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Ansiedad y Depresión

Las enfermedades de moda

Por Lic. Daniel Retana Psicólogo @Psicodaniretana

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¿Te has sentido hundido?

¿Una tristeza casi imposible de describir? ¿Una sensación de vacío interna que parece una nube oscura que se localiza en cada zona de tu cuerpo? ¿Una desesperación por salir corriendo en algún lugar? ¿Una reacción de pánico que atenta contra tu seguridad personal? ¿Una fobia que es difícil de explicar con palabras? ¿Un temor intenso a perder en control o incluso a perder tu vida de forma fatídica? ¿Creas escenarios en tu mente que terminan por agotar el flujo de tu pensamiento?

Lo cierto es que los desajustes emocionales han existido desde el inicio de los tiempos. Los seres humanos están expuestos a cambios a lo largo de su vida y ante cada uno de éstos, manifiestan una serie de reacciones para tratar de adaptarse lo más rápido posible. En algunos casos, logramos encausarnos en el camino y superar rápidamente un cambio de trabajo, cambio de estado civil o la pérdida de un familiar, entre otros cambios. Por el contrario, algunos no logran adherirse óptimamente al cambio y aparecen emociones intensas de estrés y/o tristeza por cortos o largos períodos de tiempo que terminan por afectar otras áreas de nuestra vida.

En el caso de la ansiedad, las personas se embargan de un miedo intenso que les avisa que algo negativo está por ocurrir. Se empiezan a despertar todas las alarmas en el organismo para dar aviso a la persona de que se proteja ante esa posible amenaza. Lo cierto, es que las amenazas no siempre son reales, sino que, en la mayoría de las ocasiones, se crean en el escenario de la mente. Sin embargo, nuestro organismo no detecta si la fuente de ese temor es real o irreal. Por lo tanto, esa ansiedad que tenía un nivel de normalidad se traduce en una reacción disfuncional e incapacitante.

Todos los seres humanos requerimos una cierta dosis de ansiedad en la vida cotidiana. ¿Una entrevista laboral? ¿Una prueba importante? ¿Una noche antes de unir nuestra vida a otra persona por el resto de la vida? ¿La decisión de tener un hijo? En cada uno de estos escenarios, es normal experimentar ansiedad en cierta medida. Sin embargo, ¿cómo saber que la ansiedad ha traspasado las fronteras de la normalidad?

Debemos tomar en cuenta tres aspectos para determinar que debemos prestar atención a la ansiedad. En primer lugar, la duración desde la aparición de los primeros cuadros ansiosos. En segundo lugar, identificar la intensidad de los síntomas, es decir si han aumentado en el último tiempo. En último lugar, si la persona considera que la ansiedad empieza a afectas las distintas áreas de su vida. ¡Es en este momento cuando debemos tomar una decisión de no prolongar más de lo necesario un cuadro ansioso!

¡Busca orientación! ¡Asiste a una persona que te oriente!

Por otro lado, existe la gama de problemas depresivos. Es común confundir las palabras “tristeza” con “depresión”. Popularmente se ha creado una línea indivisible entre estos dos estados. Sin embargo, es importante mencionar que la tristeza en sí mismo no es una emoción negativa. Al contrario, conforma parte de la rueda de emociones que el ser humano experimenta de forma automática y natural desde que es niño. Cuando esta emoción no es gestionada adecuadamente y se excede en intensidad y tiempo puede convertirse en un cuadro más crónico.

En este caso, aparece la depresión como una de las enfermedades del siglo, junto con los problemas ansiógenos. Cuando una persona experimenta un cuadro depresivo, nota ciertas conductas muy significativas: tristeza profunda, pensamientos negativos, sentimientos de culpa y vergüenza, baja autoestima, angustia, poca esperanza sobre el futuro. Además, se empiezan a notar ciertos comportamientos como:

insomnio, bajo o mucho apetito, somnolencia, aislamiento, cansancio, entre otros.

¡Es importante no diagnosticar a simple vista! Cómo ocurre en muchos lugares, que se identifica a una persona con un cuadro sintomatológico similar y automáticamente se etiqueta con una depresión. Es injusto catalogar a una persona bajo una enfermedad tan serie por una opinión no profesional. Por esa razón, es importante mencionar que una persona que empieza a detectar estos comportamientos, pensamientos y emociones pueda ser remitida a un especialista que le ayude a tratar su problemática.

Ahora bien, no todos los escenarios son negativos en el caso de la ansiedad y la depresión. Podemos trabajar preventivamente para evitar llegar a estos estados. Es más, en los tiempos actuales creo conveniente decir que cada persona debe tener sus propias herramientas de afrontamiento de sus emociones. Lo digo como profesional, pero al mismo tiempo como persona.

Quien no cuida su salud mental, así como cuidaría la salud de un hijo o alguien que ama, no puede esperar en el futuro cosechar paz, tranquilidad y equilibro.

¿Cómo podemos cuidarnos?

Invierte en tu vida interior. Lleva un proceso. Realiza actividades placenteras. Construye un proyecto de vida y camina en función de él. Cuida tu alimentación. Organiza tu horario de sueño. Aprende a meditar. Respira con consciencia. Haz ejercicio. Nutre tu espiritualidad. Fomenta tus relaciones interpersonales. Haz crecer tu grupo de apoyo. Busca un espacio para retirarte y poner en orden tus prioridades. Desacelera tu pensamiento.

EVA MAGAZINE

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