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QUIERE QUE LE PAGUEN Al Rey Del Ca$h...
Le llegó una demanda al periodista Carlos Loret de Mola que puso en su contra Pío López Obrador: quiere que le pague una indemnización por haber presentado los videos en los que aparece recibiendo cash ilegalmente. Un descaro. Por lo que se sabe hasta ahora son 350 hojas donde, el hermano del Presidente de México, le acusa de difundir los videos “de manera descontextualizada y con el fin de dañar su imagen” en su programa de Latinus en agosto de 2020. Ya envalentonado, exige seis cosas: la declaratoria judicial de que incurrí en un hecho ilícito, la declaración de que se le causó un daño moral, el pago de una indemnización, el pago del daño punitivo como medida ejemplar, la publicación de la sentencia condenatoria en todos los medios y el pago de los gastos del juicio.
A ver si lo tenemos claro: el hermano del Presidente de México recibe entregas mensuales de cientos de miles de pesos en cash, el que le da el dinero lo graba… pero el que tiene que enfrentar a la justicia es el periodista que revela el escándalo. Porque a Pío no lo ha perseguido nadie. Y a su hermano el Presidente (para quien era el cash, según se confiesa en los propios videos), tampoco. A ellos, impunidad total. El mismo AMLO prometió hace 118 días que revelaría su explicación sobre el dinero de Pío, que escribiría un texto y lo daría a conocer. Y nada. La demanda de Pío en contra del periodista es un cla- ro intento de intimidación. Es una flagrante violación a la libertad de expresión. Es una coreografía que se marca desde Palacio Nacional para presionar a quien se atreva a exhibir las corruptelas del Presidente. Porque a estas alturas ha quedado claro que lo de Andrés Manuel López Obrador y el cash es un modus operandi: a lo largo de su vida política, han sido exhibidos en video recibiendo y moviendo dinero en efectivo sus dos hermanos Pío y Martin, y sus dos secretarios particulares Bejarano y Esquer, además de Carlos Imaz, entonces esposo de Claudia Sheinbaum, su favorita para sucederlo en el cargo.
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No se trata de un video de una oveja descarriada a la que cacharon en malos pasos. Son muchos videos, de muchos colaboradores íntimos, a lo largo de muchos años. Es un modus operandi. Es el método que ha empleado AMLO para hacerse de dinero sin trabajar y poder pagar casas, comida, escuelas particulares para todos los hijos, atención médica privada en hospitales de primera, etcétera. Por eso cuando recibió el apodo del Rey de Cash le quedó como anillo al dedo. Por eso lo irritó tanto. A él y a los suyos. Porque es profundamente cierto. Porque Andrés Manuel es el Rey del Cash y Pío es uno de sus príncipes. El mismo día en que a Carlos Loret de Mola le llegó la demanda de Pío, su hermano, el Presidente de México, declaró que escuchar mis programas puede generar tumores cerebrales. En ese nivel ya anda. Por cierto, el mismo día también se dio a conocer que México quedó en primer lugar mundial de asesinatos contra periodistas, por cuarto año consecutivo.
Pre-golpe
Se lo han dicho de todas las maneras posibles. No sólo personajes a quienes él considera inmorales rivales, sino gente con quien tiene interlocución y que ha intentado trabajar de cerca en su Gobierno. Se lo han dicho desde adentro de su partido, se lo han dicho intelectuales y periodistas ideológicamente afines que lo han respaldado en momentos críticos, se lo han dicho ministros de la Corte y legisladores, empresarios cercanos y líderes sociales históricos de la izquierda mexicana, se lo han dicho ex consejeros del IFE-INE que hicieron siempre eco de sus discursos cuando estaba en la oposición, se lo ha señalado la prensa internacional. Lo han tratado de convencer explicándole que Morena tiene en la bolsa la sucesión presidencial y que no necesita dar la impresión de que está haciendo trampa por adelantado. Le han explicado que sus cambios a las leyes electorales violan la Constitución. Incluso ha tenido que aceptarlo en público. Ha aceptado también que en las prisas y el desaseo se le han colado a la redacción de las reformas los intereses más oscuros… de sus propios aliados. Le han advertido del desprestigio internacional que le puede acarrear un embate así a la autoridad electoral independiente, de cómo mancharía la imagen de demócrata que ha tratado de construirse. Pero nada parece detener al Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en su apetito de dar un salto -el mayor de los que lleva en el sexenio- hacia el autoritarismo. El llamado Plan B de la reforma electoral es un pre-golpe de Estado que, de aprobarse en el Congreso, dejaría la mesa puesta para que en dos años se le quitara el prefijo. No quiero ni pensar en eso para México. stamos a unas horas de que se sepa qué tan lejos quiere llegar el Presidente más poderoso de la historia reciente del país y qué tan dañino será su legado para la democracia mexicana. Estamos a unas horas de saber quién se dobla y quién se enfrenta. No son tiempos para los timoratos ni para los adictos al “sin embargo”. Los vientos no están como para dudar el rumbo. Esto no es un recorte presupuestal al INE. Esto es darle al Gobierno el control de las elecciones: que tenga bajo su mando la decisión de quién vota con el dominio del padrón electoral, que entorpezca la instalación de las casillas y que no se hagan los cómputos inmediatos de las elecciones. Esto no es el sueldo de Lorenzo Córdova o si en el INE pueden ahorrarse un dinerito en celulares. Esto es dinamitar tres pilares de la democracia. No se compara lo que dicen que quieren ganar con lo que todo mundo sabe que se puede perder.