El árbol - mayo 2014

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MAYO 2014


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Esta ediciรณn estรก realizada bajo una licencia Creative Commons. http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/mx/ Los derechos de la ilustraciรณn de la portada le pertenecen a Julieta Colรกs. Los derechos de los textos pertenecen a sus respectivos autores. ISSN y derechos de autor en trรกmite.


Contenido El jardín

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Editorial

Frutal soledad

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Uriel Hernández

Árbol nocturno del agua

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Andrés Cisneros

Llegarás

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Daniela Saucedo

Inventario II

15

Zeltzin Alvarado

Bajo la lluvia

17

Isabel Palacios

Cuentos

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Primavera Colunga

Entrevista a Naief Yehya

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Manv Gómez

Mi descubrimiento de la invención de América Latina

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Dorte Jansen

La función de la crítica en la formación de lectores Dalina Flores

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El jardín Editorial En el primer número nos preguntábamos por dónde empezar. Tal vez ahora la pregunta debería ser cómo agradecer la respuesta del público hacia esta pequeña revista. La solución es una sola: hacer un segundo número y cruzar los dedos. En esta ocasión incluimos algo de microficción a cargo de Primavera Colunga, quien brilla no solo por sus movimientos sobre el escenario, sino también por la contundencia y brevedad de su pluma. En este mismo tenor, vemos los textos de Isabel Palacios, Daniela Saucedo y Zeltzin Alvarado; cada una vertiendo su corazón a su manera, convirtiendo las emociones en tinta sobre el papel. Por el lado académico; en este número incluimos un breve ensayo de Dalina Flores que desafía nuestra forma de acercarnos a la literatura. Esto último resulta importante puesto que debemos recordar que el arte es algo vivo, no una abstracción hecha para un museo o galería; por lo tanto, te invitamos a que pases tu vista por las páginas, te dejes llevar por las palabras y, de este modo, le des vida a la literatura.

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poesía


Frutal soledad De la sandía en licuadora hasta el verde limón del vértigo hablan de medias naranjas de conocer rodaja en rodaja 7

y cáscara por cáscara sus semillas entonces zumo mis ojos para no ver todos tiernan yo marchito como manzana que ha respirado aire en mí hay un gusano pensamiento de jugo es el tequila de rojos y amarillos la contraria berenjena que no se escucha mi boca arándano tu piel durazno mi voz de betabel que ya se corta.

Uriel Hernández


Árbol nocturno del agua Estamos esperando hace tiempo que se cumpla el designio de las aguas oscuras. Según el decir de los sabios allí están las reservas contra el hambre de siglos.

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Norma Bazúa

Sale del mar el sol con armaduras de espejo sobre cuatro patas avanza para cortar en siete la selva.

La noche verde lo espera con su mano barroca de agua, sílaba al ritmo del sueño bailando, sien veces sien, raíz de cristal: navaja líquida.

Maraña de aves, una vez la vimos cómo su pie fue un árbol, hundiéndose en la tierra, y los ríos en sus talones terminaban espuma: asimilamos la danza de sus hojas guerreros que bailan alrededor de la hoguera, circulando en las venas entrecruzadas del tronco, bocas y ojos sus hojas, coros del viento, tormenta eléctrica: trizas las nubes, y caen en rocío los cristales: Árbol de lluvia, lávanos la luz despega el sol de nuestra frente, arráncalo con una ola enorme, de un manotazo, para comenzar la nueva cara del día.

Al dar vuelta las hojas tres mendigos llaman al árbol y éste se vuelve follaje de humo se acomoda el cabello en llamas, lo aplaca con su mar


apaga la falda de fuego, la sofoca en lo profundo que espira en la palma de su mano se vuelve carbón oscuro diamante que encierra todas las caras del cero y ondula sus negros brazos. Horizonte, apaga tu vela, ahuehuete pájaro, transfórmate en huevo vacío, apertura en medio del desértico Seri, relámpago en medio de la piedra, ciclón: agua, vuélvete tú misma, ave azul de infinitas alas, vuela arde el mundo en tus manos de río, con tus dedos de agua sostén esta burbuja que encierra al invierno, y que en lugar de nieve caigan tus doradas uñas y cada una de las escamas en tu atuendo cante y transforme tu imagen en lluvia.

El enramado ardiente del cielo se sostiene en la parábola doble que cierra su vértice en un beso.

Toda revolución concluye en tablas, si alguien vence se nombra conquista. En este terrazgo no hay balanza, no hay revolución, sólo agua turbia a manera de sangre.

Aunque esta vez la fronda del viento destroce los trebejos para ser volución del ojo cuántico de Aquila

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no habrá victoria. El agua tiene sentido si tomas de ella, gira, azulada esférica se mueve la anciana: el faisán es árbol que desdobla sus alas 10

hacia dentro, y se funde en tu frente. Sabina, árbol de la noche alegre, plisa volutas, hilos de plata, heno: risa tus canas en plumaje de guerra. Tuya es la vida, Arbora, en la noche hirviente, la clara historia de la verdad en un tornado de hojas líquida águila, desplumándose en infinitas esquirlas: panorámica vista de la explosión primera del agua detenida, eternamente en esta noche violenta en que comienza otra larga batalla.

Andrés Cisneros


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cuento


Llegarás En los últimos días he estado pensando en muchas cosas. En ti, sobre todo. Recuerdo aquellas noches en las que hablabas del 12

futuro: te daba miedo la incertidumbre, no saber si en realidad seguiste el camino correcto… ya sabes, esas preocupaciones que se encargan de darnos la bienvenida a la adultez, pero nunca he sabido por qué te preocupas. Tú vas a estar bien, más que bien. Siempre he sabido que un día viajarás a Europa por trabajo y conocerás a una chica. Apuesto a que será francesa o italiana, quizás incluso estadounidense. Pero creo que será francesa. Sí, una francesa te quedaría bien. Me parece que será castaña, una Audrey Hepburn moderna, belleza clásica que ilumina el lugar en el que está. Su cabello no será largo, no, y sus ojos serán cafés, pero brillarán. Brillarán como si un diamantito fuera parte de sus pupilas. Brillarán cuando sonría. Brillarán cuando hables, porque estará escuchando cuidadosamente lo que tú digas, pensando que eres un genio. Y brillarán cuando ella hable, porque se sentirá como la chica más afortunada del mundo. La verás en un café, en una de las mesas de afuera con una gran sombrilla, pero no le pondrás atención a primera vista. Sé que ordenarás un capuchino porque adoras la espuma que se te pega en el labio, te hace sentir como un niño. Estoy pensando que será una artista: una pintora o una fotógrafa, pero no una escritora. Escribir es una ocupación extraña, rompería su magia. Una pintora, sí. Ella tomará un expreso, café fuerte, negro. Sin azúcar. Estará leyendo, pero no una novela. Poesía. Apuesto a que estará leyendo a E. E. Cummings. Apuesto a que estará leyendo mi poema favorito de E. E. Cummings: no sé qué hay en ti que me cierra y me abre; sólo que hay algo en mí que entiende que la voz de tus ojos es más profunda


que todas las rosas. Nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas. De lejos, creerás que sólo es una chica más, pero en cuanto se volteé y ambos se vean, lo sabrás. Sabrás que es la mujer más hermosa que jamás hayas visto. Te sentarás cerca de su mesa, pero lo suficientemente lejos como para no parecer un acosador. Empezarán un concurso de miradas: quién encuentra el otro viéndolo más veces, quién sonríe con discreción más veces. Creo que usará un sombrero. Un sombrero lindo, no muy grande, a la moda. Aunque no morirá por la moda, se vestirá bien. Ya sabes, ropa clásica que puedes usar en cualquier ocasión: unos pantalones de buen corte, camisas, mocasines, vestidos sencillos, colores neutros. Cuando te vayas, le mandarás un papelito, probablemente con un mesero, y dirá: Merci beaucoup pour la soirée, Mademoiselle. J‟ai eu un très bon temps. Richard Chassier. Pasarán

unos

cuantos

días,

todos

tus

pensamientos

se

concentrarán en ella, la Mademoiselle, y cómo sólo presenciaste un milagro que nunca podrás sostener, ni tocar. Creerás que ella no es para ti. Pero entonces te llegará una invitación para una fiesta y como no hay mucho por hacer, asistirás. Es una galería, la presentación de una artista nueva con un futuro promisorio. Caminarás por ahí, beberás unos tragos y admitirás que los cuadros tienen

algo

diferente.

Después,

alguien

te

llamará,

quieren

presentarte a la pintora. ¿Por qué no? No prestarás mucha atención, pero algo te resultará conocido y ahí está. Iluminando el lugar tan pronto levanta el rostro, los diamantitos todavía en sus ojos. Tendrá un nombre bonito, clásico: Madeline, creo. Suena bien. Esa noche pasará y no hablarán ni la mitad de las cosas que quieren. No podrás dormir, pero por primera vez te imaginarás un futuro con alguien. Dormirán juntos… cuatro o cinco citas después, me parece. Y será por iniciativa de ella.

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Finalmente, la vida continuará su curso. Decidirás quedarte en Francia con ella, te convertirás en un maravilloso músico con un gusto mucho más refinado. No más fantasía norteamericana de rockstar, sino un compositor aclamado por la crítica, el Yann Tiersen de tu generación. Siempre he creído que serías buen 14

compositor para cine. Ganarás un Óscar o dos. Te casarás en una ceremonia pequeña, íntima. Sus pinturas enloquecerán a todos y un día llegarán aquí, a MoMA y vendrás con ella para la inauguración. Y quizá, sólo quizás, te veré de lejos en las calles, de la mano con Madeline, la Audrey Hepburn moderna. Tal vez me veas o tal vez no, pero no me recordarás. Tu vida empezó en el momento en que entraste a ese café y ordenaste ese capuchino. Ella hizo lo que yo no pude: te convirtió en un buen hombre. ¿Qué te parece? Me dices qué piensas. Y deja tu mensaje en la contestadora, ya sabes que nunca escucho el teléfono, pero siempre la reviso. Un beso, Mimí. Daniela Saucedo


Inventario II I. ¿Sabes qué es lo más triste de todo? 15

II. A veces tengo que ir al trabajo como a eso de las 6 o 7 de la tarde. Tomo el camión y todo lo que veo me parece tristísimo. Debe ser sobre todo porque es noviembre, debe ser el clima. Siempre digo que estoy triste pero esta tristeza es nueva: es una tristeza ajena, me siento triste por los demás, por todo. Porque veo a las personas tomando el camión para ir a casa después de trabajar todo el día y van

cansados

y

hambrientos

y

tienen

frío

y

enfrentan

la

cotidianeidad a las siete de las tarde, y el tráfico y las luces de la ciudad y la lluvia que cae melancólica. Y los perros flacos que cruzan la calle. La verdad no sé si me explico, no lo creo, nunca he sido buena en estas cosas, pero quiero decir que durante el trayecto de mi casa al trabajo la posibilidad de estar bien me parece nula, pienso en cosas buenas, porque las tengo, y me ponen muy triste o no me parecen reales, como si no encajaran en esa realidad, como si no pudieran encajar nunca, y me pone triste que sí existan pero que estén tan fuera de contexto. ¡Y la gente! La gente que va a su casa, que va en el camión o que va en su auto atorado en el tráfico de Gonzalitos. Pienso en el tráfico de Gonzalitos, pesaroso, y entonces lloro, me pongo a llorar ahí en mi asiento de la ruta 130). Toda esa gente que hace su recorrido habitual con su resignación habitual y su cansancio habitual, no sé cómo le hacen para ser gente, cómo le hacemos para ser gente. Una masa gigantesca y naranja, triste y pareja. ¿Sabes qué es lo más triste de todo? Verlos dormir. Verme dormir a mí misma. Cómo te explico. Cómo te digo lo lúgubre que resulta todo esto. Esperar el camión y que se te pase, o peor, que se detenga y que vaya lleno. Ir viendo todo. No sé si alguna vez hayas


llorado por todo. Por todos los demás. Porque esas cosas que pensabas que te hacían bien son nada más mentira y así, ahí, a las siete de la tarde de un día de noviembre te das cuenta porque es el momento más real y más transparente. es como darte cuenta de que vas hacia algo pero no importa porque nada tiene remedio, porque el 16

futuro no existe o algo así parecido, todavía no lo he pensado bien. III. ¿Sabes qué es lo más triste de todo? Te vas a reír. Eres tú. Zeltzin Alvarado


Bajo la lluvia El cielo grisáceo me previno de una posible tormenta. El aire fresco erizó mi piel y pronto tomé un taxi en la Central de Autobuses. Me sentí un poco nerviosa, quizá angustiada, como si fuera nueva en la ciudad pero no era así, yo regresaba a casa. Temí estar perdida, temí que al regresar no fuera la misma. Y en definitiva, me sentí diferente, todo me parecía diferente. Observé por la ventana y la lluvia se dejó caer. Al llegar a mi destino, el taxi se detuvo en la esquina. Mi equipaje sólo era una mochila. Me olvidé de la lluvia y toqué varias veces; esperé unos momentos mientras alguien abría la puerta. Tu madre entró en un estado de estupefacción al recibirme, parecía no tener idea de qué sucedía; me sentí como una desconocida que pedía asilo temporalmente. El interior estaba cálido, luego me sentí algo sofocada. Tu hermano estaba situado en la cama frente al televisor. Sin embargo, lo noté muy cambiado. Tenía una apariencia mucho más joven, un chico de ¿veinte años? Tu madre se fue y volvió unos minutos después. Pensé que había ido a buscarte. Tu mamá te pisaba los talones. Ahora, estabas frente a mí y no supe que decir. No pude decir nada. Sólo te miré y tuve la sensación de que no eras el mismo. Te quedaste ahí, a unos cuantos metros intentando descifrar mis pensamientos. Conocía a la perfección la expresión de tus ojos; no obstante, había algo en ellos. Comprendí que no podías reconocerme, no sabías quién era yo y por extraño que parezca, yo sí te conocía. No sé, pero, sabía cómo llegar a tu casa. Era posible que tu mamá me dejara entrar porque pensaba que yo era una de tus compañeras de la escuela, además del hecho de que estaba lloviendo. Sabía cuál era la diferencia de años entre tu hermano y tú. Sabía que disfrutabas de días como estos: lluviosos, frescos y melancólicos. Tenías el rostro de un muchacho de dieciséis

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años, más o menos. No había pasado mucho tiempo desde que abandoné la ciudad, sólo me ausenté por un año y unos cuantos meses. Me pregunto si fue el tiempo suficiente para olvidarnos. La lluvia había cesado, así que salimos y caminamos aparentemente 18

sin rumbo. Nos detuvimos en aquel parque que solía tener un ambiente tranquilo y misterioso. Aquel parque hundido lleno de árboles altos y espesos en follaje. Nos sentamos en el cercado construido con piedras de río. Me sentí vieja a tu lado, no podía explicarme qué estaba haciendo ahí contigo, por qué había ido y por qué me habías seguido sin pronunciar palabra. Tal vez me recordabas o tenías una idea muy vaga de quién era. “Siento como si esto ya lo hubiera vivido antes…” fueron las primeras palabras que te escuché. Incluso tu voz no era como yo la recordaba. “…como si te conociera y a la vez no, pero algo me impulso a seguirte…”. “Es probable… pero yo te recuerdo muy diferente de como te veo ahora. Me siento muy diferente; me siento vieja.” “Pues no lo pareces, tienes las facciones como las de una niña de catorce años… no te ves grande.” “No puedo evitar la sensación de creer que esto ya lo había vivido; es como si retrocediera en el tiempo y viniera por…” “Si esa es tu impresión, yo pensaría que tú sólo eres un mal sueño.” Por un instante, el silencio consumía nuestro tiempo. El olor a tierra mojada inundaba mis sentidos, era como si pudiera degustar la sensación de libertad. Libre como las hojas que bailaban al compás del viento, libre como el revoloteo de mis cabellos. Tu voz me trajo de vuelta a la realidad: “¿Me dirás tu nombre?” “Sabes mi nombre, no hay necesidad de decírtelo.” “No sé quién eres.” “Bueno, así de sencillo, ¿por qué me seguiste, si no sabes quién soy?” “Yo sólo… sentí que debía seguirte. No sé cómo explicártelo. Te he visto en mis sueños y creo estar en uno ahora mismo. Puedes ser quien yo quiero que seas; puedo llamarte Elizabeth, Julia, Mariana, Alejandra o Ana


y serías tú; no sé cómo pero sabrías que eres tú.” “No es un sueño. Soy yo, soy de carne y hueso.” “Eres un sueño. No te conozco, nunca te he visto,

pero siento que… duermo contigo en las noches

calurosas de esta ciudad, caigo en las redes de tu cabello y de tu piel, y al despertar, no estás conmigo. El calor y el sueño pueden afectar seriamente a las personas.” “El insomnio también.” “No quiero dormir, no quiero encontrarte y dejarme caer; pero si no duermo, pasa lo mismo de cualquier manera… aquí estás. Estoy dormido y despierto a la vez, ¿cómo es posible? ¿Si me disparo me despertaré, verdad?” “Puedes intentarlo, incluso puedes asesinarme con la pistola que ocultas… ¿y qué obtendrías haciéndolo si soy un sueño? Nada, tal vez sólo matarías una parte de ti, aunque no quieras reconocerlo.” “Despertar.” “¿Y qué hay si me encuentras allá a fuera, en la realidad? Real o no real, nunca dejarás de verme… ¿cuál es la solución? Sólo hay una, pero no te atreves a tomarla. Tienes miedo. Todas las personas le tienen miedo… no hay nada que puedas hacer, no hay nada que pueda salvarte.” “¿Acaso eres la Muerte?” “Estoy muy alejada de eso, pero si quieres verlo así… anda, dispara. ¡Dispara!” La lluvia torrencial caía sobre nosotros. Nosotros y la lluvia. La lluvia y nuestro deseo. La lluvia y la necedad de ese beso anticipado. La lluvia y el arrepentimiento. La lluvia y un sonido peculiar, ¿un temblor? ¿un disparo? ¿el trinar de las aves? Los pájaros escondidos entre los árboles huyeron. El parque comenzó a desplomarse de forma vertiginosa. Fui arrastrada por la tierra. El cielo nublado también estaba colapsándose. No había lugar a dónde ir. Ahora, todo era oscuridad. El dolor me arrebató de las profundidades del sueño. Desperté empapada en sudor e inmóvil, con una extraña sensación en el cuerpo. Una sensación que nunca había experimentado. No podía

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levantarme de la cama, tenía la visión borrosa, cansada. Estaba batida entre el sudor y mis cabellos enmarañados, entre el sudor y la sangre que emanaba de un pequeño orificio en mi costado derecho, entre el sudor detestable y el dolor intenso ocasionado por la bala. Lentamente sentí cómo me vaciaba, sentí cómo se me iba la 20

vida por esa herida diminuta. Si me preguntan cómo llegó ese pedacito de hierro a mí, no tengo idea. Sólo puedo decir que al fin, me sentía libre. Isabel Palacios


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microficci贸n


Karla Cuando estaba en primaria me juntaba con la niña más bonita del salón, se llama Karla. Su papá tenía una combi destartalada. Nos gustaba jugar a las escondidas entre los asientos y ver quién 22

aguantaba más tiempo colgada de los pasamanos. Igual siempre ganaba porque era de su papá y si se le daba la gana me bajaba y ya no me volvía a invitar. A veces se robaba morralla de la bolsa de su mamá, la poníamos en el cajoncito de madera. Lo mismo hacíamos de cantantes con guitarra, señoras gordas, niños malcriados, ancianos con bastón, raperos desconsiderados, pubertos gritones, que de cumbieros y esposas, que sin duda eran nuestros roles favoritos. Karla era el cumbiero y yo la esposa que le hacía compañía en el asiento de atrás y le llevaba el taco. Ayer me la topé en la ruta 14, todavía es bonita, pero le cuelgan unas lonjas por los lados del pantalón, tiene pechos caídos, paño y un bebé. Estoy segura de que era Karla; besó al chofer de la misma forma en que me besaba cuando estaba muy entrada en el papel. Tal vez lo recordó y por eso agachó la cabeza cuando le sonreí. . Su bastón salió disparado. Muerto en medio de la calle. Todos lo envidian, ahí, tan sereno. Pero él está preocupado. ¿Y si se pone al revés la túnica? ¿Los ciegos siguen siendo ciegos cuando mueren? ¿Qué clase de dios piadoso le pide a un ciego que vaya por el camino recto, si no puede siquiera ver el camino? ¿En el cielo hay perros lazarillos? Ya viene la luz. Sólo espera que los señalamientos estén escritos en Braille.


. Todas las mañanas inspecciono el patio con la esperanza de topármelo. A veces tengo suerte y coincidimos en los escalones que están cerca del baño. He notado que le gusta estar conmigo, mira mis piernas. Seguro espera que duerma con él. Uno de estos días voy a terminar cediendo a sus insinuaciones silenciosas. Cuando está cerca, me porto como una tonta, es como si otra vez tuviera ocho años. He pensado en pedirle que venga a casa cuando mis papás no estén, pero no sé si es correcto. Sólo ha pasado un mes desde la primera vez que lo vi, tal vez debería esperar. Por lo pronto, me conformaré con las citas furtivas y los rascados de panza. Ojalá mi casa fuera más grande y hubiera espacio para él. Mar revuelto Se estaba hundiendo en cuentas y deudas, navegaba en ellas. Sólo buscaba tierra para prender el microondas y descongelar pescado: 5, 4, 3, 2, 1... pip, pip, pip, pip. Volvía a sumergirse. En el amor era corsario, pero terminaba como pirata (parchando y sólo con un palo). Nunca quiso hijos, anclas, como los llamaba él. Su educación se ahogó en la facultad, cuando lo descubrieron atracando los tesoros de la escuela. Tenía un barco de interés social que tuvo que hipotecar el día que unas olas de traje y corbata golpearon la cubierta.

Harto del mar revuelto, decidió vendarse los ojos y

caminar por la plancha. Su cuerpo ha naufragado en un cementerio donde nadie iza velas. Primavera Colunga

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entrevista


Entrevista a Naief Yehya* Enfermos mentales, actrices porno, delincuentes, asesinos y demás personajes que padecen o provocan destinos paradójicos, habitan las páginas del libro Rebanadas, de Naief Yehya, un conjunto de historias que muestran la desavenencia humana en el límite de su condición.

Naief Yehya (1963) nació en la Ciudad de México. Es ingeniero de profesión, pero desde hace muchos años es analista cultural y escritor, especializado

en

la

condición

tecnológica

de

las

sociedades

contemporáneas. Sus textos han aparecido en medios como La Jornada, Reforma, Milenio y Letras Libres. Ha publicado tres novelas, dos libros de cuento y varios volúmenes de ensayos, entre los que destacan Tecnocultura (2008) y Pornografía, Obsesión sexual y tecnológica, ambos bajo el sello Tusquets.

Rebanadas fue publicado por el Conaculta, dentro de su colección El guardagujas.

A continuación una charla telefónica con el autor a propósito del libro. Estas rebanadas tomaron poco más de diez años en convertirse en libro, ¿es posible encontrar una evolución de Naief Yehya a lo largo de los cuentos que componen la obra? Creo yo que la hay. El autor de los primeros relatos es un poco más irónico, desparpajado, menos crédulo que el autor de los últimos. Todos tienen el mismo contexto, una era de guerra después del 9/11. El último cuento que escribí fue Zulu, que aparece al final y salvo ése y los dos primeros, los demás no están en orden cronológico. Tal vez hubiera sido bueno ponerle

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fecha a los relatos, pero no quise predisponer al lector. Son rebanadas a fin de cuentas, se mezclan y se confunden unas con otras. ¿Dirías que tu libro es realismo del siglo XXI? 26

Es realismo mediatizado del siglo XXI. Difícilmente es realismo puro. La experiencia del autor que camina el mundo y convierte sus experiencias en literatura es una fantasía. Creo en un autor que hace eso y además mediatiza su experiencia a través de la tecnología. Tiene que ver más con tu función de consumidor que de testigo. Para hacerlo aún más drástico trato de no hablar de la experiencia de Internet, trato de hablar de un mundo post-Internet. En donde la gente aún se ve cara a cara. Actualmente resides en el extranjero, ¿cómo ha afectado esto tu visión de la violencia? No debe ser lo mismo lo que se vive en Medio Oriente que la narcoviolencia nacional. Me ha dado un gran privilegio ver las cosas diferentes y una gran pérdida por no estar aquí. Tengo una deuda profunda por no haber vivido los años más bestiales de la violencia del narcotráfico; los viví en el extranjero, un poco como protegido; pero viví la violencia neoyorquina de principios de los 90, la transformación de mi barrio en Brooklyn. Me perdí fenómenos como la explosión brutal del narco. Sí, la viví, pero a través de los medios. Yo asumo que ya todos vivimos esto de manera globalizada. La guerra de Irak y del narco se nos confunden en un amasijo de víctimas y victimarios.

¿Tu literatura es pornográfica? Es violenta, directa, sin arreglos, casi como un filme gonzo. No es pornográfica. Yo respeto el texto pornográfico, pero sus objetivos son diferentes. Tiene la meta de convertir la palabra en algo que te conduzca a un estado mental de excitación y eso no es lo mío. Ahora, cuando escribo ensayo, exploro la pornografía en todos sus ámbitos: lo social, lo semiótico,


etc. Lo mismo pasa con la violencia. Está en mis cuentos como un efecto retardado, me interesa describirla y hablarla, pero no glamourizarla.

¿Crees en la literatura comprometida? Me cuesta trabajo. Sin embargo he leído grandes textos de literatura comprometida. Sí creo que lo que yo hago tiene una intención social; me interesa que el lector no sólo salga entretenido, sino que vea los aspectos de la cultura que me parecen extremos o aberrantes. Me encantaría darle una visión diferente al lector sobre la guerra o la violencia. Ése sería mi compromiso.

¿Crees que la literatura debe servirle de espejo a la sociedad? Definitivamente. La literatura nos debe nutrir. Si no, no sé para qué sirve. Convertir la cotidianeidad en algo más importante. Algo que sobreviva al momento. La literatura debe hacer de lo cotidiano algo que permanezca, que pueda hablar a través de las generaciones, que pueda motivar, que pueda enriquecer; de lo contrario sólo es una crónica, una narrativa que puede ser interesante en ese momento, pero que se desgasta.

Zulu es un texto que termina en una nota diferente comparado con el resto de los cuentos, ¿qué te da esperanza? ¿Qué es tu “Zulu”? Es el cuento más difícil de todos. Es un cuento que me pone en evidencia. Sin querer yo también me he convertido en un personaje cargado de cinismo, de transgresión. Hay mucho de desesperanza, es contemplar las ruinas y haber sido capaz de escapar de las ruinas. Es como mi historia personal esta ciudad sin nombre, es mi habitación, mis cobardías y mis actos de valor. Es muy difícil hablar de ella, pero a la vez está muy a flor de piel. La idea del perro es muy profunda. No podría ni siquiera sintetizarla. Tiene elementos esperanzadores, pero a costa de algo. A costa de un ejercicio de cobardía. Hay un desvinculo, dices “no es mi bronca”. Este tipo

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de renuncias las hacemos todos los días. Es muy importante saber cuál es mi papel delante de una guerra. Yo fui muy duro al juzgar a los periodistas que me antecedieron. ¿Cuál fue tu papel durante el 68? ¿Qué hiciste ante la guerra del golfo? Son cuestionamientos que te haces como joven y que 28

ahora como viejo trato de responderme.

Manv Gómez *Originalmente publicada en el periódico La Rocka


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ensayo


Mi descubrimiento de la invención de América Latina* II. Conociendo el otro lado En realidad, un continente de tal tamaño y tal diversidad no se 30

puede descubrir ni en un día, ni en un año… entonces ¿Cristóbal Colón logró lo imposible en 1492? Esta interpretación de la Historia es errónea o unilateral. Desde las observaciones perspicaces del mexicano Edmundo O‟Gorman en los años 50 aprendimos que Latinoamérica imposiblemente pudo haber sido descubierta, dado que ya había existido antes de que Colón llegara al Caribe. El historiador O‟Gorman argumenta que el explorador no estaba consciente de qué tierra se trataba (este mérito no fue suyo). Buscaba el camino más breve para la India, navegando por el occidente, y creía seriamente que Cuba ya formaba parte de Asia. Por eso, durante siglos el nuevo continente se llamaba las “Nuevas Indias”. En los mismos años, otro navegador audaz llamado Vespucio Américo emprendió el viaje por el litoral de Brasil hacia el sur, queriendo encontrar la entrada al Océano Pacífico. Su intento fracasó, pero al menos se dio cuenta de que el “nuevo mundo” tenía que ser un continente hasta entonces desconocido que nada tenía que ver con Asia. En homenaje a él lo bautizaron “América”, en forma femenina para hacer juego con Europa, África y Asía. En “El presagio de América” (primer capítulo de Última Tule) Alfonso Reyes

narra

también

los

acontecimientos

históricos

del

descubrimiento y se empeña en cambiar la perspectiva excéntrica de los europeos, sin embargo reconoce que hay que insertarla en la verdad global. Afirma con agudeza que América no se llamó Colombia “gracias a la mejor pluma” del florentino Américo Vespucio. Señala la subjetividad de la interpretación de la Historia


(p. e. “Si la derrota de las naves era una, el viaje que cada uno hacía con la mente era distinto” [Reyes, 35]) y deja claro que Cristóbal Colón murió engañado. El regiomontano se atreve a comentar “que el descubrimiento de América fue el resultado de algunos errores científicos y algunos aciertos poéticos” (Reyes, 44). Nadie ha expresado con tanta elegancia la visión de América Latina como una utopía, una superficie de proyección de los sueños europeos: América, puede decirse sin violencia, fue querida y descubierta (casi “inventada”) como campo de operaciones para el desborde de los altos ímpetus quiméricos. […] Hoy por hoy, el Continente se deja abarcar en una esperanza, y se ofrece a Europa como una reserva de humanidad. […] La declinación de nuestra América es segura como la de un astro. Empezó siendo un ideal y sigue siendo un ideal. América es una Utopía. (Reyes, 60)

Edmundo O‟Gorman en La invención de América es más estricto que Reyes,

y

se

niega

rotundamente

a

decir

que

América

fue

descubierta. Más bien se trataba de un lento proceso de invención conceptualizado por los españoles en un contexto histórico mundial de modernización. Durante muchos siglos ni siquiera los chinos sabían que vivían en Asia hasta que un día llegó un europeo con un mapa mundial y se lo explicó. ¡Qué casualidad que los españoles cayeron primero en el continente que hoy se llama América y no “Humboldtia”! ¿Cómo sería Latinoamérica hoy en día si hubieran llegado antes los holandeses o los alemanes? ¡Difícilmente cabe en la fantasía! (¿Sería un Gringolandia dos pero con una lengua más complicada que suena como “Achtung! Still gestanden!” o “estrujenempujen-bajen”?) Incambiablemente, llegaron los españoles y con ellos su lengua, su gramática, su cultura y el catolicismo. Con ellos empezó

el

complejo

proceso

de

mestizaje

cultural

o

de

transculturación. Para mí es el gran punto en favor de los españoles: aunque hayan tratado mal a los indígenas, dejando así

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una “herida colonial”, al menos se sentían atraídos por las hermosas mujeres indias y así se dio el mestizaje. En México casi todos llevan sangre indígena como lo dice el niño protagonista en la novela Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco: 32

Gracias a la pelea mi padre me enseñó a no despreciar. Me preguntó con quién me había enfrentado. Llamé indio a Rosales. Mi padre dijo que en México todos éramos indios, aun sin saberlo ni quererlo. Si los indios no fueran al mismo tiempo los pobres nadie usaría esa palabra a modo de insulto. Me referí a Rosales como “pelado”. Mi padre señaló que nadie tiene la culpa de estar en la miseria, y antes de juzgar mal a alguien debía pensar si tuvo las mismas oportunidades que yo (Pacheco, 24).

Hoy en día, cuando usamos la palabra “latinos”, ya no pensamos en los romanos, sino en una nueva raza que surgió tras unos acontecimientos históricos como la emancipación de los criollos, la independencia de España y un mestizaje de sangre y de culturas. Este nombre dio identidad a un grupo frente al mundo y frente a los norteamericanos que discriminan a los latinos blancos por no ser lo suficiente “blancos”. Hoy la Latinidad, que provino del concepto francés de “Latinité”, contrasta sobre todo con el norte anglófono. Antonio Cornejo Polar en su ensayo sobre la heterogeneidad sociocultural en las literaturas andinas Escribir en el aire intenta dar también otro giro hermenéutico a la historia, tomando como ejemplo la crónica de Cajamarca. Con la llegada de los españoles a Perú en 1532 se confrontaron dos mundos; los conquistadores hicieron entonces el ritual absurdo del requerimiento para legitimar su invasión. Había muchos analfabetos entre los españoles pero exigían que los indios supieran leer la biblia (¡en latín!) y reconocer su carácter sagrado. Fue un choque violento entre escritura y oralidad, en el cual la biblia representa el símbolo de la incomunicación. ¿La


existencia de cuál dios era más convincente? ¿El que estaba encerrado en un libro o el sol que nunca desaparece? Imaginémonos, además, la intraducibilidad de tal confrontación. Existen varios escritos sobre el momento en el cual Atahuallpa arrojó la biblia. Las múltiples variantes muestran que poseen mucha invención e ideologismo. ¿Quiénes fueron realmente los testigos e intérpretes aptos para comprender la situación? La escritura entra en los Andes como significado del poder, como la famosa “carta canta”, la carta que sabe y ve todo. La catástrofe de Cajamarca marcó para siempre la memoria del pueblo indio y quedó emblematizada en la muerte de Atahuallpa. La herida colonial permea en la (sub-) conciencia y se tradujo no a la escritura, sino en forma de memoria oral al baile indígena. Hay una necesidad de cambiar la Historia e invertir la perspectiva: los conquistadores son los que no hablan, y sólo los que no leen, hablan y omiten la muerte del príncipe. En su libro The Idea of Latin America (2005) el argentino Walter Mignolo trata de curar “la herida colonial” y opta por un “discurso decolonial”. Señala que la

interpretación de la

historia

fue

eurocéntrica y que se debe cambiar el lugar de enunciación para poder replantear el conocimiento geo-político. El acto de la penetración de los españoles en América fue una grave incisión, invirtió el mundo que había existido hasta entonces; lo puso patas arriba y en su lengua fue un “pachakuti”. La desaparición de Anáhuac

y

Tawantinsuyu

no

quedó

registrada

por

ningún

historiador español, ni temas como la humillación racista o la esclavitud. Lo que era la fundación para unos era la destrucción (“pachakuti”) para los otros. Hay que oponer una autoestima crítica de decolonización (“critical self-consciousness of decolonization”)

33


frente a lo que se suele disfrazar bajo una retórica de Modernidad (“modernization, salvation, progress”).

Dorte Jansen 34

*Parte 2 de 3, continuará en el próximo mes


La función de la crítica en la formación de lectores En la tradición más añeja de la teoría literaria, existe una tendencia que apuntala el establecimiento de modelos para definir lo que puede ser considerado como literario, o no. Esta práctica, como hemos visto, es totalmente normativa, ya que intenta imponer un canon que se apega a los gustos de ciertos grupos cupulares y sus discursos de autolegitimación, en todos los sentidos. Sin duda, este tipo de crítica se ha promovido en la mayoría de los ambientes literarios con resultados paradójicos y problemáticos. Por un lado, en los medios académicos, se alienta a los profesionales de las letras a que otorguen valores y validaciones a las producciones literarias que cuentan con ciertos rasgos canonizados; sin embargo, esta imposición, por integradora y amplia que se pretenda, no puede abarcar, a ciencia cierta, la naturaleza del arte. En su afán normativo, este tipo de crítica pretende asimismo señalar las rutas de construcción de los textos a partir de un modelo asociado con „altos valores‟, en vías de incentivar a los creadores para

que

su

obra

sea

cada

vez

de

„mayor

calidad‟.

Desafortunadamente, más que entenderse, en ese sentido, como una herramienta para „mejorar‟ la propuesta literaria individual, algunos autores desacreditan la función y el valor de la crítica, convirtiendo parte del proceso de la comunión estética (pues el crítico antes que nada es un lector) en una hoguera de vanidades. La intención de este pequeño apunte no es discutir sobre la validez de tales procesos de canonización (producción, circulación y recepción de ciertos discursos), pues evidentemente está dirigida a un grupo selecto de lectores, sino plantear una propuesta sobre la función de la crítica literaria, entendida como un discurso articulado

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en un entramado sociocultural complejísimo, donde, antes que nada, tendría que aportar rutas para la generación de lectores. A diferencia de la normativa, la crítica descriptiva pretende encontrar rutas de navegación por el texto, y señalar al lector 36

algunos elementos que podrían aportarle una lectura literaria más gozosa y placentera. En este sentido, se trata de construir puentes, como andamios,

para acompañar al lector por un tránsito que

puede ser oscuro o bromoso. El crítico literario, como acompañante o formador de lectores, debería de generar vínculos entre el texto literario y la vida del lector, a través de componentes que funjan como detonadores para la interpretación y la experiencia estética. Desde el presupuesto anterior, tampoco se trata de colonizar el juicio de los lectores, sino de abrir rutas (reconocimiento de intertextos,

efectos

de

los

recursos

narrativos,

relación

con

contextos particulares de producción) para que se conviertan en agentes autónomos, capaces de ir haciendo más efectiva y placentera su experiencia literaria. Es necesario apuntar que no estoy afirmando que este tipo de crítica (descriptiva –sin llegar a la exégesis unilateral) tenga que ser la única forma de acercarnos al texto, sino que el crítico, como creador, tiene que ser muy consciente del público al que está dirigiendo sus escritos, así como de sus intenciones para hacerlo. De esta manera, su función podría ser más constructiva, en todos los sentidos, y menos dogmática. Por otra parte, no veo ningún valor efectivo en la desacreditación gratuita de ningún tipo de texto, es decir, creo que la crítica puede ser muy clara y precisa, pero no creo en las prácticas humillantes de algunos „eruditos‟ que creen tener la única verdad del universo y, en


nombre de Aristarco, denostan no sólo los textos, sino a los autores. Tampoco creo en el afán correctivo que experimentan algunos críticos al pretender dictar cátedra sobre la construcción literaria, pues el crítico no es un tallerista cuyo comentario apunte hacia el mejoramiento de un texto, sino quien determina, desde la tradición normativa, el valor literario de la obra (que, en mi universo particular, puede ser cuestionable). Estas tendencias, evidentemente, no se orientan hacia la formación de lectores. Nos encantan los dogmas, la clasificación; el ser humano se regodea en su capacidad de hacer juicios y establecer valores, sobre todo, cuando se nos ha formado en la soberbia y en la competencia; pero también existen otras prácticas para comprender y explicar el mundo; desde la sorpresa y la curiosidad que nos lleva a mirar con atención, a atisbar en los secretos de la naturaleza, del arte y de la ciencia. Cuando pensamos que el otro es parte de uno mismo, lo que se persigue es la posibilidad de que los bienes (materiales o espirituales) también sean disfrutados por el otro que es yo mismo, y es ésa la función que creo que debería desempeñar la crítica en la formación no sólo de lectores sino de una comunidad más abierta y receptiva.

Dalina Flores

37


38

semblanzas


Dorte Jansen es maestra en Literatura Mexicana de la Universidad Veracruzana. Estudió su licenciatura “Enseñanza de lenguas extranjeras:

español

y

francés”

(2004-2010)

en

la

Philipps-

Universität Marburg, Alemania. En 2006 fue un año de intercambio estudiantil a Sevilla, España, donde estuvo inscrita en Filología Hispánica. En 2008 estudió un año Artes del espectáculo en Montpellier, Francia. Actualmente vive en la Ciudad de México, donde aspira entrar en el doctorado de Letras de la UNAM con un proyecto sobre la dramaturgia mexicana contemporánea. Escribe y dirige mini obras de teatro (“Seguros T.T.A.S”). Dalina Flores Hilerio es promotora cultural, investigadora y catedrática universitaria. Es doctora en Filosofía con acentuación en Estudios de la cultura; tiene la maestría en Lengua y Literatura por la

Universidad

Autónoma

de

Nuevo

León.

Sus

líneas

de

investigación son la didáctica de la literatura y la narrativa. Fue becaria del Centro de Escritores de Nuevo León en 2001. Es autora de un libro de cuentos: Historias para leer en lunes (2010), publicado por la FFyL de la UANL. Obtuvo el premio nacional de fomento a la lectura “México lee 2010”, en la categoría de Otros espacios educativos con el trabajo "Biblionautas, un viaje lúdico por el universo de los libros". Zeltzin Alvarado del Toro. Professional underachiever, niña monstruo, traductora y teacher. Fan de Lost. Estudió Ciencias del Lenguaje con Acentuación en Traducción e Interpretación en la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL y antes de eso, la prepa. Nació en Monterrey pero por ahora reside en el Distrito Federal y piensa quedarse hasta que la corran de su actual trabajo. Le gusta Shakespeare, abusa de los diminutivos y es tímida.

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Primavera López Colunga. Bailarina saltillense egresada de la Compañía y Escuela Profesional de Danza del Estado de Coahuila. Actualmente radica en Xalapa, Veracruz, donde se entrena y baila como invitada de la Facultad de Danza de la Universidad Veracruzana. Joven y parca, Primavera junta palabras en momentos 40

de ocio y días de lluvia. Daniela Saucedo. Joven y femenina versión de Ted Mosby que recita de memoria los monólogos de Helga G. Pataki. Estudia Letras porque su más grande deseo es hacer reír a las personas a través de sus escritos. Gustosa del fashion, cinéfila obsesiva, amante de la música con sonido orgánico y letra profunda. Si Pam Beesly viera la Fórmula 1, sería su representación más fiel en la cultura pop. Andrés Cisneros de la Cruz. Ciudad de México, 1979. Poeta y editor. Tiene seis libros publicados: Vitrina de últimas cenas (2007), No hay letras para escribir tu epitafio (Mezcalero Brothers, 2008), Como la nieve que dejan los muertos (2009 y segunda edición, 2010), Ópera de la tempestad (Metáfora/VO, 2011), La perra láctea (Inferno Ediciones, 2012) y Fue catástrofe (Rojo Siena, 2013). Estudió Letras Hispánicas en la UNAM y Comunicación Social en la UAM. Es colaborador del programa Luces de la ciudad y Radio Etiopía. Actualmente es editor de Verso Destierro. Uriel Hernández Gonzaga. 2 de febrero de 1992. Aguas Blancas, Municipio de Coyuca de Benítez, Guerrero, México. Estudiante del sexto semestre de la licenciatura en psicología de la Universidad Autónoma de Guerrero. Forma parte del proyecto Red de Letras, conjunto de talleres para la formación de

jóvenes escritores,

Acapulco

la

Gro,

México.

Ha

participado

Internacional del Libro Acapulco

en

Primera

Feria

y forma parte de los poetas


incluidos en la

antología homenaje a Antonio Machado de la

editorial Artgerust en Madrid, España. Isabel Palacios. Nací en la ciudad de Monterrey, N.L., el 13 de diciembre de 1991. Curso el décimo semestre de la licenciatura en Letras mexicanas, en la FFyL, de la UANL. Me interesa la literatura, el análisis del discurso, la edición y la corrección de estilo, así como la creación literaria. Sin embargo, otras de mis pasiones son las artes plásticas; he tomado cursos de pintura, como el taller de Trompe L'Oeil: engaño al ojo, impartido por CONARTE en el 2013. Actualmente soy becaria del Centro de Estudios Humanísticos con una investigación enfocada en estudios discursivos.

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CONVOCATORIA El árbol, revista literaria, convoca a todos los escritores a colaborar con un texto de creación (narrativa, poesía, teatro o microficción), crítica, reseña o entrevista para el tercer número de la revista, a 42

publicarse en línea el 15 de junio del presente año. El tema de esta edición es “LA CIUDAD”. BASES 

Los textos deben ser en Arial 12 a espacio y medio.

Las reseñas, críticas y entrevistas deben tener entre 800 y 1000 palabras. Los textos de creación no deben exceder las 5 cuartillas.

Hay libertad total para el tema o estilo de los textos.

La convocatoria cierra el 1 de mayo.

NOTA: Todo el material será revisado por el consejo editorial. El envío de textos no garantiza la publicación de los mismos. El autor conservará en todo momento los derechos de su obra.


43

Contacto facebook.com/elarbolrevistaliteraria twitter.com/elarbolrevista elarbolcontacto@gmail.com



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