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OCTUBRE
1997 - AÑO III Nº 12
Es una publicación del Instituto Histórico del Partido de Morón Sarmiento 539 - Morón C.P. 1708 Editado por la Asociación de Amigos del Instituto Histórico del Partido de Morón AUTORIDADES Intendente Municipal Sr. Juan Carlos Rousselot Secretario de Gobierno y Legal y Técnica Sr. Carlos Hugo Bonicalzi Instituto Histórico del Partido de Morón Directora Prof. Graciela Saez STAFF de la REVISTA Dirección Prof. Graciela Saez Secretaria de Redacción Prof. Mariela Canali Composición y Diagramación Prof. Ana Bidiña Colaboradores Permanentes Prof. Hebe Clementi Prof. Omar Cerviño Prof. Carlos Suárez Prof. Norma Videla Tello Τ Procesamiento digital de imágenes Daniel Battilana Τ Registro Nacional de la Propiedad Intelectual: Nº 686.295 Τ Motivo de tapa: Primer tren de Entre Ríos, Zárate Τ Los artículos firmados son responsabilidad de sus autores Τ Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de la revista, salvo expresa autorización de la Dirección.
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Editorial.
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La estancia de Areco, un establecimiento jesuítico sobre el Río Paraná. Carlos. M. Birocco.
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La tierra pública en el Delta Bonaerense y su efecto condicionante en el desarrollo socioeconómico de la región, 1856-1934. Omar Cerviño.
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Borges en Morón Ricardo Ruiz.
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Los Álamos, una antigua estancia a orillas del Baradero, Alicia Prado de Gastellú.
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Noticias relativas al poblamiento de la campaña noreste de Buenos Aires durante el s. XVIII Fernando E. Barba.
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Un pintor del Paraná: “Gambartes, entre la tradición y la modernidad”, Graciela Dragoski y Delcis Méndez Cherey.
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Historia y Literatura: Thorne, Oscar Méndez.
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La Vuelta de Obligado, Mariela Canali.
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Ulrico Schmidl. Derrotero y viaje a España y las Indias.
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Encuentros y Jornadas.
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Museos de nuestra provincia.
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Fichas Didácticas de los Partidos de nuestra provincia.
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Los archivos y la investigación. Sergio Robles.
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Un ejemplo de preservación: Archivo Histórico Municipal de Lincoln “Andrés R. Allende”, Teodoro Zuzek.
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Cambio rural y desarrollo urbano. La ciudad de Campana y el crecimiento industrial del partido (1880-1930), Rogelio C. Paredes.
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“El servicio regular ferroviario de Campana”: A 120 años de su inauguración Alfredo Melidore .
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Historia del Poblamiento de San Fernando, Diego D. Rossi.
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Quinta Santa Cecilia. Familia Jacobé. Breve reseña de su historia y arquitectura.
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La distribución de la tierra y los orígenes de Zárate. Sergio Robles.
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Santa Fe la Vieja, M. Mercedes Dates de Fonseca.
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Los trabajos de Arqeuología Subacuática en Santa Fe la Vieja Javier García Cano.
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EDITORIAL Los ríos americanos, verdaderas venas del continente, han sido considerados por las diferentes culturas, fuente de fecundidad y de vida, lugar de asentamiento y camino. Han ejercido una influencia misteriosa y contradictoria porque benefician y destruyen, unen y separan. Innumerables pueblos precolombinos han tenido origen y continuidad junto a ellos. Con la expansión colonial, nuestros ríos fueron las vías de penetración europea en el continente. El Orinoco, el Amazonas, el Río de la Plata fueron navegados tempranamente desde el mismo descubrimiento, en la afanosa búsqueda de un paso hacia el Pacífico. El Paraná, que juntamente con el Uruguay confluye en el anchísimo Río de la Plata, nace en el corazón del continente y alimentado por sus numerosos afluentes en su camino hacia el sur conforma el grandioso delta que lo caracteriza en su último tramo. En sus orillas los hombres pescaron el surubí y el dorado, construyeron sus flechas y raspadores de ópalo, mientras otros cocían cabezas de loros y jaguares hechas de barro. Hablaron muchas lenguas: tupí-guaraní, chaná-timbú, mbyá, charrúa, querandí, que se mezclaban en su costa de nunca acabar. En tanto, los temerarios navegantes se internaban en el gran Paraná Guazú y sus afluentes, estimulados por la leyenda del oro y de la plata, los cartógrafos dibujaban sus costas y en España se firmaban más capitulaciones. El Paraná se convertirá en nuestro río histórico por excelencia siendo la vía de comunicación entre el Plata y el Paraguay y las ricas provincias aledañas. El establecimiento de las vaquerías estimulará el asentamiento de los dispersos pobladores beneficiados con los repartos de tierras. Poco a poco los pobres villorios coloniales, algunos fundados y refundados, fueron desarrollándose. El río completaba la magra economía de los huertos y sembrados. La población de españoles, criollos y esclavos negros crecía especialmente donde había puertos naturales y se superponía a la de sus antiguos habitantes, los indios. El litoral cobrará identidad política a partir de la independencia, defendiendo su autonomía económica. La libre navegación de los ríos será bandera de lucha de sus caudillos. También será el Paraná escenario de la heroica defensa de nuestra soberanía ante las potencias europeas. La llegada del ferrocarril traerá el aporte inmigratorio. Numerosas colonias agrícolas darán nueva fisonomía a la región. Los puertos concentrarán a su vez la generosa producción de los campos. Este siglo verá surgir importantes polos de industrialización y nuevas migraciones, internas, acrecentarán los pueblos del litoral bonaerense. Las ciudades, ligadas al campo, al comercio, al ferrocarril y al puerto se insertarán en el proceso general de desarrollo de la pampa húmeda. En los albores del 2000, este Río Paraná que hoy nos convoca, puede, como tantos otros ríos nuestros, estar en peligro. Talas de bosques, grandes obras hidroeléctricas, desechos industriales, cambian sus regímenes y sus composiciones. El equilibrio de millones de años se altera y es contraproducente y peligroso. Nosotros, que desde la REVISTA tenemos entre nuestros objetivos preservar el patrimonio histórico, También deseamos hacerlo, en este caso, con los ríos, porque su pasado y su futuro están inseparablemente unidos al de las tierras que bañan y al de los hombres que las habitamos.
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+ LA ESTANCIA DE ARECO, UN ESTABLECIMIENTO JESUÍTICO SOBRE EL RIO PARANÁ Carlos María Birocco De las fincas rurales que poseyó la Compañía de Jesús en las inmediaciones de Buenos Aires, el latifundio que se hallaba en la confluencia de los ríos Paraná y Areco no fue solamente el de mayor extensión, sino el que contribuyó en mayor medida al sostenimiento del Colegio de San Ignacio, la casa conventual de esta orden, con las utilidades que dejaba la crianza de mulas y ganado vacuno. A partir del segundo tercio del siglo XVII, estos religiosos habían conseguido apropiarse por medio de compras y mercedes reales de esta dilatada rinconada de varias leguas cuadradas, que en sus comienzos recibió el nombre genérico de estancia de las Palmas pero desde el siglo XVIII fue mejor conocida como estancia de Areco. Con 7 leguas de frente al río Areco y 8 leguas sobre Paran de las Palmas, la misma comprendía m s de dos tercios del actual partido de Zárate y se extendía al de Exaltación de la Cruz. (I) Desde bastante temprano, los jesuitas fueron acusados de encubrir tras el manejo de esta propiedad sus actividades como contrabandistas. Allí contaban con dos pequeños puertos propios sobre el Paraná de las Palmas, el de San Antonio y el del Rincón de Cabrera, utilizados sobre todo en la comunicación entre el Colegio de San Ignacio y los pueblos de las Misiones. El contrabando agregó proyección atlántica al más modesto papel desempeñado por estos fondeaderos en el tráfico interregional, que era el de suministrar carne fresca a las barcazas que traían yerba u otros productos misioneros. En las postrimerías del siglo XVII, una denuncia cuyo autor se desconoce refería que "estos padres con esta hacienda son señores de comerciar sin que en Buenos Aires se sepa con todas las personas que quisieren, así portugueses como de otras naciones que frecuentan aquel río".(2) La sospecha de que la Compañía de Jesús se valía de esta finca rural para el desembarco clandestino de esclavos y mercancías ultramarinas movió al Consejo de Indias a plantearse la necesidad de evacuar toda estancia o chacra en las costas del Paraná. Pero el obispo de Buenos Aires fray Antonio Azcona Imberto, en una carta enviada en 1683 al rey Carlos II, desaconsejó tal medida y salió en defensa de esta orden religiosa: aunque reconocía haber constatado en este establecimiento "la comodidad que hay en él de echar lanchas desde donde dan fondo los navíos", juzgaba infundada cualquier suposición contra los padres de la Compañía, que habían destruido las casas que tenían junto al río y levantado nuevas instalaciones tierra adentro para librarse de estas suspicacias.(3) Si bien no se descarta que el Colegio de San Ignacio participara del comercio interlope, sus intereses como propietario de este extenso fundo estuvieron dirigidos desde mediados del siglo XVII al tráfico con las regiones andinas centrales. Según el denunciante anónimo, estos padres contaban allí con "grandes sementeras, muchas crías de yeguas y mulas, caballadas, ganados vacunos, tanto
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que lo que más se gasta en Buenos Aires se provee de esta hacienda”. (4) El obispo Azcona, por su parte, alegaba que "tiene esta religión copiosa cría de ganados de vacas y mulas de que principalmente se sustenta este Colegio". (5) Desde las postrimerías de esa centuria se privilegió en forma cada vez más acentuada la producción de mulas, cuyo mercado se hallaba en el valle de Lerma, en Salta, donde se celebraban en forma anual las ferias de ganado más importantes del continente, a las que acudían a proveerse mercaderes y mineros del Alto Perú. Ya en diciembre de 1693, según sabemos por un contrato de fletamiento, los jesuitas despachaban con destino a la plaza salteña todas "las mulas mansas y redomonas que se hallaren, en la estancia que llaman de las Palmas pertenecientes a dicho Colegio". (6) El ganado mular seguiría siendo durante todo el siglo siguiente un esencial rubro productivo de este latifundio jesuítico. En función al aquerenciamiento de los animales, el terreno estaba dividido en seis parcelas de pastoreo, los "puestos" de Areco, Cañada, Bagual de Arriba, Bagual de Abajo, Rincón de Cabrera y las Palmas, que en 1761 contaban a su servicio con ciento diez esclavos negros. La estancia de Areco, según estimaba ese año el Colegio de San Ignacio, "tiene de ganado vacuno grande como 8700 cabezas. Tiene 6 crías de yeguas que dan y dieron este año pasado sobre 1200 mulas, y al pie de 500 potrancas y otros tantos potrillos. Las yeguas y potrancas llegan al pie de 8500. La caballada, entre redomones y potros, son sobre 1500. Las burras pasan de 600. Hay más de mil mulas de dos años, que no están vendidas, y las que están para herrarse pasan también de mil. Hay también su trozo de boyada de 70 bueyes para el trajín que se ofrece de carretas y sementera". Revestían menor importancia los cultivos de trigo, del que no solían sembrarse más que 10 ó 12 fanegas anuales, aunque los rendimientos eran con frecuencia mayores debido a la renta en grano con que contribuían los muchos arrendatarios establecidos en estas tierras. La variedad y abundancia de sus reservas pecuarias volvió a comprobarse seis años más tarde, cuando los jesuitas fueron compelidos a abandonar el continente por orden del monarca español. En dicho momento, se contaron en la estancia de Areco 42.000 cabezas de ganado vacuno, 1700 caballos, 9500 yeguas, potrancas y potrillos, 4700 mulas, 1000 burros y burras y 1500 ovejas. El aumento de sus ganados los había llevado a montar un séptimo puesto de cría, llamado del Tatú o Tatuy, que terminó por no prosperar y fue abandonado luego de que se produjo la confiscación de este extenso dominio. LA ESTANCIA DE ARECO LUEGO DE LA EXPROPIACIÓN En 1767, la Compañía de Jesús fue expulsada de la Amé-
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+ rica española por orden de Carlos III y las propiedades que se le confiscaron pasaron a la Corona. El 7 de julio de ese año arribó a la estancia de Areco el capitán Juan Francisco de Somalo con la misión de llevar a cabo el secuestro de estas haciendas. Acompañado por doce dragones, se hizo entregar las llaves de armarios, despensas y baúles e hizo escoltar hasta la capital por cuatro de estos soldados a los padres Sebastián Garau, Juan del Prado y Conrado Rell, luego de lo cual dispuso el inmediato inventario de los bienes secuestrados. A partir de entonces, la estancia de Areco permanecería durante casi dieciocho años bajo la administración directa de una entidad estatal, la Junta de Temporalidades. Tras la expropiación, las haciendas quedaron al cuidado de Somalo, que las gobernó desde el puesto de Areco o, como también se lo llamaba, la Estancia Grande. Este era más una casa conventual que una típica vivienda rural, según aquel escribía al gobernador Bucareli: "Este puesto, señor excelentísimo, no se puede llamar estancia sino Colegio, pues tiéne aposentos para ocho sujetos. Su iglesia con su coro, sacristía y campanario muy linda. Una huerta hermosa. Un segundo patio con las oficinas correspondientes. Un tercero donde así mismo las hay y est la cocina y el horno, y todo con mucha comodidad". La construcción principal era, en efecto, una suerte de pequeño convento compuesto por doce celdas, dos alcobas y un refectorio, todos ellos cercados por corredores y dispuestos en torno a un patio, en el centro del cual se hallaba un aljibe. Un segundo patio nucleaba siete cuartos utilizados como oficinas, y en un tercero se hallaban tres cuartos de adobe crudo que parecen haber servido de depósito, una cocina, un horno de pan y un segundo aljibe. El conjunto se completaba con una capilla dedicada a Nuestra Señora de la Begoña cuyas dimensiones, aunque distaban bastante de la monumentalidad de otras iglesias jesuíticas coloniales, no eran modestas para la campaña bonaerense colonial. No muy lejos se encontraba la ranchería de los esclavos, en que estos pernoctaban distribuidos en veintidós cuartos. De acuerdo con la costumbre impuesta por estos religiosos, las parejas casadas recibían habitaciones separadas de las que ocupaban los solteros y durante la noche todas las puertas eran cerradas con llave, como una modalidad de mantener bajo control la vida sexual de la servidumbre. Hacia las afueras de estos ranchos se hallaban un horno de cocer ladrillos, otro de fabricar tejas, una atahona, una huerta y corrales de ganado. Cuando Somalo se hizo cargo de la estancia de Areco, ésta se hallaba poblada por ciento treinta y cinco negros, cuyo manejo le ocasionaría serios problemas. El alejamiento de los religiosos fue llevado a cabo a todo prisa con el fin de perturbar lo menos posible a los esclavos, que "manifestaban tanto sentimiento que no podían contener las lágrimas". Aquel pretendió a toda costa inculcar en estos el convencimiento de que ya no pertenecían a la Compañía sino al monarca. Así lo intentó al rebautizar el puesto del Tatú con el nombre de Puesto del Rey, "para impresionarles que son sus esclavos y que se hagan a nombrar a quien es el Amo de todos, pues aún están con los Padres en el corazón". Totalmente desprovisto de dotes de persuasión, este tipo de medidas no fue sino causa
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de irritación para estos negros, lo mismo que la venta de mulas de la estancia concertada por Somalo, que estos tomaban por un robo a sus antiguos amos. Finalmente, el 30 de septiembre de 1767, el castigo que impuso a uno de ellos por desobedecerle provocó que el resto se levantara, encabezado por un capataz llamado Anastasio, al grito de que "ellos no eran esclavos del Rey, sino de los Padres". El motín, iniciado en el puesto principal, tuvo buena acogida en quienes servían en los demás puestos, al igual que en las negras, que acompañaron a sus esposos armando gran griterío y lanzando pedradas. Como Somalo ordenó a la escasa tropa que lo asistía no intervenir, los rebeldes picaron sus caballos y ganaron campo abierto. Los alcances de esta fuga fueron, empero, bastante modestos: sólo veintiséis de estos esclavos no llegaron a ser recobrados. Los demás fueron capturados en circunstancias que desconocemos con anterioridad al 30 de octubre de ese año, momento en que cincuenta y tres de ellos fueron objeto de inventario en Areco y cincuenta y cinco en Buenos Aires; algunos habían sufrido lesiones en brazos o piernas, señal de que acaso no se rindieron sin resistencia. Para prevenir nuevos alzamientos, varios de los mismos fueron enviados a las otras fincas pertenecientes a las Temporalidades, reemplazados por otros que se trajeron de éstas y por peones que se contrató en forma temporaria. A la larga, este episodio alteraría en poco los altos rindes de la estancia de Areco, que en los primeros cuatro años de gestión estatal arrojó 21.827 pesos en utilidades. En octubre de 1774, el capitán Somalo fue reemplazado por Domingo Díaz, antiguo alcalde de la cárcel de Buenos Aires. Aunque resulte paradójico, éste manejó a los negros de estas haciendas en forma mucho más flexible que su antecesor. A1 declararse una peste, hizo quemar la ranchería que estos habitaban desde tiempos de los jesuitas y les ordenó diseminarse para evitar el contagio, permitiéndoles levantar nuevos ranchos en cualquier parte del fundo con la sola condición de que acudieran a sus puestos de trabajo diariamente. Pronto aquellos comenzaron a sembrar trigo y a criar sus propias tropillas de caballos para atender a su propia subsistencia y comprar vestidos, espuelas, cuchillos, yerba y tabaco, que la deficiente administración central de las Temporalidades dejó de proveerles. Desafortunadamente para Díaz, los esclavos terminaron por volcarse a depredar las haciendas, sacrificando animales para vender su cuero y sebo a los mercachifles. Una prosperidad que nunca habían conocido se reflejó en la mejora de sus atuendos y la adquisición de frenos de plata y alhajas, en contraste con los pobres vestidos de bayeta que exhibieran en tiempos de Somalo. El capataz esclavo de esta estancia, Nicasio del Pilar, se convirtió en un auténtico hacendado, dueño de su propia tropilla de caballos overos, quien criaba mulas para venderlas y pagaba peones para recoger el trigo que él mismo sembraba. Este negro vestía "con gran decencia de su persona", con pellón azul, chupa encarnada y calzones de seda verde, y su esposa Petrona Olaya llegó a causar escándalo en la vecindad del pago cuando se presentó en la misa dominical luciendo una redecilla de seda y oro. En 1783, Domingo Díaz sería finalmente interpelado por
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+ la devastación que sufrieran los ganados. Se defendió alegando que, si los negros habían faenado algunos, ello se debió a que no recibían vestidos ni utensilios de trabajo desde la ciudad, por lo que debieron procurárselos por sus propios medios. Agregó, además, que la decadencia de este establecimiento rural se debía, más que a sus subordinados, a los altos índices de mortandad ocasionados por los largos períodos de seca. Pero la suerte de Díaz estaba ya decidida; sus superiores tenían previsto separarlo de su administración como paso previo a la venta de este latifundio. El 28 de mayo de 1785 el mismo sería adquirido por el teniente coronel de milicias Joseph Antonio de Otálora, posiblemente gracias a la gestión de Benito Gonzalez Rivadavia, padre de quien sería el primer presidente de los argentinos, que se desempeñaba entonces como secretario de la Junta de Temporalidades y se convertiría tres años más tarde en yerno del comprador.
capataz y tres peones negros porque "hay sólo cría [de mulas] en este puesto". Algunos años después de la expropiación el mercader porteño Juan Bautista de Lasala, que en 1773 propuso a las Temporalidades la compra de esta rica finca, refería que en las ocho leguas que tenían de frente al Paraná "los expatriados no tuvieron jamás allí puesto alguno, a excepción de una corta cría que hoy subsiste", y que era obviamente la de las Palmas. La otra tradición recobrada por Botta, que afirmaba que la antigua residencia rural de los jesuitas se hallaba en el viejo Cuartel VIII, tiene en cambio bases más sólidas. (11) Los informes que Somalo envió al gobernador Bucareli en 1767 coinciden sobre esta ubicación. En uno de ellos afirmaba que la casa de quien fuera alcalde de la Hermandad en el momento de la expropiación, Francisco Xavier de Lima, situada en el pueblito de San Antonio de Areco, estaba "distante seis leguas" de la llamada Estancia Grande. Y en otra ocasión en que refería la llegada de unas lanchas al puerto del Rincón de Cabrera, agregaba que allí "tiene un puesto esta estancia cinco leguas distante de éste". En función de estas observaciones, de la que no puede esperarse sino una relativa precisión, puede afirmarse que la mansión jesuítica en la que residió Somalo mientras administró esta finca se encontraba en dicho Cuartel. Ahora bien, ¿se mantuvieron las construcciones de los jesuitas hasta los tiempos de Otalora? Al parecer, un progresivo deterioro las venía afectando desde antes de la expulsión de la orden. En ese momento, los religiosos se disponían a construir dos nuevos aposentos y enladrillar el primer patio, y el capitán Somalo halló allí a trece negros albañiles que los padres habían traído de la Chacarita para llevar a cabo estas obras, pero los despachó a la capital. Este, sin embargo, continuó con algunas reparaciones. La decadencia edilicia se aceleró a partir de la administración de Domingo Díaz, que en 1783 aludía a la ruina en que se encontraban "la ranchería, las viviendas del segundo patio y las oficinas que había en él de la cocina". Cuando éste fue removido de su cargo, en enero de 1784, la Junta de Temporalidades dispuso componer la capilla y reedificar la casa y los ranchos de los esclavos pero no tenemos pruebas de que esto se haya llevado a cabo. Al continuar con este rastreo, desgraciadamente, la falta de datos nos obliga a efectuar un salto de más de treinta años entre 1785, en el que el teniente coronel Otalora compró estas tierras, y la mensura de las mismas que se llevó a cabo en 1816, tras la muerte de éste. En el plano de esta mensuración, no obstante, es posible localizar la mansión rural del nuevo propietario y los diferentes puestos de cría de ganado que existían desde tiempos de los jesuitas, permitiéndose demostrar en forma contundente que aquel se afincó en el sitio mismo en que habían residido estos, y no en la costa del Paraná. El puesto de las Palmas todavía está presente en esta pieza cartográfica, pero ya no lo está en los inventarios que se efectuaron en 1820 al concluir la testamentaria de este propietario. El mismo, al parecer, había sido abandonado en forma definitiva: ello explica que se describa la presencia de rancherías y corrales de ganado en los dos puestos de cría llamados del Bagual y en los de la Cañada y el rincón de Cabrera, sin que se haga alusión a aquel. En lo que respecta al puesto de Areco o Estancia Grande, se presume que en la segunda década del siglo pasado que-
UN PROBLEMA DE ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA Al intentar una ubicación del casco de este antiguo dominio jesuítico se presenta ante nosotros la típica contradicción entre la realidad histórica y las tradiciones lugareñas, que en algunos casos no son sino la popularización de las interpretaciones erróneas de los primeros historiadores locales. Esto último ocurrió en el caso de José C. Burgueño, que en el primer tercio de este siglo creyó identificar los restos de la capilla de Nuestra Señora de la Begoña en las márgenes del arroyo de Labayán, en unos campos situados a doce kilómetros del pueblo de San Antonio de Areco, cuando no existe evidencia documental alguna que permita aseverar que la Compañía de Jesús haya dispuesto de propiedades rurales dentro de los 1ímites actuales del partido del mismo nombre. Allí encontró una antigua construcción de tapia de ladrillos y techo de tejas, en la que creyó ver el antiguo oratorio de los padres expulsos. (7) Ante esos rastros que parecían doblemente centenarios su afirmación cobró tanta fuerza que todavía en 1980 se acercaron a este sitio el párroco y algunos vecinos de aquella localidad con la intención de rescatar ladrillos y tejas que se creían de la capilla de la Begoña.(8) El escritor zarateño Vicente Botta, en una muy documentada historia de su partido, ha rescatado por su parte dos tradiciones contrapuestas. (9) Una de ellas, hoy muy difundida por los patrocinantes turísticos de la zona, asegura que la residencia de los jesuitas se hallaba sobre el Paraná, donde hoy se encuentra la localidad de Las Palmas. La otra, acaso ya perdida, refería que las construcciones principales levantadas por la Compañía de Jesús se hallaban en el antiguo Cuartel VIII del partido de Zárate, en un sitio próximo al río Areco en que los viejos vecinos referían que antaño había existido una capilla del Rey, y donde este autor recogió ladrillos de 45 cm. de largo por 20 de ancho y 5 de grosor que en su opinión pudieron haber pertenecido a este oratorio.(10) En realidad, la primera de dichas tradiciones resulta fácilmente rebatible, siempre que nos atengamos a los testimonios documentales. Desde que a fines del siglo XVII los jesuitas mudaron su residencia lejos de la costa del Paraná, la estancia de Areco no dispuso de construcciones a orillas de este río, sino sólo corrales. Estos mismos religiosos, en un conteo de los esclavos que llevaron a cabo en diciembre de 1762, alegaban que en las Palmas no había más que un
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+ daba poco del conjunto arquitectónico que describiera Somalo medio siglo antes. Aunque la existencia de “320 varas de cimientos de todas las especies” en las inmedi aciones de las casas de Otálora sugiere la destrucción de una parte importante de dicho conjunto, no queda claro si algunos edificios sobrevivieron a la poco cuidadosa administración de la Junta de Temporalidades y sirvieron de base a nuevas construcciones o si todos fueron echados abajo con el fin de utilizar los materiales que brindaban. Hasta que esto no pueda determinarse, resultar imposible establecer si los ladrillos que Botta recogió en el antiguo Cuartel VIII del partido de Zárate, en el sitio probable donde se encontraba la residencia campestre de los jesuitas, proveían e ésta o de las construcciones con que la reemplazó el ulterior propietario de esta finca rústica. Sólo queda, por último, dedicar algunas palabras a la capilla de Nuestra Señora de la Begoña. Al momento de ser expropiados los bienes de los jesuitas, ésta tenía 25 varas de largo (21,65 metros) por siete varas de ancho y alto (6,06 metros), y un pórtico de 5 varas (4,33 metros). Desconocemos cual era su aspecto, aunque se sabe que tenía un campanario y estaba techada de tejas; en su interior disponía de un coro al que se accedía por una escalera de balaustres torneados. Discretamente ornada, sus imágenes de culto consistían en un cuadro de Nuestra Señora de la Begoña, una estatua de Virgen un Cristo y algunas estampas. Durante la administración de las Temporalidades la misma fue conocida como Capilla del Rey, aunque no sabemos si siguió colocada bajo su anterior advocación mariana. Al asentarse Otálora en estas tierras, en cambio, éste la rebautizó como capilla de Nuestra señora de la Purificación y la hizo objeto de importantes reparaciones, al punto de que el obispo Benito Lue y Riega, que visitó el curato en agosto de 1803, prohibió que se celebrara culto en ella por haber sido reedificada sin licencia del episcopado. (12) Pero aunque se realizaron reformas, no parece que se haya desechado nada que se mantuviera en aceptable estado de conservación. En 1820 aún quedaban de la antigua construcción, amén de la estructura de ladrillo, la puerta principal “vieja y antigua del tiempo de los Padres Jesuitas, en que la intemperie ha trabajado bastante por falta de pintura”, y die ciocho tirantes de lapacho de seis varas cada uno, “tan viejos y apolillados que forma s opanda el techo”. Esta es la última noticia documentada que poseemos sobre este sitio de culto, sin que sepamos que trato recibió de sus posteriores propietarios. No descartamos, sin embargo, que en un futuro no lejano sus restos lleguen a ser ubicados en el terreno y rescatados, permitiendo con ello que los bonaerenses se reencuentren con una muestra de más de su rico acervo histórico.
6, IX-21-5-7, IX-21-5-8, IX-21-6-1, IX-21-6-2, IX-21-63, 1X-21-6-4, IX-21-6-5, IX-21-6, IX-21-7-1, IX-21-7-2 y IX-21-7-3), Colegio de San Ignacio (IX-7-3-7,) Comandancia de Fronteras de Areco (IX-1-4-1) y Testamentaria de Joseph Antonio Otálora (Sucesión 7274). Sólo en los casos que los datos no provengan de estas fuentes se hará aclaración en cita. 2 – Citado por Ricardo Rodríguez Molas, Historia social del gaucho, Centro Editor de América Latina, Bs. As, 1982, p. 56. 3-Afirmaba Azcona Imberto: "suelen tener algunas sospechas los abajo con el fin de utilizar los materiales que brindaban gobernadores pero yo nunca he entendido con fundamento que por él se hayan cometido excesos y los Padres por evitar estas sospechas han desamparado las casas que tenían junto al río y se han retirado la tierra adentro”; José Torre Revello Documentos históricos y geográficos relativos a la conquista y colonización rioplatense, Peuser, Bs. As., 1941, tomo I, p. 327. 4-Ricardo Rodríguez Molas. Historia social del gaucho, ibid. reemplazó el ulterior propietario de esta finca rústica. 5- José Torre Revello Documentos históricos, ibid. 6-AGN IX-48-8-I, Escribanías Antiguas. 7-José C. Burgueñó Contribución al estudio de la fundación y desarrollo del pueblo de San Antonio de Areco, Imprenta de Colombo, San Antonio de Areco, 1936, pag. 96. 8-Véase una referencia a ello en Todo es Historia n° 161, octubre de 1980, pag. 79. 9-Vicente Botta Historia de Zárate, Archivo Histórico de la Provincia, Buenos Aires, La Plata, 1948, pags. 29-31. 10- Confróntese una referencia de ello en Francisco N. Juárez "La escalera de balaustres torneados. Discretamente ornada, historia está en Zárate y se lleva Las Palmas" en el suplemento de sus imágenes de culto consistían en un cuadro de Nuestra turismo de La Nación, domingo 30 de octubre de 1994, pag. 13. 11- Agradezco a Sergio Robles el haberme ayudado a establecer correspondencias entre la antigua cuartelación del partido, caída en desuso, y sus actuales circunscripciones catastrales. Este antiguo Cuartel VIII en que Botta sitúa este sitio arqueológico se corresponde, muy a grosso modo, con la circunscripción VI del Catastro Municipal de Zárate. 12- Archivo parroquial de Capilla del Señor, Libro II de Bautismos, f. 90.
Notas 1- Para este trabajo, parte de otro de mayor envergadura que estoy que se haga alusión a aquel. realizando como becario de la Universidad Nacional de Luján, he consultado las siguientes piezas documentales en el Archivo Gral. de la Nación : Compañía de Jesús (IX-6-10-5 y IX6-10-6), Temporalidades de Bs. As. (IX-21-5-5, IX-21-5-
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+ La tierra pública en el Delta Bonaerensé y su efecto condicionante en el desarrollo socio-económico de la región, 1856-1934. (.) Juan Omar Cerviño (.) El presente trabajo fue presentado recientemente en el 1 CONGRESO EUROPEO DE LATINOAMERICANISTAS: "América Latina: realidades y perspectivas". Evento organizado por la Universidad de Salamanca y el Instituto de Iberoamérica y Portugal realizado del 26 al 29 de junio de 1996.
que el carácter dinámico del delta hace suponer que a fines del siglo venidero se haya proyectado hasta las inmediaciones del puerto de Buenos Aires, en cuyo caso el acceso al mismo se vería enormemente dificultado por una barrera fangosa que imposibilitaría no solo el ingreso de buques de gran calado al principal puerto argentino, sino que haría cada vez más precaria la navegación en un vasto sector del río de la Plata. El presente trabajo desarrolla una explicación de por qué una de las regiones potencialmente más ricas de Argentina, si tomamos en cuenta su cercanía a la ciudad de Buenos Aires; la aptitud climática; la feracidad de sus tierras para la actividad agroforestal y las vías de acceso por agua y tierra, permanece aún hoy y desde tiempos de la colonia, en un marcado aislamiento poblacional y una ausencia total de desarrollo agro-industrial. En contra del pensamiento generalizado que sostiene que la falta de integración a la vida socioeconómica del resto del país, se debe exclusivamente tanto a la inexistencia de ventajas comparativas respecto de la tierra continental, como al hecho que por tratarse de suelo isleño todas las actividades desarrolladas en él están necesariamente condicionadas a punto tal de hacer fracasar todo intento de desarrollo regional, este trabajo pone el acento en que la principal causa que ha determinado el fracaso de la mayoría de los intentos que a lo largo del período 18561934, intentaron incorporar de modo efectivo a la región en el crecimiento económico de la nación, ha sido la implementación por parte de los sucesivos gobiernos provinciales de un régimen de tenencia de la tierra pública, destinado a impedir la parcelación y venta de las tierras al productor directo, salvo cuando esta práctica estuviera orientada a generar recursos fiscales que ayudaran a las
En la parte norte del conurbano bonaerense en la provincia de Buenos Aires, se encuentra la región más desconocida de su geografía a pesar de hallarse cercana al centro neurálgico del país. Me refiero al delta bonaerense del Río Paraná, un enorme archipiélago al que la gran ciudad ha venido dando la espalda desde hace más de medio siglo, y que sólo adquiere cierta trascendencia una o dos veces al año a causa de las inundaciones que afectan la zona. Morfológicamente es una región de tierras bajas y crecimiento heterogéneo, formada por el arrastre de materiales sólidos de composición variada y transportados por las aguas del Paraná. Se lo ubica al noroeste de la provincia de Buenos Aires extendiéndose hacia el sureste hasta la confluencia de los ríos Paraná y Uruguay dando origen al estuario del Río de la Plata sobre el que se proyecta permanentemente, atravesado por cuatro grandes brazos de agua: El Paraná Guazú (Grande), el Paraná Bravo, el Paraná Miní (pequeño) y el Paraná de las Palmas. Si bien el Bajo delta o Nuevo Delta, se halla ubicado en la confluencia de los ríos Paraná y Uruguay, es el primero el que contribuye en mayor medida a la formación de las islas que lo componen y que de acuerdo con las mediciones hechas en 1970, la longitud alcanzada hasta ese momento era de aproximadamente 199 km. con una superficie total cercana a los 2.801 km2 (Ministerio de Economía, provincia de Buenos Aires, 1972). Pero estas cifras no pueden tomarse en modo alguno como definitivas dado
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+ distintas administraciones a equilibrar los déficit presupuestarios. A lo largo de la dominación española las islas del Delta bonaerense fueron exclusivo asiento de las reducciones jesuíticas, destinadas a impartir enseñanza y adoctrinamiento entre una gran cantidad de tribus indígenas que la mayoría de las veces permanecían fuera del alcance de las autoridades seglares. Y es recién en 1823 cuando se registra lo que parece ser la primera solicitud de tierras en la zona, que es denegada por el gobierno de Buenos Aires al considerar que las islas estaban comprendidas dentro de las denominadas tierras de pastoreo o "pan llevar". Tres años después y bajo la presidencia de Rivadavia, se sanciona el primer decreto que afecta a las islas del Paraná, al establecer que los arroyos y ríos permanentes servirán de límites a las tierras públicas a fin de que el Estado entre en conocimiento de su patrimonio territorial. Pero será Marcos Sastre, representante del romanticismo argentino y profundo conocedor de la región, quien en 1858 al publicar El Tempe argentino, pone en conocimiento a la sociedad rioplatense acerca de la existencia de esos "pagos isleños", reducto exclusivo hasta entonces, de "matreros" prófugos de la justicia, gauchos cimarrones y opositores políticos al régimen rosista. Esta obra presenta a "la delta" como un lugar edénico, un símil del valle griego por su exuberancia y fertilidad, que debe ser colonizado y explotado industrialmente de modo racional, es decir, preservando las, condiciones naturales de su flora y fauna; evitando los desequilibrios ecológicos que provoca la eliminación irracional de esas condiciones. Su prédica se encamina fundamentalmente a poner de manifiesto las enormes posibilidades agrícolaindustriales de la zona, con el fin de llamar la atención de nativos y extranjeros para que se establezcan y encaren el desarrollo de la región. Según Sarmiento, Sastre fue el primer hombre culto que aplicó el raciocinio a la realidad y vio en las islas, terrenos adaptables a la actividad industrial. En el momento de su aparición El Tempe ar-
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gentino tuvo un gran recibimiento, los críticos de la época lo llegaron a comparar con el Facundo del mismo Sarmiento, pero no todas fueron alabanzas. Santiago Albarracín en sus Apuntes sobre las islas del Delta argentino nos dice que los mismos pobladores de las islas, en la época de la aparición del libro de Marcos Sastre no pudieron dejar de protestar por esa expresión de literatura galana, ajena a la realidad que pretendía describir. Por el contrario, estos primeros tiempos no resultaron fáciles para muchos de los improvisados pobladores que emprenden la explotación de esas tierras en algunos casos sin los suficientes conocimientos agrícolas, en otros, los más, delegando la responsabilidad productiva a capataces o simples peones. Dándose también el caso en que algunos de estos poseedores viéronse obligados a pagar importantes sumas de dinero a aquellos que presentaban títulos de posesión obtenidos furtivamente y a pretendidos pobladores antiguos que alegaban tener derecho sobre toda una isla, por el sólo hecho de haber plantado algunas estacas de sauce en el pasado, o bien por haber levantado un ranchejo para abrigarse cuando cortaban leña o recogían frutos silvestres. En la provincia de Buenos Aires al promediar el siglo XIX, existía gran cantidad de tierra pública ocupada por enfiteutas, que en su mayoría nunca habían pagado las sumas establecidas, pero sí cobrado altos cánones a sus arrendatarios. Esto llevaría a que el Estado de Buenos Aires, seccionado de la Confederación Argentina luego de sancionada la Constitución de 1853, dictara una serie de leyes y decretos dirigidos a reparar en parte esta situación, buscando no sólo que las tierras fiscalmente improductivas pasaran a engrosar la exhaustas arcas estatales, sino también a interrumpir el proceso especulativo iniciado tres décadas atrás. En tal sentido, se sanciona en 1857 una ley sobre arrendamiento de tierras del Estado a largo plazo, en un intento por subdividir las tierras enfiteúticas y entregarlas en propiedad individual. Pero esta norma no sería todo lo efectiva que se pensó en un primer momento,
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+ dado que si por un lado establecía el arriendo en un máximo de ocho años y el pago de las mejoras introducidas en los campos, por otro facultaba al subarrendatario a reemplazar ante las autoridades al arrendatario directo, y además al gobierno provincial a vender las tierras cuando lo creyese conveniente. Estas dos consideraciones serán fundamentales para comprender por qué una importante cantidad de tierras de la provincia, se verá sumida en una profunda inactividad económica. El temor a perder sus derechos sobre las tierras adquiridas, hará que los arrendatarios no subarrienden sus campos y tampoco los trabajen directamente, al pesar sobre ellos la posibilidad de ser vendidos en cualquier momento (Gallo, Cortés Conde. 1968). Dentro de este contexto, la amplia zona del Delta bonaerense se vería afectada al promediar el siglo XIX por una actividad de tipo extractiva carente de todo intento colonizador oficial. Sólo Sarmiento desde las páginas del periódico El Nacional difundirá la vida en el "Carapachay", nombre con el que designa a la región isleña. Importante fue su accionar en favor del poblamiento y desarrollo de la zona en su doble condición de periodista y legislador provincial. En uno de sus discursos pronunciados en el transcurso de 1857 y a sólo dos años de su primera visita a la región, demostraba no solo conocimiento del trabajo y sufrimiento de sus habitantes (inmigrantes en su totalidad), sino también el compromiso asumido como representante de sus intereses. Hecho que se vería reflejado en su reclamo de levantar un plano de la región para poder dar en propiedad las tierras trabajadas, reuniendo en cuenta el progreso registrado en tan breve tiempo. De este modo, su iniciativa inspirará los primeros instrumentos jurídicos que enmarcarían buena parte del futuro de esas tierras, dando así inicio a la explotación sistemática de las mismas. El primero de estos decretosley de posesión, acordado por la legislación provincial, sostenía que debido a los pleitos que sobre la posesión de las islas del Paraná se venían produciendo y teniendo en cuenta
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que no había ley escrita que determinara la justa posesión de esas tierras, el gobierno de la provincia establecía que la misma se otorgara por población antigua, por plantaciones y concesiones hechas por el juez de Paz de San Fernando. Pero el título de posesión registrado no tendría valor alguno si un año después de otorgado no se hubiese levantado en el terreno casa, rancho o plantío que acreditaran la posesión del mismo (Decreto - Ley del Estado de Buenos Aires s/n, 23 de julio de 1856). Al respecto Sarmiento dirá "Hemos registrado ayer un decreto del gobierno por el cual se constituye un jurado para resolver las cuestiones que la posesión de las islas suscitare, y las reglas de jurisprudencia que habrán de seguir los jueces al dar sus fallos (...). Las islas del Paraná pertencen aún al dominio público, de que es gerente el gobierno; él arrienda las tierras útiles o da posesión de las islas, (...) y la ley no entra sino cuando el dominio es traspasado a los particulares. (...) hacíase esperar una disposición de este género. Las islas se transforman de un año a esta parte y brazos y capitales acuden a sustentar una numerosa población. Mayor sería el movimiento si una ley hubiese asegurado directamente la propiedad, que indirectamente acuerda el trabajo y el capital empleado. (...) preciso era poner término a este estado y el gobierno ha creído conseguirlo, creando un jurado, para que decida según reglas de equidad, las cuestiones que se suscitan (...) reglas fundadas en las costumbres establecidas en las islas, y en principio de justicia y derecho. " (El Nacional, 24 de julio de 1856). Para Sarmiento los efectos de este decreto se verían con el tiempo, pero el hecho fundamental era que las islas ya habían pasado a formar parte de la riqueza del Estado aportando un vasto campo para el desarrollo industrial, y en tal sentido el segundo decreto-ley sancionado un año después, estaba llamado a complementar jurídicamente al anterior en un intento por evitar futuras cuestiones judiciales, autorizando a los jueces de Paz de los pueblos de San Nicolás, San Pedro, Baradero
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+ y Zárate a conceder posesión sobre islas a todos aquellos particulares que lo solicitaran. Pero pasados casi dos años de esta iniciativa, será nuevamente el futuro presidente de la república el encargado de reclamar la atención de Estado bonaerense a fin de que se instrumente una solución para terminar con los incidentes que se venían desarrollando en la región, provocando no pocos abusos y tropelías. Sarmiento no estaría sólo en este llamamiento ya que Alejandro Magariño Cervantes al prologar la primera edición de El Tempe Argentino, dirá que entregar la concesión de las tierras isleñas es la única manera de evitar la ruina de los cultivadores; "...,porgue el natural amor a la propiedad dará nuevo aliento a sus dueños; (...) le servirá de crédito para obtener fondos para llevar adelante y poder esperar la época de los beneficios; y porgue los que no tengan fuerzas para poder continuar podrán vender sus posesiones a otros más acaudalados ". Agregando, en un todo de acuerdo con las ideas de Sarmiento, que el instrumento que estaría llamado a dar "...un impulso a la agricultura e industria isleña; lo que anticiparía la mitad de un siglo el porvenir del Tempe, lo que lo transformaría en una fuente de riquezas para el país, en una nueva California para los hombres de trabajo, sería la realización del ferrocarril proyectado de Buenos Aires a San Fernando. Entonces el archipiélago del delta quedaría a una hora de camino de Buenos Aires y se presentaría a las puertas de este gran mercado con sus frutos y legumbres " (en Marcos Sastre, 1858). No obstante, ni la instrumentación de estos decretos ni los reiterados llamamientos públicos para que las autoridades supervisaran su cumplimiento, lograrían mejorar la situación precaria en la que se encontraban los pobladores de la región. Es por ello que en no pocas sesiones de la legislatura provincial se pondrá de manifiesto la profunda preocupación de los isleños ante la falta de títulos de propiedad, comprendiéndose la premura de estos en obtener garantías del Estado para invertir en el desarrollo productivo del delta.
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Pero esta acción desarrollada en la zona colonizadora por un lado y jurídica por el otro,- si bien permite que se establezca un número considerable de colonos que instalan las primeras sementeras y viveros en las islas generando una pequeña industria de productos frutales y conservas, no lograría resultados positivos respecto al tema de la propiedad de las tierras que se seguirá determinando de acuerdo al derecho consuetudinario que reconoce la propiedad de las mismas a quien las habita y trabaja. Contemporáneamente con estos hechos se discute en la legislatura las garantías que se darían al capital extranjero que se disponía a invertir en una línea férrea que llegaría hasta San Fernando, pero una cerrada oposición al desarrollo poblacional de la región, aborta la iniciativa y recién a fines de 1864 una compañía británica logrará llevar hasta San Fernando la primera línea férrea, que dos años más tarde se prolonga hasta la localidad de Las Conchas. De este modo, la aproximación del ferrocarril del norte y el incremento del tráfico portuario estimulan la actividad agrícola que se venía desarrollando desde mediados de siglo por mas de un centenar de "chacras" dedicadas a la explotación de productos forrajeros y de horticultura, incrementando el volumen de la producción isleña que comienza a ser trasladada en mayor cantidad hacia Buenos Aires. Después de producidos los enfrentamientos de Cepeda (1859) y Pavón (1861), acontecimientos ambos que determinarán la suerte de la nación en su conjunto, la legislatura bonaerense sanciona algunas leyes que autorizan la venta de tierras arrendadas al interior de la línea de fronteras con el indígena. Permitiendo su acumulación en pocas manos y la conversión de gran parte de los arrendatarios en efectivos dueños de las mismas. Hacia fines de los años sesenta bajo la presidencia de Sarmiento, el gobierno provincial amplía la legislación sobre la posesión de tierras fiscales acordando a los pobladores de las islas un lapso exiguo de tiempo (tres meses) para presentar sus títulos de posesión en el
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+ departamento topográfico provincial a fin de ser registrados. El motivo de tal medida responde a que en el juzgado de Paz de San Fernando desde la reglamentación del decretoley de 1856, no se había llevado a cabo un adecuado registro de las concesiones efectuadas. Por lo tanto, la falta de datos sobre los títulos otorgados, hacían imposible solucionar las numerosas cuestiones legales planteadas. Es así como en 1871 se sanciona la ley de Venta de tierras ubicadas al exterior de la línea de fronteras, que al no obligar a los adquirentes de los terrenos a que las habitaran, ni a realizar inversión alguna de capital, permitirá que se continúe con el proceso de acumulación de tierras iniciado en la década anterior. Y más allá del reclamo de algunas voces que se pronuncian en contra de esta situación, las presiones de distintos sectores de la provincia lograrán que predominen en el seno dé la legislatura bonaerense los intereses ganadero-latifundistas (Fernando Barba, 1982). Cuatro año después y a instancias del poder ejecutivo provincial, se elabora un proyecto de ley a fin de beneficiar a los auténticos pobladores del interior bonaerense. Es decir, i a los poseedores de pequeños capitales, en un intento por promover el desarrollo de la agricultura y el crecimiento demográfico de la región. Este proyecto minifundista terminaría siendo sancionado a fines de 1876. Sin embargo, los efectos locales de la crisis internacional de 1873, entre los que podemos mencionar la escasez de circulante y la restricción del crédito público y privado, obligarían a los legisladores provinciales a sancionar a comienzos de 1878 una nueva ley que permitirá la formación legal de latifundios. Logrando de ese modo que la tesis fiscal, basada en el principio de vender tierras públicas con el fin de incrementar el presupuesto provincial, se impusiera sobre el criterio poblacional. Entre tanto y a veinte años de la caída de Rosas, un hecho imprevisto y desgraciado habría de contribuir a desarrollar un rápido poblamiento de la margen ribereña del río de la Plata ubicada al norte del actual barrio de Nu-
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ñez. Me refiero a la epidemia de fiebre amarilla que se abate sobre la ciudad de Buenos Aires en 1871, diezmando familias enteras e impidiendo el desarrollo de numerosas actividades públicas y privadas. Convirtiéndose en factor decisivo para la ocupación poblacional de la zona norte, al comprobarse el escaso número de víctimas fatales que se registraban en el radio comprendido entre los actuales partidos de Vicente López y Tigre. De esta manera y al amparo de este natural cerco sanitario, se inicia la llegada de numerosos habitantes que comienzan a ocupar las tierras altas situadas en Punta Chica, Virreyes, Victoria e islas de San Fernando. Simultáneamente con todos estos acontecimientos, se desarrolla en toda la zona ribereña la industria de astilleros que recibe un importante impulso no sólo de los muchos aserraderos que desde décadas atrás se dedicaban a reparar y construir pequeñas embarcaciones, sino también y de modo fundamental a la instalación sobre el río Luján de los antiguos talleres de la Armada nacional. Finalmente en 1879 y anticipándose casi una década a la concreción de su anhelo legislativo, Sarmiento escribe por última vez en las páginas de El Nacional acerca de la necesidad de legislar sobre la propiedad de los terrenos isleños, diciendo que "...está por fin en camino de sancionarse el proyecto de ley que propone ceder y asegurar la propiedad de las islas a sus poseedores legales (...)Veinte veces se ha traído este asunto a las cámaras, y otras tantas ha sido retardado su despacho para poner término a tantas divagaciones e incertidumbres la propiedad de las islas debe ser otorgada a sus actuales poseedores, sin mensura y sin otras condiciones que aquellas en cuya virtud poseían. (...) las islas están poseídas desde hace veinte o más años, con títulos posesorios, que han sido transmitidos de unas personas a otras por ventas, traspasos, etc.; porque el título y la prueba de posesión consiste en la plantación de árboles, zanjeos o habitaciones permanentes de los propietarios". Concluyendo que para estos inmigran-
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+ tes el poder ser llamados propietarios les dará una satisfacción postergada a lo largo de muchos años. Con el ingreso en la década de los años ochenta, distintos acontecimientos marcarán un nuevo rumbo en la historia del país. Por un lado se logra la incorporación definitiva de la tierra ubicada al sur del río Colorado, y por otro, se produce la capitalización de la ciudad de Buenos Aires. A1 poco tiempo, Argentina entra de lleno en el mercado mundial favorecida por su importante desarrollo agropecuario, y de país que no figuraba en el concierto internacional pasa a los primeros puestos como exportador de productos alimenticios. Esto conduce a que en el ámbito interno se produzca un importante proceso de valorización de la tierra a partir del surgimiento de las llamadas ventajas comparativas con otros mercados productores de productos primarios, sumadas al aporte inmigratorio y a la entrada de capitales extranjeros. Como consecuencia de esta situación y a medida que crece el con sumo y la exportación de trigo, se produce una mayor demanda de tierras, transformándose en el rubro de inversión preferido y fundamental vehículo de especulación para la élite dominante. Esta valoración que afecta principalmente a las zonas agrarias del litoral pampeano no sólo impide que el inmigrante pueda acceder a la propiedad de la tierra, sino que además absorbe la mayor parte del capital extranjero ingresante y que en lugar de ser orientado hacia el desarrollo industrial, queda inmovilizado en el sector primario de la economía a través de la compra de grandes extensiones de tierra, a partir de la adquisición de cédulas emitidas por el Banco Hipotecario Provincial (Ferns, 1968). Fin de la primera parte, continúa en Revista N° 13.
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Ricardo H. Ruiz*
I. BORGES Y MORÓN El sábado 14 de Julio de 1984 se realizó en el Club Morón de nuestra ciudad un encuentro con Jorge Luis Borges. La iniciativa que hizo posible este hecho se debió al entonces Secretario de la entidad mencionada Sr. Oscar Méndez. Hoy a 12 años de aquella experiencia me pide que escriba una líneas sobre esa tarde. Dediqué dos años a transcribir lo que Borges dijo. Es posible que esta circunstancia y mi fervor por Borges justifiquen estas líneas, que no dejan de ser un testimonio. Lo que ocurrió ese sábado fue extraño. Se realizó en un gimnasio improvisado como sala de conferencias y congregó alrededor de 500 personas. Quizás Borges hubiera podido suscribir aquellas líneas de Descartes: "... tengo motivos para creer que en Francia solamente me querían como un elefante o como una pantera, por la rareza...” (carta a Chanut del 31-3-1649). Sea como fuere no es confiable explicar la magia de esa tarde. Quizás como el mismo Borges decía de la literatura: simplemente sucedió. No fue la única vez que Borges estuvo en Morón, había estado en otras oportunidades, pues lo unía una amistad que se expresaba en el diálogo, con los hermanos Julio César y Santiago Dabove. Borges recordó ese día su amistad con ellos y sus tardes en Morón con estas palabras: "Tengo el recuerdo de largas conversaciones sobre metafísica, sobre todo sobre Butler, sobre Hume y sobre Shopenhauer; y sobre Macedonio Fernández también. Tengo el recuerdo de largas conversaciones, de asados y de guitarra tocada por Santiago Dabove".
Dabove, “La muerte y su traje” y había ev ocado a Julio César Dabove en un pasaje de su poema "Buenos Aires" (2). "Es una esquina de la calle Perú, en la que Julio César Dabove nos dijo que el peor pecado que puede cometer un hombre es engendrar un hijo y sentenciarlo a esta vida espantosa". Borges además comentó este pasaje en Carrizo, Borges, el memorioso (3), donde también recordó que Bartolomé Hidalgo murió en Morón. En Ferrari, Diálogos Últimos (4), Borges cuenta una anécdota de Macedonio Fernández y Santiago Dabove. También nos visitó un año después en el mismo lugar. Pero "ese alto río (que) roe las estrellas" (5) el tiempo- lo había desgastado rápidamente. Borges refirió que iba a dar esta conferencia de 1985 en Morón en Ferrari, libro de Diálogos (6). Fue un año antes de su muerte y fue la última vez que visitó nuestra ciudad. Pero en ese mismo libro, en la página 32 hace referencia al encuentro del 14 de Julio de 1984. Es este encuentro el que se justifica retener y subrayar sobre el fondo de la relación de Borges con nuestra ciudad y también con respecto a otros hechos que acontecieron en Morón. Así como todo pasado no es historia; es posible pensar, por el contrario, que un pasado reciente pueda ser lo suficientemente significativo como para considerarlo histórico. Los párrafos que siguen intentarán justificarlo para esa tarde del sábado 14 de Julio de 1984. Hubo una característica de conversación íntima casi de confidencia en la palabra del escritor; intimidad que fue más una entonación que un contenido, y la recuerdo como Borges dijo de Macedonio "con esa voz que fue suya" (7). , Cuando Graciela Puente - decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Morón - leyó la transcripción de las palabras de Borges dijo esa tarde, me envió unas líneas que hacen más justicia a su sensibilidad que a
No fue el único testimonio dejado por Borges acerca de Morón. Su relación con nuestra ciudad estaba anudada a través de su amistad con los hermanos Dabove. Tan es así que Borges había prologado el libro de Santiago
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+ la mía: "...una laboriosa tarea, en cuya génesis subyace la admiración, el asombro" No se podría describir con mayor precisión los estados psicológicos que despertaron las palabras de Borges. Palabras que ya habíamos escuchado y leído. No eran su novedad, ni su originalidad. Como un prestidigitador que siempre nos hace el mismo truco y siempre nos sorprende, su efecto estaba en la belleza de lo clásico. La repetición de lo clásico, lejos de saturar, ahonda y repite el misterio de su belleza. La magia de esa tarde ni siquiera, quizás, sea parte de la literatura, sino de una magia que el orden del mundo posee, y que algunas veces, cosas tan diversas como la literatura, la música, el conocimiento, el amor; o tan contingentes como una situación, son capaces de revelarnos. Borges había vuelto a Morón después de veinte años y sus primeras palabras fueron para interpretar el clima de expectativa anhelante que lo envolvía. Dijo: "Muchas, gracias. Estoy muy emocionado. Volver a Morón, recordar a Julio César Dabove, a Macedonio Fernández, tantos recuerdos inefables, muy queridos que vuelven ahora." Se le hicieron veintisiete preguntas que abarcaron desde referencias a figuras (Macedonio Fernández, Leopoldo Lugones, José Ingenieros, Jean-Paul Sartre, Soren Kierkegaard, Walt Whitman) hasta preguntas metafísicas (Dios, la Nada, el Tiempo, el Destino, la Inmortalidad) pasando por temas estrictamente literarios sobre su obra (el poema "El ajedrez", los cuentos "Tlon, Ugbar, Orbis Tertius", "Pierre Menard, autor del Quijote", "El Aleph") y sobre otras obras (el "Ulises" de Joyce, "El Martín Fierro" de José Hernández). Cuando se le pidió que recitara algunos poemas suyos recitó dos: "Spinoza" y “Alusión a una somb ra de mil ochocientos noventa y tantos". Dijo muchas cosas que ya había dicho otras veces, pero fueron nuevas para todos, para los que nunca las habían escuchado y para los que habían frecuentado a Borges. Sus respuestas siempre tenían un giro inesperado y sorprendente. Imposible presentar la totalidad de las respuestas. Tampoco es necesario. Este testi-
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monio si algún fin tiene no es rescatar del olvido una voz que será perdurable más allá de lo que dijo esa tarde, sino establecer que algo perdurable también fue dicho esa tarde en Morón, con "esa voz que fue suya". Como demostración transcribimos dos respuestas. Las respuestas de Borges a las preguntas que se le formularon esa tarde, demuestra que si hay preguntas convencionales las respuestas no tienen necesariamente que serlo. II. LAS PALABRAS DE BORGES Pregunta 23: La protagonista de "El Aleph" (8) ¿existió realmente y estaba usted enamorado de ella'? " (J. L. Borges): Esa pregunta es una pregunta un tanto indiscreta. Pero, bueno, ya que estamos solos usted y yo, ya que le hemos dado un nombre falso le digo que sí. Yo estaba enamorado cuando escribí ese cuento, sí. Pero lo importante ahí no es ella, lo importante...el punto de partida fue otro. Yo pensé en el concepto teológico de eternidad. La idea de que todos los instantes, todos los instantes del mundo se reúnen en un solo instante divino para la divinidad. Es decir, "todos los ayeres" como dice Shakespeare, "All the yesterdays" (9). Todo lo presente, todo lo porvenir, se concentran en un solo instante que es la eternidad. Yo pensé aplicar esa categoría a algo más humilde, que no es el tiempo sino el espacio. Porqué no suponer un punto en el que convergen todos los puntos del universo.” "Yo tenía que lograr que el lector creyera en eso, y entonces, pensé, - buenos -, voy a buscar un lugar, una calle más o menos gris. Así, bueno, la calle Lavalle. Vamos a suponer un ambiente bastante mediocre también, el ambiente del escritor, el de Beatriz. El del amante de Beatriz. Vamos a suponer todo eso en un sótano, y entonces... Es decir, yo apliqué la idea de eternidad, que es una idea temporal, yo la apliqué al espacio y le di el nombre de Aleph. El aleph es la primera letra del hebreo y es el primero de los de los números transfinitos que ideó Cantor. "Cantor ideó una serie de números a los cuales no se llega por enumeración. Es decir, usted cuenta l, 2, 3, 4 y
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+ cuenta durante muchas generaciones, no llega al Aleph que es un número que no tiene sucesor. Y él creó toda esa matemática transfinita; y le puso Aleph al primer número transfinito. A mí me gustó la idea, que se escribiera con ph. Queda muy bien El Aleph: A, L, E, P, H, queda mejor que A, L, E, F, y escribí ese cuento que dicen que salió muy bien. Pregunta 17: El Tiempo " (J. L. Borges): Para mí el tiempo es el problema esencial. Si supiéramos qué es el tiempo sabríamos todo. Ahora, hay una frase de San Agustín que está en las Confesiones (IO) creo - o en la Ciudad de Dios, no estoy seguro. "¿Qué es el tiempo? si no me lo preguntan lo sé, si me lo preguntan, lo ignoro ". "Ahora, eso puede ser interpretado de dos modos. Puede querer decir siento que es el tiempo, pero si me lo preguntan no puedo definirlo. Pero yo creo que esa frase no quiere subrayar la ignorancia. Quizás quiere decir si me lo preguntan no puedo contestar pero sé lo que es, que el tiempo es, desde luego, sucesivo, nuestra vida está condenada a lo sucesivo. Sin embargo hay algo que permanece que es el yo. "Ahora, sobre el curso del tiempo, hay - que yo sepa- dos teorías. La común es que el tiempo fluye desde el pasado hacia el presente y luego hacia el futuro. Pero hay otra, hay un soneto de Unamuno que habla del tiempo que dice que su manantial es el mañana (II ). Y el reloj del inglés Bradley que dice que el tiempo fluye hacia nosotros desde el porvenir y que llamamos presente al momento en que el porvenir entra en el pasado (12). Es decir, que nosotros vivimos contra la corriente. Pero no sé si eso es importante. Quizás el hecho que solo podemos concebir el tiempo como un río. Creo que esa es una metáfora esencial. La idea de que el tiempo fluye hace que se nos ocurra inmediatamente. Y es verdad. Buenos: " Nuestras vidas son los ríos “Que van a dar a la mar " ¿Qué es el morir? (l3) "Hay una línea de Tennyson que dice: " Time flowing in the middle of the night (l4)
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El tiempo que fluye en la mitad de la noche " Es decir, todos duermen, la gente duerme, todo está quieto, y el tiempo, ese río silencioso sigue, fluyendo. En fin, hay mucho en relación al tiempo, pero para mí lo esencial es que, felizmente, nunca sabremos, de modo que tenemos que seguir pensando y soñando. Hay la posibilidad también de que el pasado sea una ilusión, que la Historia Universal empiece en este momento que todo lo que ha ocurrido antes sea parte de cada uno de nosotros. " En fin, hay tantos y tantos modos de ver el tiempo. Pero yo creo que siempre lo vemos como sucesivo. Hay una frase del místico inglés William Blake que dice: " Time is the Mercy of the eternity (l5) " El tiempo es la limosna de la eternidad " Y Shopenhauer dice, paralelamente, que si pudiéramos ver toda nuestra vida directamente, moriríamos abrumados. Es decir, el tiempo, es la merced, es el don de la eternidad. RECUERDOS DE AQUELLA VISITA -Preparábamos la visita de Borges a Morón… Tocamos el portero eléctrico de Maipú al 900. Nos abren la puerta sin preguntarnos nada. Pulsamos el timbre del departamento y Borges mismo nos recibe. Recién ahí, nos pregunta quiénes somos. Al rato de conversar sobre el evento en Morón y de otros temas, nos lleva a su cuarto y nos pregunta si hay un tigre de loza blanco con rayas azules, japonés, en la pared. Le contestamos que sí. Después nos interroga acerca de la existencia de algunos libros con comentarios suyos en los márgenes, en una pila. Le decimos también que sí, Entonces dice: -A veces aparecen erl las casas de remate de Londres. Cuando bajábamos en el ascensor hacia el Fairlane, donde esperaba el chofer voluntario y un amigo grandote para cuidarlo del entusiasmo de la gente (Borges era físicamente una hoja seca), le preguntamos por cuarta vez cuáles eran sus honorarios, Él respondió: -Ése es un problema suyo, Méndez. -Pero Maestro, ¿cómo hacemos, le parece bien $10,000? - Me parece una suma fastuosa, pero que sean 15
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+ 9, los números pares traen mala suerte, En la puerta del Club Morón, Pepe Boleti, el portero, comanda una guardia de honor espontánea, formada por los empleados presentes, en dos filas, que aplauden el ingreso titubeante del Maestro, También gritan "Borges, Borges!" unos niños jugadores de basquet que llegan en un micro. Borges comenta: - Creen que soy Sábato, Asombroso fue ver a antiguos socios del Club Morón jugando a los naipes, pared por medio, inmutables mientras el escritor más trascendente de la historia de los argentinos desgranaba su genio ante 500 personas. En una de las charlas que felizmente pudimos mantener con Borges, le comentamos sobre una entrega de carnets de poeta que se hacía en Morón. Él sólo dijo: -¿No me diga? ¿No me puede conseguir uno? De regreso a la Capital, Borges promete volver todos los años a estos pagos caros a su corazón (volvería al año siguiente). Le habíamos regalado una pipa de marlo de choclo norteamericana, que aceptó encantado. El regalo no era inocente, puesto que todos sabíamos de su amor por Mark Twain. En el viaje de regreso, le preguntamos si tenía él sobre con sus honorarios que le habíamos guardado en el bolsillo interior del sobretodo, - No sé -dijo- pero tengo la pipa. O.M. " Es decir, no es dado ver todo sucesivamente porque sino sería demasiado terrible, la experiencia nos abrumaría. Por eso por una especie de merced divina, nos es dado sucesivo y desde luego, somos sucesivos. Porque a cada uno al cabo del día nos han sucedido miles de cosas, miles de impresiones. Stevenson dijo que lo que sucede en cinco minutos, es algo que no podría expresarse en el vocabulario de Shakespeare que es tan rico. Es decir, cada instante nuestro, - bueno - ...al cabo del día hemos estado, - yo creo -, quizás, en el paraíso, a veces, en el infierno. La idea de Ulises (16) es ésa al cabo de un día, a cada hora, han sucedido todas las cosas. Yo creo que si fuéramos realmente poetas sentiríamos cada
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instante como poético. Es la idea, por ejemplo, de que el momento en que vemos una puesta de sol es poético, y no nos fijamos en una silla, una taza; es un error. Cada instante de la vida de un hombre debería servirle a la poesía, pero no somos lo bastante sensibles. Elegimos algunos y no miramos los otros. " Y a mí me impresiona especialmente el tigre, y debería impresionarme también un ciervo, y me impresiona menos., y sin embargo, eso sucede día a día. Quizás, ningún hombre sea digno de sentir el universo de cada día, en el lugar más sencillo. III. LAS IDEAS DE BORGES En cada palabra de Borges no sé si estarán todas las palabras pero sí están todas sus ideas. A pesar de la diversidad de formulaciones, se podría decir que la idea que reaparece permanentemente es la que encierra como característica más general de la existencia humana lo inconciliable de su condición: la de una vida corta hecha de esperas largas, la de una memoria que es una forma del olvido, y la de un olvido que es a la vez condena y perdón, la transitoriedad de la vida y la de que algo perdura, somos un individuo en particular y somos todos los hombres, cada acontecimiento es único y, sin embargo, ha sucedido muchas veces y seguirá sucediendo, la finitud de la vida y la supervivencia en la memoria de los otros, el determinismo de los acontecimientos cuyo desconocimiento llamamos azar (que conduce nuestros pasos y determina nuestros encuentros). Borges resume estas contradicciones en algunos símbolos como el laberinto. Emblema de la desesperación de estar perdido en aberrantes y estrechos pasadizos espaciales, el laberinto describe una situación particular creada por un diseño tortuoso, pero que algún héroe lúcido y valiente podría superar. Pero el hombre no está perdido en el espacio limitado sino en el espacio y en el tiempo infinitos y no hay ingenio ni valor que lo pueda sacar de allí. Borges mantiene siempre presente esta desesperación, la atrae, su poesía la disuelve, y el alivio que sentimos es el placer que nos alcanza su lectu-
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+ ra. Esa tarde en Morón repitió esa magia.
(10) San Agustín. Confesiones, Libro XI, Cap. 14, s.17). (11) Soneto LXXXVIII, "Rima Descripta", Rosario de Sonetos Líricos. (12) Francis Herbert Bradley. Apparence and Reality. A Metaphysical Essay (1893). (13) Jorge Manrique. "Coplas a la muerte del maestre de Santiago, don Rodrigo Manrique". (14) Línea 39 del poema "The mystic". (15) En el Soneto "Edipo y el enigma" (El otro, el mismo 1964) Borges dice: "Nos aniquilaría ser la ingente Forma de nuestro ser: piadosamente Dios nos depara sucesión y olvido". Pero la frase de Blake admite otra interpretación que no excluye la anterior. El término limosna encierra cuatro sentidos: (a) el de parte despreciable, ínfima, respecto a la eternidad. (b) el de piedad, frente al peso abrumador de la eternidad. (c) el de transitoriedad de la vida, su vanidad, su insignificancia, su evanescencia. (d) el que esa limosna es todo lo que podemos tener. (16) Se refiere al Ulyses dejames Joyce.
REFERENCIAS (1) Bs. As., Alcántara, 1961. Este prólogo se encuentra Americanos (A.A.E.A.) reproducido en Prólogos de Borges (Bs.As., 1975, p. 49). (2) Elogio de la Sombra (1969). Borges. Obras Completas, Bs.As., Emecé, 1974. p.1009. (3) Bs.As. F.C.E., 1982, p. 11, 16, 178 y 218. (4) Bs.As. Sudamericana, 1987. p. 119. (5) Línea 14 del soneto de Borges "México 564". (6) Bs. As., Sudamericana, 1986. (7) Las referencias a Macedonio Fernández que hace Borges, aparecen - ante todo - como el retrato de una voz. En el poema "La fama" (La cifra, Bs.As., Emecé, 1981. p. 77, línea 7) Borges dice: "Leer a Macedonio con la voz que fue suya". No dice las ideas de Macedonio sino su voz. Lo mismo dijo en una conferencia que pronunció en la "Sociedad Luz", el 27-4-62. También en "El testigo" (El hacedor 1960 .Borges, Obras Completas, Bs.As., Emecé, 1974, p. 796) dice: "¿Qué morirá conmigo cuando yo muera...? "¿La voz de Macedonio Fernández..? (8) Cuento que da nombre al volumen El Aleph (1949). En pág. 617 de las Obras Completas, Bs.As., Emecé, 1974. (9) En Macbeth, Acto V. esc. 5 (Macbeth): To-morow, and to-morow, and to-morow Creeps in this petty pase from day to day To the last syllable of recorded time And all our yesteday have lighted fools the way to dusty deadh.. The Complete Woks of William Shakespeare, ed.by William George Clark, N. Y. grosset Dunlap, 1864 (p. 1004, col. 2) El subrayado no pertenece al original. La traducción de Luis Marín dice: "El mañana, y el mañana, y el mañana avanzan a pequeños pasos, de día en día, hasta la última sílaba del tiempo recordable: y todos nuestros ayeres han alumbrado a los locos el camino hacia el polvo de la muerte." William Shakespeare. Obras Completas, Madrid, Aguilar. 1960 (p.1607, 2a. columna). Borges escribió dos sonetos con el título "All our yesterdays" y otro titulado "Todos los ayeres un sueño".
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*Profesor Titular de Psicología e Investigación (U.N.L.P.) Miembro Directivo de la Asociación Argentina de Estudios Torre Agüero (A.A.E.A.)
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+ "LOS ALAMOS" Una antigua estancia a orillas del Baradero. Alicia Prado de Gastellú De esta estancia situada en el cuartel 10 del partido de Baradero, se desarrollan para esta publicación los siguientes puntos: a) "Los Álamos" 1685-1950 b) b) Aspecto Edilicio. c) Sus propietarios, en relación con la Historia Nacional y Regional. d) Por qué “Los Álamos"
morir, el 30-10-1931 testó lo siguiente: "... como un homenaje a la memoria de sus finados padres don Gregorio Figueroa y doña Ignacia Salas de Figueroa que fueron grandes patriotas y dado el cariño que siempre profesó al establecimiento de campo "Los Álamos", que lo hubo como ya lo manifestó por herencia de ellos y con el deseo y propósito que dicho establecimiento nunca se subdivida ni pase a manos que particularmente lo explote, y sirva en cambio para que mañana pueda proporcionar al país hombres útiles...en bien de nuestra querida tierra, LEGAR AL OBISPADO DE LA PLATA, el campo de "Los Álamos" en su totalidad..." (4). A1 fallecer la esposa de Arturo Figueroa Salas, Elena Basavilbaso; en 1950, el Obispado se hace cargo de la estancia iniciándose una nueva etapa para "Los Álamos". Más conocida hoy como "la Fundación" (por que en 1961 estos bienes se organizan bajo el marco legal de: Fundación Arturo Figueroa Salas). El tiempo pasa...las modas cambian... y las construcciones reflejan esas transformaciones. La casa principal de la estancia "Los Álamos" es una muestra de ello. Una autoridad respecto a esos temas como es el Arquitecto Carlos Moreno dice: "La ampliación del casco de la estancia Los Álamos fue resuelta de modo singular. Consistió en preservar la casa principal, construida en 1790, identificada con la imagen del conjunto en un paisaje de gran belleza a orillas del río Baradero. Al decidirse la ampliación del nuevo casco, éste se superpuso al antiguo actitud impensada unos años antes-, reflejando los nuevos valores difundidos por la corriente neocolonial que rescataba las raíces españolas. La forma resultante del palacio vio obstaculizadas algunas de sus posibilidades arquitectónicas al bloquearse las visuales hacia el río." (5). La casa de ladrillo y barro construida a fines
"Los Álamos" 1685-1950. Desde 1685 hasta 1950 la estancia perteneció a la familia San Martín(sin vinculación con la del General San Martín). (1) En 1631 Roque de San Martín arribó al Río de la Plata con el cargo de Capitán del Presidio de Buenos Aires, su hijo el Maestre de Campo Juan de San Martín y Humanes, en 1685 compró las primeras tierras sobre el Baradero a María Garay; un año después el Gobernador José Herrera y Soto Mayor le concede una Merced, tierras éstas que ya estaban ocupadas por Juan Gutiérrez de Paz. Mas el pleito por la posesión de estos terrenos se debió solucionar a través de un enlace matrimonial: el 20111678 Juan de San Martín Humanes se casa con Jerónima Gutiérrez de Paz (hija de Juan Gutiérrez de Paz). En 1723 consolida su posesión, al comprar a la Compañía de Jesús un campo lindero al suyo de 4066,6 varas de frente por legua y media de fondo, más media de sobrante. (Estas tierras originalmente se las había entregado Hernando Arias de Saavedra al primer encomendado del partido: Gaspar Godoy el cual se las dio a los jesuitas a cambio de un barco).(2) El límite norte del conjunto de las tierras de Juan de San Martín era el río Baradero sobre cuyas barrancas levantara las primitivas viviendas que dan origen a "Los Álamos" estancia que permaneció en manos de sus descendientes, hasta que Arturo Figueroa Salas quien había heredado en 1916 (3) las 3911 Ha. que conformaban "Los Álamos", dos días antes de
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+ del S. XVIII tenía un gran zaguán de acceso y varios cuartos y dependencias que encuadraban un patio. La larga galería con vista al río aún conserva sus zapatas de madera típicas del modelo español y varias rejas que ostentan en su centro el rizo que corresponde a la flor de lis, símbolo de la monarquía Borbónica. (Construidas con la técnica propia de esa época con sus barrotes cuadrangulares trabajados a fragua y martillo insertados en espacios logrados también con punzón y fragua). En 1925 el arquitecto Enrique Pritns realiza la construcción actual. Si bien conserva la "estancia vieja" como parte de la planta baja, la modifica con grandes ampliaciones y agrega una suntuosa planta alta con imponentes fachadas.
pedido. Bernabé de San Martín y Zeballos, nacido en Baradero - en 1777, es el de mayor actuación ya sea en el campo militar como civil, pues participó en dos episodios fundamentales de nuestra historia: Las invasiones inglesas y el Cabildo Abierto del 22 de Mayo de 1810. En 1806, armó un contingente de paisanos de Baradero y con ellos se presentó el 10 de Agosto en los Corrales de Miserere ante Liniers. El día 12 él y sus paisanos lucharon bravamente obteniendo por ello primero el grado de Alférez de Milicias de Caballería y luego Capitán, certificando que tuvo "amor a su Rey, a la Religión y a la Patria". En 1807 su actuación fue aún más destacada al atacar y rendir a los ingleses que habían ocupado el Convento de Santo Domingo. Estas acciones le valieron el grado de Capitán graduado y al año siguiente Sargento Mayor. (7). Ante los hechos que desembocaron en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, lo encontramos a Bernabé de San Martín como delegado del Baradero votando en éste por la propuesta de Saavedra (8). A partir de allí y hasta su muerte en 1824 tiene gran protagonismo como militar: Primero como Comandante de Armas de Entre Ríos, en 1816, Comandante del Regimiento Número 4 de las Milicias del Baradero, Arrecifes, San Pedro y San Nicolás. Ese mismo año es ascendido al grado de Coronel. En 1818 lucha contra los Montoneros Santafecinos. Hoy el camino de tierra que une las localidades de Baradero con Alsina lleva el nombre de Bernabé de San Martín, si bien jamás se lo designa por ese nombre (por desconocimiento) entre los lugareños. Por otra parte dentro de las nóminas de las Autoridades Civiles de Baradero el apellido San Martín ocupa un lugar relevante. Por ejemplo de los 33 alcaldes de La Santa Hermandad, 8 de ellos son San Martín y Juan Ignacio ocupa el cargo 4 veces (1788-17941810-1816), el cual reaparece en 1824 como Juez de Paz (se trata de Juan San Martín y Avellaneda).
La familia SAN MARTÍN, en relación con la Historia Nacional y Regional. A través de sus dueños, "Los Álamos" estuvo ligada a ' importantes gestas civiles y militares, su participación será narrada siguiendo un orden cronológico: El Maestre de Campo y fundador de la estancia: Juan de San Martín y Hermanos participó en la lucha contra los aborígenes, para hacer referencia a esto sigo al amigo e historiador Ricardo Tabossi: "La beligerancia quedó declarada en Agosto de 1737 cuando una partida de indios que respondía a los caciques Rencunautu y Carú-Loncó, atacó las estancias de Areco y Arrecifes, saliendo en su persecución el maestre de campo Juan de San Martín. La degollina que produjo contra los toldos del viejo cacique José Calelian que, ajeno a todo lo que pasaba, dormía sin sospecha de peligro alguno, transformó la hostilidad latente y los malones, esporádicos hasta entonces, en lo que Leopoldo Lugones llamó la GRAN GUERRA DE LA PAMPA" (6). En 1745 este maestre de campo a cuyo cargo estaba la "defensa de la frontera interior", organizó un cuerpo estable de soldados criollos e hizo construir por los propios milicianos, rústicas defensas o fuertes de estacada, en los partidos de frontera. Según el historiador Barbich los cuerpos de Blandengues se crean a su
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+ El desembarco del Gral. Lavalle en San Pedro dividió a los hacendados de la región. Los San Martín se encontraban entre quienes lo ayudaron, por lo tanto a partir de allí y hasta Caseros, sufrirán la persecusión Rosista y les será expropiada la estancia. En "Remate practicado desde el 14 de Diciembre de 1840 de los muebles, granos y frutos del país pertenecientes a los salvajes unitarios prófugos de este partido" ,liquidaron las pertenencias de la estancia. Bernardina San Martín de Otero en una entrevista de 1926, relata que cuando tenía 7 años se vieron obligados a emigrar a la Banda Oriental y que pasaron en una isla 2 meses de penurias alimentándose con mazamorra y locro con charqui (9) Después de Caseros el único San Martín que tiene participación política es Francisco de San Martín, el cual en 1855 forma parte de la flamante Comisión Municipal pasando a partir de 1856 a integrar la Corporación Municipal varios períodos. Por qué "Los Álamos" Cierro el tema de esta estancia con unas reflexiones en torno a su nombre, del cual encontré la primer referencia en la "Historia de Baradero" de Barbich, donde se lee: "Bernabé de San Martín nace en Baradero en 1777 y hereda de su padre Juan de San Martín", la estancia que siempre se conoció con el nombre de "Los Álamos" (10). Sin embargo en la documentación (s. XIX) que hallé en los Archivos locales, respecto a éste establecimiento, jamás se lo menciona bajo ese nombre, siempre es designada como estancia de los San Martín, variando el nombre de pila, acorde al dueño de turno. En tanto que en documentación similar especialmente la que corresponde al período Rosista, cuando se citan las "estancias de los Salvajes Unitarios", de tener nombre, se coloca el mismo anteponiéndolo al de sus respectivos propietarios. En lo que respecta a la documentación epistolar a la que tuve acceso, aparece por primera vez el membrete de "Los Álamos", en 1919 en una carta enviada por Arturo Figueroa Salas a su tío Jorge Ferrer.
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Por otra parte, de la frondosa y añosa arboleda que rodea el casco, no son los álamos los árboles que predominan (siendo por cierto muy escasos) Tampoco son de álamos las dos avenidas por las que se accedía al casco. En tanto que los árboles más próximos a la vivienda y que a juzgar por sus gigantescos portes deben acompañar a la estancia desde prácticamente su fundación, son timbo. Fue solo a través de los testimonios reunidos en distintas entrevistas, que logré saber algo concreto en relación a la existencia de álamos en estos campos (11): En 1910 María Ignacia Salas San Martín y su hijo Arturo Figueroa Salas, hacen plantar una doble avenida de 2000 m. que finalizaba en el ángulo formado por el camino real y el límite oeste de sus campos acortando así la distancia entre el casco de sus campos y el pueblo de Baradero. Actualmente si bien el trazado de la avenida existe, los árboles que se alzan en ella, son: plátanos, casuarinas, tipas y paraísos. ¿Fue la importante avenida de álamos, la que a partir de 1910, dio origen al nombre o como ya se conocía bajo ese nombre se realizó la plantación? NOTAS I) Esta familia San Martín es de Portugalete, y no tenía vinculación alguna con la família de José de San Martín que provenían de Cervatos de la Cueza del Reino de León. En lo que respecta a la familia San Martín que nos ocupa: Los nombres de pila de ambos géneros se repiten mucho y hay varios casamientos entre parientes cercanos celebrados dentro del reducido núcleo social de Baradero, ocasionando dobles parentescos, haciendo difícil seguir correctamente las correspondientes sucesiones relativas a la estancia. 2) HISTORIA DE LOS PUEBLOS, Primer Congreso de Historia de los Pueblos, 25 al 289-1950 Pág. 276 a 282. 3)De una carta de 1919 que Arturo Figueroa Salas envió a su tío J. Ferrer, copiamos "... aquí en la estancia, que fue el rincón en donde mis viejos trabajaron y se sacrificaron tanto para que después de sus días disfrutara yo, único de sus hijos sobreviviente desgraciada-
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+ mente.." 4) Testimonio: escritura número 129 30-101931 Pág. 9. 5) MORENO CARLOS. Españoles y Criollos Largas Historias de amores y desamores. La Casa y sus cosas. Bs.As. 1994 Pág. 1 I 1 6) TABOSSI RICARDO "Sobre los más remotos orígenes de Navarro". Talleres gráficos Amanecer. Navarro 1987, Pág. 9. 7) BARBICH ALEJANDRO. Historia de Santiago de Baradero. Talleres gráficos Ayer y Hoy. 1980. Pág. 111. 8) La familia San Martín abrazó con entusiasmo la causa de la independencia, y su casa porteña era conocida como la casa de la reja, en la misma se leía "Viva la Patria- 1 817" inscripción que hizo colocar Doña Jerónima de San Martín (nacida en Baradero en 1758) luego de conocida la victoria de Chacabuco la cual fue celebrada con un imponente baile en dicha casa. Tomado del diario CRITICA 22-1-1936. Pág. 18. 9) Revista "Vida Femenina" Artículo "Nuestras Patricias: Doña Bernardita San Martín de Otero". 5-6-1926. 10) BARBICH ALEJANDRO. Op. Cit. Pág. 11 1 . 11 ) El señor Formica me relató que su padre fue uno de los que cavó los innumerables hoyos en las dos leguas que abarcaba la avenida y que lé pagaron a razón de 0,10 $ el hoyo. Y que como los álamos eran muy perseguidos por los bichos canastos había un hombre contratado para que permanentemente recorriera la plantación, tijera en mano, cortando y quemando esta plaga.
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+ Noticias relativas al poblamiento de la campaña noreste de Buenos Aires durante el siglo XVIII Fernando Enrique Barba Es conocido que durante el siglo XVII se produjo en la campaña de Buenos Aires una enorme proliferación del ganado vacuno y caballar introducido por los españoles en el Plata en tiempos de la primera ocupación de la región. El mismo fue aprovechado por los descendientes de aquellos y por la población aborigen, que bien pronto aprendió el uso del caballo y los beneficios del consumo de los mismos para su sustento y los de la venta en los por entonces eventuales contactos con comerciantes compradores de ganado del sur de Chile. Aquella abundancia dio nacimiento al destructivo sistema que se denominó vaquería, el cual consistió en la caza del ganado cimarrón que pululaba en las cercanías de poblados y establecimientos de campo de la época. La explotación desmedida llevada a cabo por los pobladores de Buenos Aires a través del mencionado sistema, las entradas que realizaban vecinos de otras provincias, especialmente los de Mendoza y los arreos realizados por los indios provocaron que, a comienzos del siglo XVIII los ganados cimarrones fueran escasos y de difícil detección, puesto que los restos de los otrora abundantes rebaños se hallaban dispersos en un amplio y agreste escenario. La situación de los rebaños salvajes provocó el directo perjuicio de los ganaderos ya que la disminución primero y la desaparición luego del ganado cimarrón obligó a aquellos, que hasta entonces lo habían aprovechado, a modificar sus modelos de actividad económica. El blanco buscó entonces la solución para el problema concentrando el ganado en zonas donde más o menos era factible su cuidado, dando así origen y desarrollo a la estancia colonial, que hasta entonces no había tenido de-
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masiada importancia. En este sentido dice Coni que "no es aventurado pensar que los vecinos, mientras tuvieron ganado silvestre en cantidad y a la mano, prestaron poca atención a la cría del doméstico. Por esto la desaparición de esa clase de hacienda los encuentra con un stock doméstico sumamente reducido", para, agregamos nosotros, las costumbres de la época en estas latitudes. Por ello no fue de extrañar que el Cabildo iniciara el período de prohibición de las vaquerías, medida ésta que en realidad tuvo poca vida, ya que para el comienzo de la tercera década del siglo XVIII, al desaparecer prácticamente el ganado cimarrón, no hubo necesidad de que continuara la misma. En efecto, en 1700 no se permitió vaquear por cuatro años, en 1709 por uno y en 1715 hasta 1718. Coni sostiene que debe tenerse a 1718, año de la última vaquería, como el momento de la extinción del ganado cimarrón de Buenos Aires. En 1713, el gobernador de Buenos Aires ordenó el levantamiento de un censo del ganado doméstico existente en la campaña de Buenos Aires, para la campaña norte, arrojó un total de 18.100 cabezas y para la zona sur, Matanza y Magdalena, 12.950. Durante el resto del siglo XVIII, las regiones ganaderas más importantes del Río de la Plata habrían de ser la Banda Oriental y la región de la mesopotamia argentina, quedando reducida la ganadería bonaerense básicamente al importante pero limitado papel de abastecedora de alimentos de la ciudad de Buenos Aires y población rural; sólo a fines del siglo y ante el cambio de las condiciones de comercialización, habría de comenzar a tomar lentamente relevancia dentro del cuadro de las exportaciones locales. Es evidente que el desarrollo de la estancia colonial aún era incipiente en 1744, año del que se puede tener alguna noticia lejana de la 22
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misma gracias al censo realizado en aquella fecha. Surge del censo que preferentemente las estancias se ubicaban en zonas cercanas a Buenos Aires, como ser, en las regiones norte y oeste-noroeste, es decir Las Conchas, Escobar, Cañada de la Cruz, Pesquería y Luján; al oeste La Matanza y Cañada de la Choza y al sur el extendido pago de la Magdalena. Los pagos al norte de Escobar eran básicamente zonas de labranza. Así, en los actuales partidos de San Nicolás, Ramallo, San Pedro y Baradero, si bien había cría de ganado, ésta era en general complementaria de la actividad principal de los moradores que era la agrícola y en menor grado, la fruticultura, el transporte, provisión de leña y otras totalmente secundarias como la pesca, las pulperías, canchas de bochas, etc. A pesar de lo afirmado, sin embargo, por cuestiones derivadas del antiguo poblamiento y de alguna seguridad que otorgaba su relativo alejamiento de la frontera, existía en aquella región mayor cantidad de ganado que al sur de Buenos Aires, por entonces totalmente desprotegido. La mayor concentración de establecimientos ganaderos se encontraba en Cañada de la Cruz, Las Conchas y Luján, disminuyendo en las otras zonas. También era importante la acumulación existente en La Matanza; en cuanto a Magdalena, si bien el número de aquellos era importante - el tercero- la concentración era menor debido a la extensión del mismo, que era, como mucho, la mayor. Además, una amplia zona de este último pago era, por su posición geográfica, la más expuesta al ataque indio. También surge del censo que en general las estancias estaban concentradas preferentemente en la región norte -274 sobre 331- y que en ellas no se criaban grandes cantidades de animales. A pesar de lo expresado, es evidente que la cantidad de ganado existente debía ser necesariamente mayor según se puede inferir del número de ganado que de acuerdo al estanciero Juan F. Basurco, robaron los indios en los años inmediatamente posteriores al censo, cosa nada improbable. En efecto, el
11 de febrero de 1751, en el expediente iniciado por el Síndico Procurador para demostrar la necesidad de la permanencia de los milicianos en la frontera, declaró Juan Francisco Basurco, vecino de la capital y "hacendado en su jurisdicción con gruesas cantidades de haciendas de ganados vacunos, mulares y yeguas, con porción de esclavos y peones a sueldo para la custodia de dichos ganados y persona de las primeras y más principales de esta república". En enero de ese año los indios, luego de asesinar a tres mercaderes y un negro en el camino de Salto, asaltaron una de las estancias de Basurco sobre el río Arrecifes, donde mataron tres mozos e hirieron seis de los ganaderos que tiene en su servicio, llevándole más de mil quinientas yeguas de cría de mulas y en los meses anteriores le habían robado más de nueve mil vacas y desde 1749 calculaba habían sustraído a los vecinos un total de 50.000 cabezas de ganado. Expresaba que la disminución de la hacienda en la región norte podía calcularse en un ciento por ciento trayendo esto inconvenientes en el abasto de carne. A pesar de los graves inconvenientes y eventuales peligros que implicaba el establecimiento de población en la campaña, no fueron obstáculo para que en los treinta y cuatro años transcurridos entre 1744 y 1778, se hiciera visible el aumento de habitantes en las zonas rurales, especialmente en aquellas hacia donde se expandió la ganadería. Sin embargo era aún evidente el predominio demográfico de las zonas relativamente cercanas a la capital o a la costa del río Paraná, v.g. Baradero, Costa de San Isidro, Merlo y Magdalena -en la zona correspondiente a la Ensenada y adyacencias- donde la actividad agrícola marchaba paralela a la ganadería. Con respecto a la vivienda, se puede tomar para la región noreste al pago de Areco en 1789 como un ejemplo típico. Según el censo de aquel año, levantado a efectos del pago de cuatropea, lo cual es evidente puesto que sólo figura el responsable de la unidad de producción y el número de ganado de las tres especies, de 229 familias censadas, tenían vivien-
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da 193; de paja eran 181 y el resto de teja. Estas últimas pertenecían 11 a propietarios, 9 de ellos de 1.300 varas y dos de menos de 1.000; la restante, de Francisco Comejo, quien había sido propietario de 1.500 varas que luego quedaron dentro de la mensura de los padres Bethlemitas y convertido por esa circunstancia en arrendatario. También se hace ya tangible la concentración de tierras en manos de pocas personas. Existían, según el censo, 68 propietarios -excluyendo los padres Bethlemitas- que poseían 65.825 varas, pero 43.850 (69,79%) eran de propiedad de solamente 14 (20,58%). Además, en campos de los Bethlemitas había 32 arrendatarios y en los de Josefa del Águila estaban dos hijos suyos y nueve agregados, todos con haciendas. También, las diferentes formas de apropiación de ganado que tenían los habitantes de la campaña no propietarios de tierras, facilitaba el establecimiento de los mismos, ya en tierras realengas o con dueño. Así, decía en 1792 Arredondo puesto que "muchos individuos que sin terrenos propios habitan por las campañas entre las estancias con muy corto número de ganados y otros sin algunos, ya en calidad de arrendatarios de tierras a pretexto de chacareros, ya en terrenos de dudosos o no conocidos dueños, o ya tolerados o admitidos por estos como agregados". En mayo de 1801, el Marqués de Avilés se refería a la población del territorio de campaña, "donde se hallan establecidas muchas familias pobres, por providencias generales en tiempos de...Vértiz, pero sin que se les hubiese puesto en posesión formal, o medídoles las tierras, ni habérseles dado título en particular, pero radicados allí de grado y otros precisados, han vivido conformes, experimentando el sobresalto y frecuentes insultos funestos de los indios pampas". Continuaba señalando que "no obstante la justicia que los recomienda, y la conveniencia pública que resulta de que las fronteras se hallen abundantemente pobladas, procuran expelerlos los poderosos de allí. Me parece que debe preferirse el establecimiento de muchos en la frontera al de pocos. Avanzando terreno, con la seguridad de la tropa destinada, la cual debe subsistir de
modo que se halle expedita para ir adelante al sur, sin permitirse a sus individuos se radiquen con algún interés". Como puede observarse, la intención de dividir la tierra y radicar población en la campaña ya chocaba, desde tiempos coloniales, con los intereses de los terratenientes, siempre interesados en extender sus propiedades pero no necesariamente, de incorporarlas inmediatamente al proceso productivo. En fin, para fines del siglo XVIII, gracias al impulso otorgado a la ganadería por la liberalización del comercio exterior y un relativamente largo período de paz con los indios, la población de la campaña se había duplicado, y se preparaba para dar el gran salto productivo al impulso de las enormes ventajas comerciales y políticas nacidas luego y a impulso de la Revolución de Mayo.
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+ UN PINTOR DEL PARANÁ "GAMBARTES, ENTRE LA TRADICION Y LA MODERNIDAD" Graciela Dragoski y Delcis Méndez Cherey En la historiografía de la plástica se acostumbra a establecer una clara divisoria entre la plástica moderna y el período colonial hasta el siglo XIX. La llegada del Impresionismo a estas tierras significaría el acontecimiento que marca el eje entre la plástica argentina arcaica y la moderna. Esta postura intelectual define el modelo de cultura argentina que se tiene "in mente". Es el país culto "a la europea", el que es capaz de integrarse a los grandes movimientos mundiales de la plástica universal, el que sigue respondiendo a los modelos que trajeron los inmigrantes que se asentaron en estas tierras, La Argentina Blanca, en definitiva. Serán las clases dominantes, las portadoras de la cultura oficial, las que poseen una idea muy clara de cómo debe elaborarse la cultura "verdadera". La cultura de los pueblos vencidos, la cultura de los dominados, los niños, las creencias, y toda aquella producción simbólica de los pueblos cuya historia y existencia es anterior a la llegada de los europeos deberá negarse y ocultarse porque es inferior y vergonzante. Lo que estamos afirmando constituye toda una posición ante la cultura y el arte. Ello conduce a la clásica diferenciación entre artista culto y aquellos considerados artistas populares o artesanos, estableciendo diferentes niveles para cada uno de ellos. Lo cierto es que existe tanto para la Historia del arte como para la Crítica una desvalorización de gran parte de la producción estética americana precolombina y popular actual. En este trabajo analizaremos un aspecto de la obra de un artista santafecino, Leónidas Gambartes. Personalidad que abrevó en la cultura autóctona litoraleña a lo largo de toda su vida y quedó expresado en toda su obra plástica, mediante una transposición, convertir en imagen las tradiciones orales de esa cultura paranaense a la que se debe sumar las influencias de sus ancestros del noroeste argentino. Queda evidenciado de esta forma cómo nuestro artista, a través de su producción plástica, desarrolló una búsqueda profunda y personal. Gambartes mismo reconoció haber buceado en la cultura litoraleña, en sus personajes, en sus costumbres, en su complejo universo simbólico y en última instancia, lo decimos responsablemente, en una metafísica que subyace detrás de las imágenes con que se manifiesta. De lo que deducimos: La verdad no es la realidad (lo aparente a los sentidos) sino que está detrás de lo que aparece y el artista es el explorador que se abisma en esas profundidades y su arte es el testimonio de la búsqueda. Cabe una aclaración que puede prevenir futuros equívocos. No estamos en presencia de un antropólogo ni de un arqueólogo. No está en la pesquisa de culturas del pasado en proceso de extinción para informarnos de su existencia y presencia. Es más, Gambartes no se propone la reivindicación de un pasado, de cualquier signo que fuere, sino que se siente parte activa y constitutiva de un presente ubicado en esa región de nuestro país. El ámbito geográfico plasmado por nuestro artista está referido a una zona del litoral paranaense en donde encuentra los personajes que se vuelven significantes en su discurso plástico por estar cargados de simbologías y resonancias para el habitante de esos lugares y que él, Gambartes, logra presentarlos en una composición que aún para nosotros, desconectados de esa realidad cultural, se vuelven intensamente representativos gracias a los elementos plásticos que supo crear. La propuesta plástica de Gambartes es puesta de manifiesto con creatividad en los cromos al yeso y por ende debemos indubitablemente relacionarla con algunos elementos de la producción precolombina. Por un lado en el esmero y valoración que el hombre precolombino coloca en el pro-
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+ ceso de gestación de la obra tanto en la obra misma. Esta técnica de preparación del soporte y el proceso inherente a la gestación y preparación de la obra nos recuerda indefectiblemente a los artistas precolombinos y populares. La técnica que se asemeja a los objetos cerámicos de este origen cabría diferenciarla de la producción de los muralistas mejicanos. Gambartes define una actitud frente al patrimonio precolombino y a su peculiar modo de incluirlo dentro de sus propios fines estéticos. Por dicha causa se diferencia de la producción de los muralistas mejicanos quienes en el abordaje de esta temática por momentos se vuelven interesante contenidistas y con un explícito y buscado mensaje político. El santafesino acotado geográficamente a la zona litoral de nuestro país, al hombre que la habita y a la cultura que produce, indaga y profundiza los hechos cotidianos, el quehacer doméstico, siempre cargado de simbolismo y de misterio. Por lo antedicho corresponde establecer los límites del llamado "Indigenismo" de Gambartes. No nos parece adecuado calificar de indigenista, a secas, a su pintura. Calificativo en el que incurre frecuentemente la crítica especializada acerca de la obra de Gambartes. El "Indigenismo" como corriente dentro del pensamiento americano, nace a fines del Siglo XIX, pero será fundamentalmente en Méjico, adscripto al proceso revolucionario, cuando adquirirá su máxima intensidad. Tomando como adalides a J. Vasconcelos y M. Gamio y en el Perú con la figura de Mariátegui y el APRA, ya en el siglo XX. En términos generales se busca el reconocimiento del indio y se establece el modelo mediante el cual debe integrarse en estas nacientes sociedades modernas americanas y el rol protagónico que debe asumir y, por otro lado, este reconocimiento coadyuvará a la configuración de las mencionadas naciones americanas. Nada más alegado de la despojada visión de Gambartes. En lo atinente a la actitud estética que nuestro artista adopta frente al patrimonio estético precolombino y popular fue diametralmente opuesta a la de los muralistas mejicanos. En este sentido su postura no es “indigenista” si entendemos al indigenismo como una teoría científica, filosófica política y estética y cuya aplicación supondría la modificación de la realidad vigente. En cambio Gambartes puebla sus obras con personajes preñados de simbologías que provienen del mundo precolombino y que son una presencia viva en la tierra litoraleña. Su aproximación a este universo simbólico y humano es sigilosa y queda, plasmada en el lienzo en una clave baja. Nos sumerge en el mundo hermético de la cultura criolla regionalizada (Noroeste-Noroeste) en donde cada acto de lo cotidiano se tiñe indefectiblemente de sacralidad y magia. Las imágenes de sus obras no portan la intencionalidad de denuncia social, a través de ellas no se propone modificar ni transformar una realidad social ni convertirse en un emblema de la americanidad. Gambartes en forma compasada, intenta incluir respetuosamente en su universo pictórico a través de claves de tipo estético y/o simbólicas y así poder “disfrutar” intensa y quedamente, sin ostentación, de ésta, su pintura. Como bine lo caraterizara Damián Carlos Bayon, estamos en presencia de una pintura que, como la música de cámara, dirá con Nadia Boulanger, es sólo para entendidos. Gambartes mismo se quejaba de que se lo adscribiera al “indigenismo” aunque sus motivaciones carecen para nosotros de suficiente sustento teórico. Las razones que esgrime son la suposición de que en nuestro país se ha extinguido casi totalmente la población indígena.(1) Agrega luego, en esta discusión, que esta población indígena fue totalmente cubierta y acallada por las sucesivas oleadas de inmigrantes de distinto origen. No obstante lo antedicho, Gambartes se interesa por ellos, elevándolos al protagonismo, rescata “la gente más vieja de la tierra, cuya raíz puede ser aborigen o española” y plasma tanto a las poblaciones originarias así como a sus supérstites y a sus mundos simbólicos. Su imaginario visual cobra carnadura en sus series de “payés”, “mitoformas”, “gualichos”, hechiceras, conjurantes, bestiarios mágicos, músicos, fós iles, felinos, formas “kakuy” santeagueñas, etc. Se incluyen además en sus obras citas provenie ntes del repertorio iconográfico colombino. Los personajes de Gambartes están adscriptos a la tierra que los cobija, están macerados con el mismo suelo y con el mismo aire. Percibimos la identificación del hombre con la tierra y sus mí-
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+ nimas acciones denotan una estabilidad definitiva y eterna. Sus figuras aparecen como ensimismadas en un silencio interminable, nimbadas de sobrenaturalidad de tal forma que superan cualquier tipo de circunstancia. Asumen un deliberado aire arcaico que les permite salir de la banal anécdota para así ingresar al mundo de las esencias y reafirmar como decíamos anteriormente, un nivel metafísico, más allá de lo inmediato. Sus guelicheras y yuyeras aparecen dotadas de un muy sumario vestuario, simple y elemental, y ello hace recaer nuestro interés en sus perfiles esquemáticos: siluetas descarnadas y rostros sintéticamente descriptos de grandes ojos fijos, a veces desmesurados. No representa detalles adjetivos de su quehacer mágico cotidiano y la pregunta surge a continuación: ¿dónde está el contenido inquietante de estas composiciones?. Hallamos así una de las claves que se entrelazan en las creaciones de Gambartes, lo que está detrás de las imágenes y no está dicho explícitamente, la sugerencia del “algo” que está detrás de las cosas y que para alcanzar su plenitud necesita de cierto conocimiento del sentido que tienen en esas culturas dichos personajes y sus misteriosas tareas. Si muchas de estas obras carecieran de títulos como sucede en algunas obras del arte contemporáneo, se nos presentarían como obras difíciles de decodificar, donde se encontrarían una serie de personajes reunidos vaya a saber con qué causa que desconocemos. Nos quedaríamos pensando en los climas que se plasman y en las ignotas miradas que van más allá de la superficie de las cosas. Si en cambio avanzamos e intentamos desentrañar el significado oculto del gualicho guaranítico así como el poder mágico que emana del magnetismo de dichos personajes, entonces sí empezaríamos a percibir la presencia inquietante de esta cultura de insondables dimensiones. Si esta presencia de lo trascendente se advierte en estos personajes cotidianos, se afianza aún más en forma contundente delante sus “payés” (2). Gambartes presenta s u series de “payés” bajo las formas antropozoomorfas. Esta dualidad es una de las constantes que recorre las obras más destacadas del noroeste argentino.(3) Las figuras de payés creadas por Gambartes aparecen como dominadoras, como regentes del destino del universo humano y animal. Están construidos con un lenguaje que proviene de la tradición occidental pero a través de un complejo proceso de reelaboración personal. En cambio el contenido y el espíritu que recorren sus obras provienen de las primigenias culturas americanas, las cuales para la sensibilidad occidental aparecen como primitivos arcaicos. Este exquisito bucear en la esencialidad de lo americano y poder plasmarlo a través de un elaborado y aparentemente simplificado lenguaje plástico dio por resultado sus obras, que nacen de la cronometrada conjunción de su penetración en la cosmogonía popular junto con la estética occidental. Esta vuelta a las fuentes de su propia cultura regional y su personal elaboración plástica, logran la no utilización de un lenguaje naturalista para interpretar el mundo sobrenatural sino que lo hace a través de los que podríamos denominar un lenguaje expresionista, esencial y abstractizante. Lenguaje que lo podríamos rastrear en las culturas precolombinas tales como: Cerámica de Aguada (Argentina), tejido de paracas (Perú), Cultura Azteca (Méjico) y también en los planteos de los actuales postes totémicos de los “Kwakiut” (Canadá) y en nuestras máscaras chiriguano -chané. Nos encontramos así frente a un espíritu contemporáneo primitivo que nos indicaría una lógica diferente y no el razonamiento así frente a un espíritu contemporáneo primitivo que nos indicaría una lógica diferente y no el razonamiento claro y distinto de los cartesianos. Queremos representar fuerzas ocultas que para el hombre occidental devienen oscuras e irracionales y cuyos límites se nos presentan como imprecisos. No sabemos adónde empiezan ni dónde terminan y los poderes que de ellos emanan carecen de una definición terminante. Los payés populares tienen funciones definidas, algunos son para “ el mal de ojo”, otros son para el amor, otros tratan de controlar los ataques de los animales (las picaduras de víbora por ejemplo), otros tratan de lograr éxitos materiales. Ese poder se concentra y evidencia en la presentación de l a imagen de Gambartes. Siempre son de rigurosa frontalidad, ocupando ostensiblemente
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el espacio plástico y se imponen con su sola presencia. Guardan una referencia totémica en su presentación
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+ plástica. A través de sutiles juegos de formas organizativas logra una precisa y elaborada yuxtaposición de planos. Sobrio en sus gamas tonales y rico en los matices de sus valores, define una imagen de riqueza compositiva y controlada expresión cromática. Esta conjunción de forma, color y valor parecen planos de sentido plástico. Lo accesorio desaparece. Todo en él es esencialidad que se expresa a través de una composición de de planos abstractos. En sus figuras anidan todo un pasado cultural indígena que con probados recursos plásticos y creatividad personal logra plasmarlo en una obra digna, sin caer en exterioridades artificiales ni folklorismos epidérmicos. Ello nos hace pensar en la obra de los grandes artistas americanos como Tamayo, Mérida y Syzlos…. Notas (1) Según los últimos censos, en nuestro país alcanza a 500.000 almas. (2) El “payé” es un amuleto que posee poderes mágicos. Su origen es precolombino. El término proviene del “Ypayé” que es el Shamán guaraní que tenía dotes de curar, enfermar, provocar e ncantamientos amorosos o desencadenar acciones fatalmente negativas. Frecuentemente se construye con plumas de caburé, pelos de perro o gato, uñas de dedo meñique cortadas en viernes Santo y admite la presencia de hierbas que contribuyen a lograr los efectos esperados. Se lo lleva oculto y en esas condiciones ejerce todo su poder, situación que se trastoca si alguien lo descubriera. En ocasiones es consagrado durante la Misa colocándolo en un lugar oculto del altar. (3) El Dr. Rex González dice que la experiencia Shamánica de la ingesta de alucinógenos produce alucinaciones que en parte responderían a la visión de estas imágenes antropozoomorfas y que son patrimonio en gran parte de toda la América precolombina. En la actualidad este tipo de iconografía integra el imaginario visual de la producción estética de las culturas etnográficas y criollas actuales.
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+ LA VUELTA DE OBLIGADO Mariela Canali ANTECEDENTES El siglo XIX es el momento de la expansión imperialista europea, en el que las grandes potencias en pleno desarrollo industrial buscan colonias, como fuentes de materias primas y nuevos mercados para colocar la producción. Las Repúblicas americanas eran independientes pero aún débiles, y se presentaban como un espacio propicio de ser conquistado dadas sus visibles ventajas sobre otros lugares del mundo: riquezas naturales, cierto desarrollo demográfico, organización política, etc. Tanto Gran Bretaña como Francia habían intentado tomar el Río de la Plata por la fuerza: en 1806 y 1807 Inglaterra había invadido, sin éxito, Bs.As. y entre 1838 y 1840 Francia había bloqueado el puerto de Bs.As. Sin embrago ambas potencias continuaban aspirando a dominar las plazas económicas y acceder a la libre navegación de los Ríos interiores, Paraná y Uruguay, lo cual les daba acceso directo tanto al interior argentino como al del Uruguay, Paraguay y el sur de Brasil.
bloqueo a Buenos Aires en septiembre de 1845. La escuadra argentina al mando del Alte. Guillermo Brown fue apresada por los aliados, que dieron un paso más: se lanzaron a navegar por el Paraná con el objeto de obtener el comercio libre con Entre Ríos, Corrientes y Paraguay. EL COMBATE La defensa estaba a cargo del Comandante Lucio Mansilla, quien estableció una serie de fortificaciones a lo largo del Paraná. La principal se hallaba en la Vuelta de Obligado, allí donde el río se estrecha y un pronunciado recodo dificulta la navegación. Mansilla ubicó en la ribera cuatro baterías e hizo extender a lo largo del río, de una costa a la otra, tres fuertes cadenas que pasaban por la proa, centro y popa de veinticuatro lanchones que terminaban en un bergantín, el "Republicano" equipado con artillería y que era el encargado de cuidar las cadenas. Completaban la defensa unos 2.000 hombres de infantería al mando del Coronel Rodríguez. El 20 de noviembre de 1845 las fuerzas anglofrancesas, dispuestas a forzar el paso, se trabaron en lucha con los defensores. El combate duró alrededor de ocho horas y sólo cesó cuando los argentinos se quedaron sin municiones y las fuerzas de desembarco ocuparon las baterías y lograron quebrar la defensa. Tanto las bajas como los actos de heroísmo fueron múltiples por ambas partes.
EL BLOQUEO La excusa para una presión más directa llegó con las misiones diplomáticas del Imperio de Brasil y los unitarios en la Banda Oriental, que acudieron a las cortes europeas solicitando la intervención de las grandes potencias en el sitio que el gobierno argentino había ordenado sobre Montevideo. Este sitio perjudicaba en gran forma los intereses económicos de comerciantes ingleses y franceses que también reclamaban la intervención de sus gobiernos. Ésta se produjo en 1845 cuando, mediadores de Gran Bretaña y Francia, llegan a Buenos Aires a negociar el fin de la guerra entre la Confederación y Montevideo. Sus exigencias son desmedidas para el gobierno de Rosas y las negociaciones fracasan, iniciándose el
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LOS ECOS DE LA VUELTA DE OBLIGADO Si bien las fuerzas aliadas lograron acceder a la navegación de los ríos Paraná y Uruguay, los resultados del intercambio comercial no fueron tan ventajosos como suponían los extranjeros. 32
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+ Las repercusiones que en el mundo de la época tuvo este combate, fueron amplias. Grandes personalidades y diversos diarios de América y Europa coincidieron en la crítica a las potencias invasoras y se solidarizaron con la causa de la Confederación. Episodio de un proceso más vasto donde aparecen intereses y factores políticos y económicos, el combate de la Vuelta de Obligado es aún un símbolo de la larga lucha americana
por su real independencia, por eso se lo ha elegido como Día de la Soberanía Nacional.
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+ BUENOS AIRES EN DOCUMENTOS Ulrico Schymidl * Derrotero y viaje a España y las Indias Capitulo XIII Ahora nuestro capitán Juan Ayolas mandó convocar la tropa, los cuatrocientos hombres, y los embarcó o fueron a los barcos y viajó aguas arriba por el sobredicho río Paraná (...) estuvimos durante dos meses en viaje, pues hay ochenta y cuatro leguas desde los cuatro barcos que habíamos dejado hasta estos indios que se llaman Timbús y llevan e ambos lados de las narices una pequeña estrellita que está hecha de una piedra blanca y azul y son gentes grandes garbosas de cuerpo; pero las mujeres (son) toscas y las jóvenes y viejas están siempre rasguñadas y ensangrentada debajo de los ojos; y la fuerza de los indios es mucha como sabréis por mí más adelante y no comen otra cosa u pescado y carne. En toda su vida no han tenido otra comida. Se calcula a esta nación como de quince mil hombres más bien más que menos; también tienen canoas de las que allá afuera en Alemania se llaman barquillas como usan los pescadores. Estas barquillas son hechas de un árbol y las barquillas tienen un ancho de tres pies en el fondo y m largo de ochenta pies. En todo tiempo viajan en ellas hasta diez y seis hombres y todos deben remar y tienen remo, como los pescadores en Alemania, fuera de que no son reforzados con hierro abajo en la punta (...). Capítulo XVI (... ) Así zarpamos de este puerto que se ha llamado Buena Esperanza con ocho buquesbergantines; así venimos e primer día a cuatro leguas de camino a una nación que se llama Corondá; viven de pescado y carne y son ello: aproximadamente cerca de doce mil en gente adulta que se emplea para la guerra y son iguales a los sobredichos Timbús. También tienen dos estrellitas en ambos lados de la nariz; son gentes garbosas en sus personas pero las mujeres feamente arañadas bajo los ojos y ensangrentadas, jóvenes y viejas; y sus partes están cubiertas con un paño hecho de algodón. Tienen estos indios mucho corambre sobado de las nutrias y tienen también muchísimas canoas o barguillas (...). Capítulo XVII De ahí navegamos hacia una nación que se llama Quiloazas y son ellos alrededor de cuarenta mil hombres de pelea y tienen para comer pescado y carne, y tienen también dos estrellitas en su, nariz como los sobredichos Timbús y Corondás; ellas, las tres naciones, hablan todas una sola lengua; y desde los susodichos Corondás hay treinta leguas de camino hasta los Quiloazas y viven en una laguna; ésta es extensa o larga unas seis leguas de camino y ancha unas cuatro leguas; con ellos quedamos cuatro días; también nos participaron su escasez; nosotros hicimos lo mismo; estos indios habitan en la orilla izquierda del Paraná. Desde ahí navegamos durante diez y seis días sin que viéramos ni encontráramos gente alguna. En esto vinimos a un pequeño río; éste corre hacia el interior del país. En este río hallamos reunida mucha gente que se llama Mocoretás; estos no tiene otra cosa que comer que pescado y carne pero por parte mayor tienen pescado. Estos indios cuentan alrededor de diez y ocho mil hombres para pelear; tienen muchísimas canoas, éstas son barquillas. .Así quedamos con ellos cuatro días y ellos habitan en la otra banda del río Paraná y eso es en la orilla derecha; hablan otra lengua; también ellos tienen dos estrellitas en la nariz y son
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+ gentes garbosas y bien formadas de cuerpo pero las mujeres son feas como las sobredichas mujeres. Desde los sobredichos Quiloazas hasta estos Mocoretás hay sesenta y cuatro leguas de camino (...) Capítulo XVIII De ahí partimos de nuevo desde los indios y navegamos río arriba por el Paraná en cuatro jornadas y vinimos a una nación que se llama Chanás Salvajes; son hombres bajos y gentes gruesas y no tienen otra cosa para comer que carne y miel. Las mujeres no tienen nada delante de sus partes, y andan completamente desnudas, mujeres y hombres, tales cuales Dios el Todopoderoso los ha puesto en el mundo y guerrean con los Mocoretás. Su carne es venados y puercos del monte y avestruces, también conejos que son iguales a una rata grande salvo que no tienen cola. Así que no permanecimos más de una noche pues ellos no tienen nada que comer porque hacía cinco días habían venido al río Paraná para pescar y guerrear contra los Mocoretás. Es una gente igual como allá afuera los salteadores; cometen una iniquidad y huyen de retorno...por lo habitual ellos habitan tierra adentro a veinte leguas para que los Mocoretás no los asalten, y estos Chaná Salvajes son dos mil hombres de gente de pelea. Desde ahí navegamos y vinimos a una nación que se llama Mapenis y son muchísimos en conjunto, pero no habitan todos en conjunto, pero en dos días pueden reunirse sobre el río y la tierra. Se los calcula en cerca de cien mil hombres tiene una tierra como de cuarenta leguas de larga y ancha. También tienen más canoas o barquillas que cualquier otra nación que nosotros hasta ahora hemos visto aquí. En una canoa pueden viajar hasta veinte personas (...) el guerrear de los susodichos Mapenis no es otro que sobre el agua. Así hay desde los sobredichos Chaná Salvajes noventa y cinco leguas de camino hasta estos Mapenis. * Soldado alemán, acompañó la expedición de Pedro de Mendoza al Río de la Plata en 1535. Derrotero y viaje a España y a las Indias. Traducido del alemán. Buenos Aires, Espasa Calpe, Arg. 1947,2da. ed.
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+ ASAMBLEA ANUAL
El 15 de diciembre último se llevó a cabo, en la Sala de Exposiciones del Museo Libres del Sur de Dolores, la asamblrea anual de Entidades de Estudios Históricos de la provincia de Buenos Aires, en la cual la Filial Dolores de la Sociedad Argentina de Historiadores hizo entrega de la presidencia a la Junta de Estudios Históricos de Pilar. En el curso de la asamblea se eligió la institución que sucederá en la presidencia a la Junta de Pilar, para el período 1999-2000,: la Asociación de Guías de Turismo de la Ciudad de San Isidro. Durante el acto, se realizó un panel en el que fueron tratados temas de Dolores por miembros de la filial Filial Dolores de la Sociedad Argentina de Historiadores. 6
ANTIGUOS COMERCIOS E INDUSTRIAS DEL OESTE
El día 3 de diciembre se inauguró la muestra correspondiente al concurso y exposición fotográfica “Antiguos Comercios e Industrias del Oeste”, organizada por el Instituto Histórico de Morón. El objetivo fue valorizar el auge de las industrias y los comercios locales a través de imágenes que conforman el paisaje cotidiano del oeste. La muestra se llevó a cabo en la sede de ACIM, sede de exposición de la Asociación Comercial e Industrial de Morón. En el acto de inauguración se hallaban presentes autoridades municipales, miembros de ACIM,
historiadores e investigadores del oeste y público en general. La Directora del Instituto Histórico realizó una síntesis histórica haciendo referencia a las principales causantes de un modelo socioeconómico que forjó lo que hoy es la realidad cotidiana de la región. El crecimiento demográfico de la zona, desde mitad del siglo XIX, junto con la gran industrialización y el crecimiento de la actividad comercial, fueron haciendo de Morón un importantísimo polo de desarrollo del conurbano bonaerense. Hoy el futuro de la región merece un proyecto que active el potencial que encierra. 6
el espacio plástico y se imponen con su sola presenMUSEO HISTÓRICO MUNICIPAL DE RAMALLO
Este Museo se encuentra ubicado en el primitivo edificio de la Municipalidad inaugurado en 1874, y que sufriera diversas reparaciones y modificaciones a lo largo del tiempo, aunque sin alterar su original arquitectura. El Museo fue creado por Ordenanza Municipal en 1984 y abrió sus puertas al público el 27 de mayo de 1994, formándose su colección con elementos aportados por los vecinos de Ramallo que aún hoy continúan acercándose con diversos objetos del pasado de ese pueblo. Las diferentes salas del Museo recuerdan en sus nombres a hombres y mujeres del quehacer ramallense; los objetos que se exhiben son documentos diversos desde 1856, libros editados en el siglo XVIII, periódicos, colecciones numismáticas, utensilios de trabajo, vestidos de la época, fotografías, ornamentos religiosos, mobiliario antiguo de la Municipalidad y de la familia Obligado, etc. El Museo Histórico Municipal de Ramallo se encuentra en la calle Moreno 890, permaneciendo abierto de martes a domingos de 17 a 20 horas.
EL CASTILLO DE OBLIGADO
En el actual partido de Ramallo hacia 1780 se afincó Antonio de Obligado, adquiriendo extensas propiedades. Ya en 1800 los mapas de la zona denominan a estas grandes extensiones, “Obligado”. Al fallecimiento de Antonio de Obligado las tierras fueron repartidas entre sus hijos, de los cuales el menor recibe la zona conocida como “Rincón de Andújar”, al fallecer en 1883 la deja en herencia a uno de sus hijos: Rafael Obligado, poeta y escritor, también participó activamente durante los primeros años de la fundación de Ramallo, fue miembro de la Facultad de Filosofía y Letras desde 1889 colaborando hasta su muerte como Consejero y Vice Decano. Falleció en Mendoza en 1920. Casado con Isabel Gómez, manda a construir sobre las barrancas del Paraná, en los terrenos heredados de la familia, un castillo neo-gótico rodeado de pinos y frondosos robles. El edificio se mandó a construir en 1896 y se terminó en 1898. Si arquitecto fue Eduardo Dutner. “El Castillo” consta de tres plantas, con una torre que sobresale del resto de la construcción que mide 25 mts. Consta de 35 habitaciones, muy bien amuebladas y decoradas, sin mantener un determinado estilo. Diversos objetos se preservan en la estancia: una rastra que perteneció a Facundo Quiroga, documentos firmados por Juan Manuel de Rosas, San martín, Belgrano, etc. Cabezadas españolas, cencerros, rebenques coloniales, candelabros, tapices, sillones, armas, etc. y una biblioteca conteniendo más de 6.000 volúmenes. Las paredes exteriores se encuentran recubiertas por una copiosa enredadera. La familia Obligado está emparentada con hombres y mujeres que asistieron al nacimiento de la Patria. Diversas ramas de los Obligado se dedicaron a la política, tal es el caso de Pastor Obligado, gobernador de la Provincia durante la secesión de Buenos Aires de la Confederación, y como en el caso que nos ocupa, hombres dedicados a la literatura y la poesía: Rafael, Carlos y Jorge Obligado y Alberto Obligado Nazar. 6
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+ FICHAS DIDÁCTICAS DE LOS PARTIDOS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES SAN NICOLÁS DE LOS ARROYOS 1 - UBICACIÓN GEOGRÁFICA El Partido de San Nicolás de los Arroyos se encuentra en el vértice litoraleño de la Provincia, limitado al noreste por el Río Paraná; al noroeste, el Arroyo del Medio; al sudoeste, el Partido de Pergamino, y al sudeste el Arroyo de Ramallo, que lo separa del Partido del mismo nombre. El Arroyo del Medio, a la vez, es límite de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe. Su superficie es de 680 km2. Su extensión es una llanura, casi plana, con declives naturales hacia los arroyos del Medio y de Ramallo. La ciudad cabecera dista 236 km. de la Capital Federal, 69 de Rosario y 78 de Pergamino. 2 - ESCUDO DEL PARTIDO Una elipse, dividida en dos campos. Timbrado por un sol mediante saliente simbolizando a Mayo -nacimiento de la Patria-, sus flancos son cubiertos por una rama de roble, a la derecha, símbolo de la fortaleza moral del pueblo nicoleño en los días de las luchas por la consolidación de la Patria, y por una de olivo, a la izquierda, atributo de la Paz, que ha caracterizado nuestra existencia. EL campo superior, en color azul, representa a nuestro cielo y en él, en semicírculo superior, 14 estrellas representan a las provincias argentinas signatarias del Acuerdo de 1852. Dos brazos desnudos, con las manos estrechadas, simbolizan el Acuerdo de San Nicolás de los Arroyos; el libro abierto, evoca la Constitución Nacional, y la espada cuyo simbolismo de fuerza la defiende, se presenta con la punta hacia abajo, en posición de homenaje y acatamiento a sus dictados. Una cinta con los colores argentinos, que une los cabos de la guirnalda, representa la unión de nuestro pueblo. Fue creado por una Comisión Especial designada por decreto del 12 de mayo de 1969, integrada por Susana Frugone de Toffano, Directora de la Escuela Provincial N° 2; Walter Sigfrido Cárfey, Director del Museo y Biblioteca de la Casa del Acuerdo; Elvidio A. J. Colombetti, Secretario de la Comisión Central Ejecutiva; Marcelino Marcatelli, Presidente de la Comisión Municipal de Cultura, y G. Santiago Chervo, Presidente del Instituto de Numismática e Historia. Se presentó a la ciudad en el Teatro Municipal durante la Función de Gala, el 8 de octubre del mismo año. 3 - ORÍGENES A - Antecedentes y fundación Con la creación del pueblo "Las Dos Hermanas" por iniciativa del gobernador del Río de la Plata, Hernando Arias de Saavedra comúnmente conocido por Hernandarias, que aprobara el Cabildo de Buenos Aires el 1 de setiembre de 1608, se inicia la conformación primitiva del Partido dé San Nicolás de los Arroyos. Esa es la fecha tomada como de creación del Partido. "Las Hermanas" integró nuestro territorio durante 246 años, hasta 1 864 en que se creó el Partido de Ramallo. Los primeros límites oficiales fueron dados el 2 de diciembre de 1775 en la reunión de la Junta de Hacendados convocada por el Teniente Gobernador (Interino), don Diego de Salas. Estos fuéron: "desde la otra banda de este Río (Arrecifes) hasta el Arroyo del Medio". El 14 de abril de 1 748 ya se había fundado la hoy Ciudad Cabecera, por Rafael de Aguiar -residente en el lugar- en tierras pertenecientes a su esposa, Juana Paulina de Ugarte de Aguiar, heredera del capitán Francisco Miguel de Ugarte. B - Nombre El nombre responde a la devoción de Aguiar, por el Santo de Bari -San Nicolás de Bari bajo cuya advocación colocó su Capilla particular, en 1 748- y al asiento geográfico del pueblo, entonces ya denominado "Partido de los Arroyos" y desde 1637. "Los tres Arroyos"; "Tierra de los Arroyos"; "Los Arroyos"; "Campaña de los tres Arroyos"; "Paraje de los Arroyos", y "Pago de los Arroyos" en 1 730. C - Poblamiento En 1744 la población de nuestro partido era de 948 habitantes. Aproximadamente cien años después ya se aproxima a los ocho mil que sigue incrementándose con la inmigración italiana, española y francesa, en especial, y el surgimiento industrial (la gran industria), llegando a 1890 con más de 24.000. Estimada actual: 140.000.
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+ 4 - LUGARES Y ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS * Organización del ejército expedicionario al Paraguay, por Manuel Belgrano (28-9-1810) Primer Combate Naval Argentino, 2.-3-1811. * Entrevista de los gobernadores Martín Rodríguez y Estanislao López, en la estancia La Esperanza, 11-11-1820. * Estada del gobernador de la Provincia, Juan Manuel de Rosas, 26-4-1830. * Fusilamiento de militares y civiles del ejército del general Paz, y un menor, por orden de Rosas, el 28-10-1831, en la Plaza Principal. * Fusilamiento del ex gobernador de Santa Fe, Domingo Cullen, por orden de Rosas, en la Posta de Ceferino Vergara, el 22-b-1839. * Reunión de gobernadores argentinos convocados por el vencedor en Caseros, Justo José de Urquiza firmándose el célebre documento histórico conocido como "Acuerdo de San Nicolás de los Arroyos (31-5-1852). * Combate naval entre las escuadras de Buenos Aires y la Confederación Argentina, el 25-10-1859. * Regreso de los restos del Batallón San Nicolás de Guardias Nacionales, de la guerra del Paraguay (186518b9), el 8-1-1870. * Inauguración del Colegio San Nicolás de los Arroyos, primer Colegio de América regenteado por los Padre Salesianos (Primera Misión enviada por Don Bosco, fuera de Italia, en 1875). (24-3-1 876). * Inauguración del frigorífico "La Elisa", el primero de Sudamérica, fundado por Eugenio Terrassán, en 1882. f año siguiente desde el mismo, se efectuó el primer envío de carnes argentinas congeladas, a Inglaterra. *Ferrocarril a Pergamino, inauguración 3 de febrero de 1884. * Ferrocarril línea Buenos Aires-Rosario, inauguración, 1-2-1886. * Aparición de la Sagrada Imagen de la santísima Virgen del Rosario, en "El Campito" (hoy el Santuario de la Virgen). * Monumento al Primer Combate Naval Argentino, sobre la barranca del Río Paraná, en el nacimiento de la calle Carlos Pellegrini. Monumento Histórico Nacional por Decreto N° 27.286 del 28-10-1949. * Lugar Histórico Nacional: Museo de la Casa del Acuerdo, en la que se reunieron los gobernadores de las provincias argentinas, convocados por el Gral. Justo José de Urquiza, el 31 de mayo de 1852 firmando e célebre documenta conocido en nuestra historia como El Acuerdo de San Nicolás de los Arroyos. * Lugar Histórico Nacional: Edificio ex Escuela Normal Mixta, inaugurada el 29 de agosto de 1888. Calle sarmiento esq. con Lavalle (1888-1944). Decreto N° 29 del 7-1-1975. 5 - FECHAS DE CELEBRACIÓN - 14 de Abril, Aniversario de la fundación de la Ciudad (1 748) - 1° de Setiembre, aniversario de la creación del Partido (1608) - 23 de Noviembre, aniversario de la Declaración de Ciudad por el Congreso General Constituyente, reunido en Buenos Aires (1819) - 6 de Diciembre, Santo Patrono de la Ciudad. San Nicolás de Bari (1821) 6 - LOCALIDADES DEL PARTIDO CONESA - 3 de febrero de 1884 GENERAL ROJO - 3 de febrero de 1884 LÓPEZ ARIAS - 15 de abril de 1909 CAMPOS SALLES - 26 de enero de 1886 LA EMILIA - 2 de octubre de 1892 Esta ficha fue realizada con el aporte de G. Santiago Chervo, Director del MUSEO Y ARCHIVO HISTÓRICO
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1- UBICACIÓN GEOGRÁFICA Se encuentra en el NE de la Provincia de Bs.As. Son sus límites: al N los Partidos de San Fernando y Campana. Al O el Partido de Campana. Al S. el Partido de Pilar y al E los Partidos de Tigre y Gral. Sarmiento. Su superficie es de 303 km2. 2- ESCUDO En octubre de 1960 la municipalidad dispuso aprobar la obra presentada por el Sr. Julio C. Sergiani para ser utilizada en la creación del escudo municipal. Los motivos que la inspiran pueden resumirse en la idea de “Tradición, historia, progreso” que simboliza las características his tóricas, tradicionales, geográficas y económicas del Partido. Descripción del blasón: Sol Naciente: El nacimiento del nuevo partido. Laurales: Simbolizan la victoria obtenida por la autonomía municipal. Cinta argentina: Símbolo de la nacionalidad. Estrella mayor: Estrella de Belén. Estrellas menores.: Representan a cada una de las localidades que integran el partido. Aspecto geográfico: Provincia de Buenos Aires al cual pertenece Escobar y los límites del Partido. Aspecto Histórico: Morrión de Granaderos, simboliza al granadero Juan Mateo Gelves. El casco de los conquistadores que recuerda a los primeros propietarios de estas tierras. Riquezas: Floricultura, fruticultura, horticultura y maderas. La frase: “Si no ha de vivir la autonomía municipal, cerremos el Salón y hagamos la farsa de las instituciones”. D. F. Sarmiento. 3- ANTECEDENTES Y FUNDACIÓN A- Orígenes La zona que comprende al Partido de Escobar era lugar de recorrido y asentamiento temporario de tribus nómades. Por el N. los guaraníes de las islas, Curucas y Mbeguas que vivían en las márgenes del Río Luján o Valle del Corpus Christi y Paraná de las Palmas o Río Grande. Otras tribus que convivían en este territorio eran los querandíes o pampas y más al N los chanas y timbúes. A partir de 1580, con la segunda fundación de Bs.As., se inicia la colonización de las tierras que hoy constituyen el Partido de Escobar, pues quedaron comprendidos dentro del reparto de Suertes de estancia que Juan de Garay efectuó el 24 de octubre de 1580, entre los 63 hombres que lo acompañaban. Durante el siglo XVIII comienza a darse el poblamiento efectivo de estas tierras, conformándose las primeras estancias de la llanura bonaerense y formando los primitivos pagos. La imposibilidad de controlar tan vasta extensión hizo que el Cabildo de Luján, al cual estaban integradas estas tierras, en 1774 designara dos alcaldes de hermandad, uno en el distrito de Areco y el otro en el distrito de Capilla del Pilar y Cañada de Escobar. En 1959 se creó el Partido de Escobar en tierras pertenecientes hasta esos momentos a los Partidos de Tigre y Pilar y cuya cabecera será el pueblo de Escobar. B- Nombre A través de más de cuatro siglos, la tradición ha conservado el nombre del primer propietario de la famosa “suerte” e isla de Es cobar”, haciéndolo como justiciero homenaje a una cañada y al pago, luego a un pueblo y hoy a un partido. Don Alonso de Escobar nació en 1542 en Asunción del Paraguay y formó parte de la expedición de Juan de Garay en la repoblación de Bs.As. Recibió tierras en carácter de recompensa, siendo una de ellas una estancia en el “Valle de Santiago” conocido lu ego como “Isla de Escobar”. C- Poblamiento El fraccionamiento y venta de las primitivas suertes, dieron como resultado el asentamiento de las primera familias criollas, verdaderas pioneras entre quienes aún poseen descendientes como los Cruz, Garín, Burgueño, Díaz, Beliera. Recién a fines del siglo XIX, comienzan a radicarse los primeros colonos o chacareros de origen italiano, francés, vasco y español que dieron origen a las primeras quintas y chacras como así también los vascos franceses conformarían los primeros tambos. Ya en el siglo XX se instalan protugueses iniciando el trabajo de la horticultura. La floricultura es iniciada por una nueva inmigración de italianos y japoneses en la década de 1920. El ferrocarril permitió la llegada de éstos núcleos de gente, dando lugar al crecimiento poblacional de toda la zona. 4- DESARROLLO FACTORES ECONÓMICOS Hacia 1950 se perfilaba en Escobar una incipiente industria. Sus buenas aguas, tierras y declives, permiten que se desarrolle una gran industria basada en la floricultura y la horticultura. Gran cantidad de tambos y chacras se encontraban en su amplia zona rural. Favorecidos éstos por las importantes accesos que la comunicaban con los grandes centros urbanos del Gran Bs. As., Capital Federal y del interior del país a través de transportes terrestres, ferroviarios y fluviales, factores que influyeron hasta transformarla en una zona de gran desarrollo derivado del trabajo de la tierra. 5- LUGARES HISTÓRICOS - Escuela Nº 3 (Actual Nº 1) Gral. San Martín - inaugurada el 1º de junio de 1883. - Sociedad Italiana de Socorros Mutuos: Fundada en 1889. - Registro Civil de Escobar: Creado el 8 de Marzo de 1897; en 1905 fue uno de los primeros pueblos subordinados con Alcaldía Judicial, dependiente del Juzgado de Paz de Pilar. - Seminario Sacerdotal “San Vicente de Paul”, de la Congregación de los Reveren dos Padres Lazaristas, creado en 1914.
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6- LOCALIDADES Belén de Escobar. Entre los años 1876-77 ante la inminente construcción de la estación ferroviaria, Doña Eugenia Tapia de Cruz decidió lotear las tierras aledañas a la misma. Se ha tomado la fecha del remate de estas tierras -4 de Marzo de 1877-. Vomo fecha de creación del pueblo de Belén. El nombre del pueblo se debe a su creadora que basada en su devoción religiosa, escogió el mismo nombre que sirvió de cuna al salvador. Garín. Esta localidad comprende los territorios que primitivamente pertenecieron a la familia Pereyra y luego a Díaz, Garín y Beliera. El l9 de Junio de 1893 se realizó la primer escritura de ventas de tierras donde se construyó la estación, lo cual se ha tomado como fecha simbólica de la fundación de la ciudad de Garín. La dirección de Ferrocarriles Argentinos denominó a la estación como Garín por considerarse a esa familia como los pobladores más antiguos de esta localidad. Ingeniero Maschwitz. Esta localidad está en tierras que pertenecieron en el siglo XVIII a Don Juan de Benavidez. El 4 de Marzo de 1910 se impone con el nombre de Ing. Carlos Maschwitz a la parada Km. 47 del Ferrocarril Central Argentino. El Ingeniero Maschwitz ejerció la presidencia de la Dirección de F.C. Argentino hasta 1898. En 1907 fue nombrado por el presidente Alcorta, Ministro de Obras Públicas. Matheu. Esta localidad se asienta sobre la estancia que en 1580 correspondió en el primer reparto de tierras a Don Juan de Garay (hijo del conquistador) Con la construcción del ramal Victoria-Zelaya se construyen apeadero sobre el que posteriormente se construye la estación denominada Domingo Matheu en honor del patriota de Mayo. En 1980 se decreta que el 9 de Marzo de 1898 se considera fecha de fundación simbólica del pueblo, correspondiendo la fecha con la escritura realizada por Domingo Nazarre a favor del Ferrocarril Central Argentino. . Esta Ficha Didáctica ha sido elaborada con el aporte de la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Escobar
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+ LOS ARCHIVOS Y LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICA Sergio D. Robles* La complejidad y multiplicación de las funciones del Estado en el presente siglo han significado un aumento en la producción de documentos de tal magnitud que hace imposible su conservación completa para fines de investigación. Pero como dice Silvio Zabala “El Estado tiene el deber de conservar la documentación que prod uce y aún la del dominio particular que se considere útil para la historia. Esa conservación impone trabajos y gastos considerables”. Esto ha obligado a pensar, por un lado en métodos de selección que permitan conservar aquellos documentos de valor permanente y desechar los que carecen del mismo; y por otro lado en técnicas que puedan reproducir el documento reduciendo su volumen, ganando espacio, como por ejemplo la microfilmación. Esto último lejos de ser una solución definitiva trajo aparejado dos problemas fundamentales: la cuestión del valor legal, y la conservación del nuevo soporte, es decir la conservación de la documentación para el supuesto de que el microfilm no tenga valor jurídico y las condiciones más rigurosas de guarda que exige y su vida más breve con respecto al papel. En cuanto al tema de la selección, es de gran importancia y es recomendable que la realice una comisión, formada por personas que integren un equipo interdisciplinario es decir por historiadores, abogados, contadores, administrativos y archivistas a fin de que estos ponderen según su tarea, la trascendencia de un documento respecto a otro, para ser utilizado en futuras investigaciones. En nuestro país la falta de conciencia archivística unida a la ausencia de una legislación adecuada hacen peligrar el Patrimonio Documental, que no es sino una parte del Patrimonio Cultural de la Nación. En los archivos de la administración pública, sea nacional , provincial o municipal, la tendencia es, primero guardar todo: y cuando el espacio falta amenazando a los encargados de archivo de quedar sepultados bajo una mesa de documentos, entonces viene la destrucción indiscriminada, debido a la ausencia de Selección. Esta situación nos está llevando a la pérdida de los archivos de este siglo. Esto nos plantea la problemática de la investigación en el futuro cercano, cuando los historiadores aborden el estudio del siglo XX se encontrarán con verdaderas lagunas de información. En al ámbito de la provincia de Buenos Aires es importante la labor que realizan y que pueden realizar en cuanto a conservar la historia de los pueblos bonaerenses, las juntas de Estudios Históricos y su Federación, la Sociedad Argentina de Historiadores y el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, “Dr. Ricardo Levene”. La tarea de la preservación adecuada del patrimonio documental de cada municipio es tarea ardua y debe ser constante. Las colecciones de periódicos locales, las viejas fotografías, los testimonios orales deben preservarse junto a lo que actualmente se produce: grabaciones de televisión de cable, programas radiales, publicidad electoral y por supuesto la documentación municipal ya que esto posibilitará hacer mañana la historia de hoy. El esfuerzo debe encaminarse por interesar a los gobiernos municipales en la creación de juntas evaluadoras o de selección documental para que éstas estudien antes de proceder a cualquier destrucción, qué es lo que merece ser rescatado para que integre el acervo del Archivo Histórico Local. *Jefe del Archivo Histórico Municipal Director de la junta Municipal de Investigaciones Históricas de Zárate.
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+ Un ejemplo de preservación
cialmente por la Resolución nº 376-94 e integrada por treARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL ce miembros. Ejerce la presidencia, el Sr. Darío CafferaDE LINCOLN ta, siendo secretario Ángel “ANDRÉS R. ALLENDE” Lombardo (conocido investigador de la historia local) y Teodoro Zuzek* tesorero, Oscar Ariztimuño. Dos veces por semana, dicha Creado por la Ordenanza Nº 996-94, asociación concurre al archivo para fue inaugurado oficialmente el 10 de abocarse a la tarea de selección y exdiciembre de 1994. Tiene su sede en purgo de testimonios documentales el edificio CENOFAR (Centro de ofi- que son traído desde el Corralón Mucios Artesanales), en la calle Suipa- nicipal. Sin prisa pero sin pausa, su cha 48, ciudad de Lincoln. silenciosa labor está dando frutos al Las intensas gestiones que realizó descubrirse papeles, revistas, libros, desde su puesto de Directora de Cul- diarios, fotografías, planos, etc. que tura, la Prof. María de los Ángeles de otra manera correrían riesgos de Iglesias, hicieron posible la creación ser destruidos o de perderse definitide esta obra indispensable como es vamente. un repositorio de documentos oficia- También la Asociación ha logrado les y privados que, en conjunto, cons- que se hicieran algunas mejoras edilitituyen un legado importante dentro cias y estructurales que posibilitan un del patrimonio integral de nuestro más adecuado funcionamiento de tomunicipio. do el archivo: iluminación, arreglo Acumulado durante décadas en el del techo, de puertas, ventanas, adCorralón Municipal -en condiciones quisición de estanterías para libros y inadecuadas -el material documental cajas que contienen expedientes. necesita una urgente tarea de restau- La documentación - provisoriamente ración y conservación mediante técni- clasificada y topográficamente ubicas archivistícas actuales que permi- cada, comprende hasta ahora básicatan librar dicho repositorio al estudio mente libros y expedientes de papeles e investigación de los que se intere- conservados en cajas de cartón . En sen en reconstruir el pasado del Mu- forma sintética se destacan los sinicipio. guientes materiales: El nombre puesto al archivo se eligió 1- Libros: hay 290 ejemplares inventaen homenaje al Prof. Andrés R. riados que documentan la actividad Allende que, nacido en Córdoba fue municipal desde 1891 hasta la década linqueño por adopción y estudió los 1960-70. orígenes y los primeros tiempos del Por ejemplo, hay tres libros del Consepartido de Lincoln, fundado en 1865 jo Deliberante que comprenden los sidurante la presidencia de Bartolomé guientes períodos de gestión adminisMitre. El archivo pretende, entre trativa: 1891-1897 / 1929-1939 / 1939otros objetivos, brindar material do- 1949 cumental clasificado para que los es- - Varios Libros Copiadores, el más antudiosos puedan continuar la obra del tiguo corresponde al período 19001907. ilustre historiador. Actualmente, el archivo dispone de - Varios Libros de Prensa Agraria hasta dos salones en la planta alta del edifi- 1963. cio mencionado donde se realiza la - Un Libro de Decretos, ordenanzas y selección y la clasificación provisoria Resoluciones, entre 1914-1923. de materiales con vistas a su inventa- - Un Libro de Registro de Poderes del riado (parcialmente iniciado) y cata- período 1908-1938. logación definitiva. Como es lógico, - Un Libro de Venta de Chacras desde debido a la posible aparición de nue- 1900 hasta 1934. vos documentos, estas tareas tienen, - Registro de Conductores entre 1931por el momento, carácter provisorio. 1944. En ese aspecto, es fundamental el - Varios Libros de Inspecciones Diaaporte de la Asociación Amigos del rias. Archivo Histórico, reconocida ofi-
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- Varios Libros contables (Mayor, de Caja, Bancos) el más antiguo de los cuales se remonta de 1916. - Registro de Firmas de 1914. 2- Cajas - Expedientes relativos a Bienestar Social, 1958-1961 y 1971-1973. - Pavimentación urbana 1932-1966. - Registro Civil 1939-1946. - Hospital Municipal. Servicio de obstetricia 1949. - Departamento Ejecutivo. Resoluciones. - Departamento Ejecutivo. Oficina del Personal 1952-1953. - Consejo Deliberante, Proyectos y Ordenanzas 1952-1966. 3- Papeles privados - Documentación donada por los familiares de Andrés R. Allende. - Colección de la revista “El Hogar Linqueño” donada por el Sr. Destéf ano. - Documentación donada por la familia Ferrari.
Al acercarse el primer aniversario de su creación, el Archivo está en marcha aunque existe la conciencia de que estamos recién al comienzo de un largo camino cuya meta es conservar y disponer para la investigación todo el patrimonio documental de nuestro partido: papeles, materiales gráficos, iconográficos, sonoros, etc., de carácter oficial o privado ya que en conjunto permitirán mantener alerta la memoria histórica y la identidad regional de Lincoln. Eso será posible en la medida en que se amplíe la conciencia histórica entre la gente y, a través de generaciones de archiveros que no desmayen en esta labor lenta, sistemática, silenciosa y fecunda. 6 *Profesor Extraordinario Emérito de la Universidad Nacional de la Plata. Titular de la Cátedra de Historia Argentina II y Director Honorario del Instituto de Historia Argentina “Ricardo Levene” de la Facultad de Human idades y Ciencias de la Educación. Director del Archivo Histórico de la provincia de Buenos Aires. Miembro de Número de la Academia Nacional de la Historia. Miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia de España, del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay y de las Juntas de Estudios Históricos de Mendoza y Tucumán. Autor de Libros y Monografías sobre distintos temas de Historia Argentina.
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CAMBIO RURAL Y DESARROLLO URBANO
La ciudad de Campana y el crecimiento industrial del partido (1880-1930) Rogelio Claudio Paredes* FUNDACIÓN: La estancia, el ferrocarril y el pueblo. Dos factores resultaron decisivos en la fundación de Campana a mediados de la década de 1870: por un lado, el desarrollo de las actividades productivas y el creciente proceso de demanda y especulación de tierras; por otro, la coyuntura política favorable a los dos fundadores, Luis y Eduardo Costa, destacados miembros del mitrismo, que hicieron pesar su influjo político en la extensión de una línea ferroviaria de Buenos Aires a Campana. El proceso de aumento de la importancia productiva del establecimiento de Luis y Eduardo Costa (adquirido por su padre, Braulio, en la década de 1850), se entronca con la expansión de las exportaciones de lana que atraviesa la economía rural rioplatense y que significó su inserción plena en el sistema capitalista mundial. El terreno elevado, bien regado por el Río Luján y la Cañada de la Cruz, con un puerto natural excelente, aseguraba una eficiente provisión de recursos para la cría de lanares y el embarque de las mismas por el Río Paraná a Buenos Aires. La temprana presencia de criadores, puesteros y peones franceses, italianos e irlandeses evidenciaba la complejidad productiva que la ganadería ovina había introducido en el establecimiento, y la diversidad social y étnica que la misma implicaba al incorporar mano de obra especializada extranjera (y, por supuesto, comerciantes nativos y extranjeros, asociados al propietario, Don Luis, censado en 1869 y 1895 en la estancia) (1). La guerra del Paraguay y la crisis lanera de 1866 iban a reorientar la actividad de la estancia: se introdujo una grasería para industrializar los animales cuya lana ya no puede colo-
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carse con facilidad en los mercados mundiales, pero cuyos productos derivados son demandados ávidamente por el ejército aliado que combate en el frente paraguayo, río arriba. La estancia crece, su puerto embarca caballos, forrajes y abastecimientos y el proceso que se abre en la década siguiente alumbra, hasta la creación del pueblo, un ciclo de prosperidad que trata de consolidarse a través de la introducción de actividades agrícolas . (2).
cola fuertemente dominada por italianos, alentada incluso por miembros destacados de esa comunidad (Dellepiane, Sívori, Trucco, vinculados personalmente a los Costa) (5) y la favorable coyuntura política, en la que el estado provincial avala las iniciativas de dos políticos-empresarios de su clase dirigente- surge el loteo del pueblo de Campana (julio de 1875) que en su momento había pretendido beneficiarse de la especulación de tierras que signó la etapa anterior a la crisis de 1873, pero que, debido a lo tardío de la extensión ferroviaria, sólo llegó cuando la crisis ya se había desatado. (6).
En efecto, en 1868, resultado de la guerra, se inicia en la estancia el cultivo de la alfalfa con la incorporación de nuevos especialistas y arrendatarios atraídos por el desarrollo del establecimiento. Pero a comienzos de la década de 1870, la introducción del cultivo de trigo impulsó nuevos cambios sociales: la aparición de un grueso estrato de colonos italianos que llegaron como cultivadores arrendatarios o propietarios al establecimiento de los Costa. (3).
Una somera lectura del plano inicial, diseñado por Carlos Chapeaurouge (Ver mapa Nº 1) pone en evidencia la preocupación real de los fundadores: el puerto y la estación, articulados entre sí en su función dinámica de carga y descarga de bienes y personas, son la entrada al pueblo, organizado armónicamente con el trazado de las barrancas que, acercándose al recodo del río donde se halla el puerto y se levanta la estación, permiten por su parte baja acceder al trazado de una avenida principal que lleva a la plaza central, de la que se desprenden dos boulevares, paralelos al recorrido de las barrancas, por lo que favorecen la circulación por la ciudad, que se ensancha a medida que se aleja del río, distribuyéndose sobre lo alto de las barrancas. Una ciudad, en fin, pensada para la circulación y embarque de la producción agrícola local y para el arribo creciente de trabajadores y mercaderías.
Es allí, en la década de 1870, donde la influencia de los Costa en la estructura política de la provincia de Buenos Aires comenzará a ser cada vez más importante para el desarrollo de la estancia. Eduardo, ministro de Mitre, había visto beneficiado su establecimiento por el abastecimiento de la guerra, y gracias a sus contactos con la esfera oficial con el gobierno provincial de Emilio Castro (e incluso tal vez nacional) y con un conjunto de empresarios navieros italianos (Matti, Viale) consiguió la extensión del ferrocarril de Buenos Aires a Campana, donde se preveía establecer un puerto de embarque para los pasajeros que se dirigían a Rosario. (4).
EXPANSIÓN: el molino, la fábrica de alcoholes, el frigorífico y la empresa urbanizadora.
Es así como, en la intersección de esos procesos -la colonización agrí-
El puerto-ciudad es ante todo un cen43
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+ tro de reunión y exportación de productos agrícolas de un amplio “hinterland” que, a los hermanos Costa, les hubiera gustado fuese mayor. Propietarios, arrendatarios, medieros criollos e italianos contribuían con sus cosechas a sostener la actividad exportadora de Campana. Pronto, la función del puerto y de la ciudad iban a cambiar rápidamente. El “acopio de granos” se complementa rápidamente con la aparición de actividades industriales locales que procesan la producción local. En 1877, un molino de harina de maíz se instala en el centro de la ciudad, frente a la plaza; desde 1882 la asociación de un capitalista propietario de una fábrica de ladrillos convierte al molino “modernizado” en abast ecedor del mercado local y de la famosa empresa de Francisco Morixe (7). En 1883, los hermanos Drabble adquieren una fracción importante al oeste del trazado urbano, que destinan a potrero y plaza de su establecimiento frigorífico, River Plate Fresh Meat and Co., que rápidamente comercializa e industrializa la producción de ovinos ya tradicional en la región. Primer frigorífico de la Argentina que combinaba la facilidad de las comunicaciones, la proximidad de la costa y las cercanías de las fuentes de abastecimiento con un puerto en crecimiento (8). En 1885, intereses locales (Melitón Panelo, dinámico arrendado de los Costa) se asocian con la poderosa firma Devoto Rocha y Cía. para la instalación de una fábrica de alcoholes: la captación de la producción maicera local, la gran movilización de recursos sociales y económicos -que incluyo la demolición de un tramo de barranca y el relleno de una playa artificial sobre el río mismo, con embarcadero e instalaciones altamente capitalizadasla influencia de patronazgos directos e indirectos que ejercerán los directivos de la fábrica, terminarán por alterar el control de Don Luis Costa sobre su criatura urbana, hacia 1890. (9) Por último, en 1888, la sociedad Cousenier, de capitales francoargentinos, se instaló dentro del trazado urbano, pero próximo al complejo ferro-portuario, adquiriendo tierras para la especulación y el culti-
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vo de especies industriales. (10). El período, pues, 1877-1888, fue de vertiginoso crecimiento y complejización socio-económico productivo. Este vertiginoso crecimiento se acompañó, en el plano político, de una ascendente coyuntura para los hermanos Costa: la amistad de Eduardo con Carlos D’Amico le permitió conseguir, probablemente, en primer término, la instalación de un Juzgado de Paz en Campana, y por último, la creación de un partido separado del de Exaltación de la Cruz a la que el pueblo había pertenecido hasta allí (1886) (11). Fracasada la candidatura de Eduardo a la gobernación provincial, victorioso Máximo Paz, este ciclo de ascenso alcanzaría su límite en 1887, pero no sin que un nuevo proyecto urbanoempresarial hubiese tentado a la fraterna sociedad: la creación, en 1886, de la Sociedad Puerto y Ciudad de Campana, destinada a la construcción de muelles, depósitos, instalaciones portuarias y urbanas, tendido de ramales ferroviarios y extensión del trazado hasta comprender todo el mosaico periurbano de fábricas de ladrillos, acopios de granos, quintas, chacras y explotaciones que se habían ido estableciendo espontáneamente y a las que se debía poner orden. Un nuevo trazado del plano agregaba diez cuadras de manzanas para la extensión del pueblo, seis líneas contiguas de “quintas” conect aban con una densa extensión de chacras que se perdían en la extensión del establecimiento de los Costa, de los que se habían loteado los terrenos. Importantes apellidos porteños componían esta sociedad que no llegó demasiado lejos en su intento de beneficiarse con el desarrollo a la vez agrícola e industrial del flamante partido. (12). Afectados por la hostilidad política de la gobernación autonomista de Julio Costa, los sueños urbanos de los hermanos Costa fueron víctimas escogidas de la crisis de 1890. En el puerto de Campana apenas se construyó un muelle, la sociedad liquidó buena parte de sus terrenos en el trazado urbano y abandonó todos sus intentos -bastante promisorios-
de tendidos ferroviarios... Y Campana no se convertiría en ciudad hasta 1958. AJUSTE: Crisis del modelo agroindustrial y lucha por la urbanización El fin del proyecto de la Sociedad Puerto y Ciudad de Campana representó también el fin del impulso de expansión urbana en manos de los hermanos Costa: su aparición en los negocios municipales y en los intereses dedicados a desarrollar la ciudad sólo fueron, en adelante, esporádicos. El eje socio-productivo que sostenía a la población era la Fábrica de Alcoholes, cuya representación política era representada en el Municipio por Martín Castilla, verdadero articulador de la economía de los pequeños y medianos proveedores de la alcoholera con su clientela rural. El sector urbano, que vivía del comercio y los servicios locales, heredero en gran medida de la conducción de los Costa, era liderado por Marcelino Sivori y la familia Dellepiane, decanos ambos del comercio y la propiedad urbana en la ciudad. Un frágil equilibrio mantuvo a estos dos sectores y a sus clientelas en el manejo de los negocios municipales. La crisis desatada desde 1898 por cierre de la Fábrica de Alcoholes, en 1898, y del molino harinero en 1900, precipitaría una ruptura irreparable que sólo se cerraría en 1910. En el panorama de crisis, los dos sectores a cargo de la municipalidad comenzaron a encontrar motivos de fricción en la orientación que se daría a la construcción de obras públicas, en los intereses que participarían en la misma y en el papel que los contribuyentes tendrían que asumir en las mismas. Se trazó un nuevo plano del pueblo sobre la base del de la Sociedad Puerto y Ciudad de Campana y se dio nombre a las calles que éste había previsto (hasta ese momento, desde 1890, sólo llevaban nombres las previstas por el plano original de Chapeaurouge (Ver mapa Nº 2). Sin embargo, la conflictiva situación se extendió en torno a la compra de un nuevo edificio para la Municipali-
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+ dad -la residencia del quebrado magnate dueño del molino-, al empedrado de calles, a la extensión del trazado de calles y boulevares, a la instalación de un sistema de alcantarillado público, al establecimiento definitivo y venta de fracciones en el cementerio, al alumbrado público y a la instalación de un hospital municipal (13). Este último episodio, más el manejo flagrante de los resultados eleccionarios y de la gestión municipal, llevaron a una cruda lucha dentro de la corporación municipal que concluyó en 1905, cuando Castilla expulsó a sus opositores respaldado por el gobernador Ugarte (14). El panorama urbano se modificaba rápidamente. La importancia del frigorífico crecía con el aumento de sus exportaciones de carnes bovinas congeladas desde finales del siglo: sus demandas cambian, presionando ahora sobre pequeños y medianos productores destinados a perder sus tierras en manos de sectores de nuevos propietarios beneficiados con la venta de la estancia de los Costa en 1905, y exigían que los terratenientes locales actuaran como consignatarios e invernadores de sus ganados. La ciudad, surgida como centro de un área productiva rural, se tornaba cada vez más urbana: quintas y chacras no eran ocupadas sino por el matadero municipal y los prostíbulos expulsados del área céntrica. Nuevos establecimientos industriales, de tipo totalmente diferente, hacían irrupción: la Compañía nacional de Aceites (1904), luego la West Indian Oil Cpmpany (1913) y varias papeleras abrían la perspectiva de una actividad industrial totalmente separada del entorno agrario. Su poder y autonomía frente a la municipalidad (aquejada por tantas disputas internas, debilitada desde 1905 por la lucha facciosa entre las autoridades y los contribuyentes) era demasiado grande como para evitar que se apropiaran de todo el ámbito de la ribera. El propio ferrocarril cerró el acceso al río de la principal avenida de la ciudad que ligaba la costa con la plaza. desde ese momento, la ciudad portuaria de Campana perdió todo contacto con su río, a entera disposición de las grandes empresas petroquímicas y papeleras (15).
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El enfrentamiento entre propietarios y comerciantes urbanos y la Municipalidad de Castilla iba, pues, agravándose y vendría, a comienzos del presente siglo, con cambios políticos a nivel provincial y nacional: la salida de Marcelino Ugarte en la provincia, la adhesión de la gobernación al proyecto renovador del presidente Figueroa Alcorta, la pérdida del influjo político de Castilla sobre sectores rurales cada vez más pobres o marginados -muchos de los cuales abandonaron sus predios para radicarse en la ciudad- (16) terminaron por erosionar la situación del oficialismo. La lucha asumía la forma de multas municipales indiscriminadas a los opositores que, a su vez, no daban quorum de mayores contribuyentes a las sesiones para tratar el presupuesto, o realizaban pequeños actos de resistencia anónima (17). Al parecer, la tensión alcanzó su punto culminante cuando la Intendencia pretendió imponer un tributo a puertas y ventanas de las casas céntricas: una “Liga de Propiet arios” se formó en defensa de los int ereses agredidos, futura fase del conservadurismo campanense del Comité Popular (18). Es a partir de ese momento que la suerte de Castilla está echada: ya que cuando Irigoyen abandone la gobernación y asuma Inocencio Arias, en diciembre de 1910, una “alcal -dada” dirigida por los princ ipales vecinos, pero protagonizada por elementos populares, expulsará a Castilla y a los suyos de la Intendencia, no sin efusión de sangre (19). Una nueva etapa política -y urbana se abría en la historia de Campana. CONSOLIDACIÓN Y CRISIS: Desarrollo urbano y paro industrial. Por fin, en 1910, Campana había dejado su perfil de centro urbano de un área agrícola; ahora, en torno a la ciudad, los establecimientos rurales engordaban ganados para el frigorífico; ahora, el puerto de embarque de granos, embarcaba papel y combustibles y se empleaba a la ribera como marco de una industrialización que dependía del río para proveerse de materias primas y liberar sus deshechos. El gobierno provincial tendrá asumida esta
situación cuando designe a los comisionados municipales que ocuparán la intendencia entre 1910 y 1913, verdaderos funcionarios de la ciudad, especialmente Octavio Amadeo (1911) y Alfredo French (1911-1912). Los tres años que ocuparon éstos y otros comisionados resolvieron las tenaces dificultades que aquejaban al municipio campanense: era necesario consolidar la situación financiera del gobierno local, y a su vez, consagrar la victoria del conservadurismo urbano de comerciantes y propietarios que había depuesto a Castilla, tan vinculado a los intereses de las nuevas empresas, al mismo tiempo que reemprender la política de obras públicas detenida desde la década de 1890. El inventario de los emprendimientos de los comisionados municipales es vasto y su obra dotaría a Campana de una estructura urbana que ya no se modificaría hasta mediados del presente siglo: se rellenaron calles con carbonillas ferroviarias, se adquirió material para la reparación de caminos y accesos, se desecaron bañados, se trazaron las calles previstas en los planos de 1888, se licitó la construcción definitiva del matadero municipal, se corrigió el trazado de los caminos rurales, se procuró, sin éxito, recuperar del ferrocarril el acceso al río, se licitó e instaló el alumbrado público, se remodeló la plaza y se erigieron una nueva sede para la escuela Nº 1 de la localidad y el imponente edificio del Banco de la Provincia, se levantó el plano de niveles para la dirección de obras de desagüe, y hasta se fundó la Biblioteca Pública. (20). Como se dijo anteriormente, el período 1910-1913 marcó el punto culminante en el proceso de construcción y consolidación del espacio urbano: los casi veinte años que faltaban para cerrar el período de este estudio no vier o n ya semejante impulso “progresista”; sólo Luis Pedro Jacob (1013-1917), verdadero heredero de los comisionados municipales, propuso y logró, desde la Intendencia, empedrar la avenida principal desde la estación hasta la plaza, incluyendo parterres en el centro de la misma y una imponente escalera que salvaba el desnivel entre el acceso a la plaza:
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+ por muchos años, la calle “Real” centro del comercio, la vida social y cultural y verdadero núcleo urbano de la población- ya no recibiría modificaciones sustanciales. En realidad, éste estancamiento será parte del que afectará a toda la ciudad hasta la década de 1950 (21). Los emprendimientos llevados adelante por los radicales (especialmente por Luis de Dominicis) a finales de la década de 1910, y otra vez por los conservadores a lo largo de la de 1920, no tendrán ni la envergadura, ni el impulso, ni la vigencia de las de Amadeo, French y Jacob. Varias crisis sobrevinieron a comienzos de los 20, superponiéndose a una situación política compleja en que los radicales procuraban desplazar a sus rivales conservadores del municipio huelgas generales (1919), baja del precio del ganado, dificultades en la gestión empresarial del frigorífico, afectado por el fin de la guerra, todo contribuyó a una especie de parálisis en la actividad económica y en la gestión municipal de Campana. La decadencia del ahora British and Argentine Meat Co., base de la economía y el empleo en la localidad, no pudo ser saldada con el aporte de nuevas empresas, entre ellas la petrolera “Itaca” (1919). Desde 1922 se rumoreaba el cierre del frigorífico, que ahora exigía la reducción de sus cargas, aquejado a la vez por dificultades financieras y huelgas obreras. A partir de 1923, las tensiones económicas y sociales pasaron a convertirse, en la municipalidad, en graves tensiones políticas. En 1926, por fin, el establecimiento frigorífico de Campana, adquirido por el AngloAmericano, cerraba definitivamente sus puertas: obreros, proveedores, ganaderos, comerciantes y contratistas se encontraron, junto a la municipalidad, sin la principal fuente de recursos. Todo un período de la vida campanense se cerraba para siempre. CONCLUSIÓN: Décadas de estancamiento El cierre del frigorífico marcó el fin del impulso urbanizador de Campana, pero no sólo de ello, sino de toda la estructura socio-productiva que ha-
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bía venido creciendo, desarrollándose y transformándose en el partido de Campana. Los sectores conservadores del municipio se negaron a seguir aportando recursos para obras públicas; el comercio y la propiedad urbana se derrumbaron; los radicales, que en gran medida los representaban, agobiados ya por las luchas dentro de su partido, tuvieron nuevos motivos para reproches mutuos: un tenaz empate en los votos entre “populares”, “personalistas” y “antipersonalistas” haría imposible la designación del Intendente por el Consejo Deliberante (1923-1924) y la virtual existencia de dos Intendentes (1925). Es claro que tales dificultades para su instalación, la Intendencia quedó presa de una lucha política sin fin. Cuando los conservadores volvieron a controlar la situación, a finales de 1926, realmente había poco por hacer. Sólo el aporte de un majestuoso edificio para la estación de ferrocarriles por parte de la empresa -una especie de reparación indirecta por los terrenos perdidos por el municipio en la ribera y alguna otra contribución arrebatada a las industrias de la localidad vinieron a representar algún logro en la escuálida política de obras públicas de una localidad decadente (22). Un último esfuerzo a continuarla, durante la Intendencia del yrigoyenista Juan Dellepiane (1929-1930) deberá contar con el respaldo financiero, cada vez más difícil de procurar, del gobierno provincial, presionado por la crisis económica que avanza rápidamente y que llevará, por fin, a la caída de Yrigoyen (23). Por mucho años Campana no abandonará el perfil de aldea a medio construir que heredara de las gestiones de los Comisionistas Municipales Amadeo y French: apenas unas calles empedradas, unos cuantos faroles de alumbrado, una estación de ferrocarril imponente y un edificio municipal en construcción y cientos de casas abandonadas por la población emigrante sin perspectivas laborales. En 1950, en el momento en que nuevas industrias vinieron a instalarse siderúrgicas, papeleras, petroquímicas- la “ciudad” (sólo lo sería desde 1958) tenía los mismos límites que en
1925 (Ver mapa Nº 3); al sur, un gigantesco zanjón marcaba los límites de la urbanización, calles de tierra se perdían entre quintas sin poblar y manzanas sin edificar. Sólo la redefinición de su papel industrial totalmente apartado, ahora de un modo definitivo, de su antiguo pasado agroindustrial- volvería a conceder impulso al proceso de construcción del espacio urbano. La historia de Campana como ciudad es, desde entonces, la historia de sus industrias, que ya nada tienen que ver con los predios cultivados y los potreros de ganados que le dieron origen en torno a su puerto natural. NOTAS ABREVIATURAS: CCI: Copiador de Cartas de la Intendencia Municipal de Campana. ACD: Actas del Concejo Deliberante de Campana. CCCD: Copiador de Cartas del Concejo Deliberante de Campana. LLM: Libro de Licitaciones Municipales de Campana. 1) Sobre el establecimiento de los Costa en Campana y el desarrollo de su estancia ver, precisamente, Fumiere, J.P.: Los Orígenes de Campana hasta la creación del Partido (Campana, Municipalidad, 1975). Sobre la ganadería ovina y su expansión en la región ver Koro J.C.; Sábato, H. Cómo fue la inmigración irlandesa en la Argentina (Buenos Aires, Plus Ultra, 1981); y Sábato, H.: Capitalismo y ganadería en Buenos Aires: La fiebre del lanar (1840-1890) (Buenos Aires, Sudamericana, 1989) y Chiaramonte, J.C.: Nacionalismo y liberalismo económicos en Argentina (1860-1880) (Buenos Aires, Solar, 1982). Las cédulas censales de los partidos de Exaltación de la Cruz (1869) y Campana (1895) con los registros de la población de la estancia y luego el partido de Campana, en Archivo General de la Nación. 2) Sinay, S.: Vida de Don Luis Costa, (Campana, Municipalidad, 1975). 3) Fumiere, J.P.; Los orígenes.... También. Jacob, H. , Blanco F., Castilla. Campana Antiguo, (Campana, Biblioteca de Autores Campanenses, 1936). 4) Fumiere, J.P.: Los orígenes...; Sinay, S.: Vida de Don Luis...,también Becerra, M.: El Doctor Eduardo Costa (Campana, 1935, folleto) y “El Doctor Eduardo Co s-
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+ ta propulsor del progreso agropecuario argentino”, Del Terruño (Campana, 1938, folleto.) 5) Fumiere, J.P.: Los orígenes...: La Tahona del Barbón (Campana, Junta de Estudios Históricos, 1943). 6) Ver la reproducción del anuncio periodístico aparecido en La Nación el 18 de abril de 1875 y que anuncia la instalación del “Puerto y Pueblo de Campana” puede verse en Cruz, A.P. (en colab.) Vida e industria en Campana (Campana, Siderca, 1984). 7) Fumiere, J.P. : La Tahona... 8( Fumiere, J.O.: Camezzana, A.: Historia de la evaluación de Campana (mimeo, Biblioteca Municipal de Campana). Ver también Ferns, H.S.: Gran Bretaña y la Argentina en el Siglo XIX (Buenos Aires, Solar, 1984), la referencia al establecimiento de Drabble. 9) Fumiere, J.P.: Historia de una industria de Campana, (Campana, Biblioteca Pública, 1941). 10) Fumiere, J.P.: Camezzana, A.: Historia de la evolución... 11) Id. ibid. 12) Id. ibid..Los planos de extensión de las líneas ferroviarias desde Campana pueden consultarse en Planos del Ministerio de Obras Públicas, Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires. 13) Sobre este tema pueden consultarse los siguientes registros municipales: alcantarilla de la Avenida Rivadavia (CCIM 9-2-1897); adquisición de maquinaria para el mantenimiento de calles (CCIM 27-2-1897 y 12-3-2898); escrituración de terrenos donados para el cementerio y venta de sus parcelas (CCIM 1-5-1897 ACD 15-7-1902 y 15-11-1904; solicitud reiterada de proyectos de delineación de calles y nivelación (CCIM. 712-18988 y ADC. 10-7-1901): reparación en general de calles y caminos (ACD 20-7-1897, 19-9-1899, 15-51900): delineación y construcción del boulevard Lavalle como acceso al cementerio municipal (CCIM. 17-9-1904, 1510-1904, 3-12-1904): adquisición de la nueva sede de la municipalidad (ACD. 23-7-1901 y 1-8-1901). El episodio relativo al Hospital en ACD. 10-5-1905. 14) La intervención del Municipio fue parcial, a favor de Castilla; este movilizó en su respaldo a su clientela urbana y rural. Los comentarios sobre estos episodios pueden leerse en La nación: 23-3-, 7 y 13-4, 12-5-1905._ 15) Sobre la disputa entre la Municipali-
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dad y la Empresa Ferrocarril Central Argentino pueden verse en los registros municipales desde CCIM 15-1-1907 hasta CCIM. 5-6-1919 todas las alternativas (casi siempre desfavorables a la Municipalidad) del juicio entablado por el acceso a los terrenos de la ribera. 16) Ver alocución del Intendente Castilla al respecto en ACD 30-11-1901. El Catastro Municipal de Campana registra un gran número de adquisiciones de solares urbanos por pobladores de la periferia rural en el período 1895-1910.
ción de un terreno para la edificación de una nueva sede para la Escuela Normal local y ampliación del número de focos de alumbrado público )ACD 7-3-1929), licitación de la construcción del palacio municipal con fondos aportados por el Ferrocarril Central Argentino (1-8-1929), extensión de alumbrado público hasta la Avenida Córdoba (hoy Ameghino) )ACD 15-5-1930), construcción de un estadio municipal con fondos provinciales (ACD 25-6-1930), etc. 6
17) Evidencias de esta tensión creciente puede verse en los registros municipales de multas (CCIM 22-2-1907, 25-6-1907, 6-11-1907, 14-4-1908) todas ellas contra grandes propietarios y comerciantes urbanos y por fuertes montos. Sobre el derecho de la Intendencia a hacer concurrir por la fuerza pública a consejales y contribuyentes ver la ordenanza del 14-121908. Sobre el establecimiento de nuevos gravámenes al comercio CCIM 17-11908. 18) Ver Fumiere, J.P.; Historia de la Biblioteca Pública Municipal de Campana, Campana, Biblioteca Pública, 1942, p.9. 19) Sobre la “Revolución de Campana”, ver los comentarios de la prensa capitalina en La Razón, 3-12-, 5-12-1910 y 712-1910. 20) Sobre la obra de los Comisionados Municipales pueden consultarse los siguientes registros: relleno de calles con material ferroviario (CCCD 22-5-1911); desecación de bañados (CCCD 3-71911); licitación de natadero municipal (CCCD 2-3-1911); vacunación del ganado contra el carbunclo (CCCD 12-21912); licitación y establecimiento definitivo del sistema de alumbrado público (CCCD 3-8-1912); trazado de plano de niveles y desagües (CCCD 10-5-1913). 21) Sobre la obra de empedrado de la Avenida Rivadavia y las paralelas San Martín y Belgrano ver las gestiones de Jacob (ACD 16-4-1915, 20-5-1915, 127-1915 etc.). Sobre la construcción de la escalinata de la plaza principal (LLM 22-1916). 22) La empresa West India Oil Company efectuó “por su exclusiva cuenta la co nsolidación, el terraplenamiento y construcción de un camino de la ribera hasta el fin de su propiedad” (LLM 25 -21928=. 23) Sobre el proyecto de obras públicas del Municipio durante la intendencia radical de Juan Dellepiane ver: proyecto de pavimentación y donación de un terreno para comisaría (ACD 7-2-1929); prepara-
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+ “EL SERVICIO REGULAR FERROVIARIO A CAMPANA” A 120 AÑOS DE SU INAUGURACIÓN Alfredo Melidore* (I) El tendido del ferrocarril de Buenos Aires a Campana fue, al igual que otros de su tipo, uno de los factores de progreso que se manifestó con más fuerza en nuestro país a fines del siglo pasado. Nuevas localidades surgieron a la vera de los diversos “caminos de hierro”, tal el caso del pueblo de Belén, ya que el remate in icial de sus lotes (a cargo del martillero Lisandro Medina, por expreso pedido de doña Eugenia Tapia de Cruz) comenzó luego del tendido férreo, el domingo 4 de marzo de 1877. El lunes 22 de abril próximo pasado, se cumplieron 120 años del comienzo del Servicio Regular Ferroviario del entonces denominado “Ferrocarriles de Buenos Aires y Campana”, el que circulando por esta zona unía con cuatro servicios diarios las dos cabeceras; Buenos Aires con el novel pueblo de Campana. El hecho en cuestión, que tuvo lugar el sábado 22 de abril de 1876, dio comienzo con dos servicios diarios a Campana, que partían desde la Estación Central (que se ubicaba en el Paseo de Julio y Piedad, hoy avenida Leandro Alem y Bartolomé Mitre), uno a las 8,30 hs. y el otro a las 14 hs., llegando a Campana a las 11,13 hs. y a las 16,43 hs. respectivamente. El horario de regreso a Buenos Aires era el siguiente: salían de Campana a las 6.55 hs. y a las 16,50 hs. arribando a la Estación Central a las 9,49 hs. y a las 19,39 hs. respectivamente. También había un servicio diario desde la estación Central hasta la de San Martín, con su consabido regreso. Las dos únicas estaciones intermedias entre Buenos Aires y Campana, eran Belgrano y San Martín, estando proyectada la parada o apeadero Escobar - en el lugar en que luego se construiría la primitiva estación-, a cuyos costados se lotearía el ya nombrado pueblo de Belén. ( II ) ALGUNOS HECHOS IMPORTANTES SOBRE EL FERROCARRIL A CAMPANA ANTERIORES AL HISTÓRICO 22 DE ABRIL DE 1876 A finales del 1873, se constituyó en Londres la empresa para construir el ferrocarril en cuestión, denominada “Buenos Aires And Campana Railway Limited”. El 19 de enero de 1874, se suscribió en Londres el contrato de construcción. A fines de junio del mismo año, llegaron al puerto de Campana, en las bodegas del buque inglés “Annie Fischer” las primeras partidas de ri eles y otros accesorios para comenzar la obra, pocos días después se iniciaron los primeros trabajos. El 15 de marzo de 1875, la primera locomotora -alistada en el obrador de Campana- circula por esta zona que se denominaba “Valle de Escobar”, inaugurado el puente de hierro sobre el Río Luján. Unos días de spués, el 24 de marzo, la locomotora llegó hasta un punto que se ubicaba entre las actuales localidades de Benavidez y Gral. Pacheco. Año 1876, luego de finalizados diversos litigios surgidos en torno a las tierras que atravesaban el ferrocarril, que demoraron considerablemente las obras, se llega al 13 de enero, cuando tiene lugar el tan ansiado viaje inaugural del “Tren de los Costa” (como lo denominaba Bartolomé Mitre, en alusión a los hermanos Luis y Eduardo Costa, dueños de las tierras campanenses), el que llevando a su bordo una numerosa comitiva conformada por autoridades nacionales, funcionarios diversos e invitados especiales, unió por primera vez Buenos Aires con Campana, circulando por esta región, que pertenecía por aquella época al Partido de Pilar. Campana fue creada por don Luis Costa el 18 de abril de 1875. Se toma esta fecha como la de la fundación del pueblo, ya que ese día apareció en el diario “La Nación”, el primer aviso de venta de los terrenos, sobre la base del plano catastral realizado por el ingeniero Carlos de Chapeaurouge.- 6 BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA: “Los orígenes de Campana”, Jorge P. Fumiere. - Revista “Farol” Vol. III, Nº 1, septiembre de 1951. - “El f errocarril en Campana” 1874 -1974. * Historiador local. Grupo de Investigación Histórica de Escobar.
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HISTORIA DEL POBLAMIENTO DE SAN FERNANDO Lic. Diego Damián Rossi. los pagos circundantes a Buenos Aires, y para 1745 se organizó una línea de fortificaciones que defendía a los núcleos poblacionales.
Con anterioridad a la llegada de los conquistadores es-
pañoles al Río de la Plata, tanto la ribera bonaerense como las islas del Paraná estaban habitadas por varias tribus aborígenes, en general nómades, que se dedicaban a la caza y la pesca y no habían desarrollado la agricultura en forma sistemática.
Ya a fines del siglo XVII se había comenzado a utilizar la boca del riachuelo de Las Conchas como puerto de cabecera del tráfico fluvial proveniente del Paraguay o de las poblaciones ubicadas a orillas del Paraná. Las Conchas era el punto de desembarco de la madera, la leña y el carbón vegetal extraídos de las islas del delta, así como de variadas mercancías que entraban de contrabando con destino a Buenos Aires. El transporte por tierra de los insumos desde este puerto hasta la ciudad demandaba un día en carreta.
Durante los tres siglos siguientes, indígenas y españoles habitaban el sector continental separados por una frágil zona fronteriza. En las islas, “tierra de nadie” hasta la s egunda mitad del siglo pasado, las poco numerosas tribus chaná y mbeguá fueron replegándose hacia el norte del Delta (zona de guaraníes) y luego desaparecieron como grupos sociales diferenciados.
En 1772 se creó la parroquia de Santa María del Puerto de Las Conchas que comprendía las inmediaciones del riachuelo homónimo y zonas bajas de pastoreos y bañados, la cual ocho años más tarde se independizó de la de San Isidro.
La zona ocupada por las poblaciones de san Fernando y Las Conchas (hoy Tigre) fue considerada históricamente como de alto valor estratégico, ya que sirvió de puerto alternativo para el transporte de todo tipo de mercancías con destino a Buenos Aires, así como punto clave para la vigilancia y represión del contrabando en tiempos coloniales, y lugar de desembarco de tropas durante las luchas por la independencia rioplatense.
La creación de San Fernando. Durante los días 5 y 6 de junio de 1805 se produjo una creciente extraordinaria provocada por una sudestada que destruyó totalmente el pueblo de Las Conchas. Se derrumbaron numerosas casas y 30 embarcaciones fueron arrastradas un kilómetro tierra adentro. Esta situación llevó al Dr. San Ginés, cura párroco de Las Conchas, a proponer al Comandante Militar del Puerto, capitán Carlos Belgrano, al traslado de la población a la Punta Gorda, un sitio más alto donde ya estaban viviendo alrededor de 300 vecinos y el propio párroco San Ginés. El Virrey Sobremonte accedió al pedido de Belgrano y envió a dos técnicos para que realizaran los estudios para construir un canal y diseñar los planos del pueblo. El trazado original proyectado por el, ingeniero Giannini en 1805 fue diferente al de las tradiciones configuraciones coloniales: se decidió que el damero de calles y manzanas de la plata urbana tomara una forma trapezoidal alargada, para que fueran pobladas sólo las tierras más elevadas de la Punta Gorda.
Los tiempos de la colonia El primer reparto de tierras de los contornos de la flamante “Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires”, efectuado por Juan de Garay en el año 1580, concedió a don Gonzalo Martel de Guzmán las tierras “desde la boca del riachuelo del Río de la Trinidad hasta el riachuelo de Las Conchas (hoy Tigre) con una legua y media de ancho desde el río. Estas entregas de tierras tenían la finalidad de favorecer el poblamiento y la colonización de las áreas cercanas al villorio de Buenos Aires. El poblamiento rural más cercano al hoy territorio de San Fernando fue el “pago” de las Conchas (hoy Tigre”, que contaba con quince familias campesinas a mediados del siglo XVII. La principal actividad económica de estos colonos, más allá de la agricultura de subsistencia, era la caza del ganado cimarrón por medio de “vaquerías”, para extraer el cuero y el sebo de las reses. De todas formas, las tribus indígenas permanecían de hecho dueñas y señoras de los alrededores de Buenos Aires, y amenazaban a la población europea a través de los malones. estas incursiones indias de destrucción y pillaje eran retrucadas por medio de ocasionales expediciones de milicias reclutadas entre los vecinos españoles. Hacia el año 1700 existían guardias militares en cada uno de
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Unos meses más tarde, el 18 de diciembre de 1805, el Virrey Sobremonte firmó un documento por el cual se creó la Villa de San Fernando de Buena Vista. El nombre de nuestra ciudad fue puesto en honor al entonces príncipe Fernando de Asturias. heredero de la Corona española. La tradición cuenta que en una de sus estancias en la zona, el virrey contempló un atardecer desde lo alto de la barranca, y por ello se le agregó a “San Fe rnando” el”...de Buena Vista”. Entre el 1 y el 3 de febrero 49
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+ de 1806 el Virrey y una gran comitiva visitaron a la flamante villa para celebrar la ceremonia de su fundación. Se dio inicio a las obras del futuro Canal de desagüe que partiría desde Carupá y desembocaría en el río Luján, se colocó la piedra angular de la nueva parroquia a construirse -bajo la advocación de Nuestra Señora de Aranzazú- y se repartieron títulos de propiedad de algunos solares.
viembre de 1859, luego de firmarse el pacto que incluyó a la provincia de Buenos Aires en la Confederación Argentina, los puertos de San Fernando y Tigre sirvieron para embarcar al ejército de Urquiza de regreso a Entre Ríos.
Durante julio y agosto de 1806, el nuevo poblado de San Fernando de Buena Vista sirvió de punto de apoyo a la reconquista de Buenos Aires que se encontraba ocupada por la primer invasión inglesa. En estas acciones participó la mayoría de los vecinos de la época, secundando al capitán Santiago de Liniers y el Comandante Carlos Belgrano tras el desembarco en el fondeadero de Las Conchas. Entre la primera y la segunda invasión al Río de la Plata varios prisioneros ingleses trabajaron junto a indios paraguayos en las obras de excavación del futuro Canal de San Fernando.
La estabilidad institucional lograda al finalizar las guerras internas permitió que entre 1860 y 1870 comenzara un período de crecimiento para nuestra localidad.
Del pueblo a la ciudad
La población de san Fernando para el año 1858 ascendía a 4.158 habitantes. El Canal, en esa época recibía alrededor de 1500 embarcaciones anuales que descargaban hortalizas y verduras, leña, carbón, carne salada, cueros y pieles de animales salvajes del Delta. En 1864 se marcó un hito de fundamental importancia para el futuro desarrollo del pueblo: se inauguraron los servicios de transporte de carga y de pasajeros del ferrocarril del Norte, que cubría el trayecto de Retiro a Tigre, corriendo en línea paralela al tradicional Camino del Alto. Al poco tiempo se construyó un ramal que costeaba el Canal y llegaba hasta el muelle levantado en el río Luján, que permitía un traslado veloz de las mercaderías recibidas en el puerto sanfernandino.
La independencia de España. Luego de la revolución de Mayo la Junta mantuvo al Comandante Belgrano a cargo de la milicia de Las Conchas y san Fernando. El 1812 y 1813, durante las luchas por la independencia, San Fernando albergó por varios meses a una parte del regimiento de Granaderos a Caballo comandado por el entonces teniente coronel José de San Martín, que defendía el litoral fluvial al norte de Buenos Aires. Algunos sanfernandinos se sumaron al Regimiento sanmartiniano que luchó en San Lorenzo; otros se aprestaron como voluntarios en la expedición para tomar la isla Martín García, en 1814.
En 1875 se habilitó en el Canal el primer dique seco de carena del país, utilizado durante décadas para reparar a los buques de la Armada Nacional y embarcaciones de cabotaje y buques ultramarinos de vela y vapor en general. La mayor parte de las obras del Canal fueron diseñadas y financiadas por los sucesivos gobiernos municipales, por cuanto el puerto de San Fernando fue y es el único del país administrado por una municipalidad.
Durante las primeras décadas del siglo pasado, el desarrollo del incipiente poblado de San Fernando fue muy limitado, dado que las obras del Canal demoraron en terminarse. Por otra parte, Las Conchas volvió a poblase pese al peligro de las inundaciones.
Para esta época se empezó a instalar la red de agua corriente en el centro del pueblo, se progresó con el camino macadamizado Punta Chica-San Fernando y se instaló un puente de hierro en el vado de Carupá. Antes del fin de siglo, hacia 1896, se estableció otra línea del ferrocarril que, partiendo también de Retiro cruzaba a nuestra localidad por la zona del Bajo. El cruce del tren sobre el Canal fue resuelto mediante la construcción de un puente giratorio.
Las disputas iniciales entre los dos vecinos por la primacía sobre las actividades portuarias en la zona datan del año 1820: desde aquel momento, San Fernando y Tigre compitieron para disponer del mejor puerto: para los sanfernandinos en el Canal, y para los pobladores de Las Conchas en la desembocadura del río Tigre. A partir de estas disputas, el 29 de octubre de 1821 se creó el Partido de San Fernando dividiendo la anterior jurisdicción común con Las Conchas, Pero mientras no se terminaron las obras del Canal, San Fernando sólo pudo ser un lugar de paso de carretas (que transitaban el Camino del Alto desde y hacia Buenos Aires), en vez del pueblo portuario proyectado.
Por supuesto, Buenos Aires era el centro de consumo por excelencia de la producción del Delta y de las propias quintas y chacras sanfernandinas. Asimismo crecía la cantidad de aserraderos, carpinterías y talleres navales que funcionaban en nuestra localidad, fomentando consigo las actividades artesanales y comerciales conexas. Un elemento de primera importancia para dar cuenta del crecimiento de San Fernando durante estos años fue la llegada de diversas corrientes de inmigrantes europeos que se asentaron en el partido. Diversas Sociedades de Socorros Mutuos integradas por miembros de cada colectividad (como la Italiana “Unione e Benevolenza”, la Española, la Oriental o la Francesa) fortalecieron al tejido social sanfernandino y ayudaron a la integración de
Las luchas entre unitarios y federales también tuvieron como escenario a San Fernando. el 20 de julio de 1820 combatieron en esta zona las fuerzas montoneras de los hermanos Carrera contra las milicias locales. Más de tres décadas después, durante el sitio de Buenos Aires de 1852, el canal de San Fernando fue utilizado como puerto militar y fondeadero de goletas armadas. Y en no-
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+ los inmigrantes a nuestro país manteniendo los rasgos propios de cada cultura extranjera.
siglo pasado se había establecido una considerable cantidad de pobladores en la región, quienes -a pesar de nos ser legalmente dueños de esas tierras- producían frutales y explotaban las riquezas forestales isleñas con halagadores resultados. Los relatos tradicionales indican que los extensos montes del delta en esa época también servían de refugio a famosos contrabandistas y bandidos.
Otra causa del fuerte desarrollo del pueblo de San Fernando, fue su elección por parte de la aristocracia porteña como lugar de descanso y esparcimiento para los fines de semana o la temporada estival. tanto en la planta urbana como en las islas se encontraban las quintas, viviendas o “palacios” de varias familias adineradas que dieron fuentes de trabajo a parte de la población local y “elevaron” el n ivel de manifestaciones culturales en San Fernando.
Para colonizar a esta área se dispuso la división del territorio en secciones, y el reparto de las mismas se efectuó entre los partidos cuyas costas lindaran con el Delta. De esta manera, San Fernando pasó a tener jurisdicción en las secciones 2º y 3º. El impulso más fuerte para el poblamiento delteño fue dado por la Ley de Islas sancionada en 1888, que permitió las mediciones y ventas de terrenos. A los primeros colonos se les sumó una importante cantidad de inmigrantes extranjeros que formaron pequeñas colonias características de cada colectividad a lo largo de ríos y arroyos (muchas de las cuales aún perduran): los vascos en los ríos Carabelas y Paycarabí, italianos en Canal Alem y arroyo Felicaria, ucranianos en Arroyo Grande, entre otros. Entre las actividad económicas desarrolladas se encontraban la fruticultura, la agricultura, la explotación forestal, la plantación de mimbres y hortalizas y la cría de ovejas y aves. A fines del siglo XIX se encontraban funcionando también algunas fábricas en la zona delteña.
Surgimiento de Victoria Una de las estaciones del Ferrocarril del Norte fue declarada en 1888 cabecera del nuevo ramal San FernandoPergamino a construirse, así como lugar de emplazamiento para los talleres de reparación y el mantenimiento de las locomotoras y vagones de ambas líneas. En 1891 comenzó a perfilarse la localidad de Victoria, de igual nombre que la estación del ferrocarril (que alude a la entonces Reina de Inglaterra), con la instalación de modestas casas alrededor de la estación. Los primeros habitantes fueron empleados del ferrocarril, comerciantes, propietarios de hornos de ladrillos y gente humilde. El nuevo poblado, totalmente separado de la planta urbana de San Fernando, tomó como eje a ala actual calle Santamarina, desde la estación al Camino del Alto, sin pavimentar en aquellos tiempos.
La ciudad en el siglo XX En 1909, con sus calles principales pavimentadas, la red de agua corriente instalada en buena parte del tejido urbano, y una progresiva edificación, la localidad de San Fernando fue declarada ciudad.
Las islas de san Fernando Aunque fueron habitadas y explotadas económicamente durante los tiempos coloniales, las islas sanfernandinas recién tuvieron comunidades poblacionales propias a finales del siglo XIX. Las comunicaciones con el continente, exclusivamente por vía fluvial, proporcionaron mayor importancia a los puertos de San Fernando y Tigre.
Dos años después se inició la instalación de una línea de tranvías que cruzaría a todo el municipio, pero este proyecto no se concretó posteriormente. Héctor Cordero, reconocido historiador local, evalúa:
La presencia de los primeros españoles en el Delta se remonta a la expedición de Sebastián Caboto, que hacia el año 1527 llegó a la confluencia de los ríos Carcarañá y Paraná y fundó el efímero fuerte Sancti Spiritu. Cabe señalar que para esa época, una buena parte del actual Delta sanfernandino aún no existía o se encontraba en formación. Desde el siglo XVII se comenzó a extraer de los montes isleños maderas, paja y caña para la construcción y leña y carbón para combustible a ser utilizado en Buenos Aires y sus alrededores.
“Ya en la primera década del siglo ve inte, San Fernando comienza a perder su condición de lugar obligado de reunión social. Las residencias que le dieron al pueblo cierto aire aristocrático son abandonadas por sus dueños (...) Ahora las industrias establecidas a fines del siglo XIX -aserraderos, astilleros, herrerías- han llegado a adquirir una gran potencia. El Canal resulta chico para el movimiento de barcos. El comercio relacionado con esas industrias aumenta considerablemente. La fisonomía del pueblo cambia. La sociedad entra a la era industrial con plenitud. Las luchas sociales y gremiales se manifiestan con una fuerza hasta entonces desconocida. San Fernando, por su industria y comercio, adquiere un lugar preponderante en el debate de los problemas gremiales, políticos y sociales.(...).
Los primeros europeos en instalarse en forma estable en las islas del Delta fueron los jesuitas. En las comunidades religiosas se evangelizaba a los indígenas de la zona y se los empleaba como auxiliares en las tareas agrícolas. Pero tras la expulsión de los jesuitas de América, ocurrida en 1767, no quedaron poblados fruto de su obra.
De todas formas, el asentamiento poblacional de esta época estaba reducido a una franja de unas veinte cuadras de longitud, limitada a lo ancho por el ramal ferroviario del alto y el río. Las instituciones principales esta-
La situación del Delta no se modificó hasta muchos años después de la Revolución de Mayo. A mediados del
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+ ban nucleadas a unas pocas cuadras a la redonda de la Plaza Mitre (alrededor de la que se encontraban la Municipalidad, la Iglesia, el Banco nación, el Banco provincia, la Compañía de Electricidad, un hotel-restaurant) . El eje del desarrollo se vertebraba a través de la calle Constitución hacia el Canal-puerto. Sobre la zona ribeña, entre el río Luján y la calle Alsina (hoy libertador) estaban ubicadas las casas quintas señoriales. Sin embargo las pintorescas barrancas de Punta Chica y la calle Lanusse podían ser transitadas por cualquier vecino, camino a las playas públicas. Más allá de las vías del alto había algunos ranchos ocupados por gente humilde, los corrales de Tellería (precursores de los frigoríficos de la zona) y algunos aserraderos por Carupá. Todo lo demás, al oeste, era campo y pastizales en zonas inundables.
teos baratos.
En la zona urbana tradicional de San Fernando se mantuvo durante décadas una puja espcial-cultural entre familias de buena posición económica: los “canaleros” versus los “arribeños”, que denotaba las tensiones territoriales entre quienes se establecieron cerca del polo productivo y quienes lo hicieron alrededor del polo políticoinstitucional. Esta rivalidad desapareció a medida que las familias “de nivel” se fueron mudando lejos del C anal, cuando esta zona se “degradó” por la preminencia de manifestaciones populares.
El fenómeno migratorio de la venida de familias desde las provincias del interior del país y países vecinos hacia Buenos Aires y sus alrededores a partir de los años 40 conmovió a la sociedad sanfernandina. Entre 1947 (cuando la población de nuestro municipio no llegaba a los cincuenta mil habitantes) y 1957, más de quince mil personas se instalaron en viviendas precarias sobre terrenos inundables. Las desigualdades económicas y de calidad de vida entre los pobladores de los distintos barrios del partido agudizaron las problemáticas sociales, y las inundaciones ponían de manifiesto en forma reiterada esta situación de precariedad y carencias básicas. Otra tensión socio-cultural se puso de manifiesto: quienes vivían en el San Fernando histórico versus “los del otro lado de la vía”,.
Los primeros habitantes de estos barrios debieron enfrentar diversos problemas de infraestructura básica (falta de luz eléctrica, caminos intransitables, inundaciones, incomunicación), y se organizaron en cada barrio a través de sociedades de fomento y-o clubes sociales y deportivos. En 1938 se inauguró el apeadero Virreyes del ferrocarril Central Argentino entre las estaciones San Fernando y Victoria como respuesta a los reclamos de los nuevos vecinos de la zona para mejorar el transporte. poco a poco, la calle Avellaneda -que partía desde el apeadero- se constituyó en el eje de los vecindarios que se iban formando.
En la zona de “la barranca para arriba”, a p artir de los años •20 se fueron ubicando sitios frecuentados por la gente “bien”: confiterías, el cine -teatro Tamagni y el cine Hispano, el Club San Fernando y otros ambientes distinguidos, mientras que de la “barranca para abajo” el panorama se integraba con la Sala de lla Sociedad Italiana, clubes de barrio, fondas, hoteles para isleños, prostíbulos famosos en todo el conurbano, y cabarets con bataclanas y verietés.
El moderno San Fernando Entre 1950 y 1958 aumentó moderadamente el número de industrias y comercios del municipio, y se instalaron algunas fábricas importantes hacia el oeste del municipio, donde se estaba proyectando el ramal a Tigre de la Ruta Panamericana. La ola desarrollista de la década del •60 encontró a San Fernando intentando planificar su evolución urbana, económica y social mediante un Plan Regulador, Si bien el centro comercial de la comuna se encontraba en su apogeo y se habían radicado algunas industrias en el municipio, otras zonas ya habían perdido su importancia estructural.
Por otra parte, las antiguas quintas situadas entre el camino del alto y el río se fueron subdividiendo para dar lugar a barrios residenciales de alto nivel )Punta Chica, Del Arca,etc.), mientras que la ribera era ocupada cada vez en mayor medida por clubes náuticos en detrimento de los balnearios naturales de la costa pública. La localidad de Victoria, a la vez que desarrollaba sus instituciones locales alrededor del primitivo núcleo de poblamiento, se integraba con la planta urbana sanfernandina.
La vida en las islas, a partir de la década del •40, se fue tornando cada vez más difícil debido a las desventajas comparativas en la producción regional (precios altos de fletes, deficiente sistema de comercialización), y a la carencia de servicios en general (educación, salud, esparcimiento). El poblamiento del delta bonaerense, que llegó a superar los 20.000 habitantes, se revirtió en una creciente emigración a tierra firme, agravada por la inundación de 1959 y las heladas de 1967.
Los nuevos barrios - Virreyes De las vías del alto hacia el oeste, ya hacía 1912 existían numerosos loteos de campos rurales que se vendían con el nombre de “villas”: Si bien los primeros loteos fueron los de zonas no inundables, luego se vendieron inescrupulosamente zonas para el asentamiento urbano cercanas al arroyo Cordero, el bañado y el bajo de Bancalari, cuyos terrenos se anegaban periódicamente. Así se dio forma a Villa Piñeiro, Villa Laureles, Villa Dolores, Villa Porvenir, Villa Nájera y Villa Adalgisa, entre otras. El poblamiento de estos nuevos terrenos se fue haciendo paulatinamente, a partir de la venta de los mismos en lo-
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La decadencia de las islas repercutió en las actividades del puerto y el Canal sanfernandinos, los cuales además ya corrían en desventaja con el Puerto de Frutos y la estación fluvial tigrense. Esta situación se agravó asimismo con el cierre del ramal del tren del bajo, ocurrido en 1961. 52
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+ Los ejes del desarrollo sanfernandino estaban organizados a partir de las principales vías de circulación y acceso a la ciudad: la calle Constitución, la ruta 195 (calles Libertador y 11 de septiembre -hoy Presidente Perón-), la ruta 197, la ruta 202, la calle Avellaneda (con un floreciente centro comercial en Virreyes) y el flamante Acceso Norte de la Ruta panamericana, que impulsó la urbanización, el comercio y la industria en su zona de influencia.66
QUINTA SANTA CECILIA FAMILIA JACOBÉ
Breve reseña de su historia y arquitectura En el año 1.871, mientras en Buenos Aires hacía estragos la epidemia de fiebre amarilla, la familia Jacobé ordenó edificar una casa-quinta en San Fernando, la cual es una de la últimas construcciones de fines de siglo pasado que mantiene aún su fisonomía original. La quinta -denominada Santa Cecilia- consta de una superficie cubierta total de 1.250 metros cuadrados aproximadamente, y hasta buena parte del siglo XX, estuvo rodeada por una parque que comprendía la totalidad de la manzana delimitada por las calles Ituzaingó, Alvear, la Avenida 11 de septiembre (actual presidente Perón) y la Avenida del Libertador. Tras los sucesivos fraccionamientos, el terreno adquirido por la Municipalidad tiene una superficie total de 2.151,62 m2. En esta quinta residió el matrimonio formado por el doctor Martín Jacobé y doña Elvira Elizalde, fundadora de la Acción Católica de San Fernando y presidenta durante años de la Obra de las Damas Vicentinas. La religiosidad de la familia Jacobé quedó de manifiesto en las diversas dependencias del solar: en la casa de dos plantas, de construcción colonial sólida y sencilla se destacan los vitraux con imágenes religiosas y motivos florales. Las principales habitaciones están decoradas por obras de orfebrería en maderas finamente talladas. Los materiales para la construcción (mármol de Carrara, mosaicos) fueron traídos especialmente de Europa, destacándose asimismo la herrería artesanal de las rejas de los muros perimetrales y el patio interior. Para acceder al mirador, se debe franquear una puerta enmarcada por sendos capiteles que dan realce a una imagen de San martín de Tours. El ascenso se realiza a través de una escalera en caracol que se halla deteriorada en la actualidad. Además de la planta principal, se destaca la capilla erigida en el predio y puesto bajo la advocación de Nuestra Señora de Todas las Gracias. El altar, la pila bautismal y el con junto del templo se mantienen en un relativamente buen estado de conservación. Por una escalerilla de madera puede accederse al campanario. Al costado de la capilla se encuentra una cripta, donde gracias al permiso de una bula papal, descansan los restos del matrimonio Jacobé. 6
Material elaborado por la Dirección de Comunicación Social. Municipalidad de San Fernando
Incremento de la Población de San Fernando Censo año 1869 Censo año 1895 Censo año 1914 Censo año 1947 Censo año 1960 Censo año 1970 Censo año 1980 Censo año 1991
4.154 habitantes 11.324 habitantes 24.660 habitantes 44.666 habitantes 92,302 habitantes ll9.565 habitantes 133.624 habitantes 145.165 habitantes
Fuente: INDEC, Censos Nnacionales de Población y Vivienda 1980, 1991 Algunos indicadores del paulatino crecimiento económico y demográfico de San Fernando (1860-1915). • Llegada del Ferrocarril del Norte, que cubría el trayecto de Retiro a Tigre (1864). • Construcción del primer Dique seco de Carena del país en el Canal (1875). • Fundación de la Biblioteca “Juan N. Madero” (1876). “ Habilitación de la primer línea telefónica con Buenos Aires (1883). • Inauguración de la primer gran sala de espectácu los por parte de la Sociedad italiana de Socorros Mutuos local (1889). • Poblamiento de los alrededores de la estación Victoria (1891). • Apertura del tren del bajo, que cubría el trayecto Retiro Delta (1896). • Inauguración del Hospital Municipal promovido por Petrona V. de Cordero (1911). • Apertura del Aeródromo de San Fernando (1913). Fuente: Gilardoni, A: “Hitos históricos de San Ferna ndo”. Orígenes de la población de San Fernando. Nacidos en Argentina: 94,2 % Extranjeros: 5,8% Del total de nacidos en Argentina: Nacidos en la Provincia de Buenos Aires: 68,6% Nacidos en otras provincias: 31,4%
Dirección Gral. de Comunicación Social Municipalidad de San Fernando
Fuente: Censo Nacional de Población y Vivienda.
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LA DISTRIBUCIÓN DE LA TIERRA Y LOS ORÍGENES DE ZÁRATE Prof. Sergio D. Robles I. Introducción Los pueblos de la provincia de Buenos Aires surgidos en el período colonial reconocen un origen diverso: por un acto fundacional como Buenos Aires; a partir de una reducción indígena como Quilmes y B a r a d e r o ; d e f u e r t es co mo Chascomús, San Miguel del Monte, Guardia de Luján (Mercedes), Salto y Rojas; de fortines como Ranchos, Lobos, Navarro y Guardia de Areco (Carmen de Areco); de capillas como Magdalena, Arrecifes, Capilla del Señor, Morón, Pilar, San Nicolás, San Pedro y Merlo; y de capillas con tierras del santo como San Antonio de Areco, San Andrés de Giles, San Vicente y San Isidro. A partir de un oratorio, Vicente R. Botta ha establecido los orígenes del pueblo de Zárate, durante el período independiente. Este autor en el capítulo III de su “Historia de Zárate” afirma: “La formación espontánea del pueblo de Zárate en tierras de la antigua estancia de Gonzalo de Zárate, es un proceso vinculado a la anterior creación de un oratorio en el mismo predio”(1) Es innegable la importancia de este tipo de establecimiento como aglutinador de población ya existente pero debemos analizar también otros elementos como la presencia de pulperías, el puerto natural y el problema de la distribución de la tierra. La tierra entre nosotros tuvo dueños desde el inicio de la conquista, por lo tanto la libre apropiación por parte de colonos, jamás existió. En la fragmentación de la propiedad de la antigua estancia de Gonzalo de Zárate encontramos el factor principal que permitió, junto a la existencia del puerto, el desarrollo de una aldea o rancherío formalizada en pueblo a partir de su primer trazado o loteo, en 1827.
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II. Antecedentes El Partido de Zárate, conocido en sus orígenes como Pago de las Palmas, forma parte de la región de más antigua ocupación de la Provincia de Buenos Aires. En este proceso de ocupación podemos distinguir tres momentos: el primero caracterizado por los viajes de exploración -Juan Díaz de Solis, Hermano de Magallanes y Sebastián Cab o to - q ue p r o p o r cio nar o n información sobre la región y su gente. El segundo momento se inició a partir de la fundación de Buenos Aires en 1536 por el Adelantado D. Pedro de Mendoza. Este establecimiento precario terminó siend o ab and o nad o p o r sus habitantes, tras angustiosas penurias en 1541, dejando como única consecuencia la formación del ganado cimarrón, surgido a partir de los caballos domésticos dejados por los españoles. La última etapa comenzó unos cuarenta años después, cuando Juan de Garay, Teniente de Gobernador del Adelantado del Río de la Plata Dn. Juan de Torres de Vera y Aragón, fundó la nueva Buenos Aires el 11 de junio de 1580. Esta fundación tuvo por objeto consolidar la colonización de las regiones del T ucumán y del Paraguay, asegurándole especialmente a ésta ultima, un salida al mar, a través de la ruta Santa Fe-Buenos Aires. Por esa razón, Garay hizo entrega de tierras de estancia hacia el norte de la ciudad, más allá de la Cañada de la Cruz, y no al sur del Riachuelo. En el acta de repartimiento de tierras efectuado el 24 de octubre de 1580 se expresa lo siguiente: “Luego sobre el río del Spiritu Sto. que por otro nombre se llama el río de las Palmas, Rodrigo de Ibarrola y Domingo de Arcamendia han de tener sus tierras y
estancias”. (2) En efecto, el Fundador después de distribuir entre los vecinos, solares en la ciudad y quintas en las inmediaciones, adjudicó las suertes de chacras y estancias. Éste fue, como dice Eduardo Azcuy Ameghino “el origen de la propiedad territorial en el Río de la Plata” (3). Esta primera concesión de tierras de estancias comprendió la parte sudeste del Partido de Zárate, sobre la costa d el P ar aná d e las P almas, correspondiendo, según Hialmar Gammalsson, al asunceño Juan Ochoa Marquez la merced donde se estab leció p o ster io r mente el pueblo , de el Espíritu Santo a linde de Domingo de Arcamendia, a Ochoa Marquez, otros tres mil baras de frente-luego a linde con Ochoa Marquez, otros tres mil baras de frente a Anton de Porras” (4). Sin embargo ninguno de ellos se perpetuó en la posesión, ya que posteriormente se otorgaron sobre el mismo territorio nuevas mercedes, comenzando la ocupación progresiva de la región recién a principios del siglo XVII. Las concesiones hechas por los gobernadores buscaban recompensar a quienes habían prestado servicios a la Corona o beneficiar a quienes probaran ser descendientes por sangre o matrimonio, de los vecinos fundadores, o simplemente, a aquellos que constituían el entorno del mandatario de turno. Estos personajes beneficiados con tierras eran funcionarios, mercaderes, militares -muchas veces todas aquellas actividades reunidas en una sola persona - dedicados al contrabando. Entre los primeros poseedores efectivos de tierras en Zárate encontramos al escribano de la Real Audiencia, Francisco Pérez de Burgos (1604) y al capitán Nicolás
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+ Ocampo Saavedra (1610). En 1618 fue beneficiado el regidor Francisco de Manzanares, yerno de Pérez de Burgos, con todas las tierras que se extendían “desde el arroyo de Salvatierra hacia el portezuelo y Bajada del Bagual” (5); posteriormente lo fue el alcalde Hernán Suarez Maldonado, y en 1635 el general Sebastián de Orduña Mondragón, yerno de Manzanares. Esta última merced fue dada a Orduña por el gobernador Pedro Esteban Dávila el 22 de enero de 1635 y entre otras consideraciones dice lo siguiente: “...Y asimismo me pidió el dicho general unas cabezadas de tierras en la dicha su estancia poblada. Hago merced a vos el dicho general Sebastián de Orduña, de todas las tierras que pedís en el río del Socorro junto a vuestra estancia y mas las cabezadas junto a linde a ella, en que entra el riachuelo e isla que llaman de la Pesquería... atento que me consta están vacas, y nunca han sido pobladas, para que en ellas podrais tener estancias de ganados, mayores y menores, y hacer sementeras, y edificios, plantar arboledas, y lo demas que os pereciera” (6). De la lectura del documento precedente surge que las tierras recibidas por Orduña eran de cabezadas, es decir los fondos, de la suerte de Pérez de Burgos, sobre el arroyo de la Pesquería, con lo que quedaría indicado que todas las “suertes principales” sobre el Areco y el Paraná de la Palmas ya habían sido dadas en propiedad. También observamos la intención de las autoridades por alentar el desarrollo de diversas actividades como la ganadería y la agricultura. Respecto a la primera actividad es bien conocida la importancia que tuvo en el siglo XVII el ganado vacuno salvaje del que se extraía el cuero para ser exportado a Europa. Se trataba de una economía depredadora pues la carne era desaprovechada casi en su totalidad. Las expediciones de caza del vacuno se denominaban vaquerías y se internaban varias leguas tierra adentro. Ciertamente estas fueron importantes
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en esta zona, tan ricas en aguadas y pastos. De allí que algunos propietarios de tierras como Doña Leonor y Doña Blanca de Morales, nietas de Francisco de Manzanares, fueran reconocidas por el cabildo para vaquear. Coni nos dice que la primera concesión para realizar aquella actividad fue otorgada por el cabildo a Melchor Maciel en 1608. (7). La agricultura también tuvo un temprano desarrollo en la campaña bonaerense aunque su explotación estaría condicionada por el acceso de mano de obra, ya sea esclava, india o blanca asalariada. La carencia de éstas últimas trató de ser compensada en parte con la introducción de esclavos. En la chacra de Bartolomé Sánchez en el Pago de las Palmas (Zárate) existían 17 esclavos. Muchos de ellos lograban e s p e c i a l i z a r s e e n d ifer entes ocupaciones rurales como pastores, ovejeros, atahoneros, etc. En otras propiedades, como la de Hernán Suarez Maldonado, el mozo, también en el Pago de las Palmas, donde vivía, encontramos una interesante producción doméstica y manufacturera incipiente que le permitió enviar “a su padre a la ciudad en 1647 medio tocino, unas longanizas, charque...una ollita de grasa, tres quesitos para asar y una tinaja hecha en el obraje de tejas con su horno que hay en la estancia, trabajado por los esclavos” (8). Estas actividades productivas no fueron las únicas que se desarrollaban en las estancias, ya que en muchas ocasiones éstas sirvieron también “como centros de recepción de mercaderías de contrabando” (9) pués las pequeñas embarcaciones utilizadas podían ocultarse sin dificultad en las entradas que ofrecían arroyos y riachos. La misma estancia del general Orduña, quien ostentaba el título de Teniente de Gobernador, era utilizada para esta actividad ilegal, tal como lo denunciaba un bando del gobernador Dávila del 18 de enero de 1636: “Por cuanto de ordinario llegaban a la estancia del General Sebastián de Orduña quince leguas
de esta ciudad de la Trinidad, algunas barcas y balzas, canoas y o tras embarcaciones que vienen del Paraguay.. para ser paraje y puesto para sus negocios y comodidades, y traen yerba, cueros, azúcar, cera, miel, carretas, algodón o otras cosas de frutos de que carecen esta ciudad y se ocultan y caen en manos de los regatones y revendedores en gran daño y perjuicio conocido de la república...”(10). La cría de mulas, constituyó a partir de la segunda mitad del siglo XVII un factor preponderante de desarrollo e n l a p r o d u cció n p ecuar ia, producción que tenía por principal mercado el Alto Perú. Potosí convertida en una de las ciudades más pobladas y ricas de Occidente desde el descubrimiento del cerro de plata en 1545, surgió como un importantísimo mercado demandante de bienes que permitió el desarrollo de economías locales. Sin embargo Buenos Aires tuvo al decir de Moutoukías, una incorporación tardía, que lo sitúa a mediados del 1660. Este autor señala que “los excedentes de la economía agraria no solo se integraban a los intercambios a gran distancia, sino que los hicieron posibles, la importancia de la economía rural en este arcaico rincón perdido de la “economía mundo”, se destaca aún más si recordamos que en su seno se producían y reproducen los medios de transporte -mulas y carretas- y los hombres que comunican Buenos Aires con Potosí” (11). En las estancias del Pago de Areco como la de Leonor de Morales y Hernán Suarez Maldonado disponían de crías de yeguas, potros y burros y Doña Maríana de Mazanares, hija del capitán Francisco de Manzanares, ingresó como dote al matrimonio con el alférez Pedro Morales y Mercado una de las estancias de su padre sobre el Paraná de las Palmas, a las que éste agregó 200 yeguas, 7 burros y 50 birras para que su yerno se iniciara en la crianza del mular. (12) Ninguna de estas actividades resultó suficientemente atractiva para aquellos primeros poseedores de
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+ tierras ya que para fines del siglo X V I I l a ma yo r ía se hab ía desprendido de sus estancias a favor de la Compañía de Jesús, con la excepción de cuatro suertes de estancia, tres pertenecientes a Dn. Gonzalo de Zárate y la restante a Dn. Luis del Aguila, en las que en el siglo XIX se formarían los pueblos de Zárate y Campana respectivamente. III. El Rincón de Zárate A principios del siglo XVIII distinguimos en la región dos tipos de propiedades de evolución diferente. Por un lado la estancia jesuítica de Areco, latifundio de unas 60.000 hectáreas con límites entre los ríos Areco, Paraná de las Palmas y arroyo Las Palmas, y dedicada a la cría de mulas y vacunos y a la agricultura, a través del sistema de arrendamiento de parcelas. Estas tierras estuvieron en poder de la Compañía de Jesús hasta su expulsión en 1767. Luego fue administrada por la Junta de Temporalidades durante casi veinte años, hasta que fue adquirida íntegramente en 1785 en subasta pública por Dn. José Antonio de Otálora. Por otro, lo que se denominó Rincón de Zárate (entre el Paraná de las Palmas, la Cañada de la Cruz y el arroyo de la Pesquería) que comprendía 5.500 hectáreas -las tres suertes citadasadquiridas a diferentes propietarios entre 1689 y 1692. La finalidad de estas sucesivas compras perseguía el objetivo de constituir una unidad de explotación adecuada para la cría de mulas, aunque no fue la única actividad que desarrolló su propietario. En su testamentaria del año 1711 se describen dos viviendas, una, que era la morada familiar, sobre el Paraná de las Palmas y otra hacia el interior, cerca del arroyo de la Pesquería donde se retiraba en la época de la cosecha: “una casa de adobes con su puerta y dos ventanas sobre el Paraná... y otra de adobe con su puerta y ventana sobre la Pesquería donde se retira por tiempo de la cosecha para recoger sus simenteras” (13). Esto nos habla de
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que las tierras destinadas a sembradíos daban a una aguada secundaria como era la cañada de la Pesquería, reservándose las tierras sobre cursos de aguas permanentes a la ganadería. En el inventario de bienes de la referida testamentaria se registran 700 ovejas, 1800 yeguas con sus potros y 14 burros hechores, 250 mulas de más de un año y 150 recién nacidas, 40 bueyes, 80 vacas lecheras y 400 vacas de rodeo, producción destinada sin duda a diferentes mercados. Después de la muerte de Da. Ana de Sayas, viuda de Gonzalo de Zárate en 1744, sus hijos Pascual, Eusebio, Joseph y Gregoria se dividieron la propiedad, quedando excluidos Gonzalo que falleció antes que su madre y sin descendencia y Bartolomé que era religioso. A Dn. Pascual de Zárate correspondió levantar alrededor de 1755 un oratorio como lo había dispuesto su difunta madre para lo cual dejó la suma de 200 pesos y 800 varas de tierra “Se le entera y en trega al Capitán Dn. Pascual de Zárate como Albacea de Da. Ana de Sayás su madre los doscientos pesos para que los entregue e imponga en Capellanía en ochocientas varas de tierra de estancia” (14). Según el censo de 1726 vivía en la Pesquería en el campo de su madre; en el censo de 1738 figura como propietario de hacienda de toda especie y como dueño de 4 esclavos, y en el censo de 1744 viviendo en tierras propias y manteniéndose de sus haciendas. En 1764, fecha en que testó, sus bienes inmuebles se componían de 1400 varas de tierras de estancia (15). De su matrimonio con Petrona Salinas tuvo los siguientes hijos que le heredaron: María Josefa, Pablo, Pascuala y Baltasar. Gregoria de Zárate contrajo matrimonio con Joseph Rodríguez de la Torre y ambos aparecieron censados en 1726,1738 y 1744 viviend o en tier r as p r o pias manteniéndose de sus haciendas. Hijos de este matrimonio fueron Prudencia, Isidora, Juan, Francisco que fue religioso mercedario como su tío Bartolomé de Zárate, Laureano,
Gregorio, Magdalena, Ignacio y Paulina. Eusebio Alejandro de Zárate, el tercero de los hijos, casó con Lorenza Rodríguez de Aldana siendo padres de María de las Nieves, Lorenza y Ramón. Y el cuarto, Joseph, casado con Ana Rodríguez, recibió como herencia de sus padres una fracción de 1818 varas, lindera a la Compañía de Jesús y que tiempo después (1746) vendió al capitán Pedro de Olivera. Sirvió como capitán de una de las tres primeras compañías del cuerpo de Blandengues, “La Valerosa”, actuando en diversas campañas contra el indio. (16). En el censo de 1744 figura “con estancia poblada en tierras propias” en Luján arriba. (17). Nuevas fragmentaciones de la propiedad de la tierra se sucedieron con el correr del tiempo entre los descendientes de los hijos y nietos de Gonzalo de Zárate. En 1789, año en que se levantó un nuevo censo rural, las zonas conocidas como Rincón de Zár ate, P esq uer ía y Palmas reconocen la existencia de 61 familias propietarias de pequeñas estancias que iban desde las 28 varas a las 1500. De ellas, 11, es decir casi un 19% son descendientes o están vinculados por matrimonio con los Zárate; otras 9 reconocen vínculos de parentesco con otra antigua familia del lugar, los Saavedra (descendientes del capitán Pablo Saavedra censado en Pesquería en 1726), lo que hace un 33% de la población vinculada a las citadas familias. El 67% restante se componía de 21 familias arrendatarias de la estancia de Otálora y 16 que figuran como “agregados y sin tierras” pero dueños de ganados. A partir de 4 o 5 familias -Zárate, Saavedra, Gelves, Olivera, Sayasunidas entre sí por matrimonios reiterados -fruto de la fuerte endogamia que provocaba el relativo aislamiento de la región- se fue constituyendo una población rural de consideración. Como dice Carlos M. Birocco en su trabajo “Una pulpería rural en el siglo XVIII” que “La pervivencia de estos linajes, no obstante, repercutió en forma negativa sobre la propiedad de la
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+ tierra. El resultado fue que hacia mediados del siglo XVIII, fragmentadas las suertes de estancia por casi dos centurias de herencias, el tamaño promedio de un establecimiento rural en la Pesquería rondaba las 400 varas de frontada” (18). La fragmentación de la propiedad fue acompañada con un descenso del status social de los Zárate: por ejemplo, la muerte de Ramón Zárate (nieto de Gonzalo) que era labrador, dejó a su viuda Pascuala de García en tan mala situación que ésta se vio obligada a vender al vicario un mulatillo para pagar los gastos del funeral, y sus hijas de 10 y 11 años quedaron “sumamente sin tener decencia con que poderlas llevar a la iglesia” (19); o el caso de Fermín Zárate, hijo de Pablo y biznieto de Gonzalo, que en 1797 fue conducido a la cárcel de la villa de Luján “por extracción clandestina que hicieron de una vaca propiedad de Dn. Joseph Antonio de Otálora”. (20); o el de Joseph Zárate hijo del citado Ramón, que en 1779 le fueron embargados sus bienes por haber tenido como agregado a Juan Matatigres, acusado de un asesinato (21). Ni siquiera la “moralidad” de las mujeres de la familia quedaba excenta de juzgamiento, ya que Da. Agustina Ceballos, viuda de Pablo Zárate, era considerada en 1789 una “mujer escandalosa”, como también su cuñada Pascuala García por hallarse amancebada con Valerio Melo. (22). IV. Del puerto a la constitución del pueblo La importancia del puerto natural de Zárate como punto de comunicación comercial entre la Mesopotamia y Buenos Aires y como lugar de salida de productos de la región tiene antigua data. Lugar de desembarco clandestino en los siglos XVII y XVIII, a principios del XIX se estableció un estanco de tabaco, lo que demuestra la importancia que fue adquiriendo esta zona.. Conceptos significativos encontramos en un documento fechado en 1805, una nota del alcalde de la Santa Hermandad de la Cañada de la Cruz
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Dn. Juan de Asebey dirigida al virrey Aviles en el que le informa lo siguiente: “En el puerto de Zárate de esta mi jurisdicción a orillas del Paraná Puerto preciso de los barcos que vienen y van del Paraguay, se ha formado un Oratorio que se intitula el Salvador se han poblado muchos vecinos, y muchos mas se poblarán facilitando hallí imediato que se ofrece, una suvida y bajada de carretas, y ésta se puede facilitar con que todos los vecinos concurran por sus turnos bajarla que facilitada que sea podrá en vreve tiempo formarse un pueblo de alguna consideración...”(23). Este documento nos dice en primer lugar de la existencia de un vecindario, cuyos miembros, suponemos vivían en ranchos dispersos cerca de la costa en calidad de agregados, arrendatarios y propietarios; en segundo lugar nos habla de la importancia del puerto para embarque de productos para lo cual era necesario la colaboración de los vecinos para lograr una bajada de carretas; y en tercer lugar señala la existencia de un oratorio formado en aquel sitio llamado el Salvador, que no tiene nada que ver con el de los Zárate puesto bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción. En abril de 1811 el puerto fue objeto de un ataque realista “los marinos de Montevideo se desembarcaron antes de ayer 24 del corriente, a las quatro y media de la tarde en el puerto de Sarate, habiendo tirado varios cañonazos de bala raza, y lo más de la noche fusilaría granada, de cuyas resultas mataron aun soldado de la Compañia del Capitán D. Tadeo Carrasquedo, habiendo hecho un saqueo general en el pueblito, en las casas de Silva, Vurgos, Otálora y Maza”. (24). A principios del siglo XIX los hermanos Pedro y José A. Anta, hijos de Joseph de Anta y de María Mercedes Cabrera -nieta esta última de Eusebio Alejandro de Zárateposeían pulpería en tierras que arrendaban a su pariente Mariano Joaquín de Maza, biznieto de Pascual de Zárate. Contaban asimismo con varias carretas para el transporte de mercaderías entre Buenos Aires y
Luján. (25). Botta nos refiere que en 1814 Pedro Anta había sido designado como teniente de guardia costas del puerto de Las Palmas y a su hermano José como subteniente de la misma. Entre 1817 y 1823 los hermanos Anta adquirieron a sus parientes Mariano de Maza y Fermín de Zárate 2.444 varas de tierras con frente al Paraná de las Palmas “situados en las inmediaciones del Puerto de Sarate” dice un documento, y “sito en el Puerto de Zárate” dic e otro. (26). A ellos correspondió dar forma al pueblo de Zárate al verderle en 1825 a Dn. Rafael Pividal 1144 varas de tierras con frente al Paraná de las Palmas “con el expreso fin de establecer el Pueblo denominado de Zárate”. Debía correr a cargo del comprador, la construcción de un oratorio. Para formalizar la constitución del pueblo Pividal contrató los servicios del agrimensor Manuel Eguía quien procedió a mensurar y realizar el trazado del mismo, plano que fue aprobado el 31 de enero de 1827. Notas (1) BOTTA, Vicente Raúl “Historia de Zárate 1689-1909” Publicaciones del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, La Plata 1948, pag. 57. (2) BOTTA, Vicente Raúl, ob. cit. pg. 22. (3) AZCUY AMEGHINO, Eduardo “El latifundio y la gran propiedad colonial rioplatense”. De. Fernando García Cambeiro, Bs. As., 1995, Cap. I pg. 16. (4) ob. cit. pg. 22 (5) ob. cit. pg. 26. (6) ob. cit. pg. 27. (7) CONI, Emilio A. “Historia de las vaquerías del Río de la Plata 15551750”. Editorial Devenir, Bs.As. 1956, pg.9. (8) GONZÁLEZ LEBRERO, Rodolfo “Chacras y estancias en Buenos Aires a principios del siglo XVII” en PRADKIN, Raúl (comp:) La historia agraria del Río de la Plata colonial. Los establecimientos productivos” C.E.A.L. Bs.As. 1993 pg. 93. (9) GONZALEZ LEBRERO, Rodolfo “Ob. cit. pg. 70. (10) BOTTA, Vicente R. ob. cit. pg. 38. ( 1 1 ) MOUTOUKIAS, Zacarías “Contrabando y control colonia l en el siglo XVII”, C.E.A.L., Bs. As. 1988, pg. 62. (12) A.G.N. IX-48-6-3 f. 753.
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+ (13) A.G.N. Suc.8821, testamentaria de Dn. Gonzalo de Zárate. (14) BOTTA, Vicente R. ob. cit. pg. 58. (15) A.G.N. IX-49-7-1, testamentaria de Dn. Pascual Zárate f. 205. (16) TABOSSI, Ricardo “Historia de la guardia de Luján durante el período hispano-indiano”. Publicaciones del Archivo histórico de la prov. de Bs.As. La Plata. 1989, pg. 51. (17) MINISTERIO de Educación Universidad de Bs.As. Facultad de Filosofía y Letras, “Documentos para la Historia Argentina -Padrones de la ciudad y campaña de Bs. As. (17261810). De. Peuser, 1955 X pg. 657. (18) BIROCCO, Carlos María, “Una pulpería rural en el siglo XVIII”. Revista de la Fac. de Filosofía, Ciencias de la Educación y Humanidades de la Universidad de Morón. Año 1, agosto de 1995, pg. 29. (19) A.G.N. Suc. 8821, testamentaria de
Ramón Zárate. (20) A.G.N. Suc. 8821, testamentaria de Dn. Pablo Zárate. (21) A.H.P.B.A., Juzgado del Crimen, 34-1-10-14. (22) A.H.P.B.A., Juzgado del Crimen, 34-1-8-74 (23) A.G.N., Comandancia de Fronteras, IX-vol 2- f. 276. (24) BOTTA, Vicente R., ob. cit. pg. 78. (25) BOTTA, Vicente R., ob. cit. pg. 104. (26) BOTTA, Vicente R., ob. cit. pgs. 99 y 102 *Director de la Junta Municipal de Investigaciones Históricas del Partido de Zárate
PROFESORA ANA MARÍA SZILINIS El 15 de junio pasado falleció en la ciudad de La Plata la profesora Ana María Szilinis, a quien los lectores de la “Revista de historia Bonaerense” recordarán por su artículo sobre el Ferrocarril del oeste. Ana Szilinis era profes ora de Historia egresada de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la universidad nacional de La Plata, y se desempeñaba como investigadora del Instituto de Historia Argentina de esa casa de estudios. Por más de 18 años, el Archivo histórico de la provincia de Buenos aires “Dr. Ricardo Levene” la contó en su pla ntel profesional, y al momento de su muerte ocupaba en esta institución la jefatura del Departamento de Investigaciones Históricas. Dedicada activamente a la docencia, fue miembro del cuerpo de profesores de la facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y de ala facultad de bellas Artes, como así también del liceo “Víctor Mercante “ de la U.N.L. P. y otras escuelas medias de La Plata. Ello no le impidió desarrollar la investigación histórica, siendo recordada por sus trabajos presentados en los congresos de la Academia nacional de la Historia y en los Congresos de Historia de los Pueblos del Archivo Histórico de la provincia. Colaboró también con un estudio sobre transportes y comunicaciones en “Balcarce, visión histórica de un partido”, y fue por muchos años becaria del CONICEF. La desaparición de esta querida compañera se produjo a temprana edad, y en momentos en que podía brindar a la comunidad intelectual sus mejores frutos. Este modesto homenaje no es más que la exteriorización de un sentimiento que, quienes fuimos sus compañeros, queremos compartir con todos los historiadores de la provincia a la que Ana María Szilinis le dedicó sus mejores capacidades. Archivo Histórico de la provincia de buenos Aires “Dr. Ricardo Levene”
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+ “SANTA FE LA VIEJA” María Fernández Dates de Fonseca A 84 km. noreste de actual ciudad y por la carretera provincial Nro. 1, totalmente asfaltada se encuentran las ruinas de Cayastá. Estas ruinas, restos de tapiales de sus casas, iglesias y conventos de la vieja Santa Fe del Siglo XVI, son conservadas por la provincia y protegidas del rigor del tiempo por templetes de chapas, donde se amontonan trozos de tejas de barro cocido, de su techumbre colonial. Rodeadas de jardín natural, con talas, ceibos, espinillos y otros árboles de la zona, los caminos que circundan el lugar, lentamente nos llevan atravesando sus espacios hacia lo que la plaza mayor y centro cívico de la antigua Santa Fe. El río San Javier lame sus barrancas y lentamente la come y la destruye. LA HISTORIA: Esta historia comenzó en Asunción, cuando el teniente gobernador Martín Suarez de Toledo, emitió un bando de fecha 23 de noviembre de 1572, donde resuelve fundar y poblar un puerto y pueblo en San Salvador, Río San Juan o San Gabriel, con el objetivo de facilitar la comunicación entre Asunción y otras regiones del virreinato, y con España, al carecer de puerto que sirviera de sostén y protección a las expediciones de sustentación de esta ciudad, ante el fracaso de Buenos Aires y otros asientos. Según constaba en el bando “...por la presente, en nombre de Su Majestad, amonesto y hago saber todo lo antedicho a todas las personas vecinas y moradores de esta dicha ciudad estantes y habitantes de ella, así españoles como hijos nuestros, como por las causas que van declaradas, y porque hago puerto y pueblo conde tanto conviene, y ha convenido lo hubiese, porque se abra puerto y haya escala, entrada y salida para el trato y comercio de navíos y gentes, así de los Reinos de España, como de la dicha costa de Brazil, se ha de hacer y fundar el dicho puerto y pueblo en una de las tres partes que conviniera y provechoso sea y que a las personas que quieren ir a la dicha población, sustentación y vecindad de ella se le darán y repartirán tierras y solares, se le encomendarán los indios comarcanos que hubiese en el distrito que se le señalare al dicho pueblo, así y de la manera que Su Majestad lo manda y permite, y se acostumbra en otras provincias o gobernaciones de las indias del mar océano...”, firma Mar tín Suarez y Luis Marquez, escribano de gobernación. De dicho bando que se promulga como pregón a la población “...con estandar te real enarbolado a tambor voz de pregonero...”,se desprende la importancia para Asunción y España de esta fundación. Juan de Garay recibe autorización por mandato de martín Suarez de Toledo, en nombre del Rey y del Gobernador y Capitán General Juan Ortiz de Zarate. Se aprontó un navío con 80 asunceños y solo 8 españoles
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y el resto mancebos de la tierra, siendo Juan de Garay nombrado Capitán General y Justicia Mayor. Como, consecuencia de esto estaba facultado a 1) elegir lugar, 2) dividir y repartir solares, tierras aguas y pastos, 3) encomendar indios, pacificarlos y adoctrinarlos, 4) administrar la fundación, y 5) juzgar y otorgar justicia civil y criminal y otras atribuciones propias de organización. LA CIUDAD COMO UN TESTAMENTO CONDUJO A UN DESCUBRIMIENTO ARQUEOLÓGICO. “ Y mando que cuando Dios Nuestro Señor, sea servido de llevarme de este presente vida, mi cuerpo se sepultado en la Iglesia de san Francisco, de esta ciudad, con el habito de su sagrada religión (...) y sea en la capilla mayor del lado del Evangelio, donde ésta sepultado mi marido Hernandarias de Saavedra (...) Este testamento de Doña Jerónima Contreras, hija del capitán don Juan de Garay y de Isabel de Bercerra y esposa de Hernando Arias de Saavedra, fue la clave que necesitó el investigador santafesino, Dr. Agustín Gollán, para determinar exactamente el sitio arqueológico que estaban excavando correspondía a la primitiva Santa Fe. Solo necesitó el plano de la fundación y ubicando la iglesia de San Francisco, primera ruina excavada y por su tumba, colocó plano sobre plano y al coincidir ambas excavaciones fue una prueba contundente para asegurar su origen y reubicar los solares. Se trazó la ciudad siguiendo el castro romano, como toda ciudad colonial, de once manzanas de Este a oeste, y seis de norte a sur y sus calles en ángulo recto. Se asentaron los primeros pobladores, entre los que estaban Hernando Arias de Saavedra, Alfonso Fernández Montiel y el Pbro. Juan Bautista Centurión. Se ubicó la plaza Mayor, y los solares para la Iglesia Mayor, San francisco, Santo Domingo y La Merced. Según Zapata Gollán “una vivienda común constaba generalmente de una sala y dos aposentos seguidos, uno detrás del otro en dirección de norte a sur, Algunas casas tenían cámara y recámara, algo apartado de la vivienda cocina, despensa y a veces un porchel para las herramientas, los arreos, la canoa y los productos de la chacra. Otras casas tenían “colgadizos” y corredores al este y al oeste, patio, traspatio y corral y a veces huerta con árboles frutales: naranjos, ciruelos, higueras y perales. Por último hubo también casas “sobradas” con sobrado o desván. El abasto de agua se hacía directamente del río. No existe ninguna constancia de que hubiera pozos ni es probable que se hicieran pues en la exploración del terreno, no se han hallado vestigios que puedan inducirnos a creer en su existencia; en cambio se han encontrado los pozos de donde se extraía la tierra para construir las tapias y en donde luego se arrojaba la basura”. Las paredes de las casas eran de t apia, que consiste en tierra húmeda dentro de unos encofrados deslizantes, e ir formando de esta manera las construcciones. De estas excavaciones se ha ido nutriendo el Museo Etnográfico y Colonial, de Santa Fe y el Museo 59
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+ Fundacional Argentino que se encuentra en las ruinas. De los innumerables objetos utilitarios y de lujo encontrados en ella es, interesante destacar las tejas, mandadas a construir por Hernandarias sobre los troncos de las palmeras que había en el lugar, más grandes que las tejas musleras,, llamadas así por tener como molde el muslo del artesano, estas tenían el tronco de palmera. Algunas tiene sabrosas inscripciones incisas como corazones flechados fritos de algún amor perdido, u oculto, un crismón, las manos, para alejar todo mal o las clásicas campañillas que se teñían para alejar rayos y tormentas. Nos habla de un mundo doméstico influido de supersticiones y amuletos subsistiendo a la par del profundo catolicismo de sus pobladores primigenios. Se ha encontrado una bellísima higa de azabache, con una cavidad para guardar reliquias, en uno de los sepulcros de San Francisco. Este amuleto era muy utilizado en la época de la conquista, ya que su uso se encuentra documentado en listados de inventarios de bienes, cartas dotales y listas de mercaderías; bendecidas por miembros de la Iglesia, algunas, “cristianizadas” de este modo. Fue uno de los amuletos más difundidos en Santa Fe y las había de oro, plata, azabache, coral y cerámica. De su color dependía su uso: contra el mal de ojo, mala suerte, etc. Las señoras las usaban como zarcillos, pendientes y prendedores. Los hombres entre sus ropas. Era una importante población en el transcurso de los siglos XVI y XVII, de cerca de 400 habitantes. Luchaban en la defensa del indio, y participaban de vaquería frecuentes, la actividad aumentaba, cultivaban trigo para el pan cotidiano y testimonios de su bienestar se encuentran en el Museo. EL CAMBIO: El río San Javier tiene mucha fuerza en ese recodo de barrancas y ha comido una parte considerable de la ciudad excavada. Las causas del cambio han sido: 1. La voracidad del río y su periódicas crecientes, y 2. La indómita lucha de los calchaquíes en sus correrías litoraleñas. Santa Fe quedaba, aislada por las aguas de su río y sus esteros, merced a los indios y sin comunicaciones ni comercio. De acuerdo con el texto del acta de fundación que decía: “y asiéntola y pueblóla con aditamento que todas las veces que pareciere o se hallare otro asiento más conveniente y provechoso para la perpetuidad, lo pueda hacer con un acuerdo y parecer del Cabildo y Justicia que en esta ciudad hubiere o pareciere que al servicio de Dios y de S.M. más convenga...” Los fundadores habían contemplado la posibilidad de un cambio. El Cabildo decide mudar la ciudad de sitio. El acta del 12 de abril de 1651 así lo atestigua. El lugar elegido es “el Rincón de la estancia de Juan Lencinas”, en el paraje que hoy ocupa la ciudad de santa Fe, desembocadura del Río Salado en el Paraná, junto al brazo llamado Río santa Fe. La nueva planta de la ciudad, su traza y sus solares, se
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adjudican “sin distinción y claridad”, tal cual estaban e n la primera fundación, dividiendo sus calles y cuadras en idéntica forma. Los solares de las Iglesias se orientan de igual manera. Los vecinos se llevan sus muebles, puertas y ventanas, sus santos, sus recuerdos. La ciudad lentamente va iniciando su traslado y queda vacía. En ochenta años de lucha y dedicación, los muertos pesan, enterrados en sus iglesias. Muchos quisieran quedarse y los mayores piden ser enterrados allí junto a sus seres queridos. Pero la vida debe continuar. Actualmente un equipo de buzos arqueológicos están explorando la parte de la ciudad sumergida. Cerca de diez manzanas, la Plaza Mayor, la Casa de Garay, la Catedral, el colegio de los jesuitas, etc. Los dirige María Teresa Carrara y a través de un convenio con la Universidad de Rosario, la fundación argentina Albenga (que se especializa en arqueología subacuática), y la misma Universidad, están realizando los estudios de esta ciudad del siglo XVI, que aportará datos a su conocimiento y a nuestra historia. María mercedes de Fonseca 6 BIBLIOGRAFÍA 1. Amilcar Razori. “Historia de la Ciudad Argentina”, Tomo Y. Imprenta López Buenos Aires 1945, pág. 330. 2. Testamento de Jerónima Contreras, reproducido por Raúl A. Molina en “Hernandarias, el hijo de la tierra”, edición del autor (texto parcial). 3. Zapata Gollán Agustín, “La urbanización Hispanoamericana en el Río de la Plata”, Departamento de Estudios, Etno gráficos y Coloniales, Santa Fe, 1971. 4. Graciela María Viñuales. “Restauración de Arquitectura de Tierra”, Editorial del Insti tuto Argentino de Investigaciones de historia de la Arquitectura y Urbanismo. 5. Zapata Gollán Agustín, “Supersticiones y Amulet os”, Edición Colmegna, 1988, Santa Fé. 6. La Nación, “El Río de la historia se detuvo en Cayastá”, artículo firmado por Luis F. Nuñez.
*Museóloga
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+ LOS TRABAJOS DE ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA EN SANTA FE LA VIEJA Javier García Cano A raíz de la convocatoria de la directora del proyecto arqueológico de Santa Fe La Vieja, la Profesora María Teresa Carrara de la Universidad Nacional de Rosario, se montó el primer trabajo de arqueología subacuática en aguas sin visibilidad que pretende excavar una porción de los restos sumergidos de una fundación del siglo XVI. Ningún proyecto igual se ha realizado en Sudamérica, lo cual plantea desarrollos metodológicos novedosos en nuestro ámbito. El objetivo fundamental es poder explicar con precisión cuál fue el proceso por el cual casi un tercio del asentamiento original terminó bajo las aguas del Río San Javier. as Ruinas de Santa Fe La Vieja se encuentran en un albardón a orillas del Río San Javier. Desde su fundación en 1573 y hasta el presente, el río provocó el deterioro y destrucción de un sector importante del asentamiento. La fundación de Santa Fe forma parte de una etapa de la conquista del Río de La Plata, la cuál está relacionada con una nueva política para la ocupación y población del territorio. Es un 15 de noviembre de 1573, que Don Juan de Garay funda Santa fe. Su expedición, proveniente de Asunción del Paraguay, ubicó estratégicamente en el mapa de la época, el futuro emplazamiento urbano. Una vez que Asunción pudo afianzar su economía y crecimiento demográfico, estuvo en condiciones de emprender la expansión sobre el Litoral. La fundación obedeció a la necesidad de asegurar una comunicación más fluída con el Alto Perú y la apertura del Paraguay hacia el Río de La Plata, las salida al Atlántico y a España. Santa Fe es entonces un área de articulación del espacio convirtiéndose en uno de los centros preponderantes de este período. “Sin la concentración en estos pequ eños núcleos geográficos las reducidas huestes habrían sido devoradas por el espacio y las masas indígenas. Las ciu-
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dades funcionan como plazas fuertes y guarniciones militares, aseguran la defensa del territorio conquistado y sirven de centro de reunión de hombres y refuerzos que preservan la continuidad del proceso expansionista... Al mismo tiempo las ciudades son los ejes económicos de la conquista...” (Assadourian, Beato y Chiaramonte. 1985:46). Cabe destacar, también, que en el proceso de expansión colonizadora, los españoles no entraron a tierras deshabitadas. En su avance por el denominado Corredor Paranaense, se introdujeron en territorios ocupados por sociedades indígenas pescadoras, cazadoras y recolectoras, Goya Malabrigo y los agricultores Guaraníes. La sociedad indígena quedó entonces compulsivamente incorporada al dominio blanco. ( Carrara, M. T. 1996 ). Según Frenguelli, la barranca dónde se fundó la ciudad se trata de un terraplén aluvional formado por el Paraná y sus ríos marginales. Este terreno proveyó a los conquistadores de tierras altas y fértiles. Las continuas inundaciones sin embargo, dejaban a la ciudad prácticamente incomunicada y provocaban derrumbes de la barranca. Esto ultimo significó que, del trazado original de la ciudad, la acción del río ocasionó la pérdida de un gran número de manzanas costeras, en su mayoría ocupadas por los vecinos destacados. El solar perteneciente al mismo Juan de Garay, y 3 de las 6 iglesias estaban en el sector afectado. El trazado responde a un damero con la plaza ubicada a una manzana de la costa. Se mantuvo casi 90 años, y en 1660 por una ordenanza del Cabildo local se decidió el traslado al lugar donde actualmente se encuentra Santa Fe de la Veracruz. Fue la primera población fundada como ciudad, ya que el resto de las fundaciones previas corresponden a Fuertes y es la primera a la que se le dio la traza urbana que corresponde a la práctica fundacional en las Indias, reglamentada por Felipe II en 1573. Este es el único emplaza-
miento fundacional español en territorio argentino que brinda la posibilidad de investigaciones interdisciplinarias sobre un amplio período de nuestra historia, no solo colonial sino también prehispánica, que ha llegado a nosotros en condiciones excepcionales. Una vez abandonado el sitio no fue reocupado, salvo con la instalación de una colonia agrícola francesa a fines del siglo XIX, y el paraje que empezó a conocerse como Cayastá. Las investigaciones en las Ruinas llevan más de 45 años y son el resultado de los esfuerzos hechos por el Dr. Agustín Zapata Gollán. Las tierras localizadas en la margen Este del Río San Javier, frente a las Ruinas, son bajas y anegadizas. Corresponden a sedimentos fluviales acumulados durante un lento pero constante proceso erosivo en la margen Oeste, el cual ha destruido gran parte del sitio. Según el antecedente de las prospecciones de Vulcano y De Brito en 1982 realizadas en la margen Este, no se hallaron materiales culturales. Los resultados de nuestras propias observaciones ( donde se determinó la presencia de terreno muy flojo y la imposibilidad de acceso desde la costa tanto como desde el agua ), desencadenaron en la consideración de la imposibilidad de realizar trabajos en la costa Este en esta primera etapa de la investigación. Inicialmente el proyecto plantea, desarrollar tres campos temáticos: 1. Conocimiento de la Dinámica del Río y Destrucción de la Barranca Frente al desconocimiento total del medio ambiente subacuático y la falta de registro de información precisa, se determinó la necesidad de formular un modelo a estudiar sobre este problema que provocó ( junto con otros ) la mudanza de los habitantes y el traslado de la población a la actual ubicación de la ciudad de Santa Fe de la Veracruz. 2. Metodología, Arqueología sin Visibilidad y con Corriente. Ante un medio acuático sin visibilidad se diseñaron al-
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+ gunas técnicas de trabajo de campo adecuadas a las condiciones del sitio y la disponibilidad tecnológica local. 3. Formación de Recursos Humanos. Como resultado de la necesidad de disponer de personal especializado, se montó un programa particular dentro del proyecto que permitirá la formación de personas en este ámbito.
ses Bajos en el campo de la arqueología subacuática (en particular sin visibilidad), y los antecedentes de la Fundación Albenga (habiendo participado en campañas de trabajo in situ con el Dr. Maarleveld en Holanda); se optó por este marco para plantear un referente que pudiera ayudar a resolver los problemas locales.
Se realizaron en el sitio 2 campañas. La primera en Diciembre de 1995 se hizo un reconocimiento del lugar, donde se plantearon tres objetivos: a) Aproximarse al conocimiento de la dinámica del río, a la conformación del lecho, profundidades y niveles de sedimentación. b) Corroborar la existencia de restos arqueológicos en el Río San Javier. c) Evaluar el potencial del lugar en restos arqueológicos subacuáticos.
Lo hecho en las dos Campañas La base de toda la labor se afirmó en el desarrollo del tacto de cada buzo. La total ausencia de visibilidad3 obligó a trabajar en relación a la disminución de un sentido, la vista, y la potencialidad de otros, el tacto y el oído. Trabajar bajo el agua en oscuridad plena propone depender de lo que se puede palpar y de lo que se puede oír.
El resultado de esta prospección fue el relevamiento de 5 transectas a lo largo de la rivera Oeste. La segunda campaña se llevó a cabo en Junio de 1996 donde, a partir de los datos obtenidos anteriormente se realizó la excavación en 3 transectas y se prospectaron 2 nuevas en el sector Norte del sitio. Los objetivos establecidos para esta campaña fueron: a) Obtener información para evaluar la capacidad de arrastre de material arqueológico y material natural que tiene el agua. b) Detectar los puntos de depositación del material arqueológico. c) Elaborar un modelo de deterioro de la barranca que pudiera precisar el proceso de colapso de las áreas desaparecidas del asentamiento original. Antecedentes Metodológicos en el Extranjero El marco teórico metodológico tomado en cuenta para trabajar en el sitio es el establecido por el Dr. Thijs Maarleveld (director de la Oficina Estatal de Arqueología Subacuática del Reino de los Países Bajos). Las condiciones de visibilidad y tipo de suelos en los lechos de las cuencas fluviales holandesas, poseen grandes similitudes con las del Noreste Argentino. Es decir, ríos de llanura con alto nivel de arrastre de material natural en suspención (lo cual provoca visibilidad muy pobre o nula). Corrientes importantes y aporte sedimentario voluminoso son las otras características comunes a ambos casos. Dado el desarrollo logrado en los Paí-
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Los métodos para posicionar y mensurar al buzo o a los objetos requieren la colocación de elementos referenciales de fácil identificación al tacto. Cabos o caños que se convierten en las guías de aquellos que prospectan o excavan, y que permiten cumplir con el rigor de las tareas de registrar el material bajo el agua. El tacto es la vía de asimilación de información, ya sea por razones del trabajo arqueológico cuanto por razones de seguridad y supervivencia en el buceo. Sabiendo que es inviable la escritura bajo el agua con visibilidad nula (0 cm), se establecieron tiempos de buceo que permitieran recordar en forma precisa datos que serían registrados en superficie. Así se planificó la siguiente secuencia: un tiempo breve bajo el agua (15 minutos), cumplido el tiempo salir a transmitir lo sucedido (medidas, localizaciones, recuperaciones, etc.) de modo de ser anotado todo detalle dicho por el buzo, y luego un segundo buceo de igual tiempo al anterior seguido del mismo procedimiento de transmisión de datos y su registro. Es dable recordar que este sistema es factible dadas las profundidades menores que se registraron en el San Javier, las que no superaron los 10 metros. El oído complementó el sistema al ser la única vía de comunicación del buzo con la superficie. Por medio de alarmas en relojes digitales o de sonidos producidos en la superficie, cada operario bajo el agua fue avisado de la finalización de su tiempo de trabajo (15 minutos). Los sonidos generados con el golpeteo de dos martillos en el espejo del
río fueron el medio más efectivo de puesta en práctica de este sistema de comunicación. La mejor manera de operar con las corrientes fue plantear la posición de cada buzo de modo de no establecer oposición al agua. De esta forma cada persona se colocó longitudinalmente en relación al sentido Norte - Sur del torrente. En los casos de velocidades importantes (con posible arrastre de los buzos), las herramientas básicas que permitieron el trabajo (excava-ción o prospección) fueron los elementos de referencia. Abrir trincheras bajo el agua con alto nivel de depositación de material natural, y con la presencia de la corriente del río obligó a utilizar las manos como las herramientas únicas de excavación. Frente a la ausencia de visibilidad, el correcto uso de las manos es lo único que garantiza el adecuado cuidado del material. En lo posible se promovió trabajar sin guantes, bajo el presupuesto de no tener limitaciones en el tacto. Como apoyo al trabajo manual se contó con la asistencia de una transportadora de limo y desechos llamada draga de agua. Este dispositivo solamente se utilizó para retirar del área de excavación el material no recuperado. Teniendo un flujo de agua muy suave en su interior, permitió separar material arqueológico del sedimento, lavándolo dentro del caño de PVC de 4” de di ámetro, y recuperándolo ya limpio. Los elementos referenciales de fácil afirmación en el lecho (cuadros de grilla de caño de hierro) no sólo cumplieron su cometido de limitar el área de excavación, sino que además permitieron que la draga de agua y los buzos fueran asegurados a ellos y así evitar el arrastre de la corriente. Los cuadros utilizados fueron construidos con caños de 1” y ½ de diámetro de hierro, unidos por nudos metálicos de andamios con ángulos fijos de 90º y ajustados por bulones con tuercas. La dimensión definida de cada cuadro fue de 70 centímetros de lado. Las técnicas de registro fueron diseñadas especialmente para ser aplicables al medio acuático ya descripto. Como patrones de medición se utilizaron las partes del cuerpo del buzo, o algún objeto de dimensión fija conocida (cabo guía, grilla, jabalinas). Por el conteo de unidades de medición (pulgadas, dedos, largos de brazo, largos de una ba-
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+ rra rígida, etc.) se puede reconstruir una medida en un dibujo o plano. En la excavación con grilla se tomaron como referencia los lados de la misma en el caso de tener hallazgos. Con los datos traducidos se reconstruyó la información y resultó en planimetría y perfiles de cada zona de trabajo. Este testimonio incluyó descripciones del tipo de material del lecho, su superficie, capacidad de sedimentación; espesor, forma, textura y ubicación de los restos extraídos. Para ordenar y registrar la información que interesó a los fines del trabajo, se diseñó un sistema de fichas. En el mes de Diciembre de 1995 tuvo lugar la primera campaña de prospección en el Río San Javier. El resultado de la misma fue el relevamiento de 5 transectas a lo largo de la rivera Oeste. Prospectar las transectas, permitió recabar datos sobre diferenciación de los componentes del suelo, ubicación, extensión, profundidad, y características del lecho. En relación al material cultural resultó en el conocimiento de tipos de hallazgos, nivel de conservación, concentración en la superficie del lecho, y decantación. De modo de cumplir con los objetivos planteados para la prospección, se recurrió a la selección de lugares en los cuáles se observaron, en una primera aproximación, condiciones particulares o significativas en la margen Oeste del río. Los puntos en los cuáles el agua golpeaba directamente contra la barranca, así como los lugares donde se desplazaba paralelamente a la costa, fueron algunas de las características buscadas. Se consideró también la planimetría como fuente primaria de información y las referencias hechas por los arqueólogos terrestres. Se determinó la posición de una transecta por cada lugar. Las 5 zonas de trabajo4 fueron denominadas: 1. Las Gringas, límite Sur del sitio en la desembocadura del arroyo Las Gringas. 2. San Francisco Sur, en referencia a la ubicación en el sitio terrestre del Convento de San Francisco. 3. San Francisco Norte, (ídem anterior). 4. Cabildo Norte, en relación al solar del Cabildo. 5. El Último, en referencia al solar 26 B en tierra. Todas las rectas se ubicaron perpendiculares a la costa del río y fueron relevadas por triangulación. Se refirieron
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las medidas a puntos fijos ya ubicados en la planimetría existente. Se completó la medición con compás para determinar la dirección del cabo que materializó la transecta. En términos de trabajos subacuáticos se recurrió al uso de cabos para materializar las transectas. Se utilizaron 2 cabos de longitudes distintas, uno de 49 metros, y otro de 18 metros. Ambos se fijaron en sus extremos al suelo por medio de jabalinas metálicas de 1 metro de largo que se clavaron, una en el lecho y la otra en la línea de agua en la costa. El extremo Este fijado al fondo fue señalizado en superficie mediante una boya. La referencia establecida por la boya permitió conocer la posición relativa del buzo mientras desarrollaba su actividad, a través de la observación de las burbujas producto de la exhalación del aire. Los datos obtenidos se tradujeron a planos5 ( plantas y perfiles ). La Campaña de 1996 Durante Junio de 1996, se realizaron tareas de prospección de dos lugares y de excavación de otros tres. El acento estuvo colocado en el registro de la información y el conocimiento de todo lo sucedido durante la campaña por parte de todos los integrantes del grupo. Con el objetivo de completar el frente ribereño Oeste, hacia al Norte del sitio, se prospectaron dos transectas. Fueron denominadas: 1. El Museo, ubicada en línea recta con el edificio del Museo a los 90º Oeste. 2. Beethoven, localizada fuera del límite Norte actual de las Ruinas. En ambos casos se debió luchar denodadamente con la corriente, la cual se presentó en forma importante. El mayor problema fue la imposibilidad de tensar en forma recta el cabo guía. Para realizar un registro preciso se midió la deriva del cabo en su sector mayor, lo cual permite calcular el recorrido exacto que cada buzo hizo del lecho. Las transectas excavadas fueron: 1. Las Gringas. 2. San Francisco Sur. 3. El Último. La elección estuvo ligada al interés de abrir trincheras en lugares con resultados muy distintos en la prospección de Diciembre de 1995. Es así que se optó por la de menor rendimiento (Las Gringas) la de mayor (El Último) y la de resultados cuantitativamente medianos.
En las tres trincheras abiertas se procedió a realizar una recolección superficial como primera tarea. Se dejó así libre de material arqueológico, un área de 1 metro de ancho a cada lado del cabo guía y con una longitud variable según cada lugar. Acto seguido se fondearon cuadros metálicos de caño y se inició la secuencia de apertura de las trincheras. La longitud de la excavación en Las Gringas fue de 15 metros continuos por 0,70 metros al Norte del cabo. En San Francisco Sur se abrió un área de 17,5 metros por 0,70 metros al Norte del cabo guía. Finalmente en El Último, se excavó a lo largo de 14 metros por 1,40 metros de ancho tomados axialmente al cabo. La última trinchera mencionada fue la de mayor densidad de hallazgos. En tierra se armó una base de datos con especificaciones del material recuperado. El registro del material arqueológico permitirá generar datos para un análisis informático posterior. En el mismo se tuvieron en cuenta distintas categorías y variables para el procesamiento del material arqueológico. El primer rédito fue tener datos estadísticos en forma inmediata a la campaña. Los riesgos de retirar material saturado en agua de su contexto son muy elevados. Esto hace que en la mayoría de los casos no pueda evitarse la aplicación de tratamientos de conservación post excavación. La cerámica sin embargo reúne condiciones especiales ya que junto con la piedra, el hueso y las astas, son los materiales que bajo el agua se conservan en un 100% estables. Con estas consideraciones, el material retirado del lecho recibió un lavado y luego un secado controlado como únicas aplicaciones de tratamiento de conservación. Trabajo que se Convierte en Formación para Nuevos Especialistas En un área como ésta, en la cual no existe una formación específica en el país, y el trabajo en el agua requiere de ciertos conocimientos y experiencia, es que se hace necesario pensar en la formación de recursos humanos para el desarrollo de la disciplina. Los arqueólogos subacuáticos insisten en que su labor sería imposible sin la colaboración de los buzos deportivos y profesionales. De todos modos no basta con bucear, aunque convengamos que el buceo es una técnica básica. Hay que motivar al buzo aficionado a que
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+ adquiera ciertos conocimientos básicos para el trabajo arqueológico, y desarrollar en él la conciencia de protección y conservación del Patrimonio Arqueológico, en este caso del Patrimonio Cultural Subacuático. Por otro lado es importante, también, la incorporación a cursos de buceo de estudiantes del área de arqueología interesados en esta problemática. Para cumplir con este objetivo se están llevando adelante tratativas de convenios con Escuelas de Buceo de la zona, promoviendo de ésta manera un intercambio de conocimientos entre futuros arqueólogos y buzos deportivos. Cabe destacar que a pesar del medio y las dificultades, el rigor científico es posible, utilizando la metodología adecuada y preparando gente para esta labor. Conocimiento de la Dinámica del Río y Destrucción de la Barranca El modelo elaborado requiere obtener mayor cantidad de datos para ser sometido a una evaluación profunda que permita confirmarlo o desecharlo. Para ello se programa una tercera campaña que incluya más trincheras de excavación y recorridos de prospección. Debido a la adquisición de nuevos equipos de relevamiento y comunicación, en el futuro se utilizarán para incrementar el nivel de precisión de los trabajos. Por medio de su aplicación se levantarán datos como para armar un modelo tridimensional que permita corrobora las ideas sobre la dinámica del río y la erosión de la barranca que destruyó parcialmente el sitio terrestre. Personal que participó en el Trabajo en el Campo Susana Carballo; Guillermo Cavagnaro; Nelly De Grandis; Gisela Gagliolo; Javier García Cano; Sergio Massaro; Javier Novaro; Federico Orbuch; Juan José Rodríguez; Rodolfo Schenone; Mónica Valentini. Bibliografía Assadourian, C.; Beato G. y Chiaramonte, J. C. 1985. De la Conquista a la Independencia. Historia Argentina. Tomo 2. Paidós. Buenos Aires. Argentina. Bass, G. 1987. Oldest Known Shipwreck Reveals Bronze Age Splendors. National Geographic Magazine Vol 172, Nº 6, Diciembre 1987. Bucher, E. A. Bonetto y otros. 1993. Hidrovía: Examen inicial ambiental de la Vía Fluvial Paraguay-Paraná. Humedales para Las Américas. Buenos Aires. Argentina.
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Calvo, L. M. 1990. Santa Fe la Vieja, 1573-1660. La Ocupación del territorio y la determinación del espacio en una ciudad hispanoamericana. Santa Fe. Argentina. Carrara, M. T. 1995. Arqueología de las relaciones sociales en Santa Fe la Vieja. Comunicación presentada en las Segunda Conferencia Internacional de Arqueología Histórica Americana. Santa Fe. Argentina. Carrara, M. T. 1996. Santa Fe la Vieja, primer enclave urbano en el Corredor Paranaense. Comunicación presentada en las 1as. Jornadas de Antropoogía de la Cuenca del Plata. U.N.R. Carrara, M. T.; y De Grandis, N. 1992. El proceso de articulación social en Santa Fe la Vieja visto a través del registro arqueológico. En Reflexiones sobre el V Centenario. UNR Editora. Rosario. Argentina. Consejo de Europa. Recomendación 848. Apartado 4. 1978. Dean, M.; Ferrari, B.; Oxley, I.; Redknap, M.; y Watson, K.; editores. 1992. Archaeology Underwater, The NAS Guide to Principles and Practice. N.A.S. ( Nautical Archaeology Society ) Archetype. Dorset. Reino Unido. Dean, M. 1988. Guidelines on Acceptable Standards in Underwater Archaeology. Scottish Institute of Maritime Studies University of St. Andrews. Reino Unido. Frengüelli, J. 1954. La Márgenderecha del Río Paraná a la altura del Pueblo de Cayastá. Santa Fe. U.N.L.P. Notas del Museo, Tomo XVII, geología Nº 65. Iriondo, M. 1985. Introducción a la Geología. Ediciones del Río. Santa Fe. Argentina. Iriondo, M. 1972. Mapa geomorfológico de la llanura aluvial del río Paraná entre Helvecia y San Nicolás. Revista de la Asociación Geológica Argentina. Imprenta Coni. Buenos Aires. Argentina. L´Hour, M.; Long, L.; Rieth, E. 1989. Le Mauritius, la mémoire engloutie. Casterman. Grenoble. Francia. Maarleveld, Th. J. y van Ginkel, E. J. 1990. Archeologie onder water. Het verleden van een varend volk. Meulenhoff. Amsterdam. Reino de los Países Bajos. Muckelroy, K. 1978. Maritime Archaeology. Cambridge University Press. Cambridge. Reino Unido. Muckelroy, K. y otros. 1980 Archaeology Under Water, An Atlas of the World´s Submerged Sites. McGraw-Hill, Maidenhead, Berkshire Renfrew, C. y Bahn, P. 1993. Arqueología. Teorías, métodos y práctica. Ediciones Akal. Madrid. España.
Vulcano, C. y de Brito, A. 1982. Informe sobre las actividades arqueológicas llevadas a cabo durante 1982 en le marco del Proyecto “Puesta en valor de las Ruinas de Santa Fe la Vieja”. Buenos Aires. Argentina. Zapata Gollán, A. 1990. Obras Completas. Universidad Nacional del Litoral. Santa Fe. Argentina. Epígrafe Figura 1 Planta general del sitio y localización de transectas y trincheras Epígrafe Figura 2 Planta y perfil de la una transecta ______________________________ 1 Escuela de Antropología - Universidad Nacional de Rosario 2 Fundación Albenga - Universidad de Buenos Aires - Universidad de Morón 3 El promedio de visibilidad fue 0 centímetros absoluto. 4 Ver figura 1 5 Ver figura 2
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THORNE La vuelta de Obligado Oscar Méndez En el agua que viene del norte da vueltas un muerto, lentamente, boca abajo. Queda enredado entre los juncos de la orilla arcillosa. Thorne, abatido, dolorido y cansado se da cuenta de que es un criollo, entrerriano por la ropa, un voluntario, un vecino. Lo da vuelta y al ver su pobre cara desamparada, barbuda, remojada, el corazón se le aprieta. Un vecino que sólo vino a poner lo que tenía, su vida, para que estos prepotentes no pasen. Su ayudante interrumpe su pensamiento amargo tocándole el hombro y le señala el medio del Guazu. De vapores y veleros se descuelgan infantes, se sienten redobles de tambores que trae el viento como una mala noticia. Thorne nada escucha, una granada de obús, para cuando se acabó la pólvora, lo dejó sordo para siempre y le lastimó malamente un brazo. A los primeros que desembarcaron, después del bombardeo de horas y horas que desbarató las baterías argentinas, los corrieron con los cuchillos y a bayoneta. Y se burlaron los criollos cuando se volvían de apuro a los botes. Pero esta vez no, al calcular el número de los que bajan, sabe que esta vez no. Mira sombrío a los muertos y heridos graves que no se podrán llevar y hace un amplio gesto de retirada con su brazo sano. Se va último; hasta otra, dice para sí, jinete de su silencio. A1 galope vuelven a su memoria los gritos de su gente, que de tan fuertes, agrandaban el ruido de los cañoncitos que contestaban como podían, el fuego de los cañones del 80 de los barcos. Esta gente, esta gente. Tan muchas sus ganas y tan poca la pólvora. Va en medio del galope sin ruido y se imagina que así será cuando galope en la otra vida. Todo es distinto en este silencio, el color de los árboles, la bandera, el viento. Se siente como tratando de tomar la estela que cada movimiento deja detrás de las cosas. Llegan al hospital de campaña cercano a San Nicolás, donde sus vecinos atienden a los heridos como mejor pueden. Cuando le hablan asiente distraído y sonríe. El asistente, discretamente, explica a cada uno lo que le pasa al Coronel. De una figura tendida en un catre a la que le falta el bulto de una pierna, todo trapos y sangre, surge un brazo con un puño cerrado y él imagina las palabras del hombre. Y le habla Petrona Simonino y él le hace señas de que no la oye con gesto de disculpa. La mujer lo abraza y lo besa en la mejilla. Los heridos de su batería se incorporan a su paso. Piensa que tanto amor por una patria sólo presentida. tanto amor. Y los preclaros doctores viajados y lúcidos ayudando y saludando desde los diarios chilenos y uruguayos a la escuadra gringa. Esos presuntos compatriotas. Cuando le toca descansar da vueltas y vueltas en el catre, sueña la batalla de la tarde y siente de nuevo sus olores y sus ruidos. Otra vez pelean los patricios con los ingleses como en 1807. Retumban en su cabeza dolorida los cañones gigantes
de los barcos, una y otra vez. Vuelven a bajar los gringos, no muchos, vienen ciegos como sí los creyesen terminados. Los criollos acuden a los cuchillos y los cuchillos llevan mejor en su acero las ganas y la bronca que te ahoga cuando se te ganan en tu tierra, en tu rancho. Apenas bajan de los botes los atropellan, que ahora es de corazón a corazón y los gringos se retiran mal llevando los heridos que pueden y dejando sus muertos al río. De a ratos lo despierta el desasosiego y con la vuelta del sueño, vuelta a la pelea interminable. El Capitán de Navío Charles Honthan da las últimas órdenes para reparar la Gordon, nave insignia maltratada. Cuando Aberdeen le dio las órdenes estaban los dos de acuerdo en que sería sólo un paseo. Había que acompañar a los mercantes norteamericanos, dinamarqueses, de Hamburgo y de otras banderas a remontar el río hasta Asunción. Setecientos mil pesos fuertes flotando, buscando multiplicarse y abriendo camino para el comercio del futuro. Una vez declarada la independencia del Paraguay, de Entre Ríos y de Corrientes, lo demás sería fácil. El hombre de Buenos Aires tendría que avenirse a la razón. Ahora, Honthan, tiene gente muerta y muchos heridos, los barcos averiados y la cautiva San Martín atravesada por cien cañonazos. Como es un soldado profesional no se hace ilusiones sobre la gente de la orilla. Ya sabe, porque lo conoce bien, cuál es el sentimiento que los sostiene más allá de la razón. En los agujeros del ruido de los cañones sintió sus gritos atemperados por la distancia. Vio la pelea del 45 británicos con los hombres de Rosas. Sabe también que la flota pasará de cualquier forma y no se le escapa que los argentinos también lo saben. Piensa con lejana amargura en los banqueros que financian el negocio, cuyos representantes le colgarán una medalla en el pecho a la vuelta o que quizás una bala rebelde haga que la medalla se la cuelguen a otro. Total siempre habrá otro, siempre ha sido así. Extraño destino el suyo. Vivir peleando en todo el mundo con gente que defiende el lugar donde vive. ` Sigue con el catalejo la columna argentina que se retira. Y sabe que los volverá a encontrar en cualquier recodo del río. En la madrugada el infante John Trollope monta guardia en el puente del Bergantín Philomel. Supone que están esperando los barcos averiados por los salvajes. El Guazú inmenso se desliza a los costados del casco de madera sin ruido y tiene un engañoso color rosado. Tiene hambre y extraña su tierra y su tamiha. Para entretenerse piensa en sus hermanos y en sus padres y entonces se encuentra con la pobreza que lo alistó en la marina Entonces vuelve a mirar el río que de a ratos trae pequeñas islitas de plantas y flores. Siempre le gustaron los pájaros y aquí hay de todos los colores, de todos los tamaños, de todos los cantos; de todos los cantos. Ahora, con la primera claridad, despiertan y los siente entre los árboles de la costa, moverse y saludar la mañana. E muchacho ya no se siente tan solo. Ciertos ruidos le dicen que pronto le darán algo caliente y se siente más animado y dispuesto. Recuerda a su hermanita secretamente su preferida, que ahora
trabaja en una gran casa. Ocho hermanos y sólo dos en casa, con sus padres ya viejos Siente ruido de té caliente e intenta un silbido que le viene desde su niñez. Se oye un estampido y los pájaros se silencian Luego otro y otro más y una bala del 8 le pega en la cadera y lo hace girar y caer de costado, tratando de aferrarse a un cañón para no caerse al agua. Su mirada se hace brumosa, sonríe indeciso pensando en el té caliente y que cuando le releven podrá dormir y después mirará los pájaros y como todos los días descubrirá otros nuevos. Su sangre se desliza por el costado blanco del velero hasta mezclarse con el agua marrón del río. Isidro Monge está tendido de espaldas sobre la cubierta del bergantín Pandeur. Para donde mire hay sangre. Socarronamente piensa para si en cómo se alegraba ante la invitación de algún vecino para una carneada. Luego el baile, las guitarras y la ginebra. Lindas aquellas carneadas. Los ojos de la vaquillona o de la yegua queriéndose salir para afuera, mirando a ningún lado. Tiene una mala herida de sable en el costado y se la acaba de limpiar un tipo que parece un doctor. Lo desorienta el buen trato y el hablar raro de esta gente. Le viene a la cabeza el grito del General Mansilla, "alto los tenéis" Y luego, ahora, ellos lo tienen a él. Levantó a Mansilla cuando lo hirieron en la primer bajada de los gringos. A medida que mueren sus compañeros. Los van tirando al agua, aunque después de muerto todo es lo mismo, piensa Isidro. A medio incorporarse reconoce que están pasando por el Tonelero, donde hasta hace poco estuvo cavando hoyos y haciendo parapetos de tierra. De pronto ve la oportunidad, se para despacio y se tira desmadejado por la borda al río. El frío del agua lo reanima por un momento y hace como un amago de saludo para contestar los gritos de los franchutes del barco. Con el río se conocen muy bien y no de ahora. Deriva con la corriente sin contradecirla y bastante más abajo toca la orilla y entonces se da cuenta de que la mucha sangre perdida le hace ver, por momentos las cosas no muy claras. Cuando las sombras de antes del amanecer, que le cuidaran la escapada, se van yendo, Isidro Monge se da cuenta de que se muere. No puede subir la orilla. Ve pasar más barcos, muchos barcos y a la salida del sol descubre un velero blanco anclado cerca de la costa. Alcanza a ver a un centinela que camina por cubierta. Entre los árboles y amparados por una loma se mueven gente y caballos, Isidro trata ansioso de fijar la mirada. Aferrado a unas raíces asoma la cabeza y se da cuenta que es el Coronel Thorne con los restos de la gente de La Manuelita, su batería y también andan algunos de los rurales de Quiroga. Sacan los cañoncitos de las cinchas de los caballos y en un momento arman y le tiran al velero. Con el centinela, que queda colgado a medio irse al río. Piensa Isidro que en la guerra no hay que descuidarse ni distraerse. En un momento y aprovechando la confusión desarman y así como vinieron se van y entonces Isidro que quiso gritar: Coronel, Coronel!, se da cuenta de que ya no puede y en la polvareda va su mirada borrosa y su recuerdo de mujer e hijos chicos y su vida dura de pelea y trabajo, trabajo y pelea. En su ensueño de muerte vuelve su mocedad con los Colorados del Monte y un domingo de mañanita con sol todos festejan una pialada y está.Don Juan Manuel en un caballo negro con apero de plata, y también el baile y la entrerriana forastera, que ya hace mucho, una vida, lo trajo para los grandes ríos.
Y la historia siguiente, como el vuelo de un gran pájaro que se confunde con cielo y nubes, acompaña vigilante a la escuadra pirata de ida y de vuelta. Fue testigo del valor de los patriotas. Los vio levantar a su jefe, Mansilla, del barro de la costa, pesado su vientre de metralla, de hierro, como él mismo. Thorne y su gente hambrientos de pelea, hostigan días y noches a vapores y veleros, los desbaratan o los hunden, hasta que llega la lucha frontal del Quebracho donde sólo tiene un muerto y cuatro heridos, uno de los cuales es Thorne, norteamericano con corazón de gaucho, hermano y gaucho. La flota se vuelve mal herida, dejando también sus muertos al río y dando cuenta al mundo de lo que tienen dentro los hombres de esta tierra. Después, con el paso de los años el gran pájaro de la historia se torna oscuro de ingratitud. Un la de agosto muere en Buenos Aires, Juan Bautista Thorne, el que diera todo por la patria argentina, pobre de toda pobreza y olvido, que al hacer sus cuentas se encuentra sólo cobijado por el afecto de hijos y nietos criollos y marinos y algunos amigos. Más tarde su alma viajará la blanca estela de la torpedera Thorne, que quiebra el agua límpida de los mares argentinos.