COMUNICACION SOCIAL EN COLOMBIA ARMANDO SILVA Durante las décadas de los años sesenta y setenta las facultades de Comunicación social se multiplicaron en Colombia como en prácticamente todos los otros países del área continental. El interés por dar a conocer una manera moderna de estudiar el leaguaje o, en otras ocasiones, la necesidad de encontrar una justificación conceptual y teórica a las escuelas de materias que formaban los currículos, la mayoría de las veces improvisados y, sin objetivos precisos, conllevó a que se buscaran materias o líneas metodológicas dentro de las cuales encontrar una respuesta que pudiese mostrarse corno integral, En este panorama empieza a consignarse la semiótica, junto con otras disciplinas, que parecen redentoras o incluso totalizadoras del sin número de asignaturas que llenaban los planes respectivos. La anterior situación coincide Con lo que por llamarse la -moda de la semiótica`, fenómeno que consistió en un desmedido afán por presumir un conocimiento de la nueva ciencia de los signos y que llevaba la fatalidad de germinar en cada, uno de sus exponentes una terminología difícil y obstrusa que dejaba ver a las claras más que el dominio de tina disciplina la exhibición de una jerga que hacía exóficos y extraños a sus cultivadores. Los reproches de tratarse de una ciencia 'imperialista' y hasta alienante. no se hicieron esperar aún cuando poco a poco se vienen limando tales asperezas y desmedidas expectativas, para perfilan ahora otro momento de la semiótica que se plantea en -una nueva dimensión hermeneútica, que trae también nuevos debates y otra reubicación tanto de la semiótica como de las Ciencias de la Comunicación. En el presente escrito queremos dar a conocer, de manera muy general e incluso sin Poder contar con algunos datos precisos sobre fechas y otros aspectos de nuestra reciente historia de los estudios de la comunicación social y de sus facultades existentes en Colombia, el papel que se te ha asignado a la semiología y a la semiótica en esta veloz renovación a la que se han venido sometiendo los estudios de comunicación, marcados quizás como ninguna otra disciplina social por cada nuevo descubrimiento tecnológico y la consiguiente reubicación de su estatuto del saber. De alguna manera podría decirse que, por lo menos en lo que respecta a las dos últimas la reflexión sobre la comunicación social dentro o fuera de las facultades, ha corrido pareja con un debate sobre la semiótica, sus posibilidades y sus limites, en cuanto a campo del saber que se, expone desde sus orígenes como disciplina del estudio de los protocolos de significación y comunicación y que a su vez, en otros niveles, se interroga ella misma por su metalenguaje y los alcances de su proyecto. Es decir, hablamos de una disciplina lleva implícita tanto una propuesta de naturaleza comunicativa como filosófica, por lo cual nos parece apenas natural que los estudiosos do la comunicación social han hecho recaer en diferentes modelitos, su atención a la suerte misma de la vista no solo con sospecha y desprecio por sus excesos y ambiciones, sino también con esperanzas y expectativas por lo que de allí puedan aprender como contribución al mismo horizonte del amplio campo de las comunicaciones. Si seguimos las facultades como tales, podremos ir desprendiendo algunas deducciones sobre la evolución misma de la semiología y la semótica. Al pensar en las diferentes épocas que éstas han vivido, hemos decidido que podemos comprenderlas en cuatro definiciones progresivas. I- Humanista; ll- Ideología y de denuncia: III- Estructuralista y crítica al estructuralismo y IV- Culturalista. Esos cuatro momentos se presentan como tendencias dominantes, hecho de que convivan a su vez en un mismo momento varias de las tendencias en una misma institución, ni que exista igualmente el hecho expreso de que algunas de tales tendencias no hayan afectado en algún nivel importante el currículo ni la orientación especifica de una u otra facultad. Se trata, más bien, de una clasificación que mira la evolución frente al saber al interior de los estudios de comunicación, pero también creemos que tal clasificación se acomoda a la circunstancia de tratar de comprender los modelos o tendencias determinantes: si bien en cada momento demarcado había dificultades que no aceptaban o no se interesaban por lo que fuera una especie de discursividad dominante que definimos con el título de cada momento-, no será menos cierto que tal centro de estudios


sería considerado un tanto marginal, respecto a los que se asumen como vanguardias en cada uno de tales momentos estelares. Examinaremos las tendencias anotadas deteniéndonos con mayor atención en aquellas tres últimas donde la semiótica ha entrado a jugar un papel más protagónico dentro de los planes de estudio. 1. LA FACULTAD HUMANISTA Las primeras facultades de Comunicación Social en Colombia, fueron concebidas dentro de criterios humanísticos, con especial predilección por filósofos que planteaban, grandes preguntas a la naturaleza social y humana del hombre como Ortega y Gasset, o Miguel de Unamuno, o la historia de la filosofia, como Julian Marías, o al debate de la existencia como Jean Paul Sartre o, incluso, con mayor timidez se acudia a autores como Nier4sche o Schopen. haucr. Junto a los filósofos se leía el sicoanálisís social de Erích From, la literatura de fiermann Hesse, los latinoamericanos del "boom" literario, el teatro de Beckett y lonesco y más específicamente en el lado de las comunicacioness, diríamos que tomaban destacada presencia las teorías del canadiensee Marshatl, Mr, Luban relacionadas con la gran ilusión tecnicista. En fin, se trata autores más o autores menos, de un panorama de excesiva generalidad que partía de una premisa, de formación general, en el estudiante bajo un fuerte supuesto de responsabilidad ética del comunicador frente ala sociedad. Las primeras facultades se preocupaban especialmente por la formación de periodistas aún cuando también era posible hacer énfasis en actividades como las relaciones públicas o la publicidad. Los otros medios como la radio y la televisión recibían una formación más de tipo teórico que práctico, pues todavía no se contaba con la infraestructura necesaria como radios universitarias o circuitos cerrados de televisión que pudiesen acercar al estudiante al medio de manera efectiva. La facilidad de enseñar el periodismo escrito junto al mayor desarrollo de tal medio en el país de entonces se presentaba como una justificación suficiente para concentrar su atención en tales esfuerzos que se combinaban con algunas nociones de diseño gráfico y diagramación para que el futuro profesional pudiese enfrentar su labor seguramente de manera más funcional. La formación crítica, hasta donde podemos constatar por los programas que conocimos y según se estableció en un encuentro de Facultades de Comunicación Social celebrado en Medellín en 1976, 3 al cual tuvimos oportunidad de asistir era muy reducida y los futuros comunicadores se entrenaban en un sentido más funcional para cubrir las necesidades profesionales que ofrecía el mercado. Este punto constatará con otra tendencia por venir en la cual lo profesional y técnico es olvidado para colocar el énfasis en problemas más de tipo ideológico. Respecto al interés por la Semiología y otras 'Ciencias del Lenguaje' podemos decir que era muy reducido o francamente, no existía. En sus programas se aprecia una inclinación por cursos de Redacción y Castellano, materias concebidas para entregar al estudiante una formación en el 'arte del buen decir y escribir' antes que como criterios metodológicos para concebir el saber o para auxiliarse en procesos investigativos. 11. EL MOMENTO DE LA FACULTAD IDEOLOGICA Y DE DENUNCIA En los años intermedios de la década de los setenta, aparecen nuevas facultades que se interesan por hacer contrapeso a la formación humanista y acrítica de las ya existentes. Se inicia una nueva tendencia que da por sentada la necesidad de abrir a juicios críticos la labor del comunicador social; la presentación de objetivos en el programa de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, señala lo siguiente: "En primer lugar, reducir el estudio de la comunicación al estudio de las técnicas de comunicación es simple y llanamente intentar ocultar las 'manipulaciones' a que las técnicas se prestan de hecho en cualquier sociedad del mundo; es falsificar por completo su sentido y el verdadero valor de la 'eficacia social' de la comunicación. En segundo lugar es necesario admitir que existen diversas teorías sociales (... ), pero en tercer lugar esas teorías sociales no son neutras, explicitan los intereses económicos y políticos de los grupos predominantes (...) toda decisión de comunicar algo implica la decisión de excluir otras cosas (...) y,.4 La línea de la Tadeo guarda similitud con el entusiasmo beligerante de la Universidad de Antioquia o


de la Universidad Nacional, que aún sin contar con una facultad de Comunicación Social, participa del debate desde la Facultad de Artes en su área de Comunicación. Los autores predilectos por algunos grupos de profesores y de la mayoría de los estudiantes que imponen esta nueva tendencia, serán aquellos que respondan a tantas inquietudes socio-políticas. Sobra decir que encabeza la lista Marx no solo con sus estudios sobre el capital y la economía política, sino que su Manuscritos de 1844, será un texto muy solicitado en busca de una justificación marxista en la estética. Junto a Marx se puede destacar Victorio Riesser; Leon Trotsk¡; Geórge Lukacs; Mao Tse Tung; Engels; Hausser; o los latinoamericanos Sánchez Vásquez o Eduardo Galeano. Junto a ellos en la comunicación hay que citar el texto clásico nacido en Chile, de Mattelart y Dorfinan Para leer al pato Donald que por las circunstancias mismas aparecía como el gran modelo de análisis que delataba los intereses ocultos del capitalismo. No obstante también se lanza el estudio de los semólogos y lingüístas que hacían furor en Europa, como R. Barthes; P. Guiraud; U. Eco; C. Metz; S. Peirce; Ch. Morris o latinoamericanos que empiezan su obra con características semiológicas como los argentinos Eliseo Verón y Luis Prieto. Las áreas de especialización se amplían a radio, cine y televisión, pero su formación práctica sigue siendo el gran escollo ya que no se cuenta con los equipos necesarios. El mercado de trabajo para los egresados se prevé dentro de grandes dificultades, pues existe una ruptura entre el profesional formado en una línea crítica y marxista, con las vacantes que puedan resultar dentro del 'sistema' que no va a consentir ser torpedeado desde su interior. Creemos que es justo el momento en el cual la línea semiológica gana un relativo espacio. En la misma Tadeo se inicia la readecuación, presentando la semiología, todavía dentro de una sencilla asignatura curricular, pero ganando cierta importancia por ser una de las materias llamadas a proponer nuevas reflexiones ligadas al lenguaje de los medios. Se vincula a la Universidad ciertos profesores que van a impulsar esta línea de trabajo y el contrapeso al 'denuncismo' empieza a realizarse. En el programa de la Tadeo se aprecian dos cursos de Semiología (tercer y cuarto semestre), dentro de una área denominada Sociales que junto con las áreas de Investigación y de Medios conforman la estructura curricular. No obstante la ubicación de la Semiología como materia de 'Sociales', junto con Sicología, Antropología, Sociología, Derecho y Estética, ya nos deja ver su ubicación -por lo demás nunca suficientemente superadacomo parte de una formación humanística, interesada más en entregar información intelectual al estudiante que en concebirla como instrumento metodológico. Quizás fue el cine el medio que atrajo la mayor atención tanto en la academia como en los estudiantes de comunicación de entonces. A lo anterior contribuyó sin duda la semiología que por aquellos años optimistas presentaba las respuestas de un traslado del modelo lingüístico al lenguaje cinematográfico'. U na lingüistificación de los medios no verbales era evidente y en cierto modo avasallante: Umberto Eco y Christian Metz, recogidos junto con otros autores en un célebre volúmen sobre Análisis de la irnagen (Ed. Tiempo Contemporáneo, Argentina 1972 -colección dirigida por Eliseo Verón-) exponían los mecanismos articulatorios del lenguaje-cine o algunas disquisiciones sobre la analogía imagen-lenguaje. El cine se discutía, era revelador y el entusiasmo de sus resultados donde se demostraba la relación lengua/habla; diacronía/sincronía; denotación/connotación y el resto de parejas del sistema lingual aprendido por la semiología, era trasladado a la arquitectura, la pintura, el diseño y otras áreas del saber donde pudiese verificarse condiciones sistemáticas en su comunicación. Así, varias universidades, aún sin adelantar estudios de comunicación social, fueron ingresando en el entusiasmo semiológico y abriendo clases dedicadas a tal asignatura. 6 Varios debates se dan en los años intermedios a la década de los setenta. Quizás los de mayor impacto, por ser propios al momento, serán aquellos sobre la interrelación entre marxismo y estructuralismo y, de otro lado, los pertinentes a la discusión sobre el lenguaje aplicado a objetos no-verbales. En lo que respecta al primer punto habría que recordar los textos de L. Althusser y muy especialmente las críticas presentadas por Henri Lefebvre en su obra Mas allá del estructuralismo (Pleyade, Buenos Aires, 1973) donde recordaba contra la excesiva formalización del estructuralismo que "existe un movimiento dialéctico de la centralidad. Eliminar esa centralidad por un abuso del lenguaje o llenar por un abuso conceptual, es quebrar el movimiento". Los textos que planteaban una relación marxismo-lenguaje o marxismoestructuralismo, fueron tal vez aquellos que más prendieron el debate. Tanto el citado de Lefebvre como otros más específicos a los requerimientos del arte y la comunicación. fueron materia central en varios encuentros teóricos que organizó


la Escuela Nacional de Arte Dramático. El libro de F. Rossi-Landi El lenguaje como trabajo y como mercado (escrito en 1968 y traducido al español por Monte Avila en 1970) puede ser un excelente ejemplo del orden de las 'emociones intelectuales' que iluminaban las discusiones. El esfuerzo de Rossi Landi, por trasladar nociones fundamentales de la lingüistica y la semiología a nociones básicas del marxismo como las de trabajo, el capital, el mercado, la producción, nos parece hoy mucho más un deseo ideológíco que un argumento sólido para explicar manifestaciones en las cuales pri men 7 funciones fingüísticas o semióticas. 111. EL MOMENTO DE LA FACULTAD CRITICA DEL ESTRUCTURALISMO En este capítulo queremos retomar algunas de las consideraciones ya iniciadas anteriormente, pero orientadas ahora hacia el desarrollo de otra línea de trabajo que tomó la semiología un tanto más centralmente en sus propuestas y, sobre todo, en cuanto representa el origen de una serie de manifestaciones que van a conducimos luego a la fase predominante actual que hemos denominado culturalista. La fundación de la Facultad de Comunicación Social en la Universidad del Valle, constituye el nuevo aliento en el panorama de los estudios dirigidos a la comunicación. Comienza así a profundizarse en otras, áreas distintas al cine como la historieta, la fotonovela, las revistas femeninas y poco a poco van desembocando en la formulación de un interés por lo popular en contraposición a lo masivo. El estudio por el cine continúa, pero ahora más en la línea sociológica de tratar de averiguar el impacto de cierta cinematografía, como la mexicana, desplazando el problema del lenguaje a una nueva pregunta sobre la relación social con ciertos contenidos tradicionalmente rechazados por las clases sociales de mayor capacidad social y económica. La semiología participa ahora de manera un tanto más integral, orientada hacia un sentido más metodológico que de materia humanista. El estructuralismo, tal como era concebido por los principales animadores de la semiología especialmente la francesa e italiana, entra a nuestro medio con el debate mismo que ya se presentaba en Europa, por parte, entre otros, del grupo de investigadores que adelantaban una semiótica del texto, que oponían a aquella del signo, tales como los participantes en el grupo conocido como Tel-Quel, en especial Juha Kristeva y otros que presentaban la opción sicoanalítica en la estrategia de comprensión del sentido textual. El debate sobre los límites de la semiótica y las fronteras del estructuralismo y la semiología estructural ya se hacen evidentes. Una revista de la Universidad del Valle, publicada en 1977,9 muestra muy bien la situación en los artículos de varios de los nuevos exponentes de una perspectiva semiótica, que para efectos de tal centro docente, que de alguna manera marcaba una pauta nacional, presentaba una interrelación en su departamento de Humanidades, entre quienes se ocupaban de una semiótica literaria y aquellos que más se ocupaban de problemas teatrales o comunicativos. Nace en este momento en Cali un centro dedicado a Investigaciones Semiológicas (C.I.S. -Cfr. Nota No. 9-), cuyos miembros se encargan de propiciar el debate de frente a las nuevas consideraciones epístemológícas de la semiótica. En este ambiente de cierta revisión y crítica, ya no sólo en la Univalle, sino en otros centros académicos del país, entran de manera oportuna todos los textos de la Escuela de Frankfurt y la línea del marxismo crítico presentará sus mejores balances, en contra de la ortodoxia comunista y partidista. Marcuse, Haberinas, Benjamín, Horkheimer y Adorno, junto con Foucault, Castoriadis, o la corriente antisiquiátrica y la línea sicoanalítica son quizás las corrientes de pensarrúento relevantes que se colocan contra el fonnalismo estructuralista. Con orientación diferente nacen dos nuevas facultades de Comunicación Social, antes de iniciar la década de los Ochenta, las cuales cito con el fin de damos cuenta de la disimilitud de opciones que registran los estudios sobre comunicación. Se trata de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de la Sabana y la de la Universidad Externado de Colombia. En la primera la semiología solo aparece como una materia en el segundo semestre, luego de Español 1 y Ortografía 1, lo cual deja ver una ubicación como


formación general, para la expresión de un 'buen periodista', su concepción del programa de estudios nos descubre su posición: ---el plan de estudios, tiende a crear en el comunicador social una conciencia clara de su papel de servicio a la sociedad, de su compromiso ético con la verdad de los hechos, y de su responsabilidad como orientador de la opinión pública".10 La Facultad del Externado, luego de algunas vacilaciones en las que se pensó consolidar su plan de estudios alrededor de la semiótica," se inclinó por darle una dirección hacia la administración empresarial, circunstancia que redujo la semiología a una materia, aún cuando más adelante saldrá de allí una nueva propuesta de semiótica aplicada (ver Nota No. 1 l). En 1977, se crea en la Facultad dé Artes de la Universidad Nacional de Bogotá una área de docencia e investigaciónn, concebida bajo una orientación semiótica, 12 denominada Comunicación Visual y al servicio de la formación de artistas plásticos y diseñadores. De este modo la Universidad Nacional comienza su participación en campo semiótico, con la característica especial de hacerlo dentro de un interés por la imagen y luego por análisis del espacio, situación que le permitirá luego asumir cierto liderazgo en lo relacionado con los estudios iconográficos en otras escuelas o centros de estudio que adelanten programas en arte o comunicación visual. Los autores más estudiados serán Gombrich. Panofsky; Marleau Ponty, Lyotard , Garroni y se introduce igualmente una línea de reflexión sicoanalítica con Freud, Benveniste y posteriormente algunos textos de Lacan. Como puede colegirse de la lista de autores citados, la orientación semiótica -denominación que prácticamente se impone desde entonces, sobre el vocablo semiología y que conlleva, como en otros países no solo un capricho etimológico, sino un cambio de rumbo en su concepción-, está en plena acción. Se sospecha del estructuralismo y su ponderación del análisis sincrónico, y contrariamente se intenta el regreso a las bases sociales en la producción del sentido. El encuentro con la antropología, la etno-lingüística y cierta sociología del receptor se aproxima y sobre todo impone, una reflexión filosófica sobre el proyecto semiótico. Frente al interés lógico de Peirce y al lingual de Saussure, o las taxonomías y la obsesión clasificatoria de varios semi6logos ilustres, habían aparecido aquellos precursores del concepto de código que lo anteponían al modelo lingüístico, como Prieto, Eco, Metz, entre muchos otros. Posteriormente se intenta, por otras vías, superar la metáfora lingüística, se destacan los signos específicos en los usos específicos evidenciando, como alguien anotaba, la "heterarquía de los signos constituyentes de la realidad". Tanto la lengua como el arte se fundamentan ambos, como lo expresaba el filósofo Garroni, en la capacidad cognoscitiva que subyace a todo el mundo y que es lo que garantiza la comunicabilidad o conocimiento, incluso de lo que no es sólo lenguaje. El problema fundamental parece de nuevo situarse en el de los límites del conocimiento; las implicaciones estético linguales, sus posibilidades de representación y sus eventuales autonomías. Este panorama de discusión, que acompaña el saber semiótico en otras latitudes, también es parte del análisis en algunos centros colombianos. De hecho, recordamos mesas redondas y publicaciones, que en la escala pequeña de lo que presenta la semiótica en Colombia, se dieron por entonces. 13 La semiología estructural entra en crisis, junto con la noción de código y la lingüistificación de sistemas distintos a la lengua. No obstante creemos que la crisis de la semiología estructural, como trataremos de evidenciarlo en el siguiente capítulo, ha originado una mayor profundidad en lo que ahora viene a constituir una perspectiva epistemológica, que va a regresar a plantear de nuevo una lógica del saber y su representación, una lógica social del saber y su presentación al interior de cada comunidad cultural. IV. LA FACULTAD CULTURALISTA En los últimos años, podríamos decir que en la década de los ochenta, la situación de los estudios en comunicación los calificaríamos más favorables que los adelantados en los años precedentes. Nuestro optimismo moderado se basa en dos apreciaciones- los teóricos locales de la comunicación han logrado imponer una nueva visión ligada al acontecer histórico y cultural de nuestras sociedades y, en consecuencia de lo anterior, se ha conseguido generar una propuesta de reflexión sobre el sujeto social fundamental que media los procesos de comunicación, encontrándose ahora con el pueblo, con lo popular, con los ciudadanos; en fin, más que con teorías sobre teorías, existe un encuentro con los sujetos efectivos que hacen


la comunicación. Es así como se dice que Ia comunicación se nos tomó cuestión de mediaciones más que de medios, cuestión de cultura(...)", en últimas. La semiótica no ha sido extraña a los nuevos aires en la comunicación, sólo que, como veremos enseguida, no son las escuelas o facultades de comunicación las que ahora en Colombia alienten algún liderazgo. En cualquier caso sus suertes corren parejas, pues tal vez ahora, más que en otros momentos, se puede ver más explícito el proyecto comunicación, que acompaña la reflexión en semiótica: los actos del habla, más que la oposición lengua/ habla; la creación social del sentido, más que el significado del significante, los juegos en las estrategias de enunciación, más que el nivel de la expresión y, para decir un acontecimiento más, la semiótica del seducido-seductor, más que el omnipotente emisor que impone su ley al pasivo consumidor. Como se comprenderá, la evolución de la semiótica hacia zonas extratextuales que verifican o moldean el mismo texto, ha conducido a que las ciencias del lenguaje empiecen a responder a la cadena de críticas que se les formulaba en cuanto a ser disciplinas formalistas que desatendían los procesos reales de comunicación social. Estudiosos de la etno-lingüística, para citar algún ejemplo, ya han insistido en que la competencia lingual, pasa por una competencia social y que hasta los problemas de mala pronunciación de la lengua extranjera se deben abordar también como incompetencia social, en ocasiones de modo más determinante que lo lingual. Vivimos entonces el gran momento de la construcción de una teoría de los sujetos culturales, tanto en ciertas corrientes del pensamiento actual europeo, y norteamericano, pero también en Latinoamérica y en particular en Colombia. Nuestras investigaciones son leídas por un público local (investigadores en comunicación como las del México-argentino García Canclini o las del hispano-colombiano MartínBarbero son seguidas, entre otros tantos, con sincera atención), se intentan crear redes latinoamericanas (caso FELAFACS y varias publicaciones) e incluso existe interés de estudiosos extranjeros por conocer lo que se produce en nuestra área continental, en calidad de acontecimiento teórico que nace de una evaluación de nuestras reales condiciones socio-históricas presentes. Si en cada momento de los ya señalados encontramos una facultad que aportaba la línea dominante, al llegar a este que llamamos cultura¡, nos parece que no se trata tanto de una específica universidad o escuela sino, por fortuna, de una tendencia más o menos general que se impone en el ambiente nacional. Tal vez al interior de las facultades de comunicación existan ciertas afinidades y circuitos de rápida comunicación, como los establecidos entre las facultades del Valle, Javeriana de Bogotá, Bolivariana de Medellín y Autónoma de Bucaramanga, pero esto no es lo más importante, sino una conciencia nacional sobre la labor de los estudiosos de comunicación frente al país: ahora, más que antes, se espera que los estudios sobre comunicación interpreten nuestra personalidad regional y nacional. Se proponen así nuevas problemáticas, con nuevos interrogantes: cómo es leída y vista nuestra televisión por diferentes sectores sociales (la T.V. ha recibido, en oposición al interés del cine anterior, una mayor cantidad de interesados en su estudio); cómo se producen los formatos de observación de los medios se trata y hasta dónde del 'marketing' o de una demanda cultural; la foto-novela y la tele-novela; la ciudad y su iconografía, la vida cotidiana; usos sociales del lenguaje; constituyen, entre otras, algunas de las nuevas temáticas. Quizás lo común en ellas es un nuevo acento pragmático por medio del cual las teorizaciones nacen de la evaluación de un sector o grupo social o de una muestra de textos que sirven como material de análisis para proponer caracterizaciones culturales. También hay algo en común en cuanto que la gran mayoría de estas investigaciones o temas de trabajo se basan en los sujetos empíricos sociales, para luego establecer categorías. Digamos que si se trabaja sobre sectores populares, solo luego lo popular será categoría formal de análisis, pero antes ha sido sujeto empírico den observación. Habría que advertir enseguida, como ya anunciamos, que en este momento que llamamos culturalista, no existe en los estudios de las Facultades de Comunicación Social en el país una mayor participación de la reflexión semiótica, a no ser la materia de Ser o Semiótica, que aparece en prácticamente todos los programas de estudios, como exigencia del Ministerio de Educación Nacional. No conocemos pormenores de cada una de las facultades, pero creemos no equivocamos si reiterarnos que, por lo general, es concebida como una materia de formación general o, en casos más afortunados, cuando alcanza a ser un instrumento de trabajo, lo es, pero como preocupación personal de ciertos docentes antes que como estrategia metodológica de diseño curricular. Quizás, el acercamiento de algunos profesores de comunicación a la semiología en la década pasada, más en calidad de moda que en cuanto convicción de tratarse de un amplio y heterogéneo campo


de trabajo, hace que hoy desencantados -de la moda- no recurran a ella con mayor profundidad, sino antes bien muestren algunas actitudes contrarias, 14 sin preocuparse por la evolución misma de este complejo campo del saber en los últimos años. Recordando ahora estos tan recientes quince años de historia, nos parece que fue precisamente la Comunicación Social la que más tuvo que admitir en su interior la presencia de varios aficionados a la semiología que se enamoraron de ella con la misma emoción furtiva con que hoy exhiben su abandono, sin mayores huellas en su fonnación. Cierto facilismo del estructuralismo en la manera de construir 'cuadros sincrónicos' de objetos de investigación contribuyó sin duda al auge de la semiología en la década pasada, y ello tocó a comunicadores y a otros científicos sociales en menor escala. Respecto a lo que ocurre en este momento me atrevería a decir que varios investigadores de comunicación en Colombia, lastimosamente sin saberlo, emplean conceptos y teorías que han nacido muchas veces en campo semiótico o, por lo menos, dentro del debate amplio que se viene dando en los últimos años alrededor del estatuto del saber en las ciencias del lenguaje, Otros sectores, han retomado hoy el interés por la semiótica y el lenguaje en Colombia, como algunas facultades de filosofía'5 los departamentos de literatura y Lingüística y de Antropología, sin desconocer otras áreas de interés. A pesar de lo dicho han llegado nuevos cruces de entendimiento. El renovado interés por una filosofía del lenguaje, con Wittgenstein y Austin, las teorías de la enunciación en campo lingüístico, en pensadores como Duerot y Genet, las propuestas de semióticacultura de Lotman y su escuela, los estudios sobre actos del habla y análisis del discurso de Van Dijk y Adams, o el mejor dominio de algunos colegas del modelo greimasiano de análisis, que por su parte ya reconoce en su nuevo diccionario conceptos como 'pasión', permitiendo un reencuentro con niveles afectivos y subjetivos antes desconocidos, son, entre otros, motivos de interés para quienes se ocupan de los procesos comunicativos, donde vuelven a encontrarse semitistas y comunicólogos. El interés pragmático, cifrado en los usos de los lenguajes y modos de expresión, es el nuevo protagonista. Una semiótica de la recepción, una etnología de la comunicación o una antropología de las mediaciones culturales, pueden ser enmiendas que definen nuevas tendencias en Colombia, por parte de investigadores que reflexionan desde la comunicación o desde la semiótica. Textos como el de Cliford Geertz, con su concepto de cultura esencialmente semiótico, responde con gran acierto a la dirección culturalista que argumentamos, cuando parte de la definición de Weber de que el "hombre es un animal suspendido en los entramados de la significación que el mismo ha tejido", entendiendo que tales entramados son la cultura y que su análisis corresponde a una ciencia interpretativa. Si existe hoy un camino de encuentro entre las líneas dominantes de los estudiosos de la semiótica y de la comunicación social en Colombia, es justamente el re descubrimiento de la cultura como factor desde donde y para la cual se produce la teoría. Parece que pasamos de una lingüística estructura] a una antropología de la comunicación, y así se empieza a hablar de unas ciencias de la cultura que agrupan los esfuerzos transdisciplinarios que de cualquier modo se vienen imponiendo. Luego de hechas las aclaraciones sobre las dudas y resquemores frente a las dimensiones semióticas, pero igualmente luego de reconocer unos formidables caminos de encuentro actual y en el inmediato futuro entre esos dos campos de reflexión, ¿Cómo recoger las diversas orientaciones que se dan actualmente en los estudios o investigaciones colombianas en la comunicación social, con alguna perspectiva semiótica? Reconocemos tres direcciones, marcadas por centros de estudio o por investigadores individualmente reconocidos: 1. Semiótica en cuanto estudios del signo y en la dirección de una epistemología del lenguaje de las ciencias: perspectiva del departamento de humanidades de la Universidad Nacional de Medellín, de algunos cursos en la Facultad de Comunicación del Externado (Ver cita No. 1 l), del seminario alrededor del lenguaje de la Universidad Nacional de Bogotá (Ver cita No. 16). 2. Semiótica como análisis textual (textos literarios, teatrales cinematográficos u otros): perspectiva de la Escuela Nacional de Arte Dramático de Bogotá, del teatro experimenta] (TEC) de Cali, de la Facultad de Co-


municación de la Universidad de Antioquia,, de la Tecnológica de Annenia, o de Comunicación Social de la Javeriana. 17 3. Semiótica como interpretación de la cultura (análisis de las mediaciones culturales, de la construcción de sentido de los sectores populares, de la elaboración de una personalidad urbana) perspectiva de la Universidad del Valle, de la Bolivariana de Medellín, de la facultad de Español y Audiovisuales de la Universidad Tecnológica de Pereira, de la Facultad de Artes de Bogotá.18 No obstante presentar al anterior intento por clasificar la orientación semiótica, en el estudio de la comunicación actual en Colombia, habría que subrayar que en cualesquiera de las tres direcciones hay interés en ciertos objetos de análisis que resumiríamos en: a. Interés en los medios. b. Interés en los usos de recepción de mensajes. c. Interés por comprender la alternidad de los procesos de comunicación. Esto quiere decir que en la perspectiva de la semiótica del signo, caben como objetos de interés los medios o la cultura, pero justamente desde un enfoque de la teoría del signo y del símbolo; que en la perspectiva de la semiótica textual caben igualmente formulaciones como análisis de los espectadores y códigos de recepción, sacando a la pragmática social las propuestas anteriores de exclusividad literaria; que en la perspectiva de la semiótica-cultura hay trabajos justamente sobre los medios o los signos y símbolos culturales, su recepción o la construcción de pactos de emisión-recepción, que superan la noción anterior de hegemonía de la producción. Presentamos divididas las perspectivas de los objetos de interés con el propósito de poder ubicamos en un nivel epistemológico desde el cual considerar mejor el ejercicio semiótico la orientación a una teoría del signo, del texto o de las prácticas sociales, son tres maneras distintas de asumir el proyecto semiótico, con independencia de que cada una de esas orientaciones se interese por los medios, los mensajes o sus alternativas. Si tenemos que considerar la predominancia en las orientaciones concluimos afirmando que la preocupación por sacar a las ciencias del signo hacia una reformulación como ciencias de la cultura es dominante, lo cual -podrá apreciarse enseguida que examinemos los proyectos de postgrado que ahora cursan en el país. Esto querría decir que una dimensión pragmática se impone, todavía por supuesto con diferentes confusiones, con las dificultades de modificar los métodos del análisis formal hacia análisis donde la observación empírica es fundamental. No obstante el deseo por interpretar el entorno cultural acompaña a la gran mayoría de docentes e investigadores de la semiótica en el país.' 9


V.

OTROS ASPECTOS DE LA SEMIOTICA EN COLOMBIA

Para concluir examinemos algunos apartes generales que contribuyan a mostrar un panorama general de lo que pasa con la semiótica en Colombia, especialmente lo relacionado con los estudios de comunicación. 1.POSGRADOS Existen cuatro proyectos que de alguna manera relacionan la semiótica como parte de su enfoque. Programa de Maestría en Comunicación de la Universidad Javeriana. Se trata de un programa, que se inicia en el siguiente semestre. Su énfasis se hace en investigación cultural20 y la semiótica está prevista colateralmente dentro de una área que se denomina enfoques básicos. Programa de Maestría en Comunicación Educativa de la Universidad Tecnológica de Pereil---a. Viene funcionando desde hace un año, dirigido a profesionales en educación y la semiótica es una de las materias fundamentales dentro del área de metodología. Proyecto de Maestría en Semiótica y Epistemología del departamento de Humanidades de la Universidad Nacional de Medellín. Toma la semiótica como eje central en cuanto instrumento de reflexión sobre la formación del lenguaje de las ciencias, sus representaciones y sus vínculos con el saber común. Se trata de una semiótica de lo simbólico que vuelva a demarcar la relación semiosis -cultura. 21 Proyecto de Maestría en Comunicación Audiovisual de la Universidad Nacional de Bogotá. Este proyecto concebido, según se consigna en el preámbulo, "Para entregar a sus estudiantes el manejo de los medios operativos audiovisuales (Cine-T.V., Video), dentro de una formación conceptual basada en una teoría semio-antropológica del medio cultural'. 2. EVENTOS, PUBLICACIONES Y ORGANIZACIONES En los últimos dos años ha habido especial interés por la semiótica en el país. Se creó la Sociedad Colombiana de Semiótica (Ver nota No. 19); una delegación de varios profesores (U. Javeriana, Externado y Nacional) asistió al Segundo Encuentro Latinoamericano de Semiótica realizado en Rosario -Argentina, 23 institutos especializados en el estudio de la lengua de la tradición del Caro y Cuervo han abierto cátedras de Semiótica dentro de sus programas de postgrado en lingüística 24 e incluso se contempla la posibilidad de una maestría en lingüística, sobre bases semióticas se preparan seminarios y encuentros con participación de investigadores de todo el país y existen publicaciones que se definen desde una orientación semiótica. El conocimiento de una bibliografía de autores latinoamericanos en campo semiótico es muy escaso, exceptuando aquellos que se conocieron durante la década pasada, como Eliseo Verón (que sigue siendo muy consultado) y Luis Prieto. Ahora se conocen los libros de Miquel de Moragas o artículos del peruano Desiderio Blanco o ensayos esporádicos de algunos otros colegas, pero sigue siendo un punto delicado que debería asumir como uno de los intereses prioritarios, quizás de organizaciones intercontinentales que empiezan a aparecer. Publicaciones periódicas dedicadas a la semiótica no existen, aún cuando la Sociedad Colombiana de Semiótica proyecta sacar una revista especializada con tres números anuales y también un Boletín con circulación trimestral. Hay revistas como Thesaurus, del Instituto Caro y Cuervo, que ocasionalmente saca artículos dedicados a la semiótica. 26 La revista Signo y Pensamiento,27 de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Javeriana, es otra publicación que en su puntual atención sobre lo que pasa en comunicación, trae en algunas ocasiones ensayos sobre bases semióticas. Existe una tercera Glotta, 28 que se perfila como la revista dedicada a las Ciencias del Lenguaje y que cada vez le da más espacio a investigaciones en semiótica. Notas.


El autor agradece a todos los colegas de quienes recibi6 información para la redacci6n de este ensayo, destaca su cordial colaboraci6n y desea poner de presente la repetida frase de que sin ellos no hubiera sido posible este escrito", que en este caso tiene una literal aplicación. 1 . La solicitud de la revista Dialogos para escribir el presente artículo es una oportunidad que aprovecharnos para elaborar una primera aproximación a un tema que hasta el presente no ha sido abordado, a pesar de un relativo aumento en su interés y en sus posibilidades actuales de constituirse en campo de reflexión sobre las condiciones y presupuestos del saber en los procesos de comunicación, como trataremos en irlo evidenciando. No obstante, el escaso tiempo de preparación del material nos impide una mayor precisión en algunos datos, que por recientes no podrían verificarse sino directamente con los docentes o investigadores del caso, que no siempre pudimos contactar. 2. En 1971 nace como Facultad de Comunicación Social de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, bajo la decanatura del Dr. Francisco, Gil Tovar. Su origen proviene de la Escuela de Periodismo de la Facultad de Filosofía y Letras, lo cual nos señala el primer derrotero que va a tener este centro académico en lo relativo a la comunicación. Las facultades contemporáneas, la de Antioquia en Medellín y la Jorge Lozano en Bogotá, continuarán con algunas variantes, en algunos casos con cierta atmósfera radical de cambio, la orientación básica humanista. 3. Encuentro desarrollado en la Universidad de Antioquia en el cual una de las Mesas Redondas se dedicó a evaluar las primeras facultades de Comunicación Social en el país y al cual asistí a nombre de la Universidad Nacional de Bogotá, que en ese momento se preparaba para darle un giro a su Escuela de Diseño por una nueva orientación en Comunicación Visual. 4. Objetivos y Plan de Estudios, programa (Mimeo) de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Bogotá, mayo de 1974. 5. El entusiasmo entre cine y semiología al interior de las facultades de Comunicación gener6 la creación de varios Cineclubes donde se discutía básicamente el 'lenguaje del Cine'. Hernando Martínez, profesor especializado en la materia, dieta desde entonces cursos sobre cine, actividad para lo cual le prestó gran apoyo la Cinemateca Distrital creada también por aquellos años. De la Tadeo nació un cine-club que por ser dirigido por tres estudiantes 'enamorados' del cine y que coincidencialmente todos se llamaban Diego, terminó por conocerse como el 'Cine-Club de los Diegos'. Las reuniones sobre cine hoy podemos verlas también como un pretexto para saborear el nuevo discurso semiológico que aprendían en la universidad y de allí lo trasladaban a algunas salas que alquilaban para la proyecci6n de las películas, siempre acompañadas con discusiones 'Intelectuales'. 6. Entre otras las facultades de Arquitectura y de Diseño Industrial y Gráfico son de las más interesadas luego de que la Universidad Nacional de Bogotá, abriera sus puertas a la semiología arquitectónica. Alrededor de 1980, esta se expande por otras escuelas que hoy continúan con las esperanzas de encontrar en la semiótica una respuesta para la comprensión y teorizaci6n del espacio, sector en el que han habido importantes avances en las investigaciones semióticas actuales. 7. Los textos que citamos son los que destacaron en el debate, tanto en las reuniones donde se discutía los problemas relacionados con la comunicación y la semiología, como en aquellas organizadas por la Escuela Nacional de Teatro y algunas facultades de comunicación (en particular la Tadeo) y la Universidad Nacional de Bogotá, durante los años en cuestión. 8. La nueva facultad es encomendada para su organización y orientación al Profesor Jesús Martín-Barbero, quien venía de la Tadeo en Bogotá y quien justamente tiene una formación en campo semiótico. En los primeros momentos plantea algún trabajo común con el área de linguística de la misma universidad y junto con los profesores Eduardo Serrano y Carlos Vásquez, entre otros, se dan a la tarea de impulsar análisis semiolinguísticos a textos literarios y a algunos otros de lectura popular como la historieta o las fotonovelas. 9. Revista Universidad del Valle, No. 3-4, Talleres Gráficos de la Universidad del Valle, Cali, diciembre de 1977. 10. Programa Comunicación Social, Universidad de la Sabana, aprobado en diciembre de 1975. 11. Esta facultad fue creada en 1980, pero sus discusiones sobre la presencia de la semiología como área fundamentadora, se dieron sin mayor interés por parte de su decano el Prof. José de Recasens, en 1982-83, dentro de cierto ambiente de reflexión y crítica, en comisión de la cual participé en mi


condición de profesor de la asignatura. Durante los años 1985-87, el profesor Raúl Méndez logró desarrollar seminarios sobre Teoría del Signo, de donde se desprendieron unos talleres sobre "Análisis de grupos humanos a través de los signos", que concentraban su atención en ritos de habitación y vivienda. Sería este un caso concreto de semiótica aplicada. 12. Mi vinculación a la Universidad Nacional se debió al propósito de la facultad de Artes de crear un área especializada en la Comunicación Visual, la cual tuve oportunidad de fundar y fue concebida, desde sus comienzos como el desarrollo de materias que pudiesen dar fundamentaci6n teórica al arte y los procesos visuales. Fue integrada por profesores con formación filosófico-semiótica (Carlo Federicci, Giorgio Ante¡ y Armando Silva) y las materias eran, Epistemología, Estética, Semiótica y Semi6tica de la Imagen. 13. El creciente interés por la epistemología (la Sociedad Colombiana se crea en 1981, bajo la presidencia del Dr. Carlo Federice¡) conlleva un nuevo espacio de reflexión sobre la semiótica, sus vínculos con el saber y su representación. Diversas reuniones entraron en discusiones sobre la ciencia, la política y el estatuto del saber en las ciencias sociales. 14. Todavía se vive en varios ambientes universitarios colombianos una inclinación por mostrarse adversos a la semiótica con una demostración simultánea de considerarse superados de lo innecesario. Se llega a situaciones reveladoras como hacerle saber a sus colegas que persisten en su estudio que se trata de "desfasados", lo cual deja entrever el sentido de moda que los acompañó en la época en que a ellos le interesaba. 15. En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional, se ha creado en 1987 un seminario permanente "Alrededor del Lenguaje", en el cual participan lingüístas, filósofos, antropólogos, físicos y semi6logos y es el problema central una discusión sobre el lenguaje de las ciencias y el lenguaje y simbolismo en la actividad humana. De la misma manera el autor del presente artículo ha sido encargado de una nueva materia, Semiótica de lo Visual, en el Departamento de Antropología, anexa a la cual se proyecta el funcionamiento de un taller de investigación aplicada, que se .une al ya existente en el Departamento de Artes, sobre 'iconografía', de donde han salido varias publicaciones dedicadas a teoría del arte y simbología urbana. 16. Me refiero al tomo 2 del Dictionaire raisone de la theorie du langage. Hachette Universite, Pa~rís 1986, escrito por Greimas en colaboración con Courtes. 17. Nuestras escuelas de teatro se sirven tradicionalmente de la semi6tica como instrumento de trabajo escénico y actoral. El director del TEC, A. Buenaventura tiene formación en este campo. La docente Consuelo Restrepo orienta sus clases en Medellín hacia el análisis de textos teatrales; los profesores de la Javeriana en la Facultad de Comunicación Social, Germán Muñoz (Cine) y Fernando Vásquez (Teatro), tienen similar orientación. Algo parecido podría decirse de la Tecnológica de Armenia, cuya cátedra de semiótica está a cargo de Luz Amparo Palacios. 18. En esta dirección los trabajos de Jesús Martín y los talleres de investigaci6n de Univalle; Griselda Gómez (fotografía), Hernán Toro (discurso informativo); Alejandro Ulloa (radio); Sergio Ramírez (cine). De la misma manera en Pereira, con el profesor Rafael Areiza y en Bogotá, en los departamentos de Arte y Antropología, donde el autor de esta nota dirige un seminario sobre 'Simbología Urbana', que ha dado lugar a varias publicaciones. 19. El 9 de diciembre de 1987 se creó la Asociación Nacional de Semiótica, la cual en su acta de fundación se autoconsideracomo asociación de estudios alrededor de la semiótica, recalcando que en su "amplia concepción de estudio de los sistemas simbólicos, su constitución y sentido, puede contribuir en el aporte de diversas apreciaciones sobre el saber, tanto en su formación y aplicación, así como sobre el comportamiento socio cultural de una nación$'. 20. El actual decano de la Facultad de Comunicación el Profesor Joaquín Sánchez, ha sido un permanente impulsor de eventos y debates que giran alrededor del problema comunicación-cultura. La coordinación del proyecto de la maestría estuvo a cargo del Profesor Germán Muñoz (con formación en semiótica).


21. El Profesor Juan Gonzalo Moreno es actualmente el director del Departamento de Humanidades y el principal animador de este proyecto en discusión. 22. Proyecto de Posgrado en Comunicación Audiovisual, Armando Silva (Coordinador), Mimeo, UnN. 1987, Bogotá. 23. Este evento, al cual tuve la oportunidad de asistir, tuvo el mérito de servir como primer punto de encuentro entre colegas del continente (Rosario, Argentina. Octubre de 1987), me dejó también la impresión de una asistencia y participación muy superior a la que podía calcularse o esperarse, lo que indicaba el nuevo interés continental en este campo, así los contenidos de los participantes sean desiguales y motivo natural de polémicas. 24. Cátedras a cargo de los docentes Juan Gomez y Luis A. Ramírez. 25. Proyecto y conversaciones que adelanta, entre otros docentes, el profesor Pablo Jurado (con formaci6n en semiótica). 26. En especial por parte del profesor Jaime Bernal, autor de un libro dedicado a semiótica textual. 27. Esta revista es coordinada por Marfluz Restrepo. exalumna de la misma facultad de Comunicación Social de la Javeriana. 28. A cargo de Clemencia Pineda de Valderrama.


SEMIOTICA Y COMUNICACION SOCIAL EN AMERICA LATINA. EL CASO DE MEXICO ADRIAN S, GIMATE WELSH INTRODUCCION La noción de proyecto que E. Garroni utiliza para hablar de la organización de sus reflexiones teórico metodológicas en torno a la semiótica me parece apropiada para delinear el estado actual de los estudios y las investigacioness semióticas en torno a la Comunicación y su desenvolvimiento en las escuelas y facultades en las universidades de México. En, efecto, ambas actividades constituyen un provecto en la medida en que las iniciativas están en un proceso de constitución y desenvolvimiento: tenemos los puntos de partida pero no hemos llegado a nuestro destino. Los que nos hemos aventurado en el proyecto de impulsar la semiótica en su propio ámbito y dominios afines, tenemos preocupaciones similares que responden a necesidades históricas, culturales, ideológicas. La semiótica se encuentra en un proceso de desenvolvimiento, como se dice en las Memorias del II Congreso Internacional de Estudios Semióticos: se dirige a sí misma y hacia otras disciplinas de las ciencias sociales y humanísticas, como ya lo indican los trabajos que aparecen en Introudtion a L’analyse du discours en sciencies sociales (1979) de Greimas, Landowski et alli, o como recientemente ha dicho Greimas (1983)2, la semiotica se encuentra en la tercera revolución que la aproximan más cercanamente a los discursos sociales. Su creciemiento y su madurez la hacen atractiva para otras ciencias pero a la vez le exigen mayor solidez y aplicabilidad, goza de prestigio en en ciertos contextos, pero es víctima de ataques virulentos en otros, situación antagónica que igualmente manifiesta en centros de docencia y de investigación de algunas instituciones de nuestro país, situación que se deba tal vez a las exposiciones de la semiótica a veces Alejadas de los hechos concretos, al exagerado inmanentismo de algunos propagadores de la semiótica. En este contexto, y, ante la constancia de un feudalismo teórico que impide la apertura hacia nuevos dominios, se rechazan, a veces, nuevas enseñanzas, nuevas reflexiones por el simple hecho de cuestionar lo establecido, catalogando las de antihistóricas , deshumanizante. En los lugares en donde las condiciones lo permiten, hay persecución e intolerancia. En el fondo, lo que ello demuestra es un gran temor a la novedad a la pérdida de espacios de influencia además de un gran desconocimiento de los grandes desarrollos de nuevas disciplinas como la semiótica. Los viejos profetas y, sus disciplinas se rehusan a reconocer que el hombre y su mundo no son estáticos y se aferran su pasado que pocas veces tienen que ver con el avance del hombre. Pero habrá que decir, sin embargo que si bien es cierto que el desenvolvimiento, de la semiotica ha conducido a La formulación de reglas y Condiciones de la reproducción simbólica en general, no ha logrado, la satisfacción plena, elaborar propuestas suficientemente consistentes que desentrañen las especificidades de las manifestaciones sígnicas particulares en lo que se refiere a su textura semántica que es lo que en última instancia le da sentido a los estudios semióticos como ya de alguna manera lo han analizado los teóricos de la Escuela de París.3 Pero tal situación no implica que debamos abandonar la finalidad central de arribar a la construcción de una semiótica que adecuadamennte explicite las leyes proceso o comportamiento simbólico. Este proyecto sin embargo, si ha de ser autoconsecuente, deberá tomar en cuenta las determinaciones históricas que son las que finalmente, asignan el sentido al proceso de semiosis práctica del signo en el proceso de comunicación y hacen de dicho proceso un testimonio del sujeto histórico, ya que, coincidiendo con Teodorov 4 los procesos de simbolización, como los actos verbales, tienen un sentido o sentidos, pero también una función social (1970). Por ello considero junto con otros semióticos que toda teoría debe tener correlativamente una de las formaciones simbólico-ideológicas que son las que instauran en sentido a los signos en tanto actúan como mediadores entre el hombre y su mundo. A saber, la teoría debe hacer explícitos los distintos niveles de competencia: 1 ) el conocimiento de las leyes


estructurales del acto sémico: 2) el conocimiento general del mundo o formaciones ideológicas que corresponden a una formación social; 3) el conomiento particular de los contextos discursivos que sirven de referente al epistémico, según la terminología de J-M Floch (1979),5 lo cual le posibilita su desdoblamiento y su hacer persuasivo, interpretativo y evaluativo en procesos como la discursivización. Así pues, una teoría que incorpore una teoría de los contextos discursivos de producción y recepción cobrará mayor trascendencia al apoyar otras disciplinas que se ocupan del estudio de la cultura, la historia y por supuesto la comunicación, entre otras disciplinas humanas y, sociales. El camino recorrido por los maestros y sus discípulos del primer mundo ha ocasionado que el proyecto de semiótica avance a nuevos niveles y a nuevos espacios sociales. Pero en nuestros países la tarea apenas comienza y nos enfrentamos, a los profetas de antaño, aún muy arraigados en los centros universitarios. Muchas de nuestras mentes aún no están liberadas para incursionar en nuevos territorios, muchas aun se encuentran bajo la hegemonía o el encanto tecnológico que nos llega del primer mundo. No obstante muchos hemos emprendido el camino que nos conduce a este nuevo dominio. Hacia él emigran hombres de distintas latitudes en busca de las "nuevas enseñanzas- predicadas por profetas del mundo galo, del mundo romano, del mundo anglosajón, del mundo eslavo,etc. Las distancias y diferencias lingüísticas no han sido ningún obstáculo. En México se han dado algunos pasos, pero las características curriculares de las escuelas de comunicación varían sensiblemente de institución a institución al grado que el problema fundamental sigue siendo el currículo académico, como dice Raúl Fuentes Navarro 6 y su adecuación al contexto, a necesidades sociales del país o de la región y u los avances teóricos de las disciplinas que conforman la carrera de comunicación. La problemática que se presenta ahora es la siguiente, -,cómo clasificar el saber y el saber hacer semiótico que se practica en los centros de estudio y de investigación de nuestro país?. Evidentemente, lo primero que hay que señalar es si la semiótica tiene o, no un espacio en los planes de estudio de las escuelas de comunicación. Si la respuesta es afirmativa, entonces sí corresponde indicar la orientación teórica que se sigue. En este último caso, la vía de clasificación es la que sugiere Landowski, a saber: ¿se sigue una orientación saussureana y estructural o peirciana?, solución que el mismo Landowski califica general y simplista ya que en muchas de las manifestaciones de la semiótica se dan fenómenos de entremezclamiento entre una y otra orientación. Una vía alternativa de clasificación, a la que Landowski también hace referencia es la que se basa en una ideología que distingue entre -productores- los del primer mundo- y -consumidores o repetidores- los del tercer mundo-, calificativo que se desliza en la crítica a los neo-académicos (cf. Vuelta 1331 134), pero que es inaceptable, ya que pensar de esta manera es funcionar con una lógica colonialista que debemos descartar, como lo hizo A. de Quevedo cuando dijo: y, hoy de muchos modos somos copias si ellos son originales (relación de su mundo con respecto de la antigüedad clásica). Epístola Satírica y Censoria como sostuvo J. Martí: Toda obra nuestra, de nuestra América Robusta tendrá inevitablemente el sello de la civilización conquistadora: pero mejorará, adelantará y asombrará con la energía y creador empuje de un pueblo en esencia distinto, superior en nobles ambiciones y si herido, no muerto, ya revive. 7 Concibo pues el panorama semiótico mexicano como una síntesis de un proceso dialéctico entre producción y consumo incesantemente creador en el que las "nuevas doctrinas", sin importar quienes son sus "profetas" -ajenos o propios- conviven armoniosamente en un clima de complementariedad, con un objetivo común: desentrañar el sentido y la función de los procesos de simbolización que se llevan a cabo en la comunicación humana. Quiero suponer, como lo hace J. Martín, que hay en nuestros pueblos una fuerza creadora que le dan un nuevo sentido a las ideas y teorías al ingresar al proceso de circulación y consumo en un nuevo contexto. Emerge pues una nueva fisonomía, resultado de la síntesis de diversas doctrinas: aparecen los sincretismos como formas culturales; nuestro espíritu plural posibilita una mente abierta que rechaza dogmatismos teóricos que sólo conducen al automatismo, a la opresión y a la pasividad. En nuestros programas docentes y de investigación debe prevalecer la pluralidad teórico metodológica e ideológica porque sólo así puede existir un espíritu creador y liberador.


LAS ESCUELAS DE COMUNICACION SOCIAL Y LA SEMIOTICA Existen en México setenticuatro instituciones entre universidades autónomas, estatales y privadas que en conjunto atienden a veinticinco mil estudiantes de la comunicación De este número, tres mil egresados por año se incorporan al mercado de trabajo que cada día es mucho más reducido según la opinión de los conferencistas del V Encuentro para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación (CONEICC).9 Si nos interrogamos cuáles son las tendencias que se manifestaron en el V Encuentro, veremos que, al igual que en el IV, hay una preponderancia por el estudio que tiene una relación directa con la práctica (técnica) según la distinción que establece Mauricio Antezana Villegas:10 "producción en Radio y Televisión", -Periodismo-, -informática-, -Análisis y Sistematización de la Información", -Relaciones Públicas---, ---Radio y Promoción Social, "Difusión Científica y Tecnológica", "Comunicación Regional", etc. Esto es, las escuelas de comunicación aún siguen respondiendo al doble motivo que les dio origen: a) las necesidades -aparentes- de la radio, la televisión y los medios periodísticos; b) y la preocupación de los académicos de poner a disposición de la sociedad en general dichos medios de información (?), buscando cada día una mayor eficiencia que requiere toda empresa -pública o privada-. La gran mayoría de estas instituciones se ha quedado pues empantanada en un objetivo de hace más de veinticinco años, pues privilegia el estudio de los instrumentos de difusión relegando a segundo plano el estudio del fenómeno no comunicacional. La problemática, como sabemos, radica en la falta de definición y delimitación del objeto de estudio de la comunicación; es pues un problema epistemológico que los especialistas en comunicación no han podido resolver. Tal parece pues que existen dos objetos de estudio que constituyen la materialidad comunicacional: uno, que resulta de la intersección de la sociología, la antropología, la sicología, la lingüística, la semiótica, etc.; el otro, de la ingeniería, de la computación, de la informática, etc., o sea, los operadores comunicacionales. Hay pues una confrontación entre la orientación tecnológica y la orientación no tecnológica. Esta que fue una de las preocupaciones importantes de la Segunda Reunión Nacional de Investigación de la Comunicación, celebrada en el Centro de Estudios del Tercer Mundo (CEESTEM), México, noviembre de 1982, se manifiesta en el IV Encuentro del CONEICC y vuelve a aparecer en el V Encuentro. Dada esta situación de predominio de una formación de profesionistas que pongan en funcionamiento operadores audiovisuales, es evidente que las características académicas de los planes de estudio están determinadas por lo que parece ser la demanda de trabajo, lo cual sin lugar a dudas implica la pérdida de la autonomía de los académicos que diseñan los programas de estudio. Dice el panelista Alberto Montoya, de la Secretaría de Programación y Presupuesto (México), en el V Encuentro del CONEICC: "La revolución tecnológica está modificando los procesos de comunicación social ( ... ). Hay una introducción creciente de la automatización de la información ( ... ) la cual se maneja corno una mercancía". Nociones de este tipo son las que en un sentido o en otro determinan la naturaleza del objeto de estudio de la comunicación aunque este mismo panelista advierte que el comunicólogo no es un ingeniero en electrónica, no es un experto en informática, pero sí debe poseer la información tecnológica necesaria para el ejercicio de su profesión. Frente a esta orientación dominante en la comunicación se perfila una corriente de pensamiento que se preocupa por la fórmación de 11 científicos sociales de la comunicación" que resulta de una "conciencia académica" que busca el cambio social sin soslayar la formación de comunicadores lo cual implica la reivindicación de un acercamiento interdisciplinario de las distintas ciencias sociales en tomo a la comunicación, como ya lo ha señalado Fátima Fernández.i 1 Es altamente probable que de aquí en adelante las escuelas que circunscriban su curriculum a los medios de difusión, sean rebasadas por la historia inmediata y formen egresados sin empleo, no así aquellas que tiendan puentes interdisciplinarios con otras facultades o universidades. Se perfila pues, en ciertas instituciones, una síntesis que resulta de la convergencia de una orientación tecnocratizada, cientificista que supone un espíritu acrítico y una orientación que subraya la conciencia histórica del desarrollo social. En la mayoría de las instituciones de la comunicación, sin embargo, aún prevalece el pragmatismo, sobre todo en las universidades particulares. Las menos, como la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Autónoma Metropolitana - Xochimilco, combinan el aspecto teórico con el práctico, integrando de esta manera tanto necesidades tecnológicas con necesidades teóricas


que surgen del desarrollo económico, político, ideológico y cultural del país. En el marco de estas consideraciones, el perfil del egresado podrá definirse más adecuadamente en concordancia con la totalidad de las necesidades sociales. Como dice Javier Solórzano en el V Encuentro, hay que dar una batalla política para revalorar la investigación A. Mattelart sigue teniendo vigencia, o como lo puntualizó Bruno Neuman," para que el comunicólogo tenga éxito debe tener una sólida formación humanística, un profundo amor por la cultura, un compromiso social de servir a la sociedad y un gran conocimiento de la situación económica, una capacidad crítica para vivir en el sistema sin estar en el sistema. Y como campo urgente a desarrollar tenemos la investigación, la que, según José Rubén Jara, fundador de la Maestría en Ciencias de la Comunicación de la Universidad Iberoamericana, "en las universidades privadas se santifica la investigación", pero es sólo un ropaje ( ... ) sólo es discurso, ya que no se hace investigación" (V Encuentro), pero tampoco se puede hacer en las instituciones del gobierno ya que continuamente cambian las direcciones. El interés que advierten los panelistas del V Encuentro ya había sido señalado por Marco Ordoñez Andrade de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM cuando dice: Las últimas investigaciones efectuadas en 1974 nos llevaron a la conclusión de que la sociedad demandaba, con mas énfasis, la preparación de investigadores y científicos sociales que la de productores de contenidos, por razones de prioridad y de análisis de los sistemas nacionales de comunicaciones. 12 Esta tendencia de formar periodistas -productores de contenido- en la Universidad Autónoma de México se refleja en el nombre mismo que ha tenido la escuela: Periodismo, de 1951 a 1967; Ciencias de la Información, de 1967 a 1971; Periodismo y Comunicación Colectiva, de 1971 a 1976, Ciencias de la Comunicación, de 1976 hasta la fecha. Esto que se da en la UNAM se repite en la mayoría de las escuelas de comunicación del país, pues aún hay un gran interés por el periodismo. (...)yo creo que sí debería haber mas materias más idóneas a lo que es el ejercicio del periodismo. 13 -Entrevista al Lic. Rigoberto López QuesadaComo puede verse, la tendencia periodística que ha caracterizado a los estudios de la comunicación en las tres últimas décadas, si bien ahora rivaliza con otras orientaciones como la sociología, la semiolingüística, etc. aún es plenamente vigente, pero que además rivaliza con otras orientaciones (los medios audiovisuales). Coincido con Mauricio Antezana cuando dice que las ciencias de la comunicación están en construcción, como lo está su objeto de estudio. No sorprende pues que una tesis de licenciatura como la de Felipe López '14 de la Escuela de Comunicación de la UNAM haya sido premiada como el mejor trabajo de entre 42 tesis de estudiantes de distintas universidades del país, pues en ella hay preocupación por delinear un conjunto de elementos epistemológicos del estudio de la comunicación, distinguiéndola de los medios de información. La comunicación, en México es pues un "proyecto" como lo es la semiótica. En ambas hay una polémica en tomo a lo que es su objeto de estudio, su dominio; ambas han tenido que enfrentar obstáculos y luchar por su espacio. La profesión del semiótico, como la del comunicólogo, es mal comprendida, es desvalorada, pero ambas tienen mucho que contribuir en el estudio de los fenómenos sociales, humanos, culturales, políticos, ideológicos, etc. LA SEMIOTICA EN LOS ESTUDIOS DE COMUNICACION INTRODUCCION Ante todo debo señalar que el desarrollo de la semiótica en México es muy variable de institución a institución y de región a región. En muchas instituciones sólo figura como asignatura obligatoria de información general dentro del estudio de la lingüística, de los estudios literarios, de la antropología, etc, En algunos planes de postgrado sólo puede cursarse como materia optativa y sólo en la Universidad Autónoma de Puebla existe formalmente la Maestría en Semiótica, íntimamente vinculada con la lingüística, sin que ninguna de las dos pierda su autonomía. En algunos programas la semiótica se identifica con la semiología de corte bartliiano. Figura asimismo en los estudios de diseño gráfico, en la lingüística aplicada a la enseñanza de los idiomas, etc. De los centros de investigación cabe destacar los siguientes: el Seminario de Práctica de la


UNAM, fundado por José Pascual Buxo, que ha publicado una serie de textos sobre semiótica literaria, así como varios números de la Colección Acta Poética; el Seminario de Semiótica del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de la Universidad Veracruzana que edita la revista semiosis, fundado y dirigido por Renato Prada Oropeza; el Centro 'de Investigación y Docencia en Ciencias del Lenguaje, que tiene como antecedente inmediato la Maestría en Ciencias del Lenguaje, fundada en 1982 por Adrián S. Gimate-Welsh, cuyo órgano de difusión es la revista Morphe, de lingüística y semiótica. A raíz del Simposio sobre Teoría y análisis del discurso en la reflexión contemporánea, celebrada en 1983, la Unidad de los Ciclos Profesional y de Posgrado del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM, inicia la revista Discurso. Cuadernos de teoría y análisis cuya finalidad fue, entre otras, la de crear las condiciones para la apertura de una Maestría en Teoría del Discurso, que es una de las líneas que más han incidido en la Escuela de Comunicación de la Universidad Nacional Autónoma de México, sobre todo por la influencia de Gilberto Giménez en dicha institución y otras más. Un examen rápido del contenido de las líneas de publicación antes mencionadas nos indica que los estudios están orientados hacia la semiótica de corte estructuralista funcionalista y formalista, pues los autores a los que con frecuencia se hace referencia son. F. de Saussure, Roman Jalcobson, Bjelinsiev, Benveniste, Roland Barthes, U. Eco, Greirnas, 0. Duer , ot, etc. La línea peirciana o filosófica, si bien no está ausente, no tiene la misma preponderancia que la orientación antes mencionada. Estas tendencias que se dan en el ámbito de los estudios literarios, lingüísticos, antropológicos, etc., también se manifiesta en los estudios de la comunicación, sobre todo porque muchos de los docentes e investigadores que desarrollan sus estudios en los programas antes mencionados también desempeñan actividadess importantes en las escuelas o departamentos de comunicación. - LA SEMIOTICA EN LOS PROGRAMAS DE ESTUDIO A manera de muestra sólo me ocuparé de dos instituciones que de alguna manera exhiben las tendencias mencionadas en párrafos anteriores y además porque son éstas las que manifiestan un mayor desarrollo en los estudios semióticos en tomo a la comunicación, ya que algunas instituciones, particulares sobre todo, incorporan los estudios semióticos a manera de conocimiento general, pues sólo incluyen de una a tres asignaturas en los planes de estudio, como es el caso de la Universidad Iberoamericana y la Universidad de las Américas de Puebla y porque además no tienen líneas de investigación definidas en esta dirección. Estas dos universidades son: la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Autónoma Metropolitana -Unidad Xochimilco.' 5 Con respecto a la primera, sólo me referiré a su programa de postgrado en Ciencias de la Comunicación y en relación a la segunda, me ocuparé de su programa de licenciatura. 1) U Maestría en Ciencias de la Comunicación que depende de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, tiene un Tronco Común integrado por tres asignaturas obligatorias: teoría de la comunicación e información, metodología y sociología de la comunicación. La orientación del primero gira alrededor del análisis del discurso a partir de lecturas de Foucault, Hjelmslev, Guiraud, Gilberto Giménez, etc.; en el tercero, se manifiesta una preocupación por el estudio del sujeto desde la perspectiva freudiana. Y siguiendo un esquema tradicional, el programa comprende asimismo una didáctica general y una práctica docente. De mayor importancia son los tres seminarios monográficos de investigación los que a propuesta de los maestros y de acuerdo a las características del grupo, siguen una orientación u otra. Cabe destacar que es en el marco de estos seminarios de investigación que se deja sentir la tendencia del análisis del discurso, pues los grupos de investigación tienden a funcionar en tomo a las enseñanzas de Gilberto Giménez, y por supuesto los demás teóricos del discurso tanto de la escuela inglesa como de la escuela francesa: Roger Fowler, Bob Hodge, Gunter Kress, Tony Trew, Olivier Reboul, MIchel Pecheux, D. Maingeneau, J. J. Courtine, J. Dubois, Benveniste y otros más. En el marco de los seminarios optativos, tres en total, también se pueden abordar temas relacionados con el análisis del discurso y la semiótica, pero que también depende de los intereses de los profesores que conforman la planta docente y de investigación. La presencia de la teoría greimasiana igualmente se deja sentir pues Rafael Resendiz, doctorado y formado en el Grupo de


Paris, forma parte del grupo de investigadores de dicha facultad, de modo que se pueden cursar materias como Semiótica de la Radio, etc. Hay pues dos grandes tendencias en el postgrado de comunicación de la UNAM: a) la de los analistas del discurso inscritos en la perspectiva estructuralista y algunos que incorporan categorías provenientes del marxismo; b) y la de los semióticos greimasianos del Grupo de París. Estas dos orientaciones, sin embargo, se complementan en el plano de la investigación, como puede verse en una de las tesis de Maestría en Ciencias de la Comunicación, "Acercamiento sociosemiótico al discurso radiofónico. X.E.E.G. Radio Alegría. ¡La Pura Vida! (1987), de Gabriel Hemández A., trabajo en el que se articulan la teoría semiótica con las teorías de la sociología, de la economía y la política, para explicar un fenómeno social como el discurso radiofónico. Así, se conjugan conceptos como manifestación, inmanencia, actor, actante, estructura subyacente, totalidad, texto, contexto, individual colectivo, etc. con lucha, poder, producción, hegemonía, Estado, Nación ' sujeción, integración, intercambio, etc. En trabajos de investigación, como el referido, puede verse que la semiótica, apoyada por la sociosemiótica, sí constituye un aporte fundamental en la construcción de una epistemología de análisis de la comunicación radiofónica. Los cuestionamientos hechos a la semiótica provienen más bien de los comunicólogos que manifiestan una fuerte orientación marxista y que ven en la semiótica una corriente estructuralista, opuesta, por tanto, al marxismo. Sin embargo, como hemos sostenido algunos, y como lo han planteado teóricos marxistas y filósofos como Sánchez Vásquez, estructuralismo y marxismo no son necesariamente antagónicos, sino que se complementan. 2) En el nivel de licenciatura, el Departamento de Educación y Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, en los seis Módulos de que consta el Plan de Estudios en Comunicación existen unidades que en mayor o menor grado abordan cuestiones lingüístico semióticas. En el Módulo TC/I, en los objetivos generales se dice explícitamente: 1.3 identificar y distinguir en la producción y apropiación simbólicas la relación con la problemática de la cultura. 1.4 Comprender y aplicar los principios básicos y generales de la semiótica que permiten el estudio-de los códigos subyacentes a los lenguajes verbales y visuales" (Documentos del Departamento de la UAM-Xochimilco, mayo, 1986, P. l), y que vuelve a remarcarse en los comentarios introductorios al módulo: la lingüística, por lo que se refiere a las lenguas naturales; la semiótica, en lo referente a los procesos de significación de los signos sociales y culturales" (documento citado, p. 3), pero relacionando estas disciplinas con la Antropología, la Psicología, la Sociología. "Estos campos de estudio, emparentados con la comunicación, le han legado teorías, métodos y técnicas y su estudio se revela así como pluri disciplinario(p. 4). Las distintas unidades de enseñanza aprendizaje que constituyen este módulo giran en tomo al "tema eje" que los autores definen como los procesos de comunicación social en el campo de la producción culturaV. Así pues, en la Unidad 4, la sendótica y el estudio de los lenguajes, se proponen como objetivos generales el Analizar y sintetizar las perspectivas de la semiótica como disciplina (en las vertientes de F. de Saussure y de Ch. Peirce) para el estudio de los lenguajes " (p. 10). En ella se ven los conceptos saussureanos básicos: lengua, habla, signo lingüístico, paradigma, sintagma, etc.; se estudia el signo desde la perspectiva peirciana, la denotación, la connotación y el estudio de los códigos visuales. La orientación es evidentemente estructuralista, pues se lee a Saussure, Jakobson, Eco, Barthes y otros más. En el Módulo TC/2, en el marco del estudio de las ideologías se hace hincapié en la producción discursiva y el análisis narrativo y argumentativo (p. l). El objetivo del Módulo, que es una continuación del 1, es el análisis de los procesos de comunicación concebidos como procesos sociales de producción y apropiación de bienes simbólicos en el marco de las complejas realidades culturales de una formación social dada, entendidas tales prácticas de comunicación no sólo como instrumentos de comunicación sino como instrumentos de acción y de poder" (p. 2), concebidas además como espacios en los que las ideologías se materializan. El Módulo adopta como punto de partida el concepto de discurso que se ve como una práctica social determinada por las condiciones sociales de producción y circulación. Así pues las ideologías, el poder y el discurso constituyen los elementos claves de este Módulo. Corresponde a la Unidad 1, Lenguajes o ideología" incorporar los aspectos concernientes a los objetivos antes mencionados, pero sobre todo cabe remarcar las nociones de sujetamiento, interpelación, y la materialización de las ideologías en el discurso, así como las funciones del lenguaje en textos lingüísticos y


en textos icónicos; se examinan las nociones de discurso, texto, y actos de habla; la distinción enunciación y enunciado e intertextualidad en la unidad que los autores denominan la "producción discursiva". Se estudian además cuestiones como la presuposición, el implícito y la noción del lenguaje como acción. En la Unidad IV del mismo Módulo se revisan las categorías de la gramática narrativa y de los modelos argumentativos. Como se desprende de los contenidos de las unidades, la orientación que se sigue se inscribe dentro de la lingüística textual, la teoría del discurso en la perspectiva de la Escuela Francesa así como la semiótica según la Escuela de París. En el ámbito del taller de la comunicación visual, que corresponde al Módulo TC/1 1, se busca que el alumno se capacite en la identificación de los elementos básicos del lenguaje de la imagen. La lingüística y la semiótica vuelven a aparecer una vez más en el Módulo TC/3 que se aboca, al eje "escritura y comunicación" y que tiene por finalidad que el alumno sea capaz de analizar críticamente un texto escrito. Para ello, se estudian, entre otras cosas, los conceptos de género narrativo e informativo, la crónica, el relato, el ensayo y las relaciones entre la lingüística y el estructuralismo. Para el estudio de los medios radiofónicos también intervienen la semiótica según lo propuesto en el Módulo TC/4. Para ello se propone como contenidos específicos 1os niveles textuales", "los géneros discursivos", "sustancia de la expresión", "metáfora y metonimia". En el estudio del lenguaje televisivo, en la medida que los objetivos del Módulo TC/S son que el estudiante conozca la estructura del lenguaje hablado, la estructura y organización del lenguaje icónico, reaparecen una vez más la dicotomía lengua y habla, el concepto de signo lingüístico y la doble articulación, las propiedades del signo, etc. A fin de poder identificar los distintos niveles de significación del lenguaje televisivo se estudia asimismo la denotación, la connotación, los distintos géneros -narrativo, publicitario, informativo- la estructura del relato y la retórica de la imagen. Este Módulo se ve reforzado por el seis en el que el alumno de comunicación puede identificar las diversas formas de organización del lenguaje televisivo, del lenguaje publicitario y su relación con los patrones culturales de la sociedad. En todos estos módulos existe una preocupación por entregar un saber pero también un saber hacer. El análisis de la bibliografía en que se apoyan los distintos contenidos específicos nos indica que la orientación lingüístico semiótica de este programa de comunicación es básicamente estructuralista pues se estudia la teoría saussureana, los modelos funcionalistas (Jakobson, Martinet), el modelo barthiano, la teoría de los actos de habla (Austin J. Searl, van Dijk), el análisis del discurso (M. Pecheux, Foucault, Benveniste, Bajtin, G. Giménez, ete) y, por supuesto, teóricos tan importantes como Duerot, Todorov, A. J. Greimas, P. Bourdieu y Lévi-Strauss entre otros. Los conocimientos adquiridos en estos módulos se sistematizan y perfeccionan en lo que se conoce como Área de Concentración de la carrera de comunicación, pero además se incorporan nuevos conocimientos que permitirán al alumno elaborar su tesis profesional. - CONCLUSIONES Sin pretender que este artículo contenga toda la información de lo que son las escuelas de comunicación en México, me parece que si bien aún siguen persistiendo las orientaciones tecnológicas o técnicas de la comunicación, sobre todo en las instituciones privadas, se perfila, no obstante, una tendencia alternativa que trata de integrar el estudio de la comunicación asignándole una mayor importancia al estudio teórico en el marco de una perspectiva pluridisciplinaria, como puede constatarse en los programas de estudio antes referidos. En el contexto de estas preocupaciones, la lingüística y la semiótica ocupan un lugar importante y contribuyen en la formación de una epistemología de análisis del fenómeno de la comunicación social. La semiótica sí ocupa, por tanto, un espacio en los estudios de comunicación que oscila entre la simple información general, como ocurre en algunas instituciones privadas y la presencia de un conjunto importante de asignaturas (unidades) que se abocan al estudio de la lingüística, del análisis del discurso y la semiótica. Siguiendo el criterio clasificatorio de Landowski, la orientación semiótica que se manifiesta preponderante es la saussureana-estructural; la filosófica o peirciana es casi inexistente. Dentro de ella se dan fenómenos de entremezclamientos de las diversas corrientes europeas que son las que más arraigo tienen en los planes y


programas de estudio y de investigación. En instituciones como las aludidas, la semiótica tiene presencia en las distintas áreas de la comunicación: el texto escrito, la radiodifusión, la comunicación audio-visual, pero en otras universidades la semiótica es prácticamente inexistente. Cabe señalar que el auge de la semiótica en ciertas escuelas de comunicación se debe en gran medida a que la teoría textual se ha estado articulando con la teoría contextual, esto es, la semiótica se ha estado "desenvolviendo" correlativamente con una teoría de las formaciones simbólico ideológicas que son las instauraciones del sentido de los signos en el proceso de la comunicación social. Me parece pues que la semiótica en las escuelas de comunicación sigue siendo un "proyecto" en la medida que la gran mayoría de las instituciones, que son las privadas, aún desconocen la importancia teórico metodológica de la semiótica, pero creo que en el futuro más o menos mediato se darán avances importantes, a partir de los nuevos profesionistas de universidades como la Nacional de México, la Autónoma Metropolitana y de universidades como la Autónoma de Puebla que, sin tener un programa de comunicación, desde el ámbito de la lingüística y la semiótica se han estado formando docentes e investigadores en Ciencias de¡ Lenguaje quienes de manera directa o indirecta han contribuido en el diseño de los nuevos planes y programas de estudio de comunicación de ciertas universidades, no obstante la incomprensión y la oposición de algunos intelectuales y de algunos marxistas ortodoxos que ven en el estructuralismo una corriente de pensamiento, una ideología, lo cual conlleva a un rechazo de la semiótica. Considero, como ha dicho Greimas, que la "tercera revolución semiótica" tiene plena vigencia en México en algunas instituciones que son "punto de lanza" en nuestro "proyecto de semiótica". Notas y referencias bibliográficas. 1. "Introduction", Proceedings of the Second Congress of the Intemation Association for Semiotic Studies, Mouton, 1983. 2. "Entrevista a A. J. Greimas", Morplié, núm. 3-4, año 2, enero diciembre de 1987. 3. J. C. Coquet et al, Semiotique. LEcole de Paris, Hachette, 1982, P. 11. 4. T. Todorov, Langages, núm. 17, París, 1970. 5. Introduction a 1 analyse du discours en Sciences Sociales, Hachette, París, 1979. 6. Raúl Fuentes Navarro, "El diseño curricular en la formación universitaria de comunicadores sociales para América Latina. Realidades, tendencias y alternativas", en Comunicación, investigación y práctica profesional, Cuadernos de Trabajo, Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, núm. 2, México. 7. Cf. Pablo Gonzáles Casanova, Cultura y creación intelectual en América Latina, Siglo XXI, 1984: ix, México. 8. Según Bruno Neuman, panelista del IV Encuentro para la enseñanza y la investigación de las Ciencias de la Comunicación, celebrado en las instalaciones de la Universidad de las Américas, Cholula, Puebla, marzo de 1988. 9. Datos de Bruno Newinan. 10. Mauricio Antezana Villegas, "La erratil circunstancia de las Ciencias de la Comunicación", en Comunicación, Investigación y práctica profesional, Cuadernos de Trabajo, Universidad Autónoma Metropolitana - Xochimileo, México. 11. Fátima Fernández C. "Comunicaci6n, crisis nacional y regional", en Crisis y comunicación en México, IV Encuentro Nacional CONEICC, marzo de 1986, tomo 1, Universidad de Colima. 12. Marco Ordoñez Andrade, Las condiciones ideológicas y la formación profesional de comunicadores en América Latina, Cuadernos de Estudios de la Comunicación de la FCPyS de la UNAM, Núm, 6, pp. 41-42. 13. Mauricio Antezana V. op. cit. P.19 14. Las instituciones participantes: 1) Escuela de Comunicación Social de Sinaloa, 2) Escuela de Periodismo Carlos Septien García (D.F.), 3) Escuela Nacional de Estudios Profesionales-Acatlán-UNAM, 4) Instituto de Ciencias Sociales de Mérida, 5) Instituto Superior de Ciencia y Tecnología de la Laguna, 6) Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Cd. Obregón, 7)


Instituto de Estudios Superiores de Monterrey, Campus, Monterrey, 8) Instituto Tecnológico de Estudios Superiores, Campus, León, 9) Instituto de Estudios Superiores de Monterrey, Campus, Queretaro, 10) ITESO, Guadalajara, 11) Universidad Anahuac (D.F.), 12) Universidad Autónoma de Aguasealientes, 13) Universidad Autónoma de Coahuila, 14) Universidad Autónoma de Nuevo León, 15) Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 16) Unversidad Autónoma de Sinaloa, 17) Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, 18) Universidad de Colima, 19) Universidad de las Américas-Cholula, Puebla, 20) Universidad del Bajío, León, 21) Universidad del NoresteTampico, 22) Universidad del Noroeste (Hermosillo), 23) Universidad del Tepeyac: (D.F.), 24) Universidad del Valle de Atemajac, Guadalajara, 25) Universidad de Monterrey, 26) Universidad de Sonora, 27) Universidad Iberoamericana (D.F.), 28) Universidad Iberoamericana,Puebla, 29)Universidad Iberoamericana - Unidad Laguna, 30) Universidad Iberoamericana, Unidad León, 31) Universidad Intercontinental (D.F.), 32) Universidad Latinoamericana (D.F.), 33) Universidad México - Americana del Norte (Reyriosa), 34) Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (D.F.), 35) Universidad Regiomontana, 36) Universidad Valle del Bravo (Nuevo Laredo), 37) Universidad Veracruzana. 15. Documento de trabajo del Departamento de Educación y Comunicaci6n, Universidad Aut6noma Metropolitana-Xochimilco, D.F., 1986-87. Agradezco a la LIc. María del Carmen de la Peza Cásares, Jefa del Departamento, su gentileza y el haberme proporcionado los materiales que me han permitido hablar con detalle sobre la carrera de comunicación en su institución.


SEMIOTICA Y COMUNICACION SOCIAL EN EL PERU OSCAR QUEZADA MACCHIAVELLO Tratar de explorar las relaciones entre Semiótica y Comunicación Social en el Perú equivale a poner de manifiesto mis propias dudas y certezas cotidianas, latentes, necesarias. Me refiero a aquel conjunto de interrogaciones y convicciones que sustentan los cimientos prácticos de quienes entendemos la comunicación social como encabalgamiento real de sistemas y procesos de significación. Es decir, como producción de sentido que no se reduce a la mera transmisión de información. Esta concepción del tema corresponde a un credo ético y práctico que coloca la teorización de la comunicación social bajo la égida no de la información sino de la significación. Adelanto, pues, que la exposición aquí desarrollada es la de alguien involucrado por los dos términos considerados: formado en una Facultad de Ciencias de la Comunicación socio-históricamente localizada (Universidad de Lima: años 70) y realizando allí la semiótica como modus operandi teórico y como modus vivendi práctico y patémico. En consecuencia advierto que me siento doblemente concernido como protagonista debo ser narrador siendo también actor. 1. DOS DIMENSIONES EN JUEGO Cómo ordenar mediante esta ética del sentido el campo problemático al que pretendemos aproximamos?. Antes que nada, hay que reconocer en las formaciones sociales "lugares" desde (o en) los que se hace la comunicación social y lugares donde se trata acerca de la comunicación social para constituirla en competencia específica y en "objeto" de conocimiento (o de estudio). A los primeros corresponden las prácticas de aparatos ideológicos enunciadores: canales de t.v., estaciones de radio, agencias de publicidad, medios impresos, organizaciones, etc. A los segundos, las de instituciones educativas enunciadoras: universidades, escuelas, institutos, CENECAPES, etc. Esta manera de ver las cosas genera no sólo destinatarios diferentes sino dos instancias de reflexión y de análisis. Obviamente estas instancias se hallan en correlación: la primera es el referente de la segunda. Esta trata acerca de aquella. Por otro lado, la una ve en la otra la "cantera" que provee de profesionales y técnicos con la suficiente idoneidad (acorde con sus requerimientos particulares). Es así como en una Facultad de Ciencias de la Comunicación ó en una Escuela de Comunicación Social (o como se llame) se toma conciencia de la facultad -inmanente al ser humano- de producir discursos. Facultad semiótica general que es la que define al hombre como ser axiológico/ideológico. Pedagógicamente hablando, esta capacidad es "puesta en escena" por las diversas materias desde ópticas disímiles. La Facultad (institución) pone "en escena didáctica" a la facultad (competencia). Sugestivo cruce semántico que apunta a comprender cómo los cursos (o materias), en tanto pertinencias opuestas, tienen en común el articularse como "simulacros" que instauran al sujetodestinatario (estudiante) en el rol de '~productor para el resto de la sociedad". De acuerdo a su infraestructura material, ligada a cierto grado de inscripción en un poder económico, cada entidad educadora puede o no dotar a esta competencia de un "arsenal" complementario de recursos tecnológicos. El asunto es que, en nuestras instituciones, esta competencia se debe instalar, ordenar y pulir, es decir, se debe gramaticalizar; tanto desde el punto de vista técnico (teiné) del que hace (redactar, hacer locución o cámaras, montar, etc.) como desde el punto de vista teórico (logos) del que busca saber algo más acerca de ese hacer, En este último caso, el "simulacro" resulta ser otro; ligado ya no tanto a un hacer persuasivo sino a un -hacer interpretativo. Quiero decir que los profesores - querramos o no - regimos y dirigimos. Aplicamos reglas de producción didáctica, es decir, sintaxis que ubican al alumno en el marco de estrategias programadas concretamente "desde fuera" de la universidad (de acuerdo a las exigencias de un mercado de trabajo) o "desde dentro" de la universidad (de acuerdo a las exigencias de un discurso científico que produce socialmente conocimiento). He ahí la diferencia entre una clásica Facultad de Ciencias Sociales y una Facultad de Ciencias de la


Comunicación. En esta última, el añadido tecnológico, el recurso a la tejn productora, forma básicamente, al pie de los "científicos", a los marketeros y retóricos del hacer típico de los aparatos de poder-enunciar. Este complemento otorga a las Facultades de Comunicación un rol crucial: a caballo entre la promoción de eficientes competencias reproductoras y el cuestionamiento del orden comunicativo de la formación social a partir de la crítica a la "racionalidad" de esta reproducción. En la otra dimensión, predominantemente pragmática, tenemos el canal de televisión, la estación de radio, el medio impreso, la agencia de publicidad, la empresa cinematográfica e incluso cualquier * organización---,de la sociedad que busque un funcionamiento comunicativo óptimo (sea interno o externo). El destinatario de la dimensión anterior, de corte predominantemente cognoscitivo, es decir, el alumno realizado, puede ser, ahora, el destinador en ésta. Crudamente, es esa la imagen que la entidad educativa "vende". Pues bien, en este lugar pragmático, el destinatario es un anónimo ciudadano al cual "se le ha echado la puntería" para constituirlo en coproductor de significación. Reitero, de lo que estamos tratando es de la facultad (o competencia) semiótica general. querer, saber y poder producir discursos inteligibles. Es la semiótica la que insiste y persiste: los destinatarios de la comunicación social son TAMBIEN productores de discursos y, esta vez, no son productores que para hacerlo tengan que pasar por una Facultad o Escuela de Comunicación o manejar toda una parafernalia material -y cara- de producción. Resulta que cuando veo una película o leo un libro ¿soy coproductor del discurso de esa película o de ese libro? Efectivamente, el destinatario construido por la actitud semiótica no es un mero receptor de información ni es localizable como actor biológico individual (o individualizable), Es una competencia, o si se quiere, una instancia enunciativa (productora), que , al igual que en el caso del destinador, es ocupada por un sujeto que también produce el discurso. De lo que se trata es, en suma, del modo de existencia del discurso. Queda claro que, en el caso de la comunicación macro social, típica, el soporte material, es decir, la cualidad textual, real, del discurso, ha sido solventada y financiada por el aparato ideológico enunciador ligado al destinador. Lo que ha hecho el destinatario, nuestro anónimo ciudadano, es instalarse" cómodamente en este "mobiliario imaginario" construido por otro(s) para él, Gracias a su intencionalidad se inscribe -porque está inscrito- y produce en el rol dejado por el enunciador para él, ahí, en el texto. Se pone a trabajar en la producción de sentido, es decir, en el discurso ahí actualizado y actualizable. Claro que esta es una producción ---en otro sentido". Así, los textos de la comunicación social tienen un modo de existencia real. Son la mercancía misma que se vende y que se compra en el sistema económico de producción, circulación y consumo vehiculado por los medios. Los discursos, mientras tanto, tienen un modo de existencia actual (actualizado/actualizable): discurren entre los polos destinador/destinatario que todo texto presupone. De este modo, como discurso, aprehende la semiótica lo que se denomina comunicación social. Esto quiere decir que, in extremis, no interesa ya tanto la realización material de la comunicación social como la actualización formal de sentido que en ella se produce (y produce). Respecto a los sujetos, no interesan tanto los que hacen empíricamente los textos como los que se hacen semióticamente en ellos. Estudiarnos, pues, la comunicación social, "desde dentro" de los textos que han sido producidos por ella. Por más "masiva" que aparezca es, siempre intersubjetiva. Allí donde los estudios de opinión y los "ratings" ven rrúles y millones de receptores, la semiética ve un destinatario. Correlativamente, un sólo destinador representa al más sofisticado y numeroso equipo de producción y realización. Recapitulando, a la dimensión predominantemente pragmática (aquella en la que el destinador es el aparato ideológico enunciador y el destinatario nuestro anónimo ciudadano) corresponde otra dimensión de corte preponderantemente cognoscitivo (en la que el destinador es el aparato educativo enunciador y el destinatario el estudiante-modelo). Observemos que hay un actor que -sincréticamente- puede ser destinador de la dimensión pragmática luego de haber sido destinatario de la cognoscitiva. Digamos que el comunicador social no-empírico sino formado, por decirlo de alguna manera, académicamente. Haga lo que haga, el sujeto que desempeña cabalmente este rol, se define, esencialmente, como productor de discursos, es esa la competencia que define su especificidad, la que lo diferencia cualitativamente del teórico clásico que "sólo los interpreta”. Se ve claramente cómo el trabajo de la universidad o de la escuela apunta a constituir y a perfeccionar esta facultad general del ser humano como facultad específica del comunicador social (digna de una atención especial).


Esta facultad se manifiesta materialmente de muchas maneras. Por ello es que la comunicación social produce (y se produce en) gran variedad de textos. Todos ellos presuponen el manejo de lenguajes. Estos se desarrollan por sí mismos, por lo que son, con una organización interna propia a la que la simple teoría de la comunicación no tiene acceso. Es el buen-sujeto del lenguaje aquel que conoce y maneja su expresión. Las escuelas e instituciones reconstruyen específicamente esta competencia necesaria para la producción como habilidad susceptible de ser traducida en profesión. Si pensamos en el profesional -modelo daremos fe del grado de gramaticalización al que ha sido conducida dicha competencia. Se trata, entonces, de un lugar, de un conjunto de posiciones que en la formación social corresponden más o menos al ejercicio de dicha competencia. Tener acceso a estos lugares que permiten, aunque sea instrumentalmente, participar de la propiedad -pública o privada- de los bienes de producción (medios) de comunicación social, implica adscribirse eficazmente al ordenamiento y a la jerarquización de una serie de instancias que facilitan selectivamente a los individuos el control de un flujo rentable de producción de significación. No seamos ingenuos. La comunicación social se articula en (y articula las) relaciones de poder, incluso cuando se llama alternativa. Sus productos resisten, persisten y subsisten en un juego de mercado que funciona como bolsa de valores axiológico/ideológica. Ser sujeto productor de discursos es algo que involucra a aquellos roles que mecanicistamente se tipifican con el par emisor/receptor y a los que cualquier corriente semiótica denomina destinador/destinatario. Esto quiere decir que en esta competencia productora es posible discernir grados de complejidad material de manifestación. Desde la simple gratuidad de la conversación -no pertinente en comunicación social- hasta la calculada planificación, producción y realización de una superproducción "x" en cualquier medio, con todos los grados intermedios de "artesanalidad" que se puedan imaginar. 2.

LA ACTITUD SEMICITICA

¿Qué emplazamientos toma, en este mapa, el que hace semiótica de la comunicación social?. En primer lugar ubiquémonos en lo que he llamado dimensión pragmática: el semiótico es un ciudadano más, por lo tanto, un destinatario de flujos heterogéneos y -desordenados" de comunicación social. Metafóricamente, ésta es vista como una energia, Digamos que el semiótico recibe sus descargas. Aprehende el sentido como totalidad. U postura de querer-analizar dichos flujos lo empieza, poco a poco a diferenciar del no-semiótico. No quiere comentar, ni criticar, ni enjuiciar los textos que se pone frente a sí. Los quiere analizar. Por ello, paralelamente, en la dimensión cognoscitiva, es, también, destinatario de "propuestas" de análisis: éstas se denominan modelos teóricos - metodológicos. Ahora bien, una cosa es ser telelector de una telenovela o lector de una fotonovela o de un aviso publicitario y otra cosa es ser lector de teoría semiótica. Además de tratarse de dos lecturas operatoria y cualitativamente opuestas se trata de comprender como ésta se constituye en lenguaje para analizar a aquella. En suma, en metalenguaje. De lo que estamos comenzando a hablar es, entonces, de niveles de lenguaje. Así, se plantea el problema de la posibilidad del análisis. En la medida que trata de las estructuras del sentido, la semiótica opera una trasposición: de un nivel de lenguaje a otro, de un lenguaje a otro diferente. Incluso podemos intentar diseñar un nivel intermediario que corresponde al lenguaje de la descripción /explicación. Es de esta manera como, respecto a los textos de la comunicación social (1er. nivel )el semiótico despliega una descripción /explicación (2do. nivel) basada en el lenguaje de la teoría y la metodología (3er. nivel). Para asumir con éxito el análisis (ese ir y venir de descripciones y explicaciones), debe, pues, "hablar" el (meta) lenguaje de la teoría y la metodología. Cabe decir que la epistemología es, también, otro nivel de lenguaje que se ubica en un plano jerárquicamente superior (4to. nivel): le corresponde verificar y evaluar la solidez del nivel metodológico examinando su coherencia y midiendo su adecuación en relación con la descripción/explicación. Como vemos, cada nivel toma como referente inmediato el precedente y como referentes mediatos los demás. Queda claro cómo el primer nivel inscribe al semiótico en la dimensión pragmática de la comunicación social: digamos que, aunque esté implicado en la producción material de los textos, su práctica específica, diferencial, es, primariamente, leer, consumir. Mientras tanto, el 2do., 3er. y 4to. niveles lo emplazan en la


dimensión cognoscitiva de la comunicación social. La práctica de la dimensión cognoscitiva se puede articular de muchas maneras. Si la vemos como aparato educativo, además de ser destinatario de teoría es -ya como docente o como expositor- destinador de sus trabajos teóricos y de análisis (y aplicación). En el punto anterior, al tratar sobre la formación de la compleja competencia del comunicador social, señalamos la existencia de un componente técnico (teiné) y otro teórico (logos) -ambos implican prácticasque corresponden, a grandes rasgos, al hacer persuasivo y al hacer interpretativo. Evidentemente el saber sendótico es un valioso instrumento para el hacer interpretativo. En mucha medida, el rol del semiótico frente al futuro comunicador social consiste en enseñarle a leer" estructuras no-manifiestas que generan la significación de los textos. Esto conlleva procedimientos para desglosar críticamente los textos producidos (desde la producción), De esta manera, significación puede designar ya sea el hacer -la significación como proceso-, ya sea el estado (lo que es significado), revelándose una concepción dinámica o estática de la teoría de base. La significación puede ser parafraseada como "producción de sentido" o como "sentido producido". Una función complementaria, no entrevista aún con la suficiente transparencia, es la que la semiótica puede desempeñar respecto a los textos que el comunicador va a producir. Gracias a esto, el productor puede conocer "los otros caminos posibles" de su discursivización, las alternativas que, paradigmáticamente, lo pueden llevar a otras formulaciones -quizá más eficaces de su expresión. Por cierto este tipo de interacción no es lo frecuente y la pedagogía semiótica, por su misma naturaleza, tiende a fijarse más en el trabajo de hermenéutica téorico-metodológica. En suma, los semióticos son tanto prácticos como teóricos. Tienen como tarea la descripción/explicación de objetos empíricos y la construcción de objetos teóricos. Deben responder a una demanda social que es esencialmente una demanda de conceptualización operatoria y de rigor metodológico en varios campos y, concretamente, en el de la comunicación social que evidencia un crónico vacío teórico. Al hablar de los cursos o materias que nuestras Facultades o Escuelas imparten, quedó sobreentendido que el que enseña semiótica es un destinador entre otros. No abundaré en el diseño interdisciplinario de nuestras currículas, tampoco en la problemática de la pluridisciplinariedad -tan polémica cuando de comunicación se trata-. No es este el lugar. Daré cuenta sí, de cómo la semiótica empieza a sentar las bases de una transdisciplinariedad en base a su fuerza epistemológica. Es muy común la recurrencia a un modo no muy inocente de encasillar a los que hacemos semiótica. Por un lado los elegidos: los semióticos "puros" y, por otro lado, todos aquellos que definiéndose en referencia a algún otro campo de investigación -comunicación social, literatura, derecho, filosofía, ciencias sociales o económicas, etc.- hacen "un poco" de semiótica. 0 mucho pero no tanto. Allá los profesionales, acá los aficionados. Ya Kristeva en un trabajo clásico lo entrevió cuando denominó a la semiótica ciencia crítica o crítica de las ciencias. Siendo toda ciencia un discurso que, desdoblándose en comprobación, trata sobre algún objeto; la ciencia de los discursos podía estar en condiciones de articular a las otras. Desde cualquier campo del saber humano puede surgir la afición por su (o por el) sentido. Matizando la oposición anterior tenemos, sobre todo en las ciencias humanas, una gran cantidad de aficionados profesionales. Sobre todo desde el área de la comunicación social se insiste sobre el ultratécnico e hiperespecializado del saber semiótico. Sobre su difícil y lenta adquisición. Ni hablar de su jerga esotérica: por esta vía se le erige en práctica incomunicada con las disciplinas vecinas de la comunicación social. Esta situación parece convenir a muchos y nos incentiva puesto que, desde la aparición de los Diccionarios 3 se demuestra cómo lo que me nos quiere el semiótico es "paIabrear". Vayamos al grano. Respecto a todo esto señala Landowski que: 'lo esencial que la semiótica tiene que proponer no está allí, en su técnica, sino que depende (...) de algo que podríamos designar como una actitud. Actitud que en este caso no tiene nada de profesional, ni aún de profesoral-el semiótico no hace doctamente profesión de su saber, al que reconoce como parcial o provisorio- sino que, por el contrario, es interrogación, e interrogación sobre uno de los objetos menos aprehensibles que existan: el sentido. Un objeto, del que, en todo caso, se sabe que no es fácil de captar


en partes pequeñas, sino sólo como totalidad: es por esto que la cuestión del sentido no puede ser sólo una cuestión global dependiente de un objeto teórico general (y no local);y de esta forma, aquél que se la plantea es seirtiótico de Reno, no "un poco" o "mucho", sino principal y enteramente. Sin duda quedan además las etapas que se deben para el dominio del hacer heurístíco en sus diversos niveles: familiarización con los procedimientos de descripción, adquisición de rigor metodológico, aprendizaje de la audacia epistemológica. Pero una vez que la vía ha sido trazada, la práctica, bien o mal, provee todo esto". 3. DESPREJUICIANDO PREJUICIOS Contraponer esta actitud de interrogación a determinadas críticas del prejuicio es ahora el objetivo de mi reflexión. El que hace semiótica sabe (o debe saber) que no es fácil captar el sentido en partes pequeñas sino como totalidad, Traigo esto a colación al recordar la ilusoria crítica de los que apuntan y disparan diciendo: "Análisis fragmentario y fragmentante (...) porque se dedica a trabajar solo con unos pocos tramos de discurso, con alguno que otro personaje suelto, con esta o aquella revista... Fragmentante porque la lectura recorta un hilo de una trama mucho más compleja, lo pone, tan delgado él, sobre el pupitre, lo deshistoriza, le niega su relación con el resto del tejido. En la práctica esto ha llevado a generalizar una pobrísima lectura del complejo universo de los mensajes. Con unos pocos esquemas se pretendió, se pretende, demitificarlo todo, llegar hasta las raíces mismas del sistema social ".5 Empecemos por el final. La semiótica actual ya está muy distante de aquella euforia que, hacia los años 60, se alimentaba del "desenmascaramiento ideológico---. Grosso modo se pensaba que la eficacia de los discursos resultaba de su capacidad de transmitir contenidos supuestamente ocultos ante los que la audiencia no podía reaccionar críticamente. Los estudios de comunicación de la época en los que ni se cuestionaba la omnipotencia de los mass media respaldaban tal concepción. De ese entusiasmo queda poco. Se pasó a una visión más dinámica y generativa. Se ajustó la teoría de la producción. De las condiciones generales de producción que estimulaban la diletancia teórica se evolucionó hacia las condiciones semióticas de producción. U metodología se hizo así más homogénea. En fin... este segmento crítico de Prieto trasluce lo que pudo ser la simplísima imagen que proyectó, en sus primeros años, el incipiente y tímido hacer semiótico en la comunicación social de América Utina. Quizá mucho de esto se explique por "novatería" o "aprendizaje inicial'-,. El mismo autor en el mismo artículo cita visiones históricas de conjunto provenientes de la "cantera" semiótica. Si contrastamos lo anterior con lo expuesto por Landowski habrá que colegir que la actitud semiótica es totalmente opuesta a la que describía Prieto. sabemos que no es fácil captar el sentido en fragmentos. Lo fácil es captarlo como totalidad. La fragmentación es sólo operatoria. El discurso es independiente de las manifestaciones en las que pueda aparecer. En comunicación social son muchas, muchísimas. Pero más en profundidad, esto es sólo una ilusión. Las estructuras del discurso son las mismas-. actores, tiempos, espacios, temas y figuras ... : en una receta culinaria, en una proclama política, en un partido de fútbol, en un spot publicitario, en un cuento, en un editorial, en unos dibujos animados. Las diferencias están dadas por los efectos de sentido que cada dispositivo provoca. No se puede no segmentar el texto. Más aún si ese texto es el todo de la comunicación social. A pesar de saber que q¡ sentido se aprehende como totalidad (una película es aprehendida cuando acaba de terminar), hay que reconocer una limitación humana. Es lícito aspirar a las visiones de conjunto. Enhorabuena. Pero de ahí a satanizar un procedimiento universal por querer advertir de sus peligros hay, pues, un largo trecho. El texto, que se presenta al lector como un bloque impenetrable de significación, debe ser fragmentado en unidades textuales más maleables (secuencias) para que el trabajo analítico stricto sensu pueda comenzar. Hay muchísimos criterios de segmentación pues este es un trabajo de imaginación creadora, ninguno de ellos debe perder de vista la totalidad. En comunicación social hay un reto en lo que es la necesidad de construir corpus lo suficientemente representativos. Este reto ha sido ya afrontado satisfactoriamente en muchos de los trabajos producidos por alumnos de nuestra facultad. Es preferible, pues, no quedarse con una revista sino contrastarlas. Representar en los corpus la lucha de frases del poder como en la tesis de R. Sheen o como los proyectos que buscan poner en escena discursos y contradiscursos (al respecto hay en


ciernes trabajos sobre la reacción que suscitó en medios opuestos la ley de control del sistema bancario llamada por algunos de "estatización` y por otros de nacionalización).6 Por otro lado, de lo que menos se trata es de asumir dogmáticamente "esquemitas" -término caro a muchos prosélitos del facilismo con el que se refieren al trabajo teórico-metodológico. El vicio del esquematismo ronda en cualquier disciplina, a cualquier corriente teórica. No es patrimonio de alguna en particular. Sino recordemos a algunos sociólogos metidos al análisis de contenido. Métodos que, incluso si se aumentara el rigor lógicosemántico que les falta, aparecen como inaplicables. Abundan "análisis de contenido" interesadamente politiqueados que proceden, en principio, inductivamente y tratan, a partir de todo tipo de "datos" extraídos de los textos, de generalizar las observaciones estableciendo extravagantes inventarios y "protocolos` con sus supuestas constantes. Métodos que obtienen parágrafos, paráfrasis, tautologías, comentarios sacados de por aquí y de por allá. Reconocemos que nuestro saber es parcial y provisorio: hipotético-deductivo. Está en permanente adecuación pues se basa en una ética pragmática y experimental: el lugar de verificación de la teoría es el texto. Ese es nuestro trabajo de campo. Es Greimas quien previene aconsejando evitar construir por construir teorías abstractas. La ética semiótica conduce a desarrollar la teorización conjuntamente con análisis concretos, es por ello que, a lo largo de estos fecundos años de trabajo semiótico, la teoría se ha visto enriquecida por investigaciones particulares que han determinado su progreso, su coherencia y, muchas veces, su falsación y rectificación. El ritmo de trabajo se puede representar diciendo que la verificación retroalimenta las hipótesis y ayuda a ajustarlas permitiendo así la interdefinición, cada vez menos---gruesa", de los niveles de análisis dispuestos generativamente (coherencia del metalenguaje). Precisamente por su carácter hipotético-deductivo y pragmático - experimental resulta "muy común` en nuestra disciplina, como en otras, oponer una clase restringida de productores -en este género, los teóricos, casta noble- a la casta más vulgar de los consumidores, encargados de asimilar los modelos puestos a su disposición con vistas a una aplicación posterior a tal o cual campo de investigación empírica. Sin lugar a dudas, es una necesidad para toda ciencia e igualmente para todo proyecto que aspira a la cientificidad distinguir con la máxima precisión posible los diferentes estratos con los cuales ésta se edifica como tal situándolos en la tradición saussuro lijeirisleviana como jerarquía de metalenguajes. Así, en la práctica tomamos la costumbre de someter nuestro propio hacer descriptivo al control de un metalenguaje metodológico, ubicado bajo la dependencia de un estrato jerárquicamente superior: el estrato donde se enuncian los postulados epistemológicos de la disciplina. Sin embargo, estas distinciones de niveles son fundamentales desde el punto de vista de la regulación conceptual del trabajo científico, pero al mismo tiempo pierden su pertinencia cuando se trata de utilizarlas como criterios de clasificación organizacional de los trabajadores científicos, y por lo tanto en este caso, de los investigadores en semiótica. No existen, o al menos deberían existir, por un lado los epistemólogos y por otro los prácticos: simplemente porque, en este caso, ni unos ni otros harían una buena semiótica. En efecto, por una parte la construcción de la teoría se sofoca, o se pierde en una mera especulación a partir del momento en que se desliga de las manifestaciones que deben ser descritas (---); y simétricamente, por otra parte, una práctica que no fuera más que una simple aplicación se agotaría rápidamente en la más estéril repetividad, como sucede cada vez que, en lugar de ser tomada como formulación de una problemática, una teoría comienza a ser recibida y utilizada en forma dogmática. Por supuesto que existe una manera muy escolar de hacer uso de los instrumentos que la semiótica propone, así como hay un discurso metafísico posible a partir de los postulados que ella adopta. Pero el discurso de la investigación es otro: articula la información sobre el ---terreno"(el de los discursos y las prácticas significantes) y la elaboración de los esquemas de conceptualización permitiendo así comprobar constantemente el carácter operatorio de los modelos constru ídos deductivamente 1'.7 Lo citado aparece corroborando la formulación de niveles de lenguaje ya tratada líneas arriba; pero, además, acotando lúcidamente criterios: estos niveles son pertinentes en tanto se ajustan a un procedimiento de regulación conceptual pero no sirven en lo más mínimo cuando se pretende utilizarlos en función de una supuesta división del trabajo que distinguiría a los ingenieros" de los "albañiles". Advertimos, pues, los peligros de la esotérica sofisticación metalingüística -riesgo de cualquier especialista- y del automatismo escolarizante al que quizá, inicialmente, se referían ciertas críticas que, dado el caso, serían válidas, constructivas y útiles.


Resulta clave hoy en día recalcar algo de regulación conceptual concemiente a la reivindicación y recuperación del espacio de investigación. Es éste el que condensa el ser académico (sea universitario o de escuela) pues es el espacio que articula la vida misma y su conceptualización, ámbito en el que no se excluye ni la una ni la otra. Así, por ejemplo, al estudiar las pasiones, la semiótica se ocupa de la "sal de la vida" de la que nunca por nunca se descarta lo cotidiano, el humor, la fiesta. Pero esto no quiere decir que me pueda lanzar a una lectura de la propia situación social con el lenguaje de la situación social misma. Si me quedo en ese nivel no lo trasciendo como objeto de conocimiento. Una cosa es hacer un programa educativo de trabajo social para lo cual, obviamente, no debo perder de vista el lenguaje cotidiano (que hay que gozar y sufrir) y otra cosa muy diferente, otro nivel de lenguaje, está en la realización de un análisis semiótico de ese programa. Este último -nos guste o no- se dirige a una comunidad con vocación científica (que se puede graduar: desde los epistemólogos hasta los recién iniciados), es decir, a sujetos que, de alguna u otra manera, están en conjunción con un saber presupuesto. Acá rondan dos demagogos (otro episodio más de la confrontación señalada multiplicidad de veces por Barthes entre los políticos y los brujos: leáse intelectuales): desde la derecha la elitización del saber -aíslemos a la universidad de la sociedad, distingamos la práctica académica de la social - y desde la izquierda su pretendida "colectivización" a como dé lugar bajo la etiqueta de popularización - "muerte a lo difícil, a lo abstracto, Ia universidad y el mercado de abastos son lo mismo". Ambas posturas como todo fanatismo, son engañosas: confunden concientemente a los alumnos con los prosélitos: la una conduce a variados luminismos metafísicos" y la otra a una gama de "revolucionarismos seudocríticos". Entonces no se trata de que "con tres o cuatro esquemitas se ambicione interpretar cualquier mensaje". No inflemos interesadamente la palabra esquema ni la confundamos con modelo, con interdefinición de categorías y niveles, con trabajo. Muchos parecen haber olvidado en América Latina -y esto sí es lamentable y peligrosoque la teoría es trabajo. Vivo. Con la vida que también -y sobre todo se afirma desde las carpetas, los pupitres y las pizarras. 8 Si de enfermedades se trata el practicismo estan (o más) peligroso que el teoricismo. Y este último no se puede achacar exclusivamente a una disciplina que, en muchos casos, se desconoce. Es porque interrogamos (y pensamos en) el sentido de la práctica comunicativa -más aún en su dimensión maerosocial- que somos, de hecho, semióticos. Plantearse esta cuestión es ser "de lleno" semiótico. Y en comunicación social decir sentido es afirmar y negar sentidos, direccionalidades, intencionalidades, tensiones, contratos, conflictos, pasiones, solidaridades, presuposiciones, sobreentendidos... contradicciones. En suma, la vida. 4. MITOS IRRONTERIZOS El mismo gesto que perfila la pertinencia de la semiótica respecto a la comunicación social es el que traza sus límites. Hemos insistido: se trata de una disciplina hipotético deductiva que, al construir su objeto en base a categorías explícitas y propias, reconoce que tienen que haber limitaciones. El hacer semiótico no pretende restituir el universo de la comunicación social tal cual es, sino dar cuenta del objeto que se da a sí mismo y que construye en (o a través de) los fenómenos de comunicación social. Tomando como punto de partida todas las formas discursivas presentes en el flujo de comunicación social, la postura semiótica trata de determinar el conjunto de relaciones y operaciones que describen y explican la práctica cotidiana de "contar", de "narrar" puesta en escena por los medios de comunicación social. Es por ello que la semiótica --concretamente la propuesta por A. J. Greimas y sus grupos de estudio que es, como veremos, la que más ha gravitado entre los semióticos que, en el Perú, hacemos investigación en comunicación social- es una forma de hablar del hombre, de su relación con el mundo en el que se encuentra y sobre el cual actúa y de las relaciones intersubjetivas que fundan y organizan la vida social. Su campo de acción es el análisis del discurso pues se define como teoría de la significación cuyo objetivo es el de explicitar las condiciones de producción y de aprehensión del sentido. El relato, el discurso, es el SIMULACRO de situaciones sociales y es, por lo tanto, el lugar privilegiado en donde el semiótico puede estudiarlas. Así, por ejemplo, la noticia es, siempre un simulacro de los hechos. Estos últimos, como tales, son inaprehensibles, igual que todo lo real. Un sujeto -llámese reportero, cronista, camarógrafo, etc. -es quien, a través de uno o varios lenguajes, convierte ese hecho en discurso, en noticia, vale decir, en punto de vista, en focalización, ergo, en realidad.


La semiótica, al estudiar las situaciones sociales representadas, se está fijando en cómo, una sociedad, desde determinadas posiciones dominantes, se habla a sí misma. Los textos resultan ser, pues, pretextos. Es de esta manera como, respecto a la comunicación social, la semiótica establece un plano homogéneo de análisis y solamente retiene aquello que es pertinente para el objeto que construye; todo el resto queda -nos guste o no fuera del campo de nuestro ejercicio. De aquí procede el malestar de unos, decepción de otros y, con ello, diversas líneas de crítica y rechazo a la semiótica como metodología para la comprensión de la comunicación social puesto que, parece, muchos esperaban que esta disciplina condujera a una "percepción totalizadora", "plena", "global", "abarcadora" de la problemática de la comunicación social. Desde el momento en que la semiótica se niega -a priori- a dar cuenta de toda la problemática material y social de la comunicación nos está dando a entender que este tipo de 1Úper-percepción" o de "plenitud" no puede ser patrimonio de una investigación con vocación de cientificidad analítica. Desde luego que esta situación no es sino corolario de la equívoca posición de la semiótica: simultáneamente elogiada y prestigiada, a veces de manera desmedida, y víctima de ataques provenientes de variadas trincheras. De entre estos ataques retomo, entonces, la crítica que acusa atolondradamente al hacer semiótico de fragmentante confundiendo una limitación operatoria deliberadamente asumida con lo que sería una voluntad de taxidermista. Quienes trabajan desde desordenadas síntesis interpretativas que aparecen como inextricables ensaladas con lo biográfico, lo histórico, lo sociológico, la política, la estilística, lo psicológico, lo psicoanalítico, lo económico... y creen que por esta razón están llegando a explicar la "complejidad de la trama- o la "historización del discurso" o no se dan por enterados o no se dan cuenta de que complicando no se puede nunca explicar lo complejo o gozan engañosamente con esta rara creencia en la explicación por la complicación. Con esto no quiero negar la necesidad de ponderadas y coherentes síntesis interpretativas. Intento solamente señalar que, sobre todo en comunicación, hay que distinguir los puntos de vista y respetarlos si se quiere saber de qué se está conversando. Sin esto que se llama respeto mutuo, los que investigan y hacen comunicación social, no podrán convivir productivamente, por lo tanto, habrán negado su identidad al paralizar la interacción. Interactuar. Coadyuvar a una comprensión simultáneamente integral y diferenciada de este fenómeno dentro del cual existimos es una tarea que involucra a todos quienes, de una u otra manera, nos vemos concemidos en su devenir. Valga, pues, esta panorámica disquisición para encarar homogéneamente el fenómeno de la comunicación social. He pretendido diseñar así un mapa, aunque sea provisorio, de los espacios problemáticos (leídos desde una pertinencia específica correspondiente a la semiótica). Tomando en cuenta las aclaraciones expuestas debo ahora completar este cuadro refiriéndome a la concreta situación peruana que, con sus particularidades, resulta más o menos típica del contexto Latinoamericano. 5. LLEGANDO AL PERU Por su extensión y objetivos, este artículo no pretende ser ni de teoría semiótica ni de historia de la semiótica. Ambos temas imponen patrones de exhaustividad que, de lejos, rebasan los marcos de este resumen. Por todo ello es que apelaré a las referencias globales de las corrientes epistemológicas implicadas y, respecto a lo sucedido en el Perú, me remitiré, fundamentalmente, a las relaciones de la semiótica con el campo de la comunicación social, En el orígen de esta disciplina se reconocen con cierta facilidad dos "climas" intelectuales históricamente opuestos: por un lado, la tradición saussureana y estructura] y, por otro, la tradición lógico-especulativa representada por el genio filosófico de Ch. S. Peirce. En el Perú, esta última tradición no ha tenido mayor influencia que la que se pudiera desprender de una información general o de la dialéctica que, al interior de otras corrientes, ha generado. Mientras tanto, la otra tradición es la que llega con fuerza al Perú, En ésta, la semiótica, concebida inicialmente como semiología, es definida como ,1 ciencia general de los signos" indisolublemente ligada al estructuralismo lingüístico. Saussure y la Escuela de Praga marcarán la dirección y la epistemología de los primeros trabajos. Tanto es así que, al relanzar la semiología en los años 60, Barthes la fon-nula como translingüística. Es a finales de los 60 que la teoría standar de N. Chorrisky desliga críticamente a la semiótica del estructuralismo clásico. Sin renunciar a los aportes universales de esta corriente (la oposición


como fundamento de la significación, la conmutación como base taxonómica, la regla de la compatibilidad, etc.) la semiótica se libera del estatismo descriptivo del estructuralismo llegando, en el modelo de Greimas a establecer -en el estrato que Hjelmslev denomina forma del contenido- el recorrido generativo de la significación como simulacro teórico-metodológico para la representación de las instancias de producción y estructuración del sentido (desde los niveles más abstractos, simples y generales hasta los más concretos, complejos y particulares). Pues bien, es esta semiótica la que más se desarrolla e influye en el trabajo de investigación en el campo de la comunicación social en el Perú. Este apretado itinerario, descrito minuciosamente por D. Blanco,9 sirve para comprender cómo, hoy por hoy, la semiótica estructural-generativa resulta ser una de las más sólidas epistemologías de análisis de la significación. Evidentemente, dicha construcción teórica, no se restringe a la significación manifestada en la comunicación social por ello es plenamente autónoma respecto a su problemática. Al manifestarse la significación en textos jurídicos, políticos, religiosos, económicos; en costumbres y protocolos, en rituales y ceremonias, es decir, en cualquier práctica cultura], la semiótica tiene ingerencia en todos y cada uno de estos "textos". Respecto a la Semiótica en el Perú tenemos, como explica E. Ballón; "dos etapas claramente diferenciadas, una primera que va de los años 1970 a 1975, que podría denominarse de extensión pedagógica de la disciplina semiótica, y la segunda comprendida entre los años 1975 a 1980 de afianzamiento investigatorio ( ... ) se anuncia una tercera etapa que reunirá tanto la actividad académica y de extensión universitaria, como la profundización de la investigación orientada hacia la formulación de una teoría y una práctica semiótica, cada vez más adecuada a la comprensión de los objetos de conocimiento semiótico producidos por la multilingüe y pluricultural sociedad peruana".10 En el artículo citado, describe Ballón el aura de "clandestinidad` que se vivió en la primera etapa. Cómo "caballo de Troya", bajo nomenclaturas que no indicaban la especificidad de la pertinencia adoptada, fue infiltrándose" el trabajo semiótico contra la crítica literaria tradicional que imperaba, e impera aún, en los claustros de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), concretamente en el Programa Académico de Lingüística, literatura y Periodismo; y en el Programa de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Católica. Abunda Ballón :"La razón de esta especie de pedagogía clandestina, está en el carácter general de las materias -sumamente tradicional- que se dictaba en esos programas, lo cual obligaba, en cierto modo, a realizar contrabandos semiótico -académicos contra viento y marea; a ello se suma la actitud declaradamente conservadora que tanto los Jefes de Departamento como los Directores de -Programa de esa época imponían ( ... ). Por otra parte, la crítica literaria tradicional representada entre otros por Luis A. Sánchez, asumió una actitud beligerante contra cualquier intento de renovar las viejas posiciones historicistas taineanas, intuicionistas y estilísticas; así, menudearon las acusaciones de 'Tórmalismo" a ultranza, anti-humanismo, idealismo estructuralista, imperialismo analítico (acusación curiosa, pues todavía hoy en la crítica literaria peruana perviven las formas rancias de interpretación de textos, prácticamente en todas las revistas de literatura y el ensayo irresponsable es, mayoritariamente, la pauta crítica), modo inapropiado de dar cuenta del texto, positivismo, inmanentismo reductor, etc., juicios que sólo la ignorancia militante de entonces permitía sostener. Con la institucionalidad de la disciplina semiótica en el Programa de Lingüística de la UNMSM en 1975 se oficializó la enseñanza de esa materia y su vigencia, ejemplo que se siguió en la Universidad de lima y en la Universidad Católica. Desde este momento la actitud intelectual respecto de la semiótica ha sido más tolerante y receptiva"." Tenemos aquí el testimonio del protagonista pues E. Ballón es quien, desde el año 70, trae sistemáticamente la teoría estructural-generativa. En estas líneas traza el retrato de los años iniciales plagados de toda clase de resistencias, muchas de las cuales, al incursionar la disciplina en el campo de la comunicación social, se reprodujeron (corregidas y aumentadas). Así, el punto original de irradiación es, gracias a Ballón, la UNMSM: la obra Vallejo como Paradigma 12 aparece como hito fundador. Es D. Blanco quien introduce en la recién fundada Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima, el curso de Semiótica General. 13 Una vez implementado este curso, los mentores de la Facultad, al diseñar la currícula, extendieron el área de influencia semiótica a tres cursos más: Lenguaje de los Medios (I y 11) y Análisis de Mensajes. 14 Los dos primeros orientados, más que nada descriptivamente, al problema de los lenguajes de expresividad audio y/o visual y el otro directamente comprometido con la cuestión del sentido, es decir, del discurso y la narratividad. Recientemente se


incorpora el área de semiótica a los Seminarios del curso de Metodología de la Investigación apuntalando decisivamente los trabajos de tesis proyectados y realizados en los Talleres de Investigación. De esta manera, la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima se convierte en una de las entidades que mayor cabida e interés da al trabajo semiótico. Esta exploración, desplegada en el espacio de tres Universidades, nos permite observar cómo, al menos inicialmente, los campos de aplicación semiótica en el Perú han sido esencialmente la lingüística, la literatura y la comunicación social, con una clara asimetría, en lo que a producción se refiere, hacia el campo lingüístico y literario. Hay que anotar, sin embargo, que en los últimos años de los 70, la Universidad de San Marcos ha incorporado cursos de Semiótica en sus programas de Arte y Derecho. En la Universidad de Lima, Quezada intenta aproximar el trabajo semiótico al área del Derecho '17 siguiendo en esto el rumbo precursor trazado por R. CarriónWarti.18 . En el área de Comunicación Social las primeras noticias están en San Marcos: Mito y semantización ideológica en un relato de Prensa, tesis expuesta en 1972 por V. Bueno, es probablemente el trabajo que inicia la aplicación de la metodología semiótica a textos de comunicación social. A raíz del asesinato del industrial pesquero L. Banchero, la prensa nacional construyó su biografía, en realidad una hagiografía, apunta Ballón. Mediante mecanismos narrativos se genera todo un mito en el que se devela la manipulación orientada a crear los héroes de prensa. Luego, en la revista Textual No. 8 se publican varios trabajos dedicados a la comunicación de masas.19 El mismo Ballón incursiona en esta área con un trabajo corto en el que articula una lingüística de la comunicación con aportes de la semiótica de la cultura para estudiar "los efectos que produce en el Perú el impacto de la televisión en tanto que instrumento de dominación -persuasión y convencimiento- de los grupos minoritarios en el país, particularmente sobre los hablantes bilingües quechua-español .20 En una línea afín, se planteó una hipótesis sobre el contrato pedagógicoestablecido por 21 la institución escolar. Un hito en la difusión pedagógica de la metodología semiótica es la obra Metodología del Análisis Semiótico :22 D. Blanco y R. Bueno persiguen mediante este trabajo introductorio, hacer asequible a los interesados el léxico y los conceptos operatorios puestos en práctica por el modelo de A.J, Greimas e ilustrar con ejemplos sencillos la aplicación metodológica en cuatro textos: de relato oral, de poesía, de publicidad y de prensa. Son estos dos últimos trabajos (Estructura Metonímica del Discurso Publicitario y Función Manipuladora de los Mensajes de Prensa) los que se erigen explícitamente como precursores de la reflexión en comunicación social. Al momento de su aparición esta obra fue decisiva pues llenó un vacío y contribuyó cualitativamente al análisis de los planos narrativos y discursivo. Han transcurrido ocho años. La teoría se ha transformado de manera impresionante -en términos de precisión, de elaboración, de aplicación-; se maneja, pues, mucho más información. Por ello, aunque esta obra ya empieza a parecer incipiente y lejana, deja siempre en deuda, mantiene su vigencia pedagógica y obliga aun reconocimiento permanente. A todo esto, hay que reiterar, entonces, que la institución que más destaca en el campo de la semiótica aplicada a la comunicación social es la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima. De otras Facultades o Instituciones a nivel nacional hay poco o nada que decir salvo los casos ya citados de San Marcos y la Católica (aunque está visto que el área hacia la que se orienta el trabajo en estos centros es predominantemente la de Lingüística y Literatura). Sin embargo, el rol preponderante alcanzado por la citada Facultad se debe prácticamente al esfuerzo y dedicación de D. Blanco, 0. Quezada y R. Bendezú que representan, respectivamente, a tres generaciones de trabajo. En la última homada es de justicia citar el desempeño de A. Cabada quien no ha continuado ligado al hacer académico 23 y el ya citado trabajo de R. Sheen. 24 De los investigadores mencionados hay que incidir primeramente en la labor pionera de D. Blanco haciendo referencia solamente a sus trabajos en comunicación social. Es junto a Ballón, Campodónico, Dañino, Bueno y Carrión-Wam, uno de los iniciadores de la Semiótica en el Perú. Se ha desempeñado prioritariamente en Literatura y Comunicación Social, especialmente en Cine. Precisamente en este campo renueva la crítica cinematográfica introduciendo en el discurso crítico algunos dispositivos analíticos de la semiótica. Muestra de esto son 25 sus trabajos sobre Bergman y Buñue 12c> en los que establece pautas de trabajo descriptivo


hasta entonces inéditas, en particular referidas a la correlación sin táctico-semántica del texto filmico y a las tesis de Pecheux 27 sobre formaciones imaginarias. Años después en Nuevos aportes para ver el Cine 28 añade más elementos semióticos para la aprehensión e interpretación del texto cinematográfico. Amplía y profundiza estas observaciones en El sentido y la fuerza 29 Casi toda la aproximación crítica de D. Blanco al Cine, está recopilada en el libro Imagen por imagen. Teoría y crítica cinematográfica .30 Comunicación y Sociedad31 es un ensayo ya clásico en el que por primera vez se exploran las relaciones de los aparatos de estado educativos con la formación social en la que se desenvuelven, complementada por una reflexión histórico-semiótica en tomo a la producción, circulación y consumo del sentido como mercancía. Además del ya mencionado trabajo con R. Bueno, publica su ensayo sobre Comunicación e imaginario popular 32 en el que revisa la hipótesis de la complicidad de] destinatario (sustentada por Godelier) y desarrolla una disquisición semanalítica en torno a la estructura de las representaciones imaginarias y a los "géneros" como formas de producción mediante las cuales la ideología instrumentaliza su dominación. También data de esta época el ya citado Posibilidades y límites de la Semiótica. Lo más valioso parece estar concentrándose en estos tres últimos años: el sólido y riguroso desmontaje actancial y narrativo con el que se devela la puesta en escena de los trabajadores en el discurso periodístico de izquierda, 33 la Imagen de Europa en los Medios de Comunicación del Perú 34 trabajo de exploración panorámica y didáctica y Figuras discursivas de la enunciación cinematográfica que es, probablemente, la obra más importante que semiótico alguno haya realizado respecto al Cine en América Latina brillante extrapolación de las categorías fundamentales, narrativas y discursivas a un corpus nítidamente clausurado: El ciudadano Kane de 0. Welles. 35 La Universidad de Lima está por publicar Claves Semióticas. Comunicación1 Significación, otra recopilación que incluye los principales trabajos de D. Blanco en el campo de la Comunicación social y en el de la literatura. 36 Oscar Quezada es el primer semiótico peruano formado enteramente en una Facultad de Ciencias de la Comunicación. Esto sobredetermina su trabajo teórico y los campos de aplicación 37 donde mayormente se desenvolverá. Orienta su formación como teórico de la comunicación social hacia la semiótica. Es con esta disciplina que obtiene el bachillerato y la licenciatura en la carrera de Ciencias de la Comunicación. En la primera tesis, asesorado por G.,Dañino,,estudia la sistemática sacralización, mediante el empleo de la retórica bíblica, de la acción política del gobierno militar. Esto ocurría en una columna editorial del diario El Comercio titulada Un nuevo testamento. 38 Continuando con el mismo espacio textual, ya en la tesis de licenciatura, procura observar cómo la sacralización migra a textos de otras características: las denominadas caricaturasfrase. La aproximación semiótica-ideológica develó la estructuración de estas "hablas cristalizadas" que, funcionando como "carátulas", condensan la opinión editorial vertida por el enunciador .39 En el interín publica al interior de la Facultad, un trabajo titulado Hay placeres que no pueden evitarse. Formaciones imaginarias y discurso publicitario.40 Bajo patrones teóricos heterodoxos que, además del estructuralismo semiótico, articulaban aportes del materialismo histórico y del psicoanálisis, elaboró una lectura del texto publicitario atendiendo a las condiciones de producción marcadas en el texto como formaciones imaginarias .41 En otra obra vuelve a las caricaturas, esta vez para revisar las isotopías, metáforas y efectos humorísticos de un corpus burlesco y pícaro basado en las portadas de la revista Monos y monadaS.42 La visión de Visión Semiótica del discurso editorial es un análisis -con patrones greimasianos y bartheanos: S/Z- de un informe especial de fin de año: el enunciador pone en escena "el gran teatro del mundo", intima con el lector, le explica su hacer-saber, se 'libera" de la subjetividad, ordena los hechos, se remite a los hiper-enunciadores del Libro de Cultura Política de Occidente, despliega una pesquisa que separa maniqueamente a buenos de malos y culmina con una hermenéutica metafísica de 43 la historia. Electoralidad: dispositivo formal y efecto (afecto) de sentido es un trabajo casi totalmente teórico en el que se analiza, en todas sus fases narrativas, la estructura manipulatoria y pasional articulada por el texto electoral. 44 Sujetos y estereotipos de la mediación espectacular en la teleinformación es un ensayo que atiende específicamente al medio televisivo para describir la generación de posiciones mediáticas que convierten al hecho de violencia en espectáculo de la realidad. Se basa en la transmisión que diversos canales de T.V. hicieron de los sucesos acaecidos en el Penal El Sexto a raíz de una pretendida fuga de reclusos. 45 Paralela a esta preocupación, 0. Quezada, con la colaboración de R. Bendezú, desarrolla una


aplicación didáctico-pedagógica orientada en sus orígenes a la implementación del curso de Andlisis deMensajes y luego, por sus alcances, a todo aquel que esté interesado por la investigación semiótica en comunicación social. El primer hito data del año 1984: Enunciación y estructuras discursivas. 4'5 Aquí se interconectan un conjunto de fichas representativas de las principales categorías semióticas concemientes a la problemática de la enunciación y a su relación con las estructuras discursivas. Este esfuerzo fue profundizado y completado con la aparición, en Marzo de 1985, de. Recorrido Generativo: Gramática, enunciación y estructuras discursivas 47 trabajo que esboza conceptos más profundos elaborados en el contexto integral de la teoría. Los Componentes y niveles estructurales son presentados, de acuerdo a la organización del simulacro teóríco, ordenados en tres instancias: la gramáticasemiótica, el hacer productor llamado enunciación y las estructuras discursivas. Actualmente esta propuesta está siendo criticada y reformulada en el contexto de la investigación sobre aplicación Pedagógica de la metodología semiótica a textos de comunicación 48 R. Bendezú también se forma en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima. Accede al bachillerato con un trabajo centrado en el discurso didáctico-audiovisual de "Plaza Sésamo". Estudiando una discursívización lúdica que articula la "coherencia idiomática" con patrones de referencia 'latinoamericanos" Bendezú observa que la cubierta figurativa del discurso representa "la vida", "el juego" y "las relaciones" de los infantes como un orden axiológico ideológico de valores manifestados como educativos. Todo ello según una coherencia semiótica sostenida por el hacer persuasivo educativo. La persuasión axiológica deviene constituyente de la educación.49 El siguiente trabajo de Bendezú también explora el lenguaje televisivo pero esta vez en relación con el discurso publicitario: el hacer enunciativo, los valores ideológicos como figuras de predicación audiovisual, la poeticidad publicitaria, son, entre otras, las cuestiones eje que articulan esta aproximación.-50 La tesis El discurso de la comunicación alternativa: una aproximación semiótica surge en la necesidad de desplazar la atención hacia organizaciones discursivas que no son de orden masivo, esto es, a procesos de comunicación a través de los cuales sectores sociales populares emergen con discursos desde su hacer social. Esta llamada comunicación alternativa es construida como objeto atendiendo a la pertinencia socio-discursiva que discrimina claramente, mediante el instrumental serniótico, la existencia empírica de lo social y la existencia semiótica del discurso que, tomándola como referente, la convierte en "realidad'-.5' 6. COLOFON Reitero: los estudiosos de la semiótica en comunicación social estarnos concientes de no ser exclusivamente ni consumidores ni productores de teoría semiótica. Desde Latinoamérica hay particular urgencia de una lectura transformadora del instrumental teórico-metodológico, es decir, de un permanente trabajo de adecuación a objetos empíricos construídos por (y desde) nuestra circunstancia socio-histórica (con sus demandas de conceptualización operatoria). Sobreviene, por añadidura, todo un compromiso que no se dice pero dice. Respecto a nuestro medio -y duele decirlo- es muy probable que, una vez más, el Perú esté en Lima (en todo lo que concierne a esta problemática). Desde el llamado mundo del subdesarrollo la actitud semiótica deviene angustiante apostolado sin mayores visos de reconocimiento económico. Más que en ninguna otra parte del mundo la semiótica no conduce a status profesional alguno. El semiótico tiene que dedicarse a otras cosas para "sobrevivir". Sencillamente su trabajo teórico no es rentable ni "reproductivo" para los estrategas de la industria cultural. Para el caso de Latinoamérica y particularmente para el del Perú, hay que elevar a la "n" potencia la referencia que hace Moragas: en Europa el capital no ha buscado a la semiótica para resolver ninguno de sus problemas. Los semiólogos no fueron llamados por la publicidad, o por las estrategias de producción de la industria cultural. Los sociólogos, con sus técnicas de contenido, los expertos en opinión y marketing con sus rudimentarias técnicas de análisis de la opinión pública, eran más que suficientes para resolver los problemas semánticos originados por la inversión de la industria cultural y de la publicidad. Técnicas suscíntas de psicología social completaban el bagaje teórico de la práctica persuasiva y de los múltiples y fructíferos negocios de la significación. Las cosas han funcionado como si la tarea de manipular fuese una tarea fácil que se desarrolla espontáneamente, mientras que la tarea de defenderse de esta manipulación fuese cada día más compleja y difícil, 52.


Por todo ello, se puede decir que el nivel de macrosocialización o de difusión en gran escala no se ha dado. Incluso a menores niveles de masividad el grado de difusión de los estudios de semiótica realizados en el área de comunicación social es insatisfactorio e insuficiente. Esta es la razón por la que se plantea la necesidad de introducir los aportes generales de la semiótica en niveles más elementales de la formación educativa (con todo el esfuerzo didáctico del caso para poner al alcance de los más jóvenes los conceptos y categorías que los capaciten para afrontar la invasión narcotizante de los medios inmunizándolos" contra la complicidad cuasi-automática en la que los grandes públicos viven sumergidos). Formar mínimamente la conciencia semiótica es coadyuvar decisivamente en el proceso de despertar la conciencia crítica, sin perder el goce, que oriente la interpretación de los grandes públicos frente a la llamada cultura de masas. Este reto didáctico, que también debe ser planteado en instancias no-formales de educación, es una tarea que compromete desde hoy 53 a quienes hacemos semiótica. Yendo a un plano más concreto, es evidente que la mayoría de trabajos señalados tienen una difusión muy restringida y localizada referida a niveles superiores de educación. Paralelo al reto didáctico surge otro ligado a la apertura de canales dé difusión universitaria (primero) y masiva (después). Desde la Universidad de Lima con los cuadernos CICOSUL se da un primer paso que deberá ser complementado con planes editoriales más masivos que, abaratando costos, permitan alcanzar objetivos acordes al trabajo que entusiastamente se viene iniciando. Una evaluación final permite afirmar la existencia de áreas de comunicación social privilegiadas cuantitativamente por el hacer semiótico en el Perú. Dichas áreas son: Manifestaciones periodísticas de la politicidad en géneros editoriales e informativos y, también, en procesos discursivos ligados a la proclama de posiciones institucionales (comunicados). Se entiende discurso político en sentido amplio, así, políticidad incluye, por ejemplo, a la llamada comunicación alternativa. - Publicidad. Campo que sigue suscitando variados intereses referidos a su potencialidad retórico-poética manifestada textualmente de manera preponderante en tecnologías ligadas a medios impresos y televisivos. - Cine. Por su entronque narratológico como lo literario y por la especificidad expresiva de su puesta en escena -cuya fuerza de sentido radica sobre todo en su sofisticada impresión de realidad- la "gran sintagmática" sigue siendo un lugar relevado y destacado, pleno de sugestión y sugerencia permanente para la semiótica. Como contraparte, no resultan muy "engreídas" las películas manifestadas por televisión. Lo específico de este último medio sigue centrado en el programa "en vivo", eufemismo éste con el que nos referimos a programas de set o a telenovelas. Géneros insuficientemente explorados actualmente. Así pues, cabe llamar la atención de la semiótica a campos ligados a la T.V. (medio ampliamente privilegiado en primer lugar por la inversión de capital) y a la radio (cuyas connotaciones sociales son ampliamente conocidas en países como el nuestro) como correlato teórico, ello obliga al semiótico a fijar la mirada no sólo en el componente verbal sino también en la música y la plástica propias de estas manifestaciones. Rescatar integralmente estos textos de la cultura de masas mediante la iniciación de los estudios de semiótica musical y plástica es un reto prioritario del momento. De ello depende en mucho la posibilidad de la semiótica para dar cuenta -en lo que a ella compete- de las mediaciones de la significación en la cultura. Otro campo que cobra vertiginosa vigencia es el de la comunicación organizacional. Aquí la semiótica está llamada a develar -mediante la aplicación teórica de la modalización activa los resortes de la comunicación eficaz. Esto implica ahondar en la problemática de las articulaciones jerárquicas y contractuales en las que circula la comunicación organizacional apuntando a la configuración de polos de persuasión y de interpretación aceptante y/o rechazante. De esta manera la semiótica podrá coadyuvar con una visión más rigurosa de las sintaxis de los procesos de interacción intra e inter organizacionales constitutivos de toda formación social. Así, uno de los aportes cruciales de la semiótica está en el esclarecimiento de las sintaxis de los poderes. Como corolario se logrará, tarde o temprano, desmitificar el comunicacionismo ingenuo comprendiendo eso que se llama comunicación social como dialéctica de sometimientos contractuales y rupturas conflictuales. Es decir, como tensión social para controlar e imponer sentidos articulados puesto que toda práctica comunicativa se define como práctica de producción de significación. Y ésta se aprehende como discurso, como aquello que discurre, que oscila, entre las posiciones comunicativas (oposiciones que fundamentan la interacción). ¿Cómo estudiar cabalmente estrategias de manipulación o virtuales efectos de los mensajes en públicos sin referirse a estructuras de manipulación?


¿Cómo precisar teóricamente un público objetivo sin tener idea de las operaciones de construcción del destinatario en el texto? ¿Con qué rigor discutir la viabilidad de los géneros considerados en un proyecto "x" de producción? Cómo comprender formalmente la construcción de dramas, de conflictos de pasiones al hacer un guión literario ó técnico? ¿0, también formalmente, lo que es tratamiento de la información? No es posible, pues, evaluar todas estas formas de expresión de contenidos sin recurrir a un mínimo instrumental semiótico. Es como querer hablar de la composición de la materia y decir que no se hace química. Por otro lado, la química no es francesa ni inglesa ni española ni peruana... Es metalenguaje que trasciende de lenguas y culturas. Por todo ello es que afirmamos la exigencia ética en virtud de la cual el comunicador social debe partir del manejo de un léxico que refleje, aunque sea en grado mínimo, la actitud semiótica de interrogación. Sólo así podrá reconocer y discernir formalmente, en su práctica cotidiana, el sentido de lo que él produce y de lo que otros producen a su alrededor. Estos productos comunicativos no son otra cosa que textos: son estas las realidades de la semiótica. Ahí se hallan entretejidos dos sujetos. Entretenidos. Uno, al construir al otro, se termina construyendo a sí mismo. Espejo. Encuentro. No hay texto que hable de todo ni texto que hable a todos. Queda delineado así un ethos semiótico de la comunicación: ni el destinador es un mero emisor ni el destinatario un mero receptor. Una producción se mueve entre ambos. Va y viene. Los surca. Los marca. Los significa. Notas de trabajo, 1. -Grelmas, A.J. - Courtés, J.: Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje. Ed. Gredos, Madrid, 1982. En especial las entradas: Epistemología, p. 150 y Niveles, p. 282 y ss. Es necesario señalar que la traducción de tan gravitante texto se debe al esfuerzo de los semióticos peruanos E. Ballón y H. Campodónico. 2. Kristeva, J.: La Semiótica, ciencia crítica y/o crítica de la ciencia. En: Semiótica. Investigaciones para un semanálisis. Ed. Fundamentos, Madrid, 1978. 3. Además del primer diccionario aparecido en su idioma original en 1979 y traducido al castellano en 1982, nos referimos al segundo diccionario, aún no traducido: Semiátique. Dictionnaire Raisormé de la Tliéorie du langage II (Compléments, débats, propositions) dirigido por los citados autores e incorporando a 38 colaboradoreg (entre los que se encuentran tres peruanos: E. Ballón, H. Campodánico y R. Carrión). Hachette. París, 1986. 4. Landowski, E.: Algunas cuestiones prácticas sobre el problema del sentido. En: Morphé. Revista de la Maestría en Ciencias del Lenguaje de la Universidad Autónoma de Puebla. Julio-Diciembre 1986. No. 2. 5. Prieto, D.: Entre el denuncismo y el preciosismo. En: Chasqui, 15, CIESPAL, Quito, 1985. 6. Me refiero a una investigación en curso que, con un corpus construído ad hoc permite visualizar los límites de lo jurídico y lo político. Ese lugar de choque manifestado en la confrontación de dos enunciadores: la Confederación de Empresarios Privados (CONFIEP) y la Central de Crédito Cooperativo (CCC). El otro trabajo es una confrontación de las versiones periodísticas de La Prensa y El Diario en torno a la fuga de reclusos del Penal de Huamanga: Sheen, R.: Aproximación semiótica al análisis del discurso masivo sobre el terrorismo en Ayacucho. Tesis Bachillerato, 1984. Centro de Documentaci6n de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de lima. 7. Landowski, E.: Op. Cit. 8. Estos términos vienen a colación a raíz de una referencia de Prieto (op. cit.): "Es en la vida misma donde se practica la lectura crítica, y con los ingredientes de esa vida, y no en los pupitres masacra-cadáveres" (p. 43). 9. Blanco, D.: Límites y posibilidades de la Semiótica. En: Chasqui, 15, CIESPAL, Quito, 1985. 1 10. Ballón, E.: La Semiótica en el Perú. En apuntes, 11, Revista de Ciencias Sociales, Universidad del Pacífico, Lima, 1981. Este artículo es probablemente la única información ordenada y sistemática de lo realizado por la disciplina semiótica en el Perú hasta 1981. Aunque no es exhaustivo con relación al campo de la comunicación social (pierde de vista lo hecho en la Universidad de Lima), se trata de un valioso informe que permite visualizar no sólo los orígenes y la evoluci6n histórica sino también la


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variada labor en los diferentes dominios y prácticas teóricometodológicas de la semiótica. Así, da cuenta de la producción teórica y metodológica general; de los análisis de Cultura, Film, Artes Plásticas, Literatura, Traducción y Comunicación de Masas. Además revisa las relaciones de la Semiótica con la Antropología, la Sociolingüística y el Derecho. Reseña también las actividades institucionales de la Semiótica en el Perú, concretamente las referidas a Universidades, Centros de Investigación y a la Asociación Peruana de Semiótica (fundada en Mayo de 1975). Ballón, E.: Op. Cit. Ballón, E.: Vallejo como paradigma. INC, Lima, 1974. Curso dictado inicialmente por el mismo D. Blanco y luego por J. C. Godenzi, G. Dañirio y, desde 1979, por 0. Quezada quien comparte la cátedra con R. Bendezú (desde 1987). los cursos de Lenguaje de los Medios mantienen, gracias a la labor de D. Blanco, la pertinencia semiótica. En otras cátedras del mismo curso el rol de la teoría semiótica es más restringido * El curso de Análisis de Mensajes, dictado inicialmente por D. Blanco y luego, hasta hoy, por 0. Quezada, manejaba vados referentes epistemológicos: materialismo histórico, psicoanálisis, lingüística estructural, fenomenología... De esta dispersión de los primeros años (varios referentes sin un eje) Blanco y Quezada -el segundo fué colaborador del primero- pasaron a la concentración de la época actual: un eje -semiótica estructural generativa- que articula varios referentes. Desde el año 1987, el Prof. R. Bendezú viene trabajando sistemáticamente en el curso de Metodología de la Investigación preparando tesis de filiación semiótica que luego, en los Talleres de Investigación, bajo su asesoría y/o la del Prof. 0. Quezada, los alumnos-investigadores concluyen. Aproximadamente desde 1976 se dictaba el curso de Semiótica de la Imagen a cargo de G. Dañino quien en la revista Sanmarquina Letras (Lima, 1976) publica un precursor trabajo sobre Semiótica de la Imagen Artística en el que se adelanta a desarrollos posteriores de la Escuela de París sobre Semiótica Planaria (bidimensional). En 1979, 0. Quezada toma brevemente la posta dejada por G. Dañino. Por otro lado, la Escuela Nacional de Bellas Artes ha incorporado un curso de Introducción al estudio semiótico de la imagen plástica. En referencia al campo del Derecho la Universidad de San Marcos cuenta con un seminario sobre Elementos de Semiótica Jurídica. Cabe recalcar que esta misma Universidad incorpora la Semiótica en la Facultad de Literaturas Hispánicas y, en la de Lingüística (en varios cursos y seminarios). Igualmente la Universidad Católica en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas ha implementado un curso de Introducción a la Semiología. Para una información más detallada: Ballón, E.: La Semiótica en el Perú. (Op. Cit.). Quezada, 0.: Indagaciones sobre Semiótica Jurídica. Trabajo de exploración y reflexión a ser publicado en la revista Ius et Praxis de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Lima. R. Carrión-Wam viene desarrollando prolífica labor en el área de la Semiótica Jurídica. En la Universidad de Carabobo ha publicado diversos trabajos sobre esta especialidad, entre los que destaca una exposición metodológica bajo el título "Elementos de Semiótica Jurídica aparecido en "Anuario" (Valencia, Venezuela, 1977). Ha fundado y dirige la revista Investigaciones Semiáticas (Valencia, Venezuela). Que,,en su momento, mostraron la capacidad del análisis semiótico para describir estructuras de contenido y apoyar la denuncia (en boga en aquel tiempo) sobre la reproducción de los valores dominantes. Entre estos trabajos destaca el de E. Ball6n sobre El icono de la Historia del Perú. Para información de este y otros trabajos ver: Textual No.8, Lima, INC, Diciembre 1973,110p. Ball4n, E.: Comunicación colectiva y lenguajes oprimidos en el Perú, UNMSM, Departamento de Lingüística, 1976. Balffin, E.: Diálogo e Información I y II, en el diario "La Crónica", Lima, 25 y 28 de Febrero de 1975. Es pertinente hacer notar que un importante análisis de E. Ballón sobre fotografía está a punto de ser publicado en la revista Contratexto de la Facultad de Ciencias de la Comunicacffin, lleva por título Hare (una técnica fotográfica). Blanco, D. y Bueno, R.: Metodología del Análisis Semi6tico, Universidad de Lima, 1980.


23. Cabada, A.: De lo relatado a lo delatado. Aproximación Semiológica a tres videos narrativos. Tesis 1985. Fluido trabajo de metodología y análisis estructural generativo en tres relatos audiovisuales (cuentos) participantes en el I y II Festivales de Teleducación Universitaria. 24. Sheen, R.: Op. Cit. 25. Blanco, D.: Gritos y susurros: la penúltima angustia de Ingmar Bergman. En: Hablemos de Cine, 66, Lima, 1974. Escenas de la vida conyugal: cine e ideología. En: Hablemos de Cine, 68, Lima, 1976. 26. Blanco, D.: Tristana o la circularidad lineal. En: Hablemos de Cine, 66, Lima, 1974. 27. Tesis condensadas explicativamente en: Pecheux, M.: Hacia el análisis automático del discurso, Gredos, Madrid, 1978. 28. Blanco, D.: Nuevos aportes para ver el cine. En crónica cultural, 4, Suplemento Dominical de La Crónica, Lima 1978. 29. Blanco, D.: El sentido y la fuerza. En: Crónica cultural, 8, Suplemento Dominical de La Crónica, Lima, 1978. 30. Blanco, D.: Imagen por imagen. Teoría y crítica cinematográfica. Universidad de Lima, 1987. 31. Blanco, D.: Comunicación y sociedad. En: Scientia et Praxis, 14, Revista de la Universidad de Lima, 1979. 32. Blanco, D.: Comunicación e imaginario popular. En Contratexto, 1, Facultad de Ciencias de la Comunicación. Universidad de Lima, 1985. También en Letras, Revista de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas, UNMSM, Nos. 88-89. Lima, 1985. 33. Blanco, D.: Roles actanciales de los trabajadores en el discurso periodístico de izquierda. En: Contratexto No. 2, Revista de la Facultad de Ciencias de la Comunicaci6n. Universidad de Lima. 1986. 34. Blanco, D.: Imagen de Europa en los Medios de Comunicación del Perú, Cuadernos CICOSUL, 7, Facultad de Ciencias de la Comunicaci6n, Universidad de Lima. 1988. 35. Blanco, D.: Figuras discursivas de la enunciación cinematográfica. En: Lienzo, 8, Revista de la Universidad de Lima, 1988. También en: Actes Sémiotiques. Documents, X, 96, París. E.H. E.S.S.: Figures discursives de Penonciation cinématograplilque. 36. Blanco, D.: Claves Semiáticas. Comunicación 1 Significación. Universidad de Lima, 1988. En esta obra, así como en los cuadernos del CICOSUL será publicado el trabajo.Nuevas Tecnologías y lenguajes en Comunw'ación, hábil exploración crítica de Blanco en torno al rol de las recientes innovaciones tecnológicas en la constitución de los lenguajes de manifestación, es decir, la problemática de la organizaclón y articulación de la materialidad significante en los textos de comunicación social. 37. Es bueno reiterar que la producción citada (y a citar) es sólo la que se vincula con el campo de la comunicación social. 38. Quezada, 0.: Periodismo de Opresión: Análisis semiológico -de un discurso sobre la transferencia del poder..Tesis de Bachillerato. '1978. Centro de Documentaci6n de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima. 39. Quezada: Aproximación Semiótico-ldeológica a las caricaturas editoriales del diario El Comercio 1977-1080. Tesis de Licenciatura. 1981. Centro de Documentación de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima. 40. Quezada, 0: Hay placeres que no pueden evitarse (Formaciones Imaginarias y discurso publicitario). Separata de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima. 1979. 41. Pecheux, M.: Op. Cit. 42. Quezada, 0.: Isotopías, metáforas y efectos humorísticos en las carátulas de Monos y Monadas. Separata de la Facultad de Ciencias de la Comunicación. Universidad de Lima. 1980. 43. Quezada, 0.: La visión de Visión. Semiótica del discurso editorial. En: Revista Contratexto, 1, Revista de la Facultad de Ciencias de la Comunicación. Universidad de Lima. 1985. 44. Quezada, 0.: Electoralidad: dispositivo formal y efecto (afecto) de sentido. En: Contratexto, 2, Revista de la Facultad de Ciencias de la Comunicación. Universidad de Lima. 1986. 45. Quezada, 0.: Sujetos y estereotipos de la mediación espectacular en la teleinformación. (Separata de la ponencia presentada en el Il Foro Internacional de Comunicación Social: Comunicación y Violencia. A ser publicado en Cuadernos de CICOSUL).


Otros artículos menores del mismo autor referidos a la metodología semiótica en comunicación social: -Disquisici6n epistemológica sobre la Metodología Semiótica. En: Revista Lienzo, 2, Publicaci6n de la Universidad de Lima, 1981. -Apuntes para una interacción de semiótica y periodismo; -Periodismo cultural: una visión semiótica. Textos de conferencias realizadas en Marzo 1986 en el marco del Primer Seminario sobre Periodismo Cultural organizado por el Instituto Nacional de Cultura. -El discurso polémico de la planificación familiar. (Trabajo presentado y expuesto en el Seminario sobre Análisis de Material Gráfico para Planificación Familiar organizado por INNPARES. Publicado como separata. Agosto, 1986). 46. Quezada, 0. y Bendezú, R.: Enunciación y estructuras discursivas (compilación y comentario de fichas). Separata publicada por la Facultad de Ciencias de la Comunicación. Agosto, 1984. 47. Quezada, 0. y Bendezú, R.: Recorrido Generativo: Gramática, enunciación y estructuras discursivas (compilación y comentario de fichas). Separata publicada por la Facultad de Ciencias de Comunicación. Marzo, 1985. 48. Quezada, 0. y Bendezú, R.: Proyecto de Investigación del Centro de Investigación en Comunicación Social cuya primera parte será publicada próximamente en Cuadernos del CICOSUL. 49. Bendezú, R.: Masividad y Educación. Análisis Semiótico del discurso didáctico audiovisual "Plaza Sésamo". Tesis de Bachillerato, 1985. Centro de Documentación de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima. 50. Bendezú, R.: Publicidad y T.V.: la puesta en discurso. Análisis Semiótico de un spot televisivo de "Mercedes Benz". Cuadernos del CICOSUL No. 2. Universidad de Lima, 1985. 51. Bendezú, R.: El discurso de la comunicación alternativa: una aproximación semiótica. Tesis de Licenciatura, 1987. Centro de Documentación de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima. En base a las sugerencias de este trabajo Bendezú elaboró su ponencia al II Congreso Internacional Latinoamericano de Semiotica, titulada: Discurso y Acción Social. Aproximación semiótica a la comunicación alternativa evento en el que representó a la semiótica peruana conjuntamente con las ponencias de D. Blanco (op. cit. nota 35) y el de 0. Quezada: Modalización epistémica y paradoja espacial en el poema "Un sueño" de J. L. Borges. (Estos d ' os últimos trabajos publicados recientemente en Lienzo 8, Revista de la Universidad de Lima, 1988). 52. De Moragas, M.: Tensión Epistemológica y Función Social de la Semiótica. En: Chasqui, 15, CIESPAL, Quito, 1985. 53. Blanco, D.: Límites y posibilidades de la Semiótica. En; Chasqui, 15, QIESPAL, Quito, 1985. En este artículo Blanco formula un conjunto de iniciativas de aplicación didáctica orientadas a la implementación de la semiótica en la educación escolarizada e incluso en la educación no-formal (teleducaci6n y otras variantes).


ALGUNAS CONSIDERACIONES TEORICAS SOBRE EL VIDEO EN LA EDUCACIÓN POPULAR: UN ENFOQUE COMUNICACIONAL VIDEO Y EDUCACION POPULAR UN CAMPO COMUNICACIONAL A REDEFINIR Si partimos de considerar que todo lo que comunica a la vez educa y que lo que comunica y educa, simultáneamente, organiza a los destinatarios de esos procesos en esquemas de relaciones sociales, antes que ajenos a los objetivos educativos consustanciales a ellos, podemos concluir que los individuos están inmersos en procesos de educación comunicación permanentes y que las formas organizacionales que estos promueven son en sí educativas. De la búsqueda de una congruencia entre el qué y el cómo se comunica -retomada desde distintos puntos de vista a lo largo de la historia de la educación- se desprenden una serie de contradicciones que es preciso clarificar, cuando se trata de incorporar una tecnología como el video a las prácticas de la educación popular. En primer lugar se pone en tela de juicio el supuesto básico sobre el cual descansan las teorías lineales de la comunicación: la existencia de dos polos perfectamente acotados -uno emisor y otro receptorenlazados por un canal a través del cual circulan mensajes codificados en uno de los extremos para ser decodificados en él otro y realimentar así el sistema. En segundo término, al avanzar en el camino de las redefiniciones y búsquedas, surgen nuevos temas materia de reflexión y se manifiestan articulaciones antes encubiertas, a las que es necesario responder de manera innovadora en el terreno teórico práctico. Tales temas y articulaciones son los que quisiera someter a debate con este trabajo. 1 Me preocupa el hecho de que, tanto comunicadores como educadores nos manejamos con un bagaje de prácticas y categorías de análisis derivadas de dos modelos dominantes: de educación y de televisión, que poseen un alto poder enmascarador de las contradicciones de lo real y constituyen dos campos privilegiados de lucha por la hegemonía. Ya es por todos conocida la caracterización de esos dos modelos, efectuada desde el campo de la educación particularmente a partir de Paulo Freire y desde el de la comunicación, por la mayor parte de los estudios críticos sobre los medios masivos. Importa destacar que ambos mantienen un área compartida que podríamos calificar como "deseducadora", más allá de los contenidos transmitidos. Entre otros rasgos comunes ellos coinciden en: el rol de objeto asignado al receptor y de sujeto al emisor; el uso del principio de autoridad, asimilándola a la autoridad del saber o de la información-, el dominio sobre la tecnología y el lenguaje para la imposición de prácticas discursivas que tienden a sustituir la interacción humana en su sentido integral por lazos de dependencia entre el emisor y receptor; el estímulo al cambio individual para la adquisición de nuevos conceptos y prácticas, desvinculándolo de la situación que los receptores atraviesan y, consiguientemente, de sus posibilidades de transformación; la fetichización institucionalizada del saber y la información. Estos dos grandes modelos dominantes establecen modalidades discursivas que desvinculan las demandas populares de los sujetos demandantes, las resemantizan y las devuelven bajo la forma de paradigmas de "saber científico", "información objetiva", “cultura universal", "progreso", "modernidad”, etc. Así, a la par que se descalifica toda otra forma de procesamiento de informaciones y saberes, o de cultura, se interpone entre las necesidades humanas y su satisfacción, conforme a los intereses de los demandantes, la cuña de la necesidad de consumo de bienes y servicios según los intereses de los ofertantes. Al incorporar el video al campo de la educación popular, estaremos adoptando una modalidad discursiva que, en tanto producto socio-histórico, expresa subyacentemente relaciones de poder. Entiendo por modalidad discursiva al sistema de interrelaciones históricamente instituido entre la tecnología, el lenguaje -en este caso audiovisual- y las estrategias y técnicas dirigidas a operativizarlos. Desde esta perspectiva, tecnología y lenguaje no pueden considerarse como elementos neutros, despojados de toda significación social. Quienes trabajamos con el video en relación a los sectores populares de América Latina, hemos podido constatar que la tecnología y el lenguaje audiovisual que le es propio, son portadores de una carga semántica que se manifiesta en una serie de habitus, los cuales actuan a lo largo del proceso que va de la producción al uso de los mensajes. Adopto el término habitus en el mismo sentido que le da Bourdieu, para aludir a los sistemas de relaciones de sentido internalizados no concientemente, que hacen coincidir las


necesidades de reproducción del poder hegemónico con las necesidades subjetivas de los individuos.' Al revelarse en esquemas de percepción, pensamiento y acción que aplicamos al conocimiento y experimentación de lo real, esas "estructuras estructuradas predispuestas a actuar como estructuras estructurantes" que conforman al habitus se constituyen en serios obstáculos para promover innovaciones. Existen, pues, una serie de habitus profesionales e institucionales que es preciso remover, en el plano teórico y en el práctico, a fin de que la inclusión del video en el campo de la educación popular adquiera una dimensión liberadora, en lugar de reforzadora de los paradigmas antes mencionados. PROCESO COMUNICACIONAL. TECNOLOGIA Y LENGUAJE Considerar a la tecnología del video y al lenguaje audiovisual como elementos neutros, o como meros apéndices de lo que se dice es un habitus teórico que tiene vastas implicaciones en la práctica. El mismo supone adjudicar a la comunicación un carácter de proceso lineal, a partir del cual, se pone énfasis, por un lado, en los contenidos y por el otro, en los códigos del lenguaje audiovisual que los plasman. Ello supone que: Lo dicho es todo lo que se dice. El sujeto es el único que determina la producción significante dentro de una especie de mercado de discursos donde cada quien es libre de decir o de interpretar, más allá de las leyes sociales que regulan el terreno de lo simbólico e imprimen en el habla sus contradicciones. El nivel discursivo explícito -contenidos- sería el "portador" de la ideología y el implícito -códigos del lenguaje audiovisual- el vehículo estético, pudiendo funcionar uno independientemente del otro y ambos desvinculados de los modos y relaciones de producción-apropiación que rigen a toda práctica discursiva. Tal esquema alude a una igualdad que equipararía las posiciones de emisor y receptor, recortando al proceso comunicacional de las condiciones extra discursivas sociales, políticas, culturales, ideológicas- en que se produce. Cuestionar que la comunicación sea un proceso lineal, refuta el carácter neutro de la tecnología y el lenguaje, en la medida que lleva a conceptuar que: Lo explícitamente dicho es sólo una parte de toda práctica discursiva. Sujetos y discursos se construyen en una relación dialéctica con las condiciones extra discursivas. Las modalidades discursivas implican determinada forma de articulación con el poder que se materializan en las prácticas discursivas concretas y en el discurso, a través de las Gramáticas de producción y son susceptibles de identificarse mediante las Gramáticas de reconocimiento.3 De lo anterior se desprenden determinados códigos de verosimilitud, seleccionados entre otros posibles, que remiten las prácticas discursivas a lo extradiscursivo; las condiciones que no sólo posibilitan los discursos, sino que también los jerarquizan. Los destinatarios podrán o no conferir credibilidad a los discursos, según las formas de uso que les impriman, a través de las gramáticas de reconocimiento. Aunque estas incluyen componentes subjetivos, se construyen a la luz de circunstancias históricas cambiantes, en relación a las cuales las prácticas discursivas sintetizan correlaciones de fuerzas conflictivas en torno a la lucha por la hegemonía. Como corolario de lo expuesto surge que, lo ideológico como categoría más abarcadora que la de ideología es inherente a los procesos sociales de producción significante y actúa de manera fundamental en los niveles de implicitación discursiva. Por lo que, la modalidad discursiva articula lo ideológico -y las ideologíascon las prácticas discursivas concretas. Al mismo tiempo, ella designa los lugares que emisores y receptores ocupan en el entramado de relaciones sociales y define los criterios de efectividad a ser aplicados al proceso. Esto equivale a decir que una modalidad discursiva conlleva la adopción de determinados modos y relaciones de producción-apropiación, a partir de los cuales se procesan y seleccionan determinados códigos de verosimilitud. Tales modos y relaciones de producción-apropiación, al universalizarse como inherentes a un campo de producción significante, se constituyen en condición de la existencia de este y de la modalidad discursiva que los institucionaliza. Por ello, la generalización de una


modalidad discursiva conlleva la generalización de una división del trabajo que actúa como garantía de su reproducción. Asimismo, los códigos de verosimilitud del lenguaje audiovisual, hoy considerados universales constituyen una opción entre otras, efectuada desde una modalidad discursiva que, en virtud de su división del trabajo, los ha ido seleccionando, combinando y reformulando a lo largo de la historia por su efectividad para el logro de los objetivos perseguidos. Sostener que incorporar la tecnología del video al campo de la educación popular, implica una suma algebraica de factores, es un habitus teórico bastante cuestionable que se vincula a la concepción de la tecnología y el lenguaje como elementos neutros. Sabemos perfectamente que la incorporación de una tecnología a cualquier sistema de producción induce una redefinición global del mismo, en tanto, entre otros aspectos, repercute directamente sobre las relaciones sociales de producción. La educación popular no es una excepción, puesto que no basta con reemplazar unos emisores por otros de signo ideológico distinto, cambiar los contenidos de los mensajes, remozar el lenguaje o modificar los contenidos, sustituyendo los de información entretenimiento que han guiado de manera preponderante a la modalidad discursiva, por los educativos. Al menos, si se pretende que dichas prácticas sean verdaderamente liberadoras de las potencialidades del campo popular, de lo que se trata es de redefinir a la modalidad discursiva en su integralidad a partir de estrategias que apunten al cambio social. Un componente sustancial de esas estrategias es la adopción de una nueva división del trabajo donde los roles de emisores y receptores puedan intercambiarse, tal como sucede en el campo de las culturas populares. Será, entonces, a la luz de esa definición inicial -¿para qué?- que habrán de redefinirse los diversos componentes del sistema: envergadura y características de la tecnología, lenguajes y códigos de verosimilitud, prácticas discursivas y rol del profesional, organización de la comunidad en torno al proceso comunicacional y temas que éste abordará, etc. Entramos así de lleno en el terreno de las decisiones políticas, en lo que creo es la única forma de poner el caballo delante del carro, puesto que es casi un lugar común afirmar que la tecnología sirvió a lo largo de la historia como arma política y que el carácter de ese arma se determinó a partir del proyecto político desde el cual se la implementó. La división del trabajo y, por ende, las relaciones sociales de producción que se instituyen en torno a su uso/posesión son los resortes claves para la reversión del sentido de su accionar. En el contexto de la revolución científico-tecnológica que está teniendo lugar, soslayar que la ciencia y la tecnología conforman instrumentos de poder en el diseño de un escenario que nosotros, sociedades dependientes, no controlamos aunque nos involucren sus consecuencias sería pecar de ingenuos. Esos avances están redefiniendo las condiciones y el sentido de la existencia humana, a través de una reestructuración de la división internacional del trabajo fundada en procesos de concentración y centralización crecientes del poder económico, político, militar, cultural. Ellos determinan el sacrificio de vastos conglomerados humanos en aras del progreso de escasos centros mundiales. Al respecto afirma la socióloga Alcira Argumedo:` "La dimensión civilizadora que contienen las tecnologías de punta requiere de una explícita politización de las respuestas, que deben abarcar temas tales como la composición y forma de participación de los actores políticos y sociales que habrán de conducir ese proceso, la determinación de los modos alternativos de inserción laboral de las grandes mayorías, las formas de distribución de los beneficios que un aumento de la productividad global puede generar, las características de la gobernabilidad política frente a las nuevas realidades y una amplia gama de aspectos que hacen a proyectos abarcadores de lo social". Las tecnologías electrónicas audiovisuales, entre ellas el video, son parte sustantiva de esa situación. De allí que esa "explícita politización de las respuestas" encaminada a tornarlas en un recurso apto para nuestro desarrollo integral requiere: Entenderlas como arma política, donde el qué y el cómo se dice no pueden considerarse desapegadamente del contexto de relaciones de poder del cual ellas surgen y a cuya reproducción apuntan, según una modalidad discursiva que las asimila a un proyecto histórico y a una división del trabajo en la práctica discursiva concreta, que se vinculan a los que la rigen a nivel internacional. Incorporarlas desde el marco de referencia dado por un proyecto histórico cualitativamente distinto que, en sus rasgos globales, podríamos caracterizar como: democrático-participativo, que apunte a la justicia social con vocación popular, nacional y de integración latinoamericana.


Insertarlas en el contexto de recepción o destino, atendiendo a las necesidades históricas que es preciso responder. Ellas no se circunscriben únicamente a la adquisición de nuevos conocimientos y habilidades por parte de los sectores populares, sino de manera fundamental, a la apertura de procesos que signifiquen el estímulo a la creatividad, la participación y la expresión de las culturas populares dominadas, la habilitación de líneas de pensamiento-acción originales y autónomas, la organización solidaria de los sectores populares con miras a la superación de la actual crisis y a su constitución en sujetos históricos. LA DELIMITACION DEL CAMPO DISCURSIVO; ¿UNA CUESTION METODOLOGICA? Otro factor de importancia que es imprescindible tener en cuenta, ya que incide en la producción de los nuevos discursos, es el capital acumulado en el campo de producción significante, dado por los discursos preexistentes y por el conocimiento de las normas y dispositivos que regulan los intercambios dentro del mismo. Por la apropiación de ese patrimonio se da una lucha que vuelve a poner sobre el tapete la cuestión de la hegemonía y las relaciones de poder y que constituye, en última instancia, una disputa por la legitimidad del campo y de sus integrantes. Asimismo, ella nos coloca ante una serie de opciones teóricas, metodológicas y prácticas que señalan la presencia de un proceso de selección apropiación acumulación cultural orientado por concepciones de orden político-ideológico, cualesquiera sean los resultados a los que se arribe. Existe un habitus profesional que tiende a considerar que los discursos preexistentes que nutren un campo comunicacional todavía incipiente como el que nos ocupa, son sólo los que provienen de los campos de la educación formal, la TV masiva y, en menor medida, el cine y la radio. De este modo habremos delimitado el campo discursivo guiados por un determinado criterio político-ideológico. Si procedemos a la inversa, es decir, seleccionando un dentro de cada campo involucrado aquellos discursos de ruptura en los que el patrimonio pedagógico ' artístico y cultural de América Latina expresa con singular riqueza la constante búsqueda de la utopía --siempre ligada al interrogante acerca de las identidades nacionales- el proceso estará orientado por criterios antagónicos a los anteriores. Así tenemos que nuestras posibles opciones transitan sobre dos ejes paralelos en cada uno de los cuales existe una continuidad histórica que es factible identificar; un discurso pedagógico de la Instrucción Pública dominante y un discurso pedagógico popular; un discurso comunicacional masivo también dominante7- y un discurso comunicacional alternativo, etc. Ese patrimonio sintetiza las múltiples interinfluencias, contradicciones y penetraciones derivadas de la lucha por la hegemonía, conformando un itinerario que nos permite leer nuestra historia, a través de las prácticas discursivas y de las condiciones extradiscursivas que determinaron esos discursos. Esto implica atender, tanto a los productos concretos -discursos- cuanto a dichas prácticas y condiciones a fin de identificar caminos para romper los límites impuestos a las prácticas discursivas presentes. De allí que, la delimitación del campo discursivo sea una cuestión sustantiva en la medida que establece no sólo lo ya dicho, sino también pone límites a lo que es posible decir. Y dado que los procesos de selección-incorporación-acumulación de componentes culturales siempre se efectúan desde una perspectiva político-ideológica determinada, ellos implican, a su vez, la puesta en marcha de otros procesos: de análisis crítico, resemantización, adaptación, neutralización, etc. que involucran a lo social al promover formas de experimentar e interpretar lo real y determinar cuáles temas e ideas son importantes, así como los que deben omitirse y pasar al olvido. Antes de abordar el tema de las normas y dispositivos que regulan esos procesos dentro de cada campo cultural, quisiera explicar por qué romper los límites impuestos a las prácticas discursivas es, en mi opinión, de vital importancia. En América Latina en general, y en la Argentina en particular, estamos atravesando una crisis global, estructural y profunda que comprende a todas las dimensiones de la existencia humana. Como parte de esa situación, asistimos a una inédita expansión de los discursos de crisis que, provenientes de los más variados campos del quehacer social, tienden a generalizar una filosofía de la resignación que llamo del "posibilismo" desmovilizadora y castradora de nuestras potencialidades. No obstante, sabemos que la superación cualitativa de la actual crisis exige movilizar y articular las mayores reservas y energías que poseen nuestros pueblos.


Desde una retórica neo-liberal se apela a términos tales como progreso, desarrollo, modernización, en procura de construir objetos abstractos a partir de la plurisignificación de esos términos enmascaradores de las contradicciones y antagonismos cada vez más agudos que aquejan a las sociedades dependientes y de una persistente exclusión de las mayorías populares nacionales. Para esta concepción, el progreso tiene destinatarios precisos e interdictos implícitos, en cuanto el desarrollo se mide en términos económicos meramente cuantitativos y la modernidad, destinada a áreas parciales de la actividad social según el paradigma productivo del capitalismo dependiente, sería el resultado de la acción modernizadora de ciertas cúpulas político-tecnocráticas. El iraní Majid Tehranian describe acertadamente este enfoque: 9 La modernización desde arriba, acompañada de una buena dosis de tíranía cognoscitiva, trata a los objetos que manipula (el hombre y la naturaleza) como cosas que hay que fundir en un molde nuevo, diferente, contra su voluntad y contra su sentido de la historia y del bienestar. Tal es la razón por la cual la primera tarea de modernización consiste tan a menudo en volver a escribir la historia, borrando de ella aquellos recuerdos que parecen obstaculizar sus propósitos". Se trata, en síntesis, de una visión por completo eurocéntrica que comporta la adopción de un sistema de valores de vastas implicaciones culturales, cuyo rasgo esencial es el de consumar y legalizar la definitiva escisión entre ética y política.l0 Por otra parte, los significados nuevos que adquieren los fenómenos derivados de la crisis para una izquierda desencantada de su realidad de pertenencia por la no adecuación de esta a sus marcos de referencia teóricos, ha contribuido a desestructurar el discurso de ese sector del espectro político latinoamericano. Salvo contadas excepciones, dicho discurso oscila entre un neo-positivismo que adhiere acríticamente a las consignas modernizantes, en nombre de un concepto de progreso "avalado" por la tradición racionalista del socialismo científico y una retórica clasista anclada en el pasado . Ambos discursos, son insospechadas coincidencias, no tienen mayor credibilidad en los sectores populares, impedidos de expresar su propia palabra en sociedades sometidas a violentos procesos de reestructuración -y polarización- social como producto de la desindustrialización inducida por dictaduras militares o gobiernos civiles neo-liberales. El crecimiento pavoroso de la marginalidad urbana, el cuentapropismo como forma encubierta de desempleo, la violencia que adquiere matices inusitados en algunos espacios de la región el individualismo descamado que impone la dura lucha por la sobrevivencia a los sectores medios, el escepticismo político como nueva forma de manifestar la ilegitimidad de los poderes dominantes, son los fenómenos interrelacionados por la crisis, ante los cuales las instituciones tradicionales del sistema carecen de respuestas. No es de extrañar, entonces, que entre aquellos dos discursos de esencia racional-iluminista, crezca un espacio donde proliferan los diversos discursos irracionales" -típicos de las épocas de crisis- que hallan posibilidades multiplicadoras a través de la acogida que les brindan los medios masivos de comunicación. La crisis que embarga a aquellas instituciones pone de relieve el agotamiento de los paradigmas económicos, políticos, sociales, culturales que las animan y una lasitud que las torna ineptas para galvanizar las energías sociales en tomo a las metas estratégicas del desarrollo nacional integral. Sin embargo, en medio de este panorama desolador, que plantea múltiples exigencias, vemos emerger los brotes de nuevas, modalidades de pensamiento y de acción las cuales dan cuenta de una reagrupación de fuerzas, señalando la aparición de nuevos actores sociales. Este movimiento lento, aún desarticulado y contradictorio, las más de las veces subterráneo, no sólo evidencia la incapacidad de las instituciones tradicionales para canalizar las necesidades de las mayorías y responder a los complejos fenómenos sociales del mundo contemporáneo -como la problemática ecológica, de los derechos humanos, de la mujer, la juventud, la marginalidad urbana sino también explicita la vitalidad de las culturas populares nacionales que lo nutren. Luego de siglos de depredación, ellas son todavía capaces de absorber y procesar aspiraciones colectivas, de apoyar la memoria histórica y creatividad a la tarea de restituir los lazos de identificación y solidaridad primordiales a través de los cuales los individuos se constituyen en sujetos históricos. Me refiero a las organizaciones sociales de base que, inicialmente nueleadas en torno a reivindicaciones puntuales y a formas de religiosidad popular, ponen en marcha procesos autogestivos de indudable repercusión cultural. Esos nuevos actores sociales, sus prácticas y discursos, sus necesidades y propuestas no tienen cabida alguna en el espacio de la comunicación y la cultura dominantes, ante lo cual van creando sus propias formas de comunicación y regenerando un tejido político-cultural de indudable trascendencia. Para el modelo


de educación dominante ellos conforman una "demanda" que no podrá ser satisfecha en los términos tradicionales de "formación de recursos humanos" para incorporar al circuito de producción-consumo de diferentes bienes y servicios. El que, por otra parte, antes que señales de querer recibirlos, muestra claros signos de expulsión de los "excedentes". Para el habitus institucional, ese espacio social popular y su cultura aparecen como un vacío a llenar con discursos provenientes de la cultura ilustrada y el saber científico, esgrimiendo el objetivo manifiesto de "elevar" el nivel de las masas con miras a la calificación de la mano de obra que requiere el paradigma de modernidad. En esa autoasignada misión civilizatoria, coinciden históricamente izquierdas y derechas, según sus respectivas perspectivas ideológicas, encubriendo así una de las más sutiles modalidades de descalificación de lo otro, ajeno o contradictorio en relación al corpus cultural que se pretende hegemónico. Al negar especificidad y derecho al habla a las culturas populares nacionales, se las trata de reducir a mero acervo folklórico, deslegitimándolas como prácticas culturales vivas, legalizando los procesos interrelacionados de expropiación y penetración de los cuales son objeto. En este campo de producción, social significante donde junto a elementos espúreos, existen saberes y prácticas de un elevado potencial liberador, la comunicación y la educación populares encuentran no solamente la posibilidad de efectuar importantes - aportes, sino también la de enriquecer sus propias potencialidades teóricas, metodológicas y prácticas. Sobre la base de ese intercambio, que hace a una de las principales exigencias que plantea la actual coyuntura, tal es la preservación y dinamización de la diversidad cultural como factor insoslayable de un desarrollo integral, será factible construir la matriz del proyecto histórico alternativo. Este es el significado que, en mi concepto, tiene el término comunicación alternativa: la puesta en marcha de un modelo comunicacional y cultural superador del dominante, en el marco de un proyecto histórico de cambio social. -Laclave del desarrollo no es sólo técnica y económica, sino también cultural -apunta PaulHenri Chombart de Lauwe- Esto significa que la imposición de modelos técnicos (y económicos) por parte de los países más avanzados de la civilización industrial, se opone a la diversidad de culturas. Ahora bien, la diversidad de culturas es fuente de libertad y de creación, tanto en el plano técnico como en los demás aspectos de la existencia (...) el desarrollo económico implica opciones que corresponden a las aspiraciones y a las necesidades, a los sistemas de representación y de valores de cada cultura ( ... ). Los especialistas aún tienen mucho que aprender de aquellos para quienes pretenden trabajar, pero ¿se lo permitirá su filosofía. 11 Generar la conciencia de la necesidad de fomentar en el terreno teórico -práctico, la diversidad cultural e implementar modelos comunicacionales alternativos, en el sentido arriba señalado, supone estar promoviendo ya un trascendente cambio. Todo ello lleva a considerar de manera particular los dispositivos y normas que regulan los intercambios culturales. Esto es, los procesos de generación, selección, incorporación, acumulación de componentes culturales, como parte sustantiva de las prácticas discursivas de la educación popular. SISTEMAS CONSTRUCTIVOS CULTURALES Y DIVERSIDAD CULTURAL COMO FACTOR DE CAMBIO SOCIAL La mayor parte de los estudios que han encarado el tema de la comunicación masiva -y en particular de la televisión desde el enfoque cultural inaugurado por la escuela de Frankfurt- abordaron a la llamada cultura de masas o para las masas, con un desprecio elitista hacia la modalidad discursiva, tal como se lo hiciera con respecto al cine a principios de siglo. A la "cultura de masas" se le adjudica así un carácter antagónico en relación a la denominada cultura ilustrada y una intencionalidad de mera degradación de las culturas populares nacionales. En América Latina son recientes los esfuerzos por tratar de dilucidar las interconexiones entre lo popular y lo masivo -cabe destacar aquí el aporte de Jesús Martín Barbero-12 y todavía no se vislumbran mayores elaboraciones que intenten verificar los nexos entre este último campo y el de la "cultura ilustrada". El bagaje teórico con que contamos en este terreno es fragmentario y resulta insuficiente para encarar la repercusión de los fenómenos derivados de la expansión de las nuevas tecnologías electrónicas audiovisuales, amén de responder en sus grandes líneas al pensamiento generado en los países centrales, cuya problemática comunicacional y cultural es otra. De ello se sigue una división del


universo cultural en compartimentos tales como: cultura ilustrada, cultura de masas y culturas populares cuando no se asimilan estas dos últimas categorías a una según un esquema vertical que impone una jerarquización implícita basada en la comparación, de carácter generalizador-abstracto, entre productos a partir de sus componentes semánticos. Se confunde de este modo la noción de cultura con la de manifestaciones artístico -culturales y se deja de atender al hecho de que las prácticas culturales son eminentemente prácticas políticas, sólo posibles de dimensionar si se las vincula dialécticamente a las condiciones de su producción social significante. Si siempre han sido vanos los intentos por encontrar productos o manifestaciones artístico-culturales en estado puro e incontaminado, mucho más lo son a partir de las mutaciones que impone la transnacionalización de la cultura de la mano de las nuevas tecnologías. Lo único factible de jerarquizar, entonces, más que los productos, son los nexos que vinculan a las distintas prácticas político -culturales en un momento histórico determinado. Aquellos, mantendrán entre al diferentes grados de oposición o interpenetración según la correlación de fuerzas imperante en el contexto de esos vínculos y su valor podrá determinarse en virtud de las experiencias sociales y proyectos históricos que definen un significado en función de las prácticas político-culturales impulsadas. Por consiguiente, cabe hacer una distinción entre Sistemas Constructivos Culturales (SCC)13 en lugar de hacerla entre productos culturales, ubicando a estos en el marco de la dialéctica dada por la lucha por la hegemonía entre un campo cultural dominante y otro dominado. Conforme a este enfoque, distinguimos entre dos SCC -dominante y dominado- de los cuales se siguen prácticas y dispositivos reguladores de los procesos de generación, selección, incorporación, acumulación cultural, cualitativamente distintos. El primero comprende a los productos de las denominadas cultura ilustrada y cultura de masas y el segundo a los de las culturas populares nacionales, dominadas. Interesa, así, desentrañar las características de esas prácticas y dispositivos y las funciones ideológicas que ellos cumplen, atendiendo a las combinaciones entre dominación y hegemonía en un contexto de elevada heterogeneidad social que da por resultado un campo simbólico altamente fragmentado, como es el caso de América Latina. Esto implica que no todo lo dominante posee la facultad de hegemonizar, del mismo modo que ¿no se puede confundir la ideología del poder con el poder de la ideología?. El concepto de ideología requiere ser ubicado en su doble significado, ya que como dimensión constitutiva de la cultura que se materializa en las prácticas discursivas no la podemos entender en el sentido marxista clásico, o sea en tanto mera representación ilusoria de la realidad. Si bien resulta impensable cualquier tipo de representación desapegado de un orden estructural concreto, las clases dominantes y las dominadas llevan a cabo esa operación en determinado momento. Las primeras cuando pretenden hacer de su ideología una verdad universal, atemporal, absoluta e inmutable aplicable a todo espacio social-histórico. Las segundas cuando, como producto de su experiencia social de opresión y-de la práctica de resistencia a ella, llegan a formular una utopía a manera de construcción teórica o proyecto futuro que actúa como ideal, orientando las acciones de los individuos, clases y sectores, con el fin de superar las relaciones de dominación. Esta función utópica de lo ideológico no puede considerarse fantasmagoría o falsa conciencia ya que se estima como probable su realización en el marco de una praxis transformadora que demuestra su viabilidad o induce a reformular las propuestas, confiriendo sentido a las acciones humanas. En este último plano, la ideología es un componente dinamizador por excelencia de la cultura en su doble posibilidad de imaginar los perfiles de una sociedad ideal que es la negación de condiciones históricas concretas y de orientar las prácticas político-culturales hacia esa meta. Por ello es factible distinguir en lo ideológico dos funciones diferentes: una justificatoria -representación ilusoria- y otra utópica; la primera tiende a la reproducción, la segunda al cambio. El hecho de que en las prácticas discursivas puedan aparecer combinadas en diferentes grados y niveles, no impide reconocer la preeminencia de una o de otra. Más allá de los rasgos distintivos de los productos, la "cultura ilustrada" y la "cultura de masas", comparten -dentro de cierto margen de contradicciones- un SCC y una función de lo ideológico que apuntan: a la reproducción material y simbólica del poder hegemónico, a la neutralización de las formas de conocimiento y prácticas culturales que podrían significar la emergencia de corpus cultura-', les impugnadores de la dominación, a la cohesión social de las clases dominantes y al enmascaramiento de los antagonismos sociales, presentándolos como "diferencias" estético-culturales."


Los dispositivos de ese SCC dominante -en sus vertientes ilustrada y masiva- se rigen por el imperativo de dominación de lo otro, ajeno contradictorio al propio corpus. Su nula tolerancia a la diversidad de las manifestaciones culturales es también intolerancia a la existencia de pluralidad de mecanismos de procesamiento y canales de difusión cultural. Ella se manifiesta por la incorporación de componentes provenientes de diversos espacios geográficos y socio-culturales, pero de manera subordinada al corpus hegemónico; esto es, resemantizándolos y refuncionalizándolos para asimilarlos a la función ideológica de reproducción. Desde esta óptica, universalizar productos culturales significa simultáneamente, generalizar los dispositivos que rigen los procesos de generación, selección, incorporación, acumulación artístico-cultural, mediante la imposición de una división del trabajo propia del SCC dominante, como si se tratara de una exigencia técnica de cada campo de producción significante. Este, más que los "contenidos" concretos de los productos es el rasgo depredador esencial de dicho SCC. La trayectoria de la civilización occidental expresa ese ideal de hegemonía al instaurar criterios de universalidad que remiten a la categoría de dominación -de lo considerado "subalterno" por lo "superior", según una clasificación técnico-estética entre productos de carácter enmascarador- antes que la de Pluriculturismo. La vertiente masiva del SCC dominante, en su fobia a la diversidad, el cuestionamiento, la complejidad de lo real, su obsesión por imponer el habitus del consumo, codifica una voluntad límite de afirmación de esa trayectoria, en lugar de constituir su negación como a veces se pretende desde los enfoques "culturalistas". La vertiente ilustrada encubre esa misma fobia con la coartada de la estética, consagrando la diferenciación social como garantía de jerarquía artística. Otra característica del SCC dominante es que la producción simbólica está en manos de especialistas, tanto en lo que hace a los productos concretos, cuanto a la priorización de determinados canales de circulación de los mismos para cada campo de producción y a la institucionalización de mecanismos de apreciación -función de los críticos y determinación de espacios de consumo. Con ello establece implícitamente dispositivos para la consagración y la interdicción y organiza a los espacios de recepción -claramente diferenciados de los de emisión y entre sí- según la división en clases de la sociedad, constituyéndolos en mercados donde la lucha por lá apropiación-consumo adquiere rasgos alienantes, en tanto los productos se transforman en mercancías-fetiches. El predominio del valor de cambio sobre el valor de uso, señala la escisión operada entre práctica social integral y práctica cultural; entre arte y vida. El SCC dominado, que rige a las culturas populares nacionales, funciona exactamente a la inversa y en ello reside el rasgo distintivo básico de dicho campo cultural. Por tal motivo, tratar de definir la categoría de culturas populares lleva a identificar los dispositivos comunes a un SCC dominado, permitiendo un análisis que trasciende los límites impuestos por los productos concretos, en general altamente mixturados. Entonces, más que constatar el sincretismo que embarga a las manifestaciones de las culturas populares nacionales, importa poner de relieve las causas que lo originan y las funciones que el mismo cumple dentro del espacio social popular. Es posible afirmar que, en términos generales, dicho SCC carece de la congruencia que da el ejercicio del poder para jerarquizar el universo cultural, ante el carácter polisignificante de las manifestaciones artístico -culturales, en la medida que las relaciones sociales jerarquizadoras no surgen naturalmente de su seno, sino que le son impuestas. Este rasgo distintivo ha hecho pensar a muchos estudiosos que este campo se rige por dispositivos de carácter científico, prelógicos o espontáneos, lo cual invalida la posibilidad de otras formas de conocimiento fuera de la racionalidad, tal como la entiende la cultura occidental. Sin embargo, el hecho de que los sectores populares oprimidos incorporen a su corpus cultural componentes contradictorios puede interpretarse de manera muy diferente, a saber: Los procesos que van de la generación y selección a la acumulación cultural, se orientan por un SCC que para la generalización de pautas actúa gestando bases de legitimidad a partir de formas participativas colectivas, donde el intercambio de roles entre emisores y receptores es la norma rectora. Práctica cultural y práctica social integral no están escindidas, del mismo modo que predomina el valor de uso sobre el valor de cambio. Los componentes contradictorios incorporados cumplen, en la mayor parte de los casos, como nos lo demuestra la historia cultural de América Latina, una función ligada a la supervivencia de un patrimonio


avasallado que necesita recurrir a formas enmascaradoras para poder subsistir. Culturas a la defensiva"' es el término que caracteriza acertadamente a esa situación. La conservación del propio patrimonio cultural, aunque bajo formas "impuras" o sincréticas, ¿cumple una función resistencial y enriquecedora al margen de la voluntad conciente de sus actores, toda vez que sirve de valla a log procesos combinados de expropiación y penetración que se llevan a cabo desde la cultura dominante. En ese peculiar funcionamiento del SCC del campo popular, no sólo subyace la única posibilídad de responder a necesidades que no son satisfechas por la cultura dominante, sino también y fundamentalmente, un dispositivo democratizador por excelencia de las relaciones culturales que posee valor intrínseco. Esto equivale a decir que estamos ante un SCC que no actúa guiado por fines de dominación de lo otro, ajeno o contradictorio a su propio corpus, por lo que posee una elevada facultad de tolerancia a la diversidad de manifestaciones, indudablemente ligada a la pluralidad de mecanismos de procesamiento y difusión cultural. Hecho que supone la presencia de modalidades de hacer, sentir y pensar -es decir de cultura- de las que se han desterrado las prácticas opresoras. En esa práctica político-cultural que va de la resistencia a la liberación, se forja la matriz de una nueva conciencia cultural indispensable para todo proyecto que apunte al cambio social y al establecimiento de una sociedad basada en los valores de participación, tolerancia, solidaridad, donde la praxis humana se conciba en términos integrales, y pueda restituirse la unidad entre arte y vida, ética y política. De allí que la incorporación de componentes de la cultura dominante que hacen los oprimidos exige ser vista de manera dialéctica. Desde esta perspectiva él campo de las culturas populares nacionales es aquel en el cual se procesan y constituyen, en un proceso permanente y dinámico, las identidades culturales nacionales. Ellas remiten a la memoria histórica de la lucha entre lo dominante y lo dominado -de la cual las culturas populares conforman el escenario privilegiado y a la gestación de un proyecto liberador del espacio popular nacional. Así, las prácticas y componentes político-culturales provenientes de diversos contextos socio-históricos, seleccionados en virtud de sus potencialidades liberadoras en lo político, cultural y social, que se incorporan de manera apropiada forman parte de las culturas populares nacionales de igual manera que los componentes autónomos.19 EL VIDEO EDUCATIVO POPULAR COMO NUEVO CAMPO COMUNICACIONAL A MODO DE CONCLUSIONES A partir de lo expuesto es posible afirmar que la incorporación del video a las prácticas de la educación popular, implica la apertura de un nuevo campo comunicacional de insospechadas posibilidades. La multiplicación de experiencias en diversos países de América Latina muestra que el uso-del video en actividades de información, contrainformación, capacitación, expresión inaugura nuevas prácticas discursivas que a su vez señalan la emergencia de nuevos actores. No es de extrañar que sectores tradicionalmente marginados de las diversas áreas de la comunicación y la cultura dominantes, como mujeres y grupos étnicos, hayan accedido al empleo del video como herramienta para la expresión de sus demandas y la satisfacción de necesidades culturales largamente postergadas. Ello impulsa a reflexionar sobre los aspectos más relevantes de una estrategia que permita profundizar los procesos en curso. Dentro de la misma podemos distinguir dos niveles complementarios, el de las estrategias y acciones referidas al medio y el de las dirigidas a otras áreas que pueden incidir de manera definitoria en el modo en que aquel se inscribe en la comunidad, a fin de no trasladar habitus profesionales e institucionales de carácter disruptivo. En este último aspecto cabe subrayar que la inserción del video en el campo de las culturas populares nacionales implica su inclusión dentro de un SCC regido por normas y dispositivos cualitativamente distintos de los que guiaron el desarrollo de la modalidad discursiva en la mayor parte de su trayectoria. Esto lleva a considerar con especial atención la necesidad de realizar estudios previos sobre las características y el funcionamiento de esos dispositivos en cada contexto de recepción, los cuales deben acompañarse de análisis sobre otras formas de comunicación y modalidades discursivas previamente existentes. En general


el video es un medio que viene a agregarse a otras formas de comunicación preexistentes; oral, interpersonal, escrita, música, canto, teatro, etc. El conocimiento de ese patrimonio cultural y comunicacional aparece como tarea imprescindible a fin de que la nueva modalidad discursiva, lejos de convertirse en hegemónica, contribuya a impulsar las modalidades preexistentes y otras nuevas. Si aceptamos como válida la hipótesis de que la diversidad de contenidos culturales es indesligable de la existencia de pluralidad de modalidades de procesamiento y canales de difusión, contribuir al enriquecimiento del campo cultural popular significa estimular dicha pluralidad. De otro lado tenemos que en plena civilización de la imagen nuestras poblaciones son analfabetas en términos audiovisuales y esto comprende no sólo a los sectores populares, sino también a otros, incluídos los docentes. Conocer el funcionamiento de las gramáticas de reconocimiento en relación a distinto tipos de mensajes, ayuda tanto a la formulación de los nuevos, como a detectar dispositivos básicos del SCC dominado. Esta tarea la percibo como indesligable de la actividad "alfabetizadora", la cual supone transferir los conocimientos técnicos, tecnológicos, y conceptuales que en el terreno teórico -práctico ayuden por igual a establecer mecanismos de lectura críticos de los mensajes deseducadores que circulan profusamente y a una apropiación de la modalidad discursiva por parte de los, hasta ahora, receptores de la misma. En el contexto de la revolución tecnológica que está teniendo lugar, propiciar estrategias semejantes constituye quizás la única manera de poder hacer frente a los procesos concentradores y centralizadores que desde ella se impulsan. Además la multiplicación de iniciativas descentralizadas y relativamente autónomas de comunicación -y la probable interconexión a futuro entre ellas, a nivel nacional, subregional y regional- se constituye en uno de los principales factores que, de manera indirecta, puede inducir cambios en el panorama de la comunicación dominante. De allí que, las inexistentes políticas nacionales de comunicación y cultura 20 que tanto necesitan nuestras sociedades, en lugar de esperarse como una generosa dádiva hecha "desde arriba", podrán comenzar a gestarse desde la articulación de esas iniciativas. En su carácter de grupos de presión demandantes de las mismas y de redes capaces de implementar políticas propias en la práctica, las organizaciones populares pueden llegar a tener un papel protagónico en este terreno vital de lucha por la hegemonía, hoy monopolizado por los sectores político-tecnocráticos que procuran la reproducción de su poder. De lo anterior se seguirán, no como consecuencia fatal sino como producto de un proceso concientemente orientado, innovaciones en las gramáticas de producción y en la generación de códigos de verosimilitud, en cuanto a las estrategias y metodologías referidas al medio. Si forjar credibilidad hacia sus discursos, con miras a gestar las bases de consenso con respecto a un proyecto histórico -de dominación- es una función sustantiva que cumple el modelo televisivo dominante, la creación de un modelo alternativo tiene que contemplar desde otra perspectiva esta cuestión. El establecimiento de modos de producción apropiación autogestivos, aparece así como exigencia ética -dar acceso al habla a quienes han sido privados del mismo-; político-ideológica -sentar bases más equitativas para la disputa por la hegemonía y dinamizar los procesos conducentes a establecer un nuevo proyecto histórico-; estratégica -asegurar la continuidad y el perfeccionamiento de los procesos de educación, organización y desarrollo integral que la comunicación articula- y metodológica -garantizar la congruencia entre el qué y el cómo se comunica, dando respuesta al problema que plantea la estrecha vinculación entre modos y relaciones de producción-apropiación y los diversos niveles de formulación discursiva-. De esta manera, la gestación, selección, acumulación de nuevos códigos de verosimilitud, hecha desde la perspectiva del SCC popular, según los dispositivos propios de este, pone en evidencia que el tema de la credibilidad es un problema de los emisores, cuando el proceso comunicacional se lleva a cabo desde fuera del campo socio-cultural al que se dirige. A la inversa, cuando emisores y receptores son partícipes de un proceso horizontalmente compartido, la elaboración de gramáticas de producción y gramáticas de reconocimiento, códigos de verosimilitud y mecanismos de credibilidad no son más que instancias interrelacionadas del mismo. La recuperación de la memoria histórica y de las identidades culturales regionales y nacionales, se presenta como una tarea insoslayable de las prácticas de la educación popular entendida en su sentido integral, que puede encararse paralelamente a la de responder a necesidades perentorias detectadas, en materia de capacitación y enseñanza en aspectos puntuales.


A partir del uso del video en relación a las necesidades de los sectores populares de América Latina se está forjando un rico patrimonio de experiencias, prácticas y materiales cuya difusión en los grupos de base se hace imperiosa a los efectos de promover un verdadero intercambio de conocimientos. Nutrir a la enorme cantidad de grupos nucleados en torno a proyectos de comunicación popular que emplean diversos medios, con dichos materiales abriría un nuevo horizonte a la actividad de producción y, por supuesto, a la de difusión. Es cierto que para ello tropezamos con muchos problemas de tipo económico, pero también lo es que los niveles de organización e intercomunicación alcanzados hasta el momento dejan mucho que desear y las razones no son exclusivamente las carencias materiales. No podemos desconocer la tendencia a impulsar procesos perversos dada por los habitus profesionales e institucionales que no han sido suficientemente analizados y explicitados a fin de superarlos. Entiendo que existen procesos perversos cuando prevalecen las tendencias competitivas por encima de las razones que plantea la exigencia de un trabajo solidario y mancomunado y sobre todo, cuando las necesidades de los sectores populares son respondidas desde la perspectiva de los intereses político-ideológicos y culturales de los especialistas, quienes se autoasignan la capacidad de decisión sobre qué y cómo se comunica. Las interpretaciones mesiánicas de las demandas populares van siempre acompañadas de procesos de expropiación de la palabra y de imposición de pautas culturales, de conductas de sustitución y subrogación, muchas veces motivadas en urgencias por obtener resultados "mostrables" y otras por ignorancia de la dinámica que rige a las culturas populares. Por tales motivos, redefinir el rol de los especialistas y, consiguientemente, los perfiles del profesional que el nuevo campo reclama son problemas que se vinculan a lo arriba expuesto. De igual manera creo que es un tema de reflexión la existencia de especialidades compartimentadas y sin mayores vinculaciones entre sí, heredada de la dinámica educativa de los sistemas formales. La conformación de los equipos de trabajo y de las áreas que manejan -y por lo tanto de las que quedan vacantes- refleja esa compartimentación, amén de que la necesaria multidisciplinariedad pocas veces lleva a verificarse en la práctica de manera satisfactoria. En este sentido estimo que docencia, investigación y producción de materiales audiovisuales son tres áreas que deben trabajar en estrecha vinculación, promoviendo procesos de mutuo enriquecimiento. Pero sucede que -de acuerdo a mi experiencia, siempre relativa- la investigación comunicacional marcha por un lado y la práctica por el otro; los productores menosprecian a los comunicólogos y viceversa. Los docentes, por su parte, no han recibido formación alguna en cuanto al manejo de medios y por lo tanto desconocen, salvo excepciones, las posibilidades de un uso creativo de los mismos. El excesivo énfasis puesto en la tecnología y la orientación actual de las escuelas y facultades de ciencias de la comunicación, son elementos que obstaculizan los cambios, en el sentido apuntado. Encontrar las vías que permitan compensar estas deficiencias en la práctica actual y plantear alternativas para superarlas en el mediano y largo plazo, se enmarcan dentro de una labor propositiva y de concientización que es paralela a las actividades concretas dentro del campo, en el entendimiento de que este es el terreno en el cual germinan los brotes de un nuevo modelo comunicacional, educativo y cultural. Los desafíos son tan grandes como las potencialidades a desarrollar, sin embargo son mayores los riesgos de no asumirlos, porque transitar este camino venciendo los obstáculos, significa -y aquí recuerdo a Freire- estar en y con el mundo, nuestro mundo. Es decir, nuestra específica historicidad, aportando a su reinterpretación en tanto pasado y presente y a su construcción en cuanto futuro. Notas. 1. Término acuñado por Iván Illich, en el mismo sentido que da Marx al concepto mercancía. Véase en -Después de la escuela ¿qué?, Ivan Illich y otros. Ed. Nueva 1982. 2. Néstor García Canclini, Desigualdad cultural y poder simbólico; la sociología de Escuela Nacional de Antropología e Historia, Instituto Nacional de Antropología e México, 198ó, 3. Ambos conceptos obedecen a Mabel Piccini.

fetichismo de la Imagen. México, Pierre Bourdieu; Historia, Mimeo,


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Véase en: Sobre la producción discursiva, la comunicación y las ideologías, Cuadernos del TICOM, Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco, México, 1983. Concepto teórico debido a Eliseo Verón, en Mabel Piccini, op. cit. Alcira Argumedo, Un horizonte sin. certezas; América Latina ante la revolución cien tífico-técnica, Puntosur Editores, Buenos Aires, Argentina, 1987. "El concepto de desarrollo integral está fundamentado en una visión de la sociedad como un todo global en el cual las partes o sectores se articulan en una unidad compleja, cuya significación definitiva es producto de las mutuas influencias de todos esos sectores. Desde esta perspectiva teórica, la concepción de que sólo los procesos económicos serían responsables finales del empuje dado al desarrollo luce como un planteo aberrante". García Pince Evangelina, América Latina y el Caribe; comunicación y cultura como partes del desarrollo integral, Revista Culturas, Vol, VI, No. 3, UNESCO, París, 1980. Para el concepto de campo cultural véase: Pierre Bourdieu, Campo intelectual y proyecto creador, en Problemas del estructuralismo, varios autores, Siglo XXI, México 1984. También en García Canclini, op. cit. Adriana Puiggrós hace una caracterización del Discurso de la Instrucción Pública y su evolución a lo largo de la historia pedagógica de América latina, en: La educación popular en América Latina; orígenes, polémicas y perspectivas. Editorial Nueva Imagen, México, 1984. Tehranian Majid, Comunicación y desarrollo internacional, algunas consideraciones teóricas, en Revista Culturas, volúmen citado. Los días de la comuna; filosofando a orillas del río, Horacio Gonzáles, compilador. Actas del Congreso Nacional de Filosofía y Ciencias Sociales realizado en la Comuna de Puerto Gral. San Martín del 5 al 8 de noviembre de 198ó. Punto Sur Editores. Véase intervención de Mario Casalla, Panel: "Los diversos sentidos de la modernidad en los procesos políticos y sociales". Chombart de Lauwe Paul-Henri, Crisis económicas y culturas innovadoras, Le monde diplomatique, México, marzo de 1984. Véase, Barbero Jesús Martín, De los medios a las mediaciones; comunicación, cultura y hegemonía, G. Gil¡, Barcelona, España, 1987. El concepto de Sistema Constructivo Cultural alude a los modos y relaciones sociales de producción apropiación -y consiguientemente, las normas y dispositivos que regulan los intercambios- que rigen dentro de un campo cultura]. Ellos involucran prácticas político-culturales y concepciones de lo cultura] que orientan los procesos de generación -selecciónincorporación - cumulación en una determinada direccionalidad; es decir, que comprenden también un nivel ideológico, en el sentido que da Verón a este concepto. Velleggia Susana, ¿Qué onda con la televisión mexicana?; análisis preliminar de la programación televisiva del Distrito Federal. Universidad Nacional Autónoma de México, México 1983. (mimeo). Piccini Mabel, op. cit. Marx Carlos y Engels Federico,La ideología alemana, Ed. Pueblos Unidos, Montevideo, Uruguay, 1978. Althusser Louis, Ideología y aparatos ideológicos del Estado, Siglo XXI, México, 1974. El doble sentido del término ideología lo introduce Karl Mannheim en 1919, en su libro Ideología y utopía. Véase: Ideologie et utopie, Marcel Riviere, París, Francia, 195ó. Citando a Bourdieu, señala García Canclini, "Este efecto ideológico es producido por la cultura dominante al disimular la función de división bajo la de comunicación. La cultura que une al comunicar es también la que separa al dar instrumentos de diferenciación a cada clase, la que legitima esas distinciones obligando a todas las culturas (o subculturas) a definirse por su distancia respecto de la dominante". Véase Anibal Quijano, Cultums y dominación, en Teorías de la dependencia, Monte Avila Editores, Caracas, Venezuela, 1975. Guillermo Bonfil Batalla distingue cuatro categorías culturales, según quien tiene la capacidad de decisión sobre los recursos culturales.


1) Cultura autónoma, donde los elementos y recursos culturales concretos están bajo control de un grupo (pueblo) y a partir de la cual se dan los procesos de resistencia, innovación y apropiación. 2) Cultura impuesta, cuando ni los elementos culturales, ni las decisiones para su incorporación están bajo control del pueblo considerado, Este sería el caso del colonialismo, 3) Cultura apropiada, es el caso en que el pueblo puede poner bajo su control (mediante procesos de resemantización y refuncionalización efectuados desde la perspectiva de la cultura autónoma) los elementos ajenos que incorpora. 4) Cultura enajenada. Esta es una cultura en la cual los recursos culturales forman parte del grupo, pero este ha sido privado de su capacidad de decidir sobre ellos. Para el autor: "Cultura autónoma y cultura apropiada integran el campo de la cultura propia. Cultura impuesta y cultura, enajenada constituyen el ámbito de la cultura ajena. El punto crítico está en quien toma las decisiones sobre los recursos, es decir, quien ejerce el control cultural. Lo propio y lo ajeno son categorías históricas, dinámicas, cambiantes en su extensión y contenidos concretos, porque son la expresión de una correlación de fuerzas opuestas, de tendencias y procesos encontrados". Políticas culturales en América Latina, varios autores, compilador Néstor García Canclini, Grijalbo, México 1987. 19.Ibidem. 20. Véase: Luis Ramiro Beltrán, Políticas nacionales de comunicación en América Latina, los primeros pasos, Revista Nueva Sociedad, No. 25, julio-agosto 197ó, Ed. Comunicación de masas, Caracas, Venezuela,


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