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EDITORIAL Presentamos en esta ocasión un conjunto de valiosos ensayos que hemos querido reunir bajo el tema RADIO Y PROCESOS SOCIALES EN AMERICA LATINA. Ciertamente no se trata aquí de una exposición exhaustiva de los procesos, espacios y experiencias más significativas acumulados en América Latina en relación al uso de la radio, ya que ello sería casi imposible. La muestra da cuenta de la presencia gravitante de la radio en la región, presencia que en algunos casos ha llegado a ser factor indispensable en los procesos de socialización e integración producidos en varios de nuestros países. La radio puede dar testimonio no sólo de su vinculación con lo social sino también con los pulsos económicos, políticos y culturales. En suma, la radio ha jugado y juega un rol trascendente en los esfuerzos por el desarrollo y la democratización en América Latina. Y este es un logro en el que se ha colocado mucho más allá que cualquier otro medio de comunicación. Conocer (reconocer) estos procesos resulta, en consecuencia, una clave para pensar (repensar) los nuevos retos que debemos asumir los comunicadores latinoamericanos en respuesta a la coyuntura que hoy se vive en el mundo, y en particular en nuestros países, en materia de la Comunicación Social.

Walter Neira Bronttis Director


CIRCUITO INTERNODE AUDIO: UN DESAFÍO PARA LA INTEGRACIÓN DE LA EMPRESA MODERNA André Barbosa Filho Cuando fui invitado por el TRANSLOR -Compañía Transportadora de Vehículos con sede en Sao Bernardo do Campo- para colaborar con el proyecto de animación cultural de la empresa, especialmente en la confección de programas radiofónicos (vamos a llamarlos así) pude desarrollar algunas ideas alimentadas a lo largo de mi carrera como radialista y transformarlas en realidad palpable. La idea tradicional del «house organ» traducida en algunas páginas impresas (en muchos casos con un alto grado de perfección) siempre me provocó una cierta disconformidad cuando las observaba como la única opción en la búsqueda de una vía adecuada para lograr agilidad en la comunicación interna dentro de cualquier empresa o institución. Sin llegar a un análisis profundo acerca de estas publicaciones tan difundidas en nuestro medio, veo en ellas a veces cierto distanciamiento de la realidad de los trabajadores, de su universo de conocimiento, y veo estos vehículos como portadores de discursos que reflejan sólo el posicionamiento de la propia empresa o institución a través del pensamiento de su directorio y/o responsables. Por otro lado, hemos asistido en estos días a un gran desarrollo del llamado «canal interno de televisión» que, a pesar de su alto costo de implantación y mantenimiento, produce resultados sorprendentes en la lucha por una comunicación interna dinámica e instantánea. El profesional Roger Cohen en su Comunicaçao Empresarial (best seller, S. Paulo,1990, pags.120-121) refuerza la importancia de estas centrales de video al ser utilizadas para «...emitir comunicados oficiales de la empresa...», «... producción de un teleinformativo periódico sobre asuntos de la empresa, funcionarios y gerentes...», «...emitir video clips de entrenamiento ...» etc. En nuestro medio se pueden ver varios ejemplos de proyectos de video empresarial, algunos de gran éxito. Pero ¿y el audio empresarial? El propio Cohen menciona en su trabajo ya citado, en la página 121, que «...se puede usar el sonido, esto es fácil, sólo hay que unir los monitores y mantener la cámara fija en el logotipo de la empresa...» mientras expone las posibilidades del uso del canal interno de televisión. ¿Y usar el sonido eliminando las imágenes a las cuales estaba atado desde su concepción? Qué increíble es percibir la ingenuidad de algunos al despreciar el universo de los sonidos por sí solos, basados únicamente en el magnetismo hipnótico del video y su brillo esplendoroso. El sonido nació como manifestación completa. La voz humana y sus códigos se han convertido en un arma poderosa a lo largo de la historia. La palabra hablada, como describe Marshall McLuhan en su Os Meios de Comunicaçao como Extensoes do Homem (Cultrix, S. Paulo, 1964, pág. 98) «... como extensión, manifestación o exposición de todos nuestros sentidos a un solo tiempo, ...siempre fue considerada la más rica forma de arte humana pues la distingue de la creación animal...» Y ha sido relegada de modo inadmisible a planos inferiores por los planeadores de los medios, gerentes de marketing, diseñadores, redactores, etc.


Su estructura diferencial, ligando directamente el emisor al receptor por una cadena invisible de emoción, configura no sólo el rescate consciente de estructuras lejanas de obtención del conocimiento, sino que se obtiene un alto índice de participación del oyente. La riqueza del lenguaje sonoro fue «profesionalizada» con el advenimiento de la radio. En los gloriosos años del 30 y el 40 este vehículo conoció la primacía y las inversiones eran abundantes. Logró acumular una amplia gama de productos creativos que más tarde serían la médula de la incipiente programación televisiva de los años 50. Por la pérdida de interés, mucho en razón de lo «nuevo», de lo «más completo», la radio se desvaneció. Le quedó la nostalgia de los años dorados y el baldón de lo obsoleto. Con el transcurrir del tiempo, no obstante y debido en gran parte a la perseverancia de algunas y al alto costo de otros vehículos, la radio pasó a ser recordada nuevamente. La tecnología madrastra había dejado un legado que sería la razón de su sobrevivencia: el transistor. La instantaneidad, el inmediatismo, marcan el periodismo radiofónico por excelencia. Las ilustraciones en las locuciones deportivas garantizan a las irradiaciones el toque, aunque algunas veces el realismo de la constatación «in loco» no alcanza. La música, cuya materia prima es el sonido, se casa con la transmisión sonora de manera total. El uso de la frecuencia de ondas específicas cuyas bandas garantizan físicamente mayor fidelidad sonora traen nuevo aliento. Son las frecuencias moduladas. No obstante, en medio de esta intensa batalla no se puede decir que la radio se recuperó. El vehículo, aunque reconocido como el de mayor penetración en Brasil, con presencia confirmada en el 80% de los hogares nacionales, aún no es explorado en todas sus posibilidades. Faltan profesionales en el área de programación, faltan redactores y productores. Y eso se refleja en la imagen del vehículo visto por los inversionistas como un medio de apoyo, de sustentación de campañas, nunca como un conductor de informaciones autosuficiente, que tenga entre sus características cualidades no comparables a ningún otro medio conocido. Por esta razón la radio recibe apenas el 5% de la inversión publicitaria en Brasil. Sí existen razones económicas para explicar la asignación de esta ínfima tajada del bolo publicitario. A final de cuentas, la radio habla a la población de bajos ingresos, a aquellos que reciben menos de cinco salarios mínimos mensuales. Pero los políticos no se olvidan de la cajita maravillosa que encanta, entretiene, informa y educa a billones de individuos de este planeta. Muchos le deben a ella los puestos que ocupan. Entonces ¿qué está sucediendo? Cuando una empresa llama a un profesional de radio para un proyecto de audio cuyo objetivo es entrenar a sus funcionarios esto causa mucha alegría. Primero, por lo inusitado. Segundo, porque ésta es la oportunidad de mostrar toda la fuerza de un sistema que, si es utilizado correctamente, traerá beneficios a todos. En este caso se trata de un programa radiofónico mensual, pregrabado, con formato establecido según los criterios de producción encontradas en programas transmitidos por emisoras de carácter popular en


los grandes centros, con un presentador adecuado al «target» (camioneros propietarios o no de sus vehículos, y que prestan servicios como empleados dependientes o autónomos a la TRANSLOR), mucha música, pasatiempos, promociones y principalmente, informaciones pertinentes a la mejora de la calidad del servicio de esos profesionales, a través de indicaciones objetivas que se traducen en una condición digna de trabajo, como apoyo social, mensajes sobre seguridad en las calles, cómo cuidar convenientemente de su salud y de la carga durante el trayecto que deben recorrer. El programa es distribuido en casetes a todos los camioneros, quienes además de llevarlo consigo en sus viajes, también lo escuchan con la familia. La Radio Translor, como denominamos este proyecto integrado a un proyecto mayor promovido en el área de Recursos Humanos por la empresa, viene teniendo una acogida satisfactoria entre los trabajadores porque la relación establecida obedece a los siguientes criterios: a) las informaciones transmitidas tienen el objetivo de apoyar su actividad profesional, caracterizándose como un proyecto efectivo de adiestramiento; b) no se aborda temas salariales pues creemos que existen otros vehículos más adecuados para esta discusión, como el contacto directo entre empresa/empleados o vía el sindicato. El riesgo de manipulación por cualquiera de las áreas envueltas debe ser evitado, pues existe el peligro de una pérdida irrecuperable de credibilidad. c) obediencia al lenguaje radiofónico: uso de elementos sonoros de alta estimulación, como viñetas, fondos musicales, utilización de entrevistas en estudio o por teléfono con especialistas, artistas y con los propios empleados al lado de los directores de la empresa. Los resultados de esta experiencia están siendo evaluados concienzudamente en función de sus objetivos, que son disminuir los accidentes y averías con la carga, así como también evitar los retrasos en la entrega de los productos, alcanzando la meta de eficiencia y puntualidad. Todo a un costo relativamente bajo, si se compara con el de otros medios. Mas es evidente que las ideas no se quedan en esto. Está naciendo la radio de los Trabajadores, órgano ligado al Sindicato de los Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo e Diadema, en el Gran Sao Paulo, que bajo nuestra orientación está realizando esfuerzos en el sentido de viabilizar al lado del proyecto ya implantado de la Televisión de los Trabajadores; su Productora de Radio. Esa productora verá de cubrir en forma centralizada, la producción de programas radiofónicos para la clase trabajadora (de forma segmentada o genérica), con formatos variados y con periodicidades distintas. En cuanto a la vehiculización de los programas propuestos, estos pueden tener: a) carácter interno - transmitidos por cable a través de cajas acústicas distribuidas en los locales de exhibición, con sonido generado por un sistema simple de audio; b) carácter externo - producidos para su posterior inserción en las programaciones de las emisoras de radio de todo el país. La idea nació como respuesta a la constante negativa de los poderes constituidos de otorgar a la Red de Comunicación de los Trabajadores un canal radiofónico. El proyecto se encuentra en fase final de implantación y presentó costos bien reducidos en su ejecución. Uno de los primeros proyectos a ser viabilizado es el Radio informativo del Sindicato de los Metalúrgicos, que tendrá una periodicidad diaria, con varias inserciones a lo largo de la jornada de trabajo, con vehiculización interna, cuyo objetivo es alcanzar a los miembros del propio sindicato, como también a


la población fluctuante de la sede de Sao Bernardo do Campo/SP, constituida por los metalúrgicos y sus familias. Esta central contará con un estudio moderno de radio, con todas las facilidades que le permitirán la producción de cualquier tipo de programa radiofónico. Otro proyecto que está siendo desarrollado con nuestra asesoría es el de la radio metodista. Nacido con la finalidad de aproximar a los diversos segmentos del Instituto Metodista de Ensino Superior en Sao Bernardo do Campo, el proyecto ve en la utilización de las técnicas del lenguaje de audio no sólo un instrumento para promover un rico intercambio de informaciones entre la dirección del instituto y los funcionarios sino también el entretenimiento y la cultura. El proyecto tiene en sí otra noble función: la de entrenar concretamente a los mejores alumnos de comunicación de la especialidad de Radio y Periodismo, los que, seleccionados a través de concurso, prestarán servicios remunerados en la Radio Interna del Instituto. La radio integrará el campus del Instituto Metodista de Ensino Superior vía cable, con puntos de audición ubicados en sus diversos locales, teniendo como objetivo principal al empleado. La transmisión será generada en un estudio ubicado en el local de la Facultad de Comunicación y tendrá una periodicidad diaria (de lunes a viernes) con 8 horas de transmisión. El entrenamiento de los alumnos será rígido, y serán preparados para que, una vez logrado el mercado interno, sean capaces de alcanzar el éxito profesional en el mercado externo. La programación atenderá las preferencias del segmento «empleados» de la institución, cuyo perfil está esbozado en la investigación realizada anteriormente. Las informaciones obedecerán al siguiente criterio de prioridad: noticias de la institución (45%), noticias de la región ABCD (35%), noticias generales (20%). La programación musical privilegiará la creación nacional en el orden de 2 a 1 en relación a la música internacional, los programas especiales serán producidos con el apoyo de los profesores de radio de las diversas especialidades de la Facultad de Comunicación del instituto. Con estos ejemplos pensamos dar una pequeña contribución a la utilización alternativa de los sistemas de audio, no sólo en lo que respecta a su utilización en empresas de carácter comercial, sino también en entidades sin fines de lucro, tales como sindicatos, asociaciones e instituciones de enseñanza. Nuestro camino en busca de futuro es arduo y a veces encontramos situaciones que nos llegan como verdaderas pruebas de abnegación y perseverancia, pero el ideal de conducir la radio al lugar que se merece nos da fuerza para hacerlo. Así como nosotros, otros profesionales también están prestando valiosa contribución para el desarrollo del vehículo. Los proyectos de audio para llevar a efecto la comunicación interna ya son una realidad. Cabe a nosotros llevarlos adelante con ideas creativas que optimicen su costo de producción y garanticen su eficacia. Alea jacta est! Artículo tomado de Comunicaçao & Sociedade, Año X - N°18, diciembre de 1991. Traducido por Ana María Cano.


CONCEPTUALIZACIÓN Y SUPERVISIÓN DE LA COMUNICACIÓN Y EL COMPROMISO ORGANIZACIONAL Dr. Federico Varona Madrid SUMARIO El propósito de esta investigación fue estudiar la conceptualización y supervisión de la comunicación y el compromiso organizacional desde la perspectiva de gerentes/supervisores y subalternos. El método de investigación usado para recoger información fue el cuestionario escrito. El contenido de las respuestas fue analizado usando la técnica del análisis de contenido. Las conclusiones más importantes fueron las siguientes: Primera, la dimensión que más se enfatizó en la conceptualización de satisfacción con la comunicación fue la calidad de la relación que existe en el proceso comunicativo. Segunda, las dos dimensiones que resaltaron como las más importantes en la definición del compromiso organizacional fueron la identificación con la misión de la organización, el deseo de realizar un buen trabajo. Tercera, el clima general de la comunicación y la comunicación con los gerentes y los supervisores fueron las áreas que influyeron más en la satisfacción o insatisfacción con la comunicación y las que los gerentes y supervisores deben atender con más cuidado. Cuarta, gerentes/supervisores y subalternos presentaron algunas diferencias en relación con los factores que ejercieron un mayor impacto, positivo o negativo, en el compromiso con la organización. Los subalternos enfatizaron más los motivadores personales, mientras que los gerentes/supervisores enfatizaron más los factores organizacionales. Finalmente, los resultados de este estudio parecen confirmar la necesidad de incluir en la conceptualización del compromiso organizacional la perspectiva de «compromisos múltiples» sugerida por Reichers (1985). INTRODUCCIÓN Durante las dos últimas décadas los conceptos de «satisfacción con la comunicación» y «compromiso organizacional» han sido dos variables que han interesado particularmente a ciertos investigadores de la comunicación organizacional (Clampitt y Downs, 1987; Putti, Aryee, y Phua, 1990). Sin embargo, son muy pocos los estudios que se han realizado sobre la conceptualización y supervisión de la comunicación y el compromiso organizacional desde la perspectiva de gerentes/supervisores y subalternos. Como resultado de esto algunas conceptualizaciones del término compromiso organizacional no enfatizan suficientemente las experiencias personales de compromiso que los individuos experimentan (Reichers, 1985). Hasta el presente los investigadores se han olvidado de preguntar directa o indirectamente a los sujetos interesados (gerentes/supervisores y subalternos) sobre sus propias percepciones y definiciones de satisfacción con la comunicación y compromiso organizacional. Por lo tanto, parece necesario para el desarrollo de la investigación en esta área, que se incluya también el punto de vista de supervisores y subalternos. Esto permitirá conceptualizar de una manera más integral los términos «satisfacción con la comunicación» y «compromiso organizacional» y determinar con más precisión cuáles son las técnicas más efectivas de supervisión en ambas áreas. MARCO TEÓRICO Satisfacción con la comunicación Las definiciones del término «satisfacción con la comunicación» han sido varias desde que el término fue introducido por primera vez por Level en 1959. Las primeras definiciones de satisfacción con la


comunicación enfatizaron la unidimensionalidad de este concepto. Thayer (1969, p.144) definió el término como «la satisfacción personal que un individuo experimenta cuando se comunica exitosamente». Reading (1978) después de analizar varios estudios, concluyó que el término satisfacción con la comunicación era usado para referirse al grado de satisfacción que un empleado percibe en relación con el ambiente general de la comunicación». Más recientemente, Downs y Hazen (1977) se propusieron investigar si el término «satisfacción con la comunicación» era unidimensional o multidimensional. Basados en los resultados de su estudio, Downs y Hazen definieron el término como «la satisfacción de un individuo con los varios aspectos de la comunicación que existe en la organización». Estos varios aspectos según Downs (1990) son: información sobre la organización, información sobre el trabajo, clima general de la comunicación, comunicación con los supervisores, comunicación con los subalternos, comunicación entre los empleados, evaluación del trabajo individual, medios de comunicación, comunicación de la gerencia, y comunicación entre los departamentos. Compromiso Organizacional Aunque el término «compromiso organizacional» ha sido definido e investigado de muy diversas maneras, ciertos investigadores sostienen que las definiciones hasta ahora formuladas carecen de precisión y son redundantes. (Morrow, 1983; Reichers, 1985). Hasta el momento se han adoptado tres perspectivas diferentes en la conceptualización del término «compromiso organizacional». La primera es la perspectiva de intercambio que sugiere que el compromiso organizacional es el resultado de una transacción de incentivos y contribuciones entre la organización y el empleado. De acuerdo a esa conceptualización el individuo ve los beneficios que recibe asociados con el trabajo, tales como plan de retiro y seguro de salud, como incentivos para permanecer en la organización (Becker,1960; Sheldon 1971; Alutto, Hrebiniak, y Alonso, 1973; y Farrell y Rusbult, 1981). La segunda es la perspectiva psicológica que ve el compromiso con la organización como un componente de estos tres elementos: 1) la identificación con objetivos y valores de la organización, 2) el deseo de contribuir para que la organización alcance sus metas y objetivos, y 3) el deseo de ser parte de la organización (Sheldon, 1971; Buchanan, 1974; Porter, Steers, Mowday y Boulian,1974). Dentro de esta perspectiva el compromiso se experimenta en relación con la organización de la cual es parte (Steers, 1977, p.46). La tercera es la perspectiva de atribución que define el compromiso como una obligación que el individuo adquiere como resultado de realizar ciertos actos que son voluntarios, explícitos e irrevocables (Reichers,1985). Dentro de esta categoría entraría el compromiso organizacional que los miembros de grupos religiosos adquieren cuando pronuncian públicamente sus votos religiosos o cuando funcionarios públicos juran cumplir con sus obligaciones en los actos de toma de posesión. En 1985 Reichers propuso una nueva perspectiva para la reconceptualización del término «compromiso organizacional» llamada «compromisos múltiples». Esta perspectiva sugiere que se debe integrar la experiencia de compromiso que siente el individuo con los otros aspectos organizacionales que tradicionalmente se han asignado al concepto de compromiso. De acuerdo a esta nueva perspectiva, el compromiso organizacional puede ser entendido con mayor precisión si se incluye también en su definición «el conjunto de los múltiples compromisos que el individuo experimenta con relación a los


diferentes grupos que integran una organización», tales como dueños, gerentes, supervisores, subalternos, sindicatos y clientes. Esta perspectiva de compromisos múltiples se fundamenta en tres teorías. La primera ve a las organizaciones como coaliciones de entidades, la segunda como grupos de referencia, y la tercera como lugares donde los individuos desempeñan diferentes roles. Los teóricos que ven a las organizaciones como coaliciones de entidades sostienen que los diferentes grupos que integran una organización, tales como dueños, gerentes, supervisores, subalternos y sindicatos, compiten entre sí para ganarse el interés, la solidaridad y el compromiso de los miembros de la organización. Estas coaliciones de entidades y sus contribuyentes generalmente poseen un conjunto único de objetivos y valores que pueden estar en conflicto con los objetivos y valores de otros grupos dentro de la organización. Por lo tanto, la pregunta de ¿cuál es el compromiso de un individuo? no puede responderse sastisfactoriamente diciendo que son los objetivos y valores de la organización. Mas bien lo que se necesita es identificar los diferentes grupos que existen en una organización y sus objetivos puesto que estos grupos representan los centros de interés donde se originan los múltiples compromisos que los individuos experimentan. Blau y Scott (1962) emplearon el término «públicos» para describir a los diferentes grupos que se benefician del funcionamiento de una organización. Los cuatro grupos de «públicos» que identificaron estos autores son los siguientes: 1) 2) 3) 4)

los empleados, los clientes, los propietarios y gerentes, el público en general.

De igual manera, los teóricos que ven a las organizaciones como grupos de referencia o como lugar de desempeño de roles sociales sostienen también que los individuos experimentan múltiples identificaciones con los diferentes grupos que integran los propios individuos. Gouldner (1957, 1958) definió los grupos de referencia como aquellas entidades con las que los individuos se identifican. Por otra parte, la teoría de los roles sociales sostiene que los papeles que los individuos desempeñan en las organizaciones son un reflejo de las identificaciones que tienen con sus grupos de referencia. Es desde estas teorías que algunos teóricos organizacionales sostienen que la organización es para muchos empleados una abstracción que está representada en la realidad en los compromisos de trabajo, los superiores, los subalternos, los clientes, y los otros grupos que colectivamente integran la organización. Las implicaciones que pueden deducirse de esta nueva dimensión del compromiso organizacional son muchas. Primera, la perspectiva de múltiples compromisos sugiere con vehemencia que el compromiso que un individuo experimenta puede diferir considerablemente del experimentado por otro individuo. Segunda, sugiere la idea de diseñar un perfil del compromiso organizacional que incluya los múltiples componentes del mismo. Tercera, la perspectiva de compromisos múltiples puede servir para realizar un diagnóstico del compromiso organizacional y detectar así la presencia o ausencia de determinados compromisos y evaluar el impacto que pueden tener ciertos cambios estructurales, tales como la descentralización y la cantidad de supervisión, en el compromiso organizacional. Este aspecto, según Morris y Steers (1980) ha sido ampliamente descuidado en la investigación reciente. Cuarta, el conocimiento de los orígenes y tipos de compromisos que influyen mayormente en el nivel de entrega de un individuo hacia una organización puede permitir también la predicción de cambios en los niveles de compromiso. La posibilidad de explicar las variaciones en los niveles de compromiso organizacional ha sido señalada como una de las limitaciones de la investigación realizada sobre el compromiso


organizacional (Morrow,1983; Randall,1988). Quinta, esta perspectiva de múltiples compromisos permite también detectar los conflictos que los individuos experimentan a la hora de determinar hacia qué grupos dirigen sus energías y lealtades. Finalmente, la adopción de la perspectiva de múltiples compromisos evitaría la redundancia que ha caracterizado la conceptualización del compromiso organizacional ya que éste sería conceptualizado y operacionalizado como una realidad multifacética. PREGUNTAS QUE GUIARON LA INVESTIGACIÓN Las preguntas que guiaron el diseño de esta investigación fueron las siguientes: 1. ¿Cuáles son las diferencias y similitudes entre gerentes/ supervisores y subalternos con relación a: a) la conceptualización del término «satisfacción con la comunicación», b) los factores que fomentan y/o impiden la satisfacción con la comunicación, y c) las estrategias para mejorar la satisfacción con la comunicación? 2. ¿Cuáles son las diferencias y similitudes entre gerentes/ supervisores y subalternos con relación a: a) la conceptualización del término «compromiso organizacional», b) los factores que fomentan e impiden el compromiso organizacional, c) las estrategias para mejorar el compromiso organizacional? 3. ¿Qué hacen los gerentes y supervisores para supervisar el compromiso con la organización de sus empleados? METODOLOGÍA Muestra La muestra usada para realizar esta investigación fue seleccionada de tres diferentes organizaciones localizadas en la ciudad de Guatemala. Un total de 77 sujetos (44 subalternos y 33 gerentes/supervisores) contestaron por escrito el cuestionario preparado para el efecto. Una de las organizaciones fue una escuela privada católica para señoritas de clase media. Un total de 25 empleadas (25%) contestaron el cuestionario (19 maestros y 6 directores/supervisores). La segunda organización fue un hospital infantil privado católico para niños de familias pobres. Un total de 17 empleados (33%) contestaron el cuestionario (8 subalternos y 9 gerentes/supervisores). La tercera organización fue una fábrica de productos alimenticios. Un total de 37 empleados (9%) contestaron el cuestionario (17 subalternos y 20 gerentes/supervisores). La representación organizacional y departamental fue seleccionada empleando la técnica del muestreo por cuotas (Fowler 1988, pp. 55-58). Una muestra del 10% de los empleados contestaron el cuestionario en la organización que tenía una población de más de 200 empleados (la fábrica de productos alimenticios). Y una muestra del 20% de los empleados contestaron el cuestionario en las otras dos organizaciones que tenían menos de 100 empleados. Con el propósito de asegurar la mejor representación posible de gerentes y supervisores todos los gerentes y supervisores de las tres organizaciones respondieron al cuestionario. Cuestionario Dos cuestionarios diferentes se usaron en este estudio, uno para gerentes/supervisores y otro para subalternos. El contenido del cuestionario se organizó en tres secciones: 1. Satisfacción con la Comunicación (definición factores que la fomentan e impiden),


2. Compromiso Organizacional (definición y factores que la fomentan e impiden), y 3. Supervisión del Compromiso Organizacional. Las preguntas del cuestionario fueron contestadas individualmente y por escrito. Con el fin de asegurar la validez y confiabilidad de los cuestionarios estos fueron previamente probado usando una población similar de sujetos. Análisis Cualitativo Las respuestas a los cuestionarios fueron analizadas usando la técnica del análisis de contenido de acuerdo al método propuesto por Kaid y Wadsworth (1989, pp. 293-315). Definición de categorías Las categorías y unidades de análisis usada para cada pregunta del cuestionario se formularon de tal manera que fueran claras, exhaustivas y mutuamente excluyentes. Las categorías usadas para este estudio fueron las llamadas categorías temática o de contenido (Berelson,1952). Dos tipos de categorías diferentes se usaron para analizar el contenido de las respuestas a las preguntas del cuestionario. Primero se usó un tipo de categorías previamente establecido para analizar las respuestas a las preguntas referentes a la satisfacción con la comunicación. Después de un examen cuidadoso de los temas y de las respuestas a estas preguntas se decidió usar las diez dimensiones de la satisfacción con la comunicación propuestas por Downs. Sin embargo, fue también necesario añadir nuevas categorías con el propósito de clasificar aquellas respuestas que no correspondían con ninguna de las diez categorías previamente seleccionadas. Segundo, se crearon nuevas categorías temáticas para las preguntas relacionadas con el compromiso organizacional y su supervisión. Los criterios usados para desarrollar estas categorías temáticas fueron los siguientes (Glaser, 1978, pp.56- 58): 1) las categorías tenían que emerger del contenido de las respuestas dadas por los sujetos y 2) las categorías tenían que ser significativas para permitir su integración dentro de un marco teórico. Proceso de codificación Con miras a ser sistemático y objetivo en el análisis de contenido se creó un instrumento de codificación el cual contenía las categorías a usar y sus respectivas definiciones. Estas definiciones especificaban también los temas que debían incluirse dentro de cada categoría. Este instrumento de clasificación fue el que el investigador usó para proceder al análisis de cada una de las respuestas dadas a las preguntas del cuestionario. Para evaluar la validez del análisis del contenido realizado por el investigador se usó el siguiente método de confiabilidad del proceso de codificación, cuyo objetivo era asegurar la precisión y consistencia del proceso de codificación: se escogió otro codificador independiente y con experiencia y el investigador dio el entrenamiento necesario a este codificador independiente para realizar la tarea. Como resultado de este entrenamiento, que incluyó la práctica de codificación de una muestra representativa del material que debería codificarse, se realizaron algunas revisiones en las definiciones de las categorías con el fin de hacerlas más exhaustivas y mutuamente excluyentes. Previamente a la realización del proceso de codificación se determinó que una muestra del 10% de las respuestas a cada pregunta constituiría una representación adecuada para determinar la confiabilidad del proceso de codificación de acuerdo a los estándares establecidos para este tipo de procedimientos. Para seleccionar la muestra representativa de las respuestas a codificar en cada pregunta se usó una tabla de números al azar. Cada codificador procedió en forma independiente a realizar la codificación


de estas respuestas, de acuerdo a las categorías establecidas para cada pregunta. Los niveles de concordancia entre ambos codificadores se determinó calculando el porcentaje de concordancia alcanzado en cada pregunta. Todos los porcentajes de concordancia alcanzaron un nivel del 85% o más. Estos porcentajes confirmaron que la codificación realizada por el investigador era confiable, que las categorías creadas eran claras y exhaustivas, y que las reglas del proceso de codificación estaban bien definidas. Chi Cuadrado Con el propósito de determinar la existencia de diferencias estadísticamente significativas entre las respuestas dadas por gerentes/supervisores y subalternos se calcularon algunos Chi Cuadrados. CONCLUSIONES Y ANÁLISIS Las conclusiones principales que se obtuvieron de este estudio con relación a la conceptualización y supervisión de la comunicación y el compromiso organizacional pueden resumirse de la manera siguiente: Conceptualización de la Satisfacción con la Comunicación 1. La dimensión que más se enfatizó en la conceptualización de satisfacción con la comunicación fue la calidad de la relación que existe en el proceso comunicativo. Tanto los gerentes/supervisores como los subalternos expresaron que la satisfacción con la comunicación se logra cuando es posible el intercambio de ideas y sentimientos dentro de un clima caracterizado por la honestidad, la confianza, la claridad, el apoyo, la comprensión mutua, la evaluación positiva, y cuando se encuentra una solución a los problemas. Como puede verse en esta definición, la satisfacción con la comunicación se conceptualizó como una realidad multidimensional. Sin embargo, los aspectos relacionados con la calidad de la relación que se establece en el proceso comunicativo fueron los que se mencionaron más frecuentemente. En efecto, la mayoría de las respuestas dadas por subalternos y gerentes/supervisores a la pregunta ¿cómo define usted satisfacción con la comunicación? señalaron los aspectos relacionados con: 1. el clima de la comunicación (72% de las respuestas de los subalternos y 57% de las respuestas de gerentes supervisores); 2. la evaluación individual (1611/6 de las subalternas y 15% de las respuestas de las gerentes/supervisores ); 3. la comunicación de los superiores (12% de las respuestas de los subalternos y 11% de las respuestas de gerentes/supervisores. Una de las implicaciones más significativas de estos resultados, cuando se comparan con las tres funciones básicas de la comunicación organizacional (producción, integración e innovación) es descubrir que para los empleados guatemaltecos la función más importante de la comunicación organizacional es sin duda la de integración. La función de integración se refiere a la comunicación que tiene como propósito estimular en los empleados el sentimiento de que están realizando un trabajo valioso; fomentar relaciones interpersonales con clientes, colegas, supervisores y gerentes; y motivar el logro de los objetivos y el desarrollo de la organización (Farace, Monge y Russell 1977, 59). Es interesante observar cómo en las definiciones dadas por gerentes/supervisores y subalternos las funciones de produc-


ción e innovación fueron prácticamente ignoradas. Esto parece apuntar a una característica cultural que podría contrastar, por ejemplo, con la orientación estadounidense que pone mayor énfasis en la producción y en el logro de objetivos y resultados (Rhinesmith, 1970). En efecto, como varios estudios lo han confirmado (Rhinesmith, 1977; Hofstede, 1984; Ruch, 1989, y Blubaugh y Varona, 1990) en la cultura guatemalteca se valora más la relación interpersonal que el logro de objetivos y resultados. Con relación a las diferencias entre gerentes/supervisores y subalternos es importante observar cómo los subalternos (72% de sus respuestas) enfatizaron mucho más que los gerentes/supervisores (57% de sus respuestas) aspectos relacionados con el clima general de la comunicación (honestidad, confianza y comprensión mutua) como determinantes de la satisfacción con la comunicación. Conceptualización del Compromiso Organizacional 2. Las tres dimensiones que resaltaron como las más importantes en la definición del compromiso organizacional fueron la identificación con la misión de la organización, el deseo de realizar un buen trabajo, y el deseo de cumplir con ciertas obligaciones a cambio de los beneficios económicos y sociales que se consiguen por pertenecer a la organización. El análisis de las respuestas a la pregunta ¿cómo define usted el compromiso organizacional? reveló que las tres perspectivas adoptadas en la conceptualización del compromiso organizacional fueron las siguientes: la perspectiva psicológica, con el 45% de las respuestas de los subalternos y de los gerentes/ supervisores, la perspectiva de la ética del trabajo, con el 41% de las respuestas de los subalternos y el 51% de las respuestas de los gerentes/supervisores, y la perspectiva del intercambio, con el 14% de las respuestas de los subalternos y únicamente el 3% de las respuestas de gerentes/supervisores. Cuando se compara esta conceptualización del compromiso organizacional con las otras concepciones que fueron presentadas en la primera sección de este artículo es claro que las perspectivas psicológica y de intercambio aparecen en varios estudios (Mowday, Porter, y Steers 1982, 19-28). Sin embargo, algo que resalta de manera particular en el presente estudio es la importancia dada a la dimensión de la ética del trabajo. Esto indica claramente que la ética del trabajo fue considerada como una dimensión muy importante del compromiso organizacional. Esta ética del trabajo puede ser definida como esa responsabilidad que nace del interior del individuo y que impulsa a hacer el mayor esfuerzo posible por realizar un buen trabajo. Este énfasis en la ética del trabajo como una dimensión del compromiso organizacional presenta varias implicaciones teóricas. En primer lugar, pone en tela de juicio a una corriente investigativa que considera la dimensión de la ética del trabajo como una forma de compromiso con el trabajo que sería diferente del compromiso organizacional (Morrow,1983). Por otra parte, este énfasis en la ética del trabajo como una dimensión del compromiso organizacional confirma la perspectiva de compromisos múltiples (Reichers, 1985). De acuerdo con esta perspectiva, el compromiso organizacional debe incluir todos los compromisos que los empleados experimentan, dentro de los cuales está la ética del trabajo o compromiso con el trabajo. Factores Motivadores e Inhibidores de la Satisfacción con la Comunicación 3. Tanto los gerentes/supervisores como los subalternos reconocieron que aspectos relacionados con el


clima general de la comunicación y la comunicación con los supervisores y la gerencia son los factores determinantes de la satisfacción o insatisfacción con la comunicación y de su mejoramiento. Primero, en relación con el clima de la comunicación, las fuentes principales de satisfacción con la comunicación fueron la buena comunicación y la relación interpersonal con clientes, colegas y supervisores. Por otra parte, la falta de comunicación, la poca participación en la toma de decisiones, y la actitud negativa de algunos miembros de la organización fueron los factores que más influyeron en la insatisfacción con la comunicación. Segundo, con respecto a las áreas de comunicación con los supervisores y la gerencia, las fuentes más importantes de satisfacción con la comunicación fueron la actitud de escucha y confianza de los superiores y su apertura a recibir nuevas ideas. Por otra parte, la ausencia de diálogo entre subalternos y superiores, falta de confianza, falta de apertura a nuevas ideas y sugerencias, y el posponer la solución a los problemas y necesidades fueron los factores determinantes de la insatisfacción con la comunicación. Supervisión de la Satisfacción con la Comunicación La única estrategia que propusieron tanto los gerentes/supervisores como los subalternos para mejorar en general la satisfacción con la comunicación fue la realización de talleres que motiven y promuevan las buenas relaciones humanas, y la buena comunicación. Y las sugerencias que se mencionaron para mejorar la comunicación de los superiores con sus subalternos fueron: relacionarse más frecuentemente con sus subalternos, estar más dispuestos a escucharlos, respetar sus sugerencias, y brindarles evaluaciones directas que enfaticen aspectos positivos. Factores Motivadores e Inhibidores del Compromiso Organizacional 4. Factores personales tales como la ética del trabajo, la identificación con la misión de la organización y el deseo de la realización personal fueron los motivadores principales del compromiso organizacional. Por otra parte, factores relativos a las relaciones interpersonales (factores relacionales) tales como la falta de comunicación, la falta de confianza, y la falta de aprecio por el trabajo realizado fueron mencionados como los que impiden el compromiso organizacional. Factores Motivadores del Compromiso Organizacional Los factores motivadores del compromiso organizacional mencionados tanto por los gerentes/supervisores como por subalternos pueden agruparse en torno a tres áreas. Primera, motivadores personales, que se refieren a los factores motivacionales que tienen su origen en el individuo. El 67% de las respuestas de los subalternos y el 58% de las respuestas de gerentes/ supervisores mencionaron motivadores personales tales como: 1. un fuerte sentido de responsabilidad y dedicación al trabajo (ética del trabajo), 2. el deseo de servir a la gente que se beneficia de los servicios que ofrece la organización (compromiso con la misión), y 3. el deseo de desarrollo personal y profesional (satisfacer necesidades personales, alcanzar nuevas metas profesionales).


Segunda, los motivadores organizacionales que tienen su origen en alguna de las características de la organización. El 22% de las respuestas de los subalternos y el 32% de las respuestas de los gerentes/ supervisores mencionaron motivadores como: 1. el sentido de lealtad para con la organización, 2. la seguridad del trabajo, y 3. los incentivos económicos. Tercera, motivadores relacionales que se refieren a aspectos que tienen que ver con las relaciones interpersonales. El 11% de las respuestas de los subalternos y el 10% de las respuestas de los gerentes/ supervisores señalaron factores tales como: 1. la confianza ofrecida por los superiores, 2. la buena comunicación con los superiores y colegas, y 3. las evaluaciones positivas recibidas de los superiores y clientes. Por otra parte, a la pregunta de ¿cuál es el aspecto de la organización con el que usted se siente más comprometido? tanto los subalternos como los gerentes/supervisores señalaron que era la misión de la organización (53% de las respuestas de los subalternos y el 34% de las respuestas de gerentes/ supervisores). Otros aspectos mencionados fueron la seguridad del trabajo y el sentido de lealtad hacia la organización. El análisis de estos resultados sugiere que la identificación personal con la misión de la organización, servir a la gente proveyéndoles buena educación (escuela), salud (hospital), y comida (fábrica de productos alimenticios), fue el factor más importante del compromiso organizacional para los empleados guatemaltecos. Este sentido de identificación con la misión de la organización apareció con más fuerza en las respuestas del personal de la escuela y del hospital. Esto puede deberse a que la escuela y el hospital eran dos instituciones católicas con un estilo de gerencia que explícitamente promovía ese sentido de identificación con la misión desde una motivación religiosa. Sin embargo, debe también señalarse que el considerable sentido de identificación con la misión de la organización del personal de la fábrica de productos alimenticios tiene también su explicación en el estile particular de gerencia que la empresa tenía en el momento que se realizó el estudio. La gerencia había puesto en práctica diferentes estrategias con el propósito de promover la idea del servicio a la gente a través de la producción de alimentos de buena calidad, entre ellas cabe mencionar la creación de un credo y de una canción. Por otra parte, el hecho de que se mencionara la seguridad en el trabajo como otro importante motivador del compromiso con la organización es fácil de entenderse en un país (Guatemala) donde las estadísticas revelan que más del 45% de la población está desempleado o subempleado. Es importante notar finalmente que se dieron algunas diferencias significativas entre gerentes/supervisores y subalternos con relación a los factores que motivan o impiden el compromiso organizacional de los subalternos. Por ejemplo, en la categoría de los factores que motivan el compromiso organizacional los subalternos enfatizaron más los motivadores personales con un 67% de sus respuestas contra el 58% de las respuestas de los gerentes/supervisores. Por el contrario, los gerentes/supervisores enfatizaron más los factores organizacionales con el 36% de sus respuestas, contra el 22% de las respuestas de los subalternos; y los factores relacionales con el 22% de sus respuestas contra el 11% de las respuestas de los subalternos. Estos resultados claramente sugieren que los factores organizacionales tienen un ma-


yor impacto en el compromiso organizacional de los gerentes y supervisores que en el de los subalternos. Y que por otra parte, el compromiso organizacional de los subalternos se basa más en motivadores personales que organizacionales. Factores Inhibidores del Compromiso Organizacional Los factores relacionales fueron mencionados como los factores más importantes que impiden el compromiso con la organización, con un total del 35% de las respuestas de los subalternos y el 40% de las respuestas de los gerentes/supervisores. Los factores mencionados dentro de esta categoría fueron: 1. falta de comunicación, 2. ausencia de reconocimiento y evaluación positiva y 3. falta de confianza. Los factores organizacionales aparecieron en un segundo lugar con el 24% de las respuestas de los subordinados y el 11% de las respuestas de gerentes/supervisores. Los temas señalados en esta categoría fueron: 1. salarios bajos, 2. tareas no claramente definidas, y 3. trato desigual de la gente de la organización. Finalmente, en el tercer lugar aparecieron los factores personales con el 9% de las respuestas de los subalternos y el 17% de las respuestas de lo gerentes/supervisores. Los factores incluidos en esta categoría fueron: 1. la falta de ética del trabajo, 2. la falta de compromiso profesional y 3. la falta de identificación con la misión. Supervisión del Compromiso Organizacional 5. Las estrategias que se propusieron como las más efectivas para incrementar el compromiso organizacional fueron las siguientes: la motivación, los incentivos económicos, mejorar la comunicación y las relaciones interpersonales, y ciertos cambios organizacionales. Sin embargo, los gerentes/ supervisores y los subalternos difirieron en cuanto a la importancia de las mismas. Las respuestas a la pregunta del cuestionario que solicitaban sugerencias para mejorar el compromiso organizacional giraron en torno a estas cuatro áreas: 1) el uso de estrategias motivacionales tales como hacer sentir a los empleados que son parte de la organización, que el trabajo que realizan es importante tanto para ellos mismos como para la organización y la gente que sirven, y proveer apoyo moral; 2) mejorar los incentivos económicos (especialmente los salarios); 3) mejorar la comunicación y las relaciones interpersonales; y 4) cambios organizacionales relacionados con la estructura de la organización, los planes de trabajo, y la manera en la que están definidos los diferentes trabajos.


Es importante notar que los gerentes/supervisores fueron significativamente diferentes, al nivel del .01 de confiabilidad, de los subalternos con respecto a la necesidad de proveer más motivación con el propósito de fomentar el compromiso organizacional. Los subalternos expresaron que la motivación era la estrategia más importante con el 24% de sus respuestas, contra el 0% de las respuestas de los gerentes/supervisores. Otra diferencia significativa se dio con relación a lo que hacían los gerentes/ supervisores para promover el compromiso organizacional. Los gerentes/supervisores dijeron que empleaban diferentes formas de motivación con el 98% de sus respuestas, contra el 41% de las respuestas de los subalternos. Además, sólo los subalternos mencionaron también otras formas usadas por los gerentes/supervisores para fomentar el compromiso organizacional tales como: 1. el uso de ciertas formas de presión: mayor control, amonestaciones y reducción del salario (con el 26% de las respuestas); y 2. despidos (18% de las respuestas). Finalmente, un porcentaje significativo de las respuestas de los subalternos (15%) indicó que los gerentes/supervisores no hacían prácticamente nada para promover el compromiso de los subalternos. Con respecto a las formas más comúnmente usadas por la organización para comunicar a los empleados lo que era importante, se mencionaron las reuniones de trabajo, las conversaciones a nivel individual, y los memos escritos. La perspectiva de los compromisos múltiples 6. Los resultados de este estudio parecen confirmar la necesidad de incluir la perspectiva de «compromisos múltiples» sugerida por Reichers (1985) para lograr una conceptualización más integral y precisa del compromiso organizacional. Esta nueva dimensión de la conceptualización del compromiso, como quedó dicho anteriormente, sugiere que grupos específicos de la organización son los que sirven como centros generadores de los múltiples compromisos que experimentan los empleados. Y esto fue confirmado en el caso de los sujetos de este estudio para quienes el servir a la gente que se beneficia de los servicios prestados por la organización fue el motivador principal de su compromiso organizacional. Por otra parte, la relación interpersonal con los diferentes grupos que integran la organización tales como gerentes, supervisores y colegas fueron citados como factores determinantes del compromiso organizacional, tanto en el sentido positivo como en el negativo. Conclusión final Las implicaciones de los resultados de este estudio no son sólo teóricas sino también prácticas. Gerentes y supervisores no pueden seguir ignorando o tratando con indiferencia la importancia decisiva que tienen la comunicación y el compromiso en el funcionamiento de una organización. Las conclusiones de este estudio pueden servir de base para el diseño de un programa encaminado a mejorar ambas variables organizacionales. BIBLIOGRAFIA Alutto, J.A., Hrebiniak, L.G., & Alonso, R.C. (1973). On operazionalizing the concept of commitment. Social Forces, 51. pp.448-454.


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“LA VOZ DE LA MIXTECA” DIAGNÓSTICO Y PERSPECTIVAS Inés Cornejo Portugal INTRODUCCIÓN En América Latina la radio surge bajo la influencia del modelo norteamericano difusionista, cuya finalidad era persuadir al auditorio de una idea preestablecida. Sin embargo, a partir de la década de los cuarenta, la iglesia católica utiliza este medio como un vehículo apto para evangelizar y educar a las masas rurales. Al respecto, las prácticas latinoamericanas son muy alentadoras, pues van desde experiencias que plantean a la radio como medio cultural educativo, hasta aquellas que en un determinado momento político se convierten en voz representativa de grandes sectores sociales. En México el Instituto Nacional Indigenista (INI) formuló en 1979 el Proyecto Radiofónico para las zonas indígenas. Dicha propuesta se implementó para contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de este tipo de comunidades, así como para fortalecimiento de su cultura. En 1982 se instaló la emisora indigenista «La Voz de la Mixteca» (XETLA) en Tlaxiaco, Oaxaca, encaminada a prestar un servicio educativo-cultural a los indígenas, asumiendo la tarea de apoyar el trabajo que otras instituciones gubernamentales desempeñaban en la zona; así como atender los servicios educativos para adultos y apoyar la educación básica. Este ensayo forma parte de los resultados de la investigación1 desarrollada en la comunidad receptora de dicha emisora. Su objetivo general fue dar a conocer el papel que cumple la radio en la población bajo su cobertura y la respuesta de ésta frente a un medio de comunicación que no surge de su propia cultura. Los lineamientos básicos del Proyecto radiofónico del Instituto se reformularon entre 1984 y 1985. En este sentido, ya no se menciona entre los objetivos de la radio la castellanización ni la educación formal y se comienza a precisar la idea de las emisoras como herramientas pata la creación y recreación cultural. Es así como en 1987 la radiodifusión indigenista se definió a partir de tres conceptos básicos: a) Cultura, entendida en el sentido extensivo del término, esto es, como las actividades del hombre en sociedad, cualquiera que sea su forma y contenido; b) Indigenismo, dentro del cual se asume como elemento central la participación de la población indígena con el fin de que se involucre activamente en la detección, jerarquización y selección de sus problemas, guardando así un lugar preponderante en la toma de decisiones; c) Comunicación, en la que se trata de construir colectivamente los mensajes con base en el diálogo (Plascencia: 1988). No obstante, las actuales políticas indigenistas formuladas para el sexenio 1988-1994 se plantean como tarea prioritaria el traspaso de funciones a los pueblos indígenas y a los grupos organizados en aquellos sectores donde el Instituto Nacional Indigenista ha venido desempeñando acciones de suplencia. En términos del Proyecto Radiofónico, esto significa contribuir con los procesos de participación y orga-


nización del auditorio fomentando y motivando la presencia directa de las organizaciones productivas y culturales en las emisoras indigenistas, de manera tal que ellas ejecuten acciones de gestión, promoción, y accedan a los niveles de decisión de las emisoras (Warman,1989). En el presente trabajo se analiza el proyecto radiofónico de XETLA a partir de la investigación referida2, misma que se llevó a cabo en la Mixteca Alta y Baja del Estado de Oaxaca. El área específica del estudio comprende exclusivamente los distritos bajo la cobertura de «La Voz de la Mixteca»: Tlaxiaco, Teposcolula, Coixtlahuaca, Huajuapan de León, Juxtlahuaca, Nochixtlán, Silacayoapán, Putla. A los dos primeros XETLA los cubre en su totalidad, a los demás los abarca sólo parcialmente. La investigación se implementó a través de un cuestionario de 90 preguntas. La muestra fue rigurosamente elaborada con base al método de proporciones e incluyó mestizos e indígenas (triquis y mixtecos). Este ensayo retoma las conclusiones de la investigación aludida y sugiere algunas líneas de acción para el proyecto radiofónico de XETLA. Para fines prácticos el trabajo se ha organizado de la manera siguiente: en el primer apartado se plantea la perspectiva conceptual y metodológica que guió el estudio; en tanto que la incidencia de XETLA «La Voz de la Mixteca» es expuesta en el segundo y tercer apartado. Es importante mencionar que cada uno de ellos contiene reflexiones críticas y algunas posibles alternativas para la acción. Para finalizar se realiza una síntesis de las conclusiones más relevantes del trabajo. I. PERSPECTIVA CONCEPTUAL Y METODOLÓGICA 1. Perspectiva conceptual Para conocer la incidencia de la radio en la comunidad receptora se formularon los siguientes ejes de análisis: A. La comunicación: para muchos estudiosos de la comunicación social los medios de comunicación constituían los elementos hegemónicos3 y de mayor influencia para producir alteraciones o modificaciones en el comportamiento o en las actitudes de los sectores llamados tradicionales (grupos campesinos e indígenas). Asimismo, era un supuesto generalizado atribuir a los medios una ubicación dominante4 por encima de otras instituciones (familia, escuela, etc.) o redes de sociabilidad. Actualmente, en América Latina el estudio emergente de la comunicación se desplaza de los medios a las mediaciones, según señala Martín Barbero (1987). Es decir, no se trata de medir la distancia entre el emisor, los mensajes y sus efectos en el receptor, sino de construir un análisis integral de la práctica comunicativa entendida como el conjunto de los procesos sociales de apropiación (re-creación, re-significación) de los productos comunicativos. Si bien en el área urbana mexicana son todavía limitados los estudios en esta perspectiva (Fernández et al: 1986; Orozco, 1989; Orozco y Charles: 1989). A la fecha, muy poco se ha hecho para investigar esta problemática en los sectores indígenas. Los trabajos que se han realizado en tal sentido se han referido al impacto y/o efectos del medio televisivo en las comunidades indígenas5, o en todo caso, a la interpretación de los signos o símbolos audibles6 sin dar cuenta, en la mayoría de los casos, de la presencia cotidiana del medio radiofónico en los sectores indígenas.


B. los estudios indigenistas El estudio del indigenismo se ha visto afectado desde cuatro perspectivas, según apunta Guillermo Bonfil (1987): - La tendencia que suprime 500 años de influencia colonial e idealiza románticamente a los indígenas, planteando que basta dejarlos libres -sin interferencia- para que ellos encuentren su camino. - La perspectiva que reduce lo indígena a lo folclórico y asume la estructura indígena como algo inconexo y aislado entre lo cual se puede elegir lo que se modifica y lo que permanece. - El planteamiento de la no contaminación de las culturas indias en aras de su «pureza», lo que significa inmovilización y estancamiento para dichas culturas. - La convicción, en diferentes perspectivas, de la existencia de un tipo de cambio, al estilo de la sociedad occidental. En Latinoamérica los proyectos desarrollistas se preocuparon por los indios a partir de grandes campañas de alfabetización, educación y planificación familiar. El indio podía ser igual a cualquier hombre blanco, pero se le criticaba que tuviera otra cultura diferente a la occidental (García Canclini: 1987). Los intentos para desindianizar a los indios y volverlos más occidentales eran constantes. En respuesta a estos planteamientos y también como resultado de las luchas políticas desarrolladas por los pueblos indios, Bonfil (1987) rescata la concepción del «Indigenismo participativo», que pretende involucrar a la población indígena en todas las etapas de cualquier acción y garantizar que su voz y opiniones sean escuchadas. En tal sentido, ya no se trata de idealizar a los indígenas o imaginarlos fuera del contexto del desarrollo contradictorio de nuestra sociedad, sino más bien, de utilizar y negociar con todo aquello que la sociedad moderna conlleva para fortalecer y dinamizar la cultura indígena, o bien «actualizar las culturas indígenas, proporcionándoles su ser contemporáneo». La reflexión y profundización de los dos ejes de análisis señalados permitió dar cuenta de la presencia, tarea y gestión que podría llegar a cumplir el medio radiofónico en las culturas indias. 2. Perspectiva metodológica El tipo de investigación utilizado en el estudio es el denominado «expost facto» lo que para Herlinger (1975) significa: «la búsqueda sistemática en la cual el científico no tiene control directo de la variable independiente, porque ya acontecieron sus manifestaciones. Se hace inferencia sobre las relaciones de ellas, sin intervención directa o a partir de la variación concomitante de las variables dependientes». En el caso concreto de la comunidad receptora de la mixteca oaxaqueña, no fue posible conocer la incidencia de la radiodifusora indigenista desde el momento de la iniciación de su funcionamiento, ya que viene operando desde 1982. La investigación se llevó a cabo en la Mixteca Alta y Baja del estado de Oaxaca donde habitan mestizos e indígenas. E trabajo de campo se realizó con la participación de cinco trabajadores bilingües (locutores y programadores) durante los meses de julio y agosto de 1988, en una muestra de 200 sujetos. El rango de edad de la población fluye de 15 años a más, el que se eligió porque se consideró, por un lado, que a partir de esa edad existe mayor facilidad para expresarse y por otro lado, manejan mejor su lengua materna o el español.


Es necesario mencionar que el apoyo del personal bilingüe de XETLA fue determinante, ya que se trabajó conjuntamente para la elaboración del cuestionario, la aplicación de las encuestas en la población monolingüe y bilingüe, -pues se observó que a pesar que muchos indígenas hablan español, en el momento de la entrevista preferían hacerlo en su lengua- y la supervisión del trabajo de campo. La entrevista se efectuó mediante una encuesta de tipo «recordación espontánea» (mención que hace el entrevistado sin ningún tipo de ayuda de parte del entrevistador). Descripción de la muestra El diseño de la muestra está basado en cálculos estadísticos según el método de proporciones, y de acuerdo con la información censal de 1980 relativa a la densidad poblacional del área de cobertura de la emisora. Se consideraron las variables de lengua y sexo como criterios para segmentar la muestra. Así, de los 200 individuos (101 mujeres, 99 hombres), 14 eran triquis, 72 mixtecos y 114 mestizos. Con respecto a la lengua, los sujetos se organizaron en monolingües indígenas (16), monolingües del español (114) y bilingües (70). El Cuestionario El instrumento para la investigación fue un cuestionario de aplicación directa y personal, y con preguntas de opción múltiple en la mayoría de los casos. Con el fin de elaborar un cuestionario adecuado para la investigación se realizó primero un acercamiento exploratorio a la población en estudio con una guía de preguntas abiertas, cuyo objetivo fue detectar el grado de comprensión de las preguntas y el rango y amplitud de las respuestas. Después, con los resultados de esta exploración, se diseñó un cuestionario prueba que incluía preguntas abiertas y cerradas, el cual se aplicó en comunidades cercanas a Tlaxiaco, Oaxaca. Finalmente, se eliminaron las preguntas confusas y se reformularon otras para poder precisar el instrumento definitivo. Es importante mencionar que los indígenas bilingües (triquis y mixtecos) que trabajan en «La Voz de la Mixteca», participaron en la discusión y elaboración del cuestionario. Gracias a su ayuda fue posible reformular las preguntas y las alternativas de respuestas según la manera de hablar de los indígenas, es decir, utiliza vocablos que comprendieran mejor. De esta forma, el cuestionario permitió elaborar criterios descriptivos de la población y establecer asociaciones que posteriormente puedan ser confrontadas en estudios cualitativos. II. “LA VOZ DE LA MIXTECA” (XETLA) En 1979, bajo el patrocinio del Instituto Nacional Indigenista (INI) se dio inicio en México al proyecto radiofónico en zonas indígenas; en dicho proyecto e Instituto emprendió acciones para utilizar el medio como apoyo a sus programas de trabajo en las regiones interétnicas. Es así como «la radio se convierte en un vehículo educativo e impulsor de desarrollo social, económico, político y cultural de estos pueblos» (Plascencia 1988). Los objetivos fundamentales que las radios proponían eran contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades indígenas, y al fortalecimiento de su cultura.


A. Antecedentes Con la intención de presentar una perspectiva global, dividimos la trayectoria, los objetivos y los lineamientos básicos de XETLA en tres diferentes momentos que están relacionados con las reflexiones que se gestaron al interior del Instituto. Ahora bien, no podemos dejar de mencionar que dichas reflexiones forman parte de las discusiones que sobre el indigenismo se desarrollaron en el INI y en ámbitos académicos; sin embargo este tema no es objetivo del presente trabajo. En 1982 se instala “La Voz de la Mixteca” en Tlaxiaco, Oaxaca, como parte de la red de radiodifusoras indigenistas. Es importante destacar que esta emisora tuvo como antecedente otra experiencia radiofónica desarrollada en 1958 por el INI en coordinación con la entonces Dirección de Educación Extraescolar de la SEP en el medio indígena. Se trataba de una estación radiodifusora en banda de onda corta en la que se transmitían lecciones de apoyo a la castellanización para grupos escolares que habían sido dotados previamente por un aparato receptor. Esta emisora sólo trasmitió hasta 1963. Posteriormente el INI retomó el trabajo y en coordinación con la Dirección de Educación Indígena de la misma SEP y el entonces Plan Educativo del Gobierno del Estado de Oaxaca inició los trámites para instalar una radiodifusora en Tlaxiaco. No obstante, a diferencia de la propuesta anterior, se pretendía «...que ya no se limitara a cumplir las funciones de castellanización sino que transmitiendo en la banda regular de amplitud modulada se prestara servicio a toda la población y a las dependencias que trabajan en la región» (Proyecto de Constitución, 1981). De esta forma el INI obtuvo de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes el permiso para instalar la radiodifusora en la banda de amplitud modulada, 700 watts de potencia, 930 khz. de frecuencia apareciendo como titular de la misma. El proyecto consistió básicamente en: «...la producción y emisión de mensajes cuyos contenidos están en concordancia con el proceso de desarrollo que impulsan en la región las diferentes instituciones o dependencias del sector público, con la finalidad de que las acciones de estos organismos puedan, desde el punto de vista cuantitativo, tener una mayor cobertura para abarcar un mayor número de personas y comunidades, y desde el aspecto cualitativo, lograr una mayor eficacia. Estos mensajes se dirigen al público o auditorio determinado de acuerdo a sus propias características. Debido a que en la región existen dos grupos étnicos, en la transmisión de mensajes, además del castellano, se trasmitirá en las lenguas naturales de estos grupos: el mixteco y el triqui». Los objetivos generales planteados por XETLA se enunciaron así: * Apoyar el trabajo de las instituciones comprometidas en el área de la Mixteca Alta, realizando una promoción constante de sus programas y propiciando una actitud favorable hacia las innovaciones que pretenden introducir. * Contribuir al cumplimiento de las tareas de castellanización bilingüe y cultural, extensión de los servicios educativos y educación para adultos, que se comprenden en el Programa Nacional de Educación.


* Desarrollar un modelo de operación para la radiodifusión en regiones indígenas que permita aprovechar al máximo los recursos de ésta y otras radiodifusoras del INI (Proyecto de Constitución, 9). Los contenidos de la programación de XETLA se agruparon en razón de las necesidades detectadas, en los términos siguientes: Apoyo a la educación básica y casteIlanización: son aquellas emisiones dirigidas a apoyar los servicios de educación básica y castellanización que operan en la región. Apoyo a la educación no formal: este tipo de educación debe encontrarse identificada plenamente con las necesidades objetivas detectadas en la región; con las metas experimentadas subjetivamente por la población y con las formas autóctonas de expresión. Información de servicio a las instituciones: son todos aquellos mensajes que hacen referencia a las acciones que desarrolla una institución con el fin de tener al tanto a la población de la labor de estas instituciones y hacer uso de los servicios que ofrecen. Información de servicio a la comunidad: comprende los mensajes que solicita directamente la población, como son los casos del ganado perdido, avisos familiares, etc. Rescate del patrimonio cultural: los mensajes tendientes a fomentar y defender los valores propios de las culturas indígenas con el fin de alcanzar la revalorización de las mismas. Cultura y entretenimiento: mensajes que tienen la finalidad de que la comunidad entre en contacto con los valores de la cultura nacional y universal. (P. Constitución, 9). Como mencionamos, los objetivos fundamentales contenidos en la propuesta radiofónica, consideraban que las emisoras deberían prestar un servicio de naturaleza educativo-cultural, asumiendo tareas tales como apoyar el trabajo de las instituciones que operan en la zona, contribuir con las tareas bilingües y biculturales, extender los servicios educativos para adultos, apoyar la educación básica con enseñanza de aritmética, historia. Sin embargo muchas de estas propuestas no se llegaron a realizar. B. Momento de transición Entre 1982 y finales de 1984 la radio pasó por un período de confusión y dispersión; en ese tiempo las propuestas de trabajo quedaron únicamente como buenas intenciones. La documentación de esta época es escasa, pero algunas referencias que los trabajadores de XETLA nos proporcionaron nos permiten vislumbrar la situación de entonces. Al respecto Blanca Santiago, programadora de «La Voz de la Mixteca», nos dice: «Yo no trabajaba en la radio, pero los viejitos de mi comunidad querían recordar; por eso al antiguo director de la radio le dije que tenía material en lengua, pero me dijo que no» (1988). Por su parte Ricardo Curiel, director de la emisora de 1985 a 1988, se refiere a ese momento de la manera siguiente: «Cuando asumí la dirección de XETLA la situación era crítica, a la emisora le habían dado un giro comercial; la participación de la gente era nula; el tratamiento de los indígenas era más bien folclórico; el sistema de trabajo no lograba consolidarse -trabajaban mucho pero no se tenía repercusión en la comunidad-; el acercamiento a ella era inexistente; los productores tenían poca claridad en los objeti-


vos; no se tenía conciencia clara hacia dónde se dirigía la radio. La actitud que percibimos de parte de la comunidad era más bien de rechazo y de aceptación por parte de los mestizos; no bahía ninguna participación, ni avisos comunitarios -llegaban dos o tres avisos a la emisora-. Con respecto al tratamiento de los temas indígenas, mencionaban algunas costumbres, pero se desvirtuaba la forma como las daban a conocer» (1988). A finales de 1985 se generó en el Departamento de Radio del INI un proceso crítico que surgió de las reflexiones que atravesaban al Instituto a partir de teorías como la del «Indigenismo Participativo», las propias reivindicaciones logradas por las comunidades indígenas, y con los limitados resultados de los proyectos educativos que se gestaron a través de la radio. Este proceso no fue ajeno para XETLA. Dichas reflexiones produjeron modificaciones en los planteamientos del proyecto radiofónico. Para esas fechas ya no se mencionó entre los objetivos de la radio la castellanización o la educación formal, sino más bien se empieza a precisar la idea de las emisoras como una herramienta para la creación y recreación cultural y no sólo como transmisora de información. Por tanto, en 1987 la radiodifusión indigenista empezó a ser delimitada a partir de tres conceptos básicos: Cultura: Entendida en su sentido extensivo como las actividades del hombre en sociedad, cualquiera que sea la forma y contenidos, la orientación y el grado de complejidad. En consecuencia son parte de la cultura: la lengua, el canto, la música, la forma de trabajar la tierra, la medicina tradicional, la comida, los textiles, por citar algunos ejemplos. Indigenismo: En el cual se asume como elemento central la participación para que la población indígena se involucre activamente en la detección, jerarquización y solución de sus problemas, guardando un lugar preponderante en la toma de decisiones. Comunicación: El concepto de comunicación resulta de la presencia de los sujetos en el proceso. No se trata sólo de los mensajes que un emisor hace llegar a un receptor, sino de cómo construir colectivamente los mensajes con base en el diálogo. A partir de estos conceptos resulta imprescindible la participación de la población indígena en el diseño de la barra programática, en la elaboración de los contenidos y aún en la producción de los programas que habrán de trasmitirse, siendo ellos gestores de sus propios mensajes» (Plascencia, 1988). En consecuencia, XETLA también desarrolló un período de confrontación y discusión de su trabajo, de realización de los programas y de las relaciones radio comunidad. Este proceso de crítica iniciado en 1985 tiñe hasta nuestras días toda las etapas de acción de la emisora y considera desde la organización interna hasta la concepción de nuevos formatos para la producción radiofónica. En palabras de Curiel, el proceso inicial significó: «El cambio de la forma de trabajo en XETLA estuvo reforzado con pláticas y reflexiones casi a diario. Platicábamos sobre lo que significa el medio de comunicación, las razones de los programas. Para lograr una mayor participación interna tuvimos que cambiar la dinámica de trabajo y empezamos a trabajar por responsabilidades, ya que pensábamos que no tendríamos ninguna repercusión en la comunidad si primero no cambiábamos nuestro estilo de trabajo ...Hemos tratado que la técnica del medio sea comprensible para la gente, dándoles mensajes sobre lo que es la radio, platicándoles que no hay misterio, para ello hicimos programas donde se les iba explicando. También formulamos invitaciones para que visitaran la radio e irles mostrando el medio. Modificamos la concepción de lo que es


hacer radio, porque pensamos que no tiene que ser un medio cerrado y además tiene que transmitir de acuerdo a la petición de la comunidad. Otro argumento que es necesario mencionar es que hemos tratado de que la radio no tome una imagen oficialista, ni que se le perciba como parte del Estado. Ello se ve en los mensajes que transmite: el 80% trata de dar a conocer a la emisora en cuanto tal, y sólo el 20% menciona que es del INI» (1988). C. Momento de consolidación Si bien desde sus inicios el objetivo fundamental de la radio indigenista fue contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades indígenas, «La Guía deAcción Radiofónica de XETLA» (1987) contempla prioritariamente la necesidad de propiciar y fomentar el intercambio de experiencias entre comunidades, apoyar la cohesión de los grupos indios e impulsar el fortalecimiento y el proceso de comunicación entre los pueblos de la región. En esta etapa de consolidación los procesos de reflexión que se gestaron en torno a la música, la lengua y la participación en la radio desde 1985 dieron los primeros resultados. En el caso de la música se observó que es uno de los aspectos que implicaba mayor identificación de la comunidad receptora con XETLA; a partir de la cual los compositores indígenas se sintieron motivados para llevar sus creaciones musicales, formar grupos, duetos, tríos y realizar eventos o reuniones donde se tocara música de la región. Es decir, la emisora no sólo estaba fomentando la participación de los músicos sino además incentivaba a la creatividad y la organización. En términos de la lengua indígena se estaba generando, por un lado, un sentimiento favorable hacia la lengua y una actitud positiva para que los hijos la hablen, por otro, existe una gran preocupación de parte de la comunidad para que la lengua se hable adecuadamente y se evite lo más posible los «préstamos» del español. Los talleres de la lengua, transmitidos por XETLA, el papel de los locutores y la participación de la gente de la región en la radio han jugado un papel esencial para fomentar dicha actitud. III. LOS RESULTADOS A. La exposición al medio radiofónico En el siguiente apartado me referiré a la presencia del medio radiofónico en la vida cotidiana de la comunidad y en las actividades denominadas de «tiempo libre». Se exploró dicha presencia utilizando las variables de sexo: masculino y femenino; de uso de la lengua: monolingüe del español, bilingüe y monolingüe indígena. En síntesis señalaré que la radio constituye el medio masivo de mayor presencia cotidiana en la población entrevistada. Asimismo, los datos7 indicaron que para gran parte de los entrevistados el medio radiofónico ocupa el lugar dominante, pero compartido con otras actividades diarias. Al relacionar las cifras generales sobre acceso a la radio con las otras variables se mantiene en casi todos los casos una alta exposición; no obstante, realizaré las siguientes precisiones: 1. Durante los fines de semana disminuye el número de personas que escuchan radio y que, además escuchan menos horas el medio. En este sentido, XETLA debería continuar con el mismo número de horas de transmisión sin considerar ampliarlas, ya que generalmente los fines de semana el auditorio


sale de día de plaza o se dedica a practicar algún deporte y, por lo tanto, no tiene la radio funcionando. 2. La variable sexo indica que las mujeres tienen un contacto más prolongado con la radio, así, prefieren exponerse «más de cuatro horas» y «a ratos». Los hombres, en cambio, manifestaron recurrentemente la preferencia por una exposición «no mayor de dos horas». Como se observa, es el auditorio femenino el que se expone más tiempo al medio. Este hallazgo, aparentemente obvio, exige una modificación sustancial de la barra de programación en términos de la audiencia femenina que establece una relación más intensa con el medio radiofónico. 3. En términos de lengua, son los grupos monolingües indígenas los que escuchan más de cuatro horas la radio, mientras que los sectores monolingües del español la escuchan de una a dos horas. Entre los grupos bilingües son los triquis los que se exponen mayor número de horas a la radio, mientras que los mixtecos lo hacen «hasta tres horas». Por lo tanto, observamos que los triquis son el grupo indígena que más cerca está de la radio. Al respecto tendría que contemplarse espacios específicos para este grupo que, hasta el momento, únicamente ocupa dos horas con treinta minutos de la transmisión semanal. B. La Programación de «La Voz de la Mixteca» En la conformación de la programación la emisora considera el uso de la lengua indígena y la transmisión musical como dos de sus aspectos fundamentales. El quehacer musical se percibe como la expresión cultural del pueblo, lo que permite contextualizar dicha expresión en un espacio geográfico e histórico, de tal forma que la población indígena pueda tener referencia del lugar donde se produjo tal expresión musical. En consecuencia, la música se difunde en la perspectiva del espacio geográfico y no en términos de los géneros musicales. Es importante mencionar que la mayoría de los espacios musicales son ocupados por aquellas composiciones generadas en el seno de los pueblos, lo cual otorga una sólida presencia a XETLA en las comunidades receptoras, puesto que no sólo le proporciona al auditorio la ubicación espacial de sus creaciones, sino que además está abierta a cada una de las manifestaciones gestadas en las propias comunidades. La música es programada por espacios de 10 a 30 minutos otorgándole mayor importancia a la música regional y local más que a la estatal, nacional, de América o de otros continentes. En términos de la lengua la radio transmite en triqui, mixteco y español, proporcionándoles las mismas oportunidades de espacio a cada una de ellas. Asimismo, plantea preservar, valorar y desarrollar la lengua materna y fortalecer su expresividad. La transmisión de XETLA se organiza a partir de la música y la lengua contemplando espacios informativos, programas de cuentos, tradiciones, leyendas y de orientación. Los programas informativos están destinados a comunicar sobre los hechos que tienen lugar en la región, el país y el mundo, pero poniendo énfasis en los acontecimientos que atañen directamente a la región. La programación que destina XETLA a los avisos y noticias es la referida a la información sobre necesidades de la población o avisos de interés personal relacionados con el ámbito familiar, las instituciones, etc.


Los programas8 sobre las historias, cuentos, leyendas y tradiciones tienen la intención de fomentar la creatividad e inventiva de los receptores, a partir de sus propias experiencias sensibles e imaginarias. Los programas de orientación tienen por objetivo aportar algún tipo de conocimiento, opinión o explicación sobre un determinado hecho, como puede ser una hierba medicinal o un consejo para trabajar la tierra. En la transmisión de XETLA la presencia de las lenguas indígenas triqui y mixteca son alternadas9 con el español; en consecuencia, las horas de locución tratan de cubrir sus espacios equitativamente. Durante el desarrollo de la emisión los locutores se dirigen al auditorio en las lenguas indígenas para presentar una canción, dar la hora, difundir los avisos comunitarios o decir algún comentario. La transmisión de XETLA está conformada por un conjunto de barras o programas de acuerdo al tipo de contenido, tal es el caso de los programas de información, entretenimiento o de orientación. De las 76 horas de transmisión semanal el 68 por ciento se destina a la programación musical: un 16 por ciento cubre diversa información; en tanto que a los programas referidos al entretenimiento a partir de cuentos, historias y leyendas les corresponde el 13 por ciento. Finalmente, a los programas llamados de orientación se destina el 3 por ciento de las emisiones.

BARRAS DE PROGRAMACIÓN DE «LA VOZ DE LA MIXTECA» 100%

76 horas

68%

16% 13% 3% MUSICAL

INFORMACIÓN

ENTRETENIMIENTO

ORIENTACIÓN


En síntesis, los ejes fundamentales de la emisión de XETLA son el uso de la lengua indígena (en toda su programación) y la difusión sistemática de la música de la región. También, en las horas de locución y en la transmisión de los mensajes está presente la invitación de parte de la radio para que la comunidad participe. Sin embargo, es necesario señalar que si bien la mayor parte de la transmisión está destinada a la música local y regional, no se tiene en cuenta la existencia de espacios específicos al interior de la programación, como sería el caso de los niños, los jóvenes y las mujeres. En ese sentido, se debería considerar espacios destinados a la programación infantil, juvenil y femenina. La programación infantil Sabemos que la población infantil constituye la base para la continuidad de los elementos culturales. Si bien la mayoría de los niños del auditorio conserva la lengua indígena como su lengua materna, en el momento de ir a la escuela sufren un proceso de castellanización que muchas veces atenta contra el fortalecimiento de la lengua, aún en su estado oral. Así, al revisar la programación de XETLA, vemos la limitada presencia de espacios destinados al auditorio infantil, a pesar de que los niños constituyen el sustento para el aprendizaje y formación de la cultura de su etnia. Lo anterior nos permite argumentar que «La Voz de la Mixteca» evidencia una grave limitación; ya que al público infantil le destina aproximadamente una hora de programación semanal. En ese sentido, la emisora debería difundir programas específicos para los niños a partir de sus juegos, cantos, historias y cuentos. La programación juvenil Los jóvenes son el sector de la población más propenso al cambio cultural, ya que emigran al sal! a trabajar a otros lugares y regresan con hábitos e ideas diferentes a las costumbres y necesidades propias de su comunidad. Al respecto, XETLA debería poner especial interés a este auditorio elaborando programas que respondan a las inquietudes y demandas, tanto de los jóvenes migrantes como de aquéllos que permanecen en la comunidad. La programación femenina Otro aspecto relevante es la constante exposición del auditorio femenino a la radio. Los datos señalan que el auditorio más relacionado con XETLA, en términos de exposición al medio, es el de las mujeres indígenas, quienes son a su vez las que conservan y atesoran las costumbres y los hábitos tradicionales y, en consecuencia, son ellas las que atesoran y guardan las costumbres de su pueblo. Pensamos que la radio debería destinar programas específicos para la mujer que contribuyan al fortalecimiento de su cultura y respondan a algunas de sus inquietudes. Este es un aspecto fundamental que la emisora debería considerar al organizar su barra programática. C. La lengua indígena En relación al uso de las lenguas indígenas (mixteco y triqui), se señaló que la transmisión es alternada. Pareciera, por las horas de locución10, que las lenguas están atendidas en forma equitativa. Al respecto quisiéramos señalar la indispensable necesidad de difundir, con especial cuidado, todas las variantes lingüísticas existentes en la región. En tal sentido, sería interesante, considerar también el manejo de las lenguas por auditorios. Así, se podrían estructurar espacios destinados a las mujeres monolingües o espacios organizados específicamente para niños bilingües, con música y cuentos.


Si bien el objetivo fundamental de la radio es aproximarse a la población indígena, no puede soslayarse el hecho que los mestizos también escuchan este medio, por lo cual es importante considerar a estos receptores, pues muchos de ellos manifestaron que «la radio es para indios». Una especial atención a este público a partir de las emisiones radiofónicas puede ir modificando los prejuicios de los mestizos respecto a la población indígena. D. La presencia de XETLA El análisis de los datos en la investigación11 muestran a XETLA como la emisora preferida. Selección que pensamos está relacionada con el tipo de música que transmite (producida local y regionalmente), con las emisiones en lengua y con el servicio de avisos. En términos del uso de la variable de lengua, observamos que el sector monolingüe indígena escucha especialmente tres emisoras: XETLA, XEOA de Oaxaca y La Consentida de Puebla. Para este grupo XETLA tiene una presencia dominante; en segundo lugar aparece La Consentida. Los monolingües del español y los bilingües mixtecos nombran varias estaciones; pero mencionan preferentemente a XETLA y, en segundo lugar, a la XEOA. El comportamiento de los bilingües triquis es muy parecido al sector monolingüe ya que nombran en primer lugar a XETLA y, posteriormente, a La Consentida. Asimismo, sus preferencias se aglutinan además de las mencionadas, en la XEOA. En síntesis, constatamos la preferencia por «La Voz de la Mixteca» frente a las emisoras comerciales. Además pensamos que la relación entre la radio y la comunidad receptora se puede percibir desde dos niveles 1) a manera de telón de fondo y 2) como interlocutor. En el primer caso, cuando el receptor escucha la radio como una actividad más, incluida en las prácticas diarias, su presencia es marginal y constituye el «telón» del escenario familiar, mientras que en el segundo, cuando el medio capta un auditorio específico y logra hacerlo partícipe del proceso comunicativo, se convierte en un «interlocutor» y su presencia tiende a ser esencial. A manera de hipótesis consideramos el segundo nivel como el determinante del proceso comunicativo. Afirmamos que XETLA se convierte en el interlocutor del auditorio en la medida en que lo interpela, a partir de las transmisiones estructuradas, con los aspectos fundamentales que identifican a la etnia: la lengua y la música. En el momento en que la emisora indigenista, como es frecuente que ellos mencionen «les habla la lengua, pasa su música y les dice lo que sucede con sus familiares y su pueblo» se convierte en un medio que la comunidad asume como propio y con el cual es posible identificarse porque expresa y recrea su cultura. E. Utilidad de XETLA El análisis del auditorio12 nos permitió constatar que la radio es percibida, fundamentalmente, por los sujetos receptores en su aspecto informativo; aspecto al que la emisora dedica únicamente el 16 por ciento de los espacios en la barra de programación. Estos datos hacen suponer que para los entrevistados los programas destinados a los avisos y noticias, son adecuados y responden al nivel de sus expectativas.


XETLA se convierte en un medio informativo, a diferencia de lo que podría esperarse ya que gran parte de la transmisión está destinada a los espacios musicales. Esto último nos motiva a pensar que las horas destinadas a los espacios informativos son los que la comunidad necesita o, simplemente que «La Voz de la Mixteca» se está convirtiendo en el único medio de la zona que atiende las demandas de información de sus pobladores. Creemos que éste es un elemento esencial a considerar en las futuras modificaciones de la barra programática, ya sea para incrementar los avisos o para organizar la emisión de estos mediante cápsulas informativas. Así, después de la música y la lengua, lo más importante para los entrevistados es la formación; pero sólo aquélla que está relacionada directamente con sus demandas y expectativas, tanto familiares como de sus pueblos y comunidades. Pensamos que en los espacios dedicados a las noticias debiera ponerse especial énfasis a las expectativas de información locales y regionales propias de las comunidades. F. Participación con XETLA Uno de los principales objetivos de «La Voz de la Mixteca» es propiciar la participación de las comunidades indígenas con el medio radiofónico. Para ello invitan al auditorio a ir a la radio, ya sea para conocerla, para cantar, para dejar sus conocimientos o para llevar sus creaciones musicales o consejos que sirvan para toda la población. Sin embargo en los lineamientos básicos de la radio no se encuentran los elementos que argumentan cómo se pensó dicha participación: ¿con audiencias organizadas? ¿con participación directa de las comunidades en la elaboración y definición de los programas? ¿con espacios destinados a las organizaciones indígenas? Conocemos la preferencia de la radio indigenista frente a las otras emisoras; también se reconoce la identificación de la comunidad con la XETLA. No obstante, este proceso de participación generado por la radio, debiera fortalecerse con la acción directa y organizada de las diferentes comunidades y organizaciones. Pues, para que el proyecto continúe desarrollándose, es indispensable afianzar la presencia indígena en la estructura organizativa al interior de la radio. Asimismo, se debe fortalecer la emisión de XETLA en las comunidades, con base a sus necesidades e intereses concretos y fomentar la participación organizada de los indígenas en la elaboración, diseño y transmisión de los programas que ellos consideren indispensables. G. Los corresponsales comunitarios Las experiencias radiofónicas en América Latina13 muestran que la participación en las emisoras asume diversas modalidades: difusión de mensajes, cartas, notas y cassettes enviados por los oyentes, espacios para dar a conocer información y comunicados de las organizaciones de base, entrevistas a la población rural en el campo, capacitación de una red de corresponsales que remiten regularmente colaboraciones por escrito o en cassette, envío de creaciones musicales, colaboraciones de músicos y cuenteros, entre otras. En este sentido, retomamos la práctica de las radios campesinas en Sudamérica y planteamos que para impulsar los niveles de participación con XETLA, sería adecuado fortalecer en un principio la corres-


pondencia del auditorio e, inmediatamente después, iniciar y fomentar a los corresponsales indígenas en cada una de las comunidades. Así, los diferentes equipos de producción de la radio podrían promover la formación de una red de corresponsales a partir de cursos de comunicación, periodismo o técnicas de información. Estos corresponsales pueden constituirse en los motivadores y animadores de las comunidades donde tengan presencia. Sin embargo es necesario considerar que el ser corresponsal otorga un status especial que muchas veces puede ser utilizado para conseguir prebendas o status social. Por ello, deberían ser las mismas organizaciones indígenas quienes elijan a sus corresponsales, de tal forma que fiscalicen y protejan su práctica periodística. Los corresponsales están llamados a «cumplir cierta función de intermediación entre la radio y los sectores de base de la población» (Valderrama, 1987). El corresponsal deberá ser el líder comprometido de la comunidad, representativo de los diversos grupos indígenas y, además, deberá ser electo por su comunidad y estar sujeto al control y protección de la misma. H. El uso de la lengua indígena en la emisora En la zona bajo la cobertura de XETLA se hablan, además del español, las lenguas triqui y mixteca con sus variantes. También el bilingüismo está muy extendido, ya sea porque los pobladores estudiaron algunos años de primaria, o porque sirvieron al ejército en donde aprendieron a leer y escribir en español. La valorización de la lengua y la música de los diferentes pueblos de la región mixteca constituyeron los principales objetivos planteados por XETLA para su programación cotidiana. De esta forma, en cada uno de los mensajes difundidas por la emisora se trata de manejar el bilingüismo buscando la unión de los grupos indígenas. En la zona estudiada el bilingüismo es mayoritario, la población tiene que hablar español cuando sale a trabajar o cuando emigra; pese a ello, el uso de la lengua materna persiste, se habla cotidianamente al interior de la comunidad y a los niños se les enseña en familia. Si bien a nivel de la sociedad global existe un tratamiento discriminatorio a la lengua indígena y un rechazo generalizado a quien no habla español o lo hable mal, se observa una actitud favorable de parte de los entrevistados para hablar su lengua. En tal sentido, es valioso reflexionar sobre el cuidado que la emisora indigenista ha puesto para la difusión y promoción de programas que contribuyan al apoyo, fortalecimiento y dinamizazión de la lengua. También nos cuestionamos sobre los espacios que deberá contemplar XETLA para el auditorio conformado por las mujeres y los niños monolingües indígenas. Los resultados de la investigación14 referida nos permiten afirmar que la población entrevistada se ha sentido atendida por la emisora; ya sea por la difusión de la música de la región o por la transmisión en su lengua. A pesar de ello, no se debería soslayar el hecho de la presión que sufre la comunidad por el uso del español, lo cual la obliga, muchas veces, a utilizar palabras que no corresponden a su acervo.Al respecto, la radio ha venido realizando talleres con el propósito de contrarrestar el mestizaje que las lenguas indígenas han sufrido. Pensamos que la radio debería transmitir en cada una de las variantes de las lenguas triqui y mixteca. También sería indispensable explicar al auditorio el origen, las semejanzas, las diferencias y las trayec-


torias de cada una de esas variantes y, con ello, se enriquecería y dinamizaría el uso de la lengua. Además, es necesario relevar el papel que desempeñan los locutores indígenas, ya que se convierten en los mediadores y portavoces de los grupos que representan. La locución se realiza en las lenguas indígenas a lo largo de la transmisión, es decir, en cada uno de los mensajes los locutores están definiendo el acervo, la cosmovisión y las tradiciones de las comunidades. Por ello su formación y capacitación constituye uno de los aspectos que XETLA debería considerar con especial cuidado. IV. CONCLUSIONES GENERALES 1. «La Voz de la Mixteca» es valorada y apreciada en su presencia cotidiana porque ha ido generando confianza y credibilidad en el auditorio. La utilización de la lengua indígena, la difusión y promoción de la música local y regional, la función informativa, la invitación y motivación para participar en la radio, son elementos que contribuyeron a dar legitimidad a la emisora en la comunidad analizada. Dicha confianza y legitimidad se ha ido gestando porque la radio aparece como un medio accesible, en el cual el auditorio puede plantear, por medio de la programación, sus intereses y expectativas. 2. La comunidad receptora presenta una alta exposición a la radio. También la población consultada tiende a escuchar más la radio indigenista que las otras emisoras comerciales que transmiten en la zona. Dichos receptores mantienen encendida la radio a lo largo del día para: «enterarse de lo que sucede con sus familiares y su pueblo», «para oír su música, cantos y tradiciones», y «para escuchar los avisos y las noticias». 3. No es posible reducir la presencia de XETLA a las horas de exposición frente al medio porque la radio, al retomar en sus transmisiones cierto universo indígena, interpela de una forma peculiar al auditorio. Como se ha señalado, XETLA genera en la audiencia procesos de identificación con la radio que tienen que ver con el reconocimiento de «algo suyo», de algo perteneciente a sus vidas. Por ello, el medio radiofónico en este ámbito rural va confirmando sus posibilidades como fuente de información y conocimiento, y sobre todo, como un medio «cercano» y «apropiable» para la comunidad. Cercano, en la medida que difunde los valores de la cultura indígena y apropiable porque el auditorio siente que puede participar directamente en la programación ya sea llevando una canción, un evento o un mensaje por ejemplo, de acuerdo a sus propias expectativas e intereses. V. RECOMENDACIONES A. En términos del proyecto radiofónico: 1. Dotar al personal de la radio de una mayor información sobre los diferentes auditorios que está atendiendo, ayudando a los trabajadores de la emisora a reflexionar sobre los mismos; pero también, tratando de contribuir a que los receptores cobren una mayor conciencia de su multiplicidad étnica y cultural. 2. Fomentar en los receptores una actitud reflexiva hacia los diversos mensajes de la radio, con el objeto de formar receptores participativos y críticos. Un ejemplo de lo que podría realizarse serían los foros de discusión con auditorios específicos (juvenil, infantil, femenino). 3. Definir el proyecto participativo de la radio. Urge reflexionar sobre los niveles, las formas de participación con la emisora, así como las instancias de transferencia de funciones a los indígenas.


B. En cuanto a la estrategia de transmisión: 1. Revisar exhaustivamente las barras de programación -espacios musicales, informativos, de consejos- en relación a los diversos auditorios, con la intención de adecuar la transmisión radiofónica a los intereses de los receptores. 2. Reorganizar la estrategia de transmisión para los auditorios femenino, juvenil, infantil, de tal manera que sus expectativas se vean reflejadas en dicha estrategia. 3. Definir horario y programas específicos para los grupos triquis y mixtecos. 4. Reordenar críticamente los servicios informativos (espacios de noticias, avisos comunitarios) con base en las necesidades de información del auditorio. 5. Reelaborar la barra de programación musical definiendo los tipos y clases de música a transmitir. BIBLIOGRAFÍA MARTIN BARBERO, Jesús: De los medios a las mediaciones. Ediciones Gili, Barcelona, 1987. BONFIL, Guillermo: Políticas culturales en América Latina. Grijalbo, 1987. CORNEJO, Inés. La presencia de «La Voz Mixteca» en la comunidad receptora de la mixteca oaxaqueña». Tesis de Maestría en Comunicación. Universidad Iberoamericana. México, D.F. 1990. CHAMORRO, Jorge: Mediación semiótica y vehículos de significado en la cultura sonora de los purhépecha: hacia una interpretación de los símbolos y los signos audibles. Relaciones. El Colegio de Michoacán. 1991. ENCINAS, Alfredo: Radio Quillabamba. Una experiencia de comunicación popular en La Convención (Cusco). Radio y Comunicación Popular en el Perú. CEPES. 1987. ESTEINOU, Javier: Las tecnologías de la Información y la confección del Estado ampliado. Cuadernos del TICOM N° 30. Universidad Autónoma Metropolitana. Xochimilco. México D.F., 1984. FERNANDEZ-COLLADO, Carlos et al: La televisión y el niño. Editorial Oasis. México D.F., 1986. FUENZALIDA, Valerio y HERMOSILLA, María Elena: La televisión en el mundo rural. Estudios de RecepciónTelevísiva. Documento de trabajo NO 4/89. CENEFA, Chile, 1989. Visiones y ambiciones del televidente. CENEFA. Chile, 1989. GARCIA CANCLINI, Néstor et al: Estudios sobre las culturas contemporáneas N° 3, Programa Cultura. Universidad de Colima, Colima. México, 1987. Comunicación y culturas populares en Latinoamérica. Grijalbo, México, 1987. GARCIA CANCLINI, Néstor: Las culturas populares en el capitalismo. Editorial Nueva Imagen, México, 1982. GIL OLIVO, Ramón: Televisión y cultura en dos comunidades purhépechas. Televisión y Desnacionalización. Universidad de Colima, 1987. Los niños purhépechas y la televisión. El Colegio de Michoacán. 1991. Instituto Nacional Indigenista: Proyecto de Constitución de la XETLA. México, 1981. Instituto Nacional Indigenista: Manual de Radio. Dirección de Comunicación Social. México, 1985. Manual de comunicación social. Dirección de Comunicación Social. México, 1985. Guía de Acción Radiofónica de la XETLA. México, 1987. KERLINGER, Fred: Investigación del comportamiento, técnicas y metodología. Editorial Interamericana. México, 1975. MATA, María Cristina: Radios y públicos populares. Revista Dia-logos de la Comunicación N°19, Lima, enero 1988. OROZCO, Guillermo: Del acto al proceso de ver televisión. Mimeo. Universidad Iberoamericana, México, D.F. 1989. OROZCO, Guillermo y CHARLES, Mercedes: Educación para los medios: un proceso crítico en un contexto de comunicación masiva. ILCE. México D.F., 1989. PLASCENCIA, Carlos: La Radio Cultural Indigenista. Algunas preguntas. mimeo. Instituto Nacional Indigenista. 1988. ROGERS, E. y SHOEMAKER: La comunicación de innovaciones. Un enfoque transcultural. Herrero Hermanos. México, 1971. ROGERS y SVENNING,L: La modernización de los campesinos. F.C.E. México, 1973. VALDERRAMA, Mariano et al: Radio y comunicación popular en el Perú. Ediciones LEPES. Lima, Perú. 1987. WARMAN, Arturo: Políticas y tareas indigenistas 1988-1994. Boletín Indigenista N°1. Instituto Nacional Indigenista. México, 1989. XETLA «La Voz de la Mixteca»: Informes de Trabajo 1985, 1986, 1987, 1988. Instituto Nacional Indigenista. México Artículo tomado de Cuadernos de Posgrado en Comunicación N° 1: Radio Regional y Rural en México. Enlace de mil voces. Universidad Iberoamericana, México D.F., 1992.


ESTA NO ES UNA FOTO(COPIA) Fernando Castro INTRODUCCIÓN Según Snyder & Allen, frente a la riqueza de la producción cinematográfica, «la pobreza de la crítica fotográfica es bien conocida». Sin embargo alega «para terminar con esta pobreza no necesitamos filosofar más sobre la fotografía y la realidad». Sin duda, más filosofar no va a mejorar necesariamente la calidad de la crítica, pero esto no quiere decir que no debamos filosofar más sobre el fenómeno fotográfico. En ese sentido, admito sólo a medias aquella famosa tesis según la cual los filósofos han interpretado suficientemente el mundo cuando de lo que se trata es de cambiarlo. Yo prefiero la variación de Derek Parfit de la tesis según la cual los filósofos no sólo deben interpretar nuestras creencias sobre el mundo, sino que cuando son falsas, deben cambiarlas. Este tono combativo con el que comienzo mi presentación de Snyder & Allen no debe malentenderse. Este trabajo de 1975 «Photography, Vision and Representation» y otro posterior de 1980 titulado «Picturing Vision» son trabajos fundamentales en la teorización del fenómeno fotográfico. Su importancia radica tanto en su estilo como en la sobria tradición en la que se fundan y en el haber planteado líneas de teorización importantes. El hecho de que no se conozca su trabajo muy bien no debe impresionarnos desfavorablemente, ya que -inversamente- hay trabajos sobre fotografía muy conocidos y citados de escaso valor intelectual. La influencia de sus tesis más correctas se puede ver en libros posteriores tales como Before Photography (1981) de Peter Galassi. Por razones de exposición hago la salvedad que he de hablar como si el trabajo que voy a presentar fuera de Snyder -aunque todas han de entender que es en realidad un apodo de «Snyder & Allen». LOS ASUNTOS A TRATAR La posición central de Snyder es que la fotografía no tiene por qué verse como el monstruo del Lago de Lochness. Es decir, como un tipo de representación singular, única y divorciada totalmente de la tradición pictórica occidental a causa de cómo funciona, o cómo pensamos que funciona. En este sentido, Snyder asume que la fotografía es un tipo de representación y no se dirige mayormente a quienes lo han negado. Snyder empieza por formularse las siguientes preguntas: “¿Hay algo peculiarmente ‘fotográfico’ en la fotograba -algo que la aparta de todos los otros modos de hacer imágenes (pictures)? Si lo hay ¿qué tan importante es para entender fotograbas? ¿Son las fotos tan diferentes a otros tipos de imágenes que requieren métodos únicos de representación y estándares de evaluación?» Las preguntas, aunque válidas, son algo retóricas porque las respuestas de Snyder son negativas. Sin embargo, Snyder parece sorprenderse del hecho de que, en la mayor parte de este siglo, tanto especialistas como no especialistas hayan respondido a estas preguntas positivamente. Dice: «la mayoría de los críticos y no especialistas ha tendido a responderlas de la misma manera: que las fotografías y las pinturas difieren de una manera importante y requieren métodos diferentes de interpretación, precisamente porque las fotografías y las pinturas son producidas de manera distinta». Lo irónico de este consenso según Snyder es que los que sostienen esto pueden estar en desacuerdo en casi todo lo demás sobre fotografía. Pueden pensar tanto que la pintura es superior a la fotografía o a la inversa, pueden pensar que los fotógrafos no pueden crear o que sí pueden, que la fotografía debe ser objetiva o que puede y debe ser subjetiva, etc.


Snyder aclara que su intención «no es mostrar que estas respuestas son siempre, en cada caso, equivocadas; o que nunca se puede ganar algo de la distinción entre fotografía y otras artes visuales; o que preguntas sobre cómo las fotografías son producidas nunca son apropiadas para ninguna investigación». Pero sí quiere Snyder «sugerir que son tan sólo una pequeña parte del cuento y que han sido refrendadas por definiciones sobre la «naturaleza» de la fotografía y de su funcionamiento que son, en el mejor de los casos, descaminadas, y en el peor de los casos, simplemente erróneas. EL PUNTO DE VISTA DE EMERSON No siempre han pensado de esta manera los críticos y especialistas, y quizá ni siquiera los no especialistas. De hecho, en los comienzos del fenómeno fotográfico -en la segunda parte del siglo XX- hay quienes veían el nuevo arte menos desconectadamente de la tradición pictórica que lo precedió. Esta continuidad es la tesis central del libro de Galassi, Before Photography. Snyder cita en particular las opiniones de Peter Henry Emerson, quien dice lo siguiente en su libro Fotografía Naturalista para Estudiantes del Arte: «El objetivo del fotógrafo artístico no es diferente al de un artista en cualquier otro medio como la pintura o el carboncillo; para Emerson este objetivo es la representación «naturalista». Un crítico que pensó lo mismo en 1907 es Charles Caffin. El escribió «Este grupo de ‘fotógrafos avanzados’ trata de lograr en sus copias las mismas cualidades que contribuyen a la belleza de una figura en cualquier medio, y piden que su obra sea juzgada bajo los mismos estándares». Hay algo curioso en los consejos de Emerson a «los estudiantes del arte» (fotográfico) pues los previene contra producir una excesiva cantidad de definición en las imágenes fotográficas por hacerlas «carentes de veracidad para nuestros sentidos» y «artísticamente falsas» aunque «científicamente veraces». Es decir, Emerson considera que la manera como vernos las cosas no es como lo muestra la imagen fotográfica y que lo científicamente veraz no es necesariamente lo que concuerda con nuestros sentidos. Esta perspicaz afirmación cobrará importancia en lo que sigue de nuestra exposición. Explicar por qué cambia el consenso de opiniones requeriría quizá de un estudio sociológico. Snyder no hace esto y mantiene su discurso en un nivel de teorización abstracta pese a que ocasionalmente ha hecho acotaciones de carácter sociológico o antropológico. Ha citado, eso sí, a André Bazin en esta afirmación de carácter psicológico: «el factor esencial en la transición del barroco a la fotografía no es el perfeccionamiento de un proceso físico ...sino que reside en un factor psicológico, a saber, en satisfacer completamente nuestro apetito por la ilusión mediante una reproducción mecánica en cuya fabricación no participa el hombre. La solución no ha de ser hallada en el resultado logrado sino en la manera de lograrlo». Pero esto lo ha hecho quizá para hacer hincapié nuevamente en las posiciones contra las que va a argüir: «Dicho de la manera más general, la posición moderna es que en la fotografía hay ciertas conexiones necesarias entre la foto y su original de la ‘vida real’ que simplemente no existen (y quizá no pueden existir) en las artes ‘tradicionales»’. Lo que Snyder se pregunta es «¿qué son exactamente estas garantías, y qué tan importantes son para nuestra comprensión de las fotografías?» LA POSICIÓN DE ARNHEIM Alguien que ha dado respuestas a estas preguntas es Rudolf Arnheim. Son respuestas con las que Snyder ha de discrepar, pero esbozan una posición bastante sólida y difundida sobre la fotografía. Lo peculiar de la fotografía, según Arnheim es el origen «mecánico» de las imágenes fotográficas. Pero este origen mecánico parece entenderse no sólo como que en el nacimiento de la imagen interviene una máquina sino, además, que los objetos físicos mismos imprimen su imagen por medio de la acción


óptica y química de la luz». Esta «autenticidad de la que carecen las pinturas por nacimiento» es la peculiaridad que ofrece esas garantías según las cuales «esperamos encontrar cierto valor ‘documental’ en las fotos y con esta esperanza hacemos ciertas ‘preguntas documentales’: ¿’Es auténtica’? y ¿’Es verdadera’?» La íntima conexión que según Arnheim existe entre las fotografías y «los hechos del momento» las convierte en imágenes privilegiadas. Otros métodos de representación tradicionales no comparten, según Arnheim, este privilegio, sino que incluyen el artificio humano que las desmerece en cuanto a veracidad. Pero en la fotografía diceArnheim, “tomamos vacaciones del artificio”. Añade que: “Por supuesto, comparadas con la pintura, las fotografías sufren de las mismas deficiencias que ‘la realidad física’ o ‘el mundo”. Snyder escoge la posición de Arnheim, no porque sea fácil de atacar, sino porque representa el conglomerado de opiniones que han ofuscado el campo de análisis. Arnheim no es incongruente, admite por ejemplo que «el proceso de fotografía inyecta sus propias ‘peculiaridades visuales’ en la imagen (picture) final». No cae Arnheim en la posición extrema de decir que “la imagen fotográfica no es nada más que una copia fiel del objeto», pero sí afirma otra tesis que es de consecuencia para la estética y la crítica fotográficas, a saber: «La misma deficiencia de la fotografía -su incapacidad de lograr la perfección formal de otras artes visuales- es simplemente otro lado de su virtud cardinal -su habilidad de incorporar ‘la presencia manifiesta de la auténtica realidad física’. Si la posición de Arnheim fuera singular y aislada, no tendría quizá mayores consecuencias. Pero según Snyder su posición es bastante difundida. Dice Snyder que “debe enfatizarse que Arnheim no está aquí proponiendo nada nuevo o diferente”. Siegfried Kracauer y André Bazin, dos críticos a quienes Arnheim cita con aprobación, han hecho propuestas similares, y escritores tan diversos como Etienne Gilson, R.G. Collingwood, Stanley Cave, William Ivins y E.H. Gombrich han usado a la fotografía como hito del «hecho pictórico» contra el cual medir medios pictóricos más «tradicionales». Es más, «La mayoría de la gente, si se les preguntara, no dudarían en decir que, mientras el pintor puede pintar lo que quiere, el, fotógrafo debe tomar «lo que hay». La reacción de Snyder frente a estas posturas es: «se nos dice que cuando miramos una foto tomamos vacaciones del artificio «pero ¿deberíamos tomar vacaciones?(...) Además podríamos preguntar si el «hecho reconocido» de Arnheim: que «los objetos físicos mismos imprimen su imagen», es realmente un hecho, o si acaso el proceso fotográfico mismo realmente constituye garantía alguna sobre la relación entre la imagen y su referente (imagen and imaged). LOS MODELOS EXPLICATIVOS DE LA IMAGEN FOTOGRÁFICA Por otro lado, dice Snyder «Es extraño que los críticos que creen que el proceso fotográfico debiera ser el punto de partida de la crítica hayan dicho tan poco sobre qué es el proceso, cómo funciona y qué es lo que garantiza y lo que no garantiza. Pero, ¿qué es lo que generalmente se cree sobre la fotografía? Snyder dice básicamente se ha creído en dos modelos: A. «el modelo ‘visual’ enfatiza las similitudes entre la cámara y el ojo como sistemas ópticos y propone que una foto nos muestra (o debiera mostrarnos) lo que hubiéramos visto si hubiéramos estado allí». (Lo que nos muestra la foto R es lo que estaba frente a la cámara).


B. «Llamaremos modelo ‘mecánico’ a la otra versión de cómo funciona la fotograba. Este enfatiza las conexiones mecánicas y necesarias que existen entre lo que vemos en una foto y lo que estaba frente a la cámara». (Lo que vemos en la foto R es lo que estaba frente a la cámara). Estos dos modelos pueden parecerse, pero Snyder explica que, de acuerdo al segundo, «una foto puede no mostrarnos una escena como nosotros la hubiéramos visto, aunque es un indicador confiable de lo que fue». Añade Snyder que «los que escriben sobre la fotografía han tratado estos modelos como si fueran idénticos o como si uno estuviera contenido dentro del otro, pero no es así y suponerlo encubre el desafío básico de las imágenes fotográficas refiriéndose a sus orígenes -el desafío de extraer el significado pictórico de las operaciones de las leyes naturales» (¿es este un problema filosófico más general que motiva la intervención de Snyder?) PREÁMBULO A LA CRÍTICA DE ARNHEIM Y LOS MODELOS COMUNES Hasta aquí llega mi exposición de la exposición de Snyder de las posiciones a criticarse. Antes de atacar la validez de la posición de Arnheim y de los modelos visual y mecánico, Snyder afirma su propia posición. Concede que «el proceso fotográfico consiste en el registro más -o- menos permanente de una imagen hecho por una cámara». Pero hace la aclaración histórica que «cuando Niepce, Daguerre y Fox Talbot empezaron a tratar de fijar la imagen de cámara, las cámaras ya habían sido usadas por artistas por más de 200 años, y los requisitos del arte ‘tradicional’ ya habían influenciado su diseño». Snyder busca una terminología de análisis neutra aunque no discute el trasfondo teórico del cual se protege al hacerlo. Afirma simplemente que «es difícil encontrar un término que describa la relación entre lo que estaba delante de la cámara y la imagen que no predetermine los resultados de cualquier investigación de esa relación». Usa Snyder «las palabras ‘caracterización’ y ‘caracterizar’ para describir tantos pasos y aspectos individuales del proceso fotográfico (un lente dado caracteriza las cosas en mayor detalle que otro lente) como también el resultado final del proceso (una fotografía es la caracterización de algo). Una caracterización puede ser exacta o inexacta, puede referirse a algo real o a algo que se ha fabricado». Esta terminología parece estar diseñada para describir de una manera general lo que el aparato fotográfico («aparato» en sentido amplio) hace cuando se lo aplica a algo. Es importante señalar que «algo» no tiene necesariamente visos de realidad en esta terminología. En primer lugar, Snyder usa su terminología para disolver la posición de Arnheim: «con estas caracterizaciones en mente, la posición de Arnheim de que ‘los objetos físicos mismos imprimen su imagen’ más parece una caprichosa metáfora que un ‘hecho reconocido’. Es la luz reflejada por los objetos y refractada por los lentes la que es el agente en el proceso, no ‘los objetos físicos mismos’. Estos «objetos físicos» no poseen una única ‘imagen’ -’su imagen’- sino que la cámara puede manipular la luz reflejada para crear un número infinito de imágenes». Añade Snyder que «tampoco es sorprendente que algo en el campo de la cámara sea representado en la imagen; pero cómo ha de ser representado no es ni natural ni necesario». ARGUMENTOS DE SNYDER CONTRA EL MODELO VISUAL Argumento por reducción a las modificaciones absurdas que requiere el modelo. «La noción de que una foto nos muestra ‘lo que hubiéramos visto si hubiéramos estado allí’ tiene que ser modificada hasta


el absurdo. Una foto nos muestra ‘lo que hubiéramos visto’ en cierto instante, desde cierto lugar si no moviéramos la cabeza y cerráramos un ojo y si viéramos las cosas en Agfacolor o en Tri-X revelado en D-76 e impreso en papel grado 3 Kodabromide. Cuando se han sumado todas las condiciones la posición original se ha invertido: en vez de decir que la cámara nos muestra lo que nuestros ojos hubieran visto, ya estamos proponiendo la poco esclarecedora tesis que, si nuestra visión fuera como la fotograba entonces veríamos las cosas como una cámara». Argumento basado en el conocimiento científico de que no vemos como imágenes fotográficas. Snyder incide en el otro miembro de la analogía: la visión humana. Dice: «La analogía de la cámara y el ojo no es tampoco de gran ayuda para quienes investigan la visión humana, como no lo es para el investigador de la fotografía». Según lo que sabemos sobre la visión humana «en el ojo vivo, activo, no hay nada que pueda identificarse como la imagen de la retina» . Si hay una imagen en la visión humana es una que se mantiene en constante movimiento involuntario. El ojo se mueve y vibra a 150 ciclos por segundo. La ‘imagen’ se aleja y se acerca a la fóvea constantemente. De tal manera que, a pesar de la proclividad a equiparar la visión humana a la imagen ‘los dos procesos son simplemente inconmensurables». Argumento basado en lo inadecuado del modelo como método de describir nuestra relación con las fotografías. Este argumento incide en cómo, de hecho, interpretamos los diversos tipos de fotografía. Snyder usa varios ejemplos. Uno de ellos es el retrato de Alice Lidell por Julia Margaret Cameron. Luego de analizarla, concluye sobre ella que «la experiencia de ver esta foto es mucho más próxima en muchos respectos a ver una pintura». Si hubiéramos estado allí lo más probable es que no hubiéramos visto a Miss Lidell como la representó Ms. Cameron. En general, Snyder piensa que la manera como interpretamos todo tipo de representaciones pictóricas es de acuerdo a las convenciones procedentes de la tradición pictórica y de nuestra experiencia cotidiana. Y eso es lo que haríamos con este relato. Argumento basado en lo estático de la representación fotográfica del movimiento y en la posibilidad fotográfica de mostrar el movimiento que no puede ver nuestro aparato visual. Donde realmente se desmorona el modelo visual, según Snyder, es «cuando vemos los problemas de fotografiar cosas que se mueven o se pueden mover». Pues «nosotros no vemos el movimiento en ninguna de estas maneras; vemos las cosas moverse». El ejemplo que Snyder usa es el de Eadweard Muybridge, famoso por haber apostado que, al galopar, hay un momento en que un caballo no toca el suelo con ninguna de las patas. Dada la rapidez con que galopa un caballo, hasta entonces había quedado fuera de la experiencia visual de las personas determinar si esto era así. Se creía, por sentido común y por las convenciones pictóricas de representación equina, que no podía ser como Muybridge decía sino que siempre debía el caballo tener alguna pata en el suelo. Muybridge ingeniosamente probó lo contrario y aunque su evidencia le ganó la apuesta, ella fue recibida con consternación por artistas, fotógrafos y público en general por considerarla «imágenes no naturales» e «inverosímiles». En efecto, «los resultados se situaban fuera de la experiencia visual común y fuera de las convenciones de representar tales cosas de la época». «Las caracterizaciones fotográficas del movimiento muestran, según Snyder, que «la fotografía es una imagen (picture) estática. Es una peculiaridad compartida con otros medios tradicionales mas no con la visión». Un resultado importante de esta reflexión es ver cómo la fotografía hace uso de convenciones pictóricas para representar el movimiento al igual que otros medios. El que existan estas convenciones en la


fotografía quiere decir que nuestra interpretación de ella no es inmediata sino mediada; razón para tratar las fotografías como otros modos de representación tradicionales. Además, estas convenciones no necesariamente operan independientemente de nuestra experiencia práctica y cotidiana con las cosas. Es nuestro conocimiento práctico que nos ayuda a interpretar una mancha borrosa en una foto como representación de algo en movimiento». ARGUMENTOS DE SNYDER CONTRA EL MODELO MECÁNICO Los argumentos de Snyder contra el modelo mecánico (lo que vemos en la foto R es lo que estaba frente a la cámara, R = conexión casual necesaria) son un tanto menos directos. La argumentación va así: «Puede aseverarse, por supuesto, que aunque las fotografías no nos muestran una escena tal como nosotros la hubiéramos visto, ellas son, por su origen mecánico, un registro exacto de cómo fue la escena. De tal manera que, aunque no vimos caballos borrosos ni fondo borroso, ni caballos congelados en pleno galope al presenciar la carrera, hay una explicación causal para todo esto -son el resultado inevitable de los hechos de la situación. Los caballos sí adoptaron ciertas posturas en ciertos momentos; el movimiento de los caballos o de la cámara o de ambos están en relación causal a los borrones que vemos en la foto. Este tipo de aproximación ciertamente nos ayudaría a decir que ciertas fotografías son «naturales» u «objetivas» aunque sea obvio que mostraban cosas que nosotros no habríamos visto nunca y que probablemente nunca veríamos». Pero lo que Snyder va a señalar es que las conexiones causales no van a devenir en imágenes «neutrales» y la objetividad de éstas no va a tener nada que ver con una similitud a como fue la escena para nosotros. Hay dos casos aquí que es necesario distinguir: (i) cuando lo que vemos en una foto no se parece en nada lo que vimos que estaba frente a la cámara; (ii) cuando lo que vemos en una foto se parece a lo que vemos, excepto que verlo de esa manera requeriría un refinamiento de nuestro aparato visual -por ejemplo ver acciones más rápidas. «En tanto que el modelo mecánico sostiene que una cámara es un suerte de extensión o expansión dentro de ciertos cauces de nuestra experiencia visual normal, parece bastante plausible». Por ejemplo, cuando vemos un caballo «congelado» a medio galope en una foto, no tenemos ninguna razón para dudar que, en cierto momento, el caballo «realmente» asumió esa postura. Aquí estamos simplemente extendiendo y modificando la noción de que la cámara es un ojo. “Estamos asumiendo que, si pudiéramos ver un caballo con todo detalle a un milésimo de segundo se vería así». Pero en otros casos, como el del «caballo borroso» (caso i) la explicación que podemos dar, dado nuestro conocimiento de las características de la cámara, y la película, es una que sería casual. Si embargo concluye Snyder «que una fotografía no es un sustituto de la visión, ni siquiera una forma modificada o extendida de la visión, sino simplemente el resultado inevitable de cierta serie de eventos. Sin duda, es este sentido de inevitabilidad este sentimiento de que una foto es el resultado final de una serie de operaciones de causa -y- efecto efectuadas sobre la ‘realidad física’ lo que no inclina a adjudicarles un tipo especial de veracidad a las fotografías -’una autenticidad de la que carecen las pinturas por nacimiento’, para usar la frase de Arnheim. Después de todo, una foto puede se usada para establecer cuestiones de hecho y establecer la verdad científica. No importa qué tan grande sea el rango de control del fotógrafo, no importa que tan laberíntico sea el camino de escena a imagen uno siempre puede encontrar las conexiones mecánicas entre ambas». Hasta aquí no parece haber argumento en contra del modelo mecánico. Ese argumento es sugerido por el tipo de pregunta que ha hecho Snyder desde un principio: «La pregunta es si estas conexiones


mecánicas nos son realmente importantes cuando miramos la imagen (picture) final tratamos de comprenderla». Nótese que en esta preguntas se plantea la cuestión de hecho «si no son importantes» y no la cuestión de la validez «si nos debieran ser». Explicaré en mi crítica por qué la distinción es importante. Lo que Snyder ha de decir es que, al interpretar las fotos no hacemos uso de las conexiones necesarias que el modelo mecánico postula entre la imagen y los «hechos de momento», sino que las interpretamos -generalmente- más de acuerdo al modelo visual o a las convenciones pictóricas tradicionales. Tomemos el caso de las imágenes de la cámara «photofinish». Las fotografías de este tipo de cámara se usan para determinar los caballos ganadores en las carreras de caballos. Uno podría pensar que la imagen que se requiere para ese propósito no debería ser muy diferente a la que sacamos con nuestra Instamatic sino en cuestión de grado -por ejemplo, sería tomada a más alta velocidad. De hecho, las imágenes «photofinish» no son tan diferentes en apariencia a las que nos entrega «A color» en una hora. Pero el mecanismo que produce las fotografías del photofinish es lo suficientemente diferente como para producir imágenes que si se interpretan de la manera usual, serían totalmente mal interpretadas. ¿Cómo funciona el photofinish? «Al acercarse los caballos a la línea final el operador de la cámara de «photofinish» oprime un botón que hecha a andar un motor. El motor jala la película suavemente frente a una ranura vertical del grosor de una fina hoja en una placa de metal cerca del plano de la película en la cámara. Ningún obturador interrumpe la luz en su paso hacia la película mientras la cámara funciona, de tal manera que el resultado final será una sola imagen (picture) estática. Siempre que no se mueva nada frente a la línea final, todo lo que se registra en la tira móvil es un borrón con diseños verticales. Pero cuando la nariz del caballo ganador cruza la línea final, se registra, y el proceso continúa mientras pasa el cuello y las patas y continúa mientras pasan los otros caballos». Esta sola imagen (picture) muestra el orden exacto en que todos los caballos terminaron la carrera. Sería imposible mostrar esto con una fotografía «instantánea» convencional, ya que, aunque podría quedar claro cuál caballo llegó a la meta primero, la fotografía no mostraría cuál de los contendores más cercanos llegó realmente segundo o tercero. Con la cámara de «photofinish» es muy simple: el caballo que se ve a la derecha de otro caballo fue registrado en la película y por tanto llegó a la meta antes que el otro caballo. Por supuesto que al hacer las copias para mostrar al público el operador de la cámara tiene que poner una «línea final» artificial en la nariz del caballo que esté en disputa, pero esto no es un engaño mayor, ya que cada punto en la foto es la línea final. Es más, la velocidad con que la película se desplaza frente a la ranura se fija usualmente para que correspondan a la velocidad con la que las imágenes de los caballos han de moverse frente a la ranura: de otra manera, los caballos pudieran parecer muy alargados o comprimidos en la copia final. Ni el alargamiento ni el acortamiento importan mucho para determinar qué caballo terminó y cuándo, pero podría perturbar al público. «Por supuesto, una vez que sabemos cómo se hace una imagen (picture) de photofinish, nos perturba. Estamos acostumbrados - cuando vemos cinco caballos ocupando cinco posiciones distintas en una foto- a pensar que estamos mirando una imagen (picture) de cinco caballos que estaban en lugares diferentes al mismo tiempo. En la photofinish vemos cinco caballos que estaban en el mismo lugar en tiempos diferentes. Cuando vemos la nariz y la cola de un mismo caballo en la imagen (picture) aún vemos cosas que fueron registradas al ocupar el mismo lugar en tiempos diferentes. Al desplazarnos izquierda a derecha a través de la imagen (picture) no estamos viendo distancia sino tiempo. No sabe-


mos qué tan lejos el caballo ganador estuvo del caballo perdedor al momento de cruzar la línea final -todo lo que sabemos es que tomó cierta cantidad de tiempo para que el caballo perdedor cruzara la meta después del ganador». De tal manera que «la manera como se hace la imagen (picture) tiene poco que ver con la manera como normalmente la interpretamos. La imagen (picture) del photofinish se parece a una foto instantánea tomada al final de una carrera y ninguna cantidad de conocimiento sobre las cámaras de photofinish puede suplantar esta interpretación con otra». Esta última aseveración de Snyder es la que niego, aunque no niego que no se pueda discernir de la imagen del photofinish misma -en todos los casos- cómo fue producida la imagen y por tanto qué pautas de interpretación deberíamos seguir. Pero por cierto que hay una gran diferencia entre cómo de hecho interpretamos ciertas fotos y cómo las deberíamos interpretar. En todos los casos, saber cómo se produce una foto puede ayudarnos a interpretarla; a menos que intencionalmente se quiera hacer el mecanismo de producción irrelevante a la imagen. Si esto es parte del argumento de Snyder estoy de acuerdo. Es razonable que si no sabemos cómo fue producida la imagen, seguramente, como primera hipótesis, (y toda interpretación es una hipótesis) debemos interpretarla «normalmente», es decir, de acuerdo a las convenciones estándar. Mi negativa, por tanto, sólo está dirigida a alegar que el conocimiento de cómo se produce una imagen sí puede cambiar la manera cómo, de hecho, vemos la foto y cómo deberíamos ver la foto. En cuanto a Snyder, él quiere concluir que «las relaciones mecánicas que garantizan la validez de la foto como un indicador de un cierto tipo de verdad han sido completamente removidas de la creación de la semejanza visual». Esto quiere decir que pese a la semejanza visual con el mundo, el caso del photofinish, con conexiones causales propias, no nos dice verdaderamente lo que nos muestra; en parte porque son conexiones causales de otro tipo. Pero, ¿hay un tipo «normal» o «estandar»? Sin embargo no creo que el argumento de Snyder demuestre que es absurdo creer en la verosimilitud de las fotografías, ni que dicha verosimilitud no se pueda fundamentar en razones distintas. De hecho, hay cierta manera como las imágenes del photofinish son descripciones muy exactas y correctas, pese a nuestra equivocada aunque «natural» manera de interpretarlas. En la mente de muchos de ustedes puede estas gestándose la siguiente pregunta: ¿pero que hay de las fotos comunes y silvestres? Voy a presentar respuestas de Snyder en este trabajo, respuestas que yo doy de otro trabajo de él y respuestas mías. Primero la de Snyder. Dice: «Puede objetarse quizá que la photofinish es un caso especial, o que es una foto con truco». Aunque esto llevaría a preguntarnos por qué la gente que apuesta a los caballos consiente en que se resuelva sus apuestas por medio de un truco. Tampoco es cierto que la photofinish sea una caso especial; muchos tipos de fotografías científicas muestran un divorcio similar entre el contenido pictórico y «los hechos del momento». En fotografía infrarroja y ultravioleta los colores visibles son arbitrariamente asignados a bandas invisibles del espectro». Lo importante de añadir en todos estos casos de desface entre apariencia visual de la foto y su conexión con la apariencia que tuvieron «los hechos del momento», es incidir en que no se trata de buscar casos insólitos, sino que cualquier imagen fotográfica es una imagen «fabricada» y por tanto, en mayor o menor grado, desfasada. De tal manera que la búsqueda de la imagen «natural» o «virginal» es siempre descaminada. Esta última puede ser una consideración importante para todos aquellos fotógrafos que han formulado un programa de fotografía «informal» o «sin punto de vista» o «natural».


Para sustentar esta generalización más fehacientemente cito el segundo trabajo de Snyder «Picturing Vision». Un punto interesante de ese paper es cómo desmiente un prejuicio común de la literatura de la historia del arte sobre la fotografía. La opinión común es que la cámara oscura, que fue usada frecuentemente durante el Renacimiento como herramienta para la representación pictórica, fue lo que llevó a los renacentistas a formular teorías de perspectiva para generar imágenes verosímiles. Snyder arguye que en realidad ocurrió lo inverso. Es decir, los renacentistas habían formulado sus teorías de perspectiva y sabían del uso de la cámara oscura desde la antigüedad. Pero las imágenes que obtenían de la cámara oscura no satisfacían enteramente sus nuevas teorías. De tal manera que hicieron diversas modificaciones a la cámara oscura para que sus imágenes se conformaran a sus teorías de cómo deberían ser esas imágenes. La fotografía, recordemos, heredó el aparato de los pintores y le añadió el proceso químico de fijación de imágenes. De tal manera que también ha heredado una imagen altamente fabricada. Todas las imágenes fotográficas, en mayor o menor grado, muestran este carácter «fabricado». Pero sólo cuando obtenemos una imagen paradójica nos percatamos de la manera cómo las imágenes dependen de los mecanismos de la cámara y no sólo de «los hechos del momento». Una de mis fotos favoritas de Lartigue, por ejemplo, muestra características explicables sólo si meditamos sobre el funcionamiento del tipo de obturador que usó. El uso de zona, de diversos lentes, de corrección de perspectiva, de corrección de color, etc. nos muestra cómo -de manera sustancial- «fabricamos» nuestras fotos. En fotografía arquitectónica es usual corregir la convergencia o divergencia de las verticales mediante un lente que se llama «perspective correcting» o «shift lens». Volviendo al Snyder del presente paper. Finalmente él va a insistir en el rol del intérprete experto y en la decodificación de las convenciones. Dice: «en todos estos casos la imagen (picture) es valiosa como un indicador de la verdad sólo en tanto que el proceso por el que fue hecha se establece explícitamente, y las imágenes (pictures) pueden ser interpretadas con exactitud sólo por gente que ha aprendido a hacerlo. Al espectador instruido, las plantas de papa rojas y moradas le parecen igualmente extrañas; sólo el intérprete experto que sabe cómo funciona la película infrarroja en colores, que sabe qué filtro se usó sobre el lente y que sabe algo sobre las plantas de papa, puede atribuir confiadamente el rojo a la planta sana y el púrpura a la planta enferma. Snyder presenta un argumento final contra el modelo mecánico. Este se basa en un ejemplo de dos fotografías tomadas con un lente normal, con un revelado normal, pero expuestas de manera diferente: una para las luces y otra para las sombras. Arguye Snyder: «Como indicadores de ‘lo que fue’ son igualmente informativas; como ‘depósitos mecánicos de luz’ una es tan buena como la otra. De hecho, como ‘depósitos mecánicos de luz’ la sobreexposición y sub-exposición tan extremas que carecen de detalle serían tan aceptables como las exposiciones usadas aquí». El modelo mecánico supuestamente «enfatiza las conexiones mecánicas y necesarias que existen entre lo que vemos en una foto y lo que estaba frente a la cámara». Pero lo que sí se muestra es que -aun en el caso más extremo- «lo que estaba frente a la cámara» no está conectado de una sola manera con la foto, sino que «lo que vemos en una foto» puede variar sin variar «lo que estaba frente a la cámara». Cuál foto es aceptable, no lo determina el proceso fotográfico, ni el modelo mecánico. «El modelo mecánico, al explicarlo todo, termina no explicando nada. En la práctica el funcionamiento mecánico del proceso fotográfico debe ser constantemente regulado por un conjunto de reglas para producir imágenes (pictures) «aceptables»; y los simples procedimientos mecánicos deber ser aumentados por


los procesos adicionales para producir un número variable de grados y tipos de aceptabilidad». Esto es cierto, según Snyder, aún en el caso de fotos tan simples y comunes como las fotos de pasaporte o las fotos de ficha policial. Hay cánones de aceptabilidad para ellas y no cualquier foto es aceptable. LOS MODELOS Y LA REALIDAD: IMPLICANCIAS ONTOLÓGICAS DE LOS MODOS DE REPRESENTACIÓN Snyder se pregunta: «Si el ‘automatismo’ y tanto el modelo visual como mecánico explican tampoco de cómo funciona la fotografía, ¿por qué se los propone? El cree que «una razón parece ser que no tienen la intención de ser descripciones serias del proceso fotográfico para comenzar y sólo se las propone como definiciones «negativas» para establecer lo que es peculiarmente fotográfico en la fotografía contrastándola con lo que es peculiarmente «artístico» en el arte. Así, lo que es verdaderamente significativo acerca de la foto de un caballo no es que el caballo mismo imprimió su imagen, o que la fotografía nos muestra al caballo como nosotros mismos lo hubiéramos (o no lo hubiéramos) visto, o que establece algo en términos de verdad científica sobre este caballo. Lo que es verdaderamente significativo (parece argüirse) es que este caballo no fue inventado por un artista: esta es la imagen (picture) de un caballo real». Supongo que por «definición negativa» Snyder entiende que de lo que se trata es de decir cómo es la fotografía, a diferencia de la pintura: qué es lo que puede hacer la fotografía (o fotógrafo) que la pintura (o pintor) no puede hacer; y viceversa, qué es lo que la pintura (o pintor) puede hacer que la fotografía (o fotógrafo) no puede. En este tipo de comparación se ha generalizado en la literatura especializada con mucha arbitrariedad. Snyder hace algunas clarificaciones. A quienes alegan que sólo la pintura puede representar escenas «imaginarias» les recuerda: «Por cierto que las escenas ‘imaginarias’ pueden ser tratadas por el arte tradicional, pero esto no quiere decir que toda pintura, o aun que toda buena pintura, por definición, esté divorciada de la realidad física». Tampoco es un hecho que toda foto esté inextricablemente enmarañada con «las hechos del momento». Una vez más, en un nivel literal, uno debe excluir por fiat todo tipo de prácticas fotográficas para que la distinción empiece a funcionar, no debe haber retoque, ni escenificación, ni distorsión, ni combinación de negativos en un mismo negativo». Tampoco es cierto que la fotografía no pueda crear representaciones imaginarias por más conexiones necesarias que existan entre lo que nos muestra la foto y lo que veríamos allí. Snyder menciona el caso de las fotos de desnudos tomados en sitios improbables tales como bosques o mansiones desiertas. Estas imágenes generalmente se interpretan surrealistamente, es decir, como imágenes del sub-consciente. El photofinish normalmente no parece una imagen fantástica, aunque su interpretación correcta -varios caballos en el mismo lugar- parece físicamente imposible, aún si se explica que «mas no al mismo tiempo». Tengo unos ejemplos de mi propia cosecha. El más elocuente es el de la fotografía obtenida con una Cámara panorámica bajo ciertas condiciones. Esta cámara funciona como la del photofinish en tanto que usa una ranura, exposición muy larga y a veces un negativo que se mueve en dirección contraria a la ranura. En la panorámica también gira la cámara o parte de la cámara. «Barre» el campo visual. Es posible obtener con ella imágenes de una franja de 3%0 grados o más. Ya que la cámara va «barriendo» «tiras» verticales del campo visual, es posible aparecer dos veces o más en la foto resultante. Por ejemplo, si aparezco en el extremo izquierdo pero antes de terminar la «barrida» me coloco en el extremo derecho, la cámara me registraría dos


veces. Ahora bien, en la foto aparezco dos veces y sólo en la fantasía’ podría estar en dos lugares al mismo tiempo. Claro que la paradoja se desmantela al explicar que en realidad estuve dos veces en diferentes tiempos. Pero nada de eso se ve en la foto, pues la foto misma describe cómo fue hecha y por eso asumimos que todos los eventos que se ven en la foto son simultáneos. Con la panorámica se pueden lograr otros efectos paradójicos. Por ejemplo, dos edificios adyacentes pueden resultar separados y en extremos opuestos de la fotografía. Creo que los ejemplos mencionados son suficientes para demostrar que cómo es el mundo y cómo aparece en una fotografía, son cosas a veces muy distintas y siempre distintas. Y hay que añadir que nada tiene que ver con photocollages o doble-exposiciones ni manipulación de negativos. Si aún se piensa que los ejemplos dados no satisfacen, consideren la foto de Henry Sandbank de un plato y una botella de leche sobre el mantel a cuadros. El manejo maestro de Sandbank con «tils», shifts» y «swings» de su cámara 8 por 10 crea la ilusión de que la mesa no responde a las leyes de la perspectiva, mientras que todo lo demás sí. Quien diga que su uso de la cámara es extravagante no entiende que el uso ingenuo de una cámara normal también lo es y que lo que Sandbank hizo es corregir algunas de las extravagancias pero no todas. Por tanto, su uso es tan extravagante como el uso más normal de la cámara normal. De tal manera que es peligroso hacer una inferencia ontológica sobre la base de lo que se ve en una fotografía. Tales inferencias son siempre inductivas y por tanto falibles. Su grado de confirmación aumenta sólo en la medida en que se corrobora la inferencia por medios independientes.Al respecto, es interesante considerar cómo y si vemos a través del microscopio (ver Ian Hacking: «Do we see through microscope»?). Snyder, a quien le importa el rol de la teorización sobre la crítica fotográfica, piensa que sus argumentos contra los modelos visuales y mecánicos, el automatismo y las implicancias ontológicas, sirven para adjudicar al fotógrafo ciertas responsabilidades por características presentes en sus fotos. Lleva a cabo lo que él llama «un insípido y pesado análisis posible». Su fin es mostrar que una foto es susceptible de ese enfoque y muchos más. Una de las conclusiones más importantes es la siguiente: «De tal manera que si encontramos alguna falla en la foto Stock, no podemos disculparlo diciendo que la Naturaleza no ha puesto lo suyo o tratando de ver las casas como depósitos de luz, o recordándonos que después de todo, es sólo una fotografía». Sobre la implicancia ontológica dice Snyder «¿Tiene esta imagen (picture) algún status especial en virtud del hecho que fue hecha con una cámara y no a mano? Uno tiende a decir que sí, que establece ciertos hechos sobre James Dean fue por lo menos alguna vez se paró frente a la tumba de Cal Dean. Pero aún este mínimo enunciado no es incorregible (es corregible). Nos pueden desafiar a que probemos que fue en realidad james Dean y no un doble, o que ésa es una tumba de verdad y no un simulacro teatral o que Cal y James Dean estaban emparentados. Si lográramos establecer que todo y todos son lo que parecen ser por medio de evidencias externas, ¿qué nuevos hechos puede entonces establecer la foto? Parecería entonces establecer las mismas cosas sobre James Dean que podrían ser establecidas sobre el sujeto de esta imagen (picture) aun si no fuera James Dean, o inclusive si jamás hubiera existido». Quizá esto último es un argumento adicional contra el modelo mecánico. Termina Snyder: «la variedad de aproximaciones críticas (algunas de las cuales podríamos juzgar como valiosas y otras como descabelladas) nos provee con una variedad de maneras de evaluar el


mérito de ésta u otra fotografía. Pero de manera igualmente importante, esta variedad nos provee de diversas maneras de definir exactamente qué es lo que esta fotografía es, tanto en sí misma y como causa de una serie de efectos y como efecto de una serie de causas». “Aun cuando nos interesamos en la fotografía como ‘documento’ en vez de como ‘arte’, la ingenua opinión de que la fotografía yace fuera de la esfera de otras representaciones puede conducir a un malentendido fundamental sobre las preguntas ‘documentales’ que debiéramos hacer. También podemos preguntarnos: qué quiere decir, quién la hizo, para quién se hizo y por qué se hizo de la manera que se hizo”. Hasta aquí llega la exposición del paper de Snyder. He añadido algunas cuantas cosas y he comentado y cambiado partes de su discurso para que se entienda mejor su posición. En lo que sigue quisiera sacar ventaja de su trabajo pero, a la vez, añadir que hay muchas cuestiones filosóficas que falta explorar cuya solución es requerida para la solución definitiva de algunos de los problemas que sugiere o plantea Snyder. LOS PROBLEMAS FILOSÓFICOS NO RESUELTOS No sé si Snyder es filósofo o no. Ciertamente él ha tratado algunos problemas filosóficos y eso debería calificarlo como tal; excepto que parece dejar ciertos cabos sin atar y asume con demasiada facilidad ciertas cosas. Sea como fuera, mi crítica no va a ser dirigida a cuestiones de detalle sino a problemas más globales. Tampoco es una crítica que sea incompatible con el trabajo de Snyder, aunque quizá exija la modificación de algunas de sus posturas. «Prima facie», creo que mi trabajo podría considerarse una continuación y profundización -en grado de abstracción- del trabajo de Snyder. Si tomo alguna distancia de su trabajo es en la cuestión de la contundencia de sus argumentos contra el modelo mecánico. Pero en lo que sigue sólo voy a trazar líneas más generales de argumentación. Si faltan algunos argumentos es por el nivel de generalidad que debo alcanzar. Estos argumentos se hallan en la literatura especializada y/ o en mi trabajo de tesis. Hay muchas cuestiones interesantes que quedan flotando a la deriva en el panorama que nos presenta Snyder. Hay aspectos relativos a problemas de realismo, problemas de adjudicación de intenciones y sobre todo, problemas de adjudicación de valores veritativos a imágenes. No voy a insistir mayormente en los dos primeros problemas y me limitaré a describirlos. En cuanto al segundo problema: voy a describirlo también -aunque en mayor detalle. Un problema filosófico tradicional es ¿qué constituye una descripción realista del mundo? Para nuestro caso, ¿qué constituye una descripción pictórica del mundo? Por «pictórico» aquí no sólo quiero hablar de lo relativo a la pintura, sino a imágenes en general -oposición a lo lingüístico: una descripción en imágenes del mundo. El trabajo de Snyder descarta ciertas respuestas a estas preguntas. Una respuesta que queda eliminada es que la imagen realista es aquella que se parece máximamente a lo que hubiéramos visto si hubiéramos estado allí. El argumento es sólido: simplemente no vemos ni como fotografías ni como pinturas. Pero el trabajo de Snyder también nos muestra cómo las imágenes como las del photofinish y el caso


que mencioné de la panorámica, pueden producir imágenes que quizá bajo cierta teoría de realismo nos obliga a compatibilizar nuestras teorías de imagen realista con los hechos fotográficos. En particular, yo me veo atraído por dos teorías sobre realismo, sobre las que no voy a ahondar. Una proviene de Nelson Goodman y es muy simple: lo que aceptamos como imagen realista es cuestión de hábito. Otra me ha sido sugerida por Dudley Shapere en un reciente Coloquio de Filosofía de la Ciencia. En líneas generales, su posición es que asuntos tales como qué es una descripción realista, no se pueden responder con anterioridad al trabajo de la ciencia. La tradición en que se sitúa Snyder es científica y creo que de alguna manera nos muestra cómo debemos ir revisando nuestras intuiciones sobre lo que es una imagen realista, de acuerdo a lo que vamos conociendo de los diversos tipos de representación pictórica. El segundo conglomerado de problemas tiene que ver con intenciones. La posición más frecuente es que, a diferencia de la pintura, en la imagen fotográfica no intervienen las intenciones del que la produce, usualmente se apela al supuesto hecho que defendía Arnheim: «los objetos mismos imprimen su imagen». Se arguye asimismo, que el fotógrafo no puede cambiar lo que tiene en frente, mientras que el pintor sí. Siempre he pensado que esta posición tiene dos lados flacos: el de pensar que en la pintura necesariamente sí y que en la fotografía necesariamente no. Me explico. No siempre los pintores han tenido la libertad de pintar las cosas como se les antoja. Hay momentos en la historia del arte -y quizá son los más- en que las pautas y convenciones son muy estrictas y determinan exactamente cómo ha de pintarse. Por otro lado, la reflexión de Snyder sobre la cámara oscura y cómo fue diseñada intencionalmente por los renacentistas para que sus imágenes fueran de cierta manera, me lleva a pensar que toda cámara ya tiene «intenciones empotradas» (built in). Esta respuesta es filosóficamente controversial, pero se puede argüir muchas otras cosas a favor de la tesis de que sí se pueden adjudicar intenciones a las imágenes fotográficas. No voy a explayarme mucho pero en una de mis críticas en el diario El Comercio de Lima me encontré haciendo precisamente eso. Se trataba de la fotografía de largas exposiciones de Javier Silva. Las largas exposiciones en fotografía fueron al principio una necesidad técnica y luego una opción (una pregunta interesante sería qué velocidad de obturador es más realista). Algunas veces se usó intencionalmente la exposición larga para fotografiar edificios durante el día, cuando había mucho tráfico. Así, los objetos que circulan desaparecen. Javier Silva también usa exposiciones largas intencionalmente. Las dobles caras en algunas de sus fotos: él las quiere así. En mi crítica mencioné que Silva usaba intencionalmente esta técnica -aunque tuviera suficiente luz para no hacerlo. Añadí que en la foto de Chambi «Fiesta en la Hacienda Angostura» también hay un niño con doble cara -resultado de una larga exposición. La pregunta es si así lo quiso Chambi o no. Probablemente no, pero lo importante es que aún si se respondiera la pregunta negativamente, por la evidencia cómo se fotografiaba en la época de Chambi, eso no quiere decir que no se puedan adjudicar intenciones en la fotografía; sólo que en este caso no fue intencional. Pero si Chambi hubiera tenido la misma preferencia que Silva sobre las exposiciones largas, entonces sí se le podría adjudicar tal intención. Tal como en la pintura, esa adjudicación de intenciones depende de las convenciones que emplea el artista; y en ciertas épocas algunas convenciones están en uso y otras no. Algunos pintores han pintado encima de lienzos donde ya habían comenzado algo y luego cambiaron de opinión. En un sentido quisieron que lo que está debajo estuviera allí y en otro sentido no. De tal manera que hay que tener cuidado con las generalizaciones que se hacen en la fotografía. Dicho sea de


paso, no creo que este análisis sea filosóficamente suficiente. Como filósofo veo los huecos. Pero mi intención es simplemente que el no especialista se percate de dificultades a cierto nivel. El último problema al que aludí antes fue el de adjudicar valores veritativos a las imágenes. En buen cristiano, el de poder decir que ciertas imágenes son verdaderas o falsas. En particular, es sorprendente cómo se anda por aquí y por allá hablando de la veracidad de tal o cual fotografía o que las fotografías son representaciones verdaderas. Pues, yo me puse a averiguar qué quiere decir, por ejemplo, que una obra de arte sea una representación verdadera. Encontré muchas respuestas, pero casi todas ellas coincidían en que se empleaba el término «verdad» en un sentido derivado o metafórico. Lo cierto es que desde Aristóteles hasta nuestros días, la verdad -en sentido estricto- es una propiedad (algunos filósofos también disputan el hecho que sea una propiedad) de oraciones, enunciados o proposiciones. De tal manera que de acuerdo a nuestros prejuicios metafísicos, uno se puede inclinar por uno de estos portadores de verdad, pero ninguno de ellos es una imagen. Tampoco pienso muy afortunada la tesis que algunos han sugerido de que una imagen se puede reducir a un conjunto de proposiciones y que son estas últimas las que pueden ser verdaderas o falsas. Hay quienes sugieren que es un error de categorías pretender adjudicar verdad a las imágenes. Este tipo de error consiste en decir, por ejemplo, que la raíz cuadrada de 2 es dulce. Se explica a quien comete el error que la raíz cuadrada no es el tipo de cosa a la que es aplicable el predicado «dulce». Pero yo no creo en ninguna de estas soluciones. En este caso, estoy con el sentido común y en contra de la tradición filosófica. Hay razones para pensar que las imágenes son irreducibles al lenguaje. En este sentido, hablar de «lenguaje» fotográfico es una metáfora poco feliz. Hay razones también para pensar que nuestra clasificación y descripción del mundo no es estrictamente lingüística y que es también por imágenes o pictórica. En este sentido, la interpretación usual del Tractatus 5.6 de Wittgenstein “los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo” es simplemente falsa. Un filósofo que admite la importancia de lo pictórico en nuestra clasificación y descripción del mundo es Nelson Goodman. Sin embargo, niega que las imágenes puedan ser portadoras de verdad o falsedad. Su razón es que las imágenes no pueden ser ni premisas ni conclusiones de argumentos. Aunque no es obvio, esto probablemente es correcto. Pero la razón es interesada y una petición de principio («question begging»). Es razonable pensar que las imágenes que son descripciones correctas de lo que describen deben ser consideradas verdaderas. Pero la construcción de teorías de verdad para imágenes es todavía un programa de investigación: mi investigación doctoral. De tal manera que no se puede ir por aquí y por allá hablando alegremente de la verdad o la falsedad de las imágenes, sino que hay que ir por aquí y por allá hablando preocupadamente de su verdad o falsedad. Después de todo, los filósofos no han interpretado suficientemente el mundo.


LA NUEVA CARA DE NUESTRAS RADIOS EN ESTOS TIEMPOS NEOLIBERALES José Ignacio López Vigil Algunos ya rompieron el séptimo sello. Sin esperar ángeles ni trompetas, Fukuyama y los profetas del neoliberalismo han dado por finiquitada la historia. Se acabaron los modelos sociales, se acabó la política. Queda solamente la economía, con sus inexorables flujos de ofertas y demandas. Queda un Primer Mundo jugando solo en la cancha. Ya no le basta ser el Primero, ahora quiere ser el Unico. El Segundo Mundo se agotó. El Tercero sobra. Fin del Mundo, de la utopía de un Nuevo Mundo. ¿Se lo creerán ellos más que nosotros? Lo cierto es que estos últimos años han sido vividos por muchos compañeros y compañeras como una especie de apocalipsis ideológico. ¿Qué quedó, qué queda en pie? El derrumbe de los muros del Este deja al descubierto murallas más insalvables entre el Sur empobrecido y el Norte empobrecedor. Este es el mundo en que nos ha tocado vivir. Un mundo avaro que quiere igualar culturas pero no bolsillos. Un mundo absurdo que ha sabido captar el rumor imperceptible del Big Bang, sucedido hace 15 mil millones de años, pero no es capaz de escuchar el grito desesperado de sus congéneres, de los 40,000 niños que a diario mueren de hambre. Una época nocturna, como diría Neruda. Pero no hay otra. No podemos irnos a transmitir desde los anillos de Saturno. Es aquí y ahora que tenemos que hacer radio comunitaria. Es en este apabullante mundo neoliberal donde tenemos que construir radio democrática. Que aprender a construirla. Porque a vistas de lo ocurrido y casi estrenando el milenio hay que repensar muchas cosas. Hay que darle permiso a la imaginación. Hay que inventar. Inventar aquí, en América Latina. Y hacer otro tanto en Africa, Europa, en todos los países y continentes. Siempre que se habla de comunicación se recurre al viejo esquema tan simplón como vertical de emisor-mensaje-receptor. No me interesa ahora discutirlo, sino aprovecharlo para ordenar sobre él mis tres sugerencias. A. CALIDAD DE LOS EMISORES El mercado se ha erigido en dios. Y ha proclamado su ley, su único mandamiento: la libre competencia. Que ganen los mejores. Sálvense quienes puedan. Esta lógica neoliberal nos obliga enfrentarnos con programas de calidad. De mucha calidad. Si no ganamos a punta de calidad, nos sacan del juego. Y uno se pregunta: los programas de nuestros centros y emisoras ¿han estado en el aire por calidad o por subsidios? o dicho en negativo: si a nuestras emisoras les quitaran los subsidios ¿resistirían la competencia de las radios comerciales? Los subsidios han tenido dos fuentes principales: las Agencias de Cooperación y el Estado. No discuto la excelente voluntad de las financiadoras ni el deber estatal de favorecer la comunicación comunitaria. El problema está en nosotros. Acostumbrados a recibirlo y no a producirlo, el dinero no se relacionó con la calidad de los programas. Y muchos radialistas fueron generando la sicología floja, la imaginación castrada de los «hijos de papá».


No digo que no enviemos proyectos a las ACD. Y menos nosotros, las emisoras del Tercer Mundo. Mientras podamos recuperar alguito de lo que el Primer Mundo nos debe, pues mejor. Pero las Agencias están recortando las ayudas o priorizando otras áreas y no la comunicación. Igualmente, los Estados se achican. Sus empresas se privatizan. No podemos hacer descansar nuestros presupuestos indefinidamente en lo que nos llega de afuera o de arriba. En los campos de concentración, ante las barbaridades que cometían los nazis y que él mismo padeció, Bonhoeffer dejó escrito: aprender a vivir como si Dios no existiera. Nadie vendrá a solucionarnos los problemas, tenemos que defendernos con nuestras propias fuerzas como si Dios nos hubiera abandonado. Creo que la sabia pero incómoda recomendación de aquel teólogo protestante vale también para nosotros. Me atrevo a glosarla diciendo que tenemos que aprender a hacer radio popular, radio rural, radio comunitaria, como si nos hubieran cortado las ayudas internacionales o las estatales. Aunque todavía recibamos pero hacernos ya a la idea que no vamos a recibir más. Y que la única posibilidad de mantenernos en el dial es compitiendo con las demás radios. Compito, luego existo. Muchas radios transmiten sin donaciones ni subsidios. Apelando a la mística o al entusiasmo juvenil estas emisoras trabajan con personal voluntario. ¿Será ésta tal vez la mejor solución? Pienso que no. La luna de miel se acaba en el hogar y en la cabina. Con los cuartos menguantes comienzan los pleitos y los cansancios. La remuneración del trabajo -la justa remuneración- es la que nos permite, a la larga, exigir calidad y controlarla. Una emisora no es un juguete de fin de semana. Una emisora son muchas horas de transmisión, muchos discos que comprar, muchos equipos que renovar, muchas facturas de electricidad, mucha gasolina para visitar las comunidades. El carácter participativo del proyecto lo encarece aún más. Hacer hablar al pueblo cuesta dinero. Hay pues, que producir dinero. Hay que rentabilizar la empresa a fuerza de creatividad, de agresividad en las ventas de anuncios, de experimentar nuevos métodos para autofinanciarnos, desde el bingo semanal hasta paquetes publicitarios gestionados por una coordinadora de radios comunitarias. ¿Nos vuelve eso comerciales? Creo que lo que comercializa a un proyecto no son los anuncios pagados -que requieren, como es lógico, de algunos filtros- sino sus objetivos, lucrativos o no. ¿Qué busco, hacer crecer los capitales o las conciencias? El dinero es como la sangre. Las radios comunitarias, organismos vivos, necesitan de ella. Pero no viven para ella. Es decir, no somos vampiros. Volvamos a los voluntarios. No se trata de sostener una programación tacaña a costa de voluntarios generosos. El único seguro para ir autofinanciándonos es mejorar la calidad de las emisiones. La calidad del programa jala la cantidad de la audiencia. Y ésta última -a no ser en situaciones muy represivas- jala a los anunciantes. Ahora bien, para lograr programas de calidad necesitamos productores profesionales. Esto no se contradice con el carácter popular de la emisora. En política, la democracia representativa complementa la participativa. También en radio, la palabra popular se equilibra con la de los productores más cualificados. Ingenuidades a un lado: tan necesaria es la opción como la técnica. Tan importante es el querer hacer como el saber hacer. No sobra advertir que resulta aún más ingenuo confundir «profesional» con «egresado de una carrera universitaria». Profesionalidad quiere decir manejar bien una profesión. Lo contrario de lo profesional es lo aficionado, lo improvisado, lo mediocre. No hay que meter a la gente a hacer cuatro o cinco años de comunicación en la universidad. Si alguno tiene esa oportunidad, fantástico. Que la aproveche. Que saque de ahí buenas herramientas teóricas -no


palabrerío- para apoyar el trabajo de los demás compañeros que no pudieron estudiar tanto. Pero como hacer radio tiene más de práctica que de teoría, no por haber hecho muchos estudios se obtiene más profesionalidad en este campo. Ni por no haberlos hecho, se deja de obtenerla. La profesionalidad en radio se consigue con mucho ejercicio bien evaluado. No tenemos vocación de perdedores. Queremos tener éxito en nuestro trabajo. Sí, éxito. Queremos aparecer en los ratings disputando los primeros lugares de audiencia. ¿Ganar audiencia es el objetivo? No, pero sin audiencia -sin mucha audiencia- no podemos lograr nuestro objetivo. ¿Que el rating no es la última palabra? Por supuesto que no. Pero sí la penúltima. Porque en radio, si no te escuchan, no existes. ¿En nombre de quién hablas, a quién representas? En la cultura masiva, el éxito no es el criterio de la verdad pero sí, su condición. B. MASIVIDAD DE LOS RECEPTORES En la otra punta del esquema clásico de la comunicación aparece el receptor. En América Latina, tal vez por una práctica intensa de la educación popular presencial ese receptor se contrajo mucho, se concibió muy grupa] mente. Se prefirió -por no hablar de exclusividad- al público organizado. La mal llamada población-meta constituía un porcentaje muy pequeño de la audiencia potencial. Le tuvimos alergia a lo masivo por aquella errada ecuación de que lo masivo masifica. Olvidamos que el primer apellido de una radio -antes de popular o comunitaria- es ése, masivo. Y practicamos un doble reduccionismo del receptor. Primera reducción, en cantidad. A lo largo de estos años, en muchos talleres de capacitación radiofónica hemos tenido sesiones largas, interminables, peleas subidas de tono, para concluir lo evidente: que no hay audiencias cautivas. Que una emisora no puede ser concebida como una escuela sin paredes o un sindicato al aire libre. Y sobre todo, que es muy aburrido el deporte de convencer a los convencidos. En resumen, que una emisora no puede considerarse popular sin tener popularidad. Ya es tiempo de arrinconar la visión instrumentalista de la radio como herramienta de apoyo a los grupos de promoción. Un medio masivo tiene su dinámica propia, muy diferente a la del trabajo presencial. Naturalmente, desde nuestras programaciones vamos a apoyar la organización popular. Pero el apoyo no consiste en reducir al destinatario, sino en estimular la unión, los valores colectivos, las ventajas de estar asociados, entre la gran masa de oyentes. Masividad de los receptores: hablar y hacer hablar a todos, los organizados y los despelotados. Y si algún público debemos preferenciar en estos tiempos del cólera, si algún sector merece una especial atención, que sean los eternos marginados, los olvidados de siempre, tanto por las iglesias como por las izquierdas. Me refiero a los discriminados por género, raza y especie. Por género: las mujeres. Por raza: los pueblos nativos. Por especie: la naturaleza, los animales y plantas en extinción, el planeta Gaia amenazado ya no por un botón nuclear sino por las chimeneas de las fábricas y los tubos de escape de los automóviles. Las problemáticas feminista, indigenista y ecológica cobran una importancia decisiva para cualquier analista social. Y para cualquier comunicador con buen olfato. Segunda reducción: en cualidad. Los afanes revolucionarios nos llevaron a caracterizar al receptor como clase social. Recortamos otras dimensiones y olvidamos que esa obrera explotada en la fábrica es una mujer y es negra y es joven y está enamorada y... El arcoiris tiene muchos colores.


La masividad se refiere también a eso, a retomar todos los aspectos de la vida, a pintar con todos los colores de la paleta, a no seguir reduciendo la temática a la problemática. Hay que hablar -y hacer hablar- de todo, de lo que se comenta en el mercado y en la cantina, de lo que a la gente le gusta. No hay que satanizar la moda ni la farándula, ni la interpretación de los sueños, ni las recetas de cocina, ni los consejos de belleza. Recuerdo una gran discusión entre educadores populares que cuestionaban si una radio educativa podía transmitir deportes, el fútbol profesional. Eso es comercial, decía uno. Eso es alienante, confirmaba el otro. Pero acabada la discusión todos se clavaban ante el televisor para ver el partido. Subrayando los gustos populares no descuidamos los intereses del pueblo. Siempre simbolizamos este asunto con la figura de una paloma. Una paloma vuela con dos alas. Gustos sin intereses nos llevaría a una propuesta radiofónica facilona, de «pan y circo». Pero intereses sin gustos nos arrastraría -como ha sido lo más frecuente entre nosotros- a una programación muy pesada, muy ideologizada, el consabido ladrillo. Se trata, pues, de equilibrar ambas cosas, de volar a doble ala, de enganchar nuestros programas con los gustos populares para, desde ahí, favorecer los intereses del pueblo. Esa es la dinámica: desde los gustos hacia los intereses. O como decía Brecht, hacer interesantes los intereses. Masividad: todos los oyentes y todas las facetas del oyente. Y esto, pronto. El proceso de concentración de poder que se da en el neoliberalismo es tan violento, que si nuestra audiencia no crece mucho y rápido, nos dan el KO. Nos pulverizan. Aquí no cabe ningún estancamiento, ninguna remolonería. O escalamos los primeros lugares o caemos en picada. Aquí sólo van a quedar los fuertes, los que hayan acumulado poder. Poder popular en nuestro caso, pero poder al fin y al cabo. Me pregunto si no hemos confundido popular con marginal. O con automarginal, que es peor. Preocupados más por los principios que por los finales -por los resultados- nos quedamos discutiendo entre nosotros, felicitándonos por «nuestra especificidad». Tan puros como estériles. No quiero pecar de activista, pero pienso que lo que más nos potenciará no es definir identidades, sino actuar. Sumar y sumarnos a una corriente mayor que nosotros, establecer alianzas con todos los inconformes de este mundo. Ahora somos pequeños, sí. Pero podemos crecer. Tenemos que crecer. Una cosa es ser pequeño y otra es ser enano. C. MODERNIDAD DE LOS PROGRAMAS En la radio, como en la vida, lo que no se mueve, se muere. Cambió el mundo. ¿Y no vamos a cambiar nuestras programaciones? Sin descuidar las formas tradicionales que hemos experimentado como exitosas, ¿habrán programas más modernos, más acordes con la cultura masiva y las grandes audiencias juveniles? Si nueve fueron las musas que inspiraron a los griegos, propongo nueve tipos de programas que podrían dinamizar nuestras emisoras en estos tiempos neoliberales. Cada musa se ilustra con la cara del muso que la recibe! 1) PROGRAMAS HUMORÍSTICOS: Si siempre fue necesario echarle humor a nuestra programación, hoy se vuelve más urgente que nunca. Más crisis en la sociedad, más necesidad de risa en las antenas. La situación tan desesperante que viven las mayorías de nuestros países hace que la gente no prenda el radio para educarse ni para concientizarse.


Ya casi no para informarse. Lo que la mayoría busca en los medios es una puerta de evasión. Si no puedo cargar con mis problemas, menos con los ajenos! No sólo los locos están en el manicomio. También nosotros padecemos ataques de esquizofrenia. En nuestra vida somos jaraneros y guapachosos. Pero ante el micrófono nos crispamos. La programación también sufre de esa doble personalidad. Tenemos espacios divertidos, de animación. Y tenemos programas educativos, de formación. En los primeros los locutores hablan desenfadadamente. En los segundos reina la solemnidad. En los primeros el locutor se atreve a reír con el público. En los segundos prima el ritmo lento, el tono parsimonioso. ¿Quién dijo que lo serio hay que tratarlo en serio? ¿Habrá que releer El Nombre de la Rosa y exigirnos que la verdad ría? Antes decían que la letra con sangre entra. Es mentira. Entra con risa. La risa educa y la risa moviliza. La mucha tristeza, por el contrario, paraliza. No se trata, entonces, de meter un recurso cómico como «anzuelo de audiencia» para seguir después con la parte seria del programa. Hay que casar contenidos con formas. Hay que aprender a educar entreteniendo. Y tampoco hay que andar buscando cinco patas a todos los gatos. No todo programa tiene que tener una intención educativa. Necesitamos -y muchos- programas de pura diversión. ¿Pura diversión? preguntará el melindroso. ¿Nada más? Nada menos! ¿Parece poco alegrarle la vida a la gente en estos tiempos severos que vivimos? Humor, buen humor, alegría: palabras indispensables para una radio comunitaria. Van escritas con letras de oro en la fachada de farmacias, tribunales y emisoras. Porque la risa es la mejor medicina. Y la denuncia más demoledora. Y la mejor manera de ganar audiencia. 2) PROGRAMAS CALIENTES: En estos tiempos de feroz competencia, lo frío no vende. El periodismo gris, e periodismo pausado y reposado, no se estila. Y menos en América Latina, donde la comunicación se hace a puro sensacionalismo. Pero nosotros, por huir del sensacionalismo evacuamos también la sensación. Por miedo al amarillismo o al rojismo les quitamos todos los colores a nuestras noticias. Por miedo al vedettismo de nuestros locutores dejamos vacío el escenario. No queremos locutores estrellas, pero tampoco estrellados. Es toda una actitud nueva. Durante mucho tiempo no dimos importancia a las primicias, a los avances, al estilo impactante del buen periodismo. Si yo tengo un corresponsal que me envía una nota desde otro pueblo, yo puedo decir insípidamente: «A continuación recibimos una nota de nuestro amigo en tal parte...» Pero yo puedo sacarle más brillo y decir: «Urgente! interrumpimos de inmediato nuestra programación para darle paso a nuestro corresponsal Perico Pérez que nos informa desde...» Podemos decir: «A nuestra sala de redacción acaba de llegar un cable avisando que...» A lo mejor el susodicho cable es un papelito que tiraron por el agujero de la ventana. Da lo mismo. Usted tiene que alborotar. Usted tiene que dar la imagen de sensacional, de haber recibido una primicia. Las gallinas son buenas comunicadoras: cacarean sus huevos! Y es que en asuntos de comunicación tenemos que ser humildes, pero no parecerlo. Si te presentas muy franciscano no te respetan. Te comen los caníbales de la competencia. Y tampoco satisfaces al oyente. Porque a la gente le gusta que su hijo alcance el mejor diploma y que su radio esté en el primer lugar. La temperatura de las radiorevistas también hay que subirla con una mejor selección de los temas y un


tratamiento provocativo. “¿Es usted lesbiana sin saberlo?», así abrió su programa un centro feminista del Perú. Y ahí estaban todas y todos, enganchados con la sospecha. Con demasiada frecuencia hemos despreciado el famoso binomio sexo y violencia. Ya lo sabemos, la bazofia de Hollywood se reduce a eso. Pero también la Biblia está repleta de guerras y adulterios, desde los cuernos de Oseas hasta el incesto de las hijas de Lot, desde la novelita guerrillera de Judit hasta la crónica sangrienta de los Macabros. Entonces, todas las cosas son como se traten. Un radialista con experiencia sabe que puede pasar calor sin contenido. Pero no al revés: contenido sin calor. 3) PROGRAMAS POLÉMICOS: Yo me atrevería a decir que lo polémico es la nueva cara de lo educativo. De lo que antes llamábamos «programas educativos». Un ejemplo: en Nicaragua, durante diez años de Revolución, los compañeros fueron tímidos para hacer debates en la TV. Sentían inseguridad frente a una derecha que dominaba mejor que ellos la retórica, la argumentación, aunque fueran argumentos falsos. Se decían: ¿y si nos meten el gol? Y por miedo a que les metieran el gol, suspendían el partido. Pocos meses antes de las elecciones del 90 la televisión sandinista lanzó, por primera vez, programas de debate abierto, en directo. Y esos espacios fueron una escuela de pensamiento, una mejor escuela política que muchos discursos de dirigentes. Tal vez ya era demasiado tarde. La crisis y la guerra sucia financiada por los gringos pesaban más que cualquier comunicación. Pero la experiencia mostró la eficacia de estos formatos. Ocurrió en la TV sandinista. Y ocurre en muchas de nuestras emisoras que se dicen democráticas. ¿Suenan en nuestros programas opiniones contrarias a las nuestras? En las emisoras cristianas ¿se escuchan las voces de los no creyentes? ¿Hablan los machistas en los espacios feministas? ¿Habla la derecha en los espacios de la izquierda? «Ya ellos tienen sus propios medios... ¿para qué desperdiciar nuestro tiempo oyendo estupideces?» Hemos sido pluralistas de boca, pero sectarios y doctrineros de hecho. Preferimos dar soluciones, tirar líneas, imponer nuestra opinión sobre las cosas. Hay que pasar de la cultura de la censura a la cultura del debate. Dejemos el oscurantismo para otros. Hagamos mesas redondas con invitados que vengan a confrontar posiciones. Hagamos encuestas de opinión no sesgadas. Hagamos debates telefónicos. Y no sólo de temas macros, sino de lo que se discute en la esquina: «¿las hamburguesas dan cáncer? ¿hasta dónde puede subir la minifalda? ¿el hombre viene del mono o el mono del hombre?» Hasta cuando hacemos una entrevista, si estamos en actitud periodística, jugaremos de abogados del diablo. Oyendo ideas contrarias se educa el pensamiento propio. Chocando piedras nació la luz. La ciencia primitiva -también la dialéctica- nos enseñó eso. 4) PROGRAMAS LÚDICOS El neoliberalismo es un juego, aunque cruel. Una competición que atraviesa todos los aspectos de la vida y en la que tenemos que insertar también el ritmo de nuestros programas. Lúdico no quiere decir exclusivamente concursos. También significa eso, claro. Y hay que hacerlo con premios nuevos, con premios llamativos para la juventud, como los que están lanzando las otras radios comerciales. No moralicemos los concursos. Hubo un tiempo entre nosotros en que no se podían ofrecer premios en dinero por aquello del «vil metal». Ni premios individuales porque nuestra propuesta era comunitaria. Ni premio al azar porque la conciencia no se rifa. Al final, ningún premio ni concurso era inocente.


El principal juego, la principal diversión para el público son los deportes. ¿transmitir deportes barriales, comunales, de aficionados? Bien. ¿Y deportes profesionales? También. ¿Que todos los dictadores, desde Nerón hasta Videla han usado y abusado del deporte para alienar a las masas? Bueno, todo lo exagerado se vuelve vicio, hasta rezar. Lo lúdico no se agota en concursos y deportes. Lo lúdico es una actitud permanente de jugar con el público, de desafiarlo, de salir con cosas inesperadas en la programación. Los enigmas que proponen los locutores africanos en sus aldeas son un excelente e ingenioso formato. Nada seduce más que una sorpresa. Así sedujo a su príncipe la bella Cheherezada, salvando su vida durante mil noches y una más. Así podremos nosotros salvar nuestras audiencias. 5) PROGRAMAS SENSUALES: Sensuales quiere decir que nos entran por los cinco sentidos. Y que nos deleitan. Que despiertan en nosotros pasiones y apasionamientos. Somos materiales, no podemos negarlo. EI alma sólo se descubre a través del cuerpo, decían incluso los escolásticos. De este cuerpo tan hermoso con que la naturaleza nos ha dotado. Hasta en el Polo Norte, los inuksuit -figuras de piedra para guiar a los viajeros perdidos en la nieve- tienen forma de un cuerpo humano. No confundamos sensualidad con vulgaridad. Los colores, los olores, los sonidos, los sabores, las texturas, todas las imágenes auditivas que podemos crear con un buen uso del lenguaje radiofónico, producen belleza. Pero nosotros, en nombre de la verdad, ausentamos la belleza. Le dimos toda la importancia a la ortodoxia, a la claridad de los contenidos, a la pureza ideológica. Y se nos olvidó que la verdad, si no es bonita, es menos verdadera. Necesitamos programas técnica y estéticamente bien terminados, bien musicalizados, bien sonorizados, coloridos, poéticos, armónicos, atractivos, placenteros, cautivantes. Metan ahí lodos los adjetivos que quieran. Por suerte ya pasó el tiempo en que lo popular se confundía con lo tosco y, a veces, hasta con lo sucio. Hacer una buena radio tiene mucho de arte. Si se fijan, todas las letras de artista se hallan en la palabra radialista. 6) PROGRAMAS ÚTILES: Cargamos los dados. Todos los mensajes caían del mismo lado: la organización popular. Todos los problemas se solucionaban con la unión que hace la fuerza. Y es verdad. Pero no es verdad. Porque las grandes problemáticas sociales eran más complejas que nuestras exhortaciones a la solidaridad. Y las preocupaciones diarias más pragmáticas: “¿dónde consigo un trabajito, cómo se cura la diarrea, a cuánto puedo vender mi maíz?» La impaciencia educativa nos llevó a subestimar las informaciones útiles que hacen más llevadera la vida. Los consultorios médicos, jurídicos, sicológicos, los espacios para comprar y vender de segunda mano, los «clasificados» por radio, los precios del mercado y las normas de carretera, la información sexual, las farmacias de turno, las recetas de cocina, las bolsas de trabajo, los consejos de belleza, la orientación vocacional, la defensa del consumidor, las instrucciones en casos de desastres, estos y otros servicios bien concretos que puede brindar la radio popular -sin hablar del tan socorrido espacio


de «avisos»- aparecen siempre como los más apreciados por el público en todas las investigaciones de audiencia. Y luego están las curiosidades. Las informaciones tan útiles como necesarias para ver más allá del espacio de la casa. ¿Qué misterio encierran las pirámides de Egipto? ¿Por qué del mismo enchufe eléctrico sale lo frío y lo caliente? ¿Cuántas palabras tiene el vocabulario de los chimpancés? Creo que hemos descuidado mucho la divulgación científica. Y que sin oler a escuelita podríamos captar mucha audiencia pasando datos de geografía, de historia, de astronomía, de medicina, de adelantos técnicos. En todo caso, al terminar de oír uno de nuestros llamados programas educativos podemos preguntarnos: aparte de las exhortaciones a la unión y a la organización, además de los buenos consejos tipo abuelita que me dieron, ¿qué aprendí de nuevo en este programa? ¿qué conocimiento del mundo tengo ahora que antes no tenía? 7) PROGRAMAS SENTIMENTALES: No somos computadoras. Somos hombres y mujeres de carne y hueso. Tenemos un corazón latiendo desde antes de nacer. Un corazón que se emociona cuando una madre cuida a su hijo enfermo y cuando una gaviota agoniza bañada en petróleo. Sentimos ternura ante el débil e indignación ante el injusto. Nos mueve y nos conmueve el dolor ajeno, el amor fracasado. Y aunque no lo confesemos, nos encanta el beso del final de la película. La añoranza de ese happy end no es más que un reflejo de la misma búsqueda en nuestra historia personal y en la historia universal. No somos malos. Al menos no queremos serlo. Hasta Al Capone, antes de ser acribillado, declaró su intención de hacer más placentera la vida de sus semejantes. En México son muy sentimentales. Desgarradoramente sentimentales. Es estupendo poder dar rienda suelta al amor y al odio, todo en una misma ranchera! Pero si viajas a Paraguay y a Chile y a Cuba y a toda América Latina encontrarás las mismas lágrimas e idénticos suspiros. Y en Australia. Y en Filipinas. Y en todos los continentes. No somos cocodrilos y lloramos de verdad en todas las latitudes. No se quién inventó la paticoja de la radio como música y noticias. No se quién la echó a andar, pero muchos la siguieron ¿Qué pasó con los formatos dramatizados? ¿Dónde quedaron los cuentos, los mitos las leyendas, las fábulas, las narraciones que provocan en nosotros mil sentimientos diferentes? Hasta las noticias las podemos dramatizar si tenemos imaginación si sabemos aprovechar el lenguaje radiofónico! Las telenovelas eran un género menor hasta hace pocos años. Un equipo genial de libretistas brasileños lo rescató. Y ahora Roque Santeiro se ve en Moscú, en Tokio y en Paris. ¿Cuándo le llegará el turno a las radionovelas? ¿Cuándo un grupo de productores audaces se lanzará a trabajar el género más exitoso de los años 50 y que no ha pasado de moda? porque el corazón tampoco pasa? 8) PROGRAMAS ÁGILES: Cuentan que en Africa hay un poblado donde los jefes se ven obligados a echar sus discursos sobre un solo pie. Así se cansan ellos primero que el público. Ya los antiguos decían que lo bueno si breve, es doblemente bueno. Pero nosotros por una actitud sobreprotectora hacia el oyente nos volvimos especialistas del rollo y el palabrerío. Nos entró la com-


pulsión pedagógica de meterle contexto a todas las noticias. Y los noticieros se hicieron largos, elefantiásicos, las revistas, otro tanto. El colesterol también sube en el perfil de una emisora. Los programas se engordan, se vuelven pesados, sin gracia, sin ritmo. Uno pasa por una radio, regresa a los cinco años, y se encuentra con los mismos espacios, las mismas cuñas, hasta las mismas telarañas. Hablar de programas ágiles es hablar de cuñas, puntadas, avances, notas simples, titulares, flashes, pases de unidad móvil, microprogramas, microreportajes, minidramatizaciones, radioclips, sketches, entrevistas muy editadas, golpes de efecto, entradas rápidas y salidas más rápidas aún. Programación ligera y no por ello superficial. Programación de goteo, como la bautizaron los de Radio Enriquillo, aprendiendo del agua que traspasa roca con su terca suavidad. Esto quiere decir que tenemos que hacer cada día un footing mental. Rompe esquemas. Innovar. Inventar. No conformarnos con las pautas de los manuales. Dicen que el mejor formato es el que se conoce y luego se rompe. Y que la única norma no negociable es la creatividad . 9) PROGRAMAS FANTÁSTICOS: La Fantasía. Hay que escribirla así, con mayúscula. En estos tiempos grises del neoliberalismo nos urge una sobredosis de fantasía. Que la gente pueda soñar, imaginar otros mundos. E imaginar su propio mundo transformado. Eso es la fantasía: la capacidad de meterle colores al blanco y negro de la vida cotidiana. A mí me viene preocupando una palabra que ahora se repite hasta la hartura: la cotidianidad. Creo que es un término muy significativo, pero también muy peligroso. A veces hemos confundido la vida cotidiana con estar hablando todo el tiempo de la manteca de la olla, la caca del niño, el precio de la leche y lo que ocurre en el barrio. Eso es cotidiano, por supuesto. Y le gusta a la gente. Pero a esa misma gente también le gusta Alf, Batman y la Mujer Maravilla, que no tienen mucha proximidad con su vida. ¿Les gusta o se los han hecho gustar? Cuando llaman a la radio y nos piden una canción de Madonna, ¿escuchamos la voz del oyente o el eco de la casa disquera? Lo segundo, probablemente. Pero ¿existen los gustos puros? ¿hay culturas incontaminadas? Afirmar nuestra identidad cultural no es negar ni mantenernos aislados de las otras identidades. Defender nuestro patrimonio cultural no nos impide establecer matrimonios culturales. No busquemos lo popular con la cabeza hacia atrás. Lo popular está adelante, es un proyecto que se amasa con muchas y diversas manos. La cultura masiva, tan híbrida, es popular. Más aún, me atrevería a decir que mientras más extraña es la cuestión, mientras más distante está de esa tediosa «cotidianidad», más le gustará a la audiencia. ¿Qué sucede entonces? Hay que entender bien la palabrita: lo cotidiano no es un tema sino un tratamiento. Cualquier tema puede ser abordado en un lenguaje sencillo. Cualquier asunto -los dinosaurios o el agujero de ozono- puede ser aproximado a nuestra vida, hacérsenos familiar. Cualquier situación puede incorporarse a nuestros amores y temores, entrar en nuestro diario vivir, cotidianizarse. Lo cotidiano es verbo y no sustantivo. Pero recordemos nuestros sociodramas. ¿De qué tratan? Machismo, alcoholismo, drogadicción, prostitución, inflación. Esos temas que se repiten una y otra vez, aburren. Y a quienes más aburren es a


quienes en verdad los sufren en la vida real. Si yo vivo en la miseria, entre cuatro cartones, no quiero que me hablen de eso. Quiero prender la radio y escuchar al Rey del Mambo o que me hablen del Pato Donald o de los marcianos, algo que excite mi fantasía. Existe una emisora boliviana que va a celebrar su aniversario levantando un platillo volador sobre la ciudad de La Paz. Otra en el Perú hace una especie de ouija musical con los oyentes invocando a Jim Morrison y a los que, según ellos, siguen tocando rock desde el más allá. Y una periodista tan loca -¿o tan cuerda?- que entrevista a los bufeos rosados -los delfines del Amazonas- porque los ribereños dicen que son mujeres y que también pueden sumarse al movimiento feminista. Fantasía para evadirse de esta jodida realidad y tomar un poco de resuello. Y fantasía para volver a ella, pero verla con otros ojos, soñarla diferente. ¿Fue fantasía o milagro cuando Jesús multiplicó los panes y los peces para que los pobres comieran? Lo cierto es que aquella tarde en Galilea todos acumularon fuerzas para luchar por un mundo más justo. Ese fue el verdadero Milagro. Esa fue la Fantasía de Dios. En fin de cuentas, la fantasía es un apodo de la Esperanza. Calidad de los emisores, masividad de los receptores, modernidad de los programas. Esos son los tres retos que se me ocurren para producir mejor en este mundo peor. Alguno se preguntará: si nos dejamos llevar por estas musas ¿no estaremos vaciando de contenido la radio comunitaria? ¿No nos estaremos pareciendo peligrosamente a la radio comercial? ¿Qué nos distingue de ellos, a fin de cuentas? Todo. Es decir, todo lo fundamental. Nos distingue la veracidad en la información y la no discriminación en la música. Nos distingue el acceso del pueblo a la palabra, sin pretextos ni censuras. Nos distingue la denuncia de la injusticia y el compromiso en las luchas populares, aun con el riesgo que ello implica. Nos distingue el nuevo protagonismo de la mujer y del indígena en la producción radiofónica. Nos distinguen muchas voces -todas las voces- que se escuchan y se respetan en nuestra programación. Nos distingue, especialmente, el objetivo fundamental de nuestras radios: democratizar la comunicación para democratizar la sociedad. Decía un amigo que todas las guerras populares se han ganado con el parque enemigo, recuperando armasen el campo de batalla. Y en esta gran batalla de las comunicaciones, en este terreno ideológico, ¿no seremos astutos para aprender de los vencedores? De los que ahora se creen vencedores y se envalentonan. Por suerte, la novela humana sigue. Y será la libertad del pueblo -y no el liberalismo del Big Brother- quien escriba su final feliz.


LA RADIO: UNA RELACION COMUNICATIVA María Cristina Mata I. LA RADIO ES TAMBIEN UN HECHO TEÓRICO El primer elemento que quiero proponer tiene que ver con algo que yo llamaría a crítica al sentido común o, si se quiere, el cuestionamiento a la idea de naturalidad con que a veces nos enfrentamos a los medios y las prácticas comunicativas. En ese sentido quisiera comenzar cuestionando la idea más común pero más engañosa: pensar que cuando hablamos de radio, cuando la estudiamos, cuando la enseñamos o cuando hacemos radio estamos hablando, estudiando, enseñando o haciendo lo mismo. Es cierto que existe un medio de comunicación reconocible empíricamente tanto por sus características tecnológicas como por ciertos modos genéricos o más generalizados de operarlo. Pero las distintas prácticas profesionales que se generan alrededor de ese medio, las distintas prácticas académicas que se desarrollan y también los diferentes estudios a que da lugar nos obligan a reconocer que existen diferentes modos de pensar la radio. Diferentes miradas que obviamente no son casuales sino que se derivan o son resultado de diferentes concepciones acerca de la comunicación y de los medios masivos. Por lo general somos capaces de distinguir entre las diferentes finalidades ideológicas o institucionales que determinan modos de gestión y producción radiofónica diferentes y hasta contrapuestos: por ejemplo, distinguimos intencionalidad lucrativa de la educativa, de la propagandística y, en consecuencia, llegamos a hablar de radios comerciales, culturales (sean estatales o privadas), populares. También distinguimos algunas finalidades comunicativas y llegamos a clasificar las propuestas radiofónicas en función de sus contenidos predominantes y hablamos de emisoras informativas, musicales, de entretenimiento. Pero no sabemos avanzar más. Es decir, no nos interrogamos acerca de los supuestos teóricos que nutren las diferencias. Dejamos esa interrogación para otros cursos: los de Teoría de la Comunicación, los de Sociología, Psicología, Semiótica, y nosotros nos dedicamos a operar sobre lo existente -la radio que hay- y lo deseable -la que quisiéramos lograr a partir de nuestra enseñanza- como si lo existente y lo deseable no fueran teorías en acto. Como si, por ejemplo, alguien pudiese estudiar, enseñar o hacer radio del mismo modo si piensa la comunicación en una dimensión o desde una perspectiva instrumental o si la piensa como hecho socio-cultural. Creo que en términos generales, esta dimensión teórica de la radio se escamotea a los alumnos, no está presente en nuestras propuestas académicas porque tampoco lo está en nuestro modo de abordar el medio. 2. LAS DIVERSAS MIRADAS Para ser coherente con lo que acabo de plantear, referirme a las diversas concepciones que pueden reconocerse en los estudios sobre la radio es -de paso pero necesariamente- referirme a concepciones acerca de la comunicación y los medios. Para ello podría hacer un recorrido por diversas teorías e incluso hacerlo históricamente. Hay una amplia bibliografía en ese sentido, tanto de origen latinoamericano como europeo, que creo útil para profundizar la comunicación: desde los trabajos de Martín Barbero, en especial su libro «De los medios a las mediaciones» hasta el “Pensar los medios» de


Armand y Michele Mattelart, incluyendo varias obras de Mauro Wolf, por ejemplo su estudio sobre teorías de investigación de la comunicación. En lo que respecta a la radio yo misma he trabajado el tema en un artículo de Dialogos N° 19: «Radio y públicos populares». Por eso me limitaré a destacar las concepciones que creo predominan -o son más visibles- en nuestro campo específico. 2.1 La Radio como Medio de Difusión Es la visión predominante, sin duda alguna, y desde hace mucho tiempo. Desde los primeros estudios norteamericanos de las décadas del 30/40 pasando por los estudios sociológicos europeos y por buena cantidad de los realizados en América Latina, la radio es pensada como un canal de naturaleza masiva para la transmisión (difusión) de contenidos en los que se persiguen ciertos objetivos y que pueden o no conseguirse. Esta propuesta se corresponde con una concepción instrumental de la comunicación, de sesgo informacional o transmisor cuyas fuentes teóricas son bien conocidas por todos. a) El modelo canónico del proceso comunicacional inspirado en el propuesto por Shannon y Weaver (década del 40) desde la teoría matemática de la información: Emisor—Mensaje—Receptor (Canal) Respuesta (Feedback) b) Los modelos psicológicos y sociológicos de la acción de corte conductista.

Estímulo——Respuesta (efectos)

c) Los modelos lingüísticos y semióticos positivistas (Jakobson fundamentalmente) que postulan la capacidad comunicativa de la lengua y los códigos en general a partir de su condición de instrumentos a través de los cuales los sujetos realizan operaciones de codificación y decodificación sin más restricciones que las que se derivan del correcto o adecuado manejo de tales herramientas. Concebida a partir de esos supuestos teóricos la radio es: * Un canal tecnológico que requiere y admite el uso de unos determinados códigos y no admite otros. * Un conjunto de mensajes (contenidos organizados según géneros y formatos específicos) elaborados por unos ciertos emisores con la intención de producir determinados efectos en los oyentes. * Una institución social (económica/cultural) sujeta a leyes, regulaciones, normas y a cambios históricos dados básicamente por transformaciones en sus aspectos sociológicos, jurídicos (quienes la manejan o controlan) y en sus mensajes. La misma concepción anima y aparece tanto en propuestas radiofónicas comerciales o difusionistas y educativas. Sea que se persiga el éxito económico o el cambio de actitudes, la radio es canal a través


del cual unos estímulos (mensajes que buscan provocar un determinado efecto) impactarán o no en la audiencia (serán escuchados o no, gustados, atendidos) es decir lograrán o no su cometido. Pero también idéntica concepción anima ciertas visiones críticas y con ello me refiero no tanto a unas prácticas o modos de hacer radio sino a unos modos de estudiarla o no estudiarla. Justamente, lo que en América Latina se dio en llamar teoría crítica de la comunicación vio en los medios (y por ende en la radio) poderosos instrumentos de dominación. En este caso los medios son canales que se utilizan para difundir e imponer ideas, para modelar conciencias, para garantizar -desde el plano ideológico- la reproducción de un orden económico-social injusto. En ambos casos lo que se mantiene es la idea de un contenido que se trasmite (unos significados). En ambas percepciones lo que cuenta entonces son los productos radiofónicos (programas/programaciones) y los productores (en el primer caso su eficaz funcionamiento, en el segundo la denuncia de su identificación con el poder). Los receptores cuentan en términos de gustos y efectos. Gustos, porque hay que considerarlos para ganar audiencia; efectos, porque es lo que se desea lograr o lo que debe develarse. Sin embargo hay que señalar que como objeto de estudio la radio no recibió la misma atención desde el campo comercial y difusionista y desde el campo crítico. En los dos primeros casos la radio fue un medio privilegiado desde su creación y por lo menos hasta la década del 60, cuando el auge de la televisión en un caso y el fracaso de las estrategias difusionistas en el otro, van a opacarla como centro de las preocupaciones de investigadores y planificadores. En cambio, casi desde sus inicios, los estudios críticos que se realizan en América Latina justamente a partir de los años 60, desatendieron la radio. Hay razones coyunturales para explicar esta falta de atención y la más importante es sin duda la aparición y auge de la TV. Pero por obvia, esa razón poco nos dice. Lo cierto es que desde una perspectiva instrumental de la comunicación, la radio era el medio menos notable para develar los modos de operación del poder. Por un lado, por ser el medio tecnológicamente menos costoso, el estudio de los capitales invertidos en su gestión y de las relaciones de las empresas de radio con las agencias publicitarias o las grandes empresas transnacionales electrónicas, no era sustancial. Por otro, si importaba develar en los mensajes mecanismos más sofisticados de enajenación y desinformación de las masas la radio no podía competir con la televisión y la prensa. Esta seguía considerándose -desde una lógica instrumental de corte racionalista- como el medio privilegiado para la argumentación, para la construcción y debate de ideas (se puede recordar los pioneros estudios de Armand Mattelart sobre el Mercurio de Chile pero nadie habló de lo que pasaba en la radio en aquellos momentos). Era en los medios escritos donde había que rastrear las mensajes connotados, la distancia entre lo implícito y lo explícito, los mitos que se construían mediante artificios retóricos e incluso gráficos. Por su parte, la televisión no constituía sólo el principal espacio para la dominación cultural foránea -vía series, enlatados, etc.- sino que era el medio esencial de subyugar y brindar ficciones enajenantes y de construir, desde la pantalla, un mercado de stars. Las noticias por un lado y los relatos por otro (fueran historietas, telenovelas o series) eran la principal materia de un análisis de los sentidos que desde el poder buscaban reproducirse. Aun cuando comenzó a redefinirse fuertemente como medio informativo, la radio no podía competir con la prensa desde esta perspectiva y el resto era música y anuncios publicitarios que por explícitos (pensamos en lo que hasta hoy son mayoritariamente las tandas) no tenían la capacidad de seducción, el mismo perverso efecto que las imágenes. Puede parecer que exagero pero al revisaren cada país la bibliografía de corte crítico se puede comprobar que la radio está ausente hasta hace un tiempo relativamente corto.


2.2 LA RADIO COMO PRÁCTICA SIGNIFICANTE Algunas de las modificaciones más sustanciales en el modo de pensar la comunicación -manifiestas en los estudios académicos desde hace ya más de una década- son, a mi juicio, las que se derivan de los aportes de la semiótica textual y de diferentes versiones de la teoría del discurso. Aun a riesgo de simplificar mucho sus presupuestos, creo que uno de los cambios básicos se relaciona con el modo en que comienzan a pensarse los procesos de construcción del sentido. Según estas perspectivas, los sujetos no trasmiten unos mensajes elaborados a partir de códigos neutros (instrumentos) cuyo significado es recibido y descifrado (decodificado) por los receptores gracias al manejo simétrico, es decir equivalente de ese código. Los emisores producen discursos -configuraciones de sentidoque abren un campo de posibles efectos de sentido. A su turno, los receptores actualizarán algunos de los posibles efectos. El cambio significativo consiste pues en afirmar que el sentido no circula o se trasmite de unos sujetos a otros sino que un proceso comunicativo es una relación o una práctica significante en la cual emisores y receptores producen el sentido que puede ser unánime o disonante pero que, en todo caso, no puede ser juzgado en términos de decodificación óptima o aberrante (como sucedía desde las perspectivas informacionales). Ambos tipos de sujetos, emisores y receptores, cumplen la misma función de productores de sentido aun cuando ocupen posiciones o lugares diferentes y no simétricos dentro del proceso. Un segundo cambio, igualmente significativo, propuesto desde la semiótica textual consiste en dejar de pensar la comunicación como intercambio de mensajes aislados. Lo que cada sujeto recibe en un momento dado son mensajes, discursos, insertos en conjuntos textuales. Es decir, mensajes o discursos insertos en una trama -suele llamarse intertextual o interdiscursiva- que opera en el momento de la producción como referencia pero también en el momento de la recepción. ¿Qué consecuencias tienen estos cambios en lo que respecta a la conceptualización de los medios masivos y dentro de ellos la radio? Varias. En primer lugar, los medios dejan de ser canales para convertirse en espacios de negociación, de contrato, de pugna por el sentido. En consecuencia, emisores y receptores adquieren una nueva jerarquía o dimensión. Los receptores ya no son sólo término de un proceso iniciado en otro lado, sino parte activa de él tanto como productores de sentido pero también porque están presentes, inscriptos en el discurso del emisor. Al respecto han sido claves los aportes de la teoría literaria de la recepción (Jauss, entre otros) y muchos recordarán las nociones de lector modelo o ideal trabajadas por Umberto Eco en Lector en fábula. A su turno los emisores son unos sujetos e instituciones complejos cuyas características quedan marcadas a nivel discursivo. La intencionalidad no es el único aspecto que signa los mensajes: las ideologías profesionales, las rutinas productivas, actúan en ellos aun cuando no sea a nivel deliberado. En segundo lugar, los mensajes de naturaleza masiva no son pensados a la manera de estímulos aislados, puntuales o particulares que afectan de por sí a los receptores y se producen en el vacío. Ellos forman parte de un texto mayor -la cultura mediática- al que remiten y en el que se integran tanto mensajes de la misma naturaleza como de otras series discursivas. Las consecuencias de estas variaciones en la manera de pensar la radio son significativas: * De ser medio de transmisión deviene espacio de compleja interacción entre emisores y receptores, entre medios (instituciones) y públicos. Esa interacción es diálogo entre propuestas y gustos, propues-


tas y necesidades pero también confrontación, negociación. * Consecuentemente, la radio se convierte en espacio clave (como los restantes medios masivos) para la constitución de identidades individuales y colectivas a través del juego de múltiples interpretaciones. La radio recupera así el interés para investigadores que buscan comprender la cultura y la comunicación masiva hoy. María J. Vasallo López estudia en Brasil las propuestas radiofónicas que consumen los sectores populares -»la radio de los pobres» la denomina ella- proponiendo pistas para comprender lo que tales sectores buscan en el medio. Rosa María Alfaro analiza los «usos» populares de la radio e indaga las matrices culturales que conviven en la radiodifusión peruana. Ana María Lalinde estudia las rutinas productivas y las ideologías profesionales que operan en la sección informativa de la cadena Caracol de Colombia y yo en mis propios trabajos trato de establecer las relaciones que existen entre el modo en que unas determinadas radios argentinas constituyen sus públicos y los procesos de construcción de identidad de los sectores populares urbanos. En esos estudios lo que está en discusión, lo que se problematiza e indaga son las relaciones entre emisores y públicos, nunca lineales ni casuales sino diversas y complejas. Este tipo de orientación aparece -lentamente, hay que reconocerlo- en la formación académica. Cuando lo hace se manifiesta a través de la preocupación por conocer al otro, al público, y por una problematización de los formatos tradicionales como eje de la relación comunicativa entre emisores y oyentes. 2.3 LA RADIO COMO EXPERIENCIA CULTURAL Otras nociones, otras disciplinas, han enriquecido y complejizado también la comprensión de la radio. Los aportes de la teoría de la cultura, particularmente de Raymond Williams y los «Cultural Studies» ingleses nos permiten comprender los medios masivos como hechos o experiencias culturales que tienen una dimensión técnica, institucional, política y específicamente significante o, si se quiere, comunicativa. Los medios no son simples instrumentos en manos de alguien. Se han constituido como medios históricos a partir de hechos técnicos (recordemos a Brecht, cuando planteaba que la radio estaba ahí, pudiendo decirlo todo pero sin nada que decir en sus comienzos, ya que no había sido creada por una necesidad previa) pero como parte de procesos culturales a los que a su vez transforman. Así opera un desplazamiento significativo que en América Latina Jesús Martín Barbero ha tematizado en numerosos trabajos: lo importante no son los medios sino las mediaciones, es decir, las formas, espacios y condiciones desde las cuales ellos se producen y consumen. También hay diversas investigaciones que dan cuenta de esta visión de la radio. Giselle Munizaga y Paulina Gutiérrez en Chile estudian la radio como medio vinculante entre los proyectos de sociedad gestados desde el poder y las condiciones de vida y la cultura de los sectores populares. En mis «Memorias de la Recepción» trato de reconstruir el modo en que la radio fue convirtiéndose en parte de la cultura popular. Sugerentes estudios ingleses trabajan hoy la misma perspectiva. A nivel de la enseñanza comienza a advertirse el interés por recuperar esta dimensión histórico-cultural de la radio que desplaza a las simples cronologías y por comenzar a vincularla con otras prácticas significantes con las que ella interactúa (el consumo musical, los rituales deportivos, por ejemplo).


3. NI SÍNTESIS NI CONCLUSIÓN Aunque pueda parecerlo, no lo es. Tan sólo quiero rescatar en este brevísimo punto final algunos de los aspectos que están supuestos en el pensar la radio como relación comunicativa: * Su condición de práctica significante, de espacio de producción de sentido; * Su condición de espacio de interacción, de dialoguicidad; * Su condición de experiencia cultural inserta en una trama textual y contextual (discursiva e histórica) que la constituye pero a la cual a su vez modela.


LA TENSION TEORIA-PRACTICA EN LA ENSEÑANZA DE LA COMUNICACION Carlos E. Luna Cortés 1. PRESENTACION La desvinculación entre teoría y práctica es un mal endémico en la enseñanza de la comunicación en México y América Latina. No hay foro ni discusión sobre la formación profesional de los comunicadores en el cual no se esgrima esa desvinculación como uno de los problemas más graves que aquejan a la enseñanza. La denuncia suele venir de los estudiantes, muchos de los cuales terminan la carrera con la sospecha de que la mayor parte de lo que aprendieron en la universidad poco o nada aporta al ejercicio de la profesión; mientras que, del otro lado de la moneda, lo que consideran fundamental, la capacitación «práctica», brilló por su ausencia o, en el mejor de los casos, se resolvió en una superficial introducción insuficiente por completo para dar respuesta eficiente a las demandas del mercado de trabajo. Esta percepción se encuentra a su vez reforzada por los mismos empleadores quienes sistemáticamente reprochan a las universidades su dificultad para orientar las tareas educativas hacia las necesidades concretas del sector productivo, y su incapacidad para superar los -a su juicio- excesos teoricistas e ideológicos que saturan a la enseñanza y obstaculizan el cumplimiento de sus funciones y propósitos sociales. El problema se presenta también entre los profesores al interior de las propias carreras de comunicación, a partir de una división académica del trabajo que se expresa en la categorización a priori de las materias o áreas del plan de estudios que organizan los curricula y que, en no pocas ocasiones, deriva en una tensión irreductible que anula las posibilidades del diálogo universitario y los esfuerzos por una formación coherente y educativamente productiva. La dificultad para plantear una formación sólida en lo conceptual pero al mismo tiempo apropiada en términos de la respuesta eficiente a las necesidades de la sociedad nos remite, en última instancia, a la discusión sustantiva sobre el sentido mismo de la universidad y su vinculación social; discusión que no es nueva, pero que en los últimos años ha cobrado nuevos aires en el marco de las tendencias modernizadoras que sacuden a México y buena parte de América Latina, y la consiguiente redefinición de las políticas educativas que estas tendencias han puesto en la escena, con los conflictos e incertidumbres que caracterizan a los tiempos que corren. El presente articulo es un esfuerzo por replantear el significado de la tensión teoría-práctica en la enseñanza de la comunicación, con la esperanza de que este replanteamiento contribuya a los fines de un control más claro e intencional de la actividad educativa en las carreras de comunicación y a perfilar, desde ahí, modos creativos y productivos de contribución social. 2. LOS SIGNIFICADOS DE LA TENSION La tensión entre la teoría y la práctica asume diversos significados y referentes en la enseñanza de la comunicación. En un primer significado esta tensión tiene como referentes la codificación de saberes en categorías de materias o asignaturas dentro de los planes de estudio. Según la concepción tradicional la teoría corresponde a las materias en las cuales predomina, como método de trabajo, la exposición del maestro o la lectura de textos sobre contenidos abstractos, mientras que la práctica tiene su lugar ahí donde los estudiantes aprenden a hacer cosas concretas. La teoría se identifica con el pensar, el entender o el comprender, y la práctica con el hacer material. En el extremo esta concepción extiende el ámbito de lo teórico a cualquier situación educativa de tipo discursivo, independientemente del contenido, referente y orientación del discurso; y reduce lo práctico a la producción de mensajes en laboratorio con el recurso de la tecnología. Desde esta perspectiva las carreras de comunicación son más o menos teóricas o más o menos prácticas, según la proporción existente entre las materias con uno u otro énfasis o, si se quiere, en función del tiempo que los estudiantes pasan en el aula exponiéndose al discurso, por definición abstracto, del profesor, o en el laboratorio realizando actividades de producción, por definición concretas. Asumida así la tensión, la articulación entre la teoría y la práctica se concibe en términos de la «aplicación» posible de una en la otra. Es decir, el sentido de la teoría se resuelve en su grado de aplicabilidad en la producción técnica, con lo que queda despojada de su naturaleza interpretativa y de su capacidad como recurso de intelección para convertirse en la exposición discursiva de un procedimiento cuya finalidad es la organización de un hacer técnico. En un segundo sentido, la tensión se disuelve en la dicotomía entre el ser y el deber ser, o entre la realidad que se asume como natural y los idealismos que se expresan en buenas intenciones pero carentes de viabilidad frente a la contundencia de los hechos. La aseveración cotidiana de que «en teoría las cosas deberían ser así, pero en la práctica son de otra manera»,


enunciada como un llamado a la conciencia realista, manifiesta claramente este significado y descalifica implícitamente la afirmación del deber ser sobre el ser. En el caso de las carreras de comunicación, este sentido opera a propósito de la orientación general de la enseñanza y su articulación con el ejercicio de la profesión. Según esta manera de entender las cosas una carrera es práctica en la medida en que forma eficientemente a sus estudiantes en los saberes específicos que demandan las instituciones empleadoras, de tal manera que el egresado encuentre acomodo expedito en el «mundo real» de la profesión y esté apercibido de los recursos necesarios para enfrentar las múltiples solicitudes operativas y cotidianas de ese mundo: desde negociar bien con el jefe o los clientes, hasta llevar bien su contabilidad fiscal, pasando por todas las técnicas y procedimientos necesarios para producir un programa de televisión, redactar una nota periodística o diseñar un cartel. Una carrera es teórica, en cambio, cuando se desentiende de las exigencias anteriores o las coloca en segundo plano y enfatiza los saberes necesarios para comprender el mundo, cuestionarlo y promover el cambio. Este tipo de saberes vinculados sobre todo con la crítica social y el discurso de la alternatividad resultan ordinariamente connotados de idealistas y con ello, descalificados en los hechos frente a la apabullante realidad del «mundo real». Esta manera de entender la oposición entre teoría y práctica se encabalga con la clásica dicotomía entre las carreras «críticas» y las «profesionalizantes», dicotomía que tanto se ha usado para encajonar la enseñanza de la comunicación, y que tan pobre servicio ha prestado para entender y asumir un campo académico mucho más rico, complejo y elusivo. Los reduccionismos y esquematizaciones en los significados de la relación teoría-práctica como los esbozados anteriormente pueblan, como muchos otros, nuestras carreras de comunicación y alimentan las formas como se transita por ellas, pero adquieren su verdadera dimensión y trascendencia cuando sobre ellos se estructura la enseñanza y se diseñan sus dispositivos metodológicos. Sobre este tipo de bases las preguntas sobre el diseño curricular se formulan inevitablemente en términos de la proporción más adecuada entre un tipo de materias y otro, o entre uno y otro tipo de contenidos, o en los equilibrios, siempre precarios, entre la dosis de compromiso social y formación moral que preserva las buenas conciencias, y el pragmatismo que asegura cuotas de alumnado y buenas relaciones con los medios profesionales y patrocinadores, manteniendo con ello la desarticulación educativa, transfiriendo al estudiante el peso de la integración en algún momento imaginario de su carrera o de su desempeño profesional. En mi opinión estas maneras de plantear la tensión teoría- práctica y sus consecuencias curriculares y pedagógicas son estériles y concluyen en componendas según la correlación de las fuerzas que opera en los ámbitos académicos, pero no generan marcos y criterios metodológicos educativamente productivos. Para atender adecuadamente el problema es necesario, aunque no suficiente, superar los lugares comunes y replantear analíticamente las nociones de teoría y de práctica y los términos de su relación, aunque con ello perdamos algunas de nuestras seguridades y nos veamos obligados a intentar otros caminos y transitar por nuevas incertidumbres. 3. LA TEORIA DESDE LA PRACTICA Si de lo que se trata al final de cuentas es de la formación profesional, es decir, del desarrollo en los estudiantes de un conjunto de saberes y competencias para el desempeño de una actividad profesional dentro de un campo de trabajo determinado, me parece que lo más indicado es ubicar la discusión alrededor de la noción de práctica como categoría central y englobante. Creo además que en un sentido amplio, la comprensión teórica de la realidad encuentra su sentido en una orientación que, directa o indirectamente, ejerce sobre la actividad humana o, si se quiere, sobre la praxis social y que, por lo tanto, es en el significado de «práctica» en el que se puede replantear y, eventualmente, resolver la cuestión. Desde una perspectiva sociológica entiendo por práctica el trabajo aplicado a la transformación de las condiciones naturales o sociales de existencia. Toda práctica descansa en la acción humana individual, grupal o institucional y se encuentra socialmente regulada, es decir, sometida a la mediación de factores que trascienden la voluntad y, frecuentemente, la conciencia de los actores. El carácter socialmente regulado -no autónomo- de la práctica tiene su correlato en su condición de instancia productora de la realidad social, en esa dialéctica entre lo instituido y lo instituyente o entre lo estructurado y estructurante que explica la permanencia y el cambio de la realidad. O, para usar una fórmula clásica, es a través de las prácticas como los hombres construyen su realidad pero siempre bajo condiciones determinadas(*). En toda práctica es posible reconocer analíticamente los siguientes elementos: a) un sujeto, entendido no como una persona que se desempeña desde la autonomía exclusiva de su propia voluntad, sino como un actor social que puede ser considerado de manera individual, grupal o institucional, y cuya actuación se encuentra referida a roles y funciones socialmente establecidos; b) el significado que el sujeto tiene de sí mismo en cuanto tal, de su práctica y del entorno social donde ésta se produce; c) una actividad o conjunto estructurado de operaciones con el empleo de ciertos recursos, sometido ordinariamente a un patrón o rutina a través del cual la práctica se realiza; y d) una materia prima natural o social que se transforma como resultado de la actividad. Es decir aquello que se produce en la práctica.


Conecto la noción de teoría con la del significado de la práctica, lo cual exige desarrollar un poco más este elemento. No hay acción social sin representación social o, lo que es lo mismo, toda práctica está revestida de un significado para el sujeto que la realiza y para aquellos otros con quienes este sujeto interactúa. En un sentido amplio el significado de toda práctica incluye: un componente teleológico (los fines que persigue la práctica) sustentado a su vez en un marco axiológico (los valores que dan sentido y justificación a esos fines); una racionalidad (la manera como se entiende la relación entre los valores, los fines y la actividad), y una interpretación sobre la relación de la práctica con otras prácticas en cl marco de la vida social. El significado en sus componentes puede ser más o menos consciente, más o menos consistente y más o menos informado, pero nunca ausente de la práctica. En otros términos: la finalidad, la valoración, la racionalidad y la interpretación social no son elementos opcionales, accesorios o accidentales de la práctica sino constitutivos de ella y por lo tanto, elementos que participan en el modo como la práctica se realiza, en su orientación y sus consecuencias sociales. Hasta aquí una breve y apretada conceptualización de la práctica. Pasemos ahora a una igualmente breve elaboración de la noción de teoría y su relación con la práctica. Dicen los sociólogos contemporáneos que existe una sociología espontánea o laica y una sociología sistemática o de iniciados. La primera está configurada por el conjunto de concepciones que sobre lo social tiene el hombre común y corriente y que corresponden con el saber ordinario o de sentido común. La segunda es la que realizan los sociólogos de manera sistemática y desde las exigencias propias de la ciencia. Ambas sirven para lo mismo: comprender el mundo social para orientarse en él. De la primera participamos todos sin mayores complicaciones, por el mero hecho de ser actores sociales. La segunda es el resultado de lo que hacen algunos iniciados, quienes se han echado a cuestas el compromiso de comprender o explicar la sociedad por la vía larga, pero más segura de la ciencia; lo que los obliga a entender la sociología que ejercemos los que no somos sociólogos por la sencilla razón de que la sociedad es el resultado de lo que, bien o mal, hacemos todos. Una teoría es un conjunto estructurado de conceptos que sirve para entender una parte o aspecto de la realidad. La teoría puede tener como objeto cualquier cosa concebible por cualquier mente humana y representarla en diversos niveles o escalas de abstracción. Tenemos así -por poner algunos ejemplos- teorías generales de la sociedad y teorías sobre la descampenización del agro; teorías de la comunicación humana y teorías sobre los códigos audiovisuales; teorías del origen y evolución del universo y teorías sobre la cristalización del carbono, etc. En el sentido duro del término, el estatus teórico se asigna sólo a los conjuntos conceptuales suficientemente organizados que han sido el resultado de una labor de investigación sistemática y que representan a la realidad de manera contrastada o contrastable empíricamente. En este sentido la teoría suele ser asunto de iniciados, es decir, personas que han tenido un entrenamiento especial para producir y operar esos conjuntos o de quienes han logrado con base en la experiencia sistemática este tipo de competencia. En su acepción blanda la teoría se identifica con las representaciones del sentido común o conocimiento ordinario que cualquier lego usa para interpretar el mundo y su actividad dentro de él, independientemente del nivel de sistematicidad, organicidad y contrastabilidad que estas representaciones tengan. En ambos casos la teoría es un recurso para estructurar el significado de las prácticas. Es decir, las representaciones teóricas sobre la realidad tienen un efecto en la manera como los sujetos informan los valores, los fines, la racionalidad y la interpretación social de sus prácticas. Por otra parte, las teorías son producto de la actividad humana. En ese sentido se puede hablar con todo derecho de la «práctica teórica». En otras palabras, la producción teórica es un trabajo de transformación -en este caso del conocimientoque, como cualquier otra práctica, se encuentra socialmente regulado y tiene consecuencias en la sociedad, precisamente por el efecto que produce en la constitución del significado de las otras prácticas y de la consecuente orientación que ejerce sobre la actividad humana. En síntesis, la teoría no agota, su sentido en sí misma, ni es un recurso exterior aplicable en la práctica, sino que forma parte constitutiva de ella. 4. EL EJERCICIO PROFESIONAL DE LA COMUNICACION COMO PRACTICA A partir de lo expuesto hasta ahora el ejercicio profesional de la comunicación entendido como práctica se nos presenta como algo mucho más complejo que la producción de mensajes y las operaciones técnicas, creativas o administrativas asociadas con la producción, en respuesta a las demandas del mercado. Es fundamentalmente un trabajo de transformación de una materia, prima social que solemos llamar de múltiples maneras: significación, sentido, representación, información... trabajo mediante el cual nos relacionamos y participamos en nuestra constitución como sujetos y en la construcción de la realidad. Lo que solemos reconocer como «la práctica» no es desde esta perspectiva sino actividad, ciertamente compleja y que demanda destrezas y saberes específicos aplicados a materias y procedimientos igualmente específicos, pero siempre ubicada en el marco de una teoría que la desborda y de la que adquiere su sentido. Como toda práctica, la de la comunicación tiene para el sujeto que la realiza un significado informado por la teoría, sea ésta


la de los iniciados o la de los legos. En este sentido, no es posible decir con propiedad que existe o puede existir una práctica de la comunicación desvinculada de una teoría. Cualquier profesional de la comunicación, se haya formado como tal en una universidad o ejerza la profesión a partir de la propia experiencia, tiene un conjunto de representaciones de lo que hace, de por qué lo hace de esa manera y de qué consecuencias sociales tiene lo que hace; representaciones que informan su práctica y, por lo tanto, la orientan. El problema que debe plantearse es el de la propiedad de esas representaciones para los efectos de un control más consciente, organizado e informado de la práctica, o sea, para los efectos de la constitución de un significado en el que estén articuladas consistentemente las finalidades, la racionalidad, la interpretación social y la valoración de la práctica. Desde esta perspectiva la teoría, en el sentido duro, puede y debe aportar elementos para la articulación consciente del significado de la práctica. Desde el punto de vista de la formación y el ejercicio profesional de la comunicación ése es el sentido y el criterio de evaluación de los saberes teóricos. En otras palabras, no se trata de un problema de aplicación de la teoría como recurso instrumental, aunque en ciertos momentos la teoría pueda ser útil a ese propósito, ni tampoco de resolver el prurito de cientificidad o criticidad al servicio del cual se disponen en los planes de estudio ciertos contenidos conceptuales codificados en paquetes exterior y previamente organizados, al modo de la esquematización clásica de funcionalismo, estructuralismo, marxismo, que ha alimentado nuestros curricula y en la que se han formado miles de profesionales. De lo que se trata es de que la teoría sistemática se incorpore y se apropie como recurso de intelección y orientación de la propia práctica en su complejidad. Es decir, al servicio del sujeto en su interacción cotidiana como recurso de control de sus opciones y de su actuación social. Por supuesto, nada garantiza que esto ocurra. Por el contrario, en muchos casos los saberes que informan efectivamente la práctica, sea para la que se prepara el estudiante o la que ejerce el profesional se muestran impermeables a la teoría sistémica y se pueblan del lugar común y el recetario relegándola al archivo muerto en donde acabará por perderse en los laberintos de la memoria o, en el mejor de los casos, conservándola como cultura general. La tensión entre teoría y práctica se disuelve, entonces, en la tensión entre distintos modos de intelección: aquel que se sustenta en un saber teórico-sistemático al servicio del control intencional e informado de la práctica, y aquel otro sustentado en el lugar común y la esquematización fácil que propicia la expropiación de la práctica por las rutinas, sentidos y orientaciones ajenos al sujeto pero que éste asume con mayor o menor conciencia como recurso de sobrevivencia. Contrapuestos estos dos modos de intelección, el banquillo de los acusados no está destinado para los saberes ordinarios que pueblan la práctica y que frecuentemente contradicen los contenidos teóricos sistemáticos y académicamente legitimados, sino para las carreras de comunicación que, por lo general, se han mostrado incapaces de ofrecer alternativas teóricas viables en términos de apropiación y pertinencia a la práctica comunicacional. El problema no radica entonces, en que los estudiantes y profesionales tengan el significado que tienen de su práctica futura o , actual, sino en cómo es posible informarlo de manera más consistente con el concurso de la teoría sistemática, lo cual nos introduce de lleno en el terreno de lo pedagógico. 5. LA PRACTICA COMO OBJETO DE REFERENCIA METODOLOGICA El punto de partida para operar curricular y pedagógicamente la relación teoría-práctica de manera más productiva en la formación profesional de los comunicadores consiste en repensar el propio objeto académico de la formación. Pensar este objeto a partir del eje semántico que opone los saberes teóricos que luego serán «aplicados» en el ejercicio profesional, con las habilidades y destrezas para las operaciones de la actividad, es tan útil como concebir la formación a partir de la oposición entre crítica y compromiso social, por una parte, y eficacia de mercado por la otra. No se trata, en suma, de elegir entre la teoría y la práctica en sus acepciones ordinarias, sino de resolver de entrada la tensión apostando por la práctica comunicacional en el sentido en que ha sido expuesto anteriormente. Es decir se trata de una actividad educativa orientada al desarrollo de un sujeto competente para la práctica de la comunicación, ahí donde esa práctica sea pertinente en términos profesionales y con todos los saberes que esa práctica requiera. Si la apuesta es por la práctica, el criterio para la definición de los saberes teóricos necesarios se desplaza del campo académico a la práctica misma. El problema de la teoría en la enseñanza de la comunicación deja de tener su referencia en los saberes teóricos codificados en el campo, y se presenta como un reto de teorización pertinente. En otras palabras, el problema no radica en organizar y priorizar el saber teórico existente sobre comunicación y distribuirlo en una determinada cantidad de asignaturas, en un esfuerzo por dotar al estudiante de un capital de conocimiento formado desde fuera, sino en colocar al estudiante concreto, con sus afanes y perspectivas, en el proceso de constituir el significado de la práctica para la que se prepara; porque al final de cuentas, ningún saber teórico, por mejor estructurado que esté y por persuasiva que sea su estrategia de presentación, resiste por sí mismo la opción del sujeto por una actividad profesional específica y las exigencias de control que esta actividad plantea, cuando ese saber no tiene nada que aportar en beneficio de esa opción. Esto no significa, por supuesto, renunciar a los saberes existentes, sino trabajarlos de manera tal que el estudiante pueda encontrar en ellos recursos de intelección, directos o indirectos, a problemas y situaciones concretos de la profesión.


Colocados en esta posición habremos de reconocer los enormes vacíos que separan la práctica comunicacional, en sus circunstancias y solicitudes cotidianas, de las construcciones teóricas que, como contenidos de aprendizaje, se organizan en nuestros planes de estudio. Hasta con preguntar a nuestros estudiantes avanzados o a nuestros egresados cuánto del contenido teórico que enseñamos en nuestros cursos de teoría de la comunicación, sociología de la comunicación, semiótica o filosofía conservan en su acervo cognoscitivo, y cuánto de ello está vivo como recurso eficiente en su práctica, para darnos cuenta de estos vacíos y de la marginación en la que esos contenidos acaban en el proceso de formación y de ejercicio profesional. En el fondo el problema estriba en operar curricularmente una referencia clara hacia la práctica comunicacional que organice y articule los distintos saberes que se desarrollan en la formación profesional, sean éstos conceptuales, metodológicos, administrativos, técnicos o expresivos. Sin esta referencia, los saberes se dispersan con mucha facilidad en la mente de los estudiantes, pierden su sentido y acaban compitiendo entre sí por el lugar protagónico en la formación, lugar en el que normalmente se instalan aquellos que, con razón o sin ella, se reconocen más cercanos a las demandas operativas del ejercicio profesional, es decir, aquellos que desde la inadecuada oposición se ubican del lado de la «práctica». Desde esta óptica los espacios curriculares destinados al trabajo teórico sistemático en sus distintos tipos enfrentan la exigencia de resolver la referencia a la práctica de la comunicación sin renunciar a los niveles de abstracción propios y sin banalizar los contenidos en el afán de facilitar su apropiación. Esta exigencia puede atenderse, por una parte, en la medida en que el trabajo teórico sistemático renuncie a desplazar, descalificándolo, al saber teórico ordinario y, por el contrario, se monte sobre este último para permearlo desde dentro. En otras palabras, en la medida en que se realice una discusión entre ambos saberes a propósito de la práctica y el saber teórico sistemático demuestre su capacidad de informarla de mejor manera. Por la otra, en la medida en que la enseñanza se desplace de la transmisión de contenidos conceptuales predeterminados y cerrados, a un trabajo orientado a la formación de la actitud y competencia para la teorización pertinente. El paso del contenido a la competencia es no sólo necesario desde un punto de vista pedagógico, sino inevitable frente a la imposibilidad de prever las múltiples modalidades de la práctica comunicacional y sus exigencias de intelección. Metodológicamente un esfuerzo en esta dirección implica enfrentar al estudiante a las prácticas concretas de comunicación, las suyas o las de otros, y ofrecerle los recursos lógicos y de pensamiento para que las observe, teorice sobre ellas y discuta, desde esa teorización, la de otros, sean éstos los autores consagrados, los compañeros o el profesor. Por su parte, el trabajo alrededor de aquellos saberes vinculados con las destrezas y habilidades de producción de mensajes en sus aspectos técnicos y expresivos enfrenta una problemática igualmente difícil. Es necesario, en un primer momento, que este trabajo renuncie a su pretensión de identificarse con la práctica de la comunicación y asuma el lugar que le corresponde dentro de las operaciones de la actividad. Problema de mentalidad. Segundo, si toda actividad responde a una racionalidad, es imposible desvincular sus operaciones específicas del significado de la práctica. Más allá de que puedan existir situaciones educativas para el desarrollo de las destrezas sin más, aprender a producir mensajes y todo lo que ello requiere implica la pregunta por la racionalidad y por la manera cómo ésta está teóricamente informada. Volvemos a lo mismo: no hay actividad de producción sin teoría de la producción, sin teoría de la comunicación y sin teoría social. El problema radica en que esta teoría en muchos casos asume en nuestras carreras la pobre forma de receta apoyada en esquematizaciones igualmente pobres del proceso de la comunicación, sin referencia orgánica a teorías generales y de mayor nivel de abstracción. Metodológicamente el reto consiste –nuevamente- en reconocer la producción como parte de la práctica comunicacional y en explicitar y discutir los supuestos teóricos que la informan. Si la referencia es a la práctica, aprender a diseñar un cartel o a producir programas de radio o televisión debe significar en el estudiante y en sus maestros aprender a realizar la comunicación a través del diseño gráfico, la radio o la televisión, lo cual es sustancialmente otra cosa. Decía Arturo Rubinstein, cuestionado por sus estudiantes sobre la mejor manera de desarrollar la técnica de la digitación en el piano, que lo importante no era llegar a ser un buen pianista, sino un buen músico que hiciera música a través del piano. La metáfora es válida para la formación de los comunicadores. En esto se distinguen, precisamente, las carreras de comunicación de las carreras de diseño, radio o televisión. Para concluir: no encuentro otra manera de atender las tensiones que atraviesan la formación profesional de comunicadores, si no es mediante un acorralamiento sistemático de la práctica comunicacional desde todos los frentes. Si la pregunta es la misma, todos los saberes tenderán a tocarse en cualquier momento y desde cualquier punto. Todo es cuestión de darles la oportunidad. Al final de cuentas, como diría Kurt Lewin, «nada hay más práctico que una buena teoría». (*) La discusión sobre acción y práctica social es uno de los puntos centrales de la sociología en prácticamente todas sus escuelas y corrientes. La elaboración que presento está inspirada en FERNANDEZ FONT, Jorge. «Significación y comunicación política. Perspectivas teóricas de una práctica», ponencia presentada en el Primer Foro Internacional de Comunicación Social: Comunicación y Poder, Lima, Perú, 1982. Una discusión más reciente y mucho más amplia sobre estos asuntos puede encontrarse en GIDDENS, Anthony. Las nuevas reglas del método sociológico, Amorrortu, Buenos Aires, 1987.


¿QUÉ SIGNIFICA HABLAR DE RADIO? Gina Gogin Sias SOBRE EL QUEHACER RADIAL Cuando hablamos de radio pensamos casi exclusivamente en el ámbito de la producción, así se nos vienen a la memoria nombres de emisoras, tipos de programación y de programas, las distintas variedades musicales que se ofrecen, etc. es decir, que a lo primero que recurrimos es a nuestra experiencia de oyentes. Los alumnos por ejemplo, cuando acceden a los cursos de enseñanza radial están impacientes por operar equipos, o por hacer programas de radio, o hablar por el micrófono, y es esto lo que por lo general entienden por enseñanza del medio. De igual modo y por mucho tiempo, los cursos o talleres de capacitación que se organizaban o se organizan al interior de las prácticas de la radio educativa tenían también casi como único objetivo el adiestramiento en el uso del equipo y del lenguaje radial. En esa perspectiva, actividades como la investigación para la planificación de la producción y de la posible audiencia, la evaluación de los productos radiales, el estudio y la comprensión de la oferta y la competencia radial a los que deben enfrentarse nuestros productos quedan casi totalmente de lado. Se entiende por lo tanto que el quehacer radial sólo compromete el ámbito de la producción y la realización priorizando únicamente la elaboración y la circulación del mensaje radiofónico y descuidando de ese modo la necesidad de conocer el público y el medio de manera real y no meramente intuitiva. También el ámbito de la enseñanza y la capacitación estuvieron por mucho tiempo «impregnados» de esta forma de concebir el trabajo radial, priorizando sólo el aprendizaje de los códigos radiofónicos al margen de públicos radiales concretos y/o tipos de mercados radiales reales. Cuando hablamos de quehacer radial estamos haciendo referencia a tres ámbitos de trabajo fundamentalmente: el de la producción, el de la investigación y el de la capacitación y enseñanza; estos tres ámbitos de trabajo no conforman parcelas separadas ni etapas o secuencias del proceso de comunicación que el trabajo radial genera, sino que están presentes mezclándose en casi todo momento del trabajo radial. Tener clara esta visión nos permite visualizar mejor lo que comprende e implica cada una de estas actividades. En ese sentido, será preciso por ejemplo, evidenciar la necesidad de la investigación para el trabajo radial -ya sea del público, de los lenguajes o de la competencia- como también la importancia del aprendizaje de la investigación y la planificación al interior de los procesos de enseñanza y capacitación de la radio. Así tendremos una visión global e íntegra de lo que es el quehacer radial y podremos enfrentarnos mejor a nuestras respectivas tareas. El presente artículo tiene como objetivo reflexionar -por el momento aún en borrador pero en alta vozacerca de tres aspectos que nos parecen importantes de la actividad radial. El primero referido a lo que significa hablar de «hacer radio» o de “quehacer radial”, el segundo a la variedad de prácticas radiales modos de hacer radio-existentes, y el tercero a lo que entendemos y hacemos por la capacitación y enseñanza de la radio; todo esto porque según el «lugar» desde el cual o en el que uno hable se priorizan determinadas ideas respecto a estos tres aspectos. Por ejemplo cuando se habla de radio como docente de una universidad -como en mi caso- hay que aclarar e insistir ante los alumnos en la necesidad de conocer no sólo las emisoras que prefieren sino también las demás, aquellas de las que incluso ignoran los nombres y quizás hasta su existencia. Cuando hablamos ya no en el terreno de la institución académica sino en el de las instituciones de promoción y desarrollo es importante insistir en el conocimiento y estudio de la radio masiva o comercial -como comúnmente se la conoce- así como de los públicos radiales reales que ésta perfila. Del mismo modo nos preguntamos por qué a los alumnos se les «enseña» radio y por qué en


otros ámbitos se «capacita» en radio, lo que obliga a reflexionar en torno al sentido que adquieren estos términos dentro de las diferentes experiencias educativas referidas a la radio. La razón por la que hacemos estas reflexiones es que estos diferentes espacios de producción radial a los que hemos aludido -los centros de enseñanza, las instituciones de promoción y desarrollo, las radios comerciales- no constituyen espacios alejados e incomunicados entre sí como hasta hace algunos años, sino que cada vez y con mayor fuerza se están dando esfuerzos por tender puentes entre ellos. De esto nos dan muestra la cantidad de emisoras universitarias que van apareciendo, el esfuerzo de numerosas experiencias radiales educativas (aunque tampoco ya este término sea el «apellido» más adecuado) por asumir el reto de ingresar al espacio masivo competitivamente, y el interés de conocer experiencias y emisoras educativas de parte de algunas emisoras comerciales. Esto último sucede en el Perú a raíz de la implantación de cadenas nacionales de parte de las emisoras más potentes y competitivas de Lima, lo que les ha obligado a empezar a mirar a las emisoras de éxito de las provincias del interior del país, entre las que se encuentran en algunos casos las llamadas educativas. Algo que ha favorecido estos encuentros entre las diversas entidades involucradas en el quehacer radial ha sido las numerosas reuniones, por lo menos en Lima, que se han organizado tratando de convocar a los que trabajan en radio comercial, a los que enseñan radio desde instituciones educativas, a los que investigan la radio, a quienes están ocupados en las normas jurídicas y las políticas de comunicación, y los que trabajan en instituciones de promoción y desarrollo. Así se ha hecho posible un diálogo entre profesores, locutores, disk-jockeys, programadores, productores, gerentes de marketing, etc. el mismo que permitió precisamente ir esbozando algunas de las ideas que hoy presentamos. Por tanto creemos que es absolutamente necesario ir tendiendo más puentes entre estos diferentes mundos y prácticas para un mejor desarrollo de la actividad radial en todos sus ámbitos. Con lo anterior no queremos decir que la investigación o la capacitación estuvieran alejadas de las prácticas radiales sino que en muchos casos su ejecución no se sentía como necesaria o no se percibía siquiera. En la actualidad, tanto en el terreno de las prácticas masivas de la radio comercial como del lado de la radio educativa que enfrenta el reto de ser masiva hay la conciencia que el trabajo radial debe ser hecho ordenada, y sistemáticamente y no teniendo a la intuición como principal guía. Parece ser que la onda neoliberal que: atraviesa nuestras sociedades hace que las reglas del mercado sean observadas de manera más rigurosa y sistemática; el reto es ser competitivos o morir. Más aún en el caso de ciudades como Lima en donde el número de emisoras es elevadísimo. En la banda AM hay alrededor de 56 y más de 20 en la banda FM. Al interior del país la situación es parecida pues asistimos a una especie de boom de aparición de nuevas emisoras, en FM principalmente, ya sea porque los costos de los equipos son relativamente más bajos o porque el otorgamiento de licencias es algo tan difícil que hace más fácil la instalación «pirata» o clandestina de emisoras, o porque hay muchas ganas de comunicar; cada vez aparecen más tipos de emisoras: locales, regionales, campesinas comerciales y/o educativas conformando así un rico mosaico de variadas prácticas radiales. Es entonces el peculiar entorno comunicativo y radial en el que desarrollamos nuestras prácticas uno de los puntos de partida para pensar un proyecto de producción coherente y, sobre todo, viable. Por tanto, el conocimiento y estudio del contexto radial en el que nos ubicamos es absolutamente necesario al interior de los procesos de enseñanza y de las acciones de capacitación con lo cual vemos que los tres ámbitos de trabajo radial de los que hablábamos se hallan profundamente vinculados, pues como iremos viendo más adelante, no sólo la investigación debe ser involucrada en el estudio del contexto radial sino que el propio conocimiento de éste abrirá posibilidades para pensar mejores acciones de enseñanza y capacitación, así como el mejoramiento de la producción. La complementariedad de los


ámbitos de trabajo aludidos es absolutamente necesaria para el trabajo radial. Sólo por razones de orden en la exposición, vamos a presentar algunas ideas respecto a cada uno de ellos por separado. SOBRE LA INVESTIGACIÓN Hasta no hace mucho se consideraba a la investigación como una actividad accesoria, propia del espacio académico. Se pensaba que la investigación estaba del lado de quienes se dedican a estudiar la radio pero no a hacerla. Estos criterios no han sido precisamente los que han guiado la actividad comercial en los medios y a la radio en particular, pues la empresa de comunicación como cualquier otra debe buscar maximizar sus ganancias y rentabilizar sus costos. Por tanto la investigación de mercados, el estudio de las audiencias, la evaluación de las programaciones y las campañas que se realizan para promocionar a éstas y a las emisoras, constituyen actividades que se llevan a cabo en el campo de la radio comercial desde hace mucho tiempo. Quizás se pueda objetar que la inversión en este rubro es mucho menor en radio que en televisión, pero ello no indica que no exista; existe aunque por los altos costos de este tipo de servicios no todas las emisoras tienen acceso a los beneficios de la investigación. En el caso de Lima las de mayor audiencia y las que se disputan el primer lugar de sintonía no son sólo las compradoras habituales de ratings y mediciones de audiencia sino que encomiendan estudios concretos de hábitos de escucha o encargan evaluaciones del mercado radial a las empresas que desarrollan este tipo de actividades. Sin embargo, del lado de las experiencias educativas, la seguridad del financiamiento -no tan seguro últimamente- hizo que se soslayara el «problema» del mercado, descuidándose así también la necesidad y obligación de captar audiencias precisamente para ser escuchados. Para ello el conocimiento del público objetivo, el evaluarlo periódica y sistemáticamente, así como la necesidad de conocer el mercado radial y las ofertas que éste presenta a los públicos es de vital importancia, ya sea para quienes trabajen en el campo comercial o en el campo educativo. La investigación se presenta entonces como una actividad que acompaña todo el proceso de producción y no debe ser entendida como una etapa previa o posterior al mensaje radiofónico. Es importante hacer algunas precisiones respecto del tipo de investigación al que estamos aludiendo, porque es muy común pensar inmediatamente en un tipo de investigación académica que con una fuerte herencia sociológica se trabaja en la comunicación social como disciplina científica. Este tipo de investigación se plantea en primer lugar el problema del conocimiento y cómo acceder a éste, o a la construcción de éste, pero no se plantea el problema de la producción de mensajes, lo cual plantea a su vez la necesaria traducción de la información obtenida a través del proceso de investigación a la tarea de construcción de productos comunicativos destinados básicamente al espacio de lo masivo, es decir del entretenimiento y de la diversión, los cuales por supuesto no excluyen las tareas y acciones educativas. Pensamos que el tipo de investigación que se requiere en el trabajo con medios, y allí incluimos también a la radio, aún está por delinearse, por definirse y por legitimarse, ya que la investigación en medios no sólo trabaja con cifras, supuestos y especulaciones teóricas, sino con códigos de percepción, estéticas de recepción, gramáticas de lectura, etc. de grupos socio-culturales concretos, los cuales constituyen los públicos que debemos conocer como punto de partida para hacer factible la comunicación con ellos. Asimismo la investigación en medios se enfrenta con el necesario conocimiento de los lenguajes y los instrumentos utilizados, así el estudio de los géneros y la constitución socio-cultural de éstos se vuelve tan importante como el conocimiento del mercado audiovisual. Por todo lo expuesto, insistimos en que el tipo de investigación que requiere la comunicación como campo no sólo científico sino como terreno de construcción de mensajes masivos está aún en proceso de definición.


Es necesario reflexionar también sobre el estatuto y la naturaleza de este tipo de investigación, que se diferencia de los modelos que hemos incorporado de las ciencias sociales. Con frecuencia se traslada estos modelos a la investigación en medios, sin mayor adecuación, confundiendo la naturaleza y objetivos de los procesos de construcción de conocimientos y por supuesto, las lógicas de razonamiento que éstos implican. En nuestra experiencia como docentes constatamos que los alumnos se ven obligados a enfrentar ambas formas de indagación, a veces simultáneamente. En un mismo periodo académico deben plantearse el trabajo de investigación destinado a la obtención del grado académico y por otro lado, en los cursos o talleres de producción deben también realizar actividades de investigación para la planificación de una producción o la evaluación de ésta. Sin ánimo de pretender la separación de estos tipos de saberes, sino más bien de insistir en su necesaria definición y complementariedad, debemos reconocer que las confusiones de ambos tipos de procesos de construcción de conocimiento -con objetivos muy diferentes- son perjudiciales para el trabajo de producción. Muchas veces encontramos investigaciones o proyectos de producción que muy bien podrían ser publicados en un medio escrito, pero que difícilmente pueden ser transmitidos. Un proyecto de programa para jóvenes en el cual se indique en cifras el peso relativo de los jóvenes en la población nacional, o la problemática del empleo y subempleo puede plasmarse en un articulo o ensayo interpretativo interesante para una revista o periódico, pero difícilmente puede un productor radial convertirlo en un programa concreto. Esta tendencia hacia la búsqueda de información teórica sobre el tema o el público es propia del espacio académico. En el campo institucional se prioriza los objetivos institucionales -y por lo tanto las líneas de trabajo de la institución- o los objetivos educativos, entendidos éstos como aquellos conocimientos o información que el emisor cree que es importante ofrecer al receptor, olvidando lo específicamente radial y por ende los objetivos comunicacionales. En ambos casos están pesando dos herencias fuertes, por un lado la formación profesional, ya que cuando se trata de instituciones de promoción y desarrollo hablamos de profesionales que por lo general vienen del campo de las ciencias sociales y con poco entrenamiento no sólo en la comunicación social como disciplina teórica sino como campo de producción de mensajes, y por otro lado, la tendencia a pensar este campo -la producción de procesos de comunicación- desde la racionalidad y el orden que se internaliza a lo largo de nuestro paso por el sistema educativo escolar y universitario. Ello determina que involuntariamente muchas veces se piense en los receptores como individuos puramente racionales, que al momento de seleccionar los mensajes a consumir van a elegir los «mejores», es decir, aquellos de los que saquen mejor provecho. Y esta no es la lógica del consumo masivo. Lo que olvidamos desde esta perspectiva es la naturaleza esencial de la cultura de masas: la recreación del tiempo del ocio, la misma que empata con la distracción y con el entretenimiento, tan caros de entender para quienes hacen de la razón instrumental la pieza clave del entendimiento humano. Lo expuesto hasta ahora fundamenta la necesidad de definir ya el tipo de investigación que se requiere para enfrentar al campo de la producción y evaluación de productos comunicativos, sin perder de vista que así como en el campo de las ciencias sociales la investigación debe estar al servicio de los objetos de estudio y no al revés, es indispensable determinar qué procesos o problemas comunicativos vamos a enfrentar para delinear los modelos de investigación requeridos. A propósito de esto último, y para no caer en el peligro de pensar la investigación en abstracto y hacer de ésta una nueva varita mágica que soluciona los problemas de la emisora, del rating, del público, del personal (ojo, sin considerar otros factores) el Centro de Investigación en Comunicación Social de la Universidad de Lima (CICOSUL) organizó el año pasado (1992) un Seminario interno de profesores que


intentara evaluar el papel de la investigación en la especialidad de Medios Audiovisuales. Se sabía que todos los talleres de producción (radio, cine, Tv) tenían a la investigación como un aspecto central de la enseñanza, se sabía también que en ningún curso o taller se llegaba a la producción sin pasar por la investigación. El problema apareció cuando intercambiamos nuestras concepciones sobre lo que es la investigación, sobre cómo hacer investigación y qué investigar. Reconocimos también que todos o casi todos exigíamos proyectos de investigación pero sobre la base de esquemas o modelos diferentes, correspondientes por supuesto con nuestras propias maneras de concebir la investigación y el qué investigar para producir. El problema se hizo más agudo cuando abrimos el diálogo a otros profesores de otras especialidades (Periodismo, Publicidad, Comunicación Organizacional) y a los de los cursos teóricos, responsables en última instancia del concepto que los alumnos tienen sobre lo que es investigación. Las diferencias eran notorias. Mientras desde nuestra especialidad tendíamos a buscar el conocimiento del público -de sus gustos, preferencias y percepciones auditivas, visuales o plásticas, por ejemplo-, desde el otro lado se buscaba la especulación teórica, o la interpretación a la mera descripción. A pesar que no estamos hablando de formas de investigación diferentes, creo que el problema se presenta en el aprendizaje de los alumnos, presionados a interpretar, a despegar de lo estrictamente descriptivo, y simultáneamente a saber describir, a saber contar y narrar historias, a construir personajes y no sólo «sujetos sociales». El campo de las comunicaciones -lo olvidamos a menudo- no sólo compromete a la propia disciplina sino también, como dijéramos antes, a la producción de mensajes, lo cual significa enfrentar no sólo actividades de interpretación y especulación teórica, sino también a procesos de orden creativo, frente a los cuales las actitudes y las lógicas de trabajo pueden ser cualitativamente diferentes. Como resultado de estas discusiones y de otras que hemos seguido teniendo al interior delArca de Radio de la mencionada especialidad, sentimos la necesidad de empezar a delinear -para luego incluso poder nombrar- el tipo o los tipos de investigación que estamos haciendo ya como parte de la enseñanza en medios. Para ello empezamos tratando de visualizar primero qué investigamos y para qué (ya que comprobamos que en todos los cursos hacíamos investigación de una u otra manera). Una primera constatación es que mientras algunos cursos exigen un proceso de investigación completo, otros exigen, con el nombre de investigación, una de las etapas de ésta: la recolección de información. De otro lado, mientras hay cursos que se apegan al modelo de investigación trabajado desde las ciencias sociales, hay otros que re-crean el modelo atendiendo más a las necesidades de la producción que a los objetivos de toda investigación «científica». Por tanto era necesario y sigue siéndolo aún, definir el estatuto, la naturaleza y los objetivos de la investigación a la que nos estamos refiriendo, tarea que aún está por cumplirse. Tal como habíamos señalado, en lo que se refiere al quehacer radial advertimos varios objetos de estudio, los mismos que corresponden a facetas o aspectos diferentes pero complementarios del proceso de producción de mensajes. Estos son: 1. La investigación para la producción 2. La investigación-evaluación (de programas, de programaciones, por ejemplo) 3. El análisis de la programación 4. La investigación de públicos o audiencias. Una observación antes de pasar a describir brevemente los objetos de investigación planteados. La clasificación que presentamos no corresponde a tipos de investigación sino a los diferentes objetos de estudio que se trabajan como parte de la actividad radial (por lo menos desde la perspectiva de la enseñanza), por tanto no pretende dar cuenta de tipos de investigación diferentes sino de aspectos que se investigan para la producción radial. Así, la investigación radial no se constituye como un acápite


especial de la investigación en general. Una segunda observación incidiría en que todas las áreas de investigación señaladas tienen como núcleo central el ámbito de la producción principalmente, lo cual no excluye que las mismas áreas puedan ser investigadas desde otras perspectivas y desde otros objetivos (una tesis por ejemplo). Finalmente hay que indicar que las áreas arriba señaladas se entrecruzan hasta hacer difícil discernir fronteras entre ellas, más aún cuando de sustentan en objetivos comunes (iniciar una producción o mejorarla) y hacen uso de técnicas similares. 1. La investigación para la producción Es el nombre genérico que estamos usando para nombrar al tipo de investigación que requiere el trabajo en medios y la producción de mensajes en general. En un esfuerzo por diferenciarla de la investigación académica o la que denominamos investigación científica, la investigación para la producción tendría como fin la creación de productos comunicativos y no la producción de conocimientos únicamente. Investigar para producir equivale a conocer el medio, es decir la radio no sólo en tanto medio de comunicación sino también en tanto empresa comunicacional; por ello tanto la programación y los criterios que la rigen, como el aspecto ligado a la gestión empresarial (administración, mercadeo, etc.) son aspectos necesarios de conocer. Dentro de este panorama es importante también la información sobre el contexto radial, es decir la competencia; sabe qué ofrecen las demás emisoras y cómo presentan sus ofertas programáticas es indispensable para los productores radiales. Ambos aspectos, la emisora y su entorno comunicativo y económico constituyen el punto de partida para pensar en la viabilidad del proyecto de producción a articularse. La investigación para la producción también compromete un estudio del público, para e que -como se verá más adelante- se pueden elegir variados modelo; y formas: desde los estudios cuantitativos de ratings y preferencias radiales, hasta los cualitativos que pasan por la: dinámicas de grupo los norteamericanos lo cus group que vienen del campo publicitario. De todos modos el conocimiento de nuestro público objetivo no sólo es el requisito fundamental para la articulación de un proyecto comunicacional, sino que deber acompañar todo el proceso de producción y experiencia radial, definiéndose así, en cada etapa, qué se quiere conocer de éste, pues no baso señalar que hay que conocer al público objetivo, pues se puede caer en grave: distorsiones que nos llevarían a conoce aspectos quizás irrelevantes para la producción radial. Finalmente, un tercer aspecto comprometido en la investigación para la producción es el que tiene que ver con el estudio del lenguaje y los géneros, el mismo que conecta con los públicos y con la necesaria investigación temática que debe hacerse de los contenidos que se van a trabajar. Todo lo cual nos lleva a revalorar un elemento central de la producción de mensajes que muchas veces queda soslayado, ya sea por la prioridad que se daba a los objetivos del propio proyecto, o por la insistencia en los contenidos, o por otras razones; nos referimos a la estética asumida no como la búsqueda de lo bello, sino como clave de interpretación y decodificación de productos comunicativos, y de la cultura de masas en particular. Así como los bienes materiales llegan a nuestras manos bajo determinadas formas y son consumidos de determinadas maneras, lo mismo ocurre con los bienes culturales, éstos traen un «empaque», una «envoltura» que también les va otorgando un sentido definido. Por tanto reconocemos un noticiero no sólo por la información que brinda sino también por unas formas de locución determina-


das, por un tipo de música que lo acompaña, etc. De la misma manera, y pasando a otro ejemplo, nuestra memoria auditiva está también capacitada para diferenciar el sonido de un programa en AM y otro en FM, y por allí seguir con una especulación que dé cuenta del tipo de programa que es e incluso a quién podría estar dirigido. Todo esto nos hace pensar que el reconocimiento no pasa únicamente por los contenidos sino también por las formas en que estos se presentan. 2. La investigación-evaluación La evaluación, como dicen muchos manuales de investigación científica, constituye una forma, un tipo de investigación, afirmación que en muchos casos es desconocida por los que recurren a menudo a ellas. El principal aspecto de la evaluación consiste en definir QUE evaluar, ya sea de un programa, de una programación, del público, de la gestión empresarial de una emisora, de la competencia, del mercado, etc. No basta pues ponerle «apellido» a la evaluación, sino que precisamos un QUE evaluar, el mismo que nos posibilitará definir en segundo lugar COMO evaluar. A partir de esto último es importante señalar que muchas evaluaciones no pasan de ser simples comentarios, fuertes sesgos de la perspectiva del autor o los autores. Para que ello no sea así habría que enfrentar el qué seleccionado para la evaluación a un registro ordenado y sistemático de información que permita desprenderse de las opiniones personales -que muchas veces recaen en simples «me gustó», «no me gustó»- que no benefician en nada nuestras producciones. Por ello, otra de las actividades que compromete la evaluación es la sistematización u ordenamiento frecuente de datos e información respecto de lo que se desea investigar. Además de la sistematización -tan mentada en algunas experiencias de radio educativa- también está la evaluación de públicos, la misma que puede dar luces acerca de si la «lectura» de nuestros receptores está en la misma dirección de lo que nosotros tenemos como expectativas. Por ello las evaluaciones recurren a dinámicas o «juegos» grupales o a las llamadas técnicas participativas para comprobar si el público «lee» o no aquello que le estamos sugiriendo. Así, hay la posibilidad de conocer, desde el receptor, la captación de la estructura, del uso de lenguajes, el grado de atención a los contenidos, etc. Sin embargo insistimos en que es absolutamente necesario conocer qué se quiere evaluar, para pasar a delinear el cómo hacerlo, en un esfuerzo por conocer más de lo que nuestras propias percepciones puedan aportar. 3. El análisis de la programación Uno de los primeros investigadores que intentó evaluar la oferta de las emisoras de una forma rigurosa y no meramente intuitiva fue el español Miguel de Moragas, quien construyó una metodología de análisis radiofónico que pasaba por la audición y transcripción -ordenada, sistemática y rigurosa- de una muestra de la programación de las emisoras-objeto de estudio. Así confeccionó una ficha de transcripción en la que se desglosan principalmente los elementos que componen el lenguaje radial y los géneros o formatos que se utilizan al interior de las programaciones, lo cual nos permite construir un perfil de la oferta de las emisoras en estudio, perfil que incide básicamente en el cómo de la utilización del lenguaje radial y menos en los contenidos vehiculizados. Sin embargo esta metodología pionera constituye el punto de partida para modificar y reformular el análisis de las programaciones desde la óptica de lo que la investigación requiere. De este modo, un excelente ejemplo de re-creación de metodologías de investigación es el trabajo que Rosa María Alfaro hiciera respecto de la radio limeña. En dicha investigación se trataba de estudiar el proceso de popularización que, así como en otros ámbitos de la vida social, también se estaba dando en las ondas radiales, para lo cual se construyeron fichas de transcripción e interpretación del material registrado. Ello trajo como resultado la clasificación de la radio limeña en «modelos radiales» que


permitieron una primera visualización seria del espectro radial, pues más allá de las propias denominaciones que se otorgan las mismas emisoras (juveniles, populares, etc.) no existían ni tipologías aproximativas ni mucho menos títulos o nombres para designar las clasificaciones. De esta manera aquella primera clasificación que se hiciera nos sirve aún para designar no sólo el espectro de la oferta radial sino para que los alumnos, al hacer ellos mismos el análisis, aprendan a usar la metodología, la misma que puede servir para ir conociendo la oferta y la competencia que más tarde enfrentarán cuando produzcan programas. Este constituye quizás el primer acercamiento para muchos alumnos al espectro radial total, porque como ya se dijo antes, no estamos acostumbrados a «pasear» –a veces ni siquiera antropológicamente- por las bandas y las ondas radiales de nuestra ciudad, limitándonos a conocer únicamente «nuestras» emisoras (las que escuchamos a diario). Es importante mencionar que este trabajo laborioso iniciado hace ya varios años aún se continúa, permitiendo ahora tener un registro de las programaciones de las emisoras de Lima, que posibilita el estudio de los cambios y modificaciones ocurridas en éstas a través de varios años. Esta suerte de archivo es quizás el único registro histórico de las programaciones radiales de muchas emisoras de la ciudad de Lima, porque al parecer ni las propias empresas que estudian y evalúan audiencias y ratings hacen un registro sistemático de las programaciones. En la actualidad son varios los estudiantes que se interesan por conocer el perfil radial de distintas ciudades del interior del país aplicando esta metodología y ello ha dado como resultado información de gran utilidad respecto del panorama radial de las radios de provincias. También hay quienes están intentando hacer un trabajo más teórico que permita una nueva clasificación de nuestra oferta radial, y que dé por resultado la articulación de una tipología radial más acorde con nuestro cambiante panorama radial limeño. 4. La investigación de públicos o audiencias En este tipo de investigaciones el objetivo central es el estudio del ámbito de la recepción, por tanto son los receptores los que constituyen el principal objeto de estudio. A pesar de que el interés por hacer trabajos de este tipo ha aumentado enormemente -y más aún en América Latina- la tradición por la investigación de los receptores no es nueva, por tal razón los enfoques en el estudio de los receptores son muy variados y persiguen objetivos muy diferentes. Históricamente, tanto el interés político como el bélico-propagandístico, así como el publicitario, han constituido en muchas oportunidades los puntos de partida para iniciar estudios de recepción (así se les haya designado con otros nombres), lo cual ha originado modos de enfrentarse al estudio del público teórica y metodológicamente diferentes, según la perspectiva o escuela desde la que formulemos nuestras premisas de trabajo, de lo que también dan cuenta artículos aparecidos en Dia-logos y otras revistas similares. Lo que es relativamente nuevo es el interés por el estudio del público desde una perspectiva cultural que insiste básicamente en las «lecturas» que los sujetos hacen de lo que consumen y no en los efectos que causan en ellos. Por tanto es todo el ámbito del consumo cultural el que es puesto en evidencia por la investigación de públicos en la actualidad. Sin embargo no dejan de realizarse trabajos desde la perspectiva de los efectos, ni dejan de hacerse mediciones de audiencias, ni estudios sobre los hábitos de consumo de bienes materiales y culturales, puesto que el interés por el comprador, el consumidor, o en su defecto el receptor, ha estado presente desde hace mucho tiempo en el terreno de la política, de la publicidad y de la investigación de mercados; terrenos que aportan con modelos de estudio que también vienen siendo recreados por quienes enfrentan el estudio del consumo desde una perspectiva socio-cultural y con el interés puesto no en el vender -imágenes o productos- sino en comprender la


actividad del consumidor. En ese sentido también desde la antropología -a partir de los trabajos etnográficos- el conocimiento de los sujetos sociales, sus hábitos y llamadas costumbres, han constituido un eje central del desarrollo de la disciplina. No es casual que muchas de las técnicas que tradicionalmente trabaja la disciplina antropológica y que constituyen su característica más relevante, estén siendo asumidas por investigaciones que pretenden explicar el consumo cultural. Lo mismo ocurre con la perspectiva fenomenológica de la que se han extraído aportes valiosísimos respecto a la vida cotidiana y el estudio de las subjetividades. Por todo ello vale recordar que la tradición por investigar los sujetos o los públicos o las audiencias -según el campo científico desde el que se formula el estudio- no es nueva. También vale la pena señalar que los modelos que se están construyendo para abordar el estudio del consumo cultural vienen recogiendo aportes de diversas disciplinas y de distintas perspectivas teóricas. Sin embargo, también aquí es necesario enfrentarse a la necesaria definición de qué buscar en el estudio de los públicos, que corresponda a las necesidades de nuestras prácticas radiales, a pesar que desde ya es emocionante aventurarse en el conocimiento de las lecturas que hacen los receptores de lo que consumen. Digo esto porque por lo general las necesidades que vienen del campo de la producción son urgentes y como decimos aquí, «para ayer», razón por la cual es a veces difícil hacer empatar los requerimientos de producción con el ritmo de una investigación que trate de llegar a los «bajos fondos» del por qué del consumo y de los usos que el consumo genera en los públicos. Por tanto repito, siempre es indispensable confrontar nuestras necesidades con el tipo de investigación que estamos optando. Un estudio de consumo es un trabajo interdisciplinario teóricamente hablando y múltiple y variado en referencia a las técnicas utilizadas. Generalmente combina los aportes de la investigación de mercados y las mediciones cuantitativas de audiencia (valga la redundancia) con el estudio cualitativo del público a partir del estudio de casos, para lo que se recurre a técnicas utilizadas en psicología y antropología básicamente. Esto hace que el trabajo sea laborioso y que el ritmo de avance no sea el esperado por los productores (puesto que estos tienen que ver con el día a día de una emisora o programa); porque son sujetos sociales -de carne y hueso- los principales actores de la investigación y son los ritmos de éstos los que dan la pauta de trabajo. Hemos observado en este último año mucho interés por iniciar investigaciones de este tipo, que no significan otra cosa que la imperiosa necesidad de conocer a quienes nos escuchan. Pero lamentablemente tampoco en este caso hay que buscar «remedios» que aunque caros no sean los que precisamente necesitamos. Pienso que se debe tener muy en claro el problema o las necesidades de producción para decidir por un tipo de investigación, y no caer posteriormente en frustraciones y en desencantos respecto de la investigación. Aquí quiero recuperar un aporte de un colega quien decía que para él lo más importante en la investigación son las preguntas, las interrogantes desde las que partimos. Al respecto vale la pena agregar que el uso de técnicas llamadas cualitativas (las dinámicas grupales, los grupos de discusión, los focus groups, las historias de vida, las entrevistas a profundidad) no son siempre garantía de eficacia en el estudio, ni de conocimiento de los sujetos. Ocurre que a veces preocupados por los tiempos y ritmos de producción perdemos de vista incluso el objetivo de tales técnicas y nos ponemos, a buscar información y no la comprensión de los sujetos y sus procesos. He visto últimamente que se confunde por ejemplo la técnica de la entrevista con el cuestionario, que se


llama entrevista a profundidad a un listado de preguntas que pretenden ir a la profundidad de los sujetos (es decir a sus mundos internos), he visto también cómo en los focus group se prioriza no la conformación del grupo y la estructuración de sus relatos, sino la información que puedan proporcionar a las preguntas planteadas. En fin, pensamos que también las técnicas merecen una reflexión acerca de su uso y aplicación; no es suficiente utilizarlas tratando de reproducir la cotidianeidad si lo único que buscamos de los sujetos y de las técnicas es que nos den determinada información. Finalmente, repetimos que la investigación debe estar al servicio de nuestras necesidades y es la definición del QUE investigar lo que permite el diseño de un esquema apropiado. Para ello es importante recordar siempre que las comunicaciones son un campo transdisciplinario y que ello constituye su mejor aporte. SOBRE LA PRODUCCIÓN Y LAS VARIADAS PRÁCTICAS RADIOFÓNICAS EXISTENTES No queremos caer en el peligro de hablar de producción y quedarnos únicamente en el lenguaje radial, los géneros o formatos existentes o de las distintas formas y modos de producción radiales. Es nuestro interés presentar algunas reflexiones en torno a lo que se piensa cuando se habla de producción y lo que en realidad constituye este ámbito de trabajo. Por lo general al referirnos a la producción hablamos de equipos, tecnología, cabina, botones, micrófonos. Hablar de producción implica también considerar la emisión, la salida al aire, y por lo tanto los nervios y angustia de última hora. Sin embargo el ámbito de la producción involucra otros aspectos que generalmente no se toman en cuenta y perjudican el resultado, como por ejemplo todas las actividades de la planificación, la etapa de la pre-producción, las pruebas de cabina y el potencial técnico, la realización misma, y también la investigación en sus diversas modalidades, como puede ser la evaluación de la producción. Mientras que en los centros de promoción y desarrollo se priorizan los objetivos institucionales o los contenidos temáticos de lo que el público «debe aprender», en el ámbito universitario ocurre que los alumnos priorizan -consciente o inconscientemente- sus propias necesidades de expresión y comunicación. En ambos casos se evidencia una confusión respecto a lo que significa la esencia de la comunicación y se elaboran programas que constituyen una prolongación de lo que somos o una expresión de lo que queremos para el público. Ocurre también que la producción es vista principalmente como el momento de la emisión, sin comprender que es un proceso sujeto a coyunturas muy especificas: humanas, técnicas, económicas y políticas. En el espacio de la enseñanza en las universidades muchas veces se descuida -como en nuestro caso- el hecho de que el alumno también debe aprender que la expresión y la creatividad tienen límites y condiciones, y que la producción es una actividad que se da al interior de una institución que impone reglas. Así, el desconocimiento de la radio como empresa de comunicación con objetivos comerciales hace que la planificación de la producción que debiera contemplar la adecuación del producto a elaborarse con las condiciones de trabajo se convierta en una «tarea» que a modo de apéndice hay que anexar a la presentación de guiones y programas. Pareciera ser que gana el deseo de expresar las propias individualidades y no la obligación de comunicarse con los receptores. Por eso es tan común encontrarse con gente que primero piensa en el tipo de programa que haría, en la música que pondría, o en objetivos educativos, y no repara en aspectos como en qué emisora transmitir, cuánto


cuesta, quiénes escucharían efectivamente el programa, si habrá que insertar tandas publicitarias, etc. Es el típico caso de programa-espejo que sirve para uno mismo. Sin embargo en el terreno de la radio masiva comercial hay que trabajar simultánea y contradictoriamente con la posible aparición de lo imprevisto, por tanto el sentido de la previsión que recupera y trabaja la planificación de la producción debe incluir este ingrediente. En el otro extremo encontramos -básicamente en programas musicales- la ausencia de planificación y de acciones de pre-producción. De otro lado, en el espacio de las experiencias educativas los guiones de hierro y los extensos planes de trabajo evaden lo imprevisto. El problema en este aspecto se presenta cuando pensamos cómo asumir la capacitación y/o la enseñanza de la producción como proceso de construcción de mensajes radiofónicos, problema que se expresa en una suerte de competencia profesional que se da cuando se reúnen distintos tipos de trabajadores de la radio con formación y experiencias diferentes. Es posible distinguir a los que provienen de centros de enseñanza en comunicación, los que vienen de la universidad, y los que se formaron, como ellos mismos afirman, «en la práctica», que son precisamente los que hacen de la espontaneidad una de sus principales herramientas de trabajo. Como vemos, es necesario reflexionar sobre este ámbito del quehacer radial, no en la perspectiva de crear o recrear fórmulas de trabajo, que sobre eso se ha escrito ya bastante, ni sobre cómo abordar el trabajo de realización (organización del equipo humano, adiestramiento en el uso del equipo, aprendizaje del lenguaje del medio), sino en las actividades que compromete, para las cuales la investigación es un apoyo importante, e implica un replanteamiento de la enseñanza y la capacitación. LAS VARIADAS PRÁCTICAS RADIALES EXISTENTES Formas de producción existen muchas y como señaláramos antes, es necesario reflexionar en torno a lo que está implicado cuando hablamos de producción radial; para ello hay que conocer las formas de producción que se están poniendo en marcha, porque ello daría cuenta de cómo en distintas coyunturas y contextos se está enfrentando el quehacer radial. Decimos esto porque también notamos que existe poca información respecto al tipo de experiencias radiales que hay en la actualidad en nuestros países. Hace poco yo titulaba «Hay muchas radios en el Perú» a un pequeño artículo que escribí a propósito de las radios en las provincias de este país, porque afirmaba que por lo menos en el Perú (y probablemente suceda en otros países lo mismo) existen muchas formas hacer radio, y que lo que nos faltaba era una inmensa labor de recojo y sistematización de las diversas y variadas experiencias radiales, o mejor dicho prácticas radiales (bajo esta denominación se entiende no sólo la puesta en marcha del trabajo radial -la producción y el producto radial- sino también las concepciones y los objetivos desde los que se piensa el hacer radial). En el Perú cuando se habla de radio se piensa inmediatamente en la radio de la capital -Lima- y de manera particular en las radios que cada uno conoce y que conforman nuestro referente radial, el cual no corresponde por supuesto ni al 50% en muchos casos, al total de la oferta que hacen circular las emisoras de nuestras ciudades. Esta afirmación nos remite nuevamente a los alumnos de comunicación, a los que desde la práctica docente hay que motivar para que se aventuren por otras frecuencias poco conocidas y por tanto misteriosas e inciertas. Los alumnos al parecer temen transitar por lugares del dial alejados de los suyos, en una suerte de etnocentrismo cultural involuntario que les impide


pensar que ese «paseo antropológico» por el dial de la radio de su ciudad es parte de su formación como comunicadores sociales y un aspecto central del necesario conocimiento del medio en el que se trabaja y de la competencia que se enfrenta. Una situación similar se advierte también en trabajadores con experiencia en radios educativas, aunque felizmente son cada vez más los que entienden que hay que escuchar radio no sólo por placer sino también como una obligación del oficio. Con la radio del interior del país sucede algo semejante, se asume que existe «la» radio de provincias, como si las emisoras del interior conformaran un todo homogéneo y coherente de emisión. En el Perú existen diversos modos de hacer radiales y diversidad de prácticas radiofónicas: hay emisoras de iglesia, de partidos políticos, de campesinos, de organismos de desarrollo, etc. Por el alcance de la emisión y el tipo de contenidos que vehiculizan podemos distinguir emisoras locales y regionales. Recientemente se ha abierto un gran rubro con la aparición de las llamadas radios «piratas» o clandestinas (que funcionan sin licencia); en este campo encontramos diversidad de ritmos de trabajo y de frecuencia, diversidad de objetivos y emisores, y por supuesto, diversidad de formas de aparecer y desaparecer en el dial, ocasionando una continua mudanza al interior de las ondas radiales. Por ello y por la angustiante falta de información respecto de estas prácticas radiales es que debemos hacer un esfuerzo por visualizar la totalidad del panorama radial y en un futuro cercano hacer una clasificación de los distintos tipos de prácticas radiales existentes. Hace poco se intentó elaborar una clasificación de las prácticas de la radios populares (como entonces se las llamaba). El libro «Radio y Comunicación Popular en el Perú»1 reconocía en este campo: emisoras de propiedad de la Iglesia Católica, emisoras de órdenes religiosas también católicas, casi un centenar de programas contratados que se dirigían a sectores populares, centros de producción radial en distintas zonas del país, y un gran número de altoparlantes, megáfonos o «bocinas» que también se utilizaban con fines educativos. Esta clasificación exclusivamente aplicada a la radio educativa. era posible porque en ese entonces la separación entre el campo de la radio masiva y el de la radio educativa tenía fronteras muy precisas, no sólo en lo que se refiere a objetivos, sino también en términos del público objetivo (generalmente sectores populares y/o campesinos organizados), y también en lo que respecta a la concepción y uso del propio lenguaje radial. En la actualidad es difícil hacer clasificaciones intuitivas, es decir, sin mucho material empírico, ya que tanto la radio masiva y comercial (por usar un nombre que disgusta pero que es útil y comprensible) como la radio educativa han enfrentado profundas modificaciones. En el campo de lo masivo el ingreso de nuevos sectores sociales al espacio de la emisión de mensajes ha redefinido enormemente la banda de AM, mientras que el ingreso de migrantes a las ciudades, es decir al espacio de lo urbano ha hecho redefinir la oferta de la propia FM, advirtiéndose en la ciudad de Lima un claro proceso de «aemización» de la FM, que torna más popular el sonido de esta banda. Así mismo, la presencia de emisoras limeñas que transmiten en cadena para todo el territorio nacional hace que la oferta programática busque una cierta democracia auditiva, incorporando los gustos y preferencias de los públicos provincianos. En setiembre de 1992 el Arca de Radio de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima llevó a cabo el 2° Conversatorio «Salsa y Cultura» en el cual el gerente de una de las emisoras más fuertes, que tiene presencia nacional, sostenía con mucho entusiasmo que «hoy no se puede ser elitista». El estudio de lo masivo se hace indispensable, ya que allí encontramos variedad de propuestas, a veces no sólo en la misma banda, sino en una misma emisora. Este es el caso de las emisoras de la banda de


AM de Lima, las que por necesidad de supervivencia optan por alquilar espacios a personas particulares, organizaciones, grupos religiosos, etc., mientras que al interior del país se vive al parecer la euforia por comunicar y transmitir; de ello da cuenta la cantidad de emisoras de FM que aparecen en lugares remotos y sobre las cuales tenemos información gracias a los esfuerzos individuales de algunos alumnos que las estudian como tema de tesis2. Estas emisoras surgen debido tal vez a los bajos costos de los equipos, la calidad del sonido y el valor simbólico de «lo moderno» que implica la presencia de un medio y que está haciendo que muchos particulares se animen a tener su emisora. Del lado de las experiencias de radio popular el principal problema que aparece es el de la denominación. Paulatinamente van cayendo en desuso nombres o apellidos como educativa, popular, alternativa, etc. porque cada una de estas denominaciones designaba algún aspecto que estaba comprometido en este tipo de prácticas radiales. Así, teníamos que el público a quien se dirigían prioritariamente era el de los sectores populares, que el fin primero y último era el educativo, y que este tipo de radio debía constituirse en una alternativa frente a la radio masiva «comercial». Ahora este conjunto de premisas está en discusión y el objetivo principal que enfrentan estas experiencias es el abrirse camino en el espacio de lo masivo, compitiendo por públicos radiales (no pensados exclusivamente como clases sociales o sectores laborales), tratando de traducir los objetivos institucionales a las condiciones que plantea el trabajo al interior de la cultura masiva. Por esas razones incluso la concepción y el modo en que se hacía lo «educativo» está siendo replanteado, dedicándose mucho esfuerzo a comprenderla relación de los oyentes y la radio antes de pensar la estructuración de un programa. No se puede considerar más estas experiencias al margen de lo masivo porque en lo que respecta al interior del país, las hay muy exitosas y que ocupan los primeros lugares de sintonía. Sería oportuno estudiar cómo cada una de ellas enfrenta el reto de lo masivo configurando prácticas muy ricas en lo que se refiere al uso social del medio en América Latina. Hay que destacar que en el interior del país vienen gestándose experiencias radiales desde la población organizada, sin que alguna institución de promoción y desarrollo participe en la iniciativa. Como las radios conducidas por campesinos y otros trabajadores del campo, quienes pretenden dar un uso diferente a la radio y no sólo el de entretenimiento y distracción. A diferencia de quienes mandan construir equipos en FM para poder tener «su» emisora, las emisoras de grupos organizados responden de una manera más directa y comprometida con aquel fin que dicen perseguir las emisoras de provincias: el de servir a la comunidad, lo cual se constituye no sólo en un slogan sino en una meta que se trata de hacer realidad cada día, puesto que sí hay conciencia de que la radio es también del pueblo y de la comunidad. Aparte de estos casos, también aumenta el número de emisoras y programas de las iglesias, no solamente las católicas. Asistimos a una gran oferta de opciones religiosas, las mismas que se expresan en las ondas radiales dando lugar a nuevos productos radiales. A propósito de ello, hace un año iniciamos una investigación que diera cuenta de la presencia de las nuevas iglesias en las ondas radiales limeñas, la misma que todavía no ha concluido3. Ubicándose en los distintos espacios de producción radial que acabamos de señalar, encontramos emisoras llamadas comúnmente «piratas», que operan sin licencia, que presentan gran variedad en sus objetivos y formas de emisión. Hace algunos años dimos cuenta de ello en un trabajo sobre las emisoras campesinas4 pero ahora este espectro es mucho más complejo. Ya no sólo hablamos de campesinos construyendo sus propios equipos para poder inter-comunicarse y contar con un medio de comunicación, hablamos también de quienes quieren «ganarse alguito» (como decía un antiguo comercial peruano), de grupos organizados, como de aficionados a la comunicación (y no sólo a los equipos). Por lo tanto también es necesario estudiar esta problemática y no hacer -a priori- apología de la piratería y


clandestinidad como tampoco de la legalidad, porque en este país la frontera entre ambos es muy imprecisa. En el terreno de las licencias para el establecimiento de emisoras es realmente heroico dejar de ser clandestinos y acceder a la legalidad. Si bien corro el riesgo de caer en generalizaciones al presentar el síntoma de la poca información, mi intención es señalar que cuando se habla de radio se habla de toda esta variedad de prácticas radiales de las que conocemos poco pero sabemos que existen. No es suficiente referirse al panorama radial en términos de cantidad de emisoras, o tipos de música que ofertan, hay que poner al descubierto la multiplicidad de propuestas de comunicación, de objetivos y usos sociales del medio que se ponen en marcha a distintas horas y desde diferentes lugares. Estas propuestas comunicativas y radiales dan cuenta, como otras esferas de lo social, de cómo la gente se distrae o entretiene, pero también de cómo cambia, se fusiona, se mezcla, se arma y se desarma el rostro y la vida de una ciudad, y por qué no decirlo, de un país. A PROPÓSITO DE CAPACITACIÓN Y ENSEÑANZA: UNA REFLEXIÓN FINAL Con todo lo anteriormente expuesto la gran interrogante que me queda es cómo plantear el proceso de enseñanza, qué información dar y cómo preparar la actitud hacia la construcción -o producción- de mensajes masivos. Cómo integrar en la enseñanza la necesidad de investigar con la de evaluar permanentemente, cómo hacer de la propia producción el terreno de la confrontación entre nuestros supuestos y las respuestas del público. ¿Cómo integrar todo eso en una propuesta comunicativa que sea viable en el medio masivo pero que pueda ir más allá de los objetivos comerciales? Y una segunda interrogante que me queda después de haber tratado de hablar del espacio de lo masivo y de lo educativo simultáneamente es la que tiene que ver con los nombres mismos que titulan este acápite. ¿Por qué se habla de capacitación en un espacio y de enseñanza en otro? ¿Por qué la capacitación sólo consiste en el adiestramiento «técnico» en equipos o en lenguajes y códigos y, del otro lado, por qué la enseñanza prioriza la conceptualización del medio, la interpretación de la creación y la experimentación? Al parecer ello ocurre porque ni la capacitación ni la enseñanza cubren la totalidad de lo que significa la experiencia del trabajo social, y porque pensados como espacios separados y diferentes olvidamos que ambos procesos están destinados a un mismo fin: el comunicar. Quizás todo lo anteriormente expuesto no tenga mayor objetivo que la invitación a pensar en que todos los aspectos involucrados en el quehacer radial deben servir para volver sobre el tema de la capacitación y la enseñanza puesto que es el ejercicio de la comunicación el fin último de la formación de comunicadores y productores. Por ello finalizo reiterando la interrogante ¿y luego de esto, cómo pensar y plantear esta formación? ¿habrá que dejar de hablar de capacitación y enseñanza separadamente como si no fueran aspectos de un mismo proceso? NOTAS.1. RADIO Y COMUNICACION POPULAR EN EL PERU. Varios autores. CEPES, Lima, 1986. 2. Al respecto existe excelente información de provincias como Tacna, Iquitos, Tarapoto, en las tesis de bachillerato de Rosario Bellido, David Zumaeta y Rolando Pérez, disponibles en el Centro de Documentación de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima. Además hay tesis sobre la sierra del departamento de Lima, Cajamarca, Puno, y Jaén en los trabajos de Luis Solano, julio Benavides, Carla Colona y Christian Sánchez, respectivamente. 3. «Las nuevas iglesias y su presencia en Lima» investigación presentada al CICOSUL (Centro de Investigación en Comunicación Social de la Universidad de Lima), actualmente en proceso de redacción final. 4. RADIO Y CULTURA DE MASAS. Varios autores. CALANDRIA-TAREA, Lima, 1990.


RADIO POPULAR EN BOLIVIA: LA LUCHA DE OBREROS Y CAMPESINOS PARA DEMOCRATIZAR LA COMUNICACIÓN Luis Ramiro Beltrán Jaime Reyes La búsqueda de la democratización de la comunicación social en América Latina se remonta a finales de los años cuarenta. La radio comenzó a ser usada entonces en dos países de la región, para aliviar las necesidades del estrato más bajo de la sociedad, los campesinos y los obreros. En Colombia la iglesia Católica creó las «escuelas radiofónicas» para pequeños campesinos, una combinación de radiodifusión especial con pequeños grupos de audiencia guiados a nivel comunal.A partir del establecimiento de una estación elemental de corto alcance en Sutatenza creció en poco más de una década lo que vino a ser el más grande y sofisticado sistema de educación no-formal del mundo para el desarrollo rural: Acción Cultural Popular (ACPO)1. Esta destacada experiencia colombiana inspiró el establecimiento de instituciones de radiodifusión similares en la mayoría de países de la región y formaron, hacia 1972, la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER) cuya sede funciona actualmente en Quito, Ecuador2. EI modelo de la ACPO fue amplia y decididamente reproducido en Bolivia con varias adaptaciones. La Iglesia Católica promovió el establecimiento de más de una docena de estaciones educativas a principios de los 50. Esto llevó a constituir; en 1967, Educación Radiofónica Boliviana (ERBOL), la más grande y más activa red de este tipo de estaciones, que operan ahora a lo largo de todo el país en español, así como en las principales lenguas nativas del país. También a principios de los 50 otros dos esfuerzos surgieron en Bolivia como iniciativas populares: el establecimiento de la red de estaciones fundadas y dirigidas por los sindicatos mineros y la introducción de programas para campesinos en lengua aimara en algunas estaciones comerciales de La Paz. El presente texto se refiere esencialmente a estas experiencias pioneras de comunicación popular así como a los más recientes logros campesinos en radios sindicales y comunitarias en Bolivia. BOLIVIA: TIERRA, PUEBLO Y PROBLEMAS3 Bolivia es uno de los países de América Latina de origen más remoto y de cultura autóctona más fuerte. Nacida como república luego de su independencia de España en 1825, se formó con gente de ascendencia nativa pre-colonial. Aún hoy ellos constituyen el 60% del total de la población, el resto es una mayoría de población mestiza y una pequeña minoría de blancos. Localizada en la parte media de América del Sur, Bolivia se extiende a lo largo de 425,000 millas cuadradas, de muy altas mesetas andinas, valles de nivel medio y vastas selvas y zonas bajas en la cuenca del Amazonas. Este amplio territorio está muy poco poblado: sólo tiene 6’350,000 habitantes, 52% de los cuales viven en ciudades y 42% en áreas rurales. Estos últimos son en su mayor parte campesinos quechuas o aimaras cuyos antepasados vivieron en este territorio miles de años antes de que los conquistadores españoles llegaran. Hoy en el país apenas un poco más de la mitad de la población es monolingüe: 44% habla sólo español, 5% habla sólo quechua y 2% habla sólo aimara; otro 2% corresponde a numerosos lenguajes de las tribus tupi-guaraní de la selva. El resto, 49%, es bilingüe, con mayor porcentaje de quechuas que de aimaras en la combinación con el lenguaje impuesto por la ley colonial.


La economía del país se ha sustentado tradicionalmente en la exportación de minerales, principalmente plata en el siglo pasado y estaño en este siglo. La producción de estaño colapsó en 1985, pero otros minerales aún representan un tercio de todas las exportaciones, y el gas natural se ha convertido en la principal fuente de ingreso externo. Cierto alivio proviene recientemente de exportaciones no tradicionales como la lana, ganado, soya y azúcar, junto con la artesanía: Exportando poco a bajos precios e importando mucho a precios altos, con escasa industrialización, privado del acceso a la costa marina como consecuencia de una guerra con Chile, y frecuentemente afligida por leyes autoritarias e incompetentes, Bolivia es uno de los países con menor desarrollo y más dependientes de la región de América Latina. Extrema pobreza aflige por lo menos al 40% de la población. El ingreso per capita apenas alcanza al equivalente de US$ 820. Más allá de las cifras, sin embargo, la distribución del ingreso está sesgado, como es tradicional en Latinoamérica, con la población rural nativa «india» recibiendo lo peor de todo. El sueldo mínimo mensual es equivalente a 30 US$ y el desempleo es del 15%. Rescatada del desastre de 1985 por medio de severas medidas correctivas, la economía boliviana está actualmente recuperada y estable. La inflación ha bajado después de ser la más alta, a ser la más baja de América Latina. Esto ocurre, sin embargo, a costa del sufrimiento de las mayorías estranguladas por los bajos salarios y los precios altos. Agobiados por una enorme deuda externa, los gobiernos no han sido capaces de mejorar sustancialmente la situación social, la cual -por el contrario- se está deteriorando en algunos aspectos. Cerca del 90% de los hogares urbanos tiene agua, mientras que en la zona rural menos de una tercera parte de las casas la tienen. La diferencia es mucho más aguda en el caso del alcantarillado y servicios de recojo de basura: un poco más del 40% de los hogares urbanos pueden disfrutar de ellos. Pero sólo alrededor del 2% de los hogares rurales tiene acceso a ellos. Lo mismo en cuanto a servicios médicos: hay un doctor para cada 760 habitantes de la ciudad pero sólo uno disponible por cada 20,000 habitantes de la zona rural. Sólo el 22% de la gente está protegida por la seguridad social. La malnutrición crónica afecta aproximadamente al 30% de la población urbana y a cerca del 40% de la rural. Un tercio del total de la población consume menos del mínimo de las 2,400 calorías indispensables para adultos, según la FAO. La mortalidad infantil y mortalidad materna se encuentran entre las más altas de la región y la peor situación corresponde, una vez más, a madres y niños de las poblaciones rurales indígenas. El promedio nacional de expectativa de vida es de 53 años para las mujeres y 51 para los hombres. Los indicadores de educación son, por decir lo menos, dramáticos. El promedio nacional en analfabetismo es del 37% pero alcanza al 53% en áreas rurales y es aún más alto entre mujeres indias. Sólo un tercio de los niños en edad escolar primaria y sólo dos tercios de ellos en edad de estudiar la secundaria tienen acceso a la escolaridad. Y, entre aquellos que lo tienen, la deserción es frecuente y grave por un número de causas difíciles de superar. LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA Liberados de la dominación española después de una guerra de 15 años, los bolivianos expresaron desde el principio una clara inclinación por la democracia. Paradójicamente, sin embargo, han sido gobernados con mayor frecuencia por gobiernos militares inmisericordes, o civiles que han optado por la autocracia en interés de las oligarquías. «...la independencia hizo poco por la gente en Bolivia. El control político de la nación pasaba de un grupo insaciable a otro. Los nuevos gobernantes Creole vivían en el despilfarro de las productivas, pero mal usadas, riquezas mineras. Bolivia era una república pero no era una nación. Desde su independencia han habido 77 gobernantes, la mitad de ellos elegidos democráticamente y los demás impuestos por golpes de Estado. Gobiernos débiles hicieron a Bolivia vulnerable a los designios


agresivos de sus vecinos. Muchas disputas fronterizas han dominado la historia de la nación, sustrayendo la cuarta parte de su territorio, y la volvieron un país mediterráneo» (McFarren, 1992, p. 25). Una de las más trágicas disputas fue la Guerra del Chaco, entre Paraguay y Bolivia en 1932-35, con desastrosos resultados para ambos y con una pérdida para Bolivia de 50,000 vidas y 240,000 kilómetros cuadrados. Los bolivianos de todas las clases -blancos, indios y mestizos- se encontraron cara a cara en sus trincheras con la realidad. De ese encuentro nació la conciencia acerca de la naturaleza arcaica e injusta de su sociedad y la decisión popular de unirse para cambiarla. Después del fin de la guerra emergieron sobre impulsos nacionalistas nuevos partidos políticos y capturaron la solidaridad popular para reorganizar radicalmente el país y convertirlo en una verdadera nación y una auténtica democracia. Esto llevó a las masas a configurar, hacia 1952, la «Revolución Nacional», un proceso de transformación profunda de la estructura de poder en términos políticos, económicos y culturales. El Movimiento Nacionalista Revolucionario tomó el poder destituyendo a la junta militar conservadora que había ignorado su clamoroso triunfo en las elecciones. Rápidamente nacionalizó las grandes minas de estaño que eran el eje de la economía del país, impuso la reforma agraria para redistribuir los latifundios construidos a partir del despojo a los campesinos de sus tierras, y decretó el voto universal que incluyó a los indios y a las mujeres en las decisiones electorales. Desde esos días, la gente de Bolivia ha tenido todavía que pelear batallas para asegurar una genuina democracia y justicia social. Desde 1982, sin embargo, el sistema democrático parece firmemente restablecido y prevalece hasta ahora un gobierno democrático después de otro. El país ha logrado una saludable estabilidad y recuperado el respeto. La paz y el orden, deseados por la gran mayoría de los bolivianos, no han vuelto a ser desafiados por el Ejército ni afectados por la guerrilla o el terrorismo. Más aún, desde hace dos años, contando con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos, el gobierno boliviano ha logrado notables avances en la erradicación de la delincuencia internacional de la cocaína de su territorio, en donde las hojas de coca son producidas por siglos. Es a la luz de todos los elementos contextuales anteriores que puede ser aquilatada la experiencia boliviana con la radio popular como una herramienta de democratización de la comunicación. LA SITUACIÓN DE LA COMUNICACIÓN El vacío y la dislocación caracterizan la mayor parte del territorio boliviano. Una marcada insuficiencia poblacional y una geografía difícil determinan la fragmentación y el aislamiento de la gente. La mayor parte vive en o alrededor de sólo tres ciudades: La Paz, en el oeste, Cochabamba en el centro, y Santa Cruz en el este. El resto está disperso a lo largo del territorio en muy pequeñas formaciones poblacionales aisladas unas de otras así como de los grandes conglomerados urbanos. Amplios segmentos del territorio especialmente en el norte tropical y este, permanecen prácticamente vacíos y todas las fronteras están también escasamente pobladas. Como informa Rivadeneira (1991), el país tiene sólo 1,538 Km de caminos asfaltados, 9,268 de caminos de piedra y 30,168 de caminos de tierra, algunos de ellos difíciles de transitar por razón de las lluvias. La misma fuente indica que el total de las líneas férreas escasamente exceden de 4,000 kilómetros y que, de los 38 aeropuertos operativos, sólo dos -los de La Paz y Santa Cruz- cumplen con los standards internacionales de navegación aérea. Por otro lado, casi dos tercios del total de hogares en Bolivia todavía carecen de electricidad. El déficit urbano es de 37% y en las áreas rurales el déficit es de 91%. Hay apenas dos teléfonos por cada 100 habitantes en el país. En las ciudades hay un teléfono


por cada 22 habitantes pero en las áreas rurales hay uno por cada 1,281 habitantes, otra vez una diferencia abismal en perjuicio de la población campesina. Los servicios postales y cablegráficos en áreas rurales, especialmente en las más remotas, son limitados y frecuentemente inadecuados. Se excluye a la población que no habla español, en parte debido a su dispersión y en parte por el hecho de que los campesinos nativos rara vez tienen direcciones accesibles. Circunstancias como las descritas hacen muy difícil la comunicación social en Bolivia, y favorecen en gran parte la falta de integración nacional. Pero otros factores se suman para agravar la situación. Uno es las limitaciones económicas que afectan a la mayor parte de la población: excepto por la minoría urbana de los más altos niveles de la sociedad, la mayor parte de la gente no puede en la actualidad invertir mucho dinero en comunicaciones. Muchos habitantes urbanos no tienen dinero para comprar periódicos o revistas y menos aún son los que pueden comprar discos o cintas de video. Y dada la extrema pobreza, para los aldeanos comprar receptores de radio o aun las baterías es algo costoso. Aquí opera otro factor: las distancias culturales y las diferencias de lenguaje. Con pocas excepciones, especialmente en el ámbito de la prensa, los mensajes de los medios masivos son transmitidos sólo en español aunque ésta no es la lengua nativa de 6 de cada 10 bolivianos. Más aún, estos mensajes casi nunca reflejan las condiciones de vida de los aldeanos o la de numerosos mestizos que habitan los suburbios, o responden a sus necesidades, problemas o intereses. Como consecuencia de todos los factores mencionados, los medios masivos en Bolivia no llegan realmente a las masas, sino strictu sensu, a algunas fracciones de los estratos superiores urbanos. De hecho el país tiene actualmente 19 diarios, un número elevado para una pequeña población, pero en total el tiraje llega apenas a los 80,000. Aún suponiendo que tres de cada cuatro personas adquieren un ejemplar, el total de la audiencia alcanzada nos permite afirmar que la prensa es el medio más elitista. La televisión ciertamente llega a un número mucho mayor de gente pero no deja de ser una minoría; de hecho, Alfonzo (1990) estimaba sólo en 400,000 el número de receptores de televisión. En 1984 fue abolido de facto el monopolio estatal, y rápidamente se produjo la proliferación irracional e ilegal de estaciones que llegó a niveles impensables. Según últimos datos, (Contreras, 1992) hay 72 canales de televisión en el país, pero analistas como Rivadeneira (1991) estiman que en su conjunto sólo llegan a una tercera parte de la población. Esto se debe a su baja potencia -la mayoría opera en un rango de 100 a 1,000 watts y su alcance es estrictamente local- y a la naturaleza precaria del equipo que pueden usar. La televisión estatal, gracias a las unidades repetidoras y al satélite, tiene la más amplia audiencia nacional, pero aun así no es muy grande. Respecto a las películas, a pesar de que Bolivia es un país ganador de premios internacionales en el área de los documentales, la producción hoy es mínima, en parte debido al muy pequeño número de espectadores consecuencia de la invasión de la televisión y a que las salas cinematográficas son cada día menos. La radio es la única excepción a la regla, no sólo porque es el medio de comunicación más persuasivo, sino porque alcanza especialmente a los estratos más bajos de la población, mucho más que todos los otros medios, incluyendo a los campesinos nativos, ya que se adecua a su tradición oral. Habiendo comenzado en 1929, la radio se expandió rápidamente y mejoró su calidad a principios de los cincuenta. Ahora cuenta con 1’200,000 receptores y cerca de 300 estaciones transmisoras. En contraste con los otros medios que están concentrados en las ciudades, cerca de la mitad de las estaciones de radio están localizadas en áreas rurales. Tres cuartas partes de ellas están en las alturas porque la población se concentra ahí, prácticamente en la misma proporción. Esto representa para los campesinos quechua y aimara virtualmente su única oportunidad de estar en contacto con el resto del país y el


mundo, a través de un medio masivo. Recientes informes de fuentes gubernamentales indican que hay registradas un total de 132 estaciones de FM (de reciente irrupción masiva) y 130 estaciones en AM. A estas hay que agregar como 20 estaciones de onda corta y unas muy pocas en AM y FM (incluyendo algunas que operan ilegalmente). Un reciente estudio establece que el total nacional es de 289 (Contreras, 1992). Es un número bastante alto para una pequeña población pero hay que anotar el hecho que la mayor parte de estas estaciones tienen muy poca potencia -70% tienen entre 200 y 1,000 watts- y aún menos. Según Contreras (1992) sólo el 15% de las estaciones tiene alcance nacional; el 22% opera dentro de las fronteras estatales; y el resto sólo tienen alcance local, algunas limitadas a muy pequeñas jurisdicciones. Sólo una estación tiene más de 10 kilowatts. La mayoría de las estaciones de radio son privadas y comerciales pero no son componentes de grandes corporaciones ni pertenecen a redes; son más bien independientes, administradas por pequeños empresarios, algunas mal equipadas y con escaso personal. El segundo nivel, en términos de número de estaciones, está ocupado por cuatro agrupaciones, cada una con cerca de 20: educativas (mantenidas por la Iglesia Católica), confesionales (más católicas que protestantes), estaciones de sindicatos, y radios de organizaciones campesinas. La más baja categoría es la de las radiodifusoras oficiales con una estación gubernamental central, 4 estaciones militares, una estación municipal y una última a cargo de una escuela de maestros estatal. Sólo alrededor de 35 del total de 300 estaciones que hay en el país transmite alguna programación en aimara y son menos las que incluyen el quechua. En resumen, la mayor parte de los bolivianos están limitados a patrones de comunicación interpersonal, sobre todo aquellos que no tienen al español como lengua materna y viven en el campo. Para la mayoría de los medios masivos, financiados esencialmente por la publicidad, aquellos que no están en el mercado no están en la audiencia, tal como sus contenidos lo reflejan claramente. La comunicación masiva es todavía un privilegio más de las minorías dominantes. El nacimiento de la radio popular en Bolivia fue como una reacción de los grupos populares contra tal injusta situación. Esto sucedió desde fuera del sistema de radio establecido y parcialmente desde dentro de él. LA RADIO POPULAR Un investigador canadiense que ha dirigido una investigación en profundidad sobre estaciones de radio campesinas y obreras en América Latina, especialmente en Bolivia y Ecuador, sostiene que «...la práctica emergente de una genuina radio popular en América Latina envuelve principalmente elementos de autonomía de clase, de poder y cultural» (O’Connor, 1989a. p. 507). Esta percepción permite entender la radio popular como el uso de este medio para la emancipación de los estratos más bajos de la población frente a la dominación de los estratos superiores. Como puede probar con exactitud esta definición general, no siempre implica la presencia de elementos de conflicto político o de confrontación violenta. Las experiencias de Bolivia con radio popular corresponden a cuatro formatos pulidos a lo largo de un periodo de cuarenta años que designa a este país como el precursor de la región en esta práctica que, desde los 70 es denominada «popular», «alternativa», «participatoria», «dialógica» y otras formas de comunicación democrática. Así, la práctica precedió a la teoría en 25 años.


Desde las más antiguas hasta las más modernas, son: 1) radios de los obreros mineros, 2) radio educativa católica, 3) radiodifusión campesina a través de estaciones comerciales, y 4) radios de las organizaciones campesinas y comunitarias. Las cuatro coexisten hoy en día. Es importante anotar que el punto de partida para todas estas experiencias parece ser el contexto creado por la Revolución Nacional de 1952 que concitó la participación activa de obreros y campesinos además de mestizos y blancos. Esto no se debe a que el gobierno revolucionario se propusiera promover la comunicación popular o porque el partido en el poder demostrara voluntad de corregir la injusta situación de la comunicación. Fue más bien porque el movimiento por una total y radical transformación social y económica fue tal que abrió las puertas a los más bajos estratos a probar su fuerza y acceder al poder en diversas formas. Los campesinos indios fueron redimidos a principios de los 50 de una servidumbre medieval a través de la reforma agraria y el voto universal y pronto fueron reconocidos como un fuerte grupo de presión en el logro de sus intereses particulares. Los obreros consolidaron una federación nacional de sindicatos en la Central Obrera Boliviana, que creció en una magnitud que ni el gobierno revolucionario mismo esperaba ni quería. Los campesinos demandaron mejores oportunidades de educación y participación política y los obreros vinieron a controlar las bases económicas de entonces: la industria minera de estaño nacionalizada. Fue un despertar generalizado de las masas dentro del cual, como anotó apropiadamente O’Connor, los intereses de las clases más bajas y sojuzgadas y los valores ancestrales de las culturas nativas fueron recuperados con energía. Claramente instrumental para ambas, la comunicación no podía estar ausente de este proceso. Y la radio -el menos costoso y menos difícil de operar de todos los medios, y el único no dependiente del conocimiento del español- fue naturalmente elegida por las masas para, por fin, expresarse libremente. Así, la audaz insurgencia de los oprimidos sentó, sin ninguna guía teórica, las bases prácticas de un intento de democratizar la comunicación. «Las radios son usadas -anota O’Connor (1989a. p.507)- para dirigir la organización política (para llamar a un mitin, para organizar una campaña) pero el uso de la radio también dio a la gente una importante experiencia en la actividad democrática y en la toma de decisiones. Las radios están comprometidas en la toma de decisiones. Las radios están comprometidas en la revaloración de las lenguas y las culturas indígenas». LAS RADIOS MINERAS A principios de los 50, cuando comenzó la Revolución Nacional, el estaño era el producto de exportación más importante para Bolivia y la minería en general constituía la base de la economía nacional. Fue debido a esta centralización que el movimiento revolucionario tenía como uno de sus postulados claves la nacionalización de las minas que hasta entonces pertenecían, mayormente, a tres magnates: Patiño, Hoschild y Aramayo. El gobierno estableció una corporación estatal para administrar las minas nacionalizadas y la central nacional de los trabajadores mineros pronto ganó un inusual control de esta operación. Se convirtió así en plataforma para consolidar y expandir la federación de sindicatos obreros, la Central Obrera Boliviana, a tal punto que pronto volvió a esta última en un «super estado», como una organización que compartía el poder político con el partido en el gobierno y hasta actuando como una especie de controlador del mismo.


Fue en contra de este pasado que nacieron las radios mineras. Fueron creadas, operadas y pagadas por los miembros de los sindicatos más militantes afiliados a esas grandes organizaciones pero no estaban sujetas a ellos en lo que se refiere a su voluntad de comunicar. Dado que cada estación pertenecía a un determinado sindicato minero, cada una de estas organizaciones conducía sus servicios de radiodifusión con completa autonomía en una forma de autoadministración desconocida hasta entonces en el país. Cada miembro del sindicato contribuía a establecer y mantener el funcionamiento de su estación entregando para ello una fracción de su sueldo. Dado el hecho de que los sueldos eran extremadamente bajos, este apoyo se explica por el alto nivel de conciencia de los trabajadores acerca de la importancia crucial que tienen los medios de comunicación propios para la consecución de sus ideales, teniendo en cuenta que los medios comerciales los ignoraban. Los primeros intentos de establecer radios mineras se produjeron al parecer entre 1915 y 1949 pero fueron efímeras y, según algunos, eran clandestinas. Sin embargo, fue recién a partir del segundo semestre de 1952 que las primeras estaciones fueron abierta y efectivamente establecidas en los principales poblados de la más importante área minera de extracción de estaño, en el sureño estado de Potosí. Esas estaciones pioneras fueron la Radio La Voz del Minero, de Siglo XX, Radio 21 de Diciembre, de Catavi, y Radio Nacional, de Huanuni. Fueron seguidas por estaciones en Llallagua y en muchos otros distritos a tal punto que en 1963 su número total era de 23 y unas pocas más se agregaron más tarde4 Las estaciones eran simples y pequeñas, proveídas con equipo elemental cuya potencia de transmisión oscilaba entre 150 watts y 1.5 kilowatts pero, a pesar de lodo, rápidamente se convirtieron en las más influyentes instituciones sociales. Para su administración los sindicatos trajeron al principio productores y locutores de las ciudades pero en cuanto los voluntarios locales aprendieron el negocio, el staff externo resultó innecesario. Los propios mineros se volvieron radiodifusoras y su manera de trabajo fue en sí misma democrática. Preguntaban a la gente acerca de sus preferencias para estructurar la programación y exigían sinceras opiniones sobre ellos también. Cubrieron mítines sindicales y debates públicos organizados. Llevaron los micrófonos por lo más profundo de las minas y se movieron por los lugares de encuentro de la gente como mercados, iglesias y campos deportivos, imitando a todos a hablar lo que quisieran. Cualquiera se sentía libre para visitar el estudio y acceder al micrófono aun por motivaciones personales o domésticas, como una mujer denunciando los golpes que le daba el marido.A veces la gente colocaba a los locutores en el increíble rol de árbitros en disputas privadas o conflictos comunitarios. A través de esta práctica de «micrófonos abiertos» las radios mineras permitieron a la gente ventilar sus deseos y sentimientos y ejercían presión sobre la administración de la corporación y las autoridades de gobierno de su jurisdicción. En contraste con las radiodifusoras urbanas que la desdeñaban, la música folclórica era tocada permanentemente en las estaciones mineras en combinación con las noticias y entrevistas. Pero el uso principal del medio, especialmente en épocas de luchas intensas, era informar a los mineros de la situación de sus intereses, consolidar su conciencia, solidaridad y unidad y ayudarlos a organizarse para luchar por sus derechos. Así, junto con las huelgas, la radioemisión fue el arma más efectiva de los trabajadores. Y por eso ellas fueron, a lo largo de los años, duramente reprimidas por los gobiernos. Los más dictatoriales frecuentemente tomaron las estaciones y algunos inclusive ordenaron a las fuerzas militares su destrucción y el encarcelamiento de sus operadores. Inquieto por la irradiación de los movimientos radicales en Bolivia, el Vaticano estableció en 1959 la estación de radio Pio XII en el pueblo Siglo XX, encargando su funcionamiento a un equipo de sacerdotes oblatos de Canadá. Localizada en instalaciones especialmente construidas, dotada de equipo de primera clase -2,000 watts de potencia- y operada por un grupo especialmente entrenado, adoctrinado y pagado, la estación significó una seria competencia para las modestas emisoras sindicales pero, por


otro lado, las estimuló a mejorar ellas mismas. Los gobiernos estaban satisfechos con esta conservadora intervención pero los mineros se pusieron furiosos. Sin embargo, después de algunos años de estrecha coexistencia entre los sacerdotes y los trabajadores, los primeros quedaron tan convencidos de la prédica de los segundos que experimentaron una total conversión. Para 1965 Radio Pio XII estaba tan militantemente identificada con la causa de los trabajadores que ahora es aplaudida por ellos y detestada por las autoridades5. Con el colapso de la economía del estaño en 1985, el gobierno cerró las minas nacionalizadas y despidió a 14,000 trabajadores de las minas. Esto significó un golpe mortal para el sindicalismo y determinó la desaparición de la mayoría de las estaciones, que en sus mejores días habían llegado a un total de 27 y que frecuentemente actuaban coordinadamente para resistir inflexiblemente a los gobiernos autoritarios. Actualmente sólo media docena de estas estaciones luchan por sobrevivir, con equipos obsoletos y escasez de dinero para pagar sus costos de operación o renovación de licencias. Sin embargo, la validez de esta inusual experiencia no sólo es innegable sino que además ha merecido la atención y el respeto de muchos más allá de las fronteras bolivianas. LA RADIO EDUCATIVA CATÓLICA A poco tiempo del nacimiento de la primera radio minera, la primera estación destinada a los campesinos aimara fue establecida en las orillas del lago Titicaca, a cerca de 2 horas de camino de la ciudad de La Paz. Era Radio Peñas, perteneciente a la misión de los padres de Maryknoll, la cual en 1955 -al tercer año de reforma agraria en la nación- copiaba el patrón clásico de las «escuelas radiofónicas» colombianas de la ACPO. Enfatizaba la alfabetización en español junto con la adoctrinación católica, recurriendo tanto al español como al aimara. No acogió otro tipo de necesidades de su audiencia nativa ni promovió sus valores culturales. No apoyó las organizaciones campesinas ni les dio mucha participación en el manejo de la estación. En 1972 la planta de transmisión fue mudada a la Paz y en 1976 los padres Maryknoll donaron su estación al Arzobispado de esa ciudad. Ellos transfirieron su manejo a los Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle). La estación cambió al nombre de San Gabriel, pero la transformación abarcaría mucho más que sólo un nuevo nombre. De hecho, Radio San Gabriel pronto se convirtió en el único medio de comunicación masivo totalmente identificado con el pueblo aimara y totalmente dedicado a servirlo de día y de noche6. Lo hizo de tal manera que permitió amplia participación a los campesinos en la conducción de la estación, desde la planificación hasta la programación, el financiamiento y la evaluación. Esto cambió la convencional alfabetización por un nuevo programa de alfabetización que se expandió a una educación integral adecuada a la cultura campesina aimara y a las necesidades prácticas de la vida campesina. Esta fue llamada «comunicación educativa promocional» y se caracterizaba porque envolvía activamente a la comunidad en el esfuerzo. De hecho la estación acoge, en consulta con la comunidad, a representantes permanentes de ella. Esta los entrena en la labor educacional a través de una red de centros de capacitación propia -los «IRAS»- todos ellos ofrecen a miles de campesinos talleres en las diversas habilidades que se requieren para el desarrollo rural, incluyendo agricultura, educación y salud. En 1980, una rígida dictadura, consideró que todas esas actividades eran agitación subversiva, asaltó la estación y destruyó parte de su equipo pero no se atrevió a cancelar su funcionamiento por temor a la reacción de la influyente iglesia Católica. Sin tener a la evangelización como uno de sus objetivos principales, Radio San Gabriel constituye en estos momentos una demostración viva sin paralelo, de la habilidad del pueblo para organizar, conducir y mantener una influyente institución de base para la democratización de la comunicación. De tres


personas que tenía al principio a cargo de la producción ahora tiene un staff de más de 100 miembros, el 95% de los cuales son campesinos aimaras. Disfruta desde 1982 de un confortable local donado por el obispo de Saint Louis en Estados Unidos, tiene buenos estudios, una planta de transmisión de 10 kilowatts además de una gran antena, un auditorio y muchas oficinas para múltiples actividades. Departamentos de investigación, programación, guiones, agricultura, salud y educación, unidades de entretenimiento, secciones de radionovela y concursos, y similares. Hasta tiene un amplio departamento de servicios postales y ha firmado contrato con muchas oficinas del gobierno para efectuar trabajo educativo para ellos. Se dice que el tempranero noticiario a cargo del periodista e investigador aimara Donato Ayma llega y tiene influencia sobre medio millón de personas, incluyendo campesinos aimaras del sur del Perú. Una audiencia que no tiene ningún otro radioinformativo en la nación. Dos rasgos notables tiene el estilo de trabajo de San Gabriel. Uno es que su producción está organizada en la manera colectiva característica del espíritu comunal aimara: cada miembro del staff tiene que desempeñar rotativamente cada cargo en la emisora. De esta manera todos son capaces de hacer todo y la producción es participatoria pero en modo compartido, porque se evita la super especialización. La otra característica es que prácticamente todos los miembros del staff que son campesinos, tienen que dejar la estación por un tiempo cada año para retornar al trabajo en sus comunidades rurales y así también renovar el contacto con su propia gente. Así se evita la alienación y los radiodifusores pueden seguir familiarizados con su realidad original y leales a su pueblo. En ningún otro lugar, por lo menos en América Latina, existe una estación de radio de la naturaleza y dimensiones de Radio San Gabriel. Es por ello que no sorprende saber que le fue otorgado en España, en 1991, el premio «Fray Bartolomé de las Casas» en reconocimiento a sus 35 años de infatigable y fructífera dedicación ayudando a los campesinos aimaras a superar su subdesarrollo y lograr justicia. Evidentemente San Gabriel es algo excepcional, pero no es la única estación de esta clase en Bolivia. De acuerdo a una reciente revisión, (Reyes, 1990) hay una docena más dispersas en el territorio boliviano que comunican en español, aimara, quechua y hasta en las lenguas tupi-guaraní de la selva del Amazonas. Los recursos de estas son menos impresionantes que los de San Gabriel, pero sus méritos e impacto son comparables. Y ellas responden a la misma filosofía: su misión es estimular a los campesinos a desempeñar roles de liderazgo como comunicadores en sus propias lenguas, para preservar su identidad y cultura y esforzarse en el progreso y la liberación. Un ejemplo destacado de estación educativa, que sirve a los campesinos en los distritos amazónicos de Bolivia, es Radio San Miguel, localizada en la ciudad de Riberalta en la selva del estado del Beni, uno de los más olvidados. Riberalta es el centro de mercado del caucho, castaña y lanas finas. Distante, cerca de la frontera con Brasil, y en aguda carencia de caminos, debido en parte a las lluvias constantes que con frecuencia inundan el territorio, el área está comunicada a través de los ríos y por aire. Su población es dispersa y sufre la carencia de servicios de todo tipo, incluyendo salud y educación. Estos campesinos pertenecen a diferentes culturas selváticas tupi-guaraní, cuyas lenguas no son tan conocidas como el quechua o el aimara. Se comunican con mucha dificultad entre ellos mismos y con el resto del país, y están muy lejos de tener organizaciones de sindicatos como las que existen ya hace años en las zonas altas. Los padres Maryknoll fundaron en 1968 una estación precisamente con la intención de romper esta situación de incomunicación que facilita el subdesarrollo y la opresión. Desde entonces San Miguel ha luchado denodadamente para ayudar a que la organización campesina se fortalezca, a mejorar las oportunidades educativas y las condiciones de salud y a incrementar la producción agrícola así como a perfec-


cionar los sistemas de comercialización. Sus programas son informativos, educativos y de entretenimiento, y prestan especial atención a las mujeres y niños. Ellos también son participatorios y utilizan cualquier oportunidad para involucrar a la comunidad en la producción de programas y recurren al valioso apoyo de una red de reporteros voluntarios populares. Dado que su audiencia no puede acercarse fácilmente a la estación central, San Miguel va a visitar por lo menos a los vecinos de Riberalta. Lleva sus micrófonos hacia ellos improvisando escenarios en patios o parques y dirigiendo la transmisión a la manera de un auditorio abierto a través del programa «Hola vecino». Algunas veces manda equipos de reporteros en travesías por el río para entrevistar a segmentos de audiencia en pequeñas aldeas7. En síntesis. Radio San Miguel usa una serie de estrategias de comunicación diferentes para ajustarse a la naturaleza de su audiencia y a las circunstancias ambientales en las cuales opera. Pero su misión no es diferente a la de San Gabriel y todas las afiliadas a ERBOL: ayudar a lograr la emancipación económica, cultural y política de los campesinos. Ya en 1967 estas estaciones de radio -católicas pero no confesionales- se agruparon en una organización que hoy se llama Educación Radiofónica Boliviana (ERBOL), de la cual la propia San Gabriel es miembro. Juntando todos los kilowatts de potencia sumarían el 40% del total de Bolivia. Han desarrollado vínculos con 800 organizaciones de base y 2,500 grupos comunitarios en la nación. En su primera década de acción cooperativa combinando técnicas a distancia con clases en el aula, ERBOL tiene más de 100,000 estudiantes registrados. Sin embargo esto es mucho más que alfabetización. Orientada por una declaración de principios, ERBOL está claramente comprometida en alentar la educación no formal como herramienta para ayudar a los bolivianos olvidados a lograr su liberación de la injusticia y que participen en la construcción de una nueva sociedad8. Desde 1980 -habiendo logrado un alto nivel de eficiencia al dirigir la educación y alentar la organización de los campesinos y los pobres del campo- ERBOL cambió, dando un mayor énfasis a la participación activa de la gente en la comunicación masiva. Su herramienta básica para ello es un sistema de telefax de alta frecuencia que enlaza a todas y cada una de las estaciones afiliadas a lo largo de la nación. Esto propicia las condiciones para que las organizaciones de base estén al tanto -veloz y permanentemente- de la realidad local, nacional e internacional a través del noticiero de la red que se emite dos veces al día. Por primera vez en la historia un medio masivo cubre eventos en remotas y pequeñas aldeas que nunca aparecen en las pantallas de televisión o en las columnas de los grandes diarios. En resumen, después de un cuarto de siglo de destacada y exitosa experiencia y contando con 17 afiliadas, ERBOL es hoy en día la más grande, más compleja y más productiva red de radiodifusión educativa de toda América Latina. RADIODIFUSIÓN CAMPESINA A TRAVÉS DE LAS ESTACIONES COMERCIALES A pesar de que en la práctica es tan antigua como los dos modelos antes descritos -las radios mineras y la radio educativa católica- este tercer formato es poco conocido y difícil de conocer. Es un formato comercial en el cual los comunicadores campesinos no poseen ni dirigen la emisora -urbanas y comerciales en su mayoría- pero han logrado acceso a las primeras horas de la mañana, cuando los pobladores aimaras escuchan la radio y los ciudadanos urbanos todavía duermen. La manera de acceder es alquilando el «tiempo muerto» a los dueños de las emisoras, partiendo de la base de que se comparten las ganancias o pagándoles a ellos para que hagan programas dirigidos a la


población de lengua aimara de los suburbios de La Paz y de las áreas rurales relativamente cercanas. En ambos casos las emisiones se financian por medio de la publicidad y en menor proporción por las contribuciones de la audiencia indígena. Esta audiencia no es nada pequeña: por lo menos un millón de personas, en un país con una población de siete millones. La mitad de ellos localizados en la Paz y su ciudad satélite El Alto, y la otra mitad en las zonas rurales del estado noreste de La Paz, que incluye el inmenso Lago Titicaca a 12,000 pies de altura, en la frontera con el Perú. La Paz tiene alrededor de 800,000 habitantes de los cuales por lo menos la tercera parle son migrantes indios aimaras, y la vecina El Alto cuenta con alrededor de 400,000 personas de las cuales fácilmente las dos terceras partes son también este tipo de migrantes. Juntos constituyen una fuerte y creciente presencia de la cultura autóctona en el principal centro urbano del país y sede del gobierno. Aunque la comunidad está golpeada por la pobreza, salvo mínimas excepciones, y además de ello no tiene mayor significancia en la economía, tiene en cambio gran importancia política, dado que desde la Revolución Nacional de 1952 los indios ganaron el derecho al voto aun cuando no dominaran el español y están organizados para defender sus intereses. Consecuentemente, ellos tienen actualmente un poder político considerable. Esto se hace más evidente en tiempo de elecciones. Carlos Palenque, un radiodifusor no indio pero que sin embargo domina el aimara, entendió esta realidad hace mucho tiempo y estableció en la década pasada primero una estación de radio, y luego un canal de televisión especial y claramente dirigido a los aimaras. Combinando aimara y español, difundiendo música nativa -que tiene bastante popularidad desde mediados de los años 50 más o menos- y dando mucha atención así como activa participación a la población aimara de La Paz, se hizo rápidamente popular y figura pública. Pronto formó un nuevo partido político de lineamientos populistas, que creció a una velocidad sorprendente. Su candidato a Alcalde en la ciudad de La Paz ganó las elecciones locales en 1991 y él preside el Concejo Municipal. Palenque -conocido por todos como «El Compadre»- es ahora candidato a la Presidencia de la República en las elecciones nacionales de junio de 1993. Aunque parece poco probable que él gane, su rápido ascenso -de haber sido totalmente desconocido en política hasta llegar a dirigir un partido que tiene representación en el Congreso y candidato presidencial- habla en forma elocuente de la importancia de la población india en las tendencias de la democracia actualmente en Bolivia. Y esto demuestra también que la comunicación masiva al servicio de los problemas de los sectores populares ha concitado en el país un nivel de influencia probablemente único en la región9. Al parecer la primera vez que el aimara apareció en la radiodifusión en Bolivia fue cuando la radio norteamericana, auspiciada por los protestantes, Radio Cruz del Sur, llevó a cabo un intento de hacer adoctrinación religiosa en esa lengua. No hay registros sobre quién hizo la locución en esa época, pero en 1955 uno de los más claros precursores fue Guillermo Vargas Hidalgo, que tenía como seudónimo “Mallku» -cóndor en aimara- y transmitía por esa misma estación un programa diario “Los sembradores de la luz divina» de 5:00 a 6:00 a.m. Más tarde él hizo un programa diferente en Radio Altiplano, cuyo director, Raúl Salmón, fue algunos años Alcalde de la Paz, en parte gracias al voto indígena. Eventualmente, Vargas se convirtió en el primer escritor, productor y director de programas en aimara, difundiendo leyendas o dramatizando problemas de la comunidad aimara. Otro precursor de la radiodifusión campesina fue PedroTapia, conocido por la audiencia como “Amuyiri» (el pensador) y también comprometido en la producción de guiones. Un tercero fue Elias Ticona, y otra emisora que dio


acceso temprano a los aimaras fue Radio Agustin Aspiazu, seguida por Radio Mendez y Radio Continental. La insólita insurgencia de estos radiodifusores no estuvo carente de problemas ya que el prejuicio social (los indígenas eran menospreciados a pesar de la revolución) y la competencia profesional hicieron difíciles los primeros pasos. Ellos perseveraron, sin embargo, y persistieron en el trabajo hasta los últimos días de sus vidas. Gradualmente fueron seguidos en la tarea por otros que también tuvieron que aprender el trabajo por sí mismos. Algunos de ellos todavía siguen en actividad, por ejemplo Fidel Huanca y Genaro Quino y una mujer: Cleofé Vargas, conocida como “María Kantuta». Varios factores contribuyeron a impulsar la radiodifusión aimara a través de estaciones comerciales. El gobierno revolucionario ocasionó a mediados de los 50 una grave depresión a la economía boliviana y para sobrevivir a la crisis más estaciones de radio se interesaron en recibir algún ingreso por el uso de sus horas matinales, usualmente «muertas». Por otro lado, este gobierno desplegó una campaña masiva de alfabetización que encontró muy conveniente recurrir a las radioemisoras. A principios de los 60 la difusión de los transistores amplió en grandes proporciones la audiencia radial e hizo posible alcanzar las áreas rurales más allá de las ciudades. Esta fue también la época en que se produjeron y vendieron los primeros discos de música aimara y quechua. Los movimientos sindicales campesinos y el activismo político en las áreas rurales, especialmente en época de elecciones, también motivó a muchos a tratar de llegar al campesinado. Y el impacto de Radio San Gabriel en las alturas se dirigía a una nueva audiencia que quizá evolucionaría hasta convertirse en mercado, por lo menos para algunos productos de las fábricas de la ciudad o artículos importados. Pero, paralelamente estaba el histórico convencimiento del pueblo nativo de que había llegado el momento de superar el estado de no-comunicación al cual habían estado sometidos desde la época de la colonia. Los estudios sobre radio campesina en Bolivia eran muy escasos hasta 20 años después de su aparición. Los más valiosos fueron las contribuciones pioneras de Xavier Albó (1970, 1973 a, 1973 b, 1974, 1977 a, 1977 b, 1977 c, 1981 y 1989) y de Quiroga y Albó (1974 a,1974 b), destacando la importancia de la radio en relación con la escolaridad y en el uso de las lenguas nativas en el país como un medio de preservar las identidades indígenas. Y, como ya se señaló en este texto, también se realizaron varios estudios en los años 70 sobre la radio educativa católica y unos pocos sobre las radios mineras, incluyendo algunos publicados en el exterior. Pero hasta 1983 no hubo estudios, a parte de ciertas menciones breves, sobre la radiodifusión comercial aimara que comenzó en 1955. En ese año investigadores de la Escuela de Comunicación de la Universidad Católica de Bolivia -Tirado, Czaplicki y Morello (1983)- incluyeron una significativa mención sobre los productores independientes aunque la utilidad de su investigación estaba enfocada hacia el estudio de las horas extraordinarias en las emisoras y no sobre los formatos. Incluía detalladas entrevistas con productores y programadores -sobre todo de las emisoras católicas de educación rural- así como muestras de audiencia, y recogieron datos sobre orientación y organización así como preferencias de horarios, contenidos y formatos. El estudio fue, en síntesis, el primer inventario comprehensivo de la radiodifusión campesina en Bolivia y, al mismo tiempo, una somera pero sugestiva evaluación de las experiencias conducidas y comparaba por momentos las emisoras comerciales y las no comerciales. Desde entonces son pocos los textos que se han publicado que provean información sobre operaciones específicas. (Por ejemplo Educación Comunitaria por Radio -ECORA (1980), Gwyn, 1983), Congreso Nacional de Comunicadores y Radialistas nativos de Bolivia (1984), O’Connor (1988), Vega y Aliaga (1989). Todavía no hay, sin embargo estudios que profundicen acerca de las experiencias de los desco-


nocidos radiodifusores del amanecer que comunican en el lenguaje ancestral de la tierra para ayudar a forjar una nueva sociedad. Para aliviar en parte esta lamentable carencia los autores de este texto realizaron algunas entrevistas semi-estructuradas con una muestra de los campesinos productores radiales independientes y sostuvieron conversaciones informales con unos pocos propietarios y directores de emisoras en las cuales ellos trabajan10. Trece de esos productores -11 hombres y 2 mujeres- fueron seleccionados entre aquellos que trabajan para emisoras de La Paz y El Alto y que no tienen sus propio; productores sino que alquilan el tiempo de transmisión a independientes. La Paz tiene 37 estaciones de radiodifusión de las cuales 13 tienen actualmente programa: en aimara; más aún, 4 de estas 13 operan sólo en aimara: la San Gabriel, sin fines de lucro, y las comerciales Spendid, Nacional de Bolivia y Emisoras Unidas, y estas dos últimas encargan por lo menos dos tercios de su tiempo a productores independientes. Y las emisoras de El Alto incluyen porciones sustantivas de tiempo de transmisión en aimara, a cargo de su staff, o reclutando productores independientes. ¿Quiénes son estos productores independientes? ¿Qué los motivó a hacer lo que hacen? ¿Cómo son sus costos y ganancias? ¿Cómo es su programación y cuál es la reacción de la audiencia? Las respuestas a preguntas básicas como éstas las sintetizamos en seguida. La edad de los radiodifusores aimara entrevistados oscila entre 28 y 64 años con unos pocos que han estado en el trabajo por 30 años. La mayoría son hombres aunque también se encuentran parejas de esposos. El año en que comenzaron a trabajar varía entre 1955 y 1988 y muy pocos han recibido capacitación. Dos motivaciones parecen ser centrales en su decisión de trabajar en la radio. Por un lado, la percepción de una única oportunidad de servir a su pueblo y contribuir a que prevalezca su cultura. Por otro lado, el placer de comunicar masivamente y en su propia lengua además de la popularidad y el status que gana al convertirse en personalidad de los medios entre las audiencias aimaras de las ciudades y de las zonas rurales. En menos proporción otras dos motivaciones se registraron: la voluntad de continuar un deber de comunicación anteriormente desarrollado por padres o parientes cercanos, y la esperanza de obtener mejores ingresos que los que se logran en la agricultura, expectativa que difícilmente se materializa. Por cierto que la radiodifusión «comercial” aimara puede difícilmente considerarse rentable. Los propietarios de las emisoras cobran a los productores el equivalente de 50 a 200 dólares por una hora de transmisión en la mañana temprano (generalmente de 5 a.m. a 6 a.m.) a lo largo de todo el mes, de lunes a sábado. (También hay programas de fin de semana). Esto incluye el uso del estudio y la planta así como el trabajo del operador de cabina. El productor independiente es libre de hacer el programa a su voluntad en precio tantas veces superior como le convenga. Sin embargo, dado que la mayor parte de las fuentes de publicidad están también en la misma pobre comunidad nativa, no puede cobrar sino precios muy modestos especialmente para el caso de mensajes personales. Estos son por ejemplo, información sobre viajes, enfermedades, nacimientos, o muerte de personas de la audiencia, así como saludos de cumpleaños, dedicatorias musicales, o pedidos para que alguien envíe cierto tipo de mercadería a alguien en el campo. Por cada vez que se pase el anuncio la tarifa es en promedio de 0.30 US$. Otras noticias pueden costar un poco más (50 o 60 centavos), como por ejemplo las convocatorias a reuniones, que deben ser repetidas varias veces. Aunque las tarifas más altas (1- 3 US$) son para las tiendas de deportes o artesanales (carpintería, mecánica, bordados), y pequeños negocios como peluquería, tiendas de costura, panadería, reparto a domicilio de pasteles, empleados por horas, tejedores y otras por el estilo. La categoría más cara


de avisos es la constituida por grandes firmas que venden cerveza y licores, detergentes, herramientas agrícolas, productos veterinarios, llantas de automóviles, muebles y artículos electrodomésticos. También los avisos políticos, especialmente en época de elecciones. Aunque el pequeño avisaje publicitario es dejado para que lo disfruten los productores, este último bloque es generalmente comercializado y negociado por los dueños de las emisoras. Y en este caso la parte del león no es precisamente la del productor independiente. Por el contrario, en realidad algunas veces hasta corren el riesgo de no obtener ninguna ganancia y aun ni siquiera lo suficiente para pagar la renta mensual. ¿Por qué permanecer entonces en el negocio? Como se dijo antes, es un asunto de amor al trabajo que aunque no genere un ingreso atractivo y estable, aparentemente da diversión, prestigio y la satisfacción de ser útil a su pueblo. Como esto no asegura dinero para sobrevivir, la mitad de los productores independientes entrevistados tiene otro tipo de ocupaciones además de la radiodifusión; son profesores o artesanos o pequeños comerciantes. Ni uno solo de los productores independientes parece considerar la opción de renunciar a su puesto detrás del micrófono. Esto a pesar del hecho de que además de recibir un ingreso muy modesto, por lo general se ven obligados a trabajar en condiciones muy precarias. Algunos dueños de estaciones, por ejemplo, no les permiten utilizar sus colecciones de discos y ellos tienen que conseguir los suyos. Igualmente, no tienen acceso a equipos profesionales de grabación para trabajo de campo, por eso se contentan con grabadoras amateurs que no ofrecen una buena calidad a sus programas. Y cualquier gasto que se pueda generar al cubrir eventos tiene que ser absorbido también por ellos. Su modo de producción es artesanal. Posiblemente con la excepción de los programas dramatizados, no usan guiones y difícilmente pre-graban un programa porque no tienen tiempo y facilidades. Con poco más que un ejemplar de un diario y tal vez pocas notas de secuencias, ellos saltan al micrófono cada mañana para improvisar mensajes intercalados con música folclórica, en períodos que abarcan de 30 a 90 minutos. Tienen que investigar, planear, producir, evaluar y financiar su actividad por sí mismos y con sus propias manos. Hasta aproximadamente seis años atrás toda la radiodifusión campesina independiente era hecha por individuos como los de la muestra. Desde entonces, sin embargo, la producción grupal se ha sumado a la escena. Hay en estos momentos diez grupos en La Paz. Ellos incluyen radiodifusores, intérpretes musicales que recurren a la gran variedad de instrumentos autóctonos y actores de teatro. Y, aunque cada uno está identificado con una línea política, parece que todos son aceptados por la administración de la emisora. El contenido de la publicidad ya ha sido descrito, y se identifican dos grandes categorías: mensajes personales de servicio público y avisos comerciales o propaganda política. El resto del programa son noticias v entretenimientos de diferente tipo. Dos son los formatos más frecuentes: el noticiero simple, relativamente breve, y el magazine, generalmente largo, porque reúne noticias con música, cuentos y humor y recurre a entrevistas en el campo y en el estudio, y presentaciones en vivo de grupos musicales. Los magazines predominan sobre los noticieros. Los programas de noticias no se limitan a tópicos rurales o intereses exclusivamente aimaras; son lo suficientemente abiertos en su enfoque como para incluir menciones a eventos nacionales y hasta internacionales en tanto que los productores consideran que su audiencia debe estar enterada de mucho más que de sus festividades comunales y de las prácticas agrícolas.


Las noticias diarias en español son una fuente de información para los radiodifusores quienes leen algunas selectivamente o condensan varias en una sola, adaptándolas para el interés de su audiencia y las comentan libremente si es necesario. Su fuente de primera mano es el vecindario, las autoridades locales y los líderes informales así como los dirigentes de las organizaciones de base como sindicatos, clubes de madres, asociaciones de pobladores, clubes deportivos y similares. Mantener el contacto con estas fuentes quita tiempo pero da a los radiodifusores una penetración directa en las necesidades de la gente y su reacción frente a los asuntos públicos. El seguimiento de ciertos eventos es algo que ellos hacen con frecuencia, dado que, más allá de las noticias del día, ellos consideran que deben ir hacia la gente por el feedback y ajustes. Algunas veces hacen una especie de informes en profundidad sobre asuntos que han sido largamente olvidados en los medios masivos de la ciudad. Y ellos suelen ser muy espontáneos en sus críticas a las autoridades, instituciones o ciudadanos particulares. En épocas de autocracia muchos de ellos se aventuran a condenar la conducta del gobierno y esto a veces conlleva la represión: los programas son cancelados por medio de presiones a los dueños de las emisoras y algunos de los productores independientes tienen como parte de sus experiencias el maltrato policial e inclusive largos días en la cárcel. Los programas de entretenimiento corresponden a tres categorías principales: melodías autóctonas de las alturas, interpretadas con instrumentos indios, otro tipo de música de las alturas (no toda rural) interpretada por brass-bands y música tropical interpretada por grupos de cuerdas u orquestas. La última subcategoría es la predominante. Abarca festivales y presentaciones públicas de músicos y bailarines folclóricos indios, especialmente organizados para la audiencia de la radio; Frecuentemente estos festivales se llevan a cabo en los escenarios o auditorios de las estaciones y suelen prolongarse muchas horas. Y funciones referidas a radionovelas o leyendas o episodios históricos o sobre eventos actuales de la vida aimara. El drama poético está muy enraizado entre las costumbres ancestrales de los aimaras, este formato basado en el diálogo y la ficción es muy apreciado por las audiencias radiales y prueba ser muy efectivo para presentar algunos mensajes en una manera mucho más atractiva que a través del monólogo simple (ver Philco, 1989). Algunos programas tienen títulos en aimara (por ejemplo, «Quipa», “Yanapuri”) mientras que otros son en español (por ejemplo, «Pueblo Aimara», «Amanecer Musical») y pocos escogen combinar las dos lenguas como “Buenos Días Chuquiago Marka» (Buenos días La Paz). A simple vista, para personas poco familiarizadas con el aimara, los programas campesinos parecen muy similares de una estación a la siguiente. Pero en realidad esto no es así para los radioescuchas indios. Ellos son capaces de distinguir entre estilos de comunicación personal y celebran los usos elegantes de su lengua y condenan lo opuesto. La lengua aimara, siendo muy rica y compleja, tiene muchos términos, lo que se presta a variaciones de expresividad que los miembros más sofisticados de la audiencia parecen disfrutar. En contraste con estaciones muy organizadas como San Gabriel o con otras estaciones comerciales grandes, aquellas que albergan a los radiodifusores campesinos no hacen ningún tipo de investigación sobre su audiencia y no demuestran ninguna inclinación por evaluar sistemáticamente el impacto de los programas aimaras. Para la mayor parte de los propietarios estos programas parecen ser sólo una forma de expandir un poquito su audiencia y confían en percibir un ingreso adicional sin tener más gastos o trabajo. De vez en cuando algunas instituciones incluyen estos programas en investigaciones más amplias sobre audiencias rurales, para averiguar sobre preferencias de horarios, contenidos y formatos por sexo, edad, ocupación y ubicación. Esta información, sin embargo, rara vez llega a las emisoras o a los radiodifusores.


Los productores independientes parecen satisfechos con el informal y ocasional feedback que ellos reciben yendo al campo o cuando son visitados en el estudio, así como cuando reciben cartas de los miembros de la audiencia. En algunos casos las cartas son numerosas y en ocasiones los productores tienen que inhibir las visitas para evitar que las estaciones se llenen de informantes voluntarios, admiradores de los locutores o gente con protestas o reclamos que piden ayuda y justicia. A este nivel llega la confianza y el aprecio de los campesinos por sus radiodifusores. A pesar de no tener disponibles datos científicos seguros sobre las reacciones de la audiencia, saben con certeza que -allá afuera, en los lejanos poblados de la ciudad y en las cabañas solitarias de las aldeas- miles de sus semejantes están cada mañana escuchando atentamente lo que ellos tienen que decirles acerca de la nación, de ellos mismos y del mundo. SINDICATO DE CAMPESINOS Y RADIO COMUNITARIA Este último formato en ser revisado es el más nuevo y también el menos desarrollado de los cuatro que existen en el país. A diferencia de los sindicatos de trabajadores mineros, las ligas campesinas organizadas bajo el impulso de la Revolución Nacional de 1952 no recurrieron por sí mismas a la propiedad de la radio para lograr sus intereses. Aunque una estación en la ciudad de Oruro, a 130 millas al sureste de La Paz se convirtió en propiedad de la Federación de Sindicatos Campesinos. Llamada Radioemisoras Bolivia, fue establecida en 1964 por el mismo grupo de Padres Canadienses Oblatos que construyeron la Radio Pio XII en las minas. Estaba dirigida básicamente a la población quechua y aimara de los distritos periféricos de la ciudad, entonces aún el corazón de la actividad minera del país y como tal un fuerte soporte de las actividades del sindicato. Cerca a la estación los curas establecieron un instituto cultural para la investigación y la educación popular, INDICEP, a través del cual ellos dieron una fuerte orientación educativa a su radiodifusión. Para 1971, ansiosos de dar a los campesinos organizados la oportunidad de poseer y administrar por sí mismos una emisora como la de los mineros, los Oblatos hicieron la transferencia a la federación antes mencionada. Desafortunadamente los líderes fracasaron y no supieron aprovechar esta conveniente opción. Cambiando muchos directores hasta 1978, la emisora fue operada sin orden ni eficacia y se sometió con frecuencia a los intereses de los partidos políticos que dominaban los sindicatos campesinos. Eventualmente la estación se convirtió en comercial pero retuvo su disposición de transmitir en quechua, aimara y español junto con una cadena de apartados postales en localidades rurales cercanas a la ciudad a través de las cuales tenía constante feedback de su audiencia. Otra, y más afortunada creación del sindicato de campesinos en el campo de la radiodifusión en Bolivia es Radio Yuraq Molino, establecida en 1985 en la provincia de Carrasco del estado de Cochabamba en el centro del territorio del país. Creada por el Sindicato Sub-Central de Campesinos de Yuraq Molino en cooperación con el instituto privado de educación para el desarrollo INEDER, la estación fue comprada con las contribuciones de todos los miembros de los 27 sindicatos afiliados a la sub-central, sea a través de dinero en efectivo o su equivalente en productos agropecuarios que la sub-central vendió. En cuanto a su formato, las operaciones de la estación están presididas por un cuerpo de 20 representantes de los «co-propietarios» y 3 del INEDER. Dirigido por un grupo de 6 miembros de los cuales sólo uno -el director representante del INEDER- no es campesino, la pequeña estación opera con un generador diesel de electricidad y tiene muy poca potencia de transmisión. Aun así llega a una audiencia de alrededor de 40,000 habitantes, mayormente campesinos quechuas, en cuya lengua, en consecuencia opera. Entre los principales propósitos de la estación están lograr la integración de diminutas comunidades


aisladas debido a la ausencia de caminos y estimular la participación campesina organizada para incrementar la producción agrícola y mejorar la vida de la comunidad. Su programación da mucha importancia a problemas de salud, educación y selvicultura y los formatos radiofónicos incluyen un radiodrama con contenidos sociales. En cadena con un programa diario de una estación vecina afiliada al sistema ERBOL, Yurak Molino ha sido capaz de crear su propio sistema informativo. Y ahora está planeando establecer cabinas rudimentarias de grabación en localidades clave de su jurisdicción para lograr las mayores contribuciones de corresponsales locales. Espera convertirse para fines de 1993 en una estación autosostenida totalmente financiada por los sindicatos campesinos. Miles de años más antigua que la cultura quechua, la civilización aimara estuvo primero sometida a los incas que hablaban quechua, y más tarde a los españoles. La célula básica de su organización social es el «ayllu», notable ente comunal que todavía prevalece en algunas partes de Bolivia. Una de ellas es una remota provincia en el sureste estado de Potosí en una de cuyas dispersas jurisdicciones un ayllu ha permanecido intacto. Llamado “Chayantaka” está compuesto por 10,000 campesinos que actualmente pertenecen a la cultura quechua pero con muchas reminiscencias de los originales aimaras. Decididos a poner fin a su aislamiento y subdesarrollo los líderes del ayllu con alguna ayuda externa a través de un proyecto de desarrollo rural, establecieron a mediados de 1900 una estación de radio por medio del aporte de los campesinos en productos agrícolas. la llamaron Mallku Kiriya en honor a su dios, la más alta montaña de su área, cuya denominación significa «La Voz del Señor». La humilde pero adecuada instalación de la emisora fue construida a la manera tradicional cooperativa, característica de las comunidades aimaras. Y las contribuciones colectivas hicieron posible también la compra del generador de electricidad diesel para operar la planta transmisora. Todos los miembros de la estación son campesinos y, en tanto que no pueden dejar sus granjas sin atención, sólo pueden transmitir los fines de semana hasta que puedan capacitar a jóvenes voluntarios que operen la estación diariamente. La transmisión se inicia el domingo a las 4 a.m. con una interrupción a media mañana para ahorrar la escasa energía disponible. Esto sin embargo, ha devenido en una modalidad de trabajo por la cual la estación se ha convertido físicamente en el centro principal de reunión del ayllu. Muchos campesinos caminan considerables distancias para llegar y estar presentes cuando se transmiten los programas, para ver a los músicos nativos, cantantes y bailarines y para encontrarse y conversar con compañeros campesinos, amigos y autoridades. Esta es, por ello, una auténtica radio de los campesinos, por los campesinos y para los campesinos. El director de la estación es un campesino aimara que ha recibido capacitación en radiodifusión en La Paz y conoce el quechua y el español. Dado que todo el trabajo es voluntario y él no tiene granja ahí, él gana su sustento practicando la medicina tradicional a base de hierbas, de lunes a viernes. Gracias a él y sus co-productores, estos nativos largamente olvidados pueden ahora sentirse parte de un ayllu mucho más grande: la república de Bolivia. OTRAS CARACTERÍSTICAS NOVEDOSAS Hay otras características singulares en las experiencias de radio popular en Bolivia. la insurgencia de «reporteros populares», la creación de asociaciones profesionales de radiodifusores indios y el establecimiento de capacitación profesional para ellos.


LOS REPORTEROS POPULARES Los «Reporteros Populares» son periodistas aficionados que actúan como colaboradores voluntarios de los servicios de información de las radios campesinas que operan entre dos de los cuatro formatos revisados aquí: las estaciones educativas católicas y las sindicales y comunitarias. Ellos aparentemente emergieron en el trabajo en la radio campesina al norte de La Paz, en la región sub-tropical de los yungas, pero ahora se les encuentra en muchas otras partes del país. Son sobre todo hombres y mujeres jóvenes que operan como recolectores de información en sus respectivas comunidades y proveen de ésta a las estaciones para las cuales trabajan sin remuneración. Ellos informan por carta, por teléfono si es posible, y enviando cassettes grabados. Además de trabajar como corresponsales de campo también ayudan a veces a interpretar las reacciones y preferencias de la audiencia. Virtualmente todos estos reporteros comienzan operando sin haber tenido ninguna capacitación para ello, compensando esta desventaja con entusiasmo y diligencia. A algunos les ofrecen prácticas guiadas sus emisoras, pero sólo algunos pocos han tenido oportunidad de mayor entrenamiento formal. Y aún así sus servicios son muy apreciados por los radiodifusores estables y comienzan a ser reconocidos por organizaciones profesionales de periodistas. Usualmente bilingües, en muchos casos son elegidos para desempeñarse como reporteros por sus propias comunidades que ven en ellos a potenciales buenos comunicadores. Un buen número de ellos pronto demuestra serlo también en la producción local de cartillas, difundiendo programas a través de megáfonos o desplegando periódicos murales en sus pueblos natales. Un destacado caso de participación femenina en el reportaje popular es el del Centro «Gregoria Apaza», una organización no-gubernamental para el desarrollo de las mujeres. Con su sede en El Alto, esta institución hace uso óptimo de las posibilidades de comunicación desde 1985. Niñas entrenadas en asentamientos suburbanos de migrantes campesinos activan la inserción de noticias en otros programas sobre la vida de las mujeres de estratos bajos en varias emisoras y, por otro lado, tienen en una de ellas un programa semanal sobre la salud de las mujeres. (Ver Alzerreca y Ruiz, 1987; y Roca y Sandoval, 1989). Este año sus esfuerzos culminaron con el establecimiento de una pequeña estación radiodifusora propia y sus planes son ahora capacitar mujeres como reporteras populares también en televisión. ASOCIACIONES NACIONALES DE RADIODIFUSORES INDIOS Ya en 1978 un grupo de pioneros de la radio campesina aimara organizó en La Paz la Asociación de Radiodifusores Nativos. A lo largo de los siguientes cinco años, sin embargo, los continuos cambios de gobierno, que incluyeron el brutal periodo dictatorial, hicieron imposible el normal funcionamiento y desarrollo de la asociación. En 1983, con el retorno a la democracia, la asociación revive y un año más tarde, después de un congreso nacional, evolucionó al nivel de Asociación Nacional de Comunicadores y Radialistas en Idiomas Nativos, congregando miembros aimaras, quechuas y tupi-guaranies. Impulsa la formación de diversos grupos de producción especializados y empieza a explorar las oportunidades de capacitación formal en la profesión para sus miembros. En 1985 la asociación formula su principal objetivo como sigue: «Para estrechar y expandir el sistema alternativo de comunicación, abogando permanentemente por los campesinos, por las culturas nativas y por los obreros en términos de sus propios intereses y los de la nación». Sin negar las realidades de la lucha de clases, de la cual son parte los campesinos, la asociación destaca la gran importancia de reconocer la existencia distintiva de la cultura aimara y la necesidad de poner la comunicación masiva a su servicio.


Ningún otro país latinoamericano, incluyendo aquellos que también tienen porcentajes significativos de población india nativa como Perú, Ecuador, Guatemala o México parecen tener una organización profesional comparable a ésta. El hecho de que Bolivia la tenga indica el grado al que ha llegado la radio popular país debido en parte a la apertura derivada de la revolución de 1952 pero sobre todo a la extraordinaria lucidez, talento y dirección de la población india. Cancio Mamani, el presidente de la asociación boliviana fue elegido en setiembre de 1992 vice-presidente de la World Association of Community Radios (AMARC). CAPACITACIÓN PROFESIONAL La mencionada asociación de radiodifusores buscó activamente obtener facilidades para mejorar las habilidades de sus miembros. En 1983 logró asegurar la colaboración del Ministerio de Información, la Universidad Católica y la UNESCO para conducir un pequeño taller de producción para radiodifusores campesinos. Aún más, la Asociación firmó un acuerdo con la Universidad Católica de Bolivia comprometiéndose a participar activamente en los esfuerzos nacionales de integración en condiciones de igualdad con otros grupos sociales y manejar competentemente la comunicación al servicio del desarrollo social de las mayorías nacionales. Como parte de este acuerdo la Universidad organizó un curso profesional de tres años para cerca de 50 radiodifusores campesinos aimaras de La Paz, y para 1986 hizo lo mismo con cerca 80 de ellos en el estado quechua hablante de Cochabamba. Así, por primera vez en Latinoamérica, una región con más de 200 escuelas de comunicación, se permitió el acceso de los indios nativos a la capacitación universitaria. Comentando estos logros, el presidente de la Asociación, Cancio Mamani, dijo: «Nosotros creemos que, contando con una fuerte organización, y al mismo tiempo, con recursos humanos entrenados precisamente en las ciencias de la comunicación social, podemos encarar el reto de proponer para nosotros mismos un proyecto de comunicación que satisfaga los intereses y expectativas de las culturas nativas, al principio, pero a largo plazo, los de un proceso de desarrollo nacional». Dentro de poco la Universidad Católica va a conferir en La Paz, por primera vez en la historia, el grado de Bachiller en Comunicación a un estudiante indio nativo: Donato Ayma, el multilingüe radiodifusor de radio y televisión que puede ser considerado el Walter Cronkite de las audiencias aimaras. NOTAS.1. Unos pocos de los numerosos escritos sobre ACPO/Sutatenza son los de: Ferrer (1951), Bernal (1967 y 1989), Beltrán (1968 y 1975), Musto (1971 y 1972), Brumberg (1972), Braun (1975) y Pareja (1982). 2. Para más detalles sobre esta organización ver White (1983 y 1984). 3. La mayor parte de los datos de esta sección provienen de UNICEF (1991) y otros de McFarren (1992) y Grebe et.al.(1988). 4. Los siguientes autores han escrito sobre estas estaciones: Lozada y Kunkar (1982), Schmucler y Encinas (1982), Gumucio (1982 y 1983), Kunkar (1983), Arce (1983), Berríos (1984), Kunkar y Lozada (19841), González Quintanilla (1984), Encinas (1986), Kunkar (1987), Miranda (1987), Flores (1987 y 1989), Tirado (1988), Salinas (988), O’Connor (1988x.) y Gumucio y Cajías, eds. (1989). 5. Para un conjunto de testimonios de esta singular experiencia ver López Vigil (1985). También leer Preiswerk (1988). 6. Para más detalles ver, entre otros autores, a Guzmán y Guzmán (1973), Quiroga (1975), Proyecto ALER (1980), Claverie (1981), Maryknoll Fathers (1983), Suárez (1985), Torrico (1985),Centro de Apoyo Técnico a la Educación Popular (1988), Ayma (1989) y Reyes et.al. (1990). 7. Para datos específicos sobre estas estaciones ver: Avejera (1979), Aguirre (1990 y 1992) y Aguirre y Abbot (1991).


8. Para mayor información sobre ERBOL y algunas de sus afiliadas ver inter alia: Guarnizo (1966), Pruss (1966), Radio Santa Clara (1972), Chain (1974), Mozo (1974), Retamoso (1975), Trías (1975), ERBOL-ACLO (1977), ‘tirado y Retamoso (1977), Tirado (1978), Centro latinoamericano de Educación de Adultos (1978), Volker (1978), Acción Cultural Loyola (1979), Steinbach (1982), Educación Comunitaria por Radio (1982), Educación Radiofónica Boliviana (1985), Grebe (1988, 1989a, 1989b, 1991a y 1991b) y reyes (1991 a y 1991b). 9. Estos son dos de los pocos estudios publicados sobre el fenómeno del Palenque: Sandoval y Saravia (1991) y Contacto (1987). 10. Fueron gentilmente apoyados en esta tarea por los siguientes alumnos de comunicaciones de la Universidad Católica: Ninoska Torres, Ximena Aguirre, Jenny Escobar y Marco Antonio Cusicanqui. BIBLIOGRAFÍA Acción Cultural Loyola, Sucre, Bolivia. Evaluación 78, Programación 79. Tarija, Bolivia, ACLO, 1979. (mimeo). Aguirre Alvis, José Luis. River-Radio: a case study of participatory radioeducation in Bolivia. Thesis. Ames, lowa State University-Graduate Faculty, 1990. Aguirre Alvis, José Luis and Abbot, Eric, A. Radio participativa en Bolivia. Missagium (Revista de Comunicación) (Bolivia), N° 2: 36-40. Noviembre 1991. Aguirre Alvis, José Luis. Informe Radio San Miguel de abril 1990 a febrero 1992. Riberalta, Bolivia, Vicariato Apostólico de Pando, 1992. Albó, Xavier. Social constraints en Cochabamba Quechua. Latin American Studies Program, Dissertation Series, N° 9. Ithaca, New York, Cornell University, 1970. Albó, Xavier. Idiomas, escuelas y radios en Bolivia. Publicaciones Especiales en Educación Popular, Instituto de Investigación Cultural para Educación Popular - INDICEP (Oruro, Bolivia) v. 4, N° 7, julio-agosto 1973a. p. 1-29. (Doc. N° 7-8 serie D). Albó, Xavier. El futuro de los idiomas oprimidos en los Andes. Boletín N° 4 del Primer Congreso de Lenguas Nacionales. Cochabamba, Bolivia, Centro Pedagógico y Cultural de Portales, 1973b. Albó, Xavier. Idiomas, escuelas y radios en Bolivia. Chasqui, Revista latinoamericana de Comunicación (Ecuador) N° 6: 92-133. Agosto 1974. Albó, Xavier. Idiomas, escuelas y radios en Bolivia. 2ª ed. La Paz, Centro de Investigación y Promoción del CampesinadoCIPCA. Cuadernos de Investigación N° 3,1977a. Albó, Xavier. Idiomas, escuelas y radios en Bolivia. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, centro de investigación de Lingüística Aplicada,1977b. Albo, Xavier. El futuro de los idiomas oprimidos. La Paz, CIPCA, 1977c. Albó, Xavier. The future of oppressed languages in the Andes. In: D.L. Browman and R.A. Schwartz, eds. Peasants, primitives an proletarians. The Hague, Mouton, 1979. Albó, Xavier. Idiomas, escuelas y radios en Bolivia. La Paz, ACLO-UNITAS, 1981. Albo, Xavier et.al. Para comprender las culturas rurales de Bolivia. La Paz, Ministerio de Educación y Cultura, CIPCA, UNICEF, 1989. Alfonzo, Alejandro. Diseño de una estrategia de comunicación. La Paz, ministerio de Informaciones, 1990. Aliaga, Sandra. Medios de comunicación e información en el mundo sindical. In: El movimiento sindical hacia el año 2000. La Paz, ILDIS, 1990. pp. 229-252. Alzerreca, E. y Ruíz, Beatríz. Palabra de mujer: dos experiencias de comunicación. La Paz, CIMCA, 1987. Araya Arce, Luis. La radio y la educación del campesino. Boletín del «S.L.0.» (Organo del Sindicato de Locutores y Operadores) (La Paz, Bolivia) N° 6:7. Junio 1957. Arce P., Gabriela. Acerca de la radiodifusión minera y su posible influencia en el desarrollo de la conciencia. Tesis (Licenciatura en Psicología Social). La Paz, Departamento de Psicología, Universidad Católica Boliviana, 1983. Avejera, Pedro A. Diagnóstico de estructura y rendimiento de Radio San Miguel. Riberalta, Bolivia, 1979. Ayma, Donato. Apuntes para Tesis sobre el Informativo de Radio San Gabriel. La Paz, 1989. (mimeo). Beltrán, Luis Ramiro. «Radio Forums» and «Radio Schools» in rural mass education for national development. East Lansing, Michigan State University, 1968. Beltrán, Luis Ramiro. Social structure and rural development, communication in Latin America: the Radiophonic Schools of Colombia. Paper presentado en la Summer Conference en Communication and Group Transformation for Development, 29 de junio - 11 de julio, 1975, East - West Communication Institute. Honolulu, Hawaii, 1975. Bernal Alarcón, Hernando. Effectiveness of the radio schools of «Acción Cultural Popular», in promoting the adoption of innovations. Ph.D. Thesis. Madison, University of Wisconsin, 1967. Bernal Alarcón, Hernando. Requiem para Sutatenza. Chasqui, Revista Latinoamericana de Comunicación (Ecuador) N°


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