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Los medios masivos de comunicación son interpelados y con-movidos por lógicas de producción y de consumo que parten de dos matrices antagónicas y complementarias. La primera definida por las demandas de una globalización que exige enfoques homogenizadores que -sin negar la diversidad- se re-dinamizan con la inclusión de actores sociales, de imaginarios y de tradiciones o perspectivas históricas que amplían los discursos y las estéticas con las cuales y desde las cuales se desarrollan hoy las industrias culturales. La segunda matriz se halla estrechamente ligada al efectivo ejercicio de una ciudadanía que desde distintos núcleos de la sociedad civil reclama -con más insistencia- espacios de expresión que procuran ir más allá de las formas habituales de participación reconocidas o asumidas por los medios masivos. En América Latina podemos encontrar hoy testimonios que dan cuenta de los diversos modos como las instituciones de base ensanchan el propio concepto de lo que se define como comunicación masiva al colocar en la agenda no sólo el debate sobre los contenidos dominantes en los medios, los equívocos sustentos en que se basan y las obligaciones sociales sistemáticamente ignoradas, sino también al rescatar o promover formas comunitarias de comunicación que, ya sea por el volumen de la cobertura o bien por el impacto social, se constituyen en referentes novedosos de una otra comunicación masiva que empieza a articularse con características propias en la región, alejándola de lo que se enunciaba no hace mucho como una “comunicación marginal”. Dan testimonio de ello un sorprendente número de radios comunitarias diseminadas en toda la región (y no sólo en ella), nuevas expresiones de prensa masiva trabajadas desde experiencias de bases organizadas, un creciente número de canales de cable o de alcance local o regional y un cine independiente que procura alejarse de una factura artesanal que sorprende no sólo por sus bajos costos sino también por sus niveles estéticos y expresivos y sus notables capacidades para identificarse con diversas realidades e identidades latinoamericanas, lo que ha revertido en no pocos impactos sobre audiencias usualmente acostumbradas a los patrones, ritmos y hábitos impuestos por las industrias hegemónicas norteamericanas. Proceso similar podemos encontrar en diversas formas de la fotografía y de la expresión gráfica y, más especialmente, en la música de varios de nuestros países que se abre espacios inéditos no desde las bondades o soportes de las industrias culturales, sino desde la sintonía alcanzada en base a una creciente identidad con que interpretan y conquistan a públicos verdaderamente masivos. Es en el contexto anterior que se insertan los textos elegidos para esta ocasión en nuestra revista Diálogos de la Comunicación. Esperamos que los valiosos aportes aquí reunidos contribuyan a incentivar la reflexión en torno a los nuevos escenarios de la comunicación masiva.


A. Esteves

André Esteves

CEASM: Una alternativa comunitaria en la era de la globalización

Estudiante de la Escola de Comunicação da Universidade Federal de Rio de Janeiro, Editor del periódico O Cidadão. E-mail: lordesteves@hotmail.com

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Esteves André

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El inicio del siglo XXI tiene la marca de la falencia de diversas corrientes de pensamiento creadas por el hombre para entender y justificar su aventura en la tierra. Anthony Giddens, profesor de Sociología de la Universidad de Cambridge apunta en su texto Admirável mundo novo: o novo contexto da política1 que el mundo del final del siglo XX no resultó como los pensadores del iluminismo preveían y creían. La ecuación iluminista: cuanto mayor el acervo de conocimiento científico de la humanidad, mayor poder para controlar las realidades sociales y materiales que rigen la vida humana, parece no servir en el nuevo orden mundial generado por la globalización.

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Es muy cierto que el desarrollo científico y tecnológico acumulado hasta aquí ha producido maravillas. Se toma como ejemplo las tecnologías digitales, responsables de profundas transformaciones mundiales en las esferas política, social y económica ocurridas en los últimos treinta años. No obstante, no se contaba con que el poder de la ciencia fuese incapaz de apagar la inmensa interrogación que pende sobre la civilización terrestre en la actualidad. No sería exagerado decir que el siglo XXI podrá entrar en los libros de historia como la era de las incertidumbres. Basta pensar en la ineficiencia del aparato tecnológico frente al peligro inminente que representa para el hombre el sobrecalentamiento global, la caja de sorpresas de los productos transgénicos y los artefactos nucleares en posesión de países inestables como la India y Pakistán. Es la era del dinero inmaterial especulativo que en fracciones de segundos de los impulsos digitales se traslada –a escala de billones de dólaresentre bolsas de valores de Nueva York, Tokio o São Paulo, amenazando bloques económicos enteros con el riesgo de colapsos relámpago. Es también la era de la inestabilidad de las culturas y tradiciones de los pueblos, puestos en contacto por las tecnologías de la comunicación y mantenidos bajo la mira constante de la varilla de las fuerzas del mercado que

todo transforma en patrones de consumo. Y cuando el asunto es política mundial, lo que no faltan son los puntos de interrogación. Es una afirmación que queda clara al observar la búsqueda de la izquierda de un eje ideológico estable desde el colapso de los países socialistas en las décadas de los 80 y 90. Así mismo al percibir la creciente angustia de las fuerzas hegemónicas de la derecha con las tendencias cada vez más autodestructivas del capitalismo. Datos de estudios realizados por organismos internacionales ayudan a justificar la preocupación. Según investigación del Banco Mundial (Bird) existen 1,5 billones de personas viviendo con menos de un dolar en el planeta. La previsión para 2015 es de 1,9 billones de personas en esas condiciones. De 4,4 billones de personas viviendo en países en desarrollo cerca del 60% no tiene acceso a condiciones básicas de saneamiento, un tercio no sabe lo que es agua limpia, 25% no tiene vivienda adecuada y el 25% carece de acceso a servicios médicos2. El Banco Mundial apunta también una corriente de ahorro del orden de los 13,7 trillones en el año 2000. Sin embargo apenas el 25% de ese monto está en los países en desarrollo.3 La propia América Latina es un buen ejemplo de la vulnerabilidad de los países en desarrollo que adoptaron la receta liberal de abrir merca-


pecto a una futura crisis de gobernabilidad mundial. Por último, qué hacer con la creciente turba de desempleados globales constituida por los excluidos de la formación educacional y por los no adaptados al nuevo orden tecnológico del mercado de trabajo globalizado. Los efectos de la desigualdad económica y social generada por un proceso desequilibrado de globalización ya pueden ser sentidos de forma concreta en el día a día de las ciudades grandes. Es el aumento de la violencia civil en todas partes del globo.

Brasil ocupa un papel destacado en esa macabra danza estadística. En otro informe del Bird, concluido en 1996, el país aparece como primero en desigualdad social y de renta en todo el mundo. El 51% de toda la renta del país está concentrada en manos de apenas el 10% de la población. En el otro extremo de la balanza social, el 20% más pobre tiene el 2,1% de la renta nacional. El resultado de esa desigualdad es la existencia de 25 millones de miserables con 16 años o más -24% de la población en esa franja etaria. Son los excluidos del próximo siglo, probables focos de conflictos sociales6.

En las grandes metrópolis la cuestión de la violencia ocupa lugar destacado en el discurso de los medios. El poderío bélico de organizaciones de poder paralelo como el tráfico de drogas no respeta divisiones entre excluidos e integrados. Pobres y ricos padecen juntos en el caldero de la violencia urbana. Ese caótico cuadro de amenazas al mundo globalizado ha provocado reacciones y muchas preguntas. Tal vez la principal de ellas sea: ¿existe salida para el siniestro camino que la humanidad parece seguir? ¿Existen alternativas viables que permitan romper la lógica individualista de consumo propagada por la globalización? ¿Es posible creer en propuestas nuevas que ayuden a rescatar la humanidad de la Humanidad?

Son números que proyectan sombras sobre el futuro y preocupan a los gobiernos res-

En los últimos diez años estudiosos de las ciencias sociales de todo el mundo se

han abocado a la cuestión. Es interesante percibir que la atención de muchos pensadores e investigadores en busca de respuestas y alternativas convergen en la palabra comunidad. En opinión de Ladislau Dowbor, en su texto Da globalização ao poder local7, con la fragilización y reducción del Estado mínimo neoliberal se produce hoy una nueva jerarquía de espacios. Dowbor visualiza como fenómeno actual la gradual recomposición de los espacios comunitarios, permitiendo nuevas formas de inserción del individuo en el proceso de reproducción social. La intervención del ciudadano en la transformación social resurge bajo nuevo ropaje. No más a través del eje político-partidario o sindicaltrabajador. Sino como organización de la comunidad como espacio de acción política y poder vinculado a las potencialidades y referencias locales.8 A pesar de la controversia, esa nueva perspectiva real de actuación social en la esfera comunitaria permite que se vislumbre un nuevo proyecto político sustentado justamente en principios olvidados por la globalización: vinculación identitaria, solidaridad, ciudadanía, valorización de la práctica de lo cotidiano. En su texto Comunidade gerativa8 Raquel Paiva usa el término para designar un conjunto de acciones norteadas por el propósito de bien común pasibles de ser ejecutadas por un conjunto de ciu-

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dos, reducir el papel del Estado y estimular la entrada de recursos extranjeros. La región tiene la tercera peor renta per capita del mundo, quedando atrás sólo África y los países pobres de Asia.4 El cuadro es tan crítico que aunque la región tiene un desarrollo sólido y constante a lo largo de esta década, el número de pobres también va a aumentar. Según la evaluación de técnicos del Bird existen 182,9 millones de latinoamericanos viviendo con menos de dos dólares por día. En la difícil y optimista hipótesis de crecimiento constante y una mejoría en la distribución de la renta, el índice en el 2008 sería de 183,9 millones viviendo en esas condiciones.5

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dadanos. Ciertamente se trata de un proyecto osado, que envuelve la actuación efectiva de la comunidad en áreas complejas como educación y comunicación. La formulación teórica de una política generativa comunitaria como alternativa viable de acción social en pleno mundo globalizado abre margen para diversas críticas. Principalmente por parte de los grupos de pensadores contemporáneos que creen que la esfera comunitaria está diluida en la esfera del consumo. Sin embargo, no existe aún ningún argumento más poderoso de esta o aquella idea, proyecto o posibilidad, que su manifestación concreta en el plano social. Y tal vez sea esa la mejor forma de presentar como proyecto viable la compleja propuesta de acción comunitaria desarrollada por el Centro de Estudos e Ações Solidarias da Maré (CEASM) en un conjunto de comunidades de bajos ingresos en la ciudad de Rio de Janeiro. Antes de comentar el trabajo del CEASM es necesario primero una rápida descripción del escenario de intervención social de la entidad. El barrio Maré es un conjunto de quince comunidades situadas en un suburbio de Rio de Janeiro10, ocupando una posición geográfica estratégica en la ciudad. Basta decir que Maré se localiza entre Linha Vermelha y la Avenida Brasil, las dos principales vías de acceso a la ciudad y que unen el centro de Rio al también

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próximo Aeropuerto Internacional de Galeão. En la vecindad queda el mayor campo de la Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ) y un importante centro de investigación, la Fundación Oswaldo Cruz. En los últimos cuarenta años Maré ha marcado presencia constante en el imaginario social carioca. Hasta el inicio de la década del 80 la región era ocupada por palafitos, volviéndose símbolo nacional de miseria, condición retratada en la música Alagados, de la banda de rock Paralamas do Sucesso. Actualmente el barrio es conocido en la ciudad como uno de los lugares más violentos de Rio, debido a los constantes conflictos entre grupos rivales que controlan el tráfico de drogas en las contíguas comunidades del barrio y el alarde con que generalmente los medios tratan la cuestión. De acuerdo con informaciones locales el número de habitantes de Maré se encuentra entre 130 y 180 mil11. Se puede afirmar que la región recibe pocos recursos urbanos del poder público y privado. Existen sólo quince escuelas públicas en Maré que atienden de forma deficiente la demanda de los pobladores. En el campo cultural el barrio no cuenta con centros culturales, teatros o cines. La población local está formada en su mayoría por personas de origen nordestino o negra, de baja renta familiar, con bajo nivel de escolaridad, y en gran parte integrantes del

mercado de trabajo informal. A ejemplo de lo que sucede en otras comunidades pobres, son justamente los signos negativos los que caracterizan la imagen de Maré en la sociedad. Surgen así los estereotipos que encuadran la representación social del barrio e identifican a los pobladores en una limitada gama de papeles preestablecidos: es el lugar violento, el favelado, el bandido, el pobrecito, la víctima social. Este mirar prejuicioso es compartido por el poder público y sectores diversos de la sociedad, generando otro tipo de violencia que se abate sobre los moradores de Maré: la discriminación social12. De esa forma es posible prever que la mayoría de los proyectos sociales desarrollados en el barrio por instituciones externas –gobierno, empresas privadas u organizaciones no-gubernamentales- están marcados por el desconocimiento de las verdaderas necesidades locales. Son proyectos, por lo general, desconectados de los intereses reales de los pobladores, de las características específicas de la cotidianidad local, de las estrategias ya desarrolladas en la propia comunidad para superar los problemas existentes. Por eso no es raro que esos intentos de acción local venidos de fuera, redunden en fracaso. Es a partir del reconocimiento de la falencia de la política social del gobierno neo-liberal, incapaz de generar mejo-


Ese es tal vez el gran triunfo del CEASM: la percepción amplia de las dinámicas de exclusión vividas diariamente por el poblador, el conocimiento de cómo las fuerzas globalizantes actúan en la fragilización de las redes sociales locales que forman y rigen la vida en el barrio: la familia, entidades deportivas, grupos culturales y religiosos. Es dentro de la propuesta de una intervención efectiva en esas diferentes redes de pertenencia formadas por la cotidianeidad de los pobladores que arraiga la propuesta del CEASM. Principalmente en relación al joven, por su vulnerabilidad frente a las violencias sociales existentes en Rio de Janeiro. De esa forma es más fácil visualizar los contornos que delimitan la acción de la entidad en el espacio social de Maré, una acción integrada de diferentes

y complejas áreas de actuación: Educación, Memoria, Cultura, Trabajo y Comunicación son las redes del CEASM. No es coincidencia que la entidad haya surgido inicialmente con la propuesta de un curso pre-universitario (CPU) para los pobladores de Maré. Históricamente en las reivindicaciones de la comunidad el foco estaba generalmente en el campo de las adquisiciones de infraestructura básica: agua potable, luz. Con la presencia del CEASM se crea una nueva perspectiva de reivindicación comunitaria: la adquisición de bienes culturales como camino para la conquista de la ciudadanía. Las singularidades del CPU comunitario de Maré promueve entre los pobladores el redescubrimiento de un principio raro en la atomi-zada sociedad globalizada. El hecho de compartir la misma experiencia de vida diaria genera en los profesores y alumnos una red de solidaridad para superar las dificultades comunes al grupo: formación educacional deficiente, la problemática de la conciliación entre estudio y trabajo, la baja auto-estima. El reconocimiento de la condición de exclusión social del grupo genera un sentido colectivo que recuerda algunos aspectos del texto de Richard Rorty Solidaridad14. Es el florecimiento del sentimiento solidario en la historia del yo atomizado contemporáneo que a través de la aventura y

dificultades de un pre-universitario comunitario se descubre como parte de un nosotros más amplio de la juventud del Maré. Al mismo tiempo surge la conciencia de la importancia para el barrio del ingreso de los pobladores a la esfera académica. El CPU integra la Red de Educación del CEASM, que incluye también una biblioteca para estudiantes de barrio y un proyecto en asociación con Petrobras, que desarrolla actividades culturales con 180 niños de las escuelas públicas de Maré. Otro trabajo de la Red de Educación es el Núcleo de Lenguas Extranjeras, un convenio con la Facultad de Letras de la Universidad Federal de Rio de Janeiro. El curso evidencia que a pesar de la propuesta de actuación local la entidad no está desconectada de las tendencias de la sociedad y del mercado de trabajo del mundo globalizado. Esa constatación es corroborada por otro campo de actividades desarrollado por el CEASM: la Red de Informática. En la entidad es posible hacer cursos prácticos de informática que abarcan desde el nivel introductorio hasta programas avanzados y específicos. La red tiene hoy cerca de 180 alumnos. Otro segmento de la red es la Cooperativa de Servicios de Informática para dar asesoría a los micro y pequeños empresarios locales además de ofrecer cursos a empresas e instituciones a nivel general.

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ras efectivas en la condición de vida de la población local, que surge el CEASM. La entidad es fruto de la iniciativa de un grupo de pobladores que crecieron en las comunidades de Maré, personas con experiencia de participación en diversos proyectos que materializaron transformaciones positivas en la vida de las comunidades de barrio. Son hombres y mujeres conocedores e involucrados en el imaginario cotidiano de la población local, en su mayoría representantes de un reducido grupo de pobladores que consiguieron burlar el cerco de la exclusión social y llegar a las universidades 13 .

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Es interesante observar que el camino recorrido por el CEASM en su trabajo social en pro de la conquista de niveles más plenos de ciudadanía en Maré pasa por la inserción del poblador en las tendencias sociales de la globalización. Es la lucha por el rompimiento de la lógica excluyente capitalista que no imagina al favelado hablando francés o español, haciendo un doctorado en universidades o manejando tecnologías como Internet y modernos programas de informática. Se puede decir que en esencia la acción política del CEASM opera dentro de una perspectiva dialógica entre poder local y sociedad. Es un hecho que queda explícito en la gama de socios de la entidad: gobierno federal y municipal, empresas públicas y privadas, instituciones de investigación y universidades. La Red de Memoria fue concebida como instrumento de registro y rescate de las prácticas cotidianas desarrolladas por los pobladores de Maré y que apoyan la formación de la identidad del poblador local. El trabajo de la Red de Memoria se estructura en diferentes niveles. En un primer momento está prevista la recolección y procesamiento de informaciones y datos sobre la vida de los pobladores, en diversos lenguajes: fotos, video, documentos escritos y registros de la historia oral de los pobladores –principalmente los más antiguos, archivos vivos

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de la memoria de los primeros pasos de la construcción de la comunidad. En otra etapa del trabajo la Red de Memoria pretende difundir el acervo dentro de la comunidad, a través de la producción de cartillas, exposición de fotos y difusión en los medios. Una propuesta osada de la Red de Memoria es la realización de un trabajo articulado con las escuelas de la región. La idea es que el estudio del espacio socio-geográfico de Maré sea insertado en los cursos de Geografía e Historia de las instituciones de enseñanza local. Ya existen trabajos de investigación hechos por pobladores que reportan la historia del Maré desde el descubrimiento hasta los días actuales. Ese tipo de iniciativa recuerda la afirmación de Mike Featherstone en su texto Localismo, Globalismo e Identidade Cultural15 sobre la pérdida de confianza en las grandes narrativas universales de la modernidad occidental y de la popularización de formas de conocimiento y producción cultural, antes monopolizadas por grupos establecidos. Dentro de la perspectiva de intercambio Sociedad y Comunidad se puede afirmar que otro aspecto en que el CEASM gana presencia es como representante de un poder local: intermediar la interferencia de las esferas públicas y privadas en las instancias cotidianas de la vida local. Ese es el objetivo de la

Red de Prestación de Servicios. Es una forma de organizar la inserción de entidades públicas y privadas en el barrio, dado que tienen como objetivo ofertar servicios que contribuyan al ejercicio de la ciudadanía por parte de los pobladores. A las puertas del siglo XXI, en plena era de la información, sería incongruente pensar el proyecto político del CEASM sin una intervención efectiva en el campo mediático comunitario. Así, la Red de Comunicación despunta naturalmente como poderoso instrumento de la entidad en su propuesta de crear una hegemonía de poder local en el barrio Maré. Con ese objetivo en mente el CEASM viene movilizando esfuerzos en la creación de una amplia red de comunicación local capaz de generar un flujo de información educativo e integrador que auxilie a los pobladores en el proceso de conquista de la ciudadanía y redescubrimiento de la identidad local. En ese aspecto la elaboración de un proyecto mediático comunitario se torna fundamental. Principalmente al tener en cuenta que la imagen de Maré creada y divulgada por los grandes medios está generalmente asociada a factores negativos como la violencia. La idea de una Red de Comunicación en el CEASM integra la amplia propuesta de construcción de un sistema de comunicación comunitario, que englobe diferentes for-


Y es dentro del campo de actuación de la Red de Comunicación y del Centro ImagenNación-Maré que surge una de las propuestas más osadas del CEASM: la TV Maré. A pesar de ser todavía un proyecto en el papel, la TV Maré está concebida para transformarse en una emisora de televisión comunitaria vía cable o UHF, capaz de llegar a los pobladores locales en sus propias casas. Ya está en estudio un acuerdo de asociación con NET. Mediante una pequeña tasa, los pobladores tendrán acceso a un canal propio del barrio, con producciones locales hechas para Maré, creando una opción de fuga respecto al cerco de los medios convencionales. La TV Maré y el Centro Imagen-Nación-Maré son proyectos en fase de implantación. Sin embargo, uno de los proyectos de la Red de Comunicación ya se hizo realidad: el

periódico O Cidadão. El periódico surgió en junio de 1999 frente a la percepción de la fragilidad del CEASM en el campo de la comunicación y la ausencia de un periódico local para Maré. Al principio el trabajo era voluntario, y el equipo estaba constituido por una mezcla de profesionales y alumnos pre universitarios sin experiencia en periodismo. O Cidadão tiene hoy un tiraje en tamaño tabloide de 10 mil ejemplares, que son entregados gratuitamente en las comunidades del barrio. El espíritu de la propuesta es trabajar en el campo de la comunicación comunitaria y en el plano de la capacitación de personas del Maré para hacer el periódico y desarrollar otros trabajos periodísticos. Una de las primeras cosas que llama la atención de quien ve O Cidadão es la calidad gráfica. Con colores en la tapa y en las páginas centrales, fotos y textos redactados sin errores, el periódico parece hecho por alguna empresa de comunicación. Pero la buena presentación del O Cidadão no es casualidad. Es parte de la política de patrón de calidad del CEASM, que actúa en dos campos: de un lado busca romper la lógica cristalizada en el imaginario social de que la producción hecha en una comunidad de escasos recursos es cosa de favelados, de calidad ínfima y sin criterio técnico. De otro, trabaja la autoestima del poblador que tiene acceso a una

producción local de alta calidad. Como proyecto de comunicación popular en un espacio cultural complejo como Maré el periódico O Cidadão ya nace con difíciles tareas: integrar las quince comunidades que forman el barrio, rescatar elementos dispersos de la práctica cotidiana de los pobladores y que responden por su propia identidad, transformar a sus lectores en agentes activos y participantes de la dinámica comunicativa creada por el periódico. Es en la búsqueda por cumplir esas propuestas que se delinea el contenido del periódico. Los contenidos abordan siempre temas que son fácilmente reconocidos por el poblador local: cuestiones fundantes en el barrio, movimientos culturales, influencia de la cultura nordestina, desempleo en el barrio, testimonios de pobladores locales como Doña Maria (la rezadora) y el Zé Careca (el presidente de la asociación). Asuntos como educación, salud y deportes relacionados a la comunidad también son temas tratados. Cada edición por ejemplo tiene una sección sobre una de las escuelas de la región. La última página del periódico constituye una de las mayores singularidades del O Cidadão: una sección dedicada a la historia del Maré. El texto está basado en una investigación hecha por dos

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mas de lenguaje. La creación de la Red surge articulada, entonces, con otro proyecto ya en fase de implantación: el Centro de Imagen y TextoImagen-Nación-Maré. Con el centro se pretende trabajar en la capacitación de pobladores para la producción de folders, libros, cartillas y videos sobre las comunidades del Maré y su relación con el espacio urbano de Rio de Janeiro. En realidad, ImagenNación-Maré funciona como un polo integrador de los trabajos de las redes de Comunicación, Memoria y Educación.

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“En la época de la llegada de los portugueses al Brasil, en 1500, el área hoy ocupada por Maré era un recodo de la Bahía de Guanabara formada por playas, islas (...). La región más allá de Manguezais tenía pau-brasil, árbol cuya madera durante muchos años fue explotada por los portugueses. Los indios, primeros habitantes del lugar, llegaron a la región hace cerca de ocho mil años. Vinieron atraídos por los recursos de la Bahía de Guanabara, como la captura de peces. (O Cidadão, agosto de 1999). El periódico se mantiene con el apoyo de la Editora Ediouro, -cuya sede queda en Maré- responsable de la impresión gratuita de los diez mil ejemplares. Anuncios de los comerciantes locales también ayudan a financiarlo. El equipo de O Cidadão actualmente está constituido básicamente por pobladores y dentro de lo posible se busca una mayor profesionalización del trabajo, tanto administrativo como periodístico.

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Uno de los grandes desafíos del O Cidadão es reeducar a la población de Maré en la perspectiva de una comunicación horizontal y participativa, en la que el poblador sea agente de los diferentes procesos de elaboración de la información. Es una misión difícil. Principalmente, teniendo en cuenta que veinte años de dictadura política y la estructura verticalizada de los medios, que excluye al hombre común de la producción de la información, condicionaron en el ciudadano pobre una postura no crítica y mucho menos participativa en el proceso de comunicación. Esa es tal vez la más noble misión del periódico O Cidadão y de la propia Red de Comunicación: sacar al ciudadano común del anonimato impuesto por los medios en estos tiempos de globalización y transformarlo en personaje de una nueva creación narrativa contada a partir de la perspectiva y referencia local. Y esa es también una buena definición para el trabajo del CEASM: crear una nueva versión sobre el Maré. Hacer que los pobladores crean en ella. Hacerla más fuerte que la versión que viene de fuera. Proyectarla hacia el resto de la sociedad como la historia posible de ser verdadera, como alternativa viable de proyecto político en la turbulenta era de la globalización. Podemos así mismo arriesgarnos a decir que el espíritu que anima la propuesta comunitaria del

CEASM encaja con armonía en las palabras del profesor Paulo Freire: “La existencia, porque es humana, no puede ser muda, silenciosa, ni tampoco se puede nutrir de falsas palabras, sino de palabras verdaderas, con las que los hombres transforman el mundo. Existir humanamente es pronunciar el mundo, es modificarlo. El mundo pronunciado, a su vez, se voltea problematizado hacia los sujetos pronunciantes, al exigir de ellos un nuevo pronunciamiento”16.

NOTAS

CEASM: una alternativa comunitaria

pobladores sobre la historia del barrio y la región, desde el año 1500 hasta la actualidad. En cada edición, siguiendo un orden cronológico, se presenta una parte de la historia. El objetivo es mostrar al poblador cómo el barrio se ha ido transformando a lo largo de los siglos. Se puede pensar cuántas comunidades han rescatado su historia de las sombras del pasado como en el segmento que describe la región de Maré en los años 1500.

1. Giddens, Anthony. “Admirável Mundo Novo: O novo contexto da política” en Reinventando a Esquerda, Ed. U n e s p , D a v i d M i l i band (org., São Paulo, 1997.

2. Folha de São Paulo, 16/09/1999 3. Folha de São Paulo, 16/09/1999 4. O Globo, 08/05/2000 5. O Globo, 17/04/2000 6. Diário Catarinense, 2000 7. Dowbor, Ladislau. “Da globalizacão ao poder local” en Revista Tempo Brasileiro, Rio de Janeiro, 139, oct-dic. 1999. 8. Dowbor, Ladislau. O que é o poder local, Ed. Brasiliense, Rio de Janeiro, 1994.


9. Paiva, Raquel. “Comunidade

DOWBOR, Ladislau. O poder local. Rio

gerativa”, pág. 19.

de Janeiro, Brasiliense, 1994. Coleção Primeiros Passos, 35 pag.

10. Considerado por algunas instituciones como el mayor complejo de

DOWBOR, Ladislau. Da globalização

comunidades de América Latina.

ao poder local, en Revista Tempo Brasileiro 139, oct. - dic. 1999.

11. Ante esa precariedad de datos, el CEASM está realizando, con finan-

RORTY, Richard. Contingência, ironia

ciamiento del BNDES y asociado con

e solidariedade. 1989.

el IPEA, el censo Maré, que pretende realizar un levantamiento global del

FEATHERSTONE, Mike. Localismo,

Maré: demográfico, institucional, cul-

globalismo e identidade cultural. Re-

tura, escolar, etc.

vista Globalismo e Fragmentação (Sociedade e Estado vol XI – Nº 1).

12. Silva, Jaílson de Souza ¿Por qué

Enero-junio, 1996.

uns e não outros? - Caminhada de a

SILVA, Jaílson de Souza ¿“Por qué uns

universidade – (Tesis de doctorado

da

Maré

para

e não outros? – Caminhada de

PUC/RJ, 1999, Rio de Janeiro).

estudantes

da

Maré

para

a

Universidade” (Tesis de doctorado – 13. Ibid. 14. Rorty, Richard. “Solidariedade”, in Contingência, ironia e solidariedade, 1989. 15. Featherstone, Mike. “Localismo, globalismo e identidade”, en Revista Globalismo e Fragmentação, enerojunio, 1996. 16. Freire, Paulo. Pedagogia do opri-

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FREIRE, Paulo. Pedagogia do oprimido. Rio de Janeiro, Ed. Paz e terra, 1970, 184 pag. PAIVA, Raquel. O espírito comum-comunidade, mídia e globalismo. Petrópolis, Ed. Vozes, 1998. 205 pág.

PUC/RJ, 199, Rio de Janeiro)

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M.P. Massi

Ma. Palmira Massi

La entrevista testimonial televisiva: espacio de intersubjetividad lingüística

Profesora e investigadora en el área de Análisis del Discurso de la Escuela Superior de Idiomas de la Universidad Nacional del Comahue; Dirección: Alem 1710. 8332 General Roca, Río Negro, Argentina. E-mail: mpmassi@compured.com.ar

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Maria Palmira Massi

La entrevista testimonial

“La entrevista es una relación entre dos personas que aportan indistintamente sus propias cualidades, sus historias de vida, su propia personalidad. [...] Esta afinidad, esta influencia recíproca es lo que determina el resultado de la entrevista.” Bingham y Moore (1973).

En la actualidad la entrevista televisiva constituye uno de los géneros que hegemoniza el discurso periodístico contemporáneo. Así, encontramos cada vez con más frecuencia programas que presentan ‘la vida de un ser humano’ dirigidos en forma explícita a un público masivo. Un entrevistador solicita a figuras de relevancia pública

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que ofrezcan un detallado curriculum vitae –curso de una vida-, su experiencia vital concreta con recuerdos de periodos específicos de su existencia, su entorno familiar y cultural, entre otras variables. Obtenemos de este modo una serie de relatos personales que se hilvanan sobre la base de unos cuantos datos; en esta narración el sujeto se convierte en su propio autor, el protagonista central, y proyecta una imagen que adquiere una determinada identidad. Esta actividad humana de ‘narrar’ se materializa en el lenguaje, y en este locus, el sujeto que crea el discurso imprime inexorablemente sus marcas lingüísticas, sus transformaciones y su relación con el interlocutor. En estas entrevistas se observa la plena vigencia del pacto de ‘decir la verdad’ por parte de entrevistado y entrevistador, esta suerte de contrato de verosimilitud se encuentra implícito en la relación discursiva que se establece entre los participantes directos: ¿qué puede esperarse de un testimonio sino la verdad, o en todo caso, una verdad acerca de determinados hechos? A través de procedimientos que guardan estrecha relación con los modos narrativos propios de la ficción –ubicación témporoespacial, personajes y eventos- el personaje emprende el recorrido a lo largo de su historia personal, en su intento por hacer que una realidad y un pasado cobren sentido en

función de la experiencia actual. Por ello, se parte del presupuesto de interés del espectador en el saber del sujeto enunciador, quien por su experiencia personal adquiere el suficiente poder discursivo para hacer saber y confiere, así, credibilidad a sus dichos. En las instancias discursivas analizadas se evidencia el fenómeno que B. Sarlo (1995) denomina ‘el estallido del sujeto’, el protagonismo de lo subjetivo por sobre lo objetivo, la preponderancia del yo, que en este tipo de entrevistas tiene un lugar de enunciación privilegiado. Es en virtud de este poder discursivo que el individuo que habla se convierte delante de las cámaras y de los micrófonos televisivos en el portador oficial de una microhistoria social. Y el público, la audiencia, asume el rol de un tribunal que juzga y dicta in absentia sobre la confesión de una vida. De este modo, el testimonio televisivo, en particular cuando se trata de personalidades comprometidas con la cultura y los aspectos sociales, puede constituirse en una importante evidencia audiovisual de los diferentes procesos de transformación de una comunidad. Sobre la base de las consideraciones vertidas hasta aquí, a continuación se presentan algunas particularidades lingüísticas que reflejan la organización global del género discursivo en cuestión y sus mecanismos de constitución.


El tipo de interacción que provee el corpus del presente trabajo se encuadra dentro de la entrevista televisiva, testimonial o autobiográfica por oposición a la entrevista informativa, esto es, aquella que se reduce a formular preguntas que justifican respuestas para contribuir a la información periodística. Esta entrevista pone todo el énfasis en la enunciación que le da forma, y cuenta en la televisión contemporánea, con numerosos exponentes1. En la jerga periodística estos programas se definen como entrevistas de personalidad, de interés humano, o simplemente testimonios. Además de informar acerca de un personaje público, estas instancias dialógicas intentan ofrecer un producto estético acabado, la recreación del personaje. La intencionalidad en la entrevista creativa toma el factor subjetivo como mediador de la información para, a través de la utilización de un lenguaje predominantemente narrativo, ofrecer una multiplicidad de interpretaciones, una pluralidad de lecturas. Por ello, a diferencia de la entrevista meramente informativa, escapa a la efimeridad rotunda y adquiere un carácter atemporal. Este género puede considerarse un híbrido entre periodismo y literatura por cuanto posibilita la prolongación de la vida de los personajes entrevistados. La subje-

tivización adquiere un carácter predominante, y la apertura de cauces de la conversación, tarea a cargo del entrevistador, proporciona vínculos hacia el telespectador que le permiten captar la esencia individual del invitado. Estas entrevistas se basan en un juego subliminal estimulado por un lenguaje altamente expresivo cargado de reflexiones, valoraciones críticas y experiencias personales, de lo que resulta una doble información: además del contenido informativo, el interlocutor tiene la posibilidad de tomar una postura emotiva respecto del personaje. Las características esbozadas se observan en los fragmentos que, a modo de ejemplo, se presentan a continuación.2 Interacción 1 E (entrevistador): Mercedes... yo creo que usted siempre ha tenido una fina sensibilidad por la injusticia, por la arbitrariedad social y demás. Usted es de un origen... de una familia humilde ¿no es cierto? Mercedes Sosa: Muy humilde. Muy humilde y con muchos problemas de carencias… […] Tuvimos carencias materiales pero tuvimos SUERTE, tanto yo como mis hermanos, de tener unos padres de esa calidad humana ¿no? Este… mi madre salía a lavar. Ella no quería que nosotros ni cuidemos los hijos de otros ni nada. Ella salía a lavar para darnos de comer, y mi hermana Chocha, que era mayor que yo nos cuidaba. Si… hemos tenido po-

breza pero hemos tenido MUCHO AMOR en la casa.

Interacción 2 Luisa Calcumil: […] Yo siempre recuerdo cuando doña Lucerinta Cañumil que es una cacique extraordinaria nuestra sabia de Río Negro me presentó su comunidad. Me dijo: “Luisita, aquí están las familias de la comunidad de Chen Kez nilleu Chokoihuaruca. Cuarenta familias están bajo mi responsabilidad”. Y yo… a mí me hubiera gustado en ese momento tener algún funcionario cerca que la escuchara a esta mujer nuestra, hablaba de RESPONSABILIDAD. E: Responsabilidad…

Una característica constante es el interés en poner de relieve las cualidades del invitado, su matiz humano, además de sus proyecciones profesionales, culturales o políticas. Por ello, la entrevista carecería de valor apreciable si no es considerada en su totalidad en la primera etapa del análisis. Y en esta asimilación global el interlocutor directo -y la audiencia- captan y valoran el interés humano que la entrevista testimonial enfatiza, por un lado, y su coherencia, por el otro. Como ya se dijera, el personaje entrevistado despliega su poder de seducción y articula su discurso en torno a la función expresiva. E. Verón (1987) sostiene que en virtud de este componente y de la función persuasiva del lenguaje todo, el entrevistado legitima su rol social, cultural

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1. LA ENTREVISTA TESTIMONIAL

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La entrevista testimonial

y personal a partir de un presupuesto de interés: el enunciador no puede sino construirse como interesado en obtener la adhesión del destinatario -esto es, el entrevistador y, sobre todo, el telespectador-; su texto es un intento de apoderarse del destinatario, de incluirlo en su grupo de identificación a través de estrategias como búsqueda permanente de consenso, aprobación, consideración o justificación.

2. LA IRRUPCIÓN DE LA SUBJETIVIDAD EN EL DISCURSO El entrevistado es el protagonista total y absoluto. De la combinación de su espontaneidad y creatividad en el uso del lenguaje depende la posibilidad de plasmar un texto que induzca al telespectador a comprender su mensaje de una determinada manera y no de otra. Por esta razón, el relato constituye el eje lingüístico central de estas entrevistas y cubre un amplio espectro de funciones discursivas dentro de la globalidad del texto, tales como la evaluación, la presentación de evidencia en favor o en contra de un argumento, la recreación de una vivencia, la ejemplificación, el enriquecimiento y la profundización temática. En la muestra infra, por ejemplo, el entrevistado relata su experiencia porque así se lo ha pedido el entrevistador, y con la plena vigencia del Principio de Cooperación3 (H.P. Grice 1975), satis-

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comunicación

face ese pedido. Desde una perspectiva discursiva, su relato constituye un proceso de exploración y profundización temática que redunda en el enriquecimiento del texto; además, favorece el involucramiento del destinatario, quien puede reaccionar afectivamente en favor o en contra del entrevistado. Interacción 3 E: Mercedes, ya hace doce o trece años que estamos en una democracia, perfecta o imperfecta, pero democracia al fin. Hay una generación que… que… que no conoció esto del exilio, de las listas negras, de la censura y usted es, de alguna manera un personaje prototípico ¿no es cierto? de la persecución de la cultura de esa época. ¿Por qué no nos cuenta cómo fue? Mercedes Sosa: […] Me dejaron en libertad y yo volví a presentarme en el teatro Lasalle, acá en la calle…este…creo que es Sarmiento. Bueno, entonces ahí se aguantaron. Pero después vino Brandoni, no me olvido NUNCA, para que yo cante en el teatro Premiere, frente al teatro San Martín, con Mederos, 21, 22 y 23 de diciembre. Me levantaron la actuación a las cinco de la tarde. Este… era muy duro lo que nos pasaba. Me acuerdo que estaban dando una película que se llamaba Mi vida en el arte. Entonces, este… la pusieron a la película y nos sacaron la actuación. Y ese fue un golpe muy fuerte para mí.

En el plano intersubjetivo la recreación de una vivencia

contribuye a fortalecer lazos y crear un clima de intimidad, por cuanto el intercambio de historias personales y recuerdos constituye un elemento significativo en el inicio de una relación afectiva con otras personas. Este relato de parte de una vida guarda claras similitudes con otros géneros discursivos como la autobiografía, la biografía, los diarios íntimos y las colecciones epistolares. El estilo discursivo del entrevistador es de singular importancia ya que marca las claves de interpretación y comprensión del macrotexto; la descripción es el recurso lingüístico que le permite trazar la semblanza del entrevistado, informar, dejar entrever, sugerir su apariencia psicológica, su entorno y su ambiente. Como se observa en las muestras supra, el hilo narrativo se funde con el punto de vista, la exposición se entremezcla con la argumentatividad, en suma, se da la co-presencia de múltiples géneros discursivos. He aquí la riqueza de estos textos, en los que cada uno de los diferentes personajes, a través del uso de la palabra, logra configurar un nuevo retrato, inédito y distinto de los demás. Otra característica que define el lenguaje de estas instancias dialógicas es la aceptación contractual implícita por parte del entrevistado de su propia subjetividad como componente del texto. Por ello, éste se constituye en el actor principal y la ‘puesta


Susana Rinaldi 1) El tango necesita de los intérpretes que no se consideren anacrónicos para decir lo que dicen... Yo soy el ejemplo de lo contrario. 2)…no creo que haya demasiada memoria, este… y pienso que no tenemos demasiado estímulo para que la memoria sea un hecho vivo…y magnífico… […]… Y nosotros es como si retaceáramos esa parte tan rica que podemos tener, COMO NO… que podemos tener. [Nosotros: los argentinos]. 3)… No quiero ser tampoco como dijo alguien hace poco: “Susana Rinaldi habla muy bien, pero de pronto es tan sentenciosa cuando habla…” que uno tiene un poco de temor… [Uno: yo]. 4) Este… Porque cuando el argentino es memorioso ES memorioso… y sin embargo nos cuesta, nos cuesta ponerlo en práctica…

Estos procesos de construcción de identidad, esto es, de autorrepresentación, junto a la selección de piezas léxicas con contenido evaluativo y axiológico, permiten al sujeto demarcar fronteras discursivas que, a su vez, ofrecen interesantes pistas para la configuración del oponente o adversario. Otro aspecto singular lo constituyen los frecuentes desplazamientos temáticos, la repetición de los mismos argumentos con ligeras reformulaciones y la permanente solicitud de involucramiento al interlocutor. En suma, los procedimientos lingüísticos que se acaba de señalar revelan la intención comunicativa del hablante, quien tiende a crear grados de presencia, proximidad y distanciamiento en relación con el discurso que produce.

3. LA ESTRUCTURA DEL TEXTO AUDIOVISUAL El entrevistador introduce al invitado mediante algunos datos biográficos; otras veces la presentación se realiza a través de un interjuego de imágenes, música y fragmentos de su obra, que se superponen y complementan. Esta introducción desde la trayectoria profesional carece de descripciones lingüísticas redundantes y de discursos preliminares, y constituye un modo de esbozar un retrato del invitado y proveer una síntesis de sus antecedentes. Los intertextos se insertan a modo de trasfondo o background de la entrevista como

elementos que transmiten un perfil del invitado al interlocutor, y conforman, en términos lingüísticos, la delimitación contextual. A continuación se ofrece algunos ejemplos: Programa Nº 4 Apertura del programa. Imagen 1: Título (Testimonios). Imagen 2: Idea y conducción: Pacho O’Donnell. Música de fondo 1: Cortina musical del programa (Tema: Noticiero Nacional. Lito Vitale). Imagen 3: Intertextos que presentan una multitud de gente aplaudiendo, superposición de escenas que muestran a Mercedes Sosa cantando. Música de fondo 2: Honrar la vida. Programa Nº 15 Apertura del programa. Imagen 1: Título (Testimonios). Imagen 2: Idea y conducción: Pacho O’Donnell. Música de fondo 1: Cortina musical del programa (Tema: Noticiero Nacional. Lito Vitale). Imagen 3: Intertextos conformados por la tapa de un long-play, escenas de un programa televisivo, un fragmento de Poema a Susana Rinaldi de Julio Cortázar, una marquesina teatral. Música de fondo 2: Sur.

Luego se abre el diálogo con la estructuración preguntarespuesta. Las primeras responden al paradigma canónico qué-quién-cuándo-cómopor qué, adoptado en la mayoría de las entrevistas, sean éstas informativas o no. Se observa un diálogo abierto con pocas pautas, en el que la función del entrevistador es estimular al entrevistado para que proporcione res-

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en escena’ de su discurso gira en torno a la selección pronominal que toma como eje central al yo que cuenta su vida. En los fragmentos que se incluyen a continuación este yo se manifiesta en forma categórica y precisa, como en (1); otras se encuentra camuflado en un discreto nosotros (2): en otras oportunidades, se obser va objetivizado en el pronombre indefinido uno (3), y por momentos desaparece en forma parcial y se esconde detrás de un saber colectivo que presume compartido con el entrevistador y la audiencia, como se ilustra en (4).

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La entrevista testimonial

puestas claras, en las que se expliciten de la forma más profunda y amplia posible las referencias a terceras personas, a ambientes y lugares concretos en los que transcurren los distintos eventos. Una particularidad es la libertad que se otorga al sujeto para abordar el tema planteado; además se le concede tiempo para que desarrolle sus ideas, y, en la mayoría de los casos, se lo motiva a seguir adelante por medio del uso de continuadores. Se observan abundantes pausas y silencios, que desde una perspectiva pragmática contribuyen a la creación de significados. El final de la interacción dialógica adquiere ribetes particulares, por cuanto el entrevistador no concluye con el clásico mensaje salutatorio dirigido al telespectador, en el cual lo convoca para el próximo encuentro. En la mayoría de los casos la entrevista finaliza con un comentario del entrevistado: es él quien abre y cierra el programa, por así decirlo. El telespectador lo percibe en su totalidad como una conversación privada que se observa por una ventana indiscreta o por el cerrojo de una puerta… La audiencia es mero espectador, en el sentido que ni entrevistado ni entrevistador se dirigen a ella en ningún momento. En términos de U. Eco (1962), este tipo de entrevista constituye una ‘obra abierta’ en la que los destinatarios –tanto el entrevistador como la audienciadejan de ser entes pasivos,

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receptores mudos de la información que se les brinda, para convertirse en ‘centros activos de una red de relaciones inagotables’, las que surgen de la propia estructura de la entrevista.

4. LA LEGITIMACIÓN SOCIAL DEL DISCURSO Los programas televisivos en cuestión han sido ideados con la intención de dar voz e imagen a algunos protagonistas de nuestra realidad, a la ‘gente como uno’ que se enmascara detrás del personaje. En su gran mayoría se trata de artistas, políticos, filósofos y escritores con armonía intelectual e ideológica, típico de personas cuya vida transcurre o ha transcurrido en la búsqueda y elaboración de significados.4 Los tópicos giran en torno al propio entrevistado: su infancia, su educación, su vida profesional y su aporte a la cultura nacional e internacional. El objetivo temático se resume en presentar un perfil nuevo del entrevistado, trazar su retrato durante el proceso de relatar y relatarse eventos significativos, dejando de lado su estereotipada imagen como personaje; en otras palabras, el fin último es intentar una aproximación al individuo privado que se oculta detrás del personaje público. La constante alusión del entrevistador a la actividad profesional del invitado constituye uno de los caminos para

acercarse a sus actitudes e ideología. Otros temas que se enfatizan son el habitual racconto biográfico, su reacción frente a determinados hechos históricos, los obstáculos que funcionan o funcionaron como estigmas en su vida –exilio, marginalidad, discriminación- y, a veces, su entorno familiar y sus proyectos. Estos tópicos, con sus subtópicos, permiten obtener una visión de conjunto del pasado, presente y proyecciones futuras del sujeto. En la mayoría de estas entrevistas el interés central reside en tratar temas de interés humano que afecten o hayan afectado al personaje, y no simplemente elaborar una cronología de eventos. Por momentos se observa una fragmentación de la imagen que el individuo quiere ofrecer, con coherencia y autoreferencia. El interlocutor es el responsable de realizar la tarea hermenéutica de asignación de coherencia global, rellenando los ‘huecos semánticos’ y recurriendo a la reconstrucción o evocación de los hechos socio-históricos a los que alude el entrevistado. El telespectador tiene, de este modo, la oportunidad de fortalecer su identificación con la figura en la pantalla o bien convalidar sus puntos de ruptura. A modo de ejemplo, en la entrevista a la cantante popular argentina Mercedes Sosa se detecta dos grandes núcleos temáticos: el primero formado por el exilio y las causas que lo motivaron, y el segun-


El escenario técnico, las cámaras y los micrófonos confieren al entrevistado un poder discursivo en virtud del cual sus textos adquieren reconocimiento y legitimación social: su historia se convierte en una microescena ejemplificativa que pretende ser el eco de la voz de múltiples telespectadores. Las frecuentes alusiones a las dificultades, las frustraciones y las exclusiones constituyen instrumentos de denuncia de los aparatos de opresión social. De este modo, los mecanismos de construcción de su identidad personal contribuyen a la configuración de la identidad nacional.

marcar lingüísticamente la última emisión del entrevistado en cada fragmento discursivo por medio de la repetición enfática o alo-repetición6 (D.Tannen 1994). Otras veces proporciona comentarios disparadores de naturaleza variada que funcionan como aclaraciones, aportes, síntesis o colaboración en la construcción de significados. Hay evidencia de abundantes marcas explícitas de involucramiento, consenso y atención, como así también de señalizadores de carácter confirmativo. Los recursos para motivar la acción lingüística del invitado que se acaba de reseñar se ejemplifican infra.

5. LOS MECANISMOS DE ELICITACIÓN

Interacción 5

Interacción 4 E: A mi me… me conmueve mucho su versión de Gracias a la vida, bueno tantas canciones que usted canta ¿no? pero una inmortal creación de Violeta… ¿Usted le da gracias a la vida, Mercedes? Mercedes Sosa: Yo le doy gracias a la vida porque, no yo, en realidad TODOS le deberíamos dar gracias a la vida. Contra la muerte la vida, y la vida, eh… Dr. O’Donnell, todos los días cuando nos levantamos, y cuando tenemos vida, cuando no nos duele nada, todos deberíamos agradecer a la vida. […] COMO no voy a agradecer a la vida. Una persona marginada como estuve yo… Una persona que se ha tenido que ir con dos maletas y un bombo para sobrevivir…

La modalidad y el manejo de las preguntas vertebradoras del relato en este tipo de interacción se oponen a los de una entrevista informativa convencional por cuanto no se observa la inercial aplicación del esquema repetitivo pregunta-respuesta. Si bien tales preguntas –en su modalidad directa, indirecta, total o parcial- cumplen un rol desencadenante por cuanto proponen el abordaje de diferentes tópicos discursivos, éstas están formuladas con muy pocas palabras, que inducen a la asociación espontánea de ideas, a veces sin preocupación por la sucesión cronológica de los hechos. Una técnica a la que frecuentemente recurre el entrevistador consiste en retomar y

E: ¿Usted le da gracias a la vida Merdedes? (pregunta directa total) Mercedes Sosa: Yo le doy gracias a la vida porque… Interacción 6 E: Mercedes, ¿cuándo se dio cuenta usted que era cantora? (pregunta directa parcial) Mercedes Sosa: Bueno, yo soy cantora de toda la vida. Este… uno es cantor porque cant… tiene voz. Lo difícil es saber qué es lo que uno quiere hacer con el canto… Interacción 7 E: ¿Puede usted contarnos cómo es un ruego? (pregunta indirecta)

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do, que gira en torno a la marginalidad, una vez más con el exilio como elemento de intensificación del estigma de ‘ser diferente’. El primer núcleo temático evidencia un fuerte unidad, por cuanto concentra los acontecimientos relacionados con su alejamiento del país, la necesidad de cantar y volver a su tierra. Al tema de la marginalidad se enlaza el tratamiento del tiempo, tanto cronológico como psicológico, que llega a su mayor nivel estético en una significativa instancia de intertextualidad, cuando el entrevistador le pregunta si ‘da gracias a la vida’ en alusión a la creación de la cantante chilena Violeta Parra. Este fragmento se reproduce infra.

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La entrevista testimonial

Luisa Calcumil: Puede ser cantado un ruego.

Interacción 8 Luisa Calcumil: Hay muchas historias, especialmente conversas, como decimos nosotros… E: Conversas… (alo-repetición) Luisa Calcumil: Conversas…eh… que es la mejor manera de educar… Interacción 9 E: Para usted no es placentero irse, para usted es placentero estar, quedarse… (comentario disparador: pedido de aclaración) Mercedes Sosa: No…no… para mí lo más placentero es volver. Interacción 10 Norma Aleandro… cruel en su momento, porque me tuve que hacer la española. Cuando estoy hablando mucho parame ¿no?… E: No…no… estoy escuchando con muchísimo interés. (Marca explícita de involucramiento) Interacción 11 E: Yo sé que usted tiene una…mucha…mucha gente la sigue ¿no? en el exterior… (pregunta confirmativa) Mercedes Sosa: Sí, sí…

La asimetría entre el texto del entrevistador y el del entrevistado permite postular que el rol discursivo del periodista es el de un organizador y

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moderador del discurso del invitado. El entrevistador entonces, marca los cauces conversacionales a través de la selección de tópicos, aunque el propio entrevistado, con mayor o menor disponibilidad a aceptar, remodelar o rechazar la propia imagen que refracta hacia el exterior, se convierte en un componente decisivo y determinante en el resultado final. Se observa el respeto hacia el idiolecto del interlocutor en todo momento.

6. LA IMAGEN: ESE LENGUAJE TRANSPARENTE La imagen como todo texto, es un artefacto semiótico que contribuye a la creación de significados. El entrevistado ‘habla’ con su relato pero también ‘dice’ con la voz, su cuerpo, su mirada y sus silencios. Éstos y otros rasgos paralingüísticos son partes constitutivas de su presentación: la entonación, la gestualidad y las reacciones emocionales –la risa, el llanto- forman parte de un ritual interactivo que está codificado según convenciones sociales y son por lo tanto, reveladoras de intenciones, sentimientos y objetivos comunicacionales que anexan significados al texto verbal. Algunos exponentes de este lenguaje emotivo se ilustran en los intercambios que siguen. Interacción 12 Luisa Calcumil: …Este… junto a esos argentinos puedo decir que

vivo en Río Negro, no vivo en Buenos Aires… Mire que dicen que Dios atiende en Buenos Aires… E: [risas] Luisa Calcumil: Yo será que soy paisana. A mí Futa Chao me atiende en el sur… Interacción 13 E: Usted conoció mucho también a Julio Cortázar. Tuvo una relación estrecha… Susana Rinaldi: Sí… Tuve una relación estrecha […]… la última imagen que tengo de él… […] se volvía [a París]… y sí porque se había enterado que no iba a poder formar parte de la ceremonia de la asunción de la … del retorno de la democracia en Argentina. […] NUNCA podrán saber el dolor que le provocaron a ese ser humano… […] Me tocó un punto bravo usted ¿no? [llanto].

Es precisamente esta interrelación entre los códigos verbales y los no verbales la que le otorga un nivel adicional de coherencia al programa. Este interjuego corrobora que el lenguaje no es un sistema semiótico abstracto e inmanente sino un repertorio de códigos culturales cuya significación se construye y renueva mediante estrategias de cooperación entre el hablante y su interlocutor. En consecuencia, el discurso es un ‘escenario’ que exige colaboración interpretativa en la construcción de significados (U. Eco 1979).


Si bien la tarea de establecer una línea divisoria ente ficción y realidad en los testimonios televisivos es una empresa estéril e infructuosa, es pertinente formular algunas preguntas. ¿Hasta qué punto puede afirmarse que estos discursos reflejan una realidad fáctica? ¿Cuál es la distancia entre la persona real y la persona ficticia a partir de la voz que predomina en el texto? La construcción de la imagen del mundo y la percepción de la realidad no es homogénea en todos los individuos; los recuerdos, fantasías, sueños, las innumerables imágenes almacenadas en la memoria difieren considerablemente de persona en persona; incluso el subconsciente colectivo del que hablan algunos autores tiene representaciones distintas en cada individuo. Por lo tanto, es imposible establecer un corte o línea fronteriza entre ficción y realidad: toda realidad tiene algo de ficción y viceversa… En los testimonios televisivos se observan personajes que, por alguna razón, aluden sin explicitar y ocultan datos que pueden ser potencialmente de interés para el telespectador. Lo interesante de estos textos es, por lo tanto, precisamente lo que el protagonista no dice, lo que guarda para sí con un hermetismo infranqueable. Por ello, la tarea del analista es similar a la del psicólogo: leer entre líneas aquello que aparece en la mera litera-

lidad, sospechar y presuponer que en lo dicho por el personaje central se esconden conceptos interpretables más allá de la superficialidad en su discurso. Aun en una instancia de revelación como es hablar de sí mismo, nadie dice todo lo que piensa y nadie piensa todo lo que dice… Por otro lado, como afirma M. Kundera (1994) “cuanto mayor es el lente del microscopio que observa al yo, más se nos escapan el yo y su unicidad”. En los testimonios el ‘autor’ impone su modo de recortar la información y sesgar datos, junto con la libertad ficcional de relacionarlos o de fusionarlos en su imaginación. Así, la ficción juega un importante rol en estos textos: a través de ella la representación de un mundo posible en un individuo establece una relación de credibilidad o verosimilitud con el interlocutor directo y el telespectador. Puede establecerse, entonces, un paralelismo entre los constructos en cuestión – ficcionalidad y facticidad- y algunas escenas de la película La rosa púrpura del Cairo de Woody Allen. En ésta, los personajes ficcionales de la pantalla salen de la escena para encarnarse en la realidad. De acuerdo con el análisis realizado, en nuestro corpus se observa, además, un proceso inverso: los textos autobiográficos absorben la realidad y la materializan en la ficción. Tanto unidireccional como bidireccionalmente, la simbiosis se produce de modo inevitable.

8. BREVE CARACTERIZACIÓN DEL DISCURSO TESTIMONIAL Para finalizar, se esbozan algunas propiedades del género discursivo abordado. El relato testimonial está focalizado en el pasado: el enunciador es un yo disfrazado a veces, o encubierto en un dicreto nosotros. El narrador es el actor principal que se observa a sí mismo y selecciona los núcleos contables con una finalidad; establece censuras, decide la relevancia de cada significado en particular, modifica y recorta, razón por la cual el valor de verdad de su historia puede resultar cuestionable. Pero, precisamente porque su objetivo es obtener un efecto que no descansa en la verdad sino en la esquiva sombra de la verdad, el relato personal bordea la ficción y, en cierto modo, la supera y la desconvencionaliza: “refiere modelando y no sólo reproduciendo, vela sin oscurecer, destaca sin enceguecer, corroe la ficción sin desvirtuar las ilusiones que engendra” (N. Jitrik, 1992). La narrativa personal presenta la dualidad protagonistanarrador que permite la ilusión de recrear y contemplar la vida sin intermediarios: en el testimonio televisivo, el narrador revisa su existencia desde cierto momento de ella, y nos invita, sin más, a penetrar en su intimidad. Este hecho determina la forma laxa y abierta de la narrativa, en la que los episodios se suceden sin obedecer una prolija y es-

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7. ¿REALIDAD O FICCIÓN?

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Esta narrativa está impregnada de intuiciones, sentimientos, apreciaciones estéticas y uso de figuras retóricas que le confieren un alto grado de subjetividad. Estamos en presencia de un discurso expresivo, figurativo por excelencia: lo anecdótico se convierte en el leitmotiv, aumenta el interés por los pequeños hechos en lugar de los grandes acontecimientos, lo subjetivo aflora y se abre camino, también la imaginación… por lo que interviene tanto la realidad como la ficción. Al relatar fragmentos significativos de su vida, el entrevistado recrea su historia, como si fuera un cuento, selecciona los participantes, la ubicación témporo-espacial, los episodios; realiza estas operaciones en diferentes etapas; otorga una secuencia lineal, con precisiones temporales y conexiones causales que relacionan los distintos episodios, y tiene un plan que guía su relato. El hablante adecua su estilo discursivo en concordancia con el destinatario, y selecciona estrategias lingüísticas, desmenuza, resume, sintetiza o expande su texto de acuerdo con la permanente evaluación que hace del interlocutor, el contexto y los factores extralingüísticos. Otro rasgo distintivo es la integración de la masa textual,

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ya que, de acuerdo con los datos, los relatos son muy resistentes a la interrupción. Probablemente el axioma de que toda narración presupone un principio, un desarrollo y un final se ha convertido en un modelo cultural prototípico, de modo que el hablante no es interrumpido hasta llegar a su conclusión y a veces a la evaluación o coda. Otra particularidad del discurso testimonial es su carácter dinámico, abierto e impredecible. Los contenidos cambian a medida que el relato avanza, como así también los actores, los lugares y los tiempos. Un elemento que funciona como regulador y establece una suerte de sistematicidad en este género aparentemente tan libre es el control de los tópicos que abordan. En efecto, la progresión semántica constituye uno de los ejes lingüísticos que regula, modela y controla la interacción. Desde el punto de vista estructural, los patrones organizativos del discurso testimonial son también abiertos, esto es no responden a modelos tradicionales, si bien los diferentes constituyentes del relato conforman sub-unidades semánticas con estructuras canónicas. Finalmente, retomando la metáfora de U. Eco, este discurso es también abierto desde la perspectiva interpretativa y permite una pluralidad de lecturas y procesamientos. En efecto, tanto el interlocutor directo -el entrevistador- como el indirecto la audiencia- de estos programas televisivos se constitu-

yen en coautores de los relatos del protagonista, y como tales, obtienen una identidad colectiva y social a través de la identificación con su producción discursiva.

Este artículo constituye una síntesis de los resultados preliminares de la investigación realizada por la autora como tesis de Maestría en Lingüística, “La construcción de la identidad y la alteridad en el discurso autobiográfico televisivo” (M.P. Massi 1998). Programa de posgrado de la Escuela Superior de Idiomas, Universidad del Comahue. Una versión preliminar fue publicada en Version. Estudios de Comunicación y Política Nº 7, Año 1998. pp. 123-134.

NOTAS

La entrevista testimonial

tricta ordenación cronológica. Sin embargo, las acciones convergen hacia un centro temático, y el ordenamiento dispuesto por el narrador se torna lógico y coherente.

1. Algunos de ellos son El perro verde (producción española), Historias debidas, @badi.com, A solas, Reencuentro…a solas, Testimonios,

Confesiones al oído, ¿Cómo te va la vida?, Solamente dos, Ruleta rusa, Bajo la lupa, De amor y de trampa (producciones argentinas), entre muchos otros. 2. Las muestras que se ofrecen a lo largo del trabajo pertenecen a diferentes emisiones del programa Testimonios. Éste fue conducido por el Dr. Mario O’Donnell y ese emite en televisión por cable en Argentina. En la transcripción de los datos se utilizaron las convenciones que se consignan a continuación: /,/ indica una pausa corta –1/2 a 1 segundo-; /…/ indica una pausa larga –más de dos


segundos-; /./ indica el final de una

ciación política” en El discurso políti-

emisión con entonación descenden-

co. Lenguajes y acontecimientos. Bue-

te; /mayúscula/ indica acento enfáti-

nos Aires: Hachette.

3. “Haga que su contribución a la conversación sea, en cada momento la requerida por el propósito o la dirección del intercambio comunicativo en el que usted está involucrado”. Este principio se desarrolla en otras normas de menor rango, a las que Grice, siguiendo a Kant, da el nombre de categorías de cantidad, calidad, relevancia y modalidad. Cada una de ellas, a su vez, se subdivide en máximas más específicas. 4. Las siguientes personalidades fueron entrevistadas en el ciclo del pro-

Eco, U. (1962) Obra abierta. Milán: Bompiani. Eco, U. (1979) Lector un fabula. Milán: Bompiani. Grice, H.P. (1975) “Logic and conversation”, en P. Cole y J.L. Morgan (eds.) Syntax and semantics. Vol. 3 Speech acts. Nueva York: Academic Press. Jitrik N. (1992) “En el país de la memoria”, en Primer Plano, Suplemento de cultura de Página 12, Buenos Aires, Argentina. pp. 2-3.

grama de referencia: Ernesto Sábato, Félix Luna, Leo Sbaraglia, Mercedes

Kundera, M. (1994) El arte de la nove-

Sosa, Enrique Pinti, Norma Aleandro,

la. Tusquets Editores.

Juan José Sebreli, Mariano Grondona, Luisa Calcumil, Graciela Borges, Ju-

Massi, M.P. (1997) “Testimonio, iden-

lio Bocca, Marcos Aguinis, Alberto de

tidad y relatos: puntos de contacto

Mendoza, Alejandra Noero, Susana

entre historia personal y social”. Pre-

Rinaldi, inter alia.

sentación en el VI Congreso de la Asociación Internacional de Estudios

5. Este fenómeno discursivo consis-

Semióticos. Guadalajara, México.

te en la repetición ad litteram de partes del enunciado del interlocutor y

Massi, M.P. (1998) La construcción de

cumple un rol cohesivo en la masa

la identidad y la alteridad en el dis-

textual. Además la repetición inter-

curso autobiográfico televisivo. Tesis

discursiva que nos ocupa tiene una

de Mastría. Escuela Superior de Idio-

función evaluativa, por cuanto evi-

mas. Universidad Nacional del

dencia una posición ante el referen-

Comahue.

te, cita la palabra del otro, reflexiona y confluye con ella.

Sarlo, B. (1995) Prólogo a Arfuch L. La entrevista, una invención dialógica. Barcelona: Paidós. Tannen, D. (1994) Talking voices: repetition, Dialogue and imagery in conversational discourse. Cambridge: Cambridge University Press. Verón, E. (1987) “La palabra adver-

M.P. Massi

indica instancias de cita directa.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

co; /negrita/ indica intertexto y /”…”/

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sativa. Observaciones sobre la enun-

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L.Magalhães

Laerte Magalhães

Fronteras discursivas y rupturas indiferenciadas

Estudiante del Doctorado en la Escola de Comunicação de la Universidade Federal de Rio de Janeiro. E-mail:flaerte@uol.com.br

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diálogos de la

comunicación

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Laerte Magalhães

Fronteras discursivas

INTRODUCCIÓN En este trabajo analizamos los discursos de las tapas de los CDs de Zé Ramalho, Chico Buarque de Holanda y Fafá de Belem a partir de lo que inicialmente consideramos producciones enunciativas más o menos próximas, referidas a una cierta idea de pertenencia, sea a una concepción de pueblo, sea a un sentimiento de brasilidad o de espacio urbano (las ciudades). Estos discursos refractan y reflejan discusiones que se suscitan en el campo teórico sobre la posmodernidad, que intentan dar cuenta de los fenómenos sociales en curso: las disputas de sentido, mediación y mediatización de la cultura a partir de las heterogeneidades societarias y de negociaciones que

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intercambian los diversos campos socioculturales en las sociedades llamadas globalizadas.

samos por algunos puntos desarrollados por García Canclini (1997), Hall (1997) y Bauman (1998).

Nuestra principal herramienta de análisis es la Semiología de los Discursos Sociales1, disciplina «que estudia los fenómenos culturales como fenómenos de comunicación», por tanto como «fenómenos de producción de sentido»: la significación como resultante de prácticas y estrategias discursivas a partir del lugar social de los sujetos, y se caracteriza por enfocar los procesos de comunicación como consecuencia del contexto.

No nos cabe verificar contenidos, pretendemos atenernos a los modos de construcción discursiva, confrontando las materias significantes para resaltar sus diferencias y apuntar las estrategias enunciativas y sus dispositivos de enunciación. Si en algún momento nos detenemos en este o aquel aspecto de contenido es porque consideramos que así podemos entender mejor las estrategias de su construcción discursiva.

Aunque el AD haga un abordaje más lingüístico verbal, en los últimos años ha recibido como contribución de algunos autores la construcción de mecanismos de verificación de la producción de sentido en los discursos imagéticos de los medios, agregándolos a sus instrumentos de investigación. Y como tratamos de discursos cuya materia enunciativa es predominantemente el uso de imágenes, recorremos a Verón (1983) y Pinto (1995), dos autores que han dedicado buena parte de su producción teórica a construir una teoría de la semantización de las imágenes mediáticas. Pero también recorremos la teoría del multiculturalismo, principalmente con Taylor (1993) que, a nuestro entender, se vincula de algún modo con el concepto de plurilingüismo de Bakhtin 1993); pa-

EL VERBO PRODUCE EL UNIVERSO VERBORRÁGICO Al producir una enunciación construimos, al mismo tiempo, un universo discursivo y una situación de comunicación. El universo discursivo es dado por las condiciones de producción comprendidas no sólo por el contexto «material e institucional del discurso» -escenario donde se presenta el ritual de la escena discursiva- sino también por las representaciones imaginarias que los interlocutores elaboran en sus respectivas posiciones de habla (Maingueneau, 1997). Y la situación de comunicación define los dispositivos de enunciación, o sea, a partir de los lugares que los interlocutores ocupan en el diálogo y de las expectativas que cada uno construyó respecto de sí y del


Es una escena común del cotidiano en las innumerables veces en que dos o más personas dialogan, o de un modo amplificado, en las situaciones de consumo de producciones mediáticas. Situaciones dialógicas que pueden ser de conflicto, de seducción y/o persuasión y de disputa. El proceso dialógico es un espacio de disputa de sentido, donde cada uno de los interlocutores, regido por los rituales del lenguaje social, construye sus estrategias intentando tener la última palabra, aquella que tiene valor de verdad. Autores diferentes, en diferentes momentos, han intentado mapear y nombrar los diferentes sujetos que participan en el acto enunciativo. Poco a poco se suman esfuerzos para una teoría de los sujetos del proceso de enunciación. Se señala que los sujetos discursivos son mapeados y nombrados en el plano de los discursos, como figuras imaginarias, nunca en la vida real. Así, el autor de un disco, no es el cantante o el compositor en su materiali-

dad real, sino el personaje discursivo que se presenta en el disco de determinado modo para nosotros, la imagen que tenemos de él en el discurso que interpretamos, adherimos, rechazamos o ignoramos. Benveniste (1988) se refiere a la imagen que el emisor tiene de sí en el discurso, como sujeto de la enunciación y llama sujeto del enunciado a las voces que participan del discurso sin que le sea atribuida ninguna acción de habla de modo explícito. A estas voces Ducrot (1987) en su teoría polifónica las llama coenunciadores. Pinto (1995b) se refiere a la imagen que el emisor tiene del receptor, como «sujeto hablado». Ya Verón (1993c) utiliza para el sujeto de la enunciación, el término enunciador y para el interlocutor, receptor idealizado, el término destinatario. Pensamos que destinatario remite a un lugar como punto final de la remisión; enunciatario, nos parece más apropiado como imagen idealizada de un interlocutor que, en sí, presupone la condición responsiva activa, aquel que participa de la producción discursiva como expectativa de respuesta.

EL CURSO DE LAS IMÁGENES EN EL TRANSCURRIR DE SUS VOCES EN LOS DISCURSOS Partimos del presupuesto de que a pesar de sus especificidades, de caracterizarse

como producto de una técnica moderna, la imagen fotográfica trae consigo el debate entre la magia (eídolon), el encanto milenario transcendente de toda imagen y la necesidad expresiva del ser humano, su concepción cognoscente (eikón), donde adquiere su potencialidad simbólica (symbolon), mejor dicho, sus posibilidades discursivas. Del latín, inicialmente imago, tiene como referencia el fantasma, el espectro con relación a la máscara mortuoria. Del griego adoptamos el sentido de eíkon, imagen que se caracteriza por guardar similitud con el objeto que sustituye o (re)presenta al mundo real. Esta dicotomía atraviesa la teoría de la imagen, contaminándola con diferencias conceptuales y perceptivas. En el sentido latino la imagen es del orden de la cultura y remite a alguna otra cosa que no es ella misma. Esencia que sólo se realiza por la mediación, a través de la representación, en oposición al término griego (ícone) que se realiza por la presentación, denotación, sentido inmanente. La imago es del orden del mirar (índice); el eikón es de la visión. La primera es modo, la segunda es intención. No obstante, estos dos ejes no son necesariamente opuestos. Las potencialidades discursivas de la imagen son, en general exploradas por artificios de producción de sentido utilizados tanto por la

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otro, donde establecen un contrato de habla, o, en el caso de los discursos de los medios, un contrato de lectura (Verón, 1983b). Para Charaudeau (2) (1995) hay un segundo nivel comunicacional, aquel que corresponde al espacio interno», donde cada uno de los sujetos hablantes adopta estrategias variadas» según sus objetivos comunicacionales.

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prensa como por las creaciones artísticas.3 Verón (1982d) clasifica cinco modalidades de negociación en la construcción de los discursos de las imágenes fotográficas utilizadas en los medios impresos. De estas, trabajaremos de preferencia con cuatro, relacionadas con lo que Pinto (1997c) considera el comienzo del “trabajo de mise-endiscours»: la foto instantánea (o testimonial), la foto posada y la foto de archivo (posada o no, y que bien puede servir de fondo semántico). La cuarta modalidad se aferra, a nuestro modo de ver, a la línea discursiva del vehículo, más que a caracterizar un tipo mediático de imagen. Instantánea testimonial: la foto extraída del acontecimiento o personaje por la acción providencial del fotógrafo (profesional o no). Propia de los discursos periodísticos, sólo es utilizada cuando el hecho exige que se presenten sus condiciones «reales» de ocurrencia. Cuando sus elementos de composición retratan lo real con el «impacto» del acontecimiento. Esta categoría, que tiene como principal valor mostrar la imagen como prueba de verdad y de que el hecho fue testimoniado por el fotógrafo que captó la instantánea, sólo nos interesa aquí como contrapunto a las imágenes gráficamente idealizadas de los discursos que analizamos. Fondo semántico: La imagen pierde todo su peso refe-

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rencial, evoca simplemente, de un modo o de otro, el campo semántico designado por el texto que la acompaña. Esta evocación es producida, por regla general, por una asociación que moviliza un elemento adherido al reservorio de los estereotipos visuales de la cultura. Según Pinto (1997d) es «la foto de archivo, que podría ser una antigua instantánea o de pose, pero que por una operación enunciativa de naturaleza retórica aparece sólo como fondo semántico genérico de ciertos textos». Texto e imagen reenvían uno al otro, en una relación de equivalencia o resonancia, por espectacularidad y por circularidad4, en un equilibrio semántico cerrado. Es una relación que parece orientada. Va del texto a la imagen porque es el texto el que define la pertinencia semántica del fondo. Metáfora visual: construcción parafrástica en que una situación está en el lugar de la otra, sea por imágenes fotográficas o representaciones gráficas, «por la intermediación de una retórica que debe ser siempre más simple y más explícita en la construcción de sus figuras, la espectacularidad texto imagen es en este caso total. Retórica visual de las características: Para cada «personalidad pública» los medios construyen un personaje, a partir de rasgos determinados con los cuales trabaja su imagen junto con sus lectores (no olvidemos que

estamos refiriéndonos a los medios impresos, aunque esta capacidad pueda ser detectada en otros géneros mediáticos.) Pero una vez que la imagen pierde su valor referencial, no se trata de ésta o aquella persona, en ésta o aquella circunstancia, se trata de un personaje que siempre está repitiendo las características de su imagen construida por éste o aquel periódico. Dos aspectos destacan en este sentido en los trabajos que analizamos: el modo como los discursos en los CD de Fafá de Belém construyen la imagen del ser brasileño: el uso de los colores de la bandera nacional, la multirracialidad y la sonrisa. Se ancla en la simbología nacionalista y contamina opinativamente esa imagen con la alegría, que es una retórica visual de las características construida por los medios para la imagen de la cantante; y el otro es el CD de Chico Buarque, que insinúa estigmas construidos culturalmente en la construcción categorial5 de las razas, en el conjunto de las imágenes: el blanco europeo y el japonés sonriendo, el negro triste, el árabe con un aire burlón. Son imágenes que, aun considerando que no tienen el enfoque periodístico, pueden ser analizadas a la luz de esta retórica visual de las características. Esa categoría no se aplica a la construcción discursiva del CD de Zé Ramalho. Este trabajo es una reflexión, por tanto una lectura posible. No pretendemos, centrándo-


UNA AMALGAMA DE CULTURAS HETEROGÉNEAS Y ANTAGÓNICAS Uno de los aspectos resaltantes de la sociedad globalizada es justamente la cuestión del multiculturalismo como expresión de la composición étnica históricamente hibridizada, especialmente en los países de América Latina, exorbitada con la globalización, porque con la formación de los mercados comunes y la ampliación de las áreas de actuación comercial con otros mercados, caen las resistencias entre fronteras de los países, creándose no sólo la necesidad de conocimiento y de hablar otras lenguas para poder disputar las oportunidades que surgen en el intercambio comercial, sino también crecen los movimientos migratorios y el turismo. Ampliándose de ese modo las posibilidades de intercambio de información y todo lo demás que de ahí deriva. Como dice García Canclini (1988): «una primera

comprobación es que los procesos globalizadores no sólo incrementan el comercio material entre más países, sino que aumentan el intercambio de imaginarios recíprocos y expanden el horizonte de referencia a muchas más naciones de las que antes cabían en nuestros repertorios simbólicos». Al lado y simultáneamente se exasperan las luchas internas en cada país, impulsadas por los diversos grupos minoritarios como reflejo de la necesidad de reconocimiento de sus identidades, como reivindicación de respeto y dignidad. Según Taylor (1993b) «puede argüirse que dicha necesidad es una de las fuerzas que impelen a los movimientos nacionalistas en política». Y también como reflejo de la lucha por la construcción de identidad, los individuos dentro de los propios grupos ejercen otros modos de presión. Como se puede percibir, las disputas y las presiones son también múltiples y en todas las direcciones. Como gestores de todos estos impasses están los gobiernos y las instituciones que, en general, representan más a las fuerzas políticas que se oponen a los intereses de los grupos que históricamente siempre estuvieron sometidos a lo que Taylor llama «falso reconocimiento». O sea, la formación discursiva que intenta naturalizar las diferencias utilizando un determinismo perverso, cuya óptica apela a la falsa homogeneización, disimula las dis-

putas internas, el preconcepto arraigado y se esfuerza por hacer creer que la situación de penuria de cada uno se debe a su herencia genética o social y que, por lo tanto, todos deben aceptar su condición sin reaccionar. Esta concepción explica la pobreza del negro, la miseria del indio, o la represión y la violencia hacia la mujer por su naturaleza misma. «El falso reconocimiento o la falta de reconocimiento puede causar daño, puede ser una forma de opresión que aprisiona a alguien en un modo de ser falso, deformado y reducido». En opinión de Taylor (1993c) los individuos que hoy en día tienen conciencia de su papel en la transformación de las relaciones de poder en sus sociedades traen consigo los ideales de Rousseau y Herder, que se referían a la necesidad de los individuos de buscar en sí la autenticidad y la originalidad. Aquel, en el sentido de reconocerse diferente de los otros y fiel a sí mismo; éste, como referencia a la capacidad que tiene cada uno de poder contribuir con sus ideales y su voz al crecimiento del grupo, de la sociedad, en una relación continua de intercambio. Para Hall (1997) «el sujeto, que siempre ha vivido consciente de tener una identidad unificada y estable, está tornándose fragmentado; compuesto no de una única sino de varias identidades, algunas veces contradictorias o no-resueltas». Es interesante verificar ese cambio

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nos en el acto enunciativo, mostrar todas sus reglas de producción o el descubrimiento totalizante de sus posibilidades. La producción, como la recepción, «son los procesos de descubrimiento permanente y nunca es posible en un descubrimiento descubrir todo lo que ha de ser descubierto, o descubrirlo de una forma que frustre la posibilidad de un descubrimiento enteramente diverso» (Bauman, 1998).

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en la constitución de las identidades porque ello revela cómo un mismo individuo en las sociedades actuales asume una identidad diferente, de acuerdo con la situación de comunicación, o su lugar de habla. También los grupos que antes se aglutinaban en torno de una «bandera de lucha» se perciben ahora heterogéneos, algunas veces incluso antagónicos entre sí. El dato de mayor importancia que surge de la disposición de lucha de los grupos es la percepción de que el reconocimiento sólo se da como consecuencia de la afirmación de las identidades individuales o de la identificación de los individuos en grupo, no es una dotación o una acción monológica y acabada; es, antes que nada, reflejo de luchas intensas y constantes en un proceso dialógico de negociación permanente. Hay una conexión que vincula identidad y reconocimiento y que se expresa en una comprensión que los individuos tienen de sí mismos y de la necesidad de construir su identidad en una interrelación dialógica. A ese respecto Taylor (1993b) recuerda a Bakhtin cuando dice: «siempre definimos nuestra identidad en diálogo con las cosas que nuestros otros significantes desean ver en nosotros, y a veces en lucha con ellas. Y aún después que hemos dejado atrás a algunos de estos otros -por ejemplo, nuestros padres- y desaparecen de nuestras vidas, la con-

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versación con ellos continuará en nuestro interior mientras nosotros vivamos. Nos gusta particularmente la idea de actualización del concepto de multiculturalismo a partir del plurilingüismo o dialogismo con que trabaja Bakhtin (1993b). Es de la intersección entre estas dos categorías que vinculamos los discursos que aquí analizamos como productos de un contexto, donde los artistas actualizan la tendencia potencializada en la cotidianeidad de las calles y develada en los debates científicos, atentos y conectados a su época, en sus trabajos de final de siglo/ milenio. Queremos entonces a partir de este momento traer a nuestro campo, que es el campo de los estudios del lenguaje, este abordaje culturalista, observando sus matices de semejanzas y diferencias en la lucha reñida que nos proponemos iniciar.

UNA AMALGAMA DE VOCES HETEROGÉNEAS E INMISCIBLES Entendemos que hay algo que vincula a Bakhtin con los autores que en este momento reflexionan sobre el culturalismo. Primero, la propia referencia hecha por Taylor (1993b) al dialogismo diciendo que si queremos comprender la íntima conexión que existe entre la identidad y el reconocimiento tendremos que tomar en cuenta un ras-

go decisivo de la condición humana que se ha vuelto casi invisible por la tendencia abrumadoramente monológica de la corriente principal de la filosofía moderna. Este rasgo decisivo de la vida humana es su carácter fundamentalmente dialógico. Después, porque como vimos anteriormente, el propio autor remite a Bakhtin. Si tratamos aquí de reconocimiento e identidad como materia de producción de sentido, tenemos que llevar adelante esta aproximación. Es en el campo de la literatura que Bakhtin (1993c) comienza a aplicar su concepto de plurilingüismo. Dice él que «el romance, tomado como conjunto, se caracteriza por ser un fenómeno plurilingüístico, plurilingüe y plurivocal. El investigador depara en él con ciertas unidades estilísticas heterogéneas que reposan a su vez en planos lingüísticos diferentes y que están sometidos a leyes estilísticas distintas.» Centrado en el campo del arte literario, el autor se va transportando al campo social, tejiendo puentes que se conectan de un punto a otro, evidenciando intencionalmente el contexto social con la producción de los discursos literarios. En uno de estos pasajes, después de mostrar que «el romance es una diversidad social de lenguajes organizados artísticamente, a la vez de lenguas y de voces in-


Vemos esto claramente en las marcas enunciativas de los discursos que estamos analizando en este trabajo: cada uno enfoca un aspecto de esa temática designada como multiculturalismo o plurilingüe, tocándose en algunos puntos y apartándose en otros. Refiriéndose a la cuestión del reconocimiento del otro como condición de poder exigir su propio reconocimiento; o, de otro modo, apuntando la miscigenación o la interculturalidad como formación híbrida de un senti-

miento nacional, o también para, de un lugar conquistado entre una elite discricionaria, enfrentarla con la exposición de su origen multirracial. Hay ahí un juego dialógico, producciones discursivas, que ponen en evidencia la escenificación de las confrontaciones sociales que se entablan entre los diversos grupos, no sólo entre los que luchan y negocian sus espacios como también entre/contra los que son objeto de esos movimientos reivindicatorios. No tienen por qué ser diferentes, pues «la orientación dialógica es naturalmente un fenómeno propio a todo el discurso. Se trata de la orientación natural de cualquier discurso vivo. En todos sus caminos hasta el objeto, en todas las direcciones, el discurso se encuentra con el discurso del otro y no puede dejar de participar, con él, de una interacción viva y tensa (Bakhtin, 1993d). Es en la producción discursiva de los diversos segmentos sociales que se construye el principal campo de disputa. Y el reconocimiento, como objeto de la conquista, sólo se actualiza en ese tejido multívoco y polémico como representación ritualizada de los deseos y concesiones de parte a parte. El multiculturalismo es esencialmente plurilingüístico: se genera en la diversidad y en la adversidad dialógica del tejido societario. Pensemos

que podemos decir, de otro modo, que el multiculturalismo es el concepto posmoderno6 de lo que Bakhtin denominó plurilingüismo, porque este concepto no se restringe a la lengua como se puede suponer. Él trasciende las expectativas limitadas a las interpretaciones lingüísticas para acoger los matices y las demás fuerzas vivas de la producción de sentido de la vida en sociedad, sobrepasando los diferentes niveles internos, entre los individuos y grupos, y externo, configurando las mallas del tejido social. Existen incluso lenguajes de días: en efecto, el día socioideológico y político de «ayer» y el día de hoy no tienen el mismo lenguaje común; cada día tiene su coyuntura socio-ideológica y semántica, su vocabulario, su sistema de acentos, su slogan, sus insultos y sus lisonjas (Bakhtin, 1993e). Como podemos percibir, el sentido se propaga como una onda, resbala y repercute en las prácticas del lenguaje, modificándose en la configuración de los días, de las horas, mimetizándose en los matices del contexto para confundirse en la elaboración más refinada de las matrices de los discursos eruditos, o para planear en las hablas comunes. Sea texto, sonido o imagen, el sentido contamina cada producto cultural, cada intención o gesto dirigido a expresar algo, a querer decir, sumergido en la displicencia

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dividuales» y que «toda estratificación interna de cada lengua en cada momento dado de su existencia histórica constituye premisa indispensable del género romanesco» concluye diciendo que «es gracias a este plurilingüismo social, y al crecimiento en su interior de un solo de voces diferentes, que el romance orquesta todos sus temas, todo su mundo objetal, semántico, figurativo y expresivo». Por eso es que no hay dificultad en trasponer los conceptos bakhtinianos a los análisis que se hacen sobre objetos de la realidad. Primero porque es del propio mundo real que él extrae su instrumental de análisis y después porque, como vimos, es a través del lenguaje que se actualizan los diversos enfrentamientos sociales, en cualquier época. Por último, porque todo tiene que ver con los discursos de actualidad, sean periodísticos o artísticos, que se constituyen en lugar de expresión de esos enfrentamientos.

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al mismo tiempo, sombras laterales de su rostro, suavizadas por efectos gráficos, dan la idea de que gira la cabeza hacia los lados o que se multiplica.

del hablante o atento y activo en la argumentación más sutil del otro. En todo la enunciación es un proceso de elección y exclusión, en fin, de oposición. Disputar el lugar de la verdad, la última palabra, por el ejercicio de poder y saber se puede dar tanto por una estrategia autoritaria que reprime y somete al otro como recurriendo a la persuasión por adhesión y disimulación. «A diferencia de la palabra autoritaria exterior, la palabra persuasiva interior en el proceso de su asimilación positiva se entrelaza estrechamente con ‘nuestra palabra’»7.

las tensiones que resaltan del multiculturalismo: la necesidad que tienen los diversos grupos étnicos y sociales organizados de reconocimiento político, como también las luchas por el reconocimiento identitario expresados por el deseo de respeto y dignidad a las diferencias raciales, religiosas y políticas que establecen los ciudadanos en los diversos países y en especial, en América Latina.

PALABRAS SOBRE LA IMAGEN: EL OBJETO

Nos llamó la atención que las tapas de los CDs reflejen de algún modo las diferencias de abordaje que sufren estas cuestiones que, según García Canclini (1995b) se encuentran hoy escindidas entre la teorización académica y los movimientos sociopolíticos.

Los lanzamientos fonograficos de los cantantes Zé Ramalho, Chico Buarque y Fafá de Belém, de fines de 1998 tienen una producción discursiva que remite a la cuestión que hoy se presenta en el campo teórico sobre

La imagen de la tapa del CD de Zé Ramalho es típicamente una metáfora visual, presenta un grafismo donde su rostro es enfocado frontalmente, sobre fondo oscuro, como para interpelarnos a nosotros con la mirada, pero

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El título, no obstante, ancla el sentido en la segunda posibilidad: es el sentido de multiplicidad que propone como construcción discursiva: «zé ramalho yo soy todos nosotros». El nombre del cantante está en la caja baja y vaciado en blanco. El título tiene un color que se asemeja al color de la piel expuesta en el rostro del artista. El grafismo es una especie de reverberación del rostro, con leve deformación producida por reflejos gráficos de filetes reticulados y segmentados que definen y confunden la intersección de las imágenes, superponiéndolas. En el CD de Chico Buarque, las imágenes del artista en su conjunto remiten al concepto de fondo semántico: se multiplican simulándolo en representaciones étnicas diferentes: el europeo, el africano, el japonés y el árabe. Ora son los ojos, ora la boca o la nariz o, también el conjunto es modificado por otros rasgos que anclan las identidades de Chico, garantizando su identificación en la representación alterada por computación gráfica. Son cuatro imágenes de pose, como fotos para documentos. Destacan las expresiones alegres del blanco europeo y del nipón. El negro africano es


El CD de Fafá de Belém tiene como título «corazón brasileño». Las imágenes de la tapa, evidentemente poses, son la propia expresión de la alegría: ocho rostros en planos cerrados, a veces en detalle con recorte acentuado (del close al big close), presentan la diversificación del pueblo brasileño: el negro, el blanco, el indio y, sin mayor énfasis, hombres, mujeres y niños. Todos sonriendo. La cantante se presenta en dos imágenes de modo diferente. El cuadrado en el centro del encuadre, con campo amarillo, trae el nombre de la cantante en verde, y el título del disco en azul -los colores

nacionales. La idea del corazón como centro reproduce gráficamente el sentido construido, aunque este sentido extrapole hacia la alegría y la variedad de la formación étnica del brasileño. El discurso de la tapa del disco de Zé Ramalho traspasa la cuestión de la alteridad y de la multiplicidad de los «yos» que constituye cada uno de nosotros. En las imágenes que componen el encarte

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visiblemente melancólico y el árabe asume un sentido de desafío, pero muy dudoso. El título vaciado en blanco viene en la base inferior central de la tapa: «las ciudades». El nombre del compositor en el centro, en la intersección de las imágenes, también vaciado en blanco y en caja baja.

este sentido está fuertemente marcado. A ejemplo de lo que ocurre también en el disco de Fafá de Belém, una variedad de fotos en estilo documental pretende representar el sentido que el título del disco propone: yo soy todos nosotros. El rasgo más fuerte de esa propuesta es la imagen donde el cantante se observa en un espejo, en medio de las varias etnias y formaciones populares que sintetiza discursivamente: blancos, negros, amarillos, mujeres, indios, viejos y niños. Pero cada uno es el otro, un no-Ze Ramalho, o su alteridad. Otra es la estrategia discursiva del CD de Chico Buarque, aquí lo que ancla el sentido es el título, amparado en la construcción imagética. Este sentido se reproduce en la propia grafía del nombre del cantante donde sólo Zé Ramalho está vaciado en blanco. El blanco, en la teoría de Newton es la unión de todos los colores, su síntesis.

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En la estrategia enunciativa del CD de Chico Buarque es la imagen la que nos habla de sus múltiples identidades, de su multiculturalidad. El título «las ciudades» produce discursivamente, por las imágenes y por la representación poética, el aspecto heterogéneo de las poblaciones citadinas -ciudad como espacio polifónico, multicultural, «no sólo como objeto de conocimiento, sino también como escenario donde se imagina y se narra»8 la sociabilidad de modo heterogéneo- y/o a condición misma de ser el cantante un sujeto reconocidamente urbano. Está explícita en las imágenes esta enunciación multicultural. El discurso tiene la marca evidente de la topología de las ciudades como espacio de las diferencias, y, al mismo tiempo, el lugar de lucha de grupos sociales minoritarios por el reconocimiento y el respeto a que se refiere Taylor (1993f), según el cual «la democracia desembocó en una política de reconocimiento igualitario, que adoptó varias formas con el paso de los años, y que ahora retorna en la forma de exigencia de igualdad de status para las culturas y los sexos». El cantante refleja la multiculturalidad urbana y se representa como metáfora de las ciudades. Parece poner en escena las voces de algo que aparece por primera vez: la hibridización social. Tiene el aspecto del esfuerzo heroico del artista posmoderno de dar voz a lo inefable, representando lo invisible a partir

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del rechazo de aceptar o reafirmar los cánones socialmente legitimados de los significados y sus expresiones, como una invitación de adhesión al incesante proceso de semantización de lo real, que es también un proceso de producción de sentido (Bauman, 1998b) La construcción discursiva de la imagen de la tapa del CD de Fafá de Belém presenta el multiculturalismo bajo otro enfoque: no más el espacio urbano, sino el país. Habla de la miscigenación brasileña y no se ve, por lo menos directamente, como intersección de las diversas etnias que pueblan el país. Resalta la alegría del pueblo y utiliza los colores desde el punto de vista de la simbología nacionalista: los colores que constituyen los símbolos nacionales. El punto que toca tangencialmente los discursos es evidentemente diferente -la pluralidad de la formación social brasileña, el multiculturalismo nacional como una máscara, una retórica visual de las características. Pero es evidente también que todos los discursos levantan algunas de las cuestiones del reconocimiento, unos con más énfasis que otros. Se debe reconocer en la representación del CD de la cantante que Brasil es una fiesta de mixturas, de tipos humanos. El «corazón brasileño» es lugar de la emoción. Los discursos de las tapas de los CDs no tienen en primer plano la preocupación infor-

mativa como los discursos periodísticos. Las imágenes suavizan su referencialidad y se liberan de la responsabilidad factual para adquirir un enfoque más experimental. No nos referimos a la cuestión estética, ligada a lo sensible, sino a la producción de sentido. Sobre las palabras que acechan al voyeur inadvertido bajo el signo de la imagen una o múltiple. El sentido es inevitable. El sentido que buscamos en este trabajo, el sentido posible. Leímos de nuestro observador sometidos a las voces que nos componen, según el lugar de habla que ocupamos en medio del burbujeo social de nuestro tiempo. También cobramos nuestro reconocimiento: este trabajo es una de las credenciales que presentamos. Habla más de nuestras identidades hoy que el número de RG o la foto de alguien que fuimos en lugares y tiempos diferentes. Sobre las imágenes que constituyen los discursos analizados percibimos que, principalmente las que están en el CD de Chico Buarque, producen el sentido en conjunto. Al retirarse una u otra, se altera el sentido, como en una frase si se retirase una u otra palabra. No el orden sino la disposición del conjunto. Son imágenes construidas una a una como fondo semántico: el Chico negro representa una raza, no un negro determinado en un mundo real. El Chico blanco representa una raza, no al propio Chico Buarque u otro blanco cual-


No percibimos referencia directa al Brasil, como por ejemplo ocurre en los discursos del CD de Fafá de Belém . Como tampoco percibimos esta referencia en los discursos del CD de Zé Ramalho. Claro que hay una referencia directa que pasa por el origen de cada uno, pero esto no está construido en la heterogeneidad mostrada9 en los discursos de los trabajos de Chico Buarque y Zé Ramalho. Es importante destacar que cada una de las tapas de los CDs representa discursos del artista. Aunque se sepa que son o pueden ser concebidos por otras personas, profesionales que interpretan gráficamente las discursividades del cantante o la cantante, sobre su trabajo. Son, por eso también, plurilingüísticos, polifónicos. Cada autor que suscribe las tapas de su CD es una especie de sujeto semiótico en los moldes que Landowski (1992) categoriza al tratar de la pluralidad de sujetos que entran en la producción de un producto gráfico.

CONCLUSIÓN A ejemplo de lo que ya ocurre con otras matrices teóricas como la antropología, la sociología y la etnografía, la corriente culturalista puede y debe ser un campo en oferta, donde la Semiología de los Discursos Sociales se atreva a buscar elementos para sus investigaciones. Está clara en los productos mediáticos aquí analizados la interdiscursividad que sobrepasa esos campos. Los dispositivos de enunciación sirven perfectamente para dar cuenta de cómo las más actuales teorías sociales elaboran sus discursos y cómo esos discursos son asimilados por los medios y por el arte a través de sus procesos de producción, circulación y consumo de la oferta que alimenta el mercado simbólico. Los enunciadores, como en toda producción discursiva, construyen la imagen de sus enunciatarios, aunque podemos observar a primera vista el enfoque estético que es propio de los discursos artísticos. Pero no se debe perder de vista la condición de discursos también de la industria cultural, que son, por lo tanto, productos mediáticos. Diríamos que los discursos de un modo general transitan en el universo discursivo del multiculturalismo, luego en el del plurilingüismo y de las polifonías. Mas de modo particular cada uno contrata enunciatarios diferentes; sea sugiriéndose como síntesis de la miscigenación, en el

dialogismo interno de las alteridades (yo soy todos nosotros); y/o encarándose como metáfora de la polifonía de las ciudades, inclusive componiendo un conjunto de imágenes para producir este sentido (las ciudades). De hecho, las ciudades son la expresión más agresiva del multiculturalismo, de las luchas viscerales que derivan de esta condición y de los demás conflictos y contradicciones posmodernos; sea ofertando el sentimiento nativista de la brasilidad bajo la imagen mediatizada de la alegría a pesar de todo (corazón brasileño). Como dijimos anteriormente, la imagen del enunciador es construida desde el punto de vista de un sujeto semiótico, un sujeto, como bien lo evidencian las propuestas de Zé Ramalho y Chico Buarque, plurilingüe, polifónico. Ese “yo soy todos nosotros” también podría ser utilizado para hacer referencia al plurilingüismo gráfico, fotográfico, musical, que permea las discursividades de sus trabajos. Son sujetos colectivos donde se enfatizan las voces constitutivas de la memoria cultural de sus consumidores y ciudadanos (para utilizar una expresión de García Canclini) y que cada uno de los artistas ha construido a lo largo de su carrera.

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quiera, conocido. Y así, el japonés, el árabe. Pero el conjunto representa a Chico Buarque de Holanda, del modo como él se describe para nosotros en este trabajo. El conjunto también representa una anotación: el multiculturalismo, la miscigenación, la amalgama de culturas heterogéneas y antagónicas, simboliza el plurilingüismo con que se representa a las ciudades.

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discours”, In: Revue de linguistique.

David. A condição pós-moderna. São

Paris, DFLAV (26):91-151, 1982.

Paulo: Loyola, 1992.

NOTAS

1. Para conocer más detalles

BAKHTIN, M. Problemas da poética de

sobre este asunto ver PINTO,

7. Pensemos que se puee hablar de

Dostoievski. 1ª ed. Rio de Janeiro:

Milton José. «Semiología e

discursos persuasivos interiores, en

Forense, 1981, Pp. 275.

imagem» In: A encenação dos

este sentido en que Bakhtin habla de

sentidos - Mídia, cultura e po-

la palabra: aquella que por una estra-

———— (Volochinov). Marxismo e

lítica , Rio de Janeiro: Diadorim/

tegia enunciativa propia tiende a con-

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R. Reguillo

Rossana Reguillo

Textos fronterizos. La cr贸nica, una escritura a la intemperie

Profesora-investigadora del Departamento de Estudios Socioculturales, del ITESO, Guadalajara, M茅xico. E-mail:rossana@iteso.mx

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di谩logos de la

comunicaci贸n

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Rossana Reguillo

Textos fronterizos

“Si la escritura es verdaderamente neutra... entonces la literatura está vencida” Roland Barthes

“La literatura está hecha para que la protesta humana sobreviva al naufragio de los destinos individuales” Jean Paul Sartre

Si en Latinoamérica el melodrama como forma expandida de relato ha servido para contar el mundo, para ponerlo en forma, para darle un sentido, es quizás porque los saberes populares, en general más rápidos para detectar las contradicciones de la modernidad, construyeron en el melodrama latinoamericano una solución de continuidad entre la realidad y la ficción, una manera de anclar en el relato una memoria y una matriz cultural que no se dejaba contar de otra manera. La narrativa melodramática, cristalizada en diferentes géneros y soportes, por ejemplo el cine, la radionovela, el bolero, se convirtió en el reflejo de una época y de una sensibilidad, al tiempo en que los latinoamericanos fueron inventados por el mismo melodrama. Esta forma de relato logró abolir la frontera entre lo real y lo representado. El melodrama se convirtió en escritura de lo real, en visión del mundo y en el abrevadero de las grandes verdades para amplios sectores de la población que interpretaron y fueron interpretados en la narrativa melodramática que más que un género se convirtió en matriz cultural. Se trata, pienso, de un lenguaje epocal para América Latina, narrativa que sirvió para contar, de otra manera, los grandes procesos migratorios del campo a las ciudades,

diálogos de la

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NARRATIVAS EN CRISIS

comunicación

la urbanización de los modos de vida, el desarraigo y la nostalgia, las transformaciones en el amor y en la familia (que tan bien contó, por ejemplo, el cine mexicano) y las diferentes maneras en que las sociedades latinoamericanas hicieron frente al despegue de una modernidad que no fue capaz de incorporar la diferencia, la cultura profunda, que encontró en el melodrama la posibilidad de expresión que la modernidad oficial le negaba. Por ello el melodrama sobrevive aún de maneras complejas y contradictorias. Sin embargo, al gestarse las transformaciones en las formas de sensibilidad, en buena medida operadas por los crecientes procesos de globalización, se ha producido una revolución silenciosa en los modos de contar el mundo. En el ciclo de urgencias en que parece haberse convertido la escena social de fin de siglo hay una constante: la crisis en las formas del relato. No se trata solamente de una crisis “formal” en el sentido de implosión de los cánones que operaron las demarcaciones entre las distintas formas de relato y funcionaron como brújulas orientadoras para navegar al interior de estas formas, mismas que la modernidad se empeñó en separar y clasificar. Se trata, sobre todo, de la irreductibilidad de la ambigua y compleja vida social a unas formas particulares de relato.


Cómo narrar, por ejemplo, la muerte que se disfraza de retórica oficial para justificar la muerte de tantos y tantos jóvenes en el continente que, aguas al sur del Río Bravo, constituyen ya el ejército inerme de “los inviables” que mueren bocabajo, en un terreno abandonado, con los testículos desechos y la lengua arrancada por otros jóvenes vestidos de uniforme. Cómo contar la historia de los sueños empacados en bolsitas de plástico que estallan las vísceras de “las mulas” o “traquetos” que convierten su cuerpo en depósitos de cocaína porque hay pocas opciones y cómo entonces, resistirse a los dólares blancos. Cómo mantener las fronteras del relato, para contar el frío, el miedo, la temblorina de un “ilegal” pegado a la “línea” y rezándole a la “Sanjuanita” para que la “migra” no lo descubra. La crónica, en femenino, relación ordenada de los hechos; y en masculino, lo crónico, como enfermedad larga y habitual, se instaura hoy como forma de relato, para contar aquello que no se deja encerrar en los marcos asépticos de un género. ¿Será más bien que el acontecimiento instaura sus propias reglas, sus propias formas de dejarse contar? La crónica, de alma antigua, irrumpe en el concierto armónico de los relatos goberna-

bles y asimilables a unos límites precisos. Su ritmo sincopado transgrede la métrica de una linealidad desimplicada: la crónica está ahí, rasgando el velo de lo real lejano: “Algunas veces pienso que a Luis lo dejaron loco de torturas y que puede andar como un mendigo callejero. Cuando voy por el centro miro los rostros buscando un rasgo que me dé su imagen. También he visitado los centros donde albergan personas con problemas mentales”.1 “Diez segundos de silencio. Los vengadores intercambian una mirada de hielo. -Vamos por partes, caballerole dice el agente a Teófilo, ya con otro tono- ¿Ésta es la casa número 20 de la Vuelta del Mocho? No señor. Ésta es la casa número 20 pero del callejón Ricaurte. La Vuelta del Mocho queda como a ocho cuadras, hacia arriba. Ah, carajo. Entonces, sólo entonces, permiten que la familia salga del cuarto. Justo para ver cómo desde la azotea arrojan un bulto hacia la calle. No ha clareado del todo, pero es fácil adivinar que esa cosa que han arrojado desde arriba es el cuerpo de José Gregorio”.2 Y en tanto la crónica está ahí, en el cuarto, en la calle abandonada, en la voz que narra el desconsuelo, es incómoda, como incómodo testigo de aquello que no debiera verse, por doloroso o por ridículo, que a veces es lo mismo. Pero

la crónica ve, observa, se sorprende a sí misma en el acto de ver, de comprender: Mientras la noche descendía rápidamente por las laderas de Pétare en Caracas, Ronald dijo: “la policía de ahí, esa que ves, son los fontaneros, los que sacan la mierda de las cloacas”. Con un intento de suicidio a cuestas, Ronald es un “chamo” de 16 años, que asumía con pasmosa tranquilidad que los jóvenes de los barrios (como se denomina en Venezuela a los cinturones de miseria) representaban el deshecho de la sociedad. Otro muchacho, que miraba a todas partes con ojos preocupados mientras subíamos por el cañaveral, comentó, quizás para romper el silencio de una expedición que quitaba el aliento por lo empinado y la violencia latente, “mi cédula tiene huequitos”. Me tomó un rato comprender el significado de la afirmación: en Caracas, cada vez que la policía detiene a los jóvenes (pobres) por cualquier motivo, hace una perforación en la cédula de identidad que deben portar a toda hora. Así, poco a poco, la identidad se les llena de hoyos y el futuro es una coladera por la que se escapan los sueños.3 La crónica aspira a entender el movimiento, el flujo permanente como característica epocal: personas, bienes y discursos, que no sólo reconfiguran el horizonte espacial de nuestras sociedades, sino señalan, ante todo, la migración constante del sentido.

R. Reguillo

EL OTRO LADO DE LA NARRACIÓN

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Textos fronterizos

Sentido en fuga que escapa de los lugares tradicionales, que fisura las narrativas “legítimas” que incrementa la disputa por las representaciones orientadoras. Multiplicidad que no se traduce necesariamente en pluralidad (coexistencia de lo diverso en la igualdad). Un nuevo orden se prefigura y en el conflicto por su constitución se hacen visibles las narrativas que intentan comprender ese sentido itinerante, fugitivo: “Una supuesta identidad borracha que trata de sujetarse del soporte frágil de los símbolos, que a estas alturas del siglo se importan desde Japón, como adornos de un cumpleaños patrio que sólo brillan fugazmente los días permitidos. Y una vez pasada la euforia, el mismo sol de septiembre empalidece su fulgor, retornando al habitante al tránsito de suelas desclavadas, que un poco más tristes, hacen el camino de regreso a su rutina laboral”.4 Si como dice Michel Serres “ver supone un observador inmóvil y visitar exige que percibamos mientras nos movemos”, el practicante de la crónica acepta el destino nomádico, renuncia a la certeza del lugar propio, en su itinerario encuentra los campos de exclusión y dominio. Desplazarse es romper el monopolio de los regímenes de autoridad discursiva, de sus valores, de sus símbolos. “El mundo se oscurece a su alrededor, las voces y los rui-

diálogos de la

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comunicación

dos suenan lejanos, absurdos. Su cuerpo es un puro dolor. Bañado en su propio vómito está desmadejado sobre el charco que forma la sangre, la suya... Mientras unas botas se clavan en su espalda ‘para verificar su estado’, el Güero reconstruye fragmentos de su vida. ...Como un monje zen, el Güero aprendió el difícil pero necesario arte de separar la mente del cuerpo, de aislar el dolor... Casi hasta lograba comerse el caldo asqueroso, simulacro de comida, con cierta dosis de alegría. Entre la raza el Güero era respetado: una punta en el abdomen de otro recluso, una golpiza a mano limpia en situación desventajosa. ... Nomás lamentó estar bocabajo, ¡qué jodido! pensó el Güero, no morirse de frente, con los ojos abiertos... Afuera la Carmen esperaba, con el corazón encogido, una razón. Les decían que todo estaba bajo control. Mientras, en la radio los funcionarios del nuevo gobierno declaraban, a la antigua usanza, que se trataba de una riña... Siete reclusos habían cometido la ingratitud de morirse”.5 La crónica se re-coloca hoy frente al logos pretendido de la modernidad como discurso comprensivo, al oponérsele a éste, otra racionalidad, en tanto ella puede hacerse cargo de la inestabilidad de las disciplinas, de los géneros, de las fronteras que delimitan el discurso. La crónica, en su “estar allí” es capaz de recuperar el habla de los mu-

chos diversos, de jugar con las ganas de experiencia, con la necesidad de un mundo trascendente que esté por encima de lo experimentado y que sea, paradójicamente, experimentable a través del relato. La crónica no debilita “lo real”, lo fortalece, ya que su “apertura” posibilita la yuxtaposición de versiones y de anécdotas que acercan a territorio propio, es decir, (re)localizan el relato. Relocalizar el relato significa participar de algún modo de lo narrado. Participar pone en crisis la noción de autoría. La crónica es un texto sin autor o aspira a convertirse en un texto sin autor, en una casa que se construye a medida que se le habita, abierta a otras definiciones; entre más cerca está de lo narrado, más lejos queda de la clausura de sentido. El acontecimiento, el personaje, la historia narrada, pierden su dimensión singular y se transforman en memoria colectiva, en testimonio de lo compartible, de lo que une en la miseria, en el dolor, en la fiesta, en el gozo. Retrato invertido de las características que se ven con los ojos entrecerrados. La crónica reconstruye los dialectos sociales y al obturar la contención entre lo objetivo y lo subjetivo se disemina como forma de relato. Sus territorios no son solamente los del periodismo o los de la literatura, avanza en legitimidad también en el discurso producido desde las


Poco a poco en la escena del “nuevo periodismo” y también en el ámbito de las ciencias sociales en el campo de los estudios culturales gana espacio y visibilidad esta forma discursiva que, al tiempo que busca el análisis de la realidad social, quiere convertirse en eficaz y estético dispositivo de reflexividad. Lo “narrativo” antes condenado a la extratextualidad (a la página izquierda, como decía Wittgenstein) hoy irrumpe en el cuerpo principal del texto periodístico e incluso del texto académico, acostumbrados a observar sin ser vistos y a controlar sin aparentar control. FRACTURAS El debilitamiento de las instituciones que la modernidad levantó también ha significado la erosión de los lugares “legítimos” de enunciación. La voz, crecientemente audible de los excluidos, de los marginales, de los que tradicionalmente habían sido considerados sólo informantes para el discurso cientificista y objetivo, reclama hoy un estatuto distinto en la narración. En su historia social del silencio, el historiador de la cultu-

ra Peter Burke (1996) estudia la manera en que se configuraron en las sociedades ciertas formas de silencio impuestas a grupos sociales. Los “grupos mudos”, como él los denomina, entre ellos las mujeres, los indígenas, los negros y todos aquellos otros periféricos y marginales, según cada periodo histórico social, deben estructurar su discurso ateniéndose a los modelos y vocabulario del grupo dominante. Los “silenciosos” terminan siempre por ser representados por una voz autorizada y legítima.

de los hechos sino que busca la narración de historias con la descripción que sólo adquiere densidad desde el interior desde cual es narrada.

La crónica, sin resolver la cuestión del acceso a un lugar legítimo de enunciación, fisura el monopolio de la voz única para romper el silencio de personas, situaciones, espacios, normalmente condenados a la oscuridad del silencio. Esto no significa que la crónica aspire a ser “medium” de los excluidos de la palabra, es decir, no se trata de “traer” lo periférico a un lenguaje normalizado, sino, en todo caso, de volver visible lo que suele quedar oculto en la narración. Al “recuperar” la voz y la mirada de los personajes “liminales”, el ciudadano, la mujer, la madre de la víctima (a veces la propia víctima), la esposa del victimario (con frecuencia el propio victimario), el transeúnte distraído, el verdugo que no se percata de serlo, dejan de ser exigencia externa para colocarse en primera persona. Así la crónica periodística por ejemplo, no se contenta con la enumeración

Pero quizás, más que su “enfrentamiento” a un discurso lineal y dominante, lo verdaderamente irruptivo de la crónica está en su operar otras formas de escucha. Al colocarse frente a un discurso vertical, el de un periodismo de fuentes “autorizadas”, la crónica que relata desde otra geografía los mismos acontecimientos, genera la posibilidad de otra lectura y por consiguiente, inaugura nuevos puntos de vista; nuevos, en tanto ciertas perspectivas, como ya se dijo, han sido invisibilizadas en la escena pública.

Si el melodrama le abrió paso a unas formas culturales y puso en escena unos modos particulares de interpretar el mundo al codificar valores, aspiraciones, creencias y sentimientos, la crónica ha traído una forma de registro en la que ha podido contarse una historia paralela que pone en crisis al discurso “legítimo”.

La crudeza de la crónica, que a veces parece regodearse en los detalles sórdidos, en el grito desgarrador que se escapa de un pecho enardecido o, en el cursi, por inexplicable, gesto ante la muerte, quizá radica en su búsqueda inalcanzable por negar la precariedad de la vida. Narrar la muerte para afirmar la vida,

R. Reguillo

ciencias sociales. Hay una arquitectura del discurso comprensivo que rompe la barrera ortopédica de la desimplicación. La crónica es un texto que se implica en lo que narra, en lo que explica.

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Textos fronterizos

contar el sometimiento de los cuerpos ante la macana implacable, para afirmar la dignidad, decir la necia voluntad de sobrevivir en medio del caos y del derrumbe, para afirmar la risa. Tal vez, como dice Derrida (1998) a propósito de la muerte de Barthes “como si se pudiere hablar del otro aún vivo en un esfuerzo inútil por convertir la propia palabra, meramente confesional, en algo más que una reminiscencia mutilada, en “testimonio”, la crónica se levanta para ofrecer el testimonio del desasosiego latinoamericano. TERRITORIOS Y METÁFORAS Si el melodrama se instaura como forma de relato en el momento de crisis del proceso modernizador, la crónica lo hace en el momento en que se incrementan las señales del fracaso de ese proceso modernizador. Un malestar difuso se expande por territorios diversos, en ellos aparece la crónica como un texto fronterizo que cabalga entre el periodismo, el análisis social y la literatura. Género-síntesis para contar un mundo en el que se transforman aceleradamente las nociones de frontera y de límite. Si el aceleramiento espaciotemporal es una de las constantes de la época, no resulta extraño que sea la crónica la que adquiera un estatuto privilegiado en las formas de re-

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comunicación

lato, en tanto ésta es deudora de la vieja crónica de viajes. Los viajeros representan en sus crónicas las imágenes de un mundo nuevo en expansión, sus relatos proporcionaron mapas de tierras lejanas y exóticas y en su divulgación contribuyeron a construir el imaginario del otro. El viaje, dice Albert Chillón (1999) “se convirtió en una fuente primordial de conocimiento para el entonces pujante cientificismo”. Hoy, cuando lo otro, lo diferente no está más en una isla lejana, sino en el centro mismo de la cultura “propia”, la “crónica de viajes” alude metafóricamente a un movimiento interno, a un desplazamiento por entre los intersticios que separan y unen a los diferentes en una cultura globalizada. El viajero se mueve en mundos que pueden estar en un mismo plano espacial pero cuya temporalidad diferenciada los vuelve extraños entre sí. La crónica urbana, por ejemplo, narra las múltiples ciudades que existen en una ciudad, conversa con los personajes que van al encuentro de la cotidianidad desde temporalidades y creencias distintas. La crónica urbana se filtra en la página periodística para contar la diferencia, para abrir otras posibilidades de comunicación entre dialectos y rituales que configuran el tejido múltiple de lo social. La historia cotidiana se cuenta en los muros de la ciudad, en los grafittis que narran des-

de sus propios códigos la crónica del acontecimiento. Cronistas sin papel los grafiteros consignan en las paredes la desazón, la incertidumbre, la pregunta terrible por el sentido de la historia. En los muros queda tatuada la crónica efímera del desencuentro, el relato caótico de un mundo al que ya no le alcanza el melodrama para contar el tamaño de la exclusión y la desigualdad. En otros territorios, el rock hace la crónica de un presente sin futuro. Tanto el rapero del barrio como ese híbrido transfronterizo que es Manu Chao que se declara “periodista musical” (Curiel, 1999), narran esas “pequeñas historias” de todo aquello que los relatos consagrados no consideran digno de contar, por ejemplo cuando un pequeño de trece años rapea en Caracas; Te lo juro pana Que la leche está más cara Que la marihuana Que la cocaína, que la medicina, Que la Coca Cola, que la Pepsi Cola...6 Hay realidades que no se dejan contar más que a través de ese lenguaje cotidiano en el que se ha convertido la crónica, al oponerle al discurso oficial unos relatos polifónicos. A decir de Pratt (1997), “la voz y la autoridad del sujeto metropolitano se atenúan pero no hasta el punto de la disolución, sino hasta el de la desilusión”. El dis-


El debilitamiento de la separación tajante entre periodismo y literatura, entre realidad y ficción, entre cultura oral y cultura escrita, entre sujeto autorizado y sujeto representado, implicarán en el futuro un desafío importante para el “nuevo” periodismo, un discurso transversal a todas las demás formas de discurso, en tanto se constituye en el “centro” del espacio público. De su capacidad para hacerse cargo de las transformaciones en las formas del relato, en las sensibilidades, en las formas de comunicar de los otros, dependerá en buena medida que lo proscrito, lo estigmatizado, lo invisibilizado, lo otro, emerja con fuerza para abrir la posibilidad de re-pensar un proyecto modernizador que afirmó sus dominios mediante la condena al silencio de amplios sectores de la sociedad.

Si como creo, toda crisis es simultáneamente oportunidad, la crónica debería ser vista más que como un género circunscrito, definido, delimitable, como un lenguaje de encuentro, como un lugar desde el que la comunicación, vehículo primero de la socialidad, pueda tender un puente entre mundos diversos.

cueca” (o “arréglate Juana Rosa), en La esquina es mi corazón. Crónica urbana. Cuarto Propio, Santiago, 1997. 5. Rossana Reguillo, “Se trata de una niña”, en Ciudadano N. Crónicas de la diversidad. ITESO, Guadalajara, 1999.

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La crónica no es un género inocente, una escritura “neutra” en tanto aspira a representar lo no representado y lo no representable en el concierto de los múltiples relatos para contar el mundo.

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DESAFÍOS

Mientras que los discursos tradicionales buscan reducir la complejidad del mundo sometiendo los lenguajes irruptivos a una tipificación normalizada, la crónica busca abrirse a esa complejidad, de ahí que pese a su creciente importancia genere recelos y sospechas en unas rutinas periodísticas, académicas, literarias, cuya tarea ha sido, en lo general, la de domesticar lo “desconocido” sometiéndolo a unos marcos cercanos y conocidos.

NOTAS

curso monolítico y omnicomprensivo de la modernidad no es más eficaz para mantener codificadas y en situación de legitimidad excluyente las representaciones, aspiraciones y prácticas sociales. Las crónicas que transitan por diversos territorios han puesto en apuros a las visiones dominantes.

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diálogos de la

comunicación


R. Winocur

Rosalía Winocur

La participación en la radio, una posibilidad negociada de ampliación del espacio público

Profesora investigadora de la Carrera de Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana-México E-mail:winocur@servidor.unam.mx

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Rosalía Winocur

La participación en la radio

En el contexto mediático de las sociedades contemporáneas la idea de que la comercialización de los medios masivos de comunicación provocó una refeudalización de la esfera pública monopolizando el campo de la publicidad política (Habermas, 1994) puede ser cuestionada a la luz de las contradicciones que presenta la comunicación moderna. Habermas asoció mercantilización con ‘estandarización’ y ‘recepción uniforme’, sin embargo una mirada más minuciosa de las instituciones mediáticas (Martín Barbero, 1993; Morley, 1997; Silverstone, 1997; Ang, 1997; García Canclini, 1995; Dayan, 1997; Liebes y Katz, 1997; Lull, 1997) muestra que las audien-

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cias pueden participar en la producción de los mensajes de comunicación, cambiando sus significados, utilizándolos para fines no previstos, dirigiendo cartas a los periódicos, llamando a la radio, cambiando de canal o simplemente apagando el televisor. Asi mismo, las campañas de algunos grupos pueden afectar profundamente la credibilidad de los medios, y por último, tecnologías de vanguardia como Internet, permiten la creación de nuevos medios con mayor capacidad de decisión y apropiación del flujo de información por parte de sus usuarios, En síntesis, la relación del público con los medios no se establece a partir de una monopolización maniquea de los mensajes, sino en una relación de desigualdad entre condiciones de producción y recepción que no inhabilita al público para ser crítico frente a los mensajes: “tal desbalance no imposibilita al receptor para reaccionar autónomamente ante los mensajes, capacidad que varía de un momento histórico a otro y de un tipo de medio a otro” (Avritzer, 1999:86). Frente a esta situación cabe preguntarse si el ideal habermasiano de esfera pública sigue vigente o no; si la participación puede ser real, imaginaria o virtual; en definitiva, si en los escenarios mediáticos puede hablarse de un “nuevo tipo de publicidad o de un viejo modelo de esfera seudopolítica” (Silverstone, 1996: 120).

El problema no es tanto cuestionar el papel y la legitimidad de los medios en la generación de nuevos espacios públicos, sino preguntarse hasta qué punto las transformaciones que introdujeron en la esfera pública empobrecen la vida pública, o por el contrario, ofrecen nuevos desafíos para pensar la relación entre lo público y lo privado, y también las posibilidades de intervención de los ciudadanos en la definición y discusión de los temas de interés colectivo en la agenda mediática. Hablar de esfera pública en las nuevas condiciones mediáticas no define un espacio único, intrínsecamente democrático, homogéneo y separado del estado o de la vida privada, vinculado a un territorio determinado y cercado por las fronteras nacionales, sino un lugar de intercambio de experiencias de variada índole, no obstante significativas en términos de la comunicación y socialización de los asuntos que competen a cada individuo. De este modo, el interés por los asuntos colectivos puede coexistir con las necesidades fragmentadas de diversos sectores: “Hoy en día se ha vuelto obsoleto el ideal de una esfera pública unificada… en lugar de ello, figurativamente hablando, la vida pública experimenta una ‘refeudalización’, no en el sentido en que Habermas utilizó este término, sino en el de la conforma-


En este sentido se puede considerar a la radio esfera pública en las nuevas condiciones de globalización y desterritorialización de la cultura y la información, si la concebimos en la fragmentación de múltiples espacios de concepción diversa y heterogénea, donde se cruzan los discursos del poder con los de la vida privada, y donde muchas veces es difícil precisar los límites o definir los rasgos de cada uno porque son de naturaleza cambiante, y, mirados desde ciertos ángulos, pueden considerarse públicos y desde otros privados (Winocur, 1999). La clasificación de Keane acerca de las esferas públicas nos parece especialmente útil para pensar el problema de la participación en la radio: “Una esfera pública es un tipo particular de relación espacial entre dos o más personas, por lo general vinculadas por algún medio de comunicación (televisión, radio, satélite, fax, teléfono, etc.) y entre las cuales se suscitan disputas no violentas, durante un periodo de tiempo breve o más prolongado en torno a

las relaciones de poder que operan dentro de su determinado medio de interacción y/ o dentro de los más amplios ámbitos de las estructuras sociales y políticas en los que se encuentran los adversarios” (Keane, 1997: 58). En la perspectiva expuesta podemos considerar que todas las formas de encuentro entre los miembros de diversos grupos y la radio que se realizan con cierta regularidad, como llamar para participar, hacer pública una demanda, denunciar un atropello a sus derechos, requerir asistencia o información, integrar una red de radioescuchas, formar un grupo de autoayuda, o pertenecer a una audiencia cautiva, pueden constituir eventualmente una esfera pública (Winocur, 1999).

¿PROTAGONISMO CIUDADANO O ACTUACIÓN MEDIÁTICA? La participación del público en los medios tiene sus orígenes prácticamente desde la aparición del periódico, pero cobra importancia real en la radio cuando se populariza el uso del teléfono en la década de los sesenta1. Actualmente la participación como estrategia de inclusión de las demandas ciudadanas en el espacio público ha provocado una transformación importante en el papel que jugaban los medios. Estos ya no se limitan a ser simples mediadores sino que intervienen jun-

to con los psicólogos, los jueces y los policías en el campo de la acción institucional (Mehl, 1997: 91). En el caso de la radio no existe género en la programación que no la haya incorporado. A diferencia de los periódicos, que se restringe a los lectores, o de la televisión que se limita a los concursos o shows tipo “Cristina”, el 16% de los radioescuchas ha llamado o enviado un fax al menos una vez en su vida2. Cifra nada despreciable si se tiene en cuenta la amplia audiencia de algunos programas, particularmente de los noticieros. Los noticieros han generado espacios importantes para la canalización y expresión de inquietudes políticas y civiles y se caracterizan por ser receptivos de una demanda mucho más heterogénea y multifacética que los denominados programas de opinión pública. El rasgo propio de este tipo de segmentos es que no sólo publicita las obras del gobierno, sino que también vuelve “pública” la inconformidad, la demanda o la denuncia ciudadana respecto de las mismas, y con ello permite trazar un espacio de interacción entre la población y el poder local, esbozar “un lugar de expresión de la cosa pública” como refiere Wolton (1992: 32) en referencia al espacio público correspondiente al proceso de la democracia de masas. La gente llama por variadas razones: para solicitar información, pedir asesoramiento

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ción de un complejo mosaico de esferas públicas de diversos tamaños, que se traslapan e interconectan y que nos obligan a reconsiderar radicalmente nuestros conceptos sobre la vida pública y sus términos ‘asociados’ tales como opinión pública, bienestar público y la diferenciación público-privado” (Keane, 1997: 56).

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La participación en la radio

legal, realizar una denuncia por abuso de autoridad, reportar la falla, ausencia o ineficiencia de un servicio público, opinar sobre política, economía. Estas llamadas por lo general se realizan desde el hogar a título personal y rara vez a nombre de una organización o movimiento a pesar de que varios de nuestros entrevistados pertenecían a distintas organizaciones de carácter civil o político. Los participantes se caracterizan porque recurren con frecuencia a la radio o a otros medios para realizar personalmente o por teléfono algún tipo de denuncia, reportar un abuso de autoridad, actos de corrupción administrativa y política, demandar servicios o simplemente expresar opinión. La experiencia de comunicarse regularmente les ha permitido desarrollar habilidades histriónicas para desempeñarse con soltura “al aire”. Todos han aprendido cuáles son las reglas de cada medio: lo que se puede o no decir, la manera para expresarlo, y qué estrategias discursivas deben usarse para impactar al auditorio en cada caso: “al principio me daba pánico, marcaba y cuando me contestaban colgaba, como dos veces fue eso… cuando di mi opinión, por ejemplo en Monitor me puse muy nerviosa y tartamudeé muchísimo, ya después como que se me fue, ya me acoplé un poquito más con la señorita» (Estudiante universitaria de 24 años, NSC MB).

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Pero en lo fundamental la “fascinación” por participar expresa más una necesidad de ser escuchado y ejercer un gran protagonismo que de esperar una respuesta o solución a los problemas.

nada más para opinar” (Maestra de música, ama de casa de 39 años, NSCM).

El hecho de llamar a la radio no es privativo de algún sector social en particular, el impulso tiene el mismo origen: la necesidad –generalmente individual y rara vez colectiva- de trascender el ámbito doméstico, con el objeto de ser re-conocido en el sentido más amplio de la palabra.

Pero a diferencia del otro grupo de sectores populares, estas llamadas se realizan en el marco de un discurso donde el individuo se siente sujeto de derecho y percibe el hecho de participar como un acto de intervención pública para denunciar hechos de injusticia social o política que por lo general no aluden a situaciones personales; o simplemente como la obligación desde un punto de vista en asuntos de interés colectivo:

Sin embargo, el significado, la motivación y la estrategia comunicativa no es igual en los grupos de referencia estudiados. En los de nivel sociocultural (NSC) medio alto y medio intelectual la participación adquiere principalmente la forma de opinión, ya sea para acordar o disentir con el conductor o invitados del programa:

“Llamé para opinar y en algunas otras ocasiones para denunciar… uno no sólo tiene que dedicarse a su trabajo sino que tiene que hacer denuncias, uno siente que falta información… la situación de Chiapas, lo de la cuestión de la crisis y otro sinnúmero de problemas que el 99% de los medios lo ocultan” (Asesor agrario, 39 años).

“… para opinar, te digo dando mi punto de vista con imparcialidad siempre,… no llegar siempre para defender algo” (Ingeniero petrolero, 44 años, casado).

En estos sectores, particularmente entre los académicos e intelectuales, la posibilidad de hablar también se representa como una opción válida frente a otros foros que han perdido eficacia o legitimidad para denunciar arbitrariedades políticas, actos de corrupción o injusticias sociales:

“Hablé para decir: felicito a Tito Vasconcelos y a los gay porque son profundamente subversivos” (28 años, universitario); “… discutían algo sobre la ciudad de México, había dos posturas diferentes, llamé

“… normalmente en mi tiempo de estudiante yo no creía en ese tipo de programas, a mí me gustaban más las situaciones frontales,… pero sin


En ese sentido, la pertenencia a la audiencia se define como la “clase” de ciudadanos que hablan por sí mismos y que no tienen miedo de “decir la verdad” públicamente, sobre todo en lo que a los poderes públicos y autoridades se refiere. En el otro sector, de NSC medio-bajo, la participación tiene fundamentalmente la forma de la denuncia o la queja, generalmente basadas en experiencias personales, o en situaciones que afectan al grupo de pertenencia. El siguiente ejemplo es interesante en dos aspectos; por una parte la preferencia programática de una vecina desata un conflicto acerca de los límites de la privacidad que se plantea en términos políticos; y, por otra, el problema genera en una de ellas la necesidad de publicitarlo con el objeto de que el locutor intervenga y medie en la disputa doméstica: “Llamé a lo de Tomás Mojarro… porque tuve un problema aquí con mi vecina… yo le mandé un mensaje porque esta muchacha cuando ponía yo mi radio, que de

hecho es chico, entonces no le gustaba porque según ella era priísta y que Tomás Mojarro incendiaba, convocaba a la revolución y tonterías… ella vino a molestarme aquí, adentro de mi casa y entonces por eso le escribí (al locutor)” (Mecanógrafa 38 años). En el siguiente caso la radio aparece como una alternativa frente a otras formas tradicionales de canalización del descontento, para denunciar negligencia en los servicios públicos o abuso de poder de las autoridades en el entorno más cercano de la colonia: “…por la basura o a veces veo patrullas que abusan y apunto la patrulla y la hora y hasta placas del camión y digo no, tiene que haber una forma de aplacar a estos ¿no?” (vendedor ambulante Tepito, 60 años, primaria). A diferencia de otro grupo – donde se toma como interlocutores no sólo a los conductores sino a toda la audiencia- no se llama con la intención de producir un acto de intervención en el espacio público, sino de utilizar el canal mediático para dirigirse o denunciar la actuación de un funcionario o institución en particular, cuya conducta afecta a un vecino o colonia determinadas. En la dirección planteada podemos pensar que para estos sectores la participación en la radio constituye un acto de privatización de un foro pú-

blico para usarlo con fines particulares o locales, y también representa una opción que se ejerce en forma individual cuando fallan otras instancias de mediación. Las llamadas se efectúan para denunciar un atropoello o solicitar ayuda, pero la apelación se realiza desde una persona en particular hacia otros particulares con el objetivo de recibir el apoyo deseado, pero sin el propósito de que se debata ni se analicen las causas del problema sino que se le dé una pronta respuesta: “cuando una persona cuenta un problema, surgen otras personas que lo puedan resolver, como el caso de una joven que no tenía con quién dejar a su hijo. Una persona llamó y le dijo: yo se lo cuido, le ofrezco un cuarto que tengo, le brindo empleo” (A.C., integrante del equipo de conducción del programa Buenos Días, entrevista 16/ 06/97). La participación del radioescucha se inscribe dentro de la estructura del programa, esto quiere decir que se crean espacios especiales para que éste pueda intervenir mediante llamadas telefónicas, cartas, faxes o entrevistas en vivo. Existen varias modalidades, algunas “directas” y otras diferidas. En la primera forma la voz de las personas sale al aire para hacer un comentario o pedir asesoramiento. En el segundo caso, una operadora o un asistente de producción escriben en un papel el motivo de la lla-

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tener una conciencia exacta de cómo se podían resolver los problemas, a través del tiempo… nos vamos dando cuenta de que no es como uno pensaba que se podía transformar el mundo y una de las formas son los medios de comunicación, en este caso Voz Pública” (Asesor agrario, 39 años).

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mada y se la pasan al conductor del programa. La tercera opción, más sofisticada, funciona del siguiente modo: el conductor convoca al público para que dé su opinión sobre determinado asunto, una computadora clasifica las llamadas según unas categorías preestablecidas y lo que sale al aire es un “promedio” que se presenta como la “opinión pública”. Hay que aclarar que la voz en vivo del ciudadano no necesariamente representa más libertad de actuación; en los tres casos se impone algún criterio de selección y/o edición que responde a la línea editorial del programa. Además de los noticieros existen una variedad de programas llamados de opinión pública. No todos son receptivos a las mismas demandas ni están destinados a públicos idénticos. Uno de los más antiguos, Voz Pública, conducido por Paco Huerta (ahora en Radio Fórmula, antes en Radio Educación) no trasmite quejas sobre los servicios públicos, y prefiere que la gente lo llame para expresar una opinión o elaborar una reflexión sobre algún problema. Define su género como “periodismo civil”, y en el ideal habermasiano, es el espacio que idealmente más se acercaría al rol que deben jugar los medios en la consolidación de una esfera pública: “… el periodismo civil es el que hace del ciudadano el protagonista, él es el que informa y se informa, él es el

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que hace el editorial, el que da el reportaje, el que se vuelve cronista de su propia vida, de su propia realidad, y con su propia voz… lo que hacen aquí es una crítica política… nosotros no somos mostrador para resolver quejas… es un lugar donde primero fue radioescucha. Luego se convirtió en radio participante y ahora es actor político. Y la radio es el medio más eficaz para que el ciudadano se manifieste, se convierte la radio en extensión de él” (Paco Huerta, conductor de Voz Pública, Radio Fórmula). Curiosamente, esta fórmula que se desarrolló en Radio Educación al amparo de la consigna de servicio público, recientemente fue comprada por Radio Fórmula, una estación comercial por excelencia, donde el programa de Paco Huerta aparece no tanto como “modelo de radiodifusión” sino como una opción más dentro de la polifacética oferta de este medio para competir con otras estaciones frente a las exigencias de un público cada vez más fragmentado en términos de gustos y preferencias programáticas. Otra variante interesante dentro del género la constituye “Yo ciudadano”, conducido por Virgilio Caballero. Se trata de un espacio patrocinado por la O.N.G. “Movimiento Ciudadano por la Democracia” en la estación comercial Radiorama, con el objeto de publicitar y debatir los asuntos que conciernen al objeto

social de estas organizaciones. El conductor y productores recogen las preocupaciones y problemáticas de estas instituciones hablando con sus dirigentes o asistiendo a las actividades programadas que luego se convierten en temas del programa. El conductor define su propuesta como “periodismo de investigación”, porque se basa en la documentación y el análisis de los hechos con el objeto de “establecer relaciones no visibles entre los fenómenos, las personas y los hechos, sistematizarlos y darlos a la luz” (Virgilio Caballero, conductor de “Yo ciudadano”). El programa tiene el objetivo de difundir las actividades de las O.N.G. y promover el debate entre la ciudadanía acerca de las cuestiones que los nuclean; pero en la práctica funciona más como una ventana publicitaria de sus acciones donde los interlocutores suelen ser personas e instituciones vinculadas a las mismas. Además de “Voz Pública” y “Yo ciudadano” casi todos los noticieros o programas, como “Alerta Urbana” de Radio Acir, reciben todo tipo de denuncias y quejas, y brindan información general sobre múltiples servicios. En estos casos la pretensión de mediar entre el poder y los ciudadanos se disfraza de línea directa con el poder o de foro alternativo para juzgar la actuación de la justicia: “Los lunes son mensajes al presidente, los martes men-


Programas como el de Paco Huerta en Radio Fórmula o el de Héctor Martínez Serrano – salvando las diferencias y cada quien en su estilo-, representan una ventana para la canalización de problemas o padecimientos directamente vinculados a necesidades cotidianas individuales, familiares o del grupo de referencia que no pueden ser resueltos o escuchados en otras instituciones de carácter público o ámbitos de decisión: “tratamos de catalizar sus demandas ante la autoridad. Por eso constantemente estamos invitando a la gente para que se comunique con nosotros, para que nos dé a conocer sus problemas y para que a través de la denuncia pública Monitor se convierta en un elemento de presión hacia las autoridades” (José Luis Reyes García, con-

ductor del noticiero Monitor de la tarde). Si algo produce una oficina pública en los sectores populares es la certeza de saber, por una parte, que cualquier trámite implica horas de espera y filas interminables; y la impotencia de comprobar que si no se cuenta con los contactos claves jamás se obtendrá lo que se demanda ni se será escuchado. En estos programas la “ventanilla” siempre está abierta al público, el trato es amable, y nadie te exige una “mordida” por agilizar complicados trámites burocráticos. Se brinda atención inmediata, sin más trámite que una discreta y cómoda espera desde el hogar hasta que entre la llamada para ser atendido por alguien que se visualiza con capacidad de escuchar, traducir la demanda en lenguaje apropiado y garantizar que llegue al lugar indicado o al funcionario clave: “Pues hay unos programas donde inclusive ponen a las autoridades, el otro día estuvo Oscar Espinoza Villareal con Nino Cancún,… es difícil comunicarse pero sí puede uno llegar ahí directamente” (Mecanógrafa, 38 años). En el mismo sentido, el programa ofrece una ventana “legítima” para ventilar el rencor o realizar una queja utilizando el lenguaje corriente sin formalismos, y también de expresar sentimientos de enojo y angustia. No es sólo una ventaja de traducción de

las demandas y reivindicaciones lo que importa, sino la ilusión de ser tomado en cuenta, de trascender el estrecho marco de la casa y el vecindario, y volverse “visible” en el espacio público: “Es el medio en que uno puede expresarse, sale a la luz pública, y es lo bonito que al raso, como dice el Sr. Huerta, que lo tomen a uno en cuenta…” (Electricista de 54 años, con secundaria incompleta). Cada locutor de radio se convierte en “defensor del pueblo” y se asume como representante mediático de ciudadanos dispersos no obstante reunidos en comunidades imaginarias de pertenencia donde para formar parte y participar no es necesario asistir a ninguna reunión ni trasladarse al zócalo, basta con prender el radio todos los días a la misma hora: “Vine a la radio para influir, no lo niego. La palabra representar no es negativa. Yo tomo lo que me presenta el auditorio y lo represento. No hagamos de palabras buenas palabras malas”. (Gutiérrez Vivó, conductor de Monitor de Radio Red)3. De este modo los programas se convierten imaginariamente en una tribuna de acceso “directo” para la fiscalización y revisión permanente de la conducta de los funcionarios públicos:

R. Winocur

sajes al regente, y el miércoles son voces mexiquenses al gobernador del Edo. de México… jueves y viernes se pasa un caso que se llama Inocente o culpable. El Sr. Huerta va a los reclusorios y entrevista a los internos y le platican la historia de cuando fue detenido, por qué fue detenido, la situación que tuvo que pasar entre la detención y el traslado al penal… son grabaciones de treinta minutos donde explican su historia y vienen dos licenciados que hacen consideraciones acerca del caso” (Lilia Olalla, coordinadora de producción del programa Voz Pública).

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“Que Don Paco y su equipo

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La participación en la radio

estén funcionando mañana, tarde y noche… a ver qué puede aportar la ciudadanía, a ver cuáles son las autoridades que impusieron, a ver este fulano, vamos a investigar cuál ha sido su curriculum, su trayectoria como para ser merecedor de Jefe de Policía”. (Comerciante de Tepito, 60 años, asiduo participante en la radio). Sin embargo casi ningún programa tiene registro o seguimiento de los problemas, y son excepcionales los casos que llaman para reportar si se solucionó o no. La gente en realidad no espera que la radio solucione sus problemas, y al medio tampoco le interesa averiguar qué desenlace tuvieron –salvo que ameriten convertirse en una novela por entregas-, lo que importa para ambos es el factor publicidad. Para los primeros significa volverse “visibles” en la escena pública, para los segundos historias que venden. La eficacia de estos segmentos reside en actuar imaginariamente como mediadores para la canalización y traducción de demandas políticas y civiles frente a la opinión pública, las autoridades, y los poderes públicos. Pero la condición de ser imaginario no le resta capacidad de impacto en términos de publicidad. En un programa reciente de Monitor de la mañana se presentó la siguiente situación: una persona llamó para decir que había entrado un

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ladrón a su casa y que con ayuda de los vecinos lo habían atrapado. Que habían llamado a distintos servicios de ayuda en casos de emergencia y que nadie había respondido. La telefonista comunicó con la jefa de producción, quien percibió que allí había algo que podía convertirse en noticia”, y rápidamente movilizó un helicóptero y un equipo de reporteros. Junto con el helicóptero y los reporteros llegaron cuatro patrullas, advertidas por el alboroto, para llevarse al ladrón. Esta historia puede ser contada de dos formas, desde la perspectiva de los vecinos el relato comienza con la violación del espacio privado, sigue con la impotencia frente a los poderes públicos, continúa con la solidaridad de los vecinos, y culmina con la decisión de acudir a la radio para solicitar atención, ayuda y mediación frente a la autoridad. Si, a la inversa, nos situamos en la perspectiva del medio estamos frente a un típico caso de “construcción del acontecimiento” donde una compleja maquinaria de producción y edición convirtió en minutos la realidad en espectáculo, los hechos en guión radiofónico, y unos ciudadanos en improvisados actores mediáticos. Proceso que la jefa de producción del noticiario conceptualizó en estos términos: “es cierto, nosotros montamos nuestro show, pero también cumplimos una función social”.4 Aun en el marco de una desigualdad evidente en la rela-

ción entre medios y ciudadanía –en el sentido que los ciudadanos no pueden apropiarse ni intervenir en las condiciones de producción del discurso-, lo que se constata es una transacción de intereses. En la lógica mediática la participación es particularmente importante no tanto por la cantidad de llamadas recibidas, sino porque éstas se instituyen en el argumento fundamental acerca del ciudadano en el discurso del programa (Giglia y Winocur, 1997). Los medios han descubierto que abrir los micrófonos y ponerse la camiseta de “defensor del pueblo” es un negocio redondo. Y aunque la “representación” que ejercen en el doble sentido, como puesta en escena y delegación de los intereses de la ciudadanía, se realiza dentro de las condiciones de producción del lenguaje mediático – lo cual involucra restricciones de tiempo, puestas en escena, omisiones y manipulación de la información- los espacios que ofrecen no dejan de ser alternativas válidas como foro de expresión, instancia de presión, publicitación de sus necesidades y recurso de mediación frente a las autoridades. Por su parte los ciudadanos han aprendido en qué condiciones y bajo qué circunstancias un hecho se puede volver noticia y utilizan eficientemente estos recursos. Muchos cuentan con la información necesaria para saber dónde llamar, cómo hacerlo, qué programas son los más adecuados para canalizar distintos


En síntesis, esta necesidad mutua abre un espacio fundamental de negociación que representa importantes posibilidades para la ampliación de la esfera pública. Lógicamente, lo anterior plantea una tensión entre intereses diversos, muchas veces en pugna, que no siempre se resuelve a favor de los que demandan presencia en los medios. De hecho, aquellos participantes y porción del auditorio que piensan de manera “distinta” si no “venden“ de manera inteligente su participación corren el riesgo de quedar excluidos del discurso por la vía de la omisión, de la censura o por su condición de minoría. Lo cual tiene como consecuencia la producción de un modelo de participante y de formas de participar que contribuye a reproducir los estereotipos acerca de “lo que piensa la mayoría”, “lo que es de interés común”, y además acerca de cómo, cuándo y dónde decirlo (Giglia y Winocur, 1996:83).

PARA CONCLUIR Actualmente es imposible pensar la competencia y participación política fuera del escenario de los medios y México no constituye la excepción. Los actores políticos no pueden eludir a los medios para “comunicarse” con los ciudadanos en la difusión y búsqueda de consenso de sus avances y propuestas; y los ciudadanos no pueden prescindir de los medios no sólo para informarse y decidir sus opciones, sino para hacer visibles sus demandas y replicar en gran escala sus contenidos. Sin embargo, los medios requieren de ambos actores llamando, opinando, criticando, acordando o disintiendo, para legitimar su actuación. Lo anterior implica obligatoriamente entrar en negociación con ellos: el medio puede imponer el marco y las condiciones de actuación de las demandas, pero no puede inventarlas; puede colocar filtros o censurar la información, pero no puede omitirla… entre otras razones porque la competencia podría ocuparse del asunto, y más en el caso de la radio donde existen más de treinta espacios (entre noticieros y programas de opinión pública) de distinta orientación y públicos objetivos para buscar una canalización de los problemas. Si se admite que en nuestras sociedades la construcción de lo público se ha desplazado en gran parte a los medios, no queda otro camino que negociar la ampliación y democratización

de estos espacios, presionando desde distintos ámbitos de la sociedad civil para poder incidir en la definición de los tiempos, formas y contenidos de los canales de participación. Hasta ahora esta relación ha sido monopolizada por los medios, el marco de ampliación de la participación y la negociación de las condiciones de producción de la información depende mucho de que los ciudadanos aprendan más de la lógica de producción del acontecimiento, particularmente de las condiciones en que un hecho puede volverse noticia. Conocer el funcionamiento de esta cadena puede ayudar a servirse mejor de los medios para ampliar el margen de participación. En la dirección expuesta, actualmente la radio ofrece más posibilidades que la televisión para generar espacios de ampliación de la esfera pública. El recurso de construcción de legitimidad tradicionalmente utilizado por la radio de presentarse como “servicio público”, paradógicamente se ha vuelto eficiente en términos de la lógica comercial e ineficiente en la pública, donde por el contrario representa una restricción para abrirse a las demandas de públicos cada vez más volubles y fragmentados (Winocur, 1999). Entender cuál es la lógica que anima este proceso, sobre todo en términos publicitarios y comerciales, puede ayudar a “vender” mejor la presencia de los ciudadanos y sus de-

R. Winocur

requerimientos, cuál es el público a quien va dirigido; y también su rating. Asimismo la intervención de los ciudadanos puede modificar en cualquier momento las prioridades de la agenda. Esto por lo general sucede espontáneamente, cuando aumentan las colegiaturas o cambian el horario de verano se producen una infinidad de llamadas que los programas registran como una preocupación generalizada.

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diálogos de la

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NOTAS

La participación en la radio

mandas. El desafío para los ciudadanos, las organizaciones civiles y los movimientos sociales no es cómo aparecer en los medios, tampoco cómo apropiarse de ellos, suena tan utópico como hacer de cuenta que no existen; el verdadero reto es aprender a servirse de ellos.

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L. Ferreira

Leonardo Ferreira

Los códices y la ley de expresión precolombina

Profesor Asistente en Comunicación de la Universidad de Miami. Dirección: 120-C Merrick Building, School of Communication, University of Miami, Coral Gables, Florida 33146. Teléfono: (305) 2843180 Fax: (305) 2843648 E-mail:lferreira@miami.edu

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Leonardo Ferreira

Los códices y la ley de expresión

Este artículo repasa la historia del libro y la comunicación en América. Su punto de partida no es la imprenta española, como comúnmente se enseña, sino los primeros desarrollos bibliográficos de las culturas precolombinas.

¿QUÉ NOS QUEDÓ DE LOS LIBROS MAYAS?

La historia de los medios de comunicación latinoamericanos es más virtuosa de lo que muchos piensan. En primer lugar, porque no menos de mil años antes del arribo de Cristóbal Colón al Caribe, el arte de escribir libros o códices era ya una práctica establecida en Mesoamérica (Brotherston, 1995:11). De hecho, por la época en que Carlomagno era coronado emperador a manos del Papa León III (año 800 A.D.)1 escribas mayas, devotos a los dioses gemelos hombre-mono registraban en libros de corteza de árbol toda clase de reglas, datos y eventos relacionados con su dinámica

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social (Coe, 1992: 49). Eran los tiempos del Período Clásico del no tan nuevo continente de América (circa 150900 A.D.), una extraordinaria acumulación de logros aborígenes en las artes, la urbanística, la ciencia y la escritura.

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Todo indica que las comunidades mayas de las tierras bajas del hoy sur de México, incluyendo la península de Yucatán, así como de Guatemala, Belice y Honduras, sembraron en América el uso de los admirables libros precolombinos. Es muy probable también que pueblos zapotecas en las montañas fueran pioneros de este medio creador, pero a diferencia de los mayas, no existen códices sobrevivientes que lo confirmen. (Coe, 1994: 125). Con nombres que hoy evocan al usurpador más que al autor, cuatro volúmenes prehispánicos mayas, los códices Dresden 2 , Paris, Madrid, y Grolier muestran el avance comunicacional del nativo norteamericano (Brotherston, 1995: 11,18). Algunos creen, sin embargo, siguiendo a Villacorta-Calderón (1933)

que sólo se debe hablar de tres libros mayas anteriores a la conquista. Uno de ellos, quizás el más importante, es el Códex Dresdensis de 78 páginas o 39 folios (cuatro de ellos en blanco). Actualmente se encuentra en Alemania en el Staatsarchiv de la Landesbibliothek de Dresden. El segundo es el Códex Paris o Peresianus de once hojas, en posesión de la Biblioteca Nacional de Francia. Y el tercero es el Códex Madrid o TroCortesianus de 56 folios, preservado por el Museo de América en España (ver Bennet, 1999a). Un cuarto libro, el Codex Grolier, está en discusión. Esta obra es a menudo ignorada o descartada como un fraude o como un ejemplar que requiere de mayor verificación (Bennet, 1999a.). Supuestamente la mayoría confía en su legitimidad, tal como lo declara el famoso arquéologo de la Universidad de Yale, M.D.Coe (1973). Lo interesante del Grolier es que data aproximadamente del año 1230 A.D., lo que lo convierte en el más antiguo de los códices precolombinos conocidos (CMC, 1999). Según el Museo Canadiense de la Civilización y su documental Mystery of the Maya3 este libro indígena fue hallado en una cueva de Chiapas dentro de una caja de madera. Su deterioro es tal que sólo contiene la mitad de una


tecnología infrarroja, ultravioleta y de rayos X ayudará a clarificar el estatus del Codex Madrid.

Tanto el Museo Canadiense como el Museo Británico hablan de un cuarto códice prehispánico en Ciudad de México, aparentemente el Codex Grolier (Brotherson, 1995; Frederiksen, 1998). La falta de información sobre este códice alimenta la desconfianza.

La confusión proviene también del hecho de que el Madrid está formado por dos libros: el Codex Troano y el Códex Cortesianus. La academia conviene en que ambos son parte integrante de un mismo documento. Si estos dos últimos resultaran ser post-cortesianos (después de Hernán Cortés), tendríamos que concluir que el legado bibliográfico auténticamente maya se reduciría a dos libros: el Peresiano y el Dresdeniano. Tristemente, la cultura maya y otras civilizaciones mesoamericanas fueron víctimas de una de las peores campañas de destrucción de libros en la historia de la comunicación.

Otro aspecto en esta materia es la interesante discusión sobre el Códex Madrid. Últimamente se ha planteado que este documento no es en realidad precolombino. El Madrid pudo haber sido elaborado a mediados o finales de 1600. Las dieciséis líneas en latín inscritas en el documento, supuestamente parte del ensamble original, tuvieron que ser hechas por españoles que dominaron la región. Y la firma del sacerdote Fray Juan Enríquez fue consignada al parecer por dicho clérigo que participó e incluso murió en la expedición conquistadora de la zona (1624). Epígrafos como el español Alfonso Lacadena (en Schuster, 1999) consideran que el Codex Tro-Cortesianus o Madrid es el producto uniforme de por lo menos nueve escribas, algo normal en el proceso de producción de libros mayas. Y que el manejo de las combinaciones del lenguaje son típicas de la región del Petén, lo que explicaría su origen geográfico. El uso de

Tal vez por eso, arqueólogos, antropólogos, lingüistas, e historiadores del arte, amantes del estudio de la expresión antigua americana, tienen un especial afecto y respeto por el Códex Dresden. Para muchos, el Códex Dresdensis es el más extraordinario de todos los libros sobrevivientes, no sólo por su contenido y el milagro de existir sino por ser el primero en conocerse. Cinco de sus páginas aparecieron publicadas por primera vez en la ilustración de un atlas editado en 1810 por el famoso geógrafo y naturalista alemán Alexander Von Humboldt (1769-1859)4 (Coe, 1992: 80, 90). Los códices Paris y Ma-

drid (en un principio el Codex Tro) salieron a la luz pública en 1859 y 1866, respectivamente. La segunda parte del Codex Madrid se anunció en 1875 (Coe, 1992: 101, 105-106).

LOS COMUNICÓLOGOS AHISTÓRICOS No deja de sorprender que el comunicador latino y angloamericano no se haya interesado por las verdaderas raíces de sus medios de comunicación. De 28,000 estudios publicados en los últimos veinte años, según el respetado Communication Abstracts, sólo 58 de ellos (el 0.21%) discutieron el tema de la comunicación en México.5 Un sólo artículo, Rebellion in Chiapas: Insurrection by Internet and Public Relations del latinoamericanista Jerr y W. Knudson (1988), se refiere al uso de los medios en el antiguo centro comunicacional de Mesoamérica. Imaginémonos por un momento cual puede ser la atención prestada por esta ciencia a otros países y regiones históricamente relevantes como la de los Andes y sus notables sistemas de información incas. Libro tras libro, en español o en inglés, comienza su cronología sobre los medios de comunicación en América con el arribo de la imprenta a México en la primera mitad del siglo XVI. De los numerosos textos consultados sobre la evolución de la comunicación en las Américas, sólo un par mencionan tangencial-

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valiosa tabla de veinte páginas sobre los movimientos del planeta Venus (CMC, 1997).

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mente los códices mesoamericanos en sus cada vez más reducidos o inexistentes capítulos de historia. Por el contrario, en casi doscientos años de estudios sobre el origen de la comunicación escrita en América, ciencias como la arqueología, la geografía, la lingüística, el naturalismo y la historia del arte, han estado ocupadas analizando los revolucionarios cambios de las últimas décadas, incluyendo la mejor interpretación de los códigos mayas. Un Seminario de Códices Mexicanos lanzó hace poco por Internet un proyecto inter-institucional para promover una activa discusión sobre los manuscritos prehispánicos y coloniales. Patrocinado por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Universidad Nacional Autónoma de México, este foro busca convertirse en una fuente permanente de estudios, difusión y preservación del invalorable legado literario del mesoamericano (SCM, 2000). Ningún comunicador aparece al frente del proyecto, sin embargo. Tal vez los culturalistas de la comunicación en México, Brasil, Centro América y los Andes, a menudo sociólogos e historiadores, sean los más llamados a reivindicar al comunicólogo en materia de medios y expresión nativoamericanas. En 1989, por ejemplo, García Canclini plan-

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teaba que una de las mejores vías para entender la modernidad urbana del México contemporáneo y multiétnico, era estudiar la evolución de sus artes populares. Pese a los 500 años de conquista, de colonización, y de destrucción de las culturas precolombinas -escribió- el arte, la comunicación y las artesanías populares “siguen demostrando cómo resurge una y otra vez ese poder creativo [del indígena]” (García Canclini, 1989: 43-44). Pero los comunicadores continúan rezagados. La ciencia de la comunicación refleja la inmadurez y su falta de perspectiva en América, al no ocuparse de temas tan históricamente trascendentes como los códices.

OTROS GRANDES TEXTOS NATIVOS Los mixtecas son tan importantes como los mayas y los aztecas en el contexto del desarrollo comunicacional mesoamericano. Su producción artística, bibliográfica y manuscrita se celebra al mismo nivel de estas dos culturas. De hecho, gran parte de los libros nativos debe haberse fabricado en la zona mixteca de los valles y sierras de Oaxaca y Puebla. Lamentablemente sólo se sabe de la existencia de una veintena de códices prehispánicos en la actualidad, más de una tercera parte de ellos de aparente origen mixteca. Esta civilización depuró la orfebrería, la cerámica y la pin-

tura de códices, alcanzando su máximo florecimiento entre los siglos X y XIV. (INAH, 2000:1). El Grupo Borgia es un conjunto de textos prehispánicos del Postclásico Tardío (circa 1200 a 1300 A.D.) hechos en cuero animal, no papel. Sus libros comparten características similares: una cuidadosa precisión geométrica en el delineamiento de imágenes, una serie uniforme y convencional de símbolos, y un uso paralelo de colores variados y brillantes para la mejor expresión de las ideas religiosas (Ojeda-Díaz, 2000:4). Todos los integrantes del Borgia proceden de algún lugar comprendido entre los valles de Puebla y Tlaxcala, al norte, y de la región de Oaxaca, al sur. Como ocurre con la mayoría de los códices prehispánicos y coloniales, grandes obras de la bibliografía mesoamericana no le pertenecen a México o a Centroamérica sino a Europa (Ojeda-Díaz, 2000: 4). El latinoamericano, en un triste recuerdo del colonialismo, tiene que viajar a Alemania, Francia, Inglaterra, Italia y naturalmente España, para reencontrarse con lo mejor de su pasado indígena. Además de los mayas y los mixtecas, la otra gran fuente de textos indígenas es la mexica o azteca. Humillados por los españoles luego de la fanática quema de libros liderada por el clero español, escribas mexicas y de otros pueblos de habla náhuatl fue-


No existen en la actualidad muestras de códices aztecas realmente precolombinos. Lo que sí es claro es que existe una extensa colección de códices mexicas o aztecas (no menos de treinta) escritos después de la conquista. Es apenas obvio concluir que la difusión e innovación bibliográfica vivida en Mesoamérica a partir del siglo IX A.D. fue un proceso activo e influyente que merece toda la atención de los estudiosos de los medios. Sin embargo, frecuente e inexplicablemente, cronologías, análisis y retrospectivas contemporáneas de la comunicación en las Américas omiten esta abundante historia del libro aborigen. Un ejemplo para citar algo típico, es el reporte del Freedom Forum Media Studies Center de la Universidad de Columbia (Latin America’s Vital Media) por Heuvel & Dennis (1995). En una pano-

rámica hemisférica introducen la sección sobre los medios masivos en México en estos términos: “Durante el apogeo de la civilización maya en la península de Yucatán se alcanzaron grandes logros en los campos de la ingeniería, la arquitectura, la astronomía, y la matemática. Una vez las culturas maya y teotihuacán decayeron, los toltecas comenzaron su ascenso [...] desplazados a su vez por los aztecas. Como sus predecesores, los aztecas adoraron dioses fantásticos y a menudo sedientos de sangre (en un solo templo en Ciudad de México hasta 10,000 humanos eran sacrificados por año). Como una cultura de guerreros fieros, el Imperio Azteca se esparció por todo México hasta que llegaron los españoles [Énfasis del autor] (Heuvel & Dennis, 1995: 19). ¿Donde quedó la historia bibliográfica y literaria de estos pueblos? ¿Sería demasiado exigir, en un libro dedicado a los medios de comunicación y la libertad de prensa en Latinoamérica, una introducción, si no más benigna, por lo menos ajustada al papel clave que Mesoamérica jugó en la historia [de las comunicaciones] del continente? No mencionar los códices mexicanos es como no hablar de los quipus, ni de los chasquis en la historia de los medios del Perú.6 América Latina, como bien apunta este reporte, es vista

como una región atrasada. Pero omitir sus méritos, especialmente aquellos de profunda relevancia histórica como los códices, es perpetuar el estereotipo del atraso. Desafortunadamente, el caso de Latin America’s Vital Media es más la regla que la excepción, especial aunque no exclusivamente en círculos angloamericanos.

PRIMERO LA ESCRITURA, LUEGO LOS CÓDICES El americano común, por lo general, desconoce que la escritura surgió hace más de 2,000 años en Mesoamérica, mucho antes del desembarco de los ibéricos, sus libros y sus manuscritos. Ni para qué citar la imprenta que llegó más tarde. Algunos expertos creen incluso en un origen de la escritura americana anterior a los comienzos del Periodo Preclásico o Formativo Tardío (circa 400 A. de C.), comparable a las postrimerías del Neolítico del Viejo Mundo (Whittaker, 1992: 5-6; Coe, 1994: 9. 43). Escritos que datan de diez a doce siglos antes de los propios libros precolombinos confirman el antiguo y palpitante estado de civilización literaria de las Américas (Coe, 1994: 59-60, 75). Los arqueólogos mesoamericanistas, sin embargo, siguen divididos en cuanto a si la escritura fue una creación de los zapotecas del valle de Oaxaca o de los olmecas de habla mixe-zoque, del istmo de Tehuantepec.

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ron obligados a pintar numerosos textos coloniales. Buenos ejemplos son: la recopilación por el historiador de la corte borbona del Rey Felipe V, Lorenzo Boturini Denaduci, o Codex Boturini, hoy en la Biblioteca Nacional de Antropología e historia de la Ciudad de México; el Códex Borbonicus (en Francia) el Códex Magliabechi (en Italia) y el Códice Moctezuma, uno de los pocos en el Museo Nacional de Antropología en México.

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Ambas sociedades dejaron inscripciones en estelas, paredes y esculturas que precedieron a medios de comunicación más sofisticados como los códices de papel o de cuero plegado. Dicho papel nativo, conocido entre los descendientes nahuas como el amate, el amatl, o el amaquahuitl, se obtenía de cortezas de higuera o de plantas de maguey aplanadas. A falta de éstas se usaban tiras de trapo o de piel de venado (Tarragó, 1996: 24). Como preparando un lienzo, sus superficies recibían una capa de yeso o de cal para limarlas de asperezas y poros. Sólo después de tan cuidadoso tratamiento las hojas quedaban listas para escribir (pintar). Puesto que los manuscritos en amate o papel fueron un fenómeno del Periodo Clásico, en especial entre los mayas, los antiguos escribas olmecas y zapotecas, sin papel ni herramientas de metal, trabajaron las primeras formas de escritura americana en superficies de piedra como el basalto y el jade (Coe, 1992: 79). Es importante notar que los indígenas yokuts del Centro de California también escribieron mensajes pictográficos en rocas aledañas (Waldman, 199: 272). San José Mogote, un antiguo asentamiento zapoteca del valle de Oaxaca, puede haber sido la cuna de la escritura mesoamericana. Uno de sus primeros y notables escritos, anterior al año 400 A. de C.,

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es un grupo de gráficos tallados en medio de las piernas de un cautivo muerto y ensangrentado que al parecer nos dice su nombre: “Yo, terremoto”, siguiendo el calendario ritual de 260 días (Coe, 1994: 81). Otros, por el contrario, creen que la cultura Monte Albán I, epicentro de los zapotecas, fue el lugar de América que vio las primeras inscripciones (entre los años 500 y 400 A. de C.). La atención se centra sobre el llamado Templo de los Danzantes, donde una buena cantidad de símbolos con elementos fonéticos y semánticos acompañan figuras de hombres desnudos que ejecutan extraños movimientos (como bailando en fluidos viscosos) (Coe, 1994: 82-83). Hasta hoy poco o nada se ha podido deducir de estos jeroglíficos. Pero no sólo los mesoamericanos estaban dedicados a documentar su presente y su pasado. Usando diversos materiales y métodos, culturas de sur América como los incas y aun de Norteamérica, como los grupos nativos de los Grandes Lagos y las planicies, contaban también con esquemas de registro o escritura conocidos por sus coterráneos (Brotherson, 1995: 10). Los quipus de los Andes, por ejemplo, una serie de nudos en cuerdas de lana o algodón, con colores, tamaños y texturas diferentes, son para un buen número de historiadores un sistema alternativo de escritura. Dependien-

do de su estructura, coherencia y función social, así como del observador y su metodología, algunas escrituras resultan más desarrolladas que otras. Al aceptar la definición de Sampson (1985) articulada por Boone (1994) de que “toda comunicación de ideas relativamente específicas en forma convencional y por medio de marcas visibles y permanentes” es un tipo de escritura (Boone, 1994: 15), los rollos de piel o de corteza de los aborígenes norteamericanos resultan importantes 7 (Bitherston, 1995: Waldman, 1999: 111-112, 121). Al final, lo que importa es incluir y no excluir, como hasta hace poco sucedió con un sinnúmero de culturas indígenas para quienes expresarse por fonemas y/o en forma de libros no tenía sentido o no era una alternativa viable (Boone, 1994). En el origen de lo manuscrito en América es preciso recordar que los mayas tenían ya una escritura bien desarrollada para el siglo I A.D. Luego, el ”Nuevo Continente” no es tan nuevo en materia de comunicaciones escritas como común y absurdamente se presume. La historia de los medios, y por consiguiente de la información, de la “noticia” y del derecho o reglas de comunicación en las Américas, no empieza -parafraseando a Coe (1992)- ni con Colón ni con Leif the Lucky, “sino con aquellos escribas [mesoamericanos] que empezaron a re-


LEYES DE EXPRESIÓN, CÓDICES Y VICEVERSA Todo estudio convencional de la prensa latinoamericana, la cultura de la información y de la ley comienza también con la introducción de la imprenta española en México a mediados de 1530. Pero el hecho de que el nativo americano no haya inventado una imprenta no quiere decir, como se explicó anteriormente, que los indígenas no hubiesen tenido sistemas y estructuras de comunicaciones a menudo sofisticados para la época o su contexto social. La proliferación de códices en Mesoamérica y de quipus en la región andina, o de otras inscripciones en cerámicas, esculturas, piezas de orfebrería y textiles demuestran lo equivocado que el comunicador ha estado con respecto al nativo. Parte del desinterés entre los comunicólogos por esta valiosa herencia mediática de las sociedades precolombinas es simple y llanamente su ignorancia del pasado indígena. O la creencia, igualmente desinformada, de que los aborígenes no tuvieron un desarrollo de los medios que influyera significativamente en la formación actual de las comunicaciones de América. Como se explicará más adelante, en materia de filosofía, derecho y ética de las comunicaciones

los textos indígenas contienen importantes principios y antecedentes que se manifiestan de diferentes formas en nuestra modernidad. Estudiosos del derecho han mostrado en cambio una cierta fascinación por el tema precolombino. En su tesis de grado, Alba-Hermosillo (1949) publicó un estudio comparado entre el derecho azteca y el derecho moderno mexicano, buscando semejanzas entre los dos regímenes legales. De inmediato, el jurista planteó la importancia del derecho azteca para una mejor interpretación de los códigos modernos mexicanos, inspirados todos en los modelos europeos. La calumnia grave, por ejemplo, era en el derecho azteca un delito contra la moral pública que se castigaba con la muerte. Acusaciones menos serias pero de todas formas suficientemente mentirosas, recibían la misma pena que el hecho falso denunciado. El derecho moderno mexicano siguió este mismo patrón tratando la calumnia y la injuria de forma comparable a los indígenas (Alba-Hermosillo, 1949: 13, 67; Díaz-Vasconcelos, 1953: 82). Medio siglo más tarde, Carvajal-Contreras (1993) llegó a las mismas conclusiones. En la historia del derecho mexicano, se trata con poca profundidad el tema del derecho precolombino. Pero la importancia del alto grado de civilización de los nativos y la

necesidad de conocer el orden jurídico mesoamericano, incluyendo la existencia de un derecho público político, militar, judicial y religioso, es hoy indiscutible (CarvajalContreras, 1993: 15-16). Lo mismo sucede con otras formas de derecho indígena, como el fiscal, el agrario, el penal, el civil, el mercantil, y el de las comunicaciones. Es preciso advertir, sin embargo, que terminologías modernas como la división entre el derecho civil y el derecho penal no eran ni las mismas ni significaban lo mismo en épocas prehispánicas. En el campo del derecho público es interesante observar que el Tlatoani de los aztecas, también conocido como Tlacatecuktli o Hueytlatoani, era a la vez jefe de gobierno, juez supremo y máximo orador. Luego, la comunicación era pública, ejecutiva y judicial al mismo tiempo. No sólo entre los aztecas, los escribas aborígenes o tlacuilos8 desempeñaban una función pública y comunitaria. Donde existiesen, los escribas disfrutaban de un rango social especial: el de profesionales útiles y habilidosos al servicio particularmente de la nobleza y la aristocracia (Carvajal-Contreras, 1993; Brotherson, 1995: 141). El Códex Mendoza, un manuscrito de 72 hojas de dibujos nativos y otras 63 de comentarios en español, escrito a comienzos de los años 1540, presenta al Tlacuilo como un

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gistrar los actos de sus jefes [hace más] de dos mil años” (p. 2).

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hombre virtuoso y productivo. Ejemplo para los varones (no se sabe de mujeres escribas), el escribano era un modelo para la consecución de una vida próspera y llena de recompensas. Todo lo contrario al vagabundo, al ladrón, al jugador de patolli, o al bebedor de pulque u octli (jugo de maguey fermentado), lo ideal para el estudiante era ser pintor de códices o mensajero (titlantli), mercader (pochtecatl), joyero (cuztic teocuitlapitzqui), carpintero (quauhxinqui), decorador de plumas (amantecatl), jugador de pelota (ollamani), bailarín o músico (cuicani, cantante o cuicamatini, instrumentalista). El sacerdocio era la profesión de más alta consideración, pues los sacerdotes formaban parte de la aristocracia. Todas estas prácticas eran tomadas muy en serio. Errores de ejecución podrían representar el arresto o aun la muerte del experto (Berdan & Rieff-Anawalt, 1997: 226, 230-232). El chismoso (maquizcoatl chiquimoli) era uno de los peores casos del mal vivir. Tanto, que merecía anotaciones especiales en los códices, lo que en muchos casos sólo ocurría con personajes importantes o dignatarios. Esto implica que la injuria o la difamación (verbal o escrita) que es una clasificación que no tiene ningún significado en Mesoamérica, era condenada entre los aztecas, padres, profesores y sacerdotes del calmecac (escuelas templos) orientaban a niños y jóvenes a servir como

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líderes cívicos y respetuosos. Para enseñar la ley se usaban libros de derecho y de teología con propósitos didácticos (Durán en Berdan & RieffAnawalt, 1997: 166). De hecho, muchos de los estudiantes del calmecac terminaban siendo jueces o funcionarios en altos cargos administrativos (Townsend, 1992: 159). Es tal vez inútil especular sobre el derecho a la libertad de expresión en las culturas nativas prehispánicas, especialmente usando términos y concepciones modernas. Después de todo, el aborigen americano no le dio a ninguna actividad humana el rango de un derecho individual. Pero el habitante precolombino, por lo menos el pueblo maya durante el Nuevo Imperio, “era libre social y jurídicamente”, afirma DíazVasconcelos (1953), algo que estrictamente no puede afirmar ningún indígena en la actualidad (p. 22). A diferencia del escritor renacentista, el escriba prehispánico, como todos sus congéneres, incluyendo reyes y nobles, pertenecía a un orden cosmológico inalterable donde la predestinación podría llevar a cualquiera o a todos al desastre. Por eso se enseñaba con disciplina las leyes de la vida y del cosmos, usando textos de astronomía. La capacidad del indígena de expresarse por medio de la palabra está contemplada en los códices. Así mismo, los códices están destinados a documentar y a explicar temas cívi-

co-religiosos, políticos, educativos, administrativos, éticos y legales. El Códex Mendoza, por ejemplo, señala que las personas en calidad de sirvientes o dependientes eran rara vez dibujados con el signo de la palabra (la imagen de un rollo enfrente de la boca). De ocurrir, se hacía en contextos relacionados con alguna otra actividad, como cuando el padre o el maestro educaba a sus hijos o a sus discípulos, o cuando el juez impartía justicia (Berdan & rieffAnawalt, 1997: 147). Es más, tradicionalmente el rollo o símbolo de la palabra aparece solo, es decir, sin conexión alguna con otra actividad, a menos que el discurso fuera largo e importante y pronunciado por un alto funcionario. De lo contrario, la expresión oral, ya sea grupal, local o interpersonal, tenía relativamente poca importancia. Es curioso ver, cómo el mismo símbolo en diversas situaciones representa conceptos totalmente diferentes. Como se dijo antes, el rollo frente a la boca significa lenguaje u oralidad, pero si la dirección del rollo es hacia abajo, como cuando una niñera le habla al bebé que cuida, el mensaje conlleva autoridad. En el caso contrario, (el rollo hacia arriba), la imagen conlleva sumisión, como cuando un subordinado le habla a un superior –lo que poco se pinta. Un caso interesante es el dibujo del chismoso con dos rollos hacia arriba encima de su cabeza, lo que puede represen-


La expresión escrita, por el contrario, como en los códices, parece tener una indiscutida y permanente relevancia. En el mundo azteca, como en otras culturas mesoamericanas, los códices eran manuales de predestinación y guías de educación que padres y ancianos obligaban a leer y aprender. También los jueces consultaban los libros para sus decisiones judiciales y registraban en ellos las sentencias de sus procesos. Además, los códices precolombinos eran almanaques, documentos fiscales, fuentes de pronóstico de lluvias y cosechas, y archivo de mapas, genealogías e historias, guardando el pasado y la tradición de sus pueblos. Un códex podía orientar a una pareja de recién casados y encausarlos por una vida mejor para su familia. Que un libro, como el nativo, sea matemática, estética, y comunicación al mismo tiempo, le resulta difícil de entender al observador de hoy en día. Los libros mesoamericanos son una convergencia de

medidas, conceptos, tecnología y colores que impactaron no sólo a las culturas donde nacieron sino también a aquellas donde perecieron (Brotherston, 1992: 12). En efecto, los españoles usaron el papel nativo en Nueva España, promoviendo su producción oficial en la región de Tlaxcala (Berdan & RieffAnawalt, 1997: 231). El libro en la América precolombina es arte y el arte es en gran medida libros. De hecho, la palabra nahuatl tlacuilolitztli significa ambas cosas: escribir y pintar (Boone, 1994: 3). En una interesante relación de raíces lingüísticas, Offner (1983) nos muestra el trasfondo cultural del derecho de expresión entre los aztecas. Mientras los vocablos nahuatillalia y nahuatilli significan respectivamente legislar y lus o lex (ley o derecho), el término nahuati significa hablar con voz fuerte (mandar, ordenar). Así pues, el tlatoani (o rey) era simultáneamente tecuhtlato (juez), tecuhtli (jefe supremo) y tlatoa (orador). En el derecho azteca no existía ninguna separación de poderes (p. 243). Para los mayas también el arte y los códices estaban íntimamente ligados. Un gráfico en un códice maya podría establecer combinaciones fonéticas donde lo pintado significara escribir (z’ib, ziba, z’ib-tah), hablar (zikbal) y charlar (zik-bal), todo al mismo tiempo (Alvarado, 1999). Con el positivismo modernista, sin embargo, esta inte-

resante simbiosis arte-comunicación cayó en desuso, en especial entre los comunicadores de masas. En Mesoamérica la mentira, la embriaguez, el adulterio y la traición eran delitos repugnantes. Igualmente, se castigaba con firmeza el sacrilegio, toda vez que el fervor religioso era la médula espinal de la sociedad. A diferencia del derecho colonial y los miedos de la Inquisición, las civilizaciones precolombinas expresaban abiertamente el tema de la sexualidad. Pinturas sobre orgías, adulterios y borracheras en libros como el Códex Borgia advertían de los peligros y consecuencias de una vida relajada. El Panel 13 de este libro, titulado los Pecados de la carne, muestra claramente escenas de mujeres desnudas en poses sugestivas y de hombres dedicados a la embriaguez, a los desangres penitentes del pene, y a otras situaciones de castigo y de desorden (The Quetzalcoatl Website, 2000: 4). La impresión de Pietro Martire D’Anghiera (14571526), el connotado historiador italiano al servicio de la corona española, respecto a que los indígenas disfrutaban de “un mundo dorado donde la gente vivía sin leyes, sin jueces ni libelos” era pues totalmente falsa (Florida Department of State, 1993: 4; Morison, 1955: 43). Todo lo contrario, las culturas prehispánicas tuvieron reglas muy estrictas y numerosas, aunque no con el propósito

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tar una doble sumisión (ver Berdan & Reiff-Anawalt, 1997: 232). Usualmente, sin embargo, los rollos hacia arriba significan también fumar. Este mismo signo, en una situación muy distinta, como cuando el rollo aparece dentro de un recipiente, significa excremento o la acción de defecar (Prem, 1992: 55). Al final, el concepto de flujo, sea informativo, ambiental o corporal, es el que importa.

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de perseguir, como bien detectó Anglería. Fue a los europeos más bien a quienes la sensación de grandeza del nuevo mundo les hizo probar el verdadero sabor de libertad: “un renovado espíritu de independencia” libre de la supervisión de la iglesia y de sus ministros, como en el primer viaje de Colón (Arciniegas, 1975). Para el Jamail Research Center de la Universidad de Texas, el libro de J.A. Offner Law and Politics in Aztec Texcoco es el «estudio definitivo» acerca del sistema jurídico azteca. El autor aporta valiosas conclusiones: Primero, que sí existió un derecho escrito en Mesoamérica consignado en códices y otros instrumentos, aun cuando el derecho precolombino fuese esencialmente oral y consuetudinario (ver también Coe, 1992: 78). Segundo, que en las diversas culturas nativo-norteamericanas no sólo había leyes escritas sino también reyes deseosos de implantarlas (ej. Nezahualcoyotl y Nezahualpilli en Texcoco). Tercero, que la interpretación de la ley pre-cortesiana sin contextualización histórica, política, social y cultural sirve de muy poco. Y finalmente, que el peor error es interpretar la realidad jurídica indígena con los ojos y el espíritu de los códigos y principios legales europeos (Offner, 193: xiv).

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Treinta años antes de Offner, L.A.Díaz-Vasconcelos (1953) publicó unos de los estudios más completos sobre el sistema jurídico maya (Norma e institución jurídicas mayas). Una de sus observaciones más importantes es que la historia del derecho precolombino “no sólo de Guatemala sino de toda América Latina, está por redactarse” (p.10). Seguramente el comunicador tendría mucho que ofrecer en esta empresa.

SIN CÓDICES PERO CON TELE-COMUNICACIÓN Si los mayas, según Crow (1992) eran “los griegos del Nuevo Mundo”, los incas eran el equivalente de los romanos por su organización administrativa, su centralización y su unidad y hegemonía imperial (p. 2). Fascinado con el sistema incaico de vías o Camino Real y luego de diecisiete años de viajes y censuras de la iglesia, el cronista andaluz Pedro Cieza de León escribió: “una de las cosas que más me llamó la atención […] era cómo y en qué forma se construyeron por todas partes estos espléndidos caminos. Si el Emperador quisiese construir otro como el que va de Quito al Cuzco, o de Cuzco a Chile, no creo que realmente lo pudiese hacer, con todo el poder y los hombres a su disposición, a menos que siguiese el método empleado por los incas” (texto en inglés, ver Cieza de León en Von Hagen,

1959 [1553]. Para Cieza, los chasquis y sus “autopistas” eran la manifestación de un alto grado de civilización, gobierno y estructura. Poco se ha escrito en la literatura de la comunicación sobre los chasquis. Estos atletas nativos, memorizando sus mensajes, los distribuían a pie por todo el imperio en cuestión de días. Según los orejones quechuas, una cadena de postas humanas (o’klana), era capaz de cubrir una distancia de 240 millas en sólo veinticuatro horas. Nadie podía hacer semejante viaje con más habilidad que un chasqui, superando terrenos espinosos, desiertos, nevados y empinados. Es útil ver las primeras escenas de la película de Werner Herzog, Aguirre, la ira de Dios (1973) para entender la destreza de los chasquis. Los animales eran poca ayuda en muchos terrenos. Cada cinco kilómetros (3.1 millas), mostrando un alto grado de coordinación y disciplina social, se apostaban dos corredores en una estación de madera, con agua, comida, y una estera para descansar. Dicho puesto era responsabilidad de las villas vecinas. Milla tras milla se transmitía el mensaje por relevos, manteniendo la más estricta precisión. Ni ruegos ni torturas obligaban a un chasqui a revelar su mensaje, so pena de ser acusado de traición al inca. Como en mesoamérica, la traición era un delito grave sancionado con la pena de muerte.


A propósito de sistemas de información, medios y tecnología incas, es bueno enfatizar también que el quipu, un tipo de escritura divorciado de componentes fonéticos, está siendo explicado en la actualidad como un sistema de notación más matemático que lingüístico: algo así como un pentagrama tridimensional. Aun así, el quipu es un modo de registro, prescripción y comunicación no sólo numérico sino conceptual. Es un mecanismo de archivo de reglas e ideas basado en la encodificación de múltiples variables como el color, la textura, la forma y el tamaño de sus nudos de algodón (Boone, 1994: 21-22). Con frustración, los investigadores contemporáneos analizan los quipus sin entender mucho al respecto. Lo que sí se sabe es que fueron pieza fundamental en la administración y burocracia del imperio, que según cronistas españoles, guardaban datos económicos y de población, de historia, de derecho, de mitología y de astro-

nomía, entre otros temas (Coe, 1992: 19).

EL NUEVO PUNTO DE PARTIDA Ni los medios ni el derecho de la comunicaciones, este último entendido como el conjunto de reglas destinado a promover, administrar o limitar la expresión, empezaron con los españoles y la introducción de la imprenta. El comunicador americano, en especial el latinoamericano, tiene entonces gran parte de la responsabilidad de reescribir la historia de los medios masivos del Nuevo Continente. El punto de partida no puede ser otro que el pasado bibliográfico, informativo, artístico y político-legal de sus culturas indígenas, primordial aunque no exclusivamente de Mesomérica y los Andes. La falta de madurez histórica y de interdisciplinariedad de la comunicación como ciencia, no puede seguir siendo un obstáculo para reevaluar y rescatar lo necesario de este extenso y trascendental periodo del desarrollo hemisférico. Aun así, los comunicadores tenemos mucho que aportar. Para empezar podríamos revivir la relación arte-comunicación. Así mismo, los códices merecen un análisis como medio de expresión donde se adapten, de ser posible, criterios de difusión, innovación, cultura, semiótica, roles sociales, agendas de información, po-

líticas de comunicación y teorías del conflicto, el desarrollo y la dependencia. En materia de tecnología sería importante explorar el proceso social y técnico de la fabricación del papel y la construcción y conceptualización del quipus. Para el experto del derecho de la comunicación existen también varias alternativas. Una de ellas sería establecer comparaciones jurídicas entre fuentes y sistemas de la ley precolombina escrita que incluya códices y otros manuscritos de diversas culturas. De estos estudios se podrían generar otros más especializados en materia de libertad de expresión, difamación, obscenidad y aspectos conexos relacionados con el derecho a comunicar. Hace apenas dos años, por ejemplo, el Cuarto Congreso Internacional de Mayanistas tuvo entre sus discusiones un interesante trabajo que invitaba al pluralismo jurídico a partir de la experiencia maya. Si el comunicador descubriera verdaderamente al indígena y le reconociera sus méritos pasados y presentes, tal vez podría aliviar en algo los más de quinientos años de estereotipos, dominación y desinformación acerca del nativo americano y de las causas de la pobreza en este continente.

L. Ferreira

En América los chasquis o correo verbal son el antecedente más antiguo de un efectivo servicio punto a punto. A menudo se olvida en este continente que el correo no lo trajo ni el imperio español ni mucho menos el inglés. La misma corona española reconoció los méritos del chasqui, manteniendo sus servicios durante la colonización de los Andes (Otero, 1953; ver Von Hagen, 1959).

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D. Cogo

Denise Cogo

La pluralidad como desafío a la comunicación de los “excluídos” en Brasil y en Latinoamérica

Profesora investigadora del Programa de posgrado en Ciencias de la Comunicación de la Universidade do Vale dos Sinos (Unisinos) en São Leopoldo, Rio Grande do Sul, Brasil. E-mail:denisecogo@uol.com.br

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C o g o D e n i s e

La pluralidad como desafío

Resumen: A partir de una breve revisión de los términos utilizados para nombrar la comunicación participativa desarrollada en las dos últimas décadas por los movimientos sociales en Brasil y en Latinoamérica (comunicación popular, comunicación comunitaria, comunicación dialógica, etc,) tomo la terminología comunicación de los “excluídos” asumida hoy en la esfera de los movimientos sociales, con el propósito de reflexionar sobre los ámbitos de relaciones que encierra esa transformación terminológica y, de igual modo, sobre los reordenamientos comunicacionales que impone la pluralidad como desafío a las prácticas y a los proyectos de comunicación desarrollados por los movimientos sociales latinoamericanos y brasileños.

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Para revisar un campo de estudios se puede empezar por revisar los términos utilizados históricamente para nombrarlos, aunque se reconozca que en el campo de la comunicación comunitaria o popular en Latinoamérica las múltiples terminologías han sido siempre reflejo de la peculiar imprecisión conceptual que ha marcado siempre tal ámbito de estudios. Sin embargo, si bajo distintas designaciones1 los proyectos y las prácticas encierran un relativo consenso respecto a las estrategias políticas y pedagógicas, la opción por uno u otro término informa acerca de las múltiples intenciones de los sujetos en subrayar, excluir, relacionar, distinguir, reafirmar, contrastar, en lo que concierne a contenidos, medios, formas, espacios y contextos de desarrollo de la comunicación comunitaria, así como orienta también sobre las marcas de inclusión en determinados paradigmas o momentos históricos. Así ha sucedido con la comunicación de resistencia cuando el escenario era la lucha contra la dictadura; con la comunicación grupal, cuando lo que se buscaba era subrayar la extensión de los proyectos y prácticas; con la comunicación de los subalternos cuando la preocupación era alertar acerca de las condiciones de clase de los actores de la comunicación; con la comunicación popular, cuando el deseo era asegurar

la presencia de una necesaria memoria sobre esa “otra” comunicación: la masiva. Fuera para contraponerse a ella o para plantear estrategias de inserción en su ámbito. Hoy sucede lo mismo cuando la comunicación comunitaria se convierte en la comunicación de los excluidos2 o por lo menos, se inscribe en el marco de la exclusión a partir de la terminología acuñada y diseminada en el ámbito de los movimientos sociales, llevando a la indagación sobre los campos de relación que comporta esa transformación terminológica y qué reordenaciones y retos se imponen a esa comunicación en un tiempo en que las clases populares se vuelven terminológicamente excluidas. El término excluido cabe insistir, es de uso corriente entre los movimientos sociales brasileños, inspirado sobre todo por su adopción en el ámbito de los actuales acciones e iniciativas de la Iglesia Católica en el campo popular, llegando a ser asumido incluso por la prensa brasileña en el contexto de la cobertura de los movimientos sociales. El término excluido parece además asegurar hoy una cierta identidad, o por lo menos, una cierta distinción al campo conceptual de esa comunicación, si consideramos el uso cada vez más indiscriminado de la terminología comunitaria, especialmente en el ámbito de la comunicación masiva.


En la dinámica de relaciones de inclusión-exclusión en el campo de la comunicación comunitaria es fundamental comprender primero que la exclusión3 se vuelve ya inclusión a medida que la clase social no se impone más como la categoría exclusiva para la comprensión del universo de los actores y receptores de la comunicación comunitaria sino que incluye también categorías de género, etnia y religiosidad, tan revalorizadas hoy por la posmodernidad. Acerca de tales inclusiones, los datos ofrecidos por AMARC (Asociación Mundial de Radios Comunitarias) ayudan a recordar que en el campo de la radio latinoamericana incluso en las comunitarias, la participación de las

mujeres no alcanza todavía el 1%. Las inclusiones de esas otras categorías remiten igualmente a los tres “l” (lúgubre, lúdico, lujurioso) 4, con las cuales se han cristalizado en los mass media las imágenes estereotipadas de la población de origen afrobrasileño, atestiguan que es imprescindible activar los llamados movimientos sociales organizados (como es el caso del movimiento negro brasileño) en torno de la formulación de estrategias de comunicación que contribuyan efectivamente a romper con esas imágenes. Es la exclusión que asocia lo comunitario al campo de lo masivo. Ahora, sin embargo no solamente para que se torne público el deseo de los actores de dejar de hacer una comunicación grupal y comunitaria en el sentido estricto del término, sino también por la urgencia con que se va efectuando la experiencia de inclusión en el campo institucional de la comunicación masiva a partir de la ocupación de los espacios que van surgiendo. Así, la lucha en favor de la reglamentación de las televisoras y de las radios comunitarias en Latinoamérica se configura en una lucha por la inclusión. Ser incluido en el ámbito reglamentado de la comunicación implica, como en el caso de las radios brasileñas, la lucha por una serie de inclusiones: el permiso para operar en redes (no exclusiva-

mente en los casos de calamidad pública como quieren imponer los legisladores), la autorización para difundir publicidad comercial y no solamente apoyo cultural; el permiso para funcionar en una potencia que supere los 25 watts previstos en la ley; la posibilidad de acceder a más de un canal por región; la garantía de legalización para todas las emisoras actualmente en funcionamiento hoy5. Al fin y al cabo, la lucha consiste en poder incluirse en el escenario de las comunicaciones bajo condiciones mínimas de igualdad a fin de que el simple deseo de tornarse “legal” no comprometa la supervivencia de las emisoras. Se constata por lo tanto que la lucha por la inclusión se transforma en una lucha no solamente articulada a ese otro receptor, sino igualmente a ese otro empresario de la comunicación o a ese otro legislador y a todos esos otros asociados, frecuentemente no consensuales, que se articulan en el interior del propio movimiento y de las propias organizaciones que congregan las radios y televisoras comunitarias, imponiéndoles el necesario ejercicio de insertarse en el campo de tensiones del nosotros y los otros del cual nos hablan autores como Tzvedan Todorov 6. Es en el límite de tal campo que la democracia necesita ser entendida como pluralidad7, las diferencias tienen que ser administradas y las relativizaciones negociadas.

D. Cogo

En la ciudad de Porto Alegre, en el sur de Brasil, por ejemplo, la empresa de comunicaciones RBS (Red Brasil Sur de Comunicaciones) es propietaria de una emisora denominada TVCOM, canal de cable orientado a la difusión de programación exclusivamente local, que se intitula comunitario. La diseminación del uso de tal término ha preocupado incluso a los promotores de la comunicación comunitaria en Brasil y en Latinoamérica. En este contexto, los grupos vinculados a las emisoras comunitarias latinoamericanas en el ámbito de los movimientos sociales ya discuten, por ejemplo, el empleo del término ciudadano en sustitución al de comunitario.

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La pluralidad como desafío

El ejercicio de la autogestión en el proceso de ocupación de los canales comunitarios8 ha conducido a los movimientos sociales, y a otras entidades de la sociedad civil en muchas capitales brasileñas, a experimentar en la práctica la diversidad de opiniones y tendencias, sin que alcancen a construir un consenso mínimo respecto a la administración de una determinación legal que fija que la organización de los canales comunitarios deba ser compartida por las entidades sin fines de lucro. Si existe, por una parte, una pluralidad ya en ejercicio en el ámbito de los nuevos canales comunitarios creados por la nueva ley de la televisión por cable, como sucede con la implantación del canal comunitario de Porto Alegre, de otro lado subsiste el riesgo de que, frente a la imposibilidad de construirse en la diversidad, se transfiera paradójicamente tal construcción a un otro, logrando consenso solamente a partir de la intervención reguladora de los gobiernos y también de los propietarios de las grandes redes de comunicación, a ejemplo de la postura adoptada por las entidades y los movimientos sociales en el proceso de implantación del canal comunitario en la ciudad de São Paulo.9 Sin tener todavía que vivir la experiencia radical de compartir frecuencias de la manera como sucede con los canales comunitarios de la televisión por cable, el liderazgo de las radios comunitarias afron-

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comunicación

ta, sin embargo, el ejercicio de compatibilizar y acomodar los distintos perfiles de emisoras en el interior de un mismo o de diversos movimientos organizativos10, experimentando, a ejemplo de los llamados movimientos de afirmación multicultural en distintas naciones, las fronteras entre una multiculturalidad de cuño pluralista y una multiculturalidad de carácter particularista11. Tal dinámica aparece sintetizada en uno de los lemas acuñados en el ámbito de uno de esos movimientos: “Lo que nos une es la posibilidad de trabajar en sintonía con las diferencias: la conquista de un mundo donde haya lugar para todas las voces”.12

tración de la propiedad en las telecomunicaciones, en los mass media y en la informática, según subrayan los investigadores brasileños Lima y Motter. Identificado como convergencia tecnológica, el fenómeno de la concentración en el campo de las comunicaciones ha sido objeto de análisis y pronósticos de varios estudiosos del tema que, conforme los dos investigadores brasileños, “están convencidos que para el año 2000 el mercado globalizado de las comunicaciones estará enteramente controlado por entre seis y diez mega-gigantes.”13

Por lo tanto, es necesario indagar si la pluralidad equivale a la inclusión amplia e ilimitada de las diferencias o bien la diversidad de canales asegura la pluralidad de voces y de opiniones en circulación en la sociedad. La propia comunicación masiva tórnase ejemplo útil para probar que la multiplicación de canales de comunicación en los últimos años no ha venido necesariamente acompañada de una diversificación de las voces en circulación en la sociedad o para esclarecer que la simple segmentación del mercado no significa la democratización de la comunicación.

En ese escenario de convergencia tecnológica se configura otro campo de enfrentamiento para líderes y actores de la comunicación comunitaria en la esfera televisiva: enfrentar la escasez de recursos y de medios para la producción de programas frente al incremento cada vez más intenso de los canales de comunicación disponibles para ocupación. Lo que significa afrontarlo, sea a través de la compra de espacios en los canales por cable, tendencia que se ha confirmado en la trayectoria de la televisión argentina por cable14 iniciada en los años 80, sea a través del proceso de ocupación de los nuevos canales comunitarios definidos por la legislación brasileña.

Toda una dinámica de compras, acuerdos y fusiones, estimulada por la ola mundial de las privatizaciones, ha provocado una profunda concen-

En consecuencia, los grupos vinculados a las televisoras comunitarias brasileñas que han estado tradicionalmente asociadas a las llamadas


En esa dinámica productorproveedor los grupos vinculados a las televisoras comunitarias conviven con la fragilidad de sus certezas y conceptos estéticos, reafirmando, en realidad, las incertidumbres que han acompañado históricamente a los realizadores del video popular. El pluralismo llega, de la misma manera, al lenguaje, imponiendo la aceptación de otras estéticas que no sean necesariamente aquellas heredadas de una cultura difundida por los llamados canales abiertos o incluso por el video popular de carácter local. La flexibilidad de otros modelos estéticos, todavía no determinados, comporta desde la creación de los llamados canales de archivo (montados a partir de antiguos archivos de imágenes)16, la simple ocupación de los canales comunitarios a partir del rescate de los sistemas como el VHS y el super VHS llegando quizá a la constitución de convenios con organizaciones gubernamentales, productoras populares de video o sindicatos e incluso con las universidades y el poder pú-

blico, es decir, con aquellas instancias capaces de aportar equipos para la producción y hasta profesionales para la capacitación de nuevos productores. En Argentina la implantación de la televisión por cable ha significado en gran medida una alternativa de trabajo para profesionales recién salidos de la universidad justamente por haber posibilitado la experimentación en el terreno del lenguaje.17 En Brasil el CECIP (Centro de Creación de la Imagen Popular) demuestra versatilidad a través de un proceso de apropiación plural de la estética del video/tv, articulando simultáneamente la consolidación del proyecto de la TV Maxambomba –una televisión de la calle en funcionamiento hace diez años en la región periférica de la “Baixada Fluminense” en Rio de Janeiro, con la producción y la exhibición de videos educativos en circuito cerrado en las escuelas y movimientos populares y además, con la producción de videoprogramas hechos por encargo para canales extranjeros como la BBC en Inglaterra y el canal 5 en Francia. Por su lado, el proyecto de la TV Pinel invierte simbólicamente la estética de la normalidad permitiendo la participación directa de los enfermos del Instituto Psiquiátrico Phillipe Pinel, en Rio de Janeiro, en la producción de los programas en la búsqueda de un tratamiento más huma-

nizado que involucra la integración entre los enfermos, sus familias y la comunidad. ¿Cómo, frente a esta aparente disociación entre difundir y producir en la esfera de la comunicación comunitaria, no transformarse en un depósito de cintas? ¿Cómo estructurar una programación y formular políticas de comunicación que reflejen mínimamente los intereses de un colectivo a fin de ocupar los espacios de la Tv por cable, sin dejarse limitar, y al mismo tiempo contemplar los intereses particulares de las entidades o de las productoras, sin condenarse al anonimato frente a un otro receptor cada vez más exigente? ¿Cómo además, conocer a ese receptor cuando en Brasil hasta las grandes operadoras de televisión por cable reconocen que todavía no han llegado a definir una metodología de investigación de las audiencias distinta de la utilizada para los llamados canales abiertos? ¿De qué forma no contentarse con permanecer en la clandestinidad y sometido a represiones en lugar de simplemente “poblar” de modo anárquico el dial a partir de las limitaciones legales impuestas por las legislaciones de radios comunitarias? ¿Cómo finalmente, escapar a la dualidad de escoger entre mantenerse como inquilinos o transformarse en propietarios en el campo de la comunicación comunitaria? Indagaciones que van imponiendo múltiples cuestiones

D. Cogo

televisoras de la calle, los circuitos cerrados, las producciones hechas para y en algunos casos por las comunidades mismas se enfrentan con el desafío de pasar de productores a proveedores15 o sea, exactamente proveyendo a los canales comunitarios de cable con distintos productos o programas producidos por diferentes grupos o comunidades.

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Ocupar los espacios institucioanalizados como el de la televisión por cable significa hablar, por lo menos hasta el año 2000 de no más del 4% de la población brasileña18. Conectarse a Internet, como ya lo hacen algunas de las radios comunitarias brasileñas y latinoamericanas, representa en países tales como Brasil, Perú, y Argentina incluirse en el segmento del 0,04%19 de la población que disfruta hoy de los servicios de esa red de informaciones. Por otra parte ¿cómo ignorar las exitosas experiencias de uso de tales tecnologías emprendidas en el ámbito de Internet por los movimientos sociales y organizaciones comunitarias como las del Frente Farabundo Martí en El Salvador, del movimiento zapatista en México, de Amnistía Internacional o Greenpeace? Se trata pues, de superar la exclusión que involucra el acceso a las tecnologías y por tanto incluir la preocupación en saber dónde y cómo buscar las

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comunicación

informaciones en una época en que el conocimiento “está cada vez más fragmentado y el gran desafío de la información es saber dónde está”20 reafirmando esa otra división social descrita por Martín-Barbero: “[…] entre la información y la cultura dirigidas a los que toman las decisiones en la sociedad y otro tipo de información y de cultura orientada al entretenimiento de las grandes masas”21. La lucha en el campo institucional, rasgo de los tiempos actuales en la comunicación de los excluidos, deviene depositaria de otra dinámica o movimiento que se puede rescatar de los estudios antropológicos del imaginario: el doble movimiento del instituido y del instituyente. Desde esa perspectiva, la cultura es entendida como un circuito que se establece entre el polo del instituido o sea de las formas estructurantes, representadas por los códigos, formaciones discursivas y sistemas de acción de las organizaciones e instituciones, y el polo del instituyente, representado por la dinámica existencial de los grupos sociales, o sea, por sus vivencias, espacios y afectividades. Este circuito está además guiado “por la intencionalidad de deseo en los cambios y sustituciones de los elementos, sus causas y consecuencias –y se caracteriza por esa polarización y no por una dicotomía, situándose la cultura en ese anillo recursivo que establece y alimenta la circulación constante entre ambos polos».22

Quizás resida ahí el principal campo de tensión de una comunicación que, entendida esencialmente como cultura, se mueva ahora más que nunca por ese instituido, sin perder de vista el instituyente en torno del cual siempre se ha constituido. Lo que lleva a mirar ese instituyente menos desde una óptica nostálgica (de lo que ha sido y ha representado la comunicación comunitaria) a fin de captar los matices que conducen a una (re)valorización de lo “experiencial” cuando el aprender a partir de las experiencias privadas y relacionales de los otros se vuelve central en el escenario de la comunicación actual. Si es el protagonismo social y popular el que ha inspirado, en todas las épocas, la comunicación comunitaria en Brasil y en Latinoamérica, es el rescate de esa experiencia relacional el que puede ayudarla a mantener viva esa inspiración en la misma medida que contribuye a rescatar para la comunicación de los excluidos la especificidad de un comunitario que, entre otros, nombra cada vez más la comunicación hoy.

NOTAS

La pluralidad como desafío

al campo teórico de la comunicación comunitaria. En una identidad constituida por una tradición conceptual que prima lo local y lo participativo, la comunicación comunitaria necesita ahora no solamente incluir lo global y lo masivo sino incluir, además, en la dimensión de lo global lo que es todavía acentuadamente excluyente en las sociedades del Tercer Mundo y en Latinoamérica: las nuevas tecnologías de la información.

Ponencia presentada en el GT Participatory Communication Research en el ámbito de la 21ª Conferencia Científica y Asamblea General de la

Asociación Internacional de Investi-


gación en “Mídia” y Comunicación

4. Según Fernando Conceição, el ne-

noción de cultura, superando inclu-

(IAMCR) desarrollada en Glasgow, Es-

gro lúgubre está en el noticiero, fre-

so la concepción de jerarquía evolu-

cocia, en julio de 1998.

cuentemente en las crónicas

tiva concebida por el evolucionismo.

policiales, el negro lúdico aparece en

Tal concepción ha inspirado a auto-

1. A inicios de los años 80 la investi-

ocasiones eventuales, en fechas con-

res latinoamericanos en el campo de

gadora brasileña Regina Festa cata-

memorativas como el carnaval, como

la comunicación y de la cultura tales

logó 33 términos utilizados para de-

una especie de alegoría; y el negro

como Jesús Martín-Barbero y Jorge

signar la comunicación comunitaria

lujurioso es el de la imagen barroca y

González, quienes subrayan la nece-

latinoamericana y brasileña. Entre los

lasciva asociada en los mass media,

sidad de entender las culturas en lo

términos subrayamos: comunicación

por ejemplo al llamado “turismo afec-

plural y en lo singular. Para González

alternativa, popular alternativa,

tivo”. Sobre los afrobrasileños en los

se trata de “culturas plurales (‘noso-

participativa, comunitaria, grupal, de

mass media y las estrategias de co-

tros’–‘los otros’) o sea, con definicio-

base, emergente, de resistencia, mili-

municación del movimiento negro en

nes e interpretaciones diversas con-

tante, de los marginados, liberadora,

Brasil recomendamos consultar a

trapuestas (a veces coincidentes) de

dialógica, de los oprimidos, horizon-

CONCEIÇÃO, Fernando. Mordendo

realidades (por lo menos en aparien-

tal, prensa “nanica”, prensa popular,

um cachorro por dia: No Brasil, a

cia o en construcción) similares.

prensa sindical. Ver FESTA, Regina.

mídia retrata a imagem do negro com

Comunicação Popular e alternativa –

três “l”: lúgubre, lúdico y lujurioso.

8. Los canales comunitarios son una

a realidade e as utopias. São Bernar-

En: MUNANGA, Kabengel (org.)

de las cuatro modalidades de cana-

do do Campo, IMS, 1984. (tesis de

Estratégias e políticas de combate à

les de acceso público previstos por

maestría).

discriminação racial. São Paulo,

la ley de televisión por cable. Las

Edusp/Estação Ciência, 1996, p. 253.

otras son los canales legislativos, los

2. Frente a la relevancia que asume

canales recreativos-culturales y los

el término en la actual trayectoria de

5. Las discordancias entre represen-

los movimientos sociales optamos

tantes de emisoras comunitarias bra-

por conducir esta reflexión inspira-

sileñas frente a las limitaciones im-

9. Las informaciones sobre el proce-

da en la comunicación de los exclui-

puestas por la ley de las radios co-

so de implantación del canal de São

dos, toda vez que comprendemos esa

munitarias aprobada el 8 de mayo de

Paulo y de otros canales comunita-

comunicación también a partir de su

1997 por la Comisión de Constitución

rios han sido proporcionadas por

inserción en los movimientos socia-

y Justicia de la Cámara de Diputados

Murilo Ramos, profesor de la Univer-

les y populares, aunque en el desa-

están expresadas en la Carta de Ouro

sidad de Brasilia y asesor de la NET

rrollo del texto nos permitamos em-

Preto redactada en el II Encuentro

(empresa de televisión por cable)

plear la denominación de comunica-

Nacional de la Unión de las Redes de

para televisoras comunitarias a tra-

ción comunitaria, respetando la ter-

Radiodifusión para la Democracia y

vés de su ponencia en el Seminario

minología que permanece vigente en

de la Asociación Mundial de las Ra-

Internacional Nuevos Espacios para

el contexto de los proyectos y de las

dios Comunitarias (mayo de 1997).

la Producción de Televisión, realizado en la ciudad de Porto Alegre del

6. TODOROV, Tzvedan. Nós e os

23 al 27 de junio de 1997.

3. Cuando los movimientos sociales,

outros –a reflexão francesa sobre a

principalmente la Iglesia Católica, uti-

diversidade humana- 1. Rio de Janeiro,

10. En Brasil la Asociación Brasileña

lizan el término excluido podemos ve-

Jorge Zahar, 1993 y TODOROV,

de Radios Comunitarias (ABRAÇO) y

rificar que hace referencia, de forma

Tzvedan. A conquista da América. São

la Unión de Redes de Radiodifusión

explícita, no sólo a los económica-

Paulo, Martins Fontes, 1991.

para la Democracia (UNIRR) son los

mente excluidos de la sociedad sino

dos movimientos que congregan en

a todas las otras categorías de exclui-

7. El término pluralidad presupone

nivel nacional las radios comunita-

dos: jóvenes, ancianos, mujeres, ne-

aquí la comprensión antropológica

rias. La UNIRR se encuentra más

gros, niños, etc. aunque las referen-

de la cultura que propone la supera-

orientada a la capacitación y la

cias y análisis acerca de esas catego-

ción del concepto esencialista de cul-

ABRAÇO en una dimensión más

rías sigan, por lo general, subordina-

tura. La antropología moderna ha tra-

organizativa. En el ámbito latinoame-

das a la perspectiva económica.

tado de trasponer hacia lo plural la

ricano y mundial existen la Asocia-

D. Cogo

experiencias en el campo popular.

canales universitarios.

35

34

35


de los canales comunitarios de la Tv

tarias (AMARC) y la Asociación Lati-

por cable.

noamericana

de

Educación

Radiofónica (ALER).

14. Ponencia del investigador Murilo Ramos en el Seminario Internacional

9. Según Solange Couceiro de Lima, a

Nuevos Espacios para la Producción

través del multiculturalismo pluralis-

en Televisión, realizado en Porto Ale-

ta es permitido a los grupos optar,

gre del 23 al 27 de junio de 1997.

independientemente del Estado, por

BIBLIOGRAFÍA

La pluralidad como desafío

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CONCEIÇÃO,

Fernando.

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el interior de una sociedad o incor-

independiente en la televisión argen-

minação racial. São Paulo, Edusp/

porarse a ella. Ya el multiculturalismo

tina.

Estação Ciência, 1996.p.253-259.

un nuevo tipo de etnocentrismo, si-

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FESTA, Regina. Comunicação popular

milar a lo que se ha buscado comba-

radioapaxionados no novo milênio.

e alternativa–a realidade e as utopias.

tir inicialmente. Consultar TEIXEIRA

Conferencia proferida por Regina

São Bernardo, IMS. 1984. (tesis de

COELHO. Dicionário de Política Cul-

Festa,

maestría).

tural. São Paulo, Iluminara/ FAPESP,

Videazimut durante el II Encuentro de

1997, p. 264.

la Unión de las Redes de Radiodifu-

GONZÁLEZ, Jorge A. Pensar la cultu-

políticas de combate à discri-

particularista enfatiza el incentivo a

actual

presidenta

de

sión por la Democracia de la Asocia-

ra (en tiempos de vacas muy flacas).

10.Extraido del folleto que contiene

ción Mundial de Radios Comunitarias

Intercom – Revista Brasileira de

la programación del II Encuentro de

realizado en mayo de 1997 en Ouro

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la Unión de Redes de Radiodifusión

Preto, Minas Gerais.

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Paulino. Novas tecnologias de comu-

11. LIMA, Venício de., MOTTER,

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nicações, neoliberalismo e democra-

Paulino. Novas tecnologias de

Santiago, Pontificia Universidad Ca-

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tólica de Chile, n.2, p.42-52, 1996.

v.3, n.1, p.12-19, enero/abril 1996.

São Paulo, v.3, n.1, p.12-19, enero/

20. FESTA, Regina. Televisionários e

MAFFESOLI, Michel. A contemplação

abril 1996. P.14.

radioapaxionados no novo milênio.

do mundo. Porto Alegre, Artes e Ofi-

Conferencia proferida por Regina

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por la Democracia y de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias.

mocracia. Comunicação & Politica.

12. Según el periodista Ricardo Tes-

Festa, durante el II Encuentro de la

ta, la compra de un espacio en la te-

Unión de las Redes de Radiodifusión

MARTÍN-BARBERO, Jesús. América

levisión por cable en Argentina cues-

por la Democracia de la Asociación

Latina e os anos recentes: o estudo da

ta en promedio 1000 dólares la hora

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lizado en mayo de 1997 en Ouro

SOUSA: Mauro Wilton (org.). Sujeito,

ción independiente en la televisión

Preto, Minas Gerais.

o lado oscuro do receptor. São Paulo,

argentina. (Ponencia en el ámbito del

Brasiliense, ECA-USP, 1995, p. 39-68.

Seminario Internacional Nuevos Es-

21. MARTÍN-BARBERO, Jesús. Améri-

pacios para la Producción en Televi-

ca Latina e os anos recentes: o estudo

SANTOS, Boaventura de Sousa. Pela

sión, realizado en Porto Alegre del 23

da recepção em comunicação social.

mão de Alice–o social e o politico na

al 27 de junio de 1997).

In: SOUSA, Mauro Wilton (org.) Sujeito,

pósmodernidade. São Paulo, Cortez,

o lado oculto do receptor. São Paulo,

1996.

13. El término proveedor, tomado de

Brasiliense, ECA-USP, 1995, p.39-68.

Internet, es usado por el investigador

TODOROV, Tzvedan. Nós e os outros

brasileño Murilo Ramos justamente

22. TEIXEIRA COELHO, Dicionário de

- a reflexão francesa sobre a diver-

para enfatizar el perfil de gestión que

Política Cultural. São Paulo, Ilumina-

sidade humana – 1. Rio de Janeiro,

está determinado hoy en el ámbito

ras/FAPESP, 1997, p.105.

Jorge Zahar, 1993.

diálogos de la

comunicación


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