DEL INSTITUTO HISTÓRICO DEL PARTIDO DE MORÓN Abril 1997 – AÑO IV - Nº 13 Editada por la Asociación de Amigos del Instituto Histórico del Partido de Morón Estrada 17 (U.G.C Nº 2) - Haedo (1706) AUTORIDADES Intendente Municipal Sr. Juan Carlos Rousselot Secretario de Gobierno y Legal y Técnica Dr. Carlos Hugo Bonicalzi Instituto Histórico del Partido de Morón Directora Prof. Graciela Saez STAFF DE LA REVISTA Dirección Prof. Graciela Saez Secretaria de Redacción Prof. Norma Videla Tello Composición y Diagramación Prof. Ana Bidiña Colaboradores Permanentes Prof. Hebe Clementi Prof. Carlos Suárez Prof. Carlos Birocco Prof. Cristina Marí Prof. Omar Cerviño Prof. Mariela Canali Procesamiento digital de imágenes Daniel Battilana Registro Nacional de la Propiedad Intelectual Nº 686.295 MOTIVO DE TAPA: Maestra Pascuala Cueto. Foto procedente del Archivo General de la Nación Los artículos firmados son responsabilidad de los autores Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de la revista, salvo expresa autorización de la Dirección 1
ÍNDICE Editorial
Pag. 3
Pascuala Cueto. Maestra. Aportes para una biografía. La escuela popular laica de Morón (1904-1910). Por Carlos Suárez.
Pag. 4
La mujer bonaerense colonial. Entrevista a Silvia Mallo.
Pag. 10
Los conventos de clausura de Buenos Aires Colonial.
Pag. 14
Un nuevo espacio para las mujeres. Por Alicia Fraschina. Relaciones ilícitas en la Cañada de Morón. Por Cristina Marí.
Pag. 18
La rebelión de las panaderas de las Conchas (1796-1797). Por Mirtha S. Larrandart.
Pag. 22
Mujeres del desierto. Cautivas y Fortineras. Por Norma Videla Tello
Pag. 28
Un antiguo caso de Poliandria en el Río de la Plata. Por Hernán C. Lux-Wurm
Pag. 31
La Cautiva. Una historia oral. Por M. Elena Ginóbili de Tumminiello.
Pag. 35
Fichas didácticas de los Partidos de la Provincia de Buenos Aires: Trenque Lauquén y Chivilcoy.
Pag. 40
Una suegra que se las trae... O suegras eran las de antes? Por Hebe Clementi
Pag. 44
La función económica de las mujeres en la Magdalena colonial Por Gabriela Gresores
Pag. 46
Cómo vieron los cronistas de Indias a las Mujeres Por Graciela Saez
Pag. 52
Un banquete de bodas en el Buenos Aires colonial Por Carlos M. Birocco
Pag. 59
Mujeres de nuestra Provincia: Avellaneda, Maipú, Florencio Varela, Dolores, Tres Arroyos, Belén de Escobar, Bragado, 25 de Mayo, Moctezuma.
Pag. 62
Material Bibliográfico recibido
Pag. 74
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Los trabajos de arqueología de subacuática en Santa Fe la Vieja. Por Mónica Valentini y Javier García Cano.
Pag. 75
René Pietrantonio.
Pag. 82
EDITORIAL Dedicamos el número 13 de la REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE a las Mujeres. Debemos decir que nos ha resultado grata e interesante la preparación de este ejemplar, para el que hemos reunido un frondoso material. En esta primera entrega, privilegiamos el período colonial, reservando para un segundo número a las mujeres de los siglos XIX y XX. La historia de las mujeres es abordada actualmente por los historiadores, acompañando un proceso de valorización de los sectores más olvidados, ya que a pesar de representar la mitad de la humanidad y ser indiscutidas protagonistas, se han mantenido invisibles para la historiografía tradicional. Se escribía sobre las "grandes mujeres" o sobre las compañeras de los hombres notables, siendo generalmente extraídas del contexto que las determinó a actuar como lo hicieron. La tendencia actual es ubicarlas en su relación con la sociedad, inmersas en el proceso histórico. La historia de la mujer se vincula por su misma índole, a la historia social, la vida cotidiana, las relaciones familiares, la sexualidad, la educación, el trabajo "no valorizado", etc. Son los temas que encara la microhistoria, la historia de vida, la historia oral, ampliando el enfoque metodológico de la investigación. Por estas páginas desfilarán indias, cautivas, fortineras, monjas, maestras, panaderas, empresarias, cocineras, suegras e intelectuales de nuestra provincia...y algo más. Desde este espacio deseamos, además rendir homenaje a todas ellas, que con su trabajo y sus sueños construyeron la historia de los pueblos.
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PASCUALA CUETO: MAESTRA. Aportes para una biografía La Escuela Popular Laica de Morón (1904-1910)* **
* Carlos Suárez
UNA PRIMERA INTRODUCCIÓN AL TEMA El Censo realizado en la provincia de Buenos Aires en 1881, había constatado que la población en edad escolar (6 a 14 años) existente en Morón totalizaba por entonces 1.217 habitantes (619 varones y 598 mujeres); que las escuelas públicas eran 4, atendidas por 8 maestros y las particulares 8, con igual cantidad de docentes. Porcentaje importante, si se tiene en cuenta que la población total para ese año sumaba 5499 personas. El Censo Nacional de 1895 establece nuevas cifras. La población total ha pasado a ser de 7880 habitantes, de los cuales el 65% son argentinos y el 35% extranjeros. En edad escolar, hay 891 varones y 956 mujeres, es decir, 1.847 personas. Pero concurren a la escuela solamente 890 (431 v. y 459 m). No van pero saben leer y escribir 399 (167 v y 232 m.). Entre quienes ni van, ni saben leer y escribir se cuentan 558 (293 v. y 265 m.). Estos datos son demostrativos del peso específico de este grupo etáreo y seguramente profundizando sobre los mismos para 1914 (tercer censo nacional), podríamos relacionarlos con la ampliación de la oferta educativa en la zona. Es decir que para fines del siglo XIX y principios del XX existe en Morón una estructura institucional del sistema educativo que podemos calificar como importante. De allí la repercusión que iba a tener en el ámbito de la sociedad moronense, la cesantía y expulsión que sufriera la maestra Pascuala Cueto, del cargo de Directora de la Escuela Nro.2, producido el 2 de septiembre de 1903, como así también la creación y funcionamiento durante siete años de la Escuela Popular Laica de Morón. LA PROTAGONISTA Y LOS HECHOS Justina Pascuala Cueto, tal su nombre completo, nació en Pergamino (Pcia. de Buenos Aires), el 30 de noviembre de 1857. Era hija del Sargento Mayor Jacinto Cueto y de Pascuala Cepeda. Hacia 1880 Pascuala Cueto figuraba entre el personal de la escuela graduada de la Parroquia de Catedral al Sur, que dirigía la educacionista Albina García; de allí pasó a la institución dirigida por Dorotea Jimenez donde permaneció hasta 1886. Ese año solicitó al Consejo Escolar la dirección de una Escuela Rural, siendo destinada a Bella Vista, donde permaneció hasta 1887. Es designada Directora de la Escuela Nro. 3 de Morón y a partir de 1890 Directora de la Nro.2, también en Moron. En este último establecimiento será protagonista de un incidente que sacudió vivamente al vecindario. LA DESTITUCIÓN DE LA MAESTRA “La tranquila sociedad de Morón se halla convulsionada por un hecho que, a estar a las informaciones que hemos recogido, se trata de un verdadero atentado contra la conocida educacionista Sta. Pascuala Cueto, que desde hace 16 años ejerce el magisterio en aquel pueblo y que ha sido violentamente separada de la Dirección de la Escuela Nro.2 de la localidad.” Asi comenzaba el relato publicado en el diario “La Prensa” el día 7 de septiembre de 1903. El corresponsal en Morón brindaba un extenso informe de los acontecimientos allí ocurridos a partir del día 2 de septiembre, cuando el Comisionado Escolar del lugar, se presentó en la Escuela y notificó a la Directora su destitución, ordenando entregara la escuela a una de las señoras que lo acompañaban.(1) Los cargos principales que realizó el Comisionado Escolar de Morón, Sr. Ciris Pignetto, fueron los siguientes: 1. La Sta. Cueto ha levantado suscripciones para la adquisición de un piano para la escuela
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y no lo incluyó en el inventario. 2. Ha levantado suscripciones para adquirir plumeros y escobas, contando con una suma mensual a ese efecto. 3. Ha desobedecido por repetidas veces las ordenes del Consejo Escolar y su enseñanza es deficiente. 4. Es maestra de una escuela socialista. 5. Tiene a los niños después de clase para darles conferencias. 6. No oye misa con regularidad y contricción. 7. Es directora de una revista en la que escribe contra las decisiones del Consejo Escolar. El cronista de “La Prensa”, que recogió las declaraciones del Comisionado Escolar, publicó en la misma edición, “la versión que hemos recogido de boca de varios vecinos caracterizados de Morón” y que en síntesis es la siguiente: • La Sta. Cueto, es una dama de ideas modernas, que en sus largos años de enseñanza, ha sabido captarse simpatías generales, por su laboriosidad, austeridad de carácter y costumbres. • El pueblo de Morón sale en defensa de la maestra y hace cargos graves contra la primera autoridad educacional de la localidad. Es incompetente, jamás se ha ocupado de asuntos de enseñanza y el desempeño de sus funciones deja mucho que desear. • El piano fue adquirido por suscripción muy voluntaria de todos y de la misma maestra, que gastó en él gran parte de sus ahorros, con el propósito de dotar a los educandos de un instrumento de estudio de la música y que podía ser utilizado en los festejos escolares. El piano era para ellos. • La Sta. Cueto ha enseñado en la escuela obrera local, donde varios artesanos concurren por las noches a recibir los rudimentos de la enseñanza bajo el patrocinio de personas de buena voluntad. • Ha dirigido la revista de educación que con el título de El adelanto se ocupa únicamente de cuestiones de la enseñanza primaria.(2) Añade el corresponsal, que se ha preocupado de hacer una fiel crónica de lo sucedido, para que el Consejo General de Educación ordene una investigación que ponga las cosas en su lugar. “El proceder de la autoridad escolar de Morón, es tan extraño como incorrecto y propio de los espíritus apasionados, por no decir de ciego absolutismo. (...) Ya es tiempo de entregar la educación a ciudadanos preparados y no a personas que por su actuación en otras esferas de la actividad humana, sólo sirven para contribuir a la desorganización del sólido edificio de nuestra enseñanza primaria.” UNA REUNIÓN DE VECINOS Un nuevo informe en “La Prensa” (el día 9) nos hace conocer la realización de una reunión en la cual “no menos de 200 vecinos participaron y condenaron este verdadero abuso de autoridad”. En la oportunidad hubo conceptos elogiosos de los distintos oradores hacia la Sta. Cueto, recordándose los servicios que prestaba a la educación. La reunión fue presidida por el Dr. Angel Giménez. Uno de los presentes, destaca el periodista de “La Prensa”, al tiempo que se identificaba como miembro de la Sociedad Cosmopolita de Trabajadores, realizaba la siguiente declaración: “La sta. Pascuala Cueto no ha hecho profesión de fé socialista, ha concurrido a la escuela nocturna que sostiene la Sociedad, con el sagrado deber de enseñar al que no sabe; y que nosotros estamos en su favor, no por defender un partidario,
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sino por la defensa de la verdad y la justicia, por la que luchan todos los socialistas del mundo.” La Asamblea de vecinos resolvió entonces presentar una nota al Gobernador de la Provincia, para que se constituya en Morón un Inspector imparcial y que sea separado el Comisionado Pignetto. Por esos días, además del diario “La Prensa” y de “La Vanguardia”, que habían denunciado el caso de la Maestra Cueto, se ocupa también de informar sobre el tema el diario “La Nación”. En este último, el 13 de septiembre, entre las noticias del conurbano, se destaca el siguiente título: El asunto escolar de Morón. "Persiste en Morón la agitación provocada por la separación de la señorita Pascuala Cueto, directora de la escuela Nro.2, y a una petición que subscrita por numerosos vecinos, ha sido elevada al gobernador de la provincia protestando de los procederes del comisionado escolar señor (Ciris) Pignetto en esta emergencia y pidiendo el envio de un inspector que establezca la verdad de los hechos, se agregará la celebración de un meeting popular en favor de dicha maestra, acto que se efectuará esta tarde en aquella localidad..." (3) ACTO PÚBLICO DEL 13 DE SEPTIEMBRE DE 1903 Probablemente ha sido el primer acto público importante realizado en el lugar. Las noticias de “La Prensa” bajo el título EN FAVOR DE LA STA. CUETO. Gran Meeting en Morón son en ese sentido concluyentes: “ ...se puede decir que el vecindario de Morón acudió en masa a la plaza de la localidad a reunirse en meeting para protestar..” A las 14 horas, abrió el acto el Dr. Angel Gimenez y luego hicieron uso de la palabra para repudiar la medida tomada contra la maestra Cueto, los señores Eugenio Gomez y Jorge Susini, este último presidente de la Asociación de Maestros de la Provincia de Buenos Aires. Se destacó también el mensaje solidario del prestigioso educador Dr. Victor Mercante. Posteriormente, la concurrencia, organizada en una larga columna desfiló por las calles de Morón dirigiéndose al domicilio de Pascuala Cueto, quién, desde la puerta de su casa agradeció la demostración. “ La concurrencia se disolvió aclamando ruidosamente a la Sta. Cueto”, registra el corresponsal. Momentos antes otra maestra, Clemencia Ceballos, ofrecía también sus servicios para enseñar en la Escuela Nocturna que sostenía la Sociedad Cosmopolita de Trabajadores.(4) UNA EXPERIENCIA RENOVADORA EN MORÓN LA ESCUELA POPULAR LAICA (1904-1910) Es probable que previéndose un largo y difícil trámite para lograr la reincorporación de la maestra, el Centro Socialista Femenino, que había colaborado con la organización del acto, planteó la apertura de un establecimiento educacional, para niños de ambos sexos, que estuviera a cargo de Pascuala Cueto. Había además otra circunstancia que favorecía el proyecto de una nueva escuela, en Morón, ese año (1903), la Sociedad Cosmopolita de Trabajadores, impulsó la creación de una Sociedad Protectora de la Instrucción Local, con el propósito de fomentar una mayor secularización de la educación y una posibilidad mayor de acceder a ella por parte de los sectores populares. En un excelente libro, titulado "Educación, cultura y trabajadores, 1890-1930", cuya autora es la licenciada Dora Barrancos, se dan a conocer los propósitos de esa Sociedad Protectora, que fueron proclamados en mayo de 1903: "1ro. Coadyuvar a las autoridades escolares al cumplimiento de la ley de educación. “2do. Propender al mejoramiento intelectual y moral de los niños que concurren a la
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escuela pública de la localidad. “3ro. Establecer clases especiales para adultos. “4to. Proporcionar ropa y calzado a los niños pobres. “5to. Crear una Biblioteca Pública. “6to. Celebrar certámenes en el pueblo." (5) Los que firman por la entidad son, entre otros, Angel M. Gimenez, Alejandro Maudet, Conrado Lopez, José Gaumundi, etc... Así fue como el 1 de marzo de 1904 (6), en la calle Brown 155, abría sus puertas una nueva experiencia docente: la Escuela Laica o Escuela Popular Laica de Morón, que lo mismo que sus iguales de Tres Arroyos, Junín, Lobos, Pergamino, La Plata y Villa Ballester, por citar algunas que las que se organizaron con posterioridad, intentaban nuevos caminos, nuevas formas pedagógicas y ampliar las bases de la sociedad desde el punto de vista de la capacitación de los trabajadores. Los fondos para su mantenimiento provenían de la Sociedad Protectora de la Instrucción de Morón, de la Sociedad Cosmopolita de Trabajadores, que además sostenía a la Escuela Nocturna, y de colectas que realizaban algunos de los lideres socialistas, en especial Fenía Chercoff de Reppetto y María de Spada, del Centro Socialista Femenino. Además, se contaba con la realización de actividades especiales y en ocasiones, funciones teatrales a beneficio de la Escuela. Rápidamente la Escuela encontró apoyo de familias moronenses y de Instituciones vinculadas al ámbito educativo. Así, se recibió la cesión de semillas por parte de la Escuela Práctica de Agronomía, que funcionaba en Santa Catalina, y un terreno por parte de la familia de Nicolas Repetto, para la práctica de huerta y granja. También contribuyeron a su mantenimiento algunos grupos masónicos, que como las Logias "Libertad, Fraternidad e Igualdad", “General Balcarce”, “República”, y otras del Rito Azul Escocés, participaban en experiencias de educación laica, aunque las mismas provinieran del campo socialista o anarquista.(7) El año 1905, la matrícula llegaba casi al centenar de alumnos, 35% de los cuales, lo hacían en condiciones totalmente gratuitas, abonando el resto una cuota de sosten para la escuela. Dos novedades importantes para registrar: la creación del Jardin de Infantes y el comienzo de tareas de capacitación docente. Las excursiones, los trabajos prácticos en las clases de agricultura, las visitas a industrias, hornos de ladrillos y granjas, eran el método corriente de enseñanza. Un informe de mayo de ese año decía: "Los niños han adquirido conocimientos prácticos, que dan por cierto mejores resultados que toda la teoría que se inculca en la escuela, que no hace más que confundir la inteligencia; los ejercicios que se hacen con estos trabajos vigorizan las facultades físicas y mentales." (8) En 1906, la Escuela programó excursiones didácticas. El Jardín Zoológico de Buenos Aires, fue una de las visitas más destacadas. Los alumnos con sus maestras y Directora. “Era digno de ver, dice un informe, el contento de los alumnos de ambos sexos, sus charlas y el interés con que hacían sus anotaciones sobre todo lo que veían. A las 7.15 se arribó a Once y con el tranvía 68 se continuó al Zoológico. Desde las 8.00 y hasta las 3.00 de la tarde se permaneció allí, sin que se note cansancio. Los alumnos mayores y más aplicados han hecho líndisimas composiciones. Los otros han aprovechado el tiempo viendo por sus ojos, lo que probablemente les quedará grabado por muchos años” .(9) El tema de la capacitación docente era fundamental para el grupo dirigente y se lo hacía a través de las llamadas Conferencias pedagógicas, a través de las cuales se impartía al personal docente y practicantes de dicha escuela la "actualización conceptual e
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instrumental". Estas conferencias consistían “en lecturas de todos los asuntos relacionados con la instrucción, a fin de que las maestras renueven sus ideas y adquieran más conocimientos científicos; se dan también clases prácticas para que los docentes puedan hacer sus críticas pedagógicas ya fueran estas bondadosas o perjudiciales” . A estas sesiones, que se daban los días sábados entre las 8.00 y las 10.00 horas, podían concurrir quienes asi lo deseaban, además de los protagonistas, para participar de la experiencia.(10) Todas estas innovaciones como el aprender ciencias naturales practicando la horticultura, o matemáticas mensurando terrenos, o estimulando la observación en los procesos productivos fabriles, ponían gran distancia entre la Escuela Laica de Morón y los establecimientos públicos y privados de entonces. "La enseñanza práctica se mostraba también en otras situaciones que tendían a capacitar para algunos oficios, como era el caso del taller de carpintería en donde se construían muebles destinados a ser usados en la escuela, como bancos, armarios, mesas, etc. Resulta muy evidente la preocupación de los dirigentes pedagógicos en la cuestión de vincular por un lado la enseñanza con situaciones objetivas y por otro de establecer un inmediato curso de preparación para el trabajo."(11) En 1908, la Escuela cubría el Jardín de Infantes, el nivel primario completo, los tres primeros años del Colegio Nacional y clases nocturnas para trabajadores (entre las 19.30 y 21.00 horas). Dentro de las experiencias educativas de la época, fuera del ambito público, la que se realizaba en la Escuela Popular Laica de Morón era de la mayor importancia. De allí que algunos funcionarios partidarios de la renovación pedagógica y laicistas, apoyaran las iniciativas de la escuela; informes de inspectores del ministerio dan testimonio de ello. Se daba la paradoja de que una Escuela, dirigida por quién había sido destituída de su cargo, comenzaba a formar allí candidatos al magisterio, que previo exámenes de rigor en La Plata quedaban habilitados en el ámbito provincial. Entre las primeras egresadas figuran Catalina Badaracco, Josefina Ferrero y Carmen La Roca, que inclusive revistaron como maestras en la misma Escuela Popular Laica. En el año 1909 había inscriptas en sus cursos de capacitación 18 maestras de los alrededores de Morón. Un análisis cuantitativo de los siete años en que funcionó, arroja las siguientes cifras: En " " " " " "
1904 - 82 alumnos. 1905 - 89 " " " 1906 - 78 " " " 1907 - 73 " " " 1908 - S/datos " " 1909 - 120 " " " 1910 - 120 " " "
Los grados superiores concurrían de 7.30 a 11.30 horas y los primeros funcionaban entre las 13 y las 16 horas. Además de las materias correspondientes, había maestros de música, francés, italiano y corte y confección. Las clases nocturnas permitían preparar alumnos para el Colegio Nacional y un buen número de señoritas cursaban allí los cursos preparatorios del Magisterio. Además, en el año 1909 había inscriptas para mejorar su capacitación profesional, 18 maestras que residían en localidades vecinas a Morón En un despacho de "La Prensa", publicado el 18 de noviembre de 1910 se anuncian los exámenes de la Escuela y una fiesta y exposición escolar a realizarse el día 27, en el Teatro Italia Una, 25 de mayo 844. Las clases públicas, dice el corresponsal "versarán sobre lectura, escritura, aritmética, idioma nacional, geografía, historia nacional, geometría, ciencias naturales, francés, confección, trabajo manual, etc.. En la fiesta del 27, además de las comedias y bailes infantiles, varios oradores desarrollarán temas sobre educación laica. El acto será amenizado por la orquesta del profesor Cianciarulo."
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No obstante estas perspectivas, sorpresivamente, el año 1910 fue el último de la experiencia. La explicación formal fue que el sostener financieramente a la institución costaba más de 6.000 pesos anuales y las cuotas de los alumnos llegaba a 1.200 pesos y ya no alcanzaban aportes, ni colectas (en 1904, los aportes iniciales, para su puesta en marcha, habían sido 265,50). Podriamos sin embargo preguntarnos, ¿cómo no se encontraron recursos para continuar la obra?. Y con respecto a Pascuala Cueto, su actividad en la localidad continuó varios años más, como se verá oportunamente. Dora Barrancos, en el libro que comentamos, cree que el motivo fundamental fue un "giro significativo" dado por el IX Congreso del Partido Socialista. En el informe que Nicolas Repetto presentara el 26 de diciembre de 1910 en dichas deliberaciones, dice: "debemos propender a que los recursos del Estado se dediquen preferentemente a mejorar la enseñanza y al fomento de las escuelas." (12) Esta propuesta, aprobada por unanimidad, dividía aguas, se planteaba el tema de la educación pública como una responsabilidad del Estado y por ende se consideraba conveniente no realizar actividades que libraran a éste de esa responsabilidad. El ciclo de la Escuela Laica de Morón concluía abruptamente, se estima sin embargo que fue el ejemplo "más elevado que el socialismo político y gremial pudieron ofrecer en materia de educación primaria (...) una de las experiencias más completas que el laicismo alternativo ofreció en este país..." (13) Podríamos agregar también el cálido apoyo que la sociedad moronense brindó a esta experiencia. Las familias enviaron a sus niños independientemente de sus creencias o principios políticos. El prestigio de la institución y de su directora fue lo suficientemente fuerte como para vencer cualquier tipo de prejuicio. Vamos a finalizar este apartado recordando algunos de los docentes que por esos años se desempeñaron en la Escuela Popular Laica de Morón: ♦ Jardín de Infantes: Amalia Asquiero, ♦ canto y grados infantiles: Victoria Gucovsky, ♦ maestro especial de francés: Enrique Sauvaire, ♦ dibujo: Fenia Chertcoff, ♦ segundo grado: Isabel Sibille, ♦ tercer grado: Maria E. Ferrero ♦ cuarto y quinto grado: Carmen La Rocca, ♦ labores: María L. Grana ♦ también recordamos a Cristina Maletti y Catalina Badaracco Con respecto a su directora un escritor local la supo describir así: "de una regular estatura, morocha clara, con ese tinte inconfundible de nuestra auténtica raza criolla (...) Unía a su señorío de matrona de otros tiempos, un respeto imponente, solemne "no se que" de atrayente y rara influencia psicológica, la que emanaba de toda su gentil personalidad.".(14) *Este artículo forma parte de un trabajo en elaboración sobre Pascuala Cueto y aborda el período en que se funda y dirige la Escuela Popular Laica. Notas 1- Cf. Diario “La Prensa”. El corresponsal del Diario cubrió con varias notas el conflicto suscitado en Morón. Existen informes los días 7, 9, 13 y 14 de septiembre de 1903. 2 - Con respecto a este periódico, que dirigido por Pascuala Cueto se publicó entre 1897 y 1903, ver Partido de Morón. Apuntes para una Historia del Periodismo. Morón, 1994. 3 -“La Nación”, 13/9/1903. 4 - “La Prensa”, 14/9/1903. 5 - Barrancos Dora, Educación, cultura y trabajadores (1890-1930), Buenos Aires, CEAL, 1991, p.56. 6 - El acto inaugural de la Escuela fue ampliamente publicitado en “La Vanguardia”, periódico del Partido Socialista. Dió un discurso sobre la educación el dirigente Nicolas Repetto y también habló al público
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asistente la Sta. Cueto. Dos días después, el 3 de marzo, la compañía de Pablo Podesta dió una función a beneficio en el Teatro Apolo. 7 - Barrancos, op.cit. pp.60-61. 8 - Idem, pp.61-62. 9 - Ver “La Vanguardia”, 30 de marzo de 1906. 10 - Ver “La Vanguardia”, 6 de marzo de 1907. 11 - Barrancos, op.cit. p.64. 12 - Citado por D.Barrancos, p.74. 13 - Barrancos, op.cit. pp.72-73. 14 - Cf. Coria Edgardo Aurelio, Compilación histórica de Morón (1583-1950), p.199.
* Docente de Historia e Investigador
LA MUJER BONAERENSE COLONIAL: ENTREVISTA A SILVIA MALLO Para inaugurar nuestra serie de reportajes a acreditados personajes de la cultura bonaerense, hemos escogido una figura de vasta trayectoria en el medio historiográfico nacional. Se trata de la profesora Silvia Mallo, autora de numerosos artículos sobre los más diversos aspectos del Buenos Aires colonial. Actualmente se desempeña como investigadora de carrera del CONICET, e integra asimismo un equipo de investigación sobre la población negra y mulata rioplatense en el marco del Instituto de Asia y Africa de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Su fecunda producción en el plano historiográfico ha corrido paralela a su no menos reconocida labor docente en la Universidad de la Plata, donde es adjunta en la cátedra de Historia de América Colonial. En esta ocasión, el licenciado Carlos Birocco ha tenido la oportunidad de consultarla sobre uno de los temas de su especialidad, el de la mujer bonaerense en tiempos de la dominación hispánica. CB - ¿Cuáles son las razones que motivaron su interés por el tema de la mujer colonial? SM - La fuente principal que utilizo para indagar aquello que he querido conocer y definir en mis trabajos, la sociedad rioplatense en la transición del siglo XVIII al XIX, son los archivos judiciales. He tratado de determinar cuáles eran los distintos sectores sociales y su comportamiento, y estos archivos tienen la ventaja de que nos permiten acercarnos a los sectores más bajos a través de los conflictos que sufre esta parte de la población. Allí me encontré con que había un 40 por ciento de presentaciones realizadas por mujeres. Y si partimos de la base de que la mujer estaba en una situación de dependencia respecto al marido -si es que estaba casada, ya que hay que tener en cuenta de que el concubinato era otra de sus realidades- lo impactante es que la justicia fuera un campo en que la mujer podía accionar, que fuera accesible a ella. CB - ¿Pero estas mujeres escriben sus alegatos o hay procuradores que intervienen en su nombre? SM - Bueno, los alegatos casi siempre los firma un procurador, pero esto marca como contrapartida que éste adopte criterios propios de la posición de las mujeres, criterios de género, de los que tanto se está hablando ahora. Aquí no importa solamente la mujer en sí misma (un enfoque así deriva en formas de feminismo total, que no es lo que a mí me interesa) sino la mujer integrada a esa sociedad, dentro de un sistema de patriarcado, que es lo que la define en ese momento. He querido saber cómo actuaba esta mujer, que era 10
además una mujer que vivía en una zona de frontera. No sólo en un área marginal de lo que era el Imperio Español, sino en la frontera misma, si tenemos en cuenta que la zona ocupada por los españoles alcanzaba la Magdalena y escasamente el interior de la provincia, y una sociedad de frontera como ésta era más o menos abierta, más flexible respecto a normas que en otras partes eran aceptadas de una manera más rígida. CB - En este momento, ¿está dedicada al estudio de la mujer urbana o de la mujer rural? SM - Yo me dediqué en primer lugar a la mujer en términos generales, presentándose ante la justicia, y tuve esa sorpresa de encontrarme con una mujer con una libertad mucho mayor de lo que suponíamos. El punto de partida es la idea que tenemos de la mujer en períodos anteriores. ¿Cuál es la suposición? Que esta mujer sale solamente para ir a misa, que obedece lo que el marido le dice, que se preocupa por la crianza y la educación cristiana de sus hijos, su función específica. Una de las cosas que me ocuparon fue tratar de contraponer los ideales de lo que la mujer debe ser con la realidad de lo que la mujer era concretamente. Por empezar, no pensábamos en una mujer trabajadora, y sin embargo nos encontramos con que colaboraba en el sostenimiento del hogar, a veces en lo que se llamaba las tareas mujeriles, como el lavado y la costura, o contribuyendo en la crianza de hijos ajenos, además de los propios. A mi juicio, se trataba de una mujer absolutamente activa, que tenía intenciones de seguir siéndolo, de defender el espacio que estaba ocupando. Pero aparte de esto nos hallamos con otra mujer, la que estaba al frente de las pequeñas empresas como una pulpería o un pequeño negocio. Hubo una, por ejemplo, en la zona de la Costa de San Isidro, que no solamente dirigía la pesca sino el traslado a Buenos Aires de esa producción. Y tenemos mujeres en el campo que se desempeñaban sin ayuda, ya sea dirigiendo a quienes hacían el trabajo o trabajando ellas. Esto se aprecia en los Censos que se realizaron en 1789 en algunos partidos de la campaña, en los que aparecen mujeres propietarias que ponen en producción sus tierras. CB - ¿Y a qué conclusiones la llevó el hecho de confirmar este rol activo de la mujer en el Río de la Plata colonial? SM - En esta contraposición de lo real y lo ideal, lo primero que traté de determinar fue la posición de la mujer y la forma en que ésta defendía su espacio. Independientemente del hecho de que los archivos judiciales nos hablan específicamente de conflictos, nos permiten ver a una mujer en actividad, absolutamente dinámica ya en el siglo XVIII. Porque existen algunas posturas que afirman que recién en el siglo XIX, cuando los hombres tuvieron que irse a la guerra, las mujeres tuvieron que ocupar ese espacio. Pero mucho antes de la guerra ya había gran número de mujeres solas, por ejemplo las de los comerciantes que viajaban a otras provincias y tardaban muchos años en volver, o las de los peones de campo que temporariamente dejaban el hogar. Esas mujeres estaban acostumbradas a enfrentar sin ayuda una cantidad de situaciones, algo que parece contradecir las características del patriarcado. Con esto se reafirma aquello de que estamos ante una sociedad ciertamente abierta, proclive a permitir distintos tipos de estrategias de supervivencia, tal como se aprecia al ver a esa mujer en movimiento. CB - ¿Esto que Ud. marca invalida la tesis de la mujer objeto, la que debía abocarse a hacer vida maridable? SM - No, lo que yo digo es que dentro de los ideales existe una conciencia bien clara de que el deber ser es convertirse en señora de su casa, sujeta a las órdenes de su marido. Pero veo también que hubo mujeres que no aceptaban esa situación. La consulta de los expedientes de divorcio del siglo XVIII me permitió comprobar hasta qué punto mujeres de distintos sectores sociales no aceptaban este ordenamiento cerrado que les imponía el hombre. La Iglesia, que tenía una posición aún más cerrada que la de los mismos maridos, trataba mediante las conversaciones, que éstas tenían con sus confesores que la unión se
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reconstituyera, aunque en defensa de la posición del hombre dentro de la misma. Se trataba del resguardo de un ordenamiento masculino que afectaba a todo al grupo familiar, no sólo a la esposa, sino también a los hijos y a los esclavos. Sin embargo, algunas mujeres protestaban, y una de las cosas contra las cuales lo hacían, sobre todo las de los sectores medios y bajos, era la costumbre de la golpiza por parte de sus maridos. En la opinión de Sylvia Arrom, que encuentra casos similares en el Bajío de México, esa protesta estaría vinculada a una búsqueda de protección por parte del Estado, al que le interesaba que la unión se mantuviera en términos de lo patriarcal pero en una convivencia más o menos armoniosa. A medida en que subimos en la escala social, otro de los motivos por los que se producía el divorcio era la administración de los bienes. Los casos de maridos que gastaron la dote de sus esposas o intentaban apropiarse de su herencia sobran en la documentación. CB- ¿Hubo casos en que, por el contrario, la mujer aprovechaba su rol de esposa o concubina para situarse en una mejor posición social? He citado en varias oportunidades el de una porteña cuyos padres mueren al poco de que se casa; su marido, entonces, se fuga con la dote. En lo sucesivo, ella va a convivir con tres hombres, a los que tiene la intención bien clara de aprovechar en lo que pueda para reubicarse económicamente en una situación ventajosa. El primero de ellos le da posibilidades de hacerlo aportándole bienes; tuvo tres hijos con ella, pero nunca llegaron al matrimonio porque los dos estaban casados. A un segundo concubino lo termina echando porque no hace nada y vive de lo que ella consiguió del primero. El tercero, con el que tiene una hija, no se esfuerza demasiado en trabajar pero algo hace, a diferencia del anterior. A esta última hija, que ve con mayores condiciones que a sus hijos varones mayores, ella le va a traspasar la mayor parte de los bienes en herencia. Todo esto está indicando una adaptación por parte de esta mujer, cierto que sobre la base de lo que su primer concubino le ha dado, pero digamos que desarrolló estrategias para que no le sucediera de nuevo lo que le ocurrió con su marido. Concretamente, la mujer colonial es consciente de que muchas veces tiene que buscar su sustento sin esperar el respaldo del hombre. Es una cuestión que se ha remarcado permanentemente en la historiografía hispanoamericana y portuguesa coloniales: la existencia de mujeres que quedan al frente del hogar, y tienen que procurarse la supervivencia. Se contradice el ideal patriarcal de que era el hombre quien debía mantener a la esposa y a los hijos: es por eso que quiero ahora trabajar con género masculino, para ver por qué esta reiteración de casos en que los hombres se apoyaban sobre la herencia o el trabajo femeninos. CB - ¿Cómo era el trato de estas mujeres con los hombres? SM - Podemos observar que las mujeres coloniales ejercían autoridad sobre hombres de sectores más bajos a los que ellas pertenecían o sobre miembros jóvenes de su propia familia. A la muerte de su marido, una estanciera eligió a uno de sus sobrinos para dirigir sus haciendas como capataz, pero este sobrino terminó por no resultar apto y ella tomó la determinación de reemplazarlo. Estas mujeres de la campaña hablaban personalmente con el comandante de milicias o con el alcalde cuando les surgía un problema. No se nos presentan como limitadas a cumplir con ese rol pasivo que les indica el patriarcado, o bien estamos ante un prototipo de patriarcado muy especial de esta zona de frontera, que admite otras variables que va a ser necesario definir. CB- ¿Y cómo se desempeñaban en el manejo de esclavos? SM - La mujer tenía por un lado una actitud de ama y por otro de búsqueda de beneficios, y esto no sólo en el caso de viudas a la cabeza de una familia. Las mujeres dentro de su casa organizaban el trabajo de los esclavos con ese criterio, o bien negociaban los jornales de los negros cuando los alquilaban a otros. No aparecen sentadas a un clave como en la Era Victoriana, sino que estaban muy al tanto de lo" que debían hacer", aunque eso no significa que no tuvieran plena conciencia del ideal impuesto por los hombres.
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CB - ¿La mujer discriminaba a la mujer? SM - La mujer discriminaba a la mujer, sí, sobre todo según la raza. No existía solidaridad de género. La estanciera adoptaba criterios de superioridad sobre la sirvienta indígena, la criada, la esclava. Eso no implicaba que no desarrollara ciertas formas de convivencia y de diálogo con éstas, pero siempre conservándose en su posición de ama. Es una especie de transacción: hoy necesito que me ayudes en tal cosa, pero no te olvides qué lugar me toca a mí y qué lugar ocupás vos. Esto, por ejemplo, se ve en los tratos amorosos, como cuando la esclava cómplice hace pasar al candidato y lo esconde debajo de la cama. CB- ¿Y qué pasaba con las mujeres débiles, las que no podían asumir la lucha por la subsistencia en este sistema patriarcal? SM - Es cierto que te encontrás con mujeres muy golpeadas, o que son despojadas de sus hijos. Pero en los archivos judiciales, que son conflicto puro, yo encuentro muchas mujeres dispuestas a luchar por lo suyo, a preservar sus espacios, a asistir a los fandangos a bailar, y eso es lo que los hombres le critican. En los expedientes de divorcio el hombre dice que quiere separarse porque no podía contener a su esposa, o porque la esposa no respondía a sus órdenes o se escapaba para irse con otros. Este tipo de acusaciones aparece en forma permanente. Me alegro por ellas, por otra parte, por lo menos se divertían (risas). CB- Quiero recordarle, para terminar, el trabajo que Ud. realizó sobre las informaciones de pobreza. Sería interesante conocer si las mujeres recurrían al mismo discurso que el hombre, ya que como Ud. plantea la pobreza era vista en la Colonia como una condición relativa: se era pobre dentro del estrato social al que se pertenecía. El que se presentaba como un pobre estanciero no se homologaba al peón, sino que se consideraba por debajo de ciertos niveles de riqueza, por ejemplo en relación con los comerciantes de la ciudad. Esto lo he visto en el caso de Manuel de Pinazo, que era un terrateniente fuerte en Escobar, pero que en un d ocumento se manifestaba como pobre. SM - Sí, cuando uno va viendo esta documentación hay algunos casos que te indignan genuinamente, uno se pregunta por qué se presentó como pobre. Pero también sabemos que ante la justicia hay un discurso que te permite ubicarte en determinadas posiciones, ya sea ante el procurador o ante los jueces. Lo que me interesó fue esa contraposición entre el discurso de los empleados de la justicia, que reciben su paga de los juicios, y el de los litigantes, que si actuaban como pobres significaba para aquellos que no recibían nada. Para los empleados de justicia sólo contaba si estos no tenían vivienda, o si vestían con harapos, y en los otros casos se negaban rotundamente a que actuaran como pobres. Una de las cosas que más me interesó al escribir este trabajo fue la definición de la pobreza elaborada por ellos mismos: se dicen por ejemplo pobres un estanciero como Pinazo, o la viuda de un comerciante de Córdoba cuyos hijos son también comerciantes pero que dice tener un mal pasar porque los negocios en ese momento no van bien. Estos no son pobres de acuerdo a como nosotros consideramos la pobreza, ni son lo mismo que aquella mujer salteña que para comer pescaba en el río y que pedía actuar como pobre para preservar la honestidad de sus hijas, que de lo contrario tendrían que prostituirse. Por eso digo, en las mujeres la conciencia de lo que debe ser está bien clara. Pero no nos olvidemos que no estaban viviendo en un siglo XX con antibióticos que te preservan la vida, y que eran concientes de lo que es la muerte, y eso es lo que las ponía en una situación activa frente a la vida. En los documentos del siglo XVIII he encontrado locos y he encontrado enfermos, pero no deprimidos. No se paraban a pensar qué destino me ha tocado: enseguida se ponían en movimiento para tratar de modificar situaciones. Creo que esto tiene bastante que ver con esa mujer de la que hablo.
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LOS CONVENTOS DE CLAUSURA DEL BUENOS AIRES COLONIAL UN NUEVO ESPACIO PARA LAS MUJERES Alicia FRASCHINA* A mediados del siglo XVIII se fundaron los primeros conventos de monjas en Buenos Aires: en 1745 el de Santa Catalina de Sena, de monjas dominicas y en 1749 el de Nuestra Señora del Pilar, de monjas capuchinas, ambos de clausura. Acontecimiento importantísimo para las mujeres porteñas que en el momento de tomar estado habían tenido que optar entre el matrimonio, permanecer solteras por lo general en casa de alguna hermana, o convertirse en beata, es decir llevar una vida de reclusión y oración generalmente en su propia casa. Desde mediados del siglo XVIII tuvieron una nueva opción: la vida religiosa en un convento de clausura. La vida conventual está hecha de espiritualidad y cotidianidad. En el convento se dan las pequeñeces de la vida diaria y otros momentos en que se busca una unión perfecta con Dios mediante la oración. En este devenir entre lo cotidiano y lo espiritual encontramos el significado de la vida religiosa. La vida religiosa se desarrolla dentro de un espacio muy definido. Los conventos de Buenos Aires fueron edificios compactos que expresaban el sometimiento a una disciplina y vigilancia impuesta por el Concilio de Trento a mediados del siglo XVI. El espesor de los muros, la cantidad de las puertas y rejas, el material de los velos y paredes que debían colocarse en algunos lugares, los barrotes y vidrios opacos de las ventanas, los postigos que debían ponerse en las puertas, el locutorio y la sacristía: todo fue reglamentado. A partir de Trento lo que estaba disperso tuvo que unificarse. Así veremos a las monjas ya no sólo rezando en comunidad, sino también comiendo unidas en el refectorio o reunidas en la sala de labor. Al mismo tiempo el convento les brindaba un espacio personal: la celda. Las veremos moviéndose en los dos niveles diferentes: como miembros de una comunidad e individualmente. En la Almoneda y remate de la obra del convento de Santa Catalina de Sena tenemos una buen descripción del mismo: éste se debía componer de "una iglesia con su sacristía, y dicha iglesia con su coro alto y bajo y asimismo el patio principal con dos altos, que lleva en la vivienda de abajo quince celdas y tres escaleras y correspondientes arriba otras quince celdas, y todo alrededor un corredor de tres varas de ancho y con veintiocho arcos, y veintiocho pilares y su pozo en el medio, asimismo la portería con los tornos y tres locutorios, y un cuarto para el capellán, y un segundo patio con su refectorio, aguamanil, con su despensa, cocina y una sala grande para dormitorio en lugar de la enfermería, y dos distintos parajes para lugares comunes, y el otro patio lleva su comedor y su pozo en el medio, y en este segundo patio no lleva más que la habitación baja y todo cercado de cuatro varas de alto y tres varas de grueso, toda la pared de la cerca y todo con sus puertas y ventanas, y en los coros, en el bajo su reja de hierro y en el alto su celosía de madera". Con respecto al tiempo cabe preguntarnos cómo lo concebían y en qué lo ocupaban. Este debía estar dedicado al espíritu, tanto el tiempo diario como el anual, con una división del mismo impuesta por la liturgia. Todo estaba minuciosamente previsto y reglamentado, impregnado de alegría o mortificación, según las distintas etapas. Pero ese espíritu que había que dedicar todo el tiempo, estaba inserto en un cuerpo que había que vestir, alimentar, dominar, cuidar. En este artículo nos proponemos analizar cómo se daba en la
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vida cotidiana esa imbricación entre lo cotidiano y lo espiritual. En ambos conventos existían monjas de velo negro o coristas y monjas de velo blanco, también llamadas conversas o serviciales. Las monjas de velo negro tenían como principal obligación el rezo del Oficio divino en el coro. Eran monjas contemplativas cuya tarea principal consistía en lograr la unión con Dios por medio de la oración mental y vocal. Las oraciones se realizaban en latín, tarea para la que eran formadas por la maestra de novicias durante el año de noviciado. También tenían momentos dedicados a su formación espiritual y otros en los que realizaban labores de mano. Las monjas de velo blanco se ocupaban de los oficios corporales: la limpieza del monasterio, el lavado de la ropa, la comida. No estaban obligadas al rezo del Oficio divino, sino al rezo de determinado número de Padrenuestros y Avemarías en las distintas horas canónicas, debían levantarse a la misma hora que las demás, asistir a misa diariamente y podían ser eximidas del ayuno en algunas épocas del año en atención al trabajo corporal que realizaban. El día de las capuchinas comenzaba a medianoche. A las doce de la noche las monjas se levantaban y se dirigían al coro, donde rezaban Maitines y Laudes. Algunas monjas ya no se acostaban y, a modo de sacrificio, permanecían despiertas entretenidas en alguna lectura espiritual o en una labor de mano. Las catalinas se levantaban a las cuatro. Al sonido de treinta y tres campanadas se dirigían al coro para rezar Maitines y Laudes. En cada una de las horas litúrgicas se leían o cantaban salmos, himnos de alabanza, algún capítulo del Antiguo Testamento y otras lecturas correspondientes al Oficio de cada día. Las capuchinas rezaban sin canto; las catalinas cantaban y acompañaban el canto con órgano o clave. A partir de las 5 de la mañana las oraciones y tareas eran similares en ambos conventos. A esta hora se rezaba Prima y Tercia. Luego el capellán celebraba la misa, a la que todas las monjas de ambos velos debían asistir. Alrededor de las 6.30 se servía el desayuno, que consistía en una taza de té o mate con un pancito. A continuación volvían al coro para rezar Sexta y Nona seguidas de una hora de oración mental, meditando generalmente sobre la pasión y muerte de Jesucristo. Durante el resto de la mañana, hasta las 11, las monjas que habían sido designadas para los distintos oficios cumplían con sus tareas específicas. Se realizaban las tareas de limpieza, lavado y acondicionamiento de la ropa, y se avivavan los fuegos en el amplio fogón de la cocina, donde comenzaba a prepararse el almuerzo. Las monjas de velo negro supervisaban estas tareas que realizaban las monjas de velo blanco, las donadas y las esclavas. Las donadas, -sólo en el convento de las catalinas- eran mujeres de sectores socioeconómicos muy bajos o de raza mezclada que no pudiendo profesar como monjas, “donaban” (1) su vida y se recluían en el convento donde realizaban las tareas de servicio, Los dos conventos tenían esclavos para las tareas más pesadas, éstos eran donados por las familias de las monjas que profesaban o eran comprados. Entre las catalinas, la procuradora y la depositaria se recluían en sus oficinas para ocuparse de los asuntos económicos del monasterio, los jornales de los albañiles y las cuentas de la leña, el trigo, la grasa y tantas otras cosas que había que pagar, además de ocuparse de los deudores morosos que no aportaban a tiempo los réditos del dinero que habían pedido a censo (al ingresar, las catalinas aportaban una dote de 1500 o 500 pesos según el velo) y sin el cual la vida en el convento se hacía muy difícil. Las capuchinas no tenían rentas ni deudores remisos. Vivían de la limosna. Tenían “limosneros” que salían por la ciudad y la campaña y por distintas provincias hasta Paraguay y Chile, y volvían trayendo poco dinero pero muchas
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mercaderías, alimentos, leña, pescado seco y ganado en pie que se vendía para poder pagar la obra del convento que duró cincuenta años. La sacristana limpiaba y adornaba la iglesia: para ello contaba con la ayuda de un esclavo sacristán. Las monjas torneras se ubicaban en los dos tornos existentes, el de la sacristía y el de la entrada. Por esta especie de ventanas giratorias, las monjas, sin ser vistas, funcionaban como intermediarias entre la clausura y el mundo, recibiendo o entregando lo que fuera necesario, fundamentalmente los alimentos. Todas las cartas o esquelas, que también pasaban por estos tornos, eran controlados por la priora o abadesa. La hortelana se dirigía al huerto, donde algún esclavo del convento prestado por algún rico vecino, haría las tareas. Las capuchinas no tuvieron huerto, pero sí un hermoso patio con frutales y viña. Las roperas de sayal y de blanco tenían a su cargo que los hábitos, las sábanas (sólo entre las catalinas, pues las capuchinas no las usaban) y las servilletas estuvieran listas para el sábado, día en que se repartía la ropa ya limpia, cosida y remendada para toda la semana. Se lavaba en enormes bateas con agua acarreada en baldes desde los aljibes. Las monjas que no tenían asignado un oficio, se reunían en la sala de labor y bordaban: en las constituciones de los dos conventos el ocio es visto como un enemigo del alma. El producto de su trabajo lo entregaban a la madre priora o a la abadesa, quien lo regalaba a alguna autoridad pública o a algún benefactor del convento durante sus visitas. También bordaban los ornamentos usados en la iglesia. Mientras realizaban sus labores escuchaban lecturas espirituales, generalmente sobre vidas de santos o en relación con la festividad del día. A las 11.15 todas las monjas se reunían en el coro para examinar su conciencia. Este examen terminaba con el salmo De Profundis: De lo más profundo clamo hacia ti, Yavé, ¡Oh Señor, escucha mi clamor! ¡Estén atentos tus oídos al grito de mi súplica! Un patético pedido de clemencia al Dios misericordioso después de haber reconocido sus pecados, faltas u omisiones. La campana de las 11.30 llamaba al refectorio, había llegado la hora del almuerzo... La refectolera se había ocupado durante la mañana de que todo estuviera limpio y en orden, había revisado no sólo los manteles (sólo en el caso de las catalinas), y la vajilla, sino también la fruta y el pan, los que habían cubierto con cuidado para preservarlos del polvo y las moscas. Antes de entrar las monjas se lavaban las manos y la que presidía bendecía la mesa. Durante el almuerzo estaba prohibido hablar, salvo para pedir algo que pudiera faltar en la mesa y las encargadas de servir no lo hubieran notado. Se comía escuchando alguna lectura espiritual. En la mesa de las capuchinas podíamos encontrar pescado, huevo, verduras y fruta. En la de las catalinas, en algunas épocas del año se agregaba carne. Les estaba prohibida durante la Cuaresma y el Adviento, la vigilia de algunas festividades y todos los viernes. Durante la Cuaresma también estaban prohibidos los lácteos y los huevos. Se insistía mucho en beber agua sólo moderadamente porque, según una creencia
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de la época, ésta producía somnolencia, lo que era contraproducente durante la oración. Durante el almuerzo se practicaban algunas penitencias públicas, como comer en tierra, según la falta cometida podía ser en una mesa muy bajita e incómoda o realmente sobre el suelo-, o comer sólo pan y agua. De 13 a 14 horas las monjas tenían una hora de descanso que cada una podía emplear como quisiera. Podía leer, realizar una devoción particular, bordar o descansar. A las 14 se llamaba a Vísperas, oración que se realizaba en el coro. De 14 a 17 realizaban nuevamente algún trabajo manual escuchando lecturas espirituales. Durante estas horas las oficialas trabajaban cada una en lo suyo. Las catalinas cortaban la tarde con una merienda. A las 17 rezaban Completas. A la tardecita rezaban el rosario, tenían una hora de oración mental y hacían nuevamente el examen de conciencia. La finalidad de este examen era tomar conciencia hasta de las faltas más insignificantes y poder rectificar la conducta, la intención puesta en cada uno de sus actos o el pensamiento. Las capuchinas cenaban a las 18.45, solamente un plato de sopa espesa y una taza de té. A continuación tenían una hora de tiempo libre y a las 20 se acostaban. Después de cenar, las catalinas se dirigían al coro en procesión cantando el Miserere, pidiendo piedad a Dios antes de acostarse: Tenme piedad, oh Dios por tu clemencia, por tu inmensa ternura borra mi iniquidad, ¡Oh, lávame más y más de mi pecado, y de mi falta purifícame! A esto seguía un rato de recreación, que cada una dedicaba a su devoción particular. Luego rezaban la Salutación del dulce nombre de María, la oración de Santo Domingo, su fundador, y se acostaban Según el tiempo litúrgico, y las distintas festividades, había variaciones en este horario. Durante el Adviento y la Cuaresma, dos tiempos de penitencia, algunos recreos se suspendían. Los domingos no realizaban ninguna labor y rezaban los quince misterios del rosario. Esta rutina diaria era interrumpida por acontecimientos relacionados con el mismo convento, como una toma de hábito, una profesión, la visita del obispo, la elección de Superiora o Abadesa, las fiestas patronales. Estas cumplían una doble función, por un lado realzaban la solemnidad del culto, por otro servían como válvula de escape y como elemento unificador de lo social. Los acontecimientos políticos no pasaban desapercibidos adentro del convento. Uno en especial rompió la rutina, el silencio y la clausura en el monasterio de las catalinas: el cautiverio que sufrieron las monjas durante tres días, en 1807, en manos de los ingleses, y del cual ha quedado un relato pleno en pormenores. Las monjas vivían en estricta clausura. Sin embargo la sociedad porteña, su jerarquización, su discriminación por la gente de raza mezclada, atravesó el muro. Valga recordar que los conventos habían sido creados para las mujeres “nobles (1) y “nobles pobres” (1) hijas de
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españoles, peninsulares y criollos. En el siglo XVIII Buenos Aires experimentó un enorme crecimiento, se hacía necesario crear un espacio nuevo para las mujeres del sector social alto. La fundación de estos conventos fue una respuesta a dicha necesidad. El convento de Santa Catalina de Sena se fundó en las actuales calles San Martín y Viamonte, ha sido declarado monumento histórico nacional. En la actualidad las monjas dominicas tienen su convento en San Justo, Provincia de Buenos Aires. El convento de Nuestra Señora del Pilar fue edificado en la esquina de Alsina y Piedras. Allí se conserva la iglesia, el coro y el antecoro, el resto, lamentablemente ha sido destruido. Las monjas clarisas, herederas de las capuchinas del período colonial, se encuentran actualmente en Moreno, Provincia de Buenos Aires. (1)- Archivo del Monasterio de Santa Catalina de Sena, Almoneda de la obra del Monasterio, 27-IX-1737 Nota: el presente trabajo ha sido realizado sobre la base de documentos que se encuentran en los archivos de ambos conventos, fundamentalmente ° las Reglas y Constituciones, y un Resumen Histórico del Convento de Monjas Capuchinas de Buenos Aires, 1920. - La Regla y Constituciones de las Monjas de la Orden de Santo Domingo, Imprenta de la Opinión, Santiago de Chile, 1863. - Regla de la Gloriosa Santa Clara con las Constituciones de las Monjas Capuchinas, Tipografía del Colegio Pío, Buenos Aires, 1904. * Licenciada en Historia. Docente en el Profesorado de Historia del Instituto Elizalde y en la Universidad del Salvador.
RELACIONES ILÍCITAS EN LA CAÑADA DE MORÓN Cristina MARÍ * La presente investigación es parte de un trabajo que tiene como objeto estudiar la población de Morón en la época colonial donde hemos tomado distintos aspectos de la relaciones sociales. Este es un acercamiento donde analizaremos las "relaciones ilícitas". Dicho término es invocado por el estado español y la iglesia católica para referirse a las relaciones sexuales fuera del matrimonio. (1) En Morón encontramos entre 1779 y 1792, nueve casos de intervención de la Justicia en los cuales el centro es la posesión de la mujer y el tema latente la sexualidad y el matrimonio. En todos los casos y en especial el llevado a cabo contra Ángel Rojas por el asesinato de su mujer, vemos cómo se traslucen los conflictos de una pareja en la campaña en el siglo XVIII, a través de la sumaria efectuada a fin de esclarecer el crimen. Sin llegar, como en este caso, a los extremos de un asesinato, las demás causas refieren la existencia de malos tratos, de robo, y de amenazas a la mujer y muchas veces a su marido, pues una mujer podía ser golpeada tanto por su esposo como por el hombre que la requería. Luego de consultar numerosos legajos en el Archivo General de la Nación y el Archivo de la Provincia de Buenos Aires, hemos reunido los siguientes expedientes judiciales de la
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Cañada de Morón. Estos delitos, aunque se presentan con distintas carátulas, remiten a un mismo tema: las relaciones extramatrimoniales. •
"Mujer degollada", Ana Alvarez, asesinada por su esposo, Ángel Rojas - 1779 -
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"Intento de violación y robo", contra la esposa de Juan Bautista Burgos, atacada por Francisco Silva.- 1780.
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"Por mal vivir", Miguel Marcos y María Josefa Oyola, que son remitidos presos por vivir juntos. 1780 .
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"Mala amistad con mujer casada", Pedro Agustín Guevara, que pese a la resistencia de una mujer y su marido, termina en la cárcel. - 1780.
•
"Mujer Prófuga", donde el esposo, Alfonso Pineda, pide la restitución de su mujer, María Felipa Villagra . 1784
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“Relaciones ilícitas", se acusa a Juan Rosales, con la mujer de Eusebio Villareal, Victoria Quiroga. - 1785.
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"Escandaloso trato", se queja el miliciano Ignacio Gómez, de la relaciones de su mujer Michaela Godoy, con el capitán Bernardo Miranda. - 1787.
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"Por quitar mujer", Justo Correa es acusado, por Joseph Midan y llevado preso 1792.
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"Robar Mujer ", Cayetano Mansilla a Manuel Parra1792- (2)
Al intentar estudiar el tema referido podemos indagar, por un lado cuáles eran los mecanismos con los cuales la justicia colonial reguló y contuvo estos conflictos tan íntimos; por otro, los motivos para que los maridos acudieran a la autoridad ante estas desavenencias, que llevó a las mujeres a esa situación conflictiva, y los argumentos que utilizan en su defensa. En este breve trabajo analizaremos tres casos. En primer lugar el de Ana Alvarez , que pasó por una condición extrema, la de sufrir el degüello. Ana se nos presenta como una mujer maltratada, sumisa, que los familiares de su marido trataron de defender ante el "aporreo" al que era sometida. Su esposo, Agustín Roxas, según los que lo conocieron era una persona alegre, pero los conflictos maritales lo convirtieron en un hombre callado y confiesa a un amigo íntimo que su mujer está en relaciones criminales con otro hombre del cual no aporta ningún dato. Así lo refirió Nicolás Bustamante a quien Roxas le dijo: "ay hermanito Nicolás, si supieras lo que yo paso por ella más bien quisiera yo morir que contarte y siguiendo el camino como de una legua y media le refirió la amistad criminal que tenia la mujer con otro hombre a quien no nombró pero en esta ocasión y otras tres le expresó que le querían matar los dos adúlteros pero él se le anticiparía quitando la vida a ella". (3) Con la muerte de su esposa él será el primer sospechoso, si bien intentó defenderse alegando que fue asaltado en el camino a la ciudad por dos desconocidos y su mujer degollada. En un principio se atribuye el crimen a un sujeto reputado de vago, Blas González. Pero luego el marido quedará como único imputado. 19
En todo el juicio percibimos la dureza de la vida en la campaña, pues aunque apenas conocemos a esta mujer, sabemos por los testigos que se queja de ser golpeada, que su marido la deja sola por varios días y que no le compra ni un "trapo para cubrirse", causa por la que ella va a amasar por las chacras vecinas, para pagar su deuda por una camisa. A esas chacras es adonde Agustín Roxas va a retirarla la misma noche en que aparece muerta .Su esposo, sin embargo, se defiende en la indagatoria ante la acusación del abandono, diciendo que esto ocurría "cuando estaba conchabado con otros vaqueanos a buscar vacas en el campo". El segundo caso es el de Juan Rosales, acusado de amenazas y adulterio por el esposo de Victoria Quiroga, Eusebio Villarreal, "por tener relaciones ilícitas con mi legitima mujer y que es público con la desvergüenza de atropellarme con un cuchillo varias veces". (4) Villareal pide la intervención de dos autoridades, el cura y el alcalde de la hermandad; ambos intervienen, el primero con una advertencia (5) y el segundo, condenándolo a unos días de cárcel. Pero Rosales insiste y a los dos años vemos como la autoridad debe intervenir con más dureza, recurriendo a procedimientos más formales como la declaración de testigos. Se observa aquí los mecanismos de justicia presumarial y sumarial. (6) A través de la sumaria, conocemos la causa por la que el marido quiere terminar con estas relaciones: Juan Rosales "se apodera de lo suyo, en su ausencia se apoderaba de su casa" y según sus propias palabras "no osaba a salir a su trabajo con un enemigo tan declarado que su pedido es para encontrar la paz y un descansado vivir" Este despojo que sufre Villarreal cuenta con la colaboración de su propia mujer. Pablo Montenegro, vecino del partido, y testigo, aseguró "que lo sabe y es cierto porque la mujer le robaba trigo a su marido para dárselo a Juan Rosales y este cuando iba era cuando el marido estaba ausente y que lo vio varias veces dormir con la mujer en la cama y aun de día claro". Este esposo pide la intervención de la justicia no sólo para que le restituyan su mujer sino sus bienes materiales que son usufructuados por el adúltero. Hasta aquí hemos visto como actuó la justicia en tal ocasión y las causas que llevaron a ese marido a pedir su intervención, pero cabe preguntarse que llevó a la mujer a romper el orden establecido, en este caso el matrimonio y cómo responde ante el conflicto. Victoria Quiroga no niega su participación en el delito y afirma que su relación es de cinco a seis años. Cuando es interpelada por el juez, para saber porque acepta esta situación, dice que "por temor, al ser amenazada su vida como la de su marido, se resistió varias veces, y tenía un gran sufrimiento por no poder hacer nada, solo se decide a acudir a la autoridad, por ser el modo más honesto de remediarlo". Testifica Victoria que la guió el "Temor a un hombre tan violento, rebelde, y vago" refiriéndose a su amante. Las mujeres en estos dos casos se quejan de soledad, de violencia. En todas las fuentes judiciales investigadas, los maridos piden terminar con los vínculos ilícitos de sus esposas. Sin dejar de lado la parte afectiva, que podría haber existido o no, el caso de Villarreal es demostrativo, de que existían otros intereses, éste defendía sus derechos de propiedad, su mujer, su casa y su trigo. Al no poder solucionar ellos mismos sus problemas domésticos, recurren a la mediación del cura y del alcalde de la Hermandad. Pues estos hombres debían dejar sus casas, Villareal por tener sementeras en la frontera de Luján y en época de siembra se ve obligado a partir a realizar sus faenas, en el caso de Ángel Rojas por salir a buscar vacas en el campo. En el tercer caso, el de María Felipa Villagra, el marido, Alfonso Pineda, pide la restitución de su mujer previa estadía en depósito en la casa del Alcalde. Dicho Pineda, peticiona por su mujer prófuga "para poder unirse en matrimonio nuevamente, que él
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perdona sus injurias y que espera que el alcalde al recogerla en su casa pueda corregirla y reunir sus hijos dispersos." (7) Pero María Felipa escapa, no quiere volver con su marido porque éste la somete a castigos. Ésta cuenta con dos cómplices, su hermano y un mulato libre, todos los cuales serán remitidos presos. Finalmente es devuelta a su esposo. Su cuñado intercede prestando una casa en el campo para que pueda restituirse al matrimonio. Algunas conclusiones De los nueve juicios investigados, en cuatro se habla de "relaciones ilícitas" que aducen directamente al adulterio, en tres casos de robo de la mujer, que podría haber ocurrido con consentimiento o no de ésta, y en uno de fuga .En todos encontramos que el objetivo de la justicia es reconstituir el vínculo matrimonial. Se habla de robo al marido y de restitución a éste de la mujer: "había robo, en primer lugar , porque la sociedad colonial reconocía derechos implícitos de propiedad sobre la mujer .En efecto, la mujer elegida pertenecía a otro, era casada o bien estaba bajo patria potestad" (8) En el caso de María Felipa, dos testigos, Francisco Casas y Juan Garnica atestiguan "que fueron solicitados a las nueve de la noche, para buscar a una mujer casada". El hermano de ésta cuando se refiere a Isidro Avinceta, el hombre que convivió con su hermana por cuatro años, lo llama "el robador de mi hermana" (9): esto revela que el derecho del marido sobre la esposa en la práctica es considerado análogo al derecho de propiedad. Para las autoridades coloniales era de vital importancia mantener el orden social (10) y mantener la moralidad dentro de la comunidad. Para ello era importante controlar la conducta sexual, de esta manera se reafirmaba la presencia del Estado. Por ello "las autoridades civiles o eclesiásticas actuaban como mediadores sociales y legales, aplicando procedimientos que parecen haber satisfecho a muchas partes: encarcelamiento del hombre y depósito de la mujer, hasta concluir las investigaciones y emitir su fallo"(11). Nosotros, además, encontramos amonestaciones del cura, intervención del alcalde de la Hermandad. En los casos analizados vemos como el matrimonio representa el orden, único canal de expresión sexual legal reconocido por el Estado y la iglesia católica. El desorden por lo tanto estará constituido por las relaciones amorosas fuera de ese vínculo y en dichos casos se aplicaron los mecanismos del sistema. En todos los expedientes consultados los maridos actuaron cuando era público el delito de infidelidad, o sea cuando el deshonor era puesto al descubierto. No hay que olvidar que en esta sociedad uno de los parámetros era mantener el honor, ya que éste "distinguía a las personas entre sí y estas distinciones servían para marcar las distancias en una sociedad estratificada por factores de índole étnica, cultural y económica" (12) La venganza por medio de la violencia no fue un comportamiento habitual en estos delitos; encontramos en solo una causa, el de la llamada "mujer degollada", en que el marido tomó la justicia por sus manos. En las fuentes judiciales referentes a Morón, encontramos que las transgresoras son las mujeres, con un comportamiento que como bien demuestran Asunción Lavrin en México era bastante difundido en los sectores bajos: una población masculina móvil, y la escasez del sexo femenino hacían que la poliandria fuera un comportamiento extendido. (13) Concluimos este trabajo sin poder comprobar por falta de documentación, como bien demostró Silvia Mallo, casos de divorcio en los cuales la mujeres acusan a sus esposos de infidelidad. Suponemos que existieron maridos infieles en la campaña de Morón en el siglo
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XVIII, pero no fueron protagonistas de los archivos judiciales. Citas (1) La iglesia católica considera pecados de lujuria las relaciones sexuales fuera del matrimonio: fornicación, adulterio, incesto, estupro, rapto, pecados contra natura. Lavrin, Asunción. Sexualidad y matrimonio en la Américas hispánica, Grijalbo, Mézico 1991, pág.60. (2) Archivo General de la Nación, IX, 1, 4, 6, Comandancia de Fronteras. (3) Archivo de la Provincia de Buenos Aires, 34-1-10-2 (4) Archivo de la Provincia de Buenos Aires, 34-1-13-56 (5) Carta del padre Pessoa, al Virrey de Buenos Aires, 1785, “después del informe verbal de algunos vecinos que daban por culpable al dicho Rosales reconvine que viniera a mi presencia con el fin de amonestarlo aconsejando a que no fuese la palabra y murmuración de las gentes y me en la indispensable prescripción de avisar al juez para que pusiese remedio, lo que se ejercitó mandando a la real cárcel al dicho Juan Rosales” Archivo de la Provincia de Bs.As, 34-1-13-56 (6) Como bien demuestra Gabriela Martínez Dougnac, en zonas cercanas a la frontera se recurría más frecuentemente a mecanismos informales de justicia es decir no sumariales o extrajudiciales (sin documentación). Justicia Colonial Orden Social y Peonaje, Varios autores, Azcuy Ameghino, Eduardo, Poder terrateniente. Relaciones de Producción y Orden Colonial, Buenos Aires, Fernando García Gambeiro. 1996, pág. 192 (7) Archivo de la Provincia de Buenos Aires, 13-1-2-10 (8) Mayo, Carlos. Estancia y Sociedad En La Pampa 1740-1820. Buenos Aires, Biblos.l995, pág. 188 (9) Archivo de La Provincia de Buenos Aires, 13-1-2-10 (10) El estado colonial en el ámbito rural estaba compuesto por las siguientes instituciones y figuras políticas, militares jurídicas e ideológicas: comandantes de frontera, milicias, alcalde provincial, alcaldías de la hermandad, jueces comisionados y curas, Azcuy Ameghino, Eduardo, El latifundio y la gran propiedad colonial rioplatense. Fernandez García Gambeiro, Buenos Aires, 1996 pág. 36. (11) Lavrin, Asunción, Op. cit. pág. 74. (12) Lavrin, Asunción, Op. cit. pág. 23. (13) Lavrin , Asunción, Op. cit. pág. 39.
*Profesora de Historia. Universidad de Morón.
LA REBELIÓN DE LAS PANADERAS DE LAS CONCHAS (1796-1797) Mirta Susana LARRANDART * Introducción Es sabido, por innumerables crónicas, que antes de la creación del Virreinato del Río de la Plata había pocos panaderos de profesión en Buenos Aires, o si los había, pocos lo eran para el abasto de la ciudad. Por lo tanto, cada familia hacía el pan necesario para su consumo o se compraba a aquellos que profesaban esa industria casera en gran producción. El pan casero – o "pan de mujer", como antes se le decía - era lo único que se conocía y usaba en la mesa; existió por consiguiente una especie de rivalidad en este ramo, entre la industria privada y la de los panaderos, desde que éstos comenzaron a predominar, teniendo a su favor la ventaja del capital con el cual monopolizaban el trigo y la harina en el momento de la cosecha y de su baratura, proporcionándoles ganancias considerables, cuando por la estación o las epidemias se encarecían estos dos productos de primer necesidad. Desde los primero años, el Cabildo de Buenos Aires tomó con todo empeño sus atribuciones especiales de mentor en estos negocios. 22
Así, desde el año 1662 se ordena "que los alcaldes de Hermandad recorran las chacras y reconozcan la cantidad de trigo que hay en los percheles y traigan razón de ello, y la presenten luego que hagan la diligencia, la cual se les encargará que sea con toda brevedad". El antiguo Pago de la Costa no podía estar ajeno a esta problemática, en la industria y repartimiento del tan necesario "pan nuestro de cada día", y así, un 21 de febrero de 1796 las panaderas del puerto de las Conchas le declaran la guerra abiertamente a los panaderos de la costa de San Isidro, D. Pedro Madera y D. Benito Baquero, por invadir la jurisdicción en los términos que siguen, por ante el Comandante Barreda y el cuadrillero de la Hermandad, D. Antonio de la Vega: "las que abajo firmamos, vecinas y moradoras del Puerto y lugar de Las Conchas, con la respectiva y necesaria venia de nuestros maridos respectivas obligaciones a fuerza de las más personales fatigas y trabajos, siendo el renglón principal de nuestras agencias y obvenciones, la granjería del pan, de que siempre hemos abastecido el lugar, proporcionando a sus vecinos y habitantes, estantes y transeúntes, con la posible comodidad y ventajas, la posible provisión competente de este artículo tan importante y aún tan necesario para la subsistencia de la vida, al paso mismo que las utilidades de esta ocupación nos sufragaba lucros suficientes a una sostención y decente desempeño de nuestras cargas y deberes, en el día de hoy, nos tiene privadas de este arbitrio, la ambición insaciable de dos sujetos, vecinos del inmediato Partido de la Costa de San Isidro, D. Pedro Madera y D. Benito Baquero, que abarcando y haciendo negociación hasta con el pan, no contentos con ser los únicos que lo suministran en toda la extensión de dicho partido, lo introducen también en nuestro pueblo con perjuicio nuestro, quitándonos por este medio, el único que nos permiten los ningunos arbitrios que ofrece la pobreza de este lugar..." Y siguen enumerando sus vicisitudes; "...De manera que muchas de nosotras, por la escasez de nuestra infeliz constitución y ya por ser viudas y cargadas de hijos, y ya por acaso o ningunas facultades de nuestros maridos, no teníamos más asilo para el abrigo de nuestras graves indigencias, que es trabajo o granjería...": "y se haga saber a los indicados medio de una providencia, para que no nos perjudiquen en mandar el pan al referido Pueblo de Las Conchas, nuestro vecindario, contentándose en venderlo en el de San Isidro, y lo haga saber al Comandante de dicho Puerto, para que los vecinos informen si se dan por bien servidos, y estiman que lo estarán...” Y con fecha 14 de enero de 1796; firman esta severa y fundada demanda: A ruego de Da. Francisca Gutierrez, = D. Luis de Aldecoa Por Da. María Josefa Borches, = su hijo D. Diego Piñero Por Da. María Mercedes Campelo, = D. Francisco Antonio de Espinama Por Manuela López, = firma D. Francisco Villarino Por Da. Ana Acevedo, = lo hace D.Vicente de Passo Por Da, María Andrea Pérez, = D.Alejo de Sanginés (hermano del Cura) Por Da. María Juana García, = D. Marcelino de Lima A ruego de Da. Juana Paula Guzmán, = firma el mismo Diego Pinero. Acompañan este petitorio, la solicitud del alcalde de la Santa Hermandad, D. Domingo de Lima, informando de la necesidad de estas panaderas en no perder tan importante renglón para su subsistencia. A lo que responde el Comandante Barrera, ordenando asegurar el sostén de estas señoras, e impidiendo el negocio del pan por parte de los sanisidrenses referidos, como ningún otro individuo extraño al Puerto de las Conchas. Puestos en este tenor, parece que el litigio había terminado. Pero no fue así, recién se encendía la mecha por donde se enfrentarían los dobleces, acomodos e inocentadas del
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alma humana, que para la formación de un pueblo es punto de partida de la organización democrática y legislativa. Y como puestos a opinar, no es novedad que los criollos nos lucimos, y que "pueblo chico, infierno grande", no tardaron en enterarse algunos vecinos del Puerto de Las Conchas, de dos cosas tan importantes como que en esos días escaseaba el rico pan surtido por los panaderos de oficio, y que un grupo de mujeres hicieron una presentación quejosa al respecto. De lo que resultó otra presentación en contrario, de parte de estos vecinos, la cual entre otros puntos aseveraban que dichos panaderos "... por más de diez años lo habían suministrado semejante el producto al que se suministra en la Ciudad de Buenos Aires, que muchas veces en este pueblo no se conseguía, de trigos escogidos y buenas cochuras y demás cualidades necesarias..". Especialmente, se señalaba la profesionalidad de D. Benito Baquero que “...a sus efectos construyó tahona con la que trabaja bien, que no existe defalco en el peso, que siempre ha sido arreglado con el de Buenos Aires...' Prosigue esta contrademanda: "...de lo que se extrae que el Gobernador Político D. Francisco de Paula Sanz al notificarse, no ha hecho lugar a sabiendas que el pedido de las mujeres es injusto, su mercancía de pésima calidad, ni integridad de peso, y no es lo bastante para abastecer al pueblo". De este modo continúan: "...que este panadero ha continuado llevando el pan, y otros que lo vendían en las inmediaciones, pero hoy nos hemos enterado Señor Alcalde, que esto no sucederá más y consideramos injusto que cada uno no trabaje en lo que es su profesión...” Y haciendo hincapié en los puntos siguientes señalaban que: "... son muy pocas las mujeres con inteligencia en trigos, que si son o no son sanos, que amasan lo que se les presenta, y que por lo regular hacen unos panes crudos, pesados y de difícil digestión con las consecuencias bien funestas que Ud. ya conoce...” Entre las pocas cualidades que sus convecinos les adjudicaban a las humildes panaderas, se encontraban: “...la mucha salazón o la poca sazón, sin los temples de horno adecuados, hornos mal construidos, peor resguardados, húmedos como su puerto y pueblo, preparados con huesos de animales podridos y otras inmundicias por el ahorro de la leña, de resultas de panes quemados, o crudos o salados o fétidos, o pesados o faltos de aquel peso que han de tener, de lo que resulta Vcia. que estas pobres panaderas se perjudican a si mismas". Todo esto unido a las mareas que las más de las veces les dejaban sin pan, y haciendo alabanzas de las bondades del panadero Baquero que repartía en canoas, añadían que "...no es cierta la pretensión de las dichas mujeres, que no necesitan de amasar para vivir, por resultar todas de vida acomodada". Solicitan, por lo tanto, justicia y equidad al dejar volver a vender al panadero de la Costa de San Isidro en el Puerto de Las Conchas, y que paralelamente siguieran trabajando el amasijo sus vecinas, y firman tan caritativo informe D. José Ceballos, D. Francisco Isidoro de Larravide, D. Fernando Costa, D. Francisco de Echeverrieta, D. Alejo Gabiola, D. Manuel de Ocejo y D. Gregorio Burgueno. Por medio de este petitorio, el alcalde de la Hermandad entrante D. Antonio de la Vega eleva al Virrey D. Pedro Melo de Portugal el informe de que los panaderos de la Costa de San Isidro, han cesado en sus suministros de pan con la consiguiente consecuencia de desabastecimiento y solicita su intersección para restablecer el servicio el cinco de febrero de 1797. De esta forma, el alcalde de Las Conchas D. Antonio de la Vega en cumplimiento de una nueva ordenanza virreynal recibida, envía al panadero de la Costa de San Isidro D. Benito Baquero, una conceptuosa notificación en la que le insta a reiniciar su servicio de panificador oficial, con la obligación de no cesarlo ni aún en tiempo de mareas, casa por
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casa a través de canoas. A lo que, miel sobre hojuelas, no tardó en responder Baquero, que si se comprometía a esto, era sólo en cumplimiento de la orden del superior gobierno. Es de parecer a estas alturas que este cuento ha llegado a su fin, que en el Puerto y Pueblo de Las Conchas todos serían felices y comerían los tan mentados pancitos, ya que nadie se esperaba que las dulces y frágiles panaderas no se dejarían sacar las manos de la masa. Esta vez, la protesta sindical femenina llegaría directamente a manos del Virrey Melo, por aquello de "hablar con Dios y no con los apóstoles". Con fecha 21 de abril de 1797, las vecinas del Puerto de las Conchas informan a Excelentísimo Sr. Virrey que, a pesar de haber recibido una providencia que las protegía en el suministro del pan, no obstante acusan al nuevo Alcalde de la Hermandad del Pago, de conocida parcialidad con el dicho panadero. Y al efecto, comentan: "..que en varias ocasiones se ha burlado dicho panadero del vecindario en tiempos de mareas, sólo estableciéndose en tierra firme donde es imposible ir a adquirirlo", y que no dudan dichas señoras que podrán disuadir a tan ilustrado gobierno, de las penurias que pasan por este motivo. Es interesante señalar, el pedido de posesión de granjería que allí reclaman, circunscribiéndose a los vecinos "... y excluyendo a extraños que pudieren lucrar con lo ajeno, oponiendo los razonamientos anteriores que, en tiempos de mareas, que mejor que el vecindario que conoce de reparto en canoas y salvatajes propios del lugar, servicio que no puede hacer un extraño que no esta acostumbrado a estos avatares". La enumeración de los males que acarreaba el panadero de San Isidro con su negocio a dichas señoras, se transformó de repente en "las siete plagas de Egipto"; ellas exponen: "Al cesar nuestra tarea, nos convertiremos en carga pública, el pueblo carecerá de circulación de dinero que pasará a un extraño de la vencida, que no hace en ella los diarios menudeados empleos que nosotras para los menesteres de la vida, que el amasijo es propio de profesión de mujeres y que, por otra parte, cuando los granos escaseaban, el público se beneficiaba con el pan que tan aseadamente les suministramos". Y que era "...algo evidente es que los panaderos se entienden con los pulperos, a quienes venden por mayor y les es indiferente el peso y la exactitud y la calidad, habiendo más utilidad... cosa que con nosotras no puede suceder" aseveraban las trabajadoras damas. Dando un giro tan contradictorio al asunto y ante tantas y reiteradas denuncias, decide el Virrey tomar el toro por las astas y averiguar por sí mismo hasta que punto son buenas las panaderas, si es suficiente el abastecimiento, y sobre todo, si es cierto que de suspender las señoras tan laboriosas tareas ... "han de perjudicarse sus hijas, que por laboriosas encontrarán marido, y de resultas de ello, contraerán nupcias, y con sus hijos aumentará la población de familias honradas y gentes trabajadoras, cosa la verdad tan estimada del corazón magnánimo de nuestro Soberano y de los Padres de la República." También se encuentra perplejo ante la actitud de los contrincantes. Acaso sería cierto que estos interesados en la inserción del panadero de la Costa de San Isidro como decía el informe de las panaderas: "...son solo unos mozos solteros que no tienen casa, o vivienda fuera de la población, han sido sugeridos por el panadero para que firmen a cambio de favor" - lo que hoy se llamaría "coima" - "que si fueran realmente estos convencidos, no dejarían que alguien de afuera se llevara la ganancia...”. A estas alturas del litigio, nos encontramos con que el Síndico Procurador del Cabildo de Buenos Aires, D. Matías Chavarría, tomando cartas en el asunto y ante tan conflictivo y arrevesado número de informes, solicita al Señor Virrey su parecer, y éste designa al Regidor D. Saturnino Alvarez - con anuencia del Cabildo - instándole a dirigirse al Puerto de las Conchas, para que "...oiga en junta de aquel vecindario, los dictámenes de los individuos en el asunto y procure desenvolverla verdad entre los implicados". Y así el día 10 de mayo de 1797, en representación del IImo. Cabildo de Buenos Aires y
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con la presencia del Comandante Militar, el Capitán D. Diego de Tejada y del alcalde de la hermandad. D. Antonio de la Vega, se llamó a formar una "Junta General de Vecinos", exigiendo al efecto se reunieran en casa de D. Diego José de Arana cabildo abierto. Así se realizó con la presencia de los vecinos e informados que el Señor Virrey había solicitado al cabildo que se informara en el lugar del hecho y se tomara declaración en "Junta de vecinos", se procedieron a leer todas las actuaciones y aclarados prolijamente todos los dimes y diretes, queriendo actuar en justicia y equidad, se pusieron a votación las siguientes posibilidades: 1.- Si se vota por la primera: "Que las mujeres del vecindario sigan surtiendo el pan por el bien común, con exclusión de los panaderos de la Costa de San Isidro". 2.- Si se vota por la segunda: "Que sería ventajoso para el bien común, que el pan lo surtieran las mujeres y el panadero de San Isidro en forma indistinta". Concluida la votación y habiendo ganado por mayoría absoluta la primera proposición, se les recordó que estaban bajo juramento de decir solamente la verdad y que, para cumplimentar el informe, cada votante respondería a los siguientes puntos: l.- "Si el pan que trabajan las mujeres de la localidad, es de calidad y si es suficiente para abastecer al vecindario". 2.- "Si se cumple con el Real Arancel de acuerdo al de la Capital, y si en días de creciente o lluvias, las mujeres realizan amasijos y cochuras como siempre, o se ha dado el caso de no tener pan en estos tiempos". 3.- "Que digan si las atahonas que poseen son de mulas o de a caballos, o si están a disposición de moler el grano en tales días de anegamiento". 4.- "Que digan si en los días de inundaciones han socorrido al vecindario llevando el pan en canoas, o si en ese transe abandonan sus tareas". 5.- "Que digan cual es la cantidad que amasan o cuantas fanegas de grano requieren, considerando el consumo del pan del día, y que digan cual es la cantidad de pan que diariamente suministra el panadero de San Isidro, si la cantidad es buena y el peso de acuerdo al real arancel de la Capital". 6.- "Que digan si es cierto que el dicho D. Benito Baquero ha repartido el pan a casa por casa, durante diez años, por la caridad de hacer el bien como el dice, y no por propio negocio, y si su calidad es preferible a) de aquellas mujeres". 7.- "Que digan si no sería de mayor utilidad que, sin desacreditar la tarea del amasijo de las mujeres, se tuviera en consideración si es de la cantidad suficiente para abastecer al pueblo en todas las estaciones, y si serían capaces de demostrar que realmente han consumido el pan de panadería, si no lo tuvieren en consideración en caso de necesidad en los días de faltante de pan". Así comenzó la sumaria, y como ya será costumbre en este largo pleito, se sucedieron nuevamente hasta límites disparatados las contradicciones y las vagas suposiciones. Por ejemplo: "Que si las mujeres trabajan el pan, en realidad son sólo cuatro, que el que amase la mujer de Martínez es de buena calidad y si el que amase la mujer de Borches es algo crudo y le falta sazón…” O que: "Que a las otras no las conoce, que piensa que no es suficiente, sin embargo que el que se come en algunas pulperías es bueno, pues el declarante lo compró un día en que escaseaba por la creciente y de camino, pero no sabe si es de las mujeres o, por contrario, del panadero de San Isidro..." Pasaban los días y las horas y en cada requisitoria, nuevamente se escuchaba: "Que si las panaderas eran ocho, o tal vez doce, o menos de tres de las buenas,...que si los hornos estaban en lo alto de la creciente,... o si las tahonas molían o no normalmente... que el pan
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de la una era mejor que el de la otra". Siendo D. Diego José de Arana - vecino notorio y respetado - el más justo en sus afirmaciones, se arribó a la conclusión de que las panaderas eran doce, su pan de buena calidad, el expendio suficiente para el abastecimiento del Puerto de Las Conchas y que el pan del panadero de San Isidro era también de buena calidad, suficiente, de venta libre en el Puerto y algunas pulperías. Y aseveró también Arana: "...que jamás había visto a dicho panadero repartiendo en canoas en tiempos de mareas, en cuatro años a esta parte". Una semana entera duró la información sumaria, al término de la cual se extrajo una equitativa y nunca bien ponderada conclusión: las panaderas del Puerto de las Conchas seguirían con el abasto del pan en su pueblo, y para que nadie se viera en desventaja, y considerando los buenos servicios del panadero Baquero, se le habilitaría para expender el pan a los desembarcados y demás gentes en tránsito en el referido Puerto de las Conchas, que a partir de 1761 comenzó a recibir las mercaderías del producto interno que llegaba del Paraguay y las Misiones, cuando el puerto de Buenos Aires cerró el permiso de desembarco de mercaderías que no fueran llegadas de España. Lo cierto es que, como cada litigio siempre deja huella en el sentir de un pueblo en ciernes, vemos que por primera vez se forma una "junta de vecinos" para defender lo propio. Y ocurrió que el nuevo Alcalde de la Hermandad, D. Manuel Santiago de Obella, decide en consonancia con lo ocurrido que, solicitando anuencia del Virrey, de ahora en más su administración sea equitativa y más acorde a justicia, para lo cual solicita se nombre una junta de vecinos entre los más capaces para auxiliarle. Ellos serán: D. Diego José de Arana, D. Mateo Torres, D. Juan Dolz (marido éste de la panadera Da. Juana Paula Guzmán) y D. José Leandro Borches (el hermano de la panadera Da. María Josefa Borches), todo ello resuelto en Las Conchas el 20 de junio de 1797. Así se cumplió una vez más, el viejo aforismo que luego sancionarían con lucidez y buen tino en la mejor tradición criolla, los cabildantes de Mayo de 1810 en Buenos Aires: "Es el pueblo el que confiere la autoridad o mando." ANEXO: LISTA DE LAS PANADERIAS del PUERTO DE LAS CONCHAS, en los acontecimientos del 14-O1-1796 y 0202-1796. 1.- Da. Ana de ACEVEDO, cónyuge de D. Leandro BORCHES. 2.- Da. María Josefa BORCHES, cónyuge de D.Manuel PIÑERO, o sea, cuñada de la anterior. 3.- Da. Isabel CAMPELO, cónyuge de D.José de ACOSTA PEREIRA. 4.- Da. María Mercedes CAMPELO, hermana de la anterior y cónyuge de D. Antonio Joaquín MARTINEZ. 5.- Da. María Cruz CASTRO, sin más datos. 6.- Da. Martina de la CRUZ GAITAN, cónyuge de D. Ignacio VIERA. 7.- Da. María Juana GARCÍA, sin más datos. 8:- Da. Eulalia GUTIERREZ, hija de Da. María Andrea Pérez (Nro. 13) y cónyuge de D. Ramón de IBARGUREN. 9.- Da. Francisca GUTIERREZ, también hija de Da. María Andrea Pérez (Nro. 13) y cónyuge de D. Martín de SAGASTUME. 10.- Da. Juana Paula GUZMAN, cónyuge de D. Juan DOLZ. 11.- Da. Manuela LOPEZ-CAMELO, cónyuge de D, Manuel BORCHES, por lo tanto cuñada de Nro. 1 y 2. 12.- Da. Isidora ORTEGA, cónyuge primero de D. Bernardo GUTIERREZ, y luego de D. Lorenzo de LIZARRAGA. 13.- Da. María Andrea PÉREZ y LENCINAS, la decana de las Panaderas, casada sucesivamente con D. Francisco GUTIERREZ (con quien tuvo a las panaderas Nros. 8 y 9), luego con D. Mateo GARMENDIA y por fin con D. Juan ROJO PEREIRA. 14.- Da. Tadea ROMERO, cónyuge de D.Domingo BARREIRO. 15.- Da. María Josefa VASQUEZ, cónyuge del Capitán Teodoro JAIMES.
Como puede apreciarse, lejos de ser unas menesterosas, estas señoras panaderas 27
pertenecían a las principales familias del Puerto de las Conchas a fines del siglo XVIII, y casi todas fueron ancestros de tradicionales familias argentinas. BIBLIOGRAFÍA ARCHIVOS: 1.- ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN. Buenos Aires, R. Argentina. a) Sala IX, Comandancia de Fronteras, signat. 1-7-2: 1-7-3b) Sala IX. Archivo Cabildo de Bs. Aires, tomos 1796, 1797-1798. OBRAS EDITAS: 1.- APOLANT, Juan Alejandro, "Génesis de la Familia Uruguaya", 3 tomos y un índice, 2da. Edición, Montevideo 1976 2.- FERNÁNDEZ-BURZACO, Hugo S., "Aportes biogenealógicos para un Padrón de Habitantes del Río de la Plata”, 6 tomos, Bs.Aires 1986-1990 (obra póstuma confeccionada y financiada por su viuda Da. Myrta Chena de Fernández-Bursaco, en base al fichero de trabajo del autor). 3.- LEVENE, Ricardo, "Historia de la provincia de Buenos Aires y formación de sus pueblos". La Plata, Pcia. de Buenos Aires 1941 4.- LUX-WURM, Hernán Carlos y LARRANDART, Mirta S., "Genealogías de los antiguos vecinos de Las Conchas ascendencias, actuaciones, propiedades y descendencia", (en preparación).
* Profesora de Historia. Museóloga.
MUJERES DEL DESIERTO CAUTIVAS Y FORTINERAS Norma VIDELA TELLO * En las tierras del ocaso, allá en la ancha frontera donde terminaba el mundo del blanco, vivieron hasta fines del siglo pasado mujeres especiales. Fueron las fortineras y las cautivas, blancas e indias. No hay perfiles muy definidos de ellas, tanto eran hoy mujeres de tropa como podían convertirse mañana en humilladas víctimas del malón. Es difícil intentar encontrar sus nombres. Mujeres en su mayoría anónimas, cumplieron su importante rol en el desierto. Necesarias compañeras de blancos e indios, fueron en realidad sufrientes protagonistas de la terrible lucha por la tierra en la zona de fractura. Morochas de piel curtida, ojos achinados y cuerpo fuerte, eran criollas de pies a cabeza. Duras para el frío, sabias en amaneceres repetidos, resistían con igual indiferencia los abrasadores calores del verano pampero. LAS FORTINERAS Su origen podía ser cualquiera. Desde Buenos Aires al sur o al oeste, provenían de una ciudad, pueblo o un rancho solitario. De postas incendiadas o ranchos perdidos en el desierto, fueron quedando mujeres solas, tras la muerte de los hombres en las luchas con la indiada. Sin protección ni refugio, la asimilación a las tropas y fortines era a veces una forzada solución. La fortinera fue la mujer que acompañó al soldado en la campaña y en el fuerte. Resabios pacatos de mentes pequeñas tiñeron su conducta de vergüenza por mucho tiempo. 28
Despectivamente se asimilaba el término fortinera con el de prostituta. Y como en todas las cosas y todos los tiempos, el vocablo no resiste globalizaciones ligeras. Ranchos, Lobos, Navarro, Luján, Areco, Salto, Rojas, o Mercedes, fueron algunos de los solitarios fortines de la pampa que las cobijaron junto a sus hijos. Recibían ración, y en muchos casos paga, como los hombres. Las hubo bravas y decididas en la lucha, verdaderos soldados con voz de mando, como Josefa o Pepa la Federala, aquella que luchó en Chascomús bajo las órdenes del Gral. Prudencio Ortiz de Rosas. Decía hacia 1840: Luché "llevando en mi compañía 26 hombres voluntarios a mis órdenes. Fui bombera voluntaria y entré en la trinchera del salvaje unitario Lavalle, donde fui tusada... y sentenciada a muerte teniendo la suerte de escapar..." ( 1 ). Pero no siempre predominaba este ejemplo de actitudes varoniles. Las había femeninas, capaces de amar, cocinar, curar, lavar y recibir alborozadas una bella pañoleta de manos de su hombre cuando llegaba el tiempo de paga. "Es costumbre que cada soldado lleve consigo una compañera durante la campaña", relata William MacCann en su obra Viaje a caballo por las provincias argentinas, explicando "el soldado se siente así menos inclinado a la deserción, teniendo una mujer que le haga la cocina, lave sus ropas y remiende sus vestidos..."(2). Tras finalizar la guerra contra el indio, las parejas que sobrevivieron se aferraron a la tierra en esos mismos lugares, definiendo familias que en muchos casos generaron descendientes que hoy pueblan ciudades de esas regiones. LAS CAUTIVAS La condición de cautiva se imponía como una abrupta realidad, cuando víctimas de trágicas luchas de blancos y maloneros, eran alzadas en vilo para pasar a ser propiedad de los infieles. Hasta los poetas de la época, como Juan Cruz Varela hablaron de ellas en afiebrados versos.Importante es tener en cuenta que la imagen literaria de la cautiva funcionará, como signo de la inversión de una usurpación y un dominio legalizados...(3). La historia oral ha rescatado una serie de testimonios de cautivas, que ya ancianas relataron hechos y riquísimos detalles de su vida en las tolderías. Cuando recordaban, pues para algunas fue tan violento el rapto que borraron de su mente todo vestigio de vida anterior. Ese momento, el de la llegada del malón, nos lo cuenta una cautiva de los ranqueles "Yo tenía por ese entonces veinte años...como a las once (de la mañana) mis hermanos menores andaban jugando...y en eso gritaron: disparen...que vienen los indios...sentimos un tropel como si el cerro se viniera abajo...rodeando la casa había como doscientos indios gritando: matando cristiano, yo solo atiné a decir Dios me salve, y disparé para el lado de la barranca, cuando un indio me agarró de las trenzas y me levantó en el aire y me puso atravesada sobre la cruz de su caballo gritando: cristiana linda no matando, llevando toldo...otros indios estaban dando vuelta todo lo que teníamos, algunos tomaban la cuajada con unas escupideras diciendo lindo dulce huinca..." (4). Largo era el camino del malón hacia la toldería, huían con su botín de cautivos y ganado reventando caballos, dos y tres días hacia el sur, al refugio seguro. Vivir en la toldería, era para la mujer blanca un áspero aprendizaje: codiciada por los indios debía también soportar los celos y desprecios de las mujeres indias.Allí no había rebeldías que dieran resultado. Azotes, días bajo un sol calcinante o pies desollados, quitaban las ganas de huir y defender pudores femeninos. Se aprendía a callar y tener hijos.Para eso eran mujeres. A veces, pocas en realidad, por gestiones familiares desesperadas u oportunas negociaciones se lograba el retorno. Difícil era también ponerle precio a su libertad. "Llevan 35 cautivas del Salto -declaraba Juan Calfucurá al Presidente Don Justo José de Urquiza- y el Capitán Ruiz no se ha portado muy bien, pues solo me ha dado por rescate 350 pesos plata...Estoy haciendo diligencias para juntar otras cautivas para cuando Ud.
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las mande a buscar, pero le aviso que la pobreza en que estamos, que en el Azul las pagan mejor..." (5). Distinta fue la tasación que hizo el cacique Guechun, cuando a su paso por Río Cuarto, desde tierras bonaerenses, le robaron a la cautiva y sus estribos de plata. En su reclamo valuaba a la cautiva en "un bozal de plata, tres frenos de copas, tres pares de virolas, un pellón azul, dos paños colorados y dos azules, una manada de yeguas, dos chaquetas, un poncho blanco y una sabanilla colorada...” (6). Otras veces era en una entrada de las tropas de frontera a las tolderías cuando se las rescataba. Así se conocía el enorme radio de las rastrilladas indias, basada en el íntimo conocimiento de las cruciales aguadas, que posibilitaban una amplitud de movimiento desde Buenos Aires hasta Chile, ámbito donde practicaban el comercio intertribal de mujeres blancas. En 1834 el Gobernador interino de Buenos Aires al gobierno de San Luis "...tiene la satisfacción de comunicar...que existen en esta ciudad las cautivas rescatadas Felipa García y Melitona Figueroa, oriundas de la provincia al mando de V.E. a fin de que se digne hacer transmitir a su deudos esta noticia ...Manuel V. Maza" (7) A lo que el Gobernador puntano Juan Gregorio Calderón contesta: "el gobierno de San Luis, ha recibido la nota de S.E...en que se sabe notificado hallarse en aquella capital dichas cautivas Felipa...y Melitona, oriundas de esta provincia, lo que inmediatamente fue puesto en conocimiento de sus deudos" (8). Lo cierto es que el rescate tenía otra implicancia también, el abandono materno de hijos nacidos en los aduares indios. Ellos quedaban, convirtiendo a sus madres en mujeres partidas. Junto a sus familias cristianas, si se atrevían a volver a sus pagos, con infinita pena por los hijos perdidos para siempre en el polvo de la toldería. También hubo tenaces mujeres que no aceptaron nunca el cautiverio, planificando día a día la huida. Esta se frustraba la más de las veces por la falta de agua o caballada para hacer la travesía, pero esos fracasos servían para agudizar la mente y preparar mejor la partida. Así lo logró María del Señor, cautiva de origen incierto que había sido llevada junto a su bebé primero al Cuero (9) y luego hacia la Jarilla, tras el río Quinto. Grande era su dolor al ver su sueño de vida cortado por el malón. Extrañamente atribulado, su captor le decía "que no fuese tan triste; porque entre ellos lo había de pasar mejor". (10) En una noche luego de una fatigada incursión, cuando la indiada dormía exhausta comenzó a tomar distancia. Diecisiete días anduvo con su niño, caminando siempre al norte, hasta que Dios compadecido puso una tropa en su camino errante. La otra cara de la moneda era la vida de las indias cautivas. Esta tragedia, en identidad con la mujer blanca, venía desde los tiempos de la conquista. Época en que muchas indias de la región central del país eran llevadas aprisionadas en atormentadoras colleras (11) a cruzar la cordillera de los Andes para servir como mano de obra barata en Chile. Siglos más tarde las malocas (12) arrasaban las tolderías, ejerciendo igual ley feroz. Estas indias cautivas eran repartidas en servidumbre, en número según conviniera a sus nuevos patrones, sin importar el corte vincular que producían entre hermanas, o madres e hijas, para toda la vida. Hacia 1837 la cacica Luisa fue conducida en cautiverio a Chacarita, en la ciudad de Buenos Aires junto a los caciques Caniullán y Guayquil. (13). Muchas de ellas perdieron su libertad en la gran retirada, cuando Roca avanzaba hacia el sur. La parte siempre débil de los pueblos, ancianos, mujeres y niños constituyeron un triste grupo agonizante que huía a pie azuzados por el frío y el hambre: dispersas y perdidas, las indias fueron fácil presa de los expedicionarios en sus batidas al desierto. Impuestas a una nueva vida, la mayoría de ellas murieron de nostalgia y tristeza, aisladas
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por el trato discriminatorio de los blancos. Son deudas impagables, con las que carga la historia. Porque indudablemente, fueron mujeres condenadas a un desgarrante sufrimiento. Únicamente con su genérico nombre de fortineras y cautivas las recordamos, como parte de los que hicieron este país en tiempos de desencuentros. NOTAS Y FUENTES BIBLIOGRÁFICAS Y DOCUMENTALES (1) Juan A. Pradere, Juan Manuel de Rosas: su iconografía. Buenos Aires, 1914, pág. 139. Citado por Exequiel C. Ortega en su trabajo "La mujer fortinera". Revista Na 26. Publicación de la Universidad Nacional de La Plata. (2) William MacCann, Viaje a caballo por las provincias argentinas. Traducción y nota preliminar de José Busaniche. Con un apéndice documental. (3) Cristina Iglesia, Julio Schvartzman, Cautivas y misioneros. Mitos Blancos de la conquista. CATÁLOGOS editora. Cap. Federal 1987. (4) Humberto Silvera, Doña Tiburcia Escudero. La cautiva de los ranqueles. Recuerdos del ExComisionado Municipal del Morro (San Luis), de los relatos de Dona Tiburcia. (5) Archivo del Gral. Mitre, Tomo XVII. Citado por Reynaldo A. Pastor en La guerra con el indio. Pág. 311. Buenos Aires, 1942. (6) Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba. Río Cuarto 9-4-1826. Gobierno Caja.92. Año 1826. Oficio de Arguello al gobierno. (7) Archivo Histórico de la provincia de San Luis. Documento 5611. Carpeta 57. Fecha: 17-11-1834. (8) Archivo General de la Nación. Sala X. Legajo 5-8-6. San Luis: Gobierno. 1826-1852. (9) Importante toldería situada en el centro de la pampa, verdadero aguantadero indio, donde por muchos años no se animaron a entrar las tropas del ejército. (10) Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba. Tomo 214-E. Oficios del Comandante Oyarzabal al Gobernador López. 1848. (11) Instrumento de tortura empleado para impedir las fugas. Construido con hierro, unía una persona con otra por el cuello. (12) Expediciones organizadas por hombres blancos. (13) Archivo General de la Nación. Sala X. Legajo 25-5-1. Lista de racionamiento. 1837.
* Profesora en Historia. Master en Cultura Argentina. Investigadora.
UN ANTIGUO CASO DE POLIANDRIA EN EL RÍO DE LA PLATA D. Hernán Carlos LUX-WURM * 1. Bien conocidos por los investigadores de la Historia del Derecho son los múltiples casos de poligamia ocurridos en el Río de la Plata durante el Antiguo Régimen. El problema jurídico del hombre que simultáneamente hubo contraído dos matrimonios canónicos - lícitos, solemnes y consumados - con dos distintas señoras, haciendo vida marital con ambas y reconociendo a su prole habida con las dos, durante el tiempo de ambas legales cohabitaciones, fue raro durante el Antiguo Régimen, pero en número suficiente para justificar una vasta bibliografía de la cual es claro exponente el último y profundo estudio de nuestro recordado amigo el Doctor D. Raúl Alejandro Molina, en su clásico póstumo "Historia de los divorcios en el período hispánico". La consecuencia civil era la publicidad de la nulidad del segundo matrimonio cronológico aunque la exaltada caridad de la legislación hispánica normaba asimismo la conservación
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de la legitimidad de la descendencia de la segunda unión anulada y la coerción penal, la obligatoriedad de la exclusiva cohabitación del marido con la primera y única cónyuge, aparte de las acciones que a ésta podía corresponderle por daños y perjuicios. Hasta aquí las cosas, que de todo hubo en nuestra historia sobre bigamias notorias, o simplemente uniones adúlteras de hombres casados, que sin llegar a la figura jurídica harto delictiva de la poligamia, mantenían uno o más hogares familiares distintos, en forma simultánea con su matrimonio. A todo lo que todavía habría que agregar ardorosos romances, dulces amoríos, violentos raptos, lances de honra, de capa y espada y la más variada tipología sentimental a la que se dedicaban con ahínco nuestros antepasados del Río de la Plata para embromarse la plácida vida durante el siglo XVIII. 2. Ahora es el momento de confesar muy en secreto, que, en estas tierras, las señoras de entonces tampoco le iban en zaga a los del otro sexo, en materia de maquinaciones del amor. Pero jamás se oyó hablar de que una de estas románticas hijas de Eva en el Río de la Plata hubiera cometido el horrendo exceso de algunos hombres perdidos, y que sin temor de Dios y de las leyes, se hubiera atrevido a celebrar dos matrimonios canónicos en forma simultánea con sendos maridos, habiendo hijos de ambos... por su orden! Todavía hoy, en nuestros corrientes días, se nos ocurre punible pero probable, el caso de poligamia de un varón desarreglado, pero casi imposible y hasta absurda la figura de la poliandría legal de una mujer con dos legítimos maridos! Hasta Jorge Amado imagina, literariamente, el argumento casi absurdo y grotesco de la poliandría, en su famosa novela de "Doña Flor y sus dos maridos", superando en audacia intelectual a sus colegas, pero haciendo notar púdicamente que al menos, el primer cónyuge ya está difunto y se manifiesta sólo en forma fantasmal. 3. En rigor, y ahora lo podemos demostrar documentalmente, existió una señora criolla que en el último tercio del siglo XVIII se atrevió contra toda norma matrimonial y contrajo dos casamientos solemnes, uno en cada orilla del Río de la Plata, tuvo hijos legítimos de uno y otro casal al mismo tiempo, todo lo que era conocido y aceptado por ambos maridos, y murió viejita y sin que a nadie se le ocurriera demandarla por bígama, bruja, puta ó hereje...! Se llamaba Da. Bernarda Balmaceda, era nuestra directa antepasada y gracias a los estudios genealógicos modernos, podemos relatar su historia en forma pormenorizada, que es como sigue. 4. Todo fue muy raro, único, exótico y fuera de lo común en la vida de Da. Bernarda Balmaceda. Por ejemplo y para empezar, ella nació en Santa Fe, pero recién fue bautizada en la parroquia de los Quilmes, un año y medio después de su nacimiento santafecino, un 14 de abril de 1754, según partida de bautismo que obra en el libro primero, folio 34, de esa antigua parroquia. Esta anomalía, de un bautismo celebrado en iglesia tan alejada del lugar de origen, bien se explica por cuanto su padre, el capitán Bartolomé Balmaceda, tuvo una vida por demás nómade y desarraigada. Este Bartolomé Balmaceda también fue un personaje excepcional para su tiempo. Nacido en la ciudad de Santa Fe en 1723, bisnieto por línea repetidamente ilegítima de aquel
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loquísimo Gobernador que tuvo el Río de la Plata, que fue el caballero de la Orden de Santiago, D. Jacinto de Láriz y Villodas, este Balmaceda ya aparece en 1755 acompañando al Gobernador Andonaegui, en la complicada expedición a las Misiones, como capataz de carretas, a cargo además de 2250 caballos ayudado por 16 peones, de la cual regresó con el empleo de capitán. Intervino luego en forma muy activa desde 1771, en el rescate del famoso tesoro del navío "Nuestra Sra. de la Luz", naufragado frente a Montevideo en 1752, oficiando incluso de buzo en compañía del paisano José Galván, pudiendo afirmarse así que el santafecino Balmaceda y el porteño Galván fueron los dos primeros buzos más antiguos que documenta nuestra historia. Balmaceda murió bastante acomodado de patrimonio y dueño de una flota de embarcaciones afectadas al tráfico fluvial de toda suerte de mercancías, en Montevideo, siendo sepultado en el cementerio de su Iglesia Matriz el 28 de diciembre de 1804. En cuanto a la madre de nuestra Da. Bernarda, ésta fue una rosarina "avant la lettre", llamada Da. María López y Medina, natural del Partido de los Arroyos como se decía entonces, quien casó con el capitán Balmaceda, en la incipiente Capilla del Rosario un día sábado 5 de diciembre de 1748. Y también en sordina, debemos referir que esta Da. María López, madre de nuestra protagonista, también tuvo "su aquel" en estas cosas románticas, por cuanto allá por 1761 su marido Balmaceda le entabló una causa de divorcio por adulterio, ya que se enteró que era notorio en Buenos Aires que durante sus largas ausencias, su cónyuge mantenía relaciones ilícitas con un (textual) "mozalbete de oficio albañil, de apellido Nava", según constaba en el riquísimo Archivo de nuestra Curia Metropolitana - Divorcios, legajo 33, Expte. Nro. 9 - hasta el incendio peronista de 1955. Trazado en forma rápida, el cuadro genealógico de nuestra Da. Bernarda Balmaceda, vayamos a su aventurera vida. Sus padres la casaron - de primera vuelta - en Buenos Aires, en la iglesia de Monserrat (libro primero, folio 28 vuelta), el 9 de octubre de 1770, con escasos 18 años, con otro criollo porteño, D. Marcos Almada, hijo del cordobés D. Juan Manuel Almada, rico estanciero en el Pago de la Magdalena, y de la porteña Da. María Paula Macías y Huerta. Su primera hija legítima María Ignacia - para empezar a conversar- ya fue bautizada "cuatromecina" (Ud. me entiende, no?) en enero de 1771. Los cuatro hijos legítimos siguientes - Estanislada, Juana, Silverio y Carmen - fueron bautizados todos en Buenos Aires, en la parroquia de Monserrat donde eran feligreses sus padres, entre 1773 y 1779. 5. Para el año de gracia de 1780, Da. Bernarda Balmaceda aparece de pronto censada -como por arte de bilibirloquesola, con la correcta edad de 27 años, sin compañía alguna, en el Padrón de San Fernando de Maldonado, en la Banda Oriental. En el asiento inmediato anterior, aparece empadronado D. Clemente Rodríguez de la Rosa, zapatero, de 73 años, quien era tío carnal de su segundo marido. Dos años después, ella bautiza otro sexto hijo de nombre Domingo, en la parroquia del Cordón de Montevideo el 5 de julio de 1782, quien aparece anotado allí como hijo legítimo de su marido D. Marcos Almada, ...aunque ella hace por lo menos dos años largos que no hace vida marital con su cónyuge de Buenos Aires, y ese hijo se llamará en lo sucesivo y para siempre: D. Domingo de Zamora!. Ese mismo año de 1782, se publican en Montevideo las amonestaciones matrimoniales del casamiento que pretenden contraer D. Juan Clemente de Zamora, natural de la villa de Montoro, en el Reino de Córdoba de Andalucía, con Da. Bernarda Balmaceda, natural de Santa Fe. El novio era un señorito andaluz de excelente casta, con varios parientes muy cercanos que obtuvieron familiaturas del Santo Oficio de la inquisición en Córdoba, u otros más lejanos que vistieron hábito de
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caballeros de las Ordenes Militares de Santiago y Calatrava, según consigna en detalle Martínez Varas, en su tan consultado Catálogo de probanzas para la Inquisición cordobesa. Con estos antecedentes de familia, entendemos que Zamora sabía perfectamente que, si algo no aguantaba el Tribunal de la Inquisición, eran las faltas por bigamia y dobles casamientos legales, que por esos asuntos no se andaban con chiquitas; pero, el Santo Oficio de Lima (que tenía competencia en Buenos Aires) estaba muy lejos y por el Río de la Plata no andaban fastidiando familiares de la Inquisición, buscando encorazar cristianos. Había sido bautizado en la parroquia de San Bartolomé, de su villa natal de Montoro, como hijo del reputado matrimonio de D. Antonio de Zamora, Moreno y Rivas y de Da. Antonia Rosalía Rodríguez Felipe de la Rosa, un 9 de febrero de 1755, que tenía por lo menos tres años menos que Da. Bernarda Balmaceda. Por lo menos tuvieron cinco hijos bautizados en Montevideo entre 1784 y 1798 como "legítimos de D. Juan Clemente de Zamora y de Da. Bernarda Balmaceda", que fueron Petrona, Robustiana, Juan Justo, Joaquín y María Juliana, y todos nacidos en vida de Almada, que subsistía en Buenos Aires. Entre medio de esos cinco hijos del matrimonio Zamora Balmaceda, fue bautizado también en la Matriz de Montevideo el 16 de octubre de 1790, otra hija de nombre Teresa de Jesús (que es nuestra propia antepasada) y no sabemos por qué misteriosos escrúpulos aparece en la correspondiente partida como hija legítima de D. Marcos Almada y de Da. Bernarda Balmaceda, ...aunque toda su vida fue Da. Teresa de Zamora, y su posterior partida de casamiento consigna ser legítima hija de D. Juan Clemente de Zamora! No sabemos cuando murió D. Marcos Almada, cuya defunción no hemos hallado en Buenos Aires, pero debió ser antes de 1803, por cuanto ese año se empadrona en el Ejido de Montevideo a Da. Bernarda Balmaceda como viuda (aunque Zamora vivió hasta 1826), de 40 años, junto a sus hijas (aquí va lo divertido!): Teresa, Juliana, Luisa y Joaquín de Zamora!. Da. Bernarda Balmaceda murió en Montevideo el 23 de noviembre de 1823, siendo sepultada en el Cordón como: "de 70 años, natural de Santa Fe, casada con D. Juan Zamora".- Este le sobrevivió hasta el 8 de septiembre de 1826, siendo enterrado el siguiente día en la Matriz como: “ ... de 72 años, viudo de Da. Bernarda Balmaceda, y tiene cinco hijos". 6. Quizás un poco adelantada para su época, que no era pacata ni tampoco hipócrita - como harto lo sería el tilingo victorianismo que rigió después en el Río de la Plata a fines del siglo XIX - nuestra Da. Bernarda Balmaceda fue una mujer empresaria, propietaria de su propia flota de embarcaciones fluviales, heredera de su padre y mantenida con su capacidad y talento, madre atenta y cariñosa, que supo además abandonar libremente a un marido que no quería en Buenos Aires, para encontrar otro que sería más de su agrado en Montevideo. Ninguna tacha ni afrenta le acarreó su notoria poliandria en su tiempo, sino más bien siempre fue recordada entre sus muchos descendientes como una gran señora de un pasado romántico y heroico. Su mencionada hija Da. Teresa de Zamora (que como vimos, curiosamente fue bautizada como "Almada"!), casada con el opulento comerciante de Montevideo D. Juan Pío García Romero, resultó no solamente nuestra antepasada, sino también la suegra del célebre General D. Venancio Flores, valiente héroe de la Guerra del Paraguay y dos veces Jefe de Gobierno uruguayo. Otros de sus hijos, el Capitán D. Juan Justo de Zamora, prominente jefe de la divisa oriental colorada, íntimo del General Presidente D. Fructuoso Rivera, fue muerto valientemente en la noche del 23 de marzo de 1821, según dice la correspondiente partida:
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"...de una puñalada y de un balazo, sin dar lugar a recibir los santos sacramentos". Fue su tataranieto, mi inolvidable primo y amigo D. Hugo Fernández de Burzaco y Barrios, uno de los precursores de la moderna investigación geneológica argentina. En resumen, podremos calificar a Da. Bernarda Balmaceda, con el exacto término de "señora libre", que prefiguró toda una nueva forma de vida emancipada e independiente como pronto lo sería su patria, que ella misma todavía vería renacer. BIBLIOGRAFÍA - ARCHIVOS: 1.- ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Buenos Aires. R.Argentina. 2.- ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Montevideo, R.O. del Uruguay. 3.- IGLESIA CATEDRAL DE MONTEVIDEO, (antigua Iglesia Matriz de Montevideo), R.O.del Uruguay. 4.- IGLESIA CATEDRAL DE LA CIUDAD DE MERCEDES, Dpto. de Soriano, R. O.del Uruguay (Antigua Parroquia de Ntra. Sra. de las Mercedes). 5.- IGLESIA PARROQUIAL DE LA CIUDAD DE DOLORES, Dpto. de Soriano, a) antigua Parroquia de Santo Domingo Soriano, b) antigua parroquia del Espinillo. R. O.del Uruguay. - OBRAS EDITAS: 1.- APOLANT, Juan Alejandro. Génesis de la Familia Uruguaya. 3 tomos y un índice, 2da. Edición, Montevideo 1976. 2.- BARRIOS PINTOS, Anibal. Historia de los Pueblos Orientales. Montevideo, R.O.del Uruguay 1971. 3.- FERNANDEZ-BURZACO, Hugo S. Aportes bibliográficos para un Padrón de habitantes del Río de La Plata. 6 tomos, Buenos Aires 1988-1990 (obra póstuma confeccionada y financiada por su viuda Da. Myrta Chena de FernándezBurzaco, en base al fichero de trabajo del autor). 4.- LOCKHART, Washington. La vida cotidiana en la Colonia- 1.- Los Pueblos (Santo Domingo Soriano). Montevideo 1967. 5.- JAUREGUI RUEDA, Carlos Matrimonios de la Catedral de Buenos Aires 1656-1702. Buenos Aires 1985. Matrimonios de la Catedral de Buenos Aires 1747-1823. Buenos Aires 1989. 6.- MARTÍNEZ BARA, José Antonio. Catálogo de las informaciones genealógicas de la Inquisición de Córdoba, conservadas en el Archivo Histórico Nacional. 2 tomos, Madrid 1970. 7.- MOLINA, Raúl A. La familia porteña en los siglos XVII y XVIII- Historia de los divorcios en el período hispánico. Buenos Aires 1991 (obra póstuma). 8.- PICO, José María. "Algunos españoles que vinieron a la Trinidad durante el siglo XVII": En Revista Genealogía Nro. 25, órgano del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, Buenos Aires 1992. 9.- VAZQUEZ MANSILLA, Roberto. Matrimonios de la Iglesia de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires 1737-1865. (Bajo la revisión general de Carlos Jáuregui Rueda.) Buenos Aires 1988.
* Profesor de Genealogía y Heráldica.
LA CAUTIVA UNA HISTORIA ORAL María Elena GINÓBILI DE TUMMINIELLO* "Nuestra redención había llegado, nuestro cautiverio terminaba, nuestros sufrimientos se acaban, nuestra infeliz suerte se troncaba!... Muchas llorábamos de alegría y nos abrazábamos y nos felicitábamos. No cabía en nuestras almas la dicha que nos embargaba, ni nuestro corazón hallaba sentimientos para expresarlo. Los oficiales nos contemplaban con respeto y satisfacción a la vez. Un joven oficial dijo: ¡Ojalá hubiera tenido la fortuna de ver en medio de estas cautivas a mi madre cautiva hace tantos años...!, y una lágrima brotó dé sus ojos. Algunos otros cristianos manifestaron que ellos 35
también tenían sus hermanas cautivas, y hasta uno dijo que su esposa hacía ocho años que debía hallarse entre ellos. Todo ese día permanecimos allí, siendo tratadas con la más profunda lástima por todos los salvadores. Era tan grande nuestra emoción que no podíamos casi hablar, embargadas por lágrimas de felicidad. Pero muchos lloraban pensando en sus familias tal vez muertas o cautivas por otros indios. (...) Allí había cautivas de tres, siete y quince años, y hasta una de treinta y un años de cautiverio. Había niñas, jóvenes, viudas, esposas, madres. Estas últimas, que aún tenían hijos cautivos, creían que hasta aun desearían continuar en el cautiverio con tal de hallar a sus hijos. Algunas habían perdido hasta el lenguaje castellano, no sabiendo más que el araucano o pampa; casi todas llevaban en el cuerpo, los brazos, en la cabeza y en las manos las señales de los tormentos. (..:) En los interrogatorios venimos a saber que nosotras conocíamos a varias cautivas hermanas y esposas de algunos soldados y también a la madre del oficial dicho. Dimos información del caso y dijimos más o menos dónde debían hallarse. En más de 2.000 cautivas calculaban los oficiales que debía haber entre los pampas y nosotras, que lo sabíamos muy bien, no pudimos sino confirmarlo. Al otro día nos pusimos en marcha hacia las Salinas Grandes, de allí bajamos a la laguna de Puán, en dirección de Bahía Blanca... " ("La cautiva o Rayhuemy", relato inédito del P. Lino Carbajal) Anotado por María Elena Ginóbili de Tumminiello, 1995. La crudeza del relato se impone, es el testimonio de vida de una mujer que siendo apenas una niña fue arrancada de su hábitat, forzada durante doce largos años a compartir la terrible aspereza de otra forma de vida, tan diferente. Quizás la experiencia de las mujeres cautivas sea una de las más profundas que le ha tocado vivir a las mujeres, en todos los tiempos y espacios del mundo. "Violadas en su intimidad, impotentes, sin derechos, totalmente desamparadas en la intensidad del paisaje, deambulan de un lado a otro con los grupos de indígenas que les tocaba en suerte". (Ginóbili; 1995:133). Si bien se da la paradoja que muchas de estas mujeres cautivas pudiendo elegir la liberación se quedan con el indígena, con los hijos, con la nueva vida...Así lo testimonian los escritos de otros viajeros que recorrieron los mismos paisajes en la misma época, como lo relata Alcides D' Orbigny en su libro "Viaje a la América Meridional", realizado entre 1826 - 1833, por la "Bahía Blanca": "Estos indios poseían numerosos niños y mujeres de raza blanca, cautivos provenientes de invasiones anteriores al territorio de los cristianos y en las cuales sólo matan a los varones adultos. Intentamos rescatar a los prisioneros al precio de algunas yeguas, pero la cosa no fue sin dificultad y lo que es más notable, la oposición provenía de los mismos cautivos, muy apegados a sus amos indios". No sólo este episodio relata, sino que continúa explicando, con la misma sorpresa, que en la expedición del Coronel Rauch contra la tribu del Sur, "numerosas nocturnas, se arrojaban de la grupa de los caballos donde llevaban los soldados, y se salvaban en favor de las tinieblas". El Coronel Mansilla ratifica estos testimonios en su libro "Excursión a los indios Ranqueles":...Una de ellas le dijo "¿qué vida sería la mía entre los cristianos, después de tantos años que falto en mi pueblo?. Yo era joven y buena moza cuando me cautivaron, y ahora ya ve estoy vieja (...) francamente me parece que soy más india que cristiana, aunque creo en Dios, como que todos los días le encomiendo a mis hijos y mi familia". "La opción es tan descarnada como la vida misma ". (Ginóbili, 1995: 44-45) Se remarca, aunque es tema de otro trabajo de investigación que en el vientre de estas mujeres cautivas está la clave del mestizaje. El sincretismo cultural, con ellas, se pone en marcha en la pampa-patagónica.
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Aquí nos referimos a una mujer cautiva "Ray huemy", llamada así por los indígenas, voz araucana. Ray, policroma, florida, Wemi, pestañas; lo que resultaría, pestañas floridas o policromas -llamada así por los indígenas- y "Manuela" por los criollos. Este testimonio-inédito es el resultado de una serie de entrevistas que realiza el Padre Carbajal a fines de siglo, en Carmen de Patagones, cuando era Director del Observatorio Meteorológico, a una anciana de unos 80 años que le cuenta su historia... “...que de adolescente fue raptada por los indios con los que convivió más de 10 años. Liberada por el famoso "Ñato Sosa ", fue llevada a la Fortaleza Protectora Argentina -hoy Bahía Blanca- por el 1834, donde se casa con un soldado de Rosas, el Sargento Lucero. Va a vivir a Fortín Colorado y de allí hace un viaje a Patagones, a la vuelta del mismo la caravana es atacada por un malón, muere su marido, le raptan tres hijos, ella vuelve a Patagones donde cría a sus otros dos hijos, allí es donde tiene, ya anciana, las charlas con el padre Carbajal..." Se aclara que el material es inédito porque al P. Carbajal lo sorprende la muerte cuando apenas contaba 36 años de edad. Comenta en el diario "La Flor del Campo" -donde publica parte de sus viajes- que sobre los “indios escribirá cuando pase en limpio las libretas de anotaciones", las que fueron abiertas por mí, con bastante emoción, por ser la primera vez que se permitía su consulta. Entre sus libretas se encontraban unos cuadernos con la siguiente presentación: “...Vivía en Patagones no hace muchos años una anciana cuya vida había sido una verdadera novela histórica, una verdadera prueba de selecciones maravillosas de la Providencia que protege y cuida a los que quiere libremente colmar de sus favores. Nosotros conocimos a esta anciana a quien poco a poco, con paciencia y hasta con astucia hicimos, referir casi todos los detalles de su vida desde su niñez hasta la época de su edad madura. Nosotros preguntamos y escribimos mientras ella nos narraba. Nosotros hemos conservado en este escrito esa misma forma y de ahí es que aparezca sólo ella como narradora de su propia historia.” Los hechos históricos que se relacionan con ella los hemos comprobado consultando otras fuentes, especialmente libros. Como narración continua no puede tener mucha unidad histórica por ser una anciana de 80 años quien recordando poco a poco refería a los hechos con más o menos colorido y exactitud de tiempo y lugar. Antes de dejarle la palabra, ponemos a modo de introducción algunos datos sobre los lugares y tiempo de las escenas que la anciana fue autora o testigo. Es de lamentar que del relato falten los primeros cuadernos referidos en parte a su vida en el cautiverio. Al ir leyendo la historia novelesca de esta mujer desde su llegada a la Fortaleza, cuenta como se fue desarrollando su vida, la etapa de su enamoramiento... "Una vez en la casa de Doña Mercedes, ésta me constituyó en su verdadera hija, viendo en mí me decía aquella ahijada amada que gemía en la cautividad. Pronto empezó a renacer más sentimientos dulcificando mi carácter y mis modales. Tratando de reformar todo mi ser físico y moral tan decaído. Doña Mercedes hacía el oficio de madre aconsejándonos y disponiendo, por así decirlo, al nuevo estado que anhelábamos... A los tres meses cabales, el sargento Juan Lucero, me declaró su voluntad y el amoroso anhelo de ser mi esposo. Lo consulté con mi madre adoptiva la propuesta y ella no sólo la consideró aceptable sino que trató de acelerar la unión; porque decía "yo no tardaré mucho de bajar al sepulcro y antes de separarme este mundo, donde tanto he padecido, quiero tener el consuelo de ver felices a mis dos hijos adoptivos que la providencia me ha enviado. " Al quinto mes nuestro casamiento fue un hecho. Los compañeros de cautiverio que aún estaban en Bahía Blanca me felicitaron y las mismas Señoras cautivas decían que yo había sido afortunada... "
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Continúa el relato con una etapa de felicidad en la que se casa y se va a vivir a Fortín Colorado, nacen los hijos, se piensa que ya lo peor le había ocurrido, pero no es así, el destino le tiene otras sorpresas desagradables que le tocaría vivir. Cuando ella va acompañando a su marido y embarazada a Carmen de Patagones, donde nacen sus mellizos, se casa y bautiza a sus hijos -todo está registrado en las actas de la Iglesia de la Virgen del Carmen- a la vuelta la primera noche de campaña, tienen un encuentro con un grupo de indígenas que enterados de la mercancía que llevaba el "convoy" los atacan. Muere su marido y raptan sus dos hijos varones y la hija mujer, ella sólo logra salvarse con sus mellizos. "Desde entonces ha pasado mi vida. Yo quedé en Patagones sola nuevamente en el mundo, con dos criaturas de 25 días, herida en lo más hondo del alma, oprimida en el cruel recuerdo de la escena más aterradora que he presenciado. Es cierto que ya no me hallaba entre los salvajes, pero una parte de mis entrañas, mis tres hijos, Máximo, Camilo y la niña María estaban en poder de ellos. Después he pensado que debía haberme quedado a verle a darle el último adiós al Pobre Lucero! Yo creo que su último pensamiento fue para mi y para mis hijos que tanto idolatraba...” "Junté todas las fuerzas y dinero para rescatar a mis hijos. A los ocho meses del año de mi desventura, volví a juntarme con mis dos hijos varones. La niña María no la quisieron entregar, según costumbres de los indios, en caso de cautivas niñas. Reteniéndolas las hacen criar a su gusto, las hacen perder el idioma del cristiano, y luego las casan con los jefes de la tribu para tener como dicen una cruza más fina. En efecto María fue criada con el nombre de Mantillán...” Esta última parte del relato inédito -la muerte de su marido y el rescate de sus hijos- no había sido comprobada documentalmente. Hoy se encontró el documento que transcribo a continuación. Se trata de una carta escrita en 1847 por la ex cautiva, dirigida a Rosas. En ella refiere sintéticamente su historia y pide ayuda al caudillo federal. De tal modo este documento, inédito hasta ahora, ratifica la realidad y veracidad del relato hallado en el manuscrito del Padre Carbajal. La carta textualmente dice así: Patagones mes de América 12 de 1847. Año 38 de la Libertad 32 de la Independencia y 18 de la Confederación Argentina Excelentísimo Señor: Manuela Valenzuela viuda del finado Sargento 1° del Escuadrón de Bahía Blanca, Juan Lucero, ante la justificación de VE: respetuosamente parezco y digo que por un infortunado trance al atravesar estos desiertos en compañía de mi finado esposo, el 25 de mayo de 1845 tuve la desgracia de perderlo inmolado por los indios salvajes que nos acometieron logrando escaparme con dos hijos a las sombras de la noche envueltos en mis vestidos, para después de haber perdido los otros tres en manos de aquellos infieles. Después de mi arribo a este destino, dos hijos de los cautivos se me han reunido ya por la bondad del Señor Comandante de Bahía Blanca, quedando ahora solamente uno en cautiverio. Por estos motivos, por ser una triste Viuda, anteriormente cautiva también y rescatada en tiempo del Señor Coronel don Francisco Sosa, por hallarme con cuatro hijos a mi lado como fruto de mi unión con un Sargento ejemplar en sus servicios y subordinación, así como por no tener otro amparo que la piedad pública que dolida de mis desgracias suele tenderme una mano. Por tanto a V.E. suplico me declare hábil para recibir sueldos atrasados y que devengaren pertenecientes al Sargento Lucero para remediar algún tanto mis necesidades y de mis queridos hijos a quienes enseñaré a bendecir la mano que es tan benéfica con la viudez y la orfandad. Dios guarde a V.E. Muchos años. Exmo. Señor
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A cargo de Dña. Manuela Valenzuela Mariano Francisco (?) Gomez." Queda demostrado, una vez más, la validez de la totalidad de los escritos inéditos de este increíble sacerdote salesiano que muere cuando apenas contaba 36 años de edad: Lino Del Valle Carbajal. El trabajo de análisis de esta historia oral está basado en documentación inédita dejada por este sacerdote salesiano y cedida a la autora, para su consulta, por las autoridades del Archivo Histórico Salesiano de la Patagonia Norte de Bahía Blanca- punto de partida de una serie de trabajos de investigación que se iniciaron en 1985, los que se encuentran algunos ya publicados, entre ellos, en 1995: "La Cautiva o Rayhuemy". La tarea que implicó la técnica de la transliteración fue realmente muy ardua, por ser por un lado un texto escrito en "borrador" y por el otro la dificultad que presenta la letra laberíntica de Carbajal unida a términos que intercala abreviados, con signos o escritos en lengua italiana. En un segundo momento se realizó un registro riguroso de los datos relevantes del texto con el fin de investigarlos para documentar su veracidad. Si bien los textos son del Archivo Salesiano de Patagonia Norte, se trabajó especialmente en el Archivo Histórico del Museo Municipal de Bahía Blanca y la Iglesia del Carmen de Patagones. Para el análisis exhaustivo del vocabulario indígena que contiene el relato y de la toponimia de lugares que visita, fue invalorable la orientación del Doctor Casamiquela, quien con el rótulo de "Comentarios", potencia la lectura del relato en la publicación. Como resultado de la comprobación de cada hecho y personaje, una simple novela se convirtió en un relato de historia oral, inédito, anotado, que enriquece en una instancia la reconstrucción cultural de la historia de la ciudad de Bahía Blanca, de la región, del país... BIBLIOGRAFÍA - Ginóbili de Tummiello, María Elena 1994: "El rol protagónico de la mujer en el escenario patagónico: la indígena, la cautiva, la inmigrante", en Propuestas para una Antropología Argentina III. Coordinador: Berbeglia Carlos E. Editorial Biblos Bs. As. 1995: " Las mujeres cautivas" en Todo es Historia. Febrero N° 331 - Director: Félix Luna Sociedad Impresora Americana S.A.I.C. Bs. As. 1995: La Cautiva o Rayhuemy, relato inédito del P. Lino Del Valle Carbajal. Fundación Ameghino. Instituto Superior Juan XXIII. Bahía Blanca.
* Licenciada y Profesora en Historia. Investigadora del CONICET.
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FICHAS DIDÁCTICAS PARTIDOS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES TRENQUE LAUQUEN 1- UBICACIÓN GEOGRÁFICA El distrito de Trenque Lauquen se encuentra en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, limitado por los partidos de Carlos Tejedor al noreste, Rivadavia al noroeste, Pehuajó al este, Daireaux al sureste, Guaminí al sur, Tres Lomas al suroeste y Pellegrini al oeste. Su superficie es actualmente de 550.340 has. y la ciudad cabecera dista de la Capital Federal 440 km. Es zona de llanura, con clima típicamente continental, tipo templado pampeano. Con amplia oscilación térmica diurna y estacional, los vientos de mayor intensidad se registran en primavera, predominando los del sector norte. Las temperaturas medias en verano oscilan entre 20°C y 24°C y en invierno entre 7°C y 10°C. Las lluvias anuales son irregulares, siendo la precipitación media histórica de 718 mm. y la precipitación media de los últimos 20 años de 920 mm. 2- ESCUDO DEL PARTIDO El escudo oficial municipal es de forma ovalada, dividido en dos cuarteles a saber: el primero, parte superior, un sol estilizado sobre fondo azul simboliza la cultura, sinónimo de civilización. En el segundo, parte inferior, se representa la laguna de la que ha tomado el nombre Trenque Lauquen en lengua mapuche. En el centro un aborigen, en actitud avisora, observa como avanza la civilización sobre sus dominios. El escudo se encuentra orlado por una rama de roble, derecha, que significa la fortaleza de Trenque Lauquen, y a la izquierda una rama de laurel representando las glorias de los esforzados soldados. Ambas ramas van unidas en su parte inferior por una cinta argentina. El autor del escudo fue Dn. Pedro Biscardi y se aprobó por Ordenanza Municipal Na 373-51 del 11 de Agosto de 1951 . 3- ORÍGENES A- Antecedentes y fundación El Partido de Trenque Lauquen fue creado al promulgarse la ley N° 1.827 del 28 de julio de 1886 y se designó como cabecera del distrito al pueblo de Trenque Lauquen, ya fundado desde el 12 de abril de 1876 por el General Conrado E. Villegas. La fundación de esta ciudad corresponde al avance de Alsina, quien fiel a su ideal, que condensa la frase: “Nuestra lucha no es contra el indio para destruirlo, sino contra el desierto para poblarlo", acercó la civilización al aborigen para lograr su incorporación e integración al país. En esa acción, le correspondió al entonces Coronel Villegas, avanzar desde Ancaló hasta ocupar el paradero "Trenque Lauquen". Allí fundó un poblado el 1 2 de abril de 1876, en el que estableció el centro de operaciones de la Comandancia de la División Norte, cuyo edificio aún se conserva dentro del predio de la Municipalidad y ha sido declarado Monumento Histórico Nacional por Decreto N° 4.452-58. Simultáneamente otros movimientos permitieron el nacimiento de otras tres poblaciones: Guamirü, Puán y Carhué, baluartes en la defensa del límite con el desierto, a través de la Zanja de Alsina. Este avance permitió ocupar la totalidad del territorio de la Provincia de Buenos Aires y Trenque Lauquen se constituyó en la escala desde donde, el Coronel Villegas- luego de capturar al más bravo de los caciques mapuches, Pincén- y bajo las órdenes del flamante
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Ministro de Guerra y Marina General Julio A. Roca, se preparó para el desarrollo final de la campaña que, bajo su personal conducción, permitió incorporar 15.000 leguas a la civilización y al progreso. B- Nombre De origen mapuche, "Trenque Lauquen" es generalmente traducido como Laguna Redonda, sobre la base del informe del Coronel Hilario Lagos, descubridor del paraje en 1872 y su posterior utilización por el fundador General Villegas en su diario de marcha de 1876. C- Poblamiento Con Villegas llegaron a Trenque Lauquen 68 familias de soldados que habrían de constituir el núcleo inicial del pueblo a fundarse, y que nació a la vida como una humilde aldea castrense. Las primeras corrientes inmigratorias en la zona provinieron de Francia, España, Italia y Gran Bretaña. 4- FACTORES ECONÓMICOS DE DESARROLLO La zona fue y es eminentemente agrícola-ganadera, con excelentes perspectivas para el desarrollo de la industria y dada su ubicación, es el cruce de dos importantes rutas nacionales, la 5 y la 33, a lo que se suman los espejos lacunares y la posibilidad de abundante pesca, permite avisorar un futuro turístico promisorio. 5- LUGARES Y ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS COMANDANCIA DE LA DIVISIÓN NORTE: ubicada dentro del Palacio Municipal, cubierta con un templete desde el año 1980. MAUSOLEO DEL GENERAL VILLEGAS: en el atrio de la Iglesia Parroquial, guarda los restos de Villegas y lo de su esposa Carmen Granada, trasladados a la ciudad de Trenque Lauquen en el año 1945. MONUMENTO RECORDATORIO DE LA ZANJA DE ALSINA: en el cruce de las rutas nacionales 5 y 33, sobre la Ruta Nº 5. REPLICA DEL FORTIN 12 DE ABRIL: en el parque del Museo Histórico Campañas al Desierto. LAGUNA TRENQUE LAUQUEN: en el centro del parque municipal "General Conrado Villegas". MANGRULLO 24 DE MAYO: a la vera de la ruta nacional N° 33, "Ruta del Desierto", Km. 298. CASA-ESCUELA DE ALMAFUERTE: donde vivió, enseñó y quedó cesante Pedro B. Palacios, Almáfuerte, entre los años 1 894-96, hoy Museo Cívico "Almafuerte". 6- LOCALIDADES IMPORTANTES Treinta de Agosto. Sin fecha de fundación, su nombre recuerda el día que corrió por primera vez el ferrocarril en la Argentina y es cuando, anualmente, se festeja el nacimiento del pueblo. Las tierras para su emplazamiento fueron donadas por los señores Doblas y Urquiza y pese a que ya había pobladores asentados en la zona, el año de fundación de esta comunidad ha sido establecido para 1910. Berutti. Sin fecha de fundación, se celebra el aniversario el 25 de Agosto de 1890, fecha en que paró el tren en su estación. Las tierras pertenecían a las colonias "General Paunero" y "La Luisa", siendo de ésta última colonia, perteneciente al señor José Guazzone, los
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solares sobre donde se ubicaron la plaza, iglesia y principales centros de la localidad. Otras comunidades del Distrito son Girodías, La Carreta, La Zanja, Lértora, Mari-Lauquen, Magnano, Colonia Maribel, Francisco de Victoria, Trongé y parte de Garré. Esta ficha fue realizada con el aporte de la Dirección de Cultura y Educación MUNICIPALIDAD DE TRENQUE LAUQUEN. Fichas Didácticas Partidos de la Provincia de Buenos Aires CHIVILCOY 1- UBICACIÓN GEOGRÁFICA El partido de Chivilcoy está ubicado entre los meridianos de 60 grados minutos y 59 grados y 35 minutos y los paralelos 34 grados 40 minutos y 35 grados 10 minutos. Se encuentra al N.E. de la Pcia. de Bs.As. y limita al N. con el partido de Chacabuco, al S. con los de Alberti y 25 de de Mayo, al E. con el de Suipacha y al O. con el de Navarro. La ciudad se encuentra a 160 km. al O. de la Capital Federal. Tiene una superficie de 2.121.52 kmz.² 2- ESCUDO DEL PARTIDO El 29 de noviembre de 1977 se sanciona la Ordenanza que crea el escudo de Chivilcoy. Integrado por tres cuarteles formados por la disposición de una perla (Chivilcoy fue bautizado tradicionalmente como "La perla del Oeste") que coincidentemente equivale a la última letra del nombre, cuyo color heráldico es también perla. Predominan en él dos colores, el verde (sinople) y el azul (azur). El sinople representa el color verde de la llanura pampeana y uno de los cuarteles está surcado por la corriente del río Salado, barrera de contención del indígena, a mediados del siglo pasado, donde también se han colocado tres espigas de trigo, que simbolizan la riqueza de las tierras de Chivilcoy. En el otro cuartel que tiene también como fondo el verde, se halla dispuesta una pala, símbolo que fue usado para la fundación de Chivilcoy. En el cuartel superior cuyo fondo es el azul, ha sido colocada una antorcha estilizada, que representa las luces de las inteligencias chivilcoyanas y el espíritu creador, ligada al libro que ilumina la senda del estudio. 3- ORÍGENES A- Antecedentes y fundación El partido de Chivilcoy fue creado por decreto del entonces gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas, el 28 de diciembre de 1845, separándose asi del extenso paso de la Guardia de Luján, del que era el Cuartel II. En 1852 se le quitan tierras para firmar el partido de Bragado, en 1865 ídem para formar el de Chacabuco y en 1910 ídem para formar el de Alberti. Los araucano-pampas fueron los primeros habitantes autóctonos. El primer blanco que presumiblemente pasó por esta región fue Hernandarias en busca de la ciudad encantada de los Césares, en 1604, siguiendo la rastrillada de los chilenos, pero los sucesivos viajes de las tropas de carretas a las Salinas Grandes (Atreucó, provincia de La Pampa) produjeron el poblamiento. Primero los criollos, luego los españoles, franceses, italianos, irlandeses y alemanes. El pueblo se fundó el 22 de octubre de 1854, por iniciativa de los pobladores encabezados por Patrico Gorostiaga, Manuel Villarino, Federico Soárez, Valentín Coria (el que clavó la pala en lo que sería el centro del poblado) y otros. Domingo F.Sarmiento fue el padre espiritual de Chivilcoy "Haré cien Chivilcoy" sueño y programa 42
del prócer (discurso pronunciado en Chivilcoy, el 3-10-1868). B- Nombre La interpretación más aceptada es la de Estanislao Zeballos en su "Viaje al país de los araucanos": Voz araucano-pampa: CHI: el; Vill: todo; CO: agua; que describe acertadamente la topografía de la región, zona de depresión del terreno (57 m. de cota máxima s/ el nivel del mar, surcado por el Arroyo Las Saladas, la Cañada de Chivilcoy, del Tío Antonio y el Río Salado). C- Poblamiento Actualmente, el partido tiene una población de 70.000 habitantes, en permanente aumento. 4- FACTORES ECONÓMICOS DE DESARROLLO En sus orígenes se criaba el ganado bovino y ovino en las grandes estancias, luego de la ley de tierras de 1857, se acrecentó la agricultura y con la Ilegada del Ferrocarril del Oeste en 1866, comenzaron a nacer incipientes industrias, que alcanzaron considerable magnitud en los años sucesivos: molinos harineros; fábricas de carruajes, cervecerías, fábricas de aceitp, rrigoríficos, fábricas de velas y jabón,etc. Actualmente la industria molinera lidera sobre las demás. Posee un parque industrial sobre la Ruta Nº 5, aunque mantiene la característica original de zona agrícola-ganadera. 5- LUGARES Y ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS El 27 de enero de 1852 acampa el Ejército Grande en la Laguna del Tigre, hoy localidad de Gorostiaga del partido de Chivilcoy, en límite N., donde Sarmiento tomó contacto con habitantes de la época. El 28 de julio de 1856 un grupo de vecinos le dona una quinta a Domingo F.Sarmiento, luego expropiada para construir la primera estación de ferrocarril en 1866, hoy terminal de ómnibus. En 1868 (noviembre) tiene lugar el combate de "Las Toscas" cerca de la laguna del mismo nombre, sobre el Río Salado, donde el sargento mayor Justo Coliqueo vence a los ranqueles. En 1874 Bartolomé Mitre pierde la batalla de La Verde, frente a Inocencio Arias, siendo conducido preso a Chivilcoy, donde es alojado en una tradicional quinta de propiedad de don Virginio Strini, situada a veinte cuadras de la plaza principal del pueblo, hoy demolida. Antiguo molino de propiedad del brigadier general Juan Andrés Gelly y Obes (1815-1904) que le perteneciera hacia el año 1880 (existente), calles Bernardo de Irigoyen y Pueyrredón. Estancia que le perteneciera originariamente a don Torcuato de Alvear (quien residió en ella entre los años 1846-1848, vendida posteríormente por su hijo Marcelo Torcuato a la familia Strugamou actuales propietarios), hasta 1865 dichas tierras pertenecían al partido de Chivilcoy, hoy, al partido de Chacabuco. El 15 de octubre de 1864 Giuseppe Garibaldi remite una carta desde Caprera al "generoso pueblo de Chivilcoy", por ser el primero en América del Sur en contribuir dinerariamente para la campaña de un millón de fusiles, para lograr la libertad y unidad de Italia (dicha carta existe en el Museo Histórico de Chivilcoy). Edificio del Teatro Español y de la Asociación Española de Socorros Mutuos de Chivilcoy declarado Monumento Histórico Municipal en 1993. Fue el primer teatro-circo de la zona inaugurado en 1887, por donde desfilaron las princípates fíguras de la escena nacional. 6- LOCALIDADES IMPORTANTES Gorostiaga. Situada al N. del partido, fue fundada el 11 de septiembre de 1910 y tomó el nombre de los donantes de los terrenos donde se edificó la primitiva estación de ferrocarril, con acceso por la Ruta Nacional Nº5.
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Moquehuá. Fundada el 1 a de marzo de 1909, día de la habilitación de la primera estación de ferrocarril. Tomó su nombre del idioma de los incas, que significa "tierra de mucho maíz" o "montón de maíz". Es la localidad más populosa y progresista, después de la ciudad cabecera, tiene acceso por la Ruta Provincial Na 30. Otras de menor importancia son las localidades de "Benitez"; "Emílio Ayarza"; "Patemón Huergo"; Indacoghea", "Ramón Biaus"; "Henry Bell"; "La Rica " y "San Sebastián". Esta Ficha Didáctica ha sido elaborada con el aporte del MUSEO Y ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE CHIVILCOY. Prof. Juan A. Larrea
UNA SUEGRA QUE SE LAS TRAE...O SUEGRAS ERAN LAS DE ANTES...? Hebe CLEMENTI * De Mariquita Sánchez de Thompson tenemos los argentinos un clisé fijo, una dama bella y aristocrática, que no vaciló en recurrir a la justicia para rechazar el novio que le imponían sus padres, cuando apenas está alcanzando la juventud. Que luego enviuda de Thompson, y se casa con el cónsul de Francia, de quien también se separa o se separan, que recorre las alternativas de la vida socio-cultural durante el rosismo, que tiene el coraje de hacerle saber a Juan Manuel de Rosas que no aprueba su política ni su gobierno, que va y viene de Buenos Aires a Montevideo a lo largo de las tres décadas de su gobierno, que se cartea con gente de relieve de esos años, entre quienes están, Juan María Gutiérrez y Esteban Echeverría, que opina sobre la sociedad montevideana y la brasileña cuando viaja a Río... que, en fin, tiene opinión sobre todo y sobre todos, y lo dice con gracia y bien ganado estilo revelador de todo un carácter de mujer. La carta de la que extraemos una buena parte, la tomamos del libro de María Saenz Quesada, sobre esta patricia, en el que se siguen las alternativas de su existencia sobre la base de un espléndido acopio de correspondencia, que María Saenz entrecruza para lograr una recomposición elocuente del ámbito y la gente. Es una carta de Mariquita, de 1854, en la que cuenta a la hija Florencia, radicada en Buenos Aires, mientras ella todavía sigue en Montevideo, las diferencias que ha tenido con su hijo Julio, quien la ha reprendido por su actitud demasiado benévola hacia una servidora, Gregoria. Y mientras explica sus propias razones, accede a la razón no manifiesta que sostiene el entredicho con su hijo y con la nuera, quien ha parido un hijo en el campo y allí lo ha dejado, siguiendo una usanza de entonces, de modo que la abuela ni lo conoce todavía, en tanto la nuera está nuevamente embarazada, se siente mal, se descuida, se pelean... Pero mejor es leerla: (...) "Voy a explicarte algo sobre Gregoria, por lo que puede ocurrir, a decir Catalirna, que se me figura aquella comedia de Moratín de la niña que está siempre escandalizada de lo que hacen los otros. Vamos al caso. Estaba con Gregoria a partir de un piñón y su buen genio que era muy buena. Cansada de ladronas, pensé que ésta no lo sería y nada más: "esperé", ni pensé sino en una obra de caridad para con esta joven. Francamente a mí no me ha dado el menor motivo. Humilde como el suelo, si no había quien fuera a la plaza se ofrecía, a la pulpería -que ella llama el comercio- iba muy suelta de cuerpo a comprar. Sacaba las bacinicas como floreros. Jamás un mal modo ni una respuesta, jamás salía si no la mandaba yo. Enfrente de casa está la fonda y vive Arredondo. Catalina empezó a decir a Carolina que salía a la puerta para verlo y que le iba a poner cuarto. Carolina y Julio se empezaron a montar sobre esos cuentos. Una tarde que había
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máscaras, estaba yo en casa de Mariquita (Nin) solitas las dos conversando, y al volver a mi casa encuentro que había habido una historia, que Carolina había visto a la puerta de calle a Gregoria, hablando con una máscara -que dice era Arredondo- y en lugar de decir a Gregoria que se metiera adentro, se asustó de este desacato y fue a llamar a Julio, que estaba medio dormido. Bajó, puso de pluma a G. y que él no quería plumas en su casa: una historia. Vengo yo y me encuentro con este terremoto." Mariquita protegía a Gregoria, pero su juicio global respecto de sus servidores era lapidario: "Ya sabes que son todas lo mismo. Castidad y fidelidad, negocio perdido. Varían los nombres, enseñas otro potro y la misma cosa (...) Es una lástima tener criados y no poder tener monos. "(...) "Este matrimonio me tiene afligida más de lo que parece y tu que me conoces podrás juzgarlo. La niña es una cosa increíble. No es para nada, comer, dormir, y el balcón, a fuerza de delicadeza se pone un cuello, una cofia y sale para ver alguna persona, ¿salió ésta? El cuello y la gorra no sabes donde está, desgreñada y el pañuelo cualquiera y a la azotea, si dices algo, el mal estómago, y para no sentirlo, a dormir. Julio devora sus rabias (sic) pero al momento menos pensado llueven bofetones y tirones que me dan unos sustos que me muero. Ayer fueron a un baile, tuvimos mil apuros para arreglarlo todo (me hizo desesperar), en fin salió perfectamente a su gusto con un ramo de flores en el pecho de trapo, y otro ramo prendido en una cadera, sin que se supiera para qué, una corona llena de flores artificiales a su gusto charro, sin que nadie la contrariase. Bailó sin cesar y cenó como cuatro, el estómago bueno: a la una, después que habíamos almorzado, escribía yo tu carta cuando oigo una gritería espantosa. Fui a decirles que en el barrio se debía oir pero no tuve tiempo de hablar: Julio le largó un bofetón tremendo y le tiró por la cabeza dos cajas con dos pañuelos de la lndia que estaban sobre la mesa. Es la primera vez de mi vida que veo tirar así !Julio! !Julio! !Esto no es digno de ti! La aparté, la eché para su cuarto, doblé los pañuelos y traté de armar las cajas para ver como se mandaban a la tienda, en esto (entra) Mme. Geoffroy. El corazón me saltaba como para ahogarme, ni sabía lo que decía. Al rato la veo salir a la sala muy tranquila. Tenía el compromiso yo de ir a presentar a Vernet en casa de Manuel de Zumarán, salí como máquina, volví al momento. Se había desnudado y metido en cama, estaba roncando, se despertó para tomar algo, dijo le dolía la cabeza, y se volvió a dormir hasta la diez (...) Ahora noches salí a una reunión de música, ellos ni fueron; sin saber por qué estoy tan triste que todos me preguntaban qué tenía, porque desde el parto yo no he concurrido a la sociedad por evitar me pregunten por el niño, pues cuando vuelvo me dice la criada había historia. La encuentro desgreñada, llorando, me dice la había estropeado Julio y la había echado a la calle. Voy a ver a Julio y le hablo como puedes pensar. Me contestó que haría de su mujer lo que le diera la gana y que si quería la mataría. Te puedes hacer cargo mi situación. Se hizo una cama para la niña, yo no dormí un minuto pensando oir golpes (...) esta casa es un caos, un balde sin fondo, quiere vivir sin gastar, cada cuenta que viene es una pelea. Veo que no tiene con qué vivir, ya ves lo que me has mandado todo lo he gastado sin poder comprarme ni un vestido ni un mueble, compran cosas viejas, esto es un dolor y no creo que hubiera encontrado una mujer peor, y para colmo enferma y gorda que revienta. Esta niña no podrá jamás ser otra cosa porque es como todo el que no ha visto el mundo, porfiada sin igual. Jamás parece peinada, pues no quiere atarse el pelo porque es antiguo, envuelto y tomado con una peineta. Se acuesta a cada rato, pelo y bandó todo se enreda. En la cama parece una pampa por la almohada (...) se acaba de poner un vestido se acuesta con él, pasa sobre una vereda sucia sin levantarlo (...) así no puede quedar bien con las gentes ni tener un buen criado por supuesto esto es solo para ti, porque es un
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consuelo tener esta confianza ". (... ) * Licenciada en Historia e Investigadora. Asesora de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad Bs. As. Ex Directora Nacional del Libro
LA FUNCIÓN ECONÓMICA DE LAS MUJERES EN LA MAGDALENA COLONIAL Gabriela GRESORES * En relación al rol femenino en la sociedad colonial, la principal discusión está planteada en torno a la compleja contradicción entre la imagen idealizada de la mujer y la realidad histórica de su función. Los estudios basados en la documentación jurídica han sostenido, en parte, la imagen idealizada de la mujer, como un sujeto pasivo: "Vivía la mujer soltera sometida siempre a la autoridad paternal o a una tutela desempeñada por el mayor de sus hermanos varones o por el más próximo de sus otros parientes. El matrimonio, única causa de emancipación familiar, la libertaba de estas estrechas redes, pero la hacía caer dentro de la órbita de un nuevo poder tan acusado como el primero. La única posibilidad de liberación de este yugo era proporcionada por la viudez, la cual otorgaba, y no siempre, un estatus de "sujeto de derecho" para las mujeres. Las leyes, sin duda, sancionaban prácticas firmemente asentadas, y apuntaban a reforzar las configuraciones ideológicas de la época en donde la mujer pertenecía a la esfera de lo doméstico, debía encarnar los valores de esposa y madre asignados por la iglesia, y demostrar una dedicación constante a la familia. Para avanzar en algunos aspectos concretos de esta discusión hemos focalizado el análisis en un partido de campaña, la Magdalena, el cual ocupaba la región sur del estrecho corredor que conformaban las tierras bonaerenses controladas por la metrópoli, desde el Riachuelo hasta la Ensenada de Samborombón, y desde el Río de la Plata hasta el río Samborombón. Las primeras mercedes de tierras efectuadas en esta región habían sido parte de la distribución inicial efectuada por Juan de Garay en la refundación de la Ciudad de la Santísima Trinidad y puerto de los Buenos Aires, según las asentadas costumbres del feudalismo español, como tierras de "estancias". Durante el período que nos ocupa la estructura productiva se basaba en algunas grandes estancias que producían ganado para el abasto de carne de Buenos Aires y la extracción de cueros, combinando, en algunos casos, con agricultura. Articuladas con las anteriores, se encontraban una cantidad de pequeñas explotaciones familiares dedicadas al pastoreo y labranzas. Según los datos del censo de 1744 la población del pago rondaba las 700 personas, en donde los varones prácticamente duplicaban a las mujeres. Probablemente la subvaluación de las mujeres dentro de la sociedad rural haya desmerecido su registro en los padrones, y su presencia fuera más fuerte de lo que estos reflejan. Sin embargo, el desbalance de los sexos es un elemento que debemos tener en cuenta. Que lo femenino tenía un lugar social delimitado por las paredes de su hogar puede observarse en concreto en los legados testamentarios que recibían las mujeres de la Magdalena, consistentes en vestuario personal, artículos domésticos (ollas, vajilla y eventualmente moradas en la ciudad), privilegiando a los hombres en la transmisión de bienes productivos (tierras, animales, herramientas, etc.). Sin embargo, por decisión o necesidad, no todas las mujeres se conformaron con el rol que le era asignado, muchas de ellas, sin salirse totalmente del orden establecido, crearon formas de acción lejanas de las que se esperaban de su género.
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En el caso de las viudas terratenientes, todo indica que su género no fue un obstáculo para cumplir las funciones económicas y sociales propias de su clase, ya que eran reconocidas por la comunidad con los mismos atributos que sus maridos, y continuaron, en general, las tareas de administración y organización de la producción, en las que eran frecuentemente acompañadas por hijos u otros parientes, y para las que disponían del trabajo de capataces y dependientes. Excepcionalmente este desempeño se efectivizaba aún en vida de los cónyuges, como es el caso de Agustina y Catalina López Osornio La primera, "mandaba parar rodeo, contaba la hacienda, ordenaba los apartes e inspeccionaba a galope tendido los campos" (2). Su medio hermana, Catalina, se ocupó permanentemente de la estancia, recibida por medio de su carta dotal, consistente en tierras de cabezadas y ganados, sin intervención alguna de su marido, Tomás Lores, el cual parecía estar bastante alejado de los asuntos y del reconocimiento de su esposa. Esta última, al morir, no sólo lo excluyó de la tenencia de los hijos, sino que también le impidió acceder a los bienes de la sucesión. Pero no es difícil de advertir que ambos ejemplos pertenecen a la misma cuna. Esto no implica que en el ámbito privado las mujeres no tuvieran ninguna incidencia en las decisiones ejecutivas, pero esto no se traducía habitualmente a la esfera pública en donde podríamos observarlas. En el terreno de la producción, la brutalidad de las tareas ganaderas imponía una división sexual del trabajo que relegaba a las mujeres a planos secundarios de la misma. Son excepcionales las referencias al desempeño femenino, habiendo quedado fijada la imagen dejada por Félix de Azara: "Por supuesto que las mujeres van descalzas, puercas y andrajosas, ...sin coser ni hilar nada".(3) Completada en otra en donde afirma que "son puercas y van descalzas sin más vestido que el tipo o camisa" sus ocupaciones serían "hacer fuego para asar la carne y calentar el agua para tomar mate". Estas palabras, claramente referidas a las mujeres de los sectores más pobres, evidencian por una lado la dureza de las condiciones de vida en el campo, y por otro, la misma mirada prejuiciosa que se extendía sobre los hombres de baja condición, incluidos todos dentro del apelativo de "vagos". La invisibilidad del trabajo productivo de los sectores más empobrecidos es equiparable a la de las tareas domésticas de sus mujeres. Sin duda, las acciones necesarias para reproducir la existencia del grupo familiar insumirían buena parte de la jornada: buscar el agua, la leña tan escasa y disputada en los campos bonaerenses, preparar las comidas, etc., para lo cual contaban con precarios enseres: ollas de hierro, bateas de lavar y de amasar, etc. Así mismo, es posible que la observación de Azara sobre la ausencia de trabajo hogareño de costura y tejido se vinculara con la inexistencia de una producción textil domiciliaria, sí practicada en otras regiones, como Córdoba o Santiago del Estero. La economía ganadera y agrícola podría haber dejado pocos espacios para este tipo de labores por una parte, y por otra parte habría posibilitado el acceso a la vestimenta personal de los conchabados y sus mujeres como forma de pago, muchas veces su única y obligatoria remuneración. Sin embargo, la frecuente mención a la existencia de cortes de tela como parte del estipendio, así como su presencia en gran cantidad de inventarios sucesorios, y en menor medida la de cajas de costura y peines de tejer entre el utilaje de las casas, advierte sobre la necesidad de que alguien realizara la confección. En aquellos casos en donde se disponía de esclavas, éstas eran entrenadas para la costura, y seguramente en los otros serían las propias esposas e hijas las encargadas de hacerlo. Al no realizar prácticamente las mujeres tareas rurales remuneradas, la negación del trabajo doméstico como tal se extendió al rol femenino en aquellas tareas agrarias que por la naturaleza familiar de las explotaciones aparecían poco diferenciadas de los quehaceres del hogar. El único documento en donde hemos encontrado una remuneración al trabajo femenino en la campaña es entre los gastos efectuados para realizar la sucesión de Lorenzo
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Ramírez, donde se asignan a Melchor Días 6 pesos y 2 reales como estipendio por el depósito de los bienes del difunto "más tres días del trabajo de su mujer". (4) Suponemos que este trabajo estaría relacionado con la atención del juez comisionado y los tasadores durante el inventario. Las actividades de las mujeres que cuidaban pequeños rodeos de ganado y sembrados, realizaban quesos y otros productos permanece todavía oculta, a no ser por alguna referencia al pasar, como la que realizó Pedro Andrés García: "Estas sementeras en muchas partes deben cercarse...Resguardadas así sus mieses, las cuidan sus mujeres por el día, y ellos [los hombres] por la noche". (5) Donde obligadamente podemos constatar el trabajo de la mujer en la producción es en el caso de las viudas campesinas que continúan al frente de sus explotaciones sin delegar lo principal de las tareas en dependientes masculinos. Este fue el caso de, por ejemplo, María Illescas, quien al haber enajenado lo principal de sus bienes, consistentes en una casa en la ciudad, tres esclavos, y algún ganado, para pagar las deudas de la testamentaria y dividir la herencia, se reservó unas pocas varas de tierra, así como los instrumentos de campo y los bueyes a fin de sostener a sus hijos "alimentando a costa de mi sudor y trabajo personal” . (6). Su yerno manifestaba "la buena conducta y versación de mi suegra...que a expensas de sus sudores y trabajo personal ha mantenido en ser los expresados bienes y sustentado a sus hijos menores". Otro ejemplo es el de María Josefa Gutiérrez, quien junto a sus cuatro hijos varones y dos mujeres se encargaba de un rodeo de vacas lecheras, otro de caballos, algunas mulas y una majada de ovejas. (7) La invisibilidad del trabajo femenino en la producción y su aporte a la economía rural es uno de los mayores desafíos que presenta la temática de género para el tiempo y el espacio que nos ocupan. En este sentido, el intento de acceder a mayor cantidad y calidad de información han sido bastante infructuosos. La participación productiva de las mujeres en otras estructuras basadas en el trabajo campesino nos inducen a persistir en las hipótesis de una labor de las mujeres a la par del hombre, en particular en las explotaciones familiares. EL TRABAJO DOMÉSTICO Si bien el trabajo doméstico era el ámbito idealmente reservado para las mujeres, no todas se encontraron frente a éste en la misma situación. Las hacendadas tenían a su cargo de un número variable pero siempre considerable de sirvientes domésticos, particularmente de sexo femenino, esclavos y libres. El trabajo doméstico era el que preferentemente se asignaba a las esclavas, aunque probablemente en la vida rural no quedaran totalmente excluidas de algunas tareas productivas. Hemos encontrado algunas precisiones sobre las características de sus ocupaciones, por ejemplo en la estancia de Januario Fernández de los dieciseis esclavos, cinco eran mujeres, una "buena para la cocina, lavandera y planchadora", otra "lavandera y planchadora y para cuanto la ocupan en la casa" otra "buena costurera y lavandera y una de diez años de la cual se afirma que "ya cose” (8). Martina Arroyo, primera esposa de Clemente López Osornio disponía de cinco esclavas para la atención de su casa. (9) María Ignacia de los LLanos, tía de Clemente, tenía una "zambilla que empieza a coser y planchar", y una negra "cocinera de peones". Las esclavas no eran las únicas que ejercían la servidumbre doméstica. Aunque es un fenómeno menos conocido, también mujeres libres pertenecientes a las distintas castas cumplían con dicha labor, en particular las esposas e hijos menores de los capataces, agregados y peones y viudas que vivían con sus familias en las estancias. Así como las terratenientes se encontraban a resguardo de las tareas domésticas, otra era la situación de las mujeres campesinas en sus hogares ya que debían afrontar lo crudo de un trabajo, donde implicaba un esfuerzo mayúsculo conseguir agua o leña para cocinar, sólo con la ayuda de sus hijos.
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UN OFICIO FEMENINO: LA PARTERA Las mujeres pertenecientes a las principales familias se trasladaban a sus residencias en Buenos Aires ante la instancia del parto, ya que, dentro de lo primitivo de la estructura sanitaria de la época, ofrecían un entorno más seguro, que incluía la presencia de médicos los cuales eran prácticamente inexistentes en la campaña. Por otra parte, la necesaria ostentación de su ubicación social las inclinaba a practicar los ritos públicos de la religión, como el bautismo, en las parroquias donde se radicaban las terceras órdenes a las cuales pertenecían. Aquellas que no deseaban o no podían trasladarse hacia el ámbito urbano contaron con el auxilio de parteras. La precariedad y muchas veces la soledad de la vida en la campaña agravaba sin duda la ya arriesgada tarea del parto que cobraba la vida de gran cantidad de madres. Surgían así ocasionalmente algunas mujeres que ponían sus conocimientos empíricos al servicio de aquellas. En Chile, por ejemplo, "no se discutía la necesidad de recurrir a la partera, sí era un oficio mal visto por las mujeres de clases altas. Lo ejercen mujeres libres o esclavas indias y negras". El problema a resolver allí era que "no sólo que las parteras ignoraran las técnicas necesarias, sino que, muchas veces, no eran cristianas".(10) Esta exigencia no era arbitraria en el marco de las prácticas de la época, ya que en ocasiones las parteras se veían en la necesidad de realizar el bautismo cuando no se hallaba presente alguna persona habilitada. El sacramento de agua constituía uno de los ritos practicado con mayor sistematicidad en la campaña, traduciendo la preocupación paterna frente a la gran mortandad de los recién nacidos- de que sus vástagos no se vieran privados del cumplimiento de sus obligaciones espirituales. Entre los registros de nacimientos de la Parroquia de Magdalena se consignan los bautismos de agua llevados a cabo por Luisa Padilla, María Videla, Lucía Mendoza y Dominga Colares en su función de parteras, bajo la "aprobación" por los párrocos, tal coino se expresa en los documentos." (11) La falta de mayores rastros sobre ellas permite inferir que efectivamente provenían de sectores de escaso nivel económico, aún cuando Dominga Colares llevara el apellido de una antigua familia del pago. Probablemente su oficio contribuyera a complementar la economía de su familia. Ocasionalmente, ante la imposibilidad de contar con el auxilio de una comadrona en sus moradas, las parturientas se trasladaban hacia ámbitos donde podían contar con un entorno comunitario más denso, donde podrían encontrar ayuda en las necesidades del parto y quien oficiara el primer sacramento. Esta fue la situación de Agustina Lara, quien en el momento del nacimiento de su hija Juana se trasladó al fuerte de Atalaya, donde a falta de sacerdote la bautizó Don Polinario Aranda. (12) LAS JEFATURAS FAMILIARES La imagen de un hombre en soledad, reducida por los estudios recientes a una parte de los trabajadores temporarios ocupados en tareas ganaderas y agrícolas, podemos pensarla como contrapartida de una realidad de mujeres en soledad.. Tanto las viudas como las casadas tuvieron que hacerse cargo de las labores domésticas y productivas, de organización y de administración de sus bienes durante la ausencia de sus hombres. Muchas veces tuvieron la colaboración de sus hijos menores, los cuales podían sustraerse durante un tiempo limitado al conchabo, en el caso de los hombres, y al temprano matrimonio verificado entre las mujeres de Magdalena. Sin embargo, la soledad no parece haber sido una situación estimada por las mujeres de la campaña. Aunque las circunstancias las sometían a estas exigencias, aún las viudas más
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ricas prefirieron abandonar la "independencia" que les otorgaba la viudez por el matrimonio. Si bien esto no siempre pudo verificarse, dada la gran oferta masculina derivada del desbalance sexual, la mayor parte de los viudas se volvieron a casar. En este sentido, las que disponían de algún patrimonio contaron con la ventaja de un poder de elección más amplio al no hallarse sometidas a la voluntad paterna, y atenuando con ventajas económicas su depreciación en la "feria matrimonial" en función de su edad o maternidad.'' (13) Algunas debieron echar mano a la atracción que podía ejercer hasta unos cortos bienes sobre hombres que nada tenían, quienes eran recompensados con legados testamentarios. Así sucedió a Feliz Encina, marido de Agustina Lara, quien "para recompensarle de algunos de los servicios que me ha hecho en haberme asistido en mi enfermedad y reparación de las haciendas que todas se hubieran disipado consumido y acabado si hubiera permanecido en mi viudad...le nombro por universal heredero".(14) También fue el caso de María Antonia Siniestra, quien aportó sus bienes en las segundas nupcias con Francisco Días, quien "se casó con dicha difunta casi sin capa al hombro".(15) Otro es el de María Josefa Gutiérrez, quien señala en su testamento: "habrá cinco años que casé de segundas nupcias con Juan Romero, que no traxo cosa alguna y yo llevé todo lo expresado", que consistía una estancia poblada en Magdalena, una casa en Buenos Aires, y otros bienes. (16) Sería difícil comprender el intrincado juego de deseos y posibilidades que llevó a que determinadas viudas permanecieran en la jefatura familiar y otras declinaran la misma; probablemente no todas quisieron perder su lugar de mando, aunque un segundo matrimonio, en particular en función de una desigualdad económica, no necesariamente implicara una subordinación al nuevo marido. Una traba objetiva para efectuar un segundo matrimonio era la carga discriminatoria del derecho de tutoría y curatela de los hijos, ya que las mujeres lo disfrutaban sólo en caso de no contraer nuevamente nupcias. De hacerlo, a diferencia de sus maridos, perdían la custodia de los hijos y su patrimonio. Como contrapartida, las mujeres podían otorgar en sus disposiciones testamentarias la tutoría y curatela de los menores a personas distintas de sus maridos, y de hecho algunas lo hicieron, como Catalina López de Osornio y Josefa Rodríguez, mostrando una aguda desconfianza hacia sus cónyuges en el lecho de muerte." (17) CONCLUSIONES Los diversos modos de resolución de los conflictos que presentaba la realidad cotidiana a las mujeres las acercó o alejó del deber ser que la sociedad había creado para ellas. Hemos desplegado esta problemática en el pago de la Magdalena centrando el análisis en algunos aspectos fundamentales para comprender el rol socioeconómico de la mujer en un medio sumamente hostil. Ellas debieron desarrollar su vida en este ámbito, dando respuestas activas en contraposición al lugar pasivo que supuestamente debían ocupar. Creemos haber dejado en claro que este lugar era ocupado sólo por una parte de las mujeres de los sectores dominantes de la campaña. Para las otras, la construcción ideológica que invisibilizó la intensa actividad que desarrollaron contribuyó también a restarles el reconocimiento social que merecían. NOTA: 1- Ots Capdequí, J.M. El estado español en las indias. Fondo de Cultura Económica. México, 1976. p. 96 2- Ibarguren, Carlos. Rosas, su vida, su tiempo, su drama, citado en Mayo, Carlos. Estancia y Sociedad en la Pampa 17401820. Biblos, Buenos Aires, pp. 175-6. 3- Azara Félix. Descripción e historia del Paraguay y del Río de La plata, citado en Azcuy Cambeiro, Bs.As. 1995. Apéndice documental p. 212. 4- Sucesiones 7777. 5- García, Pedro Andrés. Viaje a Salinas Grandes. Sudestada, Buenos Aires, 1969. p. 22. 6- Sucesiones 6255.
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7- Sucesiones 6252. 8- Sucesiones 5873. 9- Sucesiones 3861 . 10- Salinas, Cecilia. Las chilenas de la Colonia. Virtud sumisa, amor rebelde. Lom ediciones, Santiago, 1994. pp. 40-41 . 11- Libro 1 ° de bautismos de la Parroquia de Santa María Magdalena. 12- Sucesiones 6727. 13- McCaa, Robert, "La viuda viva del México Borbónico: sus voces, variedades y vejaciones" En Seminario de Historia de la Familia. Centro de Estudios Históricos. Familia novohispana. Siglo XVI al XIX. El Colegio de México, México, 1991. Pilar Gonzalbo Aizpuru coord. 14- Sucesiones 6727. 15- Sucesiones 6252. 16- Sucesiones 6252. 17- Sucesiones 6726 y 8138 respectivamente.
* IIHES-CONICET
La Aljaba. Segunda época Revista de Estudios de la Mujer. Vol. - 1996. Co-Editoras: Cecilia Lagunas (U.Ñ.L.U.) . M. Herminia Di Liscia (U. N.L.P.). Nélida Bonacorsi (U.N.C.) Esta revista es producto del estímulo a docentes e investigadores que ofrece el Área de Estudios de la Mujer del Dpto. de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Luján, el Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad de La Pampa, y la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue. Surge a partir de la postura historiográfica de la historia de las mujeres y como medio de difusión del saber que las universidades producen y acumulan, en ese sentido. El objetivo de la publicación es construir y constituirse en un espacio de reflexión pluralista, crítico y abierto; reflexionar e incentivar los estudios de la mujer en los ambientes de otras universidades; y propiciar socialmente actividades que induzcan a cambios en los comportamientos genéricos. La “Aljaba Segunda Época” es el mejor homenaje a la esforzada PETRONA ROSENDE, editora de una modesta publicación con el nombre de "La Aljaba", con la frase "Dedicada al bello sexo argentino". El primer número se presentó en Buenos Aires el 16 de noviembre de 1830. Sólo salieron 18 números. La Aljaba se constituyó en el primer órgano escrito por una mujer y destinado a las mujeres. Salía martes y viernes y los interesados podían suscribirse. Mucho más tarde, los historiadores del periodismo develaron la identidad de la precursora: Petrona Rosende de Sierra, nacida en Montevideo en 1787, emigró a Buenos Aires en la época de la dominación Luso-Brasileña. Al declararse la independencia del Uruguay, regresó a su tierra y se dedicó a la enseñanza. Sumario Vol I - 1996 Palabras preliminares, Lic. Analía Testa, Cecilia Lagunas “El por qué del nombre”, Lily Sosa de Newton. Fascimíl de "La Aljaba del año 1830”. Pastor Reyna, “Reflexiones”. Bonacorsi, Nélida, “Repensar la Historia de las Mujeres”. Lagunas Cecilia, “Historia y género. Algunas consideraciones sobre la historiografía feminista.” Di Liscia M. Herminia, “Democracia: Una interpelación desde las mujeres”. Almeida, Susana y Martínez Adriano, “La Mujer y el Dere cho de familia".
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Varela Brisa, “Los flujos mercantiles de San Luis a Men doza en la primera década del siglo XIX. El papel de los textiles en la economía puntana”. Masse, Gladys “Participación económica femenina en el mercado de trabajo urbano porteño al promediar el siglo XIX. Ramos, Mariano, Nespolo Eugenia y Polidari Alejandro “Los corrales de piedra y algunos relatos de cautivos”. Ensayos bibliográficos. Guaglia M. Dolores Tavarozzi Elida. "Sobre la colección Mujeres argentinas, dirigida por F. Loso”. Crítica Bibliográfica: Gastón, Liliana, Feminism and Sociological Theory de Ruth A. Walhce (Comp) Misceláneas
COMO VIERON LOS CRONISTAS DE INDIAS A LAS MUJERES Graciela SAEZ* Gracias a la minuciosa costumbre española de consignar en documentos, crónicas, peticiones, cartas, etc., todos los hechos ocurridos, ha quedado un riquísimo material sobre los temas más diversos, de aquellos primeros tiempos del descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo. Estos invalorables testimonios pueden ser leídos desde distintos ángulos. En este caso hemos focalizado nuestro interés en las descripciones de mujeres y temas afines a su género. Hemos tomado algunos de los escritos más representativos, desde Cristóbal Colón y quienes lo siguieron en las islas y el continente, hasta los igualmente intrépidos descubrimientos conquistadores que arribaron poco tiempo después a nuestro actual territorio. El descubrimiento y toma de posesión de América fueron incorporándose a una concepción eurocentrista de la historia (como siguió siéndolo durante varios siglos, hasta para los propios americanos), en la cual estas tierras fueron descriptas por los europeos dentro de un "fantástico" procesó en el que fueron protagonistas activos. El contacto fue transformador para ellos, tanto como para las sociedades que recibieron su impacto. Ante el descubrimiento de nuevas tierras y nuevas gentes, se pusieron en duda un buen número de prejuicios sobre la geografía, la teología, la moral, la historia y la naturaleza de los hombres y las mujeres. El fenómeno americano era algo nuevo e inesperado para el conocimiento europeo. América no estaba en las precisiones de nadie. Fue un continente "aparecido", cuya existencia constituyó un desafío en todos los aspectos (tradiciones, creencias, actitudes). De este modo, estos asombrados observadores/protagonistas debieron realizar un enorme esfuerzo para poder interpretar y trasmitir lo que veían y vivían. En la evaluación de los testimonios deben tenerse en cuenta muchas variables: la personalidad del autor, las circunstancias en que fueron escritas (no olvidemos que algunos como Cieza de León escribieron sobre la marcha, y otros como Bernal Díaz del Castillo lo hicieron recordando, muchos años después); también debe tenerse en cuenta la relación directa o no con lo tratado, como el caso de las amazonas, generalmente incorporadas al relato por noticias de terceros. Otro elemento importante es la función del cronista, si es oficial, ya sea funcionario u hombre de la Iglesia, o si lo hace a título personal (cartas o diarios de viaje, generalmente más espontáneos).
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En lo referente a las costumbres y a las mujeres, hay una pesada carga de prejuicios, justificaciones morales y religiosas, elogios y censuras que marcan una evidente intencionalidad en las crónicas de aquellos "navegantes" entre dos mundos, dicho esto desde el punto de vista espacial: Europa - América y temporal: Bajo Medioevo - Época Moderna. LAS CRÓNICAS Cuando los cronistas se refieren a las mujeres los temas son: descripción física, desnudez, adornos personales, vida sexual, matrimonio, parto, cuidado de los hijos. Se amplían estos temas específicos del género con la descripción de costumbres, tareas, lengua. También se refieren a su relación y comportamiento con los cristianos. Los juicios de valor en cuanto a la belleza de estas gentes así como sobre sus ritos y costumbres son muy frecuentes, y es posible diferenciar fundamentalmente dos tipos de discurso: el evangelizador, moralista, y el idealista. Ambos teñidos por el asombro. Cristóbal Colón , es quien realizó las primeras descripciones: "Vinieron muchos y muchas mujeres, cada uno con algo, dando gracias a DIOS, hechándose al suelo y levantaban las manos al cielo…”, "Ellos andaban todos desnudos, como su madre los pa rió; y también las mujeres, aunque no vi más que una, harto moza."(1) Hombres y mujeres diferentes pero de gran belleza en un mundo distinto, que se parece al paraíso terrenal, donde los españoles son recibidos como dioses. Cuando Colón describe a la gente lo hace dentro del paisaje. Sus menciones de los habitantes de las islas, que son generalmente escuetas, aparecen entre las descripciones de los árboles, los pájaros y los aires. También hace referencia a la gente cuando habla del oro: "En estas tierras hay muchas minas de metales e hay gente en inestimable número”. (2) La primera referencia a los indios "vimos gente desnuda", nos revela que lo que más le impresiona es la desnudez. Esto será una constante en los cronistas. La falta de ropa, además representa para ellos lo salvaje, la falta de cultura: "Esta gente es muy mansa y muy temerosa, desnuda, como dicho tengo, sin armas y sin ley". (3) A menudo sus observaciones se limitan al aspecto físico, su estatura, el color de su piel (tanto más apreciada si era más clara, más semejante a ellos). "Son de la color de los canarios, ni negros ni blancos", "Entre los otros vieron dos mujeres mozas tan blancas como podían ser en España". (4) Colón admira y se maravilla con todo, principalmente la belleza física: "Hay lindos cuerpos de mujeres", "Son los más fermosos hombres y mujeres que hasta allí hubieran hallado". (5) Poco después Américo Vespucio describe la costa de Paria y Venezuela: "Por lo que toca a su vida y costumbres, todos, tanto los varones como las hembras, andan enteramente desnudos, sin más cobertura en las vergüenzas que la que sacaron del vientre de sus madres. Son de mediana estatura y de buenas proporciones: su carne tira a roja, como el pelo de los leones, y soy de opinión que si anduvieran vestidos serían tan blancos como nosotros... Nadan maravillosamente, más de lo que es creíble, y las mujeres mucho mejor que los hombres. (6) Vespucio hace una detallada descripción de sus tareas, destacando su igualdad y su resistencia: "Cuando van a la guerra llevan consigo a sus mujeres, no para que peleen, sino para que conduzcan tras ellos las cosas necesarias." (7) En cuanto a su vida sexual, demuestra su interés en las extrañas costumbres de estas gentes:
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"No guardan en sus casamientos o matrimonios ley ninguna ni derecho legítimo conyugal; antes bien, cuantas mujeres ve cualquiera tantas puede tener y repudiarlas cuando quiera, sin que esto se tenga por injuria ni por oprobio; siendo común esta libertad a los varones y a las mujeres". (8) No faltan en la crónica de Américo Vespucio los juicios de valor: "Son poco celosos, pero lujuriosos en extremo, en especial las mujeres, cuyos artificios para satisfacer su insaciable liviandad no refiero por no ofender el pudor". (9) Estas mujeres eran exactamente lo contrario de lo que la Iglesia y la concepción cristiana medieval, marcaban como paradigma femenino: la figura de la Virgen María, la mujermadre, pura y casta. Las indias eran para algunos "hijas del demonio que las habita" aunque para otros eran simplemente "salvajes de la naturaleza". Esta visión daría origen posteriormente a la teoría del "buen salvaje". En las referencias y descripciones que hacen los cronistas de los hombres y mujeres desnudos, se hace evidente la búsqueda de palabras no ofensivas para el lector y a la vez condenatorias de la manera en que andan. Las expresiones usadas para nombrar los genitales, por ejemplo, lo demuestran: "parte naturales", "su natura", "partes pudendas", "partes nefandas", "sus vergüenzas", "miembros vergonzosos", "las partes", "otras partes", "las partes menos honestas de la generación". Todas ellas nos hablan de la dificultad del relato en determinados temas, en los que ellos además, se sentían involucrados. Lo cierto es que los españoles que juzgaban a estas mujeres, eran los mismos que las recibían como regalo y se "holgaban" con ellas. En este nuevo escenario, la naturaleza parece haber vencido las represiones y las amenazas infernales, dice Alberto Salas y cita a Gerónimo de Ochoa de Eizaguirre. “...es tanto la desvergüenza y poco temor de Dios que hay entre nosotros en estar como estamos con las indias amancebadas que no hay Alcorán de Mahoma que tal desvergüenza permita…”. ( 10) Continúa A. Vespucio. "Son de cuerpo gracioso, elegante, bien proporcionado, de tal suerte que no se puede notar en ellas deformidad alguna, andan desnudas... Pero allí nadie cuida de estas cosas, porque la misma impresión les causa la vista de las vergüenzas que a nosotros la vista de la boca o del rostro." Y agrega: "Manifestáronse sobradamente aficionadas a nosotros". (11) Desde las primeras crónicas se advierte el interés de las indias por los blancos. A ello se suma la costumbre difundida de ofrecer las mujeres en prueba de amistad. Dice A. Vespucio: La mayor y más señalada prueba que dan de amistad es ofrecer tanto sus mujeres como sus hijas propias a sus amigos para que usen tanto de ellas a su voluntad; en lo cual tanto el padre como la madre se creen muy honrados y favorecidos si a una hija suya, aunque virgen todavía, se digna alguno admitirla y llevarla consigo para usar de ella, siendo éste uno de los principales medios para conciliar mutua amistad." (12) Michele de Cuneo, italiano, cuenta en una carta, su experiencia personal en el segundo viaje de Colón: "Como yo estaba en el batel, apresé una caníbal vellísima y el Señor Almirante me la regaló. Yo la tenía en mi camarote y como según su costumbre estaba desnuda, me
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vinieron deseos de solazarme con ella. Cuando quise poner en ejecución mi deseo ella se opuso y me atacó en tal forma con las uñas, que no hubiera querido haber empezado. Pero así las cosas, para contaros todo de una vez, tomé una soga y la azoté tan bien que lanzó gritos tan inauditos como no podríais creerlo. Finalmente nos pusimos en tal forma de acuerdo que baste con deciros que realmente parecía amaestrada en una escuela de rameras." (13) Este relato nos revela que además de encontrar el europeo hermosas a las indias, no se les ocurre pedirles su consentimiento para "poner en ejecución" sus deseos. Además nos muestra con que naturalidad les eran repartidas las mujeres. El español obtuvo las indias por donativo, naturalmente o como botín. Algunas fueron llevadas en las carabelas a España, muchas fueron violadas, y otras se amancebaron con los cristianos. Todas fueron madres de sus hijos mestizos. De la toma y violación de mujeres deja numerosos testimonios Fray Bartolomé de las Casas en su "Brevísima Relación de la destrucción de las Indias", donde las atrocidades cometidas por los españoles en las islas y tierra firme son denunciadas por el sacerdote. Tal vez existen exageraciones en la descripción, tal vez no, pero su relación nos aporta importantes datos sobre el trato dado a las mujeres. "En la isla española, que fue la primera, como dijimos, donde entraron cristianos e comenzaron los grandes estragos e perdiciones destas gentes e que primero destruyeron y despoblaron, comenzando los cristianos a tomar las mujeres e hijos a los indios para servirse e para usar mal dellos". Por lo que: "comenzaron a entender los indios que aquellos hombres no debían de haber venido del cielo; y algunos escondían sus comidas; otros sus mujeres e hijos..” "...E llegó esto a tanta temeridad y desvergüenza, que al mayor rey, señor de toda la isla, un capitán cristiano le violó por fuerza su propia mujer..." (14) Entre las muchas denuncias, cuenta como fueron muertas las reinas Anacaona e Higuanama. La primera, salvada de ser lanceada y quemada viva junto a otros principales, por su rango: "A todos los otros alancearon e metieron a espada con infinita gente, e a la señora Anacaona, por hacerle honra, ahorcaron..." (15) EL MESTIZAJE Sabemos por las crónicas que los intercambios sexuales entre indias y blancos fueron intensos. Esto se debió a que los grupos españoles estaban integrados fundamentalmente por varones. Además la relación entre indias y españoles se daba a través de uniones múltiples, contribuyendo a ello la institución de la poliginia y la gran libertad sexual practicada por los indígenas. Todo esto favoreció enormemente el rápido mestizaje y el surgimiento de una nueva población, que se generalizaría con el tiempo, y se haría mayoritaria en determinadas regiones. Las uniones fueron más estables, allí donde encontraron los españoles culturas adelantadas, centros de poder político y económico. Allí se crearon lazos más firmes y prolongados, ya que la adaptación era mucho más fácil que con las sociedades de culturas primarias como las de las islas, donde las uniones fueron generalmente casuales o accidentales. La diferencia de clases entre la nobleza indígena y el resto de la población, quedan claramente estipuladas en las crónicas. Por otra parte los mismos jefes indios entregaban a sus hijas y hermanas para producir alianzas con los blancos. Cuenta Bernal Díaz del Castillo que le dicen a Cortés:
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"Malinche, porque más claramente conozcais el bien que oz queremos y deseamos en todo contentaros, nosotros oz queremos dar a nuestras hijas para que sean vuestras mujeres y hagais con ellas generación". (16) En la crónica de Bernal Díaz se destaca especialmente la condición noble de Doña Marina. Lo mismo sucede con los cronistas del Perú, cuando se refieren a las mujeres de la nobleza incaica. Con ellas tendrán hijos los conquistadores, y estos mestizos detentarán una mejor posición social, frente al resto, la mayoría, que serán mano de obra y fuerza de trabajo. Cuenta Bernal Díaz de las 20 indias que le regalaron a Cortés: "luego se bautizaron, y se puso por nombre doña Marina a aquella india y señora que allí nos dieron, y verdaderamente era gran cacica e hija de grandes caciques y señora de vasallos...Cortés las repartió a cada capitán la suya y a esta doña Marina, como era de buen parecer y entremetida y desenvuelta, dio a Alonso Hernández Puertocarrero, y cuando fue a Castilla estuvo la doña Marina con Cortés y hubo en ella un hijo que se dijo don Martín Cortés." (17) El importante papel jugado por Doña Marina en la conquista de México, por ser factor de comunicación, ha sido ampliamente debatido desde entonces. Traidora a su pueblo, o preservadora de su cultura al unirse sin resistencia al invasor lo cierto es que la mujer indígena es la que permitió visto cinco siglos después, que este continente, indio, blanco, mestizo, conservará y transmitiera su lengua, sus tradiciones, su cultura. LAS CRÓNICAS DEL SUR En nuestro territorio las descripciones de indígenas son escasas y breves, generalmente atañen a sus rasgos físicos y algunas costumbres. En los relatos demuestran mucho más interés por la descripción geográfica y la evaluación de las posibles riquezas a encontrar, que por los habitantes de estas regiones del sur. Antonio Pigafetta, relata refiriéndose a las mujeres de los gigantes del Estrecho de Magallanes en 1520: "Las mujeres no son tan grandes como los hombres; pero, en compensación, son más gordas. Sus tetas colgantes. Tienen más de un pie de longitud. Van pintadas y vestidas del mismo modo que sus maridos, pero se tapan sus partes naturales con una piel delgada. Nos parecieron bastante feas, sin embargo, sus maridos mostraban estar muy celosos." (18) La apreciación del tamaño de las mujeres del sur de la Patagonia se hace gracioso cuando el clérigo Juan de Aréizaga, cuenta en 1535 un encuentro de estas mujeres con los cristianos: "Y luego corrieron los unos para los otros y se abrazaban. Decía este padre don Juan que él, ni alguno de los cristianos (que allí se hallaron), no llegaban con las cabezas a los miembros vergonzosos (de esas gigantes), en el altor con una mano, cuando se abrazaron." (19) Luis Ramírez, se refiere a las costumbres funerarias de los Timbús, como lo han hecho otros cronistas refiriéndose a los Charrúas: "las mujeres de estos timbús tiene por costumbre que cada vez que se les muere algún hijo o pariente cercano se cortan una coyuntura de un dedo; y tal mujer hay de ellas que en las manos ni en los pies no tiene cabeza en ningún dedo; y dicen lo hacen a causa del gran dolor que sienten por muerte de tal persona ..." (20) Ulrico Schmidl, nos aporta datos y apreciaciones personales de su viaje por estas latitudes, como soldado de fortuna, realizado entre 1534 y 1554. Su crónica clara e ingenua registra noticias sobre las mujeres de las distintas tribus con las que tuvieron contacto. Se refiere de esta manera a la fundación de Buenos Aires, nombrando a los Querandíes y
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sus mujeres: "Allí levantamos una ciudad que se llamó Buenos Aires: esto quiere decir buen viento.. ..Allí, sobre esa tierra, hemos encontrado unos indios que se llaman Queradís. También esta mujeres llevan un pequeño paño de algodón cubriendo sus vergüenzas..." De las Timbúes destaca su fealdad: "Las mujeres son horribles y, tanto jóvenes como viejas, tienen la parte baja de la cara llena de rasguños azules." Más adelante relata los sucesos ocurridos con los Carios, donde se fundaría la ciudad de Asunción: "Trajeron y regalaron a nuestro capitán Juan Ayolas seis muchachitas… y regalaron a cada hombre de guerra dos mujeres, para que cuidaran de nosotros, cocinaran, lavaran y atendieran a todo cuanto más nos hiciere falta." (20) El obsequio de mujeres sigue siendo una constante en las crónicas. En el Paraguay la poligamia llegó a generalizarse tanto, que fue conocido como el "Paraíso de Mahoma", como le llamó Martín del Barco Centenera en su poema "La Argentina", refiriéndose a lo que se vivía en Asunción. Los indios llamaron a los españoles "cuñados", estableciéndose la institución del "cuñadazgo", como algo fundamental en la sociedad hispano-guaraní, donde surgieron los famosos "mancebos de la tierra". Schmidl describe a belleza "a su manera" de las mujeres Jerús, mostrándose realmente seducido por su forma de adornarse y su manera de bailar que los dejaba "con la boca abierta”. De su pintura corporal piensa que un pintor de Europa debería "esforzarse para hacer ese trabajo". Estas indias son según Schmidl "grandes amantes afectuosas y de cuerpo ardiente".Agrega refiriéndose a las Mbayás: "Ellas hilan y tejen algodón, hacen la comida y dan placer a su marido y a los amigos de éste que lo pidan; sobre esto no he de decir nada más por ahora. Quien no lo crea o quiera verlo, que haga el viaje." (21) Este último comentario nos hace reflexionar sobre la dificultad que tendrían los cronistas, para transmitir lo que veían y sentían. Algunos fueron especialmente observadores y dejaron crónicas minuciosas pero generalmente su vocabulario parecía no alcanzarles para reproducir tanta variedad de cosas nuevas. El propio Colón dice "Son tanto sin engaño y tan liberales de lo que tienen, que no lo creerá sino el que lo viese". (22) J. H. Elliott, cita a Jean de Léry que dice de su viaje al Brasil publicado en 1578: "Sus gestos y sus semblantes son tan diferentes de los nuestros que confieso mi dificultad para reflejarlos en palabras, o incluso en un cuadro. Así pues para disfrutar el verdadero placer de contemplarlos, tienen que ir a visitarlos a su propio país". (23) Las representaciones gráficas que los cronistas y viajeros han realizado están generalmente apartadas de lo que eran realmente los hombres y mujeres descubiertos. Las ilustraciones nos recuerdan a veces las imágenes medievales y otras los modelos renacentistas. Muy lejos están las proporciones de los cuerpos indígenas, que eran otras por tratarse de etnias diferentes, además de desconocidas. Por otra parte aquellos conquistadores traían un bagaje cultural que los hacía ver la realidad a su modo. El imaginario del siglo XVI se nutría con los mitos bíblicos, la mitología clásica, las creencias medievales y algunas nuevas ideas renacentistas. Todo esto sumado a los relatos de antiguos viajeros, la imprecisión de los mapas y los indicios de fabulosas riquezas del Nuevo Mundo, formaban una "imagen fantástica" donde todo podía ser posible: monstruos marinos, sirenas, hombres con cola, cíclopes, amazonas. En el Nuevo Mundo parecían darse cita todos los mitos. Hasta el propio Paraíso Terrenal, cuya existencia no se ponía en duda en aquella época fue prácticamente ubicado geográ-
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ficamente en el tercer viaje de Colón. El mito de las amazonas, forma parte de esta proyección de obsesiones, fantasmas y esperanzas. Estas mujeres guerreras y cazadoras que vivían sin hombres, tienen su origen en la mitología griega y aparecen en las crónicas de América, por primera vez en el Diario del primer viaje de Colón: "de la isla de Matininio, dijo aquel indio que era poblada de mujeres sin hombres". Más tarde el explorador español Francisco de Orellana el primero que llegó a la desembocadura del Amazonas, afirmó que había combatido con un grupo de ellas. Muchos otros se lanzaron a la búsqueda de las amazonas. El propio Ulrico Schmidl nos cuenta lo que de ellas le refieren otros indios: "Tienen esas mujeres un solo pecho y se juntan y tienen comunicación carnal con sus maridos tres o cuatro veces en el año. Si entonces se preñan y nace un varoncito, lo envían a casa del marido; pero si es una niñita la guardan con ellas y le queman el seno derecho para que éste no crezca y pueda así usar sus armas, los arcos, pues ellas son mujeres guerreras que hacen la guerra contra sus enemigos. Viven estas mujeres amazonas en una isla". Evidentemente la incorporación de las amazonas a los relatos muestra la proyección de los mitos europeos y la necesidad de probarlos. La búsqueda de analogías y diferencias es permanente en las crónicas ya que la visión del otro despierta, en cada encuentro, curiosidad, admiración o rechazo, nunca indiferencia. Toda percepción era para los conquistadores movilizadora y provocante. Un mundo nuevo, naturaleza exuberante, hombres y mujeres desnudos, a veces horrendos, otras hermosos; ni negros ni blancos, con costumbres extrañas, temerosos de otros dioses y otros demonios. No era fácil describir esta nueva y desconcertante humanidad descubierta. Notas y Fuentes bibliográficas y documentales 1) Salas, Alberto y Vázquez, Andrés: Noticias de la Tierra Nueva. EUDEBA. Bs. As. 1964. 2) Idem. 3) Idem. 4) Idem. 5) Idem. 6) Idem. 7) Idem. 8) Idem. 9) Idem. 10) Salas, Alberto: Crónica Florida del Mestizaje de las Indias. S. XVI. Ed. Losada. Bs. As. 1960. 11) Noticias de la Tierra Nueva. Ob. cit. 12) Idem. 13) Idem. 14) De las Casas, Bartolomé: Brevísima relación de la destrucción de las Indias. Sarpe. Madrid. 1985. 15) Idem. 16) Díaz del Castillo, Bernal: La conquista de la Nueva España. EUDEBA. Bs. As. 1977. 17) Idem. 18) Mandrini, Raúl: Argentina Indígena. Centro Editor de América Latina. Bs. As. 1983. 19) Idem. 20) Schmidl, Ulrico: Viaje al Río de la Plata. Ed. Nuevo Siglo. S.A. Bs. As. 1995. 21 ) Idem. 22) Noticias de la Tierra Nueva. Ob. cit. 23) Elliot, J. H.: El Viejo Mundo y el Nuevo (1492-1650). Alianza Editorial. Madrid. 1972. 24) Noticias de la Tierra Nueva. Ob. cit. 25) Viaje al Río de la Plata. Ob. cit.
* Profesora de Historia. Master en Cultura Argentina. Directora del Instituto Histórico de la Municipalidad de Morón.
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UN BANQUETE DE BODAS , EN EL BUENOS AIRES COLONIAL Carlos María BIROCCO El 30 de agosto de 1752 el doctor Cayetano de Marsellano y Agramont, obispo de Buenos Aires, bendijo en la capilla episcopal el matrimonio del ascendente mercader Vicente de Azcuénaga y doña Rosa de Basabilbaso, hija del rico negociante Domingo de Basavilbaso. El novio doblaba en edad a la novia, que no tenía más que catorce años: no se trató, se entiende, de un casamiento por amor sino de una de las frecuentes alianzas que urdían las familias de comerciantes rioplatenses para darle un continuador a sus empresas, ya que sus hijos varones optaban frecuentemente por la carreras militar o burocrática, mucho mejor reputadas. En este caso, tanto el suegro como el yerno eran peninsulares, y ambos oriundos del Señorío de Viscaya, pero con la diferencia de que Basabilbaso llevaba ya más de dos décadas de avecindado en el Río de la Plata, donde se había casado con la hija de un militar y adquirido prestigio, mientras que Azcuénaga había arribado mucho más recientemente. La unión entre Vicente de Azcuénaga y la hija de Basabilbaso no reproducía, sin embargo, el patrón de estos enlaces, utilizados generalmente por los mercaderes para promocionar a sus dependientes, en muchos de los casos parientes pobres que hasta entonces se habían desempeñado como aprendices en sus tiendas y que de esta manera ingresaban en la rueda de los negocios.(1) Hacía ya algún tiempo que Azcuénaga se hallaba en condiciones de convertirse en socio de su suegro: el hecho de que al casarse contara con un patrimonio evaluado en 46.050 pesos lo aleja definitivamente de la imagen de un desposeído. En el momento de contraer matrimonio, no obstante, su fortuna se componía principalmente. de pagarés y escrituras por valor de 42.352 pesos, y no disponía más que de 720 pesos en efectivo; al parecer, se hallaba atravesando un período de iliquidez que posiblemente le obstaculizaba la prosecución de sus operaciones mercantiles. La dote de Rosa le permitiría desenvolverse en adelante con mayor desahogo, pues recibió en ese concepto 500 marcos de plata labrada, 12.000 pesos en moneda corriente y 1080 pesos en joyas, además de dos inmuebles que podía hipotecar y del rico ajuar de su esposa. (2) A esto agreguemos las ventajas sociales que le brindaba un matrimonio como éste, consistentes sobre todo en las conexiones de que gozaría a partir de entonces en atención al renombre de su suegro. (3) Una fuente documental que perteneciera originariamente a la Biblioteca Nacional y que hoy se encuentra depositada en el Archivo General de la Nación nos permite acercarnos a la celebración de este enlace desde un ángulo distinto, el de la privacidad. Se trata de la lista de los platos que se sirvieron en el banquete de bodas, cuyo título ("Razón de los cubiertos que se pusieron en las mesas el día 30 de agosto de 1752 que se casó mi hija Rosa con don Vicente de Azcuénaga") indica que fue escrita por Domingo de Basabilbaso, el padre de la novia (4). La misma consta de doscientos doce platos, que fueron distribuidos en cuatro cubiertos o comidas principales y tres entremetidos o entremeses. La transcribimos a continuación: nótese que en ciertos casos se agregó (la letra no de Basabilbaso) el número de piezas de que se componía un plato o su peso en libras, que nosotros hemos colocado entre paréntesis. Primer cubierto: 3 platos de sopa de pan ~ 3 platos de fideos ~ 3 platos de bizcochos borrachos (4 libras) ~ 5 platos de pollo en fricasé (15 pollos) ~ 5 platos de relleno de carne, lechuga, & ~ 6 platos de la olla. Primer entremetido: 8 platitos de salchichón (2 1/2 libras) ~ 8 platitos de naranja ~ 6 platitos de salsa de mostaza y perejil.
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Segundo cubierto: 3 platos de pastelones rellenos de pichones ( I 8 pichones) ~ 5 platos de fricando de pollo (20 pollos) ~ 4 platos de patos (12 patos) ~ 5 platos de pichones (20 pichones) ~ 4 platos de bácalao ~ 4 platos de polpetones de carne y dulce ~ 4 platos de lengua estofada, salada o fresca ~ 3 chanchitos rellenos ~ 11 cabezas de ternera. Segundo entremetido: 8 platitos de ostiones ~ 8 platitos de pescado en escabeche ~ 8 platitos de salchicha ~ 8 platitos de alcaparrones Tercer cubierto: 4 platos de asados (4 pavos, y lo demás de varias frituras) ~ 5 platos de atún ~ 4 platos de costillas de puerco ~ 4 platos de pollos o pichones (16 pollos o pichones) ~ 4 platos de ensalada cocida ~ 4 platos de ensalada cruda ~ 4 platos de ensalada encurtida. Tercer entremetido: platos de rábanos ~ 8 platos de aceitunas ~ 8 platos de anchoas ~ 8 platos de brochetas de hígado de gallina y jamón. Cuarto cubierto: 3 platos de torta ~ 3 platos dé huevos hilados ~ 3 platos de leche ~ 3 platos de cubiletes ~ 3 platos de rosquetillos ~ 3 platos de almendras ~ 3 platos de avellanas ~ 3 platos de pasas ~ 3 platos de compuesta ~ 3 platos de nueces ~ 3 platos de buñuelos ~ 3 platos de manzanas ~ 3 platos de anís. De algunos de los platos que se sirvieron nos resulta imposible saber lo que eran. Podemos presumir, por ejemplo, que los "platos de relleno de carne, lechuga, &" se asimilaran a lo que hoy llamamos "ropa vieja", y que la "ensalada encurtida" consistiera en un revuelto de legumbres y embutidos. A primera vista, nos resultan audaces ciertas combinaciones entre lo dulce y lo salado: cuesta imaginar, por ejemplo, qué sabor tendrían los "polpetones de carne y dulce" que se mencionan en el segundo cubierto, e igualmente extraño nos parece el hecho de que los bizcochos borrachos fueran servidos junto al pollo en fricasé, o que el salchichón fuera acompañado con gajos de naranja y una salsa de mostaza y perejil. Hay otros rasgos, sin embargo, que parecen ser más esenciales, como el claro predominio de las carnes blancas (32 platos) por sobre las carnes rojas (24 platos), que acaso marcara una característica propia de la cultura culinaria de la élite porteña. (5) En el menú de Basabilbaso puede constatarse, asimismo, la presencia de peces de mar como las anchoas o el atún, y entre ellos algunos ejemplares oriundos de las costas atlánticas del hemisferio norte, como el bacalao. De estos se ignoraba que eran consumidos en el Buenos Aires colonial, en cuyas mesas no conocíamos hasta ahora más peces que los del río de la Plata y sus afluentes, como el dorado, el surubí o los sábalos. (6) Esta lista de platos se encuentra acompañada de algunas anotaciones complementarias. Una de ellas enumera los asistentes al ágape nupcial: de las cincuenta y tres personas que fueron invitadas concurrieron cincuenta, a las que se acomodó en dos mesas, una de ellas en la sala grande de la mansión de los Basabilbaso y otra en un cuarto contiguo que daba a la calle. Entre los comensales se hallaba lo más granado del Buenos Aires de entonces: el mercader y regidor del cabildo Juan de Lezica y Torrezuri y su esposa doña María Elena de Alquiza, que fueron testigos del enlace, el teniente de rey Florencio Moreyras y los cuatro oficiales de la Real Hacienda, entre otros. Aunque casó a la pareja, el obispo Marsellano y Agramont no asistió al convite, por lo que se tuvo la cortesía de separar "doce fuentes de varias layas de pastas y dulces" para enviárselas a la residencia episcopal. En otro de sus apuntes, Basabilbaso hace referencia a los ingredientes que se vio obligado a adquirir para la ocasión, ya que no disponía de ellos en sus despensas. Algunos eran
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relativamente poco comunes en las mesas porteñas de hace dos siglos, principalmente los artículos de especiería como la nuez moscada y el clavo de olor, cuya presencia en la América Meridional suponía complicadas travesías desde el Oriente en que intermediaban los navíos de Holanda, que los traían desde sudeste asiático, y los de España, que tras proveerse con los neerlandeses las giraban desde el puerto de Cádiz al Nuevo Mundo.(7) Como observa inteligentemente Jack Goody, la haute cuisine dependía inevitablemente, de este tipo de ingredientes traídos del exterior, cuyos altos costos contribuían a hacerla inaccesible al común de la gente y la distinguían, por ende, de los usos culinarios populares. (8) Como prueba de ello, el cocinero mulato de los Basabilbaso procuró sazonar los manjares a la manera europea, prescindiendo del aderezo más común en la cocina popular rioplatense: el ají pimiento. (9)En la lista de especias adquiridas para este festín, como era de esperarse, sólo tuvieron cabida saborizantes como los ya referidos nuez moscada y clavo de olor, las alcaparras, la mostaza, el jengibre, el tomillo, el comino y el culantro, que daban a los platos servidos ese necesario toque de distinción que los hacía degustables a los paladares escogidos. Paradójicamente, el Gato Dumas ha vuelto hoy a servirse del pimiento molido, pero el toque de distinción que pretende dar a sus platos proviene de no recurrir al que se fracciona en el país, sino al envasado en Alicante. Las anotaciones de Basabilbaso se cierran con las instrucciones que dio para la compra de vino para el convite. Encargó, en primera instancia, uno o dos barriles "del mejor que se hallare de España, y si se pudiese conseguir, cueste lo que costare, una frasquera llena de las de Casa Madrid", caracterizadas estas últimas por su sabor algo más abocado; agregó luego a estos un cajón de "limetas de Frontignac" y "una frasquera o dos de las regulares de varias layas de mistelas". Parecen haber quedado desterrados del banquete los vinos cuyanos y los aguardientes del país. Detalles como éste, lejos de ser meros pormenores, formaban parte del entramado ceremonial de las bodas: el carácter refinado de los manjares y bebidas servidos en el festín se hallaba en perfecta consonancia con el privilegio concedido a los novios de desposarse en la capilla privada del obispo y no en la iglesia parroquial, como el resto de los feligreses, o con el hecho de haber convidado al ágape sólo a burócratas y mercaderes, pertenecientes al estrato más rico de la población porteña. Aunque su carácter de actos vitales los haga comunes a todos los hombres, el comer y el beber han sido, en suma, una de tantas modalidades a que recurrieron las élites de éste u otros siglos para segregarse de los demás sectores sociales, principalmente al respaldar la particularidad de sus hábitos alimentarios en criterios de distinción y buen gusto que sus miembros consideraban como propios y exclusivos. (10) Notas (1) Elina Mecle La Ciudad Puerto: la expansión comercial de las primeras familias Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1989, pags. 6-'12. (2) AGN IX-42-2-6. Escribanías Antiguas, fs. 341 y 344 (dote de Rosa de Basabilbaso y capital de Vicente de Azcuénaga). (3) Susan Socollow Los mercaderes del Buenos Aires virreinal: familia y comercio Ed. de la Flor, Buenos Aires, 1991, pags. 52-55. (4) AGN Manuscritos de la Biblioteca Nacional n° 4951. (5) Algo similar sucedió en un banquete que celebraron los Betlemitas en 1762. del que quedan unos apuntes tomados por un miembro de esa orden religiosa: para la preparación del mismo fueron faénados una ternera, dos corderitos, dieciocho pichones, veinticuatro pollos, dos gallinas, ocho patos y un pavo. Véase esta "Nota del convite hecho en la chacarita de los Belermitas por febrero del año de 1 762" en AGN Manuscritos de la Biblioteca Nacional n° 4952. (6) En Millau hallamos una lista de los peces de río que se consumían en Buenos Aires: el pacú, el piracayú y el dorado del Paraná y el Uruguay, y el surubí, el patí, los sábalos, las lisas, el bagre y el pejerrey del río de la Plata; Francisco Millau Descripción de la Provincia del Río de la Plata Espasa Calpe, Buenos Aires, 1947, pags. 55-56.
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(7) Puede hallarse una lista bastante completa de las mercaderías de las distintas naciones europeas consumidas en los puertos hispanoamericanos en Geoffrey J. Walker Política española y comercio colonial, 1700-1789 Ariel, Barcelona, 1979, pags. 292297. (8) Incluso desde lo etimológico, el término "especia" recalca esa distinción: en latín, el vocablo originario "species" designaba un artículo cuyo valor especial contrastaba con los de uso común; Jack Goody Cocina, cuisine y clase. Estudio de sociología comparada Gedisa, Barcelona, 1995, pag. 140. (9) Las platos populares rioplatenses se distínguían por "tener en lugar de pimienta mucho picante de pimiento, que llaman aji” ; Francisco Millau Descripción de la Provincia del Río de la Plata pag. 59. En la dieta que propulsó el gobernador Joaquín del Pino para la guarnición de Montevideo en 1780, por ejemplo, no se incluyen otros saborizantes que la sal y el ají pimiento. En contraposición con esto, en el ya mencionado banquete de los Betlemitas de 1762, que estos religiosos debieron de ofrecer a unos comensales distinguidos, se recurrió para sazonar los platos a la pimienta, la canela, el clavo de olor,y la nuez moscada. Véase AGN IX-2-3-7, Gobernación de Montevideo; Manuscritos de la Biblioteca Nacional n° 4952. (10) Jean Louis Flandrin "La distinción a través del gusto" en Philippe Aries y Georges Duby Historia de la vida privada Taurus, Buenos Aires, 1990, tomo V, pags. 267-307.
* Profesor en la Universidad de Morón. Profesor y becario de la Universidad de Luján.
MUJERES DE NUESTRA PROVINCIA Esta sección desea rescatar la memoria de las mujeres que a través de su obra trascendieron en sus pueblos. Ha sido elaborada gracias al aporte de autores de diversas localidades de nuestra provincia. AVELLANEDA Venancia Cruz El Partido de Avellaneda nació con el nombre "Barracas al Sud". Martín José de la Serna fue su gestor, y el gobernador Vicente López y Planes aprobó su creación el 14 de abril de 1852. El nuevo partido, desprendido de Quilmes, no tenía escuela. El padre José Baca había sido el primer educador entre 1814 y 1817. Al ser nombrado primer Juez de Paz, de la Serna comprobó el abandono en la instrucción, e inmediatamente creó dos escuelas en el pueblo y una en Lomas de Zamora. (1). Eran épocas en que se separaban las escuelas por sexo (en Avellaneda hasta 1906). La de niñas fue la que hasta hoy sigue funcionando en Méjico 862. Piñeiro, como N° 2. Su primer Preceptora fue Venancia Cruz de Linares, y actuó sin Monitora, entre junio de 1852 y diciembre de 1858. Su actuación Había sido una mujer huérfana, educada en el Colegio San Miguel de la ciudad de Buenos Aires. Por supuesto carecía de título habilitante. (Recién a principios de 1866 el Departamento de Escuelas (D. de E.) resolvió que se adjudicara por concurso el puesto de maestro, pues desde el año anterior existía la Escuela Normal de Preceptores). En junio comienza a actuar con pocos muebles y útiles (2), en una casa de madera ubicada en el Riachuelo (3), junto al Puente Barracas (antes, Gálvez y Restaurador de las Leyes, hoy Pueyrredón). La Municipalidad de haría cargo de los gastos totales de la escuela, por lo que de la Serna había instruido extraerlos del derecho de las reses de consumo de abasto (4). Pero el 11 de Septiembre de 1852 se produce la revolución de Hilario Lagos quien, 62
estando al servicio de Urquiza, destituye al Juez de Paz, inmediatamente deja de concurrir Venancia Cruz, asumiendo Isidro Martínez provisoriamente por los meses de octubre y noviembre. (5) La Confederación coloca a Norberto Ramírez como Juez de Paz el 1° de noviembre, y vuelve Venancia Cruz a ocupar la Preceptoría en diciembre. No cobra sueldo El 30 de agosto de 1853 el gobierno del Estado de Buenos Aires coloca a Pedro Alaiz como Juez de Paz, pero éste quiso que los gastos de la escuela fueran absorbidos por la Sociedad de Beneficencia (como correspondía) y no por la Municipalidad. Venancia Cruz no cobró sueldos desde diciembre de 1853 hasta marzo de 1854 (6). El 14 de julio vuelve a insistir Pedro Alaiz enviándole una nota a la Sociedad de Beneficencia (7) "El infrascripto tiene el honor de contestar a la nota de U. de 25 ppdo. sintiendo que un olvido de este Juzgado no hubiera puesto oficialmente en conocimiento de esa Corporación la existencia de esta Escuela Pía de Niñas, fundada por mi antecesor D. Martín José de la Serna en mediados del año 52, cuando ni en esa ciudad se pensaba en ello, sostenida con inmensas dificultades en aquella fatal época. No es extraño que U. no lo supiera, porque no están en aquel año Señoras de esa Sociedad, y es lamentable que la preceptora Da. Venancia Cruz de Linares que la estableció pasando por el través de obstáculos, incomodidades y necesidades, haya sido olvidada en el Presupuesto de gastos cuando debería haberse considerado la más acreedora a la estimación de esa Sociedad. Yo creo que esta reflexión debida a la Justicia, sea acogida por U. con interés, premiando a los servicios de la Sra. Linares, de quien no hai la más pequeña falta en la Moralidad, Administración e inteligencia en todo el tiempo que regentea esta Escuela y que además se le debe el Título de Preceptora que se merece." Lo que enseñaba y los exámenes Venancia Cruz, y los demás maestros, en la época de 1852 a 1856, enseñaban cosas elementales: multiplicar enteros, sumas, división (por un dígito), lectura de cantidades, sílabas y pocas cosas más. A las niñas se les agregaba costura y, por supuesto doctrina católica para ambos sexos. Los exámenes eran un hecho de suma trascendencia. Generalmente concurrían todos los municipales encabezados por su Presidente, y vecinos prominentes que componían la mesa examinadora. Se cumplía dentro del horario común de clases, que era de 10,30 hasta las 3 y media de la tarde. Era costumbre hacerlos en los meses de septiembre, ya que por ésta época del año la concurrencia de los alumnos era mayor. En los exámenes a las niñas, solían asistir aparte de la inspectora, algún miembro de la Sociedad de Beneficencia y en el caso de los varones un Inspector de D. de E. con sede en Bs.As. ¿La suplanta Mariquita? En marzo de 1858, más exactamente el día 17, aparece como preceptora la Sra. María Sánchez de Mendeville. Así está indicado en el índice del Archivo Histórico "Ricardo Levene", del Departamento General de escuelas, en el expediente N° 2056, leg. 26, que figura como faltante. No sabemos si estuvo provisoriamente o durante meses, ya que por esa fecha era secretaria de la Sociedad de Beneficencia y contaba casi con 70 de años de edad, pero sí sabemos de su enorme vitalidad y solidaridad. En nota de Martín J. De la Serna a la Sociedad de Beneficencia del 27 de junio de 1856 (8) le solicita "..me permite sin que sea abuso, hacerle algunas reflexiones sobre esta otra escuela en este pueblo. Su preceptora Da. Venancia Cruz de Linares lo es desde su fundación; ha pasado por el crisol de las penurias, escaseses y conflictos, surcando las dificultades con abnegación y caridad cristiana hasta ponerse bajo el mando tutelar de la
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Sociedad de Beneficencia. Tiene capacidad, y la buena voluntad originaria de su educación en el colegio de Sn. Miguel en donde se crió huérfana: salida del seno de la caridad y proponiendo sus buenas costumbres, inteligencia y contracción, merece que la sociedad le acuerde ser incluida en los preceptores de la Ciudad. La corta distancia que hay desde esta escuela a la de Barracas del Norte, permítame U. Señora observarla que no es tan grande dificultad para que la Sociedad niegue esta favor a quien lo merece. A más de esto Señora Presidta., puesta directamente en contacto esta preceptora con la Sociedad, se conocería su mérito y el estímulo de ésta pobre para hacerse acreedora al favor que me tomo la libertad de pedir para ella; perdoneseme si esto es un avance. He fundado otras escuelas y sus preceptoras se han comportado bien; esto me hace interesar en su fomento, y por ello incurrir en la falta quizá de pretención…” El pedido tuvo éxito: Venancia Cruz fue enviada a Belgrano, a la escuela que creara Sarmiento el 3 de Febrero de 1857 (9). El ciclo de 1857 comienza en Barracas al Sud con la preceptora Juana Lozardi, la que se mantuvo hasta 1862. NOTAS:
(1) Archivo Histórico Provincial “R. Levene” (A.H.P.)Expediente 3259 , legajo 19. (2) Idem. (3) A.H.P. Exp. 1322, leg. 18 (4) A.H.P. Exp. 1982, leg. 24 del 14-4-1856. (5) A.H.P. Exp. 3188, leg.12 antiguo. (6) A.H.P. Exp. 1458. leg. del 15-4-1856 (7) A.H.P. Exp. 3309. leg. 10 antiguo. (8) A.H.P. Exp. 1884, leg. 24 (9) “Fundación de Escuelas Públicas en la Prov. de Buenos Aires durante el gobierno de Sarmiento”, publicado por A.H.P. 1939, La Plata, pag. 13 y 14.
Rudy Varela Director de Patrimonio Cultural Municipalidad de Avellaneda MAIPU Catalina Lehitte de Marino Corría el año 1923, para ser más exacto el día 22 de abril, en que llega a Maipú el Cura Vicario de Villa Ballester, Rvdo. Padre Ramón Baixauli Náche, para reemplazar al Padre Mauro Golé que debió viajar a Europa para visitar a su progenitor que se encontraba enfermo, viaje que podría durar varios meses o tal vez más de un año. Mientras tanto quedó el Padre Ramón como cariñosamente le llamaba. Como medida prioritaria decide convocar a caracterizadas vecinas de la sociedad a fin de formar una Comisión de Damas para mitigar la extrema pobreza que se observaba en los alrededores del pueblo. Formada la "Asociación de Damas de Beneficencia" el día primero de junio de 1923, se designa como presidente a la Señora Concepción Sarazola de Rappallini, en esta primera reunión la Señora CATALINA LAHITTE DE MARINO propone solucionar el grave problema que se cernía sobre la población; dónde internar a los enfermos para su mejor atención. El único lugar más cercano era el Hospital "San Roque" de Dolores. Imposible llegar por los malos caminos, en época de lluvia y con enfermos graves en diligencia hacía peligrar la vida, por lo tanto era necesario buscar un sitio donde instalar una Sala de Primeros Auxilios, para que los médicos pudiesen atender en forma más efi64
ciente. Se logra alquilar una casa, pero resulta insuficiente en determinadas épocas del año, los enfermos que venían de la campaña, se atendían en los hoteles, con el consiguiente peligro para los pensionistas o pasajeros ocasionales. Máxime si los pacientes padecían enfermedades infecto-contagiosas como la tuberculosis, viruela, difteria, sífilis y otras tan comunes en ésa época. La Señora CATALINA LAHITTE DE MARINO pasa a ser Presidente de la Comisión de Damas, mujer de destacada personalidad, de finos modales, fue ley de su vida la práctica de la máxima cristiana "Ama a tu prójimo como a ti mismo", casada con el Sr. José Marino, dueño de una gran panadería inaugurada en el año 1878. Fue una mujer de exquisitos modales, muy culta y caritativa, su constante preocupación estaba en los humildes a quienes ayudaba sin pausa, pero sobre todo la conmovía el dolor ajeno. Siempre estaba al lado de ellos con sus plegarias. No podía ser que por falta de asistencia y comodidad donde tratar a los accidentados o enfermos murieran tantos inocentes... En sueños ella veía un gran hospital, con todas las comodidades, como cuando estuvo en Buenos Aires, con médicos, especialistas, odontólogos, con enfermeras, con camas limpias y rayos X, esa era su idea fija. Ha, si yo pudiera construir un hospital en Maipú como el "San Roque" de Dolores... pero cómo! se repetía continuamente. Dios me ayudará, y decididamente reunió a la Comisión a quienes le expuso su proyecto. De inmediato se formaron varias subcomisiones que se encargarían de todo lo relacionado para recaudar fondos. La señora Eva Ferrini de Alzaibar, prosecretaria y maestra de 6to. grado de la escuela N° 1, hace uso de la palabra en nombre de la Sra. Presidente diciendo: La Señora CATALINA me ha designado para anunciarle que los esposos LAHITTEMARINO han resuelto donar una manzana de terreno de su propiedad, sita en la quinta 12 en la calle Lavalle, entre Leandro N. Alem, Julián Lynch y Tucumán que mide 103,92 mts. de lado, para edificar el HOSPITAL proyectado y con el compromiso de escriturar tan pronto como se inicien los trabajos. Se consiguen importantes aportes financieros ante el Gobierno de la Provincia y la nación, que junto a lo recaudado por la Comisión de Damas, son suficientes para dar comienzo a la obra tan esperada por todos. El 23 de febrero de 1928, se coloca la Piedra Fundamental, siendo sus padrinos los esposos LAHITTE-MARINO. El 18 de agosto de 1929, a un año y siete meses, queda oficialmente inaugurado el Hospital de Maipú, ese día fue de fiesta, todas las escuelas con sus abanderados, todas las instituciones, no sólo de Maipú, sino de pueblos vecinos. Se congregó gran cantidad de público ante tan importante acontecimiento, todos los edificios abanderados. La banda de música hacía oír piezas clásicas, mientras miembros de la Comisión de Damas, repartían medallas recordatorias y tarjetas con la foto del Hospital. Hoy el Hospital de Maipú es uno de los más importante de la Ruta 2, pero esto es otra historia. DAMAS DE BENEFICENCIA DEL HOSPITAL DE MAIPÚ PRESIDIDA POR LA SEÑORA CATALINA LAHITTE DE MARINO -ACTA DEL 5 DE MAYO DE 1927 - NOMINA DE LA COMISIÓN: Señoras: JUANA F. DE DELFINO - MARÍA L.U. DE BORDARAMPE - CATALINA D.F.DE DI RAGO LUCÍA B. DE GALLETTI - ATILA V. RIGAMONTI DE MARINO - GRACIANA V. DE RODRIGUEZ - MARÍA LUISA DE SANTE - EVA J.F. DE ALZAIBAR. Señoritas: EUFEMIA MURIAS - SUSANA POSSE - JOSEFA EYHAVEHET - DELFINA BOLY RAQUEL ARIGONI - JULIA GALLETTI - IRMA MARINO - NILDA MARINO - NELIDA RAPPALLINI - CORA RAPPALLINI - ANA DELFINO - MARÍA DELFINO
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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA Diario La Voz de Maipú / Revista Fray Mocho Libros de Actas de la Comisión Damas de beneficencia del Hospital de Maipú / Apuntes de reuniones / Archivo fotográfico del Centro de Investigaciones Históricas de Maipú. / Transmisiones orales.
Iver Eard Gramigna Director Ctro. Investigaciones Históricas y Museo Kakel Huincul de Maipú. FLORENCIO VARELA Hemos recorrido un largo camino "Celestina Luraschi...¿quieres a don Lucas Tetti por tu esposo y marido y te otorgas a él como su esposa y mujer?” , interrogó con voz de circunstancias Andrés Rodríguez, oficial encargado del Registro Civil aquel 19 de mayo de 1892. Después, contrayentes, testigos y oficial, suscribirían el acta Nacional del Registro Civil del flamante partido de Florencio Varela que, si bien fuera creado por ley el 30 de enero de 1891, sólo comenzó a organizarse institucionalmente a partir de febrero del año siguiente. Celestina lucía una larga trenza color maíz enmarcándole la sonrisa candorosa; sobre el regazo, las manos hacendosas que habían apurado las puntadas para terminar el vestido nupcial, ése con el que daría el sí a Lucas, italiano como ella y, como ella también, llegado a esta zona de la provincia de Buenos Aires señalada por la bondad de su aire y por la riqueza de su suelo. Celestina era apenas una de las casi 1000 mujeres que habitaban este rincón bonaerense, de una población estimada en poco más de 2000 habitantes de los cuales, un veinte por ciento eran italianos. Florencio Varela, por entonces, apenas reunía poco más de medio millar de casas y tres automóviles. Lo demás, campo y cielo, montes frutales y pesadas carretas arrastradas por cansinos percherones. Hoy, siglo y pico después, Florencio Varela supera holgadamente las 127.150 mujeres que anunciaba el censo de 1990; el cincuenta por ciento de una población que se ha ido expandiendo y ocupando su lugar, en la ciudad y en el campo. Pero...como la historia -hasta ahora- la han escrito mayoritariamente los hombres, poco o ninguno es el protagonismo que le cupo a nuestras mujeres en estos más de cien años. Difícil es rescatar nombres en una época en la que, fuera de la misión de madre, docente o religiosa, a la mujer no se le abrían fácilmente las puertas a la vida fuera del hogar. De entre ellas, Elvira de Oliveira, docente, primera directora de la escuela N° 4 (1892), la más rural entre las rurales, aún hoy casi perdida entre tierra y espinos, en zona de quintas y de granjas; Emiliana Albarracín, María Vitale, Alcira Albarracín y Carlota Villafañe, también maestras (1892) pero éstas, en una escuela de la zona urbana. En otro ámbito, Carolina Allen de Bourel y Esther Urdaquiola de Vázquez, entre otras damas de la sociedad varelense, ocupadas en secundar a sus esposos realizando tareas benéficas y devotas, o Faustina Villabrille, quizás la primera empresaria (1918), propietaria de la única usina que -durante años proporcionó el servicio de alumbrado público en el Distrito. Testimonio de la poca presencia de la mujer en lugares tradicionalmente reservados a los hombres es una disposición registrada en un reglamento para el personal municipal durante la época del comisionado Victoriano Huisi ( 193 I ) "Los W.C. deberán permanecer perfectamente limpios y en condiciones de rigurosa higiene, no pudiendo el personal de la Intendencia hacer uso de destinado a señoras (por ningún concepto) cuya llave debe permanecer en poder del secretario de la Intendencia y sólo se habilitarán para casos de 66
fiestas públicas o cuando sea necesario su uso a requerimiento de las señoras". Lenta, muy lentamente, la mujer va ganando espacios. Y uno de los primeros lugares que incorpora personal femenino es la fábrica donde, más allá de la discriminación salarial, la mujer encuentra posibilidades de trabajo. Otra tarea considerada exclusivamente femenina lleva a Lucinda Heredia a la Sala de I° Auxilios a fines de 1934: es designada partera; cinco años después, Agustina de Primo es nombrada ecónoma de la Sala y, en 1941, Josefina Raquel Luises de Alvarez, enfermera. Habría de pasar más de una década hasta que ingresara al Hospital local (la antigua sala) la doctora Lidia Beatriz Poncet, primera médica clínica en un reducto, hasta ese momento, netamente masculino. Con la ley del voto femenino la mujer hace, también, su debut en política. Admiradora de Eva Perón, a quien aún hoy profesa una devoción sin límites, Serafina Estrella Tedesco, militante de la primera hora (1948), es una de las que marcan el camino. Después vendrían otras - otras consignas y otras banderas- hasta que en 1965, de la mano de María Agustina Lezcano, la mujer ingresa para ocupar una banca en el Concejo Deliberante. Después... la historia ya es más cercana. Vertiginosamente, la mujer avanza. Se capacita, se arriesga, pelea por su espacio en un mundo de hombres donde -a pesar de todo- a ella siempre le está reservado el don del milagro: ser madre. Y así, todas... Las profesionales y las que están cursando su escolaridad a edad avanzada; las fomentistas que robándole horas al descanso caminan barrios y apilan ladrillos, junto a las funcionarias que planifican y orientan; las religiosas que visten hábito y las que administran los sacramentos allí donde no llegan los sacerdotes; las que parieron hijos y las que cuidan de los ajenos; las que distribuyen alimentos, las voluntarias que entregan su tiempo a los otros... Las que piensan, las que pueden, las que hacen... El camino fue largo... Aún seguimos caminando. Graciela Linari Periodista - Museóloga N. de la R.: Esta lista es, a todas luces, apenas un comienzo. Sirvan estos nombres -que son reales- como símbolo de todas las mujeres varelenses que, ayer y hoy, trabajaron y trabajan para construir un mundo mejor. A ellas, nuestro homenaje. DOLORES Mujeres en la cocina "Iremos a la Reunión que ustedes realizarán, pero queremos comer la "Torta de Dolores". Así se expresaba en una carta el historiador de Monte Grande, nuestro buen amigo Pedro Antonio Rubén Campomar, cuando enviaba sus datos para anotarse en las "Segundas Jornadas de Historia de los Museos Bonaerenses", organizadas por la Filial Dolores de la Sociedad Argentina de Historiadores, en el Museo y Parque "Libres del Sur" de esta Ciudad, el 21 y 22 de Mayo de 1993. Es que con esta exquisitez de la repostería dolorense se los había convidado a los participantes en las "Primeras Jornadas celebradas el 7 y 8 de septiembre de 1990. Hagamos historia "En nuestra ciudad se paladea con frecuencia un pedacito de la historia que les contaré. Acaso, alguien no ha saboreado alguna vez o, aunque más no sea, oído hablar de la deliciosa torta argentina? este manjar, que no tuvo a Dolores por cuna, sí le sirvió para hacerse conocer y trascender..."
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Fueron mujeres, de diferentes condiciones sociales y a través de sucesivas generaciones, las que dieron origen y difundieron esta receta, tradición culinaria dolorense, que se remonta al siglo XIX. Todos los relatos, con ligeras variantes, nos conducen hasta unas mulatas. Estas mulatas, correctísimas, cuyos verdaderos nombres se pierden en la noche de los tiempos, perdurando el de "mulatas", se ganaban la vida como planchadoras, esencialmente, y vivían en un rancho en la calle Mendiola, entre Necochea y Olavarría, que todavía se levanta en el lugar, hecho con ladrillos anchos, techo de chapa a dos aguas y ventanas enrejadas. Sabemos que las mulatas hacían muy bien la masa hojaldrada y la repostería fina y que se ofrecían para tareas extras en las casas donde planchaban, diciendo: "Cuando tenga invitados, ya sabe!" Por esta razón eran frecuentemente llamadas desde la panadería "Panificación Mecánica" de Espil hermanos, ubicada en San Martín 129. Ellas transmitieron la receta de la famosa torta a la familia Espil, cuyas mujeres, Emma, María Elina, Zelmira y María Antonia, han mantenido la tradición y siguen haciéndola para los grandes acontecimientos. "Kirki" Martínez, la difusora En 1970, Zelmira Amanda Martínez de Monzani, conocida por todos como "Kirki", comenzó a trabajar en la Escuela profesional "Juan Vucetich", hoy Escuela de Educación Media N°1, dando clases de cocina. Buscando nuevas ideas para brindar a sus alumnos, les enseñó a hacer una torta, muy rica y rendidora, que había aprendido de su mamá, doña Zelmira Victorina Tamagno de Martínez, quién, con sus lúcidos ochenta y cinco años nos relató que ella la conoció a través de su suegra Amanda Morín de Martínez, la cual, a su vez, la había recibido de la suya, Maura Requejo de Martínez. Es así que cuatro generaciones han sido transmisoras de la receta y lo interesante es haberse enterado que allá, en el principio, Maura era ayudada, en las tareas de la cocina, por una mulata que hacía muy bien la masa hojaldrada y la repostería fina. Dos caminos transmiten la misma herencia cultural. A1 comentarlo con la mamá de "Kirki" Monzani, ésta se entera mucho después, ya que no pudo conocerla, por razones de edad, la historia que habíamos recogido en la casa de los Espil. Sabrosa y dulce historia la de la "torta argentina", cuya preparación y decoración se ha conservado entre las mujeres, tanto de la familia Espil como de la familia Martínez, transmitiéndose luego a muchas otras dolorenses. Ocasiones excepcionales y de verdadero lucimiento vernáculo, han servido para presentar la "torta argentina" y agasajar con ella a amigos e invitados. Receta Y cerramos esta historia con la añeja receta y su preparación, que le fue dada por Emma y Martha Espil a la profesora en Letras y periodista Gabriela Urrutibehetv. TORTA ARGENTA Ingredientes: • 1/2 kg. de manteca pura. • 1/2 kg. de azúcar molida. • 1 docena de huevos. • 1/2 kg. de harina común. • esencia de vainilla. 68
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7 claras a punto de nieve duro.
Preparación: Se coloca en un bol la manteca y se derrite sobre fuego muy suave colocando un disco de amianto. Se agrega el azúcar y se bate sobre este calor suave. En otro bol se baten las 12 yemas durante cinco minutos. De las doce claras se separan 6 y se baten a punto nieve duro. Se retira el bol del fuego, se le agregan las 12 yemas bien batidas y las claras, se mezcla muy bien y se le incorporan la harina cernida y la esencia de vainilla. Previamente se enmantecan los moldes especiales, que consisten un disco de metal con un reborde bajo, y se distribuye la pasta lo más fino posible. Se hornean y al sacarlas se desmoldan enseguida, para evitar que se rompan. Se untan con dulce de leche, cada una hasta terminar la pasta. La cobertura es siempre blanca. Con las claras que sobran puede hacerse un merengue o merengue italiano. También las claras con azúcar impalpable. Alrededor se unta con dulce de leche y se adhieren nueces picadas. Se sirve en cortes finos. Y a saborear la torta argentina que Dolores conserva como propia, cargada de historia y de sabor. Fuentes de consulta: - ESPIL, Emma y Martha. • MARTÍNEZ de MONZANI, Zelmira. • TAMAGNO de MARTÍNEZ, Zelmira. • URRUTIBEHETY, Gabriela. (En "La cocina de la tía Gorda” - Diario "Compromiso" - Dolores 8 de junio de 1992).
Beatriz María Sarrasin 25 DE MAYO Dos Mujeres Matilde Rondeau La escuela indígena Matilde Rondeau nació aquí en Mulitas (hoy Veinticinco de Mayo) a fines de 1848. Fue bautizada en la religión cristiana en 1853, por el cura de Salto, Fray Carlos Torres, que visitara en misión religiosa estos parajes. Matilde Rondeau, preceptora de 22 primaveras, debía transmitir los rudimentos del saber primordial de las primeras letras y la enseñanza religiosa, a los pequeños indios de la Escuela Indígena perteneciente a las tribus que alrededor vivían. Blanca Ruíz de López La Sra. Blanca Ruiz de López es alumna fundadora de la Escuela Normal Mixta (hoy Escuela N° 62) ingresando el 3 de mayo de 1909 y egresando como Maestra Normal en el año 1917. Comenzó su labor docente en 1918 en la Escuela N° 3 y durante siete años brindó sus conocimientos a esos niños, cuyas voces hoy la eternizan en el recuerdo. Se retiró en 1952. Pero su obra no solo queda en la educación, sino que el 21 de junio de 1919 la contó entre las firmantes del acta de inauguración del Comité Cultural y también la Asociación Protectora de Niños Pobres. 69
Hoy está a un paso de celebrar el 4 de julio de 1997 sus 99 años de vida plenos de vigor, de una lucidez y memoria admirables. Doña Blanca Ruiz de López es un canto a la vida, que encauzara todas las inteligencias y arrojara la semilla de la palabra fecunda, moldeando la arcilla que confiaron a sus manos. Amanda Bigliardi de Jousset En este siglo XX de tantas resonancias masculinas, sacar a flote el transcurrir sin estridencias de las mujeres es difícil de poder documentar. Aquí va alguna aproximación a sus vidas. LA MUJER INDÍGENA: Las últimas entradas maloneras de la década del 70, que asolaron Tres Arroyos, dejaron, en su retirada, tal vez olvidada, a una mujer, llamada Rosa. Su biografía es muy corta. Su única actividad consistía en la preparación y venta de empanadas en las romerías o fiestas campestres. Compensaba su soledad con la bebida, lo que generaba la diversión y chanzas de la muchachada a las que ella respondía con insultos. Como lógica consecuencia, sus entradas en la comisaría eran cosa habitual. Hoy es una escultura. Un gran artista local don Antonio Orfanó la recreó. Le dio trabajo hacerlo, pues su modelo requería "un vasito de algo" para seguir posando. Verla en el Museo es recordar la raza, más allá de los desprecios y humillaciones que sufrió. Se llama: La Pampa Rosa. LA MUJER CHACARERA: A veces fue inmigrante de principios de siglo. Otras una nativa urbana transplantada al campo, por obra y gracia de su matrimonio. María Cuyen de Labrunée en 1935 administraba sus establecimientos de agricultura y ganadería sitos en Mayol y Ochandio, fundados por su fallecido esposo. Uno de ellos denominado "San Juan". Nada menos que 4500 Has. con el aditamento de 9 hijos. Buena tierra, pero malas comunicaciones, mucha peonada para manejar, un mundo de hombres en las transacciones comerciales. Una mujer sola ¿cómo pudo en esa época? El diario La Comuna curiosamente rescata la biografía y agrega "...En la actualidad pertenece a la crónica diaria el que la mujer participe en la lucha y desempeñe las administraciones como un hombre..." LA MUJER COOPERATIVISTA: La Cooperativa Eléctrica de Tres Arroyos (C.E.L.T.A.) fue creada a iniciativa de un grupo de vecinos opuestos al monopolio de la compañía yanki SUDAM. No fue fácil hacerle frente, pero lo lograron en 1931. Las mujeres fueron arte y parte a través de las JUNTAS FEMENINAS. En principio, consideraron que tenían que tener bien en claro qué era el Cooperativismo. Para ello organizan charlas y conferencias. En la revista Cristal de 1934 consta que "estas mujeres eran activísimas ya que se dedicaron a largas investigaciones, después de revolver estantes de bibliotecas, consultando a los maestros del cooperativismo". Fueron oradoras en algunas ocasiones, según consta en la crónica, las vecinas: Josefa Izaguirre, Nélida Otmedo, Niña de Rey y Ofir Yula. La formación fue acompañada de la acción. Fueron agentes indispensables para convencer al usuario de que se suscribiera. Para ello iban calle por calle, casa por casa, explicando, asesorando. Su lucha callejera fue exitosa. El primer motor de la Cooperativa empezó a dar luz a nuevos socios atraídos, en muchos casos, por las caminatas de las féminas.
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LA MUJER POLÍTICA: La señora Velia M. Teresa Rocca de Rey fue la primera mujer concejal en Tres Arroyos, por el partido radical, cargo al que accedió después que en nuestro país la mujer tuvo el derecho al voto. En 1952 formó bancada con Dr. Edmundo Santandreu, Dr. Evers Nelson Fossati y Alfredo Altuna. Posterior al reestablecimiento de la democracia, luego del golpe de 1955, vuelve al Concejo. El 25 de abril de 1960, presidió la sesión preparatoria del Consejo Deliberante, de acuerdo a la Ley Orgánica de las Municipalidades, iniciando un período caracterizado por largas discusiones, principalmente ente el bloque de la U.C.R.I. y el que integraba, la U.C.R. del Pueblo. Las actas del Concejo reflejan su constante presencia a través de su palabra e ideas. Esta mujer nació en La Plata, estudió de maestra y luego ejerció en Quilmes, para luego trasladarse con su esposo a Tres Arroyos, tratando de superar el dolor provocado por la pérdida de un hijo. Aquí fue directora de la escuela Nro. 1, "segundo establecimiento de la provincia donde ejerció su magisterio hasta jubilarse en 1928". De ella dice su hija "fue una personalidad decidida, tierna en el hogar y con garra en la calle". Una mujer como tantas, esposa, profesional. Recibió presiones, tal vez por que la veían mujer; y en esa época le costó pero logró asistir a mitines partidarios y además ser su oradora. También estuvo en las juntas de la C.E.L.T.A. y en muchos núcleos no fue bien mirada por el hecho de ser cooperativista. Dejó semillas. Velia Rey de Conti, su hija, siguió los pasos de la madre. Fue después de 1983: concejal, y la primer intendente mujer que tuvo la comuna de Tres Arroyos, en un corto interinato, reemplazando al titular Jorge "Cocorolo" Foulkes, con licencia por razones de salud, entre el 28 de junio y el 25 de agosto de 1986. Stella Maris Gil de Jiménez BELÉN DE ESCOBAR Eugenia Tapia de Cruz El 4 de Marzo de 1877 nace en las praderas de la Cañada de Escobar, Partido del Pilar, el nuevo pueblo de Belén. Doña Eugenia Tapia de Cruz, dueña de la estancia, desde la muerte de su esposo ocurrida en 1837, supo aprovechar el tendido de las vías del ferrocarril que entre 1874 y 1876 cruzaran su propiedad en busca de la reciente fundada localidad de Campana, y la oportunidad la convierte en la mano ejecutora del surgimiento de la hoy ciudad de Belén de Escobar. Lisandro Medina remató las tierras para el pueblo de Belén, pero la empresa del ferrocarril respetando el antiguo nombre de la cañada, denomina a la estación Escobar. Llegaron los primeros pobladores, construyeron sus casas e instalaron sus industrias y negocios. Los años pasaron con apuro, entonces el poblado necesitó su iglesia. Doña Eugenia compró e instaló un templo de madera que fue inaugurado el 25 de diciembre de 1887 por el obispo de la ciudad de Buenos Aires Monseñor Aneiros, quien fue a buscar al mismo casco de la estancia la imagen del niño Dios. Todos en procesión llegaron a la iglesia y la pequeña figura del Redentor engalanó su altar. (El casco de la estancia de Eugenia T. Cruz se encontraba a unos cuatro Km. al norte de la estación de Escobar. Puede comprobarse en el plano de la testamentaría de la ilustre dama, en 1890, que posee el Dr. Marcos Capello). El 15 de agosto de 1888 muere la ilustre fundadora.
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Al no conocer actas o decretos de fundación o creación del pueblo de Belén, y ante todo lo expuesto, los historiadores reconocemos como fundadora "de hecho" a doña María Eugenia Tapia de Cruz, y como nacimiento "simbólico" de nuestra hoy Ciudad de Belén de Escobar el día del remate que le da origen - 4 de Marzo de 1877. Nota: El primitivo poblador que conservó entre sus papeles el plano en cuestión fue mi abuelo Juan Bautista Gnemmi, un inmigrante italiano que llegó al país en 1874, afincándose en el nuevo pueblo de Belén a fines de 1880. Instaló la primera tienda y mercería en una casa existente en la manzana cincuenta y nueve, alquilando dependencias de la misma hasta 1883, luego le compra a Doña Eugenia la manzana sesenta (23-8-83); construye su vivienda, negocio de ramos generales (tendejón) y una familia de diez hijos. La ocurrencia de este pionero hace posible que hoy sus nietos podamos escribir con seguridad la hermosa historia de nuestra ciudad. Arnoldo Argentino Gnemmi BRAGADO María del Carmén Bracamonte Volvamos nuestra mirada al pasado en que un importante grupo de mujeres, que no registró la historiografía, contribuyó activa y valerosamente a la conformación de nuestra comunidad e identidad. Una de esas tantas mujeres se llamó María del Carmen Bracamonte. Nació en Santa Fe el 2/7/1867, graduada en la Escuela Normal de Paraná donde tuvo maestros y profesores eminentes. Muy joven aún (1887) fue designada para dirigir la Escuela Graduada de niñas de la ciudad de Esperanza en la provincia de Santa Fe, donde por orden del Inspector Domingo Silva se concentró el magisterio para escuchar de la joven maestra las nuevas teorías sobre métodos de enseñanza. Pasó luego a la Dir. de la Escuela Graduada de niñas de Rosario Tala (Entre Ríos). De allí pasó a la Dirección de la Escuela Graduada de niñas de la ciudad de Goya (Corrientes), puesto que deja en 1892, como el anterior de Rosario Tala, por la desorganización de la economía de estos Estados. Por intermedio del entonces Inspector General de Enseñanza de la provincia de Buenos Aires Señor Celso Latorre, fue designada para ocupar el cargo de directora en la Escuela N° 4 de Bragado en 1893. Ya radicada y consagrada a la educación de esta provincia ocupó en el transcurso de los 18 años anteriores a radicarse en Lincoln, varias direcciones más, ya sea en escuelas de nivel infantil, elementales o superiores. Las escuelas de Luján, Quilmes, La Plata, la contaron entre el personal directivo y la Universidad de esta última ciudad entre sus estudiantes. En la ciudad de Bragado en colaboración con otras distinguidas señoras fundó la Biblioteca Pública, actuó en el seno de la comisión de la Sociedad San Vicente de Paul, de la Sociedad Sarmiento, protectora de la infancia. Ejerció la presidencia de la Sociedad pro-patria y en tales funciones, cuando el peligro de una guerra inminente ensombrecía el porvenir, ofreció la cuarta parte de su sueldo de maestra, cundiendo este ejemplo entre otros maestros que imitaron el gesto. En 1911 invitada por el Director Sarsfiel Escobar vino a Lincoln, a formar parte de su personal dictando dos cátedras, Idioma Nacional y Geografía. Tuvo un valioso desempeño en las actividades que proponían un mejoramiento cultural cooperando con la dirección de la Escuela y con un grupo de profesores y alumnos con el
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fin de elevar el nivel cultural, moral e intelectual del alumnado y del pueblo en general. La señorita Bracamonte fue también presidente por varios períodos de la Sociedad Belgrano, protectora de niños carenciados, igualmente de la Comisión de Damas de la Cruz Roja Aliada, ocupó la presidencia de la Comisión de Damas pro Hospital, que tuvo a su cargo la construcción en nuestro Hospital de la sala de infecciosos. Recibió en 1936 y después de 50 años dedicados a la docencia una jubilación extraordinaria. Falleció en nuestra ciudad el 14 de mayo de 1941 y sus restos fueron trasladados a la ciudad de Bragado. FUENTES CONSULTADAS: Una expresión del normalismo en la Pcia. de Buenos Aires. Escuela Normal "Abraham Lincoln".1985. Stella Maris Salerno de Huzman MOCTEZUMA María Haydée de Elverdín Nació en Buenos Aires el 5 de septiembre de 1914. Su infancia porteña pasó lejos de imaginar el ambiente campesino donde transcurriría la mayor parte de su vida. Es así como cursará el Ciclo Normal en la escuela de la Misericordia en Cabildo 1235 de Belgrano. En una fiesta de fin de año se encuentra con un inspector sanjuanino, Alejandro Castro Rayas, familiar del Dr. Juan Carlos Coria, viñatero de Mendoza y a su vez pariente de la joven maestra. El docente le ofrece trabajar en una escuela de la capital de San Juan, en la que su hija es directora. Se trata de la nacional Nº124. Pronto le llegará el aviso de que el puesto se halla a su disposición. Estamos a comienzos de 1934 y parece que los vientos políticos no soplaban a favor de Castro Reyes, pues gobernaba un opositor y es así como un hábil cambio de cifras la Escuela nacional Nº124 y de categoría urbana cambia su nombramiento con destino a la escuela rural Nº142 situada en la zona de Angaco Sur en plena precordillera. La decisión estaba tomada. "Allí viví sin radio, sin luz eléctrica. Los sábados nos íbamos los tres en su autito a la ciudad y el lunes regresábamos trayendo manteca, leche, huesitos. Aprendimos a hacer orejones de ciruela, durazno y zapallo. El agua era lo más difícil de soportar, como se la traía de la acequia debíamos purificarla con pencas de tuna.Allí conocí muchas cosas, como por ejemplo "el marido" una especie de brasero a cuyo calor se calentaban unas tortillas llamadas "sopaipillas". Será a través de su contacto con la familia Guillén-Rezzano - de feliz memoria en la historia de la educación argentina- que el Consejo Nacional de Educación le ofrecerá tres opciones de traslado, optará por Moctezuma, nada más que por atraerle el nombre del emperador de los aztecas. Allí encontraría su destino definitivo como docente, la concreción de su futuro hogar y la llegada de sus cuatro hijos. "En esa época Moctezuma era una fiesta, nos vestíamos especialmente para esperar el tren de los jueves por la tarde y luego ir a la estafeta para retirar la correspondencia..." Alegre y humana en la escuela, trascendió a los límites del aula, mitigando el dolor de los demás, aplicando sin cargo y durante años, inyecciones a quienes las necesitaban. Luchó para que el pueblo tuviera su capilla; por el mantenimiento edilicio de la escuela, haciendo colectas para apoyar la permanencia de los médicos en el lugar, convenciendo a algunos
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rudos chacareros a que permitieran a sus hijas seguir estudios secundarios. Fue noble compañera de lucha de don José Joaquín Elverdín, un ganadero de la zona que dedicó parte de su vida y fortuna a trabajar por las instituciones de su localidad y del Partido de Carlos Casares, del que fue en 1973 presidente del H. Concejo Deliberante y luego Intendente interino del mismo. Hoy María Haydeé Rósen de Elverdín con edad avanzada, sigue manteniendo inclaudicable su fe en la vida. Debió superar graves dolencias, pero aún sigue ayudando a otras personas aquejadas por males del cuerpo y del alma para brindarles su solidaridad y su optimismo inquebrantable. Nelson Roberto Bessone
MATERIAL BIBLIOGRÁFICO RECIBIDO - Universidad Nacional del Nordeste. Facultad de Humanidades. Resistencia. Chaco. Revista del Nordeste (2a. época). La temática tratada se refiere a los gobernadores del Chaco. - Universidad Nacional de San Juan. Facultad de Ciencias Sociales. Revista de la Facultad de Ciencias Sociales. Año 9. N° 19. Noviembre 1996. - Universidad Nacional de Entre Ríos. Facultad de Ciencias de la Educación. Cuaderno N° 1: Hacia una pedagogía crítica de la formación de la identidad pos-moderna. Autor: Peter Mac Lorem. - Cuaderno N° 2: Curriculum universitario Siglo XXI. Autores: Torres, Follari, Albornoz, Duluc, Petrucci. - Cuaderno N° 3: Comunicación y Cárcel (1976-1983). Autora: María del Carmen Rubano. - Cuaderno N° 4: Comunicación y Educación. Autores. Quiróz, Schmucler, Entel, Lambruschini, Alfaro. - Cuaderno N° 5: Entre Ríos escenario educativo (1883-1930). Autora: Sandra Carli. - Cuaderno N° 6: Prensa y Modernidad. Autor: Julio Moyano. - Universidad Nacional de La Pampa, Universidad Nacional de Luján (B) Universidad del Comahue Revista "La Aljaba" segunda época. Revista de Estudios de la Mujer. Vol. 1 . 1 996. - Universidad Nacional de Mar del Plata. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Revista "Faces" 1 y 2. - Del Cepal "Factores determinantes de la competitividad de las firmas en el caso de la industria textil marplatense". - Gobernación de la Provincia de Buenos Aires. Revista Espacio Cultural. N° 5 y 6. - Archivo Histórico Municipal "Andrés R. Allende": Gacetilla Informativa. Lincoln. 1996. - Manzana Fundacional de la Ciudad de Bahía Blanca: Folleto de Paseo. - Municipalidad de Florencio Varela: Cuaderno N° 4: Plan "Historias de mi barrio". Cuatro nombres...una realidad. Autora: Graciela Linari. - Centro Histórico y Geográfico de Soriano (Uruguay): "Banco de la República Oriental del Uruguay y Sucursal Mercedes". Autores: Esc. Alfonso G. Arias y Prof. Manuel Santos Pirez. - "Caciques borogas y araucanos" P.Meinrado Hux. Ed. Marymar- Bs. As.1 992. - La Cautiva o Rayhuemy "Relato inédito del padre Lino D. Carbajal". Autora: María Elena Giniobili de Tumminello. Colección "Estudios". Bahía Blanca 1995. - Revista "Todo es Historia". N° 354, 355 y 356.
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LOS TRABAJOS DE ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA EN SANTA FE LA VIEJA
Mónica Valentini * Javier García Cano** A raíz de la convocatoria de la directora del proyecto arqueológico de Santa Fe La Vieja, la Profesora María Teresa Carrara de la Universidad Nacional de Rosario, se montó el primer trabajo de arqueología subacuática en aguas sin visibilidad que pretende excavar una porción de los restos sumergidos de una fundación del siglo XVI. Ningún proyecto igual se ha realizado en Sudamérica, lo cual plantea desarrollos metodológicos novedosos en nuestro ámbito. El objetivo fundamental es poder explicar con precisión cuál fue el proceso por el cual casi un tercio del asentamiento original terminó bajo las aguas del Río San Javier. Las Ruinas de Santa Fe La Vieja se encuentran en un albardón a orillas del Río San Javier. Desde su fundación en 1573 y hasta el presente, el río provocó el deterioro y destrucción de un sector importante del asentamiento. La fundación de Santa Fe forma parte de una etapa de la conquista del Río de La Plata, la cual está relacionada con una nueva política para la ocupación y población del territorio. Es un 15 de noviembre de 1573, que Don Juan de Garay funda Santa fe. Su expedición, proveniente de Asunción del Paraguay, ubicó estratégicamente en el mapa de la época, el futuro emplazamiento urbano. Una vez que Asunción pudo afianzar su economía y crecimiento demográfico, estuvo en condiciones de emprender la expansión sobre el Litoral. La fundación obedeció a la necesidad de asegurar una comunicación más fluida con el Alto Perú y la apertura del Paraguay hacia el Río de La Plata, la salida al Atlántico y a España. Santa Fe es entonces un área de articulación del espacio convirtiéndose en uno de los centros preponderantes de este período. "Sin la concentración en estos pequeños núcleos geográficos las reducidas huestes habrían sido devoradas por el espacio y las masas indígenas. Las ciudades funcionan como plazas fuertes y guarniciones militares, aseguran la defensa del territorio conquistado y sirven de centro de reunión de hombres y refuerzos que preservan la continuidad del proceso expansionista... Al mismo tiempo las ciudades son los ejes económicos de la conquista..." (Assadourian, Beato y Chiaramonte. 1985:46). Cabe destacar, también, que en el proceso de expansión colonizadora, los españoles no entraron a tierras deshabitadas. En su avance por el denominado Corredor Paranaense, se introdujeron en territorios ocupados por sociedades indígenas pescado ras, cazadoras y recolectoras, Goya Malabrigo y los agricultores Guaraníes. La sociedad indígena quedó entonces compulsivamente incorporada al dominio blanco. (Carrara, M. T. 1996). Según Frenguelli, la barranca dónde se fundó la ciudad se trata de un terraplén aluvional formado por el Paraná y sus ríos marginales. Este terreno proveyó a los conquistadores de tierras altas y fértiles. Las continuas inundaciones, sin embargo, dejaban a la ciudad prácticamente incomunicada y provocaban derrumbes de la barranca. Esto ultimo significó que, del trazado original de la ciudad, la acción del río ocasionó la pérdida de un gran número de manzanas costeras, en su mayoría ocupadas por los vecinos destacados. El solar perteneciente al mismo Juan de Garay, y 3 de las 6 iglesias estaban en el sector afectado. El trazado responde a un damero con la plaza ubicada a una manzana de la costa. Se mantuvo casi 90 años, y en 1660 por una ordenanza del Cabildo local se decidió el traslado al lugar donde actualmente se encuentra Santa Fe de la Veracruz. Fue la primera población fundada como ciudad, ya que el resto de las fundaciones previas corresponden a Fuertes y es la primera a la que se le dio la traza urbana que corresponde a la práctica fundacional en las Indias, reglamentada por Felipe II en 1573. Este es el único emplazamiento fundacional
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español en territorio argentino que brinda la posibilidad de investigaciones interdisciplinarias sobre un amplio período de nuestra historia, no solo colonial sino también prehispánica, que ha llegado a nosotros en condiciones excepcionales. Una vez abandonado el sitio no fue reocupado, salvo con la instalación de una colonia agrícola francesa a fines del siglo XIX, y el paraje que empezó a conocerse como Cayastá. Las investigaciones en las Ruinas llevan más de 45 años y son el resultado de los esfuerzos hechos por el Dr. Agustín Zapata Gollán. Las tierras localizadas en la margen Este del Río San Javier, frente a las Ruinas, son bajas y anegadizas. Corresponden a sedimentos fluviales acumulados durante un lento pero constante proceso erosivo en la margen Oeste, el cual ha destruido gran parte del sitio. Según el antecedente de las prospecciones de Vulcano y De Brito en 1982 realizadas en la margen Este, no se hallaron materiales culturales. Los resultados de nuestras propias observaciones (donde se determinó la presencia de terreno muy flojo y la imposibilidad de acceso desde la costa tanto como desde el agua ), desencadenaron en la consideración de la imposibilidad de realizar trabajos en la costa Este en esta primera etapa de la investigación. Inicialmente el proyecto plantea desarrollar tres campos temáticos: 1- Conocimiento de la Dinámica del Río y D estrucción de la Barranca. Frente al desconocimiento total del medio ambiente subacuático y la falta de registro de información precisa, se determinó la necesidad de formular un modelo a estudiar sobre este problema que provocó (junto con otros) la mudanza de los habitantes y el traslado de la población a la actual ubicación de la ciudad de Santa Fe de la Veracruz. 2. Metodología, Arqueología sin Visibilidad y con Corriente. Ante un medio acuático sin visibilidad se diseñaron algunas técnicas de trabajo de campo adecuadas a las condiciones del sitio y la disponibilidad tecnológica local. 3. Formación de Recursos Humanos. Como resultado de la necesidad de disponer de personal especializado, se montó un programa particular dentro del proyecto que permitirá la formación de personas en este ámbito. Se realizaron en el sitio 2 campañas. La primera en Diciembre de 1995 se hizo un reconocimiento del lugar, donde se plantearon tres objetivos: a) Aproximarse al conocimiento de la dinámica del río, a la conformación del lecho, profundidades y niveles de sedimentación. b) Corroborar la existencia de restos arqueológicos en el Río San Javier. c) Evaluar el potencial del lugar en restos arqueológicos subacuáticos. El resultado de esta prospección fue el relevamiento de 5 transectas a lo largo de la rivera Oeste. La segunda campaña se llevó a cabo en Junio de 1996 donde, a partir de los datos obtenidos anteriormente se realizó la excavación en 3 transectas y se prospectaron 2 nuevas en el sector Norte del sitio. Los objetivos establecidos para esta campaña fueron: a) Obtener información para evaluar la capacidad de arrastre de material arqueológico y material natural que tiene el agua. b) Detectar los puntos de depositación del material arqueológico. c) Elaborar un modelo de deterioro de la barranca que pudiera precisar el proceso de colapso de las áreas desaparecidas del asentamiento original.
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Antecedentes Metodológicos en el Extranjero
El marco teórico metodológico tomado en cuenta para trabajar en el sitio es el establecido por el Dr. Thijs Maarleveld (director de la Oficina Estatal de Arqueología Subacuática del Reino de los Países Bajos). Las condiciones de visibilidad y tipo de suelos en los lechos de las cuencas fluviales holandesas, poseen grandes similitudes con las del Noreste Argentino. Es decir, ríos de llanura con alto nivel de arrastre de material natural en suspención ( lo cual provoca visibilidad muy pobre o nula). Corrientes importantes y aporte sedimentario voluminoso son las otras características comunes a ambos casos. Dado el desarrollo logrado en los Países Bajos en el campo de la arqueología subacuática (en particular sin visibilidad), y los antecedentes de la Fundación Albenga (habiendo participado en campañas de trabajo in situ con el Dr. Maarleveld en Holanda); se optó por este marco para plantear un referente que pudiera ayudar a resolver los problemas locales. Lo hecho en las dos Campañas La base de toda la labor se afirmó en el desarrollo del tacto de cada buzo. La total ausencia de visibilidad (1) obligó a trabajar en relación a la disminución de un sentido, la vista, y la potencialidad de otros, el tacto y el oído. Trabajar bajo el agua en oscuridad plena propone depender de lo que se puede palpar y de lo que se puede oír. Los métodos para posicionar y mensurar al buzo o a los objetos requieren la colocación de elementos referenciales de fácil identificación al tacto. Cabos o caños que se convierten en las guías de aquellos que prospectan o excavan, y que permiten cumplir con el rigor de las tareas de registrar el material bajo el agua. El tacto es la vía de asimilación de información, ya sea por razones del trabajo arqueológico cuanto por razones de seguridad y supervivencia en el buceo. Sabiendo que es inviable la escritura bajo el agua con visibilidad nula (0 cm), se establecieron tiempos de buceo que permitieran recordar en forma precisa datos que serían registrados en superficie. Así se planificó la siguiente secuencia: un tiempo breve bajo el agua (15 minutos), cumplido el tiempo salir a transmitir lo sucedido (medidas, localizaciones, recuperaciones, etc.) de modo de ser anotado todo detalle dicho por el buzo, y luego un segundo buceo de igual tiempo al anterior seguido del mismo procedimiento de transmisión de datos y su registro. Es dable recordar que este sistema es factible dadas las profundidades menores que se registraron en el San Javier, las que no superaron los 10 metros. El oído complementó el sistema al ser la única vía de comunicación del buzo con la superficie. Por medio de alarmas en relojes digitales o de sonidos producidos en la superficie, cada operario bajo el agua fue avisado de la finalización de su tiempo de trabajo (15 minutos). Los sonidos generados con el golpeteo de dos martillos en el espejo del río fueron el medio más efectivo de puesta en práctica de este sistema de comunicación. La mejor manera de operar con las corrientes fue plantear la posición de cada buzo de modo de no establecer oposición al agua. De esta forma cada persona se colocó longitudinalmente en relación al sentido Norte - Sur del torrente. En los casos de velocidades importantes (con posible arrastre de los buzos), las herramientas básicas que permitieron el trabajo (excavación o prospección) fueron los elementos de referencia. Abrir trincheras bajo el agua con alto nivel de depositación de material natural, y con la presencia de la corriente del río obligó a utilizar las manos como las herramientas únicas de excavación. Frente a la ausencia de visibilidad, el correcto uso de las manos es lo único que garantiza el adecuado cuidado del material. En lo posible se promovió trabajar sin guantes, bajo el presupuesto de no tener limitaciones en el tacto. Como apoyo al trabajo manual se contó con la asistencia de una transportadora de limo y desechos llamada draga de agua. Este dispositivo solamente se utilizó para retirar del área de excavación el ma-
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terial no recuperado. Teniendo un flujo de agua muy suave en su interior, permitió separar material arqueológico del sedimento, lavándolo dentro del caño de PVC de 4" de diámetro, y recuperándolo ya limpio. Los elementos referenciales de fácil afirmación en el lecho (cuadros de grilla de caño de hierro) no sólo cumplieron su cometido de limitar el área de excavación, sino que además permitieron que la draga de agua y los buzos fueran asegurados a ellos y así evitar el arrastre de la corriente. Los cuadros utilizados fueron construidos con caños de 1” y 1/2 de diá metro de hierro, unidos por nudos metálicos de andamios con ángulos fijos de 90° y ajustados por bulones con tuercas. La dimensión definida de cada cuadro fue de 70 centímetros de lado. Las técnicas de registro fueron diseñadas especialmente para ser aplicables al medio acuático ya descripto. Como patrones de medición se utilizaron las partes del cuerpo del buzo, o algún objeto de dimensión fija conocida (cabo guía, grilla, jabalinas). Por el conteo de unidades de medición (pulgadas, dedos, largos de brazo, largos de una barra rígida, etc.) se puede reconstruir una medida en un dibujo o plano. En la excavación con grilla se tomaron como referencia los lados de la misma en el caso de tener hallazgos. Con los datos traducidos se reconstruyó la información y resultó en planimetría y perfiles de cada zona de trabajo. Este testimonio incluyó descripciones del tipo de material del lecho, su superficie, capacidad de sedimentación, espesor, forma, textura y ubicación de los restos extraídos. Para ordenar y registrar la información que interesó a los fines del trabajo, se diseñó un sistema de fichas. En el mes de Diciembre de 1995 tuvo lugar la primera campaña de prospección en el Río San Javier. El resultado de la misma fue el relevamiento de 5 transectas a lo largo de la rivera Oeste. Prospectar las transectas, permitió recabar datos sobre diferenciación de los componentes del suelo, ubicación, extensión, profundidad, y características del lecho. En relación al material cultural resultó en el conocimiento de tipos de hallazgos, nivel de conservación, concentración en la superficie del lecho, y decantación. De modo de cumplir con los objetivos planteados para la prospección, se recurrió a la selección de lugares en los cuáles se observaron, en una primera aproximación, condiciones particulares o significativas en la margen Oeste del río. Los puntos en los cuáles el agua golpeaba directamente contra la barranca, así como los lugares donde se desplazaba paralelamente a la costa, fueron algunas de las características buscadas. Se consideró también la planimetría como fuente primaria de información y las referencias hechas por los arqueólogos terrestres. Se determinó la posición de una transecta por cada lugar. Las 5 zonas de trabajo (2) fueron denominadas: 1 . Las Gringas, límite Sur del sitio en la desembocadura del arroyo Las Gringas. 2. San Francisco Sur, en referencia a la ubicación en el sitio terrestre del Convento de San Francisco. 3. San Francisco Norte, (ídem anterior). 4. Cabildo Norte, en relación al solar del Cabildo. 5. El Último, en referencia al solar 26 B en tierra. Todas las rectas se ubicaron perpendiculares a la costa del río y fueron relevadas por triangulación. Se refirieron las medidas a puntos fijos ya ubicados en la planimetría existente. Se completó la medición con compás para determinar la dirección del cabo que materializó la transecta. En términos de trabajos subacuáticos se recurrió al uso de cabos para materializar las transectas. Se utilizaron 2 cabos de longitudes distintas, uno de 49 metros, y otro de 18 metros. Ambos se fijaron en sus extremos al suelo por medió de jabalinas metálicas de 1 metro de largo que se clavaron, una en el lecho y la otra en la línea de agua en la costa. El extremo Este fijado al fondo fue señalizado en superficie mediante
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una boya. La referencia establecida por la boya permitió conocer la posición relativa del buzo mientras desarrollaba su actividad, a través de la observación de las burbujas producto de la exhalación del aire. Los datos obtenidos se tradujeron a planos (3) (plantas y perfiles). La Campaña de 1996 Durante Junio de 1996, se realizaron tareas de prospección de dos lugares y de excavación de otros tres. El acento estuvo colocado en el registro de la información y el conocimiento de todo lo sucedido durante la campaña por parte de todos los integrantes del grupo. Con el objetivo de completar el frente ribereño Oeste, hacia al Norte del sitio, se prospectaron dos transectas. Fueron denominadas: 1. El Museo, ubicada en línea recta con el edificio del Museo a los 90° Oeste. 2. Beethoven, localizada fuera del límite Norte actual de las Ruinas. En ambos casos se debió luchar denodadamente con la corriente, la cual se presentó en forma importante. El mayor problema fue la imposibilidad de tensar en forma recta el cabo guía. Para realizar un registro preciso se midió la deriva del cabo en su sector mayor, lo cual permite calcular el recorrido exacto que cada buzo hizo del lecho. Las transectas excavadas fueron: 1. Las Gringas. 2. San Francisco Sur. 3. El Último.
La elección estuvo ligada al interés de abrir trincheras en lugares con resultados muy distintos en la prospección de Diciembre de 1995. Es así que se optó por la de menor rendimiento (Las Gringas) la de mayor (El Último) y la de resultados cuantitativamente medianos. En las tres trincheras abiertas se procedió a realizar una recolección superficial como primera tarea. Se dejó así libre de material arqueológico, un área de 1 metro de ancho a cada lado del cabo guía y con una longitud variable según cada lugar. Acto seguido se fondearon cuadros metálicos de caño y se inició la secuencia de apertura de las trincheras. La longitud de la excavación en Las Gringas fue de 15 metros continuos por 0,70 metros al Norte del cabo. En San Francisco Sur se abrió un área de 17,5 metros por 0,70 metros al Norte del cabo guía. Finalmente en El Último, se excavó a lo largo de 14 metros por 1,40 metros de ancho tomados axialmente al cabo. La última trinchera mencionada fue la de mayor densidad de hallazgos. En tierra se armó una base de datos con especificaciones del material recuperado. El registro del material arqueológico permitirá generar datos para un análisis informático posterior. En el mismo se tuvieron en cuenta distintas categorías y variables para el procesamiento del material arqueológico. El primer rédito fue tener datos estadísticos en forma inmediata a la campaña. Los riesgos de retirar material saturado en agua de su contexto son muy elevados. Esto hace que en la mayoría de los casos no pueda evitarse la aplicación de tratamientos de conservación post excavación. La cerámica sin embargo reúne condiciones especiales ya que junto con la piedra, el hueso y las astas, son los materiales que bajo el agua se conservan en un 100% estables. Con estas consideraciones, el material retirado del lecho recibió un lavado y luego un secado controlado como únicas aplicaciones de tratamiento de conservación.
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Un Trabajo que se Convierte en Formación para Nuevos Especialistas
En un área como ésta, en la cual no existe una formación específica en el país, y el trabajo en el agua requiere de ciertos conocimientos y experiencia, es que se hace necesario pensar en la formación de recursos humanos para el desarrollo de la disciplina. Los arqueólogos subacuáticos insisten en que su labor sería imposible sin la colaboración de los buzos deportivos y profesionales. De todos modos no basta con bucear, aunque convengamos que el buceo es una técnica básica. Hay que motivar al buzo aficionado a que adquiera ciertos conocimientos básicos para el trabajo arqueológico, y desarrollar en él la conciencia de protección y conservación del Patrimonio Arqueológico, en este caso del Patrimonio Cultural Subacuático. Por otro lado es importante, también, la incorporación a cursos de buceo de estudiantes del área de arqueología interesados en esta problemática. Para cumplir con este objetivo se están llevando adelante tratativas de convenios con Escuelas de Buceo de la zona, promoviendo de esta manera un intercambio de conocimientos entre futuros arqueólogos y buzos deportivos. Cabe destacar que a pesar del medio y las dificultades, el rigor científico es posible, utilizando la metodología adecuada y preparando gente para esta labor. Conocimiento de la Dinámica del Río y Destrucción de la Barranca El modelo elaborado requiere obtener mayor cantidad de datos para ser sometido a una evaluación profunda que permita confirmarlo o desecharlo. Para ello se programa una tercera campaña que incluya más trincheras de excavación y recorridos de prospección. Debido a la adquisición de nuevos equipos de relevamiento y comunicación, en el futuro se utilizarán para incrementar el nivel de precisión de los trabajos. Por medio de su aplicación se levantarán datos como para armar un modelo tridimensional que permita corroborar las ideas sobre la dinámica del río y la erosión de la barranca que destruyó parcialmente el sitio terrestre. Personal que participó en el Trabajo en el Campo: Susana Carballo; Guillermo Cavagnaro; Nelly De Grandis; Gisela Gagliolo; Javier García Cano; Sergio Massaro; Javier Novaro; Federico Orbuch; Juan José Rodríguez; Rodolfo Schenone; Mónica Valentini. Bibliografía Assadourian, C.; Beuto G. y Chiarumonte, J. C. 1985. De la Conquista a la Independencia. Historia Argentina. Tomo 2. Paidós. Buenos Aires. Argentina. Bass, G. 1987. Oldest Known Shipwreck Reveals Bronze Age Splendors. National Geographic Magazine Vol 172, N° 6, Diciembre 1987. Bucher, E. A. Bonetto y, otros. 1993. Hidrovía: Examen inicial ambiental de la Vía Fluvial ParaguayParaná. Humedales para Las Américas. Buenos Aires. Argentina. Calvo, L. M. 1990. Santa Fe la Vieja, 1573-1660. La Ocupación del territorio y la determinación del espacio en una ciudad hispanoamericana. Santa Fe. Argentina. Carrara, M. T. 1995. Arqueología de las relaciones sociales en Santa Fe la Vieja. Comunicación presentada en las Segunda Conferencia Internacional de Arqueología Histórica Americana. Santa Fe. Argentina. Carrara, M. T. 1996. Santa Fe la Vieja, primer enclave urbano en el Corredor Paranaense. Comunicación presentada en las las. Jornadas de Antropoogía de la Cuenca del Plata. U.N.R. Carrara, M. T.; y De Grandis, N. 1992. El proceso de articulación social en Santa Fe la Vieja visto a través del registro arqueológico. En Reflexiones sobre el V Centenario. UNR Editora. Rosario. Argentina. Consejo de Europa. Recomendación 848. Apartado 4. 1978. Dean, M.; Ferrari, B.; Oxley, L; Redknup, M.; y Watson, K.; editores. 1992. Archaeology Underwater, The NAS Guide to Principles and Practice. N.A.S. ( Nautical Archaeology Society ) Archetype. Dorset. Reino Unido. Dean, M. 1988. Guidelines on Acceptable Standards in Underwater Archaeology. Scottish Institute of Maritime Studies University of St. Andrews. Reino Unido.
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Frangüeli J. 1954. La Márgen derecha del Río Paraná a la altura del Pueblo de Cayastá. Santa Fe. U.N.L.P. Notas del Museo, Tomo XVII, geología N° 65. lriondo, M. 1985. Introducción a la Geología. Ediciones del Río. Santa Fe. Argentina. lriondo, M. 1972. Mapa geomorfológico de la llanura aluvial del río Paraná entre Helvecia y San Nicolás. Revista de la Asociación Geológica Argentina. Imprenta Coni. Buenos Aires. Argentina. L liour, M.; Long, L.; Rieth, E. 1989. Le Mauritius, la mémoire engloutie. Casterman. Grenoble. Francia. Muarleveld, Th. J. y vart Cinkel, E. J. 1990. Archeologie onder water. Het verleden van een varend volk. Meulenhoff. Amsterdam. Reino de los Países Bajos. Muckelroy; K. 1978. Maritime Archaeology. Cadge University Press. Cambridge. Reino Unido. Muckelroy, K. y otros. 1980 Archaeology Under Water, An Atlas of the World´s Submerged Sites. McGraw-Hill, Maidenhead, Berkshire Xeriji-ew, C. y Bahn, P. 1993. Arqueología. Teorías, métodos y práctica. Ediciones Akal. Madrid. España. Vulcano, C. y de Brito, A. 1982. Informe sobre las actividades arqueológicas llevadas a cabo durante 1982 en le marco del Proyecto "Puesta en valor de las Ruinas de Santa Fe la Vieja". Buenos Aires. Argentina. Zapata Gollán, A. 1990. Obras Completas. Universidad Nacional del Litoral. Santa Fe. Argentina. Notas (1) El promedio de visibilidad fue 0 centímetros absoluto. (2) Ver figura I (3) Ver figura 2
* Escuela de Antropología. Universidad Nacional de Rosario. ** Fundación Albenga. Universidad de Buenos Aires. Universidad de Morón.
FE DE ERRATAS DEL N° 12 DE LA REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE - En el artículo correspondiente al Archivo Histórico Municipal de Lincoln "Andrés R. Allende", el epígrafe corresponde a éste último y no al autor de la nota, et Sr. Teodoro Zuzek. (p. 34) - Volvemos a reproducir, en este número, el artículo "Los trabajos de arqueología subacuática en Santa Fe la Vieja" de los autores Mónica Valentini y Javier García Cano, ya que omitimos por error a uno de ellos y la mención del encuadre institucional en el cual se realizó el trabajo. Iniciamos, en este espacio auspiciado por Schori Argentina S.A.I.C., un ciclo dedicado a los artistas plásticos bonaerenses. En esta oportunidad es una mujer del Partido de Morón la seleccionada. Solicitamos a los municipios de la provincia que nos hagan llegar pequeñas biografías de sus artistas, acompañadas de una reproducción en blanco y negro, para ser tomados en consideración en próximas publicaciones.
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RENEE PIETRANTONIO Nacida en San Martín, provincia de Buenos Aires, es actualmente una de las mujeres más destacadas de la plástica moronense. Su formación profesional la realizó en la Escuela Nacional de Bellas Artes "Prilidiano Pueyrredón" y la Escuela Superior "Ernesto de la Córcova". En el ámbito docente se desempeña como profesora de Dibujo e Historia de la Cultura Argentina. Dicta cursos y conferencias. Artísticamente, maneja con suma idoneidad el lenguaje de la pintura y el grabado. Su inspiración traduce, al decir de María Rosa Lojo, "Paisajes tatuados en el revés de la luz, donde los colores inician una aceleración reposada y continua... Danzantes que convocan predicciones de números y estrellas... " Ha expuesto desde 1973 en diversas galerías de nuestro país, Madrid y París. Entre los numerosos premios recibidos destacamos: en 1975, 1er. premio Pintura. Salón de la Mujer-. Mención de Honor- Grabado. Salón de la Mujer 1986: premio Monocopia Adquisición XXII Salón Nacional de Grabado y Dibujo. Gran Premio de Honor. Pintura- 1er. Salón de Artes Plásticas Honorable Concejo Deliberante. Morón 1992: Premio Banco Mercantil- Adquisición. Grabado- Universidad de Morón. 1996: Premio Adquisición- Subsecretaría de Cultura "IV Salón de la Mujer y su Protagonismo Cultural"- Buenos Aires.
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