Flor del guanto 4

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flor del guanto #4

- Editorial

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- ¿Te conté que estoy viajando a un lugar en la Amazonía? - María Isabel Altamirano Solarte

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- Ecofeminismo: mujer y Pachamama, no solo es posible una crítica al capitalismo y al patriarcado - Margarita Aguinaga Barragán

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- El agua, la tierra, la ciudad en Cotopaxi: un aporte desde el diálogo entre mujeres diversas - Maritza Salazar

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- Pronunciamiento del feminismo comunitario en la Conferencia de los Pueblos sobre Cambio Climático - Asambleas del Feminismo comunitario en Bolivia

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- Mirada - Gabriela Ruales Jurado

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- Vino sobre nieve - Nancy Carrión Sarzosa

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- Lilith y el bosque monstruoso - Lisset Coba Mejía

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- El debate del aborto en el Brasil: reporte de una filósofa ecofeminista bajo la mira - Ivone Gebara

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- El cultivo de nuestra memoria sensible, de la maternidad gozosa y poderosa - Andrea Aguirre Salas

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- El deseo de las mujeres - Cristina Peri Rosi

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- Crítica al amor romántico, una mirada situada desde el feminismo - Alejandra Santillana Ortiz

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- Hay música y cirios encendidos - Aleyda Quevedo

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- Claridad: dar palabras al amor - Bell Hooks

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- La vida de una comerciante de la calle - Margarita Casnanzuela A.

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- Entrevista a Lourdes Huanca Atencio, de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú (FEMUCARINAP ) - Lucy Santacruz Benavides y Judith Flores Chamba

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- Ni una ley más sin nosotras: el poder de la Asamblea de Mujeres Populares y Diversas del Ecuador - Dana Hill

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- Manifiesto de la propuesta política del Movimiento de Mujeres Populares y Diversas

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- Las mujeres blancas y el privilegio de la solidaridad - Houria Bouteldja

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- La misoginia que sostiene la política del Estado en el Ecuador: el golpe del 30 de septiembre - Andrea Aguirre Salas

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- Apuntes feministas sobre el 8 de marzo, los pies ligeros que sostienen la vida - Casa Feminista de Rosa

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editorial resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor GENEALOGÍA (Safo, V. Wolf y otras) ...dulces antepasadas mías ahogadas en el mar o suicidas en jardines imaginarios encerradas en castillos de muros lilas y arrogantes espléndidas en su desafío a la biología elemental que hace de una mujer una paridora antes de ser en realidad una mujer soberbias en su soledad y en el pequeño escándalo de sus vidas Tienen lugar en el herbolario junto a ejemplares raros de diversa nervadura. Cristina Peri Rosi

Principio vital:

U

n racimo de campanas pálidas cae, la membrana que zurce sus pétalos en forma de estrella, teje un agujero que desde su centro nos mira conmovido. Ciudad lejana, cielo azul. Enviciado, el humo gris que escapa de los autobuses se difumina sobre nuestros rostros y desaparece. Flores sobrevivientes, empolvadas crecen en el patio de una casa vieja, flores urbanas, poco ingenuas. Existimos. El principio de vida emerge en la rajadura del cemento al que se aferra la tierra mojada, es su oportunidad de brotar verde. La vida es erótica por definición, su principio está basado en la posibilidad de encontrarse con el yo más profundo, en el aprendizaje mutuo entre personas humanas y no humanas. Mundo lleno de almas, tal y como lo entienden los pueblos indígenas: la piedra esculpida por el viento y el viento empujado por el movimiento del universo. No hay diferencia entre piel y espíritu, el principio del placer los vincula en intimidad. Las feministas recelamos hablar de la naturaleza pues, so pretexto de una “biología femenina esencial”, se nos ha otorgado el destino de cuidadoras naturales, justificando así la explotación de nuestras energías vitales. Demasiadas veces se nos ha vestido de madres obligatorias y dolientes,

de paisaje y adorno en la vida de los señores, de objeto sexual, deseado pero infamante. Demasiadas veces se nos ha ubicado como naturaleza inferior a la del varón; deshumanizándonos, negándonos capacidad de conciencia para decidir por nosotras mismas. Pero además, y a través de nuestra negación, se ha logrado consolidar la escisión: razón-intuición, lógica-afectividad, cultura-naturaleza, adjudicando una categoría inferior a los aspectos de la sensibilidad y la experiencia vivida. Bajo estos supuestos, se han despreciado los conocimientos que parten de nuestros cuerpos de mujeres; nuestros acervos tejidos en la práctica cotidiana son pintados de invisible por un triple pacto: capitalismo, racismo, patriarcado. El capitalista, cuya utopía máxima es “el desarrollo”, mira la expansión del hombre sobre la naturaleza como el camino a seguir. La mirada es masculina, el propósito es vencer a la naturaleza y para lograrlo debe explorarla, conquistarla, examinarla, penetrarla, extraer sus más íntimos secretos para acumular riqueza, a partir de su explotación. La lógica es considerarla un recurso, paisaje pasivo, nativo, ganancia abstracta. Se dejan de lado todas las historias sobre la gente y su relación con la naturaleza; las miradas cuidadosas de las mujeres y los conocimientos de los pueblos indígenas son despreciados. No en vano, la frontera petrolera se expande dejando a su paso derrames y desechos, envenenando suelos y aguas. Capitalismo de sueños épicos, a cielo abierto y en zonas protegidas: construcción de presas hidroeléctricas, que desvían los cauces de las aguas, expropiándolas de campesinos y campesinas. Kilómetros dedicados a los monocultivos para la agroexportación, las camaroneras y el tráfico de maderas. Todo ello, bajo la lógica del progreso que busca producir riqueza para aliviar la pobreza. Idea errónea. Se llega a pensar que venciendo la naturaleza se alcanzará el desarrollo. Peor aún, en este proyecto que se cree “universal”, “posibilidad única”, los racismos aparecen encubiertos, se basan en el desconocimiento mutuo, en la rupturas del mapa que vincula a quienes nacimos en posición de subordinación en las ciudades, en los pueblos, en los campos, en los bosques. Históricamente, el Estado ha asumido la misión de encaminar hacia la civilización a los pueblos salvajes que habitan territorios no explorados por el hombre blanco, el hombre primordial; todo ello en nombre del bien común de la nación. Pues, ¿por qué no sacrificar las tierras y las aguas donde viven unos cuantos

nativos, si con ello se puede construir carreteras, edificios e incluso dar salud y seguridad social a quienes no habitamos allí? No se toma en cuenta que tal situación empuja, desplaza, provoca la migración de la gente, torrente que desemboca en los grandes bolsones de pobreza urbana. Si cerramos los ojos y reconocemos los rostros de ese progreso, racismo y sexismo son sus rasgos fundamentales, articulan una economía-mundo. Es en este paisaje que las mujeres del Tercer Mundo sostenemos la fragilidad de la vida. Es nuestro trabajo invisible en la chacra, en la cocina, en la venta informal, el que la produce en lo concreto. Merecemos educación, salud, vivienda y trabajo dignos. Sin embargo, sabemos que ello no puede levantarse sobre la destrucción del equilibrio biótico del planeta, pero sobre todo, no puede levantarse sobre el despojo, la expropiación y el desplazamiento de los territorios de pueblos indígenas y campesinos. Sabemos, desde la sencillez del sentido común, que ello se revertiría en nuestra propia contra, dejándonos sin agua, sin suelos, sin aires limpios. Pero la depredación ya inició. En los ríos flotan los peces muertos, no hay que excavar mucho para encontrar los residuos del desarrollo; nuestros hijos beben el agua y comen la yuca y enferman. Llagas en nuestros cuerpos. Somos las mujeres quienes caminamos kilómetros en busca de agua limpia, somos nosotras quienes cuidamos de los enfermos por la contaminación, quienes trabajamos doble jornada cuando los varones se van porque la tierra se agota; somos nosotras quienes hacemos posible la vida en las ciudades a pesar de la violencia. Salvamos lo cotidiano en base a una economía y conocimientos subterráneos que hacen posible no solo la subsistencia, sino la sobrevivencia de nuestros hijos e hijas explotados y explotadas. Es sobre nuestros cuerpos y sobre las tareas de cuidado que realizamos, que se levanta la expansión y el crecimiento del capital. Nosotras, “las mujeres de colores” somos quienes sostenemos la cotidianidad, en última instancia; y lo hacemos precisamente en estos momentos históricos de calentamiento global y cambio climático. Quienes defendemos la vida consideramos a los bosques, al aire, a las piedras, a los ríos, nuestro hogar, nuestro lugar en el mundo, espacio vital de alegría, de alimento, de descanso. Si dejamos de concebir al planeta y a los seres humanos y no humanos como un conjunto de individuos y elementos que compiten entre sí; si aprendemos a mirar desde el ojo ecofeminista, entenderemos cómo, en la realidad, son las actividades de cuidado las que hacen posible la vida, y esas son luchas cotidianas que se han vuelto cultura y por tanto naturales ante nuestra mirada. No se trata de Pachamamas sacrificadas, generosas imparables, maternidades de las que podemos extraer sin esperar reciprocidad. No queremos sostener el mundo solas, creemos que el principio vital se ve afectado, cuando el principio del placer es separado y extraído de nosotras. Por eso, debemos ser partícipes del trazado de su camino, de la definición del “buen vivir”, de un futuro que inicia en el presente, que no olvida su erótica cotidiana: disfrute cuidadoso, pausado, atento; pasión que hace posible la vida.

La mirada ecofeminista, busca articular distintas dimensiones de la humanidad frente a la naturaleza, otras formas de definir y construir la comunidad, cuyos fundamentos no se asientan sobre el capitalismo. Se trata del respeto a los ciclos vitales, de una lógica que no tiene por qué girar en torno al mercado, sino alrededor del cuidado de la vida en su complejidad. Entendemos a la comunidad como el encuentro para el diálogo, no como circuito de palabras sino como sensibilidad frente a los tiempos, a los ciclos de otros y de otras. Feminismos y ecologismos populares pueden coincidir solo a condición del reconocimiento de la cualidad histórica y política sobre la que se asienta la creación social de la vida. El principio erótico nos involucra con nuestro más profundo yo y sus posibilidades de frontera, busca descentrar los poderes, guía y se deja guiar, se deja afectar en lo personal por el malestar que hay en el planeta. Las mujeres planteamos naturalezas, mundos liberados de violencias, lo que es posible solo cuando las tareas sean compartidas equitativamente en la casa y en la economía mundial; si se confía en los emprendimientos más pequeños y modestos, en lugar de los grandes proyectos desarrollistas; solo bajo la constatación de que necesitamos espacios para el cuidado de nosotras mismas, como personas autónomas, llenas de deseos y capacidades para ser felices. No queremos acompañar los grandes proyectos de los varones, ni sostener la casa para que no se caiga; no queremos ser las responsables principales del cuidado del planeta y de los pequeños. Reconocemos nuestras fragilidades hecha de cansancios y sensibilidades. Sabemos que no se puede construir un mundo justo, si la economía no mira la subsistencia como su objetivo fundamental, si no se promueve la producción e intercambio soberanos, sanos y equitativos de alimentos, si no se reconoce y no se estimula el trabajo de pequeñas campesinas y campesinos, si no se deja en paz a la gente y los no-humanos que habitan los bosques. Nuestro instrumento: una bitácora de la sensibilidad que nos guía por una geopolítica que nombra el lugar sexuado e interpela la posición que ocupamos en las relaciones vitales que establecemos en el mundo. Es cuestión de amor, mas no de un sentimiento retórico sino de hechos concretos, lo contrario es violencia. En estos tiempos de Derechos de la Naturaleza, quienes protestan son acusados de delincuentes. Las trincheras están junto a las fuentes de agua, al inicio de los bosques, pero también en los tugurios que sirven de “chongos”, donde los trabajadores petroleros compran sexo. Las resistencias son múltiples, los engaños también. Tramposas consultas populares que avalan la muerte tortuosa de animales. En estos tiempos, los Capitalismos Verdes encuentran en el ecologismo un nuevo recurso, listo para el marketing, bien sostenido sobre ideas de escasez y técnicas de reciclaje, pero que no buscan un cambio real del sistema, una transformación desde la raíz. Tiempos, en que nuestros cuerpos de mujeres, continúan siendo receptáculos de la misma violencia machista que nos declara naturaleza inferior a la del varón; violencia pedagógica, que a fuerza de


golpes, busca naturalizar el rol de sumisión en las mujeres, incluyendo el mandamiento de amor femenino. Desde esta ciudad polvorienta y andina, entendemos lo erótico como comunicación paciente, disfrute cuidadoso, pausado, atento; pasión que hace posible la vida. La Flor del Guanto brota a pesar de las dificultades que implica la autogestión para la autonomía; hacemos esta revista de tiempos robados: liberados de la docencia, del estudio, del trabajo informal y otros empleos más formales e incluso de nuestras maternidades amorosas aunque apresuradas. Colocamos lo que podemos, nuestras discusiones más apasionadas y cotidianas. Definimos lo evidente, los hilos más sutiles y brutales sobre los que se asienta el sistema: la explotación de los cuerpos de las mujeres, los pueblos indígenas y la naturaleza, bajo el pretexto de amor y el progreso. Como Casa Feminista de Rosa continuamos con la fe en los procesos propios, iniciativas de organización de nosotras las mujeres: la Escuela de Alfabetización Popular “Mujeres de Frente”, proyecto pedagógico que aborda la violencia estructural, tanto de clase como machista; nuestra participación de la Asamblea de Mujeres Populares y Diversas del Ecuador -AMPDE- que nos posibilita el encuentro entre diversas, permitiendo otros aprendizajes, otras alianzas. Juntas, ponemos sobre la mesa lo que traemos y hacemos un banquete para ser devorado; pero también para que dé a luz pensamientos, emociones, deseos, utopías, poemas, crítica, política, feminismos y flores. Flores urbanas, a veces desencajadas e impacientes, a menudo frágiles pero siempre guerreras. Flores del Guanto. ¡Existimos!

Este número de Flor del Guanto, Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor, es un viaje, la coincidencia de sensibilidades, una serie de diálogos fluidos a través de las páginas. Hace una crítica reflexiva, tanto al capitalismo como al patriarcado; surge como respuesta a los espíritus que rondan nuestros tiempos; vuelve la mirada a la destrucción de los entornos naturales y sus consecuencias en la vida de las mujeres y los pueblos indígenas; pero también emerge como la necesidad de regresar a lo profundo de cada una de nosotras y al lugar que nos ha tocado en suerte. Nos recuerda la complejidad de la vida y la crueldad de la maternidad obligatoria; la dependencia afectiva y la necesidad de hablar claro del amor como hecho concreto. El ensayo, la narrativa, las confesiones, el testimonio, el manifiesto colectivo son parte de esta literatura de géneros mestizos, que se toma la capacidad de crear, como política de rebeldía, en estas páginas atravesadas por poesía feminista. En este número, nos movemos desde nuestros territorios de mujeres e iniciamos la exploración desde el ecologismo feminista popular: ¿Te conté que estoy viajando a un lugar en la Amazonía?, es el regreso crítico al pasado de los pueblos petroleros, y al mismo tiempo es la constatación de su destrucción. La reflexión íntima de una mujer, acerca de la naturaleza, de la Amazonía ecuatoriana, de la contaminación, la muerte, el Estado, pero también la inmensidad y belleza de este territorio. La historia del capitalismo, junto a la del patriarcado, ha urdido un sistema de explotación de los recursos, las especies, los cuerpos... Ecofeminismo: mujer y Pachamama, no solo es posible una crítica al capitalismo y al patriarcado, explica cómo estas dos formas de dominación se vinculan para sostenerse sobre mujeres y naturalezas con capacidad de dar vida, pero cuyo poder es cooptado para beneficio del capital. Un buen ejemplo de ello es el testimonio El agua, la tierra, la ciudad en Cotopaxi: un aporte desde el diálogo entre mujeres diversas. La explotación y la violencia contra las mujeres se atan empecinadamente. Desde Bolivia, el Pronunciamiento del feminismo comunitario en la Conferencia de los Pueblos sobre Cambio Climático redefine la comunidad y la traslada a la ciudad, al campo, a las comunidades educativas, de amistad, etc. Nos habla de la reciprocidad entre personas, entre distintos: wuawas y ancianos, mujeres y varones; de la reciprocidad que le debemos a la Pachamama, a las plantas y a las piedras. La búsqueda es romper con la complementariedad jerárquica y asimétrica, cuyo principio es la división entre lo masculino y lo femenino, y que llega a adjudicar las características de una maternidad abnegada a la misma Pachamama. Allí y más acá de la colectividad, Mirada, es un escrito breve y poético; explora el auto-reconocimiento y la auto-conciencia; nos incita a sentir la piel, sus pequeñas cualidades, nos invita a conectarnos con el universo y con la amada. Lilith y el bosque

monstruoso, es la re-creación, otra versión del mito de Lilith que esta vez tiene una pretensión eco-feminista de crítica al patriarcado, al capitalismo que se instala en la misma relación amorosa. Como sabemos que la naturaleza y el mismo principio vital no son una mera declaración de amor, pues involucran actos, acciones, trabajo, cuidado, El debate del aborto en el Brasil: reporte de una filósofa ecofeminista bajo la mira, nos ubica en la realidad concreta de las mujeres empobrecidas. Como teóloga y feminista, la autora realiza una crítica a la posición de la Iglesia Católica en resonancia con la vulnerabilidad de muchas. Evidentemente, no pretendemos banalizar la vida humana, en realidad buscamos profundizar en su significado. El cultivo de nuestra memoria sensible, de la maternidad gozosa y poderosa, es ese esfuerzo de reconocer, a través del intercambio entre experiencias sensibles, daños causados por la maternidad obligatoria de nuestras madres, de sus madres y de nosotras mismas; pero también la maternidad como posibilidad de rica expansión vital, cuando está tejida de deseos, diálogos y placeres. Iniciamos nuestra Crítica al amor romántico, una mirada situada desde el feminismo, reflexionando sobre la desigualdad de los roles afectivos, el sentido ideológico del amor como lo conocemos. Es un tema que nos preocupa, fundamentalmente porque la falta de Claridad: dar palabras al amor, nos entrampa y no nos permite evaluarlo como acción, hecho, efecto de la voluntad. Pensando así, La vida de una comerciante de la calle, nos lleva a profundizar en cada una de nosotras, en los actos y hechos del amor que hemos cometido y construido con las demás personas. Ante el comercio informal y la lucha contra la policía municipal, las hermandades se reinventan, los afectos filiales son actos de reorganización del amor y el cuidado mutuo. La Entrevista a Lourdes Huanca Atencio, de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú – FEMUCARINAP, nos conecta con la cotidianidad política de una lideresa, sus dificultades, sus negociaciones, la importancia de que las mujeres podamos discutir la política y, dentro de ella, aquello que nos afecta directamente. En ese camino, Ni una ley más sin nosotras: el Poder de la Asamblea de Mujeres Populares y Diversas del Ecuador, explica el quehacer de la Asamblea, cómo se constituyó en un espacio alternativo para el debate cuidadoso de lo que ocurre al interior del Estado, forma de vigilanciaexigencia de aquello que nos pertenece por derecho. No nos cabe duda, de que es importante escuchar las voces de las mujeres desde los páramos, los bosques, las selvas, los manglares, los barrios; indias, negras, mestizas, cholas, campesinas, obreras, maestras, concheras, pescadoras, artesanas… mujeres diversas, pero también desiguales, embarcadas en una lucha abiertamente política, feminista, ecologista, anticapitalista, anticolonial. Mujeres organizadas pronunciándose en el Manifiesto de la propuesta política del

Movimiento de Mujeres Populares y Diversas. En nuestro recorrido, una mirada desde el feminismo de color, islámico en este caso, nos confronta con la necesidad de descolonizar el feminismo. Las mujeres blancas y el privilegio de la solidaridad plantea el reto de la humildad a las feministas blancas, a aquellas que piensan que ya han sido liberadas de toda opresión patriarcal y que pueden darse el lujo de compadecer a sus hermanas del Tercer Mundo. Coincidimos con la autora, nuestro feminismo también es anti-imperialismo. Sin perder el vínculo con la vida, menos aún durante la coyuntura política, La misoginia que sostiene la política del Estado en el Ecuador: el golpe del 30 de septiembre, es una mirada aguda histórica, feminista al hecho ocurrido en el país el 30 de septiembre de 2010, desvela el sexismo exacerbado de la masculinidad oficial de los hombres uniformados de policías, su vínculo cultural con el patriarcado machista del socialismo del siglo XXI. Cerramos este número con nuestra voz colectiva, en Apuntes feministas sobre el 8 de marzo, los pies ligeros que sostienen la vida, reflexionamos acerca de la omisión de las luchas de las mujeres, de la imposibilidad del gobierno de asumir un rol concreto en la lucha contra la violencia; de la incapacidad de las organizaciones sociales para mirarnos como pares políticas. Aquí nos pronunciamos firmemente a favor de las luchas de los pueblos por la naturaleza y la vida sin renunciar a nuestra propia voz y nuestras propias reivindicaciones. Afirmamos el rechazo a la izquierda patriarcal.

ilustraciones  angie vanessita

La revista


maría isabel altamirano solarte (casa feminista de rosa / asamblea de mujeres populares y diversas del ecuador)

S

e llama Taisha. Está en medio de la montaña, al sur de la Amazonía, un lugar hermoso, muy tranquilo, con calles empedradas, con casitas de madera, donde respiras aire bastante puro, pues ahí los shuar no aceptan la minería. Las sociedades que más alejadas están del extractivismo, al parecer, tienen bajos niveles de contaminación, mejores condiciones de vida, pese a la pobreza estructural en que viven las poblaciones en esta región del país. Taisha me recuerda mucho mi infancia, me inspira mi deseo profundo por la naturaleza, por descubrir el mundo, por investigar. Ahí he sentido tranquilidad, la fuerza interior. He llorado mis dolores. He pensado mis angustias. He vivido bellos atardeceres y cada día cuando sale el sol, respirando ese frescor silvestre, mirando desde la ventana de la habitación el verde profundo que se pierde, renazco otra vez en mí misma. Las casas eran de dos pisos. Recuerdo la mía cuando era niña en Lago Agrio, donde nací, en la actual provincia de Sucumbíos. Mi casa era de madera con un balcón hacia la calle. Así, así son las casas ahí. En ese entonces, yo jugaba, ése era mi mundo. Cuando íbamos al río Orienco, qué refrescante era sumergirse en esas aguas cristalinas: metía mis pies y los miraba bajo el agua. Los niños y las niñas de la Amazonía, somos como pececitos, ¡nos fascina el agua porque el calor pide al cuerpo refrescarse! Por la tarde regresábamos caminando a la casa, con las tinas de ropa que habíamos llevado para lavar en el río. Ahora en cambio, en Taisha se ha logrado llevar el agua entubada a las casas, y bueno, la gente no tiene que llevar la ropa al río para lavar, al menos no en el centro poblado donde conviven colonos y shuar. Aunque esta convivencia sea complicada, como toda convivencia humana, al parecer han logrado un acuerdo para mantener este lugar ecológicamente habitable. Eso se percibe, ¡se vive!

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Recuerdo mi río de aguas cristalinas en Lago Agrio hace 30 años. Ahora simplemente ya no existe. Miro este poblado lleno de naturaleza, pese a los 12.000 habitantes del cantón. En Taisha entendí por qué las indígenas luchan contra la minería; aquí todavía quedan ríos limpios donde puedes bañarte. Claro que hay niveles de contaminación; pero hay una gran diferencia entre esta contaminación y lo que pasó en Lago Agrio, en donde encontrar manantiales y aguas limpias es casi imposible. El crecimiento de la población, a partir de la explotación petrolera sin ninguna planificación, destruyó mi querido río Orienco y la misma actividad petrolera ha bañado el territorio de un tono negruzco que se pinta en el verde vegetal, en las orillas, en el tiempo... Meses atrás tuve la oportunidad de ir a Orellana, actualmente la provincia de mayor explotación petrolera, donde se reproduce similar situación a lo sucedido en Sucumbíos, con el agravante que aquí los yacimientos de petróleo están en territorio de poblaciones a las que dicen “no contactadas” que todavía sobreviven. En ese momento, pude conversar con colonos que hasta ahora esperan que el Estado los indemnice, por las afectaciones que sufrieron durante años, por las secuelas de la actividad petrolera que dejó particularmente la compañía Chevron Texaco... ¡pero nada! En una de las vías que lleva a los pozos petroleros, encontramos una vieja casa de madera y a doña Oteida, que cuenta sus penurias. Nos cuenta cómo su marido murió de cáncer hace unos años. Supone que fue por el agua contaminada, pero además cuenta cómo ella misma fue enfermando y cómo los doctores no atinan con su mal, aunque sabe que es por la contaminación con la que convive. La señora nos invita a mirar los alrededores de su casa. Ahí enfrente, pasando apenas un barranco cubierto por la maleza, hay un gran mechero que emana grandes cantidades

Vendían ropa, alimentos, insumos agrícolas, material para construcción, tuercas, tornillos, lubricantes... en fin, todo insumo que necesitaban las compañías para que funcionara el gran negocio petrolero. A la par de las petroleras, se crearon talleres de todo tipo y venían mecánicos y pintores automotrices. Los jóvenes aprendían diferentes oficios y si no eran contratados por las compañías petroleras, entraban a los talleres a trabajar. Las mujeres trajeron con ellas sus conocimientos de cada lugar y así crearon elementos para sostener la vida de la familia. Unas a otras se contaban cómo curar el espanto, utilizar la sangre de drago para cicatrizar heridas... y se adecuaron a las nuevas condiciones: coger agua de lluvia para cocinar los alimentos, lavar la ropa en los ríos, construir casas a cierta altura para evitar la picadura de serpientes, utilizar el toldo para que no piquen los mosquitos, construir letrinas a cierta distancia de la casa para no contaminar la pequeña huerta de hierbas medicinales que eran muy necesarias por cualquier urgencia. Recrearon la cocina con nuevos productos, propios del lugar: la yuca, la papa china, el verde, la papaya que cultivaban para sostener la alimentación familiar. Sin embargo, creo que fue difícil la convivencia entre mujeres mestizas, indígenas de la sierra e indígenas de la amazonía. Yo recuerdo cuando era niña en Lago Agrio, las mujeres otavaleñas eran mercaderes de ropa y las mujeres cofanes vendían sus productos en la plaza. Cuando íbamos con mi madre de compras, estaban las mujeres cofanes con sus ropas coloridas, vendiendo los productos que sacaban de sus chacras: la chonta, la yuca... Ahora ya no se las ve más, es como si se hubieran perdido en el tiempo, se esfumaron, se fueron, tuvieron que cambiar sus trajes para ser vistas igual que nosotras, las mestizas. Mi madre, además de ocuparse de los quehaceres de la casa, trabajaba junto con mi padre. Tenían un negocio de venta de lubricantes y filtros para las compañías petroleras. El petróleo que salía de esta tierra era procesado en Estados Unidos y distribuido por la misma Texaco Company en el Ecuador. El aceite en recipiente de plásticos, que tenían una estrellita roja como logotipo, se vendía en la Amazonía y mi padre logró, con este negocio mejorar su condición económica y ser parte de esa emergente clase media de los años 80 y 90 en la ciudad de Lago Agrio. Pero años más tarde perdió gran parte por una deuda con la misma compañía. La casa quedó embargada y no tuvo de otra que deshacerse de la mitad de lo que había construido junto a mi madre por más de 25 años.

ilustraciones  angie vanessita

¿te conté que estoy viajando a un lugar en la amazonía?

de humo negro, es el gas que sale cuando se extrae petróleo y se quema para que sea consumido. El mechero con su gran llama flameante acompaña a los pozos petroleros. ¡Imagen típica de la zona! Y el humo se esparce por todos lados, el olor es especial, como a... ¡petróleo! A un lado y otro de la casa de madera hay pocos árboles, típicos de la zona. Doña Oteida ya no cultiva ni yuca, ni plátano; solo tiene unas cuantas gallinas que en busca de comida entran y salen de la casa, hurgan en la tierra para comer los gusanos y, en su afán, cruzan la alambrada que separa la casa de la estación petrolera. Doña Oteida nos dice: “seguramente lo que comen también está contaminado”. Su rostro refleja tristeza; pero igual ríe. Ríe porque tiene deseo de reír y porque como ella dice: “¡ojalá la situación cambie!”. Este gobierno ofreció cambios, pero Petroecuador sigue igual, derramando petróleo por la selva amazónica, y la remediación ambiental no le toca aún a doña Oteida. Ella no ha sido reubicada en otro sitio, y tampoco sale de aquí porque ésta es su casa y su tierra. Cuando ella llegó todavía no estaba el pozo de petróleo, llegó buscando la manera de mantener a su familia: una tierra donde construir su casa, una casa donde construir su hogar. No se va porque ¡aquí está la vida que ella construyó! y porque ¡no quiere irse! y porque ¡tampoco nadie le ha ofrecido algo mejor! Cuando me alejo de doña Oteida, pienso lo diferentes que son nuestras vidas y siento una mezcla de sensaciones, que evocan el recuerdo de mi madre, una mujer que no pudo terminar sus estudios (aunque era su mayor anhelo) y se pasó la vida cuidando como esta señora. Hasta su muerte no tuvo seguro social ni salario, pese a que trabajó más de ocho horas diarias y realizó más horas de trabajo que mi padre. El trabajo de cuidado es el 80% del trabajo que sostiene al mundo. En todo caso, mi padre tampoco tuvo seguro, es que el autoempleo no era pensado con posibilidad de seguridad social. La mayoría de mujeres colonas están en el autoempleo y las indígenas sostienen economías de sobrevivencia. Ninguna tiene seguro social. Recuerdo Taisha, las mujeres shuar y su dirigenta quien me ha dicho en una conversación: “Las mujeres sí podemos decidir lo que queremos y cuando algo nos molesta, debemos decir no. Nosotras hacemos nuestra vida”. Me ha contado que su excompañero de vida la golpeó cuando ella entró a la dirigencia de su organización, por salir de la casa y estar en reuniones. Cuando él la golpeó, ella decidió separarse y jamás regresó con él. Aunque tiene en su rostro la marca de aquel golpe, ella es muy altiva, feliz, orgullosa de lo que es y de lo que hace. Es increíble cómo, a pesar de que las mujeres soportamos el peso de la estructura patriarcal, estas naturalezas de formas onduladas que son nuestros cuerpos, se instalan en las resistencias ¡y se hacen muchas veces rebeldía! y entonces ¡soy feliz de sentirme mujer y en alianza con otra mujer!. Las mujeres que llegaron a la Amazonía a partir del boom petrolero, desde varios puntos del territorio ecuatoriano, llegaron con familia y aprendieron el oficio de agricultoras o comerciantes.


Después de despedirnos de doña Oteida... Seguimos la ruta que nos indica nuestro guía Jorge Olalla. Él también es miembro de la organización que exige remediación ambiental y social a la compañía Texaco. Llegamos a otro pozo de petróleo, éste ya inactivo. Pero las huellas de todo el trabajo realizado y de los daños ambientales siguen ahí, palpables, casi a la vista. Cruzamos unos pocos matorrales y en medio de la tierra seca, están las huellas de la contaminación. Cuando se abre un pozo petrolero, se construyen piscinas donde van todos los desechos que salen al momento de extraerlo. Por cada tonelada, salen 10 toneladas de agua mezcladas con un montón de químicos. Se llama líquido de formación, que se envía a estas piscinas que no guardan ninguna garantía de filtración. Es decir, el propio proceso de extracción conlleva una contaminación al suelo, al agua y al aire. Por lo demás, cuando existen derrames, esta contaminación se multiplica porque el impacto es más directo, por la muerte de animales, plantas, aves que viven en medio de la flora, en los ríos y lagunas, además de las consecuencias en la salud de la población afectada. Actualmente hay compañías que hacen remediación ambiental y así ganan por extraer el petróleo y ganan por derramar el petróleo. Por ello, muchas veces queda la inquietud de cuántas veces estos derrames pudieran ser provocados para mantener el negocio. Nuestro guía Jorge nos lleva a pocos metros de ahí, a conocer exactamente las consecuencias de los derrames petroleros. Ahí, al borde de un pequeño riachuelo de aguas cristalinas, nos dice: “¡Miren!” “¡Aquí está!” “¡Es petróleo!”. Entonces, miramos como siguiendo el curso del riachuelo. A lo largo de esas aguas cristalinas reposa una capa negra. Si raspas un poco y coges un terrón y lo frotas en tus manos, sientes algo pegajoso, cauchoso, “¡ahí está!”. No satisfecho, Jorge nos invita a cruzar el riachuelo. Caminamos dos metros y dolido, señala nuevamente: “Miren, aquí seguramente se derramó petróleo, ¿O era una piscina?”. Mete un palo, lo hunde: “¡Ven!” “¡No es tierra!” “¡Son restos de petróleo!”. Experto como es en estos oficios, recoge una muestra de lo que sale de esa especie de suelo pantanoso y nos hace oler: es un olor fuerte a gasolina, “¡Es lo que está aquí, en todo este lugar!”, evidentemente filtrándose en el subsuelo, en la profundidad de aquello que en apariencia es de un verde silvestre. Cuando las petroleras ya no necesitan las piscinas, lo que hacen es cubrirlas y, claro, renace un verde en estas tierras, un verde que se resiste a morir. Sin embargo, éste ya no es un suelo cultivable ni para la yuca ni para el plátano verde. No es un suelo apto para producir alimentos para las personas, pero tampoco es apto para que los bichos y los animales de la zona vivan. Aunque muchos de ellos se resistan todavía, todo el terreno que nos rodea, en varios kilómetros cuadrados, es ecológicamente inhabitable. Al retornar por el sendero en medio de maleza y los árboles, Jorge se detiene y dice: “aquí vivía una familia; aquí están las 10  Flor del Guanto #4

bases de la casa”, señalando unos troncos secos que quedan como huella de alguien que habitó el lugar hace tiempo, y prosigue: “pero tuvieron que irse, porque esta tierra tiene altos grados de contaminación. Aquí ya no se produce nada para comer”. Me quedo pensando... ¿A dónde fue esa gente? ¿Cuánta gente más tiene que salir de sus espacios de vida, de sus territorios? ¿Qué hace el Estado frente a esto? Son varias interrogantes y mucha la impotencia ante los hechos. El Gobierno, contradictoriamente, explota petróleo con el discurso de mantener y mejorar el sector social, para subsidiar educación, salud, el bono de desarrollo humano, etc., mientras la población, que es afectada directamente por la explotación petrolera, al parecer muy poco interesa. Lago Agrio y el Coca, son dos de las ciudades que crecieron a partir de la actividad petrolera. Abrir carreteras es abrir la puerta no solo a la explotación petrolera sino a la explotación maderera, a la prostitución, a la trata de mujeres. El aumento poblacional aumenta la contaminación propia. Estas ciudades crecieron sin planificación, contrario a Taisha, donde el acuerdo social por no abrir carretera, les ha permitido la sostenibilidad de una forma de vida que aún conserva cierta armonía con la naturaleza, armonía que definitivamente se pierde cuando se rompe el equilibrio entre naturalezas distintas. No hay límite en el deseo de explotar la naturaleza. Por más que las regalías queden en la misma provincia, no alcanzarían para recuperar esta arquitectura de la vida, la posibilidad de sostenibilidad del mismo planeta en proyectos de desarrollo distintos. Pero la armonía de Taisha corre peligro, si los afanes del actual Gobierno central se cumplen por seguir con una lógica extractivista y de megaproyectos, que amenaza con nuevos bloques petroleros que ya están entrando en licitación en la Amazonía Sur, Morona Santiago y Zamora Chinchipe.

Regreso a Taisha Cuando miro esta naturaleza que me cubre y me abriga y hasta me desgasta a ratos, de tanto calor al mediodía, pienso en mi Lago Agrio querido y en su ya inexistente río, pienso en Jorge, en Oteida y todas las secuelas de la explotación petrolera... Claro, entonces entiendo por qué los indígenas defienden su territorio libre de minería. Cierto día, un taxista haciendo referencia a los hechos que se dieron cuando los shuar enfrentaron a policías sobre el puente del río Upano, en Macas, para no dar paso al Proyecto de Ley de Agua por no ser una ley democrática y desprivatizadora, me dijo: “aquí los shuar no van a dejar que entre la minería, uhh, ellos no, ellos se paran duro; los policías creyeron que venir acá, iba a ser como ir a las protestas en la ciudad. Aquí la cosa es distinta. ¡Los indígenas aquí se paran duro!”. Y pues, también hay que conocer que los indígenas de los pueblos shuar y ashuar, que habitan la provincia de Morona Santiago, donde está Taisha, son tribus guerreras.

¿Sabías que se puede acceder a Taisha por avioneta? He visto desde el aire todo el esplendor del verde intenso, las distintas clases de verde y las distintas formas de las copas de los árboles verdes, y el zigzagueo del cauce de los ríos, café en tonos distintos, y la cadena montañosa del Cutucú, que más hacia el sur se topa con la Cordillera del Cóndor. Como quien pilotea es joven, me dice: “¿quiere sentir una aventura?” Seducida, por el verde, respondí “¡Sí!” y empezamos a sobrevolar el río Upano. ¡Realmente hermoso!. Me dio la impresión de que íbamos a aterrizar en medio del río. Es una sensación agradable. No sé si tú la has sentido, es como si el mundo se abriera, y tú estás abriéndote paso en él. De pronto y en medio de tan deliciosa sensación, la avioneta empieza a tomar altura otra vez y la máquina emerge del río sobre el verde que se extiende otra vez frente a mí. Yo me quedo extasiada, pero no alcanzo a dar ni un grito de emoción. Solo al final, le agradezco al piloto por tan magnifico paseo. El dice: “¡Pero usted no vaya a decir a nadie, porque me sancionan!” El vuelo en avioneta me hizo pensar en la muerte; pero luego, muy pronto esa sensación, se aleja. Por el ruido de la avioneta o por el verde intenso de la flora silvestre, o no sé por qué, me instalo en la vida, nuevamente. He conocido un montón de personas y personitas estos días en Taisha, porque voy a capacitar a jóvenes, niños y niñas. Y claro, por más introvertida que sea, estos guaguas hacen que salga la alegría que hay en mí. Es como cuando “la Fabiana”, mi hija de 6 años me lleva a su mundo de juego. Ahí no vale reprimirse, ahí mi pacto feminista es redescubrirme. Así como ahora. Y entonces, descubro aquí, en este preciso momento y en este lugar de verdes distintos, de verdes ondulados, de verdes crespos, de verdes lacios, de verdes y más verdes, toda la fuerza de la resistencia de estas naturalezas que no quieren extinguirse, de este pueblo que se funda en esa resistencia indígena, de las mujeres aliadas con las resistencias verdes. Resistencia que se vuelve vida, que no le teme a la muerte, que se hace más fuerte en la hojarasca húmeda que nutre la tierra y se abre paso al deseo de perpetuar la vida. Esta vida de verdes abundantes y generosos que es la Amazonía.

1964 Texaco entra a la Amazonía ecuatoriana. La Junta Militar le concesiona 1 millón de hectáreas por más de 40 años o sea hasta el año 2014.

1967 El consorcio norteamericano Texaco-Gulf inicia la perforación del pozo Lago Agrio I en el nor-oriente ecuatoriano. Éste es el primer pozo petrolero que se perfora en la zona nor-oriental amazónica y que permitiría la extracción de importantes volúmenes de crudo.

1972 El crudo transportado por el Oleoducto Transecuatoriano de la Amazonía a Esmeraldas. En agosto zarpa el buque tanque Texaco Ana Cortez con el primer cargamento de crudo amazónico. Desde aquella fecha hasta el presente, el Ecuador ha producido 4.035 millones de barriles de petróleo, que valorados a precios históricos internacionales nominales, significan un total de 82 mil millones de dólares.

1990 La Texaco sale del país dejando un legado de destrucción y muerte: Se abandonaron 627 piscinas con desechos tóxicos. Se perforaron 339 pozos, construyeron 22 estaciones de producción y operaron 15 campos petroleros. Para ese entonces, más de 6 millones de hectáreas fueron entregadas a otras empresas petroleras extranjeras en la Amazonía.

1993 Los afectados presentan una demanda en una Corte Federal de Nueva York, acusando a Texaco de haber contaminado el ambiente y afectado a la salud de la gente, debido a la tecnología obsoleta que utilizó durante su operación en Ecuador. Durante su operación Texaco derramó al ambiente: 16,8 millones de galones de petróleo; 18,5 mil millones de galones de aguas tóxicas (agua de formación); 235 mil millones de pies cúbicos de gas quemados al aire libre. Son 30 mil las personas afectadas, especialmente su salud. Las 5 nacionalidades indígenas afectadas son: Siona, Secoya, Cofán, Wuaorani y Kichwa. ----

Fuentes: - A 40 años del descubrimiento del pozo Lago Agrio I; http:// www.lainsignia.or g/2007/marzo/ibe_042.htm; marzo 2007 - Las Raíces del caso histórico contra Texaco; http://www. texacotoxico.org/node/234 Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   11


ecofeminismo: mujer y pachamama, no solo es posible una crítica al capitalismo y al patriarcado1

en clases, pero colocando el poder de lo masculino, del padre de la familia, como patrón sexual y cultural, que permite la reproducción inmediata y estratégica de la vida social en su conjunto, es decir, la prevalencia de lo que se conoce como androcentrismo patriarcal. Se ha sostenido, dentro de la perspectiva evolucionista, que aquel que es capaz de apropiarse de la condición social y natural de los seres humanos, pero también de los seres vivos, es por definición de “naturaleza superior” y que, como tal, deberá gobernar a todo lo demás. Lo “evolucionado” dentro de las especies son fundamentalmente los hombres y los padres, que no solo impusieron un orden y una jerarquía dentro de la vida sexual y filial humana, sino también dentro de lo que sería considerado la Pachamama, es decir, no solo en el campo de lo humano.

margarita aguinaga barragán (casa feminista de rosa / asamblea de mujeres populares y diversas del ecuador, instituto de estudios ecuatorianos)

1.

global. Entonces, bajo esta particularidad, se hace una y otra vez la relación HOMBRE NATURALEZA, consumándose el antropocentrismo y el machismo. Es preciso preguntarse si las mujeres y la Pachamama quedan subsumidas de la misma manera que los hombres a las múltiples dominaciones. El Capitalismo subordina a la gran mayoría de hombres, y también los coloca en el mismo plano que cuando despoja al planeta; pero en esta primera versión, hombre es igual a Ser Humano. Es una manera dominante de universalizar el campo de la subordinación. En una segunda versión, se puede observar que si bien el capitalismo patriarcal está sobre un conjunto de hombres, éstos están sobre la mayoría de mujeres y de la Pachamama y que en el orden de jerarquías, estas dos últimas están en el escalón más bajo. La necesidad del capitalismo de producir intensivamente, ha obligado a que cada vez más las mujeres del “tercer mundo”, precisen ensanchar el tiempo de trabajo, en tanto cantidad de horas, como en calidad de trabajos, diversificando las formas de trabajo. Ese mismo criterio se aplica para la Pachamama. Entonces interviene la regulación del control y la normatividad para reorganizar los ámbitos de la reproducción. Se aceleran y se desaceleran procesos a nivel productivo y reproductivo y 2. Dominio de las sujetas con capacidad productiva y ellas, cada vez más, son incorporadas a la dinámica del capital. reproductora de vida. En los ámbitos de la reproducción, el destino de las Lo que el sistema subordina son sujetas reconocidas como mujeres para la reproducción de la especie se naturaliza capaces de generar vida, por un lado, y con capacidad y se vuelve ideológicamente “finalidad absoluta”. En este productora por otro. La capacidad reproductora de la vida es contexto el aborto y la planificación familiar son mal vistos. Y la más que trabajo, es existencia misma. Ambas características Pachamama es interrumpida abruptamente cada vez, al punto de que varios procesos reproductivos han sido extinguidos, pasan a estructurar el sistema que las oprime. Con la apropiación de lo productivo y lo reproductivo, otros sobresaturados de manera anómala (las semillas juntando dos sujetas, mujeres y Pachamama, que proveen de transgénicas), y otros controlados irracionalmente. estas capacidades subordinadas, los dominadores obtendrán Desde el siglo XIX se reconfiguran el “cuerpo mercancía” y no solo trabajo ampliado y diverso, no solo controlarán los el “planeta mercancía” y se impone un tipo de relación entre procesos económicos y de reproducción social y las dinámicas estas dos sujetas, de manera distinta para el ámbito urbano culturales, sino que lograrán el dominio sobre el conjunto de y para el rural. la vida. El reconocimiento de estas capacidades, se realiza Por su parte, el patriarcado necesita explotar y oprimir al solo con el fin de apropiarse de ellas, utilizarlas e integrarlas, máximo la “naturaleza sexuada inferior”, para estructurar el formalmente si es preciso, para el proceso de reproducción “poder sexual superior“. Se trata de la división de la sociedad

Los sistemas capitalista y patriarcal asignan el lugar de “naturalezas y sujetos inferiores” a las mujeres y a la Pachamama. Ser “naturalezas inferiores” es la característica similar que a la vez separa e identifica a las mujeres y a la Pachamama. El Capitalismo y el Patriarcado establecen la condición de “naturalezas inferiores” al cuerpo femenino y a todo lo que se denomina planeta, biodiversidad, Madre Tierra. Naturalezas femeninas subordinadas por la clase, el género y por razones étnicas, en un sistema que divide el campo social y el campo de la naturaleza. Así, a las mujeres se les asigna como destino reproducir hijos, como a la Pachamama se la destina para extraer recursos naturales. Todo lo que provenía de la naturaleza y no alcanzó el grado de evolución social masculina y burguesa, blanca, pasó a situarse en la parte baja de la pirámide de la cultura antropocéntrica, en el entendido de que el antropocentrismo sería considerado “naturaleza superior” y sujeto social capaz de independencia, de hacer la historia y crear poder, es decir, ser capaz de subordinar al otro. Entonces opera una doble división, en lo social y en lo biológico, los dos ámbitos de la vida bajo el efecto de la naturalización.

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ilustraciones  angie vanessita

1 El presente artículo es un extracto del artículo original, publicado en ALAI.

3. La explotación de las mujeres y la Pachamama El capitalismo y el patriarcado son sistemas que han construido un exceso de función social y biológica tanto para la Madre Tierra como para los cuerpos de las mujeres y, al mismo tiempo, la restricción de esas funciones, su degradación, su compresión. Son sistemas que no pueden vivir sin estos excesos y restricciones. Se quiere decir que la explotación es similar hacia la Pachamama y las mujeres. Sin embargo, nuestra hipótesis va más allá, hasta pensar en la interdependencia que existe entre las dos sujetas de explotación para sostener la vida. Cuando Vandana Shiva1 reconoce las múltiples resistencias de las mujeres frente a la destrucción del planeta, no solo lo hace por un reconocimiento de las resistencias de las mujeres frente a la desaparición de las semillas, en defensa de la agricultura local o los diversos planteamientos políticos presentados por las mujeres para defender el medio ambiente, lo hace porque reconoce que las mujeres estamos vinculadas a la Madre Tierra, en tanto sujetas ocupadas violentamente. Ésta ocupación es la causa de la inestabilidad y crisis ecológica actual. No es cierto que solamente la relación de explotación del planeta haya desequilibrado la relación Ser Human@-Madre Tierra, hay varios aspectos que han desequilibrado esa relación, y otra causa que compone esa compleja contradicción es la naturalización estructural a la que han sido sometidas las mujeres. Al mismo tiempo, se ha naturalizado la función social que debe cumplir la Madre Tierra, cuando se asume que ésta es una infinita fuente de producción de recursos para el ser humano. Entonces, cuando se piensa en esta dimensión del problema, es imposible hablar de antropocentrismo sin hablar de androcentrismo, si se quiere avanzar en la construcción de una

mirada justa de la historia y de las posibilidades de liberación material y subjetiva de la humanidad y del planeta. Sin el exterminio de miles de especies y de la naturaleza viva, las ciudades modernas parecen imposibles de existir. La filosofía capitalista tiene un paradigma claro y es la explotación de todo aquello que subordina para existir a partir de ello, y ese sujeto explotado que también es la naturaleza, fue convertido en la base de la estructura de clases. Por su parte, el patriarcado ha levantado la naturaleza masculina sobre todas las formas de naturaleza y de sociedad, no solo sobre la de las mujeres. Por eso, la liberación de tal construcción no es simple y deberá ser globalizada. Hay un rango antropocéntrico, patriarcal y androcéntrico colocado sobre el proceso social y sobre el proceso evolutivo de todas las especies. Por otro lado, la Madre Tierra es y ha sido explotada en cuanto proveedora de recursos; pero ha sido subordinada en tanto proceso evolutivo y ecosistema. La Madre Naturaleza cumple la doble función de productora de recursos y espacio de asimilación de las culturas humanas sobre ella. Sin el dominio de la naturaleza, es imposible la existencia del capitalismo y su cultura dominante, inclusive es imposible el socialismo (que hoy la relación ser humano-naturaleza desde una perspectiva socialista se proponga diferente, es otra cuestión). 4. Existe un encuentro histórico entre las mujeres y la Pachamama Reconocemos múltiples procesos de lucha milenaria generados por hombres y mujeres y en particular por mujeres en la defensa de la Pachamama, así como el surgimiento de la ecología feminista desde hace varias décadas atrás, y las crecientes resistencias de las mujeres en diversas partes del mundo por la soberanía alimentaria, la biodiversidad, las semillas, los saberes ancestrales y la exigencia de un avance hacia la articulación comunitaria y armoniosa entre la Humanidad y la Madre Tierra. Mayoritariamente mujeres indígenas, campesinas y afrodescendientes, se han posicionado como actoras en la defensa de los territorios y de la Pachamama. En definitiva, reconocemos mujeres en movimiento, en las protestas defendiendo los recursos naturales, el agua en que crecen las presencias de mujeres y hombres, que luchan en nombre propio y de la Pachamama. A las mujeres y la Pachamama les vincula la contradicción, la condición asignada, la negación y a su vez la reafirmación de la lucha por el reconocimiento y el respeto de la vida.

2 Vandana Shiva es una de las más provocadoras y dinámicas pensadoras del mundo. Nacida en la India en 1952, se formó como físico en la Universidad de Western Ontario, en Canadá. En el Instituto Indio de Ciencias y el Instituto Indio de Gestión en Bangalore, India, hizo una investigación en la ciencia, la tecnología y la política ambiental. En 1982, creó la Fundación de Investigación para la Ciencia, la Tecnología y Ecología en su ciudad natal de Dehra Dun, en las estribaciones del Himalaya. Los estudios de esta fundación han validado el valor ecológico de la agricultura tradicional y han sido fundamentales en la lucha contra proyectos destructivos de desarrollo en la India. Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   13


ilustración  alejandra santillana

el agua, la tierra, la ciudad en cotopaxi: un aporte desde el diálogo entre mujeres diversas maritza salazar (militante del movimiento indígena y campesino de cotopaxi - micc)

E

sta es la transcripción de un fragmento de la intervención de Maritza Salazar, en un taller de ecofeminismo1. Es una muestra de que las mujeres conocemos nuestros problemas y podemos tejer conocimientos juntas, aprender unas de otras.

suelo, también hay mucha migración, mucha pobreza. Pero pensando en el trabajo que se ha hecho en el MICC, sobre todo donde estoy vinculada, creo que la situación más conflictiva en Cotopaxi es la del agua.

la agricultura ha pasado más arriba…; pero todavía hay una gran cantidad de agua. Lo que ocurre es que cuando hay una mala distribución por concentración del agua, cuando no tienes agua, destruyes la tierra porque no puedes hacer una buena producción. Si no tienes agua, vas como exigiéndole más a la tierra. Hay zonas en Cotopaxi que ya son una especie de desierto, no hay posibilidad de recuperar la tierra. Esto pasa en la zona de Guangaje, por ejemplo, que pertenece al cantón Pujilí; en zonas que están en la parte alta de Saquisilí, donde ya la cosa es muy angustiante. Pasó de ser solo un problema, ya es una cuestión desesperante para la gente, y la mayoría de afectados son mujeres, porque si vamos a Guangaje, todas son mujeres. El MICC, entró hace un año con un proyecto para empezar a recuperar los saberes en la producción, para empezar a aportar con las mujeres que están viviendo ahí, que están solas y que están teniendo que afrontar el sostenimiento de sus familias. Pero, ¿si no hay producción, cómo lo enfrentas?, ¿si no tienen otro trabajo?, ¿si la única forma de subsistencia es la producción, incluso para alimentarte?, ¿y si la tierra ya no vale?, ¿y si el agua ya no hay?... ¿Qué haces en esa zona? Entonces, ¿dónde está el agua de Cotopaxi? Está concentrada en todo lo que es la Panamericana. Cuando ustedes van desde Quito hacia Ambato, y pasan la Panamericana, ustedes no ven ni una sola parte que no sea verde. Es preciosísimo pasar por la Panamericana y decir: ¡esto es Cotopaxi! Y uno pasa, se termina la provincia y sigue Tungurahua, y el camino es lindísimo. ¡Todo es verde!, tienes ahí brócoli, alcachofa, las flores que siempre están cubiertas en invernadero. En la zona baja está concentrada toda el agua. No solamente hay plantaciones de flores o agro negocios, también hay comunidades, por ejemplo: Mulaló, Pastocalle. Más para abajo, Salcedo. En fin, hay una zona donde todo está verde porque son plantaciones, son florícolas, agronegocios que tienen agua. Y al frente, ves una comunidad donde todo está seco, porque no hay agua. Nosotros participamos como MICC en una bronca por el agua; broncas permanentes, hay que decirlo. Eso también nos agota. En la comunidad “5 de Julio”, que pertenece a la zona baja de Pujilí, son alrededor de 400 familias, de todas las zonas de alrededor, son entre indígenas y campesinas. Al frente está Nintanga, Provefruit. Muchos de los productos que ustedes han de ver en Supermaxi son de ahí. “Provefruit” es la procesadora, la industrializadora de Nintanga, que es donde producen los alimentos. Nintanga usa alrededor de 200 litros por segundo y al frente, las comunidades reciben menos de 16 litros... Eso para ejemplificar cómo está la distribuida el agua.

Tallerista: ¿Concentración del agua? Maritza: En Cotopaxi hay bastantes problemas ambientales. ¿Dónde empiezan? Hay contaminación, desertificación del 1

M: No tanto porque no haya, o porque haya disminuido. Efectivamente ha disminuido por la afección a los páramos,

El taller de ecofeminismo fue parte de la escuela de formación para mujeres de organizaciones sociales, coordinado en el 2011 por el Instituto de Estudios Ecuatorianos -IEE, auspiciado por ONU Mujeres, y desarrollado con la participación de mujeres de sectores populares de todo el país.

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Concentración de tierras M: En Cotopaxi y Chimborazo han sido muy importantes las luchas por la tierra sin embargo hay una nueva concentración de tierra que es impresionante. Están volviéndose a concentrar para agronegocio, las haciendas se vuelven a re-estructurar,

pero con la figura de empresa de agronegocio, que compran y compran. La mayoría es gente de afuera, de Quito, son ecuatorianos...

Migración M: Esta mala distribución del agua ha provocado la migración en las zonas de los páramos altos de Pujilí (donde hay la mayor cantidad de población), aunque también migran de todo el resto de la provincia. No hay agua, no puedes producir, la tierra está dañada, tienes que salir. No hay otra alternativa, tienes que migrar. Entonces migran los varones de inicio; pero de inicio, porque ahora las migraciones también son femeninas. T: Muchas de las mujeres están cansadas de que sea su naturaleza estar ahí cocinando, produciendo, y peor aun cuando no tienes qué cocinar. Muchas de las compañeras que están allí, les toca quedarse y cuidar a los guaguas, a los enfermos, a los ancianos… ¿Entonces qué haces? Buscas ir a la ciudad, a hacer lo que puedas. A trabajar en los mercados, lavando la ropa, cuidando más guaguas, limpiando casas... ¡en fin!, haces lo que puedas. Las que se quedan en el campo están abarrotadas de trabajo, las que migran a la ciudad, también.

Sobrecarga de trabajos, proyectos, militancias... M: ...llegan proyectos de hortalizas, de agricultura agroecológica, de crianza de cuyes, de crianza de chanchos, de entrega de vacas. Y el trabajo se vuelve pesadísimo, no tienen tiempo para nada. Hay compañeras que a las 9 de la mañana tienen reunión en la comunidad, a las 10 de la mañana tienen que bajar a dejar un oficio por no sé qué, a las 11 de la mañana tienen que hacer reunión para la caja solidaria, a las 3 de la tarde tienen que bajar... y así… Otras mujeres participantes: Se levantan a las 3 de la mañana para dejar hecha la comida porque, si no están dados de comer los animales, puede que ella llegue y los encuentre muertos. Es una vida agotadora, terriblemente agotadora. A veces, una en la ciudad convoca a asamblea y cree y se ilusiona que vamos a poder discutir temas de mujeres, y después nos ponemos a sufrir, [nos preguntamos]: ¿Por qué no vendrán las mujeres? –No les interesa –pensamos-, si tuviéramos un proyecto con dinero tal vez vinieran. Y efectivamente sí vienen; pero también las primeras veces, porque quieren ver de qué proyecto se trata, pero luego, cuando ya están adentro tampoco bajan. Porque qué van a bajar, si todo el tiempo ya lo tienen copado. ¡Están cansadas! ¿Alternativas? Ir a la comunidad. En la comunidad tampoco vienen porque tienen otros conflictos. Otra de las consecuencias: Cotopaxi tiene el 60% de niños y niñas con desnutrición; es decir, de cada 10 niños y niñas casi 7 son desnutridos. Desnutrición crónica antes de los 5 años. Entonces, ¿Qué te hace pensar eso? ¡Tantas enfermedades que tendrán las wawas! Obviamente las mujeres están ya sin poder resolver sus problemas. Yo veo que es un sistema de violencia atroz. Porque estamos ahorita en el tema de soberanía alimentaria y, evidentemente, Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   15


cuando se convoca a reuniones, la mayoría somos mujeres preocupadas. Y es violencia tras violencia, no tienes agua, no tienes producción, se te va el marido, se te va el compañero, o lo que sea…; pero no puedes dejar de hacerte cargo, luego no hay que comer, y hay que responder, la educación, la salud, las wawas, la comunidad...

¿Y, la comida? Tienes que hacer cucayo, tienes que preparar la comida. La mayoría son mujeres; pero los jefes de familia tienen que ser hombres, como ellos son “los albañiles”, ellos son “los ingenieros” de la comunidad, ellos dicen qué se tiene que hacer. Dejada la tarea, hasta luego...

Migración, ciudad y campo M: La migración a la ciudad trae cambios culturales. Hay mujeres profesionales, pero sin oportunidades laborales. Hay mucha competencia por fuentes de trabajo. ¿Qué pasa con ese problema del agua?, ¿con la migración en la ciudad? Pues que en la ciudad, cada vez tenemos poblaciones más diversas. Hay mucha migración. Latacunga, por ejemplo, está haciéndose más grande, pero la ciudad no crece, no es que haya más buses… no hay, pero cada vez hay más gente, y vamos viéndonos con mucha competencia, con mucha rivalidad. En Cotopaxi hay universidad desde hace 6 años. Eso ha sido un logro importante. La mayoría de quienes estudian son mujeres. Chicas, chicos que vienen de sectores populares, rurales, a entrar a la UTC, porque además como es fiscal, pública, obviamente cuesta menos. En Latacunga siempre ha habido la ESPE, la (Escuela Politécnica Superior del Ejército),

ilustraciones  alejandra santillana

M: A mí me parece que la minga es una de las expresiones de solidaridad más bonitas, más importantes; pero ¡qué trabajoso es para las mujeres, pues! La minga es una cuestión dura, dura, dura, pues como “el responsable”, “la cabeza de familia” no está, asume la mujer. Pero no dicen “como es mujer y tiene 5 guaguas, va a hacer menos trabajo” ¡No! Igual tienes que darle, igualito tienes que responder por tu tarea. Y si no puedes ir, toca pagar a alguien. Pero si no tienes un trabajo, no tienes una producción, ¿de dónde pagas a alguien? Sí, la minga es una cosa muy importante y hay que mantenerla, pero también hay que mirar otras cosas. ¿Quiénes están haciendo esas mingas? ¿Quiénes están abriendo carreteras? Hay sistemas de agua que se han hecho por mingas de más de 30km, o sea, se abrió la tierra para poner una tubería y llevar el agua 30km a la montaña… ¡y ahí están mujeres!

Ilustración  Angie Vanessita

La minga

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pero siempre ha sido costosa; $1500 o $1800 costaba la matrícula. Era bastante complicado. En la UTC, la mayoría son mujeres y la mayoría son mujeres rurales o de sectores pobres de las ciudades. Entonces una genera una expectativa diferente y dice “de aquí a 4 años ya habrán mujeres profesionales; probablemente Latacunga ya se verá diferente”. Pero no, no entran a los espacios laborales, la mayoría de los empleos siguen siendo de los hombres, aunque se haya elevado el nivel de profesionalización de las mujeres, y mujeres rurales... Pero en las ciudades empieza a haber una especie de competencia: “yo ya no voy a la UTC porque ahí van los indígenas, los pobres; yo voy a la ESPE”, “yo me gradué en la ESPE, no me gradué en la UTC”. Una especie de confrontaciones que van haciéndose cada vez más amplias. ¡Veo también que hay una situación cada vez más grande de racismo y discriminación, muy fuerte! Graves problemas hemos tenido en Latacunga, sobre todo por la discriminación. En el apoyo a la presión del agua, a la presión de la concentración de la tierra, las ciudades no reaccionamos.

Cotopaxi es una zona muy conservadora... M: ¿Qué pasa con la mujer en el campo? Medio medio ya está señorita, ya está grandecita, ya hay que ver qué se hace, con quién se queda. Ya pasados los 25 hay mujeres indígenas que

no se casan. Pasados los 20, 25, 30 años hay una presión muy fuerte porque entonces te dicen que “te vas a quedar…”, “ya nadie te va a querer”. La migración provoca que los varones exijan otras cosas a las chicas, ya no como era antes. Ahora tienen otras exigencias, incluso de físico. Yo me asombro, los parámetros, las estéticas han cambiado y ahora exigen, 90-60-90 y cosas así..., y las jóvenes van preocupándose, porque como que en el campo era un poco más libre. En la ciudad, eso es bien marcado. ...en Latacunga no hay espacios..., por lo tanto tienes que esconderte. Hay unas casas escondidísimas para que nadie te ubique, te busque, para que las chicas puedan bailar, puedan estar con sus novios, una cosa muy rara en Latacunga.

Vivienda No hay dónde vivir. Para mí en Latacunga es cada vez más difícil encontrar dónde vivir, y las tierras alrededor están siendo compradas. ¿Quiénes las compran? Pues, quienes tienen más posibilidades económicas. Se ve a la ciudad como el lugar en donde tengo todos los servicios; pero no hay dónde vivir... ¿En dónde viven las chicas que tienen que trabajar en florícolas, ya que no pueden trabajar y vivir en la comunidad, al mismo tiempo? Tienen que vivir en un lugar cercano, donde haya buses, donde puedan acceder, y en las ciudades. Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   17


asambleas del feminismo comunitario en bolivia

E

ntendemos a la Pachamama, a la Mapu, como un todo que va mas allá de la naturaleza visible, que va mas allá de los planetas, que contiene a la vida, las relaciones establecidas entre los seres con vida, sus energías, sus necesidades y sus deseos. Denunciamos que la comprensión de Pachamama como sinónimo de Madre Tierra es reduccionista y machista, que hace referencia solamente a la fertilidad para tener a las mujeres y a la Pachamama a su arbitrio patriarcal. “Madre Tierra” es un concepto utilizado hace varios años y que se intenta consolidar en esta Conferencia de los Pueblos sobre Cambio Climático con la intención de reducir a la Pachamama –así como nos reducen a las mujeres- a su función de útero productor y reproductor al servicio del patriarcado. Entienden a la Pachamama como algo que puede ser dominada y manipulada al servicio del “desarrollo” y del consumo- y no la conciben como el cosmos del cual la humanidad solo es una pequeña parte. El cosmos no es el “Padre Cosmos”. El cosmos es parte de la Pachamama. No aceptamos que “casen”, que obliguen al matrimonio a la Pachamama. En esta Conferencia hemos escuchado cosas insólitas como que el “Padre Cosmos” existe independiente de la Pachamama y hemos entendido que no toleran el protagonismo de las mujeres y de la Pachamama, y que tampoco aceptan que ella y nosotras nos autodeterminemos. Cuando hablan del “Padre Cosmos” intentan minimizar y subordinar a la Pachamama, a un Jefe de Familia masculino y heterosexual. Pero, ella, la Pachamama, es un todo y no nos pertenece. Nosotras y nosotros somos de ella. Comunidad Concebimos a la comunidad como un ser en si misma, con identidad propia. Mujeres, hombres, tierra, territorio, animales, vegetales. Verticalmente, arriba –cielo, espacio aéreo y todos sus seres vivos-, abajo –subterráneo, vida animal, vegetal y mineral.

Y horizontalmente, aquí –donde nos movemos todos los seres vivos: animales y vegetales- la extensión de la tierra y el territorio de la comunidad hasta los límites que ella y otras comunidades designen. Cuando hablamos de las comunidades, estamos hablando de todas las comunidades: urbanas, rurales, territoriales, políticas, sexuales, de lucha, educativas, de afecto, universitarias, de tiempo libre, de amistad, barriales, generacionales, religiosas, deportivas, culturales, agrícolas, etc. Creemos que todo grupo humano puede, si lo decide, construir comunidad, eliminando la propiedad privada sobre los medios de producción, reconociendo el trabajo de todo tipo, comenzando por el doméstico; repartiendo el trabajo de manera equitativa, en relación a las capacidades, habilidades, deseos y necesidades de cada integrante, asumiendo los productos y beneficios que cada integrante crea y elabora —sean éstos abstractos o concretoscomo bienes comunes e individuales. Hablamos de comunidad y de las mujeres y hombres de los pueblos indígenas, sin embargo no idealizamos la comunidad actual, en la que persisten las relaciones de dominación y donde las mujeres somos la yapa de los hombres. Las comunidades actuales son patriarcales, y por ello es que estamos proponiendo otra forma de comunidad, horizontal y recíproca, donde las y los integrantes sean reconocidos y respetados como individuos autónomos Una comunidad no es una suma de individualidades, sino otro lugar dinámico, más que la suma. La comunidad nutre a quienes caminan con la comunidad, y ella, a su vez, es alimentada por el trabajo, el desarrollo y elaboraciones individuales y colectivas que se dan en su interior. Los haceres comunitarios tienen rostros, cuerpos, voces específicas –únicas- y son llevados a cabo utilizando los talentos y capacidades individuales. Para que la gente elabore, reflexione

1 Declaración realizada en el marco de la Cumbre Mundial de los Pueblos y la Madre Tierra, realizado en Cochabamba-Bolivia, en abril del año 2010.

18  Flor del Guanto #4

La Comunidad. La comunidad es un ser distinto a todas y todos, y a la vez es todos y todas porque la pertenencia tiene una dinámica propia, un engranaje que produce cercanía afectiva, intelectual, valórica y reconocimiento del derecho a disentir de cada integrante. La crítica, la discusión, la diferencia de opiniones, explícitas y responsables, no se viven como agresión en la comunidad que ha hecho procesos comunitarios honestos y respetuosos. Reciprocidad A la comunidad, la rige el principio de reciprocidad, no solo con la tierra y el territorio, sino entre sus integrantes, y entre sus integrantes y la comunidad como una otra. La reciprocidad no es lo mismo que intercambio de posesiones. No es: “Me das y te doy”, sino una manera de relación ética. Tampoco es dictadura impositiva, a partir de amenazas físicas y/o afectivas. Comunidad, como la vemos, es una relación en la que, aunque nadie esté obligada u obligado, todos y todas son habitadas por la impronta que los alínea con la comunidad de pertenencia. Así, el sentimiento de percibir al otro y a la otra, como digno e igual y el impulso natural de buscar su satisfacción, será parte de la manera psicosocial de funcionar comunitariamente. Los y las integrantes de la comunidad tienen apego entre sí –no por sangre o genes, sino por historia, memoria, territorio, valores, expectativas. El Vivir Bien del hermano o la hermana de la comunidad es una responsabilidad y un deseo de todas y todos. Así mismo, cuando una persona comunitaria brinda a otra un bien concreto o simbólico, lo hace desarrollando su propio don y habilidad de brindar. Esto le alegra, y a la vez que le enaltece éticamente, y le asegura que cuando ella –él- lo requiera, estarán disponibles los bienes materiales y simbólicos para su Vivir Bien. Cuerpo y Autonomía La comunidad es un cuerpo que se pertenece a si mismo, y que tiene una dinámica propia en la cual cada integrante es único y necesario, a la vez que autónomo o autónoma, pues la autonomía será el principio que garantizará a cada persona, igualdad en dignidad y derechos, y que probará la coherencia ética de una comunidad que no oprime a sus integrantes, obligándoles a ser idénticos o a llevar a cabo usos y costumbres patriarcales, transgresores y de coerción. El cuerpo es el instrumento con que los seres tocamos la vida, ese cuerpo merece espacio y tiempo concreto y simbólico solo por estar en el mundo, así la comunidad respeta ese espacio y ese tiempo y, es más, lo sustenta con afecto por su propio ser. Cada cuerpo en la comunidad, en el sentido general y dinámico, es una parte del ser comunitario.

El cuerpo de la comunidad está constituido por mujeres y hombres como dos mitades imprescindibles, no jerárquicas, recíprocas y autónomas una de la otra, pero en permanente coordinación. La autonomía como principio antipatriarcal está enmarcada en el contexto de la antijerarquía tanto en el sentido concreto como en el sentido simbólico, ya que autonomía no significa desligarse de los otros y otras, no quiere decir desinteresarse por la comunidad; pero sí constituye un proceso continuo de coherencia consigo misma. Autonomía implica un ser y existir desde el propio mundo íntimo y personal en comunidad con el mundo público –con el mundo comunitario-. Implicaría hacerse cargo de la propia manera de ver, oír, sentir para aportarla a la comunidad, porque la comunidad no tiene jamás acceso a esa mirada, a esa escucha, ni a ese sentimiento único. Es solo la propia persona comunitaria la que tiene acceso a su íntimo y personal, y como tal lo comparte con generosidad con las demás. Así, ser autónoma, autónomo, es un beneficio para sí misma –para sí mismo- por la coherencia, dignidad y libertad que le significa a la persona. También es un beneficio del que la comunidad no puede prescindir, ya que se nutre de esa autonomía para mirar el mundo por los ojos de cada integrante. Cada integrante ve desde sí y hay tantas miradas como integrantes. Así, ver distinto no es conflicto, sino la oportunidad de buscar la riqueza y armonía de las miradas de todas y todos para fortalecer la solidez de la comunidad. Un cuerpo comunitario de idénticos, además de ser débil, no logrará desarrollar saberes, tecnologías, ni ningún proceso eficiente, pues no hay aportes diversos que contrastar y coordinar. Par po l í ti co en vez de complementariedad El par comunitario mujer-hombre, es un par político, no de género ni erótico-afectivo. Par de género significaría una complementariedad desigual –una dicotomía- en la cual “lo femenino” complementa a “lo masculino”, con todas las atribuciones y/o asignaciones patriarcales que ello significa: mujeres reproductoras, fuerza de trabajo

ilustraciones  angie vanessita

pronunciamiento del “feminismo comunitario”, en la conferencia de los pueblos sobre cambio climático, bolivia1

y piense, requiere libertad y reconocimiento. También cada una y cada uno asume las necesidades comunitarias y busca fortalecer ese espacio de pertenencia y afecto que es su comunidad. Se produce en la comunidad, más allá del cariño o no que en particular se tengan las y los integrantes, en afecto por esa otredad.


doméstica y sostenedora afectiva del desequilibrio entre hombres y mujeres, y hombres proveedores y poseedores de los privilegios que le entrega la fuerza de trabajo doméstica y afectiva que perpetúa la dependencia de las mujeres. También hablaría de dictámenes de usos y costumbres éticas, y estéticamente rígidas y fortalecedoras del género, como constructo patriarcal de femenino-masculino. Par erótico-afectivo, por otra parte, significaría heterosexual, es decir, la obligatoriedad sexual amorosa de que hombres y mujeres se apareen, negando así la diversidad de deseos eróticos, sexuales y amorosos homosexuales y lésbicos. La comprensión y propuesta de comunidad, que hacemos desde el feminismo comunitario observa, en primer lugar, que la vida de todas y todos se maneja en tres ámbitos, que no son espacios estancos ni contradictorios, sino que son dinámicos y en constante alimentación y conflicto mutuo: el ámbito íntimo, el personal y el público, y esto tiene como eje central la sexualidad. La relación que reclamamos de parte de las comunidades es una de respeto y dignidad, que significa antes que nada, ausencia de daño. Pachamama no es propiedad Generalmente, una comunidad es parte de un territorio determinado, aunque también puede que su territorio sea una elección nómada y lo que haga esa comunidad sea interrelacionarse con un territorio y sus recursos temporalmente. En cualquier caso, la relación con la Pachamama es una relación recíproca y no de propiedad. La gente es parte de la Pachamama y la Pachamama no es propiedad de nadie. Ella es propia de sí misma y a la vez es nuestra madre, pero que la Pachamama sea nuestra madre, no quiere decir que tengamos que arrebatarle sus cualidades y los seres que constituyen su naturaleza, como minerales, animales y vegetales, para el enriquecimiento, la plusvalía o el lujo. La Pachamama garantiza la vida de la comunidad, sin ella no hay vida. Por ello, a su vez, la comunidad trata con respeto a la Pachamama, sin depredarla, sin eliminar, torturar y perseguir a los seres que están en ella. Tampoco la enajena, vende o compra, y en coherencia con ello, no hay títulos de propiedad, sino apenas definición de límites comunitarios, que respeten los límites de las comunidades vecinas. Los procesos autonómicos en el mundo, muestran esta necesidad creada de propiedad, la necesidad de desmembrar a la Pachamama, de parcelarla y repartirla como botín. Si bien la autonomía puede ser entendida como una democratización del poder de decisión, como la profundización de la descentralización, es en su materialidad, reclamada también desde los pueblos indígenas, que ven condicionado su accionar en el marco de un Estado neoliberal y patriarcal, que no les deja más opción que demandar la propiedad sobre su territorio, sobre aquel cosmos, árboles, piedras y animales que conviven equilibradamente con ellos y ellas. Este Estado no les deja más opción que exigir títulos de propiedad para enfrentarse legítimamente con las corporaciones y transnacionales, a las cuales el mismo Estado les 20  Flor del Guanto #4

ha arrendado éste, su espacio vital, para explotarlo y depredarlo. Es necesario entonces, desmontar el Estado patriarcal y neoliberal en sus concepciones perversas para poder –como pueblos- interactuar con un par político, un igual que solo prevé el bienestar colectivo e individual, que no lo determina, oprime y norma, como hacen los Estados hoy. No creemos en reclamar tierra para las mujeres, sino en anular la propiedad patriarcal, la decisión unilateral y el control masculino sobre la tierra, el territorio, los mares, los lagos y el cielo. Creemos en abolir la guerra que depreda, sustrae territorio y hace de las mujeres su botín de guerra. Depredación de la Pachamama y maternidad obligatoria de las mujeres Una cosa es que la Pachamama nos sostenga y nos contenga, que esté dispuesta o tenga la potencialidad para nuestra alimentación, creación y recreación, y otra, que sea “derecho” y propiedad del ser humano explotarla, comprarla, venderla, enajenarla o depredarla. Lo mismo con las mujeres, una cosa es que tengamos la capacidad de parir y otra que sea obligación o prohibición. Si una comunidad manipula el cuerpo y la maternidad de las mujeres, le está arrebatando el derecho a la autodeterminación. La prohibición de interrumpir los embarazos no deseados o amenazantes para la vida y la integridad física y psicológica de una mujer, es violencia concreta y simbólica contra todas las mujeres. El control sobre el proceso de gestación-embarazo y parto de parte de los Estados, gobiernos y otras instituciones, es un privilegio patriarcal que se sostiene sobre el género y la violencia contra las mujeres, y que reclamamos que la comunidad no repita. La depredación de la tierra es una operación del neocolonialismo, el capitalismo, el neoliberalismo y sus instituciones como las trasnacionales, el Banco Mundial y sus políticas de ajuste, y todo ello se sostiene sobre el clasismo, el racismo, las invasiones y la deuda externa. Si cada pueblo tuviera derecho a auto determinarse dentro de los límites de la pertenencia a la Pachamama y no al revés –que la tierra le pertenezca-, no habría depredación, invasiones, ni propiedad sobre la tierra, el territorio, la gente y los demás seres. La comunidad tiene derecho a la autodeterminación, dentro de los límites de la autonomía de cada una de sus integrantes, y cada mujer tiene derecho a autodeterminarse en libertad y voluntad, asumiendo el ser comunitario y la reciprocidad con él. La mujer no está obligada a parir, ni puede prohibírsele parir. El control de su fecundidad y sexualidad le corresponde solo a ella. El proceso sucede dentro de su cuerpo. Son su salud, su cuerpo, sus deseos, los que se resienten a partir de partos, abortos, maternidad, relaciones sexuales y matrimonios. Así, contravenir esta realidad significa daño y violencia de género. Cambio Climático y responsabilidad social El Cambio Climático no es un proceso natural de la Pachamama, ni de autorregulación, ni de autodeterminación, elementos

coartados por la humanidad que no la concibe como un ente con vida y con derechos. El Cambio Climático es consecuencia de la actividad humana, de los excesos humanos concebidos en el marco de un modelo de desarrollo depredador, que se sostiene con el consumo de combustibles fósiles y con la deforestación y violencia contra de la naturaleza, para ampliar las ciudades de cemento. Un sistema capitalista y patriarcal donde todo es mercancía, todo puede ser propiedad privada y tener un precio, y toda consecuencia de la actividad humana puede ser reparada o modificada con la ciencia y la tecnología. Es consecuencia de un sistema que se siente creador, como punto cumbre de su poder y que en realidad ha socavado las condiciones mínimas para perpetuar la vida en un cosmos armónico para nosotras y la Pachamama. Los efectos del Cambio Climático son diferentes para las mujeres y tienen mayor intensidad a partir de su rol socialmente asignado, donde la producción, alimentación y cuidado de la familia es central: la crianza de las guaguas y el trabajo fuera de la casa, que no implica que se deje de hacer el trabajo denominado doméstico. Esto las confronta con mayor intensidad frente a los cambios del clima. En las áreas rurales, su trabajo agrícola y de pastoreo se complica, debe recorrer más distancias para encontrar más forraje, debe trabajar más en la tierra para devolverle su productividad, debe hacer cálculos permanentes para sembrar antes o después, según se avecinen lluvias o heladas, en un clima incierto, todo a partir de sus saberes cotidianos. En las ciudades, la dinámica de las mujeres también se ve afectada, el cuidado de la salud de los hijos demanda más tiempo y conocimiento, el aprovisionamiento de alimentos —que ya no llegan del área rural en la misma época, que no llegan siempre en el mejor estado por calor o frío extremos, y cuyo precio se incrementa también a mereced de los cambios de clima—, demandan de ellas más tiempo, más trabajo y recreación permanente de sus conocimientos para confrontar una nueva realidad. Esta asignación inequitativa de roles y tareas para sostener la sociedad, la entendemos como patriarcal, y es desde esta misma lógica, que hoy “el mundo” piensa enfrentar al Cambio Climático. Evidentemente unos países, los que se autodenominan desarrollados, han depredado, contaminado y violentado a la Pachamama más que otros. El 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero que causan los cambios climáticos son producidos por estos países, sus industrias, élites y corporaciones. Entonces, surge el concepto de Deuda Ambiental, nuevamente una visión capitalista que cree que la vida, arrebatada y destruida por la actividad de estos países, puede ser compensada con dinero, es decir, buscan ponerle un precio. Pero ¿Quiénes recibirán dinero a cambio del daño causado al planeta? Desde una lógica bastante simplona, los malos del norte le pagarán a los buenos del sur para reparar su daño, para seguir causándolo con menos críticas y mayor legitimidad, pues pagan por eso. Los pueblos del sur deben utilizar este

dinero para conservar la naturaleza, y para inventar una nueva forma de vida que dañe menos a la Pachamama. Para el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y otros organismos especializados en “cooperar”, o más bien imponer “soluciones” a todo tipo de problemáticas económicas, de derechos, de género y hoy ambientales, son las mujeres las llamadas a ser protagonistas en este empeño. Es decir, el dinero de un posible Fondo Global, será destinado a transferencias de tecnología, especialmente a las mujeres, para la adaptación y mitigación de los cambios climáticos, pues son una realidad y hay que enfrentarlos. Nuevamente la visión patriarcal, que entiende al hombre como cultura y a la mujer como naturaleza, se impone para asignarnos una responsabilidad más: “reparar el daño que causaron al planeta”; una más a nuestras múltiples responsabilidades de arduo trabajo y mínimo reconocimiento. Si nuestras visiones y conocimientos no han sido asumidas en el análisis de la problemática ambiental, hecho por los estados y organismos “especializados”, no seremos nosotras “ejecutoras de sus soluciones”. Desde el feminismo comunitario demandamos que todos y todas quienes han contribuido al calentamiento global, contaminación y, por ende, el cambio climático, asuman su responsabilidad en la medida que les corresponda, unos o unas más que otros, seguramente. Desde el feminismo comunitario, nos negamos a aceptar que sean las mujeres quienes deban ser “capacitadas” con tecnologías de los “países desarrollados” para sanar a la Pachamama. No vamos a asumir solas una responsabilidad que es colectiva y social. No. Consideramos que pagar por la violencia ejercida contra la Pachamama no es una alternativa, cargarle la responsabilidad a la mujer, tampoco lo es. Creemos que se debe partir de un trabajo colectivo en el que todas y todos, las comunidades, los países y los estados reconozcan, asuman y respeten a la Pachamama como un todo que tiene vida y que genera vida también. Un todo capaz de regenerarse y autorregularse, si respetamos su autodeterminación. Un todo del cual formamos parte y que nos cobija en su ser, siendo nosotras solamente cuidadoras y cuidadores circunstanciales que nos nutrimos y alimentamos de ella, respetándola. No la parcelamos, ni exigimos derecho de propiedad. La tecnología y el dinero deben estar al servicio de experiencias gestadas desde esta concepción para encarar el Cambio Climático. Desde esta mirada feminista comunitaria, reiteramos que no queremos dinero a cambio del daño causado a la Pachamama y a las mujeres. Aceptar dinero será como una bomba de tiempo, significará que sigan explotando y pagando por la explotación. Queremos la restitución de derechos. Ya no se puede reparar el daño causado, pero se puede restituir los derechos de la Pachamama y para ello desmantelar el patriarcado con sus Estados, sus ejércitos, sus trasnacionales, su lógica jerárquica y toda la violencia que ello significa para las mujeres y la Pachamama. Tampoco aceptaremos que nos responsabilicen a las mujeres por la depredación, lo que tenemos ante nosotras y nosotros es una tarea comunitaria, o sea, de todas y todos. Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   21


M

mirada

22  Flor del Guanto #4

ilustración  angie vanessita

gabriela ruales jurado (casa feminista de rosa)

írate… empieza por tu piel, el límite entre tu interior y el mundo que te rodea. Mírate y descubre que lo que ves en ti, es a la vez lo que te rodea. Piensa lo que es tu piel, lo que ha llegado a ser. ¿Acaso no miras las partículas que han cambiado, caído y volado de ella, desde tu nacimiento hasta este presente? ¿A dónde han ido, a donde irán? Y es que, si te fijas, —así me fijo yo-, esa piel, ese cabello, esos ojos, esos órganos, las impurezas que salen de tu cuerpo, tierra son, caen a ella, al final de tu tiempo en eso se convertirán. Porque tierra somos, ahora en forma de cuerpo, el cuerpo que tenemos, el que nos ha tocado. Cuerpo que para llegar a ser y vivir, ha tenido que ser moldeado con algo, como la arcilla que forma tu plato, como la masa del pan del cual te alimentas cada mañana, algo la ha compactado, algo ha dado forma a su existencia, algo la hace ser. De pronto me viene la imagen: el agua; luego la sangre que recorre las venas o aquella que sale en la menstruación de hace tres semanas ya. Siento mi liquidez, el agua cuerpo. Y agua somos, agua lloramos, agua sudamos, agua bebemos, agua meamos. Y aquí mismo pienso, no lograría estar aquí sin este aliento. Fíjate en tu nariz, lo que sale y entra de ella hasta inflar y desinflar tu estómago, porque aire somos, un constante ir y venir, un constante entrar y salir, una constante ventilación que sigue el ritmo de las sensaciones, un constante vivir y morir. Aquí mismo, bajo la noche, el momento de su presencia, la infaltable. Junto a ella siento este calor corporal, mi temperatura la nivelo con algo de abrigo sobre mi cuerpo. Fuego que recorre cada uno de mis recovecos, por dentro, más calor, por fuera menos, y así, dentro, el espíritu que me habita, el espíritu que me dice “también soy fuego”, “también eres fuego”. Sale el sol y los antepasados nos cuentan que en este lado del mundo estamos hechas de maíz, el maíz que nace de la tierra… Entonces ubícate, me ubico contigo y me reconozco universo. Más cerca me vuelvo tierra y lo que en ella habita. Te reconozco universo-tierra-humano, universo-humanatierra, diversos cuerpos, colores de maíz, así somos mazorcas. Miro, toco, saboreo, siento y presiento, todo aquí es parte de lo mismo, parte... y alguien lo parte, lo divide, nos aleja, y entonces esta creación humana empieza a generar la pregunta: ¿Quién soy? Una pregunta aparentemente inocente, sin embargo construida para responder sin mirar lo esencial ¿Cuándo empezó todo esto?, ¿cuándo me dividieron entre cultura o naturaleza?, ¿entre razón o sentimiento?, ¿entre fuerte o débil?, ¿entre hombre o mujer? ¿Por qué tengo que pensarme desde estas dualidades?, ¿desde lo uno sobre lo otro?, ¿lo primero sobre lo segundo?, si soy universo-tierracuerpo maíz... ¡para que responder!

Reconocimiento. La existencia para crear no para ganar. La verdad de nuestros antepasados en la verdad presente, en mi verdad interior y en tu verdad que me traspasa. Mi tiempo no estaría basado en producir, sino en crear, y mi cuerpo no sería esa dualidad femenina “inferior”, construcción de algunos que nos dicen “No eres como yo, porque eres mujer; porque no eres una mujer como yo”. Y así mi cuerpo se desdibuja, se hace lo que no es, se construye como cultura y se aleja de la naturaleza o es naturalizado en función de una cultura inventada, antinatural. Pero no podría existir sin ella. Esa cultura en la que habito, un sistema que la inventa, PATRIARCADO, nos crea, nos moldea, nos condimenta, nos adapta, nos regenera. Intenta sacar de las entrañas de la tierra los últimos resquicios de lo que tiene para sostenerse. Me pregunto ¿Cuál es el plan final? Algo me asusta, el camino conduce a la autodestrucción. ¿Para qué? ¿Quién se beneficiará finalmente si dejamos que esto suceda? En este andar sin rumbo común, donde el creer en personajes asentados en el poder es inexistente ya, sigo mirando a quienes deben sujetar con sus vidas, la vida de otros. Cientos, miles, en esta vida y la otra. Cientos y miles de ellos y ellas. Cientos, miles de ellas. Cuerpos mutilados, violados, menospreciados, violentados, engañados, creados… mujeres. Entonces, tras reconocer nuestras historias comunes, volteamos la mirada hacia la Tierra. ¿No ves cómo sucede algo común entre nosotras y ella? Tierra: mutilada, violada, menospreciada, engañada... ¡BASTA! Nos detenemos. Sabemos que somos las actoras de nuestras propias vidas y en eso radica nuestro amor por las demás, por los demás. Empieza por nosotras mismas. Mirarnos a los ojos nos es difícil; pero las ganas de atravesar los muros impuestos por el padre, son más fuertes. Nos damos esa posibilidad, de arrancar de nuestra piel las costras hasta descubrir la tierra; nos colocamos frente a frente las unas a las otras, hasta terminar de llorar lo que no nos pertenece, y dejamos en nosotras el agua necesaria para juntarnos bajo la luna. Buscamos un lugar en la soledad hasta que los suspiros se transforman en alientos de energía, en soplidos de alegría. Nos vamos en el viento. Desde la rabia, llama que se enciende hasta fundirnos con nosotras mismas. Nos vamos con el viento. Nos volvemos luz.

Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   23


lilith y el bosque monstruoso lisset coba mejía (mujeres de frente/casa feminista de rosa) Quizá una flema verde se esconde en tu tos. Tal vez no sabes que la tienes hasta que el nudo te crece en la garganta y se convierte en rana. Te cosquillea una sonrisa secreta en el paladar lleno de orgasmos diminutos.

vino sobre nieve cómo puede la uva beber su jugo en mi sexo

Gloria Anzaldúa (No basta)

durante el último haz de luz lejano y opaco del crepúsculo

L

as espíritus perezosas se esforzaban por empujar sus tentáculos encogiéndolos sobre sí mismos, sus pieles aterciopeladas reverdecían plateadas y adheridas a las rocas calcinadas por el sol, exhalaban un ozono transparente y azulado que aligeraba el aire mientras atraían a pequeñas criaturas acariciándolas, dejándolas anidar sobre sus cuerpos de troncos y beber de sus savias desbordantes. Equilibristas congeladas y cristalinas se colgaban de lo alto de cuevas secretas mientras algunos pequeños coleópteros de alas transparentes danzaban a su alrededor. Las espíritus se asomaban como sombras de pequeñas nubes, como el viento contra el follaje, como pisada de animal sigiloso. En ocasiones, celebraban embriagadas al pie del arco iris, sus muchas almas se alzaban, se sacudían, se rebelaban, se miraban a los ojos, se estremecían, se enamoraban y alimentaban entre sí, comunicándose, copulando frenéticas e iniciando, infinitamente, la cadena de la vida.

24  Flor del Guanto #4

Millones de orgasmos diminutos en fracciones de segundo. Relámpagos.

era luna tierna al inicio del tiempo

Pinturas  valentina campos

ilustración  tomada de internet, dibujo de picasso

nancy carrión sarzosa

Tendida sobre una roca a las orillas del río, una espíritu -fragmento de ala de coleóptero- suspendida en el aire, fue atraída por un fulgor que se adivinaba en el interior del bosque, la curiosidad la hizo arremolinarse en espiral. Una gota de agua dulce cayó y sus minúsculas partículas se unieron amasando su ligereza violácea. De a poco, el barro oscuro, rojizo y terroso Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   25


que ella desea no se termine. Los ojos de Lilith miran curiosos y se conmueven. Perplejidad. Monótono, infinito, lejano se escucha el zumbido de los insectos. Ella y él se acercan, sonríen, sus miradas se encuentran. Ambos se echan a correr por el páramo, saltan, ruedan, se estrechan. Sus cuerpos se adelantan y retroceden, giran. Juegan con el agua de los charcos. Ríen. Paja seca y tierra fresca sobre sus rostros. De puntillas, sus pies se elevan, de sus bocas escapan suspiros. Encantamiento. Música interminable.

el resplandor lejano del horizonte se parece a la eternidad

fue redondeado por un viento deslumbrado y del centro de su cuerpo, de ese fragmento de ala y levedad, un delgado rayo inició el tejido de un cordón que se estrechaba formando un nido ondulado y cavernoso. El bulto palpitaría, placenteramente. Ella bailaba. Lilith estaba hecha de arcilla, de imperceptibles y minúsculos insectos nocturnos que se suspenden bajo la luz de hilos de plata. Ulular de pájaros nocturnos. Zumbido de luciérnagas. Como gozar es parte del placer de la creación, el cordón vital brotaba desde la tierra y se instalaba en todas las criaturas, dando a luz saltamontes bebedores de vino que huyen de los pájaros y se trepan a las telas de araña. Vidas breves de especies que permanecen. Dragones de fuego perseguidores de pájaros plateados, de sapos y ratones también de alma plateada. Piedras azuladas deteniendo al viento. Espigas dejándose llevar. Las dos líneas oscuras bajo su frente, se abren y cierran, parpadean. Extendidos, sus dedos alcanzan el perfil quebrado de una hoja. La rama se estremece, y una gota cae y recorre el camino azulado a lo largo de su brazo. Temblor. Escalofrío en los labios. Un balbuceo enredado rompe el nido de pájaros de su garganta y su voz es transparente e intensa, ella canta. El aleteo de las aves anuncia el día. Aroma fresco a vapor de tierra. Las semillas yacen en camas esponjadas, duermen en quietud. Pequeños brotes surgen, delgados talles verdes aún frágiles se aferran fuertes a los montículos. Sus flores ligeras 26  Flor del Guanto #4

escapan, se posan sobre los troncos, se enredan en pelambres de fibras anaranjadas y rojizas. El viento silba, los árboles bailan. Suavidad. Tenderse sobre la paja y levantarse liviana.

En el jardín del padre bordado de innumerables flores diminutas, tréboles de cuatro hojas y animales caminando en libertad, Lilith mira a su alrededor reconociendo la materia del mundo y sus criaturas. Un saltamontes borracho se prende de su mano curiosa y ella lo deja escapar con una semilla adherida a su pata de alambre.

en el bosque monstruoso, la lentitud se vuelve presagio

Su dedo recorre el pecho de Adán y en un gesto sutil toca su boca. La piel de ambos se vuelve espora. Estremecimiento. Sexo. Filamentos de luz bajo la piel. Lluvia liviana.

Un silbido melancólico se instala entre las ramas y en el follaje, se esconde en los rincones de la flora, se aproxima con suavidad y susurra al oído de Lilith, la persigue por el sendero, envolviendo su cuerpo. El discreto chasquido de las hojas susurra enigmático.

Al amanecer. De pie sobre la roca más alta, los ojos jóvenes de Adán apuntan al infinito. Noche de firmamento luminoso, él emprende el camino.

Suspendidas por el miedo, sus piernas de tronco se debilitan pero se incorporan para perseguir una lejana melodía que escapa con astucia. Cuesta abajo, sus pies equilibristas se tambalean, casi resbalan desmoronando la tierra que cae en gajos del filo de la quebrada. Ella se detiene a tomar aliento.

melancolía, dolor en la tercera dorsal

Es tiempo de andar. Tiempo de dejarse acariciar por los yuyos del monte fresco. Tiempo de recoger frutos silvestres y colmarse de sus jugos verdosos. Tiempo de explorar entre malezas.

Las hojas se despintan sin esperanzas de reverdecer, los musgos no trepan a los árboles, intentan levantarse pero mueren de sed en el camino, la tierra es partida por senderos polvorientos y agotados, las ranas han dejado de croar. El tiempo se ausenta de las esporas, sus diminutos tentáculos encogen.

Su voz choca contra el paraíso vacío mientras el nombre del santísimo la persigue. Repetición, permanencia, sopor: el tiempo es lento e inevitable en el hogar de la santidad. La soledad le dibuja mundos de fantasía. Recuerdos envolventes de la piel y el sexo líquidos. Perseguir una pluma en el viento, Lilith escucha un canto aunque el silencio sea perpetuo. Su rostro empalidece, sus carnes se pegan a sus huesos. Una tos aguda la sacude desde dentro. Perseverante, el bulto crece de su espalda. Nubes colmadas negándose a la lluvia, un delgado hilo rojo la recorre desde el lomo. Sus dedos palpan el confín del edén en busca de un agujero en la eternidad.

el llamado de la luna, pequeñas insectos verdes se derraman Durante la noche quieta, las cortezas de los árboles se desprenden lentas, la niebla flotante envuelve los frailejones del páramo y caen como gotas que se resbalan de las heliconias. Raíces emergentes de mangles lodosos son recorridas por cangrejos cosquillantes. Diminuta chica azulada de rostro partido por el tiempo, la eternidad se acelera a un solo ritmo. Hilos de plata han vuelto su cabeza un nido. El dorso de Lilith explota como cráter imparable, miles de espíritus inician su tejido. Guerrera de pechos exhaustos, intenta erguirse. Extiende sus brazos con dificultad para batir los delicados pétalos de coleóptero que le crecieron en la oscuridad.

Los pájaros aletean imparables, permanentes, casi imperceptibles.

Los dedos de Lilith acarician las piedras. Comida con sabor a cal insabora y fría. Irreconocibles, las criaturas de los bosques se desdibujan. Las flores no perfuman.

Según una leyenda judía, en realidad, Lilith es la primera mujer, anterior a Eva, hecha de barro a imagen y semejanza de Dios al igual que Adán quien no cesaba de en sus intentos de someterla de distintas formas. Bajo éstas circunstancias, el paraíso se volvió un lugar insoportable, en donde ella debía yacer bajo el yugo del varón. Encolerizada, Lilith pronuncia el nombre mágico de Dios, se eleva por los aires y abandona el paraíso. Por ello, Dios o los sacerdotes varones la castigaron haciendo que se la recuerde como mujer hermosa pero insaciable sexual, demonio que no puede tener hijos vivos.

Pálido como arcilla aún húmeda, su piel brillante como recién moldeada. Él la mira mientras sus labios soplan una melodía

El eco metálico del templo deshabitado cava agujero en su pecho. Angustia.

Para nosotras, ella es la primera feminista, mujer insumisa, registrada y desacreditada por la biblia.

Una brisa fresca le roza la cara, le ondea el pelo. Su cuerpo se estremece por la ligereza de la caricia, turbada levanta los ojos ante una figura que entre el sofoco le parece un espejismo.

Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   27


ilustraciones  david mejía

el debate sobre el aborto en el brasil reporte de una filósofa ecofeminista bajo la mira ivone gebara {traducción de nancy carrión sarzosa (casa feminista de rosa, ampde, iee)}

L

a situación del Brasil sobre las decisiones reproductivas de las mujeres es muy compleja. Para las mujeres empobrecidas, una “decisión reproductiva” tiene un significado diferente del que tiene para una mujer rica y para los grupos conservadores –opuestos a los grupos progresistasde la sociedad brasileña y sus iglesias. Mi opinión sobre esta situación está formada a partir de mi actual trabajo como filósofa feminista y teóloga. Durante los primeros veinte y cinco años de trabajo profesional académico, no reflexioné específicamente sobre temas reproductivos. Después, desde hace cuatro años, diferentes grupos feministas de Brasil me condujeron hacia estas reflexiones. Esto me permitió volverme progresivamente más sensible a la realidad sexual de la vida de las mujeres de mi comunidad, y desde entonces me es imposible evadir sus problemas y dificultades. A pesar de la lucha del movimiento feminista brasileño por los derechos y el bienestar de las mujeres, sus derechos no son considerados un asunto teológico importante. Durante los últimos veinte y cinco años de la teología de la liberación, sus teólogos sostuvieron la necesidad de cambios sociales y políticos en América Latina, pero ignoraron cuestiones sobre los privilegios de género y raza, y las prácticas

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culturales que prevalecieron en relación a tales privilegios. Esta situación persiste. Soy además, una monja católica romana y, como tal, se supone no debo entender nada sobre asuntos reproductivos; se espera de mí que reitere las enseñanzas tradicionales de la iglesia. Sin embargo, como persona, como mujer, como amiga de otras mujeres, como feminista, he tenido que compartir y aprender de diferentes experiencias de mujeres, y escuchar con mi cuerpo entero lo que mi cuerpo particular no ha vivido concretamente. Escuchando y compartiendo el sufrimiento y el llamado de muchas mujeres a la solidaridad con ellas, empecé a sentir fuertemente, desde mi privilegiada situación, las injusticias y dificultades que están presentes en sus vidas cotidianas. Vivo en un barrio pobre, Camaragibe, en el estado de Pernambuco, al noreste del Brasil. He aprendido cuán difícil es hablar sobre “decisiones”, más todavía asumir que las mujeres tienen o pueden tener “decisiones libres”. Más aún, las mujeres pobres no tienen opción, y ciertamente no son libres, no de acuerdo a la definición liberal de libertad. Ellas no ejercen el derecho a optar. Son forzadas a vivir en la pobreza, a comer cualquier cosa que puedan obtener, a trabajar en lo que puedan encontrar. La

mayoría de ellas nunca usa la palabra libertad; con frecuencia hablan de la esclavitud. La comprensión liberal de la libertad –a menudo presupuesta en los discursos feministas- está lejos de su realidad. Los liberales suelen hablar de su propia realidad y ésta es muy diferente a la de las personas pobres, que deben usar la mayor parte de su energía para sobrevivir. Cuando debes sobrevivir día a día, no te piensas a ti mismo como un ciudadano en la posición de optar, especialmente en relación a asuntos políticos y económicos. Cuando vives en una situación violenta, con gente violenta, tal vez un esposo violento, no estás habilitado para “elegir”. En esta situación, la libertad es esquiva. Y cuando estás imposibilitado de hacer elecciones, las consecuencias del sistema violento en el que vives, son más peligrosas para ti y tu familia. Las mujeres pobres viven en contextos no elegidos, a veces en relaciones no elegidas y, frecuentemente, encaran embarazos no elegidos. Si tienen un aborto y este acto se llega a saber públicamente, pueden ser castigadas por la Constitución brasileña. Nuestra Constitución define al aborto como un crimen. No hay ninguna ley que respalde los esfuerzos de las mujeres por vivir con dignidad, pero sí leyes para condenarlas cuando tratan de sobrevivir. En tal situación, para las mujeres pobres, la legalización del aborto no es principalmente la promoción de una nueva arena de libertad, sino un medio y una condición mínima para la dignidad, y una forma de evitar morir en abortos clandestinos, que constituyen la real y concreta amenaza. En Brasil, cada año millones de mujeres son heridas por abortos hechos bajo condiciones médicas muy peligrosas.1 Las mujeres necesitan trabajar, pero frecuentemente los empleadores no aceptan a mujeres embarazadas en el lugar de trabajo. A menudo, el compañero de una mujer no quiere que ella tenga un niño. A veces un acto violento, como una violación o relaciones sexuales forzadas, las deja embarazadas. Algunas veces una adolescente, descubriendo su energía sexual en el contexto de un romance o seducción, repentinamente se encuentra a sí misma embarazada. Frecuentemente, en tales situaciones, el aborto es más una decisión coaccionada, que una decisión libre. Por esto, no podemos reducir la cuestión del aborto al entendimiento liberal de las elecciones reproductivas. Para muchas mujeres brasileñas, concretamente, esto es una cuestión de vida o muerte. En Brasil, hablar sobre las mujeres pobres significa hablar sobre las mujeres negras e indígenas. Ellas son las más pobres entre los pobres. Su situación muestra cómo muchas de nuestras estructuras sociales y económicas están construidas sobre el racismo y el sexismo. La interacción del racismo y el sexismo en la sociedad brasileña hace una especie de proceso darwiniano de selección, en el cual la gente pobre, negra e indígena – especialmente mujeres- muere primero. Ellos son sacrificados por nuestro sistema capitalista para el bienestar de una acomodada minoría, cuyos privilegios son protegidos por el mismo sistema. Este movimiento “eugenésico” está extendido a todas las favelas

del Brasil, donde los oficiales de policía van directamente a matar a la gente joven “marginalizada”. Mujeres, niños y jóvenes son los primeros en morir en este sistema de exclusión. En este contexto de opresión, frecuentemente a las mujeres más pobres, particularmente en las grandes ciudades, les da temor la idea de tener varios hijos. Si sus hijos no mueren de hambre o de varias enfermedades en los primeros meses de vida, morirán por un balazo de la policía, porque ser pobre significa ser candidato a la marginalidad, ser un ladrón que debe ser eliminado por una autoridad “legal”. La legalización del aborto debe darse en este contexto social, económico y político. En tal contexto violento, la legalización del aborto para las mujeres pobres, es solo un pequeño paso para hacer sus vidas un poco más sostenibles, un poco más seguras. Esta es una solución precaria, pero importante para proveer algunas facilidades médicas formales y reducir el estigma de ser considerada asesina por buscar un aborto. La criminalización del aborto en la Constitución brasileña es entusiastamente apoyada por las iglesias y las tradiciones del Estado centralizado. De hecho, esta ley no es aplicada para todas las mujeres, sino solo para las mujeres pobres. Las mujeres ricas tienen dinero para pagar abortos seguros (y sin embargo ilegales), y pueden acceder a un aborto cuando lo necesitan. Las feministas debemos siempre reconocer que, cuando hablamos sobre la libertad para las mujeres, necesitamos preguntarnos no solo sobre el tipo de opciones que buscamos, sino también sobre qué significa la libertad para varios grupos de mujeres. La libertad no tiene un significado genérico para las mujeres pobres. Nuestra principal lucha en el Brasil no es buscar la liberalización del aborto como un asunto aislado, sino acompañado de programas para el cuidado de la salud de las mujeres, mientras trabajamos por cambiar el sistema económico, social, político y religioso que produce tantas víctimas, especialmente entre las mujeres, niñas y niños. La legalización del aborto es, entonces, solo un objetivo de una lucha más amplia para superar una sociedad que ya es profundamente abortiva. Las condiciones de pobreza en la vivienda, alimentación, empleo y cuidado de la salud, así como la ausencia de condiciones para una vida sustentable, son los signos de un continuo aborto social en nuestros días. Este aborto es un problema local, nacional e internacional, que debe ser reconocido como tal. Nuestras iglesias y teologías, son profundamente cómplices de ese sistema múltiple que oprime a las mujeres en particular. El cristianismo oficial enseña a hablar desde principios artificiales, especialmente el principio de lo “sagrado” en una defensa abstracta de la vida, y desde concepciones idealistas sobre el derecho abstracto a la vida. Los principios morales son importantes, pero ¿qué significa cualquier principio cuando ahora, en este momento, estás embarazada y no tienes nada para alimentar a tus tres o cuatro hijos ya nacidos? ¿Qué significa un principio moral cuando una mujer es coercionada por su pareja a practicarse un aborto,

1 Para estadísticas ver Leila Barsted Linhares de Andrade, “A situação de aborto no Brasil,” en Estrategias en salud y derechos reproductivos (Montevideo: Católicas por el Derecho de Decidir, 1993). Ver también Eva Blay, Derechos Reproductivos (Brasil: Senado Federal, 1993). Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   29


eligiendo entre él y un niño todavía no formado? ¿Qué significa honrar un principio, cuando encaras la realidad de la pérdida de tu trabajo, debido a que estás embarazada? ¿Qué significa respetar un principio moral cuando sabes que honrarlo te costará tu propia vida y eso dejará a otros expuestos a más sufrimiento? La cúpula de la iglesia católica romana se preocupa sobre todo por el feto, por “el inocente” y su derecho a vivir. Ésta es una posición moral que suena noble, tierna, idealista; pero representa una lealtad a un principio moral que, por demás, está muy distante de la realidad concreta de la vida de las mujeres en nuestra tierra. Algunos obispos brasileños argumentan que debemos organizarnos para expandir el sistema de adopción, porque el feto es una persona humana, es amado por Dios y le ha sido otorgado el derecho divino a la vida. Pero estos obispos, no son capaces de ponerse a sí mismos en el lugar de una mujer embarazada –quien también es una persona- y sentir qué significa para ella entregar su hijo o hija, después de nueve meses de llevar esa vida en su cuerpo. Los obispos, además, no están al tanto de los problemas de cualquier sistema de adopción y el vasto número de niños que necesitan ser adoptados, de acuerdo con esta preferencia eclesiástica. La religión y las tradiciones antiaborto del Estado centralizado apelan a los mismos principios y detentan el mismo poder para coercionar las vidas y cuerpos de las mujeres, a pesar de algunas diferencias retóricas. Ambos emplean la misma definición de persona, insistiendo que su vida “empieza” en el momento en que un óvulo es fecundado por un espermatozoide. El cigoto en el útero es protegido por leyes patriarcales, más que la mujer. Esta estrecha comprensión bilógica continúa dando forma a todo el debate social y eclesiástico entre hombres. ¡Yo misma me encuentro preguntándome si esta interpretación corresponde a la tradición cristiana o a una concepción mecanicista y modernista liberal sobre lo que es un ser humano! Esta perspectiva presupone que somos individuos libres, que cada uno puede vivir y triunfar por sí mismo en nuestra sociedad, que el amor de Dios o la salvación es personal, es expresada o ganada individualistamente. Románticas justificaciones religiosas son hechas para invocar amor y misericordia, con la intención de tocar nuestros corazones y hacernos sentir que la posición “cristiana” es moralmente mejor y más respetable que la de los promotores del aborto legal. Los líderes de la iglesia incluso argumentan que el aborto conduce a un tipo de “selección natural” que es diabólica, quizá porque la elección de las mujeres es en sí misma diabólica. Esta interpretación del “feto como una persona completa” nos orienta a sentirnos responsables porque nos atrevemos a pensar sobre la muerte de los inocentes y el despojo de su única posibilidad de vida. Las iglesias en Brasil desarrollan esta interpretación individualista del ser persona y buscan producir un profundo sentido de culpa en las mujeres. 30  Flor del Guanto #4

Es especialmente notable, que los teólogos de la liberación que hablan enérgicamente contra todos los tipos de injusticia social, raramente mencionan las injusticias contra las mujeres y mantienen silencio sobre la teología patriarcal referente a la reproducción y los patriarcales esfuerzos para dictar cómo los cuerpos de las mujeres deben conducirse en el mundo. Las acciones inspiradas por teólogos de la liberación invitan a toda la gente pobre a luchar juntos por mejores condiciones sociales, pero esas condiciones sociales no incluyen las condiciones concretas de la salud reproductiva. ¡Las cuestiones reproductivas nunca son consideradas como asuntos explícitamente sociales y políticos! El silencio conlleva preguntas sobre el control poblacional o sobre las condiciones de salud reproductiva y métodos de prevención de embarazos. La responsabilidad social masculina sobre estos temas nunca es abordada. ¿Cuál es el origen de esta doble visión de la vida humana y del comportamiento moral humano? ¿Cómo son las relaciones entre las tan nombradas vidas públicas y privadas, mistificadas en nuestra más importante teología? Solo un análisis del patriarcado puede ayudarnos a entender esta profunda contradicción en la teología de la liberación. En la masculinizada teología de la liberación, no existe todavía un sentido genuino de la comunidad como una persona colectiva. Los teólogos hablan mucho sobre el “pueblo”, los pobres, la gente de Dios, la salvación colectiva, pero solo en un sentido social y económico. Una emergente perspectiva ecofeminista en América Latina busca explicar el real significado de la persona, entendida como colectividad. En esta comprensión, la persona, el ser humano está conectado con toda la tierra y el universo, tanto como con todos los grupos vivientes. El ecofeminismo no busca ofrecer una teoría universal o abstracta de la cualidad de la persona. El ecofeminismo busca entender a las personas individuales como aquellas cuyas vidas están conectadas con otras vidas, que coexisten en todos los aspectos y contextos de nuestra vida compartida. Nosotros sobrevivimos juntos en el proceso de muerte y vida. Esto es vida. Y juntos somos responsables de vivir más humanamente como ciudadanos de un planeta compartido e interdependiente. Desde tal perspectiva, una mujer y una vida en su útero no son dos seres autónomos. Ellos adquieren autonomía en el proceso de interacción de la vida. Ellos no son dos personas individuales en las primeras semanas de gestación, y no están separados en su situación social, económica, cultural y ecológica. Una mujer es un individuo y una persona colectiva con su propia historia, pero un feto es un “proyecto” de ser humano. El feto no tiene historia personal. El feto no puede vivir fuera del útero. En este sentido no podemos hablar sobre la autonomía de dos diferentes vidas durante las primeras semanas de embarazo. Una filosofía ecofeminista, sugiere conexiones e interdependencias más integrales entre las diferentes energías de la vida.

Desde esta perspectiva ecofeminista, nosotras, feministas brasileñas, tratamos de ofrecer respuestas a nuestras preguntas, asumiendo que nuestra situación y nuestra experiencia son más importantes y más relevantes que las ideologías sobre el aborto o las teorías patriarcales sobre la vida. Queremos vida para todos los seres; pero sabemos que esto no es posible, así que no queremos luchar por defender principios al costo de sufrimientos innecesarios de personas completamente desarrolladas. Necesitamos enfocarnos en preguntas concretas, sufrimientos concretos, lágrimas concretas. Este es un nuevo cambio para nosotras: ¿cómo sostener realmente el sufrimiento de las mujeres pobres? La idea de la libertad desarrollada por las sociedades liberales de occidente ha proyectado la ilusión de que los derechos de los individuos existen sin referencia a los derechos y responsabilidades de las comunidades existentes. Frecuentemente son los derechos y libertades de las minorías poderosas y su poder de influir, los que son protegidos por esta retórica moral. Fuera del contexto brasileño que he descrito aquí, tuve una entrevista para Veja, una revista semanal muy leída, en septiembre de 1993. A la luz de la discusión que he presentado, argumenté a favor de la legalización del aborto. Fue imposible para mí prever cuánto debate provocó y cuánta crítica hostil sería dirigida hacia mí desde la iglesia católica y otros grupos tradicionales de la sociedad brasileña. No afirmé ser una especialista en ética sobre temas de derechos reproductivos. Hablé como una ciudadana y como una cristiana. Me posicioné en el contexto descrito aquí, denuncié la perversidad, la violencia institucionalizada, el abuso y la hipocresía que rodea la discusión del aborto en el Brasil. Lo que dije fue considerado una traición a las enseñanzas tradicionales de la iglesia, a mis votos de obediencia y finalmente a la sagrada defensa cristiana de la vida. Uno de los problemas más profundos del catolicismo romano actualmente es que, a pesar de su lucha por la democracia para varios grupos humanos y sus naciones, se resiste a permitir luchas similares en su propia vida institucional. Nuestra iglesia es considerada como una sociedad jerárquica por derecho divino, un tipo de oligarquía absoluta en la cual una casta masculina tiene el derecho de pensar y enseñar, mientras los millones de otras personas solo tienen el “derecho” de obedecer y repetir las mismas ideas. El desafío para quienes somos feministas y teólogas católicas romanas, es denunciar este sistema controlado jerárquicamente, mientras tratamos de construir una alternativa de cooperación

con los muchos y diferentes grupos que trabajan por un mundo más justo y compasivo. Esta es una agenda muy importante y urgente. Y cuando la iglesia jerárquica declare que no somos parte de ella, debido a que nuestro pensamiento y enseñanzas difieren de los suyos, será un claro ejemplo de su complicidad con los contemporáneos poderes opresivos y antidemocráticos. Continúo sufriendo denuncias y marginación por mi posición. La hostilidad de muchos cristianos que dicen actuar “en nombre de Dios” me ha conmovido profundamente. Su capacidad para juzgar y condenar el punto de vista de una mujer es muy poderosa. No han aprendido nada sobre la violencia de su propio pasado; olvidaron la Inquisición y todas las atrocidades cometidas contra nuestras hermanas, las “brujas”. Como mujeres estamos viviendo en una continuidad histórica con esas “brujas” y muchas otras que no aceptaron ser silenciadas, sino que optaron por vivir plenamente en sus propios cuerpos y vidas, la lucha contra muchas injusticias. Una de las razones, tras esta reacción violenta contra visiones como la mía, es el temor de los hombres al poder de las mujeres, particularmente al poder de aquellas que nos pronunciamos públicamente contra el presunto “sagrado” poder de ellos. Pero así como ocurre esto, en esta lucha también he tenido experiencias positivas y algunos apoyos. Personas que no conocía de antes, me han contactado y se han convertido en amigos, cuyo respaldo ha sido un verdadero regalo. Cada vez más mujeres brasileñas están luchando por la dignidad humana, particularmente por su dignidad en tanto mujeres. Pero especialmente en la iglesia católica romana, la voz de las teólogas mujeres es todavía muy débil. Tememos la condena de la iglesia institucional y la desaprobación de los teólogos hombres; nos sentimos inseguras en el tratamiento de nuevos temas. Nuestra vulnerabilidad es por demás evidente, pero estamos empezando a despertar, a pensar y sentir enteramente con nuestros cuerpos/mentes. Nuestra propia experiencia está tornándose la norma sobre la cual basamos nuestras decisiones y nuestras reivindicaciones teológicas. Estamos empezando a ser hermanas unas de las otras, de nuevas maneras, tratando de escuchar nuestras propias preguntas. Este es un largo camino, pero estamos aprendiendo a hacerlo juntas. Empezamos a soñar y crear una nueva esperanza entre nosotras y en conexión con todos los seres vivientes. Amamos la vida y luchamos juntas en defensa de esta vida que compartimos con otros y otras.

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el cultivo de nuestra memoria sensible, de la maternidad gozosa y poderosa

Nunca olvides tu fragilidad Mujeres Creando

¿

Por qué tuvimos a nuestros hijos e hijas?, ¿por qué nuestras madres nos tuvieron a nosotras? ¿Ideal juvenil de realización personal?, ¿accidente?, ¿obligación?, ¿trabajo de cuidado obligatorio que se suma a otros trabajos domésticos y remunerados que las mujeres debemos cumplir?, ¿deseo?, ¿placer?, ¿ternura?, ¿amor que descubrimos en cada nuevo sacrificio por el hijo?... Empezar preguntando por qué tenemos hijos e hijas, me parece un buen punto de partida para pensar la maternidad, la nuestra, la de nuestras madres, la de otras mujeres, simplemente porque podríamos no tenerlos y, sin embargo, admitimos e incluso muchas veces elegimos hacerlo. ¿Por qué? Algunas mujeres de mi entorno que han decidido no ser madres (al menos por ahora), se sienten liberadas de lo que perciben como un destino de dedicación cotidiana, ininterrumpida, de eterno retorno al cuidado de los hijos y las hijas, desde sus necesidades más básicas hasta su bienestar emocional; se sienten liberadas para participar con autonomía personal en diversos espacios de la vida social, sin el peso de otros seres humanos como responsabilidad. Después de todo, ¿dónde está la alegría en cambiar pañales, pasar malas noches en tiempos de salud y sustos en tiempos de enfermedad de las criaturas pequeñas?, y años después, ¿dónde está la realización humana en trabajar para mantener en orden el hogar y pagar gastos de alimentación, vestido, educación y hasta recreación de otros seres humanos, además de sentir como propios sus logros y fracasos; pero sin el poder de intervenir de manera decisiva en las decisiones de jóvenes y adultos autónomos de sus madres? Otras mujeres consideran que han podido entregarse a esa participación en la vida social a pesar de su maternidad, después de que sus hijos e hijas han crecido, dejando de ser dependientes de ellas, o si han podido encargar a otras mujeres parte de sus

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responsabilidades maternas (sea por la cooperación o por la delegación de funciones maternas entre mujeres de un mismo grupo familiar, la contratación de servicios domésticos o de guarderías y escuelas). Muchas más, simplemente asumen sus diversas responsabilidades laborales y sociales junto con sus hijos e hijas, no sin incontables dificultades. Todo aparece como si la maternidad fuera una alegría rara, jalonada de sensaciones de pérdida; una extraña dignidad social, pesada de cargar en lo cotidiano; una tarea considerada socialmente importante a nivel de discurso; pero irrelevante en lo particular, ininteresante, del tamaño de cada una de nosotras, nada más. Desbordadas de sensaciones e ideas contradictorias, nuestras vidas están atravesadas por preguntas como esas en casi todos los aspectos. Por ejemplo: ¿por qué establecemos relaciones amorosas y sexuales de larga duración que no nos hacen sentir alegres sin contradicciones? ¿ideal juvenil de amor romántico?, ¿obligación?, ¿bienestar que descubrimos cada vez que complacemos al hombre?, ¿deseo?, ¿placer?, ¿soledad?, ¿miedo?, ¿ilusión?, ¿amor que descubrimos en cada nuevo sacrificio por él?... Pienso que es fundamental asumir estas preguntas desde el punto de vista de las hijas, para empezar a comprender por qué. Y para alcanzar esa perspectiva se nos exige un ejercicio de memoria sensible, sentida de nosotras mismas, es decir, el esfuerzo de recordarnos pequeñas, atravesadas de sensaciones intensas en cada intercambio con los adultos a través de los que entrábamos en el mundo. ¿Por qué admitimos la autoridad y hasta el autoritarismo adulto cuando éramos pequeñas?, ¿por qué cumplíamos con las normas impuestas por nuestras madres y los demás adultos de nuestro entorno, independientemente de nuestros deseos, nuestras ideas y hasta nuestra más elemental alegría? De mi hijo Adrián he aprendido que la confianza es el punto de partida de toda vida humana. La fragilidad de cada criatura hace que la única posibilidad real de iniciar su crecimiento,

ilustración  copiado, dibujo de matisse

andrea aguirre salas (mujeres de frente / casa feminista de rosa)

sea la confianza absoluta en su madre y/o la otra gente que le cuida de algún modo. Así por ejemplo, la lactancia, esa forma de apego íntimo, calma a la criatura que, relajada, es decir con absoluta confianza, se deja estar en el cuerpo de su madre, con bastante independencia de la situación. Más aún, el vínculo amoroso que la criatura va construyendo con quien siente que le nutre y le acoge, el hecho de empezar a existir al ser mirada por quien le cuida, le da a la criatura la posibilidad de vivir. Además, la pequeña criatura que mira largamente sus manos, reconociéndolas, que se acerca todo a la boca como modo de conocer las cosas del mundo, que poco a poco avanza rodando, gateando, arrastrándose, cayéndose, levantándose, tocándolo todo, solo puede ir aprendiendo las texturas de las cosas, su propio cuerpo, el espacio, la existencia de los otros, quién es, cuál es su lugar en el mundo y hasta dónde puede llegar, ayudada por su madre y la gente de su entorno, cuando le atienden con la gran apertura propia de su condición de ser humano en formación. La madre y la gente del entorno son el punto de partida cotidiano de cada criatura y su único lugar profundamente seguro, son la fuente de explicaciones y, por eso, de la primera comprensión del mundo. Nacimos frágiles. Nacimos vulnerables y no podíamos sino confiarnos a nuestra madre y/o a las otras gentes que de un modo u otro cuidaban de nosotras. No podíamos sino admitir lo que nuestra madre y/o quienes cuidaban de nosotras nos hacían saber a través del amor; pero también del desapego. No podíamos sino conocer el mundo a través de su acompañamiento al desarrollo de nuestro cuerpo, nuestra sensibilidad y nuestra inteligencia; pero también a través de la censura y la imposición de normas inexplicadas que se repetían como verdaderas en cada ¡no! autoritario, en cada cosa bruscamente arranchada de las manos, en cada interrupción irrespetuosa de nuestras primeras exploraciones del mundo. La confianza de toda criatura pequeña en quien le cuida, es la condición sin la cual no puede iniciar el conocimiento de sí misma y del mundo, aunque no cabe duda de que las criaturas humanas son capaces de sobreponerse al maltrato, a la brusquedad, al abandono, no sin intensos llantos de protesta y, poco a poco, con silencios hechos de resentimiento y resignación al amor recibido como premio a su sumisión a la autoridad adulta. Lejos de ser incapaces o torpes, algo así como adultos incompletos o en estado salvaje, las criaturas humanas tienen una gran sensibilidad, es decir, una gran capacidad de percibir hasta las cosas más pequeñas y sutiles. Recuerdo a mi hijo pequeño, detenido largamente en una grieta de la pared, explorándola con el dedo, conociendo el límite que es la pared; lo recuerdo recorriendo la pared y descubriendo una bisagra, lo vuelvo a ver mirándome, percibiendo mi tranquilidad, mi asentimiento, atreviéndose, empujando y descubriendo feliz una puerta. Lo encuentro mucho tiempo así, conociendo detenidamente los más pequeños mecanismos que construyen la complejidad del mundo, avanzando en su conocimiento de las cosas y de sus propias posibilidades. Así también lo veo adaptarse a los límites que nos impone la ciudad, como el encierro en una casa con poca gente y en un barrio donde las niñas y niños no salen a encontrarse con

otros, porque resulta peligroso para su seguridad. Para la sensibilidad infantil resulta enormemente hostil la agresividad de la mayor parte de gente que transita nuestra hacinada ciudad, tanto como los locales “infantiles” donde se debe dejar a las y los pequeños, aunque sufran, o a donde se les debe “acompañar” para que no toquen las cosas, porque las pueden romper, y para que no generen desorden... Nuestro mundo, principalmente las ciudades, está construido a la medida de los varones adultos, de manera que obliga a las mujeres trabajadoras a abandonar a sus hijos e hijas pequeñas en la soledad de sus cuartos o en guarderías y escuelas, para poder producir lo mismo que los hombres, o porque las criaturas disminuyen su capacidad laboral en trabajos específicamente femeninos como los de limpieza. Así es como la ciudad impide a las criaturas transitar y compartir los espacios adultos, al encerrarlas solas o en lugares donde se trabaja en educarles en la obediencia a la voluntad adulta, cuando no están zarandeadas por el tránsito y el ritmo laboral de sus madres trabajadoras autónomas de la calle. Las criaturas son muy perceptivas y al crecer están asimilando el mundo al que pertenecen y sus propias posibilidades como seres humanos. Nosotras mismas, nuestro modo de vida, en gran medida constituimos el horizonte de posibilidad de nuestras criaturas. En este sentido, me parece que podemos aprender algunas cosas importantes de varias comunidades rurales donde las niñas y niños, desde muy pequeños, recorren los mismos lugares que los adultos, encontrándose permanentemente con sus iguales y con varios varones y mujeres jóvenes y adultas que también les cuidan, sin perder el referente esencial que es la madre, lo que les posibilita lanzarse y explorar su mundo, sus límites y posibilidades, sin excesivas restricciones. La búsqueda permanente de la mirada de la madre y la otra gente, bajo cuya mirada crecen las criaturas, es expresión de esa misma sensibilidad. Esas criaturas que desean lanzarse al mundo repleto de pequeñas y grandes formas y mecanismos cuyo descubrimiento les llena de gozo, se saben frágiles y por eso permanecen atentas a las personas de las que dependen para alcanzar su crecimiento, muy especialmente la madre. Generalmente, las criaturas pequeñas que no han sido abandonadas en un orfanato, encerradas en un corral o en la soledad de un cuarto, o que no son obsesivamente perseguidas por quienes les crían, protegidas por la mirada materna y yendo y volviendo al lado de la madre, tienden a indagar el espacio de manera cada vez más autónoma. Pienso que ésta es una importante enseñanza de muchas madres indígenas que no se han visto obligadas a migrar a nuestras apretadas ciudades o a trabajar fuera de los espacios comunitarios rurales, cuyas hijas e hijos pequeños las acompañan cotidianamente y que siendo acompañados por ellas, contando pocos años de edad, alcanzan una autonomía sorprendente. Pienso que es muy importante comprender que la sensibilidad infantil a la presencia materna es tal, que en gran medida las criaturas vibran al ritmo del ánimo de ella y de quienes la acompañan o sustituyen en el cuidado, tanto, que muchas Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   33


34  Flor del Guanto #4

ilustración  lici ramirez

Efectivamente, si es fluida, esa sensibilidad recíproca, esa atención amorosa entre la madre, la criatura y la otra gente que prodiga cuidado, es la base del desarrollo de una forma de inteligencia específica que exige reconocer la existencia de las demás personas como condición para desarrollar, cada vez más, la propia inteligencia, siempre que no se desconozca la sensibilidad y el pensamiento propios. Es un tipo de inteligencia directamente relacionada con la experiencia de la maternidad y que, a partir de la relación madre – criatura/s, por la que todos y todas transitamos, puede tender al desarrollo de relaciones sociales de ayuda mutua y cuidado de nosotras mismas. Es un tipo de inteligencia dialogante, amorosa y protectora, cimiento de la capacidad de proteger del autoritarismo a nuestras criaturas, a nosotras mismas y a otros, con el criterio de atender a la propia sensibilidad y a la de las demás personas, para reconocer el malestar sentido en lo inmediato y el daño previsible para el futuro. El cultivo de este tipo de inteligencia sensible es muy importante para la consolidación de la autonomía humana y el pensamiento crítico, pues supone que cada ser humano desarrolle desde la infancia su capacidad de confiar, más que en el autoritarismo, en su propia sensibilidad y criterio, tanto como en los de las personas dialogantes. Pero, ¿cómo entregarnos a la gozosa tarea de acompañar el crecimiento de la inteligencia sensible de nuestras criaturas, a la vez que asumimos el trabajo de cuidado que implica, si no nos atraviesa el deseo intenso de ser madres?, ¿cómo, si se nos priva de métodos que nos permitan evitar o interrumpir con seguridad embarazos que no deseamos?, ¿cómo, si forzamos a nuestras hijas a tener hijos que no desean?, ¿si convencemos a nuestras hijas de que la maternidad debe ser una forma de sacrificio y una lucha por disciplinar a las criaturas? ¿Cómo asumir con alegría el fabuloso reto de acompañar el crecimiento de la autonomía de nuestras hijas e hijos, a la vez que su capacidad de dialogar y cooperar, si vivimos acorraladas por la explotación que nos roba enormes cantidades de energía vital y tiempo? ¿Cómo dedicarnos a la fascinante posibilidad de aprender de y con nuestras hijas e hijos, invadidas por la discriminación que nos impide reconocer su belleza, su inteligencia y su capacidad de dialogar? ¿Cómo cultivar nuestra inteligencia sensible para nosotras, en la relación con nuestras criaturas y otras compañeras de vida, si vivimos agotadas por diversas formas de trabajo no reconocido?, ¿cómo, si vivimos dedicadas al cuidado de los demás, privadas de tiempos y espacios liberados para explorar personal y colectivamente nuestra capacidad de sentir alegría, placer e incluso malestar y dolor, y reflexionar sobre lo que nuestro sentir nos informa? ¿Cómo cultivar e ir afirmando una autoridad femenina, si no asumimos la responsabilidad y el inmenso goce que puede llegar a ser la maternidad?

EL DESEO DE LAS MUJERES ilustraciones  pictopia & adrián balseca

veces se hace evidente que a través de esa gente, las criaturas pequeñas perciben la tranquilidad o la inseguridad del ambiente, respondiendo con su propia tranquilidad o inquietándose hasta el llanto, independientemente del peligro “real” que la consciencia adulta puede detectar. Acompañando el crecimiento de mi hijo, descubro que la expresividad de las criaturas es otro rasgo de su sensibilidad, pues implica la capacidad de manifestar alegría y bienestar como indicadores de que las cosas andan bien, así como tristeza y malestar como indicadores de que las cosas van mal. Las criaturas más pequeñas se expresan sin los límites debidos al miedo, la vergüenza y el autocontrol que se aprenden poco a poco: lloran hasta amoratarse, exigentes, implorantes cuando se les niega el vínculo amoroso o se les abandona, así como gritan con todo el cuerpo cuando algo les hiere o les asusta, extienden los brazos comunicando su deseo de apego y protección o indicando dónde desean iniciar una exploración, tanto como se apegan gozosas a lo que les genera disfrute. Así mismo, muestran un malestar visible si se les interrumpe con brusquedad, así como alteran su comportamiento, si están empezando a ser violentadas de algún modo. En demasiados casos, lloran, se extienden, exploran, se apegan sin límites, sin el sentido de la oportunidad que regula nuestro comportamiento adulto, hasta que empiezan a aprender, con los años, la resignación; hasta que van aceptando que serán tratadas como si sus deseos y malestares no fueran importantes en absoluto; hasta que van aprendiendo que solo la sumisión a la autoridad adulta les dará la posibilidad de recibir cariño y hasta cuidado. Sin embargo, la franca expresividad de las criaturas es lo que realmente posibilita su protección, siempre que encuentren receptividad materna o adulta en general. Pienso que saber confiar y la gran sensibilidad, es decir, la disposición para atender a las cosas y gestos más sutiles y la capacidad de expresar el sentir inmediato, son rasgos muy importantes de la inteligencia infantil. Ahí se encuentra el germen de una forma muy importante de la inteligencia humana, que pasa por actuar a partir de sentir y percibir, esforzándose a la vez por atender a lo que siente y piensa la gente del entorno, como referente para guiarse en el mundo. Efectivamente, aunque las criaturas no usen la palabra adulta, no cabe duda de que tienden al diálogo, es decir, al intercambio con las demás personas dejando que el criterio y el sentir de ellas les influencie profundamente, sin dejar por ello de atender a su propia percepción del mundo y expresar sin tapujos su propio sentir. Es evidente que para desarrollar esa inteligencia sensible, las criaturas requieren de la confianza de la madre y de la demás gente con la que se vinculan para sentir que son buenas, que dialogar con la gente les hace crecer bien, siempre que confíen en su propia sensibilidad, ésa que también les lanza a explorar el mundo, encontrando el gozo en las pequeñas cosas, en sus grandes logros, en su autonomía. Ese vínculo materno es la base de una forma de la inteligencia humana no individual sino compartida, desarrollada en el permanente intercambio amoroso, en la ayuda mutua.

La mujer que viene a visitarme ¿quiere un prólogo o un orgasmo? «Es confuso el deseo de las mujeres», dice mi amigo Ticas Está sola es verdad que la amaron algunos hombres (que no usaron, en la cama, el verbo amar, considerado cursi: solo aman las mujeres y ellos eran machos, muy machos) A veces, en su soledad de gata ella escribe poemas no muy buenos, todo sea dicho, pero le gustaría publicarlos por qué no tiene derecho: los machos escribieron fornicaron muchos malos poemas muchos malos amores por qué ella no al final sólo quiere publicar un libro un orgasmo algo suyo no alienado «Es confuso el deseo de las mujeres», dice Ticas Él quiso publicar un libro él quiso muchos orgasmos Pero no sabe qué desea esta mujer.

cristina peri rosi

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alejandra santillana ortiz (casa feminista de rosa / asamblea de mujeres populares y diversas)

“(…) afirmamos nuestra voluntad de empujar acciones que reve- El discurso e imaginario del amor es parte de la conformación len felicidad y bienestar, sea cuando nos inunda el gozo o cuan- y existencia del poder (Lagarde, 359). Como plantea Besserer, las estructuras de poder requieren de un orden sentimental do las lágrimas nos bañan” (Aquino, 1998:19). que permita su legitimación (2000). En este caso la estructura lo largo de la historia de la humanidad, el amor ha patriarcal, monogámica, hetero normada, de clase y étnica, constituido uno de los temas de análisis más complejos necesita de un régimen de sentimientos y contenidos y recurrentes; ha sido el lugar de la salvación, el espacio simbólicos para legitimarse. ¿ Es el amor romántico el discurso del sufrimiento, el desgarramiento del ser, el refugio. El amor que legitima, naturaliza y organiza esta jerarquía sentimental aparece como el motor de una praxis política vinculada a la ? Propongo que el amor romántico constituye la principal teología, el discurso fundante de espiritualidades. A esto se experiencia cotidiana de la definición de lo que es el amor suma que el espacio del amor, por excelencia en el mundo verdadero, la razón que justifica todos los comportamientos occidental y en la moral judeocristiana, ha sido el de la pareja dentro de la pareja, y el lugar que permite el refugio del ser monogámica; es el amor romántico el que adquiere la fuerza frente a un mundo hostil y aparentemente banal y superficial. capaz de construir comunidad, proyecto de vida, fuerza, es el Sostengo que es un tipo de hegemonía que define y naturaliza, un tipo de orden simbólico y afectivo, que constituye una de reducto de esperanza de todos y todas. Pero el amor es una construcción histórica, que responde a las piezas donde se erige el patriarcado. formas determinadas de configurar afectos, discursos sobre lo En ese sentido, la reflexión del ámbito de los sentimientos real, lo verdadero, lo trascendente, lo legítimo y que como todo bajo marcos de control, libertad, legitimación y ruptura, espacio relacional, implica también una división de género, constituyen pistas para construir nuevos principios de pero también está asentado sobre percepciones y condiciones organización social, afectiva y política. de clase y etnia (Lagarde, 347-359). La interpretación feminista de la narrativa del amor, es

A

1 El presente es un artículo basado en una investigación amplia, realizada para UNFPA en el año 2009, sobre las causas del embarazo adolescente en 7 cantones del país, que recoge historias de vida y entrevistas a profundidad de las y los adolescentes, grupos focales y entrevistas a personal de salud de los subcentros. Este artículo para la revista Flor del Guanto, no pretende establecer un marco rígido de interpretación que afirme lo que es o no el amor romántico para las mujeres, sino que a partir de la investigación realizada, propone algunas miradas sobre el amor romántico, precisamente porque esto constituye un debate y considero que debe ser colectivo y flexible. No se definen tampoco alternativas súper construidas de otro amor.

36  Flor del Guanto #4

Pilares del amor romántico ¿Cuáles son estos pilares?, ¿en donde se erige? Propongo que el amor romántico se funda en: el enamoramiento y la ilusión basados en la idea de la eterna espera del príncipe azul; la experiencia de lo trascendente-vital fundamentalmente para las mujeres; el control y la negociación del cuerpo femenino; y finalmente la maternidad como fin último. En ese sentido, el amor romántico es un paraguas que abarca visiones sobre el cuerpo, vivencias de sexualidad, formas afectivas, expectativas, imaginarios, caminos a recorrer, proyectos de vida, etc., que nos proporciona elementos cualitativos para comprender las dinámicas culturales de hombres y mujeres (Santillana, 2010: 8). El cortejo y enamoramiento, vinculados a la figura del príncipe azul, que se espera llegue, es parte de una fantasía propia del amor romántico cortesano que llega a nuestros países como parte del imaginario colonizado, que organiza el orden sentimental. En un contexto social de des-erotización de las relaciones, basado en una permanente exacerbación de lo sexual concentrado en lo genital, que se combina con un silencio y una negación de la posibilidad de diálogo sobre lo erótico; el discurso dominante del placer femenino no puede imaginarse independiente de la penetración. Esta concepción cultural, refleja el fundamento del amor romántico: las mujeres no pueden ser felices solas: “La construcción de la relación entre los géneros tiene muchas implicaciones y una de ellas es que las mujeres no estamos hechas para estar solas de los hombres, sino que el sosiego de las mujeres depende de la presencia de los hombres, aún

cuando sea como recuerdo” (Lagarde, Marcela. La Soledad y la Desolación en http://www.mujerpalabra.net/frases/?p=462).

La dependencia emocional de las mujeres ha sido legitimada culturalmente, y ha producido una dinámica de descorporización de las mujeres. Muchas mujeres van construyendo sus vidas en una permanente tensión: la posibilidad real de sentir sus cuerpos, estrecha y tempranamente articulada a la maternidad (al amor romántico basado en la reproducción) y un abandono con ellas mismas, es decir, un límite en la posibilidad concreta de autoconciencia, de reflexión frente a ellas mismas y no siempre frente a los otros. La identidad de las mujeres, está atravesada por lo que Marcela Lagarde llama desolación: “(...) la desolación sobreviene cada vez que nos quedamos solas, cuando alguien no llegó o cuando llegó más tarde. Podemos sentir la desolación a cada instante. Otro componente de la desolación, y que es parte de la cultura de género de las mujeres, es la educación fantástica para la esperanza. A la desolación la acompaña la esperanza: La esperanza de encontrar a alguien que nos quite el sentimiento de desolación”. (Lagarde, Marcela. La Soledad y la Desolación en http://www. mujerpalabra.net/frases/?p=462)

La desolación como estado, actúa como parte de la constitución dominante de lo que las mujeres somos culturalmente, y es parte de la matriz del amor romántico. En la búsqueda por encontrar a alguien que nos acompañe y haga a un lado la desolación, hay una lógica sobredeterminante de prolongación de la figura del padre: cuidado incondicional. La desolación implica una imposibilidad, un miedo profundo a vernos a nosotras mismas, a pensarnos, vernos, sentirnos, mostrándonos las fuertes dificultades para alcanzar nuestros propios procesos autonómicos. La desolación, constituye parte de una matriz que define la histórica dependencia emocional y cultural de las mujeres hacia otros, que no son ellas. Al habernos construido en ese miedo a caminar solas en una relación de autoconciencia, nuestro imaginario predominante de amor contiene otro elemento: una infantilización de nuestras identidades, es decir, que para ser felices “necesitamos” alguien que nos proteja, cuide, guíe, acompañe. El amor que vivimos es entonces fundamentalmente patriarcal, requerimos ser tuteladas para poder caminar; pero además para caminar los senderos de otros. La matriz patriarcal implica además que la imagen de nosotras mismas, nuestra forma de sentir, pensar, vivir, desear, se base en la mirada

ilustración  lici ramirez

Ilustración  David Mejía

crítica del amor romántico, una mirada situada desde el feminismo1

también la posibilidad de liberación y de crear nuevos marcos de libertad, placer, afecto, relaciones. La reflexión del amor como experiencia vital desde una perspectiva feminista, nos permite incorporar la subjetividad, la experiencia concreta (Gebara, 2000:38-39), la diversidad, el debate del patriarcado, la vida cotidiana y la perspectiva desde otras narrativas que aborden la vida (Aquino, 1998: 60-64) y la experiencia humana, desde una perspectiva integral, como parte de un conocimiento situado (Haraway). Para nosotras las feministas, la interpretación feminista de las distintas narrativas y la configuración de otros parámetros, discursos, imágenes, memorias, historias sobre el mundo, sobre las relaciones, sobre nosotras mismas, han abierto la posibilidad de una autoconciencia, es decir, una puesta en reflexión de nosotras mismas en relación a los otros.

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mujeres), éstos necesitan seguir demostrando su virilidad en otras mujeres. La pareja en gestación no constituye más su objeto de deseo. Volcará entonces su identidad masculina a la conquista de otras mujeres, y a la demostración de su virilidad en ellas, objetivándolas. Los celos son parte de este juego del amor romántico, y se convierten en el mecanismo para que las mujeres se sientan culpables por sentir celos, porque de esa manera ejercen presión sobre sus parejas. El sentimiento de culpa, por sentir celos, es un dispositivo que les resta responsabilidad a los hombres, por sus prácticas afectivas. Por lo tanto, a pesar de que los hombres suelan tener culturalmente, más aceptación que las mujeres para tener relaciones por fuera de la pareja, bajo ningún acuerdo de equidad, a la larga no son asumidas como parte de la responsabilidad de ellos, sino de las mujeres que lo persiguen. De esta manera se naturaliza que él tenga otras mujeres, además de la relación “oficial” con ella, y se institucionaliza la rivalidad entre mujeres. La recuperación del autoconocimiento y la erótica feminista, son claves porque abren la posibilidad, de que las mujeres vivan una relación de placer y conocimiento propio en relación a su cuerpo. La masturbación femenina cumple un papel sumamente importante en el proceso de diferenciación sexual, de reconciliación y autoafirmación de las mujeres consigo y hacia las y los otros. Para la mujer, el espacio en la cama con su soledad corporal y sexual, es todo un proceso: movimientos sexuales, tocarse rompiendo la barrera del miedo de hacerlo y de decirlo, el reconocimiento de imaginarios, de sensaciones, dualidades,

insignificancias, estacionamiento difíciles de sobrepasar, por ejemplo, la posición difícil de cambiar ante una misma, las múltiples opresiones que se manifiestan en las imágenes que construye en el momento de la acción sobre su cuerpo. Finalmente, son lenguajes sumamente importantes para significar e interpretar en la medida de reconocer la división sexual, en aquello que es directamente el centro de la opresión sexual manifestada en la construcción psíquica, económica, política cultural, sexual de sus deseos y su cuerpo (Aguinaga, 2007). La experiencia vital de estar solas, pasa entonces a ser una forma de asumir nuestras vidas en la creación de espacios y dinámicas, donde podamos definir nuestros destinos. La soledad, a diferencia de la desolación, constituye una forma de asumir que nuestra definición como sujetos, como mujeres, no pasa única ni centralmente en nuestra experiencia del amor de pareja, sino que la vida es diversa e integra distintos espacios, ilusiones, caminos y sueños. En ese sentido, asumir lo erótico en su sentido íntegro y profundo, es una forma de construir una praxis feminista amorosa, que se encamine a configurar otras formas de amar y relacionarse. “Lo erótico es una afirmación de la fuerza vital de las mujeres, de esa energía creativa y fortalecida, cuyo conocimiento y uso estamos reclamando ahora en nuestro lenguaje, nuestra historia, nuestra danza, nuestro amor, nuestro trabajo y nuestras vidas” (Lorde, en Revista Flor del Guanto No 1, 2009: 49). Dar pasos hacia un nuevo orden afectivo, atraviesa entonces por vincular lo espiritual y lo femenino con saberes y formas de conocimiento que superen las dicotomías y falsos dilemas,

que tanto la modernidad como el patriarcado nos proponen como sentido universal. Es entonces, volver a confiar en nuestro poder creativo, de producción y armonía, en el de cada una y también en el de las otras (Ibid: 48-49), que está fundamentalmente basado en la experiencia que tenemos con nuestros cuerpos y nuestras vidas situadas. Lo erótico como poder, es también una experiencia, enmarcado en la vida cotidiana, en la posibilidad de transformar nuestras vidas, aquí y ahora. Como bien sostiene Lorde, el conocimiento profundo e irremplazable es la capacidad de vivir plenamente en todas las esferas de la vida de nosotras, afirmando que este placer y esta riqueza de la diversidad y la multiplicidad integrada que somos, no tiene por qué denominarse matrimonio, amor romántico, dios o vida después de la vida (Ibid: 50). Bibliografía: - Aguinaga, Margarita 2009. “Experiencia autoerótica para la liberación de la opresión sexual”, en Revista Flor del Guanto 1 - Aquino, Maria Pilar 1992. “Nuestro Clamor por la Vida”, en Teología latinoamericana desde la perspectiva de la mujer. San José, Costa Rica: Editorial DEI. - Besserer, Federico 2002. “Contesting Community. Cultural Struggles of a Mixtec Transnational Community.” Phd. thesis. Stanford University. EUA. - Gebara, Ivone 1998. “Ecofeminismo teólogico en América Latina,” “La epistemología patriarcal,” y “La perspectiva ecofeminista,” en Intuiciones Ecofeministas: Ensayo para repensar el conocimiento y la religión. Montevideo, Uruguay: Doble Clic - Soluciones Editoriales. - Hooks, Bell 2000. All about love: new visions. Nueva York: Harper Collins books. -Lagarde, Marcela. Claves feministas para la negociación en el amor. http://incidejoven.org/wp-content/uploads/2010/08/ Claves-feministas-para-la-negociación-en-el-amor.pdf - Lagarde Marcela. La soledad y la desolación. http://www. desdeabajo.org.mx/wordpress/?p=476 - Lore, Audre. 2009 “Lo erótico como poder”, en Revista Flor del Guanto 1. - Santillana, Alejandra. 2009 s/p Informe analítico “Múltiples factores socioculturales alrededor del embarazo adolescente en siete cantones del Ecuador: La Concordia, Chunchi, Portoviejo, Quinindé, Loreto, La Joya de los Sachas y Orellana.

Ilustración  lici ramirez

de otros (padre, hermano, marido, novio, Estado), y es que “(...) hay otros que actúan como intermediarios con nosotras mismas” (Lagarde). Aún más grave es constatar, que no solo nuestra felicidad depende de esa artificial y culturalmente configurada necesidad de aplacar nuestra soledad (confundida con la desolación), sino que nuestra propia existencia, nuestra identidad como Yo depende de un otro que legitime nuestra existencia: “Para las mujeres, el placer existe solo cuando es compartido, porque el Yo no legitima la experiencia; porque el Yo no existe” (Ibid. ). Para los hombres cuya identidad masculina radica en su posibilidad de ejercer poder a través de la penetración, que está asociada con su virilidad, no es posible que las mujeres no quieran o se nieguen a tener relaciones sexuales. Como parte de este imaginario, las mujeres siempre deben estar dispuestas a acceder a tener relaciones sexuales con sus parejas masculinas, porque de alguna forma no solo les pertenecen a estos hombres, sino que es la garantía de que la relación amorosa entre ellos y ellas pueda continuar. El amor romántico se sostiene sobre la configuración patriarcal del placer, en donde la entrada es doble. Por un lado, el amor para las mujeres está ligado al sacrificio como señal de trascendencia. La experiencia de lo trascendente bajo la narrativa judeocristiana es siempre una experiencia del sacrificio. Se ratifica la anulación del placer en las mujeres. Bajo este imaginario, el placer femenino depende del placer que ellos puedan proporcionar, a través de la penetración y el placer masculino de penetrar. Esta forma de vivir el placer, niega la posibilidad de que haya un ejercicio pleno de la sexualidad; posibilidades de exploración. Es en el amor romántico donde se visibiliza y perpetúa la dependencia del placer y la plenitud de las mujeres hacia los hombres y liga cualquier posibilidad de vivir la sexualidad de las mujeres a la reproducción. Esta forma de relacionarse trae como consecuencia, por un lado, que las mujeres no puedan construir eróticas femeninas autónomas, es decir narraciones, prácticas e interpretaciones sobre ellas mismas sin intermediarios; y por otro, que tengan que desarrollar mecanismos de negociación de su propio cuerpo. Las mujeres sabemos que parte de nuestra identidad femenina se construye en la base de la negociación. Desde pequeñas se nos educa para negociar con nuestros tiempos, disposiciones, sueños, deseos y esa negociación se ancla fuertemente en la negociación que hacemos de nuestro cuerpo. La negociación de nuestros cuerpos muestra cómo, históricamente, la condición de nuestras identidades femeninas ha pasado por una desapropiación del cuerpo de las mujeres. Al estar la virilidad de los hombres concentrada en la penetración y la eyaculación (el orgasmo de los hombres, nos recuerda Carla Alonsi, es biológicamente reproductivo; sin embargo es la perversidad cultural, la que ha ligado, a lo largo de la humanidad, la reproducción únicamente a las

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claridad: dar palabras al amor HAY MÚSICA Y CIRIOS ENCENDIDOS Soy mía en el cielo de mi cama.

L

Igual contigo que sin ti, clítoris y cerebro, confesarme, besarme. Guío mi dedo en la selva de frondosos árboles y perfume de mangos calientes.

ilustración  angie vanessita

aleyda quevedo

os hombres que han pasado por mi vida han sido siempre personas cautas a la hora de usar ligeramente la palabra “amor”. Son cautos porque creen que las mujeres nos tomamos el amor demasiado en serio. Y saben que pensamos que el significado del amor no siempre coincide con lo que ellos piensan. La confusión de qué es realmente lo que queremos decir cuando utilizamos la palabra “amor” es el origen de nuestra dificultad para amar. Si nuestra sociedad tuviera un entendimiento común sobre el significado del amor, el acto de amar no sería tan confuso. Los diccionarios tienden a poner el énfasis en el amor romántico, definiendo el amor prioritariamente como “un afecto profundamente tierno y apasionado por otra persona, especialmente si se basa en una atracción sexual”. Por supuesto, otras definiciones informan al lector que uno puede experimentar esos sentimientos en un contexto no necesariamente sexual. Sin embargo, en realidad, un “cariño profundo” no describe de forma adecuada el significado del amor. La vasta mayoría de los libros sobre el tema del amor se esfuerzan en evitar definiciones claras. En la introducción a “Una historia natural del amor”, de Diane Ackerman, la autora afirma que “el amor es el gran intangible”. Unas líneas más abajo sugiere: “Todo el mundo admite que el amor es maravilloso y necesario; pero nadie se pone de acuerdo sobre qué es”. Evasivamente añade: “Utilizamos la palabra amor de una manera tan torpe que puede significar todo y absolutamente nada”. En su libro no aparece ninguna definición que pueda ayudar a alguien a aprender el arte de amar. Y sin embargo, no es la única autora que escribe sobre el amor en modos que nublan nuestro entendimiento. Cuando el significado mismo de la palabra está revestido de misterio, a la mayoría le resulta difícil definir lo que quieren decir cuando utilizan la palabra amor. Imaginemos lo fácil que sería aprender cómo amar si existiera una definición común. La palabra amor se define habitualmente como nombre, y sin embargo los más sagaces pensadores sobre el tema convienen en que todos amaríamos mejor si se usara como verbo. Tras pasar muchos años buscando una definición significativa del término “amor”, sentí un gran alivio cuando la encontré en un libro clásico de autoayuda: “Un camino sin huellas”, de M. Scott Peck, publicado en 1978. Haciéndose eco del trabajo de Erich

Fromm, Peck define al amor como “la voluntad de extender nuestro yo con el propósito de alimentar el crecimiento espiritual propio y el de otra persona”. Desarrollando la explicación, continúa: “El amor es lo que el amor hace. El amor es un acto de la voluntad –es decir, a la vez una intención y una acción. La voluntad también implica elegir. No estamos obligados a amar. Elegimos amar”. Como la elección debe hacerse para alimentar el crecimiento, esta definición se opone al extendido supuesto de que amamos instintivamente. Quien ha sido testigo del proceso de crecimiento de un niño desde su nacimiento en adelante, ve con claridad que antes de que aprenda a hablar, antes de que reconozca la identidad de sus cuidadores, los niños responden al cuidado y al cariño. Normalmente responden con sonidos o miradas de placer. A medida que va creciendo van respondiendo, a ese cuidado y afecto, dando cariño, gorjeando ante la presencia de la persona que les cuida y les gusta. El afecto es solo uno de los ingredientes del amor. Para amar de verdad, debemos aprender a mezclar diversos ingredientes: cuidado, afecto, reconocimiento, respeto, compromiso, y confianza, así como una comunicación abierta y honesta. Aprender definiciones defectuosas del amor cuando todavía somos muy jóvenes, hace difícil amar cuando nos convertimos en adultos. Comenzamos apuntando hacia la dirección correcta; pero nos desviamos por el camino equivocado. La mayoría aprendemos muy tempranamente a pensar en el amor como sentimiento. Cuando nos sentimos profundamente atraídos hacia alguien, lo “catectizamos”, esto es, lo investimos de emociones o sentimientos. Ese proceso de concentración por el que la persona amada se convierte en alguien importante para nosotros se llama catexis. En su libro, Peck subraya correctamente que la mayoría de nosotros : “confundimos el acto de catectizar con el de amar”. Todos sabemos, cuán a menudo las personas que se sienten conectadas por un proceso de catexis insisten que aman a la otra persona, incluso cuando la hieren o descuidan. Al experimentar un sentimiento de catexis, insisten en que lo que sienten es amor. Cuando entendemos el amor como la voluntad de nutrir nuestro desarrollo espiritual y el de otra persona, se hace evidente que no podemos afirmar que amamos si somos hirientes o abusivos. Amor y abuso no pueden coexistir. El abuso y el descuido son,

1 En: http://tripitool.net/pages/grupomujeres/capitulos/4textos/produccionestextualesgrupo/amodo.pdf

ilustraciones  claudia denegri

bell hooks {traducción de virginia villaplana1}

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por definición, los opuestos de nutrición y cuidado. A menudo oímos de hombres que pegan a sus hijos y a su mujer y luego se van al bar de la esquina y proclaman apasionadamente cuánto los aman. Si hablas con sus esposas en un día bueno, puede que incluso ellas insistan en que sus maridos las aman, a pesar de la violencia. Una abrumadora mayoría de nosotros provenimos de familias disfuncionales en las que se nos enseñó que no éramos del todo satisfactorias/os, en las cuales se nos humillaba, se abusaba de nosotros verbal o físicamente, se nos descuidaba emocionalmente y al tiempo se nos enseñaba a creer que éramos amados. Para la mayoría de la gente, es demasiado aterrador asumir una definición del amor que ya no le permita ver amor en su familia. Muchos de nosotros necesitamos aferrarnos a una noción del amor que haga el abuso aceptable o, al menos, que haga que lo que nos ha pasado no parezca tan malo. Criada en una familia en la que convivían el desprecio más agresivo y la humillación verbal con el afecto y el cuidado, encontraba dificultad para asumir el término “disfuncional”. Como me sentía (y aún me siento) muy unida a mis padres y a mis hermanos y también orgullosa de la dimensión positiva de nuestra vida familiar, no quería describirnos utilizando un término que implicara que nuestra vida juntos había sido completamente negativa o mala. No deseaba que mis padres pensaran que les desdeñaba; yo tenía en gran aprecio a las cosas buenas que habían dado a la familia. Gracias a la ayuda terapéutica, pude ver en el término “disfuncional” una descripción útil y no un juicio absoluto y negativo. A lo largo de mi infancia, mi familia me proveyó de un contexto disfuncional; todavía hoy lo sigue siendo. Esto no significa que no sea también un contexto en el que están presentes el cariño, el placer y el cuidado. En cualquier día de mi vida familiar podía recibir una atención y afecto que afirmaban y alentaban el que fuera una niña espabilada. Luego, horas más tarde, se me decía que precisamente por creerme tan lista era muy probable que me volviera loca y acabara encerrada en un manicomio donde nadie me vendría a ver. No es una sorpresa que esta extraña mezcla de cariño y falta de consideración no contribuyera positivamente a mi crecimiento espiritual. Si aplico la definición de amor de Peck a mis experiencias de niñez no podría honestamente describirlas como “amorosas”. Bajo la presión de la terapia para que describiera a mi familia nuclear en términos de lo que era y no era amor en ella, llegué a admitir dolorosamente que en mi casa no me había sentido amada, aunque sí cuidada y protegida. Fuera de mi casa me sentía genuinamente amada por determinados miembros de la familia, como mi abuelo. Esta experiencia de amor genuino (una combinación de cuidado, compromiso, confianza, sabiduría, responsabilidad y respeto) sirvió de alimento para mi espíritu, que estaba dañado, y me ayudó a sobrevivir los actos de desamor. Doy gracias por haber crecido en una familia protectora y estoy 42  Flor del Guanto #4

sinceramente convencida de que si mis padres hubieran sido realmente amados por sus padres, habrían dado ese amor a sus hijos. Dieron lo que se les dio –atención. Recuerda: la atención, el cuidado, es una dimensión del amor; pero recibir atención no significa ser amado. Como muchos adultos que en su infancia han sufrido abusos verbales o físicos, pasé muchos años intentando pasar por alto las malas experiencias y aferrarme exclusivamente a los buenos y deliciosos recuerdos en los que había sentido el cuidado de mi familia. En mi caso, cuanto más éxito tenía, menos quería hablar sobre la verdad que encerraba mi niñez. Por lo general, a aquellos que critican los libros de autoayuda y los programas de recuperación, les encanta pensar que la mayoría de la gente está deseando admitir que sus familias eran, son o continúan siendo disfuncionales y carentes de amor; pero yo he descubierto que, como yo, la mayoría de la gente, criados o no en hogares excesivamente violentos y abusivos, evitan asumir alguna crítica negativa de sus experiencias. Normalmente necesitamos alguna intervención terapéutica, bien a través de textos que nos eduquen e iluminen, bien a través de una terapia, antes de que podamos siquiera comenzar a examinar críticamente nuestras experiencias de infancia y a reconocer el modo en que han influido en nuestras vidas adultas. Casi todos encontramos difícil aceptar una definición de amor que diga que no podemos haber sido amados en un contexto abusivo. La mayoría de los niños que han sufrido abusos psicológicos o físicos, han aprendido de sus tutores que el amor y el abuso pueden coexistir. Y en casos extremos, que el abuso es una expresión de amor. Este concepto erróneo del amor, a menudo conforma nuestra percepción adulta del amor. Igual que nos aferramos a la idea de que aquellos que nos hacían daño en realidad nos amaban, intentamos racionalizar el hecho de ser heridos por otros adultos, insistiendo en que nos aman. En mi caso, muchas de las prácticas abusivas y humillantes a las que me vi sometida en mi niñez, continuaron en mis relaciones sentimentales adultas. Al principio no quería aceptar una definición del amor que pudiera llevarme a confrontar la posibilidad de que nunca había conocido el amor en mis relaciones primarias. Años de terapia y de reflexión crítica, me capacitaron para aceptar que reconocer la falta de amor en nuestras relaciones primarias, no constituye ningún estigma. Y si el objetivo es recuperarnos, sentirse bien dentro de uno mismo, enfrentarse honesta y de forma realista al desamor, es parte del proceso de curación. Una sostenida falta de amor no significa ausencia de cuidado, cariño o placer. De hecho, mis relaciones sentimentales más largas, igual que mis vínculos familiares, han estado tan llenas de atención, que sería bastante fácil ignorar su continuada disfunción emocional. Con el fin de cambiar ese desamor que se había dado en mis relaciones familiares, primero tuve que aprender de nuevo el significado del amor y a partir de ahí aprender a amar. Asumir una clara definición del amor fue el primer paso de ese proceso. Como muchos otros que han leído “Un camino sin huellas” una y otra vez,

estoy agradecida que se me ofreciera una definición del amor que me ayudara a enfrentarme a los lugares de mi vida donde faltaba. Tenía veintitantos años cuando por primera vez aprendí a entender el amor “como la voluntad de extender nuestro yo con el propósito de alimentar el crecimiento espiritual propio y el de otra persona”. Todavía tuvieron que pasar años para que rechazara patrones aprendidos de comportamiento que anulaban mi capacidad para dar y recibir amor. Un patrón que hizo que la práctica del amor fuera especialmente difícil, fue el elegir continuamente hombres que estaban heridos emocionalmente, que no estaban muy interesados en amar, aunque deseaban ser amados. Yo quería conocer el amor; pero tenía miedo de rendirme ante otra persona y confiar en ella. Tenía miedo a la intimidad. Eligiendo hombres que no estaban interesados en amar, podía practicar el hecho de dar amor; pero siempre en un contexto carente de plenitud. Naturalmente, mi necesidad de recibir amor no era satisfecha. Obtenía aquello a lo que estaba acostumbrada: cariño y atención, normalmente mezclados con dosis de desapego, descuido y, en ocasiones, de clara crueldad. En algunos momentos, yo también era desagradable. Me costó mucho tiempo reconocer que, a pesar de que deseaba experimentar amor, tenía miedo a la intimidad. Muchos de nosotros elegimos relaciones de atención y cariño que nunca llegarán a ser de amor, porque así nos sentimos a salvo. Las exigencias no son tan intensas como las del amor. Los riesgos tampoco son tan grandes. Muchos anhelamos amor; pero carecemos del coraje para asumir los riesgos. A pesar de que estamos obsesionados con la idea del amor, en realidad la mayoría vive vidas que no están mal, relativamente satisfactorias, incluso aunque sientan que están faltas de amor. En estas relaciones, lo que compartimos es sincero cariño y cuidado. A muchos nos parece suficiente, porque es bastante más de lo que recibimos de nuestros padres. Sin duda, muchos de nosotros nos sentimos más cómodos con la idea de que el amor puede tener un significado distinto para cada persona, precisamente porque cuando lo definimos con precisión y claridad, nos sitúa cara a cara con nuestras carencias –con una terrible alienación. Si hubiera encontrado antes una clara definición del amor, me habría costado menos convertirme en una persona capaz de amar. Si hubiera compartido con otros una idea común de lo que significa amar, habría sido más sencillo crear amor. Es particularmente perturbador que tantos libros recientes sobre el amor, continúen insistiendo en que las definiciones del amor son innecesarias y carentes de sentido. O peor, algunos autores sugieren que hombres y mujeres deberían tener nociones distintas del amor –que los sexos deberían respetar y adaptarse a nuestra incapacidad para comunicarnos, ya que no compartimos el mismo lenguaje. Este tipo de literatura tiene gran aceptación, porque no exige un cambio en la forma de pensar convencional sobre los papeles de los sexos, la cultura o el amor. Más que compartir estrategias que puedan ayudarnos a hacernos más capaces de amar, nos alientan, de hecho, a adaptarnos a circunstancias donde falta amor. Las mujeres, en mayor grado que los hombres, se lanzan a comprar este tipo de libros. Es así, porque colectivamente estamos preocupadas por el desamor. Como muchas mujeres creen que nunca conocerán un amor pleno, están dispuestas a conformarse

con estrategias que alivien el dolor y acrecienten la paz, el placer y la alegría en sus relaciones existentes, en especial las sentimentales. No existe ningún vehículo en nuestra cultura que permita a los lectores de este tipo de literatura, comunicarse –responder- con sus autores. Y en realidad, no sabemos si son verdaderamente útiles o promueven un cambio constructivo. El hecho de que las mujeres, más que los hombres, compren libros de autoayuda y gasten el dinero para que determinados libros encabecen las listas de venta, no es indicación de que estos libros ayuden efectivamente a cambiar nuestras vidas. Yo he comprado muchísimos libros de autoayuda. Solo muy pocos han sido significativos. Y esto es así para muchos lectores. La ausencia de un debate continuado y de unos principios públicos sobre las prácticas del amor en nuestra cultura y en nuestras vidas, revierte en que todavía hoy encontremos en los libros, la fuente prioritaria de consejos y guía. Gran número de lectores adopta la definición del amor de Peck y la aplican a sus vidas en modos que son útiles y transformadores. Podemos hacer correr la voz, recordando la definición en conversaciones diarias, no solo con adultos, sino también con adolescentes o con niños. Cuando actuamos sobre esas vagas suposiciones que dicen que el amor no puede ser definido, ofreciendo definiciones prácticas y útiles, ya estamos creando un contexto en el que el amor puede empezar a florecer. Hay gente que tiene problemas con la definición del amor que propone Peck porque utiliza la palabra “espiritual”. Peck se refiere a esa dimensión de nuestra realidad más profunda en la que mente, cuerpo y espíritu son uno. Un individuo no necesita ser creyente de una religión para adoptar la idea de que hay un principio vital en el ser –una fuerza vital (también llamada alma), que cuando se nutre, potencia nuestra capacidad para realizarnos más plenamente y para ser capaces de entrar en comunión con el mundo que nos rodea. Comenzar pensando en el amor como acción y no como sentimiento, es una forma para que quien utilice el término, automáticamente, asuma su responsabilidad. Por lo general se nos enseña que no tenemos control sobre nuestros “sentimientos”. Y sin embargo, normalmente aceptamos que elegimos nuestras acciones, que la voluntad y la intención informan lo que hacemos. Pensar en las acciones como conformadoras del sentimiento, es un modo de liberarnos de ideas convencionalmente aceptadas, como: los padres aman a sus hijos, o que uno simplemente “se enamora” sin ejercitar su voluntad o su capacidad de elección, que existe el llamado “crimen pasional” (por ejemplo, que la mató porque la amaba demasiado). Si estamos constantemente recordando que el amor es lo que el amor hace, no utilizaremos la palabra en formas que devalúan y degradan su significado. Cuando amamos, expresamos abierta y honestamente: cuidado, afecto, responsabilidad, respeto, compromiso y confianza. Las definiciones son vitales, en cuanto son puntos de partida para la imaginación. Lo que no podemos imaginar, no lo podemos llegar a ser. Una buena definición marca nuestro punto de partida y nos permite saber cuál es el de punto de llegada. A medida que nos acercamos a nuestro deseado destino, vamos trazando el itinerario, creando un mapa. Necesitamos un mapa que guíe nuestro camino hacia el amor –comenzando por saber qué queremos decir cuando hablamos de amor. Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   43


Q

uiero decirles que la vida del comerciante autónomo es muy dura. Yo soy hija de una mujer ambulante. Desde que tengo conciencia, ayudaba a preparar la venta. Mi madre vendía mote con fritada en la puerta del almacén Chimborazo. El mote se cocinaba toda la noche. Ella se levantaba a las 3 a.m., cocinaba la alverja y preparaba la fritada. Yo le ayudaba a freir el plátano y las papas, el ají y picadillo, y se salía de la casa a las 6:30 a.m. Vivíamos en La Libertad y bajábamos juntas hasta San Francisco, y yo me iba a clases con mi hermana menor. Estudiábamos en la escuela José Peralta, que quedaba en Santo Domingo. Salíamos de estudiar y bajábamos al puesto donde vendía mi madre, que era en la Flores y Sucre, y teníamos que vigilar a los Municipales, porque ellos le quitaban lo que vendía; se sabían bajar a pie para quitarles, y siempre le quitaban la canasta de la fritada. Mi madre no sabía dejarse quitar y les pegaba a los chapas, y cuando eso sucedía, le dejaban a dormir en el calabozo y ahí nos quedábamos con mi mami y salíamos al otro día, pagando multa y como dormía ahí, no se salía a vender al otro día. Como nosotros estábamos con la mochila, ahí hacíamos los deberes y nos íbamos a la escuela sin café y con frío. Así era la rutina de casi todos los días, digo casi porque a veces no le llevaban a mi mami. Y de ahí nos criamos. Yo tenía 10 años y estaba ya en quinto grado, y tenía un hermano que me quería mucho. Él terminó la escuela y se fue a trabajar porque quería que mi madre ya no venda, por el maltrato que tenía por los Municipales, porque mi padre sabía tomar mucho y no le alcanzaba lo que le daba a mi mami. A mí no me querían mis hermanas mayores, le querían a mi hermana menor, y a mí me quería mi hermano. Él me revisaba los deberes, se iba a las sesiones de la escuela y cuando se murió mi hermano, yo ya no quise estudiar. Bajé de notas y mis hermanas me decían muchas cosas malas. Yo pensaba que no eran mis hermanas. Mis padres no sabían nada, porque papá era solo chumado y mi madre se dedicaba a la venta, para que no nos falte el pan en la casa. Le dije a mi mami que no quería estudiar, y mi mami me dijo que le ayude en la venta y así me dediqué al trabajo del comercio informal.

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Yo preparaba todo lo que era para vender. Me dediqué a cocinar, lavar, arreglar la casa, y mi hermana menor solo estudiaba; a ella la veían mis hermanas, no le criticaban y le daban todo. A mí me insultaban, me decían “vaga, ociosa, llorona, solo te gusta estar con mamá”. Ellas jugaban con mi hermana, y cuando yo me acercaba, ellas me decían: “Sale, sale de aquí, ándate a la cocina, anda a darnos de comer porque solo para eso sirves, para atendernos a nosotras”. Así fueron pasando los años y comencé a pedir permiso para salir a la calle. Yo tenía que hacer todo en la casa, y de ahí tenía permiso y mi madre me daba dinero, porque le ayudaba en el trabajo y mi papi también me daba, porque le ayudaba en lo que le decía que haga, y así no me faltaba el dinero para salir con mis amigas. Y cuando yo tenía 17 años salimos un grupo de amigos. Estaba con mi mejor amiga. Llegamos a bailar. Yo no sabía tomar, me divertía sobria. En eso, me fui al baño y regresé a la mesa, y me dieron un vaso de agua y no le quise aceptar porque no le conocía al muchacho, y en eso se acerca mi amiga y me dijo: “¿Qué pasa?”; yo le contesté que me estaba brindando un vaso de agua y que yo no le quiero aceptar, y me dijo “acéptale nomás, no pasa nada, es de nuestro grupo y sí sabe que tú no bebes alcohol”. Y bueno, le acepté y no supe nada hasta cuando me desperté al otro día en un hotel. Me había violado. No sé cuál fue. Estaba sola. Por eso, no confíen en nadie. Desde ese día fue un calvario para mí, no creía en nadie, no podía decir nada, porque se asomó el que me violó y me dijo que si abría la boca, le iba a pasar lo mismo a mi hermana menor y que les mataba a mis padres. Entonces me quedé callada. Pasaron los meses y era difícil callar porque estuve embarazada. Mis hermanas me pegaron. Les dije que me habían violado y entonces quisieron que le aborte; yo les contesté que no, que el bebé no tiene la culpa de nada y que le voy a tener, y entonces ahí llegó mi responsabilidad. Decidí contar este pedazo de mi vida, para que mujer que leas esto, que tengas confianza en ti misma, para que digas “no” a lo que te brinda un hombre que no te da con buena voluntad, sino para hacerte daño, y así te marca toda tu vida.

hijos le dicen tía y el Víctor, su hijo, me dice mami. Gané otro hijo más, de crianza y así somos una familia. Vivimos bien. Mi hija, la mayor, se casó y mis otros dos hijos siguen estudiando. Iván tiene 18 años y Andrés tiene 13 años. A veces, sí hay problemas por nuestros hijos, pero eso es pasajero. Y ya tengo una nieta que tiene 1 año 9 meses, y le dice a Vicky, tía. Esta es mi familia. En la calle encontré la hermana que siempre quise tener y ella también dice lo mismo, porque ella nunca tuvo hermana, sino solo hermanos. Así nos dedicamos a la chiflera y con ese trabajo me quedé. Nos levantamos a las 3 de la mañana. Yo frío y Vicky enfunda, sale a entregar y vende en los buses. La policía metropolitana le arrancha por atrás, se cae de espaldas, otras veces no se deja quitar. Ellos le pegan con el tolete, le tiran gas a la cara. Así son, no les importa si estamos con bebés cargados. Nos insultan con palabras muy fuertes, nos tratan como a la basura, para ellos no tenemos nombre, nos persiguen como si robáramos, nos piden el permiso y ellos saben muy bien que el alcalde no quiere darnos. Y cuando nosotros nos defendemos, ellos llaman por la Motorola a más policías y vienen más de 15 policías para no más de una comerciante. A las ambulantes indígenas no les pueden ver, a ellas les pegan, les dicen “ándate a tu llacta, a qué vienes, ándate india apestosa”. No sé qué va a pasar. porque el alcalde Augusto Barrera ha contratado a unos 250 policías más que entran en la tropa metropolitana y ha dicho que van a barrer a todos los comerciantes, con chaleco y sin chaleco. Los comerciantes que tienen chaleco son los compañeros que ya fueron censados y siguieron el curso. Al terminar les entregaron el carnet y el chaleco pero ni eso va a respetar el alcalde. Cuando el Augusto Barrera estaba de candidato para alcalde, nos prometió el permiso, dijo que ya no vamos a ser correteados por la policía metropolitana, dijo que nuestro trabajo era honrado, que si él ganaba tengan por seguro que su trabajo será recompensado, él habló con los comerciantes. Los dirigentes de Alianza País formaron una asociación que se llamaba Acro País. En dicha asociación habíamos más de 6 mil comerciantes de todos los puntos cardinales. Nos pedían un dólar mensual, que decían que era para los trámites del permiso. Creímos que sí nos iban a legalizar. Nos tomaron fotos para el carnet y sí entregaron el dicho carnet; pero no sirvió de nada, porque cuando ganó el Augusto Barrera, la misma policía se encargó de quitarnos el dicho carnet. Los comerciantes decimos que no vamos a dejar que nos levanten de nuestro sitio de trabajo. Si tiene que correr sangre, correrá, porque ésa es la manutención de nuestros hijos. Seguiremos luchando con el alcalde. Así sigo con mi vida para adelante. Tengo 40 años y decidí seguir con mis estudios. Ahora estoy en la primaria y la voy a terminar. Si Dios no permite otra cosa, termino en marzo. Mi escuelita se llama Mujeres de Frente.

ilustración  alejandra santillana

margarita casnanzuela a. (escuela mujeres de frente)

ilustración  amaru ortiz martinez

la vida de una comerciante de la calle

Cuento, porque no quiero que pasen lo que a mí me pasó. Porque nosotras las mujeres valemos mucho y no debemos callarnos nada. Salí a vender maduros asados en la esquina de la casa donde vivía y como no se vendía bien, me salí a vender en el centro, en la Colón y 6 de Diciembre, con mi nena en brazos. Sabía salir de la casa a las 5 de la mañana a coger el maduro en el camal y de ahí me iba a coger el carro Colón-Camal. Llegaba al puesto a las 7 a.m. y me ponía a preparar para comenzar un día más de labor. A mi niña le sabía poner en un cartón de manzanas; ésa era la camita de ella. Los policías metropolitanos no dejaban vender. Cuando no les veía, venían y me quitaban todo. Cuando les alcanzaba a ver, cogía el brasero y corría a esconderme. Junto a mí, vendía frutas otra compañera y entre las dos nos veíamos, nos cuidábamos entre las dos porque cuando nos cogían, nos quitaban todo y encima nos llevaban detenidas. Si nos cogían a las 10 a.m., salíamos 4 p.m., pagábamos la multa y ese día se perdió un día de labor. Así trabajé en esa esquina 12 años. Me tocó alzarme porque el comercio se bajó, la parada de buses pasó a la 12 de Octubre, y en la 6 de Diciembre quedó la calle desolada. Entonces me dediqué a vender dulces en los carros. A veces dejaban subir, otras no dejaban, y en eso me hice amiga de una chica que vendía papas y chifles en un carro. Nos llevábamos bien. Ella había sabido coger para vender y sabía ganarse 5 centavos por funda. Pasaron los años y le propuse ponernos una pequeña chiflera, le dije: “¿Sabe usted cómo se hace?” y me contestó “sí, pero no tengo para el principal”, es decir, la cocina, la ralladora, la cernidera, etc. Me llevaba bien con ella porque me dio una confianza como hermana y yo llegué a quererle igual. Nos pusimos a trabajar de igual a igual, y seguimos lidiando con los metropolitanos y tenemos de amistad ya 13 años y hasta el día de hoy, no he tenido problemas con el negocio, ni con la amistad. Ella es la hermana que nunca tuve. Mi amistad con Vicky no fue tan fácil, porque pensé que me iba a pasar lo mismo que con mi otra amiga. Pero pude volver a creer en las amigas, y aprendí que en la calle hay gente buena y mala. Solo tú puedes decidir si ella es tu amiga. En la calle tú tienes la escuela de la vida, tienes que aprender lo bueno y lo malo y siempre tienes que elegir lo bueno que Dios te pone en el camino. Y así tú puedes salir adelante, porque todo lo que te pasa en tu vida debe ser tu fuerza para salir adelante, y no para que te quedes. Si te tropiezas, levántate y aprende de esa caída, que no sea motivo para no llegar a la meta o a tus sueños. Tu esperanza se termina solo cuando hayas cerrado tus ojos para siempre. Mientras tus ojos estén abiertos, puedes lograr todo lo que decidas hacer por ti, solo para ti, mil veces tú. Porque si tú estás bien, tu familia y personas que te quieren están en paz. Ellos aprenderán de ti y le das más felicidad a tu vida. Les paso a contarles cómo es mi vida ahora. Me fui a vivir con Vicky, en la casa de ella con mis tres hijos y el hijo de ella. Mis

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ilustraciones  claudia denegri

entrevista a lourdes huanca atencio, de la federación nacional de mujeres campesinas, artesanas, indígenas, nativas y asalariadas del perú

femucarinap1 lucy santacruz benavides y judith flores chamba (casa feminista de rosa / asamblea de mujeres populares y diversas del ecuador)

L

a trayectoria de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú (FEMUCARINAP) llega a nosotras a partir de la experiencia de vida de Lourdes Huanca, mujer campesina, lideresa, del Departamento de Moquegua al sur del Perú y presidenta de la organización para el periodo 2009 – 2012. La FEMUCARINAP, como nos cuenta Lourdes, cuenta con bases organizadas en 22 de los 24 departamentos del Perú, siendo ésta una organización con capacidad política y de movilización 1

www.femucanirap.org

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a nivel nacional. Su articulación con la CLOC – Vía Campesina nos permite encontrarnos en Quito como parte del V Congreso de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo realizado del 8 al 16 de octubre del 2010 en esta ciudad. Espacio donde también se dio cita la IV Asamblea de Mujeres de la CLOC – Vía Campesina. Es en este contexto donde la conversación con Lourdes fue posible. Agradecemos a ella permitirnos publicar su entrevista y aprender a partir de su experiencia.

Lourdes Huanca: Nuestra organización es joven, tiene cuatro años recién; nace el 2006, el 18 de agosto a la 01:30 de la mañana. La Comisión Organizadora es una historia, porque en el país peruano claro que hay organizaciones mixtas —como la Confederación Campesina del Perú, la Confederación Nacional Agraria, la Confederación Nacional de Trabajadores del Perú (CGTP), entre otras organizaciones grandes—; pero no había una organización netamente de mujeres donde se recojan las propuestas de las mujeres campesinas, de las mujeres artesanas, lo que es el paraguas de nuestra organización. Es por esto que nace nuestra organización. Es bueno mencionar a Susan Portocarrero, que era del Departamento de la Mujer de CGTP, una organización mixta y jodida. Ustedes saben que en la organización mixta, como en toda América Latina existe el machismo; es muy fuerte y en el Perú pues, es demasiado fuerte. Los hombres son la voz, los hombres son los que deciden. Es por eso que le pedimos a Susan Portocarrero, que por favor nos llamara a su Encuentro de Mujeres Sindicales, o sea, era en el encuentro de mujeres sindicalistas, cuando nosotros vamos a tranzar, a conversar con nuestra compañera, nosotras las mujeres campesinas vamos a estar en el Encuentro de Mujeres Sindicales; pero en nuestra agenda como mujeres campesinas, vamos a organizarnos en la noche, hasta altas horas de la madrugada, por eso nuestra organización nació a la una de la mañana. Esa ha sido la iniciativa de querer hacer una Federación. - ¿Se da en ese momento, un vínculo con las compañeras sindicalistas, o se construye una organización distinta? - Es distinta. Netamente nuestra columna vertebral en la organización es la soberanía alimentaria, la defensa de los derechos humanos, nuestra unión de las mujeres. Cuando hablamos de la soberanía alimentaria, entendemos que es del territorio, del agua, de la semilla, del aire, de todo lo que tiene nuestra biodiversidad y nuestra madre naturaleza. Dentro de la organización también están las asalariadas, que son mujeres que están agrupadas en asociaciones, las que trabajan en estas empresas de la agroexportación. Por ejemplo, en mi país están los espárragos, las alcachofas. La lucha es bien fuerte para las mujeres del campo, del lado Sur, de Puno, Cusco. La madre naturaleza viene golpeando duro con el cambio climático, entonces se lleva todo tipo de cosechas, de siembras y se quedan sin nada, porque tenemos un gobierno que no se preocupa por nada. Estas compañeras viajan, migran al norte de mi país, a Trujillo en busca de trabajo, encuentran trabajo; pero son explotadas. Nosotras como FEMUCARINAP en 2007 nos movilizamos en Trujillo, en la provincia de Virú más de 14.000 almas, mujeres en pie de lucha y se logró formar sindicatos, cosa que antes era prohibido. Casi nos cuesta la vida, eso sí; pero defendiendo los derechos. Cada área que tiene la FEMUCARINAP, como las artesanas, es una propuesta. Una vez alguien nos dijo: “ustedes están locas por aglutinar a tanta cantidad de organizaciones, y ¿cómo lo hacen?” Cuando hay principios, cuando hay una visión y una mente, y un

objetivo de la unidad de la propuesta, nadie te tumba. Así mismo es la vida. - ¿Cómo son estas áreas de la organización? - Nosotras tenemos esta estructura. En 2006 se elije la Comisión Organizadora para agarrar la mochila y caminar y bajar y convocar a un congreso. En 2009 se hizo el Congreso Fundacional de la FEMUCARINAP: mil mujeres en la capital, de todo el país. Ahí me eligieron Presidenta de la Federación en Lima, en el local de la CGTP, la Confederación General de Trabajadores del Perú. En el congreso donde se elije la Junta Directiva, cada región tiene su representante de dirigentes nacionales. La que habla es representante de la región Moquegua, la vicepresidenta representa a Junín, y así sucesivamente. Hay la dirigencia nacional, las dirigencias regionales, provinciales, distritales, además tenemos nuestras asambleas. La Asamblea Central es cada fin de año, donde nos reunimos de quinientas a seiscientas mujeres, donde se informa el trabajo que se ha hecho cada año. Los períodos son de cuatro años, el mío inició en 2009 así que me quedan todavía unos años, además estamos formando cuadros. Nuestra organización cuenta con el apoyo de un comité consultivo que son Ong’s amigas y hermanas feministas. Gracias a esas alianzas que hemos tenido con Flora Tristán, Calandria, DEMUS, CEDAL, Fórum Solidaridad Perú, Programa de Democracia y Transformación Global, CEAS, seguimos trabajando, ellas nos dan su ayuda pero nosotras decidimos con nuestro equipo, con técnicos, asumimos y mejoramos, o sea, no se nos impone nada. Siempre hemos luchado fuerte hacia la autonomía de la organización y lo bueno es que estas Ong’s respetan. Ha sido un proceso largo; no ha sido fácil. Son cuatro años de lucha que casi nos cuesta la vida2. Al asumir como presidenta, no era para que yo haga mi maleta y me vaya a mi casa feliz, al lado de mi pareja y mis hijos, sino era decirle a mi pareja que he decidido formar una organización. Tengo horario de salida de mi casa pero no tengo horario de llegada. Salgo un 3 de octubre y regreso un 3 de diciembre, porque hacemos bajadas de base. Punto fundamental de la FEMUCARINAP es no hacer dirigencia nacional desde la capital, sino estar en las asambleas de ellas, en los talleres de ellas; ése es el trabajo que hacemos y hemos empezado a crecer. La FEMUCARINAP no les da plata a sus bases porque nosotros no tenemos plata, tenemos la fuerza y la voluntad de que cada compañera se capacite. Dentro de nuestra propuesta, también está la mirada a la participación política de la mujer, no solamente es política partidaria, sino conocer lo que es el contexto político, económico, social de tu país. No es fácil, tal vez en la ciudad lo es; pero para las mujeres campesinas, las mujeres artesanas que estamos dentro de la FEMUCARINAP no es fácil. Estamos aprendiendo. No es que como campesinas queremos minimizar; pero nuestro ritmo en la chacra es levantarte temprano, cocinar, pastear, sembrar, volver a la casa, cuidar a los hijos y a veces no hay tiempo para prepararse, estamos rompiendo esquemas. El otro tema, es cómo articulamos alianzas, por ejemplo,

2 En referencia a un atentado contra Lourdes Huanca, y a la campaña de amedrentamiento y hostigamiento que la organización ha sufrido. Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   47


con las otras organizaciones que hay en Perú, comedores populares, vasos de leche. Nosotras coordinamos con ellas, porque el tema de la soberanía alimentaria tiene que ver mucho con ello. - Cuando en una organización de mujeres se ofrece solo formación, no es sencillo, muchas veces se cuestiona cómo los encuentros sirven para mejorar la economía familiar. ¿Cómo trabajan ustedes ese tema? - Cuando hacemos los talleres, siempre hacemos una feria solidaria para que ellas vendan sus productos, lleven lo que producen; se hace un intercambio. Nosotras estamos acá en el Quinto Congreso, en la Cuarta Asamblea de las Mujeres, toda la FEMUCARINAP trae sus productos para vender, y así nomás no hacemos encuentro internacional. En el encuentro regional, todas las mujeres de provincia hacemos la feria solidaria y empezamos también a vender los productos. No es fácil llegar a tu casa, y que los hijos al tiro te digan: -¿Me has traído algo? Mamá, ¿me has traído una galleta? A ver, dime….., la mamá va a decir -No, hijito. No ¿verdad? Cuando estábamos en Lima no contábamos con un local hasta hace poquito. Hoy contamos con un local que es alquilado, porque cuando teníamos reuniones, a las que nos invitaban, a los congresos, no teníamos donde dormir. Bueno, visitábamos las amistades y esperábamos a que se haga de noche y les decíamos que como no conocíamos Lima, nos quedábamos a dormir en su mueble, así tanto es la confianza, el querer avanzar, que también sorprendíamos a las amigas y asegurábamos la alimentación y el hospedaje porque no teníamos plata y no podíamos decir - Esposito lindo, dame plata para la organización. No pues. Entonces las mujeres somos tan sabias y tan astutas de ver de qué manera salimos adelante. Eso es lo que hacemos como FEMUCARINAP, estamos creciendo. Nos encontramos hoy 75 mujeres en FEMUCARINAP, llegamos por tierra, nos ha costado una semana de viaje, casi nos detienen en el control del Perú3. La FEMUCARINAP tiene claros los principios políticos e ideológicos. Para mí no hay tibio: bien eres frío o bien eres caliente, porque el agua tibia es fea. No eres ni de izquierda, ni eres de derecha. Eres socialista o ¿qué es lo que eres? - ¿Ustedes se declaran socialistas izquierdistas feministas? ¿Cómo llegan a las compañeras campesinas, así como en la ciudad a las compañeras de los sectores más empobrecidos? ¿Es difícil? ¿Cómo hacen esto? - Creo que principalmente es cuando formas los cuadros, porque ustedes como mujeres feministas tienen que formar cuadros de la mujer campesina. Flora Tristán, CEDAL y todo el equipo que le he mencionado me formaron, me enseñaron y me dijeron –como yo digo y reitero- mis ancestros, mis abuelos me enseñaron a luchar la vida, por la tierra y el territorio; pero mis ancestros no me enseñaron a defender mi territorio, que es mi cuerpo. Entonces, las feministas tienen que entrar por el lado donde a la mujer la tocas. ¿Dónde tocas a la mujer? En el lado del yo como mujer, cómo me quiero, si yo me quiero voy a saber entender a otras mujeres, eso es lo uno. Lo otro es qué hacemos acá. Tenemos a una 3 Frontera peruana de entrada al Ecuador

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compañera de Flora Tristán que nos está ayudando, Martha Rico. Ella duerme con nosotras, come con nosotras, no se va a un hotel.Nosotras le decimos que ellas son parte constitutiva y que necesitamos el apoyo acá en Quito “pero usted va a dormir con nosotras, si usted está para eso perfecto”. Las feministas de a pie que les decimos, donde sea que estés, así sea una casa de agua con pan, y si estás ahí con ellas, eso es algo que las mujeres campesinas valoramos, respetamos. Así como nos enseñan, así como nos protegen, nosotras también protegemos y respaldamos las propuestas feministas como, por ejemplo, el tema del aborto. Lo más duro para la FEMUCARINAP fue entrar a talleres con el tema de la diversidad sexual, las lesbianas y los homosexuales, etc. En las comunidades campesinas es terrible porque una familia que tiene un hijo maricón es apedreada, es expulsada, y si tiene una hija lesbiana, peor todavía. Por eso FEMUCARINAP ha entrado como un gusanito por ahí entre las mujeres, estratégicamente hablándoles, tocándoles: -A ver, compañera, ¿si tu hija fuera lesbiana, la botarías? No, ¿verdad? Entonces no estás sola porque la FEMUCARINAP te respalda. Cuando veas a una compañera campesina, ayúdala y llamen a la FEMUCARINAP para que venga y se va a enfrentar, y no estamos solas porque también nuestras hermanas feministas están con nosotras, así que venimos todo un batallón a esta comunidad y les vamos a enseñar. Son puntos fundamentales… -¿Tú eres una lesbiana?, -Sí, ¿algún problema? -Que eres una machona, -Sí, soy una machona. Por si acaso le digo: -tengo un clítoris de diez centímetros. A ver, ¿qué problema hay? ¿Me entiendes?... Son cosas que cuando una capacita a las mujeres es sin temor, poquito a poquito. Hay que entrar así, a hablar bonito, pero no me fue fácil tampoco porque soy exdirigente de la Confederación Campesina del Perú, donde había puro macho. Había mujercitas contaditas; pero como había puro macho, a mí me decían -No vas a ir donde las feministas que son unas cholas. Los campesinos decían que eran unas cholas, unas borrachas; pero mientras más te están pudriendo, a mí me picaba más la curiosidad. Entonces yo llegaba a la capital… -Regrésate a tu casa, ¿qué haces acá? y yo les decía -Pero si soy dirigente de prensa y comunicación de la CCP. Y no... -Váyase a su casa a atender a su marido… -¡Ah, no me da la gana! Y yo buscaba amigas, a Diana, a Cela Mancilla, María Isabel Sedano, Aída García Naranjo, a Rosa Guillén… Menciono nombres porque es bueno mencionar a feministas que luchan, feministas que no dudaron en decir -A estas mujeres capacitamos. También por eso nosotras sabemos valorar a las feministas. No solo es el tema de las luchas sino cómo una mujer en el campo, el 80% no sabe lo que es el orgasmo, piensan que solo el hombre te tumba al suelo, se sube encima de ti, tienes hijos y se acabó. ¿Me entiendes? Todas esas cositas, hasta las íntimas cosas que hay, enseñamos. Claro yo le decía a mi pareja: -Oye papito, te pones bien o cómo es la cosa. Y mi pareja me decía: -Oye señorita, ¿dónde estás yendo tú?, ¿con quién estás juntándote? o ¿qué está pasando contigo? Avísame si tienes otro, ¿de dónde aprendes? Porque te enseñan y, yo les transmito cosas que a veces es un tabú en las mujeres campesinas.

- ¿Y también en las urbanas? - Es un tabú, pero cuando una empieza a entender más allá, cómo quererte como mujer, cuánto valemos como mujer, no nos minimizamos. Es bien bonito cuando tienes el autoestima bien en alto, no permites que ningún huevón te atropelle tus derechos. ¡Nadie! Cuando alguien me dice: -¿Cómo?, ¿son 75 compañeras las que vienen acá? -Me dicen, sobre todo los varones, - ¡Ah, ¿vas a poder?! Yo soy a veces grosera y digo, -¡Cojudo, qué crees, que las mujeres no podemos! Un año de trabajo, cada organización de mujeres ha hecho su pollada,4 y todo lo que han querido para estar acá y lo logramos. Estamos como la delegación más grande de mujeres y no somos cantidad por cantidad, somos cantidad por calidad. Pregunte usted a cualquier compañera “¿qué es el tema de soberanía alimentaria?” y te lo va a responder. “¿Qué es el tema de los derechos de las mujeres?” y te lo van a responder, porque se ha venido en un proceso y preparando, porque las mujeres necesitamos nuestros espacios. En las organizaciones mixtas no puedes decirles tú lo que tú quieres porque te minimizan; pero en el momento en que estamos todas las mujeres reunidas te sueltas… -Oye, cómo así, ¿has estado bien?, etc., etc. Ese es el trabajo. Y, el otro son los talleres. Cuando estamos en las comunidades con las compañeras, invitamos a los compañeros varones también, y hablamos de todos los temas; pero como estamos comprometidas con las compañeras feministas en temas como el del aborto, el tema de la lucha por respetar los derechos de las mujeres, su sexo es ser o no ser mujer, etcétera, entramos a transar ahí con los compañeros y es una bonita experiencia. Por ejemplo, yo nunca me voy a olvidar de los hombres compañeros campesinos sentados al lado de sus esposas y yo dije que me tocaba hablar a mí de la vida, de lo bonito que es saber gozar de la vida y del amor: ¿Alguien de ustedes sabe qué es gozar del amor? Y se pusieron serios y yo les decía que no se amarguen, que no soy prostituta. No se amarguen porque ahora te pregunto: -¿La quieres a tu esposa? -Sí. -¿Cuándo te has casado? -Uy, hace añazos me he casado. -¿Cuántos años? -50 años. -De los 50 años, ¿le has preguntado a tu esposa si verdaderamente es feliz? -Sí, claro que es feliz, tenemos cinco hijos. -Tener cinco hijos no quiere decir que es feliz. Y ahora a la esposa: -¿Tú lo quieres a tu esposo? ¿Has sentido lo que él te hace el amor? -¿Qué es eso? -Oye, es cuando yo te subo... Se empieza a hablar con confianza, son cosas que uno tiene que aprender. Le decía: -50 años y ¿alguna vez le has dicho “hija te adoro, toma una rosita, un caramelo”. Le pregunto: -¿Has hecho eso?

-No, ¿para qué? -Es que es el amor. Cuando uno se casa tiene que seguir enamorado y enamorado hasta que dure y perdure; pero si solamente te casaste y se acabó el amor, te jodiste. Entonces respondieron que no sabían eso. Al día siguiente llegaron más varones al taller. Cada dirigente enseña de esta manera. Algo que en la vida se me enseñó y siempre agradezco y agradeceremos, es que las mujeres del campo casi no podemos llegar a las universidades por los recursos económicos. Uno es eso y otro es que siempre los padres han dicho que la mujer no debe estudiar, porque el marido la va a mantener y los hombres son los que tienen que estudiar; pero yo tengo la universidad de la vida, que a diario he aprendido y así es como uno aprende en la vida, y la maestría me la han dado las calles en las jornadas de luchas y es saber entender y comprender que las feministas también son nuestras hermanas. - ¿Para usted, cuál es la importancia de estos espacios de encuentro como ahora el congreso y encontrarse con organizaciones? ¿Qué tipo de cosas les aporta? - Como FEMUCARINAP estamos en la Cuarta Asamblea y el Quinto Congreso de la CLOC, estamos demostrando que las mujeres campesinas del Perú también luchamos por una unidad de América Latina y el Continente, porque el despojo de las tierras y este capitalismo neoliberal nos viene matando a todas y si unimos la fuerza, cuando nos sigan matando en el Perú, vamos a tener el respaldo de seguir adelante, de la lucha porque así nos salvó la Vía Campesina – CLOC. Y por si acaso también en lo que es internet, peleándome aprendí porque ni siquiera es que entré en uno de esos centros de estudio, sino que aprendí jodiendo la vida. Solo con aprender a escribir auxilio, nos mata, porque como para el gobierno somos la parte contraria, entonces siempre nos tienen señaladas. Somos las terrucas5, entonces los compañeros respondieron que cualquier cosa que les pase a las compañeras de la FEMUCARINAP, venimos una comisión y lavamos la sangre de nuestras compañeras y eso fue suficiente para salvar la vida. Sacamos fotocopias de ese mensaje que nos respondieron y nos salvó la vida. Uno de los respaldos es eso porque entre Colombia y Perú, dos países que quedan al lado de la derecha, entonces nosotras necesitamos este respaldo. Porque no nos vamos a quedar tranquilas y daremos siempre la vida por las tierras,. Eso es hacer prevalecer y es por eso que también lo mencionamos aquí con ustedes, para que la unidad de las mujeres campesinas sea una.

4 Actividad colectiva para recoger fondos 5 Alusión a terroristas Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   49


fotografías  dana hill

ni una ley más sin nosotras: el poder de la asamblea de mujeres populares y diversas del ecuador dana hill (asamblea de mujeres populares y diversas del ecuador/ casa feminista de rosa)

Ni una ley más sin nosotras”: es el lema de la Asamblea de Mujeres Populares y Diversas del Ecuador (AMPDE) que agrupa organizaciones de diversas mujeres de las clases populares de varias provincias del país. La AMPDE pretende crear un espacio donde nosotras podemos analizar, debatir, proponer y actuar sobre las leyes que está debatiendo la Asamblea Nacional ecuatoriana, y un espacio para articularnos entre nosotras y fortalecer nuestras organizaciones. Todo eso en el marco de defender los derechos de las mujeres e impulsar un “modelo de desarrollo soberano, democrático, justo, redistributivo, plurinacional e intercultural” (AMPDE, 2009). En este artículo analizo las técnicas que usamos las integrantes de la AMPDE como grupo, para luchar por nuestros objetivos frente al Estado y la sociedad ecuatoriana1. Contemplo la creación de símbolos, las estrategias de la organización, así como las tecnologías de auto-transformación y la resistencia a la dominación. Es importante observar como las ciudadanas ejercemos nuestro poder frente a las instituciones del gobierno en un contexto mestizo, un mundo social “mezclado”, construido en base a las culturas indígenas e influido por la sociedad colonial y poscolonial, y los pueblos africanos que fueron traídos al continente para ser esclavizados. En este contexto, los movimientos sociales hemos jugado un papel importante en la construcción de la política y la sociedad ecuatoriana. Nuestra lucha ha sido contra la discriminación y la pobreza que han persistido desde la época colonial. Según el

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sociólogo Carlos de la Torre, la debilidad tradicional del gobierno nacional y la fragmentación de las élites han creado un espacio político para los movimientos populares, que ha dado como resultado histórico que nuestras demandas muchas veces hayan sido recibidas como si se tratase de un diálogo, en lugar de ser reprimido por parte del Estado (De La Torre, 2006: 250 - 251). En este contexto y durante muchos años, las mujeres ecuatorianas de las clases populares han resistido múltiples y simultáneas opresiones, aunque en ocasiones han sido reconocidas por su liderazgo y el activismo. Sin embargo, muchas veces, sus puntos de vista han sido silenciados en los grandes movimientos sociales, pues como la mayoría de las organizaciones están dominadas por los hombres y dentro del movimiento de mujeres reconocido, como tal, se han representado los intereses de las mujeres blancas/mestizas de clase media/alta. La Constitución de Ecuador 2008 En julio de 2008, los ecuatorianos y las ecuatorianas ratificaron una nueva Constitución por medio de referéndum nacional, una constitución que es notable tanto por su contenido como por el proceso por el cual fue escrito. Según los historiadores ecuatorianos Paz y Mino y Pazmiño (2008), la Constitución de 2008 es la primera Constitución construida colectivamente; se creó a través de un proceso en el que los ciudadanos de muchos sectores fueron consultados y activamente expresaron sus posiciones durante un

Mi análisis está basado en “las técnicas de poder” desarrollado por el francés Michel Foucault, un teórico crítico y social e historiador de ideas, que vivió en el siglo veinte. Su escritura nos dejó herramientas para ver, analizar y entender el poder (Foucault, 1993: 203). 2 Foucault define las técnicas de significación como el uso de sistemas de signos para influir a las personas (Foucault 1993:203).

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período de varios meses, con el objetivo de incluir en el documento, los intereses de la mayoría de la población (Paz y Mino y Pazmiño, 2008: 41, también entrevistas). Tanto el proceso como el contenido nacieron de las demandas de los movimientos sociales del Ecuador con largas historias de lucha por el cambio social, especialmente de las luchas anti-neoliberales de los movimientos indígenas, afrodescendientes, ambientalistas, de izquierdas y de las mujeres. Así, varios de los y las representantes de la Asamblea Constituyente que escribieron la Constitución eran asesores cercanos o líderes de estas organizaciones, razón por la cual se lograron incluir las ideas desarrolladas por los movimientos sociales, aunque no sin serias limitaciones. Basta con mencionar que como movimiento de mujeres, no logramos la despenalización del aborto. En las primeras palabras de su primer capítulo, el énfasis de la Constitución en los derechos humanos y el carácter plurinacional e intercultural del Estado es evidente. “El Ecuador es un Estado constitucional de derecho y justicia social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico” (Constitución de la República del Ecuador, 2008). En su totalidad, el documento garantiza varios derechos, incluso los derechos a la soberanía alimentaria, el agua, el trabajo y la vivienda; asegura derechos a la mujer y al medio ambiente, y amplía los derechos comunales reconocidos por la Constitución anterior para los pueblos indígenas, afro ecuatorianos y montubios. Reconoce el derecho al “sumak kawsay”, un concepto Kichwa que significa “buen vivir”, vivir en armonía con la naturaleza y con las demás personas (Constitución de la República del Ecuador, 2008), el que ahora es discutido como una alternativa al modelo de desarrollo neoliberal y occidental. Judith Flores (una de las fundadoras de la AMPDE) señala que debido al nivel de participación ciudadana en la redacción del documento y la intensa publicidad en la época antes que su aprobación, muchos ecuatorianos se volvieron más conscientes de sus derechos garantizados por la Constitución. Ella observa que el resultado es que las y los ecuatorianos están más dispuestos a luchar por defender sus derechos no satisfechos y están más atentos a las leyes elaboradas por la Asamblea Nacional.

la opinión popular o el espíritu de la misma Constitución. Mujeres organizadas, fuera del gobierno, observamos que no se realizaban cambios reales en las relaciones de género y que algunas mujeres que formaban parte del gobierno actuaban subordinando las demandas de las mujeres, a las condiciones de Alianza País, el movimiento político en el poder. Fue en este período de desilusión que mujeres de la Casa Feminista de Rosa de Quito, el Movimiento de Mujeres del Oro, la Coordinadora Cantonal de Mujeres de Cotacachi, y la Red de Mujeres de Chimborazo convocaron una reunión el 8 de marzo de 2009, Día Internacional de la Mujer (Margarita Aguinaga, 2010). Originalmente, el objetivo de esta reunión era discutir la soberanía alimentaria y presionar a la Asamblea Nacional para tomar en cuenta las perspectivas de las mujeres sobre el tema; pero una vez que se reunieron, su presencia se radicalizó, según cuenta Margarita Aguinaga, otra de las fundadoras. A partir de este encuentro, la AMPDE ha evolucionado, convirtiéndose en una asamblea que también funciona como una red que agrupa a organizaciones de mujeres de 17 provincias, con una organización y una estructura que se deriva del objetivo de crearse sin una jerarquía patriarcal. Como Judith Flores sostiene: “Nunca pensamos que íbamos a hacer escuelas de formación y todo. Siempre estuvo esa necesidad presente de juntémonos, juntémonos, juntémonos...”.

La Asamblea de Mujeres Populares y Diversas del Ecuador Las raíces de la AMPDE también se arraigan en los movimientos sociales; sus fundadoras tienen amplias trayectorias en los movimientos de la izquierda, estudiantil, cristiano de base y en el movimiento indígena. El nacimiento de la AMPDE aprovechó la coyuntura abierta por el proceso constitucional. Previo a la Asamblea Constituyente, organizaciones de mujeres en todo el país se reunieron para recoger ideas de sus miembros y otras mujeres en sus localidades. Se encontraron para comparar ideas, elaborar propuestas; muchas viajaron a Montecristi —sitio oficial de reunión de la Asamblea Constituyente- para presentar su agenda y presionar a los representantes. A través de esto proceso, ellas construyeron lazos entre diversos grupos (Entrevistas). No obstante, después de la ratificación de la Constitución, muchas personas nos sentimos desilusionadas con la forma en que la Asamblea Nacional escribía las leyes, sin tener en cuenta

La creación de símbolos Una estrategia para influir en la opinión pública es el uso de sistemas de símbolos y signos2. Las mujeres de la AMPDE somos conscientes de su importancia y los usamos estratégicamente. Al explicar cómo se eligió el nombre del grupo Judith Flores sostiene que, así como la Asamblea Constituyente redactó la Constitución y la Asamblea Nacional escribe las leyes del Ecuador las mujeres organizadas decían: “...claro… tenemos que nombrarnos asambleístas porque queremos construir las leyes… Queremos que escuchen nuestra voz, queremos voz y voto para construir las leyes. Por eso… nos denominamos Asamblea.” Ella continuó: “No somos esta élite de generólogas y de feministas que… siempre hacían el lobby; somos grupos sociales populares…, somos mujeres empobrecidas, entonces tenemos que denominarnos así… Hay una clara condición de clase... También de cómo damos cuenta de esta diversidad

La AMPDE y las teorías del poder y el Estado Mi análisis de la AMPDE y sus técnicas de lucha se basa en una comprensión de la relación entre el Estado y la sociedad civil como un vínculo permeable que “alienta las luchas por representación con el Estado como el lugar de la lucha” (Nelson, 1999: 76, traducción mía). Esto ilustra la naturaleza de las relaciones entre las mujeres organizadas con los representantes de la Asamblea Constituyente y con nuestras colegas contratadas por el Estado. Aunque el énfasis radica en el análisis hecho por las bases sociales y las soluciones encontradas por nosotras mismas, fuera del ámbito del marco institucional y jurídico, el confrontar al Estado es una arena fundamental de lucha para la AMPDE.

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porque nos negábamos a todo este proceso de homogenización… [Por eso nos nombramos Asamblea de Mujeres Populares y Diversas del Ecuador, aunque suene terriblemente largo; pero somos así, así tenía que ser.” Judith también explica la importancia del lugar donde se llevó a cabo la primera Asamblea (de la AMPDE), diciendo: “Tenía que ser el encuentro en la Asamblea Nacional. Entonces, lo hicimos en el salón del ex-senado y decíamos que era muy simbólico, que las compañeras indígenas estuvieran en el senado, con el micrófono para hablar y para votar. Intentamos colocar el tema simbólico. También decíamos que es vital que juguemos con esos procesos”. Las estrategias de organización3 Sentadas alrededor de una sala, en una casa comunal en Cayambe, estuvimos campesinas indígenas y mestizas de la Región Andina, Amazónica y la Costa del Ecuador, conjuntamente con feministas mestizas de Quito, y yo, una estadounidense feminista blanca y urbana, que se vinculó al movimiento a partir de una investigación universitaria y que decidió tomar posición y juntarse a la AMPDE. Nos reunimos en este lugar para debatir la Ley de Igualdad, que pronto sería tratada en la Asamblea Nacional. La risa llenaba la sala mientras discutíamos las desigualdades que persisten en la vida cotidiana de cada una de nosotras, los derechos garantizados por la Constitución para sugerir la redacción de la ley. La experiencia compartida entre las mujeres presentes casi se podía palpar con los dedos. A pesar de las diferencias en edad, ubicación geográfica y origen étnico, todas sabíamos lo que significa ser responsables de todo en el hogar; compartíamos la risa ante las ironías que significan las diferencias entre nuestros supuestos derechos y nuestras realidades. Empezamos a debatir el derecho a jubilarse y el derecho a descansar, cuando una vez aclarado que todo lo que hacemos en el hogar es trabajo, algunas compañeras sugirieron que dentro de la nueva ley, la edad de jubilación para las mujeres que trabajan en casa debía ser de 45 años, pues algunas habían comenzado a trabajar a los 5. El derecho a las vacaciones y lo aparentemente absurdo de ese concepto en nuestras vidas, fue el tema que una anciana indígena que había permanecido en silencio durante toda la mañana empezó a discutir. Esperando una pausa en la conversación, ella dijo: “Tenemos vacaciones cuando damos a luz”. Nos echamos a reír. Alguien más dijo: “ Hacemos bromas acerca de estas cosas; pero son reales”. “¡Sí, son reales!”, la sala respondió en coro. La risa no significaba negar la realidad,

al contrario, la afirmaba evidenciando una comprensión compartida de la situación. Este escenario es un ejemplo de la forma en que desde la AMPDE utilizamos estrategias para producir y transformar. Con frecuencia nuestras reuniones crean espacios para la producción de conocimientos compartidos, a partir de la empatía y la sinergia entre mujeres muy diferentes. De nuestros encuentros recogemos estos conocimientos y los transferimos a espacios habitados por legisladores, así se transforman estos espacios por la inclusión de las voces e ideas de mujeres populares. Algunas de las estrategias de incidencia política conscientemente empleadas por la AMPDE son: la movilización, la participación en foros públicos y debates, así como la repartición masiva de documentos que comunican nuestra posición sobre distintos asuntos. Tan importante como las estrategias de incidencia política, son las prácticas que permiten a las mujeres que vivimos realidades diferentes, unirnos y encontrar una voz común en torno a temas particulares. La AMPDE ha utilizado estrategias de organización que han facilitado la creación de “comunidades imaginadas de mujeres con historias y lugares sociales divergentes”, conectadas por su compromiso político contra la dominación general y sistemática (Mohanty, 2003: 46-47, traducción Dana Hill). En esta comunidad imaginada, aunque hemos rechazado la estructura jerárquica -pues no hay dirigentes, ni junta directiva y las responsabilidades se dividen entre quienes desean hacerlo-, algunas mujeres han asumido roles de coordinación, más frecuentemente que otras. La comunidad imaginada de la AMPDE es pensada como un “espacio”, “un tipo de encuentro entre organizaciones autónomas desde donde establecemos acuerdos con el fin de actuar políticamente”, “un espacio de coordinación espontánea”, “debate”, “un tipo de red de acción”, “ el encuentro humano entre las mujeres, porque es un espacio para compartir experiencias” (Entrevistas). Críticas al machismo, sexismo, neoliberalismo, capitalismo y autoritarismo, forman discursos consistentes en estos espacios para mejorar la calidad de vida de las mujeres. Escuelas de formación y la investigación colaborativa Otra tecnología de lucha utilizada por la AMPDE es la transformación de sí mismas; es decir de nosotras mismas4. Del 2009 hasta la actualidad, la AMPDE ha recibido fondos para hacer escuelas de formación en las cuales hemos participado alrededor de 100

3 Esta idea viene de lo que Foucault llama las técnicas de producción. Las define como las estrategias de producir, manipular y transformar las cosas (Foucault 1993: 203). 4 Foucault nombra esto la tecnologías del yo. Se define como tecnologías que están utilizadas por personas para cambiarse a si mismo o si misma (Foucault 1993: 203).

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mujeres. Estas escuelas ofrecen a las participantes la oportunidad de reflexionar sobre nuestras vidas, las vidas de otras mujeres y el mundo, desde una perspectiva feminista. Muchas integrantes hemos expresado que la participación ha afectado nuestra forma de entender el mundo y nos ha permitido auto-transformarnos. Otro ejemplo de cómo estamos cambiando y transformándonos es por medio de la lectura. Al recibir fondos para llevar a cabo una investigación sobre la soberanía alimentaria en Ecuador, desde la AMPDE, tomamos la decisión de contratar a las mujeres de las organizaciones miembros, formando varios equipos de investigación colaborativa, con mujeres de tres diferentes regiones del país. Lo hicimos para valorar el conocimiento de las mujeres organizadas y dividimos los fondos entre las investigadoras en base al peso de su acceso al trabajo remunerado, un acto político de redistribución y solidaridad. Aunque muchas de las mujeres que participan somos muy activas recogiendo y sistematizando información en las propias comunidades, la oportunidad de escribir y publicar es escasa, sin embargo es importante, pues contribuye a la evolución del concepto de yo. Por supuesto, para algunas mujeres la escritura es complicada y difícil pues pertenecen a clases populares que no habitan espacios de producción intelectual: resulta un acto de verdadera auto-disciplina encontrar el tiempo para desarrollar la lectura y la escritura. Considerando la carga de trabajo que ya llevan, de alguna manera, éste es un acto que también contribuye a cambiar la definición del yo y que presiona la estructura social impregnada en la cotidianidad de las mujeres. La Autonomía En la época neoliberal en que vivimos, donde las organizaciones muchas veces dependen de ONG’s para financiar sus proyectos, a veces resulta que algunas ONG’s intentan influir en los objetivos de las organizaciones; otras veces simplemente es difícil mantenerse fiel a la misión de la organización y no cambiar, según la moda de financiamiento de proyectos5. La AMPDE colabora y recibe fondos de ONG’s que le permiten realizar actividades importantes, lo que no impide que mantengamos nuestra posición crítica frente las fuentes de financiamiento: recibimos fondos, exclusivamente, cuando ello promueve nuestra autonomía. En 2010 tomamos la decisión de rechazar fondos de una ONG internacional que financiaba nuestra Escuela de formación política feminista, pues querían influir en la selección del currículo, los instructores y la ejecución de la escuela. Si bien perdimod a un financista, sostengo

que en la AMPDE ganamos cosas más importantes: la unidad y autonomía. Conclusión: La Asamblea de Mujeres Populares y Diversas del Ecuador proporciona un espacio importante en el movimiento de las mujeres ecuatorianas, donde mujeres diversas podemos encontrarnos, descubrir terrenos comunes y defender nuestros derechos de forma coordinada, a nivel nacional. En este artículo, he tratado de mostrar las técnicas de lucha y tecnologías de transformación del nosotras mismas, que utilizamos para ejercer nuestro poder en una sociedad en la que las mujeres supuestamente tenemos poco acceso al poder. Ojo: ¡Ecuador, ni una ley más sin nosotras! Bibliografía • Aguinaga, Margarita 2010. Entrevista, Quito Ecuador, octubre. • Asamblea de Mujeres Populares y Diversas del Ecuador 2010. Participación y observación en las reuniones, y conversaciones con las participantes. • Asamblea de Mujeres Populares y Diversas del Ecuador 2009. “Quienes Somos” en Asamblea Mujeres Populares y Diversas Ecuador. http://mujerespopularesydiversas.blogspot.com • De la Torre, Carlos. 2006. Populismo, democracia, protestas y crisis políticas recurrentes en Ecuador. Rio de Janeiro, RJ, Brasil: Centro de Estudos, Fundação Konrad Adenauer. • Flores, Judith 2010. Entrevista, Quito Ecuador, octubre. • Foucault, Michel 1993. “About the Beginning of the Hermeneutics of the Self: Two Lectures at Dartmouth,” Political Theory 21 (2): 198-227. • Foucault, Michel 1978. The History of Sexuality, Volume 1: An Introduction. Nueva York: Vintage books. • Larrea, Carlos y Montenegro Torres, Fernando 2005. “Ecuador” en Indigenous Peoples, Poverty and Human Development in Latin America: 1994-2004, Nueva York: Pallgrave-McMillan. • Mohanty, Chandra 2003. Feminism without borders: Decolonizing theory, practicing solidarity. Durham y Londres: Duke University Press. • Paz y Miño, Juan y Pazmiño, Diego 2008. “El proceso constituyente desde una perspectiva histórica” en Análisis: Nueva Constitución. Quito, Ecuador: Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales, La Tendencia. • Nelson, Diane. 1999. A Finger in the Wound: Body Politics in Quincentennial Guatemala, Berkeley, Los Angeles: University of California Press.

5 Foucault habla de las técnicas de dominación, las cuales se definen como aquellas técnicas que dicta el comportamiento de personas, sometiéndolos a fines específicos e imponiendo su voluntad sobre ellos (Foucault, 1993: 203). Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   53


MANIFIESTO DEL MOVIMIENTO DE MUJERES POPULARES Y DIVERSAS asamblea de mujeres populares y diversas del ecuador

N

osotras, las mujeres indígenas, manglareras, campesinas, pescadoras, montubias, afroecuatorianas, mestizas, cholas, del campo y la ciudad, mujeres profesionales, amas de casa, lesbianas, jóvenes, jubiladas, adultas mayores, discapacitadas, unidas en la diversidad, que nos encontramos organizadas en varios grupos, organizaciones y colectivos sociales, mujeres diversas y populares, hemos venido de todos los rincones del país, para hacer presencia y levantar la voz política de la igualdad en medio de las diferencias, la voz política de los sueños y las demandas, una voz unitaria, una voz

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cultural y ancestral, una fuerza política y social que el capitalismo y el patriarcado no ha podido callar, para decir ¡BASTA YA DE DISCRIMINACION Y VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES, PORQUE A UN SIGLO DE LA DECLARACION DEL DIA INTERNACIONAL DE LAS MUJERES, SEGUIMOS LUCHANDO! Porque las 8 décadas del voto de las mujeres, el impacto de la revolución alfarista, los 66 años de La Gloriosa, de la Guerra de la Concha, los avances de la nueva norma constitucional del 2008, la Ley de la Maternidad Gratuita y Atención a la Infancia, la Ley Contra la Violencia Intrafamiliar (103), la Ley

Una economía solidaria para la vida, que rompa las relaciones de explotación donde el centro sea el bienestar de mujeres y hombres, que haga efectiva la redistribución de las riquezas del país, el reconocimiento de la deuda del Estado con las mujeres, que garantice la construcción de una n u eva E c o n o m í a para la Vida y no para el capital, donde la naturaleza no sea contemplada como un objeto de explotación irracional.

Una economía no centrada en las propuestas macroeconómicas, sino en las diversas iniciativas productivas populares y solidarias que han hecho resistencia al modelo neoliberal y capitalista, que ha desarrollado f i n a n z a s solidarias desde las mujeres, sin apoyo del Estado, garantizando los ingresos familiares para la sobrevivencia y sosteniendo gran parte de la economía nacional. Una economía que garantice acceso a los recursos productivos, al trabajo en todas sus formas, incluido el trabajo sexual, al pleno empleo sin discrimen, acceso a la seguridad laboral y el reconocimiento efectivo del trabajo del cuidado de la vida La soberanía de los cuerpos, que ratifica la capacidad de las mujeres a decidir sobre sus opciones de vida, sexualidad, maternidad, opción sexual, participación política. La soberanía alimentaria como un derecho que tenemos a decidir nuestra alimentación, cómo producir, comercializar e intercambiar por fuera de la lógica neoliberal; donde las mujeres hemos sido actoras fundamentales que hemos sostenido la crisis alimentaria, hacedoras y guardianas de los saberes ancestrales de la Pachamama, en la producción, en la defensa del manglar, de la pesca artesanal, en la comercialización alternativa y en la defensa de la cultura alimentaria en todas las regiones del país, recreando una relación de cuidado y en equilibrio con la naturaleza. Una vida sin violencia, explotación, exclusión y opresión sexual, por la que las mujeres hemos luchado y seguiremos luchando permanentemente. Una integración regional basada en el respeto a la autonomía de los pueblos, solidaria y equitativa, que construya una nueva arquitectura financiera y una cultura de paz.

Es urgente caminar hacia un nuevo modelo de desarrollo postextrativista, basado en el cumplimiento de los derechos de la naturaleza y soberanía sobre nuestros recursos naturales. Ratificamos los acuerdos construidos en el Encuentro de los Pueblos por el Cambio Climático y Derechos de la Pachamama, realizado en Bolivia en abril del 2010.

ilustraciones  alejandra santillana

ilustración  lici ramirez

de Cuotas, el ejemplo de mujeres como Manuela Sáenz, Manuela Cañizares, Manuela Espejo, Zoila Ugarte de Landívar, Matilde Hidalgo Navarro, Rosa Vivar, Tránsito Amaguaña, Dolores Cacuango, Nela Martínez, Ángela Márquez, entre otras, que abrieron el camino por los derechos de las mujeres en el país, no han sido suficientes para garantizar la igualdad política, económica, cultural y social de las mujeres en el espacio público y privado; no han sido suficientes para ejercer el derecho al Sumak Kawsay. Porque la historia de este país la hemos construido todas las mujeres. Respetamos y recordamos a quienes han luchado antes que nosotras, por ellas hoy tenemos la certeza de lo que queremos y de lo que no vamos a seguir permitiendo. La resistencia feminista popular que nos convoca y nos unifica, ha sido soñada y construida por muchas manos, por muchas voces que se silenciaron o se han invisibilizado y por otras que se fueron antes de tiempo. Esta resistencia feminista es una apuesta política ante el país; tiene como responsabilidad mantener la autonomía y la independencia del movimiento, la generación de alianzas con otras y otros en condiciones de respeto e igualdad. La multiplicidad de experiencias que nos atraviesan y nos recrean, son la garantía de lo que hoy planteamos. Nosotras, las mujeres diversas y populares, manifestamos: LA RESISTENCIA FEMINISTA Y POPULAR avanza con una agenda concertada, una agenda para la vida, con una agenda para las mujeres y los hombres que luchan por la equidad y la justicia social. Por ello decimos y demandamos:

Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   55


A

houria bouteldja madrid, 22 de octubre de 2010

56  Flor del Guanto #4

fotografías  shirin neshat

las mujeres blancas y el privilegio de la solidaridad

nte todo, debo agradecer a la Junta Islámica Catalana por haber organizado este coloquio, que nos oxigena, en el marco de una Europa que se repliega sobre ella misma, que se agita en medio de debates xenofóbicos y que tiende a rechazar cada vez más la alteridad. Espero que una iniciativa así tenga lugar en Francia y antes de entrar de lleno en el tema, permítanme presentarme, pues la palabra debe estar siempre situada en su contexto. Vivo en Francia, soy hija de emigrantes argelinos. Mi padre era obrero y mi madre trabajadora del hogar. No intervengo en calidad de socióloga, investigadora o teóloga. En otras palabras, no soy una experta. Soy una militante y me expreso a través de mi experiencia militante, política y agregaría que se trata de una experiencia sensible. Hago todas estas precisiones, porque deseo que mi intervención sea lo más honesta posible. Y, hablando con toda sinceridad, no he reflexionado hasta hoy en día, sobre el cuadro problemático que implica el tema del feminismo islámico. Entonces, ¿por qué participar en este coloquio? Cuando se me invitó, dije claramente que yo no tenía ninguna competencia para hablar sobre el feminismo islámico; pero que podía intervenir tratando la noción de feminismo descolonial, una reflexión que desde mi punto de vista debe estar integrada, en general, a la del feminismo islámico. Por ello, propongo un cierto número de preguntas que podrían ser útiles para nuestra reflexión colectiva. ¿Es el feminismo universal? ¿Cuál es la relación entre los feminismos blanco/occidentales y los feminismos del tercer mundo, entre ellos los del mundo islámico? ¿Es el feminismo compatible con el Islam? Si es así, ¿cómo legitimarlo y cuáles serían finalmente sus prioridades? Primera pregunta: ¿Es el feminismo universal? Para mí, ésta es la pregunta de todas las preguntas: ¿Cuándo hay un trabajo descolonial y cuándo se quiere descolonializar el feminismo? Esta interrogante es esencial, no tanto por su respuesta, sino porque nos obliga a quienes vivimos en Occidente, a tomar precauciones necesarias cuando nos confrontamos a sociedades de Otros… Tomemos el ejemplo de las llamadas sociedades occidentales, que han asistido a la emergencia de movimientos feministas y que han sido influenciadas por ellos. Las mujeres que han luchado contra el patriarcado y por una igual dignidad entre hombres y mujeres, han obtenido derechos y han hecho progresar la condición de las mujeres, de las cuales yo misma soy beneficiaria. Comparemos la situación de estas mujeres, es decir nosotras, con las de las llamadas sociedades primitivas de la Amazonía, por ejemplo. Existen aquí y allá sociedades alcanzadas por la influencia occidental. Preciso aquí, entre paréntesis, que yo no considero que ninguna sociedad sea primitiva. Pienso que hay diversos espacios/tiempos en nuestro planeta, diferentes

temporalidades, y que ninguna civilización está por delante o por detrás de otras, que yo no me sitúo en la escala de progreso y que no considero tampoco el progreso como un fin en sí mismo o como un horizonte político. Para decirlo de otra manera yo no considero necesariamente el progreso como progreso sino, a veces y a menudo, como una regresión. Y pienso que la cuestión descolonial se aplica igualmente a nuestra percepción del tiempo. Cierro el paréntesis. Para retomar el tema, si se toma el criterio del simple «bienestar», ¿quién de esta sala puede afirmar que las mujeres de estas sociedades (que no conocen el feminismo tal y como es concebido por nosotras) son más desgraciadas que las mujeres europeas, quienes no solamente han participado en las luchas, sino que han beneficiado a sus sociedades con sus inestimables logros. Por mi parte, yo soy incapaz de responder a esta interrogante y dichoso el que, o la que, pueda hacerlo. Pero una vez más, la respuesta no es tan importante. Es la pregunta la que lo es. Porque ella nos obliga a una mayor humildad y detiene nuestras tendencias imperialistas y nuestros reflejos automáticos de injerencia. Nos obliga a no considerar nuestras normas como universales y a no calcar nuestra realidad sobre la de otras. En resumen, nos obliga a situarnos en nuestra particularidad. Habiendo abordado claramente este tema, me siento más libre para formular la segunda pregunta relativa a las relaciones entre los feminismos occidentales y los del tercer mundo. Éstas son forzosamente complejas ; pero una de sus dimensiones es la dominación norte-sur. Una aproximación descolonial debe cuestionar esta relación y buscar invertirla. Un ejemplo: en el 2007, las mujeres del Movimiento Los Indígenas de la República, participaron en la marcha anual del 8 de Marzo consagrada a la lucha de las mujeres. En este período, la campaña estadounidense contra Irán había empezado. Decidimos entonces desfilar detrás de una banderola cuya palabra de orden era “No Feminismo sin Anti-imperialismo”. Llevábamos todas kefias palestinas y difundíamos documentos de solidaridad con tres mujeres iraquíes de la resistencia, que habían sido tomadas prisioneras por los americanos. A la llegada, las organizadoras del cortejo oficial comenzaron a proclamar eslóganes de solidaridad con las mujeres iraníes. Estas palabras de orden, en plena ofensiva ideológica contra Irán, nos consternaron profundamente. ¿Por qué las iraníes o las argelinas y no las palestinas o las iraquíes? ¿Por qué esta elección selectiva? Para contrapesar estos eslóganes, por nuestra parte decidimos expresar nuestra solidaridad no hacia las mujeres del tercer mundo, sino hacia las mujeres occidentales. Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   57


Así, comenzamos a gritar: ¡Solidaridad con las suecas! ¡Solidaridad con las italianas! ¡Solidaridad con las alemanas! ¡Solidaridad con las inglesas! ¡Solidaridad con las francesas! ¡Solidaridad con las norteamericanas! Lo cual significaba: ¿Por qué solamente ustedes, mujeres blancas, tienen el privilegio de la solidaridad? Ustedes también son golpeadas, violadas, ustedes también sufren la violencias masculinas, ustedes también son mal pagadas, despreciadas, sus cuerpos también son instrumentalizados… Les puedo decir que nos miraron como si fuéramos unas extraterrestres. Lo que decíamos les parecía surrealista, inconcebible. Era la cuarta dimensión. No era tanto el hecho de recordarles su condición de mujeres en Occidente lo que les chocaba. Era el hecho que las africanas y las árabe-musulmanas se autorizaban a invertir simbólicamente una relación de dominación, y se erigían como las madrinas protectoras. En otros términos, con esta pirueta retórica, se les demostraba que ellas tenían en los hechos, un estatus superior al nuestro. Viendo sus reacciones de incredulidad, comenzamos a reír… 58  Flor del Guanto #4

Otro ejemplo: una amiga me comentaba a su vuelta de un viaje de solidaridad con Palestina, cómo las mujeres francesas abordaban a las palestinas, preguntándoles si ellas utilizaban métodos de anticoncepción para controlar sus embarazos. Según mi amiga, las palestinas no concebían que siquiera se pueda formular este tipo de preguntas, siendo tan importante en Palestina el tema demográfico. Sus perspectivas son completamente diferentes. Para muchas mujeres palestinas, tener hijos es un acto de resistencia frente a la limpieza étnica israelí. He ahí, dos ejemplos para ilustrar lo que es nuestra condición de mujeres racializadas, comprender sus temáticas y afrontar un camino para combatir el feminismo colonial y eurocéntrico. En el camino de esta pregunta: ¿Es el Islam compatible con el feminismo? Esta pregunta es una mera provocación de mi parte. Yo no la tolero. Si yo la hago, es porque me pongo en la piel de un periodista francés que cree formular una pregunta sumamente pertinente. Por mi parte, me rehúso a responderla, por principio. Por un lado, porque parte de una posición arrogante. La/el representante de una civilización «X» emplaza a la/el representante de una civilización «Y» de probar algo. A «Y» se le coloca así en el banquillo de los acusados y debe proporcionar las pruebas de su «modernidad», justificarse para gustar a «X». Por otro lado, porque la respuesta no es simple, cuando se sabe que el mundo islámico no es monolítico. El debate puede así eternizarse hasta el infinito y es justamente lo que pasa cuando se comete el error de responder. En cuanto a mí, yo corto el debate, proponiendo la siguiente pregunta a «X»: ¿Es la República francesa compatible con el feminismo? Les puedo asegurar una cosa: la victoria ideológica está al final de esta pregunta. En Francia, muere una mujer cada tres días por violencia conyugal. Se estima en 48.000 el número de violaciones al año. Las mujeres son mal pagadas. Las jubilaciones de las mujeres son inmensamente inferiores a las de los hombres. El poder político, económico, simbólico sigue estando en manos de los hombres. Es cierto que desde los años 60-70 los hombres participan más en las labores del hogar: ¡estadísticamente, 3 minutos más en 30 años! Entonces, retomo mi pregunta: ¿Hay compatibilidad entre la República francesa y el feminismo? Estaríamos tentados a responder que no. De hecho, la respuesta no es ni sí, ni no. Son las mujeres francesas las que han liberado a las mujeres francesas y es gracias a ellas, que la república es menos machista que lo que era antes. Lo mismo es válido para los países árabe musulmanes, asiáticos o africanos. Ni más ni menos. Sin embargo, con un desafío adicional: consolidar la dimensión descolonial, la crítica de la modernidad y del eurocentrismo, en el combate de las mujeres. ¿Y cómo legitimar el feminismo islámico? Por mi parte, éste se legitima a priori y no a posteriori. No existe un examen de feminismo. El simple hecho de que las mujeres musulmanas se levanten para reivindicar su derecho y dignidad basta para un pleno reconocimiento. Y yo sé, por mi conocimiento íntimo de las mujeres del Magreb o de la inmigración, que «la mujer

sumisa» no existe. Fue inventada. Conozco a mujeres dominadas; sumisas, ¡muchas menos! Quisiera terminar hablando de lo que deberían ser para mí las prioridades del feminismo descolonial. Ustedes han oído hablar de Amina Wadud y de su compromiso en la elaboración de un feminismo islámico. Ella se volvió célebre el día que dirigió la oración, un rol que es por tradición, realizado por los hombres. En términos absolutos, fuera de contexto, diría que aparentemente se podría pensar que se trata de un acto revolucionario. Ahora bien, en el contexto internacional desde la revolución islámica iraní y sobre todo desde el 11 de setiembre (islamofobia, instar al Islam a «ponerse al día», inducción de modernización,…) es un mensaje mucho más ambiguo el que se difunde con este acto. ¿Responde a una reivindicación fuerte, urgente, a una espera fundamental de las mujeres de la Oumma? ¿O bien a una espera del mundo blanco? Permítanme inclinarme por la segunda hipótesis. No es que no se encuentren mujeres que crean injusto el que tan solo los hombres puedan dirigir la oración, sino que las prioridades y las urgencias de las mujeres están fuera de ello. ¿Qué quieren las afganas, las iraquíes o las palestinas? La paz, el fin de la guerra y de la ocupación, la reconstrucción de sus infraestructuras, marcos legales que aseguren su protección y sus derechos, dar de comer y beber para calmar el hambre,

alimentación y educación para sus hijos en buenas condiciones. ¿Qué quieren las mujeres musulmanas de Europa, sobre todo las emigrantes, que viven en su mayor parte en barrios populares? Quieren trabajo, vivienda, derechos que las protejan contra las violencias del Estado y contra las violencias masculinas. Ellas exigen el respeto por su religión y su cultura. ¿Por qué todas estas reivindicaciones son eliminadas y por qué el acto de dirigir la oración es híperpublicitado mundialmente, mientras que el cristianismo y el judaísmo no se caracterizan precisamente por su defensa irrestricta de la igualdad de los sexos? Para terminar con este ejemplo, pienso que el acto de Amina Wadud es todo lo contrario de lo que pretende ser. En los hechos e independientemente de la voluntad de esta teóloga, es para mí un acto contraproducente. Este no podrá asumir su carácter feminista, sino cuando el Islam sea tratado de manera igualitaria y cuando la reivindicación por dirigir la oración surja de manera real de las propias mujeres musulmanas. Es tiempo de ver a los musulmanes y musulmanas como ellos son y no como desearíamos que fueran. Concluyo acá, esperando haber trazado algunas pistas para un verdadero feminismo descolonial al servicio de las mujeres, de todas las mujeres que juzguen que se encuentra ahí el camino de su emancipación.

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la misoginia que sostiene la política del estado en el ecuador: el golpe del 30 de septiembre

Quito, 1 de octubre de 2010

Pedí una pistola para defenderme”, se titula la entrevista a Rafael Correa, Presidente del Ecuador, hecha por Ignacio Ramonet para Le Monde Diplomatique, periódico de izquierda europeo1, en donde hace referencia a la necesidad de defenderse, frente a la violencia con que los policías amotinados lo recibieron en el Regimiento Quito, la mañana del 30 de septiembre pasado, donde quedó aislado hasta el anochecer, cuando fuerzas militares y policiales especializadas emprendieron un operativo de rescate exitoso. Algunos decían alarmados, por la falta de control sobre la situación que mostró el Presidente: primero se metió en la boca del lobo y después gritaba descontrolado “¡Señores, si quieren matar al Presidente aquí está, mátenlo pues si les da la gana, mátenlo si tienen poder, mátenlo si tienen valor!”2, arrancándose la corbata, descubriéndose el pecho para recibir las balas ofensivas. ¡Imagínese, intentaron matar al presidente!, repetía alarmado Rafael Correa, una vez que se hizo público el contenido de los intercambios de elementos de la Policía Nacional a través de la radio patrulla aquel día por la tarde3. A nosotras lo que nos alarmó es cómo aquel día se hizo explícito el profundo desprecio y el odio hacia las mujeres que sostiene el sentido común y la violencia con que los hombres, grandes y pequeños, vienen gobernando el mundo. A medida que avanzaba la tarde de aquel 30 de septiembre, la situación para los elementos de la Policía Nacional amotinados, iba siendo cada vez más desesperada: fuerzas especiales de la Policía (del Grupo de Intervención y Rescate, GIR) y militares, que no habían plegado al paro de actividades, iniciaban un operativo de rescate del Presidente que resolvería la situación entre fuerzas armadas, por la violencia armada. A través de la radio patrulla, los amotinados trataban de coordinar acciones sin demasiado éxito, hablaban angustiados entre si con la certeza de que el momento definitivo estaba llegando, de que se estaban jugando demasiado, al punto de que matar al Presidente aparecía como una alternativa desesperada. Angustiados, maldecían a los sectores de las fuerzas armadas que, según ellos, traicionaron el paro de actividades, una y mil veces “¡hijos de puta!”4, de mujer que no pertenece a un solo varón, aquella sobre la que cualquier hombre tira sin ningún sentido del amor, “¡longo hijo de puta!”. Los amotinados despotricaban contra aquellos “traidores”, una y mil veces: “¡mama vergas!”, que arrodillados como mujerzuelas chupan dócilmente el miembro duro que distingue a los varones, el miembro dador de placer orgánico a la posesión efectiva de otro cuerpo, femenino por definición, que se entrega voluntariamente o es forzado, “¡maricones!”. ¿Qué es la virilidad para el hombre del común, sino la calidad de varón, de ser capaz 1 2 3 4

de poseer a otro, de obligarle a la docilidad, ejercicio históricamente repetido sobre las más diversas mujeres? De pronto, alguien no identificado entró en la frecuencia y criticó lo que a su juicio eran reclamos injustos al Gobierno Nacional. “Muy bien sabes que yo le culeo a la puta de tu mujer”, le respondió uno de los amotinados, entre otras agresiones similares por parte de otros, haciendo nuevamente explícito lo que decimos: para los varones del común sigue siendo fundamental poseer a una mujer que se entrega voluntariamente, y humillante hasta el infinito que otro la posea. La relación de posesión con las mujeres todavía define la identidad masculina. “La Policía les da de comer a tu mamá, a la puta de tu mujer y a tus hijos.” “La puta de tu mami te ha hecho cobarde, hijo de puta”, le dedicó uno a cualquiera del GIR. Para cualquier varón del común, el vínculo amoroso con la madre debilita al niño, avergüenza al varón; haber sido amado entorpece la capacidad del adulto de ejercer y resistir la violencia que, en última instancia, define los gobiernos desde los pequeños hogares hasta las grandes naciones. Los que “tienen miedo, son amamantados”, porque tanto el reconocimiento del miedo como el disfrute del amor son actos de afirmación de la propia vulnerabilidad humana, cuya primera fuente de aprendizaje es la relación amorosa con la madre. Eso no quiere decir que las madres patriarcales no sacrifiquen a sus hijos e hijas al gobierno de los hombres adultos, sino que el sentido común reconoce el amor materno como amor entrañable, y en lugar de valorarlo como principio de las relaciones sociales basadas en la ayuda mutua, lo desprecia porque debilita. Si no estás dispuesto al recurso a la violencia en última instancia, “anda tira con tu madre, la puta de tu madre”. Pocas veces como en situaciones de angustia, la gente habla sin reprimirse por cuestiones de corrección social o sometimiento a la autoridad respectiva, por eso la memoria de aquel 30 de septiembre que nos ofrece la radio patrulla está literalmente plagada de alegatos contra nosotras, plagada al punto de que prácticamente no se habla de otra cosa que de putas, esposas y madres, tal como ellos las consideran para saberse varones. Sin duda, en la dominación histórica de las mujeres reposa la sociedad contemporánea. Aquel 30 de septiembre nos puso ante una falsa alternativa: gobiernistas y golpistas. En realidad ambos comparten el mismo sentido común masculino que se levanta sobre el desprecio y el odio contra nosotras, sentimientos que fundan esta sociedad organizada por la violencia y la violencia armada en última instancia, sino ¿por qué ambos bandos reconocen la necesidad de que existan las fuerzas armadas?

Texto disponible en: http://www.mondiplo.com/isum/Main Vídeo disponible en: http://www.youtube.com/watch?v=kw9pQTeJCR8 Audio sobre el que reflexiona este escrito, disponible en: http://andes.info.ec/portada/registro-de-comunicaciones-de-la-central-radio-patrulla-deja-enevidencia-intencion-de-asesinar-al-presidente-correa-32241.html Los textos entre comillas son fragmentos textuales del audio al que nos referimos en la nota anterior.

60  Flor del Guanto #4

casa feminista de rosa ilustración  angie vanessita

andrea aguirre salas mujeres de frente

apuntes feministas sobre el 8 de marzo, los pies ligeros que sostienen la vida

C

ada Ocho de Marzo, recordando a las textileras de Nueva York que en 1857 lucharon por el respeto y la dignidad al exigir el reconocimiento de sus derechos laborales, las mujeres del mundo caminamos por calles, plazas, comunidades con nuestra identidad como mujeres trabajadoras y de izquierda. Desde el Ecuador, denunciamos el anclaje de la opresión sexual y el patriarcado con el capitalismo como un problema central de este sistema. Cada año en nuestro país, las mujeres decimos “¡basta!”; declaramos “¡aquí estamos, organizadas!”; defendemos que “¡sin nosotras otro mundo NO es posible!”. Cada año éste es un sentido común, compartido, a pesar de las muchas diferencias entre nosotras. Cada año menos éste. Este Ocho de Marzo, la tensión, la molestia, la contradicción, la confusión, la perplejidad, el malestar se hicieron presentes. Meses antes se anunció la marcha plurinacional por el agua, la dignidad y la vida Desde pueblos y comunidades de todo el país, miles de indígenas y campesinos, hombres y mujeres, llegaron a Quito para abrir un diálogo público con los gobernantes. El propósito fue debatir acerca de la forma en que el gobierno planifica el desarrollo del país, cuestionar la explotación y extracción de la naturaleza, sus efectos violentos sobre los más pobres. Muchas otras personas nos sumamos en el camino para protestar contra la auto-nombrada “revolución ciudadana”, contra su política vertical, su imposibilidad de escuchar con atención los criterios de las organizaciones indígenas, populares y de mujeres. No buscábamos una dádiva complaciente frente a nuestras necesidades más urgentes; la reivindicación iba más allá, buscábamos el reconocimiento como pares políticos inteligentes. Éste era un desafío histórico ante la fractura social hecha de racismo y misoginia, sobre la cual se levanta la patria. Si bien los propósitos de justicia social y respeto de la naturaleza son fundamentales y estamos comprometidas con ellos, de alguna manera, las decisiones tomadas sobre la convocatoria repetían con nosotras –las mujeres- lo que el gobierno hace con las organizaciones sociales. A los varones convocantes, dirigentes de esta izquierda crítica al desarrollismo, “se les pasó” que la fecha escogida para el inicio de la justa marcha era, precisamente, el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras. Es decir, mediante un sólo gesto de superioridad política masculina borraron la importancia histórica de nuestras luchas. Una vez más, el gesto patriarcal del gobierno Frente al anuncio de movilización de las organizaciones sociales y como es de su costumbre, el presidente convocó a “una vigilia por la democracia” y a una conmemoración del Día Internacional

de las Mujeres. Por supuesto, antes recalcó el “cumplimiento” y los “avances” de su gobierno para resolver las desigualdades y las inequidades de género. Contradicciones profundas se evidencian en sus argumentos. Por un lado, se dice que las mujeres estamos en camino al “buen vivir”, entre otras cosas porque se nos da un bono de treinta dólares para que, como buenas pobres, lo redistribuyamos. El gobierno dice trabajar por nosotras, como asunto prioritario, mientras desmantela las instituciones del Estado que el movimiento de mujeres levantó para vigilar el respeto de nuestros derechos. Al mismo tiempo desconoce nuestra capacidad de elegir y decidir por nosotras mismas en aspectos importantes para nuestras vidas como la interrupción de una maternidad no deseada. No despenaliza el aborto. No reconoce nuestra soberanía como sujetos, capaces de tomar decisiones sobre el Estado y la política pública, ni sobre nuestros cuerpos. El gobierno manipuló el Ocho de Marzo a su favor. Aquel día, Quito se llenó de hombres y mujeres traídas en buses contratados. Asambleístas y ministras aplaudían su astucia. El mes completo se pintó de contra-marchas correistas y discursos beligerantes sobre la fuerza del gobierno demostrada en la cantidad de gente que puso en las calles a través de fondos públicos. Una vez más, el gobierno buscaba demostrar ser el más fuerte, el mejor, y como gran patriarca “popular”, tener la razón. Ésta vez, la lucha histórica de las mujeres servía para engrandecer la figura del presidente, su retórica nacional liberal y su prédica aleccionadora. Perplejas presenciábamos los actos de apropiación de nuestras luchas, los intentos de aligerar nuestra radicalidad y crear rupturas entre nosotras. Una vez más el gesto patriarcal nos daba un vuelco. Y ¿el significado histórico del Día Internacional de las Mujeres?, ¿lo perdimos?, ¿nos lo robaron? El nuestro es un malestar frente a una historia que no debió ser. En este complejo contexto, nos afirmamos contra la intención del gobierno de dividirnos, nos rehusamos a esa impronta patriarcal que pone a las mujeres a competir por el reconocimiento y la legitimidad del poder masculino. Al mismo tiempo, rechazamos la “ingenuidad” política con la que nuestros compañeros omiten nuestras luchas. Somos las andantes, nuestros pies ligeros sostienen la vida A pesar de nuestros malestares, nosotras asumimos nuestra relevancia histórica en primera persona. Las andantes de la marcha por el agua y por la vida son aquellas mujeres que saben de la contaminación, la enfermedad, el despojo de tierras y el desplazamiento, porque las han sufrido en carne propia. Somos también las mujeres que desde diversas historias y lugares hemos formado una identidad urbana; las que somos nietas, hijas, hermanas, compañeras de las primeras. Ellas y nosotras tenemos Resistencias ecofeministas: naturaleza, comunidad y amor   61


En el cuerpo-mujer de cada una y de todas se tejen las resistencias Cuando hace cinco años la demanda de la Asamblea Constituyente nos convocó para pensar un país distinto, nuestra apuesta fue por la transformación del estado como relación social e histórica, por un cambio del modelo productivo de desarrollo. También, y con la misma 62  Flor del Guanto #4

urgencia, apostamos a una vida libre de violencias y opresión sexual. Es desde la conjunción entre la política y la ética que cuestionamos el patriarcado presente en el gobierno, en los partidos políticos, en las organizaciones sociales, en los trabajos, en la casa, en la cama… Sabemos que la vida está en juego, que la miserabilización de las condiciones de vida profundiza la violencia contra nosotras, que la dinámica en las ciudades nos empuja hacia sus márgenes. En el campo y la ciudad asesinan a nuestras hermanas. Sus cuerpos son golpeados en actos de impotencia y apropiación masculina: “por amor”, dicen. ¿Será todo esto una suma de anécdotas inconexas? No. Esta miseria tiene rostro. Crece en aquéllos que aprenden muy tempranamente a despreciar la vida de sus “inferiores”; en los que bajo el membrete de “progresistas”, “humanistas”, “compañeros”, “aliados”, levantan su poder pisoteando sutil o brutalmente la valía de las mujeres, minimizándonos para construir su “sensatez” y “claridad”. A partir de esta ilusoria capacidad, “exclusiva” de su sexo, se presentan como los únicos entendedores de la trascendencia de los asuntos políticos “realmente importantes” y las estrategias “correctas” para alcanzarlos. Nuestra apuesta es y sigue siendo la política encarnada, desde la vida cotidiana hasta las grandes estructuras. Por eso enfrentamos este modelo patriarcal y poscolonial que se sostiene en la subordinación de las mujeres, fundamentalmente, indígenas, campesinas y de sectores populares. La conciencia nos nace en el cuerpo-mujer de cada una y de todas, teje resistencias del modo que puede, siempre, ahí donde la vida se reclame necesaria. Es desde esta dimensión, desde la interpelación de “las andantes”, que la alianza entre nosotras, mujeres del campo y de la ciudad, se vuelve indispensable para cada una. Nosotras somos las andantes por el agua, por la tierra, por la vida, caminamos junto a nuestros compañeros y compañeras de forma comprometida. No queremos una participación subordinada, como concesión benévola de los patriarcas. Nos rehusamos al dilema de sumarnos a la lucha popular silenciando nuestras propias reivindicaciones. Exigimos reconocimiento político. Ésta es una necesidad ineludible para un Estado y una sociedad plurinacionales que posibilite la justicia para las mujeres en todas las esferas de la vida. ¡He aquí nuestro horizonte político! A las mujeres, un llamado a la unidad. Necesitamos compromisos libertarios, no vulnerados por nuestra fidelidad a los liderazgos patriarcales. Aquel Ocho de Marzo de 1857 no está demasiado lejos, pues la vida de cada mujer, de todas, depende de una lucha conjunta ¡ahora!

AGRADECIMIENTOS: La continuidad de esta revista ha sido posible gracias a muchas mujeres que desde la autogestión colectiva y la cooperación solidaria permiten la construcción de formas de vida feministas populares y diversas. En el encuentro de los distintos saberes y sensibilidades seguimos dando paso a uno de los caminos que como Casa Feminista de Rosa nos planteamos hace varios años, construir espacios de confluencia feminista y transformadora a través de la palabra y el arte reflejados en este y cada número de la revista Flor del Guanto. La presencia de las compañeras y las organizaciones afines dentro y fuera del país ha sido fundamental para la creación y selección de cada texto, espacios de inspiración para seguir creyendo en otro mundo, que supere el patriarcado capitalista, racista y extractivista desde la construcción comunitaria, solidaria, comprometida y crítica. Agradecemos de manera especial a todas las mujeres que forman parte de la Asamblea de Mujeres Populares y Diversas del Ecuador y de la Escuela Mujeres de Frente, por acompañarnos en la reflexión crítica y sensible que da sentido a los quehaceres cotidianos de nuestra política feminista. Finalmente, agradecemos al Instituto de Estudios Ecuatorianos por la confianza con la que respaldó la creación de este número. Una especial dedicación a la Pachamama, sin ella no sería posible la realización de esta revista y de todas las labores que hacemos en este transitar. Coordinación general: Lisset Coba Mejía, Gabriela Ruales Jurado, Nancy Carrión Sarzosa, Judith Flores Chamba, Lucy Santacruz Benavides, Andrea Aguirre Salas (Casa Feminista de Rosa). Consejo editorial: Lisset Coba Mejía, Nancy Carrión Sarzosa, Gabriela Ruales Jurado, Lucy Santacruz Benavides, María Isabel Altamirano, Judith Flores Chamba, Andrea Aguirre Salas, Dana Hill (Casa Feminista de Rosa) Coordinación de diseño y arte: Alejandra Santillana Ortiz Diseño: Angie Vanessita Colaboraron con nosotras: David Mejía, Alejandra Santillana y Angie Vanessita con las ilustraciones; Lici Ramírez y Claudia Denegri Davies, artistas que forman parte de colectivos peruanos, con sus representaciones pictóricas; Catalina Campos, artista boliviana, con sus pinturas; Milagro Quiroa, artista guatemalteca, con la ilustración del afiche central; nuestra compañera Dana Hill con la fotografía; Angie Vanessita con la portada y contraportada; Angus Lyall con la revisión de las traducciones. Impresión: Colectivo Comuna Hormiga contacto: +593 (0) 96 001 997, +593 (0) 96 333 376 Se permite la copia parcial o total, en papel o en formato digital del contenido de este trabajo siempre que se cite la fuente y se use sin fines comerciales.

Organizaciones amigas

Ilustraciones  Lici Ramirez

experiencias de largo aliento como mujeres organizadas, junto al movimiento indígena, de trabajadores, de jóvenes, de ecologistas. Les recordamos que no somos nuevas en el proceso. Hemos estado movilizadas de manera permanente, presentes en cada una de las luchas, buscando transformar este orden de herencia aún colonial. Desde todas las provincias del país, por calles y chaquiñanes, caminamos con nuestros wawas, nuestras ollas y nuestro paso firme; levantamos nuestras voces contra los proyectos de desarrollismo apoteósico que conspiran contra la soberanía agrícola para la producción de alimentos; denunciamos la criminalización, persecución y judicialización de defensores y defensoras de la naturaleza. Caminamos porque somos nosotras quienes resistimos los avances de la frontera petrolera, las incursiones de la minería a gran escala, el despojo de tierras por las agroindustrias que se instalan en el campo con estrategias paramilitares y la anuencia del Estado. Caminamos porque es a nosotras a quienes nos toca asumir las tareas de cuidado en circunstancias de contaminación, envenenamiento de aguas y tierras, enfermedad, d e s p l a z a m i e n to p o r l o s m o n o c u l t i vo s t ó x i c o s , y precariedad en el acceso a servicios de primera necesidad y a derechos fundamentales. Caminamos porque es el trabajo de nuestros cuerpos el que carga el peso global del desacierto ecológico, bajo el cual resulta más difícil, más arriesgado, más incierto y, sin embargo, más urgente sostener la vida. Sin nuestras inteligencias, nuestras ganas, nuestro compromiso, nuestra alegría, nuestro alimento, nuestros pies ligeros, los catorce días de movilización hasta llegar a Quito no habrían podido sostenerse. En realidad, el ejercicio debería iniciar por cuestionar el machismo casa adentro. La izquierda debe dar cuenta de sus propias contradicciones, del cómo se reproducen las desigualdades entre los sexos al interior de las organizaciones sociales. La práctica política debería confrontar su posición conservadora, su doble discurso, sus moralismos, su ausencia, su falta de acompañamiento frente a nuestras reivindicaciones, nuestras vidas. Una izquierda patriarcal es algo que nosotras no estamos dispuestas a admitir.

Auspicia



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