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Jazmín Romero Epieyú* Remedios Uriana**
La resiliencia de las mujeres Wayüü en el contexto de la extrema pobreza, el covid - 19 y la pandemia de las violencias contra las mujeres y niñas
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Causas de la extrema pobreza y una violencia ejercida por el Estado y los gobiernos de turno. Mujeres Wayüü, recorriendo caminos o trochas de grandes crisis antes de la llegada del COVID 19 – Aléyajawá en nuestra lengua materna
Las mujeres, las niñas y las jóvenes Wayüü se encuentran en medio de una encrucijada. Su difícil trasegar pareciera no tener un final que les proporcione oxígeno y esperanzas a lo largo de sus existencias en un territorio desértico, sin agua y en medio de la hambruna. Quienes no conocen no se imaginarían aquellas realidades que se viven en cada uno de los rincones de las rancherías. Aquellos que se han podido acercar a esta cultura y capturar con sus cámaras los caseríos hechos en bahareque, donde la población toma prestados los recursos que les provee la madre naturaleza, han podido construir sus viviendas, para vivir y sonreír dignamente. Si bien el pueblo Wayüü es el segundo más numeroso dentro de los 83 pueblos indígenas que habitan en Colombia, en el departamento de La Guajira son el 44% de la población, es decir una cifra numerosa que se sitúa en todo el territorio de la península de La Guajira, ubicándose a su vez en un número importante en la República Bolivariana de Venezuela, especialmente en el estado de Zulia.
Los Wayüü con sus largos senderos llenos de trupío, cactus, tunas, entre otras plantas espinosas, muestran parte importante de lo que están hechos como seres humanos. Su contexto social, territorial, económico, ambiental, no ha sido nada fácil para adelantar sus procesos de subsistencia y supervivencia en el ámbito territorial.
* Movimiento Feminista de Mujeres y Niñas Wayüü. ** Mujer feminista y activista Wayüü.
Para nadie es un secreto que esta población ha sufrido grandes cambios territoriales desde que llegaron los megaproyectos al territorio Wayüü, las empresas como Carbones del Cerrejón, Chevron, Big Group Salina S.A.S, Electricaribe, Gases de la Guajira, etc.
Estas empresas se presentaron como los salvadores de los bienes y recursos que reposan en territorio de los indígenas Wayüü, pese a que muchos de los dirigentes Wayüü en ese entonces cuestionaron dichos megaproyectos. Sin embargo, los gobiernos nacionales, departamentales, municipales y las corporaciones establecieron mesas de negocios con dichas empresas, decidiendo que esos proyectos eran el mejor futuro para La Guajira y haciendo que tales proyectos tuviesen raíces en los territorios de los Wayüü. Estas empresas mantienen una fachada para mantener su táctica que les ha funcionado muy bien y que consiste en: “divide y reinarás”. Los fajos de billetes se veían de aquí para allá en jugosos contratos, entre los amigos politiqueros de las grandes empresas; grandes abundancias como si fuesen las épocas de las marimbas. Entre las manos poderosas de los gobernantes se murmuraba sobre cuantiosas inversiones e infraestructuras en las comunidades indígenas Wayüü; aquel que creía en estas mentiras piadosas las repetía como loro, pero aquel que no creía decía que esas obras solo existían en el papel para saquear el erario, y que además íbamos a ver obras sin terminar, aunque se sabía que ellos sí habían terminado los contratos. Luego justificaban las millonarias sumas exorbitantes de recursos que se robaban, así como cuando llega la hiena a quitarle la presa al otro animal depredador.
Situación actual de las mujeres y las niñas Wayüü en contexto del COVID – 19, en nuestra lengua materna Aléyajáwá
Son numerosos los dolores en el cuerpo de las mujeres Wayüü que padecen estas realidades desagradables para el crecimiento y desarrollo de toda cultura. Más de ocho kilómetros recorren las mujeres, niñas y jóvenes Wayüü en busca del líquido preciado, nos ponen en el epicentro de la África moribunda o quizás peor que la situación que padecen los habitantes de ese continente. ¿Cómo explicarle al mundo esta cruel realidad?, vemos como utilizan los rostros de las mujeres Wayüü para decir que La Guajira es rica en todo.
Las mujeres Wayüü viven una tragedia para lograr sobrevivir en medio de la nada. A las mujeres, en particular, les toca ir por el agua a los lugares donde se deposita y esta agua que se consume no es, además, apta para el consumo humano. Esta agua es apta “para el consumo de los animales” que conviven con dicha cultura. En el proceso de recolectar agua, las mujeres deben cargar en sus hombros veinte litros debido a que el burro, uno de los medios de transporte tradicional, no se ve en las comunidades, por lo tanto, son las mujeres las que deben hacer esta tarea según las costumbres de los hombres “machistas” de esta cultura.1
Los hombres solo van al jawuey (reservorio de agua) a ducharse y estar bien arregladitos, pero
1 https://www.youtube.com/watch?v=sKlDn-009Vk, https://www. facebook.com/MinisteriodeAmbienteyDesarrolloSostenible/videos/304058497289543
no se logra ver por ningún lado a estos hombres cargando la pimpina de agua. Por otro lado, las niñas y adolescentes realizan todo tipo de prácticas domésticas en su entorno: cortan la leña, son la mamá de las hermanitas más pequeñas mientras sus mamás van a buscar el agua y a cortar la leña para luego cocinar los alimentos y pastorear los animales.
Además, sumada a toda esta situación, podemos encontrarnos con las miles de mujeres que salen a los cascos urbanos como vendedoras ambulantes de sus productos propios, lo que se puede denominar en el trabajo del “rebusque diario”; en estos escenarios podemos encontrarnos con las que venden las mochilas chiquitas a un precio casi regalado, también las que venden los camarones a mujeres que viven en las comunidades costeras, las que venden la carne del chivo o el “friche” (carne de chivo frito con arepas), vemos también las que venden los frijoles, frutos silvestres y la miel de abeja.
Todas ellas deben cargar con el motor económico de sus familias. Esta situación las coloca en estado de riesgo y vulnerabilidad, violando todos sus derechos humanos. Ahora, sumado a un contexto de pandemia, tales condiciones se agudizan y se profundizan muchísimo, debido a que no existe ninguna garantía para preservar y asegurar el acceso a una vida digna con un sistema de salud y educación que garanticen sus derechos.
Sus realidades en medio del Covid-19 son bastante alarmantes: muchas de estas mujeres hoy se enfrentan a miles de problemas en su diario vivir. Unos son las implicaciones de la cuarentena que ha decretado el Gobierno Nacional en el contexto de la pandemia mundial. Si bien es entendible que todas las naciones deben acogerse a esa orden, de igual manera deben garantizar el derecho a la vida de las personas en sus territorios indígenas ya que estas comunidades vienen padeciendo de pobrezas extremas desde tiempos atrás; en medio de esta pandemia sus derechos no se están garantizando; de hecho, las mujeres Wayüü se han visto obligadas a salir al rebusque porque deben asegurar ellas mismas el pan diario para sus hijos.
A pesar de que muchas de ellas han sido oprimidas por el abuso de poder de la fuerza pública, han dicho que salen porque no tienen comida para darle a sus hijos; además de esto temen y están altamente preocupadas por los contagios del virus pues tanto ellas como sus hijos pequeños no gozan de una buena salud, ya que hay numerosos niños y ancianos que tienen antecedentes graves de desnutrición crónica aguda. A esto se suma el miedo de asistir a los centros hospitalarios porque, si bien se sabe que la salud es un negocio de las IPS y EPS, ha habido casos de indígenas Wayüü contagiados con el Covid-19 y por ello evitan ir a los centros hospitalarios. A su vez, hay miedo a que les realicen las prácticas de cremación porque dichas prácticas son lesivas para la espiritualidad de los indígenas Wayüü, ya que a los muertos se les brinda un tributo, es decir que se hace un ritual durante la fase del velorio y para la tradición de esta cultura la muerte de un ser querido representa una fase importante en su conexión espiritual.
La resiliencia de las mujeres Wayüü en contexto de la extrema pobreza y la pandemia de las violencias contra las mujeres
No obstante las barreras por las que tienen que pasar las mujeres, las niñas y las adolescentes Wayüü, no paran las diversas formas de trabajo cotidiano que vienen desarrollando a lo largo de la historia para defender los derechos de las mujeres indígenas desde lo individual y colectivo.
Durante años anteriores y hasta la actualidad las mujeres y las niñas Wayüü han desarrollado la resiliencia en cada una de sus rancherías en condiciones de extrema pobreza. Una pobreza que siempre ha estado presente en cada rincón de las rancherías.
Por otra parte, la desigualdad social no solo se manifiesta en lo económico, también en lo político y social. Hemos identificado una discriminación institucional por parte del Estado colombiano, desde los diferentes gobiernos de turno y la ausencia de las políticas con enfoque de género, territorial y diferencial desde los derechos individuales y comunitarios. Entendemos la resiliencia como un proceso continuo que se desarrolla desde lo individual y comunitario, con el fin de superar una adversidad u obstáculos que parecen no tener fin.
Las mujeres y niñas Wayüü son resilientes a pesar de la vulnerabilidad de los sujetos, logran no solo adaptarse al contexto difícil, sino que son agentes activos en la transformación de los mismos a través de sus capacidades del tejido de las mochilas o artesanías, labores que son fundamentales para la subsistencia de las familias claniles.
En la mayoría de las rancherías Wayüü no hay acceso al fluido eléctrico y mucho menos al internet, esto lógicamente pone en evidencia las situaciones de precariedad y condiciones inhumanas a las cuales están sometidas las comunidades indígenas, así como las y los niños y jóvenes en las zonas rurales.
Un grupo de mujeres indígenas Wayüü del norte de Colombia, nos unimos para entonar el himno feminista Un violador en tu camino en respaldo al Día Mundial contra todas las Formas de Violencia que se ejercen contra las Mujeres. Seguimos en la resistencia desde el desierto de La Guajira.2
2 https://twitter.com/ajplusespanol/status/1217122203944345601 https://www.youtube.com/watch?v=Kkp50DtWzXI
Un violador en tu camino en Wayüünaiki Traducido por Remedios Uriana
El patriarcado es un juez Tü nakuipakát náá toluyukaná jia aluwatakat. Que nos juzga por nacer, Mojusü namuín aka jemeyulüin Jieyü. y nuestro castigo es la violencia que no ves. Jaü tü wanjalakat , jía kasat mojuskat nojajkat pirruín
CORO
Es femicidio. Wakayana óütunainshi Impunidad para mi asesino Nojotsü nawalajün noütün jain jieyü
Es la desaparición. Maschikisa´lí Waáyá. Es la violación Ataüjanüshi Waáyá
CORO
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía.
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía.
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía.
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía.
El violador eras tú.
El violador eres tú.
los jueces, el Presidente.
Duerme tranquila, niña inocente, Nojotsü tasirrün jalajatün taya, jamü jukuipá tashén.
Nojotsü tasirrün jalajatün taya, jamü jukuipá tashén.
Nojotsü tasirrün jalajatün taya, jamü jukuipá tashén.
Nojotsü tasirrün jalajatün taya, jamü jukuipá tashén.
Piá ataujaikat jieyü. Piá ataujaikat jieyü Jiá tü alijüna laülayükat Nia shí aluwatashikat saü mapakat Anát pülapün tashónchón
María Mercedes Tello Sánchez*
Cuando el mundo se nos vino encima
La convivencia de la pareja en su hogar, en cuarentena, nos revela una realidad que muestra la necesidad de reflexionar sobre otras formas de asumir la vida desde unas transformaciones estructurales de género.
En cuarentena, la casa -el encierro- es la salvación, el escudo contra ese monstruo que anda suelto buscando un cuerpo para habitar y luego dejarlo en un hospital o en un cementerio. Así, el hogar se convierte en el espacio más importante para sobrellevar esta pandemia y tramitar desde allí la vida laboral y social.
Mientras la pandemia ocupa la atención del mundo exterior, en el interior, en el ámbito privado, se replantea la vida de las parejas. Para algunas, representa la posibilidad de compartir la vida doméstica, haciendo que los días sean más llevaderos y con menos angustia; para otras, la amenaza de un encierro con alguien que significa un peligro para la propia vida; y para las demás, la incomodidad de la presencia cercana del otro durante 24 horas, por quién sabe cuánto tiempo. Como la nueva rutina necesita del concurso de toda la familia, los hombres se ven abocados a entrar a la fuerza en la esfera doméstica asumiendo tareas que para algunos ¿muchos? hacen parte del orden “natural” de la mujer, y por las cuales no pasan sus expectativas para salvarse del coronavirus: participación en los quehaceres domésticos y labores de atención a la familia (cuidado a niños y niñas, personas mayores y adultos dependientes).
Dado que, desde décadas atrás, la masculinidad tradicional entró en crisis por la autonomía de las mujeres, ahora es el momento de comprobar si el monstruo ha muerto o solo dormita… Es así como, en la cotidianidad, por algún lado, aparecen manifestaciones de ese orden invisible con el que se criaron, dando paso al varón que siempre se ha negado a abandonar su poder.
Periodista, feminista, jubilada, profesora universitaria.
“Una pandemia magnifica las desigualdades que ya existen” dice Helen Lewis, investigadora y periodista británica, feminista, quien en su artículo La pandemia afecta de manera diferente a hombres y mujeres señala cómo este evento afectará la vida de las mujeres y las niñas precisamente por las diferencias de género y sexo, no tenidas en cuenta por quienes elaboran políticas de Estado en el mundo. Apunta ella, que William Shakespeare e Isaac Newton pudieron crear algunos de sus más destacados trabajos durante una plaga que atacaba a Inglaterra, justamente porque ninguno de los dos tenía responsabilidades de cuidado infantil.
En este momento el espacio privado de la pareja se abre para dar cabida a la escuela, a la oficina, a la sala de reuniones, siendo ésta una nueva manera de distribuir el tiempo que hace necesario un acuerdo sobre las labores de cuidado.
Según el DANE, en su boletín “Pobreza de tiempo e ingreso” con base en datos recopilados entre 2016 y 2017, el 60 % de las mujeres participan de las tareas del hogar, mientras que solo el 20 % de los hombres lo hace. Cabe preguntarse si estas cifras estadisticas han cambiado durante la época de cuarentena y bajo qué condiciones.
Además esta nueva cotidianidad les roba a las mujeres el tiempo para auto cuidarse, para muchas, allí empezó el viacrucis. Poco a poco la pandemia las va enfrentando a lo que nunca habían querido encarar: las violencias en todas sus escalas.
Desde los inicios de la cuarentena, organizaciones de mujeres feministas y defensoras de derechos de las mujeres a nivel internacional habían advertido el peligro que se cernía sobre las que vivían con maltratadores y llamaban la atención a los gobiernos sobre protocolos que debían ser puestos en marcha para preservar los derechos de las mujeres y sus vidas.
En mayo, dos meses después del inicio de la cuarentena, los medios mostraban en sus informaciones el desborde de la violencia doméstica en Colombia, a tal punto que las secretarías, subsecretarías y los organismos encargados de velar por el cumplimiento de los acuerdos internacionales y leyes nacionales de protección a las mujeres víctimas de violencias, activaron campañas para que éstas pidieran ayuda por medio de supermercados, lugares donde era mas seguro que pudieran salir sin sospecha de sus agresores, además de videos en redes sociales que daban a conocer claves gestuales para mostrar a través de videollamada si estaban viviendo una situación de maltrato por parte de su pareja.
Dice el informe #20 de SISMA Mujer sobre Comportamiento de las violencias contra las mujeres en el marco de la pandemia del Covid-19 en Colombia que la Fiscalía General de la Nación ha recibido 3.069 denuncias de violencia intrafamiliar, durante el periodo de cuarentena, lo que traduce según Sisma que “cada 10 minutos se realizó una denuncia de violencia intrafamiliar “ en el país.
Violencias de todo tipo, las más cuantificables fueron las físicas, las verbales podrían juntarse con las anteriores, generalmente van de la mano, pero ¿cómo contabilizar y pedir a las mujeres que denuncien las violencias psicológicas?
Algunas contaban sus historias y pedían consejo en redes sociales, era tal la desesperación que no importaba exponerse ante desconocidas. Una de ellas contaba que su marido la humillaba por la comida, le decía que se veía gorda, le controlaba cada bocado porque ella había perdido su empleo.
Otra relataba cómo su pareja le tiraba el plato de comida a los pies porque no sabía cocinar, le había tocado asumir las labores del hogar durante la cuarentena sin tener idea de cómo hacerlo por lo que el individuo la llamaba inútil, aunque siempre ella había trabajado y ocupaba un cargo importante en la empresa donde laboraba.
Una más se lamentaba de la falta de compañía de su pareja quien la ignoraba y no le dirigía la palabra durante todo el día, “Soy un cero a la izquierda, ni siquiera me responde cuando le pregunto algo” … “No sé si separarme, siempre ha sido así, pero esta cuarentena agudizó el problema”.
Se supone que cada miembro de la pareja negocia su aporte a la sana convivencia del hogar, en la medida de lo posible, pero considerando que la gran mayoria de los espacios habitados por las familias en Colombia no cuentan con la posibilidad de vivir la individualidad, sobre todo en apartamentos y casas de interés social donde el espacio es reducido, es probable que la cuarentena haya mostrado que el hogar no es el único espacio exclusivo para la pareja.
Albert Camus expresaba a través de uno de los personajes de su novela La Peste, que “Ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y, sin embargo, pestes y guerras cogen a las gentes siempre desprevenidas”.
La incertidumbre del mañana arrastra a la pareja a hacer gala de la paciencia y la tolerancia, o la empuja a la angustia y la presión por un poder que hace parte de la dimensión de género y que permite entender las dinámicas de control que ejercen los hombres sobre las mujeres, los hombres sobre otros hombres o las mujeres sobre otras mujeres en este caso, en las relaciones de pareja.
Florence Thomas* A próposito de la pandemia**
Madre: ¿cómo se lava un baño? 31 de marzo 2020
Desde mi mirada de género, traté de encontrar algo positivo a este insólito drama que viven el mundo y el país. Entonces hoy me parece que vale la pena resaltar lo que muchos hombres, en este confinamiento y extraña cotidianeidad impuesta, están descubriendo. Y lo que están descubriendo es, en primer lugar, lo absorbente, repetitivo y dispendioso del trabajo doméstico, el significado de lo cotidiano. Muchos ni siquiera lo habían pensado ni percibido. Hoy lo están viviendo.
Enfrentados a continuar trabajando desde la casa, miles de hombres hoy deben cocinar, lavar platos, limpiar baños, cocinas y entender cómo funciona esta extraña máquina que está en el patio y que se llama máquina de lavar. Resultado: están rendidos al acostarse por la noche. Y espero que al mismo tiempo que se adaptan a los nuevos ritmos de estas extrañas jornadas del adentro, estén entendiendo también el valor de lo que descubren. El valor del trabajo doméstico. Este trabajo que sostiene el mundo.
Claro, hablo de una cierta categoría de hombres, aquellos que viven solos y sin mayores problemas económicos lo que les permite contratar trabajo doméstico, y que en su gran mayoría viven absolutamente desentendidos de lo que significa esta vida cotidiana hecha de incesantes actividades generalmente percibidas por la cultura patriarcal como pequeñas y triviales; tan pequeñas y triviales, digo yo, que son las que cuidan la vida y que
* Psicóloga, Coordinadora del Grupo Mujer y Sociedad. ** Columnas publicadas en El Tiempo entre marzo y junio de 2020.
permiten que fluya sin demasiados tropiezos. Por cierto, me estoy refiriendo, y es también importante señalarlo, a una generación de hombres del siglo XX, es decir a muchos de los que hoy tienen más de 50 años. Porque sé también que nuestros hijos, y sobre todo la generación de nuestros nietos, ha tenido que aprender, compartir, y ojalá redistribuir estas actividades de la vida cotidiana que, al fin y al cabo, significan un nueva relación con el tiempo, con los sabores, los olores, el frio y el calor, con la limpieza y la higiene, con la proximidad de los cuerpos de la pequeña infancia y de la vejez, con este cuidado cotidiano del bienestar permanente que se debe traducir, creo yo, en una verdadera estética de la existencia que se resume en una ética del cuidado. Que ojalá sea reconocida algún día como patrimonio inmaterial y mundial de la humanidad.
Y sí, muchas actividades que descubren hoy los hombres son para la inmensa mayoría de mujeres de este país, tareas diarias, sistemáticas y rutinarias.
Es momento entonces de volver a nombrar que lo que estoy contando se llama economía del cuidado. Este trabajo no remunerado que muchas mujeres regalan al país y a la economía formal y que según los economistas representa hoy aproximadamente un 20% del PIB. Sobre este punto no sobra recordar, aun cuando ya he hablado de este tema en anteriores columnas y en mi nuevo libro Nosotras, las mujeres (Editorial Intermedio2020), que fue la economista Cecilia López quien logró ya hace unos 10 años (ley 1413 de 2010) hacer reconocer y regular la inclusión de la economía del cuidado en el Sistema de Cuentas Nacionales con el objeto de medir la contribución de las mujeres al desarrollo económico y social del país.
En fin, esperemos que este insólito periodo de confinamiento nos permita reflexionar sobre muchos eventos que han sido poco pensados o trabajados por una sociología de la vida cotidiana.
La tristeza también mata
12 de mayo 2020
Un hecho comprobado por todas y todos los especialistas de los adultos mayores, o de la tercera edad o como los llamen es que la tristeza, la soledad y la depresión también matan. Eso se puede comprobar en casi todos los países del mundo a raíz de esta pandemia y del severo confinamiento de los mayores de 65 o de 70. Los viejos, las viejas se mueren de no ver a sus hijos, a sus hijas, a sus nietos, de no tener ningún contacto con el exterior y vivir como una clase de parias de la sociedad. Algunos dejan de comer, otros pierden las ganas de vivir. Y, sí: la tristeza también mata.
Este tema se ha vuelto viral y álgido muy particularmente en Francia, un país que ha tenido un récord de muertos en los establecimientos para adultos mayores de 70 años, muchos de 80 y 90 y en situación de dependencia. Los llamados geriátricos de aquí. Y el presidente francés, Emmanuel Macron, ha decretado que todos los adultos mayores de 65 años debían ser confinados y aislados por tiempo indeterminado. Algo parecido pasa en Colombia, donde existe un
confinamiento bastante severo e igualmente indeterminado para los y las de 70 años y más. Por el momento va hasta el 30 de mayo, pero algunos especialistas recomiendan que sea hasta finales de año o hasta que exista una vacuna.
Hoy, en Francia, y ante la indignación y críticas éticas y hasta jurídicas de intelectuales, abogados y expertos en medicina, se habla de una marcha atrás de estas medidas que se refieren a los adultos mayores. Porque, claro, muchos viejos y viejas se preguntan si entran en la categoría de viejos a los 65 años, a los 72 años o a los 90. Yo también me lo pregunto aunque el concepto de viejo no me parece un insulto y, por el contrario, siempre he tratado de dignificarlo. Pero para aquellos y aquellas de 90 y más años, habría que inventar otra denominación. Claro, en general, ya no constituyen o representan ninguna fuerza o aportes a la economía, generando gastos en salud y pensión. Y, sí, hoy existe una especie de infantilización (qué tal los abuelitos de nuestro Presidente) y discriminación de todos nosotros y nosotras los viejos. Nos parece vivir una especie de arresto domiciliario.
Entonces preguntémonos: ¿será que los ancianos son más contagiosos que los más jóvenes? La respuesta es no. ¿Será que los ancianos son más vulnerables que el resto de la población? La respuesta es sí. Siempre y cuando precisemos lo que significa vulnerabilidad. Diabéticos: sí; obesos: sí; personas discapacitadas o con enfermedades crónicas: sí. Para estos, el confinamiento tiene que ser estricto y vigilado, a pesar de saber que también algunos se morirán de tristeza y no de coronavirus. Y es, entonces, cuando es pertinente tomar algunas medidas para que puedan volver a ver sus hijos, sus hijas o nietos a una distancia razonable y solo a uno o dos por turno y con todas las barreras y los gestos de seguridad. Morirse solo no es aceptable.
Nos robaron la primavera, dicen ellos y ellas en Francia. Y probablemente les robarán también el verano. Y de todas maneras quiero dejar en claro que para los y las gobernantes, estas decisiones no son nada fáciles de tomar. Lo entiendo, y sé que no es momento de críticas. Solo quería abrir el debate, quizás porque tengo 77 años.
Estar sola (pero siempre lo he estado) 17 de marzo 2020
En estos días virales, mis hijos me exhortan a estar sola y no salir. Cancelar mis reuniones feministas, mis compromisos y algunas entrevistas. Que no baje al café de al lado de mi edificio a comer un buen croissant leyendo la prensa y saludando como hago cada mañana a uno u otra amiga.
Y pensándolo bien, nosotras las mujeres hemos tenido de alguna manera un largo aprendizaje de la soledad. De esta particular soledad que nos impuso una cultura de silencio y ocultamiento. Hemos aprendido a estar solas cuando estábamos (y aún estamos) rodeadas de hombres, cuando sentimos que hablamos otro idioma, cuando nos niegan la palabra. Y recordamos nuestra infancia, esta infancia y sus momentos difíciles cuando nos llegaban de lejos las voces de nuestros padres quienes pronto se separarían. En mi caso
tuve dos hermanos mayores que, por supuesto, no jugaban conmigo; terminaba entonces inventándome juegos y personajes ficticios para acompañarme. También estas muy extrañas soledades de la adolescencia con sus desconciertos y sensaciones de pérdida que siguen siendo para muchos y muchas un infierno. Algo después y en mi caso, cambiar de país fue también un aprendizaje de la soledad. El español que no hablaba fue durante un tiempo una brutal barrera que, de nuevo, me aislaba. Y por supuesto el amor es una gran lección de soledad. Suena paradójico porque todas las canciones populares y los imaginarios románticos nos cantan que el amor es el remedio a la soledad, una verdadera salvación, el milagro del amor como dicen por allá. Y claro no hay nada más falso. Cuántas soledades cargamos casados, o con muchos años de pareja. Hace poco oí decir a alguien que para tomar la decisión de casarse era indispensable amar mucho la soledad. Por no hablar de las inevitables rupturas donde caemos al abismo más negro hasta que nos volvemos capaces de domarla y hacer de ella nuestra más dulce compañía.
Entonces para lograr resistir a este Covid-19 nos toca re-aprender a estar solos. Solos, solas de verdad. Y digo solos o solas de verdad porque, como lo acabo de aclarar, la vida es de hecho un largo sendero de soledad, pero de soledades acompañadas, de soledades habitadas. Claro, hablo para los de más de 65 años porque son, dicen todos los especialistas de este coronavirus, los más vulnerables. Hoy tenemos que poner a marchar nuestros propios mecanismos de supervivencia. Quizás entonces es momento de volver al pasado, hojeando un viejo álbum de fotos, recurriendo a la lectura de buenos libros que son mil ventanas abiertas al mundo y claro, también, a lo que nos ofrecen algunos programas de televisión. Para los que tenemos más de 65 años, esta crisis es, por supuesto, compleja y atemoriza. Pero si la soledad es el remedio y la cura, no hay problema: yo sé estar sola. Sabemos estar solas.
Además, quizás este extraño virus llegó para recordarnos que de pronto no es demasiado tarde para que este mundo de la insolidaridad, de las brutales e inhumanas economías de mercado, de la ceguera ante el significado de las migraciones del mundo y de las aun insoportables violencias ante la pobreza y el hambre, nos ponga a reflexionar. Quizás como en La peste del gran escritor francés Albert Camus, lograremos redescubrir el significado de la solidaridad humana que lleva en sí misma una inmensa carga moral. Ojalá sea así.
Las horas silenciosas
26 de mayo 2020
Ángela Merkel, la canciller de Alemania dijo en una de sus intervenciones públicas que para alguien como ella que tuvo que luchar mucho para ganar derechos, como viajar y desplazarse, tomar la decisión de restringir la vida pública había sido una de las decisiones más difíciles de su vida. Y sí, creo que ella como mujer interpreta bastante bien lo que todas sentimos a la hora del confinamiento. Es cierto que este aislamiento puede ser duro también para los hombres pues de alguna
manera, en su larga historia, es la primera vez que descubren el encierro doméstico obligado. Esperemos así que en este tiempo muchos hayan podido reflexionar sobre lo que llamamos hoy la economía del cuidado que no es ninguna invención de las feministas sino una dura realidad que no conoce domingos y que se resume en tareas de limpieza, de cuidado del mundo y en un olor a sábanas limpias que devela un encierro forzoso asumido desde hace siglos por la gran mayoría de las mujeres.
Y una vez más y de alguna manera gracias a este extraño virus me parece interesante volver a la historia de las mujeres, una historia incomparable con la de los hombres que siempre han habitado el mundo desde el afuera, desde lo público, desde una incomprensible ceguera relativa al otro, quiero decir a la otra, a las otras, a todas estas mujeres que les hacen siempre la vida más soportable. Durante siglos, los hombres pudieron llegar tranquilos a la casa. Alguien los esperaba. Mientras la vida de las mujeres era prácticamente inaccesible porque es silenciosa, interior e invisible, sin discursos, pues casi nada subsiste a la muy escasa escritura femenina, los hombres eran (y son aun) visibles, los hombres hablaron, escribieron y llenaron el afuera y los espacios públicos, ricos o pobres. Habitaban el mundo mientras las mujeres confinadas tenían que aprender el silencio y resistir estas largas horas silenciosas. Y probablemente como nos lo dicen los historiadores de la vida privada, se supo más de las mujeres por lo que callaban. Claro me van a decir que han existido a lo largo de los siglos grandes mujeres: yo lo sé, existieron las María de Magdala, las Christine de Pizan o las Heloisa entre centenares, quizás miles de otras. Si lo sé. Además todas descubiertas desde hace poco y en gran parte gracias a historiadoras curiosas y feministas.
Digo esto quizás para dar cuenta de este extraño sentimiento que me habita hoy en estas horas silenciosas que estoy viviendo. Quizás explica mi impaciencia por volver a salir, por volver a habitar el mundo con la convicción de que en una democracia—y lo decía también Ángela Merkel—jamás deberían dictarse restricciones de este tipo aun cuando son hoy imprescindibles para salvar vidas y lo entiendo. Solo trato de explicarme a mí misma este malestar de un confinamiento obligado.
Claro sabemos también, y esto es reconfortante, que las mujeres siempre supieron encontrar lugares de resistencia y sitios de encuentros entre ellas, es decir pequeños simulacros de vida pública. Era (y lo es todavía) su única manera de no desaparecer. En fin, creo que cada una está viviendo estas horas silenciosas de confinamiento desde su propia historia. No podría ser de otra manera. Y lo que quería señalar hoy es que los confinamientos de hombres y mujeres son incomparables. Para los hombres es una experiencia novedosa, para nosotras es un triste retorno a algo que hace parte de nuestra historia.
Confinamiento e Interrupción voluntaria del embarazo (IVE) 28 de abril 2020
Para muchas mujeres la cuarentena ha significado un aumento en el tiempo destinado a las labores del hogar y a los roles de cuidado en la convivencia con sus parejas. Este hecho puede derivar, como se ha demostrado, en un aumento en las violencias de género, incluida la violencia
sexual. En efecto, en este contexto de violencias intrafamiliares, sabemos que muchas mujeres son víctimas de relaciones no consentidas durante este aislamiento preventivo.
Para nadie es un secreto que obtener en Colombia anticonceptivos como preservativos y métodos de emergencia resulta difícil y que, si antes del Covid-19, ya existían muchas barreras en condiciones “normales” para la interrupción voluntaria de un embarazo, ahora la situación es mucho más compleja.
Se vuelve difícil cuando se desconoce que el servicio de aborto sigue siendo una urgencia médica durante la emergencia sanitaria. Se agudiza cuando las EPS o IPS se excusan en la priorización de los servicios de salud relacionados con el Coronavirus para no atender las solicitudes de IVE, dilatando la atención e incumpliendo los términos legales para dar respuesta (5 días). Hoy todos los pretextos son buenos.
Sin olvidar que en estos días de conmoción mundial, muchas mujeres que quieren interrumpir su embarazo deben movilizarse hacia instituciones de salud que se encuentran fuera del municipio que habitan para realizarse el procedimiento, y que las EPS no están garantizando, como es su deber legal, su traslado oportuno lo que aunado al cierre de las terminales de transporte intermunicipal constituye una barrera casi imposible de superar. También están las mujeres que no pueden acudir a los servicios de salud para iniciar la ruta del IVE porque no tienen con quien dejar a sus hijos e hijas, una realidad abrumadora para las madres solteras. En cuanto a la virtualidad de los trámites, es bien sabido que muchas mujeres no tienen esta posibilidad. Sumado a esto, resulta paradójico que en una época de sobreinformación, algunas mujeres en el contexto de confinamiento no obtengan información veraz sobre sus derechos sexuales y derechos reproductivos que les permitan tomar decisiones libres sobre su cuerpo.
Al respecto, el último comunicado (190 del 2020) del Ministerio de Salud y Protección Social indica que las instituciones prestadoras de salud deben orientar y dar información sobre IVE, que hace parte del Plan de Beneficios de Salud para todos los regímenes de afiliación; y que el servicio de telemedicina, que por esta época ha generado tanta polémica, es vital para la asesoría durante la pandemia, pues propone el acompañamiento oportuno y personalizado de un profesional de la salud a las mujeres que no tienen la maternidad en su proyecto de vida.
El servicio de IVE, por tanto, es esencial, inaplazable y urgente. En el contexto del aislamiento preventivo es de vital importancia que las mujeres no se vean en la necesidad de acudir a métodos de aborto clandestinos que pongan en riesgo su vida o se expongan a una maternidad forzada, producto de las medidas selectivas de las entidades e instituciones prestadoras de servicios de salud en conjunto con la falta de control del Estado sobre las mismas.
Ya suficiente presión tienen muchas mujeres en estos tiempos de cuarentena. Por eso, el aislamiento preventivo no puede de ninguna manera constituir un obstáculo en el derecho que les asiste de decidir sobre su cuerpo, su sexualidad y su intimidad. Para los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, ni un paso atrás.
Nicolás Morales Thomas*
Lavar baños
Lavar baños. Sí, en efecto, llevaba dos décadas sin hacerlo, desde los treinta años, cuando pasé a ser un asalariado. Eso gracias al acompañamiento de fantásticas mujeres, una de la cuales se pensionó hace ya una década. Pero obvio, por estos días volví a la tarea. Por supuesto, en dos décadas habré lavado una que otra vez el baño. En una finca o en un apartamento prestado, en alguna vacación de navidad, pero fueron contadas veces. Trazo los caminos de la memoria de algo tan importante y a la vez tan anodino. Y ahí está mi servicio militar. Gracias al confinamiento y al hecho de volver a lavar baños recordé fragmentos completos con muchas texturas de mis años de soldado. Entre 1989 y 1990 lo hice las veces que fue necesario; lavar grandes extensiones de baterías de baños que encontré siempre en el mismo estado: desastroso. No podía ser de otra forma, era una compañía de más de 200 soldados, jóvenes y vigorosos. Pues bien, las descripciones serán siempre pocas para entender el desafío. El punto era pensar estratégicamente: cuándo el agua, dónde el jabón y qué tanto debes meter la mano (por cierto, muy pocos productos de limpieza nos daban). Dos veces lo hice con rabia. La primera por mi pésimo resultado en mis pruebas de atletismo militar (cuatro días seguidos lavando) y la segunda por recordar, con algo de impertinencia, a un oficial que la Constitución del 86 garantizaba el equilibrio de los poderes, pues el pobre no tenía ni idea. Esa última me valió una semana. Lavar el baño era un castigo por saber qué decía ese articulado tan conservador.
La prueba de fuego, y eso lo tengo claro, fue lavar los baños en un batallón en Barrancabermeja llamado el Nueva Granada. Y lo fue porque casi no había agua. Nunca entendí cómo mi compañía no enfermó de difteria. Incluso recuerdo una semana completa sin un solo día de agua. Fue cuando varios decidimos que nuestro baño sería un pequeño bosque aledaño a la pista donde desembarcaban los aviones con soldados heridos en la época de la expansión del paramilitarismo contra la guerrilla en el Magdalena Medio. Lavar esos baños sí que exigía inteligencia, método, claridad. Un soldado de Cúcuta me mostró que el agua no siempre es necesaria. Él venía de un pueblo sin acueducto y me mostró el poder de
Politólogo. Editor y columnista.
unas hojas de árbol que limpiaban, no siempre con ideales resultados. Fue duro, pero entendí eso del lujo del agua.
Por supuesto, lavé mucho mi baño en París cuando fui a estudiar sociología. Tal vez no tantas veces como hubieran querido las amigas de mi madre que alguna vez le pidieron prestado mi cuarto para no pagar hotel, y que a renglón seguido le sapiaron a la señora Thomas mi incapacidad de mantener correctamente un baño. Los discursos por teléfono de mi madre eran más o menos siempre los mismos: “las mujeres han hecho esa tarea toda la vida, ¿y las has oído quejarse?”. Los amigos que yo alojé, en cambio, nunca dijeron nada porque, supongo, no esperaban mucho de un estudiante en París. Y los franceses no lavan tanto el baño pues no hay tiempo ni tanta ayuda doméstica. Por cierto, en Colombia es -en cambio- una exigencia compulsiva, algo exagerada lo de limpiar baños. Casi es una prueba civilizatoria. En fin, el caso es que yo tenía mucho tiempo y París era una fiesta. Y ya cuando no había más remedio , lavaba el baño. Lavar el baño. Hoy lo he vuelto a hacer con mejor técnica. Los productos son más sofisticados. Hay tiempo por estos días. No me desagrada en lo más mínimo. Es una tarea puntual y ya; me permite moverme. Claro, en estas épocas de encerramiento el discurso feminista de la doble jornada laboral de las mujeres –que ya tiene muchos años- toma total relevancia. Pienso en las mujeres que me han ayudado en casa por años y pienso que así como lavan mi baño, por la noche llegan a su casa a lavar el de ellas. Por eso tal vez esta sea una época que reequilibra fuerzas. La cosa es que disparó mi memoria de algo que el 90 % de los colombianos -y sobre todo colombianas- hacen a diario y los que tienen agua. Sin recompensa. Sin sentirse héroes. Sin intelectualizar ligeramente y sin una merecida cerveza que me tomo hoy.
Silvia Milena Rueda Navarro Autonomía (2020) Técnica: Marcadores sobre papel.
Remembranzas
Ángela María Estrada Mesa (1951-2020)
Gracias Ángela María por los caminos abiertos, la calidad y calidez de tus aportes, tus proyectos y tus realizaciones. Un reconocimiento a tu trayectoria vital. El Grupo Mujer y Sociedad, del cual hiciste parte, está presente en estas palabras pronunciadas en el momento de tu partida.
“Te agradezco cada enseñanza, cada carcajada, cada cantada, cada cocinada, cada viaje, cada consejo, cada lonchera, cada complicidad, cada día que me hiciste sentir que era capaz de todo”. Juanita Goebertus Estrada
Así se refirió a su madre cuando murió, dejándonos con una sensación de tristeza y nostalgia por lo rápido que se esfuma el tiempo y la falta de momentos para haber compartido más, pero a la vez una profunda admiración por su capacidad para gozar y proyectarse en la vida desde diferentes dimensiones. Ella es la primera compañera del Grupo Mujer y Sociedad, con quien compartimos por lo menos diez años, que nos deja.
Una virtud para resaltar es la de vivir de manera apasionada distintas interacciones y espacios. Así lo reconocí en la celebración de su muerte, digo celebrar en el sentido que explicó el monje budista que presidió la ceremonia: “ella está aquí compartiendo con nosotros este momento”. Estas palabras me impactaron, reconocí en ese momento una energía especial, mientras estaba sentada en un círculo, símbolo de vida, en medio de flores y árboles, bajo un cielo azul penetrante y recibiendo el intenso sol bogotano, que nos abrazaba a todos.
Quienes fueron más cercanos, resaltaron la calidad de sus encuentros con ella, relatando su capacidad de gozo en actividades que con tanto entusiasmo emprendía. Participaron sus hijas, a quienes formó como mujeres de excelsa proyección social: Lina, una artista y gestora cultural; Juanita, politóloga, hoy representante a la
Fotografía tomada de: https://i.ytimg.com/vi/k6IIvV9ME4I/maxresdefault.jpg
Cámara y líder de la oposición. Juanita resaltó el impacto que sobre ella tuvo haber asistido con su madre a las reuniones del Grupo Mujer y Sociedad, cuando iniciamos precisamente esta revista.
Cuando intervinieron sus primos e hijas admiré en Ángela María, cómo asumía la cotidianidad de manera especial. Porque ellos rememoraron su amor por la música y por cantar, gozaba cocinando y compartiendo comidas con sus allegados y amigos. Al tiempo, sus amigas reiteraron su solidaridad y comprensión.
Los psicólogos y docentes resaltaron sus capacidades intelectuales y su paso por los espacios académicos: fue psicóloga y Master en investigación y tecnologías educativas de la Universidad Javeriana, Doctora en psicología social, de la Universidad Federal de Pará del Brasil y al tiempo se desempeñó como docente e investigadora de las universidades de los Andes, Javeriana y Nacional de Colombia. Su interés central en los últimos años fue el estudio de los procesos de subjetivación y cultura política, en especial de las víctimas del conflicto armado o las poblaciones estigmatizadas. Con un interés político en el más amplio sentido de la palabra, Ángela María era una militante de la psicología social y de la intervención en lo social. Esta labor la plasmaba al tiempo que hacía su actividad docente, formando los y las estudiantes, como muy emocionadas ellas mismas resaltaron en la ceremonia.
Ángela María se destacó en el feminismo académico, introduciendo los estudios de género y de la diversidad en la psicología y otros campos de las ciencias sociales. Además, nos entregó aportes invaluables desde la filosofía, para la fundamentación epistemológica de quienes laborábamos en la Escuela de Estudios de Género o construíamos la investigación en las instituciones universitarias.
Me gustaría que Ángela María nos siguiera aportando a todos y todas en las actividades docentes y escribiendo, por varias décadas más. Pero su proyección continúa a través de una obra escrita que plasmó en más de cincuenta textos. Fue inolvidable asistir a un ritual que permitiera revivirla de esa manera, donde la muerte hace parte de un paso a otra dimensión. Posiblemente ella, ante lo inevitable de la misma, nos quiso dejar este mensaje. Antes no lo había pensado, pero ¿por qué no decirlo?, me enseñó a construir mi propio paso hacia la muerte.
Yolanda Puyana Villamizar
María Susana Awad de Ojeda (1919-2020)
Primera alcaldesa de Ocaña Su huella en el camino de las mujeres colombianas
María Susana Awad quien, nació el 25 de diciembre de 1919 en Río de Oro, población del departamento del Cesar; desde los años cuarenta del siglo XX y a lo largo de la Violencia, inició su trayectoria como lideresa política comprometida con las ideas liberales y el movimiento sufragista. Sorteó las barreras a la libre comunicación en aquellos tiempos, contribuyendo a la circulación clandestina de documentos que escondía cerca de su corazón. “Eran tiempos en que (sic) a las mujeres se las identificaba por su partida de bautismo o de oídas porque alguien las conocía”, comentaba María Susana, refiriéndose a la falta de la cédula de identificación para las colombianas. Fue después del mandato del General Gustavo Rojas Pinilla, durante el plebiscito de diciembre de 1957, cuando las mujeres concurrieron por primera vez a las urnas.
Eduardo Cote Lamus, gobernador de Norte de Santander, la nombró como primera alcaldesa de Ocaña, municipio enclavado en la cordillera Oriental, lugar donde residía con su esposo Pedro Julio Ojeda y sus hijos Alonso, David y su hija Eufemia. Ejerció el cargo entre 1962 y 1964, afrontando la extrañeza y las resistencias a la participación de las mujeres en responsabilidades políticas y administrativas, en un ambiente de tradición patriarcal acentuada. Se desempeñó también durante varios años como concejala municipal en Ocaña.
Fhttps://www.eltiempo.com/politica/partidos-politicos/susana-awad-pionera-politica-y-lideresa-colombiana-496964
María Susana Awad, reconocida como una trabajadora incansable, conversadora y risueña, con un carisma que le permitía aglutinar grupos de mujeres alrededor de la política, fue fundadora del Movimiento Regional Femenino en Ocaña, grupo que organizó la bienvenida a Jorge Eliécer Gaitán en su visita a ese municipio en 1947.
Hacia 1974, luego del fallecimiento de su esposo, se trasladó a Bogotá en donde residían sus hijos. Se desempeñó durante 16 años como directora de la Quinta de Bolívar en Bogotá e hizo parte de la Sociedad Bolivariana de Colombia y otras organizaciones; se convirtió en una lectora asidua de la historia de Colombia y, en especial, del pensamiento de Simón Bolívar; despertaron su interés, ante todo, las mujeres que participaron en la Independencia. Junto a Alicia Hincapié en 1998 publicaron el libro Las mujeres mártires de Colombia, y en 2013 publicó La pluma viva de María Susana. Manuelita Sáenz, 200 años de olvido.
María Susana Awad manifestó su apoyo a tres procesos de paz: al pacto suscrito por los políticos Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez (primero en Benidorm, el 24 de julio de 1956, y luego en Sitges, el 20 de julio de 1957), de alternación del gobierno durante dieciséis años entre los partidos liberal y conservador conocido como el Frente Nacional, con el cual se buscó resolver la gran confrontación bipartidista que cobró una cifra indeterminada de víctimas; el Acuerdo de Paz entre el M19 y el gobierno colombiano suscrito en Caloto, Cauca, durante la presidencia de Virgilio Barco Vargas, en marzo de 1990, y el Acuerdo de Paz entre la insurgencia de las Farc-Ep y el gobierno nacional en la presidencia de Juan Manuel Santos, suscrito en 2016.
La primera alcaldesa de Colombia hizo parte de la Academia de Historia de Ocaña, del Consejo de Mujeres de Colombia, la Sociedad Napoleónica, la Sociedad Santanderista y la Asociación y Casa de Cultura Nacional, entre otras entidades; fue, además, presidenta del Centro de Estudios Interdisciplinarios de la Quinta de Bolívar.
María Susana Awad de Ojeda, el 11 de abril de 2020, durante el confinamiento por la pandemia del Covid-19, luego de haber cumplido los cien años, falleció en Bogotá dejando tras de sí el recuerdo de una mujer que vivió con intensidad los grandes cambios de la vida política de las colombianas durante la segunda mitad del siglo XX. Rememoramos su activismo en pro del voto femenino en momentos en que las colombianas no gozaban del derecho a la ciudadanía y la cultura patriarcal obstaculizaba su libre desempeño social, político y cultural en el país.
María Mercedes Tello Sánchez María Himelda Ramírez Rodríguez
María Nelly Murillo Hinestroza (1941-2020)
Compartimos y aprendimos de la profe Nelly su beligerancia y su autonomía
Hasta pocos días antes de su fallecimiento, y próxima a cumplir sus 79 años de vida, la voz de María Nelly Murillo traspasaba barreras del tiempo y la distancia con su presencia activa, su energía vital, sus denuncias frente a la persistencia de procesos de opresión y discriminación étnico-raciales, su beligerancia, su contundencia y la firmeza de su frente en alto y su mirada aguda. Su voz insistente seguirá animando la vida en casas y calles, escuelas y universidades, plazas públicas y recintos oficiales.
La recordamos en sus permanentes lecciones sobre la importancia del Bloque Constitucional y sentimos la fuerza de su voz para exigir el reconocimiento de los derechos de las comunidades negras en toda su diversidad, para interrogar la concentración de poder que reproduce procesos de opresión y discriminación.
Hoy rendimos homenaje en estas páginas construyendo una polifonía de voces que se pronunciaron a través de las redes libertarias de comunicación:
Escuchemos, en primer lugar su propia voz:
“La mujer negra en el mundo es víctima de exclusión, y la agreden diariamente con la xenofobia y la endo-discriminación. Le vulneran sus derechos sin ninguna consideración, por sus características genotípicas y somáticas, grados visibles de melanina y queratina, símbolos con los que le hacen cualquier des-juicio. Somos afrodescendientes hasta cuando se demuestre que África dejó de ser la cuna de la humanidad, afrocolombianas por la estatalidad, la nacionalidad y la ciudadanía, afro todo lo demás. Yo me autodefino afro-desgraciada -porque hasta ahora no han tutelado mis derechos
Fotografía: https://www.telesurtv.net/news/colombia-fallece-lideresa-comunidades-negras-bogota-20200622-0039.html
ni me los han permitido tutelar- término que acuñó el doctor Chucho Lozano en Bogotá, pero que después resolvió cambiarlo. Nos autodefinimos negras y negros hasta lograr conseguir la compensación reparada por los daños y los sufrimientos acaecidos por la trata trasatlántica, el comercio humano interoceánico y el holocausto negro que nos impusieron sin cesar”
María Nelly Murillo Hinestroza1
Traigamos a esta remembranza, algunas de las muchas palabras de reconocimiento, admiración y aprecio, mensajes que circularon a través de grupos de WhatsApp, como un homenaje a su vida:
Hoy falleció nuestra compañera de luchas Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras. María Nelly Murillo Hinestroza, mujer luchadora, educadora y guerrera, engalana elegante el panteón de nuestras ancestras y ancestros. Su ejemplo nos dará fuerzas para continuar nuestras luchas. Ejemplo de vida, una gran heroína, paz en su tumba. Con el corazón acompañamos a la familia de la profe Nelly y enviamos nuestras condolencias.
¡Ay que triste! ¡Una gran pérdida! Que viaje liviana nuestra profe Nelly con quien recorrimos caminos construyendo juntas. ¡Cuántas enseñanzas! La recuerdo en el primer Consejo Consultivo de Mujeres. Nos enseñó mucho. Nos daba cátedra esta mujer bravía; le gustaba ser reconocida así y así la preservaré en mi memoria. ¡¡¡Gloria y honor a todas nuestras combatientes por la justicia para las mujeres, en su diversidad de condiciones y situaciones!!!
1 https://www.facebook.com/visajenegro/videos/300267667251367/ María Nelly, buen viaje: Tu espíritu luchador y tu resistencia quedan con nosotras. Nos compartiste tu sabiduría y fuerza. Una gran mujer, compañera y amiga. Para su familia un gran abrazo, paz y fortaleza en estos momentos tan difíciles. Nos deja un gran legado. Una mujer con mucha vitalidad, grandes conocimientos sobre derechos humanos, principalmente los derechos de negras, negros, raizales y palenqueras.
Consternada, con la noticia. Mis más sentidas condolencias para su familia. Nelly, estará en nuestra- memoria por siempre. Cómo dicen las poetas, sólo morimos si llega el olvido. Querida Nelly, ya eres eterna. Profundo reconocimiento y admiración por su magisterio, sus resistencias y su persistencia. Abrazo para Alix Dehyra -su hija- con quien tanto aprendimos, y para hijos, hijas y su gran familia toda nuestra solidaridad en estos momentos.
La recuerdo en las polifonías de voces realizadas tantas veces en el Teatro La Candelaria, y de manera especial cuando preparábamos la conmemoración del 8 de marzo en el año de 2004. Allí, la profe Nelly propuso, con argumentos sólidos en los que compartía experiencias metodológicas transformadoras, reconocer la importancia de las sabidurías ancestrales para transformar los procesos de producción, circulación y transformación de los conocimientos.
Ahora, registremos una muestra de los homenajes que circularon por las redes de comunicación libertaria, a través de páginas web:
“La lideresa social Nelly Murillo, desempeñó varias funciones en pro de los derechos de las
comunidades afro en Colombia. El Grupo de Investigación sobre Igualdad Racial, Diferencia Cultural, Conflictos Ambientales y Racismos en Américafricalatina, informó este lunes el fallecimiento de la lideresa y maestra, Nelly Murillo Hinestroza. (…) se dedicó desde 1978 a la educación, gestación y participación desde los espacios afrocolombianos.
Murillo fue también consejera local cultural en Bogotá por más de 21 años, y consultiva de Alto Nivel por Bogotá. Además, trabajó como directora de la Asociación Afrocolombiana Intercambio de Expresión “AIE”, cuyo objetivo era luchar por la “titulación de los derechos humanos desde el trabajo de la constitución nacional, la legislación colombiana, los instrumentos jurídicos internacionales con base en el trabajo comunitario para la participación en el poder integral.
De acuerdo con el portal de la institución cultural cubana, Casa de las Américas, Murillo fue aportante a la calidad y estilo de vida integral y contextualizada de los derechos humanos de los grupos vulnerables; así como “cooperadora en la resolución no violenta de conflictos, para el mejoramiento de las relaciones diversas, con apertura desde la diversidad, étnica, y el diálogo intercultural sin priorizaciones de las Culturas dominantes ni minimizaciones de las Culturas Autónomas”2
Nos unimos también a otras voces, presentes en este homenaje, entre muchas otras:
http://afrocolombianosvisibles.blogspot. com/2011/06/ma-nelly-murillo-hinestroza.html
http://mesamujeresafro.blogspot.com/2019/05/ dia-10-organizaciones-de-mujeres-afro.html
Juanita Barreto Gama
2 https://www.telesurtv.net/news/colombia-fallece-lideresa-comunidades-negras-bogota-20200622-0039.html
Rosita Turizo de Trujillo (1929-2020)
Breve remembranza de Rosita Turizo y de su significación en el movimiento feminista, desde la memoria de nuestro andar en la militancia feminista.
En los años 80, las feministas colombianas, que no éramos muchas, aceptamos el reto de adelantar el Primer Encuentro Latinoamericano Feminista en Bogotá. Fue además de la reflexión, la construcción de propuestas, el dimensionamiento de lo que nos interesaba transformar y del largo camino a recorrer para avanzar en la consecución de derechos y de oportunidades frente a la vida, como mujeres latinoamericanas y como ciudadanas.
El pensarnos en este segundo aspecto, nos dio la posibilidad de recuperar los nombres e historias de mujeres que habían contribuido a abrir el camino, a tapizar la senda que recorreríamos, con retos y dificultades, limadas, gracias a ellas. Seguimos estando en deuda con muchas de estas mujeres magníficas. Los avances logrados solo pueden entenderse por el liderazgo de algunas, pero afincado en el trabajo de muchas otras que no cejaron en su lucha por la autonomía y la igualdad en todos los campos.
A mediados de esa década, se conformó el Colectivo de Mujeres de Bogotá, que se reunía semanalmente en la sede de la Casa de la Mujer, donde confluían organizaciones y mujeres feministas a título individual y se adelantaba debates intensos, que nos permitieron formarnos, conocer sobre el feminismo y conocernos entre nosotras, así como interactuar en otros escenarios del país y de América Latina1 . Conocer directamente o por referencias a mujeres excepcionales como Ofelia Uribe de Acosta,
1 Unión de Ciudadanas de Colombia; la Unión de Mujeres Demócratas, UMD; Mujeres Socialistas; Casa de la Mujer; Diálogo Mujer; A luchar; estudiantes, académicas y sindicalistas feministas; mujeres de Iglesia del campo de la Teología de la liberación, feministas a título individual, y muchas otras compañeras más.
Fotografía: www.youtube.com%2Fwatch%3Fv%3DL36fAx3CqKc&psig=AOvVaw0hmESE1NBXBDEnIkaTq64N&ust=159843821963400 0&source=images&cd=vfe&ved=0CAIQjRxqFwoTCKC_54GVtusCFQAAAAAdAAAAABAE
Julia Mancera de Camargo, Rosita Turizo, María Teresa Arizabaleta, Helena Páez de Tavera (y algunas más, cuyos nombres se me escapan), mujeres sufragistas, que seguían luchando por transformar la condición y situación de las mujeres, para hacer realidad la igualdad frente a la ley y frente a la vida.
Hay dos momentos que intento rescatar en la memoria, ligados concretamente a Rosita Turizo, que no son muy visibles en sus múltiples biografías y que nos hablan de su persistencia en el compromiso con las mujeres. El primero ligado al esfuerzo propositivo que se realizó desde el movimiento feminista con ocasión del fallido proyecto de reforma Constitucional en el gobierno de Barco en los años 88 y 89, que contribuyó al ejercicio de pensarnos en el marco de una Constitución Política afirmándonos sobre los principios de igualdad y libertades afianzados en una masiva participación. Muchas de estas propuestas se recogerían en nuestro trabajo de cabildeo de cara a la Asamblea Constituyente de 1991.
En este esfuerzo feminista, Rosita jugó un rol convocante y propositivo destacado en Medellín, que hace que en los diversos espacios creados en Bogotá, Cali, y ciudades de la Costa y Santander entre otras, se acoja el nombre de Rosita Turizo para encabezar la lista, corta pero significativa de mujeres feministas candidatas a la Asamblea Constituyente. En un ejercicio de compromiso y activismo feminista motivante, quienes habíamos propuesto participar con lista propia, asumimos el lema: MUJER, vota por ti, MUJER.” Y con unas lidas chapolas, ilustradas por Diana Castellanos y teniendo a Norma Villarreal como segunda en la lista, aguardamos con ilusión que pudiésemos llegar a la Asamblea Constituyente con una Mujer Feminista que defendiera las propuestas construidas, retomadas y enriquecidas en esos tres años. Desenlace: no logramos superar las diferencias para abrazar este sueño juntas, pero mantuvimos la base propositiva para realizar con argumentos sólidos el cabildeo que nos permitió posicionar significativas reivindicaciones en la nueva Constitución Política y abrir el debate sobre otras con visiones propias, como la libre opción a la maternidad y los derechos sexuales y reproductivos, la objeción de consciencia, la participación democrática, la pluriculturalidad. También nos hizo posible trascender el ámbito feminista e interlocutar con representantes de colectividades democráticas diversas.
Imposible no recordar estas gestas unidas al nombre de Rosita Turizo, pionera de muchas luchas e impulsora de espacios feministas representativos.
Norma Enríquez Riascos, 2020 Kolectiva Feminista de Pensamiento y Acción Política, CLADEM, Casa de la Mujer de Bogotá y Fondo Lunaria
Ángela Salazar Murillo (1954-2020)
Ángela Salazar, la comisionada de la verdad de los pueblos negros
Verdad y Memoria 8 ago. 2020 - 7:00 a. m. Por: Colombia en Transición
Tras cinco días en cuidados intensivos por las complicaciones que le trajo el COVID-19, murió este 7 de agosto en Apartadó, en el Urabá antioqueño, donde dedicó buena parte de su vida a la defensa de los derechos de las mujeres.
María Ángela Salazar Murillo era oriunda de Tadó (Chocó) y desde muy joven se radicó en Apartadó. / Cristian Garavito
Murió en el corazón de la región en la que entregó su vida a la defensa de los derechos de las mujeres. En la madrugada del viernes 7 de agosto, luego de estar cinco días en cuidados intensivos por las complicaciones que le trajo el COVID-19, María Ángela Salazar Murillo falleció en Apartadó, en el Urabá antioqueño. Allá decidió irse para encontrarse con los suyos en medio de la angustia por la pandemia. Hasta su último día
habló con sus compañeros de la Comisión de la Verdad para asegurarse que la verdad de los pueblos negros, bandera que asumió al interior de esa instancia, no quedara huérfana con su partida.
Antes de entrar a la Comisión para asumir esa causa, su lucha se centró en defender a las mujeres. Quienes la conocieron desde los años noventa recuerdan que su papel desde el barrio Obrero en Apartadó, a donde llegó desplazada de Tadó (Chocó), fue fundamental para tratar los dolores que la guerra iba dejando en las mujeres del
Fotografía: https://www.elespectador.com/colombia2020/justicia/verdad/angela-salazar-la-comisionada-de-la-verdad-de-los-pueblos-negros/
Urabá. Gloria Cuartas, defensora de derechos humanos y exalcaldesa de Apartadó, recuerda hoy que la Casa de la Mujer de ese municipio existe en buena medida gracias a la labor de Ángela Salazar y otras mujeres que aun medio del conflicto armado pensaron la posibilidad de encontrarse.
“Ángela escuchó el dolor de las mujeres: mujeres violadas, mujeres desplazadas, mujeres que estaban en esa angustia de tener un hijo paramilitar o un hijo en la guerrilla. Tenía esa fortaleza espiritual de entender los silencios, el
dolor y las búsquedas políticas de las mujeres”, resalta Cuartas.
Esa reivindicación la había empezado en realidad años atrás, cuando en su trabajo como profesora, alfabetizando en las plantaciones bananeras en las que trabajaba su esposo, se dio cuenta de la violencia que vivían las mujeres. Entonces empezó a enseñar también sobre autonomía, sobre no dejarse maltratar y sobre la importancia de aprender otros oficios. Ángela Salazar ayudó a que las mujeres del servicio doméstico se organizaran en un sindicato, y trabajó desde su pla-
taforma Iniciativa de Mujeres por la Paz (IMP) documentando casos de violencia sexual en el marco de la Ley de Justicia y Paz.
En medio de ese proceso de paz con los paramilitares, promovió encuentros entre mujeres excombatientes de las autodefensas y mujeres víctimas del accionar de esos grupos en la región. Ángela Cerón, una mujer que caminó con ella en el Urabá como parte de la plataforma IMP, recuerda que mostraba orgullosa el mural que habían construido esas mujeres en el parque de Apartadó en un acto de reconciliación, que luego algún alcalde borró.
A pesar de tener encima décadas de trabajo con mujeres víctimas en el Urabá, estaba insegura de postularse a la Comisión de la Verdad, pese a que el grupo de seguimiento a la ley de Víctimas de Medellín la impulsó para que tomara esa decisión. Cerón, que le ayudó a armar su hoja de vida en ese momento, cuenta que no se sentía preparada para asumir esa tarea y se moría de nervios antes de presentar la entrevista ante “los doctores” del comité de escogencia. Días después le avisaron que sería comisionada de la Verdad.
Allí llegó como representante de las víctimas, pero al ser una mujer negra tomó la representación de los pueblos negros. Como le preocupaba que era la única comisionada que no era profesional, se la pasaba estudiando y aprendiendo. En todos los espacios estaba con su libreta y su lapicero, y luego sus apuntes los pasaba juiciosamente a su computador.
Danny Ramírez, la encargada del equipo del Enfoque Étnico de la Comisión, quien viajó con ella en muchas ocasiones, recuerda que “estaba preocupada porque no conocía tanto de la historia de las reivindicaciones de la gente negra, entonces para ella la Comisión fue un espacio de aprendizaje constante y de cercanía a la diversidad de lo negro. Ella no conocía Palenque ni San Andrés y pudimos ir a esos lugares. El tema de la afrourbanidad lo conocía por Medellín, pero se dio cuenta de que eso era más grande. Su compromiso fue creciendo hasta su último día. Pocas horas
antes de morirse, su preocupación era que esto no fuera invisible, que las voces salieran y que pudiéramos hablar de las relaciones del racis-
mo y el conflicto armado”.
El reconocimiento de los actores armados era su otro pendiente. “Ella quería que los exmiembros de las Farc y las Auc pudieran reconocer la afectación a la gente negra. Estuvo en dos reuniones conmigo y estaba muy pendiente de que ellos reconocieran el despojo y que por las intervenciones de ellos hubo rupturas en el tejido organizativo y social de las comunidades negras, y eso ocasionó la estigmatización de la gente negra”, dice Danny Ramírez.
Ni en los momentos más dolorosos, perdió la sonrisa. Todos los que la conocieron la recuerdan como una mujer alegre, dicharachera, coqueta y con carácter. Además, para ella no existían las jerarquías. “Ella en la Comisión no comprendía que los comisionados eran jefes. “Siempre decía: “aquí todos somos compañeras y compañeros. Se sentaba en el comedor con nosotros. Llevaba su almuerzo y comía con la gente, y le metía la cuchara al uno y le repartía al otro. Se sentaba con las señoras del aseo, con los vigilantes y bromeaba. Se gozó la Comisión de principio a fin. A todos los viajes quería ir y hablar con la gente. Ella decía “la gente quiere hablar con nosotros y nosotros estamos aquí para la gente”, recuerda Ramírez.
En el homenaje para despedir a Ángela Salazar que organizó este viernes la Comisión de la Verdad, el padre Francisco de Roux cumplió a cabalidad con la última petición que le hizo cuando hablaron el jueves. Hizo una oración por ella:
“Misterio del amor y de la vida que nos pusiste juntos al lado de las comunidades y de las víctimas en la lucha por la verdad y la justicia. En ti mismo, en tu misterio que nos es incomprensible, unimos a nuestra hermana Ángela, compañera incansable que nos amarró siempre a la vida cotidiana de nuestro pueblo; gracias porque en ella vimos, oímos y tocamos la verdad del sufrimiento y el coraje que está más allá de toda discusión y de toda teoría porque en ella aprendimos a no tenerle miedo a la cercanía (…) Te pedimos para ella la paz profunda por la que siempre soñó, pero no te pedimos el descanso, porque para Ángela el cielo es seguir desde el corazón de su pueblo y desde lo hondo de nosotros mismos, su comisión, la lucha hasta siempre para que de la verdad pegada al cuerpo de la gente nazca la paz y la justicia y las comunidades afro, indígenas y campesinas puedan poseer y cultivar la tierra y celebrar la fiesta de su dignidad en la maravilla de sus culturas propias.”
Luz Rojas Restrepo (1948-2020)
Éramos las tres mosqueteras feministas, salidas o expulsadas de la izquierda
Estas palabras de Cris y Main Suaza Vargas recuerdan con alegría la vida, la amistad y los caminos abiertos en las prácticas transformadoras que controvierten la reproducción del poder patriarcal, en todos los espacios por donde transitan sus voces, sus cantos, sus cuentos y sus sueños.
Dice Cris: He estado un poco callada pues estoy triste debido al fallecimiento de una amiga feminista muy querida. Se trata de Luz Rojas, quien formó parte del primer grupo feminista de Colombia, Las Mujeres, nacido en Medellín en 1978 del cual hicieron parte mi hermana Main y mi gran amiga Gloria Rendón, y en cuya creación yo puse mi semillita. Luz murió de un infarto en San Vicente, Antioquia y debido a las circunstancias no pudimos despedirla como hubiésemos querido. Fue una feminista radical como pocas.
Enseguida las palabras que escribió Main sobre ella:
Luz Rojas, Gloria Rendón y yo nos encontramos en la Universidad de Antioquia. Era la década de los sesenta, pero a veces nosotras sentíamos que éramos brujas del pasado, encima de una escoba voladora que se dirigía hacia el futuro.
Luz era imparable. Una especie de hormiga atómica que iba de aquí para allá no solo de cuerpo sino también de cabeza.
La recuerdo mirándonos altiva cuando decidía, con las manos en los bolsillos, circular sola por la peligrosa noche de Medellín, sin querer ni compañía ni cantaleta de que por favor se cuidara.
La recuerdo con dolores de amores cuando un revolucionario la enamoró con puras tácticas de derecha.
Y luego ella enamorada de un pintor que le dibujó la palabra amor en su corazón.
Hoy se fue y Glorita y yo quedamos como una extraña mesa de dos patas.
Ella no escondía nada, parecía que tuviera el inconsciente afuera. Como dice su hermana Marta, como toy soy. Así era Luz la de nuestros corazones.
Buen viaje querida amiga.
Main Suaza Vargas Cris Suaza Vargas
Abril, 2020
Fotografía: Fotografía enviada por Cris Suaza Vargas. De izquierda a derecha, Gloria Rendón, Luz Rojas y Main Suaza en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en 1981.
Cristina Bautista Taquinás (1989-2019)
“Si callamos nos matan y si hablamos también. Entonces hablamos”. Estas palabras fueron pronunciadas por Cristina Bautista Taquinás en su último discurso como gobernadora indígena en el resguardo de Tacueyó, departamento del Cauca. El 29 de octubre de 2019, Cristina Bautista fue asesinada en una masacre en la que igualmente perecieron José Gerardo Soto, Asdrúval Cayapú, Eliodoro Inscué y James Wilfredo Soto, también autoridades indígenas con quienes recorría, en cumplimento de sus responsabilidades, la vereda La Luz del municipio.
Cristina Bautista Taquinás contaba con treinta años. En 2018 había recibido el título de trabajadora social en la Universidad del Valle, venciendo las barreras de acceso a la educación impuestas por el empobrecimiento en escenarios de históricas exclusiones. En su proceso de formación demostró el compromiso con su comunidad Nasa. Formaba parte del movimiento Tejiendo pensamiento desde donde impulsaba la organización de las mujeres de su pueblo para la resistencia a la violencia en las relaciones familiares, motivo por el cual, debió afrontar y vencer tensiones discriminatorias.
En su recorrido que la condujo a ser elegida gobernadora del resguardo de Tacueyó el mes de junio de 2019, se movilizó por la defensa del territorio, el cumplimiento de los Acuerdos de Paz, la unidad indígena, tanto en el territorio nacional como con pueblos indígenas de otros países. Cristina Bautista mantuvo la confianza, por convicción, en las posibilidades de la Ley para garantizar la salvaguarda de los derechos humanos de los pueblos indígenas.
Nota basada en la semblanza siguiente.
Rodríguez Pizarro, A.N., y Betancourt Maldonado, L.J. (2020). Cristina Bautista Taquinás. Mujer indígena Nasa, Trabajadora Social, lideresa del norte del Cauca, Colombia. Prospectiva. Revista de Trabajo Social e intervención social, (30),309 - 319. https://revistaprospectiva. univalle.edu.co/index.php/prospectiva/article/ view/10178/12487
María Himelda Ramírez
Fotografía: https://www.eltiempo.com/colombia/cali/mural-de-la-universidad-del-valle-en-memoria-de-cristina-taquinas-asesinada-en-cauca-430176
Laura María Herrera de Varela (1940-2020)
Solidaridad, sororidad y persistencia
En medio de las restricciones obligadas por el COVID 19 cumplió Laura Herrera sus ochenta años de vida. Las celebraciones quedaron andando. También quedaron andando abrazos y encuentros que estaban en sus agendas de trabajo, así como conversaciones animadas por proyectos en curso y sueños que mantienen viva la esperanza. Desandar los caminos recorridos por Laura, en medio de las guerras y los pactos de paz registrados en la historia de Colombia durante las ocho décadas de su vida, es una manera de invitar a re-crear su historia.
Laura María nació en la vereda de Guatimbol, municipio de Icononzo, región de Sumapaz donde el cultivo de los frailejones es vital para el cuidado del agua que subyace en el páramo más grande del mundo. Los ecos de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) acunaron su infancia.
Andaba por los ocho años de vida cuando se firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948 y apenas había cumplido catorce años cuando la Asamblea Nacional Constituyente otorgó el derecho de las mujeres al sufragio mediante el acto legislativo N° 3 del 25 de agosto de 1954, al tiempo que prohibió la actividad política del comunismo internacional mediante el acto legislativo N° 6 del 14 de septiembre de 1954.
Fotografía: https://www.elespectador.com/colombia2020/justicia/verdad/angela-salazar-la-comisionada-de-la-verdad-de-los-pueblos-negros/
Recién había cumplido diecisiete años cuando un total de 1.835.255 mujeres ejercieron por primera vez la ciudadanía depositando su voto en las urnas, cumpliendo el decreto que obligaba a cubrir sus dedos índices de tinta indeleble como tuvieron que hacerlo los 4.397.090 votantes en el plebiscito de 19571 considerado por la historia como el primer plebiscito y primer acuerdo para construir pactos por la paz de Colombia.2 La violencia de los años 50 se extendía por todo el territorio colombiano; las relaciones entre movimientos comunitarios, sociales y políticos fueron fuente de tensiones, debates y combates, en medio de disputas y confrontaciones, pactos y alianzas políticas, conflictos armados locales, regionales e internacionales.
En este contexto, las preguntas por las condiciones de existencia necesarias para el ejercicio real y efectivo de los derechos de las mujeres, acompañaron las decisiones de Laura María respecto a la participación activa de las mujeres campesinas en procesos de organización social y política. Sus opciones personales y colectivas estuvieron animadas por su militancia en el partido comunista colombiano y al mismo tiempo en el amplio movimiento social de mujeres.
Barreras invisibles respecto a la participación social y política de las mujeres estaban presentes en el escenario del Congreso de la República en esa coyuntura y circulaban por los mares, los ríos, los valles, las montañas y los páramos buscando
1 2 http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?id=1056773 https://www.registraduria.gov.co/1-de-diciembre-de2012-No-70-55.html#:~:text=Como%20novedad%20a%20esta%20 elecci%C3%B3n,votantes%201.835.255%20fueron%20mujeres. construir consensos mínimos -que se convirtieron en máximas- en medio de ideales e idealizaciones que fundían la unidad y la univocidad en un solo y único dios a la imagen y semejanza de la trinidad bendita. En esos años en los que la fuerza juvenil de los veinte años de Laurita alimentó su paso por su treintañez, su ingreso a la adultez y su paso por la vejez animando acciones de incidencia para construir la paz.
Y en este escenario donde seguimos cantando y viviendo la gloria inmarcesible y la libertad sublime emergió la palabra sufragistas que lleva la profunda huella de alianzas y pactos entre las distintas tendencias políticas de mujeres presentes en el escenario del Congreso de la República en 1954 y al mismo tiempo de muchas conversaciones que pasaron por los rituales del silencio o que fueron silenciadas en los lugares donde se instalaron las urnas de votación en 1957. Y por ello cabe preguntar: ¿qué se mantiene y que se transforma en esta coyuntura que vivimos hoy cuando decimos adiós a Laura María a través de las pantallas del computador, cuando el miedo a contagiarnos obliga a la distancia y limita los encuentros para abrazar la vida?
Las preguntas sobre las relaciones entre los derechos de las mujeres y los derechos humanos emergen lentamente en las dinámicas de los partidos políticos y las organizaciones sociales y están presentes en la trayectoria vital de Laura María y de ello dan cuenta algunos testimonios:
“Laura María Herrera de Varela, fue una convencida de la necesidad de la búsqueda de la solución política al conflicto social y armado, asumiendo el
compromiso de la lucha por la paz de Colombia, colocando a ASODEMUC, filial de la Federación Democrática Internacional de Mujeres – FEDIM, al frente de la labor como garantes del enfoque de género en el Acuerdo de Paz; firmado entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las antiguas FARC – EP.”3
“Hoy Laurita nos deja un gran legado de lucha por los derechos de las mujeres campesinas y por la paz en Colombia. La recordaremos y seguirá presente en nuestros caminos en la defensa por nuestros territorios. Un saludo de condolencias a la familia, especialmente a su hijo que lo acompañamos desde el Sumapaz.” Consejo Local de Mujeres de Sumapaz. Octubre 1 de 2020.
“Una campesina que se enfrentó a las diferentes dificultades del campesinado colombiano, tuvo que asumir un liderazgo desde los 11 años en defensa de sus amigos, amigas y familiares. La vida de Laura transcurre por su conocimiento, enseña política, economía y es una excelente cocinera. Su colorido humor le permitió disfrutar todo lo que hacía.
Puedo decir con seguridad que a ella le gustan estos espacios de reunión, siempre lo dijo. Le encantaban las flores, vestirse de rojo y muy elegante. Sus amigas y familiares quieren hacerle un homenaje con música y alegría como fue Laura. Le gustaba mucho que la gente se encontrara. También decía: es en los sepelios el único lugar para encontrarse con personas que se dejan de ver por mucho tiem-
3 http://pacocol.org/index.php/comites-regionales/bogota/13183honor-y-gloria-a-la-memoria-de-la-camarada-laura-maria-herrerade-varela po, y es la oportunidad para reencontrarse con la historia de quienes se van. También me decía: “el día que me muera no lloren, alégrense porque realicé mis deberes; si lloran es porque algo hice mal”. Por esto invito a que la recordemos como la mujer alegre y sonriente. Continuemos con el gran legado que nos dejó como maestra.
El día de hoy conmemoramos su vida y su legado, y es una de las tantas conmemoraciones que esperamos poder hacer, porque se realizarán varias, y como ella quería: con grupo musical, flores, cantos, risas y humor, hablar de lo que fue y lo que no fue.
Hoy no despedimos a Laura. Iniciamos los recuerdos y la llevaremos siempre en nuestros corazones, muchas gracias a todas y en especial a su hijo y a su familia, por permitirnos compartir con ustedes” Este homenaje a la vida de Laura, es también un homenaje a la vida de las mujeres campesinas y rurales, y a diversos procesos de organización y acción política cotidiana, aún no contados. Es también un reconocimiento a la vida de ASODEMUC y a las organizaciones de mujeres que sostienen procesos hacia una paz estable y duradera en Colombia haciendo caminos para avanzar en la realización de sus propósitos4
Rosita Bautista
Ciudadana feminista y amiga
Juanita María Barreto Gama
Ciudadana feminista
4 http://asodemuc.blogspot.com/2011/11/
Ligia Esther Cantillo Barrios (1956-2020)
Amiga y compañera en caminos y campus
Fueron profundas y sentidas las voces que circularon por el espacio sideral, en medio del confinamiento en la mañana del 4 de septiembre, cuando supimos que Ligia ya no estaría caminando por el campus de la Universidad que hizo suyo desde cuando optó por estudiar Sociología en el segundo semestre del convulsionado año de 1979. Su opción por los derechos animó su acontecer universitario buscando alternativas de transformación social, personal y colectiva animadas por procesos de investigación en los cuales los saberes regionales interrogasen las relaciones de género, cultura y violencias contra las mujeres.
Desde ese amanecer y durante todo el mes de septiembre, se inició lo que podríamos llamar un tributo al diario acontecer de Ligia que daba cuenta de los caminos recorridos por Ligia en su diario acontecer. Mujeres pertenecientes a diversos grupos, asociaciones, organizaciones, combos y redes de Barranquilla y la Región Caribe hacían correr cálidos mensajes celebrando su existencia, abrazando la vida y tejiendo la solidaridad. Los abrazos virtuales circulaban por las nuevas redes sociales a modo de las nuevas huellas del fluir de los encuentros entre tradición, modernidad y postmodernidad presentes en nuestros cuerpos y también en los barrios y veredas, calles y plazas, ríos y mares por donde transitara Ligia tejiendo nexos con hilos multicolores entre su natal Rosario de Chengue, Barranquilla, la Región Caribe y el resto del mundo.
Fotografía: https://www.facebook.com/photo?fbid=10157592837174352&set=pcb.10157592857204352
Quienes integramos el Grupo Mujer y Sociedad conocimos a Ligia en diversos momentos de nuestras historias y hoy nos unimos en este homenaje a través de las redes que hoy nos conectan por el espacio sideral. A través de este enlace1 podremos escuchar conmovedores saludos y cálidos mensajes de quienes fueran sus compañeras de camino, coequiperas, maestras y colegas; en nuestra sección Sueños Imágenes y Símbolos de esta misma edición publicamos un poema que Dayana De la Rosa Carbonell dedicó a Ligia, y enseguida, quedan andando las palabras de Perla Olmos, Rafaela Vos Obeso y Sarelys Avendaño, con quienes hemos compartido diversos momentos de nuestras vidas en los campus y en los campos.
Perla Olmos Suárez escribió en su página de Facebook: “Mi amiga de siempre mi compañera de lucha por los derechos de las mujeres: eres y fuiste mujer emblemática sobresaliente dedicada y comprometida con la causa de los derechos humanos y de los derechos especialmente de las mujeres. Te fuiste muy rápido. Te fuiste sin tiempo. La mujer de las anécdotas; la mujer de la sonrisa permanente; la mujer verraca. Nada te quedó grande en la vida. Lo diste todo. Compartiste todo. Anduviste por todos los caminos hermana. Nos encontramos en los cruces; nos encontramos en la dialéctica de la vida grandes amigas, grandes compañeras, grandes. Grande fuiste, amiga. Las Mujeres del Atlántico hoy te extrañan. El departamento del Atlántico, Barranquilla y la academia tiene que
1 https://drive.google.com/file/d/1eTYeO6738dnXzKnqdFV_ uB26eALQD-nQ/view?ts=5f860590 homenajearte por tanta dedicación a la cultura y a los derechos especialmente de las mujeres. Fuiste hacedora de equidad y tejedoras de sueños. Siempre permanecerás vigente actuante activa en todos los procesos sociales que se den, pero especialmente Ligia Cantillo en mi corazón y en los corazones de todas las mujeres que hoy te extrañamos que hoy te echamos de menos. Verraca, no tienes ni tuviste derecho a irte y dejarnos, pero así es la vida. Más adelante nos volvemos a encontrar, más adelante seguimos luchando por lo que siempre creíste y creemos amiga. No un adiós porque los adioses son feos es un hasta luego es un hasta siempre compañera. A tus hijas y a tu compañero un sentir de todos y todas. Un abrazo sororo. Ahí estamos y ahí estoy. Amiga compañera conocí tu historia, conociste mi historia, compartimos nuestras historias las vivimos al fulgor de los pensamientos, de las decisiones tomadas, de los procesos vividos de las luchas ganadas, de las críticas a nosotras mismas por los errores cometidos a través del tiempo y del proceso vivido actuando con las mujeres todas, involucradas las de la ciudad, las mujeres rurales las más vulnerables que cualquier otra, manifestaciones y asistencia a todos los actos que se dieran por los derechos humanos y especial los de las mujeres. Siempre me decías Perliña; que los dioses del Olimpo te acompañen dioses de la mitología, dioses creados por los acontecimientos las creencias y los principios libertarios.
https://www.facebook.com/perla.e.suarez/ posts/10157592857204352
A mi manera
He denominado estas palabras de despedida “A mi manera”; mi amiga Ligia vivió de ese modo, es la gran satisfacción que se lleva, compañera de rutas, y de complicidades, atenta a nuevas aventuras, de espíritu andariego para quien me convertí en su polo a tierra en nuestros cortos y largos viajes.
Ella fue así, vivió cada momento con el detalle de la mirada sociológica con contenido feministas, disfrutaba probar en cada lugar que visitamos el sabor de las comidas porque decía que contenían el “sabor de la tierrita”. En estos tiempos extrañaba ir a las ventas de frutas y verduras, porque le encantaba palpar, sentir la textura, olores y sabores los cuales disfrutaba.
Amó profundamente a su familia, sus hijas fueron su inspiración, me detalló largas caminatas de protestas con embarazos a bordo. A veces se reía, y me decía “nuestras hijas creen que serían lo que son, y se les olvida que si no hubiese sido por nuestras luchas muchos de sus sueños no se habrían realizado”. Y de esto estoy plenamente identificada, las nuevas generaciones no vivieron la intensidad de las discriminaciones, nosotras si, de ahí nuestra entrega total para que el futuro fuera mejor para las nuevas generaciones.
Así vivimos las mujeres de los años 70 y 80, queríamos cambiar el mundo y vaya que si lo hicimos parcialmente, con grandes esfuerzos, noches de desvelos con dobles y triples jornadas de trabajo, por fortuna pudo ver el crecimiento y empoderamiento de Mónica, Laura, Daniela de quienes siempre sintió orgullo como madre y profesional.
Viviste y moriste a tu manera. Fuimos respetuosas con tus silencios, y te hicimos solidaria compañía. Entendimos tus decisiones. En la noche de tu deceso me preguntaba ¿cuál era tu mensaje con tu indoblegable decisión? Encontré la respuesta: fuiste coherente hasta el final con el discurso, defendiste tu derecho humano a la vida, pero también la forma de morir, no quisiste intervenciones invasivas, solo mediar con enfoque alternativos para un mejor vivir en el contexto de la enfermedad que te tocó lidiar. Me dijiste que los años largos o cortos que te quedaran, querías vivir nuevas experiencias y que tus hijas, amigas, familiares te recordaran como eras tú física y espiritualmente, es decir con tu sonrisa a bordo. Y lo cumpliste. Hasta para morir hay que ser valiente y lo fuiste hasta el final como guerrera. Ahora comprendo aún más muchos de tus mensajes, la necesidad de cerrar ciclos y asumir nuevas responsabilidades. Ese fue tu tiempo.
Existe un cántico religioso que viene a mi memoria que dice: “para morir hay que vivir”, tu cuerpo físico no está presencialmente, pero vivirás siempre en nuestros recuerdos y corazones, como académica, investigadora, feminista, activista, luchadora incansable, comprometida con las mujeres rurales, entonces permanecerá tu legado en el tiempo.
Amiga trasciende en paz que la paz de nuestras diosas como siempre me decías, te ayuden a tu evolución espiritual, y damos gracias a la vida al estilo Mercedes Sosa, por habernos cruzado en
este plano de la existencia, y expresamos nuestra gratitud por haberte conocido y compartido tantas experiencias, tristezas y alegrías. Descansa en paz querida amiga.”
Rafaela Vos Obeso.
La voz de Rafaela dio paso a otras voces de profesoras y profesores, compañeras, egresadas y estudiantes que entretejieron sonrisas, anécdotas, lágrimas y recuerdos con la maestría y el cariño de Celmira Castro Suárez, coordinadora del programa de Sociología y la moderación de Cyndi Arenas Ballesteros. Allí en medio de momentos de silencio y sorteando sorpresas con el manejo de los recursos tecnológicos que hacían posible el encuentro, se abrían y cerraban los videos y micrófonos que mediaban para hacer posible este ritual de despedida.
“Mujer, Género y Cultura” no es un simple Grupo de Investigación, cada integrante es una historia, un modelo de vida, una huella y enseñanza en mi corazón. El viernes voló como mariposa una gran mujer, amiga, compañera y jefa. Viajó a un lugar para descansar así de imprevisto, sin avisar, dejando toda la empatía, la experiencia y la alegría en quienes la conocimos y la amamos. Son muchas las lecciones humanas, feministas y académicas que me dejas: las crisis existenciales sobre la maternidad y la familia, las cosas del “mundo adulto” como decías; los chistes, risas, anécdotas, dichos, el aprendizaje de plantas y especias, en fin, podría escribir un libro de todas las enseñanzas que sembraste en el árbol de mi vida. Hoy, Ligia no es un nombre común, Ligia es sinónimo de valentía, lucha constante, compromiso y defensa de la vida, es lo más valioso que pueda existir entre todas las cosas: el derecho a la autonomía, el derecho a vivir la vida “a mi manera”.
Este es tu legado, mi querida profe, seguir en este camino, como dirías, de “más candongas en las orejas”, para que todas las mujeres puedan y se atrevan a vivir la vida a su manera. Hoy después de tantas lágrimas, sólo me queda por decirte gracias, gracias por tanto.
Sarelys Avendaño Escobar Septiembre 23, 2020
La vida de Ligia estuvo animada por la defensa del derecho a la educación superior pública, por su participación activa en procesos de transformación de las prácticas pedagógicas, y en sus proyectos para hacer posible el acceso de quienes habitan en los municipios del Atlántico y de la región Caribe a las aulas universitarias.
De sus aportes para unir la educación y la vida dieron testimonio Mónica, Laura y Daniela sus tres hijas, César Fernández, su esposo y compañero de camino y su madre Ana Barrios Melgarejo, quienes con sus palabras, su música y sus cantos transformaron las lágrimas en incentivos para fortalecer concepciones, prácticas y procesos académicos en una perspectiva inter y transdiciplinaria que interroga y controvierte la reproducción de las violencias de género y avanza en la realización cotidiana de los derechos de las mujeres.
Juanita Barreto Gama
El Consejo Académico de la Universidad del Atlántico, en uso de sus facultades legales y estatutarias y,
CONSIDERANDO QUE:
El día 4 de septiembre dejó de existir en la ciudad de Barranquilla la socióloga Ligia Esther Cantillo Barrios, quien estaba vinculada como docente de tiempo completo a la Universidad del Atlántico, adscrita a la Facultad de Ciencias Humanas, desde hace 21 años. Socióloga y docente del Programa de Sociología de la Facultad de Ciencias Humanas. Académica, humanista, e investigadora, coherente con su práctica profesional y de vida. Intervino en procesos organizativos a nivel local, regional y nacional desde el enfoque de derechos humanos con mirada de género.
Incidió a través de proyectos sociales en instituciones públicas estratégicas, responsables de la transformación de vida de las mujeres. Gestora de las Políticas Públicas de Mujeres del Departamento del Atlántico, territorio epicentro de su intervención sociológica como feminista académica, dedicándoles a las mujeres rurales gran parte de su producción investigativa.
Coordinadora de la Maestría en Estudios de Género y Violencia Intrafamiliar desde donde trabajó intensamente en la visibilidad de las violencias contra las mujeres, el respeto por la diversidad sexual y las diferencias.
En mérito de lo expuesto, el Consejo Académico en sesión del 14 de septiembre de 2020,
RESUELVE:
ARTÍCULO PRIMERO: Rendir homenaje póstumo de reconocimiento a la memoria de la profesora LIGIA ESTHER CANTILLO BARRIOS y exaltar su meritoria carrera académica e investigativa como docente de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad del Atlántico, institución para la cual constituye un ejemplo digno de emular por parte de la comunidad universitaria de la región Caribe y el país. (Resolución Académica No. 000059 del 14 de septiembre de 2020)
Ver Resolución completa en: https://www.uniatlantico.edu.co/uatlantico/sites/default/ files/consejo-academico/059%20Por%20la%20cual%20se%20hace%20una%20 exaltaci%C3%B3n%20a%20la%20memoria%20y%20obra%20de%20la%20docente%20 soci%C3%B3loga%20e%20investigadora%20LIGIA%20CANTILLO%20%20Septiembre%20 17%202020.pdf
Las mujeres y los libros
Florence Thomas Nosotras, las mujeres Un viaje por el universo feminista y librepensador de Florence Thomas
El libro Nosotras, las mujeres se terminó de editar en enero de 2020, por Intermedio Editores y es un homenaje – merecido – que se hace a los veinte años que lleva Florence de ser columnista del diario El Tiempo, años en los que ha escrito con el alma, las neuronas, los sueños y las angustias desvestidas; una autora – sentipensante, transparente y libertaria – que anhela un mundo apto para las mujeres, con garantías de derechos y con las milenarias prácticas patriarcales erradi-
cadas y condenadas al olvido. Esa valiente utopía de la paz, el amor y la sororidad a plenitud mueve las letras de la colombo-francesa profundamente enamorada de Colombia, si bien nació en Francia, lleva más de cincuenta años en este suelo que la apasiona tanto como para sentir su alegría y sus desgarradores dolores como propios.
Su más reciente libro – porque seguro no es el último – nos lleva a viajar por su mundo con autopistas de libertades, irreverencias, confesiones de amores o tristezas profundas, pero no eternas; Florence en la introducción agradece a El Tiempo por respetarle cada una de sus columnas con temas que podrían tocar las ortodoxias sociales propias de un mundo invadido del mínimo respeto por las diferencias o el miedo al cambio.
Leer este libro, es aventurar por las columnas duras en este adolorido país, columnas tristes y desesperadas como la de la masacre de Bojayá, para la cual menciona que no encontró palabras que fueran capaces de expresar tanto dolor que El Tiempo publicó en blanco con el título “No hay palabras”, y aun en esa manifestación genuina de su asombro y tristeza, El Tiempo respetó su libertad de expresión.
Columnas controvertidas como la que tituló “Tu nombre me sabe a hierba” dejando claro que la marihuana hace menos daño que el alcohol; también algunas que argumentan la libertad de los úteros y sus usos; otras que hacían apología al amor como la declaración que hizo a Miguel Bosé o una de sus preferidas, en la cual defendió las arrugas frente al bisturí asesino de memorias.
Leer Nosotras, las mujeres es experimentar un festival de emociones, es sentir que estamos tomando un café con Florence y coincidiendo en muchos de esos sentimientos, incluso descubriendo que sus palabras favoritas como nostalgia, dudar o quizás, nos invitan al pensamiento crítico y a despertar del letargo de históricas formas deshumanizadas de vivir, como la de oprimir a las mujeres y desahuciar sus derechos:
Y es que como feminista, me es imposible sentir nostalgia de lo que vivieron mis abuelas; como feminista no puedo sostener que todo tiempo pasado fue mejor, afirma Florence en la página 23.
Este libro toma rutas de libertad, en las que cada lector o lectora puede escoger la orilla desde donde quiere leer; nos invita a dudar de casi todo, a reflexionar la situación de nosotras las mujeres, de cómo nos va con eso de la sororidad y de los secretos que tenemos en esas alianzas profundas para defendernos y contrarrestar el machismo y las abruptas violencias que nos alcanzan; ahí se detiene con un dolor abierto describiendo feminicidios, estadísticas de violencias contra las mujeres e historias que llevan a recordar el gran desafío que es ser mujer y salir vivas, vivir a plenitud y lograr soltar cadenas; nos recuerda que podemos volvernos objetivo militar del patriarcado por exigir los derechos sexuales y reproductivos, por atrevernos a transitar de lo privado a lo público y político o por cualquier cosa que represente el empoderamiento y el accionar feminista. Pero también nos enseña que el miedo no es buen equipaje para nadie.
De manera brillante dedica un capítulo a ‘Nosotras’ y nos describe como complicadas, emotivas, peleonas, brujas, putas y felices, pero también transgresoras, desobedientes y extraviadas. Es rico leer cada palabra que emplea para hacer viajar a hombres y mujeres por el universo femenino. Pero no solo habla de las mujeres, el país, las desigualdades, la sororidad y los amores, también escogió un capítulo que representa una estación obligada en este viaje “Entender a los hombres: Un imposible”:
A medida que crecía e incluso que me volvía vieja, me daba cuenta que entender a los hombres, desde una mirada de mujer, era un imposible… No sé si los conozco, pero lo primero que me viene a la mente es que nunca los he mirado ni los miro como muchos de ellos miran a las mujeres.
También afirma en dicho capítulo, que “hombres es lo que hay”:
Barrigones, mujeriegos, narcisos, alcohólicos, cobardes, regulares amantes y pésimos maridos.
Hombres aun atados a una idea de virilidad ligada al ejercicio del poder, hombres que prefieren aburrirse con modelitos de veintidós años obsesionadas con una imagen globalizada de belleza.
Cada tema abordado en el libro define lo que es y no es Florence; es una feminista hasta el infinito y no es una persona que reprima sus opiniones, a pesar del “garrote” (para describirlo al mejor estilo del dialecto colombiano) que pueda recibir por exponer ideas como la de afirmar que un asunto fundamental y reparador para las mujeres es el camino hacia la despenalización total del aborto – en mayúscula y con negrilla – TOTAL. Este tema no va a faltar en ninguno de los momentos de Florence, es su autopista más transitada y despejada de prejuicios.
Y como es una maestra de la creatividad y su pluma exquisita de leer le otorga todas las licencias para serlo, eligió que las rutas de cierre del viaje por su mundo de dos décadas de columnista, significativamente dinámico, cambiante e inquieto, serían el amor – esa cosa tan rara – pero ella es una total creyente beligerante de los amores, no renuncia a ellos aunque en ocasiones le estremezca la decepción, ella vence miedos, dolores y se lanza a amar, por raro que sea e invita a vivirlo.
Y la otra ruta fue la de las mujeres en la política: qué combinación más atrevida - el amor y la política - ; Marcela Lagarde tiene una frase poderosa y que Florence incluye en las primeras hojas del libro. Yo la empleo para cerrar esta reseña: Las mujeres, qué sería de las mujeres sin el amor de otras mujeres. Me sirvo de esta frase porque definitivamente el gran desafío de las mujeres es la política, hacer política de otra manera y para eso es fundamental que hayamos aprendido a amarnos, a relacionarnos desde el respeto por las diferencias y logrado desarraigar imaginarios sociales de las violencias basadas en género y que amparan al tenaz machismo. De que las mujeres no podemos ser amigas o aliadas y que estamos condenadas a la medición del conflicto entre nosotras que nos impide avanzar de manera libre y contundente hacia lo público y el poder político, ejemplo claro es que por estadística poblacional podríamos elegir la primera presidenta de Colombia y no ha sido así. Algo nos debe decir eso.
Florence con alegría cierra su libro afirmando que Claudia López fue elegida como alcaldesa del Distrito de Bogotá, hecho histórico para la capital y para el país. Afirma:
A la hora que escribo estas líneas, hacer política de otra manera, hacer política con enfoque diferencial y de género se vuelve un enorme reto. Toca escribir otro capítulo en unos cuatro años para saber si se logró o si nuestros sueños tienen que esperar algo más.
El viaje por veinte años del ejercicio de columnista de Florence, nos convoca a dudar y crear pensamiento crítico, al feminismo, a la sororidad, a seguir guardando los secretos de las mujeres, a continuar cuestionando a los hombres y sus prácticas machistas, al amor y a la política liderada por mujeres; en síntesis, es una gran historia que contiene infinitos relatos y que nos invita a agudizar los sentidos para deconstruir narrativas y perder el miedo a las transformaciones, a las diferencias y a que nos atrevamos a crear un mundo habitable para las niñas, las mujeres, la población LGBTI, los pueblos indígenas o afros, en fin para todos y todas, pero sobre todo para nosotras, las mujeres.
Fabrina Acosta Contreras
María Himelda Ramírez El feminismo, el género y la profesionalización del trabajo social en colombia (1936-2004). Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Colombia, 2020.
A mi entrañable alumna que se convirtió en maestra.
Primero que todo me uno a las palabras de Juanita Barreto: “FELICITACIONES por todo el trabajo que hay incorporado en él. Es un motivo de alegría para todas, quienes hemos disfrutado de nuestro tiempo compartido”. Estas breves y emocionadas palabras dedicadas a la autora y su último libro, más que una reseña bibliográfica, son una evocación de lo que a veces aconteció detrás de la carátula a lo largo de estos años consolidados en la Universidad Nacional de Colombia.
La experiencia del grupo de colegas de Trabajo Social y del Grupo Mujer y Sociedad ha sido y sigue siendo, después de nuestra jubilación, una relación mediada por el trabajo en equipo, en la cual se destaca la producción personal, y, sobre todo, se arraiga la admiración por cada una en particular. En especial por el aporte de María Himelda, quien nunca descalificó una intervención de alguna exponente, sino que, con su inteligencia y respeto elaboraba un argumento convincente, así fuese contradictorio. Estoy convencida del principal aprendizaje de ella, que nos enriqueció a todas: el respeto por la otra, anteponiendo siempre el buen trato frente a los desencuentros y diferencias de ideas. Recuerdo sus serenas llamadas a la cordura cuando enfrentábamos con rudeza y excesiva pasión el debate. Creo que tal cualidad obedece a que nunca nos ha manifestado su interés por el poder sobre las demás. Sencillamente, es una enseñanza para
la construcción de relaciones democráticas en el seno de un grupo con múltiples tendencias y discrepancias y con muchos sueños reinventados e ideales de bienestar social y libertad. El espíritu de ella, aquí descrito, impregna todo el camino mencionado en el libro.
También nos lo ha demostrado a lo largo de su carrera, ha preferido ser la primera docente del departamento de Trabajo Social en obtener el doctorado y enfocar su trabajo a la investigación de la nueva historia, la historia social. Sus dos tesis de maestría en Historia de la Universidad Nacional: “Las Mujeres y la Sociedad Colonial de Santa Fe de Bogotá, 1950-1810”, y de doctorado: “De la Caridad Barroca a la Caridad Ilustrada. Mujeres, género y pobreza en la sociedad de Santa Fe de Bogotá, siglos XVII y XVIII”, (Excellent Cum Laude, máxima distinción que otorga la Universidad de Barcelona, España), así lo demuestran. Y recordar el desacertado comentario del director de la carrera de Trabajo Social cuando María Himelda se presentó a la convocatoria y sacó el mayor puntaje del concurso entre quince aspirantes a docentes. Estaba gestando a su segunda hija y la autoridad dijo “no puede ingresar a la Universidad, está enferma y se le suben demasiado los costos a la entidad”. En buena hora el comité de selección le preguntó por la mencionada enfermedad y logró silenciarlo. A renglón seguido volvió a comentar: “cría cuervos y te sacarán los ojos”. Las integrantes del comité de selección ya contábamos con la semillita del feminismo y la intención de ser autónomas en la academia, tratábamos de superar el tutelaje.
Para las colegas del departamento de Trabajo Social y del Grupo Mujer y Sociedad que compartimos reflexiones, cuestionamientos, búsquedas, argumentos, críticas, en fin múltiples acciones académicas durante más de dos décadas en la Universidad Nacional de Colombia y las acompañamos de una perdurable y profunda amistad, es un sueño realizado leer estas historias.
Un sueño realizado por cuanto hace algunos años, por allá en la década del 70 del siglo pasado, nos querían desterrar de la Universidad y negarnos el derecho a investigar sobre los quehaceres y las ideas de las profesiones compuestas predominantemente por mujeres. Los maestros reformadores consideraban que no había temas sobre los cuales reflexionar y dar rodeos. Las profesiones femeninas estábamos para escuchar las orientaciones de las ciencias básicas, en nuestro caso, Trabajo Social, Sociología y Antropología principalmente. Con el reto de pensar por cuenta propia y decir nuestras propias palabras emprendimos el largo camino narrado e interpretado por María Himelda, en el texto sobre la Historia del Trabajo Social y sus íntimas relaciones con el feminismo.
La tesis central del libro versa sobre la caracterización de las diferentes etapas de la profesión. Capítulo primero: El ciclo de institucionalización del servicio social católico (1936-1958), plantea el inicio en los años 30 del siglo XX, orientado por la Doctrina Social de la Iglesia, con un claro fondo de orden religioso y caritativo. Trae información sobre los programas privados y públicos que se crearon en algunas regiones del país, principalmente en Bogotá y Medellín. Igualmente reseña los programas creados en los Colegios Mayores Femeninos en varios departamentos y orientados por el Ministerio de Educación Nacional, con el ánimo de generar oportunidades de estudio a las mujeres priorizando la concepción de los trabajos técnicos afines a la maternidad.
Capítulo 2: Hacia la laicidad en la formación en trabajo social en las universidades públicas. El caso de la Universidad Nacional de Colombia. La segunda fase, a partir de la década del desarrollo en América Latina, está signada por un enfoque tecnocrático y de metodologías para la intervención, liderado, particularmente por organismos internacionales. Enfoque cuestionado durante el proceso de reconceptualización, cuyos actores centrales fueron los docentes de las universidades estatales a lo largo y ancho del continente. Este breve momento de la profesión estuvo orientado por el estudio de textos marxistas y de la teoría crítica, así como del interés por la práctica y la metodología de la investigación.
Capítulo 3: Anotaciones sobre los estudios acerca de la mujer y el género en la segunda mitad del siglo XX: conexiones latinoamericanas. Es una etapa impregnada por el pensamiento de la academia feminista que empieza a indagar acerca de temas insospechados a rescatar los derechos de las mujeres e incidir en las políticas públicas y buscar espacio en las universidades a partir de los años 80, hasta nuestros días y que constituye la base para el planteamiento del acápite siguiente.
Capítulo 4: La institucionalización de los Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia y la consolidación de la Escuela (19862004). Cabe anotar la memoria recogida acerca del proceso de formación de la primera escuela de Estudios de Mujer, Género y Desarrollo en Colombia, gestionada por el Grupo Mujer y Sociedad de la Universidad Nacional.
Cada una de las etapas cuenta con una contextualización de la época, enriquecida con copiosa información de las escuelas de Asistencia, Servicio y Trabajo Social, sucesivamente, ubicadas en diferentes países del mundo occidental y, especialmente, en Colombia. Expone las principales tesis y orientaciones sustentadas en escritos, monografías, reportajes de prensa, archivos institucionales y entrevistas con las principales actoras del momento. Fuentes enriquecedoras que expresan el cuidadoso y riguroso trabajo realizado. Merece especial mención la descripción de la cuestión social dominante en cada período y las rupturas sucesivas de paradigmas y de temas de interés profesional.
Vale la pena hacer memoria sobre la imagen de conflictivas que teníamos las profesoras de Trabajo Social en la facultad de Ciencias Humanas, aunque eso sí, algunos de los docentes e incluso decanos se interesaban, informaban y terminaban interviniendo en los debates. Como había muy pocos escritos, muy pocos se enteraban de las rupturas, las críticas y los replanteamientos del cambio que acontecía. Por eso es tan importante la historia escrita por María Himelda. Lo que no se escribe, un pequeño soplo del viento se lo lleva.
María Himelda coordinó con Dora Isabel Díaz en la dirección de la Escuela de Género y Desarrollo, la Biblioteca Digital Feminista, la segunda en América Latina. Se registraron más de dos mil textos. Cabe destacar la producción de las tesis de las ex alumnas, pero también, la irradiación del tema a varias unidades académicas en el seno mismo de la Universidad, tales como Medicina, Enfermería, Arquitectura y Artes. Eso nunca lo hubiésemos pensado cuando al iniciar el trabajo del Grupo Mujer y Sociedad, tan solo contábamos con nuestros propios textos impresos, los pocos que llegaban al país.
Sobre este último punto cabe resaltar el tema de las violencias cotidianas y familiares, sobre el que María Himelda es pionera de la investigación en el seno del departamento de Trabajo Social. Nos abrió puertas y ventanas para entablar un diálogo universitario y superar el mero acto de escuchar. Uno de sus primeros artículos al respecto fue publicado en el libro del Instituto de Estudios Políticos (IEPRI) acerca de las violencias en Colombia. Según Juanita, con quien he dialogado para este homenaje a nuestra amiga, comenta: “El rigor investigativo de María Himelda se siente en cada una de las páginas enviadas por ella a la Comisión de Estudios sobre la violencia, acogidas integralmente por sus editores, quienes muy pronto fueron llamados por la gran prensa “los violentólogos”, cuando el lenguaje libre de sexismo aun no tenía lugar. Sabemos también que dividir el mundo entre violentólogos y ternurólogos carece de sentido y por ello, estas páginas llevan consigo otras palabras que siguen haciendo camino”. El mencionado libro se titula: “Colombia, Violencia y Democracia”.
En otro año, propusimos tratar el tema de las intimidaciones a las mujeres en la Universidad y los ilustres directores negaron el permiso, argumentando el extremo riesgo que suponía al interior de la institución. Por supuesto, tal vez, estaban defendiendo el destacado lugar que ocupan y el honor que defienden como maestros en la cultura y la academia patriarcal, con sus ocultas prácticas y silenciosos excesos, de algunos, por supuesto. Hoy en día, la cuestión de las diversas violencias e inequidades de género está tomando espacio en los eventos académicos y temerariamente en el ámbito de las políticas universitarias, pese a tener como rectora por primera vez a una mujer.
Y otra remembranza viene a mi memoria. Bienestar Social de la Universidad, por allá en los años 90, solicitó conmemorar el día de la mujer. Para ello, María Himelda escribió el artículo titulado: “Anotaciones sobre el origen y la significación del ocho de marzo. Día Internacional de la Mujer”, en la Revista En Otras Palabras... No. 19. Este escrito nos acompañó por todo el país en múltiples conmemoraciones, y logró darle el contenido histórico que merece.
Por todas tus contribuciones, María Himelda, muchas gracias.
María Eugenia Martínez
Mayo de 2020
Mabel Paola López Jerez Morir de amor. Violencia conyugal en la Nueva Granada Siglos XVI al XIX. Bogotá: Ariel, 2020, 404 páginas
Este libro se basa en la tesis doctoral de Mabel Paola López Jerez, un estudio erudito y documentado con rigor, sobre la violencia contra la esposa en los contextos de la Ilustración en los reinos de España en Indias a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, que mereció la distinción Laureada propuesta por el departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia. La versión reconstruida para el gran público salió justo cuando se produjo el confinamiento por motivos de la pandemia del Covid 19. El libro es un mensaje a la sociedad colombiana que revela la densa tradición que sustenta la dominación masculina sobre las mujeres, fundamento del riesgo sistemático en que sobreviven las niñas, las jóvenes y las demás mujeres de experimentar distintas amenazas a su vida e integridad por parte de los hombres de su entorno. En este periodo de alteraciones de la cotidianidad, esas amenazas transitan a atentados concretos que representan, en términos estadísticos, los delitos de mayor ocurrencia en el país.
Mabel Paola López Jerez destaca que, en el lapso estudiado, se produjo un cambio cultural relevante por cuenta de lo que significó la Ilustración. El paradigma de la igualdad interrogó las tradiciones centenarias que sustentaban la inferioridad de las mujeres y que se expresaban de manera contundente en las relaciones conyugales. Con base en la revisión de 144 expedientes judiciales tramitados en segunda instancia en los tribunales de Santafé entre 1700 y 1811, la
autora identifica una tendencia civilizatoria en los términos propuestos por Norbert Elias, en los procesos entablados por violencia contra la esposa por parte de sus cónyuges. Esta tendencia procede, ante todo, de un sector de abogados defensores de un pensamiento moderno para quienes la contención de los impulsos violentos constituye un emblema de civilización, lo mismo que la moderación en el trato a la esposa, quien merece ser considerada como compañera y no como sierva. Por supuesto, fue una tendencia minoritaria como lo explica la autora que, sin embargo, permitía imaginar otro trato por parte de los cónyuges a sus consortes.
Esta publicación se divide en dos partes. La primera se refiere al trasfondo histórico y cultural de la violencia conyugal en el periodo indiano. La explicación de la organización social estamental que ofrece la autora permite apreciar las diferencias de las relaciones de las mujeres con el matrimonio, con sus entornos y con los tribunales. Las mujeres de las élites, integrantes de los sectores blancos acaudalados criollos o peninsulares, fueron las menos representadas en términos cuantitativos en los expedientes revisados; sin embargo esos documentos muestran con nitidez la tendencia civilizatoria de los abogados liberales respecto a la censura a los excesos denunciados como “malos tratamientos, injurias o sevicia”, y las mujeres manifestaban su confianza en la justicia; además de la violencia física y los tratos denigrantes, hechos como el abandono o la dilapidación de la dote, suscitaban la solidaridad de la familia de origen o de otros parientes y por lo tanto, su respaldo ante los tribunales. Esto es, los agravios sufridos por ellas eran también agravios a la familia y una de las alternativas era la “separación de lecho y mesa o divorcio perpetuo” sin que ello significara la disolución del vínculo, motivo por el cual la causa debía pactar asimismo una cuota alimentaria para el sostenimiento de la esposa, las hijas y los hijos. Las mujeres de los sectores medios, criollas y mestizas, también se incluyeron en las posibilidades de los cambios que se avizoraban y se identificaban con las mujeres de las élites en la tendencia a la búsqueda de la moderación en el trato y las posibilidades de la mediación de las instancias judiciales; además, contaban con el respaldo en sus entornos familiares. Unas y otras habían consolidado su matrimonio sacramental, de acuerdo con las prescripciones establecidas por los poderes eclesiásticos y civiles, hecho que les garantizaba respetabilidad, a diferencia de las mujeres de los sectores populares.
Las mujeres de los estamentos pobres como las mestizas, las indígenas, las libertas y las esclavizadas, fueron las más representadas en los expedientes; ellas, por lo general, convivían en uniones de hecho con sus parejas, los episodios violentos descritos eran de tal crueldad que se asimilaban a las peores torturas y contaban con débiles respaldos sociales. La causa corría a cargo de defensores de oficio quienes por lo regular, representaban las tradiciones más ortodoxas sobre la condición de las mujeres, quienes, a su criterio, debían sujetarse a la dominación del consorte; este a su vez gozaba de ciertas atenuantes que contribuían a justificar los excesos, puesto que se solía focalizar en las agraviadas la responsabilidad de los hechos, ya que se les imputaba ser negligentes en el cumplimiento de sus deberes, ser injuriosas y escandalosas. Esas violencias solían ser
precipitadas por la autonomía económica de la que gozaban aquellas mujeres, puesto que, como trabajadoras de distintos oficios, generaban sus ingresos propios que les permitían ciertas libertades de movimiento y les posibilitaba desplazarse por diferentes lugares, hacer visitas a sus amigos o parientes, concurrir a los espacios de socialización como las tiendas o chicherías; esas libertades suscitaban las reacciones violentas de los hombres con los que convivían, y también, enfrentamientos agravados por la embriaguez habitual del hombre o eventual de ambos integrantes de la pareja. La intervención de la justicia se producía por lo regular, ante la gravedad de los hechos pues las mujeres sufrían heridas de tal consideración que suscitaban la compasión de las gentes del vecindario, que se movilizaban a prestar auxilio o a convocar a los representantes de la ley.
La segunda parte del libro ofrece una organización sistemática de los contenidos que permiten advertir la transición de la naturalización de la violencia contra las mujeres, a un proceso civilizatorio. Mabel Paola López recorre un corpus seleccionado de la extensa bibliografía que desde el siglo XVI se produjo en España acerca del matrimonio, la familia, el deber de la buena esposa, por parte de moralistas ortodoxos como Juan Luis Vives y fray Luis de León y otros clérigos. Estos textos circularon ampliamente en los reinos de España en las Indias y a la vez, sustentaron la formación de varias generaciones de confesores y abogados, tanto en la península como en América. La autora subraya que es justamente en el siglo XVIII cuando la “Querella de las mujeres” que había sido impulsada en la baja Edad Media por Christine de Pizan (1364 – 1430) en Francia, adquiere una resonancia renovada con sus planteamientos sobre la igualdad de las mujeres, sus capacidades intelectuales, el derecho a la educación. La querella se manifestó públicamente en tertulias y generó una notable producción. En España, fray Benito Jerónimo Feijoo (1676 1764) retomó el derecho a la igualdad de las mujeres e impulsó su ingreso a distintas sociedades de carácter científico e intelectual. María Amar y Borbón (1749 - ¿?) por su parte, una figura relevante de la Ilustración española, se pronunció de manera pública en sus elaboraciones sobre la igualdad de las mujeres, el matrimonio como un contrato y el derecho de las mujeres a la educación.
En síntesis, Mabel Paola López Jerez muestra de manera detallada la tensión a lo largo de la construcción de las sociedades modernas europeas y americanas, entre un pensamiento ortodoxo, hegemónico, sustentado en una interpretación misógina de las fuentes bíblicas sobre la desigualdad de las mujeres, con el extenso repertorio de sus atributos negativos y un pensamiento vanguardista minoritario, que promulgaba la igualdad. Esta corriente sustentó un cambio en los jurisconsultos que asumieron en el periodo ilustrado, en los reinos de España en Indias, la causa de la civilización del trato a las mujeres en sus relaciones conyugales. El libro es entonces, una invitación a considerar que las trayectorias civilizatorias también han ocupado un espacio en los escenarios en donde se dirimen los conflictos conyugales que derivan en la violencia conyugal sobre las mujeres, cuyos principios bien merecen ser recuperados.
María Himelda Ramírez
La maternidad, un tema en plena evolución
La maternidad es un asunto que ha atrapado a las mujeres durante siglos, a todas, incluso a las feministas. Siempre fue difícil de abordar y, la verdad, durante las primeras olas del feminismo colombiano no hizo parte de nuestras agendas ni de nuestras prioridades. Por cierto habíamos leído El segundo sexo (1949) de Simone de Beauvoir, que consagró un capítulo completo a la maternidad. Y aunque lo leímos, algo nos hacía eliminarlo de nuestros debates. Hablo de los años 80, es decir de los inicios del Grupo Mujer y Sociedad. No obstante y desde algunos años con
las nuevas olas del feminismo, el capítulo de la maternidad y lo que rodea este destino ineludible como el parto, la violencia obstétrica, la lactancia, los hijos, está en plena renovación. Por fin se habla de lo que ha significado la maternidad para la vida de las mujeres. Por fin se habla de la maternidad y de su sacralización como un formidable pretexto para mantenernos en la casa e incluso, se ha iniciado un severo juicio a la cuestión de los hijos. Tener hijos o no tener hijos es una pregunta que desde algunos años se hacen las mujeres y que, por supuesto, no podían hacerse mi madre y menos mi abuela.
Dos libros recientes evocan el asunto. El primero de Esther Vivas: Mamá desobediente, (Editorial Icono, 2019) y el segundo de Lina Meruane: Contra los hijos, (Editorial Random House Mondadori, 2018). Los dos son de lectura obligatoria porque abordan desde una mirada feminista estos temas que aun suscitan posiciones encontradas por situarnos siempre en medio de un dilema no resuelto: naturaleza versus cultura. Y ese cuerpo femenino que nos recuerda sin cesar que, si bien ya se aceptó que somos seres culturales (reconocimiento relativamente reciente), estamos secularmente atadas a un orden biológico destinado a la reproducción, es decir al instinto, a la naturaleza, casi al orden animal. Cosa que se transforma en un desmedido instrumento patriarcal para frenar cualquier conquista de las mujeres. A esto se añadió que debíamos dar a luz con dolor, hecho también utilizado como instrumento de sometimiento y control. Mejor dicho un panorama más que complejo y tan profundamente inscrito en los imaginarios culturales que, de alguna manera, es solo desde hace pocos años, quizás una década, que se logró enfrentar a la maternidad y a la recuperación de un cuerpo cultural, de un cuerpo político sin los eternos vínculos a lo biológico y al instinto.
Incluso hoy surge una lucha frontal contra los hijos, contra ese amor materno que debía ser el eje de nuestras vidas. Valiente esta Lina Meruane que se pregunta si podemos seguir representándonos el cuerpo femenino con los mismos instrumentos de hace siglos. La imagen de la mujer angelical contra la mala mujer culpabilizada por renegar de su “naturaleza biológica”. Lo dice bien Meruane: hoy vivimos jalonadas entre la casa y el trabajo, la obligación de ser madres y la necesidad de libertad bajo un sistema de control constante. Dos libros que, desde una perspectiva feminista, contribuyen a pensar en una maternidad desobediente que rompe con todos los viejos estereotipos patriarcales que nos atraparon durante siglos. Definitivamente, y lo he repetido a menudo, saber decir “no” -cuando es preciso- siempre nos ha permitido avanzar en la conquista de nuestra autonomía.
Florence Thomas
Columna editorial publicada en El Tiempo
Angélica Ávila Forero Museo voraz Editorial Laguna Libros, octubre de 2020
Este libro, escrito en medio del encerramiento por la pandemia del covid-19, es un ejercicio por hacer memoria y reconocimiento a mujeres artistas colombianas mediante la selección de una obra de cada una con base en narrativas que hablan desde la plástica, la experiencia, la emoción y la interlocución de quien las piensa y hace su curaduría, en su opera prima. La autora, ella también artista plástica, sin poder desplazarse físicamente hasta donde están las obras por el encerramiento obligado y buscando una alternativa para acercarse a las fuentes, decide y termina construyendo, a través del libro, un museo compuesto por obras que en su relato roba, pero más que robarlas su acción visibiliza a las artistas mujeres, sus trazos y el sentido temático que maneja cada una.
Se resalta del libro que rescata nombres muchas veces perdidos de la memoria de los museos, galerías, publicaciones, la academia y de otras generaciones, como la de Angélica Ávila Forero, la autora del libro y del Museo Voraz. Enmarca un grupo de reconocidas artistas colombianas o residentes en la Colombia del siglo XX. Entre ellas se encuentra María Elena Bernal, mi madre. Entre charcos, reflejos, aguas lila, barros verde y pastos naranja se pregunta Angélica por la particular selección de colores y combinaciones en tópicos de color captados de su entorno, como lo fueron el gris asfalto e incluso el rosado Sahara. Algunas, fallecidas a temprana o avanzada edad, dejaron huella en la historia del arte colombiano, aunque poco se escriba de ellas y de su legado.
Angélica hace una labor importante para mantenerlas vivas nombrándolas, describiendo colores y elementos claves de sus búsquedas y conocimiento plasmados en pinturas, fotografías, sonidos, esculturas y performances. También señala artistas presentes hoy día que siguen haciendo y marcando camino con pulso de mujer, no necesariamente autodenominadas feministas. Las obras son presentadas con la intermediación de una práctica de apropiación que mezcla con su propio cuerpo, vida, sensaciones y recuerdos, lo que hace que las obras en el museo no solo estén para ser vistas sino que les da sentido de ventana de diálogo con quien se acerca a ellas, trascendiendo el tiempo y el espacio. Otro punto de vista también con mirada de mujer que marca lo cotidiano.
El Museo Voraz tiene ocho salas en las que distribuye las obras expuestas de las 198 artistas nombradas, más 64 en lista abierta. Las salas son: Seres vivos, Futuro, Misterios, Consuelos, Hambres, Cosas rotas, Jardín y Sin sala. La posibilidad que ofrece la oblicuidad de la pandemia, sin duda, permite a Angélica ampliar el museo y sus salas a partir de una gran bodega, como ninguna otra, lista para seguir incluyendo a otras mujeres artistas y sus obras, para exponer en otros relatos. A propósito, en el ejercicio de memoria algunas obras de Margarita Monsalve, Jacqueline Nova y Débora Arango han acompañado e ilustrado otros números de esta Revista En Otras Palabras… La presencia-ausencia de las nombradas eterniza con el libro en reseña a quienes lo habitan no solo tres días como María Teresa Hincapié, María Elena Bernal, Dora Ramírez, Beatriz Daza, Emma Reyes, Feliza Burzstyn, Nijole Šivickas, María Teresa Zerda... sino también a quienes recorren, de alguna u otra manera y con su lectura, este Museo Voraz.
Mónica Sánchez Bernal
Noticias En Otras Palabras ...
Sonia Cárdenas Salazar* Ruth Bader Ginsburg Notable Magistrada
En estos días de pandemia, crisis, asesinatos, masacres, debates, un duelo más nos entristece. La muerte de la jueza y magistrada de la Corte Suprema de Estados Unidos, Ruth Bader Ginsburg, RBG, a los 87 años, de cáncer. Se distinguió durante su larga vida profesional por la lucha en pro de la igualdad de género, el respeto por la diversidad religiosa, racial, política, el aborto, entre muchos otros derechos.
De origen judío, había tenido una infancia muy dura, marcada por las tragedias. Su madre murió de cáncer un día antes de que RBG se graduara en el colegio. Fue becada en la Universidad de Cornell, donde se graduó en Artes y luego estudió en Harvard hasta graduarse como abogada en los años 50. A comienzos de los 70 ingresó a la organización de derechos civiles ACLU, donde brilló por los casos que sustentó y defendió ante los tribunales. Estuvo casada con Martin Ginsburg, también abogado, un compañero solidario y admirador profundo de su trabajo. Fue cofundadora del Proyecto de Derechos de la Mujer y en 1975 RBG obtuvo un fallo histórico al lograr que se reconociera a un joven viudo la seguridad social para criar a su bebé, pues alegó que la discriminación de género nos afectaba a todos por
Lectora y editora. igual.. En 1980 fue nombrada jueza en el D:C. por el presidente Carter. Desde 1993 ocupó, por designación del presidente Clinton, una silla en la Corte Suprema y siendo este cargo vitalicio, aprovechó casi hasta el último día de su vida para ejercer la justicia al máximo.
Su vida, llena de matices, se distinguió también por su amor a las bellas artes, en particular la música, pasión que compartió con su esposo y el magistrado conservador, católico, de ascendencia italiana, Anthony Scalia. Actuaron algunas veces como extras en la ópera, e incluso el compositor Derrick Wang compuso la obra Scalia/ Ginsburg; the opera, en su honor. Decía Ginsburg, a propósito de la diversidad de opiniones, que la humanidad de una persona no se puede reducir a un debate y que uno puede querer a alguien sin negociar los propios valores. Es muy grande el compromiso de Estados Unidos de mantener su extraordinario legado pues cambió, para bien, la interpretación y aplicación de la ley en esa nación. Sin embargo, no se vislumbra un panorama diáfano pues el presidente Trump ha nominado a una profesional ultraconservadora, Amy Coney Barrett, para reemplazarla.
María Mercedes Tello Sánchez* Louise Glück, Premio Nobel de Literatura 2020
“Su muerte no fue mi experiencia, pero su ausencia si lo fue. Su muerte me dejó nacer”.
Con esta frase me enganché a Louise Glück, en ella se refería a una hermana que murió poco después de nacer.
Cuando leí que una mujer poeta había ganado el Premio Nobel de Literatura me di a la tarea de buscar su obra. Inicié con algunos poemas y encontré la fascinación de quien busca en una mina la luminosidad de una piedra preciosa. Puse todos mis sentidos para recibir a Louise Glück y me dejé tocar con su lenguaje.
Temas tratados en su obra, tan cercanos a la vida de cada uno, como cuando habla de la familia, o de la muerte -tal como lo muestra en Averno (2006), uno de sus libros donde se da una lucha entre la vida y la muerte-, o de las relaciones filiales tocado en su poema Semejanza final, con la imagen dolorosa del padre en sus últimos momentos de vida.
Louise Glück, nacida en New York, en 1943, es la primera mujer poeta galardonada con el Premio Nobel de Literatura desde que, a finales del siglo pasado (1996), lo ganara la polaca Wislawa Szymborska. Profesora del Departamento de Lengua Inglesa del Williams College de Williamstown, en el estado de Massachusetts, y de la Universidad de Yale (New Haven, Connecticut), que la premió con el Bollingen Prize, Glück ha recibido varios premios entre los que se destacan el Pulitzer (1993) y el Nacional del Libro (2014).
Durante dos años (2003-2004) fue la Poeta Laureada, un cargo asignado por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, al elegirla poeta oficial del país, con la función, a grandes rasgos, de enaltecer la poesía y concederle difusión.
Su primera obra fue Firsborn (1968). Luego de varios años de silencio acumula en su haber doce colecciones de poesía, y varios volúmenes de ensayos sobre escritura literaria. Durante su adolescencia sufrió de anorexia, algo que recuerda en su poema Dedicación al hambre: “Comienza tranquilamente / en ciertas niñas: / el miedo a la muerte, tomado como forma / dedicación al hambre, / porque el cuerpo de una mujer / es una tumba; aceptará / cualquier cosa.”
En cada libro Louise Glück habla de asuntos que resultan conocidos, familiares, lo doméstico, las relaciones de pareja y al mismo tiempo recurre a ciertos personajes claves de la mitología clásica,
Periodista, feminista, jubilada, profesora universitaria.
generando así los versos. No es una poeta que escribe para otros poetas, ella escribe para todas las personas.
En El Iris salvaje (1992), uno de sus libros más bellos, el lugar de los hechos es una especie de jardín donde conjuga tres voces distintas, primero habla la naturaleza, después un ser humano que es representado por un jardinero, luego una voz omnipotente similar a la que tendría un dios.
Vita Nova (1999) es autobiográfico, tiene que ver, de alguna manera, con el desmoronamiento de su matrimonio y con nuevos inicios. “Me he convertido en una anciana. / He acogido con agrado la oscuridad / que tanto temía”, escribe la laureada poeta estadounidense.
Su último libro, sin contar el de su poesía reunida, se titula Una vida de pueblo (2009), diferente a todo lo que había escrito en cuanto a la forma porque gran parte de los versos son largos, algo no común en su poesía. Mientras lo preparaba sintió que era similar a lo ya escrito y decidió parar. Durante ese receso se encuentra con un amigo poeta que le recomienda no escribir más de una manera tan limpia y le aconseja enlodarse “un poquito”.
En su poesía se destaca un lenguaje cristalino; quien le lee puede acercarse y entender lo que alli se dice, su lenguaje poético no favorece figuras retóricas disfrazando el significado o la intencion de cada poema; también es profundo, con cada lectura nos lleva por caminos más recónditos que son también los que se encuentran en cada ser, haciendo resonancia cada vez más y con mayor intensidad en nuestra vida. En su más reciente publicación, Faithful and Virtuous Night (2014) habla de su propia mortalidad, el paso del tiempo. Es quizás uno de sus libros más oscuros pero también es uno de los más bellos.
Las entrevistas cuentan que no le gusta leer en voz alta, dice que escucha la poesía con los ojos y con todo el cuerpo. “Para mí, la experiencia del poema se transmite visualmente. Oigo con los ojos y no me gusta leer en voz alta (salvo en contadas ocasiones) ni que me lean. Cuando el poema se lee se convierte en una forma más simple, más secuencial: la red se convierte en una carretera de sentido único”.
Que se premie la poesía de una mujer -de 117 premios otorgados por La Academia Nobel de Literatura solo 16 han sido dados a ellas-, es algo positivo porque mueve el imaginario social que tiende a pensar que son los escritores hombres quienes naturalmente escriben mejor que las escritoras mujeres y por eso son más premiados. Vale la pena destacar que más del cincuenta por ciento de estas 16 galardonadas han sido premiadas a partir de los años 90, mostrando, finalmente, cómo va avanzando el reconocimiento a la igualdad de géneros, a pasos lentos y a pesar de los obstáculos.
Darle un premio a la poesía como género es hacer visible la fuerza que ésta tiene en el momento de incertidumbre que vive la humanidad, porque nos ayuda a volver a lo esencial, a mirarnos al espejo para volver a la tradición poética de leernos los unos a los otros. En buena hora llegan los poemas de Louise Glück en esta pandemia.
María Mercedes Tello Sánchez* Cifras de las mujeres en el Premio Nobel
A pesar de la concentración de noticias sobre la pandemia en este 2020 los Premios Nobel a mujeres no han pasado desapercibidos, aunque no es la primera vez que cuatro reciben este galardón.
De los doce Premios Nobel que se otorgaron este 2020, un tercio fueron para las mujeres. Tres en el área de las Ciencias y una en Literatura: Andrea Ghez, en Física; Emmanuelle Carpentier y Jennifer Doudna, en Química; y Louise Glück, en Literatura.
El reconocimiento al trabajo de las mujeres en la paz del planeta, el arte y la ciencia, permitió que en 2018 obtuvieran premios en Fisica, Química, Literatura y Paz, con la diferencia que en ese año cada una representaba un área y ninguna compartió el galardón con otra: Donna Strickland en Física; Frances H. Arnold en Química; Olga Tokarczuk en Literatura; y Nadia Murad en Paz.
Desde 1901, año en que empezaron a entregarse estos premios, tan solo 58 veces han sigo otorgados a mujeres, mientras que 876 han sido para hombres y 28 para diferentes organismos.
Durante la historia del Premio Nobel, de 962 galardones entregados, tan sólo el 6.03% fueron entregados a las mujeres y no por la falta de participación de ellas en las áreas estipuladas para el Premio, a ello va unida una cultura patriarcal que ha impedido su pleno desarrollo y no visibiliza su aporte , ejemplo de ello lo da el libro “Figuras ocultas” de Margot Lee Shetter.
Ni hablar de grandes mujeres olvidadas que nunca recibieron un reconocimiento a sus logros como es el caso de Esther Lederberg, microbióloga estadounidense, quien dirigió investigaciones pioneras para entender cómo funcionan los genes; Rosalind Franklin fue una pionera en cristalografía de rayos X; Ida Tacke fue la primera científica en mencionar la idea de la fisión nuclear, en 1934; Lise Meitner en física nuclear condujo al descubrimiento de la fisión nuclear, en la que el núcleo del átomo se divide en dos.
Por el momento 2009 ha sido el año de las mujeres en cuanto al Premio Nobel se refiere, cinco de trece premios fueron otorgados a ellas: Elinor Ostrom, en Economía, Elizabeth H. Blackburm y Carol W. Greider, en Fisiología o Medicina; Herta Müller, en Literatura; y Ada E. Yonath, en Química.
La brecha de género aún no se cierra y en Noticias EN OTRAS PALABRAS… no desconocemos y celebramos estos avances, pero continuaremos buscando y forjando un camino más justo para el reconocimiento de las mujeres en la historia de la humanidad.
Periodista, feminista, jubilada, profesora universitaria.
Consuelo Corredor Martínez* No hay que ceder ante el miedo: Implicaciones económicas del COVID 19**
La crisis por el COVID 19 es una situación global con implicaciones graves en los diversos ámbitos de las sociedades, cuyos efectos son diferenciados según la fortaleza ciudadana, institucional y económica de los países, y del liderazgo y manejo dado por los gobiernos a la situación.
Su carácter global
La era de la globalización ha sido particularmente fuerte en los mercados y en las comunicaciones, y algo más restringida en el tránsito de personas, pues si bien hoy hay menos barreras para ello, la xenofobia –relacionada con diferencias ideológicas, religiosas, raciales o políticas— castiga en forma desigual a las personas. Así mismo ha derivado en enormes costos ambientales por el uso indiscriminado de tecnologías, de extracción de recursos y de competencia entre naciones poderosas.
La fragmentación se ha impuesto, las desigualdades han aumentado, las oportunidades se amplían para algunos y se cierran para la mayoría. Muchas voces, de tiempo atrás, han llamado la atención sobre los enormes costos de esta dinámica desenfrenada por la acumulación de riquezas, de bienes, de poder. Es en este contexto en el que irrumpe el COVID 19, escenario no solo muy frágil a nivel mundial, sino particularmente en el ámbito latinoamericano y por supuesto colombiano, con grandes dificultades para enfrentar los retos derivados de un hecho tan fuerte y desconocido. De tal forma que la lenta superación de la crisis sanitaria muy seguramente va a agudizar los serios problemas que ya existían.
Colombia en el contexto Latinoamericano
La fragilidad en la región latinoamericana la ha puesto de presente la CEPAL, que calcula una fuerte caída del empleo, de las exportaciones, de la demanda, lo que se traducirá en una contracción de la economía entre el 3% y el 12 %, y en un importante aumento de la pobreza en cerca de 32 millones de personas.
En Colombia, de hecho, no veníamos bien: se había iniciado un descenso en los precios del petróleo, una leve tendencia al aumento de la pobreza, mayor desempleo, devaluación importante del peso, signos muy preocupantes. En efecto, desde 2014 disminuyen los precios del petróleo de US$100 a menos de US$30 barril, y la lenta
Investigadora del Cinep/Programa por la paz del equipo de la Secretaría Técnica del Componente Internacional de Verificación de la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación del Acuerdo Final (CSIVI). Revista CIEN DIAS Edición 98/99 enero-junio 2020 https://www.revistaciendiascinep.com/home/no-hay-que-ceder-ante-el-miedo-implicaciones-economicas-del-covid-19/
recuperación, en un escenario de rivalidad entre Rusia y Arabia Saudita, se malogra con la caída de los precios actuales. Las implicaciones son enormes por el aporte de las rentas e impuestos de Ecopetrol en el presupuesto de la nación y de los municipios, a través de las regalías. El confinamiento deriva en una fuerte contracción de la demanda, con lo cual las rentas departamentales y municipales también se afectan de forma considerable. Cuando más se necesita el liderazgo del Estado, es cuando las finanzas públicas quedarán seriamente menguadas: reducción en los ingresos corrientes, en las regalías, menos recursos para el Sistema General de Participaciones, baja en las rentas con destinación específica. Las finanzas públicas nacionales y locales quedarán maltrechas.
Los estimativos de deterioro del PIB en Colombia por el aislamiento van desde un 1.25%1 hasta 7.5%2. Igualmente es de esperar que se eleve de forma significativa la pobreza por ingresos, y también se refleje por Necesidades Básicas Insatisfechas o multidimensionalmente, y los logros alcanzados se reversen. Las brechas serán mayores tanto en materia de ingresos como de acceso a bienes y servicios.
Las dificultades económicas afectan prácticamente a todos los sectores, en especial a la mediana y pequeña empresa que constituyen el mayor porcentaje del tejido empresarial. Los graves efectos del cierre de actividades se siente con fuerza en los negocios informales, que son responsables casi del 50% de la ocupación3 , desprovistas de activos financieros y físicos que les den respaldo y muchos más de ahorros que les permitan sobreaguar sin el ejercicio de la actividad propia. Por ello, el endeudamiento y sus “condiciones blandas” no son un buen camino a elegir por estas unidades económicas. Se genera así un círculo perverso: caída de ingresos familiares, reducción de la capacidad de compra (de la demanda), contracción de la oferta, destrucción de puestos de trabajo, declive de remesas, etc. Los datos de informalidad, desempleo, pobreza, desigualdad, desnudan la fragilidad de los cimientos sobre los que se erigen estas economías.
En esta crítica situación se ha puesto en evidencia la VULNERABILIDAD, entendida como la indefensión frente al riesgo, en la que se encuentra buena parte de la población. Si bien el índice de pobreza en el país, con importantes diferencias regionales, y entre lo urbano y lo rural, había mejorado lentamente, no ocurre lo mismo con la desigualdad y la vulnerabilidad, problemas que no se circunscriben a los hogares de bajos ingresos.
Basta con que haya un solo perceptor de ingresos en el hogar y de él dependan varios miembros, para que la pérdida del empleo de éste lance al vacío al núcleo familiar. Esta es una situación que se ha hecho recurrente, tanto en empresas formales como trabajadores profesionales independientes, y con mucha más fuerza para quienes mediante su trabajo informal y el rebusque se proveían de un mínimo ingreso diario para sobrevivir, debatiéndose en medio de enormes incertidumbres en materia de salud, alimentación, vivienda, educación.
Los estragos de la crisis debido al COVID 19 son muy preocupantes, tanto en pérdidas de vidas humanas, como en calidad de vida y en oportunidades para reiniciar una actividad que permita
recuperar un ingreso digno. Tarda tiempo esta reconstrucción y mucho más en registrarse avances, pues los logros sociales, que de hecho son difíciles de alcanzar, requieren de muchos esfuerzos, recursos y tiempo, y sin embargo se pierden rápidamente, en una situación de crisis, si no se cuenta con mecanismos que garanticen en cualquier circunstancia, un mínimo vital para la población en situación de mayor vulnerabilidad.
Esto muestra la fragilidad y casi nula sostenibilidad de un sistema que se basa más en el consumo de bienes innecesarios que en el ahorro, que se debate en el día a día, en el que es usual el síndrome de la ganancia fácil, la ley del sálvese quien pueda, pues el espíritu no es el de colaboración, sino el de competencia. Fragilidad que muestra el falso dilema entre salud y economía, así como el equivoco de actuar para acabar con la pandemia minando de paso las fuentes de ingreso. Tan equívoco como imponer el que los demás “cuiden” a las personas de mayor edad, mediante el aislamiento, desconociendo los efectos en su salud emocional y física, al igual que desconociendo su autonomía. Reivindicar el buen vivir, incluye el buen morir. Son innumerables las propuestas hechas para “volver a la normalidad”, lo cual sería un craso error, pues esta gran crisis debería ser una oportunidad para trazar un camino en el que las personas estén en el centro y todos los recursos disponibles estén al servicio de una sociedad más justa, equitativa y democrática. Bien lo dice el filósofo surcoreano Byung-Chul Han: el manejo que se le ha dado a la crisis sanitaria no fortalece la democracia, y se sustenta es en el miedo y “…del miedo se alimentan los autócratas”4 .
No hay que ceder al miedo y tomar decisiones audaces: centrar los esfuerzos en apuestas que tengan efectos cascada importantes y que sean posibles. Dos son cruciales: 1. La RENTA BÁSICA para garantizar un mínimo vital y 2. Un SISTEMA TRIBUTARIO progresivo, equitativo y eficiente.
Hace unas tres décadas se abrió paso el debate en América Latina sobre la renta básica, ante el declive del Estado de Bienestar, de por sí precario en la región, sin logros concretos. Hoy se debate en el Foro Económico Mundial y en la Unión Europea, y muchos economistas y pensadores plantean una nueva narrativa sobre la globalización y la distribución, incluyendo un replanteamiento del Estado de Bienestar. La CEPAL, en este contexto de crisis, también la prioriza en la agenda de la regional.
Se llegó el momento de tomar en serio y garantizar una renta básica, que asegure el mínimo vital, entendida no como subsidio o ayuda, sino como un Derecho. Las condiciones del país posiblemente no permitan apostar en lo inmediato a una renta básica universal, pero si podría hacerlo para todos los hogares que estén en condición de pobreza y vulnerabilidad e ir progresivamente construyendo su universalidad.
El ministro A. Carrasquilla se apresura a decir que NO5, a pesar de que Bogotá inicia el camino proponiéndola en su Plan de Desarrollo, y cuando el Parlamento español lo adoptó en días pasados. No se trata de “eliminar de tajo” las transferencias que ya existen, pero poner como condición previa que toda la población esté formalizada es una utopía y una forma de hacerle el quite. Si bien es “exigente en materia de información” esta es una oportunidad para ir construyendo un robusto sistema que recoja los datos y caracterizaciones que ya tienen muchas alcaldías
y entidades del Gobierno. ¿Por qué no comenzar por afinar la información del Sisben y del programa Ingreso Solidario y adelantar estrategias efectivas de bancarización?
Así se pueden identificar los más necesitados. Luego ir avanzando para integrar toda la población en situación de pobreza y vulnerabilidad, y progresivamente avanzar hacia una renta ciudadana universal. De no iniciar el camino ya, la debacle en salud y los desastres naturales, siempre tomarán al país y al gobierno sin las condiciones previas, necesarias para hacer realidad un mecanismo que genera un círculo virtuoso. La Renta Básica contribuye a generar ingreso en los hogares, a dinamizar la demanda de bienes y servicios, a incentivar la producción, a recobrar credibilidad en la institucionalidad y en el Estado. Igualmente permite prever un manejo menos dramático e improvisado frente a contingencias como la actual, y evitar que se desvanezcan los logros sociales, por la indefensión de buena parte de la sociedad frente al riesgo.
La obligación del Gobierno, si pretende liderar y tener legitimidad en la búsqueda de un camino que ofrezca oportunidades reales de reconstrucción y resiliencia, es diseñar estrategias enfocadas a restablecer y garantizar el ejercicio efectivo de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, no como subsidio, ayuda, colaboración o caridad.
Igualmente, es hora de encarar la desigualdad, no solo por principios éticos, sino también porque la concentración amenaza la sostenibilidad del sistema. Es imperativo, entonces, un sistema tributario progresivo, equitativo y eficiente, como lo establece la Corte Constitucional6 . Hoy se privilegian los impuestos indirectos y las exenciones a favor de los más ricos, al punto que en Colombia el impacto de la política fiscal en pro de la igualdad es casi nulo, pues la desigualdad no mejora después de impuestos y transferencias, como lo han demostrado en varios estudios Jorge Iván González y Luis Jorge Garay. Un Sistema Tributario como lo plantea la Constitución, será una fuente importante para financiar la Renta Básica, pues el Estado contará con más recursos para hacer realidad este derecho. Lo anterior pasa por la eficiencia y eficacia en el gasto, y por consiguiente, en un compromiso efectivo contra la corrupción en todos los niveles y ámbitos colectivos e individuales.
Es importante adelantar estrategias que den frutos en el corto y mediano plazo. Es el caso de muchos de los compromisos establecidos en el Acuerdo de Paz, orientados a cerrar las brechas campo ciudad y las desigualdades entre regiones y promover el desarrollo local con participación efectiva de los pobladores.
Hoy se han visto seriamente afectados estos procesos, por lo cual es imperativo un plan de choque que permita una reactivación de las dinámicas territoriales, con prioridad en las 16 regiones PDET (170 municipios). Muchas obras significan una importante generación de empleo y dinamizan sectores productores de insumos, que pueden, a su vez, generar un efecto virtuoso sobre eslabonamientos de la cadena de infraestructura física, o de alimentos, las cuales son imperativas para el logro de los objetivos de los PDET y aún más en este contexto de crisis sanitaria.
Cecilia López Montaño* Lo que se va con el Coronavirus*
Una conmoción como la que está sufriendo el mundo no va a pasar en vano, y muchas cosas cambiarán para mal, opinan algunos, y para bien, esperamos todos. A estas alturas, aceptando que existe total incertidumbre sobre el futuro, sí empiezan a revelarse hechos que permiten identificar temas que se van a ir con esta pandemia.
Desaparecerán principios que se consideraron dogmas, o sencillamente no irán más y serán reemplazados por otros que se pensaban inadmisibles. Surgirán nuevos temas, otras prioridades y profesiones desestimadas hasta ahora. Por ahora, los que se van:
1) El Estado débil: es una verdad innegable que es el Estado el protagonista en esta crisis porque es el único que tiene el poder y los recursos para enfrentarla, y se entierra la idea de que se sustituye fácilmente por el sector privado. Es evidente que en sus manos están desde el poder ordenar a la población su confinamiento hasta las acciones de emergencia y financiación que salvan a la gente, y con ellas a las empresas, como también las decisiones para la recuperación. 2) La política social ortodoxa: quedó en evidencia que no basta con solo apoyar a los pobres con transferencias de ingresos, porque los que salieron de esa situación se convirtieron en vulnerables, lejos del radar del Estado. Esta población es la mayoría del país; supera, por lo tanto, el tamaño de la pobreza y de la clase media, y sus ingresos no alcanzan el salario mínimo. Hoy tienen en jaque a los gobiernos y al país, porque nunca los tuvieron en el radar. Ahora saben que tienen que apoyarlos si no quieren una revuelta social o perder todo lo que se ganó en la reducción de los niveles de pobreza. Además, se evidenció que en temas sociales, el sector privado no maneja mejor los recursos públicos. Personal médico, de enfermería y de apoyo en el sector salud ha pasado momentos críticos porque los responsables no le pagan a tiempo y no le dan la dotación necesaria. ¿Será posible que se pueda insistir en las ventajas de ponerles lucro a estos servicios y que las EPS e IPS sigan manejando este sector?
3) El empoderamiento: la gran estrategia para volver productiva a la gente, especialmente aquella de
Economista, política, y diplomática colombiana. El Tiempo, 29 de mayo 2020 , 07:52 p. m. https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/cecilia-lopez-montano/lo-que-se-va-con-el-coronaviruscolumna-de-cecilia-lopez-montano-501150
ingresos muy bajos, ha mostrado su ineficiencia. Su esencia es entregar a esa población unos instrumentos y chao, que se defiendan como puedan. Pero, eso sí, los clasifican como empoderados. Y el Estado y el sector privado sienten que cumplieron con su cuota de generosidad o de solidaridad.
Cuánto dinero se ha dedicado a esta estrategia, y miren la cantidad de gente ‘empoderada’ que hoy es vulnerable. ¿Se empoderaron realmente, cuando no han podido insertarse eficientemente en la actividad productiva del país?
4) La sobradez de los economistas: en la situación actual, como lo han dicho muchos, la crisis económica gigantesca que vivimos nació de un virus, y la salida de la economía depende en última instancia de la frenada de la pandemia. Nosotros los economistas, que creíamos que manejábamos el mundo, ahora vamos si acaso de segundos, lo que nos obligará a valorar esas profesiones que se han subestimado por siglos y esos temas de los cuales ahora dependemos, como el cuidado.
5) El reinado de los equilibrios macroeconómi-
cos: las obsesiones de los neoliberales hoy desaparecen, y lo importante es salvar a todo costo a la gente y con ella, las empresas y la economía. Se volverán a posicionar, pero con otros criterios, y entre las nuevas prioridades estará la desigualdad, que por fin saldrá del cuarto de San Alejo, donde la han tenido durante 3 décadas, por lo menos.
Esta es una primera mirada, pero todo indica que la forma como se maneje la política económica definirá lo que suceda con ese modelo económico que ha predominado durante 3 décadas. Pero hay claros indicios que prevén que esa dura ortodoxia económica se va: pónganle la firma.
Piedad Córdoba Ruiz* La pandemia es el modelo económico y la vacuna la movilización
Tras 30 años de neoliberalismo cada día se devela con mayor nitidez la irracionalidad e inviabilidad del vigente modelo económico en nuestro país. El virus del COVID solo ha cabalgado sobre una crisis gestada por este fracasado modelo, agudizado por los gobiernos del presente siglo. Santos tuvo que cambiar la metodología de medición de la pobreza para poder reducir sus cifras, y de la apuesta desenfrenada de imponer la locomotora minera solo quedó la volatilidad económica propia de la dependencia de las materias primas y un creciente desastre ambiental legado a las nuevas generaciones. Duque vuelve e insiste en el mismo modelo y muestra los desastrosos proyectos asistencialistas con los que Uribe hizo clientelismo, como si fueran la alternativa y no parte misma de la crisis, perpetuadores de la miseria de las mayorías.
La coyuntura del COVID no debe eclipsar que los desbalances de la economía colombiana y la consabida crisis social venían de atrás, porque son inherentes al modelo neoliberal extractivista que impusieron los sucesivos gobiernos. En 2019 el déficit en la balanza de pagos llegaba al 4.3% del PIB y ya el desempleo era de dos dígitos. El presupuesto estatal se había hecho adicto a dos peligrosas formas de ingresos: la renta petrolera y la deuda pública, que ascendía a niveles inéditos incluso en la era neoliberal. Hoy la deuda supera el 50% del PIB, duplicando el porcentaje que alcanzó a tener durante la crisis financiera de 1999 y el gobierno nos sigue endeudando. Mientras tanto, por los reajustes en los precios del crudo se calcula la pérdida de más de 12 billones de pesos el año entrante para el estado colombiano. Se amarró el país a un mercado capitalista que se hunde en una recesión global y donde no se ven en lo inmediato grandes repuntes de precios para las materias primas que nuestros gobernantes nos condenaron a exportar.
Si bien la insulsa estrategia de la “economía naranja” de Duque no lograba siquiera paliar las
Abogada y política colombiana.
graves problemáticas del modelo neoliberal, la pandemia aceleró en Colombia –como lo hizo a nivel global- la crisis económica capitalista, cargando los padecimientos a las y los más expropiados por el mismo modelo, con un sesgo muy fuerte en nuestro país hacia las mujeres y los pueblos étnicos. Muchas capas medias que ya habían empezado a protestar contra el modelo ante sus limitantes y asfixia dentro de éste, también sufrirán fuertemente la crisis la presente recesión, en medio de la indolencia gubernamental, que tercamente reincidió en el endeudamiento, el asistencialismo focalizado- y clientelizado- así como en la profundización del neoliberalismo. Ni un mínimo ajuste les ameritó la Ley 100 que nos heredara en su primer paso por el Senado Uribe Vélez.
Las cifras son elocuentes: contracción de 15,7% en el segundo trimestre que hace que en el acumulado del año la economía caiga un 7,4%, muy por debajo de la recesión de -4.3 % en 1999 en el gobierno de Andrés Pastrana. El consumo cayó 6,2%, la inversión 20,2%, las exportaciones 15,2% y las importaciones 15,9%. En lo corrido de 2020, 9 de los 13 sectores del PIB decrecieron. Además del agro, solo tuvieron indicadores positivos justamente los dos renglones más parasitarios de la economía: inmobiliarias y financiero, lo que da muestra clara del poder de la banca y la especulación en la economía colombiana. Las mismas cifras oficiales vaticinan que el déficit fiscal del Gobierno Nacional que todos pagaremos con nuestros impuestos pasará del 2.7% al 8.2% del PIB. El reconocido economista Eduardo Sarmiento llega a calcular con rigor un decrecimiento de dos dígitos para nuestro país en este año. Sería bueno que el gobierno confirmara o desmintiera con argumentos esta proyección.
Si cuando la economía va bien al pueblo le va mal, cuando a la economía le va mal, al pueblo le va peor. La tasa de desempleo disparada bordeando el 20% y alcanzando un record histórico en mayo del 21.4%, con grandes desbalances regionales que hace que en las 13 grandes ciudades en el mes de junio el promedio de desocupación fuera del 24.3%. Asobancaria calcula que al cierre de 2020 se destruirán, en promedio, cerca de 2 millones de empleos respecto al registro de 2019, lo que implica una reducción del 8,7% en el total de ocupados del país, mientras que la tasa de informalidad solo en las mismas 13 principales ciudades sigue cercana al 50%, la mitad de los trabajadores y trabajadoras. Este panorama aunado a la profundización de la precarización del trabajo contribuirá a aumentar nuevamente el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) cercano ya al 20% el año anterior, con el agravante que este indicador en la ruralidad (39%) triplicaba al promedio urbano (13%).
Esta lamentable situación económica que sufren millones de compatriotas que durante esta pandemia no recibieron ninguna ayuda estatal en medio de la mezquina negativa gubernamental de reconocer el justo reclamo de la renta básica o del subsidio a pequeños comerciantes, tiende a acrecentarse cuando vemos la proyección presupuestal para el 2021 de Duque y Carrasquilla. Ad portas de ser aprobado con modificaciones no sustantivas cursa en el Congreso el proyecto de Presupuesto General de la Nación, PGN, del próximo año, generando cuando menos
indignación que en medio de esta crisis social se le entreguen 75,94 billones al servicio de la deuda, de un total de 314 billones. Para plácemes del gran capital financiero, en el país del mayor desempleo de la historia, solo a Carrasquilla puede ocurrírsele aumentarle 22 billones de pesos a la ya onerosa tajada que le pagamos todos los colombianos y colombianas a la banca tenedora de la deuda estatal. Con tanta generosidad para con la banca, entiende uno porque Gillinsky será gustoso embajador de Duque en la ONU.
Los 75.9 billones de la deuda, -diez veces más que los recursos que el Gobierno Nacional ha gastado para enfrentar los efectos sociales y económicos de la pandemia- están acompañados en el presupuesto de Duque-Carrasquilla por 38.1 billones de pesos para el Seguridad y Defensa. Así que cuando la economía puede decrecer un 10%, el gasto en guerra va a crecer un 11%, sin importar ni la firma del Acuerdo Final , ni la crisis legitimidad que vive la Fuerza Pública colombiana en medio de la pléyade de escándalos y del uso de la violencia contra la población civil. Afrenta a la paz, que no recoge ni 6 billones, y afrenta a las víctimas directas de los desafueros de este fletado aparato militarpolicial.
A la pandemia del modelo económico, Duque solo la expande y la profundiza. A este proyecto impúdico de PGN, va de la mano con un verdadero paquetazo de reformas a las que se comprometió con los más poderosos: laboral, pensional, baldíos y tributaria, que serán siendo descargadas antes de que acabe la legislatura virtual. Todo esto justifica las exigencias y acciones de la Minga, las reivindicaciones vigentes del Paro del 21N y la convocatoria en marcha a la movilización del próximo 21 de octubre. Yo no veo infiltrados ni terroristas, como lo hacen los macartistas del Gobierno: veo una justa indignación ciudadana ante la más grave crisis social y económica del siglo, exacerbada por el actual Ejecutivo, una profunda crisis que no se resuelve con un programa de televisión.
Piedad Córdoba Ruiz* ¡No me arrepiento de nada!**
Hace pocos días anuncié mi retirada de la política electoral y aunque el anuncio es reciente, la decisión no tanto. Empecé en la política desde muy joven y desde ese momento y trabajando con la gente, me reafirmé y lo sigo haciendo, a pesar de esta decisión, en que la política es el arte para servir a la gente y con esta premisa me recorrí Medellín y Antioquia, en un principio y luego todo el país; cada ciudad, cada pueblo, vereda y por supuesto una que otra parte de nuestra hermosa selva. Fui a una Colombia que no sale en los medios, una Colombia olvidada de las políticas de salud, educación, cultura y demás bienes preciados a los que tenemos derecho todos los ciudadanos. En dichos recorridos me encontré de frente con la ignominia, la pobreza y el hambre en medio de territorios inmensos y ricos en recursos naturales, esto último me significó, a pesar de la impotencia y la rabia, la fuerza para batallar desde y en la política para lograr una vida mejor para los siempre postergados y excluidos por el poder. Estuve más de 19 años debatiendo con ideas y pasión en el Congreso, promoviendo políticas de inclusión y reconocimiento de la mujer, el campesinado, los jóvenes y los afrocolombianos con la ley 70 de 1993 y los derechos de las diversidades sexo genéricas. Mi lucha y práctica política trascendió este escenario cuando empecé a buscar todas las formas (im)posibles para la liberación de policías, militares y políticos secuestrados en la selvas por las Farc y como si esto hubiera significado el peor error de mi vida política, arreciaron aún más mis problemas de seguridad e integridad personal, pues a raíz de esto se me persiguió, me despojaron mis derechos políticos al inhabilitarme y arrebatarme mi curul y fui sometida al linchamiento público, fui víctima de secuestro por los paramilitares y me tuve que exiliar con mis hijos. Sin embargo, a pesar de lo difícil de esta situación, seguí creyendo que la política era parte de mí y era el mejor tributo que podía hacerle a mi país.
Abogada y política colombiana. Las 2 Orillas, Julio 22, 2020. https://www.las2orillas.co/no-me-arrepiento-de-nada/
Yo sacrifiqué mi vida personal y familiar y me quemé mucho políticamente desde que empecé a trabajar obstinadamente para que se acabara la guerra, no descansé hasta lograr la libertad de compatriotas, de ahí que me haya dedicado a trabajar con los sectores alternativos, de los cuales aprendí y confié, por eso, fue muy duro y frustrante ver que a la hora de requerir su apoyo, no estuvieron ahí, sentí como si hubiera perdido todo el tiempo que había hecho en política, como si hubiera echado por una cañería un prestigio.
Si algo tengo que decir de mis años en la política es que ¡No me arrepiento de nada! Pero debo confesar ciertas decepciones, no del poder político formal de este país, porque de él nunca he esperado nada bueno, sino de quienes se ufanan de ser diferentes y contradictores de ese poder, aquellos con los que compartí escenarios públicos, luchas y proyectos en común y reuniones fraternas, de los que espere solidaridad y reciprocidad; aquellos que en el momento de mi candidatura presidencial y posterior renuncia a ella, cerraron sus puertas, no contestaron mis llamadas, me aislaron de los escenarios de la coyuntura electoral, me quisieron desconocer. Algunos creerán que pequé de ingenua, que la política electoral es así y pienso entonces que, la derrota de la política es esta victoria (un poco falsa además) del marketing, de la pose, de la impostura y también, entonces, la derrota de los principios, a la cual me niego y por eso decido levar anclas, partir hacia otros rumbos, reinventándome con las decepciones para seguir, como la canción, “cantando al sol, como la cigarra después de un año bajo la tierra, igual que sobreviviente, que vuelve de la guerra.”
Mi retirada de la política, es una retirada de su ámbito electoral, calculador y rastrero. Estos dos últimos años y la actual cuarentena me han permitido reflexionar sobre la urgencia de una política anclada mucho más a intereses colectivos y comunitarios, forjando nuevas prácticas y narrativas para que la ciudadanía se apropie y le guste hacer política y esta no sea única y exclusivamente un sinónimo de dinero y conveniencias sino una búsqueda del bienestar común. Por esta razón, reafirmo mi anhelo y compromiso de reinventar las formas de hacer política en el país, de continuar creyendo que el Guainía, el Guaviare, la Guajira y el Chocó hacen parte de nuestro país y nosotres debemos hacer parte de ellos también, allá hay otras perspectivas de cómo se vive el país, otras solidaridades, otras formas de hacer y sentir que se deben integrar en la cultura, el arte, la economía y otros ámbitos.
Gladys Rocío Ariza Sosa* Un atentado contra la vida universitaria
La mañana del 4 de marzo de 2020 nos despertamos con múltiples mensajes en redes sociales y en la radio informando que nuestra cercana amiga y compañera de la Universidad de Antioquia, la profesora, académica y activista feminista Sara Yaneth Fernández Moreno había sufrido un grave atentado contra su vida, en su propia residencia en horas de la madrugada. La brutal agresión efectuada con un arma corto contundente generó múltiples conjeturas iniciales sobre su intencionalidad. Gracias a la rápida reacción y valor de la profesora, a la solidaridad de sus seres queridos, a la rápida respuesta inicial de sus vecinos y las autoridades, tras varias intervenciones quirúrgicas y una hospitalización de dos semanas, ella se logró recuperar plenamente y reintegrar a sus labores. El autor material fue capturado y la investigación por tentativa de homicidio agravado se encuentra en marcha. Sin embargo, no se puede olvidar este condenable hecho. Más allá de las estrategias y medidas de protección que debemos reclamar para las lideresas y los líderes sociales en nuestro país, es necesaria una reflexión social profunda sobre las causas de este tipo de condenables ataques, pues estamos inmersos en una sociedad que parece ignorarlos.
El atentado se realizó tan sólo dos días después de que la Asociación de profesores, otras agremiaciones y colectivos de la Universidad de Antioquia recibieron un panfleto amenazante. Es incomprensible como las posturas que reivindican los derechos humanos, los ideales de justicia social, el respeto a la diversidad y al bien común son estigmatizadas, hasta el punto de intentar su total aniquilación de forma sistemática. Es necesario garantizar que en Colombia las universidades públicas puedan ser espacios donde el debate y la deliberación no sean objeto de persecuciones, es decir que sean territorios libres de violencias de todo tipo, que hagan posible avanzar en la construcción de una paz real con justicia social.
Profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, correo: gladys.ariza@udea.edu.co
Juanita Barreto Gama* Develar la simbiosis violencia-patriarcalismo. Un compromiso con la vida de las mujeres: Mónica Godoy no está sola
Rastrear con las viejas linternas de la Grecia antigua cuando Diógenes caminaba buscando un hombre o con las luces de los rayos láser de los instrumentos quirúrgicos que traspasan la piel en complejas operaciones que reparan las membranas oculares, evitan o curan un desprendimiento de retina, previenen la pérdida de visión o contribuyen a su recuperación, es un ejercicio incesante en la historia de la humanidad inscrita en los cuerpos de los seres vivos.
Quienes transitamos por la Universidad Nacional de Colombia durante tres, cuatro o cinco décadas de nuestras vidas tuvimos la oportunidad de interrogar los procesos de producción, distribución y circulación de los conocimientos su génesis, su devenir y su sentido. Indagamos sobre las relaciones entre la investigación y la acción, los procesos y prácticas pedagógicas y las relaciones entre los aún llamados estamentos directivos, docentes, administrativos y de servicios que integran la también llamada comunidad universitaria. Truenos, centellas y tempestades acompañaron las acciones y decisiones de política universitaria respecto a la financiación de la educación pública y privada. En medio de debates y disputas, combates y guerras, alianzas y acuerdos de paz, vivimos los conflictos generados en los procesos formales de clasificación y estructuración de las ciencias, las disputas acerca de la lógica formal, la lógica dialéctica, las revoluciones científicas y los cambios de paradigmas para explicar las relaciones entre ciencias naturales y ciencias sociales, docencia, investigación y extensión universitarias, disciplinas y profesiones, artes y oficios.
En estas décadas, entre sueños y dueños, los llamados techos de cristal se abrían o se cerraban para ampliar o restringir el acceso de los sectores populares a la educación superior pública. Durante los años sesenta y setenta fueron intensos los debates sobre la educación como derecho, servicio o negocio. El reconocimiento de la educación como un derecho fundamental y como un servicio público queda consagrado en al artículo
Ciudadana feminista.
67 de la Constitución de 1991, al tiempo que las estadísticas seguían registrando tasas significativas de analfabetismo en los sectores rurales y en una amplia proporción de pequeños municipios. Se sentían vientos de cambios en las propuestas de Escuela Nueva y alternativas novedosas respecto a los procesos de educación formal, no formal e informal como también nubarrones y tormentas en las relaciones entre educación básica primaria, media profesional e intermedia diversificada, técnica, tecnológica y superior pública y privada.
El acceso de las mujeres a la universidad que se iniciara como situación excepcional a finales de los años treinta y fuera incrementándose lentamente hasta los años sesenta, experimento un crecimiento acelerado en los noventa y fluctuaciones en las dos primeras décadas de este siglo. Sin embargo, los estudios señalan que no sucede lo mismo con los índices de permanencia y egreso de las mujeres y que en los últimos años ha vuelto a decrecer. Señalan también que persisten las carreras y profesiones consideradas femeninas, si bien hay tendencias de cambios. Respecto a la composición por géneros de las planta docentes cabe señalar a manera de ejemplo que en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, en la planta docente de Filosofía solamente hay una sola profesora y en la de Trabajo Social solamente un profesor lo cual se ha mantenido sin variación durante más de tres décadas.
Las acciones orientadas a exigir las condiciones para garantizar el acceso y permanencia de amplios sectores de población a la educación superior en el campus universitario animaron preguntas acerca de las semejanzas y diferencias entre la pirámide educativa y la pirámide poblacional que va engrosando su cintura y ampliando su cúspide a medida que crecen los índices que miden la expectativa de vida en Colombia. Un estudio realizado por la Oficina de Promoción Social del Ministerio de Salud en abril de 2013 introduce el concepto de envejecimiento demográfico en Colombia 1951-2020 que da cuenta de la transición demográfica en estas seis décadas. https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/DE/PS/Envejecimientodemografico-Colombia-1951-2020.pdf
Los nuevos y viejos movimientos sociales dentro de los cuales el movimiento social de mujeres y el movimiento feminista transitan por los campus universitarios en medio de debates sobre las relaciones entre academia, política, políticas sociales y políticas públicas, interrogando los postulados y pretensiones de neutralidad en la producción de conocimientos, y preguntas sobre el sexo oculto del poder del saber fueron tomando forma en la vida universitaria en medio de procesos que interrogan las pretensiones de cientificidad de los estudios feministas y legitiman la importancia de los estudios de género. Género y feminismo ingresan en los templos del saber en medio de relaciones que interrogan los órdenes establecidos.
¿Qué se mantiene y qué se transforma en esas seis décadas cuando las disputas sobre las relaciones de género, las demandas de los movimientos feministas están presentes en el campus universitario interrogan las relaciones de poder
patriarcal? ¿Es el patriarcado y son los patriarcas que lo representan una especie en extinción?
La simbiosis violencia-poder patriarcal ha sido develada. Los silencios que ocultaban los procesos de opresión que la apropiación económica, sociocultural, social y política de los cuerpos y las mentes de las mujeres se ha roto. Las voces de mujeres que rompen el silencio caminan por los campus y los campos, las catedrales y los palacios demostrando los riesgos de retornar a las hogueras de la edad media, a los patíbulos donde se produjeron héroes y heroínas cuando investigar la reproducción cotidiana de la violencia patriarcal en las historias de vida de las mujeres universitarias se convierte en un delito.
Los estudios y documentos que dan cuenta de experiencias de violencias de género contenidos en los Informes sobre Violencia sexual en el Departamento de Antropología de la Universidad Nacional de Colombia. Sede Bogotá avanzan en este proceso orientado a seguir develando las lógicas que las sustentan y las reproducen. https:// cuidemonosentrenos.wixsite.com/misitio
La simbiosis violencia-poder patriarcal circula subrepticiamente en la legitimación del maltrato, el acoso y el abuso sexual, y adquiere sus más graves y mortales consecuencias en los delitos de violación y feminicidio. Develar las cadenas que en pleno siglo veintiuno conducen al cadalso, reproducen, actualizan y revisten con nuevos ropajes el oscurantismo, el pensamiento dogmático y la neutralidad inmovilizadora, es un compromiso con la vida. Quienes silencian las voces de las mujeres y de las poblaciones ancestralmente oprimidas utilizan a su acomodo los recursos jurídicos reproducen prácticas milenarias de subordinación, discriminación y extinción de pueblos y poblaciones.
Señalar a las mujeres críticas, irreverentes, consecuentes y rebeldes como culpables de la violencia que se ejerce contra ellas, solo sirve a quienes se apropian del poder y hospedan en sus cuerpos al tirano.
Las interpretaciones acomodaticias de la realidad, las pretensiones de neutralidad y el manejo de las leyes al servicio de sus poderes arbitrarios no podrán silenciar las voces de las mujeres críticas ni reproducir obstáculos para avanzar en los procesos que animan la movilización y las denuncias crecientes en los campus universitarios.
Por todo lo anterior Mónica Godoy no está sola. Tampoco están solas quienes impulsan la acción política transformadora en este camino de exigibilidad de derechos, en la casa y en la plaza, en el campo y en los campus.
El llamado “a la comunidad universitaria, a organizaciones sociales y feministas a hacer veedurías ciudadanas de este caso, a proteger a quienes valientemente asumieron el riesgo de contar lo que les sucedió y a quienes facilitan que sus voces sean escuchadas” nos convoca. Las denuncias producto de procesos de investigación son acción política consecuente en el camino de exigibilidad y ejercicio de derechos. Quienes someten al debate público sus historias están ejerciendo en la práctica cotidiana el derecho a defender la vida de las mujeres.
Santiago Torrado* Una oleada de feminicidios enciende la indignación en Colombia**
La radiografía es aterradora. Al hallazgo del cadáver de una joven estudiante en las aguas del río Cauca, en los límites de los departamentos de Caldas y Antioquia, se sumó el asesinato de una mujer y su pequeña hija en una barriada popular de Bogotá en un lapso de pocas horas. Las medidas de aislamiento para evitar el contagio del coronavirus no han detenido la pandemia de los feminicidios. Los dos crímenes han estremecido a Colombia y han encendido alertas sobre la violencia de género, aparentemente agravada por la cuarentena nacional para atender la crisis sanitaria. Según cifras oficiales, al menos 315 mujeres han sido asesinadas y más de 16.000 han sufrido violencia intrafamiliar.
“Con dolor e indignación capturamos al feminicida que asesinó a Heidy Johana y su hija. Tenía antecedente de violencia intrafamiliar ‘por celos’. La excusa del machismo violento y hasta asesino”, escribió este miércoles en sus redes sociales Claudia López, la alcaldesa de la capital colombiana. Anunciaba así los avances en el caso por el asesinato, el pasado domingo, de la mujer de 30 años y su hija de cuatro en el sector de Kennedy, en el suroeste de Bogotá, coincidentemente uno de los lugares más golpeados por la covid-19.
Unas horas antes, los bomberos de Marmato encontraron en el río Cauca el cuerpo de Daniela Quiñonez, de 23 años. La estudiante de Administración de Negocios de la Universidad Eafit, en Medellín, había desaparecido en la madrugada del domingo a la salida de una fiesta en ese municipio del departamento de Caldas, en el oeste del país, adonde había viajado para pasar la cuarentena con su madre. De acuerdo con versiones de prensa, el principal sospechoso se había ofrecido a llevarla en moto a su casa y tiene rastros de rasguños en su cara y cuello.
Ambos casos han provocado actos simbólicos, tendencias en redes sociales y marchas en reclamo de justicia. Además, la organización para los derechos del colectivo trans y de la diversidad
Columnista del diario El País, España. Tomado de: https://elpais.com/sociedad/2020-06-18/una-oleada-de-feminicidios-enciende-la-indignacion-en-colombia.html. 18 jun 2020 - 19:23 cot
sexual Caribe Afirmativo denunció el feminicidio este fin de semana de dos mujeres de esa comunidad en las ciudades de Santa Marta y Barranquilla, con lo que hubo en Colombia al menos cinco feminicidios en 48 horas, según la agencia Efe.
Las denuncias durante la cuarentena nacional que se inició el 25 de marzo y se prolongó por más de dos meses ya habían encendido las alarmas. Las llamadas a la línea de atención 155 se incrementaron en un 103% durante el primer mes del llamado aislamiento preventivo obligatorio, y por lo menos 102 mujeres fueron asesinadas mientras las medidas de confinamiento estuvieron en vigor, de acuerdo con el Observatorio de Feminicidios Colombia, un sistema de rastreo en la prensa nacional y regional de la Red Feminista Antimilitarista.
“Los impactos de las epidemias acentúan las desigualdades de género y el riesgo de violencia se incrementa en espacios de aislamiento”, advertía a comienzos de abril en una entrevista con este periódico Ana Güezmes, la representante de ONU Mujeres en Colombia. Solo entre enero y mayo, 315 mujeres han sido asesinadas en el país y 16.473 han sido víctimas de violencia intrafamiliar, de acuerdo con las cifras oficiales del Instituto de Medicina Legal. La Fiscalía ha tipificado 76 casos como feminicidios en lo que va corrido del año.
Ana María Méndez* Laura Pedraza** Carolina Triviño*** Barreras de acceso a la interrupción voluntaria del embarazo en el contexto de la pandemia por COVID 19
A partir de la Sentencia C-355 de 2006, en Colombia se reconoció el derecho fundamental de las mujeres a acceder a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (en adelante, IVE) en las tres circunstancias reconocidas por la Corte Constitucional: (i) cuando la continuación del embarazo constituye un peligro para la vida o la salud integral de la mujer; (ii) cuando existe grave malformación del feto, que hace inviable su vida fuera del útero, y (iii) cuando el embarazo es producto de violación o incesto.
Sin embargo, hoy, catorce años después de emitida dicha sentencia, se siguen presentando obstáculos y barreras que impiden que las mujeres y las niñas accedan de manera plena a este derecho. En el actual contexto de emergencia sanitaria ocasionada por la pandemia de covid-19, las barreras de acceso a la IVE se han acentuado y se han detectado otras nuevas que han afectado la salud y la vida de las mujeres, jóvenes y niñas, especialmente de las más vulnerables. En este documento, La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres (en adelante, La Mesa) presenta un análisis de los obstáculos más comunes que actualmente enfrentan las mujeres que desean acceder a un aborto legal y seguro en Colombia.
Para esto, el documento se divide en tres partes: en la primera se presenta la normatividad nacional e internacional que se ha producido en el actual contexto de pandemia en materia de derechos reproductivos, incluyendo la IVE; en la segunda se hace una caracterización de los casos que ha acompañado La Mesa entre el 1 de marzo y el 31 de mayo de 2020, y en la tercera se hace
* Abogada de Incidencia. ** Profesional de Incidencia Política y apoyo técnico. *** Abogada de Apoyo Legal. Integrantes de la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres .
un análisis de los casos atendidos durante dicho periodo; esto, a fin de identificar, por un lado, las barreras de acceso a la IVE que persisten y se han acentuado en el contexto de la pandemia generada por covid-19 y, por otro, las nuevas barreras de acceso que han surgido a raíz de la pandemia y el confinamiento obligatorio.
Con este análisis se pretende aportar a la identificación de las barreras que enfrentan las mujeres, reconocer la vulneración de los derechos sexuales y reproductivos en el marco de las medidas adoptadas por el Estado colombiano durante la pandemia generada por covid-19 y, en particular, aportar evidencia e información para avanzar en el acceso al derecho a la IVE en condiciones de calidad y en igualdad de oportunidad en todo el territorio nacional.
El documento completo puede consultarse en https://despenalizaciondelaborto.org.co/wpcontent/uploads/2020/07/Inf-tecnico-Covid19v8-1.pdf