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LA NUEVA VIDA DEL ESTADO
Por fin llega a su término la elección más difícil de la historia. El pasado domingo se vivió un proceso electoral complicado por su magnitud y por una pandemia que sigue amenazando la salud y tranquilidad de la ciudadanía, lo cual complicó en demasía el reclutamiento de funcionarios de casillas que habrían de ser quienes contarán los votos y dieran fe pública de la votación. Al momento de redactar este artículo no se tiene la certeza de lo que sucederá en el recuento de votos, solo se tienen los ejercicios de encuestas previas publicadas que deberíamos de analizar para contrastar los resultados con estos ejercicios estadísticos, solo así se podrá tener un padrón de encuestadoras que ejercen su función científica y no la de ser instrumentos tendenciosos de publicidad y de mala influencia para las decisiones de los ciudadanos. Así que, en ese sentido, la elección es una oportunidad para evolucionar en materia electoral. Otro tema importante a visualizar en este proceso electoral es el tema de la reforma política urgente. Como nunca hubo alianzas, declinaciones y hasta traiciones entre los partidos políticos que en nada abonan a la democracia. Al momento de que una asociación se convierte en un partido político y se otorga la autorización correspondiente, seguramente se hace pensando en la pluralidad y que se ha demostrado se es un espacio para el desfogue de una inquietud por un medio legal y organizado. Sin embargo, las alianzas sin ton ni son, las declinaciones y demás jugarretas de estos partidos dejan un mal sabor de boca entre la ciudadanía, por lo que deberá de buscarse la forma de regularse o endurecer medidas.
Esperemos que la efervescencia política de un raro proceso electoral haya tenido la fuerza suficiente para sacar a la población a ejercer su derecho a votar. Aunque más que un análisis lo anterior, más bien representa un mero deseo. Nuestro proceso electoral no sólo es desgastan te, sino que también es muy caro en costo econó mico, y siempre triunfa el abstencionismo. Es otro de los grandes machos que no permiten que nuestra democracia cuaje perfectamente, porque en elecciones muy competidas los ganadores lo hacen con un porcentaje poco representativo del gran total de votantes y esto nos genera grandes conflictos al momento de gobernar. Todo lo anterior nos deja como punto central el análisis del proceso electoral y no solo de los resultados.
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A final de cuentas el quién ganó y quién perdió debe ser sustituido por encontrar rutas de mejora que favorezcan nuestra democracia y, por ende, se concrete un mejor México para todos.
Las trilladas frases: La elección más grande de la historia y el futuro de México está en juego culminarán dentro de un par de semanas. El día 7 de junio México debería de amanecer con resultados electorales que darán una perspectiva más concreta sobre quién gobernará en los próximos años. Y, con ello, debería de dar por culminado un espacio político lleno de propaganda y de excesivas propuestas incumplibles que lastiman nuestra endeble de-
Sin embargo, existe la posibique los resultados sean muy cerrados y que la sigamos enfrascados en temas de resistencia, defensa del voto y demás declaraciones de políticos que enrarezcan la poca estabilidad nacional. Por lo anterior, se necesita de un árbitro muy fuerte que nos garantiza resultados de acuerdo con la voluntad popular, pero que lamentablemente no vemos esa figura lo suficientemente fuerte como para ser el garante que necesitamos con urgencia. Es lamentable que cínica y descaradamente actores políticos nacionales hacen todo lo posible por desestabilizar a la nación, además de que encuentran en eco en medios de comunicación y grupos empresariales que terminan por configurar una bomba de tiempo que bien tener como detonante el proceso electoral. Incluso, hablar de pronósticos de las elecciones es muy aventurado. En las últimas elecciones habíamos visto que las casas encuestadoras se han apegado a la rigurosidad del método científico dando como resultado la precisión en las predicciones. Sin embargo, en esta elección se observan encuestas que son diametralmente distintas en los resultados y que groseramente advierten fallos metodológicos en su aplicación, por lo que se hacen en meros instrumentos de propagandísticos de quien las manda, sin que exista, por lo menos una advertencia de la autoridad o del árbitro por regularlas. Con la moneda en el aire y con vientos turbios se encuentra nuestro proceso electoral.
Lo ideal sería una votación masiva de la ciudadanía que no dé margen de duda y que dote de legitimidad al proceso electoral. Pero tal vez, espero estar equivocado, lo anterior sea un escenario poco probable por el hartazgo de las campañas vacías, promesas y exceso de publicidad; además del virus que pudiera acechar la complicada jornada electoral que se nos avecina. Así que estimado lector, hoy más que nunca, su voto contará y nos puede ahorrar grandes dolores de cabeza.