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LAS ALIANZAS EN LA HISTORIA

El punto más álgido de la crispación en el actual sexenio lo vivimos en días pasados, cuando la Fiscalía General de la República decidió exonerar al Gral. Cienfuegos de las acusaciones que tenía con nuestros incómodos vecinos del Norte. El discurso de una lucha y combate frontal contra la corrupción fue duramente cuestionado, incluso hasta por los seguidores de la Cuarta Transformación. No es para menos el encono social generado por el tema. Vivimos en una sociedad que tiene profundas heridas que no terminan de cicatrizar por la impunidad generada en varios sexenios. Es evidente que la cultura de la ilegalidad se apodera cada día más de los espacios públicos y de poder, dejando un gran vacío de certeza y generando un mal sabor de boca entre los mexicanos.

Por todo lo anterior, el actual gobierno tuvo que actuar rápidamente y contundentemente para que el daño fuera de lo menor en una sociedad ya muy lastimada. Así fue como atinadamente se publicó el ex- pediente íntegro que había armado la agencia antidrogas de los vecinos contra el Gral. Cienfuegos. Evidentemente, dicho expediente era muy endeble y no tenía el rigor de ninguna prueba científica que demostrara la participación del Gral. en hechos delictivos con el crimen organizado. Pero el daño ya estaba hecho, en gran medida gracias a la maquinaria publicitaria de la oposición, porque se sembró la duda sobre el actuar y congruencia de la Cuarta Transformación sobre el tema del combate a la corrupción que es uno de sus estandartes más emblemáticos. En pocas semanas el triunfo de la diplomacia de traer al Gral. a México para ser juzgado se convirtió en una verdadera piedra en el zapato que ha tenido muchos estragos. El asunto estaba viciado de origen, desde los inicios de la investigación jamás se le notificó a México sobre la investigación y al ser un juicio sobre uno de los encargados de la seguridad pública de nuestro país, por ende se convierte en un asunto de seguridad nacional . Al parecer los vecinos del Norte nos la volvieron a aplicar. Ellos quedaron como las víctimas del tema y nuestro país se llevó todo el desgaste del tema, cuando realmente no tenían ninguna prueba contundente contra el personaje en cuestión, porque ahora nos queda claro que de haber tenido pruebas ellos se hubieran colgado la medalla de haber capturado al corrupto y hasta nos hu- bieran echado en cara que no nos avisado para que no se le protegiera. ¡Ojalá aprendiéramos la lección para que no nos la apliquen más!

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Las alianzas en la historia.

Un parteaguas en la historia de nuestro amado México es la caída de Tenochtitlan. El dominio y crueldad de los aztecas sobre la región de lo que ahora es nuestro país dejaron durante décadas una gran cantidad de enemigos, mismos que se aliaron con los españoles para conquistar al Imperio Azteca. Además, se confabularon otros factores como una pandemia. ¡Y cualquier parecido con la actualidad es mera coincidencia!Sin embargo, la excepción a la regla pudiera ser que la alianza entre criollos y mestizos propició la caída del virreinato español. Aunque siendo puristas y muy técnicos, sería muy difícil definirla como una alianza, por la evidente disparidad entre sus integrantes. Siendo realistas, los criollos solo aprovecharon el contexto de injusticia y de desigualdad para tratar de buscar un beneficio personal a costa del hartazgo de los mestizos.

La historia moderna nos dice que hemos tenido una gran cantidad de alianzas o pactos y casi todos con resultados desastrosos para México. Tal es el ejemplo del programa “Solidaridad”, que venía a darle continuidad a una alianza entre los diversos sectores productivos que buscaban parar la inflación galopante y las repetidas crisis económicas. Gracias a esa alianza se desmanteló al estado mexicano, vendiendo una gran cantidad de empresas gubernamentales a precios de ganga para un grupo de empresarios que se beneficiaron ampliamente con ese tipo de políticas que les permitieron amasar grandes fortunas de las cuales disfrutan hasta hoy. Se entiende perfectamente la complejidad de los tiempos actuales, los cuales requieren trabajos colectivos y alianzas bien pensadas para enfrentar todos estos retos. Incluso, una reforma política de nuestro sistema electoral es necesaria para plantear la posibilidad de gobiernos de coalición. Pero mientras se siga en la tónica de las alianzas solo por llegar al poder, nuestra historia difícilmente será otra a la que hemos conocido. En ese sentido está puesta la mesa para que todos los actores preponderantes de nuestro país se pongan a reflexionar con una verdadera visión a largo plazo, que nos permitan sentar las bases de un crecimiento y evolución en beneficio de las futuras generaciones y no solamente del momento real. El tiempo es perfecto para grandes alianzas con la sociedad y no con los intereses personales. ¿Podremos hacerlo? ¿Dejaremos pasar otra oportunidad?

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