DEL INSTITUTO HISTÓRICO DEL PARTIDO DE MORÓN Junio 1995 – AÑO II - Nº 6 Editada por la Asociación de Amigos del Instituto Histórico del Partido de Morón Estrada 17 (U.G.C Nº 2) - Haedo (1706) AUTORIDADES Intendente Municipal Sr. Juan Carlos Rousselot Secretario de Gobierno Dr. José Braulio Talón Director General Dr. Alberto C. Piñero Instituto Histórico del Partido de Morón Directora Prof. Graciela Saez STAFF DE LA REVISTA Consejo de Redacción Prof. Mariela Canali Prof. Ricardo Castillo Prof. Graciela Saez Composición Ana Bidiña Difusión Prof. Jorge Ledesma Rivas Dr. Guillermo Álvarez Santos Impreso en: Impresos del Oeste Registro Nacional de la Propiedad Intelectual en trámite Los artículos firmados son responsabilidad de los autores MOTIVO DE TAPA: “Campamento junto a la Sierra de la Ventana, según Musters”. Extraído del libro Argentina Indígena y Prehistoria Americana, de Dick Edgar Ibarra Grasso, Bs. As. 1981, p.158 Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de la revista, salvo expresa autorización de la Dirección
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INDICE Editorial Los pueblos indígenas en la Constitución Nacional The BRITISH PACKET and ARGENTINE NEWS y los grupos indígenas bonaerenses (1828/1830) El camino de una utopía. La construcción del barrio toba en La Plata. Sitios de contacto hispano indígena de los alrededores de Buenos Aires Comentarios Bibliográficos Retorno al "país del Caldén" Historia y Literatura Fichas didácticas de los partidos de la Provincia de Buenos Aires Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano Museos de nuestra provincia. Bibliotecas de nuestra provincia. Canto y sacralidad mapuche. Su manifestación epigonal en la Provincia de Buenos Aires Pueblo Nación Mapuche. Los mapuches veroganos en la historia bonaerense y en el partido de Bolívar Un monumento sin historia. Monumento al indio "Los Toldos" Los indios en la zona del partido de Olavarría. Viviendas aborígenes. Antecedentes en territorio argentino. El Instituto Histórico del Partido de Morón
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EDITORIAL Esta nueva entrega de la REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE aborda la apasionante temática indígena desde los más diversos aspectos: características de las primera etnias, su encuentro con los blancos, las fluctuaciones de la frontera, el proceso de integración social, entre otros. Este número, como los anteriores, ha sido el producto de un gran esfuerzo y llega a Uds. gracias a la colaboración de historiadores, antropólogos, arqueólogos, escritores y especialistas que, desde distintos ámbitos, han abordado a la historia de los indios de la Pcia. de Bs.As. El Indio, figura significativa de nuestra historia, fundamental en los primeros tiempos de la ocupación y poblamiento de nuestra provincia, merece ser rescatado por su gravitación en el proceso histórico de la nación, papel que ha sido muchas veces discriminado u olvidado. Los trabajos presentados hacen referencia a su vinculación con el blanco a través de una frontera cambiante, que encerraba no sólo el límite territorial sino también toda una serie de relaciones políticas y socioeconómicas, pacíficas o violentas. Las investigaciones abarcan además la situación actual de los pueblos indígenas a través de la nueva legislación y de los procesos de migración interna. Vaya, entonces, este homenaje al Indio de nuestras tierras, esperando contribuir al rescate de su cultura y abriendo, una vez más, un espacio de reflexión y de conocimiento de nuestro pasado.
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LOS PUEBLOS INDIGENAS EN LA CONSTITUCIÓN NACIONAL por Leonor Slavsky* El 11 de agosto de 1994 por unanimidad y aclamación el Plenario de la Convención Nacional Constituyente sancionó la reforma por la que se incluyen los derechos de los pueblos indígenas en la nueva Carta Magna de nuestro país. Este acontecimiento histórico puso fin a la exclusión de los indígenas argentinos que se había prolongado desde la promulgación del viejo texto constitucional de 1853. A mediados del siglo pasado, en el contexto de las campañas de conquista y colonización de los territorios aún no incorporados a la nación, se estableció entre las atribuciones del Congreso de la Nación, como única referencia a los pueblos indígenas "conservar el trato pacífico con los indios y promover la conversión de ellos al catolicismo" (art. 67 inc. 15). Desde 1990 los pueblos indígenas, sus organizaciones más representativas, líderes y dirigentes de las comunidades, venían preparándose para el proceso constituyente, elaborando una propuesta unitaria que contemplara todos los derechos fundamentales, lo que finalmente se concretó a través de la Asociación Indígena de la República Argentina (AIRA), el Foro Permanente "Los indígenas en la Reforma de la Constitución Nacional" y el apoyo constante del Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (ENDEPA). El actual inciso 17 del art. 75 (que modifica el inc. 15 del art. 67) establece: "Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones". La ley 23.302 (1985) de "Política indígena y apoyo a las comunidades aborígenes" ya contemplaba como elemento central, la entrega de tierras en propiedad (en forma comunitaria o individual según estos lo pidan) a las comunidades indígenas, a las cuales se les reconoce personería jurídica. Otros aspectos hacen a la educación, la salud y la seguridad social. A pesar de la importancia que esta ley nacional posee, la misma aún no h a sido implementada en todos sus alcances por no haberse concretado la creación del organismo competente de aplicación. Otro tanto ocurre el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo "Sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes", que, ratificado por la ley 24.071, no ha sido depositado en la Secretaría General de la OIT. El reconocimiento constitucional implica una puesta al día de la Ley Fundamental con relación a la legislación de carácter nacional y provincial ya sancionada. Numerosas provincias habían consagrado en mayor o menor medida estos derechos en su legislación: Formosa (1984), Salta (1986), Chaco (1987), Misiones (derogada, 1987), Río Negro (1988), Chubut (1992), La Pampa (1992) y Santa Fe (1993). Su elevación a rango constitucional permitirá presionar de manera eficaz para la efectiva aplicación de este abundante corpus legislativo el cual, por lo menos a nivel nacional no lo tiene a pesar de los diez años transcurridos desde la sanción de la primera de las leyes mencionadas. Uno de los conceptos más importantes introducidos en el nuevo texto es el de pueblos indígenas, que reemplaza a los de "comunidad indígena", "poblaciones indígenas", "grupos 3
étnicos", con un claro sentido jurídico-político. La Comisión Derechos Humanos de la ONU en su 48a. sesión de 1992 preparó la Declaración de derechos de personas que pertenecen a minorías nacionales, étnicas, religiosas y lingüísticas que deberá ser aceptada por la Asamblea General. Una minoría puede ser entendida como un concepto numérico o bien como un concepto sociológico que se refiere a un grupo discriminado, marginado, o desventajado que requiere tutela o protección del Estado hasta que adquiera la igualdad completa. Pero los organismos internacionales representativos de los pueblos indios venían sosteniendo que su situación no es comparable a otras minorías (como por ejemplo las colectividades de origen extranjero o las comunidades religiosas) en tanto ellos son acreedores de derechos históricos por haber sido víctimas de invasiones, conquista y despojo territorial. Sus antepasados fueron naciones soberanas sojuzgadas contra su voluntad y que por lo tanto deben ser reconocidos como pueblos. Y esto tiene una implicación inmediata: los pueblos y no las minorías tienen derecho a la autodeterminación. La autodeterminación no hace referencia necesariamente a la independencia política, sino también a formas de negociación en igualdad de circunstancias entre un pueblo y el estado y a formas de autonomía política, territorial y económica. Y esto nos vincula directamente con el concepto de etnodesarrollo. El etnodesarrollo (como proyecto político). Afirma que son los propios indígenas quienes deben tomar en sus manos la gestión de su propio destino, a partir del desarrollo de sus propias culturas. En 1981, en una reunión convocada por la UNESCO y FLACSO, se emitió la Declaración de San José sobre el Etnocidio y el Etnodesarrollo, que contiene la siguiente definición: "Entendemos por etnodesarrollo la ampliación y consolidación de los ámbitos de cultura propia, mediante el fortalecimiento de la capacidad autónoma de decisión de una sociedad culturalmente diferenciada para guiar su propio desarrollo y el ejercicio de la autodeterminación, cualquiera sea el nivel que se considere, e implican una organización equitativa y propia del poder" (Declaración de San José, 1982). El nuevo texto constitucional se enmarca en los postulados del etnodesarrollo. Reconoce a los indígenas su identidad étnica que puede ser definida como una ideología que se manifiesta a nivel individual y colectiva y que expresa la pertenencia y la aceptación correspondiente a un determinado grupo étnico y que en la práctica cotidiana es el ejercicio de la propia cultura (Bonfil, 1989). Y ¿qué es un grupo étnico? Es un conjunto estable de individuos que mantiene una continuidad histórica, porque se reproduce biológicamente, y porque sus miembros establecen entre sí vínculos de identidad social distintiva que tiene derecho exclusivo al control de un universo de elementos culturales que consideran propio (ídem). Los indígenas argentinos son entonces considerados Pueblos (mapuche, wichi, toba, m'bya, etc.), reconociéndose para cada uno de ellos su identidad étnica y cultural. El reconocimiento de esta identidad implica (como lo pide el Plan de Política Indigenista del Instituto Indigenista Interamericano 1991-1995) revertir el proceso de empobrecimiento cultural y pérdida de la tradición heredada que sufren los pueblos indios de América. Esta tarea tiene cuatro objetivos primordiales: a) la revalorización, recuperación, preservación, difusión y desarrollo de las herencias culturales indígenas en todas sus manifestaciones; b) la transformación de los sistemas educativos nacionales para garantizar el derecho de los pueblos indígenas a educarse también desde su propio universo cultural y simbólico; c) la apropiación por esos pueblos de la escritura en y a través de sus lenguas, así como de los idiomas oficiales de sus respectivos países; y finalmente; d) la inserción activa en el 4
proceso económico y el acceso al patrimonio científico, tecnológico y cultural de su propia sociedad y del mundo (Instituto Indigenista Interamericano, 1990). El problema de las tierras ha sido uno de los temas recurrentes y persistente de la condición impuesta a los pueblos indígenas de América que afectó su propia supervivencia. Las tierras ocupadas tradicionalmente no implican sólo una demarcación de tipo administrativo, sino que representan un vínculo histórico, religioso, espiritual que rebasa sin duda lo meramente jurídico formal. Se trata de una cosmovisión que considera a la tierra como fuente, la madre de la vida misma. El derecho de propiedad y de posesión sobre las tierras que tradicionalmente ocupan, aparece en consecuencia como un derecho fundamental, tanto como factor de producción y medio de subsistencias, como por la especialísima importancia para la identidad cultural y étnica y los valores espirituales que reviste para los pueblos indígenas. La personería jurídica confiere la facultad de adquirir derechos como así también la de contraer obligaciones; en el marco de propios valores y costumbres. Implica necesariamente el respeto de las modalidades de transmisión de los derechos sobre las tierras entre sus miembros, sus prácticas sociales, tradiciones e instituciones (Los indígenas..., 1994). Esta no se otorga a los pueblos indígenas, sino a sus comunidades: las unidades de cada uno de ellos localizadas geográficamente (p. ej. comunidad Campo del Cielo en Las Lomitas, Formosa, del pueblo Pilagá; comunidad Nahuel Pan, Boquete del Nahuel Pan, Chubut, del pueblo mapuche). Asimismo se regulará la entrega de tierras aptas -entendiéndose por aptitud de propiedad o condición de un tipo de tierra para un uso definido (Nakama, 1984)- y suficientes para su desarrollo humano. El desarrollo no d ebe aquí ser entendido en el sentido del mero crecimiento económico, el progreso o la modernización, sino en el de un proceso multidimensional que involucre la reorganización social y económica a partir de sus propias modalidades culturales, en el marco de la reducción de la pobreza, la desigualdad, la discriminación y el desempleo en el contexto de una economía creciente. Esto significa asegurar la participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. El derecho constitucional a la identidad cultural de los pueblos indígenas comprende el derecho a esos pueblos a la utilización racional, a la administración y conservación de los recursos naturales existentes en sus tierras. Este derecho se fundamenta no solamente en la especial relación que los indígenas tienen con la tierra que habitan, que comprende aspectos espirituales y religiosos además de los meramente económicos y productivos, sino también al hecho de que la depredación del medio -por factores ajenos a la acción de los aborígenes - implica la merma de sus posibilidades de vida (p. ej. disminución de recursos ictícolas por contaminación de los ríos), con consecuencias gravísimas para su supervivencia. Por otro lado induce a sistemas irracionales de explotación de los recursos naturales remanentes (p: ej. la próxima extinción del caraguatá en la zona chaqueña o la erosión progresiva de sus escasas tierras en la Patagonia por la explotación ovina). Los líderes indígenas han manifestado que se ha concretado con la reforma constitucional una justa reparación histórica largamente demandada y se abre a su vez una nueva etapa en la vida nacional, en el marco de una sociedad democrática y pluralista, para la efectiva materialización de los derechos reconocidos. Asimismo marca un hito histórico en la relación del Estado con los pueblos indígenas de nuestro territorio. Señala la senda de una nueva manera de articulación con la sociedad toda 5
que implica la posibilidad de la convivencia en la diversidad y el respeto por lo diferente. Y también un cambio conceptual del más alto nivel en lo atinente a la definición de la cultura nacional que ya no postula la integración indiscriminada de la homogenización sino que reconoce la realidad del multiculturalismo y la plurietnicidad. BIBLIOGRAFÍA BONFIL BATALLA, Guillermo. La teoría del control cultural en el estudio de los procesos étnicos. Caracas, Arinsana, n.l0,pp.536, 1989. TNSTITUTO INDIGENISTA INTERAMERICANO. Política Indigenista (1991-1995). América Indígena, vol. I México, 1990. NAKAMA, V. y ALFIERI, A. Esquema para evaluación de tierras de la FAO para' usos específicos y su posible aplicación en Argentina a nivel de reconocimiento para el desarrollo de la planificación regional. INTA, Bs.As. Castelar, 1985. PROPUESTA "Los indígenas en la Reforma de la Constitución Nacional". Buenos Aires, Foro Permanente Los indígenas en la Reforma de la Constitución Nacional, Asociación Indígena de la República Argentina, 1994. SLAVSKY, Leonor. Indigenismo, etnodesarrollo y autonomía. Revista de Antropología, n.2, 1987: SLAVSKY, Leonor. Grupo étnico, etnicidad y etnodesarrollo, en: Hidalgo, C. y Tamagno, L. Etnicidad e identidad. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1992. STAVENHAGEN, Rodolfo. Los derechos indígenas: algunos problemas conceptuales. Indice; DAIA/CES, Buenos Aires, 1993. ZANOTTA MACHADO, Lia. Comunitarismo Indígena e modernidade: contrastes entre o pensamiento brasileiro e andino. Departamento de Antropología, Universidade de Brasilia, Serie Antropología 169, 1994.
Investigadora del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento. The BRITISH PACKET and ARGENTINE NEWS y los grupos indígenas bonaerenses ( 1828/1830) Por Juan Omar Cerviño The British Packet and Argentine News es un periódico semanal en lengua inglesa que se publicó en la ciudad de Buenos Aires por espacio de treinta y dos años, desde 1826 hasta 1858, revelando la importancia creciente que iban adquiriendo las relaciones comerciales entre el Reino Unido y las Provincias Unidas del Río de la Plata, desde sus orígenes en los primeros años del siglo XIX. Su aparición estaba destinada a los residentes británicos en Buenos Aires y a los sectores de la Gran Bretaña relacionados con el comercio rioplatense. Pero el permanente interés por sus artículos y comentarios no se debió sólo al tratamiento de los acontecimientos políticocomerciales de la época, sino también a la referencia permanente de la situación social, costumbrista y cultural de la región. Esto posibilitó que la publicación fuera aceptada por un amplio sector bonaerense y en otras regiones de América del Sur por su seriedad informativa y calidad periodística, dado que en modo alguno se limitaba en ser un escueto órgano difusor de información en lengua inglesa; como tampoco en mero instrumento de presión política al servicio de los intereses comerciales más importantes de la época. Sus páginas no dejan de reflejar una amplia gama de comentarios y opiniones acerca de los sucesos marcadamente aldeanos del momento. Como tampoco de sorprender con minuciosas descripciones de los acontecimientos
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políticos de mayor trascendencia, sin dejar por ello de prestar particular atención a los asuntos de gobierno de menor envergadura. Sus crónicas también se encargaron de registrar la agitada y particular vida socio-cultural de la ciudad portuaria y de los principales asentamientos urbanos de la campaña bonaerense. En suma, aplicaba a su función informativa un perfil periodístico crítico parecido al actual. De acuerdo con esto y con el correr de las décadas el material recogido, en todos esos años, se ha transformado en una fuente documental de inapreciable valor testimonial de un período de nuestra historia sobre el cual aún se está lejos de haber dicho la última palabra. A lo largo de sus 1666 números The British Packet dedica un enorme espacio informativo al accionar que los diversos grupos indígenas ejercen sobre la provincia de Buenos Aires dentro y fuera de la línea de fronteras establecidas en tiempo de la colonia, como también de los múltiples intentos disuasivos y represivos llevados a cabo por las autoridades de la provincia. Pero la complejidad que implica la tarea de revisar, clasificar y comentar todo ese material es tal que excede en mucho las posibilidades de este trabajo, razón por la cual sólo haremos referencia a unos pocos artículos correspondientes al período 1828-1830, en los que se aportan datos poco explorados por la historiografía que se ha venido ocupando del tema. Comentarios y noticias periodísticas vivenciadas por los cronistas de la época que incrementan su valor testimonial, cuando se trata de sopesar la solidez argumental del concepto decimonónico de “pueblos salvajes, indómitos e irreductibles" con que se ha rotulado a esos grupos culturales pampeano-patagónicos, que contribuyó a crear la noción histórica de que se estaba frente a criaturas alejadas de la mano de Dios y como tal imposibilitadas de ser incorporadas a la vida civilizada. Como sabemos en los primeros días de diciembre de 1828 se produce el levantamiento de Lavalle a su regreso de la guerra con el Brasil, contra el gobernador bonaerense Manuel Dorrego. Al respecto en su edición del día trece del mismo mes este semanario publica bajo el título de Operaciones militares en la campaña la noticia que en la tarde del 6, cerca de setecientos hombres de la caballería encabezados por el mencionado Lavalle se movilizan para enfrentarse con las fuerzas del gobernador provincial y del estanciero don Juan Manuel de Rosas, a quienes logran derrotar a los pocos días: Pero lo destacable del relato es que en las fuerzas leales a Dorrego toman parte en la lucha más de doscientos "indios salvajes", que en su intento de cercar y aislar a los lanceros del coronel Olavarría son derrotados, significando el retroceso final y la completa derrota de los hombres acaudillados por el gobernador provincial. El artículo establece la importancia numérica de los indígenas en la contienda y su utilización como último recurso estratégico por parte de las fuerzas derrotadas. En la edición del 24 de enero de 1829 se publica una breve noticia en la que se da cuenta que un coronel de apellido O' Brien que prestaba servicios en la comandancia de la ciudad de Buenos Aires, había regresado a ésta luego de un extenso viaje a través del desértico territorio de las Provincias Unidas, trayendo la noticia que entre los campos de Tandil y el río Colorado habíase encontrado con numerosos jefes indios quienes le habían manifestado que iban en camino de entrevistarse con don Juan Manuel de Rosas, y que entre ellos se encontraba el muy conocido cacique Chenel, de gran y reconocida ascendencia entre su gente, que además hablaba un muy correcto español, de modales muy refinados y cuyo padre había apoyado en forma decidida ganada menos que los esfuerzos del General San Martín en su cruce de los Andes en 1817. Tres meses después, en el número aparecido los primeros días del mes de abril, se publica un cúmulo de informaciones referido a los graves acontecimientos que venían afectando la tranquilidad de la ciudad de Buenos Aires y de la campaña. Lavalle, por esos días y antes de partir hacia Arroyo del Medio, deja encargados 7
de la represión en el sur bonaerense a los Coroneles Rauch y Estomba. Se sabe que este último lanza una política de terror que obliga a sus propios hombres ha reducirlo y trasladarlo detenido a Buenos Aires. Entre tanto en los últimos días de marzo, Rauch es vencido y muerto en el combate de Las Vizcacheras a medio camino entre Lobos y Chascomús. Esto conmociona a parte de la población de la campaña sur que comienza su retirada hacia la ciudad portuaria en busca de protección. La devastación a manos de las montoneras y grupos numerosos de indígenas es alarmante, sólo las estancias de Rosas y sus amigos se salvan del saqueo. Frente a esta situación el gobernador delegado de la provincia proclama el 1° de abril el estado de asamblea en la ciudad de Buenos Aires por el cual se establece el toque de queda y el cierre de negocios y cafés. Martín Rodríguez es designado comandante de armas de la Guarnición y una junta de jefes militares encabezada por Alvear y Pueyrredón organizan la defensa de la ciudad. El gobierno establece un enrolamiento obligatorio de extranjeros que es aceptado por el cónsul francés y el norteamericano, no así por el representante británico. Finalmente y sobre la base del tratado suscripto en 1825, los ingleses son exceptuados y los norteamericanos también por el hecho de ser americanos y porque su país había reconocido la independencia argentina. Pero previo a esta decisión política, la ciudad de Buenos Aires, marcadamente contraria, a las fuerzas federales opositoras al caudillo porteño, se ve conmocionada al propagarse el rumor que las montoneras y la indiada aliada a Rosas se encontraban en la ciudad y había tomado la plaza de Monserrat. Escenas de confusión y desesperación se vivieron en toda la ciudad, y una multitud se dirigió apresuradamente hacia el muelle para embarcarse con lo puesto, temerosa de caer en manos de los indios. Las azoteas de las casas se poblaron rápidamente de hombres armados esperando el tan temido ataque indígena. Los cañones del fuerte fueron puestos en posición de tiro y la guarnición en orden de batalla; pero las horas pasaron y el esperado galope devastador y destructivo no se produjo. Todo no había sido más que una falsa alarma intimidatoria que se había echado a rodar por las calles de la ciudad y que tenía como principales destinatarios a los extranjeros, a quienes las fuerzas vivas de la campaña tenían en menor consideración que a los salvajes. Prueba de este sentir tan particular es la noticia que The British Packet publica el 11 de abril del mismo año bajo el título de "Pasquines contra extranjeros: En la noche del 3 al 4 del corriente se encontró una cantidad de pasquines en la plaza de Monzerrat, los que fueron llevados a la policía. Decían lo siguiente: ¡Antes indios que extranjeros! ¡Muerte a los extranjeros que asistan a la plaza! ¡Ellos comerán barro caliente! La Federación reinará y todo extranjero que se oponga morirá por la ley. ¡Los indios son preferibles a los unitarios! ¡El día de la Federación está próximo!... . El extenso y minucioso relato que nos brinda el semanario y del que sólo hemos citado una pequeña parte, sobre la particular situación que atraviesan por esos días los habitantes de la ciudad y sus alrededores, nos pone frente al hecho que una vez más los grupos indígenas lejos de ser reprimidos y expulsados de los límites provinciales por su actitud depredadora, son incorporados a la problemática política del momento a través de su inserción en al menos uno de los bandos enfrentados, y utilizados como instrumento de temor y propaganda xenófoba. Acerca de la expedición en que el coronel Rauch perdiera la vida combatiendo a los malones que asolaban la frontera sur-sureste de la provincia, el semanario anglo-rioplatense publica hacia fines del mes de mayo de 1829 un artículo que da cuenta de varios testimonios de algunos integrantes de esas partidas, en el sentido que el número de cristianos cautivos que vivían entre los salvajes era numeroso, sobresaliendo en cantidad las 8
mujeres jóvenes y los niños. Pero lo que más había sorprendido a los "milicos" destacados en la represión era el hecho que una buena cantidad de esas mujeres y niños liberados en las batidas sobre las tolderías, habían ofrecido tenaz resistencia a ser separados de su gente. Esperando las más traicioneras, la llegada de las primeras sombras del atardecer para saltar decididamente de las cabalgaduras en que las llevaban los soldados e internarse a toda carrera en la espesura de la noche para desaparecer en dirección de su tribu. Hacia fines del mismo año uno de los primeros actos de gobierno de Juan Manuel de Rosas es el de disponer el traslado de los restos del ex gobernador Manuel Dorrego a la ciudad de Buenos Aires, proyectando para ello la celebración de un funeral de gran magnificencia como nunca antes había conocido esta ciudad. El particular acontecimiento es registrado por The British Packet en su edición del 26 de diciembre, donde se relata cómo fueron trasladados los restos del ex-gobernador al pueblo de San José de Flores en la tarde del día diecinueve, siendo depositados en la capilla del lugar hasta la mañana siguiente para que, en medio de honores militares y después de una misa y oración fúnebre, comenzaran su marcha hacia la principal ciudad del país. Los restos de Dorrego fueron acompañados por el gobernador provincial, sus ministros y el estado mayor, como así también por numerosos empleados públicos. Se realizó una marcha a paso lento por toda la ciudad, permitiendo que numeroso público se agolpara sobre la carroza que transportaba la urna. Los edificios públicos y los teatros además de permanecer cerrados tenían la bandera a media asta, en tanto que la caballería y la infantería marchaban a la plaza de la Victoria para honrar al militar citado. La procesión estaba integrada además del gobernador y su comitiva, por una delegación de la Sala de Representantes, por el clero y los miembros de las diferentes corporaciones, escuelas públicas y también por los distintos ministros y representantes de gobiernos extranjeros entre los que se encontraban el encargado de negocios de S. M. el rey de la Gran Bretaña; el cónsul de los Estados Unidos de Norte América; el cónsul general de S. M. el rey de Francia: el cónsul de la ciudad de Hamburgo: el cónsul de la ciudad de Frankfort; el agente diplomático de la República Oriental y los cónsules generales del imperio brasileño y de la República de Chile. El carruaje que conducía la urna con los restos de Dorrego era arrastrada por ciudadanos y la espada, sombrero cinturón del ex-gobernador así como su caballo y otros seis todos enlutados, formaban parte de la procesión. Cerraban la marcha bandas militares, un grupo de inválidos y los coches de las autoridades provinciales y extranjeras. El cortejo fúnebre marchó lentamente hacia la catedral seguido por un contingente numeroso de damas, casi todas vestidas de negro. La Catedral estuvo llena en su totalidad y luego de la misa mayor fue ejecutado el réquiem de Mozart con la participación de varios tenores. Posteriormente, cuatro piezas de artillería que estaban estacionadas en la plaza de la Victoria dispararon varias cargas durante el tiempo que duró el oficio religioso. Pero también estaban apostados en la plaza a un costado del escuadrón de lanceros encabezados por el coronel Molina y muy cerca del fuerte, un grupo de más de veinte indios con dos caciques, Mariano y Catril, vestidos con uniformes azules y parados en actitud de respeto. Así nos transmite la crónica de ese veintiséis de diciembre la nota más sobresaliente de esa celebración: "Una cantidad de paisanos vino a la ciudad para presenciar los funerales celebrados en honor del ex gobernador. El viernes, un grupo de indios con sus caciques llegaron con el mismo propósito; venían a caballo y con lanzas, es decir, palos con cuchillos atados a los mismos. En su aspecto y conducta no había nada que denotara ferocidad y los rostros de sus jefes mostraban considerable inteligencia y buen genio.(...) Algo más de una veintena de éstos con dos caciques y un caballero gordo de apa9
riencia alegre que parecía tener alguna autoridad sobre ellos, se instalaron en la calle del 25 de Mayo, y en los días del funeral se quitaron sus vestimentas indias y vistieron el uniforme militar azul, al cual su jefe había agregado charreteras. La torpeza de su marcha, propia de a caballo, causaba mucha gracia. Nos atrevemos a decir que se sintieron felices cuando cambiaron sus estrechas y civilizadas ropas por sus atavíos naturales. El día de la procesión estuvieron apostados en la plaza, los caciques a caballo y el resto a pie; atrajeron mucho las miradas y despertaron curiosidad. Uno de los caciques, Catril, tenía a su hijo montado en ancas que se entretenía mascando a dos carrillos y con infinito gusto una rebarcada de pan, (...) Finalmente cuando ordenaron marchar, los indios se tomaron de la cintura, temiendo perderse entre la multitud. Seguramente al volver a sus tolderías tendrán bastante para contar de sus impresiones de Buenos Aires y de la ceremonia que acaban de presenciar." La magnificencia y los esfuerzos volcados en la realización de estos funerales tal como quedó registrado, así como la presencia de las más altas autoridades y funcionarios provinciales y extranjeros; revaloriza aún más la sorpresiva presencia indígena en los mismos. En la última edición del mes de enero de 1830 se publica una noticia sobre lo que se entendía como una calamidad que acechaba a la población de Carmen de Patagones, ubicada en el sur de la provincia de Buenos Aires. El siguiente es un extracto de la carta escrita por un testigo de los acontecimientos, fechada en la Patagonia el 4 de enero y reproducida por el periódico: "Hace cinco días que aparecieron los indios en las vecindades de este fuerte y enviaron dos embajadores, con bandera de parlamento, para tratar la paz y, al mismo tiempo, exigir satisfacciones por depredaciones que, dijeron, habían sido cometidas contra tribus amigas; solicitaron tabaco, papel, etc. y expresaron grandes deseos de mantenerse en términos de amistad. El comandante Oyuela escuchó pacientemente sus demandas y, cuando concluyeron, ordenó que se los detuviera. A la mañana siguiente los indios aparecieron sobre la colina opuesta al fuerte, casi a tiro de cañón. Se dio la alarma y todos estuvimos sobre las armas; (...). mientras tanto los dos parlamentarios fueron sometidos a juicio y fusilados a la vista del enemigo, (...) los indios avanzaron, pero al primer disparo de la batería, huyeron, dejando tres muertos. (...). Hoy llegó aquí un cristiano que huyó de las tolderías e informa que su fuerza consta de 400 cristianos y 300 indios; y que solamente 200 de aquellos vinieron con los indios cuyo jefe es Pincheira que comanda la totalidad de hombres; habiendo dejado las proximidades de Mendoza hace un mes, donde logró una paz ventajosa. (...) Aquí todo el mundo está ansioso por dejar el lugar y yo comienzo a temer que Patagonia tenga un triste fin, si no se envían fuerzas desde Buenos Aires. "Además otra noticia que se publica en la misma edición del semanario da cuenta que este jefe indio, Pincheira, usa en sus correrías y negociaciones la bandera española y sus hombres emplean para ordenarse militarmente clarines y pífanos. Por lo que se sospecha que cuenta en sus fuerzas con un gran número de desertores de Chile y de esta República: Por último, las noticias sobre el avance de indios chilenos en la provincia de Buenos Aires son numerosas en este período, tal como la publicada el 13 de febrero de 1830 que informaba sobre las correrías de un grupo numeroso de indios trasandinos (300 a 400) dirigidos por el capitán Monteros natural de Valdivia, Chile, y que acechan distintas zonas del sur bonaerense. La historia militar de Monteros y de cómo termina al frente de un nutrido grupo de indígenas es importante por que nos permite tener una idea más acabada de la correlación que se establece entre ambas culturas. Comienza su actividad del otro lado de los Andes al sumarse a las fuerzas de Carrera. Posteriormente cuando Chile cae bajo el 10
poder del general Osorio, cruza la cordillera y se alista en el regimiento de granaderos a caballo y después de la batalla de Maipú es nombrado sargento. Pero su afición a la bebida lo lleva a incurrir en faltas graves que le significan ser juzgado y relegado al rango de soldado raso. Poco después deserta y se pasa al bando de los españoles con los que permanece hasta que se produce la caída de Valdivia. Cruza nuevamente los Andes con un pequeño grupo de hombres y se dedica a c ombatir a los indios pehuenches a los que vence reiteradamente, limitándose a desarmarlos y quitarle los caballos. Esta actitud le permite a Monteros tener cierta ascendencia sobre los grupos indígenas de esta parte de la cordillera, llegando a interferir en sus asuntos internos. Se hizo temer y respetar y estaba muy enterado de todo lo que concernía a la vida del indio, representándolo en más de una oportunidad ante las autoridades de las provincias de Concepción y Valdivia, de donde obtenía armas y municiones que comercializaba entre los distintos grupos indígenas. Cuando el coronel Estomba comienza las fortificaciones de Bahía Blanca se ve obligado a reconocer la influencia y poder que Monteros ejerce sobre los naturales de la región, al tener que solicitar sus servicios para combatir a los grupos de indios alzados que amenazan destruir los asentamientos: De esta forma se establece con sus hombres en las barrancas del río Napostá cerca de Bahía Blanca, y aunque todos lo llamaban capitán no p ertenecía a ningún ejército regular hasta que se le otorga ese grado por encontrarse al servicio del gobierno provincial. El mismo Juan Manuel de Rosas lo confirma en el cargo y hasta le concede algunos favores tanto a él como a los hombres que lo acompañan. Finalmente al ser puestas en descubierto sus prácticas de abigeato, abandona nuevamente las filas del ejército y se interna con sus hombres en el desierto al tiempo que comienzan sus ataques en distintos puntos de la línea de frontera. La noticia periodística continúa diciendo que en los últimos meses se lo ha visto con su uniforme militar al frente de un nutrido grupo de indios chilenos, saqueando la frontera sur de la provincia, dejando numerosos heridos y muertos en su camino y alzándose con una parte importante del ganado de las estancias de la región para ser comercializado del otro lado de la cordillera. Por último, el artículo concluye con una dura crítica a las autoridades provinciales, sosteniendo que estas frecuentes incursiones de pillaje y saqueo son perjudiciales no sólo para la propiedad privada sino también para el desarrollo comercial de la campaña bonaerense, poniendo en evidencia la absoluta necesidad de establecer sin más dilaciones una nueva y más efectiva línea de fronteras. Agrega que "el establecimiento de una nueva línea de fortines ha sido propuesta y proyectada por largo tiempo, pero otros objetivos que requerían más inmediata atención, impidieron hasta ahora que se concrete. Esta ha sido una de las causas principales que contribuyeron a que no se ocuparan ni poblaran la mayor parte de estas fértiles tierras por el peligro de estar expuestas a las incursiones de los indios. La seguridad de las fronteras debe ser el principal objetivo al que debe prestar atención el gobierno. Con esta medida la confianza consiguiente dará lugar a un marcado aumento de la población, de la actividad comercial basada en la ganadería y a una mayor inversión de capitales en el país. Sólo así, a pesar de su alto costo, se llegará a frenar a esos espíritus indómitos sin tener que llegar al exterminio". Al mismo tiempo propone que "...frente a la actual situación de la provincia es necesario que se tome como sana medida para este flagelo pagar un ejército de tres o cuatro mil hombres, alineándolos en la frontera sur-sureste emprender una campaña contra los indios y merecer el respeto de los países europeos. " El encendido reclamo que hace el semanario inglés que, a la sazón, no sería ni el primero ni el último, se fundamenta en el hecho que las fronteras interiores se encontraban para esa 11
época en un marcado estancamiento respecto de los dos últimos siglos de dominación colonial, y que esa inmovilidad venía siendo duramente criticada mucho antes de asumir el gobierno revolucionario de 1810, porque permitía que el accionar de los malones se dejara sentir en las puertas mismas de Buenos Aires. Pero esta exigencia periodística recién encontrará una respuesta oficial tres años más tarde, cuando en 1833 Rosas, momentáneamente alejado del gobierno provincial pero no d el ejercicio del poder, interpretando el reclamo del The British Packet que expresaba el sentir de los estancieros bonaerenses y de la Sociedad Comercial Británica del Río de la Plata, organiza y dirige una poderosa expedición contra los grupos de naturales que "maloqueaban" en la mayor parte de la provincia. Esta campaña al desierto tuvo como principal finalidad no la de conseguir nuevas tierras fértiles, ya que en realidad aún no habían sido ocupadas en su totalidad las conquistadas tiempo atrás por Martín Rodríguez, sino la de fijar esa nueva línea de fronteras que asegurase el límite entre las estancias y el "desierto", entendido como ámbito natural del salvaje. Teniendo en cuenta la gravitación que comenzaba a tener la actividad comercial de la provincia el robo de ganado para su comercialización en territorio chileno, como medio de subsistencia e instrumento de cambio para obtener azúcar, tabaco, alcohol, algunas armas y otros productos que se iban incorporando a su forma de vida a medida que avanzaba su relación con el "blanco ". La acentuada escasez de ganado cimarrón impulsó la captura por parte del indio de vacunos de estancia. Este fenómeno trajo aparejado el secuestro de mujeres y niños, convirtiéndose ambas actividades en el principal móvil de las sucesivas incursiones en la región, definiendo la violenta interacción que tuvo lugar entre estas dos culturas. La obtención de tierras y la expansión ganadera en la llamada pampa húmeda posibilitó el ingreso del criollo en suelo indio, provocando un corrimiento de los aborígenes hacia el interior del continente. Este proceso de ocupación de territorios y fuentes de alimentación determinó el surgimiento del malón. De este modo, el maloqueo se transformó en la principal estrategia de subsistencia desarrollada por los pampas, fuertemente araucanizados. Estas correrías cuyo objetivo central era el robo de ganado y la captura de mujeres y niños blancos, fue la institución social que dio origen al sincretismo cultural que tendría como escenario al "desierto" pampeano. Por su lado, el "hombre civilizado" del este también contribuye con esta fusión cultural produciendo verdaderos contramalones de uniformados, para despojar al indio de lo obtenido en sus incursiones. No obstante, las relaciones entre ambas sociedades se fueron construyendo no sólo sobre la base de esos ataques y contrataques, sino también por lo producido en estancias; pulperías; fortines y tolderías, donde criollos (entre ellos muchos inmigrantes), indígenas y algunos negros supieron convivir dando origen a un proceso de mestización racial y cultural que se irradiaría de modo desparejo a toda la sociedad del período, a través de la conducta cotidiana de un gran número de soldados, lenguaraces, arrieros, cautivos y gauchos. Ejemplos de este fenómeno de aculturación que sufren los indígenas de la región, provocando en algunos casos el surgimiento de agentes sociales nuevos, fueron recogidos en las crónicas y artículos del The British Packet and Argentine News. Sus páginas contienen gran cantidad de material inédito recopilado a lo largo de sus tres décadas de existencia. Testimonios que de ser sometidos a un estudio sistemático e integrador, podrían constituirse en punto de partida para repensar de modo crítico el particular conocimiento que de esos grupos culturales hemos heredado de la historiografía de mediados y fines del siglo pasado, y que de modo más o menos similar se ha venido trasmitiendo hasta nuestros días. 12
Bibliografía: Colección del The British Packet and Argentine News. Biblioteca Popular de la Universidad de La Plata. The British Packet: DE RIVADAVIA A ROSAS - 1 - 1826-1832. Recopilación, Graciela Lapido y Beatriz Spota de Lapieza Elli. Ed. Solar/Hachette, Bs.As. Biblioteca "Dimensión Argentina". 1976.
Docente e investigador en Historia Argentina y Americana. EL CAMINO DE UNA UTOPÍA La construcción del barrio toba en La Plata Por Nidia Buttori A MODO DE INTRODUCCIÓN Este escrito no p retende ser un trabajo científico, ni siquiera encuadrarse en un marco teórico. Su objetivo es solamente contar una historia: la historia de una utopía que, por un encuentro de factores y circunstancias, logró convertirse en realidad. LOS PASOS QUE HICIERON EL CAMINO Hace quizá más de dos décadas, algunos tobas tomaron la decisión de salir de su Chaco natal para buscar mejores condiciones de vida en Buenos Aires, la gran ciudad. La región chaqueña es un área expulsora de población. Recursos escasos, fuentes de trabajo temporarias y mal pagas son factores que inciden con mayor presión sobre los sectores más pobres, donde están ubicados los aborígenes. Por esas circunstancias los tobas emigran de su lugar habitual de vida y deben reinsertarse en otro medio, situación ésta que implica un desarraigo generalmente violento. La historia, que relato aquí, comenzó en el invierno de 1983. En aquel tiempo yo formaba parte de una asociación, que presidía el sociólogo Floreal Forni, cuya finalidad era desarrollar tareas de promoción comunitaria y brindar aporte técnico profesional a grupos de recursos escasos. Hasta nuestro local de la avenida Callao llegaron un día cuatro tobas, residentes en el Gran Buenos Aires. Se acercaron a nosotros para pedirnos capacitación. La pregunta que nos surgió de inmediato fue ¿Qué tipo de capacitación? y nos llevó bastante tiempo dar con la respuesta. Muchas charlas y muchos mates mediaron hasta que logramos darnos cuenta de que la capacitación que buscaban era conocer las reglas de juego de la sociedad nacional, para poder integrarse a ella sin dejar de ser tobas. Ante tamaño desafío no fue fácil responder. La cuestión de la etnicidad es un problema complejo, difícil de bajar a un hecho tan puntual como era el caso de esos cuatro hombres empeñados en resolver una situación, para ellos dilemática. En consecuencia continuamos con esas largas charlas que nos iban llevando poco a poco a conocernos mutuamente. De ese modo nos encontramos frente a otro importante problema de la Antropología Social: las relaciones interétnias. Utilizamos distintos recursos con el fin de descubrir "... la capacitación que buscaban era conocer las reglas de juego de la sociedad nacional para poder integrarse en ella sin dejar de ser tobas..." la mirada de un toba frente a un blanco; así salieron temores, resentimientos y las representaciones internas de cada uno. Nos hablaron de falsas promesas, de engaños y mentiras centenarias. De los cuatro hombres que iniciaron el contacto, sólo dos continuaron. Ambos vivían en
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San Alberto, Partido de La Matanza, pero estaban emparentados (por matrimonio) con una familia del barrio IAPI, Partido de Quilmes, y a través de ellos el trabajo se extendió a dicho barrio, donde residían y residen aún, varias familias tobas. Allí nació la utopía de hacer un barrio toba. A esa altura de los hechos apareció nuevamente, desde nuestro punto de vista, la necesidad de capacitación, pero esta vez redefinida, capacitación para la organización para la autogestión y comenzamos a trabajar en ese sentido. La metodología que empleamos fue la de investigación participativa. El objetivo era poner a su alcance las herramientas necesarias para que pudieran interpretar su propia realidad y modificarla. De esa manera comenzaron a manejar ciertas técnicas, tales como encuestas y audiovisuales, que ellos mismos hacían y utilizaban como elemento dinamizador en sus propias reuniones. También comenzaron a interiorizarse sobre las diversas formas de organización posible: cooperativas, sociedades de fomento, sociedades civiles sin fines de lucro, etc. En los primeros tiempos se intentó formar una cooperativa, por esa, diría, ingenuidad de relacionar organización comunitaria con cooperativa. Pero bien pronto nos dimos cuenta de que una cooperativa, por ser una empresa, se mueve en un s istema económico capitalista que nada tiene que ver con una forma comunitaria que ellos tuvieron en el pasado, que por otra parte, en la actualidad se encuentra, en algunos casos podríamos decir en crisis y en otros totalmente deteriorada. Sin embargo, la asociación civil sin fines de lucro pareció ser la que más se acercaba a l o que ellos buscaban. Así surgió la Asociación de Residentes Tobas Metzogoché, cuyo objetivo principal era conseguir terrenos para construir un barrio donde vivir todos juntos, rescatar sus tradiciones para transmitírselas a sus hijos, conservar el idioma y producir y vender sus artesanías. Pero esta asociación tuvo una vida muy corta a causa de problemas de diversos tipos, que estaban allí, subyacentes. Al comienzo la situación en el barrio IAPI parecía estable y homogénea. En un p rimer sondeo se detectó, como problema que los involucraba a todos, la inseguridad con respecto a la vivienda. Razón por la cual el proyecto de obtener terrenos y construir un barrio toba aparecía como un elemento fuertemente aglutinante. Sin embargo, algo afectaba la cohesión del grupo, algo que no podíamos entender. En medio del entusiasmo que se vivía en aquellos momentos, no era fácil tomar la distancia suficiente para una mirada objetiva, que nos permitiera detectar algo tan obvio como que el tejido social tiene muchas capas y que uno puede pasarse años viendo sólo la más superficial creyendo que lo está viendo todo. No obstante, ante la presión de la realidad, tuvimos que detenernos y analizar cuidadosamente los hechos. De esa manera logramos desentrañar en parte los factores que interferían el trabajo grupal. En primer lugar, no t odos se sentían en la misma medida pertenecientes al pueblo toba: algunos sólo les interesaba conseguir una vivienda segura y el hecho de tener algún antepasado toba era un medio para lograr ese objetivo. Otros en cambio vivían un desarraigo tan fuerte que los mantenía todavía ligados a su lugar de origen y no estaban muy seguros de querer incluirse en el proyecto del barrio. No faltaban tampoco los que se sentían desplazados o que no se les daba lugar en las asambleas. Pero hasta allí nos encontrábamos todavía en las capas superficiales. El nudo de la cuestión estaba en la historia misma del barrio, en viejas luchas del poder, en hechos que habían ocurrido antes de
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No dejaban de golpear puertas. Tantas puertas golpeaban que una por fin se abrió y consiguieron los terrenos en el barrio “Las Malvinas” de la Plata. nuestra llegada y en el interior de cada familia. El sector toba del barrio IAPI estaba dividido a su vez en cuatro subsectores, cada uno de los cuales era ocupado por una familia, entendiendo por familia al grupo extenso. Los jefes de tres de estas familias, por diversas razones, se consideraban con derecho a ejercer la hegemonía del barrio y, en su momento y cada uno en forma independiente había hecho alianzas ya fuera con otros sectores del barrio, con algunos políticos externos al barrio o con el estamento religioso, ésta última especialmente en el caso del pastor. Los fines que perseguían eran, por un lado obtener tierras en la misma villa; que son fiscales dado que allí estuvieron los galpones de? LAPI (Instituto de Promoción del intercambio) fundado por Perón durante su primera presidencia; y por otro, especialmente por parte del pastor, conseguir ayuda económica, traducida en alimentos y ropas. La participación de estas personas en las reuniones y asambleas del Centro de Residentes Tobas Metzogoché era escasa o nula, pero sí eran participantes activos los miembros de sus familias, sobre quienes tenían indudable influencia. Dada la situación preexistente, no era difícil entender que 1a nueva propuesta provocaría choques y resistencias, máxime que, si bien era comunitaria, había surgido de dos personas no radicadas en el barrio y emparentadas con la cuarta familia, vale decir, con la que nunca se había involucrado en aquellas viejas luchas. Esas no fueron las únicas piedras que entorpecieron el camino, hubo otras que aparecieron por el sólo hecho de transitar: desilusiones, intentos fallidos, respuestas dilatadas, todos eran factores que demoraban la llegada a la meta: obtener las tierras y construir el barrio toba. Finalmente un día los dos hombres, que habían comenzado a recorrer este tramo desde nuestro local en la avenida Callao, junto con sus parientes se fueron del barrio IAPI y tomaron, en Ciudadela, unos locales comerciales abandonados. Allí vivieron, en forma extremadamente precaria, durante más de un año, sin que eso fuera motivo para abandonar la lucha. Se conectaron con cooperativas de viviendas y participaron de sus reuniones y encuentros, a? mismo tiempo que continuaban capacitándose, asistiendo a cursos organizados por una fundación dedicada a la organización de planes y proyectos de viviendas populares. Mientras tanto no dejaban de golpear puertas. Tantas puertas golpearon que una por fin se abrió y consiguieron los terrenos en el barrio Las Malvinas de La Plata, a través del Plan Protierra de la provincia de Buenos Aires. Los primeros tiempos, mientras construían el barrio, fueron duros, pero los sobrellevaron con esa estoicidad que les impuso toda una vida de privaciones, y el 19 de abril de 1992, en una ceremonia muy emotiva, se entregaron las llaves de las primeras ocho casas. Si bien un hecho de as Malvinas" de La Plata. una intrincada red de circunstancias y motivaciones, a veces tan pequeñas que escapan a nuestra vista, lo que importa aquí es que confluyeron de tal manera que dieron el resultado esperado. Seguramente el momento histórico en que se dieron jugó también un papel relevante. Hoy el barrio ha crecido y también ha crecido la organización y seguirán creciendo en la medida que puedan llevar adelante los proyectos, que en ningún momento dejan de elaborar. Antropóloga. Investigadora del Museo Etnográfico (UBA) 15
SITIOS DE CONTACTO HISPANO INDÍGENA DE LOS ALREDEDORES DE BUENOS AIRES por Daniel Carlos Conlazo El presente trabajo tiene como objetivo presentar una aproximación de carácter etnohistórico y arqueológico a lo que se podría denominar “la primera frontera” de Buenos Aires sobre fines del siglo XVI y el primer cuarto del siguiente. Aproximaciones etnohistóricas: Don Juan de Garay, fundador de la ciudad de la Santísima Trinidad, realizará en el año de 1582 desde la ciudad de Santa fe un repartimiento de indios, así como de mercedes de tierras a los pobladores de la primera de las nombradas. Pese a que existen antecedentes de contacto hispano-indígena desde 1520 aproximadamente, será recién a partir de este momento que éstos, en malos o en buenos términos, se harán constantes. Estas encomiendas distribuidas por el fundador, debido al rápido abandono que hicieron de la ciudad muchos de los vecinos, no d ieron ningún resultado. Los indios, al no quedar sujetos al encomendado,, se moverán en libertad, se fugarán, o bien nunca llegarán a poner el pie en esta orilla del Río de la Plata (hay que tener en cuenta que muchos de los repartidos tenían sus asentamientos en las islas del delta, tanto bonaerense como entrerriano). La situación planteada llevará a que, en épocas tan tempranas como el año 1590, reclamaran las autoridades de Buenos Aires la introducción de esclavos negros de Guinea para atender los servicios de la ciudad. A todo esto los primeros años de la población no fueron nada tranquilos. Por lo menos hay noticias de dos grandes enfrentamientos con los indios de los alrededores. Estos son con las huestes guaraníes del cacique Tabobá (Taoabá o Teuabá) y con los de la parcialidad del cacique Tolomián (Telomián o Telemonián) Condic. Sobre el primero de estos enfrentamientos, muchos autores al dudar de las fuentes lo pusieron en entredicho, o bien negaron directamente su existencia, pero lo cierto es que el nombre del cacique no sólo es igual al de uno de los guaraníes del Repartimiento de 1582, sino que además vivía en los alrededores de la Santísima Trinidad en 1603 (por otro lado, se conoce hoy a través del registro arqueológico la presencia de canoeros guaraníes tan al sur como Samborombón y hasta las cercanías del balneario de San Clemente del Tuyú). Aparte de este ataque de los guaraníes confederados con otras parcialidades, tenemos la serie de escaramuzas libradas por el lugarteniente de Juan de Garay, Juan Ruiz de Ocaña en 1583 contra las huestes de Telomián Condic, en las orillas del Riachuelo de los navíos aproximadamente a 4 leguas de su desembocadura en el Plata. A este cacique se le han adjudicado diversas parcialidades pero es evidente que su nombre no es guaraní, así que tendría que ser mbeguá, o b ien querandí, aunque por lo menos sería apropiado tener en cuenta posibles relaciones con el sur de Mendoza en función de la onomástica, pues son harto evidentes en esa zona las terminaciones de nombres propios en IAN o YAN, además, llama la atención que un grupo situado tan cerca de Buenos Aires no hubiera sido repartido uno o do s años antes. Hay que pensar por lo tanto en que era esta una parcialidad proveniente del interior pampeano, atraída por la presencia de los castellanos. De todas maneras quedaron sujetos a Juan Ruiz Ocaña y su jefe pasó a ser uno de los primeros desaparecidos de la historia nacional. Por otro lado, es muy posible que “la cruda 16
guerra” que con él libraron los blancos, diera origen al nombre del Pago de la Matanza, que reducido en su superficie lleva hoy el homónimo partido del sudoeste del Gran Buenos Aires. Es evidente que la distribución de las mercedes de tierras así como de las encomiendas fue más teórica que real, quedando a principios del Siglo XVII en funcionamiento sólo las de los caciques Bagual y Tubichamini, las cuales habían sido adjudicadas respectivamente a Cristóbal Altamirano y a Juan de Garay el Mozo (hijo del conquistador). A esto se debe agregar a fines del siglo XVI a principios del XVII la reducción franciscana del Baradero establecida por Fray Luis de Bolaños. Respecto del reducido panorama que a indios se refiere, hay que tener en cuenta no sólo los enfrentamientos con los pobladores y las precipitadas huidas de éstos hacia el interior del territorio, sino el factor higiénico en la desaparición de los mismos, pu es al entrar en contacto con los blancos contraían enfermedades que hacían estragos en sus organismos, (esto se hace evidente en las epidemias de viruela y taberdillo muy frecuentes en la época y de las cuales tenemos claras evidencias en el registro arqueológico en el sitio de Baradero). También estaban las denominadas “malocas, corredurías y pacificaciones” (porqué no malones de los blancos, cuando todavía no los había de los indios), que llevará a la prohibición de las mismas por el Justicia mayor en 1603. Éstas provocaban muchas veces el alejamiento de los indios, hasta que se empezaron a producir levantamientos como el del cacique Bagual por esas épocas, en el cual también se vio complicado Tubichaminí, si bien no en el mismo, sí en la posterior desbandada. El gobernador Diego Marín Negrón marchó contra los indios y después de apresar a algunos y desbandar a otros, decidió establecer con los sujetos un pueblo estable. Es interesante que para esta época haya en una reducción sobre el Río Tercero en la jurisdicción de Córdoba un indio con el nombre de Lorenzo Bagual (tenemos que tener en cuenta que, según los cronistas, el movimiento de los querandíes en el sentido de los meridianos era desde la costa del Paraná-Plata al pie de la sierra). Este proyecto comenzará a tomar forma a partir de 1610, y es evidente en relación con esto que un tal “Licenciado Bagual” estaba juntando los indios querandíes en 1611 en el Luján y el Areco, según consta en documentos de la época. Posiblemente la Reducción de San José de Areco ubicada unas 18 leguas al norte de Buenos Aires, se haya originado en estos momentos. No obstante, pese a que allí se fijaron sus viviendas, los indios nunca llegarán a hacer vida sedentaria. En 1615 el poblador Alonso Muñoz Bejarano recogerá de las llanuras linderas a la hueste del cacique Tubichaminí, (que sería el de la desbandada anterior), y con los 160 integrantes de la parcialidad establecerá una reducción en la Isla de Santiago, junto al río del mismo nombre, al sudeste de la ciudad de la trinidad. En 1616, el gobernador Hernandarias luego de realizar una visita a los guaraníes que se adoctrinaban en las islas del delta con los Padres Franciscano, decide trasladarlos a la banda occidental, fijando con ellos una reducción 3 leguas adentro de la costa y a unas 22 de Buenos Aires. Ésta estará a cargo de los citados franciscanos y tendrá a su frente al cacique Bartolomé (por su nombre cristiano evidentemente bautizado). Los guaraníes del Baradero, por su condición semisedentaria, serán los que más permanencia tendrán pues los de las otras dos reducciones nombradas (aunque muchas veces sus integrantes fueron empleados en las vaquerías, debido al trato brutal de los blancos, y a su condición natural de nómades), hicieron abandono de las mismas y huyeron a las serranías (casi con seguridad a las de Córdoba-San Luis, si tenemos en cuenta la 17
relación Bagual-Querandí que establecimos anteriormente). Se suma a esto el hecho de que, en 1620, un tal Juan Vagual baja de las Sierras de Córdoba y se encuentra reducido en la citada Reducción de Areco. Volviendo a nuestro conocido cacique Tubichaminí en la reducción del Río Santiago, debemos agregar que estaba casado con la hija de este Juan Vagual, por lo tanto la relación anterior la haríamos extensiva al nombrado, salvo que no fuera necesario el hecho de pertenecer a las mismas parcialidades para tener parentescos de tipo político y fuera una realidad la posibilidad de uniones matrimoniales intertribales (hay que tener en cuenta que si este Tubichaminí o Tubicha Mi de 1622 es descendiente del Tubichaminí-Quengipén del Repartimiento de 1582, sería por lo tanto de estirpe Mbeguá). En tiempos del gobernador Góngora seguían existiendo las 3 reducciones y de ellas dará cuenta al rey en una carta de 1623. Este gobernador va a completar su obra de pacificación dando a las mismas curas doctrineros. El obispo de Buenos Aires ponderará la obra del gobernador, el cual, a su entender, había logrado la completa pacificación de los indios. No obstante, otra era la realidad, agravada por una terrible epidemia de viruela y tabardillo que dio por tierra con todas las buenas intenciones del gobernador. Debido a la gran mortalidad provocada por estas enfermedades, los indios harán abandono de las reducciones en forma masiva. Pese a todo, nuevos esfuerzos del gobernador y del obispo lograron juntar a los dispersos, lo que merecerá la felicitación del Rey, que instó a que la labor de pacificación se hiciera extensiva a los indios libres de las llanuras. Desgraciadamente el gobernador Céspedes no continuó la obra de su antecesor dejando las reducciones en un completo abandono, pero no así a los indios a los que explotó personalmente en las vaquerías a través de sus doctrineros de confianza, que a esos efectos había nombrado en las reducciones de Areco y Baradero. A todos estos problemas, se sumará en 1628 la primera aparición (por lo menos documentada) de los indios que los españoles de la época denominarán serranos “de a caballo” y en pie de guerra, en coincidencia con la aparición por el Río de la plata de corsarios holandeses. Estos indios comenzarán a amenazar a los vecinos de la Trinidad en sus salidas de la ciudad con el fin de llevar a cabo las tareas de las vaquerías, teniendo que hacerse, a partir de ese momento, muchas de ellas acompañadas por piquetes de milicianos. Estos serranos, al entrar en contacto con las parcialidades establecidas en las reducciones cercanas a la ciudad las alborotarán de tal manera que en 1635 será necesaria una expedición al interior de las llanuras que terminará con el asalto a varias tolderías y el traslado de indios prisioneros a Buenos Aires. Bueno, resumiendo y para poner fin a este acercamiento a la realidad de los alrededores de Buenos Aires en esas épocas a través de los documentos históricos, se puede decir que: A- Los enfrentamientos de los castellanos en esos primeros 50 años, fueron con indios de las parcialidades citadas en el Repartimiento de 1582, o sea Guaraníes y Querandíes, aunque estos últimos no aparezcan con este nombre genérico en el mismo. B- En un solo caso aparecen indios de otras parcialidades, posiblemente provenientes del interior de las pampas y relacionados con los aborígenes del sur de Cuyo. Concretamente los del cacique Telomián Condic. C- Parece ser que los denominados mbeguaes y querandíes, se movían intensamente en sentido este-oeste como lo prueban no sólo las declaraciones de varios cronistas, sino las vinculaciones onomásticas espacio temporales que hemos podido establecer en relación con el famoso Repartimiento de 1582. 18
A grandes rasgos se puede ver con claridad la similitud de algunos nombres como los que citaremos a continuación. - Ante todo algunos de los nombres de caciques y naciones son muy similares a los de caciques pertenecientes al grupo que en el Repartimiento aparecen citados como “sin nombre de nación”, como por ejemplo: Suguna (cacique de la nación Alaca) con Sugun o Suguno (cacique sin nombre de nación), así como también Cubusote (cacique de nación Caltis) y Cubuso-Urucutaguay (cacique de nación Lojae-Emelaguae), con Cubusote (cacique sin nombre de nación). Todo esto haría pensar en una clara identidad onomástica, por lo menos en tres casos de los caciques “sin nombre de nación” con los que tienen nombre expreso de nación (nótase que en los casos citados no son éstas ni la nación chaná ni la guaraní, que son las únicas que en el Repartimiento aparecen claramente identificadas como nombres colectivos). Por lo tanto si los caciques “sin nombre de nación” fueran querandíes como supuso Canals Frau (y esto sin entrar a discutir que la única razón para ser querandíes es que no fueran de ninguna de las otras naciones nombradas), habría que pensar en un parentesco bastante cercano entre los supuestos querandíes y los supuestos mbeguaes (por lo menos en lo que a nombres se refiere). También hemos encontrado una clarísima identificación onomástica entre las naciones Calcilacas y Alacas del Repartimiento y el “camino de los colacas” que era el nombre del rumbo sur de Santa Fe, designado así por Juan de Garay en documentos pertinentes a la fundación de esa ciudad. Entendamos que esto se puede hacer fácilmente extensivo a Alacuata (indio reducido en Yucat, Córdoba), Talaca (cacique del pueblo Amari ubicado en el Río V. San Luis) y Salacata, (cacique serrano de la Provincia de Buenos Aires). - Clarísima identificación entre los nombres de naciones del Repartimiento: Caltis y Locultis, con el cacique Altis del pueblo Quimi, ubicado en el Río V. San Luis. - Los nombres de los caciques: Campampen, Diciumpen, Quemumpen, Salloampen /todos terminados en mpen) y Allapen, Coaspen, Coespen, Escallopen, Pacaospen, Quengipen y Tanaoalquepen, (terminación pen) con el nombre de nación más septentrional del denominado por Canals Frau “Grupo del Litoral” o sea los Mepenes (mepen). Si como algunos autores opinan, estos genéricamente denominado Guaycurú, tendríamos allí una clara identificación chaqueña-pampeana (por lo menos en lo que a nombres se refiere). - El nombre bagual del repartimiento con el Bagual-Vagual del levantamiento de inicios del S. XVII, con el “Licenciado Bagual” que andaba juntando a los querandíes por el Areco, y finalmente con Lorenzo Bagual (indio reducido en San Antonio, Córdoba- El nombre Marich del Repartimiento, con el pueblo Amari que tenía al frente al cacique Talaca, recientemente citado, ubicado en el Río V. San Luis. Nótese que en todos los casos citados hay una clara coincidencia territorial con el hábitat que los cronistas atribuían que los cronistas atribuían al grupo genéricamente denominado querandí por los primeros cronistas, de tiempos de la conquista del Río de la plata, o sea: las costas del Paraná-Plata al este, y las Sierras Centrales al oeste, siendo más imprecisos los límites meridionales y septentrionales (aunque es muy posible que éstos fueran respectivamente el Río Salado de la provincia de Buenos Aires y el salado al norte de Santa fe). Aproximaciones arqueológicas: Desde hace aproximadamente 15 años hemos trabajado en un intento global de relación de sitios arqueológicos post-conquista y documentación histórica colonial en los inmediatos 19
alrededores de Buenos Aires. En muchos casos el crecimiento descomunal de la urbe ha dejado bajo el cemento y el hormigón armado a muchos de los sitios que hasta hace 70 años se podían ubicar inclusive dentro de los límites de la Capital Federal, no ob stante hemos podido acercarnos a través de la arqueolología a 3 lugares que están en evidente asociación con los datos etnohistóricos a los cuales hemos hecho referencia. Estos son: A - El Sitio Ezeiza: ubicado en el partido de La Matanza, en el margen izquierdo del Río homónimo, donde se encuentran vestigios del contacto hispano indígena que pueden ser atribuidos a un período que va del Siglo XVI al XVII. Puede haber sido éste el lugar del enfrentamiento de Juan Ruiz de Ocaña con el cacique Telomián Condic y evidentemente es el lugar de establecimiento temporal de los denominados Pampas Matanceros en las crónicas coloniales. B- Sitio El Bagual: ubicado sobre el Río Areco, en las inmediaciones de la localidad homónima, que bien podría ser el lugar del establecimiento de la reducción de San José. C- El Sitio de Baradero: Ubicado en la ciudad homónima, sobre la costa del brazo del Paraná, conocido desde siempre con ese nombre. Este es evidentemente el lugar de asentamiento de la reducción de los Franciscanos a la cual hemos hecho referencia (la del cacique Bartolomé). Bibliografía: - CONLAZO, Daniel Carlos. “Los Querandíes, un enigma para antropólogos”, en: Todo es Historia, Nº 140, Buenos Aires,1979. - CONLAZO, Daniel Carlos. Los Indios de Buenos Aires, Siglos XVI y XVII. Buenos Aires, BúsquedaYuchán, 1990. - CONLAZO, Daniel Carlos. Resultados de una prospección en el curso medio del Río Matanza, en: ADEHAN Nº 1, Buenos Aires, 1982. - KUSCH, M.F.; CONLAZO, D.C. Sitio Ezeiza: análisis del tipo de ornamentación que caracteriza a l a muestra de fragmentos de cerámica decorados obtenidos en el mismo, en: ADEHAN Nº 5, Buenos Aires, 1984. - PONSARD, Rogelio; CONLAZO,D.C. Breve contribución a l a arqueología histórica de la Provincia de Buenos Aires. Sitio El Bagual, Partido de San Antonio de Areco, en: Estudios de antropología Pampeana Nº 2, Buenos Aires, 1987.
Profesor Titular de Historia Americana y Argentina III en el Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González Profesor Interino del Seminario de Historia Argentina y Americana en el Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González Jefe de Trabajos Prácticos en la Cátedra de Prehistoria del Viejo Mundo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires Director de la Biblioteca Dr. O.F.A. Menghín.
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COMENTARIOS BIBLIOGRÁFICOS: GARCÍA HERAS, Raúl Transportes, Negocios y Política. (La compañía Anglo Argentina de Tranvías: 1876 / 1981)Buenos Aires, Sudamericana Colección Historia y Cultura. 1994. "La historia se encuentra hoy ante responsabilidades temibles pero al mismo tiempo exaltantes. Sin duda porque siempre ha dependido en su ser y sus transformaciones, de condiciones sociales concretas. La historia es hija de su tiempo, y su preocupación es la misma que pesa sobre nuestros corazones y nuestros espíritus." En esta reflexión Braudel señala claramente el condicionante más importante que debe enfrentar todo historiador y que como tal se ve reflejado en su obra: el peso cultural de las coordenadas socio-temporales en las que vive y se desarrolla. De acuerdo con este principio, múltiples pueden ser los cuestionamientos e interrogantes que el estudio y análisis de nuestro tiempo histórico nos pueden plantear; como también los aspectos sobre los cuales deberemos volver a reflexionar. Pero sin lugar a dudas, el resultado siempre es enriquecedor no sólo para el que lo aborda sino también para todo el cuerpo social, justificando de ese modo la elección temática y la difícil decisión de concretar el proyecto. El presente trabajo se encuadra perfectamente dentro de estos lineamientos generales, al abordar el estudio de uno de los temas que más a preocupado a los investigadores de nuestra historia nacional: Las relaciones diplomáticas entre Argentina y Gran Bretaña a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX hasta mediados del presente. Pero lo hace desde una faceta novedosa y original ya que reflota la problemática de esas relaciones internacionales que tanto significaron para el desarrollo de Buenos Aires elevándolo a la condición de ciudad más adelantada y cosmopolita de América Latina en la primera mitad del siglo XX, a través de la investigación del desarrollo integral de una de las compañías de transporte urbano de pasajeros más importantes que tuvo el país en su período medular de conformación y desarrollo. La Anglo Argentina Tramways Co. Ltd. prestó servicios en Buenos Aires entre 1876 y 1951 año en que es estatizada por el gobierno del Gral. Perón. Y por su amplitud de servicios, agresividad comercial y nuevas relaciones laborales fue considerada desde sus inicios hasta fines de los años veinte como modelo del espíritu empresarial anglosajón en toda la América Latina. Sin embargo y a pesar de la importancia que tuvo en el desarrollo de las relaciones diplomático-económicas de la época entre Gran Bretaña y nuestro país, su historia nunca fue abordada con la rigurosidad crítica y metodológica que el caso requería. Es por esto que el presente estudio ve aumentado su valor académico, dado que por un lado nos ofrece la primera historia completa de esta compañía anglo-argentina llenando de este modo un marcado vacío historiográfico en nuestro pasado mediato; y por otro pone en manos de los estudiosos de la historia contemporánea argentina fuentes nacionales e internacionales que hasta el presente no habían sido estudiadas. El autor hace un adecuado uso cuantitativo y cualitativo no sólo, del material conservado durante décadas en las principales bibliotecas y archivos de Argentina, Inglaterra y los Estados Unidos y de numerosas publicaciones periodísticas especializadas de estos países; sino también de fuentes primarias como los principales documentos que la diplomacia de estas naciones elaboró en la época. A esto se le suman los documentos de la compañía que fueron conservados y que recientemente han 21
sido librados a la consulta de los interesados por el Archivo del Banco de Londres, y los debates legislativos y obras contemporáneas que en su momento se ocuparon de la cuestión. El autor señala que la historia de la compañía es exitosa desde sus inicios. Sin embargo sostiene que con el correr de las décadas existieron varios factores que, si bien habían posibilitado su vertiginoso ascenso, pasaron a configurar su posterior caída. El desarrollo histórico de la Anglo Argentina Tramways Co. Ltd. es periorizada en cuatro momentos; el primero lo ubica desde los inicios hasta la finalización de la Primera Guerra Mundial; el segundo se desarrolla a lo largo de las dos décadas siguientes; el tercero se inicia al promediar los años cuarenta y , caracterizado por el surgimiento del nacionalismo económico; y el cuarto y último momento lo ubica a partir de la Revolución Libertadora en adelante, marcando la desaparición de las compañías tranviarias fusionadas en la liquidada Corporación de Transportes y que ya no podían atender adecuadamente las necesidades del transporte urbano de pasajeros de la ciudad de Buenos Aires. En suma, una obra para ser leída, estudiada y analizada no sólo por su calidad académica y el manejo objetivo de las fuentes utilizadas, sino también porque aborda el estudio de una rama de la historia económica nacional que aún no ha sido desarrollada. Pero fundamentalmente porque ofrece una evidencia empírica concreta que permite aclarar algunos aspectos del pretendido desarrollo político-económico y social que transita el país desde la generación del ochenta hasta su mayor punto de inflexión histórico-político al promediar el presente siglo. LOJO, María Rosa La pasión de los nómades Buenos Aires, Atlántida, 1994. Esta novela fue concluida con el apoyo de la Beca de creación artística de la Fundación Antorchas, y resultó finalista del Premio Planeta Argentina 1993. Expresar simplemente que La pasión de los nómades de María Rosa Lojo recrea el camino de Lucio V. Mansilla hacia la tierra de los ranqueles relevando -como en una segunda oportunidad- la figura del militar-escritor del siglo XIX, sería minimizar el sentido raigal del texto. Sin dejar de lado el interés de una nueva mirada, sobre la crítica histórica, esta novela nos invita a una seria reflexión sobre los temas de la post-modernidad y viscerales cuestiones del país y del mundo en el siglo, herencia de tiempos pasados pero muy en especial, en el caso que estamos comentando, del siglo XIX. Profundizando hacia el interior del texto, se detecta la importancia de lo pertinente a la transculturación, el mestizaje y el descubrimiento del ser en la tierra sudamericana, capaz de resignificar la conquista europea en una apropiación telúrico-ontológica. En este sentido, no pod emos eludir cierta reminiscencia del Marechal de Adán Buenos Aires. Interesa destacar que la narratividad se canaliza a través del elemento fantasmal, mágico, maravilloso; creemos que ello se debe no sólo a la necesidad fictiva para abordar un tema histórico, sino por la razón filosófica sustentadora de esta novela: el principio por el cual es desde la muerte, desde la finitud, que se está en condiciones de replantear la vida. De aquí el peculiar interés que despierta no sólo la visión desde la figura de Mansilla, sino desde las de Martín Fierro, Manuel Baigorria, el rey francés patagónico o aún la china Carmen, y en particular Mariano Rosas, el jefe de los indios ranqueles que aguardará en Leubucó el retorno de su compadre. 22
Quizá más metafísica y signada por la desgarradura de quien ha vivido el país desde adentro y en permanencia, respecto de otras obras muy valiosas por cierto pero caracterizadas por la marca del exilio. La presión de los nómades imposta una síntesis de las voces de estos pueblos, rotulados por los resabios de tanta violencia inútil. Patricia Mónica Vaianella LOJO, María Rosa La "barbarie" en la narrativa argentina (Siglo XIX). Buenos Aires, Corregidor, 1994. 191 p. Ensayo sólido, conciso y seriamente documentado (2) para quien se interese por descubrir las constantes que nos pertenecen "ab origine" y caracterizar nuestra identidad con miras a un futuro "más lúcido", Hallamos, en primer término, el análisis minucioso de los vocablos “civilización” y “barbarie”, estudiados por autores europeos (Braudel, Girard, Finkielkraut…) y argentinos (Sarmiento, Alberdi, Martínez Estrada, Murena, Canal Feijoó, Fermín Chávez, Kush, Saer, Graciela Scheines, Sebreli). A continuación, un análisis detallado del "Facundo" de Sarmiento, de "Amalia" de Mármol, de "El matadero" de Echeverría y de "Una excursión a los indios ranqueles" de Mansilla, constituye el "corpus" central del trabajo. En él se revela que en las tres primeras obras- la "barbarie" y los soportes humanos que la encarnan se acercan a "lo inhu-mano" (aún con caracteres aparentemente positivos), transgreden la "ley de la civilización" y construyen una forma de vida negativa que sobrecoge a todo el país mediante el pánico y el miedo. "Una excursión..." de Mansilla, en cambio, cuestiona los términos caracterizados en el comienzo del libro que comentamos y reconoce que "el mundo ranquel" -más cercano a "la ley natural" y "a la verdad"- participa con mayor intensidad de las vivencias cristianas (3) en tanto que el "urbano" se acerca a "la mentira", "a la opresión", "al dominio omnipotente e injusto", "al envilecimiento"... Este libro singular, critica, además, a la "clase dirigente" que desconoce "lo propio" y, por lo tanto, no lo asume como suyo, se instala en "el viaje exterior" e ignora "el interior" que conduce hacia "lo oculto y pequeño" pero fundacional. Finalmente, la autora, en un apretado esbozo, caracteriza nuestro territorio en el siglo XIX: a- el gaucho: 1- "humanizado", heredero de Mansilla": "Juan Moreira" de Gutiérrez; 2- salvaje: encarnado en un sargento que mata a un bebé ("Memorias" de Manuel Baigorria) y en "Andrés" de "Sin rumbo" de Cambaceres; b- el indio y el gaucho juntos: 1- reconocidos como "fundadores de nuestra identidad" ("La tradición nacional"(1888 de J.V. González); 2- oponiéndose al gringo ("Cancha larga" de Eduardo Acevedo Díaz (h) ( 1939); c- el gringo ignorante que -para ascender desde el punto de vista económico se relaciona con las mejores familias ("Genaro" de "En la sangre" de Cambaceres.) NOTAS I- Este libro presenta los resultados parciales del último proyecto de trabajo de la autora como investigadora en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y 23
Técnicas. 2- Cada apartado se ve cumplimentado por las notas y bibliografía correspondientes. 3- Mansilla rechaza en el indio algunos rasgos que también posee el blanco: el cautiverio, la ebriedad... Licenciada Ana María Rodríguez Francia para "Letras de Buenos Aires"
Retorno al "país del caldén" * Por María Rosa Lojo Mamuelmapú: tierra de los caldenes o del monte de caldén, país del monte de caldén... Ese es también el país de los ranqueles que conoció Lucio Victorio Mansilla en 1870 cuando, en una "excursión" sin precedentes, decidió aventurarse, sin armas y con pocos hombres (entre quienes se contaban dos misioneros) por un territorio secreto y enemigo, erizado de obstáculos tan fatales como imperceptibles para el neófito. Volví a esa tierra en el verano de 1992. Configurábamos también una suerte de expedición, aún más pequeña y modesta. Una familia tipo, sobre un viejo y noble Mercedes Benz del `53, lanzado a la aventura de rehacer el itinerario que dio origen a las célebres cartas de Mansilla. No íbamos solos. El fantasma de Lucio, el primer excursionista, viajaba obligadamente con nosotros. ¿De qué otro modo hubiera podido escribirse La pasión de los nómades, una novela en preparación que devolvía a Mansilla, en esta década del noventa, a las huellas borradas de su antiguo camino? Dos personajes mágicos resignados a la postmodernidad: el viejo Merlín y su sobrina, un hada gallega, han aterrizado en tierras del Plata siguiendo ancestrales impulsos migratorios. Allí se encuentran las respectivas transrrealidades de Lucio, fugado de un aburrido paraíso, y de esos "dos gringos extravagantes y algo mandones" como él los llama en alguna página del libro. Juntos más la compañía de Manuel Peña, el imprescindible valet que acompañó a Mansilla hasta su muerte en París- recorrerán un camino esquivo a través de un país de cielo desmesurado y árboles espinosos que ya no pertenece al poder ranquel.
La historia borrada, la historia equivocada Y no sólo se trata de eso, de que los malones hayan sido derrotados, de que los ranqueles no reinen en el corazón de la Tierra Adentro. Ocurre, además, que una impresionante borradura se ha ejercido sobre las huellas mismas de la memoria, desde las materiales a las mentales. En Villa Sarmiento, primer hito de nuestro camino, el interventor municipal nos habló de misteriosos antropólogos que habían hecho excavaciones e investigaciones sin dejar rastro, en ese suelo donde los hechos ocurrieron, de los hechos mismos. Se lamentaba por la falta de un museo local donde las reliquias sepultadas quedaran a la vista, "en su lugar y en el país" (me dicen hoy periodistas de El Puntal de Río Cuarto, que el sueño del interventor se concretó y que existe ahora un museo en esta villa así llamada en memoria del viejo Fuerte Sarmiento de donde partió Mansilla para su expedición). Al susodicho paisano debemos también otra perla. Quiso recomendarme alguna bibliografía sobre el pasado histórico, y mencionó un "libro lindo" que había leído con gusto y prestado a su vez sin lograr la restitución del ejemplar. 24
Se acordaba del título: ¡nada menos que Una excursión a los indios ranqueles!, pero había olvidado el nombre del autor... Mi Mansilla, el que vuelve, acusa el impacto de la desmemoria, pero tiene, palabras casi borgea-namente comprensivas: "El buen hombre era amable y en cierto modo hasta resultaba una gloria haber llegado a convertirme en literatura anónima. Que nadie sepa quién soy, pero que las obras queden. Luminosas palabras sin dueño, como la voz de los copleros, que entretengan para siempre la nostalgia y la imaginación de los hombres...' (p.124). Recién comenzaba, no ob stante, nuestra experiencia sobre la fantasmalización o ficcionalización de una historia argentina real que no acusa mucho más de un siglo. Al llegar a la estancia Monte de la Vieja que conserva el nombre de ese "Monte de la Vieja" donde Mansilla y sus "excursionistas" se apearon- el encargado comentó que, si bien no había sido testigo directo, sabía de buena fuente que unos diez años atrás allí mismo ¡había acampado Mansilla con su gente! El sensato mayordomo no deliraba. Simplemente, mal apoyado en la debilísima trama mental de una historia que la escuela, a lo que parece, no enseña bien ni suficientemente, había caído en una cómica -y quizá en el fondo patética confusión-. Es que hubo, en efecto, otra expedición mansilliana hacía poco más de una década. En 1981, con cincuenta y siete jinetes y una buena tropilla, el historiador riocuartense Carlos Mayol Laferrere había salido al camino con las mismas intenciones que nosotros: rehacer la ruta de Masilla. No ignorábamos por cierto, este ilustre antecedente. Gracias a Mayol Laferrere, a quien visité anteriormente en Río Cuarto, nos fue posible contar con mapas confiables para guiarnos por el campo actual, donde los alambrados de los campos cortan las rastrilladas antiguas, y donde el monte, cada vez más proliferante, ha obstruido lagunas y olvidadas sendas. Mi Mansilla, el de la novela, no deja de visitar a Mayol en el Archivo Histórico Municipal de Río Cuarto (que éste sigue dirigiendo en la actualidad). Caracterizado como un descendiente de sí mismo (por el supuesto lado ilegítimo de la bella rusa Catherine Necrassoff, la de la homónima causerie) Mansilla sufre, en este diálogo, algunas desilusiones en lo que hace a la perpetuación de su gloria Si pudo haber creído que la cabalgata del historiador fue ejecutada por fervorosos admiradores, se lleva un chasco. La adhesión popular -aclara el historiador- "más bien se debe a que en esta provincia uno enseguida consigue participantes para cualquier aventura ecuestre, porque según lo que pude apreciar después, en los fogones, la mayor parte no tenía demasiada idea de lo que hizo Mansilla." "-Pero usted comentaba que se lo lee en la escuela" -retruca Lucio. "Bueno, sí, pero no más que a cualquier otro escritor relativamente clásico. No es que se le dedique una atención especial. Además, usted ya sabe: que un autor se convierta en libro de texto no es precisamente la mejor garantía de que se interesen por él." (p.119): Esto lo comprueba mi Mansilla fehacientemente en su conversación, llena de equívocos, con el encargado de Monte de la. Vieja, pero elige resignarse: "No puedo más que concluir, Santiago, cuánta razón tenían los hindúes al afirmar que la personalidad es nada y que el tiempo es ficticio una pobre apariencia en el vertiginoso vuelo de Maia-. Tanto da, después de todo, si es Mayol Laferrere o Lucio Victorio Mansilla quien ha h echo la excursión, si han pasado diez años o casi un siglo y cuarto. Dentro de otro siglo nadie recordará -salvo las ratas de biblioteca- ninguno de los dos nombres, y acaso el Monte ya cubra toda la estancia, como cubre hoy cinco o seis veces más de su anterior territorio." (p. 129). Pero la cúspide de la desmemoria o el descreimiento llega precisamente al final de la nueva expedición, cuando Lucio, emocionado al avistar por segunda vez la entrada a la laguna de 25
Leubucó (que presenta -salvo algunos caldenes más- el mismo desolado paisaje del siglo anterior), debe afrontar la despectiva incredulidad de otro encargado de estancia: "...Como ver, no van a ver gran cosa. Para mí, le digo en confianza, son cuentos esas historias de que acá vivieron los indios (...) Vaya uno a saber , si esa gente decía la verdad. Seguro que a muchos les gustaba dárselas de exploradores y de aventureros. ¿Por qué no hay por acá una sola casa de indios, y en cambio se las encuentra a veinte o treinta kilómetros?. ¿Sabe las horas que me he pasado cavando en un lado y en otro a ver si aparecía algo? Y hace más de dos años que trabajo en esta estancia. No, si los libros son corno los diarios. Por una noticia cierta, cuarenta bolazos, con perdón de la palabra... " (p. 164). Lagunas que vuelan, tierra desencantada También la geografía ha cambiado y no sólo, o no tanto, en los accidentes meramente físicos del terreno. Es cierto sí, que unas cuantas lagunas: la Alegre, Us-helo, la legendaria laguna La Verde en San Luis han desaparecido, tapadas por el monte invasor. Es cierto, también, que "ya no e xisten los guadales aquellos donde se hundían las patas de los caballos y los cargamentos de las mulas. Más de un siglo ha bas tado para endurecer la tierra y uniformar bajo el tranco pesado del Progreso el tembladeral pantanoso" (p. 126). Pero no radica ahí el cambio esencial. Es otro el planeta, que de la mano de la revolución tecnológica y la "globalización" ha entrado en la postmodernidad; es otro el país, no tan grande, no tan glorioso, no tan culto como lo soñó la vieja generación del `80; un país donde el mero avance material -menos esplendoroso que el del selecto club de las naciones "desarrolladas"- no trajo siempre crecimiento espiritual ni felicidad y donde las terribles violaciones de las guerras civiles decimonónicas se repitieron no hace mucho violando la legalidad de un orden republicano que Mansilla y sus coetáneos soñaron con ver definitivamente constituido, una vez superada la que se consideraba "barbarie" caudillesca. Y en ese país, el nuevo, ya no hay lugar para las etnias indígenas con las que Mansilla convivió y a las que comprendió como muy pocos intelectuales de su tiempo. Un campo anodino, domesticado, sin dimensión heroica y sin un solo ranquel, motiva estas reflexiones, cuando Lucio se halla frente a la antaño famosa y mítica (por varías razones) laguna del Cuero: "- Lo que se llama paisaje está más o menos igual. Pero, ¿qué significa hoy el Cuero? Un espejito de agua para que beban las vacas y mucho monte que molesta al ganado, tanto, que lo queman si pueden de cuando en cuando como no se abrase solo en época de seca. Antes, el que dominaba el Cuero gobernaba los caminos del Desierto, tenía el secreto de todas las aguadas y las dimensiones del espacio y del tiempo. ¡Y véanlo ahora! ¡Si ni siquiera se ha hecho el ferrocarril!" (p.150). Con Lucio, que se niega al vacío -o al vacío de sentido- del presente, se encontrarán por las noches figuras tan frágiles y tan intensas como los mismos sueños, y que pertenecieron a su mismo mundo de valores, creencias y esperanzas. Martín Fierro, el efímero rey francés de la Patagonia, Orllie Antoine de Tounens; el coronel unitario Manuel Baigorria, que vivió veinte años entre los ranqueles, y hasta la china Carmen que llega en la tormenta, con los pillanes, para ajustar viejas cuentas sentimentales. Tales visitas no son del todo halagüeñas para Mansilla. Traerán ironías y reproches de antiguos conocidos, o b ien, similares desconciertos en tiempos donde "un buen zaino vale tanto menos que un auto japonés" (p. 131) y donde todo, hasta la tradición campera aderezada y edulcorada for export, se ha transformado en un negocio, según se queja el famoso personaje de Hernández. Pero la reunión decisiva lo aguarda en Leubucó: sombras de caciques que llegan desde sus muertes trágicas, y el mismo Mariano Rosas, su compadre, lo están esperando. Lucio 26
enfrentará, por boca de Mariano, otras requisitorias de más peso, y no sólo, o no tanto, por sus propios hechos falibles, sino como involuntario representante de esa "civilización" blanca a la que supo mirar, sin embargo, con inteligente distancia e ironía. Mansilla se defiende como puede, y al fin, airado, incurre en una recusación infeliz: "- Pues si ésta es su casa, usted es el anfitrión más descortés y desconocido que he visto. Y eso de que es su casa está por verse. Usted es un pobre espantajo que no significa nada (...) Los campos son de personas reales con nombre y apellido. Le guste o no, y sin que yo tenga culpa ninguna por eso. " (p. 182). Pero Mariano sabe hallar una respuesta exacta; que proviene del fondo de la cultura ranquel: "-El más sabio de entre ustedes entiende poco, muy poco. ¿De qué le habrán servido tantos años de muerte...? ¿Para qué soñaba con volver? ¿No sabe que la mapú no tiene ni tendrá dueños humanos, que somos, sólo habitantes, que nosotros le pertenecernos a ella, y no ella a nos otros? ¿Que cada árbol, que cada laguna, que cada médano, que cada río, tiene, su nguén, su espíritu invisible, y que a ellos se debe, solicitar permiso para usar de los bienes terrestres? La mapú tiene paciencia, que es virtud de las hembras, pero todo se acaba, y también su piedad se terminará, y el hombre, que es nada, será tragado por su cólera con sus ciudades y sus máquinas de guerra...". La tierra encantada, la tierra viviente, traspasada por fuerzas espirituales que conocían y cuidaban las culturas arcaicas, se opone a la concepción de la naturaleza como espacio profano dominable y mensurable, concepción que ha convertido al blanco en un d ueño muchas veces impío más que en respetuoso habitante, criatura que reconoce su lugar como parte de un mundo sagrado. Mansilla vuelve a aprender otras maneras de mirar en este viaje donde no se clausura, por cierto, una irradiación vital, que ha sobrepasado su muerte física. Insaciable curiosidad, capacidad de contemplar críticamente los propios marcos culturales y temporales, respeto por el otro, que es visto como prójimo, son parte de las razones que me llevaron a poner a Mansilla nuevamente en el camino. Para evaluar al pasado desde el presente y al presente desde el pasado, para renovar los nudos significativos de una tradición nacional, no la esterotipada, canónica o catequística, sino la viviente, que marca nuestra pertenencia a un suelo y a una historia. Para mirar, en fin, el derecho desde el revés, y al otro y al mundo en sus "verdaderas dimensiones", como hacía el Mansilla de la Guerra del Paraguay, poniéndose cabeza abajo sobre el merlón de la batería sin importarle cuán peligrosamente cerca le silbasen las balas. La pasión de los nómades (Buenos Aires: Atlántida, 1994). Esta novela fue concluida con el apoyo de la Beca de creación artística de la Fundación Antorchas, y resultó finalista del Premio Planeta Argentina 1993. * Doctora en Letras por la Universidad de Buenos Aires, y se desempeña como miembro de la Carrera del Investigador del CONICET Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). En ficción y poesía ha publicado: Visiones (1984, poesía) Marginales (1986, cuentos) Canción perdida en Buenos Aires al Oeste (1987, novela), Forma oculta del mundo (1991, poesía) La pasión de los nómades (1994, novela). Acaba de aparecer su libro de ensayo La "barbarie" en la narrativa argentina (siglo XIX) (1994). Sus obras resultaron premiadas en prestigiosos concursos, entre ellos: de la Feria del Libro de Buenos Aires, Coca-Cola en las Artes y las Ciencias, Fortabat; fue finalista por dos veces consecutivas en el Premio Planeta Argentina.
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HISTORIA Y LITERATURA LA ORATORIA DE LA PAMPA Como ante la tormenta, la pampa sin confines, se silencia. Ya hace rato que sus moradores salvajes han pasado huyendo; gamos, tigres, ñandúes, pumas...hacia el sur y hacia el norte del pueblo. Del oeste, del poniente, del mismo corazón de la polvareda emerge la caballería pampa, erizada de lanzas y de ponchos. A su frente Juan Callvucurá, Señor de las Salinas, Emperador de la Pampa. Trae, entre otras cosas, entre ceja y ceja, la idea de vengar a su amigo Juan de Dios Veloz, muerto a cuchillo por un pulpero, un tal Islas. A poco, ya avistan el pueblo de 25 de Mayo, que se encoge a la distancia, respaldado sólo por el sol naciente. Callvucurá, sin hablas, ordena con gestos secos la disposición del ataque. De pronto, a la distancia, avistan un caballo blanco que se acerca montado por un jinete de negros vestidos. Los pampas salineros, los ranqueles y otras tribus de la nación mapuche, que ya montan sus caballos de pelea, se detienen. El jinete, al llegar, vislumbra al jefe y enfila rectamente hacia él. Es el cura Francisco Bibolini, italiano de Specia, acérrimo defensor de los pobres y los desvalidos, insufrible poeta, de ese Fortín Mulitas antecesor de 25 de Mayo y que firma sus escritos como "El Pampeano". Callvucurá, que todo lo sabe, conoce a este cura que hace ya dos años organizó al pueblo para resistírsele, cuando ya lo tenía sitiado. Se retiró sin atacar el pueblo, con doscientos cautivos tomados en los campos, ingente hacienda y sin una baja, puesto que la guarnición estaba encerrada por sus lanceros en el pueblo rodeado. Esa vuelta había venido con el propósito de escarmentar a quienes robaban los víveres, que el gobierno enviaba, a la tribu mansa del cacique Cristo. Este se había sublevado y junto con toda su gente pedido la protección de Callvucurá. El cura alega con pasión, gesticulando, por horas y horas y es traducido por una cautiva rubia ya vieja, vestida de harapos, que deja entrever una belleza que estaba en tiempos más amables y que ahora puja temblorosa escondida en los surcos de su piel, tan sólo un recuerdo. Más tarde la lenguaraz misteriosa le cambia a un o ficial del fortín, un s ombrero con la inscripción "Viva la Confederación, mueran los que la combaten", por un puñado de yerba. El respeto innato que todo pampa bien nacido siente irresistiblemente por un hombre que dice sus razones tan convencido y sin declinar nunca, más la jerga graciosa del italiano, convencen al Señor del Cuero, quien, por fin, acepta retirar sus caballistas. El cura respira aliviado, pero entonces la lenguaraz le comunica que el gran cacique quiere ajusticiar al matador de su compadre Veloz, el pulpero Islas. Tal vez sólo para que se sepa que no se puede matar impunemente a un amigo suyo. Después de esta noticia, Bibolini, que creía que todo había terminado, tiene que volver a comenzar fatigosamente, con esa antigua costumbre pampa del razonar interminable. Dice entonces el cura que el muerto estaba borracho. Consulta la mujer rubia al cacique y este dice que no estaría tanto, que no lo sabía tomador y que muy bien lo conocía. Que borracho lo atacó a puñal adas y entonces la respuesta: que no serían tantas las puñaladas, pues no lo sabía peleador, que era un hom bre manso su compadre y que él mucho lo conocía. 28
Al final, exhausto y aún de a caballo, el cura convence al cacique y s alva la vida de Antonio Islas, el pulpero. Esa noche del año 61, luego de la entrada de los dos al Fortín Mulitas ante el pueblo alelado, (hay quien dice que la gente arrojaba flores), Juan Callvucurá pasa la noche en la casa parroquial. Nota: El cura de 25 de Mayo, Francisco Bibolini, fue suspendido y por consiguiente separado de la Iglesia Católica, el día 12 de febrero de 1863. A su muerte, ocurrida en 1907, su pueblo le levantó un monumento. OSCAR JULIO MÉNDEZ. Escritor moronense. Sus relatos y poesías recrean hechos históricos, generalmente relacionados con la temática aborigen. FICHAS DIDACTICAS PARTIDOS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
ESTEBAN ECHEVERRÍA 1-UBICACIÓN GEOGRÁFICA Se encuentra ubicado en la provincia de Buenos Aires, dentro de la llamada área capitalina o metropolitana, a escasos 28 kilómetros de Buenos Aires, ciudad capital de nuestra nación. Cuenta con una superficie de 390,09 kilómetros cuadrados, siendo sus límites los siguientes: Limita al N.E. con los partidos de Lomas de Zamora y Almirante Brown; al S.E. con el partido de San Vicente; al S.O. con el partido de Cañuelas y al N.O. con el partido de La Matanza. El curso de agua más importante es el río de La Matanza y son importantes sus afluentes, los arroyos Cañuelas, Giménez y Ortega. 2-ESCUDO DEL PARTIDO El escudo oficial del partido de Esteban Echeverría fue creado según ordenanza N° 607/59, bendecido y puesto en vigencia el 25 de mayo de 1962, siendo comisionado municipal el señor Antonio Vidal. Fue diseñado por los señores Arnaldo Enrique Sánchez y Julio Renzo Iori, vecinos de la ciudad de Monte Grande. El escudo simplemente representa el contorno del área comunal, orientado de norte a sur. Está dividido en cuatro campos, cada uno de los cuales muestra detalles característicos del municipio; un avión que representa el aeropuerto internacional de Ezeiza "Ministro Pistarini", enclavado en el territorio; una arboleda que representa a los bosques de talas y cina cinas que dieron nombre al "monte grande"; el libro y la pluma que evoca la obra del poeta Esteban Echeverría y una fábrica que señala la importancia de su parque industrial. 3-ORÍGENES A-Antecedentes y fundación En tiempos remotos, con anterioridad a la llegada de las corrientes colonizadoras españolas, la región estaba habitada por el pueblo indígena querandí. A partir del año 1583, es decir, algo después de (a llegada de don Juan de Garay, comienza el reparto de las tierras al sur
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del río de La Matanza y, tras la derrota que infringe el sargento mayor Juan Ruíz de Ocaña al cacique Telomián Condié, en sangriento combate. Esto habría dado el nombre al curso de agua que separa al actual partido de Esteban Echeverría, del partido de La Matanza. El primer vecino que recibe una merced fue en 1595 don Mateo Sánchez, escribano y procurador del Cabildo de Buenos Aires, quien bautiza a su propiedad con el nombre de "La Cañada Grande". En 1610 adquiere esta tierra don Francisco García Romero, quien junto al ya nombrado río levanta un molino hidráulico para la molienda de granos, motivo por el cual la historia echeverriana lo considera como el primer industrial. Años más tarde recibe una merced Juan Gutiérrez de Humanes. Ésta pasa posteriormente a manos de doña Mayor Humanes de Molina, quien la nomina "Monte Grande", designación que se menciona a partir del siglo XVII y hasta nuestros días. B-Nombre Por siglos, la región donde hoy se encuentra el partido de Esteban Echeverría se ha conocido con el nombre de "Monte Grande". Las primitivas tierras, con el correr de los años, fueron pasando de mano en mano a diversos propietarios. Hacia 1830 conformaban dos grandes estancias, "La Laguna" y "Monte Grande", pasando a ser propiedad de don Tomás Fair; Santiago y Federico, venden un área importante a los señores Pedro J. Coni, Simón Gastón Sansinena, Roberto Oliver, Santiago Lumsden y Juan Ferrarotti, quienes integran una sociedad comercial que gira bajo el nombre de "Coni, Sansinena y Cía." y cuyo propósito es el de fundar un pueblo. Se procede a la programación de una traza compuesta por 74 manzanas con sus correspondientes lotes céntricos; 54 quintas y 36 chacras, firmando la autorización pertinente el gobernador de Buenos Aires, don Máximo Paz, el 3 de abril de 1889. Por voluntad de la firma vendedora de las tierras, el trazado se determinó en llamarlo "Monte Grande", tal como tradicionalmente se conocía a la región, respetándose este nombre con justicia, por ser verdaderamente histórico. C-Poblamiento Al tiempo de la independencia argentina, la región del "Monte Grande" presentaba el aspecto del campo raso, con tierras fértiles bien irrigadas. Las tareas eran las propias que se desarrollaban en las estancias del siglo XIX, prevaleciendo la ganadería. En 1825 se establecen, en las ya nombradas estancias "La Laguna" y "Monte Grande", más "Santa Catalina" (que hoy pertenece al municipio de Lomas de Zamora), los primeros inmigrantes europeos que llegaron al Río de la Plata, procedentes de Escocia, en cantidad de 220 personas, creándose así la famosa "Colonia Escocesa de Monte Grande", cuya finalidad era la de activar las tareas granjeras, desconocidas en nuestro medio. Por infinidad de circunstancias, la referida Colonia no prosperó y es así como sus promotores, los hermanos Juan y Guillermo Parish Robertson se ven obligados a vender sus campos, adquiridos con anterioridad para ubicar a los colonos. Don Tomás Fair, ya nombrado, les compra a estos hermanos las estancias "La Laguna" y "Monte Grande", todo según lo ya explicado. Vendidas posteriormente las fracciones de la traza, éstas dan origen a la fundación del pueblo de Monte Grande. Los vecinos que, se van radicando, adquirientes de lotes, quintas y chacras, con el correr del tiempo organizan un movimiento para lograr la independencia de Lomas de Zamora, cuyas autoridades no efectuaban las prestaciones públicas por ellos deseadas. 30
Tras numerosas gestiones, el vecindario logra la autonomía anhelada. Esto se concreta el 9 de abril de 1913, creándose así el partido de Esteban Echeverría, con tierras segregadas a los partidos de Lomas de Zamora y San Vicente, determinándose que el pueblo de Monte Grande sea la cabeza del municipio, todo según la ley provincial N° 3.467. CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO DEL PARTIDO SEGÚN LOS CUATRO ÚLTIMOS CENSOS NACIONALES Año 1960 - 69.730 habitantes Año 1970 - 111 .150 habitantes Año 1980 - 191.919 habitantes Año 1991 - 273.779 habitantes 4-FACTORES ECONÓMICOS DE DESARROLLO Tal como ha acontecido con otros pueblos de la provincia de Buenos Aires, el ferrocarril fue el principal factor de desarrollo del pasado echeverriano. La Línea del ramal Temperley a Cañuelas se inaugura en 1885, primero a cargo del estado provincial y luego a cargo del Ferrocarril del Sud. El actual Ferrocarril Gral. Roca electrifica el sistema entre Plaza Constitución y José María Ezeiza el 6 de noviembre de 1985. Hoy, merced a diversas rutas y a los medios de transporte automotores, el partido de Esteban Echeverría se conecta fácilmente con la ciudad de Buenos Aires y con todos los partidos del conurbano y los demás pueblos de nuestro país. 5-LOCALIDADES IMPORTANTES El partido de Esteban Echeverría se integra con nueve localidades a saber: 9 de Abril (fundada el 18 de setiembre de 1978); Luis Guillón (fundada el 6 de noviembre de 1926); Monte Grande (ciudad cabecera fundada el 3 de abril de 1889); El Jagüel (fundada el 29 de marzo de 1965); Jorge Canning (fundada el 8 de febrero de 1911 ); José María Ezeiza (fundada el 17 de julio de 1885); Unión Ferroviaria (fundada el 24 de junio de 1912); Tristán Suárez (fundada el 1 6 d e julio de 1885) y Carlos Spegazzini (fundada el 5 de diciembre de 1950). CIUDADES NOMINADAS Monte Grande (Ley provincial N° 6.857 d el 13/11/1964); José María Ezeiza (Ley provincial N° 8".130 del 30/10/19731; Tristán Suárez (ley provincial N° 10.221 d el 18/10/1984) y Luis Guillón (Ley provincial N° 10.275 d el 24/04/1985). El partido de Esteban Echeverría se dividió en dos partidos mediante la Ley N° 11.550: 1 ) Partido de Esteban Echeverría: Cabecera: Ciudad de Monte Grande. Localidades: Luis Guillón, Monte Grande, El Jagüel, Jorge Canning y 9 de Abril. Cabeceras: Ciudad de Monte Grande y Ciudad de Luis Guillón tienen categoría de ciudades. 2) Partido de Ezeiza: Cabecera: Ciudad de Ezeiza. Localidades: Ezeiza, La Unión Ferroviaria, Tristán Suárez, Carlos Spegazzini. Cabeceras: Ciudad de Ezeiza y Ciudad de Tristán Suárez.
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FICHAS DIDACTICAS PARTIDOS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
MAIPÚ 1- UBICACIÓN GEOGRÁFICA El partido de Maipú se encuentra ubicado en el centro-este de la Provincia de Buenos Aires y a una distancia de 274 kilómetros de la Capital Federal, sobre la Ruta Provincial N° 2. El Partido limita con los distritos de Dolores, Tordillo, Gral. Lavalle, Gral. Madariaga, Mar Chiquita, Ayacucho y Gral. Guido. Su superficie es de 2.601 km². 2- ESCUDO De reciente creación, data del 20 de abril de 1985. Es obra de la señora María E. A. de Messa. La flecha y las boleadoras recuerdan los malones y las luchas con el indio. El arma de fuego y el sable, al soldado gaucho, la comandancia de la época. El sol, signo de fe, futuro y energía. Buenos Aires, por estar situado en dicha provincia. La raíz, situada en la parte inferior, y la palabra Monsalvo expresa que justamente fue Monsalvo la raíz del origen del nombre del partido de Maipú. 1865 precisamente indica la división de la campaña al exterior del Salado. 3- ORIGENES A- Antecedentes y fundación Las tierras que actualmente conforman el partido de Maipú eran conocidas a fines del siglo XVI como Los Pagos de Monsalvo, extensa región al sur del Salado. Afectaba la forma de un triángulo que comenzaba en el Rincón de Ajó y El Vecino, por el norte y el noroeste respectivamente y terminaba en el sur, en la desembocadura del Quequén Grande. Estas tierras estaban habitadas por tribus nómades de origen araucano, entre los que vivían algunos guaraníes. A partir del año 1678, estos grupos de indígenas comenzaron a llamarse "pampas". En 1815 se establece, cerca de la laguna Kakel Huincul, -palabra que significa "Loma Solitaria" o "Loma Atravesada"-, una guardia al mando del Capitán Ramón Lara, debido a las continuas quejas de los hacendados de la zona por los continuos robos ocasionados por elementos de mal vivir. Esta compañía estaba integrada por veteranos del Cuerpo de Blandengues. Poco después de la Revolución de Mayo, Francisco Hermógenes Ramos Mexía y del Pozo compra al gobierno una extensión de 250.000 Has., al sur del Salado, en los Pagos de Monsalvo. Por lo tanto, fue el primero en cruzar el Salado y fundar una estancia que la llamará "Miraflores". Ramos Mexía incorpora a los indios en su estancia y les enseña el manejo del arado, viviendo en completa armonía. Los bautiza, les inculca ideas religiosas, los casa y les enseña a leer y a escribir. Viendo el Juez de Paz, Madero la prosperidad del partido, dona de su propiedad terrenos para la construcción de la Iglesia Parroquial, Municipalidad, Juzgado de Paz, escuelas y cementerio, manifestando "... que se ha formado en este partido un pueblo que ha tomado en este último año (1875) un incremento mucho mayor que el que era de esperarse en corto tiempo".
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Solicita al gobierno la necesidad de que se establezcan allí las autoridades. El 1 de abril de 1875, el gobierno aprueba la traza del pueblo y acepta el nombre de Maipú propuesto por Madero y el 26 de setiembre de 1878 se declara residencia permanente de las autoridades. B- Nombre Maipú significa en voz araucana "Tierra allanada" y designa a una región chilena en que se libró la batalla en que el Libertador Gral. Don José de San Martín derrotó a los realistas. C- Poblamiento En sus orígenes, corresponde a tribus nómades de aborígenes pacíficos que se dedicaban a la matanza de anímales que luego comercializaban vendiendo los cueros a los españoles. A partir de 1810 el primer Gobierno Patrio tuvo la iniciativa de poblar nuevas regiones más codiciadas al sur del Salado. Es así que los primeros estancieros que se atreven a cruzar esta línea de frontera son los hacendados Francisco Ramos Mexía, Ramón Lara (fundador de Dolores) y don Clemente López Osorio, fundándose así las primeras estancias. En 1869, el censo arroja una población de 3.960 nacionales y 527 extranjeros, siendo en total 4.487 habitantes. Los censos de 1947 arrojan 9.286 h abitantes; en 1969: 8350 hab.; en 1970: 9.010; en 1980: 9.471 y el último censo nacional (1991): 10.073 hab. 4- FACTORES ECONÓMICOS DE DESARROLLO En sus orígenes (1815) debemos destacar que en los Montes del Tordillo se encontraba una fábrica de carbón para el Estado. Tiempo más tarde (1860) se instalan graserías. Actualmente, el desarrollo económico de Maipú reside en su riqueza agricologanadera, aunque paulatinamente fue decreciendo la agricultura. El área del sudeste de la provincia de Buenos Aires, particularmente la denominada "Depresión del Salado", es una zona poco apta para la producción agrícola, de modo que sólo se hace cría de ganado en forma extensiva. Existe en la actualidad una importante embotelladora de bebidas sin alcohol y una fábrica de cosméticos que da trabajo a numerosas familias. 5- LUGARES Y ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS En 1815 el General Juan Ramón Balcarce funda la Guardia de Kakel Huincul, al mando del Capitán Ramón Lara, primera avanzada al sur del Salado. El 7 de marzo de 1820, se firman "Las paces de Miraflores" entre el gobernador Martín Rodríguez, con los indios de la frontera. Martín Rodríguez no cumple con el tratado y manda a matar a todos los indios mansos que poblaban la estancia Miraflores. Existe en la actualidad en Kakel un cementerio cristianizado donde se enterraron los indios sacrificados por la adhesión al pacto, fieles y leales a su patrón. José Luis Molina, capataz de Miraflores, logra escapar de la matanza y reúne mil quinientos lanceros que destruyen la guardia de Kakel y el pueblo de Dolores. En el año 1821, se produce el destierro de Fray Francisco de Paula Castañeda, por orden de Bernardino Rivadavia, señalando para lugar de su confinación a la Guardia de Kakel. Castañeda estuvo desde el 25 de setiembre de 1821 hasta mayo de 1822. Es él quien edifica la primera capilla, siendo ésta la única después de 1810, al sur del Salado. Entre los años 1823 al 1824, tuvo lugar un combate naval, entre la escuadra del Brasil y un buque al mando del Coronel Tomás Espora en las costas del antiguo partido de Monsalvo.
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6-LOCALIDADES IMPORTANTES Las Armas. Se encuentra situada sobre la ruta Provincial N° 2, Km. 249. El topónimo "Las Armas" proviene de la laguna del mismo nombre. La tradición indica que el nombre viene de armas que se encontraron cerca de la laguna, no constatándose el origen de las mismas. Posiblemente en ese paraje hubo algún hecho de armas, ya sea cuando estaba la Guardia de Kakel Huincul o durante la Revolución de los Libres del Sur en 1839. Santo Domingo. Se encuentra situada sobre la ruta Provincial N° 62. El origen de las tierras pertenecieron a Francisco Ramos Mexia que le fueron entregadas con la condición, de prestar todo auxilio necesario en caso de irrupción u hostilidades de los infieles (indios). Una parte heredada por la señora Magdalena Elía de Ezcurra, actualmente es Santo Domingo, nombre de la laguna y estancia de los Ezcurra. Doña Magdalena dona terrenos para la construcción de una escuela, plaza e Iglesia, fundándose el pueblo en el año 1907. Vecinos de la zona solicitan a la Empresa del Ferrocarril del Sud, contemple la necesidad de instalar un ramal desde Gral. Guido a Juancho. En 1977 fue clausurado esta ramal, que es reinaugurado el 24/05/1994. Segurola. Se encuentra situada sobre la ruta provincial N° 62. Éstas tierras pertenecían a Francisco Ramos Mexía, después a su esposa María Antonia Segurola, hasta llegar a Eduardo Castex. En 1906, el hacendado Castex dona al Ferrocarril Sud, tierras con destino a la estación y vías en el Km. 37.200 con el nombre de Segurola, en homenaje al canónigo y doctor Saturnino Segurola (1776-1854), figura de vasta actuación en nuestro medio, primer introductor de la vacuna en Chile en 1815 y propagandista de ella en nuestro país en 1810. Monsalvo. El origen es muy antiguo; en 1812 se le concede un terreno a Juan Vicente Aguilar, cuyos herederos venden en remate oficial en el mes de julio de 1824, siendo comprador el señor Agustín Acosta. Sobre el origen del nombre no se ha encontrado documentación. Sin embargo se cree que hace referencia al gaucho Monsalvo, cuya leyenda fue recogida por minuciosos autores, entre ellos Hilario Ascasubi.
Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano Como Instituto Nacional de la Tradición, comenzó a funcionar en 1944. Su fundador y primer director fue Juan Antonio Carrizo, insigne investigador de nuestras tradiciones. La idea de Carrizo era la de un Instituto que se dedicara al conocimiento y difusión de las tradiciones populares y nacionales. La tarea que él había comenzado, décadas atrás, de recolectar y publicar el cancionero tradicional de Argentina, la continuó junto con las otras inherentes a su cargo de director y organizador. Además de los Cancioneros, publicó un interesante estudio sobre los orígenes hispano-medievales de la poesía tradicional argentina y una Historia del Folklore Argentino. Aún está por ver la luz, un libro sobrejuegos tradicionales que fue su obra póstuma. En el Instituto trabajaron varios investigadores notables del folklore argentino como Susana Chertudi, quien recogió y editó dos series de Cuentos Populares. Carrizo murió en 1957 y su magnífica biblioteca especializada en folklore americano y en historia de América se puede consultar hoy en el INA. Esta biblioteca complementa la del
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Instituto mismo que es la segunda en importancia en Bs.As., en temas de antropología. Es pública y habitualmente la consultan investigadores y una buena cantidad de público general, entre los que sobresalen los estudiantes. El INA fue cambiando de nombre siguiendo de alguna manera la evolución de las ciencias sociales en Argentina y especialmente de la antropología, que aquí tradicionalmente fue la ciencia que incluyó al folklore. El último cambio es de dos años muy recientes y agregó lo de Pensamiento Latinoamericano a su treintañero "Instituto Nacional de Antropología". Hace 22 años que su sede está en el barrio de Belgrano, en la calle 3 de febrero 1378. El INAPL tiene investigadores de planta permanente y otros que trabajan allí pero son investigadores o técnicos del CONICET o de Universidades estatales. En total entre unos y otros somos 26 profesionales dedicados a distintas disciplinas antropológicas: arqueología, antropología social, folklore, antropología visual, dialectología, etc. El Instituto depende de la Secretaría de Cultura de la Nación, como corresponde, en realidad, si pensamos que la antropología se constituyó como ciencia entorno al concepto de cultura, entendida como el quehacer del hombre. De la dirección depende el Museo Nacional del Hombre, el único Museo de Antropología de la Capital Federal, si excluimos al Museo Etnográfico. A nuestro Museo lo visitan anualmente miles de estudiantes primarios y secundarios que aprenden mediante visitas guiadas en las exposiciones temporarias y permanentes. El personal de éste por otro lado, asesora sobre montaje e incluso ha montado museos en el interior, como es el caso del Museo Masramón, en San Luis. Algunas muestras han ido al exterior y todas las montadas, en las que se refleja el trabajo de investigación del INAPL, han recorrido el país. También depende de la dirección del Instituto, el Mercado de Artesanías Tradicionales Argentinas, MATRA, que adquiere artesanías tradicionales en el interior a los mercados provinciales, cooperativas de artesanos o a artesanos calificados y las vende en Bs.As. Otra actividad muy importante del Instituto es la edición de una publicación periódica, Cuadernos del INA, que empezó a editarse en 1960 y ha llegado a su número 15 (en prensa). Allí se dan a conocer las investigaciones de los propios investigadores y de antropólogos y arqueólogos del país y del exterior. También publica una Serie Técnica y, un Boletín trimestral en el cual se detalla la actividad a realizar y se publican pequeñas reseñas sobre investigaciones hechas por los antropólogos del INA, a nivel de divulgación. En los dos últimos años el INAPL ha sido asiduo concurrente a las distintas provincias, en el marco de los Encuentros Federales de Cultura que organizó la. Secretaría, llevando por ejemplo la muestra de Video Antropológico, cursos, seminarios y conferencias a Puerto Madryn, Río Gallegos, Ushuaia, Resistencia, Posadas, Jardín América, Clorinda, Comodoro Rivadavia, por nombrar algunos. El INAPL tiene hoy una videoteca sobre temas sociales y antropológicos que literalmente ha recorrido el país varias veces. Organizó además cuatro Muestras Nacionales de Cine y Video Antropológico que se han llevado a cabo en diferentes lugares y en las cuales se presentan materiales de todo el país de realizadores jóvenes y consagrados. La última fue en noviembre en Mar del Plata, y la finalidad es crear un ámbito de conocimiento y reflexión entre realizadores y antropólogos. Este año se ha organizado junto con la Secretearía de Cultura de la Nación, el segundo concurso de fotografía antropológica. Nuestro Instituto ha tenido tradicionalmente mucho vínculo con las Provincias, sus Direcciones de Cultura y sus municipios. Los arqueólogos por ejemplo asesoran muchas veces sobre protección de patrimonio, sobre formas de transmitir; las nuevas generaciones, el conocimiento de nuestro pasado, sobre el establecimiento de Museos de Sitio o Centros 35
de Interpretación, en lugares remotos que puedan entre otras cosas, constituirse como centros de reunión e investigación de estudiosos de distintas disciplinas, c como parte de recorridos turísticos no convencionales. Se realizan en el Instituto, desde hace varios años, cursos de post-grado en Antropología Social, con el apoyo de varias instituciones nacionales y extranjeras como la Comisión Fullbright, la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de Bonn (Alemania) y fundamentalmente la Secretaría de Cultura. En la sede del Instituto se dictan todos los años cursos para especialistas y para público en generan sobre distintos temas dentro de la antropología. Estos cursos salen del Instituto cuando se los solicita, y se los publicita a través del Boletín y muchas veces, de la prensa. En síntesis el INAPL es un Instituto de investigación pero también de difusión y asesoramiento comprometido con la realidad del país, muchas veces con una realidad poco visible pero muy profunda. 3 de Febrero 1378 tel. y fax: 784-3371 Silvia P. García. MUSEOS DE NUESTRA PROVINCIA MUSEO DEL INDIO Fundado en junio de 1992, se encuentra ubicado en el Monasterio Benedictino de Santa María, en Los Toldos, Su colección está referida a la presencia de la tribu de Coliqueo en el partido, a los primeros pobladores y a la figura y obra del fundador de Los Toldos, D. Electo Urquiza. Solicitar visitas a Casilla de Correos 8 (6015) Los Toldos Bs.As. Tel. (0317) 3842. MUSEO ARQUEOLÓGICO DE CHASICÓ Sus tres salas de exposición muestran una colección de objetos únicos correspondientes a culturas precerámicas del ámbito pampeano. Se encuentra ubicado en el Establecimiento "Don Natalio" C.P. 8117 Chasicó Tel. (091) 91 4040 int. 10-18, El horario de visitas de Martes a Domingos de 9 a 12 y de 15,30 a 19,30. MUSEO CHAVIN DE HUANTAR Su colección consta de objetos de arte y arqueología, historia, etnografía y folklore, con 5 salas de exposición, Puede visitarse los sábados, domingos y feriados y está ubicado en Luis Sáenz Peña 2864, Martínez, Tel. (O1) 798-1835. MUSEO ETNOGRÁFICO MUNICIPAL "Dámaso Arce" Este museo consta de una sala de exposición en la que se aprecian objetos referidos a etnografía chaqueña, folklore y etnografía pampeana, máscaras chané, arqueología del Noroeste, Pampa, Patagonia y Tierra del Fuego. El museo se encuentra en San Martín 2862, Olavarría, Tel.: (0284) 21979. Los horarios de visitas son los Martes a Domingos de 10 a 12 (época estival); 16,30 a 20,30 (época invernal). 36
MUSEO HISTORICO REGIONAL "Gabriel Campomar Cervera" En su sala de exposición pueden apreciarse objetos predominantemente arqueológicos provenientes de "paraderos" de la zona, asiento de los indios pampas hasta 1879. El museo se puede visitar de lunes a viernes de 9.30 a 11.30 (época estival) y de 16 a 18 (época invernal) y se encuentra ubicado en Avda. 9 de Julio s/n. Salliqueló. MUSEO ETNOGRÁFICO Y ARCHIVO HISTÓRICO DE AZUL "Enrique Squirru". Sus 12 salas de exposición muestran colecciones de platería mapuche, material arqueológico de los antiguos pobladores de la zona, objetos regionales de uso rural y urbano; también puede verse documentación referente a las Comandancias de Frontera y a la repartición de tierras. El museo se encuentra en Bartolomé Ronco 654, Azul y puede visitarse de miércoles a domingos de 14 a 18 hs. BIBLIOTECAS DE NUESTRA PROVINCIA Presentamos en este número una nueva sección destinada a las Bibliotecas de nuestra provincia. Este será un espacio abierto para aquellas bibliotecas que quieran comunicar sus actividades, experiencias realizadas y material documental con lo que cuenten. Con la convicción de que cuando la gente no puede ir a la biblioteca tiene que acercarse a la gente, la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares ha puesto en marcha el proyecto Bibliomóvil. El Profesor Daniel Ríos se refirió al mismo señalando que "el objetivo básico de tan importante iniciativa es, por un lado, que la Comisión Nacional colabore mediante la donación de este tipo de vehículo a bibliotecas populares que estén en condiciones de implementar el proyecto, y a la vez establecer los respectivos convenios con las autoridades municipales y provinciales, para asegurar que el servicio pueda cumplirse". Las bibliotecas populares escogidas en una primera etapa por sus proyectos móviles presentados y características, fueron la "Esteban Adrogué", de Adrogué, Buenos Aires, municipio de Almirante Brown, y la Biblioteca Pública y Complejo Cultural "Mariano Moreno", de Bernal, en la misma provincia. Ambos vehículos ganarán la calle a partir del 17 de febrero de 1995. "Acercando el libro al lector" La lectura modifica, fortalece y enriquece al ser humano; para ello debe tener donde concretarse, a través de medios y lugares que la propicien, vinculados al trabajo y la vida cotidiana de la población. Que además estén especialmente dirigidos a quienes tienen poco contacto con el libro o que aún no son lectores, ya sea por analfabetismo, trabajo, escasez de medios o por la lejanía de una biblioteca.
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¿Qué es un Bibliomóvil? Se trata, básicamente, de un vehículo tipo "trafic", debidamente adaptado y equipado como biblioteca rodante o ambulante, destinado a acercar a la población materiales bibliográficos, multimediales y actividades de animación, allegándose a tal fin a distintos lugares como centros e instituciones escolares y culturales de zonas y barrios desfavorecidos o alejados de la biblioteca popular fija. ¿Qué lleva el bibliomóvil? - Material bibliográfico, audiovisual e informático: 500 volúmenes de temática variada, revistas, video-cassetes, cassettes y diskettes. - Equipamiento audiovisual e informático: un televisor, una videocassettera, un equipo de sonido, una computadora con impresora y una fotocopiadora. - Equipamiento especial y complementario: mesas plegables, sillas, cajas y elementos varios. - Actividades de animación socio-cultural y promoción de la lectura. Beneficiarios y localización Los pobladores de zonas alejadas, parajes, parques industriales o barrios pertenecientes a municipios con población superior a 25.000 habitantes, que cuenten con una biblioteca popular reconocida por la CONABIP, desarrollada e interesada en llevar a cabo la experiencia piloto del bibliomóvil con la coparticipación de su municipio y/o área provincial específica. ¿Cómo funciona? El servicio del bibliomóvil depende de la biblioteca popular fija adjudicataria del mismo, la que planifica y organiza sus recorridos con "paradas" semanales o periódicas en fábricas, escuelas u otras instituciones vecinales, de acuerdo a las características y necesidades de la gente de los barrios más alejados o carenciados. En cada "parada", el bibliomóvil ofrece servicios de consulta, lectura y préstamos de libros, revistas u otros materiales, y realiza actividades de animación a la lectura, expresión artística y de recreación. ¿Dónde se localiza? La CONABIP selecciona y dota de una biblioteca rodante, o b ibliomóvil equipado, a la biblioteca popular reconocida- de acuerdo con la ley 23.351- que presente un proyecto de extensión bibliotecaria móvil y que reúna las condiciones adecuadas: la infraestructura institucional, la complejidad necesaria y la coparticipación o apoyo para tal fin de su municipio y/o provincia. Asimismo, cada experiencia de bibliomóvil contará con la asistencia y el seguimiento por el especialista que asigne la CONABIP. CONABIP
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CANTO Y SACRALIDAD MAPUCHE. SU MANIFESTACIÓN EPIGONAL EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES por Rubén Pérez Bugallo *
El canto tradicional mapuche se caracteriza por la asimetría de las frases y una entonación imprecisa. Fue exactamente en 1963 cuando comencé a registrar en cinta magnetofónica la música de tradición oral característica de la provincia en cuyo territorio nací, me he criado y vivo: la de Buenos Aires. En principio, y por razones familiares que ya he expuesto (Pérez Bugallo, 1993: 9), mi principal interés radicó en las manifestaciones musicales criollas. Conocía desde niño los asentamientos de los Mapuches bonaerenses de Azul y Los Toldos, y conviví con estos últimos durante largos meses en varias oportunidades. Sin embargo, cada vez que había escuchado a estos paisanos hacer algo de música, se trató de rancheras, milongas, estilo, algún gato u otras expresiones del cancionero criollo. Daba la impresión, francamente, de que ya no conservaban nada de lo que habían sido sus propias canciones, danzas o instrumentos musicales; si bien tenía yo plena conciencia de que nunca nadie había indagado especialmente por sus recuerdos al respecto. Fue así que en 1985 decidí realizar en Los Toldos un relevamiento etnomusicológico sistemático que abarcara tanto las expresiones criollas –cuya abundancia conocía de antemano- como los probables relictos del antiguo patrimonio musical mapuche que aún pudieran rescatarse. Dos de mis alumnas de la carrera de Musicología de la Universidad Católica Argentina Miriam Mangiauti y Silvia Zalazar recogieron con entusiasmo la propuesta y decidieron realizar su tesis de licenciatura sobre la base de ese trabajo de campo. Desarrollamos la campaña durante los meses de junio y julio contando con la eventual colaboración del Dr. Haroldo Coloqueo, residente en Los Toldos y con quien me une una larga amistad y relación profesional. "Yo sé un canto para volver a la casa. Lo cantaba mi padre y mi abuelo. Es un canto que ayuda a volver a la querencia, por lejos que esté. Cuando uno se pierde por ahí, por ejemplo, o cuando va al pueblo y se chupa un poco, no tiene más que subirse al caballo y repetir este canto de los abuelos. Y esa canción tiene la fuerza de hacerlo volver a uno. La canción lo lleva." La cosecha fue fructífera: obtuvimos ciento setenta y dos registros sonoros de considerable valor documental para el estudio de las tradiciones musicales bonaerenses; y entre ellos un puñado de canciones de "la tribu" -las primeras y tal vez también las últimas que se han podido recoger-, acompañadas de importantes referencias verbales sobre sus respectivos significados. Uno de nuestros informantes calificados de aquella oportunidad fue Don Alejandro Llancafil, quien entonces contaba setenta y ocho años y a quien yo ya conocía por haberse desempeñado como peón en la chacra de mi abuelo y de verlo integrando la comparsa de esquiladores de los Nahuel -sus parientes- en Zavalía. La conversación inicial giró entonces en torno a los recuerdos de aquella época, cuando él era joven y yo un niño, y
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ninguno de los dos soñábamos con que en el futuro podríamos llegar a coprotagonizar una entrevista "científica". Al rato, mientras circulaba el mate, una nieta le alcanzó a Don Alejandro la guitarra y su hijo Nelson aportó la "verdulera". Las primeras rancheras sirvieron de convocatoria y poco después el viejo rancho de adobe albergaba, como en tantas otras ocasiones, un buen grupo de amigos que, entre "pieza" y "pieza", dialogábamos "champurreando" un mapudugún (I) tan estragado como entusiasta. Las únicas diferencias con mis visitas anteriores radicaban en que en esta oportunidad estábamos grabando, y en mi intención de derivar de algún modo el tema de conversación hacia la música de "los antiguos". Y llegó el momento. Ya reducida la reunión a los familiares más íntimos, pregunté a los Llancafil si alguno sabía de la existencia de canciones "en lengua" y podía reproducirme al menos un fragmento. Fue el propio Don Alejandro quien conmovido por lo que consideraba una curiosidad inédita en aquellos pagos, estableció claramente las diferencias de origen y carácter entre la música del wínka (2) que ellos habían adoptado y practicaban habitualmente y las canciones que habían cantado sus mayores, algunas de las cuales él conocía y guardaba celosamente, al punto de que nunca había permitido que un "cristiano" las escuchara: "Yo sé un canto para volver a la casa. Lo cantaba mi padre y mi abuelo. Es un canto que ayuda a volver a la querencia, por lejos que esté. Cuando uno se pierde por ahí, por ejemplo, de cuando va al pueblo y se chupa un poco; no tiene más que subirse al caballo y repetir este canto de los abuelos. Y esa canción tiene la fuerza de hacerlo volver a uno. La canción lo lleva". (3) El primer paso estaba dado. Estábamos, sin duda, registrando referencias sobre un auténtico canto aborigen. Y al parecer se trataba de uno de aquellos que funcionan como eficaces herramientas para encauzar o modificar determinados aspectos de la realidad, a condición de que su externación se produzca exclusivamente en el momento en que resultan necesarios. Corroborando mis presunciones, Don Alejandro cantó de esta manera: "Canción para volver a la casa" (Los Toldos, Bs.As., 1985). Recopilación: R. Pérez Bugallo. Elchéie ta hom kellé kellé mai pipiñé tu lín kawel. Nahuel futáiell Nahuel futrüell. Amútu antú doló mapú uágli kallé kaintán kawel. Kaiki cantando Io mapú. Mu mi ñaké ta manao mai káiki eu huitá uení uení. Ay, ulkantun ié ta, compañero, ülkarrtún ié, uení ülkantún ié. Taíéllki mi anái pui sáli tanki ki talín ta piuké.
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A continuación del canto vinieron diversas aclaraciones para cada párrafo, siempre acompañadas por recuerdos familiares: "Mi abuelo vino de Chille. Y la madre, cuando salió él... lloraba. El decíame contaba- que tenía ganas de volverse otra vez al pago, por eso se llevó esa canción. Yo la aprendí de mi padre. Poco a poco me quedó en la memoria. Era abuelo y empezaba a llorar, ahí. Yo lo escuchaba. Yo era chico, pero era curioso. Entonces algo le aprendí a él. Porque él era mapuche chileno... Mejor dicho araucano -no sé como le dirán-, o mejor dicho, paisano". Luego, contó de nuevo, introduciendo ligeras variantes (4) y esta vez acompañándose con la guitarra, no obstante estar plenamente seguro que "Los antiguos no hacían así...cantaban, nomás". En lo estructural y melódico, esta canción conserva dos elementos característicos del canto tradicional mapuche, como lo son la total asimetría de las frases -que ha separado por barras, atendiendo al contenido del texto- y una entonación "imprecisa" que en algunos tramos se aparta no sólo de las normas escalísticas sino también del sistema temperado. (Fenómeno habitual en la música etnográfica que hace necesario el uso de los signos diacríticos, si se intenta transcribirla el pentagrama como en este caso). Sin embargo, resulta evidente que el hecho de frecuentar la ejecución guitarrística ha marcado en el intérprete notorias influencias de tipo armónico en el modo de combinar los sonidos, hasta el grado de denotar una tendencia tonal que se percibe subyacente al recitativo cantado. Por esa razón, la secuencia muestra una adecuación general a la tonalidad de mi mayor, que pasa circunstancialmente al IV grado- en las primeras notas de la cuarta frase-, y algunos finales "abiertos" que caen en la séptima-frases quinta y doceava- y en segunda mayor frases novena, treceava y última-. Esta particularidad sugiere el parentesco con conocidas expresiones de la música folklórica chilena, como lo son aquellas típicas cuecas y tonadas que presentan finalización en dominante. En cuanto a la traducción definitiva de la canción -esto es, la cabal interpretación del significado profundo de su poesía-, confieso que resultó ser un arduo trabajo de gabinete a posteriori. El texto presenta, intercalados, párrafos de la canción que efectivamente cantaba el viejo, al partir y acotaciones circunstanciales del cantor actual. Esta alternancia, que es típica del ülkantún (5) de los Mapuche neuquinos, rionegrinos y chubutenses, se completa aquí con un tercer aporte: la recomendación final de los amigos a quien inicia la marcha. Estos tres niveles texturales se presentan hoy fundidos conformando una especie de contexto situacional (Bausinger, 1988: 20) en el que la narración cantada, además de constituir un antecedente fundante de la acción presente confiere al intérprete el rol de auténtico actor del episodio. Una dificultad adicional para el análisis de la textura y la comprensión del verdadero sentido la constituyó el modo lingüístico utilizado: la lengua 41
"pampa"- más específicamente pikúnche, según el propio informante- que virtualmente ha desaparecido sin haber llegado a ser suficientemente estudiada. Desde la primera audición durante la entrevista- noté que algunas de las diferencias con el mapuche propiamente dicho no eran más que variantes fonémicas o matices expresivos de correlatos fácilmente detectables: pui por puel (esta); kelé kelé por quelle (Herrado, ver Rosas, 1947: 261) uení/anái por huenuy (Amigo, ver Rosas, op.cit.: 229); káiki (Aspero, bravo, decidido) por kaikái, nombre de una serpiente terrible y de una mata de hojas espinosas (Moesbach, 1978: 39); doló por dolló (Agujereado) y otras. Otras expresiones, sin embargo, no hubieran podido interpretarlas sin la colaboración del propio cantor, como aquellas que presentan omisiones ("Bravos /somos/ cantando Los/ de la/ Tierra") y sobre todo las combinaciones metafóricas. Tal el caso de la expresión Uagli kellé kaitán kawel, sobre la que podría arriesgarse la traducción literal de "La estrella del aguilucho embravece al caballo" y que sin embargo el informante dio como equivalente a "Con la esperanza puesta en el tranco/ o en la resistencia/ de mi caballo" (6). La expresión Nahuel futáïell, particularmente, contiene varios aspectos de interés. Al oírla en primera instancia, jugué automáticamente con las posibilidades significativas que me permitían traducir en forma inmediata nahuel como "tigre", futá como grande o anciano y taïell como canto (7). Pese a ello, no encontré el sentido. Cuando lo pregunté expresamente y obtuve la respuesta de "El viejo Nahuel cantaba" no sólo advertí que se trataba de un expletivo intercalado por el cantor sino que estaba ante un caso de síntesis lexémica. En efecto, la sílaba ta -última de futá y primera de taiell- había servido de nexo para la creación de una forma expresiva inexistente en la lengua hablada habitualmente. Pero además noté que la voz taiell, que hemos venido atribuyendo exclusivamente al canto sagrado femenino, aparecía aquí para referirse al canto de un hombre, acción que en el mismo texto aparece más adelante designada también ülkantún. Interpreto que en los hechos reales fue la madre del viajero la que al emprender ésta la marcha le legó -rogando, como dice el texto-; un taiell cuya función era doble:, despedirlo y facilitarle el regreso. El significado mágico de la canción le fue confiado a Nahuel por sus uení -amigos, compañeros-, junto con la recomendación de conservarlo para poder valerse de él cuando decidiera volver. La alusión mitológica resulta evidente en el final, cuando se asegura que el canto será el vehículo mágico que le permitirá al mapuche desarraigado hacer que su corazón regrese a la tierra de sus mayores transponiendo la cordillera de Los Andes, la línea que en la cosmovisión tradicional mapuche divide las dos mitades del mundo. Concluyendo, fue la madre la que cantó el taiell y tal vez el abuelo Nahuel quien lo repartió al partir por consejo de sus amigos. Pero la referencia a ese acto fundante se concreta hoy en un ü lkantún, expresión que obviamente no contiene las palabras potentes originales propias del taiell-, que permanecen en un n ivel esotérico al menos hasta el momento específico en que su eficacia deba ser puesta en juego. Don Alejandro Llancafil deja hoy que su ülkantún lo guíe hasta su rúka, allá en Los Toldos, partido de Gral. Viamonte. Caballo y jinete conocen el significado de esa canción. Pero Don Alejandro sabe, además, que llegado el momento, un taiell le permitirá poner alas a su piuké para que vuele sobre la cordillera a reunirse con los de sus abuelos. Los Hombres de la Tierra con quienes sigue secretamente vinculado. Tan secretamente, que las palabras concretas que pueden producir el milagro del regreso, siguen ignoradas por antropólogos y , musicólogos; y tal vez desaparezcan con él, cuando su corazón emprenda el viaje inverso hacia el Oeste.
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Notas I) Mapudugún o mapudúngu es "la lengua. de la tierra", el lenguaje mapuche. En Los Toldos su pronta desaparición es un hecho inexorable. 2) Wínka: cristiano u hombre blanco en genera I. 3) Es testimonio textual recogido en campaña. 4) Grabamos la misma canción en seis oportunidades distintas a lo largo de los días que duró el trabajo de campo. El cotejo de los diferentes registros mostró la identidad esencial de todas las versiones. 5) Ülkantún o "romanceo" es el canto de los varones mapuche. Es generalmente de carácter narrativo y puede ser improvisado, 6) La metáfora - nunca ajena a evocaciones mitológicas- es un rasgo inherente a la poesía ritual mapuche. 7) Taiell es el canto mapuche sagrado por antonomasia. Comúnmente su práctica está a. cargo de las mujeres ancianas. Bibliografía: AUGUSTA, Fray Félix José de Diccionario Araucano-Español Araucano. Santiago de Chile, Imprenta Universitaria, 1916. BAUSINGER, Hermann Acerca de los contextos. (En: Serie de Folklore I .Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Ciencias Antropológicas, I 988) . COLOQUEO, Haroldo R. Los Toldos...Raíces Mapuches. Colegio de Escribanos e la Provincia de Buenos Aires, I985. ERIZE, Esteban, Diccionario comentado Mapuche Español. Cuadernos del Sur. Instituto de Humanidades, Universidad Nacional del Sur, Bs. As., 1960. MOESBACH, P. Ernesto Wilhen de Diccionario Español-Mapuche. (1944). Bs. As., Siringa, 1978. PÉREZ BUGALLO, Rubén Cosmovisión y Universo Musical Mapuche. El mundo mágico del kultrún. (En: "Revista Patagónica", Año VI, N° 20 septiembre-diciembre 1984). Contradicciones y reformulaciones en la percepción ético espacial de los mapuches argentinos. Jornadas de Exposición de Investigaciones Sociológicas sobre Teoría Social, Tiempo y Espacio. Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad Católica Argentina, Bs.As., Octubre de 1985). La memoria del aukán. (En: Revista "Savia Argentina", Año 2, N° 5, marzo de 1985). Pillantún. Estudios de Etno-organología patagónica y pampeana. Bs.As., Búsqueda de Ayllu, 1993. Kultrunes de La Pampa. Viaje inverso desde la etnoestética a la etnohistoria. (En: "Calnia", Santa Rosa, La Pampa, 7/11/93). ROSAS, Juan Manuel Gramática y Diccionario de la Lengua Pampa (Pampa-Ranquel-Araucano). (1825) Bs. As., Albatros, 1947. Ilustración: Alejandro Llancafil con su guitarra (Los Toldos, 1985). Foto: R. Pérez Bugallo. Investigador del CONICET con sede de trabajo en el Instituto Nacional de Antropología. Uno de sus proyectos en curso es el Relevamiento y Estudio de la Música Tradicional Bonaerense
PUEBLO NACIÓN MAPUCHE El Pueblo Mapuche es una de las naciones más importantes en cantidad numérica de personas que preexistió a la llegada del conquistador a estas latitudes. En esta hora, nosotros, los Mapuches, creemos con firmeza que es posible que nuestro Pueblo recupere su identidad y todo lo que ello implica. Empezando por nuestro Idioma, uno de los vínculos fundamentales para la comunicación y transmisión de nuestra historia, ya que sin él se cortarían los eslabones que unen a nuestra gente de generación en generación. También queremos recuperar nuestra filosofía y cosmovisión Mapuche y también nuestras propias formas organizativas y el definitivo derecho territorial histórico de la Comunidad. Todo
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esto será posible en el marco del respeto mutuo y en el reconocimiento del derecho a existir como Pueblo diferente que somos. Esta es nuestra propuesta de la Nueva Relación que queremos establecer con el resto de la Sociedad Mapuche ya que consideramos que nadie es culpable de no saber pero sí responsable a partir del conocimiento, puesto que desde la negación de reconocer a una cultura diferente no hay posibilidad de vivir en armonía. En este contexto y a pesar de las muchas dificultades que implica llevar adelante un proyecto de esta magnitud, nosotros, los mapuches organizados a través de una Coordinación de Comunidades y Agrupaciones que se autodefine como "Para volver a ser Uno ", creemos que es posible la concreción del mismo, mediante este trabajo sistemático y ORGANIZADO, que estamos llevando a cabo. Por eso es que podemos decir que, a partir del año 1991, se han realizado dos grandes Reencuentros del Pueblo Nación Mapuche: el primero en Gulu Mapu (la tierra del oeste) actual estado Chileno, los días 1 l, 12 y 13 de octubre de 1991; y el segundo en Puel Mapu (la tierra del este), actual provincia de Neuquén, los días 1,2,3 y 4 de mayo de 1992. A partir de estos Reencuentros, se discute en forma autónoma, retomando nuestras prácticas organizativas ancestrales y se toman acuerdos para avanzar en el desarrollo del mencionado proyecto. En el mes de junio del mismo año se realiza en la Comunidad de Ragiñ Ko (Entre Aguas) una Comunidad recuperada hace apenas dos años por el Pueblo Mapuche; nuestros Wiño y Xipantu (año nuevo Mapuche), práctica ancestral que ha dejado de tener vigencia en gran parte de nuestro Pueblo, pero en esta ocasión se ha hecho una gran convocatoria que ha nucleado a hermanos mapuches de los cuatro puntos cardinales de nuestro territorio ancestral, como por ejemplo Comunidades de Neuquén, Río Negro, La Pampa y Los Toldos (Pcia. de Buenos Aires). En este punto debemos destacar que una reunión tan numerosa no se efectuaba en nuestro Pueblo desde hace casi 100 años. También en el mes de setiembre del mismo año, en la localidad de Zapala, se elige autogestivamente la Bandera del Pueblo Nación Mapuche. Debemos decir que como expresión organizada, actualmente estamos llevando adelante varios programas radiales en las Pcias. de Neuquén y Bs.As., que funcionan con el propósito de difundir todo el trabajo realizado, denunciar los atropellos que todavía se padecen en las distintas Comunidades, respecto de la usurpación de las tierras, como por ejemplo en este último mes de abril, en la Comunidad de Vera en San Martín de los Andes, en cuyo tema estamos trabajando actualmente. En breve, se concretará una parte más de nuestro proyecto que está referido a la implementación de clases de mapuche (el hablar de la gente de la tierra), en la localidad de Los Toldos, Pcia. de Bs.As., del cual será responsable un hermano hablante mapuche, don Segundo Quintupil y para lo cual contamos con la colaboración de un equipo de investigadores de la Universidad de Bs.As. MARTA BERRETTA AGRUPACIÓN MAPUCHE NEWENTUAYIÑ INTEGRANTE DE LA COORDINACIÓN TAIÑ KIÑEGETUAM (Para volver a ser Uno)
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LOS MAPUCHES VOROGANOS EN LA HISTORIA BONAERENSE . Y EN EL PARTIDO DE BOLIVAR por Eduardo Alberto Márquez Llano* El ingreso al país de los veroganos se registra a partir de la guerra de la Independencia de Chile. Algunas tribus apoyaron a los patriotas. Otras a los realistas. Síntesis: Esta parcialidad vorogana de los Huiliches Mapuches de Chile tuvo gran influencia en los acontecimientos históricos de nuestro país y de la Provincia de Buenos Aires. Aunque los Mapuches comenzaron a entrar al país en tren comercial en el periodo hispano, realizando trueques en la feria del Chapaleufú y en la Cruz de Guerra, se registra un ingreso de voroganos a partir de la guerra de la Independencia de Chile cuando algunas tribus apoyaron a los patriotas y otras a los realistas. Este primer capítulo se cierra con la victoria de los realistas en Rancagua, el 2 de Octubre de 1814, aplastando el intento de libertad y obligando a gran parte de los patriotas a pasar la Cordillera de los Andes y ampararse en Mendoza bajo la protección del Gobierno del Coronel José de San Martín. Entre los fugitivos ingresan los hermanos Carrera que pretenden agrupar bajo su mando a todos los chilenos que se incorporan al Ejército de los Andes, creando un clima de desobediencia y anarquía entre las fuerzas al traer con ellos las rencillas y problemas suscitados en Chile entre distintas fracciones patriotas, una de ellas la del General Bernardo de O'Higgins. Estas desavenencias ponen en peligro la disciplina del ejército por lo que San Martín, para cortar de raíz el problema, envía a Buenos Aires a disposición del Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón, al General José Miguel Carrera, a sus hermanos y los principales cabecillas. Llegados a la capital de las Provincias Unidas, el gobierno aprueba las medidas y conducta tomada por el Gobernador Intendente, ordenando la detención de los revoltosos. Al saber el resultado adverso y ante el peligro de quedar detenidos, José Miguel huye a Montevideo continuando viaje a los Estados Unidos para comprar barcos, pertrechos y armamentos, mientras que sus hermanos y seguidores se instalan en el oeste de Santa Fe. En Chile los victoriosos realistas y sus aliados Mapuches y Pehuenches desatan una represión contra los patriotas y las tribus que los apoyan, llamada tristemente "la Guerra a Muerte" por sus despiadadas persecuciones y matanzas que generaron muchas víctimas indias, odios y deudas de sangre que influirían posteriormente en nuestra historia. Después de la victoria patriota el 8 de Abril de 1818, en los llanos de Maipú, donde se afianza la independencia de Chile, los realistas se retiran al sur del país donde se les unen algunas parcialidades Mapuches, que con los hermanos, Juan Antonio, Santos y Pablo Picheira, José María Zapata, Vicente Benavidez y José Pico, hicieron una guerra de guerrillas y hostigamientos que culminan, el 18 y 31 de Enero de 1819 en los Combates de Bio Bio y Nacimiento en que son derrotados por las tropas comandadas por los Coroneles Bulnes y Freire. Otras parcialidades cruzan la cordillera al mando de los Caciques voroganos Juan Ignacio Cañiuquir, Pablo, Hipólito Victoriano, Juan José Melín, Alvarez Alón, Alonso Guayquil, Francisco y Mariano Cañiullan Rondeau instalándose con sus familias en el oeste bonaerense. 45
Acorralados contra la cordillera, las bandas realistas pasan a territorio argentino junto con algunos aliados Mapuches y los Pehuenches del Cacique Martín Toriano con sus familias y hombres de lanza. Iniciando una campaña nueva atacando poblaciones, estancias y guarniciones y desafiando abiertamente al Gobierno Directorial de Buenos Aires. Mientras tanto los Carreras pactan con los otros voroganos realistas convenciéndolos de hacer la guerra al Directorio, común enemigo para ambos. En estos ataques se halla la indefensa población de Salto arrasada el 3 de diciembre de 1820. Muertos, en 1818, 2 de los hermanos Carrera y fusilado posteriormente, en Mendoza el 4 de febrero de 1821, José Miguel, deja sin protección a sus aliados voroganos que se encuentran obligados a pedir la paz a Mendoza y con la aprobación del Gobierno de Buenos Aires se le permite establecerse, en forma fija, en el Carahué. El acercamiento de esta parcialidad poderosa logra una etapa de paz entre los belicosos indios que tienen un amigo y protector en los estancieros Ramos Mejía y Juan Manuel de Rosas que era también Comandante de Milicias de la Provincia. Ante la guerra contra el Imperio del Brasil y por el peligro de una entrada por el sur de la provincia, el Gobierno comisiona a Rosas para lograr que se firme la paz y ayuda con la tribus que habitaban el territorio. Se reúnen los Caciques del oeste y norte de La Pampa en la Laguna del Guanaco en el sur de Córdoba el 20 de Diciembre de 1825 y en la laguna Epecuen, los del sur el 25 de Abril de 1826 firmando los tratados para rechazar cualquier invasión. Otra entrada masiva de los voroganos se produce hacia 1827 cuando el Gobierno de Chile, para terminar con los campamentos guerrilleros españoles establecidos en la pre-cordillera argentina, envía al Teniente Juan de Dios Monteros con 25 coraceros y el Cacique vorogano Venancio Coñuepan, los Caciques menores Pedro Menilao, Martín Colinao y el joven José María Railef con sus hombres y familias. En varios combates los realistas los obligan a refugiarse en el interior, del Manuel Mapú, estableciéndose en lo que llamaron Chillihué cerca de la laguna de Salinus Grandes. En la revolución de Lavalle de 1829, las parcialidades voroganas apoyaron al Gobernador Manuel Dorrego y después del desbande de sus tropas en San Lorenzo de Navarro y el posterior fusilamiento del legítimo gobernador, se unen a Estanislao López al mando del Comandante de Milicias, Juan Manuel de Rosas, para continuar la lucha. Venancio Coñuepan neutraliza al Coronel Andrés Morel y los Coraceros en una sorpresa junto al arroyo Naposta Grande cerca de la Bahía Blanca y contribuyen a la derrota del Coronel Federico Rauch, en Las Vizcacheras cerca del río Salado en Mayo de 1829. Ante el peligro continuo de los ataques de los realistas Pincheiras en la pampa, Rosas comisiona al Coronel Lenguaraz Eugenio del Busto para atraerse a los voroganos que los apoyaban y daban refugio e información. Con ayuda del Cacique Juan Ignacio Cañiuquir y su mujer "la china" Luisa logra que se firme un tratado de paz en Julio de 1829 en la Estancia San Martín y ratificado, en una gran fiesta realizada en la Chacarita de los Colegiales, por los Caciques Guanakens Catriel, Cachul, el Ranquel Llanquelen y los voroganos de Conuepan, Cañiullan y Cañiuquir, que también se perdonaron mutuamente sus afrentas privadas, logrando el Gobierno una gran victoria diplomática sin derrame de sangre. Aprovechando esta circunstancia el Pehuenche Martín Toriano se desliga del compromiso con los Pincheiras y con autorización del Gobierno se establece en las cercanías de la Fortaleza Protectora Argentina en la Bahía Blanca. Al no tener más el apoyo de sus aliados indios, las bandas realistas se retiran hacia la Cordillera. Hacia 1830 entra al país Juan Calfucurá, Cacique Mapuche Hulliche que habita 46
la zona del Volcán Llaima. De familia noble y partidaria de los patriotas en la primera lucha por la independencia de Chile. Se le autoriza a ubicarse cerca de las tolderías de Martín Toriano con quien hace amistad. Pero comienzan a suscitarse problemas con las tribus voroanas por las deudas de sangre originadas de la "Guerra a Muerte" en Chile. Entre ambos hacen algunos malones hacia el Tandil en la zona donde estaban los toldos de Coñuepun, Manilao, Collinao y Railef, bajo protección del Fuerte Independencia. Comprobada la participación de Calfucurá y Toriano en las acciones maloneras el Coronel Francisco Sosa con tropas de la Fortaleza Argentina ataca las tolderías, logrando capturar a Toriano mientras que Calfucurá huye hacia el Manuel Mapú. Enterados los Jefes voroganos de la prisión de su amigo, presionan a las Autoridades militares para que se lo entreguen. Los Oficiales de la guarnición en consulta de guerra deciden fusilarlo asumiendo la responsabilidad ante Rosas para evitar una situación anárquica entre tantos indios rivales en las cercanías de la Bahía Blanca que podían poner en peligro toda la campiña que rodeaba la Fortaleza. La pena máxima se ejecuta el 30 de Agosto de 1831. Mientras, las bandas realistas de los Pincheiras refugiados en el Comahué continúan asolando al sur de Chile desde sus bases en territorio argentino, por lo que el gobierno del país vecino, envía una expedición al mando del Coronel Manuel Bulnes para atacar los campamentos. El l4 de Enero de 1832 cerca del lago Epulauquen frente al paso "El Roble", hallan a los últimos realistas librando una batalla donde se termina el poder Español en Sudamérica. Los voroganos apoyaron a Rosas en la expedición al Desierto en 1833 y terminada la misma suscribieron tratados en los que se comprometían a entregar cautivos y haciendas robadas en las estancias bonaerenses que tuvieran en su poder, canjeando el Gobierno por haciendas de consumo y vicios, para el sostenimiento de las familias indias, que se entregarían semestralmente. Para un mejor control del buen comportamiento de los indios del Carahué, Rosas establece una guarnición de soldados del Fuerte 25 de Mayo en la Cruz de Guerra, en las cercanías de las tolderías de la Laguna del Monte, ubicándose en la horqueta del arroyo Malloleufú y Guaminí, que serviría de control de la zona y cabecera para la entrega de las mercaderías acordadas. Para una garantía más se lleva al cacique Juan Ignacio Cañiuquir, principal de los voroganos, y su familia a las cercanías del 25 de Mayo, permitiéndole, esporádicamente y con custodia visitar a sus parciales. Pero lo establecido en Masallé al mando del Cacique Marano Cañiullan Rondeau y Juan José Melin, dan largas al cumplimiento de los tratados y entrega de los cautivos. Entonces comienzan las intrigas políticas entre los indios, porque los voroganos tenían parientes entre los Ranqueles, que a su vez eran enemigos de Rosas, al cobijar en sus aduares a refugiados del partido unitario que guiaban a los malones a saquear estancias y poblados. Rosas decide darles un escarmiento que sirva de ejemplo a los demás indios que tenían tratados con el Gobierno, pero en muchos casos de dudosa fidelidad como esta parcialidad. Por recomendación del Cacique Vorogano Venancio Coñuepan, que había sido oficial patriota en Chile y conocía a un Cacique que seria ideal para los propósitos ejempladizadores. Este individuo, cuyo abuelo era famoso patriota en Chile, se llamaba Juan Calfucurá. A éste le viene bien el encargo, pues de esa forma vengaría la muerte de su amigo el Pehuenche. Martín Toriano y tendría prestigio entre los tribus enemigas de esa parcialidad 47
vorogana. El 8 de Setiembre de 1834 ataca los toldos de Masallé, matando a los caciques Rondeau y Melin y muchos capitanejos e indios de lanza. Se dispersa la tribu por los alrededores, algunos escapan hacia la Laguna del Monte, otros, como el Cacique Ignacio Coliqueo y Vuta Pinceñ, padre del conocido Vicente Catrimao Pinceñ, con sus familias se amparan con los Ranqueles. El hijo del fallecido Rondeau, Meligur, reúne a los dispersos nuevamente en Masallé, pero es atacado nuevamente el 13 de setiembre y obligado a retirarse de la zona con los restos de la tribu. Existía un parentesco con algunos indios que estaban en la Confederación Ranquel, y por ellos le dan a Coliqueo lugar para establecerse en la Laguna del Cuero, en el sur de Córdoba; en las cercanías de un paraje que estaban establecidos, bajo amparo Ranquel; un grupo de refugiados al mando de Manuel Baigorria, quien mas tarde sería amigo y yerno del Cacique Ignacio. Juan Calfucurá crece en poderío y prestigio constituyendo en la pampa Bonaerense una Confederación Indígena en la que agrupó mediante intrigas, presiones y tratados a Caciques Guenakén, Tehuelches y Mapuches. Hace alianzas por conveniencias particulares con Urquiza cuando ve declinar el poder de Rosas y luego como "Soldado de la Confederación Argentina", cuando Mitre declara el Estado de Buenos Aires contra la Confederación, asolando la Provincia de Buenos Aires en su nombre, pero llevándose a sus tolderías haciendas y cautivos. Siempre tenía en la manga una excusa para malonear: de uno u otro bando. Pero después de Pavón se cambian los papeles cuando debe enfrentarse directamente a la Nación unificada. Ahí cambiará su estrella y comenzará a declinar su poderío e influencia. Ignacio Coliqueo con Manuel Baigorria apoyan a Mitre contra la Confederación en Pavón y, éste le da en agradecimiento lugar para establecerse en la "Tapera de Díaz". Entre los años 1866 y 1868 le entregan seis leguas cuadradas, las que resultan insuficientes ya que el Cacique las distribuye entre su familia una parte y la otra para los Jefes de Familia de su tribu. Quedando sin tierra el segundo Cacique voroano Andrés Raninqueo y sus hombres, que si bien era de la misma parcialidad no pertenecía a la gente de Coliqueo. Para solucionar este problema y ante el pedido de ampliación de las tierras, el Gobierno decide separar ambos grupos, dándole a Raninqueo en 1869 un lote de seis leguas cuadradas cerca de la laguna conocida por los indios como Llugulauquen y por los españoles como "La Verde" donde se establecen cuando avanza la línea de frontera en la zona, construyendo junto a la laguna un pueblo con iniciación de una Capilla y escuela que la autoridad ubicaba donde se establecían tribus que por tratados se habían acercado al Gobierno y aceptaban la incorporación a las reglas de la civilización. Para tener el control de la pampa en forma absoluta, Calfucurá intriga con sus aliados huincas para eliminar a los poderosos voroganos Cañiullan y Coñuepan. La muerte de estos Caciques y la mayoría de sus hombres deja el camino abierto para erigirse como jefe indiscutido de los indios, llegando a condicionar y dictar condiciones de paz y tratados con el gobierno de turno, imponiendo muchas veces su voluntad por las armas, siempre aprovechando circunstancias como la Guerra del Paraguay, las sublevaciones del Chacho Peñaloza y de López Jordán, que disminuían las tropas que guarecían la frontera interna. Las otras tribus se establecen: la de Collinao-Menilao y Railef después de peregrinar por Tandil, Azul se ubican en Pozo Pampa cerca del Bragado y la Cañiullan Rondeau, hijos 48
sobrevivientes de los Caciques muertos en Masallé y Guaminí, en la zona de la actual Ciudad de 25 de Mayo, primero junto al fuerte en la laguna de la Cruz de Guerra, luego en la laguna La Botija, más tarde junto al Cantón Mulitas y por último el Gobierno les da tierra junto a la estación de Ferrocarril "Valdés" y una pequeña fracción al sur del Partido de Bolívar, la que más tarde pertenecerá a Hipólito Yrigoyen. Ante una situación originada por el Coronel Francisco de Elias y el Cacique Guenaken Cipriano Catriel por arbitrariedades contra los Caciques menores Manuel Grande, Chipirtruz y Calfuquir que desemboca en la acción de Laguna de Burgos cuando el 3 de Mayo de 1871 atacan a las tolderías de estos Caciques menores que estaban en pacifico parlamento. Se creyó en un principio que se iban a incorporar a Calfucurá, pero no fue así, sino que se presentaron a las autoridades del Fuerte Paz pidiendo se investigue lo sucedido. Juan Calfucurá necesita una excusa para invadir y proveerse de haciendas con sus aliados y esta situación se la da Elias y Catriel, acudiendo con 2.500 hombres y 3.500 de chusma en un gigantesco malón sobre los Partidos de 25 de Mayo, Gral. Alvear, Tapalque y 9 de Julio culminando con la Batalla de San Carlos, el 8 de Marzo de 1872, con la retirada de la indiada de Calfucurá llevándose 130.000 cabezas de ganado y al Cacique vorogano Andrés Raninqueo con su tribu prisioneros. Simón Colliqueo interviene en San Carlos por mandato de su hermano Justo que era Cacique Principal de los voroganos de Tapera de Díaz. Pelea con sus hombres al lado de Rivas vengando en la acción la muerte de sus parientes en Masallé en manos de Calfucurá en 1834. El Gobierno premia su leal actitud en combate nombrándolo Sargento Mayor honorario. Este importante encuentro decidido por el empuje del General Rivas y las lanzas de Cipriano Catriel, no es el ocaso de Juan Calfucurá como se cree, ya que el Cacique ordena atacar unos meses más tarde a los toldos de Catriel en el arroyo de Nievas y a los toldos de Coliqueo en Tapera de Díaz y continuó incitando a malonear hasta su muerte el 3 de Junio de 1873 en Chillihué dejando a sus indios la herencia de "no abandonar" el Carahué al Huincá". En la revolución de Mitre en 1874 los voroganos, se mantienen fieles a los pactos con el Gobierno, aunque éste desconfió en un principio de su lealtad por la amistad que unía a estos indios con Mitre, pero es importante recalcar que los Caciques voroganos con tanta experiencias en las intrigas de los hombres se mantienen leales a las autoridades y no a los hombres aunque después continuaron siendo amigos. Durante la invasión grande de Manuel Namuncurá en los años 1875-76, la parcialidad de Justo Coliqueo se dividió en dos; algunos apoyaron al Cacique principal que en su demencia insistió unirse a Namuncurá y a Vicente Catrinao Pinceñ y otra parte con Simón Coliqueo que se mantuvo fiel a los tratados no moviéndose de las tierras de la tribu. En la segunda parte de la invasión que toma hacia el oeste de la provincia, atacan a las tribus del Cacique Guenaken Manuel Grande y del vorogano Ramón Tripailaf que estaban cerca de la laguna de Locahué llevándose los cautivos. Intentan asaltar los toldos de la tribu de Simón, pero son rechazados. Justo Coliqueo en la retirada discute con Catrinao Pinceñ y abandona la alianza, volviendo a Taperas de Díaz. En el camino es alcanzado y muerto por indios de Pinceñ por haber violado su palabra. El Gobierno no castiga a los indios de Coliqueo por el desliz de Justo porque reconoce que solamente era una pequeña fracción la rebelde dejándoles las tierras de Taperas de Díaz que fueron escrituradas posteriormente. La tribu de Raninqueo llevada prisionera por los indios de Calfucurá en San Carlos, logra 49
escapar de la vigilancia a la que estaba sometida en el revuelo que produce la muerte del Cacique en 1873, estableciéndose cerca del pueblo de Bahía Blanca. En la invasión Grande es tentado a incorporarse a Namuncurá por el Capitanejo Linares, pero no acepta aunque las Autoridades desconfiaban de su lealtad y lo aprisionan cuando los hombres de Namuncurá invaden. Es confinado en la Isla Martín García y liberado años más tarde. Muere en la Ciudad de Carhué el 4 de Julio de 1884. Las tierras otorgadas por el Gobierno se perdieron y fueron mensuradas nuevamente para los herederos de Adolfo Alsina a pesar del reiterado pedido y reclamos de los herederos solamente se les reintegró una pequeña parcela en las cercanías de la Laguna La Verde, pero al no ser ocupadas, se perdieron definitivamente pasados los años, y vendidas nuevamente a nuevos propietarios. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA - La Conquista del Desierto. Juan Carlos Walter - La Historia Argentina. Vicente D. Sierra - La Historia Argentina. D. Abad de Santillán - Argentina Indígena. Ibarra Grasso - La Nueva Línea de Frontera. Adolfo Alsina - Coliqueo, El indio amigo de Los Toldos. Meinrado Hux - Caciques Borogas y Araucanos - Caciques Huiliches y Salineros - Caciques Pehuenches. Meinrado Hux - Las Matanzas del Neuquén. Churruhuinca Roux - Caciques y Capitanejos en la Historia Argentina. Guillermo Alfredo Terrera - El Fuerte 25 de Mayo en la Cruz de Guerra. Carlos A. Grau - San Carlos de Bolívar. Alvaro M. Martínez - El General Don Hilario Lagos. Julio Alberto Lagos - Ensayo Histórico del Partido de Olavarría. Arena, Cortes y Valverde - Fortines del Desierto. Julio Mario Raone - Fronteras y Territorios del Sur. Alvaro Barros - Juan Manuel de Rosas: Manuel Gálvez
*Historiador del Partido de Bolívar UN MONUMENTO SIN HISTORIA MONUMENTO AL INDIO "LOS TOLDOS" por Delcis Mémdez Cherey y Craciela Dragosky El 27 de abril de 1987, fue erigido en la Ciudad de Los Toldos, Partido de General Viamonte, Provincia de Buenos Aires, República Argentina, el monumento al Indio, cuya autoría se debe al Escultor Rodolfo Alderete. Constituyó en su momento, el reconocimiento oficial de la Ciudad a su comunidad Mapuche de origen chileno que en 1820, proveniente de Temuco, cruzó la Cordillera y se asentó definitivamente en el Departamento de General Viamonte a unos 8 kilómetros de la actual Ciudad de Los Toldos. Ésta es la única comunidad indígena asentada en la Provincia de Buenos Aires. En 1860 esta tribu Mapuche, comandada por "El Lonco" (jefe) Don Ignacio Coliqueo, concerta y rompe sucesivamente acuerdos con otras comunidades propias y ajenas (tribus Mapuches, Pampas, Ranqueles, Tehuelches). Logra así armar un complejo entramado de alianzas y traiciones con estos indios y con distintos actores y sectores de la política 50
nacional. Este período culminará con el acuerdo de paz con el General Mitre en 1863, gracias al cual el Gobierno Nacional le asigna una reserva de tierras fiscales, a cambio del compromiso de defender las fronteras (Mercedes-Bragado) de los ataques de los malones. Asimismo, el Cacique Coliqueo, recibe el título honorífico de "Cacique Principal de los INDIOS AMIGOS y Coronel del Ejército Nacional". Con ello queda definida su posición frente a las otras tribus sureñas que enfrentarán a la política nacional de exterminio y desindianización, todas ellas agrupadas en torno de la figura de Calfucurá, Jefe de la "Confederación Indígena", que llegó a tener bajo su mando a 13.000 valientes. Desde el punto de vista cultural, EL MONUMENTO AL INDIO testimonia un plegamiento de la comunidad mapuche, que había liderado "el Lonco" Ignacio Coliqueo, a las formas conmemorativas que utiliza Occidente para con los episodios y personajes del propio pasado que quiere exaltar. No era ésta la forma con que este pueblo acostumbraba a homenajear a sus antepasados sino que más bien este es un recurso impuesto por Occidente y asumido como propio por dicha comunidad. La estilística con que es abordado este monumento responde a la retórica de origen neoclásico y romántico y es un buen ejemplo de la persistencia hasta nuestros días de esta concepción "emblemática" de nacionalidad. A modo de ejemplo, señalemos la presencia de Alfredo Perlotti hasta llegar a la obra que estamos considerando. Se deja expresa constancia que la elección del monumento que nos ocupa, , no se basa en “un reconocimiento al sacrificio de estos seres humanos que no siempre fueron comprendidos y que perpetúan para siempre sus pasos por estos lares." el interés plástico que suscita, sino que apuntamos a destacar, por encima de otros niveles significativos, aquel que hace hincapié en la relación entre imagen e ideología. De la misma manera que cuando Francastel, salvando las distancias, realiza el análisis de la producción del pintor Stephe, lo hace con el objetivo preciso de señalar en su obra la estructura ideológica que sostiene la imagen plástica. Nuestra escultura, desde esta concepción, podríamos caracterizarla como la plasmación de una ideología en imagen, con independencia de las calidades plásticas. En este contexto es de fundamental importancia señalar el origen del encargo para diferenciarlo de los casos anteriores, cuyos comitentes, en todos los casos, pertenecían a distintos sectores de la cultura oficial. En lo atinente a la obra considerada, la iniciativa y consustanciación de la obra partió del nieto del “lonco” Ignacio Coliqueo, representante calificado de la comunidad mapuche toldense, como Presidente de la “Comisión de Participación y Desarrollo de la Tribu Mapuche” Dr. Aroldo Coliqueo. La respuesta oficial fue el Decreto Municipal Nro. 140/87, que, visto la solicitud de la comunidad autoriza la erección del monumento realizado por Rodolfo Arnaldo Alderete, en hormigón armado como base y una imagen de 3 metros de altura. Rodolfo Alderete, descendiente de indios por su línea materna, se traslada a Los Toldos, donde, después de un primer intento fallido realiza la figura del monumento de 3 metros de altura; técnica, cemento directo; en el tiempo récord de 14 horas de labor. Las herramientas utilizadas fueron: la cuchara, la espátula y un cepillo, contando con la sola asistencia de un ayudante oriundo del lugar. Por su tarea no recibió ningún tipo de honorarios, sólo los de
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traslado y estadía y manifiesta en su carta de agradecimiento que cristaliza "una vieja aspiración" y que su obra testimonia "un reconocimiento al sacrificio de estos seres humanos que no siempre fueron comprendidos y que perpetuamente para siempre sus pasas por estos lares" (carta del 24-4-1987). Queda expresamente aclarado en su carta que su obra recordará el pasaje de ese pueblo por estas tierras. Un indio que ya ha dejado de existir, alguien que pertenece irremediablemente al pasado; la antípoda de la comunidad que puebla los campos de General Viamonte, a 8 kilómetros de la Ciudad de Los Toldos. Esta visión metafísica y artística del indio nos aparece representada con total despojamiento de su propia historia. Este monumento, cuyo objetivo explícito es el de homenajear al indio, en realidad funciona social y políticamente como un instrumento idóneo para imponer EL MITO OFICIAL de la unidad de la CULTURA NACIONAL, homogénea y sin conflictos, como rasgo que caracteriza a las naciones del primer mundo. Sin embargo, vemos como en la actualidad en las naciones europeas, subsisten enfrentamientos feroces entre el "Estado Nacional" y comunidades locales (España con los separatistas vascos y catalanes; Yugoslavia con Serbios, Croatas y Montenegrinos; Rusia con Ucranianos, Azerbaijanos). Esta cultura nacional argentina y americana niega la conflictiva oposición que se da en el seno de los Estados Nacionales entre la cultura hegemónica, la llamada nacional, y la diversidad de culturas subalternas que conviven con ella en el seno de dichos Estados Nacionales. La cultura de los Mapuches es un claro ejemplo de esta problemática. Esta concepción de cultura nacional es la que sostiene ideológicamente nuestro monumento, negando la diversidad étnica y la pluriculturalidad de nuestro país real (1). Este monumento, como tantos otros que se levantan en distintos puntos de nuestro país y de América, es el resultado de la plasmación, en forma y materia, de ese "mito oficial". Estas realizaciones resemantizan los mensajes plásticos elaborados en las metrópolis "cultas" y los rearma según las necesidades de los proyectos hegemónicos. Los artistas como Alderete, cuando representan al indio no buscan construir lenguajes visuales a partir de la búsqueda y valoración, en este caso, de la propia cultura mapuche sino que sólo lo tematiza. Lo describe a partir de las categorías occidentales aún en los casos, como el presente, en el que el mismo artista se reconoce de origen indio. En estas obras están ausentes los elementos básicos de la producción plástica indígena (p. ej.: en. todos ellos estos objetos cumplen una función práctica: Aglutinar a la comunidad y asegurar la cohesión social). Objetivo que aquí no se cumple. La producción plástica forma parte de las ceremonias rituales y fiestas religiosas mapuches donde hay un derroche de bienes de todo tipo y de energía. Así en el caso de NGUILLATIN: donde se canta, se baila el purrún, se toca el kultrun y, antiguamente, todo se desarrollaba alrededor (entorno del) REWE (2), y que en la actualidad ha sido reemplazado por un árbol. Cabe agregar que toda esta producción artística tiene como función el fortalecimiento de la conciencia comunitaria y que se logra a partir de la valoración de su propio símbolo. Estas ceremonias cumplen con la función vital de ser el lugar público simbólico de la comunidad que elabora los conflictos e incorpora los cambios. Lo fundamental de la producción artística india es que su núcleo se encuentra en el discurso mítico, su cumplimiento y ejecución aseguran la reproducción de la propia cultura. La plasmación de sus propios universos simbólicos puede transformarse en uno de los mecanismos eficaces para contrarrestar la abierta dominación cultural de la política oficial y por otro lado la frecuente infiltración en las mismas comunidades indígenas. Esta 52
problemática se detecta especialmente entre los jóvenes y se produce lo que llamaríamos una "auto percepción negativa", el desprecio por su propia cultura, que lleva al avergonzamiento y a su negación. Esto conlleva a aceptar el prejuicio de que sólo la cultura y el arte occidental son valiosas, mientras el arte indígena pertenece al pasado y como tal, es visto por Occidente, como un arte que siempre es igual a sí mismo. Existen quienes pregonan la necesidad de recuperar elementos de repertorio exótico indígena para reconstruir la identidad nacional y proponen "el aggiornamiento" y destructuración del patrimonio estético indio, abstrayendo elementos sueltos de dicho repertorio, quitándoles sus profundos contenidos simbólicos. Baudrillard nos habla de la "nostalgia de los orígenes y la obsesión de la autenticidad ". Pareciera que estos monumentos nacen de la necesidad de "homenajear" a "la raza o estirpe india", recordando al "indio muerto", precolombino; y negando al "indio vivo" con quien convivimos. (1) Actualmente en la Argentina, hay aproximadamente 15 etnias cada una de ellas con cultura bien diferenciada, alcanzando en total una población de 400 a 500.000 almas. A la llegada de los españoles los mapuches eran no menos de un millón, distribuidos: el 90% en nueve provincias chilenas y el 10% restante en las provincias patagónicas argentinas, Sur de Mendoza y La Pampa. Según G. Magrassi, en 1986 había en nuestro territorio 60.000 mapuches, la mitad en comunidades indígenas y el resto dispersos en estancias, ciudades y cordones suburbanos. (2) Escala mágica de madera tallada en 7 escalones. Podría tener características antropomorfas.
LOS INDIOS EN LA ZONA DEL PARTIDO DE OLAVARRÍA Por Aurora Alonso de Rocha Durante el siglo pasado y en la zona del actual Partido de Olavarría, las relaciones entre indios y cristianos son complejas, fluctuando entre la colaboración y la guerra. En realidad, el propio sistema que buscaba encuadrar a las tribus dentro de los planes de expansión sobre las tierras fértiles se basaba en la suspensión temporaria de cualquier reivindicación territorial de los indios a cambio del suministro de bienes de consumo y de permisos precarios de residencia. La precariedad es, justamente, la clave del sistema y de los conflictos que arrastra: ausencia de documentos escritos y la suposición de buena fe entre pueblos de necesidades, expectativas y métodos muy distintos, que la estrategia ponía a la par. Los indios eran excelentes hombres de a caballo y los mejores baqueanos. Hacerlos amigos era, muchas veces, la única garantía de supervivencia. Hacia el interior de la misma comunidad indígena la relación era igualmente intrincada pues se trataba de una población móvil y heterogénea, fiel absolutamente a la küga, la familia extensa, que se desplazaba y decidía sus acciones con un alto grado de libertad. En el cantón militar de Tapalqué, establecido hacía poco, había en 1833 criollos, algunos franceses -uno de ellos cantinero-, un batallón de negros libertos y trescientos indios amigos con sus familias, bajo las órdenes de los caciques Catriel, Cachul, Llanquelén, Pablo, y los caciques Aguipán y Nicasio. Es la primera aparición de los Catriel en lo que sería desde entonces, y sólo con un b reve intervalo, su zona de residencia. Ellos y los Chipitriz o
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Chipitruf son, como luego veremos, los indios primeros pobladores del partido de Olavarría más numerosos y activos. En 1839, cuando se produce la invasión de Calfucurá, se unen a los blancos y triunfan. Se otorgan premios en tierras y sobresueldos, de los que no participan (por otra parte, no cobraban sueldo). Ese año se crea el partido de Tapalqué y en 1846 se instala el primer Juez de Paz. Las relaciones se hacen difíciles y Catriel se va con los suyos a Salinas Grandes. Hasta 1855 se asiste a un rápido crecimiento de Azul, nacida del fuerte San Serapio Mártir (1832), situada a pocas leguas de Tapalqué y que un año antes había sido designada ciudad cabecera del partido de igual nombre. Es, también, sede de Comandancia de la frontera Sud, que desde entonces se divide en tres secciones, la última desde el fortín Esperanza hasta Bahía Blanca. En el decreto de división se habla de la conveniencia de correr la frontera hacia las puntas del arroyo Tapalqué. 1855 es un año especialmente violento. Hay un malón de Calfucurá sobre Azul, con 300 muertos, 50 familias cautivas y terribles saqueos. El adelantamiento de la línea impulsa a los indios de la zona a movimientos ofensivos, el mayor de los cuales es el ataque a las carretas que llevan provisiones al nuevo cantón, resultado del traslado del de Tapalqué, en el mes de mayo. El Juez de Paz, vecinos y troperos son cautivados para pedir rescate. El Gral. Mitre con el Cnel. Laureano Díaz de segundo; llevan el Ejército de Operaciones hasta las mismas tiendas de Catriel. El 30 de mayo se produce la batalla de Sierra Chica, con resultado negativo para los Nacionales; que deben replegarse a Azul, y un triunfo relativo de Catriel y Cachul. Terminadas las acciones los indios se van hacia el oeste, a reunirse con Calfucurá. Entretanto, sobre la margen izquierda del Tapalqué, cerca de las puntas, se instala el nuevo cantón. A la derecha, 500 varas de la orilla y según el plano del Ing. militar Federico D'Arenbourg, se trazarían la plaza y el ejido del Nuevo Tapalqué, pero en octubre se produce la batalla de San Jacinto entre las fuerzas al mando del Cnel. Hornos y los indios, que se suma a una trágica acción en la estancia San Antonio de Yraola, con la matanza de muchos indios de Yanquetruz y de soldados al mando del Cte. de milicias Nicanor Otamendi, y se decide la retirada del cantón hacia el antiguo emplazamiento. Al año siguiente el Cte. de la Sección Sud Manuel Escalada firma un acuerdo con Catriel y Cachul. No obstante todo lo narrado, sobre las ruinas del cantón abandonado surge una población espontánea de cuatro a diez manzanas que sirve de base para que en 1867, y por iniciativa del Cnel. Alvaro Barros, se fundara el pueblo de Olavarría. En 1878 se lo designa ciudad y cabecera del partido del mismo nombre. Se hace el trazado definitivo -del francés Juan Coquet, que invalida uno anterior del húngaro Juan Czets, y comienza un período de institucionalización. Entre 1883 a 1914, tomando un po co al azar tres décadas que terminan con la primera guerra mundial, se instala el ferrocarril del Sud (1883), se fundan las primeras mutuales de italianos, españoles, rusoalemanes, franceses y alemanes (1883 a 1899), se instala una sucursal del Banco de la Provincia (1882), la Sociedad Rural (1885) y dos bancos locales en 1900 y 1910, y, desde luego, se establecen las autoridades locales: Corporación Municipal, Justicia de Paz, Comisaría, Iglesia San José, Hospital Cnel. Olavarría, y las primeras escuelas públicas, todo antes de terminar el siglo. Urbanización, crecimiento y complejización de los negocios, la industria de la piedra, desde antes 1879, que daría lugar a la del cemento (desde 1918), son los signos de la época. Ese es el marco en que hay que ubicar a los indios, cuya historia militar es conocida. Su historia social y cultural, en cambio, no fue suficientemente atendida. 1880 parece marcar 54
su eclipse total, y sin embargo no se fueron de la zona ni se extinguieron como comunidad. Es ahora, con el renovado interés por el tema, que se rescatan los aspectos menos documentados pero que permanecen vivos en sus descendientes, integrados como pobladores comunes, algunos, primeros pobladores en localidades y parajes, en la tradición oral, en sitios y designaciones topográficas. Los documentos del siglo pasado hablan de "Catriel" y sólo por excepción agregan un nombre de pila. Sin embargo, parece claro que hubo un Juan Catriel el Viejo y un hijo del mismo nombre o bien llamado Juan José, que es quien firma el acuerdo de 1856. En ese acto recibía el nombramiento de Cacique Superior de las tribus del Sud con grado de general. Es interesante señalar que el uso de uniforme y el cobro de sueldo cuando así se fijaba, corría en los grados de coronel para abajo, y el título de General aludía honoríficamente a la condición de cacique, frente a los miembros de la tribu. A Juan José le sucedió Cipriano, su hijo, hasta 1874, fecha de su muerte. Según un empadronamiento de 1863 la dotación de la comandancia con sede en Azul constaba de 805 hombres, habiendo entre ellos 387 lanzas (soldados, indios amigos). Otro grupo de lanzas estaba bajo las órdenes del cacique Maicá y su número no pasaba de los 100. A Ignacio Rivas le sucedió, como comandante, el Cnel. Alvaro Barros. A éste, Francisco Borges, antepasado del célebre escritor, y luego', el General Julio Campos. La muerte de Cipriano fue novelesca. En 1874 Mitre se alza contra el gobierno constituido de Nicolás Avellaneda. Los Catriel se dividen: Cipriano en su favor y los otros varones, Juan José y Marcelino, leales al gobierno. La revolución fracasa, y las autoridades entregan a Cipriano, para ser juzgado por rebelión, a sus hermanos, que lo lancean en el mismo pueblo de Olavarría. Después le cortan la cabeza, igual que al lenguaraz Avendaño, cuya familia, que vivía en Azul, recibe el macabro envío. La cabeza de Cipriano Catriel, después de muchas peripecias, fue a dar al Museo Histórico de Bariloche, y la de Avendaño fue puesta en una urna en la bóveda de su familia, en el cementerio de Azul. En 1870 hubo un gran malón en Tres Arroyos, a la sazón una ciudad de gran crecimiento como centro de buena producción cerealera, y la Sociedad Rural de la Provincia decidió financiar las campañas siguientes, La construcción de la zanja de Alsina, un proyecto defensivo dirigido antes que nada a dificultar los arreos de hacienda, resultó insuficiente, y en 1879 se inicia la conocida, y exitosa, campaña del Gral. Roca. Un mapa del Dto. Topográfico de la Provincia de Buenos Aires de 1875 muestra unos toldos que, según la escala, corresponden a un poblado de mediana importancia, dentro del Partido de Olavarría. Se trata de la tribu Chipitruz, menor que la de Catriel, pero que compartió con ésta la historia aborigen de un mismo ámbito. Hasta aquí, una síntesis que evidencia la relación difícil entre pueblos culturalmente distintos, en pugna por las riquezas de un país casi virgen. ¿Pero quiénes eran estos indios? ¿Cómo eran? Una orden de captura emanada del Juez de Paz de Azul en 1840 describe a uno de ellos. Dice: "El indio Ciriano Camapu- no pertenece a ningún regimiento-patria Buenos Airesedad como 25 años- es sano de a caballo y aparente como Caballería. Hijo del indio Camapu y la China Petrona Rojas- Estado soltero y Domicilio Tapalqué-Exercicio Peón de campo- no sabe leer ni escribir-color trigueño-pelo negro lacio-Viste chiripá de gerga pampa. Poncho azul chileno- Calzoncillo y camisa de lienzo. Gorra de paño azul con galón y divisa federal. Es remitido por ladrón incorregible y por salteador." A. Armaignac (1), por su lado, dice: "Su vestimenta es más o menos como la de los gauchos, pero el poncho y el chiripá casi siempre son azules con dibujos blancos y 55
colorados, son obra de sus mujeres. No faltaban indios que usaban chambergos, pero la mayoría llevaba ceñida la frente con una especie de cinta tejida por ellos o por un simple pañuelo de algodón o seda. Algunos, los ricos, calzaban botas de potro. Este calzado a veces está adornado con bordados y va sujeto a la altura de la pantorrilla por medio de largas ligas de lana o seda, las boleadoras en torno a la cintura y su larga lanza en la mano". En los envíos de ropa al cantón de Talpaqué se dice "camisas de liencillo, calzoncillos ídem, chiripas de paño grana, gorretes paño grana, divisas federales (era el período del segundo gobierno de Rosas), ponchos paño, camisetas bayeta encarnada, botas de potro". Todo, tanto para cristianos como para los indios. De todo lo transcripto se deduce que, además de vestir de paisanos comunes, lejos de la iconografía que lo muestra con taparrabos o semidesnudos, se vestían de pobres o ricos, de faena o de fiesta, igual que todos. Mayor diferencia había entre las mujeres pues las indias, como en todas las sociedades tribales, mantuvieron por más tiempo las modas y hábitos propios. Según las descripciones o fotografías (en el Museo B. Ronco de Azul y el Archivo Histórico Nacional) llevaban una tela envolvente desde arriba del busto hasta las rodillas y una manta cruzada sobre los hombros, sujeta con el tupu, un broche de metal- plata, bronce o latón, según la riqueza de la mujer. Iban descalzas o con botas de potro, llevaban, aun siendo pobres, sus alhajas-aros y un pectoral- y se peinaban con el pelo partido al medio y trenzas o cola, o suelto. Las fotografías de 1870 más o menos, en adelante, las muestran vestidas de criollas, con traje oscuro, peinetón, botines, o más modestamente, con alpargatas, blusa y pollera, y, a veces, poncho. Las crónicas y memorias de antiguos pobladores, como las de Bernardo Lalanne y Agapito Guisasola, coinciden en todo. Tanto las crónicas de los viajeros como los documentos (de envíos de elementos a los fortines y luego a las comisarías de campaña, por ejemplo) muestran que la base de la alimentación era la carne de yegua, aves, roedores del campo- mulita, peludo-, y avestruz, con yerba, azúcar, maíz, trigo, tabaco y aguardiente, tanto para indios como para los demás. No siempre había todo eso, pero las variantes se debían a escasez. Ración y vicios son palabras equivalentes, sin que hagan o no referencia al alcohol, que, por otra parte, era indispensable como anestésico, desinfectante y tónico. Los procedimientos para cocinar eran los mismos. En los envíos de menaje y en las tribus aparecen por igual el fierro de asar, el calderillo (pava), los jarros y las bombillas. Carne asada, tortas fritas y mate, y algún guiso- "comida de olla"- es lo que se conoce con certeza de la culinaria bonaerense de la época. Respecto de la vivienda, Charles Darwin habla, para 1837, de "toldos y chozas redondas como hornos" y el inglés William Mc. Cann, viajero a caballo en 1847, de "un conglomerado de casas y ranchos ocupados indistintamente por indios y cristianos". En la crónica de Armaignac, de 1871, el aduar de los Catriel en la actual colonia Nievas (Partido de Olavarría), está compuesto de una mezcla de toldos y ranchos. La casa del cacique era una casa con alero y enramada. Los Chipitruz vivieron afincados en el partido desde 1860, Helios Gagliardi, artista plástico moronense en viviendas permanentes. Está probado que los indios eran buenos plateros y criadores de caballos, pero también hacían sementeras y criaban animales. En Tandil se han reconstruido sus hábitos agroganaderos, su mercado de animales, sus corrales, todo lo que, coincidente con la historia documental de Olavarría, prueba el "acriollamiento": sedentarismo total o temporario, con usos y prácticas sociales semejantes a las de los otros pobladores de la campaña. Los nombres españoles no siempre prueban que hubieran sido bautizados. Esto 56
era más bien poco frecuente; lo que sí lo era, era el empadronamiento de los varones como indios amigos. La religión, la medicina y el idioma son tal vez los elementos menos conocidos de su cultura, y los que mejor les dieron identidad. Quedan testimonios y algunos vocabularios, por ejemplo de la tribu de Coliqueo en Los Toldos, tomados por los Padres Lazaristas alrededor de 1876. De nuestra zona, algunas comunicaciones dictadas al lenguaraz Avendaño, que exhiben la construcción y algunos términos autóctonos, y un discurso de Cachul y otro de Catriel en los años de su residencia en Tapalqué. Es muy poco para reconstruir un tesoro perdido. Sirve, sí, para mostrar la aculturación rápida que se producía en el siglo XIX. En 1864 hay grave tensión con los avances de Calfucurá. El Comandante Rivas le escribe al Ministro de Guerra comunicándole que está en tratativas con "todos los caciques de Chipitruz". En 1870 se firma un acuerdo entre el nuevo Comandante, Francisco Elías y Catriel, Manuel Grande Ramón López y Cachul. En ese acto Chipitruz "deja de ser súbdito de Calfucurá y pasa a serlo de Catriel". Al año siguiente se subleva contra él y se alía con Calfucurá. Sin embargo, en la batalla de San Carlos de Bolívar pelea junto a Catriel contra el caudillo araucano. Estos datos muestran a los Chipitruz como una tribu importante, menor sin embargo que la de Catriel, y de decisiones fluctuantes, como era la regla. Según las memorias directas de primeros pobladores, vivían en Sierra Chica y zona del Sotuyo, en Olavarría. Los describen alternando con todos en boliches, riñas de gallos y negocios en general, comerciando las artesanías de las mujeres- tejidos, cuero bordado- y pidiendo tierras que nunca se les dieron. En 1881 un do cumento dirigido a la Corporación Municipal puntualiza que son 37 hombres de lanza y 70 entre mujeres y niños. Además del cacique hay un teniente, dos sargentos, un cabo primero y Manuel Peralta, alférez, baqueano y lenguaraz. Todos llevan nombres y apellidos españoles comunes. Piden tierras, bueyes y utensilios en iguales condiciones que se les habían otorgado a los ruso-alemanes llegados en 1878. Otro documento, de 1892, indica que la tribu se ha desgranado, por la muerte del cacique y la partida de los hombres, a trabajar de peones de campo. El presentante, que es el procurador municipal, dice que "se ha cometido una gran injusticia, y se ha privado al Partido de los beneficios de esos hombres que, dedicados a la agricultura, hubieran contribuido al desarrollo y progreso de la colonia". Hubo indios ricos y pobres. Los Catriel tenían en Azul una hermosa casa, de material, en esquina, y una cabaña de animales de pedriguee cerca de Hinojo; hacían propaganda en los diarios de sus animales y del almacén de ramos generales situado en Azul, tenían cuentas de banco y alternaban con los demás. En Sierras Bayas uno de los hermanos tenía unas chacras y hacía importantes arreos de ovejas y caballos con los que comerciaba. Más adelante entró a trabajar de operario a la fábrica de cal. Era Marcelino, el menor. Juan José era el cacique en los años de las campañas grandes, y el otro, Cipriano, había sido ajusticiado por sus parientes en 1874, al fracasar la revolución de Mitre contra el gobierno de Avellaneda, pues sólo él se había aliado, contra las autoridades. La mayoría de los indios se integraron a las poblaciones como trabajadores comunes, casi siempre peones de a caballo. Algunos eran artesanos de la plata y el cuero. Las mujeres fueron cocineras, lavanderas, niñeras y nodrizas. Se casaron con inmigrantes de todos los orígenes, con negros descendientes de los libertos de Tapalqué y con otros descendientes de etnias cruzadas. Este es un proceso apasionante que aparece a la luz día a día. Descendientes de las mujeres de las familias de indios, que no se mencionaban, eclipsadas por las figuras masculinas, viven en Olavarría, Tapalqué o Azul, y dan testimonios orales 57
de un pasado que está, ciertamente, muy próximo. Durante el siglo pasado Buenos Aires ya no era un desierto. Era una región de buen clima; buenos pastos naturales y abundante agua. Blancos e indios se mezclaron en una epopeya que los tuvo a la par por protagonistas, hecha de guerra y trabajo. Aislamiento de las poblaciones, peligros y esfuerzo se alternaron con el crecimiento y la riqueza fáciles: granito en el subsuelo, cereal y hacienda gorda, comercio activísimo. Paz y guerra se alternaron también, entre indios y cristianos; entre indios e indios, entre cristianos y cristianos. La frontera fue una frontera siempre móvil, con gentes que se movían en abanico, abarcando más y más territorio. En esa historia, el progreso marginó hacia las orillas de los pueblos o hacia las tierras más inhóspitas, a los pobres, indios o no indios. No fue una historia de manual: fue violenta y poco clara. Muchos sufrieron ese proceso; los indios la sufrieron especialmente en la pérdida de parte de su cultura. Para lo demás, la contienda, el trabajo y la integración en ", las nuevas fundaciones, conviene verlos como criollos primeros pobladores, que eso eran en la segunda mitad del siglo. Hay un revival de la historia de nuestros aborígenes. Enhorabuena. Es una historia cercana, y propia. Tiene que ver con lo que somos como gente de Buenos Aires; con lo que somos en la extraordinaria mezcla cultural que nos caracteriza. Ojalá no se atienda sólo al pintoresquismo y se escriba, por fin, una historia de carne y hueso. NOTAS (1) H. Armaignac, médico francés, recorrió en 1871 los actuales partidos de Tandil y Azul y parte de la actual Olavarría; sus memorias están en la colección. Guerra de frontera con el indio, EUDEBA. Se consultaron La nueva línea de fronteras. Memoria especial del Mrio. de Guerra y Marina. Año 1877. Adolfo Alsina. EUDEBA, la misma colección. Fronteras y territorios del Sud, Alvaro Barros, ídem. Digesto Municipal 1891-1911, Olavarría. Documentos municipales desde 1878, expedientes del Juzgado de Paz desde 1879, Actas parroquiales parroquia de Azul hasta 1883 y de Olavarría hasta 1888, y del registro Civil desde ese año, periódicos y otras publicaciones en los archivos históricos de Tapalqué, Azul y Olavarría y en sus bibliotecas y en los archivos de El Tiempo de Azul, El Popular y Democracia de Olavarría. Ensayo Histórico del Partido de Olavarría, de Arena-Crotés y Valverde, 1967. Publicaciones del ARCHIVO HISTÓRICO DE OLAVARRÍA: Historia I y II, Revista I y II, Extranjeros en Olavarría y Cuadernillos. Suplementos Documentales. Historia del Partido de Tapalqué tomos I y II, J. Capdevilla.
*Directora del Archivo Histórico de Olavarría
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VIVIENDAS ABORÍGENES ANTECEDENTES EN TERRITORlO ARGENTINO* por Carlos Moreno Entre los antiguos pobladores de nuestra tierra, la vivienda fue evolucionando de acuerdo con las necesidades y también con las nuevas tecnologías que fueron dominando. Las primitivas tribus nómades que vivían de la caza, utilizaban principalmente las pieles de los animales para conformar sus habitaciones. Con el desarrollo de la agricultura pasan a la vida sedentaria, conformándose poblaciones donde las viviendas van tomando formas y crecimientos, teniendo contactos y algunas similitudes con lo que sucedía en el resto del continente, principalmente en el noroeste de nuestro país. En los primeros asentamientos las unidades de vivienda empiezan a nuclearse sin un orden establecido. Quizás la principal importancia estaba dada en la relación con los campos de cultivo. Luego la evolución llevará a formar poblados planificados, ubicados cerca de laguna fuente de agua y teniendo en cuenta la geografía del lugar. Las viviendas eran utilizadas principalmente para el descanso. Las actividades de trabajo, como eran la cosecha, la producción de utensilios. confección de ropa, preparación de comidas, etc., sé realizaban en el exterior. Las primeras viviendas eran de planta circular y estaban ubicadas sin un orden establecido, podían tener adosados depósitos, llamados "collkas", también de la misma forma. A partir de la superación de la tecnología, es que empiezan a tener formas rectangulares y las unidades aisladas van agrupándose formando conjuntos. Estas pueden ser en algunos casos rodeando algún patio, que es donde se desarrollaban las actividades al aire libre. Luego van apareciendo las plazas públicas, a las que se llega a través de calles hacia las que las viviendas ó conjuntos de estas desembocan. Según las zonas dependía el material que era utilizado para la construcción. Desde las pieles en la patagonia y la pampa bonaerense, hasta el adobe, el quincho, la paja y el uso de la piedra en la zona andina. Para construir sus precarios asentamientos, los nativos rioplatenses utilizaron los materiales del entorno en su forma natural. Simples refugios cuyo interior podía regularse colgando más pieles en los laterales.- y donde su formas constructivas continuaron apareciendo hasta comienzos del siglo XX entre los aborígenes del Chaco; pero allí resueltas con ramas. * Extraído de Españoles y criollos, largas historias de amores y desamores. La casa y sus cosas 3. MORENO,
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INSTITUTO HISTÓRICO DEL PARTIDO DE MORÓN El INSTITUTO HISTORICO DEL PARTIDO DE MORON fue creado por Ordenanza Municipal en 1990. La idea de la organización del INSTITUTO HISTÓRICO surge de la convicción de que el rescate de la tradición histórica está íntimamente relacionada con .la identidad cultural de la región; Los objetivos del INSTITUTO HISTORICO son; -Resguardar y difundir el Patrimonio Histórico del Partido de Morón. *Creación del Archivo Histórico Municipal y Biblioteca del Conurbano. -Constituir una institución de excelencia académica, especializada en historia local y del Gran Buenos Aires. * Rescate de la memoria popular a través de los talleres de Historia Oral. * Investigación Histórica -Realizar servicios de extensión comunitaria para difundir y reflexionar sobre la historia local, regional, nacional y universal. * Publicaciones. * Organización de cursos y seminarios.
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