
5 minute read
6 YREPRESAS PARTE ii
PRO TECCIÓN AM BIEN TAL HIDROELÉCTRICAS
tíficos mundialmente reconocidos, como el ecólogo español Margalef; y es calificado como “…catástrofe ecológica” en el propio informe oficial del estudio ecológico del Paraná Medio. Muchos especialistas empezaron a clasificar la energía hidroeléctrica obtenida con represas como recurso energético no renovable, porque arruinan los ríos.
Advertisement


Progreso Humano o Progreso Tecnológico ¿Es progreso que muchas personas pasen de un modo de vida artesanal, campestre o de ciudad chica, en contacto con las materias primas, las personas, las plantas, la tierra, siendo cada uno de algún modo su propio jefe, a un modo de trabajo mecanizado, entre máquinas, abstracto, monótono y despersonalizante, como engranaje anónimo de enormes empresas industriales de las cuales se es esclavo? El aumento de este tipo de trabajo, que deshumaniza y crea dependencia, es presentado como el principal motivo para construir represas hidroeléctricas. Se habla mucho de que esto aumentaría el producto bruto. Pero no se tiene en cuenta el verdadero costo humano: depresión, tristeza, decaimiento, masificación, soledad, anonimato. El verdadero progreso viene de mejorar la productividad y la organización de esa vida de tipo artesanal, tradicional, independiente, basado en el desarrollo de la verdadera vocación natural de la gente y del lugar, manteniendo su estilo de vida. No es progreso transformar a las personas en robots obedientes, regimentados en fábricas, sacados de sus casas de verdad y archivados en casitas de cemento prefabricadas impersonales y monótonas, o en edificios abstractos de departamentos. Estos “conjuntos habitacionales” benefician a los empresarios de la construcción, pero parecen aptos para robots, no para seres humanos. En estos barrios tan “modernos” tienden a desaparecer la vida de vecindario y las tradiciones, reemplazadas por el mirar televisión y el comprar la mayor cantidad posible de “productos de consumo”; esto beneficia al comercio y la industria, pero perjudica a la gente. De este modo, los proyectos gigantescos y violentamente tecnificantes, como el Paraná medio y otros parecidos, harían que el trabajo rutinario, el “consumo” y el comercio se hagan todavía más dominantes de la existencia humana, y al mismo tiempo causarían una destrucción excesiva de lo natural y su reemplazo por lo artificial. Estos procesos son considerados totalmente perjudiciales por muchos grandes conocedores del ser humano. Lo anterior es una descripción abreviada de unos pocos, los más simples y graves, de los muchos trastornos gravísimos y pérdidas de valores imprescindibles que son resultado inevitable de este tipo de enormes obras de gran violencia sobre el ambiente natural y humano. Todo esto es reconocido por los que desean hacer estas obras pero, como se ve claramente en el artículo del Ing. Peter, ellos creen que la producción eléctrica y las enormes obras de ingeniería son más importantes que todo esto y deben hacerse pase lo que pase, encargándose la ingeniería de remendar como pueda los desastres, y ocupándose los expertos en relaciones públicas de “educar” a la población
Ecología & Desarrollo para que acepte todo esto. Cada trastorno causa otros, y éstos otros, y éstos otros, y así sigue. Y las “acciones correctivas” también causan trastornos, y pasa lo mismo. ¿Por qué parece que “todo el mundo” quiere que se hagan estas obras? Porque los que quieren hacerlas vienen haciendo desde hace años en diarios, revistas, televisión, publicaciones especiales, radio…en todos los medios masivos de información, una campaña publicitaria y de manipulación de la opinión pública, para crear o aumentar la aceptación entusiasta de estos proyectos por parte de la población, que conoce poco o nada sobre el tema. Se habla mucho sobre los supuestos beneficios de estas obras (mencionan con insistencia el esquí acuático y el turismo (en un lago chato y vacío en vez de las islas y brazos del río llenos de vida), mientras que se suprime, deforma o tapa toda información sobre sus malos efectos. Parecen querer tranquilizar a la población asegurando repetidas veces que los “posibles” (en realidad, inevitables) efectos graves están perfectamente calculados, medidos y descriptos con todo detalle, con las técnicas y aparatos más modernos (Peter). Es como si dieran por seguro que, al hacer todo esto, los efectos graves desaparecen; esto se parece mucho a esa típica mentalidad burocrática que dictamina que, cuando hay un problema, lo que hay que hacer es formar una comisión para que lo estudie y redacte un informe (que después se archiva). Algunos apoyan este tipo de obras porque creen que son buenas para el país, porque están entusiasmados con los beneficios supuestos o reales y saben muy poco de los enormes efectos dañinos. Otros empresarios, asesores, etc. las impulsan porque son buenas para ellos (en círculos empresarios se sabe muy bien que la principal razón por la cual se hacen obras públicas enormes es que algunas personas aumentan su fortuna con ellas, no la búsqueda del bien público). Otros motivos por los cuales se desea hacer esta obra son los beneficios políticos y de imagen pública que algunos esperan conseguir, los beneficios que esperan obtener el gobierno chino, y el deseo de varios funcionarios de tener pleno empleo, aunque el “costo” incluya el arruinamiento de ríos y sus valles, y aunque sean empleos en su mayoría temporarios y destructivos de lo mucho que hay de bueno en el modo de vida y el modo de ser de la gente de esas zonas. También se dice: hay que hacer represas porque Brasil las hace y no debemos quedar en desventaja. Sería mejor comprometerse con Brasil a mejorar los países por otros medios y no hacer más represas: muchos de los problemas de Brasil son mayores a causa de las represas: gran deuda externa, epidemias, inundaciones, erosión, pérdida de fertilidad de los suelos, cambios perjudiciales en el clima, desestabilización de poblaciones (Caufield, 1983). Esta “carrera de las represas” con el Brasil debe detenerse. Brasil ya dañó con sus represas ríos importantes que fluyen hacia la Argentina, el Paraná, entre otros. El que un río esté parcialmente arruinado, es motivo para cuidarlo más, no para darlo por perdido; la actitud racional, inteligente, no es “todo o nada”, es “lo mejor posible”. (J.Jacobs, 1984).