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“Toma this” América Latina: contextos de la exclusión o de la domesticación

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Aníbal Ford

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Profesor Consultor de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Director de la Maestría en Comunicación y cultura. E-mail actual: aford@fiberte.com.ar

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Nuestro objetivo en este trabajo es realizar algunas entradas- sólo en parte conectadas- a problemáticas que directa o indirectamente afectan o van a afectar a América Latina. 2. ENTRE LA HIPER Y LA HIPOINFORMACIÓN O LA DEPRIVACIÓN OCULTA

1. LAS PALABRAS MALDITAS: COMUNICACIÓN, CULTURA, INFORMACIÓN2 Cualquiera que se enfrente con los conceptos de cultura, comunicación e información, se va a encontrar con una enorme cantidad de definiciones: unas veces complementarias, otras en pugna. Esto podemos entenderlo como una dificultad epistemológica o como la riqueza de conceptos que cruzan todas las prácticas y artefactos humanos. Es decir que se caracterizan por su transversalidad, una característica que no es sencilla y que incluye un complejo campo de saberes.3 Lo que es cierto es que esta dificultad, imposible de eludir, no puede impedir o no debiera impedir el reconocimiento de que

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nuestra época se caracteriza por problemas críticos que se corresponden al campo o a los campos de la cultura, la comunicación, y la información4. Es decir: la brecha entre la problemática epistemológica de estos conceptos y la práctica concreta- política, crítica, académica- es algo que hay que aceptar. Que no puede impedir la acción.

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En la fuerte y rica ostentación de infodesign que es el libro de Wurman UnderStAnding 5 (Las mayúsculas son del título), hay un cuadro que ilustra la Information anxiety6 en la sociedad norteamericana. Ahí se grafica la cantidad de mensajes (e-mails, llamadas telefónicas, faxes, etc) que recibe un oficinista norteamericano por día y el crecimiento de los mensajes publicitarios (aumentaron seis veces entre 1971 y 1991). Al mismo tiempo se establece una estrecha relación entre el stress y la «information age» y se mide su costo negativo para la industria norteamericana: entre doscientos mil y trescientos mil millones de dólares anuales. A la manera del infodesign se cita brevemente al autor de Data Smog,7 David Shenk, para señalar como la sobreabundancia de información se ha transformado en «un nuevo e importante problema emocional , social y político»8 y se alude al aumento del síndrome A.D.D. (Attention Deficit Disorder) que implica desatención, imposibilidad de concen-

tración, conducta hiperactiva o impulsiva poniéndolo en contacto con la «explosion informativa». El cuadro cierra con un gráfico sobre la relación entre los accidentes automovilísticos y el uso de teléfonos celulares en Carolina del Norte, relación que se duplicó entre 1995 y el 2000. El desarrollo de la problemática de la hiperinformación, donde muchas veces subyace una definición precaria o arbitraria del concepto de información, se exaspera en el centro del imperio y genera un proliferación de términos (information glut, information overload, infogarbage, infobog, information smog, info glimmer, etc.) así como se expande en la «cultura global hegemónica». Se genera así una «cultura de la hiperinformación» que margina u oculta los procesos de hipoinformación. Si Schiller señalaba, como «data deprivation», aún en los Estados Unidos y analizando como causa los procesos de privatización del Estado, «el deficit de la información socialmente necesaria»9, mucho más grave es el problema de la hipoinformación o de la ausencia de «información socialmente necesaria» en ese ochenta por ciento del mundo que tiene solamente el 20% del capital10 o donde un treinta por ciento no tiene luz eléctrica.11 O donde los presupuestos educativos, culturales, científicos son duramente cercenados por el pago de los intereses de las deudas externas. ¿Pero todo esto se agota a la sombra del discutido concepto de información? ¿es correcto o adecuado nombrar a nuestra época como sociedad de la información?12 Además, y como acotación clave: ¿qué implica que los países dependientes deben utili-


3. LA DEPRIVACIÓN CULTURAL O LOS RESIDUOS DEL DARWINISMO SOCIAL El aumento de las relaciones interculturales ha sido intenso en el último medio siglo. Entre las razones directas se encuentran: las migraciones documentadas e indocumentadas –muchas veces generadas por ese crecimiento brutal de la brecha entre riqueza y pobreza en los últimos veinte años-, la industria del turismo, el traslado de los centros producción. Entre las indirectas, simbólicas o mediatizadas: el desarrollo de los medios y de la comunicación vía satelital, también durante las dos últimas décadas. Esto cubre un amplio campo de trabajo intercultural, tiene sus expresiones políticas -el multiculturalismo- y ha renovado las discusiones, muchas veces confusas, sobre el «derecho a la diferencia cultural». Lo cierto es que no sólo hay culturas y lenguajes en crisis extrema14, sino que muchas de las culturas existentes tienen, sobre todo ante la presión de la «cultura única»15 o de los efectos de las «culturas únicas» del G7, un lugar precario, amputado o tergiversado en el escenario internacional. Hay una situación real de deprivación cultural16 que absorbe lo que más arriba señalamos como «data deprivation». Pero esta situación de deprivación tiene una doble interpretación. Si para algunos se trata de ausencia de dispositivos para comprender, respetar o entender la cultura del otro, o de las caren-

cias en diversas culturas de los recursos para desar rollarse autónomamente –como hace años lo planteaba Hamelink 17para otros significa el camino que deben recorrer las «culturas otras», el «resto del mundo», para ser semejantes a las culturas dominantes18. Por eso la intención ante los ciudadanos «sub-standard» -por clase o por etnia- es aplicarles «prácticas correctivas» o programas de «educación compensatoria». Una «discriminación positiva» como dice Jenks que ejerce un evidente violencia simbólica sobre los grupos sociales que por no compartir la «mainstream culture» se ven no como culturalmente diferentes sino como culturalmente deficientes. Esto, que ya hizo fracasar muchos planes de desarrollo o de «ayuda» en los ‘6019 implica un fuerte residuo del darwinismo social que, aunque haya tenido su versión más transparente durante la expansión imperialista de la segunda mitad del XIX, nunca dejó de estar presente en las visiones que los países centrales tienen de las culturas periféricas o de ese tercer y cuarto mundo que hoy se dispersa por todo el globo. Porque, aclaremos, no sólo hablamos de la discriminación de los migrantes sino de un 80% de la población mundial. 4. TROPOS: EL OCULTISMO ECONÓMICO O CÓMO EL MERCADO SE TRANSFORMÓ EN MITO Obviamente no es posible explicar lo que estamos razonando sin analizar la actual etapa del capitalismo, su expansión financiera y sus efectos sobre las estructuras políticas, productivas, socioculturales e institucionales.

Pero lo importante es insistir en cómo esto va acompañado de operaciones de construcción de la hegemonía -en el sentido gramsciano- que pasan por los territorios de la cultura, de la comunicación, de la información, sobre todo en una época en que las industrias de lo simbólico (telecomunicaciones, informática, industrias culturales, etc) son un componente central del producto bruto de los países centrales y en la cual tanto la asimética interdependencia sociocultural como las nuevas tecnologías han aumentado notablemente la masa simbólica en la constitución de lo social. Esto obliga a detenerse en ciertas estrategias discursivas, escriturales o audiovisuales.20 La relación entre estas estrategias y la concentración monopólica de las industrias de lo simbólico no es sencilla porque, entre otras cosas, se da en un doble juego de captación simbólica en la búsqueda de nuevos mercados y de estigmatización en función de la explotación de mano de obra «sucia y barata» o de dominio «administrativo» de los países dependientes. Renato Ortiz21 analiza la transformación -mediatizada (y mundializada)- del mercado en mito. Para ello aplica dispositivos estudiados por la sociología y la antropología. Analiza su naturalización, deshistorialización y despolitización a través de: 1) su humanización: el mercado tiene estados de ánimo -optimismo/pesimismo- y hasta puede «estar inquieto»; 2) su oscuridad: es misterioso, se expresa esotéricamente, de modo incomprensible, y por lo tanto sólo puede ser interrogado por algunos predestinados (los economistas) en sus oscuros

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zar para informarse sobre sí mismos fuentes, obras de referencia, enciclopedias, diccionarios, bancos de datos, elaborados etnocéntricamente en los países centrales?13

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indicadores: fluctuación económica, riesgo país, etc.; 3) sus errores y consecuencias trágicas: desempleo, inflación, desvalorización de la moneda, etc. Todo esto, entendido como «ocultismo económico» por Ortiz no se aleja de las manifestaciones que muchas veces observamos en investigaciones donde es común que los informantes opinen, por ejemplo, que el discurso de los diarios sobre la economía está destinado a los iniciados de «la city» y que les resulta poco entendible. Algo que lleva a dos consideraciones: las constantes vueltas de tuerca al mercado como cons-tructo ideológico22 y la incapacidad de muchos medios para explicar la economía más allá de ese «lector modelo» que construye como receptor privilegiado de la información económica23. 5. LA ESTIGMATIZACIÓN COMO SISTEMA DE CONTROL SOCIAL GLOBAL Pero la tendencia endiosadora de los mitos del new order tiene su contrapartida en la visión negativa de los países dependientes. En el reciente congreso de AIECS y haciendo referencia a la construccción que de América Latina se realiza desde los sectores globalmente hegemónicos, Rossana Reguillo afirmó que «si la estrategia metropolitana de la colonia fue la de infantilizar e inferiorizar a sus sometidos otros, en la llamada sociedad de la información, los dispositivos mediáticos de representación de la otredad latinoamericana dotan a la idea de inferioridad de nuevas metáforas y tropos que sólo contribuyen a ensanchar las asimetrías en el sistema de identidades vigentes»24. Reguillo analiza allí los dispositi-

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vos de estigmatización que acompañan desde antiguo la visión que los países centrales tienen de América Latina (lo exótico irracional», el «imaginario de la fatalidad», la naturalización de la idea de que los latinoamericanos son incapaces de realizar los valores de la democracia moderna) pero ingresando nuevos tipos de representaciones elaborados por las industrias culturales y los procesos del aumento negativo de la «visibilidad de la diferencia»25 o la idea de «contaminación» que fortalece la imagen del peligro que constituyen para cada país, los problemas que afectan al otro. Esto fue fortalecido tras el atentado del 11 de setiembre. A partir de ahí -dice Reguillo- «el otro-afuera es portador de los gérmenes de la disolución, se convierte en el complejo extremo, distorsionado, de los miedos de una sociedad alcanzada por sus propias contradicciones. Un miedo canalizado en la figura del inmigrante, del disidente, del outsider». 6. «ESTOS INTELECTUALES IRRACIONALES» Pero -agreguemos- también extendido a América Latina como en varios textos lo ha descripto Eduardo Galeano26 y a sectores sociales como el campo intelectual, sobre todo el de las humanidaes y de las ciencias sociales, contra los cuales crece una ola maccartista, tambien estigmatizadora. Una prueba de esto es el artículo de Linda Bowles, esposa del secretario de justicia de Bush, en la revista para hispanoparlantes Contacto. Ahí afirma con desparpajo: «No es nada nuevo que muchos de los profesores de universidades como Harvard, Yale y Princeton no piensan como la

mayoría de los (norte)americanos, y no hacen ningún esfuerzo por ocultar su desprecio por la cultura occidental, la fe religiosa, el patriotismo y el capitalismo. Piensan confusamente que al comunismo o a algo por el estilo se le debería dar otra oportunidad». Bowles recurre a otras fuentes para fortalecer su opinión. Como Lee Bockhorn, editor de The Weekly Standard, quien afirmó que «los profesores de las universidades (norte)americanas están, en su conjunto, un poco a la izquierda del Che Guevara» (sic), o a Arnold Beichman, un académico de la Hoover Institution, quien afirmó en el Washington Times, bajo el título de «Bárbaros dando clases»: «estos intelectuales irracionales... están hoy entre nosotros como lo estuvieron en 1932 Theodore Dreiser, Sherwood Anderson, Erskine Caldwell, Edmun Wilson, John Dos Passos, Malcon Cowley y Upton Sinclair». Revisionismo de derecha, que no sólo quiere borrar a la mejor literatura norteamericana, sino condenar todo tipo de revisión crítica27. Me detengo en esto porque es algo más que una tendencia. Ya está funcionando y, como bien sabemos, lo que pasa allá pronto se traslada a nuestros pagos. Hay una fuerte reacción contra las disciplinas que revisan, estudian, ahondan las estructuras sociales y económicas y los procesos culturales. Si esto sucede en los Estados Unidos apuntando en parte a estudios culturales que para nosotros son muchas veces livianos y snobs, qué es lo que puede suceder con un pensamiento crítico sólido y comprometido políticamente. Pienso a nivel de instituciones, de presupuestos, de apoyos para analizar a fondo nuestra situación nacional, latinoamericana, inter-


7. «LOS INDÍGENAS DE LA CULTURA LETRADA» Pero en todo esto hay que tener en cuenta los errores y las mitificaciones en la lectura de las otras culturas. Hay una doble crisis en «la reconfiguración del saber y del narrar en la cultura contemporánea» analizado por Jesús Martín Barbero 28 que señala que «el desordenamiento de los saberes, y los cambios en el narrar están produciendo un cambio en los moldes escolares de la sensibilidad, la reflexividad y la creatividad». En esto hay un conflicto con el libro y la escritura, típicos dispositivos de la modernidad, que se hace particularmente importante cuando se intenta reducir las culturas de América Latina, imponerle modelos de desarrollo y de educación. Teniendo en cuenta la fuerte expansión de la cultura visual en nuestro continente29 Martín Barbero señala: «sólo un interesado malentendido puede estar impidiéndonos reconocer que sociedad multicultural significa en nuestros países no sólo la existencia de la diversidad étnica, racial, o de género, sino también aquella otra heterogeneidad que se configura entre los indígenas de la cultura letrada y los de la cultura oral, la audiovisual y la digital». En esto actúa no sólo la crisis de la representación sino la deman-

da de reconocimiento, la necesidad de «ser reconocidos: hacerse visible socialmente en su diferencia». Algo que fue comprobado por Fuenzalida y Hermo-silla al registrar en algunas poblaciones rurales de Chile su desplazamiento o no aparición en la pantalla televisiva como discriminación30. Este planteo ante lo que señalamos sobre la cultural deprivation, sobre las diferencias infocomunicacionales y sobre otros aspectos que marcan la estigmatización, la mitificación, la construcción de hegemonía, la simplificación, la marginación o el exotismo, pone en escena la necesidad de comprender nuestras culturas como conjuntos complejos y en pugna entre sus características históricas, su relación con la modernidad, sus tradiciones, sus reelaboraciones culturales, así como su recepción creativa de los préstamos. Y esta complejidad que generalmente es reducida o simplificada a pocas variables, ingresa en las rupturas de los mecanismos de domesticación o en los prejuicios que conducen a la exclusión.

8. EL MARKETING ÉTNICO O EL PACKAGING DE LA CULTURA DEL OTRO Lo que no hay que dejar de señalar es que en el manejo que las culturas dominantes hacen de las culturas subordinadas actúan diveros tipos de estrategias y dispositivos. La cultura del otro, que poco avanzó en su explicación social, ética, antropoló-gica a raíz de «una modernidad que ha sido incapaz de incorporar la diferencia»31 ha pasado a ser focalizada de manera «compradora» por las estructuras del mercado y del consumo.

En otro lugar hemos analizado la utilización por la publicidad de la diferencia cultural, de las desigualdades y aún de los problemas de la crítica agenda global, como impacto de marca32. El llamado «síndrome Benetton» que obviamente no solo se refiere a esta empresa. En otras investigaciones, como la de Mazziotti y Borda, se ha desarrollado el análisis de la construcción cercenada de lo latino en programas televisivos del emporio cultural de Miami -proveedor de insumos para toda América Latina-, como es el caso del «Show de Cristina»33. Aquí nos referimos al desarrollo del marketing étnico o al desarrollo en empresas multinacionales de «divisiones multiculturales»34. La exploración de mercados étnicos en clave de consumo -como puede ser el de los hispanoparlantes en los Estados Unidos- está produciendo elaboraciones de las identidades que las limitan o cercenan (y que también explotan el exotismo en la relación con los mercados nacionales)35. Es decir que trabajan solo sobre algunas variables. Por ejemplo el peso de la familia, de la abuela, de lo afectivo, en el caso de los chicanos termina con la inclusión de una voz en off de una mujer mayor en un spot publicitario36. Pero obviamente se dejan afuera otras variables que son imprescindibles para comprender su cultura. Es decir de la negación se ha pasado a la integración pero en las vías gatopardistas que traza el consumo. Y esto es importante por la carencia en los formadores de la opinión pública (y del imaginario social) o, en la ecología comunicacional, por la ausencia de políticas culturales que pongan en escena todos los aspectos (históricos, económicos, sociales,

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nacional. Las humanidades y las ciencias sociales son saberes imprescindibles y estratégicos que marchan con la historia y no con el statu quo. De ahí el ataque, muchas veces solapado que reciben o van a recibir en nuestras sociedades. Esta no es una relación caprichosa: hay una misma matriz en el ataque a los migrantes, a los países dependientes, a los intelectuales.

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laborales, institucionales, etc) de la cultura del otro. Estos procesos de diversidad controlada son frecuentes en varias vías de comunicación como puede ser el caso de MTV/Viacom o de la CNN. El proceso es complejo porque estos dispositivos de estereotipia son contestados o refutados por la misma publicidad. Un ejemplo: en un aviso de Ford Motor Company destinado al mercado hispanoparlante aparece una mujer de apariencia latinoamericana que afirma: «yo no soy un estereotipo»37. La estructura que soporta estos operativos publicitarios y las nuevas estrategias de marketing bajo el lema de Wind «think globally, act locally»38 es poderosa como el «Globally integrated communications» (GIMC)39, un sistema de gerencia promocional que coordina comunicaciones globales a través de varios países y diversas disciplinas. La complejidad del tema -ya que ninguna persona puede dirigir todos los aspectos de todos los issues, especialmente cuando la envergadura del control es global y «cross-cultural»- absorbe operadores de diferentes culturas nacionales que incluso rotan por varios países, lo que aumenta «su sensibilidad global y el desarrollo y la difusión de la cultura organizacional de la agencia». Estos trabajos realizados fundamentamente sobre los valores y la vida cotidiana que de alguna manera muestran cuando lo global es lo micro y lo glocal la coartada, tienen un poder potencial, como los otros aspectos ya señalamos: la de presentar la relación entre culturas o las características de las culturas dependientes fuera de los marcos que exigiría un derecho a la diferencia cultural constituido con justicia.

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9. 11S: ¿FINAL O RECICLAMIENTO DE LA DÉCADA DEL INFOENTRETENIMIENTO? El fuerte entrelazamiento entre los problemas críticos mundiales y su transformación en commodities de las industrias culturales es parte de la década del infoentretenimiento, cuyo nacimiento está estrechamente relacionado con el final de la guerra fría y los mitos que engendró: el fin de la historia, el fin de las noticias duras, el auge del «melting pot»40 etc. La pregunta latente es qué es lo que cambió y qué persiste de la década del infoentretenimiento que se caracterizó por esta fusión, que también se dio en los soportes infraestructurales, que aceleró la borradura de los límites entre ficción y realidad (no sólo en la supuesta «tv verdad»); también por el desarrollo de dispositivos de simulación en el sentido duro y comercial (la utilización de los sistemas de entrenamiento virtual de la NASA como soportes de los games, p.e), que recorren un amplio espectro que va de las sofisticadas técnicas de la sociedad de la vigilancia41 a la ciencia fición, también reflotada como «ficción especulativa». Un buen ejemplo de esto es lo que sucedió antes y después del 11 de setiembre con lo que hemos llamado el «complejo militar cultural42. 10. EL COMPLEJO MILITAR/ CULTURAL En octubre del 1999, dos años antes del atentado y derrumbe de las torres gemelas, la CNN.com informaba bajo el título de «La Armada norteamericana va a Hollywood para entrenamiento con alta tecnología»43: «Hollywood ha enviado soldados a todo el mundo y más allá, en películas

como «Rescatando al Soldado Ryan» o «La guerra de las galaxias». Ahora las herramientas de la fantasía del mundo del combate serán usadas para entrenar a las tropas del ejército para la vida real. La Armada firmó un acuerdo de cinco años y 45 millones de dólares con la Universidad del Sur de California para tener una escuela con expertos en películas, efectos especiales y otras tecnologías que puedan ayudar en el entrenamiento de las tropas». Los programas de entrenamiento incluyen escenarios de batalla e incluso simuladores. «La unión -declaraba Louis Caldera, Secretario de la Armada de USA- dará a la industria del entretenimiento una ventaja en avances tecnológicos que podrán aplicarse a parques temáticos, video juegos y películas». En ese mismo mes y año ABCNEWS.com bajo el título de «El ejército mira hacia Hollywood»44 afirmaba: Para millones de personas, «la experiencia más cercana a la guerra ha provenido de Hollywood. Desde Apocalipsis Now a Rescatando al Soldado Ryan, los directores de cine durante décadas «han transportado» a los espectadores a batallas lejanas y han revivido la guerra. Ahora Hollywood pareciera tener también la atención del Pentágono (...) Steven B Sample, Presidente de la Universidad del Sur de California afirmó que «el instituto de investigaciones desarrollará tecnología tan auténtica que la gente reaccionará como si las vistas y sensaciones que experimenten fueran reales. Durante el mismo mes la BBCNews afirmaba:45 «El nuevo centro recreará situaciones de la vida real y personajes que ayuden a «lograr el mantenimiento» de la paz en zonas como Kosovo y Bosnia». Es decir: uno de los ejes centrales del complejo militar se fundamen-


Después del atentado muchas de estas hipótesis, ingenuidades e ideologías parecieron derrumbarse. Y se puso en escena el complejo militar/cultural de larga historia. En octubre del 2001, después del atentado, USA Today afirmaba en un artículo titulado «El Tanque de Pensamiento de Hollywood crea escenarios de terror»46: Algunos de los realizadores que producen las historias de terrorismo y violencia para Hollywood, están ayudando al ejército de Estados Unidos a prepararse para los posibles futuros ataques terroristas. El grupo se reunió en la Universidad del sur de California donde se ejecutan los programas para entrenamiento virtual del ejército. Entre los integrantes del grupo se cuentan Steven E. De Souza, quien en 1988 co-escribió «Duro de Matar», el autor para TV Davis Engelbach (MacGyver), el director Joseph Zito que dirigió «Fuerza Delta» «Desaparecido en acción» y «La abducción», David Fincher («El club de la pelea»), Spike Jonze (Quieres ser John Malkovich) Randal Kleiser (Grease), entre otros.

Una pregunta que surge ante este «complejo militar-cultural» es cuáles son sus ramificaciones y relaciones. Que la figura de Bin Laden haya sido bajada 10.000 veces en cinco días47 para acribillarla virtualmente en los games o que haya desplazado junto a Nostradamus del lugar top en Internet al sexo; que la red haya sido objeto de explosiones informativas; que en Hollywood, después de diez años de multiculturalismo se esté tratando de inventar un malo no étnico tal cual lo señala la importante revista de espectáculos Variety48; que junto a esto se amplíe la sociedad de la vigilancia, que se hayan suspendido en el Senado de los Estados Unidos las discusiones sobre la defensa de la privacidad, o que se aumente el control sobre las migraciones no son datos desconectados de este complejo militar-cultural que crece amenazante y malthusiano en los albores del siglo XXI. 11. MA$$ CULTURE49: ENTRE LA INFORMACIÓN ORGANIZADA Y LAS APUESTAS DEL WORLD ECONOMIC FORUM50 La pregunta que nos hacemos es cómo se van a articular la información, la comunicación y por lo tanto las culturas durante este siglo. Tanto a nivel de los países hegemónicos y los intentos de la globalización neoliberal –junto con la acelerada renovación tecnológica- como en relación con la desigualdad de los flujos, las brechas, las distorsiones, los silencios, las estigmatizaciones que circulan sobre los países dependientes por los canales globales de los dueños de la «convergencia». Uno de los ejes de esta problemática es la relación entre la información y una de sus zonas de mayor condensación: la noticia,

y teniendo en cuenta su larga persistencia y la forma en que se generó a mediados del SXIX51, durante la urbanización, la revolución industrial y esa etapa de la modernidad. También la noticiabilidad52. Es decir los requisitos que se «exige» a los acontecimientos53 para que se transformen en noticias y que según diversos autores y manuales de estilo o de los dispositivos del de producción diaria (newsmaking)54, son: novedad, originalidad e ineditismo, peso en la evolución futura, importancia y gravedad, proximidad geográfica, magnitud por la cantidad de personas o lugares involucrados, jerarquía de los personajes implicados, rupturas en la cotidianeidad, hechos de difícil desciframiento, etc. También la relación compleja de esto con otros procesos constitutivos de la actividad periodística como son gatekeeping 55 y agenda setting56. Fue gracias a estos mecanismos que permiten «construir el acontecimiento» que la crítica agenda de los «problemas globales», ya conocida desde hace varias décadas, ingresó en los medios y se instaló en la opinión pública a partir de los sucesos de Seattle, en 199957. Gracias a su valor como «acontecimiento» y «noticiabilidad» funcionaron como punto de partida para el surgimiento en los medios internacionales de una serie referida a las protestas de los movimientos contra la globalización: sus denuncias y reivindicaciones políticas, sociales, económicas y ecológicas, muchas veces producidas ante las reuniones cumbres del BM, el FMI o el G8. Sin embargo, a pesar de la fuerza de «acontecimiento» que adqui-

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taba en ese momento en el entretenimiento y la simulación, en el mantenimiento de la paz y la realización de mejores películas. Algo que a la luz del contenido de la películas que listaremos más adelante resulta sospechoso. Ni filmes ni games parecen destinados a entrenar para mantenimiento de la paz. El supuesto final de la guerra fría había transformado las noticias. Estas, afirmaba el director de ABCNews ya no eran «cuestión de vida o muerte». Comenzaba con los noventa la edad del infoteinment (info-entretenimiento) mientras más de la mitad del mundo se sumergía en la crisis, el hambre, la desocupación y las migraciones desesperadas.

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rieron estos hechos su presencia ha perdido fuerza en la prensa internacional desde el 11S 2001, y a causa de la fuerte censura y el control que se impuso en el término de 24 horas58 y que también se extendió hacia otros acontecimientos y procesos. Lo que aquí me interesa destacar es que aunque persistan los conceptos de noticia, noticiabilidad, gatekeeping, establecimiento de agenda y aún de géneros periodísticos es evidente que estamos ante cambios importantes en lo que ellos implican tanto a raíz de las nuevas búsquedas en investigación y desarrollo como de las nuevas políticas económicas e informacionales pensadas globalmente. Un primer ejemplo o índice sobre la transformación de la noticia lo constituye la conversión del programa de investigación del M.I.T «News in the Future (NIF)» en «Information: organized»59. Desde 1985, año en que el MIT Media Laboratory abrió sus puertas su mirada estaba puesta en la convergencia (publishing- broadcastingcomputing). Durante los comienzos del proyecto denominado News in the future (NiF ,1992) sus principales sponsors provenían de los negocios del periodismo. Pero hoy, cuando la convergencia es mucho más diversa, las compañías tienen un agudo interés en la publicación digital y las noticias no son necesariamente el centro de atracción. Así el programa se transformó en Information: Organized (I:O). (2001). Esto se enmarca en un contexto general: teléfonos celulares, email, personal digital assistants (PDAs), la World Wide Web, etc. El nuevo programa plantea que la pregunta fundamental para esta nueva etapa (I :O) debería

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ser: ¿Por qué necesitamos información? Y, asumiendo que ésta es importante, ¿cómo se puede organizar para estar en paz con ella? Afirman: «No somos un grupo variado de investigadores focalizados en las noticias. Por el contrario, somos un grupo... que ve en la información digital un medio que puede proveer nuevas formas de conocimiento y expresión una vez que se desarrollen técnicas para manejar y dominar nuestra actual sobrecarga de información». Un programa que si bien está pensado para países altamente informatizados seguramente va a influir en la circulación de la información por el mundo y colaborará en la ampliación de las brechas. Junto a esto, en paralelo y desde los mismos centros de pensamiento hegemónicos se presenta la iniciativa de achicar la brecha infocomunicacional de un modo particular. La tendencia de las potencias de percibir a los países «menos desarrollados» tecnológicamente como mercados potenciales para su producción de ordenadores, redes de conexión a internet, TV satelital, telefonía celular y tecnología digital, fue uno de los motivadores de la creación de la «Digital Opportunity», utopía de conectividad mundial presentada en julio del 2000 en la reunión cumbre del G8 en Okinawa por el Digital Opportunity Task Force (DOT Force) que integra a las principales empresas multinacionales de telecomunicaciones, informática y tecnología 60 . Si bien, la «Oportunidad Digital» fue seriamente criticada tras la cumbre de Okinawa y en varias de las protestas de los grupos «antiglobalización» el DOT Force continúa trabajando y no se encuentra sólo en su propuesta. El año pasado Cisco System y el

PNUD conformaron un alianza estratégica para establecer Networking Academies en los países «menos desarrollados» en una iniciativa denominada «Least Development Countries Initiative». No es extraño que, siguiendo esta línea, el título del Informe del PNUD 2001 haya sido «Poner el adelanto tecnológico al servicio del desarrollo mundial» y el tema principal del Informe (que presentó el Índice de Desarrollo Tecnológico) haya sido la integración de los países más pobres en «La Era de las Redes». Es decir, la pregunta sobre la reorganización de los sistemas de información (a partir de la transformación de criterios y conceptos como noticia, noticiabilidad, información, etc.) y de representación, de la convergencia a la información organizada (que no dejará de ser etnocéntrica) debe ser incluida en el análisis de América Latina y en cómo junto con la presión económica y social, se la somete a la exclusión, la desvalorización o a la domesticación producto no sólo de los medios o de las industrias de lo simbólico sino también de los discursos y de los documentos de los sectores visibles del poder mundial (FMI, BM, WEF) o de aquellos no tan visibles que tal vez expliquen por qué el abandono de la lectura de las secciones de los diarios no se debe al desinterés de los ciudadanos sino a la opacidad que estos observan en la información sobre los poderes económicos y políticos en un mundo donde la mayor densidad de teléfonos está en Las Bermudas.


1. La expresión «Toma this» es de un cartel de Pepsico destinado al mercado hispano. En www.vistamedia group.com/food.html

* Estas reflexiones forman parte de un trabajo mayor en el cual colaboran, como asistentes, Mara Leonardi, Julieta Casini y Vanina Marcote. 2. «No sé cuántas veces he deseado no haber oído nunca la maldita palabra». Raymond Wiliams con respecto al concepto cultura en Politics and Letters. Londres, New Left Books, 1979. 3. Un ejemplo , aunque no exhaustivo, de esto se puede ver en: Barel, Yves y Cauquelin Anne, «Concepts transversaux» ,en :Sfez, Lucianne. Dictionnaire critique de la Communication. París: P.U. F., 1993. 4. Esto no debe ser entendido como una posición «culturalista» El peso de las transformaciones infraestructurales (megafusiones, convergencia, monopolios) en estos campos es más fuerte que nunca. Pero sí, hay cambios en las relaciones entre lo «material»y lo «simbólico» Cfr. Ford, Aníbal: «La sinergia de los discursos o la cultura del infoentretenimiento» en su: La Marca de la Bestia. Identificación, desigualdades e infoentretenimiento en la sociedad contemporánea. Buenos Aires: Norma, 1999. Bogotá , 2001. 5. Wurman, Richard: UnderStAnding. New York, Ted Conferences, Inc. 1999. 6. Wurman es también autor de: Information Anxiety, Indianápolis, QUE, 2001.

8. Shenk, David: «Why you feel the way you do» Inc. Boston, 1999 (así citado en citado en Wurman, Richard, Op.Cit.). 9. Schiller, Herbert. «Data Deprivation» en su: Information Inequality. New York, Routledge, 1996. 10. Este dato aparece en diversos informes del Programa para las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). 11. Cfr. Ford, Aníbal: «El G8, Okinawa y la Digital Divide o la utopía comunicacional como sistema de dominio» en Diá-Logos de la comunicación Nº 59-60. FELAFACS, octubre de 2000. Una versión actualizada con un postscriptum de Mara Leornardi esta en curso de publicación en la revista de la Universidad de Buenos Aires Encrucijadas. 12. Cf. Webster Frank «Information and the idea of Information Society» en su: Theories of information society, Routledge, Londres, 1995 Allí Webster divide las teorías sobre la sociedad de la información en cinco vertientes: concepción tecnológica, concepción económica, concepción ocupacional, concepción espacial y concepción cultural. Cfr. También Roncagliolo Rafael, «Los espacios culturales y su onomástica». Ponencia para el Congreso FELAFACS, Lima, octubre de 1997. 13. Cfr. Ford, Aníbal «Procesados por otros. Diferencias infocomunicacionales y sociocultura contemporánea», en Comunicación-Educación. Coordenadas, abordajes y travesías. Bogotá, Universidad Central, 2000; con notas en : Encrucijadas. Revista de la Universidad de Buenos Aires, Nº 9, julio de 2001 y Ford, Aníbal: «Una navegación in-

cierta: Mercosur en Internet». En colaboración con Ivana Chicco. Documento de debate Nº 28, París, MOST (Gestión de las Transformaciones Sociales)/UNESCO. 14. A veces se utliza el témino «en extinción» pero este término tomado de la ecología (especies en extinción) no se corresponde con las complejas formas en que persiste una cultura. Carlos Masotta, comunicación personal. 15. El término «cultura única» tiene diversas acepciones. Nosotros nos referimos fundamentalmente a la cultura de la globalizaqción neoliberal encabezada por los Estados Unidos y también, aunque a través de diferentes mediaciones, por los países del consenso de Washington. 16. Jenks, Chris: «Cultural deprivation: a case study in conceptual confusion» en su: Culture. London, Routledge, 1993. 17. Hamelink, Cees Hacia una autonomía cultural en las comunicaciones mundiales. Buenos Aires, Ediciones Paulinas, 1985. 18. Cfr. Jenks, Chris: op. cit. 19. Rogers, Everett M.: «Communication and Development: The Passing of the Dominant Paradigm» en: Communication Research, III (2), abril, 1979. 20. Un ejemplo de esto se puede encontrar en el capítulo «Tropes of the Empire», en: Shohat, Ella y Stam, Robert Unthinking Eurocentricm. Multiculturalism and the Media, London: Routledge, 1994. 21. Ortiz, Renato «Economía, Magia e Mercado».Inédito, 2002. 22. Dentro del conjunto de los mitos que acompañan la globalización neoliberal. Cfr. Ferguson, Marjorie.

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NOTAS

7. Shenk, David: Data Smog. Surviving the Information Glut. San Francisco, Harper, 1997.

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A.L.: exclusión o domesticación

«The Mythologie about globalization» European Journal of Communication, Vol 7, Nº 1, 1992. 23. El replanteo de las carencias del discurso sobre la economía en los medios de comunicación es uno de los desafíos más importantes para nuestro campo. 24. Reguillo, Rossana «Pensar el mundo en y desde América Latina». Desafío intercultural y políticas de representación». Ponencia en la 23º Conferencia y Asamblea General AIECS/AMCR/AIERI. Barcelona 21 al 26 de julio 2002. 25. A esto hay que agregar la utilización de los problemas críticos, entre ellos los producidos por el interculturalismo, como commodities en la publicidad de impacto de marca o del documentalismo comercial. Cfr. Ford, Aníbal, La Marca de la Bestia, Op. Cit y Ford, Aníbal «La construcción discursiva de los problemas globales. El interculturalismo: residuos, commodities y seudofusiones» en Revista Iberoamericana (Universidad de Pittsburgh).Vol XVII, Núm. 197, Octubre - Diciembre de 2001. 26. P.e.: Galeano, Eduardo: Patas arriba. La escuela del mundo al revés. Montevideo, Ediciones del Chanchito, 1998. 27. Ford, Aníbal «Macartismo Vs. Ciencias Sociales» en Pag/12, 6 de mayo de 2002. Reproducido en el site BazarAmericano.com 28. Martín-Barbero, Jesús «Reconfiguraciones comunicativas del saber y del narrar» en su: La ducación desde la comunicación. Buenos Aires, Norma, en curso de publicación. 29. Expansión que ha sido considerada un factor de retraso frente al conjunto modernidad protestante/ escritura . Cfr. Brunner, José Joaquín «Medios, Modernidad y cultura» en Telos

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Cuadernos de Comunicación, tecnología y sociedad. Nº 19, Set.- Nov. 1989.

41. Ford, Aníbal. La Marca de la Bestia. Op. Cit.

30. Fuenzalida Valerio y M.E. Hermosilla: Visiones y Ambiciones del Televidente. Santiago de Chile, CENECA, 1989.

42. Ford, Aníbal. «El Complejo Militar - Cultural» en Página /12, 21 de noviembre de 2001. Reproducido en el site www.BazarAmericano.com

31. Reguillo, Rosana «El otro antropológico. Poder y representación en una contemporaneidad sobresaltada». Inédito, 2002.

43. CNN.com, 18/08/1999.

32. Ford, Aníbal. La Marca de la Bestia. Op. Cit.

44. ABCNEWS.com, 18/08/1999. 45. BBCNews, 19/08/1999, «El ejército americano a Hollywood». 46. Usa Today, 12/10/2001.

33. Mazziotti, Nora y Borda, Libertad «El show de Cristina y la construcción de lo latino» en Sunkel, Guillermo (comp.) El consumo cultural en América Latina . Bogotá, Convenio Andrés Bello, 1999. 34. Gould, S., Lerman, D. y Grein, A. «Agency Perceptions and Practices on Global IMC», Journal of advertising research, vol.39, nº1, Enero de 1999. 35. «Comércio étnico: um mercado, dois destinos» Observatório do Comercio: www.obscom.min-economía. pt/artigos/zb_12_10_2000/ num_29. htm, 36. «Local advertisers target Hispanics», Kay Paine. www. amarillonet.com/stories/101297/ advertise.html 37. Silvia Alvarez Curbello, comunicación personal. 38. Gould, S. , Lerman, D. y Grein, A. «Agency Perceptions and Practices on Global IMC», Journal of advertising research, vol.39, nº1 Enero de 1999. 39. Id. 40. Un ejemplo de esto aparece en el CD ROM Time Almanac 1990s. Cambridge, MA, Softkey International Inc., 1994

47. La Reppubblica, 04/10/2001, «Miles de norteamericanos ensayan su venganza contra un Ben Laden virtual». 48. Variety, 11/10/2001, «Hollywood se enfrenta a un dilema desde los ataques». 49. De un grafitti escrito sobre un móvil de Global News que fotografiamos en Quebec durante las protestas contra el ALCA en abril de 2001. 50. El World Economic Forum existe desde 1971 «como fundación independiente, imparcial y sin fines de lucro, no está atada a intereses partidistas ni nacionalistas». Se reúne anualmente en Davos, Suiza (a excepción del 2002 cuando por cuestiones de seguridad se trasladó a Nueva York) y de este encuentro participan alrededor de 1000 líderes de negocios, 250 líderes políticos, 250 expertos académicos y 250 líderes de los medios de comunicación. La reunión tiene como objetivo dar forma a la agenda global. En conjunto, estas personas definen los principales temas (issues) en materia económica, política y social de manera orientada a la acción. Los datos fueron recogidos del site de la organización internacional: http://www.weforum.org 51. Ford, Aníbal «Literatura, crónica


52. Cfr. Martini, Stella: Periodismo, noticia y noticiabilidad, Buenos Aires, Norma, 2000; Wolf, Mauro. La investigación de la comunicación de masas. Barcelona, Paidós, 1991; Sohr, Raúl, Historia y poder de la prensa. Barcelona, Andrés Bello, 1998; Gans, Herbert. Deciding what´s news. Nueva York, Vintage Books, 1980. 53. El acontecimiento ha sido objeto de diversos estudios y en diversos campos. Moles define al acontecimiento como tipos de variaciones perceptibles de un entorno que no ha sido previsto por el ocupante del centro del entorno. Moles, A, «Notes pour une typologie des événements» en Communications, n.18, 1992. Para Edgar Morin es todo lo improbable, singular, accidental que sucede en el tiempo. Morin, E. : «Le événementsphinx, Communications, n.18, 1972. También Cfr. Alsina, Rodrigo Miguel. La construcción de la noticia. Barcelona, Paidos, 1989 y Verón, Eliseo: Construir el acontecimiento. Buenos Aires, Gedisa, 1987. Y con respecto a los cambios en la noción de acontecimiento : Lochard, Guy : « Genres Rédactionnels et appréhension de l’évévement, médiatique », en : Réseaux, 76, CNET, 1996. 54. Wolf, Mauro «De la sociología de los emisores al newsmaking». En: La investigacción de la comunicación de masas, op.cit. 55. Cfr. Shoemaker, Pamela. Gatekeeping. Londres, Sage, 1991. Wolf, Mauro La investigación de la comunicación de masas,op.cit;; Martini, Stella Periodismo, noticia y noticiabilidad, op cit. 56. Cfr.: Protess, David, McCombs, Maxwell (Ed.) Agenda Setting. Readings on Media, Public Opinion

and Policymaking, New Jersey, Lawrence Erlbaum Associates, Publishers, 1991; McCombs Maxwell y Shaw, Donald, «¿Qué agenda cumple la prensa?» en Graber, Doris (Comp.) El poder de los medios en la política, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano 1996; Wolf Mauro, «El estudio de los efectos a largo plazo» en La investigación de la Comunicación de Masas, op cit..

Aníbal: El G8, Okinawa y la Digital Divide o la utopía comunicacional como sistema de dominio» Op.Cit.

57. Ford, Aníbal y Leonardi, Mara «Contra la Globalización Neoliberal» en Revista Ciencias Sociales Nº 45, marzo de 2001 y reproducida en su versión completa en el site: www.BazarAmericano.com 58. Flores, Natalia «Agenda, Noticiabilidad y Ruptura: El 11 de septiembre en la prensa estadounidense « Tesis de licenciatura. 2002. También cfr. The pointer Institute: September 11, 2001 . New York: Andrews Mc Meel Publishing, 2001. 59. Brian K Smith. «The I:O Manifesto». Information Organized. MIT Media Laborator y. http:// io.media.mit.edu/manifesto.html 15 May 2001. 60. Las companías integrantes del Grupo de Operaciones son: Abril Group; Alcatel; America On Line; Andersen Consulting; AT&T Company; BT PLC; Cisco Systems Inc; Cisneros Group Company; 3Com Corporation; Computer Associates; Deutsche Telekom AG; DMG New Media; Ebay Inc.; Edventure Holdings; Ernst & Young LLP; Flag Telecom Ltd.; France Telecom; Grameenphone Ltd.; Hewlet Packard Comany; IBM Corporation; Jazztel Telecom; Microsoft Corporation; Mitsubishi electric Corporation; Motorola Inc.; Movicom Bellsouth; MTV Networks; Novell Inc.; Organizacoes Globo; Siemens AG; Sony Corporation; Sun Microsystems Inc.; Telefonica S.A.; Toshiba Corporation; Viacom Inc. Cfr. Ford,

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y periodismo» en su: Desde la orilla de la ciencia. Ensayos sobre identidad, cultura y territorio. Buenos Aires, Puntosur, 1987.

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C. Monsiváis

Carlos Monsiváis

“Si no compra no predique” Hacia una crónica de los comunicadores en América Latina

Periodista, cronista, narrador y ensayista mexicano. Ha trabajado en Radio Universidad, en Investigaciones Históricas del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Imparte cursos y conferencias en numerosas universidades. Autor de ensayos, artículos y libros.

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I. VOCACIONES AL MAYOREO Y AL MENUDEO En lo que al prestigio laboral se refiere, el siglo XX latinoamericano comienza con ingenieros y médicos en la honrosa segunda fila, y en el centro los abogados que hacen y rehacen las leyes, determinan el proceso cultural, crean y modifican las instituciones, aprovisionan a dictadores y Presidentes de la República con discursos grandilocuentes, redactan los manifiestos subversivos y los textos oficiales, forjan los estilos del habla culta con todo y dicción, son a la vez los bohemios y los grandes burgueses. Todavía en la década de 1950, el gran escritor mexicano Alfonso Reyes le recomienda al novelista Carlos Fuentes presentar su examen profesional: «El título es el asa que sostiene la tacita», le asegura. En las sociedades emergentes ser abogado significa disponer de una capacidad o una incapacidad pro-

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teicas, y si el litigante inspira temor (el modelo del licenciado que se come literalmente las pruebas en contra de su cliente, y fabrica conjuras), y si el jurista es sinónimo de solemnidad republicana, el licenciado que cita a los clásicos y tiene una gran biblioteca es por lo menos garantía de preocupaciones humanistas. A los abogados e incluso a los que se quedan a medio camino en la carrera, se les cree dotados de incontables recursos. En el más inobjetable sentido del término, los licenciados en Derecho son los «milusos» que dicen o confeccionan discursos, redactan artículos y ensayos, escriben sin crédito letras de canciones y con crédito poemas de amor o protesta, imaginan lemas propagandísticos, imparten cuarenta o cincuenta clases a la semana en escuelas preparatorias... Al abolirse la bohemia por requerimientos de la modernidad, los abogados se confinan crecientemente en los límites de su profesión, y ya es tiempo de otra carrera que sea plataforma de habilidades múltiples y vocaciones confundidas. Por un tiempo breve, hasta que la carrera desencanta, interpretan ese papel los sociólogos. Luego, sin premeditación, por la mera fuerza numérica, entran a escena los comunicólogos, sustentados al principio, y que las excepciones me perdonen, por el atractivo de la profesión nueva y más bien incierta, vincula la sociedad de masas y las redes informáticas. En un principio, cuando todavía se llama Periodismo, la carrera atrae más bien a los leales a la Galaxia de Gutenberg (así, con esta retórica), pero al poco tiempo, al darse el giro a Ciencias de la Comunicación se originan dos

espacios simultáneos: el de una genuina revolución cultural (si el término puede salvarse de su connotación maoísta) y el de un vastísimo mercado de empleos y desempleos. En el primer caso, la carrera divulga vigorosamente un nuevo vocabulario, las ideas sobre sociedad de masas y las teorías y los lugares comunes en torno al fenómeno de los medios masivos o Medios a secas. ¡Ah! Ciencias de la Comunicación desborda conceptos que, asimilados o no, van de la ronda de planes de estudio a los artículos y las conversaciones: after image, hegemonía, autonomía relativa, oposiciones binarias, comunicación no verbal (body language), estudio de caso, disonancia cognoscitiva, decodificar, industria de la conciencia, teoría de la conspiración, industrias culturales, reproducción cultural, diacronía, sincronía, dialógico, imaginario, discurso (en un sentido totalizador), feedback, gatekeeper, icónico, polisémico, proxémico, subliminal, transaccional… El vocabulario de varias disciplinas se unifica y se difunde por intercesión de la fuerza demográfica de Ciencias de la Comunicación. La carrera descubre una nueva zona de ilusiones y realidades laborales y, de paso, instala el vocablo que es piedra de toque de la credulidad y la credibilidad, fuera y dentro de los ámbitos universitarios. Comunicar sustituye a la demasía de verbos: hablar, dialogar, relacionar, expresar, informar, poner al tanto. Único verbo con aureola, por así decirlo, comunicar es la acción que invade los hogares, preside las conferencias de los Medios y los mítines, da cuenta de los escenarios aerodinámicos. Y lo


«Te apuesto a que el director de cámaras hizo su tesis sobre los espacios museográficos y la lectura transversal» A principios del siglo XXI asistimos a una implacable toma de poderes, no por inadvertida o mal registrada menos amplia. En proporción abrumadora, en cada país latinoamericano, los egresados de Ciencias de la Comunicación colman las oficinas de gobierno, anuncian las bondades del empresariado, se dejan ver en las agencias de publicidad, los diarios y las revistas, manejan las agencias de relaciones públicas, los canales de televisión, las estaciones de radio y las empresas de video profesional, integran el círculo de aspirantes a videoastas y cineastas, los equipos de campaña de todos los partidos, los despachos encargados de encuestas. ¡Ah! ¿Quién que es o quién que quiere ser en el ámbito de la presencia pública no ha estudiado Comunicación? Si los egresados de la carrera aún no alcanzan los más altos niveles del poder, su ubicuidad es innegable. Ciencias de la Comunicación es la profesión «de gran futuro», con cientos o miles de escuelas en América Latina, estallido demográfico del alumnado, planes de estudio variados y opuestos que en promedio- se renuevan cada cinco años, invención del tipo humano del comunicólogo. Si los científicos y los técnicos marcan las realidades del desarrollo, los comunicadores o comunicólogos fijan el ritmo del trato con la modernidad, definida como lo inmune ante el anacronismo de las tradiciones y formas de vida, o como la sensación de rapidez

vital, o como la aceptación complacida de lo que apenas se comprende, o como la asimilación de la tecnología. Con celeridad no muy fácil de entender, las teorías y prácticas de la comunicación (no me pidan que la defina) resultan las traductoras certificadas de los cambios. Hay intérpretes de lo que ocurre (las adaptaciones a lo inevitable, la violencia psíquica o física de las transformaciones), pero en el paisaje interpretativo ni sociólogos, ni psicólogos, ni por supuesto políticos, ni científicos, ni economistas, ni siquiera religiosos o favorecedores del esoterismo, gozan del imán de los comunicadores, cuyo prestigio crece al transmitir o impartir «las vibraciones de lo contemporáneo». A través del elogio, la sociedad adelanta conclusiones: y el que comunica encabeza visiblemente los procesos. Al comunicador -y ya incluso don Francisco o Cristina Saralegui rechazan desde Miami la profesión circense de animador y se dicen comunicadores- se le atribuyen dotes de armonización social. Así nada más representen una opción profesional, son a los ojos de sus adherentes la clave del porvenir. Y la carrera resulta una exigencia de la globalización, tanto que la avalancha de escuelas surge de un edicto íntimo y público: que no haya en América Latina ciudad deshabitada, es decir carente de locales en donde se enseñe Ciencias de la Comunicación. Se produce la contradicción al parecer insoluble: si la mayoría de los egresados viven el desencanto, la carrera es un éxito, y el triunfo de los establecimientos educativos es más visible que el cúmulo de frustraciones. Ya el horizonte de las clases medias

ninguna familia se siente completa sin un hijo o una hija que estudie Comunicación. Algún empleo habrá para ellos, y la saturación del mercado de trabajo no obstaculiza el auge del nuevo espacio vocacional. Y alguien profetiza: llegará el día en que en América Latina los comunicadores integren la mayoría de la población, y -para seguir con el vaticinio- el que no haya estudiado la carrera no podrá decodificar la realidad. O algo así.

II. ¿QUÉ POSIBILIDADES HAY DE GANAR LAS ELECCIONES SI LOS COMUNICADORES SON NADA MÁS EL OCHENTA POR CIENTO DEL EQUIPO DE CAMPAÑA? En las campañas políticas lo común es la sustitución de los militantes por los empleados, y la dependencia casi absoluta de la mercadotecnia. A los comunicadores o comunicólogos se les encargan las frases culminantes y la evaluación de su impacto. Mientras el lenguaje especializado se populariza, se esparcen los nuevos dogmas: - Ya no hay pueblo, sólo hay público. - Los candidatos son los Productos. - Lo que antes se llamaba conciencia hoy es el zapping de las alternativas éticas. - El consenso es la forma antigua del rating. - Sin la mercadotecnia nadie sabría lo que le conviene. - La opinión pública es a las encuestas lo que el rumor a los Diez Mandamientos.

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carismático, vocablo aplicado desde la adulación, complementa la acción comunicativa.

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- Para qué hablar del bien y del mal pudiendo concentrarnos en el emisor y el receptor. - Un político sin diseño de imagen es un general sin tropas. - Modificar la imagen de un candidato es evitar el cambio de canal (sinónimo de la simpatía electoral). - Un político con carisma genuino es una traición a la profesión. ¿Son en verdad científicos los comunicadores, han estructurado un conocimiento universitario? La pregunta carece de sentido. Lo fundamental es averiguar cuál es el grado de eficacia de lo transmitido a una sociedad (a sus políticos, sus empresarios, su gente del espectáculo.) Y maestros y egresados de Comunicación difunden victoriosamente la creencia: las imágenes son, por irrefutables, invencibles, y es casi una pérdida de tiempo optar por las palabras. Cada vez más, la publicidad y el encanto mediático son las señas de identidad, y por eso es tan inesperada o anticlimática la irrupción en la política de temas de índole moral (como la ofensiva en México del Partido Acción Nacional, ansioso de prohibir las minifaldas, el wonderbra, los condones, las organizaciones lésbico-gays, la censura teatral y pictórica). La moralina pedagógica no cuaja. Cuando se pensaban alejados del discurso político a los temas de la vida cotidiana, retornan impulsados por la oposición al integrismo. Se afirma a diario: «Información es poder», y, para poner un ejemplo modesto, en las oficinas de prensa que importan o que se cree que importan, aparece la subcarrera «Análisis de conteni-

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do», y los jóvenes analistas llegan a las cuatro o cinco de la mañana a sus sitios de trabajo y se resignan al empirismo y escudriñan diarios y revistas, y organizan los recortes de prensa que los Altos Funcionarios leen con alarma para tranquilizarse (¡funcionan los reflejos condicionados!). Y se asiste a un desplazamiento de funciones: los dueños del poder ya no leen y, casi, ya no ven televisión. Y los jóvenes comunicólogos orientan su lectura, tan inferior al conocimiento de los chismes. Información es poder, pero, de modo más drástico, la venta de las imágenes es la vía contemporánea al poder. Nunca antes se había creído en la manipulación y la persuasión como formas «naturales» de la obtención y la retención del poder. Y nunca antes se había dependido tanto de quienes, por más comunicadores que se sientan, sólo merced a los grandes presupuestos consiguen el equivalente de imágenes seductoras. Las campañas políticas subrayan el atractivo inmenso que para muchísimos tiene la carrera de Comunicación. A los deseosos de «vivir su época con plenitud», es decir, a los ansiosos por internarse en esa zona del poder que es la persuasión, la condición de comunicólogos les ofrece no la técnica de la hipnosis perfecta ni mucho menos, sino aquello que se acerca a la respuesta eficaz a la pregunta: «¿Cómo se transforma un candidato en un gran video-clip?» Los proyectos de metamorfosis abundan: el candidato hosco sonríe hasta la descomposición de sus facciones; el candidato aburrido entra a la montaña rusa para exhibir coraje y aprender a controlar su miedo; el candidato profundamente antipático usa

gorra beisbolera y canta boleros; el candidato al que no se le conoce ideología exige en una iglesia el apoyo al control de la natalidad. ¿Se ganan votos con esto? Lo más probable es que no, pero alguien dirá algo sobre el asunto, y de acuerdo a esta lógica el que propicie más comentarios conseguirá más votos. Ya no se pide que los electores distingan de programas, sino que retengan el nombre del candidato, que a fin de cuentas es todo el programa y todo el proyecto a su disposición.

III. LA MASA PROTAGÓNICA Es incuestionable el poderío de los medios electrónicos, sucesores en última instancia del ágora ateniense, monopolizadores de la atención ya que sólo menos del diez por ciento lee periódicos, a cargo de las convocatorias inapelables (Político a la antigua es el que prefiere el séquito de fieles y no la presencia del floor mánager). En cada elección el vencedor es la televisión misma. Los «arquitectos de imagen», comunicólogos en su mayor parte, son la masa protagónica. Se vive la agonía de las personalidades «naturales» por así decirlo, y la televisión impone el maquillaje real, virtual, ideológico, lingüístico. «Sonríe, promete con dureza, suaviza la expresión, mira a los ojos de la cámara como hechizando a la Gente, exhibe tu sentido del humor a pausas, no insistas en el patriotismo, que puede ser de todos, y concéntrate en la personalidad, que sólo es tuya porque ha costado mucho dinero que te la construyan». A unos se les despoja de su atmósfera de rancho,


Por lo común los candidatos cancelan o quieren cancelar su apariencia de políticos tradicionales y les preocupa globalizarse, memorizar el lenguaje único. Un político es ahora una imagen, una sonrisa, una preocupación por la fotogenia, la telegenia y la mercadotecnia, un idioma especializado en catchy phrases o frases prensiles que ya no abandonen al espectador globalizado, que fue o más bien quiso ser ciudadano. Un problema de las campañas para los asesores de imagen, es el impulso local. Ninguno deja ver con claridad su estructura global, y este apego al terruño se explica en función del electorado presente pero no del electorado necesario. Sí, de acuerdo, vivimos en América Latina, pero este concepto es itinerante, y pronto viviremos aquí en circunstancias tan distintas que será como si viviéramos en otra parte, como ya sucede ahora en buena medida. Los discursos locales dejan de entenderse de una semana a otra. Por lo menos, tal es la filosofía de la mercadotecnia y el mensaje de los comunicólogos a cargo de las operaciones de persuasión. El impulso de los medios electrónicos permite a los comunicadores, o, para ser más exactos, a los Anchormen (ya egresados de Ciencias de la Comunicación en abrumadora mayoría), un poder de convocatoria en verdad inaugural. Son los únicos repre-

sentantes del público nacional e internacional, los hacedores de milagros que al entrevistar a un perfecto desconocido le dan entrada simultánea a los sitios que lo ignoraban (todos). Basta ver el estilo de las entrevistas para observar la frecuencia con que el Anchorman pasa de periodista a juez. A eso le autorizan lo volátil de la atención del espectador (que prefiere el tribunal virtual al intercambio noticioso), y la sensación de inermidad de los políticos, representantes de un oficio de ambiciones no de capacidades persuasivas. Un político ante las cámaras debe seducir, actividad novedosa en sociedades autoritarias, y debe remontar su falta de ideas y enamorar al monstruo de millones de cabezas que puede o no estar viéndolo. Si alguien triunfa es porque su producto (él mismo), funciona bien de tan embotellado (ensayado, probado con el mismo formato ante auditorios distintos). Si alguien no convence es porque no está seguro de ser un Producto, y hasta ahora casi nadie lo está. Si alguien vigila el proceso es un comunicólogo.

IV. ¿QUÉ FUE PRIMERO: LOS MEDIOS O LOS COMUNICADORES? La globalización trae consigo numerosas supersticiones envueltas en la convicción repentísima: los Medios son el espacio privilegiado de la diversidad, los dadores de los lenguajes nacionales. Por eso, lo que ocurre en los Medios es para muchísimos la realidad terminal, y esto explica el celo devocional de los políticos por la televisión. Lo que pasa por televisión no existe, es la nueva creencia, que arrincona a la prensa y la hace sentirse

en desventaja. En el duelo palabras versus imágenes, el jurado es el analfabetismo funcional. Y eso conduce a encargarle la politización de la sociedad a dos factores: la realidad (la experiencia personal con la carga de rechazos de la política, de actitudes militantes, de rencores y sometimientos) y la prensa, que todavía enseña a leer la realidad porque suministra los códigos y las estructuras verbales. La conciencia democrática pasa por el modo en que es leída más que por la forma en que se le contempla. Desde hace años, el escándalo se interpone entre la democracia y los Medios. Se comprende a través del escándalo, y es anuncio del tedio lo que no se presta al amarillismo, lo ajeno a delitos políticos, revelaciones de macrofraudes, con todo y la seguridad estremecedora: detrás de todo gran hombre hay una mujer que prepara la huida de ambos. «Su agonía al alcance de las cámaras de televisión fue un ejemplo de maestría comunicacional» A los comunicólogos, muchos de ellos de izquierda en las décadas de 1970 y 1980, los devasta el neoliberalismo, el fenómeno impuesto por los poderes financieros, la tala real y simbólica que deshace las economías subalternas y se ofrece como técnica de salvamento («Llegará el día, dicen, en que las muchedumbres pedirán ser explotadas, pero ni eso obtendrán»). En el primer momento, el neoliberalismo hace que se perciba a lo folclórico como lo nacional, y se concentre la idea de patria en lo íntimo y lo sentimental. (Como alguien diría: «Patria es el conjunto de vivencias que en algo nos

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tan sectorial, y se les insiste. «Tu imagen es franca, entrona y positiva. Tutea al universo y al hacerlo le darás palmaditas en el hombro al espectador». A otros, los asesores les rediseñan todo, menos el ánimo, tan hecho de impulsos desmemoriados.

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protege de una globalización que sólo nos hace sitio en los márgenes»). Al mismo tiempo, la lógica del crecimiento requiere de un mayor apego al modelo norteamericano. Y lo que en la década de 1950 es deslumbramiento superficial ante el American Way of Life, veinte años después es necesidad urgente, que a los ojos de las clases dominantes y gran parte de las clases populares aparece como la única garantía de continuidad. La americanización se vuelve «el Santo Grial», es decir, la implantación de mentalidades adquisitivas en los ámbitos de la pobreza. Así, lo más desconcertante de estos años latinoamericanos de relación entre medios electrónicos y sociedades, es la conversión del consumo, de la filosofía de autoayuda, de la ilusión de obtener los Quince Minutos de fama, en las utopías del momento. Y en este panorama, los comunicólogos son los encargados más reconocidos del lenguaje del día, los que introducen los términos que serán los conceptos que serán las apreciaciones incorporadas a la vida cotidiana. Nunca antes se había creído tanto en la manipulación y en la persuasión como formas naturales, digamos, de la obtención y la retención del poder. El cine observa, con las distorsiones del caso, el fenómeno, A Face in The Crowd (1956, de Elia Kazan) sobre Lonesome Rhodes, un farsante «carismático»; Network (1976, de Sidney Lumet), quizás la película que mejor recrea el equilibrio entre pesadillas y realidades, y Power (1987, de Sidney Lumet), sobre un constructor de imagen electoral, dan idea de los nuevos héroes o antihéroes. Para un número elevado de comunicólogos, el liderazgo de la opinión es la consecuencia

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necesaria del ejercicio de la profesión. A este respecto, debo confesar un lamentable prejuicio que no sé si sostuve o sostengo. He creído que Ciencias de la Comunicación no es formalmente hablando una carrera, no estructura un conocimiento, no proporciona un mínimo de saberes de aplicación efectiva. Es, así me lo parece al menos, por la índole de su creación, tan volátil, y por la rapidez con que abandonó el primer centro de intereses (la prensa) por el eje implacable de las fascinaciones (la televisión), el resultado de los descubrimientos sucesivos, de los ajustes conceptuales siempre sobre la marcha, del relativismo cultural. Espero equivocarme, pero es muy común entre los egresados de Comunicación la sacralización de la imagen y la técnica, y el relegamiento de lo cultural y lo literario.

V. LOS VALORES CULTURALES En el año 2002 se vive en América Latina un juego de sustituciones cuya finalidad abierta es convertir en único horizonte al neoliberalismo, que defino rápidamente como la concentración suprema del privilegio, la técnica del despojo a nombre de lo inevitable a escala mundial, la difamación de todo intento de justicia social, el rechazo de cualquier propósito de igualdad. Impera el sistema de canjes: mitos industriales en vez de mitos ancestrales, la resignación en lugar del entendimiento, los mitos de la productividad en reemplazo de las leyendas de la nacionalidad. No se pierde tanto desde el punto de vista de la comprensión de realidad, pero el retroceso no se localiza en el

canje de mitologías, sino en la destrucción sistemática de las esperanzas y en la reiteración del dogma: en materia de sistema económico las alternativas no existen. Se quiere unificar el uso del tiempo libre, y la «religión» del Free Market se propone ordenar la relación entre medios masivos y valores culturales. La mayor dificultad al hablar de «valores culturales» es la prodigalidad en el uso del término. ¿A qué se alude: a los de la vida cotidiana, a los de la alta cultura, o a los de la cultura popular, suponiendo que todavía se admita una división tan extrema? Me inclino por una definición de trabajo: valores culturales son aquellos que estructuran (por presencia o ausencia) el sentido del comportamiento de individuos y colectividades, encauzan la relación de naciones y sociedades con las artes y las humanidades, y ayudan -a corto y largo plazo- a jerarquizar los temas y problemas de la vida comunitaria. Hay valores notorios, que las tradiciones religiosas o la tradición civil ensalzan y que, en la práctica, apenas si se advierten, y hay valores que, pese a su enorme presencia, carecen de reconocimientos formales. En la primera mitad del siglo XX, a los valores culturales (del arte y las humanidades conforme al canon occidental) se les concede gran importancia ritual y mínima consideración práctica. Los programas oficiales en América Latina se proponen un distingo drástico: la educación es distinta a la cultura, y la cultura es aquella parte del tiempo libre que edifica al Espíritu y se ayuda de las grandes pinturas, los poemas, las novelas, las representaciones teatrales. Y de los


mación de valores culturales y el pensamiento político. Ante el diario o la revista, el lector, lo admita o no, ensaya sus reflejos críticos, su obediencia o su resistencia al lugar común, su sentido del matiz, sus nociones de solidaridad y tolerancia, su idea del lenguaje escrito, sus filias y sus fobias, sus cóleras secretas y sus irritaciones públicas. Sin la fuerza del libro pero con poderío acumulativo, la prensa despliega a escala el proceso civilizatorio (el que haya a la disposición), y en cualquier sociedad la carencia o la debilidad de la prensa crítica es indicio seguro del atraso.

La prensa: la forja del punto de vista

Antes de la última década, la credibilidad de los medios impresos, si bien erosionada, continúa pese a las evidencias de subordinación al poder político, económico y clerical. Esto cambia con rapidez, porque la catástrofe económica, al intensificar la crítica en los lectores, los vuelve, de manera inevitable, jueces de un buen número de hechos públicos. Del lector como magistrado. Ya no es el tiempo en que la mayoría de los diarios se daban el lujo de considerar hechos históricos a las banalidades del gobierno. Pero esto es muy reciente. Por décadas, triunfa la desinformación o mejor, la desinformación facilita el entronizamiento del rumor, y cuentan más las reacciones a priori ante la noticia (el sentimiento ultrajado o complacido) que el contenido mismo de la información. Hasta hace poco, lo común era leer los encabezados para reaccionar de inmediato (la opinión instantánea como toda acción posible) y los lectores o, mejor dicho, los espectadores de la información se desentendían de su carencia de panoramas interpretativos.

Hasta 1960 aproximadamente, en la prensa se forja el punto de vista, mientras que al cine se le adjudica la educación sentimental y la experimentación con formas de vida, y la radio es la compañía invariable de los hogares, el Otro Yo de la familia. Todavía en 1960 la prensa es -no obstante los controles políticos y clericales- la fuerza espectacular que reverencian letrados e iletrados, algo vinculado al valor ideal que se atribuye a la lectura, y a la fe en el poder de la palabra. La prensa, en la primera mitad del siglo XX, es el gran espacio cultural. Hoy, en cambio, atender lo escrito es ocupación minoritaria con su correspondiente paradoja: la prensa es el medio masivo cuyo radio de acción disminuye a diario. Si se piensa en el volumen poblacional, son por lo menos exiguas las cifras de venta de diarios y revistas, y sin embargo, y ésta es una de mis hipótesis centrales, la prensa sigue siendo imprescindible en la for-

Ha sido altísimo el costo de la desinformación, ese paraíso de los creyentes en el rumor: aisla a las comunidades, despoja de sentido a la experiencia cívica, reduce las proporciones y las metas de la sociedad civil, impide la solidaridad auténtica, empobrece la visión del mundo, hace del oportunismo o la dejadez las vías de acceso a la vida pública y, casi lo peor, santifica la tontería que viene de todas partes, de la prensa, de la radio, de la televisión. Ante ese pago, el otro, el de la corrupción en los Medios, que no minimizo, parece de segundo orden. El gremio periodístico ha padecido la compra permanente, y por eso muchos han elegido el cinismo, reservándole a la sociedad el derecho único: no comprar el periódico o cambiar de canal. Pero en los años recientes, y gracias sobre todo al impulso del periodismo de investigación, y a la crítica que impulsa la democratización, el papel de la prensa es extraordinario, tanto que las publicaciones de «información negociada» carecen de lectores.

VI. «JUDAS FUE EL ÚNICO NOMINADO DE LOS APÓSTOLES» En la megalópolis, las tradiciones se renuevan a partir de su negación. Cambian con celeridad los hábitos de lo público y lo privado. El que no le cuenta a un desconocido las dificultades sexuales con su pareja, carece de intimidad. El que, para humillar un poco a los subordinados, no les pregunta: «¿Cuántos condones traes en tu cartera?», es un provinciano irredimible. El que después de cien experiencias sexuales no se considera virgen, pertenece al paisaje anímico de

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Medios -entonces descritos enumerativamente: el cine, la radio, la prensa- se espera muy poco. No son cultura, tal vez ocasionalmente sean arte, pero de seguro no influyen en la formación primordial, en las estructuras del sentimiento y el acuerdo político que van del Estado al individuo. Y, oficialmente, en todas las sociedades latinoamericanas, los valores exaltados son la libertad y el desarrollo armónico del individuo. Los resultados son mínimos, desde luego, pero cabe preguntarse cuáles serán ahora, cuando los valores proclamados son el éxito y el consumo.

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“Si no compra no predique”

antes, cuando las paradojas no lo eran todo. En la megalópolis, los programas televisivos, urdidos y dirigidos por comunicólogos, son el mayor acto comunitario. El éxito internacional de Big Brother, tan innegable como la crítica que desprecia el programa sin dejar de verlo, tiene que ver con la globalización, la americanización, las pasiones de la megalópolis... y el recuerdo de las tesis de comunicólogos. En su clímax, Big Brother alcanza en varios países un rating altísimo, todos lo comentan todos (excepto aquellos que se guardan sus interpretaciones para venderlas en una subasta de Sotheby’s), sus participantes se vuelven reyes o reinas por un día, etcétera. ¿Qué explica el triunfo? Aporto mis lugares comunes: en primer lugar el que ya sólo el espionaje electrónico nos entera de las vidas ajenas. Moraleja apasionada o fría: todo cambia, donde dejamos al Pueblo se encuentra hoy el panel de expertos, esos veinte o cuarenta millones de personas empeñadas en poseer el punto de vista definitivo sobre los fenómenos de masas, y que con tal de sentar cátedra resisten estoicamente Big Brother y lo que les pongan, incluso los programas con reacciones deportivas del Gabinete Presidencial. Esto es lo que no se quiere entender. Sin que nadie lo advierta, nos hemos convertido en un país de comunicólogos, de expertos distribuidos en mesas redondas a las que sólo les faltan las cámaras de televisión. Y este vuelco nacional, el viaje de Latinoamérica, el conjunto de naciones al Simposio de las post–naciones, todo lo determina, las discusiones enardecidas,

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los rechazos, el falso distanciamiento irónico, la ignorancia teatral. ¡Dios mío! ¡Qué daño han hecho las mesas redondas, que en las reuniones familiares han sustituido al padre por el moderador! Así, Big Brother es el ejercicio del voyeurismo en la época en donde el cúmulo de opiniones no dejan ver nada, ni siquiera un acto sexual. (A este respecto, es fantástica la decisión de un tribunal chileno de mandar con un psiquiatra a la joven que paseó desnuda. Ese psiquiatra intenta ser el equivalente de la hoja de parra sobre Eva). Todos encerrados, todos acechando los momentos vibrantes de su prisión, todos al tanto de que el tedio es la etapa superior del voyeurismo. Además, el programa propone varias certezas: el chisme televisivo es el equivalente preciso de la Historia; la costumbre de la fama fue un privilegio de las generaciones anteriores, ignorantes del límite de Quince Minutos; el agradecimiento a los patrocinadores se desearía eterno; el consuelo de suponer que nuestra conversación interesa más que la de los concursantes es el mayor elemento de arraigo del programa. No hay semejanzas posibles entre el «Big Brother» de 1984, la novela de Orwell y el programa de Televisa. Orwell se refiere a 1948 y el universo stalinista. Big Brother, en cualquiera de los países donde acontece, no nos vigila, nos da la oportunidad de tener un tema de diálogo. Stalin era el voyeur supremo; ahora, en el Gulag virtual los presos sufren la ilusión más patética de todas: creen ser carismáticos. Los expertos aportan su historia: el programa invitó al públi-

co a participar en un sistema de premios y castigos, y los participantes son expulsados de la casa en función de sus «defectos»: la lujuria, la pureza, el chisme y la intriga, la estupidez, la traición, la arrogancia... Al final, triunfa la figura que proyecta la mayor serie de valores socialmente aceptados. Según algunos, es posible establecer una radiografía de la sociedad a partir de ese sistema de castigos. Más bien, los participantes no encarnan valores sino estados de ánimos del espectador, e interpretan a los espejos solícitos. Suponer lo contrario es imaginarse a una sociedad dividida rigurosamente en zonas del temperamento y la actitud, lo que es falso. Todos representamos o tratamos de representar los personajes y los valores que estén a nuestro alcance. Triunfa quien representa los valores del consenso de esa noche. De ser otro el día, habría otro vencedor. Si el éxito intenta ser perdurable, los espectadores se ahuyentan. Posdata: todo grupo social observado con paciencia y poderes de escrutinio nos revela lo esencial sobre los vecinos que nunca llegaremos a conocer. Y también, lo más parecido al lenguaje del inconsciente es el lenguaje de la psicología pop.

VII. ALTERNATIVAS PARA LA OTRA VIDA Entre los fenómenos que afectan al ámbito de los comunicadores se encuentran: - El papel de Internet -la sacralización de The Web- que modifica el ritmo de la capacidad informativa, y para cada uno de los usuarios representa la globalización.


- La sensación de que la cultura definida clásicamente ya no es obligación personal, por incumplible que sea, sino una de las opciones en el tiempo libre. Desaparece «la voluntad de hablar como es debido», por novelas se entiende a las telenovelas, no existe tal cosa como el remordimiento porque las horas dedicadas a la televisión impiden leer. Sin embargo, es importante la función cultural de la televisión y allí está el ejemplo de los canales 11 y 22 en México. (Estimula saber que un millón de personas al día ven conciertos, teatro filmado, películas de calidad, ballet, documentales sobre artistas, es un número no menospreciable). - Los cambios tecnológicos son también, y pródigamente, cambios de mentalidades. Las sociedades se reorganizan en torno a métodos nuevos de concebir la acción individual y la colectiva. En unos cuantos años es preciso asimilar la informática, los satélites de telecomunicaciones, la televisión digital, las tecnologías multimedia, la realidad virtual. Y por encima de todo, la Red del Internet. A los comunicólogos les toca la interpretación ritual o cotidiana de las consecuencias de estos fenómenos, y de la sociedad de la información en su conjunto. Crece el número y la significación de los comunicólogos que investigan estos procesos y deciden el punto de vista de las sociedades, así como también se intensifica el número de los dedicados con interpretaciones elementales y reiterativas a promover la puerilización cultural.

Según creo, Ciencias de la Comunicación es el gran enigma académico de esta etapa.

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- La importancia renovada de lo local porque, en épocas de lo global, es el único espacio protagónico de las personas.

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Notas para un acercamiento metodológico

Profesora e investigadora en el ITESO, Guadalajara, México E-mail:mcollignon@iteso.mx

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El medio de comunicación con mayor consumo por parte de los jóvenes es, indudablemente, la televisión. Diversos estudios e investigaciones latinoamericanas y encuestas nacionales, evidencian el nivel de acceso, consumo y preferencia de estos actores por este medio. Aunque en algunos sectores el acceso a y el uso de Internet es considerable, su costo alto económico impide a la gran mayoría de los jóvenes un uso cotidiano, a diferencia de la televisión1. A través de este medio y en especial con la oferta de programas emitidos en señales restringidas (satelitales y por cable), los jóvenes acceden a mundos distantes de culturas distintas a la propia, que muestran sistemas socioculturales diversos. Uno de los aspectos relevantes es el referido al universo de la

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sexualidad del cual la televisión ofrece a su amplio público contenidos mediáticos de diversa índole, desde documentales históricos y culturales hasta los controvertidos talk shows. A través de un amplio abanico de ofertas, los jóvenes enfrentan y consumen discursos simbólicos que junto a otro conjunto de discursos provenientes de otros frentes emisores como serían la familia, la escuela, la iglesia, conforman su universo referencial para explicar y vivir su sexualidad. Este conjunto de discursos están, al igual que los actores sociales, inmersos en un mundo y contexto globalizados; los discursos mediáticos que consumen los jóvenes muestran elementos de un mundo global y al mismo tiempo, estos jóvenes y sus agendas conversacionales son motivo de producción de discursos mediáticos que viajan al exterior de su cultura, contribuyendo a la circulación global de elementos simbólicos propios de culturas específicas. En una frase podríamos decir que lo ajeno viene a los jóvenes de una región, mientras que lo propio de ellos va hacia otros jóvenes de otras regiones. Cuando los jóvenes se enfrentan a los discursos mediáticos globales sobre la sexualidad, llevan a cabo procesos internos complejos que les permiten entender la información en relación no sólo a su capital cognitivo simbólico específico y localizado, sino en relación también a su capital simbólico contextual y cultural más amplio, lo cual requiere de procesos de valoración, confrontación y significación de los datos desde estructuras mentales ya existentes. Habría que discutir si el proce-

so de adaptación de la nueva información y la acomodación de la misma a esas estructuras existentes, implica necesariamente una tranformación en las mismas y en el capital simbólico, o si este proceso podría darse aun sin requerir cambio en ellos. Esta discusión basada en datos empíricos podría ayudar a comprender y explicar la presencia o ausencia de transformaciones de las formas de pensar, valorar, vivir y explicar la sexualidad por parte de los jóvenes. Un acercamiento teórico metodológico desde las representaciones sociales a la configuración de la sexualidad juvenil permitiría no sólo conocer las opiniones, valores informaciones y explicaciones que los jóvenes tienen y ofrecen respecto de la sexualidad; permitiría también conocer la dinámica y la naturaleza de estas representaciones y analizar los trasfondos culturales de las estructuras mentales de los actores así como las plataformas desde las cuales despliegan sus prácticas. La sexualidad ha sido históricamente objeto de control social y por tanto, uno de los escenarios más claros del ejercicio del poder. Siendo una construcción cultural, ha pasado por etapas de represión, libertad, permisividad, lo que muestra su carácter complejo, conflicto y eminentemente social. Para Foucault (1977:9) la triada constituída por el placer, el conocimiento y el poder sostiene y da forma al discurso sobre la sexualidad en el mundo occidental. Este discurso no elimina ni prohibe la sexualidad, sino que establece los límites definiendo quién está autorizado para hablar de ello, cuándo debe hacerse, cómo debe realizarse, dónde es permi-


La sexualidad es una red compleja de elementos simbólicos, prácticas y creencias que generan sentido para sus actores, de tal suerte que el ejercicio de la sexualidad no se reduce a aspectos físico-genitales y reproductivos, sino que abarca elementos de sentido mucho más amplios, interrelacionados y tejidos en redes simbólicas, como lo son la expresión de la identidad, las relaciones y redes socioafectivas, la expresión de creencias religosas y morales a las cuales se adhieren los actores y a través de las cuales significan sus prácticas. Podría afirmarse que la historia de la sexualidad es una historia de sentidos. La articulación de la sexualidad con la política y la economía la construye socialmente y permite comprenderla más allá de los confines de alcobas y parques. La pregunta por las producciones discursivas del poder con relación a la sexualidad y su ejercicio, sus límites, su impacto en conductas y prácticas tenues e individuales, son para Foucault preguntas que permiten explorar y desentrañar las estrategias de poder para el sometimiento y control de las prácticas sexuales. La organización social de la sexualidad ha dependido históricamente de la importancia y funciones que diversas instancias de poder han tenido; para Jeffrey Weeks (1998:32) la religión y el Estado son instancias de poder que han marcado pautas significativas para el control

de las prácticas sexuales y la configuración de discursos morales; el autor confiere importancia no sólo a las instancias en sí sino a las alianzas o enfrentamientos que han sostenido entre ellas a lo largo de la historia, en lo que a poder y control de la sexualidad se refiere. Es la organización social de la sexualidad un reflejo de la importancia otorgada a la misma dentro de la dinámica sociocultural de cada etapa o época histórica; las áreas en las que destaca dicha organización serían los sistemas familiares, la organización económica, la reglamentación social, las intervenciones políticas y las culturas de resistencia. Tanto la organización social de la sexualidad como los mecanismos diseñados y operados para su control son ejercicios de poder, aunque el poder ya no aparezca como una entidad singular mantenida o controlada por un grupo específico. El poder no funciona mediante mecanismos únicos de control; los mecanismos son complejos, en ocasiones se traslapan y contradicen, lo que llega a provocar dominación y oposiciones, subordinación y resistencias. Con la multiplicidad de discursos sobre el sexo, producidos por instituciones y actores sociales diversos, la humanidad ha acumulado una considerable cantidad de discursos sobre el objeto. Pero no sólo es la cantidad acumulada sino la dispersión de focos emisores de tales discursos los que articulan una amplia, compleja, variada y contradictoria oferta de sentidos. El estudio de la sexualidad ha sido relevante a lo largo de varias décadas y en lo general podría afirmarse que existen dos

miradas explicativas de ella: la perspectiva biomédica donde la sexualidad se comprende determinada por características biológicas de cada sexo; y la perspectiva cultural que la entiende como un fenómeno complejo de relaciones sociales y de poder, a través de las cuales se configuran las representaciones y los significados que dan sentido a las prácticas. Desde esta última perspectiva las prácticas sexuales de los jóvenes son entendidas en tanto expresión de su identidad. Los trabajos realizados desde esta última perspectiva, algunos de ellos reseñados en el texto compilado por Szasz y Lerner, exploran los complejos vínculos que parecen existir entre la construcción de las identidades sexuales, las relaciones de poder y el ejercicio desigual de la sexualidad. Específicamente se puede afirmar a partir de una revisión realizada por quien esto escribe, que los estudios e investigaciones sobre la construcción de la sexualidad juvenil han sido aproximaciones disciplinarias que han partido de y se pueden agrupar en cuatro grandes campos: estudios sociodemográficos, médicos y epidemiológicos; estudios psicosociales; antropológicos y demo-antropológicos. Ha predominado en ellos la búsqueda de las causas a nivel macro, aunque el enfoque teórico de la construcción social y la perspectiva de género han empezado a aportar elementos importantes para construir un mapa que combine los paradigmas de aproximación diversos. Según Amuchástegui la mayoría de los estudios sobre la sexualidad juvenil en México, se han centrado en explicar la capacidad que tienen los jóvenes para pro-

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tido y con quién se puede establecer contacto. El control de las conciencias, el control religioso y civil por medio de la implantación de mecanismos sociales complejos con objetivaciones en leyes y normas, es para Foucault el ejercicio del poder.

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tegerse de las consecuencias de sus prácticas sexuales, como en el caso del embarazo y las enfermedades de transmisión sexual; estos estudios plantean que a pesar de que los jóvenes poseen información suficiente sobre prácticas y métodos de protección sexual, la mayoría de ellos no toma precauciones durante sus primeros actos sexuales. Estos y otro conjunto de estudios2 no logran explicar cabalmente por qué la información no ha bastado para alentar a los jóvenes a la ejecución de prácticas sexuales seguras; una razón podría ser que estos estudios no han logrado descifrar la total complejidad de los significados sexuales, socioculturales y subjetivos que definen el desenlace del comportamiento sexual. Adolecen de un análisis complejo, interrelacionado y consecuente de las condiciones socio-políticas y económicas en las que estos sujetos ejercen su sexualidad. Un paso en esta última dirección sería alentar la realización de estudios y análisis que aborden la sexualidad desde la subjetividad, en marcos de regulaciones morales, relaciones y ejercicios de poder, tanto en la esfera pública como privada; así como la construcción de mapas de sentidos alrededor de expresiones socio afectivas vinculadas a la vida sexual de los jóvenes, como sería comprender el lugar que ocupa el amor, el desamor, el miedo, el placer, en el tejido de la sexualidad y la vida de los jóvenes. Líneas más adelante se plantea cómo el modelo de representaciones sociales propuesto por Moscovici desde la Psicología Social, es una herramienta útil en las Ciencias Sociales para iden-

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tificar los complejos esquemas y procesos de interpretación que los jóvenes ponen en operación cuando construyen significados y sentidos respecto de la sexualidad. La sexualidad es elemento constitutivo de la identidad juvenil y se expresa en las prácticas sociales de los jóvenes; la interrelación entre sexualidad e identidad apela a una basta red de relaciones de variables socioculturales en la cual es posible ubicar la pertenencia a la categoría refe-rencial de jóvenes, lo que implica compartir el complejo simbólico que identifica y distingue a aquellos sujetos implicados en ella y reconocer que esta identificación funciona como emblema en y para la acción. Pertenecer a una categoría identitaria referencial implica compartir el complejo núcleo de representaciones sociales que caracteriza y define a los miembros de ella, en este caso concreto los jóvenes. A través de medios de comunicación interconectados en complejas redes electrónicas y satelitales, los jóvenes de una cultura específica, se exponen a y descubren la manera en que jóvenes de culturas lejanas en el espacio viven y expresan su sexualidad, así como los marcos normativos que las sociedades de esos jóvenes establecen para vivirla. Así los jóvenes del mundo se encuentran frente a un conjunto de mensajes mediáti-cos que interpelan su forma de significar y vivir la sexualidad; esos mensajes les ofrecen elementos nuevos y distintos de interpretación para actuar y vivir su mundo social. El fenómeno de la globalización es complejo y contradictorio; así

como derriba unas fronteras culturales, ridigiza y construye otras, exacerbando nacionalismos y generando procesos de inclusión y exclusión, o incluso ampliando otras más. En el ámbito de la sexualidad, la interconexión mediática de la modernidad abre fronteras informáticas; apertura de por sí ambivalente y conflictiva, ya que para algunos representa la oportunidad de adecuar las prácticas sociales a las condiciones mundiales que se vive, lo que requiere revisar y trastocar parámetros de control social establecidos como referencia. Para otros, esta misma oportunidad se convierte en amenaza al poner en riesgo el control social establecido, lo que los obliga a regresar a las trincheras conservadoras del control de las prácticas sexuales. Basta con recordar las polémicas discusiones desatadas en torno a prácticas de control natal, aborto, y homosexualidad. El consumo juvenil de productos y sistemas mediáticos permite a los jóvenes compartir ideas, valores y cuestionamientos respecto de la sexualidad. Al tener conocimiento de otros marcos referenciales distintos a los propios de su cultura, los jóvenes enfrentan procesos de revisión de sus referentes lo que los lleva a ampliar su capital de conocimientos y los límites de sus propias estructuras y esquemas simbólicos. Estos actores sociales son cada vez más conscientes de participar de una dinámica y un orden global que traspasa las fronteras locales y regionales, aunque no todos participen de manera equitativa, equilibrada y homogénea en estos procesos de globalización, dadas las condiciones sociopolíticas y económicas de los contextos en que se encuen-


Una propuesta metodológica para desentrañar los procesos y mecanismos con los cuales los jóvenes significan su sexualidad es el concepto Representaciones Sociales propuesto por Serge Moscovici en 19613 (1986b:472). Su propuesta ha sido utilizada y manejada por varios investigadores sociales, entre ellos su discípula Denise Jodelet (2000), por considerarla un recurso teórico heurístico de gran capacidad que permite profundizar en el conocimiento de la realidad social. Las representaciones sociales son sistemas de referencia que permiten a los jóvenes interpretar y dar sentido a lo incomprensible; son categorías que les sirven para organizar y clasificar informaciones, circunstancias, fenómenos y otros sujetos. Son formas de conocimiento social que les permiten a ellos y a sus grupos de referencia, fijar su posición en el orden y la vida social. Las representaciones son construcciones cognoscitivas que orientan sus prácticas, por lo que se convierten por un lado en marcos de interpretación de la realidad y por otro, en guías de sus comportamientos y prácticas sociales. Los componentes de sus representaciones sociales son las opiniones, creencias, valores, informaciones, imágenes y actitudes que tienen los jóvenes respecto de la sexualidad. Cuando se trabaja metodológicamente desde las representaciones de los jóve-

nes y sus grupos sociales, los componentes de las representaciones se estructuran alrededor de tres ejes, el de las actitudes, el de la información y el del campo de representación. Cada uno de estos tres ejes articulados en esquema de análisis, permite identificar la disposición hacia la sexualidad y la implicación emocional con ella como objeto de la representación; la cantidad y calidad de datos que los jóvenes tienen sobre la sexualidad; el nivel de acceso a la información sobre sexualidad y el origen de la misma; y los procesos de ordenamiento y jerarquización de los elementos que configuran el contenido de la representación. En el proceso de construcción de esas representaciones sociales los jóvenes integran y adaptan nueva información sobre la sexualidad, en sus sistemas de pensamiento ya construidos, y al hacerlo, los sistemas se ven trasformados por el proceso de acomodación a la nueva condición del capital de conocimientos. Por la presencia de un mecanismo de anclaje los jóvenes operan los esquemas y sistemas de pensamiento ya construidos, los cuales por un lado determinan sus miradas sobre la sexualidad, y por otro, esos esquemas y sistemas son susceptibles de ser reestructurados por la mirada realizada y por el contenido de la representación. A mayor disparidad, diferencia o contraste entre los nuevos datos sobre la sexualidad, y las estructuras y contenidos anteriores, más complejo y difícil será el proceso que seguirán los jóvenes para decidir qué hacer con la información, cómo valorarla y cómo integrarla a sus esquemas. El acercamiento analítico a la sexualidad juvenil desde las re-

presentaciones sociales permite conocer las disposiciones de los jóvenes en relación a la sexualidad, y las formas en que concentran su actividad cuando se hace visible que otros actores tienen disposiciones distintas o incluso contrarias a la suya. Discursos mediáticos televisivos que muestran por ejemplo, los ritos de iniciación a los que se someten jóvenes orientales o africanos, presentan a jóvenes occidentales marcos referenciales y simbólicos distintos que enriquecen su capital de interpretación de la sexualidad al confrontarlos con sus marcos culturales específicos. Con aproximaciones desde las representaciones sociales es posible identificar las estructuras mentales y los mecanismos que los jóvenes ponen en operación para valorar la información desde su contexto y sus condiciones sociales; así pueden identificarse y comprenderse nuevas formas de relación de estos actores con la sexualidad. Durante el constante y dinámico proceso de construcción de representaciones sociales sobre la sexualidad, los jóvenes se encuentran en contacto permanente con otros actores a través de sus redes de relaciones sociales; construyen sus representaciones con las informaciones que reciben de los medios de comunicación, familia, escuela, iglesia y grupos de referencia, y a través de un complejo proceso interno, organizan, estructuran y ordenan toda la información recibida. Se plantea como una hipótesis, que las estructuras mentales de los jóvenes se ven influidas por el conjunto de discursos mediáticos globalizados, sin embargo acercamientos desde el campo de la comunicación permitirían analizar el nivel de impacto de estos

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tren inmersos ellos mismos y las naciones que los acogen. Las diferencias de género, nivel socioeconómico, escolaridad son variables que construyen diferencias en el nivel de acceso, significación y prácticas sociales.

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el 77% de los jóvenes tienen acceso general a la televisión mientras que sólo el 6% lo tiene a Internet.

Un acercamiento a las estructuras mentales y pensamientos de los jóvenes respecto de la sexualidad desde las representaciones sociales, requiere análisis detallados y profundos de sus prácticas, discursos y conversaciones. A través de estas expresiones se podrán hacer visibles los elementos socioculturales del cambio de sentido que la sexualidad ha experimentado en la vida de los jóvenes insertos en el mundo moderno global.

3. Emile Durkheim había propuesto años atrás el término de Representaciones Colectivas para caracterizar aquellas producciones mentales colectivas que trascienden a los individuos y que son matriz de las representaciones individuales al imponerse a los sujetos por poseer la misma objetividad que las cosas naturales, a los ojos de los sujetos que las aprehenden. Moscovici propone el concepto de Representaciones Sociales como un concepto psicosociológico que potencia una doble referencia: a las estructuras sociales donde se produce y enmarcan, y al actor social socio-históricamente situado que las construye en relación con otros actores y las asume como algo natural por la fuerza con que se imponen.

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2. El Instituto Mexicano de la Juventud publica permanentemente Estado del conocimiento sobre jóvenes; en el texto Jóvenes: una evaluación del conocimiento, Gabriela Rodríguez se encarga de presentar amplio recorrido por los diversos estudios, investigaciones y trabajos que se han realizado en México y sobre jóvenes mexicanos, desde diversos enfoques. RODRÍGUEZ, Gabriela. «Sexualidad juvenil», en Pérez Islas (2000), Págs. 207-279.

REFERENCIAS

En México el Instituto Mexicano de la Juventud levantó una encuesta a nivel nacional cuya muestra incluyó 54,500 viviendas donde se encuestó a todas las personas que tuvieran entre 12 y 29 años y que residieran habitualmente en el territorio nacional. La encuesta ofrece datos sobre las diversas transformaciones del mundo juvenil mexicano: transformaciones en la familia, en los niveles de escolaridad, en el mundo laboral, en la participación ciudadana y política. Las cuatro líneas centrales del cuestinario son: familia, transicción escuela-mercado de trabajo, prácticas juveniles, actitudes y valores. La encuesta se reveló que

NOTAS

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dicursos simbólicos globalizados en las prácticas sociales y cómo los jóvenes logran articular en una red lógica de sentidos, una diversidad de discursos frecuentemente contrarios entre sí. Se podrían desentrañar procesos para comprender cómo los contenidos que los jóvenes adquieren y que ofertan elementos socio simbólicos provenientes de culturas distantes y grupos diversos, son ordenados por los actores, clasificados, adaptados y modificados al interior de estructuras mentales y significados ya existentes sobre la sexualidad.

AMUCHÁSTEGUI, Ana (2001). Virginidad e iniciación sexual en México. Experiencias y significados. EDAMEX, México

FOUCAULT, Michel (1977). Historia de la Sexualidad. 1. La voluntad de saber. Siglo XXI, México. - (1986) Historia de la Sexualidad. 2. El uso de los placeres. Siglo XXI, México.

- (1987) Historia de la Sexualidad. 3. La inquietud de sí. Siglo XXI, México. IBÁÑEZ, Tomás (2001) Psicología social constructivista. Universidad de Guadalajara, Guadalajara. INSTITUTO MEXICANO DE LA JUVENTUD (2000), Encuesta Nacional de Juventud 2000. Resultados preliminares. México. JODELET Denise y Alfredo Guerrero Tapia (2000). Develando la cultura. Estudios en representaciones sociales. UNAM, México. - (1986) «La representación social: fenómenos, concepto y teoría» en Serge Moscovici Psicología social II. Pensamiento y vida social. Psicología social y problemas sociales. Paidós, Barcelona. MOSCOVICI, Serge (1986). Psicología social I. Influencia y cambio de actitudes. Individuos y grupos. Paidós, Barcelona. - (1986b) Psicología social II. Pensamiento y vida social. Psicología social y problemas sociales. Paidós, Barcelona. PEREZ ISLAS, José Antonio (Coord.). (2000) Jóvenes: una evaluación del conocimiento. La investigación sobre Juventud en México 1986-1999. SEP, IMJ, México. - (1998) «Memorias y olvidos. Una revisión sobre el vínculo de lo cultural y lo juvenil». En Humberto Cubides et al (editores). «Viviendo a toda», Jóvenes, territorios culturales y nuevas sensibilidades. Fundación Universidad Central y Siglo del Hombre Editores, Bogotá 1998. SZASZ, Ivonne y Susana Lerner (Comp.). Sexualidades en México. Algunas aproximaciones desde la perspectiva de las ciencias sociales. El Colegio de México. México WEEKS, Jeffrey (1998). Sexualidad. Paidós, UNAM, PUEG, México.


P. Schlesinger

Philip Schlesinger

La investigaciรณn sobre los medios y la cultura de la vigilancia Profesor de Cine y Estudios de Medios en el Instituto de Investigaciรณn de Medios de la Universidad de Stirling. Profesor visitante en el Instituto de Medios y Comunicaciรณn de la Universidad de Oslo. Es editor de la revista internacional Media, Culture & Society.

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Philip Schlesinger

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Du bennimst Dich schäbig wie ein Tier! Sei ein Gentleman, kein Elendshaufen! Ja, was ist denn das mit dir? Und er sah sie an, kaputt vor Gier: Leben will ich! Faul sein! Schnaufen! Und im Wind fortreiten so wie ihr!

Bertolt Brecht, Vom Tod in Wald. Me gustaría empezar por preguntar a quién le corresponde definir para qué es la investigación sobre los medios. Y pienso que ahora que concluimos este importante programa sobre Economía de los Medios y Cultura de los Medios, hay por lo menos un punto de referencia obvio 1 . Cómo se ubica un programa como éste al interior de un sistema de financiamiento de alcance estatal que está controlado ideológicamente. A estas alturas

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resulta tan obvio que es así, que casi nunca nos molestamos en señalarlo. Para el ESRC –en línea con la amplia ideología que subyace a la actual política científica de investigaciones- nuestro aporte está ahí para contribuir a la performance económica y la competitividad internacional del Reino Unido y, en términos más amplios, a mejorar la calidad de vida. Estaríamos equivocados si considerásemos estos slogans como algo vacío: su mensaje inequívoco es que tenemos que hacernos útiles tanto como virtuosos. Por lo tanto, si ustedes toman la valorización de las investigaciones en un sentido más bien difuso, están suscribiendo una concepción particular del rol del académico en tanto intelectual. Ustedes se han convertido en parte del heroico esfuerzo por involucrarse en la competencia global dentro de la llamada sociedad del conocimiento. Esa es la manera como la ciencia social se ha vendido durante las pasadas dos décadas para quitarse al gobierno de encima. Y el sistema de creencias subyacente se ha arraigado tan profundamente que sólo los tontos se tomarían la molestia de cuestionar si es en realidad tan evidentemente racional como se supone. Al suscribir el Programa de Economía de los Medios y Cultura de los Medios –así como cualquier otro producto de la investigación del ESRC- hemos asumido la amplia tarea de contribuir al bienestar público y hemos suscrito implícitamente una particular noción del estado-nación competitivo. Con frecuencia tendemos a pasar esto por alto, pero yo pienso que tales ideas

se insertan en toda práctica y también penetran profundamente en nuestras auto-concepciones. No lamento en lo absoluto haber trabajado en sucesivos proyectos del ESRC2. Y lo haré nuevamente si tengo éxito en mi nueva solicitud de beca. Ciertamente, espero que mis colegas y yo hayamos hecho algunas nuevas contribuciones al conocimiento. Pero dicho esto, creo que vale la pena preguntarse de una vez qué implicancias tiene este régimen de financiamiento y cómo una concepción subyacente de para qué es la investigación afecta al modo en que todos nosotros hacemos nuestras apuestas por obtener recursos. Estrechamente relacionada con la ideología del financiamiento de las investigaciones está la cuestión sobre quiénes son la principal audiencia, los «usuarios» de tal investigación. ¿Para quién ha sido concebido nuestro programa de investigación? ¿Y a quién está dirigido? ¿Quién realmente quiere saber y para qué? Vale la pena recordar que el Programa de Economía de los Medios y Cultura de los Medios fue el resultado de un proceso de negociaciones bastante largo. A un nivel, fue el resultado de un prolongado período de hacer lobby para lograr que se hicieran algunas inversiones serias para la investigación sobre medios, a partir del Programa sobre Tecnologías de la Información y la Comunicación (PICT) en los años ochenta. Pudimos tener un nuevo programa porque nosotros –los investigadores académicos- dijimos con energía: «Miren, nuestro campo es importante y cada vez más central para tener una comprensión de la sociedad contemporánea. Por qué no lo reconocen, nos dan el di-


Bueno, nos tomaron en serio: este programa ha sido el plato fuerte ofrecido a los investigadores en medios durante la década de 1990. Y ahora estamos en la siguiente campaña. Ustedes podrían decir –aunque muchas veces tales temas se quedan discretamente sin ser mencionados- que, desde el punto de vista del financista, un propósito latente de este programa de investigación sobre los medios ha sido el de comprar una representa-tividad académica como recompensa de un trabajo de lobby efectivo. La investigación en sí misma no está para eso. Pero muchas veces de eso se trata la financiación de investigaciones, como parte de las precondiciones de la producción de conocimientos. Desde la perspectiva del productor, lo que nos hace actuar es esa usual mezcla de motivos: un deseo de descubrir cosas motivado cada vez más por una necesidad de generar recursos en un sistema universitario altamente competitivo. También vale la pena recordar otra cosa acerca del Programa de Economía de los Medios y Cultura de los Medios. Dentro del proceso de lobby que lo hizo posible, no debemos olvidar la lucha entre los intereses académicos establecidos y el interés del director del programa por generar nuevas formas de trabajo y ampliar la gama de disciplinas involucradas. En sí mismo, este enfrentamiento generó una lucha por el control de la agenda del programa y sobre cuál sería el tipo de investigación que se iba a emprender. Esta clase de conflicto es una parte inherente de la manera como opera el campo intelectual. Se llegó a un com-

promiso. Y por más nuevas que fueran algunas de las perspectivas que se introdujeron en el programa, esa investigación también tuvo que someterse a la inevitable prueba de un cierto tipo de utilidad. El propósito manifiesto de un programa de investigación es producir conocimiento y comprensión dentro de un amplio conjunto de parámetros. Éstos definen un rango de temas pero no determinan el detalle preciso del trabajo que se va a emprender ni insisten en las teorizaciones exactas que se van a usar. Sin embargo, un programa tiene un amplio impacto prescriptivo e inevitablemente tiene vacíos. Toda nuestra apuesta por un programa está afectada por nuestro reconocimiento de que tenemos que aprobar una prueba funcional. Es así como aquellos a quienes se dirige nuestra investigación pasan a formar parte de toda propuesta: ellos son los «usuarios». Por lo general, son las comunidades políticas, las empresas/industria/comercio, los medios, los académicos, probablemente los estudiantes y ese algo vago y bueno que nos paga, llamado el público. Es una pregunta abierta cómo este hecho de tomar en cuenta a los usuarios afecta realmente la conducción y difusión del proceso de investigación. Ciertamente requiere de nosotros el uso de un cierto tipo de retórica, y, o asumimos que la comunidad política y el interés empresarial son los usuarios más importantes, o actuamos como si necesitáramos decirlo en voz alta. La investigación programática engendra una furiosa competencia. Esto se relaciona con otro propósito clave para hacer una

investigación: asegurarse los fondos. Eso es algo evidente y no tiene nada que ver con la generación de conocimientos como tal. Es una lucha por recursos entre instituciones. Esto se ha convertido cada vez más en un asunto de supervivencia brutal en lo que podríamos llamar con justeza una «sociedad de vigilancia», para usar la frase de Michael Power3. Para la mayoría de los que estamos aquí, el marco fundamental sigue siendo el sistema académico del Reino Unido. Por supuesto, reconozco que la Unión Europea es un contexto de financiamiento para la investigación que tiene una importancia cada vez mayor, y que la gente también participa en investigaciones iniciadas o financiadas por otras formas multinacionales. Pero sin duda el sistema británico se impone en forma más inmediata sobre los investigadores británicos y sus concepciones sobre quiénes son y qué deberían hacer. Es lo que da la forma a la cultura dominante en la que trabajamos. En el Reino Unido hoy en día la ética de la investigación académica está dominado por lo que Power llama «rituales de verificación». Éstos engendran la ética de la evaluación periódica – examen, escrutinio, medición, la justa medida del dolor- todos los cuales son tributos depositados en el altar de la responsabilidad. El afán de evaluarnos continuamente significa que la hazaña de investigar ha sufrido, en un sentido clave, un desplazamiento de metas y una revaluación: tiene menos que ver con la creación de conocimiento y comprensión que con la demostración de que uno puede cumplir criterios de alta

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nero y nos permiten averiguar más al respecto».

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calidad con el objetivo de generar ingresos. Este sistema, que ha llegado a ser patológico, ha generado una obsesión desesperada y degradante por el status. Es la reverencia más clara que le rendimos a la ideología utilitaria, encubierta bajo el lenguaje de la responsabilidad. Algunos de nosotros podemos creer sinceramente en eso. Aquellos que no, sin embargo, se han dado cuenta de que esas alabanzas se han convertido, a fuerza de repetición, en un culto inquietante. Discutiblemente, la mentalidad vigilante de las últimas dos décadas ha tenido un impacto muy perjudicial sobre las ideas acerca de la autonomía académica y los ciclos de la creatividad académica. En resumen, se nos ha redefinido lo que es ser un académico y lo que constituye una práctica intelectual valiosa. La Aplicación de Evaluación a las Investigaciones ha hecho que más académicos produzcan más publicaciones en forma más eficiente. Al mismo tiempo, manifiestamente, en algunos campos incluido éste, ha dañado seriamente la conducta universitaria, introduciendo la paranoia, la inseguridad, el miedo y la ansiedad. Y eso en un día bueno. Por lo tanto, me gustaría sugerir que este esbozo de nuestro sistema británico es el ámbito en el cual deberíamos empezar a responder a la pregunta «¿Para qué es la investigación sobre los medios?» ESTUDIO SOBRE MEDIOS, INVESTIGACIÓN SOBRE MEDIOS, POLÍTICA DE MEDIOS A continuación, me gustaría decir algunas cosas acerca de los «estudios sobre medios» en tan-

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to un área de investigación. Se trata de un campo interdisciplinario. Podemos contribuir a él desde varios backgrounds disciplinarios: sociología, ciencias políticas, economía, derecho, antropología, sicología social, estudios literarios, lingüística; o también podemos atravesar varias disciplinas y combinarlas. La falta de una disciplinariedad clara ha sido su gran fuerza: ha abierto algunas aproximaciones productivas. Nos ubicamos dentro de y en medio de las humanidades y las ciencias sociales. Pero esta posición intermedia también ha sido una causa de debilidad: ha dispersado nuestro reconocimiento académico y ha reducido nuestro alcance. A pesar de nuestros mejores esfuerzos de los últimos años, no hay una comunidad bien definida en base al objetivo de la investigación, que actúe en forma concertada o que pueda representarse profesionalmente de una manera convincente. Al mismo tiempo, debido al creciente interés en los medios, este campo es sumamente popular entre los estudiantes. Pero, otra vez, en el Reino Unido tiene una identidad más bien negativa entre muchos de los responsables de las políticas y periodistas. Pero, paradójicamente, este desdén e incomprensión se han producido al mismo tiempo que los medios y la cultura se han convertido en importantes áreas de la política y, junto con las telecomunicaciones, la IT, la Internet, son un foco de preeminencia para los intereses del campo empresarial, político y regulatorio4. Es inevitable que los rápidos cambios absorban una buena parte de nuestra atención actual. Cuestiones referidas a la propie-

dad intelectual, la regulación, la propiedad de cadenas de medios, las comunidades virtuales, la europeización y el espacio comunicativo, el marketing político... y otras más, requieren una atención analítica. El cambiante entorno de los medios y las comunicaciones impone su agenda a los políticos, los reporteros y comentaristas, así como a los académicos. Son cuestiones poderosas y seductoras: ahí está la atracción del dinero, los mercados, el poder. Más aun, no es sólo el atractivo de lo cambiante lo que dirige la atención. Es también la maquinaria del estado, que cada vez más moldea el campo intelectual. En el Reino Unido actualmente el nuevo gobierno laborista está intentando activamente atraer la racionalidad de la investigación académica más cerca de su órbita bajo la consigna de la investigación «guiada por la evidencia». David Blunkett, el Secretario de Estado para Educación y Empleo, ha puesto en claro su visión de esta decisión frente a los investigadores académicos en un importante discurso ante el ESRC. El título ya contaba la historia: «¿Influencia o Irrelevancia?» Para el Secretario de Estado, la opción radical era simple: o se hacen útiles en mis términos, o serán condenados a una marginación insufrible. Es evidente que se considera que la investigación académica en ciencias sociales necesita convertirse en una industria de servicios para la creación de políticas de gobierno. En términos más amplios, está claro que él busca que la Aplicación de Evaluación a las Investigaciones–el mecanismo clave para definir el alcance y la naturaleza de la cultura universi-


En el contexto de nuestro programa, el trabajo ha sido llevado adelante por académicos, pero por supuesto ellos no son los únicos investigadores de medios. Cuanto más ampliamos nuestra definición de investigación de medios, más empezamos a plantear preguntas sobre si el ámbito académico es actualmente el que está en mejores condiciones para competir en la arena de la investigación orientada hacia la política o relevante para ella. Me gustaría sugerir que hay crecientes obstáculos en nuestro camino hacia el ideal oficial de verdadera utilidad y que esto tiene mucho que ver con cómo funciona el mercado de las ideas. Una razón por la que es tan difícil ganar la atención en nuestro territorio particular es que la investigación de medios orientada hacia la política comparte hoy en día una agenda sustancial con los consultores de medios, con los think-tanks («tanques pensantes», grupos de personas que informan y analizan al servicio de una institución. N del T), con analistas de mercado, con asesores políticos y con burócratas especializados. Ha habido una acelerada recomposición del campo intelectual, como lo diría Pierre Bourdieu, y tal vez no lo hemos reconocido en forma suficientemente explícita6 . Y tal vez no hemos señalado con suficiente claridad algunas de las consecuencias que esto tiene para nosotros. Si pensamos cómo se elabora el debate público sobre la agenda política, lo esencial está dirigido por periodistas especializados que se concentran en la industria de los medios/comunicaciones.

Además están las unidades de política e investigación de las grandes empresas de comunicación como la BBC y de la Comisión de Televisión Independiente (ITC). Buena parte de lo que se produce fuera de lo estrictamente académico es evidentemente investigación de medios, aunque no todo es público. De hecho, algunos académicos especialistas en medios han trabajado para o con think tanks como Demos y el Instituto para la Investigación de la Política Pública (IPPR), o han migrado a consultorías después de su entrenamiento universitario o después de trabajar en este programa de investigación. Hay toda una serie de personas adscritas a una agenda de solución de problemas y ellos presentan a los académicos un tipo de competencia diferente a la de la evaluación de las investigaciones. Ellos constituyen una intelligentsia enfocada hacia la política, que es externa a la investigación universitaria y lo que ellos hacen es parte de una lucha, todavía no reconocida, por la influencia sobre lo que se considera la investigación de medios más relevante. Nosotros, los académicos, simplemente no hemos pensado lo suficiente sobre esto. Pero realmente no hay duda sobre dónde está realmente la influencia. Y en su mayor parte no está en nosotros. Este punto de vista se puede poner a prueba fácilmente si yo les pregunto a dónde miran para establecer la agenda cotidiana. Es a las páginas de los periódicos grandes, a su cada vez mayor número de páginas sobre la industria de los medios, a los periódicos especializados en economía, a algunos de los semanarios. En conjunto, estas fuentes nos ofrecen en forma rutinaria un reporte de progreso de los

acontecimientos actuales y nos cuentan historias desde dentro, que los investigadores de medios del ámbito académico simplemente no pueden igualar. Ha habido un crecimiento exponencial del periodismo sobre los medios y las comunicaciones, que ha desplazado y copado los espacios que estaban abiertos a las contribuciones académicas en los años 70 y principios de los 80 en The Listener, New Society, New Statesman, y, en menor medida, en las páginas de opinión de los diarios. En una época era posible para los escritores académicos contribuir con algo distintivo en las páginas del Media Guardian o del Independent. Ahora éstas han sido casi completamente colonizadas por aquellos que tienen un interés muy directo en la industria de los medios y en los resultados políticos, y ofrecen una caja de resonancia para toda una gama de analistas de medios, ejecutivos de medios y los think tanks. Con pocas excepciones, para la mayor parte de los académicos en temas de medios escribir sobre sus propias investigaciones o sobre temas de interés público relacionados con los medios, tiene una débil influencia pública. Algunas investigaciones académicas sobre los medios –especialmente las que se relacionan con el sexo o la violencia, o los efectos de la TV o los juegos de video sobre los niños y adolescentes- son de gran valor para hacer reportajes. También pueden ser tomadas en cuenta si se relacionan con algo de interés para los productores: por ejemplo, afirmaciones sobre la baja de la calidad de la TV, o cuestiones de inseguridad en la carrera de los profesionales relacionados con los medios. Tales investigaciones se ajustan a unas

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taria- se reoriente cada vez más hacia la política y la práctica5.

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cuantas agendas editoriales muy limitadas. Pero si nuestra investigación está parcialmente dirigida al público en general, como «usuario» significativo, ¿no es cierto que en buena parte no ve la luz del día publicada en la forma más accesible ni en los términos que nos gustaría? El periodismo y la consultoría comparten algunas ventajas por encima de la investigación académica que busca tener una relevancia política. · Pueden responder más rápidamente a los acontecimientos, incluso detectarlos y, al lograr la atención de los medios, establecer una agenda a seguir para la investigación académica.

· No están interesados en sutilezas sino en señalar cuestiones políticas simples y crear una caja de resonancia que tenga impacto en lo que publican los medios y, por lo tanto, en el gobierno. Ellos buscan la atención de los medios para incrementar su credibilidad y su valor en el mercado. · Los think tanks tienen también una habilidad, todavía poco común en la comunidad académica, para desmenuzar, simplificar y popularizar la investigación.

En el caso de los think tanks, las ventajas son similares, pero también hay otros factores:

Si añadimos a éstos los grupos de interés preocupados por la libertad de prensa, la televisión de calidad, la libertad de información, los derechos de los consumidores de los medios, encontramos que comúnmente los académicos en temas de medios son reclutados, ya sea para causas particulares o bien hablan desde la plataforma para añadir un toque de seriedad. Pero ciertamente ellos no son quienes establecen la agenda de interés; ellos la apoyan o la contradicen sobre la base de las convicciones para las cuales su investigación pueda ser relevante o conveniente. Lo mismo se aplica a las contribuciones académicas a la plétora de conferencias y foros políticos que tenemos ahora.

· Los que actualmente tienen una relevancia son los que están cerca del partido gobernante y con frecuencia son parte de un tráfico de ida y vuelta con el gobierno. Es por eso que sería mejor llamarlos «tanques defensores» (según la frase de Andrew Denham y Mark Garnett7).

Mi sensación sobre nuestra relativa marginalidad fue confirmada en una presentación de David Levy, un asesor político de la BBC8. Su problema es cómo conseguir la mejor asesoría sobre cómo resolver problemas prácticos, y se pregunta por qué el perfil de los investigadores bri-

· Tienen una mayor capacidad inherente para responder rápidamente a los acontecimientos debido a su monitoreo constante de los hechos y de la publicación de los documentos políticos más recientes. Hay muy pocos investigadores académicos dedicados a tiempo completo, que puedan monitorear sistemáticamente el desarrollo de la escena de los medios. · Los periodistas y los consultores tienen una proximidad más cotidiana con las elites que conforman la comunidad política.

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· Están muy motivados para poner su producto en el mercado porque de eso depende su propia supervivencia.

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tánicos es tan limitado en el debate sobre estructuras regulatorias y política. Él señala –muy en línea con mis argumentos- que son las consultoras (como KPMG y NERA) las que han jugado un papel central al enfrentar asuntos de convergencia, el Euro FCC y otros análogos. En su conferencia Levy mencionaba con aprobación el trabajo hecho por un pequeño número de académicos del campo de la economía y el derecho sobre las transmisiones de servicio público, sobre cuestiones de competencia/licencias y sobre convergencia. Hay que anotar que parte de este trabajo provino del programa de Economía de los Medios. David Levy pregunta: ¿por qué hay tan pocos académicos británicos en el tema de medios involucrados en ese trabajo? ¿Por qué no estamos provocando un mayor impacto colectivo? Él afirma que la recopilación de datos es trabajo de los consultores y los estadísticos, pero que las grandes cuestiones deben ser manejadas por los académicos porque ellos pueden ofrecer una mayor objetividad, una mayor gama de perspectivas y, por lo tanto, tienen una clara influencia sobre las opciones políticas: él puso como ejemplo el trabajo sobre pluralismo y consolidación de los medios hecho para el Consejo de Europa. Esta argumentación nos conduce a afirmar que para tener un impacto notable necesitamos nivelarnos mejor con las agendas del gobierno y la industria, necesitamos dialogar más con los que hacen que las cosas se muevan, e involucrarnos más en el debate político. Esto, ciertamente, está en línea con los que el nuevo gobierno laborista está diciendo. Y, bajo condiciones


¿Qué es lo que podemos hacer mejor en el campo de la investigación y análisis de medios intelectual que está en recomposición? ¿Es la relevancia política nuestra única fuerza colectiva y debería ser nuestra meta principal? Si nos adherimos a esa misión con más entusiasmo, con mayor exclusividad, ¿cómo afectará eso a nuestra definición de nuestras propias agendas de investigación? Nosotros tenemos una importante financiación pública y estamos obligados a contribuir con el bien público. Si nuestra investigación existe en parte para influenciar la conducta del público y de los entes comunitarios más amplios, tal vez debamos hacer una pausa y pensar qué tan bien lo estamos haciendo. Por supuesto, se nos requiere con razón que difundamos lo que hacemos. Pero hay un riesgo de equiparar la mera publicación con el impacto o la influen-

cia. Mucha de nuestra difusión se produce en el ámbito de los profesionales de los medios. Pero es difícil juzgar como nos usan realmente los usuarios. Para tomar un ejemplo obvio del corazón mismo del sector público, la investigación de medios académica es más bien marginal a la formación de la política de la BBC y la ITC, a pesar de que el medio académico ha proporcionado buena parte de la cohorte que realiza los estudios dentro de estas organizaciones y, en realidad de los que las dirigen. La Broadcasting Standards Commission (BSC) no se hace problemas para comisionar trabajos a académicos para sacar a relucir sus preocupaciones y, hasta donde yo sé, algunas de las investigaciones realizadas aquí en Stirling y en otros lugares han servido para las deliberaciones y pronunciamientos de la Comisión, aunque eso es muy difícil de cuantificar9. Pero ninguna de esas instituciones ha sentido la necesidad de nombrar a investigadores de medios directamente a sus nóminas por la obvia razón de que el manejo relacionado con las políticas puede ser fácilmente encontrado en otros lugares, y los académicos pueden ser cooptados como consultores cuando sea necesario. Buena parte de esto se aplica a los recientes Comités de Investigación de la BBC. En 1986, Alan Peacock hizo uso de la investigación académica lado a lado con la consultoría, bajo el firme mando de lo económico, cosa que no sorprende ya que el tema era financiado por la BBC. Los académicos expertos en medios estaban representados en el propio comité por Alastair Hetherington, quien, hay que decirlo, debía su formación más

a su larga experiencia en el periodismo escrito y en telecomunicaciones que a la investigación académica, aunque ciertamente estimuló el uso de esta última. Movámonos trece años, al Davies Review Panel. El comité mismo no tenía obviamente necesidad de un economista especializado en medios, debido a la conocida preparación de su presidente, y si miramos a esas evidencias, lo académico estaba claramente ausente. Éstas son sólo algunas de las instituciones clave de la vida pública en donde se evidencia claramente nuestra marginalidad colectiva como fuente de influencia en cuestiones de política10. ALGUNAS IMPLICANCIAS En el atiborrado mercado de la investigación sobre los medios, los académicos tenemos que plantearnos algunas preguntas acerca de en qué medida suscribimos la doctrina utilitaria dominante y cómo tenemos que asegurar espacios para nosotros que enfaticen nuestra autonomía. Al proponer esto, me gustaría recordar el siguiente comentario de Zygmunt Bauman: «Habiendo alcanzado el nadir de su relevancia política», señala, «los intelectuales modernos disfrutan de una libertad de pensamiento y de expresión con la que no podían soñar en la época en que las palabras importaban políticamente. Esta es una autonomía que no tiene consecuencias prácticas fuera del cerrado mundo del discurso intelectual; y, con todo, es una autonomía, el consuelo más precioso y atesorado para los que son expulsados de la casa del poder... ella ofrece a los practicantes de tal forma de vida el sentimiento

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particulares, la mayoría de los que estamos aquí sin duda estaremos de acuerdo en mayor o menor medida en que necesitamos hacer que nuestra investigación tenga importancia en estos términos. Yo estoy lejos de oponerme a esto en términos de mi práctica personal. Sí, es un juego indudablemente importante, aunque pocos en nuestro campo pueden afirmar que lo han jugado con éxito. ¿Y es acaso el único juego que hay? Tal vez nuestra creciente proximidad ha oscurecido otros posibles roles que podemos jugar. Si lo que nos hace relevantes es ser útiles, ¿qué es lo que nos hace precisamente investigadores académicos sobre los medios, en oposición a ser, digamos, consultores de negociaciones con una pequeña dosis de objetividad?

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gratificante de estar en total y exclusivo control del proceso vital y sus productos: la verdad, el juicio, el gusto»11. Por supuesto, esto ofrece una clara concepción de lo que es el intelectual y contradice el rol amigable que nos ha sido prescrito por el impacto de la sociedad de vigilancia y el funcionalismo dominante. De hecho, Bauman vería ese rol como algo basado en una completa delusión. Ése no es mi punto de vista. Hay una necesidad de involucrarse en forma útil con aquellos que detentan el poder político y económico. No creo que estemos hablando aquí de alternativas mutuamente excluyentes, sino más bien de la capacidad de jugar una serie de posibles roles distintos. La autonomía intelectual parece ser ahora una opción difícilmente posible y lo conmovedor de la afirmación de Bauman radica en su aguda sensibilidad frente a algo que hoy nosotros parecemos haber casi perdido. Su credo captura un sentido de lo que a veces deberíamos estar haciendo y cómo todavía deberíamos concebirnos a nosotros mismos. Reconocemos esto cuando lamentamos la actual compulsión por ser útiles; pero evidentemente también creemos que la presión es irresistible. Este es un asunto que va mucho más allá de la investigación sobre los medios y abarca a la cultura académica británica como tal. La vocación puramente intelectual de Bauman no tiene espacio en el atiborrado mercado de investigaciones sobre los medios y la lucha por la influencia política que he esbozado. Este deporte de contacto se ha intensificado en violencia con los cambios en el mercado de los me-

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dios, la invención de sistemas regulatorios y el consecuente crecimiento en la demanda de opciones y consejos políticos. Creo que estamos siendo cada vez más sacados de rumbo. Y si no queremos estarlo, tendremos que inclinarnos del lado que sopla el viento. En ese punto, se perderá inevitablemente algo único de la vocación académica. Nuestra posición académica podrá convertirse en algo meramente nominal. Por ahora, sin embargo, todavía hay cosas que nosotros, como investigadores académicos, podemos hacer para seguir ejerciendo cierta independencia. · Podemos dedicarnos más a la producción de teoría y de conceptos, a proporcionar explicaciones y modelos. Sin embargo, en el intenso mercado de ideas que he mencionado, si juzgamos que es útil, ese trabajo puede ser seleccionado y popularizado rápidamente a través del periodismo, las consultorías y los think tanks. Eso no quiere decir que dejemos de hacerlo. E incluso si en términos inmediatos lo juzgamos inútil, eso puede elevar el rango de nuestro pensamiento colectivo, lo cual es bueno para nosotros y para nuestro desarrollo intelectual. Y no sabemos cuándo las nuevas ideas podrán cobrar importancia, incluso después de varios años. · Podemos asumir metodologías más rigurosas y podemos usar la auto-conciencia metodológica para mejorar la calidad de nuestro trabajo, aun cuando tampoco esto es monopolio nuestro. · Podemos dedicarnos a la crítica, aunque no tenga necesariamente relación con cuestiones

de política inmediata, si la consideramos necesaria para el desarrollo del conocimiento y la comprensión y para el avance de nuestro campo. Creo que eso caracterizó sustancialmente la ética de la cultura pre-vigilante de hace dos décadas. · En una línea similar, podemos discutir sobre cuestiones normativas o éticas sin considerar su utilidad inmediata, aunque aspiremos a influir sobre el clima del debate. · Nuestros ciclos temporales nos permiten entrar en un análisis más de mediano y largo plazo que a nuestros competidores. Podemos identificar tendencias; explicar motivaciones y estrategias; descubrir determinantes estructurales; reunir fuentes de evidencia más variadas y confiables para el análisis que estamos realizando; escribir sobre historia y etnografía. Vale la pena reconocer cómo cierto discurso académico puede con el tiempo convertirse en parte del sentido común. Por ejemplo, los debates del pasado acerca de que la noticia es una construcción han ayudado a la auto-comprensión de muchos periodistas y sectores del público. Más aun, las teorías y descubrimientos de la investigación sobre los medios aportan al pensamiento de sucesivas generaciones de nuestros estudiantes, muchos de los cuales –contra los mitos que prevalecen actualmente- se dedican en forma útil a la práctica en medios, el gobierno y las consultorías. En el fondo de todo lo que he dicho está mi creciente preocupación por que repensemos nuestro rol y nuestro propósito y que reafirmemos el valor de la autonomía de por lo menos cier-


Cuando pronuncié esta conferencia, recibí tres tipos de críticas que ameritan una breve respuesta ahora y algo más extensa más adelante. Para no avergonzarlos, llamaré a mis críticos El Periodista, El Burócrata Cultural y El Investigador Político. El Periodista (que alguna vez incursionó en la investigación sobre los medios) dijo que yo quería que la investigación académica fuera irrelevante, y que yo era un «quejoso». No es así: nosotros necesitamos realizar investigaciones que busquen influir sobre la conversación pública, como se desprende clara-

El Investigador Político se sintió agraviado por la idea de que a los años de cuidadoso trabajo analítico se le negara la oportunidad de causar impacto sobre las altas esferas del mundo de las telecomunicaciones. Había también una aparente creencia de que promover las impli-

cancias políticas de este trabajo a través de la cooperación con un think tank era considerado de alguna manera algo poco digno. En lo absoluto: si los que elaboran la política de las comunicaciones quieren escuchar el análisis académico y debatir con él, mejor que mejor. Aunque la experiencia señala que tenemos que entrar con los ojos bien abiertos a una arena donde los sucesivos regímenes políticos reclutan a sus aliados académicos para cubrir sus necesidades, para después dejarlos en el abandono. Y quiero decirlo nuevamente: ¡que florezcan mil think tanks! No, no es ninguna desgracia colaborar con ellos. Yo mismo lo he hecho y fue bastante educativo. Pero ese no es el punto. El punto es este: también nosotros, como miembros del entorno académico, tenemos en primer lugar que establecer una agenda de investigación independiente y tratar al máximo de asegurar las bases que la hagan posible.

(Texto traducido del inglés por Marisa Jarque. E-mail:marisa@terra.com.pe)

1. El presente trabajo fue presentado por primera vez como conferencia plenaria durante la conferencia de conclusión del Programa de Economía de los Medios y Cultura de los Medios del ESRC, realizada en el Stirling Management Centre, en la Universidad de Stirling, el 27 y 28 de enero de 2000. Se me pidió considerar la pregunta «¿Para qué es la in-

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EPÍLOGO

mente de lo que he dicho. Pero eso no se va a hacer de una sola manera. Acerca de lo de «quejoso»: bueno, yo no confundo hacer un análisis con quejarse, como algunos tienden a hacer. El Burócrata Cultural (que alguna vez trabajó afanosamente en las minas de sal de la investigación sobre los medios) creyó que yo estaba desacreditando a esa gente tan inteligente que trabaja en los think tanks y en consultorías y no podía entender por qué los académicos tienen que exigir autonomía. ¿Por qué los burócratas culturales no podrían tener también su independencia? Una vez más, hay que dejarlo claro: dejemos que los think tanks hagan su trabajo, con o sin la ayuda de los académicos. La cooperación con los think tanks es uno de los roles posibles para los académicos, pero no el único. En cuanto a justificar la necesidad de autonomía, los burócratas culturales tienen que pelear sus propias batallas y nadie les está pidiendo ayuda. Pero, para ir más directamente al punto, resulta penoso tener que defender la libertad académica como precondición para crear conocimiento y comprensión desinteresados. Esto hace ya tiempo quedó inscrito en el propósito mismo de la universidad como institución. Tal vez haya que debatir todo eso de sus principios mismos. Ciertamente, esa reacción fue más como lanzar la paja al viento que ser altivamente desechado como un quejoso.

NOTAS

ta investigación académica12. Por supuesto, todos reconocemos que la autonomía tiene sus propias condiciones de existencia, y parece que creemos cada vez más que estas condiciones han desaparecido en gran parte, engendrando el punto de vista de que no se puede pensar en alternativas. Para estar seguros, todos vivimos en una economía moral y práctica mezclada. Como investigadores individuales hacemos distintas elecciones acerca de qué investigar en determinados momentos de acuerdo a los diferentes incentivos y limitaciones. Colectivamente, como miembros de la comunidad académica, cada vez nos vemos más empujados por ciclos que no podemos controlar y valores a los que tal vez no podemos adherirnos. Dicho esto, es momento para que por lo menos algunos de nosotros nos unamos para crear más espacios para el pensamiento autónomo en nuestro campo y seamos plenamente concientes de los costos y beneficios de esa línea de acción.

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vestigación sobre medios?» La conferencia fue acerca de «El futuro de los medios y la investigación sobre medios». El Programa estuvo dirigido por el profesor Simon Firth. Como artículo fue publicado originalmente en inglés en Market Killing, Greg Philo y David Miller, editores, Londres, 2000, y en francés en Recherche et Communication, Thierr y Lancien, editor, Paris, Harmattan, 2001. 2. Yo participé en el Programa de Economía de los Medios y Cultura de los Medios como investigador principal en un estudio sobre «Comunicación política y democracia». 3. Michael Power, The Audit Society: Rituals of Verification, Oxford, Oxford University Press. 1977 4. El recientemente elegido gobierno laborista de 1997 creó un Departamento de Cultura, Medios y Deporte, cuyo propio nombre era indudablemente significativo en el reconocimiento que confería a un campo de actividad creativa y de negocios. 5. David Blunkett, Influence or Ir relevance: Can Social Science Improve Government? Conferencia del Secretario de Estado en el ESRC, 2 de febrero de 2000. Para comentarios, ver Selling New Labour to the highest bidder, de Nick Cohen, en The Observer, 13 de febrero de 2000, p. 31; Looking for evidence de David Walker en The Guardian, 24 de enero de 2000, p. 15; y You find the evidence, we pick the policy, en el Guardian Higher, 15 de febrero de 2000, p 3H. 6. Ver Pierre Bordieu, In other words: Essays Towards a Reflexive Sociology, Cambridge: Polity Press, 1990. 7. Andrew Denham y Mike Garnett. British Think-tanks and the Climate of Opinion, London: UCL Press, 1998.

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8. Exposición en la conferencia annual «Medios, Comunicación y Estudios Culturales « en la Universidad Sheffield Hallam el 7 de enero de 2000. Mi agradecimiento al Dr. Levy por proporcionarme las notas de su exposición y por discutir sus puntos de vista. 9. Los estudios de Stirling fueron: Philip Schlesinger, R. Emerson Dobash, Russell P. Dobash y C. Kay Weaver, Women Viewing Violence, London: BFI, 1992 y Philip Schlesinger, Richard Haynes, Raymond Boyle, Brian McNair, R. Emerson Dobash y Russell P. Dobash, Men Viewing Violence, London: Broadcasting Standards Commission, 1998. 10. Hay demanda de académicos en otros lugares. Los más importantes son S4C (el canal 4 galés), que está presidido por Elan Closs Stephens; también el nuevo Consejo de Cine, donde John Hill está en la directiva, el Instituto Británico de Cine, donde Brian Winston es gobernador, y el Scottish Screen, donde yo soy parte de la directiva. Es indudable que en este tipo de entornos cada uno de nosotros puede influir en el debate sobre política de cine, particularmente cuando se trata de la agenda cultural y educacional. Si la investigación sobre medios ingresa a estas directivas, su impacto es bastante indirecto; está representado por personas y por lo que ellas puedan contribuir sobre una base ad hoc. Y es algo que, con seguridad, vale la pena tener. 11. Zigmunt Bauman, Intimations of Postmodernity, London y New York: Routledge, 1992, p. 16. 12. En realidad, yo pienso que esto es parte de un cambio mayor que está haciendo que otros también consideren dónde deberían estar. Por ejemplo, no es accidental que también ciertos periodistas reflexi-

vos estén empezando a considerar cómo sus propios roles están siendo cambiados por la información que proporciona Internet, un tópico sobre el cual también los investigadores sobre medios han estado debatiendo últimamente. El anuncio de la fusión entre Time Warner y AOL en enero de 2000 provocó otra ronda de especulaciones de este tipo.


E. Colรณn

Eliseo Colรณn

Melodrama, censura y travestismo cultural

Profesor-Investigador, Director de la Escuela de Comunicaciรณn de la Universidad de Puerto Rico E-mail: ecolon@caribe.net

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Melodrama, censura y travestismo cultural

I. INTRODUCCIÓN Las predicciones del mundo informático que bajo el eslogan Y2K causaron tanto furor durante los meses previos a la llegada del año 2000 no fueron capaces de vaticinar el colapso socio económico que se avecinaba. Por el contrario, empujados por la bonanza financiera de los mercados bursátiles, los líderes del mundo occidental, especialmente aquellos agrupados alrededor del Foro de Davos, auguraban un mundo feliz tras las supuestas mercedes económicas que el Proyecto Neoliberal traería para todos los ciudadanos del globo. Estamos muy lejos de la euforia bursátil de los últimos años del siglo veinte. El mítico año 2000 quedó atrás y ha sido reemplazado por la epifanía del 11 de septiembre de 2001. La ansiedad y el riesgo toman arraigo entre todos los sectores sociales y provocan tensiones e incertidumbre individual y colectiva.

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Los eventos del 11 de septiembre evocan, de por sí, muchos momentos de la historia reciente que han generado gran ansiedad y tensión social. Algunas de estas situaciones se debieron a acciones concretas como fueron las dos Guerras Mundiales. Otras respondieron a imaginarios construidos con fines específicos para generar tensión e incertidumbre, como la psicosis de ataques nucleares que Estados Unidos se encargó de promover durante la llamada Guerra Fría. Por ejemplo, en el marco de la Primera Guerra Mundial, encontramos un escenario prebélico que nos muestra cómo en julio de 1914 los líderes del mundo occidental perdieron su donaire tras el paso acalorado e impetuoso de ráfagas de telegramas, conversaciones telefónicas, memos y comunicados de prensa. Durante ese mes, muchos políticos serios y rigurosos colapsaron, y la mayoría de los negociadores enloquecieron presionados por las tensas confrontaciones y las muchas noches en vela. Todos luchaban desesperadamente para contrarrestar las desastrosas consecuencias de la sin razón de sus juicios y de sus acciones precipitadas. Los periódicos alimentaron la ira popular que logró la pronta movilización militar que contribuyó al frenesí de una actividad diplomática que simplemente se desplomó. Tantas decisiones no se podían tomar de manera rápida y en tantos lugares a la vez; y que, a su vez, permitieran sojuzgar de forma colectiva el furor de la guerra. ¡El resultado de tanta ansiedad, incertidumbre y decisiones riesgosas fue la Primera Guerra Global! La quiebra de los sistemas de información que en 1914 pusie-

ron de manifiesto el desgaste de un sistema liberal fundamentado no sólo en el capitalismo exacerbado, sino en la expansión colonial y en el desarrollo tecnológico marcó el primer golpe a esa práctica que organiza las relaciones sociales propias de la sociedad moderna, y que edifica la dinámica institucional de esa sociedad: la información. He utilizado esta anécdota que recrea los albores de la Primera Guerra Mundial sólo para enfatizar el surgimiento del régimen de la información. Este régimen de la información establece mediaciones tecnológicas que agudizan el control social mediante la estadística y reduce toda comunicación al manejo de contenidos susceptible a la fácil e instantánea cuantificación, procesamiento, memorización, transmisión e intercambio. En otras palabras, el régimen de la información opera una reducción del lenguaje y del conocimiento, una especie de grado cero de la información que quiere paliar la tensión, la ansiedad e la incertidumbre. Ante este régimen de la información que opera a partir de estructuras binarias tan adecuadas para el control social, podemos hacernos la siguiente interrogante. ¿Existen los mecanismos para cuestionar e intentar desestabilizar al régimen de la información en su afán por el control social? En otras palabras, ¿cómo se introduce algún tipo de crisis que quiebre la estructura binaria y desestabilice categorías sociales que promuevan el control, tales como el concepto unitario de la identidad, el sujeto auto suficiente y el conocimiento propio? La respuesta no es fácil. La puesta en marcha de dispositivos que generen la crisis que desarticule


II. MELODRAMA Y CENSURA El 11 de septiembre de 2001 regresamos no al mismo grado cero, pero sí su paradigma de crecimiento exponencial. Ante esta situación, me pregunto qué fue lo que le susurró al oído el oficial que se acercó al presidente Bush la mañana del 11 de septiembre, mientras éste se dirigía a un grupo de escolares en el estado de la Florida. ¿Habrá sido un código informativo o un gesto comunicativo? «Code 3251» o «Shit, someone blew the Twin Towers in New York City!» ¡Qué más da! Lo que sí está claro es que al igual que en julio de 1914, el 11 de septiembre de 2001, los sistemas de información se quebraron y nos acarrearon a su grado cero más extremo. Se llegó a la apoteosis de la ansiedad global y a la exacerbación de riesgo total. Suponemos que fue ante este acontecimiento informativo, y no ante la tragedia humana causada por la caída de las torres gemelas, que el presentador de noticias de la cadena estadounidense ABC, Peter Jennings, exclama tras varias horas de grado cero de la información: «and, where’s president Bush?, a la vez que provoca el airado flujo de llamadas telefónicas y correos electrónicos tildando el gesto de Jennings de antipatriótico. Durante casi cinco horas la Cadena CNN, y no el presidente, dirigió la república estadounidense. Ese grado cero de la información permitió a CNN recuperar una retórica de exceso melodramático y sentimental y sentar las pautas de la discursividad ante los acontecimientos. Es la misma retórica que hasta hace unas semanas había articulado el optimismo de las economías neoliberales y los gritos funda-

mentalistas de nacionalismos exacerbados (ahora resemantizado en Estados Unidos como patriotismo) y fanatismos religiosos. Un acopio de eventos recientes vinculados a la desestabilización y al desgaste del modelo neoliberal nos muestra la fragilidad de unos sistemas de información vinculados al control policial. De Seattle a Genova, los grupos anti neoliberalismo han podido romper el cerco de los sistemas de información de alta tecnología para llamar la atención ante las desigualdades sociales y las injusticias propias del capitalismo avasallador de los últimos años. Gran parte de la población mundial, al igual que las agencias de inteligencia y de servicios secretos y de espionaje de Estados Unidos se han preguntado qué pasó con todos los controles y sistemas de información que, supuestamente, hubieran prevenido el trágico suceso del 11 de septiembre. No obstante, al igual que la economía de Estados Unidos, el desgaste de unos sistemas de inteligencia que descansan en la tecnología informática era previsible. Tanto los bombazos de Oklahoma City, de las embajadas estadounidenses de Kenya y Tanzania y ataque al buque de guerra USS Cole en Yemen, como las manifestaciones anti globalización de Seattle demuestran el desgaste y la imposibilidad de unos sistemas de información de funcionar más allá de la lógica informacional. El grado cero de la información permitió a CNN elaborar la narrativa del desastre mediante la toma en directo que superó cualquier afán de reality show. La entrevista a víctimas o testigos, el relato y las imágenes de destrucción que se repetían una y otra

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el régimen sufre de ambos: la supervaloración y la devaluación de sus mecanismos desestabilizadores. Podemos argumentar que esta plus/minus valoración de los mecanismos desestabilizadores del régimen sirven para exacerbar la ansiedad y la incertidumbre ciudadana. Tomemos un ejemplo para argumentar esta idea. Para esto, propongo pensar el melodrama como uno de los mecanismos que perturba el régimen de la información. Jesús Martín Barbero en su estudio de la telenovela propone que veamos al melodrama en América Latina como una anacronía preciosa que permite mediar entre el tiempo de la vida, «esto es, el de una sociedad negada, económicamente, desvalorizada y políticamente desconocida pero culturalmente viva, y el tiempo del relato que la afirma y les hace posible a las gentes reconocerse en ella. Y desde ella, melodramatizando todo, vengarse a su manera, secretamente, de la abstracción impuesta por la mercantilización de la vida y la desposesión cultural».1 No obstante, el melodrama tiene otra cara y es la que nos muestra el papel fundamental que tuvo en la construcción de una visión sentimental del mundo, y que tan importante ha sido para el desarrollo de las máscaras de la modernidad, tal como las narrativas de la nación y las narrativas que promueven una identidad unitaria. Quiero detenerme en dos ejemplos discursivos en donde el plus/minus de un dispositivo retórico que podría funcionar como agente devaluador del régimen de la información, en este caso el melodrama, sirve para promover el control social mediante la censura y el travestismo cultural.

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vez, dieron paso a presentadores escudriñando y forzando emociones. Las cámaras entraron por sorpresa en la vida privada de las personas, se creó artificialmente un clima de agresividad en el debate, se obligó a las personas a mostrar su dolor ante las cámaras. Ante la ausencia de la información, el evento se redujo a una plétora de emociones sentimentales, y culminó con la organización de un nosotros colectivo a través de todos los noticiarios: America is at war! En cuestión de horas, la narrativa periodística reactivó los dispositivos melodramáticos que organizan las identidades nacionales para, ante el grado cero de la información, lograr el control social y político. Como en todo texto melodramático, rápidamente surgieron los villanos, los personajes que encarnan el Mal. Osama Bin Laden es el villano principal. Los incidentes conmovedores, al igual que en el melodrama, han alternado entre el desastre y la recuperación, en un despliegue técnico que supone la primacía absoluta del espacio espectacular provisto por los medios de comunicación para mostrar el daño y la violencia desatada por los dos aviones sobre la población civil de la ciudad de Nueva York, y uno sobre el Pentágono en Washington. Estas imágenes que provocaron el disgusto de los públicos hacia ese otro personificado ahora en la imagen de Osama Bin Laden quiere también que simpaticemos y nos identifiquemos con los héroes y las heroínas virtuosos: bomberos, policías, pasajeros de los aviones, rescatadores, y el acalde de la ciudad de Nueva York, entre algunos otros. Y, se preguntarán algunos, ¿qué hay de malo en este conflicto

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maniqueo que lleva a públicos a identificarse con el sentimiento nacionalista de Estados Unidos y con sus cánticos, tal como God Bless America o con frases como One Nation, Indivisible? Detrás de este sentimiento melodra-mático con que Estados Unidos pretende organizar su territorio nacional en momentos de crisis se esconde una justificación del espectáculo de violencia y emotividad salvaje tan terrible como la que fue perpetrada contra ellos. «Cuando empieza la guerra, la primera víctima es la verdad» fue una frase acuñada durante la Primera Guerra Global de 1914 a 1918. El día después del ataque contra las torres gemelas y el pentágono, el secretario de Defensa de Estados Unidos dijo que «podría haber circunstancias en las cuales sería necesario no ofrecer la verdad.» Ante el grado cero de la información, el recurso melodramático para explicar los eventos del 11 de septiembre resulta, entonces, en un dispositivo que promueve la censura, la autocensura y el nacionalismo en los medios de comunicación estadounidenses. III. MELODRAMA Y TRAVESTISMO CULTURAL El suicidio de Werther, el héroe de la novela de Goethe, tiene todos los atisbos del exceso melodramático que el siglo diecinueve se encargó de reproducir. La novela fue publicada en 1776 y contiene una explosión de sentimientos modernos en un mundo totalmente tradicional. El suicidio de Werther es emblemático de un mundo que desaparece y de la tensión y ansiedad que afloran con el nuevo orden social y económico que se está forjando. El amor romántico en la literatura decimonónica culmina

siempre en tragedia. Como dispositivo retórico y discursivo, acoge las tensiones de toda una época marcada por grandes cambios en el plano económico y social. Anthony Giddens nos señala que el amor romántico fue una fuerza social genérica, y que conjuntamente con otras fuerzas sociales, afectó diversos contextos de la vida personal.2 En estos personajes de la literatura romántica lo que está en juego es la construcción de un proyecto de vida dentro de la nueva organización social del capitalismo liberal. Así, por ejemplo, Marshall Berman llama al Fausto de Goethe, la tragedia del desarrollo, a la vez que reconoce que el personaje de Margarita con «su sencilla inocencia y su pureza inmaculada corresponde más bien al mundo del melodrama sentimental que a la tragedia».3 Es en la construcción de estos proyectos de vida que me interesa detenerme para elaborar mi propuesta sobre el melodrama como forma de travestismo cultural. Giddens nos indica que interrogantes tales como, ¿qué debo hacer?, ¿cómo me debo comportar? y ¿quién debo ser? son preguntas ejes para cualquiera que viva desde la experiencia de la tardo modernidad.4 Para Giddens, la transición hacia la construcción de una vida fragmentada, con un sentido de impotencia, de incertidumbre, de consumo estandarizado y la amenaza continua de la pérdida de sentido acentúan el desasosiego de las personas en esta época tardo moderna. Para el sociólogo inglés, ante esta desazón, llevar a cabo una experiencia terapéutica de auto ayuda es una forma de terapia que envuelve al individuo en una reflexión sistemática sobre qué curso tomará el desa-


Podríamos pensar que este tipo de terapia que estudia Giddens de cierta manera está presente en los dispositivos retóricos de la neotelevisión, especialmente en los talk shows. No cabe duda como he señalado en otros momentos que todos los personajes de la neotelevisión centran de una manera u otra sus lenguajes en la construcción del yo autobiográfico en donde se desdibujan las fronteras entre lo que podría ser un testimonio, una autobiografía o una historia de vida.5 Sin embargo, este tipo de recurso autobiográfico de la neotelevisión no pretende ofrecer los mecanismos para atenuar las ansiedades de la vida tardo moderna. Sabemos que la actitud melodramática articula la crisis y las ansiedades generadas por el temor de un reordenamiento del mundo, que hace que los patrones morales tradicionales no provean la cohesión social necesaria para la estabilización. La actitud melodramática es una modalidad central de la sensibilidad moderna. El reconocimiento desde la perspectiva melodramática, supone, más que la fascinación, el que se reconozcan las virtudes «ejemplares» de un orden ético y moral que provea la cohesión social perdida.6 Sin embargo, la programación de la neotelevisión queda arropada

por un melodrama que opera mediante una especie de travestismo cultural en donde se invierten y deconstruyen las categorías oficiales de los sistemas que permitirían organizar los diversos proyectos de vida, tal y como son aquellos sistemas que se refieren, entre otros, a la vida íntima, a la sexualidad, a la ética y al cuerpo. Este travestismo melodramático aviva las tribulaciones personales de riesgo y ansiedad. Utilizo la categoría travestismo cultural en la medida que permite pensar ambas ideas, la de inversión y la de deconstrucción, a la vez que nos refiere a la construcción de los textos de la neotelevisión como productos culturales. Desde esta óptica, la representación de la oferta televisiva de la neotelevisión se coloca dentro del orden Simbólico.7 Mediante este procedimiento, coloca a los espectadores en los códigos de la cultura oficial y dentro de las fuerzas represivas del estado y de la ley. Además, como articulación significante de una categoría que habla de crisis, ayuda a mostrar las tensiones, la desazón y el desasosiego social contemporáneo. Un ejemplo de cómo opera el travestismo cultural que genera el gesto melodramático lo podemos observar en la manera en que muchos de los textos de la neotelevisión proponen solucio-

nes éticas y morales, mediante el recurso retórico del exemplum. Sobre la relación entre el melodrama y el exemplum, he señalado8 que el mercantilismo de estos tiempos neoliberales se inserta en el propio espacio de la anacronía de la cual nos habla Martín Barbero en su trabajo sobre el melodrama. El mercantilismo neoliberal pretende proveer, mediante unos recursos ontológicos sentimentales, las soluciones a los dilemas de la vida contemporánea. El melodrama dentro de esta nueva etapa mercantil neoliberal mantiene aquello que la retórica judicial y deliberativa clásica denominaba exemplum, del cual se saca la regla para reconocer las virtudes ejemplares de un supuesto orden ético y moral que va a restaurar la cohesión social perdida, y mediante el cual se establecen las pautas generales para vivir la vida. Pero además, el melodrama, como lo hizo durante el siglo diecinueve, a través de formaciones discursivas de exaltación sentimental, tal como son las populistas, nacionalistas, fundamentalistas, y las autoritarias, se erige para influir y formar un tejido social, proveyendo los guiones que la construcción del orden social neoliberal exige. Son muchas las demostraciones que la televisión nos ofrece diariamente organizados mediante alguna forma de travestismo melodramático. La emisión en

Presentación de la primera panelista Toma de plano medio. Laura aparece sentada junto a la panelista.

A ver, ¿qué edad tienes?

Viviana Núñez - panelista

Tengo 17

Laura

¿Conquién convives? Cuéntame! ¿Vives con el padre de la criatura?

Primer plano de Viviana. Texto sobreimpreso que lee: Mi pareja me pide llorando que lo tenga

Ahorita no vivo con él. Estamos peleados.

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rrollo de su vida. Continúa diciendo que la introspección autobiográfica ocupa una posición central en este tipo de terapia.

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Plano medio de Laura Primer plano de Viviana. Texto sombreimpreso que lee: Cuando nazca lo voy a regalar

¿Por qué no quieres al bebé?

Campo total del público. Rumor del público

Porque no lo quiero. Estoy muy chiquilla para tener hijos y además me gustan las fiestas

Plano medio de Laura

Pero un momentito. Eres muy chiquilla para tener bebés, y entonces, ¿por qué sales embarazada?

Plano Medio de Viviana Plano Medio de Laura. Le alza la voz a Viviana

Porque no me cuidé. Porque no te cuidaste. ¿Acaso no sabías que si te metes a la cama con un hombre vas a salir embarazada?

Primer plano de Viviana

Yo no sabía que iba a quedar embarazada

Plano Medio de Laura

Perdón, perdón, ¿cómo vienen los niños Viviana? No sabías que al convivir con un chico podías quedar embarazada. Porque tú convivías con un chico

Plano Medio de Viviana

Sí, convivía, pero yo tenía un problema que la doctora me dijo que no podía tener hijos. Por eso yo vivía con él y no me cuidaba.

Plano Medio de Laura

¿Qué pasó cuando quedaste embarazada? ¿Qué sentiste?

Primer Plano de Viviana

No lo quería. Sentí cólera. Cólera porque me iba a privar de muchas cosas

Plano Medio de Laura

¿De qué cosas te vas a privar?

Plano Medio de Viviana

De ir a las fiestas. Me gustan las fiestas para ir a tomar con mis amigos, me gustan las bohemias

Plano Medio de Laura

Te gusta amanecerte. No estudias, tampoco

Plano Medio de Viviana

No

Plano Medio de Laura

Tú eres de la vida fácil. Otra de la vida fácil, de la vida loca. ¿Qué te dijo tu pareja cuando supo que estabas embarazada?

Plano Medio de Viviana

Ah, él estaba contento

Plano Medio de Laura

¿Qué te ruega Edgar?

Plano Medio de Viviana

Él me ruega que lo tenga, que no me baje, que lo quiere tener

Plano Medio de Laura

¿Tú querías abortar? ¿Qué has hecho por abortar?

Plano Medio de Viviana

He querido abortar bastantes veces. He tomado yerbas, he tomado... Cuando voy con mis amigos a los columpios me caigo a propósito para que se venga

Plano Medio de Laura

Ay, madre mía! Bien, ¿tu esposo te llora?

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Por otro lado, Viviana aspira a ser filmada ante la pantalla. Walter Benjamin señalaba un proceso parecido a mediados de la década de los treinta.9 La aparición del público en la pantalla televisiva simula autenticidad y proximidad, a la vez que crea una relación de solidaridad y de identificación entre el público que asiste desde su casa a la emisión, y quien narra su historia.10 Laura no intenta ayudar a Viviana. Con sus dispositivos retóricos de culpa, miedo y ansiedad se quieren dar recursos ontológicos sentimentales como solución a los dilemas de la vida contemporánea. Es en este momento en que opera el travestismo cultural. No hay tal terapia. No hay ninguna autobiografía o historia de vida. Si lo que se quiere mostrar es una historia como una supuesta desviación del curso normal y típico de la vida para que sirva de ejemplo moralizante, lo que se logra es otra cosa. Lo que esta escenificación consigue es colocar la terapia y la autobiografía en el espacio de la representación teatral de la televisión. Podemos concluir que mediante el travestismo cultural melodra-

mático, la puesta en escena de Laura en América, y en general la oferta televisiva de la neotelevisión, son una manifestación de la ansiedad y la tensión social actual, a la vez que colocan al espectador en el espacio del estado, la ley y el orden. IV. CONCLUSIÓN Comencé este trabajo postulando que nos encontramos bajo un régimen de la información que opera a partir de estructuras binarias, y que estas estructuras son adecuadas para el control social. Argumenté lo difícil que es la puesta en marcha de dispositivos que generen algún tipo de crisis que desarticule el régimen. La razón para esto la encuentro en la supervaloración y la devaluación de los mecanismos desestabilizadores, a la vez que sirven para exacerbar la ansiedad y la incertidumbre ciudadana. El caso del melodrama es uno de estos mecanismos que podría desestabilizar el régimen. No obstante, como hemos visto en los dos casos estudiados, las narrativas en torno a los eventos del 11 de septiembre de 2001 y los talk shows de la neotelevisión, el melodrama sirve para promover el control social mediante la censura y el travestismo cultural.

1. Jesús Martín Barbero, «Producción, composición y usos del melodrama televisivo,» en Jesús Martín Barbero y Sonia Muñoz, coords., Televisión y Melodrama (Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1992) 29.

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Tradicionalmente la terapia intenta proveer los mecanismos para lograr la confianza de las personas, proveyéndoles un sentido de bienestar. Laura ofrece a Viviana una terapia travestida. Por lo general, quien que ofrece un testimonio tiene la intención de dar fe o testificar acerca de algo, en otras palabras, la intencionalidad del narrador, en este caso Viviana, es importante. Viviana narra su autobiografía a partir del interrogatorio de Laura. Podríamos pensar que esta chica de diecisiete años construye un yo centrado sobre sí mismo, el cual se opone a la multiplici-

dad de voces que proveen continuidad a su existencia: el novio, las amistades, el estado, la iglesia, etc. Por otro lado, su historia de vida es recopilada por la presentadora del programa, Laura. Vemos que la intención de narrar no es de Viviana. Es Laura quien quiere que ella narre su vida. El dispositivo narrativo de Laura, el melodrama permite de manera travestida intentar recuperar el orden social y moral perdido. En voz de Laura, Viviana quebró la moral, quedó embarazada siendo soltera. Peor aun, quiere abortar. No quiere casarse. En fin, se dedica a la vida loca.

NOTAS

Puerto Rico del 26 de enero de 2001 del talk show Laura en América nos provee ejemplos que ilustran esta forma de travestismo. El tema de la emisión es: Me obligan a casarme porque estoy embarazada. Este segmento de Laura en América sirve para ilustrar la noción de travestismo cultural. El interlocutor de estos actos comunicativos de Viviana es la presentadora Laura Bozo. Las cámaras nos muestran como ambas interlocutoras compiten por un espacio narrativo propio: Laura como juez-psicóloga y Viviana como paciente-acusada. La escena es una especie de travestismo de lo que pudiera ser el gabinete de una sesión de terapia psicológica o la sala de un juzgado. La toma inicial que presenta a Laura junto a Viviana representa, de cierta manera, el diálogo entre analista y paciente. No obstante, a medida que continúa la narración, la disposición de las tomas de cámara ayuda a promover la relación entre un juez y una acusada. Se desdibujan las fronteras entre lo que podría ser la terapia mediante el testimonio, la autobiografía o la historia de vida y la acusación moral.

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2. Anthony Giddens, The Transformation of Intimacy: Sexuality, Love & Eroticism in Modern Societies (Stanford, California: Stanford University Press, 1992) 45. 3. Marshall Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire: La experiencia de la modernidad. Trad. Andrea Morales Vidal. 2ª edición.( México: Siglo Veintiuno Editores, 1988) 43. 4. Anthony Giddens, Modernity and Self Identity: Self and Society in the Late Modern Age (Stanford, Califonia: Stanford University Press, 1991) 70. 5. Eliseo Colón, «Pensar las discursividades: sociedad de la información y sus nuevas redes, el caso de la neotelevisión y sus prácticas simbólicas,» Diálogos de la Comunicación 59-60 (octubre 2000) 233253. 6. Peter Brook, The Melodramatic Imagination: Balzac, Henry James, Melodrama and the Mode of Excess (New York: Columbia Unversity Press, 1985) 20 – 27. 7. Recordemos que para Lacan el orden Simbólico es el registro del lenguaje, la ley y el poder.

ejemplo abren para todos la perspectiva de ascender de transeúntes a comparsas en la pantalla. De este modo puede en ciertos casos hasta verse incluido en una obra de arte… Cualquier hombre aspirará hoy participar en un rodaje…» (págs. 39-40). Benjamin continúa diciendo que para finales del siglo diecinueve: «Con la creciente expansión de la prensa, que proporcionaba al público lector nuevos órganos políticos, religiosos, científicos, profesionales y locales, una parte cada vez mayor de esos lectores, pasó ocasionalmente, del lado de los que escriben. La cosa empezó al abrirles su buzón la prensa diaria; hoy ocurre que apenas hay un europeo en curso de trabajo que no haya encontrado alguna vez ocasión de publicar una experiencia laboral, una queja, un reportaje o algo parecido. La distinción entre autor y público está por tanto a punto de perder su carácter sistemático» (pág. 40). 10. Gonzalo Abril en su ensayo «La televisión hiperrealista», Cuadernos de Información y Comunicación, No.1 (1995), describe la creciente participación del público en la televisión de la siguiente manera:

8. Eliseo Colón, Op. Cit. 10. Walter Benjamin señalaba en su ensayo «La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica», Discursos inter r umpidos I, (Jesús Aguirre, Trad. Madrid: Taurus Ediciones, 1973), que: «Es propio de la técnica del cine, igual que de la del deporte, que cada quisque asista a sus exhibiciones como un medio especialista. Bastaría con haber escuchado discutir los resultados de una carrera ciclista a un grupo de repartidores de periódicos, recostados sobre sus bicicletas, para entender semejante estado de la cuestión… Los noticiarios, por

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«Nuevas formas de espectáculo como el kareoke confirman la culminación de una extendida tendencia al disfrute del estrellato, efímero y no profesional (los quince minutos de celebridad para todo el mundo que auguraba A. Warhol), durante los primeros años noventa. Y hablan de una sensibilidad o disposición del público sin la cual los solos factores emisivos (como una enardecida competencia comercial entre las cadenas) no explican, como es obvio, el éxito de las fórmulas de televerdad.» (pág.93).


R. Reguillo

Rossana Reguillo

Pensar el mundo en y desde América Latina. Desafío intercultural y políticas de representación

Profesora especialista en cultura urbana del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente Departamento de Estudios Socioculturales E-mail: rossana@iteso.mx

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Pensar el mundo en y desde América Latina

Stay out, stay alive Lema del nuevo operativo de la Border Patrol en la frontera México-USA

Turbulencia política en los países y entre los países; turbulencia económica en los mercados nacionales y globales; turbulencia cultural entre grupos, comunidades, sociedades enteras. Turbulencia, es hoy día, una de las palabras más frecuentes en la prensa internacional; como fórmula periodística su uso permite nombrar lo innombrable: el desasosiego, la incertidumbre, el malestar difuso, el ruido caótico y ensordecedor de un mundo en acelerados procesos de reconfiguración y permite al mismo tiempo, evadir la explicación de fondo: la turbulencia es sólo perceptible a partir de sus efectos. Ninguna zona libre de turbulencias, ningún país a salvo, nin-

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gún conjuro resulta suficiente para exorcizar las fuerzas que operan desde arriba, desde abajo, por los lados, del centro hacia la periferia y de la periferia al centro. Definida por el diccionario como una agitación ruidosa, como bullicio y alboroto o como una agitación desordenada de un fluido que corre, la turbulencia se ha convertido en el signo de la época; aplicada a la vida social, la turbulencia es una poderosa metáfora por lo menos en dos sentidos básicos, de un lado, en lo que tiene que ver con la agitación que provocan los cambios operados en el mundo contemporáneo y el choque de proyectos; de otro lado, devela el pensamiento dominante sobre el flujo continuo de la historia interrumpido de vez en vez por fuerzas que previsibles o imprevistas, obstaculizan el movimiento, la realización, la llegada a destino. En el mejor de los casos, para este pensamiento, la turbulencia pasa, cede, puede evadírsela o pasar encima de ella. En tanto «estado alterado», superar la turbulencia, implica desde esta lógica, un regreso a la normalidad. Pero todos los indicios y las evidencias empíricas señalan que la turbulencia es condición de época y elemento constante en la dinámica social. No importa cuánto se desee «volver a la normalidad», no importa cuanto se proclame la existencia de un idílico orden perdido, la agitación desordenada configura el horizonte de futuros. La turbulencia es entonces, riesgo constitutivo del momento. Y quizá no hay mejor analizador para darle a la turbulencia un anclaje empírico que «september eleven», como han sido bautizados por la CNN (centro difusor

del nuevo terror global) los acontecimientos que en septiembre de 2001 trajeron la evidencia de que algo muy profundo había cambiado en el mundo conocido. Tres son los elementos que guardan relación con el tema que aquí nos ocupa: la vulnerabilidad de las estructuras levantadas por la modernidad; el re-lanzamiento político-religioso de la cruzada contra el otro; y, de manera fundamental, la percepción generalizada de la amenaza y el asedio contra el «mundo libre». De maneras complejas, los acontecimientos derivados del 11 de septiembre, volvieron visible la persistencia de un viejo principio antropológico que señala que los límites, es decir, las fronteras, los umbrales, son zonas de peligro que necesitan de un mantenimiento ritual especial. A contravía del discurso de la globalización económica y de la mundialización de la cultura, con septiembre once, cobra una fuerza renovada la geometría del adentro y del afuera, cuya novedad estriba quizás en su transfiguración en categoría compleja que desborda los parámetros espaciales: se trata de un afuera expandido y de un adentro profundamente excluyente. En otras palabras, la noción de límite, sin anularla, trasciende la idea de frontera nacional, se produce una expansión que no sólo se vincula a un eje espacial, sino que se articula a la fidelidad con los artífices de la nueva organización mundial que trazan la geografía del llamado «eje del mal». Operación ideológica, geográfica y política, cuyas coordenadas han sido dibujadas por el secretario de defensa de los Estados Unidos, Mr. Ronald Rumsfeld, en un discurso pro-


Y si «septiembre once» replantea la noción de fronteras y de límites en una geopolítica que no admite contestación, no es menos cierto que agudiza el conflicto cultural frente a la otredad: afuera acecha el enemigo, un enemigo al que hay que dotar de rostros y contornos precisos. La sospecha se instaura. El otro adquiere, después de los ataques terroristas, los contornos de un enemigo global que no se agota en una nacionalidad, en un espacio, en un proyecto. El otroafuera, es portador de los gérmenes de la disolución, se convierte en el espejo extremo y distorsionado de los miedos de una sociedad alcanzada por sus propias contradicciones. Un miedo travestido en la figura del migrante, del disidente, del hereje, del outsider. Las torres gemelas de Nueva York se convierten en icono del colapso moderno; las torres implosionan, se quiebran hacia adentro en una alegoría terrible de la implosión de las estructuras que la modernidad levantó. La crisis implosiva de una modernidad que parece incapaz de dar respuestas a la atemorizada sociedad del siglo XXI. Autoritarismo, miedo al otro y crisis de la institucionalidad, configuran, junto con otros pro-

cesos, la densa atmósfera en la que transcurre la vida contemporánea, impregnando de fatalidad el tránsito hacia el futuro.

datos que corroboren que ese día, al menos, el riesgo es manejable y el país, con todo lo que contiene, viable.

Cómo colocar la pregunta por la interculturalidad sin aludir a esta atmósfera de disoluciones, de quiebres, de implosiones; cómo pensar los desafíos urgentes que para la comunicación representa potenciar los espacios de encuentro y de diálogo entre diferentes, sin aludir a los síntomas y a la legibilidad de un proyecto que expulsa, excluye y amordaza a quienes no caben en la formulación de los parámetros de pertenencia, a quienes no reúnen los requisitos para ser considerados ciudadanos de primera.

Colombia se ha convertido para los gobiernos y la prensa latinoamericana (y mundial) en metáfora del horror: «riesgo de colombianización», anuncian los grandes titulares de los periódicos a lo largo y ancho de la región y ello significa caos, ingobernabilidad, violencia desmedida, narco-control de las instituciones, en una palabra, «colapso de la institucionalidad».

Cómo pensar en y desde América Latina sin subvertir el relato que nos condena a ser deudores permanentes del pensamiento metropolitano, dóciles usuarios de tecnologías o exóticos informantes. «Estar en el mundo», es uno de los principales desafíos que habrá de enfrentar América Latina. LA DISPUTA POR EL HORROR, METÁFORAS DE DISCIPLINAMIENTO O LA IDENTIDAD DEFECTUOSA Desde hace varios años los argentinos se despiertan cada mañana con la medición de lo que los economistas denominan «riesgo país», cuyo contenido esotérico sólo pueden descifrar los iniciados, pese a ello, el término ha pasado a formar parte del vocabulario cotidiano: «riesgo país», más allá de lo elegante y críptico de la formulación, es un término que mide el desamparo y la angustia con la que mujeres y hombres se enfrentan diariamente al abismo y al temor. Hay que buscar en la prensa los

Y desde hace unos meses, «argentinización», es el proceso temible que anuncia el deterioro económico, la corrupción de la clase política, la inviabilidad financiera, la parálisis. El riesgo de «argentinización» se dice, es la expropiación de toda idea de futuro. El «efecto tequila», exportado por la economía mexicana, el «efecto samba», que emana del Brasil neoliberal, más que metáforas folklorizantes y reductoras, son procesos que colocan al centro del espacio de la representación dos asuntos claves para problematizar la interculturalidad -a la que entenderemos aquí, como el diálogo y la relación en condiciones simétricas entre personas, prácticas, creencias, lenguajes, productos, sociedades y procesos sociales, inscritos en tradiciones culturales diferenciadas-, estos dos asuntos, son en primer término la idea de «contaminación» y en segundo lugar, la ratificación constante de que Latinoamérica es portadora de una identidad política deteriorada. Si se acepta que la comunicación mediática es fundamentalmente

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nunciado en febrero de 2002 en el que señaló que la única estrategia posible es levantar una protección frente a «lo incierto, lo desconocido, lo imprevisto, lo inesperado». Se trata a todas luces de la proclamación global del miedo y de la declaración fáctica de un adentro-fortaleza que debe ser capaz de rechazar la incertidumbre, lo desconocido, lo ajeno y de producir una zona de riesgo cero.

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un espacio social que autoriza o desautoriza otro, las políticas de representación de la crisis Latinoamericana a través de ese espacio social llamado «medios de comunicación», han contribuido a fortalecer la idea del peligro que constituyen para cada país, los problemas que afectan a otro. Podría por supuesto argumentarse que este fenómeno es histórico y es universal, sin embargo no se dice «españolización» para hacer referencia al endurecimiento de las políticas contra los inmigrantes, ni se habla de «francización u holandización» para aludir al fortalecimiento de las derechas radicales; en otras palabras y en términos generales, en el espacio mediático se alude a procesos problemáticos específicos cuando se trata de representar a los países metropolitanos («racismo», «derechización», etc.), mientras que en el caso de las periferias latinoamericanas se acude a la metonimia (designar una cosa con el nombre de otra) como estrategia de representación. El problema no es el «problema», sino la nación entera que condensa los «horrores» económicos, políticos o socioculturales. El principio de reducción de la complejidad con la que opera el espacio mediático, aísla al tiempo que generaliza los rasgos contaminantes de ese otro expandido que es la nación vecina. Y al hacerlo, el espacio de reconocimiento no sólo adquiere una valencia negativa, sino que además va filtrándose paulatina pero eficazmente, el imaginario de la fatalidad. Un imaginario que al esencializar, disemina la idea de una identidad política deteriorada como forma de auto y heteroreconocimiento. En forma paralela y de manera esquizofrénica, junto con la idea

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de la contaminación (que implica la huida o el rechazo del otro), emerge una problemática noción de vínculo, aquel que se genera entre la comunidad de sufrien-tes, el que acuerpa a una cofradía de víctimas, que no logra trascender la pre-ocupación, el sufrimiento, la crisis. Imposibilitados de huir o de extirpar el cuerpo contaminante, se produce entonces la disputa por el peor horror: la mayor violencia, las peores cárceles, la clase política más corrupta, el mejor y más astuto cartel de drogas, los presidentes más patéticos. Así, «del pecado se hace virtud» y lo representado adquiere los tintes de una competencia cuyo principio estriba en la asunción de una identidad deteriorada. Los efectos de estas políticas de visibilidad son complejos y multidimensionales, pero básicamente la mitología opera así: «los latinoamericanos son (somos) esencialmente incapaces de realizar los valores de la democracia moderna, víctimas coloniales o poscoloniales de sus (nuestras) propias pasiones, los latinoamericanos son (somos) débiles política, científica y filosóficamente, lo que se traduce en «irracionales e incapaces de agencia». La alternativa es entonces la violencia for export; la crisis y la actuación, en el borde del «realismo mágico», de las clases políticas para el consumo de un pensamiento metropolitano «sinceramente consternado» y, en el extremo, la romantización en algunos casos y en otros, la franca invisibilización de algunos movimientos sociales que se niegan a asumir el melodrama como destino fatal, pero que con frecuencia son condenados, por sus propios aliados metropolitanos, a representar el papel de «último bastión de la pureza primitiva».

De cara a la interculturalidad, puede decirse que estos mecanismos operan en dos planos convergentes. De un lado, en lo local, prolongan los dispositivos de estigmatización a través de los cuales las poblaciones latinoamericanas se reconocen a sí mismas y entre sí (el estigma, la marginalidad, la identidad deteriorada se aprenden, se hacen piel, mirada, práctica); y de otro lado, en el plano de lo global, fortalece los argumentos excluyentes y ratifican el temor frente a ese otro exótico e irracional ya que como dirían los críticos post-coloniales «los nativos tienen existencia únicamente en virtud del reconocimiento metropolitano». Si la estrategia metropolitana de la colonia fue la de infantilizar, inferiorizar a sus sometidos otros, en la llamada sociedad de la información, los dispositivos mediáticos de representación de la otredad latinoamericana dotan a la idea de inferioridad de «nuevas» metáforas y tropos que sólo contribuyen a ensanchar las asimetrías en el sistema de identidades vigente. EMIGRANTES/INMIGRANTES, CATEGORÍAS BAJO SOSPECHA Los estudiosos de la migración han venido señalando en el transcurso de los últimos diez años la radical transformación en el perfil del migrante latinoamericano. Del adulto masculino de 30 a 45 años que constituyó el grueso del contingente migratorio hacia los Estados Unidos1, hoy son los jóvenes menores de 24 años y las mujeres los que conforman el grueso de la población migrante. El dato no es irrelevante, en la medida en que no sólo señala la


Quizá el mayor dilema que enfrenta el concepto y la práctica de la ciudadanía está vinculado al incremento de los flujos de personas que se desplazan por todo el orbe en busca de condiciones de viabilidad. Hoy la migración como opción o como destino inevitable, representa para los jóvenes latinoamericanos una alternativa fundamental3. Y no hay posibilidad de pensar la interculturalidad al margen de estos procesos. Sabemos que la ciudadanía es una categoría histórica que ha sido construida hacia el interior de los espacios nacionales, lo que no deja de constituir hoy una gran paradoja, ya que la ciudadanía permanece atrapada en la lógica de lo nacional mientras que el discurso económico y político alaba las virtudes del nuevo orden global. La migración significa renunciar a las garantías – por más precarias que sean- derivadas de una ciudadanía anclada en el territorio de pertenencia y asumir los riesgos de construir un «expediente» adecuado para adquirir ciudadanía en la comunidad de destino. Apelando de manera laxa a la teoría antropológica del ritual, pudiera decirse que, bajo estos

parámetros (los de la migración), la ciudadanía deviene condición sub-liminal (que no está en un lugar ni en un tiempo) para numerosos jóvenes que se ven obligados a hacer del tránsito una condición «estable» de vida: se deja de ser ciudadano con respecto a la comunidad de origen y no se logra(rá) ser ciudadano en la comunidad destino. Los datos corroboran que en los procesos de migración tienden a reproducirse las condiciones de marginación y exclusión de la comunidad de origen a la comunidad destino. Los jóvenes cargan consigo las carencias de un conjunto de competencias (formales y simbólicas) que dificultan la afirmación de su ciudadanía, carencias que resultará sumamente difícil remontar en los países a los que emigran4. Si bien es cierto que el tema abre la pregunta en torno a la responsabilidad de los Estados nacionales con respecto de sus poblaciones migrantes y su capacidad o incapacidad de maniobra para negociar con los países receptores, no es menos cierto que este asunto guarda una vinculación directa con los «nuevos» problemas para la agenda de investigación en comunicación. La visibilización en el espacio público expandido en torno a la migración suele armarse sobre dos ejes paralelos que difícilmente convergen. De un lado cuando se aborda la emigración, se enfatizan las condiciones de carácter local que son la causa de la huida hacia el exterior, en general la pobreza, la violencia y la falta de futuro (objetiva y subjetivamente percibido), pero aislando estos problemas del contexto global; mientras que cuando se trata de representar la

inmigración, los argumentos se centran fundamentalmente en una perspectiva que criminaliza a las poblaciones migrantes. Hace unas semanas, en el marco de la cumbre de la Unión Europea, realizada en Sevilla, cuyo eje vertebrador fue la llamada inmigración ilegal, el periódico El Mundo (22/06/02), al informar sobre un crimen ocurrido en Madrid, decía para explicar el atentado contra una pareja de colombianos, «crece la colombianización en algunos barrios madrileños» y destacaba el deterioro en las condiciones de seguridad que para los españoles significaba la creciente inmigración sudamericana. Y, por las mismas fechas, el mismo diario informaba del ataque a un bar de dominicanos por parte de un grupo de jovencitos españoles que costó varias mandíbulas, brazos rotos y lesiones de gravedad a inmigrantes con permisos legales para trabajar. Los jovencitos eran representados en la prensa como eso, es decir como jovencitos desorientados y por ello mismo, violentos. Ninguna relación entre las dos notas y mucho menos, ninguna relación con la discusión entre las naciones que integran el bloque de la UE. Estos relatos que parecen anecdóticos, son lamentablemente la constante, no constituyen hechos aislados sino la expresión de una atmósfera global que tiende a criminalizar a los migrantes y a convertirlos, mediante complejos dispositivos simbólicos, en los principales agentes del deterioro social, económico y cultural. Los cambios en el mundo a partir de los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, han agudizado el problema para las comu-

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agudización de la crisis estructural latinoamericana que ha venido reconfigurando lo que, con un gran sentido crítico (e irónico), la investigadora mexicana Mercedes González de la Rocha2 denomina «los recursos de la pobreza» y que se traduce en lo concreto en la diversificación de estrategias para sobrevivir, entre ellas, la expulsión de mano de obra hacia otros países; además este cambio recoloca, y esto es lo que aquí interesa más, el debate en torno a la ciudadanía.

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nidades de migrantes, que deben afrontar además de las dificultades estructurales, el clima de hostilidad y sospecha en que los coloca su condición de no-ciudadanos o de extranjeros peligrosos. Es importante señalar que «september eleven» agudiza una situación que venía ya anunciándose desde finales de la década de los ochenta. Finalizada la Guerra del Golfo, Estados Unidos, levantó en la llamada «línea» (la frontera entre USA y México) una gran muralla de metal que se hunde varios kilómetros en el Océano Pacífico en la zona de Tijuana, que fue construida con los desperdicios de las pistas de aterrizaje para aviones militares en Kuwait. El «bordo», como llaman los migrantes a la frontera, no es solamente una línea imaginaria, sino una barrera física crecientemente militarizada, cuyo éxito reposa en la explotación del miedo al migrante. No sólo los partidos y los gobiernos de la Comunidad Europea han venido colocando al centro de sus agendas político-electorales, el tema de la inmigración y la seguridad. En los tempranos noventa, el republicano Pete Wilson ganó mayoritariamente las elecciones que lo convirtieron en gobernador de California a través de lo que he venido llamando «la gestión política del miedo» (Reguillo, 2000) apelando al terror –expandido por los medios de comunicación- de numerosos estadounidenses a los «extranjeros ilegales». En un efecto «matrushka5», los países latinoamericanos reproducen esta política migratoria con sus vecinos. La frontera sur mexicana se ha convertido en un «paso de la muerte» para los centroamericanos, guatemaltecos y salvado-

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reños principalmente; Argentina criminaliza a los inmigrantes bolivianos; los colombianos son sometidos a brutales humillaciones en el ingreso a diferentes países; los dominicanos son subempleados por los puertorriqueños y estos a su vez, por los norteamericanos. Y la situación se repite al interior de los espacios nacionales, con las poblaciones campesinas e indígenas que en un éxodo interminable buscan en las ciudades condiciones más favorables para la vida. El tema no se agota en un asunto de agendas políticas, se inscribe en el plano de la cultura, esto es, en el horizonte de los dispositivos de producción y reproducción simbólica de la vida social. En la gramática de la guerra contra el inmigrante, lo que está en juego no son las armas, sino las representaciones y, los principales «proveedores» de representaciones son hoy los medios y las industrias culturales. Este nuevo orden fundado en la explotación del miedo al otro encuentra en la televisión, en la prensa, en la industria cinematográfica, una caja de resonancia que provee la retórica, el ejemplo y la coartada para erosionar el terreno en el que se asientan, de manera precaria, los derechos humanos: «lo mataron, los golpearon, pero eran ilegales, eran apenas extranjeros, eran otros que no somos nosotros, así que no importa, tanto». No son las leyes o la ausencia de ellas lo más grave, ni siquiera las plataformas políticas de ciertos partidos o las estrategias de gobernabilidad, sino el clima de asentimiento cómplice, de acostumbramiento, de indiferencia frente a un orden que se afirma a costa de negar al otro. De qué interculturalidad estamos hablando, ¿de los miles de

Mac Donalds esparcidos por el globo, de «taco-bell», del tangojazz, de rock-flamenco?, es indudable que la interacción y fusión creciente entre productos culturales deviene fortalecimiento de la interculturalidad, pero no deja de resultar paradójico que los productos culturales logren transitar por los circuitos aceitados de una industria cultural de carácter global y logren atravesar las fronteras nacionales, mientras que las personas, ciertas personas, encuentran cada vez mayores obstáculos para «ingresar al mundo» en condiciones equitativas. La pretendida «inocencia» de los productos culturales frente a la culpabilidad a priori de los actores sociales es un asunto directamente vinculado a la producción de visibilidad. Y la producción de visibilidad de la diferencia, que es un tema clave para la interculturalidad, es siempre una producción situada, esto es la «comunicación de la diferencia» se produce siempre desde un lugar que establece los parámetros para «pensar» y «calificar» esa diferencia y dotarla de sentido: de atributos deseables o indeseables, de características que pueden ser convertidas en emblemas o en estigmas. Si los medios de comunicación pueden ser pensados principalmente como dispositivos sofis-ticados de producción de visibilidad, ello nos llevaría a aceptar que estamos ante mecanismos emergentes de producción, acumulación y distribución de un «nuevo» saber clasificatorio que se traduce en un poder capaz de reconfigurar el pensamiento sobre el otro. El Otro, siempre queda interceptado por la fuerza de un imaginario global mediatizado que reedita y reelabora la producción de la diferencia (situada). Es importante señalar que la expresión «re-configu-


El principal desafío para la comunicación, pienso, es volver visibles estos mecanismos, es decir, no basta con producir información sobre el funcionamiento de los medios o develar los desniveles de la economía política de la comunicación, si al mismo tiempo no se desmonta el entramado cultural en el que esto se produce y se reproduce. El espesor cultural de la tecnología (Martín Barbero, 2001) y de la economía política no puede obviarse ni eludirse. La relativa o precaria -según se vea- estabilidad simbólica de la certeza de un nosotros frente al ellos, es un dispositivo de alma antigua, lo sabe la antropología, la psicología social y principalmente la historia. Por ello pretender la autonomía de la comunicación6 como campo de saberes es un despropósito mayúsculo además de una tarea imposible cuando todas las evidencias conceptuales y empíricas señalan que la alternativa para el siglo XXI es el pensamiento complejo, transversal, fluido e interdisciplinario. CONTRA-RELATOS DEL VACÍO El riesgo como elemento constitutivo y definitorio de la época,

no sólo puede ser aprehendido a través de la ausencia o el vaciamiento de las instituciones, resulta fundamental colocarle al pensamiento sobre el riesgo el exceso, el desborde, el ruido, la emergencia de fuerzas y procesos que tienden a llenar el vacío dejado por la política, por la razón, por la utopía. Frente a la progresiva disolución de la confianza, en América Latina tres son las fuerzas emergentes que re-encantan el sentido del mundo y que tienden a ocupar la centralidad de muchos de los procesos sociopolíticos y culturales en nuestras sociedades. Esta emergencia guarda una vinculación estrecha con el tema de la interculturalidad en tanto configura «nuevos» referentes para la socialidad, es decir, para la sociedad haciéndose a través de sus vínculos y de su interacción comunicativa. El poder creciente del narco(tráfico), la aparición y poder de convocatoria de las neo-religiones o iglesias y la capacidad, en aumento, de gestión sociopolítica ejercida por los medios de comunicación, constituyen tres poderosos referentes que visible pero silenciosamente están reorganizando la percepción y la acción en torno al espacio público.

lares y por contraste, la política «global» antidrogas invierte apenas 300 millones en su combate. La lucha es desigual, pero no estriba en su capacidad financiera, la mayor fuerza del narcotráfico, sino en su poder de penetrar las sociedades por arriba y por abajo, una pinza perfecta que corrompe, por arriba, a las cúpulas políticas y empresariales, y corroe, por abajo, los más elementales cimientos de la socialidad, reclutando a «sus soldados» entre aquellos a quienes las opciones se les han acabado. Si para numerosos jóvenes en la región vincularse a los circuitos del narcotráfico, resulta una alternativa a considerar, es por la conjunción de dos factores que constituyen el tejido que da forma a la expansión de la cultura de la ilegalidad en estas geografías: de un lado la pobreza y la exclusión, de otro lado, la corrupción y el relativismo ético en la que parece no existir ninguna cosa más mala que otra.

De manera esquemática intentaré colocar los argumentos que nos permitan pensar la importancia de estos procesos de cara al proyecto de una sociedad intercultural.

Como lo ha probado el trabajo de Alonso Salazar en Colombia (1990) y lo ha narrado de manera inmejorable la pluma del también colombiano, Fernando Vallejo en La Vir gen de los Sicarios (2001), la cultura de los «sardinos»7, acusa rasgos sumamente contradictorios entre el desprecio absoluto de la vida, incluida la suya propia y una religiosidad popular profundamente arraigada que los lleva a pedir perdón y al mismo tiempo la bendición, antes de cometer un asesinato.

En primer término en lo que toca a la «cultura de la ilegalidad», los datos son elocuentes, se calcula por ejemplo que el narcotráfico «global» mueve en un año, alrededor de 400 mil millones de dó-

Si los narcotraficantes Pablo Escobar en Colombia o Amado Carrillo, mejor conocido como el «señor de los Cielos» en México, se han convertido en leyendas y lograron cada uno a su modo,

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rar» no es un mero recurso estilístico o preciosista de la lengua, sino un denso significado que alude precisamente al re-anclaje de los significados propuestos en viejos temores, es decir en esquemas aprendidos a través de largos procesos de sedimentación histórica. En otras palabras, la expansión del relato terrible sobre los emigrantes/inmigrantes categorías bajo sospecha- se alimenta de un miedo aprendido, de una resistencia inoculada por los nacionalismos, los comunitarismos, los localismos exacerbados frente a ese otro diferente.

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ganarse un lugar importante entre la gente, ha sido en buena medida porque la figura del gran «capo» del narcotráfico, ocupa hoy el lugar que en la antigüedad representó el bandido social (Hobsbawn, 2000), situados en los márgenes de la sociedad, capaces de hacer la guerra contra el poder instituido y al mismo tiempo, de invertir su prestigio social y su riqueza en la mejoría de las condiciones de vida de los más débiles. El narcotraficante ha sido convertido en una especie de «héroe social», que es visto como alguien que, simplemente, aprovecha la corrupción existente y es capaz de generar «alternativas» en un contexto de futuros inciertos. Lo relevante aquí, es que para los jóvenes en situación de exclusión, el narcotráfico es una opción para volverse, aunque sea momentáneamente, viables. Los narcocorridos, cuyo impacto en México y en Colombia en la cultura popular es alto, y de manera más reciente, el «género» conocido como «cumbia villera» en Argentina, son expresiones culturales que hablan de la consolidación de una forma de entender el mundo y de una manera otra de buscar caminos para la inclusión. No es desde el prejuicio, ni desde la condena moral, como puede entenderse la relación entre identidades y cultura de la ilegalidad. Se trata de nueva cuenta de colocar el análisis de forma relacional y sin concesiones para un orden social que agudiza las brechas y las contradicciones8. Atrapados por la moralidad puritana de lucha frente a las drogas exportada al mundo por los Estados Unidos, el debate social visibilizado en y desde los medios de comunicación latinoamerica-

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nos, centra su puntería culpabilizadora en el consumo, ignorando, en términos generales, el empoderamiento creciente de una fuerza que erosiona el piso de una institucionalidad cada vez menos capaz de contener la crisis y de ofrecer un mínimo de certezas. Aunado al narcotráfico como una «propuesta cultural» de impactos insuficientemente estudiados, puede ubicarse también la explosión de ofertas religiosas a la carta. Fenómeno importante y multidimensional, que va de las técnicas oraculares, las terapias holísticas al nuevo boom de la literatura de autoayuda. La visibilidad creciente de este tipo de ofertas con su parafernalia de discursos, productos y rituales, señala la intensidad con la que se busca dotar de sentido (trascendente) a una realidad desconcertante. En otras palabras, si en los comienzos del siglo XX se desencantaron las formas religiosas del mundo, en los albores del siglo que arranca, lo que se desencanta son las formas políticas del mundo y se produce un reencantamiento por la vía de lo mágico-religioso. Pero esta búsqueda de sentido que es una condición constitutiva de lo humano, en el contexto actual es también la expresión de un desconcierto, de un malestar, que se está convirtiendo en territorio fértil para la operación de grupos de nuevo signo religioso que bajo la promesa de un futuro mejor y de respuestas, son capaces de captar y cooptar las voluntades sociales. Las neo-religiones han encontrado en estas geografías fracturadas, una reserva «natural» para ganar nuevos adeptos. El tema fuerte, en todo caso, no es el de la pérdida de hegemonía de las iglesias históricas, sino la expansión de un dis-

curso que convierte al individuo en el epicentro de lo real y desactiva el compromiso y la responsabilidad social. En la «atmósfera terapéutica» el contexto se carga de una pesada e itinerante búsqueda de alternativas de «sanación». De un lado el eficientismo y de otro, los afanes de reducción de vulnerabilidad, se encuentran en un lenguaje simplificador que deriva en lo general- en fórmulas y recetas para atajar la incertidumbre que deja a su paso el estallido en todos los órdenes de la vida social, amenazando desde diferentes flancos el precario equilibrio de una vida «demasiado incierta». El «pensamiento bullet» le ha llamado Eliseo Colón (2000), yo le llamo «el decálogo para el bien vivir», los pasos que habrán de convertirnos en más felices, más eficientes, más sanos, más inteligentes, más competitivos, menos vulnerables, menos «malos» y que hoy, pese a la llamada modernidad reflexiva, nos recoloca, ¿inevitablemente? ante un orden binario del mundo: bueno-malo, saludenfermedad, legítimo-ilegítimo. Con relación al paisaje mediático, los talk shows, son un analizador inmejorable de esta atmósfera terapéutica. Expresión y síntoma de la necesidad de una narrativa testimonial en primera persona que opera en dos planos simultáneos: de un lado, el énfasis en una estética del sufrimiento y de otro lado, la minimización de la responsabilidad del sujeto político. Esto es, «no hay crisis social, sino patologías individuales», «todo se resuelve con la voluntad de confesar y el perdón de las audiencias». Y, finalmente, una tercera fuente de referencias fundamentales


Frente al descrédito de los partidos políticos y especialmente de los políticos, los medios, especialmente la televisión, crecen en legitimidad y credibilidad «política», al extremo de que en el caso de varios países latinoamericanos, México, Argentina, Colombia, se han convertido en espacios fundamentales de gestión política. La televisión por ejemplo, a nombre de un poder (autodelegado, la mayor parte de las veces) se apodera de la representatividad de una invisible opinión pública para impulsar o frenar ciertos procesos y proyectos sociales. Y tanto las llamadas encuestas de opinión y algunos otros estudios serios, señalan que la gente considera más confiable el discurso de los medios que el de las instituciones oficiales, más confiables a los periodistas que a los políticos y sobre todo –y aquí lo más peligroso- se asume que los medios son espacios neutros dotados de una altísima legitimidad para representar los problemas y los debates nacionales. Por supuesto esto no es homogéneo, pero los contraejemplos, es decir la resistencia frente a unos medios todopoderosos han costado caro a ciertos movimientos sociales9 que son invisibilizados o constantemente cuestionados por esos espacios corporativos que controlan el espacio público. Muchos de estos movimientos terminan por ser rehenes de la fotografía que los medios construyen sobre ellos y devienen reacción y no acción política. Pero lo importante aquí es argumentar que verosimilitud, confia-

bilidad y legitimidad, tres elementos sustantivos para un espacio público vigoroso y democrático, son hoy atributos de los medios y no de la institucionalidad política. Por supuesto puedo acudir a múltiples relatos latinoamericanos o globales para «documentar el pesimismo» –como diría Carlos Monsiváis-, con respecto a la posición estructural que ocupan hoy los medios, pero lo que más interesa es destacar que este proceso, el de unos medios que sustituyen a las instituciones, constituye –sin avanzar ningún juicio de valor- el piso en el que los ciudadanos construyen, alimentan, intercambian, su noción de lo público y el país y el mundo imaginado. Y el país y el mundo que caben en los medios son reflejos, salvo pruebas en contra, simplificadores, binarios y atemorizantes. Que la cultura de la ilegalidad se expanda y con ella la relativización de la vida y la muerte; que se fortalezca el discurso facilista del «sálvate a ti mismo» que pregonan las neoreligiones; que los medios tengan el poder de veto sobre los ejes en disputa para definir los proyectos sociales, no son temas ajenos a la interculturalidad. Estas tres fuerzas-referentes, abrevan, para fortalecerse, en una fuente común: el debilitamiento de lo público, la disolución de la vocación solidaria y la pérdida de la capacidad autogestiva y crítica. Sin un espacio público capaz de dar cabida a la diferencia, sin capacidad de asombro e indignación frente a la suerte del otro, sin posibilidad de disentir, la interculturalidad es retórica vacía, discurso políticamente correcto para los agentes

e instituciones políticas a quienes se les agotan rápidamente los temas de conversación con la sociedad. INTERCULTURALIDAD: HACIA UNA POLÍTICA DE LA REPRESENTACIÓN La agenda está abierta, es imposible concluir, en la medida en que si realmente se aspira a no convertir la interculturalidad en una narrativa de sustitución, es decir en un discurso para apaciguar las pesadillas como tantos otros, es fundamental «comenzar por casa» y con ello no me refiero a las comunidades locales o nacionales, ni siquiera continentales, sino a la posibilidad que significa este «estar juntos hoy», los estudiosos y los pensadores de la comunicación, riqueza fundamental y muchas veces desperdiciada en tanto aquí se reproduce la misma estructura que imposibilita el diálogo entre culturas diversas, allá, aquí: no solamente los diferentes lenguajes sino lenguajes dominantes que no sienten ni la obligación ni la necesidad de escuchar otros a los que consideran simplemente dialectos «simpáticos» o balbuceos periféricos; las imágenes reductoras de la cultura otra con su dosis de exotismo for import y unas agendas que no guardan ninguna relación con la cultura propia. Ni siquiera el prejuicio, sino el desconocimiento y la imposibilidad de elevar a rango de premisa propia, la mundialización como la mejor oportunidad con la que hoy contamos periféricos y metropolitanos. Conjuro contra el aislamiento y poderoso amuleto para la tarea: transformar las representaciones sobre un otro construido a la medida de nuestros propios miedos, carencias, prejuicios y certezas.

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para la vida contemporánea la constituyen precisamente los medios que vienen llenando el vacío dejado por las instituciones políticas.

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La complejidad derivada de un mundo en el que se ensancha el espacio público, las migraciones aumentan conforme disminuyen las condiciones de viabilidad por la pobreza y violencia y, en donde lo local-comunitario, más allá de sus rasgos salvíficos, puede realmente constituir un espacio para el desarrollo de la agencia humana, las preguntas en torno a la visibilidad del otro y de lo otro, con todos sus mecanismos de auto y hetero representación no pueden ser ignoradas. Estos mismos elementos, aunados al gran poder tecnológico acumulado, pese a su distribución desigual, comportan gérmenes de cambio. La internacionalización del espacio público ha representado en el transcurso de la última década un mecanismo político fundamental para el impulso de las democracias y de los derechos humanos. La interacción creciente entre culturas diversas no sólo es portadora de conflictos, son numerosos los grupos sociales que entienden que la diversidad es un antídoto contra el estancamiento y la muerte. La pregunta por el otro adquiere los contornos de una renovada urgencia. Ha de ser una pregunta guiada por el respeto y

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ha de ser, sobre todo, una pregunta decididamente contemporánea, es decir, que no apele a la historia lineal como coartada inmovilizadora y sea capaz de incorporar los «datos» del contexto. La tarea es cultural y es política, es decir es un proyecto intelectual que demanda combatir desde las trincheras del pensamiento, «las doxas» o el pensamiento consagrado y nunca reflexivo; verdades irrefutables y nunca cuestionadas, que como «fantasmas sociales», están ahí sin ser vistas y son el principal obstáculo para el pensamiento libre. En el fondo la complejidad radica en que tratar de comprender el poder de las representaciones, exige comprender nuestras propias representaciones del poder. Comunicación intercultural es, pienso, sobre todo, avanzar una política de representación de la otredad, una en que la diferencia, deje de ser relato amenazante y pueda ser asumida como la condición para hacer viable el proyecto social del siglo XXI

1. Que señalaba varias cosas importantes para esta discusión. En primer término que el migrante era fundamentalmente el «cabeza de familia» que buscaba en otro país las condiciones de reproducción para su grupo familiar en su país de origen; que una cierta «estabilidad» en los patrones de estructura familiar permitía asignar al hombre adul-

NOTAS

Pensar el mundo en y desde América Latina

La historia, la política, la economía y la cultura, nos han enseñado en América Latina la imposibilidad de pensarnos a nosotros mismos al margen del mundo, las utopías latinoamericanas han fracasado cuando han intentado elevar a verdad de sangre y fuego, la narrativa de una Latinoamérica autosuficiente y en guerra perpetua contra lo exterior. Nuestros mejores momentos, paisajes, músicas, leyendas, sueños vienen en cambio, de la mezcla, de la apertura, del reto que siempre implica asumir al otro10.

to el papel de proveedor fundamental; que las condiciones de la crisis latinoamericana permitían contar con uno o a lo sumo dos miembros de la familia en el exterior. 2. The Resources of Poverty. Ford/ Blackwell 1994. 3. Según la Current Population Survey (1997) en el censo de 1990 levantado en los Estados Unidos, había un estimado de 566 297 jóvenes de 15 a 19 años que provenían de algún país de América Latina, mientras que los jóvenes de 20 a 24 años, sumaban, según la misma fuente, 944 891 jóvenes latinoamericanos y caribeños. La misma medición efectuada a partir del censo de 1980, señala que diez años antes, la población de jóvenes de 15 a 19 años sumaba apenas 257 050 y la de los del rango de edad que va de los 20 a los 24, sumaba, 484 063 jóvenes. Las cifras son elocuentes, el incremento de la migración juvenil latinoamericana hacia los Estados Unidos, tanto de hombres como de mujeres, no puede desligarse de la crisis estructural que en América Latina se ha venido agravando a partir de la década de los noventa. A estos datos hay que sumar por supuesto la inmigración «no documentada». 4. A partir de los datos de la Encuesta de Población de 1997 en Estados Unidos, la CEPAL (2000) indica que de la población total de inmigrantes de origen latinoamericano y caribeño, un 27 % vivía en condiciones de pobreza; entre los mexicanos el índice era superior (34%), seguidos por los centroamericanos y caribeños. Entre los sudamericanos se advertía una menor incidencia (15%) y presentaban una situación similar a la de los inmigrantes procedentes de otras regiones del mundo (Europa y Asia principalmente). 5. La «matrushka», es una muñeca rusa en la que caben varias repro-


7. Los colombianos llaman a sus jóvenes «sardinos» 8. Según los indicadores de desarrollo humano (PNUD, 2001), en Latinoamérica y el Caribe, una persona necesita 10 años de escolarización para tener una probabilidad del 90% de no caer en la pobreza o salir de ella, y sabemos, tanto por la investigación empírica, los noticieros y la gran cantidad de informes que se producen cada año, sin que nada parezca cambiar de manera sustantiva, que las matrículas en la región tienden a achicarse (en Bolivia, Ecuador, Haití, Honduras, Trinidad y Tobago, Colombia, Panamá), lo que significa en términos gruesos que entre un 48 y un 64 % de los jóvenes de la región, están viendo restringidas objetivamente sus oportunidades futuras. 9. Algunos indicadores empíricos de esta afirmación, lo constituyen, en México, el Movimiento Zapatista, cuyo éxito mediático viene del exterior y de los circuitos no controlados por los monopolios informativos; está también el caso de los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México, el CGH (Comité General de Huelga) que más que por el gobierno, fueron encajonados por la prensa. Y los casos menos espectaculares de los maestros, los jubilados, los campesinos, los deudores de la banca. 10. Y artífices de la apertura y de las mezclas en un sentido denso, son muchos, permítanme aquí, en «casa», rendir un pequeño tributo

MARTINEZ PIZARRO, Jorge (2000): Migración Internacional de jóvenes latinoamericanos y caribeños. Protagonismo y vulnerabilidad. Serie Población y Desarrollo No. 3. CEPAL, Santiago de Chile. PNUD (2001): Informe sobre Desarrollo Humano 2001. New York, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. REGUILLO, Rossana (2001) «Imaginarios locales, miedos globales: construcción social del miedo en la ciudad», en Estudios. Revista de Investigaciones literarias y culturales, No. 17, Caracas, Universidad Simón Bolivar. pp. 47-64. SALAZAR, Alonso (1990): No nacimos pa’semilla. CINEP, Bogotá. VALLEJO, Fernando (2201): La Virgen de los Sicarios. Madrid, Alfaguara

COLON, Eliseo (2000): «Pensar las discursividades. Sociedad de la información y lsus nuevas redes discursivas, el caso de la neo-televisión y sus prácticas simbólicas. En Diá-logos de la comunicación No. 59-60, FELAFACS, Lima, octubre. pp. 232-253.

GONZÁLEZ DE LA ROCHA, Mercedes (1994): The Resources of Poverty. Ford, Blackwell 1994. HOBSBAWN, Eric (2000): Bandits. Edition revised with a new introduction. New York, The New Press. MARTÍN BARBERO, Jesús (2001): Deconstrucción de la crítica: nuevos itinerarios de la investigación. En María Immacolata VASALLO DE LOPES y Raúl FUENTES NAVARRO (comps), Comunicación. Campo y Objeto de Estudio. México, ITESO/ UAG/UdC/UdG. pp. 15-42.

R. Reguillo

6. En julio de 2002, el Profesor José Marques de Melo, se pronunció en Santa Cruz de a Sierra por la «autonomización del pensamiento comunicacional», ni psicología, ni sociología, declaró.

sólo a algunos de ellos y de ellas, pensadores incansables de lo latinoamericano en el mundo, del mundo en Latinoamérica, del mundo: Jesús Martín Barbero, Néstor García Canclini, Renato Ortiz, Anibal Ford, Guillermo Orozco, Raúl Fuentes, Rosa María Alfaro, María Cristina Mata y toda una nueva generación de pensadores y hacedores de la comunicación que desde la precariedad latinoamericana, se esfuerzan cotidianamente por construir andamiajes teóricos, estrategias metodológicas, análisis culturales y políticos que, sin renunciar a la denuncia, buscan restituir, sin mesianismos, un sentido de crítica a la comunicación.

BILIOGRAFÍA

ducciones exactas de la «muñeca madre» de menor tamaño.

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R. Alfaro

Rosa Mar铆a Alfaro

Politizar la ciudad desde comunicaciones ciudadanas Asociaci贸n de Comunicadores Sociales - CALANDRIA E-mail: ralfaro@terra.com.pe

di谩logos de la

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comunicaci贸n

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Rosa María Alfaro

Politizar la ciudad

Hoy no podemos comprender las dinámicas comunicativas de la ciudad sin ubicar su referencia al contexto de globalizacion de la economía y de mundialización de la cultura que vivimos, el que reorganiza las formas y sentidos de construcción del poder. La paulatina eliminación de las fronteras reales y simbólicas desde el advenimiento de la modernidad llega hoy a formar procesos de ampliación de los imaginarios individuales y colectivos, desterritorializando los sentidos de pertenencia y desprendiéndose de su tradicional asociación a la idea (organizativa, política y cultural) del Estado-nación (ORTIZ 97). La migración creciente de los latinoamericanos hacia las grandes metrópolis del mundo sosteniendo la economía interna de sus familiares en los países de origen y la conexión massmediática

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con la oferta comunicativa internacional directa, por cable, Internet o transmisión doméstica, son figuras emblemáticas que muestran una compleja red de interacciones que se reproducen y sostienen en otras más, perfilando un panorama comunicativo inserto en la producción y reproducción a escala mundial de relaciones económicas, políticas y culturales. Nuevas dinámicas que nos hacen repensar el modo de analizar la comunicación, lo que no necesariamente hace desaparecer viejos problemas y conflictos, pues mas bien se arrastran sin ser resueltos, reacomodándose como parte de una realidad altamente compleja. Así nos encontramos frente a una superposición de desigualdades, exclusiones, segmentaciones, atrasos tecnológicos y políticas de parches, al lado de innovaciones y cambios a nivel global, de tal manera que es la propia vida y los sentidos de la gente los que también se mundializan, perdiendo orientación e idea de futuro. Estaríamos así asistiendo a una nueva percepción de los sujetos sobre sí mismos y los ámbitos a los que sienten pertenecer, más aún cuando la información y las decisiones de cada Estado muestran sin vergüenza cuan permeados están por grandes decisiones globales. Parecería emerger, así, la necesidad de una ciudadanía del mundo, abierta pero ambigua y dispersa, en la que el espacio de las ciudades sería su coordenada de concreción más real. Se hace relativo, de esa manera, el valor y peso de los espacios tradicionales nacionales, cuando aún estos no habían sido satisfechos en nuestros países, a nivel de identidad como de desarrollo social, o representación política. Podemos

pensarnos más como ciudadanos de ciudades que de naciones, pero insertos simbólicamente en el mundo o en una parcela de él. Nuevos sentidos nos llevan al desenganche de fronteras y de «raíces», pues los países hoy conforman ciudadanías de pertenencias ambiguas sin posicionamientos claros frente al nuevo orden mundial, los que por compensación son reemplazados por sentimientos patrióticos centrados en la reproducción de algunas costumbres y de efusiones colectivas frente al futbol u otro deporte en competencias internacionales. Hoy lo que más se comparte es la propia miseria económica, moral y política de nuestros países, aunque se quiere salir de ella desde la vinculación que se establece entre el lugar de residencia y ese mundo que aspiramos pero que no nos pertenece. Estamos aún muy lejos de recomponer el sentido universal de la ciudadanía en el mundo basada en la ética de la responsabilidad, desde la perspectiva de gestar nuevos sentidos utópicos que algunos autores tratan de levantar como paradigmas éticos y radicalmente democráticos (CORTINA 97). Hoy esa supuesta conexión abierta y básicamente urbana tiende a perder el sentido del sí mismo en la política y oscurece la importancia de la participación directa y responsable de los ciudadanos, cuando se fragmenta. Pero es posible de ser reorganizada real y simbólicamente, pues desde ella se puede re-pensar y mirar la ciudadanía y la política en este contexto de globalización desde una localidad urbana conectada con el país y el mundo. Así la ciudad se convertiría en un nuevo eje estratégico para examinar y comprender los cambios que vive el mundo, bajo la apuesta


1. CIUDADANÍAS EN CONFLICTO La mirada política desde el barrio hacia el barrio La fragmentación social existe, sin embargo, la globalización otorga validez a las parcelas. Pues a la par que se crean las grandes empresas y redes institucionales que entrecruzan el mundo a partir de una mercantilización extrema de la vida, los ámbitos intermedios nacionales tienden a perder forma y sentido, el tejido social se debilita y con él sus instituciones políticas. Los procesos de individuación son intensos, en cambio. El mundo personal como fuerza centrífuga organiza las comprensiones e inserciones cotidianas, conectándose así con el mundo local relacionado con la vivienda, la alimentación, el ejercicio de la socialidad primaria, el acceso a lugares de recreación y fiesta. Si bien opera el repliegue hacia el proyecto de vida propia, abandonando otros espacios y utopías más amplias, este se desarrolla en el lugar de residencia, en un «Lugar Mundo» desde donde se entiende lo que ocurre en la realidad. Lo ciudadano paradójicamente también se localiza, pero dentro de una figura secularizada de la vida política de los países y el mundo, acercándose más a la idea del ciudadano territorial, ubicado en las clases medias y populares. Las clases altas están siempre buscando y movilizándose hacia los bordes de la ciudad. No podemos olvidar que el mundo del hogar atrae pero también expulsa, sin romper con él (esto es especialmente grave en las

ciudades donde abunda la desigualdad y la pobreza). Los niños, los jóvenes y las mujeres, por ejemplo, requieren del barrio para crecer y la ciudad es para trabajar o realizar actividades de esparcimiento1. Es diferente mirar a la ciudad como ámbito macro que desde la inserción particular del sujeto. Optar por esta segunda perspectiva nos permite identificar otros significados de la participación política en la ciudad y el ejercicio de los poderes locales. Así, mirar la desterritorialización desde el único lugar-territorio real del domicilio, en el que vive la gente, resulta ser altamente significativo para repensar la política en términos objetivos y subjetivos. Por ello que las comunidades que de allí surgen son altamente preciadas y en muchos casos como el de las mujeres de organizaciones de base, les ha permitido conectarse con las políticas nacionales2 y su desarrollo como ciudadanas responsables. Asumiendo, claro, que la política, tal como es hoy, se encuentra en una severa crisis de fe e institucionalidad, de escasa construcción paradigmática. Pero el poder de unos sobre otros se mantiene y su creciente fuerza se ha enmarañado, con diferentes formas de organización y sentido. Se trata de cambiar el punto de partida para construir nuevos enfoques y propuestas en los que el ciudadano tenga otro peso y lugar como poder social.

proporción se llaman a sí mismos pobladores o vecinos. Tomemos en cuenta que tanto el gobierno como la sociedad civil realizaron una gran propaganda acerca de la autodefinición ciudadana aunque apelaran a diferentes significados. Si bien esa ciudadanía sin destino preciso tiene importancia en el porcentaje, está cruzada con otras denominaciones, es como una característica errante. Mientras que el 54% resalta la pertenencia casi universal a una sociedad específica, otros (35.9%) subrayan la peruanidad apelando a la nacionalidad, y están quienes compiten (35.4%) con identidades más propias de la condición de habitantes de la ciudad. Muy pocos se autodenominan «personas del pueblo» o miembros de una Iglesia. Las definiciones que separan tajantemente a unos de otros mas bien tienden a diluirse mientras que surgen aquellas que apelan a la igualdad y son abarcativas. El liderazgo y la militancia no definen, salvo excepciones. Estaríamos ante identidades que, señalando dos opciones, se mueven entre diferentes percepciones de sí mismos, tendiendo a cierta hegemonía la ciudadanía. Pero, lo más notable es la perspectiva de integración de la mayoría de las autodenominaciones, la identidad no pasa por la diferencia sino por formar parte de algo aglutinante aunque no se sepa qué es. Es un imaginario colectivo no cumplido aunque sí soñado a pesar de su imprecisión.

El ciudadano que es Vecino En un sondeo realizado en el Perú durante el presente año3, la mayoría de los peruanos se dan a sí mismos el nombre de ciudadano. Pero hay también quienes se autotitulan peruanos, mientras que en otros en la misma

El peso de lo vecinal en la pertenencia está asociada a la migración y la ocupación de las ciudades, por ello se perciben como vecinos o pobladores, logro social conquistado, y no precisamente como ciudadanos de derecho. Además, desde los ochen-

R. Alfaro

de puntear nuevos cambios desde el entorno más específico.

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Politizar la ciudad

ta, saturaba una noción despolitizada de la ocupación de la ciudad y del rol de los gobiernos locales. Sin embargo, en los últimos tiempos, otras vertientes han surgido motivadas por las crecientes experiencias de elecciones municipales dirigidas a un ciudadano-vecino elector que colabora con la organización nacional de voluntades políticas descentralizadoras del poder, como tema de debate y en tanto deseo colectivo. Los proyectos de reforma del Estado cunden en Latinoamérica en ese sentido. Los partidos políticos han desarrollado su fuerza insertándose en movimientos sociales de cada lugar y han apostado por construir poder en gobiernos locales, que es por donde se empieza, para llegar a los nacionales que es adonde se llega. Deben jugar también a favor las historias políticas de cada sujeto y su actual posición crítica frente a la clase política que se ramifica hacia lo local. La tensión existe y se nutre en la coyuntura política, aunque todavía pese la elección menos politizada en algunos barrios de la ciudad a favor de competencias de gestión y no de filiación. El fenómeno de la corrupción local ha visibilizado su compromiso con los poderes nacionales e internacionales. El entramado está conectando así el lugar- territorio con las luchas sociales, las políticas y la moral pública en movimientos oscilantes pero altamente conflictivos para el ciudadano. Evidentemente, lo local más específico es el punto de llegada y de partida para conectarse con otros ámbitos, desde la vida cotidiana. Hay una convivencia puesta en ejercicio desde allí, redes de relaciones que se entretejen territorialmente, lugares que se hacen públicos o se

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comunicación

prohíben en el vecindario, cooperación o ayuda en momentos difíciles (REGUILLO 96). Y desde el punto de vista de las valoraciones, el acceso al desarrollo se mide por el entorno que rodea al lugar de residencia y al derecho de una vida digna. El poblador no puede avanzar solo, requiere de los esfuerzos comunes para acceder a pistas, veredas y servicios públicos diferentes. Se necesita de otros para establecer derechos, obligaciones y responsabilidades comunes que funden un marco colectivo de progreso. De allí que tanto en el campo simbólico como en el político se creen sentidos de pertenencia o lazos entre la gente con respecto a una localidad, sea entendida como barrio, zona o distrito y ciudad. De un lado porque se acumula una historia y un conjunto de rasgos culturales y porque «la nostalgia de los horizontes cerrados, intimidantes y sosegantes a la vez, sigue aún afincada en nosotros como individuo y sociedad»4. Sin embargo, tal enganche con lo social, para obtener ciudadanía -de voz y voto- requiere pensar la política de manera menos esencialista, cuyos caminos son siempre discontinuos pero fundadores de otras pertenencias y compromisos de aquella participación que involucra en el quehacer de la ciudad. Poder local y ciudadanía El ciudadano se percibe a sí mismo desde donde vive. Surge de allí y se proyecta al barrio. Así uno es de un lugar, pertenece a él aunque esta situación no se sustente en ningún tipo de opción. Se origina en el barrio y no en principios fundamentalistas de identidad porque más que ser de un lugar es estar en él, es un «aquí vivo» que compromete re-

des sociales diversas y sentidos que no sólo se quedan dentro de ese barrio sino que la interacción social compromete hasta niveles políticos del distrito y la ciudad. Esta visión, entonces, define la integración urbana basada en la gestación de comunidades de residencia y de comunicación, asociaciones y organizaciones que se forman no por su cuantificación sino para garantizar una mejor calidad de vida incluyendo la socialización, pues si allí se vive en ese lugar, hay que cuidarlo (CRUCES, DIAZ DE RADA 96). Evidentemente este trazado es diferente según sectores sociales, donde es posible enrarecer esta línea integrativa a la ciudad, al funcionar otras más significativas como el acceso a los bienes de consumo general y al trabajo, entre otras. El caso de las mujeres populares es siempre aleccionador en tanto ruta ciudadana desde lo vecinal. Salen de la casa para seguir cumpliendo su rol de madres individuales, creando luego una cierta maternidad colectiva de carácter social, al preparar la olla común. Posteriormente surgen las experiencias organizativas y de formación de líderes, el contacto con autoridades locales y centrales, las relaciones con los partidos políticos. Experiencia que las hace redescubrirse en otras potencialidades, que les abre las puertas de la participación pública. Muchas de ellas están hoy día postulando para ser alcaldesas y regidoras en las próximas elecciones municipales5. La existencia de autoridades e instancias de poder local que, si bien se nutren de supuestas fronteras territoriales, justifican la existencia de sentidos políticos que se ejercen cuando se vota


De hecho, la experiencia político vecinal está viviendo procesos de mayor compromiso y satisfacción política como ya se había enunciado, después de la debacle que significó la década de los ochenta y los inicios de

los noventa. Para los ciudadanos, las elecciones municipales son importantes (59.7%), incluyendo a quienes las ponderan más (31.7%). Muy pocos le restan mérito. Al parecer estamos lejos de aquellas épocas donde se consideraba irrelevante el municipio. Elegir a las autoridades locales forma ya parte de las obligaciones políticas. Inclusive hay votaciones locales o provinciales que configuran tendencias políticas de oposición o adhesión al gobierno central de turno. Y en muchos lugares, la opinión sobre el funcionamiento de las municipalidades ha mejorado, hay menos gente arrepentida de su voto6. A la vez se aclama la necesidad de que posean más poder económico y político. No estamos así frente a una campaña de promesas engañosas o de elecciones de candidatos que no existen (como sucedió antes). El gobierno local ha cobrado sentido, la ciudadanía adquirió capacidad crítica y cierta confianza. Parece haber más conciencia sobre el municipio y sus tareas y los retos a los que se debe enfrentar.

Cuadro 1: En su opinión, y de acuerdo a su experiencia, las elecciones municipales son: Respuestas a nivel nacional Categorías

Frecuencia

%

% valid

Muy importantes

412

31.7

31.7

Importantes

775

59.6

59.7

Poco importantes

84

6.5

6.5

Nada importantes

27

2.1

2.1

No sabe/No responde

1

0.1

0.1

Casos nulos

2

0.2

TOTAL

1,301

Respuestas a nivel nacional Casos válidos = 1299; Casos nulos = 2

100

100

Las razones que se esgrimen son muchas en una pregunta posterior. Un conjunto de ellas giran alrededor de la necesidad de elegir a una autoridad local que se dedique al distrito, sea del partido que fuese. Las ciudades y sus distritos requieren de gobernantes locales para mejorarla. En esa línea, se presentan hasta opiniones que resaltan la posibilidad de organizar la ciudad y el desarrollo de la población. Se alude a asociaciones de vecinos para generar progresos distritales o citadinos. La idea de desarrollo está presente muy articulada a la idea de ciudad como espacio de intervención cercano. Mas aun, están aquellas comisiones creadas a nivel nacional que han requerido ramificarse en los ámbitos locales y que están teniendo un impacto nacional e internacional conectándose, por ejemplo, con organismos mundiales de derechos humanos. Otros usan sentidos democráticos para argumentar a favor. Unos formales aludiendo que así se elige y se cumple con una obligación. Otros en cambio valoran la representación que la población necesita. O el ejercicio de un derecho. O porque se generan relaciones comunicativas entre autoridades y población (orientación y preocupación por el pueblo, permite conocer opinión del pueblo). Un porcentaje menor pero significativo señala que es importante la elección porque permite cambiar de alcaldes y es bueno hacerlo, renueva personas y posibilita ideas o propuestas nuevas, se puede buscar a otros más capaces. Es decir hay una comprensión modernizadora en sus argumentos. El cambio y la renovación estarían actuando a favor.

R. Alfaro

por el alcalde municipal, cuando se debe pagar impuestos o realizar trámites, cuando hay que mejorar los servicios, cuando se pide protección y seguridad a la comisaría o se recurre a un juzgado de paz, al celebrar la fundación distrital. En general los Estados latinoamericanos colocan oficinas de diferentes poderes estatales en cada lugar posible. Sentidos muy articulados hacia dentro del barrio y la vida personal, que son más disímiles y tenues hacia el afuera, en el poder central e internacional, pero acoplados al fin y que crecen en fuerza cuando los problemas que aquejan a la población exceden los ámbitos locales convirtiéndose en crisis o demandas nacionales, como viene sucediendo en los últimos tiempos en varios países del continente.

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Politizar la ciudad

Si bien no faltan quienes buscan a una autoridad que ponga orden, en general, se nota una significativa asociación entre municipio y desarrollo local (aunque no muy específico), con perfil democrático. Y se plantean relaciones ciudadanas cercanas, es decir se percibe un espíritu de comunidad en beneficio del mejoramiento del distrito. Atmósfera de acción y colaboración que permitiría una mejor calidad de vida y un sentido de seguridad interna entre los vecinos. Una redefinición ciudadana del poder en la ciudad Así, lo local es un lugar cercano y visible, controlable. Se le mira y se le usa de manera cotidiana. Desde allí lo público se hace posible, se puede organizar la vida social acercándola a la política. Allí la gestión pública se desa-craliza pues pierde poder para ganar participación. De hecho, la gente es más irreverente y protesta más, tiene más elementos para juzgar al alcalde. Asimismo es un lugar estratégico para observar la gestión política nacional, desde donde es comprensible la descentralización del poder. Al nivel de las identidades culturales, generacionales, sexuales o sociales de los sujetos, estas se construyen desde ámbitos más amplios, nutriéndose de la experiencia local. Pero, la trascienden en esa necesidad de circulación y en cómo cada barrio o distrito forma parte de un todo urbano por donde es posible transitar. Por ello debiéramos redefinir lo local como territorio de frontera abierta y tener como horizonte de apertura la gran ciudad, espacio abundante y sin límites, en crecimiento permanente, en la que tiene sentido

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comunicación

mirar y disfrutar, donde sería más factible progresar. Paradójicamente, lo ciudadano pasa por la localidad pero no se queda en ella. El eslabón entre el mundo del barrio y el nacional o internacional se viabiliza en la ciudad, la que oficia de lugar de aventuras pero también funciona como puertas abiertas para entrar y salir hacia otros universos. Destino y pasaje de la nueva modernidad. Desde el fragmento es posible la integración a la ciudad y el mundo, donde lo nacional ocupa un lugar más administrativo, una especie de aduana multiusos. De allí la importancia que adquiere la calle como lugar público que nos pertenece, no sólo porque transitamos por ella sino por su circularidad permitiéndonos el intercambio y la aventura, una movilidad territorial y cultural por encima de la social, que pone en el debate la convivencia para saber compartirla. La ciudad es así el gran referente de lo local, donde se es ciudadano hoy. La convivencia en ella resulta el gran reto cotidiano, aunque cargado de conflictos. La gran pregunta es si en ese tránsito o viaje del barrio a la ciudad y al mundo es posible construir ciudadanías sólidas que se enfrenten a la problemática del poder y su organización democrática, si lo público vecinal es suficiente para generar participaciones que conforman a una sociedad que desde sí misma define y controla la política frente al mundo a partir de países como los nuestros débilmente insertos en la economía mundial. Hay experiencias altamente significativas de construcción de acuerdos políticos entre municipio y sociedad civil, como las

mesas de concertación y de desarrollo local, las que permitieron otro diseño de más acercamiento y colaboración entre la ciudadanía y la acción política sin dejar de lado la demanda y la crítica. Igualmente aparecieron comisiones nacionales de la sociedad civil que para operar se han ramificado hacia pequeñas y grandes ciudades incluyendo a sus localidades, lo que dibuja un empuje nacional que reconoce lo local para la producción de políticas públicas en uno u otro sentido. La vigilancia ciudadana del poder político empieza su existencia y le da otro sentido a la vida social y política en la localidad apostando por ciudadanías participantes e involu-cradas en tareas antes sólo restringidas al Estado (ALFARO 2,002). Y sin embargo, tales dinámicas han dejado por fuera al mundo rural, que es el sector más empobrecido y excluido de la sociedad, planteándonos nuevos conflictos. 2. LA COMUNICACIÓN POLÍTICA EN TERRITORIALIDADES Y SUBJETIVIDADES CONFLICTIVAS Los medios son importantes para situarnos y entender nuestra realidad política, ayudando inclusive a tomar decisiones y gestar opinión, a promover procesos de construcción de culturas políticas. Y es en la asociación entre ciudad y mundo que construyen sus noticias, análisis e imágenes. Con distintos pesos, estos diferentes medios cubren informaciones de diferentes esferas de la vida pública del país. Mientras que en radio y televisión se mantienen ciertas importancias en las diferentes ciudades donde se desarrolló el sondeo ya citado, sólo la prensa escrita es cambiante, depende de cada lugar y de lo que este me-


Ciudad audiovisual frente a comunicaciones locales y país televisivo Al preguntárseles cómo se enteran de lo que pasa en la ciudad, es decir de sus aconteceres en

Cuadro 2: ¿Cómo se entera de lo que pasa en su ciudad? Respuestas a nivel nacional

Categorías De la televisión

Frecuencia

% Respuestas

% Casos

1087

37.7

83.6

A través de la radio

906

31.4

69.6

De la prensa

581

20.2

44.7

De los vecinos

120

4.2

9.2

De los amigos

95

3.3

7.3

De los familiares

45

1.6

3.5

Volantes

24

0.8

1.8

De la organización

6

0.2

0.5

Por observación directa

3

0.1

0.2

Mercado

1

0

0.1

Impreciso/viciado

2

0.1

0.2

11

0.4

0.8

Otros TOTAL respuestas

más importante, su porcentaje es altísimo (es coherente con los noticieros nacionales que levantan las imágenes de la capital por encima de las otras) que con respecto a la propia radio. En países tan centralistas como el nuestro, Lima es casi síntesis de lo nacional. Y curiosamente en Lima la prensa es importante para muchos ciudadanos más que la radio. Ante la pregunta de qué medios usa para enterarse de la actualidad POLITICA de su ciudad, la RADIO LOCAL asume la delantera (46.2%). La televisión nacional que sigue teniendo peso (41.6%), para muchos dice más sobre las ciudades propias que la televisión local (32.1%), quizá por su escasa y pobre producción pero también por no centrarse en cuestiones políticas. Los periódicos locales son anotados más que los nacionales para describir las relaciones de poder en las ciudades. En cambio, la radio, la televisión y el periodismo nacional estarían alejados del mundo urbano de las provincias, no lo representan, comprobando así el desarrollo centralista de nuestros sistemas de comunicación. En cambio en Lima, lo nacional describe bien lo local y viceversa desde los diferentes medios. Los comentarios de vecinos no fueron seleccionados, ello indica que la política desfila fundamentalmente por los medios. (Ver cuadro 3 en la página siguiente)

R. Alfaro

general, los peruanos indican que es a través de la televisión (83.6%) y luego de la radio (69.6%). La prensa tiene menos importancia porcentual (44.7%), sin embargo sigue siendo significativa. Lo que sí tiene muy poco peso son las redes sociales de familiares, vecinos, amigos y organizaciones. Al parecer no representan ni hablan de la ciudad como conjunto y realidad. En algunas ciudades del interior la radio es más importante que la televisión para enterarse de la problemática y vida de la ciudad, en otras compiten, mientras que la prensa es valorada en aquellos lugares donde hay una experiencia consolidada vinculada al ejercicio político de partidos. Lima es un caso especial: la televisión es mucho

dio significa; el proceso vivido cuenta. La televisión, como en muchos otros países, es el medio político por excelencia que llevó a muchos autores a llamarla como la máxima expresión de la VIDEOPOLITICA. Los medios entretejen las identidades ciudadanas relacionadas con las territoriales, las políticas y las subjetividades colectivas que las ciudades producen y reproducen extendiéndose en medios y en el propio corazón de la vida cotidiana.

41

Casos válidos = 1301

40

41


Politizar la ciudad

Cuadro 3: ¿Qué medios usa para enterarse de la actualidad política de su ciudad? Respuestas a nivel nacional

Categorías

% % Frecuencias de respuestas de casos

Radio local

600

24.1

46.2

Televisión nacional

541

21.8

41.6

Televisión local

417

16.8

32.1

Radioemisora nacional

335

13.5

25.8

Periódicos locales

313

12.6

24.1

Periódico nacional

224

9

17.2

Comentarios de vecinos

2

0.1

0.2

Encuestas

1

0

0.1

2.1

4

Ninguno

52

Impreciso/viciado

1

0

0.1

NS/NR

1

0

0.1

2487

100

191.3

Total de respuestas

Casos válidos = 1301 Casos nulos = 1 Cuadro 4: ¿Cómo se entera de lo que pasa en su distrito? Respuestas a nivel nacional

Categorías

% % Frecuencias de respuestas de casos

A través de la radio

644

25.4

50.3

De la televisión

621

24.5

48.5

De los vecinos

459

18.1

35.8

De la prensa

315

12.4

24.6

De los amigos

182

7.2

14.2

De los familiares

97

3.8

7.6

Volantes

71

2.8

5.5

De la organización

62

2.4

4.8

No se entera

33

1.3

2.6

Por observación directa

15

0.6

1.2

Boletines

7

0.3

0.5

Alcalde vecinal

2

0.1

0.2

Mercado

2

0.1

0.2

Revista de la Municip.

2

0.1

0.2

16

0.5

1.3

Otros Ninguno

1

0

0.1

Impreciso/viciado

2

0.1

0.2

Total de respuestas

2531

Casos válidos = 1,281; casos nulos = 20;

diálogos de la

comunicación

100

197.6

Frente a la pregunta de cómo se entera sobre su distrito, la radio sube (50.3%) pero manteniendo el equilibrio con la TV (48.5%), a pesar de la escasa producción televisiva en las zonas; y baja casi 5 puntos la prensa con respecto a un contacto más amplio de ésta con la ciudad. En algunas urbes la radio es referente clave del mundo local. Pero, en Lima nuevamente decrece, señalando la pérdida de su fuerza frente al auge televisivo. Esta vez los vecinos y amigos aparecen como fuente de información y conversación de la vida del distrito más que la propia prensa. Muchos limeños reconocen el papel comunicativo entre pobladores. Cabe preguntarse por qué crecen las redes sociales y directas de intercambio con más importancia en este ámbito, quizá es porque los medios masivos no satisfacen las demandas sobre esta esfera y merecen más confianza los pares, los cercanos desde el contacto directo. La territorialidad más local se nutre de más fuentes de comunicación. El espacio local es el que permitiría mayores articulaciones entre medios y redes, entre vida comunitaria y tecnologías, entre el conocimiento concreto por vivencias y el consumo de medios. (Ver Cuadro 4) Para enterarse de la realidad política del país, como también se puede inferir de las respuestas anteriores, la televisión nacional cobra ascendente relevancia (79.7%). Más lejos están la radioemisora (51.7%) y el periódico (34.4%), ambos nacionales aunque también pesan. El poder simbólico de la televisión nacional y limeña en la construcción del poder político nacional queda demostrado. (Ver Cuadro 5)


Es decir, el contacto con la ciudad de las y los ciudadanos y a partir de las noticias como desde las referencias políticas más temáticas se encuentra en los medios, no sólo está en los diferentes ámbitos públicos incluida la calle. El enganche de la televisión hacia el mundo es el más significativo. Lo local es lo más armonioso e integral en términos comunicativos y desde allí parte un enredo de medios que a medida que más crece y se desterritorializa lo vivido es cada vez más una experiencia massmediática. Mas aún si interpretamos tales consideraciones con la afirmación subyacente de que LA POLITICA SE MIRA y no se toca. Estas consideraciones son claves para bus-

Cuadro 5. ¿Qué medios usa para enterarse de la actualidad política del país? Respuestas a nivel nacional

Categorías

Frecuencias

% de respuestas

% de casos

Televisión nacional

1025

41.6

79.7

Radioemisora nacional

665

27

51.7

Periódico nacional

442

17.9

34.4

Radio local

151

6.1

11.7

Televisión local

83

3.4

6.5

Periódicos locales

50

2

3.9

Teléfono

1

0

0.1

Cartas

1

0

0.1

Ninguno

42

1.7

3.3

Otros

1

0

0.1

NS/NR

2

0.1

0.2

Total Respuestas

2463

100

191.5

car una mejor relación entre medios y municipios de ciudad, a pesar de sus dificultades. Surge entonces la interrogante sobre qué podemos hacer en una sociedad democrática cuando un nuevo desequilibrio en el poder nos habita desde la empresa privada: La televisión. Los viejos principios de la libertad de expresión se desmoronan por ser insuficientes o se convierten en cómplices o preservadores de su propio poder político. La relación entre televisión y democracia cobra por lo tanto una nueva importancia. Los miedos y los medios en las responsabilidades políticas Evidentemente, la experiencia del ciudadano cotidiano sobre la

gran ciudad cuando sale de su localidad, se sitúa en ese lugar del pasaje y la aventura, deja su condición de ser vecino para convertirse en viajero de la misma cuando transita por ella ya sea para trabajar ir de compras o de paseo y diversión. Si bien la localidad donde se vive y a la cual pertenece está en el barrio y el distrito y desde allí se conectan con la metrópoli, su condición ciudadana se redefine, especialmente en los últimos tiempos de tanta violencia, restringiendo la posibilidad de ejercer comunicaciones de ida y vuelta. Si bien deja sus huellas comunicativas en la ciudad, los mundos subjetivos son atravesadas por el miedo, en muchas ciudades latinoamericanas, fenómeno que hoy se entiende hacia las

R. Alfaro

Podemos deducir no sólo que la política y las diferentes esferas públicas se construyen en relación con los medios, sino que la televisión tiene más relevancia en los ámbitos nacionales y lo local es mas bien remitido a la radio y la prensa. Aunque se comprueban diferentes modos de conectarse. Cada ciudadano comprende su realidad desde diversos medios, combinándolos. Fenómeno que ha llenado de poder a este medio y lo ha comprometido con gobiernos y sistemas de corrupción. A tal punto que hoy día tenemos actuaciones protagónicas excesivas desde la televisión, suplantando los vacíos políticos que aún no llenan los partidos. Situaciones que observamos por ejemplo en Argentina en el que un programa pretende elegir los candidatos de la gente desde el medio y con votaciones virtua-les, definiendo así a los candidatos ciudadanos «verdaderos»1. O el papel progolpista en Venezuela. Y la dirección política de la protesta popular en Perú2.

43

42

43


Politizar la ciudad

ciudades pequeñas y los barrios de diferente sectores sociales. La ciudad se convierte por momentos en un escenario sin una dramaturgia central, cuyos conflictos explotan en un lado y otro, donde sus personajes no quieren ser protagonistas centrales sino actores de un momento, reafirman el anonimato, esquivan su participación en cualquier evento «noticioso» comprometedor. El drama va con cada uno, dentro, en el que supervivir es huir del peligro. No son sólo actos de terrorismo, también están robos menores, asaltos, secuestros, peleas entre bandas y pandillas y toda una violencia de cuerpos humanos y sus prolongaciones motorizadas donde las reglas existen para violarse y el otro con-ciudadano desaparece para convertirse en adversario. Todo ello dentro de una creatividad inmensa que tiende siempre a sorprender y que se vuelve paradójica frente a la poca innovación en la conducción política de la ciudad. Condiciones actuales que configuran a la ciudad como lugar también de desencuentro y donde la puerta al mundo resulta ser complicada y riesgosa, exigiéndose como única salida el incremento del control policial que es siempre violento. Esa ciudad agresiva aunque fascinante, implica la interiorización legitimada de un actor que debe responder a la violencia con la misma moneda, fracturándose definitivamente el sentido de convivencia. Los datos reales y los imaginarios urbanos de diferentes ciudades nos dan razón al respecto (SILVA 1994). Ese deseo imposible remite al barrio como lugar comunicativo por excelencia y si bien se está también en peligro los arreglos

diálogos de la

comunicación

entre vecinos son posibles. Los propios delincuentes suelen afirmar que con la gente de su barrio no se meten, pero sí circulan por otros. Pero la participación y la mutua cooperación equilibra el peligro. Otros de sectores sociales medios y altos, en cambio, se repliegan hacia el hogar, el club, el centro comercial donde la asistencia de seguridades particulares y hasta personales suele ser impresionante. La ciudad reproduce las desigualdades sociales aunque son menos transparentes y más interrelacionadas por los territorios y sus destinos simbólicos errantes. El barrio o el hogar es no sólo lugar de vida sino que es también cobija que facilita el repliegue. Las elecciones locales y los medios: preeminencias y limitaciones El contacto comunicativo con la ciudad se da a través de las noticias, las que a su vez desde el interior de un hogar más o menos seguro el ciudadano se entera, comprende y reconoce a la urbe de sus temores. Pues los noticieros, especialmente de la televisión privilegian el acontecer violento sobre otros, reproducen el sentir de la gente, pues la lógica consiste en ahondar ese desconcierto ciertamente morboso que desde una espectacularización de la ciudad puede movilizar sus descontentos sin perspectiva de cambio.. Es evidente que así se promueve un mayor desapego a la visión política de la ciudad a conocer y discutir las responsabilidades varias que explican esta no convivencia. De esa manera, desde el mundo pequeño de la familia se observa lo público citadino sin ser afectado. No sólo la política se mira sino que así consu-

mida pone en funcionamientos un conjunto de dispositivos de ejercicio de la defensa. Ya Jesús Martín Barbero nos decía que los miedos acrecientan la importancia de los medios. Frente a las institucionalidades sociales y políticas que se debilitan en esta época, los medios cobran una gran relevancia. En el mismo sondeo realizado notamos cómo hasta se les otorga un rol fiscalizador sobre las autoridades. Estos además serían muy importantes para ayudar a definir las votaciones. Además que discursos y perspectivas simbólicas están siempre desfilando frente a la conciencia valorativa ciudadana. (Ver Cuadro 6). Estos le ayudan a la mayoría a elegir a las mejores autoridades (23.4% dicen que no frente a 76.5% que dicen que sí ayudan). A muchos les permitiría conocer al candidato (46.6%) y sus propuestas (49%), más aún ponen a los que existen en un escenario de carácter comparativo. Las personas y sus ofertas generarían un marco de conocimiento a favor, si es que los medios los presentan, ya que están al tanto de la cuestión (19.8%). Situación de consenso que se reitera en las diferentes ciudades. Las campañas electorales, al parecer, no tienen tanta importancia. Pero ayudar no significa influir. De hecho en otras preguntas realizadas sobre la credibilidad de los medios aparecen actitudes críticas y demandas éticas en relación al modo cómo éstos enfrentan la verdad, deformándola, parcelándola, exagerándola. Como también se comprueba que la confianza se entrega a unos y no a otros. ( Ver Cuadro 7) Evidentemente este ciudadano está inserto en ambientes sim-


Categorías

% % Frecuencias de respuestas de casos

Televisión

845

30.3

65.3

Radio

758

27.2

58.5

Prensa

416

14.9

32.1

Volantes y perifoneo

371

13.3

28.6

Mítines

164

5.9

12.7

73

2.6

5.6

A través de comentarios de la gente

70

2.5

5.4

En reuniones/asambleas

43

1.5

3.3

Relación personal

38

1.4

2.9

A través de encuestas

2

0.1

0.2

Ninguno

1

0

0.1

No recuerda

2

0.1

0.2

Impreciso/viciado

3

0.1

0.2

Otros

2

0.1

0.2

Visitas de candidatos a lugares públicos

Total Respuestas

2788

100

215.3

Casos válidos = 1,295 Casos nulos = 6

Cuadro 7: En su opinión ¿Los medios de comunicación ayudan a que la ciudadanía elija a las mejores autoridades? Respuestas a nivel nacional

% Categorías

Frecuencias

% Válido

Si

995

76.5

76.5

No

305

23.4

23.4

1

0.1

0.1

1301

100

Casos nulos Total

Casos válidos = 1301

100

bólicos y producciones imaginarias diferenciadas y sumamente complejas. Sus estrategias están siempre en proceso de redefinición. Sale y entra, no está tranquilo en la medida que la realidad lo impulsa de manera compulsiva a cambiar de tácticas y a desordenar los valores de uso de manera altamente indiscriminada. A pesar de los conflictos crece, pero también se apertrecha en un sentido de pertenencia activo sembrado de límites. La ciudad como lugar de protesta y de empoderamiento ciudadano En los últimos tiempos asistimos a procesos de expresión ciudadana no tradicional en diferentes ciudades latinoamericanas, analizadas de manera minuciosas por algunos autores (ENTEL 1996, REGUILLO 96, CRUCES 96), o descritas por periodismos locales. Se está volviendo a las calles, convocando inclusive a sujetos antes no definidos como actores públicos, como es el caso de los jóvenes universitarios en Perú o los hijos de desaparecidos y la protesta contra la clase política en Argentina. La ciudad vuelve a dar cabida a la protesta urbana aunque no siempre sea la ciudad el móvil de dicha expresión y aunque el motivo de la protesta no sea satisfecha. Las experiencias de democratización en Latinoamérica en estas últimas dos décadas configuran un escenario de aprendizajes ciudadanos. Ante una cultura pragmática y clientelista predominante en otras épocas, podemos comprobar que se manifiestan indicios de formación de una cultura política más abierta a la valorización democrática, según grupos y sectores y las

R. Alfaro

Cuadro 6: ¿Cómo suele Ud. enterarse de los candidatos/as que participan en las elecciones municipales? Respuestas a nivel nacional

45

44

45


Politizar la ciudad

experiencias de Estado que se convoquen desde los gobernantes de turno. Más aún cuando el gobierno autoritario está casi siempre vinculado a la corrupción. Volviendo al sondeo principal que ilumina este texto, comparamos un reconocimiento ciudadano de sus autoridades locales, pero al pasar a interrogar sobre las influencia que algunas personas ejercen sobre la población, las competencias se amplían, más allá del cargo. El alcalde resulta ser el más influyente a los ojos de la población (39.8%); sin embargo este porcentaje está lejos del reconocimiento formal como autoridad. El segundo lugar lo ocupan dirigentes (27.3%). El tercero los vecinos (12.5%). Y el cuarto periodistas y gente del medio (11.4%). Los líderes políticos están más abajo, cerca los religiosos y los maestros quienes han perdido capacidad comunicativa con la población de las ciudades. Gobernador, prefecto, autoridades de la región (poderes intermedios) no parecen tener peso en este campo, no tendrían ascendencia sobre la población. Es notorio

cómo se reconoce la existencia de redes sociales donde actúan dirigentes y vecinos con capacidad de influir. Notamos una cierta convicción de que en una zona, los vecinos y sus dirigentes cuentan, no sólo valen las autoridades. Hay una cierta visión comunitaria sobre el quehacer local. Y algunos medios ayudarían al respecto. Sobre si los ciudadanos influyen o no en las decisiones de la municipalidad, es decir el lado contrario de la relación comunicativa, tenemos dos posiciones importantes. Están quienes afirman que no influyen (55.4%) y quienes dicen que sí (44.6%). En Lima crecen los escépticos y bajan los optimistas, quizá influya la densidad poblacional y la escasa participación vecinal. Sin embargo, es significativo que tanta población valore al ciudadano otorgándole una capacidad de influencia sobre el municipio. No estaríamos ante una relación totalmente vertical y cerrada, permitiría mutuas influencias, por lo menos a los ojos de casi la mitad de la población opinante. Los otros parecen quejarse de que no exista tal peso.

Cuadro 8: ¿Cree Ud. que los ciudadanos de su localidad influyen en las deciciones de las autoridades? Respuestas a nivel nacional

Categorías

% Válido

No

713

54.8

55.4

Si

574

44.1

44.6

14

1.1

Casos nulos Total

1301

Casos válidos = 1287; Casos nulos = 14

diálogos de la

% Frecuencias

comunicación

100

100

Según la población encuestada, cuando existe desacuerdo con alguna decisión de las autoridades municipales, la participación de la población es o puede ser a través de marchas (51.8%), recolección de firmas (28.1%), denuncia a través de los medios (19.6%), reclamo a través de las organizaciones (12.7%), reunión con el alcalde (12%). El cabildo abierto, los oficios y las cartas están en más desuso y la espera frente a las próximas elecciones supone una acción a más largo plazo (no se la entiende como reacción al desacuerdo). 17.5% afirma que no participan. Las experiencias vividas deben contar. En todo caso, se conocen mecanismos de participación a los que se puede recurrir cuando las decisiones municipales no son justas y afectan a la población. Aunque esto ha variado con los nuevos mecanismos de revocatoria que los ciudadanos usan y legitiman (ALFARO 2,002). (Ver Cuadro 9). Pero cuando se actúa en la protesta urbana, se apuesta a su visibilidad, llamando la atención de políticos y medios. Con los primeros para hacer presión política aludiendo al poder electoral de la ciudadanía y con los segundos para compartir a través de ellos con los demás ciudadanos, en lenguaje de espectáculo y creatividad. Sin embargo, no sólo es el hecho preciso el que motiva sino que se expresa la rabia contenida, se hace gala de un poder callejero súbito que no corresponde con el cotidiano y el institucional. Es de alguna manera expresión de un poder débil que no se puede hacer cargo de la marcha de la sociedad, movido por la impotencia y que celebra una situación de ruptura agenciado por alguna coyuntura. La ciudad ciuda-


Cuadro 9: En caso de esta en desacuerdo con alguna decisión o acción de las autoridades municipales ¿qué hacen los ciudadanos? Respuestas a nivel nacional

Frecuencias

%

de respuestas

de casos

Marchas

673

33.1

51.8

Recolección de firmas

365

18

28.1

Denuncia a través de los medios de comunicaciones

255

12.5

19.6

Reclaman a través de organizaciones/asociaciones

165

8.1

12.7

Solicita reunión con el alcalde

156

7.7

12

Cabildo abierto

85

4.2

6.5

Espera las próximas elecciones

73

3.6

5.6

Oficios/cartas

73

3.6

5.6

Protestan

3

0.1

0.2

El pueblo se reúne

2

0.1

0.2

Echarlo

1

0

0.1

Piden ayuda al prefecto

1

0

0.1

No sabe

1

0

0.1

Otros

2

0.1

0.2

177

8.7

13.6

No participa Total de Respuestas

dana reclama y condena, con los medios a su favor o no desde la noticia-espectáculo, como manifestación colectiva de poder aunque a nivel individual cotidiano no se esté forjado un contrapeso estructural en el sistema de gobernar. Antes, la ciudad era sólo el escenario de otros conflictos más diversos. Hoy, si bien sigue siéndolo, es el único lugar público susceptible de recibir otros sentidos más políticos. La ciudad misma es materia de rechazo y del establecimiento espontáneo de consensos, las movilizaciones siempre son aplaudidas por vecinos y transeúntes. Las protestas se nutren de otros discursos políticos sean nacio-

2032

nalistas o de real impugnación a métodos y sistemas políticos imperantes, como también apela a determinados solicitudes clientelistas. Incorpora expresiones político comunicativas diversas, se apela a la radicalidad como ritual. La ciudad misma se viste de protesta y poder momentáneo. Apunta a crear agenda pública. En todos los casos es siempre una lucha o reclamo por la dignidad (CRUCES 95) que se vale de mil recursos posibles como evidentemente es, todo un sistema expresivo y de poder, aunque luego desaparezca sin garantizar continuidad. Los movimientos ciudadanos en ese sentido han dado un paso adelante pues procesan protestas más sostenidas frente a necesi-

100

156.5

dades y políticas públicas o modos de asumir la democracia, más allá del pliego de reclamos parcial, pues se enfrentan desde el escenario de la ciudad a la necesidad de justicia y libertad de la política misma. Comunicaciones políticas de futuros inciertos y rutas diversas He querido demostrar que la ciudad es lugar de cruces de sentidos políticos de las nuevas ciudadanías, fenómeno aún no suficientemente pensado y analizado más teórica y prácticamente. Es el cruce de palabras, temores, imágenes y poder creciente de los medios, silencios frente a otros conflictos, necesidad de

R. Alfaro

% Categorías

47

46

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Politizar la ciudad

protestar, avances en el protagonismo ciudadano. Sin embargo la ruta de su confusa continuidad no es clara. Es la comunicación misma, destino de diálogos que no se pueden formular. Es un llamado desde el conjunto a la civilidad, el compromiso político, la sensibilidad de la opinión pública. Sin pragmatismos y efectivismos aunque se revistan de ellos y sabiendo que no se apuesta al corto plazo, es de alguna manera un apego al deseo colectivo y la apasionada adhesión a un futuro mejor. La clientela está siempre al acecho y la autonomía del poder municipal genera distancias de los ciudadanos citadinos frente a los poderes centrales. Allí ocurren negociaciones, consensos, diferenciaciones y conflictos no siempre capaces de resolver problemas locales. La falta de poder local para influir en decisiones nacionales e internacionales como la omnipotencia de esos poderes, por encima de lo local, generan frustraciones y ocasionan despolitizaciones peligrosas para la construcción de ciudadanías. Lo que demuestra que el camino no es sólo desde la ciudad y la localidad hacia los ejes del poder político y económico sino que la transformación desde arriba es indispensable, incluyendo a los propios medios. Comunicar en la ciudad es hacerlo en el corazón de las relaciones entre ciudadanos como al interior de reformulaciones de la política misma, a partir del mundo personal que se extiende hasta la ciudad y luego salta al mundo envolviendo a la nación. En ese complejo terreno, las ambigüedades son muchas, en un desplazamiento continuo y la apertura del diafragma del ojo local. Hay mucho de desacra-

diálogos de la

comunicación

lización de la política, pero aún no hay señas de nuevos sentidos políticos emergidos de la ciudadanía misma. En ella se condensan conflictos y contrapesos, multitemáticas en las que se enreda lo público con lo privado donde la ciudad misma se afirma y pone en cuestión. Se dan cita las diferencias y las exclusiones sociales, hay una pugna por poseer la urbe. «Así la ciudad puede pensarse como un juego asimétrico por las definiciones y redefiniciones de los sentidos sociales de la vida»1. El desgobierno de lo social es asumido por la ciudadanía comprometiendo diferentes redes sociales y toda la mediología posible. Sin embargo, los horizontes aún no son nuestros. Requerimos de una comunicación que explicite los sentidos políticos de las relaciones ciudadanas. Por ejemplo, una municipalidad no es sólo un proceso de planificación difundido o una política de imagen institucional. Es hacer visible lo que se entreteje para generar articulaciones reales entre diversos sujetos como entre autoridades y ciudadanías. Los consensos deben ser explícitos. Es importante hacer el seguimiento de un «empoderamiento» que continúe garantizando la vida y extendiéndose como un pulpo. Se trata de nuevos discursos, de debates reales de intercambio que politicen la ciudadanía de la ciudad para excederla, pero con otros sentidos más flexibles y humanos, más transformadores de la vida concreta y el valor de la gente apuntando poco a poco a superar tanta exclusión. La agenda colectiva debe ser producida de manera integrativa, en una gestión educativa de la formación de las demandas ciudadanas

como de su puesta en marcha. No basta con un enfrentamiento social sino se provoca una impugnación a la forma de construir poder. Tampoco es suficiente la solidaridad en momentos difíciles sino que hace falta que forme parte de la organización social y política de la vida, toda una nueva comunicación a construir. Se trata que cada ciudadano construya su propio poder y lo ejerza, surgiendo de allí nuevas agrupaciones e institucionalidades. ¿Será posible? 1. POLITIZAR LA COMUNICACIÓN CIUDADANA EN LA CIUDAD La relación entre la residencia personal, el barrio, el distrito y la ciudad constituye un encadenado de espacios, intereses, percepciones y valoraciones que trabajan otros sentidos de lo público y lo social. Son como pasos o peldaños en un proceso de reconquista de la política desde aquellos lados que permiten empoderar al ciudadano y su articulación con lo común. La comunicación, en ese sentido, debe politizarse. Es decir, debe evidenciar y fortalecer esos lazos existentes entre el «aquí vivo» y la metrópoli que es nuestra, moviendo responsabilidades individuales y colectivas, recolocando el hecho electoral como un compromiso propio y real con una vida mejor y las relaciones de diálogo con la autoridad como un camino confiscatorio del exceso de autoridad y un crecimiento de la propia capacidad de influencia y decisión en la gestión municipal. Para ser ciudadana, la comunicación debe trascender una visión de impacto o propaganda hacia una estrategia comunicativa y pública, sembradora de acercamientos políticos a la democracia y el desarrollo.


Énfasis ciudadanos a promover Proponemos algunas definiciones básicas de ciudadanía en que se equilibre el interés y protagonismo individual y el colectivo. Sabiendo que existen énfasis neoliberales, liberales, comunitaristas (LOPEZ 97), superpuestos a otras tendencias de liberales socialistas, socialistas liberales y demócratas radicales, entre otros, proponemos trabajar y optar por una perspectiva de democracia ética en la que justicia y libertad ordenen los siguientes sentidos: - Ciudadanía es igualdad, en primer lugar, supone consideraciones y tratos mutuos de respeto y consideración igualitario. Pero también significa hacerse cargo del conflicto existente entre los principios y la realidad. Es, por lo tanto, hacerse responsable de la desigualdad social existente en nuestros países, priorizando los problemas donde esta desigualdad es un elemento determinante. Es recuperar para la democracia la idea de justicia. Por ello, en esta perspectiva, la pobreza sí es noticia2.

- La ciudadanía es pertenencia activa. Los derechos y obligaciones que todo ciudadano requiere forman parte de una ligazón con la ciudad que pasa por sentirse y comportarse como parte fundamental de la misma, mereciendo respetos y generando responsabilidades. La dinámica de los derechos promueve integraciones individuales de carácter defensivo, igualmente una participación responsable exige respeto a tales derechos. Pero pertenecer no significa sumisión ni estar de acuerdo con el sistema existente. Es una incorporación a la sociedad que puede ser más bien incómoda y crítica, siendo minoría y disidencia que exige consideración. Ello nos compromete con una comunicación más ligada al debate. - La ciudadanía supone compromisos con-ciudadanos con los otros. Da cuenta de la importancia de la idea de comunidad conformada por ciudadanos. Toma en cuenta la importancia de lo común (Arendt 1993), de lo que es construcción de acuerdos, de la creación de redes, espacios y comportamientos de solidaridad, de la conformación de esferas públicas. Una comunicación que busque estos diálogos y fomente empoderamientos colectivos se planteará de otra manera la idea de comunidad, ligada a las libertades e independencias individuales, en una política de continuos acercamientos y compromisos colectivos. Todo ciudadano tiene un saber y su propia verdad, se trata por tanto de construir una solidaridad colectiva que signifique eficacias y productividades concretas en la gestión local. - No es restringida ni localizante, sino que liga los ejercicios particulares con la ciudad y de esta con el mundo pasando por el Es-

tado nacional y su engranaje con el mundo y con la localidad, porque en esta definición se hace universal y también cosmopolita, profundamente abarca-tiva e incluyente. - Finalmente quisiéramos plantear que no hay un solo modelo o prototipo de ciudadano de primera desde el que habría que juzgar a cada poblador. Mas bien se trata de reconocer que hay procesos diferentes de acercamiento a la ciudadanía, con rutas de desarrollo a veces poco previstas. Se hace necesario reconocer a esos ciudadanos concretos existentes, comprender la cultura política que han venido conformando, indagar sobre lo andado para desde allí abonar en propuestas participativas, educativas y de diálogo. Se trata de analizar los nudos conflictivos de la construcción de ciudadanía para desde allí adecuar los métodos de trabajo y articulación ciudadana. Modelos comunicativos por definir La comunicación no es una sola. No está implícita en ella sólo un saber técnico o práctico, sino también teórico y de sentido, el que marca formas diferenciadas de actuar y definir políticas comunicacionales. Actualmente se ponen en marcha tres modelos comunicativos que nutren a muchos proyectos de la ciudad. En este caso, pensamos que el tercer modelo es el que mejor se ubica en la perspectiva de la educación ciudadana y de la reconstrucción de la política desde la ciudad. - Modelo: Transmisión de información

R. Alfaro

Para elaborar una estrategia comunicativa politizada, es necesario proceder a enmarcar cualquier propuesta en un proceso de definiciones que si bien deber ser operativas parten de conceptos e imágenes de una sociedad mejor a la que se pretende ir. Es necesario saber qué tipo de ciudadanía promuevo, emulo y busco, pero también qué modelo comunicacional me sirve como matriz principal o secundaria de mi accionar. La relación entre comunicación y política que sugerimos no es sólo circunstancial, ambas dimensiones están sustancialmente unidas.

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Este modelo prioriza y valora la

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49


Politizar la ciudad

importancia de la información y de los «FLUJOS» en que ésta se ubica y logra poner en circulación. Supone que la información transforma pues es un bien no poseído por los sujetos, quienes al ser imbuidos de ese conjunto de saberes van a ser «llenados» de cultura o formación. Es casi una inoculación (teoría hipodérmica) que no reconoce el saber ya construido por cada ciudadano a través de su vida y experiencia. Y es una información que no regresa pues se queda en el consumidor, la réplica o la contestación es secundaria, no repercute sobre el emisor. Se acerca mucho al modelo de «divulgación científica» pues se trata de poner en sencillo, simple y atractivo ese bagaje informativo y verdadero, sin tomar en cuenta las características y conflictos culturales, sociales y políticos del receptor. La verdad no es discutible, menos cuestionable. Es un planteamiento difusionista y lineal de la comunicación (vertical) pues sólo se trata de propagar cuando la información ha sido descubierta y probada. Muchas instituciones aplican este esquema recuperándolo de una tradicional comprensión de la comunicación organizacional. - Modelo: City marketing 3 Este modelo viene de la publicidad y de la noción de propaganda. Se basa en estrategias de persuasión y seducción para motivar la compra de un producto o de una idea, partiendo del emisor (dueño-anunciante-publicista-medio) hacia el receptor. En este caso sí se considera al sujeto, se parte de sus gustos, capacidades comprensivas y emotividades. Se trata de establecer complicidades cercanas entre muchos sujetos e institucionalidades, dentro de una es-

diálogos de la

comunicación

trategia de venta massmediática y moderna centrada en el dinamismo de la imagen. En esa línea hay una profesionalidad y saber técnico acumulados y muy organizados. La tendencia actual no sólo se ubica en un país sino que obedece, en muchos casos, a estrategias internacionales y globalizantes de la economía mundial. Sin embargo, sigue siendo su uso muy instrumental pues se llega al sujeto para incentivar la compra o la inversión, objetivándolo. Lo ético suele ser secundario, pues en la necesidad de convencer todo vale. Y las lógicas de marketing suelen explorar sensibilidades más epidérmicas, poco reñidas con la razón y la moral. Desde nuestro punto de vista, no es una perspectiva muy útil para la conformación de ciudadanías y la gestación de democracias, por su tendencia a banalizar el proceso comunicativo y a poner la racionalidad argumentativa y el debate en desequilibro frente a la primacía de la emotividad y de la inversión económica sin capital social. - Modelo: Redes de diálogo y producción simbólica Este es el modelo que proponemos, de carácter mas bien relacional. Se trata de fomentar diálogos varios y cruzados, no sólo entre emisor y receptor sino entre autoridades y población, entre ciudadanos diversos en consenso o disenso, entre instituciones y sujetos individuales, entre etnias, géneros y generaciones. Se busca generar hábitos comunicacionales de ESCUCHA entre diferentes. Una comunicación plural que genere autoestima y capacidad para hablar, debatir y llegar a acuerdos. Una comunicación básicamente partici-

pativa, pero que reconcilie la palabra con la acción, que signifique influir en el nivel de las decisiones, una palabra que tenga poder y que por lo tanto politice. Construye capital simbólico. Si bien se parte del gusto de la gente, se aventura y explora en la línea de procesar y educar el gusto, pero también se trata de llegar a la razón y la adquisición de capacidad argumentativa de los ciudadanos. Una comunicación que construya poder En la línea ya trazada, pensamos, por lo tanto, en una comunicación que sea una visibilización del poder, pero que a la vez produzca «empoderamiento» en los ciudadanos y su relación con el espacio y los gobiernos locales. Es decir, pensamos en una comunicación que relacione al ciudadano con el poder municipal y le otorgue un lugar preponderante, sumamente comprometida con la gestión y los sentidos políticos que allí se trabajan. Si bien está dentro de cada gobierno local y su forma de trabajar, también está fuera y libre en la misma ciudadanía, como camino de expresión y presión política y social. Señalaremos algunas líneas de trabajo que nos parecen preponderantes: * La ciudad como agenda pública Toda estrategia comunicativa debe colocar a la ciudad como gran tema recurrente que organice y reorganice la noticia espectacular y su presencia en radio, televisión y prensa escrita. Se trata de que sean visibles sus problemas pero también su gestión de gobierno. Ello supone definir temas de agenda precisos con la propia ciudadanía e ins-


* La ciudad como espacio de encuentro y creatividad Hay que pensarla desde el todo como desde cada parte, en tanto la planificación de lugares de comunicación y encuentro. No sólo de aquellos donde los ciudadanos se reúnen en momentos de esparcimiento deportivo y cultural sino donde sea posible la expresión y la creatividad de los propios vecinos, especialmente de aquellos más olvidados (los concursos artísticos y comunicativos) ingresan en esta perspectiva). Preocupación ya destacada por arquitectos y urbanistas. Pero hay que pensarla no solo como espacios fijos de esparcimiento sino imaginarlos movibles. Ejemplo de ello pueden ser las Videoplazas o las caravanas ciudadanas4. La ciudad debe ser un texto, donde las huellas de la vivencia humana estén plasmadas en paredes, jardines,

murales, etc. Lo cual significa redefinir comunicativamente la noción de ornato más allá de una visión esteticista. En general, el uso de medios locales también configuran puntos comunicativos a promover. En realidad estamos frente a la búsqueda de nuevas prácticas de convivencia en la ciudad, donde exista tolerancia, alegría y mucha conversación de intercambio. * Una ciudad de ciudadanos: relatos y producción simbólica Las ciudades deben tener historia política. Estas permanecen en documentos de investigadores y estudiosos, no son conocidas y generalmente suelen ser difundidas sin una perspectiva comunicacional de crear símbolos y huellas de identidad en el presente y hacia el futuro. Pero, también existe historia oral en las memorias de muchos ciudadanos, lista para perderse en el olvido. Se trata de generar una capacidad colectiva y pública de contar, en medios y libros, pero desde la experiencia de confeccionar testimonios o relatos que reconozcan una capacidad humana de producción simbólica y que no sólo versa sobre los problemas reales existentes. Es en esa perspectiva que al provocar comunicación el pasado se hace un hoy constante. Y cuando a partir de ello se conecta con la imaginación de futuro que todos debemos poder edificar constantemente para vivir con esperanza y sentido. * El debate para construir decisiones participativas Los procesos de transición que vivimos hacen más urgente la necesidad del debate, no sólo para abordar los problemas existentes sino para lograr enrum-

barlos en redefiniciones concretas y también políticas. El debate es comunicación, motiva la conversación, obliga a tomar posturas escogiendo una línea argumentativa que sustente intuiciones y emociones, dándoles un curso distinto: ser dialogado. Supera el sentido informativo y seco de muchas experiencias de participación local. Genera culturas deliberativas que orienten la toma de decisiones. Porque participar, por lo tanto, no sólo es expresar o decir, sino que compromete a conversar con los otros encontrando coincidencias, como también se posibilita una mejor organización de las discrepancias. Es el ejercicio de la democracia misma desde la cual es posible cuestionar al sistema central con la coherencia que otorga la práctica. Se trata de formar comunidades modernas de interpretación y decisión, sobre la base de darle vida a quienes coinciden en sus puntos de vista. Pero esta participación valdrá y será más altamente demandada cuando sea eficaz, cuando influya en las decisiones de gobierno y los compromisos que deben o pueden adquirir los ciudadanos. Es decir, se trata de un debate que permita ejercerse como ciudadanos protagonistas, reales actores de la gestión local y vecinal. * Vigilancia ciudadana dela gestión pública Para que el ciudadano adquiera poder, requiere de una participación que lo comprometa con la gestión local y de la ciudad, continuando así con su responsabilidad electoral y más allá de ella. La delegación de poder sin garantía de continuidad ha sido un factor de fracaso de nuestras democracias, acentuando su debilidad. La vigilancia de los go-

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talarlos en los medios locales y masivos. Como también es fundamental que los gobiernos se planteen más que estrategias de difusión institucional una intervención a través de esos temas específicos de su ciudad o del territorio a su cargo. Temas sobre los cuales debe haber información y transparencia no sólo de su estado actual sino de las transformaciones que van ocurriendo. Temas de agenda que permitan organizar las quejas de la población y cobrar sentido político más relacionado con la propuesta y la protesta ordenada y conducida por la propia gente. Temas que permitan a los medios darle un seguimiento y fiscalización, haciendo de cada noticia un hito con sentidos temáticos entre enigmas y soluciones. Temas que puedan ser llevados ante los diversos poderes del Estado.

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biernos locales en relación al Estado en su conjunto es un modo de comprometerse con el quehacer político ciudadano haciendo real la inserción en un sistema democrático con sentido ético. La democracia representativa y la directa son así parte de un mismo proceso, haciendo que la segunda juzgue a la primera y le exija cambios. Pero ésta debe estar acompañada de producción de propuestas, en foros ciudadanos, de reuniones de trabajo entre la sociedad civil organizada, de presión social generando iniciativas de transformación política, de mesas de diálogo entre gobiernos locales y ciudadanías para encontrar salidas comunes con responsabilidades precisas. * Diálogo y revisión de la gestión para la iniciativa Hay que pensar la comunicación como un laboratorio de iniciativas ciudadanas, donde instituciones y personas ingresen a la posibilidad de proyectar la ciudad hacia el futuro. Laboratorio donde sea posible ejercer la crítica pero con un sentido propositivo. Lo que se piense, comprometerá tanto a los gobiernos locales como a la propia ciudadanía, individual o colectiva, para generar compromisos, en la línea del gobierno de todos (autogestión y co-gestión). Estas iniciativas deberán circular, ser expuestas como embriones de otras nuevas, ser imaginadas como redes de participación basadas en el libre ingenio de una creatividad puesta al servicio del desarrollo. La comunicación puede ser un foro de construcción e intercambio de nuevas ideas vinculadas a la calidad de vida ciudadana. Las mismas pro-

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testas públicas podrían ser redefinidas no sólo como momento de expresión de las rabias colectivas sino de producción y entrega de iniciativas que exijan de los gobiernos locales y nacionales una capacidad para ser oidores de su pueblo. Evidentemente, ello supone autoridades municipales dispuestas a saber escuchar, a reencontrarse con los ciudadanos desde sus propuestas. * Una comunicación educativa Dada la escasa experiencia democrática desde la ciudadanía en nuestros países, comunicar no siempre resulta una tarea fácil. La tendencia al monólogo es evidente. Y está de por medio una urgente pulsión por el reconocimiento en el acto del habla de cada ciudadano. Aprender a comunicarse y lograr acuerdos y consensos es todo un objetivo de carácter educativo 5. Hay inclusive, una carga negativa en los sujetos sobre la inutilidad y conflictividad de las asambleas organizativas y públicas. Es también ostensible que nos estamos haciendo ciudadanos y los medios están cumpliendo un rol, complementario o supletorio, en generar procesos de construcción política. Nos estamos haciendo ciudadanos cada día, también a partir de lo que ocurre en el campo social y político. Más aún tenemos puntos de conflicto, paradojas y tensiones que no nos dejan mejorar. No puede haber comunicación pública que no tome en cuenta los procesos de aprendizaje de la ciudadanía y la necesidad de que estos avancen. Ellos supone una autoridad docente, una comunicación que haga pensar, centrada en el aprendizaje.

* Un programa político comunicativo y comunicable La explicación por la cual en un proceso electoral la ciudadanía no toma en cuenta los programas de gobierno es por qué estos no son presentados de manera comunicativa, se exponen siguiendo la lógica administrativa de la planificación y no se toman en cuenta las formas de comprensión y entusiasmo de la población, sus expectativas. Son además esquemas duros, sin réplica posible, en los que no están claros los sentidos individuales y colectivos. Durante el proceso de implementación, los programas políticos deben ser flexibles, objetos de cambio, en relación constante con la población y con las instituciones de las zonas comprometidas. No se trata sólo que la gestión se comunique de manera adecuada sino que lo que se haga sea suficientemente útil y transparente como para provocar procesos de diálogo sin forzamientos. Más aún habría que intentar el modelo de formular presupuestos y planes de carácter participativo donde el intercambio, la discusión y la iniciativa sean los ejes naturales de su formulación y puesta en práctica. * Un constante conocimiento público del ciudadano Toda experiencia comunicativa requiere de un conocimiento acumulativo y constante sobre la cultura política de los ciudadanos, para identificar los avances que se van construyendo y no tratar a la gente como si estuvieran más atrasadas, mas bien situarse en sus rutas de cambio. Importa también identificar conflictos y tensiones que no le permiten avanzar. Igualmente reque-


1. Existen parques en barrios de clase media alta que son ocupados por sectores populares los fines de semana. O centros comerciales que se han convertido en lugares de paseo para todos los habitantes de las grandes ciudades no circunscribiéndose a los de su barrio. 2. Referidas a políticas sociales, alimentación, género, entre otras. 3. La democracia también se hace con los medios». Sondeo. Alfaro. Calandria, Julio 1998 . 4. VATTIMO, Gianni. La sociedad transparente. Paidos, en Pensamiento contemporáneo #10. Barcelona 1990, pág 87. 5. Ver los textos de: ALDANA Celia, «Revueltas íntimas» y de ALFARO Rosa María «Maternidad y liderazgo» publicado en inglés en «Women in grassroots communication».

6. Encuesta realizada en Lima cuyo informe está titulado «De igual a igual». Alfaro. Calandria. Marzo 1998. 7. Relatado por María Cristina Matta en una exposición en el Encuentro Nacional de Facultades de Comunicación Social del Perú, llamado «Ciudadanía: el derecho a la información y la comunicación en el Perú», el día 25 de Setiembre de 2,002.

13. Son interesantes los métodos introducidos por el exalcaldde de Bogotá Antanas Mockus, en el sentido de dar orientaciones prácticas de cómo establecer comunicaciones grupales de carácter participativo y democrático.

9. Reguillo Roxana: pág 468 10. Un alcalde provinciano, cuestionó al periodismo por no considerar a la pobreza como un tema de los medios pues éstos consideran que no es noticia, así cuestionó el poco compromiso del periodismos con el desarrollo de los pueblos más olvidados. Se presentó en una entrevista del suplemento SOMOS del diario de circulación nacional «El Comercio» del Perú.

BIBLIOGRAFÍA

8. Como se demuestra en «Una televisión Parcializada» Veeduría Ciudadana de la comunicación Social. Lima 2,002. ARENDT

Hannah.

«La

condición Humana». Paidos. Estado y Sociedad. Barcelona 1993.

ALFARO Rosa María. «De la conquista de la ciudad a la apropiación de la Palabra» Calandria-Tarea. Lima1988, segunda edición. «Ciudadan@s de a de veras». Una propuesta de vigilancia de la gestión pública, desde un enfoque comunicacional». Calandria. Lima. 2,002

11. Este nombre se extrae del análisis, fruto de una larga e interesante investigación, que presentara Fernanda Sánchez en el evento «Comunicación, ciudad y ciudadanía» en Quito Ecuador (Setiembre 1997, organizada por FLACSO y la Ebert) y que alude al mismo uso pero dentro de una estrategia de fomentar la inversión mundial en las ciudades de Curitiba y Barcelona, usando como recurso el constituirlas en ciudades modelo del mundo.

CORTINA Adela. «Ciudadanos del mundo. Hacia una teoría de la ciudadanía» Alianza editorial. Madrid 1997.

12. Instituciones diversas en Latinoamérica, como CALANDRIA, usan las plazas públicas para proyectar videos educativos en pantalla gigante, promoviéndose que la gente discuta y proponga salidas ante determinados problemas, usando diversos mecanimos de participación y comunicación: ver ALFARO 2,002.

CRUCES Francisco y DIAZ DE RADA Angel. «La ciudad emergente. Transformaciones urbanas, campo político y campo asociativo en un contexto local». Universidad nacional de Educación a distancia (UNED). Madrid 1996.

CRUCES Francisco. «El ritual de la protesta. Marchas en la ciudad de México». Informe provisional. Departamento de Antropología. Programa Cultura Urbana en la ciudad de México. UAM-Iztapalapa/ Rockefeller Foundation. Setiembre de 1995.

R. Alfaro

NOTAS

rimos saber sus opiniones, demandas temáticas y sugerencias desde el nivel más individual. Para ello recomendamos el uso de sondeos y encuestas o trabajos cualitativos complementarios, por lo menos semestrales. Estos tienen un papel educativo y político importante en tanto permiten plantear discusiones y evidenciar de manera transparente lo que piensa, siente y valora la gente, cuyos resultados al ser publicados motivan la discusión familiar o entre vecinos activando las redes sociales y permiten que el ciudadano se confronte con las tendencias existentes.

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ENTEL Alicia. «La ciudad bajo sospecha. Comunicación y protesta urbana» Paidós. Estudios de Comunicación. Buenos Aires 1996. LOPEZ Sinesio. «Ciudadanos reales e imaginarios. Concepciones, desarrollo y mapas de la ciudadanía en el Perú. IDS. 1997. ORTIZ Renato. «Mundialización y cultura» Alianza editorial. Buenos Aires 97. REGUILLO Roxana. «La construcción simbólica de la ciudad. Sociedad, desastre y comunicación. ITESO. Universidad Iberoamericana. México 1996. SILVA Armando. «Imaginarios Urbanos». Bogotá y Sao Paolo: cultura y comunicación urbana en América latina. Tercer mundo editores. Colombia. 1994. CALANDRIA: varios sondeos de cultura política. Autores varios: «Entre públicos y ciudadanos» 1994. «Los medios, nuevas plazas para la democracia» 1995. «Escenografías para el diálogo» 1997.

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comunicación


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